Lovelock, James - Gaia, Una ciencia para curar el planeta (lcsu).pdf

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  • Una ciencia para curar el planeta

    JAMES LOVELOCK

    integral

  • UN O R I G I N A L GAIA mi amada esposa Sandy Lovelock

    E D I C I N I N G L E S A

    Direccin Diseo Redaccin

    Ilustracin

    Joss Pearson Patrick Nugent Michele Staple Katharine Pate Bill Donohoe

    Archivo grfico Susan Mennell

    V E R S I N E S P A O L A

    Jimmy Clark Begoa Orive Pepe Verd Oriol Molas Josep Sola Franc Vall Soler Josan Ruiz Jaume

    Rosell Toms Mata

    LOS LIBROS DE INTEGRAL, n. 51 Gaia Books Ltd (edicin), 1991 James Lovelock (texto), 1991 OASIS, S. L. (versin castellana), 1992. P. Maragall, 371 - Barcelona 08032

    All rights reserved. Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicacin puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningn medio sin permiso previo del editor.

    ISBN: 84-7901-047-9 Depsito legal: B-34. 210-1992 Impreso por Cayfosa S. A. (Spain)

    Portada: La Gran Barrera de Coral en Australia (fotografa de Age-Fotostock).

    Pgina 2: Acantilados en Dorset (Gran Bretaa). Existen depsitos similares de creta y carbonato clcico en muchas partes del mundo.

    Ambas fotografas representan el asiduo trabajo de Gaia sepultando el carbono que pusieron en circulacin billones de organismos marinos microscpicos los cuales utilizaban el carbonato clcico para la construccin de sus conchas.

    Traduccin

    Redaccin

    Portada Consejo

    Editor

  • CONTENIDO

    Prefacio del autor 6

    Introduccin 9

    UNO Reconocer a Gaia 21

    DOS Anatoma 35

    TRES Fisiologa 57

    CUATRO Epignesis 73 CINCO La Bioqumica y la Clula 89

    SEIS Bioqumica y Metabolismo planetarios

    107

    SIETE Fisiologa y Regulacin del Clima

    133

    OCHO La Plaga Humana 153 Conclusin 173

    Glosario 187

    ndice Alfabtico 190 Bibliografa 192

    Reconocimientos 192

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    PRLOGO

    Este libro explora la Tierra a travs de los ojos de un ficticio mdico planetario. Me gusta imaginarlo como uno de esos mdicos que visitan al paciente en casa, anterior a los antibiticos y la biologa molecular; un mdico con habilidad para el diagnstico y capacidad para consolar, que a veces cura permitiendo simplemente que la naturaleza siga su curso.

    El concepto medicina planetaria implica la existencia de un cuerpo planetario vivo, que puede experimentar tanto salud como enfermedad. La idea de un planeta vivo y la Hiptesis Gaia, de la que procede, son acaloradamente rebatidas por muchos bilogos, que ven la vida como una caracterstica singular de un organismo y de los genes que ste posee. Las actitudes son radicales en este tema: la Hiptesis Gaia, Lynn Margulis y yo mismo, sus enunciantes, hemos sido desacreditados pblicamente por un grupo pequeo pero vociferante de bilogos y escritores cientficos. Todos ellos nos atacan desde sus estrados en el seno de la ciencia establecida, y califican la Hiptesis Gaia de no cientfica, peligrosa o pura fantasa. Sobre todo rechazan que se hable de la Tierra como si estuviera viva.

    Es obligado, por tanto, que este prlogo hable en nuestra defensa y en defensa de la Hiptesis Gaia. Si no lo hiciera, podra creerse que aceptamos sus acusaciones, somos excntricos peligrosos y Gaia es una teora fantstica, no cientfica.

    Mi opinin es que estn equivocados, y las pruebas sobre la existencia de Gaia son explcitas. Sin embargo, al leer este libro recuerda que la Hiptesis Gaia an no ha sido demostrada; utilzala, al igual que el trmino medicina planetaria, como una forma diferente de ver los problemas de la Tierra.

    Hacen falta muchos equvocos para que un cientfico se enfade. Por tanto, acepto que hemos sido provocadores y necesitamos aclarar qu significa vida para nosotros. Este libro describe a menudo el ecosistema planetario, Gaia, como un ecosistema vivo; de hecho, se comporta como un organismo vivo, hasta el punto que su composicin qumica y su temperatura se mantienen activamente constantes ante las perturbaciones. Al describirlo as soy consciente de que el trmino es metafrico: la Tierra no est viva de la misma forma que las personas, o incluso en que lo est una bacteria. No obstante, insisto en que la Hiptesis Gaia es cientfica y correcta, no meramente una metfora. Mi uso del trmino vivo es similar al que emplean a menudo los ingenieros cuando llaman vivo en el sentido de activo a un sistema mecnico en funcionamiento, para distinguir su comportamiento cuando est desactivado o muerto. Aquellos motores de cuyo funcionamiento adecuado dependen muchas vidas tienen monitores de salud, aparatos que permiten detectar con tiempo suficiente cualquier mal funcionamiento, para arreglar el sistema y evitar la tragedia.

