maritain - posibilidad de cooperar en un mundo dividido

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POSIBILIDADES DE COOPERACIÓN EN UN MUNDO DIVIDIDO Jacques Maritain Mensaje inaugural de Maritain, en su condición de Presidente de la delegación de Francia a la II Conferencia Internacional de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educa- ción, la Ciencia y la Cultura), celebrada en ciudad de Méjico el 6 de Noviembre de 1947. En Francia fue publicado bajo el título ‘La Voie de la paix’ (‘El Camino de la Paz’).   Al hacer uso de la palabra en esta Segunda Conferencia Inter- nacional de la UNESCO, quisiera referirme, ante todo, a dos obser- vaciones hechas por el presidente León Blum el 19 de noviembre de 1945, cuando habló en la Conferencia establecida por la Organiza- ción. En aquella oportunidad, León Blum recordó que poco antes, en 1944 y en la ciudad de San Francisco, la delegación francesa había propuesto que se adoptara una moción cuya primera cláusula establecía que «la paz entre las naciones, si ha de ser justa y duradera, debe basarse en la comprensión y el conocimiento recíprocos». Luego, el señor Blum agregó: «Lo que todos nosotros deseamos (no sólo los aquí reunidos, sino también aquellos cuya ocasional ausencia lamentamos) es contribuir a lograr la paz y la seguridad internacionales, así como el bienestar de los pueblos del mundo, como lo establece el libro oficial de la Conferencia de Ministros, en su primera proposición». 046-00

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POSIBILIDADES DE COOPERACINEN UN MUNDO DIVIDIDO Jacques MaritainMensajeinauguraldeMaritain,ensucondicindePresidentede ladelegacindeFranciaalaIIConferenciaInternacionaldela UNESCO(OrganizacindelasNacionesUnidasparalaEduca-cin, la Ciencia y la Cultura), celebrada en ciudad de Mjico el 6 de Noviembre de 1947. En Francia fue publicado bajo el ttulo La Voie de la paix (El Camino de la Paz).Al hacer uso de la palabra en esta Segunda Conferencia Inter-nacional de la UNESCO, quisiera referirme, ante todo, a dos obser-vaciones hechas por el presidente Len Blum el 19 de noviembre de 1945, cuando habl en la Conferencia establecida por la Organiza-cin. En aquella oportunidad, Len Blum record que poco antes, en1944yenlaciudaddeSanFrancisco,ladelegacinfrancesa haba propuesto que se adoptara una mocin cuya primera clusula estableca que la paz entre las naciones, si ha de ser justa y duradera, debe basarse en la comprensin y el conocimiento recprocos. Luego, el seor Blum agreg: Lo que todos nosotros deseamos (no slo los aqu reunidos,sinotambinaquelloscuyaocasionalausencialamentamos) es contribuir a lograr la paz y la seguridad internacionales, as como el bienestar de los pueblos del mundo, como lo establece el libro oficial de la Conferencia de Ministros, en su primera proposicin.046-002Jacques MaritainAlreferirsealpedidodeladelegacinfrancesadepresidirlaComisin Preparatoria establecida en Pars, Blum dijo lo siguiente: Os rogamos no interpretar nuestra Solicitud como algo que Francia con-sidera como derecho surgido de alguna prerrogativa intelectual o espiritual. Los mritos de Francia, en este sentido, son ms antiguos que los de otras naciones; no son, empero, ms gloriosos. Si tuviramos alguna ventaja, sta derivara del hechodequelaculturafrancesasiempretendihacialauniversalidad,ypor que en Francia hay una aeja tradicin de generosidad y liberalidad con respec-to a las cuestiones del espritu, que concuerda con el carcter de la futura orga-nizacin. Dicha ventaja derivara asimismo del hecho de que en Francia todas las ramas o formas de la civilizacin humana las ciencias, la cultura general, la literatura, las artes y la tcnica, en cuanto sta linda con el arte , siempre se desarrollaron en forma pareja y relacin recproca.A mi juicio, estas palabras del seor Blum expresan en forma adecuada la con-tribucinquepuedeesperarsedelespritufrancs,comoaportealaobracomn de una organizacin en la que todas las culturas y civilizaciones deben desempear su papel, cada cual animada por su propio y peculiar espritu, ya proceda del orbe de habla latina o del orbe de habla inglesa, ya provenga del cercano Oriente o del lejano Oriente, y en la que la investigacin y la indagacin paciente y experimental, de acuerdo con principios racionales, ha de complementarse con las contribuciones particulares. Las observaciones del