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SECUENClf! Revistadehistoriaycienciassociales Secuencia (2003), 57, septiembre-diciembre, 183-200 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464 DOI: http://dx.doi.org/10.18234/secuencia.v0i57.829

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Fecha de recepci6n: septiembre de 2002

Fecha de aceptaci6n: diciembre de 2002

Keywords: Mexico, historiography, 20'h century, nation- region, revisionism.

the national, historiographic and political con- text that permitted or precipitated the rise of this historiography, and the historical revi- sionism of the Mexican Revolution, to which regional historiography is closely linked. This context is determined by the "'68 Revolution" and its consequences. The second part of the article consists of the evaluation itself, which highlights the impulses, achievements and shortcomings of regional historiography, and above all, its relevance, recently questioned by various analysts.

Palabras clave: Mexico, historiograffa, siglo xx, naci6n-regi6n, revisionismo.

analisis del contexto nacional, historiografico y polf tico, que perrnite o precipita el auge de esta historiograffa, asf coma del revisionismo hist6- rico de la revoluci6n mexicana con el que la his- toriografia regionalista esta fnrirnamente vincu- lada; este contexto lo determinan la "revolucion de! 68" y sus secuelas. La segunda parte del ar- tfculo la constituye el balance propiarnente di- cho, que pone enfasis en los impulsos, los logros y las carencias de la historiograff a regional y, prin- ci palmente, en SU pertinencia, que ultimamente ha sido puesto en duda por varios analisras.

Resumen I Abstract El presence artfculo hace un balance de la histo- This article assesses the political historiography riografia politica de tema regional sobre Mexico, of regional issues in Mexico, published from publicada a partir de 1968, partiendo de un • 1968 onwards, beginning with an analysis of

Pablo Serrano Alvarez es licenciado en Historia por la UAM; maestro en Esrudios Regionales por el Insrituto Moray doctor en Hisroria por la UNAM. Ha sido invesrigador de tiempo completo en la Universidad de Co- lima y el Instituro de Investigaciones Hist6ricas de la UNAM, accualmenre es director de investigaci6n del INEHRM, e investigador nacional nivel II de! Sistema Nacional de Investigadores. Es miembro de numerosas asociaciones acadernicas y profesionales; ha impartido 48 cursos y seminarios en distinras universi<lades del palsy de! extranjero. Especializado en la historia regional de Mexico entre los siglos XIX y xx ha publicado sobre diversos ternas: movimientos sociales regionales, procesos electorales, historia econ6mica de empresas y empresarios, extranjeros y migraci6n, biograffa, historia diplornarica, historia conrernporanea de Mexico, historia polftica y metodologfa de la investigaci6n hist6rica regionalista. Dichas publicaciones han aparecido en Mexico, Espana, Argentina, Brasil, Cuba, Alemania y Estados Unidos, ranro en revistas especializadas como en editoriales de caracter acadernico.

Pedro Salmer6n Sangines es licenciado, maestro y candidaro a doctor en Historia por la Faculrad de Filosoffa y Letras de la UNAM. Ha publicado un libro y varios artfculos academicos sabre diversos temas de la historia polftica y la hisroriografia de! siglo xx mexicano. Es profesor de asignatura en la Facultad de Filosoffa y Letras de la UNAM y representante de los esrudiantes de doctorado en el Cornice Acadernico de! posgrado en Historia de la misma universidad. Actualmente es subdirector de Evaluaci6n Hist6rica del INEHRM, donde coordina el seminario de Historia Polftica de! Siglo XX Mexicano: los Presidenciables Frustrados, 1920-1970.

Pedro Salmeron Sanghu!s I Pablo Serrano Alvarez

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num. 57, septiembre-diciembre 2003 [185]

globo en la segunda mitad del siglo xx. Una de sus caracterfsticas fundamentales es la creaci6n de los Es- tados nacionales. En fin, "El moderno sisterna mun- dial era, y es, un sisterna capitalista, es decir, un sis- terna que opera sobre la premisa de la acumulaci6n incesante de capital a rraves de la mercantilizaci6n de redo." Wallerstein, Utoptstica, 1998, pp. 11-12.

2 Villoro, "Sobre", 1993, p. 71.

Ahora bien, la utilidad y pertinencia del concepto de revoluci6n ha venido complicandose, pues, coma ha mostrado Luis Villoro, los historiadores "revisionis- tas" de las revoluciones estadunidense, francesa, rusa y mexicana han terminado por desechar "la noci6n de ruptura y re- cornienzo" como lo significarivo de una revoluci6n: vista desde un periodo largo, la ruptura con el pasado habrfa sido mas ilusoria que real. En fin, si la continuidad prevalece sobre el cambio, si la revolu- ci6n no es un giro decisivo, si tiene lugar mas en la mente de sus actores que en la realidad hist6rica ~sigue siendo un con- cepto util para la historia?2 Wallerscein sosriene tambien "que no ha habido revo- luciones en los estados que conforman el moderno sistema mundial, y que no po- dfa haberlas si por revoluci6n entendemos un cambio gue transforma la esrrucrura social subyacente y el funcionamiento del Estado", aunque las llamadas revoluciones

Secuencia

* Este trabajo se presenro originalmenre como ponencia en el Tercer Congreso Europeo de Latino- americanisras, celebrado en Amsterdam, Pafses Bajos, del 3 al 6 de julio de 2002. Sirva la ocasi6n para agradecer a Javier Garciadiego el apoyo brindado para que pudieramos presentarlo entonces,

