Maíz Transgénico

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El maíz transgénico en Sinaloa: ¿tecnología inapropiada, obsoleta o de vanguardia? Implicaciones socioeconómicas de la posible siembra comercial 1 Transgenic Corn in Sinaloa: Inappropriate, Obsolete, or Cutting-Edge Technology? Socioeconomic Implications of Possible Commercial Planting Michelle Chauvet 2 y Elena Lazos 3 RESUMEN Adoptar semillas genéticamente modificadas para la producción maicera implica tanto afectar el ambiente por el flujo de genes con maíces nativos como profundizar la de- pendencia tecnológica. Estos efectos adversos no se compensan con los posibles beneficios. Debido al ciclo productivo otoño-invierno y al manejo del cultivo, los agricul- tores no tienen problemas con plagas ni con malezas. Semillas y fertilizantes significan hasta el 70% del gasto. Sinaloa se ha especializado en maíz y hortalizas y es ejemplo de modernidad para muchos productores; sin embargo, esta maicificación, apoyada en subsidios federales, consume altas cantidades de agua y de fertilizantes; su mayor dificultad es la comercialización. PALABRAS CLAVE: maíz transgénico; Sinaloa; tipología productores; costos de pro- ducción; comercialización; organizaciones sociales. ABSTRACT Using genetically modified seeds for producing corn implies affecting both the envi- ronment due to the flow of genes with native varieties of corn and deepening techno- logical dependency. These adverse effects are not compensated for by the possible benefits. Due to the fall-winter crop cycle and the way crops are handled, farmers have no problems with pests or weeds. Seeds and fertilizers constitute up to 70% of expenses. Sinaloa has specialized in corn and vegetables and is an example of mo- dernity for many producers. However, this “maizification,” supported by federal subsi- dies, consumes high volumes of water and fertilizers, and its main difficulty is com- mercialization. KEY WORDS: transgenic corn, Sinaloa, typology of producers, production costs, commercialization, social organizations. 1 Agradecemos a los productores, autoridades y funcionarios de Sinaloa su ayuda y su disposición para confiarnos información valiosa que forma parte de estas reflexiones. Asimismo, agradecemos a la doctora Libertad Castro su participación en el trabajo de campo y en la entrega de informes preliminares. Elena Lazos agradece particularmente al Ethnologisches Seminar de la Universidad de Zürich su apoyo durante la redacción del presente texto. 2 Profesora-investigadora del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco (uaM-a). Correo electrónico: [email protected] 3 Profesora-investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacio- nal Autónoma de México. Correo electrónico: [email protected] Sociológica, año 29, número 82, mayo-agosto de 2014, pp. 7-44 Fecha de recepción: 16/04/14. Fecha de aceptación: 07/07/14

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  • El maz transgnico en Sinaloa: tecnologa inapropiada, obsoleta o de vanguardia? Implicaciones socioeconmicas de la posible siembra comercial1Transgenic Corn in Sinaloa: Inappropriate, Obsolete, or Cutting-Edge Technology? Socioeconomic Implications of Possible Commercial Planting

    Michelle Chauvet 2

    y Elena Lazos 3

    RESUMENAdoptar semillas genticamente modificadas para la produccin maicera implica tanto afectar el ambiente por el flujo de genes con maces nativos como profundizar la de-pendencia tecnolgica. Estos efectos adversos no se compensan con los posibles beneficios. Debido al ciclo productivo otoo-invierno y al manejo del cultivo, los agricul-tores no tienen problemas con plagas ni con malezas. Semillas y fertilizantes significan hasta el 70% del gasto. Sinaloa se ha especializado en maz y hortalizas y es ejemplo de modernidad para muchos productores; sin embargo, esta maicificacin, apoyada en subsidios federales, consume altas cantidades de agua y de fertilizantes; su mayor dificultad es la comercializacin.PALABRAS CLAVE: maz transgnico; Sinaloa; tipologa productores; costos de pro-duccin; comercializacin; organizaciones sociales.

    ABSTRACTUsing genetically modified seeds for producing corn implies affecting both the envi-ronment due to the flow of genes with native varieties of corn and deepening techno-logical dependency. These adverse effects are not compensated for by the possible benefits. Due to the fall-winter crop cycle and the way crops are handled, farmers have no problems with pests or weeds. Seeds and fertilizers constitute up to 70% of expenses. Sinaloa has specialized in corn and vegetables and is an example of mo-dernity for many producers. However, this maizification, supported by federal subsi-dies, consumes high volumes of water and fertilizers, and its main difficulty is com-mercialization.KEY WORDS: transgenic corn, Sinaloa, typology of producers, production costs, commercialization, social organizations.

    1 Agradecemos a los productores, autoridades y funcionarios de Sinaloa su ayuda y su disposicin para confiarnos informacin valiosa que forma parte de estas reflexiones. Asimismo, agradecemos a la doctora Libertad Castro su participacin en el trabajo de campo y en la entrega de informes preliminares. Elena Lazos agradece particularmente al Ethnologisches Seminar de la Universidad de Zrich su apoyo durante la redaccin del presente texto.

    2 Profesora-investigadora del Departamento de Sociologa de la Universidad Autnoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco (uaM-a). Correo electrnico: [email protected]

    3 Profesora-investigadora del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacio-nal Autnoma de Mxico. Correo electrnico: [email protected]

    Sociolgica, ao 29, nmero 82, mayo-agosto de 2014, pp. 7-44Fecha de recepcin: 16/04/14. Fecha de aceptacin: 07/07/14

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    IntroduccIn

    La liberacin de organismos genticamente modificados (oGM) en un contexto agrcola requiere de un anlisis detallado que permita responder a la resolucin de problemticas propias del lugar don-de se propone utilizarlos. Uno de los factores importantes a eva-luar es la relacin entre los costos de los cultivos genticamente modificados y los beneficios y/o las desventajas potenciales de ndole econmica, social, ambiental y cultural que presentan.

    De la estructura de costos resalta la compra de la semilla, por un lado, y el ahorro que se tendra en la aplicacin de insec-ticidas y herbicidas, por otro; dado que las semillas gentica-mente modificadas (GM) que se comercializan ofrecen resisten-cia a plagas, a herbicidas o a ambos, lo que se conoce como genes apilados, el precio de la semilla GM es ms elevado que el de la hbrida en los pases donde se ha introducido. En Hon-duras, la diferencia promedio de la semilla convencional de alto rendimiento, frente a la semilla de maz Bt es de cincuenta d-lares por hectrea (Roca, et al., 2013). Sin embargo, en Mxico las compaas semilleras no han reportado el precio calculado de este insumo y ello impide evaluar las ventajas y desventajas econmicas de su posible introduccin en el pas.

    Cabe aclarar que el uso del maz GM es un tema cuya com-plejidad rebasa el anlisis de costos de produccin, dado que participan mltiples actores productores, comercializadores, compaas semilleras, industriales, investigadores y funciona-

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    rios de distintos niveles, cada uno de los cuales tiene diversas perspectivas e intereses. Sin embargo, queremos concentrar-nos en la parte de los productores por considerarlos los usuarios principales, y brindar una reflexin ms profunda sobre los pros y contras que tendran. El grado de incertidumbre ante los posibles impactos del uso de los oGM en la agricultura lleva a la necesidad de elaborar diagnsticos y evaluaciones previas a la decisin de incorporar o no esta tecnologa en el pas. Este trabajo tiene como objetivo analizar los costos actuales de la produccin de maz entre agricultores representantes de cada estrato y examinar su postura con respecto al maz gentica-mente modificado, con el fin de elaborar un diagnstico que permita evaluar la pertinencia de su posible introduccin co-mercial. El resultado de la presente investigacin puede afectar significativamente las decisiones relativas a la adopcin de las semillas4 y est vinculado con el acceso a la informacin con que cuentan estos actores (Adesina y Baidu-Forson, 1995).

    El caso del maz es particularmente importante para Mxico por ser el centro del origen y de la diversidad de este cultivo, con lo cual la introduccin de una variedad transgnica afecta-r la reproduccin y el manejo libre de las semillas nativas. Dada la tecnologa disponible cabe conjeturar que los oGM ge-nerarn escenarios distintos dependiendo de los estratos de productores, ya sea que se dediquen a su cultivo de manera comercial o para el autoconsumo.

    Es importante mencionar que el abasto de maz blanco para consumo humano est garantizado con la produccin nacional; las importaciones que se realizan son fundamentalmente de maz amarillo, destinado a la produccin pecuaria y de la indus-tria alimentaria.

    4 Los resultados de la investigacin forman parte del proyecto Impactos sociales, econmicos y culturales de la posible introduccin de maz genticamente modifi-cado en Mxico, que desarrollan de manera conjunta la Universidad Autnoma Metropolitana y la Universidad Nacional Autnoma de Mxico con financiamiento de la Comisin Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genticamen-te Modificados (Cibiogem).

