MeMorias de una niña...

298

Transcript of MeMorias de una niña...

Page 1: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 2: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 3: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

MeMorias de una niña viajera

Page 4: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 5: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Edición a cargo de E. Rguez. Pérez

Page 6: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 7: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La Terraza AzulNarrativa

Memorias de una

Niña ViajeraAsor

Page 8: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Título original: Memorias de una niña viajeraPrimera Edición digital: Marzo 20172017, AsorQuedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o me-cánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por escrito de los titulares del copyright.ISBN: 978-84-617-5741-1Depósito legal: * Pendiente, después de publicación en papel

Page 9: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

A la memoria de Alejandro

Page 10: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 11: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Esta novela es una realidad ficcionada, la memoria siempre es una mentira, todos los días nos contamos el cuento de nuestra vida. Lo que pasó tal vez suce-dió, o así se recuerda.

Quizás no se llamaba Maria, acaso Julieta o Leonor.

Page 12: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 13: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Me llamo Maria

y esta es la historia

que recuerdo de mi vida desde que tenía cinco años

Page 14: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En el inicio

Page 15: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 16: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Bogotá es una ciudad que nunca duerme, pero si ha de decirse que en algún momento despierta, podríamos contar que a las cinco de la mañana mi abuelita Flora se pone de pie y da de comer a las gallinas que tiene en la azotea, les abre la puerta a los perros y limpia su tienda. La tienda de mi abuelita tiene todo lo que uno pueda necesitar, desde leche, chocoramos, chocolatinas jet, hasta cerveza y refajo. En los años cincuenta mi abuelita llegaba a Las Lomas de la mano de mi papá con cuatro años y embarazada de mi tío Andrés. Al principio solo tenía una pieza, a la que después le fue sumando pisos, como todos los vecinos ladrillo a ladrillo. La tienda ocupa parte de la planta baja de la casa y el corral está en la azotea del último piso.

A las seis de la mañana se oyen en la cocina el traqueteo de los cacharros. Mi mamá asoma la cabeza por la ventana que da al patio y le grita a mi abuelita: - Doña Florita, vaya dándole un café a Juan y dígale que prepare la zorra para que no se les haga tarde a las chinitas y pierdan el bus…-

Justo después la voz de mi abuelita retumba por toda la casa.- Juansssss, apúrese… que las niñas pierden el bus para el colegiooooooo…-

Mi mamá nos levanta y nos mete de cabeza en la ducha de mango verde de plás-tico que ha instalado en el baño de nuestro apartamento en la primera planta. Nos peina con la pasión que la caracteriza y que me dejará un dolor de cabeza de una hora. Con el uniforme impecable del colegio, mi hermana Luchito y yo quedamos listas para salir. Al bajar las escaleras mi abuelita nos enchufa el biberón de batido de leche con guayaba. Somos muy grandes para seguir tomando biberon, yo ten-go cuatro años y mi hermanita dos, pero mi mamá es demasiado práctica, es una forma rápida de que nos tomemos el desayuno sin mancharnos.

Cuando salimos a la calle todavía es de noche, la ciudad se separa del cielo y el sol se levanta para dar paso a la mañana… llevo colgada en mi hombro mi cartera con mis cuadernos, me gusta llevarla cruzada sobre el pecho. Me gusta mucho mi cartera porque me caben muchas cosas; tres cuadernos, un libro, mis lápices de colores y la lonchera. Mi maestra en la escuela dice que los libros son tus me-jores amigos y que cuando te olvidas de ellos, no los lees, ni los llevas contigo, se ponen tan, tan tristes, que pueden hasta ponerse a llorar. Y que si eso pasara sería terrible, porque cada lágrima sería una letra y perderíamos su maravillosa historia. Pero a mí no me va a pasar eso, porque a mí me gustan mucho los libros.

Page 17: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi tío Juan me lleva sólo siete años y sabe mucho de carros de balines. Al suyo se le puede cambiar la dirección, es muy rápido, tiene un plástico que nos echa por encima para evitar que nos salpiquen los charcos, o que el viento o la lluvia habitual en las mañanas nos manche o enferme. Mi mamá confía plenamente en la ingeniería de mi tío Juan. Bajamos a toda velocidad por la escarpada pendiente que va desde Las Lomas hasta la esquina del hospital La Hortua donde nos recoge el bus.

Cuando llegamos a la parada tenemos el corazón desbocado por la alegría, los ojos llorosos por el viento frío en la cara, felices y roncas de gritar de emoción mientras nuestro maravilloso carro vuela sobre el asfalto. Sin duda ese es el mo-mento que más nos gusta del día.

Page 18: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi colegio huele a puré de Auyama, que es lo que comen los niños chi-quitos. Mi hermana Luchito odia todas las verduras, siempre lleva los bolsillos llenos de golosinas que le roba a mi abuelita Flora en la tienda. A ella no le gusta tanto el colegio como a mi, pero es que ella solo tiene tres años. Hoy después del recreo Luchito se ha escondido debajo de mi pupitre, como hace casi todos los días. Ella piensa que tiene que estar en todos los sitios donde estoy yo. A veces, no la aguanto, pero le prometí a mi mamá cuidar de ella. Oh¡ viene la profesora.- Maria, ¿Has visto a tu hermana?.- - No señorita, la ví en el recreo ¿No está en su clase?.-

Respondo mirándola con mi cara de inocente, como si no supiera que Luchito está sentada bajo mi pupitre, es una suerte que estén cerrados por delante y no se vea nada. - Bueno, si la ves; le dices que tiene que volver a su clase, que su profesora la está buscando.-- De acuerdo, profesora.-Ya en la buseta de vuelta a la casa le pregunto a mi hermana:- Oye, ¿Por qué no quieres ir a tu clase?.-- Porque hay un niño que me tira del pelo y me quiere pegar.- Me contesta con su cara de inocente. No, si en esta corta vida ya aprendí como dice mi abuelita Flora, que las mañas se aprenden muy rápido.- ¿Y tú no le dices nada?.- Le pregunto extrañada pues mi hermana se las trae.- No, me da miedo.- Dice con la boca chiquita. Después la abre todo lo que puede para meterse varios chicles al mismo tiempo.- Bueno, mañana me dices quién es.- Le digo, pues lo que más odio en el mundo es discutir con mi hermana.

En cuanto llegamos a la casa mi hermana Luchito se va corriendo por su pelota de fútbol y se pone jugar con mi tío Juan y el resto de niños vecinos.

Page 19: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde que somos chiquitas mi tío Andrés siempre nos está consintiendo, nos lanza al aire hacia arriba y nos hace dar vueltas. Mis tíos Diego y Roque, nos cuentan cuentos, nos ayudan a colorear y nos enseñan a sumar con el ábaco. Como mi mamá siempre está muy ocupada entre todos nos cuidan. Les encanta presumir de sobrinas. A veces nos llevan a un restaurante de Las Lomas donde comemos caldo de papa con carne. Al terminar la sopa nos enseñan como se tie-nen que comer los huesos, hay que morderlos, abrirlos para chupar lo que está por dentro.

- Hay que aprovechar todo lo que nos dan las vacas chinitas.- Nos indica sonrien-do con un hueso en la boca mi tío Andrés. Luchito y yo, que a comer nadie nos gana, lo imitamos felices y no dejamos hueso en el plato.

Mi tío Andrés es muy simpático y todos los vecinos lo quieren mucho. Aprendió el oficio de joyero. Muchos vecinos se han casado con sus sortijas. Mi tía Hor-tensia, que adora su trabajo, le suele hacer muchos encargos. Su taller está en la segunda planta de la casa de mi abuelita Flora, al lado de la cocina donde mi mamá nos prepara los teteros por la mañana.

A Luchito y a mí nos encanta entrar en su taller cuando no está, tiene muchas herramientas, martillos, tijeras, máquinas de cortar y sujetar piedras. Lo tocamos todo, cogemos una piedra la ponemos en la máquina, la apretamos y vemos que sucede. Una vez quise hacer la misma prueba con mi lengua y acabamos en el hospital. Desde entonces no nos dejan. Cuando mi mamá nos encuentra dentro, nos regaña y ahí mismo nos va sacando:- ¡Niñas hijuemadres! ¿Cuántas veces les he dicho que no tienen que entrar en el taller del tío?.-

Mi tío Andrés, que nos permitiría ir a la luna si pudiera, cuando ella nos regaña nos pica el ojo sonriendo. Y nosotras a su señal ponemos cara de angelitos, que es otra de nuestras caras ensayadas para estos momentos. Mi mamá, que no es boba, se da cuenta de todo y ahí mismo también regaña a mi tío:- Vamos a ver Andrés, con tanta consentidera se va a dañar a estas chinitas.-

Mis otros tíos y mi abuelita sueltan la carcajada. Acabamos riéndonos todos. Para mi mamá mis tíos son como sus hermanos. Al igual que mi abuelita Flora, les

Page 20: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

insiste en que sean juiciosos y estudien mucho. Cuando no tiene reuniones fuera de la casa, le ayuda a Juan en sus tareas. Desde que mi papá no está, ella se porta como una especie de hermana mayor. Con el genio que tiene, no hay quien le lleve la contraria.

Page 21: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi abuelita Flora tiene la azotea llena de gallinas. Yo creo que las tiene tan alto para que las gallinas no se escapen, pues las gallinas no son como las palo-mas y no saben volar en altura. Nuestras gallinas son muy buenas porque ponen huevos y a veces algunos se convierten en pollitos. Cuando mi abuelita Flora no está hablando con las vecinas o vendiendo en la tienda es porque está cocinando un sancocho. Siempre que estoy en la casa la ayudo. Me da miedo que me pegue un picotazo la gallina elegida ese día para el sancocho, pero por nada del mundo se lo diría porque a mi abuelita no le gustan los cobardes. Cuando aparece alguno de sus dos antiguos maridos, como eran cobardes, los echa a escobazos diciendo:

- Fuera de aquí, fuera de aquí, cobardes.-

Y mi abuelita tiene tanto genio, que por nada del mundo quiero que piense que soy una cobarde y ganarme mi escobazo. Por eso cuando ella elige la gallina más gorda del corral, me dice muy seria:

- Ponga atención chinita, que está gallina está muy buena y usted tiene que apren-der cómo se mata bien un animal de estos para que no sufra.-

Y acto seguido mi abuelita coge la cabeza de la gallina y suena un “CLICK-CLACK”. Cuando suelta la cabeza, ésta ya no se sostiene y la gallina se ha al cielo de los pollos.

Por eso, como no quiero que mi abuelita piense que soy una cobarde y no se hacer el “CLICK-CLACK” que me ha enseñado hoy, estuve practicando toda la tarde con los pollitos.

Page 22: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi papá dice que uno no debe empezar nunca una pelea, pero que si a uno lo atacan, no le queda otra que defenderse. Si uno no se defiende, se la acaban montando todos los días. Pero claro, es que mi papá creció en Las Lomas como nosotras. Por hacerle caso, ahora mi mamá está furiosa con Luchito y conmigo.

Todo empezó cuando estaba en el patio del colegio esperando la fila para al co-lumpio y Luchito vino corriendo:- El niño ese me ha empujado.-- ¿El de siempre?.- Asintió.- ¿Y tú qué has hecho?.- Le respondí yo, contrariada, porque que ya casi me toca-ba montar en el columpio. Me tocó hacer fila para nada, pero ni modos.- Yo no le hice nada.- Respondió llorando, lo cual si es raro en nosotras, porque casi nunca lloramos. Así que entré en cólera y nos fuimos a buscarlo. El niño le sacaba dos cabezas a mi hermana y una a mí; era evidentemente un abusivo. No tuve tiempo de pensarlo cuando la piedra que le tiré ya estaba volando en direc-ción a su cabeza, con tan buena puntería que le dio de lleno. Luchito y yo nos fuimos corriendo de allí.

El director del colegio mandó a llamar a mi mamá y le dijo que la próxima vez nos expulsaba. Por más que le explique a mi mamá que ese niño era más grande que nosotras y siempre perseguía a molestar a Luchito, ella furibunda nos regañó igual:- Ustedes dos, que sea la última vez que me llaman del colegio por algo así.-- Era más grande que nosotras.- Volví a insistir.- Y siempre me está empujando y pegando.- Añadió Luchito.- Las chinitas no pueden dejar que se la monten, si no se defienden, los demás abusan.- Nos apoyó nuestro tío Andrés, que siempre que mi mamá nos regaña sufre como si le estuvieran arrancando pelos del bigote. Es que es un súper tío, el mejor del mundo. Nosotras le sonreímos con los pocos dientes que tenemos, pues ya estamos cambiando los dientes de leche.- Usted Andrés, se calla, que nadie le dio vela en este entierro. Siga así con la consentidera y acabará dañando a las chinitas.-

Page 23: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Se lo dice tan berraca que mi tío Andrés se pone blanco y nos ponemos todos serios. - La próxima vez que alguien les haga algo se lo dicen a la maestra. No se tomen la justicia por su mano.¿Ustedes que se creen matones o qué?-

Mi mamá estaba tan furiosa que los ojos le cambiaban de color del rojo al verde y del verde al rojo. Es que tiene ojos de rana tayera y eso da mucho, pero que mucho miedo. Nosotras nos quedamos más calladas que una tumba y ella nos castigó una semana sin televisión encerradas en nuestro cuarto. Antes de irse a una reunión que tenía, nos dio el último regaño:- Solo las bestias actúan como ustedes, entre el pensamiento y la acción está la educación. Y si actúan sin educación, son iguales que bestias. Y no quiero hablar más de este tema.-

Ahora Luchito ha elegido ser un elefante, bestia de la selva, y yo una cabra, por-que echo de menos a Lupita, mi cabra. Es un juego nuevo para jugar en el cuarto, no le vamos a decir a nadie que jugamos a las bestias. Lo hacemos solo porque nos aburrimos aquí encerradas, porque si mi mamá se entera, nos arriesgamos a que otra vez le cambien los ojos de color y en vez de una semana nos encierre acá toda la vida.

Page 24: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

El pulpo está esperándome afuera de la casa, yo voy con mil ojos, ese pulpo maldito, no me deja jugar tranquila. Voy buscar flores al potrero, vuelvo cerca de la casa de mi abuelita para buscar una botella o algo que sirva de recipiente. Estoy colocando las flores, mientras tomo el sol apoyada en la ladera, el pulpo se acerca sigilosamente, con sus miles de patas, no alcanzo a escuchar más que la canción del viento acariciando la hierba. Pulpo maldito, mil veces maldito. El pulpo me agarra por la espalda y empieza a hacerme cosquillas por debajo de la ropa, estas cosquillas no me dan risa. Me agacho y le muerdo un tentáculo, mientras el pulpo se ha subido encima de mi cabeza, lanzó tres mordiscos más y corro a coger la escoba que está al lado de la puerta, él con sus patas viscosas me persigue, nunca vi un pulpo tan insistente, escondo la escoba detrás de mí, le sonrío, cuando está bien cerca, le doy un sopapo y luego otro. Toma tu plato de sopa pulpo, toma, toma, déjame tranquila hacer mi vida. Un chorro de sangre violeta le corre por la frente al pulpo. Sus ojos están llenos de terror. Yo sigo sonriendo, mientras que con mi mirada le prometo que la próxima vez tendrá más sopa.

Page 25: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Me gusta mucho acompañar a mi abuelita Flora en la tienda, conoce la vida de todos los vecinos. A cada uno lo saluda con cariño y le pregunta por sus cosas. - Buenos días doña Toña ¿Cómo me le va?.-- Muy bien doña Florita, luchándola, pues qué otra cosa.-- Así es, que para atrás ni para tomar impulso¿Qué se le ofrece?.-- Deme un litro de leche para los niños y un aguardientico para mí.-- Tome pues, yo me tomo uno con usted, que hoy todavía no me estrené.-

Mi abuelita se toma el aguardiente y siguen hablando de sus cosas. En ese mo-mento entra Julián, el hijo mayor de doña Toña. Lleva un esparadrapo que le atraviesa toda la frente. Es igual de alto que mi tío Juan y van juntos a la escuela. - ¿Que le pasó Julián pues?- Le pregunta mi abuela.- No quiere decir nada.- Le responde doña Toña.- Mi tata dice que si puede comprar pan mamá.- Suelta mientras me mira con miedo de reojo y baja la cabeza.- Doña Florita, deme un pan. Vea pues, la juventud solo tiene secretos.-- Por algo será Toña, por algo será.-No, si cuando digo que mi abuelita Flora se las sabe todas, es porque se las sabe todas. Una vez se marchan los vecinos, me mira y después de un rato me pregun-ta:- Entonces qué María ¿Usted sabe qué le pasó a Julián?- - ¿Yo? ¿Por qué? No tengo ni idea.-- Mire no más el chichón que llevaba el pobre muchacho.-- ¿Pobre? Que no se las de, de tan pulpo pues y así se ahorra los chichones.-

Y me subo a mi casa a ver qué anda haciendo Luchito, que lleva mucho tiempo callada.

Page 26: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy nos vinieron a buscar al colegio las hermanas de mi mamá, que son muy elegantes: Zoe, Amalia y Hortensia. Mi mamá siempre va peinada de trenza y vestida con un buzo, bluejeans y una ruana. Pero mis tías no, tienen peinados muy quietos, vestidos de flores y son muy amables, nunca dicen groserías y nun-ca las vimos de mal genio. En cambio mi mamá tiene un carácter endemoniado, pero mis tías siempre que las vemos están sonrientes y de buen humor. Siempre nos regalan muchos vestidos y muñecas. Mi mamá solo nos los pone en ocasiones especiales, como cuando vamos a visitar a los abuelitos León y Lola.

A mí no me gustan demasiado los vestidos, tienes que tener mucho cuidado para no mancharte y no son cómodos para correr. Prefiero mil veces los overoles que nos cose mi mamá o las sudaderas del colegio. Nosotras siempre estamos llenas de barro, no paramos de correr y de jugar.

Las muñecas las tenemos colgadas de la pared, mi mamá no quiere que juguemos con muñecas, dice que no quiere que seamos unas “susanitas” y pensemos que el único objetivo de la mujer es estar bonita o tener hijos.

Susanita es un personaje que sale en el periódico, es una de las amigas de Mafalda. Susanita es la típica niña cursi y nosotras no hablamos con niñas así porque nos aburrimos enseguida. Nos gusta mucho Mafalda, aunque no entendemos porque odia la sopa. Si probara las sopas de mi abuelita Flora, cambiaría de opinión.

Tampoco nos importa mucho que mi mamá no nos deje jugar con muñecas, pues en cambio tenemos un armario lleno de disfraces que ella nos ha cosido; podemos disfrazarnos de piratas, vaqueros, indios y animales.

Mi mamá está ocupada estos días, tenía un viaje o algo así. Por eso debe de ser que han venido a recogernos nuestras tías. En el colegio las llamaron para que vinieran con una muda, porque tuve un “accidente”.

No me gusta tener “accidentes”, pero no lo puedo evitar. En las noches en la casa, solo lo sabe mamá, la abuelita Flora y Luchito. Pero hoy me pasó en mitad de la clase de matemáticas. La maestra me preguntó por mi papá y yo me quede calla-da, pero debajo de mi silla apareció el “accidente”.

Page 27: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ya en el carro, mi tía Zoe me ha preguntado:- ¿No pudo avisar que tenía que ir al baño, mijita?-- Es que es una meona.- Dijo Luchito, viendo que yo me quedaba callada. Mi tía Amalia me acaricia el pelo y añade:- Le puede pasar a cualquiera, a mí de grande casi me sucede una vez.-- Lo que no entiendo es porque tienen que bañar a la chinita con agua helada, mire no más como tiene los labios, amoratados. Yo lo que sí sé, es que le voy a decir a su mamá que no las puede seguir llevando a ese colegio de guaches. No señor, si fuera que no tienen otra opción, pero Lola le ha ofrecido en varias ocasiones que al ser sus nietas, tienen cupo en la Normal.-

Mis tres tías asienten y nos miran como miraba Gepetto en el cuento a Pinocho cuando se convierte en niño. Nosotras seguimos haciendo nuestra cara de tristes, porque sabemos que con nuestras tías siempre funciona. - Estas niñas tienen ganas de merendar ¿Si o qué?- - Sí, tía.- Digo por fin.- Bueno, pues como es viernes y su mamá no llega hasta la próxima semana, se van a quedar en mi casa.- Anuncia la tía Zoe.- !Biennnnn¡.- Gritamos las dos y les damos besos y abrazos a todas. Nos gus-ta mucho visitar a nuestros primos; Miguel tiene casi quince años y nos cuenta cuentos, nos entiende, siempre juega con nosotras y nos llevamos de perlas con él. Nuestra prima Zoe no juega con nosotras, pero se ríe de nuestras locuras, y cuando estamos haciendo mucho ruido, nos mira sonriendo mientras dice: - Vaya par de changuitas, mejor pónganse a pintar abanicos con Alma.- - ¿Los podemos vender?- Pregunta Luchito.- Claro que sí.- Nos responde Zoe y se sienta a ayudarnos. Nos ponemos juiciosas a la tarea. Si vendemos suficientes abanicos, quizás nos podamos comprar un triciclo como el que hemos visto en una tienda.

Page 28: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi perro Bandido perdió un ojo por defenderme hoy. Luchito y yo había-mos ido de expedición científica por la casa abandonada subiendo la calle, en la zona sin pavimentar. Ella no quiso entrar, pero como yo no quería que ella pensa-ra que yo tenía más miedo que ella, yo sí entre. Estaba muy oscuro y Bandido em-pezó a la ladrar. De repente de todos los lados salieron gatos salvajes a atacarnos. Bandido se plantó delante de mí y peleó como valiente. Aun así me alcanzaron a rasguñar las piernas y la cara. Pero el que peor quedó fue Bandido, que se quedó tuerto. Cuando salí a la calle, Luchito ya no estaba en la puerta, se había asustado tanto que se había ido corriendo a la tienda. Mi abuelita estaba dándole un vaso de agua e intentando entender lo que Luchito le decía, pero se le trababa tanto la lengua, que no había forma:- Maria, maria, miauus malos, Bandido, allí….- - ¿Pero allí donde mija?-

No sé cuánto llevaban con la misma conversación, cuando aparecí con Bandido en brazos. Cuando me vio mi abuelita Flora llena de sangre, se echó la bendición, me dio un baño y me hizo las curas. No me quejé, ni recuerdo que me doliera, aunque mi mamá está toda preocupada por si acaso esos gatos malhechores me hayan pegado alguna enfermedad. Yo solo estoy pendiente de las heridas de mi maravilloso Bandido, porque es un super perro, si él no se queja, yo tampoco. Nunca nadie me defendió como él. Ahora después de sus curas y baño, la abue-lita le dio un hueso grande de res del sancocho. Mi abuelita dice que si no es por ese “chandoso” posiblemente no lo cuento. Pero yo no tengo ganas de contar nada, solo quiero acariciar el lomo de mi perro y demostrarle que él es lo que más quiero en este mundo.

Page 29: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy he estado cosiendo un gorro de tela para mi primito Ian que acaba de nacer. De tantas veces que he observado a mis papás ya he aprendido un poco. Primero le hecho la parte de la cabeza, después le puse una telita reforzada en la parte de delante para que lo proteja del sol.

Estaba concentrada haciéndolo en la puerta de la tienda mientras Luchito estaba jugando en el potrero de enfrente con los vecinos al fútbol. Los sábados por la mañana son tranquilos. De repente veo que por la loma sube mi abuelo Ángel, cargando en los hombros un triciclo rojo, dejo lo que estoy haciendo y bajo co-rriendo a saludarlo.

Cuando llega a la altura de la puerta de la tienda saluda a mi abuelita Flora qui-tándose el sombrero:- Buenos días.-- ¿Y ese triciclo?.- Le pregunta mi abuela. - Lo encontré y lo arreglé para las nietas.- Le responde él.

Estamos ya montando en el triciclo por la calle, yo pedaleo y Luchito se para de-trás, agarrada a mis hombros.Vamos a toda velocidad, es genial, todos los niños vecinos corren detrás de nosotras y piden turno para montar.

Mi abuelita Flora ha invitado a mi abuelito Ángel a una cerveza, mientras se ríen viéndonos correr de un lado para otro.- Ahora que no se rompan la cabeza.- Dice mi abuelita Flora, no muy convencida con el nuevo regalo.- Esas niñas son muy tercas, tienen la cabeza muy dura, no hay de qué preocupar-se.- Responde mi abuelito, contento de que su trabajo haya merecido la pena y le estemos dando tanto mate.

Por la noche hemos convencido a mi tío Roque para que nos suba el triciclo al cuarto. Mi mamá no nos deja montar dentro de la casa, pero cuando no mira lo hacemos. Con una cuerda lo hemos atado muy fuerte a la cama, para que por la noche mientras dormimos, nadie nos lo robe.

Page 30: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ahora me voy a poner el vestido de “bluejean” cuando yo quiera... Luchito en el cuarto no se acuerda, es pequeña, no se acuerda… Ella no se acuer-da. Dayami nos cuida a todos siempre, dice mi mamá. Dayami es fuerte, su cuer-po nada contra las aguas, ella es la diosa de los ríos, su cuerpo nos lleva a Luchito y a mí como dos plumas en sus brazos. Mi mamá dice que otra persona se aho-garía, pero no Dayami. Dayami, es la más fuerte del mundo. El tira les dijo a los militares:- Dejen quietas las cosas de la criada.- Y Luchito dijo:- Ella no es una criada, es una “pompañera”.-

Pero nadie le hizo caso. Yo le dije, Luchito cremallera, Luchito punto en boca, cierra la cremallera… Son tiras. Hay tres clases de tiras, los tiras-tiras, que son malos. Pero mi mamá a veces también dice que no tienen la culpa y les manda un café caliente con mi tío Juan. Los tiras-tiras, visten como normales y se hacen pasar por normales, pero cuando ya llevan más de dos horas de normales enfrente de la puerta de la casa, ya todos sabemos que son tiras. Después están los tiras-po-licías, que son como los tiras pero con disfraz de policía. Y hacen lo mismo pero con más ruido. Y por último los tiras-militares, que son militares pero colaboran con los otros dos tipos de tiras. Y hoy vinieron todos. Me muero de hambre, no sé qué hora es; mi mamá nos dio un tetero por la mañana y después se fue al mer-cado grande. El mercado grande queda en la plaza de Las Lomas. Es un mercado lleno de colores, frutas y muchas cosas. Una vez se perdió Luchito y mi mamá y mi abuelita pusieron caras de fantasma casi por una hora hasta que apareció. Las caras de fantasma son blancas y mudas. Esta mañana, yo le dije: - Mamá, mamá ¿Puedo ponerme el vestido de “bluejean”?-

Mi mamá dijo que no, que no estaba terminado, lo dejó doblado en la máquina de coser y me sacó la piedra. Yo me quería poner el vestido; no me importa que no tenga la cremallera en la espalda ¿Es que tienen que tener siempre cremalle-ra? ¿Por qué tengo que hacer siempre lo que ella quiere? Siempre con lo mismo. Todo el día dando órdenes.

Tengo hambre. En casa de Ña Charito huele a sancocho. Mi abuelita está en la puerta de la tienda. Tengo frío con este vestido de “bluejean”; a lo mejor las

Page 31: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

cremalleras son para el frío. Hoy mi abuelita no me ha dicho “Venga a por su ponimaltica” o “Tome una chocolatina Hit”... No, hoy están esos en la casa, des-ordenando. A lo mejor nos toca dormir con mi abuelita. La última vez que desa-pareció mi mamá nos tocó dormir con mi abuelita. El tira ese del sombrero negro, me cae remal. Antes me dijo que si quería un chicle. Y a mí me gustan los chicles, pero no los tiras.

- Ya puedes hacer lo que quieras, ya no vas a tener mamá.-

Y me dio otro chicle. Han roto todo el cuarto. Mi abuelita no dice nada, ni a qué hora comemos, ni nada. Yo cogí el vestido de “bluejean” sin cremallera; a mí no me importa que no tenga cremallera. Luchito está en la puerta de la tienda, aga-rrada a las faldas de mi abuela. Yo prefiero jugar en la loma, sentarme en el pasto y cantar.

Mientras cojo flores, puedo ver todo lo que está pasando. El camión verde del que se bajaron todos esos militares, sigue parado en la puerta de la casa. Los mi-litares están parados por toda la calle y en algunos tejados. Mi mamá ya sube del mercado con Juan, sube despacio, está esperando otro bebito. Ha visto a todos los señores tiras que la esperan, y cuando llega a la puerta donde la espera el tira del sombrero negro, este la agarra del brazo y la mete en la casa.

Me gusta mucho el vestido de “bluejean”, si no tuviera tanta hambre ¿Cuando comeremos?

Mi abuelita sigue en la puerta con Luchito. Hace tanto sol aquí, me gusta la tierra mojada y enterrar mis manos, está frío y húmedo. Fuera de la tierra hace sol, me gusta el sol.

Ahora que mi mamá se va, puedo ir donde yo quiera. Comeré todos los días co-cacola. Meten a mi mamá con un pañuelo negro en la cabeza en el camión. El camión se va, no sé qué hora es ¿Qué hora será? Tengo hambre. Voy a preguntarle a mi abuelita a qué hora comemos.

Page 32: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Dayami es una amiga de mi mamá que ha venido a vivir con nosotros. Tie-ne un hermano y un amigo en la finca. A mi mamá no le gusta llamar a la finca por el nombre que tiene, pues dice que si dijera todo el tiempo que mi papá está en la cárcel, se pondría muy triste. Ella prefiere decir que está en la finca, como si es-tuviera de vacaciones. En la finca tenemos a mi papá y a otros compañeros suyos del sindicato. Mi mamá dice que desde que hicieron el sindicato no han parado los problemas, pero también dice que los sindicatos son muy importantes porque velan por los derechos de los trabajadores y sus familias. Y que la gente no en-tiende que los militares meten en la finca a cualquiera que le lleve la contraria al gobierno. Mi mamá y mi papá trabajaban en una fábrica que hacía pantalones de “bluejean”. Se conocieron porque unas monjitas daban clases nocturnas para que gente grande que no sabe aprenda a leer y mi mamá trabajaba ahí como maestra en sus ratos libres. Mi papá también colaboraba con otras tareas del grupo de las monjitas. Al principio se caían remal. Los dos tienen un carácter de los mil de-monios, aunque a mi papá no se le nota, porque es más callado y nunca levanta la voz, pero el carácter lo tiene. Mi mamá dice todo y hace ruido, no grita, ni mucho menos, pero es contundente. Así que un roto para un descosido, dice mi tía Zoe cuando nos lo cuenta.

Cuando montaron el sindicato en la fábrica los despidieron, porque no querían gente “subversiva”. Quieren gente con la cremallera cerrada y la cabeza aga-chada, nos cuenta Dayami. Así que con muchos otros compañeros decidieron montar la cooperativa Chaquetin. Una mini tienda, mini fábrica de chaquetas de cuero, al lado de la Plaza de Simón Bolívar. A nosotras nos encanta. La buseta del colegio nuevo nos deja en la esquina de la plaza. Cuando llegamos mi mamá nos invita a una ensalada de frutas y después podemos dormir en el piso de arriba sobre las cajas de retales, debajo de las mesas donde hacen los patrones. A veces ahí nos encontramos con Newton & Maya, los hijos de Rubén, el mejor amigo de mi papá. Rubén también está guardado en la finca. Su mamá se llama Euridice y también es maestra. Mi mamá los miércoles nos lleva a todos al cine y nos deja elegir la película. Siempre elegimos la misma de Pedrito Fernandez: “La mochila azul”. Ella nos pregunta cuál película queremos ver, va diciendo títulos y los cua-tro levantamos la mano. Pero solo hasta que dice la que nos gusta, no levantamos ni un dedo. Hace una semana ya que se llevaron a mi mamá. Dayami dice que estará bien, porque como espera un bebito no le harán nada. Hoy vinieron unos compañeros

Page 33: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

amigos de mi mamá y Dayami. Tomaron aguapanela y tinto que les sirvió mi abuelita. Le han dicho a Dayami que nos tendremos que ir unos días de la ciudad de vacaciones. Dayami es muy valiente y ha dicho que ella se encargaría de todo, que no se preocuparan, que ella nos protege a nosotras y a nuestra abuela.

Dayami sin duda es la mejor, tiene un pelo negro que le llega hasta la cintura, se hace una trenza larga y gorda como la cola de un caballo. Su pelo le brilla tanto como sus ojos y sus cejas. Cuando habla con los adultos es seria y habla poco. Cuando se queda a solas con nosotras, nos cuenta miles de leyendas indígenas. Ella es de una comunidad del Amazonas, cerca de la ciudad de Leticia. Nos can-ta canciones, mientras nos destrenza el pelo y nos lo cepilla. Nunca nos regaña, siempre nos escucha y nosotras la seguimos como a Bachué, la diosa serpiente que salió de las aguas y es la madre de todos.

Mi mamá dice que nosotras somos mestizas, mi abuelita Flora y mi abuelito León, descienden de familia indígena. Mi abuelita Guadalupe de familia criolla. Dayami dice que las personas somos como los animales. Dice que los perros por ejemplo, cuanto más chandosos, más fuertes son, más resistentes a las enferme-dades y con más carácter. Porque todos sus abuelos perros fueron unos supervi-vientes y ese instinto lo heredaron. Por eso mi perro Bandido me defendió como buen heredero de un largo linaje de perros chandosos y supervivientes que se las saben todas. Nos encanta ser mestizas, supervivientes y aprenderemos a sabér-noslas todas para que ningún tira ni nadie nos haga nunca daño.

Page 34: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ha nacido mi hermanita Tristana. Luchito le dice en su lengua de trapo Tis-tana, y así es como la llamamos todos. Nació cuando mi mamá estaba detenida y estuvo en la finca con ella. Ya por fin las dejaron libres.

Tan chiquita y Tista ya es muy famosa. Ha salido en todos los noticieros; toda la familia y los amigos de mis papás no hablan de otra cosa. Mis tíos Emir y Nicolas que son los hermanos mayores de mi mamá, han venido a conocerla, le han traído muchos regalos, pero lo que más aprecia mi mamá son los pañales desechables, porque no hay tiempo para lavar tanto trapo a mano. Ellos nos llaman todos los días cuando mi mamá no está y hablan con nosotras. Les confirmamos que con el sancocho de la abuelita Flora no hay quien pase hambre.Que nos encontramos de maravilla y nos vamos corriendo. No nos gusta hablar por teléfono cuando hay tantas cosas a las que jugar.

La primera vez que la vimos, estaba en brazos de mi mamá en la televisión. Es una bebé muy pequeña y muy negra. Bueno no es tan negra como el señor farma-céutico que es tan tan negro, que es azul. Pero es mucho más negra que Luchito y yo. Me gusta tener una hermana negra, mi mamá la llama “mi negrita” y le canta la canción de duerme duerme negrita, que originalmente es para un negrito, pero cuando mi mamá nos la canta, dice negrita. Incluso cuando nos la canta a nosotras que no somos negritas, sino desteñidas, pero no nos importa, porque nos encanta que nos la cante. Cuando mi mamá no está queremos que nos canten la canción de duerme negrita, pero ni mis tíos, ni mi abuelita se la saben y nosotras no nos acordamos bien de la letra.

Mi mamá dice que tenemos que cuidar mucho a Tistana, pues ha nacido asustada y parece que es verdad. Porque cada vez que ve mucho movimiento en la casa o un ruido estridente, Tistana se pone en huelga, como dice mi mamá y deja de respirar. En esos momentos dice mi mamá que tenemos que gritarle: “Tistana, respira, respira, respira” y abrir todas las ventanas de la casa, aunque haga frío o llueva. Y que si Tistana se pone un poco terca y sigue sin respirar y se empieza a poner morada, mi mamá ha dicho que un grande o yo, le demos una bofetada, que es lo que ha dicho un amigo médico que tenemos que hacer para que reaccione.

Anoche se asustó tanto que se puso morada morada y mi mamá le dio su remedio, después del “splash” de la cacheteada empezó a llorar y respirar. Y todos la

Page 35: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

besamos y le pedimos que no haga más huelga. Pero como todavía no nos en-tiende muy bien, no sé que tanto nos haga caso. Es muy chiquita y ya se le ve el genio y lo terca. Mi mamá dice que hay que quitarle la afición que ha cogido a las huelgas, que si no, en una de esas se nos muere.

Page 36: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá va enfundada en su ruana negra, sus bluejeans negros, un som-brero de campesino del que le cae su trenza negra por la espalda. No consigo ver-le la cara; es de noche. Va caminando sola por la calle; es un barrio de casas altas subiendo a El Salitre, se para, mira al reloj, un coche para a su lado. El conductor se baja y se va a la parte de atrás, abre el maletero y mi mamá se acuesta rápido dentro. El coche arranca calle abajo hasta la zona textil industrial. Yo lo sigo por el cielo en una de las escobas de mi abuelita Flora. Al llegar a una esquina, un coche rojo enciende dos veces las luces. Los dos coches paran, mi mamá se baja del maletero de uno y se mete en el maletero del otro. Este coche sigue hacia el sur. Una vez sale de la ciudad por la carretera de Villa de Leyva, en un desvío se para y un jeep verde sale de detrás de los árboles. Lo conduce Santino, un amigo de mis papás, mi mamá sale otra vez del maletero y se acuesta en el suelo del jeep bajo una cobija. Tengo mucha suerte, pues pocas mamás saben jugar tan bien al escondite como la mía. Estoy escuchando a lo lejos unas gallinas y que Dayami me está reclamando para desayunar.

Page 37: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Dayami nos ha traído de paseo a casa de Doña Julia, es una casa chiquita, de cuatro cuartos en mitad de la montaña muy cerca de un río. Llegamos ayer por la tarde, no hay televisión, ni radio, ni teléfono… Cuando le preguntamos a Dayami qué podríamos hacer, ella dijo que jugaríamos al escondite, a rayuela, nadaríamos y nos contaría historias. Nos hizo un columpio con una cuerda y una tabla colgando de una rama del árbol que está enfrente de la casa. Ahí nos estu-vimos columpiando y trepando como monos toda la tarde hasta entrada la noche. Luchito se ha inventado muchas formas diferentes de montar en columpio: de pie, a la pata coja, colgando cabeza abajo, sentada y agarrada con una mano, con las dos manos sueltas, cantando canciones, gritando: “Racula” y haciendo manos de susto… Doña Julia nos miraba y se reía con Dayami desde las dos sillas en las que se sentaron en la puerta.

Esta madrugada oímos como un coche paraba al lado de la casa y la voz de mi mamá. Dayami nos había dicho que llegaría, pero que teníamos que esperar has-ta que ella descansara para irla a saludar. En la mañana desayunando le hemos preguntado cuándo podríamos saludarla y nos dijo que después del almuerzo, cuando despertara que había viajado toda la noche y tenía que recuperar energías.

- ¿Y Tistana?- Le pregunta Luchito con los ojos muy abiertos y un bigote enorme de leche alrededor de toda la boca.

- Tistana duerme pegada a la teta de tu mamá, bajo su ruana. Las dos tienen que descansar. Y ustedes; ¿Por qué no se alistan? Y vamos un rato a nadar al río.- Na-dar, río… son dos palabras maravillosas. Nos íbamos a poner a gritar cuando Da-yami se ha puesto dos dedos delante de los labios con esa mirada suya y hemos empezado a hacer gritos sin sonido y movimientos con ambas manos como nos ha enseñado a hacer muchas veces..

De camino al río, Dayami nos ha dicho que nos teníamos que ganar los regalos que nos había traído mi mamá. Nos ha echado carreras, hemos cogido leña para el fuego y ya en una zona del río que Doña Julia dijo que era la menos peligro-sa. Dayami se ha metido con las dos a nadar, nos lleva agarradas a su espalda y nos pide que pataleemos; nosotras movemos la patas por hacerle caso y porque el agua está muy fría. Dayami nada contra corriente y no tiene miedo de nada. Doña Julia dice que ningún cristiano de la zona se atreve a meterse en el agua en la época de lluvias, menos cuando baja el río enfurecido. Mira a Dayami como

Page 38: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

a una diosa mientras le dice:- Muchacha, usté si es muy recia, vea pues. Tiene mucha fuerza para que el río no le gane y cargando y todo con las chinitas.- - Doña Julia, una tiene que ser recia, que para boberías no hay tiempo.- Le respon-de Dayami con esa carcajada tan suya y nosotras nos reímos con ella. Para noso-tras ni Superman, ni MazingerZeta, ni nadie, nuestra verdadera y única heroína es Dayami, la más fuerte y valiente del mundo. Nuestra protectora.

Cuando llegamos a la casa, mi mamá está en la puerta con Tistana, que está senta-da en el suelo jugando con la tierra. Cuando nos ve se levanta y nosotras corremos a abrazarla. Ella se agacha para que la podamos abrazar mejor. Después besamos a Tistana y Luchito se sienta a jugar con ella en la tierra, cuando Tistana come tie-rra… Luchito la mira y hace lo mismo. Como no le gusta como sabe, a la siguiente vez que Tistana intenta volver a comer tierra, le da una palmada en la mano:- No, Tistana, eso sabe feo.-Tistana arranca a llorar y mi mamá le pregunta a Luchito porque está llorando y tienen la cara llena de tierra. Después de la explicación, le pide que vaya a por un balde de agua y les limpia la cara a las dos. Nos pide que ayudemos a preparar la comida a Doña Julia, mientras saca los regalos que nos trajo para dárnoslos des-pués de comer.

Mi mamá ha sacado un morral muy grande y ha dicho que el regalo de Luchito lo había cosido entero para ella, menos la cabeza, las manos y los zapatos, que los había comprado. Y que mi regalo, me lo mandaba Ivanna. Cuando ha sacado el “Tataso”, que es como le dice Luchito a los payasos, ella se ha puesto a gritar sin sonido, como una loca, moviendo los brazos como avión por toda la casa. Daya-mi ha soltado la carcajada y le ha dicho: - Ya no hay nadie durmiendo, puedes hacer ruido Lucha.-- Un Tataso, un tataso, un tataso … tan alto como mi mamá, tengo un tataso tan alto como mi mamá.-

Mientras Luchito gritaba, mi mamá ha sacado un oso blanco con una camiseta que pone “I Love You” del tamaño de Tistana. Tiene las orejas azules y unos ojos muy grandes. Cuando me lo da, lo abrazo y ya no quiero volver a soltarlo nunca más. Miro a Dayami que nos mira sonriendo y le pregunto a mi mamá:- ¿Y a Dayami no le trajiste regalo?.-

Mi mamá dice que no con la cabeza, mientras le pica el ojo a Dayami y las dos sueltan la carcajada. Yo por si acaso le voy a pintar un retrato de ella en traje de baño porque los superhéroes siempre van en trajes de baño.

Page 39: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá está un poco enferma. Dice que le duele todo el cuerpo; lleva unos días sin poderse mover de la cama. Dayami no está porque se fue a visitar a su familia. Por eso ahora yo me tengo que encargar de todo, pues mi abuelita está en la tienda y si a mi mamá se le ofrece algo, como un café o comida, tengo que bajar un piso y pedírsela en la tienda. También tengo que mantener a raya a Luchito para que no haga de las suyas, y vigilar que Tistana no se ponga en huel-ga, justo cuando mi mamá está durmiendo. Esto de ser la hermana mayor es muy aburrido, sobre todo porque a veces mi mamá me pide que baje a la tienda cuando yo estoy concentrada con mis cosas, y eso me molesta muchísimo.

Ahora tengo cuatro puntos en la nariz, porque hoy mi mamá me pidió un cafecito cuando yo estaba jugando a los disfraces con Luchito. Tenía puestos unos tacones suyos y al ir por el café, bajé las escaleras volando. Pero no me acuerdo de nada más, porque me duele mucho la cabeza.

Mientras que esperamos que nos devuelvan a mi tío Andrés, mi mamá me ha contado el resto. Llené toda la escalera de sangre y me llevaron corriendo a la farmacia. Cuando mi mamá le pidió al farmacéutico que revisara si se me había incrustado algo dentro de la nariz, él intento revisar con unas pinzas, con tan mala suerte que se le quedaron dentro. Mi mamá, que era la única que mantenía la san-gre fría, no se puso a madrearlo, si no que ahí mismo cogió un taxi al hospital. Me han sacado las pinzas, me han dado puntos; estoy bien. Pero como no tenemos dinero, mi tío Andrés paga con su sangre el recibo.

Cuando por fin sale mi tío Andrés, mi mamá lo invita a desayunar una ensalada de frutas y un sándwich, no vaya a ser que se desmaye de camino a la casa.

Page 40: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi profesora en “La Normal” se llama Elvira y es muy simpática, pero ahora yo no tengo muchas ganas de hacer amigos, prefiero leer y ver que anda haciendo Luchito. Algunos días tengo “accidentes” y aunque no me regañan, sé que con seis años ya no puedes tener este tipo de “accidentes”. Dayami viene corriendo en buseta con un uniforme limpio y planchado. Y me trae mi tetero de guayaba. Al principio los otros niños se reían de mí, pero la profesora los regañó. Ahora solo me miran y hablan al oído.

Dayami aparece por la puerta y yo siento que veo un arco iris. Es muy incómodo estar con toda la ropa mojada, pero ni modos, no sé en qué momento se me esca-pó el chorrito. No sé en lo que estaba pensando, había vuelto al río con Dayami y Luchito, solo que ahora nosotras ya podíamos nadar solas. Cuando he escuchado unas risitas, he vuelto a la realidad y ahí estaba el charquito de casi todos los días.

Dayami me lleva a un baño que solo usan los maestros, me ayuda a cambiarme y después en un sitio donde nadie nos ve, deja que me acurruque en sus piernas y me tome el tetero. Sé que soy muy vieja también para tomar teteros, pero mi mamá siempre dice que es la mejor forma de no mancharse la ropa. Dayami me acaricia el pelo y me pregunta:- ¿Pero por qué le paso otra vez, chinita?.-Yo me encojo de hombros y tengo ganas de llorar, pero me aguanto y me tomo el tetero más rápido. Queda muy poco para que suene el timbre del recreo y se termine mi momento de felicidad. Cuando suena, me pongo rápido de pie para que nadie me vea tomando tetero en las rodillas de mi “niñera”.

Page 41: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En el colegio, mi mejor amiga se llama Alba, tiene los ojos negros y el pelo crespo. Es muy tímida y buena gente. Jugamos juntas a saltar a la cuerda y nos tiramos por el rodadero. Ella siempre más juiciosa, se preocupa de no mancharse y mira mal a Luchito cuando dice groserías. Pero luego le da caramelos, así que ya se la tiene ganada, porque es muy fácil ganarse con dulces a mi hermana.

Hoy con mi clase fuimos a ver Pinocho en el cine. Como mi abuelita Lola trabaja en el colegio, ya le explico a mis maestras que Luchito se iba a empeñar en ir conmigo a todas partes y que era mejor dejar que estuviéramos juntas, no fuera a ser que se le ocurriera escaparse o cualquier travesura peor. Así que en el cine tengo a mi izquierda a Luchito comiéndose una colombina con las manos llenas de caramelo, y a mi derecha a Alba, que la oscuridad le da un poco de miedo. A mi también me da mucho miedo cuando Pinocho se convierte en burro o cuando se lo traga la ballena, pero tengo que estar concentrada para no tener ningún “ac-cidente”, porque Dayami no está y quiero terminar la película.

Gepeto, el papá humano de Pinocho, lo llama desde su barca y tengo miedo, porque yo creo que la ballena se lo quiere comer. Y dicho y hecho, se lo comió. En ese instante Luchito me agarra el brazo con todas sus fuerzas y me llena de caramelo. Alba se agarra al otro y se tapa los ojos mientras esconde la cabeza. En ese momento, escuchamos la voz de la profesora que nos dice:- Niñas, tranquilas, es solo una película y además si recuerdan que leímos esta historia en clase, todo termina bien.- Es cierto, le sonrío a Luchito y Alba, me zafo de las dos y me concentro en termi-nar de ver la película. Las dos se concentran y cuando salimos del cine, mi mamá nos está esperando con Tistana y mi tío Andrés. Nos vamos todos a merendar ensalada de frutas mientras llega la mamá de Alba a recogerla.

Page 42: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ahora que tenemos a Tistana, ya podemos jugar a muchas más cosas, por ejemplo a indios y vaqueros. Le ponemos a Tistana un sombrero de vaquero y la atamos a una de las patas de la cama, mientras Luchito y yo hacemos el baile de la lluvia a su alrededor, mientras le cantamos que le cortaremos la cabellera. Es cierto que Tistana solo tiene cinco cachumbos, pero igual se los cortamos. Hoy cuando mi mamá volvió de la cocina nos quitó las tijeras de la mano; ya le había-mos cortado el cachumbo más grande de arriba. - Niñas endiabladas, qué le están haciendo a la bebé.-Tistana suelta la carcajada y mi mamá nos mira a las tres, sonríe y nos dice más tranquila: - A las bebés no se les puede tocar esta parte de la cabeza, porque por ahí respiran. ¿Entienden? No vuelvan a cortarle el pelo, ni a tocarle la cabeza a su hermana.-

Nos hemos quedado pensando por qué las bebes respiran por la cabeza. Nosotras no sabemos mucho de bebés, porque a mi mamá no le gusta que juguemos con muñecas. Mis primas y tías deben de saber cómo es eso de los bebés y que respi-ren por la cabeza.

Al día siguiente en la escuela le preguntó a Alba:- ¿Tú sabías que las bebés respiran por la cabeza?-- Sí, mi hermanito además, como tiene cabeza pepino, mi mamá dice que tardará mucho en dejar de respirar por la cabeza.- Me responde Alba, mientras me cuenta que los huesos de la cabeza de los bebés no están cerrados como los de los niños, sino que tienen una pequeña grieta que la piel fina de la cabeza protege, porque es muy delicada. - ¿Y cómo sabes tanto?- Le pregunto sorprendida.- Porque mi mamá es médica y me lo ha contado todo con detalles y dibujos.-- ¿Y tú tienes muchas muñecas?- Le pregunto por si eso le ha servido para saber más cosas de bebés, como dice mi tía Hortensia.- No, solo tengo una de trapo, que duerme todo el día encima de mi almohada y me la cosió mi abuelita. Prefiero mis libros de estrellas.-- ¿Tienes libros de estrellas?.- Mis ojos no pueden estar más abiertos.- Sí, claro. Son muy bonitos y te dicen el nombre de cada estrella y a cuántos años luz están.- Dice Alba, hablando como si fuera una profesora.

Page 43: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

-¿Años luz?.- Le pregunto entusiasmada, quiero saberlo todo de las estrellas- Los años luz son una medida que te indica la longitud que recorre la luz en un año.-

Le he dicho a Alba que quiero que me cuente todo lo que sepa de las estrellas, porque la única que me hablaba de estrellas era Dayami. Y ya hace mucho que se fue a visitar a su familia y todavía no ha vuelto. Le he prometido a Alba que si ella me cuenta todo lo de las estrellas, yo le pido a mi mamá que le cosa un disfraz de india, para que juegue con nosotras y también aprenda a atar a su hermanito y cortarle la cabellera (con cuidado), en su casa.

Page 44: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

A mí papá primero lo tuvieron en La Modelo y después lo llevaron al pa-bellón de presos políticos de La Picota. En total en ese pabellón hay más de dos-cientos presos por sus ideas. Mi mamá, desde que estuvo detenida, va de reunión en reunión. Dice que es muy importante contactar a los familiares con abogados amigos. A veces las reuniones las hacen en la casa. Nos sorprende cuando afirma rotunda: - La información es poder.- Dice que nosotras hemos tenido suerte, que gracias a Tistana, nuestro angelito negro, ella está en libertad. Y por eso quiere ayudar a otras personas que no han tenido tanta suerte como nosotras. La gente lo pasa muy mal en la cárcel. En algunas reuniones, cuando mi mamá habla con compañeros pensando que estamos dormidas, les cuenta llorando que a mi papá lo “torturan” todos los días, que es algo así como pegar, pero con la diferencia de que la persona está atada y no se puede defender. Si supiera quién le pega a mi papá, le tiraría una piedra, como al abusivo del colegio. Pero mi mamá se pondría hecha una fiera, y además sería peligroso, porque los militares tienen metralletas. Mi mamá ya no le manda cafés al tira de la puerta de la casa, ni al de la esquina, ni al otro a la vuelta...es que hay tiras por todo el barrio. Aparte que no tenemos café para tanta gente, y si además le pegan a mi papá, pues ni se lo merecen.

Cuando Salvador viene a la casa le pregunto si se van a llevar otra vez a mi mamá. Él me dice que es difícil, porque la conoce mucha gente y ya ha salido en televisión muchas veces. Que eso en cierta forma la protege, porque si la detu-vieran sería un escándalo. Mi mamá aprovecha eso para ir a en la cabeza de las manifestaciones pidiendo que dejen libres a otros papás, mamás, tíos y primos de alguien… que no se puede tener a alguien detenido solo porque piense diferente.

Todos nuestros amigos que no están en la cárcel nos acompañan en esas manifes-taciones. Algunos cargan a Tistana en brazos, que cada vez que ve a un señor le dice “papá”, porque ya aprendió a hablar. A todos los señores que nos cruzamos, y se da cuenta que son amigos, les dice lo mismo y les tira los brazos. Así Tistana va de brazos en brazos. Y bueno, pues mejor, porque todavía no puede caminar y mi mamá todavía no está muy fuerte.

Cada dos domingos podemos ir con mi mamá a visitar a mi papá. También vienen mis tías y mi abuelita Flora. Esos domingos nos levantamos casi más temprano que para ir a la escuela, mi mamá nos baña muy bien y nos arregla mucho para

Page 45: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

que estemos bonitas.

La Picota es un edificio alto y feo. Cuando llegamos hace un día muy bonito con mucho sol. Vamos en la parte de atrás de una camioneta roja. Para poder entrar tenemos que pasar varias puertas de hierro. En cada puerta con cara de pocos amigos, están parados los señores vestidos de verde. Cuando pasamos nos miran de arriba a abajo.

En el primer edificio de ladrillos rojos tienen encerradas a las presas. Por sus ventanas las mujeres sacan sus pañuelos de colores y nos gritan cosas que por el viento no entendemos. Algunas lloran. Cuando le preguntamos a mi mamá, ella dice que es porque seguramente sus familias viven muy lejos y no tienen plata para irlas a visitar. Debe de ser muy duro que a uno no pueda salir y a uno no lo puedan ir a visitar.

Tres edificios más de ladrillos blancos como una colmena de ventanas; es donde están encerrados los presos. Cada colmena tiene un patio interno. El patio más grande es para los ladrones. Y otro patio pequeño es para los señores como mi papá, que no son ladrones, pero que piensan diferente al gobierno y por eso los tienen castigados.

Mi mamá va andando con los otros familiares de presos políticos. En la camione-ta roja solo vamos todos los niños, muy arreglados y bonitos para saludar a nues-tros papás. Mi tía Hortensia es la única que está con nosotros y lleva en brazos a Tistana. Luchito está sentada a su lado, porque es su tía favorita. Como siempre mi tía va muy chusca con su pelo corto pintado de rojo y un vestido verde de flo-res rosadas, precioso.

Cuando nos bajan de la camioneta entramos a los controles de la cárcel. Para las mujeres y niños, los controles los hacen mujeres policías. Tenemos que pasar de una en una; nos hacen quitarnos toda la ropa y te preguntan si tienes algo escon-dido ahí abajo. No entiendo qué podría esconder debajo de los calzones. Mi tía Hortensia ha salido de la inspección, llorando y despeinada. Le he preguntado, dándole la mano:-Tía ¿ A ti también te han preguntado si tenías algo escondido en los calzones?.-No ha dicho nada, pero se ha puesto a llorar sin parar. Mi mamá la ha consentido y le ha pedido que diera ejemplo, que estábamos nosotras delante. Aunque por lo verdes que tenía los ojos se notaba que estaba muerta de la piedra porque alguien hubiera hecho llorar a nuestra tía Hortensia.

Cuando hemos llegado al cuarto de mi papá, nos ha invitado a sentarnos en su cama. Ha mirado muchísimo a Tistana por todas partes, pues es la primera vez que la veía. Yo he aprovechado para aclararle a Tistana:- Tistana, este sí es tu papá, los otros señores no son tus papás.-

Page 46: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá le ha explicado que a todos los señores que Tistana ve con barba o bi-gote les dice papá. Mi papá se ha reído, y tomando en brazos a Tistana, hemos salido al patio. Todos los papás presos han preparado muchas actividades para que pasemos el día divertidos: hemos jugado, cantado, pintado... Después de co-mer todos juntos han empezado las actuaciones. Mi papá y Ruben han empezado a tocar canciones para todos. Como saben que mucha gente no se sabe la letra, han repartido unos cancioneros. De todas las canciones que cantamos esa tarde, mi favorita es:“ .... Gracias a la vida que me ha dado tantome ha dado la marcha de mis pies cansados: con ellos anduve ciudades y charcos,playas y desiertos, montañas y llanosy la casa tuya, tu calle y tu patio…”

Cae la tarde cuando nuestra camioneta roja traspasa todos los umbrales y va ca-mino de Bogotá. Oímos muchas sirenas y el conductor sintoniza la radio. Dicen que uno de los papás del pabellón de presos políticos se ha escapado. El conduc-tor sonríe levemente mientras pisa el acelerador para dejarnos cuanto antes en la Plaza de Simón Bolívar. Al llegar, nuestras mamás ya nos están esperando, y cada familia coge para su casa.

Page 47: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá, cuando llega del trabajo y está de buen humor, le gusta jugar “guache” con nosotras, se pone en el suelo a cuatro patas y mi hermana Luchito se sube a su grupa y empieza a gritar: “Arre, Arre”, que es como se le dice a los caballos para que galopen. Mi mamá relincha y nos hace cosquillas. No sucede todos los días porque a veces llega agotada. En esos días nos pide que le leamos un cuento después de preguntarnos: - ¿Se portaron bien hoy?-

Hoy nos pasó una cosa muy rara. Le estamos enseñando a Marcela y a Tistana, que son de la misma edad, a hacer sus necesidades en la bacinilla. Se llevan unos pocos meses, ya tienen más de un año en este planeta y tienen que aprender. Así que cuando piden, nosotras las sentamos a las dos y nos sentamos enfrente a vi-gilar que todo vaya bien.

Pero hoy, cuando Marcela se halevantado de la bacinilla, nos hemos puesto las cuatro a gritar: “Serpiente, Serpiente, serpiente” ,y hemos salido corriendo del cuarto cerrando la puerta. Y nuestro tío Andrés, que es el papá de Marcela, ha salido de su taller preocupado:- ¿Qué pasa, chinitas?.-Las cuatro abrazadas le mirábamos, hasta que Luchito ha dicho:- ¡Hay una serpiente en la bacinilla de Marce!.-Nuestro tío Andrés, que es muy valiente, nos ha pedido que lo lleváramos a ver y al llegar al cuarto nos hemos quedado todas en la puerta. Él se ha acercado a ver la bacinilla y ha soltado la carcajada:- Marce, has comido muchos dulces y tienes lombrices. Niñas, no es una serpien-te, es una lombriz. Si comen muchos dulces les saldrán muchas de éstas dentro del estómago también a ustedes.-

Nos hemos quedado sin habla. Luchito le ha devuelto a la abuelita Flora todos los chicles y caramelos que había tomados prestados para el día de hoy. La abuelita le ha tomado la fiebre y solo cuando ha hablado con mi mamá y el tío Andrés durante la comida se ha dado cuenta de la situación. Los tres se han estado riendo de lo lindo de nosotras y nuestro recién adquirido pánico a las lombrices.

Page 48: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi abuelita Guadalupe fue maestra y fundó un colegio en Guachantivá, el pueblito de donde es mi mamá. Mi mamá heredó de la abuelita su carácter y también su pasión por la educación. Mi abuelita Lola, la segunda mujer de mi abuelito León, se hizo maestra cuando dejó de ser monja y se casó con mi abue-lito. Ya hacía rato que mi abuelita Guadalupe estaba en el cielo de las abuelitas cuando se conocieron.

Así que no es raro que me haya aprendido de memoria el poema de Rafael Pombo de las miles de veces que mi mamá me ha hecho repetírselo.

“La pobre viejecita” que viene a contar la historia de una abuelita muy quejicas, que no le falta de nada, pero todo lo que tiene no la hace feliz. Tantas veces lo he recitado que hasta Luchito dice todo el tiempo: - Pobre viejecita que no tenía nada que comer, nada más que hamburguesas, coca -cola, ponimalta y café.- Claro que Luchito ha cambiado un poco las comidas, por otras que a ella le gustan más.

Mi mamá es un hacha haciendo disfraces. Me ha construido unos anteojos con alambres, me ha cosido la falda, me ha hecho una peluca blanca con un gorro y cuatro madejas de lana. Mi abuelita Lola estaba muy contenta porque el disfraz quedó muy bien y no es comprado.

A mí ese poema no me gusta, me gusta más el de Rin Rin Renacuajo. Rin Rin es como nosotras, le gusta saltarse las normas. Mi mamá también se salta algunas normas, dice que si algunas normas no son justas para todo el mundo, hay que saltarlas o cambiarlas.

Pero la que se saltó todas las normas posibles esta vez fue Luchito. Cuando lla-maron en la entrega de premios a la niña que mejor había recitado “La pobre viejecita”: - Lucha Ruiz, primer premio.-Luchito subió y cogió el premio, cuando ni siquiera estaba disfrazada de pobre viejecita ni había recitado. Ella tampoco entiende muy bien que “Ruiz” no es nuestro apellido.

Mi abuelita Lola ha donado otro premio para la verdadera niña ganadora, porque no quería que Luchito montara un chispero delante de todo el colegio. Yo no sé como lo hace, tan chiquita y saliéndose siempre con la suya.

Page 49: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nos hemos venido a vivir una temporada con mi tía Hortensia. Mi mamá anda muy ocupada; mi tía dice que vendrá pronto. Tistana está con ella porque todavía tiene que tomar teta todo el tiempo. La casa de Kenedy es muy bonita y muy grande, ha pertenecido a nuestra familia durante muchos años. En la parte de abajo esta la entrada, la sala que da al patio, el lavadero de la ropa, la cocina, un baño y las escaleras que suben a nuestra habitación donde mi mamá mandó que llevaran nuestro camarote de madera. La cama de arriba es la mía y la de abajo de Luchito. Mi oso “I Love you” me cuida la cama mientras voy al colegio. Y el Ta-taso de Luchito duerme todo el día bajo las cobijas, hasta que ella llega corriendo del colegio y se lo lleva arrastrando a todos lados.

Mi parte favorita de la casa es la sala de la entrada, en los armarios encuentras ropa y zapatos que fueron de mi abuelita Guadalupe. Encontré un par de tacones rojos brillantes y me los puse enseguida. Al principio, me quedaban grandes, pero al caminar encogieron para quedarme como un guante. Mi tía Hortensia me ad-virtió que no tenía que tocar nada en la sala, y menos abrir los armarios. Dicen que la curiosidad mato al gato, pero como yo soy una niña, no me pasará nada. Al darme la vuelta para mirarme al espejo, todas las paredes han desapa-recido, ahora solo se ven lianas y enredaderas, el techo ha dado paso a un cielo encapotado que se ve más allá de las copas de los árboles. En la estantería, bajo la foto de mi abuelita Guadalupe, una pequeña orquesta de Chigüiros en miniatura se ha puesto a tocar un Vallenato. Me he pellizcado dos veces el brazo, para ver si estaba soñando, y me ha dolido, así que parece que todo es cierto. La casa de mis abuelitos en Kenedy es una selva y todos los animales se han puesto a bailar con-tentos. El señor tigre me ha invitado a bailar. Me da tanto susto, que lo he pisado como diez veces. A cada pisotón una disculpa, el señor tigre me sonríe con toda su dentadura y yo le sonrío por ser cortés. De la lámpara del techo que flota en el aire, diez monos titíes se la gozan, y entre carcajada y carcajada gritan: - Que se la coma, que se la coma.- Les diría algo si no estuviera concentrada en caerle bien al señor tigre, para no ser su próximo almuerzo. Una pantera negra baila con su amigo leopardo; noto la mirada ardiente de hambre de los dos en mi espalda y tengo la sensación de que no me podré saltar la siguiente comida. El abuelito León dice que los animales saben cuándo tienes miedo por tu olor. Controlo mis nervios y solo proyecto simpatia, aunque por dentro tenga miedo. Los animales huelen las emociones; por el olor conocen a los otros. Sonrío y sonrío sin parar. Bailo por toda la selva y el vestido que llevo puesto queda embarrado. Me voy a dormir con algún que otro despistado rasguño del señor tigre en los brazos.

Page 50: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde que estamos en la casa de mi tía Hortensia, nos pasamos las tardes después de la escuela jugando con nuestra prima Alicia. Lleva siempre unos pre-ciosos vestidos a juego con la tía. Pero Alicia es muy simpática, educada y lo más importante le gustan las aventuras como a la que más. Es hija única, así que mi tía cuida todos los detalles de cada momento de su vida, como que toda su habitación sea toda rosada. Luchito y yo odiamos el color rosado, nos parece un color para niñas tontas, pero mi prima Alicia no es nada tonta. Sabe correr mucho, monta en nuestro triciclo e intenta por todos los medios no mancharse para que mi tía Hor-tensia no se ponga furibunda. Nos encanta jugar a los piratas, ella es la princesa que secuestramos, porque como no se puede disfrazar como nosotras, es el papel que le queda y más le pega. Buscamos el tesoro escondido, los fantasmas que lo guardan y sus misterios. También le ponemos un sombrero de vaquera, y junto con Tistana, les cantamos la danza de la lluvia, aunque ya no les decimos lo de la cabellera, porque las dos están muy peinaditas y si nos escucha mi tía Hortensia, nos fusila con la mirada. Ahora que vivimos con nuestra tía hemos descubierto que todas las tias tienen un carácter de los mil demonios, como mi mamá, solo que de visita no lo muestran. Cuando estamos corriendo las tres por toda la casa, a veces mi tía Hortensia regaña a Alicia diciendo:- Alicia, tienes que comportarte como una señorita.- Y nos manda a ver televisión. Como no queremos dejar sola a Alicia, nos sen-tamos con Tistana, que todavía no sabe andar, a ver Mazinger Zeta. Cuando mi tía Hortensia se va al mercado, nos quedamos con mi tío Pele. En ese momento aprovechamos para hacer travesuras, porque él siempre está concentrado leyendo el periódico, aunque a veces levanta la mirada y nos sonríe. A él no le importa que nos tomemos la casa, ni que corramos, son cosas normales de niñas. Cuando llega mi tía de vuelta, hasta Alicia esta despeinada. Por la noche, antes de irnos a dormir, pasa a visitarnos nuestro tío Leo y nos cuen-ta las historias de “Rácula”, que en realidad se dice “Drácula”, pero así es como le dice Luchito. La ventana de nuestro cuarto da al corredor que da al patio y desde ahí nuestro tío Leo hace todos los efectos especiales de la historia: - Por esta ventana entrará Rácula por la noche y les chupará la sangre… -Con unos colmillos de plástico puestos, moviendo las manos y acercándose a nosotras, que gritamos y gritamos, pidiendo que no, que por favor nos deje vivir y no nos chupe la sangre. Llega mi tía Hortensia y lo regaña:

Page 51: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- No me ande asustando a las chinitas, que después no pueden dormir.- Las historias de Rácula de nuestro tío Leo son el mejor momento del día, pero lo cierto es que después nos morimos de miedo. Luchito se mete debajo de las co-bijas y abraza a su Tataso como si no hubiera nada más en el mundo. A veces me pide que duerma con ella, pero yo no me quiero mover ni medio centímentro de debajo de mis cobijas por si las moscas, no vaya a ser que Rácula esté ahí en ese momento y nos muerda. Me abrazo a mi oso y le pido que me cuide, que cuide a mis hermanas, a mi mamá y a mi papá allá en la finca. No sé si mi oso es tan fuerte para enfrentarse a los militares, pero en mi sueño mi oso es más alto que un edificio de de diez plantas y nos lleva a Luchito y a mí en cada hombro. Vamos a La Picota y de una patada tira todas las puertas, arranca los barrotes y les quita todas las metralletas a los militares y les dice que se porten bien. Todos los presos salen corriendo y sus familias los esperan en la puerta con ramos de flores.

Page 52: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando mi tía Hortensia tiene que hacer diligencias en el centro viene a cuidarnos Rogelia, que es una doña cascarrabias, despistada y además muy muy religiosa. Mi tío Pele dice que más que religiosa es de un grupo fanático y que es mejor ni sacarle el tema. Rogelia canta canciones de Dios mientras cocina y limpia la casa. Hoy estábamos pintando todas en la cocina en nuestros cuadernos, cuando la olla exprés ha empezado a pitar, y antes de que nos diéramos cuenta, todas las paredes, nosotras enteras y hasta nuestros cuadernos estaban llenos de mostaza. Luchito se había puesto todos sus sacos uno encima de otro, llevaba un total de siete sacos, y cuando la he metido en el lavadero de ropa para quitarle la mostaza, era imposible sacarle todos esos sacos mojados, así que he cogido unas tijeras y los he cortado todos. A Tistana le hemos limpiado la cara con un trapo mojado. Alicia se ha ido a bañar en su baño. Nosotras nos hemos quedado me-tidas en la pila de agua fría jugando a las ballenas. Rogelia ni se ha preocupado por nosotras porque no ha parado de limpiar toda la cocina. Hasta el techo estaba lleno de mostaza. Cuando han llegado mi mamá y mi tía han puesto el grito en el cielo:- ¿Pero aquí qué ha pasado?.- Mi mamá ya tiene los ojos cambiando de color. Mi tía, que no le cambian los ojos de color, pero gritando pregunta:-¿Y Alicia?.-- Se fue a su habitación, doña.- Responde Rogelia sin parar de limpiar. Mi mamá ha subido a revisar a Tistana. Antes nos pide que nos salgamos de esa pila y subamos a ponernos los pijamas. Le hacemos caso porque ya nos dejó de arder la piel bajo el chorro de agua fría. Por la noche han venido a visitarnos mi abuelito León y mi tío Leo. El abuelito nos ha estado contando cómo siembra sus hidrocultivos en la casa, cómo hace árboles frutales que den duraznos ácidos porque los injerta con ramas de limones. Yo le digo que quiero un árbol de esos para mí, porque me encanta el limón y el durazno. Él me promete que me lo va a plantar en su finca, y que cuando quiera lo puedo ir a visitar. Lo miro a los ojos para saber si es verdad, porque las navidades pasadas le había pedido un mono tití y me trajo una muñeca, cuando bien sabe que mi mamá no nos deja jugar con muñecas. Así que muy seria le digo:- Sí claro, como el mono tití, que todavía lo estoy esperando.- - Jajaja, es que Maria, los monos titis no son juguetes, y además en Bogotá hace mucho frío y el animalito se puede enfermar.- Me responde cambiando rápido de tema. Eso no lo había pensado, pero en la finca hace calor y hay árboles, así que le respondo: - Pues que viva en la finca en mi árbol de duraznos limoneros y lo iremos a visitar.- Porque la finca está en tierra caliente.

Page 53: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Luchito sigue toda la conversación súper concentrada mientras se toma su tetero. Hoy está agotada y casi se está quedando dormida cuando mi mamá grita desde el piso de arriba:- No dejen que se duerman todavía, que las tengo que revisar y dar una pomada.-

Mi tío Leo aprovecha para ponerse de pie y mover los brazos a lado, y lado, y Luchito se pone a su lado corriendo y grita: - Rácula, Rácula, Rácula.-

Mientras mi mamá nos revisa las quemaduras y nos aplica concha de nácar por cara, brazos y piernas, mi tío Leo nos cuenta la historia de cuando Rácula se ena-moró de una muchacha en sueños y recorrió siete mares dormido en su ataúd has-ta encontrar la ciudad donde vivía. Pero cuando la encontró, ella estaba prometida y se iba a casar. Como él la quería mucho, ni le chupo la sangre ni nada, y le pidió que lo aceptará como padrino de boda.

Esta nueva historia de Rácula no nos ha gustado tanto, pero como el tío Leo estaba tan entusiasmado hemos aplaudido igual, hasta mi tía Hortensia lo ha felicitado, pero claro, es que ella es una romántica. Nosotras esperábamos que por lo menos le hubiera pinchado un dedo, alguito de sangre… Pobre Rácula: con el corazón roto y muerto de hambre.

A la mañana siguiente Rogelia no ha venido a trabajar. Cuando le hemos pregun-tado a mi mamá porqué, nos ha dicho que su niña estaba enferma y que tenía que cuidarla.

Page 54: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Rogelia reza al lado de su niña que suda fiebre. Rogelia le pide al señor que la cure. El hermano Martín le ha dicho que se hará la voluntad del Señor. Rogelia llora y reza, el hermano Martín ha dicho que le ponga la Biblia en la cabeza y eso le quitará la fiebre. Rogelia abre la Biblia y se la pone en la cabeza a la niña. La doña de la casa en la que trabaja le ha dicho que lleve la niña al hospital a que la vea un médico. Pero el hermano Martín le ha dicho que los médicos tuercen los designios del Señor. Ella solo le hace caso al hermano Martín. Su niña apenas tiene dos años y no para de llorar; a su lado su vecina reza con ella. Las dos muje-res están más de dos días rezando. La niña dejó de llorar por la noche, cuando el Señor mandó un ángel rubio a buscarla y se la llevó cargada en los hombros por la ventana. Rogelia está muy contenta porque su hija vive ahora en un sitio donde no pasará dolores, trabajos ni tristezas. Ya no va a volver a trabajar en la casa de la doña; la doña no entiende los designios del todopoderoso, la doña será castigada. El padre Martín le ha conseguido otra casa donde trabajar, de gente de bien, gente piadosa como ella. Una vez termine el funeral de su niña se irá a vivir con ellos.

Page 55: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy estuve paseando con Salvador, un amigo de mis papás que es cura. Hemos estado hablando sobre la vida de Jesucristo. Me ha contado su vida, cómo se preocupaba por los pobres y era perseguido por los romanos al igual que papá, mamá y otros compañeros que son perseguidos por los militares. También a Jesu-cristo lo detuvieron, lo torturaron y al final lo ejecutaron en una cruz.