1 Vease las tesis sobre la revoluci6n de 1968, sus orfgenes y sus resultados, en Wallerstein, "1968", 1998, pp. 229-249. Wallerstein entiende por "siste- rna-mundo" al "rnoderno sisrerna mundial, que es una economfa-mundo capitalisra", que existe desde el siglo XVI en una region del mundo, que se globa- liz6 en el siglo XJX y lleg6 a todos los rincones del

Tomamos como punto de partida una fecha simb6lica (1968) por- que creemos que a partir de ese

afio fueron ganando terreno rapidamente una serie de tendencias historiograficas que si bien existfan con anterioridad, es a partir de entonces que van a convertirse en dominances, ranro en la academia como, lo que es mas significativo, en un creciente publico lector, Entendemos el rnovimiento de 1968 coma una revolu- ci6n, tal como la explica Immanuel Wa- llerstein, como "una revoluci6n peculiar" que cambi6 definitivamente "las realida- des ideologico-culturales" del "sisterna- mundo".'

EL CONTEXTO HISTORIOGMFICO NACIONAL

Pedro Salmeron Sangines Pablo Serrano Alvarez

El auge de la historiograffa polftica regionalista en Mexico, 1968-2000. Revisionismo y analisis politico*

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6 Vease sobre todo las dos obras mas lefdas <le este autor, Cordova, ldeologfa, 1973, y Politica, 1974.

7 Vease, por ejemplo, Furer, Pensar, 1980. Vease tambien un excelente analisis particular de la distan- cia entre lo sofiado por los revolucionarios y la rea- lidad de la revolucion en Deutscher, Trotsky, 1968, t. II, pp. 16-79.

8 Para evitar confusiones, es imporrante sefialar que la revolucion de! 68 y sus efectos nose restringen, evidenrernenre, a los 100 dfas de euforia de un mo- vimiento estudiantil restringido a la capital de la re- publica y reprimido a sangre y fuego, sino a una revo- lucion en la idea de! mundo de los jovenes de esa generacion, que no necesariarnente es resultado de los hechos que sacudieron la ciudad de Mexico entre el 26 de julio y el 2 de octubre de aquel afio.

en Mexico con el triunfo de la republics (si no es que antes), acelerado par la revo- luci6n, y que puede resumirse en una fra- se: el desarrollo del capitalismo en Mexi- co, tambien es cierto que "la revoluci6n fue una gigantesca movilizaci6n de ma- sas", que llevaron su programa, sus exi- gencias y su influencia al primer piano de la vida nacional.6 Los revisionistas fran- ceses lo explican de manera mas simple: no es que la revoluci6n haya transformado radicalmente las estructuras de Francia, pero sf convirtio a los subditos en ciuda- danos, sf transform6 la actirud del grueso de la sociedad francesa, aunque antes de esto ya hubiese quienes proclamaban, exi- gfan o sofiaban tal cambio. 7

La revoluci6n de 1968, que lo fue en el sentido anteriormente sefialado, tuvo sus epicentros en Francia, Estados Uni- dos, Checoslovaquia, Mexico e Italia, pero sus alcances y repercusiones fueron mun- diales. 8 Se cuestion6 decididamente la hegemonfa estadunidense en el mundo occidental y el aval sovietico de esta he- gemonfa a cambio del respeto de su do- minio sobre los paises del "socialisrno

3 Wallerstein, Utopistica, 1998, p. 11. 4 Tornese en cuenta, incluso, que el cermino,

aplicado a las sociedades humanas es igualmente mo- demo, pues se us6 por primera vez para la "revolucion gloriosa" de 1688, en lnglaterra. Villoro, "Sobre", 1993, p. 69.

~ Las actirudes son las "disposiciones comunes a los miembros de un grupo, favorables o desfavora- bles hacia la sociedad existence, que se expresan en creencias sobre la sociedad de acuerdo con preferen- cias y rechazos e impulsan comportamientos consis- tentes con ellas. Las actitudes implican la adhesion a ciertos valores y el rechazo a situaciones que no per- rniten realizarnos", ibid., p. 72. Como ha sefialado Marfa Jose Garrido, esta definicion acusa una clara in- fluencia del pensamiento de Ortega y Gasset, en par- ticular en la forma en que este define las ideas y las creencias y el lugar de ambas en la conformacion de una ideologfa. Garrido, "Caminos"; apud. Ortega y Gasset, "Ideas", 1943, t. JI, pp. 1657-1700.

"han sido elementos muy importantes en la historia de la evoluci6n del moderno sistema mundial".3

Aunque muchos de las historiadores revisionistas de la revoluci6n mexicana no estarian de acuerdo con el, es a partir de la cuidadosa lectura de sus obras que Villoro propane una reformulaci6n del concepto de revoluci6n, segun el cual, lo que caracteriza a las revoluciones moder- nas" no es la transformaci6n de las estruc- turas, sino la de la "actirud", o la relaci6n de los individuos y grupos con la sociedad y la manera de entenderla y de ubicarse en ella. 5 Si es esro lo que caracreriza a una revoluci6n, la del 68 indudablemente lo es, y es rarnbien este cambio de actirud (aunque no lo llamen asf) lo que resulta significativo en la obra de ciertos "revisio- nistas" de la revoluci6n mexicana: en la obra de Arnaldo Cordova, por ejemplo, si bien queda claro que la revoluci6n per- tenece al mismo proceso hist6rico iniciado

