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1 LOS TIEMPOS DE TRABAJO: ENTRE LA CASA Y EL MERCADO. NUEVAS APROXIMACIONES DE ANÁLISIS DE RESULTADOS Cristina Carrasco Universidad de Barcelona [email protected] Las Encuestas de Uso del Tiempo en España son relativamente recientes. Las primeras realizadas en ámbito estatal se sitúan en los años noventa y no son responsabilidad de ningún Instituto de Estadística. Como más relevantes se pueden señalar las realizadas por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y las realizadas por el CIRES (Centro de Investigaciones de la Realidad Social). Las del CIRES se desarrollaron en los años 1991 y 1996 prácticamente con el mismo cuestionario, lo cual permitió algún análisis comparativo. Además de estas encuestas, diversas investigadoras o grupos de investigación realizan durante las últimas décadas estudios de este tipo en distintos ámbitos geográficos y con distintas metodologías. Encuestas oficiales realizadas desde los Institutos de Estadística, sólo existen las del Instituto Vasco de Estadística (EUSTAT) y la muy reciente Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística (INE). EUSTAT ha realizado dos Encuestas de Presupuestos de Tiempo en 1993 y 1998, con el objetivo de mantenerlas de forma periódica. El INE había realizado en 1996, siguiendo una recomendación europea, un estudio piloto de uso del tiempo, pero que por falta de presupuesto no se concretó posteriormente en una encuesta de ámbito estatal hasta ahora. La primera Encuesta de Empleo del Tiempo 2002-2003 se está desarrollando con una metodología armonizada en EUROSTAT (Oficina de Estadística de la Unión Europea). No se entiende como encuesta periódica. Está dirigida a 24.000 hogares aproximadamente y recoge información sobre todas las personas del hogar de 10 y más años a través de un cuestionario de hogar, cuestionarios individuales y diarios personales. El trabajo de campo se ha terminado en octubre de 2003 y los resultados definitivos se publicarán el segundo trimestre de 2004. En esta ponencia se analiza información que proviene de dos fuentes de datos. La primera es una Encuesta realizada en la ciudad de Barcelona en el año 2000 y denominada Encuesta de Población Activa no Androcéntrica 1 . El objetivo de dicha encuesta era presentar una alternativa a la Encuesta de Población Activa (Encuesta de Empleo) que incluyera los distintos trabajos que realizan las personas, precisamente para tener una información completa de todas las actividades realizadas por las personas del hogar y poder analizar las interrelaciones y constricciones entre dichas actividades, estudiando de forma particular las diferencias y desigualdades entre mujeres y hombres. La encuesta incluía un cuestionario del hogar, cuestionarios individuales y diarios- cuestionarios de uso del tiempo, que debían responder todas las personas del hogar de 16 y más años. Se estableció este límite de edad por ser la edad legalmente laboral, aunque también había un cuestionario limitado para las y los menores de 16 años. La estructura de la encuesta respondía a la necesidad de considerar las distintas acepciones del tiempo y no sólo resaltar la dimensión cuantitativa. Se pretendía captar también los aspectos más cualitativos del tiempo, aquellos más propios de la experiencia femenina ligados al ciclo de vida y el correspondiente cuidado de las personas. Aspectos que tienen que ver con los condicionamientos para tomar decisiones sobre el empleo, la 1 Esta encuesta se desarrolló en el marco de un proyecto de investigación subvencionado por el Instituto de la Mujer (Madrid) y realizado por un equipo de la Universidad de Barcelona dirigido por Cristina Carrasco y formado además por Anna Alabart, Màrius Domínguez y Maribel Mayordomo.

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LOS TIEMPOS DE TRABAJO: ENTRE LA CASA Y EL MERCADO.

NUEVAS APROXIMACIONES DE ANÁLISIS DE RESULTADOS Cristina Carrasco

Universidad de Barcelona [email protected]

Las Encuestas de Uso del Tiempo en España son relativamente recientes. Las primeras realizadas en ámbito estatal se sitúan en los años noventa y no son responsabilidad de ningún Instituto de Estadística. Como más relevantes se pueden señalar las realizadas por el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y las realizadas por el CIRES (Centro de Investigaciones de la Realidad Social). Las del CIRES se desarrollaron en los años 1991 y 1996 prácticamente con el mismo cuestionario, lo cual permitió algún análisis comparativo. Además de estas encuestas, diversas investigadoras o grupos de investigación realizan durante las últimas décadas estudios de este tipo en distintos ámbitos geográficos y con distintas metodologías. Encuestas oficiales realizadas desde los Institutos de Estadística, sólo existen las del Instituto Vasco de Estadística (EUSTAT) y la muy reciente Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística (INE). EUSTAT ha realizado dos Encuestas de Presupuestos de Tiempo en 1993 y 1998, con el objetivo de mantenerlas de forma periódica. El INE había realizado en 1996, siguiendo una recomendación europea, un estudio piloto de uso del tiempo, pero que por falta de presupuesto no se concretó posteriormente en una encuesta de ámbito estatal hasta ahora. La primera Encuesta de Empleo del Tiempo 2002-2003 se está desarrollando con una metodología armonizada en EUROSTAT (Oficina de Estadística de la Unión Europea). No se entiende como encuesta periódica. Está dirigida a 24.000 hogares aproximadamente y recoge información sobre todas las personas del hogar de 10 y más años a través de un cuestionario de hogar, cuestionarios individuales y diarios personales. El trabajo de campo se ha terminado en octubre de 2003 y los resultados definitivos se publicarán el segundo trimestre de 2004. En esta ponencia se analiza información que proviene de dos fuentes de datos. La primera es una Encuesta realizada en la ciudad de Barcelona en el año 2000 y denominada Encuesta de Población Activa no Androcéntrica1. El objetivo de dicha encuesta era presentar una alternativa a la Encuesta de Población Activa (Encuesta de Empleo) que incluyera los distintos trabajos que realizan las personas, precisamente para tener una información completa de todas las actividades realizadas por las personas del hogar y poder analizar las interrelaciones y constricciones entre dichas actividades, estudiando de forma particular las diferencias y desigualdades entre mujeres y hombres. La encuesta incluía un cuestionario del hogar, cuestionarios individuales y diarios-cuestionarios de uso del tiempo, que debían responder todas las personas del hogar de 16 y más años. Se estableció este límite de edad por ser la edad legalmente laboral, aunque también había un cuestionario limitado para las y los menores de 16 años. La estructura de la encuesta respondía a la necesidad de considerar las distintas acepciones del tiempo y no sólo resaltar la dimensión cuantitativa. Se pretendía captar también los aspectos más cualitativos del tiempo, aquellos más propios de la experiencia femenina ligados al ciclo de vida y el correspondiente cuidado de las personas. Aspectos que tienen que ver con los condicionamientos para tomar decisiones sobre el empleo, la

1 Esta encuesta se desarrolló en el marco de un proyecto de investigación subvencionado por el Instituto de la Mujer (Madrid) y realizado por un equipo de la Universidad de Barcelona dirigido por Cristina Carrasco y formado además por Anna Alabart, Màrius Domínguez y Maribel Mayordomo.

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situación de “disponibilidad” de las mujeres para atender las necesidades de otros, las dificultades para elegir, etc. Es por ello que, para el estudio del trabajo, nos parece que los datos que ofrece un diario de uso del tiempo es importante completarlos con dos tipos de información: una encuesta que permita el análisis de aspectos que no quedan reflejados en el uso del tiempo (organización, gestión, etc.) y alguna metodología cualitativa, que permita captar los aspectos más subjetivos del tiempo, aquellos que no pueden medirse por el reloj. Para el análisis de estos últimos, posteriormente realizamos entrevistas en profundidad. La segunda fuente de datos utilizada fue la “Encuesta de la Región de Barcelona: Condiciones de vida y hábitos de la población” (2000) realizada en el área metropolitana de Barcelona. Esta encuesta se había realizado anteriormente Con el nombre de Encuesta Metropolitana de Barcelona los años 1985, 1990 y 1995, lo cual permitió un análisis comparativo temporal. La encuesta es un cuestionario amplio sobre características económicas y sociales de la población. No incluye un diario de uso del tiempo, aunque sí algunas preguntas en relación al uso del tiempo.