  • PROLOGO 7

    Deberamos preocuparnos por las crticas de esos cientficos, algunos de los cuales son profesores distinguidos en universidades famosas? Creo que no. Se ha de ser un fantico o tener un psimo sentido del humor, para calificar la Hiptesis Gaia como peligrosa. Al fin y al cabo Gaia es simplemente otra forma de ver los misterios de la Tierra.

    Por qu algunos cientficos, por lo dems sensatos, pierden su imperturbabilidad normal ante Gaia? Me parece que es consecuencia de la larga polmica entre bilogos y creacionistas. En el fragor de esta controversia muchos cientficos se han vuelto dogmticos y arrogantes. Esas mismas voces intolerantes son las que se alzan contra Gaia.

    Yo soy un cientfico a la vieja usanza, y creo, como dijo Freeman Dyson en su libro Infinite in all Directions, que la tica de la ciencia se basa en una apertura fundamental de mente, una disposicin a someter cualquier teora a un escrutinio analtico y una prueba experimental. En 1660 la Real Sociedad de Londres adopt orgullosamente como lema la frase Nullius in verba, que significa ninguna palabra ser la ltima. No hay lugar para la infalibilidad en la ciencia. Tambin se me ense a creer que sta era seria, pero no sacrosanta, y la ciencia creativa requera capacidad de asombro y sentido del humor.

    La Hiptesis Gaia podra ser total o parcialmente errnea. Pero para un cientfico verdadero eso no es tan importante como que se adapte a estos criterios: Es til? Sugiere experimentos interesantes? Explica los datos sorprendentes que hemos recogido? Cules son sus predicciones? Tiene una base matemtica? Gaia da respuestas positivas a todas esas preguntas y, por tanto, merece la consideracin de los cientficos.

    La ciencia creativa es el campo de los investigadores, y hay pocos de stos entre nuestros crticos: los que condenan a Gaia son, en gran parte, escritores cientficos y crticos profesionales. Los investigadores se interesan por ideas que a menudo son difciles de explicar racionalmente, pero que sugieren experimentos. La explicacin formal viene despus de la inspiracin y los experimentos, algo que rara vez consideran los escritores y crticos cientficos, puesto que hara su relato de cuentos mucho ms difcil.

    No deseara dar a entender con este prlogo que el libro es controvertido o especulativo. No trata sobre lo correcto o equivocado de la Hiptesis Gaia, sino sobre su utilizacin como una forma diferente de mirar la Tierra. Invito a sus lectores a unirse a m y explorarla con un imaginario mdico planetario como gua; alguien que ve la geofisiologa, los diferentes sistemas de la Tierra, como la base correcta de su empirismo.

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    INTRODUCCIN

    Hablo como representante, como portavoz de las bacterias y las formas menos atractivas de la vida, que no suelen tener quien abogue por ellas.

    Mi mbito es toda la vida, menos la de los humanos.

    La vida de Gaia Pelculas de vida

    microbiana cubren las lagunas costeras poco profundas de la Baja California (Mxico). En el sistema de vida autorregulador de Gaia, microbios como stos desempean el papel principal. Pero nuestra miopa humana es tan profunda que nos preocupa poco cualquier vida que no sea la nuestra... aunque nos sustente a todos.

    La nocin de un planeta que va al mdico es extraa. Supone, para empezar, que el planeta en este caso la Tierra puede enfermar, y est, por tanto y en cierto sentido, vivo. Tambin supone la existencia de un mdico adecuado para visitarlo; un mdico que conoce y tiene experiencia respecto a las enfermedades planetarias, y puede dar buenos consejos.

    Quiz nos resulte ms fcil imaginar esa hipottica revisin mdica planetaria si evocamos la ltima vez que sufrimos un ataque de hipocondra y nos cremos vctimas de una enfermedad, algo que ocurre normalmente despus de leer un artculo mdico e identificar algunos sntomas menores con los descritos.

    La sociedad occidental sufre una experiencia colectiva similar. La diferencia radica en que esta hipocondra aparente tiene que ver con el mundo mismo, no con los seres individuales. El equivalente del artculo mdico son las mltiples e inquietantes noticias que aparecen: enfermedades planetarias como los escalofros nucleares, las fiebres de invernadero, la indigestin de lluvia acida o las manchas en el ozono. Estos problemas son reales. Pero, como ocurre con la hipocondra, no sabemos si tales sntomas anuncian un desastre o son simples dolores de crecimiento del planeta.

    Los hipocondracos inteligentes no consultan sus preocupaciones a un bioqumico o a un bilogo molecular: acuden a su mdico, un profesional de la medicina. Un buen mdico sabe que la hipocondra enmascara a menudo una enfermedad real, distinta de la que imaginaba el paciente. Podra ser que nuestra hipocondra profunda sobre el estado del medio ambiente global oculte tambin una enfermedad real del planeta? Cmo podemos enterarnos? A quin debemos pedir consejo? De igual forma que a un microbilogo le resultara difcil tratar un resfriado comn, es posible que la enfermedad planetaria real escape a la comprensin de los cientficos demasiado especializados en campos como la climatologa o la Geoqumica. Sera inteligente conformarse con el asesoramiento exclusivo de esos expertos? Podra parecer que no tenemos otra opcin, puesto que la prctica de la medicina planetaria an no existe. Cmo debemos entonces proceder para

  • 10 INTRODUCCIN

    crear esa especialidad? Cules sern sus herramientas y sus mtodos? Cules las cualificaciones de sus profesionales? Y cul su base cientfica?

