Memorias Del Oratorio de Don Bosco

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1 MEMORIAS DEL ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES POR SAN JUAN BOSCO EDICION CRITICA A CARGO DEL P. FERNANDO PERAZA LEAL SDB CENTRO SALESIANO REGIONAL DE FORMACION PERMANENTE QUITO, ECUADOR 2001

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Filosofia medieval

Transcript of Memorias Del Oratorio de Don Bosco

  • 1MMEEMMOORRIIAASSDDEELL OORRAATTOORRIIOO

    DDEE SSAANN FFRRAANNCCIISSCCOODDEE SSAALLEESS

    PPOORR SSAANN JJUUAANN BBOOSSCCOO

    EEDDIICCIIOONN CCRRIITTIICCAA AA CCAARRGGOO DDEELLPP.. FFEERRNNAANNDDOO PPEERRAAZZAA LLEEAALL SSDDBB

    CCEENNTTRROO SSAALLEESSIIAANNOO RREEGGIIOONNAALLDDEE FFOORRMMAACCIIOONN PPEERRMMAANNEENNTTEE

    QQUUIITTOO,, EECCUUAADDOORR22000011

  • 2Serie MEMORIAS DEL ORATORIO DESAN FRANCISCO DE SALESN 1

    2a Edicin CSR (CENTRO SALESIANO24 de mayo REGIONAL)2001 Av. 12 de octubre 14-36

    Apartado 17 - 12 - 371Telfono: (593-2) 521-315 Fax: 509-835Quito - Ecuador

    ISBN: 9978-04-081-1

    Levantamiento de texto Tnlgo. Alonso Vaca de la Torre yy diagramacin Centro Salesiano RegionalIlustraciones Dbora MorilloPortada Evelio RamrezImpresin Imprenta Don Bosco - Quito

  • 3SUMARIO

    PRESENTACIONINTRODUCCIONObjetivos y modalidades de la presente edicinMEMORIAS DEL ORATORIO DESDE 1815 al 1825exclusivamente para los salesianos

    DECADA PRIMERA: 1825 - 1835

    DECADA SEGUNDA: 1835 - 1845

    DECADA TERCERA: 1845 - 1855

    INDICE DE NOMBRES

    CRONOLOGIA FUNDAMENTAL DE LA VIDA Y LA OBRA DE DON BOSCO -que permitaencuadrar histricamente el contenido de las Memorias del Oratorio-

    BIBLIOGRAFIA.

    INDICE DE NOMBRES Y LUGARES

    CONTENIDO GENERAL.

  • 4PRESENTACIONEsta 2a edicin de las Memorias del Oratorio de S.Francisco de Sales, escritas por don Bosco, tienecaractersticas particulares:Se trata de una nueva versin en espaol, destinada al estudio. Por tanto, para ayudar al mejorentendimiento e interpretacin del texto, contiene varios recursos metodolgicos, como: una introduccin general; notas previas a las diversas partes o a algunos captulos cuya finalidad es la de ubicar y precisar

    histrica y culturalmente el argumento tratado sugiriendo, a veces, algunas pautas orientativas paraque se puedan apreciar mejor los contenidos;

    algunas breves indicaciones marginales, a manera de guas de lectura, sobre el tema al que serefiere don Bosco en ese preciso lugar;

    notas crticas al pie de pgina sobre personas, hechos, trminos o conceptos expresados en el texto. indice temtica de nombres hechos y lugares. una cronologa de la vida y de la obra de don Bosco. y la bibliografa fundamental, usada en este trabajo.Para llevar a cabo este trabajo he ido a las fuentes originales y me he fundamentado en la ms seriadocumentacin bibliogrfica. Por esta razn, al final del libro pongo el catlogo de Obras y de Autorescitados, algunos con sus siglas de referencia.Como anexo he colocado una cronologa de la vida de don Bosco, con aquellos elementos que puedanayudar a contextualizar en su preciso momento los relatos y acontecimientos.Esta publicacin complementa el Curso de iniciacin al estudio de don Bosco y el ItinerarioHistrico Espiritual con don Bosco, en su tierra y entre su gente, publicados ya por este CentroSalesiano Regional.Acercarse a la persona de don Bosco es siempre una tarea apasionate. Hay que hacerlo con un corazncapaz de entrar en empata con su espritu, con sus utopas y con la realidad concreta de su historia. Esen este ltimo aspecto en donde la metodologa de estudio se hace exigente y supone honradez yequilibrio, pero tambin el sentido de la relatividad y de los lmites. Cuando se trata de un hombremovido por Dios, que lo ha elegido y lo acompaa, se nos pide actitudes de fe que van ms all de losdatos positivos y de los clculos humanos. Entonces, y ante todo a la luz del misterio de Cristo, su viday su mensaje se llenan de profundidad y de emocin, y nos convencen definitivamente, nos interpelan ymotivan.Es lo que deseo a quienes lean las pginas de sus Memorias en las que l, como en ninguna otra de susobras literarias, se queda con nosotros y con el lenguaje de los hechos nos revela los pensamientos desu corazn y la sabidura de su experiencia sacerdotal y educativa.

    P. Fernando Peraza Leal SDB.24 de mayo de 2001

  • 5San Juan BoscoMEMORIAS DELORATORIO DESAN FRANCISCO

    DE SALESDEL 1815 AL 1855

  • 6MEMORIAS DEL ORATORIODESDE 1815 al 1825exclusivamente para los salesianos

    Notas previas.

  • 7Don Bosco, en esta parte, prologando sus Memorias explica las razones que lo movieron a escribirlas,a quin las dirige y qu se propone con ello. As mismo se refiere al estilo familiar que usa y a ladivisin de la narracin en cuatro perodos, de diez aos cada uno: el primero, y como introduccin, desde su nacimiento al sueo de los 9 aos: o sea del 1815 al

    1825; luego, las tres Dcadas, de 1825 a 1835; de 1835 a 1845 y de 1845 a 1855.La introduccinSe refiere en ella a su hogar, a la muerte de su padre (1817), a su naciente inquietud por el estudio y ala primera reaccin negativa de Antonio, hijo del primer matrimonio de Francisco Luis Bosco conMargarita Cagliero, ante las posibilidades que para llevarla a cabo se le presentan; al sueo co-menzado hacia sus 9 aos de edad; a las actitudes comprensivas y valientes de su madre, MargaritaOcchiena; ante las duras situaciones econmicas en que queda la familia y ante sus aspiracionespersonales.Don Bosco empieza a hacer notar, desde este prlogo, la accin providencial de Dios en su vida.En las dcadas subsiguientes hace ver cmo su sacerdocio para los jvenes y el proyecto oratorianorealizado a partir de 1841 en Turn, responden al contenido germinal de ese sueo, que por aquelentonces l no alcanza todava a descifrar, pero que ir luego con los aos entendiendo como unpreanuncio de su vocacin en la Iglesia,

    Memorias para el Oratorio y para la Congregacin Salesiana

  • 8[1] Muchas veces me pidieron pusiera por escrito mis memorias sobre el Oratorio de San Francisco deSales y, aunque no poda negarme a hacerlo dada la autoridad de quien me lo aconsejaba, sin embargo,no me resolva a hacerlo por tener que referirme continuamente a m mismo. Sin embargo, ahora seagrega la orden de una persona de suma autoridad por lo que me es imposible demorar por ms tiempoel asunto. As que me he decidido a exponer detalles confidenciales que pueden echar luz o ser dealguna utilidad para el bien de esa institucin que la divina Providencia se dign confiar a la Sociedadde S. Francisco de Sales. 12

    Quede claro que escribo nicamente para mis queridsimos hijos salesianos, con la prohibicin de darlasa la publicidad sea antes, como despus de mi muerte.13Para qu servir, pues, este trabajo? Sin duda para que, aprendiendo las lecciones del pasado, sesuperen las dificultades futuras; para dar a conocer cmo Dios condujo todas las cosas en cadamomento; y tambin servir de ameno entretenimiento para mis hijos cuando se enteren de las andanzasen que anduvo metido su padre, cosa que ciertamente harn con mayor complacencia cuando, llamadopor Dios a rendir cuenta de mis actos, yo no est ya visiblemente entre ellos.Ahora bien, si encuentran que algunos hechos estn relatados con demasiada complacencia y quiz conaparente vanidad, les pido que sean comprensivos conmigo, ya que se trata sencillamente de los re-cuerdos de un padre que se deleita contndolos a sus queridos hijos, mientras stos, a su vez, se han degozar al conocer las pequeas aventuras de quien tanto los ha amado y de quien en todas las cir-cunstancias, pequeas o grandes, siempre quiso hacerles el mayor bien, sea en lo espiritual como en lotemporal.He organizado estas memorias en dcadas, o perodos de diez aos, porque en cada una de ellas, nuestraobra tuvo algn notable y significativo desarrollo. Hijos mos, cuando lean estas Memorias despus demi muerte, acurdense que tuvieron un padre carioso que antes de morir quiso dejrselas en prueba desu afecto; y entonces, no dejen de rogar a Dios por mi eterno descanso.[2] Los primeros diez aos de mi infancia - muerte del padre - penurias familiares - lamadre viuda.Nac en Murialdo, poblado de Castelnuevo de Asti, el da consagrado a la Asuncin de Mara al Cielodel ao 1815. 14 Mi madre se llamaba Margarita Occhiena, era natural de Capriglio. El nombre de mipadre fue Francisco. Eran campesinos que se ganaban sobria y honradamente el pan de cada da. Mibuen padre casi nicamente con sus sudores nos sostena a la abuelita, septuagenaria y ya aflijida porvarios achaques, y a tres nios, el mayor de los cuales era Antonio, hijo del primer matrimonio; Jos erael segundo, y Juan, el ms pequeo, que era yo.15 Adems, sostena a dos jornaleros que ayudaban en eltrabajo del campo.[3] No tena yo an dos aos cuando Dios nuestro Seor permiti en su misericordia que nossobreviniese una grave desgracia. Un da el amado padre, que era de complexin robusta, en la flor de laedad, y deseoso de educar cristianamente a sus hijos, de vuelta del trabajo enteramente sudado, entrpor descuidadamente en la bodega subterrnea y fra de la casa. El enfriamiento sufrido se manifesthacia el anochecer en una fiebre violenta y vino a degenerar en una pulmona muy fuerte. Todo loscuidados fueron intiles, y a los pocos das se vio a las puertas de la muerte. Confortado con todos losauxilios de la religin, despus de recomendar a mi madre confianza en Dios, expiraba a la edad detreinta y cuatro aos, el 12 de mayo de 1817. 16No s qu fue de m en aquella penosa circunstancia. Slo recuerdo, y es el primer hecho del que guardomemoria, que todos salan de la habitacin del difunto mientras yo quera permanecer a toda costa enella.