En esta ponencia me centraré no en los aspectos metodológicos de las encuestas señaladas, sino en nuevos intentos de tratamiento de los resultados, fundamentalmente referidos a los distintos trabajos. Se trata de plantear nuevas perspectivas de análisis que tengan en cuenta aspectos relevantes en la vida de las personas: la interrelación de los tiempos dedicados a las distintas actividades de los miembros de la familia; la interrelación entre las distintas actividades que rompa la imagen de las actividades como estancos separados y compartimentados; análisis que permitan demostrar lo que otros estudios han señalado respecto a que ciertas actividades se realizan de forma simultánea a otras, quedando ocultas y no registrándose como las actividades principales. Se analiza en primer lugar las diferencias en los tiempos de trabajo de mujeres y hombres, con especial dedicación a la situación de aquellas personas que viven en pareja. En segundo lugar, se aproxima un estudio a las actividades que se realizan de forma simultánea, particularmente, los tiempos de cuidado. A continuación se desarrolla una metodología de análisis por franjas horarias de actividad. Finalmente, se realiza una propuesta de indicadores de trabajo que considera ambos trabajos: familiar doméstico y mercantil.

1. Participación de mujeres y hombres en ambos trabajos

El objetivo de este apartado es recoger y visibilizar los posibles conflictos entre ambos trabajos (mercantil y familiar doméstico), particularmente en el caso de las mujeres. Se trata de analizar la participación de mujeres y hombres en el trabajo familiar doméstico –y en el tiempo libre- de acuerdo a su participación en trabajo de mercado.

En primer lugar, se analiza la población en general para ver las diferencias entre mujeres y hombres, y posteriormente se analiza en función de la tipología de hogares. Más concretamente, se discuten los tiempos de trabajo para una tipología de hogar específica: mujeres y hombres que viven en pareja (con o sin hijos/as) para analizar qué sucede cuando ambos sexos conviven.

En este sentido se construyó una tipología de trabajo de mercado2 y se analizó tanto el porcentaje de participación cómo los tiempos medios de dedicación al trabajo familiar doméstico y al ocio (tabla 1). Los resultados muestran que la participación femenina en 2 Para el análisis, la población ocupada en el mercado se ha clasificado según el número de horas semanales de dedicación en: población no ocupada, subocupada (menos de 10 horas), jornada a tiempo parcial (más de 10 horas y menos de 30), jornada a tiempo completo (más de 30 horas hasta 40) y sobreocupada (más de 40 horas).

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TFD es mayor que la masculina para todas las categorías de trabajo de mercado, excepto para las personas subocupadas (aunque en este caso la muestra es pequeña y probablemente poco representativa). Exceptuando esta situación, la participación femenina en TFD es siempre elevada, incluso en las mujeres cuta participación mercantil es de ocupadas a tiempo completo (91,2%) o sobreocupadas (82,8%).

Tabla 1. Tiempos medios y porcentaje de dedicación al trabajo familiar doméstico

y al tiempo de ocio según sexo y tipología de trabajo mercantil

Trabajo familiar doméstico Ocio y tiempo libre

social participante social participante Tipología de trabajo

de mercado Media % Media Media % Media

Hombre 2,70 80,7% 3,35 6,24 98,8% 6,31 No ocupada

Mujer 5,41 93,3% 5,80 4,57 98,7% 4,64

Hombre 2,92 100,0% 2,92 4,52 100,0% 4,52 Subocupada

Mujer 2,35 75,0% 3,13 5,27 100,0% 5,27

Hombre 1,42 69,2% 2,05 4,08 100,0% 4,08 Jornada tiempo parcial

Mujer 4,31 93,8% 4,60 3,42 100,0% 3,42

Hombre 2,10 74,2% 2,83 3,84 98,4% 3,90 Jornada tiempo

completo Mujer 2,81 91,2% 3,08 2,84 94,7% 3,00

Hombre 1,45 75,4% 1,93 3,81 87,7% 4,34 Sobreocupada

Mujer 2,59 82,8% 3,13 2,43 75,9% 3,21

Por otra parte, las diferencias más significativas entre mujeres y hombres se dan al

tener en cuenta el número de horas dedicadas al trabajo familiar doméstico, ya que cabe destacar cómo la población no ocupada femenina dobla en horas a la población no ocupada masculina y la que trabaja a tiempo parcial triplica a la masculina. En cambio, para el tiempo de ocio la relación es la inversa, siendo los hombres no ocupados el grupo de población que cuenta con mayor tiempo de ocio. Es decir, las mujeres que participan menos en el mercado de trabajo, dedican más horas a trabajo familiar doméstico, en cambio, los hombres que dedican poco tiempo al mercado, disfrutan de mayor tiempo de ocio.

Además muestra lo que podemos considerar una de las situaciones críticas en cuanto, no sólo a número de horas de trabajo, sino a conflictos de combinaciones de ambos trabajos: personas que trabajando en el mercado con jornada a tiempo completo o sobreocupadas, realizan semanalmente al menos 20 horas de trabajo familiar doméstico (en esta situación se encuentra el 88,4% de las mujeres ocupadas en las condiciones señaladas y el 38,7% de los hombres). Este resultado, además de ratificar las interpretaciones anteriores, plantea el tema de las estrategias femeninas, para poder participar en ambos trabajos simultáneamente.

Realizada esta primera aproximación, es de interés complementar este resultado con el análisis del trabajo de las personas que viven en pareja, en un doble sentido. En primer lugar, se considera la cantidad de trabajo familiar doméstico y de trabajo de mercado que realiza cada uno de los cónyuges según la situación mercantil de cada uno

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de ellos. Así, interesa, por ejemplo, el tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico y trabajo de mercado por las mujeres “a tiempo completo” en el mercado en relación a los hombres de esa misma situación.

1.1 Trabajo de mujeres y hombres según su propia situación mercantil La tabla 2 presenta los tiempos medios de dedicación al trabajo de mercado y al trabajo familiar doméstico de los hombres y mujeres que viven en pareja, teniendo en cuenta tanto la situación mercantil propia (parte oscura de la tabla 2) como la de la pareja (parte blanca de la tabla 2), lo que permite comparar los tiempos de trabajo de cada uno de los miembros de la pareja manteniendo constante la situación mercantil (propia o de la pareja)3. Así, la parte oscura permite cotejar, por ejemplo, las horas diarias que dedican las mujeres que habitan en parejas sin hijos/as al trabajo familiar doméstico cuando están ocupadas en el mercado a tiempo completo (4,41), con las horas que dedican los hombres en esa misma situación laboral (2,74). Por su parte, la parte blanca de la tabla permite observar, por ejemplo, las diferencias entre las horas que dedican al trabajo mercantil diariamente, las mujeres cuyas parejas masculinas están empleadas a tiempo parcial (6,81), respecto a las horas que dedican al empleo remunerado los hombres cuyas parejas femeninas tienen ese tipo de jornada mercantil (8,17)4.

Lo primero que hay que destacar al observar la dedicación al trabajo en función de la situación mercantil propia (parte sombreada de la tabla 2) es que las mujeres -a excepción de las que viven en parejas con hijos/as y no están ocupadas en el mercado o están sobreocupadas- tienen una tasa de participación del 100% en TFD (por eso coincide el tiempo medio social y el tiempo medio por participante dedicado al TFD). Es decir, prácticamente todas las mujeres que conviven en pareja participan en TFD, no así los hombres. Además se observa que, para los hombres que viven en pareja, la participación en este trabajo disminuye cuando hay hijos/as. Entre estos casos, llama la atención el hecho de que los hombres con hijos/as que no trabajan en el mercado laboral tengan una participación en TFD del 70,9%. La duda es ¿a qué dedican su tiempo estos padres de familia?