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12 Salmeron, "Pensar", 2000, p. 111. 13 Alvaro Matute ha sefialado correctamenre que

muchas de esras invesrigaciones estaban terminadas o en curso cuando el 68 irrumpi6, pero si enrende- mos que lo que el 68 sac6 a la luz tenfa mucho que ver con lo que esros hombres se preguntaban, y que con la excepci6n de Gilly todos pertenecen a la generaci6n del 68, podemos decir que es cierto que esta historiograffa no es resulrante del 68 ni fruto de esa revoluci6n, pero sf responde -aquf es donde de- jamos a Matute- a inquietudes muy parecidas a las que dieron vida a ese rnovirnienro (y que Wallerstein explica en el ensayo que hemos citado). Vease Matute, "Actores", 1989, pp. 10-17; y "El 68", 1997, pp. 87-95.

represivas (lo mismo que su agotamiento coma sisterna polftico y la crisis del mo- delo de desarrollo econ6mico que habfa adoptado) fueron sacadas a plena luz por la revoluci6n del 68.12 Lo segundo, la biisqueda de lo distinto, de lo subrerra- neo, de las diferencias hasra enronces es- condidas, apareci6 en forma de una vigo- rosa historiograffa regional.

La primera de estas tendencias, el "re- visionismo hist6rico de la revoluci6n me- xicana", arranc6 entre 1967 y 1973,13 con la publicaci6n de los libros de John Wo- mack, Arnaldo Cordova, Adolfo Gilly, Jean Meyer, Lorenzo Meyer y James D. Cockroft; la segunda es sirnultanea, si consideramos que Womack y Cockroft son los primeros revisionistas que parten del estudio de una region particular. Lue- go vendrfan muchas otras revisiones glo- bales del proceso revolucionario, destaca- damente las de Friedrich Katz, Francois Xavier Guerra, Ramon Eduardo Ruiz, John M. Harty Alan Knight; y aun mas historias regionales de las que hablaremos despues,

Esta historia fue escrita por historiado- res nacidos despues de 193 5 (salvo excep-

9 Hegemonfa que, por otro lado, empezaba a tambalearse, como rnuestra Wallerstein, "1968", 1998, pp. 230-232.

10 Torres, Revo!uci6n, 2001, pp. 113-115. Apud. Giovanni Levi y Carlo Ginzburg.

11 Sobre la "peculiarfsirna peculiaridad" (para- fraseando a Jesus Silva Herzog) de! sisterna politico mexicano, puede verse c6mo Giovanni Sartori tuvo que crear una categorfa en la que unicarnente enca- jaba el sisterna polftico mexicano: Sartori, Partidos, 2000, pp. 275-287.

real";" y se cuestion6 con mayor fuerza todavfa la homogeneidad de la culrura (en la mas amplia acepci6n de la palabra) del mundo occidental, y_de paso, la de los Estados-naci6n, en cuyo seno empe- zaron a reivindicarse lenguas, tradiciones e historias diferentes.

La historiograffa resultante de la re- voluci6n de 1968 fue en busca de esas di- ferencias hasta entonces aca:lladas por los

·' intentos homogeneizadores de lo "occi- dental" en primer lugar, y de lo "nacio- nal" en segundo, esas diferencias existen- tes, subrerraneas, violentas a veces. Lo primero fue el transito de la historia glo- bal (las historias "universales" centradas en occidente, y las historias "nacionales" en- sefiadas en las escuelas) a las historias re- gionales (ode "nacionalidades", en los es- tados en que estas habfan sido sometidas a lo nacional en singular); luego fueron la microhistoria, la busqueda de lo subte- rraneo, la vida cotidiana, el genero.'"

Esras tendencias generales tuvieron una vida distinta en cada pafs. En Mexico, el combate a la hegemonfa estaduniden- se y a una cultura y una moral monoliti- cas, se tradujeron en la crftica frontal al sistema polftico que asumfa esas premisas y las sazonaba con un autorirarisrno pecu- liar, 11 y cuyas modalidades autoritarias y

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16 Los estudios sabre el revisionismo superan con creces los rrabajos sobre la hiscoriograffa anterior, vale mencionar a Florescano, Nuevo, 1991, pp. 119- 152; Matute, "Acrores", 1989; Cordova, "Vieja", 1989; Knight, "Interpreraciones", 1990; Vanderwood, "Explicando", 1989, y Falcon, "Regiones", 1990.

17 Vease Falcon, "Regiones", 1990, pp. 61 y ss.; Vease tarnbien Serrano, "Hisroriografla", 2000, pp. 16-26; y el analisis de Medina, "Historia'', 1998, pp. 293-311.

Esta biisqueda general del significado de la revoluci6n mexicana, esre inrenro por desmontar el discurso oficial que hada de la revoluci6n el sustento hist6rico del Estado mexicano, encontro rapidarnenre en la historiograffa regional (de tema con- ternporaneo) SU expresi6n mas rica y abundante. La historiograffa regional na- ci6 al mismo tiempo que el revisionismo (con Womack y Cockroft), pero fue en la segunda mi tad de la decada de los setenra cuando se volvi6 abrumadora.17

El revisionismo que implic6 el estudio y el analisis de la revoluci6n mexicana conllev6, indiscutiblemente, a la necesi- dad por emender y explicar el origen, el desarrollo y las consecuencias de la trans- formaci6n social y polftica que Mexico habfa experimentado con una revoluci6n heterogenea, compleja, popular, naciona- lisra y transformadora de estructuras. Ante las interpretaciones lineales, homo- geneas y estaricas, se impuso el interes por encontrar los vericuetos y recovecos de un proceso historico que habfa trans- formado y cambiado a la vida polftica y

LO REGIONAL Y LO POLITICO

otro, multiple y complejo, fragmentado casi hasta la inasibilidad.16

t4 Las "generaciones" como categorfa de analisis para estudiar a las elites (en este caso, a las elites inte- lectuales) fue propuesta por Ortega y Gasset, Tema, 1938, pp. 11-19. Siguiendo a Ortega y Gasset, Luis Gonzalez ha clasificado las generaciones de historia- dores mexicanos de! siglo XX, hacienda de los nacidos entre 1935 y 1950 "la generacion de! 68". Gonzalez, "75 afios", 1988, t. IV, pp. 649-704.

