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MÁS ALLÁ DE LAS MOLÉCULAS
Manuel Elkin Patarroyo
Impartida el viernes 24 de febrero de 2006 en el Paraninfo Enrique Díaz de León, Universidad de Guadalajara
Buenas noches a todos.
En España existe un decir que reza de la siguiente manera: “es de bien nacido ser
agradecido”, y es la primer razón por la que quiero agradecer a la Cátedra Julio
Cortázar, al rector de la Universidad de la Guadalajara, al Doctor Manuel Duran, a la
Doctora Dulce María Zúñiga, y muchos que contribuyeron para que se cumpliera esta
cordial invitación y que me ha permitido, entre otra cosas, estar con el pueblo mexicano
y, en especial, en la ciudad de Guadalajara. Me corresponde el fantástico honor de ser el
“Primer científico experimentalista”, he escogido ese término para no herir
sensibilidades de los sociales, de manera que justamente hemos querido ser, presentar y
representar lo que en las ciencias exactas significa el pensamiento iberoamericano.
Quiero agradecer sinceramente a Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, a la
señora de Cortázar, al Comité de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, lo que me
honra y honra a mi país. Quiero que sepan que muchas veces actúo y me invitan a actuar
y represento a mi país, Colombia, para representar también los principios, actitudes y
valores que nos conducen a la búsqueda de un mejor estado de los distintos pueblos y
naciones. Estoy muy agradecido con todos, me siento como en casa, he tenido afecto en
grado superlativo.
Hablamos con los señores rectores de esta universidad y yo les decía que para mí lo
importante no es el dinero, sino las cualidades humanas; el pueblo tapatío las tiene en
exceso y creo que eso es en definitiva lo que constituye la identidad de una nación: no
se preocupen por el poder, no se preocupen por el dinero, no se preocupen eso. Las
cualidades humanas son las que llevan y conducen a los pueblos y los pueblos fallecen y
perecen cuando pierden sus cualidades humanas. Roma desapareció por eso y las
grandes potencias han desaparecido como consecuencia de eso. Aquí no. Creo que aquí
es el crisol en el cual se están generando a través de la mezcla y de las diferencias
económicas, humanas y sociales una nueva humanidad. Y creo en ella. Soy un profundo
creyente de la humanidad. Como mis padres me decían: “si nadie conoce ni los
designios de la Providencia, puesto que somos muy creyentes, ni los caminos de la
evolución: todos tenemos que ayudarnos a todos”, nadie tiene idea para dónde va,
entonces ayudémonos todos a todos, porque en definitiva es eso lo que va a salvar a la
humanidad: la solidaridad y la identidad juntas, no como un acto de caridad, con la
generosidad; de manera que, déjenme decirles, tengo la convicción que la solidaridad es
la manera como los seres humanos, lo que identificamos en cada uno de los miembros
de la especie, saldremos adelante. Todos debemos luchar por todos, e ir hacia adelante.
Eso es lo que ha impulsado nuestro Instituto, la solución a los problemas universales.
Me sentí muy orgulloso cuando me invitó la Cátedra Julio Cortázar, ya que este
escritor, este monstruo del pensamiento tenía unas cualidades científicas, las cuales son
tan admiradas en nuestra institución que ha inspirado una de las principales tesis
doctorales de mi instituto desde el punto de vista teórico, desde la química cuántica, fue
aprobada en abril del 2005. Se titula de la siguiente manera: “Instrucciones para subir
una escalera”. De manera pues, que nuestra admiración por Julio Cortázar viene antes
de ser invitados a esta Cátedra. Me voy a permitir leer las instrucciones de este escritor:
Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal
que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se
coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se
repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose
y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la
horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón.
Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se situó un tanto
más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que
cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero
incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan
particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los
brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de
ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y
regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo
situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo
excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte,
que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda
(también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y
llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño,
con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros
peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La
coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese
especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los
movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente,
con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el
momento del descenso. (Historias de Cronopios y de Famas)
Yo creo que definitivamente Cortázar era un científico. En esencia de la ciencia lo
que uno tiene que hacer es describir perfectamente los fenómenos y él describía de
manera perfecta los fenómenos, de un modo impecable y único. Quiero hacer un
reconocimiento, y demostrar mi profunda admiración a una persona que tuvo la fortuna
de describir de una manera más impecable que Julio Cortázar, quien además de haber
sido un monstruo del pensamiento, una criatura de nivel universal única, por lo cual,
permítanme decirles, acepté venir a la Cátedra. Era un estupendo colega, un científico.
A él quiero rendir mi reconocimiento.
La posición de nuestra política siempre ha sido “ciencia con conciencia”, con
conciencia social; nuestro compromiso es con la humanidad, no tenemos ningún otro y
tampoco nos interesa tener ningún otro. Esto es lo que hemos venido haciendo en
Colombia en el Instituto de Inmunología, hemos buscado un modelo matemático para el
desarrollo de vacunas. Ustedes dirán “¡Qué locura!”. En esencia, vacunas desde el punto
de vista matemático, el raciocinio es extremadamente sencillo y es que, si se observa en
la estructura química de los microbios las moléculas están involucradas en la inducción
de defensas; uno puede pensar en una estructura tridimensional de las mismas;
conociendo esta estructura uno puede deducir las reglas matemáticas, no es, como dicen
en inglés, a big deal, no es nada excepcional, es seguir un pensamiento lógico dentro
del desarrollo de la estructura de las ideas: un problema biológico conviértalo en un
problema químico, que, conocidas sus características químicas, pueda convertirlo en un
fenómeno físico y a éste le puede inferir las reglas matemáticas. No es la gran cosa, es
simple y llanamente la aplicación de la lógica y del desarrollo para el conocimiento para
el desarrollo de las ideas.
¿Por qué es importante desarrollar vacunas? Desarrollar vacunas es importante desde
el punto de vista de las enfermedades. En 1995 la Organización Mundial de la Salud
estableció que habían muerto 42 millones de personas, de esas unas cuantas habían sido
por violencia, accidentalidad, enfermedades cardiovasculares, tumorales, pero 17
millones habían muerto como consecuencia de enfermedades transmisibles o
infeccionas: 17 millones, o sea, el 40% de la población que había fallecido ese año. De
esos 17 millones de personas: tres millones murieron de tuberculosis, dos millones de
malaria, tres millones y medio de diarreas, cuatro millones y medio de
bronconeumonias, un millón de hepatitis, un millón de sida, un millón de sarampión; de
manera que 17 millones mueren anualmente, como mínimo, como consecuencia de
enfermedades infecciosas. Pero no es solamente la mortalidad, es también la morbilidad,
es decir, ¿cuántos nos enfermamos en esas entidades? Dos terceras partes de la
humanidad, o sea, cuatro billones, cuatro mil millones de personas sufrimos alguna de
esas enfermedades. En ese mismo año hubo 30 millones de casos de tuberculosis, sin
embargo, se murieron tres; de malaria hubo 250 millones, se murieron dos; de diarrea
hubo tres billones, se murieron tres millones y medio; y de enfermedades respiratorias
agudas o bronconeumonias se infectaron o las padecieron aproximadamente billón y
medio de personas. Entonces no solamente es el hecho de tener muertos, es también
tener enfermos.
