Manuales de Crítica Textual. Las Líneas Maestras de la Ecdótica Española

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Revista de potica medieval. 2 (1998). pp. 115-153

MANUALES DE CRTICA TEXTUAL: LAS LNEAS MAESTRAS DE LA ECDnCA ESPAOLA

Jos Manuel Luca Megas Universidad de Alcal

La reciente publicacin de La edicin de textos de Miguel ngel Prez Priego, destinada a dar a conocer tanto losradimentosde la crtica textual, ciencia centenaria, como las nuevas aportaciones que se han ido sumando en los ltimos aos, sirve de pretexto pma ansizn* los diferentes manuales o estudios tericos que se han publicado en Espaa descfe el pionero (y todava en muchos aspectos imprescindible) manual de Alberto Blecua de 1983, con la intencin de intentar cominvnder (en parte) las lneas maestras de la ecdtka espaola en los ltimos decenios, as como los campos y nuevas aportaciones metodolgicas que permanecen parcialmente inexplorados. Sern cuatro los manuales a los que prestaremos atencin, cuatro propuestas tericas, que se concretan en los siguioites:115

[\]ASbatoBlecaaM(mud(kcrtkxitextued,Mi^ 1983(=Blecua) [2] Elisa Ruiz, Crtica textual. Edicin de textos, en Jos Mara Diez Borque (ed.), Mtodos de estudio de la obra literaria, Madrid, Taurus, 1985, pp. 67-143 (=Ruiz) [3] Jos Manuel Fradejas Rueda, Introduccin a la edicin de textos medievUes castellanos, Madrid, UNED, 1992 (=Fradejas) y [4] Miguel ngel Prez Priego, La edicin de textos, Madrid, Sntesis, 1997 (=Prez Priego)'. De este modo, el propsito que mueven estas pginas ha de entenderse como un anlisis (te los principios tericos que cualquier estudiante (e investigador) puede encontrar en lengua espaola de los principios de la crtica textual que, en parte, no ha conseguido en suelo peninsular una aclimatacin como la que puette comprobarse en otras filologas europeas;' Fuera de nuestra atencin quedan, de este modo, tanto los trabajos parciales que han ido viendo la luz en revistas especializadas (en especial, en Incipit), como los manuales que se ccHicretan en modelos textuales de otras lenguas, como el que Alberto Bernab publicara para los textos griegos {Manual de critica textual y edicin de textos griegos, Macfaid, Ediciones Clsicas, 1992). Entre los trabajos parciales, destacamos para el lector interesado los siguientes, sin ningn nimo como puede imaginarse de intentar ser exhaustivo: Ignacio Arellano, La edicin de textos teatrales del Siglo de Oro (s. XV). Notas sueltas sobre el estado de la cuestin (1980-1990), en Canavaggio, J., (ed.), La comedia. Seminario hispano-francs organizado por la casa de Velzquez. Madrid, Diciembre 1991-junio 1992, Madrid, 1995; Crtica textual y anotacin filolgica en obras del Siglo de Oro, eds. Ignacio Arellano y J. Caedo, Madrid, Castalia, 1991; Alberto Blecua, Los textos medievales castellanos y sus ediciones. Romance Pkilohgy, 45 (1991), pp. 73-88; Jacques Joset, Cinq limites de l'dition de textes mdivaux castillans (Exemples du Libro de Buen Amor), Cahiers de lingmstique hispanique mdivale, 7 bis (1982), {^. 221-235; Jos Antonio MiUn, La edicin electrnica y multimedia. Electronic and Multimedia Publishing, Salamanca, 1995; Germn Orduna, La edicin crtica, Incipit, 10 (1990), pp. 17-43; Jos Antonio Pascual, La edicin critica de los textos del Siglo de Oro: de nuevo sobre su modernizacin granea, en Estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro, 1988, pp. 37-57; Pedm Snchez-Prieto B, Incipit. 14 (1994), pp. 1-16 y II. La edicin crtica como arte de edicin. 1. Interpretatio-Iudicium (Mo Cid, vv. 2686-88 y 2428-29). 2. De la oralidad al impreso, Incipit, 15 (1995), pp. 1-2, en donde el lector interesado encontrar interesantes referencias bibliogrficas y nuevas perspectivas que se abren a la crtica textual.118