    Si se acepta la historia de la medicina humana como referencia, la medicina planetaria se apoyar en conjeturas y empirismos, con soluciones prcticas para problemas inmediatos, utilizando el sentido comn y una higiene correcta. Y su base cientfica ser la Fisiologa, ciencia de los sistemas de los organismos vivos; o mejor, la Geofisiologa, ciencia de los sistemas de la Tierra.

    Afortunadamente para la medicina humana, la Fisiologa se introdujo pronto e influy enormemente en su progreso. Paracelso, mdico del siglo XVI, reconoci que el veneno no es la sustancia, sino la dosis. Esta iluminacin fisiolgica, comprendida inmediatamente por la medicina, an ha de ser descubierta por los ecologistas radicales, que persiguen el objetivo inalcanzable de un nivel de contaminacin cero. El bagaje de la medicina aument cuando William Harvey (1578-1657) descubri la circulacin de la sangre. A James Hutton (1726-97), padre de la Geologa, le sugiri una circulacin similar en el agua del planeta, y habl de la Tierra como un superorganismo, cuyo estudio adecuado correra a cargo de la Fisiologa, que era, como ahora, una disciplina de la medicina.

    James Hutton era polifactico; la medicina era slo otra de sus titulaciones cientficas. Por eso, era natural que tuviera, como un pjaro sabio que planea sobre la pradera, una visin holstica, fisiolgica, de la Tierra. Para la mayora de los cientficos actuales, sin embargo, la visin que James Hutton tena sobre la Tierra como un superorganismo se opone a las teoras aceptadas. Las ciencias ms jvenes Microbiologa, Biogeoqumica tienen una visin ms estrecha, reduccionista o de abajo-arriba, estudiando los detalles y los procesos dentro de sus reas exclusivas. Reconocen que la vida sobre la Tierra afecta a su entorno, as como ste incide en la adaptacin de aqulla, pero han perdido la perspectiva amplia de Hutton, que vea la vida y su medio ambiente material como un sistema singular.

    Por esta razn, la ciencia acadmica resulta inadecuada para afrontar los problemas del cambio global. No sugiero que debamos ignorar nuestro vasto bagaje de informacin, y aun menos que abandonemos el mtodo cientfico. Pero s que revisemos las pruebas que la ciencia ha recogido y veamos si la perspectiva fisiolgica puede explicar y predecir mejor qu ocurrir. Durante los siglos XVIII y XIX, la Fisiologa apuntal el empirismo de la medicina humana y capacit al mdico para encontrar el camino de la salud entre inseguridades cientficas. Actualmente puede ofrecer una base para la prctica emprica de la medicina planetaria y mostrarnos un camino hacia la salud global de la Tierra.

    La comprensin de Gaia Antes de explicar ms a fondo la prctica de la medicina planetaria, debo presentar

    a Gaia, el paciente de quien se ocupar el mdico. Es la expresin moderna del superorganismo de Hutton; Gaia es la Tierra vista como un sistema singular, una entidad viva, en la que, como ocurre con otros organismos vivos, su composicin qumica y su temperatura se autorregulan de acuerdo con el estado ms favorable para la vida.

  • INTRODUCCIN 11

    Describo Gaia como un sistema de control para la Tierra; un sistema autorregulador, similar a esos termostatos que regulan la plancha o el horno de nuestra casa. Yo soy inventor. Me resulta fcil inventar un aparato autorregulador, imaginndolo antes mentalmente. El modelo mental se utiliza entonces para construir un prototipo, y ste se afina con pruebas y errores hasta concretarlo en la prctica. Lo extrao es que resulta extraordinariamente difcil explicar con palabras un invento que funciona. Del mismo modo, Gaia tambin es difcil de describir. Lo ms aproximado que puedo decir es que Gaia es un sistema en evolucin, compuesto por todas las cosas vivas y la superficie de su medioambiente los ocanos, la atmsfera y las rocas, ambas partes emparejadas firmemente e indivisibles. Es un dominio emergente, un sistema que ha surgido de la interaccin recproca de los organismos y su entorno, a travs de los eones de vida sobre la Tierra. En este sistema, la autorregulacin del clima y la composicin qumica son totalmente automticos. La autorregulacin se produce al evolucionar el sistema. Ningn tipo de proyecto, plan o teleologa (propsito en la naturaleza) estn implicados.

    En 1972 expuse por primera vez la Hiptesis Gaia (vase el captulo 1). Poco despus comenz mi colaboracin con la eminente biloga Lynn Margulis, que ha continuado desde entonces. Al principio explicamos la Hiptesis Gaia con frases como La vida, o la biosfera, regula o mantiene el clima y la composicin atmosfrica a un nivel ptimo para s misma. Esta definicin era realmente imprecisa, pero ni Lynn Margulis ni yo hemos sugerido nunca que la autorregulacin plane-traria tenga un propsito. Aun as, hemos recibido crticas persistentes y casi dogmticas, que acusaban a nuestra hiptesis de ser teleolgica. Pocos cientficos comparten nuestro punto de vista. La mayora tienden a descartar nuestras ideas por fantsticas y metafricas. Parecen ver la metfora como algo peyorativo, inexacto y, por tanto, nada cientfico. Sin embargo, la ciencia verdadera est plagada de metforas y crece a partir de modelos imaginarios, pulindose despus por ajustes que acoplan esos modelos a la realidad.