Desarrollar una metodología lógica racional para la prevención de estas
enfermedades creo que debe de ser uno de los objetivos de la humanidad, y nosotros
hemos asumido ese reto desde hace treinta años. Queremos, y nos hemos propuesto,
encontrar una manera lógica y racional para el desarrollo de vacunas, y queremos
mostrarles que es factible, no es una utopía, algo improbable, sino que aplicando el
conocimiento científico puede llegarse muy bien a ello. Ese es el objetivo del Instituto
de Inmunología, nuestro propósito, nuestro proyecto de vida es encontrar una manera
lógica, racional para desarrollar vacunas para cualquiera de todas estas u otras
enfermedades.
¿Qué otra razón o argumento es legitimo? Es legitimo el hecho que el ser humano
puede desarrollar 517 enfermedades infecciosas, pero tenemos solamente 13 vacunas:
tenemos vacunas para la viruela, polio, sarampión, paperas, rubéola, varicela, las
hepatitis, fiebre amarilla, rabia, la triple; pero no tenemos vacunas contra la gripe, ni
contra el rotavirus que produce diarreas, ni contra los virus respiratorios, ni contra el
papiloma, apenas se está desarrollando una para una variante. Tampoco la tenemos para
el dengue, ni para el herpes, ni para las enfermedades de transmisión sexual como la
sífilis, gonococo, sida, etcétera. No tenemos ninguna vacuna contra esas entidades, por
consiguiente, repito, el objetivo fundamental debe ser encontrar una manera lógica
racional para desarrollar vacunas y prevenir estas enfermedades. Aún nos quedan 504
vacunas por desarrollar.
¿Qué son las vacunas? Como estamos en un medio fundamentalmente académico de
tipo humanista, me permito contarles acerca de las vacunas actuales. Éstas no son otra
cosa que el microbio causal de la enfermedad matado por métodos químicos o por
métodos físicos. El primero lo hierve o lo irradia y lo mata; esto se aplica a las personas,
está basado, precisamente, en el principio que descubrió don Luis Pasteur en 1884. La
otra manera de hacer vacunas es encontrar mutantes en la naturaleza que tengan baja
virulencia o poca patogenocidad para aplicárselas al individuo y que el individuo
produzca las defensas pero no la enfermedad. Sólo dos tipos de vacunas existen hasta
hoy en día: las vacunas matadas y las mutadas. Con el advenimiento de la ingeniería
genética las nuevas vacunas han traído la posibilidad de desarrollar vacunas
recombinantes en las cuales se toma el componente genético de una de las moléculas y
se produce en gran cantidad, y eso se le aplica al individuo; pero es en una sola, la de la
hepatitis B, o las otras que se denominan vacunas de ADN, en las que se toma el
fragmento genético, se inyecta al individuo para que aquél se integre dentro de las
células del organismo anfitrión y, de esta manera, produzca la proteína del microbio
para que el individuo quede inmunizado. Las dos nuevas alternativas han sido, además
de las alteradas o matadas, las recombinadas o las de ADN. Hasta hace treinta años
salimos nosotros con la idea de que las vacunas se podían hacer químicamente, ese ha
sido el gran logro de nuestra institución. El raciocinio fue sencillo: si usted conoce la
estructura química de las moléculas principales del microbio que está involucrado en la
infección, si las conoce, las puede fabricar químicamente. Y por eso le dan a uno
premios, lo invitan a las cátedras y cosas de ese estilo. De modo que es una idea
realmente sencilla, aunque difícil su realización.
¿Cuál fue la primera parte de nuestro objetivo? Encontrar un método racional. No
hay, fuera de la nuestra, ninguna otra vacuna químicamente producida. Ya lo he
comentado: tenemos el talento, tenemos las posibilidades, tenemos absolutamente todo
para crear las soluciones a nuestros problemas y en ello debemos comprometernos. Me
encanta, en ese sentido, la actitud del pueblo mexicano, nada de situaciones de
minusvalía, no. Podemos porque creemos que podemos, y es lo que tenemos que hacer.
Nosotros nos hemos empeñado, en esta primera parte, en encontrar una manera racional
para el desarrollo de vacunas utilizando la química; y eso es lo que les quiero contar en
el primer capítulo.
Trabajamos con varias enfermedades, pero fundamentalmente con malaria. El
mosquito que transmite la malaria es el mosquito anopheles; el parásito está localizado
en las glándulas salivales. ¿Por qué nos dedicamos a trabajar con la malaria? Antes que
nada, porque es un enorme problema de salud pública. De acuerdo con la Organización
Mundial de la Salud las estadísticas del año pasado no son 250 millones como les
contaba, sino aproximadamente 515 millones de casos reportados anualmente de
acuerdo con la última estadística de dicha organización; de esos, mueren 3 millones de
personas, ya no son los dos millones que les dije en el año 1995. Tan sólo el año pasado
fueron 515 millones de casos; 3 millones de muertos como consecuencia de esta
enfermedad en 2002, cuando se completaron las estadísticas. Todo ello significa una
enorme carga económica para los países en vías de desarrollo. La malaria le significa al
mundo un promedio de 26 mil millones de dólares de sobrecosto anual, eso es casi la
mitad del presupuesto anual de Colombia. Olvidémonos del aspecto humano y
limitémonos al económico, un enorme costo económico.
Con todo, la malaria es una enfermedad modélica, y eso es lo que anhela cualquier
científico, tener una enfermedad en la cual pueda comprobar sus hipótesis, y eso es
sensacional. Es una enfermedad aguda, a uno le pica el mosquito y en un período de
siete días ya tiene paludismo, eso es agudo. Distinto a lo que me pasa si alguien me tose
y tiene tuberculosis, puedo infectarme en seis meses o en tres años, entonces es muy
distinto el parámetro de una enfermedad a otra; en siete días tengo paludismo, gústeme
o no. Es una enfermedad aguda pero es de fácil diagnóstico, le sacan del dedo una gota
de sangre y le dicen a uno “señor usted tiene paludismo”, o malaria, que es la misma
cosa. Ambos comparten un origen filológico similar; malaria vienen del italiano “mal
aire”, porque en Roma se creía que el aire que provenía de los pantanos, palus en latín,
causaba enfermedades. De manera que paludismo y malaria son la misma cosa, no se
debe confundir con la fiebre amarilla que es totalmente distinto. De manera pues, que es
un enfermedad aguda, es de fácil diagnóstico, con una gota de sangre, y además es
curable y de fácil tratamiento: la malaria se puede tratar con la quinina, derivada entre
otras cosas de un árbol nuestro localizado en la parte sur de Colombia y en el Perú que
se llama “chinchona” (los anglosajones por no poder pronunciar bien la “ch” terminaron
llamándola “quincona”, esto dio lugar a la “quinona” y a la “quinina”, he ahí el origen
de la palabras). La malaria, además de todo lo anterior, representa el ideal para
cualquier investigar científico porque tiene un modelo experimental: se trata del mono
Aotus, un mono que habita en grandes cantidades en el Amazonas, particularmente, en
Colombia, lo cual significa una ventaja para mí; pero de eso hablaremos más adelante
con mayor profundidad.