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    condIcIones socIoeconmIcas a consIderar para la IntroduccIn de maz transgnIco en sInaloa

    el contexto aGrcola sinaloense

    La infraestructura hidrulica en el estado comenz a ser cons-truida desde la dcada de 1930. A partir de entonces, el noroeste mexicano se fue convirtiendo en el eje principal de la economa agrcola mexicana, lo cual se demuestra por las trascendentes obras hidrulicas construidas (once presas). Igualmente, el nor-te se vio favorecido con las cuantiosas inversiones federales en el proceso de mecanizacin. De 1939 a 1960, alentado por la poltica agrohidrulica y la llamada revolucin verde, el maz fue el principal producto en Sinaloa. En los aos subsecuentes su produccin disminuy, pero fue retomada en la dcada de los noventa (Fritcher, 1996). Su actual crecimiento ha sido fruto de alianzas polticas, del factor del capital y del nivel de produccin (Appendini, 2014). A principios de los aos ochenta la mayor parte de la superficie se destinaba a una alta diversificacin de cultivos de primavera-verano. Sin embargo, la modificacin del marco de poltica agrcola nacional indujo un patrn de especia-lizacin basado en cultivos otoo-invierno. Dichas polticas favo-recieron al maz, mientras que fueron retirados apoyos y protec-cin a otros cultivos. En consecuencia, se elev la demanda de semillas hbridas de alto rendimiento, se adquiri maquinaria y se hicieron inversiones en instalaciones para el secado y alma-cenamiento de este grano. El desplazamiento hacia el maz re-present una reconversin inducida no slo por factores institu-cionales, sino tambin bsicamente de mercado.

    En 2011, Sinaloa fue el estado del pas con el mayor nmero de hectreas con agricultura mecanizada, uso de agroqumi-cos, semilla mejorada, riego, acciones fitosanitarias y asisten-cia tcnica. De las 1626,551 hectreas cultivables, el 99% es-taba mecanizada y en el 94% se utilizaban agroqumicos. Para el ciclo 2011 el maz ocup 837,050 hectreas de superficie sembrada, de las cuales aproximadamente 833,115 estaban

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    mecanizadas; 800,728 irrigadas; 770,574 contaban con asis-tencia tcnica y 831,064 con maz de semilla mejorada. Slo 5,986 hectreas estaban sembradas con maces de semilla nativa (siaP, 2011). Durante los ltimos quince aos Sinaloa ha sido el principal productor de maz blanco en el pas, su pro-duccin se ha incrementado 100% desde 1990, obtenindose rendimientos crecientes comparables a los niveles de Estados Unidos (grficas 1 y 2).

    GrFica 1sinaloa: Produccin de Maz (1980 a 2011)

    Fuente: elaboracin propia con datos del Servicio de Informacin Agroalimentaria y Pesquera (siaP), 2011.

    GrFica 2sinaloa: rendiMientos de Maz (1980 a 2011)

    Fuente: elaboracin propia con datos de siaP, 2011.

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    En contraste, existe otro Sinaloa: las sierras y planicies no irriga-das, pobladas por indgenas mayos y mestizos pobres, siguen cul-tivadas con maces nativos. En el estudio de la Comisin Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) se repor-tan nueve razas de maces nativos: tabloncillo, tabloncillo perla, tuxpeo, elotero, blando de Sonora, onaveo, vandeo, reventador y jala. E inclusive se han reportado dos razas ms: el dulce de Si-naloa y el chapalote.5 La mayor diversidad racial se encuentra en el municipio de Concordia, en donde hay ocho variedades, seguido por los municipios de Sinaloa de Leyva y San Ignacio. El maz de temporal se siembra en quince de los 18 municipios; los de mayor importancia por el promedio sembrado (2003-2007) fueron: Sina-loa de Leyva, Culiacn, Badiraguato, San Ignacio y Cosal, que en conjunto cultivan el 69% del total en el estado (Palacios et al., 2008; Lazos y Chauvet, 2011; Snchez, 2012).

    MetodoloGa

    Con el propsito de analizar el proceso agrcola maicero y las posiciones de los actores involucrados con respecto a la intro-duccin de la tecnologa del maz GM se realizaron dos trabajos de campo: en agosto de 2012, por dos semanas; y en agosto de 2013, por una semana. En el primero entrevistamos a grandes y pequeos productores; grandes y medianos comercializadores de maz; organizaciones productivas del sector privado y organi-zaciones agrarias de los sectores social y privado; acadmicos biotecnlogos responsables de los experimentos piloto del maz transgnico y acadmicos sociales abocados a la problemtica agrcola; funcionarios de instituciones federales como la Secre-tara de Agricultura, Ganadera, Desarrollo Rural, Pesca y Ali-mentacin (Sagarpa) y la Secretara de Medio Ambiente y Re-cursos Naturales (Semarnat) y de instituciones estatales como la Secretara de Agricultura, Ganadera y Pesca del Estado de Sinaloa. En el segundo, entrevistamos a ganaderos y a repre-sentantes del sector pecuario y de la industria de la carne.

    5 Comentario personal del doctor Pedro Snchez, de la Universidad Autnoma de Sinaloa.

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    Con base en cinco criterios se seleccion a 17 productores: a) estratos productivos (nmero de hectreas cultivadas con maz); b) modalidad hdrica (riego y/o temporal); c) pertenencia a organizaciones y/o empresas para comercializar el producto; d) tipo de semilla (hbrida y/o criolla); y e) municipio de ubica-cin de las parcelas. En total, fueron seis grandes productores, cuatro medianos y siete pequeos. Durante las entrevistas se mencion a los informantes que sus datos y opiniones seran confidenciales, razn por la cual en los resultados que se pre-sentan se opt por asignarles una letra en lugar de su nombre. Ahora bien, cuando se trat de representantes de organizacio-nes o de autoridades, dado que tienen un cargo pblico se re-firi su nombre completo.

    tiPos de Productores Y sus caractersticas

    Los grandes productores cultivan entre 150 y mil hectreas. In-clusive algunos llegan a sembrar hasta mil quinientas hect-reas, pues su capacidad econmica se asocia con puestos po-lticos. La mayora de los entrevistados (83%) prefieren tener tanto tierras propias como tierras rentadas dado que no siempre se cultiva toda la extensin, lo cual depende de la capacidad de las presas para la irrigacin. Todos tienen riego y cultivan semi-lla hbrida. La comercializacin se da a travs de las bodegas de las asociaciones de productores o por empresas privadas.

    Entre los medianos productores se encuentran dos estratos de agricultores: a) los que cultivan entre setenta y 150 hect-reas, quienes al igual que los grandes productores combinan el tipo de tenencia de sus tierras (privadas, ex ejidos, y renta de parcelas); y b) los que siembran entre cuarenta y setenta hec-treas, igualmente con tenencia mixta. En este sentido, la dife-rencia entre los productores privados y los del sector social se desdibuja. Todos cuentan con sistema de riego y utilizan semi-lla hbrida.

    Tanto los grandes como los medianos productores cultivan maces blancos hbridos comprados a las compaas transna-cionales (Monsanto y Pioneer). Existen agricultores que, como

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    excepcin, siembran maz amarillo desde 2005 bajo el impulso de la reconversin de Sagarpa, pero no han tenido xito por el menor rendimiento del maz amarillo respecto del blanco y por-que el primero tiene como mercado slo a la produccin pe-cuaria, mientras que el segundo accede, adems, al mercado de alimentacin humana, el cual constituye el ms importante en Mxico. Muchos productores se asocian tanto para comprar al mayoreo los insumos como para ingresar su mercanca en las bodegas. Como todos producen para el mercado, la mayo-ra acepta la agricultura por contrato de Apoyos y Servicios a la Comercializacin Agropecuaria (Aserca). Tales convenios, jun-to con la negociacin del precio por su producto, sern el punto neurlgico para estos agricultores.

    En cuanto a los pequeos productores, distinguimos dos ti-pos: a) ex ejidatarios que poseen entre quince y cuarenta hec-treas; aunque muchos no cultivan sus tierras sino que las rentan a medianos y grandes productores, otros s las siguen cultivan-do a pesar de tener una rentabilidad baja; b) productores serra-nos temporaleros con milpas entre cinco y quince hectreas de maces nativos con cultivos intercalados. Algunos agricultores de este estrato siembran hbridos bajo riego; comercializan poco su maz y de manera informal. Ellos estn en el Programa de Apoyos Directos al Campo (Procampo), lo que se toma en cuenta como parte de la renta de su parcela.

    el Proceso Productivo Y sus costos Por tiPo de Productor

    Los productores maiceros con riegos grandes, medianos, pe-queos inician la preparacin del terreno en agosto para sem-brar entre el 15 de noviembre y el 15 de diciembre. La semilla y los fertilizantes son los insumos de mayor costo y se compran cuando se les otorga el crdito a los productores, entre septiem-bre y octubre. La semilla se adquiere con antelacin porque se encarece en el perodo de siembra. La aplicacin de los fertili-zantes se realiza en la pre siembra y durante el cultivo. Con

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    respecto al riego, por goteo o por gravedad, se realiza uno en la pre siembra y cuatro de auxilio.

