Matias Valussi, Pionero Italiano

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Primeros colonizadores del CHACO, que arribaron a Resistencia en 1878

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Chaco 1878.Chaco 1878.Chaco 1878.Chaco 1878. Matías VALUSSI:Matías VALUSSI:Matías VALUSSI:Matías VALUSSI: Pionero italianoPionero italianoPionero italianoPionero italiano

EDUARDO ERNESTO VERON VALUSSI

2014

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CHACO 1878. MATÍAS VALUSSI:

PIONERO ITALIANO.

Eduardo Ernesto Veron Valussi

Nacido el 28 de octubre de 1949

en Resistencia, prov. del Chaco,

República Argen!na.

Tataranieto de don Ma$as Valussi.

FOTOGRAFÍA DE TAPA: Puente San Fernando y escudo del Friuli-Venezia Giulia.

El puente San Fernando sobre el Río Negro (en Resistencia, Chaco), -hecho de quebracho-, fue conocido y/o u0lizado por los inmi-grantes y paisanos a par0r del 8 de abril de 1903. Don Ma6as Valussi y su hijo Luigi; don Pedro Mateo Valussi y sus hijos; mis abue-los paternos y aún mis padres y mis hermanos lo cruzaron. Es el único lugar común que ellos u0lizaron: ahora espacio invisible pero imborrable, en el cual puedo imaginarlos aún con vida. Sirvió estoicamente hasta el año 1952. La obra fue diseñada y dirigida por el ingeniero franco-argen0no don Luís Foussal (Francia 1868/Argen0na 1935).

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CHACO 1878. MATÍAS VALUSSI:

PIONERO ITALIANO

AGRADECIMIENTOS:

Relatos: a mi $a, doña Aída Valussi de Sánchez. Bella Vista (Buenos Aires).

Literatura: a la señora profesora Sonia Marcela Valussi. Barranqueras (Chaco).

Literatura: al señor periodista Pérez Beveraggi. Resistencia (Chaco).

Fotogra9a: a mi hija Adriana Cecilia. José C. Paz. (Buenos Aires).

Inves!gación 9sica y documentos de archivo: a mi primo, don Osvaldo Abel Zanier Báez-Valussi. Resistencia (Chaco).

Al Dr. Rafaél Acuña. Tucumán (Tucumán)

Círculo Friulano de Resistencia. Resistencia (Chaco)

Diario Norte de Resistencia. Resistencia (Chaco)

Diario Primera Línea. Resistencia (Chaco)

Mi más sincero agradecimiento a todas estas hermosas personas, y a las ins!tuciones nombradas, de quienes he recibido impaga-

ble ayuda y ánimo para realizar este trabajo. Cada palabra, cada letra o fotogra9a aportadas desinteresadamente por ellas, han

sido de suma importancia para que esta breve historia de la familia Valussi sea completada y entendida.

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CHACO 1878. MATÍAS VALUSSI:

PIONERO ITALIANO.

Dedicatoria:

A la memoria de cada uno de los integrantes de las esforzadas familias de inmigrantes friulanos llegados a Colonia Resistencia a

par!r del 27 de enero de 1878.

“La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infati-

gablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza".

Ernesto Sábato.

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PROLOGO

No puedo ocultar la felicidad que me produce aún, haber emprendido esta hermosa tarea. Si bien el $tulo de la obra es: “Chaco 1878. Ma$as Valussi: pionero italiano”, es menester señalar que nombro a Ma$as Valussi para honrarlo merecidamente, porque fue el primer colono “Valussi” que llegó a Colonia Resistencia (Chaco), en aquel histórico 27 de enero de 1878, junto con varios jefes de familia que llevaban otros itálicos apellidos; y porque él es el ancestro común a todos los Valussi que han nacido, luego, en la provin-cia del Chaco; como así también de todos los hijos nacidos de estos úl!mos en diferentes provincias de nuestro inmenso país. Lamen-tablemente de él, (de don Ma$as Valussi), tampoco se cuenta con más información de la que aquí proporciono. He decidido mante-ner el $tulo de esta obra porque no he hallado otro más adecuado, tampoco deseo que sea uno rimbombante; pues es un libro sin pretensiones literarias. Dar a luz la historia de toda la familia Valussi es prác!camente imposible; ya que sería necesario escribir la historia de cada uno de los cuatro hijos de don Ma$as y la de todos los nietos de este úl!mo. Es por ello que sólo escribo la borrosa historia de mi abuelo y la de su familia. Se trata de don Pedro Mateo Valussi, quien fuera el hijo mayor de Luigi Valussi y nieto del pionero italiano don Ma$as Valussi.

Siempre me apasionó la historia de mi familia a par!r del mismísimo Ma$as Valussi, es por esa razón que ya desde niño iba ateso-rando en mi mente, todo recuerdo o información respecto de ella. Hoy, sin ser un erudito en las letras, decido con ansias volcarla al papel para que tan dinámica historia no fenezca conmigo, para que los Valussi del presente la aborden y para que los Valussi del fu-turo la atesoren, porque he notado -con pesada angus!a-, que son muy contadas las personas que la conocen. La idea es que llegue a todas las familias Valussi de la actualidad, que en determinado momento se interesen por sus ancestros y sus vivencias. Es también para aquellas personas sensibles que seguramente tendrán interés en este !po de literatura.

Todo lo escrito aquí es lo que consideré de interés y de lo que mi capacidad me ha permi!do y, en cuanto a los hechos, es todo lo que trabajosamente pude rescatar.

MATÍAS VALUSSI y su familia (y las otras familias de inmigrantes –hombres y mujeres-, que llegaron junto con ellos), sus hijos y sus nietos fueron esforzados pioneros en aquella Argen!na que se estaba construyendo – en este caso en el Chaco-, y en donde cada uno de ellos aportó lo suyo, y no es en absoluto poca cosa. Ninguno de ellos debe ser olvidado: son un milagro de la Vida. Sus descendien-tes, -y contemporáneos de éstos-, ya encuentran todo casi hecho: hay que seguir sembrando en el surco, pero la tarea ya no requiere tanto !empo, y ni siquiera mucho esfuerzo; por lo cual debemos honrar siempre la memoria de todos ellos, ya que fueron los que nos dieron la vida (¡nada menos!), y nos allanaron el luminoso camino que hoy transitamos.

Me complace escribir a pesar del trabajo y el largo !empo que me insume, y más cuando es sobre este apasionante tema. Debo re-cordar; preguntar; re-preguntar; corregir; comunicarme con personas que no trato desde hace años, y con almas que nunca imaginé conocer. He debido leer mucho, y también informarme mejor u!lizando todos los medios con los que hoy contamos y, sin que falte una moderna calculadora. Anhelo que esta historia no solamente sea leída, sino que cada párrafo de lo relatado sea vivido intensa-mente tal como yo lo he experimentado. Cada dato nuevo y cierto que hallé para armar este bellísimo ”rompecabezas”, me alegró y conmovió. Revivir esta historia me transportó hacia atrás en el !empo y en la distancia, como así también rejuveneció mi cuerpo en-tero y sació con plenitud la sed de mi espíritu. Toda historia que se hace letra jamás muere, es por ello que rogué al Al$simo su segu-ra guía en cada párrafo que escribí.-

Eduardo Ernesto Verón Valussi

Ciudad de José C. Paz (Buenos Aires).

Marzo 5 de 2014.

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HOMENAJE

En absoluto pretendo dejar al margen de este trabajo mi más alta consideración, admiración y respeto, a la sagrada memoria de

los muertos de los Pueblos Originarios de estas !erras, que lucharon denodadamente para que no se las arrebaten; cuyas almas

yacen en dudoso descanso entre el polvo de las mismas.

Si bien la colonización de los espacios chaqueños argen!nos fue toda una epopeya que protagonizaron los inmigrantes italianos –

mayormente-, y de otras nacionalidades, a causa de su esfuerzo para lograr cul!varlas; es menester recordar con sen!do pesar,

que dichas !erras fueron brutalmente arrancadas antes, a sus legí!mos y ancestrales dueños: los Pueblos Originarios, y en nombre

de la “Civilización” por el Estado Argen!no. Para tal fin envió éste a sus ejércitos a destruir toda obra de los “indios”, a mar!rizar

primero, y luego a masacrar despiadadamente -y sin escrúpulo alguno-, a miles de valientes hombres, a miles de amadas mujeres y

a miles de inocentes niños para cumplir su bárbaro propósito.

Los na!vos defendían sus territorios con uñas y dientes como lo hubiese hecho cualquier “blanco” en la misma situación, pero la

conquista triunfó a causa de las tremendas desigualdades de fuerzas entre los dos contendientes: flechas y amor; contra un ejército

de caballos, fusiles, cañones y terror. Lamentablemente, aún hoy en toda América se u!lizan los mismos métodos para seguir elimi-

nándolos o some!éndolos a servicio.

Desde el asombrado suelo que hoy todos ocupamos, la sangre ver!da sobre él con agudo e inmenso dolor en cada uno de estos

aberrantes crímenes, clama jus!cia con!nuamente: ruego al Al$simo que no sea en vano este jus!ficado y profundo clamor.

VIVENCIAS 1

La breve pero cierta historia que aquí se revela y se relata, parte de algunos conocimientos que adquirí a través del 0empo y de

eventos vividos personalmente, como así también de informaciones de parientes y amigos; pero la mayoría y más an0guos, provie-

nen de mi 6a Aída Valussi de Sánchez, la cual es hija de Pedro Mateo Valussi y María Mar0na Sánchez; la misma hoy cuenta con 82

años de edad y una memoria y salud prodigiosas: es un arcón de oro en momentos de consulta. Ella misma recibió los relatos ver-

balmente de éstos: sus padres. Otras informaciones y comentarios interesan6simos y dignos de leer, provienen de historiadores

que han publicado sus obras sobre los esforzados y valerosos inmigrantes italianos procedentes de la región del Friuli, que arriba-

ron a Colonia Resistencia a par0r del año 1878.

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Nada es casualidad, y todo 0ene su historia: según datos oficiales, “*la Gobernación del Chaco se creó en 1872 por decreto del pre-

sidente Sarmiento, luego de la “Guerra de la Triple Alianza” con Paraguay, y por una razón estratégica y militar. Abarcaba lo que

hoy son las provincias del Chaco y Formosa, la parte oriental de San!ago del Estero, y Norte de Santa Fe. Su primera capital fue Villa

Occidental, actual territorio paraguayo, y el primer gobernador, Julio de Vedia. Al perderse lo conquistado en la guerra, la región al

Norte del río Pilcomayo -por fallo arbitral de los Estados Unidos-, las autoridades y oficinas administra!vas y militares se instalaron

en la Isla de Cerrito, hasta 1884, cuando se creó el Territorio Nacional del Chaco por Ley Nº 1532, y se estableció que su capital se-

ría: Resistencia”. (*Ar$culo de EUSKONWS Mul!media).

Habría que agregar que para 1878 el presidente Nicolás Remigio Aurelio Avellaneda gobernaba la Argen0na, y el rey ViEorio Ema-nuelle María Alberto Eugenio Fernando Luca Tommaso di Savoia Carignano; lo hacía en Italia.

Úl0mos documentos hallados por los inves0gadores de la historia de los inmigrantes europeos, confirman que la llegada del primer grupo de inmigrantes friulanos a Resistencia y que desembarcan sobre la rivera derecha del Río Negro procedentes de Italia; se produce el día domingo 27 de enero de 1878. Eran 39 familias de apellidos diferentes que componían unas doscientas personas. El viaje desde Italia a Buenos Aires se realiza en el vapor “Sud América”. Desde Buenos Aires parten en un barco más pequeño, el “Río Paraná”, y navegan hasta la ciudad de Corrientes. Desde ésta úl0ma con0núan ya embarcados en chatas, las cuales son remolcadas por un lanchón a vapor. Cara, larga y azarosa aventura que finalmente los deposita en vírgenes y ariscas 0erras chaqueñas. Ya des-embarcados, las vicisitudes de los esperanzados inmigrantes con0nuaron por un 0empo hasta que todo se fue acomodando y al-canzaron lo que paso a paso se había planificado.

Sería muy interesante detenernos y hacer el esfuerzo de ubicarnos por un momento en la época y en el alma de aquellas personas: apostaron ciegamente a la esperanza, ya que habían vendido todo lo que tenían para pagar sus pasajes, por lo tanto no había vuel-ta atrás. Soportar un largo viaje llenos de penurias rumbo a un lugar desconocido. Llegar prác0camente a una selva y por lo tanto comenzar a realizar todo desde el principio. Convencido estoy que merecen toda nuestra admiración y respeto. También debe cau-sarnos serena felicidad, ya que muchos de nosotros llevamos en nuestras almas la misma sangre de aquellos 0tanes.

Los pioneros son siempre la “Carne de cañón” de cualquier empresa de envergadura, y los primeros inmigrantes del año 1878 de quienes hablamos, no estuvieron exentos de esta máxima. Para tener cierta idea de su esfuerzos, luchas y sufrimientos; presento estos párrafos aparecidos en un libro impreso en 1977, a los que yo pondría como 6tulo:

INIMAGINABLE EPOPEYA FRIULANA

**“(En lo que respecta a las penurias e inconvenientes que padecieron nuestros inmigrantes sólo citaremos, como recapitulación,

que seres venidos de pueblos milenarios afrontaron decididamente la Conquista de Desierto Verde, tarea tremenda, pese a la ayuda

del gobierno, que flaqueó más de una vez; que tuvieron que soportar a los tres meses de llegar, a una de las más grandes inundacio-

nes que se registraron en todos los !empos en la zona ,que antes, durante y después de la inundación se produjeron lluvias extraor-

dinarias que, junto con aquellas, trajeron una verdadera epidemia de fiebre intermitente; que la provincia de Corrientes -de acuerdo

a la respec!va Ley, estaba la Comisión de Inmigración y por cuya vía debía venir todo lo que tenía que llegar de afuera-, vivió un

clima de violencia, de luchas sangrientas y de una turbulencia polí!ca que la llevó a tener siete gobernantes dentro de ese año, he-

chos éstos que pudieron socavar a cualquier voluntad, menos a la férrea de nuestros friulanos-argen!nos, que hizo decir lo siguiente

al primer Comisario de Administración de la Colonia, D. Jaime Sosa, en su informe del 15 de abril de 1878:

“Con mo!vo de las grandes lluvias de febrero y marzo y consiguiente humedad, algunos colonos se enfermaron de fiebre intermi-

tente. Esto no los acobardó, al contrario, redoblaron sus esfuerzos para terminar sin demora sus casas y lo consiguieron”

ET UVWU XYWWZ[U \]^_:

“Preocupándose muy poco de la humedad y de la lluvia, comprendiendo que era una época extraordinaria, se dedicaban con fe y

entusiasmo al trabajo”

Sentenciando en otro párrafo: “No tengo la menor duda que, ante de dos años, la Colonia Resistencia será, sino la primera, una de

las principales de la República, y Corrientes ganará mucho con su progreso)”

**Párrafos de un extracto del libro de don Ceferino Amelio Geraldi de 1977 “Los que poblaron la Sección Resistencia”.

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Para poder comprender aún más, y hacer carne en nosotros mismos aquella gesta inmigratoria friulana, despliego ahora una nota de don Roli Pérez Beveraggi, que escribió en su columna “Recuerdos y Nostalgias” del Diario Primera Línea de Resistencia (Chaco), y esta historia es sólo la de una de aquellas familias friulanas:

LA FAMILIA LESTANI Y SU TRÁGICA TRAVESÍA PARA LLEGAR AL CHACO.

“Don Juan Lestani y doña Dominga Florani, junto con sus cinco hijos: Antonio; Enrique; Emilia; Lino y Bienvenida (la menor de to-

dos), durante dos meses navegaron por el Océano Atlán!co rumbo a la Argen!na.

Componían el grupo de 67 familias friulanas del primer con!ngente des!nado al Chaco, que tuvieron que soportar las incomodida-

des del barco, el cual estaba desprovisto de elementos sanitarios. A mitad del viaje se produjo una violenta epidemia de ESCARLATI-

NA, agravada por sus complicaciones. Diariamente morían muchos niños, cuyos cadáveres eran finalmente arrojados al mar: suma-

ron centenares en total. Esta situación triste y alarmante se extendió hasta llegar a Buenos Aires, en donde todos los enfermos fue-

ron hospitalizados recibiendo rápida y esmerada atenciónes médicas, pero a pesar de los cuidados intensos para rehabilitar a su

hermanita Emilia, fue ella la primera en enlutar a la familia.

A los pocos días de llegar a Corrientes(de allí tenían que pasar a Puerto San Fernando, Chaco), fallecía Antonio que contaba con

apenas 16 años de edad. Con estas profundas heridas en el corazón, y el alma desgarrada; lo que va quedando de la familia Lestani

con!nuó con los hijos más grandes hacia el Puerto San Fernando (hoy Resistencia), y llegaron junto con el con!ngente de friulanos

el 27 de enero de 1878. Fueron ayudados por algunos de los na!vos Qom y así levantaron su humilde vivienda de adobe y paja.

Todo fue muy dis!nto a la conocida Europa: del bosque enmarañado actual que rodeaba la zona en donde se asentaron, al amane-

cer se oía el trinar de cientos de pájaros; pero por las noche se oía el rugir de los pumas y yaguaretés. Las nubes de mosquitos no

permi$an ni dormir ni descansar, y en todo momento había que temer la aparición de serpientes venenosas, sumado a todo la falta

de agua potable, elementos indispensables y tantos otras cosas que tuvieron que dejar en la lejana patria de donde habían llegado.

Ahora deberían poner aquí: tesón, voluntad, entereza y, de la nada, forjar cada uno su propio des!no con los conocimientos traídos,

tanto para roturar la !erra, como para poner a favor de todos, la profesión u oficio que tenían.

En medio del agreste monte, falleció también su hermanita menor: Bienvenida; siendo la suya la primera inhumación que se efectuó

en el Campo Santo de Resistencia.

El gobierno nacional había conver!do el galpón de Agüicho en proveeduría para los flamantes colonos friulanos. Entre esta provee-

duría y las “viviendas” exis$a una laguna. En el alma de Lino con!nuarían las lesiones: su papá, don Juan Lestani, se dirigía a cruzar

la laguna para abastecerse en la proveeduría, y al hacerlo se hirió, por ello contrajo una infección tetánica que le provocó la muerte

a los pocos días de este accidente; cuando sólo hacía cuatro meses de su arribo a puerto San Fernando. Esta familia había salido

desde Udine (Italia), compuesta por siete miembros. Después de estas terribles tragedias, quedaron sólo Lino y Enrique con su ma-

má, tratando de sobrellevar las tremendas penas, esconder lágrimas, y pidiendo a Dios fortaleza 9sica y espiritual para con!nuar

una lucha di9cil, la cual era permanente y agotadora”.

En la placa recordatoria -de mármol- que se encuentra en el monumento de la Loba Romana emplazada en la Plaza 25 de Mayo -sita en la ciudad de Resistencia (Chaco)-, se puede leer la lista de los apellidos y nombres de los inmigrantes italianos procedentes del Friuli, que en diferentes años desembarcaron en la rivera derecha del Río Negro, en lo que luego fue el único balneario y en lo que actualmente también es el Ya0ng Club Regatas. Actualmente ese lugar está dividido en dos por un moderno puente carretero. En 1958 llegué a ver los restos de madera de quebracho de un puente levadizo anterior que había sido inaugurado el 8 de abril del año 1903, (Puente San Fernando), que presumo fue el primero que se hizo en ese mismo lugar. Cruzando el actual puente de Sur a Norte, el de madera se hallaba a mano izquierda a unos diez metros del actual, y corría paralelo al mismo.

Volviendo al puente, pues me parece digno de recordarlo, aseguran que el mismo se u0lizó aproximadamente hasta el año 1952. Cuando el puente se rompe a causa del 0empo y del uso; es desarmado por el Ejército y reemplaza el mismo por un pontón hasta que se inaugura el actual de hormigón. Don Torcuato Rafaél Verón es el que brinda hoy esta feliz información pues él mismo usó dicho puente y vivió las alterna0vas descriptas. Don Torcuato Rafaél (hermanastro mío) vivía sobre la rivera derecha del Río Negro a unos quinientos metros hacia el lado Este del viejo puente, justo después del comienzo de un recodo hacia la izquierda del men-cionado río. En ese solar también funcionó por muchos años “La Pepa”, una despensa y despacho de bebidas que era atendido por mi abuelo paterno don Luís Beltrán Veron, y su esposa doña Deogracias Rivero; ambos de origen corren0no. También en esta casa vivió mi padre don Bienvenido Veron nacido en el Chaco, y mi otro hermanastro, Juan Domingo.

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Todos ellos se sirvieron de este único puente de la época. De la casa de estos abuelos sólo queda lo que fue el local de ventas y un cuarto más, el resto ya fue demolido. Esta edificación queda en la úl0ma calle (antes de cruzar el puente), entre la Av. Wilde y calle Liniers, sobre la vereda Norte; un lote antes de llegar a calle Liniers. Al pie de este trabajo relato una anécdota ocurrida en esta famosa despensa de la familia.

En la placa de mármol que cité más arriba, figuran -entre otros- los apellidos GALASSI, CHILISI, MARTINA, FOSCHIATTI, y también el de MATÍAS VALUSSI. Estas personas nombradas junto con otras, son el primer grupo compuesto de 39 familias friulanas que llegan y desembarcan el día 27 de enero de 1878 en Colonia Resistencia. Posteriormente llegarían otros grupos de inmigrantes. (Es impor-tante aclarar que Ma6as Valussi nació en Talmassons (Prov. de Udine), lo mismo que su esposa Julia BugaR).

Según tomé nota de un registro oficial, MATÍAS VALUSSI 0ene 40 años cuando hace su arribo al Chaco. En la placa nombrada no aparece el nombre de LUIGI VALUSSI (que fue el padre de mi abuelo), pero según lo que aseguró María Mar0na Sánchez a su hija Aída: “Ma6as Valussi trajo a Luigi junto con él”, siendo éste, un dato clave en esta historia. Luigi también había nacido en Italia, y según archivos oficiales, Luigi era hijo de Ma6as, y llegó a estas 0erras con apenas 13 años de edad. El nacimiento del primer hijo de Luigi, y que luego sería mi abuelo materno (Pedro Mateo Valussi). se produce recién en el año 1889. Esto ocurre después de 11 años desde su arribo ocurrido en 1878. Según esto úl0mo, no estoy muy errado si digo que Luigi se casó aproximadamente en ma-yo/junio del año 1888 a los 23 años de edad.

(No se registra que hayan llegado otros Valussi ni otros Chilisi a Colonia Resistencia en aquellos 0empos).

Del matrimonio de Ma6as Valussi -celebrado en Italia-, nacen cuatro hijos, y cuando llegan a Colonia Resistencia son registrados como: Vicente (17); Luigi (13); Enrique (10); Catalina (6). Todos ellos nacidos en MARTIGNACCO, (ÚDINE). Faltaría nombrar a Julia, que según relata doña Aída Sánchez, quizá no haya figurado porque era muy pequeña o bien nació ya en Resistencia.

Si bien el nombre de la señora esposa de Ma6as Valussi no figura en los registros de llegada a Colonia Resistencia, por otras fuen-tes la he conseguido: la señora se llamaba Julia Buga(. Creo conveniente hacer notar que en Italia, en el 0empo que va desde 1870 hasta 1879, y según consta en documentación oficial; en la zona de Mar0gnacco sólo vivían 10 personas con el apellido Valus-si, y en Talmassons 3 con el mismo apellido. El decenio siguiente tal situación cambia para menos, y el resultado es el siguiente: Mar0gnacco 7 personas con el apellido Valussi y apenas 1 Valussi en Talmassons.

Pienso que, si los hijos de don Ma6as Valussi nacieron todos en Mar0gnacco –aun el más pequeño-, con toda seguridad que toda la familia vivía en ese lugar, y es por eso el “faltante” de personas con el apellido Valussi en ese pueblo en el decenio siguiente.

Si de sangre y familia se trata, debo agregar aquí también -con muchísima emoción-, la llegada en este primer con0ngente, de la familia CHILISI. Ellos eran: JOSÉ CHILISI (39); su esposa MÓNICA (40); sus hijos: Catalina (14); María (11); Ángela (10); Moisés (3); Antonio (1). Esta niña de 10 años -Ángela Chilisi- a futuro contraerá matrimonio con Luigi Valussi, cuando ella cuente con 20 años de edad en 1888.

A su 0empo, Catalina Chilisi (hija de José Chilisi), formará familia con Vicente Valussi, (hermano de Luigi), quienes son hijos de nuestro Ma6as Valussi. En el año 1935, cuando aún eran niñas, mi 6a Aída Valussi y mi madre (María Esther), conocieron personal-mente a su abuela Ángela Chilisi –ya anciana-, quien era esposa del abuelo Luigi Valussi. Para esa fecha Ángela Chilisi tenía unos 67 años de edad. La describen como de cuerpo pequeño y de cabellos rubios, pero ya canoso.

Una vez desembarcados los primeros inmigrantes, y dadas las altas temperaturas de la época -pleno verano-, para protegerse del ardiente sol, parte del grupo caminan hasta un inmenso ombú que se hallaba en lo que hoy es la Av. Ávalos, a unos cincuenta me-tros del desembarcadero (Puerto San Fernando). En realidad los inmigrantes fueron hasta dicho ombú porque no había ningún otro “techo” que los cobijara. Según los planes del gobierno argen0no, a su llegada deberían haber lugares cubiertos para alojarlos, pero nunca se hicieron, por lo que pasaron varios días en plena intemperie. Imagino la desazón de los recién llegados, en donde la mayoría eran… niños!!!…

Hasta el año 1959 (yo contaba con 9 años de edad) dicho ombú -que bien conocí-, aún se erguía poderoso en el centro de la aveni-da, y sabía yo que allí habían “descansado” mis bisabuelos cuando llegaron de Italia, y lo apreciaba (alguien de la familia me lo ha-bría contado). Para 1959 la Av. Ávalos era totalmente de 0erra con un boulevard de principio a fin de la misma, en el cual abunda-ban altos y oscuros pinos plantados en doble fila y muy armoniosamente. Lo que también abundaba era un colchón de 0erra sobre esta avenida debido al ir y venir de los vehículos (y a las pocas lluvias), por lo que en todas las tardecitas pasaba el camión regador municipal aplacando con su agua el polvaderal que se levantaba al paso de autos y camiones.