15 Salmeron, "Pensar", 2000.

ciones, como Gilly y Katz), quienes se autodefinieron como iertenecientes a la "generacion del 68" .1 Como tales, no es- taban dispuestos, como sus antecesores, a ser compafieros de viaje del Estado me- xicano, ni a suscribir el paradigma de la revoluci6n popular, agraria, nacionalista y antiimperialista que daba sustento a dicho Estado. Habfa que repensar el pasado. La idea del agotamiento de la revoluci6n me- xicana habfa sido puesta sobre la mesa por uno de los mas hicidos intelectuales mexicanos: Daniel Cosio Villegas, quien pregunt6 "~Ha muerto la revoluci6n me- xicana?" Desde la generaci6n sesen- taiochera, Rolando Cardera pidi6: "El que haya encontrado a la revoluci6n mexicana, favor de devolverla."15

Los nuevos historiadores de la revolu- ci6n, Ilamados genericamente revisionis- tas, se empezaron a preguntar cosas que antes habfan sido soslayadas: 2quienes hi- cieron la revoluci6n?, 2de d6nde venfan?, 2que los llev6 a la revoluci6n y que hicie- ron en ella? Las preguntas empezaron a dejar de ser que, cuando, d6nde, c6mo, para dar lugar a los por que y los para que, La revoluci6n dej6 de ser asunto de caudillos y prohombres, para ernpezar a ser acci6n social, colectiva, y de paso per- di6 su caracter unitario y nacional: de aquel rnovirniento unf voco y comprensi- ble, los revisionistas fueron extrayendo

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21 V ease las consideraciones de Loaeza, "Cam- bio", 1990, pp. 529 y SS.

22 Perez, "Historia", 1998, pp. 289-290. 23 Gonzalez, "Suave", 1983, pp. 17-22; Gonza-

lez, "Usos", 1983, pp. 8-9. Vease rarnbien las consi- deraciones de Florescano, "Influencia", 1976, pp. IV-XI.

tos y proyectos sociales y politicos disf- miles y heterogeneos.i"

El nacionalismo revolucionario habfa hecho de la revoluci6n un mito y un sirn- bolo, un monoliro homogeneo y estatico y, por afiadidura, un enre abstracto que servfa a la ideologfa oficial y a la cohesion del fundamento del autoritarismo y el sistema polftico. Para estos fines, la histo- riograffa anterior a los setenta habfa cum- plido bien su papel dentro de la perspec- tiva oficialista y de la historia de bronce. 22

La preocupaci6n por los rasgos defini- torios de la historia conternporanea de Mexico, que arrancaba con la revoluci6n, segufa con la posrevoluci6n y fundamen- taba al presence conternporaneo en mucho tuvo que ver con el auroritarisrno del Es- tado, la democracia dictatorial, el man- tenirniento de una clase polftica oficial que se sentfa heredera y duefia de la revo- luci6n, la ideologfa oficialista conectada a la identidad nacional, la dictadura del partido oficial y el centralismo en todos los ambi tos de la vida mexicana. 23

Desde finales de los sesenta, la his- toriograffa de terna mexicano provenien- ce de la academia, cornenz6 a brindar signos de cambio y renovaci6n, concentrandose en las ausencias ternaticas, pero tambien en las carencias y en el analisis reorico-rnero- dol6gico. La historiograff a acadernica fue la impulsora indiscutible de esta renova- ci6n, conjugando la vocaci6n multidisci- plinaria con objeros de estudio innova- dores, como los estudios dedicados al

18 Knight, "Interpretaciones", 1990, pp. 193 y ss. 19 Vease Serrano, "Hisroriografta", 2000, pp. 4

y ss.; Martinez, Sentimientos, 2001, pp. 71-82; Ben- jamin, "Leviatan'', 1985, pp. 195-217; "Revolucion", 1996, pp. 427 y SS.

20 Ver los rextos, en este sentido, de Bailey, "Re- visionism", 1978, pp. 62-79; Carr, "Recent", 1980, pp. 3-14; Hall, "Mexican", 1987, pp. 413-420.

social mexicana, pero tambien a los am- bitos econ6micos, culturales y legales.18

El revisionismo sent6 sus reales dentro de la historiograffa regionalista para en- tender la revoluci6n como un proceso di- sfrnil, para nada monolf tico, que se ha- bfa expresado en grandes fragmentos, hechos, fen6menos y cambios. El escena- rio revolucionario habfa sido, al final de cuentas, un conjunto de revoluciones po- pulares, sociales, elitistas y de grupos, cuya expresi6n no se habfa esrudiado o abor- dado en su totalidad o especificidad por la historiograffa descriptiva, positivista o historicista, mucho menos por la testimo- nial o milirante, o aquella que la sintetiza- ba como una totalidad estatica o como fundamemo abstracto que era utilizado por la historia oficial. l9

Revisar la revoluci6n como proceso hist6rico implic6 un cambio importante dentro de la historiograffa regionalista mexicana, frente a una historiograffa mar- cada por el oficialismo, la ideologfa, la historia de bronce o el academicismo pseudomarxista o funcionalista. 20

La evoluci6n del Estado mexicano pos- revol ucionario habfa constatado que su fundamento de legitimidad y cohesion, la revoluci6n, se habfa constituido a partir de bases ideol6gicas, interpreraciones na- cionalistas y valores identirarios o caracte- risticas sociales, que iban en contra de la realidad, pero tambien a partir de susten-

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dina "Hisroria", 1998, pp. 300 y ss. Algo de esro se emprende tarnbien en Serrano, "Historia", pp. 3 y ss.