    Los plaguicidas y los herbicidas ocupan un reducido porcen-taje de los costos de produccin (cuadros 1 y 2). Aunque casi no haya daos por plagas, la ms comn es el gusano cogollero. Tambin se combaten el gusano elotero, el trips, la araa roja y la roya. Es importante mencionar que no todos los agricultores aplican plaguicidas. La presencia e intensidad de las plagas de-penden del manejo del terreno, el tipo de suelo y las condicio-nes climticas. As, entre ms malezas en el terreno en la tem-porada de descanso, ms probabilidad de plagas. El suelo barrial es ms propenso a plagas que el tipo aluvin. Las tem-poradas de calor tempranas incrementan la probabilidad de pla-gas. Los productores grandes reportan entre 5 y 10% de prdi-das por plaga, pero hacen hincapi en que un monitoreo temprano es indispensable para su control.

    Los productores grandes y medianos contratan mano de obra (250 pesos, jornal pagado por da en agosto del 2012). Para evaluar los costos del proceso productivo seleccionamos a un agricultor grande y uno mediano (cuadros 1 y 2).

    Los costos de la siembra que incluyen la semilla son mu-cho mayores que los del uso de plaguicidas: stos representan el 4% de los costos totales, mientras que la siembra constituye el 32% y la aplicacin de fertilizantes asciende al 34%.

    Para los productores medianos la siembra represent alrede-dor del 30% del total de sus costos productivos, mientras que los plaguicidas nicamente entre el 1.2 y el 2.5%. Los rendimientos de estos agricultores van de 11.5 a 14.2 toneladas por hectrea.

    Para los pequeos agricultores de temporal con siembra de maces nativos el costo de las semillas es nulo, dadas las prc-ticas de intercambio y de reutilizacin de semillas de la cose-cha. Tienen diversos rendimientos (una a cuatro toneladas por hectrea). Algunas variedades son resistentes a la sequa, pla-gas y vientos. Se usan plaguicidas slo en caso necesario, de-pendiendo de factores climticos (con mayor humedad, menor es la frecuencia de plagas). Los herbicidas son aplicados en raras ocasiones, entre agosto y septiembre.

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    012.

  • Michelle chauvet Y elena lazos18

    Para productores pequeos con riego y con maz hbrido la siembra representa hasta 40% del costo total de doce mil pe-sos; la aplicacin de fertilizantes 37% y los plaguicidas 2%. No usan herbicidas.

    Con el fin de respaldar la informacin del trabajo de campo se analizaron los costos proporcionados por los Fideicomisos Instituidos en Relacin con la Agricultura (Fira; Cuadro 4), que corresponden a agricultores con maquinaria propia, riego de gravedad y semilla mejorada. La preparacin del terreno consis-te en desvare, rastreo, bordeo, canalizacin, apertura de surco y tumbe. La semilla es tratada para evitar plagas. La fertilizacin nitrgeno, fsforo, amoniaco y fertilizantes lquidos es la eta-pa ms cara; mientras que la aplicacin de plaguicidas repre-senta el menor porcentaje de costos. Los herbicidas son consi-derados raramente. Se aplican cuatro riegos.

    El costo de la siembra es una de las etapas ms caras en el proceso productivo y la aplicacin de los plaguicidas es la ms barata en la inmensa mayora de los casos. Comparamos los costos de estas dos etapas con el fin de evaluar la pertinencia de una tecnologa en semillas que hipotticamente evitara el uso de plaguicidas, pero probablemente sera ms cara (Grfica 3).

    GrFica 3 sinaloa: costos de sieMbra

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    Fuente: elaboracin propia con base en el trabajo de campo y Fira.

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  • el Maz transGnico en sinaloa 19

    La descripcin del proceso productivo es importante para evaluar la pertinencia del uso de las semillas transgnicas. Surgen interrogantes a las que los productores se enfrentan. Si para los grandes y medianos productores uno de los insumos ms caros es la semilla, la pregunta cuestiona su rentabilidad econmica:

    a) Incrementar su costo con el fin de adquirir una nueva tec-nologa semillas de maz genticamente modificado del tipo Bacillus thuringiensis que supuestamente ayudara a resolver el problema de las plagas, cuando los plaguici-das representan un reducido porcentaje de los costos totales y la semilla transgnica puede ser mucho ms cara que la hbrida. Adems, este tipo de maz ya es ob-soleto, porque se ha constatado que no es efectivo contra los insectos debido a la generacin de resistencias (Gassmann et al., 2014).

    b) Incrementar su costo con el fin de adquirir una tecnologa semillas de maz transgnico resistente a herbicidasque supuestamente ayudara a resolver el problema de malezas, cuando los herbicidas a veces ni siquiera son aplicados. Sin embargo, la generacin de supermalezas ha provocado que las aplicaciones de qumicos vayan en aumento y que los agricultores en Estados Unidos estn regresando a las semillas convencionales, porque el so-breprecio de hasta $150 dlares de la semilla GM no est compensado con ningn tipo de ahorro (Royte, 2013).

    En consecuencia, se puede afirmar que se est frente a una tecnologa inapropiada para las condiciones de la agricultura maicera de Sinaloa, pues no contribuye a mejorar el proceso productivo e incorporara una tecnologa obsoleta que ya est de salida en otros pases.

    Finalmente, para los pequeos agricultores no es econmi-camente viable adquirir un insumo que actualmente no tiene para ellos costo alguno, cuando los procesos de intercambio y de almacenamiento son ms importantes en su caso.

  • Michelle chauvet Y elena lazos20

    coMercializacin

    La comercializacin del maz blanco de Sinaloa ha tenido difi-cultades recurrentes para su colocacin. De las cinco millones de toneladas en promedio que producen, aproximadamente dos se consideran excedente y se almacenan. En la administra-cin de Vicente Fox esta situacin favoreci la instalacin de una planta para producir etanol con base en maz (Chauvet y Gonzlez, 2013).

    Sin embargo, a principios de 2008 Felipe Caldern enfrent la llamada crisis de la tortilla, provocada por la especulacin de granos a escala mundial, y se promulg la Ley de Promo-cin y Desarrollo de los Bioenergticos,6 que autoriza el uso de maz para la produccin de etanol exclusivamente si existen excedentes. Tambin se decret la anulacin de impuestos a la importacin de trigo, arroz, maz blanco y amarillo (dof, 2008).

    En 2011 y 2012 este decreto permiti la importacin de maz blanco de Sudfrica, sin el cobro del impuesto a la importacin del 194% del precio por cada kilogramo, establecido a pases que no tienen ni acuerdo comercial ni tratado de libre comercio en la Ley General de Importacin y Exportacin (2007). La me-dida no slo afect a los productores de maz, sino que caus dao al erario nacional, al dejar de cobrarse el arancel a 1337,410 toneladas de grano a un precio promedio de 351 dlares por to-nelada, lo cual implic que dejaran de ingresar recursos por 722923,601 dlares, segn la declaracin de Hctor Carlos Sa-lazar Arriaga, lder de la Confederacin Nacional de Productores de Maz (Gmez, 2012).

    En 2012 los agricultores de Sinaloa quisieron regir la venta de su cosecha por los precios pagados en Jalisco cinco mil pesos la tonelada y decidieron no ofrecer su maz por debajo de ese precio. Las empresas harineras Maseca y Minsa, y las grandes comercializadoras Archer Daniels Midland (adM) y Car-gill ofrecan slo 4,300 pesos. En respuesta la Secretara de

    6 Aprobada el 1 de febrero de 2008.

  • el Maz transGnico en sinaloa 21

    Economa, bajo la presin de la industria y de los grandes co-mercializadores de maz, autoriz la importacin de ms de un milln de toneladas de maz blanco transgnico de Sudfrica, lo que ocasion que las bodegas se quedaran llenas del grano cosechado en Sinaloa.

    En opinin del gerente de la comercializadora Granos Pa-trn, el peor problema es la saturacin del mercado por impor-tacin cuando el productor mexicano sale a la venta, pues el beneficio se lo llevan otros pases y otros productores. En efec-to, en una entrevista en agosto de 2012 Jess Patrn nos co-ment: Le dices al gobierno: oye si a m no me dejas sembrar los transgnicos y te traes los transgnicos; a m no me pre-ocupa lo que traigas sino que me dejes sin trabajo. Si hiciste compromisos para las importaciones pues dame el diferencial para que mi actividad no se pare.