¿Cuál es el territorio de la malaria? El territorio de la malaria son los países en vías
de desarrollo. La pregunta es ¿por qué no nos dedicamos a estudiar la malaria tanto en
Estocolmo, en Australia? Pues, porque ese no es un problema para ellos y uno tiene que
respetar y entender las prioridades etnocéntricas; los problemas fundamentales de los
países desarrollados son, esencialmente, enfermedades cardiovasculares, tumorales,
degenerativas y otras por el estilo. Debemos asumir nuestra responsabilidad en la
resolución de nuestros problemas, principalmente aquellos localizados en nuestros
territorios, me refiero al área con los 515 millones de casos.
Tenemos una película que les va a fascinar. En ella se muestra la picadura de la
mosquita anopheles: observamos cómo, a través de la probóscide (el pico de la
mosquita) los parásitos, larvitas de color anaranjado brillante, quedan inoculados en otro
organismo; todo sucede a una velocidad impresionante. Estas larvitas van quedando en
las venas, justamente van a las células hepáticas, son tomadas rápidamente por el
torrente sanguíneo, y tomado el parásito que ha sido inoculado van a las células
hepáticas en donde comienza la replicación, en donde cada una de estas larvitas se
reproducirá en cada célula 30 mil veces en cinco días. Es espectacular. Pero no sólo es
eso, también cambia de forma, llegando a adoptar una figura como de “pera”; eso es lo
que infectará a los glóbulos rojos de la sangre. Cada “perita” de las 30 mil que infecte
un glóbulo rojo se reproducirá 50 veces cada dos días, entonces 50 por 50 por 50 no se
sorprendan si alguien se les muere en 15 días. Es un sistema efectivísimo de
reproducción, replicación y muerte. De manera que a estás “peritas” las llamaremos
meros, a estas esporos, pero dejémoslo en larvitas y “peritas” para tener una capacidad
de comprensión.
¿Qué fue lo que hice? Apliqué la frase sencillísima de “si Mahoma no va a la
montaña, que la montaña vaya a Mahoma” entonces habiendo aprendido todos los
métodos tanto de química como de inmunología decidí organizar un instituto de
inmunología que aplicara el máximo de investigación científica, con el máximo de nivel
científico en Colombia, puesto que resulta muy difícil trasladar todos los monos del
Amazonas a Nueva York o trasladarlos a Estocolmo o a Londres en donde se podían
haber realizado las investigaciones; por ello era mucho más fácil organizar un instituto
de investigación científica básica en Colombia, para resolver esos problemas, de allí mi
profunda admiración a los colegas que están haciendo lo mismo en toxoplasmosis, en
terapia génica, en todos esos aspectos que son importantes para nuestros países. Me fui
para el Amazonas y allí, además de organizar un laboratorio grande en Bogotá, organicé
otro laboratorio en la mitad del Amazonas, en la mitad de la selva, un sitio con 200
habitantes; organicé un laboratorio P2 y P3 para tener todas las facilidades de
comprobación y análisis de las moléculas que pudieran ser importantes en el desarrollo
de las vacunas. En ese laboratorio tenemos 800 jaulas de acero inoxidable en donde
mantengo a unos changos en los cuales y con los cuales desarrollo toda la investigación
científica. El chango que es susceptible al desarrollo de la malaria humana es el chango
Aotus, que quiere decir “sin orejas”. Lo llamó así, en 1804, don Alexander von
Humboldt porque no le encontró oreja, pero realmente posee orejas aunque muy
pequeñitas. Se sabe, entre otras cosas, que es un animal nocturno porque su fisonomía y
la biología nos lo indican, sobre todo que por sus ojos extremadamente grandes
muestran que es nocturno, además desarrolla una de sus principales funciones durante la
noche.
Este mono vive a treinta metros de altura sobre el piso, y esa es una de las razones
por las que nunca entra en contacto con los mosquitos transmisores de la malaria; por
eso no desarrolla inmunidad contra la malaria. Uno puede decir que este mono es
virgen, al menos desde el punto de vista de la malaria porque no tiene anticuerpos ni
respuesta inmune contra ella.
En 1956 unos norteamericanos que trabajaban en el Hospital Gorgas de Panamá,
después de haber probado en diversas especies, inoculando con la enfermedad desde
lagartijas hasta animales más grandes, encontraron que el mono Aotus era la única
especie susceptible al desarrollo de la malaria humana. Nosotros lo que hacemos es
experimentar con grandes cantidades de estos animalitos, comprobamos las moléculas,
comprobamos si tal idea funciona o no, vacunamos moléculas de la derecha, de la
izquierda, de arriba, de abajo, y luego de vacunados les ponemos el parásito en la vena
para ver si es susceptible al desarrollo de la molécula. Si comienza a infectarse significa
que la molécula no funcionó; pero, si no se infecta significa, entonces, que la molécula
está funcionando, y le ponemos más cualidades, más cuidado y más atención a esa
molécula. Como la enfermedad es curable lo que hacemos es tratar al chango con
quinina y los mantenemos en cuarentena durante un período aproximando de 20 a 30
días, vamos revisando que no tengan parásitos residuales en la sangre, terminada esa
constatación lo que hacemos es liberarlos en las islas a lo largo del Amazonas
colombiano en donde los mantenemos con mangos, guayabas, bananos, changuitas para
que puedan pasar el resto de su vida. No hacemos nada que sea antiecológico o
antiético, y por esta razón nunca ha podido haber crítica alguna a nuestro trabajo desde
ningún punto de vista; ni siquiera al nivel ético, el nivel más primitivo que es a nivel de
los modelos animales. En tal caso, hecha la experimentación de esa manera, dejamos
libres a los animalitos a lo largo de los ríos, a lo largo de las islas en el Amazonas y de
esta forma estamos manteniendo el equilibro ecológico, sin ningún tipo de
inconveniente.