  • 9- Ven, Juan; ven conmigo, -repeta adolorida mi madre.- Si no viene pap, no voy yo, -le respond.- Pobre hijo mo!, -aadi- ven, ya no tienes padre!Dicho esto, se puso a llorar, me tom de la mano y me llev a otra parte, mientras lloraba yo vindolallorar a ella. Ciertamente, en aquella edad no alcanzaba a entender qu desgracia tan grande era laprdida del padre.[4] Este hecho sumi a la familia en la consternacin. Haba que mantener a cinco personas; lascosechas del ao, que eran nuestro nico recurso, se perdieron por causa de una terrible sequa; los co-mestibles alcanzaron precios fabulosos. El trigo se pag hasta 25 francos la hmina; el maz, a 16francos.17Varios contemporneos que fueron testigos de los hechos me cuentan cmo los mendigos pe-dan angustiosamente las cscaras del grano para suplir la sopa de garbanzos o de frijoles con quehabitualmente se alimentaban; y que se encontraron en los potreros personas muertas con la boca llenade hierbas con las cuales haban intentado aplacar el hambre rabiosa que las desesperaba. 18Muchas veces me cont mi madre que aliment a la familia mientras tuvo cmo hacerlo; despusentreg dinero a un vecino llamado Bernardo Cavallo, para que fuera en busca de comida. Recorri va-rios mercados sin poder adquirir nada, fuera al precio que fuera. Volvi dos das despus cuando yaanocheca. Todos lo esperaban. Pero, cuando dijo que no traa sino el dinero que haba llevado, el p-nico se apoder de la familia pues ese da haban comido muy poco y se podan, por tanto, preverfunestas consecuencias para esa noche.Mi madre, sin desalentarse, busc entonces ayuda entre los vecinos, pero fue intil. Nadie tena con qusocorrernos. Fue entonces que nos record: mi esposo, cuando estaba para expirar me recomend quetuviese confianza en Dios; vengan, vamos a ponernos de rodillas y a rezar. Luego, despus de una breveoracin, nos dijo: en casos extremos hay que buscar tambin soluciones extremas. Entonces,acompaada por el seor Cavallo, se fue al establo, mat un ternero, y haciendo cocinar a toda prisa unaparte, trat de aplacar el hambre de la extenuada familia.En los das siguientes se lograron conseguir los cereales necesarios hacindolos traer de muy lejos y aprecios ciertamente excesivos. 19

    Puede imaginarse lo que sufri y lo que tuvo que trabajar mi madre durante ese ao tan lleno decalamidades. Pero con un trabajo infatigable, ahorrando en todo, aprovechando todo recurso posible, ycon algunas ayudas verdaderamente providenciales, se pudo superar aquella situacin tan crtica. Todoesto me lo cont muchas veces ella misma y me lo confirmaron diversos parientes y amigos.Pasada aquella terrible penuria y mejorada la situacin familiar, tuvo mi madre una ventajossimapropuesta de matrimonio. Ella respondi sin dudar un momento:- Dios me dio y me quit a mi marido. Tres hijos me dej l al morir, y yo sera una madre sin

    corazn si los abandonase cuando ms me necesitanLe aseguraron que sus hijos iban a quedar al cuidado de un tutor responsable que vera solcitamente porellos.- El tutor, -respondi esa mujer generosa- podr ser tal vez un amigo, pero yo soy la madre; y no los

    voy a dejar aunque me ofrecieran todo el oro del mundo. 20[5] Su mayor preocupacin fue la de la instruccin religiosa de sus hijos, ensearles la obediencia y te-nerlos ocupados en cosas compatibles con su edad. Mientras fui pequeito ella misma me enseaba arezar; pero cuando ya fui capaz de rezar con mis hermanos, haca que me arrodillara por la maana ypor la noche con ellos, y todos juntos entonbamos las oraciones y la tercera parte del rosario. Recuerdo

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    que ella misma me prepar para mi primera confesin: me acompa a la Iglesia, se confes antes queyo, me recomend al confesor y despus me ayud a hacer la accin de gracias. Luego siguiacompandome hasta cuando vi que era capaz de hacerlo bien por m mismo.As llegu a los nueve aos. Quera mi madre entonces enviarme a la escuela, pero se me dificultababastante por la distancia ya que estbamos a cinco kilmetros de Castelnuovo. Por otra parte mi her-mano Antonio se opona. Llegamos despus a un acuerdo. Podra ir durante el invierno a la escuela delcercano pueblecito de Capriglio, en donde efectivamente aprend a leer y a escribir. 21Mi maestro era un sacerdote muy piadoso. Se llamaba Jos Lacqua. Conmigo fue muy amable y pusomucho inters en mi adelanto escolar, pero sobre todo en mi educacin cristiana 22. Durante el veranodaba gusto a mi hermano trabajando en el campo.

    Notas previas sobre el sueo de los 9 aos1. Los sueos desde el punto de vista sicolgico:1.1. El estado de sueo es fundamental para que la vida squica y biolgica restauren sus energas y se

    reorganicen:a) las percepciones tenidas en la vigilia;b) los procesos emocionales;c) la adaptacin del sujeto a la realidad;d) sus variaciones en el humor;e) sus energas y motivaciones profundas y los sentimientos de afirmacin y confianza en s

    mismo.1.2. Todo sujeto normal no puede dormir sin soar, aunque no siempre llegue a tomar conciencia de

    que ha soado. Efectivamente, los sueos son, de por s, fruto del inconsciente; pero siempre sonparte de una personalidad normal y de la vida sana del hombre.

    1.3. Ese cambio de situacin de la vigilia al sueo lo hace el cerebro y las funciones orgnicas demanera progresiva, serena e integrada; pero puede haber perturbaciones y trastornos en losprocesos somniales derivados de varias causantes, como pueden ser los conflictos y perturbacio-nes sicolgicas y morales de la persona, o la enfermedad. Por razones como stas, elconocimiento del sueo y de sus mecanismos es una parte fundamental de la Medicina Interna. 23

    2. En el caso de don Bosco, sin embargo, los sueos adquieren un carcter muy particular.2.1. Ciertamente la vida somnial de don Bosco seguira de ordinario sus procesos normales.

    Pero, al referirnos a sueos que, como el de los 9 aos, tienen particulares estructuras ydinamismos, e inciden de una manera muy especial en la vida, las convicciones, los proyectos y elestilo de los comportamientos suyos y de sus hijos espirituales, hay que advertir que, desde elpunto de vista sicolgico, rompen los esquemas usuales. Tambin, desde una perspectivateolgica, son muchas veces un lugar privilegiado del dilogo con Dios, de la manifestacin desu voluntad y de sus inspiraciones.Los sueos de suyo carecen de unidad lgica, de claridad en sus contenidos y mensajes; sepresentan como fenmenos autnomos respecto a la intencionalidad del sujeto que los tiene. Losde don Bosco, por el contrario, contradicen varias de estas caractersticas. Como advierte Giaco-mo Dacquino, en muchas ocasiones, en vez de restaurar sus energas, lo desgastan y agotan; sepresentan en forma orgnica y a veces continan desarrollndose ordenadamente en la noche

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    siguiente, o por varias noches sucesivas. Sus contenidos son transparentes y, por tanto, compren-sibles; responden a sus situaciones histricas y a su cultura; a su pensamiento pedaggico,espiritual y moral, y ms bien lo expresan mejor a travs de su simbologa, sus narraciones y susparbolas. No surgen como una fuerza clandestina que burla la censura tica o sicolgica, pararevelar aspectos ocultos de un sujeto que se enmascara inconscientemente a s mismo ante losotros. Por el contrario, dejan al descubierto los principios y criterios profundos de su coherenciavocacional y de sus conductas. Muchas veces son presentidos, otras, nacen de preocupaciones dela vida real, de inquietudes o imperativos pastorales y educativos, respecto a los que l busca noslo manifestarse, sino intervenir en una forma oportuna y eficiente. 24Un claro ejemplo es el de la Carta del 10 de mayo de 1884: Acabo de deciros que ocupiscontinuamente mi pensamiento. Pues bien, en una de las noches pasadas, me haba retirado ya ami habitacin y, mientras me dispona a entregarme al descanso, comenc a rezar las oracionesque me ense mi buena madre, cuando en aquel preciso momento, no s bien si en sueos o fuerade m por alguna distraccin, vi a dos de los antiguos alumnos del Oratorio... (sigue la primeraparte del sueo. Cuando sta concluye contina don Bosco:) mientras mi antiguo alumnodeca estas ltimas palabras yo, que continuaba contemplando con verdadero disgusto ese recreo,me sent sobrecargado por un cansancio creciente. Fue tal la presin que, no pudiendo resistirlapor ms tiempo, me estremec de tal manera que despert sobresaltado. Estaba al pie de mi cama.Senta las piernas tan hinchadas y doloridas que no pude mantenerme de pie. Ya era bastantetarde. Por tanto, me fui a acostar pensando escribiros cuanto antes esta carta. Yo no deseo tenerestos sueos, porque me producen un cansancio enorme. Al da siguiente, en efecto, me senta des-trozado y no vi la hora de que llegara la noche para descansar. Pero sin embargo, apenas meacost comenc de nuevo a soar. Tena ante mi vista otra vez el patio con los jvenes que estnactualmente en el Oratorio y junto a m, al mismo exalumno. Entonces comenc a preguntarle...As tambin pasa, precisamente, en el sueo de los 9 aos. Cuando, 48 aos ms tarde, l vuelva arecordar ese acontecimiento espiritual, describe, al relatarlo, una sntesis de su sicologa infantil,de las motivaciones profundas que dieron sentido poco a poco a su vida, de la misin que Dios lehaba confiado y fue discerniendo con los aos en todos sus particulares, a base de su experienciapastoral: sus destinatarios, la manera y el espritu de su relacin con ellos, los valores que en stase ponen en juego. Hay, pues, una ntima relacin entre su vida real y la de sus muchachos, conestas representaciones imaginarias; entre su quehacer pedaggico y los elementos onricos, lascircunstancias, las modalidades y la trama argumental de su sueo, y esto a tal punto queestudiosos y bigrafos, como Pedro Stella y Walter Nigg, afirman categricamente que su vida nopodra comprenderse sin sus sueos.25En todo caso, no se puede hacer una interpetacin genrica de los sueos tenidos por don Bosco,sino que cada uno debe ser estudiado en sus concretas circunstancias y en las modalidadespropias que revista. stas pueden dar pistas ms o menos certeras sobre su ndole, sobre el sentidoe incidencia real que tenga en la mentalidad y en la vida del santo, y acerca de la posibleintervencin directa de Dios en ellos, que se hipotice. Efectivamente, este factor que llamamosteolgico, escapa de suyo a un anlisis puramente cientfico. nicamente en un contexto de fe, ypor los efectos que se constaten, se puede colegir la presencia y la accin del Espritu Santo en elcorazn del hombre.Adems, en el caso de don Bosco, se trata de un santo que desde su infancia se movi en unclima profundamente humano, arraigado en su cultura de procedencia, en los valores religiosos yen las certezas espirituales que caracterizaron tambin la idiosincracia de su gente. Es slo,dentro de este contexto, y mirando la totalidad de su persona, de su existencia y de las

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    circuntancias, como puede darse un acercamiento interpretativo relativamente acertado a sussueos.

    2.2. Numricamente se posee documentacin acerca de ms de 170 sueos. Una primera serie serefiere a su vida personal, su bsqueda vocacional y sus opciones; a su misin y a su arte edu-cativos. Otros, a acontecimientos religiosos y polticos locales, o de tipo europeo o de la Iglesia.Estos comienzan con el sueo de los grandes funerales en la corte, tenido en 1854, que anunciael fallecimiento de varios miembros de la familia real, cuando Vctor Manuel II se decide firmarla ley que suprime las Congregaciones Religiosas en el Estado Sardo Piamonts. Fausto Jimnezcataloga 24 sueos hasta el 1859, ao de la fundacin de la Sociedad de S. Francisco de Sales; y151 posteriores a esta fecha.