    Gaia surgi del nuevo conocimiento sobre la Tierra obtenido en el espacio, y gracias a las investigaciones sistemticas que se han hecho en la superficie, ocanos y atmsfera terrestres durante las ltimas dcadas. Aunque este punto de vista se presta a la metfora potica, tambin es una teora cientfica slida de nuestro planeta, procedente de una visin del espacio de arriba a abajo. Esta percepcin de la Tierra como un sistema nico, al que yo llamo Gaia, es esencialmente fisiolgica. Se ocupa del funcionamiento de la totalidad del sistema, no de partes separadas del planeta dividido arbitrariamente en biosfera, atmsfera, litosfera e hidrosfera. Estas particiones no son reales, sino esferas de influencia habitadas por cientficos acadmicos.

    La Hiptesis Gaia se ha cuestionado con acritud. En cualquier caso, las pruebas recogidas decidirn si se debe tomar como hecho cientfico. Pero incluso si Gaia resulta ser al final nada ms que una metfora, habr valido la pena pensar en la Tierra como un sistema vivo. Un modelo as es fructfero: ya ha propiciado muchos descubrimientos que no la ciencia convencional hubiera obtenido.

  • 12 INTRODUCCIN

    Pido a los lectores que admitan, al menos de manera provisional, la Hiptesis Gaia; que la reconozcan para, al menos, discutir. No espero que nadie se convierta a una nueva religin de la Tierra. Tampoco pido que nadie abandone su sentido comn. Lo nico que pido es que el lector considere la Hiptesis Gaia como una alternativa a la teora ortodoxa, que considere la Tierra como un planeta muerto, hecho de piedras, ocanos y atmsfera inanimada, todo ello habitado por la vida. Consideradla un sistema real, que abarca todas las formas vivas y su medio ambiente, emparejados tan fuertemente que forman una entidad autorreguladora. Quiz ya se tenga ms o menos asimilado al utilizar la palabra, vaga y un poco mal definida, biosfera, que parece tener un significado distinto en cada ocasin de uso.

    Reconozco que ver la Tierra como una entidad viva es una forma conveniente, pero distinta, de organizar sus hechos. Tengo, por supuesto, prejuicios a favor de Gaia y durante los ltimos veinticinco aos he llenado mi vida con el pensamiento de que la Tierra podra estar, en cierto sentido, viva. No como la vean los antiguos una diosa sensible, con propsito y premeditacin, sino ms bien como un rbol; un rbol real, que nunca se mueve excepto para balancearse en el viento, pero al mismo tiempo conversa constantemente con la luz del sol y con la tierra. Y utiliza la luz del sol, el agua y los nutrientes para crecer y cambiar, tan imperceptiblemente que, para m, el viejo roble sigue igual que cuando yo era un nio.

    La necesidad de la medicina planetaria Los ecologistas se preguntan a veces con angustia si los humanos se han

    convertido en un tumor para la Tierra. Somos un organismo que rompi con la gran comunidad del Edn o de Gaia? Estamos reproducindonos sin control, hasta que nuestro nmero y nuestras toxinas comprometan al cuerpo entero de la Tierra? Podra parecerlo, pero las clulas de la leucemia no debaten su papel destructivo, ni se plantean un cambio de comportamiento que reduzca su nmero. Es verdad que nuestra presencia en la Tierra ya ha daado su superficie y su atmsfera. Si consideramos esto una enfermedad planetaria, tambin necesitaremos consejos mdicos planetarios; consejos prcticos sobre cmo restaurar su estado de salud. No podemos esperar a que una gran investigacin mdica planetaria encuentre la cura; no hay tiempo.

    Recuerdo haber preguntado a los asistentes a una reunin celebrada en Brasil durante 1985 qu ocurrira antes, la desaparicin de las selvas amaznicas o la formulacin de un modelo cientfico capaz de predecir adecuadamente el clima de la regin cuando no haya rboles. Respondieron que cuando pudieran dar una respuesta, los rboles ya habran desaparecido. se es el quid: no es que la ciencia haya fracasado a la larga lo necesitamos, pero por ahora avanza en una direccin equivocada y sus respuestas son demasiado lentas.

    Consideremos, por ejemplo, el problema de los gases que causan el efecto invernadero. La ciencia moderna, pese a su tecnologa sofisticada y poderosa, no puede predecir las consecuencias de la acumulacin de dixido de carbono, metano y

  • INTRODUCCIN 13

    Qu es la medicina planetaria? Al pensar en los problemas del planeta, me ayuda un paralelismo hipottico entre el examen que realiza un mdico a sus pacientes y el que hara un mdico planetario. Cules son los instrumentos utilizados? Qu muestras se toman para efectuar un anlisis bioqumico o una biopsia? El cuadro siguiente da una lista de algunos de esos instrumentos y mtodos comparativos.