todava no exista una coleccin editorial que ofrezca a los lectores ediciones crticas de nuestros autores medievales^. 1. Una primera caracterizacin. Antes de analizar el conjunto de ideas y de propuestas tericas y prcticas que podremos encontrar en sus pginas, es de^sticia delintar las peculiaridades de cada uno de los manuales y trabajos aqu reseiados; sera un grave error tender a una comparacin sin lmites, a exigir los mismos acercamientos, las mismas preocupaciones a textos que nacen desde intenciones tan dispares. Mientras Blecua y Prez Priego se ofrecen como manuales en donde se organizan de una manera sistemtica -con todas las limitaciones que expresan sus autores en las pginas iniciales^ - tanto los principios'' En diversas ocasiones en nuestra argumentacin volveremos los ojos d ejemplo de la filologa italiana, que se encuentra a una distancia abismal en este campo de nuestros estudios de crtica textual, ya que desde hace un siglo ha sabido utilizar una tcnica de estudio, modificndola y adaptndola a las necesidades particulares de los textos italianos. Quedmonos ahora con un ejemplo. En 1975 el profesor Aurelio Roncaglia publica sus Principi e applicaziot di critica testuale, un manual para sus estwUantes del ao acadmico 1974-1975 de la Universitl della Sapienza (te Roma. En el s^Kfftado 6 se deja claro lo que ahora venimos sutoiyando: La Crtica textual es la garante de la legitimidad y exactitud de cualquier conocimiento histrico que se base en documentos escritos, y sobre documentos escritos se funda principaln^nte nuestro patrimonio cultural. Por esto difcilmente se puede sobrevalorar la imparUi dd mamial de Alboto Blecua; quince ak)s que-inevitablementelo han envejecido en algunos presu^mestos, aunque en ningn nK>mento se ha de imaginar un anciano decrpito-, todo lo ccmtrario: hoy en da el manual de Blecua, como ya tendremos ocasin de argumentar ms adelante, sigue siendo una de las herramientas ms tiles, una de las fundamentales para todo aquel que se di^x)nga a conoce los rudimentos, la metodologa y las fases de la crtica textual.* El articulo de Elisa Ruiz se inserta dentro de la Parte I, junto a los de ngel Camilas, Paleografa y Bibliologa, Carmen Daz Castan, Estudio filolgico y Jaime Mol, La bibliografa en la investigacin literaria. 120

Por otro lado, no hemos de olvidar que en tres de los trabyos analizados (Blecua, Fradejas y Prez Priego) estamos ante investigactoies, ante editores que doitro y fuera de los estudios aqu indicados hacoi una apologa del mtodo (neo)lachmanmano para la edicin de textos antiguos; ya sea desde las pginas iniciales', ya sea a lo largo de la argumentacin"*; unaposturaque seoifrenta al bdiersmo (o al ned3diersmo")> que ha trunfKk> en la edciva, Antenore, 1984. ** El asunto por otro lado rebasa los lmites que nos hemos imfHesto en este anlisis, pero el lector interesado puede encontrar algunos datos y referencias en los siguientes tn^jos: Germn Orduna, La variante y la vida puafrstica de la escrit o * medieval, Incipit, XIV (1994), pp. 145-158; Giovanni Orlandi. Foche non possiamo non cUrct lachmanniani, FiU^ogh Mediolatina, 2 (199S), pp. 1-42, y Jos Manuel LiKa Megfu, La tecnia de los diasi^emas y el ejemplo prctico Libro del cavaUero TJ^ar*, Incipit, 16 (1996), pp. 55-114. 122