    El 13 de diciembre de 2013 un nuevo decreto estableci un arancel de 20% al maz blanco harinero importado de pases con los que Mxico no tiene acuerdo ni tratado de libre comer-cio (Imagen Agropecuaria, 2013).

    Una molestia generalizada de los agricultores es la falta de certeza respecto del acceso a los mercados para vender su maz, porque la poltica de precios se estableci en relacin con la Bolsa de Chicago. Cuando el maz es ms barato en Estados Unidos les aplican ese referente, aunque no tenga relacin con sus costos, pero cuando el precio est por encima de stos y ellos se podran ver favorecidos no respetan su poltica y res-ponden con las importaciones de maz blanco transgnico para la elaboracin de la tortilla. Hay pues descontento por ese ses-go en favor de las empresas transnacionales, no slo mediante la regulacin de los precios, sino tambin en cuanto a los apo-yos que se ofrecen para la comercializacin. En efecto, del Pro-grama de Apoyo al Ingreso Objetivo y a la Comercializacin, en 2011 Maseca recibi 94 millones de pesos y Cargill 84 millones de pesos, slo en Sinaloa (Aserca, 2011).

  • Michelle chauvet Y elena lazos22

    voces de las orGanizaciones sobre la introduccin de Maz transGnico

    En esta seccin exponemos las posiciones de las cuatro orga-nizaciones sociales ms representativas del campo sinaloense la Confederacin de Asociaciones Agrcolas del Estado de Si-naloa (caades), la Liga de Comunidades Agrarias (lca), el Frente de Defensa de los Productores Agrcolas de Sinaloa (FdPas) y el Movimiento Agrario Sinaloense (Mas) sobre cuatro puntos: a) los conocimientos sobre los transgnicos y la Ley de Bioseguri-dad; b) los impactos de la posible introduccin del maz transg-nico; c) la problemtica de la produccin y de la comercializa-cin maicera; y d) los escenarios deseados y las condiciones para llegar a ellos.

    En todas las organizaciones existe informacin y conoci-mientos diversos sobre los transgnicos, sobre la Ley de Bio-seguridad y sobre los impactos de su posible introduccin. En-contramos a muchos productores que no conocen el maz transgnico; otros han odo hablar de l, mientras que un tercer grupo aduce haber odo hablar de transgnicos, pero sus cono-cimientos son vagos, confusos e inclusive contradictorios. Sus nicas fuentes de informacin son las empresas transnaciona-les, principalmente Monsanto. De forma contrastante, varios de los dirigentes, grandes productores y productores lderes han recibido plticas, visto pelculas e, inclusive, algunos han sido invitados por Monsanto con gastos pagados para visitar tanto la zona maicera de Estados Unidos como los campos de maz y soya transgnica en Brasil y Argentina. Sin embargo, no cues-tionan la calidad de la informacin proveniente de las empresas.

    La Confederacin de Asociaciones Agrcolas del Estado de Sinaloa (caades)

    La caades agrupa a alrededor de quince mil grandes y medianos productores. El director considera que los agricultores sinaloen-ses son ejemplo de eficiencia a escala nacional, lderes en tec-

  • el Maz transGnico en sinaloa 23

    nologas de punta: introdujeron semillas hbridas de alto rendi-miento; desarrollaron la plasticultura para el control de malezas y plagas; iniciaron los invernaderos como estrategias de alta productividad; conocen el riego por goteo, aunque no lo imple-menten. Han ganado contra el dumping impuesto por los pro-ductores de jitomate de Estados Unidos. Estos logros se deben, a los ojos de la caades, al espritu emprendedor, a la gran prepa-racin y a la experiencia de los productores sinaloenses. Como su principal objetivo es la rentabilidad y el progreso, los produc-tores entrevistados mencionaron la necesidad de la introduc-cin del maz transgnico, porque ellos siempre han sido los primeros en implantar tecnologas que cambian al mundo. En mayor o menor medida esta ideologa domina a todos los agri-cultores; por tanto, consideran a los transgnicos como una tec-nologa que traer beneficios, por ser utilizada en Estados Uni-dos icono de progreso y modernizacin con excelentes resultados. A ver, explqueme: cmo las empresas haran una tecnologa que daara? Yo creo que los que se oponen son muy exagerados. Si ya estamos comiendo maz transgnico desde hace diez aos y no nos ha hecho dao. Sera mejor probarla para luego decidir. Con todas las precauciones, pero hay que probar (director de caades, agosto de 2011).

    Tambin varios agricultores argumentaron la necesidad de los transgnicos para no estar fuera del mercado, ya que rela-cionaron la importacin de este tipo de maz desde Sudfrica a menor precio que el suyo, debido a que era transgnico. Supo-nen que ste es ms productivo que el hbrido convencional y, por ende, conjeturan que puede venderse a un menor precio, sin pensar que est subsidiado. Igualmente, aseguran que el maz transgnico puede convivir con el maz hbrido convencio-nal. Est comprobado que puede haber una coexistencia del genticamente modificado y el convencional (productor A). Esto responde a que su nica fuente de informacin ha sido Monsanto. Sin embargo, el productor ilustra los dilemas de los agricultores entre el aumento de los precios de los insumos y los niveles de produccin:

  • Michelle chauvet Y elena lazos24

    Yo quiero ser ms productivo, quiero bajar esos treinta mil pesos que ahorita me cuesta producir una hectrea a 28-25, pero no lo puedes bajar porque los precios van subiendo, entonces quiero producir ms (productor A).Est claro que cualquier productor, del tamao que sea, si t le dices oye, siembra esta variedad, mira, es muy buena, mi compadre levanta quince y yo quiero levantar 16, as sea gentico o no gentico, la proba-r (productor B).

    Existen contradicciones entre el discurso de los productores. Se reconoce que las compaas slo hablan de las bondades, aceptando sus ventajas productivas, aunque no sean aplica-bles a sus tierras. Por ejemplo, la mayor parte de los producto-res controlan las malezas fsicamente con el tractor y no tienen necesidad de aplicar herbicidas. Por tanto, un maz resistente a glifosato no tiene sentido para Sinaloa. Sin embargo, aceptan que se pueda llegar a necesitar maz transgnico resistente a la cochinilla o araa roja o mosquita del estigma.

    Varios agricultores de la caades admitieron la necesidad de los transgnicos slo si les aseguraban que bajaran sus cos-tos de produccin o que aumentaran su produccin. Otros quieren transgnicos resistentes a sequas o heladas. Aunque, al mismo tiempo, admitan el gran desperdicio de agua en los sistemas de riego.

    En trminos econmicos, pocos agricultores alcanzan a vi-sualizar el peligro de una dependencia absoluta en la semilla de maz transgnico una vez autorizada su siembra comercial. Cuando los agricultores quieran sembrar hbridos convenciona-les ya no podrn conseguir esa semilla. Pocos productores vis-lumbran el valor comercial de los maces convencionales sobre los transgnicos. Mencionan que existe un vaco legal para re-alzar lo convencional en el mercado y en la informacin hacia el consumidor. Los agricultores reconocen la importancia de con-servar los maces nativos, pero se consideran fuera de esta responsabilidad, pues piensan que es competencia del gobier-no. Inclusive lo perciben como una posicin romntica.

    En cuanto a los efectos en la salud, casi todos los agricul-tores de la caades los minimizaron. Argumentaron que desde

  • el Maz transGnico en sinaloa 25

    hace muchos aos Estados Unidos, Argentina y Sudfrica es-tn consumiendo maz transgnico y no veo marcianos toda-va (productor A).

    Todos los productores declararon ignorar tener conocimien-tos sobre la Ley de Bioseguridad y las implicaciones sociales de la posible introduccin del maz transgnico. Han odo hablar de la ley, pero nadie la haba ledo. No vislumbraban conflictos al adoptar la tecnologa por contaminaciones entre transgnicos e hbridos, ni pensaban que hubiera problemas por la propiedad intelectual de las semillas, ya que estaban muy acostumbrados a los requerimientos de la siembra de hbridos convencionales propiedad de Monsanto y de otras compaas semilleras.

    En la esfera poltica, los agricultores saben que Monsanto par-ticipa activamente en el Consejo Nacional Agropecuario. Aunque conozcan las alianzas entre las compaas transnacionales y el gobierno federal, proponen que deberan de existir instituciones que se preocuparan por los intereses de los productores:

    De acuerdo [en] que hay que importarlo, [en] que la globalizacin aqu est, pero no importarlo cuando estamos cosechando maz, que no se puede vender porque las grandes [compaas] como Maseca, multina-cional muy poderosa, no quieren pagar precios altos y manipulan el mer-cado a su antojo y el gobierno se presta a ello. La investigacin es clave; si no hay un buen banco o un buen sistema de informacin nacional se estar a merced de lo que te diga Monsanto (productor B).