Preocupados entre otras cosas por el modelo experimental decidimos hacer la
genómica del mono, encontramos que las moléculas de su sistema inmunitario son entre
el 92 y el 100% idénticas a las del ser humano; tenemos, pues, un modelo de 800
“humanitos” enjaulados que nos permiten hacer la investigación sin tener que arriesgar
vidas humanas y tampoco la vida de los animalitos puesto que las estamos controlando
a diario sistemáticamente. Todo esto ha sido publicado en revistas especializadas, lo
cual le ha dado un piso y un soporte científico enorme a nuestro estudio y a nuestro
modelo experimental; una vez establecidas las reglas de juego, ¿qué sigue?, pues,
analizar las moléculas, en dónde las analizaremos. Ahora vamos a entender qué fue lo
que hicimos.
Originalmente tomamos la “perita”, donde los glóbulos rojos normales y otros, los
glóbulos rojos crenados, han sido hechos añicos como consecuencia de la infección.
Pues bueno, lo que hicimos fue aislar la “perita” en una forma completamente pura, le
radiomarcamos las proteínas de la superficie. Fue mi primer criterio acertado. Una vez
marcadas fuimos aislando las proteínas de una forma completamente pura, así aislamos
22 de esas moléculas y cuando las analizamos las utilizamos para vacunar monitos;
tomamos esas moléculas purificadas y los vacunamos, luego encontramos que cuatro
moléculas protegían a los monos contra la infección. Centramos nuestro esfuerzo en
entender la química de esas moléculas, es un raciocinio extremadamente sencillo: de
todo el microbio qué es lo que induce las defensas; después las cuatro que inducen
defensas; de esto, averiguar la composición química; averiguada, fabríquelas
químicamente de nuevo, como se dice en inglés not a big deal, no es gran cosa. Hicimos
químicamente distintos pedazos, todo esto está publicado en grandes revistas como
Nature, en agosto de 1987. Hicimos la síntesis química de esos pedazos y nos fuimos a
vacunar changuitos otra vez, ya no con moléculas del parásito, sino basados en la
estructura química de esas moléculas que nos habían mostrado cierto grado de
protección y encontramos que unas moléculas postergaban la aparición de la
enfermedad, pero no protegían del todo, y era lógico. Por tanto, lo que hicimos fueron
mezclas, y nos dimos cuenta que una de esas mezclas era capaz de proteger al 50% de
los monitos. Esto fue lo que publicamos en 1987, era la primera vez que se ponía de
manifiesto el poder producir vacunas químicamente. El 50% de los monitos no se
infectaron de ninguna manera vacunándolos con moléculas químicamente hechas, así de
sencillo; primera evidencia de poder llegar a inducir una respuesta inmunitaria, producir
una molécula protectiva contra la malaria usando moléculas sintéticas.
Luego se nos ocurrió convertir esos pedazos en una sola molécula, esa es la célebre
SPf66 o Vacuna Colombia contra la malaria, aquí ya no hay ningún biológico, es como
la aspirina, el acetaminofen, la oxitocina, cualquiera de las moléculas: es una fórmula
química, y ese es el crédito que nos ha quedado a nosotros, realizar la primera vacuna
químicamente hecha en la historia: la célebre SPf66. La fórmula química es muy fácil y
si se colocan los aminoácidos en ese orden se tendrá el mismo resultado, la SPf66. La
ensayamos, posteriormente de haberla usado en changuitos, en humanos, y en humanos
la vacuna protegió al 50%, entonces lo que teníamos era igual que en los monos; era
replicable del modelo experimental al modelo humano, y eso fue lo que apareció
publicado en Nature en 1988.
Iniciamos luego toda una serie de procesos que la gente no tiene ni idea. Para que se
pueda reivindicar el hecho de una vacuna, uno tiene que haberla hecho no sólo en
changos, sino también en enormes grupos poblacionales en orden creciente, eso es lo
que se llama la vacunología, y al desarrollar la vacunología fuimos incrementando el
número de persona que iban recibiendo la vacuna versus controles, controles que simple
y llanamente recibían la vacuna de forma desnuda, nada más que la vacuna en solución
salina o en agua; indagando en qué forma había que administrarla: subcutánea,
intramuscular, intravenosa, endémica, sublingual; qué días había que hacerlo: el día
cero, el día veinte, el día 230, el 150, el 30, etc. En total trabajamos con más de 2500
voluntarios humanos que nos permitieron adelantar esos estudios para encontrar que la
mejor manera era darle un miligramo, una milésima de gramo, subcutáneo los días uno,
30 y 180, eso no es gran ciencia, pero es lo que hay que hacer cuando se quiere
revindicar el desarrollo de una vacuna. Hecho eso comprendimos que en los niños era
absolutamente inocua, que era algo que no ocasionaba problemas en niños mayores de
un año de edad; luego hicimos una serie de estudios de una amplísima cobertura, con
resultados que fueron publicados en 1992 en donde vacunamos prácticamente 10 mil
personas y tomamos como controles a otros 10 mil. Es que esto no expone a 10 mil
changos en fila; son seres humanos de un año de edad en adelante a los cuales toca
revindicarles y solicitarle el permiso, explicándoles a cada uno de ellos lo que les va y
les puede llegar a suceder en el peor de los escenarios; a Dios gracias, hemos vacunado
a más de 100 mil individuos y nunca ha habido el peor de los escenarios, jamás lo ha
habido. Eso nos demostró que la vacuna era segura y que era capaz de dar títulos de
defensa, y que por consiguiente podía ser usada en campo.
Vinieron los estudios para revisar qué tanto protege esa vacuna, y fue cuando se
adelantaron estos estudios en 1548 personas, seres humanos, no ratones, en donde
encontramos que después de darle en miligramo subcutáneo el día uno, 30 y 180 y se les
seguía por un año, el casi 40% de ellos quedaban totalmente protegidos contra la
malaria. Estamos hablando de áreas altamente endémicas de la malaria, de manera que
esa fue la razón por la cual en 1993 el mundo entero aceptó que se había desarrollado la
primera vacuna químicamente hecha contra la malaria y de orden protector cercano a un
40% de protección. Algo más en ese contexto es el hecho de que los niños de 1 a 4 años
de edad se protegían en el 75 %; uno podía llegar a desarrollar un episodio de malaria y
que para el segundo episodio de malaria la gente quedaba protegida en más del 50%, e
iban acumulando de manera paulatina la capacidad de protección. Eso fue reconocido
por todo el mundo.