3 Sólo se han incluido en la tabla las situaciones de mercado que han resultado significativas. Son: para las parejas sin hijos/as -parte superior de la tabla 2- no ocupado/a, ocupados/as a tiempo completo y sobreocupado/a; y para parejas con hijos/as -parte inferior de la tabla 2- las anteriores más ocupados/as a tiempo parcial. 4 A causa del tamaño de nuestra muestra este análisis ha resultado poco informativo, por lo que hemos optado por elaborar la tabla sin tratar de profundizar en los resultados.

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Tabla 2: Horas diarias dedicadas al trabajo, según la situación mercantil propia y la de la

pareja (tiempo medio social y tiempo por participante)

Si nos centramos ahora en el número de horas que se dedican al TFD, destaca

que en las parejas sin hijos/as las mujeres no ocupadas realizan un 49,6% más de TFD por participante (un 57,3% como media social) que los hombres de las parejas no ocupados. Las diferencias por sexo en el tiempo que se dedica al TFD aumentan aún más en las parejas con hijos/as: en estos hogares, las mujeres no ocupadas realizan como media por participante un 62% más de trabajo que los hombres no ocupados. Esto probablemente responde a que los hombres no ocupados que viven en hogares sin hijos/as son, en parte importante, jubilados que asumen parte de su ‘cuota’ de trabajo familiar doméstico sólo cuando dejan de participar en el mercado. A su vez, el diferencial entre las parejas -sin hijos/as o con hijos/as- aumenta cuando se comparan las horas dedicadas al TFD por las mujeres que trabajan en el mercado a jornada parcial o por las mujeres sobreocupadas, respecto a las horas que dedican los hombres en esas mismas situaciones laborales. De hecho, en parejas sin hijos/as, los hombres sobreocupados en el mercado casi no realizan TFD (menos de una hora diaria), lo cual significa que lo realizan las mujeres. En cambio, las mujeres que viven en pareja y están en esa misma situación laboral (sobreocupadas mercantiles) realizan 3,5 horas diarias de TFD. Esto refleja que las mujeres sobreocupadas en el mercado realizan prácticamente todo el TFD incluso cuando supuestamente no hay personas dependientes en el hogar. Los datos indican que el supuesto no es exacto: de hecho, en este caso hay personas dependientes, los hombres.

Obviamente, se debe tener en cuenta que el tiempo dedicado al mercado por los hombres es superior al tiempo que emplean las mujeres, para todas las situaciones mercantiles presentadas en la tabla. No obstante, puesto que el diferencial a favor de los hombres en el tiempo dedicado al trabajo de mercado es menor que el existente a favor de las mujeres en el caso del trabajo familiar doméstico, la carga global de trabajo resulta en la mayoría de casos superior para las mujeres (últimas dos columnas de la tabla 2).

Hombres Mujeres

SITUACIÓN media media por media media por media media por media media por media media

MERCANTIL social participante social participante social participante social participante social social

Parejas sin hijos(as)Mujeres de la pareja

No ocupadas 2,92 3,23 5,52 5,52 1,29 9,00 0,00 0,00 4,21 5,52Tiempo completo 3,35 3,35 4,41 4,41 4,06 8,13 3,84 7,69 7,41 8,25

Sobreocupadas 1,88 1,88 3,50 3,50 5,00 10,00 4,50 9,00 6,88 8,00

Hombres de la parejaNo ocupados 3,51 3,69 5,86 5,86 0,00 0,00 0,00 0,00 3,51 5,86

Tiempo completo 2,49 2,74 3,74 3,74 4,38 8,03 2,84 7,58 6,87 6,58Sobreocupados 0,70 0,88 3,94 3,94 6,00 10,00 4,25 8,50 6,70 8,19

Parejas con hijos(as)Mujeres de la pareja

No ocupadas 2,22 2,89 6,78 6,95 3,95 8,49 0,14 3,00 6,17 6,92Tiempo parcial 2,87 3,45 5,48 5,48 4,08 8,17 2,83 5,66 6,95 8,31

Tiempo completo 2,22 2,62 2,95 2,95 7,27 8,59 6,88 7,50 9,49 9,83Sobreocupadas 2,46 3,45 4,18 4,88 1,36 9,50 2,75 6,42 3,82 6,93

Hombres de la parejaNo ocupados 3,04 4,29 4,83 5,04 0,52 12,50 1,07 6,40 3,56 5,9

Tiempo parcial 2,00 2,00 5,44 5,44 4,89 5,71 3,89 6,81 6,89 9,33Tiempo completo 2,41 2,96 5,74 5,74 5,35 8,03 2,92 6,11 7,76 8,66

Sobreocupados 2,00 2,54 6,39 6,64 6,11 9,51 1,45 5,39 8,11 7,84

Hombres MujeresHombres MujeresCarga global de trabajoTrabajo de mercadoTrabajo familiar doméstico

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1.2 Trabajo de mujeres y hombres según la situación mercantil de ambos cónyuges En la tabla 3 se representa el tiempo dedicado al trabajo para las mujeres y hombres que viven en parejas -con o sin hijos/as- pero ahora en lugar de la situación mercantil propia, se considera la situación mercantil de ambos cónyuges simultáneamente5.

Tabla 3: Horas diarias dedicadas al trabajo para mujeres y hombres que viven en

pareja, según la situación mercantil de ambos cónyuges (tiempo medio social y tiempo por participante)

Para las parejas sin hijos/as en las que ambos cónyuges están no ocupados, hay

que tener presente que una parte importante de esta subpoblación son personas mayores jubiladas. Y que en este tipo de hogares -como se dijo anteriormente- los hombres asumen algo más de TFD. Así y todo, las mujeres dedican aproximadamente dos horas más al día que los hombres a este trabajo (tabla 3, parte superior). En cambio, cuando ambos cónyuges están en empleo a tiempo completo, la diferencia entre mujeres y hombres disminuye bastante, siendo además, bastante similares las horas de dedicación al trabajo de mercado. Este tipo de parejas son, en general, personas más jóvenes que aún no han tenido hijos/as, y representan la nueva generación de mujeres que tiene pautas de comportamiento muy distintas a sus madres y abuelas. Es probable que su mayor y más continuada participación en el mercado les otorgue mayor poder de negociación frente a su cónyuge en el TFD6.

Ahora bien, si se observan los datos de las parejas con hijos/as, llama la atención en primer lugar, que cuando ninguno de los cónyuges está ocupado en el mercado, ante la presencia de hijos/as -lo que implica mayor cantidad de TFD- los hombres disminuyen proporcionalmente más que las mujeres su dedicación a esta actividad (tabla 3, parte inferior). Estas diferencias entre personas que ninguna tiene actividad mercantil, refleja una vez más que el TFD continúa siendo considerado “trabajo de mujeres”.

5 En el caso de parejas sin hijos/as únicamente se examina la situación cuando ambos cónyuges están no ocupados o cuando el hombre y la mujer tienen empleo a tiempo completo, por ser las únicas que presentaban datos significativos. En cambio, para parejas con hijos/as, se observa una variedad más amplia de situaciones mercantiles que contemplan tanto la posibilidad de empleo a tiempo parcial como la sobreocupación en el mercado. 6 Una muestra de mayor tamaño permitiría desagregar por edades y nivel socioeconómico y así analizar el comportamiento de los distintos tipos de parejas.

SITUACIÓN MERCANTILDE LOS CÓNYUGES T. Social T. Partic. T. Social T. Partic. T. Social T. Partic. T. Social T. Partic.