En ese mismo año (1959), aún funcionaba sobre esta avenida (mano izquierda yendo al Norte), y a metros de calle Santa Fe, un gran cine a cielo abierto: Cine Ávalos. Varias veces disfruté sus espectáculos de cine y teatro. Un éxito fue: “El lobisón de Villa Ma-cedo”, el mismo era una representación de una novela que trasmi6a por las tardes la única emisora de Resistencia: LT5 Radio Cha-co emisora que se encontraba a un costado de la Av. 9 de Julio, camino a Barranqueras. Terminado el espectáculo, algunas perso-nas se reunían con el elenco para intentar golpear al “malo” de la obra. Mi 6a Lauren0na Valussi era la que me llevaba al cine.

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Siguiendo con el relato del histórico ombú, agrego que se hallaba emplazado muy cerca del monolito que recuerda, aún hoy, el lugar del desembarco de los pioneros. No quiero avanzar sin recordar que al pie de ese frondoso árbol, cuando aún mi madre, 6as y mis primas eran adolescentes, se cobijaban del sol luego de salir de bañarse en la playa del Río Negro. Y allí, entre otros, estaban: María Esther y Aída Valussi; Celina, Delia, Eva, Juan y Osmar Báez… Es menester recordar que para llegar hasta el ombú, se debía cruzar el alto paso a nivel de las vías del Ferrocarril Santa Fe (que cruzaba perpendicularmente a la Av. Ávalos y se dirigía desde Resistencia a Fontana), si es que uno va en dirección hacia el Río Negro. Ese lugar es en la actualidad el cruce de Av. Ávalos y calle Rioja.

Dichas vías del ferrocarril ya no existen, pero su recorrido puede aún seguirse en parte, pues existe una calle hacia el lado Oeste que man0ene aquella vieja traza y el espacio que ocupaban las vías férreas.

Es bueno recordar, que por esas vías pasó el tren de pasajeros que llevó (en dos oportunidades), a Pedro Mateo Valussi hacia Bue-nos Aires en precarias condiciones de salud, y en otro 0empo y por las mismas causas, a doña María Mar0na Sánchez, también por dos veces. No sólo esto, sino que yo mismo hasta el año 1959, veía -desde la calle Roberto Mora y Santa Fe- pasar el tren de carga arrastrado por una renegrida máquina a vapor que se dirigía hacia el Oeste a las 5:30 hs. en punto de la tarde, momento que apro-vechaba a contar la gran can0dad de vagones que lo componía cuando regresaba yo, de la escuela Nº 73. Esta escuela –ya remode-lada-, sigue aún ac0va sobre la Av. 25 de Mayo.

Al pie de este trabajo se halla un relato que recuerda a este solitario tren de carga.

Revisando la Historia, llego a la conclusión que la Av. Ávalos ( de 1.500 metros de largo y que termina en la Av. 25 de Mayo), era tan hermosa con sus árboles y boulevard, porque en un principio era la más importante, dado que llegaba hasta el puerto (Puerto San Fernando), sobre el Río Negro y el puente San Fernando (lugar donde habían desembarcado los primeros inmigrantes italianos en 1878), si0o desde donde los viajeros y mercaderías se podían transportar desde allí (navegando por el Río Negro), hasta el puerto de Corrientes, y, desde ese punto estratégico, hasta los puertos de Santa Fe, Rosario y Buenos Aires, además; el puente San Fernando comunicaba con la importante zona Norte del Chaco. Al habilitarse la Ruta Nacional Nº 11 con su moderno puente de hormigón, dejó de tener tanta relevancia. No olvidemos que desde el puerto de Corrientes los vapores también llegaban a Asun-ción (Paraguay). En el presente, el actual puente que reemplazó al de madera, de Foussal, tornó a tomar importancia, ya que el mismo comunica con la Ruta 16 y esta úl0ma lleva al monumental Puente Gral. Belgrano; que al cruzar sobre el Río Paraná, deja al viajero en la Ciudad de Corrientes.

Entonces, llegados los inmigrantes a la Colonia Resistencia, el Gobierno Nacional –a través de sus representantes-, entregó la 0erra a cada familia según lo especificaba la Ley. Esto úl0mo no fue tampoco rápido ni sencillo, pues un agrimensor tuvo que mensurar y amojonar por segunda vez todas las 0erras, y –ya-, con todos los colonos presentes en el lugar... A don MATÍAS VALUSSI le tocó el lote Nº 298 de cien hectáreas, que se encontraba a dos kilómetros detrás del espacio que hoy ocupa un regimiento del Ejército Argen0no en la zona de La Liguria.

Hoy -sep0embre de 2013-, y gracias a Dios; después de inves0gar libros de Historia, documentos en el municipio de Resistencia y fotograZas satelitales, hemos hallado el campo y la casa que perteneciera a don Ma6as Valussi, evento que nos ha llenado de pro-funda sa0sfacción y emoción, dado que esta circunstancia se dio después de 135 años en que le fuera entregada esa 0erra a este bravo pionero italiano. En la actualidad, la finca mencionada 0ene como frente a la Av. Soberanía Nacional; su costado Oeste es con0nuación de la Av. España; y su lateral izquierdo la Av. Arribálzaga, hoy ya no tan lejos del centro de Resistencia , dado el trans-porte actual.

A don José Chilisi le adjudicaron el lote Nº 292 de cien hectáreas ubicado al Sud-Este de este mismo regimiento. Vemos entonces, que don Ma6as Valussi era vecino muy cercano de don José Chilisi…Nada sabemos de cómo se conocieron y del romance del se-gundo hijo (Luigi) de don Ma6as Valussi, con la tercera hija (Ángela) de don José Chilisi. Ambos jóvenes eran italianos, que ya para fecha aproximada de su matrimonio, habían pasado diez años en 0erra chaqueña.

Para obtener alguna información muy an0gua de la familia, habría que seguir los rastros de la hija de don Manuel Valussi (hijo de don Luigi), que fue la que compró la finca de don Luigi; lugar donde aún vivía la “Nona” Ángela Chilisi de Valussi. Algo debe de ha-ber quedado, pues era una familia muy acomodada; tanto que imagino que hasta fotograZas pueden llegar a exis0r todavía. Pero ¿cómo era Colonia Resistencia (año 1888), para el 0empo en que Luigi Valussi y Ángela Chilisi contrajeron matrimonio?...Quisiera trasladarme a ese 0empo y tener el privilegio de estar en ese bendito día!!!...

Sabemos que no es posible, pero al menos alguna literatura existe de aquellos lejanos 0empos; de aquella Resistencia que crecía imparable con el esfuerzo con0nuo de sus honestos habitantes. Hoy, gracias a la pluma de nuestro contemporáneo, don Pérez Be-veraggi, hombre chaqueño que está empeñado a resaltar la historia de Resistencia; podemos recrear un día de aquellos, y disfru-tarlo plenamente. Estudiemos con atención lo rescatado de aquella fecha:

Pasados diez años de la llegada de los primeros pobladores friulanos, cómo era aquel Resistencia de 1888.

(Extracto de “Recuerdos y Nostalgias” de Pérez Beveraggi publicado en la actualidad en el diario Primera Línea, editado en Resis-tencia).

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Resistencia, 26 de junio de 1888, según la óp!ca del escritor don Gabriel Carrasco.

“Una pequeña lancha a vapor, la “ALICE A”, efectúa dos veces por día el pasaje, conduciendo pasajeros y encomiendas. En poco

más de media hora se atraviesa el río Paraná por entre varias islas y gozando de un bello panorama. A las tres desembarcamos en

Barranqueras, puerto de Resistencia, que ordinariamente !ene de dos y media a tres brazas de agua, lo que permite el paso de

todos lo vapores que hacen la carrera. Las barrancas son poco elevadas, tres o cuatro metros, nada más. Barranqueras !ene ac-

tualmente un resguardo y varias casitas de pobre aspecto, formando un núcleo de población. Allí se embarcan maderas, principal

ramo del comercio de esta región y se ven grandes can!dades de enormes vigas que recuerdan que nos encontramos cerca de

grandes bosques. Varias galeras y carruajes conducen desde allí a los pasajeros al pueblo de Resistencia, situado a legua y media

en el interior. El camino, si no es bueno, por lo menos es pintoresco. Se atraviesan algunos bosques y se divisan a lo lejos algunas

casitas, hasta que se llega hasta el gran establecimiento des!ladero de alcoholes del señor Boggio que se encuentra casi a mitad

de camino. A las cuatro llegué a Resistencia. Cuando se piensa que se está, como quien dice, en el centro del Chaco, cuando se re-

cuerdan las relaciones de viajes efectuadas a esas regiones y vienen a la mente, sin poderlo evitar, las reminiscencias de lecturas en

que se detallan catástrofes, no se puede menos que sen!r, agradable impresión, al percibir desde lejos, las casitas esparcidas que

se van alineando en calles a medida que penetran en el centro de las población.

Resistencia es ya un pueblo importante, que con!ene como 1.500 habitantes y que posee algunos buenos edificios. La población se

ex!ende alrededor de una gran plaza, a cuyos lados se encuentra el telégrafo, la oficina de correo, un cuartel y la casa-escuela bas-

tante grande, de agradable aspecto, pero que no alcanza ya para contener el número de alumnos que la frecuentan. Existe tam-

bién un pequeño edificio Municipal en el que se han instalado las oficinas del juzgado. Entre los edificios más bonitos, se encuentra

la casa habitación del Gral. Dónovan, chalet recientemente construído en el centro de un jardín espacioso, sombreado por numero-

sos árboles y seguido de una quinta bien cul!vada. Tuve ocasión de hacer excursiones por los alrededores. A media legua al Norte,

corre el Río Negro corriente bastante profunda, que permite la entrada de embarcaciones. Allí hay un pequeño as!llero en que se

construyen lanchones y botes. El día de mi incursión estaban construyendo un vaporcito des!nado al cruce entre Resistencia y Co-

rrientes. Cerca de ese puerto se va a formar una casa campo, en que habrá diversos juegos, cancha de pelotas y bolos, etc. que será

de si!o de paseo para el cercano pueblo. El Río Negro, uno de los muchos de este nombre que hay en la República, como casi todos

los del Chaco, es de aguas salobres en el verano en épocas de crecientes; pero no así cuando está bajo. Pues la can!dad de sal es

bastante impropia para beber.

Resistencia adelantaría con mayor rapidez si sus comunicaciones fueran más importantes. Las poblaciones del interior se encuen-

tran prác!camente aisladas, los medios de comunicación son viajes a caballo. La línea férrea concedida entre el Norte de Santa Fe

y Resistencia, vendrá indudablemente a favorecer la exportación de maderas, principal comercio de estas regiones y a facilitar la

población hoy alejadas por falta de comunicaciones. Estos territorios son de una fer!lidad verdaderamente asombrosa, como lo

demuestra su vegetación. Una vez que el ferrocarril permita las explotaciones agrícolas, el Chaco se transformará en un gran em-

porio de producción”

Ningún dato más de Ma6as Valussi he podido obtener, pero sí, algo de su hijo don Luigi Valussi. Esta era una persona emprende-dora, pero muy avaro, como así también de muy fuerte carácter, situación úl0ma ésta que inspiraba temor hasta en sus hijos. Tenía su finca en la localidad de El Palmar, zona que no quedaba muy lejos de lo que era el centro minúsculo de Resistencia. Princi-palmente se hizo fuerte montando una panadería y carnicería, aparte de poseer quintas que producían diferentes frutos y plantas comes0bles. Con seguridad contaba, también, con una importante can0dad de diferentes animales. Económicamente se hizo muy poderoso en poco 0empo y era muy conocido. Decir (en aquellas épocas, y también muy cerca de la actualidad) que uno llevaba el apellido Valussi, era sinónimo de pres0gio. Don Luigi tuvo once hijos con Ángela Chilisi, y detallo a con0nuación sus nombres:

Pedro Mateo; Manuel; Rafaél; Ada; Víctor (“Toto”); Ángel; Mercedes; Margarita; José; Guillermo ; y Ramón. (Los subrayados no fueron conocidos por Aída Sánchez).

Uno de ellos –Guillermo Valussi-, par0ó a vivir a Buenos Aires. Fortuitamente en uno de los dos viajes que realizó Pedro Mateo a Buenos Aires, se encontró con su hermano Guillermo; y esa fue la úl0ma vez que se supo algo de Guillermo Valussi.

Rememora doña Aída, que contando ella con unos cuatro años de edad, su abuela, la señora Ángela Chilisi –quien para ese 0empo era muy anciana-, realizó una visita a casa de su hijo Pedro y familia; llegando en un sulky.

Agrego también, que Margarita Valussi se casará con Rodolfo Rabaroto, los cuales luego serán los padrinos de Rodolfo Valussi (“Ti0”) uno de los hijos de Pedro Mateo.

Una anécdota puede pintar en parte la severidad de don Luigi Valussi: don Luigi tenía terminantemente prohibido que sus hijos

adolescentes mascaran tabaco, ni fumaran aún fuera de su presencia. En cierta oportunidad su hijo Ramón, a quien apodaban

“Dencho” se ocultó detrás de la casa para cometer el “ilícito”. Cuando estaba en lo mejor de su solitaria “fiesta”, advierte que su

padre se acerca al lugar en donde se hallaba y se da cuenta que no !ene escape. Ante la inminencia del seguro cas!go que le espe-

ra y lo bochornoso del inesperado momento, no dudó ni un instante en tragarse todo el tabaco que estaba mascando. Desconozco los resultados de ingerir mucho tabaco repen0namente, pero aseguraron que el jóven “Dencho” estuvo tres días con fiebre. No dudo que mi 6o-abuelo dejó la “mascada” hasta llegar a ser “muchachón”: eran otros 0empos…

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También se sabe que a pesar de su avaricia, don Luigi Valussi, regalaba productos de su quinta a los “indios”. Pero no lo hacía por cierta humanidad…sino que de esta manera los na0vos se sen6an muy agradecidos, y por lo tanto, no robaban ninguno de los otros producto del campo de don Luigi, como sí lo hacían con0nuamente en los campos de todos los vecinos de este úl0mo. Don Luigi se ufanaba que jamás su preciado campo fue robado ni saqueado por “la indiada”.

Pedro Mateo Valussi (hijo de Luigi), nace en Resistencia el 16 de marzo de 1889. Como era muy común en aquella época, desde muy joven comienza a trabajar duramente para su padre Luigi, y una de sus muchas tareas era efectuar el reparto de pan, lo cual hacía con celo trasladándose en una jardinera y llevando de esa manera el precioso producto a sus clientes. Este trabajo permi0ó –con el 0empo-, que conociera a María Mar0na Sánchez, la cual a futuro fue su única y fiel compañera en la dura experiencia que el Des0no les tenía preparado para sus vidas.

María Mar0na Sánchez nace en Corrientes el 30 de enero 1888. Era la primera y única hija del primer matrimonio de Soraida Sán-chez, mujer nacida en la provincia de Chaco. María Mar0na lleva el apellido de su madre, dado que ésta, da a luz a María Mar0na cuando su marido, Zamudio, ya ha fallecido. Es menester destacar que el suegro de Soraida apellidado Zamudio, se hallaba reali-zando tareas en el campo, cuando una patrulla de militares argen0nos lo lleva por la fuerza a comba0r en la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870). Zamudio nunca regresó, por lo que se presume que perdió su vida en alguno de los tantos combates contra el Paraguay. Me place rescatar del oscuro olvido el nombre de un hombre, de un soldado argen0no que murió por su patria; que co-mo muchos, no regresó a casa, que está perdido en 0erras extrañas y que apenas emerge en estas palabras. Él fue: pero aquí está la0endo ahora en nosotros.

Soraida Sánchez queda trabajando en Corrientes para la familia JANTUS, (María Mar0na tenía apenas séis meses de edad), familia corren0na muy acomodada, y cuando su niña María Mar0na (de tez trigueña y de muy hermosas facciones) 0ene cierta edad, co-mienza, también, a servir a dicha familia en pequeñas tareas hogareñas (una especie de “damita de compañía” de sus patrones).

Pasado unos años, Soraida Sánchez se traslada a Resistencia y consigue trabajar en el hospital de la ciudad. Allí 0ene la oportunidad de conocer personalmente al doctor Julio Cecilio Perrando. (Nací yo en este hospital el 28 de octubre de 1949, y son muy pocos los “resistencianos” que no hayan nacido en él). Para 1949 el Dr. Julio C. Perrando contaba con 69 años de edad.

(Julio Cecilio Perrando: Médico nacido en Buenos Aires en 1880, llegado a Resistencia en 1904. De venerable accionar en Resisten-

cia, fundó en 1908 el primer hospital de Resistencia, con tan sólo dos camas. Hoy en día, ese mismo hospital lleva su nombre y es el

centro de atención médica más grande e importante del Nordeste argen!no. Falleció en 1957 a los 77 años de edad).

Soraida Sánchez conoce a una nueva pareja, y fruto de ello nacen: Damiana; Juan; Rogelio; y Amada. (Los dos subrayados fueron personas que conocí personalmente: especialmente a Rogelio Sánchez). De más está decir que Aída Valussi los conoció a los cua-tro. Es oportuno agregar que uno de los hijos que luego tendrá Rogelio Sánchez, (Omar Roberto) contraerá matrimonio con Aída Valussi, siendo ella la que aporta muchos de los comentarios de esta interesante historia.

Ya adolescente, María Mar0na ayuda a criar a sus nuevos hermanos y va creciendo hasta transformarse en una hermosa señorita. Como relaté más arriba, Pedro Mateo Valussi era el proveedor de pan de la señora Soraida Sánchez, y esa circunstancia hace que conozca a su hija María Mar0na. Pasado no mucho espacio de 0empo, Pedro y María se enamoran y al final “huyen” juntos de la casa materna de ésta úl0ma; siendo Pedro el que “lleva de la mano” a la hermosa María -según afirmaba con picardía Damiana-, hermanastra de la propia María. Proyectando es0maciones muy aproximadas esto podría haber ocurrido en el mes de abril de 1908. Se observa que Pedro Mateo tenía 19 años de vida y María Mar0na contaba con 20 años de edad.

Quizá haya habido algún arreglo entre doña Soraida y don Luigi Valussi a escondidas de los jóvenes, porque la hermosura de la jo-ven traía no pocos problemas a su madre; a más que ya don Luigi apreciaba en gran manera a María Mar0na como su futura nuera. Cuenta doña Aída Valussi, que conoció un cuadro con una fotograZa de doña Soraida, pero en la actualidad está perdido. Es0ma ella que dicho cuadro se hallaría en Buenos Aires.

Volviendo a María Mar0na, es menester señalar que aquellos idos 0empos no eran épocas tranquilas como muchos piensan. En cierta ocasión, y 0empo antes de conocer a Pedro Mateo, cierto malviviente intentó raptar a María Mar0na dado que se encontra-ba sola en su casa; pero el coraje y la decisión que ella tenía lo impidieron. Viéndose acorralada, María corrió hasta el profundo pozo de agua, y subida al brocal de éste, amenazó con arrojarse al mismo si el hombre se acercaba. La valen6a de María sorprendió al delincuente, de tal manera que éste se re0ró del lugar. Los raptos, o intentos de raptos de mujeres jovenes en aquellos 0empos y parajes, se daban con bastante frecuencia.

Ya instalados en algún lugar de Resistencia, Pedro Mateo y María Mar0na realizan su vida. En el transcurso del 0empo 0enen doce hijos; de los cuales conocí a todos ellos, menos uno. Sus nombres son los siguientes por orden de nacimiento:

Lauren0na (Luchín), nacida el 3 de febrero de 1909; Luís Marcial ( Chano); Alicia ( Julia); Mariano (Chichón) 1924; Anselmo (Beco); Zulema (Porota); Nilda Elsa (Güily); Rodolfo (Ti0); María Luisa (Negra); María Esther (Tona) 24-10-1929; Aída (s/a) 1931 . El úl0mo en nacer es Francisco. Todos llegaron a adultos mayores menos Francisco que falleció a los dos años producto de una enfermedad

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pulmonar.

María Esther era mi madre. Si bien no recuerdo a mi abuela María Mar0na, sé que me tuvo en sus brazos, pues vivió ella en casa de mi madre, y falleció cuando yo contaba con dos años de edad (año 1952).

Siendo don Luigi Valussi un hombre adinerado, viaja los fines de semana a la ciudad de Corrientes, lugar en donde realiza apuestas en carreras de caballos. También realiza dos viajes a Italia para visitar a su parentela. En ambos viajes, su esposa Ángela no lo acom-paña ya que debía cuidar a sus hijos y vigilar los negocios. Estos viajes prueban de lo poderoso que económicamente era don Luigi, porque realizar un viaje a Europa en aquellas épocas era muy oneroso y complicado.

(Como curiosamente no aparece el nombre de su madre acompañando al de su padre en la lista de los primeros inmigrantes, ni luego tampoco Ma6as 0ene más hijos, presumo que Luigi va a Italia a visitar a su madre, que por algún mo0vo no realizó el viaje, o a buscar a su 6a -hermana de Ma6as-, llamada María Teresa Valussi. Su interés por dichos viajes deberían ser muy grandes, porque sólo el viaje de ida tomaba unos 25 días, y otro tanto de vuelta, y hay que sumar a ello los viajes desde Resistencia hasta Buenos Aires, y respec0vas estadías en hoteles para combinar los viajes). María Teresa Valussi se establece en la Ciudad de Rosario, allí contrae matrimonio y 0ene, luego, varios hijos. Uno de sus descendientes (don Rafaél Acuña), es el que me dio esta importante información sobre ella.

Si de inmigrantes y pioneros italianos hablamos, necesito imperiosamente nombrar ahora a un personaje muy poco conocido en la actualidad en Resistencia y lamentablemente no muy reconocido por toda su feliz trayectoria realizada en esta ciudad. Transcribo un extracto de un ar6culo que se encuentra en una página de Internet (Chapay.com.ar) donde dice: Página “Personajes del Chaco”:

“Carlos Manuel Dodero nació en Genova, Italia. En el año 1900 llega a Resistencia. Aquí fue propulsor de innumerables inicia!vas de

progreso. En 1901, Carlos Dodero y su concuñado, Dr. A!lio Chiazzaro, inauguraron el “palocarril”. Era un medio de transporte para

traer rollizos y durmientes de quebracho desde El Salado hasta la costa del Arazá. Consis$a en vías construidas con maderas de que-

bracho, urunday y guayacán, con una longitud de casi 35 kilómetros, uniendo cuatro estaciones. Las zorras eran movidas por mulas.

El 5 de enero de 1903 Carlos Dodero inauguró el primer alumbrado a gas instalado en la plaza central de Resistencia”.

“Primer ferrocarril del Chaco. En 1904 (26 años después de la llegada de los primeros inmigrantes italianos en 1878) instaló un pe-queño ferrocarril de trocha económica de 75 cm. que en principio salía de Villa Jalón (cerca de Cacuí) y unía Arazá, Resistencia y Barranqueras. Luego el servicio fue extendido Colonia Popular, Puerto Vicen!ni, La Palometa, Fontana y Puerto Tirol. El trencito era !rado por una máquina a vapor, conocido como "Trencito Dodero". En la ESTACIÓN ARAZÁ entroncaba con las vías del “palocarril”… El 1 de enero de 1905, el Ferrocarril Rural comenzó la combinación de viajes con servicios de pasajeros, entre Resistencia y Corrien-tes, gracias a Dodero que concretó con una empresa corren!na, propietaria del vaporcito "Resistencia". El 16 de abril del mismo año, comunicó al público que los pasajeros de los barrios podían hacer uso de los servicios de un coche de plaza, que había contrata-do con el Sr. Sera9n Ameri. A principios del año 1905, puso a disposición de la población el uso del primer teléfono urbano. Este es-taba en el local de la estación del FFCC. Rural de Resistencia. Llevado por el impulso del progreso, este empresario comenzó las ges-!ones ante las autoridades para extender nuevas líneas a fin de unir las localidades más cercanas y la capital del Territorio. Muere en la Ciudad de Corrientes el 9 de noviembre de 1929. Una calle lleva su nombre en la Ciudad de Resistencia”.

Para 1905, (fecha en que se inaugura el servicio de pasajeros), don Ma6as Valussi 0ene 66 años de edad. Su hijo Luigi Valussi 0ene 40 años, y su nieto Pedro Mateo 0ene 16 años. Siendo que don Luigi viajaba a Corrientes los fines de semana, es muy posible que haya u0lizado este servicio acompañado de su padre Ma6as Valussi, o de su hijo mayor, Pedro Mateo. (También era conocida como “La Estación de Marín”). El campo de don Luigi Valussi quedaba a unos 5 kilómetros de allí.

No sólo quiero honrar la memoria de don Carlos Dodero y ubicarnos en el 0empo, sino agregar que para el año 1939 (aproximadamente), siendo aún niñas, Aída Valussi (8), y María Esther Valussi (10) iban a buscar agua a esa estación (Estación Ara-zá), y a comer los frutos de una alta palmera que allí mismo exis6a. Esto lo hacían ya que vivían muy cerca de allí. Doña Aída recuer-da que ya el ferrocarril no pasaba por ese lugar, por lo que la estación estaba fuera de servicio. Para 1963 vivía yo con mi 6a Aída Valussi y su familia, en la calle Roldán 75 (frente a la casa de los Luque). La estación Arazá quedaba a muy pocas cuadras de este lugar, (hoy, en el cruce de las Av. Alberdi y Av. Edison), y a pocos metros de un puente de madera sobre la Av. Alberdi. Debajo de este puente cruzaba el arroyo Arazá. El puente mencionado se encontraba en perfectas condiciones y era u0lizado normalmente. Hoy recuerdo todo con mucha nostalgia pero también con felicidad, porque tuve la gran suerte de haber conocido: la imponente estación en pie, el puente de madera y el arroyo con sus aguas marrones. Con inmensa angus0a digo que nada de todo ello existe ahora… pero lo imperdonable es que las autoridades hayan permi0do demoler por completo la Estación Arazá. Sus paredes res-guardaban la tenacidad de su creador, parte importante de la Historia de Resistencia, el trajinar de su gente y las voces de nuestros ancestros. Ni una placa la recuerda: sólo sobrevive en ciertas mentes y en algunas letras como éstas. La construcción de la estación Arazá era muy similar a la de la estación del Ferrocarril Santa Fe (de Resistencia), que actualmente se la u0liza como Museo de

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Era costumbre de don Luigi Valussi, realizar grandes reuniones en su casa en ocasiones de celebrarse las Fiestas de Pascuas, even-to en que invitaba a todos sus hijos y respec0vas familias. Eran reuniones en que no faltaba nada para comer y beber, y menos música y bailes friulanos. Sin mucho esfuerzo, doña Aída recuerda que siendo de muy corta edad, su padre (Pedro Mateo), la llevó hasta esa casa; si bien (ella), ahora no se ubica en dónde se hallaba exactamente dicho edificio.