27 Matute, "Historia", 1992, p. 71. 28 Womack, Zapata, 1969. 29 Falcon, "Regiones", 1990, p. 69.

La preocupaci6n constance por el estu- dio de las relaciones entre la sociedad y el Estado, sobre rodo en el periodo de la posrevoluci6n, represent6, indiscutible- mente, el objeto de estudio mas socorrido dentro de la historiograffa regionalista mexicana, pracricamenre desde finales de los sesenta. 27

Dentro de la historiografa regionalista hubo avances considerables que rompie- ron con las interpreraciones parciales o globales de la historiograffa nacional, que tarnbien experimentaba cambios sustan- ciales dentro de sus perspectivas ternaticas y analfticas.

La corriente revisionista de la hisrorio- graffa nacional emergi6 a partir del libro de John Womack sobre el zapatismo, apa- recido en 1965 en Estados Unidos,28 que vino a cuestionar la interpretacion usual de que la revoluci6n mexicana habfa sido un hecho nacionalista, popular y epope- yico, lineal y hornogeneo. Emergieron en- tonces los acrores y sujetos sociales que habfan condicionado que la revoluci6n fue- ra un conjunto de revoluciones y proyectos, movimientos sociales y programas polfti- cos heterogeneos, bases desde las cuales podrfa reinterpretarse la historia conrem- poranea de Mexico. Womack a:fianz6 la vision popular y agrarista de ese proceso hist6rico, estimulando tarnbien la inter- pretacion de la historia regional desde la mirada mediadora del contexto nacional, evidentemente cenrrada en la actuaci6n de los sujetos historicos, lo que represenr6 una irnportante novedad. 29 24 Matute, "Precursores", 1995, pp. 50 y ss.; Vi-

lloro, "Tarea", 1960, p. 339, y Gonzalez, "Usos", 1983, pp. 8-9.

25 Vease lo que menciona Medina, "Historia", 1998, pp. 299 y ss.; Loaeza, "Mexico", 1995, pp. 151 y SS.

26 Sena interminable la Iista bibliografica sobre esras obras, que por lo dernas esran analizadas por Me-

periodo conternporaneo o los estudios re- gionales. Para el inicio de este proceso en mucho ayudaron las conexiones con pers- pectivas anali ticas de las ciencias sociales en Europa y Estados U nidos, asf como la profesionalizaci6n y la institucionalizaci6n de la ciencia de la historia en Mexico. 24

La historiograffa de tema polfrico, des- de entonces, se concentr6 en el estudio de las relaciones centro-periferia, es decir, las mediaciones y las relaciones entre el cen- tre polf tico nacional y las dinamicas de los estados o regiones, sobre todo, a partir del estudio de los movimientos sociales, los actores hist6ricos, los caciques, los cau- dillos, los lfderes que, desde el ambito de las regiones llevaron a cabo un proyecto o programa distinto con respecto al centro nacional. Esta perspectiva de investigaci6n y analisis fue la impulsora principal del revisionismo en torno a la revoluci6n y a la posrevoluci6n en los setenta y los ochenta. 25

La intermediaci6n polfrica, los conflic- tos polfricos y electorales, la configuraci6n de las clases polfticas, la formaci6n y ac- tuaci6n de los partidos y organizaciones, la utilizaci6n polftica de las masas, la ins- trumentaci6n de la centralizaci6n y la institucionalizacion y la oposici6n de las regiones, los conflictos Iglesia-Estado y los problemas de los legislativos estatales con los gobernadores, fueron los principa- les temas de la historiograffa politica re- gionalista en los mencionados decenios. 26

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32 El revisionismo se entiende aquf como la con- tinua recurrencia a "revisar" los periodos hist6ricos a la luz de la historiograffa nacional, en especial en las regiones, pero tambien a partir de la revoluci6n me- xicana. El revisionismo se expres6 a partir de! en- cuentro de carencias y ausencias, pero significados tambien de ciertas etapas de la hisroria de Mexico. A la luz de! presence se recrean elernenros o se llenan huecos historiograficos. Esta concepci6n esta lejana de la vision ortodoxa de la revision ideo16gica de las re- voluciones. Vease al respecco Knight, "Inrerpreta- ciones", 1990, pp. 193 y ss.

33 Zermeno, "Historic", 1990, pp. 28 y ss.

riograffa nacional en los setenta, resaltan- do las corrientes revisionistas centradas en el analisis y estudio de la revoluci6n mexicana y sus secuelas, y las corrienres que privilegiaron las estudios relacionados con la historia municipal, estaral y regio- nal de largo alcance, pero tambien vincu- lados al revisionismo en materia de estu- dios de la revoluci6n mexicana. 52

La historiograffa nacional se via esti- mulada por la corriente revisionista, que cuestion6 la realidad y el cambio de la re- voluci6n y se aboc6 a desmitificarla para cuestionar al autoritarismo gubernamen- tal priista, la caida del Hamada "milagro rnexicano" y la identidad unificadora que tenfa aplastada la interpretaci6n naciona- lista de cariz oficial. Las conrradicciones entre la realidad hist6rica del pafs, des- pues del movimiento de 1968 no eran ya justificables a partir de la historia de la revoluci6n, y mucho menos convincentes para la historia patria y la historia de bron- ce, cuyos sfrnbolos y valores cafan por su propio peso, sabre todo, a partir de un enfoque acadernico que recuperaba las fuentes y sintetizaba procesos hist6ricos heterogeneos fuera del campo de la inter- pretaci6n nacionalista. 33