Hemos caminado por toda la Séptima hasta llegar a mi cafetería favorita, al lado del trabajo de mi mamá. Nos encanta porque hacen ensaladas de frutas con un de-licioso jugo de naranja recién exprimido. Como es un día especial, Salvador me invita a la ensalada especial que incluye una bola de helado de limón. Mientras nos sirven me sigue contando:- Siempre han existido hombres buenos que son incomprendidos por su tiempo. El poder siempre está en manos de personas con pocos escrúpulos que suelen ser casi siempre ricas y no quieren compartir con nadie sus riquezas. No piensan en el prójimo y en su sufrimiento.-- ¿Y cuántos siglos han pasado para que siga todo igual?.- Le digo desafiante. Él, que siempre nos tiene mucha paciencia, sonríe diciendo:- Sí María, han pasado muchos siglos, muchas guerras y las que quedan. Pero sí hay muchas cosas que han mejorado: por ejemplo antes, en todos los países del mundo los niños trabajaban y la gente no vivía más de treinta años.-- Mi papá dice que hay niños que hacen ladrillos de tierra desde que tienen tres años.- vuelvo a contestarle.- Sí, es cierto, pero ya quedan menos y muchas personas estamos en contra del trabajo infantil.- Me responde. - ¿Jesucristo también estaba en contra del trabajo infantil?.- A ver si se sabe esta respuesta. - No, en esa época todavía les quedaba mucho y el trabajo infantil era algo nor-mal. Tampoco se planteaban que los hombres y las mujeres son iguales.- - Pues qué mal.- Le digo muy indignada. - Bueno, Jesucristo sí decía: “Hay que respetar a todas las criaturas del Señor y honrarlas”.-- Bueno, por lo menos lo arreglo con eso.- Mi helado está increíble, me comería una montaña igual. Salvador me mira fijamente y sonríe, se toma dos cucharadas más de su ensalada de frutas y vuelve a la carga con más historias de Jesucristo:- Los Romanos habían conquistado Jerusalén, como tantas otras tierras, eran des-piadados, y una persona como Jesucristo, que lanzaba esas idea progresistas, era

Page 56: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

un estorbo para ellos. Por eso para muchos curas y amigos de tus papás, Jesucristo se considera como uno de los primeros revolucionarios de la historia del mundo. Su historia es una de las razones por las que me hice cura.-

Ya me estaba terminando mi ensalada de frutas, y como lamía y relamía la cucha-ra, Salvador me pregunto: - ¿Quieres tomar algo más Maria?.-- No, gracias.- Tal como imaginaba, después de esa iba la pregunta más impor-tante de todas.- Maria, después de lo que te he contado; ¿Qué piensas de bautizarte? Tus papás decidieron que crecieras lo suficiente para poder decidir si querías o no hacerlo. Dime, qué te parece la idea.-

Salvador me caía muy bien, le sonreí, la historia de Jesucristo ya me la habían contado miles de veces, otros amigos curas de mis padres me habían regalado cuentos. Mi tía Zoe me contaba otra versión en la que Jesucristo, cuál superhéroe, volaba y podía caminar por encima del agua. Dayami y mi mamá me contaban muchas historias, alternaban las historias de la creación indígena con cuentos de China o Vietnam. Así nos contaban cómo allí había niños que perdían a sus padres porque otros países, al igual que los Romanos, los querían conquistar y someter-los a su cultura y dominio.

Mi mamá cree en Dios, mi papá no, aunque respeta a Jesucristo como un perso-naje “histórico”, en el caso de que existiera. Dayami dice que hay muchos dioses y están en la tierra, en el fuego, en el aire y que los animales a su manera también son dioses. Solo los humanos somos incompletos y tenemos que aprender a respe-tar a los demás. Mis tías, mis tíos y mis abuelitas creen todos en Dios. Pero sobre todo mi abuelita Flora a la que acompañó muchos días a misa de ocho de la tarde, ella cree en Dios y por nada del mundo me gustaría que se pusiera triste, así que hacía mucho tiempo que yo ya había decidido bautizarme:

- Me cae bien Jesucristo, pero la única razón por la que me bautizo es por mi abuelita Flora. Ella se preocuparía mucho si no lo hiciera. No creo en Dios por-que no creo en lo que no pueda ver o tocar. Pero quiero hacer feliz a mi viejita.-

Salvador sonrió complacido y me acompañó en silencio hasta Chaquetin. Mi mamá estaba a punto de terminar su jornada. Me miraba extraño, como a veces me miran otros adultos. Yo ya estoy acostumbrada y no le doy importancia. En los tres años que lleva mi papá encerrado en la cárcel, ya escuché muchas con-versaciones que tienen los adultos cuando piensan que estás dormida o distraída. Nos han pasado muchas cosas y en muchas ocasiones los adultos me hablan como si yo tuviera la misma edad que ellos. Yo sé que no soy grande, pero tengo que estar pendiente de muchas cosas, tener cuidado y cuidar a mis hermanas. No me imagino cómo será la vida de otras niñas: mi vida es así. Sé muchas cosas y he aprendido a mentir y a ocultar muchas más.

Page 57: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá ha tomado un avión, se baja en un aeropuerto desde el que se avistan palmeras, hace mucho calor, no es como Bogotá. Tistana no está con ella, porque ahora ya toma biberón y mi tía Hortensia se lo da. Yo voy a pocos metros de mi mamá con una gabardina gris y unas gafas de sol. Como soy muy bajita nadie me ha pedido ni el billete ni el pasaporte; creo que es porque he conseguido hacerme invisible.

Dayami me explicó que uno se puede hacer invisible deseándolo con todas tus fuerzas. Y es el poder de tu mente, frente a la capacidad de los otros para obser-var. Ella dice que algunos compañeros de mis papás que están escondidos en la selva lo consiguen hacer para evitar que los detengan. Uno de ellos, Jaime, lo aprendió en Santa Marta de su abuelita, y aunque va un poco cojo, nunca lo han podido detener. Otra que se aprendió a hacerse invisible fue La Chiqui, que la po-día identificar por un lunar en la espalda. Cuando la paraban lo hacía desaparecer y aparecer en otra zona del cuerpo, para evitar que la identificaran.

Mi mamá no sabe hacerse invisible, pero tiene esa mirada suya que te puede man-dar a algo parecido al infierno. Con veinte años se fue de maestra al Amazonas. Un día, caminando por la selva, iba con botas altas cuando escuchó un siseo a sus espaldas. Ahí estaba enroscada, mirándola fijamente a los ojos, una serpiente de Cascabel. Mi mamá se quedó de piedra, pero le devolvió la mirada. Me imagino que sus ojos de rana tayera le cambiaron de color y la pobre serpiente se asustó tanto que, en vez de atacar, se desenroscó y cayó muerta. El guía indígena que iba con ella se encargó de contárselo a toda la selva. Gracias a eso, cuando los mili-tares quisieron pagarle a alguien para que la matara, nadie quiso hacerlo. Decían “Esa maldita mujer de la capital tiene que desaparecer”, pero ningún indígena ni campesino quiso. Decían que no se puede matar a quien es más fuerte que las serpientes. Y al final se pasó casi ocho meses haciendo trabajo comunitario, sin que nadie la molestara. Con la excepción de una detención de dos días por los militares, que se frustró cuando toda la población se levantó para que dejaran libre a su “maestra”. Como yo no sé mirar como mi mamá, ahí sigo con mi técnica de hacerme in-visible y la voy siguiendo a una distancia prudencial, porque ahora que no está Dayami para contarme todas las cosas, tengo que averiguar por mi propia cuenta que está sucediendo. Agarro mi triciclo rojo y sigo el taxi donde va mi mamá. Se para en un parque muy bonito, lleno de flores, y se va al estanque, sentándose en

Page 58: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

un banco a leer “Cien años de soledad”. Cuando no lleva media hora se acerca una mujer con el pelo crespo negro y sus dos hijas con eléctricos crespos y ove-roles de colores vivos, como los que yo llevo casi todos los días.

- ¿Le importa que tome asiento?.- Le pregunta la desconocida.- No, claro que no.- Responde mi mamá.- Yo también estoy leyendo el mismo libro.- Dice ella.- ¡Qué casualidad.- Mi mamá sonríe.

La doña se lo enseña y se pone a leer; las niñas ponen a flotar un barquito de papel en el estanque. Mi mamá deja su libro en el banco en medio de las dos, la doña pone su libro encima. Mi mamá mira al reloj, toma el libro de la doña, se levanta y se pone a caminar. Quiero decirle que ese no es su libro, pero si lo hago me va a descubrir, así que sigo siendo invisible y la vuelvo a seguir hasta el aeropuerto, el avión y la casa de Kenedy. Cuando llega a la casa, se toma un tinto en la cocina con mi tía Hortensia, en silencio, y sube a darnos un beso. Yo ya estoy acostada y mi triciclo rojo aparcado en el patio. Ha sido un día muy ajetreado para las dos.

Page 59: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy hemos ido a visitar a Salvador a su trabajo. Es un edificio donde traba-jan muchos curas como él. Mi mamá utiliza sus materiales en las clases de alfa-betización que da en Las Lomas. Hemos comido con él y después hemos dormido la siesta en Chaquetin. A la salida nos han recogidos Euridice, Santino y Ivanna. Hoy nos quedamos en su casa, que está en El Salitre y es muy bonita. Tenemos mucho espacio para jugar con Newton, Maya, Ian, Thais, Luchito y Tistana, que ya gatea. Empezamos a imaginar cómo construir una casa en el árbol del patio. Hacemos muchos planos en un papel y empezamos a buscar por toda la casa de Ivanna los materiales que usaremos.

Al pasar por la cocina, donde todos están ayudando a preparar la comida, escucho parte de una conversación:

- Pues parte de la tripulación del Freddy, que entró desde Vaupés a Ecuador.- In-dica Santino.- ¿Pidieron asilo?.- Ivanna está sacando más verduras de la nevera.- Sí, pidieron asilo, pero el gobierno Ecuatoriano los entregó y ya entraron en La Picota.- Responde furiosa mi mamá.- ¿A las mujeres también?.- Ivanna le está pasando verduras lavadas a Santino para que las vaya troceando.- Sí, Ivannita, a las mujeres también, con el problema de que en La Picota en el área femenina, no hay un pabellón para presas políticas.- Responde Santino cortando todas las verduras chiquitas, claramente preocupado. Me quedo mirán-dolos, pues mi mamá hace unos días nos dijo que era posible que mi papá saliera pronto de La Finca y no sé si esto es bueno o es malo. Mi mamá me mira como sabiendo lo que estoy pensando y añade.- A su papá lo vamos a sacar, él no ha hecho nada malo, aparte de educar y di-fundir información. Y eso no es un delito de cárcel, lo único de lo que lo pueden acusar es de “rebelión”, así que tiene que salir amnistiado.-- En Chaquetin solo se cosen chaquetas, es una cooperativa escuela sindicalista, nada más. Los trabajadores tienen derecho a aprender a defender sus derechos.- Sentencia firme Ivanna.

Santino suelta la carcajada molestando: - Gracias a los talleres en las empresas te conocimos, hermana monja. Después te enamoraste y colgaste lo hábitos.-

Page 60: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ivanna siguiendo con la broma, puntualiza:- Hay muchos compañeros curas que también han colgado los hábitos por irse al monte, porque los excomulgan o por amor. No soy la única. Mire no más a Gada que tuvo que volverse a España después de que la excomulgaron por hacerse revolucionaria.-

Mi mamá, de mejor humor, se ríe de lo lindo. Empieza a contarles como en su pueblo, en Gachantivá, tenían un cura que era un churro. Sus misas estaban siem-pre llenas, y para confesarse siempre había colas de más de una hora. Santino le toma el pelo diciéndole que gracias a eso ella todavía cree en Dios. Y ella, seria otra vez, vuelve a la carga con la historia de Jesucristo, después del padre Camilo Torres y porque fue un cura guerrillero… Como esa historia ya la escuché esta semana, vuelvo al jardin. Euridice nos ha empezado a ayudar a clavar las maderas que harán de escalones para subir a nuestra casita en el árbol.

Page 61: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi profesora Elvira llamó a mi mamá hace un mes; le dijo que mejor no nos llevara más a la escuela. Porque mataron al papá de Alba cuando la llevó al colegio por la mañana. Mi mamá se lo estaba contando a mi tía Hortensia en la cocina y yo estaba escondida en las escaleras queriendo saber más. Alba, su mamá y su hermanito han decidido viajar a México. Allá vive el hermano mayor de la mamá de Alba, llegan a su casa y podrá encontrar trabajo como médica.

La siguiente semana después de la llamada, mi mamá ha sacado todo lo que tene-mos a la acera de la calle enfrente de la casa. Las cosas que teníamos en la casa de mi abuela Florita, las ha traído mi tío Andrés en una camioneta: el televisor, la plancha, ropa, las muñecas que nos regalaron nuestras tías y que mi mamá nunca dejó que las sacáremos de la caja… En menos de una hora ha montado un mer-cadillo, todos los vecinos pasan a chismosear y llevarse alguna cosita. Al final de la tarde ya lo habíamos vendido todo. Le he preguntado a mi mamá porque no vendíamos la biblioteca de mi papá y me ha respondido tajante: - No Maria, eso es lo único que no podemos vender.-

Ahora tiene una alcancía donde guarda todo el dinero del mercadillo, aparte del dinero que han puesto amigos y familia. Solo nos ha dicho que cuando salga papá y nos bauticemos posiblemente vayamos de vacaciones unos días a la playa.

Page 62: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Salvador está en la iglesia vestido de blanco, con una bufanda de colores y en el escenario. Mi papá salió hace dos días de la cárcel, lleva un traje de cuadros café y pantalón de campana. Mi mamá un vestido azul. Tistana está sentada con sus padrinos, mi tío Andrés y mi tía Milagros. Mi abuelita Flora, a escondidas de mi mamá, le ha peinado los cachumbos con cerveza. Lleva un vestido azul con un osito; los volantes son de cuadros blancos y azules. Luchito lleva un vestido blanco de tul que le han comprado sus padrinos mi tía Hortensia y mi tío Pele. En una bolsa de plástico lleva el balón de fútbol que le han regalado si se aguanta con el vestido puesto todo el día. Mi vestido blanco me lo regalaron mis tías Amalia y Zoe. Mis padrinos Amaranta y Nicanor son buenos amigos de mis papás. Toda la familia va muy elegante, hasta mi abuelita Flora lleva un vestido de flores y pájaros en color granate y sonríe todo el tiempo. Mi abuelito León y los hermanos de mi mamá van con traje de sastre. Todas sus hermanas y la abuela Lola van con bonitos vestidos a juego. Todos los primos están estrenando ropa. Hoy nos bauti-zan a las tres, estamos rodeadas de casi toda la gente que conocemos. La iglesia está repleta.

Esa noche, en el salón de la casa de Kenedy, Salvador, ya vestido con unos blue-jeans y una camiseta, saca a bailar a mi tía Hortensia. Son los reyes de la pista, ya les pongan un twist, un vallenato o un rock and roll. Hoy miro a los animales disecados de mi abuelito que cuelgan de las paredes, están tristes porque no pue-den bailar, como lo hacemos cuando nos quedamos a solas. Mi prima Zoe baila conmigo y Luchito baila con Alicia. Tistana está en las piernas de mi abuelita Flora y le toca el pelo. Ella por su lado, le vuelve a retocar los cachumbos con la cerveza que se está tomando. Mi tío Leo baila con Renata un vallenato en mitad de la pista y mis papás se ponen a bailar por primera vez. Nadie más baila en ese momento porque todos los estamos mirando. Yo ni me acuerdo si alguna vez los vi tan felices o si alguna vez los vi bailar. Luchito se ha puesto a pegar patadas a su balón; debajo del vestido se ha puesto unos chores, arremangado el vestido con un nudo al lado. Mis primas Cayetana y Marcela han hecho una porteria con las macetas del patio. Todos los tíos que no bailan encabezados por mi tío Andrés, las animan mientras se pasan la pelota. Ya nadie se preocupa por estar elegante, ni por las macetas, ni por nada más, la fiesta se ha prendido y solo queremos bailar.

Page 63: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Por primera vez en nuestra vida estamos los cinco juntos haciendo algo bo-nito: es el primer domingo que mi papá está libre. Hemos ido a la sesión matiné doble del cine del centro. Hemos visto “Sonrisas y Lágrimas” y “Evasión o Victo-ria”. Nos han encantado. En la primera una familia tiene que huir por la montañas de los alemanes, que los persiguen. En muchas cosas me recordaba a mi familia, porque realmente nadie en la familia había hecho nada malo. La segunda contaba cómo unos presos en un campo de concentración alemán son seleccionados para jugar un mundial de fútbol. Esa parte ha tenido aplaudiendo a Luchito en cada gol. Al final estos señores también ven la forma de huir y salvar su vida. Por lo que hemos hablado mientras comíamos pasta en un restaurante italiano al lado del cine, es que siempre ha habido señores un poco locos que les da por perseguir a cualquiera que no piense como ellos.

Es la primera vez en mi vida que estoy en un restaurante italiano. Me ha gusta-do tanto que mi mamá me ha dejado repetir un plato de pasta. Cuando iba casi a terminarlo porque estaba delicioso, mi mamá, riendo, ha dicho: - Como esta niña siga comiendo así, vamos a tener que quedarnos a lavar los platos, porque no vamos a tener suficiente dinero para pagar el saque que tiene.-

Al oírla, una lucecita se ha encendido en mi cabeza, que es como dice mi tío Leo que pasa cuando tienes una idea, y le he contestado: - Creo que cuando crezca voy a trabajar de lavaplatos en un restaurante como este, así podré comer todos los días pasta.- Luchito ha dicho: - Y yo también.- Mis papás se han reído. Cuando ha llegado el camarero con la cuenta, mi papá lo ha mirado serio y le ha dicho:- Las niñas quieren quedarse a trabajar con ustedes a cambio de más platos de pasta.- El camarero lo ha mirado serio, nos ha mirado de arriba abajo, sin sonreír; noso-tras asentíamos con fervor. Sin decir nada más ha contestado: -Eso lo tienen que hablar con la dueña, por ahora paguen la cuenta.- Mi papá ha pagado, y antes de irnos ha llegado la dueña, una señora grande y pelirroja, sonriendo mucho. Nos ha preguntado a Luchito y a mí: - ¿Ustedes son las que quieren aprender a hacer pasta, lavar platos y trabajar para mí?- Nosotras hemos gritado felices:- Sí, somos nosotras.- Ella tranquilamente nos ha respondido:- Pues aqui las espero dentro de quince años cuando tengan edad para trabajar.-

Page 64: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá se levantó muy temprano como siempre. A las cinco estaba preparando el café en la cocina y se ha tomado el primero con mi tía Hortensia, después se ha ido a comprar mogollas a la panadería de la esquina y ha vuelto co-rriendo. Ha despertado a mi papá, nos hemos ido de la casa en pijama por la puer-ta que está detrás del patio. Atravesamos dos callejones hasta la casa del abuelito de mi prima Alicia. Hemos entrado por la puerta de atrás. Nos han escondido en el desván. Al mediodía nos han subido la comida y dos colchones para dormir.

Mi mamá y mi papá están muy callados. Nos han dicho que leamos y hagamos tareas. Como no queremos molestarlos porque parecen tristes, nos ponemos a leer y a leer.

En la noche ha venido mi tío Leo y nos ha dicho que los militares ya se habían ido, pero que no sabían si todavía quedaba algún tira de paisano vigilando la casa. Han estado viendo distintas posibilidades y al final han optado porque nos vamos a ir en la madrugada a la casa de Ivanna en El Salitre. Mi abuelito León nos lleva en su Jeep aprovechando la oscuridad.

Cuando llegamos, Ivanna nos tiene preparadas dos habitaciones y nos dormimos enseguida. Al día siguiente seguimos construyendo la casa en el árbol con Ian y Thais. Mis papás están hablando en el jardín con Ivanna de lo que ha pasado en los últimos días. Ivanna hace bromas y le comenta a mi mamá:- No, usted si que tiene un ángel de la guarda súper piloso.-Mi mamá sonríe triste mientras dice: - Es mi mamá que desde el cielo nos está cuidando, y ella se las sabía todas.-

Así es como nos enteramos que cuando mi mamá fue a comprar mogollas, la doña panadera le avisó que acababan de parar, a la vuelta de la esquina, dos ca-miones llenos de militares y que estaban preguntando por nosotros. Mi papá ha dicho que tenemos que tener mucho cuidado, porque ya no lo pueden detener. Si lo encuentran, lo que hacen es borrarlo de la faz de la tierra y a nosotros con él.

Page 65: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Viajes

Page 66: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 67: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy es el tercer día desde que mi papá salió de la cárcel y estamos los cinco sentados en un avión. Mi mamá está mas seria que una estatua mirando por su ven-tana. Mi papá está tranquilo, mientras que Tistana duerme en sus brazos. Luchito lee un cuento de Condorito con los pies empujando la silla delantera, que por suerte está ocupada por una señora muy viejita que ya está más en el cielo de las abueli-tas que en la tierra. Yo miro por mi ventana. En el fondo de las nubes voy viendo las imágenes de estos últimos días, todo ha sucedido muy rápido. Llevo puesto el vestido que me cosió mi papá por mi séptimo cumpleaños: una versión cómoda de un vestido de princesa, y en algodón. Desde que se fue Dayami a ver a su familia y nunca más volvió, me acostumbré a observar, pensar y apenas hablar. Tengo miedo de decir algo inoportuno y que alguien nos esté escuchando. Solo cuando mi mamá me indica lo que tengo que decir, hablo. Sé que son mentiras, pero como nos expli-có Dayami, a veces las mentiras son necesarias. Ahora, nuestra primera mentira, será decirle a todo el mundo que estamos de vacaciones. Mi Tío Leo me ha dicho en el aeropuerto que no me preocupara, que si no me gustaba Costa Rica, se lo dijera y él me iría a buscar.

En Bogotá se quedan los gatos asesinos, mi perro bandido, mi barrio de Las Lomas, la selva de Kenedy, colegio, amigos, tíos, primos, mi abuelito León con sus árboles injertados, mi abuelita Flora con sus cervezas y su sancocho, el Tataso de Luchito, la biblioteca de mi papá y mi osito “I LOVE YOU”.

Miro al cielo y a través de una estrella, le mando un mensaje a Dayami: cómo me gustaría que estuviera con nosotros y me ayudara a entender lo que está pasando. Me toco el estómago y siento como si dentro tuviera un agujero negro, como los que vi con Alba en su libro de estrellas.

Page 68: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Costa Rica es un país muy chiquito; la gente con la que hemos hablado pare-ce que se conociera toda entre sí. Cuando uno pregunta por una dirección le dicen:- Se va usted hasta la panadería de Juan, tuerce a la derecha hasta la peluquería Santa Fe y desde ahí anda cien metros hacia el norte.- La señora o señor que te ha dado la indicación se queda mirándote con una cara sonriente mientras sigues andando hasta que te toca torcer, y cuando ya no te ven, le preguntas a una nueva personas y así hasta el infinito. Menos mal que mi papá ha decidido comprar un mapa y una brújula.

Unos amigos argentinos que tienen una casa colonial con plantas de café en el cen-tro de San José, nos han ayudado a encontrar una casa de huéspedes cerca de un colegio para nosotras. Tienen un árbol de mango en el patio del centro de la casa. Estamos muy contentas cuando empezamos a ir al colegio; ningún niño lleva uni-forme, solo una bata de cuadros azules en algodón encima de la ropa.

Ruben y su familia llegaron un mes antes que nosotros. Ellos viven cerca en un edi-ficio en una loma. Newton y Maya van a otro colegio. Ruben es el mejor amigo de mi papá desde que se conocieron en el internado de curas, y aprendieron el oficio de sastre. Siempre han andado juntos, tenían hasta un trío musical con Gerardo. La última vez que los vimos tocar juntos fue en la fiesta de los niños en La Pico-ta. Como vivimos cerca y tenemos vacaciones por las navidades, pasamos mucho tiempo juntos, así que hemos decidido que ahora Newton y Maya también serán nuestros mejores amigos.

Por las mañanas, como hace mucho calor, mi mamá nos baña a las tres a mangue-razos en el patio, y después vamos a pasear por la ciudad. Nuestro sitio favorito es una biblioteca infantil a la que se entra a través de un árbol enorme, donde hay una puerta y todas las mesas son de madera y parece la casa de un duende. Mientras nuestros papás leen afuera las noticias, dentro nosotros le damos un repaso a todos los cómics que encontramos, después a los cuentos, libros de animales y plantas…

Page 69: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Al mediodía vamos a comer todos los días al mismo restaurante chino, porque el menú es muy barato y a los niños nos dejan compartirlo. Después de comer volvemos a la biblioteca a seguir leyendo un rato y por la tarde vamos todos a pasear por el centro.

Muchas noches dormimos en la casa de la familia de Ruben, porque es un pe-queño apartamento y se puede cocinar, comemos, cantamos canciones y cuando los niños nos quedamos dormidos, los adultos se quedan hablando horas y horas de todo lo que ha pasado en los últimos años. Alguna mañana, al despertarnos, están alrededor de la misma mesa, hablando como si no hubiera pasado toda una noche. A veces pienso que como han estado tanto tiempo separados, intentan or-ganizar todo lo que ha pasado dentro de la cárcel y fuera, para poderlo entender. Sin embargo, estoy de acuerdo con Euridice, no hay mucho más que entender: no podemos volver y ahora estamos viviendo en un sitio que no conocemos.

Mi hermana Tistana todavía no tiene los tres años, se pasa todo el día persiguien-do a papá y haciendo todo lo que él hace. Newton es seis meses más grande, yo soy un año mayor que Maya y dos años mayor que Luchito. Nos inventamos juegos, pero nuestro favorito es el del escondite; enfrente de su apartamento hay muchos árboles y muchos sitios donde escondernos.

Page 70: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos hecho grandes descubrimientos en Costa Rica: el primero, que nos dan alergia las pulgas. A mi mamá más que a ninguna de nosotras, pero igual, cuan-do nos pican nos hinchamos un poquito; ella un pocote. Aparte de eso, el resto de descubrimientos son todos buenos.

Hemos aprendido a bucear en unas piscinas naturales que están en la montaña. Eu-ridice es muy buena nadadora y nos ha enseñado. Ahora nos pasamos todo el tiem-po tomando aire y nadando con los ojos abiertos y nos tienen que sacar a la fuerza del agua, porque si fuera por nosotros, no saldríamos nunca.

Nos ha encantado el parque La Ciudad de los Niños; tiene barcos en forma de cis-nes, islas con regalos, muchas estatuas y hay pequeñas piedras con inscripciones de cuentos. A la entrada hay un sombrero, una niña que se llama Alicia y a su lado un conejo con prisa.

Pero sin duda, el mejor descubrimiento, sobre todo para Tistana, ha sido el mar, que se ha convertido en su pasión. Costa Rica es un país tan chiquito que en un fin de semana puedes visitar el mar Caribe, y al otro, el océano Pacífico.

Cuando Tistana vio el mar, salió corriendo como una loca, y justo en ese momento llegaba un señor subido en una tabla de surf y le pasó por encima. En pocos mo-mentos estábamos todos a su lado regañándolo, y al final a Tistana solo le salió un chichón, pero la tenemos que vigilar, porque si fuera por ella, se convertía en pes-cado desde ya y no volvía a ser humana.

Page 71: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mama dice que estaba en la cocina preparándonos la comida cuando ha oído en la radio que nuestro colegio estaba ardiendo. Con el corazón en la mano, como dice ella, y sin quitarse el delantal salió pitando a buscarnos. Dice que ya pensaba que estábamos más tostadas que chicharrón crujiente. Tistana se ha pasado varios días diciendo: “fuego colegio, chinitas, fuego, fuego”

Cuando llegó mi mamá nos abrazó y besó por todas partes, contando que estuviéra-mos enteras. Con nosotras estaban todas las compañeras y maestras, mirando desde la acera de enfrente cómo crecían las llamas. Nuestra maestra le contó a mi mamá cómo había empezado el incendio:- En el baño de las niñas, encontraron a niñas fumando y ellas tiraron el cigarrillo en una papelera que empezó a arder.-- ¿Niñas fumando? ¿Pero de qué edad?.-Preguntó mi mamá mirándome, como esperando que no tuviéramos nada que ver.- Del último curso señora. El problema es que se tienen que suspender las clases por varios meses o reubicar a los niños en nuevos colegios.-Pero esta vez no habíamos tenido nada que ver, nosotras teníamos muchas ganas de ir todos los días al colegio, aprender cosas y conocer otras niñas. Nos quedamos mirando cómo se quemaban nuestras carteras nuevas, los libros recién comprados, las paredes de madera. El edificio entero ardió. No podíamos pensar en nada más, Luchito y yo nos dábamos la mano, nos habíamos quedado sin colegio. Dónde o qué estudiaríamos a partir de ahora era una pregunta que ya sabíamos que nadie nos podía responder.

Page 72: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos estado todo el día en la playa, mejorando nuestra técnica de buceo y aprendiendo con mi mamá a nadar al perrito, que es su especialidad. Las olas eran gigantes y, como nos bañábamos en calzones de algodón, se nos iban bajando a media pierna, dejándonos en cueros. En la playa se pueden hacer muchas cosas: correrle a las olas, saltar por encima, enterrarte en la arena, hacer castillos y recoger conchas. Mi papá aprovechó la ocasión para darnos un discurso sobre las propieda-des del pescado fresco, la cantidad de fósforo que tiene… mi mamá, como una niña chiquita, lo miraba con cara de asco, pero es que a ella nunca le gustó demasiado el pescado.

Cuando volvíamos de la playa a la pensión donde nos estábamos quedando, nos ha parado la policía: querían ver nuestros pasaportes. Como no los teníamos, nos han acompañado a la pensión. Después se han ido con mi papá y Ruben. Miramos a mi mamá y Euridice muy asustados, porque pensábamos que los iban a detener. Pero nos aclararon que la policía de Costa Rica no es como la de Colombia, que no iba a pasar nada… Al ratote han vuelto con la cara triste: por lo visto no podemos seguir de paseo por la playa y tenemos que volver a San José, porque nuestro visado de turista ha vencido, y si no nos lo renuevan nos meten a todos en un avión y nos de-vuelven a Bogotá. Cuando nos lo dijeron casi estábamos a punto de saltar de alegría todos los niños, Ruben añadió: - Sería la perdición para nosotros.-

Nos quedamos callados. Eso era lo que me temía, no íbamos a volver, ni en unos meses ni a saber cuándo. Nos fuímos a dormir y, desde la cama, escuchamos a nues-tros papás hablando toda la noche de cómo hacer para salir de esa situación… sus voces estaban llenas de pesar. Quise que no estuvieran solos y que alguno de sus amigos grandes los consolara, pero ahora solo estamos nosotros. Y los niños solo somos niños.

Page 73: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Esta mañana nos despertamos todos en la casa de Ruben. En la noche había-mos llegado de la playa. Yo había soñado con barcos gigantes, con banderas de colores, que navegábamos por nubes y mares; éramos unos niños piratas. Teníamos a nuestros papás secuestrados, así que nosotros los niños decidiríamos a dónde ir. eEn mi papel de capitana de barco, había decidido que nuestra primera parada na-vegando por las nubes sería Montserrate, la montaña de Bogotá, justo antes de que empezaran las navidades, para así poder recoger nuestros regalos. Montaríamos en el barco a todo aquel que se le midiera. Seguro que mi abuelito León, que de nudos de mar sabe mucho, lo pasaría en grande. Mi abuelita Flora subiría al barco con sus gallinas y Dayami estaría con nosotros haciendo de vigía. Pero solo era un sueño: me desperté con el sonido de la radio de fondo y unos sollozos. Euridice estaba en la cocina y mi mamá miraba por la ventana. Pensé que se había muerto alguien y no me equivocaba:-¿Que ha pasado mamá?.-- Lo están diciendo en la radio, en los periódicos. Léelo en voz alta Maria.-

Tomé el periódico y la noticia decía así:-“John Lennon es asesinado cruelmente en Nueva York. Ayer ocho de diciembre John Lennon regresaba de un paseo por Central Park, junto a su compañera Yoko Ono. Alguien lo llamó desde la oscuridad,-”¡John, John”- y al darse la vuelta le dispararon de forma mortal…” .-

El artículo seguía contando la historia de John Lennon, que ya la conocíamos por-que nuestros papás lo adoraban, pero aún así la volvimos a leer.

“El mundo ha perdido a John Lennon, un soñador, un visionario, un pacifista, un músico y un revolucionario. Su compañera Yoko Ono ha pedido a todos sus se-guidores que durante dos noches enciendan velas para que sus ideas no queden en el olvido, para que lo recuerden, velas para imaginar un mundo en paz, un mundo donde un desconocido no te destroce matando en pocos segundos a la persona que amas”

Page 74: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos estado todo el día muy tristes porque nos gustan muchos sus canciones, como las de Elvis, Demis Roussos o Abba. Nos hemos pasado todo el día es-cuchando los casetes de Los Beatles grabados por nuestros papás. En la noche, con nuestros amigos argentinos, mi papá y Ruben han empezado a tocar una de nuestras canciones favoritas: “Imagina” En el segundo estribillo se les ha roto la voz y mi papá se ha puesto a llorar, Ru-ben le ha puesto la mano en el hombro y mirándolo serio le dijo:- Así no se puede, hay que seguir adelante, lo que nunca nos pueden robar son nuestros sueños. Tenemos que sembrar.- Ya más concentrados, hemos cantado la canción un millón de veces… Si esta noche vuelvo a soñar con barcos gigantes, escribiremos en la vela blanca más enorme “Imagina”. Con un radiocassete gigante haremos que hasta los militares de Colombia escuchen la canción y piensen en cambiar de trabajo. Porque la can-ción de “Imagina” viene a decir que nada de lo que existe es necesario en la forma que lo conocemos, que si pensamos desde otra lógica, todos podemos tener de todo, todo puede ser compartido, hasta la felicidad, hasta los sueños. Voy llevan-do el timón de mi barco con mi mano derecha, y con la izquierda voy cantando y tambien comiendome un algodon de azucar.

Page 75: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ha sido Navidad, la primera que no pasamos en Colombia con mis abuelitos. Los echamos muchísimo de menos. Me gustaría poder mirar por una ventanita y saber qué han hecho de comida, quiénes fueron a las casa, qué les regaló Papá Noel a mis primos… Yo sé que Papá Noel son los papás, y además mis papás casi no tie-nen dinero para la comida porque siempre nos llevan a comer al mismo restaurante chino; menos van a tener para regalos. Pero me equivocaba, cuando nos desperta-mos el día veinticinco, teníamos un pequeño paquete al lado de nuestras almoha-das. Cuando lo abrimos, era una rana para Luchito y otra para mí. Y para Tistana una muñeca negra como ella, que enseguida se ha puesto a llevarla de la mano para todos lados. Nosotras hemos empezado a darle cuerda a nuestras ranas y dejar que saltaran por toda la casa. Tistana nos ha perseguido con su muñeca negra detrás de las ranas. Ahora ya sabe que hay más negros como ella, la negra linda de mamá, pero verlo siempre ayuda. Ya tiene dos años y se da cuenta cuando a mi mamá le dicen todo el tiempo que por qué una niña tan negra y nosotras tan blanquitas. La gente si es metida, ellos no conocen a nuestros tíos, los hermanos de mi mamá, que son cada uno de un color. Y además mi mamá dice que su color es muy bonito, no como nosotras que estamos desteñidas.

Después de jugar toda la mañana hemos ido comer a casa de Newton y Maya. A ellos les habían regalado un monopatín azul increíble. Por la tarde los cuatro hemos subido a la pendiente al lado de su casa, para bajar por turnos. Tistana se quedó en la casa con nuestros papás y otros amigos argentinos que nos estaban visitando.

Bajaba la tarde y el sol nos miraba sonriente. Montar en monopatín es como montar en “la mula” de mi tío Juan, solo que más emocionante, porque nosotros lo mane-jamos. Nos hemos deslizado hasta tres subidos al mismo tiempo y uno empujando calle abajo miles de veces. Todo iba genial hasta que han llegado unos niños veci-nos que son cubanos, más altos y grandes que nosotros:- Hola gallina.-Le dijo el más alto a Newton, mientras le quitaba la patineta a la fuerza. Newton no le contestó nada, ni fue capaz de reaccionar.- No, no les podemos dar la patineta, porque estamos jugando y es nuestra.-Le respondí mientras le quitaba de nuevo la patineta de las manos. Viendo que quería pelea, tomé a Newton de la mano, mientras ponía el monopatín en el suelo.

- Contigo no estoy hablando niña, sino con la gallina; “Coco coroco”. Mira gallina, si no nos la das por las buenas, te la quitamos por las malas.-

Page 76: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

El alto ya estaba apuntando con su puño la cara de Newton. Toda la pendiente quedaba a nuestra espalda. - Newton, sube al monopatín que vamos a seguir jugando.- Le dije mientras miraba fijamente al niño alto y antipático, que no alcanzaba a entender por qué yo me atrevía a desafiarlo. Cuando desvió su mirada para ver cómo Newton se sentaba en el monopatín, aproveché su despiste para pegarle un rodillazo en mitad de las piernas con todas mis fuerzas. El golpe de gracia que conocía desde Las Lomas; había visto millones de veces cómo, después de ese golpe, tu contrincante se quedaba noqueado. Era mi primera vez, pero el antipá-tico se dobló poniendo las manos en ese área. Yo, sin esperar ni un segundo más, me senté detrás de Newton y rodamos ladera abajo. Al llegar, tomamos a nuestras hermanas y nos fuimos corriendo a la casa. El alto adolorido nos señalaba, y sus amigos bajaban corriendo la ladera a reclamar venganza.

Cuando llegamos a la casa, Julia, la amiga argentina de nuestros papás que nos estaba cuidando, nos preguntó por qué volvíamos tan pronto pues todavía que-daba mucha luz para jugar. Maya y Luchito contaron todo lo que había pasado. Luchito hasta movía piernas y puños. Julia en vez de mirarnos con orgullo, nos empezó a mirar como a si fuéramos dos ratas de cloaca, mientras decía:- ¿Cómo puedes dejar que una niña más pequeña que tú te defienda?¿Quién es el machito aquí? ¿Es que eres un gallina, como dicen esos niños, o qué?.-Por más que le intenté explicar que Newton y yo tenemos casi la misma edad, que aunque yo sea más bajita también me sé defender, que él no es un gallina, solo un poco tímido… Pero Julia me miró como quien mira a una mosca aplastada y me dijo: - No estoy hablando contigo, marimacho.- Le salían chispas por los ojos, y solo en ese momento me di cuenta de que no estaban nuestros papas. Y cuando le pregunté, me respondió gritando:- Han salido y no hay más que hablar, ahora mismo se van todos al cuarto a leer cuentos y no hagan ningún ruido, que me duele la cabeza.-Una vez en el cuarto, intenté hablar con Newton, pero él me miró con rabia.- ¿Has visto el problema en el que me has metido?.- - Yo solo quería defendernos.- Dije en voz baja, mientras me ponía muy triste. - Hazme un favor, no me vuelvas a defender más.- Me dijo Newton lleno de piedra desde debajo de las cobijas; la voz se le entrecortaba, sabía que estaba llorando, pero no podía decirle ya nada para consolarlo. No he podido leer ningún cuento, me he pasado toda la tarde mirando por la ventana, esperando que volvieran nues-tros papás. Esta señora Julia me ha empezado a caer muy mal, y cuando venga mi mamá le voy a contar todo lo que ha pasado, para que nunca más nos dejen a solas con ella. No entiendo por qué a Newton lo llaman “gallina”, tampoco entiendo por qué yo no lo puedo defender, qué hay de malo en ello, acaso no somos ami-gos, los amigos se apoyan, se defienden, otro día me puede pasar a mí y que sea él, el que le toque defenderme. ¿Y por qué me llama marimacho? En Las Lomas nos lo dijeron alguna vez los vecinos porque mi mamá nos vestía con petos y nos cortaba el pelo corto. Luchito juega tan bien al fútbol como cualquier chico y yo puedo trepar árboles, muros y postes con la misma facilidad que si fuera varón.

Page 77: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá siempre nos había dicho que los niños y las niñas somos iguales, que podemos jugar a las mismas cosas, menos hacer pis de pie en la calle, porque las niñas tenemos que ir a un baño. Julia debió de ser una niña educada de otra for-ma, seguro que no sabe jugar al futbol, ni trepar arboles, y seguro que le ponían vestidos cursis y no la dejaban moverse apenas para no manchar el vestido. Mi mamá, cuando era chiquita, montaba a caballo desde los cuatro años. Ella siem-pre tuvo libertad de movimiento, y en eso nos ha educado a nosotras.

Está bajando el sol y entre los árboles se escuchan los gritos del niño antipático, que es algo así como el jefe de todos los niños del bloque donde está la casa de la familia de Ruben. Corren, saltan, gritan, juegan…ojalá se hayan olvidado de nosotros y sigan a sus cosas. Miro las nubes y el cielo, intento encontrar en ellas figuras de animales, animales que andarán por el cielo camino a otros lugares, quizás a Colombia. Pienso en mis abuelitas, mi abuelita Flora que es fuerte y no le gustan los cobardes, nunca se deja mangonear por nadie y si alguien la molesta en la tienda, lo enfrenta o lo saca a escobazos. Mi abuelita Guadalupe, la mamá de mi mamá, fue una leyenda, porque era maestra rural, viajaba sola con sus dos ahijadas indígenas. Quedó viuda muy joven y dejó las comodidades de su casa, para dedicarse a su vocación que era enseñar. Pero al ser una mujer sola, mi mamá nos ha contado muchas historias de cómo se hizo respetar a punta de bala. Pues muchos atrevidos la intentaron asaltar o humillar, y ella no se dejaba, nunca tenía miedo. Seguro que se habría llevado de perlas con mi abuelita Flora, si se hubieran llegado a conocer. ¿Será que las mujeres de mi familia somos todas unas marimacho?

Page 78: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ha empezado un año nuevo y Tistana ha salido elegida como bebé del año para el calendario de Koda Fotos de Costa Rica. Cuando mi mamá fue a revelar los carretes de las fotos de la playa, el señor de la tienda le pidió permiso para presentar una de las fotos de Tista a concurso y ganó. Ahora la vemos en muchas publicida-des, con sus cachumbos muy encrespados por la sal del mar y la arena de la playa, sacando la lengua y sonriendo. Tan chiquita y siempre haciéndose la famosa: pri-mero en Colombia saliendo en la televisión y ahora en los afiches de Koda Fotos que están por todas partes. Euridice le preguntó a mi mamá si le habían dado dinero por el “modelado”, porque ella de eso sabe mucho ya que fue modelo, y hasta Miss de su barrio antes de quedarse embarazada de Newton. Pero mi mamá le dijo que no, que era un concurso, y que si ganábamos, el señor del estudio de revelado nos regalaba varios calendarios. Euridice no quedó satisfecha con la respuesta, así que le dijo a mi mamá que pidiera plata, porque además no nos sobra, pero mi mamá ya es muy feliz viendo a su negrita linda por todas partes en los calendarios, y aunque le ha dicho que sí, todos sabemos que no le dirá nada al señor.

Ahora vamos todos los fines de semana a una discoteca de patines en el centro de San José. Solo Luchito y yo tenemos patines propios; todos los demás, hasta Tis-tana, alquilan allá los suyos. Estamos muy contentas porque mi abuelito León nos mandó dinero desde Bogotá para que nos compráramos los patines. Quizás sea por eso, y a pesar de los totazos que, una cuadra antes de llegar a la discoteca, ya te-nemos los patines puestos y entramos literalmente patinando a la pista central, que brilla por todas partes por los espejos y sobre todo por una gran bola de espejitos chiquitos que cuelga del techo principal. Por la pista central solo se puede patinar si ya te sabes mantener en pie y bailar. Todos los que están aprendiendo tienen que patinar en los laterales y en las pistas que rodean la central, donde el suelo es de alfombra, así que si se caen, no se hacen tanto daño. A Luchito y a mí nos encanta correr con los patines: bajo el sonido de la música nos sentimos dichosas, aunque a veces nuestro pompis toque el suelo cada diez minutos y acabemos llenas de moratones. Eso sí, cada vez nos caemos menos y patinamos mejor. Luchito hasta empezó a patinar hacia atrás y mueve las manos al ritmo de la música.

Por las noches y antes de dormirnos, mi mamá nos ha empezado a contar las his-torias de nuestras abuelitas, pues después de la pelea con los niños cubanos le pre-guntési ellas eran también unas marimachos. Mi mamá me respondió que a veces, a las mujeres valientes, les daban ese nombre porque no se dejaban dominar ni teníanmiedo a nada. Y ella dice que hay que ser valiente y fuerte, pues la vida es muy

Page 79: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

atravesada y uno tiene que estar preparado para defender a su familia. No nos tenemos que preocupar por lo que diga la gente, lo importante es que estemos unidos y nos protejamos unos a otros. De todas las historias que nos ha contado de nuestras abuelas, sin duda mi favorita es la siguiente:

“Tu abuela Guadalupe había sido atravesada y rebelde desde chiquita. Cuando algo se le metía en la cabeza, no había poder humano que se lo sacará. Ella perte-necía a una familia más o menos acomodada. Vivió y enseñó en el mismo pueblo donde vivía con su marido, hasta que a este lo mataron por error, al confundirlo con su hermano gemelo, que era una mala persona. Al quedarse viuda con sus tres hijos, la familia de su marido se los quitó con la excusa de mandarlos a estu-diar internos a la capital. Así que, sola otra vez, con sus dos ahijadas indígenas, se puso a recorrer como maestra rural todos los pueblitos alrededor de Guachantivá donde la designaba el gobierno. Pero ser una mujer sola y maestra, en la zona rural colombiana en los años cuarenta, era una cosa seria y complicada. No solo porque ponía a prueba tu vocación, porque pagaban mal y tarde, sino porque también era un riesgo para una mujer sola viajar así por los caminos, y con dos jo-vencitas. Según la mentalidad machista de entonces, una mujer sola era una mu-jer de mala vida, que cualquiera podía ultrajar; cualquiera se sentía con derecho de abusar de ella. Pero su abuelita Guadalupe, que no tenía ni un pelo de tonta, llevaba muy bien asidos al cinto de sus pantalones dos pistolas pequeñas. Bajo la falda, en la liga una navaja, y otra en la funda interior de la bota. Era muy bajita, no sobrepasaba el metro y medio; tenía claro que si iba armada era para defen-derse de que le hicieran algún daño a ella o a sus ahijadas. Si le tocaba disparar, como buena tiradora que era, elegía piernas o brazo derecho, que es con lo que un contrincante te puede llegar a disparar. Nunca tiraba a matar, solo a disuadir.

Una noche, estando ella de maestra en un pueblito de Guachantivá, sintió en la madrugada que alguien intentaba entrar en la casa, así que cogió de inmediato su revólver. Al asomarse a la ventana descubrió que era el sargento del pueblo con unos soldados que estaban todos borrachos y gritaban diciendo que esa noche le harían compañía...

Mi abuelita ahí mismo les fue disparando bien cerca, haciéndolos bailar; tenía la suficiente buen puntería para hacerlo. Asustados se fueron por el mismo lugar por donde habían venido.

Ese domingo, el cura del pueblo elogió la actuación de mi abuela en su sermón, poniéndola como un ejemplo de mujer hecha y derecha que no se achicopala ante las amenazas, defendiendo su honor y honra, así como las de sus ahijadas con valentía y sin el más mínimo miedo a la muerte”.

Para terminar la historia de mi abuelita Guadalupe, mi mamá nos recuerda que como ella era muy valiente y cuidaba de los de su familia con fiereza, ahora desde donde está ahora nos cuida a nosotros para que nunca nos pase nada malo. Por eso, aunque la muerte nos ha pisado los talones, nosotros corremos más rápido.

Page 80: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi papá y Ruben van vestidos de negro.Van en una moto por la ciudad de Bogotá. Yo los sigo de cerca en mi triciclo que, gracias a los consejos de Dayami, también he conseguido que sea invisible. Como me he tomado muchas ponimal-tas doy pedales que casi vuelo; los sigo, pero de cerquita. Paran la moto en la cuadra de enfrente del Museo La Quinta de Bolívar. Cuando se bajan se reúnen con otros tres amigos que también van vestidos de negro. Uno de ellos hace cir-co, es acróbata, lo hemos ido a ver con Luchito y hemos aplaudido a rabiar. Van con una pértiga muy grande y una cuerda enroscada en el cuello. Ayudado con la pértiga, da un salto enorme y cae en el techo de la quinta; desde ahí lanza la cuerda a los demás y suben otros dos al techo. Desaparecen por menos de veinte minutos y vuelven con una cosa envuelta en una ruana. En ese momento pedaleo rápido para colocarme justo a su lado, aprovechando que no me ven. Cuando lle-gan a la camioneta, los cinco se miran a los ojos, sonríen, y el que lleva la ruana envuelta deja ver la empuñadura de la espada del Libertador. Lo sé porque hemos ido varias veces de paseo al museo, porque a mi mamá le encanta la historia de Bolívar, aunque ella dice que él no habría sobrevivido nunca si no hubiera tenido de su parte la lealtad y amor incondicional de Manuela Sáenz. Se dispersan y me vuelvo a subir al triciclo para seguir a la moto. La moto va cogiendo velo-cidad y empieza a subir volando. Hago lo mismo; si ellos pueden con una moto, porque yo no con mi triciclo. Vamos volando por encima de los Andes, pasamos Panamá, Costa Rica y, en la frontera con Nicaragua, van tomando tierra. Los sigo frenéticamente. Menos mal que me abrigué, veo como entran a la ciudad, llegan a tocar la puerta de una casa, es de noche. Les abre un señor muy amable y los hace pasar. Me quedo afuera, esperando que salgan, pero empiezo a tener sueño, Apoyó la cabeza en el triciclo y me quedo profundamente dormida.

Por la mañana, cuando me despierto, les cuento a los dos mi sueño. Ellos muer-tos de la risa, me dicen que cuando eso sucedió, ni Newton ni yo habíamos nacido y ellos estaban terminando sus estudios. Dicen que hice un cóctel muy chistoso en la cabeza porque tenemos recortadas las noticias de ese hecho en la carpeta de recortes. Pero que ellos no tuvieron nada que ver: a esas alturas del cuento todavía no se habían metido en política. Lo que sí nos han confirmado es que los dos son muy simpatizantes de las actividades del M-19, porque ade-más muchos de nuestros amigos también lo son. Dicen que por eso, en alguna ocasión colaboraron con actividades políticas, porque la forma en la que ellos planteaban un cambio para Colombia, coincidía con sus ideas. - ¿Y con las de mi mamá también?.- Les pregunto.

Page 81: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- No mijita, son compañeros amigos, pero mis simpatías van por otro lado.-

Me responde mi mamá sonriendo. Los cuatro nos hemos sentado súper atentos en la mesa, esperando que nos cuenten más cosas. Maya, mirando a mi mamá, le ha preguntado directamente: - ¿Por otro lado? ¿Eso qué quiere decir?-- Pues mira Maya, toda la vida me he rodeado de curas y monjas que creen que las enseñanzas de la Biblia, la educación popular y el marxismo tienen muchas cosas en común.- - ¿Como Camilo Torres?.- Pregunta rápido Newton- Sí, hijo, como el cura guerrillero.- Responde Ruben tocándose la cabeza, mientras añade sonriendo: - Se nos crecieron los niños, ya no se les pasa una.-

Mi mamá sigue contando que también muchos otros amigos son simpatizantes del ELN, que es otra guerrilla que hay en Colombia y basa su ideología en la Teología de la Liberación. Porque sus fundadores y muchos de sus miembros son curas, monjas o lo fueron. Dice que la única forma de acabar con la violen-cia en Colombia es a través de la educación popular y la repartición de tierras. Pero que todo eso es muy complicado porque a los que siempre han tenido la plata no les interesa perder sus privilegios.

Aprovechando que hoy nos están contando muchas cosas, le pregunto ensegui-da: - Salvador también es simpatizante del ELN ¿Verdad?.-

Los tres sueltan la carcajada y Ruben nos dice: - Se acabaron las preguntas, eso además no se pregunta. Porque cada uno asume esas simpatías en secreto.-- Es por seguridad chinitos, porque cuando a uno lo torturan le van a preguntar todos los nombres de compañeros, y así, cuanto menos sepa cada uno, mejor. Porque es una forma de proteger a los demás.- Mi papá responde muy serio.

Euridice, que ya está cansada de la conversación, da dos palmadas al aire:- ¿Quién quiere ir a nadar hoy o qué? Que ya está bien de conversaciones de adultos; ustedes, cuanto menos sepan, mejor. Estás no son conversaciones para niños. Ni es bueno que sepan nada porque, cuando volvamos a Colombia, de todo esto no se puede hablar ¿Entendieron?-

Los cuatro asentimos y nos vamos corriendo a preparar todo lo que necesitamos para ir a las piscinas naturales de la montaña. En la cocina, Euridice se queda discutiendo con mis papás y Ruben. Los llama irresponsables, locos, inmaduros. Ruben intenta calmarla afirmando:

- Ellos necesitan respuestas, nos han pasado ya muchas cosas. Es normal que pregunten, y no vamos a volver al país en un rato largo. No te preocupes, mi amor, que los niños no corren peligro.-

Salimos con las guitarras y la pelota de fútbol, y vamos caminando en fila india hacia las montañas de San José donde están las piscinas naturales que tanto nos gustan.

Page 82: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Esta mañana estábamos todos dormidos en la pensión cuando el timbre em-pezó a sonar sin parar; era la policía de inmigración. Cuatro señores con gabardi-nas negras han entrado buscándonos. Mis papás les han enseñado los pasaportes de todos. En cada uno de nuestros cinco pasaportes, hasta en el de Tistana, han puesto una nota con un sello de la policía: “ Tienen setenta y dos horas exactas para abandonar el país”

Mi mamá, furiosa, les recriminó:- Que ustedes pongan esa nota en el pasaporte de los adultos, pasa… pero que la pongan también en los de las niñas, es imperdonable.- No le respondieron nada. Uno de ellos la miró como quien mira a un mosquito aplastado y le dijo:- Señora, si en setenta y dos horas no han abandonado territorio costarricense, nos veremos obligados a devolverlos a Colombia.-Mi mamá se puso blanca y tiesa, y añadió con la misma tranquilidad con que ha-blaría Rácula cuando está durmiendo, con voz de ultratumba:- No se preocupe, no nos vamos a quedar ni un día más.-Hemos recogido todas nuestras cosas, hemos abandonado la pensión y nos he-mos ido a pasar las últimas setenta y dos horas en el apartamento de la familia de Ruben. Nuestros papás se han pasado trazando un plan de emergencia toda la noche, han hecho llamadas por teléfono a varios amigos y, cuando ya me estaba durmiendo, he escuchado entre sueños que decían:- Hay que conseguir llegar a Nicaragua; si no estamos perdidos.-Me he levantado, y al llegar a la sala estaban todos sentados en la mesa mirando un mapa. Mi papá estaba contando en la mesa el dinero que habíamos juntado entre las dos familias. Esa mañana, después de la visita, había sacado todo lo que teníamos en el banco. Sin parar de contar la plata, añadió apesadumbrado:- Si nos devolvieran ahora a Colombia, sería una muerte segura para todos.-Volví a la cama, tengo la sensación que una de estas noches me acostaré a dormir y ya no me volveré a levantar, porque alguien nos habrá finiquitado, como decían en Las Lomas los vecinitos cuando nos peleábamos y se señalaban el cuello, mientras agregaban, que era facilito, mientras pasaban con un gesto el dedo por la garganta. Cuando me volví a despertar todavía no había amanecido, mi mamá y Euridice tomaban el primer tinto de la mañana, pero el colombiano que quieredecir café, porque en Costa Rica si pides un tinto te sirven un plato de frijoles con arroz enorme. Al fondo del jardín se oyen cantar las cigarras. Todo está demasia-do tranquilo y eso a veces me asusta, pienso que la tranquilidad precede a algún

Page 83: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

peligro. Cuando abrí más los ojos, me di cuenta que mi papá y Ruben no estaban.- Ruben y mi papá, mamá ¿Dónde están?-- Han salido un momento, ahora vuelven. Métete otra vez en la cama, que todavía es de noche.-

Mi mamá me ha respondido con la misma voz con la que le hablaría a un des-conocido, no como hablaría conmigo. Tenía los ojos hinchados de llorar y no estaba en esa habitación, en ese momento. Euridice mira por la ventana mientras se fuma un cigarro, veo como brilla un camino que le han hecho también las lá-grimas por las mejillas. He vuelto a la cama que compartimos todos los niños. Newton me ha mirado y se ha puesto el dedo en la boca y yo he asentido. Me he acostado entre Luchito y Tistana, me he dejado hundir en el sueño al instante y olvidar todo lo que nos está pasando.

Page 84: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En dos horas cogeremos nuestro vuelo a París. Mientras esperamos en el aeropuerto, mi mamá y Euridice hacen sándwiches de pollo para todos. Mi papá está tocando con Ruben una canción que nos encanta:- Otra noche en Cartagena, pero contigo, los luceros y la luna se irán conmigo.-

En el viaje a Nicaragua descubrieron que hay muchas familias en nuestra misma situación, huyendo de los militares y la violencia en sus países. Nos han conta-do que no solamente en Colombia se está dando esta persecución a la gente que quiere cambiar las cosas, para que tengamos una vida mejor y más equitativa para todos. Por lo visto en Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Perú… sucede lo mismo. Parece ser que por ahora no es seguro seguir en Latinoamérica, ni siquiera Nica-ragua es un sitio seguro como pensaban, hay muchas zonas en guerra, la situación es inestable y no tienen capacidad para acoger refugiados. Estuvieron dos días enteros sin dormir, viajaban en una moto que les prestó nuestro amigo argentino de San José. Una vez estuvieron en Managua, consiguieron contactar con amigos en París y allí vamos, porque creen que nos pueden ayudar a encontrar un sitio tranquilo donde vivir y poder ir otra vez a la escuela.

Miro los vuelos aterrizar y despegar; se está haciendo de noche. Luchito esta ju-gando con Maya. Newton lee a mi lado un cuento de “Memin”;Tistana se chupa el dedo y abraza a su muñeca negra. Me pregunto qué tan lejos estará París de Bogotá. Nos esperan amigos en París, pero qué amigos, los mismos de Colombia u otros… Aquí en Costa Rica también nos esperaban amigos, pero cuando los vimos, yo no los conocía de antes. Le he preguntado a mi mamá porque tenemos amigos en todas partes, y ella me ha respondido:El amor genera cadenas de amistad indestructibles a través de la solidaridad, por eso la gente buena se une, colabora, se apoya y así se teje una inmensa red de gente linda por todo el mundo.-Mi mamá me responde a veces cosas que no entiendo, me habla como si fuera el cura en la iglesia, como Salvador, que utilizaba metáforas para hacerse entender mejor en misa. Pero mi mamá no utiliza metáforas, sólo habla a veces enredado y tardo un rato en poder desenredar lo que quiere decir. Lo cierto es que miro porla ventana y pienso en si los aviones llevan a gente que hace amigos de un lado para otro. Será gente que también sufre, serán capaces de hacer amigos, tendrán tanta suerte como nosotros tenemos… Los señores de las gabardinas negras han vuelto, ponen cara de estar contrariados. Todavía no han pasado las setenta y dos horas y ya va a salir nuestro avión.

Page 85: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Se llevan a mi papá y a Ruben. He soplado aire caliente de mi boca en la ventana, he empezado a contar las horas que han pasado desde su última visita, un total de cincuenta y seis… Hemos cumplido con su plazo. No entiendo por qué vienen a molestarnos ahora. Los señores de la policía me caen todos muy mal. Esta noche volaremos en mitad de las estrellas y aprovecharé para mandarle un mensaje a Dayami para que nos venga a visitar a donde sea que vayamos.

Page 86: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos estado volando casi ocho horas. Si los aviones vuelan tan rápido y ha durado tanto, estamos ya muy lejos de Colombia. Después del susto del aero-puerto en San José, mi mamá no ha parado de hablar con Euridice durante todo el vuelo.- Solo quiero poder llegar a un lugar seguro y poder descansar.-- Nunca entenderé por qué nos persiguen, por qué no nos dejan tranquilos.-Le responde Euridice, y mi mamá, con mucho sueño, le cuenta lo mismo que nos ha contado muchas veces a nosotras; casi nos lo sabemos de memoria. - En Colombia no se puede pensar, hay que vivir como los tres monitos, el que se tapa los ojos para no ver las cosas feas, el que se tapa los oídos para no escuchar las cosas feas y el que se tapa la boca para no decir absolutamente nada, ni cuando le pregunten.-

Mi papá y Ruben juegan al ajedrez. Están callados. No me acuerdo cómo era mi papá antes de estar en la cárcel. Por lo menos Tistana ya tiene claro que ese es su papá y no cualquier señor que pasa por nuestro lado.

A nosotras siempre nos han hablado como grandes, desde que Tista estaba en la tripa Luchito y yo le contábamos cómo eran las cosas fuera, en el mundo. Y qué había que tener mucho cuidado, con tiras, militares, señores de gabardina… Pero también nos lo pasábamos bien. Cuando nació Tista, mi abuelita dijo que había nacido abuela. Mi mamá le decía que no nos metiera más cuentos en la cabeza. Ahora Tista es la sombra de mi papá, hace todo lo que él hace, y si no lo puede hacer, entonces lo observa. Cuando mi papá toca con Ruben la guitarra, ella le sujeta los cuadernos. A veces lo mira abriendo tanto sus ojos cafés que pienso que un día se le van a caer de la cara.

Luchito y yo no estamos tan apegadas a nuestros papás, nos hemos acostumbrado a que no estén, o que estén como si no estuvieran, o estén ocupados, o reunidos con otros amigos. Tanto es así, que cuando a veces nos hacen caso, a nosotras nos molesta. Ya aprendimos a hacer planes sin contar con ellos; nunca le tenía-mos que pedir permiso a nadie para hacer esto o lo otro, jugar a esto o aquello. Realmente son un incordio.Hace mucho que no jugamos a indios y vaqueros, nos disfrazamos e inventamos historias, nos escondemos, corremos. Hace mucho que no atamos a Tista a un árbol y le cortamos el pelo mientras bailamos a su alrededor. Ella nunca se asusta porque sabe que bajo el disfraz estamos nosotras y nunca le haríamos daño. Como ella estuvo detenida con mamá, ya no se asusta

Page 87: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

de nada, solo se queda tranquila observando qué pasa en el mundo. Por lo menos hace mucho que dejó de darnos sustos y de ponerse en huelga. Ahora ya respira bien, es más fuerte y está muy contenta de tener recién estrenado papá.

Page 88: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando aterrizamos en París, no nos esperaba nadie en el aeropuerto, como pensábamos que sería. Mi mamá llamó al único teléfono que teníamos, pero no contestaban. Así que después de dos horas sin saber qué hacer, decidimos buscar un sitio barato donde pasar la noche. Ni Ruben ni Euridice ni mis papás saben hablar francés, así que con el diccionario en la mano, las maletas y la bicicleta de Newton, paramos un taxi. El señor, al vernos, se quitaba y ponía la gorra, la uti-lizaba para limpiarse el sudor, movía la cabeza de un lado a otro, mientras decía: - Mais cés ne pa possible.-Nos contaba y nos enseñaba la mano, éramos nueve. Con la otra mano nos decía que solo podía llevar a cinco personas. Mi mamá le convenció como pudo, los demás le sonreímos con todos los dientes que teníamos en ese momento, porque justo a todos menos a Tistana, se nos empezaron a caer los dientes de leche en Costa Rica. Al final aceptó que subiéramos todos menos Ruben y la Bicicleta. Esté, por su parte, se puso a pedalear en la bicicleta verde detrás del taxi. Como no conocíamos París, ni dónde podíamos quedarnos, mi mamá le explicó como pudo, que nos llevara a un hotel barato. Entre que no cabíamos bien y los niños intentábamos sacar la cabeza por la ventanilla para animar a Ruben, el señor ta-xista no paraba de sudar y ponerse rojo como un tomate. - Mais cés ne pa possible.-Cada vez que lo decía, nos daba mucha risa. Hablaba muy chistoso, parecía fu-rioso, pero nosotros no podíamos parar de reír. Mi mamá y Euridice intentaban tranquilizarnos, pero a ellas también les costaba no reírse.

Hemos visto todo París desde el taxi. Es bonito, tiene edificios muy raros, no de-masiado altos y todos iguales. Las casas no están pintadas de colores, casi todos los edificios son blancos o de ladrillo y muy, muy limpios, súper limpios. Hay muchos jardines, el río Sena, la torre Eiffel… No se parece en nada a las ciuda-des que conocemos; todo parece como un cuadro o el dibujo de un cuento de mi libro de los hermanos Grimm. Mi mamá nos ha ido explicando algunas cosas que conoce, porque ha visto muchas películas. Nos ha dicho que nos llevaría a pasear y conocer la ciudad.

Al llegar al hotel, nos dimos cuenta que habíamos perdido a Ruben. Mi papá se ha quedado en la recepción llamando por teléfono y esperando a que llegue. Nos hemos subido al cuarto. Mi mamá y Euridice se bañaron rápido y nos han dejado con la tarea de hacer lo mismo y nos han dejado solos. Newton se ha metido a bañar y, mientras tanto, Luchito, Maya y yo estamos saltando en la camas de lo lindo.

Page 89: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Tista nos mira riéndose desde una silla, abrazada a su muñeca negra. Como New-ton no salía del baño, hemos puesto la televisión intentando descifrar los dibujos animados en francés. Estábamos entretenidas con eso cuando han empezado a tocar a la puerta y gritar de una forma parecida al taxista que nos trajo.

Page 90: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando abrimos la puerta, eran dos recepcionistas del hotel vestidos de rojo; hablaban rápido moviendo mucho las manos y señalando al techo. Luchito y Maya se han empezado a morir de la risa. Yo, haciendo un gran esfuerzo por no reírme, intentaba entender qué nos estaban diciendo. - Mais c’est ne pas possible. Où sont papa et mama?-Entendí que querían hablar con mi mamá o mi papá, con un adulto. Mi papá nos había explicado en el avión que en Francia todo el mundo habla con la “e”, por eso le aclaré:- Mi pape se fue, con mi mame y Euridice, a buscar a Ruben a le calle, vuelvene más tarde.-

Se quedaron callados mirándome. Desde luego les impresionaba que una niña tan chiquita dominara tan bien los idiomas. El más abuelito se rascaba la cabeza y nos miraba a todas de arriba abajo. Luchito y Maya dejaron de saltar y se pu-sieron a mirarlo fijamente. En esas estábamos, en silencio, cuando escuchamos a Newton cantar desde el baño.

- ¡Qué te pasa chiquilla, qué te pasa, te preguntan en la escuela, te preguntan en la casaaaaaa… La de la mochila azul, la de ojitos dormilooooooooneeesssss, me dejoooo tal inquietud y tantaaaaaaaaassss preocupaciones…!-- Es Newton, desafine un pocote, pero es muy diverte, a todes nos guste canter aunque lo hagamos male.-

Esta vez, no se quedaron escuchándome, se fueron directos al baño y al abrir la puerta, pegaron un grito a la vez.- Oh lá lá, oh lá lá, mon Dieu! C’est terrible ! C’est ne pas possible !-

Y claro, es que Newton es muy exagerado echándose jabón: siempre se olvida de enjuagarse los oídos, y por eso a veces, cuando sale del baño, parece un osito de peluche con las orejas blancas, de la espuma del jabón. Pero esta vez no solo tiene las orejas blancas: todo el pelo enjabonado; se metió a bañar en calzonci-llos, ya que así de paso los lavaba, como nos han enseñado nuestras mamás. Todo el baño está lleno de espuma y, al abrir la puerta, la habitación se ha llenado de burbujas. La ducha no tiene cortinas y por eso todo se ha inundado. Los dos se-ñores, después de entrar al baño y cerrar la llave del agua, han salido empapados. Al verlos con esa facha, ya sí que no nos pudimos aguantar más la risa: era tan divertido que nos tiramos al suelo a reírnos. Maya, que cuando se muere de la risa, a veces tiene accidentes, ya tenía un charquito debajo mientras reía y reía; no podía parar.

Page 91: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Los señores del hotel nos han dado como por caso perdido y se han ido por el pasillo gritando: - Oh lá lá. C’est ne pas possible!-

Cuando llegaron nuestros papás, Ruben ya había aparecido. No se había perdido, solo se había detenido a observar de cerca la torre Eiffel. Dice que es impresio-nante; mañana la vamos a ir a visitar. Ya todos bañados y arreglados, hemos baja-do a dar un paseo y buscar un sitio barato donde comer algo antes de acostarnos. Al pasar por recepción, uno de los señores que nos ha visitado antes ha llamado a mi mamá, que es la única que habla un poco de francés y le ha dicho muchas cosas terminadas en “e” gritando. Mi mamá lo miraba seria y asentía. El señor, cuando dejó de gritar, le dio un papel. Cuando ya estábamos en la calle, nos ha contado:- Dice, que cuando los niños se han bañado, le han salido unas goteras a los del baño de la habitación del piso inferior. Me ha dado la factura, pero lo cierto es que si sus baños no están acondicionados para que cualquiera los use, no es culpa nuestra.-- Será que no se bañan mucho.-

Añadió Ruben, y todos soltamos la carcajada. Mi mamá nos había contado que antiguamente los reyes de Francia y quizás los de otros países, no se bañaban to-dos los días, como nosotros, sino que muchos días se echaban perfume sin bañar-se. Pero que eso había sido hacía muchísimos años y que posiblemente la gente se bañaría tanto como nosotros.

Page 92: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

París es una ciudad llena de luces por la noche, hay mucha gente por la calle, hace mucho frío, pero la gente está paseando o fuma apoyando la espalda en la pared de las casas, sobre todo unas señoras muy guapas, arregladas y con unos tacones gigantes. Ellas deben de ser parisinas porque no tienen frío, llevan vesti-dos como para tierra caliente, sin mangas. Nosotros nos hemos puesto cada uno todos los sacos y pantalones que tenemos, unos encima de otros y todavía vamos tiritando. Debe ser porque no estamos acostumbrados, y como dice mi papá, el frío, como el dolor es un estado mental, que con no pensarlo no lo sientes.

Hemos entrado en una hamburguesería. Mi papá odia los sitios de comida rápida y en Colombia, la única vez que salimos a cenar, fue en un italiano. En la fila, esperando nuestro turno, Luchito me ha sacado mi pelota del bolsillo.- Dame mi pelota.-- No quiero, ahora es mía.-

Cuando quiere ser terca, es más terca que una mula. Es capaz de hacer cualquier cosa para salirse con la suya. Nos hemos empezado a pelear: que me la diera, que no… se ha puesto a correr por todo el restaurante y yo detrás de ella. Mi papá se ha ido corriendo detrás de nosotras porque a lo mejor nos perdíamos o Luchito le podía dar por escaparse a la calle. Cuando Luchito vio que mi papá corría detrás de nosotras, le pareció muy divertido y se ha puesto a correr más rápido. Al final Ruben ha tenido que ayudar a mi papá a cogerla. La gente de la hamburguesería nos miraba con las caras rojas, mientras comentaban: - C’est terrible. C’est ne pas possible...-Desde que llegamos no hemos oído otra cosa; ya no nos divierte. Cuando por fin nos han atendido, mi papá ha ido a pagar con la billetera y se la habían robado. Dentro llevaba todo nuestro dinero para estar en París: doscientos francos. Ruben ha pagado la comida. Hemos vuelto al hotel en silencio. Hasta Luchito se daba cuenta que algo malo había pasado. Al llegar al hotel hemos visto a una mujer muy bonita con el pelo crespo pelirrojo. Nos sonreía. Mi mamá, casi llorando, ha ido corriendo hacia ella gritando:- ¡Adrienne, hola Adrienne, hola… qué bien que nos encontraste!-Adrienne ha subido a nuestro cuarto y le hemos contado todas nuestra aventuras de nuestro primer día en París. Todos estábamos de mejor humor, más tranquilos. Parecía como si Adrienne nos hubiera rescatado. Ella nos ha dicho que por el dinero no nos preocupemos, que el Comité de Solidaridad en París nos está ges-tionando una ayuda para viajar a África.

Page 93: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Al día siguiente nos mudaremos a la residencia estudiantil y ella nos enseñará la ciudad. Adrienne es parisina, pero ha vivido muchos años en Bogotá; es muy amiga de nuestros papás. Mi mamá me ha contado que Adrienne fue una de las enfermeras amigas que ayudó en el parto cuando yo nací. Tal vez por eso Adrien-ne me miraba todo el tiempo tan raro. ¿Será que he crecido mucho?

Page 94: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy ha sido el día más feliz desde que llegamos a París, hemos estado pa-seando. Subimos a la torre Eiffel y cuando estábamos en la tercera planta han aparecido un grupo de niños franceses con su maestra. Luchito y yo nos hemos ido corriendo a sonreírles, pero cuando mi mamá ha visto a una niña de cerca, se ha puesto verde, fue a por nosotras y nos apartó de ellos. No entendíamos nada, hasta que después en la comida hemos oído como le comentaba a Adrienne:- Adrienne, esta mañana nos hemos cruzado con un grupo de niños, entre los que estaba una niña con trenzas plagada de piojos, estaban como en manifestación en su cabeza. ¿Aquí es normal que los niños tengan piojos y tantos?.-Adrienne, sonriendo, le respondió tranquila:- No es normal, ni deja de serlo. Lo cierto es que es mucho más común y no está tan mal considerado como en Colombia.-- Pero es que esa niña tenía la cabeza plagada.-Mi mamá la miraba con los ojos como platos, súper seria y visiblemente molesta.- Todas las cosas en la vida dependen del prisma con el que se las mire. Si, pue-de ser que esa niña tuviera piojos, pero aquí en invierno es muy común. No se culpabiliza a los niños por ello. Se hacen campañas en los colegios; las plagas se intentan controlar. No es culpa de los niños ni de sus mamás por no bañarlos. Los piojos se contagian en la cabezas limpias también.-

Adrienne me cae muy bien, y eso que dijo del “prisma”, me gusto mucho. Lo cierto es que Luchito y yo tuvimos una vez piojos en Bogotá y todo el mundo se enfadó con nosotras. Era como si tuviéramos la peste y fuéramos unas niñas sucias. Cuando, con una mamá como la nuestra, que nos refriega tanto, que pare-cemos cangrejos rojos de rio.