Habiéndose enterado don Luigi que sufre de una enfermedad incurable, su temple falla: se altera de tal manera que comienza a dilapidar su fortuna en aquellas apuestas en Corrientes, y hasta dándose el lujo de encender sus cigarros con sus propios billetes grandes a la vista de todos los parroquianos. Ante la recriminación de sus hijos, él señala que: “Si quieren tener el dinero que yo tuve, que trabajen como yo”. Don Luigi Valussi nunca tuvo en cuenta que su fortuna la realizó muy a costa de todos sus hijos. En aquellas épocas tener muchos hijos era un gran capital, ya que laboraban para sus padres desde muy pequeños hasta el día en que abandonaban la casa paterna por contraer matrimonio. Esta situación no me sorprende en absoluto, porque tengo información de primera mano respecto del duro trato que sufrían los hijos de los inmigrantes alemanes llegados del Volga a 0erras de Entre Ríos. Me aseguraban que los padres tenían potestad sobre los hijos casados, a los cuales –si era necesario-, los cas0gaban a palazos lim-pios. Ni que hablar del trato espantoso que los casados daban a sus hermosas mujeres. De todo esto se dice poco: pero ocurrió, lamentablemente.

Al fin, lo único material que don Luigi Valussi no pudo liquidar fue una quinta de frutales ubicada en El Palmar, en donde también se hallaba su casa, pues en ella habitaba su esposa Ángela. La quinta estaba a cargo de su hijo Manuel Valussi. Fallecido don Luigi a causa de su enfermedad, la familia completa acuerda y decide vender todo el predio. Por suerte para todos, el inmueble es adqui-rido por la hija de Manuel Valussi, que era el que había estado a cargo de la misma hasta ese momento. Es de imaginar que Ma-nuel o su hija, hayan llevado a la abuela Ángela Chilisi a vivir con ellos. De doña Ángela Chilisi, que cuando siendo una niña de sólo 10 años llegó desde un pueblo europeo a 0erra salvaje americana, mujer a la cual muchos de nosotros hoy les debemos nuestra vida; lamentablemente, es lo úl0mo que sé hasta ahora. Abuela: te ruego perdón por tanto olvido. Me honra decir hoy, tu nom-bre.

Luego de su unión con María Mar0na Sánchez, don Pedro Mateo Valussi se gana la vida trabajando con sus hijos en chacras que arrendaban, hasta que uno de ellos –Luís Marcial (“Chano”)-, decide casarse con Sara Pacheco, y hecho esto, convence a su padre de abandonar los interminables y pesados trabajos en el campo y trasladarse a la ciudad de Resistencia. Nadie, en aquellos lejanos 0empos, contaba con máquinas para realizar tarea alguna: todo se hacía a hierro, músculos, sudor y esperanza. Las únicas ayudas para las tareas agrícolas eran los caballos y las mulas.

Nunca fue fácil para nadie la vida en aquellos 0empos, ni tampoco don Pedro Mateo Valussi estaba libre de ello, es por ello que antes de seguir el relato, escribo esta anécdota intensa y brava acontecida por mi abuelo:

Para 1923, don Pedro Mateo y su familia viven y trabajan en el campo, al cual rodean algunos montes muy cerrados. Dicho espacio de hallaba hacia el Sur-Este, a unos 6 kilómetros del centro de Resistencia. Cierta noche aparecen, y entran en la casa en forma silenciosa y sorpresiva, tres famosos forajidos armados con cuchillos y un revólver comandados por un tal “Cambá Anó”(tal era su alias),quien era un feroz criminal que se especializaba en matar mujeres indefensas. Don Pedro no tuvo ni 0empo de tomar su es-copeta ni su machete, así es que trató -a los gritos y empujones- sacar a los intrusos de su casa. Su hija Lauren0na se hallaba dur-miendo, pero el griterío que se armó entre los forajidos y su padre, la despertó. Sospechando lo peor, Lauren0na salió por la ven-tana de su cuarto y buscando la oscuridad se escondió en lo profundo del monte.

¿Qué querían los delincuentes?... Querían secuestrar a Lauren0na, quien para ese momento tenía 14 años de edad. Al no encon-trarla en la casa, comenzaron a golpear por todo el cuerpo -y especialmente en la cabeza, con la culata del arma- a Don Pedro Ma-teo, para que dijera en dónde se hallaba su hermosa hija. Al parecer, don Pedro los convenció diciendo ignorar en dónde se halla-ba la niña. La cues0ón es que luego de robarse algunas cosas de la casa, los malvivientes se fueron, pero juraron volver. Don Pedro no quiso que la cosa terminara allí y recurrió a la policía. Luego de mucho buscar, los hallaron escondidos en el campo de Enrique Valussi (6o de don Pedro Mateo). En medio de furioso 0roteo los tres delincuentes fueron muertos y luego enterrados en un cam-po sin dueño. Alguna popularidad tendrían los bandidos, pues mucha gente hizo una especie de santuario sobre sus tumbas. Al enterarse de esta situación, el comisario Pereno sacó los cuerpos de allí y los hizo enterrar en un lugar donde nadie pudiera encon-trarlos.

Ya en la ciudad, las cosas no resultan como las planeadas y el trabajo comienza a escasear, y lo poco que había era muy mal pago; es que don Pedro Mateo comienza a sen0r sobre sus lomos, la explotación rabiosa que sufrían los trabajadores antes de la llegada al gobierno del presidente Juan Domingo Perón. Esta situación hace que la familia de Pedro Valussi pase tremendas necesidades de todo 0po. Cuenta doña Aída Valussi, que tener una batata asada para comer, era toda una fiesta, y hasta calentarse los pies en el fogón era un lujo cuando arreciaba el invierno. El problema, en parte, es apaciguado con algunas menudencias que traía uno de sus hijos: Anselmo, a quien llamaban “Beco”. Anselmo trabajaba en un matadero, y las menudencias casi no tenían ningún valor en aquellas épocas, por lo que eran traídas, y luego consumidas por toda la familia. Finalmente, éste úl0mo, consigue un trabajo me-jor en un gran hotel de Resistencia (Savoy Hotel), como ayudante de cocinero. El edificio de este hotel -con el 0empo-, pasó a ser

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el muy conocido Hospital para la Madre y el Niño.

Dada la diZcil situación Pedro Valussi realiza todo 0po de trabajo hasta que, dada la aguda enfermedad de cataratas que sufren sus

ojos, debe viajar a Buenos Aires para una posterior operación. Lo va a acompañar en el largo viaje su hijo Mariano (“Chichón”).

Toman el tren en la estación de lo que se llamaba Ferrocarril Santa Fe. Dicha estación que aún hoy perdura, es u0lizada como un

museo de Ciencias Naturales (?).

Llegan a la Capital Federal a pocos días de la muerte de Carlos Gardel, esto es en junio del año 1935. Ingresa al Hospital Santa Lu-

cía y la operación resulta un éxito. Retorna muy feliz a Resistencia, ya que había llegado hasta esa operación prác0camente ciego y

desesperado.

Nota 1:

Una anécdota muy contada en la familia, marca un poco personalidades y costumbres de antaño, y es la que a con0nuación reme-

moro.

Don Pedro Mateo Valussi venía de visitar a su hijo Luís Marcial (“Chano”), y en ese momento cruzaba con tranquilidad la muy pinto-

resca Plaza 25 de Mayo. Iba ves!do con un saco largo de trabajo color beige de tres botones, bombacha negra, casco blanco de

corcho, y calzado con sendas alpargatas bigotudas; oportunidad ésta en que un joven policía de apellido Borchichi -que guardaba la

zona- lo ve muy sospechoso por el !po de ves!menta que llevaba. El agente del orden pide al “sospechoso” que de inmediato se

iden!fique, situación que sorprende al archi popular don Pedro Mateo Valussi. “Desconocido yo?...Sospechoso yo?...” (imagino yo,

la cara de mi abuelo!!!). “No conoce a los Valussi?...”. El policía no entendió razones y pidió a don Pedro que lo acompañara a la

única comisaría de la ciudad para su “iden!ficación”. Don Pedro Mateo lleno de ira e indignación siguió al agente las trece cuadras

que los separaba de la dependencia policial. Fueron trece cuadras de insultos de todo calibre que el novato policía iba recibiendo, y

éste úl!mo arreciaba con sus amenazas, hasta que llegaron a des!no.

Mi abuelo fue el primero que entró y gritó desde las escaleras al comisario de apellido Pereno -que resulta era ex compañero de

escuela y carne y uña de él- : “¡¡¡Chéeeee!!!...a vos te parece que este !po me traiga preso por “desconocido”!!!... El comisario me-

neó la cabeza y preguntó al sorprendido policía: “¡Cómo!... ¿Ud. no conoce a don Pedro Mateo Valussi?...Vaya, agente: traiga una

silla. Caliente agua, y ya se pone a cebar mate a don Valussi!!!...¡¡¡Corra!!!...

Existe otra vivencia de don Pedro Mateo, en la que se pueden descubrir algunos detalles de su personalidad y de su vida, y que

ahora doy a luz:

Por simple deducción se puede percibir que el padre de don Pedro (Luigi Valussi) tenía como empleados a algunas personas origi-

narias de esa 0erra chaqueña: los Qom. Cuando don Pedro Mateo salía a cazar con escopeta y su inseparable machete 22 importa-

do de 60 cen6metros de largo, los Qom lo acompañaban. Al acercarse la noche en pleno monte, dado el gran afecto que ellos te-

nían por el joven Pedro, (porque Pedro los trataba muy bien), encendían una gran fogata y hacían dormir cerca de ella a don Pedro;

mientras ellos descansaban formando un círculo alrededor de él un poco más lejos, con el fin de protegerlo de malvivientes y ani-

males. El machete 22 está hoy en poder de doña Aída Valussi, y lo conozco.

Merece recordar y decir que desde niño me sorprendía la personalidad de los Qom. Eran serios, tranquilos, respetuosos, humildísi-

mos y con una inclinación a pensar que los inmigrantes o criollos eran gente “superior” a ellos. Se dirigían a los primeros como

“Patrona” o “Patrón” y a mi me trataban con mucho cariño llamándome “El niño Eduardo”. Esta úl0ma situación me hacía sonreír e

incomodaba bastante, ya que yo me sen6a tan igual como ellos: no superior en absolutamente nada. Sólo éramos diferentes en la

personalidad, nada más. Parece ser que mis mayores no pensaban lo mismo, ya que si bien los Qom trataban de “Señor” o

“Señora” a mi parentela; ésta –y los de la ciudad- se dirigía a ellos como “Vos” o “Che”. Al menos a la fecha, parece que las cosas

han ido mejorando un poco en el trato que se les dispensa.

La nobleza de los Qom se hace patente en el siguiente relato:

Uno de los hijos de don Pedro Valussi (Mariano Valussi), era empleado de Vialidad Nacional. En cierta oportunidad y dada la de-

manda de mano de obra para realizar obras viales en el interior de la provincia chaqueña, Mariano es enviado a contratar personal

en esas lejanías. No había mucho para andar eligiendo: eran los Qom o nada. Así es que mi 6o Mariano va tomando nota de los

nombres de todos los que se van presentando. De muchos, llegó el turno de uno de ellos, a los que Mariano preguntó: “Y vos,

¿cómo te llamás, che?...” Con voz firme y potente el originario respondió orgulloso: “Yo me llamo Pegro…Mateo… Valussi!...(Pegro

con “g”). Mi querido 6o quedó estupefacto al notar de que un Qom tuviese un nombre castellano y nada menos que los nombres y

el apellido de su padre. Después de la sorpresa Mariano preguntó a “Pegro” cómo es que se le había ocurrido llamarse así. Pegro

respondió: “Yo trabajé con don Pegro Mateo Valussi y me trató muy bien y me quería. Por eso me puse ese nombre”. De más esta

decir que el hombre quedó contratado de inmediato, pero como Pedro Mateo. Sin el apellido Valussi: el apellido era cosa muy se-

ria para Mariano.

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Visto las palabras de Pedro, podemos deducir que, lamentablemente, los Qom (los verdaderos dueños de aquellas 0erras), no

eran muy bien tratados por mucha gente de aquellos idos 0empos.

Para 1936, una de la hijas de Pedro Mateo –Lauren0na- vive en la zona de Qui0lipi con su marido Guillermo Báez, el cual posee un

campo, y allí va Anselmo Valussi a trabajar en la chacra que pertenecía a su hermana y su cuñado.

El amor no muere y está en nosotros despertarlo y exaltarlo. Como conocí y admiré en vida a mi 6o Anselmo Valussi, y en memo-

ria de él y a sus más profundos sen0mientos, plasmo ahora sobre este papel un nombre que fue muy caro a sus sen0mientos: Lau-

ra. No es que Anselmo viaja a Qui0lipi a trabajar al campo de don Guillermo Báez solamente: viaja para intentar olvidar lo que ya

era un recuerdo demasiado pesado y doloroso. Anselmo vivía enamorado de Laura, y Laura estaba tan enamorada como él; pero

las Parcas hicieron su horrendo trabajo y la niña falleció en pleno noviazgo. Laura revivirá cuando toda persona que lea con sen0-

miento este párrafo, pronuncie tan femenino y delicado nombre: Laura. Y no sólo eso: sino que al hacerlo revivirá también el de su

amado Anselmo, y fluirá serenamente aquél gran amor que fue truncado tan tempranamente. Estas tremendas experiencias son

las que marcan a fuego a una persona, es por ello que debemos considerar siempre sus comportamientos. Hay heridas que no

sanan nunca, sin embargo se sigue y se lucha con ellas a cuesta. Yo lo sé muy bien.

Nota 2:

No puedo dejar de relatar lo que sigue, pues pocos lo saben y ya es historia, por lo que ya no morirá conmigo: don Guillermo Báez

era viudo y con dos hijos (Santo y Nieves, a quienes conocí y traté) cuando conoce a mi jóven y hermosa 6a Lauren0na Valussi. Se

enamoran y comienzan el noviazgo. Como esta relación no era muy bien vista por su padre Pedro Mateo Valussi, los novios deci-

den escapar dejando angus0ado y furioso a don Pedro, pues confundió la situación con un secuestro planificado. Don pedro, ni

corto ni perezoso, consigue que el comisario de la ciudad -don Pereno-, muy amigo del “jus0ciero” don Pedro, le otorgue una

“Carta Blanca” (un permiso para matar, si era necesario) y viaja armado a la ciudad de Sáenz Peña (Chaco), lugar donde se encon-

traban los dos enamorados fugi0vos, y que don Pedro Mateo ya se había enterado. Cuentan, que los novios que se habían escon-

dido en un sótano al enterarse de la llegada de un don Valussi -al que no esperaban-, observaban aterrados (y eso que Báez era

bueno para el cuchillo), desde un pequeño respiradero a un Pedro Valussi fuera de sí y con su revólver en mano, preguntando

insistentemente por sus perseguidos. Todo quedó allí: no los pudo encontrar. Años después, cuando la pareja volvió a Resistencia,

ya lo hicieron con dos de sus hijos: Eva y Juan, y esto enterneció en gran manera a don Pedro y a María Mar0na, con lo que se

volvió reestablecer el vínculo familiar.

Varios años después, en una conversación que mantuvo con Pedro Valussi, Guillermo Báez propone ubicar a su suegro como socio

en el campo y repar0r ganancias por partes iguales. De esta manera, toda la familia de Pedro Mateo Valussi se traslada en tren

hasta Qui0lipi. Entre su hijos se encuentran Rodolfo, Nilda, María Luisa, María Esther y Aída (Anselmo ya estaba allí). Descienden

en la estación -que en aquellos 0empos era casi un perdido pueblo de la provincia del Chaco-, que dista en línea recta de Resisten-

cia unos 160 Km.

Antes de con0nuar el relato que antecede a éste, es bueno destacar que Anselmo Valussi, estando ya antes en Qui0lipi y, a instan-

cias de Guillermo Báez, conoce a Rina Clara Mar0na; con la cual contraen matrimonio a su debido 0empo. Quedan a vivir en Colo-

nia Mar0na en un campo de su flamante esposa Rina Clara. Tampoco fue fácil la vida de Anselmo y su esposa Rina: tuvieron once

hijos varones y por úl0mo llegó una niña: Norma Beatriz. Para la fecha en que nació la niña, volvió desde Buenos Aires, René Va-

lussi (hijo mayor de don Anselmo Valussi), el cual trajo el nombre para la única niña de la familia. Es que para ese 0empo la argen-

0na “Miss Mundo”, tenía esos nombres. En el poco 0empo que conviví con estos queridos 0os y primos hermanos, a pesar de las

necesidades que exis6an, no vi en ellos tristeza alguna. Cuando fui mayor, tuve la suerte de poder decirle a mi 6a Rina lo mucho

que la admiraba a causa del tremendo esfuerzo de haber criado a tantos hijos. Rina Clara Mar0na falleció en Quilmes (Pcia. de

Buenos Aires) a los 92 años de edad, rodeada de sus hijos. Lo que no pude decirle –por falta de oportunidad-, fue un: ¡¡¡Gracias,

6a, por todo lo que hiciste por mí y por mi madre!!!...

Si bien todos los hijos de Anselmo y Rina Clara pasaron dificultades económicas hasta su adolescencia, en la actualidad (año 2014)

ninguno de ellos trabaja la 0erra, pero tras arduo y honesto trabajo en diferentes menesteres y lugares, viven en tranquila felici-

dad. Pedro y Julio viven en Saenz Peña, y Oscar Saúl en Qui0lipi. El resto de los hermanos reside en la Provincia de Buenos Aires.

Nota 3:

Y ya que nombramos a Qui0lipi….(Qui0lipi se funda por Decreto del Estado Nacional, el 30 de noviembre de 1904 con 2.500 hectá-

reas a repar0r a los colonos). Para el año 1962 (contaba yo con doce años de edad), Oscar Saúl Valussi (hijo de mi 6o Anselmo Va-

lussi), vivía y trabajaba con la familia Mar0na compuesta por Armando Mar0na y Nieves Báez (ésta úl0ma era hija de Guillermo

Báez); y en esta ocasión yo los visitaba -y a la vez-, visitar a mi hermano Jorge Carlos Valussi, que también vivía con esta familia,

quien tenía una muy grande y hermosa casa con techo a dos aguas. El lugar era la Colonia Mar0na, colonia compuesta por inmi-

grantes italianos que en su momento desembarcaron también en el Puerto San Fernando de Resistencia , según se puede apreciar

en la placa de mármol de la Loba Romana. Para esta fecha (1962) quedaban sólo hijos y nietos argen0nos de los cuales conocí a

varios de ellos.

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El campo de los Mar0na estaba apenas separado de la de los Valussi por una calle. Notaba yo que las plantas de algodón de ambas chacras eran muy bajas debido al “cansancio” de la 0erra a causa del con0nuo (y por añares), cul0vo del mismo 0po de planta. Co-

menté entonces a mi primo Oscar Saúl, que la rotación sistemá0ca de los cul0vos generaba una renovación de la 0erra y por ende

el mejoramiento de los cul0vos. Esto que comenté lo había leído yo en la revista “Selecciones del Readers Digest”. Sé que muchas

personas 0enen una no muy buena opinión de esta publicación, pero en este caso fue de mucha u0lidad. Para mi sorpresa, Oscar

tomó muy en serio la sugerencia y sin decir “¡Agua vá!”, al propietario del campo; sembró con maíz mil metros de largo por el an-

cho de la sembradora sobre toda la cabecera Sur de la chacra. El resultado no pudo haber sido mejor: se produjo una cosecha re-

cord de maíz!!!. Al año siguiente me encontré con la sorpresa que ya estaban cosechando girasol en la superficie de la chacra que

ocupaba el Nor-Este. Pude observar personalmente –y con inmenso placer-, la inmensa can0dad de semillas de girasol cosechadas.

Don Armando Mar0na -muy querido y admirado por mi persona-, era de pocas palabras, y nunca reconoció mi pequeña colabora-

ción; pero la sa0sfacción que aún tengo, nadie me la ha podido quitar. Con toda seguridad que Oscar Saúl no debe haber olvidado

esta vivencia, porque fue el actor material de tan significa0vo hecho.

Recuerdo que el INTA organizaba reuniones para informar sobre prác0cas y avances en agricultura en una escuela que se hallaba

en la misma colonia, muy cerca y accesible para todos los agricultores, los días domingos. La gente del INTA llegaba hasta el lugar

pero sólo encontraba a las esposas de los campesinos en plena mateada con pastelitos. Los técnicos eran muy bien recibidos por

ellas, ya que ver caras nuevas por esos lares era todo un placer. Y los hombres???...Todos bien: jugando a las bochas o a las naipes

en el club de la Colonia Mar0na…Bueno, no está mal: era el único dia que podían descansar un poco. No faltaba en esa ocasión de

disfrutar de algunas copas de un “Toro Viejo” que ofrecían en la pequeña can0na del club. En oportunidades venía a la can0na al-

gún conjunto chamamesero del pueblo para amenizar la jornada con sus voces, guitarras y acordeones. Era toda una fiesta!!!

Qui0lipi del alma!!!...No puedo evitar recordar con inmensa nostalgia, que en épocas de las Fiesta de Carnavales, podía ver salir por

las noches la volanta descubierta de los Valussi (eran los únicos Valussi en la colonia), rumbo al pueblo como simples observadores

de la fiesta y en cierta oportunidad -algunos de ellos-, hasta como felices par0cipantes de las mismas. Con seguridad que el

“Oscuro” y el “Pibe” eran los mansos caballos que 0raban con fuerza para arrastrar la colmada volanta.

En el cuento “Tordillo”, que se halla más adelante en esta misma obra; despliego algunos cuadros y episodios (reales y fic0cios),

desarrollados en Qui0lipi.-

Nota 4:

Lo bueno no debe ocultarse y debe de ser luz para que otros imiten. Digo esto porque existe una anécdota digna de ser contada y

es la siguiente: estando don Anselmo Valussi viviendo a duras penas en su chacra en Qui0lipi, sus ojos enfermaron de Cataratas.

Esta situación hizo que viajara a Resistencia para ser operado. Cuando en la clínica se enteran que se apellida VALUSSI; creen que

0enen a un potentado ante ellos, por lo que le piden una fortuna para realizar la operación. Dada esta confusa situación, Anselmo

se comunica con mi madre para que realice alguna ges0ón en Buenos Aires para solucionar el problema. Mi madre junto con su

hermana Nilda trasladan el problema al Dr. Nano, quien es el dueño de la famosa clínica en la ciudad de San Miguel. Nano solicita la

presencia de don Anselmo y éste viaja desde el Chaco, y se produce la entrevista. El Dr. Nano escucha atentamente a don Valussi y

toma una decisión: cobrará por su trabajo una bolsa de batatas por el ojo derecho, y una bolsa de mandiocas por el izquierdo: eso

sí: los productos 0enen que ser de la chacra de don Anselmo Valussi!!!… Los dos cumplieron con su palabra.-

Retomando la historia, Pedro Mateo comienza a trabajar en la chacra de su yerno Guillermo Báez, en todas las tareas a0nentes al

campo, pero llegado el momento de repar0r las ganancias, las cosas no son como en un principio se habían hablado. La cues0ón es

que se produce una fuerte discusión, y todo termina cuando Pedro Valussi y familia, toman repen0namente el tren rumbo a Resis-

tencia. En todo ese año que habían pasado allí, los hijos menores de don Pedro Valussi habían concurrido a una pequeña escuela

que se encontraba frente a la chacra de Armando Mar0na; dicha edificio (para 2013), aún se hallaba en pie. (A futuro, todos los

hijos del matrimonio de Anselmo y Rina Mar0na; también pasarían por sus aulas). Asimismo en esa época y en ese mismo lugar

(Colonia Mar0na, en Qui0lipi), Rodolfo Valussi (hijo de Pedro Valussi) conoce y se enamora de Berta Mar0na, pero la unión no llega

a concretarse, por lo que Rodolfo regresa a Resistencia muy desilusionado. Es que la fama de mujeriegos que tenían los Valussi no

lo favoreció en absoluto. Si bien ésta era la fama de Rodolfo, Anselmo, Mariano y Luís Marcial Valussi; las actuales rutas y caminos

del Chaco todo, deben mucho a estos esforzados varones- que en el caso de Rodolfo y Mariano-, trabajaron hasta su muerte en

Vialidad Nacional, y Luís Marcial, transportando todo lo que pudiera moverse por aquellos caminos de 0erra en su enorme camión

GMC amarillo. Conocí a este famoso camión: sobre el parabrisas una leyenda decía: “Canario Triste”.

Las vicisitudes económicas con0núan para toda la familia en Resistencia –nietos y sobrinos pequeños incluídos que vivían en casa

de don Pedro-. Ellos eran: Rubén Valussi (hijo de Mariano Valussi), “Pichona” (hija de Alicia Valussi), Rey Torres (hijo de un amigo

de la familia) Juan, Delia y Eva Báez (hijos de Lauren0na Valussi de Báez). Todos estos niños se encuentran en casa de don Pedro a

causa de que deben concurrir a la escuela. Los hijos de Lauren0na y Guillermo están allí porque ella y su marido vivían y trabajaban

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en una chacra en la zona llamada El Salado, nombre que tomaba por el río de este nombre. El Río Salado separaba las chacras de don Guillermo Báez, de la de Juan Sánchez, éste úl0mo era uno de los hijos de doña Soraida Sánchez, por lo tanto hermanastro de María Mar0na; esposa de Pedro Mateo Valussi.