    2.3. Algunos sueos, para el mismo don Bosco, revisten un carcter religioso especial: son dones deDios, intervenciones de su providencia, premoniciones sobre el futuro, estados de conciencia desus jovencitos que se le revelan, dramas interiores de su lucha por la fidelidad a la gracia. Sin em-bargo siempre se mantiene cauto. Algunas veces los relativiza, pero siempre exige se hable de elloscon respeto, pues sabe muy bien que esconden mensajes providenciales del Seor, y que los conte-nidos tocan el carisma y el espritu de su vocacin personal y de la misin que Dios le ha confiadoa l y a los herederos de su Obra.Los escenarios de muchos sueos son los de la vida rural, los elementos caractersticos pertenecena la cultura del pueblo y a las costumbres familiares. En otros casos domina el escenario de suOratorio en Turn y el contexto es el de la grande ciudad, sus personajes, su vida poltica, re-ligiosa y social; o pertenecen a hechos histricos de ms alcance social y poltico; o traenmensajes para Po IX o Len XIII. Los de las misiones contienen elementos geogrfico-culturales que l mismo tuvo que aclarar con lecturas, consultas y estudio.Sicolgicamente responden a estados de serenidad, de euforia o de profundas aspiraciones y de-seos de tipo pastoral y educativo; o a situaciones ms crticas de incertidumbre, de bsqueda yangustia; o son como contemplaciones de fe, algunas salpicadas con las luces y las rfagasutpicas del paraso.26

    2.4 El sueo de los 9 aos tiene algunas connotaciones muy particulares y una influencia definitiva enel futuro de don Bosco. Nunca l pudo olvidarlo. Fue un sueo que lo acompa repitindose connuevos elementos que iban completando su mensaje vocacional, desde el 1825 hasta 1845,cuando, en contacto con los jvenes pobres y abandonados de Turn, y en el clima de oracin,estudio y reflexin del Convitto Ecclesistico, pudo, ayudado por su confesor y director espiritual,discernir con claridad la misin y el estilo pastoral y educativo de su sacerdocio, y hacer lasdefinitivas opciones de su vida.

    EL PRIMER SUEOANALISIS ESTRUCTURALEl sueo de los 9 aos tiene algunas connotaciones muy particulares, y una imfluencia definitiva en elfuturo de don Bosco. Nunca l pudo olvidarlo. Fue un sueo que lo acompa, repitindose con nuevoselementos que iban completando su mensaje vocacional desde el 1825 hasta 1845, cuando, encontacto con los jvenes pobres y abandonados de Turn, y en el clima de oracin, estudio y re-flexin del Convitto Ecclesistico, pudo, ayudado por su confesor y director espiritual, discernir conclaridad la misin y el estilo pastoral y educativo de su sacerdocio, y hacer las definitivas opcionesde su vida.

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    ESTRUCTURA DEL RELATO.En el primer sueo de 1825 y en las repeticiones del mismo hasta 1845, se conserva el mismo ordenlgico del relato:1. La situacin crtica de los jvenes lleva espontneamente a Juan a intervenir, an con la fuerza, para

    evitar y destrur el mal que hay en ellos. La blasfemia es como la sntesis de su situacin depecado.

    2. El Seor interviene, para amaestrarlo, oportunamente, sobre una manera distinta, comprensiva ybondadosa de actuar con ellos, y obtener con eficacia lo que l se propone;

    3. A su vez, se revela como el dueo del rebao que desea Juan constituya con esos muchachos, y alfrente del que lo pone a l mismo como gua, confindoselos as a su cuidado pastoral.

    4. Ante la actitud de incapacidad de Juan, para quien ese mandato es imposible, el Seor le pideobediencia y una sabidura que le ensear la Maestra que, entonces, le propone.

    5. El personaje se identifica como Jess, y a la Maestra, como su propia Madre, la Virgen Santsi-ma. Ella le ensear la verdadera sabidura que l necesita, y que tanto en la Carta sobre losCastigos del 1883, como en la del 1884 sobre el espritu de familia, consiste en la confianza, lapaciencia y la mansedumbre del Buen pastor 27

    6. Desde entonces la Virgen Mara asume un protagonismo dominante en el sueo. 287. El cambio que se verificar entonces en los jvenes ser radical. Las imgenes del sueo son muy

    plsticas y dicientes: las bestias feroces se cambian en ovejas; de stas, an, saldrn un da pastoresque ayuden a don Bosco en su misin, como se evidencia en las repeticiones del sueo tenidas en1844 y 1845.

    8. Juan no entiende en un primer momento el significado del sueo. Slo lograr desentraar su sentidoa medida que su experiencia con los chicos campesinos de Morialdo y, luego, con los del mundourbano de Turn, le permitan, progresivamente, interpretar el mensaje del sueo; en 1886, el re-bao es universal. La pastoral y la pedagoga de don Bosco y de sus hijos necesita ser reestructuradaen sus objetivos, sus contenidos y sus mtodos para responder a nuevas circunstancias geogrficas,culturales e histricas.

    REPETICIONES Y VARIANTES.El Primer Sueo comienza probablemente entre marzo y junio de 1825 29, y contiene los ncleosesenciales del relato que acabamos de describir. Luego, hay repeticiones que lo completan, y otras va-riantes:1. Ante todo, el sueo de los 9 aos se repite por entero, o en parte, o con nuevos elementos, cuando

    Juan tiene 11, 16, 19, 21, 30, 31, y 72 aos. Esto, segn las Memorias Biogrficas de San JuanBosco, y las Memorias del Oratorio.30

    2. El escenario del sueo:En 1825 haba sido un ambiente rural, cercano a la casa de I Becchi. Este mismo escenario reapareceen 1886, y desde all la misin de don Bosco se proyecta a un radio mundial.A partir del sueo tenido como seminarista en el 1836, cuando tiene 21 aos, el escenario del sueocambia. Primero, es una grande ciudad. Luego, la amplia explanada en la que ve a sus jvenespertenece a los alrededores de Turn (1844; 1845). Despus, el Oratorio, con la Iglesia de S.Francisco de Sales y el Santuario de Mara Auxiliadora.

    3. Los muchachos se vuelven cada vez ms agresivos, hasta amenazar a Juan, de suerte que ste seacobarda e intenta desistir de la misin que se le ha encomendado. Pero tanto el Personaje (1836),como la Seora, - que tampoco le permite detenerse a descansar en el camino (1844)-, lo devuelven asu rebao (1845).

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    4. Desde 1844 se le indica que debe sacar sus pastores de entre las ovejas y corderos de su mismorebao. Otros, lo han abandonado.

    5. La Virgen, aparece en el sueo como especial mediadora entre el Dueo de la grey y Juan, a quienste se las haba confiado.

    CONTENIDOS TEOLGICO-PASTORALES.1. Se trata de un sueo claramente cristolgico: Jess, el Buen pastor, dueo del rebao, es el centro del

    relato y del mensaje.2. Pero, hay en el sueo una decisiva mediacin mariana.3. La espiritualidad que se le ensea a vivir a Juan, es pastoral y educativa, vivida bajo la directa gua,

    el acompaamiento e iluminacin de la Virgen Mara, que, a su vez, aparece como madre y maestra,al estilo de lo que era Margarita Occhiena con Juan.

    4. Pero, adems, la referencia directa al misterio de la Anunciacin a Mara (-"Soy el hijo de aquella aquien tu madre te ense a saludar tres veces al da-), dentro del sentido fundamental del sueo, yen confrontacin con el Captulo 1 de San Lucas, vs. 26 a 38, y las celebraciones religiosas de laAnunziata, que cerraban litrgicamente el ao escolar rural, hacen pensar en una pgina deteologa narrativa sobre la vocacin de don Bosco. Las Memorias del Oratorio que siguen alsueo, asumen de inmediato el carcter de una propuesta de ndole teolgica, espiritual ypastoral, propuesta que hace don Bosco a los continuadores de su Obra. 31Vale la pena hacer hincapi, para entender mejor los escritos de don Bosco, que el relato es lamodalidad ms tpica que tiene para expresar su pensamiento. Un relato siempre impregnado deelementos tpicos de su cultura popular y religiosa.32

    5. Algunas observaciones sobre el estilo catequstico del sueo.* El sueo es una catequesis gil, narrativa, llena de imgenes, smbolos y frases incisivas. Se enseaen esta narracin un hecho de fe, con un lenguaje evanglico, a manera de parbola.

    * El contexto inmediato es el de la familia y del quehacer ordinario de Juan.* Los protagonistas se van identificando durante la narracin; y tambin se precisan otroselementos originales del sueo:

    - Jess es el dueo del rebao. El aspecto con el que se presenta en escena evoca al padre dedon Bosco, muerto siete aos antes. Juan, que desde nio conoce el oficio de pastor, esllamado por su nombre, a seguirlo en un pastoreo particular.

    - La grey que debe congregar y conducir, es heterognea y difcil.- El Dueo del rebao le ordena asumir su conduccin. Es una obediencia que es un envo. Laposibilidad de hacer lo que Jess le ordena depende de esa actitud de fe obediencial de Juan.Lo dice Jess en el mismo sueo: Precisamente porque esto te parece imposible debers ha-cerlo posible obedeciendo.

    - La sabidura que se le pide al discpulo es la sabidura del Evangelio, que tiene a Jesscomo fuente y modelo: l que se hizo uno como nosotros, no quebrant la caa endeble, niapag el pabilo humeante. l es el nico que posee la llave de los corazones, segn la Cartasobre el Espritu de Familia del 10 de agosto de 1884 que ya hemos citado.

    - El estilo del pastoreo no es represivo sino de mansedumbre y caridad.Los conceptos de pastor y de pastoreo, como ya hemos dicho, acaso estn particularmenteiluminados por la liturgia de los apstoles Pedro y Pablo: "apacienta mis ovejas, apacienta miscorderos.

    - Blasfemia es un trmino lingustico que totaliza la nocin y los efectos del pecado, dentrode la sensibilidad religiosa piamontesa, en los aos de la Restauracin Catlica.

    - El pastoreo, preventivo y revitalizador del amor educativo, produce la transformacinprofunda y completa de los destinatarios. As lo expresan las grficas imgenes de este y demuchos de los sueos de don Bosco. Las fieras encarnan las deformaciones morales y pueden

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    llegar a cambiarse en corderos y en jvenes, alegres, festivos y radiantes de humanidad y degracia.

    - La presencia de la madre, se hace tangible: conduce a Juan de la mano para que observe elcambio de los animales en ovejas y, al final, cuando el chico se angustia porque nada hacomprendido de todo de lo que ha visto y odo, Ella le pone la mano sobre la cabeza, comopara hacerle sensible la verdad de su amor educativo. Si Juan lo experimenta realmente,puede aceptar el esperar pacientemente, ya que un da habr de comprenderlo todo. Esta rea-lidad vivida por l, se volveran ms tarde uno de sus axiomas pedaggicos, que sintetiza asen 1884: No basta que los jvenes sean amados. Es necesario que lo perciban. 33

    - En el transfondo est el ritmo vital, laboral y religioso, del Angelus, que marcaba los puntosclaves de la jornada campesina, y de la religiosidad popular del Piamonte.34

    ALGUNOS ASPECTOS SICOLGICOS Y CULTURALES.1. El contexto social y costumbrista es propio de la cultura popular piamontesa, sea en el contexto rural,

    como en los escenarios urbanos que aparecen en las repeticiones de 1844 y 1845. En stas se ve eldeteriodo social y moral de los muchachos, cuya agresividad desafa y acobarda a Juan en el cumpli-miento de la misin encomendada.

    2. El sueo tenido en 1886, pronto rebasa las circunstancias locales que caracterizan al primero, de1825. Sus horizontes, decifrados por don Bosco y los jvenes, son latinoamericanos, asiticos yafricanos. La multitud inmensa de muchachos de toda raza y condicin, se expresa con angustia ycon alegra a la vez, tratando de retener para siempre, con ellos, a quienes en vano haban tantoesperado.

    3. Los conceptos religiosos, morales y educativos, pertenecen a las tradiciones domsticas sardo-piamontesas: la autoridad paterna y la imagen de la madre, parecen inspirar las fisonomasreligiosas del Personaje y de la Seora, cuyas descripciones sacrales evocan la iconografarenacentista y barroca que ilustra los altares de las parroquias y capillas devocionales monferratinas.