    Durante la historia de la Tierra ha habido perodos de trastornos para el sistema e incomodidad para los organismos que lo habitaban. Los impactos de enormes meteoritos o el cambio en el estado atmosfrico cuando el oxgeno se hizo dominante son dos buenos ejemplos. Actualmente, la presencia de los humanos y sus contaminantes crea otra gran inestabilidad. No es exagerado considerar tales estados del sistema como una enfermedad. Incluso aunque sea slo una metfora, verlo as resulta prctico.

    Los ingenieros disean mquinas cuyos fallos amenazaran la vida; como prevencin, incluyen los llamados monitores de salud de la mquina. As, los motores y

    los mecanismos de rotacin de los helicpteros incorporan unos mecanismos de seguridad, que se activan ante los primeros sntomas de fallo, para advertirnos a tiempo y evitar un desastre. Que ningn bilogo considere un helicptero como una forma de vida no invalida el enfoque del ingeniero.

    Al disear un sistema de deteccin de averas para una mquina, el ingeniero debe tener un conocimiento detallado y prctico del funcionamiento de la mquina como sistema completo. El mdico necesita un conocimiento similar sobre el funcionamiento del sistema humano, pero tambin acerca de los procesos peculiares de los sistemas vivos en general: el nacimiento, el crecimiento, la curacin, la muerte... Para comprender la salud de Gaia, un mdico planetario no slo necesita las habilidades y los recursos prcticos del mdico, sino tambin los del ingeniero.

    Aunque no se acepte que el sistema y su medio ambiente sobre la Tierra, lo que yo llamo Gaia, est vivo vivo como un rbol, sin duda se admitir que est ms vivo que un helicptero o una mquina.

    Herramientas y mtodos en la medicina planetaria y humana

    Medida Humano Planeta

    Temperatura Termmetro clnico Radimetro de satlite

    Presin de la sangre

    Esfigmmetro Barmetro

    Respiracin Estetoscopio Monitores atmosfricos de dixido de carbono

    Pruebas de bioqumicos

    Muestras de sangre y orina

    Muestras de aire y mar

    Biopsia Muestras del tejido

    Estudios del ecosistema

  • 14 INTRODUCCIN

    otros gases (vase el captulo 8). El sentido comn y la experiencia advierten que seguir aadiendo estos gases a una atmsfera ya sobrecargada nos conducir probablemente al desastre. Si continuamos nuestra forma actual de vida hasta el ao 2000, habremos aumentado el nivel de dixido de carbono de 280 a 400 partes por milln (ppm). Tambin aumentaremos otros gases de invernadero, como el metano, de 700 a 2. 000 partes por cada mil millones. Ambos aumentos, inducidos por la actividad humana, son mayores que los ocurridos de forma natural entre la ltima glaciacin y el perodo de calor que sigui a sta. La temperatura o el nivel del mar en el ao 2000 slo pueden ser adivinados, pero los cientficos estn casi seguros de que la concentracin de metano y dixido de carbono seguir aumentando a los niveles expuestos. Probablemente, nada de lo que hagamos durante los prximos aos antes de esa fecha alterar ese aumento imparable. Desgraciadamente no tenemos tiempo para empezar otra vez desde cero como quisiramos. Estamos a punto de experimentar las consecuencias de lo que le hemos hecho a la Tierra.

    En mi opinin, debemos seguir el ejemplo de nuestros antepasados, cuando se enfrentaban a desastres recurrentes: utilizar nuestro sentido comn y probar el empirismo. No necesita ser cientficamente aceptable para proporcionar resultados. Pensemos en los romanos: saban que vivir sobre terrenos pantanosos no era muy saludable. Ellos crean que la enfermedad surga del mal olor del aire, as que drenaron los terrenos y la enfermedad, la malaria, desapareci. Si en lugar de haber actuado as hubieran invertido en entomologa y microbiologa, con el tiempo habran descubierto el parsito de la malaria y que esa enfermedad la transmitan los mosquitos. Pero antes muchas ms personas habran muerto o se habran quedado incapacitadas, para acabar emprendiendo idntica solucin: drenar el terreno. Este ejemplo de los romanos se repite a lo largo de la historia. La gran prolongacin de la esperanza de vida durante el siglo XIX a menudo no era resultado de los avances de la Biologa o la Bioqumica, sino de la medicina de cabecera, la sanidad y la ingeniera civil. El clera y la fiebre tifoidea mataron a millones de personas en Europa, hasta que se empez a disponer de agua limpia. De nuevo la accin preventiva, impulsada por los ingenieros civiles, se anticip enormemente al descubrimiento de los agentes causantes y de los antibiticos para su curacin.

    Hoy en da necesitamos este enfoque pragmtico si queremos solucionar a tiempo las enfermedades de nuestro planeta. Necesitamos la medicina planetaria. Su enfoque podra ser emprico, a veces incluso no cientfico, pero es lo nico que tenemos. No estoy proponiendo un tipo de ciencia alternativa, el equivalente en medicina a la acupuntura o la homeopata. Pero la corriente principal de la ciencia se ha apartado demasiado de su curso natural. Creo en la ciencia. Mi objetivo es simplemente cuestionar la prepotencia de sus sectores oficiales. Cmo, si no, podran estar dispuestos a or los argumentos a favor de una medicina planetaria? Si los cientficos han de reconocer el valor del empirismo en los momentos difciles que han de venir, antes debern asumir su ignorancia acerca de la Tierra y sus caractersticas.