Don Pedro Valussi con su familia y “agregados” van cambiando de domicilio con0nuamente a causa de los avatares económicos, pero siempre en la misma ciudad. La lista sería la aproximadamente la siguiente: llegados desde Qui0lipi viven en la casa de su hijo Mariano en la calle Monteagudo. Pasan luego a una casa en Villa Alta (cerca de Av. 25 de Mayo y la Ruta 11), de allí se dirigen a otra casa en la calle Álvarez Arbo Nº 752, con0núan luego en la calle Belgrano, y finalmente, recalan en la casa de su primo-hermano Juan Valussi. (Juan era hijo de uno de los hermanos de Luigi).

Las penurias económicas de la familia eran tan grandes, que en muchas oportunidades, don Pedro Valussi (sus hijos lo llamaban “Tata” y lo trataban de “Usted”), iba a trabajar sin comer. También algunos de sus hijos más pequeños como mi madre, (María Est-her), y Aída y los agregados escolares citados, pasaron hambre y frío.

El “Tata” era del Par0do Radical: lo contaba mi madre, y hoy lo repite Aída Sánchez. Su adhesión era fuerte, de tal manera que en épocas de elecciones provinciales o nacionales, colaboraba trayendo gente de su confianza para votar; en donde estaban incluídos muchos hombres de la tribu Qom; dado que don Pedro Valussi era muy conocido y querido en Resistencia. Los radicales ganaron las dichosas elecciones, por lo que “premiaron” a don Valussi con un puesto en la municipalidad: pasó a ser Supervisor de Parques y Jardines... A pesar de su cargo, don Valussi no podía con su genio, y allá iba a colaborar con sus subordinados con pala, pico y carre0lla…

Bajo su dirección, la plaza principal de la Ciudad de Resistencia (Plaza 25 de Mayo) se transformó en aquellos 0empos, en una de las más hermosas del país. Dicha plaza tuvo y 0ene aún, una superficie de cuatro hectáreas y ya no luce esplendorosa como en aquellas épocas. También tenía a su cargo las otras plazas de la ciudad y sus muchos boulevards. Hace muy poco (julio de 2013), llegué con mi hija Adriana a esta histórica plaza para señalarle por dónde anduvo –hace unos 75 años atrás-, la dedicada alma de jardinero de su bisabuelo Pedro Mateo Valussi.

No pasó mucho 0empo en que la gran can0dad de rosales que adornaban la plaza, clavaran sus punzantes espinas en don Pedro Valussi y familia: la municipalidad alegaba que no tenía dinero, por lo que no abonaba los sueldos a sus empleados. Apenas pagaba con vales que prác0camente tenían poco valor, pues cuando eran presentados en los comercios perdían hasta un 20 % de su valor original.

Cuando por razones polí0cas deja ese trabajo, se dedica a hacer cualquier tarea que se le presentara y que esté bajo su dominio. Es así que consigue trabajar en el alambramiento del perímetro del cuartel del Ejército Argen0no que aún hoy 0ene asiento en Resis-tencia en la zona llamada “La Liguria”. Dicho lugar se halla sobre la mano derecha de Av. 9 de Julio, entre la ciudad de Resistencia y Barranqueras.

La empresa encargada del alambramiento del cuartel, era propiedad de don Enrique Valussi; quien era hermano de Luigi Valussi, por lo tanto, 6o de don Pedro Mateo.

Nota 5:

Sobre la mano izquierda de la Av. 9 de Julio, entre las calles Zorzal; Quebracho y Av. Farías -ya muy cerca de la pujante ciudad de Barranqueras que se halla al margen derecho del riacho del mismo nombre, y en donde se asienta el an0guo puerto fluvial-; puede observarse un enorme y muy alto tanque de agua hecho de hormigón que pertenece a Obras Sanitarias. Toda la construcción del encofrado de esta importante obra fue dirigida y ejecutada –como capataz de la misma- por don Guillermo Báez, yerno de don Pedro Valussi. Tuve la oportunidad e ver realizar los trabajos, porque en ese 0empo, yo vivía con el matrimonio que componían mis 6os Guillermo Báez y Lauren0na Valussi, en la casa que alquilaban en la calle Santa Fe 1250. Esta vivienda –muy an0gua ya- tenía detrás de la casa, una gran galería cubierta con una tupida enredadera de jazmín que perfumaba completamente la casa.

¡Cuántas historias vibrantes de la familia atesora esta casa!...Su vereda era de grandes ladrillos al igual que los pisos interiores teñi-dos de rojo. La casa aún existe, pero la han modificado tanto que no la pude reconocer en esta úl0ma visita de 2013. Recuerdo perfectamente que allí se hizo la fiesta de casamiento de Celina Báez (hija de 6a Lauren0na Valussi), con Abel Zanier en el año 1954. Para esa ocasión, don Guillermo Báez tendió una larga mesa cubierta de blanco mantel para agasajar a los invitados bajo un árbol: una gigantesca 0pa que se hallaba sobre el margen izquierdo del pa0o. Antes de la fiesta comenzó a llover intensamente... Fruto del amor de esta maravillosa y bellísima pareja nacen Osvaldo Abel; Beatriz; Laura y Daniel. Mi hermano Jorge Carlos nace en este solar el 2 de diciembre 1952, asis0endo en ese crí0co momento a mi madre, doña Francisca y don José –matrimonio de ancia-nos que vivían frente a esta casa- y que luego fueron padrinos amorosos de mi hermano. Desde esta casa par0mos con mi madre y mi hermano con des0no a Buenos Aires en junio de 1955, pocos días antes de la “Revolución Libertadora” contra el gobierno de Juan Perón. El viaje lo realizamos en un ómnibus de la empresa La Internacional, viaje muy movido debido a aquellas interminables rutas de 0erra; en este caso, la Ruta Nº 11. Existen tantas vivencias allí, que son dignas de ser escritas en una obra aparte: espero

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poder materializarla algún día.

Sería injusto si no dijera algo más de Abel Zanier: Los polvorientos y tortuosos caminos de 0erra del Chaco de 1950, y en adelante,

eran recorridos día y noche por ómnibus de la empresa Godoy para conectar a los pueblos entre ellos y con Resistencia. Todas las

fallas mecánicas o roturas que se producían en los tan sufridos vehículos, eran reparadas con toda eficiencia por Abel Zanier. Des-

de temprana edad y hasta su úl0mo día de salud sirvió a la mencionada empresa de transporte; par0cipando -quizá sin adver0rlo-

en el incontenible progreso del Chaco: su querida provincia.

Cabe recordar también, que los Valussi nunca fueron ignorados en Resistencia a causa de los personajes que componían la familia.

En este caso reviviré una “hazaña” dramá0ca (como todas!), de don Luís Marcial Valussi: En esta oportunidad don Luís circulaba

con su camión vacío GMC amarillo por la ciudad de Resistencia , con des0no a recibir un carga de ladrillos. Por alguna razón de

tránsito, un policía le indica que debe de detenerse. Discuten. El policía que se sube al estribo de la puerta de la cabina y don Luís

que arranca e imprime veloz carrera con el vigilante prendido como garrapata a la puerta. Luís se dirige directamente a su casa y

entra al inmenso galpón que tenía, cerrando luego el portón. Acto seguido le pregunta al sorprendido policía -pero ya Luís, provisto

de un pesado palo-: “¡¡¡¿¿¿Qué estás haciendo acá, con mi mujer???!!!... Notando su comprome0da situación, el valiente agente

saltó despavorido el alambrado, y más cuando vio que aparecieron en escena los cuatro hijos de don Luís…cual terribles masto-

dontes enfurecidos y peores que el propio padre.

Una escena que refleja con fidelidad sus temperamentos, fue en oportunidad en que Luís había invitado a almorzar en su casa a mi

madre, y yo –niño aún-, la acompañé. En plena comida se desató una discusión entre los cinco hermanos por cues0ón de una pe-

queña pieza perdida del motor del camión . Uno de ellos se paró sobre la mesa y comenzó a gritar, luego eran cinco muchachos

fortachones que en fila india y en gran círculo, se perseguían unos a otros a los gritos, y mi 6o Luís atrás de ellos corriéndolos por

todo el pa0o…a los la0gazos limpios!!! No faltó mi 6a Sara corriendo detrás de su marido tratando de proteger a sus “pichones”.

No sé si al final, comí algo en ese esplendoroso día…

(A pesar de todo lo relatado, uno de los hijos de don Luís Marcial (Julio César), dejó muy bien parada a la familia cuando se dedicó

a prac0car motociclismo depor0vo. En el 0empo que lo hizo se coronó varias veces como campeón de dicho deporte).

En otra oportunidad, y dado el carácter colérico de don Luís Marcial, se lo vio correr “armado” de su gran camión –andando a

toda velocidad sobre pleno campo arado de una chacra- en persecución de un agresor a quien se la tenía jurada, y que en esta

situación este úl0mo corría como un despavorido chita para salvar su vida. Todo terminó cuando el perseguido consiguió internar-

se en un monte aledaño. También detallan de cómo don Luís Marcial, ves0do (para disimular), de traje, corbata y fino sombrero

persiguió con0nuamente -facón en la cintura-, a un aterrado contrincante; que para librarse de tan sostenida persecución, escapó

a vivir en Buenos Aires… Su “Obra Cumbre” fue cuando halló a otro contrincante al borde del Río Negro -al costado derecho del

Puente San Fernando- y tomándolo del cuello lo sumergió en el agua para ahogarlo. No pudo concretar su venganza, porque un

paisano que pasaba fortuitamente por allí logró con mucho esfuerzo quitárselo de sus manos, sino…

Volviendo al relato, me dicen que en aquellos 0empos -y como ya adelantara-, la familia de don Pedro Valussi vive en casas que va

alquilando, hasta que el caprichoso Des0no decide bendecirla (al menos por un 0empo), y hace que un conocido de ellos -don Lu-

cas Godoy-, viendo la necesidad de la familia, les ofrezca un enorme caserón (prác0camente se lo regala), al que pueden ocupar

gratuitamente de por vida, y allí quedan a vivir con inmensa alegría.

Mientras don Pedro Valussi está realizando los trabajos de alambrado del cuartel, enferma gravemente. Al parecer, se desarrolla

un cáncer en los intes0nos. Para su tratamiento viaja a Buenos Aires acompañado en esta oportunidad por su hijo Rodolfo, par-

0endo nuevamente desde la estación del Ferrocarril Santa Fe, la cual queda hacia el Norte de la ciudad. Corre el año 1945…

Llegados a Buenos Aires (estación Re0ro) el día 1º de mayo, son recibidos por otra de las hijas de don Pedro Valussi que ya vivía allí

hacía algún 0empo: Nilda Elsa Valussi. Es internado en el Hospital Rivadavia. El comentario que hace el cirujano al ver el estado de

salud de don Pedro Valussi, es: “Prác0camente me han traído un cadáver”. La Ciencia de la época nada pudo hacer, y don Pedro

Mateo Valussi muere a jóvenes 56 años en dicho hospital a poco días de haber llegado: el 10 de mayo de 1945. Sus restos fueron

sepultados en el Cementerio de la Chacarita.

Una anécdota ocurrida aproximadamente en el año 1940, que tuvo a don Pedro Mateo como protagonista principal , demuestra la

formación que él tuvo en su vida, e hizo del mismo una persona seria, respetuosa y de una honradez inquebrantable. Ese día la

familia estaba pasando por un muy duro trance: no había en ningún bolsillo de ellos, ni siquiera una moneda de cinco centavos.

Ergo: no había qué comer.

Esa tarde se dirigía don Pedro Valussi a su casa procedente de su trabajo, caminando -gacho y pensa0vo-, por el medio de una pol-

vorienta calle, cuando repen0namente encuentra entre aquella 0erra una cartera de mujer bastante pesada. La toma y se la lleva

sin abrir . Llegado a su casa, impertérrito dice a su mujer: “Tomá María, ponela arriba del ropero. Alguno la va a reclamar”. A la

tarde siguiente ya cuando don Valussi se hallaba en su casa, se apersona una mujer preguntando a mi abuelo si por “casualidad”

habría encontrado una cartera, señalando las caracterís0cas de la misma. “Aquí está, señora. Ni siquiera la hemos abierto” La mu-

jer abrió temerosa su cartera y sacó un enorme fajo de billetes y los comenzó a contar ante los sorprendidos presentes. Contó y

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contó…Ciento cincuenta pesos !!! (un dineral para aquella época). Don Valussi ni se inmutó ni tampoco dijo nada. La ahora feliz mujer rebuscó en su cartera una moneda de veinte centavos, y con sonrisa fingida se la entregó como recompensa a Aída (9 años), la hija más pequeña de don Valussi. Ida la mezquina mujer, Aída salió corriendo al almacén y compró: 5 ctvs. de azúcar, 5 ctvs. de yerba, 5 ctvs. de leña y 5 ctvs. de harina…¡¡¡Toda una fiesta!!!

Tiempo de estrechez económica y de avaros corazones.-

Creo que no debo pasar por alto decir que, ya cuando Anselmo Valussi y Rina Mar0na, trascurrido el 0empo, habían tenido varios hijos, y en oportunidad en que van a contraer matrimonio su hermana María Luisa Valussi con Sebas0án López, en Resistencia; Anselmo viaja a esa ciudad con el fin de asis0r a la boda y también con la intención de traer a su madre y a su hermana Aída a vivir a su casa. El viaje de retorno se realiza finalmente acompañado de su madre y su hermana. Al final, doña María Mar0na y su hija Aída de 16 años, permanecen aproximadamente unos veinte días en la casa de Anselmo. Dado que madre e hija no se adaptan al lugar, regresan a Resistencia muy a pesar de don Anselmo. Esto úl0mo ocurrió en el año 1947.

Ya en la ciudad de Resistencia y pasado cierto 0empo, doña María Mar0na Sánchez (la “Mama”) viaja a Buenos Aires acompañada de su hija Aída para visitar la tumba de quien había sido su amado compañero de vida. Corría ya, el año 1948.

Cuando doña María Mar0na realiza el viaje citado, deja en custodia el caserón que ocupaban, a uno de sus hijos varones: Rodolfo. La mala suerte hizo que asesinaran al dueño de dicho caserón, don Lucas Godoy; homicidio efectuado por su yerno a instancia de la propia hija adop0va de Godoy. Y no faltó un judío sin escrúpulo alguno, que viendo lo muy limitado que era Rodolfo en su faz intelectual y económica, reclamó la propiedad como suya, y lo amenazó de que si no se re0raba del caserón de inmediato, lo haría desalojar por la policía. Rodolfo accedió pues no contaba con escritura o documento alguno de dicha vivienda, de tal manera que re0ró los pocos muebles que allí habían y fue repar0endo los mismos en donde podía.

Llegada doña María Mar0na a Resistencia de su viaje desde Buenos Aires, se encuentra en la desesperación y angus0a de no tener un hogar propio en donde vivir. Para ese 0empo, mi madre vive en una casa alquilada (calle Santa Fe 1250), sita al costado izquier-do de otra vivienda, la cual alquilaba y vivía don Guillermo Báez con su esposa Lauren0na Valussi (hermana de mi madre). Ambas edificaciones estaban al frente del terreno y eran propiedad de la familia Alegre. Dicho inmueble aún hoy les sigue perteneciendo a esa familia; familia a la cual conocí, especialmente a Ángel Alegre. Hoy día, es habitada por éste úl0mo.

Doña María Mar0na y su hija Aída quedan a vivir, entonces, junto a mi madre (María Esther Valussi). Al poco 0empo Doña María Mar0na enferma y, siendo que las calles eran de 0erra, y en días de lluvia los médicos no querían acercarse al lugar; se decide tras-ladarla a la casa de su hija Zulema, la cual vive con su esposo (Urbano Torres), y sus hijos Mario; Mirta; Miguel Ángel y Fernando; en la calle Corrientes Nº 430, ya que estaba un poco más cerca del centro de la ciudad. Al no mejorar su salud, se la traslada a Bue-nos Aires acompañada por sus hijos Rodolfo y Aída, viajando en un camarote del Ferrocarril Santa Fe. Es internada en el Hospital Raffo, mientras sus hijos aguardan en casa de don Rogelio Sánchez, el cual es hermanastro de doña María. Al los dos meses retor-nan todos a Resistencia, ya que en el hospital no dan ninguna esperanza de cura a la cruel enfermedad.

La enfermedad avanza y doña María Mar0na Sánchez fallece en 1951 a los 64 años en la cocina de la casa… que era el lugar en dónde pasó sus úl0mos días. Es sepultada en el cementerio local, y recuerdo bien este si0o porque mi madre me llevaba con ella a depositar flores sobre su tumba.

Los huesos de quien en vida fuera don Pedro Mateo Valussi, fueron traídos en una urna funeraria desde Buenos Aires; el 30 de enero de 1950 por su hija Nilda Valussi, y depositados en un panteón que pertenecía al 6o paterno de don Pedro Mateo: don Enri-que Valussi; dicho panteón aún existe.

También pude divisar esa urna desde la puerta del panteón, ya que mi madre o bien mi 6a Lauren0na (a quienes yo acompañaba), dejaban flores en ese lugar. En su momento, y ante una consulta de las autoridades del cementerio, y por desconocer la vida y obra de su abuelo, su nieto Luís Valussi –hijo de Luís Marcial Valussi- , ignoraba que en dicha urna estaban los restos de su abuelo, de cuentas que dicha urna fue re0rada de ese lugar y se desconoce su actual des0no. Fue quitada de allí porque los actuales dueños del panteón no quisieron hacerse cargo del pago de la estadía de la urna en ese lugar. Presumo que los restos fueron depositados en el osario general del cementerio. Me consuela saber que cada uno de sus descendientes somos el recuerdo vivo y, también, portadores del sello biológico imperecedero de quien nos precedió en la vida en este misterioso Universo.

Las urnas funerarias de los restos de don Luigi Valussi y Ángela Chilisi se hallaban en el cementerio de Resistencia, y fueron conoci-dos por Aída Valussi (su nieta). En la actualidad, tampoco se sabe nada de ellos. Lo que sí ha quedado, son los restos de María Mar-0na Sánchez que se hallan depositados en este mismo cementerio en una urna. A la fecha, la responsabilidad de su celoso mante-nimiento la posee mi primo Rodolfo Valussi; dado que el mismo vive en Resistencia.

En lo que hoy es el Parque 2 de Febrero, anteriormente era un cementerio, y en el mismo fueron sepultados los restos de don Vi-cente Valussi, quien fuera uno de los hermanos de don Luigi Valussi. Antes de iniciarse las obras para construir dicho parque, son re0rados los restos de don Vicente Valussi y depositados en el actual cementerio de Resistencia. Lo curioso y sorpresivo de este evento, es que el cuerpo de Vicente Valussi fue hallado incorrupto e intacto.

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21

Después del fallecimiento de doña María Mar0na, la jóven Aída Valussi, y bajo promesa a su madre de que lo haría por iglesia, con-

trae matrimonio religioso con don Omar Roberto Sánchez, el cual es hijo de Rogelio Sánchez y Simona Ledesma. La ceremonia reli-

giosa se realiza en la Capilla San Roque el día 12 de diciembre de 1952 en Resistencia. De este matrimonio nacen: Pedro Daniel;

Marisa y Rodolfo Esteban.

Daniel vive actualmente en Italia, Marisa en Buenos Aires y Rodolfo contrae matrimonio, pero fallece muy jóven a causa de una

enfermedad; pero dejando dos hijas: Mariam Verónica y Patricia.

Si en esta época vivieran don Pedro Mateo y doña María Mar0na, con toda seguridad que se alegrarían muchísimo, ya que ante

tantas vicisitudes sufridas por ellos a lo largo de sus vidas; hoy, la mayoría de su gran can0dad de bisnietos son profesionales y

0enen un buen pasar; y que aquella tranquila y silenciosa ciudad que los cobijó en sus úl0mos días, reverbera sin pausa en el 0em-

po: se ha ensanchado, enriquecido y embellecido como pocas. Nada fue en vano.

¡¡¡Cuánta alegría nos causaría si por unos momentos , dado un evento maravilloso, las almas de todos aquellos esperanzados pio-

neros friulanos que llegaron a la lejana y perdida Colonia Resistencia, cobraran vida!!!... Si les fuera dado observar desde lo alto

toda la serena belleza de la actual ciudad de Resistencia, sin duda se maravillarían y se enorgullecerían de haber sido ellos los pre-

cursores de la misma. Pero todo ello no es posible. Lo que sí nos está permi0do a nosotros, es zambullirnos profundamente en sus

historias, y revivir en nuestras mentes las alterna0vas más importantes de sus existencias. Entonces, sí: allí sabremos hacer carne

en nosotros, sus esfuerzos, sus penurias, sus alegrías y sus proyectos. Experimentado todo ello a pleno, estarán vivos en nosotros:

sus corazones, sus mentes y sus ojos. Será 0empo de abrir los nuestros y maravillarnos y emocionarnos tal como ellos lo hubiesen

hecho, al observar el fruto de todos sus con0nuos esfuerzos. No en vano llevamos en nosotros la potencia de sus genes y la fuerza

de su indómita sangre.

Fruto de la personalidad y el espíritu de trabajo honesto de aquellos estoicos pioneros que llegaron a Colonia Resistencia, son los

hombres y mujeres que los sucedieron –que forjados bajo aquella bendita sombra-, siguieron su ejemplo, logrando así triunfar en

la vida y destacarse en los lugares en donde se desempeñaron. Es por todo ello que aquella incipiente colonia nacida a orillas del

sereno Río Negro, se haya extendido, y hoy haya alcanzado –gracias a su gente-, la plenitud de la actualidad.

Muy atenta a lo expuesto, esta situación ha hecho decir con alegría, orgullo y pasión a Myriam Susana Torre –mujer chaqueña muy

reconocida en Resistencia-, sobre el pueblo chaqueño:

“Chaco SIEMPRE ha cobijado en su !erra grandes hombres y mujeres de vocación. Docentes, médicos, cien$ficos, ar!stas en todas sus formas de expresión; hombres de campo, hombres de la calle, religiosos y más: algunos de renombre internacional. Otros ape-nas conocidos por su gente, anónimos para muchos, constructores de la vida...Buenos ejemplos le sobran al Chaco, de espejos don-de aprender a mirarse..."Qué querés ser cuando seas grande?"...le preguntan al niño, y el pequeño va creciendo mientras camina y sueña entre piedras y flores, bajo la mirada y el amparo de DIOS...Lo que para el niño fue el futuro, se transforma en un presente, y el hombre de hoy debe hacer las cosas bien, porque sabe que es un ejemplo: SUS HIJOS LO ESTÁN MIRANDO, es su !empo de ser espejo... DIOS sigue amparando al hombre de bien".-

“NO TODA DISTANCIA ES AUSENCIA, NI TODO SILENCIO ES OLVIDO”

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VIVENCIAS 2

Aquí hago letra y luz de lo que en una mente hasta hoy, eran viejísimos recuerdos:

EL PUENTE (1912 aprox.)

Decía don Pedro Mateo Valussi, que del único puente levadizo de madera sobre el Río Negro (puente San Fernando), se contaban

extrañas historias que comenzaban a ocurrir llegada la noche, por ese mo!vo nadie del pueblo se animaba a cruzarlo en esas horas.

Un conocido suyo que era hombre de no temer a nada, decidió enfrentar la situación y, calzando su facón y montando su caballo, se

dirigió ya a oscuras pero con luna, hacia el puente y lo cruzó tranquilamente. Ni bien pudo pasar, se encuentra con que un hombre a

su diestra –y de a pie-, sigue el trote de su caballo. Un poco sorprendido se dirige a dicha persona pidiéndole que se iden!fique. Su

inesperado compañero no responde y sigue trotando a sus lado. Vista la extraña situación el jinete –ya un poco temeroso-, amena-

za al “aparecido” diciéndole que si no se apartaba de su lado lo atacaría de inmediato. Al no haber ninguna respuesta, el jinete

asesta un terrible planazo sobre la cabeza del inesperado visitante nocturno. El facón se parte en dos pero sin hacer efecto alguno

en el atacado. Esta situación lleva al jinete a huir despavorido de la escena y esperar en otro lugar la llegada del día para recuperar

los pedazos del facón, cosa que así sucede.

Meses después, don Pedro Mateo se encuentra con su corajudo amigo, al que ve muy desmejorada su salud. A la consulta de don

Pedro que a qué se debía su estado, el hombre respondió: “Este !po (y señalando algo en el aire), al que el dí el planazo en la cabe-

za, no me deja tranquilo ni de día ni de noche”. Don Pedro le dice que él no ve a nadie en el lugar donde el hombre había señalado.

El amigo contesta: “¡¡¡Nadie lo ve, pero yo sí!!!... ¡¡¡Nunca me deja tranquilo y ya me está enfermando!!!

Al poco !empo del encuentro, el amigo de don Pedro falleció misteriosamente.-

ETERNO CLAMOR

También contaba don Pedro Mateo a sus hijos, que cuando aún niño (año 1900 aprox.), para ir a la escuela, salían caminando con

sus hermanos desde el campo en donde vivían, y que en el camino se iban sumando otros compañeros; entre ellos uno de los Pe-

reno (que en el futuro sería comisario), luego, juntos llegaban hasta el centro del pueblo en donde se hallaba la escuela. Para ello

debían andar con cuidado por sendas y lugares desolados. Recordaba don Pedro, que en cierto lugar, y a los costados del sendero

por donde debían pasar, el campo estaba cubierto ampliamente de inmensos cardales. En cierto día y por la mañana, en oportuni-

dad en que hacían su diario trayecto a la escuela; sus compañeros, todos los hermanos y él mismo, tuvieron una visión espantosa

sobre los cardales mencionados: vieron a un viejo na!vo, hombre de cur!da piel cobriza, que de pie sobre los cardos los miraba

fijamente con sus ojos inmensamente abiertos. Se hallaba totalmente ensangrentado y con ambos antebrazos cercenados. El terror

experimentado no pudo haber sido mayor: todos salieron a la carrera desesperados y a los gritos, y como Pedro era de contextura

pequeña quedó rezagado; los grandotes del grupo volvieron para ayudarlo, y alzando a Pedro, con!nuaron la veloz huída. La con-

moción fue tal, que jamás ninguno de ellos volvió a pasar por ese lugar. Los padres de los muchachos no se sorprendieron mucho:

todos sabían que en la zona de los cardales, y antes de la llegada de los colonos, hubo una terrible y gran matanza de “indios” a

manos del Ejército. Dado el relato de los jóvenes, el cura del pueblo ofició una Misa en ese mismo lugar por el eterno descanso de

las víc!mas.