Vino una solidaridad fantástica por parte de los pueblos latinoamericanos: los
venezolanos quisieron, entre otras cosas, tomar la vacuna en sus manos e hicieron las
vacunaciones con nuestra vacuna, ellos encontraron que nuestra vacuna los protegía no
el 40, sino el 55%; los ecuatorianos por un aspecto eminentemente competitivo no
quisieron quedarse atrás y tomaron la vacuna en sus manos y encontraron que la vacuna
los protegía en un 66%. Yo quiero que ustedes noten que les estoy contando hechos
científicos publicados y avalados por la comunidad científica mundial. Los brasileños
también participaron en los estudios y encontraron que en las vacunaciones que
realizaron en Rondonia, en la frontera con Bolivia, la vacuna estaba protegiendo en un
30%. Ustedes se preguntaran el por qué de esa oscilación de 30 a 60%, pues quiero
decirles que la población que se vacunó en Colombia es de origen negro,
eminentemente gambiano, mientras que la población que se vacunó en Venezuela es
eminentemente mestiza, la población vacunada en Ecuador es eminentemente indígena
y ésta es de origen caucásico; de manera que, como veremos más adelante, los
individuos de distintas etnias responde de manera diferente, pero la oscilación es del 30
al 60% en la capacidad protectiva de esa vacuna.
Nos pidieron entonces que investigáramos cuánto tiempo protegía la vacuna, y estos
estudios se adelantaron y demostraron que como mínimo estaba protegiendo a un 35%
de la población colombiana. Luego, yo no sé si de buena fe o de mala, no exigieron que
comprobáramos la vacuna en el África, y allí nos cerraron el ingreso, de todas formas
no nos dejaron entrar hasta cuando, solicitando el apoyo de Sus Majestades, los reyes de
España, organizaron un grupo de investigación constituido por científicos de la
Universidad Autónoma, del Hospital Clínic de Barcelona, junto con las autoridades
tanzanas y el actual ministro de salud de Tanzania, Andrew Y. Kitua, administrando por
primera vez nuestra vacuna en un niño tanzano en el África, en el valle del río
Kilombero. Los resultados de ese estudio multicéntrico, al cual no podía ni asistir yo
para que no hubiese sesgos de ninguna índole, mostraron, entre otras cosas, que la
vacuna estaba protegiendo a niños de entre uno a cinco años en un 31%. Luego nos
pidieron que averiguáramos cuánto tiempo duraba la inmunidad, y se demostró que al
año y medio la inmunidad les estaba protegiendo no en un 31, sino en un 25%;
prácticamente lo mismo.
Uno tiene que legitimarse con los errores, permití que nuestra vacuna se sintetizase
por parte del Ejercito de los Estados Unidos, lo autoricé; la condición era que la vacuna
sintetizada en los Estados Unidos se llamaría “USA SPf66”, les quedó mal sintetizada y
cuando no les funcionó les quitaron el “USA”, de manera que sólo quedó en SPf66; no
es de extrañar en lo más mínimo, aunque protesté y pataleé tratando de revindicar mi
vacuna, nunca conseguí el que Lancet pusiera USA SPf66, pero alcanzó a salvarnos este
hecho: en una publicación previa, ellos mismos habían escrito que la SPf66 producida
en Colombia fue mucho más inmunogénica, produjo más defensas que la SPf66
producida en Estados Unidos, sin embargo quedó el criterio de que nuestra vacuna no
funcionaba y les voy a explicar por qué.
La Organización Mundial de la Salud solicitó más estudios, y esos estudios llegaron
a la conclusión que como mínimo nuestra vacuna estaba produciendo en un 34% de
eficiencia, en esencia se vio que la Vacuna de Colombia contra la malaria, la SPf66 es
eficiente, se hicieron 12 estudios de los cuales uno es totalmente negativo, y que fue el
del Ejercito de los Estados Unidos con un lote producido por ellos; nosotros sabemos
cuál fue el problema, sin embargo quedó la idea de que la que no funcionaba era la
nuestra, cuando en realidad había habido un problema en la producción de esos lotes. La
razón era muy sencilla, andaban detrás de sacar su propia vacuna, junto con Glaxo, el
Ejercido de Estados Unidos; en octubre del año antepasado lanzaron su vacuna,
RTS/SA, que en lugar de proteger un 38% protege un 29%, esa es la vacuna de Glaxo y
el Ejercito de los Estados Unidos, y se llama RTS/SA. Esa misma vacuna, recuerden
ustedes, fue analizada al año. Recuerden que la nuestra está protegiendo entre un 31 y
un 38%; a los dos años la de ellos protege un 28 ó 29%, la nuestra está protegiendo en
un 25%. La diferencia no son más que doce años, no más. Sin embargo hay un gran
ruido alrededor de Mosquirix, así se llama, de manera que no es más que eso; es
comprensible, esa son las leyes del mercado y las he asumido como tales. El problema
radica en que la vacuna de ellos, ha sido ensayada en 250 personas seguida por 15
semanas y su eficacia de 34% al principio bajó a 0% a las nueve semanas; pero lo que
no han querido describir es que a las 15 semanas su eficacia protectiva se bajó a menos
20. Menos 20 significa que si a usted lo vacunan con Mosquirix después del cuarto mes
usted tiene 20% más probabilidades de desarrollar malaria que si no lo vacunan, tiene
más probabilidades de que le dé paludismo versus de cuando no lo vacunan. Ese es el
panorama actual de las vacunas contra la malaria.
Nosotros desde hace diez años decidimos que la vacuna no estaría por encima del
50%. Les están haciendo falta componentes. A esto nos dedicamos y hemos querido
compartirlo con todos los académicos, estudiantes que participaron activamente en el
curso del desarrollo contra la malaria, a los cuales quiero rendirles un tributo por su
persistencia, fue gente que estuvo todo el tiempo presente escuchando la metodología
para el desarrollo de vacunas; y también a la Cátedra Julio Cortázar por habernos
invitados y haber hecho factible el desarrollo de ese curso.
El nuevo concepto se llama Colombian falsiparun folsin. Quisimos hacer un tributo y
un reconocimiento a nuestro país por todo el apoyo que nos ha dado a través de este
tiempo. Cualquier vacuna que desarrollemos, puesto que es a través de una metodología
lógica racional, les quiero mostrar que es factible, cualquier vacuna que desarrollemos
llevara el prefijo “col”, en honor a nuestro país; asimismo el sufijo “vac” que significa
vacuna. De este modo si la vacuna es contra el dengue será coldevac, si en contra
tuberculosis será coltuvac, si es contra leishmania será coleihsvac, si es contra malaria
será colmavac, y así sucesivamente. Se trata, actualmente, de una marca registrada, para
utilizarlo en el futuro cada vez que queramos.