  • INTRODUCCIN 15

    La naturaleza de la ciencia No digo que no necesitemos a la ciencia organizada; slo creo que tambin es

    preciso reconocer sus limitaciones, su lentitud y que su historial en la resolucin de los problemas medioambientales inmediatos no es ni mucho menos bueno. Tiende a hacer slo aquellas cosas que a los cientficos les resultan fciles y que quieren hacer de todas formas. Adems, se concentra casi obsesivamente en cuestiones menores, como la presencia de elementos cancergenos en el ambiente, o los fenmenos de la estratosfera, muy interesantes para los cientficos, pero que no dejan de ser problemas ambientales controlables fcilmente, que slo requieren sentido comn para encontrar una solucin. Me parece deplorable el desequilibrio existente entre el esfuerzo cientfico dedicado a la investigacin sobre el agujero en la capa de ozono y el empleado en temas tan importantes como la desaparicin de los bosques o el efecto invernadero, relativamente ignorados. Esta desproporcin podra estar cambiando, pero es necesario permanecer alerta para mantener un equilibrio.

    La mayora de los ciudadanos del mundo desarrollado se engaan al creer que destinar mucho dinero a la ciencia es una forma de asegurar resultados. A veces el camino acertado pasa por el desarrollo a gran escala de un descubrimiento o invento previamente establecido. La penicilina, la ingeniera gentica y los ordenadores estn a disposicin del pblico; pero que puedan disfrutarse es una simple cuestin de dinero. Estos avances pueden ser buenos, pero no son ciencia, sino la aplicacin ingeniera de una prctica cientfica precedente. La ciencia verdadera se pregunta cmo funciona el mundo y disea experimentos sencillos para probar las teoras que surgen en la mente; constituye, como su compaero el arte, una actividad creativa, que se desarrolla en silencio y sin gastar mucho dinero. La prxima vez que alguien te pida colaborar econmicamente con alguna organizacin de caridad que apoya la investigacin contra el cncer, recuerda que en Gran Bretaa se invierte casi diez veces ms en la investigacin de esa enfermedad que en todas las otras investigaciones mdicas, y la curacin del cncer est tan lejana como antes.

    El progreso de la ciencia es lento e impredecible; depende demasiadas veces de la aparicin de un pensamiento clave en la mente de un genio. Es poco probable que la mera contratacin de cien doctores en Filosofa, procedentes de universidades importantes, para afrontar el problema del cambio global, logre algo ms que asegurarles un trabajo cmodo y seguro.

    No nos engaemos: para comprender la fisiologa de la Tierra, cmo funciona Gaia, se requiere una visin de arriba a abajo, un enfoque de la Tierra como un sistema completo; como algo vivo. No vale la pena reunir a los meteorlogos, bilogos, cientficos marinos, qumicos atmosfricos..., en un lugar y esperar resultados. Debido a su formacin, casi siempre sern reduccionistas y adoptarn un enfoque de abajo a arriba, para el que la totalidad no es ms que la suma de sus partes; sostendrn que al separar las piezas de algo podemos entender cmo funciona. Necesitamos la ciencia, pero sta debe crecer en la doble direccin.

  • 16 INTRODUCCIN

    Las limitaciones del enfoque cientfico ortodoxo pueden ilustrarse con el problema ambiental de una enfermedad hipottica, que afecta a una especie animal rara. Una enfermedad suficientemente grave para poner a la especie en peligro de extincin, y sobre la que se sabe muy poco, excepto que es una hepatitis no infecciosa. El enfoque reduccionista tradicional matara a algunos animales, disecara sus hgados y los sometera a un anlisis bioqumico e histolgico. El sacrificio de esos animales estara justificado por ser la nica forma de salvar la especie. Este enfoque contrasta con el de arriba a abajo. El mdico planetario observara primero el ecosistema del cual forman parte los animales, para ver si la enfermedad es consecuencia de un desorden mayor, no especfico de los animales en s. En una etapa posterior, un fisilogo podra alterar suavemente la funcin del hgado del animal vivo y observar su respuesta. Quiz se necesite una biopsia, pero el objetivo sera siempre mantener intacto y vivo al animal, mientras se busca la naturaleza de su enfermedad y de cualquier disfuncin del ecosistema al que pertenece.

    Espero que no sea demasiado tarde para aplicar a nuestras especies como parte del ecosistema planetario, de Gaia el enfoque cientfico correcto. Ahora estamos en una posicin similar a la de un diabtico antes del descubrimiento de la insulina. Un vasto programa subvencionado para encontrar la cura de la diabetes podra haber descubierto la insulina, pero, por desgracia, no con bastante rapidez para salvar al diabtico. Los seres humanos podran ser ese diabtico y hacer un dao irreversible al sistema del cual formamos parte antes de descubrir cmo vivir con nuestra afeccin.