El mensaje del espectro, aún hoy (2013), cumple y seguirá cumpliendo su come!do mientras estas letras aquí expuestas existan:

denunciar el dolor y el aberrante crimen come!do, reclamar su espacio milenario que les fue arrancado injustamente y clamar es-

perando jus!cia en un eterno silencio acusatorio.-

LUZ MALA (1910 aprox.)

Contaba doña María Mar!na Sánchez, que en cierta noche en que su marido Pedro Mateo, salió de caza a los montes acompañado

de varios de sus peones, sucedió algo muy extraño en el gran pa!o de su casa. La casa principal (la de doña María Mar!na), forma-

ba parte de un gran circulo que conformaban los varios ranchos de la peonada cons!tuidas siempre por “indios”. En esta ocasión,

como todos los hombres salieron a acompañar a don Pedro, quedaron sus mujeres solas pero acompañadas por sus niños y sus pe-

rros. En determinado momento de la noche, todas estas mujeres comenzaron a llorar y a gritar pidiendo auxilio a doña María Mar-

!na. Dona María se levantó de inmediato y se asomó por la ventana para interesarse de lo que ocurría, y observó aterrada cómo

una esfera luminosa del tamaño de una cabeza humana, ascendía y descendía lentamente sobre el tronco y ramas de un árbol ya

seco que se hallaba en el medio del pa!o. A lo único que a!nó doña María para ayudar (y ayudarse), fue llamar a los gritos a todas

las otras mujeres para que viniesen a reunirse a su casa. Así lo hicieron, y vinieron todas, y cada una de ellas con sus hijos a cuesta.

Cerraron puertas y ventanas y así pasaron toda la noche juntas, hasta que por la madrugada llegaron todos los hombres. Ninguno

de ellos pudo dar explicación al suceso.-

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ACTIVIDADES que desarrollaron los hijos de don Pedro Mateo Valussi y María Mar0na Sánchez.

Lauren0na: ama de casa, a la vez, atendía un gran almacén de su propiedad.

Luís Marcial: transpor0sta. Tenia un camión GMC de su propiedad.

Alicia : ama de casa.

Mariano: chofer profesional de Vialidad Nacional y mecánico de motores.

Anselmo: agricultor. También fue cocinero en el Jhusten Hotel, en Buenos Aires.

Zulema: ama de casa.

Nilda Elsa: ama de casa.

Rodolfo: mecánico de motores en Vialidad Nacional.

María Luisa: ama de casa.

María Esther: ama de casa.

Aída: ama de casa.

A la fecha -sin contar a sus hijos-, quedan sólo con vida la esposa de Mariano Valussi (Amanda Westein); la esposa de Rodolfo Va-lussi (Magdalena Casabianca) y doña Aída Valussi de Sánchez, hija de Pedro Mateo Valussi y María Mar0na Sánchez.

HIJOS y NIETOS del matrimonio Valussi-Sánchez

Lauren0na: 5. Eva; Juan Bau0sta; Delia; Celina; Osmar.

Luís Marcial: 6. Luís; Carlos; Julio César; Ricardo; Héctor Walter; Nélida Yolanda.

Alicia: 1. Leonor Mauricia.

Mariano: 2. Rubén; Marianito.

Anselmo: 12. Hugo; René; Pedro; Julio; Héctor; Juan; Jorge; Walter; Rolando;

Omar; Luís y Norma Beatriz.

Zulema: 4. Mario; Mirtha; Miguel Ángel; Fernando.

Nilda: 2. Delia María; Martha Inés.

Rodolfo: 6. Rodolfo; Cris0na; Pedro; Luís; Walter; Darío.

María Luisa: 4. Mirtha; Isabel; Walter; “Puchi”.

María Esther: 3. Eduardo Ernesto; Jorge Carlos; Ana María.

Aída: 3. Pedro Daniel Omar; Marisa; Rodolfo Esteban.

TOTAL: 47 nietos, y aproximadamente un total de 95 bisnietos para 2013.

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Notas de personajes de la familia:

Mariano Valussi –que era conductor profesional y mecánico de motores- par0cipa en la carrera de Autos de Carretera llamada “La vuelta al Chaco” entre el 6 y 7 de agosto de 1949, como acompañante del corredor Eduardo Ernesto Carauni que representa-ba a Villa Ángela (Chaco).

Ob0enen el puesto Nº 15 llegando al final de la carrera.

Corrió junto a ellos el famoso corredor Juan Manuel Gálvez, el cual no llegó a la final.

De Eduardo Ernesto Carauni, mis padres toman su nombre y me lo imponen a causa de la admiración que sen6an por el corredor (ya que representaba al Chaco), a más de honrar la memoria de mi 6o Mariano Valussi que fue quien lo acompañó.

También par0cipó en esta carrera como corredor, don Elio Mar0na (de Colonia Mar0na), representando a Qui0lipi. No llegó al final de la carrera por rotura del motor. Aún vive en Colonia Mar0na trabajando como agricultor.

Julio César Valussi, al que todos conocíamos como “Buby”, fue un gran corredor de motociclismo y varias veces campeón en la década de los 60. Lo vi correr en varias oportunidades en “El Triángulo” de la Av. 25 de Mayo y en el “Parque 2 de Febrero”. Era uno de los seis coléricos hijos de Luís Marcial Valussi (“Chano”), y Sara Pacheco. Vivió siempre en Resistencia. Dada la fama de mi primo, mis compañeros de escuela no aceptaban –por envidia-, mi parentesco con él: “¡¡¡No, no puede ser tu primo!!!”, me de-cían. Dada la amistad que tenía su padre con el destacado doctor Julio C. Perrando, es que “Buby” lleva como nombre de pila “Julio”.

Miguel Ángel Torres Valussi. 29-01-1949/1978?. (Uno de los hijos de Zulema Valussi), pertenecía al grupo “Montoneros”. Cae muerto en combate en 1978, según un informante anónimo, pero compañero de él, que lo comunica a su hermano Mario. Su esposa Carmen Virgilia Ferreira (16-09-1947/1978?), es detenida, torturada y asesinada en Campo de Mayo, en la misma fecha. Sus cuerpos aún están desaparecidos . Una fría y pequeña placa los recuerda en el Monumento a los Desaparecidos (Parque de la Memoria), que se encuentra en Buenos Aires, cerca del aeropuerto Jorge Newbery. Hasta en nuestra familia llegaron las garras depredadoras del Imperio Norteamericano, y fueron manos argen0nas cipayas asesinas las que sesgaron sus valiosa vidas. Vidas que luchaban por una Argen0na poderosa, mejor y libre de las injerencias de potencias extranjeras que pretendían (y aún preten-den), esclavizarnos, y sumirnos en la peor de las miserias. La Historia se encargó de demostrar que ni el mar0rio ni el sacrificio a los que fueron some0dos fueron para nada en vano. Vivimos hoy en una Patria totalmente diferente: es admirada hasta por los pueblos extranjeros.

Conocí y traté con mi primo Miguel Ángel desde niño (teníamos la misma edad). Ya adultos, tuvimos una charla respecto de nues-tro país. La sensación que tuve en ese momento, fue que estaba escuchando hablar al Gral. don José de San Mar6n.

Las pequeñas hijas de ambos (Claudia Mariana y Liliana Gabriela), se salvaron, y en la actualidad ambas son arquitectas. Residen en Resistencia (Chaco).

Hubieron otros Valussi (todos descendientes de Ma6as Valussi), que también se destacaron y fueron muy conocidos, tal como

aquel Víctor Valussi, jugador de futbol del equipo de Boca Juniors. *”Surgido de Chacarita Juniors luego pasó a Boca Juniors. ju-

gaba de marcador central derecho. Ganó 4 $tulos con Boca Juniors (campeonatos de 1935, 1940, 1943, 1944). Jugó 9 par!dos con

la selección Argen!na, debutando el 18 de febrero de 1940 ante nada menos que contra Brasil (2-2). Duro de pasar, marcaba muy

fuerte, haciendo un complemento interesante en la saga con Domingos Da Guía. En 1937 pasó a Club Atlé!co Tigre. En 1938 volvió

a Boca, y se afirmó defini!vamente en el equipo !tular, conformando con Marante una defensa muy firme. Siguió en este club

hasta 1945, iden!ficándose totalmente con él.

Finalizó su carrera jugando en el Tampico de México”.

Otro, como el hermano menor de mi abuelo Pedro Mateo, llamado también Víctor Valussi – de gran contextura Zsica-, que prota-gonizó un feroz combate de boxeo en Resistencia, con un gigantesco boxeador llegado de Buenos Aires. Víctor perdió la pelea, pero su contrincante llevó la indeleble marca de los Valussi por todo su cuerpo. *De Wikipedia

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GALASSI:

Más arriba nombré a la familia GALASSI, pues uno de sus descendientes fue compañero de grado en la escuela primaria (Escuela Nº 400) y del que tengo fotograZas. Era muy alto y muy rubio, y excelente amigo y compañero.

También nombro a la familia FOSCHIATTI, porque conocí a uno de sus descendientes en 1958 (el mismo tendría unos 16 años de

edad) que vivía en la esquina de Santa Fe y Roberto Mora. Este adolescente era muy amigo de mi primo Osmar Báez. Osmar era

el hijo menor de mi 6a Lauren0na Valussi de Báez.

PEGORARO:

También recuerdo haber tenido una compañera de grado de apellido PEGORARO, descendiente de Juan Pegoraro (llegado tam-

bién en 1878), en la escuela primaria Nº 73 de Resistencia allá por 1958.

DETALLE:

VALUSSI: apellido específico de Udine (Italia), es la italianización de “VALUSSO”, originario de la ciudad de Mar0gnacco, y deriva

de la contracción ”VALUS” del nombre o apellido romano “VALENTINUS”, que provenía de sí mismo el significado de “Valens” –en

La6n-, como: “Fuerte, neonato vigoroso y saludable” *.

* Aporte del doctor Rafael Acuña.

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Don Pedro y doña María

PERFIL de don Pedro Mateo Valussi (“Tata”).

Argen0no, nacido en Resistencia.

Agricultor.

Tez blanca, cabellos castaños muy claros.

No era muy alto, 1,70 metros de altura

Tenía un 0mbre de voz muy varonil.

Era bastante nervioso.

Fumaba en pipa.

Mascaba tabaco.

Tomaba mate.

Le gustaba pescar y cazar.

Muy trabajador.

Extremadamente honrado.

No tenía temor a nada ni a nadie.

Gran espíritu de sacrificio.

Muy conocido por la gente.

Hablaba el Castellano, el dialecto friulano y el Guaraní.

Excelente relación con la gente.

PERFIL de doña María Mar0na Sánchez (“Mama”).

Argen0na, nacida en Corrientes.

Ama de casa.

Tez trigueña, cabellos negros.

Facciones muy delicadas.

De trato muy dulce.

Muy querida por sus vecinos.

Católica.

Hablaba Castellano y Guaraní.

Fumaba pipa.

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Cuadro de datos de MATÍAS VALUSSI, sus cuatro hijos y varios de sus nietos*.

MATIAS VALUSSI (1834) Friuli (Talmassons)

Casado con: Julia Buga2.

Sus cuatro hijos nacidos en Mar0gnacco, Údine:

Vicente; Enrique; Luigi; Catalina.

(Julia –aparentemente-, nace en Resistencia)

Algunos matrimonios que se formaron con hijos o hijas de estos cuatro descendientes de Ma6as Valussi:

VALUSSI-SÁNCHEZ

VALUSSI-MARTINEZ

ANDERSON-VALUSSI

BARRIOSCIMA-VALUSSI

LINO LESTANI-JULIA VALUSSI

MITCHEL-VALUSSI

*Cuadro de datos aportados por la Sra. profesora Sonia Valussi (descendiente de Enrique Valussi)

VICENTE: (1860-1913 ) CASADO CON CATALINA QUILICI

16 HIJOS

ENRIQUE: (1863-1942) CASADO CON ESTELA BARNES

13 HIJOS

LUIGI: (1865) CASADO CON ANGELA QUILICI

11 HIJOS

CATALINA: (1872) CA-SADA CON COSIGLIERI queda viuda y se casa con JOSÉ LAMBERTI

12 HIJOS

_ 1-JUAN

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1-ANTONIO

2-EUGENIO

3-GERARDO

4-MIGUEL

5-AMADO

6-ENRIQUE

7-ARTURO

8-ALFREDO

9-SALVADOR

10-AGUSTIN

11-CARMELA

12-LEANDRO

1-PEDRO MATEO

2-RAMÓN

3-MANUEL

4-RAFAEL

5-ANGEL

6-JOSÉ

7-ADA

8-MERCEDES

9-MARGARITA

10-GUILLERMO

11-VICTOR (“Toto”)

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PIONEROS

Nómina de las familias friulanas llegadas desde Italia que figuran en la placa de mármol que se encuentra dispuesta en la base del monumento de la Loba Romana (ubicada en la Plaza 25 de Mayo de la ciudad de Resistencia), que por primera vez poblaron y cul0-varon las 0erras del Chaco a par0r de los años: 1877; 1878; 1879.

AÑO 1877.

Ameri José_ Andriani Agus6n.

Bricnole Antonio.

Corsi Carlos.

Seitor Félix.

AÑO 1878 (27 de enero)

Agosto Celes0no.

Barri Bau0sta_ BarbeR Pedro_ Bertoli Juan_ Belicoi Juan_ Bercagno Antonio_ BiasuR Luís_ Borelli Francisco_ Bravo San0ago_ Bol-de Bruno.

Chilisi José_ Cimbaro Valen6n_ Cimbaro San0ago_ Cimbaro Canella_ Colussi Gregorio_ Cozzo Rolo Bau0sta.

Del Negro José_ Dell Oeste San0ago_ Dellamea San0ago_ Dellamea Pedro_ Dellamea Nicolás_ Deldó Pedro_ Dolci Luís_ Driuzzi Juan.

Fabro San0ago_ Foschia0 Pedro_ Filippu0 José_ For0ni Luís_ Franzolini Valen6n_ Freschi Pedro_ Freschi Valen6n_ Floriani Domin-go.

Gaetani Juan_ Giuri Antonio_ Giraldi Luís.

Lavia Gotardo_ Lestani Juan_ Liva Francisco.

Mazzo Pedro_ Mar>na José_ Mar0na Antonio_ Meneguni Francisco.

Novili Juan.

Odorico Santo.

Pegoraro Juan_ Pereno Francisco_ Pezzano Luís_ Pezano Juan_ Pérez Gerónimo_ Pessini Francisco_ Piccili Antonio.

Ronco Juan_ Rosso Valen6n.

Sabadini Valen6n_ Sánchez Florindo_ Stela Santo.

TofaleR San0ago_ TofaleR Antonio_ TofaleR Luís_ Trangoni José.

Valussi Ma?as_ Venturini Lorenzo_ Vicen0ni Ángel.

Zamparo Ma6as_ Zampa Antonio.-

AÑO 1879

Abate Federico_ AzeR Bartolomé.

Bagner Luís Pablo_ Bertoli José_ Bobis Antonio_ Baezio Juan_ Bonfa0_ Bagner Pedro_ Bas0ani Felipe_ Bernardi San0ago_ Barni Bartolomé_ Borrini Lorenzo_ Bulfon Fernando_ Bruno Remigio.

Castelán San0ago_ Cimbaro Luís_ Cicuta Miguel_ Comastri José.

Dalri Domingo_ Defon0 Beltrán_ Defon0 Pablo_ Digliomini Pedro_ Dellamea Tiziano_ Dellamea José_ Dellamea Juan_ Del Val An-tonio_ Delseggio José.

Foschia0 Tomás_ Fogar Domingo.

Galassi José_ Graton Bau0sta_ Gius0 Nato.

Mogni Sebas0án_ Moter Ezequiel.

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Noveri José.

Pinoroli José_ PeresuR Vicente_ Posorini Pedro_ Por0le Ángel_ Pontón Francisco.

Simoni Patricio_ Sabadini Constan0no_ Serafini José_ Sarbiz José_ Seriz Miguel_ Seriz Jorge.

Zurlo Andrés_ Zurlo Nicolás_ Zabano Antonio.-

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PACIFICO VALUSSI

(Talmassons 30 de noviembre de 1813 - Údine, 28 de agosto 1893)

Dado que muchos de los parientes “Valussi” argen0nos que conozco comentan que: “En Italia vivió un Valussi muy famoso…”, pe-ro no profundizan más que en eso; digo que sí, que exis0ó tal hombre. Hay una avenida que lleva su nombre, también una gran escuela lo 0ene y aún recuerda su nombre una estatua de bronce en la ciudad de Talmassons*. Siendo que el pueblo de Talmas-sons era muy pequeño en 1837 (3.000 h), es muy, pero muy posible que este ilustrado italiano -del que mi ins0nto, y sus facciones “Valussianas” me hacen pensar que sí- que 0ene alguna conexión de parentesco con el Ma6as Valussi -nacido también en Talmas-sons-, llegado en 1878 a Colonia Resistencia. Quizá no sea un parentesco muy lejano, y creo conveniente traerlo, entonces, a estas

páginas para que muchos más conozcan a este singular patriota italiano, que como patriota -además-, merece ser siempre bien recordado. Para cuando los inmigrantes friulanos parten de la provincia de Údine hacia Génova (Italia), para embarcarse -a fines de noviembre de 1877-, don Pacífico Valussi tenía 64 años y vivía en la ciudad de Údine (don Ma6as Valussi tenía 40 años). Como periodista que era, con plena seguridad que estaba al tanto del importante acontecimien-to.

Fue un periodista, escritor y polí0co italiano. Se graduó en Matemá0cas en Padua en 1836, vi-viendo en varios momentos en Venecia, Trieste, Milán, Florencia y Údine, donde se instaló defini-0vamente en 1866.

Polí0camente, un conservador liberal, laica y an0clerical. Se delegó en el Derecho Histórico del Parlamento Italiano, en las legislaturas IX, X y XI, 1866-1874.

Fue colaborador, y más tarde fundador y editor de varios periódicos que aquí se detallan:

La chispa (Trieste) en 1838. El observador Trieste (Trieste), director.

Hechos y Palabras (Venezia) en 1848. El Precursor, (Venecia), director

GazzeEa di Venezia (Venezia), director desde 1848 hasta 1849

El Friuli (Údine), director desde 1849 hasta 1851

El anotador Friuli (Údine), director desde 1853 hasta 1859

Perseverancia (Milán), uno de los fundadores y director de 1859 a 1866.

La Gaceta de la gente, (Florencia) en 1865.-El Journal of Údine (Údine), fundada en 1866.-

*Datos aportados por Delia María Romero Valussi de Kantley y su esposo Jimmy Kantley, de la visita que realizaron a la

ciudad de Talmassons.

Puerto Barranqueras

No sería justo de mi parte y tampoco de la Historia, si no incluyera este comentario que aparece en Internet, de la ONG de Barran-

queras: “Casco Histórico de Barranqueras”, al cual considero digno de tener en cuenta por su veracidad e importancia; pues ayuda

a profundizar más y a entender mejor de cómo se fue gestando el nacimiento de la futura Colonia Resistencia.

“La Ciudad de Barranqueras nace con una fuerte vocación portuaria, con núcleo poblacional que se formó en el siglo XIX a orillas del

hoy denominado “Riacho Barranqueras”, conformando así su barrio fundacional próximo al Puerto y cons!tuyéndose en la única ciudad del Área Metropolitana del Gran Resistencia que posee un definido y consolidado Casco Histórico. Sus orígenes se remontan a 1825 cuando los primeros pobladores se asentaron y trabajaron en calidad de obrajeros y los siguieron haciendo en forma

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ininterrumpida hasta que el 20 de Sep!embre de 1870, cuando llega Simón Borda con ocho hacheros y se establece en forma per-

manente, cons!tuyéndose en el origen motor de la fundación de la Ciudad de Resistencia en 1878 y un aporte importante en el pro-

ceso de colonización e industrialización de la Provincia del Chaco”.

Más allá de esto, me era necesario tomar en cuenta a Barranqueras porque esta ciudad –especialmente el puerto- también es par-

te de la historia de la que estoy relatando, ya que 0empo después de que llegaron los inmigrantes y hasta que terminó el servicio

de balsa a Corrientes -opino con toda seguridad-, que no hubo inmigrante o “resistenciano” que no llegó a puerto Barranqueras

para pasar a Corrientes u0lizando -según las épocas-, alguna lancha, vaporcito o: la segura, placentera y román0ca balsa para cru-

zar el Río Paraná y llegar hasta el puerto de Corrientes.

Hoy, para los que no conocieron aquella estupenda balsa, detallo que en realidad era un barco color blanco, con estructura de ace-

ro y con motores Diésel, capaz de transportar: pasajeros, carga y vehículos de todo 0po. Como dije más arriba, también he tenido

el gusto de navegar en varias oportunidades en ésta ya, histórica nave; la cual fue de vital importancia para el desarrollo económi-

co y cultural de las provincias de Chaco y Corrientes, hasta que se construyó el imponente puente colgante (Puente Gral. Belgrano),

que une ambas provincias. Mi recuerdo y mi agradecimiento a la noble nave, y a quienes fueron sus serviciales y eficientes tripu-

lantes por largos años.

Agrego abajo una anécdota vivida por mí, en una de aquellas navegaciones desde Puerto Barranqueras hacia el puerto de Corrien-

tes, que no deja de ser historia.

SEMILLA DEL MAR

(año 1954)

Quizá haya sido la primera vez que salí a navegar por un río. Los recuerdos son borrosos, mas hay muchos detalles imposibles de

olvidar. La línea Nº 1 de ómnibus nos trasladó desde la ciudad de Resistencia hasta el

puerto de Barranqueras por largo camino de !erra. Allí, aquella balsa pintada de impe-

cable blanco amarrada al muelle y junto a éste también diversas lanchas y botes que se

balanceaban suavemente. Personas, automóviles, camiones y sacas de correo iban

abordando a lo que a mí parecíame un barco enorme. Sobre la otra orilla de este brazo

no muy ancho del río Paraná, lograba ver un alto y tupido follaje que teñía toda aquella

costa de un verde movedizo. El agua corría por la cuenca sin prisa formando pequeños

remolinos. Minúsculos e innumerables destellos inquietos y plateados, refulgían sobre

esta agua de un color marrón casi rojizo. “¿Dónde vamos, mamá?...” “A lo de la $a Nil-

da” me contestó. La $a Elsa Nilda también era mi madrina y vivía en plena ciudad co-

rren!na. Tenía yo cuatro años de edad y mi hermano apenas uno.

El grave sonido de la sirena del barco me sorprendió. Zarpamos con des!no a la ciudad de Corrientes. La balsa era el único medio

de transporte bastante grande que exis$a aquella época para este viaje. Los pasajeros iban sentados en largos bancos de madera

oscura ubicados en ambas bandas de una cubierta superior. La nave se deslizaba lentamente sin hacer un solo ruido, y esto para mi

era una novedad maravillosa, a más de ver con qué facilidad transportaba toda una gran can!dad de gente y pesadas cargas. Sali-

mos del brazo del río y entramos de lleno al Paraná. ¡Qué anchura cubierta de aguas!.. ¡Qué largo que se extendía!.. Era la primera

vez que mis ojos podían ver tan tremenda amplitud. Sen$ame extraño en la balsa ya lejos de la costa y del puerto. El cielo –que muy

bien se podía ver desde adentro- comenzó a oscurecerse precipitadamente. El panorama cambió y fue una inquietante sorpresa

para todos : el buque parecía más blanco ante lo negro del cielo. Sen$ como ya el viento se hacía sen!r allí adentro. Truenos como

cañonazos…Enceguecedores relámpagos…Aguacero fuerte y frío…

Marineros a los gritos y apresuradamente deslizaban hacia abajo unas lonas verdes que estaban enrolladas en algo así como dinte-

les, éstas evitaban que la lluvia y el viento pasaran hacia carga y pasajeros. Más negro aún el cielo… Se encendieron las luces. Mi

ins!nto me indicaba que las cosas no estaban buenas. La balsa comenzó a bambolearse para todos lados y sen$ que mi madre co-

menzó a apretarme con fuerza.

“Estamos a la mitad del río” escuché que alguien dijo. Más fuerte el viento, más se movía el barco. Por alguna abertura vi que afue-

ra se había puesto totalmente oscuro, como de noche. Más no tenía noción del peligro a que estaba expuesto “¡Es un tornado!”

gritó un marinero.

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Vi como esta gente corría hacia donde estaban los vehículos. Oí más gritos: “¡Desenganchen los camiones!”…”¡Acoplados al agua!”… No vi que en algún momento que esto úl!mo se haya ejecutado, quizá haya sido muy peligroso o irrealizable. Por lo que escuchaba, tampoco era posible entrar a puerto. Yo no podía saber si el barco avanzaba, pero pasado bastante !empo y cuando el río entró en su ansiada calma, recién pudimos arribar con felicidad a anhelado des!no.

Todo fue novedad y emoción para mi desde el principio: La navegación y la tormenta . El movimiento del barco. Los sonidos, el vien-to fuerte, los gritos…Quizá me gustó que la balsa flotaba y que podía llevarme lejos, y que me acompañaban otros…. Tal vez ver ese ánimo de pelea de los tripulantes contra los elementos … Por úl!mo, y en conjunción con todo, posiblemente también influyó el mis-mo poderoso tornado con sus rayos, lluvia y truenos. No tengo certezas, pero desde aquella tarde todo fue dis!nto para mí. A más de no olvidármelo nunca, me sen$ diferente: ahora tenía qué responder cuando los mayores me preguntaban que: “Qué iba a ser cuando fuera grande”. Pienso que desde aquél lejano día fue germinando y creciendo en mi corazón de infante, un mul!facé!co espíritu: el tenaz espíritu de lucha, de incansable viajero y de insólito coraje, que palpita en el alma de todo determinado marino.-

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OTRAS ANÉCDOTAS Y CUENTOS DE MI AUTORÍA, QUE PINTAN CÓMO ERA RESISTENCIA HACE ALGÚN TIEMPO ATRÁS.