Sabíamos que habíamos obtenido, entre otras cosas, una vacuna, pero no sabíamos
los principios básicos fundamentales de la vacuna, hasta que un colaborador mío, Jaime
Mauricio Calvo, un día me dijo: “yo quiero trabajar con las moléculas que tú has
fabricado químicamente y saber cuáles de ellas se les ha pegado a los glóbulos rojos”, le
dije “¡Qué!”; me dijo: “las que tú has ensayado con los monos y yo quiero saber cuales
se les pegan a los glóbulos”, cuando me dijo eso yo pensé que el chico había encontrado
la forma de desarrollar vacunas; yo estoy en el proceso de ensayarlas en los monos y
éste las ensaya en el tubo de ensayo en el laboratorio y encontró que la vasta mayoría de
las que no protegían estaban localizadas en un lado, y que había otras, entre ellas las de
la malaria, que se pegaban con altísima avidez al glóbulo rojo. En esencia no es más que
buscar qué se le pega al glóbulo rojo o a la célula hepática. Ese fue el principio
fundamental, conceptualizamos la idea, entendimos que los microbios para pegarse a las
células que van a infectar utilizan fragmentos de sus moléculas, que los llamaremos
“ligandos”, para apegarse a los receptores que existen en esa célula, es una interacción
entre receptor y ligando, de manera que si usted tiene inmunidad frente al ligando y la
bloquea, entonces, habrá desarrollado una vacuna. Es un principio extremadamente
sencillo, recalco, por eso me dieron el premio Robert Koch. Ees increíble, los principios
de la ciencia son extremadamente sencillos, lo que es tortuoso es la manera de llegar a
ellos. E eso es otra cosa, son dos cosas diferentes. Entonces acá lo que toca es bloquear
la interacción del parásito con la célula que va a invadir y bloquear la interacción de la
receptora con el que lo liga, eso lo dicen los españoles así: “usted hizo un ligue”, y uno
responde “pues yo no sé”, de manera pues que el asunto es ese.
Miremos la “perita”, la perita tiene un mundo de moléculas aquí en la superficie y
otras a nivel de “organitos” que le sirven para infectar la célula. De manera que son una
gran cantidad de moléculas. ¿Qué fue lo que nosotros hicimos? Sabiendo eso,
conociendo la estructura química de esas moléculas las hicimos pedacitos, fragmentos,
para mirar cuál fragmento de todos esos pedacitos químicamente fabricados
corresponden a la estructura total de la molécula, saber con cuál de esos fragmentos es
que se le pega; si me permiten esta homología, es buscar las “manitos”, cuáles son las
manitos de los microbios. Se diseñó una metodología para conocer la especificidad de
las manitos y podemos hacer un reconocimiento absoluto de las manitos de los
microbios, con una manera absolutamente cualitativa y cuantitativa perfecta, desde el
punto de vista químico, para demostrar que esas manitos están afectando el
reconocimiento. Miren ustedes, tan poquito como el reconocimiento de 250 moléculas
en las células que van a ser infectadas, tan poquito; es decir, tan pequeño que podemos
reconocer nada más que 250 moléculas, imagínense cuántas habrá en la superficie de
una célula. Esta metodología nos permite reconocer eso y con qué afinidad se pegan,
porque no sólo es que se reconozca cómo hace tan efectivamente dicho reconocimiento,
sabemos que en esa metodología el número de moléculas reconocidas, obviamente, es
saturable y podemos reconocer la afinidad de ese reconocimiento.
Conociendo esa primera parte ya, qué manitos hay, habíamos investigado
previamente en el modelo del monito, qué pasaba cuando íbamos a infectar al changuito
con cantidades decrecientes de parásitos. La velocidad a la cual se infecta el changuito
cuando se le ponen intravenosamente 10 millones de parásitos, se posterga un poco
cuando se le pone un millón, se posterga mucho más cuando se le ponen 100 mil, y más
aún cuando se le ponen 10 mil parásitos; debemos observar el desplazamiento de la
curva que hay cuando se le están colocando distintas concentraciones de parásitos,
conociendo ya las manitos y la cinética del parásito nos fuimos a vacunar changuitos y
vimos los fragmentos analizados de la molécula, los distintos fragmentos y las distintas
barras significan que se están pegando con altísima avidez a las células que van a ser
infectadas. En esencia lo que estamos haciendo para el desarrollo de vacunas es el
reconocimiento de las manos, se vacuna con manos, nada distinto. Buscar las manos
que se introducen y bloquearlas para impedir que se adhieran las moléculas. Hacer
vacunas hoy en día es tan simple como eso; en esencia lo que toca reconocer con toda
exquisitez son las manos para vacunar con manos.
Eso es lo que hemos venido haciendo, encontrar manos, llámelo tuberculosis,
hepatitis, malaria, papiloma, leishmania, llámelo como quiera, hay que encontrar manos
para vacunar con las manos. De esa manera pudimos encontrar la estructura química de
todas las manos, como la del parásito de la malaria: averiguado la estructura química y
fuera de eso hemos encontrado una serie de mecanismos a través de los cuales los
microbios evaden ese reconocimiento, de modo que nos puede engañar; como el
parásito de la malaria tiene 200 mil manos genéticamente distintas, pero tiene unas
pocas en la cuales no varía, entonces nosotros buscamos las manitos en las cuales no
hay variación genética para enfocar todo nuestro esfuerzo en eso. Recuerden que hay
virus de la gripe aviar (está de moda la de los pollos), se habla de la cepa H51N, eso
significa la variedad genética que existe, es decirla variedad de virus que hay; así, en el
parásito de la malaria hay 200 mil variantes genéticas, de manera que debemos
concentrarnos en las manitos en las que no hay variabilidad genética. Ya las tenemos
todas reconocidas, nos hemos concentrado en las manitos en las que no hay variación y
lo hemos publicado más de 234 veces; publicadas en pares de impacto: 4.5 de índice de
impacto mundial promedio. De manera que esto ha sido divulgado y reconocido por
todos los distintos grupos: para cada una de las extremidades de la malaria reconocimos
las manitos. En esencia hemos reconocido todas las manitos de la superficie del parásito
y las que él usa para hacer la invasión. En el año 2002 se dio el genoma del parásito de
la malaria y comenzaron los estudios para saber cuáles son la manitos que él usa para la
invasión y se llegó a la conclusión que utiliza 58 extremidades, es decir, toda vacuna
debe pasar al menos por 58 manos. Eso es algo que nosotros habíamos intuido desde
hace mucho tiempo atrás. Hemos visto a las que directamente se han involucrado en la
invasión y todas son las mismas las que hemos reconocido desde hace más de 10 años
como las involucradas en la invasión, hemos reconocido todas las manitos; es más,
podemos hacer dos vacunas contra la malaria porque podemos bloquear cada mano o
dos manos completamente contra la molécula, como mínimo hay 113 moléculas,
manitos, que las hemos desarrollado.
Tiempo atrás, se dijo que nuestras moléculas químicamente hechas no se parecían a
las moléculas originales de los microbios, y habiendo hecho nosotros la estructura
tridimensional, porque pasamos por todo eso, nos encontramos con que nuestros
fragmentos, nuestras moléculas químicamente hechas eran idénticas a las del parásito;
de manera que lo que hemos hecho es replicar químicamente lo que los microbios están
usando y eso es lo que nos ha dado toda la posibilidad de desarrollo. Hay una
publicación que nos permitió ver las similitudes entre las moléculas, la manito
publicada por los investigadores y científicos de los otros grupos; se observó que desde
hace más de diez años estamos trabajando con manitos idénticas a los de los microbios,
sólo que químicamente producido por nosotros, y eso es un gran paso.