30 Gonzalez, Pueblo, 1968. El pr6logo de la obra era muy claro en cuanto a intenciones y objetivos, dicho sea de paso.

31 Vease del mismo Gonzalez, Inuitacidn, 1997, pp. 20 y ss. Sobre el significado de la obra de Luis Gonzalez y Gonzalez, para la historiograffa mexicana, vease Ochoa, Pueblo, 1994, en especial los trabajos de Jose Lameiras, pp. 27-36, Jose Marfa Muria, pp. 49-56, y Carlos Martinez Assad, pp. 75-82.

Del lado regionalista, en 1968 Luis Gonzalez y Gonzalez dio a conocer su li- bro Pueblo en uilo, microhistoria de Sanjose de Gracia,30 donde se planreaba la reivin- dicaci6n acadernica de la microhistoria coma alternativa para reforzar la historia regional mexicana a partir de la diferen- ciaci6n, la pluralidad y la heterogeneidad, siempre presenres en la historia nacional a partir de barrios, pueblos, comunidades, municipios, estados y regiones, niveles espaciales que contaban con su propia his- toria e identidad, cuyos universos eran una totalidad hist6rica de larga, mediana y corta duraci6n. Las fuemes primarias, la tradici6n oral y el andamiaje profesional del historiador regionalista daban la pauta para reforzar este tipo de estudios, margi- nados de la historiograffa nacional, desde sus verrientes de la historia patria, la his- toria de bronce y la historia oficial, pero tambien desde el puma de vista de la his- toriograffa academics. Era hara de reivin- dicar la historia regional desde una pers- pectiva universalista y total, frente a las interpretaciones lineales y homogeneas de la historia global nacional, pero tam- bien, evidentemente, para renovar este tipo de historiograffa frente a las corrien- tes tradicionales que se segufan cultivan- do, atrapadas en la cr6nica, la narrativa, lo autodidacta y lo polftico.31

Ambas aportaciones historiograficas dieron pie a una bifurcaci6n de la histo-

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36 Veanse las apreciaciones de Knight, Bailey, Benjamin, Florescano y Martinez Assad, citadas ante- riormenre.

37 Vease al respecto el analisis emprendido por la hisroriograffa extranjera, principalmente estudu- nidense: Carr, "Recent", 1980, pp. 3-14; Benjamin, "Revolucion", 1996, pp. 427 y ss.

38 Al respecto vease Gilderhus, "Many", 1 987, pp. 255-266, y Hall, "Mexican", 1987, pp. 413-420.

marcado por las identidades, sociedades y realidades locales y regionales.36

Aparejada a la corriente revisionista, sin embargo, la corriente regionalista emergi6 estrecharnente vinculada con los trabajos de John Womack y Luis Gonza- lez y Gonzalez; freme a los sintetizadores, los regionalistas prefirieron ahondar en las diversidades, los fragmentos, las parti- cularidades y los espacios microhist6ricos, a partir de la monograffa, sin descartar la inrerpretaci6n vinculada con las relaciones centro-periferia y su cercanfa con las cau- sas, desarrollo y secuelas de la revoluci6n, concenrrandose en el periodo de 1900 hasta 1940.37

El enfoque hisroriografico regionalista brind6 amplias posibilidades para la his- toria acadernica profesional de historia- dores o cientistas sociales mexicanos y extranjeros que, por medio de las fuenres primarias y los enfoques teorico-rnerodo- l6gicos, lograron estimular y renovar la historiograffa regional, siempre frente a la historiograffa nacional, sin una postura oficial o patriotera muy cormin en los estados de la repiiblica. 38

Los regionalistas abrieron una brecha impresionante en los estudios hist6ricos, privilegiando la revoluci6n y la posrevo- luci6n, pero tarnbien al siglo XIX y el por- firiaro, sobre todo, en el decenio de los ochenta, cuando esta corriente de inter- pretaci6n hist6rica alcanz6 su madurez e

34 Vease el articulo de Knight, "Inrerpretacio- nes", 1990, p. 197; Garciadiego, "Revisionistas", 1990, pp. 219-221.

35 Vease Hale, "Frank", 1997, pp. 127-166.

Con esra perspectiva, la historiograffa nacional se renov6 a partir de los esfuerzos por la sfnresis global, pero tambien a par- tir de logros analfricos provenientes de la sociologfa, la ciencia polfrica, la antropo- logfa y la economfa. El revisionismo his- roriografico permaneci6 en el decenio de los setenta y continu6 en buena parre de los ochenta. Las monograffas y las sin- tesis fueron privilegiadas en este periodo, tanto por historiadores mexicanos como por extranjeros.34

Los sintetizadores nacionales y extran- jeros, como los denomina Alan Knight, dentro del revisionismo, pulularon, y las especializaciones tematicas y monografi- cas tarnbien, especialmente concentradas en las historias cuantitativas, orales, de las relaciones internacionales, agrarias, la- borales, educativas, de los movimientos sociales, de las relaciones Iglesia-Estado, biograficas ligadas a la polftica, ideol6gi- cas. La producci6n historiografica foe abundante y relacionada con la revolu- ci6n rnexicana, encontrando causas, evo- luci6n y consecuencias, pero igual encon- t r6 la manifestaci6n de los "rnuchos Mexicos", un mosaico complejo, variado, plural y heterogeneo que encontr6 cabida para desmitificar a la revoluci6n popular, monolfrica y lineal que la historia patria, la historia de bronce y la historia oficial habfan impulsado desde 1920. De alguna forma se recuper6 la interpretaci6n de Frank Tannenbaum elaborada en los treinta sobre la heterogeneidad y mul- ti plicidad del proceso revolucionario,35