LORO POLÍTICO

Cuando un hombre anda en polí!ca !ene que hablar con cuidado, y más si en vez de hombre, se es un ave, y en este caso un loro domes!cado. Mis abuelos paternos tenían un modesto boliche al que pusieron como nombre de fantasía “La Pe-pa” (año 1950) y que se hallaba sobre la calle que bordeaba en aquél !empo, el histórico y pintoresco balneario de la ciudad de Resistencia, sobre la margen derecha del Río Negro, justo en la curva hacia la izquierda del mis-mo. Allí se reunían por la tarde y también por la mañana los parroquianos para jugar a las naipes, charlar un poco, y cómo no, a tomar algunas copitas. Algunos tomaban varias copitas…pero allí estaba mi abuelo muy serio y corpachón que se encargaba de mantener el orden en ese ambiente en donde se olía con facilidad el humo de los cigarros y el clásico aroma de todos los viejos bodegones. A más de la exhibición de botellas de variados ta-maños y de diferentes colores en los estantes, tenían un loro grande y hermoso que se hallaba libre, -posado en

un aro de metal- a la derecha del oscuro mostrador pero detrás de éste, el cual se destacaba porque cantaba muy orondo la Marcha Peronista completa (y algunos epítetos), ni bien se lo pedían.

En cierta oportunidad, un radical faná!co cayó de cliente por primera vez a esta especie de santuario del peronismo chaqueño, y para demostrar que tenía plata y que no tenía miedo de estar en tan “sacro lugar enemigo”, se tomó varias vasos grandes llenos de !nto mientras discu$a acaloradamente de polí!ca con el resto de los clientes. “Los muchachos” -para hacerlo enojar mucho más a su contrincante radical-, le dijeron que allí hasta las sillas, y hasta el mismo loro que oficiaba de adorno eran peronistas, y más: que tal loro cantaba la Marcha Peronista como ninguno. Como al radicalizado hombre esto úl!mo le parecía imposible, la muchachada le pidió a mi abuelo que hiciera cantar al inocente lorito. Balanceándose de un lado al otro en su enorme aro de metal, “Juancito” comenzó a cantar –acompañado por el fervoroso coro de los asistentes- ante el asombro perverso del ya mareado oyente radical. El fana!smo desaforado y el alcohol de más en este úl!mo, hicieron el desastre: de pronto, saltando el mostrador y con su filoso facón ya en mano, de un sólo golpe decapitó al melodioso lorito. Después del asombro helado y silencioso, la reacción humana no se hizo esperar: mi padre desarmó al avicida y mi abuelo enfurecido lo levantó por el aire y arrojó la humanidad del desdichado que cayó en los brazos de la clientela que también quería comérselo vivo. La paliza que le dieron fue tal, que lo arrojaron desmayado a la calle. Más tarde y para peor, como la policía lo encontró perdido y beodo por el balneario -y se resis!ó a los uniformados- lo me!e-ron en el calabozo. No lo juzgaron por el despiadado asesinato de la inocente ave, pero por el boliche “La Pepa” jamás lo vieron pasar ni de cerca. Juancito fue enterrado honrosamente al pié de un frondoso paraíso sombrilla en el parque de la casa.

Como de los que vivieron aquella historia soy el único que queda para escribirla, deslicé estas pocas líneas para que “Juancito” no muera dos veces.-

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TORDILLO

Hacía ya más de vein!cinco años que Franco Galassi y Rita Mar!na habían contraído matrimonio. En aquel !empo, el lugar en don-

de se realizó la ceremonia religiosa era un pueblo pequeño y casi perdido, llamado Qui!lipi. El nombre del mismo (se cree) fue pues-

to en memoria de un búho que los aborígenes llamaban “Qui!lipi”, dichos aborígenes habían poblado por siglos aquella zona y lue-

go nuestra civilización los fue eliminando sistemá!camente. Hoy, de aquellos autóctonos pobladores queda casi sólo un vago re-

cuerdo. Este minúsculo pueblo, que a duras penas aún hoy existe, dista unos 160Km de la capital de la provincia del Chaco. En este

municipio se destacaban la estación del Ferrocarril Gral. Roca y la Av. 25 de Mayo, única que allí exis$a, la cual corría paralela a las

vías a escasos metros de la misma. De ella par$an en forma perpendicular muy pocas calles que terminaban a pocas cuadras de su

inicio. Esto hacía que el poblado se asentara sólo a un lado de las vías. Del otro lado comenzaban las inmensas chacras. Como todo

pueblo de provincia, tenía un almacén de Ramos Generales (Casa For!ni), una panadería, una farmacia, un consultorio médico, una

comisaría, alguna oficina del gobierno y la infaltable e importan$sima Coopera!va Algodonera. Desde luego, se levantaban pocas

casas, y habitaban este lugar pocas personas; después, todo era campo y campo y en él: bosques esplendorosos, lagunas mansas,

esteros inmensos y sembradíos verdes, blancos y amarillos que se perdían reverberando en el horizonte.

Franco y Rita se habían establecido en Colonia Martina, en una chacra que ella había heredado. Allí levantaron ellos solos y con

mucho esfuerzo su propia casa. La misma estaba construida con barro, paja y columnas de quebracho; pero el techo estaba ar-

mado con gruesas chapas de hierro acanaladas. El agua la obtenían de un profundo pozo que hicieron con ayuda de algunos

parientes. También habían plantado alrededor de la modesta casa, diversos árboles frutales que aparte de brindar sus esperados

frutos, refrescaban un poco el lugar en los tórridos días del verano, como así también servían de freno a los fortísimos vientos

que a veces azotaban la zona y eran capaces de derribar en segundos, una casa de este tipo si no estaba debidamente protegida

con estas tupidas arboledas. Sobre todos ellos se destacaba un añoso y alto algarrobo. La vivienda estaba ubicada hacia el Nores-

te del campo, zona que estaba cubierta de bosques vírgenes, de tal manera que la chacra propiamente dicha se extendía hacia el

Sur y el Oeste respec!vamente. Había que trabajar mucho sobre dicha chacra para que produjera lo suficiente para mantener el

matrimonio, sus catorce hijos, y... a un puñado de peones.

Para roturar la !erra don Franco se valía del arado de mano !rado por varias mulas, luego, el cuidado del campo y el trabajo de sus

hijos y algunos peones, quedaban bajo su dirección. Cada uno cumplía su tarea sin chistar, pues todos tenían gran respeto al patrón

de la casa. Para movilizarse por la zona los Galassi tenían una jardinera color verde, la cual era arrastrada por un caballo tordillo.

La “originalidad” era que este caballo tenía el mismo nombre que su propio pelaje: tordillo. Tordillo era una de las alegrías de Fran-

co y también de la familia, por lo que era muy bien tratado: como a un amigo fiel. Franco jamás había recortado la cola ni las crines

de este amigo. Tordillo era un animal manso que tenía ya algunos años sirviendo a los Galassi que tanto lo quería, y Tordillo res-

pondía: como muchas otras cosas que sabía hacer, también era capaz de recorrer con rapidez y sin guía, el sinuoso camino de ocho

kilómetros que unía el pueblo a la casa, y viceversa. Cuando Franco volvía del poblado, dormitando sobre la jardinera a causa de

algunas “copitas” tomadas en el almacén de Ramos Generales, Tordillo se daba cuenta y hacía, entonces, un trote más suave, y

llegado ya a la chacra de su amo, se detenía frente a la tranquera cerrada y comenzaba a relinchar para llamar la atención de la

familia, pues Franco, para ese momento, se hallaba profundamente dormido. Y allá venían sus hijos haciendo una carrera de tres-

cientos metros para tratar de ser –cada uno- el primero en dar paso a Tordillo y a su preciada carga. El viaje al pueblo era realizado

por Franco todos los lunes bien por la mañana y volvía alrededor del medio día. Traía de allí jabones, harina, azúcar, aceite, carne,

salsa de tomate y el infaltable paquete de galle!tas que era repar!do entre sus hijos ni bien llegaba. Tampoco faltaba la compra de

un cajón de diez botellas de vino !nto... Claro: parte de esta mercadería era vendida a los peones de Franco y algunos de ellos to-

maban mucho, tal como Lucero Villa.

Lucero Villa era un ladino que andaba cerca de los cuarenta, y cerca siempre de caerse al suelo a causa de sus constantes degusta-

ciones del potente producto elaborado de la vid... Trabajaba desde hacía dos años en la chacra de Franco, gracias a una oportuni-

dad que el mismo Franco le había brindado. Rita se había opuesto a ello, pero Franco era así: noble. Uno de los trabajos de Lucero

era ir a cortar leña al bosque y traerla en la jardinera. Lucero conducía con todo cuidado por la calle interna del campo hasta des-

pués de pasar la tranquera, allí, la calle exterior se perdía entre la cerrada arboleda.

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Lucero aprovechaba esta situación –de que no podían verlo- para apurar el viaje, por lo que cas!gaba brutalmente al fiel Tordillo,

golpeándolo a diestra y siniestra con un rebenque trenzado obligando al animal a una enloquecida carrera para escapar de seme-

jante dolor. Lucero era así: cobarde. Esto también lo hacía Lucero en el viaje de vuelta ya con la jardinera totalmente cargada, en

esta situación las penurias de Tordillo se mul!plicaban. Los Galassi no sabían de los abusos que come$a Lucero con su mimado ca-

ballo, ni tampoco lo sospechaban.

Cuando Lucero, muy ufano, regresaba con su carga, Franco le decía:

-¡Lucero!... ¡Qué rápido hiciste el trabajo!... Vení, te ganaste en buena ley tu premio preferido.- Entonces Franco le daba una

botella de vino.

Estas palabras eran escuchadas por Tordillo quien resoplaba cansado y dolorido, resignado a no poder comunicar su desgra-

cia a nadie.

Y como siempre ha ocurrido en la Historia, los vapores de Baco no tardaron en desatar la tragedia entre Lucero y los Galassi.

Todo tuvo su comienzo en un medio día de sábado cuando los Galassi se hallaban almorzando en la galería de la casa: Franco aca-

baba de volcar en su vaso el úl!mo cuarto de vino que le quedaba. En ese momento llegó Lucero a comprar algunas mercaderías y

entre ellas estaba incluida la infaltable botella de... vino !nto. Por su inseguro desplazamiento, se hacía evidente que había estado

brindando desde temprano. Se acercó muy seguro de sí mismo hasta la cabecera de la mesa en donde se hallaba sentado Franco y

le dijo en voz baja pero no lo suficiente como para no ser oída por todos los comensales:

-Don Galassi... Quiero decirle un secreto...

-Lo escucho, hombre... Diga.

Abierta ya la puerta a su demanda, Lucero no pudo contenerse y usando sus manos como bocina gritó al oído de Franco:

-¡Me da una botella de vinoooooo!...

Franco cerró sus ojos, apretó sus dientes y encogió sus hombros totalmente sorprendido y aturdido, a la vez que volcó su cuerpo

para alejarse de su inconsciente agresor. La expresión de Lucero y la reacción de Franco fueron causa para que toda la familia ex-

plotara en una sonora carcajada. Franco no pudo evitarlo e inocentemente se plegó a la misma. Lucero, mal entonado como esta-

ba, mal interpretó la jocosa reacción de la familia. Para colmo, Franco le dijo que ya no le quedaba ni una sola botella de vino. Pero

su gran corazón lo impelió a ofrecer su propio vaso a un Lucero ya totalmente enfurecido, el cual apartó con desprecio aquella

mano tendida de Franco, derramándose así, sobre el piso de !erra, el poco vino que quedaba. Lucero interpretó toda aquella acción

como una burla grotesca y juró vengarse. Con una mirada odiosa y relampagueante se lo dio a entender a Franco. Aunque Rita se

inquietó, pues también había captado aquella señal, Franco lo dejó ir en paz. “Ya se le va a pasar” se dijo, y lo siguió con la mirada,

hasta que Lucero a duras penas, pudo sortear el alambrado de púas para tomar el senderito que lo llevaría hasta su rancho. Cuan-

do llegó, planeó lo suyo.

El día lunes –como todos los lunes- los hijos de Franco instalaron los aperos sobre Tordillo y luego lo situaron entre las varas de la

jardinera. Tordillo estaba contento: sabía que en este viaje no habrían ni gritos ni rebencazos. Sólo escucharía con placer un “Vamos

chico... vamos” venido de Franco, y a par!r de allí iría trotando en paz hasta el pueblo. Una vez llegado, tendría que esperar un po-

co, para volver luego por el mismo camino y, ya en casa, ser bañado con la fresca agua del pozo y disfrutar del balde colmado de...

¡maíz con azúcar!.

Llegado al pueblo, Franco hizo casi todas sus diligencias (inclusive una charla que derivó en acalorada discusión con el prestamista

Husein) menos una: esta vez sus peculios no alcanzaron para las reconfortantes copitas de coñac. “Otro día será. La semana que

viene estará más añejo”... se dijo, y subió a la jardinera para iniciar el retorno por el único camino que lo llevaba a su chacra. Tordi-

llo oyó el ya conocido “Vamos chico”... y !ró con fuerza para romper la inercia, y luego todo fue más fácil. Tordillo pensó en el baño

que lo esperaba y el balde con maíz azucarado, pero mantuvo el ritmo acostumbrado. El Sol arreciaba en ese medio día, mas Tordi-

llo tenía su cabeza cubierta con un simpá!co gorro blanco que lo protegía y por donde asomaban sus dos atentas orejas a todo lo

que pudiese acontecer, pero especialmente a la voz de Franco. Flameaban al viento su larga cola y su suelta crin peinada. En su

delicado trote, apenas sí, sus cascos levantaban un poquito de polvo. Tordillo hacía juego con los blancos capullos de algodón que

cubrían el campo en esos días de diciembre. Franco venía sentado aspirando profundamente los aromas del campo y de los bosques

por los que iba pasando, y con su mirada mansa bebía la luz del día y la vista del variado panorama que ofrecía a su paso la bondad

de la Naturaleza. Se había ves!do con ropa de paseo y a ello se sumaba su sombrero de paja para atajarse un poco de los rayos de

Febo. Completaba su atuendo un pañuelo de seda color bordó que circundaba su cuello a mas de hacer juego con su camisa de im-

pecable blanco. Franco era un hombre sencillo, se conformaba con poco y era feliz así. Tordillo avanzaba tranquilo con trote corto,

sabía que sólo faltaban dos curvas para llegar y ya estaba a su vista la primera. Dobló por sí mismo a la izquierda y divisó desde allí

que a unos doscientos metros, casi en el cruce de caminos, hacia donde él se dirigía, también avanzaba una persona en la misma

dirección. Faltando poco para alcanzar el cruce, el olfato de Tordillo reconoció a aquella persona y se alteró: bajó sus orejas y las

!ró hacia atrás. Franco se percató de la reacción y trató de calmarlo con su consabido “Tranquilo chico... tranquilo”.

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Tordillo escuchó y confió. Franco detuvo la jardinera al costado de aquella persona, muy a pesar de su jamelgo, y se sorprendió.

(Lucero se había disfrazado y estaba casi irreconocible).

-¡Lucero!... ¡Lucero!... ¿Qué hacés ves!do así?... ¡Suba hombre. Lo llevo!

Tordillo oyó en ese momento –a más de aquél nombre- que un caballo corría a todo galope y que llegaba ya a la curva por la

que él recién había pasado. Lucero apuró su obra: amagó subir apoyando su pié sobre el estribo derecho y se ayudó con la mano

izquierda tomando el pasamanos. Luego con su mano derecha echa un relámpago, clavó su filoso facón en la sorprendida humani-

dad de Franco. Al punto bajó y enfiló con paso decidido al camino que corría perpendicularmente al que antes traía. Desde lejos, el

jinete que venía, sólo alcanzó a ver que alguien descendió de la jardinera y que luego ésta comenzaba desplazarse. Lo que ocurrió

fue que Tordillo escuchó espantado el grito de dolor de Franco al !empo que notó que Lucero bajó con rapidez del vehículo. Para

alejarlo de este hombre fue que por propia cuenta comenzó a trotar. Lucero vio que el jinete pasó como una exhalación por al lado

de la jardinera y que no a!nó a detenerse, pero alcanzó a reconocer al montador: era el “Caballo” Acuña, su viejo amigo de andan-

zas. Lo llamaban así por su enorme contextura y a causa de otros sustan!vos más. “El Caballo” sólo vio que la jardinera corría a su derecha y a su conductor con la cabeza inclinada hacia delante. “Allí va don

Galassi durmiendo su mona” se dijo. Iba a detenerse un poco para saludarlo pero prefirió espolear más a su zaino para apurar la

marcha.

Cuando Tordillo olfateó la sangre de Franco comenzó una carrera con todo lo que sus músculos y corazón podían dar. Una

vez llegado a la tranquera cerrada de la chacra de los Galassi, se detuvo y comenzó a relinchar con fuerza. Los hijos más chicos de

Franco, al divisar la jardinera en el portón, corrieron en competencia la distancia que los separaba de la misma. Sus cabellos rubios

ondeaban al aire y sus piececitos descalzos levantaban polvareda mientras gritaban con alegría:

-¡El papá!... ¡El papá!... ¡El papá!...

Pero Franco no se hallaba sentado y plenamente dormido como siempre: estaba con sus ropas teñidas de rojo, derrumbado

y sin vida en el piso de la jardinera.

Lucero (mientras tanto en su rancho), se !ró un poco de agua hirviente en su pie izquierdo y se lo vendó aparatosamente para no ir

al velorio ni al en!erro de don Franco Galassi.

La inesperada muerte de Franco sumió en pesada zozobra a toda la familia. Más allá del inimaginable dolor por la pérdida de su

esposo, Rita tenía la necesidad de saber quién había segado aquella vida. La angus!a de ignorarlo la había llevado a la desespera-

ción, y ésta úl!ma, a un acto rayano a la locura: consultar al fiel Tordillo. Tordillo estaba al tanto de la muerte de su patrón, y vaga-

ba por el campo paseando su tristeza, y en toda esa semana no quiso comer. Rita salió a buscarlo y cuando Tordillo notó que venía

hacia él, apuró su paso para encontrarse con ella. Tordillo necesitaba cariño: es!ró su pescuezo para que le acariciara la cabeza.

Rita lo palmeó y luego acarició largamente aquella frente peluda y blanca. Después de meditar un poco, muy convencida le habló:

-Tordillo- le dijo.

Tordillo levantó la cabeza con rapidez y orientó sus orejas. Su cola dejó de espantar tábanos y mosquitos.

-Ya sabés que Franco murió.

Tordillo escarbó la !erra con su pata izquierda...

-Tordillo:...vos no sabés hablar, pero relinchás. Yo te voy a decir tres nombres y cuando diga el que mató a Franco, relinchás.

Tordillo es!ró su cuello y apoyo con suavidad su cabeza sobre el hombro derecho de Rita: su corazón se aceleró.

Rita se apartó un poco y gritó:

-¡Husein!...

Tordillo agrandó sus ojos.

-¡Acuña!...

Tordillo escarbó con fuerza y rapidez la !erra.

-¡Lucero!...

Tordillo quedó está!co. Recordaba aturdido aquella escena vivida y el olor a sangre.

Rita pareció perder la esperanza, pero su intuición pudo más. Volvió a gritar:

-¡Lucero!

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Tordillo reaccionó como un rayo: su enorme cuerpo se alzó sobre sus patas traseras y comenzó un inacabable relincho. Tordi-

llo desahogaba toda su inmensa angus!a de la única forma con que podía expresarse.

Rita alzó sus brazos con inmensa sa!sfacción mientras gritaba:

-¡Tordillo!...¡Tordillo!...¡Mi viejo tordillo!...Y bajo aquél añoso algarrobo ensilló a su dilecto corcel y después voló hasta la

comisaría.

Señor comisario, ya sé quién asesinó a mi esposo. Fue Lucero, mi peón.- dijo Rita con toda seguridad.

-¿Y cómo lo descubrió? Nosotros inves!gamos pero...

-Mi caballo me lo dijo- aseguró Rita con vehemencia, puesta muy firme la mirada en los ojos de un comisario estupefacto.

-¡Pero señora!...

-Me imagino lo que piensa, señor, pero tenga a bien verlo con sus propios ojos. Vamos afuera- el comisario acompañó de

mala gana.

Rita hizo las preguntas a Tordillo, y para sorpresa del comisario, éste respondió como debía.

-Yo la en!endo, señora. Pero un caballo como tes!go...

-Por favor, señor comisario: venga esta noche a casa. Tengo un plan. Sacaremos de men!ras, verdad.

Después de una larga charla, el confundido oficial se dejó convencer.

Esa noche, como a eso de las diez, Rita, casi todos sus hijos y el comisario, provistos con faroles, teas, y lámparas a kerosén

encendidas; rodearon a cierta distancia la morada de Lucero. Lucero dormía profundamente en su catre. Su lámpara se hallaba

prendida sobre algo que hacía de mesa de luz.

-¡Lucero!...¡Lucero! –Gritó Rita con toda su alma.

Lucero saltó asustado de la cama y miró por la ventana. Un círculo de luces lo rodeaba. Presin!ó lo peor. Preguntó nerviosa-

mente:

-¿Qué pasa doña Rita?... ¿Qué necesita?

-¡Fuiste vos, Lucero!

Luceroseapuróacontestaryallíseequivocó:-¡Váyanse!... ¡Yo no maté a nadie!... ¡¿Quién me acusa?!...

-¡El caballo me lo dijo!...

Cuando Lucero escuchó “el caballo” su corazón casi se de!ene. Apenas pudo preguntar con un grito ahogado, que aba!do

pudo realizar:

-¿El “Caballo” Acuña?...

Ni lerdo ni perezoso el comisario intervino:

-¡Sí!... ¡El “Caballo” Acuña!- dijo secamente.

Fue entonces que Lucero se tomó la cabeza con las dos manos, mientras iba y venía por su cuarto vociferando:

-¡Acuña!... ¡Acuña!... ¡Traidor, traidor!... ¡Debí matarlo a él también!...

El comisario decidió tomar precauciones:

-Señora, esto puede ser muy peligroso. Re$rense por favor: Lucero es un ex convicto.

-Nos quedamos- dijo mi $a Rita, muy resuelta.

El comisario decidió actuar aprovechando la estrategia:

-¡Lucero!... ¡Salí ya mismo con las manos en alto!... ¡Estás rodeado!...

Al escuchar la apremiante orden del comisario, Lucero volvió a mirar por la ventana todas aquellas luces que lo rodeaban y

entró en pánico. Tomó por ello una drás!ca determinación. Gritó:

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-¡Milicos!... ¡Solamente muerto me va a agarrar! ...¡Muerto!

El sonido del disparo de su escopeta quedó ahogado dentro de aquel pequeño rancho. Todos los presentes se arrojaron de

inmediato al piso a la vez que apagaban rápidamente sus luces. Todo quedó cubierto por la oscuridad y en el más perfecto de los

silencios.

-Le dije, señora, le dije: esto es muy peligroso...-se expresó el comisario en voz baja.

El cuerpo herido de Lucero se desplomó al piso y al caer, el caño del arma dio en la lámpara a kerosene, la cual cayó encendi-

da sobre la cama de Lucero. Las llamas se adueñaron rápidamente de las sábanas... y desde allí se treparon hasta el techo de paja...

Fuego y más fuego. Los gritos de Lucero duraron poco. Las anaranjadas llamaradas del rancho incendiado se alzaron inmensas co-

mo inquietos fantasmas, iluminando sobre campo y bosque inmediatos y a los atónitos presentes que observaban sin decir palabra.

Tordillo había quedado en el pa!o de la casa de los Galassi, amarrado bajo el algarrobo, por lo que pudo observar el incendio desde

lejos. Miraba con curiosidad y fijamente hacia aquél lugar con todo el cuello es!rado y olfateando el aire fresco de esa noche tan

negra. Sabía muy bien que Lucero dormía en ese lugar, por eso, cuando por la mañana fue liberado, se acercó al trotecito hasta los

aún humeantes restos del rancho y miró: faltaba el rancho y faltaba el hombre. Tordillo se lanzó a correr de un lado a otro en el

amplio espacio des!nado al pastoreo. Parecía estar contento. Parecía haberse liberado de algún pesado yugo. Lo llamé con un largo

y agudo silbido, y al reconocerme, se acercó con paso decidido. Y luego, al acariciar –yo- con cadencia su magnífica frente, cerró sus

mansos e inmensos ojos. Así estuvimos por muy largos minutos, fundidos -equino y hombre- en un solo y vivo sen!miento: afecto

puro.-

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PANORAMA

Comocasinunca,Cirosehabíalevantadotemprano:muytempranoesamañana.Aúneraoscuro.Sentadosobreunabanquetademaderayconsusbrazoscruzados,observabaconplacidez-desdeciertadistancia-unbraseroreciénencendido.Enelsilenciosoambiente,elagradablefrescordelamadrugadacontrastabaconlaplacenterasensacióndecalidezquecomenzabaaproducirelpequeñoartefacto.Ésteseencontrabaapoyadosobreelpisodeladrillos,casial.inaldelaparedderechadelalargayanchagalería.Loscarbonesreciénencendidoscrepitabanylanzabanalairepuñadosdechispasamarillas.Lanacienteeinquietalen-guade fuegodecolorrojo-naranja, iluminabatenuemente(conlamismatonalidad)todoelampliocon-torno;dibujandosobrelastresparedes,sombrasmovedizaseirregularesquehacíanladeliciadeCiro.Lamascotadelacasa,unenormegatodepelajenegroypanzablanca,dormíaacurrucadosobreuncoloridoalmohadónqueadornabaelsillóndemimbre.Siemprebajolagalería,enelsectordondeéstaestabacons-tituidaporunafrondosaenredadera,enunainmensapajareradoscardenalesyaestabanatentosyunre-negridotordoensayabaunsaludodulcealaventuradelnuevodía.

Ciro,deapenasnueveaños,estabaansioso.Esperabaconimpacienciaqueamanecierapronto.Paraél,elSolsehabíaempeñadoensalirmuchomástardejustamenteesedía.Necesitabaluz.Queríaterminardearmarsunuevojuguete.Despuésdeuninterminabledesayunoyaúnconelblancotazóndelozaenlasmanos,Cirocontemplabaconinocentealegría,cómoelSolemergía,cualgigantebrasero,desdelasentra-ñasdelatierrajustosobrelain.inituddelenrojecidohorizonte.

Ahorasí.Ahorapodríatrabajaryalláfueconentusiasmo.Sobreunbancodecarpinterocomenzóadar losúltimostoquesaunbarcodemaderade tres cuartasde largo.Enrealidad,eraunvelerodedosmástiles:separecíaaunbergantín.Trabajabainstalandoelvelamenquelohabíaobtenidograciasauntrozodesábanablancaquenuncafaltaenlacasadeunatíabuena...yéstanoeralaexcepción.Elcascoes-tabapintadodeverdeclaroylosojosdebueyfuerondibujadosennegro.