¿Qué principio surge para el origen de las vacunas? Empecemos de una vez a
conceptuar, dejemos de utilizar la malaria como modelo. Surge el principio de las
manitos, tanto conservadas, es decir que no varían, como variables; descartemos
aquellas que tienen variabilidad genética porque son 200 mil variantes, de manera que
sería un imposible biológico inducir una vacuna contra eso. Nos fuimos a hacer unos
estudios para ver los anticuerpos de los animalitos que tuvieran inmunidad contra la
malaria y nos encontramos con una espectacularidad: los animalitos ven todo menos las
manos conservadas, de manera que, si se me permite decir, los microbios aprendieron a
actuar simulando que sus manos son idénticas a las manos de nuestras células del
sistema de defensa, ese es el problema fundamental de todas las enfermedades
infecciosas. No hay manera de escapara de él. Es por ello que sólo se han desarrollado
13 vacunas de las 500 que se necesitan, simplemente porque los microbios han
engañado a través de la evolución, de forma tal que nuestros anticuerpos no pueden
bloquearlos.
El segundo principio que se deriva de esto es que las manitos conservadas no son
vistas por el sistema de defensas; las variables sí, porque sucede que a los parásitos no
les importa sacrificar una de sus 200 mil variantes, pues en la próxima generación las
recuperará. Las manitos conservadas no son vistas y las variantes pueden sacrificarse.
Lo que decidí hacer fue fabricar manitos para ver cuál es el problema: me dediqué a
vacunar monos y desde que los vacuné con las manitos conservadas, aquellas que no
tiene variabilidad genética, nunca he sido visto por el anticuerpo. No importa a quién
vacune ni por dónde, jamás se pueden ver las manos del virus; pero cuando se vacuna
con las manitos de variabilidad genética tengo gran producción de anticuerpos, pero
además de eso, se me infectan los animales porque tengo que hacer la manito variable
específica de esa cepa. Es decir, de la variante 492, debo inmunizar también con la
variante 492, de lo contrario no hay protección y los animalitos se siguen infectando,
aunque hagamos mezclas, las alarguemos, no funciona. Ese es el marco contextual que
había que destruir, eso es lo que nosotros hicimos a través de todos esos procesos: evitar
que los animalitos se sigan infectando.
El tercer principio es que las manitos conservadas son invisibles para todas las
especies, vacunamos ratones, conejos, monos, cobayos, humanos y ninguno ve las
manos conservadas; no importa cómo las fabrique usted: recombinantes, polimérica,
monomérica, fragmentos más largos, etcétera; se es ciego, es como ser daltónico. Eso es
un problema fundamental. El problema quedó resuelto cuando Mauricio Urquiza, en
nuestro instituto, decidió buscar los “deditos críticos”. Nos dedicamos a ver cuáles son
los dos dedos críticos que se ocupan de agarrarse a la célula completa. Esto lo tenemos
para la malaria, para hepatitis, tuberculosis, leishmania, lo que a ustedes se les ocurra; y
una vez reconocidos los deditos críticos hicimos uno de los experimentos más
fantásticos: cambiar un dedito crítico y uno no crítico, y cuando cambiamos y
vacunamos a los monos con los deditos cambiados y les pusimos el parásito en la vena,
vimos que no se protegen, es decir, hay que cambiar los deditos críticos; reconocerlos y
cambiarlos. Ese experimento lo hice 17 veces, porque sabía que al hacerlo resolvería
uno de los enigmas más grandes de las enfermedades infecciosas en toda la historia,
pero si no era cierto la “embarrada” sería espectacular, de manera que quise asegurarme
de estar en lo correcto. Y eso es hasta hoy en día uno de los dogmas centrales de la
inmunología: modifíquele los deditos críticos. Comenzamos entonces a resolver el
cuarto principio, a saber, que los deditos críticos deben ser identificados y cambiados.
Desde hace ocho años iniciamos un estudio en el cual sintetizamos más de 36 mil
moléculas y vacunamos 32 mil changos en cuatro mil experimentos, pero resolvimos el
problema al utilizar entre 6 y 8 changos por experimento, por molécula; pero hoy en día
ya sabemos qué hacer para lograr el objetivo.
De manera que hay que cambiar la alanina por la serina, y viceversa, la prolina por el
aspártico, etcétera; en conclusión, después de ocho años y tanta molécula lo que
entendimos era que había que mantener la superficie, el volumen, la masa, pero
cambiarle la polaridad. Ya no estamos hablando ni de malaria, ni de tuberculosis, ni de
aminoácidos, ni de moléculas, sino únicamente de masas, superficies, pero alteración de
la polaridad. De manera que si hoy en día usted quiere desarrollar una vacuna busque
las manitos conservadas, identifique los deditos y, como me dijo alguien que me quiere
muchísimo, la reina de España: “Bueno Patarroyo: ¿manitos, deditos y darle la vuelta?”,
pues sí así es: “Manitas, deditos y darle la vuelta”, es así de sencilla la historia. El
problema quedó resuelto desde el punto de vista químico, nosotros sabemos qué es lo
que hay que hacer para tener una metodología universal para el desarrollo de vacunas,
para entender lo físico. De lo físico lo que les puedo decir es que la mano en
condiciones normales está cerrada, en ese sentido, en esencia, la mano del anticuerpo no
puede agarrar la del parásito, pero si éste abre la mano por la inversión de un dedo,
entonces el anticuerpo podría tomar la mano y neutralizarlo y el parásito ya no se pega a
la célula. Eso está publicado en la principal revista química del mundo, Angewandte,
que quiere decir “aplicada”; así como otras revistas en las que se muestra el cambio que
hemos hecho y se demuestra cómo es que funcionan los deditos.
Entendimos qué era lo que pasaba y conociendo el sistema inmunitario del monito,
formando la genómica, pudimos desarrollar las vacunas de la manera como les voy a
contar. Para que la mano ajuste apropiadamente debe tener una distancia determinada, si
es más cerrada inducirá unos anticuerpos que no funcionan, igual si es más abierta; de
manera que debemos tener la media exacta en la apertura de la mano y saber cuáles
dedos deben voltearse, no todos pueden hacerlo, por ello, hay que saber cuál puede
voltearse por cuál. Esto ha sido la portada de muchas revistas, como la del pasado mes
de febrero; en diciembre del año pasado también tuvimos la atención de revistas.
Debemos conocer las reglas físicas, no químicas; ya sabemos que manitas y deditos
conservados, y dele la vuelta: dele la A por la S, la P por la D, la S por la H, se trata de
las reglas físicas que determinan la funcionalidad. Hoy en día eso es lo que nos permite
conocer los distintos componentes de las distintas vacunas. Diseñar lógica y
racionalmente vacunas era lo que queríamos: un diseño lógico y racional de vacunas.