Por la noche nos trasladamos a la residencia. Nos han recibido unos veinte estu-diantes, algunos de ellos colombianos. Nos han acogido en sus habitaciones y han compartido con nosotros sus tickets de comida. En la residencia tienen unas ricas ensaladas de frutas que nos han vuelto locos porque, desde que salimos de Bo-gotá, no las habíamos vuelto a comer. Antes, cuando llegábamos al taller donde trabajaba mi mamá del colegio, ella nos invitaba todas las tardes a una ensalada de frutas, y los miércoles nos llevaba al cine. Pero eso queda ya muy lejos. Aho-ra me parece que nunca hubiera sucedido o que lo hubiera soñado. Han pasado tantas cosas desde entonces y tan rápido que hay algunas cosas de las que no me acuerdo. Ahora ya no vamos al cine, pero vemos tantas otras cosas y tan distin-tas de lo que era nuestra vida, que me parece vivir dentro de una película y que en cualquier momento saldré del cine y subiré a dormir a la casa de mi abuelita Flora.

Page 95: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde que llegamos a la residencia de estudiantes nunca estamos solos. Siempre andamos con un grupo de unas diez personas. Hay un amigo bogotano, que está estudiando aquí para ser abogado, que me cae muy bien porque se sienta a dibujar con nosotros en el suelo y juega al escondite. Se llama Gerardo. Su her-mano Javier es muy amigo de Ruben; vivían en el mismo barrio a pocas cuadras y estudiaron en la misma escuela primaria. Esta noche, después de la comida, hemos ido todos a su habitación, pues Gerardo tiene una radio que puede sintoni-zar todas las emisoras del mundo. Mientras mi papá y Ruben intentan sintonizar una radio colombiana, los demás permanecemos en silencio, pendientes de que el aparato funcionara. Cuando ha vuelto Gerardo de clase, se ha quedado de pie en la puerta sin hablar. No movía ni una pestaña. Se agarraba a la bolsa que tenía cruzada en el pecho con toda su fuerza. Los dedos estaban rojos, como si se la fueran a robar.

Todos nos hemos quedado mudos mirando. Mi papá apagó la radio; algo había pasado. Lo he aprendido a detectar: cuando hay problemas se extiende un olor muy especial por el aire. Es como si el aire se convirtiera en sopa fría y no pu-dieras respirar, y tuvieras que comerte el aire a cucharadas porque cuesta mucho.

Pasarían cinco minutos o una eternidad, hasta que Ruben, que lo conoce mejor, se acercó a él y lo ayudó a sentarse. Es como si todo el mundo ya supiera lo que había pasado. Le dimos un vaso de agua y, cuando lo terminó, Gerardo se puso a llorar como un bebé, desconsolado, sin parar. No podía ni hablar. Mi mamá se ha sentado a su lado y lo ha abrazado. Con ella, todos los niños nos hemos ido a abrazarlo también. Gerardo se ha hecho estos días muy amigo nuestro y lo que-remos mucho. Poco a poco se ha tranquilizado. Luchito se ha quedado sentada en sus piernas y empieza a investigar qué tiene dentro de la bolsa. Está como siempre buscando tesoros. En ese momento, Ruben se ha atrevido a preguntarle:- Pero… ¿Qué pasó?.- - Encontraron a Javier y a otros dos compañeros.- Su voz era muy profunda y seria; parecía que estuviera hablando otra persona a través de él. -¿Están bien?.-La voz de Ruben temblaba.

- Están todos muertos: sus cuerpos estaban dentro de unas bolsas negras, botados en el basurero de los cerros. Un niño de ocho años y su hermanito de cinco, que se dedican a buscar cartones y botellas para vender, los encontraron. Pobrecitos,

Page 96: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

se tienen que haber asustado muchísimo.-

Empezó a llorar de nuevo, sin parar, y nos hemos quedado todos en silencio. Mi mamá me ha mandado ir por otro vaso de agua para él. No entiendo por qué la gente que mejor me cae está en peligro o se muere. He ido corriendo a por el agua y he vuelto todo lo rápido que me permitía no derramarla. Cuando llegué al cuarto, Ferdinand, un amigo francés de Gerardo, estaba preguntando justo lo que yo siempre quiero preguntar: - ¿Pero por qué esta locura?.-

- Javier era una persona que pensaba en cambiar las cosas, como todos los que estamos acá y los que están allá que no son ciegos, sordos y mudos. Él era perio-dista. Hace un tiempo empezó a escribir, en su columna diaria en el periódico El Espectador, denunciando las injusticias que estaban sucediendo por todas partes. Contaba lo que muchos otros callaban. Cuando nos detuvieron por formar la cooperativa y la escuela sindical en Chaquetin, fue gracias a su columna que se pudo enterar todo el país, no solo de que nos habían detenido injustamente,sino del trato inhumano que nos estaban dando. Siempre contaba las historias de las personas que estaban injustamente detenidas en la cárcel por sus ideas, hablaba con la madres, esposas, hermanas…- Le contestó Ruben con la voz entrecortada y los ojos rojos. Mi mamá lo reemplazó en el relato:- Fue de las pocas personas que me vino a ver cuando estuve detenida con Tista recién nacida.- - Gracias a la noticia que publicó, al día siguiente todos los grupos internaciona-les estaban haciendo un seguimiento de la seguridad de la mamá y la nena.- Contó Adrienne.- Si no llega a ser por él, a lo mejor también habrían acabado botadas en una bol-sa de plástico.- Añadio Euridice con tristeza. Ferdinand no hizo más preguntas; tenía los ojos rojísimos debajo de sus gafas redondas y de su pelo crespo y largo. Se ha levantó en silencio y se fue. Todos nos hemos quedado en silencio. A la me-dia hora, Ferdinand ha vuelto con cervezas, ron y aguardiente para los grandes, y gaseosas y patatas fritas para nosotros. Hemos hecho un homenaje y un brindis por los amigos muertos y por todos los ausentes.

Mi papá y Ruben han sacado las guitarras y hemos cantado muchas canciones hasta que se ha hecho de día. La que más nos ha gustado ha sido la que nos ha enseñado una amiga española, una canción que es de un cantautor que parece ser casi tan famoso en España como Mercedes Sosa en Latinoamérica y que se llama Labordeta. Se llama “Canto a la libertad”, y dice que si todos creemos que es po-sible un mundo más justo, más libre, entre todos, trabajando juntos lo podremos conseguir. Me debí de quedar dormida cuando sonaba la estrofa sobre un pan que nunca fue repartido a partes iguales.

Page 97: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Newton está vigilando desde el pico más alto de la torre Eiffel, Maya y Lu-chito desde el tercer piso dirigen una gran luz que hace de foco hacia el cielo en la noche. Tistana va a mi lado tomándose un tetero, mientras con el timón de mi globo voy llevando un pan más grande que todo Bogotá por el cielo. Vamos a ate-rrizar en París para dejar un trozo lo suficientemente grande como para alimentar a las personas que duermen en la calle y a las familias que no tengan dinero. Y después trazaremos una ruta y repartiremos el “Pan que nunca fue repartido”.

En el piso segundo de la torre Eiffel están los dos empleados del hotel con sus trajes rojos, gritando:

- Oh lá lá. C’est ne pas possible!-

A estas alturas ya los ignoramos y seguimos con nuestra tarea. Solo tenemos una noche para hacer todo el reparto. Si Papá Noel puede repartir todos los regalos del mundo en una sola noche, nosotras también.

Page 98: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Por fin salieron todos los papeles que nos hacían falta para viajar. Ahora so-mos refugiados políticos. Mi papá y Ruben van a trabajar como sastres en una empresa textil en Mozambique. Nos han comentado que en Maputo ya viven otras cinco familias colombianas, y que podremos ir al colegio mozambicano o a uno especial para los hijos de los cooperantes. Nos hemos puesto muy contentos. Ferdinand nos ha regalado un libro de mapas del mundo y ya sabemos que Ma-puto es la capital, que está al lado del mar y cerca del meridiano del Ecuador, por lo que la temperatura, nos ha explicado será tropical. Si llueve, posiblemente la lluvia sea tibia. Tenemos muchas ganas de ir de nuevo a la escuela, hacer tareas y no estar todo el día andando de un lado para otro.

Ahora estamos en el aeropuerto de París. Han venido muchos amigos a despe-dirnos. Como se hacía tarde, solo se han quedado hasta el final acompañándonos Gerardo, Adrienne y Ferdinand. El avión despega en la madrugada. Adrienne me vio nacer. Es muy raro conocer a alguien que, sin ser tu mamá, haya estado en ese momento tan importante.

Es una despedida más de otras muchas. No sé qué decir, ni qué pensar… Si digo que la echaré de menos, conseguiré que se ponga a llorar, y de paso mi mamá, que no pierde ninguna oportunidad. Y eso es lo que peor me sienta del mundo, que mi mamá lloré. Me parece muy aburrido porque me agarra la cabeza, me mete entre su pecho y llora y llora y llora… Hasta que se le pasan las ganas y en mi cabeza ya hay por lo menos ocho piscinas llenas de lágrimas para piojos.

Decido abrazar a Adrienne, mientras pienso que me gustaría decirle: “Espero ver-te pronto”. Pero me da miedo decirle eso, o que alguien me escuche y sepa que Adrienne me importa. A otros amigos antes que Adrienne que les dije lo mismo o me importaban, ya nos los voy a volver a ver, porque se fueron al otro barrio… Bueno irse, no se fueron, mejor dicho los mandaron. Así que me voy a hacer la indiferente cuando alguien me importe, por si la muerte anda cerca, se despiste y no me quite a más gente que quiero. Aunque mi papá dice que lo peor no es que te maten, sino que te desaparezcan, que tu familia no sepa si estás vivo o muerto.

Por las noches tengo pesadillas en las que siento que en cualquier momento va a pasar algo horrible… En la oscuridad veo como avanza la muerte. Mi mamá dice que tengo “miedo”, que es normal, que no me preocupe, porque ya estamos a salvo, y que la gente que nos podría hacer daño está ya muy lejos.

Page 99: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Además, nuestra abuelita Guadalupe siempre está con nosotros protegiéndonos. Cuando mi mamá me dijo eso, me quede muchísimo más tranquila. Cuando Lu-chito tiene miedo, le digo lo mismo, aunque a quien más le tiene miedo ella es a “Rakula”, así que me tengo que inventar una historia en la que nuestra abuelita bien chaparrita, no solo lleva sus habituales pistolas, caballo y machete, sino que también carga con una maleta “antivampiros”, con un martillo de madera y una estaca afilada. Ella siempre sabría qué hacer exactamente para defendernos.

Mientras salía el avión, mi mamá nos contó una historia de mi abuelita que es una de mis favoritas:

“ Un día estaba su abuelita Guadalupe lavando ropa en la alberca del patio de la casa y llegó un vecino a caballo y le dijo:- Doña Guadalupe, que a su hermano Maximiliano está a punto de ahorcarlo el Sargento Ramírez en la plaza del pueblo.-

Mi abuelita le pidió a una de sus ahijadas que siguiera con la tarea de lavar la ropa, que ahora volvía.

El Sargento Ramírez, estaba muy despechado porque mi abuela no le hacía caso. Y mi abuela no le hacía caso porque era un patán sin modales ni educación, ni buen corazón, ni nada… que pensaba que lo que quería podría conseguirlo a la fuerza si se le venía en gana. Ese señor todavía no le perdonaba a mi abuelita cómo todo el pueblo llegó a saber que él había intentado entrar borracho a la fuerza en su casa y ella lo había corrido a tiros. Para más señas, mi tío abuelo Maximiliano era liberal y el Sargento Ramírez, conservador. Por cosas de la po-lítica, mi tío abuelo Maximiliano se había tenido que esconder en las montañas, pero lo habían encontrado.

Mi abuelita Guadalupe llegó a caballo y nadie se atrevió a detenerla. Todo el pue-blo la respetaba mucho, pues ella era la que primero ayudaba a nacer a muchos de los niños, sabía curar enfermedades y otros males del cuerpo y del alma. Y además era maestra en la escuela. Así que se plantó apuntando con los dos revól-veres al Sargento Ramírez, mientras sin vacilación le decía:- Usted verá cuánto aprecia su vida, Ramírez. Le estoy apuntando entre los dos ojos y, como bien sabe todo el mundo en este pueblo, donde pongo el ojo, pongo la bala. Déjeme que me lleve a mi hermano, que lo único malo que hizo fue ser de mi familia y de otro partido diferente al suyo.-El Sargento Ramírez debía de tenerle pavor a mi abuelita Guadalupe porque eso mandó que lo soltaran, y así mi tio abuelo Maximiliano subió al lomo del caballo de ésta y, agarrado a su cintura, emprendieron el galope hacía las montañas. Ella lo escondió en una cueva segura donde le mandaba provisiones con sus ahijadas, mientras las tensiones entre liberales y conservadores se relajaban”.

Page 100: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Aterrizamos en Addis Abeba. El aeropuerto era una gran pista de cemento con un edificio de ladrillos rojos en uno de los lados, donde estaba la torre de con-trol. Bajamos por la escalerilla del avión directamente al suelo gris, por el que an-damos unos quinientos metros hasta la sala de espera dentro de la torre de control, donde pudimos guarecernos del sol. Al salir al aire libre sentimos el calor como una bofetada en la cara, era como entrar en un horno caliente. Mi mamá dijo que nos pusiéramos los cuadernos en la cabeza para hacernos algo de sombra. Olía a seco. De repente todos empezamos a tener una sed horrible y pedimos agua. Mi mamá no se pudo entender con las personas que trabajaban en el aeropuerto, así que empezó a preguntar a los pasajeros. Al final, un señor que llevaba una túnica larga y un turbante blancos, le ofreció, en un perfecto español una bolsa de cuero.- Señora, dentro de esta alforja hay varios litros de té de rosas. Para empezar, mójense todos solo los labios y tomen un pequeño chorro cada uno.-

Pues así llegaría para todos y nos calmaría la sed por una hora. Como el siguiente avión que esperábamos no llegaría hasta dentro de dos horas, el resto había que guardarlo para repetir la operación en ese momento. Nunca antes habíamos sen-tido tanto calor. Mi vestido estaba completamente pegado a mi piel y mojado, el pelo lo tenía chorreando, sentía un calor intenso por todo el cuerpo y era como si alguien estuviera tocando el tambor con mi cuerpo.

Nos sentamos todos en el suelo contra la pared en una esquina a la sombra y poco a poco comencé a observar a toda la gente que nos rodeaba. Era la primera vez que veía a tanta gente negra junta. Me preguntaba si serían familiares del señor que trabajaba en la farmacia a la vuelta de la casa de mi abuelita Flora. Pero no era un buen momento para preguntar, todos estábamos agotados por el calor, in-tentábamos dormir, pero los mosquitos no nos dejaban cerrar los ojos ni dos mi-nutos. Por fin me dormí con el “ZZZZZZZ” siseando en mi cabeza, y me desperté cuando Newton me dio con el cómic de Condorito en el brazo.

- ¿Por qué me pegas?.-- Es que tenías un mosquito chupándote la sangre.-

Me contestó, cagado de la risa. En otro momento lo habría perseguido el tiempo que hiciera falta para devolverle la broma con una ataque de cosquillas pero, des-hidratada como estaba, solo le saque la lengua y él sonrió.

Page 101: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Maputo es una ciudad muy bonita, desde nuestra nueva casa se ve el mar. Vivimos en un sexto piso de un edificio enorme. Cada planta tiene unas diez ca-sas y cada casa tiene tres cuartos. El corredor que las une da a un patio interior, y es tan amplio que podemos correr y jugar al fútbol, algunos niños vecinos mon-tan en su bicicleta. Mis papás están entusiasmados con el país. Mi papá dice que estamos en una república socialista, que aunque sea un país pobre lo poco que tiene se reparte entre todo el mundo, y para que lo entendiéramos mejor nos puso el siguiente ejemplo:

- En otros países, si un niño quiere una bicicleta y no tiene dinero, no la puede tener. Aquí se tienen muchas bicicletas para el uso de todo el mundo, entre todos se comparten. Así nadie se queda sin bicicleta, porque las bicicletas son de todos.-

Me pregunto qué pasará si a todo el mundo le da por montar en bicicleta al mismo tiempo, o si hay que esperar mucho tiempo para montar en la misma bicicleta. Y qué pasa si la bicicleta se rompe porque hay muchas personas subidas encima. Pero no le he dicho nada porque he decidido que, a partir de ahora buscaré yo sola las respuestas a mis preguntas, pues mis papás tienen muchas cosas en las que pensar. Todas las preguntas que les hice hasta ahora, o no sabían contestarlas o estaban despistados en otras cosas, o no saben la respuesta.

Esta mañana fuimos por primera vez al colegio mozambicano. Mi profesor me ha hecho varias preguntas en portugués, que yo, como no se portugués, no he sabido responder. Antes de mi turno ya había visto lo que les sucedía a aquellos que no responden o responden mal: él hacía un gesto para que estiraran la mano y con una gruesa regla de madera les pegaba dos veces. Yo veía como el último al que le pegó, que estaba a mi lado, hacía esfuerzos para no soltar las lágrimas.

Mi mamá y mi papá me han estado enseñando en la casa a “falar portugués”, que significa hablar portugués, pero me queda muchísimo por aprender, sobre todo si me pongo nerviosa y me quedo en blanco. Al no responder correctamente al pro-fesor, este me ha pedido que extendiera la mano y yo me he escapado corriendo. El profesor, furioso, me gritaba:- Vem pra aca¡ Menina branca, vem pra ca¡¡.- (Ven aquí, niña blanca, ven aquí)

Me he puesto a gatear por debajo de los pupitres, consiguiendo que todos mis compañeros de clase se hayan puesto de mi parte y me hayan ayudado a huir,

Page 102: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

mientras daban palmas en las mesas y se morían de la risa. Les debió de parecer muy divertido que yo me negara a recibir el castigo.

Salí corriendo del colegio y no paré de correr loma arriba hasta llegar a nuestra nueva casa. La puerta estaba abierta, y he aprovechado para esconderme debajo de mi cama. Me quedé dormida enseguida.

Page 103: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá se molestó mucho cuando me encontró escondida debajo de la cama, escapada del colegio. Yo le conté todo lo que había sucedido, pero ella dijo que al día siguiente tendría que ir otra vez a clase.

He hablado con Luchito, Newton y Maya y hemos hecho un plan. Cuando sea la hora de ir al colegio nos vamos a ir de exploración. Todavía no conocemos bien la ciudad y desde la ventana de nuestra casa se ven los edificios, el mar, los barcos de pescadores… pero rodeando la ciudad vemos manchas verdes.

Newton, que tiene un libro de zoología que le encanta, nos ha dicho que seguro vemos jirafas, elefantes o leones. Pues estamos en África. Nos hemos puesto muy contentos. Hemos decidido hacer un mapa de Maputo, vamos a ir dibujando cada día la ruta que hagamos. Newton no habla mucho, pero siempre tiene gran- des ideas para aventuras, y es muy ordenado. Yo no soy ordenada, pues quiero hacer tantas cosas al mismo tiempo que parezco una mariposa borracha.

Luchito se ríe cada vez que alguien dice “Maputo”, pues mi mamá cuando llega- mos dijo que esta ciudad tenía nombre de grosería. A veces, cuando alguien dice “Maputo”, Luchito se tapa la boca, para que nadie sepa que se ríe, pero yo alcanzo a oírla. Sé que por dentro de su cabeza despeinada está resonando “Maputo, puto, puto”. Porque a Luchito le entusiasman las groserías, aprovecha que haya visita en la casa para hacer el show con su lista de groserías. Mi mamá se pone furiosa, pero todos los amigos no hacen sino consentirla y quitarle hierro al asunto. “Esta niña es divina” y le dan caramelos o le hacen cosquillas. Y ella se queda con una sonrisa satisfecha, como la de quien se arriesga pero siempre consigue un premio.

Esta noche no puedo dormir. Mañana nos vamos de exploración científica y no paro de pensar en todas las maravillas que nos esperan en la playa o entre los árboles. Arriba en el cielo brilla la luna y pienso en que me gustaría que Dayami estuviera con nosotros. Ella sí nos entiende y hasta se vendría con nosotros. La luna se refleja en el mar y, a lo lejos, se ven las luces de unos barquitos. Todavía no hemos ido ningún día a la playa...- Maria, ¿Estás despierta?.-- Sí, duérmete Luchito, que mañana tenemos que estar descansadas, pues vamosa andar mucho.-- Es que tengo miedo.-- ¿De Drácula?.-

Page 104: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- No, es que me ha dicho el vecino que entre los árboles hay gatos y serpientes.-

Si los miedos se pueden heredar, nosotras hemos heredado el pánico que siente mi mamá por las serpientes. Y desde que en Bogotá me atacaron los gatos, Lu- chito les tiene pánico.- Bah! Eso no es cierto, seguro se lo inventó.-

A Luchito hay que decirle mentiras, pues tiene mucha imaginación y no quiero que se pase toda la noche sin dormir. Pero el problema es que ahora soy yo la que no puedo dormir pensando en las culebras.

Page 105: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Amaneció y casi no había dormido. Cogimos nuestras carteras del colegio y las llenamos de manzanas y naranjas para el camino. También cogimos una botella de agua.

Newton y Maya ya estaban listos esperándonos en la puerta de la casa, salimos corriendo calle abajo, dirección opuesta al colegio. Estuvimos andando más de una hora por el puerto y, donde empezaba a acabarse el cemento, empezaba un parque lleno de árboles y palmeras. Entramos los cuatro y decidimos ir por dentro del parque hasta llegar a la playa, y allí parar para comer.

De repente, nos empezaron a caer cosas del cielo, bolas pequeñas de madera, pepas… Miramos hacía arriba y no vimos nada. Seguimos andando pero esta vez menos confiados y, de repente otra vez, una lluvia de pepas y unos sonidos:

- Gui gui gui.-- Son monos.-

Dijo Luchito, y ahí mismo se fue quitando la mochila que tenía cargada a la espalda y sacó una manzana mirando al árbol del que le había caído la última pepa… No habían pasado ni dos minutos cuando bajó deslizándose por el tronco un mono del tamaño del de Tarzán. Los demás hicimos lo mismo y dimos toda nuestra comida a los monos. Cuando se nos acabó, ni nos miraron y se fueron.

- Indio comido, indio ido.-

Comentó Newton, mientras nos moríamos de risa, pues era lo más increíble que nos había pasado nunca.

Al llegar a la playa nos vimos con dos problemas, el agua se había acabado y no teníamos nada que comer. Habíamos pasado más de tres horas caminando por el parque que dejó de ser un parque para convertirse en una selva. En la playa nohabía nadie, ni nada… Como nos gusta mucho nadar a los cuatro, nos quedamos en calzones y fuimos corriendo al agua. Hacía un día maravilloso y este nuevo mundo sería por siempre nuestro.

Page 106: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos estado nadando como locos. El agua era cristalina, la extensión de arena blanca se extendía a lo lejos hacia el cielo con pequeñas islas y sin olas. Podías andar kilómetros, en alguna parte el agua nos cubría la cabeza, pero el fondo del mar se veía lejos. En las islas que se formaron había agujeritos llenos de cangrejos chiquitos y transparentes. Nos hemos dedicado a recolectarlos como uvas, haciendo una bolsa con las camisetas, y los hemos metido en un agujero que hemos hecho bajo la sombra. Luchito y Maya han ido a buscar leña para hacer un pequeño fuego. Newton y yo hemos trepado a las palmeras que están ladeadas al lado de la playa y hemos conseguido seis cocos maduros.

Los cangrejos, y el pescado en general, no son platos que nos gusten mucho a ninguno de nosotros, pero hoy teníamos tanta hambre que nos han sabido a gloria con el agua de coco. Hemos jugado un rato más y hemos empezado a andar hacia la ciudad de vuelta. Cuando estábamos casi dejando atrás la playa y habíamos llegado a donde empieza la carretera... Ha parado un bus lleno de gente, del cual han bajado corriendo muchas mujeres envueltas en capulanas* con sus bebés ata-dos a la espalda. Otros niños y adultos corrían detrás. El último en bajar ha sido un anciano vestido de blanco que se ha sentado en la playa a mirar al horizonte sin hablar, las mujeres se han puesto en fila a ambos lados de este señor con sus hijos sentados al lado de ellas.

La escena era tan impresionante que nos hemos quedado detenidos en el tiempo y nos hemos sentado a una distancia a observar qué sucedería a continuación. Todo el mundo estaba en un absoluto silencio. Pasaría media hora o más y nadie se movía, nosotros tampoco, y de repente el mar ha dicho:

- AGUARRRRR¡¡¡¡¡¡¡.-

O eso dijimos que tendría que haber sonado si los mares hablaran, porque en me-nos de cinco minutos, el mar entró en las islas de arena donde habíamos estado jugando. Y en la misma orilla las olas eran más altas que la señoras más altas que estaban de pie en silencio.

Ya no era el mar pacífico y sin olas de todo el día, ahora era un mar enfurecido en la marea alta. Y cuando ha empezado a pegarle fuerte a la orilla y abarcar más terreno, el anciano vestido de blanco se ha puesto de pie y ha entrado dentro de las olas con todo el grupo detrás.

Page 107: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Veíamos entrar y salir del agua sus cuerpos, las capulanas completamente pega- das al cuerpo, empapadas. Hicieron un círculo y empezaron a cantar una canción cuando sus cabezas salían de debajo de las olas. Parecía un juego divertido, y nos hemos unido a ellos imitando su canción y nadando a su alrededor. Si sentíamos que nos hundíamos, nos agarrábamos a las capulanas de colores que flotaban por todas partes.

Y aunque el mar estaba furioso, no nos arrastró, nos meció en la orilla hasta que bajó el sol y todos salimos con la ropa pegada como una segunda piel salada.

Una señora mayor se ha acercado a nosotros y nos ha preguntado en portugués: - Onde é que estas crianças brancas não deixaram?- *(De dónde han salido estosniños blancos)!(*las capulanas son las telas de colores alegres de África y se envuelven en ellascomo si fueran faldas, vestidos o pantalones.)

Page 108: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nos han llevado en el autobús con ellos hasta el centro de Maputo. La mujer que preguntó de dónde habíamos salido se acercó a preguntarnos dónde vivía-mos. Nos han dejado en la acera y el autobús se ha ido entre nubes de polvo y arena. Nosotros nos hemos quedado mirando cómo se iba y después nos hemos ido a la casa. Ya era muy tarde y sabíamos que nos estarían esperando molestos nuestros papas.

- ¿Dónde se han metido todo el día?.- Preguntó mi mamá, furiosa, según nos !vio aparecer por la puerta. Mi papá, Ruben y Euridice nos miraban con la mismapregunta en los ojos. Siempre uno tiene que jugárselo todo a la última carta:- Después del colegio nos fuimos a jugar al fútbol con unos compañeros a un descampado al lado del puerto y se nos ha hecho un poco tarde.-- Eso es mentira. Hoy fuimos al colegio a hablar con el profesor que le intentó !pegar a usted, y qué casualidad que ninguno de los cuatro había ido a clase.-Me respondió mi papá. Luchito, a la que a veces se le llenan la cabeza de frases y de repente las tiene que escupir todas como una ametralladora, le contestó:- Nos fuimos de excursión por la selva, dimos de comer a los monos, andamosmuchísimo, estuvimos nadando, comimos cangrejos y conocimos a muchas se-

ñoras que se metían al mar a cantar con la ropa puesta.-- Y nos han traído en el autobús en el que iban; eran buena gente.- AñadióMaya, intentando solucionar algo.Newton y yo nos miramos fugazmente, sin atrevernos a añadir una palabra más, mirando al suelo.

Ahora nos miraban a los cuatro como si nos vieran por primera vez en su vida. Estaban tan serios que a mí me empezó a doler el estómago. Habíamos comido muy poco y mis tripas rugían del hambre. Ruben se levantó, y se acercó a Newton muy serio y le increpó:- Y tú, el hombrecito de esta comitiva, ¿ No tienes nada que decir?.-

Ruben se salió a la terraza a mirar al mar, mi mamá miró a Euridice, y ella, que nunca nos regaña, estaba muy brava:- Espero que esto no vuelva a suceder, niños; lo que han hecho es muy grave. Se escapan, mienten, les podría haber pasado cualquier cosa terrible.-

Page 109: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi papá ha dejado claro que estaríamos castigados sin poder salir a jugar a la ca-lle durante un mes. Mi mamá nos ha metido a todos a la bañera, mientras que ha ordenado a Simón, que lleva dos días trabajando con nosotros, que calentara los frijoles con arroz que íbamos a comer antes de irnos a dormir.

Después de comer, estábamos los cuatro en silencio en la cocina cuando ha en-trado mi mama para ver si habíamos terminado. Parecía más tranquila, por lo que me he atrevido a preguntarle:

- ¿Tengo que ir mañana al colegio?-- No, ya no vas a volver nunca a ese colegio, lo han cerrado.-Nos hemos mirado los cuatro sin entender nada, pero sabíamos que había pasado algo más.

Page 110: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Todo se mueve en círculo y veo muchas luces, mi hermana Luchito grita, pero no entiendo lo que dice. Alguien me lleva volando y estoy dentro de un co- che. También estoy con cuatro años pedaleando en mi triciclo detrás de un taxi. Veo muchos colores, no distingo nada, pero siento que mis papás están cerca. Mi triciclo vuela por encima el coche, dentro estoy yo con tres años más, envuelta en una sábana, desmayada. No entiendo los sonidos, solo tengo un gran sueño. Estaré dormida para siempre. Estaré soñando. Fuera, desde el triciclo, me grito a mí misma: despierta, despierta, tu mamá está llorando. Pero dentro del cuerpo de siete años no puedo recordar nada. La realidad está ahí, yo estoy al otro lado, donde la luz y los líquidos se mezclan en la superficie, mientras el fondo es oscu- ro y silencioso. Puedo dejarme hundir y que todas las luces, los colores, se fueran apagando. La voz de mi mamá, que está llorando, y la mano cálida de mi papa, me retienen y me siento muy pequeña, muy pequeña y muy frágil... Voy peda-leando en mi triciclo, veloz. A mi lado aparecen pedaleando en sus triciclos mis primitas pequeñas Cayetana y Marcela. Todas me gritan “Despierta, despierta”.Marcela me pregunta:- ¿Quién me va proteger de las lombrices de la bacinilla?.- Lleva una bacinilla en la cesta de su triciclo; es una niña precavida. Cuando lle- gamos al hospital, mi otra yo, con mis primas, aparcan al lado de mis papás, que no las ven. Marcela saca la bacinilla y hace popó. Cuando se levanta de ahí salen miles de lombrices verdes brillantes y luminosas que suben reptando por las pare-des. Cayetana me toca el pelo que tengo chorreando, Marcela guarda su bacinilla, y mi yo pequeña me muerde un dedo del pie.Mi cuerpo se está haciendo agua, mi carne es aire caliente, veo remolinos, tor- bellinos por todas partes. En algún momento oigo retazos de canciones que me cantaban de bebé, y que alguna vez se las canté yo a otros bebés... Mi yo de cuatro años me canta “no te duermas blanquita, que tu mamá está llorando, blanquita”. Mis primitas dan palmas, saltan y bailan a nuestro alrededor. Tengo tanto calor, no sé lo que me pasa, estoy en una camilla, me han pinchado varias veces, me han sacado sangre, me mueven como a una muñeca de un lado para otro. Siento como si fuera una pluma escurridiza que se evapora en el espacio... Mi tía Hortensia llega con mi prima Alicia. Mi tío Andrés, mis abuelas Flora, Guadalupe y Lola, todas me miran y mueven sus pañuelos. Me voy o me quedo, me despierto o me duermo, no tengo fuerzas para pensar o decidir nada. No sé cómo todos han lle-gado tan rápido. Mi tío Leo corre por los pasillos vestido de Racula y mi abuelo Leon está jugando al ajedrez con el Tigre que estaba en la casa de Kenedy. No veo quién va ganando, no puedo acercarme a mirar, y me gustaría decirle a mi abueli-to que mejor lo deje ganar. Mi abuelo Antonio pinta de rojo otra vez el triciclo...

Page 111: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

He estado tres días entre la vida y la muerte. Mi mamá dice que me picó la mosca “Tse Tse”, la de la fiebre amarilla, según me baje del avión. Y que la en-fermedad se hace fuerte durante veinte días en tu cuerpo y, en ese momento, te da la primera convulsión.

Luchito se despertó gritando porque estaba soñando que yo me moría y, cuando encendió la luz, yo estaba temblando y sudando en la cama. El grito que pegó fue lo que me salvó la vida. Mi mamá dice que cuando coges la malaria, si no te inyectan un antídoto cuanto antes no retornas del sueño, o sea, que te mueres, te quedas patitieso.

Me han estado pinchando y haciendo miles de pruebas. Estoy muy cansada y quisiera dormirme para siempre, pero ahora mi mamá no para de hablarme y me dice que tengo que estar despierta. Me tiene en brazos, y me incorporo a ver y que mi papá está volviendo de algún sitio.-¿Dónde están Cayetana y Marcela? ¿Donde están todos?.-Mi mamá me mira extrañada y mira a mi papá, mientras le dice:- Esta niña está delirando.-

Miro a mi alrededor, estamos en un pasillo largo y la luz es muy amarilla. Mu- chas otras mamás están con sus niños en brazos hablándoles e intentando que no se duerman. Hay bebés que lloran y lloran. Huele a hospital. Es un olor que no me gusta. Me miro los dedos de los pies e intentó moverlos, pero no me respon-den. Estoy envuelta en una sábana y siento como si miles de chorritos de agua me brotaran por todo el cuerpo.

Mi mamá me tiene sentada en sus rodillas y la miro. Quiero preguntarle dónde y con quién se quedaron Luchito y Tistana, pero ahora no tengo voz. Han empeza- do a caer miles de vidrios de colores que brillan mientras se van clavando en el suelo y en mi carne. Lo extraño es que no siento ningún dolor y no me sale ni una gota de sangre.

Viene un médico mozambiqueño y me toca la cabeza:- A menina está fora de perigo, eles podem ir para casa.- *(La niña está fuera depeligro, pueden irse a su casa)- Muchas gracias doctor.-Le responde mi mamá. Mi papá me envuelve en la sabana y me toma en brazos. Fuera del hospital hay una luna llena enorme y los pájaros vuelan y hacen ruidos

Page 112: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

raros, miles de ruidos. Los ruidos tienen colores y estos ascienden hacia el cielo. Sigo viendo cristales de colores volando por todas partes, vuelvo a volar por en- cima de mis papás y los saludo; ellos se asustan, pero yo les digo que todo está bien, que me voy de paseo.

Mi mamá me sacude y me despierto, me lava la cara y me dice muy seria y llo- rando:- Intenta no dormirte, es muy importante María ¿ Lo entiendes?.-- Sí, mamá.-

Por fin un hilo de voz me sale desde el fondo de la garganta y me siento segura, porque si me da por irme volando, mi mamá es más rápida y siempre me agarra.

Page 113: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos empezado a ir a The International School. Al colegio mozambicano no podemos volver porque lo han cerrado al declararse una epidemia. Mis papás querían que fuéramos al mismo colegio que el resto de los niños mozambiqueños.

Pero si no hay colegio, pues tendremos que ir a este, que es para los hijos de los cooperantes. A mí me gusta más porque tiene un patio enorme donde hay co- lumpios, árboles de tamarindo y una pista de tierra muy grande donde todos los recreos jugamos al béisbol. Es muy emocionante batear, tienes que concentrarte en la trayectoria de la pelota, en el momento preciso le das y hace una trayecto- ria perfecta, lejísimos. Si eso sucede, puedes hacer una carrera completa y ganar vidas para tu equipo.

En la nueva escuela tenemos muchos compañeros latinoamericanos, solo que son chicos, y no son como Newton, son maleducados y groseros. Hay uno en espe- cial, Michael, que es chileno, que piensa que todas las niñas estamos enamoradas de él. Es un creído y un iluso. Ayer nos peleamos porque le dijo a todo el mundo que yo me había bajado los calzones y le había enseñado todo. Nos dimos bien fuerte, pero es que me dio mucha rabia que dijera mentiras. Miss Brown nos ha castigado a los dos una hora de cara a la pared.

Todas las clases son en inglés. Mi papá nos ha comprado los libros y un dicciona- rio que he empezado a leer de arriba abajo para terminar todas la tareas... Además, si hablamos en otro idioma diferente al inglés, nos castigan.. Ésta es la parte que peor lleva Luchito, y por esto se niega a hablar en las clases, se cruza de brazos y mira por una ventana. Ha hecho una huelga particular en contra del inglés.

Como nosotros acabamos de llegar y no sabemos ni una gota de inglés, todas las tardes tenemos clase de “Special English” con Miss Elizabeth. Ella es la profeso-ra más bonita y simpática del planeta.Newton y yo hacemos juntos las tareas, pues nos encanta cuando ella nos mira y nos dice:- Humm, it ́s ok, very good!!.- *(que significa que lo has hecho bien)Miss Elizabeth, cuando nos sonríe lo hace con todo el cuerpo y a veces mientras intentamos leer en inglés y nos confundimos, (lo cual sucede muchas veces), ella

Page 114: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

está detrás de nosotros y nos acaricia la cabeza, diciéndonos con su voz dulce:- Try one more time, don’t worry.- * ( que significa que no te preocupes )

Y claro, yo quiero aprender mucho inglés y Newton también. Maya y Luchito no tienen ningunas ganas… Pero nosotros dos, buscamos nuevas palabras y frases en inglés para sorprenderla.

Hoy estoy muy feliz porque le conseguí decir una frase que tenía pensada desde hacía mucho tiempo:

- Miss Elizabeth, if I were a man and had your age, I’ll like to marry you.- *(que significa que si yo fuera un hombre y tuviera su edad, me gustaría casarme con ella )

Y ella me respondió, sonriéndome y acariciándome el pelo:

- In my country if you are a woman and have the age to marry, you can get ma-rried with another woman.- * (que significa que en su país no hay que ser un hombre para casarse con otra mujer )

Vamos, una noticia increíble. Le hemos dado un abrazo al final de la clase. New-ton y yo hemos ido repitiendo las dos frases en inglés como en una canción.

Cuando se lo he contado a mi mamá, me ha mirado muy raro y le ha comentado a Euridice:- Vaya cosas se les ocurren a estos niños.-

Y eso es porque mi mamá piensa que los niños no podemos enamorarnos, pero Newton y yo lo tenemos muy claro: estamos enamorados de Miss Elizabeth y cuando seamos grandes, nos echaremos a suertes quién de los dos se casa con ella.

Page 115: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy, cuando hemos salido del colegio, mi papá y Ruben nos estaban espe-rando en la puerta apoyados en un coche verde muy raro. Los dos nos sonreían como si fueran niños chiquitos. Los cinco nos miramos un momento extrañados y nos encogimos de hombros. Al acercarnos no dijeron con gran ovación:- ¡Hola niños!-

Ninguno de nosotros respondió nada, hacía mucho tiempo que les teníamos mie- do a las sorpresas. Ellos, sin inmutarse, se apartaron cada uno hacia un lado. Ru-ben hizo una reverencia mientras decía:- Les presentamos nuestro escarabajoverde.- Nos pusimos enseguida a saltar y gritar: - ¿Cómo? ¿Este coche es nuestro?.-- Así es, todo nuestro.-- ¿Y de dónde lo han sacado?.-- Nos lo han dado en la empresa para que podamos movernos con másfacilidad.- Contestó mi papá, mientras que Ruben, soltando la carcajada, añadía:- Así no tendremos excusas para llegar tarde.- - Yo nunca llego tarde y tu tampo-co.- Sentenció mi papá.- ¿Y cabremos todos?.-Me apresure a preguntar.- Sí Maria, porque mira.-Me contestó Ruben mientras abría la puerta del maletero:- Suban, que tenemos que ir a recoger a sus mamás, que hoy comemos en laplaya.-Subimos los cuatro al maletero y nos agarramos a los asientos de la parte de atrás, mientras íbamos de pie, mirando el paisaje. Desde luego ahora teníamos el coche más bonito que habíamos visto en toda nuestra vida. Mi papá iba feliz decopiloto y Tistana, como siempre, iba en sus piernas. Euridice, mi mamá y todas las ollas se pusieron en los asientos de detrás.Al llegar a la playa nos encontramos con otras familias colombianas. Cuandocayó la tarde, viendo que el bus tardaba mucho, Ruben les dijo a los demás:- Yo creo que en dos viajes con el escarabajo podemos llevar a todo el mundo asu casa.-

En el primer viaje nos subimos al maletero, de pie, nosotros cuatro más Sacha, la mamá de Sacha y su hermana. Al lado de mi mamá, Euridice y Tistana. En total

Page 116: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

fuimos doce personas. Por eso cuando el escarabajo dijo que hacía una pausa porque estaba cansado, todos nos echamos a reír. Mi papá se paró y nos abrió el maletero:- Tenemos que echarle una mano a nuestro amigo escarabajo.-

Nos pusimos todos los niños a empujar como quinientos metros hasta que volvió a arrancar y nos subimos corriendo al maletero, no fuera que si se quedaba mucho tiempo parado se volviera a apagar el motor. Desde ese día siempre esperábamos ansiosos el momento de empujar, como parte de las mañas de nuestro amigo es-carabajo, porque nos encantaba subir al maletero saltando y en marcha.

Page 117: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos aprendido a volar porque en el colegio tenemos unos columpios que están a dos metros del suelo. Tienen pasamanos, barras, puedes ir saltando de un lado para otro. Todo el recreo nos ponemos en la fila para jugar y vamos saltando de una barra a otra; es como volar. Hay que tener muchos reflejos para no caerte. Hace poco, Zhao, que está en el curso de los grandes, se cayó y se dio un golpe tan fuerte en la cabeza que estuvo ingresado dos semanas en el hospital, y cuan-do volvió al colegio no ha vuelto a hablarle a nadie. Se sienta a solas y mira al horizonte. Zhao es hijo del embajador de China. Nosotros lo seguíamos siempre porque hacía las mejores piruetas en los columpios y además era muy popular en-tre las chicas porque tiene el pelo muy largo brillante, es muy elegante y amable. Maya está loca por sus huesos.

Cuando los columpios están llenos nos ponemos a trepar los árboles de tamarindo que están al lado, pero esto nos lo tienen prohibido. Por eso cuando uno se sube, los demás vigilamos que no venga ningún maestro o adulto y nos castiguen. El árbol que tiene más fruta está justo encima del tejado de uno de los pabellones, por eso el tejado parece una tienda de fruta esperando que vayan a comprar. Por eso decidí que me subiría al tejado sin que nadie me viera y empezaría a tirarles tamarindos a Luchito y a Newton. Una vez arriba me encontré con Numia, una chica de Tanzania de mi clase. Su papá trabaja de cooperante, como los nuestros. Numia es requeteflaca, su piel brillante de color azabache y sus ojos más bri-llantes aún te miran como si te fueran a incendiar. Según me ha visto ha venido a montarme problema; dice que la fruta es suya y de sus amigos. El tejado está repleto de tamarindos. Hay de sobra para que todos nos cojamos unas churrias de campeonato, pues mi abuelita Flora dice que tomar mucho Tamarindo te suelta la tripa. Así que he intentado razonar con ella de esta forma.- No te preocupes Numia, hay suficiente para todos.-- No, no hay suficiente. Tú ya has cogido del otro árbol, este es para nosotros.-

Me miró con más fuego mientras se acercaba.

Le respondí, ya no muy segura de que pudiera convencerla de alguna forma. No me dio tiempo a decirle nada más porque se lanzó encima mía a pegarme, mientras rodábamos a un lado y otro del tejado, que menos mal que es plano. La verdad es que Numia se pelea muy bien para ser una chica, no le importa pelear

Page 118: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

con falda ni que se le vean los calzones. A mí me molestaría mucho. Y además, si mi mamá lo llega a saber, me da la tunda de vuelta. Por eso siempre llevo shorts y mi pelo crespo escondido dentro de la cachucha que me cosió mi papa. Numia me cae bien y yo no quiero pelearme con ella. Me he limitado a esquivar golpes y defenderme. Ella me pegaba pacito, porque la he visto pegarse con otras personas y sé que puede pegar más duro, pero gritaba mucho, para que nadie tuviera dudas de que nos estábamos peleando. Hemos estado forcejeando hasta que ha sonado el timbre de vuelta a clase. Entonces ella me ha soltado, me ha mirado de una forma muy rara, pero no con rabia, se ha alisado la falda, sacudido el polvo, se ha echado las trenzas que tiene por toda la cabeza hacia atrás y se ha ido a clase. Andaba como una pantera joven y yo me he quedado mirándola sin poder reac-cionar, hasta que Newton me ha bajado a la tierra:- Maria ¿Bajas o qué?.- Al bajar, me ha empezado a decir que nos juntáramos con el resto de latinos yque le diéramos una lección a esa engreída. Lo he mirado muy seria y le he dicho:

- Esto es algo entre Numia y yo, no te metas, y si alguien le pone la mano !enci-ma, se las tendrá que ver conmigo.-

Él se ha quedado callado y hemos vuelto en silencio a clase. Yo sé que tengo un genio de los mil demonios y que a veces se me dispara. Newton también lo sabe y bueno, qué le vamos a hacer, así son las cosas.

Page 119: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy me he quedado ayudando a Miss Brown, nuestra profesora de ciencias. Estamos preparando una exposición en clase de hojas y piedras.Hoy no tengo que volver a la casa porque nos han invitado a comer a casa de Berdy, que vive al lado de nuestra escuela. Berdy es uno de nuestros nuevos amigos aquí. Su papá es colombiano y su mama es rusa. Tienen una casa muy bonita con árboles y jardín. Después de despedirme de Miss Brown he bajado la calle cantando y saltando, es viernes y a estas horas ya no queda nadie que se pueda burlar de lo mal que canto. Cuando ya casi estaba llegando a casa de Berdy he tenido la sensación de que me seguía alguien. Al darme la vuelta y mirar al camino no se veía ni un alma.

Hace tanto calor que mires donde mires parece que el mundo se está derritiendo.

Los papás de Berdy son muy simpáticos y algunos viernes organizan reuniones de colombianos en la casa. Hoy estaba la familia de Sachaimir y Milenka, otros dos amigos nuestros. En su caso, su papá es colombiano y su mamá es búlgara. Los cuatro hermanos Marquez estaban con sus papás, ambos colombianos. Ru-ben y mi papá llegaron directos del trabajo y mi mamá llegó con Euridice en la mañana para ayudar a que todo estuviera listo, pues hoy van a empezar a organi-zar un comité de colombianos en Maputo. Los niños, al terminar de comer, nos hemos puesto a jugar al escondite en el jardín. Cuando me ha tocado contar a mí, me han tirado una pepa de tamarindo a la cabeza.- ¿Quién ha sido?.-Nadie respondió. Como estaban todos escondidos los he buscado y cuando por fin ya estaban todos, he vuelto a preguntar quién había sido el gracioso que me tiraba pepas de tamarindo mientras contaba, a traición. Todos me miraban como si yo fuera un marciano, mientras los miraba uno a uno a los ojos, intentando encontrar al culpable. De repente un silbido y otra pepa de tamarindo me dio en la cabeza. Esta última venía desde el techo de la casa. Hemos subido corriendo a la buhardilla y he salido al techo por una ventana, con el tiempo preciso para ver cómo alguien saltaba al árbol del jardín y entre las ramas entreví la falda roja de Numia. Me ha debido seguir hasta allí.- ¿ Has visto quién era?- - No.-Le respondí a Newton bajando la mirada, para que no se diera cuenta de que leestaba mintiendo. Después, como veíamos que la reunión de nuestros papás aca- !baría en parranda hasta la noche, hemos pedido permiso para bajar a la playa abañarnos y hemos enterrado a Tista por lo menos diez veces bajo la arena.

Page 120: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Abraão es un amigo de nuestros papás que es brasilero, vive a mitad de cami-no del colegio a nuestra casa. Sabe tocar la guitarra, el xilófono, el tambor y tiene la colección más grande de discos que hayamos visto nunca. También tiene una amplia biblioteca con libros de todo tipo, pero sobre todo tiene muchos comics de Archie, Spirou, Asterix & Obelix… A veces por la mañana mi mamá nos dice que vayamos directas a casa de Abraão, que ella nos recoge allá.

Nos pasamos jugando toda la tarde al dominó o leyendo comics. Abraão nos pre-para tés y, a veces, si ha tenido suerte en el mercado, tiene alguna galleta. Pero es muy difícil encontrar dulces o galletas en el mercado. El mercado en Maputo tiene papas, mandioca y cilantro, y para otras cosas como té, frutas, dulces o artí-culos como crema dental, tienes que ir al supermercado para cooperantes, que es muy caro y solo se puede pagar en dólares. A veces mi mamá consigue cambiar con una señora de las afueras alguna crema dental o champú por varios kilos de frutas, o alguna verdura que no se encuentre en el mercado. Todos los meses vamos al establecimiento de racionamiento de comida, donde el gobierno mo-zambicano tiene medido cuantos kilos de arroz, frijol y azúcar le corresponden a cada familia. Mi mamá guarda los nuestros en la despensa como oro en paño y va organizando todas las comidas del mes.

A veces, si tenemos suerte cuando vamos a visitar a Abraão, está también nuestra amiga costarricense Rubí, que es médica como él y tiene algún chicle que parte en cuatro trozos iguales y lo masticamos hasta que esta duro del todo dos o tres días después. Por la noche lo pegamos en la madera de la cama y por la mañana lo seguimos masticando. En Maputo un chicle es un lujo que casi ningún niño tiene porque no hay sitios donde comprar, ni siquiera en el supermercado para coope-rantes. Rubí tiene chicles porque viaja mucho por su trabajo a los países vecinos. Cuando nos los da, nos hace prometer que no les haremos fieros a los niños de aquí, que ellos no tienen chicles, ni forma de tenerlos, así que si se entera que les hemos hecho fieros o masticado chicle delante de ellos, nunca más nos dará uno.

Nos gusta mucho la casa de Abraão porque aunque no tiene hijos, sus amigos son como niños grandes, Rubí juega al escondite con nosotros, se ríe, salta. Dice que ya pasan muchas cosas fuera como para que un adulto no pueda jugar y divertirse como un niño. Nos pregunta cosas de Costa Rica y a la vez nos cuenta cosas de su familia.

Page 121: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy han llegado otros dos amigos médicos: Kabil que es mexicano e Nazli, que es de la India, aunque habla perfectamente español porque hizo una especiali- za-ción en Cuba, que es donde se conocieron los cuatro. Kabil e Nazli son en cierto sentido “pareja”, pero no son un matrimonio, porque mi mamá dice que ellos no quieren coartar la libertad de viajar y vivir otros amores. Así que son como novios, pero también pueden tener otros novios. Yo lo que creo es que son muy buenos amigos y confían plenamente el uno en el otro. Si alguna vez soy mayor quiero tener una pareja parecida a la que ellos tienen.

Kabil nos ha reunido a los cuatro y nos ha dicho que hoy dormiremos allá, porque nuestros papás estánmuy ocupados. Nos hemos extrañado un poco, pero como nos gusta mucho la casa del tío Abraão hemos empezado a gritar “Hurra, hurra”. Después de la comida Kabil se ha sentado con nosotros en la mesa y nos ha pre-guntado si sabíamos que los aztecas habían inventado números y matemáticas hacía muchos siglos. Negamos todos con la cabeza. En un papel nos ha dibujado todos los números aztecas del uno al diez y nos ha enseñado cómo sumaban y restaban con su método, así nos hemos pasado toda la tarde aprendiendo a sumar, restar y multiplicar en azteca. Como nos ha gustado mucho, nos ha prometido enseñarnos el alfabeto maya y más leyendas de los primeros y originarios pobla-dores de México.

Nazli a su vez nos ha contado leyendas que cuentan la prodigiosa memoria de los elefantes. Por la noche nos han preparado una cama para los cuatro en la sala y nos han dado las buenas noches. Estábamos agotados y nos hemos dormido enseguida.

Page 122: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy hemos celebrado el cumpleaños de Tistana, mi mamá ha conseguido juntar los ingredientes para encargarle a una vecina una tarta con forma de cisne nadando. El cuento favorito de Tista es el del patito feo. Mi mamá se pasa casi todos los días yendo de un lado para otro buscando verduras y frutas para comple-mentar la comida. Las frutas que mejor se dan en Mozambique son las guayabas y las papayas, y casi todos los días tenemos batido de guayaba con agua y leche.

Esta semana, cuando llegamos del colegio, mi mamá le ha preguntado a Tistana: - Tista; ¿Dime qué quieres de cumpleaños?.-- Quiero que dejes de fumar.-La respuesta nos ha dejado a todos sorprendidos. Es cierto que mi mamá en Bogo- tá se llegaba a fumar hasta dos paquetes diarios de tabaco, pero desde que salimos había reducido. Y quizás se fumaba un cigarrillo durante el fin de semana con Euridice. Pero Tistana lo aborrecía, había escuchado muchas veces que el tabaco era dañino y mataba a las personas. Ella no quería que mamá muriera.- Pero Tistalita, si como mucho me fumo un cigarrillo a la semana.-- Quiero que dejes de fumar.-Respondía terca Tista. Por más que mi mamá le ofreció distintos y tentadores re- galos, ella no cedió. Después de más de una hora de negociaciones infructuosas, mi mamá se dio por vencida y le dijo.- Está bien Tista, dejaré de fumar si tan importante es para ti.-

Desde ese día nunca más volvimos a ver a mamá fumando. Euridice le reprocha- ba que se dejara manipular así por nosotras. Pero mi mamá le decía que si no lo hubiera hecho, después ella no tendría ninguna autoridad moral para pedirnos nada cuando le hiciera falta. Era la forma de ganarse nuestro respeto: lo que decía lo hacía. Y es cierto que lo cumplió.

Page 123: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Milena es una amiga de nuestros papás que viajo sola a Maputo con sus hijos Matías y Ana Lucia. Matias va a la clase de Luchito y junto con Fernando el hijo pelirrojo de otros amigos colombianos, son sus nuevos amigos favoritos. Ana Lucía se ha hecho muy amiga de Maya, porque tienen la misma edad y a las dos les encantan la canciones de los Parchís. Yo sigo prefiriendo jugar ajedrez con Newton, o sentarnos juntos a leer comics de Condorito, Asterix, Memin o libros que encontramos en las casas de la gente a la que visitamos o nos visita, y que nos los trae porque ya los ha leído y nosotros les prestamos los nuestros.

Milena tuvo que viajar porque su compañero estaba en la cárcel como nuestros papás por sus ideas políticas, pero el día en que salió lo mataron delante de ella y de sus dos hijos. Ella es maestra de escuela como mamá, pero nunca ha querido opinar de política, y además le da miedo. Pero cuando esto sucedió, nosotros lle-vábamos un mes en Mozambique y el comité de colombianos, que es como una nueva familia, movió cielo y tierra para sacarla de Colombia, por miedo de que ella y los niños corrieran con la misma suerte.

Cuando se sientan en la casa con mi mamá y Euridice en la casa a organizar actividades del comité, siempre está de acuerdo con Euridice en que no le ve nin-gún sentido a lo que sucede y que realmente no quiere estar viviendo lejos de su familia, y sobre todo de su mamá. Está muy triste todo el tiempo, siempre está llorando y cuando la vemos tiene los ojos rojos de haber llorado previamente.

Cuando volvimos del colegio mi mamá nos dijo que por un tiempo Matías y Ana Lucía van a vivir con nosotros, pues su mamá está ingresada en el hospital por un tiempo hasta que se recupere. Luchito y yo compartiremos la cama, lo cual no me importa mucho porque la cama que tengo ahora es tan grande que es difícil que me llegue a pegar alguna patada cuando sueñe que juega al fútbol. Hemos ayudado a alistar la habitación, y cuando Euridice y mi mamá estaban preparando la comida para todos, hemos escuchado como mi mamá le contaba lo que había sucedido el día anterior y por qué había sido mejor que durmiéramos los cuatro donde Abraão.

Como mañana es sábado nos ha dejado que vayamos todos los niños a la playa solos y pasemos allí todo el día. Nos hemos puesto muy contentos, hemos ido a avisar a los vecinos de al lado que tienen una pelota de fútbol que han hecho co

Page 124: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

siendo muchas telas y con ellos nos hemos ido a jugar al fútbol a la playa. Hacía un día increíble.

Hoy no hemos dejado que los monos nos robaran la comida.

Nuestros vecinos son de nuestra misma edad, pero saben más cosas. Nos han en-señado a pescar y a comer unas frutas amarillas, parecidas a las cerezas. Hemos asado los pescados pinchados en un palo y hemos compartido con ellos los frijo-les con arroz que nos preparó mi mama.

Por la tarde, cuando volvíamos a ponernos a jugar otro partido de fútbol, nos he- mos encontrado con la familia de Numia. Su papá y su mama son muy simpáticos. Tiene dos hermanas más chiquitas y su mamá está esperando otro bebé. Luchito ha sido la que los ha visto y le he dicho que fuéramos a saludarlos. Numia no sa- bía donde meterse, pero sus papas nos sonreían mucho, así que nos presentamos.

- Hola, buenas tardes, esta es mi hermana Luchito y yo soy Maria, somos compa-ñeras de Numia del colegio ¡Hola Numia!.-- Numia, te están saludando.-Numia miraba para el suelo y ha dicho un “hola” muy bajito.- Numia nos tira pepas desde los árboles.- Ha dicho Luchito, pero se ha callado cuando yo le he pellizcado el brazo, sin que se dieran cuenta, mientras que no paraba de sonreírles. Luchito que ha entendido enseguida, ha añadido enseguida.- Numia es muy amiga nuestra, de verdad.-- Estamos allí con unos amigos, ¿Le dan permiso para que venga a jugar con nosotros?.- He añadido corriendo, para que Luchito no acabara metiendo más la pata. El papa de Numia le ha hablado en su dialecto y Numia le ha mirado como quien mira a un dios, y debe de haber dicho que sí quería porque acto seguido me ha cogido de la mano y me ha llevado corriendo hasta donde estaban los demás. Luchito ha venido corriendo detrás y la miraba con esa mirada tan suya, de cuando le tiene guardada las cuentas a alguien.

Newton al principio ha abierto los ojos como platos, pues se supone que Numia es nuestra “enemiga”, pero se le ha pasado enseguida, pues Numia es una delan-tera única y ha metido tres goles, uno de ellos con la cabeza. Matías y Ana Lucía no han querido jugar, están preocupados por su mamá. Maya y Luchito se han sentado con ellos en la arena y les intentan contar chistes, pero no parece que funcione la cosa

Page 125: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy hace siete años que los mozambiqueños se independizaron de Portugal. Hasta ese momento eran su colonia. Los portugueses habían hecho de Maputo una ciudad más de Portugal, donde ir a pasar las vacaciones, poner fábricas de producción y sacar materias primas sin tener que dar nada a cambio. Mi profeso- ra de historia, Miss Sally, nos está explicando por qué es tan importante este día. Consternada le he preguntado por qué siempre en todas partes hay tantas guerras.

- Buena pregunta Maria; ¿A alguno de ustedes se le ocurre algún motivo por el que pueda estallar una guerra?.- Le pregunta Miss Sally a toda mi clase de cuarto grado.- Porque un país tiene mas armas que otro más pequeño y decide invadirlo para ser más grande.-

Respondió Numia muy serena. Todos nos hemos mirado entre nosotros, porque no se nos ocurría ningún motivo, pero la respuesta de Numia nos dejaba pensan- do. Para mí es muy difícil pensar en cosas que no conozco y por eso le digo de nuevo a Miss Sally:- Eso es como decir que yo que soy más mayor y fuerte que mi hermana, llego, le pego y le quitó su helado, me lo como y además la amenazo con que si se lo dice a alguien, le vuelvo a pegar.-

- Pobre Luchito, que aprovechada.- Ha añadido Newton riéndose. El resto de la clase también, se ha echado a reír.

Me he puesto roja de la vergüenza y he aclarado:- Es solo un ejemplo, yo nuncaharía algo así.-

Miss Sally me ha defendido y ha dicho que era un muy buen ejemplo, porque los países y el mundo funcionaban como una gran familia que se tendría que llevar bien. Que los más fuertes tendrían que ayudar a los más débiles porque siempre, todo lo bueno que hagas para otros, también es bueno para ti. Pero que había gen- te que no podía pensar así porque tenía otros intereses.- Como los bandidos armados.-- Si, Numia, los bandidos armados están haciendo mucho daño a este país.-Ha respondido triste Miss Sally a Numia, que también ha intervenido con rabia, porque los bandidos armados le habían hecho daño a un amigo suyo, pero no nos ha querido contar qué le paso.

Page 126: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En ese momento ha sonado el timbre. Yo quería preguntar más sobre los bandidos armados, porque desde que llegamos están en todas partes, en la radio, en los dis-cursos, en los periódicos... y no sé si les tengo que empezar a tener miedo ¿Serán igual que los militares en Colombia? Porque aquí no hay militares, hay “milicias populares” y siempre están ayudando a la gente, son amables y no me dan miedo.

Hemos vuelto a la casa corriendo los seis, haciendo carreras y riéndonos. Tarda- mos casi una hora y media porque hemos ido dando un rodeo, para venir andan- do por el puerto. Los pescadores estaban cosiendo sus redes en el paseo marítimo, tranquilamente, sonriéndonos y nosotros corriendo y gritando:- ¡Cobarde el ultimo!-- ¡Tú la llevas!-- Inda cauba uena mina!-

Cuando hemos entrado como un tropel en la casa, Ruben y mis papas estaban sentados en completo silencio y nos hemos quedado helados. Rubí y Abraão esta- ban con ellos todos mudos. Ninguno nos hemos atrevido a preguntar qué pasaba, y aunque fuera en la calle hacía casi cuarenta grados a la sombra, dentro de la casa hacía muchísimo frío y todo parecía más gris.

Abraão y Rubí nos han dicho que tienen que hablar a solas con Matías y Ana Lu-cía. Mi mamá y Euridice nos han tomado del brazo y hemos ido a dar un paseo por el puerto. Mientras nosotros jugábamos he podido escuchar como mi mamá le decía a Euridice:- Si ella está muerta de dolor por dentro y no sabe lo que hace, es un peligro que esté sola con los niños, no sabemos de lo que es capaz.-- Ya nos vamos a encargar nosotros cuando salga de la clínica de que no vuelva a estar sola con los niños. Hemos tenido suerte de que no había cerrado lapuerta con llave.-- Maria, vete a jugar con los demás y deja de poner la antena.-

Me he ido corriendo sin poderme enterar de nada más, pero tengo mucha curiosi-dad por saber qué más ha pasado y si Milena está bien.

Page 127: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Milena está enferma y necesita descansar, por eso la van a llevar a una casa de reposo donde seguro dentro de poco se pondrá bien. Ahora mismo se despista mucho y no puede cuidar de sí misma, ni de nadie. A veces cuando se pone a co-cinar se le olvida cerrar la llave del gas. Y otras veces se mete dentro de la bañera y se queda dormida bajo el agua. Mi mama nos ha contado todo esto mientras nos comíamos un helado de agua de coco en el puerto. Nosotros no hemos dicho nada, pues ya lo sabíamos, porque cuando se ha quedado en nuestra casa también lo ha hecho y vamos detrás de ella con Matías vigilando sus despistes. Lo cierto es que después de que la señora que nos cuidaba en Kenedy casi nos sancocha en mostaza, nos hemos dado cuenta de que a veces los adultos no tienen mucho cuidado en lo que están haciendo y se ponen en peligro ellos y de paso a noso-tros. El sol cae sobre los barcos de los pescadores mientras ellos miran sus redes y esperan que el tiempo pase despacio. Yo solo pienso, que se detenga el mundo, que deje de girar sobre su eje durante un momento. Me gusta mucho Milena, es como una niña grande, está siempre muy triste, pero con nosotros muchas veces es dulce y cuando está de buen humor nos cepilla el pelo y nos hace trenzas.

Cuando volvimos a la casa, estaba todo el comité de colombianos en Maputo al completo, niños incluidos. Dentro de lo malo nos hemos puesto muy contentos y hemos saludado chocando manos a todos. Han llegado dos familias nuevas a vivir y van a ir a nuestra escuela, así que nos hemos presentado y les hemos pre- guntado las cosas más importantes:- Hola, yo soy Newton ¿Sabes subirte a un árbol?- No sé subirme a un árbol, pero sé hacer nudos de marinero.-- Eso puede servir para muchas cosas, nos tienes que enseñar.-Newton se ha puesto a charlar con Mosi, el más alto de todos, que debe tener nuestra edad.- ¿Y juegan al béisbol? ¿Cuándo llegaron? .- Les pregunto, feliz de tener nuevosamigos.- Nosotros llegamos de Colombia esta semana.-- Yo he tenido sarampión y voy al mismo colegio que ustedes. Mi mama es deSuecia y mi papa es colombiano.- Ha añadido un niño pelirrojo de la edad de mi hermana Luchito.- Ah, por eso tienes tantas manchas rojas.- Le he dicho.- No son manchas, son pecas.- Me respondió el pelirrojo.- Ya, pero ¿Cómo te llamas?.- Le ha preguntado Luchito mientras le agarraba un mechón de pelo. No sé muy bien porqué, pero creo que o se llevarán muy bien o muy mal.

Page 128: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Frey ¿me das un beso?.- Le ha respondido el pelirrojo, y la ha abrazado.- No.- Luchito le ha dado un puño en el estómago justo cuando mi mama pasaba por nuestro lado. Le ha regañado y le ha ordenado que sea tierna. Luchito lo ha mirado con rabia y el pelirrojo le ha picado un ojo de nuevo, sonriendo sinparar.Luchito le ha sacado la lengua cuando mi mamá no estaba mirando.- ¿Nos vamos a patinar?.-Ha propuesto Newton en el momento preciso. Todos hemos ido corriendo a bus-car nuestros patines y monopatines. Mosi ha ido en el monopatín hasta el ascen-sor del edificio, donde, a presión, nos hemos metido todos. Berdy, que no le gusta patinar ni hacer ningún deporte, se ha bajado sus prismáticos y nos ha estado mirando todo el tiempo: diminutos o gigantes, diminutos o gigantes...Después de un rato, los vecinos del edificio nos han propuesto jugar un partido de fútbol “Colombia contra Mozambique”.

Desde el primer momento, se intuía que perderíamos seguro, porque aunque Lu- chito juega muy bien, a Matías no le entusiasma el Fútbol. Los Márquez no paran de coquetear con unas vecinas portuguesas que nos animan. Berdy, antes de rea- lizar cualquier movimiento o hacer un saque, mira primero por los prismáticos el balón, diminuto, gigante, gigante, diminuto. Ana Lucía esta de portera, yo de defensa, ella mira al horizonte, pero desde luego no al balón. Y yo sin poderme concentrar observando divertida como Frey perseguía a Luchito para darle unbeso. Luchito, que era la única que estaba concentrada en meter un gol. Final-mente los vecinos nos golearon de lo lindo, aparte de reírse sin parar.

Luchito, intentando esquivar a un vecino, se resbaló, tropezando y cayendo al suelo. Frey corrió a su lado, pensamos que a ayudarla, pero se le tiró encima y le dio un beso en la boca. Luchito furiosa se levantó y empezó a perseguirlo por todo el parque diciendo lindezas, que no voy a repetir. Frey trepó en un árbol, de la misma forma que los monos huyen de los leones en la sabana. Mientras, cual león hambriento, Luchito montaba guardia debajo, le lanzaba miradas mortíferas y le recitaba todo el abecedario extenso de groserías que se sabe de memoria.

Ahí se quedó, sentada bajo el árbol, vigilando a Frey como si fuera la única presa que se comería en una semana.

Al comprobar que no se moverían de ahí, nos hemos sentado en círculo a su lado. Nuestros vecinos se han puesto a cantar una canción en Nachangana* *(dialecto de Maputo), muy alegre. Cuando han terminado la canción, Sofi, inspirada, haempezado a cantar nuestra canción favorita y, de paso, se la dedicamos a Luchito, que también la ha empezado a cantar:“Qué te pasa, chiquita, qué te pasa,me preguntan en la escuela, me repiten en la casa”!La hora se nos ha pasado volando y se hizo muy tarde.

Page 129: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Todos los días me gusta esforzarme mucho haciendo mis tareas. Cuando llego del colegio me siento en el suelo de mi cuarto con mi diccionario y mi libro favorito “Historias extraordinarias jamás contadas”. Mi mama me lo compró al no encontrar lechugas y tomates en el mercado. La cartilla de racionamiento del gobierno te asigna al mes, por cada miembro de la familia: Un kilo de arroz, un kilo de fríjol y un kilo de azúcar. Y a eso, a comer frijoles con arroz todos los días. A mí me encantan y soy muy feliz. Pero mi mama dice no sé qué cosa de las vitaminas y una dieta equilibrada. El día que nos trajo el libro, las vecinas habían gritado en la mañana:- ¡¡¡Han llegado los camioooneeeees..¡¡¡-Eso quiere decir que a lo mejor con suerte, después de una cola de dos horas,

Mi mamá, como todas las mamás del edificio, corre con Simón al mercado. Y es que desde que llegamos, me he acostumbrado a hacer colas para todo, hasta cuan-do vamos a una cafetería, donde solo te pueden servir té aguado. Y para en- trar al cine, que es gratuito, tienes que esperar dos horas en la puerta. Pero merece la pena porque las películas son fascinantes, nunca antes vimos películas así. Ir al cine es sin duda una de nuestras actividades favoritas.

En todas las películas entra toda la familia al completo, bebés y abuelos inclui- dos. Si son para niños son rusas, si son para adultos son hindús. En las escenas cómicas todo el cine se ríe como una sola persona, agarrándose la tripa. Si hay un personaje malo, todo el cine lo abuchea. Y si la cosa se pone, triste todo el mundo llora. Y si ves a un actor que en la película anterior se había muerto, todo el mun-do se pone muy contento al verlo vivo de nuevo en la película de esta semana. Nos gustan mucho los mozambiqueños porque cuando algo les gusta se ponen de pie y aplauden a rabiar. Nosotras, que todas las buenas costumbres las incorpora-mos a la cultura familiar, ahora cuando nos reímos nos tiramos al suelo a patalear, nos agarramos la tripa cuando algo nos gusta, saltamos y aplaudimos a rabiar.

Siempre antes de todas las proyecciones, ponen el noticiero de Kuxa-Kanema, que es el noticiero realizado por el Instituto de Cinematografía de Mozambique. Vemos a Samora contándole a la gente qué ha sucedido en el último mes. Hay noticias sobre las actividades del siguiente mes. Una cosa que nos gusta de Samo- ra cuando habla es que sonríe con los ojos y toda la cara, no solo con la boca. Le

Page 130: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

pregunta siempre a la gente porqué son las cosas. Mis papás dicen que los noti- cieros mozambiqueños son educativos. Los realizan así para recordarle a la gente por qué es importante haberse independizado de Portugal, porque bajo el colonia-lismo no tenían derecho ni a la educación, ni a la salud, ni a nada. Y que a pesar de que les hacen boicots los bandidos armados, hay que seguir adelante. Porque aunque sea difícil, ahora Mozambique es un país libre, joven, que tiene mucho que aprender, pero libre. Nosotros también hemos aprendido que todas las espe-ras son buenas y necesarias, pues nunca sabes si al final habrá un premio, pero mientras esperas estás ilusionada y feliz. Mi mamá finalmente no pudo comprar lechugas ese día porque cuando le tocó su turno ya se habían acabado. En el puesto de al lado vendían objetos antiguos como cuadros, cajas, discos, espejos y libros... Como ya estaba allá no pudo evitar chismosear y encontró esta joya para nosotros por solo dos meticais* *(moneda mozambiqueña). Lo hojeó durante un rato, encontrando que las historias eran dispares, fantásticas, de todo el mundo y de muchas aéreas de conocimiento. Con pocos dibujos a plumilla en blanco y negro, se convirtió en nuestro libro favorito. Ese día llegó sonriendo mientras nos decía feliz: - No tenemos lechugas, pero tenemos cultura.-

A Luchito y a mí nos faltó tiempo para robárselo de las manos e irnos corriendo a leerlo en compañía de toda la tropa.

Page 131: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ibamos saliendo de la casa de Abraão para ir a nuestra casa, cuando en la esquina ha sonado un ruido ensordecedor y hemos visto fugazmente como una moto se metía completamente debajo de las ruedas de un camión enorme, de esos que tienen ocho ruedas. Me he quedado pegada a la pared del jardín de Abraão mirando la escena; tengo fuertemente agarradas en cada una de mis manos a mis hermanas pequeñas. Luchito y Tistana están como yo, fascinadas, mirando hacia donde se ha producido el accidente. De repente, vemos a mi mamá gritando:- Mis niñas, mis niñas.-- Mamá, estamos aquí.- Le grito, pero hay tanto ruido que no puedeescucharme. Una señora mozambiqueña la retira del camión y la hace sentarse en el suelo a unos metros de nosotras, nos acercamos por detrás y la abrazamos.- Mamá, estamos aquí, estamos bien.- Le volvemos a decir.- Las he visto debajo del camión.-- Estábamos pegadas a la pared, no nos ha pasado nada. Solo ha sido un susto.-Le volvemos a decir. Ella nos abraza y nos mira como no creyendo que realmente estuviéramos allí. Las tres la hemos abrazado y hemos vuelto contando las no-vedades de la escuela por el camino, intentando que pensara en otra cosa. Perodespués de ese día se ha tirado una semana entera sin levantarse de la cama.

