Magia en Los Cuentos2

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Magia en los Cuentos © 2013, MÓNICA CORTÉS K. Inscripción Nº , Santiago de Chile. Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de portada, puede ser reproducida, transmitid o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos o electrónicos, incluido las fotocopias, sin permiso del editor. ISBN Se terminó de imprimir esta primera edición De 500 ejemplares En Imprenta América Ltda. Avenida Ramón Picarte Nº 1109 Valdivia−Chile. Ilustraciones Laura Hunter. Impreso en Chile Mónica Cortés K. 1 | Página

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Magia en los Cuentos

© 2013, MÓNICA CORTÉS K.Inscripción Nº , Santiago de Chile.Ninguna parte de este libro, incluido el diseño de portada, puede ser reproducida, transmitid o almacenada, sea por procedimientos mecánicos, ópticos, químicos oelectrónicos, incluido las fotocopias,sin permiso del editor.

ISBN

Se terminó de imprimir esta primera ediciónDe 500 ejemplaresEn Imprenta América Ltda.Avenida Ramón Picarte Nº 1109Valdivia−Chile.

IlustracionesLaura Hunter.

Impreso en Chile

Mónica Cortés K.

Índice

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EL SILLÓN DE LOS DESEOS

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El sillón que cumple tus deseos

Hoy es el cumpleaños de Ainara, ella cumple diez años; su familia le ha organizado una fiesta sorpresa. Su madre ha planificado por meses este momento e invitó a todos sus amigos, dando instrucciones claras de no decirle nada.La sorpresa fue tan espontánea, que al abrir la puerta; las palabras “Feliz Cumpleaños”, sonaban tan fuerte y muy alegre, que la niña no tuvo tiempo para decirle gracias, por este maravilloso momento.−¡Feliz cumpleaños amiga! −dijo una niña que estaba cerca de ella.−¡Gracias!... voy a ser parte de la comitiva, cuando sea tu cumple, −fueron las palabras de Ainara, al momento de recibir el abrazo afectuoso.Estuvo allí, en la puerta de su casa, recibiendo muestras de afecto de sus amigas. Después subió las escaleras, para cambiarse de ropas para volver al salón. Al llegar a su habitación y abrir la puerta, encontró un sillón de hermoso tapizado, con una tela con diseños de paisajes; de lugares de ensueño, de personas que se complementaban también y lo más increíble era que todo mostraba felicidad.

La curiosidad de Ainara la hizo ponerse enfrente del sillón y mover la cabeza.−¡Hay mamá!, ¿Qué cosas se te han ocurrido ahora?, −dijo en voz alta, como si hubiese alguna persona a su lado. Al sentarse sobre el confortable sillón, su mano pasó a rozar una figurita de cobre, que brillaba haciéndose resaltar.Este pequeño gesto hizo que el sillón expulsara; desde uno de sus brazos una elegante tarjeta de invitación. Esta decía “Pide tu deseo”, no olvides leer las instrucciones para hacerlo. La niña giró el papel de modo de ver el reverso, efectivamente allí habían unas palabras escritas, que decían: “Si estas sentado cómodamente en el sillón de los deseos, es porque eres merecedor de uno de ellos, lo que tienes que hacer, es sólo pedirlo, entonces cierra los ojos, concéntrate en lo que puedes desear, dilo en voz alta y éste se cumplirá.Ainara, dejo la invitación sobre la mesa de noche; tenía que cambiarse de ropas y bajar a celebrar su cumpleaños. Las horas que demoró la fiesta le parecieron eternas, estaba intrigada por la extraña invitación a la cual la habían convidado y el nombre del sillón, era lo más llamativo. La niña estuvo pensando en todo momento que desearía.Cuando todos sus invitados se fueron, ella le pidió a su amiga Kiara, que se quedase y al momento de subir las escaleras tocaron el timbre, era un amigo, que acababa de regresar de un viaje. Él que había esperado que los invitados se fuesen para entregarle el regalo a la cumpleañera.−¡Feliz cumpleaños Ainara!, −dijo Mateo al momento que ingresaba a la casa y rodearle con un abrazo para saludarla en un día tan especial.−¡Hola Mateo!, qué bueno que alcanzaras a llegar, y tomándolo de una mano, lo invitó a subir las escaleras para poder mostrarle el secreto, que había estado guardando durante toda la celebración. −Siéntate y pide el deseo, −dijo Kiara, −no olvides cerrar los ojos, alcanzó a decir, cuando Ainara se ubicó en el sillón; allí trato de seguir las instrucciones y colocándose en posición exclamo en voz alta. –un vestido de fiesta deseo, al abrir los ojos esperó ver dicho vestido sobre la cama. Se quedó allí un tiempo, esperando que apareciera pero nada ocurrió. Entonces Kiara la sacó del sillón y se sentó ella diciendo, −deseo un computador de última generación, con carcasa rosa; esperó y espero para abrir los ojos y darse cuenta que nada había sucedido

−Amigas, creo que están mal, −dijo Mateo que sostenía la invitación del sillón de los deseos, parece que no leyeron las instrucciones completamente, −aquí dice “El deseo será cumplido si piensas primero en los demás antes que en ti mismo. Ustedes han pensado cosas para sí mismas y no han pensado en los demás personas, entonces el sillón se movió, dejando brillar sus imágenes planadas en el tapiz.Ainara pensó que debía buscar la forma de escribir un deseo para luego leerlo, esta vez solicitaría un deseo de bien mayor; que considerara a toda y cada uno de los integrantes de su familia y amigos.−Deseo que cada persona que vive en esta ciudad, hoy se sienta feliz por estar con vida y que reciba amor verdadero de los seres que lo rodeen, que se sienta amado por lo que son y no por lo que tienen. Inmediatamente después de repetir estas palabras, una voz desde el interior del sillón de los deseos dijo, −deseo concedido, y os aseguro que esta ciudad hoy cambiará; sentirá el amor de los que están a su alrededor, no importando si son familiares, amigos, compañeros de trabajo o personas que van pasando a su lado.

.El sillón había cumplido y ahora debía viajar para encontrar a otras personas que estuviesen dispuestas a pedir un deseo, pero pensando primero en los demás antes que en ellos mismos.

El Árbol de las hojas rojasEn una plaza, ubicada en el centro de la cuidad; existe un gran árbol frondosos, voluminoso y de tronco ancho; que demostraba que él estaba allí antes que se construyeran los juegos.Tiara, fue a visitar a sus abuelos; a la ciudad de las flores, que era donde nuestro árbol vivía. Como el día estaba despejado, y el sol iluminaba totalmente, la niña salió a recorrer el lugar llegando a la plaza.Se colocó en una especie de manto verde, cerca del gran árbol. Las raíces eran enormes que salían de la tierra, y el tronco sólo se podía caminar a su alrededor; al intentar abrazarlo, no alcanzada a tomarse sus manos. Sus grandes ramas, gruesas y pesadas, dejaban ver sus hojas de un particular color rojo muy particular. Esto lo hacía un árbol muy atractivo, sobre todo para los niños que jugaban entre sus raíces, imaginándose desde casitas a barco piratas. Hasta tres niños, si eran pequeños se encendían tras él al jugar al escondite, y para que no los pillaran, calladitos podían ir girando alrededor de él.