    4. El trmino blasfemia pertenece a las concepciones tico-religiosas proverbiales del ReinoSabaudo. Efectivamente, en el 1700 se poda, legalmente, llegar a castigar con cadena perpetua o conla muerte, a los blasfemos, en nombre del respeto y la veneracin debidas a Dios. Esto, entendido enun rgimen poltico en el que el poder temporal y la Iglesia eran ntimamente solidarios en la defensade las tradiciones religiosas y morales del pueblo y del Estado. La Restauracin Catlica, en la etapaposnapolenica (1815-1848), reviva esta mentalidad y estas costumbres. En el sueo, lablasfemia, parece ser encarnacin del mal y de las deformaciones profundas que produce en la perso-na.35

    5. Las reacciones sicolgicas de Juan, dentro del sueo, revelan una fuerte impulsividad emotiva, uncarcter constante e insistente, pero al mismo tiempo una rpida capacidad de reflexin y deinterioridad. Tambin muestra la honrada conciencia de sus limitaciones y de sus temores; laconfianza y seguridad incondicionales que tiene respecto a la presencia y a la autoridad moral de sumadre; y la conviccin respecto a los valores ticos y religiosos de su medio familiar y social.Las actidudes y juicios con que se expresan los miembros de la familia cuando Juan les narra elprimero de sus sueos, responden a la ndole y estado emocional de cada uno en ese momento: An-tonio, intuye las dotes de liderato del hermano, ya en competencia temperamental con l; Jos, seexpresa, sin relieve alguno, dentro de las relaciones habituales con l; la abuela, refleja la sabidurapopular, algo picaresca e irnica, propia de la ndole campesina analfabeta del Monferrato;Margarita, la certeza intuitiva y esperanzada del corazn.

    6. El sueo marca de forma indeleble la personalidad y la memoria de Juan, de tal manera que no slono podr olvidarlo, sino que, por ms que quiera prescindir de l segn el consejo de la abuela,llegar a ser un da, segn l mismo lo expresa explcitamente, una norma de conducta en su vida.

    MarceloNota adhesivaHata aca

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    Leamos, ahora con detencin este relato que, despus de 48 aos de acaecido, hace don Bosco en susMemorias del Oratorio.[6] Un SueoTuve por entonces un sueo que me qued profundamente grabado en la mente para toda la vida. Mepareci estar junto a mi casa, en un patio espacioso en donde se entretena un gran nmero de mucha-chos, estaban riendo y jugando, pero muchos tambin, blasfemaban. Al or esto, me lancinstintivamente entre ellos para hacerlos callar a gritos y puetazos.En aquel momento, apareci una persona venerable, de aspecto varonil y bellamente vestido. Lo cubraun manto blanco, pero no lograba ver su rostro por lo luminoso que era. Me llam por mi nombre y memand ponerme al frente de aquellos muchachos, aadindome estas palabras:- A estos amigos tuyos no los vas a ganar con los golpes, sino con la mansedumbre y la caridad.

    Empieza ahora a ensearles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud.Confundido y con temor, le dije entonces que yo era un pobre muchacho ignorante e incapaz de ha-blarles de religin a aquellos chicos. En ese momento, mientras yo hablaba, los muchachos dejaron depelear y me rodearon.Yo, casi sin darme cuenta de lo que deca, le pregunt:- Pero, quin es usted que me manda hacer cosas imposibles?- Precisamente porque te parecen imposibles debes hacerlas posibles obedeciendo y adquiriendo la

    ciencia que necesitas.- Y, en dnde y cmo podr adquirirla?- Te voy a dar la Maestra que te ensear esa sabidura sin la cual todo otro estudio ser una

    tontera.- Pero, y quin es usted para hablarme de esa manera?- Soy el hijo de Aquella a quien tu madre te acostumbr a saludar tres veces al da.- Mi madre, precisamente, me ha enseado a no meterme con gente que no conozca sin su permiso.

    Dgame su nombre.- Mi nombre?, pregnteselo a mi Madre.En aquel momento vi a su lado a una Seora de aspecto majestuoso, vestida con un manto queresplandeca por todas partes, como si cada uno de sus puntos fuera una estrella brillante.Vindome cada vez ms desconcertado en mis preguntas y respuestas, me indic que me acercase aElla, y tomndome bondadosamente de la mano:- Mira, me dijo.Entonces vi que aquellos muchachos haban desaparecido y en su lugar haba cabras, perros, gatos, ososy otros muchos animales ms.- Este es el campo en el que debes trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto y ten en cuenta que lo que

    ves que est aconteciendo con estos animales, tienes que hacerlo t con mis hijos. 36Observ entonces y vi que, en vez de los animales feroces, haba mansos corderos que saltaban y corranbailando en torno nuestro, como si quisieran festejar al personaje y a la seora.En aquel momento, y siempre en el sueo, me ech a llorar y peda se me dijeran las cosas de otramanera pues hasta ahora no haba entendido nada. Entonces Ella, ponindome la mano sobre la cabeza,me dijo:- A su debido tiempo lo comprenders todo,

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    Y dicho esto, un ruido me despert.Qued desconcertado. Mis manos estaban adoloridas por los puetazos, y la cara, por las bofetadasrecibidas. Despus, durante la noche, estaba mi cabeza tan llena con lo del Personaje y la Seora y portodo lo que haba estado oyendo, que ya no pude reconciliar el sueo.Por la maana, apenas pude, cont el sueo, primero a mis hermanos, que se echaron a rer, y luego a mimadre y a la abuela. Cada uno lo interpretaba a su manera. Mi hermano Jos deca: Vas a seguircuidando cabras, ovejas y animales. Mi madre, tal vez llegues a ser sacerdote. Antonio, secamente:tal vez acabars siendo cabecilla de bandidos. 37La abuela, que saba mucha teologa - era completamente analfabeta-, dijo la ltima palabra: No hayque hacer caso a los sueos.Yo estaba de acuerdo con mi abuela, pero nunca pude olvidar ese sueo 38; y la razn de esto se podren cierta manera entender, a travs de los hechos que voy a relatar en seguida. 39

    Despus de esto, no habl ms del asunto, ni mis parientes le dieron importancia. Sin embargo cuandoen el ao 1858 fu a Roma para los asuntos de la Congregacin Salesiana con el Papa, l me hizo ex-ponerle con detalle todas las cosas que tuvieran aunque fuese slo alguna apariencia de sobrenatural.Entonces cont por primera vez el sueo que tuve de los nueve a los diez aos. El Papa me mand quelo escribiera literal y detalladamente y lo dejara como estmulo a los miembros de la Congregacin porla cual, precisamente, yo haba hecho aquel viaje a Roma. 40

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    Notas previas.Hay dos partes bien definidas en esta Dcada:La primera: abarca los seis aos comprendidos entre 1825 y 1831.En ella don Bosco describe:- su relacin de nio y de adolescente con sus coetneos del contorno campesino de Castelnuovo y

    Chieri. Relacin que para l revesta ya caractersticas de Oratorio festivo. 41- El comienzo de sus estudios en Capriglio (1824-1826).- El providencial encuentro con el anciano sacerdote Juan Melchor Calosso y su amistad con l en

    Morialdo (1829 - 1830);- Despus de la muerte de su benefactor (21 de noviembre de 1830), el semestre escolar de

    Castelnuovo (1830-1831).Tambin don Bosco narra, en esta parte, cmo conoci a su paisano Jos Cafasso, cuatro aos mayorque l (1811-1860), y por entonces (1830) seminarista en Chieri; la admiracin que le caus tanto sucomportamiento religioso, como el dilogo sostenido con l. Cafasso sera, con el tiempo, su confesor ydirector espiritual y el primer catequista de su Oratorio, durante los aos de permanencia de Juanen la Residencia Eclesistica de Turn (1841-1844). 42La segunda: comprende del 1831 al 1835. Juan Bosco cursa los estudios de Secundaria en Chieri, entrelos 15 y 19 aos de edad. Para entender las dificultades y el esfuerzo que tuvo que hacer en lasEscuelas Municipales, llamadas en las memorias, Gimnasio, hay que tener en cuenta que:

    la Escuela de Capriglio, frecuentada por Juan probablemente del 1824 al 1826, se reduca a 5meses de estudio por ao. O sea, del 1 de noviembre al 25 de marzo, fiesta de la Anunciacin. Eraun calendario adecuado a los ambientes rurales, que cubra precisamente el tiempo invernaldurante el cual no se poda atender al cultivo directo del campo, y se limitaba a una enseanzarudimentaria. La escuela de poblaciones ms grandes, como Castelnuovo o de las ciudades,abarcaba 10 meses de clase, desde noviembre hasta agosto;

    en Chieri, Juan, adems de ponerse al da llenando vacos del pensum de Primaria, tuvo queaprobar los 5 cursos contemplados en las Reales Patentes del 23 de julio de 1822, y todo esto tanslo en 4 aos.

    El pensum del Gimnasio se distribua de la siguiente manera: 4 aos obligatorios (3 de Latinidad y 1de Humanidades) y un ao optativo, el de Retrica, de manera que Juan hizo:- en el primer ao, 1831-1832, los 2 ltimos cursos de escuelas elementales y el primero de

    Latinidad;- en 1832-1833, los programas de los 2 siguientes cursos de Latinidad;- en 1833-1834, Humanidades,- y en 1834-1835, el curso opcional de Retrica. 43

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    En esta parte, juntamente con la eufrica experiencia juvenil tenida durante sus estudios, enfatizadon Bosco el valor y el puesto que ocuparon en esta etapa de su vida las amistades y el afecto quelo lig a sus maestros. As mismo relata en un denso capitulito (M.O.,25) la lucha sufrida en el mo-mento en el cual tiene que decidir su vocacin al sacerdocio, plantendose la disyuntiva entre elclero secular o la Orden Franciscana.La dcada concluye con la determinacin de ingresar al Seminario de San Felipe, en la mismaciudad de Chieri, y la preparacin para hacerlo de una manera seria y comprometida con su vo-cacin, despus de rectificar algunos descuidos en su vida espiritual, ocasionados por lapreocupacin de sus deberes escolares, y la disipacin y superficialidad propia del ambiente estu-diantil.Sin embargo, hay que notar que don Bosco omite su permanencia de casi dos aos - de febrero de1828 a noviembre de 1829, con la familia de Luis Moglia en Moncucco y su relacin con el prrocoFrancisco Cottino. 44 Este perodo de tiempo se ubica entre los aos de la escuela de Capriglio (1824-1826) y el triduo que, comenzando el 5 de noviembre de 1829, culminaba el segundo domingo de esemes con la celebracin diocesana del Jubileo Universal decretado por Po VIII. 45Durante la celebracin de ese triduo en Buttigliera, Juan, que haba cumplido sus 14 aos en agosto,tuvo la oportunidad providencial de conocer al nuevo capelln de Morialdo, Juan Melchor Calosso.Durante su permanencia con la familia Moglia, como trabajador a sueldo, Juan manifest ex-plcitamente sus inquietudes vocacionales por el sacerdocio y ejerci su apostolado catequstico do-minical, por la maana, en la parroquia de Moncucco y, por la tarde, en la hacienda de sus patronoscon los nios y las nias campesinos del lugar. 46 El Padre Juan Bautista Lemoyne, en el primervolumen de las Memorias Biogrficas, dedica los Captulos XXII y XXIII a la narracin de estoshechos. 47Como hemos dicho, el ao 1833-1834, fue el ao de su crisis vocacional. Indeciso por algunassituaciones personales de conciencia y por el temor de no poder llevar una vida sacerdotal coherenteen el clero secular, pidi ser admitido entre los Franciscanos, obtenido lo cual, se le remiti al Novi-ciado de La Paz en Chieri. Ese mismo ao comenz su amistad con Luis Comollo y en su compaia,y con el consejo de un to sacerdote de Comollo, prroco de Cinzano, cambia su primera decisin yresuelve su ingreso al Seminario de San Felipe, en donde podra orientar definitivamente su voca-cin durante los 6 aos siguientes.