Page 132: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy en clase con Miss Elizabeth hemos hecho muchos juegos para aprender y mejorar nuestro inglés. Nos hemos divertido mucho. Bueno, todos menos Ma-tías y Ana Lucía, que apenas hacían esfuerzos por sonreír. Miss Elizabeth, que se ha dado cuenta, pues no tiene un pelo de tonta, le ha preguntado en un aparte a Ana Lucía:-¿Te pasa algo? Cariño.-Ana Lucía le ha respondido que solo estaba cansada. En ese momento ha sonado la sirena y Ana Lucía, salvada por la campana como quien dice, ha tomado rápi-damente su cartera y se ha ido corriendo. Yo he tardado un poco más en recoger mis cosas, y cuando iba a salir al recreo, Miss Elizabeth me ha parado: - - Maria, ¿Sabes qué le pasa a Ana Lucía?.-Yo no sabía dónde meterme, pero como sé que Miss Elizabeth es muy buena, le he respondido muy bajito.- Mmm, es que su mama está enferma.-

En ese momento, detrás de un árbol, Numia empezó a hacerme gestos para que me diera prisa. Así que antes de que Miss Elizabeth me preguntara más cosas que no puedo decir, me he volado corriendo, mientras le decía:- Tengo mucha prisa, hoy es la gran final de nuestro equipo de béisbol, hasta

Numia y yo habíamos sido seleccionadas por el equipo de los mayores porque bateamos muy bien. Primero ha bateado ella y ha hecho media carrera, porque en el otro equipo hay un niño senegalés súper avispado que corre como un demonio y enseguida le pasó al pitcher la pelota. Después me tocó batear a mí, y ya había agotado dos strikes cuando le pedí a mi abuelita Guadalupe que me echara un cable desde el cielo. Si bien ella no sabe jugar al béisbol, sí puede hacer que el pitcher ese se despiste con una mariposa o algo. Por fin al tercero le di tan fuerte que mandé la pelota fuera de la valla del colegio, así que mientras iban a buscarla, Numia ha terminado su carrera y yo hice una entera. Como cada carrera es una vida, hemos salvado a los eliminados de nuestro equipo. Contentas como estába- mos hemos hecho la danza de la victoria.

Hoy a la salida mi mamá nos estaba esperando. Al decirle que Ana Lucía no es- taba por ningún lado, nos ha mirado a los cuatro y ha dicho:- Ana Lucía se fue donde Abraão porque tiene diarrea y se siente mal. Esta tarde se van a quedar todos jugando allá menos María.-

Page 133: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- ¿Y yo? ¿Qué voy hacer?.- He preguntado contrariada.

Mi mamá muy seria y mirando para otro lado me ha contestado: - Maria, tú tienes que acompañarme a un sitio.-

A veces odio ser la hermana mayor y que mi mama me trate como a otro adulto. Yo me quedaría encantada en casa de Abraão jugando con él y con todos los jue-gos que tiene. Su casa tiene un patio con un árbol de mango al que podemos tre-par y comernos los mangos verdes con sal. Pero cuando mi mama está tan seria yo no digo nada, me quedo callada y resignada la sigo. Ya hace mucho que dejé de preguntarle ningún “porqué”, ya hace mucho que sé que ella no tiene respues-tas, ni tampoco otros adultos las tienen.

Page 134: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Newton está enfrente del espejo de baño de la casa. Entra el sol por la venta-na y da reflejos. Está nervioso, siente un cosquilleo por el cuerpo. Ha tenido que subirse a un balde de ropa al revés, porque si no, no llega a verse. Es domingo, los domingos se pone nervioso, está más hiperactivo de lo normal. Abre la puerta del armario, saca la crema dental, la despliega en el cepillo de dientes. Se mira en el espejo. Se sonríe. Se mira los dientes. Está un poco feo, se le cayeron ya los dientes de leche, dos de arriba y uno de abajo. Pero para el caso no importa, pues el resto de la pandilla está igual. Cierra la boca, saca la lengua y empieza su ritual de lavado dental, tres cepillados en los dientes de arriba, tres, tres, tres, abajo, abajo, abajo. Y tres en los de abajo, arriba, arriba, arriba. Por dentro, los mismo, lo mismo, lo mismo.Como su mamá le dijo que cepillándose la lengua se previene el mal aliento, yala tiene casi en carne viva, ya van ocho cepilladas.

No se olvida del último domingo, cuando de las cosquillas pasaron a la boca, fue una sensación increíble, más emocionante que bajar en su monopatín azul a toda velocidad la calle que llega al puerto. Se vuelve a cepillar otra vez los dientes de arriba. La lengua de no sabía quién había sido, eso era lo mejor del juego, era mo- jada y caliente. Cuando lo besaron, sintió un cosquilleo dulce que le puso todos los pelitos del cuerpo de punta. Era húmedo y rico. Sí, húmedo y rico. Bueno, los dientes ya parece que están blancos. Ahora se va a peinar su melena negra.

Este es el cuarto domingo que juegan dentro del armario. Sacha, que es el más alto, e intenta controlar la situación. Maria juega para que todo se mezcle. Está prohibido hablar dentro, así no sabes quién te toca. Numia no para de hacer cos-quillas, y sabes que es ella porque va directa y te clava las uñas. Maya no puede evitar gritar porque se pone muy nerviosa, sabe perfectamente cómo huele y no fue ella quién lo besó. Luchito y Frey siempre están juntos dándose besos. Ana Lucia podría ser, pero no está segura porque también podría ser Milenka.

Uno de los chicos no cree, aunque Berdy y Matías sí se dieron un beso la otra vez. Este juego es muy muy divertido. ¿Quién lo besará hoy? ¿Sabrá distinguir? Hoy se concentra en lavarse los dientes porque todo el mundo dijo que está prohibido tirarse pedos dentro del armario y no haberse lavado la boca.

Page 135: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde que me picó la mosca tengo que ir una vez al mes al médico. Me sacan sangre, me ponen unos cables en la cabeza y me hacen muchas preguntas. Me han explicado que la mosquito, porque es hembra la que transmite la enfermedad, deja un veneno que permanece para siempre en tu sangre.

A Luchito también le tienen que hacer análisis, pero por otras cosas. El enferme-ro que le estaba sacando sangre me ha caído mal, es muy joven y también está trabajando de cooperante. No sé por qué, pero tenía algo que no me gustaba, ha mirado el brazo para clavar la aguja medio minuto y después se ha puesto a hablar y bromear todo el tiempo con el otro enfermero que me estaba sacando sangre a mí, pero el mío estaba más concentrado.

El tubo de sangre de Luchito se ha llenado completamente y el enfermero no le quitaba la aguja... Mi hermana me sonreía con su boca sin dientes, no se estaba enterando de nada. Y yo no sabía qué hacer. Estaba bloqueada esperando que re-accionara o pasara algo. El tubo se salió del brazo y brotó un chorro de sangre a un lado de la aguja.

- Asesino, asesino.- Le empecé a gritar mientras le pegaba puños y patadas con todas mis fuerzas. Creo que hasta lo mordí. Mi mama, que estaba esperando fue-ra, ha entrado corriendo y me ha sujetado. El enfermero de mi hermana me mi-raba como deben de mirar las víctimas a Rácula antes de que les pegue el mortal mordisco. Yo lo miraba bien seria para memorizarme su cara y nunca volver a dejar que nos pusiera las manos encima. Por otra parte mi enfermero, sin hacer ningún comentario, le hablaba tranquilizador a Luchito mientras le limpiaba la sangre que tenía por el brazo y la cara. Cuando le puso el parche en el brazo, nos fuimos. Y Luchito todo el tiempo sin parar de sonreír con su boca sin dientes, ni se asustó ni nada. Estaba súper divertida con toda la situación: lo que digo, Lu-chito no se entera de nada.

Page 136: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy, cuando hemos llegado al colegio, estaba el señor conserje colgando de la rama de un árbol. Lo habían ahorcado los bandidos armados. Todos nos hemos quedado mirándolo con tristeza, pues el señor conserje era muy buena gente. Sin embargo, los bandidos armados son unos señores que quieren meter miedo y a veces se infiltran en la radio y dicen cosas como: - No dejaremos de matar y mutilar a los niños y las mujeres hasta que los comunistas abandonen este país.-

Mi papá dice que eso se llama la “cultura del terror”, que solo saben asustar a la gente para que el miedo los paralice y así poderlos dominar. La gente que peor lo pasa es aquella que vive en el campo, porque no hay milicias para protegerlos de los ataques. El pasado fin de semana fuimos de excursión a casa de unos amigos que viven a dos horas de Maputo, y a su vecino mozambiqueño le faltaba un bra-zo. Nos contaron que, volviendo de noche, le habían hecho una emboscada los bandidos armados, y que había sido una suerte que no lo mataran.

Hay muchos campesinos que hacen una buena cosecha de frutas, verduras... y cuando mandan los camiones a Maputo para la venta en el mercado, los bandidos interceptan el camión y lo queman con todo su contenido. Otras veces, antes de que puedan recolectar una buena cosecha, ya la están incendiando.

En las reuniones del comité colombiano se habla mucho de ellos, y algunos com-pañeros dicen que quieren que Mozambique no sea una república socialista, quie-ren que Samora Machel, el presidente actual, se vaya, y gobernar ellos. Sudáfri-ca y Estados Unidos les pagan dinero por ello, les financian su guerra. Por eso siempre tienen armas, dinero para estar haciendo los sustos del terror. A veces hasta consiguen aviones, por lo que una vez a la semana tenemos que hacer en-trenamiento antibombardeo. En otras ocasiones han bombardeado algún colegio, si no con bombas, sí con pipetas de cristal que cuando caen al suelo, al romperse, propagan enfermedades.

Al salir del colegio hemos ido a visitar a Abraão, que como otras veces tomaba café con nuestro círculo favorito de médicos: Rubí, Kabil e Nazli. Todos los niños nos hemos sentado a su alrededor y los hemos fritado a preguntas:- ¿Pero qué pasa cuando nos bombardean con pipetas y frascos?.-- Dependiendo de la naturaleza de las bacterias, algunas serán efectivas en el con-tacto con el aire y ahí se multiplicarán.- Responde tranquila Rubi mientrassaborea el té que nos acaba de servir a todos Abraao.

Page 137: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Otras bacterias sólo pueden vivir en el agua, así que solo pueden soltarlas en un medio acuático para que prosperen.- Kabil aprovecha para endulzar con palulu su té.- Luego están las que inyectan en animales salvajes y estos en contacto con otros, propagan una epidemia.- añade Nazli añade mientras nos da pequeños trozos de palulu a cada uno para que endulcemos nuestras tazas.

Se han turnado para respondernos como si fueran una sola persona, me he queda-do pensando lo peligroso que es que los bandidos armados enfermen a las perso-nas y animales, más cuando acá no hay muchos hospitales y hasta las medicinas están racionadas.

- Pero así pueden matar a muchísimas personas.- Respondo consternada.- Así es Maria, se llama guerra bacteriológica y es más efectiva que las bombas, porque afecta física y emocionalmente a toda la población.-

Me ha contestado Nazli mientras nos ponía un poco más de té de menta a todos los niños. Luchito ha preguntado si también dejaban escapar mosquitos como el que me pico a mí, que se llama “Anopheles”. Todos han asentido y ella se ha quedado pensando, sin saber qué más preguntar. Desde que convulsioné, está muy preocupada porque pensó que me iba a morir. Era una idea que nunca se le había pasado por la cabeza y ahora la tengo otra vez pegada a mí todo el tiempo. Y regañándome si hago algo que ella considere peligroso.- Pero acá apenas hay medicinas para curar a tanta gente.-Newton estaba verbalizando lo que pensábamos todos. Kabil nos ha contado que esa era la parte más “perversa”. Los mismos que crean la bacteria, crean la vacu- na para venderla a la misma gente que enferman. Nos ha contado que los dueños de esos laboratorios siempre son corporaciones de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Aparte que la ubicación geográfica siempre la tienen lejos de sus fronteras, para que si hay alguna pérdida o emergencia, sus ciudadanos no estén afectados. Los laboratorios experimentan con pobres animalitos, los enfer-man y les ponen vacunas, estudian síntomas, reacciones... están ubicados muchos en África, pero también en India, Latinoamérica. Nazli nos empieza a contar una verdadera historia de miedo, no como las de Rácula:- Hace poco se ha descubierto en el pueblo Cândido Godóy que había un labo- ratorio realizando experimentos con seres humanos. La mayoría de los médicos eran alemanes fascistas ya viejos, que habían huido a Brasil después de la caída del Tercer Reich. Entre ellos se encontraba Mengele “El angel de la muerte”, un médico terrible obsesionado con la clonación humana, los hermanos gemelos y el predominio de la raza blanca sobre el resto del mundo. Por esta razón ha inter- venido químicamente embarazos, para determinar que los nuevos niños que na- cieran fueran rubios con ojos azules. A muchos niños indígenas de la población les inyectó líquidos para aclararles los ojos, que aparte de ocasionarles grandes dolores, los ha dejado ciegos. -- ¿Cómo pueden experimentar con personas? Es terrible.- Contesto Maya cons- ternada.

Page 138: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Porque para ellos son como los animales, seres de segunda categoría con los que experimentar. Por eso la guerra bacteriológica se ceba en lo que llaman el tercer mundo. Porque parte de que tenemos menos derechos.- Añadio Nazli.- Todo lo que nos cuentas me produce una profunda tristeza y rabia.- No puedo dejar de pensar en las manchas que tienen algunos de nuestros vecinos en la piel por culpa de las epidemias a las que han sobrevivido. Me hace pensar en la can- tidad de mujeres que mueren en el parto porque todavía no se tienen todos los recursos necesarios para su asistencia. Rubi y Ana Lucía, como escuchando mis pensamientos, han insistido que ya no querían hablar más de cosas tristes, y por eso les hemos contado a nuestros médicos favoritos cómo se había desarrollado el día de “La Paz” en nuestra escuela.- Aunque la mañana empezó muy triste por encontrarnos muerto al simpático conserje, todo el colegio le hicimos un altar al pie del árbol con flores, dibujos.- Cuenta Ana Lucia. Maya sigue contando:- Muchos niños hemos leído dedicatorias y poemas para la paz en honor de nues- tro señor conserje. Para terminar, leyó Miss Brown, que es sudafricana, y que también como nuestros papás estuvo presa por sus ideas políticas. Hay una ley que se llama apartheid que impide que negros y blancos estén mezclados, con-vivan. Ella se manifestó cuando estaba en la universidad contra esa ley y acabó presa.-- Y Mozambique está intentando que todos seamos iguales, tengamos la piel que tengamos. Pero Suráfrica eso lo ve como una amenaza, y por eso le da plata alos bandidos armados y hace un bloqueo.- Añade Newton- No podemos tenerles miedo a los bandidos armados, porque si les tuviéramos miedo, ellos habrían ganado. Si conseguimos seguir construyendo la paz y que Mozambique sea un país justo para todos, habremos ganado nosotros.- Maya ha reproducido estas últimas frases de Miss Brown con el mismo tono que ella,pero en español. Cuando ha terminado hemos vuelto a aplaudir a rabiar, casi más que cuando lo dijo la propia Miss Brown.Nuestro círculo de médicos nos ha aplaudido y nos ha enseñado cómo mejorar nuestros tirachinas para que no tengamos nunca miedo a esos desalmados bandi-dos armados. Con nuestros tirachinas seremos invencibles, podremos defender a nuestra nueva familia, que cada vez es más grande. Lo único, que hay que escon-derlos requetebién de mi mamá, que como los encuentre nos va a pegar la gran regañada del siglo.

Page 139: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Maya se levantó muy contenta esa mañana. No solo era sábado, uno de sus días favoritos, sino también su cumpleaños. Estaba con medio cuerpo debajo de las sábanas y las piernas fuera, muerta de calor; los mosquitos no habían dejado de picar durante toda la noche. Y ella no había dejado de dar vueltas en la cama. La pereza era más fuerte que ella en esos momentos, estaba bañada en sudor y deseaba levantarse, llenar la bañera de agua, una bañera de casi dos metros de largo. En otro país sería inconcebible, pero que en Maputo es parte de la absurda realidad de toda una ciudad diseñada para estar de vacaciones.

“Lo mejor sería darse un baño”, pensaba Maya, “bucear”. Su cuerpo era tan chi- quito, se miraba los dedos de los pies mientras pensaba;”no está mal para ocho años”. Es un pescado flotando a un lado y otro de la bañera. “Mi mamá no se ha levantado todavía, la casa está en completo silencio. Newton debe de haber- se dormido leyendo hasta tarde y también está dormido”. Lleva una semana muy brava con él, le gustaría tener más hermanos. Lucha, que tiene a María y Tistana, cuando se enfada con una, puede jugar con la otra. No como ella, que cuando se enfada con su único hermano, se aburre dos veces más. Pero si Newton hubiera cerrado cremallera, no se le habrían tirado todos encima dentro del armario a ha-cerle cosquillas. No pudo evitarlo: a los cinco minutos de risa histérica ya se ha-bía formado un gran charco dentro del armario. Con el olor dulzón todos habían decidido terminar el juego dentro del armario y bajar a la playa a jugar al fútbol y darse un chapuzón. Ella no podía evitar orinarse de la risa: si le hacían cosqui-llas, ese era su talón de Aquiles. En la escuela, Miss Elizabeth les había hablado de muchas mitologías. Si bien hasta un gran héroe antiguo tenía su punto débil, ella, que solo era una niña, bien podía tener el suyo. Lo malo no era mearse de la risa, lo malo era tener que cambiarse y bañarse. No tenían tantas mudas, solo dos o tres, y en Mozambique, al revés de en Colombia, no se contaba con casi ropa o zapatos. Eran cosas que le habían dejado de preocupar, tres camisetas, unos tenis, dos shores y una falda. Echaba de menos un vestido, y ese había sido su petición a su mamá, si le podrían coser un vestido con tela de capulana.

Sus papás y todos los compañeros se habían esmerado en los preparativos para el cumpleaños. Todos habían ayudado a coser los disfraces de indios para todos los niños. Todo el combo de niños colombianos con sus papás había participado en la preparación y estaban invitados. También la familia de Numia, algunos ami-gos de Palestina, los vecinos que eran de Timor del Este y las amigas bailarinas cubanas de su mamá. Cada familia traería un plato de comida y algo para tomar,los casetes musicales bailables que tuvieran por la casa y muchas ganas de bailar,

Page 140: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

había rezado la invitación que había lanzado su mamá a todos. Pero si algo le ha- cía una especial ilusión y le llenaba el estomago de mariposas es que no faltara su amigo Sacha. Estaba segura, por su altura, que era él y no otro el que la había besado castamente varias veces cuando jugaban al armario. Un beso suave como una caricia en la boca y con la boca cerrada. Se lo había dicho un millón de veces a Maria. Ella no abría la boca, solo se dejaba besar, era más bonito. Maria le había dicho que ella sí abría la boca y que no era muy diferente a comerse una guayaba madura, solo que no podía morder, o hacías al otro ver las estrellas. Sacha no era como Newton y Maria, niños traviesos y alocados. Sacha ya tenía once años, ju-gaba muy bien al béisbol y era muy amable. Siempre que Sacha estaba cerca se ponía inmediatamente de buen humor. Sacha fue el único que la defendió cuando el ataque masivo de cosquillas. Fue él el que dijo que pararan. Y cuando todos se fueron corriendo a la playa, él la espero y la ayudó.- ¿Necesitas algo más, Sofi?-- Voy a cambiarme de ropa y darme una ducha rápida, ve yendo si quieres.-- No fresca, te espero, no tengo prisa. Así bajamos juntos.-

Y había sido un paseo maravilloso, hablando del colegio y de las locuras de sus amigos. Le había contado que en Rusia hacía mucho frío y no tenía tantos amigos como desde que vivía en Maputo. Estaba muy contento de ser medio colombiano y poder tener dos culturas en vez de una. Hoy su mamá iba a traer un dulce típico ruso para su cumpleaños. Si no fuera porque lo tenía que compartir, se lo habría comido todo aunque supiera a rayos, que todavía no lo sabía, para demostrarle su enorme agradecimiento. Estaba imaginándose con una tripota enorme e hinchada de dulce, con todos los amigos llorando a su alrededor por hacer fieros y no com- partir. Y ella satisfecha de haber tomado la revancha a los ataques de cosquillas. El agua hacía rato que estaba fría, Newton empezó a tocar en la puerta.- Maya, tengo que pasar a ya sabes qué.--Salgo en cinco minutos.- respondió ella sabiendo que serían veinte; esas peque- ñas venganzas entre hermanos la reconfortaban.- No me aguanto.- Suplicaba Newton.- Pues mea en una botella.- Respondió cagada de la risa. Eso por lengui largo,por bocón.- Señorita, usted ya lleva una hora ahí metida: o sale ya o tiro la puerta.- Sumamá se había despertado, y no era de las que se levantaban sonriendo. Saltó dela bañera envolviéndose en una toalla, y abrió inmediatamente mientras sonreía desdentada:-¡Qué bonita estás hoy mamá.-

A Newton le faltó tiempo para entrar corriendo hasta el final del baño y pedir quele dejaran un poco de intimidad. Euridice miró a Maya con cara de regaño, pero se fue a su cuarto a seguir leyendo la novela que le había prestado Rubi, y en laque estaba enfrascada.

Page 141: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

El cumple de Sofi, que es mi mejor amiga, ha sido increíble. Hemos jugado a la gallinita ciega, Maria se ha caído en mitad de la sala porque el suelo estaba mojado y nos hemos reído mucho. Tistana ha estado metiendo los dedos en la nata de la tarta todo el tiempo. Raymond, que la imita en todo, acabó por dejar los bordes sin nata. Mi mamá los ha tenido bien vigilados a los chiquitos molestones. Euridice nos ha dibujado un burro para ponerle la cola. Entre todos los grandes nos han hecho una piñata. Como en Mozambique no se consiguen caramelos, dentro de la piñata había un sobre para cada uno de los niños. Cuando he abierto el mío me habían regalado un monopatín azul igual de grande que el de Newton y quería bajar a la calle en ese mismo momento a probarlo. A Maya y Maria les han regalado bicicletas a las dos. A Newton le han regalado una cámara de fotos y a Tistana y Raymond tienen un camión naranja en el que cabe sentado uno de los dos, mientras que el otro empuja. Los demás amigos no tenían regalos, pero esta-ban contentos igual. Maria, que es como Pepito Grillo, no ha podido dejar de me-ter las narices donde no la llaman y preguntar. Es que no se puede quedar callada, ella es así, lo tiene que saber todo. A mí me da igual, ahora tengo un monopatín nuevo y no quiero saber nada más. Pero ahí están ella y Newton, que también es un preguntón, preguntando todo. Son la cosa más molestosa del mundo.- ¿Pero de dónde han sacado tantas cosas?-- ¿Cómo han hecho? Si apenas tenemos dinero y no hay tiendas donde comprar estas cosas.-

Abraão y Sandrá se han reído, mientras nos explicaban que entre todos han he- cho una vaca, ya que desde que llegamos solo se ha celebrado el cumpleaños de Tistana porque es chiquita, pero no los de los demás. Tampoco se han dado rega-los de navidad, ni nada. Que realmente nuestros papás habían colaborado como uno más, pero que los regalos eran de parte de todos. La bicicleta roja de Maya había sido de Sacha, y Milenka no la quería porque no le gustan las bicicletas. La bicicleta amarilla de Maria se la habían cambiado a un vecino por unas consul-tas médicas a domicilio. La cámara de Newton había sido la favorita de Abraão durante muchos años. Cuando lo vino a visitar su hermana de Brasil le trajo otra y él se la heredó a Kabil, pero realmente Kabil no tenía ninguna afición por la fotografía y había dejado que cogiera polvo en un cajón, donde Nazli la había encontrado y decidieron darle un mejor uso. El monopatín lo habían comprado nuestros papas encargado al vecino portugués que viajo a Suazilandia. Justo en esa semana Rubí había propuesto que durante el cumple de Sofi recibiéramos todos un regalo. Al final no he podido evitar preguntar yo también

Page 142: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

por el maravilloso camión para Tistana y Raymond, pues es idéntico al que había en exposición en la cafetería barco pirata de madera del centro del parque de los niños. Incluso queríamos tomarlo prestado, y se lo habíamos confesado a Rubí un día.- Solo una tarde, nos lo llevamos prestado y al otro día lo devolvemos.-- No Luchito, eso se llama robar. Ese camión está ahí para que lo vean y disfrutentodos los niños, no ustedes solos.-

Así que le he preguntado a Rubí.- ¿Has robado el camión para nosotros? No dijiste que no se podía.-- Jajaja, no, no lo hemos robado. En el hospital hicieron una rifa entre todos losmédicos, y nosotros cuatro, aunque no tenemos hijos, al ver el camión que se pa-recía al que ustedes querían, compramos dos números cada uno.- ¿Y ganaron la rifa?.-Ya estaba otra vez Maria metiendo la cucharada: es que no se puede quedar ca- llada nunca.- No, la ganó un cirujano que trabaja con Nazli. Pensó que el camión sería unbuen regalo para su hijo; ya saben que aquí no se encuentran juguetes. Pero suhijo le dijo que no le gustaba, que era un camión para niños chiquitos. Y como !nos había visto a los cuatro hablar del tema y comprar dos números, se lo dio aNazli.-

- Qué niño más tonto. Pues él se lo pierde porque aquí sí que le vamos dar mate a ese camión y a todos los regalos.-

Euridice ha puesto la canción de “Gloria, Oh Gloria” y todos nos hemos puesto a bailar. El trato era que se ponía una canción que elegían los adultos y después la que queríamos los niños. Así hemos seguido bailando hasta las tres de la mañana. Cuando ya estaba en la cama he pensado que había sido un cumpleaños genial, solo faltó que le diéramos una muenda de cosquillas a Sofi, pero Sacha ahora ladefiende y ha dicho que no era una buena idea como regalo de cumpleaños. Los hermanos mayores son un asco, peor que los papás, son incluso más aguafiestas.

Page 143: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Se acaba el año y en el colegio han organizado un gran festival en el que cada uno presenta una actuación. A mi clase nos tocó cantar una canción muy bonita en inglés sobre un perro que pierde su hueso. Hemos estado ensayando mucho en la última semana. Numia, que canta muy bien, es la que hace la primera voz, y los demás la seguimos. Adoramos nuestro colegio desde que nos defendemos con el idioma. Hemos hecho muchos amigos y participamos en todas las actividades extra escolares que nos proponen. Hemos hecho un gran combo con otros niños latinos, aunque dentro de la escuela nos comunicamos en inglés, también nos vemos fuera y ahí sí nos morimos de la risa con todos los acentos y la cantidad de palabras y groserías que hemos aprendido de Argentina, Chile, Peru, Nicaragua, Cuba. Nuestras favoritas son las niñas cubanas porque se ríen mucho y no les importa ir por la calle en pijama y con los rulos puestos durante el fin de sema-na. Son muy naturales y les encanta bailar como a nosotros. Dora, una amiga de nuestra clase, no tiene casetes, sino un pincha discos y pone salsa y son cubano, riéndose e intentando que todos aprendamos a bailar como ella, lo cual vemos casi imposible, pero lo intentamos gustosos.

En el tiempo que llevamos acá ya hemos adoptado algunas costumbres mozam- biqueñas, como comer con la mano. Algunas noches mi mamá nos deja ir a visi-tar a nuestra vecina MamaLola y cenamos en su casa con sus hijos. Ella pone una gran olla de barro en el centro llena de farina, que es una especie de harina a le que le echa varias salsas de tomate con camarones o pescado si ha tenido suerte en el puerto- o mandioca si no ha habido pesca posible. Todos nos sentamos en el suelo alrededor y vamos comiendo con nuestra mano derecha, solo cuando es nuestro turno. Me gustan más los frijoles de mi mamá, pero MamaLola siempre nos da de postre un dulce que sabe a canela y está hecho con mandioca. Y ese dulce sí que nos hace la boca agua.

Para despedir el año hay una reunión en el parque de la playa para todos los cooperantes que trabajan en Maputo. Nos han invitado a llevar música, comida y algo que se haga en cada país para empezar el año o por las fechas de fiestas. Todos los compañeros del colegio y nuestras maestras estarán presentes.

Matías y Ana Lucía le han preguntado a Abraão si Milena podrá venir a la fiesta, pues a ella le encanta bailar y seguro que se pone muy contenta. A todos nos gus- taría mucho que Milena pasara este momento con nosotros. Abraão y Rubí dicen que lo van a intentar, pero que no nos prometen nada. Por si acaso viene, todos los niños hemos hecho una pancarta que dice “Bienvenida a casa, Milena”.

Page 144: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Miss Elizabeth se ha sentado a nuestro lado a practicar la canción que tocará esta noche. Es la profesora más guapa del colegio. Newton se ha ofrecido a sujetarle elcuaderno y yo he aprovechado para hacerles un dibujo a los dos.

Casi nos sabemos ya de memoria la canción que hemos ensayado, así que nos ha invitado a que le hagamos los coros en el estribillo. La canción se llama “Sum- mertime” y mi papá dice que él se la escucho cantar en Colombia por televisión a una tal Janis Joplin, que es igual de famosa que Los Beatles. Le he preguntado que si es tan famosa, porque nosotros nunca la hemos escuchado antes y me dice que nunca le había puesto atención a la letra, pero que conseguiremos un casete suyo para tenerlo y escucharlo en la casa. He intentado protestar diciendo que no tenemos casi música cantada por mujeres, a lo que Ruben, apoyando a mi papá, ha respondido:-Bueno mijitas, tienen las canciones de Violeta Parra y Mercedes Sosa.--Sí, pero no es lo mismo. No sabíamos que había cantantes de música para bailar como los Beatles o Elvis. Ustedes no nos las han enseñado.- Añade Maya.

Miss Elizabeth pregunta qué nos sucede, porque claro la pobre no entiende ni papa de español. Le contamos que nunca nadie nos había hablado de Janis Joplin, y que no conocemos a otras cantantes mujeres. Ella se ríe y dice que nos va a pre-sentar a todas sus favoritas, y que los Reyes Magos le han dicho que nos regalarán algunos casetes con las canciones más famosas. Ha confirmado que sí, que Janis Joplin canta “Summertime”, pero que la canción pertenece originalmente a una ópera muy famosa donde los protagonistas, por primera vezen la historia, son todos negros. La ópera se llama “Porgy y Bess”. Y que las can-ciones son tan bellas que muchos músicos las han versionado con su estilo.

Cada vez que Miss Elizabeth habla nos quedamos embobados escuchándola, y cuando termina a veces nos ponemos a aplaudir a rabiar; es la mejor profesora del mundo. Sonriendo nos pregunta: - Kids, are you tired or can we sing one more time?* (Niños, están cansado o podemos cantar una vez más?)- Todos hemos gritado que hasta veinte veces más si era necesario. Mientras seguiamos cantá-bamos, se ha sentado con nosotros Miss Brown, a cantar entonando con su voz grave y potente. Nos hemos puesto súper contentos y le hemos preguntado si po-dríamos representar la Opera en la escuela. Ella se ha reído feliz y afirmóaplaudiendo:- That ́s a great idea! We ́ll do it! .- *( Es una gran idea! La haremos!)

Numia se ha acercado y ha puntualizado que también nosotros teníamos que res-petar la idea original y todos los personajes principales tenían que ser representa-dos por estudiantes negros. Hemos estado de acuerdo. Los desteñidos, como nos llama mi mamá ahora a todos los que no somos negros, apoyaremos en!la creación de decorados y en el coro de voces de fondo. Ojala Milena se ponga bien para cuando podamos estrenarla.

Page 145: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En la fiesta de nochevieja cada grupo regional realizo una actuación: los chi- lenos cantaron la “Samba de la esperanza”. Mientras cinco argentinos cantaban “Cambalache”, el resto de niños y grandes bailaban una milonga, que es como bailar el tango en grupo. Los cubanos vestidos con colores brillantes hicieron varios números de baile por edades. Los colombianos improvisamos canciones protesta con mi papá y Ruben a la guitarra. Pero mi mamá dijo que eso había so-nado muy desafinado y que habíamos hecho el oso, con lo bien organizados que estaban todos los demás. Por eso ha decidido, apoyada por todos los adultos, que para los próximos eventos los adultos van a ensayar un repertorio de canciones todos los lunes en la tarde. Y los niños vamos a ensayar con mi mama danzas co-lombianas: Cumbia y Bambuco. A mí no me gusta mucho la idea, pero lo cierto es que no nos ha dado oportunidad de opinar. Ella ha decidido que vamos a bailar y ya no hay quién le saque esa idea de la cabeza. Todos los niños están igual de entusiasmados que nosotros; o sea nada. Los padres son así, deciden por ti.

Ahora todos los lunes por la tarde, cuando llegamos del colegio, ella saca todos los muebles de la casa al pasillo de la entrada. Las vecinas aprovechan para to-marse un té como si fuera una sala comunitaria. Mi mamá le pide a Simon que les ofrezca jugo, si tenemos, o té. Ella, con la sala vacía, pone la música a sonar y nos pide que la sigamos como si tuviéramos que arrastrar cadenas por todo el espacio. En el segundo ensayo nos puso a las chicas faldas blancas y pañuelos rojos atados a la cabeza. Después de la primera media hora del primer día descubrimos que las gaitas de la cumbia nos gustan mucho. Y después del segundo ensayo ya vamos a los ensayos como si fuéramos a jugar, siempre y cuando estemos atentos, porque si no mi mamá no escatima en regaños. Para el tercer ensayo nos encontramos con que bailaríamos en el pasillo del edificio delante de todas las vecinas. Ellas, encantadas, nos animan y aplauden. Adoran a mi mamá y no paran de decirle lo bien que lo hace. Animada por sus palabras, mi mamá nos pide más concentra-ción y perfección. Desde que tenemos público, acabamos todos aburridos y con dolor de cabeza por la presión. El bambuco se baila en pareja. Pero como somos seis chicas y cuatro chicos, a Luchito le toca bailar conmigo, cosa que no quere-mos ninguna de las dos. A ella no le importa hacer de chico.

Page 146: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Pero no quiere bailar conmigo y todos los días monta la misma pataleta:- No quiero.- - ¿Por qué no quieres?.- - ¿No puedo bailar con alguien que no sea Maria?.-- No tienes que bailar con Maria, ustedes tienen la misma estatura.-- Pero es mi hermana, es muy aburrido.-

Sí, es verdad, Luchito tiene razón. No solo es aburrido sino que además ahora nos peleamos por todo. Ella ha crecido y ya no quiere hacer todas conmigo, ahora me ve como una extensión de mi mamá y siente que siempre la estoy regañando. Somos muy distintas, es normal que queramos hacer cosas diferentes, aunque mi mamá se empeña en que además bailemos juntas. Pero mi mamá tiene un obje-tivo: tenemos que bailar perfecto para el siguiente evento. Y que no queramos bailar juntas es un problema menor. Así que siempre ignora nuestras pataletas y sigue con la clase. Hasta que en el tercer ensayo, mientras bailabamos bambuco nos pide: - Miren a su pareja con el sombrero y sonrían, es una muchacha muy linda y ustedes quieren que sea su novia.-

Lo que nos faltaba. A Luchito se le salen los ojos de las órbitas de la rabia y yo le devuelvo la mirada. Si últimamente nos llevamos remal, tener que bailar juntas solo empeora la situación. Cuando mi mamá no mira le saco la lengua. Mi mamá anima a los otros niños diciendo:- Muy bien Sofi, muy bien Newton. Bravo Sachaimir, estupendo Milenka. Matías y Ana Lucia lo están haciendo perfecto.Ven, Maria y Luchito, como dos herma- nos pueden bailar bien y no estar bravos.-- Pero ellos sí son un chico y una chica.-Responde Luchito, que seguro preferiría mil veces bailar con Maya, que es su amiga del alma, que conmigo.- Sonrían niños, que esto no es un funeral, píquenle el ojo a su compañero. Así,así...-Por hacer la broma, le pico el ojo a Luchito y cuando voy a dar la consabida vuel- ta a su alrededor moviendo la falda, me hace la zancadilla. Cuando me levanto, voy a por ella, rodamos por el suelo tirándonos del pelo y mordiéndonos. Mi mamá nos grita:- Suéltense, ahora mismo.-- Ella empezó primero.-Dice Luchito mirándome con furia, mientras con una mano me tiene agarrado un mechón de pelo y con la otra me agarra la mano que no tengo en su cabeza, a punto de arrancarle otro mechón de pelo.- Luchito, suéltame el pelo y te suelto.-Le digo con la voz más dulce que me sale en estas circunstancias.- Tú primero.-Responde ella. Ya no es tan fácil tomarle el pelo como antes.- Muy bien.-Alcanzo a soltar a la vez que ella me suelta, después me empuja, pero cuando voy devolverle el empujón, mi mamá me tiene sujeta por la camiseta mientras me regaña:- Maria, eres la mayor, se supone que tienes que dar ejemplo.-

Page 147: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La mayor, la mayor… estoy harta de ser la mayor y tener que ceder siempre. Ya me vengaré contándole una historia que le de mucho mucho miedo y tenga que pedirme que la deje dormir conmigo, y le diré que ni hablar. Una historia de Rá-cula, una de Rácula estaría muy bien.

Page 148: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Los ascensores son como habitaciones de hierro que suben a las personas hasta en los rascacielos cien pisos o más. Nosotras estamos acostumbradas, por- que crecimos en una ciudad donde había ascensores. Después en París vimos as- censores más modernos y también ascensores de madera que son muy antiguos, pero que funcionaban bien, aunque los modernos sean más rápidos. Simon, en cambio, el primer ascensor que vio en su vida fue el de nuestro edificio y no le gusta nada usarlo. Si puede, prefiere subir los seis pisos andando o bajarlos an- dando. Mi mamá lo obliga a subir con ella, pero al pobre le caen gotas de sudor de lo nervioso que se pone. Le hemos dicho a mi mamá que deje que suba por donde él quiera. Pero mi mamá dice que el miedo es mejor enfrentarlo. Mi papá por una vez nos da la razón, pero ahí va mi mamá y lo regaña diciéndole:- No me desautorice delante de las niñas-.

Llevamos una semana con el agua cortada. Los bandidos armados han vuelto a hacer de las suyas, esta vez destrozaron unas tuberías que abastecen de agua al centro de la ciudad. Mientras arreglan el desperfecto, todos los vecinos bajamos al pozo del puerto con baldes y botellas para llenarlos de agua. Las filas son lar- gas y lo peor es la subida cargándola cargando el agua. Los niños subimos botellas de dos litros, los adultos otras de cinco litros o baldes de agua. Simon nos ha enseñado cómo enrollar un pañuelo haciendo una coronita en la cabeza y ahí apoyar el balde o la botella que tengamos que subir. Dice que llevar las co-sas en la cabeza es mucho más cómodo que colgando del brazo. También nos ha explicado cómo tenemos que andar para no perder el equilibrio, y mucho menos derramarla el agua. Le hacemos caso y cuando nos cansamos las llevamos en el brazo, luego otra vez en la cabeza. Hacemos una parada en la sombra, descansa-mos y volvemos a subir la calle con el agua que mi mamá necesita para cocinar.

Justo cuando estábamos llegando a nuestro piso han cortado la luz. Nos quedaba casi un metro para poder abrir la puerta y salir. Simon se ha desesperado, pen- samos que en parte por protegernos, por pánico a que nos cayéramos todos por el agujero del ascensor. Él nos quiere mucho, y si hizo lo que hizo fue por amor, nunca para hacernos daños. Es muy triste que mi mamá no pensara lo mismo.

Page 149: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy fue primero de Mayo, la fiesta más importante del año junto con el día de la mujer mozambiqueña. Todos los cooperantes hemos vuelto a participar esta vez en el desfile. Nosotros Más preparados que en la pasada Nochevieja, hemos bailado cumbias y bambucos por las calles de Maputo. Mi papa y Ruben nos han tocado todas las canciones con las guitarras. El resto de mamás y papás hacían los coros. Mientras mi mamá coordinaba que no nos despistáramos al desfilar, iba sa-ludando a amigos y vecinos mientras desfilabamos. A las familias mozambique-ñas les han encantado las cumbias porque a ellos les gusta mucho bailar. Al final me toca bailar con Newton y a Luchito con Maya. Así que todos estamos con-tentos porque Newton es mi mejor amigo y no estamos peleando todo el tiempo.

La manifestación del primero de mayo no es como las de Bogotá: aquí es como una fiesta, todas las mozambiqueñas van con sus capulanas de colores bailando y cantando. Vienen delegaciones y grupos de todas las partes del país. Las cancio-nes mozambiqueñas nos encantan. También van bailando y tocando instrumen-tos. Ahora tenemos una actuación más acorde con el espíritu festivo y nuestros papas sonríen sin parar.

Al pasar por delante del palco donde está el gobierno completo, vemos a Zamora Machel y su mujer Graca están en el centro saludando a toda la gente. Entre las personas que los acompañan a cada lado hay una niña que nos hace señales:

Hemos tardado casi cinco minutos en descubrir que era Numia. Estaba vestida de una forma que nunca la habíamos visto. Parecía otra persona con un vestido de capulana roja igualito al de su mamá. Le habían trenzado todo el pelo con cintas de colores fuertes, rojo, verde, amarillo, azul... Nos saludaba y silbaba desde el palco como una loca de contenta. Todos los niños nos hemos puesto muy con-tentos al ver a nuestra amiga en el palco de honor. Y la hemos saludado gritando:- ¡Hola Numia!¡ Hola Numia!- !

Y como también me he puesto muy contenta, he decidido improvisar un baile para ella, saltándome los pasos que me ha enseñado mi mamá. Newton improvi- saba conmigo cagado de la risa. Los dos mirábamos los besos que nos mandaba Numia por el aire cuando he sentido un pellizco en el brazo. Mi mamá, que por supuesto se ha dado cuenta de mi coreografía improvisada, me ha llamado la atención:- Maria ¿Qué se supone que estás haciendo?.-

Page 150: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Pillada in fraganti, como dicen los italianos, no sabía a donde mirar. Newton ob-servaba un avión a lo lejos en el firmamento, tan lejos que todavía ni se veía. Mi mamá, guardándomela me fijó sus ojos verdes fulgurantes, mientras añadía:- Baila como te he enseñado y no te saltes los pasos.¡Y sonríe! Que nos está mi-rando el presidente.-

Así que me he tenido que concentrar en la letra de la canción de una cumbia y no dispersarme más:

“Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy,no hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy, mi piel es morena como los cueros de mi tambor, y mis hombros son un par de maracas que besa el sol…”

La manifestación terminó en el parque parque al lado del puerto. Mientras daban discursos, como ya no teníamos que bailar, mi mamá, por fin ha dejado de pres- tarnos atención y Luchito ha sacado el balón de fútbol.

En el cielo han empezado a volar muy bajo varios aviones y nos hemos quedado quietos, sin saber si nos iban a bombardear. Pero no, eran buenos, han dejado caer una tela con una frase celebrando el primero de Mayo. De repente, alguien me ha tapado los ojos por detrás.

- Luchito, ya vale la broma, bueno.- He protestado.- Eu, no seu tu hermana.- *(No soy tu hermana).Era la voz de Numia, me ha dado la vuelta y me ha dado un beso en la boca.- Voce estaba mu bonita bailando pra mi.- *(estabas muy bonita bailando paramí)

Creo que me he puesto muy roja, pero le tomé la mano a Numia y le dije sonrien-do: - Ven a jugar al fútbol, que si no nos ayudas, nos pegan una paliza.-

Al final de la tarde, las faldas blancas de la cumbia parecían haber sobrevivido a una guerra de patadas, carreras, llenas barro. Nosotras, felices, corríamos de un lado para el otro persiguiendo la pelota con un nudo a cada lado de la falda para no enredarnos en el vuelo y caernos. Los grandes estaban sentados todos juntos en el pasto, cantando y bailando. Numia ha pasado toda la tarde con nosotros porque mi mamá ha invitado a sus papás a comer arepas y ellos han aceptado encantados. Luchito estaba también de mejor humor, porque Numia no solo mete muchos goles como ella, sino que le hace pases maestros que le facilitan que ella marque el doble de goles que de normal, así que por primera vez desde que llegamos le ganamos a nuestros vecinos. Cuando ha terminado el partido hemos rodado felices Numia y yo por el suelo, muertas de la risa, dándonos besos, abra-zos y cosquillas.

Page 151: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Esta emana hay olimpiadas en el colegio. Habrá muchas pruebas como sal- tar, correr, trepar... Hasta tendremos un torneo de ajedrez. En los deportes de equipo participamos en la liga de fútbol y béisbol. Pero lo que nos hace más ilu-sión es el campeonato de natación por edades porque desde que llegamos a Ma-puto, hemos ido tres tardes a la semana a nadar. El campeonato será contra otros colegios, y eso nos entusiasma.

En la mañana, cuando estábamos en lo más emocionante del partido de béisbol, un sonido atronador nos dejó a todos quietos, como jugando a las estatuas:- Uauuuuuuuuuua, uauuuuuuuuuuua, uaaaaaaaaaauuu.-- Maria, Maria, es la sirena de evacuación.-

Me ha gritado Newton, que estaba jugando en mi equipo. Todos los días hacemos entrenamientos antibombardeos en el colegio así que nos hemos tirado al suelo, a cubierto como nos han explicado. He intentado levantar varias veces la cabeza para ver si veía a mis hermanas, pero todo el mundo estaba bocabajo en la tierra, no podía ver nada.

Todo estaba en silencio y el avión sobrevolaba por encima del el colegio volan-do muy bajo: parecía que tocaba las ramas. No sabíamos qué iba a pasar. Por un momento he pensado en mi abuela Guadalupe que está en el cielo, le he pedido en silencio: “Por favor abuelita, no dejes que nos pase nada, saca tus pistolas y defiéndenos”. Como si alguien me estuviera escuchando hemos oído el silbido de un proyectil que le ha dado de lleno al en el avión. Al impacto le ha seguido una explosión y el avión se ha desviado cayendo detrás de nuestra escuela. Cuando veíamos que caía en llamas nos hemos puesto a gritar alegres, nerviosos, con miedo y alivio mezclados:- ¡Ha caído al mar, ha caído al mar! ¡Yupiii!.-Los mayores nos hemos puesto a gritar y aplaudir, pero algunos de los pequeños estaban llorando. Hemos buscado a todos los niños del combo de colombianos para ver que todos estuvieran bien, empezando por mis hermanas pequeñas.

Cuando ya estábamos todos juntos comentando lo que había pasado en la puerta, han llegado corriendo nuestros papás y nuestro círculo favorito de médicos. To-dos los papás del colegio han aparcado bloqueando la calle. Una mamá pelirroja ha tirado la moto en la puerta, otro papá llegó en su bicicleta de carreras, todos dejaban su vehículo y corrían dentro a buscar a sus hijos, con la cara desencajada, llorando y nerviosos.

Page 152: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Después nos han contado que Radio Maputo había avisado de lo sucedido. Han explicado cómo el avión había sobrevolado la escuela y cómo desde la casa del presidente lo habían derribado para protegernos. Aunque no se sabe a ciencia cierta si el avión iba a atacar la casa del presidente o nuestra escuela, porque es-tán en la misma cuadra. Lo peor que nos podía pasar, pasó: se han suspendido las clases por una semana, pues tenían miedo a que se produjera un nuevo ataque.

Los grandes nos miraban aterrados y sin color en la cara, como fantasmas, su aspecto no era mejor al del resto. El patio entero de la escuela se llenó de ríos de lágrimas. Las lágrimas deben de ser igual de contagiosas que las risas, porque a los diez minutos de llegar todo el aluvión de mamás, papás y familiares no había una sola persona que no estuviera llorando. - Lo ha enviado Sudáfrica, papá.- Le ha dicho Newton muy serio a Ruben.- ¿Cómo los sabes Newton?- Ruben miraba con atención a Newton. No en vano,casi nos daban por muertos un minuto antes.- Porque tenía la bandera pintada en las alas.- Ha contestado tranquilo Newton.Como siempre, solo habla cuando es necesario, pero cuando lo hace da siempre en el clavo, porque es muy observador y se da cuenta de detalles que para los demás pasan desapercibidos.Numia y sus hermanos están con nosotros. Sus papás no han venido todavía a buscarla. Mi mamá, cuando la ha visto, le ha acariciado la cabeza porque notaba que estaba asustada, mientras le preguntaba:- ¿Quieres venir un rato con nosotros mientras llegan tus papas? Estaremos en lacasa de Abraão, que vive muy cerca. Yo me encargo de avisar a tus papás para que pasen a buscarte.-Numia ha asentido con la cabeza. No puedo parar de pensar que ha sido mi abue- lita Guadalupe la que realmente había derribado con sus pistolas el avión o guió la mano del señor que disparó desde la casa del presidente para que no fallara en la puntería. Porque mi abuelita donde ponía el ojo ponía la bala. En la próximas noches voy a intentar soñar con ella y preguntarle cuando me la encuentre. Tam- bién voy a ver si veo a Dayamo para que me explique qué tengo que hacer para volver a ser invisible como antes. Quizás alguna de las dos sepa cómo confundir la brújula de los aviones con imanes gigantes, para que nunca puedan volver a ubicar nuestra escuela y destrozarnos ningunas olimpiadas. Ahora más que nunca necesito sus consejos para no temer a los bandidos armados, ni a nadie que quiera aguarnos la fiesta.

Por la tarde en la casa, Luchito y Tista han empezado a jugar a los aviones y los bombardeos.- Yiannnnnnnnnna... yainnnnnnn.-Corría Tistana con los brazos extendidos por la sala como si fuera un avión.- Tatatata... tatata... tatatatata-Le disparaba Luchito desde todos los ángulos, ahora a un lado del sofá, detrás de una silla... Pero el avión de Tistana se resistía a caer, Luchito se empeñaba en perseguirla por toda la casa, hasta que se le ha tirado encima y Tista ha rodado por el suelo llorando. Mi mamá ha consolado a Tistana con un helado deguayaba. Después nos ha preparado jugo de Lulo en silencio, ni se ha molestado en regañar

Page 153: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

a Luchito. El aire hoy es como si pesara más y todo es muy raro. Newton y yo no tenemos ganas de hablar. Maya, absorta mirando por la ventana, al rato se ha dado la vuelta con los ojos muy abiertos, y seria y preocupada nos ha dicho:- Tenemos que llamar a Abraão. Ese avión no nos quería bombardear.-- ¿Y tú cómo lo sabes?.- Le ha respondido Newton.- Porque no tenía piloto.- Ha añadido ella.- Venga ya, cómo no va a tener piloto un avión.- Le he respondido, casi sin poder- me imaginar cómo un avión sin piloto podría llegar a ningún sitio.- Lo digo en serio, yo había subido al baño cuando desde una ventana pude verperfectamente que no lo pilotaba nadie.- Respondió mirándonos a los ojos. Nos hemos quedado pensando, estaba tan seria que sabíamos que no se lo estaba in- ventando. No tendría que haber estado en el baño y menos si hubiera sido un bombardeo de verdad. Por eso sabemos que tampoco miente, porque decirlo y que Euridice y Ruben sepan que se quedó dentro del edificio, en vez de hacer el entrenamiento, le va a costar un buen castigo. Además, las mentiras son mi es-pecialidad y la de Luchito, pero no la de nuestros amigos. Así que empezamos a cavilar: si el avión no tenía piloto, no nos quería bombardear. Para eso hace falta un señor que le de a un botón rojo, lo hemos visto mil veces en las películas y ese señor tendría que estar subido al avión, pero un avión sin piloto no puede bom-bardear. Cuando se lo hemos contado a los grandes, estos han dicho que lo mejor sería ver de qué informaban de nuevo en las noticias, y efectivamente Maya y Newton tenían razón.-Esta mañana un avión sudafricano ha sobrevolado la casa del presidente Zamo- ra Machel y la escuela que está justo al lado. Han sido momentos de tremenda tensión, pues a este colegio van a estudiar los hijos de todos los cooperantes que están contribuyendo con su esfuerzo para que nuestro país salga adelante. Las fuerzas armadas de seguridad de la casa del presidente han actuado de forma rápida y lo han interceptado con un proyectil. Se pensaba que este avión estaba avistando cuál sería la mejor forma de bombardear, porque estaba dando vueltas en círculo encima del colegio y la casa presidencial. Ha sido muy difícil darle en un momento que no estuviera justo encima de uno u otro edificio. Finalmente ha habido suerte y ha caído a la zona costera justo detrás del colegio. Las milicias han acudido a la zona donde se ha sumergido. Los buzos no han encontrado los restos de ningún piloto. Lo que sí han encontrado es un aparato de radio control muy avanzado: el avión estaba manipulado a control remoto desde algún sitiocercano y su objetivo era crear confusión y miedo. Dentro del avión quedaron restos de cristales de recipientes y probetas por todo el interior. El avión buscaba ser de derribado, estaba previsto. Desgraciadamente tenemos que comunicar que el avión estaba cargado con un arma peor que las bombas, su cargamento era un virus en botes de cristal que han infectando hasta cuatro kiló- metros de agua y playa de la zona. Todos los milicianos en la operación van a es- tar en cuarentena y nuestros mejores médicos han tomado muestras para analizar las posibles en-fermedades contagiosas que propagan estos virus. Se ruega a toda la población no acercarse a esa zona de playa y no jugar con los monos ni tocar a otros animales cercanos pues son los que primero pueden estar contaminados.-Maya tenía razón, no lo conducía nadie. Y ahora estaba toda la playa contamina- da. Ya nos habían contado que los bandidos armados habían contaminado ríos y tanques de agua en otras ocasiones. Pero que justo contaminaran la playa donde íbamos a jugar

Page 154: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

después de clase, nos ha puesto muy tristes. También me dan mucha tristeza los animales, que están enfermitos y no sabrán por qué. Mi abuelita Flora decía que quien es capaz de hacerle daño a un animal inocente, ya puede hacerle daño a cualquiera.

Page 155: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mama siempre me regaña cuando me subo encima del bidé del baño para mirarme al espejo. Me dice que me voy a caer, pero yo nunca le hago caso, porque cuando estoy en el baño de nuestra casa, echo el cerrojo para que nadie me moleste. A veces me meto con un libro y lo leo sentada en la taza. Es que con toda la familia que tengo y con todas las visitas, vecinos… es el único sitio en el que puedo estar sola y tranquila. Un sitio por un rato mío, para inventar aven-turas, mis favoritas son las de piratas, donde uno después de batirse con espada, gana un botín y rescata amigos o amigas. En todos esos barcos que flotan en alta mar se esconden miles de tesoros. En mis aventuras las niñas son lobos de mar, fuman en pipa, conocen el mar y los mapas como la palma de su mano. Conocen de primera mano historias y leyendas de todas las tierras que han visitado. Can-tan, bailan, cocinan y viven viajando de una costa a otra, sin grandes. También las acompañan amigos niños piratas, que son tan buena gente como Newton y Matías. El otro día le conté mi historia a Numia y ella me preguntó: - Pero cuando no están buscando tesoros y peleando ¿Qué hacen con tantas horas en el mar?.-- Jugamos al ajedrez.- Le respondí.- ¿Al ajedrez?.- Abre los ojos sorprendida.- Sí, al ajedrez, porque para ser un buen pirata tienes que tener estrategia. Los grandes estrategas del mundo son muy buenos jugadores de ajedrez.- Respondí, moviendo la mano en el aire como si me estuviera batiendo con una espada. Eso lo había leído en un libro de piratas y lo había memorizado como algo imprescin-dible.- Maria, tu estás loca de atar.- Me respondió Numia divertida y jugando a que ella también tenía una espada como la mía.

Acordándome de esa conversación con Numia he llenado la bañera de agua. Nuestra bañera es increíble porque es muy larga. Siempre que la lleno hago lar-gos a braza y a espaldas. Para ser un buen pirata hay que nadar bien, por eso no faltamos ni un día a la escuela de natación. Lleno el agua de jabón y pataleo para hacer mucha espuma. Dentro de mi mar particular empiezo a dibujar todos los personajes de mis aventuras junto con paisajes, nubes y barcos.- Maria, ¿cuándo vas a salir del baño? ¡¡ Por Dios¡¡- Ya está mi mama gritando furiosa al otro lado de la puerta.- Ya voy, mama, cinco minutitos.- Le respondo con la certeza de que tardaré por lo menos quince minutos, porque me tengo que enjuagar y peinar. Miro la espu-ma y decido bucear a toda velocidad hasta el fondo del mar, pues allí en lo más profundo brilla un objeto verde. Nado lo más rápido qué puedo pues aunque

Page 156: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

aguanto mucho, no me quiero quedar sin oxígeno. Ya estoy llegando al objeto precioso, me acerco en dos brazadas, lo estoy tocando, lo agarro y tiro fuerte ha-cia arriba… Me pongo de pie y todas mis aventuras se van por el desagüe, tengo el tapón en la mano y me quedo extasiada contemplando el remolino interminable que absorbe todo el agua, la espuma y mi universo de niñas piratas ¿Y si me ab-sorbiera a mí también? ¿A dónde me llevaría?

- Maria, se puede saber qué demonios estás haciendo ahí dentro, llevas más de una hora encerrada. Como no salgas ahora mismo, tiro la puerta.- Mi mamá está a punto de tirar la puerta, me quedan diez minutos para que se haga realidad.- ¡QUE YA VOYYY¡¡¡.-

Tengo que darme prisa y peinarme. No hay quien se relaje en esta casa. Del borde de la bañera salto al bidé y desde el bidé me inclino hacia el espejo; ¿Es que en esta casa no piensan en los niños? ¿Por qué el espejo está tan alto? Me miro en el espejo, estoy llena de espuma, se me ha olvidado por completo enjuagarme. De repente se me ocurre hacerme un peinado con todo el pelo hacia arriba. Suelto las manos con las que mantengo el equilibrio sobre el lavamanos para arreglarme el pelo, pero me resbalo y mi cabeza choca contra el lavamanos.- ¡Aayyyyyy¡¡¡.-- ¿Qué pasó Maria?.- Al oír el golpe seco de mi cuerpo cayendo al piso, mi mama le ha pegado una pa-tada a la puerta, entrando en el baño. Todo el suelo está lleno de sangre, me pone de pie y con una toalla me limpia la sangre de la cara para poder ver dónde tengo la herida. Me mira muy seria.- ¿Pero cómo puedes ser tan vanidosa?.- Como ni hablo del susto, me levanta con sus brazos y deja que me mire en el es-pejo. Justo encima del ojo tengo una grieta por donde se me ve la carne, de ella me resbala un caminito de sangre. ¿Pero y el resto de la sangre en el suelo? Me toco la boca y me duele. Al abrirla brota un chorro de sangre sobre el lavamanos, el vestido de mi mama y el suelo. Me temo que también me he roto el labio. Son-río en el espejo porque ahora sí parezco una pirata de verdad, con una cicatriz en la ceja y la boca bien hinchada después de una gran pelea.

Page 157: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá me ha hecho apretarme con un trapo la herida del ojo y morder otro trapo con la boca. Cuando hemos llegado al hospital había una larga cola de niños mozambiqueños accidentados con sus mamás. Nos hemos puesto a la cola, y cuando nos ha visto una enfermera, se ha acercado a atendernos, saltándose la cola.- Están ellos primero.- Le he dicho con el trapo en la boca. Pero mi mamá me hazarandeado, mientras le decía a la enfermera:- No sabe lo que dice.-

Cuando he entrado para que me cosieran, en la mesa de al lado había un niño que lloraba muchísimo mientras le arreglaban con hilo negro la cabeza. He mirado asustada a mi mamá, que viendo mi pánico le ha preguntado a la enfermera:- Para ustedes sí tenemos.- Ha respondido tranquila la enfermera.

Mi mamá no ha dicho nada, me han puesto dos inyecciones y me han cosido la ceja y el labio. Cuando hemos salido de la consulta seguía la misma gente espe- rando que cuando hemos llegado. Me he sentido muy mal, pues si algo he apren- dido en Maputo es a respetar las colas. Si mi mama no hubiera estado tan asustada habríamos esperado, como los demás. Pero a nosotros nos han atendido antes que a los niños mozambiqueños, y con anestesia. No me parece justo, pero tampoco quiero que me cosan sin anestesia. Mis papás dicen que aquí todos somos iguales, pero no es cierto, nosotros tenemos ventajas que la mayoría de nuestros vecinos no tienen. Nosotros no nos creemos mejores que nadie. No somos nadie y me siento muy avergonzada por no pedir que me cosieran sin anestesia. Prefiero que me pongan anestesia, soy egoísta. Sé que a niños más pequeños que estaban en la fila los coserán sin anestesia. Me siento como una rata de alcantarilla, como si le hubiera robado algo a alguien. Vuelvo en silencio con mi mamá a la casa, ella tampoco dice nada. Cuando llegamos a la casa me siento en un rincón a leer. Luchito viene corriendo de jugar en la calle y me mira con celos: - Esa sí que es una cicatriz de pirata.-

- ¿Cuántos puntos me han dado?- Le pregunto. Luchito se ha puesto a contarme los puntos, cuando ha llegado de repente mi mama. - Lucha ¿Qué estás haciendo?.-

Luchito ha pegado un salto y me ha puesto toda la mano sobre la cicatriz, he visto mil estrellas, pero me he mordido la lengua para no gritar y empeorar las cosas.

Page 158: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Contando, mama, estoy contando… Maria tiene catorce puntos en la ceja.-

Ha dicho Luchito con una voz de angelito desconocida en ella y una sonrisa que derretiría el hielo del polo norte.- Bueno, pues no se la toques más, que se puede infectar ¿De acuerdo?.-

Mi mamá tiene ganas de que nos vayamos a dormir ya. Es el único momento detodo el día en que parecemos angelitos porque nos estamos quietas.Cuando se ha ido del cuarto, Luchito me ha mirado con una sonrisa:- ¿A qué no sabes una cosa?.-Me ha dicho haciéndose la interesante y volteando los ojos para vigilar que nadie viniera por ningún sitio.- ¿Qué cosa?.- Le pregunto intrigada, pues cada día me sorprendo más de queLuchito ya está empezando a planear travesuras y ya no es solo mi hermanachi- quita.- Un secreto.- Dice tapándose la boca para reírse. Todavía le faltan algunosdientes y además se ha puesto más roja que un tomate de ensalada. Luchito no puede tener secretos, no sabe qué es un secreto. La miro, por si es un juego nuevo que se ha inventado.- ¿Pero por qué dices que es un secreto?.- Me duele un poco la cabeza y ya estoy perdiendo la paciencia.- Porque yo sola lo sé. Ven, te lo digo al oído.- Responde, ya resuelta a contármelo todo. Lo que yo digo, no sabe tener secretos. Estoy escuchando lo que me cuenta, pero no me lo puedo creer. Luchito dice que cuando se levantó anoche para ir al baño, escuchó a los grandes hablando en la sala. Tenía razón, es un secreto y un secreto de los gordos. Nos va a cambiar la vida. Nos quedamos mirándonos con tristeza. Le pregunto, casi con un hilo de voz:- ¿Tú crees que los demás lo saben?.-Se encoge de hombros y nos quedamos mirando. Ya no sabemos qué va a pasar a partir de ahora. Siento que es el principio del fin. Tengo ganas de llorar y mucho miedo.

Page 159: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

M i mamá ha intentado aprender a montar en bicicleta, pero se ha frus-trado porque cuando mi papá le estaba enseñando se ha caído miles de veces. Estábamos todos animándola enfrente del edificio. Pero una vecina se lo contó a las demás y en menos de diez minutos todas las vecinas estaban con sus sillas en la puerta de la casa opinando sobre los intentos frustrados de mi mamá. Como si estuvieran viendo una película. Y cada vez que mi mamá se caía al suelo se morían de la risa y aplaudían. Mucha presión para mi mamá, que acabó de mal genio y adolorida. Menos mal que a mí me enseñaron un domingo en el puerto y en una sola tarde aprendí. Mi papá me agarraba del trasportín de atrás, yo peda-leaba, y cuando me quise dar cuenta, ya no me estaba sujetando. Ese fue uno de los días mas felices de mi vida. Me encanta mi bicicleta amarilla. Ahora vamos en cicla a todas partes, y los que van en monopatín o patines se agarran a nosotros. Como vamos siempre todo el combo junto, los grandes ya ni nos preguntan para dónde vamos. Pero para mi mamá no ha sido un día feliz, ha estado varios días achantada y, por más que le insistimos, no lo quiere volver a intentar. Y eso que ella nunca se achicopala con nada.

En nuestras excursiones por las afueras de Maputo hemos descubierto una playa escondida, de olas enormes, a una hora pedaleando por la carretera que bordea el puerto. Como no todos vamos en cicla, las lomas las subimos andando, pero rodar las bajadas a toda velocidad es lo más increíble del mundo. En esa playa jugamos al fútbol con los vecinos todo el día. Nos bañamos en ropa interior, que luego se nos seca enseguida al sol. No creo que existan en el mundo unos niños tan felices como nosotros en nuestras excursiones, sin grandes molestando. Comiendo y jugando todo el día bajo el sol.

Si bajamos la carretera por un camino en la montaña llegamos a un parque ver-tical que tiene un laberinto dentro. Dentro solemos jugar al escondite, aunque muchas veces podemos tardar casi más de una hora en encontrarnos porque real-mente es- tamos perdidos. En una de ésas, estábamos jugando cuando Luchito apareció con Newton riendo con ropa en la mano.- Lucha¿De dónde has sacado esa ropa?-- Estamos jugando a los monos, se la vamos a esconder al señor jardinero que se !estaba bañando con la manguera allá arriba.-

No lo había terminado de decir, cuando ha aparecido un señor mozambiqueño como su mamá lo trajo al mundo, gritando:

Page 160: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Minhas roupas, crianças, por favor.-Ha aparecido tan de repente que nos ha pegado un susto enorme. Hemos salido corriendo por el camino más cercano y el señor nos ha perseguido sin descanso. Y claro, es que Luchito todavía llevaba su ropa en la mano. Se la he quitado a la fuerza porque ella no quería devolvérsela todavía. Menos mal que todavía tengo más fuerza que ella y se la he podido zafar. Le he dejado al señor su ropa en el centro del camino. Al minuto el señor ha llegado y ya se la estaba poniendo mien- tras nos maldecía, y con razón, en nachangana. De camino para la casa nos!dimos cuenta que habíamos perdido el monopatín azul de Luchito. Así que la he llevado achantada a la casa y sentada en el trasportín de mi bicicleta.

Page 161: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ya no es más un secreto, ahora lo sabemos todos. El doctor de la casa de re- poso ha recomendado que Milena vuelva a Colombia unos meses, pues le sentará bien ver a su familia y estar en su casa. Ha dicho que para ella han sido muchos cambios en muy poco tiempo. Estamos contentos porque salió por fin de ese si- tio horrible, y tristes porque Matías y Ana Lucía se tienen que ir con ella. Quizás también porque todos quisiéramos irnos con ellos y volver a Colombia. Pero no podemos, porque como dice Luchito: - Nos vuelan la cabeza.-

Pero a Milena no le pasará nada, pues ella nunca se metió en política, solo su compañero y van a vivir en otra ciudad con su mamá, así casi nadie sabrá que han vuelto. Euridice viaja con los tres para acompañarlos en el viaje y también por-que su mamá está muy viejita y la tiene que ir a cuidar. No pudimos despedirnos en el aeropuerto porque el avión salía muy temprano. Los llevaron al aeropuerto Ruben, Abraao y mi papá. Cuando volvieron ya estábamos desayunando todos juntos huevos pericos con chocolate y arepas. Ruben estuvo callado hasta que Maya le preguntó: - ¿Va a estar mucho tiempo mami en Colombia?- Tiene que cuidar de tu abuelita, así que tendrá que quedarse por allá.- Respondió Ruben después de dar un sorbo enorme al chocolate y suspirar.- ¿Y entonces la podremos ir a visitar?.- Maya pregunta y todos volteamos a mirar fijamente a Ruben y a mis papás.- Sí, tal vez podamos hacer eso... ya veremos. Ahora cómete el desayuno, !chi-quita.-

Mi papá le ha echado una mirada a mi mamá, de esas que hablan solo cosas que ellos dos entienden. Se llama complicidad, los dos comparten un mismo pensa- miento, pero no lo dicen porque no se puede. Sé, por la cara que han puesto, que no es una buena idea que ni Ruben ni nosotros volvamos a Colombia, porque como dice Luchito “Nos vuelan la cabeza”. Ha sonado el timbre, mi mamá se ha puesto en pie y se ha acercado a la puerta.- Bon dia, sinora, faz favor de cuidarme un rato a la crianza. *( Buenos días seño- ra, podría cuidarme un rato al niño).-Es una de nuestras vecinas que se va al trabajo y nos deja al cuidado de su hijo de dos años.- Sí, claro, cómo no, Raymond se lo pasa muy bien jugando con mis hijas.-Le responde mi mamá, contenta, pues está encantada de que Raymond venga a !casa. Raymond es como un hermanito pequeño, para nosotras como un juguete, lo llevamos a todas partes y lo consentimos mucho. Es un niño muy despierto, la

Page 162: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

alegría personificada, y mi mamá lo adora. Alguna noche, cuando su mamá lo ha venido a buscar, está durmiendo con Tistana. Y si alguno de los dos nota que mueven al otro, o lo van a cambiar de cama, arman una pataleta terrible, pues se han acostumbrado a dormir juntos. A Tistana le gusta la idea de tener por fin un hermano negro como ella. Aunque a ella le queda tomar mucho sol para adquirir el bonito color chocolate de Raymond. Cuando se ha ido la mamá de Raymond, mi mamá nos ha mirado y nos ha dicho con el niño en brazos:- No vamos a tener a Raymond encerrado un domingo con el buen día que hace ¿No? ¿Por qué no nos vamos a la playa a capturar cangrejos?-

Nos hemos puesto todos de pie corriendo. Después de recolectar por toda la casanuestras herramientas de búsqueda de cangrejos, nuestros trajes de baño y las pañoletas que ahora nos obliga a ponernos mi papá en la cabeza para que no nosinsolemos. Nos hemos ido todos felices a la playa.

Page 163: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando los vecinos se dirigen a mi papá, siempre le dicen lo mismo: - Qué pasa, patrón.-

A mi papá no le gusta que lo llamen “patrón”, ni “buana”, ni “blanco”. Y su forma de defenderse de vuelta es tomándoles el pelo y devolviéndoles exactamente el mismo saludo:- Qué pasa, patrón.-- Eu no seu patrón .- *(Yo no soy patrón). El vecino de turno le aclara.- Eu tampoco seu.- *(Yo tampoco). Insiste mi papá.- Vouce e branquiño y eu so preto. Os pretos na sau patrón.-* (usted es blanquito y yo soy negro. Los negros nos son patrones). Siempre el vecino de turno, abre mucho los ojos y mira a mi papá, como a un blanco loco.- Mais eu no quero mandar, eu no seu teu patrón.-*(Pero yo no quiero mandar, nosoy tu patrón).

Mi papá, que es testarudo como una mula, y sigue con sus argumentos. Así puede seguir eternamente, discutiendo y vacilando con el vecino de turno, hasta que este se de por vencido o perdido y acaben los dos cagándose de la risa. Mi papá siem-pre inventa chistes que solo él entiende, pero como se ríe de sí mismo, consigue contagiar a la gente de alrededor, que acaba riéndose con él por solidaridad.

Hoy ha venido la hermana pequeña de la mamá de Raymond para hablar con mi papá. Y de paso con mi mamá porque mi mamá estaba presente, y solo por esa circunstancia, pues para ellos el que manda es el hombre y mi mamá no cuenta a la hora de hacer negociaciones, cosa que a ella le molesta muchísimo como suele decir al afirmar: - Ni que yo estuviera pintada en la pared.-

Mi mamá es muy independiente y casi siempre toma más decisiones que mi papá, aunque normalmente lo negocian. Mi papá raras veces le lleva la contraria, siem- pre que no hablen de política, donde sí que acabarían discutiendo y no estarían en todo de acuerdo.

La hermana pequeña de la mamá de Raymond es muy alta y muy bonita. Ha venido súper arreglada, acompañada de la mamá de Raymond. Mi mamá las ha invitado a pasar y las hemos invitado a tomar jugo de Lulo. Se han sentado las dos en el sofá, mientras todos las mirábamos sorprendidos. Después de dar un sorbo al jugo, la hermana pequeña ha mirado a los ojos a mi papá y le ha dicho muy

Page 164: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

solemne: - Señor, Pedro, eu quero saber si voce poude casarse conmigo.- *(Que si se casa con ella) - ¿Cómo?.- Mi mamá ha pegado el grito en el cielo y casi se le cae la bandeja,con los jugos que nos traía a los niños, sobre la cabeza de mi papá.

Nos hemos bebido nuestros jugos en silencio. Desde que no tenemos televisión, éstas son las cosas más divertidas que nos pueden suceder. Mi papá pone unas caras rarísimas. Mi mamá está molesta y la vecina pestañea muchas veces, y ha- bla de una forma muy dulce sobre todas las cosas que sabe hacer y cómo podría ayudar en la casa. Numia, que está a mi lado, me dice al oído:- Es muy bonita la vecina, ¿Tú crees que tu papá se casará con ella?.- Yo le res-pondo al oído bien bajito, para que mi mamá no se entere.- Sí, es muy bonita, pero dudo mucho que mi papá se case con ella. Mis papás no tienen otros amores como Kabil e Nazli, ellos son un matrimonio.-

La mamá de Raymond le dice a mi mamá, conciliadora: - Señora. Voce tendría una ayuda con la casa y con las crianzas. Y sempre sería la primera mujer, la favorita.-

La sonrisa de la mamá de Raymond no puede ser más grande y sincera, y mi mamá, que siempre se derrite ante las sonrisas, se ha quedado sin habla y mira a mi papá con una mirada que echa chispas. Mi papá esta tan divertido con la situación como cuando se pone a bromear con los vecinos, con lo de quién es el patrón. Finalmente pilla las miradas de mi mamá y por fin reacciona:

- En Colombia solo tenemos un cónyuge, una esposa o un marido. Dos sería de-masiado trabajo y dolores de cabeza.- Y se caga de la risa. A mi mamá le salen rayos y truenos por los ojos, pero no dice nada. Seguro que está pensando que mi papá se pasa de chistoso. Pero lo que dice mi papá es cierto, no nos hace falta otra mamá; con la que tenemos vamos sobrados, pues no solo le da tiempo a ser mamá nuestra, sino que va adoptando a todo niño que se le cruce por sucamino. Es una súper mamá. Ésa es mi mamá, la mejor mamá del mundo, cuando está de buenas, claro.