Tiara que nunca había observado un árbol con hojas de ese color, se quedó sorprendida mirándolo por mucho tiempo; un pensamiento le rondaban, ¿Por qué era el único árbol de la plaza que tenía sus hojas de ese color?

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Estaba pensando; cuando escuchó una voz que provenía desde el árbol. Ella buscó la procedencia, pero no pudo ver a nadie. De repente un golpecito en su espalda la hizo saltar, rodeo el árbol y una de sus ramas se movió, dejando ver entre ellas y la corteza de su tronco; una arrugada cara. A Tiara la parecía que se movía, se asustó, y retrocedió varios pasos, para alejarse de allí.−¡No te asusten pequeña!, −dijo la voz del árbol, que era casi como una briza.−¿Cómo que no me asuste?, −dijo Tiara –si estoy hablando con un árbol −¡Si pequeña!, pero no soy cualquier árbol. Yo soy la guardiana de la tierra, y me manifiesto de esta forma para que me escuches. Elegí este árbol porque es muy antiguo, ha crecido lento en silencio a través de los años; llegando a ser majestuosos, dando sombra, belleza, y renovando el aire que todos respiran. Ha visto el paso del tiempo, donde antes habían prados y colinas, hoy sólo casas y edificios.−¡Es increíble!, −dijo Taira, entre risitas nerviosas.−Quiero decirte que este planeta necesita de ustedes los humanos, para poder continuar existiendo. Sobre todo ustedes los niños.

−¿Qué puedo hacer yo?, −preguntó la niña.−Estoy segura que con dos acciones puntuales que hagas, se iniciará una nueva etapa, en de cuidado del medio ambiente.−¿Cuáles son las actividades que debo hacer?, −preguntó intrigada Tiara.Primero tener conciencia de que eres parte de este mundo, que es tu hogar por tanto eres una guardiana del medio ambiente y segundo buscar a otros humanos que lleguen a pensar y actuar igual que tú, –dijo la guardiana de la tierra, con una especie de confianza en aquella niña. −¡Yo creo en ti! y confió en que los niños de esta tierra harán los cambios que nuestro planeta necesita.Tiara se comprometió ese día a luchar por proteger el medio ambiente, pensando que con uno se inicia el cambio para luego contagiar a otros. Así como un gran achuass de un resfrío que se contagia uno a otro.Mucho tiempo después Tiara llevó a sus hijos a caminar a la plaza, para poder compartir la frondosa sombra de aquel árbol; que en la actualidad, goza de la presencia de unas hojas verde.

Mateo, viaja al espacio en autoLa familia de Mateo se dispone a iniciar la aventura, después de avanzar unos kilómetros, se encontraron con una neblina espesa, que no permitía ver la carretera. Josefina disminuyó la velocidad del automóvil, cuando sintió un pequeño sonido agudo, seguido de una luz radiante que invadió el interior del vehículo. Después todo se transformó, los padres del niño, se miraron, tratando de preguntarse ¿qué había ocurrido?, más la respuesta llego de inmediato, ya no estaba en la carretera, sino que se encontraban en un gran plataforma, donde su automóvil estaba flotando; ellos sentían el motor que seguía funcionando, pero no se movían.−¿Dónde estamos Pablo?, −preguntó la madre de Mateo, tratando de buscar respuesta. Descendieron con cuidado del automóvil y al poner los pies sobre la superficie, ésta se iluminó, permitiéndoles que ellos se desplazasen, sin inconveniente. Los integrantes de la familia, no entendían que estaba sucediendo. En ese preciso momento, pudieron escuchar una voz y se giraron para ver a la persona que les hablaba..Cuan sorprendidos quedaron cuando al vieron a un ser, de una figura alargada, de colores brillantes, que trataba de acomodarse un aparato en el cuello.−¡No se asusten amigos!, −dijo con un lengua que la familia era capaz de entender, −por un error matemáticas los tele transportamos a nuestro planeta.

−¿Cómo?, ya no estamos en la tierra, −preguntó Josefina gritando−Hola, soy Mateo, ella es mi madre y él es mi papá, −dijo el pequeño niño, muy entusiasmado por lo que representaba el estar viajando por el espacio; tendría que contarle a sus amigos.−Sean bienvenidos a mi mundo, soy el científico Baruchs; ya conocen parte de mi lugar de trabajo, y tratando de mover una parte de su cabeza, que parecían alas, cuando éstas se agitaban, desde adelanta hacia atrás, se podía ver que comenzaban desde la parte superior de la cabeza e iban en aumento, luego volvían a pegarse al inicio del cuello.−¿Quieren que los regresemos ahora mismo a su planeta?, −preguntó el científico a los pasajeros del automóvil.−¡No!, mejor nos quedamos, −respondió el niño entusiasmado.Baruchs los invitó a pasear por las instalaciones del laboratorio, les contó que no eran los primeros en viajar desde la tierra a su planeta; eran los únicos en logar comunicarse; en ocasiones anteriores el impacto de verse mutuamente, había sido extremo por lo que los habían tele transportarlos tan rápido de regreso a la tierra, que no habían alcanzado a conocerse.−¿Cómo es que hablas como nosotros?, −preguntó Mateo.−Este dispositivo que llevo en mi cuello, me permite activar un traductor de voz, que interpreta lo que ustedes dicen y a su vez traduce lo que pienso, para luego articularlo en el lenguaje de ustedes.

−¿Me puedes enseñar cómo saludan en tu planeta?−¡Si por supuesto!, espera que me quite este aparato, −respondió el hombre; dejándolo sobre la superficie de la mesa. Tomó al niño de los hombre y lo puso frente a él; colocó su larga cabeza en la del niño, en ese instante se produjo una conexión de pensamientos entre los dos. Mateo pudo visualizar en su mente imágenes maravillosas; de infinita belleza, las que fueron pasadas a su cabeza, quedando como recuerdos agradables para el pequeño.−Fue maravilloso, es como si estuviese en esos lugares, puedo ver, sentir el calor de los soles, y el aire tibio. El científico les contó que es costumbre de su pueblo, pasar telepáticamente sentimientos positivos y negativos a otros seres, para comunicarse entre ellos; lo único que deben hacer es apoyarse mutuamente la parte frontal de sus cabezas.Baruchs y Mateo, se hicieron amigos los siguientes días; en el viaje esteral aprendieron de las costumbres de ambos, y cada uno enseñó algo adicional de sus planetas y de los seres que allí vivían.Luego el automóvil y sus ocupantes fueron enviados de regreso a la tierra para continuar con sus respectivas vidas. Gracias a un error, la familia de Mateo vivió una maravillosa experiencia espacial.