    La Liga de Comunidades Agrarias y sindicatos campesinos: fortalezas polticas

    La fuerza poltica de la lca estriba tanto en el nmero de agre-miados como en el tipo de productores. Estas bases le permiten negociar con el Partido Revolucionario Institucional (Pri) para construir una plataforma poltica con el objetivo de ocupar dipu-taciones locales y federales, presidencias municipales y otros puestos administrativos importantes. La mayora de los asocia-dos son pequeos productores que siembran entre diez y veinte hectreas del sector social, principalmente ejidatarios,

  • Michelle chauvet Y elena lazos26

    aunque existan pocos comuneros y algunos del sector privado. En Sinaloa cerca del 70% de las tierras son ejidales, y existe una poblacin cercana a noventa mil ejidatarios distribuidos en 1,200 ejidos (datos proporcionados por el dirigente Germn Es-cobar). Del total de ejidos, alrededor de 800 se encuentran aso-ciados a la Liga, aunque la organizacin general sea la Confe-deracin Nacional Campesina (cnc). El resto de los ejidos estn organizados bajo el Congreso Agrario Permanente, la Central Campesina Independiente (cci) y el Frente de Defensa de los Productores Agrcolas de Sinaloa. Tanto la cnc como la cci son fieles al Pri, pero con papeles polticos muy diferentes.

    Los pequeos y medianos agricultores tienen serios proble-mas para mantenerse en la produccin. La mayor dificultad es la falta de acceso al crdito y su llegada tarda. Inclusive, el crdito otorgado por la Financiera Rural puede llegar cuando ya se hizo la inversin de la renta, de los trabajos preparatorios, de la semilla y del fertilizante. Esto ha llevado a que ms del 60% de los ejidatarios se vean obligados a rentar sus tierras, tanto a otros ejidatarios como a pequeos propietarios. El di-rigente de la Liga, Germn Escobar, asegura que hay ejidos completos que estn rentados.

    La semilla y el fertilizante representan alrededor del 68% de los costos invertidos, lo cual beneficia a las transnacionales, mientras que el pago del agua significa nicamente el 6.4%, lo que merma los mantos freticos nacionales. Las transnacio-nales aqu el ao antepasado vendieron un milln de bolsas; todo ese dinero se va con ellas (Germn Escobar). La renta, que oscila entre los seis y diez mil pesos por hectrea, debe considerarse en los costos. Estos pueden llegar a los 33 mil pesos cuando el productor renta la tierra.

    Debido a lo anterior, la mayor preocupacin de los agriculto-res es aumentar la productividad para tener mayores ganan-cias. Por eso buscan adquirir semillas con potencial de catorce toneladas por hectrea, lo cual les ha ofrecido Monsanto con la introduccin de los maces transgnicos, que daran mayores rendimientos con menores costos. Igualmente, la empresa ha prometido un maz transgnico resistente a la sequa. Todo

  • el Maz transGnico en sinaloa 27

    eso viene en el paquete, que es resistente a la sequa y a las enfermedades. El lder de la lca funge como testigo al ser invi-tado a visitar los campos de Monsanto en Illinois:

    Yo me qued impresionado, nos invitaron a Monsanto; para nosotros nos queda claro que lo ideal es seguir conservando los hbridos, eso es ms saludable, pero yo me qued admirado. Estaba un calor sofocante all en donde andbamos y estaban las matas verdes y ya tena das que no haba llovido en Illinois; ah hay mucho maz, es un maz resisten-te a la sequa (Germn Escobar).

    El ingeniero O. fue invitado a visitar los campos experimen-tales de Monsanto en los distintos puntos de Sinaloa. l fue testigo de que haba maces transgnicos resistentes a la plaga del cogollero y a la sequa. Igualmente, los funcionarios de Monsanto que han venido le explicaron el ahorro de costos. Estos mismos funcionarios los han convencido de la poltica de la empresa de querer producir ms debido al crecimiento de-mogrfico:

    Esa vez [] me toc asistir aqu a un hotel [con personas] que vinieron de Estados Unidos y nos hacen ver que utilizando esa tecnologa va a redu-cirte el control de plagas, malezas, fertilizacin, resistencia a la sequa []. Veamos el ataque, hojas perforadas, con el mismo tratamiento de fertilizacin y de riegos, siembras en la misma fecha y todo, la planta un poco ms afectada, ms estresada y el otro que estaba con el gen modi-ficado []. Veamos esa planta completamente bonita, vigorosa con res-pecto a la otra, y traen doctores en gentica, de varias partes del mundo. Y dijo l qu te convencieron los transgnicos? Pues s, me conven-cieron. Es filosofa de Monsanto: qu va a pasar si tenemos menos rea de sembrar y ms humanos? Monsanto es el que va a dar el primer paso en Mxico en los transgnicos. Nos dieron un informe: ya tienen varios aos utilizndolos en Estados Unidos, Colombia, Australia, y todo bien (ingeniero O).

    La intencin de Monsanto al brindar toda esta informacin es convencer a los productores para que ellos mismos soliciten al gobierno federal la autorizacin para el empleo de semillas GM. Es la empresa Monsanto la que quiere dar el primer golpe. A nosotros nos dicen que las organizaciones de productores

  • Michelle chauvet Y elena lazos28

    deben de ser las primeramente convencidas y como organiza-cin pedirle al gobierno una poltica adecuada para esa nueva tecnologa.

    La lca contempla la posibilidad de la introduccin de maz transgnico amarillo para abastecer al sector pecuario. No est interesada en el maz transgnico blanco. Sin embargo, ignora el flujo gnico entre las dos poblaciones. Ellos consideran que se pueden separar las reas para evitar los cruces; inclusive imaginan que puede llegar a haber coexistencia con los maces nativos. Piensan que la agricultura del sur puede seguir basn-dose en el cultivo de maces nativos para respetar el centro de origen y no perder las costumbres del maz de origen y la co-mida.

    Ningn entrevistado conoca los transgnicos de segunda y tercera generaciones. Tampoco se han enterado de las conse-cuencias ecolgicas ni de los posibles efectos en la salud hu-mana por la introduccin del cultivo del maz transgnico. Con respecto a la Ley de Bioseguridad, los dirigentes de la Liga no la conocen. Han odo hablar de ella, pero la confunden con la Ley de Desarrollo Rural.

    El Movimiento Agrcola Sinaloense: rechazo a los transgnicos y bsqueda de otras alternativas

    El Mas no tiene una nica posicin con respecto a las implicacio-nes de la introduccin del maz transgnico. Algunos producto-res dudan de las ventajas, pero por ello mismo quisieran probar-lo; mientras que otros, quienes estn bien informados, ponen en duda todas las promesas que los funcionarios de Monsanto han formulado.

    Por su formacin profesional su dirigente, el ingeniero Alon-so Campos, conoce el origen, el funcionamiento y los impactos potenciales de la posible introduccin del maz transgnico. Acepta que es una alternativa de produccin de semillas en la cual se establecen algunos mecanismos que posibilitan resol-ver ciertos problemas, como en el caso de los lepidpteros que

  • el Maz transGnico en sinaloa 29

    signifiquen una plaga. Sin embargo, para l los dos transgni-cos conocidos: Bt (resistente a lepidpteros) y el Roundup Ready (resistente al glifosato) no resuelven los problemas de produccin en Sinaloa:

    En Sinaloa no necesitamos que est libre de glifosato, ya que el mtodo de siembra no necesita herbicidas: se riega la tierra, nace el pasto, se mata el pasto y despus se siembra la semilla. El pasto se elimina con un pase de fierro, con un pase de tractor. Entonces no se necesitan her-bicidas. Adems se puede producir glifosato con la flor de cempaschil (Alonso Campos).

    En este sentido, el entrevistado tiene claro que el maz trans-gnico ofrecido no ser ms productivo. Por el contrario, l con-sidera que habr impactos negativos en la economa de los pro-ductores debido al alto costo de las semillas, por un lado, y a la prdida de un mercado libre de transgnicos, ya que los consu-midores pueden argumentar las consecuencias negativas en la salud y en el ambiente:

    Ni produce ms ni lo necesito como control de los lepidpteros, ni lo necesito para controlar hierbas, pierdo mercado, le quito valor a mi pro-ducto y me parece que sera la peor tontera del mundo hacer ese tipo de inversin. Vale menos el transgnico porque la gente lo asocia con un problema ambiental y con la salud. Sera mejor para el mercado demos-trar que mi maz no es transgnico (Alonso Campos).