Las vecinas no responden nada, están decepcionadas. Mi papá les sugiere con cariño para darle animos:

- Tienes que buscarte un buen marido, soltero, sin más mujeres y joven. Que yo soy muy viejo para usted. Cuando lo encuentre nosotros iremos encantados a su boda.-

Todos los niños en el sofá, nos hemos puesto a aplaudir, pues es la mejor solución que veíamos al problema y nunca hemos ido a una boda en Maputo. La vecina es muy bonita y seguro que no le faltan pretendientes.

Page 165: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Miss Elizabeth ha traído hoy naranjas para todos, estaban buenísimas y nos las hemos comido bajo el árbol de tamarindo del patio. Nos las trajo porque estuvo durante el fin de semana en Suazilandia, un país súper chiquito que está entre la mitad de Mozambique y Sudáfrica. Es tan chiquito que hay algunas per- sonas que lo llaman el supermercado. Porque allá se puede comprar con dólares, todo lo que aquí no se consigue de ninguna otra forma. Nos hemos sentado en círculo a con ella, y Luchito, abriendo mucho los ojos, le ha preguntado:- ¿Y allá se pueden comprar chicles?.-- Sí, chicles y todo tipo de caramelos.-

Un “ohh” colectivo ha seguido a su respuesta. Nos ha mirado, y mientras son- reía, ha añadido:- Pero ustedes están mejor sin dulces, así tienen unos dientes más blancos, boni-tos y sin caries. A ver Maya, enséñame tus dientes.-

Se lo dice a Maya porque el otro día en clase se le aflojó un diente, le atamos una cuerda finita a la puerta, dimos un portazo y el diente salió volando. Ahora le faltan dos y está muy chistosa. Está haciendo una colección de dientes de leche bajo su almohada.

Miss Elizabeth le va contando todos los dientes a Maya mientras tiene la boca abierta, y todos repetimos cada número emocionados. Algunos cuentan al revés, y Newton y yo nos atrevemos a indagar si hay otro candidato a volar con la puerta.

- Veinte y siete, treinta... no, ninguna caries.-- Uno, dos, tres... no veo nada.-- Ocho, quince, veinte... ese se le mueve ¿Se lo quitamos?.-

Maya ha cerrado la boca mientras la rodeábamos. Luchito ya le estaba moviendo un diente de los que no son de leche, y con la fuerza que tiene, se lo puede aflojar, y si se le llega a caer, esos son de los que no se reponen. Miss Elizabeth cambia de tema para que dejemos tranquila a Maya:

- Bueno ¿Y no tienen más preguntas sobre Suazilandia?- -¿Es verdad que tienen un rey y no un presidente?

Page 166: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Pues sí, es cierto. Suazilandia tiene un rey que está emparentado con todos los ciudadanos de su país.- - ¿Cómo? ¿Cómo puede alguien ser de la misma familia que todo un país, por pequeño que sea?- Ha preguntado Newton. Como siempre, con su lógica descu- brimos nuevas cosas. Miss Elizabeth ha sonreído mientras nos empieza a contar suspirando y entonando la voz: - Porque en este pequeño país viven en un régi- men feudal. Debe ser de los pocos países en la tierra que tienen estas normas que dejaron de tener vigencia en muchos lugares después de la Edad Media. Y una de esas atrasadas normas es “El derecho de pernada”.-- ¿Y qué es eso?.- Responde Maya abriendo ojos y la boca, consciente de que su diente bueno ya no está en peligro.- Pues es el derecho que tiene el rey, solo por ser el rey, de pasar la noche de bodas con la recién casada. Ser él, el primero que duerme con ella y después la entrega al esposo. También el rey organiza fiestas en el que todas las jóvenes vírgenes bailan casi desnudas y él elige las que serán sus esposas.--¿En serio?.- Preguntamos todos a la vez casi gritando y atónitos. - ¿Pero el rey será viejo y feo?.- Pregunta Luchito.- ¿Y los novios están de acuerdo?.- Añade Newton.- Pues muchas parejas de novios huyen a Mozambique para evitar esa ley.-

Miss Elizabetn nos ha seguido contando por qué es tan importante que Mozam- bique, sin perder su cultura, supere tradiciones que no respetan los derechos fun- damentales de las personas. Nos ha insistido en que solo aprendiendo, estudian-do, viajando mucho y hablando con gentes de todo tipo, uno podía llegar a ser una persona buena y justa. Las parejas que huyen del rey de Suazilandia tenían prohibida la vuelta y el contacto con su familia. Al huir eran desterrados de por vida. También nos contó que la consanguinidad en la población, por la parentela con el rey, generaba otros problemas de salud pública, al producirse matrimonios entre hermanos que ignoraban que lo fueran. Y esto ocasionaría problemas futu-ros de salud en los bebés.-¿Como los albinos?.- Le pregunté.- ¿Quién te ha dicho esa barbaridad, Maria?.- Me respondió Miss Elizabeth.- Nuestras vecinas dicen que los albinos son hijos de hermanos que se casan.-Añadio Luchito.- No, eso no es cierto. Los albinos son una mutación genética muy extraña y notiene nada que ver. Son personas que tienen un problema de pigmentación, pero son como todo el mundo. Solo que las supersticiones dicen que están malditos y los mandan matar, para luego vender partes de su cuerpo como amuleto.- Des- pués de decir esto, Miss Elizabeth se ha sacudido la falda y se ha despedido. Ya tenemos que volver a la casa. Por el camino no podíamos parar de hablar del rey conchudo, los albinos, las normas antiguas y supersticiones. Cuando hemos lle- gado a la casa, mi papá estaba limpiando el morral de retales de cuero que cosió en la cárcel y que desde que salimos de Colombia es una de nuestras maletas. Extrañada, le he preguntado: - ¿Por qué limpias la maleta?.-- Porque nos vamos los tres a un pequeño viaje.- Me respondió sonriente.- ¿Y donde vamos a ir?.- Indagó Luchito.- A Suazilandia.- Sentenció mi papá.

Page 167: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi papa nos ha dicho que lleváramos dos mudas de ropa y el cepillo de dientes. Cada una nos hemos hecho la mochila y nos hemos encajado en la cabeza las cachuchas que nos cosió para el sol. Él se ha puesto la suya. No eran las seis de la mañana cuando mi mamá nos ha dado el desayuno y provisiones para el camino. Nos gustaría mucho que mi mama y Tistana vinieran con nosotros, pero mi papá dice que es caro y que vamos a estar muy pocos días. Estamos muy con-tentas porque es la primera vez que vamos de viaje con mi papa. Hemos tomado un bus que nos ha llevado durante dos horas hasta un pueblo que ya está en la frontera. Una vez allí nos hemos bajado y hemos seguido andando por la carre-tera bajo el sol. No había absolutamente nadie por la carretera y hacía un calor terrible. Mi papa nos ha dicho que podemos beber pequeños traguitos del agua de nuestras cantimploras cada media hora. Cuando llevábamos casi dos ho- ras an-dando, parecía que salía humo de las sandalias y hemos oído el motor de un carro que se acercaba a lo lejos. Lo primero que hemos visto ha sido la enorme nube de polvo que levantaba, y después ya ha aparecido el carro. Mi papá se ha parado mirando cómo se acercaba y nos ha dicho:- Niñas, vamos a hacer autostop, a ver si nos lleva.-Nos hemos puesto a un lado de la carretera, los tres levantando la mano dere- cha con todos los dedos cerrados, menos el pulgar, que es como mi papá nos ha enseñado que hay que hacer para que paren los carros. Es un carro enorme de color blanco descapotable, que cuando nos ha visto enseguida ha parado. Un se- ñor enorme de color rosado lo conducía, vestía completamente de blanco, hasta el sombrero, un puro y unas gafas de sol. Muy amablemente nos invitó a subir enseguida mientras nos preguntaba en inglés: - Where are you going?-- Qué dice? – Pregunta mi papá.- ¿Que a dónde vamos?-- A Suazilandia.- Responde mi papá- Ok, ok, me too.-- ¿Qué ha dicho?- Nos pregunta mi papá.- Que él también.- Le traducimos- Ah¡ ¿Y qué va hacer allá?.- Pregunta mi papá, que siempre tiene un poco más de interés por la gente.- Are you going shopping?- Nos pregunta el señor rosado.- Yes, we are going to buy things we need and we cannot buy in Maputo.- Lerespondemos.- ¿Ya te ha dicho para qué va a Suazilandia?.- Vuelve a insistir mi papá, que sequedó al inicio de la conversación.

Page 168: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- No, papá, ¿no ves que no es “polite” hacer tantas preguntas en inglés?, va apensar que somos muy chismosos.-- ¿Pero entonces qué te ha dicho?- Responde mi papá, que siempre se quiere en-terar de todo.-- ¿Que si íbamos de compras a Suazilandia?- Le respondemos.- ¿Y él sí puede hacer preguntas?- Añade, no muy convencido.- Sí, porque él está en su coche y nosotros somos sus invitados.-- Tell your father that I ́m going to invite you to stay this night in my hotel.-

Nos sigue contando que es inglés y nos invita a los tres a quedarnos esa noche en su hotel que está camino a la capital, Mbabane. Cuando se lo digo a mi papá, pone cara de que no sabe qué hacer. Pero ya se está haciendo de noche y no tenemos otro sitio donde ir. Como el inglés es todo sonrisas con nosotros y se ríe mucho con las cosas que le cuenta Luchito, mi papá le devuelve la sonrisa y dice:- Muchos tankius, mister.- -It´s ok, it´s ok man.-

Hemos cenado en el comedor principal del super hotel y se veía toda la montaña. Lotto, la esposa del señor inglés es hindú como nuestra amiga Nazli, pero solo se parecen en el blanco de los ojos. Con mi papá y su marido apenas habla, pero con nosotras se sienta en el sofá y nos cuenta unas bonitas historias de amor. En ellas una chica no muy guapa, pero sí muy inteligente evita que el marajá del reino le corte la cabeza. Cada día le cuenta una historia y nunca le desvela el final hasta el día siguiente, y antes de desvelarle el final ya ha empezado una nueva y más interesante historia. La protagonista de la historia se llama Sherezade. Cuando le contamos a mi papá antes de dormirnos el nombre de la chica, nos dice que sí, que es Shrerezada, la protagonista de Las Mil y Una Noches, una de las obras más importantes de la literatura universal. Nos ha dicho que al final se casa con el marajá porque él se enamora de ella a través de sus historias.

Luchito y yo nos quedamos dormidas y yo sueño que me invento muchas histo-rias y que gracias a ellas nunca nadie me va cortar la cabeza, como a Sherezade.

Page 169: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nos hemos levantado muy temprano y Luchito se ha ido corriendo a la cama de papá, que estaba dormido como un oso. Me ha mirado y se ha puesto el dedo delante de la boca, para que no dijera ni palabra. Nos hemos asomado al balcón, todavía el sol no ha había salido. Serían tal vez antes de las seis de la mañana. Hemos mirado las montañas y todo se veía muy verde y bonito. Luchito me ha dado un codazo en el estómago.- Mira, mira.-- ¡¡Una piscina¡¡.-- Pero no nos hemos traído los trajes de baño.-- No pasa nada, Luchito, nos bañamos en calzones y listo.¿No te acuerdas en Costa Rica?- - Sí, vamos.-

Hemos vuelto a mirar a mi papá, que seguía durmiendo profundamente, hemos tomado la toalla del hotel y hemos bajado bajamos corriendo. Si hay algo en el mundo que nos fascine más que el mar son las piscinas. Nos hemos puesto a nadar boca arriba, boca abajo, como ranas, como mariposas. Buceamos hacién-donos muecas y enseguida nos hemos empezado a morir de la risa, olvidándonos de que todo el mundo estaba durmiendo. Los calzones, como siempre, se han llenado de agua y parecían faldas, aparte de que por sí, mi mamá no había encon-trado calzones de nuestra talla en la cooperativa y estos sin agua ya nos bailaban. A nosotras no nos importa, hace mucho tiempo que todas estas cosas nos dan exactamente igual. Tenemos cuatro mudas que nos han cosido nuestros papás con telas de capulana o retazos que han conseguido comprar en el mercado. Y no echamos en falta ni más ropa, ni siquiera zapatos, porque queremos andar como todos los vecinos, descalzas.

Cuando por fin salió el sol, serían las ocho de la mañana, nos hemos puesto a hacer carreras alrededor de la piscina gritando y muriéndonos de la risa. Cuando hemos escuchado - Shsssssssss- Era mi papá, que nos pedía que hiciéramos me- nos ruido, pero al mismo tiempo nos estaba sacando fotos y riéndose. Después ha bajado a la piscina, se ha sentado en una mesa y se ha puesto a leer un libro.

Cuando nos hemos cansado de nadar, nos hemos tumbado sobre las piedras como dos lagartos y nos hemos quedado dormidas. Estaba soñando que era una pirata muy famosa cuando he escuchado una voz muy dulce que me preguntaba:- Do you want some orange juice?-

Page 170: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Yes. Of course.-- And your sister?-- The same for her.-

Era Lotto, que tiene los ojos verdes más bonitos del planeta. Nos ha traído a Lu- chito y a mí dos copas de medio litro de jugo de naranja, y para comer nos ha regalado un helado. Desde luego los helados son lo mejor del mundo, desde que salimos de Costa Rica no habíamos vuelto a probar uno. Por un momento senti- mos que estamos en el paraíso en la tierra. Mientras desayunábamos mi papá se ha puesto a jugar al ajedrez con Frank, que es como se llama el inglés. Ahora se ríen, se miran, se señalan con el dedo cuando alguno acorrala al otro. Para jugar a algunas cosas no hace falta hablar el mismo idioma. Cuando han terminado la partida en tablas, mi papá nos ha llamado.

- Niñas, Frank nos va a llevar a Mbabane, porque tiene que hacer unas diligencias allá. Así que apúrense.-

Frank nos ha dejado en la puerta de una residencia de estudiantes de unos amigos suyos donde nos vamos a alojar. Entramos a nuestro cuarto a ducharnos y cam- biarnos de ropa. El calor que hace en Mbabane es más fuerte que en Maputo. Dice mi papá que es porque no tiene mar. Un vez duchadas y con ropa limpia, nos vamos a conocer el mercado del centro con mi papá.

Page 171: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La residencia de estudiantes está compuesta por varias casitas prefabricadas blancas y con techos verdes, entre las que hay unas piedras planas que hacen de camino entre altos árboles de eucalipto. Es nuestro segundo día, ayer estuvimos comprando ropa interior para mi mamá y algunos encargos que nos hicieron los amigos. Mi papá nos trajo de traductoras; si no, hubiera venido solo. Él no sabe hablar inglés, pero nosotras sí. Lo que pasa es que está un poco aburrido porque a veces nosotras no traducimos lo que nos dice, sino lo que queremos. Ayer fuimos a comer a un restaurante, y a la hora de pedir, mi papá nos dijo que pidiéramos:- Tres platos de frijoles con ensalada.-- He said he wants beans with salad for him, and for us two hamburgers with fried potatoes.- Traducimos nosotras. *(Hemos pedido frijoles con ensalada para él y dos hamburguesas con patatas para nosotras)- And what do you want for drink?-- ¿Qué pregunta el camarero?.- Pregunta mi papá.- Que qué tomamos para beber.- Le traducimos.- Tres jugos naturales de papaya.- Añade mi papá.- One juice of papaya and two cokes.- Traducimos nosotras.*(Hemos pedido un jugo de papaya para él y dos coca colas para nosotras)

Cuando trajeron los platos, el suyo de frijoles y nuestras hamburguesas con co- ca-cola, mi papá nos miró muy seriamente a las dos mientras nosotras no tar- da-mos ni medio segundo en meternos todas las patatas del mundo en la boca y al mismo tiempo le dábamos el primer mordisco a la hamburguesa. Mi papá, medio enfadado y divertido, nos preguntó:

- ¿Y esas hamburguesas? ¿Las han pedido ustedes?-- No, nosotras hemos pedido frijoles.- Dijo Luchito, que ya ha aprendido a mentir. - Sí, pero seguro el camarero se confundió.- Respondí yo, mientras me lamía lasalsa de tomate que me chorreaba por la mejilla.- A lo mejor ya no tenían más frijoles, con lo que nos gustan, y nos han tenido que traer hamburguesas ¿Quieres un poco, papá? ¡Está buenísima!.- Le dijo Luchito en un ataque de generosidad que solo se le ocurre a ella.- No, no, gracias. Solo que me parece que en Suazilandia los camareros son muy despistados, ¿no les parece?.- Dice mientras se come feliz sus frijoles.- ¡Huy si! Despistadísimos.- Añadí yo.

Page 172: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Después, cuando bajamos a jugar entre los árboles mientras mi papá dormía la siesta, Luchito me pregunta:- ¿Tú crees que papá entiende inglés?.-- No, claro que no.-- Entonces, ¿se ha dado cuenta que pedimos otras cosas?-- No sé, igual sí.- Esa noche, cuando vamos a cenar, mi papá nos mira y se saca un diccionariopequeño del bolsillo. Y nos mira sonriendo.

- A partir de ahora, aunque me cueste un poco, intentaré pedir yo, que tengo que aprender ¿de acuerdo?.-- Sí, claro.- Respondemos tristes las dos.

Mi papá pidió tres sopas de verduras y tres vasos de leche. Mientras me tomaba la sopa, que estaba muy rica, pero no tanto como las hamburguesas, pensé que mi papá no se deja. Esa noche, antes de dormir, Luchito me preguntó:- ¿Por qué ya no pedimos nosotras?-- Porque papá se ha dado cuenta de que pedimos otras cosas.-- Ah, qué rabia. Yo me quería comer otra hamburguesa.-- Y yo, pero ya sabes lo que dice mi mamá.-- ¿Qué dice?.-- Pues que tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe.-

Dejamos de hablar porque estábamos agotadas. Nos dormimos rápidamente, pues mañana volvemos para Maputo y tengo muchas ganas de ver a mi mamá y a Tis-tana.

Page 173: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Muchos de los amigos de mis papas son curas o monjas, o han dejado de serlo. Hay gente que no podría entender por qué nos sucede esto, pues todo el mundo sabe que mi papa es ateo. Y un ateo, en principio, tendría que estar peleado con las religiones y todos sus representantes, pero las cosas no son tan sencillas. Mis papás dicen que, aparte de las religiones, hay que ver los actos de las personas, sus valores. Estos amigos curas y monjas son revolucionarios y defienden que Jesucristo fue un gran revolucionario a su vez. Toda esa parte mi papá la acepta, pero la idea que no acepta es la de Dios, pues él no puede creer en lo que no ve con sus propios ojos. Lo que existe, se palpa, se toca, está, y si no, pues no existe. Mi mamá no es así porque ella, por creer, cree hasta en fantasmas, aparecidos, vampiros, dioses... Mi mamá tiene la misma imaginación que noso-tras, si le cuentan una historia de miedo y te pones a mirar quién pone más cara de susto entre Luchito y mi mamá, mi mamá siempre saldrá ganando. Cuando fuimos a ver Pinocho al cine por veinteava vez en Colombia y la ballena estaba a punto de engullir a Pinocho con barca y todo, mi mamá se tapaba la cara con las manos y hacía grandes esfuerzos para no gritar: - Corre Pinocho, corre, que te atrapa la ballena.-

Por eso, entre uno y otro, yo no sé qué pensar. Pues también Maya dice que cuan- do no encuentras algo por la casa, es que te lo han escondido los duendes. Y luego llegan las visitas y, cuando sale el tema de Dios, te dicen que está en todas partes. Y yo me imagino que cuando estamos en el cine Dios está también sentado entre las butacas y también está dentro de la película. La única gran duda grande que tengo es que si Dios fuera un poco más inteligente y quisiera hacerse “buena prensa”, pues cuando mi mamá está muerta de miedo porque a Pinocho se lo va a comer la ballena, podría aparecer como Superman y salvar a Pinocho con sus poderes y así mi papá lo vería por fin y no dudaría de él. Pero claro, no lo hace porque mi mamá dice que es un ser modesto, generoso y respetuoso. Por eso deja que a Pinocho se lo coma la ballena, porque así Pinocho aprende. Y yo me quedo pensando que este Dios es como el profesor ese que tuve en la escuela mozambi-queña, que para corregirte te pegaba con la regla de madera. Y con sus infinitas ganas de que todos aprendamos, nos llena de penitencias el camino, como diría mi tía Zoe, que es muy devota. Pero este Dios podría haber hecho algo para que los militares no nos jodieran tanto la vida en Colombia y así haber evitado tener que viajar sin parar. Pero claro, como quiere que aprendamos y conozcamos, el súper respetuoso, deja que pasen las cosas.Así que cuando Macarena, la monja española que comió hoy con nosotros en la casa, me preguntó directamente:

Page 174: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Y tú, guapa, ¿Crees en Dios?-- Pues la verdad, últimamente lo he estado pensando.- Le respondí mirando a mimamá.- ¿Ah sí? ¡Que linda! ¿Y qué pensaste?.- Macarena es muy simpática y curiosa. - Pues que creo que me da igual si existe o si no.- Le respondo seriamente mi-rando mi comida, pues mi mamá estaba poniendo una cara de esas queasesinan.- ¿Y eso por qué?.- Respondió Macarena desde su metro setenta y sus noventakilos, mirándome fijamente, un poco consternada. Macarena me miraba a mí yyo miraba a mi mamá mientras le respondía:- Pues porque de qué me sirve que ese señor exista, si de tan respetuoso que es,deja que la gente se muera de hambre, que los militares hagan guerras y que los bandidos armados quemen la poca comida que tenemos acá.-

Mi mamá se quedó blanca y Macarena se puso a mirar el fondo de su taza de café.Mi papá me miró fijamente, como insinuándome que dijera algo para arreglarlo. !- Macarena, que a mí me caiga mal Dios, no es motivo para que usted deje de ser monja.-Macarena ha soltado una carcajada que se debe de haber oído en todo el edificio,

- Pero cómo puedes ser tan linda, ¡ Pero qué linda¡ Pero qué linda!-

Mis papás, más relajados, se han empezado a reír con ella y a quitarle importan- cia a mis comentarios. Apenas he podido, me he escapado corriendo a mi cuarto a jugar con los demás, antes de que Remedios me empiece también a caer mal, porque cuando me agarra de las mejillas me hace un daño horrible.

Page 175: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy, cuando hemos llegado del colegio, mis papás no estaban. Nos habían dejado una nota, que venían por la noche y que nos fuéramos a hacer tareas a la casa de Newton y Maya. Como no teníamos tareas pendientes, hemos bajado a jugar al fútbol con los vecinos. La noche se nos ha echado encima cuando han aparecido Ruben y mi papá en el parque:

- Niños, vamos para la casa, que mañana hay clase.-- Papá, ¿nos podemos quedar a dormir en su casa?.-

Le ha preguntado Maya a su papá, porque le encanta quedarse a dormir en nues- tra casa. Mi mamá los consiente como si también fueran nuestros hermanos, y a veces creo que hasta un poco más. A Newton también le gusta quedarse en nues- tra casa, aunque no lo diga, porque él habla menos.

- Si, hoy nos vamos a quedar a dormir allá.- Responde Ruben.- ¿Tú también, papito?.- Pregunta contenta Maya.- Sí, tenemos una reunión esta noche en la casa.- Añade mi papá.

Cuando hemos llegado a la casa había por lo menos quince personas mirando unmapa de las afueras de Maputo. Juan Carlos, uno de los curas españoles, decía:

- La misión donde estamos trabajando está en esta zona. Y los bandidos armados tienen que haber venido desde esta zona de la montaña que está llena de selva.- Preocupada, Luchito le he preguntado a mi mamá:- Mamá. ¿Qué ha pasado?.- Luchito siempre pregunta lo primero que se le ocurre, sin esperar a averiguar poco a poco, con lo cual caen en la cuenta de que estamos ahí parados con la antena y nos mandan a dormir. Así que mi mamá nos dice:- Niños, vamos, les doy un poco de sopa y a dormir, que mañana tienen colegio.-

Todos miramos a Luchito, diciéndole con la mirada: “ves como tenías que cerrar el pico”. Así que nos metemos en la cocina y mi mamá nos sirve la sopa. Des- pués se marcha de nuevo a la sala a reunirse con los demás, no sin antes cerrar la puerta para que no podamos escuchar lo que planean. Luchito nos mira fijamente muy seria, como si tuviera ochenta años, y afirma muy seria, marcando las “s” porque ya no le queda ningún diente:- Los bandidos armados han vuelto a hacer de las suyas.-

Page 176: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Entre los cuatro hemos hecho un plan para averiguar más cosas, porque está claro que algo grave ha pasado y todavía no está resuelto. Por eso no quieren que se- pamos nada. Toda la reunión huele a secreto, así que nos hemos hecho los niños buenos y nos hemos ido a la cama. Al cuarto de hora, mi mamá se ha asomado alcuarto, y al vernos dormidos, ha cerrado la puerta con cuidado y hemos oído lo que decía al llegar a la sala:

- Están profundos, deben de estar agotados.-- Pues imagínate las horas que se deben haber pasado corriendo detrás de la pe-lota.-Ha dicho mi papá. Y Ruben, riéndose, ha añadido:- Y si no los llegamos a ir a buscar hubieran seguido hasta mañana. Es que estos niños son incansables.-- Y chismosos, como ellos solos.- Añadió mi mamá.

Nosotros nos hemos tenido que tapar la boca para no reírnos porque si no hubie-ran descubierto que no estábamos dormidos. Así que Newton ha sacado el vaso que nos hemos robado de la cocina y lo ha pegado a la pared para poder escuchar mejor lo que dicen. Los vasos pegados a las paredes funcionan muy bien como micrófonos. Lo hemos visto en una película rusa de unos niños que corren mu-chas aventuras. Después de un rato, le pregunto a Newton:- ¿Qué dicen?.-- Parece ser que los bandidos armados han atacado la misión. Pero cuandollega- ron solo encontraron a Macarena, la monja gorda, porque el resto se había venido al centro de la ciudad a comprar comida.-- ¿Los bandidos armados han secuestrado a Macarena?-Pregunta Luchito asustada, pues la monja le trae a veces caramelos y ésa sí que !sería una gran pérdida.- Sí, Luchito, pero no grites, que nos van a descubrir.-

Le recuerdo mirándola seriamente. Hemos seguido escuchando para ver si ha- bía pasado algo más, pero eso era todo. Se habían llevado a Macarena y algunas medicinas porque no había nada más que llevarse en la misión. En la reunión discutían unos y otros sobre qué se podía hacer sin poner en peligro la vida de Macarena. Estuvieron discutiendo largo tiempo, hasta que se decidió qué hacer. Mi mamá iría al día siguiente a la embajada española para que hiciera presión con el gobierno. Mi papá, Ruben y los curas se acercarían a la zona de la misión para ver si encontraban alguna prueba más. Así, cuando llegaran las milicias po- pula-res a ayudar en la búsqueda, tendrían alguna pista para encontrar a Macarena. Me he dormido pensando en Macarena y en la última conversación que tuve con ella sobre si Dios existía o no. Ahora estará durmiendo en mitad de la selva, bajo un árbol, rodeada de estrellas, y seguro que tiene mucha hambre.!Ojala los bandidos armados le den de comer, porque Macarena tiene muy mal genio si no come a sus horas.

Page 177: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Rael baja la calle al puerto en el monopatín azul eléctrico de Luchito, va de pie, pero todavía no lo maneja bien. No sabe frenar, un coche se cruza por la derecha, él sale volando por los aires y el monopatín queda partido en dos bajo las ruedas del coche. Una ambulancia llega antes de media hora y se lo llevan co-rriendo. Kabil lo atiende de urgencias y reconoce nuestro monopatín. Le pregunta a los papás si nosotros estamos bien. Los papás de Rael no entienden. Se ha roto el brazo por tres partes y va a tener que llevar una escayola durante cuatro meses. En el pie se ha hecho un esguince. Se pondrá bien en tres semanas con una férula y reposo. Cuando se queda a solas con él, le pregunta por el monopatín:- Eu encontrei-o no parque.- *(Yo lo encontré en el parque)- Ela pertence a algumas meninas que são amigos da mina.- *(Pertenece a unasniñas que son amigas mías)- Me desculpe, eu quebrei.- *(Lo siento mucho, lo he roto)- Nada acontece, o importante é que você está vivo, você poderia ter matado.- *(No pasa nada, lo importante es que estás vivo; podrías haberte matado)

Rael se ha puesto a llorar desconsoladamente y Kabil lo ha abrazado. Le ha pro- metido que nos lo va a presentar y que seguro que nos hacemos amigas suyas. Un monopatín no es tan importante. Al final los objetos son solo objetos, los amigos son más importantes. Rael ha sonreído y Kabil le ha enseñado cómo andar con muletas mientras se le cura el pie.

Page 178: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estábamos llegando a la casa cuando por el pasillo hemos escuchado unas carcajadas muy conocidas. Eran las de mi mamá, acompañadas por las de otra otra mujer. Nos hemos mirado los cuatro sonriendo y hemos entrado corriendo. En la sala estaban casi veinte personas, muchos de los que habían estado reuni-dos las últimas noches y otros nuevos. En el centro de la sala, con el pelo corto y quemada por el sol, ocupando medio sofá, estaba sentada Macarena comiéndose un plato de frijoles con arroz. Entre cucharada y cucharada hablaba sin parar:

- ¡Pues serán desgraciados! ¡Que me estaban matando de hambre! ¡Los muy mal-ditos! Y yo le dije al que habían encargado que me vigilara:”O me dan de comer o no ando ni me muevo un paso más”.Y me miraba sin entender. Así que como me senté en el suelo y me negué a moverme, llamaron al jefecillo, que me apuntó con el rifle mientras con una mano me tocaba la barriga y con la otra señalaba la boca: “Que me muero de hambre, joder! Máteme si quiere, que por lo menos no me moriré de inanición”. Cuando vio que yo no me daba por vencida, me subie-ron resignados a una camilla y me transportaron durante unas dos horas. Al final de las cuales, los que se pusieron de huelga fueron los que me llevaban a cuestas, y ya ninguno quiso llevarme más. El jefecillo me miraba que me mataba. Tiró su gorra al suelo y empezó a pisotearla con mucha rabia y sin parar. Al final se reunió con todos y después de hablar durante una hora. Una expedición se fue y volvió a las dos horas con dos gallinas, una batata y unas papas. Me hicieron una sopa, que ninguno probó. Y guardaron la olla con el resto de sopa. Me miraban con una cara mezcla de odio y envidia. Los pobres tampoco habían comido casi nada. Se pasan todo el tiempo chupando palulú. Después de comer accedí a an-dar. Solo me sentaba cuando me daba hambre, para que me dieran un poco más de sopa. Hasta que al amanecer me dejaron a las puertas de la aldea donde me ha recogido Juan Carlos.-- Vaya historia Maca, debes de haber pasado un miedo terrible.- Le ha dicho mi mamá, mientras le llenaba otra vez el plato de frijoles. Luchito, que no dejaba de mirarla, le ha preguntado:- Macarena ¿Te puedo preguntar una cosa?-- Sí claro, cielo, dime.- Contestó Macarena mientras miraba a mi mama como si fuera la mismísima personificación de la Virgen Maria. Y claro, es que mi mamá cocina muy bien.- ¿Los bandidos armados van en pelota picada?.- Añadió Luchito.- No, claro que no niña.- Respondió Macarena más preocupada por comer que

Page 179: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

por otras cosas en este momento. Pero todos los demás se han reído, menos mi mamá, que le ha regañado: - Y tú, ¿de dónde te sacaste eso?-- Me lo dijo la vecina, mamá. Que van en pelotas y están poseídos por el demo-nio.- Ha respondido Luchito, y es cierto, porque siempre nos están contando his- torias de miedo con los bandidos armados.- Las vecinas son muy agoreras, no tienes que creer en todo lo que te digan, ¿bue- no?.- Ha respondido más tranquila mi mamá, pues se ha dado cuenta de que no era una pregunta para llamar la atención y hacer el chiste, sino que teníamos mie-do de verdad. Mi mamá piensa que las vecinas creen en brujerías, fantasmas y muchas otras cosas porque es parte de su religión. Macarena, viendo que Luchito seguía mirándola y preguntándole con los ojos, le contó:- Pues mira Luchito, son como el resto de los seres humanos, con dos ojos, dos piernas y dos brazos. Lo único es que están más desnutridos, pues no tienen casa fija y se han acostumbrado a una vida en la que lo pasan muy mal. Porqueno está nada bien ir robando, secuestrando y haciendo daño por ahí.- - Sí, porque al conserje de nuestra escuela lo colgaron de un árbol.-

Añadió Luchito, mirando seriamente a Macarena, que ha mirado a todos los ni-ños con sus ojos grandes. Dejó de comer y se puso blanca como un fantasma. Mi mamá nos ha mirado y nos ha dicho enseguida:

- Bueno niños ¿No tienen tareas? Váyanse a jugar a su cuarto. Sí, por favor, que Macarena está cansada.-

Cuando estábamos en el cuarto, hemos escuchado con nuestros métodos. Maca- rena le ha preguntado a nuestros papás si era cierta la historia del conserje colga- do y ellos le han respondido que sí. Ella, muy seria, ha dicho:- ¡Ay Virgen María Santísima! La gente que vive de la guerra está loca, sí señor, muy loca.-

Page 180: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy me he levantado llorando, me pican los ojos y me pica también mucho la cabeza. Cuando he intentado abrir los ojos no he podido, bueno sí, solo un po-quito. Así que me he ido andando hasta el cuarto de mi mama. Debía de ser muy temprano porque mi mamá estaba profunda; lo mismo que mi papa.

- Mama, mama… no puedo abrir los ojos y me pican mucho.-

Mi mama se ha levantado para mirarme mientras despertaba a mí papá.- María está enferma, levántate.-

Los dos me han mirado como si no fuera su hija, pues me han estado revisando no solo toda la cara, sino también todo el cuerpo.

- Parecen hongos.- Ha dicho mi papá.- Hasta que no lo diga un medico, no podemos saber.- Ha añadido mi mama.- ¿Y el resto de las niñas?.-

Los dos se han ido a despertar a Tistana y Luchito, que todavía estaban dormidas. Ellas también están infectadas,y mi mamá, muy seria, nos ha prohibido rascar-nos, por mucho que nos pique. Porque si nos hacemos heridas se extiende más la enfermedad y ahí sí que lloraremos “lagrimas de sangre, mijas” nos ha dicho.

El médico nos ha preguntado dónde estuvimos jugando ayer. Le contamos que estuvimos jugando en la playa detrás del colegio con otros compañeros. Jugamos al fútbol y dimos de comer a los monos. El médico se ha llevado las manos a la cabeza y le ha dicho a mi mama:

- Hay que avisar al colegio porque esa playa está contaminada desde que se es-trelló el avión. Los monos, el agua, la arena, están todos infectados con cólera, meche meche y hongos. Los niños lo saben, pero ahora es posible que, con lo rápido que es este virus, ya estén contagiados todos los niños del colegio.–- Doctor ¿Qué hacemos con los hongos de la cabeza?.- Ha preguntado mi mama.- Hay que rapar las zonas donde se han extendido y echar estos polvos que les doy. Para que no se extiendan más.- Ha añadido el médico, muy preocupado. Nos han cortado nuestras trenzas y nos han dejado el pelo chiquito, chiquito. Ahora tenemos calvas por toda la cabeza. Mi mama nos echa los polvos por la noche

Page 181: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

antes de dormir y por el día nos pone una pañoleta que nos ha cosido mi papá para ir al colegio. Porque la directora ha decidido no suspender las clases, ya que todos los niños estamos contagiados y un equipo médico estará evaluando el avance y curación de la enfermedad en la escuela. Y no podemos estar perdiendo clase un día por una cosa y otro día por otra. Pero solo a la gallada colombiana nos han rapado partes de la cabeza, porque el resto de niños no estuvieron jugando en la zona prohibida y solo tienen pequeñas lesiones, y no por todo el cuerpo como nosotros.

Page 182: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Me había prometido a mí misma no volverme a pelear con Numia, por- que es mi mejor amiga, juega muy bien al fútbol y me lo paso en grande con ella. Pero hoy, cuando hemos llegado al colegio Luchito y yo con nuestro recién estre-nado corte de pelo, ha empezado a reírse y burlarse de nuestras calvas.

- Numia, no tiene gracia. Nos pica horrible la cabeza, no seas mala.- Le he dicho en tono conciliador, pero ella, viendo que me afectaba, ha continuado con la bro-ma en clase, y apoyada por el resto de niños en el recreo ha seguido y seguido.

Para empeorar las cosas, cuando he pedido permiso para ir al baño, un compañe-ro de clase chileno llamado Leonardo, también lo ha pedido y yo no me he dado cuenta de que venía detrás de mí. Una vez en el baño, se ha empezado a reír de mis calvas, y como yo no le hacía caso, se ha bajado los pantalones, y enseñán-dome sus partes, se ha plantado delante de la puerta.- Luca, ¿eres tonto o qué?, no me interesa mirar. Déjame pasar ¿Quieres?.-- Jajaja, claro que te interesa, calva.-

Era el colmo, así que a la salida del colegio ya no solo me molestaba Numia, sino también Luca, que le había contado a toda la clase que yo le había enseñado mis partes en el baño, cuando había sido al revés. Algunos niños siempre están con la misma cantaleta. Así que en la puerta, cuando me he ido sin despedirme de Numia, ésta me ha tirado pepas de Tamarindo con la boca toda ofendida. Así fue como empezó la pelea y acabamos las dos castigadas en el despacho de la direc-tora, mientras llegaban nuestros padres.

Cuando mi mamá me ha preguntado por qué me he peleado con Numia, si es mi mejor amiga, me he puesto a llorar y me he ido corriendo delante de ella. Cuando volvíamos andando a la casa, me lo ha vuelto a preguntar.

- No quiero hablar del tema.-

Ahora mismo odio a Numia, y no sé por qué se ha reído de mí. Sé que estoy muy fea sin mis trenzas, pero una buena amiga no le hace eso a otra.

Page 183: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde que Rael se ha unido a nuestra pandilla estamos aprendiendo muchas cosas nuevas de Mozambique. Hemos aprendido un poco de Nachangana y ahora ya sabemos decir cosas importantes para la supervivencia como “Indacuba wena mina”, que quiere decir “Como te pases: cobras”. Su mamá también es profeso-ra de danzas africanas y en cuanto nuestros papás lo han sabido, les ha faltado tiempo para apuntarnos a todos. Ahora ensayamos cumbia los lunes y danzas africanas los miércoles. Los martes y jueves vamos a natación. Rael ya puede an-dar bien, pero el brazo todavía le duele. Cuando ve el monopatín azul de Newton mira para otro lado; yo creo que el pobre tiene un trauma. Las danzas africanas son muy divertidas, mueves todo el cuerpo, lanzas patadas al aire, levantas los brazos, gritas, chocas los hombros con los compañeros, la cadera, el pecho, el trasero. Hemos hechos danzas al fuego, a la lluvia, al mar, a la tierra. Todas las danzas tienen que ver con algo práctico y eso nos gusta. Ahora, cuando se nos hace de noche en la playa, bailamos la danza del fuego alrededor de la misma hoguera en la que doramos pescados.

Después que Kabil nos contó la historia del accidente de Rael, nos sentimos un poco responsables de haber perdido el monopatín por estar gastando bromas al jardinero del parque del laberinto. Porque si no lo hubiéramos perdido, él nunca lo habría encontrado y no se habría accidentado. Bueno, así nos regañó mi mamá. Dice que ya somos grandes y tenemos que asumir nuestras responsabilidades y cuidar nuestras cosas. No todos los niños tienen nuestros juguetes, ni saben usarlos. Somos unos privilegiados, así que tenemos que ser más humildes y ge-nerosos. Por eso le he regalado a Rael mi libro de historias asombrosas, y a su hermana Layla mis sandalias, porque total, desde que llegamos no me las pongo, siempre voy como todos mis vecinos, descalza a todas partes.

Cuando mi mamá me vio llegar sin zapatos, le conté que ya no eran míos, que como ella me había dicho que fuera generosa, ahora eran de Layla. Mi papá tuvo que hacer esfuerzos para contener una carcajada, pero mi mamá estaba tan furiosa que no me ha dicho nada. Cuanto más grande soy, menos entiendo a los adultos: primero te dicen una cosa y luego piensan otra. Me gustaría no tener que crecer nunca y ser siempre una niña de diez años.

Page 184: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando Raymond viene con nosotros a la playa y yo lo llevo cargado en mi cintura, todo el mundo nos mira y hace comentarios. Raymond no tiene traje de baño y mi mamá dice que es muy bebé, que no pasa nada. Pero no debe de pensar todo el mundo lo mismo, porque muchas señoras cuchichean y nos miran mal. Mi mamá dice que no hagamos caso, que desgraciadamente hay gente con mente cerrada y racista en todas partes. Justo en la playa donde hemos ido hoy sólo ha- bía blancos, nosotras nos hemos hecho las locas e hemos seguido jugando igual. De repente, Tistana se ha metido al mar y una ola la ha sumergido de lleno dentro del agua. Cuando ha salido corriendo estaba también en pelota picada. Nos he-mos empezado a morir de la risa mientras Maya decía:

- Y Tista se ha solidarizado con Raymond.- Mi mamá más seria, ha regañado a Tistana:- Tistana, no puede ser que cada día que venimos a la playa pierdas un bañador en el agua.-

Tista la ha mirado haciendo pucheros y ha empezado a llorar. Mi mamá, quetiene debilidad por ella, ha añadido:

- Está bien, no chilles. Mañana te coseré otro. Pero espero que esta vez, si ves que una ola te lo va a quitar, lo agarres con fuerza con las dos manos. ¿Bueno?.-

Tista ha asentido y se ha sentado a hacer castillos en la arena con Raymond. Aunque Tista es nuestra negrita, parece una café con leche al lado de nuestro pe- queño amigo de chocolate.

Page 185: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estamos muy contentos porque hemos quedado en muy buenos puestos en el campeonato de natación estatal. Newton ha quedado el primero en crol y Maya ha quedado primera en espalda. Y yo he quedado tercera en braza. Luchito toda-vía no tiene edad para participar, pero nada casi perfecto a todos los estilos menos a mariposa. Así que ella y Tistana se han dejado los pulmones animándonos con toda la gallada desde las gradas. Mi mamá ha dicho que cuando termináramos nos fuéramos derecho a la casa de Abraão, que vamos a tener una fiesta para todos y nos tiene que contar una noticia muy importante.

Maimuna, que es nuestra nueva niñera desde que Frey se fue a vivir a Suecia con sus papás, esta con Raymond y Tistana esperándonos en la puerta. A su lado está Simón, que ya no trabaja con nosotros desde el accidente en el ascensor. Ahora tiene un camión en el que transporta gente de un lugar a otro. Mi mamá lo ha contratado para que nos lleve a todos a casa de Abraão. Cuando lo vemos salimos corriendo a abrazarlo.- Hola Simón, hola... ¿Ya estás bien?.- Le pregunto mientras lo abrazo.- Si María, ya estoy completamente curado.-

Me ha enseñado una cicatriz enorme. Es una cicatriz bonita, como las de los pi-ratas, como mi cicatriz en la ceja. Nos recuerda lo valiente que fue para sacarnos del ascensor porque pensó que corríamos peligro.

- Ahora ya puedes jugar a los piratas, tienes una cicatriz como yo.-Y le pico el ojo. El se muere de la risa y nos va ayudando a subir a todos, las bicicletas y mo-nopatín al camión.

Maimuna va a ir delante sentada con él, con Tistana y Raymond.- Crianzas, agárrense fuerte a las tablas blancas, que si les pasa algo la patrona no me vuelve a contratar.-- No le digas patrona a mi mamá, que no le gusta.- Le dice Luchito seria. Maimu- na suelta la carcajada y todos con ella. En la parte de atrás del camión empeza-mos a gritar y a bailar, y tardamos menos de quince minutos en llegar a casa de Abraão. El camión es mucho más rápido que nosotros pedaleando. Será porque nosotros nos vamos parando todo el tiempo a jugar y podemos tardar hasta dos horas.

Cuando llegamos está toda la casa decorada, han venido casi todos los cooperan-

Page 186: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

tes que conocemos con sus hijos, que van con nosotros al colegio.

El jardín de Abraão es muy grande. Suena su música favorita, que se llama “Bossa nova”. A nosotros, de tantas tardes jugando allá, también nos encanta. Cada fami-lia ha traído un plato típico de su país para compartir. Cuando llega el momento del café nos piden a todos los niños que nos sentemos. Mi mamá, que desde que llegamos se encarga de organizar todos los eventos de colombianos y cooperantes en general, empieza diciendo:

- Muchas gracias a todos por venir. Estos años acá con ustedes no los vamos a olvidar nunca. Han sido como nuestra familia, lo cual no tiene precio cuando uno tiene la familia tan lejos. Todos sabemos lo complicado que es vivir en el mundo hoy en día y la decisión que hemos tomado no ha sido fácil para nosotros. Allá donde vayamos los vamos a llevar en el corazón. Nunca olvidaremos su compro-miso por luchar por un mundo mejor en sus lugares de origen y el compromiso por aportar un granito de arena a la revolución tan impresionante y digna de admiración de este país.-

Pero que está diciendo esta mujer ¿Cómo que nos vamos? ¿Nos vamos a dónde?. Yo no me quiero ir. Desde que salimos de Colombia, nunca había sido tan feliz como en Maputo. Vamos a un colegio maravilloso y tengo los mejores amigos del mundo. Es verdad que están los bandidos armados, las amenazas de bombar-deo y las epidemias. Pero a nosotras no nos importa. No queremos separarnos de nuestros amigos ni de Maimuna ni de Raymond, que ya son de la familia. No me imagino viviendo en un sitio diferente. Pero para variar, no importa lo que los niños pensemos. Los adultos se entienden entre ellos y toman decisiones sin consultarnos. Todo el mundo está aplaudiendo a mi mamá, yo tengo unas ganas horribles de llorar. Newton me mira con los ojos llorosos. Numia me toma de la mano. Le hago un gesto a Newton indicando que ahí no podemos llorar, que ya pensaremos algo. Le mando un telegrama con la cabeza. Maya y Sacha también se toman de la mano. Los adultos siguen con su discurso:- Si también los hemos reunido aquí es porque Graca Machel nos ha pedido que por favor organicemos el evento cultural del Día del Niño. Ese día se va a grabar un vídeo que se va a mandar a Nicaragua para mostrar la solidaridad de Mozambique con el pueblo nicaragüense. Nuestro grupo de niños bailarán una cumbia y un bambuco. Nuestros amigos y vecinos harán unas danzas africanas. Y necesitamos más muestras de la cultura de cada uno, así que vayan pensando qué saben hacer, todo es bienvenido. Ya sea leer una poesía o cantar una canción. Ésta será nuestra despedida. Vamos a hacer ensayos durante las próximas semanas en la escuela de los niños. La directora y todas las maestras están informadas. Hay poco tiempo, pero lo importante es la alegría.-

Otra vez aplausos. No tengo ninguna intención de volver a bailar. Lo que vamosa hacer es escaparnos a las montañas o huir de alguna forma; yo no quiero irme de Mozambique por nada del mundo. Ninguno de nosotros queremos. Voy ahablar con Simón para que nos ayude a escapar.

Page 187: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hay un solo supermercado en Maputo que tiene todas las cosas que se pue-dan necesitar: frutas, verduras, carnes, electrodomésticos, leche, yogures... Solo se puede pagar en dólares, Ahora un tercio del salario de mi papá es en dólares y el resto en meticais. Antes era la mitad de su salario en dólares. Una vez al mes nos acercamos al supermercado y compramos leche, queso y yogures naturales. Irina, la máma de Berdy, le ha enseñado a mi mamá cómo hacer yogur casero en la casa, y de esa forma podemos tener yogur para todos y para todo el mes. Una vez al mes compramos cuatro yogures y diez litros de leche. Con eso tendremos asegurado un vaso de yogur para cada uno cada dos días.

Para hacer yogur casero tienes que tener un yogur y dos litros de leche, la leche la pones a hervir y, cuando esta hirviendo, le añades el yogur. Bien tapada la olla, la envuelves en una cobija y la metes en un armario por tres días. Al final de los tres días ya tienes dos litros de yogur natural para toda la familia.

Como hoy es un día especial porque es la última compra que haremos en este supermercado antes de irnos, mi papá nos ha dicho:- Niñas, pueden elegir una sola cosa y la compramos.-

Luchito ha elegido un refresco de cola y yo elegí un queso. Cuando estábamos en la fila esperando para pagar, hemos visto cómo una señora mozambiqueña con su bebé atado atrás con una capulana era arrastrada por dos señores de seguridad del supermercado. Con ambas manos agarraba un bote de leche en polvo para bebé, que otra señora que trabajaba allí le intentaba arrancar.- Es para mi bebé, es para mi bebé.-

Gritaba desesperada. Nos hemos quedado sin respiración, hemos mirado a mi papá y él estaba igual de consternado que nosotras. Pero tampoco hacía nada. Cuando volvíamos a la casa en el escarabajo verde, no hemos hecho ninguna pregunta. Cuando hemos llegado a la casa y se lo hemos contado a mi mamá, ha puesto mala cara, pero no ha hecho ningún comentario.- No es justo ¿No decían que somos iguales?.-Les ha gritado Luchito. Nos han mandado a jugar y nos hemos ido muy tristes porque no entendemos que si la señora necesitaba esa leche, por qué no se la han dado. No entendemos por qué hay un supermercado para los cooperantes y un

Page 188: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

centro comunitario que distribuye la comida de forma mensual. No entendemos porque quizás somos pequeñas y esas son cosas de mayores, pero lo cierto es que nos han dicho muchas veces que las revoluciones se hacen para que ningún niño pase hambre.

Page 189: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mañana añana tomamos un avión a Madrid. Mis papás dicen que estare-mos allí de paso. Como somos refugiados políticos han dicho que tenemos que ir a países donde nos den refugio porque necesitan trabajadores, y las dos posibili-dades son Canadá o Australia. Nosotras ya sabemos hablar bien inglés, pero mis papás ni gota. En el colegio, cuando se lo he contado a Miss Elizabeth, nos ha contado que en Canadá hay grandes bosques, que es muy bonito pero hace mucho frío. Y que Australia está mejor, pero hay que estar volando casi un día entero y hacer por lo menos un transbordo.

Para despedirme de mis compañeros de clase he llevado el queso que había com- prado el día anterior en el supermercado para cooperantes. Somos veinte alumnos más Miss Elizabeth. Mi queso pesa quinientos gramos, lo he dividido en veinte porciones casi iguales y lo he repartido. Hoy no ha venido Numia en todo el día, así que se quedó sin queso. Tengo un dolor de estomago horrible y le regalo mi parte de queso a Newton, con lo que me gusta.

No sé dónde se ha metido Numia. Si no aparece, no podré despedirme de ella, y eso sería espantoso. Cuando estamos llegando a casa de Abraão, una pepa de Tamarindo me da en la espalda, me doy la vuelta y ahí está de pie Numia.

- Numia ¿No pensabas despedirte?.-

Viene corriendo y me abraza, mientras se pone a llorar. Yo también me pongo allorar y Newton se suma al abrazo con Sofi y Luchito. Todos estamos llorando.- ¿Pero no se iban a escapar?- Nos pregunta entre sollozos.- Newton y Maya quieren ir a visitar a su mamá a Bogotá. Sin ellos, Luchito y yosolas no sabremos salir solas adelante.- Le cuento triste.- Los voy a echar mucho de menos.- Añade ella dándonos besos a todos.- Nosotros también a ti, eres nuestra mejor amiga.- Maya se seca las lágrimas con la mano.- No hay mejor delantera que tú.- Añade Luchito.- Vente un rato a casa de Abraão.- La invita Newton, con los ojos enrojecidos.

Nuestro círculo favorito de médicos nos cuenta que ellos también van a viajar, vuelven a sus países a apoyar en los barrios más desfavorecidos. Han aprendido mucho en Mozambique, pero tienen que compartirlo. Abraão dice que él sí se

Page 190: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

queda, que su casa es nuestra casa, que podemos volver cuando queramos.

- Siempre y cuando les den permiso sus papás.- Añade para no meterse en camisa de once varas.

Después de comer viene Simón a buscarnos en el camión con Maimuna. Hoy va a estar toda la tarde ayudando a empacar.

La mamá de Raymond y su hermana han venido a despedirse y a hablar a solas con mi mamá. La tía de Raymond está embarazada. Parece que fuera ayer cuan- do Luchito y yo fuimos pajes en su boda. Cuando se han ido, lloraban y parecían molestas.

Le he preguntado a mi mamá por lo que había pasado, pero me ha respondido que eligiera dos mudas de ropa, que todo lo demás lo íbamos a dejar. Toda la ropa de los cinco tiene que caber en el morral de cuero remendado de mi papá. Al final conseguimos también llevarnos algunos libros y discos en una caja de cartón. Mi papá guarda dos guayaberas bien dobladas, nos enseña cómo tenemos que enro-llar la ropa para que quepa mejor. Un pantalón de paño y el blue jean que lleva puesto. Mi mamá guarda un vestido y va con su camisa blanca y blue jean. Tista y Luchito van en short, camiseta y sandalias. Yo llevo el vestido de capulana que me cosió mi papa y las sandalias nuevas que me compró mi mamá cuando le regalé las mías a Layla. Dentro de la maleta metemos nuestros bluejeans y otra camiseta, más tres calzones para cada una.

Ya estamos subidos en el camión de Simón cuando llegan corriendo Newton y Maya con Ruben. Nos abrazamos y empezamos a gritar que no nos queremos separar. Sé que somos muy grandes para hacer pataletas. Nuestros papás no in-tervienen, hasta que mi papá mira el reloj y se da cuenta de que se está haciendo tarde, y por eso nos pide que nos apuremos: - Vamos, vamos, que vamos a perder el avión.-- Nooo.-

Nos separan y nos suben a regañadientes al camión. Ruben le toma la mano a sus hijos Newton y Maya, que mueven sin parar la mano que les queda libre, di- ciéndonos adiós. Nosotras vemos como se van haciendo cada vez más pequeños, mientras el camión se va a alejando. Nada va a volver a ser igual nunca, por mu- cho que nos prometan que nos volveremos a ver. Ya no les creemos nada. Cuando todo iba tan bien, nos lo han tenido que estropear todo.

Page 191: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Fin del Viaje

Page 192: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 193: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos estado en Lisboa cuatro horas. Todo el aeropuerto está lleno de flo-res, carteles y banderas celebrando los diez años de la Revolución de los Claveles. En ese momento Portugal consiguió salir de la dictadura, y las colo- nias pudieron obtener la independencia que venían luchando y reclamando des- de los años se-senta. La historia africana, que nos la daba Miss Brown, era una de mis asignaturas favoritas en “The International School” de Maputo. Ahora no sabemos cómo nos explicarán la historia, ni siquiera si iremos pronto a una escuela. No sabemos qué va a pasar con nosotras, y nuestros papás dicen que todo depende de si nos queda-mos a vivir en España o nos vamos a otro lugar.

Mientras esperamos el vuelo que nos lleva a Madrid, miro los aviones por la ven-tana del aeropuerto y a lo lejos veo el patio de nuestra escuela. Lo recuerdo como si le hubiera sucedido a otra persona nuestro último mes en Maputo. Solo hace dos semanas hablamos de La Revolución de los Claveles, de los movimientos de inde-pendencia y del papel que jugaron las mujeres mozambiqueñas en este proceso. Es-tábamos preparando las actividades de la semana de la mujer en la escuela. Toda la ciudad estaba inundada con fotos de Josina Abiathar Muthemba, que fue una de las heroínas de la independencia de Mozambique. Muchas mujeres mozambiqueñas, y hasta algunas de nuestras profesoras, lucían capulanas con la cara de Josina impre-sa, o camisetas con su rostro. Fue una mujer muy querida y admirada por todas las mujeres por su valentía, compromiso e inteligencia.

Miss Brown me gustaba mucho. Ella no hablaba de las mujeres fuertes como “ma-rimachos”, como alguna vez nos llamaron, o como mi mamá había dicho que lla-maban a las mujeres que peleaban y no se dejaban. Para Miss Brown era imprescin-dible que conociéramos la historia de otras mujeres, sus sueños, lu- chas, anhelos. Una mujer tenía que ir a por lo que quería, sin pedirle permiso a nadie. Para eso era fundamental el conocimiento, pero también ser indepen- diente y saberse defender. Ella misma, huyendo de Sudáfrica, había defendido su vida, lo que le había costado una cicatriz en la cara, que antes de afearla a nuestros ojos, nos daba la dimensión de la veracidad de su historia y su valentía. Para ella cualquier tiempo invertido en hablar de mujeres rebeldes, no era tiem- po perdido. Por ello siempre se tomaba el tiempo de explicarnos su vida. Y así nos habló de Yaa Asantewaa, la reina guerre-ra. Esta reina salió a luchar contra el saqueo británico al lado de otras mujeres. Y había increpado a los varones de la nobleza, que si bien no habían podido evitar el secuestro del rey, que por lo menos lucharan para que no se llevaran sus riquezas,!símbolo y patrimonio del reino de Ashanti. Ella sola dirigió la revuelta contra el imperio británico. Fracasaron en ese momento, pero su valentía siguió inspirando

Page 194: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

a su pueblo hasta que finalmente consiguieron independizarse en la déca-da de los años cincuenta. Murió presa y exiliada en Seychelles, una isla al nor-te de Madagascar sobre el Océano Indico. También nos habló mucho de otra reina guerrera que se llamaba Nzinga. Reina de Angola, era muy astuta, inclu-so se llegó a convertir a la religión cristiana para proteger a su pueblo y evitar así que los vendieran como esclavos. Cuando las estrategias no le funcionaron,también se enfrentó con las armas. No la consiguieron doblegar, pero cuando murió, Portugal aprovechó para vender sus siete mil guerreros como esclavos en Brasil.Pero esa semana solo nos hablaría de Josina, que no era ninguna reina, ni de bue- na familia, pero si muy inteligente, rebelde y determinada. Desde muy pe- queña, Josina había tenido el privilegio de estudiar. Sus padres habían realizado muchos esfuerzos para darles educación a sus ocho hijos. Para los portugueses la fami-lia de Josina pertenecía a los “asimilados”, que era el término que les daban a aquellos mozambiqueños a los que se permitía acceder a la educación. Tenían pri-vilegios que el resto de nativos no tenían y los utilizaban para poder fortalecer los vínculos secretos de la resistencia mozambiqueña. Cuando Josina terminó la educación secundaria con dieciséis años, se unió con otros estudiantes al Frelimo para luchar por la independencia de Mozambique. Todos buscaban garantizar los derechos fundamentales para todo su pueblo y recuperar su libertad. Parte de su trabajo consistió en recorrer todas las zonas rurales y hablar con las mujeres para explicarles su papel activo como mujeres en este cambio. Es en las primeras zonas liberadas donde funda escuelas y hospitales para dar atención primaria y educación a mujeres y niños. Casi todo la red de apoyo social que ella diseñó se mantuvo como un proyecto fundamental de la revolución mozambiqueña. Cuando empezó a colaborar con el Frelimo, fue donde se hizo amiga de Samora Machel. Tiempo después se casarían. Fue muy activa políticamente, educando a las mujeres, dán-doles las mismas herramientas de conocimiento e incluso entrenamiento militar, hasta que enfermó con un cáncer. Murió a los veinte y cinco años, dejando viudo a Samora. Samito, el hijo de los dos, todavía era un bebé de poco más de dos años.

Una de las tardes de esa semana que volvíamos a casa, Numia nos había contado como había también muchos señores dentro de los movimientos de independencia que querían que las mujeres solo criaran hijos. Se avergonzaban de que una mujer llevara un fusil porque pensaban que los hacían menos hombres. Sus papás, como los míos, siempre habían tenido otro pensamiento frente a cómo se deben compor-tar las mujeres. Pero no todo el mundo pensaba así. Fuera de la escuela había gente machista. Pero lo que nos contaba Numia no era novedad tampoco para nosotros. Mi mamá a veces le decía a mi papá “Machistas Leninistas” cuando pasaban si-tuaciones machistas dentro del comité colombiano, para decir que algunos compa-ñeros eran comunistas y machistas. Y si en las reuniones colectivas alguna mujer daba por hecho que solo las mujeres harían la comida o ciertas tareas, mi mamá protestaba diciendo: “No, si así,si estamos fregadas. Cuando machismo se escribe con “m” de mamá y de mujer. Si hay algo peor que un tipo machista, es una mujer que educa, asume y perpetúa roles”.Nosotras tuvimos mucha suerte porque siempre que nuestro círculo favorito de médicos estaba presente, inmediatamente Kabil y Abraao se ofrecían a cocinar y acualquier otra tarea que hiciera falta. Nazli y Rubi hacían equipo, y todos los niños

Page 195: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

ayudábamos felices. En esos momentos de felicidad, en que éramos como una gran familia, lo único que importaba era compartir y estar juntos. Nos habíamos pasado muchas tardes jugando en casa de Abraao, escuchando sus historias. Si había algu-na antítesis a cualquier convención, ellos nos la habían sabido explicar. Podíamos!preguntarles cualquier cosa que ellos siempre nos responderían tranquilamente , sin tapujos y con libertad.

Ese día Numia nos convenció para ir a escuchar el discurso de Graca Machel a la plaza central después de la escuela. La mamá de Numia trabajaba con ella en el gabinete social llevando los programas de alfabetización, salud e infancia. La plaza estaba llena de gente, y tanto Graca como la mamá de Numia iban vestidas con tra-jes realizados con capulana y tocados de tela envolviendo sus cabezas. Habíamos aprendido que esa era la forma más elegante en la que se podía vestir una mujer mozambiqueña para los eventos especiales. Nada de ropa occidental, las capulas siempre eran más bonitas. Mi papá nos había confeccionado varios overoles de capulana y nos los poníamos todos los días. Al sentarnos en el pasto y empezar a repartir las arepas que me había dado Maimuna en la mañana, nos quedamos calla-dos e impresionados cuando escuchamos a Graca diciendo:- Sin duda, Josina fue el gran amor de Samora. Pero como bien sabemos, se puedentener más amores en la vida. Bien lo saben los que tienen varias mujeres, aunque todavía nos falta para que la igualdad llegue y las mujeres puedan tener varioshombres. -

Nuestro círculo de médicos nos había estado explicando, cuando les contamos que nuestra vecina quería casarse con mi papá, que la poligamia consiste en que un hombre se case con varias mujeres. No sería tan injusta si sus mujeres gozaran del mismo derecho y pudieran tener varios maridos. Para ellos el amor era libre; si alguien te quería tenía que darte libertad. Y si tú amabas a alguien, tenías que co-rresponder esa libertad con cuidado y no hacer daño o romper acuerdos pactados.

Nos llamaron para subir al avión para Madrid, toda la película se esfumó en un mo-mento y ya toda nuestra vida quedó completamente inalcanzable y lejos.

Page 196: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Gada era amiga de mis papás desde hacía más de diez años; se habían cono-cido en los talleres de alfabetización con monjas en Bogota. Ella también ha- bía sido a su vez monja, pero la habían excomulgado por subversiva. Cuando mis papás le avisaron que llegábamos a pasar una temporada en Madrid, ella los puso en con-tacto con uno de sus mejores amigos, también un ex sacerdote.

Anastasio nos estaba esperando con su guayabera blanca, un saco de lana, un mo-rral araucano cruzado. Era casi dos veces mi papá de alto, con gafas, barba, flaco y huesudo. Cuando pasamos todos los controles, lo vimos enseguida. Tenía la típica pinta de todos los amigos de mis papás, podríamos identificarlos en mitad de una multitud en cualquier país del mundo. Además sujetaba tímidamente un cartel don- de se leían los nombres de mi mamá y mi papá.

Nosotros salimos con nuestros vestidos de capulana, nuestra caja de cartón con los libros favoritos y algún disco de Demis Rousssos o Richard Claiderman, que ha- bíamos comprado en el mercado de Maputo cuando no habíamos tenido suerte con las verduras. Se sorprendió de nuestro mínimo equipaje. Mi papá cargaba el morral de cuero remendado con toda nuestra ropa. Luchito lo ayudaba empujando desde abajo. Si los mirabas desde atrás parecía que mi hermana Luchito iba colgando del morral como un llavero. Nos condujo al parking donde conocimos su mini Morris rojo. Enseguida nos enamoramos de su coche, nos recordaba a nuestro escarabajo verde.

Nos instalamos en un hostal en Delicias, se suponía que estaríamos una semana máximo y al final estuvimos viviendo allí casi seis meses. Durante ese tiempo mis papás estuvieron moviendo todos los papeles para seguir viajando, pero las cosas no salían de forma inmediata. Había que esperar. En esos meses mi mi mamá des-cubrió que “pistola” no era un arma sino una barra de pan. Que aunque los madri-leños te dijeran todo de forma directa y brusca, eso no significaba que no fueran “majos”, que es como se le dice a la gente simpática, sino que es su forma de hablar. Las primeras semanas acompañábamos a nuestros papás en todas las diligencias, pero al final Anastasio consiguió que nos aceptaran en una escuela en San Blas. Los tres primeros días nos acompañó a las tres y nos enseñó los transbordos de ida y vuelta. Pero al cuarto ya viajamos solas. Para animarnos nos contó:

- Maria, yo en mi pueblo en Euskadi ya con once años ordeñaba vacas y hacía quesos, así que pa ti ir hasta el colegio con tus hermanas tiene que ser pan chupao.-- Vale.- Que es como nos había enseñado Anastasio que se decía “de acuerdo”. A esas alturas ya habría hecho cualquier cosa con tal de no volver a pasar todo el día

Page 197: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

caminando con mis papás de un lado a otro buscando información sobre cómo ha-cer los papeles para viajar a Australia o Canadá. Hasta el día que mi mamá llegó muerta de agotamiento y nos anunció:- Estoy embarazada y no me veo con fuerzas para seguir viajando. Mucho menosaprender un idioma como inglés, que si nos costó casi tres años dominar bien elportugués y se parece al español, aprender en este momento inglés y empezar en otro sitio nuevo me parece una montaña muy alta. Es mejor que nos quedemos aquí, que por lo menos compartimos el idioma.-

Mi papá se quedo callado y pensativo. Anastasio, más resuelto, respondió:- Bueno, pues tendremos que buscar un piso para ustedes en un barrio popular ba-rato y ver cómo se mantienen hasta que les salgan los papeles.-

Ya a esas alturas, para nosotras Anastasio, si bien era más serio que nuestro círcu-lo de médicos, se había convertido en nuestro amigo. Nos gustaba mucho porque era muy avispado y enseguida buscaba soluciones a cualquier contratiempo. En el pri- mer mes nos había llevado a una organización estatal que ayudaba a los refugiados. Allí conocimos a Cebrián, también ex sacerdote. El había vivido en el choco colombiano mientras era seminarista. El tiempo que estuvo allí lo recordaba con mucho cariño por la gente, pero al mismo tiempo con mucha tristeza por las desigualdades sociales y la violencia.

Después de la primera visita a su oficina, Cebrián empezó a visitarnos con Cha- rito, su compañera en la casa. Mi mamá preparaba frijoles con arroz y ensalada, nos sentábamos todos a la mesa. Y la conversación siempre giraba en torno a los mismos amigos, obsesiones y temas. Era evidente que Cebrián no podía compartir su nostalgia con nadie más, y en cierto sentido, como no habían tenido hijos, nos adoptaron como sus nietas. Las conversaciones siempre empezaban igual:- Pues un día dando clase en una comunidad, vinieron y me dijeron que un señor quería hablar conmigo.- Empezaba Cebrián. Esa historia ya nos la había contado muchas veces, pero cada vez sonaba diferente, le añadía un nuevo detalle. Todos seguíamos las preguntas como en un guión:- ¿Y quién era ese señor?.- Preguntó Tristana.- Pues me dijeron que me llevarían a verlo, pero que tenía que ir vendado.- Añadía Cebrián picando el ojo.- ¿Y no te dio miedo?.- Preguntaba sorprendida Lucha.- Pues a mí mi corazón me dijo que por esa vez podía confiar.- Le sonreía con cariño a Charito y le tomaba la mano mientras continuaba. Mi papá había prepara- do café para los grandes y un colacao para nosotras. Nosotras nos lo tomamos en segundos, mientras muertas de la intriga no podíamos evitar indagar: -¿Y qué pasó después?-Cebrián mira su café, revuelve por quinta vez el azúcar que ya tendría que ha- berse disuelto y sigue la narración:- Me vendaron y subí a un jeep... pasarían más de dos horas. Como no podía hacer nada y no me daban conversación, me quedé dormido. Cuando detuvieron el carro, me bajaron y llevaron andando hasta que entramos en una casa. Olía rico, la comida estaba recién hecha. Me quitaron la venda y me dijeron que podía sentarme a comer, que en seguida vendrían a acompañarme.--¿Y qué había para comer?.- Preguntó Tistana, a la que siempre la comida le inte-resa mucho.

Page 198: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Mondongo, un rico y delicioso mondongo. Pero yo ni hambre tenía de la curio- sidad.- Contestó Cebrián mirándonos a cada una a los ojos. Es increíble como te pueden contar la misma historia mil veces y aunque sepas como va a terminar, pedir que te la cuenten una vez más con todos los detalles. Lucha indagó:- ¿Y hacía frio esa noche? -- Dentro de la casa se encontraba uno abrigado, siempre bajo la ruana claro.- La única que tenía una ruana en la casa era mi mamá: el solo escuchar esa palabra nos movía un sentimiento mezclado de envidia y nostalgia. A veces Cebrián contaba las cosas muy lentas y me estaba empezando a impacientar: -¿Pero quién era el señor que te había invitado?-- Pues apareció con su pelo blanco largo y canoso, atado en una cola a la espalda, su ruana y sonriendo. Cuando me vio me sonrió. Se sentó conmigo y me preguntó de qué parte de España era. Hablamos de comidas, tradiciones, de donde había- mos sido seminaristas y qué nos había llevado a viajar hasta tan lejos. Fue una conver-sación muy interesante.--¿Pero por qué te llevaron a escondidas? ¿Quién era ese señor?.- Preguntó Lucha. - Pues ese señor es un ex cura, como yo, pero que ha decidido cambiar el mun- dode otra forma. Hacerle frente a las petroleras y a su política con medidas más direc-tas. Pertenece al ELN y cree en la teología de la liberación.-- Sí, eso ya lo sabemos. Nuestra mamá tiene muchos amigos en el ELN.- Verbali- zo en voz alta lo que estaba pensando.- Cebrián ya lo sabe niñas, por eso habla con nosotros a calzón quitado.- Añade sonriendo mi mamá. Eso también lo sabemos, pero narrar la misma historia una y otra vez debe tener algo de mágico, algo así como volverle a dar vida a un mo-!mento fugaz que pareció un sueño. Algún día yo también narraré mi historia y volveré a vivir los días felices que vivimos en África.

Charito aprovecha para añadir: - Nos conocimos en las comunidades, yo había ido a trabajar de enfermera. Después de que Cebrián empezó a destacar por sus ideas sociales, fue cuando empezaron las amenazas de muerte. Esa visita clandestina al Cura solo quería asegurar que no temía por su vida. Al final lo excomulgaron y no podía seguir trabajando en Colombia. Sin financiación, sin proyectos, tenía que volverse a España. Para entonces ya éramos muy amigos, inseparables. Así fue que cuando nos volvimos a encontrar en Madrid, en pocos meses decidimos empe- zar una familia.-Los dos se observan entornando la mirada. Ahora tendrán unos sesenta años. Les brillan los ojos y toda la cara. No han podido volver a Colombia, pero participan en las redes de solidaridad con America Latina de Madrid. A Anastasio llegamos a!través de Gada. Y Gada conoció a nuestros papás cuando nosotras no existíamos. Y las redes son así.

Charito nos ha dado ánimos este sábado con la idea de quedarnos en Madrid. Dice que aunque la cultura sea diferente y nos cueste un poco adaptarnos, al final lo haremos. Mis papás empezaron a seguir todos los pasos indicados para conseguir los papeles como refugiados políticos. Una parte la habíamos realizado al llegar, como parte de los trámites para viajar a otros países. No lo veíamos muy claro, pero Anastasio y Cebrián nos dijeron que era el protocolo habitual y que no teníamos nada que temer. Nuestros papás no habían hecho nada malo. Así que los dos fueron a contar su historia acompañados por Anastasio a la policía española en la oficina

Page 199: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

de trámites de extranjería. Su declaración se remitía en un informe al Ministerio del Interior. Mientras que no tuviéramos papeles, mis papás no podían trabajar de forma legal en España. Como los papeles estaban en trámite, nos concedieron una ayuda para manutención de treinta mil pesetas. Gracias a ésta podríamos pagar el alquiler y los gastos de un pequeño piso de cincuenta metros cuadrados en las afue-ras. Mis papás tendrían que apurarse a buscar trabajo antes de que se terminaran nuestros ahorros.