La mochila de los secretos

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Hoy, es el primer día de clases de regreso de las vacaciones de invierno, Baruch ha llegado temprano a la escuela, él espera poder saludar a sus compañeros a los que ha extrañado mucho.Baruch trae una mochila nueva, en ella lleva sus cuadernos y lápices para trabajar en clases, el niño no quiere dejarla colgada en la silla que ocupaba, sino que la sujetaba con mucha fuerza, aferrándose a ella. Cuando la profesora le instruyó que la dejase, para que pudiese poner atención a la clase, el niño se molestó, pero de igual forma obedeció la orden de la docente. Al salir a recreo, Baruch saco su mochila y la colocó sobre su hombro derecho, su amigo Edgar le pregunta, −¿para qué llevar al patio la mochila?, −Baruch no respondió palabra alguna.Los dos amigos se dirigieron a su lugar favorito, que era un rincón del patio donde se sentaron a contarse las entretenidas aventuras que vivieron durante las vacaciones.Edgar que se daba cuenta que algo le sucedia a su amigo, le preguntó, −¿qué pasa contigo Baruch?, no has dejado en ningún momento esa mochila.−En ella tengo recuerdos, −dijo usando una mueca de su rostro, que denotaba tristeza. En ese momento Edgar quiso tomar la mochila de su amigo y éste se puso de pie bruscamente, arrancándosela de las manos.−¿Qué pasó?, −preguntó Edgar.−¡No puedo decirte nada!, −gritó Baruch.−Eres mi mejor amigo y me preocupas, −explicó Edgar.−Luego te cuento, −fueron las únicas palabras del niño.−Mira Baruch, se puede ver que tienes un problema, pero será más grande, si tratas de ocultarlo. El niño no podía contarle a su amigo Edgar, lo que estaba sucediendo, se sentó nuevamente y sin preámbulos dijo, −esta mochila contiene secretos que causan muchos problemas, sobre todo porque hay fotografías, mi diario personal y en él cuento todo lo que me ha pasado, −dijo Baruch, con una última inspiración de aire.−A la salida de clases, te dejaré mi mochila para que la puedas revisar, eso sí me debes prometer que lo harás sólo y mañana me la regresas, ¿te parece justo? −dijo Baruch y salió corriendo en dirección a la sala de clases. Edgar asientó con la cabeza y dejó que su amigo se marchese, realmente estaba preocupado por la actitud de Baruch.Edgar llegó a su casa y se dirigió a su habitación, allí con mucho cuidado sacó el cuaderno, que contenía escrito las vivencias de su amigo, se quedó leyendo y revisando cada uno de la fotografías, de los dibujos y los textos que allí plasmados estaban.Al terminar estaba casi llorando, no podía creer todo lo que su amigo Baruch habido sufrido, −tenía razón de estar triste, −dijo en voz alta, como si alguna persona estuviese en la habitación. Los maltratos descritos de parte de su padrastro, quien lo obligaba a realizar acciones que no son propios de niños de su edad.Edgar no sabía qué debía hacer para ayudar a Baruch y tomó una decisión, recurriría a su madre para contarle todo. El maltrato que estaba experimentado Baruch era razón más que suficiente para hacer algo, no podía quedarse quieto sabiendo que su mejor amigo estaba sufriendo.La madre de Edgar decidió tomar partido en el asunto y buscó a la madre de Baruch, para informarle lo que estaba pasando con su hijo, al hacerlo encontró que María Isabel desconocía la situación. Ambas acudieron a la policía ha efectuar la denuncia y muy pronto el padrastro de Baruch fue detenido y encarcelado, con lo que el niño estaba protegido.Los dos niños siguieron asistiendo a clases, como lo hacían todos los días, ahora Baruch sabe que puede contar con su amigo en momentos difíciles. Por lo que la unión de amistad entre ellos ha crecido hasta convertirse en lazos fraternos. Mucho tiempo después Baruch trabaja como asistente social de la institución que apoya a niños que han sufrido maltrato de parte de los adultos y cuenta su experiencia de vida, como una forma de hacer conciencia que no importa que sean pequeños de igual manera puedes ayudar a los demás.

La escalera de coloresHabía una vez, un gran edificio, que tenía una escalera muy especial, lo cual escalera muy especial, pues iniciaba sus escalones, en la parte inferior, los cuales eran de color gris oscuro, angostos y denotaba pobreza y malos olores.La escalera continuaba en el siguiente piso, pero esta vez estaba el lado opuesto a la anterior y en ella había cambios, pues sus escalones eran más grandes, amplios y la escalera contaba con un pasamano, estaban pintados sus escalones de amarillo fuerte con franjas blancas. Allí Viviana familias que salían todo los días a trabajar muy temprano y retornaban pasada el anochecer.El tercer piso era, de escalones amplios, cubiertos de una goma negra, con pasamano de madera bien lijada y barnizada. Las paredes de los muros del edificio estaban bien cuidadas y mantenidas. Las familias que allí vivían, salían a trabajar en sus automóviles de múltiples colores.Este edificio se parece a la estructura social de nuestro país, yendo desde la clase pobre, como lo son sus primeros escalones, subiendo y bajando, se puede ver distintas familias de la clases media trabajadora, hasta llegar a aquellos que poseen mayores recursos monetarios, como lo es el cuarto segmento de la escalera, el cual era completamente distintos a los anteriores, comenzando por los materiales, todos ellos era de la mejor calidad. La estructura de los escalones era amplia, delicada y cómoda, con pasamanos de prolijos (vidios de colores) de intensos colores y conformando figuras de grandes artistas nacionales. Había una iluminación para cada peldaño y así mismo la luz que irradiaba, desde el alto cielorraso llegaba hasta los rincones, dejando una grata sensación de luz natural. Al llegar a su último escalón se podía ver un gran ventanal, que permitía apreciar el volcán, la majestuosidad del lago y la piscina que estaba ubicada en ese piso. El piso cuarto era un solo departamento, allí vivía una joven llamada Antonella, ella recorría todo los días cada peldaño de esta particular escalera, lo hacía en forma rápida, sin observar a sus vecinos ni mucho menos conversar con alguno de ellos.Un día, la joven subía los peldaños cuando resbaló en los primeros peldaños del segundo piso, el taco de su zapato no fue todo lo que se salió de su lugar, su tobillo también lo hizo, causando mucho dolor. Una anciana que vivía en la primera puerta sintió el golpe y posterior grito de dolor de loa joven salió rápidamente a auxiliar a la accidentada. Le ayudo a levantarse y la ingreso a su modesto departamento, allí le puso una silla para que se sentase y otra para colocar su pie herido. Antonella que nunca había interactuado con nadie del edificio, no entendía ¿por qué aquella persona se había tomado tanta molestia en ayudarla?.−¿Señorita, quiere que llame a la ambulancia, para que le ayuden?−¡No! Mejor llamaré a mi padre, para que venga a buscarme y me lleve a un clínica, ¡me duelo mucho!, creo que me esguince el tobillo al resbalar en los peldaños. Antonela se giró para buscar su cartera y encontrar su teléfono celular, allí estaba su moderno equipo telefónico, marco una tecla y pidió ayuda.Rápidamente llegaron por ella y su familia agradeció a la anciana su buena acción de levantarla e ingresar a su apartamento. −¡Muchas gracias!, dijo Antonella al momento de salir, tomado la mano de la mujer que sin conocerla le había prestado ayuda.−No hay nada que agradecer, −respondió la mujer, −todos en algún momento necesitamos de ayuda de otras personas, espero que no sea muy grave su situación.