    El dirigente del Mas ha impartido varias plticas para infor-mar a los miembros de su organizacin y para discutir en foros abiertos. Adems, la propiedad intelectual sigue haciendo ri-cos a los ms ricos. En cambio, una tecnologa que podra re-volucionar el campo sinaloense sera la siembra directa, la labranza de conservacin. Campos insiste en trazar nuevas trayectorias tecnolgicas con base en una independencia pro-ductiva, incluyendo biotecnologas apropiadas a sus necesida-des. Plantea que el Mas puede instalar laboratorios y trabajar alternativas como la creacin de lneas de insectos benficos.

    Un punto interesante que Alonso Campos menciona es el impacto sociocultural negativo en el concepto mismo de la agri-

  • Michelle chauvet Y elena lazos30

    cultura, al pretenderse un medio ambiente inerte. Esto cambia la mente de los agricultores y la prctica agrcola en s misma:

    Los humanos tenemos que convivir con la naturaleza, tener tolerancia. No destruir, no eliminar. En Sinaloa, medio milln de hectreas de ma-ces sembrados, con la migracin de mariposas monarca, significara un cementerio. Si el ao que viene tenemos problemas con la araa roja, entonces las transnacionales van a hacer un material para eliminar a los arcnidos. Vamos a tener un campo sin mariposas, sin araas. Vamos a tener un medio ambiente vaco (Alonso Campos).

    Desafortunadamente dice el entrevistado no todos los agricultores reflexionan para construir consensos. Frente a pro-blemticas comunes antes haba ms alianzas entre la caades, la lca y el Mas. Actualmente, Monsanto ha fracturado estas alian-zas: no ha habido posiciones comunes en contra de los trans-gnicos, pues dentro de la caades ya existen posiciones a favor debido a los procesos de mercadotecnia de la empresa. Pocos presidentes de las asociaciones han resistido. Por ejemplo, el presidente de la Asociacin de Agricultores del Ro Culiacn (aarc) no est convencido, pues l mismo es un productor que utiliza el control biolgico. Con estos lderes, y con algunas fac-ciones de la caades y del Mas, ha discutido sobre las alternativas biotecnolgicas y han llegado a la conclusin de que es ms peligroso que la estructura de la planta cambie completamente, y por ello han planteado su rechazo. Sin embargo, en la Liga actualmente no hay consensos. Los lderes han sido invitados a los viajes y con ello sus posiciones estn a favor. Todo esto, ms la cultura sinaloense de la no reflexin y la no beligerancia, abonan el terreno para que los agricultores sinaloenses sean el blanco perfecto de Monsanto:

    Siempre estamos usando lo mejor, no en balde estamos en el nivel ms alto de rendimientos a escala mundial. No es tanto mala fe. Hay desco-nocimiento. Para German, el hecho de decir no a los transgnicos signi-fica no al progreso. Estar en contra del gobierno en Sinaloa no es posi-ble. Si el gobierno dice que hay que hacerlo, no hay vuelta de hoja. El hecho de decir no a los transgnicos nos convierte en gente beligerante (Alonso Campos).

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    Algunos miembros del Mas consideran al maz transgnico como una tecnologa riesgosa, pero que puede utilizarse con cuidado. No se preocupan por las patentes, pues piensan que despus de veinte aos se tendr libre acceso. Tampoco se inquietan por la contaminacin que los maces hbridos pudie-ran tener con los transgnicos; por el contrario, la consideran como algo positivo, adems de que no puede haber demandas por tener cruces con maces transgnicos:

    Si se cruza, pues no es problema tuyo. Si tu maz se cruz y fue benfi-co, el riesgo es del otro, no? Es como si yo tengo un perro callejero y se cruz con una perra fina que lleg, pues se cruzaron y ya. [] Aqu est difcil que a un agricultor le quieran pedir que pague por tener transg-nico que lleg a sus campos. Cmo lo pueden comprobar? Es lo que yo no entiendo (Antonio Carrillo).

    Con respecto a los costos de produccin, Antonio piensa que Monsanto tiene razn de vender ms cara la semilla trans-gnica, pues ya est incluido el insecticida. Sin embargo, acep-ta: Aqu, gracias a Dios, no tenemos un problema fuerte con el cogollero. Bajos estos argumentos, no se entiende para que se quiere el maz Bt. Reconoce que los transgnicos no au-mentan los rendimientos, pero si hubiera un ataque de cogolle-ro, entonces habra resistencia y se dara, de todos modos, una buena produccin.

    Tampoco existe una cultura de bsqueda de nichos de mer-cado. Se encierran en una sola opcin porque es la que requie-re menos esfuerzo; por ejemplo, la dependencia comercial de slo tres o cuatro compradores Maseca, Minsa, Cargill y sec-tor pecuario en algunas ocasiones vulnera la economa de los productores sinaloenses.

    Para el Mas los transgnicos son aspectos tangenciales de su problemtica agrcola; por eso inclusive han odo hablar de la Ley de Bioseguridad, pero no la conocen a profundidad y no pueden opinar sobre los puntos dbiles o fuertes de la misma. En Sina-loa no existe una cultura de la reflexin tecnolgica. Pensar si una tecnologa es apropiada para sus necesidades no est en

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    la cultura de los productores agrcolas. La bsqueda de alter-nativas tradicionales se considera como regresar al pasado. No son productores de fertilizantes, no utilizan biofertilizantes, tampoco hacen un control adecuado de plagas, no construyen su propia maquinaria. Siguen utilizando fertilizantes altamente txicos prohibidos en Estados Unidos, como el amoniaco anh-drico. En resumen: el modelo de agricultura imperante no es benfico ni para la sociedad ni para el medio ambiente. El so-bre uso del agua y la esterilizacin de los suelos han llegado a niveles muy peligrosos de agotamiento.

    El Frente de Defensa de los Productores Agrcolas de Sinaloa

    El FdPas naci a mediados de la dcada de los noventa, a partir de las protestas que los productores hicieron contra las medidas neoliberales del gobierno de Zedillo. Estaban reclamando pre-cios justos para sus cosechas. Anteriormente nos cuentan la produccin era diversificada, con mercados alternativos: plantas aceiteras, arroceras, industria de la soya, industria del maz. No obstante, esta diversificacin no pudo sostenerse por diferentes motivos, lo que provoc la maicificacin de Sinaloa. En esta mis-ma poca se constituy el Mas y ambos organismos se unieron para dar una lucha comn. Existan organizaciones instituciona-les amaadas con el Pri, supuestamente para defender los inte-reses del productor; sin embargo, stas apoyaban las medidas gubernamentales que estaban desmantelando el campo, dn-dole mayor preferencia a las importaciones que a robustecer la produccin nacional.

    Los productores dejaron de apuntalar a tales organizacio-nes institucionales y se agruparon bajo el principio de no dar apoyo a ningn partido poltico. Lo distintivo del Mas, al cual se adhiri el FdPas, fue manifestarse en la ciudad con tractores bajo la bandera del dilogo. Actualmente, este organismo re-ne a entre diez y doce mil productores, por lo que est reco-

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    nocido y tomado en cuenta por el Consejo Estatal Agropecua-rio, al mismo nivel que el Mas.

    Al existir todo tipo de productores no hay una voz unsona en cuanto a la siembra de maz transgnico. El lder, Ocadio Gar-ca, aunque haya sido invitado a recorrer los campos argenti-nos, ha declarado que las soluciones no residen en la tecnolo-ga. Los problemas productivos se concentran tanto en los altos costos de los insumos como de los bajos precios de las cose-chas. Desde la desaparicin de los precios de garanta, los pro-ductores estn a la deriva respecto de las empresas comercia-les, lo que provoca una alta vulnerabilidad econmica y social. Actualmente reclaman la construccin de un departamento res-ponsable de la comercializacin. De hecho, quieren fundar la Bolsa Mexicana de Granos.

    Sus conocimientos sobre los transgnicos son limitados. No entienden los riesgos que podran enfrentar. Tampoco conocen la Ley de Bioseguridad, por lo cual ignoran las restricciones y las precauciones para su siembra. En la prctica consideran a las semillas GM como cualquier maz hbrido. Su nica fuente de informacin son las empresas transnacionales, por lo que siem-pre resaltan las cualidades. Pocos productores han ledo artcu-los al respecto. Claramente, no ha habido foros suficientes de discusin ni de reflexin conjunta, que analicen las ventajas y desventajas. Un punto fundamental ha sido la falta de informa-cin de las pruebas experimentales de diversas lneas de ma-ces transgnicos en los campos de productores cooperantes de Monsanto y Pioneer. La informacin no ha circulado colecti-vamente ni ha sido presentada oficialmente ante las organiza-ciones o las autoridades estatales. Los dirigentes, asesores y principales productores se quejan de la falta de informacin oficial sobre los resultados de tales experimentos y entienden la necesidad de ser informados, aunque reconozcan que algu-nos resultados han circulado de manera individual. A veces sabemos porque vemos a los tcnicos de Monsanto y ya nos explican las ventajas (productor A, asociado a la aarc).