    [7] Primeras entretenciones con los muchachos - las prdicas - el saltimbanqui - los nidos.Muchas veces se me ha preguntado a qu edad comenc a preocuparme por los chicos. Pues ya a losdiez aos haca lo que era compatible con esa edad y era una especie de oratorio festivo. Pongan aten-cin. Desde pequeito me fijaba en el modo de ser de mis compaeros. Mirando a alguien en la cara noera raro que me diera cuenta de lo que se propona en su corazn. Por esto mismo, era muy amado yrespetado de mis compaeros. Me buscaban o como juez o como amigo. Por mi parte, trataba de hacerel bien a todos, el mal, a ninguno. Tanto llegaron a estimarme que siempre me buscaban para que losdefendiera cuando haba peleas entre ellos. Y en verdad, aunque a veces fuera de menor estatura, era ca-paz de intimidar, con mi fuerza y mi atrevimiento, a compaeros que eran ms grandes que yo. Por esoen caso de pugnas, discusiones o cualquier tipo de problemas, resultaba yo siendo el rbitro entre laspartes, las que siempre acababan aceptando mi fallo.Pero lo que los reuna a mi alrededor y los entusiasmaba hasta la locura eran mis historias. Yo me servade los ejemplos que oa en los sermones y en el catecismo, y todo lo que sacaba de la lectura de LosPares de Francia, Guerino Meschino o Bertoldo y Bertoldino. 48

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    Tan pronto me vean mis compaeros, corran en tropel para que les contase algo, yo que apenas mepercataba de lo que lea. Adems, se unan a ellos algunas personas mayores, de suerte que a veces, yen-do o viniendo de Castelnuovo, me encontraba rodeado, en cualquier terreno baldo o en un potrero, porcentenares de personas que acudan para escuchar a un pobre chiquillo que, fuera de un poco de me-moria, no haba estudiado nada, pero que para ellos era un gran doctor. (Efectivamente), en el pas delos ciegos, el tuerto es el rey.49

    Cuando llegaban los inviernos, todos me queran tener en sus establos para que les contara historietas.All se reuna gente de toda edad y condicin que gozaba escuchando inmvil, por cinco o seis horas, allector de Los Pares de Francia que, a la manera de un gran orador, se suba sobre un banco para ser vistoy odo por todos. Pero como corra la voz de que lo que iban a escuchar era un sermn, empezaba yterminaba mis narraciones con la seal de la cruz y el rezo del Ave Mara (1826).[8] Durante la primavera, sobre todo en los das festivos, se reunan ya no slo los vecinos sino tambinalgunos forasteros. Entonces la cosa era ms seria. Ante todo los entretena con los juegos que ibaaprendiendo de otros. Efectivamente, yo iba a ver a los charlatanes y volatineros que no faltaban nuncaen ferias y mercados. Los observaba atentamente en los mnimos detalles de sus proezas y volviendo acasa las repeta hasta aprenderlas perfectamente. Hay que imaginarse los porrazos y revolcones, lasvolteretas y los golpes que me daba.Y, lo van a creer?, cuando tena once aos era ya todo un prestidi-gitador, daba saltos mortales, haca la golondrina 50, caminaba con las manos y andaba, saltaba y bailabasobre la cuerda como un profesional.Por lo que hacan los das festivos, se puede deducir lo que haca durante la semana. Por ejemplo, enLos Becchi haba un terreno de rboles, de los que sobrevive un peral que en aquel tiempo me sirvimucho. Ataba de l una cuerda que templaba en otro algo distante, luego colocaba una mesita con lamochila y en el suelo una alfombra para mis saltos. Cuando todo estaba preparado y el pblico ansiosopor saber las novedades del da, invitaba a todos a rezar la tercera parte del rosario y a entonar algncanto sagrado, despus, me suba a una silla para el sermn, que no era otra cosa que repetir lo querecordaba de la explicacin del evangelio que haba odo por la maana en la iglesia, o contar hechos yejemplos que haba odo, o que aprenda en mis lecturas. Terminada la pltica, volvamos a rezar algunacosa y en seguida empezaba la diversin.En aquel momento hubieran visto al orador convertirse en ese charlatn profesional del que hablaba.Dar el salto mortal, hacer la golondrina, caminar sobre una cuerda, pararme en las manos y andar conlos pies en alto, terciarme la alforja, sacar de ella monedas y tragrmelas para despus extraerlas de lanariz de ste o de aquel espectador, multiplicar pelotas y huevos, cambiar el agua en vino, matar ydespresar un pollo para despus resucitarlo y hacerlo cantar mejor que antes; todas estas eran misentretenciones ordinarias. La cuerda era ya para m como un camino: en ella daba saltos y bailaba, mecolumpiaba suspendido de uno o de ambos pies, de una o de las dos manos. La entretencin durabaalgunas horas; despus, cuando estaba bien cansado, terminaba los juegos, hacamos una breve oracin,y cada uno volva a su casa.Siempre eran excludos de estos expectculos los que hubieran blasfemado o tenido malasconversaciones, o quienes no haban querido tomar parte en las prcticas de piedad. 51No es raro que a alguno se le ocurra preguntarme: y de dnde sacaba el dinero necesario para ir a feriasy mercados, ver a los titiriteros, y proveerme para los gastos de todas esas diversiones? Tena muchasmaneras de hacerlo. Ante todo, el dinerito que mi madre u otras personas me daban para mis golosinas yentretenciones, lo ahorraba con esa finalidad; lo mismo el de las propinas y regalos. Tena adems unagran pericia para cazar pjaros con la trampa o la jaula, con hilos o con cuerdas; y era diestro en sacarnidos. Cuando ya haba reunido bastantes, trataba de venderlos al mejor precio posible. Lo mismo que

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    los hongos y hierbas tiles para las tintoreras; y la paja de escoba. Todo eso formaba mi fuente deingresos.No faltar tampoco quien quisiera saber lo que pensaba mi madre de esta vida que llevaba y que podaparecer tan superficial, y de todo ese tiempo como perdido en estas cosas.Ella me quera mucho y yo le tena una confianza tan grande que no me hubiera atrevido a dar un pasosin su consentimiento. As que lo saba todo, me observaba y me dejaba hacer. Es ms, si necesitaba al-guna cosa, me la proporcionaba con gusto. Los mismos compaeros y, en general, todos los es-pectadores, me colaboraban de buena gana con tal que les proporcionara esos pasatiempos.[9] Primera comunin - sermones de la misin en Buttigliera - Don Calosso - la escuela deMorialdo.A la edad de once aos recib la Primera Comunin. Yo me saba de memoria el pequeo catecismopero, de ordinario, ninguno era admitido si no haba cumplido los doce. Adems, como vivamosdistantes de la iglesia no me conoca el prroco, as que slo haba tenido lo que de instruccin religiosame dio mi madre. Pero ella se las arregl para prepararme lo mejor que pudo de suerte que no se de-morara el tiempo de acercarme a ese grande sacramento de nuestra santa religin. 52Todos los das de cuaresma me envi al catecismo; despus fui examinado y promovido; luego se medesigno el da para que con los dems nios cumpliera el precepto pascual.Haba en aquella ocasin mucha gente y por tanto era imposible que no me distrajera, por eso mi madreprocur acompaarme de una manera especial esos das; durante la Cuaresma me llev tres veces aconfesarme. Me repita: Juanito, Dios te va a hacer un gran regalo; procura prepararte bien y confesartesin callar nada. Dilo todo, arrepintete de todo y promete a nuestro Seor que vas a ser mejor. As lohice, y slo Dios sabe si he sido fiel a mi promesa. En casa me haca rezar o leer algn buen libro yadems me daba aquellos consejos que slo una madre amorosa sabe dar a sus hijos.Aquella maana no me dej hablar con nadie. Me acompa a la Comunin e hizo conmigo lapreparacin y accin de gracias, mientras el padre Sismondi, vicario parroquial, 53 la dirigafervorosamente en alta voz, y alternndola con todos. No quiso que durante aquel da me ocupase enningn trabajo manual, sino que lo empleara en leer y en rezar. Entre otras muchas cosas que me dijoese da, recuerdo sobre todo las siguientes: Hijo querido, ste ha sido un da muy grande para ti. Estoypersuadida de que Dios verdaderamente ha tomado posesin de tu corazn. Promtele ahora que harscuanto puedas para conservarte bueno hasta el fin de la vida. En lo sucesivo comulga con frecuencia,pero cudate de cometer sacrilegios. En confesin d siempre todo lo que tienes que decir; s siempreobediente, participa siempre con gusto al catecismo y a los sermones; pero, por amor de Dios, huyecomo de la peste de los que tienen malas conversaciones.Record los avisos de mi buena madre y procur ponerlos en prctica y me parece que desde entonceshubo alguna mejora en mi vida, sobre todo en lo tocante a la obediencia y a la sumisin a los dems, queeran cosas que me costaban mucho, de manera que, cuando alguien me daba alguna orden o me hacaalguna advertencia, yo siempre buscaba disculparme con razones pueriles.Lo que s echaba de menos era una capilla cercana para ir con mis compaeros a cantar y a rezar, porquepara concurrir al catecismo o a escuchar un sermn tena que ir a Castelnuovo, lo que quera decir hacerdiez kilmetros entre la ida y la vuelta, o a Buttigliera que quedaba ms cerca. Por eso la gente preferavenir a or los sermones del saltimbanqui!

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    En aquel ao de 1826, con motivo de una solemne misin que hubo en la parroquia de Buttigliera, tuveocasion de or varios sermones. La fama de los predicadores atraa gente de todas partes. Yo mismoacud con muchos otros.Se haca una instruccin y una meditacin por la tarde; despus, cada uno poda volver a su casa. 54Una de aquellas tardes del mes de abril [noviembre], entre la gente que regresbamos, vena tambin uncierto don Calosso, de Chieri, capelln del casero de Murialdo. Era una persona muy piadosa y que,aunque un poco encorvado por los aos, recorra ese largo trayecto del camino para ir a escuchar lasprdicas de los misioneros.55

    Al ver a un muchacho de baja estatura, con la cabeza descubierta y el cabello recio y ensortijado, queiba silencioso en medio de los dems, se qued mirndome fijamente y me empez a hablar de estamanera:- Hijo mo,de dnde vienes?. Estuviste tambin en la misin?- S, seor. Estuve en la predicacin de los misioneros.- Qu habrs entendido! Tal vez tu mam te hubiera hecho una platiquita ms apropiada, no es

    verdad?- Ciertamente que mi madre con frecuencia me dice cosas muy buenas, pero me gusta escuchar a los

    misioneros y me parece que les he entendido todo.- Pues si me sabes decir cuatro palabras de los sermones de hoy, te dar veinte cntimos.56- Dgame, de qu quiere que le hable, del primer sermn o del segundo?- Del que t quieras, con tal de que me digas algo. Por ejemplo, vamos a ver, te acuerdas de qu

    trat en el primero?- De la necesidad de entregarse a Dios y de no postergar la conversin.- Pero, en resumen aadi sorprendido el anciano - qu se dijo?- Est bien.Quiere que le repita todo?,

    y sin ms, comenc con el exordio, luego desarroll los tres puntos, esto es, que quien difiere suconversin corre el gran peligro de que despus o le falte el tiempo, o la gracia, o la disponibilidadpara hacerlo.

    El me dej hablar delante de todos por ms de media hora. Despus empez a preguntarme:- Cmo te llamas? Quines son tus padres? Qu estudios has hecho?- Me llamo Juan. Mi padre muri cuando yo era muy nio. Mi madre, viuda, tiene que mantener cinco

    personas. Aprend a leer y algo a escribir.- Conoces el Donato, la gramtica?- No s qu es eso. 57- Te gustara estudiar?- Muchsimo!- Qu te lo impide?- Mi hermano Antonio.- Y por qu Antonio no te deja estudiar?- Porque como a l no le gustaba ir a la escuela, dice que no quiere que otros pierdan el tiempo

    estudiando como le sucedi a l. Pero si yo pudiese ir, claro que estudiara y no perdera el tiempo.- Y para qu quieres estudiar?- Para hacerme sacerdote.- Por qu quieres ser sacerdote?- Para acercarme, hablar y ensear la religin a tantos compaeros mos que no son malos, pero que

    tienen el peligro de daarse porque nadie se ocupa de ellos.