Ambos no ocupados 3,48 3,71 5,52 5,52 0 0 0 0

Hombre a tiempo completo/Mujer a tiempo completo 3,19 3,19 3,34 3,34 3,75 7,5 3,79 7,58

Ambos no ocupados 2,32 3,59 5,33 5,66 0,73 12,5 0 0

Hombre a tiempo parcial /Mujer a tiempo parcial 1,75 1,75 4,13 4,13 6,13 6,13 5,75 5,75Hombre a tiempo parcial/Mujer a tiempo completo 0,38 0,38 4,13 4,13 5,25 5,25 7,88 7,88

Hombre a tiempo completo/Mujer no ocupada 1,43 1,9 7,88 7,88 6,22 8,29 0,38 3Hombre a tiempo completo/Mujer a tiempo parcial 2,42 3,38 5,29 5,29 3,32 7,75 2,5 5,83Hombre a tiempo completo/Mujer a tiempo completo 2,44 2,44 3,22 3,22 7,83 7,83 7,23 7,23Hombre a tiempo completo/Mujer sobreocupada 2 4 4,96 4,96 4,75 9,5 4,25 8,5

Hombre sobreoc/Mujer no ocupada 2,32 2,68 7,83 7,83 6,41 8,74 0,21 3Hombre sobreoc/Mujer a a tiempo parcial 1,92 2,4 7,88 7,88 7,6 9,5 2,22 5,54Hombre sobreoc/Mujer a tiempo completo 1,24 2,48 2,57 2,57 9,25 12,33 5,16 6,88Ambos sobreocupados 1,67 2,5 2,25 3,38 0 0 1 3

Parejas con hijos(as)

Trabajo familiar doméstico Trabajo de mercadoHombre Mujer Hombre Mujer

Parejas sin hijos(as)

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Una segunda situación claramente desigual se da con los hombres ocupados a tiempo parcial. En esta situación, si las mujeres también trabajan a tiempo parcial, la dedicación a TFD de estas últimas es más del doble de los primeros, siendo la dedicación en horas a TM muy similar. Pero si las mujeres están empleadas a tiempo completo y trabajan aproximadamente 2,5 horas más que ellos en el mercado, mantienen su dedicación a TFD, mientras ellos la reducen. Cuestión que se puede entender como que hijos e hijas asumen la parte de trabajo que el padre deja de realizar7. En esta última situación, la carga global de las mujeres sería aproximadamente de 6 horas diarias más que la de los hombres.

Si la dedicación al mercado de los hombres es a tiempo completo, la situación cambia según la dedicación al mercado de las mujeres. Cuando estas están no ocupadas u ocupadas a tiempo parcial, ellas dedican más horas que ellos a TFD, pero ellos dedican más horas a TM. Esto mantiene una cierta lógica, siempre y cuando en la situación contraria ambos se comportaran de la misma manera. Pero ya se ha visto que en sentido contrario la supuesta lógica no funciona.

Si las mujeres tienen empleo a tiempo completo o están sobreocupadas, siguen realizando más horas de TFD que los hombres aunque en menor proporción. De hecho, la situación más simétrica se observa cuando ambos cónyuges trabajan a tiempo completo en el mercado. En este caso sería interesante ver si se trata básicamente de parejas relativamente jóvenes en las cuales las mujeres ya tienen una cualificación análoga a sus parejas masculinas y poseen, como se dijo anteriormente, mayor poder de negociación en el hogar. Cabe resaltar que, las mujeres sobreocupadas realizan aproximadamente unas 5 horas de TFD diarias, lo cual da una idea de la carga de trabajo que soportan estas mujeres. Finalmente, si se observan los datos de los hombres sobreocupados, la situación sigue tendencias análogas a las anteriores.

En definitiva -aunque por problemas de la muestra, el análisis aquí haya resultado limitado- el estudio de la dedicación de mujeres y hombres a los distintos trabajos por edad y tipo de familia, ofrece una gran riqueza de información. En particular, la observación y discusión de los tiempos de trabajo y de las distintas situaciones posibles en relación con la actividad puede ayudar a corroborar si las desigualdades entre mujeres y hombres son fundamentalmente un problema de dominio masculino, ya que -como apunta este análisis- dependen poco de la cantidad de trabajo a realizar y de la situación mercantil de los cónyuges. También pone de manifiesto que la cantidad de TFD a realizar tiene mucho que ver con el tipo de hogar, es decir, con la fase del ciclo vital que corresponda. Esto nuevamente sugiere lo que comentábamos anteriormente: la cantidad de TFD realizado por las mujeres normalmente está de acuerdo a las necesidades del ciclo de vida, no así la de los hombres que se mantiene bastante estable (y en valores más bajos) en los distintos momentos del ciclo vital. De aquí que haya que insistir en realizar análisis específicos de las mujeres que están en las fases críticas del ciclo vital -con hijos/as menores, personas mayores dependientes, etc.- pero no como situación particular de ellas, sino como discusión de cómo cubrir una necesidad social que, de momento, continúa estando asumida por las mujeres.

2. Análisis de las simultaneidades En el cuestionario-diario utilizado sobre el uso del tiempo se recogieron las actividades que habían realizado las personas entrevistadas en intervalos de media hora. Al tratarse

7 Nuevamente en este caso existe un problema de tamaño de la muestra que no permite desagregar para ver qué tipo de hombres son los que trabajan a tiempo parcial. Podrían ser mayoritariamente estudiantes, con lo cual se entendería más su escasa participación en TFD.

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de un intervalo temporal amplio, las personas entrevistadas podían señalar más de una actividad: lo que hemos denominado “simultaneidades”. Esta simultaneidad de actividades en la misma franja de tiempo supuso un tratamiento específico, ya que puede significar cosas distintas: pueden ser actividades realizadas de forma simultánea o pueden ser actividades correlativas, es decir, realizadas una después de la otra

Además, las actividades -particularmente las correlativas- pueden desarrollarse a ritmo normal o puede tratarse de "intensidad de trabajo" (hacerlo todo muy deprisa). Ello da cuenta de la importancia de este tipo de análisis en el estudio del uso del trabajo doméstico y del trabajo de cuidados. Y ello porque, como han mostrado estudios anteriores, el trabajo de cuidados no suele quedar registrado como la actividad principal, invisibilizándose bajo otras actividades que sí son percibidas y reconocidas como tales (definición y límites difusos del trabajo de cuidados). En esta misma línea se sitúa la “confusión” entre tiempo de cuidados y tiempos de ocio: ir la parque a jugar con una hija durante las horas en que necesariamente hay que cuidarla, ¿es ocio o trabajo de cuidados? Aquí el elemento subjetivo es determinante. Asimismo, el análisis de las simultaneidades permite hacer emerger otra de las características del trabajo familiar doméstico: su intensificación. Sin poder dar respuesta a algunos de estos interrogantes que se plantean, quisiéramos señalar que habría que complementar este tipo de estudios con análisis más cualitativos que pudiesen considerar los aspectos más subjetivos.

Pues bien, esta perspectiva de análisis conlleva dificultades y decisiones no arbitrarias. En primer lugar, el plantearse si son realmente simultáneas o se realizan una detrás de otra en la misma franja de treinta minutos. Salvo algunas situaciones muy claras -como, por ejemplo, dormir y desplazarse- que no pueden realizarse de forma simultánea, con un diario de usos del tiempo es casi imposible saber de qué situación se trata a no ser que la propia persona entrevistada nos informe de ello. En segundo lugar, el análisis obliga el decidir cómo distribuir el tiempo. En nuestro caso, se decidió dividir el tiempo de la franja horaria de 30 minutos a partes iguales entre las distintas actividades, pero se hicieron algunas consideraciones:

a) Las actividades que prácticamente representan la misma tarea (que generalmente son del mismo bloque), como por ejemplo, compra de alimentos y compra de productos del hogar o alimentar menores y atención general de menores, se consideraron como una única y se otorgó todo el tiempo a una de ellas.

b) Para aquellas actividades que es imposible de realizar de forma simultánea -como comprar y ver TV- se mantuvo siempre el tiempo dividido a partes iguales.

c) En las actividades simultáneas con "ver televisión" también se repartió el tiempo, aunque, en análisis posteriores, se estudió el efecto de “tener la televisión encendida” en ciertas actividades (sobretodo en el trabajo familiar doméstico).

d) El tiempo de cuidados -actividad que habitualmente aparece simultánea- también en un primer análisis compartió el tiempo con las actividades simultáneas, pero posteriormente se realizaron otros tratamientos específicos como veremos en un apartado posterior.