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Se despidieron todos y la joven fue llevada a una clínica para que los médicos la examinen y le pudiesen curar su pie, para volver a su rutina diaria.Varios días después, Antonella, regreso a su apartamento, quería conversar y conocer más a aquella mujer, que le había brindado auxilio a pesar de no conocerla. Encontró a la anciana limpiando los escalones con una vieja escoba, le saludo amablemente y se instaló allí a conversar sobre cosas de la vida.Desde ese día, todos saludan a la joven del cuarto piso, llamada Antonella, se quedan entre escalones a conversar de la vida, del trabajo, de la enfermedad de la sociedad actual de no mirar al que está al lado y verlo como un amigo y de aquellas soluciones que se han propuesto implementar en ese edificio para conocerse, organizarse y sobre todo para conformar una gran familia que habita el edificio de la escalera de colores.

Una amiga en el deporte. −Hola, ¿estás haciendo tu recorrido?, −le preguntó y él levanta su mirada para fijarla en mí y responder.–sí, lo hago todos los días antes de irme a la escuela. –¿Cómo te llamas?, −Franco responde sin mayor duda e incomodidad. –Chao, que este bien, −me dice y se aleja trotando, luego se gira alzando su brazo derecho para despedirse.Me he quedado pensando en este joven, en su vestimenta, sobre todo en la expresión de su rostro y el brillo de sus ojos; Me ha cautivado, ha tenido un gesto amistoso con una anciana que camina por la calle, a esa hora de la madrugada.No puedo dejar de pensar en esa carita alegre del joven con su sonrisa contagiosa. Me ha traído a mi vieja mente, recuerdos de mis nietos, de Felicia, la pequeña bebita de mi hijo menos. Trato de visualizar en éste la cara de uno de mi hijos, cuando eran adolescentes y tenían tanta energía que inundaba el lugar, de eso ha pasado tanto tiempo que casi no recuerdo sus rostros de esa época; pienso que mi mente no está funcionando tan bien como antes, pues no me acuerdo de los detalles de muchos hechos o de personas, me causa un poco de temor el perder los recuerdos, el no saber quién soy pero sobre todo no recordar a mis seres amados. Esos son mis miedos en estos momentos y si bien llego a ese nivel de perdida, seguramente no poder darme cuenta del miedo que me producía llegar a esa situación.Me he levantado muy temprano, hoy domingo primero del mes de julio, tengo la intención de recorres el mismo lugar que la semana pasada, he estado disfrutando los diferentes pasadizos de la plaza, la calle y el parque, que se encuentra al final de la avenida principal. Cada vez que hago el recorrido encuentro algo que el día anterior no había observado. Esta experiencia me ha revitalizado, el cuerpo y el alma. Cada día trato de hacer la misma senda, caminando un poco, luego me detengo y descanso, así hasta llegar de nuevo a mi adorable casa.Estoy por ingresar a ella, cuando de pronto, una vos conocida me saluda.–Hola abuelita, ¿se acuerda de mí?. Doy la vuelta a mi pesado cuerpo, reconozco el timbre de voz, −Hola, ¿Cómo estás?, −Bien y usted ¿Cómo está?, −me propongo responder rápido pero me tropiezo con algo y mi cuerpo se proyecta asía adelante, llegando hasta el suelo. Unas manos me sujetaron, evitando que rebote mi cabeza en el cemento de la vereda.–¡No se caiga abuelita de la impresión de verme!, −me dijo muy estuciasmado.Sé que estaba esperando verlo, pero no para causar un accidente, sino por el contrario, para preguntarle tantas cosas que me preocupaban.−¡Ha!, estoy bien, no te preocupes, estos pies están un poco torpes, no quieren obedecer a mi cerebro, que le dice que caminen con los pies y no con las rodillas, hijito ayúdame a sentarme en ese lugar para revisar si me he lastimado. −La sostengo del brazo y usted pone el pie derecho firme sobre el suelo, para enderezarse y luego yo la reviso. –Gracias muchacho, lo que sucede es que me duele la rodilla derecha, creo haberla afirmado tan bruscamente que se hizo una herida, está saliendo un poquito de sangre. –No se preocupe, tengo un mini botiquín de primeros auxilio en la mochila, puedo asearla para que no le queden residuos de piedras y tierra. Este joven tiene habilidades de paramédico, limpió mi herida y le puso un apósito para que no se rose con la falda, que deje tranquilita mi rodilla lastimada, para que inicie el proceso natural de sanación.Ingresamos a la casa y me dejo bien sentada en la silla del comedor, −me despido, abuelita, mañana a esta misma hora le vendré a visitar, para saber cómo sigue su herida, −¡ha!, no se su nombre, ¿cómo se llama usted?,−Rosa María, −le digo, −se aproxima y me dé un sonoro beso en la mejilla.Desde ese día, a la misma hora, tengo una visita, creo que ya él no es un visitante, se ha convertido en un miembro activo de mi reducida familia. Conversamos como si fuéramos viejos amigos y digo viejos porque él es un joven que me trata con tal cariño que en varias ocasiones me he percatado que le habla como si fuera un adulto de mi edad. −Estoy esperándole, porque ayer estuvo en una competencia de atletismo, creo que era una carrera de cuatrocientos metros planos. Tocan la puerta, me dirijo hasta el lugar donde está ubicada el ingresos de mi vivienda, es Franco y esta con cara triste y desolada. –Hola abuelita Rosa, ¿Cómo está hoy?, −abrazándome para saludar. –Bien, bien hijo, ¿qué pasó que tienes una carita triste?, – ¡perdí la carrera!, además me caí e hice el ridículo, todos se rieron de mí. Estoy furioso conmigo, porque no corrí tan rápido para ganar y al caer aparatosamente me arrastré por el cemento, mire mis piernas estas llenas de magulladuras. Trato de tranquilizarle, le abrazo para confrontarle y le digo, −Habrá otra carrera, no te preocupes tanto, la vida es así; él no puede contener las lágrimas, su angustia se refleja en su cara. −Estuvimos abrazados por largo tiempo, sin pronunciar palabra. Han pasado dos semanas, Franco hoy tiene nueva competencia, me invitó para darle fuerza, me dijo, cuando me entregó una tarjeta, ese día me pregunto. − ¡Podrá ir para que me acompañe y me dé un poco de su fuerza luchadora?, –si, por supuesto, entraré allí esperándote en la meta, porque te aseguro que ganaras. – Eso espero yo también, cruzar en primer lugar la meta, me la ha prometido y esta vez sí lo lograré. Todos los presentes, estamos nervioso, los preparativos para lanzar la carrera nos han producido ansiedad. Franco está acompañado de su padre y se encuentra en la pista, listo para llevar a cabo su carrera. Suena el disparo y todos los competidores inician su recorrido, el cual esta demarcado por unos vallas papales, para impedir que los asistentes ingresen a la pista. Los doce y tanto segundos es una eternidad para los que estamos afuera de la pista, en cambio para los participantes de dicha carrera es como una facción de segundos. Todos gritan palabras de apoyo a sus competidores favoritos...− ¡Tú puedes!, ¡corre! −son mis palabras, −en esos momentos para mi amiguito Franco.Él cruza el primer lugar la cinta puesta en la meta, que alegría es el ganador y la emoción a invadido a los presentes, los cuales gritan, saltan, dando rienda suelta a sus emociones, para desmotar su apoyo a la persona que está corriendo, El grupo que acompaña a Franco, lo ha levantado sobre sus hombros para llevarlo a pasear para mostrarlo al público, que él es el vencedor,