seor Blum tienen tambin gran valor para un flsofo como lo soy yo cuya vocacin le exige examinar las cosas en sus aspec-tos universales y esforzarse por extraer de la realidad los principios de una sntesis inteligible.Demaneraquemesientoestimuladoallamarvuestraatencinsobre ciertos problemas generales que me parecen de importancia decisiva.NuestraConferenciasereneenunmomentoparticularmentegravede lahistoriadelmundo;enunmomentoenquenoshallamosfrenteacrecientes tensionesyantagonismosinternacionales,cuyospeligrosnopodemosignorar,y cuando vastos sectores de la opinin pblica estn a punto de caer vctimas de la obsesin del espectro de la catstrofe y de que la guerra es inevitable. La angustia de los pueblos estalla como las olas al romper en todas las riberas. En este mundo postrado por las aflicciones de la postguerra y aplastado por el pesado manto de las rivalidades econmicas, polticas e ideolgicas, no debern, aquellos que estn Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido3dedicadosalasobrasdelesprituyquesientenlaresponsabilidaddesumisin, hacer or la voz del instinto primario de conservacin, del inmenso anhelo de paz y de libertad? No debern repudiar la muerte y la desdicha que, a pesar de una ex-traa y aparente pasividad, ms se asemeja a la desesperacin que a la fortaleza del alma, y que conmueve las ms recnditas profundidades de la conciencia humana? No habrn de proclamar que resignarse al desastre es la peor de las locuras? Que el miedo y los reflejos engendrados por el miedo, si nos entregamos a ellos, atraen los peligros ms temidos? Que cuanto ms dramtica se hace la situacin de los pueblos y cuanto mayor firmeza y claridad de visin exige a los estadistas, tanto ms vigorosamente ser menester denunciar que la idea del carcter inevitable de la guerra, es como una rendicin fatal de la inteligencia y dignidad humanas? No debern, aunque slo sea por el honor del gnero humano, apelar a la conciencia de los hombres, que debe despertar, y de la que depende todo el resultado de esta lucha contra un suicidio colectivo, y el establecimiento real de la paz?Bien s que estas declaraciones no son propias de la esfera de actividad de la UNESCO ni de esta conferencia. Pero por lo menos puedo aducir que la situacin actual nos lleva forzosamente a recordar que la misin de la UNESCO consiste en contribuir eficazmente como lo dijo Len Blum en el discurso que acabo de ci-tar a lograr la seguridad y la paz internacionales. Tambin puedo afirmar, como Archibald Mac Leisch lo seal en la segunda reunin del Consejo Ejecutivo, que la UNESCO no se cre para buscar el progreso terico de la educacin, la ciencia ylacultura,sinoparaemplearlaeducacinylacienciaylaculturaenlaobra concreta y positiva de paz que ha de establecerse entre los pueblos.Este objetivo prctico de nuestra organizacin es el que deseo destacar. Al mismo tiempo procurar analizar su contenido.I. TRES PROBLEMASAntes de referirme a la obra especfica de la UNESCO, me tomar la liber-tad de hacer algunas observaciones referentes a problemas que surgen inevitable-mente al considerar el objetivo prctico a que acabo de referirme y que tienen im-portancia para la conciencia personal de cada uno de nosotros. Porque, en efecto, la tarea preliminar que condiciona y prepara la obra de paz que puede llevarse a 4Jacques Maritaincabo en el mundo y en la conciencia humana no puede realizarse slo mediante ideas, ni nicamente a travs de hechos y cifras. Aqu es menester un esfuerzo de las facultades espirituales del hombre para sacar a la luz las dificultades esenciales y para llegar a decisiones respecto de ellas; y semejante esfuerzo slo puede nacer de una meditacin personal a la que se comprometa cada individuo.Las primeras cuestiones que se presentan al espritu de quien medita seria-mente acerca de las condiciones necesarias para lograr una paz justa y duradera, sonevidentementeaquellassuscitadasporlaideadeunaorganizacinsupra-nacionaldelospueblosdelmundo. Todostenemosnocindelosobstculos quesurgiransitalideasellevaraalaprctica;esosobstculossonhoyan mayores que inmediatamente despus de obtener la victoria. Actualmente, una organizacin mundial verdaderamente supranacional est fuera de la esfera de las posibilidades. Con todo, un flsofo dejara de cumplir con su deber si no agregara que eso que hoy es imposible, es sin embargo necesario, y que sin tal organizacin no puede