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41 Martinez Assad, Sentimientos, 2001, pp. 122-123. 42 Vease las consideraciones de Medina, "Histo-

ria", 1998, p. 304.

con el centro nacional, los cuales se dife- renciaron por estados como San Luis Po- tosf, Sonora, Veracruz, Tabasco, Yucatan, Michoacan, Jalisco, Oaxaca, Estado de Mexico, Sinaloa, Guerrero, Hidalgo, Chi- huahua o Aguascalientes y tambien por regiones.41

Las relaciones centro-periferia o la in- terrnediaci6n polftica fueron recurrentes y conformadores de la historiograffa po- lf tica enfocada a las regiones y estados de la repiiblica, rnarginando los temas o pe- riodos de la historia conrernporanea despues de 1940, materia de la cual los estudiosos de la ciencia polftica, la antro- pologfa polftica o la sociologfa polftica se apoderaron, privilegiando procesos electo- rales, actuacion de partidos politicos, po- lfticas publicas, conflictos polfticos y rela- ciones institucionales o burocraricas con el centro nacional.42

Hacia finales de los ochenta seem- prendieron esfuerzos colectivos en la revi- sion de problemas conrernporaneos en cada estado de la repiibl ica. Desde la UNAM, Pablo Gonzalez Casanova encabe- z6 a un eguipo de historiadores, polite- logos, soci6logos, economistas o antro- p6logos, para conformar la Colecci6n Biblioteca de las Entidades Federativas, producto de un seminario fundado en cada esrado de la republica desde 1985, con financiamiento de la Universidad de las Naciones Unidas, cuyo objetivo era analizar los aspectos sociales, econ6micos, politicos y culturales, relacionados con los problemas de la hegemonfa, la demo- cracia y el desarrollo econ6mico social en la historia conrernporanea de Mexico. Es- 39 V ease con el balance emprendido por Flores-

cano, Nueuo, 1991, pp. 72 y ss. 40 Serrano, "Historiogrsfia'', 2000, pp. 5-6. Vease

con las apreciaciones al respecro de Knight, "Inter- preraciones'', 1990, p. 198.

impulse un boom dentro de la historio- graffa de Mexico. Este parteaguas comen- zo en los serenta, con los trabajos de Hec- tor Aguilar Camfn, Enrique Kranze, Romana Falcon, Carlos Martinez Assad, Paul Friedrich, Heather Fowler Salamini, Francisco Paoli y Enrique Montalvo, con- centrados en distintos aspectos relaciona- dos con la revoluci6n.39

Dos historiograffas renovadas surgie- ron en los decenios de los setenta y los ochenta. La nacional, concentrada en la sfntesis y la interpretacion multidiscipli- naria, o en los temas de las relaciones inter- nacionales, la esrructura agraria o la cues- tion laboral. En ella fueron importantes los trabajos de Jean Meyer,John M. Hart, Ramon Ruiz, Hans Werner Tobler, John Tutino, Lorenzo Meyer, Pablo Gonzalez Casanova, Eugenia Meyer, Friedrich Katz, Enrique Semo, Adolfo Gilly, Arnaldo C6r- dova, Alan Knight y Francois-Xavier Guerra, los cuales retomaron los enfoques concentrados en la interpretaci6n marxista y popular, el de Tannenbaum sobre la mul- tirrevoluci6n regionalista, el de la explica- cion ideologies, el del movimiento de las elites polfticas, el del mundo agrario, el esquema laboral, y el gue considera a la naci6n heterogenea y multirrevolucionaria en movimientos sociales y acrores.""

Por su parte, la historiograffa regional se present6 con un mosaico ternatico con- centrado en la revision de importantes momenros y fen6menos revolucionarios, mas aun porfirianos 0 posrevolucionarios, mediados o marcados por las relaciones

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46 Este proyecto tuvo la intenci6n de recuperar a los presidentes y lfderes de la revoluci6n y posrevo- luci6n con ocho libros, uno por cada uno. El resur- gimienro de la biograffa hist6rica del panteon mexi- cano, con bases metodol6gicas en Carlyle, renov6 a esta rama de la historiografia en Mexico. Krauze la habfa cultivado desde 1971.

47 Con este libro, Krauze asentaba el resurgi- rnienro de Carlyle dentro de la historia de bronce concentrada en la biograffa politica, tan imporranre para la historiograffa nacional, pero ahora con un punro de vista academico y divulgador.

48 A traves de la actuaci6n de los presidentes, Krauze intentaba hacer el analisis del sistema politico mexicano en la hisroria del siglo xx.