Al final nos mudamos a La Agraciada, un pequeño pueblito de no más de dos kiló-metros cuadrados, rodeado de campo, cerca de un bosque de pinos. Cuando llega-mos a nuestra casa en la calle La Libertad, la primera noche cenamos en el mismo baúl que nos hacía de mesa y dormimos en los dos colchones que nos había conse-guido Anastasio. Él cenó con nosotros, mirando la casa completamente vacía, y nos fue comentando: - Tengo yo un amigo que se va a ir a Ecuador a trabajar y le sobranunos cuantos muebles, yo creo que si vamos a por ellos nos los podría regalar. Estaba de alquiler y tiene que dejar el piso vacío para que le devuelvan la fianza.-

Así era Anastasio con todo, lo presentaba como una oportunidad y como si noso- tros al aceptar su ayuda o la de otra persona, le estuviéramos haciendo un favor y no al revés. Muchas veces nos decía: - El que ayuda, también se ayuda. Uno tiene que ser sensible a las necesidades de los demás, yo allá trabajando en Colombia, cuando todavía era cura lo aprendí de su gente. Tuve que olvidar el egoísmo, apren- dí a cuidar y dejar que me cuidaran. Estuve enfermo de fiebres en el Amazonas, y al final también uno recibe lo que dio por otro lado. El egoísmo conlleva soledad, la solidaridad, hermandad.-

Desde luego que Anastasio se tomaba cada palabra que decía al pie de la letra, nos había adoptado como si fuéramos su familia y no descansaba ni de día ni de noche para que no nos faltara de nada. Él no contaba con muchos recursos, era trabajador social, pero con los contactos que tenía, conseguía cubrir las necesidades más bási- cas mientras mis papás encontraban un trabajo. Recién llegados nos había regalado unas chaquetas que decía habían pertenecido a las sobrinas de unos amigos suyos. Aunque nos quedaban enormes, nos las pusimos agradecidas, mientras comentaba alegremente: -Mejor estar disfrazado que muerto de frío.-

Poco a poco nos fue trayendo cosas que conseguía en un lado o en otro. La primera semana de estar en La Agraciada, fuimos con él a la parroquia. Nos explicó que las parroquias de los barrios ofrecían muchos servicios y hacían de mediadoras entre familias que tenían recursos y aquellas que no tenían. También les llegaban ofertas de trabajo. Así conocimos a Sor Agustina, la cual se preocupó mucho por si está- bamos o no bautizadas. Cuando mis papás le contaron que justo antes de salir nos bautizaron, no terminaba de entender cómo no había sido de siendo bebés.

Mi mamá nos había echado una de esas miradas de “no abran el pico” y nosotras no dimos más detalles del tema, ni de que éramos más bien ateas. Sor Agustina insistió en que iríamos a catequesis dos veces por semana de cara a realizar la pri-mera comunión. Menos mal que mis papás le explicaron que empezáramos por ahí y ya después, con conocimiento de causa, decidiríamos si íbamos a misa y hacer la comunión.

Page 200: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando se lo contamos a Joaquina, una amiga de Anastasio que trabajaba en el mo-vimiento de cristianos de base en Aluche, nos convenció para que nos tomáramos las clases de religión como cultura general. Nadie nos iba a obligar a hacer algo que no quisiéramos. Ella, al igual que Salvador y mis padrinos, creía en la Teología de la Liberación, por eso respetaba la libertad de culto y al mismo tiempo consideraba que ser cristiano estaba vinculado con un compromiso social. Ella sabía que mi papá era ateo y lo respetaba. Cada uno era libre de creer en lo que mejor le pare-ciera, pero como nosotras éramos niñas, no perdíamos nada conociendo un poco más de la vida de Jesús. Nos resignamos a ir a catequesis, intentando pensar que aprenderíamos nuevas cosas.

Una tarde, al salir de clase de catequesis, Sor Agustina nos empezó a hacer muchas preguntas sobre el colegio y nuestra vida, que le respondíamos como nos habían explicado mis papás que le teníamos que responder, sin llevarle la contraria y sin contarle nada comprometido. Estaba prohibido hablar de política con la monja, cualquier vecino o compañero de clase. En general no podíamos contar nada de nuestra vida a nadie que no estuviera en la casa y fuera amigo íntimo de la familia. Mucho menos podíamos decirle que mis papás habían estado presos. Las tres lo te-níamos muy claro. Cuando vivíamos en Colombia, ya teníamos asimilado que una parte de nuestra vida era secreta y otra no. Por eso nunca se nos escapó nada de esetipo con Sor Agustina, ni con nadie. Pero había una pregunta para la que mis papás no nos habían preparado: -Y tú, Maria, ¿de mayor te vas a casar?-

Era la primera vez en toda mi vida que un adulto me hacía esa pregunta. Yo de mayor sería muchas cosas, pero no tenía pensado casarme. Mis papás siempre me habían dicho que lo importante era estudiar, y que si te enamorabas, que fuera de alguien inteligente, que también tuviera claro que tenía que estudiar y aprender mucho. Pero nunca nos hablaron de que tuviéramos que casarnos o dejar de hacer- lo. Para eso faltaban muchísimos años y tampoco pensaban que el objetivo de una mujer en la vida fuera tener un esposo. Si había algún objetivo en la vida era tener una profesión, sentirse realizada y ser feliz. Por eso le contesté rápidamente:- Yo nunca me pienso casar.-- Ah, entonces serás monja, como yo.-

Le sonreí porque entendía que para ella esa había sido su elección más feliz, se sen-tía realizada de esa forma, era su profesión y se la tomaba con pasión. Pero yo tenía claro que de mayor sería como Miss Elizabeth o como Rubi o Nazli, una mu- jer libre, sin atarme a nada ni a nadie. Pero ya me había dado cuenta de que la forma de pensar en España era muy diferente a la forma de pensar a la que estábamos acos-tumbradas en nuestro círculo social en Mozambique. Por eso era mejor quedarse callada y no disgustar a nadie, mucho menos a Sor Agustina, que hacía todo lo que estaba en su mano por ayudar a mis papás.

Page 201: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Anastasio nos invitó a unas jornadas por La Solidaridad con Latinoamérica que se hacían en un local muy grande que tenían las comunidades cristianas de base el centro de Madrid. Nos dijo que iban a estar muy bien, que mientras los mayores se reunían, habría actividades para los niños. Nos vino a buscar con su mini morris rojo el sábado por la mañana. Por el camino nos enseñó varias canciones para can-tar en el coche y no marearse:- En el auto de papá, nos iremos a pasear...-Lucha lo interrumpió: - ¿Por qué en el auto de papá? En Maputo el escarabajo verde era de nosotros nueve y lo compartíamos con todos nuestros amigos.-Anastasio nos pregunta riendo: - ¿Tenían un Volkswagen escarabajo?-- Sí, era verde esmeralda y nos llevó a muchas partes hasta tres familias.- RespondióTistiana. Todos nos quedamos mirándola porque ella era muy chiquita para acor-darse de eso, pero lo cierto es que era verdad. Mi mamá sonriendo y arreglando los cachumbos siguió contando: - Tistiana tiene razón, una vez fuimos doce entre niños y adultos.-- Hum, aquí no se puede ir en un coche más de cinco, ya sean niños o adultos.- Res-pondió Anastasio muy serio. Tista empezó a contarnos y le respondió:- Pues ahora mismo somos seis más dos más en camino.- Rió mi mamá. Esa res- puesta terminó por desarmar a Anastasio. Riendo añadió que sí, que si bien era cier- to, era mejor que si veíamos a la policía nos agacháramos para que no nos pusieran una multa. Dijo que cuando nos dijera; “Agua” tendríamos que esconder la cabeza. Y así lo hicimos.

Nos lo pasamos en grande ese día, conocimos a dos niños que nos cayeron super simpáticos: Joseba y Nagore. Sus papás congeniaron enseguida con los nuestros. Joseba iba con una muñeca a la que le daba tetero. Tistiana, sorprendida, le pregun-tó a su mamá por qué Joseba tenía una muñeca. Ainhoa le respondió: - Los niños también pueden jugar con muñecas, así aprenden a cuidar desde pequeños. No hay nada malo en que un niño juegue con muñecas.-- Yo tenía una muñeca negra que le regalé a Raymond en Maputo cuando nos fui- mos.- Lucha y yo nos quedamos mirando a Tista, y después nos miramos entre nosotras, mientras que los ojos se nos aguaron. Nagore, que se dio cuenta de todo, nos preguntó: - ¿Os encontráis bien?.-- Sí, gracias. Es que ha sido muy duro dejar nuestra vida allá. Nuestros mejores amigos, y sobre todo a Raymond, que para nosotras era como un hermano chiqui-to.- Ainhoa aprovechó para preguntarle a mi mamá por Raymond. Mi mamá, con voz triste, le contó:- Raymond pasaba mucho tiempo con nosotros, era nuestro ve-cinito, y cuando su mamá se iba a trabajar se quedaba en la casa. Se amañó mucho a

Page 202: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

nosotros y nosotros a él. Cuando tuvimos que venirnos, su mamá quería que nos lo trajéramos. Para nosotros el futuro era incierto, no sabíamos ni siquiera en qué país íbamos a vivir, ni contábamos con recursos. Aparte de que yo soy de la opinión de que un niño tiene que estar con su mamá; separarlo de su primer núcleo familiar es un trauma que difícilmente un niño supera.-

Nosotras nos quedamos calladas escuchando. Como siempre, nos enterábamos de las cosas importantes cuando nuestros papás se las contaban a otras personas. El tiempo nos había hecho afinar el oído para poder encontrar las respuestas que nun-ca nos daban de frente. Sabíamos que no era porque no nos tuvieran en cuenta. Desde que nos perseguían en Colombia pensaban que cuanto menos supiéramos de algunas cosas, sobre todo aquellas que nos pudieran ocasionar dolor, era mejor. El problema es que al final nosotras nos habíamos especializado en espiarlos y en encontrar las respuestas. Escuchábamos sus conversaciones, cuando no estaban en la casa leíamos su correspondencia y abríamos todos los cajones. Si ellos nos ocul-taban cosas, nosotras nos habíamos hecho expertas en encontrarlas.

Ese día también conocimos a Magdalena, la primera colombiana que conocíamos en Madrid. Magdalena es una mujer rebosante de vida, de la edad de mi mamá, alegre y resuelta. Enseguida congeniaron como si fueran hermanas. Ella también estaba esperando un bebito, justo se lo habían dicho la semana anterior y estaba muy contenta. Se pusieron a hablar con mucha complicidad, nuestra mamá sonreía y hasta soltó varias carcajadas con ella. Ni siquiera en Mozambique habíamos visto que mi mamá se llevará tan bien con otra señora. Tenían un humor parecido y les gustaban las mismas cosas. Magdalena, al igual que nosotros, había tenido que huir para salvar su vida. Llevaba casi dos años en Madrid, intentando convalidar sus estudios de medicina para poder ejercer en Madrid. Le habían puesto tantas pegas, que igual se decidía a estudiar un curso puente y, aunque fuera, trabajar de enfer-mera.

Page 203: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando mi mamá me dijo que por edad me correspondía otra vez hacer cuar-to curso, no me lo podía creer: -¿Otra vez cuarto? En Mozambique hice dos veces cuarto.- protesté furiosa.- Eso fue porque eran en inglés y con una vez pensamos que no era suficiente.- Res-pondió ella, ya que ni todas las profesoras de “The International School” habían sido capaces de convencerla en su momento de que el curso lo había pasado y podía pasar sin problema a quinto. Era una discusión recurrente.- Eso lo pensaste tú, porque mis profesoras insistieron en que perfectamente podía pasar de curso ya que me desenvolvía bien en inglés.- Volví a recordarle.- Bueno, pues aquí el cuarto curso no tiene nada que ver con el de la escuela de Maputo. El director ha dicho que tienes que ir a cuarto por edad y no hay nada más !que hablar. Que bastante se ha estado peleando Anastasio para que las acepten aestas alturas del curso.-

Así que entre en “cuarto b” con Don Benito, que en general era muy bueno, me- nos por algunas viejas costumbres que no lograba erradicar, como dar collejas a los alumnos si no se sabían la lección, o al igual que nuestro primer profesor en la escuela mozambiqueña: castigar a los alumnos extendiendo la mano y dando un golpe seco con una pesada regla de madera. Cuando se lo contamos a Anastasio nos dijo que seguro era de la escuela de Franco, de cuando España tenía una dictadura. Que fue cuando Anastasio era chiquito: - Primero no podías hablar ni en euskera, ni catalán, asturiano o gallego. Luego que si “La Letra con sangre entra”, no había quien se librara de collejas y similares. Seguro que es un buen maestro Don Benito, aunque ya no son épocas para andar pegando a la chavalada.-

El primer día de escuela yo no sabía todo eso, por eso cuando hizo mi presenta-ción me pareció un señor muy amable: - Buenos días niños, esta es vuestra nueva com- pañera de clase, María, que acaba de llegar de África. Espero que la podáis ayudar en lo que haga falta, y ella por su parte os puede ayudar con el inglés. Todo lo demás que os lo cuente ella en el recreo.-

Una niñas de mi clase se acercaron en el recreo y me preguntaron, señalando el saco que llevaba puesto.- Québonitojersey¿Esnuevo?.-- No, no es nuevo, me lo han dado las monjas.-- Jajaja, ya lo sabemos, es que antes era mío. Mi madre se lo dio a las monjas para que las personas como “tú” le dieran un uso.-- Ah, pues muchas gracias, a mí me hacía mucha falta.-

Page 204: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ya sonaba la sirena del final del recreo, volví a mi clase y la profesora de inglés mehizo hablar muchas veces para enseñarle al resto de niños la pronunciación !correc-ta. Cuando entró la profesora de naturales, una bola de papel me dio en lacabeza, y cuando la desenvolví, dentro estaba escrito: “lameculos”.

En la noche, cenando con toda la familia y Anastasio de visita, le pregunté qué sig-nificaba esa palabra. Este se sonrojo y me dijo que mejor le contara quién me ha la había dicho y en qué situación. Una vez le conté lo sucedido, se rascó la cabeza y dijo: - La profesora no tendría que haberte preguntado tantas cosas, porque los otros niños han sentido que solo te prestaba atención a ti. Por eso algún niño enfadado ha descargado su rabia contigo. Lo que has dicho es una palabrota muy fea y es mejor que no la repitas. Significa lo mismo que “lambón” en Colombia.-- Yo no soy ninguna lambona, solo le hice caso a la maestra.- Me defendí, molesta.- Es mejor que no le des más importancia, y piensa en otra cosa.- Anastasio, que yaconocía nuestro carácter fuerte, intentaba siempre apaciguar las aguas.- Pero yo no soy ninguna lambona.- Le he respondido muy molesta. Esa noche por la noche Lucha se pasó toda la noche cantando hasta que me quedé dormida:- Una vez había una lambona que se llamaba Maria y esa lambona me decía, tra-lara, tralara.-- Cállate.- Es muy fácil odiar a una hermana cuando no te hace la vida fácil.- Tralará, tralará.- Siguió ella divertida de ver que su canción me molestaba.- ¡Que te calles!- Le grité, tapándome la cabeza con la almohada. Mi mamá, alescuchar los gritos, entró en el cuarto y nos pegó la regañada del siglo:- ¿Se puede saber por qué están gritando a estas horas? ¿Quieren que los vecinos se quejen de nosotros? Se duermen y se quedan calladitas ahorita mismo. No quiero escuchar ni el vuelo de una mosca. ¿Ustedes se creen que estoy pintada en la pared o qué?-

Cuando cerró la puerta, Lucha siguió cantando en bajito. Opté por ignorarla y hacerque dormía; ya se cansaría de cantar.

Page 205: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estoy en el centro del patio del colegio, tengo agarrada a Tista de la mano y todos los niños nos rodean, nos gritan: - China, china, di algo en chino.- Otros niños nos dicen: - Inglesa, inglesa... di algo en ingles.-

Tistiana y yo no hacemos nada, solo estamos muertas de miedo, sin pestañear. Es- perando que, como en otras ocasiones, de algún sitio nos caiga un golpe, un empu-jón. Maria no está por ningún lado, si estuviera aquí, nos estaría defendiendo. No es que yo no me sepa defender. Es que soy más pequeña que todos ellos, tengo menos fuerza y por si fuera poco, ellos no son solo ellos. Tienen hermanos mayores, pri-mos, tíos, madres... en este barrio hay muchas familias y casi todas se defienden entre sí: si tocas a uno, te las vas a tener que ver con todos. Yo no quiero que luego venga un hermano mayor y me de una tunda peor que un empujón.- Qué pasa gilipollas, te comió la lengua el gato.- Me suelta Rodolfo, el hermano de Adrián, el chico más peligroso de la escuela. Lo expulsan todo el tiempo porque está enganchado con doce años al caballo. Vende caballo en la puerta de la escuela a algunos padres. El caballo es una droga que te hace feliz cuando te metes el pico, pero el resto del tiempo te pone muy ansioso. Me lo ha contado mi amiga Lola, que su mamá está enganchada. Dice que es una mierda, que su mamá hace cualquier cosa por meterse un pico. A veces lleva a otros señores a la casa, con los que se va a su cuarto y después le dejan dinero en la encimera de la cocina. Su papá es un pieza, odia a todo el mundo, primero a las mujeres, después a los maricones y por supuesto a sus hijos, aunque a veces también le entra el ataque de amor. Blas, el hermano pequeño de Lola es como una niña, va a la clase de Tista y siempre juega con las niñas, a la goma y a la cuerda. Lola me ha contado que el padre le presiona para que sea un macho: - O te haces un hombrecito, coges cuerpo y juegas al fútbol, o te desheredo.- Si el padre de Lola fuera como el nuestro, ella le podría decir que juega súper bien al fútbol, que con la Carmen y conmigo no hay quien nos quite la pelota. Pero su padre no es como el nuestro, es una mala bestia, como dice ella, un bruto. El otro día, cuando le quise convencer de que le dijera que era un as de la pelota, ella me contesto: - Tú, tía, estás flipada: si le digo eso me tuerce la cara que me quedo virá.- Carmen y Lola están mirándome, diciéndome con la mirada que no me mueva, que es peor. Ya me han explicado que cuando alguien te va a dar una paliza, mejor que te quedes quieta. Ya sean tus padres, el chulito del colegio o quien sea. Porque si te defiendes cobras el doble. Todo eso me da tiempo a pensar, mientras el mongo de Rodolfo me está soltando cosas para provocarme, pero yo no voy a reaccionar. No. Sé cómo defenderme, pero no lo voy a hacer. Le voy a hacer caso a mis amigas, que llevan más años en este colegio, en este barrio, en este mun-do, ya está. Seguro que si viviéramos en Las Lomas en Bogotá, nadie nos pondría

Page 206: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

un dedo encima. Porque tenemos siete tíos y mi tío Sancho es un armario de dos por dos. Se iban a enterar estos, pero aquí no tenemos a nadie que nos defienda, estamos solas. Ya empiezan de nuevo: - O dices algo en inglés o te parto la cara, tú verás.- Este tío es imbécil, si supiera que yo me negué a aprender inglés, y aunque aprendí muchas cosas, cada vez que podía hablaba en portugués o español con mis amigos en Maputo. No le pienso decir ni la hora.

- Tú te lo has buscado, china.- Rodolfo me ha pegado un puñetazo en la cara y yo he !puesto a Tista detrás mía, me pega un rodillazo en el estómago y me caigo derodillas. Tista me abraza llorando y gritando:- Basta, basta, déjala ya.-

María llega corriendo, y viéndome en el suelo, ha agarrado a Rodolfo por el cuello y le ha dicho furiosa:- ¿Por qué le has pegado a mi hermana?.-

Rodolfo se ha puesto blanco y no le ha respondido nada. María lo ha tirado a un lado y se ha acercado a nosotras: - Tranquilas, no pasa nada, déjame ver. Bueno, no ha sido nada.-

Ha sonado la sirena del final del recreo y nos hemos ido todas a clase. Maria nos ha pedido que la esperemos juntas en la puerta de nuestro pabellón, que a la salida nos viene a buscar. Ella no le tiene miedo a nada, pero tampoco es mucho más grande que nosotras. Y al final casi todos los días se está pegando con alguien que se mete con ella o con nosotras. Nosotras no empezamos las peleas, pero ella sí se defiende, le da igual, no piensa en las consecuencias. Siempre ha sido así.

Page 207: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

CRÓNICA DE UNA PELEA, por Maria.

Ese martes por la tarde, todos los alumnos del colegio esperaban ansiosos fuera del recinto escolar. Expectantes, exaltados, pues se respiraba el ambiente de pelea en elaire. Se había corrido la voz de que María, la niña salvaje, se peleaba con Adrián.María había empezado a ir a clase a mediados de curso, pues su familia acababa de llegar de África. Era una niña de piernas flacas, pequeña, con el pelo corto, rizado y despeinado, que ocultaba debajo de una gorra que le venía grande. Ella y sus dos hermanas eran lo más raro que había pasado por esa escuela. Así se lo hacían saber profesores, compañeros, las cocineras del comedor, las monitoras... todo el mundo. Cuando se corrió la voz de que sabía defenderse, muchos chicos fueron a provocar-la, y si bien no ganaba nunca, aquellos que se metían con ella tampoco quedaban bien parados. El padre de Maria había sido en su juventud boxeador de peso pluma, y a ella y a sus hermanas les había enseñado llaves básicas para defenderse. Solo podían usar las llaves como defensa personal, nunca debían empezar una pelea. El problema era que las peleas, los insultos, empujones y amenazas eran diarios. Las hermanas ignoraban insultos y amenazas, solo se defendían de ataques físicos. Gra-cias a saberse defender empezaron a tener una mala reputación entre los profesores: ninguno entendía por qué estas niñas no eran tranquilas y dulces como la mayoría de sus compañeras. El problema no era solo que se pelearan con todos los chicos con uñas y dientes, el problema era el ejemplo que le daban a las otras niñas. Su forma de vestir ni siquiera era apropiada para una niñas de su edad. Por su nombre sabías que eran niñas, pero por su forma de vestir parecían niños. Todo el mundo las hostigaba porque eran raras. Culpa de la mala educación de su familia, les de-cían a cualquier oportunidad. Aunque la que siempre la liaba era María, porque sus dos hermanas pequeñas casi ya nunca hacían nada para llamar la atención y menos defenderse.- Es que en África vivís como animales.- Les había dicho una maestra.- China, vete a tu puto país.- Era la otra frasecita que escuchaban todos los días, por lo menos cinco veces. En la cola del comedor, durante clase, en un susurro, en un papel envuelto que les tiraban a la cabeza. Hasta que no habían vivido en España no habían sido conscientes de sus ojos rasgados. Tanto insistían en que parecían chinas que empezaron a plantearse si de ahí vendría la costumbre colombiana de comer arroz todos los días.

Habían cambiado tantas veces de colegio que ya conocían los inconvenientes de ser siempre las nuevas. Ellas nunca habían jugado con muñecas y era difícil verlas ver-las con falda o vestidos. No eran prácticos para jugar, correr y mucho menos para

Page 208: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

defenderse. Su mamá estaba cansada de que la llamaran todas las semanas del co- legio, y no podía entender por qué tenía que tener unas hijas tan pelionas. Eran las raras, pensaban de una forma distinta a como pensaba el resto del mundo en esta nueva ciudad a la que nunca eligieron viajar. Si algo había forjado su carácter in-dependiente era que, hasta llegar a Madrid, nadie que no fueran sus papás les daba órdenes. En su último colegio en Mozambique, las decisiones se votaban entre toda la clase, eran consensuadas. Pero aquí cada persona que te cruzabas, te intentaba imponer su punto de vista sin escucharte. Un día era la maestra diciendo algo de la ropa o el peinado. En otro momento eran las niñas del baño, que se burlaban de suspintas, aparte de que nunca estrenaban ropa o heredaban la suya vieja.

Cuando a Adrián le contaron que María había cogido del cuello a su hermano y lo había empujado al suelo, no daba crédito de cómo alguien había osado a poner en entredicho quién mandaba. En el patio del colegio mandaba él, en las calles de La Agraciada mandaba su padre desde la cárcel. Él era uno más de todos los que le ayudaban a distribuir el caballo por el barrio. Su madre desapareció el mismo día que enchironaron a su padre; nunca más dio señales de vida. Por él como si esta-ba muerta, que se pudriera en el infierno si quería. Ambos iban a la misma clase: “Cuarto B” con Don Benito. Adrián no había tenido una vida fácil, vivía con su abuela, que era como los tres monitos, no veía, no decía, no escuchaba. Así había funcionado con su hijo Manolo: a qué hora entraba o salía, dónde iba o si volvería en el mismo día, para ella era una incógnita. Ella hacía lo que le habían enseñado que tenían que hacer las mujeres, trabajar, callar, aguantar y cuidar. Los domingos se acercaba a Carabanchel con sus dos nietos a ver a su hijo, y si Manolo le daba instrucciones a Adrián o un papel, ella seguía haciendo ganchillo, la única activi-dad que la sacaba del mundo y le daba paz. De tantos manteles que había cosido, algunos se los compraban las vecinas de la vaquería. A veces le preguntaban por Adrián y ella solo pasaba el recado. Cuando él llegaba, se iba a su cuarto y volvía a salir. Muchas veces no dormía en casa. Adrián tenía claro que no era muy alto, que en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo tenía las de perder con adultos o niños más grandes. Para eso seguía a rajatabla las instrucciones de su padre “Haz que te tengan miedo”. Nadie se metía con él, hasta los profesores miraban para otro lado cuando se cruzaban con él por los pasillos. Alguno que se había atrevido a llamarle la atención se había quedado sin coche, o en el mejor de los casos aparecía con la pintura rayada o las ruedas pinchadas. Todo el mundo del barrio sabía que robar un coche era algo sencillo: una horquilla y que los cables debajo del volante hicieran contacto. Lo normal era robar coches fuera del barrio, en el centro. Con ellos se da-ban vueltas por la vaquería o hacían carreras en el descampado que quedaba detrás del colegio. No era raro que los taxistas no te llevaran a La Agraciada, por lo menos no por la noche. Solo llegaba un servicio de autobuses públicos, que parecían cafe-teras viejas del sonido que hacían, y el último pasaba a las diez de la noche. Adrián tenía muchas cosas en común con Maria. Él también era diferente, rebelde, con la infancia arrebatada, y no estaba dispuesto a perder el tiempo. Menos dejar que una niñata, por muy salvaje que fuera, no le respetara como todo el mundo. Si no la conocía todavía era porque los negocios de su padre le dejaban poco tiempo para ir a clase, y cuando iba era para pasar los encargos a sus clientes mientras recogían a sus hijos. Pero ese día no tenía otro objetivo que poner a la niña esa en su sitio. Se había colado en el recreo, y una vez le dijeron dónde estaba Maria, llegó y la empujó diciendo:- Así que tu eres “La China”.-

Page 209: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Maria, que del empujón tropezó cayendo en el suelo, al verlo se levantó, sacudió el polvo de sus pantalones, lo miró a los ojos y tranquilamente le dijo sin miedo:- Multiplícate por cero.-Mientras que se daba la vuelta para irse a otro sitio del patio y evitar otra pelea, Adrián la siguió. mientras La agarró del brazo y ahora se miraron estaban mirando a los ojos. Tenían casi la misma estatura, y con rabia le dijo: - No vayas de lista, ¿vale? ¿Puedes decirme por qué ayer pillaste a mi hermano del cuello?-María, zafándose de su mano de un tirón, le respondió, sin apartar la mirada:- Por-que tu hermano es un abusón y le pegó a mis hermanas pequeñas.-Todo el colegio se había reunido alrededor de ellos. Muchos niños le tenían miedo a Adrián. Nadie lo retaba. En alguna ocasión había sacado una navaja. Adrián era consciente de que el respeto y miedo que todo el colegio le profesaba estaba en jue-go. Así que, volviendo a empujarla, le contestó: - Algo habrían hecho, que se nota a leguas que sois raritas.-En ese momento sonó el timbre y todos los profesores subían a dar clase después de tomar el café en el comedor. Adrián cortó la conversación diciendo: - A la salida te espero, que no vas a ir de rositas. Te voy a partir la cara.-La primera clase de la tarde era de lengua con Don Aragonés, que siempre llevaba en todos los jersey y chaquetas un pin del Atleti, que era su equipo de fútbol favori- to. Don Aragonés era muy querido en el colegio. Todos los niños que decían que el “Atleti” era el mejor equipo recibían un sugus de premio. Si el Atleti perdía, no se podía ni mencionar en clase y todos los niños tenían que llevar listos los deberes o también caía alguna colleja. Esa tarde Maria no podía concentrarse, sentía la mira- da de Adrián clavada en la espalda. Recordaba las palabras que alguna vez le dijera su abuelo Leon sobre los animales heridos, sobre el olor del miedo. Sobre cómo las personas también éramos animales y cómo no podías demostrar debilidad. Si Nu- mia, Newton o Maya estuvieran con ella, no tendría que pelear sola y quizás nadie le buscaría pleitos a todas horas. No tenía miedo, pero estaba nerviosa, porque en menos de una hora tendría que vérselas con ese niño que estaba lleno de rencor y rabia contra todo. Aunque su círculo favorito de médicos le había enseñado que hay que ponerse en el lugar de los otros, no era fácil cuando los otros quieren pisotearte a toda costa. Si desde que habían aterrizado en España su vida era un infierno, lo era en gran medida porque el colegio era la antítesis de su escuela en Maputo. Con la excepción de Don Aragonés y Don Benito, la mayoría de profesores parecían discos rayados, llegaban soltaban su rollo, castigaban o echaban fuera de clase a los que no prestaban atención, y a los que no hacían bien las tareas le soltaban fra-ses como: “Que se puede esperar de un retrasado, tu sigue así que acabarás como tu padre”. Si Miss Brown hubiera escuchado cómo las maestras humillaban a los niños, les habría dado un buen regaño, pero eran mundos diferentes, formas de ver el mundo y educar diferentes. Maria a veces pensaba que todo lo que había vivido en Mozambique era un bello sueño, que nunca iba a volver a vivir. Ahora estaban perdidas lejos de cualquier lugar de seguridad. Sus papás se pasaban el día buscan-do trabajo o haciendo los trabajos eventuales que les mandaban las monjas; apenas hablaban con ellas. Y ellas no les perdonaban que las hubieran traído a este lugar, nunca habían elegido dejar a toda la familia en Colombia, pero mucho menos que las separaran de Newton y Maya. María también estaba enferma de rabia, tristeza. Cuando por fin sonó el timbre volvió a la realidad y vio como Adrián señal con la mirada para que se diera prisa, que la iba a estar esperando. le hacía una Maria había conseguido entablar algunas conversaciones con dos compañeras de clase:

Page 210: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nuria y Silvia. Las dos habían repetido y eran un año mayores que ella. Ellas no estaban seguras de si querían o no hacerse amigas suyas. Pero jugaban con ella al rescate en el colegio y salieron de clase con ella ese día. Nuria, mirándola seriamen-te, le aconsejo:- Maria, igual puedes salir por el aparcamiento y dar un rodeo para llegar a casa.-- No pienso huir, sería peor. Aparte que si no nos pegamos hoy, tendrá que ser otro día. Este niño no me va a dejar en paz.- respondió seria Maria.- Pero es que Adrián es peligroso, no tienes ninguna posibilidad de ganarle.- Añadió Silvia preocupada. María se encogió de hombros y se encaminó a la salida.Fuera del colegio estaban todos esperando que llegara Maria, una emoción violenta se suspendía como una nube negra sobre las cabezas de todos. Maria fue avanzan-do hasta el centro, donde ya estaba Adrián y le dio su mochila y su chaqueta a sus hermanas. Todos los niños rugían gritando: -“Pelea, pelea”. -

Adrián estaba sorprendido de que no se hubiera escapado por la parte de atrás del colegio. Empezó a intentar empujarla mientras la insultaba: - Aquí no queremos gente como vosotras.-Ella no le respondía, solo le esquivaba, estaba parada con las piernas arqueadas y en la posición de defensa que le había enseñado su papá cuando jugaban a las peleas. Gracias al juego de piernas pudo esquivar los tres primeros puñetazos. Adrián era canijo, pero tenía más fuerza que ella. No entendía por qué ella, siendo una chica, no se acobardaba, y se sentía un poco mal por estar peleando con una chica. Esta-ba perdiendo la paciencia, le lanzó un puñetazo que ella volvió a esquivar, pero la patada que le dio después en la mitad del estómago la dobló. Maria, tomando aire para aguantar el dolor como le había enseñado su papá, tuvo el reflejo de agarrarle la pierna mientras le daba un cabezazo en la boca, rompiéndole el labio. Cuando Adrián sintió un hilito de sangre caliente que le bajaba por el labio se desconcertó, dejó de un lado que se estaba peleando con una chica y empezó a lanzar puñetazos como un loco. Maria bloqueó muchos, otros le dieron de lleno, pero cuando uno se pelea el dolor pasa a un segundo lugar, porque se dispara la adrenalina. En ese momento eres tú o el otro. Ella también se cegaba por la rabia y desataba toda su violencia. En esos momentos ya no había ningún pensamiento racional, se com-portaba como un animal acorralado. Si hubiera podido elegir, preferiría no pelear, pero no tenía elección. Se tiró encima de Adrián y mientras lo mordía, le tiraba del pelo, quedándose con mechones en las mano. Adrián nunca se había peleado así. Estuvieron un buen rato dándose golpes, ninguno de los dos paraba. Si él conse-guía tirarla al suelo, Maria se levantaba y volvía a lanzarse a morderlo. Ya estaba completamente agotado. Le dolían los mordiscos de los brazos. Así que cuando consiguió volverla a tirar al suelo, se dio la vuelta mientras decía: - Mira niñata, no vuelvas a tocar a mi hermano. Porque a la próxima te mato.- Rodolfo le dio su mochila y se fueron. Adrián estaba sorprendido, irritado, con el orgullo herido y sin saber qué más hacer. Maria se levantó, tomó su mochila y su chaqueta mientras an-daba con sus herma- nas para su casa. Todos los niños se habían quedado callados, si bien María no había ganado la pelea, tampoco la había perdido. Nuria y Silvia decidieron que a partir de ese día serían sus amigas, porque era valiente y fuerte, dos cualidades imprescindibles para sobrevivir en ese barrio. A la mañana siguiente todos los profesores estaban al tanto de la pelea, y en clase Don Benito preguntó al aire:- ¿Alguien me puede explicar qué paso ayer a la salida del colegio? -Nadie movió ni una pestaña. Parecía que Don Benito no supiera que no hay nada peor visto en el mundo que un chivato. Así que Don Benito le pidió a Adrián que

Page 211: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

se acercara a su mesa y, dándole una colleja, le reprochó:- ¿No te da vergüenza pegarte con una chica?- Adrián, que respetaba a muy pocos profesores, bajó la cabeza. En ese momento, Don Benito le propinó tal bofetón que lo tiró al suelo.

- No le pegue, abusivo.- Le gritó María a Don Benito desde su sitio, porque ella no estaba dispuesta a dejarse pegar por ningún profesor y menos que un profesor le!levantara la mano a otro alumno. Don Benito se acercó a María y le dio de la mis-ma medicina mientras le avisaba: - Calladita estás más guapa.-

María se mordió la lengua para no responder, se acordó de la gran regañada de su mamá la noche anterior: - No, si estas niñas se creen matonas, pero miren como vie- ne María. Si me llaman del colegio para cualquier queja vamos a tener un problema muy gordo tú y yo. - Su mamá estaba muy triste por el trabajo y las dificultades, no quería preocuparla más y decidió dejarlo estar.

Adrián, por su parte, estaba atónito, nadie en toda su vida había dado la cara por él, mucho menos alguien a quien él hubiera pegado antes. Se levantó del suelo, con la cara roja de indignación y rabia contra Don Benito por humillarlo, y contra María por defenderlo. Él se bastaba y sobraba para defenderse solo. Una parte de él estaba agradecida, pero decidió no tener más trato con esa niña rara, porque no podía pre-ver cómo acabarían las cosas. Le dejó muy claro a su hermano Rodolfo que dejara a las niñas “chinas” tranquilas, porque la próxima vez que se enterara de que les ponía un dedo encima, cobraría en casa también. Desde luego esa niña era de otro planeta y él no iba a volver a pelearse con ella bajo ninguna situación; lo mejor era evitarla.

Page 212: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Magdalena ha conseguido un permiso para poner un kiosco de helados en la Plaza de Cibeles y mi mamá va a trabajar con ella todo el verano. Nos ha dicho que nos llevará un día a cada una durante las vacaciones. Pero solo nos podremos comer un helado en todo el día. Mi mamá nos avisa, para que no nos hagamos ilusiones. Hay que vender los helados porque nos hace falta el dinero para cuando aterrice “el” o “la” bebé.

Hemos descubierto un nuevo juego favorito, que es construir casas en el campo en-frente de La Agraciada. El otro día habíamos construido una casa perfecta con co-bijas, cojines... Cuando estábamos empezando a tomar el té, llegó un señor con sus cabras a regañarnos: - Crías, este campo es mío y está sembrado. Arreando que esgerundio, fuera de aquí.- Así que nos tuvimos que marchar y desmontar nuestra magnífica construcción. Después de ese día se nos acabaron las casas en el campo.

Así que ya solo nos queda leer los libros recomendados para el verano. Los pro-fe- sores dijeron que por lo menos nos leyéramos un libro de la lista. Pero como no te- nemos nada mejor que hacer nos hemos leído todos los libros de la lista que tenían en la Biblioteca Pública de La Agraciada. Desde Costa Rica, no habíamos pisado otra. Cuando llegamos a la biblioteca del barrio, estuvimos leyendo todos los títulos ordenados por orden alfabético, primero empezamos por la sección in-fantil, pero después seguimos por el resto de estantes. Después de dos horas miran-do libros y contraportadas, no sabíamos cuál elegir. Ahora que teníamos una lista, pedíamos los libros de la lista, y lo más maravilloso de todo era que había un buzón de peti- ciones. Si no tenían un libro lo podías encargar y te lo traían. Las primeras semanas sacamos todos los libros de Roald Dahl, porque Miss Elizabeth nos había hablado mucho de él y habíamos leído en inglés “Las Brujas”. Ese año habíamos visto que habían estrenado una película que nosotras no podíamos ir a ver, porque en Madrid el cine no era gratis como en Maputo. Además era “prohibitivo”, lo que quiere decir que era muy caro, en el idioma de mi mamá. Pero como nosotras nos moríamos de ganas de saber qué pasaba, sacamos los dos libros que encontramos de Michael Ende en la biblioteca. Nos gustaron tanto que convencimos a Tistana para que se hiciera el carnet de la biblioteca para poderlos leer. “La historia intermi-nable” nos apasionó, pero nuestra forma de ser se parecía más a la de Momo que a la de Bastian. Los dos libros estaban incluidos en la lista de lecturas para el verano. El veinticuatro de Julio sacamos los últimos cuatro libros, que quedaban de la lista, dos cada una. Empezamos!por “El mundo de los batautos”, “Cuando Hitler robó el conejo rosa”, “Gretchen” y “Gretchen se preocupa”.

Page 213: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Como mi papá guarda bajo llave la televisión y el teléfono, antes de que llegara Agosto, ya teníamos loco al bibliotecario y habíamos terminado toda la lista y em- pezábamos a pedir más títulos no incluidos de los mismos autores. El bibliotecario!protestaba cuando nos veía: - No se puede leer un libro tan rápido. A ver, contadme de qué va cada libro. Que vamos, que yo no me lo trago.-

Le contábamos con Lucha, las dos riéndonos qué pasaba en cada historia. Hablába- mos aceleradas, reviviendo toda la trama, nos reíamos, nos interrumpíamos y des- pués añadíamos más detalles. Al final el bibliotecario tiraba la toalla: - Está bien, está bien, os creo. No me contéis más, que os enrolláis como persianas y yo tengo mucho trabajo.- Y se ponía a mirar una revista haciendo como que nos ignoraba. Pero nosotras mirábamos la lista y volvíamos a la carga: - Ya nos hemos terminado la lista. Ahora queremos otros libros de los mismos autores.-- Pues yo no os puedo ayudar, id a buscar por las estanterías.- Añadió seco y seña- lando el pasillo. Nosotras, que solo necesitábamos una autorización para buscar, nos fuimos corriendo por los pasillos hasta encontrar nuevos libros. Tistana se lle- vaba comics de Astérix porque los quería volver a leer. Se acordaba de haberlos ho- jeado en Maputo, pero no recordaba las historias, nosotras no quisimos explicarle que es que en Maputo todavía no sabía leer. Ella era feliz pensando que los volvía a leer y nosotras no queríamos quitarle esa ilusión.

Page 214: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La gran noticia de esta semana es que vamos a tener gemelas. Anastasio nos ha dicho que los gemelos son muy divertidos, que él tenía unos primos gemelos con los que no paraba de reírse. Mi mamá llamó a nuestra familia en Colombia para contarles. Mi tía Amalia se puso muy contenta y aprovechó para preguntar cómo estábamos y si nos hacía falta algo. Mi mamá les contó la verdad, no teníamos per- miso de trabajo y la petición de asilo seguía en trámite, no sabíamos cuánto podía tardar, a otros colombianos en nuestra situación les había tardado hasta cinco años. Que aunque tenían algún que otro trabajo, no era nada estable. Mi papá le leía tres días el periódico “ABC” a un abuelo franquista por las noches y otros cuatro días hacía de portero en un edificio del centro. Si en vez de irnos con mi mamá nos íba- mos con él, le ayudábamos a limpiar todas las ventanas de la escalera o a trapear los escalones. Mi papá se había caminado todos los sitios indicados en las páginas amarillas buscando sastrerías y sitios donde pudieran buscar un patronista. Pero no había tenido suerte.

Antes de empezar de nuevo en el colegio le había acompañado en una de sus incur- siones. Nos bajamos en la parada del metro de “Lavapiés”:- ¿Por qué se llama “Lavapies”?.- le pregunté intrigada.- Debe ser herencia musulmana, de cuando la Península Ibérica era conocida comoAl-Ándalus. Eso fue hace muchísimos años, mucho antes de que Cristóbal Colón llegara a Sudamérica, dizque a descubrirnos.- Me respondió mi papá, que me había acostumbrado a que si no tenía una respuesta la buscaba.- Pero...¿Por qué Lavapiés? ¿Es que se lavaban mucho los pies?- La respuesta que me había dado era interesante, pero no me aclaraba.- Tienes razón, no te he explicado lo más importante. En la cultura musulmana es muy importante entrar limpio para rezar a sus mezquitas. Es un espacio sagrado con un libro sagrado.- Añadió sonriendo.- ¿Como cuando te bautizan en las iglesias cristianas?.- Le pregunto, acordándome de cuando Salvador me echó agua por la cabeza el día de mi bautismo.- En todas las religiones el agua es un elemento purificador, no en vano cuando na- cemos nuestro cuerpo es setenta y cinco por ciento de agua. Cuando somos viejos vamos perdiendo agua y es menos del sesenta y cinco por ciento.- Me explica con detalle mientras vamos buscando una calle con el callejero.- ¿Por eso los abuelitos son como uvas pasas? ¿Porque pierden el agua?.- Me ima- gino a mi abuelita y a una uva, solo que la uva tendría el mismo tamaño de mi abue- !lita. Mi papá se ríe con mi ocurrencia, paramos delante de un portal y me hace unaseñal con la mano para que espere. Estábamos enfrente del primer taller de su lista:

Page 215: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- ¡Buenos días! ¿Me preguntaba si ustedes están necesitando un sastre o patronis-ta?- Preguntó con una gran sonrisa.

La señora que nos abrió lo miró, me miró y respondió arqueando las cejas: - Por el momento no, pero si quiere dejar su teléfono para que le avisemos. ¿Tiene expe- riencia?.-- Estudié patronaje y confección con los hermanos maristas, he trabajado en Co-lombia y en Mozambique como patronista. Pero también puedo ser maquinista, manejo bien la máquina de coser y la remachadora.- Añade mi papá animadamente.- Eso está muy bien. Es una pena, pero por ahora no tenemos plazas libres. Pero si sale algo lo tendré en cuenta.- Nos respondió la señora sonriendo.- Muchas gracias y que tengan un buen día.- Nos fuimos a buscar el siguiente taller- sastrería de la lista. Y reanudamos la conversación:- Papá, para ser ateo sabes mucho de religiones.- Por un lado pensaba que tal vez influía que teníamos muchos amigos que habían sido curas y monjas.- Bueno María, hay mucha gente que tiene una religión, si quieres saber cómo tratar a otra persona es importante que antes conozcas sus costumbres. Así cuando esa persona sienta tu respeto, le costará muchísimo menos comunicarse contigo.-- ¿Entonces los musulmanes se lavan los pies antes de entrar a rezar?- Volví a reto-mar el tema inicial de la conversación, antes de que se me volviera a olvidar.- Exacto, María, se llama “ablución”, pero no solo se lavan los pies. Se lavan estra- tégicamente varias partes del cuerpo, el cuello, los tobillos, los pies, la cara y las orejas.-- Eso es un lavado de gato, según la tía Zoe.- Le digo acordándome de un día que la tía nos había apurado porque nos daba tiempo a bañarnos enteras. Se había metido con nosotras al baño y nos había enseñado el lavado de gato. Nos dijo que hacerse un lavado así era una excepción. Nosotras ya sabíamos que no podíamos salir de la casa sin bañarnos y lavarnos los dientes. En eso mi mamá era muy estricta. -Todas las costumbres tienen una razón de ser. Por ejemplo, en muchos países están en el norte de África hace mucho calor. Son muchas las personas que después de estar todo el día trabajando al sol, sudando, se reúnen quizás al final de la tarde a rezar. Imagínate si no se hicieran un lavado de gato, todas tan juntas. No podrían aguantar la respiración, mucho menos concentrarse en el rezo o meditar.--Pero Adriana nos dijo en París que en Europa no era costumbre bañarse todos los días.- Me acordé de esa conversación que tuvo Adriana con mi mamá el día que visitamos la Torre Eiffel.- Sí, pero eso está motivado porque antes de llegar los árabes a la península no habíaalcantarillado de agua. La gente no se podía lavar nada más que en los baños pú-blicos, ríos o cargando agua de los pozos. Eso no facilitaba que la gente se bañara todos los días.- Subimos una calle que se llamaba Ribera de Curtidores.- Pero mi mamá dice que en nuestra cultura siempre nos bañamos todos los días.- Replico.-Eso es por la herencia indígena, ya que siempre las comunidades se asentaban cerca de un río.- Aclara conciliador. -Entonces en “Lavapiés” vivían árabes y se lavaban los pies antes de rezar.- Resumo para cambiar de tema.- Puede ser, o quizás es solo un homenaje. Habría que investigar cuál fue el criteriopara nombrar las paradas de metro y si eso fue previo o posterior al nombre del ba- rrio.- Me contesta serio, mientras me dice que espere fuera, que tiene que subir a untaller en una cuarta planta. Ese día fuimos por lo menos a diez sastrerías en las que

Page 216: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

no estaban buscando a nadie en ese momento. Mi papá seguía un guión: prime-ro entraba sonriendo mientras saludaba, y aunque las respuestas no siempre eran amables, él no paraba de sonreír, y por si las moscas, les dejaba un papelito con su teléfono.

Page 217: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Los domingos empezaron a ser nuestro día favorito de la semana, porque mi papá nos empezó a llevar al parque del Retiro. Anastasio nos consiguió tres pares de patines heredados. También él se puso sus patines para acompañarnos, pero a duras penas se mantenía sobre ellos, lo cual nos hacía reír mucho y le intentábamos enseñar.Mientras nosotros patinamos, mi papá se sienta en cualquier sitio con su cachucha a leer el periódico. Cuando se hace de noche bajamos a la Plaza de Cibeles a buscar a mi mamá en el quiosco de helados y volvemos todos juntos a la casa. Mi mamá tiene una tripa tan grande que todas las vecinas le preguntan cuando la ven pasar:- ¿Cómo va la cosa?-- Bien, bien. Estas niñas ya han empezado a dar patadas.- Mi mamá contesta son-riendo, porque desde que sabe que son gemelas ha recobrado su alegría y buen humor.- ¿Cómo sabe que son niñas?- Pregunta la vecina de turno.- Es una sensación y quizás me equivoque, pero yo creo que son dos niñas.- Res-ponde tocándose la tripa.Cuando estamos solas dentro de la casa nos ponemos los patines y patinamos de un lado a otro sin parar. Cuando nuestros papás se van a trabajar, nos dejan encerradas bajo llave. No podemos ir al parque porque dicen que todavía somos pequeñas y es peligroso. Así que nos pasamos la tarde patinando. Carmela, la vecina de abajo, nos llama por el patio: - María, Lucha, dejad de patinar en la casa o se lo digo a vuestra madre.-- Está bien, está bien Carme, ya nos los quitamos.- Le contestamos, mientras desen- rollamos una alfombra que nos trajo Anastasio y empezamos a patinar por encima. Cuando las vecinas oyen que nuestros papas vuelven del trabajo, enseguida salen a quejarse de nosotras y darles el reporte:- Sus niñas han estado patinando otra vez y aquí no hay quien duerma la siesta con ese ruido.-- Lo siento mucho Carmela, las voy a castigar para que no se vuelva a repetir.- Se disculpa mi mamá agotada. Cuando mi mamá entra por la puerta estamos las tres le-yendo libros en el sofá. En el radiocasete que nos regaló Anastasio tenemos puesta la emisora de música clásica. Nadie ha conocido nunca unas niñas más jui- ciosas que nosotras. Nos mira cansada y nos informa de que nuestra estrategia no la enga-ña:- Niñas, me voy a dar una ducha rápida y después tengo que hablar seriamente con ustedes.-- Sí, mamá.- Decimos las tres a la vez, y en cuanto entra en el baño empezamos a cuchichear entre nosotras.

Page 218: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- La Carme y la Encar se han chivado.- Dice Lucha.- Ya, nos va a caer una buena.- Añado.- ¿Y si le preparamos un café?- Se le ocurre a Tista.- Es una buena idea.- Nos metemos las tres en la cocina y cuando sale mi mamá del baño le hemos dejado un café en la mesa. Se sienta y se lo empieza a tomar:- Ustedes saben que ya quedan menos de dos meses para que nazcan sus hermanas.-

Aliviadas, sonreímos y asentimos con la cabeza. Ojalá hubieran nacido en Maputo, les habría gustado más. Pero ni modos, ahora vivimos aquí y es donde les ha toca- do. Mi mamá sigue diciendo que ya somos grandes y tenemos que portarnos como niñas grandes. No quiere recibir más quejas de las vecinas. Aparte, cuando nazcan las niñas, tendremos que ayudarla, porque habrá que hacer muchas cosas todos los días. Somos muchos y todos tenemos que funcionar como un equipo porque ella sola no puede con todas las tareas de la casa. Nosotras asentimos y decimos que sí a todo porque por ahora no ha dicho nada de castigarnos por haber estado patinando dentro de la casa todo el día. Para terminar nos informa:- Como la casa tiene que estar bonita para cuando lleguen las bebés, mañana les voy a dejar dinero para que vayan a comprar pintura blanca al agua y tres rodillos, y por la tarde cuando vuelva quiero que hayan pintado la sala. Después les tocará pintar las habitaciones. No se olviden de poner papel periódico en el suelo y las ventanas para que no se manchen.-

Page 219: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En Agosto en Madrid hace casi tanto calor como en Maputo, solo que aquí no hay playa y es un calor súper seco, del cual es difícil guarecerse. Todos los días bajamos las persianas de la casa a las ocho de la mañana y hasta que no baja el sol, no las volvemos a subir. Dentro de la casa en ropa interior sudamos todo el día, mientras nos acostamos en las baldosas del suelo a leer. Hoy, cuando ha vuelto mi mamá, nos ha informado: - Mañana no tengo que trabajar y nos vamos todos a la piscina. Como premio a lo bonita que ha quedado pintada la casa.-

Nos hemos puesto a buscar como locas los trajes de baño que nos regaló Judit, la dueña de la mercería, a principios del verano, cuando mi mamá les contó que la segunda cosa que más nos gustaba en el mundo después de patinar era nadar. Lo que Judit no sabe es que todavía no los hemos podido estrenar. Estamos tan emo-cionadas que casi no hemos pegado ojo pensando en todos los juegos que íbamos a hacer dentro del agua.

A la mañana siguiente mi papá y mi mamá estaban preparando al mismo tiempo el desayuno y los bocadillos para el paseo. Nos estaban preparando un colacao cuando les he preguntado:- ¿Puedo tomarme un café en vez del colacao?.-- Yo me tomo tu cola cao.- Ha dicho corriendo Lucha, mientras le pegaba un granmordisco a su media barra de pan con mantequilla. Mi papá me ha sonreído mien-tras me servía un tinto. Sonriendo le he pedido:- Dos de azúcar porfa.- Mientras me lo tomaba mi mamá ha terminado de pelar las patatas para la tortilla, al abrir la nevera se ha dado cuenta que nos faltaban ingre- dientes para las tortillas de patatas. Así que me ha pedido: - María, baja por favordonde el señor Fernando y compra una docena de huevos y dos litros de leche. Dile que la próxima semana ya me pagan el salario y arreglo todo con él.

Me he duchado corriendo, pues cuanto antes esté la comida antes nos vamos para la piscina. Una camiseta, unos shorts y como todavía tenía el pelo mojado, me he encajado la cachucha con todo el pelo dentro. La panadería del señor Fernando está en la esquina de la casa. Cuando he llegado estaba repleta de gente y como he aprendido que es costumbre en Madrid he preguntado:- ¿Quién es la última?.-- Yo soy la última, María.- Me contesto la Carmela, nuestra vecina, mientras se daba lavuelta. Me ha mirado de arriba abajo y ha añadido, mientras me arrancaba la !ca-chucha: - A ver si aprendemos a peinarnos que pareces una marimacho.-He cogido mi cachucha y me la he vuelto a poner, mientras miro al suelo y espero

Page 220: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

que me toque mi turno.

La Encarna comenta con el resto de vecinas que si nuestros papás nos dejan todo el día solas, que si no tenemos dinero, que si patinamos por toda la casa, que si la traemos por la calle de la amargura. Que si somos unas marimachos... Las otras se- ñoras me miran y asienten. En estos momentos me gustaría que me tragará la tierra.Más cuando ahora le tengo que decir al señor Fernando que si puede apuntar lo de hoy en la cuenta de mi mamá.

- Hola María, ¿Qué va a ser hoy?.-- Dos cartones de leche y una docena de huevos. Mi mamá me manda decirle que se lo apunte en su cuenta. Que la semana que viene ya arregla con usted.-- De acuerdo María, no te preocupes ¿Cuándo sale tu mamá de cuentas?.- - El próximo mes señor Fernando. Muchas gracias.-- Bueno pues a cuidarla mucho, me mantienes informado ¿Vale?.- - Sí señor, muchas gracias, que tenga un buen día. Hasta luego.-

Y me voy corriendo lo más rápido que puedo de allí, roja como un tomate. Odio tener que pedir fiado, pero si mi mamá me lo pide, lo tengo que hacer. Cuando llego le ayudo a batir los huevos y terminar de prepararlo todo.

La piscina de Zarzamoras está muy bien, tiene cuatro piscinas y una de ellas es olímpica. Lucha y yo enseguida nos zambullimos a nadar.- Yo me tiro de cabeza y hago toda la olímpica buceando- Me suelta la chulita deLucha.- Hagamos una carrera. Tista, vigila que no haga trampas.- Tista se quedaconcentrada midiendo los tiempos. Al final dice que aguantamos casi lo mismo y que solo hemos llegado a bucear hasta la mitad de la piscina. De todos nosotros, solo Newton consiguió una vez atravesar toda la piscina buceando. Si supiéramos adónde escribirles les contaríamos que ya estamos a punto se hacer más de la mitad de la piscina.

En la piscina familiar que no cubre hemos jugado todos a la rueda, rueda y a pasar por debajo de las piernas de todos. Mi mamá es la única que no puede bucear, dice que la tripa es como un flotador. Después de hacer la digestión nos hemos sentado en el pasto con mi papá a jugar al ajedrez por turnos, según quien fuera ganando. Estábamos tan concentrados en el juego que no nos hemos dado cuenta cuando mi mamá ha dejado de leer su novela y ha desaparecido.- ¿Y mi mamá donde está?.- Hemos preguntado. Tista, que sí había estado pendien-te, ha señalado a la piscina olímpica. Entonces hemos visto su gran tripota haciendo largos. Nos hemos acercado todos a verla nadar. Cuando ha salido estaba super feliz, como no la habíamos visto casi desde el día de los niños en Maputo.- El agua está deliciosa, y nadar a espalda me ha hecho olvidarme de todo lo que pesan sus hermanitas.-Nos hemos metido en la piscina con ella y la hemos acompañado nadando a brazaboca arriba porque te cansas menos que a espalda. Cuando han anunciado que iban a cerrar la piscina porque ya se estaba haciendo de noche, ninguno nos queríamos ir, pero ya teníamos los dedos todos arrugados.

Page 221: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mis papás se han ido al aeropuerto de Barajas a esperar a una familia que llega de Colombia. Nos han dicho que los traen a la casa a comer, que tenemos que tener la casa bonita. Hemos limpiado toda la casa. Solo nos faltaba el baño y cuan-do Tista y Lucha se pusieron a limpiarlo, he hecho el sofrito para los frijoles y la en-salada. Cuando llegaron ya teníamos preparada la mesa con once cubiertos, como nos había pedido mi mamá. Nos estábamos muriendo de hambre y hemos metido alguna vez la cuchara en la olla para comer unos poco frijoles y no desfallecer. Al final han llegado pasadas las cuatro de la tarde, porque antes tenían que dejar las maletas en la casa de unos amigos suyos que viven en el centro de Madrid.

Después de comer hemos salido los niños a la terraza mientras nuestros papás ha- blaban de política en la sala. Son cuatro hermanos más o menos de nuestras edades, están muy serios y no dicen nada, solo nos observan. Al final la más pequeña, que se llama Lurdes, nos informa: - Este en mi hermano Alejandro, que es el mayor. Ella es Dulce y este es Gabriel, que solo me lleva dos años.- Sus hermanos no añaden nada, pero nosotras ya sabemos cómo son estas situaciones, ya sabemos lo que es estar en un sitio que no has elegido. Por eso sonreímos y les seguimos preguntando:- ¿Les gustan los comics de Astérix y Obélix? Son nuestros favoritos.-Tista se va corriendo a buscar los cómics que nos heredaron Joseba y Nagore cuan- do supieron que eran nuestros favoritos. Ellos ya los habían leído y ya no les hacían caso. Cuando les contamos que nosotras podíamos leerlos hasta mil veces y esceni- ficar las peleas, se murieron de la risa.Tista ha traído nuestros cómics como un gran tesoro, y cuando los ha extendi-do delante de ellos, Alejandro ha dicho muy bajito: - Muchas gracias, a nosotros también nos gustan mucho las historietas.- Nos ha faltado tiempo para darle más conversación y Lucha se ha ofrecido enseguida: - Si quieren se los prestamos hasta que los lean. Nosotras ya tenemos el carnet de la biblioteca pública y no nos faltan lecturas.- Nos hemos puesto todos a leer un cómic cuando Tista ha dicho: ¿Quieren un flash?- Les hemos explicado que los flash son como helados de sabores dentro de plásticos. Como todos querían he pasado por la sala mientras mi mamá decía:- Está claro, si no hubiéramos tenido a las niñas estaríamos luchando en el monte.-- ¿Pero ustedes dos estaban en la misma organización?.- Preguntaba con interés Es-peranza. Mi papá le explicaba entonces: - No, yo era parte de los cuadros urbanos del “M”.-- Y yo simpatizaba con el ELN, como muchos de nuestros amigos que también creen en la teología de la liberación y en el legado de Camilo Torres.-Añadía mi mamá. Armando preguntó sorprendido:- ¿Eso fue antes o después de que se conocieran?-

Page 222: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mis papás sonrieron, respondiendo a la vez: - Pues ni antes ni después; los dos nun- ca nos hemos preguntado esas cosas. Siempre hemos tenido cuidado con compartir la mínima información posible. Es peligroso de cara a las detenciones, interrogato- rios y a la tortura.-Esperanza y Armando asintieron tristes. Mi mamá, cambiando de tema, me ha lla-mado porque sabía que yo estaba escuchando desde la cocina: - María, dile a todos que vamos a ir a dar un paseo por los pinos, llévate la cuerda y montamos uncolumpio para tus nuevos amigos.- - Sí,mamá.-

Cuando subimos a los pinos con nuestra cuerda de cinco metros, íbamos las tres felices porque era la primera vez que coincidíamos con niños colombianos en Ma-drid. Sabíamos que no era una ciudad fácil, pero les ayudaríamos en lo que pudié-ramos. Estaba pensando en todo eso cuando Esperanza se ha acercado a mí y me ha dicho: - María, te pido que tengas mucha paciencia con Alejandro, es muy monta-ñerito, tímido y aparte está muy herido. En los últimos meses han matado a sus dos tíos favoritos, mis hermanos, y a uno de sus primos le pusieron una bomba en el bus del colegio. No murió ningún niño, pero él quedó en silla de ruedas. Han sufrido mucho estrés y les va a costar mucho confiar en alguien ¿Vas a tenerles paciencia y hacerte su amiga?.-- Sí señora, se lo prometo.- Respondí rápido.- Muchas gracias María, te lo agradezco.- Me respondió Esperanza dándome untoque en la visera de la cachucha.

Cuando hemos llegado a los pinos hemos atado un palo a uno de los cabos de la cuerda para poderla lanzar por encima de la rama y hacer el columpio. Mientras lo hacía no me he dado cuenta de que Alejandro había trepado en menos de cinco mi-nutos al árbol y había tomado la cuerda con una mano. Me he quedado medio sor-prendida y medio molesta, porque en su mirada notaba que me estaba desafiando, pero enseguida me he acordado de lo que me acababa de decir Esperanza, así que,tragándome mi orgullo, le he dicho: - Muchas gracias ¿Nos ayudas a hacer el co-lumpio?.-

Me ha mirado sin sonreír y ha tirado la cuerda al suelo sin decir nada, bajándose del árbol y yendo a explorar los pinos por su cuenta. He suspirado, mientras volvía atirar la cuerda para hacer el columpio.

Hemos estado jugando toda la tarde hasta que ha empezado a oscurecer. Mi papá los ha llevado en el Mini morris rojo, que desde que Anastasio se fue a trabajar aGuatemala es nuestro.

Page 223: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Reciclar se llama, eciclar se llama, es lo que nos explicó Anastasio que había que hacer para recuperar los objetos y darles un nuevo uso. Si estaban muy viejos se les podía dar una mano de pintura y apañados. Nosotras le contamos que nuestro abuelo Ángel también sabía reciclar y nos había regalado un precioso triciclo rojo. Recordando a nuestro abuelo nos había apasionado darle un nuevo uso, y a veces distinto a las cosas que nos iban heredando. Desde que llegamos a nuestra casa en La Agraciada, los camarotes, el sofá, una librería... las habíamos mejorado, arre-glado a nuestro gusto. Aunque esto solo fuera ponerle una pegatina, o pintarle unas flores o un oso.

La última vez que nos vino a visitar, trajo un armario de metal gris bastante feo. Todas lo miramos con escepticismo, no veíamos cómo se podría arreglar algo tan feo. No era un armario muy grande, apenas cuadrado y un poco más alto que mis papás, que miden un metro y medio. Primero le dimos entro todos una buena refre-gada con jabón y un estropajo en el baño. Pero por nuestra cara se dio cuenta de que no confiábamos en que la cosa fuera a mejora, y sonriendo nos animó: - Venga, a buscar periódicos y cubrir el suelo de la sala, que vamos a empezar a lijar.-

Con papel lija repasamos toda la superficie del metal hasta que quedó liso. Una vez terminado este paso, lo pintamos de blanco:- Guauuu, ha quedado chachi.- Dijo Tistana aplaudiendo.- Ya casi hablas madrileña.- Rió Anastasio, y dirigiéndose a todas, se fue a por su mochila y pidió que cerráramos los ojos: - Ya los podéis abrir.-

Al abrir los ojos vimos una lámina con un muñeco azul, con pantalones blancos y un sombrero blanco. Era muy simpático. Lucha gritó:- ¡Un pitufo!-

Anastasio no llegó a saber que las repetidas estaban enamoradas del pitufo azul: pareciera que lo primero que vieron en su vida fuera la sonrisa de ese pitufo. Lo miraban y soltaban la carcajada. La primera vez que sucedió todos los demás nos quedamos impactados. Parecía que dentro de sus cuerpos de bebé habitaran dos espíritus antiguos que ya habían vivido muchas travesuras y se volvieran a encon- trar. Algo similar debía estar pensando mi mamá cuando exclamó: - Da miedo que tan chiquitas suelten esas carcajadas, ni que hubieran nacido abuelas.-

En ese momento me acordé de la historia que nos contó Dayami de los niños abue-los y las reencarnaciones, o como en cada vida aprendemos una cosa y mejoramos en lo que nos quedó pendiente de otras vidas.

Page 224: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ivanna pasó tres horas por el aeropuerto de Madrid, y se tomó un café con mis papás y aprovechó para entregarles un encargo de mis tías. Mi mamá está a punto de romper aguas, como dice la abuela Gertrudis, que es la vecina que vive enfrente. Pero nada le hubiera impedido ir a ver a Ivanna. A nosotras no nos llevaron porque teníamos clase. Cuando hemos abierto el paquete en la casa, nos hemos puesto súper contentas: también nuestra abuelita Flora nos había mandado ponqueramos, papas fritas, chicles, frunas, bocadillos, café y como no una botella de aguardiente y otra de ron. Las tías Amalia, Zoe y Hortensia han bordado y pintado a mano mu-chas camisetitas chiquitas iguales, en pares de dos, para las “fotocopias”. Antes de que nazcan las gemelas ya las llamamos por todos los motes posibles: repetidas, duplicadas... Mi mamá se ha puesto a llorar de la emoción mientras miraba cada de-talle de los bordados y los dibujos. Todos nos hemos sentado con ella mientras iba sacando cada cosa de la maleta. Pero lo mejor estaba al fondo de la maleta, cuan-do mi mamá ha sacado una ruana roja preciosa casi igual a su favorita en Bogotá. Cuando la ha desplegado han caído al suelo un sobre y un casete. Los hemos cogido y por la cara A estaba escrito el apellido de la familia de mi mamá. Por la cara B, el apellido de la familia de mi papá. Nos hemos puesto a gritar como locas mientras preguntábamos:- ¿Podemos ponerlo?.--Claro que sí.- Nos han respondido nuestros papás, también emocionados. Al escu-char la voz de nuestros tíos y primos se nos han aguado los ojos. Nuestros primos y tíos nos contaban anécdotas, chistes... Alicia y Cayetana se quejaban de que el tío Leo no había vuelto a contarles las historias de Rácula. Él se excusaba diciendo que Rácula estaba viajando con nosotras para morder a todo aquél que nos quisiera ha-cer algún mal. Al oírlo, nos hemos reído. La abuelita Flora nos decía que esperaba que nos estuviéramos portando bien y haciéndole mucho caso a mi mamá. Mientras escuchábamos todos los mensajes mi mamá ha abierto el sobre, venían doscientos dólares con una carta de mi abuelito León donde le explicaba que quería que nos comprara unas buenas botas para el frío a las mayores y unos abrigos resistentes para las nuevas nietas. Que esperaba que hubiera suficiente plata, que eso era lo que habían podido reunir entre las dos familias. Antes de acabar la carta, mi mamá es-taba atacada llorando y hemos ido todas a abrazarla. En ese momento ha empezado a gritar: - Las contracciones, las contracciones, ya empezaron las contracciones.-

Nos hemos ido corriendo por las almohadas de la cama y la hemos acomodado en elsofá, como ella nos había dicho que teníamos que hacer cuando llegara el momento. Me he ido corriendo a avisar a Judit y a sus papás: Manuelita y Ulises, que ya son como de la familia. Sobre todo desde que han adoptado a la familia de Esperanza

Page 225: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

y Armando como si fueran sus hijos y nietos. Lourdes, que es muy dicharachera, se pasa todo el día con ellos y los ha adoptado como abuelos. Y ellos se desviven por consentirla, porque no tenían nietos y ahora sí. Gracias a ellos, Esperanza y Armando consiguieron una casa de alquiler muy cerca de la mercería y en nuestra misma calle. Por eso al avisar a Judit, ésta le ha avisado corriendo a Armando, que es médico, a decirle de que mi mamá se había puesto de parto. Al llegar a la casa, Armando nos ha dicho que está muy bien que queramos acompañar a mi mamá, pero que lo que ella necesita es estar tranquila. Nos ha mandado a todos a esperar a su casa, para que mi mamá se quedara a solas con mi papá y con él midiendo las contracciones.

Mientras esperábamos noticias nos hemos enganchado con una telenovela que se llama “Cristal”. Nosotras habíamos visto algún capitulo suelto porque en la casa la televisión está bajo llave. Pero nuestros amigos no se pierden ni un solo capítu-lo, y tienen también una grabadora VHS, para grabar todos los episodios cuando Esperanza o Armando están fuera de la casa. Así que nos pegamos una empachada de más de seis horas de los amores de “Cristal”. Por la noche volvió mi papá para llevarnos a cenar a la casa y dormir. Como se imaginó nuestro plan, dijo que ya era suficiente televisión para un viernes. Cenamos y todas a la cama con un libro. Nos informó que mi mamá estaba durmiendo, así que teníamos que estar en silencio. Seguía con contracciones, pero posiblemente hasta el día siguiente no llegarían las repetidas.

A las siete de la mañana del sábado mi papá me despertó para decirme que hiciera unos macarrones con tomate para que comiéramos las tres, que se iba ya al hospital con mi mamá. No volvió hasta pasadas las once de la noche. Como nos había dejado bajo llave y nos aburríamos, hemos construido una casa de madera con unas tablas que había en la terraza. La hemos adornado muy bonita y, para no pasar frío, hemos metido dentro la estufa de gas. Al llegar mi papá a la casa nos ha estado llamando:-Niñas, ¿dónde están?.- Mientras buscaba por toda la casa.

Nosotras seguíamos escondidas en nuestra cabaña, queríamos darle y una sorpresa e informarle que a partir de ahora viviríamos ahí las tres, en la terraza. Cuando por fin nos ha encontrado, su cara se ha puesto de todos los colores:-¿Pero qué hacen ahí?.- Al salir a la terraza se ha puesto verde, amarillo y rojo. Por un momento pensamos que se le había contagiado la maña de nuestra mamá de cambiar los ojos de color cuando se enfadaba, pero a él le cambiaba de color la cara. Respirando hondo, nos ha dicho: - Niñas, tienen que desmontar esta cabaña y ayu-darme a tirar estas maderas. Además, estar con el fuego prendido de la catalí- ticaahí dentro es peligroso. Cuando terminen, calientan la comida para todos, que les tengo que contar cómo son de bellas sus dos hermanitas.-

En cuanto ha dicho la palabra mágica “hermanitas”, nos hemos apurado a hacerlotodo corriendo. Cenando nos ha contado que el parto había sido largo, duro y dolo- roso, pero que mi mamá y las niñas estaban bien. Pero tendrían que estar ingresadas en la incubadora un tiempo más. En la mañana iríamos a conocerlas.

Page 226: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Las niñas limpian pañales, los niños jugamos al fútbol.- Me ha soltado Ale-jandro mientras estaba cambiándole el pañal hasta arriba de caca a una de las ge- melas. Mi mamá no lo ha escuchado porque había ido un momento a la cocina. Las tardes que tiene libres aprovecha para pasarla con nosotros y darles clases de portu-gués a Alejando y Dulce. Ellos dos le han dicho que quieren aprender muchos idio-mas. Y como no, mi mamá encantada. Ella siempre va adoptando a todos los niños que conocemos, sean colombianos o madrileños. Nuestra casa siempre está llena de niños corriendo de un lado para otro. Aunque esto mismo ponga de los nervios a La Encarna, que vive justo debajo nuestro. Sus amenazas más habituales van desde:- Niños, que me vais a tirar la lámpara en la cabeza de tanto correr y saltar.-- Como suba, os vais a enterar de lo que vale un peine.-- Voy a subir con las escoba y os voy a dar unos buenos escobazos.-Pero nunca las cumple, porque en el fondo se nota que nos quiere mucho y siempre está pendiente de que estemos bien, sobre todo si sabe que estamos solas.

Alejandro estaba aplicado mirando el cuaderno de portugués y repasando cuando me le he acercado de puntillas por detrás y le he estampado el pañal recién cam- biado y lleno de caca en una mejilla. En ese momento mi mamá justo entraba en el salón con jugos para todos y me ha pillado “in fraganti”. Ahí mismo se ha quitado la chancleta y delante de todos me ha dado cuatro chancletazos.- María ¿en qué se supone que estás pensando?-Después me ha dicho que le pidiera disculpas o no me salvaba del doble de chan- cletazos. Alejandro me miraba sonriendo de satisfacción mientras yo le decía sin ninguna convicción y guardándosela para después: - Lo siento.-

Page 227: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estas son las primeras navidades que pasamos en Madrid, echamos muchí-simo de menos toda nuestra vida en Maputo, el colegio, los profesores, nuestros amigos y vecinos. Desde que llegamos a Madrid nuestra vida no ha sido fácil. No ha habido un solo día que no tuviéramos un solo problema en el colegio, ya nos han expulsado varias veces aunque no seamos nosotras las que empezamos las peleas. A Alejandro y sus hermanos les ha pasado lo mismo en su colegio, que está al lado del parque, con el agravante de que ellos son mulatos, y si a nosotras nos decían “Chi-na vete a tu puto país”, a ellos les dicen cosas peores. Al final hemos aprendido a protegernos entre todos. Alejandro y yo somos los mayores y tenemos que cuidar a todos los hermanos pequeños y a los otros niños colombianos que han empezado a vivir en el barrio. Otras tres familias han llegado, los niños vienen asustados de todala persecución en Colombia y aquí llegan a otra guerra, a enfrentar el rechazo de no ser de aquí, de ser diferentes.

Desde que nacieron las gemelas, la vida se nos ha pasado volando. Fuera del cole-gio hemos estado haciendo muchas reuniones de colombianos. Pero quizás lo que precipitó todo fue que en este año la violencia se ha recrudecido en Colombia, para cualquiera que tenga un pensamiento social, agravado si esta persona o familia pertenece al partido comunista. Ahora, aparte de los militares, se han organizado de forma independiente otros grupos armados; se hacen llamar autodefensas y su objetivo principal es limpiar Colombia de comunistas y de cualquiera que pueda medio simpatizar con ellos. Por eso muchas familias amenazadas decidieron huir para darle una estabilidad mínima a sus hijos. Pero la llegada a España es muy com-plicada, porque sin papeles las posibilidades de trabajo son muy precarias, solo se encuentra trabajo en limpieza y cuidado de personas. Para muchas mujeres la única opción de que les den estos trabajos es trabajar internas, librando solo un día a la semana y no viendo casi nunca a su propia familia.