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    escenarios Futuros: el ideal Para las orGanizaciones

    En general, tanto los lderes como los asociados de las organi-zaciones consideran que el Sinaloa de la dcada de 1980 esta-ba mejor. La produccin estaba altamente diversificada y ello causaba que hubiera ms posibilidades de encontrar canales de comercializacin apropiados a sus necesidades. El primer objetivo futuro, respecto del cual casi todos concordaron, fue construir un escenario basado de nuevo en la diversificacin de cultivos. Admitieron que el esquema de la maicificacin no ha sido benfico para ellos, pues caen en una absoluta dependen-cia de las compaas transnacionales, las semilleras, las surti-doras de agroqumicos y las comercializadoras. Anteriormente tenan mayores mrgenes en la toma de decisiones sobre el ao productivo, desde la clase de cultivo hasta el tipo de tecno-loga a emplear. En la actualidad todos tienden hacia la produc-cin de maz blanco y, en consecuencia, han perdido las posibi-lidades de decidir sobre el tipo de maz o sobre la tecnologa:

    Un escenario futuro sera una mayor diversificacin de cultivos; aqu en Sinaloa tenamos una cantidad tremenda, 35 o 36 cultivos, pero con la famosa liberacin de la economa y la apertura a la importacin desapa-recieron. La soya desapareci. El maz no se produca aqu. Slo a partir de principios de los noventa se empez a producir maz; entonces nos quedamos con maz, sorgo, garbanzo, frijol, bsicamente; y en las zonas de temporal hay ajonjol y garbanzo en cantidades reducidas. Tres, cua-tro productos que dominan. Igual con los hortcolas: slo tenemos toma-te, chile verde, pepino, berenjena. Necesitaramos que hubiera una di-versificacin de cultivos para que en lugar de producir nosotros cinco millones de toneladas de maz a lo mejor produjramos tres millones. A m me gustara ver un mercado organizado en el que no hubiese tanta inclinacin hacia un slo lado, que pudieran definirse los precios de una manera ms racional y ah se requerira esa diversificacin de cultivos, pues si no estamos en las manos de ellos (asesor de caades).

    Los agricultores tambin sealaron que el gobierno los trai-ciona continuamente. Por un lado, no controla el precio de los insumos y, debido a ello, las compaas colocan los precios a

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    su libre albedro. Por otro lado, no controla el precio de sus cultivos y esto hace que las compaas amenacen a los pro-ductores de no comprarles sino aceptan el precio que ellas mismas dictaminan. En este sentido, el segundo escenario fu-turo deseado por las organizaciones sociales es llegar a tener un mayor control sobre estos dos aspectos. Ha habido plticas entre diversos actores sociales para analizar la creacin de la bolsa mexicana de granos:

    Me gustara que [Sinaloa] fuera el verdadero granero de Mxico y que no tuviera estos problemas de comercializacin. Es triste que no podamos vender nuestro maz. Qu tenemos que hacer en Sinaloa? En esos diez aos, aparte de luchar por tener mejores polticas para el campo, porque es incierto ser agricultor [], tienes que luchar contra el medio ambiente, tienes que buscar las mejores tecnologas para ser ms productivo, tie-nes que bajar costos, tienes que ser financiero, tienes que checar la Bolsa de Granos de Chicago, tienes que estudiar para las nuevas tecno-logas y aparte tienes que ser guerrillero, tienes que irte a pelear con el gobierno. Aparte de ser productor, tenemos que ser guerrilleros para poder sobrevivir (Antonio Carrillo, Mas).

    Una posibilidad de solucin sera organizar los mercados. Eventualmente la Comisin Federal de Competencia tendra que funcionar, fomentar una agricultura por contrato, pero que se respete.

    El tercer escenario viable sera tener un campo ms tecnifi-cado. Si bien para los dos escenarios anteriores haba un con-senso, en este punto hay disentimientos importantes. Mientras que algunos en particular la lca y la caades consideran que el avance tecnolgico es la base de la prosperidad econmica de los productores, otros piensan que la incorporacin de tecnolo-ga debe sopesarse adecuadamente y ponderar ventajas y des-ventajas econmicas y sociales. En este ltimo caso se en-cuentran varios agricultores del Mas, algunos miembros de FdPas y algunos asociados de caades. En esta tecnificacin se tocaron tres tecnologas: a) sistemas de riego; b) uso exacerbado de agroqumicos y, por ende, envenenamiento del campo; y c) ma-ces transgnicos.

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    Pocos agricultores tocaron el tema del sistema del riego. stos se quejaron del alto desperdicio de agua por el sistema de gravedad utilizado. Plantean que debera haber una incor-poracin ms importante del sistema por goteo. Como escena-rio futuro, estos productores desearon que todos los agriculto-res tuvieran un sistema de riego por goteo para hacer eficiente el uso del agua. Me gustara una Sinaloa ms tecnificada, que gaste menos agua en los riegos (Ocadio Garca, FdPas).

    En cuanto al uso de agroqumicos, casi todos los productores plantearon que ha habido un uso excesivo en la produccin hor-tcola, a tal punto que los valles de Guasave y de El Dorado se han declarado campos muertos. La gran cantidad de herbicidas, insecticidas y fertilizantes ha provocado el envenenamiento de la tierra y de las aguas. Algunos agricultores sugirieron que po-dra iniciarse un proceso de reversibilidad, mientras que otros argyeron que ya era demasiado tarde para resarcir el dao pro-vocado en el campo sinaloense. Los productores abusaron sin pensar en el futuro, al que envenenaron ellos mismos.

    A propsito de la siembra de maz GM existen controversias. Mientras que para algunos significara una catstrofe y no la consideran como un futuro viable, para otros se lograra con ella una mayor productividad y el paso sera imprescindible con el fin de lograr una buena competitividad; un tercer grupo piensa que pros y contras deberan ponderarse en una balanza:

    Con el maz transgnico perderamos el mercado libre de transgnicos. Imagnate asegurar que tu maz no tiene transgnico. No veo un escena-rio futuro con transgnicos. No se necesitan, pues los productores no usan tantos herbicidas, las hierbas se controlan con rastreo. Tampoco se usan muchos insecticidas para el maz. Econmicamente el transg-nico ni produce, pierdo mercado, le quito valor a mi producto (Alonso Campos).

    Nosotros queremos en Sinaloa conservar el maz blanco de Sinaloa. Para el consumo que no sea transgnico, conservar un certificado de origen aqu (Germn Escobar).

    Otros aspectos mencionados en la investigacin fueron: a) que el control de las semillas debe estar en manos de los pro-

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    ductores; b) que debe existir independencia entre las instancias gubernamentales y las empresas, pues actualmente Monsanto participa activamente en el Consejo Nacional Agropecuario y ste la apoya incondicionalmente; c) que conviene la reconver-sin de maz blanco a maz amarillo en un lapso de diez aos.

    PersPectiva desde la acadeMia

    A continuacin se plantean de forma breve las opiniones de di-versos investigadores y acadmicos que se han dedicado al estudio del cultivo de maz en Sinaloa. Se entrevist a biotecn-logos y a cientficos sociales de la Universidad Autnoma de Sinaloa, a investigadores de la Fundacin Produce, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrcolas y Pecuarias (iniFaP) y de la Secretara de Agricultura del Estado de Sinaloa.

    El doctor Jos Antonio Garzn, de la Universidad Autnoma de Sinaloa, tuvo a su cargo las siembras de maces transgni-cos a nivel piloto y experimental. Para l, el principal problema del estado es la alta produccin de cinco millones de toneladas de maz blanco en dos o tres meses, por lo que es difcil colo-car estos volmenes en un tiempo tan corto. Existe un proble-ma de mercado. El segundo problema, en donde quizs los maces genticamente modificados pueden impactar, es en la contaminacin por agroqumicos: Si usted controla malezas desde el principio, entonces el maz crece mejor, requiere me-nos agua, tiene menos insectos y eso trae como consecuencia que requiera menos insecticida y, por lo tanto, [conlleva] una reduccin de costos (Antonio Garzn). En las pruebas piloto se sembraron maces amarillos. La estrategia planteada por el doctor Garzn consiste en aumentar la siembra de maz ama-rillo en el ciclo de primavera-verano, utilizando para ello el maz transgnico, porque el problema de plagas es fuerte en esa temporada. Esta tecnologa ofrece una oportunidad para los agricultores. El gobierno puede generar una estrategia bajo el siguiente esquema: sembrar maz blanco en 250 mil o 300 mil hectreas en otoo-invierno, y 150 mil o 200 mil de maz ama-

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    rillo en primavera-verano. De este modo se ampliara su rango de siembra y de cosecha, y el problema de mercado se reduci-ra en 50%. Al dividirse la cosecha todos los problemas de transporte, almacenaje y comercializacin se iran disminuyen-do, porque ya tienen ms oportunidades en el tiempo.