Demro de la historiograffa nacional resalraron los escudios de Enrique Krauze y su equipo. Las Biograffas del Poder, pu- blicadas por el Fondo de Cultura Econ6- mica desde 1987, representaron una apor- taci6n destacada en el renacimiento de la biograffa polfrica, desde la perspecri- va acadernica, pero con la tendencia de la narrativa y la gran difusion, concentradas en las vidas de los presidentes, de Porfirio Dfaz a Lazaro Cardenas, contemplando a lfderes como Francisco Villa y Emiliano Zapata.46

Despues vino un libro galardonado en Espana con el Premio Comillas, Siglo de caudillos,47 dedicado al panteon biografi- co y politico mexicano del siglo XIX, don- de se hace, adicionalmente, un cuestiona- miento a la historia de bronce tradicional y oficial, para valorar el estatus de heroes y villanos de importantes personajes deci- mon6nicos, mostrando a los hombres de "came y hueso" y reivindicandolos dentro de la historiograffa nacional. Enseguida, el proyecto biografico de Krauze continue con La presidencia imperial,48 de 1997, im- portante aportaci6n para la historiografta nacional conternporanea, concenrrada en

43 A.sf se establecfa en las contraportadas de Jos libros.

44 Ver Medina, "Historia", 1998, pp. 301 y ss. 45 Ejemplos de esto fueron Martinez, Estadistas,

1988; o Hernandez, Formaci6n, 1991; aunque hubo otra gran cantidad de aportaciones en esre sentido.

tas revisiones, muy analfricas y generales, marcadas por la teorfa, se concentraron en problemas conternporaneos, cuyo ger- men, en algunos casos, renfa causales en la posrevoluci6n, sin mucho sustenro do- cumental, pero con un esfuerzo analftico destacado, sin incorporar un analisis his- t6rico sisternatico o susrenrado en fuentes de primera mano.43

Demro de la historiograffa regionalis- ta, sin embargo, bubo intentos por el es- tudio y el analisis de las dinamicas polfti- cas en los esrados de Oaxaca, Tlaxcala, Veracruz, Yucatan, Sonora, Jalisco, Mi- choacan, Distrito Federal, Puebla, que dedicaron varios temas sobre el avilacama- chismo, el alemanismo o el decenio de los cincuenta, igualmente, sobre las relaciones centro-periferia, los procesos electorales, la actuaci6n de gobernadores o If deres po- lf ticos, los conflictos polfticos o la puesra en marcha de polfticas publicas federales. Esta producci6n historiografica fue pro- ducto de tesis de posgrado, en su gran mayorfa, yen libros de circulaci6n na- cional que abrieron brecha para el estudio de periodos posteriores a 1940. 44

Durante el decenio de los noventa, sin embargo, los historiadores ampliaron sus objetos de estudio dentro del analisis po- litico, pero tarnbien a partir de ternaticas y periodos. Existio una preocupaci6n cons- tante por el estudio de los procesos electo- rales estatales, asf como tambien por la relaci6n entre el centre politico presiden- cial y los gobernadores de los esrados.45

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51 loaeza, "Historias", 2001, pp. 47-49. El mis- mo proyecto de Pablo Gonzalez Casanova conrinuo brindando fruros en este sentido, adernas de aporra- ciones de estudiosos sobre los procesos electorales y los lfderes politicos, cuya historiograffa es vasra y provenience de los polit6logos.

52 Gonzalez, "Historia", 2002, pp. 71-77.

mas fundamentales de esta producci6n historiografica, fundamental para emen- der el sistema politico mexicano, en pro- ceso de descornposicion por la dictadura del PRI.51

A pesar de los avances en la historio- graffa de tema politico, las ausencias y ca- rencias rernaticas y de periodos de la hisroria conrernporanea de Mexico, enfo- cados a las regiones, siguen siendo am- plias y con destacadas perspectivas para el futuro. El analisis de los sisternas polf- ticos estatales es un tema general que ofrece importantes perspectivas de estudio y analisis, ~or parte de historiadores y po- lit6logos. 5 Historia y analisis politico si- guen siendo dos enfoques que permiten la interdisciplinariedad y la aportaci6n histo- riografica que ha abierto el actual rnilenio. Las perspectivas son halagi.iefias en este sentido. La apertura dernocrarica del 2 de julio de 2000, sin duda, rnerecera el esru- dio y analisis de importantes procesos po- liticos locales, regionales, estatales y nacio- nales, sabre todo del periodo de 1940 a la actualidad, un objeto de estudio amplio y polifacetico que los historiadores ten- dremos que abordar, indiscutiblemente.

49 Como ejemplos, vease Krauze, Caras, 1983; Tiempo, 1996, Tarea, 2000.

50 Serrano, "Historia", p. 15.

la vida y acciones de los presidentes de 1940 a 1997, es decir, de Manuel Avila Camacho a Ernesto Zedillo. Krauze, preo- cupado por las circunstancias polfticas na- cionales, adernas public6 varios libros sobre la cuestion nacional en el pasado inmediato, brindando su opinion ideolo- gica y polftica en funcion de la perspecti- va de la historia. 49

Las historias generales o de sf ntesis de las estados, apoyadas par U niversidades o gobiernos estatales, fueron muy popu- lares y extendidas en el decenio de las no- venta, resaltando el estudio descriptivo de la esfera polfrica posterior a 1940 o de la accion ptiblica de los gobernadores en su relacion con la federaci6n, tales fueron los casos de los esrados de Sonora, Michoa- can, Colima, Jalisco, Zacatecas, Tlaxcala, Guerrero, entre otros mas, que revisaron la actuaci6n polfrica de los gobernadores, las elites, las relaciones entre los legislati- vos y ejecutivos, la polfrica publics y los procesos electorales, como lfneas principa- les de la historia polf tica estatal, privile- giando rambien las relaciones con el cen- tro politico nacional, fundamentalrnente, con los presidentes y la puesta en marcha de sus polfricas piiblicas. 50

La revision de procesos electorales fe- derales y estatales entre las decadas de los setenta, los ochenta y los noventa, fue un tema recurrente del analisis politico y la historiograffa del pasado inmediato. la emergencia de conflicros politicos o la presencia de grupos o corrientes polfricas de derecha o de izquierda, la presencia de movimientos y lfderes civiles, fueron te-

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