de medios tipogrficos'', Ruiz, p. 108); pero si el editor quiere llevar a cabo la presentacin de un texto (y no de un documento concreto, por ms que sea el codex unicus conservado de una obra)*^, entonces estaremos ante una edicin crtica, ante una interpretacin textual que tiende hacia la legibilidad del texto y su correcta interpretacin, destinada a un pblico no necesariamente de especialistas (lo que s sucede en los casos anteriores). La edicin crtica llevar a cabo su cometido, como veremos ms adelante al estudiar el mtodo, gracias a la comprensin global de la gnesis y de la transmisin de los textos, que se concretan en unos testimonios (manuscritos e impresos) determinados" ." Bente a la continua utilizacin de este modelo de eddn por parte de histariadoies para dar a conocer ios documentos, quoiranos en esta sede defender una vez n ^ las positnlidades del mtodo utilizado pn' el profesor Pedro Snchez-Prieto Boija y su equipo de investigacin de la Universidad de Alcal, que ha visto culminado, por ahora, su esfuerzo en dos volmenes de Textos para la historia del espaol, Alcal de Henares, Universidad, 1991 y 1995. De cada documento se ofrecen tres acercamientos: una reproduccin facsfinil, una presentacin semipaleogrfica y una presentadn critica, con un breve estudio lingstico que viene a concretar las peculinxlades decada \ejD. Pwa todte las cuestiones tetan, tal y como suceda (salvando las distaiwias) a piinciiMO de siglo con el mtodo que Lachmann y otros investigadores alemanes haban ensayado para las tradiciones clsicas y bblicas, y que se queran imponer a las romances, con las consecuencias negativas (Bdier incluido) que todos conocemos y aceptamos.

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&1 un artculo que Germn Orduna public en 199(P' se preocupaba s(^)rerateasunto concreto de definir la edicin crtica y, de un modo acertado, ms que hablar de esa intencin de reconstruir, de ofrecer protc^pos o arquetipos o de describir, se ccmcentra en la intencin y metodologa con la que se ha trabajado, y que se ofrece tanto en un texto crtico como en un aparato de variantes, con todas las justificaciones metodolgicas que permitan al lector conocer su gnesis y su transmisin. Mucho ms coca, por tanto, de ese arte de editar textos del que hablaba Blecua, y de este modo, siguiendo a Barbi y matizando en parte los elememos que s^n Paul Maas deban apaiccet necesariamente en una edicin crtica, se ha de considerar que una edicin debe presentar el texto crtico y todos los elementos necesarios para su interpretacin e ilustracin; los que son necesarios y, a la vez, pertinentes (p. 21). La e(fici a una mano posterior (lo que evidencia una copia deturpada seguramente debido al propio copista de M), P es un rico cdice embellecido con ms cte doscientas miniaturas, lo que le convierte en una joya bibliogrfca y al mismo tiempo en un diasistema en donde predomina el mensaje iconogrfico frente a la

'' Una descripcin detallada de los mismos puede verse en nuestro trabajo Testimonios del Libro del cavallero Zifar, en Francisco Rico (dir.). Edicin facsmil del Libro del cavallero Zifar: ms. Esp. 26 de la Bibliothque Nationale de France, Barcelona, Moliere, 1996, pp. 95-136, as como el lector encontrar una argumentacin sobre la capitulacin en nuestro trabajo: Hacia la particin original del Libw del cavallero Zifar*, en Juan Paredes Nez (ed.), Medievo y Literatura. Actas del V Congreso de la Asociada Hispmca de Literatura Medieval, Granada, Universidad de Granada, 199S,t(Hnoin,pp. 111-130.