concebirse el establecimiento de una paz justa y durade-ra. Sguese de ello que la primera obligacin que incumbe a los hombres de hoy es trabajar con todas sus fuerzas para hacer posible lo que es necesario.Sihablamosalosespecialistasdederechointernacionalsobrelasideas expuestas por Emery Reves en su Anatoma de la paz, si les decimos que el ad-venimiento de un estado de paz permanente presupone necesariamente el aban-dono del concepto de la soberana nacional absoluta, y exige que las relaciones entre las naciones se regulen no ya por tratados sino por la ley, nos respondern que esas ideas no son nuevas para ellos, que estn enterados de todo eso hace ya mucho tiempo. Lo que tambin saben muy bien es que, en la actual estructura del mundo, tal como la form la historia, y precisamente porque se basa en la soberanaabsolutadelosEstadostodosloscaminosqueEstadosygobiernos, aundesendolo,podrantomarparallegarasemejantetransformacin,estn obstruidos por impedimentos insuperables.Qu otra cosa hemos de sacar en conclusin de esto, sino que dicha trans-formacin, si es que alguna vez se alcanza, lo har por otros caminos? Pienso que lo har a travs de un impulso, nacido de la conciencia humana y de la voluntad de los pueblos, impulso tan vasto y poderoso que se impondr a Estados y gobiernos, aun a los menos dispuestos a conceder libre curso a los movimientos espontneos Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido5delaopinin.Siexisteunesfuerzotendientealograrunatransformacincrea-dora en apoyo de la cual los hombres de buena voluntad pueden apelar a los pue-blos de la tierra (y hasta se uniran a ese impulso algunas corrientes irracionales, como habitualmente suele ocurrir en tales casos), ese esfuerzo es precisamente el encaminado a lograr una comunidad supranacional fundada en la ley, y dirigida, dentro de los lmites de sus poderes bien definidos, por hombres cuyas funciones los invistan de una ciudadana que en s misma sea supranacional.Es capaz el mundo de realizar tal esfuerzo? Qu crisis sern an necesarias para convencer a los hombres de que ese esfuerzo es indispensable? Todo cuanto podemos decir, sin ser indebidamente optimistas, es que se ven ya algunos signos preliminares.Nodejadetenersignificacinelhechodequeen1945,bajola autoridad del doctor Robert M. Hutchins, se fundara en los EE. UU. una Co-misin de intelectuales y educadores, para estructurar una constitucin mundial, inspirada en la iniciativa del Federalista de la poca de las luchas por la cons-titucin de los EE. UU. de Amrica. No deja de tener significacin (y para m es un privilegio tener el honor de recordarlo ahora) el hecho de que uno de los prrafos del prembulo de la Constitucin de la Cuarta Repblica Francesa est redactado en los siguientes trminos: Con la condicin de reciprocidad, Francia consiente las limitaciones de soberana necesarias para organizar la paz.Permtaseme ahora detenerme un momento en una observacin que, aun-queseaunlugarcomn,exige,creo,queleprestemostodanuestraatencin. Mereferoalhechodequeenlahistoriahumanalasrealizacionesdelesp-ritusiemprequedaronrezagadasconrespectoaloshechosmaterialesyalos acontecimientos positivos. Hoy da no hay lugar a dudas de que el espritu ha fracasado en buen nmero de tareas esenciales que el mundo esperaba de l, y cuya no realizacin puede muy bien costar cara. Nuestra atmsfera intelectual permanecer viciada mientras no se planteen claramente algunos problemas de-cisivos y no se proponga a los hombres su solucin; por lo menos en lo tocante a la verdad intrnseca de la cuestin. Citar slo tres de estos problemas, cada uno de naturaleza bien distinta.ElprimeroeselproblemadelmaquiavelismoydelaRealpolitik.La rehabilitacin del mundo de postguerra exiga imperiosamente que (si no, des-graciadamente, en la conducta de los Estados, por lo menos s en la conciencia 6Jacques Maritainde los pueblos y en la inteligencia comn) comprendiramos que es un engao criminallamximaqueexpresaquelapolticaesajenaalbienmoralyala maldad. Debamos comprender que el maquiavelismo, por ms que pueda ob-tener xitos inmediatos, lleva a la larga, y en virtud de su propia naturaleza, a la ruina; que el maquiavelismo absoluto devora inevitablemente al maquiavelismo moderadoyqueelprincipioylasvirtudesdelmaquiavelismo,yasetratedel maquiavelismo absoluto o del maquiavelismo moderado, slo pueden vencerse por obra del principio y de