Gracias a que conocemos la genómica del mico sabemos que sus moléculas son tan
similares (entre el 92 y el 100%) a las del humano. Se imaginan lo que hubiera sido para
la humanidad tener que experimentar con 1500 humanos, esperando año y medio de
respuesta por molécula, hubieran sido seis mil años tratando de encontrar la respuesta
siguiendo esa metodología. De manera que nosotros no queríamos eso y nos dedicamos
a buscar por un camino diferente una metodología lógica y racional para el desarrollo de
vacunas. Como les decía, la distancia entre los deditos debe ser aproximadamente de 23
mil millonésimas de metro, o sea 23 Ångström (Å); no debe estar por debajo de 20 Å,
pero tampoco arriba de 25 Å. Esto sirve para decirle a la gente que esto funciona con
reglas de juego claramente definidas. Los cambios que hemos hechos están diseñados
para que ajusten perfectamente en las moléculas del sistema inmunitario y que había
que tener consideraciones físicas, junto con actividades biológicas e inmunológicas para
desarrollar vacunas.
Aspiramos a entregar una nueva vacuna contra la malaria en el año 2008. Los
abogados, al menos los míos, son paranoicos y se ponen histéricos cada vez que
muestro esto, porque piensan que me lo van a copiar, pero quien se atreva tendrá que
explica cómo llegó a aquí, y esto es una parte, en total tenemos 58 de las 113 manos
modificadas conocidas, con la cuales nosotros aspiramos a entregar una vacuna. La
gente se pregunta por qué no la entregamos ya, pero es que estamos reconociendo a las
moléculas para impedir que la larvita se pegue a las células del hígado, antes era la
perita a los glóbulos rojos, ahora es la larvita a la célula hepática para tener dos niveles
de protección, de manera que si una larvita se me escapa, la asesino más adelante.
Entiendan ustedes que yo vengo de Colombia, la técnica debe ser así, uno jamás le pega
un tiro, le pega con una ametralladora.
En nuestro instituto, uno de mis hijos está encargado de otra vacuna contra la malaria
que es el Plasmodium vivax, y como el trabajo es de él, en vez de invitarme a mí lo
invitan a él, porque a mí ya me están diciendo que soy obsoleto, entonces el chico que
tiene 32 años y 33 publicaciones mundiales es el que va a dictar conferencias a La
Haya, India, Inglaterra, entre otras. Esa es una anécdota muy hermosa, que me llamó la
atención: me llamó el director del Instituto de Ingeniería Genética y Biotecnología para
decirme que quería que fuera a dictar conferencia de malaria a la India, él, no yo porque
yo estoy obsoleto. Y aunque el hijo está desarrollando la otra vacuna, los principios
siguen siendo idénticos.
Con Javier García estamos desarrollando una vacuna contra la hepatitis C; una para
la tuberculosis con Manuel Alfonso. Con los dos estamos desarrollando manitos,
deditos y dele la vuelta, de manera que no es malaria, son métodos para desarrollar
vacunas en general y es en plural. Sé que las mujeres me van a adorar por esto, porque
estamos desarrollando una vacuna universal, no especifica de cepa, contra el virus del
papiloma causal del cáncer de útero. Merck está desarrollando una para el HPV 18;
Glaxo contra la 16. Nosotros contra las manitos conservadas, significa que son
independientes de cepa, ahora sí entenderán porque las multinacionales farmacéuticas
quieren cargárselo a uno, pues es elemental, es lógico, hay que entenderlo también. De
manera que ese artículo del virus del papiloma y sus manitos conservadas, es por eso
que las multinacionales se lo quieren cargar a uno; esto ha sido claramente publicado
por Ricardo Vera Bravo en nuestro instituto, y fue la portada del Internacional Journal
of Cancer en diciembre del 2003. Igual pasa con el virus del linfoma de Burkitt que
causa, justamente, un problema de cáncer en el sistema linfático y es lo mismo: manitos,
deditos y dele la vuelta. De manera que algo debe estar buen, cuando varios organismos
a nivel a internacional le comienzan a hacer caso a uno, y que varias revistas a nivel
internacional lo apoyen con reconocimiento en sus portadas.
Pero allí no para la historia, les voy a platicar de forma breve. Ya sabemos lo de
“manitos, deditos y darle la vuelta”, mantenga la distancia a 23 mil millonésimas, y dele
la vuelta a algunos deditos; pero eso sigue siendo experimentalista, de lo cual me honro
hoy en día al ser el primer investigador en ser invitado a la Cátedra Julio Cortázar, me
honra enormemente. Pero hoy en día nos vamos a pasar más allá de las moléculas, y es
que vamos a aplicar sólo los métodos matemáticos, de química cuántica, teoría de
grafos, eso ya no es ninguna experimentación, eso es sólo in silico, sólo estamos
reconociendo los momentos polares: unipolares, bipolares, tripolares, cuadrupolares,
etcétera; de los distintos átomos de los aminoácidos, los ángulos de torsión, las
disposiciones y orientaciones en el espacio; eso no tiene nada que ver con una pipeta, es
única y exclusivamente matemático, para poder hacer el reconocimiento de esta manera;
todo esto ya está publicado, es analizado por química cuántica para explicar cómo se
producen anticuerpos para transmitir el virus de la gripa, por eso me honro
enormemente de estar el día de hoy dictando esta conferencia de “Más allá de las
moléculas”: aquí ya no hay moléculas, sino conceptos eminentemente matemáticos para
llegar a la solución de dichos problemas. Todo eso ya está publicado. Por eso hoy en día
estudiamos momentos polares, de torsión, localizaciones y función de onda. Por eso les
dije, entre otras cosas, que estábamos en la búsqueda de una forma matemática para
hacer vacunas.
No hemos terminado, nos queda un largo trecho, pero las bases, desde el punto de
vista científico, están sentadas para que ello pueda realizarse. Nos falta mucho pero
estamos convencidos que de las mismas formas que resolvimos el problema químico y
el físico, con esa misma actitud, tendremos la oportunidad de desarrollar los métodos
matemáticos, todo eso tiene ya alrededor de unas doce publicaciones para predecir
cómo, matemáticamente, todo debe ajustar.
Esta metodología de la cual les he contado genera inmunidad protectiva, es decir,
protección contra enfermedades que ni producen moléculas ni son vistas, generando así
el desarrollo racional de vacunas. No quiero dejar de reiterar mi agradecimiento a la
Universidad de Guadalajara por nombrarme el primer científico experimentalista que
viene a dictar una cátedra, pero también quiero reconocer el trabajo y convicción de mis
compatriotas que han trabajado para que esto se realice.