    Vivir con Gaia En el mundo actual hay un sentimiento similar al que se da antes de una guerra;

    la calma amenazadora que precede a un huracn. En el caso del huracn, sabemos qu hacer antes de que llegue, qu precauciones debemos tomar y dnde ir para evitar el desastre. Sin embargo, no tenemos ninguna gua detallada para enfrentarnos a los cambios que ahora amenazan al mundo; slo podemos conjeturar cules sern. El cambio podra producirse gradualmente, pero en un sistema desequilibrado lo ms frecuente es que haya una secuencia de eventos bruscos, pasando de un nivel a otro. Nos esperan sorpresas, acontecimientos quizs imprevistos.

    Ecologistas, iglesias, polticos y cientficos estn preocupados por el dao al medio ambiente, pero su autntica inquietud es el bien de la humanidad. Su introspeccin es tan profunda que, incluso ahora, slo algunos excntricos se preocupan realmente por los otros organismos vivos. La tan difundida defensa de los bosques se debe a que en ellos podra habitar alguna planta rara, que sirva para la curacin del cncer, o a que los rboles transforman el dixido de carbono y si son talados quiz debamos renunciar al privilegio del transporte privado. Nada de esto es malo, sino simplemente estpido. No estamos reconociendo el valor real de los bosques, como un sistema autorregulador que mantiene el clima de la regin cmodo para la vida. Sin los rboles no hay lluvia, y sin lluvia no hay rboles. No tenemos que convertirnos en santos; debemos recuperar un inters. Si podemos hacer esto

  • INTRODUCCIN 17

    dejando que el bosque crezca y se mantenga a s mismo, habremos asumido nuestra deuda con el resto de la vida sobre la Tierra. Podra costarnos menos de lo que pagamos por disponer de agua potable, recogida de basuras, limpieza de las calles o sistemas de desages. Beneficiar a nuestro medio ambiente y nos evitar un buen nmero de problemas futuros, todava difciles de evaluar.

    La medicina moderna reconoce a la mente y el cuerpo como parte de un sistema en el que el estado de cada uno puede afectar a la salud del otro. En medicina planetaria tambin podra ser verdad que nuestra actitud colectiva hacia la Tierra afecta y se ve afectada por la salud del planeta. La enseanza cristiana dice que el cuerpo es el templo del alma y que sta es razn suficiente para llevar una vida sana. Yo veo a la Tierra como un lugar de adoracin, con toda la vida congregada en ella. Para m es motivo suficiente para hacer todo lo que est en mi mano por mantener sano el planeta.

    Quiz sea pensar as lo que me proporciona una tranquilidad especial en un lugar sagrado poco frecuentado, que visito a menudo con mi mujer, Sandy. Es la pequea iglesia de San Miguel de Rupe, situada en el pico central de un volcn miocnico extinguido hace mucho tiempo, y que est un kilmetro al sur del pueblo de Brentor, en Devon, y a unos 14 kilmetros de mi casa, en Coombe Mill.

    Un da claro, cuando el viento llega fresco y limpio del Atlntico, desde el pico de Brent Tor se pueden ver los campos y bosques de Devon, moteados de verde, y extendidos hacia un horizonte de ms de 40 kilmetros. El terreno tiene buen aspecto, quiz porque la agricultura todava es casi para el autoconsumo. Este panorama agradable engloba tres cuartas partes de la panormica y contrasta con la pequea masa montaosa del este, llamada Dartmoor. All hay tundra marrn, sin rboles, que a cierta distancia parece los restos de una mina. Antes fue un bosque, destruido durante la Edad de Hierro.

    En el pico de Brent Tor se tiene siempre una sensacin de sagrado, como si fuera un lugar donde Dios y Gaia se encuentran. El sentimiento es intenso, como el que se experimenta en las grandes catedrales, cavernas o sobre ciertas cimas montaosas. Por supuesto, se podra racionalizar cientficamente como un sentido fsico que an se comprende muy poco, por el cual el cerebro procesa el sonido que afecta a los odos y convierte la multitud de seales en una visin sonora de nuestros alrededores. Los murcilagos y otros animales que ven a travs del sonido deben poseer este sentido. Quiz nosotros tambin lo tengamos, pero slo somos conscientes de l en lugares como Brent Tor. Este sentido crea lo que mi amigo el fsico Peter Fellgett llama ambiente. Sea cual sea la razn, Brent Tor y lugares como l proporcionan una sensacin de paz. Parecen servir como puntos referenciales de salud, a partir de la que se puede contrastar la enfermedad del paisaje urbano o rural actual.

    Antes ped al lector que ensanchara su imaginacin, que aceptara discutir que la Tierra est en cierto sentido viva, y que el diagnstico y tratamiento de su enfermedad se convierta en una prctica emprica, la medicina planetaria. Quiz no desee hacerlo porque crea que Dios cre nuestro planeta para el beneficio de la humanidad, y tenemos derecho a utilizarlo como queramos. Tal vez prefiera ver

  • 18 INTRODUCCIN

    a los humanos como administradores, buenos granjeros y pescadores, que cuidan de la Tierra por el bien de la gente, particularmente de nuestros descendientes. Acaso sea uno de esos cientficos que estn bastante seguros de que la Tierra no es ms que una masa de roca muerta, humedecida con agua y rodeada por una atmsfera compuesta de sustancias qumicas sencillas, y considar que la vida es algo que simplemente habita y utiliza la Tierra. Si el lector sostiene cualquiera de esas ideas, este libro no es para l. Este libro es slo para aquellas personas que tienen curiosidad, se preocupan de la Tierra y, como yo, no saben todas las respuestas. Es para aqullos que se preguntan si somos realmente la especie elegida de Dios o apenas el agente ms destructivo de la historia biolgica de la Tierra. Es, sobre todo, para aqullos a quienes les preocupa que la bsqueda de salvacin de la humanidad entre en conflicto con la necesidad aun mayor de mantener la Tierra como un lugar cmodo y adecuado para la vida. Si perdemos nuestro habitat, la vida y su medio ambiente sobre la Tierra, Gaia, continuarn, pero la humanidad ya no ser parte de ellas.