2.1 Grados de simultaneidades más habituales

Los resultados muestran que la mayoría de simultaneidades incluyen las actividades de trabajo de cuidados, que se realizan junto a actividades de necesidades personales y de trabajo doméstico tradicional (12,9% y 6,2% respectivamente de las

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9

“simultaneidades” de dos actividades8); o bien las simultaneidades entre dos actividades del bloque del trabajo doméstico tradicional (8,3%).

Ello ratifica las dos ideas expresadas anteriormente. De un lado que, precisamente estos tiempos de cuidados, al no considerar las simultaneidades, son los que "desaparecen" y no se consideran como la actividad principal, porque las personas encuestadas responderán que en ese tiempo estaban por ejemplo desayunando o haciendo la comida. Y, por otro lado, se muestra otra de las características clave: una intensidad de trabajo en el sentido de hacer o bien rápidamente una tarea detrás de otra o ambas simultáneamente, incluyéndose muchas y diversas actividades.

En definitiva, lo anterior refleja que las situaciones más habituales donde se realizan actividades simultáneas o se pasa de una actividad a otra es en el hogar. Esto no es sorprendente. Es precisamente una característica de la forma en que tradicionalmente se ha realizado el trabajo familiar doméstico. Diversas autoras han estudiado esta característica -y cualificación- del "trabajo de las mujeres" que refleja una capacidad distinta en el trabajo: la de organizar y realizar simultáneamente más de una tarea, sin que por ello se pierda en eficiencia. Por otra parte, en el trabajo de mercado no se recogen las distintas tareas realizadas. Este queda pautado por el tiempo global de trabajo, lo cual no deja de ser significativo. De hecho, es la actividad que marca la pauta de organización del resto de las actividades.

A continuación se analiza quiénes son las personas que realizan habitualmente las actividades de forma simultánea.

En relación al sexo, la mayor parte de las simultaneidades son asunto de mujeres (más del doble que varones) y están absolutamente concentradas en el tipo de hogar "pareja con hijas(os)" y en "pareja sin hijas(os)". En razón de la edad, da la sensación de que las mujeres cuidadoras mayoritariamente son las madres, en cambio, los hombres cuidadores, mayoritariamente parecen ser abuelos. Esto representa una situación muy desigual para mujeres y hombres. Ellas se hacen cargo de las personas dependientes en las edades activas cuando simultáneamente estarían realizando trabajo de mercado. En cambio, ellos cuidan una vez que ya no realizan trabajo de mercado, es decir, sustituyen un trabajo por otro. Se sabe que precisamente el grave conflicto que enfrentan las mujeres es tener que asumir ambos trabajos de forma simultánea. En cualquier caso, como se advirtió anteriormente, son las mujeres las que responden a la naturaleza humana: los cuidados hay que realizarlos cuando se requieren, no cuando sea fácil realizarlos.

En aquellas “simultaneidades” que incluyen trabajo doméstico tradicional (el que se realiza en el hogar y no es actividad de cuidados), las mujeres las realizan un 13,8% y los varones sólo un 1,4%.

Todo ello permite nuevamente concluir que las mujeres a medida que se incorporan a la vida adulta asumen lo que socialmente se considera un trabajo propio de su sexo y cada vez más lo realizan intensificando su tiempo de trabajo. Además, si se tiene en cuenta la tipología del hogar, todas las “simultaneidades” que no corresponden a “ver la televisión” están absolutamente concentradas en el tipo de hogar de parejas con hijas/os (en general, en porcentajes que superan el 80%).

Es decir, las mujeres que viven en pareja con hijas/os son en general las que están intensificando su tiempo de trabajo, pero también lo hacen algunas de las que viven en pareja sin hijas/os, lo cual muestra más claramente el rol diferenciado de los sexos: el primer cambio que experimentan las mujeres en su organización del trabajo es

8 Sólo se presentan los resultados de las simultaneidades de dos actividades. No se detallan los análisis de aquellas simultaneidades que incluyen más de dos actividades por ser, cuantitativamente de menor frecuencia y porque siguen las mismas ideas interpretativas que presentamos.

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cuando comienzan a convivir con una pareja masculina y, el segundo, cuando tienen hijas/os.

Respecto al sexo y a la situación mercantil cabe destacar cómo los datos de los hombres nuevamente son poco significativos en el sentido de que presentan una importante dispersión. Sin embargo, se puede observar que en aquellas dos simultaneidades donde más participan -la primera, la de cuidados personales y cuidados de menores y la segunda, actividades del bloque de gestiones y compras- los porcentajes más importantes se concentran en la población sobreocupada o a tiempo completo en el mercado. Lo cual responde a una cierta lógica: si se dedican muchas horas al mercado de trabajo, es más probable tener que simultanear la realización de TFD.

En el caso de las mujeres la situación es totalmente distinta. A excepción de la simultaneidad de cuidados personales y cuidados de menores en que la participación se encuentra repartida, en el resto de simultaneidades, en porcentajes elevados (más del 80%) la participación se concentra en las mujeres no ocupadas en el mercado. Es decir, tal vez al revés de lo que se podía esperar, las que más actividades simultáneas realizan no son las mujeres ocupadas mercantiles sino precisamente las no ocupadas. Esto podría estar reflejando nuevamente la característica del TFD de contener muchísimas y diversas actividades, con lo cual aquellas personas que más horas dedican a TFD (las no ocupadas mercantiles) tienen mayores probabilidades de realizar más tareas de forma simultánea.

2.2 El tiempo de cuidados El tiempo de cuidados –tanto de menores como de personas ancianas o

enfermas- es uno de los aspectos más críticos del trabajo familiar doméstico, ya que requiere la preocupación –cuando no la presencia- más o menos constante de una persona adulta. Además las actividades de cuidados generalmente presentan rigideces fuertes en cuanto a tiempos y horarios. Estos motivos son suficientes para dedicarles un apartado específico. Por otra parte, las actividades de cuidados son las que representan mayores dificultades para recogerlas en una encuesta y también –aunque algo menos- en un diario, sobre todo cuando se realizan de forma simultánea a otras actividades, ya que fácilmente tienden a “desaparecer”. Pero el problema no es sólo de simultaneidades, sino sencillamente que cuando no se está realizando una actividad concreta de cuidados –como alimentación u otra- no se tiene conciencia de que se está cuidando. Otro problema que se presenta con relación a lo que se entiende por cuidados son los límites de edad que se consideran en los niños y niñas, esto es, la edad fijada para considerar a un o una menor como persona dependiente. En los análisis que se presentan se consideró edad límite la de 10 años, es decir, se consideran como hogares sin personas dependientes aquellos donde no hay personas ancianas o enfermas y, aunque puede haber niños o niñas, estos deben ser mayores de 10 años. Esta edad –tan arbitraria como cualquier otra- se eligió por considerar que a esa edad es cuando los menores comienzan a ser más autónomos y no requieren la presencia constante de un adulto, lo cual relaja las rigideces de los horarios9.

9 Es posible que un hijo de 14 años no requiera la presencia constante de un adulto, pero sí normalmente necesita de atención y relación no exentas de tensiones. Además, lo normal es que a esas edades las personas crean más trabajo del que aportan. Limitar –como hacen muchos estudios- las edades de cuidados a los 3 o 6 años, cuando menos parece un poco exagerado (aunque siempre el límite será arbitrario) y se pierde información. Sin embargo, en esta situación, tanto de mujeres como de hombres, aparece un porcentaje importante (21,0% y 17,6% respectivamente) de hogares sin personas dependientes y que sin embargo realizan tareas de cuidados de menores. Esto refleja las diferencias de percepción –y, por tanto, elementos a tener en cuenta en los estudios- en lo que significa personas dependientes.