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inteligUlidad textual, y S ofrece un texto e^jecialmente adaptado tanto a los usos lingttstcos de la Castilla de principios del siglo XVI omio a los estticos e incluso ideolgicos de la poca. En este caso concreto, a la mano del correctOT de la ini{Henta c los Ciomberger, al qae, oxno es habitual en este momento, podemos caracterizar como innovador frente a su modelo, un mamiscrto medieval hoy perdido, se le puecten atribuir algunos omisiones por razonas ideolgicas o religiosas en el sistema de su modelo. Pcmgamos slo lu ejoi^io: otando al inicio del texto se habla de las causas por las que el limge de Cam fue maldito por su padre, se limita a la referencia bblica del episodio en d que el hijo de No hizo escarnio de su padre cuando lo encontr desnudoen medio de su tienda borracho despus de haber bebido el vino de la via (xodo, 9,18-25), suprimiendo el siguiente pasaje que relata la otra causa: que Cam yaziera con su mujer en el arca durante el diluvk), y as miao la medicin que cay s(4ne los can^-en un juego de palattus cpie se atribuye a los judo-, que son oUigados a qiKdar ligados en lacdelo a sus copias, alternaba en diversas ocasiones con una de tipo iKMizontal: un escriba que copia lecciones de varios cdices al mismo tiempo, con una variada tipologa, como ha puesto de manifiesto el {"ofesor Cesare Segre^; estaramos ante la tan temida contaminacin, enfermedad sin remedio segn el ortodoxo Paul Maas^'. Pero la contaminacin se ha analizado en los ltimos aos desde la peculiar transmisin de los'textos romnicos (y no desde la perspectiva de los*^En su estudio Appunti sul [Hxjblema delle contaminazioni nei testi in prosa, publicado en Studi e pwblem di critica testiutle (Convegno di Studi di Hlologia Italiana nel Centenario dellaComissifme pa i Testi di Ungua, 7-9 ^ l e 1960), Bologna, Conunissione per i Tes di Lingua, 1961, i^. 63-67, habla de contaminacin de ejemplares (cuando un cofMSta, o por comi^tv un ejem|dar incompleto, o potqfjc prefioe un ejemplo- ms l^ft>le o autorizado, transcribe alternativamente de dos ejen:^>kes) y "contaminacin de lecdones", que puede ser clasicada segn su modalidad: [1] contaminacin simple (consecuencia de una sola cdacin en un nico ejemplar), [2] contaminacin fraccionada (consecuencia de sucesivas colaciones de un nico ejemplar),y [3] contaminacin mtStipie (consecumcm de varias colaciones con ms de un ejen^lar); as c tmnbin puede ser dasifcada segn su intensidad: [1] amtaminacin espordica (las leccilares). ** 'Kmuna Paid Maas su Ubro Crtica del testo [1927], ob. cil, coa su famosa frase: ConUrohcoBtanMOkmenonsifeaicaBscqiatoalcunrimedo (p.62),quetanq)ortimameirte lecuoda Pnez Priego (p. 67).

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clsicos o humansticos) por lo que se ha llegado a relativizar su importancia y trascendencia en Isiconstitutio textos, como as mismo se ha relativizado el peso o la trascendencia que el editor (tebe dar al establecimiento de un stemma, de un rbol genealgico donde se pongan de manifiesto los datos examinados y seleccionados en l&recensio. Y a estos dos aspectos, estrechamente vinculados, queremos dedicar las ltimas pginas de nuestro anlisis. En cualquier caso, tanto en Blecua (pp. 91-101) corno en Prez Priego (pp. 66-68), al hablar de las ltimas fases de la examinatio y la selectio de la recensio, se onece al l cC * espaol el problema de la contaminacin-uno de et M los ms impcxtantes para el lachmannismo, como ya veamos en Paul Maas-, pero sin dar cabida a toda la discusin que su presencia en tradiciones de textos defccinen lenguas romances ha suscitado en los ltimos tiempos; todo lo contrario, su presencia la ofrecen como algo habitual: Ocurre con ecuencia-y en particular oi la tradicin medkval y, po: supuesto, oi laclacaque los copistas trabajan con dos o ms modelos a la vez y componen un texto hbrido o contaminado (Blecua, p. 91). Pero no siempre es as; pero no necesariamente debe ser as. En 1984 Mario Martelli presenta en la ciudad italiana de Lecce sus Considerazioni intomo alia contaminazione nella tradizioni dei testi volgari*^, en donde se sita el tema de la contaminacin en un terreno que consideramos ms fructfero, ms acorde a la realidad de la transmisin de nuestros textos frente a esos scrptoria tan bien fornidos de los que parecen hablar los manuales, y en donde en raras ocasiones son copiados los textos defccinen lengua vulgar; o al menos no con la fdelidad a la letra como si se trataran de textos clsicos o humansticos^^. La contaminacin puede analizarse desde dos perspectivas, tal y como termina haciendo el profesor Martelli con la ejemplifcacin de las Stanze^ Publicado un ao despus en el libro Critica del testo (Pmblemi di mtodo ed esperienze di lavom), Roma, Salerno Editnce. 1985, pp. 127-149. ^ Al mateen hemos de situar la poesa de cancionero e incluso la sapiencial que, debido al peso que tiene en su transmisin la memraia y los diferentes honadoxes y reelaboraciones que se copian en diversos momentos de su transmisin, potencian la contaminacin, aunque hemos de pmsar en algo que podramos dencaninar como contaminacin inconsciente, o al menos no matoial tal y como se indica normalmente al hablar de este asunto.