las virtudes de la autntica justicia poltica, en un clima espiritual apropiado para el desarrollo de una determinacin heroica. El segundo problema se refere a la transgresin moral colectiva en que un pueblo puede incurrir y a la recuperacin moral colectiva. Para el pensamiento especulativo,ascomoparaeljuicioprctico,yanohaydifcultadalguna,ya no existe ningn problema peligroso; pero ste no es un motivo para rehuir el problema. Aunque nunca hubiramos sido testigos de los crmenes cometidos porlaAlemanianazicontralahumanidad,esteproblemaigualmentenosha-bra agobiado. No es conveniente que los hombres no estn enterados de ello.Ninguna nacin est exenta de culpa, por cierto; en los distantes orgenes de los confictos que se desarrollaron en el curso de la historia, toda nacin pue-de tener mayores o menores motivos para acusarse a s misma. Pero no es sta la cuestin, ni la cuestin est tampoco en el hecho de que las faltas cometidas porunEstadoyporsusjefespolticoscomportansancioneshistricasquela nacindebeaceptarnoslocomoinevitables,sinocomojustifcadas.Laver-dadera cuestin se refere a la conciencia o a la falta de conciencia del mal en virtud de la cual los pueblos consienten en contaminarse, y mediante la cual los miembros de una comunidad (aun aquellos que permanecieron personalmente inmunes, aun los que lucharon contra ese mal) reconocen o no reconocen que la comunidad fue culpable.No est bien que un pueblo se humille ante otros, pero tampoco es bue-noqueunpuebloseencastilleenunorgulloinquebrantable.Hayunaforma degolpearseelpechoydeaceptarlaabyeccin,quedestruyeladignidadde un pueblo; pero existe tambin una manera de rehusarse a golpearse el pecho, engaando la propia conciencia y alimentando rencores, forma que destruye la dignidad tan despiadadamente como la anterior.Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido7No hay modo de salir de este dilema? No hay forma de reconocer, con pesaryfuerzadenimo,lasfaltasdelacomunidadaquepertenecemos,yde desear a toda costa que la comunidad las repare y las expe, de manera que para unpuebloresueltoarehabilitarsemoralmente,seaalavezunapruebayuna garanta de su dignidad? Despus de haber deseado esclavizar al mundo y des-pus de haber confado en un Fhrer de perdicin, anteponiendo los intereses nacionales a cualquier otra consideracin, el pueblo alemn sufri una derrota sinprecedentes.Hoylosalemanesestnsufriendopenosamenteyesnuestro deber, como seres humanos, compadecerlos en su dolor. Pero lo realmente tr-gico, para ellos, hubiera sido que tales sufrimientos resultaran vanos y que no alcanzaranadespertarenelloslaconcienciadesusresponsabilidades,junto con un espanto por el mal cometido, y la voluntad de prestar dignos servicios a la comunidad humana en una atmsfera morar purifcada. Todas las naciones deben ayudar al pueblo alemn para que no caiga en la desesperacin. Les toca hacerloaaquellosqueanhelanlarehabilitacinespiritualdelpuebloalemn, particularmenteaquienes,dentrodelapropiaAlemania,rigenlosintereses morales y religiosos, y tambin, y sobre todo, es su deber decirles la verdad, no parahumillarlosoabrumados,sinoparadarlesloqueellostienenderechoa esperar en su desgracia, que es la condicin primaria de su renacimiento moral. Aqu es necesario, ms que nunca, reafrmar la primaca de lo espiritual. Si, en las profundidades de la conciencia alemana no se despiertan al unsono el arre-pentimiento y la esperanza un arrepentimiento viril y una recta esperanza el problema alemn continuar agobiando de desdicha al mismo pueblo alemn, y constituir un obstculo para el logro de la paz mundial. El tercer problema, cuya urgencia comprendemos todos, es el problema del valor humano y del empleo humano de la ciencia y de la tcnica. El adveni-miento de la era atmica expuso repentinamente al mundo el aspecto terrible de este problema. El hombre ya no cree que la ciencia y la perfeccin de la tcnica puedan por s mismas asegurar el progreso y la felicidad del gnero humano.Ms bien se siente invadido de terror al contemplar la destruccin y las ca-lamidades que la ciencia y la perfeccin tcnica pueden llevar a cabo. Los cien-tfcos estn haciendo su examen de conciencia. Y nosotros debemos considerar conprofundorespetoyenunsincerointentodecomprensin,elangustioso drama de un hombre de ciencia genial como lo es Alberto Einstein.8Jacques MaritainNobastaconllamarlaatencindelospueblossobrelascatstrofes