Despuésdeunasemanainterminable,esesábadoalmediodía,laobraestabaconcluida.Nofaltabanada,allíestabantambién:elpalobauprés,elancla,eltimónylasescalasdegato.ParaCiroeraunaobraperfecta.Levantóelvelerotodoloquesusbrazosdieronylomiródesdeabajo.”Alatardelovoyaprobarenlalagunitaqueestáalcostadodelasvías”sedijo.Locontemplólargoratosinpoderdisimularsuale-gríalacuala.lorabaconbrilloatravésdesusgrandesojosydibujabaunaampliaycontinuasonrisaensuslabios.

La“laguna”distabaunascuatrocuadrasdelacasaendondevivíaCiro.Enrealidad,eraunespejodeaguaarti.icialquesehabíaformadoacausadelatierraquesehabíaextraídoparaconstruirunterraplénparainstalarsobreelmismo,losrielesdelferrocarrilSantaFe,queantañohacíaelrecorridodesdeResis-tenciaaBuenosAires.Ahora,apenaspasabauntrendecargageneralmentealacincodelatarde,losdíashábilesdelasemana.Cuandoestoocurría,Cirocorríahastalaesquinadelacuadraydesdeallípodíaverpasarlentamenteaquellargotrentiradoporunarenegridalocomotoraavaporquequebrabaconsubu.i-domecánico,laquietudymonotoníadelapartadobarrio.

Despuésdelalmuerzo,consubarcoorgullosamenteentresusmanos,Cirocruzólacalleydedirigióalacasadeenfrente.AllímorabasumáscercanoymejoramigollamadoLeo.LeoLencina.ÉsteeradosañosmayorqueCiro.Flacoyalto,depielblancaycabelloscastañosclaropeinadosconrayaalmedio.Susojosvivacesadornabanunrostroagraciadomasbienalargado.CuandoLeohablabalohacíaacompañandosus

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palabrasconaparatososmovimientosdecuerpo,brazosymanos,queaCirodivertía.Tambiénsedestacabaporunarisasonora

yporqueconstantementemanteníasuslabiosfruncidoscuandonohablaba.ElandardeLeoerainconfundible:caminandoo

corriendoeraundesastre.Marchabacomounpatobalanceándosealigualqueellosyademás,llevandolaspuntasdesuspies

muyhaciafuera.Noeraelmayorenelgrupodeamigos,peroquizásí,elmásinteligente.Leonuncadejabadesonreír.Sinem-

bargodadassuscontinuaspicardíasysusterriblespalabrotas,muchosvecinosnoloquerían.

-¡Leo!...¡Leo!-LlamóCirodesdelaveredamirandohacíaelfondodelacasa.LeoqueestabainventandosabeDiosquécosa,conociólavozdelqueridoamigo.-¡Pasá!...¡PasáCiro!-GritóLeosindejardehacerlosuyo.-¡No,venívos,quieromostrartealgo!...-replicóCiro.LacuriosidadpudomásyLeoconelentrecejofruncidoseacercóapasoapurado.Viodesdelejosal

veleroydesdeallímismoopinó:-¡Quelindoqueestá!...CiroleentregóelbarcoyLeolorecorrióconsusojosymanosdearribaabajo,felizdeloqueveía.-¿Meacompañásaprobarlo?--¿Ahora?...¿Ya?-preguntóLeoentusiasmado.-Sí.Mitíamediopermiso.¿Vospodésvenir?--¡Bah!Yomeescapoylisto...Traigomiequipodepescayvamos.-aseguróLeo-Algunacosapescare-

mos...-agregó.CiroesperósentadoauncostadodelaveredaelretornodeLeo.-¡Abuela!¡VoyajugarconCiro!-dijo,másdecompromisoqueavisandoysinesperarrespuesta.Luego,conpasoapurado,lospiesdescalzosdeambosamigosibandejandosushuellasalhundirseen

elespesopolvodetierracalentitodelacalleSantaFeal1200.-Ahíestáelviejomirón-comentóenvozbajaLeo. “Elviejomirón”eradonRamírez.Estevecinosepasabalamayorpartedeltiempoparadoenlaesqui-

na,curioseandotodoloqueocurríaenlosalrededores.Eraancianoya,deenormecuerpoypanzón,medioechadohaciaatrás.Ensupielcurtidaycasiroja,resaltabasubarbablancayrecortada.Estabasiemprevestidoconcamisablancaybombachabataraza.Adornabasucuelloconunpañuelodesedabordóycu-bríasubrillantecalvaconunagorragris.Eratodounpersonaje:muyconocidoenelbarrioporsubonho-míaperocélebreporsusfamosísimosestornudos.Éstoseranformidablementepotentesyelquelosescu-chabaporprimeravezquedabaparalizadodeespantopornosaberdequésetrataba.DonRamírezprelu-diabasuinimitableestornudoconunlargo“increscendo”derebuznodeasnoalzadoy.inalizabaconunaespeciede“Sapucai”correntino“Moltovivase”.Finalizadoelacto,saludabanencorolatanespectacularobraconunrespetuoso:¡SaluddonRamírez!...todoslosvecinosdecuatromanzanasalaredonda...

CiroyLeoqueveníanporelcentrodelacallepasaroncercadedonRamírezqueestabasobrelavere-da.DonRamíreznopudoconsugenio.

-¿Vanalrío,ché?-preguntócariñosamente.-No,donRamírez.Vamoshastalalagunadelasvías.-aclaróCiro.-Bueno,quetediviertasCiritoytengancuidado.Nosemetanenelagua.-terminódiciendodonRa-

mírez,guiñandounojoaCiroyseñalandoconlaperaaLeo.Ciroentendióelmensajeyaltiempoqueson-reíabajólacabeza.

DonRamírez,consusmanoseternamenteenlosbolsillos,quedómirandocómosealejabanaquellosniños.Estolerecordabasulejananiñez,aqueltiempoqueyanuncavolvería.Suviejocorazón,sellenóderepentedeunaquemantenostalgia.

CiroyLeollegarontranquilamentehastaelbordedelespejodeagua.Unasuavebrisaproducíape-queñasondassobretodalasuper.icieliquida,laluzsolarre.lejadaenellassedesviabaenincontablesdes-tellosplateados.Elaguaparecíaviva.Los dos amigos estaban sumamente emocionados. Mientras Leo soste-nía el velero, Ciro ataba a la proa, la punta de un ovillo de algodón. Luego apoyó al barquito sobre el agua, el cual quedó balanceándose libremente. El suave viento hinchó las velas y lo fue llevando hacia el centro del lago.

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El cuadro era dulcemente sencillo: dos niños a la vera del agua mirando absortos el movimiento de un velero de juguete.

Elterraplénalto,hacíalasvecesdeunabarrancainterminable.Losdosrielesbrillanteserandoscin-tasplateadascuyosextremos,unohaciaEsteyelotrohaciaelponienteseperdíanenla inmensidaddelhorizonte chaqueño. El espejo de agua formado por las lluvias se extendía paralelamente sobre el ladoNortedelterraplén.Másalládeél,selevantabaalgunaqueotracasa.Elrestoeranterrenosbaldíoscu-biertosdediversosyuyosdediferentestonalidadesdeverdes.

LasatisfaccióndeCiroerainmensa.Subarconosólo.lotabaseguro,sinoquetambiénsedesplazabacomolosdeverdad.Separecíamuchoalosquehabíavistoalgunavezenelcineenunapelículadepiratas.Yallí,ensuimaginaciónsinlímitesdeniño,ellagoseagigantabaytomabalainmensidadyhastaelcolordelmar.Subarcosehacíaenormeyhastapodíaescucharelgriteríodesaforadodelospiratasquelotripu-laban.

MientrasCirosoñabadespierto,Leoarrojabaunanzueloconlombricesalaguayasegurabaelhiloa

unacaña,luegosesentóbienalaorillaaesperar.Susojosseguíaneliryvenirdelveleroenlargoymutuosilencioconsuamigo.Devezencuandomirabaelcorchotestigodesuhilodepesca.Sindejardemirarelaguapreguntódespreocupadamente:

-¿Quévasasercuandoseasgrande?¿Marinero?-Nooo!–ContestóCironegandotambiénconmovimientosdesucabezaymirandohaciaelcielo,pro-

siguió-Yovoyaseraviador.Megustanlosaviones.-¿Aviador?...¡Creíquetegustabanlosbarcos!..-Sí,megustan,perovoyaseraviador.-a.irmóCiroponiendocaraseria.Deprontoelcorchodelhilodepescasehundióviolentamenteynovolvióaaparecer.Elhiloseguía

tenso. Leo tiró con fuerza y noto que lo quehabía pescado eramuypesado. “Nopuedehaber pescadosgrandesenestalaguna”pensóysiguiótirandodelhilo.

-¿Quéserá?-preguntóCiromuysorprendido.-¡Nosé,nosé!...¡perodebesermuygrande,muygrande!Alterminarderecogerelhilolasorpresadeambosfuemayúscula.-¡UNATORTUGA!-dijeronalunísono.Eraunhermosoquelonioacuáticodeunosveintecentímetrosdediámetro,enloquecidodedolor.Ha-

bíatragadoelanzueloylapuntadelmismolesalíaporlamandíbulainferior.Elanimalsufría,cosaquepreocupabamuchísimoaCiro.

-¡Leduele!¡Leduelemucho!-gritó-¡Tenécuidado!-¡Bah!...esunatortuga,nomás.-sedespreocupóLeo,mientras intentabavanamentedequitarelan-

zuelodelabocadelanimal.Cirosaliócorriendohaciadondeseencontrabapescandounhombre,elcualhabíallegadoantesque

ellosylecomentóladesgraciadasituación.ElhombresiguiólacarreradeCiroyenunsegundoquitósindi.icultadelanzuelo.Latortugaescondiólacabezaysusextremidadesynosemoviómás.

Leoestabacontento.Nopensónuncaquepodría,algunavez,pescarunatortuga¡ytangrande!-Melavoyallevaracasa.-dijofelizcruzandolosbrazosydejandofruncidossuslabios.-¡Pobre!...dejalaacá-rogóCiro.-¡No!-dijosécamente–Yolapesquéyestodamía!Ciro,contrariadoyapenadosesentósobreuntroncosindejardemiraralatortuga.Laalegríadel

veleroseesfumódesucorazón.Pensó.-Leo¿meregaláslatortuga?-dijoentusiasmado.-¿Estásloco?...yonotengoninguna.-Telacompro...-¡¿Porcuánto?!-¡Dospesos!-contestóCiromuysegurometiendolamanoenelbolsilloysacandomuyufanodosmo-

nedasplateadas.

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-¿Dospesossolamente?¡Nooo!¡Estavalecomocinco!...Ciroguardódisgustadosusmonedasyquedócallado.Recordóquenohacíamuchohabíacompradoa

Leounpica.lorheridoporunpeso.Enaquellaoportunidadhabíatenidosuerte,ahoranolealcanzabaeldinero.

-Mevoy...Mevoyacasa...Mitíameestaráesperandoconelmatecocido.–dijoCirocomoexcusayco-menzóaarrimarrápidamenteelbarquitohastalaorilla.Luego,sininvitaraLeoparaqueloacompañe,comenzóacaminarhacialacasa.Leojuntósuscosasytomólatortuga.EnsilenciosiguióaCirodesdeciertadistancia.Cuandollegaronalaesquinaendondeteníanquedoblaralaizquierda,notaronquedonRamíreznoestabaallí.Leoaprovechólasituación.

-“Elmirón”sehabráidoatomarunosmates.–comentóconpicardía.-Seguramente.–contestóCirosóloporcortesía.Nomuylejosdeallíelsilbatoestridentedeltrenanunciabaquenofaltaríaalacita.Losdosamigosse

detuvieronparaverelinminentepasodelaformación.Ellentoandardelconvoypermitíacontarlosvago-nesunoporuno.

-Veinticincoconeldecola.-apuntóLeo-¿No?-Sí.Avecestienemás…–respondióCiromeneandosucabeza.Escuchandoaunel traqueteodeltrenasusespaldas, siguieronhasta llegarhasta lacasaendonde

vivíaCiro.Conunfrío“mañananosvemos”sedespidieron.Leodejólatortugaeneljardínyfuealavarselasmanospueslasteniasmanchadasconunpocode

sangredesuatormentadamascotaacuática.Ciroacomodósuavementesuvelerosobreelbancodecarpinteroparaqueescurriera,yquedóobser-

vándolomientras–sinapuro-,secabasusmanosenunatoalla.Masnuncaimaginoqueelamoralanave-gación,elcualhacíaquefabricarasusbarquitos,seríaeltimónquein.luiríamuypotentedurantetodasuvida.-

FLAMANTE CAZADOR

Federico,niñovivazdenueveaños,seencontrabaconsunuevagomerapreparada.Tenso,alacecho,conunarodillaentierraenelextensopatiodelacasadesustíos.Allívivía.

Eraundomingodeprimavera.Inmediatoasuespaldaseextendíalaamplia,frescayoscurecidagale-ríaquearrancabadesdeuncostadodelacocina-extendiéndosealoanchodelcaserón-hastalaentradadellavadero,cubiertaenparte,deunaespesaenredaderadejazmínrecién.lorecido.Lasmilesde.lorcillasdepurísimoblanco,inundabanconsudulceeinconfundibleperfumeelinteriordelaantiguacasonayseesparcíaenoleadashaciaelrestodelpatio.

Federicosemovió.Cambiódeposición...seocultósigilosamentedetrásdeunenormearbustoderosachinaqueenplenituddehermosas.loresdeunamarillochillón,sedestacabasobrelasdemásplantasor-namentales,dandomásvidaatodoellugar.

LosenormesojosmarronesdeFederico-quehacíanjuegoconsupeloondulado-,noseapartabandeunsauceyaañoso,quesehallabaavariosmetrosdeél,haciaelfondodelterreno.Suinmensacopaseme-cíasuavementeysuslargasramas–cubiertasdehojasdeunverdefosforescente-serepartíantambiénso-breelespaciovecino,endondevivíalayamuyancianadoñaEpifanía.

Larosachinaylabombamanualdeagua-distantesentresí-queestabanubicadasenlíneaparalela

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alagalería,separadasdeéstaunosdiezmetros,marcabanellímitedelpatio. Desdeallí,yhaciaatrás,porunosquincemetrosdelargoseextendíalahuerta,queconmuchoesfuerzohabíacultivadoFe-derico.Justamentedondeterminabaestaúltima,enelrincónderecho,sehallabaelsauce.

Lamañanaerahermosa.Alprofundoazuldelcieloloadornabanaltísimasnubescirrusenformadeplumonesgigantescos.LostibiosrayosdeluzdelSolimpelíanlavidayhurgabancadarincónterrestre.

Elmediodíaestabacerca.Elbarriolejanoenqueseencontrabalacasona,estabasumidoenunapa-ciblesilenciointerrumpidoavecesporelpasodelcarrodelpanaderooellechero.Elpolvodelascallesdetierraamortiguabaenparteelsonidodelpasodelasruedasyeldeloscascosdeloscaballos,peroinevi-tablementelevantabanciertapolvaredaqueporvariosminutosquedaba.lotandoenelaire,hastaqueseasentabaoerabarridaporelviento.

Esteeraelmarcoquerodeaba-esedía-lafelizexistenciadeFederico.Élseguíamuyatento.Queríaatraparalgúnpájaro:soñabaposeeralguno.Deseabatocarlo,acariciarlo,admirarlo...Pensabatenerloentresusmanosunmomentoyluegoliberarlo.Muchasvecesaliraescondidasalmonte(detrásdelrío),habíapodidoobservarlainmensavariedaddepájarosquelopoblaban,mas,siemprelosveíadesdelejos.Inclusiveenelterrenolinderoconelfondodelacasa,dondeemergíangrancantidaddetupidosnaran-jos,podíaveralosmuchoszorzalesqueseposabanenellosycomíandespreocupadamentedelosfrutos.¡Tancercaynopodertocarlos!...

Estaera laprimeravezqueFederico sepermitíay teníaentre susmanosunapotentegomera,yademás, fabricadaporélmismo.Lahorquetaeraperfecta.Lahabíaconseguidodeunárbolcaídoqueestabaenunterrenobaldío;unavezcortadaamedidalahabíapulido“alvidrio”.Lasgomasfueroncom-pradasenelkioscode“lasorda”conlasmonedasqueobtuvovendiendolosproductosdesuhuerta.Al.inal,eltrozodecueroendondesealojaríaelproyectil,fuedonadoporelbonachónzapaterodelbarrio.Luego, los proyectiles eran bolillas de acero (¡nada menos!) las cuales fueron conseguidas cambiandodiezbolitasdevidrioporcadaunadeaquellas.Noeramalnegocio,pueseranmuydi.ícilesdeconseguir.

YFedericoesperaba.Habíaobservadoquedevezencuandounabandadade felicesgorriones seposabaenelsauceconmuchaalgarabíayluegodeestarallíporunrato,salíantodosjuntosvolandoaquiénsabequélugar.Talvezparalosgorrioneseraunpuntodereunión,posiblementeunlugarpasajeroyconocidodedescansoensudiariovagarporelcielo.Yesedíatambiénllególabandadahastaelsauce.Virtualmenteéstelaestabaesperandoparatenercontactoconella,paradisfrutardesucompañíayes-cucharelbochinchequehacían.Acaso–astutamente-elsaucedescifrabaenelincesantepiar,todoloqueentreellossedecían:quizáshablabandevuelos,decaminos,deárboles,debosques.Así,seguramente,élseenteraradeotrosLaresyotrashistorias;puessiempreestandosoloyplantadoenelmismolugardes-dehacíaañares,noconocíaningunaotracosa.

Unavezenelsauce,losgorrionessemimetizabanperfectamenteconelárbol,demodoquedeellossólopodíaoírselaestridentebulla.

Federicocalculó.Nopensónisiquierauninstante.Comounanimalmásquepretendesupresa,peroconladiferenciaqueteníaunarmaentresusmanos,tensósugomerayapuntódecididamentealcentrodelpací.icosauce.Disparó.Labolillacargadadetremendaenergíaydemuertesilbóenelaire.Pegóenunagruesaramayalrebotarsobreelladiodellenosobreungorriónquebendecía-enesemomento-,consuvidaysupiar,alanuevamañana.Elbrutalimpactodelaceroenelfrágilcuerpodelaavecillaprodujoalamismaundoloragudísimoyunsufrimientoespantoso.

Sin embargo, Federico corrió muy contento a recoger la doliente presa que ya había caído rendida al suelo. La tomó suavemente

entre sus manos y notó que el pajarillo no estaba muerto. La bandada al escuchar el ruido seco del impacto sobre la rama, hizo

silencio instantáneamente y cuando Federico se acercó hasta el sauce, alzó vuelo en silencio y desordenadamente: pero con un

compañero menos.

El.lamantecazadorpreparóunacajadezapatosvacíayconunpocodepastosecoimprovisóunnidoenellayubicódelicadamentealpájaroheridoenél.Intentódarleaguaconungoteroyhasta

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agregóunpocodealpisteenunrecipienteporsielanimalitotuvieraganasdecomer...

Elatormentadogorrión, sincomprendernada,manteníaapenas susojosabiertosy respirabacondi.icultad.Suspatitasnopodíanmantenerloporloqueseencontrabaechadosobreuncostado.Tampocosemovía.Sindudas,elferozgolpehabríadestruidosusvísceras.Laincomprensibleydolorosaagoníaduróhastaelanochecer;momentoenquelaavecillacerrósusojosymurió.Federicoseconmovió.Sintióunnu-doquelecerrabaangustiosamentelagargantayqueelcorazónseacelerabayledolía.Susojossellena-rondelágrimasporquehabíacomprendidoeltremendodañoquehabíaproducidoyloinjustodeaquellamuerte.

Yanohabríanuncajamásparaestegorrión,laoportunidaddetenertodouncieloazulendondevo-larconcabal libertad,ni tampocounárbolendondeposarse,niunnidoquehacerniunacompañeraaquien amar. Nacerían seguramente en el futuro, miles, millones de gorriones más: pero éste ya estabamuertoparasiempre.

Alamañanasiguiente,alasombradeunsaucetriste;inmersoenelperfumedeljazmín,Federicocavabaunhoyopequeñoparaenterrarasuvíctima,alacualenvolviópreviamenteconsupañuelo.

PasaronmuchosañosyFedericoyahombre,nohabíalogradoolvidaraquelmomento.Sóloqueparareparardealgunamaneraaquellaaccióntannegativa,hoy,enelpatiodesucasa,tieneunafuentellenadeaguafrescay,-auncostadodeésta-existeunrecipienterepletodealpiste.Eshermosovercómocadadíavienenlospájarosacomeryabeber.Nosóloseacercangorriones,sinotambiénzorzales,calandrias,horneritosy,aveces,hastacardenales.Federico losobservaatentamentedesde laventanadesucuarto,alternándoseenél,sensacionesdepenayalegría;porquesibienestospájarosdehoydisfrutandeaguaycomidaenabundancia,todosedebealsacri.iciodeunavidainocente.Además,Federicosabemuybienqueestabandadadepájarosselaarreglaríaperfectamentesinsuayuda,porquesegúnlaHistoriaylaleyendaantigua,yalasavescantabanysurcabanlospretéritoscieloscuandoelHombreaunnohacíasombraenlaTierra.

Federicopresienteque:misteriosamente,peseatodoymientraspueda,cadaavenosofreceráelesplendorvivodesímismaydesuplumajeanuestrosojos,ylaperfeccióninimitabledesuhimnopropioanuestrosoídoscadadía;sinpedirnuncanada:nisiquiera,quenolequitemoslavida.-

/////////////////////

Agrego a todo lo relatado más arriba, esta impecable ar6culo aparecido en: webmaster Fogolares.org, el cual es un resumen de lo

publicado por : Diario Norte, de la provincia del Chaco , que sinte0za la Historia Oficial de lo que fue la epopeya de los inmigrantes

italianos que llegaron a 0erras chaqueñas en aquél enero de 1878. Pienso que es de gran u0lidad para aclarar conceptos que sue-

len revolotear desordenadamente en nuestras mentes por no tener cabal conocimiento de esta apasionante historia, ya que en la

publicación del diario Norte del Chaco, aparecen perfectamente hilvanados.

INMIGRANTES FRIULANOS EN COLONIA RESISTENCIA

“Resistencia fue fundada en 1878 sobre la base de un asentamiento forestal, a los que se sumó un con!ngente de ciudadanos friu-

lanos que formaron la primera colonia agrícola del Chaco, y que permi!ría luego la colonización del resto del territorio. Fueron tres

los con!ngentes de italianos que durante 1878 y 1879 hicieron realidad la gesta colonizadora chaqueña.

El relato de las circunstancias cómo llegaron los primeros colonos friulanos al Chaco y fundaron la ciudad de Resistencia, fue recopi-

lado por don Ceferino Geraldi (chaqueño), en un libro en el que rescata el tes!monio de los descendientes, de los cuales él mismo

era uno de ellos.n

”Los inmigrantes par!eron en tren el 26 de Noviembre de 1877 rumbo a Génova. Al llegar, a sus ojos se abrió la úl!ma barrera sin

retorno: el Mar Tirreno. Inmensidades de aguas en movimiento que nunca habían visto, lo que sin duda acrecentó su temor a lo

desconocido, pero a pesar de ello, siguieron con la mirada firme en la esperanza y la promesa de poder trabajar su propia !erra, tal

como rezaba la ley de Inmigración N° 817 más conocida como Ley Avellaneda: "…para todos los hombres del mundo que quieran

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habitar en el suelo argen!no; invocando la protección de Dios, fuente de toda razón y jus!cia…". En el vapor "Sud-America" par!e-

ron el 1° de diciembre a las 20 hs., a la mayor aventura de sus vidas: tormentas marinas, gente asustada, movimiento incesante y

agotador durante el interminable y novedoso periplo. Fue un viaje con escalas: la Isla de San Vicente (en el Oeste africano), Monte-

video y finalmente Buenos Aires, lugar dónde arribaron el 26 de diciembre. (Los viajeros presenciaron un cortejo fúnebre de gran

magnitud: había muerto el día anterior, el Dr. Adolfo Alsina, Ministro de Guerra). El diario La Prensa del día 27 de diciembre, en su

número 2273, mostraba apenas, una breve no!cia del arribo de los inmigrantes.

Pocos días estuvieron en Buenos Aires. Desde la Oficina de Trabajo y de Inmigración decidieron enviarlos a Entre Ríos y Santa Fe, en

calidad de arrendatarios, pero como lo prome!do por el gobierno era de !erras gratuitas, se levantaron algunas justas protestas

de los recién llegados. Vista la situación, las autoridades decidieron enviarlos al Chaco -por lo que-, par!endo el 17 enero de 1878 a

bordo del vapor "Río Paraná" con 39 familias friulanas a su bordo des!nadas a poblar la Colonia Resistencia, llegaron al puerto de

Corrientes el 21 de enero de 1878. Las no!cias de la situación social del Chaco no eran buenas, los relatos de los intentos previos de

población defini!va eran desalentadores, desde condiciones geográficas limitantes, hasta enfrentamientos con indígenas. Una co-

misión cons!tuida por el Comisario de Administración, un representante de Inmigración y seis inmigrantes, fueron a conocer por

primera vez la Colonia Resistencia, volviendo con no!cias esperanzadoras. Es así que el 26 de enero por la tarde par!eron en dos

lanchones remolcados por un vaporcito, pero la maleza impedía su navegación, por lo que pernoctaron a bordo. El 27 de enero por

la mañana, con las primeras luces del día retomaron navegación, arriban finalmente a des!no y se da esta fecha como fundacional.

En breve inves!gación del Fogón Friulano de Resistencia, en el Archivo General de la Provincia de Corrientes y en el registro oficial

de la Provincia de Corrientes del año 1878, no da información del paso de los inmigrantes por esa ciudad. Son días tumultuosos pa-

ra la Prov. de Corrientes. El 20 de enero de 1878 el presidente de la Nación, Nicolás Avellaneda, interviene la Provincia. Estos hechos

parecen haber dejado intrascendente el tránsito de nuestros inmigrantes, aunado a las condiciones sociales que se vivían por aque-

llos días después de la intervención, probablemente mucho material fue destruído. (Se agradece al Sr. Jorge Enrique Deniri del Archi-

vo General de la Provincia de Corrientes por la gran predisposición y datos aportados).