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de Angelo Poliziano: por un lado desde la del mtodo ecdtico, y por otro, desde la de su presencia real, no tanto posible como probable y verosmil, en la transmisin de un texto en concreto. En la unin de ambos puntos de vista, la contaminacin lejos de ser una enfermedad maldita puede convertirse en un nuevo campo de anlisis y de fuente de datos para el editor. De este modo, la contaminacin, como en tantas ocasiones se ha consumado en algunas ediciones crticas, no debe ser la explicacin (prn^ra y ltima) de las extraas filiaciones entre los testimonios o familias^, sino todo lo contrario: en esto, en efecto, consistir la primera funcin que de manera legtima la hiptesis de una transmisin horizontal puede, o debe, ser llamada a cumplir: si, en el momento de realizar el stemma, no exhibe las caractersticas de probabilidad y de verosimilitud que, por el contrario, le son indispensables, el editor deber considerar el rbol, con el que ha representado la clasifcacin de los testimonios, probablemente equivocado; y, por este motivo, deber intentarlo de nuevo, recorriendo otros caminos. La contaminacin, en suma, debe ser considerada un dato entre otros, y no [...] el 'residuo racional' de un proceso que, en abstracto, viene presupuesto como racional^*. Y como no todos los textos ni todas los modelos de transmisin poseen una misma relacin con la contaminacin, hemos de conocer y tener en cuenta el factor de probabilidad y de verosimilitud que pueda darse en la transmisin del texto concreto que queramos editar, teniendo siempre presente que este aspecto esencial de la crtica textual nace de mbitos tan propicios a la contaminacin, a la consulta de varios cdices como es el humanstico. Frente a una tradicin respetuosa como la de tradicin** Un vetdadero Deus ex machina en palabras de M. Martelli: [la contaminacin] viene normalmente, en la pr&:tica cotidiana, introducida en escena, cuando se acerca el epflogo, como un verdadero y propio deus ex machina, con que devolver la disimuladafinalidadde desatar el nudo de un esfuerzo el de la constitutio textos que de otro modo, mucho ms a menudo de lo qtw desearamos, resulta eventualmente insoluble. En efecto, cuando no se puede constatar de modo fsico, la contaminacin no viene siq)etpuesta a ningn control: no demostrada, de da no se comprueba ni incluso la probabilMad; y termina por convertirse, mas bien, en el residuo irracional, tanto de modo rpido como iluswiuiMnte racionalizado, de un stemma en s mismo contradictoio (cita de la p. 134, la traduccin es nuestra). ** La cita procede de la p. 135. La traduccin es nuestra.

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de obras latinas y griegas, se ha de situar la tradicin activa de las obras romnicas, tal y como Alberto Vrvaro indicara hace unos aos^, p(Hr lo que el error textual como principio metodolgico para establecer la relacin de los testimonios en tradiciones activas ha de relativizstfse, constituyendo la segunda gran leccin que la crtica textual neolachmanniana ha sabido extraer de la contaminacin: es evidente -dice el profesor Martelli- que un texto ser transcrito mecnicamente de manera inversamente proporcional a la capacidad de comprensin de quien lo transcribe. Quien sigue el sentido de lo que copia est inducido, ms o menos conscientemente, a sustimir con una cierta frecuencia aquello que ciertamente est escrito en su nKxlelo por aquello que cree o espersd va* escrito. Si el copista que tnmscrbe una obra latina o griega no csitiende siempre con precisin o sin dudas el significado de esta o de aquella frase, de este o aquel perodo, es lgico que, debiendo renunciar (no por otra cosa que por economa de tiempo) a llevar a cabo un continuo,repeti,y en demasa infructuoso esfuerzo de exacta tnduccin, intoitar de manera habitual callar sus dudas con una maym-fdelidadmecnica a las lecciol gMal