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Para subsanar parte de estos problemas y acercarnos un poco más a la realidad de las actividades de cuidados, en todas las franjas donde aparece simultáneo con otra actividad y anteriormente el tiempo se había repartido, ahora se considera que la actividad de cuidados es la fundamental, de tal manera que el tiempo total de la franja se le asigna a cuidados.

Este proceder hace emerger lo que se comentaba más arriba con relación a que el tiempo de cuidados de menores en gran parte no se percibe como tal. Si se observa por día de la semana, curiosamente, la participación en la actividad tanto de mujeres como de hombres es menor los días domingo aproximadamente en 5 puntos porcentuales. Aunque no sea una diferencia demasiado importante, lo curioso es que sea menor y este cambio difícilmente se pueden explicar por el contenido de la actividad. Normalmente a los menores se les cuida cada día, pero más los fines de semana que es cuando no asisten a ninguna institución educativa, entonces ¿cómo es que participan menos personas los días domingos? La única explicación –a parte de otras posibles minoritarias -como que los niños el fin de semana se van con los abuelos- es que el fin de semana y, en particular, el día domingo, los menores “están”, se vive con ellos -paseos, salidas, comidas, etc.- pero todo esto no se percibe como cuidados, se tiene asumido que sencillamente forman parte del hogar. En cambio, cuando se trata de actividades concretas, como llevarlos al colegio, se tiene más noción de que es tiempo dedicado a los menores.

Por otra parte, la información sobre el tiempo por participante dedicado a esta actividad los distintos días de la semana ayuda a confirmar lo anterior. Tanto en mujeres como en hombres, el tiempo de dedicación aumenta en el mismo sentido en que se reduce la participación, siendo el día domingo cuando más tiempo se dedica a la actividad, que en el caso de las mujeres dobla el tiempo de un día laborable. Este incremento del tiempo de día laborable a domingo responde más a la realidad y las personas que contestan ser participantes en fin de semana tienen más conciencia del tiempo que dedican a cuidados.

No deja de ser significativo que las mayores diferencias se presenten en domingo y que se correspondan con tiempo de mujeres, es un elemento más que confirma la mayor simultaneidad de estas en la realización de tareas. Así y todo se podría haber esperado diferencias mayores. Si no se manifiestan es posible que se deba a que la mayor causa de la “desaparición” del tiempo de cuidados no es tanto la simultaneidad de tareas sino la “invisibilidad” de este tipo de actividades: no es que aparezcan como actividades de segunda sino que ya ni siquiera se nombran. 3. Análisis de los usos del tiempo por franjas horarias En este apartado se propone una nueva aproximación al estudio de la organización del tiempo basada en la metodología de las franjas horarias. Esta metodología permite “reconstruir” un día en la vida de las personas y, por tanto, sirve para profundizar en las diferencias de género respecto a la organización y distribución del tiempo (en particular, del tiempo dedicado al trabajo de mercado y al trabajo familiar doméstico). Más específicamente, permite observar las posibles desigualdades entre mujeres y hombres con relación a las dificultades que comporta realizar y compaginar ambos trabajos.

Este análisis se puede aplicar a distintos grupos de población para reconstruir su organización del tiempo a lo largo del día y analizar, en lo posible, el comportamiento de los distintos miembros del hogar en relación con el trabajo. De este modo es posible

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observar no sólo el grado de “flexibilidad” de cada persona -esto es, su disponibilidad de tiempo y su versatilidad a la hora de combinar distintas tareas en un mismo espacio temporal- sino también si existen franjas horarias donde los distintos miembros del hogar puedan establecer relaciones entre ellos -horas de ocio o de comidas- o sus horarios resultan en cierta forma incompatibles. En nuestro caso el tamaño de la muestra ha limitado la aplicación de este tipo de análisis, sin embargo, apuntamos esta vía como un campo a explorar a la hora de estimar los efectos de los procesos de flexibilidad sobre el bienestar de la población.

Concretamente, para reconstruir “un día de trabajo” se ha seguido una doble vía: a través del tiempo que dedican las personas a cada trabajo a lo largo del día, y a través del porcentaje de mujeres y hombres que participan en las distintas actividades a lo largo de seis franjas horarias. Posteriormente, esta información se puede cruzar con diversas variables significativas según el objeto de estudio. 3.1 La reconstrucción de “un día de trabajo” Este examen ha permitido elaborar gráficos en los que se recoge de forma acumulada el tiempo social dedicado por las mujeres y hombres de parejas al trabajo mercantil, al trabajo familiar doméstico y al ocio. En ellos se reproduce la distribución del tiempo de mujeres y hombres a lo largo de un día10.

Como se observa, las diferencias por sexo se manifiestan tanto en la distribución del tiempo de trabajo mercantil como en el doméstico (gráfico 1). Se observa que por la mañana (entre las 7.00 y las 13.30 horas) y a primera hora de la tarde (entre las 16 y las 17 horas) las mujeres trabajan en conjunto menos minutos que los hombres, mientras que durante el resto del día trabajan más. El resultado conjunto es que, al final del día, ellas trabajan 11.79 minutos más que los hombres. Esta mayor dedicación al trabajo por parte de las mujeres no sólo repercute en un menor tiempo de ocio: puesto que, además, las mujeres disponen de 27.62 minutos menos que los hombres para el ocio, es de suponer que la diferencia se descuenta del tiempo destinado a necesidades personales. A su vez, el gráfico 1 apunta mayores dificultades entre la población femenina para compaginar el trabajo mercantil y el doméstico a lo largo del día.

10 El límite temporal máximo es de 30 minutos porque en el diario la información se recopilaba en franjas de media hora. Para una descripción detallada de la metodología empleada, véase Carrasco et al., 2002. Como se indica en dicho informa, para este primer análisis cuando dos de las actividades examinadas se solapaban, el tiempo se repartió entre ellas a partes iguales.

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13

Gráfico 1: Distribución del tiempo de trabajo y ocio de mujeres y hombres

a lo largo del día (tiempo medio social)

Se ha analizado la situación de hombres y mujeres teniendo en cuenta la presencia o ausencia de dependientes. Como muestra el gráfico 2 las diferencias en la distribución del tiempo de mujeres y hombres existen incluso cuando no hay dependientes en el hogar, aunque el hecho de que los haya extrema dichas diferencias. En efecto, al distinguir la población en función de si existen o no dependientes en el hogar, destaca el hecho de que los hombres cuando hay dependientes realizan más trabajo familiar doméstico -con una dedicación que aparece concentrada alrededor de las franjas horarias comprendidas entre 7 y 10 horas de la mañana y entre 17 y 22 horas de la tarde, en respuesta a las responsabilidades con los hijos/as- y reducen su tiempo de ocio (porque parte del mismo se dedica ahora al TFD y parte a trabajo mercantil).

b) Hombres

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10

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016

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17:0

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20:0

020

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021

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022

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23:0

023

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0:00

0:30

1:00

1:30

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3:00

3:30

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6:00

TM TFD TOC

a) Mujeres

0

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007:

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009:

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10:3

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14:3

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15:3

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21:3

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22:3

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000:

301:

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002:

303:

003:

304:

004:

305:

005:

306:

00

TM TFD TOC

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G

ráfico 2: Distribución del tiem

po de trabajo y ocio de mujeres y hom

bres con o sin dependientes a largo del día (tiem

po medio social)

a.1) Mujeres sin dependientes

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7:007:308:008:309:009:30

10:0010:3011:0011:3012:0012:3013:0013:3014:0014:3015:0015:3016:0016:3017:0017:3018:0018:3019:0019:3020:0020:3021:0021:3022:0022:3023:0023:300:000:301:001:302:002:303:003:304:004:305:005:306:00

a.2) Hom

bres sin dependientes

0 5

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7:007:308:008:309:009:30

10:0010:3011:0011:3012:0012:3013:0013:3014:0014:3015:0015:3016:0016:3017:0017:3018:0018:3019:0019:3020:0020:3021:0021:3022:0022:3023:0023:300:000:301:001:302:002:303:003:304:004:305:005:306:00

b.1) Mujeres con dependientes

0 5

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7:007:308:008:309:009:30

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b.2) Hom

bres con dependientes

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Tra

ba

jo m

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Tra

ba

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milia

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Ocio

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15

No obstante, hay que resaltar una singularidad en cuanto a la participación

masculina en el trabajo de mercado: ante la presencia de dependientes, el tiempo dedicado por los hombres al trabajo mercantil aumenta ligeramente aunque continúa siendo casi igual -tanto en distribución a lo largo del día como en el número de horas- que el de la media de hombres o el de los hombres sin dependientes. Sin embargo, la situación de las mujeres con dependientes en el hogar se presenta muy distinta: el tiempo que dedican al trabajo de mercado disminuye (17%), básicamente, a partir de las 15 horas, es decir, la distribución de su tiempo cambia. Esto puede estar representando mujeres que trabajan con jornada parcial o jornada continua. En cualquier caso, está reflejando el “ajuste” que realizan las mujeres de su trabajo de mercado para atender a las personas dependientes.

En relación al tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico, además de que aparece en todas las franjas horarias, estas mujeres son el único grupo de población que aparece con una proporción mucho mayor de tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico que a trabajo de mercado en las franjas de tiempo entre las 16 y las 21 horas. Esto -además de ser fuente de tensiones- de alguna manera, está reflejando la doble identidad de las mujeres -como cuidadora y como profesional- y las dificultades que existen para desarrollar ambas actividades con una organización razonable del tiempo de trabajo y de vida.

3.2 Análisis de los usos del tiempo por franjas horarias Esta segunda parte es un intento de aproximación a lo que puede ser la organización del tiempo –la forma de vida- analizando las actividades por franjas horarias, para intentar reconstituir el desarrollo de un día en la vida de las personas. Para ello, primero se han dividido las 24 horas del día en franjas horarias de acuerdo a lo que podían considerarse franjas de actividades más o menos habituales. Teniéndose en cuenta básicamente horas habituales de sueño, de comidas y horarios escolares. En total se consideran 7 franjas horarias como se detalla en la tabla 4.

Una vez establecidas las franjas horarias se agruparon las distintas actividades en bloques debido a la amplia desagregación de respuestas. Se consideran 8 bloques de actividades, como se muestra en la lista siguiente:

Bloque 1: necesidades y cuidados personales Bloque 4: tiempo libre y ocio Bloque 2.1: trabajo de mercado Bloque 5.1: desplaz. trab. de merc. Bloque 2.2: estudio y formación Bloque 5.2: resto de desplazamientos Bloque 3.1: trabajo doméstico Bloque 3.2: trabajo de cuidados

A pesar de la concentración de las actividades por bloques, continuaba existiendo una gran dispersión tanto en las actividades realizadas en exclusiva como en aquellas que se realizan conjuntamente con otra dentro de cada una de las franjas horarias. De aquí que se tomase una segunda decisión para poder realizar posteriores agrupaciones en función de cual se podía considerar como la actividad principal11.

11 En primer lugar, en aquellas situaciones que numéricamente eran poco significativas se establecieron criterios de prioridad de actividades, de tal manera que si había simultaneidad de actividades, la actividad se adjudicaba al bloque prioritario. El orden de prioridad que se estableció fue: (1) trabajo de cuidados, (2) trabajo doméstico, (3) trabajo de mercado, (4) estudio y formación, (5) desplazamientos por trabajo de mercad, (6) resto de desplazamientos, (7) necesidades y cuidados personales, (8) tiempo libre y ocio. Esto significa que si aparece “cuidados” + cualquier otro bloque, el tiempo se le asigna a cuidados. Si aparece trabajo familiar doméstico más cualquier otro bloque (que no sea cuidados) el tiempo se le asigna a trabajo familiar doméstico. Y, así sucesivamente.

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En la tabla 4 se muestran los resultados para los días laborables: se recogen, para las actividades a nuestro objeto relevantes, el porcentaje de personas que realiza la actividad en exclusiva y el porcentaje de personas que realiza la actividad en conjunto con otra actividad (valores que aparecen entre paréntesis).

Tabla 4. Porcentaje de realización de las distintas actividades según franjas

horarias

Necesidades y

cuidados

personales

Trabajo

de mercado

Trabajo

familiar

doméstico

Trabajo

de cuidados

Ocio y

tiempo libre

6 – 9 36,2 (58,5) 3,1 (26,8) 0 (24,6) 0 (5,1) 0 (0)

9 – 14 1,1 (42,2) 31,9 (23,4) 5,1 (41) 1,4 (6,8) 0 (15)

14 – 16 6,8 (52,2) 9 (26,1) 1,7 (34,3) 0 (1,7) 2,8 (12,7)

16 – 18 3,4 (14,4) 33,9 (5,7) 7,9 (21,4) 5,1 (7) 14,1 (17,8)

18 – 21 1,7 (22,2) 3,7 (33,9) 5,4 (41) 2 (13,9) 10,2 (33,7)

21 – 24 7,3 (77,7) 1,7 (7,3) 0 (36,4) 0 (11) 3,1 (71,2)

24 – 6 75,4 (23,2) 0,6 (2) 0 (1,4) 0 (2,8) 0 (16,4)

Los resultados de la tabla 4 muestran que, aparte de la actividad “necesidades y cuidados personales” que aparece en porcentajes elevados realizado en solitario (75,4% y 36,2%) porque comprende las horas de sueño, la única otra actividad que en porcentajes elevados se realiza en solitario es el trabajo mercantil (31,9% y 33,9%). Esto de alguna manera está simbolizando que es el trabajo mercantil la actividad que determina las jornadas en la vida de las personas (de las que realizan la actividad, pero también en parte de las demás). El resto de las actividades se combinan de distintas formas posibles y se realizan en los tiempos que deja libre el trabajo mercantil. De aquí que sea importante analizar las jornadas dedicadas a los distintos trabajos. Hecho este análisis general, correspondería ahora el estudio por grupos de población con características determinadas, ya sea de tipología de hogar, de edad, de tipo de empleo, etc. para reconstruir por franjas horarias su organización del día y, en lo posible, analizar el comportamiento de los distintos miembros del hogar. Esto permitiría observar el grado de “flexibilidad” de cada uno y si existen franjas horarias donde los distintos miembros del hogar puedan establecer relaciones entre ellos: horas de ocio o de comidas. Lamentablemente, lo reducido de la muestra limita enormemente el análisis. A modo de ejemplo, se presentan gráficamente, los análisis para las personas que viven en pareja -que permiten analizar las diferencias que se observan entre mujeres y hombres tanto en trabajo de mercado como en trabajo familiar doméstico- y para las mujeres de hogares monomarentales.

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Gráfico 3. Realización de trabajo de mercado y trabajo familiar doméstico de

hombres y mujeres que viven en pareja (con o sin hijos/as)

El gráfico 3 permite observar ciertas características. Respecto a la jornada del

trabajo remunerado podemos señalar como más destacables: la hora de comida queda claramente establecida entre los dos bloques importantes de trabajo de mercado, mostrándose como referente de la jornada; un porcentaje importante (alrededor del 38%) acaba su jornada a partir de las 6 de la tarde –es decir, una jornada que no coincide con los horarios escolares, con lo que sería interesante, por tanto, averiguar si las personas con estos horarios mercantiles tienen hijos(as) pequeños que atender; la franja de 18 a 21 horas –a diferencia de la anterior- es la que presenta el mayor porcentaje de personas que realizan trabajo mercantil junto a otra actividad, lo cual ratifica la idea de que muchos trabajadores (as) acaban su jornada en estas horas. Si observamos los datos respecto al trabajo familiar doméstico, se destaca cómo no hay franjas fijas, se realiza durante todo el día y mayoritariamente en combinación con otra actividad. Esto muestra una característica fundamental de este trabajo que lo diferencia del trabajo de mercado: no tiene horario, nunca se acaba. El trabajo de cuidados se realiza fundamentalmente entre 18 y 21 horas que corresponde a la presencia de niños(as) en el hogar.