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que ha ganado y que el público asistente lo pueda vitorear, por su importante triunfo obtenido. Busco su mirada, para levantarle mi mano, que está un poco tiesa, no puede verme, por más que insisto que pueda darse cuenta que vine a su carrera, a apoyarle, no puedo lograr que me mire y vea que estoy aquí.De pronto me emociono, porque me ha visto, allí entre todas las persona estaba yo, la abuela que había compartido todo este tiempo. Ese fue sin duda alguna el día más feliz en la vida de Franco y el mio, porque un compañero de andanzas.

Dos amigas en su viaje de vida La alegría invade toda la sala del comedor de la pequeña casa de Laura, la ansiedad se apodera de los presentes, frente a la inminente llegada del nuevo integrante de la familia. Laura ha preparado, en un rincón de su comedor, una caja con ropas viejas para que Magy, la perrita coker de la familia, para dar a sus a sus cachorros. La madre de Laura, ha querido que este nacimiento se produjera en el interior de la vivienda, ya que en las afueras se desarrolla una de las más fuertes tormentas, que ella allá vivido.El viento traspasa por los orificios de las paredes, introduciéndose en la casa, creando ruidos insospechados, los que invaden la calma del interior del hogar de Laura. Cuando son las ocho, con quince minutos, Magy trae a este mundo a su primera cría. Los gritos de alegría se hacen sentir desde cualquier habitación de la casa. Nacen tres cachorros en los minutos siguientes; Laura puso mayor atención a la aparición de una cachorrita que se encontraba al fondo de la caja de cartón. Fue un flechazo a primera vista, no sólo Laura la observaba, sino que la cachorrita había puesto sus ojos en aquella pequeña niña de pelo revuelto y con largos rulos, de ojos centellantes y de una sonrisa expresiva en toda su cara. Esa chispa de unión se produjo entre ambas, en una fracción de segundos, que marca la diferencia; Laura y la pronta bautizada Pupina, se creó el lazo afectivo. Cada instante compartido entre Laura y Pupina, generó una amistad y cariño entre dos amigas inseparables; marcando la vida de Laura, desarrollando la responsabilidad, al proporcionarle cuidados, cariño y enseñar los trucos a su amiguita canina Pasaron meses y años, un día Laura entró a la casa desesperada gritando –mamá mira, ven, ven por favor− como no recibía respuesta de su madre, se puso a llorar; La madre que venía entrando a la casa por otra puerta, la trató de calmar – No llores, explícame qué necesitas; Laura que no era capaz de urdir una oración coherente para explicarle a su madre lo que sucedía – Lloraba a gritos− y por eso no podía articular palabras que le permitieran hacerse entender; tono la mano de su mamá y la condujo para que la acompañara. Al momento de llegar a la vereda opuesta a su casa, la madre y Laura se abalanzan al suelo para poder ver que le había sucedido a Pupina, la cual gemía de dolor. Tomándola en brazos la ingresaron al interior de su hogar, desde allí procedieron a examinar cada parte del pequeño cuerpo, paso mucho tiempo para que se dieran cuenta que la pata izquierda colgaba, sangraba profundamente en su interior. Raudamente Laura se dirige al teléfono y llama a su amiga Eliana; quien era hija de la una mujer veterinaria de la región, la señora Elizabeth. Esta última conocía a Pupina porque en varias ocasiones la habían consultado; en esta ocasión y con la poca información que Laura le podía trasmitir, quiso calmarla en primer lugar, diciéndolo que se dirigía en ese preciso momento a su casa para poder examinar a la perrita.El resultado de la primera revisión, fue rotundo, Pupina debía ser operada para componer el hueso de su pata, por lo que se organizó el traslado del animalito en la misma camioneta de la veterinaria, a su consultorio para realizar los preparativos para la intervención.Después de unos días Pupina y Laura estaban acomodadas en el gran sillón regaloneándose mutuamente.−Tía Elizabeth, te agradezco mucho que hayas curado a Pupina; − dijo Laura con tanto entusiasmo y efusión, que casi caen al piso al momento de abarcarse Desde ese día Laura y Pupina pasan la etapa de recuperación jugando al interior de la casa, cuidando que la perrita no camine mucho, para que se alivie pronto, la mama de Laura y Elizabeth, la veterinaria, comparten las aventuras de las pequeñas amigas. Han quitado el yeso y le han puesto una venda blanca, solicitándoles que ambas se cuiden, se despide la veterinaria. En la actualidad Pupina, se ha recuperado totalmente y es la primera que manifiesta su alta médica, corriendo por el antejardín. La madre de Laura comenta s su esposo− La Pupina es parte de esta familia, es como una hija más, además de haber cambiado la vida de Laura, en lo que respecta a cumplir con aquellas obligaciones a las cuales se ha comprometido. Laura que instruye que sus padres están ablando de ella, se gira para alcanzar a tomar en sus brazos a su amiga y proporcionarles un gran beso, a su perrita.

El regalo que recibió Poleth Hoy, es el día del cumpleaños de Poleth, ella cumple diez años y su abuela ha venido desde lejos para compartir con la familia.−¡Feliz cumpleaños Poleth!, −dijo la abuela a su nieta al momento de ingresar a la casa.− ¡Gracias abuelita! , −respondió alegre Poleth.