mundiales de destruccin a quepuedenconducirlosdescubrimientosdela fsicamoderna,siestallaraunnuevoconflictoarmado.Elmiedonobasta para hacer sabios a los hombres. Y tampoco basta con decirles que esos mis-mos descubrimientos, empleados con fines de paz, pueden abrir perspectivas inauditasdeprosperidadylibertadalgnerohumano.Unaposibilidadno bastaparacrearlafelicidad.Loquehacefaltaesquelainteligenciahuma-na tenga conciencia del hecho de que hemos entrado en una era decisiva de nuestrahistoria,enunperodoenque,sopenademuerte,losgigantescos elementos de poder obtenidos por el dominio cientfico de la naturaleza han de subordinarse a la razn, perodo en que es necesario superar las tentacio-nes irracionales a que estn sometidos los seres humanos, especialmente en su existenciacolectiva.Asimismo,esnecesariocomprenderquehayunajerar-qua interna y una interrelacin vital entre las virtudes del alma humana, de suerte que mientras la esfera de la ciencia trata de los medios, la esfera de los fines corresponde a algo que no es ciencia, a algo que no puede compararse con ella y que se llama sabidura.No podremos asegurar ni la paz ni la libertad ni la dignidad en el mundo delfuturo,mientrasenlasestructurasdelacivilizacinyenlaconcienciade los hombres (y en la de los propios hombres de ciencia) la ciencia y la sabidura no se hayan reconciliado, y en tanto que la aplicacin prctica de la ciencia no est rigurosamente subordinada a la recta voluntad tica y a los verdaderos fnes delavidahumana.Hubountiempoenquetodosesperbamosquelacien-ciaresolvieraoeliminaralosproblemasdelatica,lametafsicaylareligin; entoncesconfbamosenqueloshombresdecienciaconstituyeranundala autoridad espiritual que condujera a la humanidad hacia las verdes praderas del progreso necesario. Hoy tenemos que defender a la ciencia contra aquellos que, despusdehaberleexigidomsdeloqueellapodadar,laacusanahora,con igual sinrazn, de estar en quiebra. Y, por otra parte, vemos cmo algunos hom-bres de ciencia han comenzado un grave examen interior, en el que consideran la relacin entre su conciencia como seres humanos y el posible empleo de su obra como hombres de ciencia. Y hasta los vemos en peligro de que los Estados los traten como a meros agentes industriales o que les asignen un valor especial, segn sea el rendimiento propio, en materia de descubrimientos. Lo que aqu est en peligro es la dignidad misma de la ciencia y del cientfco. Y para con-Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido9servar y preservar esa dignidad, as como para enderezar las aplicaciones de la ciencia hacia el bienestar del mundo y no hacia su destruccin, la humanidad precisa una vigorosa renovacin de las disciplinas de la sabidura, necesita vol-ver a integrar verdades ticas, metafsicas y religiosas, en su cultura, y llegar a la reconciliacin de la ciencia y de la sabidura a que me refer ms arriba.II PUEDEN LOS HOMBRES INTELECTUALES DIVIDIDOSCOOPERAR EN CUESTIONES PRCTICAS?He hablado de unos pocos problemas que nos interesan a todos, porque serefierenaciertascondicionesespiritualesyculturalesrelacionadasconel establecimiento de la paz, a cuya realizacin la UNESCO espera contribuir. Mis observaciones finales tratarn acerca de otro tipo de problema, la cues-tin referente a la obra propia de la UNESCO y al tipo de acuerdo indispen-sable para realizar esa obra, a que puede llegarse a travs de una diversidad de opiniones.AprimeravistahayalgoparadjicoenlamisindelaUNESCO:sta implica un acuerdo intelectual entre hombres cuyas concepciones del mundo, de la cultura y del conocimiento mismo son diferentes y hasta opuestas. A mi juicio,nostocaanosotrosabordarestaparadojaque,enelfondo,noessino una expresin de la precaria situacin actual del espritu humano.Alpensamientomodernoselehaaplicado,ynosinrazn,elrtulode babelismo; y en verdad, nunca los espritus de los hombres estuvieron tan pro-funda y cruelmente divididos como hoy. Cuanto ms dividido se halla el pen-samientohumanoeninnumerablecompartimientosdeespecializacin,tanto ms difcil se nos hace adquirir conciencia de las flosofas implcitas a las que, quiera que no, cada uno de nosotros est verdaderamente entregado. Las doc-trinas y las creencias, las tradiciones espirituales y las escuelas de pensamiento entran en conficto sin que les sea posible comprender siquiera los signos que las otras emplean para expresarse. La voz de