Maximiliano y Carlota en música · politonalidad, un trabajo riguroso que tiende al orden...
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UNIVERSIDAD DE MEXICO
MUS leAMaximiliano y Carlota en músicaPor Juan Vicente MELO
La ma)loría oprimida ofrece Slt pl"Otección para sacm-Ios del atolladero
-¡Reo. polissones! Venid a limpiar conmigo la mancha de nuestl"O pabellón-Mi general, iY si al limpiarla se rompe?
El general A Imonte en el momento de hacer su renuncia voluntaria al cargo de jefe supremode la nación
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Si queremos encontrar una v'Iswn musical de la Intervención Francesa tenemosque recurrir, forzosamente, a la lírica popular. El relato testimonial de la época hasido recogido y contado a través de unaprimera persona que sabe hacer suya -y,por consiguiente, nuestra- toda esa historia. Las canciones y "corridos" quenacieron durante la Intervención resultan,por una parte, la mejor manera de conocer el sentir del país, de reconstruir lospasos sucesivos de la guerra, de ver loshechos y los hombres con mayor claridadque muchos documentos, de establecertoda una semiología mítica de la epopeya(Puebla y Querétaro, por ejemplo, sonotras ciudades, muros enemigos a la vezque recintos sagrados, lugares donde selibran batallas casi rituales); por otra,canciones y "corridos" de la Intervenciónaportan nuevas riquezas a la expresiónfolklórica mexicana. Entre éstos y aquéllas sobresale Adiós Mamá Carlota, acaso la única vez que la extraordinaria figura de la emperatriz, romántica y enternecedora descendiente de Lady Macbeth, hasido vista y cantada como verdadero mito.
En cambio, si queremos volver los ojosa eso que se ha dado en llamar "el terreno de la música culta", la visión sevuelve prácticamente inexistente, como silos hacedores de aquel tiempo -sus leyendas y los sucesos, tan propicios a larecreación operística- no ofrecieran alcompositor material provechoso. Tal vezalguna ópera romántica sobre Maximiliano y Carlota duerma en polvosos archivos;nada sabemos sobre esto. Lo cierto es quelos autores de óperas, durante el inciertoromanticismo musical mexicano, sólo vivían para hacer cantar un mundo deliciosamente indígena al estilo italiano (laA t:::imba, de Ricardo Castro, versión curiosa en terreno tarasco de Aída, podríaser un buen ejemplo). Las generacionesque continuaron al romanticismo, los autores que ahora escriben, siguen, en términos generales, decididos a descubrir oinventar nuestro pasado musical, preocupados por "ennoblecer" la riqueza folklórica, practicando un nacionalismo trasnochado y ramplón. Han olvidado un temafavorable, específicamente operístico, lagran oportunidad de establecer, por primera vez, la primera ópera mexicana sobre el amor y la muerte. Sin embargo ...
Un título asoma de inmediato: Carlotade Luis Sandi, ópera en un acto escritapor encargo del Instituto Nacional de BeHas Artes, basada en un libreto de Francisco Zendejas, estrenada en 1948 juntocon sus inseparables hermanas: Elena, latraicionera, de Eduardo Hernández Mancada, y La mulata de Córdoba, de JoséPablo Moncayo. Por más de una razón, laópera de Sandi constituye un caso excepcional, casi un milagro en la historia denuestra música. Por el tema, desde luego;por el libreto de Zendejas, que constituye una increíble muestra de humor involuntario, la primera vez que la literaturamexicana incorpora la carcajada comouna de las bellas artes; y, claro, por lamúsica, acorde con el libreto que la sostiene y la anima, resumen para niños deprimer año de un puccinismo tan inocente como ridículo. La acción del trabajo deZendejas-Sandi transcurre en el momento que Maximiliano "comprende" que suImperio se está desmoronando y envía aCarlota a solicitar ayuda europea, todoesto en un marco de valses y mazurkas yen las voces de dos personajes -el Destino y la Patria, ay, con mayúsculas-,
Ya lit reacción se murió, I )'It la l/--all a e-Ille-r-rar, I I I 1"1 . I ..o. en re cUa ro nm anos y una VIe¡aijar delrás
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raquitico, coro trágico que recita un célebre catálogo de ripios. No sólo las figuras de Maximiliano y Carlota han sidoreducidas a un espectáculo lamentable; elgénero mismo, la grandeza del arte de laópera, esa forma de expresión que Marco da Gagliano, "maestro de capilla" deSan Lor~nzo en Florencia y fundador dela Academia Dgl'Elevati calificaba, en elprefacio.a Dafné ...( 1608), como "espectáculo de príncipes, admirable entre todosporque ep. él se reúnen los más nobles placeres: la· invención poética, el drama, elpensami~nto, el estilo, la dulzura de lasrimas, el encanto de la música, el concierto de las voces y los instrumentos, labelleza exquisita del canto, la gracia delas danzas y los gestos, el atractivo de lapintura misma (en el decorado y el vestuario), 'en fin la inteligencia y los másnobles sentimientos", se convierte, graciasa los talentos de compositor y libretista,en el equivalente perfecto de los films mexicanos que han reconstruido el mismotema. ,
La crítica, sin embargo, fue benevolente. Y aun entusiasta, como lo prueban estas líneas, escritas por el entonces críticode la revista Nuestra Música, Luis Herrera de la Fuente (año IIl, núm. 13, enerode 1949): "Luis Sandi emplea en su Carlota un lenguaje musical conciso y expresivo. A que tro juicio, Sandi consigue susmayores aciertos en el tratamiento de lasvoce y en la fina instrumentación. El libreto, de Franci co Zendejas, tiene unutil contenido poético. " ( ... ) Si el ar
gumento no fue desarrollado y terminadocomo merece, la música sí lo fue, dentrod la limitacion impuestas por el propi argum nto. En efecto, la partitura tiene unidad d tilo y de construcción;abunda n melodías de noble línea y apoya con eficacia lo movimi ntos dramáti, :: Qui n s tuvieron oportunidad deadmIrar .. ta joya de la música mexicanan u exhumaci .n, 1 año pasado, podrán
c mprol ar la veleidade de la historia.(D artemo, en este recuento musi
cal, un t~tulo suge tivo pero engañoso: eltríptic ,in fónico Cltapttltepec, de ManuelM. 1 nc, pue ninguna de sus dos ver:i n intenta recon truir el ambiente enque viví ron los p rsonajes principales de
drama de amor y de muerte. Pabloa tellanos, en un análisis de la produc
ción del ·iniciador del nacionalismo musi-
cal mexicano, anota que Cltapll.ltepcc es,ante todo, un resultado del impresionismofrancés - y su estructura, para no ir máslejos, un reflejo condicionado por los tresbocetos sinfónicos que integran El marde Debussy. El primer trozo se llama"Primavera" y evoca el ambiente del bosque, llevándonos, en sucesiones pentafónicas, a una prehispanidad tranquila; elsegundo, un nocturno, incluye Marchitael alma, mientras que el tercer movimiento se antoja -dice Castellanos- "comouna alusión a las romerías del pueblo indígena y mestizo".)