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−Tengo un regalo muy particular para ti este año, es un reloj especial, vuelve el tiempo atrás por diez minutos, con él puedes repetir lo que hicisteis sin que nadie se dé cuenta, −explicó su abuela con voz bajita.La niña quiso probar su regalo y giró la perilla diez minutos atrás, en ese momento fue como si su cuerpo se desvaneciera y luego se materializara nuevamente, al hacerlo ella estaba esperando a sus primos frente a la ventana, como lo había hecho en la línea del tiempo anterior.− ¡Si funciona!, −dijo gritando llena a alegría, −es el mejor de los regalos.Poleth se fue a su habitación, pensando que cosas podría hacer para seguir probando la efectividad de su preciado regalo de cumpleaños.Estuvo todo el día volviendo el tiempo atrás, incluso hizo bromas y luego retornó el tiempo para que nadie se enterrase de lo que ella había realizado.Sus travesuras fueron creciendo en intensidad y en forma, ya no bastaba con colocar obstáculos para que las personas se cayesen, sino que había provocado que su hermano se rompiese una rodilla, al caer de la escalera. El día que le tocaba rendir un examen de lenguas, hizo trampa al mirar la prueba y luego responderla sabiendo las preguntas que contenía. En ese momento su reloj se desabrolló de su muñeca, se puso rígido, sus manecillas de detuvieron y los números comenzaron poco a poco a desaparecer. Poleth regreso a casa y le conto a sus abuela lo sucedido, la anciana le dijo que el reloj había sido un regalo especial, pero que ella había abusado, dándole un mal uso.−¡Abuela pero no hice nada malo!, −se excusó Poleth, tratando de darle una explicación a su abuela. −Este reloj ha sido una herencia de mi bisabuela y yo siempre que lo use fue para hacer el bien a los demás y no para mí misma.−Abuela pero nadie supo realmente que yo cambiaba el tiempo, −explicó la niña. − ¿Cómo que nadie se deba cuenta del cambio de tiempo?, −preguntó la abuela.−Abuela nadie sufrió por mi culpa, porque yo hice las travesuras pero luego retorne el tiempo y deshice el hecho, trató de converse a su abuela con la explicación.−Poleth, tú y sólo tú conocías el secreto del reloj del tiempo. Además si hay alguien que se daba cuenta de tus travesuras, −dijo la abuela.− ¿Quién es abuela?, −preguntó la niña.−Tú, porque viviste las travesuras y por eso los hechos fueron reales para ti, −respondió la anciana. Poleth prometió a su abuela no volver a hacer travesuras, aprendió que no hace falta darse cuenta que las personas hacen algún daño para que esto ocurra, sino que desde el momento que uno piensa en el daño, el hecho está ocurriendo.

Árbol de hojas rojas

En una plaza, ubicada en el centro de la cuidad; existe un gran árbol frondosos, voluminoso y de tronco ancho; que demostraba que él estaba allí antes que se construyeran los juegos.

Tiara, fue a visitar a sus abuelos; a la ciudad de las flores, que era donde nuestro árbol vivía. Como el día estaba despejado, y el sol iluminaba totalmente, la niña salió a recorrer el lugar llegando a la plaza.

Se colocó en una especie de manto verde, cerca del gran árbol. Las raíces eran enormes que salían de la tierra, y el tronco sólo se podía caminar a su alrededor; al intentar abrazarlo, no alcanzada a tomarse sus manos.

Sus grandes ramas, gruesas y pesadas, dejaban ver sus hojas de un particular color rojo muy particular. Esto lo hacía un árbol muy atractivo, sobre todo para los niños que jugaban entre sus raíces, imaginándose desde casitas a barco piratas.

Hasta tres niños, si eran pequeños se encendían tras él al jugar al escondite, y para que no los pillaran, calladitos podían ir girando alrededor de él.

Tiara que nunca había observado un árbol con hojas de ese color, se quedó sorprendida mirándolo por mucho tiempo; un pensamiento le rondaban, ¿Por qué era el único árbol de la plaza que tenía sus hojas de ese color?Estaba pensando; cuando escuchó una voz que provenía desde el árbol. Ella buscó la procedencia, pero no pudo ver a nadie. De repente un golpecito en su espalda la hizo saltar, rodeo el árbol y una de sus ramas se movió, dejando ver entre ellas y la corteza de su tronco; una arrugada cara. A Tiara la parecía que se movía, se asustó, y retrocedió varios pasos, para alejarse de allí.−¡No te asusten pequeña!, −dijo la voz del árbol, que era casi como una briza.−¿Cómo que no me asuste?, −dijo Tiara –si estoy hablando con un árbol.−¡Si pequeña!, pero no soy cualquier árbol. Yo soy la guardiana de la tierra, y me manifiesto de esta forma para que me escuches. Elegí este árbol porque es muy antiguo, ha crecido lento en silencio a través de los años; llegando a ser majestuosos, dando sombra, belleza, y renovando el aire que todos respiran. Ha visto el paso del tiempo, donde antes habían prados y colinas, hoy sólo casas y edificios.−¡Es increíble!, −dijo Taira, entre risitas nerviosas.−Quiero decirte que este planeta necesita de ustedes los humanos, para poder continuar existiendo. Sobre todo ustedes los niños.−¿Qué puedo hacer yo?, −preguntó la niña.−Estoy segura que con dos acciones puntuales que hagas, se iniciará una nueva etapa, en de cuidado del medio ambiente.−¿Cuáles son las actividades que debo hacer?, −preguntó intrigada Tiara.Primero tener conciencia de que eres parte de este mundo, que es tu hogar por tanto eres una guardiana del medio ambiente y segundo buscar a otros humanos que lleguen a pensar y actuar igual que tú. –dijo la guardiana de la tierra, con una especie de confianza en aquella niña. −¡Yo creo en ti! y confió en que los niños de esta tierra harán los cambios que nuestro planeta necesita.Tiara se comprometió ese día a luchar por proteger el medio ambiente, pensando que con uno se inicia el cambio para luego contagiar a otros. Así como un gran achuass de un resfrío que se contagia uno a otro.Mucho tiempo después Tiara llevó a sus hijos a caminar a la plaza, para poder compartir la frondosa sombra de aquel árbol; que

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en la actualidad, goza de la presencia de unas hojas verde.