Mi mamá ha empezado a trabajar cuidando a una abuelita por las noches, y por las tardes está ayudando en la consulta a un dentista colombiano. A veces tiene jornadas desde hasta quince horas seguidas; solo viene a la casa a dormir. Nosotras nos encargamos de cuidar a las repetidas. La otra noche a Malena le dio por hacer huelga y mi papá tampoco había llegado de su trabajo. Seguimos todos los pasos in-dicados por mi mamá: - Lucha, llena la bañerita de ellas de agua caliente.- Lucha se fue corriendo al baño y cuando le quité el termómetro tenía más de treinta y nueve. Fue en ese momento cuando se puso de huelga, los labios se le pusieron azules, la!mirada se le quedó blanca y parecía que no estaba respirando. En ese momento me vinieron todos los días que en Bogotá Tistana había jugado a lo mismo, así que le di

Page 228: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

el tratamiento indicado. Cuando sonó la bofetada, Malena empezó a llorar y nos pusimos muy contentas. Ya lo único que nos faltaba, que una de nuestras hermanas se fuera al otro gran viaje. Tistana vino corriendo al sonido de la bofetada:-¿Pero por qué le pegas?.-- Por lo mismo que te pegábamos a ti de chiquita; por hacer huelga.-- Ya esta lista la bañera.- Gritó Lucha desde el baño.- Tista, ve a vigilar a Bruna y ponle el termomentro, para ver si se encuentra bien.Porque ya sabes que estas dos hacen todo al mismo tiempo.- Lucha y yo tuvimos a Malena dentro de su bañera más de quince minutos. Bruna no tenía fiebre, y cuandollegó mi papá, la temperatura de Malena ya había bajado a treinta y ocho grados.

Todos los sustos, que se cogieran cualquier virus, la medicación contra las convul- siones... eran los efectos secundarios del parto traumático que habían vivido ellas y mi mamá. Los dos primeros meses prácticamente no pasaron más de dos días seguidos en la casa. El hospital que da atención a los refugiados está en Cuatro Caminos. Recién nacidas, la jefa de enfermeras visitaba a mi mamá y le decía que las diera en adopción, que ya tenía tres hijas. O que por qué no se conformaba con una, que había familias que pagarían un buen dinero por la otra. Que estas familias no tenían hijos y seguro le daban una vida mucho mejor que la que nosotros les podíamos ofrecer. Mi mamá le respondió muy seria: - Mire señora, nosotros pode-mos ser pobres ahora, pero tenemos manos para trabajar y salir adelante. A nuestras hijas no les faltará ni un plato de comida, ni educación. Y óigame muy bien, no estamos solos. Tenemos muchos amigos, abogados, periodistas. Si algo les llega a suceder a nuestras bebés, sepa usted que la señalaré por secuestro.- La enfermera no volvió a tocar el tema, pero mi mamá le cogió pavor a dejar solas a las gemelas en el hospital, por miedo a que nos las iban a robar, miedo que nos contagió al res-to de la familia. La misma enfermera había dicho que Bruna, que nació primero, había nacido asfixiada y que no había nada que hacer. Mi mamá no se lo creyó y pidió verla. Bruna estaba grave en la incubadora, pero estaba viva. Malena nació con la facilidad de ser la segunda, era más pequeña pero gozaba de más defensas. Armando estaba indignado por el trato que le habían dado en el parto a mi mamá:- Se llama violencia obstetricia, tenían que haberle hecho sin pensarlo una cesárea. Parece mentira que estemos en un hospital europeo. Con el peso de las mellizas y la edad de su mamá, lo recomendable era operar y evitar el parto tan desastroso, que las ha dejado a las tres muy débiles. Las bebés tardarán dos años en fortalecer sus defensas debido a la negligencia médica.-- Me decían que un buen parto es un parto natural.- Le responde mi mamá.- ¿Natural? No es natural traumatizar a un ser humano cuando ya hay medios paraevitar el dolor.- Armando había estudiado, al igual que nuestro círculo de médicos, en Cuba. Después había hecho una especialización en acupuntura en China. Noso-tras confiábamos en lo que él decía. La mitad del tiempo las repetidas se la pasaban ingresadas en el hospital. Cuando estaban ingresadas yo me volaba saltando la va-lla del colegio, le pedía dinero prestado a La Encarna para el transporte y ahí me encontraban mis papás vigilando a mis hermanas enfrente de la incubadora. Las enfermeras, que ya me conocían, me dejaban. Decían que las niñas me reconocían, que la alegría y el cariño lo curaban todo. Yo les sonreía y no añadía nada más porque no quería que supieran nada de mí y me daba miedo que apareciera su jefa, que había querido quitarnos nuestras bebés. Desde la ventana a través de la que me dejaban ver sus cunas, yo les decía con telepatía: “Respiren, nada de huelgas”.

Page 229: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

En muchas visitas nos acompañan Regina y Max, que viven al lado de Cuatro Ca-minos y tienen una niña de la edad de Lucha que se llama Fausta. A veces comemos en su casa y volvemos por la tarde a ver a las repetidas. Me preocupa mucho que les pase algo, muchos días me pregunto qué tan justo será traer a un niño a este mundopara que esté sufriendo. Yo no quiero que les pase nada a mis gemelas, pero tampo-co entiendo porqué el mundo funciona como funciona.

Este otoño ha sido muy doloroso. Hace menos de un mes estábamos comiendo con la familia de Alejandro cuando en el telediario pasaron la noticia del asalto al Palacio de Justicia. No pudimos casi dormir en dos días mientras llamábamos a Colombia para tener más datos. Al final, después de tres días, habían muerto más de cien personas, en un sinsentido, sin lógica... La única sensación que me queda es que algunos adultos están completamente locos, sobre todo los militares. No podía-mos creer lo que había pasado, si nos lo hubieran contado no lo habríamos creído, pero todo el mundo lo vio retransmitido por la televisión. Entraron con cañones y dispararon a matar, sin pensar en los juristas, los trabajadores, los bedeles, sus fa-milias y el dolor infinito de tan terrible acción. Todos quedamos consternado por las noticias. Nos han llamado de Colombia diciendo que hay más familias amenazadas que tienen que viajar fuera para evitar que les pase nada. Amigos abogados les han contado a mis papás que hay juristas y empleados que salieron vivos del Palacio de Justicia, pero la policía no ha dicho a dónde los han llevado. Hemos estado reuni-dos con otras familias colombianas en La Agraciada siguiendo las noticias. Todos estamos muy preocupados. En una de las reuniones, en las que se vuelve a tocar el tema de las familias, no me puedo aguantar y le pregunto a mi mamá: - Y Newton, Maya y sus papás ¿Se encuentran bien?- Mi mamá y mi papá se miran, mientras Lucha, mirándome seria y mirándoles a los ojos, también pregunta:- Rubi fue a visitar a Milena, Matías y Ana Lucía. Todavía no nos contaron qué les contó.-

Nuestros papás desvían la mirada y responden rápidamente:- Todos están bien, no hay nada de qué preocuparse. Luego les contamos en la casa.-Dando por zanjada la conversación. Nos quedamos calladas, pero no reprochamos ni les creemos; intuimos que nos ocultan algo. Ya hemos aprendido a detectar cuan-do nos mienten.

Page 230: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Justo una semana después nos vuelve a sacudir la noticia de la Erupción del Volcán Nevado del Ruiz. Las noticias informaron de que sepultó bajo la lava a todo el pueblo de Armero, de casi unos treinta mil habitantes. En la televisión es-pañola no hablaron de otra cosa durante una semana entera. Quedamos todos trau-matizados con la historia de la niña Omayra. Nuestro tío Ciro, que trabajó en las labores de rescate como voluntario de la Cruz Roja llamó por teléfono a mi mamá una semana después para contarle toda la historia de primera mano. La tragedia se hubiera podido evitar, había sido una negligencia terrible del gobierno local. Los expertos habían avisado los días anteriores de que el volcán estaba gritando: “voy a explotar, voy a explotar”. Pero las autoridades civiles pensaron que los avisos eran alarmistas. Conoció a Omayra porque estuvo en el equipo que la estuvo acompa-ñando hasta el final. Llorando le contaba a mi mamá que la niña se habría podido salvar si la Empresa Pública de Medellín hubiera prestado una moto-bomba para succionar el agua en la que estaba sumergida, pero esta empresa se negó. Mi mamá lloraba escuchando el relato, y cuando nos lo contó a todos, nos llenamos de rabia e indignación. Alejandro resumió en una frase nuestro sentimiento: - ¿Pero cómo es posible que alguien le niegue la ayuda, y más a una niña?-

Su mamá, suspirando, nos aclaró: - Los intereses políticos en Colombia pasan por encima de quien haga falta. La vida no se valora, ni la de niños, ni adultos... ni la denadie. Ustedes ya lo saben bien.-

Toda la gallada de niños colombianos en La Agraciada nos pasaríamos mucho tiem-po discutiendo y hablando del tema. Estábamos horrorizados y dolidos. Pero para-dójicamente, gracias a la desgracia de Armero, en nuestros colegios y en general en el barrio, nos empezaron a tratar mejor. Con respeto. En el colegio se trató el tema, ya todo el mundo sabía dónde estaba nuestro país. Profesores, madres... estaban igual de impactados que nosotros, y de repente se empezaron a preocupar por nues-tras vidas y a preguntarnos por qué habíamos salido de nuestro país. Pero no les podíamos contar nada porque lo teníamos expresamente prohibido. No podíamos hablar de nada de nuestro pasado con extraños. Siempre decíamos que era por el trabajo de nuestros padres, aunque cualquiera que nos conociera un poco sabría que nuestros padres tenían trabajos eventuales y casi siempre estaban buscando trabajo. Las familias colombianas del barrio, todas refugiadas como nosotros, ya habían empezado a vender libros, ropa, artesanía en el rastro, cuidar niños y ancianos. Eran los únicos trabajos que podíamos hacer sin papeles.

Cuando nos quisimos dar cuenta ya era Navidad, y todos estábamos especialmente

Page 231: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

preocupados y tristes. Mis papás no nos daban ninguna razón de nuestros amigos y tampoco teníamos ningún teléfono donde llamar. Además, hacer una llamada tele-fónica corta a distancia, te costaba un riñón. En Nochebuena, sin regalos, escucha-mos música colombiana en silencio y nos fuimos pronto a dormir. Lejos quedaron las reuniones alegres, el calor de Maputo, el humano y el del lugar. Si bien ahora ya teníamos de nuevo una gallada, el humor que nos embargaba a todos era sombrío, ya no éramos niños y nos dábamos cuenta de más cosas. Estábamos en un lugar que no nos correspondía.

Page 232: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Debido a todas las personas que han desaparecido, las violaciones de dere- chos humanos, asesinatos, persecuciones, amenazas... cada vez hay más familias que no ven otra opción que el exilio. Para organizar la ayuda de alguna forma todos los amigos colombianos y cercanos han fundado un Comité por los Derechos Hu- manos en Colombia. Desde mediados de Noviembre se reúnen todos los sábados, pero como ayer fue Navidad, decidieron reunirse un jueves, que era la fecha que mejor les venía a todos. He conseguido quedarme en casa, diciendo que me dolía la regla, lo cual es mentira pero es que hoy no quiero ver a nadie.

Han dejado la televisión fuera, sin candado, he visto varias películas con mis her- manas. Entonces he recordado que hacía mucho que no revisaba la correspondencia de mis papás. Así que he abierto el cajón donde mi mamá guarda todas las cartas y de repente he visto una carta de Salvador, con fecha de llegada de hace dos se-manas. Mientras la voy leyendo, es como si escuchara la voz de mi amigo, seria y sombría. Un sudor frío me empieza a recorrer todo el cuerpo cuando leo: “A la tristeza de que Euridice muriera tan estúpidamente en un accidente de coche, le sumamos el suicidio de Milena a los pocos días. Como saben ellas se hicieron muy buenas amigas. Euridice apoyó mucho a Milena a la vuelta en Bogotá y la estuvo acompañando a terapia. Pero Milena era como una figura de porcelana, muy frágil, no superaba la pérdida de su compañero en tan terribles circunstancias. El accidente y muerte imprevisibles de Euridice la debió sumir en la desesperación. Dejó una carta dando la custodia de los dos niños a Rubi y Kabil. Los dos viajaron a Bogotá y cerraron todos los trámites para llevárselos con ellos a Costa Rica. Que ella no tenía fuerza para criar a sus hijos, era algo que ya veníamos intuyendo desde Maputo. Desde que llegaron estuvieron arropados por la abuela materna, pero es mucha res-ponsabilidad para una señora de casi noventa años. Milena no se paraba de la cama casi nunca, prefería estar a oscuras y no ver a nadie. Solo cuando Euridice pasaba a visitarla se arreglaba y se tomaban un tinto en la sala. O cuando la llevaba en su carro a terapia. Pero la imprevista muerte de Euridice ha sido mortal para Milena. Agotada de la vida, del dolor que no cesaba, la encontró su mamá ahorcada en el baño. Fue ella la que nos llamó inmediatamente para ir a recoger a Matías y Ana Lucía al colegio. Ivanna los tuvo en su casa hasta que llegaron Rubi y Kabil a los tres días. Nos vimos todos en el funeral. Ruben y los niños también están profun-damente afectados por ambas muertes. Después de lo tensa que está la situación en Colombia por lo que pasó en el Palacio de Justicia, es posible que se vayan a vivir fuera. La situación es muy inestable y compleja. Y como saben, ellos volvieron a reunirse con su mamá, porque ella tenía un buen trabajo acá. Pero ya nada los retie-ne en Bogotá. Ruben quiere que Newton y Maya tengan estabilidad para estudiar y hacer una vida tranquila. Como puedes imaginar estamos todos conmocionados,

Page 233: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

estos son golpes muy duros para la fe y son pocas las palabras que encuentro para darles ánimos. Yo mismo no las encuentro para mí, estoy desolado. Ha sido muy injusto todo lo que ha pasado. Los cuatro niños apenas hablan, espero que dentro de su juventud encuentren el camino y amor para poder salir adelante y superar este oscuro bache.Desde aquí les mandamos un abrazo y estamos muy contentos con ese comité de reciente creación, sabemos que pronto van a llegar otras tres familias. Si como biendicen, los alquileres están baratos en su barrio, los pondremos en contacto... “

Cómo pueden pasar tantas cosas y que nadie nos diga nada. Euridice y Milena ya no pertenecen a este mundo. Todavía recuerdo la última vez que estuvimos to- dos juntos en Maputo. Todo está siendo borrado por el tiempo, el tiempo se está comiendo a las personas, nada de lo que sucedió parece existir. Todo es una gran mentira, una ilusión. Me agarro el estómago porque me duele muchísimo y no quiero llorar. Estoy mareada y tengo una rabia inmensa, quisiera gritar, pero mi voz se ha perdido en algún laberinto de mi memoria. Quiero recordar, pero solo una gran oscuridad me embarga, y mientras me agarro las piernas, empiezo a ba- lancearme hacia todos los lados. Me doy contra la pared, pero mi cuerpo no siente nada. Pienso en el silencio, en dejar de sentir, dejar de vivir. Veo y no veo, el dolor lo envuelve todo. Mi vida no tiene sentido en esta ciudad que no elegí, a la que me trajeron sin preguntarme. No me gusta mi colegio, no me gusta mi vida, no entiendo qué sentido tiene todo esto. Quiero que simplemente deje de doler todo, no entien-do a los adultos, no entiendo por qué tanto dolor, tanta violencia, tantas guerras. Si hay un sitio en el que somos felices, algo hace que nos tengamos que marchar. En Colombia, si nos quedábamos nos mataban, en Costa Rica nos dieron setenta y dos horas para abandonar el país. En Mozambique cuando teníamos una gallada, una vida tranquila, los bandidos armados desestabilizan el país, la escasez de comida, la guerra bacteriológica... El bloqueo económico empujó a mis papás a que vinié-ramos aquí. Aquí no tenemos papeles, tenemos amigos en la misma situación que nosotros, todo es una gran mierda, no quiero que nada me duela... ¿Cuándo nos iban a contar que Euridice había tenido un accidente? ¿Y cómo estarán Newton y Maya? Nunca tenían que habernos separado, somos como hermanos. Pobre Matías, pobre Ana Lucía, y sobre todo pobre Milena, el dolor fue más fuerte que ella, ahora la entiendo, el mundo es un gran agujero negro... Yo tampoco quiero perder a nadie más, no quiero sufrir más.

Page 234: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Me han hecho un lavado de estómago. Cuando me diagnosticaron malaria cerebral en Maputo por la picadura de la Tse-Tse empecé a usar gafas. Cada seis meses me hacen análisis de sangre, encefalogramas y todos los días tengo que to- marme una pastilla de Fenobarbital. Al terminar de leer la cara de Salvador me he tomado una caja entera. Cuando volvieron mis papás, yo estaba medio consciente, les alcancé a decir lo que había hecho. Me han ingresado en el área infantil del Hospital de Cuatro Caminos. Cada enfermera que pasa a darme carbón activo me regaña. No quiero hablar, no quiero decir absolutamente nada. Mi médica se ha sentado a solas conmigo:- María ¿Qué pretendías tomándote una caja entera de Fenobarbital? ¿No sabes lofuerte que es?.-- Quería morirme, sé perfectamente lo fuerte que es.- Respondo mirando a la pared.- ¿Morirte? ¿Y destrozar a tus padres y a tus hermanas? ¿Ahora que es cuando más te necesitan?.- Me sigue hablando seria con un tono de dulzura en la voz.- No me gusta mi vida, yo no elegí vivir en este mundo. Este mundo es una mierda. Cuando alguien me importa, le pasa algo. No quiero sufrir más. No quiero volver al colegio, estoy harta de que me digan “China vete a tu puto país”, de la peleas, detodo.-La médica se ha quedado callada mirándome. Suspirando, me ha tomado la mano y me ha dicho: - María, mírame a los ojos. La vida es muy dura, pero no solo para ti, no puedes ser tan egoísta. Si algo te llega a pasar le dejas un agujero enorme y do-loroso en las personas que más te quieren. Seguro que esas personas no solo son de tu familia. Es muy duro ser diferente, es muy duro crecer y no entender nada. Pero tienes que ser más fuerte, aprender y luchar. Y cuando no sepas cómo seguir, pide ayuda, habla con alguien, no te lo guardes todo tú. Los dolores, si se comparten, duelen menos. Tienes que tener a alguien en quien confiar.-

Es fácil decirlo, cuando eres grande y decides que haces con tu vida y no decide na- die por ti. La miro y le respondo desafiante:- Mis mejores amigos están a un océano de distancia y acaban de perder a sus mamás.-

La médica me hace mirarla a los ojos y me dice con fuerza:- Pues imagínate como se sentirían si ahora pierden a una de sus mejores amigas ¿Tienes derecho a ha- cer-les pasar por eso?.-

Siento como si de repente pasara un gran monstruo, con siglos de estreñimiento, seposara encima de mi cabeza y dejara caer todos los trozos de mierda atrasados.

Page 235: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cómo no he pensado en eso, soy una estúpida, rompo a llorar mientras le contes- to: - No, soy una egoísta de mierda.-

Debajo de toda la mierda, soy una cucaracha haciendo bolas, apilando bolas, ha- ciendo un túnel hacia la nada con ellas. La médica me saca del túnel y me pone un vaso de agua delante, salto dentro y empiezo a nadar, dejando atrás la mierda, la cáscara de cucaracha. Mi cuerpo queda flotando, blanquecino, pequeño, insulso, vacío. Mientras floto, escucho de lejos la voz de la médica haciendo eco: - Tienes casi doce años, tienes toda la vida por delante. Muchas cosas por aprender, por vi-vir. Ves esa niña que está en tu cuarto: Alicia. Ella sí tiene una historia triste, tiene cuatro años y no cumplirá cinco. Tiene leucemia, que es un cáncer en la sangre. Sus padres no pueden tener más hijos. Pero tanto ella como ellos disfrutan y lu-chan por cada bocanada de aire, porque saben que puede ser la última. Obsérvala y aprende de ella.-

Me he sentado en el borde del vaso a mirar a la médica. Es cierto, Alicia es una niña preciosa y dulce, que siempre me da conversación. Hemos hecho dibujos juntas, le he ayudado a leer cuentos. Le he cogido mucho cariño los dos días que llevo ingresada. No sabía qué le pasaba. Las otras cinco compañeras son de mi edad y tienen anorexia, las alimentan por sondas, dicen que no pueden engordar un gramo. La madre de una de ellas me explicó que si no la llegan a ingresar en casa se muere, porque se niega completamente a comer. Me dan pena, pero al igual que mi caso, ellas han tomado una decisión, incorrecta, equivocada, pero una decisión. Pero Alicia, con sus crespos cafes y su alegría, no ha tomado ningu-na decisión. Es triste que se vaya tan pronto.

Esta semana me han venido a visitar Regina, Max y Fausta. Me han dicho que cuando salga, puedo ir un fin de semana al mes a pasarlo con ellos. Vamos a hacer excursiones, pizzas y perritos calientes. Tienen muchos libros y dicen que sus veci- nos de enfrente, Abigail y su hijo Rodolfo, también de nuestra edad, pasarán a jugar y a compartir alguna comida con nosotros. Han sido muy amables y me he puesto muy contenta. Max edita películas en un ordenador y las pocas veces que he estado en su casa siempre he pensado que de mayor quería ser como él.

También me han venido a visitar los dos Pedros. El Pedro abogado me ha dicho que, cuando salga, vamos a ir a bailar salsa, y el Pedro periodista me ha dicho que, aunque él no baila bien, también vendrá. Mis papás me han traído libros. El que más me ha gustado ha sido “El pequeño Vampiro”. Cuando salga quiero hacer un dibujo de sus aventuras. Mi médica me ha dicho que si prometo no volver a hacer tonterías, podré estar en casa para tomar las uvas con mi familia.

Page 236: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La guardería que nos han asignado para la gemelas está en el centro de Ma- drid. Si ya era duro dejarlas hospitalizadas, cuando vamos en el metro le digo a mi mamá:-Son muy pequeñas para ir a la guardería.--En la guardería estarán mejor cuidadas que en la casa y yo empiezo a trabajar mu-chas más horas.- Responde disimulando que ella tampoco quiere dejarlas todavía, pero no tenemos mucha más elección.-

Bajamos del metro. Mi mamá lleva en su cargador a Bruna, que es más delicada, y yo cargo a Malena. Hace un frío intenso y tiene pinta de que se pondrá a llover en cualquier momento. Atravesamos una plaza y mientras preguntamos a una señora por la calle que nos han indicado. Ella Nos señala un callejón, y una cuadra más tarde nos vemos frente a un edificio de piedra gris de unas cuatro plantas. Hoy no se ve el sol por ninguna parte.

Cuando mi mamá toca al timbre, miro la pared hacia arriba y las nubes cada vez están más negras, en cualquier momento nos agarra el aguacero, huele a tormenta. Nos abre la puerta una señora alta y huesuda, que con la mirada dura pregunta:- ¿A quién buscan?.- - La trabajadora social nos ha asignado esta guardería.- Responde mi mamá titu-beando. - Bien, los bebés están en la cuarta planta.- Responde, con tanto hastío que las palabras caen de su boca como resbalando por error. Mi mamá me mira y me dice con la mirada tranquila que todo irá bien. Subimos con ella a la cuarta planta, y al abrir la puerta de la sala donde se encuentran los bebés, le pilla la mano a uno que justo gateaba detrás. El niño empieza a llorar desconsolado, lo alza de un brazo como si fuera un muñeco, sin pensar en que le puede dislocar el hombro, mientras nos dice: - Lo voy a meter en su cuna, si se estuviera quieto donde tendría que estar, nada de esto habría pasado.- Miro a mi mamá con cara de pánico, pero ella me dice con la mirada que seguro que fue un accidente. Al entrar a la sala un fuerte olor mezcla de orín y caca nos da en toda la cara. Toda la habitación está llena de bebés, hay cunas con más de uno mientras otros por el suelo. Las caras sucias, los babis manchados de leche o flemas... Como si oyera lo que estamos pensando nos indica: - Somos poco per-sonal y no damos abasto. A los niños no les gusta estar solos, a dos por cuna se hacen más compañía.- Suelta al niño machucado, que no ha parado de llorar en todo este tiempo en una

Page 237: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

cuna donde ya se encuentran otros dos bebés. Mientras busca donde poner a las nuestras, se acuerda de un parque y nos lleva hasta él, mientras nos indica:- Pueden dejar a sus niñas ahí.-

Miro a mi mamá deseando que no sea cierto. Para mí todo lo que estoy viviendo es como una película de terror. Ella, bloqueada, deja a Bruna y me ayuda a des-cargar a Milena. Al ver que las vamos a dejar, en seguida se ponen a bramar con todos los pulmones. Mi mamá me toma de la mano y le da las gracias a la señora. Ella añade: - Ahí las encontrarán sanas y salvas cuando vuelvan. Un poco de llan-to no le viene mal a los niños, ensancha los pulmones.-

Tengo los ojos aguados mientras bajo las escaleras y miro al suelo. Mi mamácamina a mi lado y no me dice nada. A una cuadra de la guardería entramos en una cafetería para desayunar. La miro muy seria y le pregunto: - ¿Tú crees que estarán bien ahí las fotocopias? ¿Has visto como trató al niño machucado?.-

Mi mamá se queda callada, se toma el café y me mira diciendo: - Tienes razónMaría, ahí hasta las cinco de la tarde que las recojamos les puede pasar cualquier cosa. !No sé como lo haremos, pero en esta guardería, aunque sea becada, no las dejamos. Parece más un aparca niños que una institución educativa.-

Me pongo a reír y a llorar porque el miedo y la tristeza, la alegría y la frustración previa se mezclan en mi cabeza. Pagamos corriendo el café y mi mamá se inventa una excusa muy buena. Recogemos nuestras gemelas y volvemos a la casa. Porla noche, al contarlo veinte veces, todos nos reímos con la situación. Sin embargo, mientras no encontremos otra guardería, me tendré que quedar algunos días enla casa sin ir a la escuela. Como tampoco es que se diga que me apasione ir a laescuela y las asignaturas las preparo por mi cuenta, mi mamá dice que le dirá al !director que tengo el sarampión. Eso nos dará un margen de tres semanas pararesolver la situación.

Page 238: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Al l Retiro vamos a veces con Magdalena y su bebé de meses: Angelita, que se lleva de perlas con las gemelas. Mi mamá prepara un picnic a lo colombiano, de frijoles con arroz o arroz atollado, servido directamente desde la olla. Si estuvieran mis tías de Bogotá me darían la razón en que no solo hacemos el “oso” cargando las ollas a mano desde La Agraciada, la gente en Madrid no va con ollas por la calle. Sino que además es poco práctico. Lucha, Tistana y yo le hemos suplicado que nos haga para estos días unos simples bocadillos de perico. O casi mejor, que le com-premos al vecino gallego del bar de debajo de la casa unos bocadillos de boquero-nes, que son nuestros favoritos. Pero ella quiere llevar comida de verdad y no hay quien la convenza de lo contrario. Mi papá, que para esas cosas es muy tranquilo, ayuda a cargar y no opina ni a favor ni en contra. Cuando la otra noche le pedimos las tres que se posicionara, nos respondió: - Niñas, es que yo soy estoico.-- ¿Y eso qué es?.- Pregunto Tistana.-Es una forma de pensar, una filosofía. Cuando vayan a la biblioteca busquen en la enciclopedia el término y así lo entenderán.- Nos responde, dando por zanjado el conflicto.

Más tarde esa semana buscamos en la biblioteca la definición de “estoico” y lo úni-co que llegamos a entender es que mi papá no se posicionaba frente al tema ollas o bocadillos porque, según decían los estoicos, cada uno opina marcado por sus costumbres. Era evidente que mi papá había ido a picnics con ollas desde chiquito, y aunque se pudiera habituar a los bocatas, para él todo estaba bien como estaba.

Page 239: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hemos roto ya tres carritos llevando a las gemelas a la guardería en mitad del descampado de La Agraciada. Es una guardería muy buena, les hacen un se- guimiento con fotos todas las semanas y cada una tiene su álbum. Les dejan experi-mentar y las tienen súper consentidas. Ya ellas Con casi un año tienen ya sus mañas, sus mejores amigos y un carácter de los mil demonios. Antes de ir a la escuela, entre las ocho y nueve de la mañana, las tenemos que dejar allí. Pero todas las mañanas es lo mismo. María no pierde los nervios, pero es que a mí no me gusta llegar tarde. Entre ellas y Tistana hay mañanas que me pondría a llorar. Si llego tarde, después me tienen castigada en la hora del recreo. Nosotras nos levantamos a las siete y nos duchamos en cinco minutos. Mi papá ha dejado el desayuno hecho para todas y los teteros para las repetidas. Solo tenemos que calentarlos al baño maría. Mientras yo los caliento, María les hace un lavado de gato, les cambia el pañal y tiene prepa-rada la ropa para cuando terminen el tetero. Yo llego con los teteros listos, tomo a Malena, que se porta un poco mejor, y se lo enchufo. María hace lo mismo con Bruna, que normalmente se lo toma sin problemas, pero a veces le da por jugar o apretar los dientes. Una vez se los han terminado, toca la pelea de todos los días: ponerles la ropa. Las dos se miran a los ojos y al mismo tiempo cruzan los brazos por encima de la tripa para evitar que les pongamos la ropa. Todos los días la mis-ma historia. Al final, forcejeando con una y con otra, conseguimos vestirlas. Y ya queda un cuarto de hora para las nueve. Salimos pitando con los carritos y con los dos demonios. María empieza a correr que se las pela y la adelanto mientras le saco la lengua. Malena va gritando feliz en su idioma y se ríe. Mira a Bruna y le abre y cierra las dos manos diciéndole que venga. Bruna la mira desde atrás y hace el mismo gesto. Nosotras ya estamos acostumbradas a las rarezas de las gemelas. Le saco apenas dos metros de ventaja hasta que llegamos al descampado, y entonces María empieza un sprint y me grita: - Gallina la última.- Acelera a carcajadas y nos saca de repente cinco metros de ventaja. Llego primera. Al entrar las dos a la clase con las repetidas, Juli nos mira con una sonrisa:- ¿Quién ganó hoy?--María, que es una tramposa.- Le contesto. Desatando y quitándole el abrigo a Mal- ena. María me pica un ojo y me vuelve a sacar la lengua. Está encantada, y me reta!mientras deja el abrigo de Bruna:- No te pongas así Lucha. A ver quién llega pri-mero al colegio, que ya son las nueve.-

Page 240: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Le he enseñado a las repetidas a abrir la puerta. Así cuando toquen al timbre, ya se encargan ellas de hacer esa tarea y yo puedo seguir concentrada leyendo mis comics de Astérix. Hoy María consiguió abrir con un alambre el candado del arma-rio de la televisión, así que con Lucha hemos decidido ver la telenovela. María tiene que irse al mercado y las repetidas están durmiendo la siesta. Estamos enganchadas a “Doña Bella”, que cuenta la historia de una mujer muy hermosa, que por culpa de su belleza es secuestrada y forzada. Su familia y su novio la repudian por ello y ella decide ganarse la vida creando una casa donde organiza fiestas y recibe admi-radores. Y no es de extrañar porque es muy bella. Si las repetida siguen durmiendo podemos ver la telenovela sin problemas. A mis papás no les gusta que veamos te-lenovelas porque dicen que se nos llena la cabeza de cucarachas. Y por eso mi papá guarda bajo llave la televisión. Pero lo cierto es que tampoco nos dejan ver muchas series porque dicen que es “propaganda capitalista” y nos lava el cerebro. Con Lu-cha a veces vamos a casa de Alejandro a ver “El gran Héroe Americano”, porque es muy chistoso y nos reímos mucho. Es un anti Superman, pero por más que se lo hemos contado a mi papá, dice que de ninguna manera. Que miremos solamente el nombre de la serie. Como él no quiere tener una hija que le salga fascista por la presión que nos rodea, decide elegir qué vemos y qué no vemos en la televisión. Menos mal que está más relajado con los cómics y libros. Hoy llegará del trabajo sobre las siete. Mi mamá no creo que llegue antes de las seis, así que tenemos el tiempo justo.-

Page 241: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estoy pensando en crear un grupo de danzas colombianas con toda la gallada, mezclándolos con niños del barrio. Va a ser una buena forma de que se integren con los niños del barrio y sus padres nos conozcan. El primer año no ha sido fácil para nosotros. Fue un error hacer que las niñas hablaran en portugués dentro de la casa y en inglés en el colegio. Porque al llegar acá no hablaban ni uno ni otro idio-ma y los otros niños se burlaban de ellas. Por lo menos María no había perdido el castellano, pero Lucha y Tistana estaban perdidas los dos primeros meses. Cuando ya tomaron la costumbre de lectura, eso se reguló. Voy a ver si las escuincles han preparado el guiso para los frijoles que les dejó cocidos el papá. María tenía hoy el encargo de hacer toda la compra de verduras, frutas y petit suisse para las gemelas. Tengo que pasar a recoger por la tienda los vestiditos que les cosieron y bordaron Judit y su mamá. Por lo menos ahora ya podemos llegar a final de mes y lo que nos quedó del puesto de helados del verano lo podré completar ayudando a Nairo en la Clínica Dental que acaba de montar en Legazpi. Al final uno aprovecha todos los conocimientos que va adquiriendo por el camino: las nociones de enfermería básica que aprendí en el colegio de mi mamá me sirvieron en el Amazonas como primeros auxilios, para guerrear con mis diablitas y en Mozambique para ayudar a las vecinas. Y ahora la formación que me está dando Nairo me permitirá conocer los básicos de la odontología para pasarle los materiales. María es muy chistosa y el otro día me dijo levantando la vista de un libro de Edgar Allan Poe:- Mamá, pareces prima de Berenice.--¿Y eso por qué?.- Le contesté intrigada.La malona respondió, cagada de la risa: -Porque antes incluso de trabajar con Nairo ya estabas obsesionada con los dientes. Es lo primero que le miras a todas las per-sonas que conoces. Manía que nos has pegado.--Una buena dentadura, o por lo menos una cuidada, es una garantía de salud.- Le respondo, no entendiendo exactamente qué le hace tanta gracia. Lucha se adelanta a explicarme: - El primo de Berenice le arranca todos los dientes en un ataque de amor, mamá. Como tú cuando atabas nuestros dientes con una cabuya a una puerta y la cerrabas.--Ustedes tienen una imaginación prodigiosa, yo nunca hice eso.- Otra cosa no, pero las!niñas van sobradas de imaginación, recuerdan má

Page 242: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá debía estar a punto de llegar y le dije a Tistana que guardáramos la televisión, pero me ha dicho que en un ratito, que todavía es pronto. Abren la puerta sin llaves. María se la tuvo que dejar abierta, así que cuando la pille se va a enterar.- ¡Buenas tardes! Niñas ¿Por qué esta la puerta abierta?.-Mierda, pillada absoluta, llegó mi mamá. Le digo a Tistana con gestos y una mira-da rápida que nos hagamos las dormidas, que es el último recurso en una situación como ésta.- ¡No me lo puedo creer! ¿Otra vez sacaron la televisión del armario? No se hagan las dormidas, que ésa ya me la sé. Después hablamos; ¿Dónde están las repetidas?--En el cuarto, durmiendo la siesta.- Acierta a decir Tistana.Desde el fondo del pasillo oímos a mi mamá bramando:- Aquí no están, abran to-dos los armarios, revisen debajo de las camas, mesas, dentro de las maletas y en la terraza.-

Page 243: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

María salió. Tista y Luchito están viendo la caja tonta, como dice papá. Mamá no está y papá tampoco. Hemos decidido ir a buscar a María. Tista nos enseñó a abrir la puerta. Miro a Malena y le digo: -Shsss, shito y chaqueta.- Nos ponemos las chaquetas, atravesamos el salón, abrimos la puerta. Al llegar a la calle, le digo de nuevo a Malena: - Dame la mano.- Nos damos la mano y vamos a buscar a María.

Page 244: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Coño, las repetidas.- Casi me da un vuelco el corazón cuando he visto a las repetidas cruzando la calle del taller de Santi y subiendo la calle hacia el mercado. Le he dicho a Doña Adelita:- Adelita, espéreme aquí un momento que ahora mismo vuelvo.- Y me he cruzado la calle sorbiendo los vientos. Me he plantado frente a ellas, que son dos retacos y no tienen todavía el año cumplido, y ahí van tan resuel-tas solas por la calle:- Buenas tardes tengan ustedes dos, par de fotocopias. ¿Hacia dónde van?.- Al ver-me me sonríen las dos: si es que son más salás.Y Bruna me dice muy seria:- María, mercado.-Vaya, deben de habérseles perdido a Maria. Voy a llevármelas a la tienda y después veo qué hago: - María viene ahora, vengan a jugar a la trastienda mientras las reco-ge. Tengo una pelota.- Malena sonríe y dice que sí dándome la mano. Bruna la mira seria, pero al final me da la suya. Ahora tengo la tienda llena de gente encargando los uniformes del colegio. Las siento en la alfombra de la trastienda con la pelota y muchas cajas y me pongo a atender a las clientas, no se me vayan a enfadar.

Page 245: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estaban a punto de atenderme en la frutería cuando ha llegado mi mamá co- rriendo con los ojos cambiándole de color, que ni de pequeñitas cuando hacíamos trastadas le cambiaban tan rápido.- Qué desea.- Oigo que me dice el frutero como desde una tercera dimensión.-Se escaparon, se escaparon...- A mi mamá le falta el aire, no está nada en forma.- ¿Quién se escapó, mamá?.- Le pregunto escéptica, mientras le digo al frutero.-Atienda a otra persona, ahora le digo.-- Ya haces la compra después, tenemos que encontrarlas.- Está claro que lo de ha-blar en clave no lo va a superar en la vida. Paciente le digo: -Vale mamá, pero ¿A quién tenemos que encontrar?-- A las repetidas.- Esta mujer está fatal de lo suyo, las repetidas están en la casa con Lucha y Tistana, durmiendo la siesta. - Mamá, están en la casa durmiendo la siesta, no te preocupes.-- Ya estuve en la casa y no están. Cuando llegué estaba la puerta abierta y hemos buscado por todas partes. Sus hermanas se quedaron allá por si alguien las encontra-ba y las traía de vuelta.- Me responde, hablando más rápido que en un trabalenguas.- ¿Cómo que se han escapado? Lucha y Tistana me van a oír por irresponsables.-- En este momento eso es lo de menos; hay que encontrarlas.- Ahora la que tiene el corazón en la boca soy yo. Mis repetidas, las puede atropellar un carro, un bus, una moto, nos las pueden robar... Si no aparecen ahora sí que me muero, pero de un ataque cardiaco. Bajamos la calle hasta la mercería de Judit:- Judit, ¿Has visto a mis hermanas?.- Judit se lleva la mano a la cabeza y suelta uno de sus clásicos: - Coño María, que si las he visto. No iban las condenadas zalamerasandando solas por la calle como si fueran mayores. Ahí las tienen en la trastienda jugando.- Mi mamá se va corriendo a la trastienda, y cuando llego las tiene a las dosabrazadas dándoles una ducha de lagrimas.

Page 246: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Malena sale corriendo directa a la piscina de la urbanización donde viven Antonia y Pedro. No tiene dos años y corre como una maldita. No, la niña no puede meterse en la piscina de los chiquitos, tiene que ir corriendo a donde está más pro- fundo. Ve el agua y salta, vestida. No tengo tiempo para pensar, solo voy corriendo detrás de ella. Me tiro de cabeza y veo cómo esa loquita va descendiendo bajo el agua hasta el fondo. Nado lo más rápido que puedo, la tomo por las axilas bajo el brazo izquierdo y subo lo más rápido que puedo a la superficie. Afuera todas las madres están gritando. Me ayudan a sacarla, el socorrista le hace el boca a boca y el trasto empieza a echar agua como una fuente. Me siento a su lado. Cuando em- pieza a llorar, la tomo en brazos y me la llevo a la mesa donde estamos comiendo. Las mujeres me miran y se miran. Sé perfectamente lo que están pensando. Me tiré completamente vestida al agua. Mi pantalón amarillo, no solo está empapado, tengo la regla y entre las piernas el manchón rojo ya llega a las rodillas. Si piensan que me voy a preocupar por una estupidez así, están locas. Mi hermana ha estado a punto de ahogarse. Toda lo demás me da igual.Cuando llego a la mesa, mi mamá toma a Malena, mientras Antonia me lleva a su casa y me ofrece ropa para cambiarme. Me alegro de que no haga ningún comen- tario sobre lo que ha sucedido y me deje cambiarme a solas.

Page 247: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Desde las seis de la mañana empieza a sonar la máquina de coser en la casa, hasta las once de la noche. La han comprado mis papás con el dinero que han aho-rrado para poder coser en la casa para grandes tiendas. Ahora están confeccionando bañadores de caballero para dos grandes almacenes. Por cada pieza les pagan dos-cientas pesetas. Mientras uno de los dos cose, el otro va preparando todas las piezas del patrón. Nosotras nos levantamos, nos encargamos de las repetidas y nos vamos a la sala para no molestar. Los días que tienen otros trabajos fuera de la casa y no tenemos colegio, nos quedamos haciendo dibujos o leyendo.

Esta mañana estábamos esperando que el butanero nos trajera el gas, y cuando ha sonado el timbre he ido con el dinero a la puerta. Al abrir el señor me ha mirado raro. Le he pedido:- Necesitamos solo una bombona, gracias.-

Tengo la puerta entreabierta, pues ese señor no me genera ninguna confianza. Me mira y me dice, mientras me desabrocha un botón de la camiseta que llevo pues- ta:- ¡Pero qué guapa te has puesto!.- Y me toca la cara. Yo retiro la cara y le doy el dinero, mientras le digo:-. Deje la bombona llena ahí, donde está la vacía, gracias.-Me mira otra vez el pecho, mientras que con una voz demasiado dulce que me irrita los oídos pregunta: - ¿Tus padres no están en casa? Bonita....- Mientras in- tenta abrir un poco más la puerta.Yo aprieto con el pie la puerta por detrás, para que no la pueda abrir. Estamos so- las, pero eso ya sé que no lo puede saber. Le respondo seca y empezando a cerrar la puerta: - Sí, mi madre está durmiendo en este momento, porque trabaja de noche. Buenos días.-

Page 248: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Lucero es la paloma que rescatamos en la sierra cuando nos vino a visitar mi tía Zoe. Tenía un ala rota y la cuidamos hasta que se recuperó. Después ha ido vo- lando por los pinos y ha vuelto por las noches a la casa. A veces, cuando vuelvo a la casa por la calle, baja volando y se me posa en el hombro. Los otros niños se quedan flipados y les explico que es que Lucero confía y está agradecida porque le curé el ala. A veces, cuando esta anocheciendo, la llamo desde la terraza: - Lucero, lucero.- Y al rato llega y se me para encima de la cabeza. Le he tomado mucho cariño. Cuando la tía Zoe vuelva de su gira por Europa se va a sorprender de lo re-cuperada que está. Lo cierto es que no hemos tenido mucha suerte con los animales que hemos tenido hasta ahora. Lucero es libre y quizás por eso está mejor.

Primero tuvimos un canario que no sabía cantar, entonces mi papá se fue al rastro y volvió con una cinta de casete llamada “El canto del ruiseñor” y se la pusimos varias veces. Al final el canario se aprendió todas las canciones y solo dejaba de cantar por la noche cuando le poníamos su mantita por encima de la jaula. Pero un día amaneció muerto. Y nos quedamos muy tristes. Lo enterramos en el campo.

Después tuvimos un pollito muy simpático, Ramiro, pero un gato del tejado entró a comérselo por la noche y le hizo un rasguño mortal en el cuello. Por la mañana, llorando, le enseñé el pollito a mi mamá: - Mamá, mira lo que ha pasado. ¿Qué ha-cemos?.- Mi mamá, que se crió en el campo, lo miró bien y me respondió:

- María, Ramiro está agonizando. Le queda poco tiempo de vida y está sufriendo. Es tu pollito. Tú verás si dejas que se alargue su agonía o le ayudas a morir. Yo no lo puedo hacer, porque si lo hago me vas a odiar toda tu vida. Es tu responsabili- dad. Tú decides.-

Es cierto que la odiaría, no quiero que mi pollito sufra innecesariamente. Llorando me acuerdo de mi abuelita, de los días de sancocho. Recuerdo cuando me dijo:”- María, hay que hacerlo rápido y evitar que sufra el animal.- Miro a Ramiro y le debe doler mucho. Con determinación hago clic con su cuello y rompo a llorar durante dos días seguidos. Tengo sueños con Ramiro. En unos me da las graciasy en otros está bravo conmigo. Yo en todos los sueños me siento culpable por no haberlo cuidado mejor y protegerlo de los gatos. Por quitarle la vida. Ahora me siento culpable por todo.

Ulises, el papá de Judit, cuando supo lo que había sucedido nos regaló un conejo café,que le pusimos Cafecito, en honor a su color. Nos pusimos muy contentas

Page 249: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

cuando lo trajo. Y antes de irnos de campamento Cafecito ya estaba muy grande y muy gordo. El primer domingo que volvimos Judit nos invitó a comer a todos una paella. Cuando le preguntamos a mi mamá dónde estaba Cafecito, nos dijo que Uli-ses se lo había pedido para preparar la paella y que ella no se había podido negar. Cuando la escuchamos dejamos de comer. Y nos fuimos a sentar en silencio debajo de un árbol. Por primera vez en mi vida me había sentido como una caníbal y le he dicho a mí mamá que no quería volver a comer carne. Ella me ha dicho que eso será cuando yo ya no viva en su casa. Así que cuando yo viva en mi casa, no comeré carne. O por lo menos nunca comeré conejos.

Joaquina, la amiga de Anastasio, nos pidió que cuidáramos ese verano también a su tortuga Florencia. Mi mamá le avisó de que solo podíamos dejarla en la terraza y que había algunos gatos por los tejados que ya nos habían causado alguna baja en las mascotas de la casa. Joaquina dijo que correría el riesgo. Nosotras nos preocu-pamos mucho. Así que todas la mañanas íbamos corriendo a la terraza a comprobar si Florencia seguía a salvo. Es una tortuga muy grande. Un día antes de que volvie-ra Joaquina a recogerla, entramos a la terraza y Florencia no estaba dentro del capa-razón. Tenía un rasguño y el diente de un gato clavado en la concha. Nos pusimosa llorar. Y dejamos el caparazón envuelto en una cobija para entregárselo al día siguiente a Joaquina.

Esa noche le contamos a las repetidas las historias que nos contaba Dayami cuan- do éramos chiquitas. Muchas de esas historias ahora las tenemos por escrito en un libro que nos regaló mi mamá y que se llama “Cuentos y leyendas de los Chibchas”. En una de las historias consiguen que uno de los mejores guerreros vuelva de la muerte a la vida otra vez. Al terminar de leérsela, Bruna dice en voz alta: - Ojalá sucediera eso con Florencia.-Todas asentimos y nos vamos a dormir. Esa noche soñé que Florencia iba en una barca, desnuda y sin su caparazón. La barca iba de un lado al otro de un río, ella remaba. Cuando me desperté se lo conté a mis hermanas. Sugestionadas por la últi-ma historia que habíamos leído y el comentario de Bruna, todas habíamos so- ñado con Florencia. De repente escuchamos a mi mamá y a Joaquina riendo en la cocina. Cuando vamos a desayunar, Joaquina nos agradece al vernos, con Florencia en la mano toda lozana y vestida con su concha: - Muchas gracias, chicas, por cuidar tan bien de Florencia. Otro viaje que haga os la dejo de nuevo.- Nos miramos todas serias sin saber qué decir. Como mis papás han estado tan liados no les!habíamos dicho nada de la desaparición de Florencia, ni de la concha vacía. Antes de que pueda pensar nada más, Malena le responde a Joaquina:- Mejor buscas un lugar más seguro para Florencia, Joaquina. Porque ha estado a punto de morir.- Mientras le señalaba el lugar donde todavía estaba el agujerodonde estuvo el diente clavado del gato.

Por eso no queremos que Lucero se amañe mucho con nosotros, no vaya a ser que uno de esos gatos del tejado que son salvajes le hagan daño. Al final del veranola tía Zoe volvió feliz de Italia y le contamos que Lucero todavía seguía visitándo-nos aunque estaba curada. Ese anochecer, cuando Lucero volvió, la tía la espantó de la terraza con una escoba: - Váyase, váyase, Lucero. Siga con su vida, vuele por el mundo. Aquí no la queremos. Esta no es su casa. Váyase por el mundo. Fuchi, fuchi, chao.-

Page 250: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Todas estabamos en la sala, sin salir a la terraza, mirando desconsoladas como Lu- cero planeaba en dos círculos por encima de la terraza y después ascendía volando hasta perderse en la noche. Esa noche no le dirigimos la palabra a nuestra tía, ella decía: - Que estas hijuemadres sigan bravas conmigo, pero ese animal necesita volar y ser libre. Si sigue por aquí cualquier desalmado de esos con escopetas de perdices o tirachinas me la mata. A la larga entenderán que es lo mejor para el animal. A la larga lo entenderán. Ya lo verán.-

Page 251: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Madonna es la mejor cantante del mundo, ahora con Nuria y Silvia hace- mos todas las coreografías en los recreos. Es la única cantante que les gusta que no toque calorreo. Casi todos los días traen en el loro cintas de Los Chunguitos y Tije-ritas. Si quiero que me acompañen a hacer una coreografía de Madonna, tengo que hacer todos los bailes de Carmen, Dame Veneno o Él se tiene que ir, de Tijeritas. A mí me gusta muchísimo más la Isla Bonita de Madonna o Material Girl, pero con ellas no hay modo. O hago primero los bailes de rumba o ná de ná.

Los recreos nos los pasamos jugando a churro, media manga, manga entera. Al res-cate. Y los descansos del comedor nos vamos detrás del pabellón de los gran- des a jugar a Beso, Verdad y Atrevimiento. Casi siempre jugamos a verdad y atrevimien-to. Hoy me ha tocado: - A que no te atreves a ponerte un pétalo de amapola en el pezón y luego tirárselo a un chico.-- Claro que me atrevo.- Les he dicho enseguida, aunque la verdad es que me da mucha vergüenza.

Al final se nos ha olvidado la segunda parte de la prueba y por la noche, cuando me iba a poner el pijama, han caído al suelo los dos pétalos de amapolas. Los he metido como marcapáginas del libro que me tiene entusiasmada: “Gretchen se preocupa”

Muchas de las cosas que le pasan a Gretchen me pasan a mí, es muy raro crecer. Desde que me bajó la regla, tengo que llevar sujetador y cada vez es más difícil disimular mis pechos. Para colmo mi mamá dice que uno tiene que mirar de frente y tener erguida la espalda. Que eso de andar como todas mis compañeras con los brazos hacia delante, solo te destroza la columna.

Así que de no tener nada de pecho, tuve que acostumbrarme a andar erguida, con las dos montañitas saludando. Lo cual ha ocasionado todo tipo de bromas y comen-tarios entre mis compañeros de clase. Pero prefiero aguantarme los comentarios a que me salga joroba, como me ha dicho mi mamá que me pasaría si no le hacía caso.

Page 252: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hoy es uno de esos días que estamos los siete en la casa. Mi mamá nos ha preparado arepas con una arepa harina que nos mandó mi abuelita Flora desde Co- lombia, también huevos pericos y chocolate. Después de desayunar compartimos el sofá y la cobija. Cada uno lee el libro con el que está últimamente y las repetidas van de un lado para otro con sus peluches, poniéndoles trapos que han sobrado de la costura...

Dentro de poco habrá elecciones municipales y mi papá no puede votar, pero dice que si pudiera, votaría por los comunistas. Pero todavía no podemos votar, si más adelante tramitamos la nacionalidad, sí. Por ahora tenemos el estatuto de refugiado, que tardaron más de cinco años en concedérnoslo. No tenemos permitido viajar a Colombia, ni participar en actividades políticas de ninguna índole en España. Pero seguimos con muchísimo interés las elecciones y debates toda la familia.Nos asombra que aquí la gente se pueda manifestar sin peligro, que no maten a na-die por sus ideas. Mientras comemos, en las noticias el Telediario han ido saliendo noticias de todos los partidos que se presentan en campaña. Todas estamos atentas y cuando habla Julio Anguita, que es el favorito de mis papás. Malena, que ya tie-ne tres años, mira a mi papá muy seria y le pregunta: - Papi; ¿Los comunistas son ricos?.- Mi papá la mira extrañado mientras le responde: - No, Malena, los comu-nistas no suelen ser ricos. Son obreros como nosotros.-Malena mira a Bruna, Bruna mira a Malena, y como si las dos pensaran lo mismo y se comunicaran telepáticamente, responde Bruna: - Pues si no son ricos, cómo pretenden sacar al resto de mundo de pobres.-

Las tres mayores hemos soltado la carcajada mientras las abrazábamos y besába- mos. Mis papás también se han reído, pues es muy difícil contestar a ese argumen-to. Si las culicagadas se las gastan así con tres años, no sabemos la que se nos viene después. Está visto que lo de nacer abuelas tiene algo genético.

Page 253: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Angelita estaba de vacaciones con su papá en Portugal. Magdalena tuvo que quedarse trabajando todo el verano en el puesto de helados. Cuando hemos vuelto de las clases de natación mi mamá nos ha dicho:- Busquen entre su ropa que tengan de color negro, o en su defecto de color blanco. Ha sucedido una desgracia.-

El cementerio de La Almudena es muy grande y en la capilla estaban todas las familias. Solo sabemos que un camión de muchas ruedas sacó de la carretera a An-gelita con su papá. Murieron en el acto.

En el centro está el pequeño ataúd de Angelita, y Magdalena sentada a su lado congafas de sol.

En silencio, no hay nada que decir, no hay consuelo posible. Angelita, nuestraamiguita de tres años, se ha ido demasiado pronto.

Page 254: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

He cumplido quince años. Mi mamá no para de decir que si estuviera en Co-lombia me harían una gran fiesta y en el primer vals me sacaría a bailar mi abuelito León. Que estaría toda la familia y que tendría que llevar un vestido sin mangas, de esos de palabra de honor. Yo la dejo hablar, mientras pienso que por una vez me ale-gro de no estar en Colombia. Lo hemos hablado en la gallada y me han contado que las fiestas de quinceañeras es donde se presenta a las chicas en sociedad para que busquen marido. Sé que el objetivo de mi familia no sería ese, pero lo de tener que ser una “niña” de esa manera, no pega nada conmigo. Me sentiría como una mosca en leche. Ahora me gusta vestir de negro, llevo una camiseta de The Cure casi todos los días. Y no me pondría por nada del mundo un vestido de palabra de honor.

El día de mi cumpleaños mi papá me ha despertado con serenata en la cama, mien-tras mi mamá me ha traído el desayuno. Eso sí que me ha encantado, pero lo que no me esperaba ha sido cuando me han anunciado:- Tienes que arreglarteesta noche porque Antonia y Pedro te van a llevar a cenar a un sitio muy especial para celebrar tu cumpleaños. A las ocho de la noche te recogen en coche.-

No sabía qué ponerme, y al final me he puesto un vestido negro y unas mallas, me he pintado un poco los ojos de negro y un poco de cacao. Cuando Lucha me ha visto me ha dicho: - Pareces de la familia Adams.-- Gracias.- Le he contestado, contenta de cumplir con mi objetivo.Cuando mi mamá me ha visto casi pega el grito en el cielo, pero mi papá le ha ha recordado con la mirda que era mi cumpleaños. Así que no ha dicho nada.

Cuando llegamos al restaurante, nuestra mesa estaba en una cueva, los cama- reros iban vestidos como egipcios “con el torso descubierto”, que es como me ha dicho Antonia que se dice después de que yo exclamara:- ¡Van sin camiseta!-La comida eran muchas ensaladas y un trozo de carne que se cocinaba en una pie- dra. Todo estaba riquísimo y Pedro ha insistido en que ya podía probar el vino.

Al volver a la casa, Lucha me ha preguntado qué tal. - La comida muy rica, pero los camareros tienen que ir con falda y sin camiseta. Yo no sé si me gustaría trabajar en un sitio donde me hacen quitarme la camiseta.- -¿Les pagarán bien?.- Pregunta curiosa.- Ni idea, pero ¿Y en invierno cómo hacen?.- Es Junio y estamos a veinte grados, pero Antonia me contó que en invierno también trabajan así.

Page 255: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Deben de ser alrededor de las seis de la tarde cuando mi mamá se levanta de la siesta. Este clima húmedo deja un rastro pegachento, un olor persistente por toda su piel. Se ha cocinado durante las últimas dos horas en su propio caldo y por el tono de su piel, se podría decir que la carne está más que tierna para una sopa. Medio entre sueños, ya se estaba preocupando de que las dos nenitas, no habían hecho ni un solo ruido, como era su costumbre. Era muy raro que no dieran señales de vida por toda la casa. ¿En qué andarían? Las conocía bien, ya habían pasado tres años desde que las trajo al mundo. Bruna tomaba las decisiones importantes y Malena era la zalamera que ejecutaba las decisiones de la otra. Las gemelas eran un mundo aparte, único e indivisible, y mientras una actuaba la otra la miraba dis-traída, como en otra cosa, pero quien las conocía bien sabía que actuaban como una sola persona. No tenían un año cuando se pasaron más de una hora en silencio y las encontró debajo de la mesa, de pie, con toda la espalda apoyada contra la pa-red, los pantalones llenos de polvo, las manos escondidas. Cuando las separó de la pared tenían los dedos hasta la mitad bañados en leche de tiza, y ocultaban un gran agujero de más de quince centímetros de diámetro que habían hecho rascando la pared y que llegaba hasta el muro de ladrillo. Se habían estado comiendo la cal de las paredes. ¿Pero dónde se habrían metido esta vez? Llamó a todos los de la casa, y después de dos horas, Tista grito: - ¡Las encontré!.-Todos corren al cuarto: estaban sentadas en el fondo del armario ellas dos, en sus dos banquitos, mirando hacia la puerta y con sus mochilas puestas. Sorprendidas, los miran a todos con una mezcla de sorpresa y alegría infinita:- ¿Ya llegamos a la casa de la abuelita Flora? ¡¡Uy¡¡ mamá, cómo hiciste para llegar!antes que nosotras, se tarda mucho en cruzar todo el Atlántico. Nosotras llevamos un ratotote y tú ya llegaste. ¿Cómo fue que nos adelantaste?-

Page 256: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Atenea y Aristóteles vinieron a la casa porque la perrita de una compañera de trabajo de mi mamá había tenido cachorros y los quería tirar por el desagüe.Mi mamá le dijo que no lo hiciera y se los trajo para la casa. No tenían ni dos días cuando llegaron. Mi mamá no estaba preparada para la alegría y revuelo que mon-tamos. La veterinaria del barrio dijo que era importante que tomaran su leche en biberón cada cuatro horas. Y que tenían que estar muy calienticos todo el día. Con las repetidas les montamos una casita con una manta de borreguito vieja y una bol-sa de agua caliente que se la cambiamos cada dos horas. Y debajo de la manta les hemos puesto un reloj despertador para que piensen que es el corazón de su mamá. Nos tenemos puesta una alarma para que no se nos olviden los biberones. El primer día, cuando les íbamos a dar la leche, los muy tontos no sabían chupar. Lucha tenía en brazos a Aristóteles, y yo a Atenea. Agobiada me mira y me dice:- No saben chupar.- Asiento y miro a Atenea muy seria. Les hemos puesto nombres griegos porque nos gusta mucho la mitología y la filosofía. En las navidades pasadas mi mamá nos regaló un libro precioso de historias que mezclan biografías de filósofos con leyendas mitológicas. Creo que a estas alturas ya nos lo hemos leído cinco ve-ces. Atenea es nuestro personaje favorito porque nació de un dolor de cabeza de su papá Zeus. Como nosotras también les damos muchos dolores de cabeza a nuestros papás nos sentimos muy identificadas. Por eso a la perrita la hemos bautizado como nuestra heroína, y con tan gran nombre tiene que hacerse responsable y luchar. La levanto delante de mí, la miro a los ojos, que todavía no los tiene abiertos, y muy seria la sentencio:- Palas Atenea, tienes que chupar el biberón y alimentarte. Si no la jodiste y te mueres de hambre, tú verás.- Las repetidas me miran con susto y se tapan los ojos, mirando por las rendijas de los dedos. Tistana está sentada a mi lado en el sofá muy seria y sujetando su casita. Miro a Lucha y le indico que me imite: con mi dedo meñique le abro la boca a Atenea, y lo mismo Lucha a Aristóteles, y le meto el chupete del biberón. Apretando con los dedos que me quedan libres, hago que un chorro de leche se dispare hasta su garganta. Los dos perritos se ponen a to-ser, medio ahogados por la leche. Les damos palmatadas pacito en la espalda mien-tras se les pasa. Y vemos como sacan la lengua y se relamen los restos de la leche alrededor de la boca. Cuando les volvemos a acercar el chupete se ponen a chupar como locos y se acaban el biberón en minutos. Tistana y las repetidas aplauden. Los acostamos en su casita y esperamos hasta la siguiente toma, ya todas contentas y felices porque nuestros perritos van a salir adelante.

Page 257: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi abuelita Flora llegó el mes de Julio y la alegría llegó con ella. Mi mamá ya tiene un trabajo fijo cuidando ancianos en una residencia en La Salamandra. Tra- baja todas las tardes y noches, casi quince horas seguidas, en la mañana solo viene a la casa a dormir. Mi papá está trabajando como patronista en una empresa de con- fección de chaquetas en La Abundancia. Todas teníamos muchísimas ganas de ver a la abuelita Flora, pero sobre todo las repetidas, que no la conocían. Nuestros papás han ahorrado para traerla, dicen que si la abuelita quiere puede estarse con nosotros los tres meses del verano. Pero que ya sabemos que a ella le cuesta mucho dejar desatendida su tiendita en Las Lomas, así que hay que respetar lo que ella decida. Estábamos todos esperándola en el aeropuerto y enseguida la vimos de lejos con las bolsas y su saco rojo. Nos hemos puesto como locas a gritar:- ¡Abuelita, abuelita!-

Pero ella no nos ha escuchado porque estaba concentrada en hablar con la señora con la que va, y ya cuando han salido por la puerta nos hemos lanzado a sus brazos a abrazarla. No queríamos dejar de abrazarla, y ella ha afirmado sonriendo:- ¡Cómo han crecido estas niñas!.-- Claro abuelita, en casi ochos años uno crece mucho.- Le he respondido, y todos nos hemos reído. Al llegar a la casa quería ver cómo habíamos organizado el espa- cio, qué había en los armarios, en la nevera. Cómo cocinábamos. Dónde comprá- bamos, qué alimentos se conseguían, cuáles no. Los domingos vamos a la piscina y entre semana, mientras nuestros papás trabajan, nosotras ayudamos a la abuelita Flora a preparar la comida. Hemos escrito en un cuaderno todas las recetas: Masato, Chicha, frijoles bien sazonados, sancocho, arroz... Mis papás siempre nos dejaban cocidas las legumbres para que les añadiéramos el guiso, pero la abuelita nos ha enseñado cómo hacer comida colombiana de verdad, de chuparse los dedos y desde cero. Ha sido un mes maravilloso, aunque cuando ha terminado, la abuelita ha di-cho que tenía que volver a Las Lomas, que no puede dejar tanto tiempo abandonada su tienda. Como nosotras ya la conocemos desde chiquitas y la entendemos, le he-mos dado millones de veces las gracias por venirnos a visitar. Hemos escrito cartas y dibujos para todos, agradeciendo además los casetes de “Los catorce cañonazos bailables”, que ahora los vamos a desgastar bailando e improvisando con toda la gallada.

De todo el movimiento de familias colombianas refugiadas en La Agraciada de los últimos años nos hemos asentado de forma fija siete familias. Cuando nos quisimos dar cuenta, mi mamá ya había convencido a todos los papás para montar un nuevo grupo de danzas colombianas. Así que el único día que libra nos tiene a todos bai-lando cumbia y bambuco por la sala.

Page 258: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando mi mamá no puede nos da clases Marcelo, que es teatrero y bailarín, es-pecializado en danzas afrocaribeñas. Con él bailamos mapale; algunos pasos nos recuerdan a las danzas mozambiqueñas. Cuando bailamos, un poco de la nostalgia se evapora en cada movimiento.

Pero sin duda el baile favorito de la gallada es la Salsa. Efraín y su hermano Julián, que son tan monos que parecen alemanes, se saben bien los pasos. Por eso nos están enseñando a los demás y pasamos muchas tardes bailando sin parar. Ya tene- mosmuchos amigos en La Agraciada.

Casi todos los varones tienen una novia española. Mis compañeras de clase siem- pre me preguntan si mis primos están “libres” o están saliendo con alguien. Yo les digo que tengo que averiguar. Ahora, como somos quince primos, ya es muy difícil que alguien se meta con nosotros.

En el barrio han empezado a hacer muchas actividades para sacar a los niños de la calle y evitar que se metan pegamento o se enganchen al caballo. Uno de los loca-les que han abierto se llama “El Antro”, y hoy participamos en la radio. Hacemos excursiones, ludoteca y actividades para los más chiquitos. Este año también gané un el concurso de dibujo del barrio: dibujé a un personaje que no se sabía si era un chico o una chica porque podría ser ambos. Mi personaje iba con una chupa de cue-ro llena de cremalleras, como las que están tanto de moda. Y en el hombro llevaba un loro*, (radio casete), con la música a full, mientras iba montando con unas súper zapatillas en un monopatín por la ciudad a toda velocidad. Con el dinero del premio he comprado pinturas para todos y ahora hacemos muchos dibujos. También hecomprado muchos globos para llenarlos de agua, porque hace un calor infernal en agosto.

La otra tarde estábamos pasándolo de lo lindo corriendo de un lado para otro yempapándonos con el resto de vecinos cuando la abuela de Efraín, que también ha venido de visita, me ha llevado a un aparte: - Este no es un comportamiento para una señorita. Compórtate, que pareces una marimacho-

Me he asustado un poco, porque no quería hacer enfadar a la señora, y he asentidocon la cabeza. Pero en cuanto se ha metido en la casa, he vuelto a correr y les he dicho a todos que mejor vayamos a jugar al parque. Que jugar justo en nuestra calle a la vista de los adultos es dar mucha papaya para que nos corten el juego.

Page 259: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La primera a primera actuación del grupo de danzas ha sido en el bautizo de las repeti- das. Mi mamá ha organizado una misa campesina, tenemos que ir hasta el pulpito bailando cumbia y haciendo ofrendas de flores. La misa es una mezcla entre un poema y un discurso político, y desde luego no se parece a las misas de la Candelaria a las que acompañaba a mi abuelita. Gada y Cebrián son los padrinos de las repetidas. Ellas, para variar, están radiantes, pegando saltos de un sitio para otro y ganándose el cariño de todo el mundo.

Al bautizo ha venido Julito, el amigo de Anastasio que nos llevó el verano pasado de campamento. Como defendimos a un niño que había robado y que después se había arrepentido y confesado, dijo que quería conocer a nuestros papás. Al termi-nar el verano nos vino a visitar y ahora es parte de la familia. Gracias a él mi papá ha encontrado un buen trabajo como profesor de patronaje para niños que no han terminado la escuela. Julito es educador de calle, ha sacado a muchos niños de la calle, de casas de acogida. Los acompaña hasta que se hacen grandes y pueden va-lerse por sí mismos.

La misa es un éxito. El único que está un poco triste es Pedro, que cuando le pre-gunto me responde: - No me han dejado ser padrino porque soy ateo.-- Vaya, pues mi papá también es ateo, y nosotras. Entonces no deberíamos estaraquí.- Le respondo mirando a todas partes, no vaya a ser que me escuche mi mamá.- No mijita, mejor dejamos este tema, que como nos escuche su mamá nos fusila a los dos.- Pedro parece que me leyera el pensamiento. Nos reímos y su compañera Antonia se acerca a chismosear:- ¿Vosotros, qué tramáis? .-- Mejor no te lo decimos Antonia, no vaya a ser que nos regañen.-

A las repetidas ya les han echado agua por encima y les han untado una cosa en la frente. Por un momento me acuerdo de que es una suerte que ya no volviéramos a ir a catequesis. Porque ahora que mi abuelita Flora vive tan lejos, no hay nada en el mundo que nos convenciera de hacer la comunión.

Page 260: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nuestra casa uestra casa a veces parece un hotel, nos visita gente por días o por meses; muchas veces ni siquiera nos enteramos. Gente como nosotros que tuvo que salir corriendo, que a veces va de paso a otro lugar y otras decide un retorno arriesgado, porque estar lejos duele mucho.

Hace más de cinco años que el comité está funcionando. Desde las reuniones se coordina el apoyo, somos una familia más de una red, cada una aportando su gra- nito de arena. Las tareas se reparten entre todos. Sin embargo la situación de venir acá sigue siendo complicada.

Nuestros papeles han tardado en salir cinco años, hemos estado viviendo en un lim- bo legal todo este tiempo. Por el estatuto de refugiado político no podemos volver a Colombia, ni en teoría pisar embajadas y consulados colombianos en el exterior. Pero el otro día Pedro “El abogado” me pidió que lo acompañara a una recepción del veinte de Julio en la embajada colombiana. Él tenía que ir porque es parte de su trabajo. Y como sabe que yo soy muy curiosa, me ha dicho que vamos a ver a muchos dinosaurios carnívoros.

Cuando estábamos en la recepción, yo con mis bluejeans y una camiseta, y Pedro un poco más elegante, me ha ido comentando en voz bajita: - ¿Ves al calvo ese con bigote y traje azul?.-Asiento, mientras él me sigue contando la historia. Ese dinosaurio no era otro que el máximo responsable de las últimas matanzas de campesinos e indígenas en Urabá. Pero no era el único, prácticamente estábamos rodeados de personas con las manos manchadas en sangre. Bien vestidos, bailando y tomando canapés en las Europas. Se me ha hecho un nudo de estómago y me han dado náuseas. Cuando un camarero me ha puesto delante una bandeja con plátano maduro con queso y bocadillo, uno de mis platos más añorados, le he respondido muy seria:- No, muchas gracias, he perdido completamente el apetito.-Menos mal que no nos hemos quedado mucho tiempo más, hemos ido a encon- trarnos con mi papá en Sol. Cuando le hemos contado el panorama, mi papá se ha indignado muchísimo y también ha dicho que era peligroso. Molesto con Pedro le ha reclamado: - No solo viajamos nosotros, viajan esos asesinos, paramilitares... es mejor que no tengamos nada que ver con ellos ni estemos en los mismos espacios.-

Pedro, conciliador, le ha dado la razón mientras nos explicaba:- No saben qué ha-cer con esa gente, han dado mucha papaya. Los mandan a trabajar a consulados y embajadas para quitárselos de encima. Les dan un premio.-

Page 261: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Hace mucho que no me sorprendo de nada, todas las personas que han pasado por casa nos han contado sus historias, sus duelos. Esta guerra dura ya muchos años.

Soñamos con la paz, pero cuantos más datos tenemos, más complicado nos parece todo. Los más mayores de la gallada ya hemos empezado a centrar nuestras con- versaciones en política, discutir, razonar y apoyamos al comité en el puesto que nos han dado en las fiestas del Partido Comunista español de la Casa de Campo. Hay muchos amigos españoles que nos apoyan, y cada una de las familias no ha dejado de tejer redes. El dinero que se recauda se envía a las redes en de derechos humanos en Colombia para ayudar a familias que, como la nuestra, puedan estar pasando por situaciones difíciles.

Este año ha venido Bernardo, el nuevo candidato para la presidencia de la Unión Patriótica, que es el partido comunista colombiano. Hoy estuvo comiendo con toda la gallada. Le hemos hecho muchísimas preguntas, y él, con mucho sentido del humor y una gran sonrisa, nos ha contestado a todas. Nos gustaría tener derecho a votar y apoyarlo. También nos ha dado consejos de baile y nos ha entrenado para la fiesta de por la noche. Dio una charla sobre la situación en Colombia y toda la gallada al completo estuvimos en la primera fila. Terminó con esta afirmación: - La única salida hacia la paz es la salida política, cuando gobierno e insurgencia, con el apoyo de la sociedad civil, se sienten a dialogar. Nos merecemos tener un país en paz.

Al escucharlo todos aplaudimos a rabiar y le silbamos. Cuando terminó de saludar a toda la gente que lo había ido a conocer, se acercó a nosotros riendo:- Muchachos,estánlocos.-- ¿Por qué? ¿Por la chiflada?.- Le pregunté riendo.- Si mijita, pero ni modos, no se puede ser feliz sin un poco de locura e irreverencia. Vamos a bailar.- Y nos fuimos todos con él hacia la caseta cubana, donde ponen muchas de nuestras canciones de salsa favoritas. Ya bailamos entre nosotros y él conversa con nuestros papás. Cuando nos sentamos en el pasto a descansar!nos habla de su compañera comentando: - Mariela bailaría con ustedes hasta sa-carle fuego al piso.-

Page 262: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

He recogido a las repetidas de clases de baile español. Mi mamá las apuntó desde que tenían tres años. Bailan súper bien y tienen muchísimos tantos fans que cuando bailan en las fiestas del barrio, les gritan: - ¡Gitanas! Guapas, Guapas, Gua-pas.- Ellas saludan con la altivez que les han enseñado y se toman muy en serio las clases, las presentaciones, todo. Mis papás no pueden pagar lo caros que son los vestidos, pero mi mamá, quitándose horas de sueño, ha cosido, con ayuda de los patrones de mi papá, los cuatro trajes que necesita cada una para las presentaciones. El diseño final ha sido precioso y muchas madres le han dicho a mi mamá si no seanimaría a coser el de otras niñas. Mi mamá, con cara de susto, se ha apresurado a responder:-No, muchísimas gracias.Ya con las repetidas tengo suficiente trabajo.-

Ahora, tres tardes a la semana y algunas noches, voy a acompañar y a cuidar a Mariene en su casota del centro. Mariene es muy buena gente, pero tiene un pro-blema con el alcohol. Es francesa pero se casó con un español cuando era joven. Es una mujer culta de unos cincuenta y muchos bien llevados. Cuando llego se pone muy contenta, y aparte de mi salario, me ha regalado muchas novelas que ya leyó. Algunas son de su hija, que también es escritora como ella. Lucha trabaja algunas tardes en una clínica dental de un amigo colombiano. Con el dinero que juntamos apoyamos en la economía de la casa y compramos libros.