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    Mi franqueza, y hasta la manera audaz como me expresaba, le causaron gran impresin a ese santosacerdote que, mientras yo hablaba, no me quit los ojos de encima. Entre tanto, habamos llegado a unpunto del camino en que era menester separarnos y l se despidi dicindome:Animo! Yo pensar en ti y en tus estudios. Ven a verme con tu madre el domingo, y arreglaremos todo.[10] Fui, en efecto, al domingo siguiente con mi madre, y se convino en que l mismo me dara unaclase diaria, de tal manera que el tiempo restante lo podra emplear en el trabajo del campo como queraAntonio, y fcilmente nos pusimos de acuerdo con l. Empezaramos despus del verano, cuando ya nohaba mucho qu hacer en el campo.Me puse en seguida en las manos de don Calosso, que slo haca unos meses haba venido a aquellacapellana. Me le di a conocer tal como era. l saba lo que yo hablaba, mi manera de pensar y de com-portarme. Esto le agrad muchsimo pues as me poda dirigir, con fundamento, tanto en lo espiritualcomo en lo temporal. Conoc entonces lo que significa tener un gua estable, un fiel amigo del alma, delque hasta entonces haba carecido. Entre otras cosas, me prohibi en seguida una penitencia que yoacostumbraba hacer, porque no era proporcionada ni a mi edad ni a mi condicin. Me estimul a lafrecuencia de la confesin y de la comunin, y me ense a hacer cada da una breve meditacin, o me-jor, un poco de lectura espiritual. Los das festivos pasaba con l todo el tiempo posible, y durante lasemana siempre que poda le ayudaba la santa misa. As comenc tambin yo a gustar la vida espiritual,pues hasta entonces la viva por costumbre, como una mquina, sin entender lo que haca.Hacia mediados de septiembre comenc regularmente los estudios de la gramtica italiana, de suerte quepronto la aprend y empec a hacer las primeras redacciones. En Navidad ya estaba con el Donato y, porPascua, traduciendo del latn al italiano y viceversa. No dej, sin embargo, durante ese tiempo, misjuegos dominicales en el prado, o en el establo durante el invierno. Todo lo que aprenda de mi maestro,cada enseanza y puedo decir que cada palabra, me servan para hacer el bien a mis oyentes. Ya vea yoel cielo abierto pues me pareca haber alcanzado lo que buscaba, cuando no slo un nuevo sufrimiento,sino una verdadera desgracia, trunc de un tajo mis esperanzas. 58

    [11] Estudios y trabajo - una noticia mala y otra buena - muerte de don Calosso.Mi hermano Antonio dej que me dedicara a la escuela durante el invierno, cuando no urge trabajar enel campo, pero al llegar la primavera comenz a quejarse diciendo que l deba consumir su vida en elcampo mientras yo perda el tiempo como si fuera un seorito. Despus de agitadas discusionesconmigo y con mi madre, y para mantener la paz en la casa, se determin que por la maana madrugaraa clases y el resto del da me pondra a trabajar.Pero,cundo estudiar la leccin?cmo hacer con las traducciones?Ya vern cmo haca: aprovechaba para estudiar el tiempo de ida y de vuelta de la escuela. Llegado a lacasa, al encaminarme al trabajo con la gramtica en una mano y el azadn en la otra, iba repitiendo:Qui, quae quod, etc... Cuando llegaba, arrinconando la gramtica con algo de nostalgia, me pona aechar azadn con los dems o a limpiar de maleza, o a amontonar la hierba.A la hora en que todos merendaban, apartndome un poco, agarraba mi pan en una mano y en la otramis libros de estudio. Volviendo a casa haca lo mismo. Para hacer mis tareas escritas slo dispona delas comidas o la cena y de algn rato que por la noche le quitaba al descanso.Pero, a pesar de tanto esfuerzo y de tan buena voluntad de mi parte, mi hermano Antonio no estabacontento. Un da delante de mi madre y otro, estando presente Jos, dijo en tono enftico:

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    - Ya he aguantado bastante. Voy a acabar con esa gramtica. Yo crec y me hice fuerte sin necesidadde ver ni un libro.

    Dejndome llevar por el disgusto y la rabia, respond con algo que nunca deba haberle dicho:- Qu tonteras dices, no te das cuenta de que el burro es todava ms robusto que t y no ha ido

    tampoco a la escuela? O es que quieres ser como l?Oir esto y echarse sobre m fue una sola cosa. De suerte que slo me libr de la lluvia de golpes ypescozones gracias a la velocidad de mis piernas. Mi madre sufri muchsimo, yo no haca sino llorar, elcapelln tambin lo sinti grandemente. En efecto, ese santo sacerdote cuando supo lo ocurrido en mifamilia, me llam y me dijo:- Juanito, has puesto en m tu confianza, y yo no quiero quedarme slo en palabras. Deja al hermano,

    si te trata de esa manera. Vente conmigo y vas a encontrar un padre que de veras te ama.Cuando cont a mi madre aquella bondadosa propuesta, hubo fiesta en la casa. En abril ya me fui a vivircon el capelln y volva solamente por la noche a la casa para cenar. Nadie puede imaginar mi alegra.Don Calosso se convirti para m en un dolo. Lo quera ms que a un padre, rezaba por l y con gustole prestaba cualquier servicio. Adems, gozaba cuando poda hacer algo por l, y hasta dira que estabadispuesto a dar la vida por complacerlo. Estando con el capelln, aprovechaba en mis estudios ms enun da que lo que haca durante una semana en mi casa. Aquel hombre de Dios me apreciaba tanto, queme repiti varias veces:- No temas por tu futuro. Mientras yo viva tendrs lo necesario, y tambin proveer para cuando yo

    haya muerto.As que todo lo mo iba marchando de forma increble. Era feliz, y no deseaba ya nada ms, cuando unadesdicha trunc el camino de mis ilusiones.Una maana de abril de 1828, 59 don Calosso me mand a llevar un recado a mi casa, pero apenas haballegado cuando alguien lleg corriendo, jadeante, a decirme que volviera de inmediato pues el sacerdotehaba sufrido un ataque muy grave y preguntaba por m.Ms que correr vol junto a mi bienhechor, al que encontr en la cama y sin poder hablar. Haba sufridoun ataque apopltico. Sin embargo, me conoci aunque intilmente intentaba hablarme. Me dio la llavedel dinero, hacindome entender que no la entregara a nadie. Despus de dos das de agona, aquel santosacerdote volaba al seno del Creador. Con l moran todas mis esperanzas.Siempre he rezado por este gran bienechor y seguir hacindolo cada maana mientras viva. Luego,llegaron los herederos del padre Calosso y les entregu la llave y todo lo dems que le perteneca.[12] Don Cafasso - incertidumbres - divisin de los bienes fraternos - la escuela de Castelnuovo deAsti - la msica - el sastre.Aquel ao, la divina providencia hizo que conociera a un nuevo bienhechor: el sacerdote Jos Cafasso,de Castelnuevo de Asti. 60Era el segundo domingo de octubre de 1827 el que se celebraba la Maternidad de la Santsima VirgenMara, fiesta principal de Murialdo. Los habitantes estaban ocupados o en sus faenas domsticas, o en laiglesia, y otros divirtindose en varios juegos y espectculos.Slo haba una persona que permaneca ajena a los festejos pblicos. Era un seminarista ms bien bajode estatura, de ojos brillantes, afable y de rostro angelical, que permaneca apoyado a la puerta de laiglesia.Aquella figura me atrajo inmensamente y aunque yo apenas tena 12 aos 61, me acerqu deseoso deentablar conversacin con l:- Seor cura, quiere ver algo de la fiesta? Yo puedo acompaarlo con mucho gusto.

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    El me hizo acercar en forma muy simptica y comenz a hacerme varias preguntas sobre mi edad y misestudios; si ya haba recibido la sagrada comunin, con qu frecuencia me confesaba, adnde iba alcatecismo y otras por el estilo.Qued encantado con aquella manera de hablarme y de muy buena gana le respond todo. Despus,como para agradecerle de alguna manera, lo invit de nuevo a ver alguna entretencin, o las novedadesde la fiesta.Entonces me dijo:- Querido amigo, lo que deleita a los sacerdotes son las funciones de la iglesia; y en la devocin con

    que se hagan, est el gusto que sintamos en ellas. En esto estn las novedades que nos deben atraery en las que nosotros quisiramos participar asiduamente. Yo, en verdad, slo espero que abran eltemplo para poder entrar.

    Sin embargo yo quise insistirle en el tema que tenamos entre manos y le dije:- Es cierto lo que me dice, pero me parece que hay tiempo para todo: para ir a la iglesia y para

    divertirse.El se puso a rer, y concluy con unas palabras que fueron norma de conducta de toda su vida:- El que se hace sacerdote se entrega del todo al Seor; y ya no debe preocuparse por lo que ha

    dejado en el mundo, sino dedicarse slo a lo que es para la mayor gloria de Dios y el bien de losdems.

    Qued admirado y quise conocer el nombre de ese clrigo en cuyas palabras y actitudes se manifestabael Espritu del Seor. Entonces fue cuando supe que se trataba del seminarista Jos Cafasso, que haca elprimer curso de teologa y del cual, por sus virtudes, ya haba odo hablar en diversas ocasiones.La muerte de don Calosso fue para m un desastre irreparable. Lloraba sin consuelo por el bienhechorfallecido. Cuando estaba despierto pensaba en l y soaba con l cuando dorma. Mi madre, viendo quelas cosas iban de mal en peor y temiendo por las consecuencias que esto podra acarrear para mi salud,me mand por algn tiempo con mi abuelo a Capriglio.Por entonces tuve otro sueo, en el que se me reprenda speramente por haber puesto mi esperanza enlos hombres y no en la bondad del Padre celestial.Mientras tanto yo pensaba siempre en cmo adelantar en los estudios. Vea a varios sacerdotes buenos,que trabajaban en el sagrado ministerio pero no lograba tener un trato familiar de su parte. Me encon-traba con frecuencia con el prroco o el vicario. Los saludaba de lejos, o si era ms de cerca, les hacauna reverencia. Ellos respondan seria y cortsmente, pero seguan su camino con indiferencia. Muchasveces, deca para m, o comentaba con otros, que si fuera sacerdote sera diferente. Querra acercarme alos muchachos, decirles una buena palabra, darles un buen consejo. Qu feliz, en efecto, sera yo si mepudiera entretener con el prroco. Si haba sido posible hacerlo con el padre Calosso, por qu no, tam-bin con los dems?Mi madre, vindome siempre afligido por tntos obstculos que se oponan a que continuara losestudios, y sin poder obtener el consentimiento de Antonio que, por otra parte ya haba cumplido 20aos, determin proceder a la divisin de los bienes paternos. Cosa muy difcil, por cierto, pues Jos yyo ramos menores de edad. Por esto mismo, se deban cumplir muchos requisitos legales y afrontargraves costos. Con todo, se tom esa determinacin. As que la familia se redujo a mi madre y a mihermano Jos, quien no quiso se dividiera lo que corresponda a los dos. La abuelita haba muerto hacaunos aos. 62Con aquella divisin, en verdad, se me quitaba un gran peso de encima y quedaba plenamente libre paracontinuar estudiando, pero todos esos trmiles legales duraron an varios meses, de suerte que aquel ao

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    de 1828 slo hasta cerca de Navidad, pude ir a las Escuelas Pblicas de Castelnuovo. Ya habacumplido los trece aos.63