Viajando en la silla patas largas El profesor de ciencias les había regalado entradas a Didier y su amigo Mateo; para que asintieran a una obra de teatro. Los amigos decidieron irse antes de la hora de inicio; esperaban poder tener acceso a presenciar los preparativos de los actores.Al llegar al auditorio, los niños buscaron un pasillo que los condujese a los camarines de los actores; se detuvieron al quedarse intrigados, frente a una puerta de color violeta con líneas amarillas, con un letrero que prohibía el ingreso. El cartel incentivó a los niños a abrir la puerta e ingresar, cuando lo hicieron se sorprendieron, pues la habitación contenía sólo sillones, mesas y cajas que ya no se utilizaban.De pronto escucharon una voz femenina que les decía, −¿Pueden acercarse para ver sus rostros?, −preguntaba con un tono muy especial. Los niños no se movieron del lugar, no había personas en la habitación, y eso les asuntó, no sabían de dónde provenía la voz. Nuevamente escucharon palabras que decían – ¡estoy aquí arriba!, ¿Pueden acercarse?, −seguía dando instrucciones a los amigos.−¿Dónde está, que no podemos verla?, −preguntó Didier.−Cerca de techo, −dijo la voz.−¿Dónde?, −volvió a preguntar el niño. −¿Pueden encender la luz para que podemos vernos?, −¡Ha!, el interruptor está a su mano derecha, −explicó la voz.Mateo buscó en la pared y encontró el interruptor; al presionarlo, los niños pudieron ver que una silla estaba muy arriba, lo extraño era que debajo de ella no había otros muebles, sino que las patas de ésta llegaban desde el techo hasta el piso.−¡Guau! ¡Qué grande eres! ,−dijo Didier.−¡Hola niños!, soy Nayurys, efectivamente soy una silla y tengo las patas largas. Si llegan hasta acá arriba puedo mostrarles lugares increíbles, a los cuales puedo tele transportarlos, pero primero deben venir a mi asiento y posarse sobre él para que puedan conocer otros lugares, −le desafió la silla. −¿Cómo es eso de llevarnos a otros lugares?−Lo que tienen que hacer es llegar al asiento; luego puedo darles instrucciones, −dijo desafiante.−¡Está muy alto para llegar!, −dijo Didier, tratando de ver si Nayurys les permitía subir más rápido.−¡Querido Didier!, lo que tú debes hacer es llegar y lo que yo debo es llevarlos a conocer, cada uno tiene una misión que cumplir. Que sea fácil o demasiado complicado depende de uno mismo y no obtenerlo de la ayuda que puedas conseguir. Estuvieron mucho tiempo tratando de llegar hasta arriba, pero como las patas de la silla eran largas y resbalosas; cada vez que lo intentaban, llegaban hasta cierto punto y descendían rápidamente; para tener que volver a intentarlo.Después de largas horas se encontraban sentados descansando de su arduo esfuerzo.−¡Ahora sí!, los tele transportaré a un lugar que sin duda alguna, les cautivará. −¿Dónde iremos?, −preguntó Mateo, tan ansioso por estar en un nuevo mundo, que se olvidó por completo del esfuerzo físico que había realizado; tratando de subir al asiento de la silla de las patas largas.−Se los mostraré; sin más una luces blancas, comenzaron a pasar hacia atrás de ellos; continuas y discontinuas con gran luminosidad. Como una manga larga, ellos iban por dentro; bajaban y subían; girando hacia un lado y luego al otro. En ese lugar todo era distinto a lo que ellos conocían. Las viviendas flotaban en un especie de nueve; no había calles, sólo una silla en ambos lados de las casas, donde las personas se sentaban y desaparecían; luego aparecer en la entrada de las otras viviendas Lo más asombroso era los seres de ese mundo. Ellos tenían cuerpos de formas parecidas a los lápices de madera. Unos eran grandes y esbeltos, otros eran chicos y redondos; los más curiosos eran llenos de colores y largas tiras, que al caminar con sus diminutos pies iban dejando una estela de colores, que pronto se convertía en un arcoíris que se elevaba; quedándose para cubrir el cielo. Entonces los matices de color eran absorbidos por la luz del día. Al anocheces brillaban tan fuerte que servían de luz para guiarles en el retorno a sus hogares. La silla de patas largas y los dos niños, se quedaron allí, para conocer a los nuevos amigos; que por cierto eran poco comunicativos. Llegó la hora de volver. Didier dijo que no quería regresar, pero Mateo respondió –nos perdimos la obra de teatro, debemos volver; ya es tarde, y nuestros padres se preocuparan. Se subieron al asiento de la silla de patas largas y regresaron justo a tiempo para ingresar al auditorio; cuando iniciaba la obra. Prometieron regresar para viajar a nuevos mundo, con su amiga; la silla de patas largas.

La aventura de MicyUna familia de puercoespines vivía al otro lado de la carretera; Marcela la madre de dos pequeños, Micy y Lurvy; se disponía a salir en búsqueda de alimentación sus cachorros, cuando quiso verificar que ellos estuviesen cerca.Caminó unos cuantos pasos, cuando escuchó un ruido fuerte que la puso nerviosa; buscó con la mirada a sus dos pequeños, sólo vio a Lurvy, jugando con una rama de arbustos la que trataba de arrastrar. Su desesperación aumentó al llamar a Micy con un grito que le salió del corazón; inició su peregrinaje para dar con su hija.Varios minutos transcurrieron antes de percatarse que su preciosa Micy, se encontraba al otro lado de la gran carretera. − ¿Cómo había llegado hasta allí?, −se preguntaba Marcela. − ¿Cómo podría ella traerla de vuelta a casa?, −interrogantes que tuvieron que esperar porque ella ya estaba a la orilla del camino, dispuesta a cruzar para ir a buscar a Micy. −No te atrevas a abrir los ojos para mirar, −se repetía Marcela; si venia algún monstruoso vehículo en ese preciso momento, escuchó la vocecita de si hija que sonaba asustada, llamándola entre llantos, −¡mami!, ¡mami!, ¿Dónde estás?, −decía Micy.El llanto y los gritos alteraron mucho a Marcela, quién en ese instante se encontraba a medio camino; sin intentar abrir los ojos.Marcela respiró profundo y se dio de cachetadas, si no se controlaba, ella y su hija terminaría distanciadas para siempre.Tal fue su amor por Micy, que abriendo sus diminutos ojitos, esperó que pasara el siguiente camión y se dispuso, con toda sus fuerzas; a correr en línea recta para terminar de cruzar la carretera. El viento producido por el paso del camión, la ayudo arrojándola por el aire, levantándole su frágil cuerpo y tirándola bien lejos de donde ella estaba.Calló a unos centímetros de Micy, que aun lloraba, llamándola. La sorpresa fue para la pequeña ver la cara de su mamá caer a sus pies, la emoción se apoderó de ambas puercoespines; con tal rapidez se echaron encima para abrazarse fuertemente. Marcela que no podía dar crédito a lo que estaba pasando, estaban juntas, sólo atinó a abrazarla.