Pero esta tarde teníamos la tarde libre y hemos ido con Tista y las repetidas a animar a Lucha, que tenía un partido de balonmano. Como marca muchos goles, a veces la esperamos para defenderla de las chicas del otro equipo que intentan buscar pelea. Hoy la estábamos esperando cuando Remedios, la hermana pequeña de Puri, una compañera de equipo de mi hermana, le ha empezado a tirar del pelo a las gemelas y a empujarlas. Le he pedido que parara, que ellas son pequeñas y Reme tiene doce años como Tista. Como la he agarrado del brazo para pararla, Reme me ha mirado desafiante mientras me decía:- Te vas a enterar.-

Ha vuelto con su hermana Puri, que directamente me ha empujado, mientras me insultaba y gritaba: - Tú a mi hermana no la tocas, imbécil.-Me he caído entera en la zanja que estaba cavada en la tierra detrás de mí y que estaba llena de cascos rotos de botellas. Me he clavado varios cristales, pero aguan-tando la respiración y conciliadora, me he vuelto a incorporar y salir de la zanja,!intentando explicar: - Disculpa Puri, es un malentendido, solo le he pedido a Reme que por favor no moleste a mis hermanas pequeñas.-

Page 263: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Mi hermana hace lo que le sale del coño ¿Te enteras?.- Según decía esto me volvía a empujar a la zanja. Yo me volvía a levantar, hasta que ha llegado Nuria con Silvia y la han agarrado: - Puri, tía. Te estás pasando.-Se la han llevado. Tista me miraba en silencio, sujetando en cada mano a una de las repetidas, que lloraban sin parar. Nos hemos ido hacia la casa. Efraín me ha visto desde su ventana bajar nuestra calle con las niñas llorando, la camiseta rota y man-chada de sangre. Se ha puesto a gritar: - ¡Alejandro, Dulce, bajen!-

En menos de diez minutos toda la gallada estaba reunida a mi alrededor. Dulce y Lurdes con cada una de las gemelas intentando calmarlas. Los demás me pregunta- ban: - ¿Quién te ha hecho esto?-- Nadie.Tranquila.-les respondí.- Hasido...-Empezó a decir Tista con la boca pequeña y mirándome.- Tista, te callas que estás más guapa.- Le he avisado.- No ha sido nadie.- He vuelto a insistir molesta.- Esto no se puede quedar así.- Ha dicho Alejandro, muerto de la piedra. - Pero mira como estás de golpeada y cortada.- Ha añadido Efraín.- Son unos pocos arañazos.- He concluido yo, sonriendo y picando el ojo.- Nopodemosdejarestoasí.Tista,dinosquiénhasido.-HainsistidoAlejandro.- No. Vamos a dejarlo estar. Porque si vamos todos a por quien ha sido, luego ven- drátoda su familia a por nosotros y así empezamos la tercera guerra mundial. Y la verdad, nosotros tenemos las de perder. Mejor: Alejo, tu papá debe tener cosas de curar heridas en casa. ¿Por qué no me ayudáis a curarme? Me prestan una camisetalimpia, que mañana se la devuelvo y así no le pego un susto a mi mamá cuando me vea entrar por la puerta, y de paso me ahorro una regañada.-

Hemos subido a casa de Alejandro, nos hemos tomado una aguapanela con limón mientras escuchábamos salsa. Nos reímos de la situación, bailamos y antes de que oscureciera ya nos habíamos olvidado de todo.

Page 264: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Una noche, Lucía, la mamá de Efraín y Julián, llegó a la casa diciéndoles que empacaran sus cosas que tenían que irse en ese mismo momento. Alejandro y yo nos hemos imaginado la situación. Nadie nos dijo nada, nuestros papás dicen que no saben nada. Solo que están bien. No sabemos a dónde han ido o si volverán. De-jaron todo pagado en su casa y con una nota a la casera: que lo que no le sirviera, que lo tirara. Nos dejaron en una caja todos sus casetes de salsa y vallenato.

Este mes ha sido muy duro por su partida y porque también asesinaron a nuestro amigo Bernardo y a Carlos Pizarro. A Pizarro no lo conocíamos en persona. Pero nuestros papás nos habían ido contando en las reuniones del comité todos los avan- ces y su compromiso con la Paz. Hacía muy poquito tiempo que el M había dejado las armas. La posibilidad de que alguien tan buena gente como Bernardo fuera presidente nos había ilusionado. Soñábamos con la hora de volver con nuestras fa- milias, sin peligro, sin miedo. No vivir tan lejos. Pero los han matado. No podemos hacer nada. Nada sirve para nada. Descorazonados, los mayores de la gallada he-mos juntado plata para una botella de ron y nos la hemos bebido entera en los pinos. Antes de empezar a beber, hemos regado la tierra con un chorrito, como habíamos visto que hacía el papá de Alejandro, mientras decíamos: - Por los ausentes.-Cada vez que uno de nosotros bebía, pedía un deseo a las estrellas:- Ojalá Efraín y Julián no se olviden de nosotros y les vaya bien, vayan donde va-yan.- Ha dicho Dulce.- Que no mueran más personas en esta guerra de locos.- Me tomé media botella de un sorbo.- Que mi partido de balonmano gane la liga.- Añadió Lucha.Los tres la hemos mirado de forma asesina, mientras le respondía: - JoderLucha,es-tamospidiendocosasimportantesdeverdad.-- Pues para mí eso es de vida o muerte.- Se ha defendido ella.

Hemos soltado la carcajada, se nos hizo de día bebiendo ron, borrachos y escuchan-do salsa, muertos del frío, pero no queriendo estar en ningún otro lado.

Page 265: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Este verano perdí la virginidad, aunque yo no quería. Fue en un campamento de Asturias. Me hice muchos amigos, pero sobre todo tomé más confianza con uno de ellos: Danel. Al final, en la fiesta de la última noche, me dijo que tomara un poco de calimocho con él. Fuimos a dar un paseo y luego me dijo que por qué no dormía en su tienda esa noche. Como no tenía mucho sueño y tenía ganas de conversar, acepté. Después de hablar de muchas cosas me dijo: - María, ya no quiero ser vir-gen, me pesa mucho. Ya tengo dieciocho años.-Lo miré, como no entendiendo qué me quería decir. Él siguió contándome:- Mis amigos ya han perdido casi todos la virginidad.-Yo lo miraba, con mirada de “qué me estás contando”. Y acerté a decir:- ¿Y yo qué pinto en esto?.--Es que tú me gustas, hoy es la última noche que nos vemos.¿Por qué no lo hace- mos? Será nuestra despedida.- Y antes de que yo pudiera decirle nada me empezó a besar, era agradable. Pero yo no dejaba de estar algo sorprendida. No tenía muy cla- ro cómo habíamos llegado a esa situación. Cuando era pequeña, en la pandilla habíamos jugado a darnos besos dentro del armario, pero esto era muy distinto. Realmente no tenía muy claro porqué estaba pasando. Mientras yo analizaba, Da-nel empezó a transformarse en un pulpo, estaba separándome las piernas cuando reaccioné: - No, para, no quiero hacer esto.--¿Por qué? ¿No te gusto?.- Me preguntó con la voz entrecortada, parecía que aca-bara de correr un carrera. No sabía qué responder a eso, no quería herir sus senti-mientos. Pero no tenía claro ni que me gustara o dejara de gustar.- No, no es eso. Es que no creo que esté preparada. Solo tengo quince años.-Me volvió a besar mientras me decía al oído: - Eres muy guapa y estás muy buena, pareces más mayor, venga, déjame. Solo un poco.- Me siguió besando cuando sentí un dolor entre las piernas, mientras Danel empujaba con fuerza dentro de mi cuer-po. Un calor lleno de rabia se apoderó de mi empujándolo con fuerza a dos metros mientras le gritaba: - ¡Que te he dicho que no!. ¿Eres gilipollas o qué te pasa?.- Se acercó a abrazarme mientras me estaba vistiendo: - Te he dicho que me dejes, tú ni mi amigo, ni mierda. No vuelvas a hablarme, ¿estamos?- Y salí furiosa a la noche con mis zapatillas en la mano y mi saco de dormir. Me fui a por mi toalla y me tiré una hora bajo la ducha de agua fría, quitándome el olor y la rabia del cuerpo.

Page 266: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

La vecina timbró tres veces cuando estábamos todos dormidos. Pero nos le-vantamos a ver qué le pasaba. Mi mamá abrió la puerta. No eran todavía ni las nueve de la mañana. Es el último domingo del mes, el único que a mi mamá no le toca trabajar. Otros días libra entresemana. La vecina le dice a mi mamá toda pre-ocupada:- Buen día, disculpe que la moleste. ¿No habrá usted visto a mis canarios? Es que siempre que les cambio la jaula les dejo volar por el salón. Y mi niño abrió la ven- tana que da a su terraza. Y volaron por allí, teníamos esperanza que a su terraza. Si pudiera echar un ojo, por favor.- La vecina está llorando, su hijo está detrás mirán-donos con cara de culpable. - Mi marido está durmiendo, pero espéreme un minuto a ver y ahora le digo, bueno.- Le responde amable mi mamá. Mientras que ella va a la terraza, para ver si los canarios están por alguna parte, nosotras nos quedamos acompañando a la vecina en la puerta. Mi mamá nos ha dicho que los españoles no entran a las casas de otros, a no ser que ya tengan mucha confianza, que no son como nosotros y que cada uno tiene sus costumbres. Así que esperamos todos en silencio. A los cinco minutos viene mi mamá y con una voz excesivamente dulce, le dice a la vecina: - Lo sentimos muchísimo, pero no hay ni rastro de los cana-rios.- Por la voz que ha puesto sabemos que está mintiendo, y cuando cerramos la puerta, vamos todas a la cocina y la miramos acusadoramente. Ella nos mira y mira a Atenea y a Aristóteles: - Los chiquitines se han comido los canarios de la vecina, las cabezas estaban en su casa de la terraza. Tenía que protegerlos.-

Todas miramos acusadores a los dos perritos y no añadimos nada más. Ya sabía- mos que se las traen, pero nunca nos imaginamos que fueran capaces de algo así. Mi mamá añade: - Esto es un secreto, nadie puede saber lo que ha sucedido o nos quitan a los perritos. Ellos no lo han hecho por maldad. Es su instinto, son cazado- res.-

Todas asentimos y las repetidas se tapan la boca con las dos manos, como cuando quieren guardar más fuerte las palabras.

Page 267: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Me he e he metido al grupo de teatro clásico del instituto. Nunca se me hubiera ocurrido, pero Gabriel, con quien competía por la presidencia del consejo escolar, me ganó por solo veinte votos el primer puesto. En la fiesta de celebración vino y me contó: - María, con lo bien que se te da expresar tus ideas, deberías de unirte a nosotros en el grupo de teatro. Ya verás que es muy divertido. Mira que por poco me ganas.- Me hubiera gustado responderle que a él lo habían votado todos los forofos del baloncesto más tres tercios de la población femenina. Gabriel no solo tenía unos ojos verdes deslumbrantes, sino que era simpático y amable. A mí también me caía genial. En las reuniones del consejo escolar, donde como conse-jera me tocaba tomar nota, siempre teníamos mucha complicidad y estábamos de acuerdo en casi todo. Así que le hice caso.

Helena, la profesora de griego, era la que coordinaba en las tardes los ensayos. Así que antes de navidades ya habíamos ensayado “Lisístrata: La asamblea de Mu- jeres” tres veces por semana. La primera presentación sería durante la fiesta de Carnaval. Helena era sin duda la mujer adulta más libre que había conocido desde que llegamos a España, se vestía con camisetas holgadas, sin sujetador, llevaba el pelo corto, despeinado y con muchos rizos. Su marido, por el contrario, llevaba un look gitano de pelo largo, y vestía siempre de traje negro. Podría parecer serio, pero siempre bromeaba con todo y buscaba dobles sentidos en cada frase. Gabriel, Julián y El Pepe se ponían juntos a rascar la guitarra tocando desde fandangos y soleás hasta todo el repertorio de Javier Krahe o Académica Palanca.

En los ensayos a veces venían otras profesoras como Lucía de Arte, o Remedios de Literatura, que eran súper buena gente, y nos aconsejaban sobre dicción, estilo, postura. Remedios me había enamorado el primer día de clase cuando entró cantan-do el “Romance de la Doncella Guerrera”. Consiguió que todos nos leyéramos en tiempo todas las lecturas obligatorias, y siempre que podía nos cantaba historias. Y tenía una sonrisa tan clara, que cada vez que se iba por la puerta, eran muy pocos los que no seguían sonriendo la hora siguiente. Lucía, por su parte, intentaba llevar-nos al Museo Arqueológico para analizar una época concreta durante cada visita. Nos contaba tantas historiasvinculadas a cada vasija, a cada flecha, a cada máscara, que luego cuando llegábamos al examen, nos sabíamos casi todas las respuestas.

En Marzo hicimos una función pública para todo el barrio de La Agraciada en la plaza principal; todo el combo colombiano y mi familia estaban en el público. Las repetidas, que habían sido las primeras en inaugurar escenario en el barrio, estaban

Page 268: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

más nerviosas que yo. Por más que les dije que yo era una más del coro de mu-jeres,que no tenía más que cinco frases en toda la obra, pero si muchos cantos, coros y bailes, a ellas les daba igual. Querían ver cómo iba a ir vestida, como me iba a peinar. Querían saberlo absolutamente todo.

Helena había realizado teatro desde que era una adolescente, había vi- vido en Grecia y había hecho proyectos de teatro en el Mediterráneo. Interesada por el culto a los misterios, al vino, a la tierra y a Dionisos, nos había contado miles de historias de mitología vinculándolas con lugares donde ella había actuado o visitado. Cuando le presenté a mi mamá, le dijo: - María tiene mucha presencia escénica, pero piensa tan rápido que tartamudea. Cuando haga más ejercicios de vocalización en los próximos años, le daré un papel principal. Tiene usted una hija maravillosa.-- Muchas gracias, lo sé.- Mi mamá sonreía por todas partes, y si Helena le hubiera dado un poco más de conversación habría acabado invitándola a comer a la casa. Menos mal que no fue así. Helena siguió saludando a otros padres y yo respiré!tranquila. De todas formas mi mamá no había visto todavía la obra y había varios detalles que sabía de sobra que le iban a chocar.

La presentación en la plaza del pueblo marcó un antes y un después, no solo para la obra de teatro, sino para todo el mundo. Nunca habían visto una cosa similar. La primera vez que Julián y Gabriel salieron a escena con sus túnicas, quejándose de un dolor, ahí abajo en la entrepierna: - Es culpa de las mujeres, que no quieren que vayamos a la guerra.- Decía Gabriel.- Donde se ha visto que una mujer tome decisiones.- Le respondía Julian.Cuando Julián volvía a decir: - Y así estamos.-

Los dos tiraban de la cuerda debajo de la túnica que accionaba un falo de cartón de setenta centímetros que levantaba la túnica, dejando ver los calzoncillos grie-gos de mis compañeros. Todo el barrio estaba en silencio cuando la voz de la En-carna resonó con una carcajada mientras decía: -¡Ay madre!- Justo después toda la plaza se reía como una sola persona y aplaudía. Al sonido de los aplausos, Lisís-trata hizo su aparición, bella en su túnica blanca y con sus joyas, diciendo así:- No hay vuelta atrás: o dejáis de hacer la guerra o dejamos de hacer el amor. Que uno no tiene marido ni hermanos para que los maten porque sí. Ni menos traer hijos al mundo para tan aciago destino. Vosotros veréis, pero las mujeres de Ate- nas y las de los laconios no os daremos nuestro amor si vosotros elegís la guerra.-

Tapándose las túnicas levantadas con ambas manos y cara de súplica, Julián y Gabriel la miran saliendo de escena.- ¿Peroquépodemoshacer?.-Dice Gabriel- Hay que convocar una asamblea.- Le responde Julián.-Pero todo el que entre en la votación tendrá que enseñar su viril miembro a la entrada, no vaya a ser que se nos vuelvan a colar disfrazadas Praxágora y las de-más.- Añade Gabriel mirando a toda la plaza.

Es cierto, queridos amigos, el mes pasado Praxágora se disfrazó de varón con veintemujeres más. Propusieron en la asamblea, consiguiendo tres tercios de los votos, que todos los bienes fueran de todos, además de la abolición del matrimoni

Page 269: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

nio y de la propiedad privada. Que los hijos fueran educados y criados por toda la comunidad. Que cualquier varón que deseara una mujer bella, antes tenía que seducir a una fea. Y siempre bajo el consentimiento de las dos. Que las mujeres podían tener tantos compañeros como quisieran. Todas esas barbaridades pro-pusieron. Y casi ganan.- Julián movía la mano hacia arriba y hacia abajo a cada afirmación. Se llevaba las manos a la cabeza y hacía saltos por todo el escenario. Todo el barrio estaba concentrado hasta que dijo: - Pero me fijé que uno de los asambleístas tenía muy bonitas piernas, sin pelo, hasta con una pulsera. Le di un codazo a mi vecino y este a otro. Hasta que el que estaba justo detrás de él, le quitó el manto y resultó ser una mujer.-

Para entonces era Gabriel el que movía manos y pegaba brincos de un lado para otro, ahora poniendo cara de miedo. Julián seguía:- Y entonces sacaron de debajo de las túnicas arcos y lanzas.-

En ese momento entramos todo el coro de mujeres con arcos y lanzas. Gabriel y Julián se fueron corriendo. Ytodas hablando como una dijimos:- Los bienes en común, los niños en común, ni ricos, ni pobres, solo mujeres yhombres libres.-

Hicimos una danza final y la obra terminó. Toda la plaza empezó a gritar, las fa-milias de todos estaban presentes. La peña rociera coreaba los nombres de Gabriel y Julián. Cuando me reuní con mi familia, Magdalena comentó en voz alta:- Un poco subidita de tono, pero estuvo muy bien.-- ¿Lo dices por los falos accionados?.- Le respondí sonriendo tranquila.- Es un recurso estilístico.- Se apresuró a añadir mi mamá para dárselas de moder- na y zanjar el tema. Miré a Lucha y Tistana y nos reímos sin comentar nada más. Gada, que estaba visitándonos esos días, me preguntó camino de la casa: - Enton-ces, María ¿Estás más contenta en el instituto?.-- Sí, Gada, tengo unos profesores maravillosos. Estoy aprendiendo muchas cosas y estoy muy contenta. Nada que ver con el colegio.- Le respondí feliz.- ¿Ya no te peleas entonces?.- Dijo preocupada.- No, ya no me peleo porque ya nadie me busca las vueltas. En el colegio nuncaempecé una pelea. Solo me defendí a mí misma o a mis hermanas.- Lo había di-cho tantas veces que ya me sonaba como si fuera una mentira o algo que me había inventado. Por suerte, Gada me contestó sonriendo: - Ya lo sé, preciosa, ya lo sé. A mí no me tienes que convencer.-

Page 270: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Habíamos imaginado tantas veces cómo sería volver a vernos con Newton y Maya, que cuando los tuvimos delante por fin después de siete años, Que la prime- ra hora no nos atrevíamos mas que a mirarlos de reojo, y ellos a nosotras igual. Los habíamos ido a recoger al aeropuerto. Hacía más de cuatro años que Rubén se había casado con una belga y vivían en Luxemburgo. Rubén no paraba de decir lo bonita que era la ciudad. Dominique, su mujer, apenas chapurreaba español, pero sonreía y hacía comentarios divertidos: - Rubén es un exagerado, Oh-la-la-lá.- Cuando dijo esa palabra nos miramos los cuatro: Lucha, Maya, Newton y yo, soltando la carcajada. Rubén nos miraba estupefacto: - Primero parece que les hubiera comido la lengua el gato. ¿No decían que tenían tantas ganas de verse de nuevo?. Y ni una palabra. ¿Y ahora sueltan la carcajada ? Estos muchachos son un misterio para mí.-

Descorchando una botella de vino y sirviendo a los grandes, mi papá comentó:- Así son, ya son grandes. María hasta hace teatro griego y se va de gira por otras provincias.-

Viendo que me tocaba empezar a contar una historia, cosa que no me apetecía es-pecialmente, miro a Newton, y con un gesto de cabeza le indico que nos vaya- mos. Y acto seguido los cuatro estamos saliendo por la puerta de la calle. Una vez en la calle, Maya añade: - ¡Mi papá es un intenso!.-Lucha le responde:- ¡Anda que te crees que mi mamá y mi papá se quedan atrás.- Nos reímos los cuatro y los miro con picardía mientras les propongo:- ¿Por qué no vamos a dar una vuelta por el centro de Madrid ahora?. Si volvemos antes de la cena ni se darán cuenta de que solo estuvimos en el parque. Hoy mi mamá no trabaja, así que tienen carreta para rato.-

Una vez en el metro empezamos todos a hablar sin parar, como si nos hubieran tenido en una cárcel durante cien años, lloramos, nos reímos y caminamos por toda la ciudad. Hablamos del colegio, de los barrios, pero evitamos hablar de Colombia, de nuestras familias o de la violencia. Al final se nos hace más tarde de lo previsto. Vamos andando los cuatro por la Gran Via y hemos decidido colarnos en un antro de Chueca donde ponen música reggae. La luna brilla enorme en el cielo y la noche de Madrid en invierno es limpia y deja ver todas las estrellas. Maya y Lucha se abrazan todo el tiempo, hablan de sus cosas o van cogidas de la mano.Newton y yo las observamos andando uno al lado del otro, juntos en silencio. Es- tamos en paz, nos conocemos, no nos hace falta hablar.

Page 271: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ráfagas

Page 272: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 273: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi papá papá me dejó en la puerta de Barquillo 44 mientras me indicaba:- En el segundo piso está la asociación feminista. Yo te espero en esa cafetería de enfrente.- -¿No vienes?.- Le pregunto asombrada.-No hace falta, ahora verás porqué.- y me sonríe.

Subo hasta el segundo piso y en la puerta se indica que no está permitido el paso a varones. No lo entiendo, pero paso dentro. A la entrada hay mesas con folletos, carteles... Paso a la biblioteca. Hoy hay poca gente. Echo un ojo a los libros algo más de una hora. Me apunto algunos títulos para buscarlos después y bajo a bus- car a mi papá.

Page 274: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Nos rapamos la cabeza, nos pintamos todo el cuerpo con henna, nos travesti- mos, nos enamoramos, nos peleamos. No pudimos follar nunca porque no fluía el deseo carnal, pero sí la pasión intelectual. Acordamos tener amantes más acordes a nuestro deseo carnal, pero no enamorarnos. Pero al final fue imposible. Ese ve-rano salimos los dos del armario, si puede ser que en algún momento estuviéramos dentro. El que el otro existiera en el mundo fue como encontrar una barca en mitad de un mar revuelto. Nos supimos frágiles después de varias agresiones y también aprendimos a mentir. Nos supimos imperfectos cuando morimos de celos, cuando el otro finalmente se enamoró de otra persona. Nos odiamos y en cada momento nos gritamos traidores. Nos alejamos, para volver a juntarnos, para nunca separar nuestras mentes. Después crecimos, nos entendimos y aprendimos a amarnos bien. En libertad. Hasta hoy.

Page 275: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Ella era madre como mi mamá, no como las otras mamás, era como mi mamá en muchos sentidos. Habían nacido el mismo año, las dos habían sido guerrilleras. Hasta alguna vez se habían cruzado sus caminos. Ninguna de las dos había usado nunca la violencia. Sí la palabra. Ahora ella me había enseñado que la violencia no era parte de mi forma de ser. La violencia había sido una situación, una variable presente a lo largo de mi vida. Pero yo tenía que crearme otra vida y desterrar el do- lor y vivir la memoria desde otro lugar. Un lugar donde respirar y que el recordar no me ahogara. Tenía talentos, tenía que destilar mi dolor, mi rabia, como el vino, tamizándolo a través de la palabra, de la pintura. Ella me dio un espejo, con ella aprendí a echar las cartas y a ponerme en el lugar del otro. Gracias a ella me hice sembradora de paz y perdoné a mi papás.

Page 276: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Cuando la vi por primera vez desnuda era tan bella como una gran ballena blanca. No en vano su cuerpo abultaba dos veces el mío, me sepultaba bajo sus grandes tetas y yo era feliz nadando en sus aguas. Fue la primera vez que disfruté de mi cuerpo con alguien. Y aunque solo fuera por ello, la huella que ella dejó en mí, sería por siempre imborrable.

Page 277: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mis ojos ojos rasgados, las ropas, el pelo rojo y andar todo el día con ellas, hicieron que en los espacios feministas nos empezaran a conocer como las suecas. Las suecas eran mis amigas, ocho mujeres feministas anarquistas que estaban pa- sando una temporada en Madrid. Con ellas fuimos a la primera asamblea de Ave María 181, donde se decidió crear un espacio seguro solo para mujeres. Leyendo a las feministas de la diferencia había entendido por qué eran tan importantes es-tos espacios. Cuando nos desalojaron de Ave María, las suecas vinieron a un piso donde vivíamos casi diez en cinco habitaciones, y con vino caliente y con canela se decidió okupar, un frío noviembre, la que sería La Kasa Okupada Por y Para Mujeres; Las Sirenas. Una de las suecas fue mi segunda novia, y su novia también fue mi novia. Al final fuimos mucha gente en una sola relación.

Fue una de mis amigas suecas la que entendió por qué quería destrozar la cama alta que había construido con ladrillos después de una situación de abusos continuados por parte de la comunidad. Evidentemente, la variable de clase social no se tenía en cuenta en ciertos debates y al final era algo que de alguna forma hacía saltar rela-ciones, convivencias y debates en los espacios que compartíamos.

Page 278: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Estábamos preparando las actividades del campamento. Nos llevábamos bien en clase. No pretendíamos ser nada que no fuéramos y no nos gustaban las prepo-tencias que se gastaban algunos compañeros muy hippies frente a los compañeros más mayores o con pintas más normales que tenían que trabajar y estudiar. La clase y los privilegios los estudiábamos de forma teórica, pero el revisarte cómo actuabas y desde dónde, o la empatía, tan en boca de todos en la facultad de Educación So-cial, poco se llevaba a la práctica. Ellas dos eran inseparables. Yo veía que Lua esta-ba angustiada por algo. Estábamos en el cuarto donde se guardaba el material para las ludotecas y de repente, en una estantería, vi un tarot. Miré a Lua y le pregunté:- Quieres que te eche las cartas? Quizás te ayude, te noto algo tensa. No tienes que decirme nada. Solo pregúntaselo a las cartas.-

Bajo la lectura general salió que quizás había sido sembrada. Al final fue así y a la mañana siguiente fuimos las tres a la clínica que yo conocía, donde trabajaban amigas de Regina y que era de completa confianza. A partir de ese día fuimos in-separables las tres. Para el resto de la clase, ellas eran las locas y yo la bollera, que venía a ser lo mismo.

Page 279: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Valentina no pesaba ni cuarenta kilos cuando decidió dejar para siempre el caballo por culpa de una caída por las escaleras del metro de Aluche. Pidió ayuda a sus padres. Para su padre, siendo policía, no haber podido detener a su propia hija había sido una de sus mayores frustraciones. Betania y yo éramos amigas desde los quince años, habíamos viajado solas juntas. Ella tenía novio, yo la tenía a ella. Pero era más como una hermana. Aunque sus papás pensaban que estábamos enamora-das. Cuando empecé mi amor platónico con Marci desaparecí muchos meses. Al final retomamos la amistad. Cuando me contó por qué era importante acompañar a las mujeres que querían salir de la droga, recordé a Adrián, a mis compañeras del colegio que cayeron, a sus madres, a sus familias. El caballo era algo que había estado corriendo muy cerca y a lo que siempre le había tenido miedo. Quería enten-der la fascinación y desde luego quería apoyar a Valentina si ella había tomado una decisión tan complicada.

La primera noche que pasó Valentina en el piso, estuvo insomne. Tuvo tremendos calambres y sudores por todo el cuerpo. Le dimos masajes por las piernas, por los brazos. Se había pinchado en todos los sitios posibles. Lloraba, sufría y nosotras la consolábamos. Le cantábamos, le poníamos música relajante. Las otras noches fueron más suaves, pero siempre cuando le empezaban los temblores, se hacían eternas. Si yo lo pasaba mal acompañándola, no me podía ni imaginar por el dolor que pasaba ella. Solo la acompañamos tres días antes de que entrara en el programa de desintoxicación. La última tarde nos contó cómo había empezado todo:- Yo era escaladora, fue mi chico el que empezó a tontear con la droga. A mí me daba mucho miedo. Ya había visto en vecinos lo que podías llegar a hacer, hasta podías robar a tus viejos. Yo le dije “Quita, quita, que eso es muy peligroso”. Pero él insistió en que si no lo hacía era que no le quería. Qué teníamos que pincharnos los dos, sentir lo mismo. Al final el amor se fue a la mierda. Pillé sida por una je-ringuilla infectada. He robado, me han pegado, me han violado, me he prostituido... he hecho de todo por un pico. He llevado una vida de mierda. Pa esto mejor muerta, me dije el día que me rompí el coxis. Y aquí me tenéis. Lo voy a intentar.-

Betania la abrazó mientras con su inmensa dulzura la animaba: -. Y no vas a estar sola chavala, que aquí vamos a estar contigo nosotras dos apoyándote hasta que termines el programa. ¿A qué sí, María?.-En ese momento hubiera querido no estar allí, tenía mucho miedo de que la vo-luntad de Valentina flaqueara, tenía pánico a implicarme con nadie, pero al mismo tiempo no podía evitarlo. Respondí mirándola a los ojos: - Aquí estaremos, prometido.-

Page 280: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Mi mamá, mi papá y yo hemos hecho el curso de Mediadores Sociales In-terculturales de la Comunidad de Madrid. Yo ya llevo más de un año coordinando actividades de cultura y tiempo libre con refugiados. Me gusta mucho mi trabajo, por primera vez en mi vida le veo sentido a algo que hago. En una de las actividades de la escuela, el director se acerca y me dice: - María, sabes que vamos a montar un grupo de mediadores sociales interculturales por todo Madrid. Hay mucho que hacer. ¿No te gustaría cambiar de trabajo?.- Lo miro divertida, la oferta es tenta-dora, pero todavía me queda mucho que aprender donde estoy. Aparte, estoy muy contenta con la comunidad de gente con la que trabajo. Mis jefes son también refu-giados, pero de Irak: salieron huyendo del régimen de Sadam Hussein hace muchos años. Casi todos mis usuarios son varones refugiados del Norte de África y Oriente Medio. Cuando Alí me hizo la entrevista para el trabajo me preguntó: - ¿Vas a ser capaz de organizar actividades e imponerte a tantos hombres? Tienes que tener ca-rácter y dejar claro que tú coordinas. Es lo único que me genera dudas, siempre este puesto lo han hecho hombres, y porque una mujer no es una figura que en principio se respete. Igual te vas a encontrar con algunos conflictos derivados de la misoginia y el machismo.-

Mirándolo tranquila, le respondí en su momento:- Creo que me las podré apañar. Ponme a prueba, y si después no te convence como lo hago, tienes toda la libertad para despedirme- Alí se rió y me contrató. Nos habíamos conocido en el primer curso de mediación. Todavía no había terminado de estudiar la carrera, pero me encantaba la posibilidad de realizar veladas culturales, excursiones y todas las acti-vidades que se realizaban con los refugiados. Al final todo había ido sobre ruedas, no solo no había tenido apenas conflictos con ninguno de los usuarios, si no que los refugiados argelinos me bautizaron “Warda” y me dijeron que yo era como una mujer fuerte que había en Argelia y no le tenía miedo a nada. La única vez que Solo hubo un problema una vez con un chico joven que me levantó la voz y no atendía a razones. Este se dio cuenta que todos los demás me apoyaban y tuvo que cambiar de actitud. Cuando viajábamos a los distintos lugares que elegíamos para las even-tuales salidas de fin de semana, me cantaban en coro con Cheb Khaled de fondo: “Chebba, Chebba”, que es una canción rai que habla de una chica guapa. En las re-uniones que hacemos he aprendido a cocinar Cous- cous y a bailar como ellos. Hay muchas otras actividades y debates que montamos. Todos aprendemos con todos. Aunque la mayoría de voluntarias son mujeres, también tenemos algunos volunta-rios varonesmuy buena gente. He aprendido mucha cosas en el último año, por eso quiero seguir aprendiendo y no dejar mi grupo de gente, con la que de alguna forma me he implicado y comprometido en serio. Además mis amigas también han parti-

Page 281: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

cipado en actividades de voluntarias. Y hay mucho por aprender. Por eso cuando Luis me propone ese trabajo le digo tranquila: - Yo quiero seguir con el proyecto en el que estoy, muchas gracias. Pero conozco a alguien perfecto para ese puesto y que dejaría gustosa el trabajo que tiene en este momento. Es maestra, teatrera, sabe enseñar danzas colombianas... y tiene muchísimos recursos. Y una capacidad oratoria única.-

Luis me mira intrigado y me pregunta serio: -¿Quién es esa joya? ¿La conozco?-

- Claro que la conoces, es mi mamá. Si tú le das esa oportunidad, ella deja el trabajo que tiene cuidando abuelitos y se entrega en cuerpo y alma a lo que más le gusta en el mundo, que es educar.-

Él se amasa la barba blanca y responde: -¡Claro! Toma, no se por qué no se me ha pasado por la cabeza. Claro que la contacto, mañana mismo la llamo.-

Page 282: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Lucha vino un día a comer pollo asado a mi casa, que comprábamos en un nuevo lugar que había abierto Rigoberta, una señora guatemalteca al lado de la casa. Y cuando Carmela, mi compañera de casa, le abrió la puerta, debió de ser un flechazo, porque casi ni soltaron palabra y solo se miraban fugazmente, mientras yo no paraba de hablar de una y otra cosa, ya aburrida de estar hablando sola. Cuando después de marcharse mi hermana, Carmela me pidió el teléfono de casa de mis papás, no me extrañó. Cuando al mes mi mamá me puso una cita para tomar un café en el centro, tampoco me imaginé lo que me iba a preguntar.- Creo qué tu hermana Lucha es como tú.- Me soltó en cuanto nos sentamos.- ¿Cómo yo en qué sentido?- Si pensaba que se lo iba a servir en bandeja estaba equivocada.Acercándose y bajando la voz, añadió:- Lesbiana, una amiga tuya la llama todo el tiempo a la casa.-- No es amiga mía y se llama Carmela. Solo vivimos juntas.-- Bueno,pues eso¿Es o no es?-

Si había algo que me había ganado marchándome de casa era no tener que respon- der a interrogatorios. Me levanté y le dije: - Mamá, somos mayorcitas. Es su vida privada. Si tanto interés tienes, pregúntaselo a ella.- Le di un beso en la mejilla:-Te quiero mucho, pero tienes que entender que lo que haga o deje de hacer Lucha no es asunto mío.Ella ya se sabe cuidar y toma sus propias decisiones. Habla con ella.-

Page 283: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Los llaman “Latin Kings”, lo cierto es que no sabemos qué tan cierto sea que existan banda latinas, como están diciendo en todas las noticias. Estamos realmen-te enfadados porque en Telemadrid fueron con cámaras de televisión al instituto de Usera donde estudian casi todos los muchachos del grupo de jóvenes “Somos Uno”. Y a la salida del instituto los enfocaron a la cara, mientras la reportera de turno decía a la cámara: - En este instituto de Usera es donde estudian los chicos latinos que se hacen llamar “Latin Kings.-

Las mamás de los chicos de “Somos Uno” llamaron a mi mamá al trabajo para pe-dirle que por favor se presentara en el instituto porque las familias de los otros chi-cos, muchos de ellos gitanos, habían rodeado el instituto y decían que los querían linchar. La televisión ha hecho que cunda el pánico. Ahora cualquier chico latino en Madrid es sospechoso de pertenecer a una banda latina. Y nosotros no sabemos si realmente existe algo así. Pero lo que sí tenemos claro es que los chavales de nuestro grupo, donde también participan las repetidas, no están metidos en nada raro. Son todos muy zanahoria, solo les preocupa la música y el deporte. Mi mamá se cogió un taxi y se puso a hablar con todos los padres asustados, explicándoles que ella conocía a nuestros chavales hacía más de un año. Y que la información de la televisión era incorrecta. Nuestros chicos estaban limpios. Poco a poco nos contó que pudo calmar la situación. Y al final la situación se ha tranquilizado.

Page 284: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Los espacios de encuentro son maravillosos, son como una compuerta para encontrar y conocer a gente afín que de otra forma no conocerías. Por eso, aunque haya divergencias o diferencias irreconciliables, se puede convivir en la diversidad desde los puntos comunes. Así sucede en la Kasa de Las Sirenas, hay consensos en muchas cosas, pero hay muchas formas diferentes de estar en el mundo. Pero la rea-lidad es que la mitad de mis mejores amigas las he conocido gracias a la existencia de ese espacio. Pudimos rodar un corto reclutando a todo el equipo en ese espacio, hicimos fiestas, exposiciones, jornadas, manifestaciones. Unas compañeras fran-cesas hicieron todo un verano un comedor vegetariano para subvencionar un corto lésbico que se les había ocurrido sobre cómo una ciudad se inunda bajo la regla de mostaza de una gran mujer gigante y alienígena que viene del espacio exterior y va a terminar con el patriarcado. Al final las mismas de siempre decidieron no pagar porque querían que el comedor fuera gratis, ya que ellas, si podían, no pagaban por nada. Pero fue bonito y delicioso mientras duró el comedor.

Recién empezando a salir con Ari, fuimos todas las bolleras de la karakola en mana-da al primer orgullo que se hacía en la casa de campo. Habían fichado a “La Gitana” para pinchar a la DJ residente de nuestras fiestas, y aunque muchas no tenían dine-ro, una apareció con unos alicates que facilitaron una puerta social justo en la zona donde pichaba. Cuando empezó a amanecer “La Rubia”, que era como habíamos bautizado a nuestra amiga Eleonor, que era negra, dijo en voz alta que siguiéramos bailando en Las Sirenas. Cuando llegamos a Las Sirenas se había corrido la voz, y en la puerta esperaban coches preguntando dónde aparcar, y un grupo de casi cien mujeres. La fiesta siguió unas horas más, pero no llegamos hasta el final. Cuando me baja el sueño busco una cama como un rayo y me duermo como un bebé, ya puedo estar bajo un bombardeo.

A las cuatro de la tarde me sonó el teléfono, era La Gitana: - Canija, que me han dejado encerrada estas cabronas. Me quedé sopa en un sofá. ¿Puedes venir a abrir- me?.-

Page 285: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Bruna ha sido invitada a formar parte de una mesa redonda de jóvenes contra el racismo. Malena está haciéndole tres millones de fotos desde todos los ángulos posibles. Yo estoy sentada con mi mamá. Desde que me fui a los dieciocho años de la casa y vivo por mi cuenta, nuestra relación ha ido mejorando poco a poco. Para ello yo tuve que conocer a otras mujeres colombianas de su edad con similar tra-yectoria. Para poder entender una realidad es fundamental tener más datos, conocer todas las perspectivas. Las repetidas están a punto de cumplir dieciocho años, si no llega a ser por el grupo de jóvenes “Somos Uno”, quizás se habrían metido en pro-blemas. Pero desde hace tres años se han constituido como comunidad, es un grupo informal. Hemos hecho salidas con ellos, les hemos dado cursos de resolución de conflictos, juegos para la paz. Es cierto que podría haber hablado otro de los chicos del grupo, pero entre semana todos trabajan para apoyar económicamente a su fa-milia. En el grupo tendremos unos veinte chavales fijos y hasta sesenta que partici-pan en los talleres de baile que hacemos los sábados por la mañana en la asociación cultural “El Motor”, en Lavapiés.

Alejandro llega diez minutos tarde, pero se sienta a mi derecha. Desde que está haciendo el máster de Antropología en la Autónoma, ha estado investigando mucho sobre las bandas de delincuentes que se han formado en Latinoamérica. Parte de lo que ha encontrado son patrones que quizás algún grupo de chavales en Madrid este imitando de alguna forma. Aunque lo hemos comentado muchas veces, todavía no tenemos ninguna prueba empírica de que sea así. Lo que sí tenemos y lo sabemos por experiencia propia, es que nosotros también sufrimos mucho acoso escolar y racismo cuando llegamos. Es que si los chavales no se comunican con sus padres porque estos están siempre trabajando, no tienen herramientas ni ningún apoyo para entender lo que les está pasando. Reciben rechazo por parte del sistema, no solo por el tema de los papeles. Hay muchas trabas para una integración en una igualdad de condiciones, el sistema educativo, contenidos es diferentes... Cuando llega me pica el ojo y toma asiento. La muchacha que está hablando antes que Bruna acaba de terminar. Ha tenido una intervención brillante hablando sobre todos los problemas que tiene todos los días dentro del instituto y fuera por llevar el pañuelo “Hiyab” en la cabeza. Miro a Alejandro y le comento en voz baja:- “Es una pena que te la hayas perdido, ha dicho que a las mujeres europeas también las obligan a ponerse una capa de maquillaje o a estar delgadas, llevar tacones. Que las opresiones son siempre que te las impongan desde fuera, y no si tú las has elegido. Que ella se siente bella con su pañuelo y que pide un respeto de la sociedad.-- ¡Qué argumento tan bueno! Tiene mucha razón, sin duda. Hay que mirar la reali-dad desde los matices. Y sobre todo escuchar a los demás, nosotros solo podemos

Page 286: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

interpretar una parte de la realidad. Necesitamos comunicarnos, escuchar a los de-más para poder entendernos y desde ahí construir comunidad.- Alejandro se pone sus gafas mientras yo asiento. Iba a responderle cuando mi mamá me da un codazo para que nos callemos porque Bruna va a empezar a hablar.

- Buenos días a todos. Me llamo Bruna, tengo diecisiete años y por ahí anda mi doble, no se asusten: Somos gemelas.- Todo el mundo suelta la carcajada, le ha fun-cionado bien la anécdota; ahora ya se puede meter a todo el mundo en el bolsillo.

- Soy colombiana de segunda generación. De hecho ustedes dirán. ¿Y por qué tie-nes tanto acento? Si he nacido aquí pero tengo mucho acento es porque me he preocupado por aprenderlo. No puedo hablar como española porque todos los días en el telediario las noticias dejan claro que no somos de aquí. Mis papás son colom-bianos, entonces yo soy colombiana. He vivido muchas situaciones de racismo en el colegio y fuera de este. Me han pedido los papeles muchas veces y la policía se sorprende que tenga DNI y que haya nacido en Madrid. No es el caso de mi novio, que hasta que tuvo tarjeta de residencia, íbamos con mucho cuidado y escuchando la radio latina, para saber en qué bocas de metro estaban haciendo controles de la policía. Y señores, no, no somos delincuentes. Somos personas que por razones económicas o personales hemos tenido que dejar nuestro país. Mis padres no han dejado de trabajar ni un solo día desde que aterrizaron en Madrid. No hemos!tenido lujos, pero no nos ha faltado educación, libros y un plato de comida en la mesa. Mi madre que está ahí sentada. Mamá, venga, saluda.-

Mi mamá, orgullosa y con los ojos aguados, levanta la mano. Alejandro sonríe divertido y yo miro al suelo, porque me molesta que todo el mundo nos esté mi- rando. Ahora es Alejandro el que me da un codazo y le miro como suplicándole que cuando acabemos acá nos vayamos a tomar un vermú. No quiero asimilar que hay temas que me remueven heridas, aunque cuando estoy haciendo talleres de habili-dades sociales con los chavales no tengo problemas al contar mi experiencia per-sonal con el racismo y el acoso. Y como se puede hacer frente y como no. Si les he contado que yo me peleaba, pero que quizás había otras formas, como an- ticiparse al conflicto o por lo menos intentarlo. Bruna sigue explicando todas las experien-cias que han sufrido los chavales del grupo “Somos Uno”. Explica cómo formar un grupo les ha salvado la vida y los ha empoderado. Dice que ella quiere estudiar para ser profesora y poder tratar a sus alumnos como le hubiera gustado que la trataran a ella algunos profesores que no se portaron bien y la echaban de clase con cualquier excusa por ser latina. Casi por eso decide no volver a estudiar, pero ha cambiado de opinión. Ahora ella y Malena siguen estudiando danza y se están preparando con otros chicos del grupo el bachillerato a distancia. Cuando termina todo el mundo, aplaude. Estando ya todos en la calle, se acerca a nosotros y nos pregunta: - ¿Qué os ha parecido?.-Ale la abraza y le da un beso en la mejilla:- Tienes que hablar un poquito más despacio, que a veces te aceleras. Pero en líneas generales has dicho cosas muy importantes. ¡Enhorabuena!-- Gracias, si eso es cierto. Es que me emociono y quiero decir tantas cosas al mis- mo tiempo que me embalo.- Responde Bruna.La miro riéndome mientras le aclaro:- No te preocupes, eso es de familia. Se te pasará con la práctica. Has estado estupenda. Estoy muy orgullosa de ti.-

Page 287: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Todos los sábados en la mañana hacemos los talleres de bailes latinos en “El Motor”, que es una asociación cultural muy grande. Inicialmente y en una asam-blea del nuevo espacio de la Kasa de las Sirenas, había solicitado esa franja horaria porque estaba libre. Aparte de los desayunos vegetarianos que hacemos un grupo de mujeres los domingos, no hay otras actividades abiertas al público en general. Si bien había varias compañeras a las que les parecía una buena idea, el núcleo duro, que es como llamo a las que saben mucho de feminismo, pero poco de vida práctica o comunicación con la gente en general, pusieron todas las pegas del mundo. Desde que nos mudamos al nuevo espacio, cada actividad podía ser mixta o no dependien-do de lo que decidiera quien la realizara. Cuando hice la exposición de la petición, indiqué:-. Es un grupo de adolescentes latinoamericanos con los que llevamos tra-bajando habilidades sociales desde hace más de tres años. Hemos trabajado y ana-lizado qué es el machismo, qué es el feminismo. Y saben perfectamente cuál es la filosofía de este espacio y lo respetan. Además, la actividad la coordino yo. Es un proyecto autogestionado, gratis. Y abierto a vecinxs y otrxs niñxs del barrio.-En cuanto terminé, Cintia replicó:- Es que no entendemos qué tiene que ver o qué vienen a hacer un grupo de adolescentes latinos aquí. Yo la verdad no le veo el sentido.-Esperanza siguió: - Yo la verdad no lo veo, pero a ver qué piensan las demás.- El resto no sabía qué pensar, es lo que tenía el núcleo duro. No era la primera vezque yo quería hacer una actividad y me la tiraban por tierra. Ya desde el espacio anterior, que era okupado, y no cedido como este bajo un alquiler social.Habíamos tenido siempre problemas. Por un lado estábamos las que pensábamos el espacio con la potencialidad de fomentar la participación de otrxs vecinxs del barrio y por otro lado estaba el núcleo duro, que querían leer juntas, discutir textos para seguir en su burbuja teórica y abstracta. La convivencia se había dado y hasta la fecha seguíamos conviviendo, pero en el conflicto, sumado a que casualmente, las actividades más de entrada que eran el bar, los talleres, las fiestas, los hacíamos siempre las mismas tres, cuatro personas. Que eran las actividades con las que se recaudaba dinero para pancartas, viajes, cárteles... En el nuevo espacio sucedía lo mismo. Las facturas se pagaban con las actividades abiertas o las donaciones in-dividuales. Pero no iba a perder el tiempo discutiendo con ellas o que aceptaran a regañadientes. Tampoco les iba a hacer caer en el racismo intrínseco al rechazo de la actividad que les proponía. Había otros espacios que estarían encantados de al-bergar una actividad así. Cuando hablé con Daniela, la coordinadora de “El Motor”, un espacio también autogestionado a la vuelta de la Kasa de las Sirenas, ella, que!también era ecuatoriana de segunda generación, se apasionó por el proyecto y has-ta algún sábado se pasó con su chico a bailar con nosotros.

Page 288: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Con los años, Tistana se había vuelto muy parlanchina, pero sobre todo cuan-do ganaba confianza. Y más después de estar en el internado tecnológico apren-diendo metalurgia. Durante la semana apenas hablaba con nadie. En cierto sentido se había tomado en serio las lecciones de invisibilidad que le contamos que nos daba Dayami. Ella era invisible para todos. Así evitaba conflictos, pero tampoco conocía a nadie, o a muy pocas personas. Mi mamá me llamó pocos días antes de la graduación pidiéndome que buscara un vestido elegante ideal para ella, para su es-tilo, que no fuera muy caro. Y tenía que ser de gala. Desde la adolescencia me sabía perfectamente la talla de todas mis hermanas y, por aproximación, nunca me equi-vocaba calculando la talla de amigas, si tenía que hacerles un regalo. Tistana era la única mujer en una graduación de casi cuatrocientos chavales en el instituto de la sierra. Cuando subió a recoger su título, bella, con su flor blanca en el pelo trenza-do, su vestido negro, un “¡Oh!” de exclamación recorrió todas las filas, seguido de “Es una chica”, no menos asombrado. Tistana era visible por primera vez, todos sus compañeros recordaron entonces cómo se concentraba, en su pupitre y en chándal, en realizar las tareas con una perfección y minuciosidad, llevandole mucho tiempo. Cuando hablaba con ella, la animaba diciéndole que Einstein también se tomaba su tiempo, y de hecho su obsesión con el tiempo venía de que había cuerpos más rápidos que otros, mentes más veloces que otras. Pero la velocidad implicaba un peligro, se dejaba por el camino los detalles. Detalles importantes que una mente meticulosa nunca olvidaría. Y en el caso de hacer una operación matemática com-pleja, era fundamental tenerlos en cuenta.

Cuando salimos a la calle, Tistana estaba brillante. Sus compañeros se acercaban y le decían: - No pareces tú. ¡Qué fuerte!.- O: – Anda que podías haberte vestido antes de chica.-Y ella, tranquila por primera vez en cinco años, les respondía cagada de la risa:- Es que me gusta mucho ir en chándal.-

Page 289: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Epílogo

Page 290: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:
Page 291: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Vuelvo de mi trabajo de teleoperadora pasadas las ocho de la tarde, con la pesadez mental que te dejan ocho hora seguidas contestando al teléfono. Voy bajan-do la calle por la acera de la derecha, y antes de llegar a la esquina, lo veo sentado leyendo, esperándome en el banco de la acera de enfrente a la Kasa de Las Sirenas. Hasta que no llego a la esquina amarilla no levanta la vista del libro y me ve. Nos sonreímos. Se levanta pausadamente, con su bandolera cruzada en el pecho y una camiseta blanca bien planchada. Me sonríe con toda la cara y la mirada. Cuando está a menos de un metro le digo: - !Hola¡ -Alejandro me sonríe como respuesta, mientras abre su bandolera enseñándome un tesoro: - He pensado que como la semana entrante es tu cumpleaños, quizás podría- mos empezar a celebrar desde hoy.-- Es una gran idea, si no fuera porque estoy incubando una gripa de elefante y creoque tengo fiebre.- Le respondo un poco agotada y deseando llegar a la casa.- El guero es un buenísimo antigripal, te lo digo por propia experiencia.- Nos reímos y subimos a mi casa. Uaja, al verlo, le ladra como siempre con muy pocas pulgas. Desde que era cachorro tiene una rivalidad extraña con él. Es cierto que realmente no le interesa ningún humano a parte de mí, pero con Alejandro ha establecido una rivalidad de machos. Él, lejos de molestarse, juega con él. A mí no me convence que jueguen porque muchas veces no acaba bien la cosa.- Uaja, que yo no te la voy a quitar.- Le dice cogiendo su juguete y jugando a lapresa.- Jajaja. Lo sabe perfectamente, te lo puedo asegurar.- Le digo mientras me meto enmi cuarto a ponerme mi ropa y dejar la del trabajo en el cubo de la ropa sucia. Desde la sala Alejandro me empieza a mamar gallo: - María ¿No estarás haciendo cochinadas delante del perro?-- Ale, las mismas que tú has hecho a veces hasta delante de personas.- Salgo descal- za y lo miro a los ojos.- ¿Yo?¿Cuándo?.-Responde con falsa voz inocente.- Vamos a dejarlo estar.- Me río.- ¿Qué tal te va en el trabajo?¿Te preparo un cafépara empezar?.- Me acompaña a la cocina y empieza a mirar la etiqueta del café.- ¿A esta hora? ¿Es descafeinado? He dejado el trabajo.- Dice quitándole importan-cia.- No, no es descafeinado. Pero ya sabes que lo hago muy clarito ¿Qué es eso de que has dejado el trabajo de educador?.- Saco dos tazas.- Pues sí, lo he dejado. El pasado fin de semana me tocó hacer tres contenciones achavales. Después los castigaron en una especie de habitación aislada y les dieron tranquilizantes.-Nos vamos a la terraza, Uaja lo sigue vigilando de cerca. Alejandro se sienta en

Page 292: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

en la hamaca y yo en mi banco de corcho. Uaja se tumba a mi lado mirando a los ojos a Ale. Estoy imaginándome la situación, entendiendo lo que le pasa, y añado:- Vamos, una celda.-Mirando al suelo responde:- Sí, una celda, una jodida celda.- Estoy indignada, los dos somos hijos de la misma generación que quiso cambiar las cosas a través de la revolución. Para nosotros la sociedad se puede cambiar, pero a través de la cultura y la educación. No con violencia, nunca con violencia. Ale sigue contándome la historia: - Ya sabes quién está en el gobierno ahora mismo. Los centros de tutela- dos son pequeñas cárceles. Es un sistema asistencialista, de poner parches y malo. Abusan de los voluntarios, de la buena voluntad de la gente. Con buena voluntad no se educa. Hay que tener recursos, pedagogía, empatía, gancho y comunicación.- Si no hubiéramos salido a bailar millones de veces, pensaría que Alejandro es un viejito. Al igual que yo, hay cosas que se toma muy en serio. A mí me dicen a veces mis amigas españolas: “Que te tomas la vida demasiado en serio, chavala. Qué no es pa tanto”. Mientras sonrío suelo pensar “Si tú supieras”. Bromeando le digo:- Si tú y yo fuéramos chavales en este momento, fijo que nos medicarían.-- Ni lo dudes, es una suerte que ya tenemos hasta alguna cana.- Me responde mien- tras le echa un chorrito de aguardiente al suelo y luego a cada café. Me acuerdo de los ausentes, me acuerdo del miedo a sufrir y de mis intentos de suicidio: - Hubo un tiempo en el que no me imaginé llegar a esta edad.-- Ni yo, pero el tiempo pasa.- Me responde, tranquilo.- ¿Y se lo has dicho a tus papás?.- Sus papás, como los míos, ven el mundo de unamanera que no se corresponde con nuestra realidad. Nos hemos acostumbrado, pero a veces es complicado hacerles entender algunas cosas. Yo siempre me esfuerzo por dar detalles a mis viejos, y creo que algo he avanzado.- No, todavía no. Quería tener otro trabajo mientras tanto, como para que no que- dara tan mal.- Se echa otro chorro de aguardiente en la taza y me sigue contando:- Me he apuntado para trabajar de barrendero, te pagan cuarenta euros diarios, seis horas al día, cinco días a la semana.- Me mira a ver qué cara hago.- No está mal, un trabajo es un trabajo. Y mira el barrendero de “Momo”, era todo un filósofo como tú.- Le respondo, quitando un poco de hierro al asunto.- Si les digo a mis papás que he dejado un trabajo de educador por uno de barren- dero, la tendremos sonada.- Se toma otro trago y pienso que más vale que prepare algo de cenar o vamos a tener un guayabo infernal.- Lo sé, mis papás son iguales, tienen marcado a fuego que si vas a la universidad vas a tener una buena profesión. Pero a cuánta gente conocemos que ha estudia-do carreras y está trabajando en servicios. Bien sea de teleoperador, dependiente, cocinero, camarero... Yo prefiero trabajar de teleoperadora y tener independencia económica que andar pidiendo papaya.-Me voy a por unas campurrianas con queso para tomar mientras tanto. Cuando vuel-vo está mirando el horizonte: - A veces tengo la sensación de vivir al mismo tiempo en dos realidades paralelas.- Si nuestra relación fuera de otra forma, le abra- zaría en este momento, pero desde que nos conocimos a los once años, cada uno está en su sitio. Y parte de los códigos de nuestra relación pasa por respetar el espa- cio vital del otro. En su lugar, le ofrezco galletas con una gran sonrisa, y cuando coge una, me siento en mi silla otra vez:- Se llama desarraigo, vivimos en una realidad esquizofrénica desde que salimos de Colombia. Tenemos un pie en Madrid, pero la!cabeza en Colombia y el otro pie casi te diría que flotando en mitad del atlántico, a punto de perderlo y que se lo coman los tiburones.-

Page 293: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

- Sea como sea, a veces duele mucho.- me responde con los ojos aguados.- Lo sé, a veces duele horrible. Voy a tomarme la temperatura, dame un segundo.- Huyo con esa excusa al baño, hago un pis eterno que dura un segundo, mientras empiezo a contar todas las líneas que separan las baldosas. Sé que hoy no tengo escapatoria, tengo que ser fuerte y apoyarlo. Pero para mí hablar de ciertas cosas no es nada fácil, ni siquiera ayudada por los tragos. Cuando entro en la terraza me sigue preguntando:- ¿Tú te intentaste suicidar cuando éramos pequeños?¿Por qué?- Respiro profundamente, y con toda la tranquilidad de la que soy capaz, con muchas emociones contenidas para no derrumbarme o abrir viejas heridas, le contesto:- Porque no quería estar aquí. El primer año de aterrizar en La Agraciada fue el más duro. No estaba preparada para el rechazo, el racismo y la violencia que vivimos.- Recordando, y con su humor sarcástico, añade:- Bueno, es que menuda joyita era el barrio entonces, ahora está muy bien. Ya está mucho más tranquilo y la gente se ha asentado.- Desde casi los dieciocho años vivo en el centro, tengo buenos recuer-dos de La Agraciada, buenos amigos, pero a grandes rasgos era como un pueblo. No podías hacer nada sin que todo el mundo lo supiera. Tanto control social es una cruz para alguien irreverente como yo, me decía Alba cuando que viví con ella. Y supe desde la primera vez que me lo dijo que tenía razón. Quizás porque ella, con la misma edad de mi mamá, era irreverente, anarquista, bruja y muchas cosas más. Sonriendo y recordando que con ella aprendí a leer el tarot, a relativizar, a perdo-nar, añadí: - Sí, bueno, tampoco era culpa de los otros niños. Para ellos debió de ser muy raro ver a gente como nosotros en los años ochenta. Aparte que nosotros so-mos unos privilegiados por tener los papás que tenemos. Acuérdate que casi todos venían de familias súper desestructuradas, con padres muertos por sobredosis, en la cárcel o saliendo de la droga. Con muchas madres que se prostituían por un pico. Hasta algunas compañeras del colegio acabaron igual. Si algo aprendí de chiquita, es que hay que tener cuidado con el caballo y las drogas en general.-- ¿Por eso no te drogas?.- Me pregunta con curiosidad.- Tú tampoco te drogas, pero sabes perfectamente porqué no me drogo. Es por lasecuela que dejó el Fenobarbital en la corteza de mi cerebro. Mis endorfinas dis- paran felicidad cuando bailo y hago cosas que me apasionan. No necesito ayudas químicas para fluir y ser libre.- Alicia, la mejor amiga de Nacho en filosofía, me había dejado un libro sobre el efecto de las drogas, que prácticamente afirmaba que conociendo tus emociones y cómo manejarlas, podías alcanzar cualquier estado de!conciencia con solo proponértelo. Las drogas solo agilizaban ese proceso, pero con lo adulteradas que estaban, tampoco esa era una garantía.

- Las drogas también tienen jodida a Colombia. Sin la variable del narcotráfico, qui- zás se hubiera podido firmar la paz o construir una sociedad diferente hace mucho. Y no tendríamos que estar viviendo como ciudadanos de tercera en otros países.- Era un tema que teníamos muy trillado, lo habíamos comentado muchas veces. Yo también pensaba de forma similar:- En cualquier caso, y aparte del caso de Colombia, creo que globalmente tendrían que legalizar las drogas. Así se evi-tarían mafias y la gente sabría por su peso, constitución física y química, cuantos gramos podría tomar de tal o cual droga. Y por lo menos la gente tendría informa-ción para conocer efectos, peligros... Es evidente que la prohibición conlleva un riesgo peor de salud pública. Mira cuánta gente se ha quedado en la parra por un mal éxtasis.- Era un tema que conocía de primera mano de los dos años que había

Page 294: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

hecho voluntariado ayudando a pasar “el mono” a mujeres que decidían salir de las drogas a través de una asociación en Usera.

Coincidía con el análisis que hacía Alejo: - Pero no van a legalizarlas, ganan mucho más dinero en negro de esta forma. Hasta que no se desmovilicen todos los agentes armados y se tomen medidas reales contra el narcotráfico, la sociedad colombiana está condenada a mucha precariedad. Gracias a la caja B, se dispara la inflación. El problema de la tierra está en el centro, pero a partir de ahí hace falta que se cree una cultura de paz. Una cultura que se base en el diálogo de los con-trarios, que no acabe a tiros. La única arma válida tiene que ser la palabra.-

Recordando mi único viaje a Bogotá de hacía cuatro años comentó:- La última vez que estuve, los productos de primera necesidad costaban lo mismo que acá. El sala-rio mínimo interprofesional es menos de la tercera parte del de acá. Cambiando de tercio ¿Qué tal estan tus dos cuates?.-- Abel se está recuperando bien de la operación del derrame cerebral, ya quiere salir a bailar salsa, pero le he dicho que se espere un mes todavía. Y Herminio, esta juicioso con su tesis, como siempre. Ya sabes que salió muy juicioso.-- Jajaja, Herminio podría llegar a ser presidente si lo dejaran.- Le respondo.- No lo digas muy alto, que se lo va acabar creyendo ¿ Y tu novia? ¿Cómo se lla-maba?.-- Ari está bien. También muy juiciosa, gracias por preguntar.- Y le saco la lengua.- ¿Y estás enamorada?.- Ya entramos en los temas favoritos de cuando le preocupa menos el mundo real y más los sentimientos. - Bastante, es súper buena gente, puedes hablar con ella de cualquier cosa. Es muy activa mentalmente y curiosa. Nunca me aburro con ella.- Le digo contenta.- Si, parece dulce. Pero no sabe bailar salsa.- Me dice molestando.- Nadie es perfecto, pero por lo menos se mueve. Acá la gente no baila desde chi-quitos, como nosotros.- No solo mucha gente no baila, tampoco entiende el sentido que el baile tiene para nosotros. Lo ven como una afición, cuando para nosotros el baile y la música son parte vital de la vida.- Ella es canaria, los canarios son otra cosa aparte, son medio latinos.- Dice acer- cándose al equipo de música y poniendo a Yuri Buenaventura.- Que no baile salsa como una caleña, no quita que le encante Celia Cruz y Willie Colon.- Cada uno baila por la terraza por su lado, y Uaja sigue sin quitarle ojo.- Fue ella la que te invitó al concierto.- Me responde interesado y con un poco de envidia.- Sí, tenía un pase de prensa.- Le respondo orgullosa y todavía excitada porque el concierto fue hace menos de dos semanas.- Nunca he visto a Willie Colón en directo.- Dice suspirando.- Un día lo vamos a ver, seguro que vuelve a Madrid. Voy a ponerlo- Me voy a la sala y empieza a sonar “Idilio”. Vuelvo a la terraza, y ya que estamos haciendo el repaso del corazon, le pregunto por su último romance:- ¿Y qué fue de Olga?.- - No he vuelto a saber nada ¿Tu compi de casa no me habías dicho que cantaba sal-sa?.- E intenta cotillear por la ventana de la terraza cómo ha colocado la habitación mi nueva compañera. - Angela, sí, es una mujerona guapísima de Nueva York con un vozarrón. Quizás se anime a bailar salsa hoy. Le voy a mandar un sms diciéndole que nos busque en “Él Son” después de las once.- Dos tragos de aguardiente y se me ha olvidado por com-pleto el agotamiento, los síntomas de gripe y todo lo demás. Cuando me escucha

Page 295: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

se ríe con ganas y nos tomamos otro trago. Al rato cae en la cuenta del guayabo y me pregunta:- ¿Comemos algo antes?.-- Creo que puedo hacer un calentado, me quedan frijoles y arroz de ayer.- Le res-pondo. Nos metemos los dos en la cocina, le pido que me corte cebolla chiquita y tomate. Cenando vuelve a sacar el eterno tema de la memoria.- ¿Te acuerdas de cuando nos conocimos?.- Me dice cortando la cebolla con meti- culosidad, igual que hace todo.- Sí, era un niño insoportable.- Le respondo con sarcasmo, pero es la verdad.- Jajaja, pues anda que tú.- También él pensaba lo mismo de mí. Quizás chocamos en lo que nos parecemos.- ¿Qué habrá sido de Efraín y su hermano Julián?.- Me vuelvo a acordar de la nocheque se fueron sin decir nada.- Pues los vi en la nacional de lejos, pero no les dije nada, ya sabes cómo son estascosas.- Por primera vez me cuenta algo que hacía años que sabía, pero que nuestra educación en la mentira, en la clandestinidad, le hacía omitir.- Sí, ya estoy harta de cómo son estas cosas. Pero ni modos, a ajo y agua. Son así y punto. Supongo que es por nuestra seguridad.- Estoy diciendo lo que nos dicen nuestros papás, que de estas cosas saben.- Sí.- Responde obediente, creo que en el fondo somos demasiado obedientes to- davía. Con nostalgia le digo: - Me hubiera gustado estar cuando leíste tu tesis en la universidad.- Bueno, estabas ahí, es nuestra historia.- Me dice animado.- Sí, hiciste bien en entrevistarnos a todos y que quede en el fondo de la Nacional.-- Los hijos de la guerra son la generación de la paz.- Me dice moviendo un tenedor en el aire con el que agarra un poco del calentado que está en el fuego.- Ojalá.- Le respondo escéptica.- Tú también deberías de contar nuestra historia, tú historia.- Mi dice mirándome a los ojos.- Quizás lo haga, pero lo mío no será un ensayo, será una novela. Y que sepas quepienso contar cuando te estampé el pañal de una de las gemelas lleno de mierda en la cara.-- Jajaja, no me acuerdo de eso.- Me dice divertido.

Suena el teléfono, es mi amiga Mercedes que me pregunta a qué hora podemos quedar el viernes para hacer la compra para el bar de la kasa okupada de las sire- nas, que abrimos durante el fin de semana. Alejandro, que se pilla la conversación, cuando cuelgo me pregunta:- ¿Sigues abriendo el bar de las Sirenas todos los fines de semana?.-- Sí.- Le contesto.- ¿Por qué?.- No me va a dejar tranquila hasta que le de un buen argumento.- Pues porque una de las cosas que descubrí cuando toqué fondo en Inglaterra y de-cidí vivir, desterrando todas las ideas oscuras y suicidas, es que necesitaba un poco de tierra en este mundo. Esa tierra me la dan los espacios de encuentro como la kasa okupada de las Sirenas, Uaja, mis proyectos creativos... soñar.-- ¿Hasta cuándo has tenido ideas suicidas?.- La conversación vuelve a girar hasta las profundidades del océano. Algo me dice que hoy tengo que darle gusto en todo.- Pues la última vez fue antes de irme a Londres. Pero me di cuenta que ya estaba bien, que tener ideas suicidas es derrotista, fácil. Lo dificil es vivir con alegría, cu-rrártelo para que cada día sea único, ganarle la guerra al gris. Al sistema y al orden

Page 296: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

establecido. La alegría es subversiva. Por lo menos para mí, que cada cual piense lo que piense. Yo me prometí a mí misma currármelo más, meterle energía a mis proyectos creati- vos. No pretender gustarle a nadie, que me resbalara el rechazo o la opinión de los demás si no era constructiva. No descuidar mis afectos, mis pila-res. Y como siem- pre decíamos con Marci, el mantra para todos los días: “Porque sueño, no lo estoy”.-- Porque sueño, no estoy loco. Leolo.- Completa él.- Sí. Pero también, porque sueño estoy vivo. El día de mañana tiene sentido y solo por la curiosidad de ver qué pasa, me quedaré un día más en la tierra.- Parafraseo “El valle de los avasallados” de Réjean Ducharme, que es el libro que sujeta la mesa del comedor en la casa de Leolo.- ¿Vivir por curiosidad? Es una idea divertida.- Me responde pensativo.- Sí, vivir como Sherezada, contarnos cuentos, buscar levedad y desafiar así al ca-pitalismo. Vivir con poco, pero con muchas ganas.-- La alegría es gratis.- Me responde sarcástico, Ale prefiere una posición más seria, no es tan optimista como yo.- La alegría es contagiosa. Como cuando bailas salsa. Y además en un mundo que teempuja a estar congelado, quieto, apático, al consumo, a no ver más allá del cuadro, el movimiento, aunque sea de un cuerpo individual como de un cuerpo colectivo, como los espacios de resistencia, es subversivo y liberador.- Pienso además que cuando bailamos en la Kasa de Las Sirenas, pareciera que ese antiguo convento de mas de trescientos años se fuera a caminar con todas nosotras dentro.- El arte es política, me gusta la idea ¿Vas a salir a bailar con fiebre? ¿Trabajando mañana?.- Quiere reconfirmar que nuestro plan de la noche está asegurado.- Que sí, esta noche somos subversivos, y mañana será mañana.- Le respondo pi- cando un ojo.

Esa noche tenía que salir con él a toda costa, daba igual si el mundo se acababa al día siguiente. Estuvimos toda la noche bailando salsa con Queen, y a las cinco de la mañana regresamos a la casa. Antes de dormirnos cocinamos y devoramos unos huevos pericos. Ale se hizo la cama en el sofá. Ya sabía dónde estaba todo. Cuando sonó el despertador a las ocho, mientras yo preparaba el desayuno, él ya había re-!cogido toda la sala. Bajamos juntos la calle hacia la Renfe, y cuando nos despedi-mos, nunca imaginé que sería la última vez que lo vería con vida.

Page 297: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Agradecimientos

A todxs lxs hijxs de la guerra que condenados durante muchos años al ano-nimato y al silencio, les han arrebatado parte de su identidad. A todxs ellxs lxs animo a que cuenten su historia, esa será la herramienta más potente para construir la paz y no perder la memoria. Solo lxs que recuerdan aprenden para no repetir los mismos errores.

A la revista digital de sembradoras de Paz La13 y sus memoriantes, por ser ejemplo de valentía y recordarme lo importante que es la memoria.

A todas las redes que han trabajado incansablemente por la paz y los derechos humanos, dentro y fuera de Colombia.

A todas las redes sociales que hacen de mi barrio un espacio vivible desde hace más de veinte años: movimientos sociales, colectivos y vecinxs.

A todxs mis amigxs, a lxs que están, a lxs que estuvieron.

A todxs aquellxs que la vida les peso tanto, que por decisión propia decidie-ron marcharse antes de tiempo.

A toda mi familia, la biológica y la construida a lo largo de los años. Ellxs saben cada unx a quién me refiero.

A todxs mis animales, mi manada, que con su amor incondicional me atan a la tierra y mantienen mi cabeza despierta.

Page 298: MeMorias de una niña viajerarevistala13.com/publicacion-n13/assets/memorias_de_una_nina_viajera_asor.pdf · Título original: Memorias de una niña viajera Primera Edición digital:

Memorias de una Niña Viajera” empieza en 1979 con una niña de cinco años contando su historia en Bogotá la ciudad que nunca duerme.La per-secución política que llevará a su familia como a muchas otras a huir de Colombia para salvar su vida.Un viaje a través del tiempo por distintos lugares: Costa Rica, Paris, Maputo...

La memoria es una construcción compleja, es una mentira en si misma, cada vez que recordamos creamos una nueva ficción.La novela esta basada en hechos reales, pero personajes, nombres, luga-res, fueron cambiados para proteger la intimidad de las personas representadas.

El libro está escrito en el lenguaje coloquial de una niña y se va haciendo más complejo a la me-dida que ella va creciendo. Es un libro escrito con la intención se ser entendido y leído por niñxs desde los siete años. Si bien hay pasajes que lxs adultxs tutores, tendrán que decidir para que edad son adecuados. El libro es explícito en distintos tipos de situaciones.

El lenguaje estará plagado de “colombianismos” como cachumbos, tetero, pompis, berraca... qué no hemos querido uniformar y/o traducir porque por el contexto se puede deducir para lxs lectorxs de otras nacionalidades su significado.

Asor es una artista multidisciplinar que crea desde Madrid, pero que ha crecido entre Colombia, Mozambique, Costa Rica y España. Escritora e ilustradora, su trabajo está fuertemente influenciado por raíces afroamericanas y un particular imaginario femenino. Como resultado, la temática de su obra oscila entre un mundo de mujeres enclavado en un universo de animales y una naturaleza salvaje de carácter urbano y cosmopolita.Para ella todo su trabajo se enmarca en imágenes y retratos, unas veces los textos funcionan como fotografías para ser imaginadas por lxs lectores. Poesías que funcionan como mensajes en una botella, o acertijos. E ilustraciones con temáticas de sueños para imaginar el texto o mensaje escondido. Sus composiciones muestran visiones compactas que a menudo destilan influenciasliterarias y trasfondos familiares y políticos del alma de la autora. Por todo esto, su elemento diferenciador como artista “outsider” no proviene precisamente de una creación centrada en el detalle, sino de una visión del mundo fresca, a veces naif y en constante equilibrio con una cierta forma de desgarro. Sus intereses, siempre próximos a la cultura y los movimientos populares, le han llevado también a participar como agitadora cultural en espacios públicos donde converja el pensamiento libre, la música, el feminismo y la libertad. Con debilidad por sus raíces por todo lo relacionado con las culturas afro latinas.

Ebook con impuesto incluidos 10€, de los cuales 1€ de cada venta ira a apoyar el proyecto de revista electrónica de pacificadoras por la paz en Colombia: La13www.revistala13.com/