    En relacin con los resultados de las pruebas piloto y experi-mentales, Antonio Garzn nos coment, en agosto de 2012, que acababan de cosechar; por lo tanto, estaban analizando los da-tos como por ejemplo, el comportamiento del polen, su movili-dad. Hacia finales de ese ao ya tendran el reporte de los re-sultados para drselos a las autoridades federales. En una entrevista, el secretario estatal de Agricultura nos coment que a la institucin no le haban entregado ningn resultado de las pruebas piloto y experimentales realizadas en el estado. Sin em-bargo, algunos productores fueron llevados a visitar los lotes ex-perimentales para convencerlos de la siembra del maz amarillo transgnico. Los agricultores no han cambiado al ciclo primave-ra-verano, ya que las plagas proliferan y aumentan los costos por el uso de insecticidas. Las siembras experimentales se de-sarrollaron en terrenos de agricultores cooperantes y el personal se capacit por medio de cursos que ofreci la universidad.

    Segn el ingeniero Adalberto Mustieles el problema en Si-naloa es la falta de competencias para entender algunos as-pectos tcnicos relacionados con los transgnicos. En su opi-nin, es un tema que requiere mucho ms estudio, anlisis e informacin, de tal suerte que la gente empiece a tener criterios fundamentados en una realidad cientfica. Menciona que se est ofreciendo un maz resistente al herbicida y opina que si fuera una zona donde las malezas fueran un problema grave sera una oportunidad de resolverlo por medio del transgnico, pero no se tiene ningn problema con las malezas. La otra caracterstica transgnica es la resistencia a los insectos, pero los gusanos se combaten de tal manera que no existe una pla-ga que ponga en riesgo hoy da la produccin de maz en Sina-loa. Un aspecto adicional sera no generar dependencia tecno-lgica. El entrevistado opina que si esta tecnologa no estuviera

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    tan concentrada en una o dos compaas sera mejor, porque no le agrada el escenario de que en diez aos se tenga que depender exclusivamente de un proveedor.

    El ingeniero Musieles menciona que otro riesgo de los trans-gnicos es que cada da son ms los eventos que se apilan, lo cual va a hacer ms compleja la lnea de productos, ms caros y con el riesgo de generar resistencias, dado que todos los sistemas biolgicos tienen la capacidad de adaptarse para so-brevivir, de manera tal que si se genera un evento transgnico para el combate de malezas que sea resistente al glifosato, se puede llegar a propiciar las supermalezas. No voy a poder combatir esas otras malezas y lo mismo va pasar con las pla-gas. Cuesta mucho dinero desarrollar nuevos transgnicos. Quin los va a pagar? Y, sobre todo, el riesgo que tengo de la dependencia tecnolgica (Adalberto Mustieles).

    En el caso del maz en Mxico, ms que preocuparnos por si somos centro de origen, lo ms importante afirma el inge-niero sera no perder la diversidad. Las compaas saben que el potencial de rendimiento de un individuo est en la gentica, no en la transgenia. El factor productivo fundamental sigue es-tando en la riqueza gentica de los materiales. Finalmente, otro riesgo es el aspecto regulatorio, pues ser necesario invertir en laboratorios costosos, en capital humano, en recursos financie-ros para poder certificar si algo es transgnico o no.

    Un investigador del iniFaP reafirm en entrevista que Sinaloa no tiene problemas de maleza en el cultivo del maz y que el gusano cogollero es una plaga controlable. Los materiales transgnicos no incrementan el rendimiento ni la calidad; estn ms bien enfocados en reducir riesgos que pueden ser contro-lados de otras maneras. Las casas agrocomerciales slo bus-can vender y no alertan al productor acerca de los riesgos o los verdaderos alcances de sus productos, y el agricultor slo reci-be informacin de las casas distribuidoras. A los productores les inquieta el alto costo de la semilla, as que se preocupan de que la transgnica aumente sus costos y que stos no sean compensados por el rendimiento. Sera importante saber el

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    precio de la semilla para comparar con los de herbicidas e in-secticidas y as conocer si el productor va tener un beneficio.

    El iniFaP no particip en los ensayos, solamente colabor ponderando los protocolos que las compaas tenan para eva-luar los transgnicos. No tena posibilidad de hacer cambios relevantes. Por ejemplo, ellos queran probar cosas que noso-tros sabamos que no funcionan. Ponan como testigo un maz que ellos tenan perfectamente claro que no iba a funcionar y as el transgnico resultaba mejor. Algunas cosas estaban bien, como por ejemplo, evaluar la adaptacin de esos materia-les en la regin, aunque incluso para ese aspecto ni siquiera se necesitaba que fueran transgnicos: con haber usado los hbri-dos era suficiente.

    conclusIones

    Los argumentos econmicos a favor de los transgnicos en tr-minos de la reduccin de los costos totales del proceso produc-tivo por la no aplicacin de insecticidas son altamente cuestiona-bles. Su costo no compensa el gasto en las semillas transgnicas, las cuales tendran precios ms elevados. Actualmente, la com-pra de semillas hbridas no transgnicas representa entre el 30 y el 40% del total de los costos productivos. Sin embargo, se desconoce el precio que tendran las semillas transgnicas en Sinaloa y los productores no tienen forma de comparar entre el aumento que tendran por ser semillas transgnicas con respec-to al gasto por la aplicacin de insecticidas. Adems, los costos en los plaguicidas y los herbicidas representan los porcentajes ms bajos del proceso. Es claro que ni siquiera para los grandes y medianos productores el maz transgnico representa una so-lucin frente a sus problemas econmicos. La mayora de los productores pequeos presenta una situacin an ms extrema, pues ellos no tienen una inversin en semilla, ya que reutilizan cada ao parte de la cosecha anterior.

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    Por otro lado, la informacin que tienen los productores con respecto a los oGM es escasa y contradictoria. Sus fuentes de informacin provienen generalmente de las empresas produc-toras de semillas transgnicas, lo que representa un sesgo fun-damental a considerar. Los argumentos que aportaron los pro-ductores medianos y pequeos en favor de los transgnicos giran sobre tres puntos principales: 1) reduccin de costos del proceso productivo; 2) reduccin del uso de agroqumicos con-tra plagas y malezas; y 3) inocuidad de los transgnicos, pues los agricultores argumentan que no hacen dao porque en Es-tados Unidos llevan mucho tiempo cultivndolos y no ha habi-do efectos en la salud.

    La preocupacin de los productores no estriba en la intro-duccin del maz transgnico. Sus inquietudes no giran alrede-dor de la produccin, ya que son altamente productivos. Recor-demos que los rendimientos alcanzados oscilan entre doce y quince toneladas por hectrea. De hecho, los productores es-trella han obtenido hasta 17 toneladas por hectrea en algunos puntos de sus parcelas. As pues, claramente sus problemas no estn fincados en la produccin misma, sino en los altos pre-cios de los insumos fertilizantes y semillas, y en la falta de canales adecuados de comercializacin. Si ellos tuvieran mayor seguridad en este sentido y en los precios pactados a futuro, ganaran mucho ms, tanto econmica como social y poltica-mente, que con la introduccin del maz transgnico. En 2012 los productores pudieron haber tenido excelentes ingresos, ya que la Bolsa de Chicago fij precios superiores a los que los compradores Maseca, Minsa, Cargill estuvieron dispuestos a pagar. Adems, a pesar de que los productores se vean benefi-ciados por el programa de comercializacin a travs de aserca, los montos siempre son fijados por intereses polticos.

    Al no existir problemas de plagas de gusano cogollero ni de malezas en Sinaloa, porque la mayor parte del cultivo se reali-za durante otoo-invierno, se est presionando para introducir una tecnologa inapropiada, obsoleta y con el alto costo de una dependencia tecnolgica absoluta.

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    Finalmente, no puede quedar fuera la otra Sinaloa, que si bien sostiene una agricultura de autoconsumo para pocas familias, ha contribuido a la conservacin de los maces nativos. En efecto, por sus prcticas agrcolas y la adaptacin a las condiciones ambienta-les, su legado tiene un gran valor para la produccin maicera nacio-nal; sin embargo, carece de los apoyos que le permitiran superar las condiciones de vulnerabilidad que la orillan a la extincin.

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