cada ser humano no es sino ruido para sus semejantes. Y por ms que profundicemos, ya no encontramos un fun-damentocomndelpensamientoespeculativo.Noexisteunlenguajecomn del pensamiento.10Jacques MaritainCmo, pues, en estas circunstancias, puede concebirse una concordancia entrehombresreunidosconelfndecumplirconjuntamenteunatarearefe-rente al futuro del espritu, entre hombres que provienen de los cuatro puntos cardinalesdelatierrayquepertenecennosloadiferentesculturasycivili-zaciones,sinoadiferentescorrientesespiritualesyaescuelasdepensamiento antagnicas?DeberaunaconstitucinofcialcomolaUNESCOabandonar la partida, desistir de todo empeo por lograr una comunidad de concepciones yprincipios,ydarseporsatisfechaconcompilarslodocumentos,informes, datos positivos y estadsticas? O debera, por el contrario, esforzarse por esta-blecer alguna conformidad artifcial de los espritus y por defnir algn comn denominador doctrinario que, en el curso de la discusin, quedara igualmen-te desvanecido?Creoquelasolucinhadebuscarseenunadireccindiferente;preci-samenteporque,comolosealalcomienzo,lametadelaUNESCOesuna meta prctica, el acuerdo entre sus miembros slo podr alcanzarse espontnea-mente, no sobre nociones especulativas comunes, sino sobre nociones prcticas comunes; no sobre la afrmacin de una concepcin semejante del mundo, del hombre y del conocimiento, sino sobre la afrmacin de igual serie de convic-ciones concernientes a la accin. Desde luego que esto es muy poco; pero es en verdad el ltimo refugio de la concordancia intelectual entre los hombres. Sin embargo, basta para emprender una gran obra, y ya habramos adelantado mu-cho si descubriramos cul es est cmulo de convicciones prcticas comunes.Quisierahacernotaraququelapalabraideologaylapalabraprincipio puedenentendersededosmanerasmuydiferentes.Acabodeafrmarqueel estadoactualdedivisinintelectualentreloshombresnopermitellegaraun acuerdosobreunaideologaespeculativacomn,nisobreprincipiosexplicati-voscomunes.Sinembargo,cuando,porelcontrario,setratadelaideologa prcticafundamentalylosprincipiosfundamentalesdeaccinquereconoce demaneravitalenlaactualidadlaconcienciadelospuebloslibressibienno formulada, ocurre que ellos constituyen grosso modo una especie de base comn, unaespeciedeleycomnnoescritaenlaquecoincidenideologastericas ytradicionesespiritualesextremadamentediferentes.Comprenderestobasta para distinguir claramente entre las justifcaciones racionales (que son insepa-rables del dinamismo espiritual de una doctrina flosfca o de una fe religiosa) Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido11y las conclusiones prcticas que, justifcadas separadamente para cada uno, son para todos, analgicamente, principios comunes de accin.Estoy plenamente convencido de que mi manera de justifcar la creencia en los derechos del hombre y en el ideal de la libertad, de la igualdad y de la fra-ternidad es la nica basada slidamente en la verdad. Esto no me impide estar de acuerdo, sobre tales principios prcticos, con aquellos que estn persuadidos de que su modo de justifcar esa creencia y ese ideal (procedimiento completa-mente diferente del mo, o hasta opuesto al mo en su dinamismo terico), es tambin el nico que se basa en la verdad.Suponiendo que un cristiano y un racionalista crean en la carta democrti-ca, ambos la justifcarn de maneras incompatibles entre s; ambos estarn em-peados en esas justifcaciones con su alma, con su inteligencia y con su sangre, y lucharn por ellas. Y Dios me guarde de afrmar que carece de importancia saberculdelosdostienerazn!Esoesdeunaimportanciaesencial.Perolo cierto es que el cristiano y el racionalista se hallan, as y todo, de acuerdo sobre laafrmacinprcticadelacartademocrtica,yque,conjuntamente,pueden formular principios comunes de accin.As, pues, puede superarse, a mi juicio, la paradoja a que me refer poco antes. El acuerdo ideolgico necesario entre quienes trabajan para que la cien-cia, la cultura y la educacin contribuyan a establecer una paz verdadera, queda restringido a cierto conjunto de puntos prcticos y de principios prcticos de accin. Pero, dentro de esos lmites, hay y debe haber una concordancia ideo-lgicaque,sibienesdenaturalezameramenteprctica,noporellodejade tener gran importancia. En la justificacin que cada cual hace de ese cmulo deprincipiosprcticos,cadacualsecomprometeporentero,contodassus convicciones filosficas y