Al llegar a Colonia Resistencia, encontraron un lugar inhóspito, dónde todo estaba por hacerse. Más allá de las necesidades que

padecieron, la carencia de medios y las di9ciles circunstancias, pudieron cumplir el sueño de la !erra propia en la exacta medida de

sus expecta!vas, construyendo -con la madera de los obrajes existentes como único recurso-, viviendas con las herramientas que

trajeron en el viaje. El recuerdo de la odisea que relata el gran viaje de sus vidas, detalla de cómo se aventuraron a un des!no que

no tenían pensando, en medios que jamás imaginaron en el momento exacto para el éxito. Recordar siempre las duras experiencias

que ellos vivieron, man!ene latente el espíritu friulano que señalara el des!no de triunfo y gloria de nuestros inmigrantes”.

///////////////////

Agrego aquí otra publicación para ampliar el panorama brindado por lo citado más arriba:

Publicación del diario "Norte" (Resistencia) el 2 de febrero de 2003.

LLEGADA DE LOS PRIMEROS COLONOS INMIGRANTES A RESISTENCIA

A fines de noviembre de 1877 una mul!tud se agolpaba en el puerto de Génova (Italia), cargando sus equipajes y efectos personales

para abordar al buque de vapor “Sud América” que par$a rumbo a Buenos Aires. Eran 700 esperanzados inmigrantes procedentes

de dis!ntas partes de Italia: familias enteras de hombres, mujeres, ancianos y niños que se disponían a enfrentar la incierta trave-

sía marí!ma de 25 días, rumbo a un más incierto futuro en una !erra desconocida pero promisoria: Argen!na. Entre el numeroso

pasaje se encontraban las 39 familias (Unas 200 personas) procedentes de la Provincia de Udine ubicada en la llanura del Véneto al

NE de Italia, que poco !empo después arribarían a la Colonia .

Este embarque de inmigrantes hacia América no cons!tuía un hecho aislado en el con!nente europeo, pues se calcula que

entre 1846 y 1924 llegaron al con!nente americano procedentes de Europa, unos cincuenta millones de migrantes. La creciente

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industrialización de los países del centro y norte de Europa, la aplicación de la división internacional del trabajo por parte de los

países capitalistas y el rápido empobrecimiento de las zonas agrícolas por el desplazamiento de las inversiones a las regiones indus-

triales, produjeron este éxodo masivo alimentado también por el alto índice de natalidad y la brusca caída de la tasa de mortalidad

en los países europeos durante el siglo XIX.

En la Provincia de Udine, perteneciente a la región del Friul en el Norte de Italia, sus pobladores eran mayoritariamente agriculto-

res y en menor medida artesanos.

Cul!vaban chacras de reducidas dimensiones en carácter de arrendatarios y debían recorrer grandes distancias para traba-

jar pues sus viviendas se hallaban lejos de los cul!vos. Estos consis$an en la papa, la vid, el trigo, el maíz y la cría del gusano de

seda, pero la escasa rentabilidad que les proporcionaba su venta no les alcanzaba para cubrir sus necesidades ni para vislumbrar un

futuro para sus hijos.

Nuestro país fue uno de los lugares de mayor atrac!vo para la inmigración europea durante la segunda mitad del siglo XIX. En un

principio los inmigrantes llegaron en forma espontánea, luego se crearon algunas colonias durante la Presidencia de Urquiza, me-

diante la concesión a compañías par!culares. Pero fue recién a par!r de la sanción de la Ley 817 de Inmigración y colonización du-

rante la Presidencia de Nicolás Avellaneda en 1876, que el Estado Nacional comenzó realmente a tener una polí!ca inmigratoria y

un control sobre la colocación de los inmigrantes, la acción de las compañías par!culares de colonización y la distribución de la !e-

rra a los colonos, aunque no se pudieron evitar muchos abusos que conspiraron contra el éxito de esta polí!ca.

LA “COLONIA RESISTENCIA”

El paraje “San Fernando”, donde en el siglo XVIII se había fundado la reducción jesuí!ca de San Fernando del Río Negro con la

tribu de indios abipones del cacique Naré y posteriormente abandonada con la expulsión de la Orden en 1767, era en el siglo XIX un

centro de explotación maderera. Sus dueños y sus peones –en su mayoría procedentes de Corrientes- habían establecido un conglo-

merado humano que sostenía la ac!vidad de unos 15 obrajes hacia 1870. Esta población que, según informes de la época, alcanza-

ba a 800 personas de origen criollo, ocupaba también a unos 1.500 peones indígenas para el corte y labranza de las ricas maderas

de la zona.

Este paraje fue elegido por la Comisión Exploradora integrada por los Ingenieros Enrique Foster y Arturo Seelstrang, para trazar

en octubre de 1875 una colonia-cantón, en cumplimiento de la Ley 686 sancionada durante la presidencia Domingo F. Sarmiento en

1874. Esta norma legal creaba la Jefatura Polí!ca del Chaco y establecía la fundación de cuatro colonias-cantones sobre la margen

derecha del Río Paraná en territorio chaqueño. A esta colonia se la bau!zó con el nombre de “Resistencia” por haber soportado con

éxito y haberse mantenido a pesar de una serie de intensos ataques indígenas que ocurrieron allí entre los días 10 al 12 de junio de

1875 y que alcanzaron resonancia nacional. En abril de 1876 esta Colonia tenía ya su Comisario de Administración en la persona de

Jaime Sosa, cuya misión era la de organizar la misma y alojar y distribuir a los colonos inmigrantes o nacionales que allí se enviaran

por parte de los organismos de Inmigración y Colonización de la Nación.

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RUMBO AL CHACO

El vapor “Sud América” zarpó de Genova el 1º de diciembre de 1877 con su carga esperanzada de hombres, mujeres y niños, y

arribó a Buenos Aires el 26 de diciembre, previa escala en Montevideo. Según lo expresó el Comisario Nacional de Inmigración D.

Juan Dillon, se decidió enviar a un con!ngente de colonos al Chaco, por no tener más ubicación en las otras colonias que ya estaban

en funcionamiento. Según el historiador chaqueño Seferino Geraldi –quien pudo interrogar a sus abuelos inmigrantes- esto ocurrió

porque las autoridades les ofrecieron instalarse como arrendatarios en colonias de Entre Ríos y Santa Fe, lo cual no era lo acordado

antes de embarcarse rumbo a nuestro país. Los colonos tenían la firme resolución de ser propietarios de las !erras que ocupasen y

para ello estaban disponibles, sólo las colonias creadas en el Chaco. Rápidamente la Dirección Nacional de Tierras y Colonización

decidió aprobar la mensura y trazado de la Colonia Resistencia –efectuada como vimos en 1875- por Resolución del 27 de Enero de

1878, medida administra!va que no tuvo efecto prác!co alguno, pues los mojones del trazado ya se habían perdido y hubo que

mensurar de nuevo el terreno para distribuir los lotes cuando ya los colonos estaban en el lugar.

Así es como el con!ngente de 39 familias inmigrantes que iban a poblar por primera vez en el Chaco, par!ó el 17 de Enero de

1878 en el vapor “Río Paraná” con des!no a Corrientes, ciudad a la que arribaron el día 21 después de soportar las alterna!vas de

una fuerte tormenta “que los asustó tanto como el mar”, según el relato del historiador Geraldi. Fueron recibidos por los integran-

tes de la Comisión de Inmigración local y por el Comisario de la Colonia Jaime Sosa. Al día siguiente par!ó una delegación de colo-

nos encabezada por Girolamo Pérez e integrada por Luis Pessano, Pedro Dellamea y Giulio Giraldo, entre otros, acompañados por el

Comisario Sosa, con la finalidad de inspeccionar el terreno de la Colonia. Allí pudieron visitar las instalaciones de los obrajeros: Cnel.

José María Ávalos, Félix Seitor, Brígnole, Ameri, Corsi, Sicard y otros que habitaban desde hacía varios años el paraje San Fernando

con su peonada.

Conformes con las condiciones de los terrenos para el cul!vo y con la seguridad que les brindaba las empalizadas de palo a pique

que habían levantado los obrajeros contra los ataques indígenas (aún estaba fresco el recuerdo de los que ocurrieron entre 1875 y

1876), los delegados volvieron a Corrientes y se dispusieron a efectuar el traslado de todo el con!ngente hacia su des!no final. En la

tarde del 26 de Enero dos lanchones remolcados por un vapor zarparon del puerto de Corrientes llevando a las familias colonizado-

ras rumbo a la costa chaqueña. Después de cruzar el Paraná sin inconvenientes se internaron en el Río Negro con des!no al Puerto

de San Fernando (donde hoy se encuentra el puente del mismo nombre). El viaje que sólo debía demandarles pocas horas, se vio

seriamente dificultado por los embalses de vegetación acuá!ca que impedía el avance del convoy. Esto obligó a los colonizadores a

pasar la noche en medio del río a pocos kilómetros de su des!no, rodeados de la selva, soportando las altas temperaturas del ve-

rano chaqueño y mar!rizados por los mosquitos.

INSTALACION DE LOS COLONOS

Finalmente, en la mañana del 27 de Enero de 1878 arribaron al Puerto de San Fernando, donde los esperaban el Comisario Jaime

Sosa y los obrajeros que habitaban el paraje. Como la Administración de la Colonia aún no había construido el albergue para los

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recién llegados –tal como lo disponía la Ley-, una parte del con!ngente fue alojado en las viviendas de los obrajeros, pero el resto

debió pasar los primeros días a la intemperie. A par!r de allí comenzó la etapa más penosa de la colonización de Resistencia. Los

inmigrantes debieron adaptarse a las durísimas condiciones del clima y del ambiente selvá!co a los que no estaban acostumbra-

dos. A poco de llegar, una gran inundación del Paraná, acompañada de copiosas lluvias y fuertes tormentas, los aisló de los puntos

de abastecimiento y les produjo enfermedades de gravedad. También tuvieron serios problemas para acceder a las !erras de la-

branza que debían asignarles, no sólo por las malas condiciones climá!cas, sino porque debió realizarse una nueva mensura en me-

dio de serios conflictos entre el Administrador de la Colonia y los an!guos obrajeros. De todos modos y contra muchos pronós!cos

agoreros que anunciaban el pronto abandono de la Colonia, ésta se mantuvo y tras el primer con!ngente vinieron otros durante

1878 y especialmente en Enero de 1879, cuando llegó un numeroso grupo de familias procedentes de la región del Tren!no (Italia).-

//////////////////////

DE INTERÉS:

RESISTENCIA TUVO SU PUENTE LEVADIZO.

Puente San Fernando.

Para 1878 en adelante, el Río Negro se había conver!do en una importante vía fluvial para dar tránsito a los pobladores de las na-cientes colonias del Noroeste del Chaco. Para poder concentrar los productos de las chacras y quintas de zonas aledañas ubicadas más allá del Puerto San Fernando, se solucionó primeramente con la instalación de un servicio de balsa, que funcionó hasta que se construyó el Puente San Fernando, con orientación Sur/Norte; obra vial proyectada en 1885 e inaugurada el 8 de abril de 1903 du-rante el gobierno del Coronel Enrique Luzuriaga.

El ingeniero Luis Foussal dirigió la obra del puente levadizo San Fernando, sobre el Río Negro (en el si!o de lo que sería hoy el frente al Club de Regatas), en el Puerto San Fernando. Este puente fue construido totalmente con maderas de quebracho colorado. Permi-$a el paso de veleros cargueros. Este puente también posibilitó el cruce de vehículos -principalmente carros- que transportaban productos de granjas, quintas y chacras hasta Resistencia, facilitando en nexo entre poblaciones.

A través del !empo, y con los inconvenientes provocados por las embarcaciones que periódicamente chocaban con los pilotes del puente ocasionando perjuicio para ambos, el puente se fue deteriorando. Por tales mo!vos el puente siguió prestando servicio, pero eliminándose el sistema levadizo. Además, la u!lización del Río Negro comenzaba a languidecer. Años después (1952), el puente fue desarmado y reemplazado por el actual puente de hormigón sobre la Av. Ávalos. En la actualidad, a unos doscientos metros de este úl!mo y del lado Este del mismo sobre Av. Sabin; se ha construido otro puente de hormigón casi similar al primero. A unos 1850 metros de este úl!mo puente y hacia el Noroeste, y como con!nuación de la Av. Sarmiento; se halla otro puente también de hormi-gón.

SEGMENTO DE ORIENTACIÓN

* PROVINCIA DE UDINE

En italiano: Provincia di Udine. En friulano: Provincie di Udin.

Udine es una provincia de la región del Friuli-Venecia Julia, en la República de Italia, y que 0ene frontera con Austria y Eslovenia. Su

capital es la Ciudad de Udine.

Tiene un área de 4.905 km2, y en la actualidad 0ene una población aproximada de 600.000 hab. Hay 137 municipios en la provincia.

FRIULI-VENECIA JULIA

GeograZa Zsica.

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El Friuli-Venecia Julia es la región más Nororiental de Italia con0nental. Con una superficie de 7.858 km² y es la quinta más pequeña

del país. Limita al Oeste con la región del Véneto, las repúblicas de Austria (Carin0a), al Norte, Eslovenia Alta Carniola /Gorenjska y

Litoral /Primorska) al Este, y el mar Adriá0co al Sur.

La variedad de su paisaje es tal, que fue definida como un "Pequeño compendio del Universo". La región abarca una amplia varie-

dad de climas y paisajes, desde un suave clima mediterráneo en el Sur, al clima con0nental alpino en el Norte. La superficie total se

subdivide en un 42,5% de terreno alpino montañoso en el Norte. 19,3% ondulada por colinas, (principalmente hacia el Sureste),

mientras que el 38,2% restante comprende las llanuras centrales y costera.

En sus formas, la región se subdivide en cuatro áreas principales: El área montañosa en el Norte: esta parte de la región incluye

Carnia y la parte final de los Alpes (Alpes Cárnicos y Alpes Julianos), cuyos picos más altos superan los 2.700 metros sobre el nivel

del mar . Su cumbre es el Coglians (2.780 metros sobre el nivel del mar). Sus paisajes se caracterizan por amplios bosques de pinos

y pastos, lagos de montaña y numerosas corrientes y pequeños ríos que descienden de las montañas. La zona es también conocida

por sus des0nos turís0cos, especialmente durante la estación invernal.

El área de colinas, situada al Sur de las montañas y a lo largo de la sección central de la frontera con Eslovenia. El principal produc-

to de la agricultura en esta zona es el vino, destacando la calidad del vino blanco. La parte más oriental de la zona ondulada se co-

noce también como Slavia Friulana, pues está habitada principalmente por personas de etnia eslovena.

Las llanuras centrales se caracterizan por un suelo pobre, árido y permeable. El suelo se ha hecho fér0l con un amplio sistema de

irrigación y a través de la adopción de modernas técnicas de agricultura intensiva. En esta parte de la región se concentran la ma-

yor parte de las ac0vidades agrícolas.

La región costera puede subdividirse, a su vez, en dos: la occidental y la oriental; separadas por el estuario del Río Isonzo. Hacia el

Oeste, la costa es poco profunda y arenosa, con numerosos centros turís0cos y las lagunas de Grado y Marano Lagunare. Hacia el

Este, el litoral se alza en forma de acan0lados, donde la al0planicie de Karst ) se encuentra con el Adriá0co, todo seguido hasta

Trieste y Muggia en la frontera con Eslovenia. Los rasgos geológicos calizos y fenómenos como torcas y valles, red de cavernas y

ríos subterráneos, se ex0enden 0erra adentro en las provincias de Trieste y Gorizia, con una al0tud que va desde 300 a 600 metros.

Paisaje en terreno calizo en Doberdò.

Los ríos de la región fluyen desde el Norte y desde Eslovenia hacia el Adriá0co. Los dos principales ríos son el Tagliamento, que flu-

ye Oeste-Este en su parte superior en los Alpes Cárnicos y luego gira en dirección Norte-Sur que separa los Alpes Julianos de los

Prealpes y el Isonzo (Soča eslo.) que fluye desde Eslovenia hacia Italia. El Timavo es un río subterráneo que fluye durante 38 km

desde Eslovenia y resurge cerca de su desembocadura al Noroeste de Duino.

La región de Friuli–Venecia Julia 0ene un clima templado. Sin embargo, debido a la diversidad del terreno, varía considerablemente

de una región a otra. Emparedada por los Alpes en el flanco septentrional, la región se ve expuesta a masas de aire desde el Este y

el Oeste. La región recibe también el siroco meridional del mar Adriá0co, que lleva intensa lluvia. A lo largo de la costa el clima es

suave y agradable. Trieste registra las menores diferencias de temperatura entre el invierno y el verano y entre el día y la noche. El

clima es con0nental alpino en las zonas montañosas, mientras que, en algunos lugares, a menudo se pueden encontrar las tempe-

raturas invernales más frías de Italia. La meseta de Kras 0ene su propio 0empo y clima, influido, principalmente durante el otoño y

el invierno, por masas de aire frío que vienen del nordeste. Estas generan un rasgo muy especial del clima local: el viento de direc-

ción Noreste llamado “Bora”, que sopla sobre el golfo de Trieste con ráfagas que ocasionalmente superan velocidades de 150 Km./

h.- *Condensado de Wikipedia.

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Mapa de Italia.

La división ubicada hacia el Nor-Este, que se señala como más oscura, es la Provincia de Udine.

Región de Friuli-Venezia Julia

(Nótese en dónde se halla la Ciudad de Udine)

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MAPA DEL NORTE DE ITALIA

La fina línea recta y oscura, señala el espacio que existe entre la Provincia de Udine y el puerto de Génova; donde en este úl0mo se embarcaron los inmigrantes en 1878. El tren recorre unos 550 Km. para unir ambos puntos.

De: INTERNET: “Historia y Arqueología Marí!ma” de 1911.

(extracto)

El VAPOR “SUD AMÉRICA” QUE TRASLADÓ EN 1878 A LOS INMIGRANTES ITALIANOS QUE LUEGO LLEGARÍAN A “COLONIA RESISTEN-

CIA”, NAUFRAGÓ EN LAS PALMAS EN 1888.

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“Hace ciento vein!cinco años se produjo en el Puerto de La Luz el hundimiento del trasatlán!co italiano "Sud America" que resultó

ser la mayor catástrofe marí!ma ocurrida en Canarias hasta la fecha. Perecieron ahogadas setenta y nueve personas entre pasa-

jeros y tripulantes pese que el buque se encontraba fondeado bastante cerca de la costa. En el viejo cementerio grancanario de San

José en el barrio del mismo nombre, se levantó en 1892 un mausoleo que recuerda a todas las víc!mas de la tragedia con una ins-

cripción en la que se puede leer la frase "La carità della Patria lontana ai suoi figli" (La caridad de la Patria lejana a sus hijos).

A las 6 de la mañana del 13 de Sep!embre de 1888 el trasatlán!co italiano "Sud America" perteneciente a la flota de La Veloce con

260 pasajeros, 69 tripulantes y 700 toneladas de carga en tránsito procedente de Buenos Aires para Génova su puerto base, efec-

tuaba la maniobra de fondeo para carbonear y desembarcar y embarcar pasajeros en la bahía de Las Palmas, cuando fue aborda-

do de proa por el vapor francés de la S.G.T. de El Havre "La France" de 4.575 toneladas que en ese momento abandonaba el mismo

fondeadero para seguir viaje hacia el Río de La Plata con más de 1.300 pasajeros y tripulantes. El buque italiano se hundió casi ins-

tantáneamente en quince metros de agua, quedando a flor de agua tan solo el extremo de sus cuatro más!les, a menos de 600

metros de la playa.

Perdieron la vida el primer oficial Tommaso Gallucci, otros cuatro tripulantes y setenta y cuatro pasajeros, entre los que se encon-

traba los doce tripulantes del velero "Minerva" que habían sobrevivido al naufragio de su pequeña goleta, la cual se había hundido

frente a las costas del Brasil y que a su vez eran repatriados en el "Sud America". El Des!no esta vez no les concedió una segunda

ocasión.

El "Sud America" se encontraba al mando del capitán Carlo Bertora y gracias a su comportamiento no hubo que lamentar mayores

pérdidas humanas. El 1º Oficial Gallucci murió al intentar salvar a un pasajero que se aferraba desesperadamente a una mesa que

flotaba entre los restos del naufragio. Cuando el Capitán Bertora fue puesto a salvo, tanto los supervivientes como muchos pesca-

dores y marineros de Las Palmas que habían colaborado en las tareas de salvamento le expresaron su agradecimiento por lo que

había hecho por los náufragos. También hay que destacar la ines!mable ayuda que prestaron los tripulantes de las lanchas de los

vapores que aquel día se encontraban en puerto, varias embarcaciones locales y sobre todo los de la falúa de Sanidad Exterior con

el Dr. Champsaur al frente.

Cuatro días después llegó a Las Palmas el buque "Nord America" de su misma compañía que embarcó a todos los supervivientes

con des!no a Génova.

El "Sud America" era un buque de 1.258 toneladas de registro que podía alcanzar los doce nudos de velocidad. Transportaba 75

pasajeros en 1ª Clase, 52 en 2ª y 750 emigrantes alojados en amplios entrepuentes. La dotación era de 70 tripulantes y según la

costumbre de la época, los alojamientos de 1ª se encontraban a popa considerada entonces la zona noble del navío. La 2ª Clase

estaba situada a proa del puente de navegación y los dormitorios de 3ª ocupaban los entrepuentes a proa divididos en dormitorios

para hombres y para mujeres; los niños hasta los doce años viajaban con las mujeres. Había sido construido en Inglaterra por

Wigham & Richardson de Wallsend en 1871 junto con otros dos buques gemelos, el "Nord America" (1º) y el "Europa". Hay que

aclarar que el 2º "Nord America" que sus!tuyó al primero que había naufragado en las costas españolas en 1883, fue el que reco-

gió a los supervivientes del "Sud America" en Las Palmas.

El vapor se encontraba asegurado en 800.000 liras oro por la Società Italiana di Assicurazioni, la cual abonó el importe del daño a

La Veloce, actuando posteriormente contra la S.G.T. (Société Générale Transatlan!que) de El Havre.

No faltaron ni las polémicas ni las no!cias en la prensa de la época. El capitán Raymon Verd del "La France" atribuyó toda la culpa

al trasatlán!co italiano en un ar$culo aparecido en la Shipping Gazete de Liverpool, pero la inves!gación efectuada por las autori-

dades españolas de Las Palmas exculpó al Capitán Bertora del "Sud America", liberándolo de cualquier responsabilidad. El tribunal

cons!tuido en Las Palmas a pe!ción de la compañía aseguradora, se declaró incompetente para juzgar el caso, que fue transferido

al P.& I. Gibson & Phillmore de Londres. El abogado Caveri del bufete Key de Liverpool defendió tanto los intereses de La Veloce

como los del estado italiano. Al final se arbitró una sentencia que dio la razón a los italianos, condenando a la S.G.T. al pago de los

daños y demás gastos.

Entre los nombres de buques de La Veloce conocidos en el Archipiélago destacan, además de los cinco ya citados, los "Cità di Ge-

nova", "Duca di Genova", "Duchessa di Genova", "Cità di Napoli" (1º), "Cità di Napoli" (2º), "Cità di Torino", "Leonardo da Vin-

ci", "Orione", "Valparaiso", "Savoia", "Europa" (2º), "Italia" (2º), "Venezuela", "Brasile" y "Argen!na". Exactamente cuarenta

años después de su fundación, la Veloce Navigazione a Vapore Italiana S.A., cesó en sus ac!vidades como naviera en Octubre de

1924, haciéndose cargo de sus buques y de sus líneas de pasaje con Sudamérica la poderosa Navigazione Generale también de

Génova”.-

FIN

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PEDRO MATEO VALUSSI. 1889/1945.

Pedro Mateo Valussi (nieto de Ma6as Valussi), fue el primer

hijo de don Luigi Valussi.

…“Pedro Mateo Valussi (hijo de Luigi), nace en Resistencia el

16 de marzo de 1889. Como era muy común en aquella épo-

ca, desde muy joven comienza a trabajar duramente para su

padre Luigi, y una de sus muchas tareas era efectuar el re-

parto de pan, lo cual hacía con celo trasladándose en una

jardinera y llevando de esa manera el precioso producto a

sus clientes. Este trabajo permi!ó –con el !empo-, que cono-

ciera a María Mar!na Sánchez, la cual a futuro fue su única

y fiel compañera en la dura experiencia que el Des!no les

tenía preparado para sus vidas”...

LAURENTINA VALUSSI DE BÁEZ. 1909/1967

Foto: Plaza 25 de Mayo de Resistencia. Año 1959, aprox.

Persona mayor: Lauren0na Valussi de Báez.

De pie sobre el banco: Osvaldo Abel Zanier Báez Valussi

(nieto).

Sentado: Eduardo Ernesto Veron Valussi (sobrino).

Lauren>na Valussi, (bisnieta de Ma6as Valussi), fue la pri-

mera de todos los hijos nacidos de don Pedro Mateo Valussi.

…“Don Pedro no tuvo ni !empo de tomar su escopeta ni su

machete, así es que trató -a los gritos y empujones- sacar a

los intrusos de su casa. Su hija Lauren!na se hallaba dur-

miendo, pero el griterío que se armó entre los forajidos y su

padre, la despertó. Sospechando lo peor, Lauren!na salió

por la ventana de su cuarto y buscando la oscuridad se es-

condió en lo profundo del monte.

¿Qué querían los delincuentes?... Querían secuestrar a Lau-

ren!na, quien para ese momento tenía 14 años de edad. Al

no encontrarla en la casa, comenzaron a golpear por todo el

cuerpo -y especialmente en la cabeza, con la culata del arma

- a Don Pedro Mateo, para que dijera en dónde se hallaba su

hermosa hija”…

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Monumento a los Inmigrantes Monumento a los Inmigrantes Monumento a los Inmigrantes Monumento a los Inmigrantes

FriulanosFriulanosFriulanosFriulanos————ResistenciaResistenciaResistenciaResistencia————ChacoChacoChacoChaco

“Chaco Naciente” - Obra de Eddie Torre (1978)

Fotografía: Adriana Cecilia Verón Valussi