    Una gua hacia la medicina planetaria En este libro de medicina, la Tierra es el paciente. Olvidemos las preocupaciones

    humanas, los derechos humanos y el sufrimiento humano, y concentrmonos en el planeta, que podra estar enfermo. Nosotros somos parte de la Tierra y, por tanto, no podemos considerar nuestra situacin aisladamente. Estamos tan atados a la Tierra que sus temblores y fiebres tambin son los nuestros.

    Este libro est escrito con el estilo de esas enciclopedias mdicas domsticas, en las que las familias buscan informacin o tranquilidad cuando alguien est enfermo y no es posible contactar con ningn experto o ste no puede ayudar. Espero que sirva como tal y ayude a comprender mejor la Tierra, su salud y su enfermedad, y oriente cuando un fenmeno nuevo y atemorizante azote la regin que habitamos. Espero, por ltimo, que esta gua capacite al lector para decidir qu puede hacer personalmente ahora para evitar, o al menos aliviar, el dao venidero.

    Los manuales de medicina humana escritos para lectores no expertos, suelen incluir captulos sobre la base cientfica de la prctica mdica, con descripciones detalladas del funcionamiento del cuerpo humano. He organizado este libro de medicina planetaria para que los captulos que siguen hablen de Gaia bajo los enunciados de Anatoma, Fisiologa, Epignesis (orgenes e historia de la vida), Bioqumica, metabolismo y regulacin del clima (temperatura). El captulo 8 trata sobre la plaga humana, mientras la conclusin aborda el tratamiento y el futuro de nuestra relacin con Gaia.

    Los libros mdicos aportan a menudo ejemplos para ilustrar el curso y la naturaleza de una enfermedad. En su larga historia de 3. 800 millones de aos, la Tierra ha experimentado trastornos y enfermedades a escala planetaria. En la mayora de los captulos se mencionan patologas anteriores, elegidas para ilustrar cada tema; sucesos que causaban discapacidad temporal, pero de los cuales Gaia se ha recuperado. Si pensamos en la Tierra como un organismo que puede estar sano

    Brent Tor En el pico Brent Tor se tiene siempre una sensacin de presencia de lo sagrado, como si fuera un lugar donde Dios y Gaia se encuentran. Brent Tor y lugares similares sirven como puntos referenciales de salud, a partir de los que se puede contrastar la enfermedad del paisaje rural o urbano actuales.

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    o enfermo, quiz podamos ver a Gaia esquematizada en esa constelacin de patologas planetarias, y comprender ms la medicina planetaria. Del estudio de la patologa aprendemos la naturaleza de la enfermedad y cmo curarla o prevenirla. A travs de la comprensin de lo anormal delineamos, como una silueta cortada en una hoja de papel, el aun ms incomprensible estado normal de salud.

    Si nuestra presencia es una amenaza para la Tierra, entonces estamos en una posicin poco usual, al ser a la vez agentes de la enfermedad y observadores de sus efectos. La patologa es un buen contexto para discutir cuestiones profundas, como somos los elegidos de Dios? O una plaga sobre la faz de la Tierra? Pero no hacen falta juicios de valor; incluso en nosotros algunas enfermedades conducen a la salud, o nos salvan de consecuencias peores que la misma enfermedad. Basta con recordar las muchas enfermedades de la infancia, infecciones menores que inmunizan contra los riesgos de un ataque posterior. A mayor escala, una plaga que elimina la mayor parte de una especie puede ser a la vez un desastre o una ventaja. Ciertamente, la patologa del error es fundamental en la evolucin por seleccin natural. La evolucin slo sigue su curso a travs del error y el cambio. La casualidad trae consigo el error feliz, que permite que un organismo habite un nuevo nido, un ambiente distinto. Adems, las reglas de Gaia son tales que los organismos que daan su medio no sobreviven durante mucho tiempo. Haramos bien en comprender esta regla, que podra tener consecuencias fatales para nuestra especie. Afortunadamente, tambin nosotros evolucionamos como personas; nuestro carcter progresa, gracias a un proceso natural de error y correccin: somos capaces de aprender.

    La esencia de vivir verde, de ser un ciudadano de Gaia, no es un puritanismo displicente. Si podemos vernos como parte de un organismo gigante vivo, e incluso, quizs, como una causa de su indigestin, entonces a lo mejor podamos ser conducidos a vivir dentro de Gaia de una forma decorosa y sana. Incluso pensar de esta forma es un antdoto contra el fatalismo de aceptar la Tierra como algo muerto y la vida simplemente como algo pasajero.