religiosas, porque, cmo se podra hablar con fe, si no fuera a la luz de las convicciones especulativas que animan el propio pensa-miento? Pero, lo que no tenemos derecho a hacer es pedir que los dems com-partan nuestra propia justificacin de los principios prcticos que defendemos. Y los principios prcticos a que aludimos forman una especie de carta magna indispensable para toda accin comn efectiva y cuya formulacin importa al bien mismo y al xito de la tarea de establecer la paz, a la que estn dedicados los esfuerzos comunes.12Jacques Maritainstaeslaraznporlacualconsideropertinentedestacarlaimportancia decisiva aunque limitada al orden puramente prctico de la ideologa comn a que la UNESCO apel desde el momento de su fundacin. Pienso especial-mente en la declaracin de principios contenida en el prembulo redactado en la Conferencia de Londres, en el cual se afrma, entre otras cosas, que la grande y terrible guerra que acaba de terminar fue hecha posible por la negacin del ideal democrtico de la dignidad y la igualdad y del respeto por la persona humana, y por la voluntad de sustituir tal ideal haciendo valederos la ignorancia y los prejuicios por el dogma de la desigualdad de las razas y de los hombres. Y que, puesto que la dignidad del hombre requiere que la cultura y la educacin se hagan accesibles atodosconmirasapromoverlajusticia,lalibertadylapaz,todaslasnaciones tienen,aesterespecto,obligacionessagradasquecumplirenunespritudeayuda recproca. Por eso creo que una de las tareas ms importantes emprendidas por las Naciones Unidas es la nueva declaracin de los derechos del hombre, que la UNESCO est ayudando a redactar. (El 10 de diciembre de 1948, las Naciones Unidas adoptaron y proclamaron esta nueva declaracin.)Desdeunpuntodevistamsgeneraldirque,sibienesciertonoslo que el objetivo de la tarea de la UNESCO es un fn prctico, sino tambin que de ese fn prctico dependen la armona de los espritus en el seno de la organi-zacin y la efectividad de su accin, no es obvio acaso que la Organizacin de las Naciones Unidas para la Educacin, la Ciencia y la Cultura puede cumplir ms efcazmente la difcil obra que le fue encomendada y la realizacin de las esperanzasdelospueblos,concentrandosuactividadprimordialmenteenun pequeonmerodeobjetivosdeamplioalcance?Enanterioresocasioneslos representantes de Francia ya sostuvieron este punto de vista.Quisiera agregar otra recomendacin: no deberamos dedicar a las ciencias humanas menos inters y atencin que a las ciencias fsicas. No creemos acaso que el conocimiento del hombre y el desarrollo de un nuevo humanismo son, en el orden de la ciencia y de la cultura, lo ms importante en la preparacin deunapazduradera?Porotraparte,elconocimientodelhombreesmucho msdifcilyestmuchomenosadelantadoqueelconocimientodelmundo fsico;tiene,pues,mayornecesidaddequeselofomenteyapoye.Aesteres-pecto, nos sorprende ver que, hasta ahora, en el presupuesto de la UNESCO, los crditos asignados a gastos administrativos son considerablemente mayores Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido13que los destinado a empresas de creacin y que, aun dentro de esta ltima ca-tegora, los fondos proyectados para las ciencias humanas para esa ciencia de lasrelacioneshumanascuyaimportanciadestacacertadamenteelpresidente Roosevelt fueron mucho menores que los destinados a las ciencias materiales de la naturaleza.Tambin quisiera aadir que poner la ciencia, la cultura y la educacin al serviciodelastareasdelapaz,nosignifcasepararlaorganizacindelaobra cientfca de la accin pro establecimiento de la paz, de manera tal que por un lado,nosconcentrramosenanlisisyplanifcacionespuramentetericosy supuestamente exhaustivos, y por otro, limitramos nuestra actividad prctica para establecer la paz a un mero esfuerzo por difundir los ideales de la UNESCO mediante las tcnicas de la propaganda en gran escala. Nuestra tarea especfca consiste ms bien en organizar la obra cientfca en s, como la obra cultural y educativa, con miras al logro de la paz que ha de promoverse. Desde un primer momento,laOrganizacindeberatenderaesametaprctica,apoyandoala ciencia en su bsqueda de la verdad, fomentando la cooperacin internacional entre estudiosos y hombres de ciencia y urgindolos a que unan sus fuerzas en la tarea de ilustrar la conciencia comn; de este modo podramos lograr interesar al mundo de la ciencia y de la cultura, as como al