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Micy comenzó a sentirse más confiada, pero no por ello a dejar de apretar a su mamá, fue esta última que inicio el proceso de revisar con su lengua, cada parte del cuerpo de su pequeña, para detectar si estaba herida.Al finalizar, se calmó, al comprobar que Micy no tenía indicios de haber sufrido algún daño, ahora debían regresar al otro lado de la carretera, donde está su hogar.Mucho tiempo después, Micy comprendió el dolor y angustia que había causado a su madre, aquella aventura inocente que ella decidió experimentar.Cuando te lanzas al camino, sin pensar en las consecuencias de tus actos y el asumir las responsabilidades, no estas poniéndote en peligro sólo tú, sino que también aquellos que te aman.Días perfectos Ema vivía en una casa, tan grande como una mansión, con sirvientes que hacían todo por ella.Sus amigos la admiraban en el colegio; ella siempre obtenía las mejores calificaciones, los más grandiosos regalos, y era la número uno de la clase de danza.Su vida era perfecta, y ella se sentía feliz de tener tantos privilegios. Cada vez que deseaba ropa, regalos, juguetes, pasteles o lo que ella pensara, con sólo decirlo; lo obtenía.El conductor de la familia la llevaba al colegio; los días de primavera era mucho más fácil viajar, pero en invierno la situación cambiaba radicalmente; durante una tormenta, un árbol calló en el camino. −Señorita Ema, quédese allí, voy a mirar que sucede, −dije el conductor al bajando del vehículo.La niña bajo de su cómodo asiento, para poder ver lo que ocurría. Estaba de pie al costado del vehículo; cuando vio a un pequeño, que caminaba descalzo por la nieve.−Hola, ¿Quieres subir al auto, te podemos llevar hasta la escuela?, −dijo Ema al niño.−¡OH no, no, porque no hablo con desconocidos.−¿Me tienes miedo?, −preguntó la niña.−¡Miedo no!, pero mis padres me han dicho que no debo conversara con extraños ni mucho menos subir a un auto.−Hola, me llamo Ema; vamos de camino a la escuela y te podemos llevar, y se apresuró a decir −¿Cómo te llamas?−Me llamo Raúl, también voy a la escuela.−¿Te acercamos un poco, si quieres?, −volvió a preguntar Ema. El conductor hizo subir a la niña y a su nuevo amigo; para continúen el viaje.Ema se quedó pensando que ella tenía mucho y que Raúl no poseía nada. Ese pensamiento la obligó a contarlo a sus compañeros; que acordaron organizarse para juntar alimentos, vestuario y materiales para la escuela. Además de llevar la noticia a sus hogares, para solicitar ayuda a sus respectivas familias. Desde ese día Ema, se ha propuesto mirar con mayor atención a su alrededor, pues hay personas que no cuentan con tantos recursos económica para vivir y que requieren del apoyo de los que poseen mejores ingresos. El hecho de ayudar a otros le ha convertido en una niña feliz, pues sus días ahora si son completamente perfectos.Mateo, viaja en auto al espacio.La familia de Mateo se dispone a iniciar la aventura, después de avanzar unos kilómetros, se encontraron con una neblina espesa, que no permitía ver la carretera. Josefina disminuyó la velocidad del automóvil, cuando sintió un pequeño sonido agudo, seguido de una luz radiante que invadió el interior del vehículo. Después todo se transformó, los padres del niño, se miraron, tratando de preguntarse ¿qué había ocurrido?, más la respuesta llego de inmediato, ya no estaba en la carretera, sino que se encontraban en un gran plataforma, donde su automóvil estaba flotando; ellos sentían el motor que seguía funcionando, pero no se movían.− ¿Dónde estamos Pablo?, −preguntó la madre de Mateo, tratando de buscar respuesta. Descendieron con cuidado del automóvil y al poner los pies sobre la superficie, ésta se iluminó, permitiéndoles que ellos se desplazasen, sin inconveniente. Los integrantes de la familia, no entendían que estaba sucediendo. En ese preciso momento, pudieron escuchar una voz y se giraron para ver a la persona que les hablaba.Cuan sorprendidos quedaron cuando al vieron a un ser, de una figura alargada, de colores brillantes, que trataba de acomodarse un aparato en el cuello. − ¡No se asusten amigos!, −dijo con un lengua que la familia era capaz de entender, −por un error matemáticas los tele transportamos a nuestro planeta.− ¿Cómo?, ya no estamos en la tierra, −preguntó Josefina gritando−Hola, soy Mateo, ella es mi madre y él es mi papá, −dijo el pequeño niño, muy entusiasmado por lo que representaba el estar viajando por el espacio; tendría que contarle a sus amigos.−Sean bienvenidos a mi mundo, soy el científico Baruchs; ya conocen parte de mi lugar de trabajo, y tratando de mover una parte de su cabeza, que parecían alas, cuando éstas se agitaban, desde adelanta hacia atrás, se podía ver que comenzaban desde la parte superior de la cabeza e iban en aumento, luego volvían a pegarse al inicio del cuello.−¿Quieren que los regresemos ahora mismo a su planeta?, −preguntó el científico a los pasajeros del automóvil.−¡No!, mejor nos quedamos, −respondió el niño entusiasmado.Baruchs los invitó a pasear por las instalaciones del laboratorio, les contó que no eran los primeros en viajar desde la tierra a su planeta; eran los únicos en logar comunicarse; en ocasiones anteriores el impacto de verse mutuamente, había sido extremo por lo que los habían tele transportarlos tan rápido de regreso a la tierra, que no habían alcanzado a conocerse.− ¿Cómo es que hablas como nosotros?, −preguntó Mateo.−Este dispositivo que llevo en mi cuello, me permite activar un traductor de voz, que interpreta lo que ustedes dicen y a su vez traduce lo que pienso, para luego articularlo en el lenguaje de ustedes.− ¿Me puedes enseñar cómo saludan en tu planeta?− ¡Si por supuesto!, espera que me quite este aparato, −respondió el hombre; dejándolo sobre la superficie de la mesa. Tomó al niño de los hombre y lo puso frente a él; colocó su larga cabeza en la del niño, en ese instante se produjo una conexión de pensamientos entre los dos. Mateo pudo visualizar en su mente imágenes maravillosas; de infinita belleza, las que fueron pasadas a su cabeza, quedando como recuerdos agradables para el pequeño.−Fue maravilloso, es como si estuviese en esos lugares, puedo ver y sentir el calor de los soles y el aire tibio. El científico les contó que es costumbre de su pueblo, pasar telepáticamente sentimientos positivos y negativos a otros seres, para comunicarse entre ellos; lo único que deben hacer es apoyarse mutuamente la parte frontal de sus cabezas.Baruchs y Mateo, se hicieron amigos los siguientes días; en el viaje esteral aprendieron de las costumbres de ambos, y cada

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uno enseñó algo adicional de sus planetas y de los seres que allí vivían.Luego el automóvil y sus ocupantes fueron enviados de regreso a la tierra para continuar con sus respectivas vidas. Gracias a un error, la familia de Mateo vivió una maravillosa experiencia espacial.