    [13] La entrada en una escuela pblica, con un maestro nuevo, despus de haber estudiado por micuenta, fue para m desconcertante. Tuve casi que recomenzar la gramtica italiana antes de pasar a lalatina. Al principio iba a pie desde mi casa a la escuela todos los das, pero pronto la crudeza del in-vierno lo hizo imposible. Entre la ida y la vuelta me tocaba recorrer veinte kilmetros. As que me con-siguieron hospedaje en la casa de un hombre responsable, de nombre Juan Roberto, sastre de profesin,y que saba canto gregoriano y msica vocal. Como yo tena buena voz, y me dediqu fervorosamente ala msica, no tard mucho en formar parte del coro y hasta actuar, con bastante xito, como solista.Deseando adems ocupar las horas libres en alguna otra cosa, me dediqu a la sastrera y en poqusimotiempo aprend a pegar botones, a hacer ojales y costuras simples y dobles, a confeccionar calzoncillos,camisas, pantalones, chalecos, hasta creerme ya todo un profesional.Mi amo, al verme adelantar en su oficio, me hizo propuestas bastante ventajosas para que me quedara atrabajar definitivamente con l. Pero mi plan era seguir mis estudios; de suerte que, si para no caer en elocio, haca muchas cosas, ante todo, mis esfuerzos se encaminaban a lograr lo que tanto haba deseado.Tambin ese ao no faltaron ocasiones peligrosas pues algunos compaeros slo queran jugar en lasmismas horas de clase, y como me excusaba diciendo que careca de dinero, me sugirieron la manera deobtenerlo robando al dueo o a mi madre. Uno de ellos trataba de convencerme de esta manera:- Amigo, ya es hora de que despiertes; hay que aprender a vivir. Quien tiene los ojos vendados no

    sabe por dnde camina.Avspate, consigue un poco de plata y tambin podrs divertirte como hacen los otros!

    Recuerdo que le contest:- Si entiendo bien lo que me dices, me parece que me ests aconsejando que me dedique al juego y al

    robo. Acaso no dices todos los das cuando rezas que el sptimo mandamiento es no robar? Quienroba es ladrn y todo ladrn acaba mal. Pero, adems, mi madre me quiere tanto que no me negarala plata que le pida para cualquier cosa lcita que quiera hacer. Sin su permiso nunca he hechonada, y no quiero ahora comenzar a desobedecerle. Si tus compaeros hacen esto, no son buenos. Sino lo hacen, y lo aconsejan a los otros, son unos pcaros y desvergonzados.

    Estas palabras corrieron de boca en boca, y desde entonces, nadie volvi a hacerme semejantespropuestas. Es ms, lo supo el profesor quien desde entonces me tom mayor aprecio. Tambin las co-nocieron los paps de varios muchachos y empezaron a aconsejar a los hijos que me tuviesen porcompaero. As fue cmo ms fcilmente pude elegir un grupo de amigos que me apreciaban y obede-can como los de Murialdo.Las cosas se iban encaminando muy bien cuando un nuevo incidente vino a trastornarlas. El padreVirano, mi profesor, fue nombrado prroco de Mondonio, en la dicesis de Asti. El querido maestro, to-m posesin de su parroquia en abril de ese ao 1830. Vino a suplirlo otro cuya incapacidad paramantener la disciplina, casi echa a perder todo lo que en los meses anteriores yo haba aprendido.64

    [14] Escuela de Chieri - bondad del profesorado - los cuatro primeros cursos de gramtica.Despus de tanto tiempo perdido, se tom, por fin, la decisin de que fuera a Chieri 65 para dedicarmeseriamente al estudio. Era el ao 1830 [1831]. Quien se ha criado entre bosques y no ha visto sinopueblitos de provincia, queda muy impresionado al ver algo distinto. Llegu de husped a la casa de unapaisana, Luca Matta, que era viuda y viva con su hijo nico en la ciudad, para atenderlo y acompaarlomientras cursaba los estudios. 66

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    La primera persona que conoc fue un sacerdote de santa memoria, el padre Eustaquio Valimberti. Elsiempre me daba buenos consejos para que me mantuviese alejado de todo peligro, y acostumbraba in-vitarme a ayudarle a misa, lo que le daba ocasin para hacerme algunas sugerencias, me present alprefecto de la escuela y me relacion con los dems profesores. Como en mis estudios anteriores se veaun poco de todo, que era casi como no haber estudiado nada, me aconsejaron hacer el sexto curso deprimaria, que hoy corresponde al ltimo del ciclo elemental. Aqu el telogo Valeriano Pugnetti,tambin de grata memoria, tuvo para conmigo mucha caridad. Preocupado por mi edad, pero tambinviendo mi inters, me ayudaba en las clases, me invitaba a ir a su casa y no ahorraba nada de cuantopudiera serme til en mis estudios.Ciertamente, entre compaeros tan pequeos, yo deba parecer de una estatura descomunal. Por eso,decidido a superar aquella situacin, y habiendo obtenido el primer puesto a los dos meses de comen-zadas las clases, present exmenes y pas al quinto grado, que corresponde al primero de Gimnasio.All me sent mejor pues los compaeros eran ms grandes, y el profesor era el padre Valimberti al queyo apreciaba mucho. As mismo, dos meses despus, y por va de excepcin, se me permiti presentar e-xmenes para el segundo curso Gimnasial.El profesor de la clase era Jos Cima, muy severo, por cierto, en la disciplina. Cuando, ya a mitad delao, vio aparecer en la clase un alumno tan alto y corpulento como l, dijo en pblico, bromeando:- Qu dicen?,o ste es una marmota o un genio.Yo, sorprendido por ese saludo tan serio, contest:- Un poco de todo. Un pobre muchacho que tiene la mejor buena voluntad para cumplir lo mejor que

    le sea posible sus deberes y salir adelanteLe gust mi respuesta, y agreg con un acento inesperadamente amable:- Si tienes buena voluntad, has cado en buenas manos; yo te har trabajar. Animo! Si encuentras

    alguna dificultad no dudes en decrmelo, y ya arreglaremos todo.Le agradec de todo corazn.Dos meses haca que estaba en aquella clase cuando ocurri un pequeo incidente que dio mucho quehablar sobre m. Explicaba un da el profesor la vida de Agesilao escrita por Cornelio Nepote. Yo nohaba trado mi libro. Para disimular abr el Donato leyendo como si fuera en otro. Los compaeros sedieron cuenta y empezaron a rer uno tras otro hasta formar un completo desorden.- Qu sucede?, qu pasa?, - dganmelo, - interrumpi el profesor. Y como todos me miraban, memand hacer la construccin gramatical del prrafo y repetir la traduccin.Me puse de pie, y siempre con el Donato en la mano, repet de memoria el texto e hice el anlisisgramatical y la explicacin. Los compaeros, admirados, empezaron espontneamente a aplaudir. Elprofesor entonces, dejndose llevar por la ira, perdi los estribos, pues era la primera vez que se daba undesbarajuste semejante en su clase y me larg un pescozn que esquiv agachando la cabeza. Despus,teniendo entre las manos mi gramtica, hizo que los que estaban ms cercanos a m le dieranexplicaciones de lo ocurrido:- Bosco ley y explic a Cornelio teniendo en las manos la gramtica latina!Repar el profesor, entonces, en el libro y me hizo continuar dos perodos ms; despus me dijo:- Le perdono el olvido de su libro por esa memoria que tiene. Qu afortunado es Usted! Srvase

    siempre bien de ella.Terminado el ao escolar (1830-1831) pas, con buenas calificaciones, al tercer curso de gramtica, osea, al Gimnasio, que es lo mismo. 67

    [15] Los compaeros - sociedad de la alegra - mis deberes de buen cristiano.

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    Durante estos cuatro primeros aos fui aprendiendo a tratar a mis compaeros de colegio. Los fuiclasificando en tres categoras: buenos, indiferentes y malos.Con los ltimos, no haba nada qu hacer sino, apenas los fuera conociendo, evitar en absoluto el tratocon ellos. Con los indiferentes tratarlos slo por educacin o necesidad; con los buenos, si en verdadestaba seguro de conocerlos, tener una relacin familiar.Al principio, sin embargo, cuando no conoca a nadie en la ciudad, no tuve confianza con ninguno. Lamayor dificultad la tuve con aquellos que me era muy difcil conocer. Hubo, en efecto, quienes meinvitaban al teatro a jugar, o a nadar; y hubo quien me convidara a robar la fruta de los huertos caseros oen el campo.68

    Uno, bien descarado por cierto, me aconsej quitar un objeto de valor a la duea de casa paracomprarme unos dulces. Logr quitarme de encima a estos pobres muchachos, evitando de todasmaneras su compaa, no bien me daba cuenta de quines eran. De ordinario sacaba como disculpa quehabindome mi madre encomendado a la seora Luca, a quien, por otra parte yo apreciaba mucho puesera muy buena persona, haba decidido no ir a ninguna parte, ni hacer nada, sin su consentimiento.Esta obediencia a ella me granje que me confiara al nico hijo que tena.69 Un muchacho, por cierto,muy inquieto y juguetn, a quien le costaba el estudio. Aun cuando iba un ao antes que yo, ella me en-carg que le ayudara repasando con l las lecciones, y lo hice como si fuera mi hermano. Siempre porlas buenas, estimulndolo con algn regalito o con algn entretenimiento casero y, sobre todo, llevn-dolo a las celebraciones religiosas, logr que fuera ms dcil y aplicado, as que al cabo de seis meses,habiendo mejorado en la conducta y el estudio, el profesor, muy complacido, le confiri algunasmenciones honorficas en la clase. La madre qued tan satisfecha que me dispens de la pensinmensual.Pero ocurri que, siendo los ms descuidados en sus deberes aquellos compaeros que buscabanarrastrarme y meterme en los, tambin ellos quisieron que les hiciera la caridad de ayudarles en losestudios prestndoles o hacindoles los trabajos de clase. Esto disgust al profesor quien me lo prohibiseveramente ya que, favoreciendo la pereza, era, en verdad, un favor muy mal hecho. Hall entoncesuna manera ms til de complacerlos, y consista en darles explicacin cuando hallaban dificultades ycolaborar para que se pusieran al da. As les daba un poco el gusto a todos y me ganaba el aprecio y elcario de los compaeros.Comenzaron entonces a venir a jugar, luego, a or mis historietas, despus, a hacer las tareas escolares y,finalmente, venan porque s, como los de Murialdo y Castelnuovo.Para darles algn nombre a nuestras actividades acostumbrbamos llamarlas Sociedad de la Alegra, queera una expresin muy apropiada ya que cada uno nos comprometimos a buscar los libros, compartiraquellos temas y divertirnos con aquellos pasatiempos que nos ayudaran a estar alegres; y, por elcontrario, estaba prohibido todo lo que nos ocasionara tristeza, de modo especial lo que se opona a losmandamientos del Seor. En consecuencia, el blasfemo, el que pronunciara el nombre de Dios en vanoo tuviera conversaciones obscenas, era inmediatamente expulsado de nuestra compaa.Nos pusimos, pues de acuerdo, con todos esos muchachos, en que:1. Todo miembro de la Sociedad de la Alegra evitara toda conversacin y todo comportamiento que

    desdjese de un buen cristiano;2. Cumpliera con exactitud los deberes escolares y religiosos.Fueron todas estas cosas las que contribuyeron a granjearme el aprecio de los dems, as que en 1832 yamis compaeros me tenan por capitn de un pequeo ejrcito. Por todas partes me llamaban para