pblico en general, en la obra de paz que persigue la UNESCO.De todos modos, lo que procur sealar en esta ltima parte de mi mensa-je es la naturaleza prctica de la meta que todos nos esforzamos por alcanzar y la necesidad de que nuestra tarea se base en convicciones prcticas y en principios prcticossostenidosencomn.LafnalidaddelaUNESCOconsisteencon-tribuir a la paz del mundo, a la seguridad internacional y al bienestar duradero de los pueblos, empleando como instrumentos la educacin, la ciencia y la cul-tura. Todos sabemos que no puede haber paz sin justicia. Sabemos que, segn las palabras del Prembulo a que me refer poco antes, puesto que las guerras nacen en el espritu de los hombres, en el interior del espritu de los hombres es donde hay que erigir las defensas de la paz. Y sabemos tambin que si la obra de paz ha de prepararse en el pensamiento de los hombres y en la conciencia de las naciones, ser a condicin de que los espritus lleguen a estar profundamente convencidos de la verdad de principios tales como stos: 14Jacques Maritain la buena poltica es primeramente y ante todo una poltica justa; cada pueblo debe esforzarse por comprender la psicologa, el desarrollo, las tradiciones, las necesidades materiales y morales, la dignidad propia y la mi-sin histrica de los dems pueblos, porque cada nacin debera buscar no slo sus propias ventajas, sino el bien comn del conjunto de las naciones; estacomprensinmutuayestesentidodelacomunidadcivilizada,si bien suponen (teniendo en cuenta los antiguos hbitos formados a lo larg de la historia humana) una especie de revolucin espiritual, responden, ello no obs-tante, a apremiantes necesidades pblicas en un mundo que, desde ahora, es un mundo de vida o de muerte, mientras permanezca desastrosamente dividido en cuanto a las pasiones e intereses polticos; colocar el inters nacional por encima de todas las cosas es un medio seguro de perderlo todo; unacomunidaddehombreslibresslopuedeconcebirsesienellase reconoce que la verdad es la expresin de lo que es, y que el derecho es la expresin de lo que es justo y no de lo que es ms ventajoso en un momento dado, para los intereses de un grupo; no es lcito quitar la vida a un hombre inocente porque ste haya llegado a ser intil o un peso gravoso para la nacin, o porque sea un obstculo para las empresas exitosas de cualquier grupo dado; lapersonahumanaestdotadadeunadignidadqueelbienmismode la comunidad presupone y debe respetar por s misma, y tiene adems (ya sea como persona cvica, como persona social o como persona obrera) ciertos dere-chos fundamentales y ciertas obligaciones fundamentales; el bien comn est por encima de los intereses privados; elmundodeltrabajotienederechoalastransformacionessocialesre-queridas por su desarrollo en la historia humana, y las masas tienen derecho a participar del tesoro comn de la cultura y del espritu; el dominio de la conciencia es inviolable; Posibilidades de cooperacin en un mundo dividido15loshombresdediferentescreenciasydediferenteformacinespiritual deben reconocer los derechos de los dems como conciudadanos en la comuni-dad civilizada; es deber del Estado, por amor al bien comn, respetar la libertad religio-sa, as como la libertad de investigacin; la igualdad bsica de los hombres hace que los prejuicios de raza, de clase o de casta, y las diferencias raciales se conviertan en ofensas contra la naturaleza humana y la dignidad de la persona, y en una temible amenaza para la paz.Siunadeclaracindepazdignadetalnombre,frmeyduraderallegaa establecerse un da entre los pueblos de la tierra, ello depender no slo de los pactos econmicos y fnancieros concertados por diplomticos y estadistas, de-pendernoslodelaconstitucinjurdicadeunorganismoverdaderamente supranacional y coordinado, dotado de medios efcaces de accin, sino que tam-bin depender de la profunda adhesin de la conciencia humana a principios prcticos tales como los que acabo de sealar. Y, para decir las cosas como son, depender tambin de ese alma ms grande que, segn Bergson necesita nuestro mundo, que se ha hecho tcnicamente grande; y tambin de un victorioso fuir deesasupremaylibreenergaquedesciendeanosotrosdesdeloaltoycuyo nombrees,comosabemoscualquieraseanuestrocredoreligiosoonuestra escuela de pensamiento , amor fraternal, nombre que los Evangelios pronun-ciaron en tal forma, que conmovi para siempre la conciencia del hombre.