En cambio, hay que detenernos enMaximiliano de Darius Milhaud, granópera escrita en 1,930 y cuya reposiciónse anunciaba para estos meses en París,en virtud de los primeros setenta años delautor, uno de los más prolíficos que registra la historia de nuestros días. Unaentrevista publicada con motivo del aniversario, la relectura de N ates sans musique, libro autobiográfico, y el conocimiento de una correspondencia entre Milhaudy Alfonso' Reyes no dejan de provocar lacuriosidad. Desde que Milhaud trabajócomo secretario de Paul Claudel en la Embajada de Francia en Brasil, la tentación"sudamericana" figura en su catálogo: alas partituras brasileñas se añaden los tresgrandes monumentos líricos consagradosa una cierta forma del descubrimiento deAmérica: Cristóbal Colón (1928-1929),M aximiliano (1930) y Bolívar (1943).Si en Cristóbal Colón Milhaud confirmauna vez más el simbolismo anacrónico de
Fmlas y pan pinlado
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Paul Claudel, si Bolívar responde, a través de Jules Supervielle, a un sentimientode libertad, M aximiliano es la gran tentativa lírica, la incursión definitiva por elespectáculo operístico.
En -1927 -y la historia está contadapor Milhaud a Alfonso Reyes-, en la biblioteca del barco que lo regresa a Europa, el compositor encuentra la narraciónde la "expedición" a México por un joven oficial belga. "Leí con mucho interés,anota Milhaud en su autobiografía, lasdescripciones de los bosques, las montañas y los vestigios artísticos de la prodigiosa civilización azteca, pero lo que másme interesó -porque no había profundizado en ese periodo histórico- fueronlos detalles de la expedición. Mis nociones sobre la guerra de México se limitaban al cuadro de Manet que representael fusilamiento de Maximiliano o alguna"decoración" piadosamente conservadapor amigos en recuerdo de un antepasadoque, como el Aduanero Rousseau, habíacombatido con los belgas y los austríacospara intentar la consolidación del imperio de Maximiliano". Impresionado porlas figuras de Maximiliano -"a la vezhumano y timorato"- y de Carlota-"ambición desmesurada"-, Milhauddecide escribir, inmediatamente, una ópera histórica y "espectacular". En París,lee las memorias del Conde Corti; en Bruselas, asiste a los funerales de la emperatriz. Un día, le indican una pieza teatral de éxito: Juárez und Maximilian deFranz Werfel, por ese tiempo ligado amorosamente con Alma Mahler, amiga deMilhaud. Armand Lunel escribe el libretorespetando la idea esencial de la obra deWerfel: la concepción de la existencia como tensión entre dos agonistas, las dosfuerzas -el yo y lo que es hostil al yoque formulan el clrama de la vida y, sobretoelo, la aspiración a la libertad. total, elrechazo ele todo conform{smo, la tónicadominante en el pensamie.oto de Werfel:el parricidio como acto supremo de liberación, la absolución del criminal y laculpabilidad ele la víctima. Es entoncescuando Milhaud escribe a Alfonso Reyes-a quien había conocido en París, cuando éste era embajador- solicitándole material folklórico. La gestación de M aximiliano se ve interrumpida por CristóbalC:0lón; cuando termina, al fin, la ópera,Juegan razones de Estado: los serviciosde Bellas Artes juzgan prudente someterel libreto a las representaciones diplomátic~s de Bélgica, de Austria y de México,qUIenes lo aprueban. Interviene entoncesel nieto de Bazaine, preocupado por lapresencia de su abuelo en una escena operística. A las representaciones asisten elcoronel Hans, la hija del general Malleterre, la viuda de Porfirio Díaz. La obra,estrenada en la Ópera de Berlín, constituyó un sonado fracaso. Sin embargo,aparte el interés meramente anecdótico yacorde con este número, el M aximilianode Milhaud representa una de las experiencias más claras del autor dentro de lapolitonalidad, un trabajo riguroso quetiende al orden estructural clásico, un vasto mural que no descuida las exigenciasde la prosodia francesa y que permite eltotal desenvolvimiento de la desbordanteinvención melódica. Esperemos que la celebración del centenario de la batalla dePuebla o la recordación de los setenta añosde un compositor tan mal conocido entrenosotros, nos permitan compartir esta particular visión musical de la IntervenciónFrancesa.
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