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    animar las diversiones, para visitar a algunos alumnos en sus casas, y tambin, para dar clase y hacer re-pasos en privado. De este modo la divina providencia me facilitaba la adquisicin del dinero quenecesitaba para ropa, para material escolar, y para otros gastos que tuviera que hacer, sin necesidad demolestar a mi familia.[16] Buenos compaeros y prcticas de piedad.Entre los que componan la Sociedad de la Alegra encontr a algunos chicos verdaderamente buenos,como Guillermo Garigliano, de Poirino, y Pablo Braja, de Chieri. Estos participaban de nuestros espar-cimientos siempre que, ante todo, se tuviese en cuenta el cumplimiento de los deberes. A los dos lesgustaba la reflexin y la piedad, y siempre me daban algn consejo oportuno. Los das festivos, despusde la reunin reglamentaria del colegio, bamos a la iglesia de San Antonio, en donde los jesuitas tenanuna catequesis estupenda, siempre ilustrada con ejemplos que todava recuerdo. 70Durante la semana, la Sociedad de la Alegra se reuna en casa de uno de los socios para tratar temasreligiosos. La participacin era libre. Garigliano y Braja eran de los ms asiduos. Jugbamosamenamente; conversbamos de asuntos tiles, leamos algo religioso, rezbamos, nos aconsejbamos onos hacamos alguna observacin sobre los defectos que habamos notado en los dems, o de los quehubisemos escuchado algn comentario. En verdad, sin saberlo estbamos poniendo en prctica aquelaforismo: "Dichoso quien tiene un buen consejero", y la frase de Pitgoras: "Si no tienes un amigo quete corrija las faltas, paga a un enemigo para que te las diga".Fuera de estos ratos divertidos que pasbamos como amigos, bamos a algunos sermones, o aconfesarnos y a recibir la Santa Comunin. Porque hay que recordar que en aquella poca, lo religiosoformaba parte fundamental de la educacin, y que bastaba que un profesor, aunque fuera por bromadijera alguna palabra indecente o descreda, para que se le suspendiera inmediatamente del cargo. Y sieso pasaba con los profesores, qu decir de la severidad con la que se trataba a los alumnosindisciplinados y escandalosos!Durante la semana tenamos siempre la santa Misa por la maana; se comenzaban las clases con elActiones y el Ave Mara. Los das festivos los alumnos se reunan en la iglesia que corresponda asu seccin. Mientras iban llegando los jvenes se haca una lectura espiritual y luego el Oficio de la Vir-gen. A la Misa segua la explicacin del Evangelio. Por la tarde, catecismo, vsperas y una instruccin.Todos deban recibir los santos sacramentos, y para impedir el descuido de este importante deber, habaobligacin de presentar, cada mes, el comprobante de que uno se haba confesado. Quien no hubiesecumplido con este requisito no poda presentarse a los exmenes finales aunque fuera de los mejores dela clase. Esta severa disciplina produca efectos maravillosos. Pasaban los aos sin que se oyese ni unablasfemia ni una mala conversacin. Los alumnos eran dciles y respetuosos tanto en el colegio comoen sus propias familias. No era raro que al acabar el ao escolar fueran numerossimos los que eranpromovidos al curso superior. Mis condiscpulos de tercero, cuarto y quinto grado, siempre aprobarontodos. 71

    La aventura ms importante que tuve por entonces fue el haber tenido como confesor estable al telogoJos Maloria que era cannigo de la colegiata de Chieri. Siempre que iba a visitarlo me reciba conmucha bondad y me estimulaba para que me confesara y comulgara frecuentemente, lo que era muy raropor entonces. No recuerdo, efectivamente, que algn otro de mis maestros me lo hubiese insinuadosiquiera. En verdad quien se acercaba a estos sacramentos ms de una vez al mes, era considerado comomuy virtuoso; y muchos confesores no lo permitan.Sin duda debo a mi confesor el no haber sido arrastrado por los compaeros a ciertos desrdenes de losque, en los grandes colegios, muy a menudo los jvenes inexpertos son vctimas.

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    Durante estos aos no olvid a mis amigos de Morialdo, antes bien, mantuve siempre relacin con ellosy de vez en cuando los visitaba los jueves. En las vacaciones de otoo, apenas saban de mi llegada,venan a verme desde lejos, y se haca fiesta. Tambin entre ellos se introdujo la Sociedad de la Alegra,a la que iban integrndose los que se haban distinguido por su buena conducta durante el ao; y, por elcontrario, se excluan los de mal comportamiento, especialmente si acostumbraban blasfemar o tenermalas conversaciones. 72

    [17] Humanidades y Retrica - Luis Comollo.Cuando conclumos los estudios bsicos, el abogado y profesor Jos Gozzani nos visit por parte delMagistrado responsable de la Reforma Escolar. Se trataba de una persona respetable que conmigo semostr muy bondadoso, as guardo de l un grato y agradecido recuerdo y adems, desde entonces nosha unido una estrecha amistad. Aquel excelente sacerdote vive en Moltedo Superior, cerca de Oneglia,de donde es nativo. Entre sus muchas obras de caridad sostiene en nuestro colegio de Alassio una becapara jovencitos que deseen seguir el sacerdocio. 73

    Aquellos exmenes fueron muy rigurosos; sin embargo, mis cuarenta y cinco condiscpulos fueronpromovidos todos al ltimo curso de estudios secundarios. Yo estuve a punto de ser suspendido por ha-ber dejado que otro copiara mi trabajo. Al padre Giussiana, dominico, mi recordado profesor, le debo elque se me diera un nuevo tema que pude desarrollar de manera que fui promovido con la mximacalificacin. 74

    Se acostumbraba por entonces que el municipio premiase a un alumno de cada curso, pagndole lamatrcula, que era de doce francos. Se necesitaba haber obtenido un puntaje sobresaliente tanto en losexmenes como en la conducta. A m me favoreci siempre la suerte, as que siempre se me exoner deesa obligacin.Aquel ao perd a uno de mis mejores compaeros, Pablo Braia, un joven que fue querido e ntimoamigo mo, quien durante una larga enfermedad se mostr como verdadero modelo de piedad, de resig-nacin y de una fe viva, falleci el [10 de junio de 1832] yendo, ciertamente, a unirse con San Luis, dequien se mostr un fiel seguidor toda su vida. Todo el colegio sufri por esta prdida. A su entierroasistieron todos los compaeros, y por el eterno descanso del amigo fallecido, muchos, durante largotiempo, en los das de asueto, siguieron comulgando o rezando el oficio de la Santsima Virgen o latercera parte del rosario. El Seor, sin embargo, se dign compensar esta prdida con otro compaerotan virtuoso como aquel, pero cuya fama lleg a ser todava mayor. Fue Luis Comollo, de quien hablara continuacin.Termin, pues, el ao de humanidades tan bien que mis profesores, especialmente el Doctor PedroBanaudi, 75 me aconsejaron presentarme al examen de admisin a los estudios filosficos. Lo hice y fuipromovido. Pero, como me gustaban los estudios literarios, pens que sera mejor continuar elGimnasio, haciendo la retrica el ao de 1833-1834. 76

    [18] Precisamente aquel ao comenzaron mis relaciones con Comollo. Yo ya escrib la vida de esteexcelente compaero, as que quien desee la puede leer a su gusto. 77 Voy a relatar, precisamente, elsuceso que me lo hizo conocer entre sus compaeros del curso de Humanidades.78Comentaban los estudiantes de retrica que vendra a estudiar ese ao un alumno santo, sobrino del curade Cinzano, que era un sacerdote ya anciano y notable tambin por la santidad de su vida.Yo deseabaconocerlo pero no saba su nombre. Sin embargo, un hecho sorpresivo me permiti saber quin era.Se acostumbraba entonces jugar al caballete cuando bamos ya a entrar a clase. Era un juego peligrosoen el que eran muy expertos los ms superficiales y desaplicados. A m me haba llamado la atencin

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    haca unos das un jovencito bastante tmido, como de unos quince aos, que, apenas entraba al saln yocupaba su puesto, se dedicaba a leer o a estudiar sin preocuparse del gritero de los dems. Pero en esaocasin un compaero insolente se le acerca y, tomndolo por un brazo, intenta obligarlo a jugar. Elrepeta molesto y humillado:- No s. Nunca lo he jugado.- Pues vienes a las buenas o te obligo a patadas y bofetones.- Usted sabr si me pega, pero no s, ni puedo, ni quiero.El maleducado y perverso condiscpulo, agarrndolo por el brazo, lo arrastr y le dio un par de golpesque resonaron por toda la escuela. Al ver eso sent que me herva la sangre y esperaba que ese mu-chacho se vengara ya que era mucho mayor en estatura y en edad. Pero cul no fue mi maravilla cuandoel jovencito, que an yo no conoca, con la cara enrojecida y casi lvida, y echando una mirada decompasin a ese mal compaero, solamente le dijo:- Si esto es lo que quera, vyase satisfecho que, por m, ya lo he perdonado.Aquel acto heroico despert en m la curiosidad por saber cmo se llamaba. Era precisamente LuisComollo, el sobrino del cura de Cinzano, de quien se hablaba tan bien. Desde entonces lo tuve por ami-go ntimo, y puedo decir que de l aprend a vivir como un buen cristiano. Le di toda mi confianza y lomismo hizo l conmigo. Nos necesitbamos mutuamente. Yo, de su ayuda espiritual, y l, de mi fuerzafsica, ya que Comollo, siendo muy tmido, nunca pensaba en defenderse, ni an ante los peoresinsultos; mientras que yo, por el valor y la fuerza que tena, era respetado an por compaeros de mayorestatura y ms robustos que yo.Trat de hacerlo en cierta ocasin en que, precisamente, algunos individuos empezaron a burlarse y amaltratar a Comollo y a otro joven, muy buena gente por cierto, llamado Antonio Candelo. Quise in-tervenir de inmediato en su favor, pero no se me quiso hacer caso. Sin embargo, un da en que se volvia humillar a esos muchachos indefensos, grit:- Ay de quien se burle de ellos!Unos cuantos grandulones descarados se avalanzaron contra m, mientras dos cachetadas golpeaban lacara de Comollo. Entonces, perdiendo el control de m mismo y usando no la razn sino la fuerza, comono encontr a la mano ni una silla ni un palo, agarr a uno por los hombros y me serv de l como de ungarrote contra mis adversarios. Cayeron cuatro por tierra, y los otros huyeron gritando y pidiendosocorro. Y preciso!.., en aquel momento entr el profesor, y al ver brazos y piernas volando por el aire,en medio de un bochinche infernal, se puso a gritar tambin l y a dar golpes a derecha e izquierda. Latempestad iba a caer sobre m cuando, hacindose contar cul haba sido el origen del desorden, quisoque rehiciramos la escena o mejor el pugilato; rio l y reimos todos, y la admiracin que suscit elhecho hizo que se olvidara el castigo merecido.Muy distintas eran, por otra parte, las lecciones que me daba Comollo. Apenas pudimos hablar a solasme dijo:- Amigo, me espanta tu fuerza. Creme, Dios no te la ha dado para acabar con los dems. l quiere

    que nos amemos los unos a los otros y nos perdonemos; que devolvamos bien por mal a los que nosofendan!

    Admirado por la caridad de mi amigo me puse en sus manos, dejndome guiar a donde quera y comoquera. Junto con Garigliano nos bamos a confesar, a comulgar y hacamos la meditacin, la lectura es-piritual, la visita al Santsimo y acolitbamos la Santa Misa. Cuando quera invitarnos, lo haca de unamanera tal, y con tanta bondad y delicadeza, que era imposible negarnos.Recuerdo que un da, conversando con un compaero, pas de largo por delante de una iglesia sindescubrirme la cabeza. l en forma simptica me dijo en seguida:

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    - Juan, tan ocupado ests cuando hablas con los hombres, que ni te das cuenta cuando pasas pordelante de la casa del Seor. 79

    [19] Mocito de caf y licorista - da onomstico - una desgracia.Ahora, despus de haberme detenido en varios aspectos de la vida colegial, voy a contar algunas co