Junto a esta descripción general, la observación de los gráficos además refleja el comportamiento distinto de mujeres y hombres comentado en páginas anteriores. En primer lugar, las diferencias en TM en las franjas de tarde, de 16 a 18 horas y de 18 a 21 horas. Lo reducido del TM en exclusiva de las mujeres en comparación con los hombres, representa que una parte importante de las mujeres acaba su jornada antes de las 18 horas. Esto coincide con el incremento del TFD para las mujeres a partir de las 16 horas. En las franjas siguientes aumenta notablemente el TFD de las mujeres. La franja de mayor dedicación a TFD, tanto en exclusiva como en simultaneidad, de ambos sexos es precisamente la de 18 a 21 hrs., pero con valores absolutos mucho más elevados para las mujeres. También llama la atención las diferencias en la franja de 21 a 24 horas, en que ambos realizan aproximadamente el mismo TM y, sin embargo, las mujeres hacen

0.0

10.0

20.0

30.0

40.0

50.0

60.0

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6 – 9 9 – 14 14 – 16 16 – 18 18 – 21 21 – 24 24 – 6

Parejas, hombres, trabajo de mercado

0.0 10.0 20.0 30.0 40.0 50.0 60.0 70.0

6 – 9 9 – 14 14 – 16 16 – 18 18 – 21 21 – 24 24 – 6

Parejas, hombres, trabajo familiar doméstico

0,0 10,0 20,0 30,0 40,0 50,0 60,0 70,0

6 – 9 9 – 14 14 – 16 16 – 18 18 – 21 21 – 24 24 – 6

Parejas, mujeres, trabajo de mercado

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6 – 9 9 – 14 14 – 16 16 – 18 18 – 21 21 – 24 24 – 6

Parejas, mujeres, trabajo familiar doméstico

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mucho más TFD. Esto se corresponde con el ocio en exclusiva en esa franja horaria: lo disfruta un 52,1% de hombres frente a un 18,3% de mujeres. Esto corresponde a la idea masculina trasmitida desde la economía oficial: el tiempo se distribuye entre trabajo (de mercado) y ocio.

Por tanto, se puede señalar que la actividad básica de ellos es el trabajo de mercado y su realización en exclusiva señala lo principal de su jornada diaria. La realización de trabajo familiar doméstico es algo secundario, al menos en porcentajes y, sobretodo, realizado en exclusiva. Las mujeres se reparten bastante simétricamente entre los dos trabajos en exclusiva hasta las 16 horas (aunque el trabajo familiar doméstico presenta dedicación importante compartido). A partir de las 16 horas y a medida que disminuye el trabajo de mercado comienza a aumentar la realización de trabajo familiar doméstico. En definitiva, el comportamiento de las parejas en relación al trabajo mantiene en general los roles tradicionales de cada sexo, asumiendo ellas una parte importante del trabajo familiar doméstico.

En los hogares monoparentales la reconstrucción de los tiempos diarios a partir de las franjas horarias muestra cómo el trabajo de estas mujeres sigue un modelo de participación en el mercado muy similar al de los hombres que viven en pareja, pero con aun mayor participación en trabajo de mercado y menor participación en trabajo familiar doméstico que los hombres. Para ellas, el trabajo de mercado es la actividad básica alrededor de la cual se organiza el resto de las actividades. De esta manera, las mujeres que son las únicas proveedoras de ingresos dinerarios están obligadas a asumir las pautas masculinas de empleo y realizar el trabajo familiar doméstico “como se pueda”. Esto es, el trabajo familiar doméstico de estas mujeres no aparece en exclusiva casi en ninguna franja horaria, lo cual, de alguna manera, señala las distintas y variadas simultaneidades que se ven obligadas a realizar. Además, el tiempo de ocio sólo aparece en exclusiva en la franja de 21 a 24 horas.

Gráfico 4. Realización de trabajo de mercado y trabajo familiar doméstico

mujeres de familias monoparentales

Este tipo de análisis se tendría que completar con otros que informasen de qué

sucede con los hijos e hijas, pertenecientes a este tipo de hogares, cuando son menores: quién los cuida, cómo, etc. ya que seguramente el análisis de esta situación ayudaría al diseño de las necesarias políticas sociales y de empleo.

4. Hacia nuevos indicadores de trabajo y género12 12 Este apartado está basado en el Informe “Tiempo, trabajo y empleo: las desigualdades de género en la ciudad de Barcelona”, realizado por Cristinta Carrasco y Màrius Domínguez para el Ajuntament de Barcelona en 2002 y publicado por dicho Ajuntamente en 2003, colección Estudis/Monografies 3.

0

10

20

30

40

50

60

70

6 – 9 9 – 14 14 – 16 16 – 18 18 – 21 21 – 24 24 – 6

Monomarentales trabajo de mercado

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4.1 Algunos problemas en relación con la selección y elaboración de índices e

indicadores13 El primer problema a resolver en la elaboración de un sistema de indicadores es precisamente la elección de los indicadores que se considerarán más relevantes con relación al objetivo a conseguir. La obligación de elegir viene de la conveniencia de limitar su número para ofrecer mayor facilidad de interpretación y destacar los rasgos más significativos. Naturalmente que la elección tiene un grado importante de arbitrariedad, siempre dependiendo de la aproximación teórica y conceptual, del marco de análisis y de los objetivos planteados.

Un segundo tipo de problemas aparece si se pretende -como en nuestro caso- construir algún índice con los indicadores seleccionados. En esta situación, además de ser arbitraria la selección, también será arbitraria la importancia relativa –la ponderación- que se otorgue a cada uno de ellos en el índice final. Significa decidir qué aspectos del fenómeno estudiado se consideran más relevantes y, en consecuencia, deben tener mayor peso en el índice. Por ejemplo, si en la construcción de un índice sobre las características de la participación en el mercado de trabajo, se considera que la tasa de ocupación es un mejor indicador que la tasa de actividad, a la primera habría que asignarle una mayor ponderación que a la segunda.

También en la construcción de un índice pueden surgir problemas de correlación entre los indicadores y de estandarización de los mismos. Los problemas de correlación hacen referencia a la falta de independencia entre los indicadores, de alguna manera ofrecen el mismo tipo de información sobre el fenómeno estudiado. Por ejemplo, si aumenta la tasa de ocupación, seguramente como consecuencia disminuirá la tasa de desempleo. El problema de la correlación entonces es que un mismo hecho se recoge con más de un indicador. Aunque puedan darse diversas soluciones teóricas y técnicas a esta cuestión, no existe una solución clara, sobre todo cuando los indicadores disponibles son limitados. En cualquier caso, es importante tener en cuenta el problema en la construcción del índice. El tema de la estandarización se presenta porque los distintos indicadores pueden tomar valores que fluctúen en rangos muy diferentes, con lo cual, los que se encuentren en rangos más elevados, tendrían mayor peso en el índice. Por ejemplo, si se considera sin estandarizar la tasa de actividad en conjunto con la tasa de empleo, la primera siempre representará mayor peso en el índice sólo por el mayor rango en que se mueven sus valores. De aquí que, para evitar este problema, se estandarizan los valores de los distintos indicadores a una escala común utilizando valores de referencia para cada uno de ellos.

Un tercer problema guarda relación con los indicadores de desigualdad, en nuestro caso, entre mujeres y hombres en la participación en los distintos trabajos. Si se pretende "medir" niveles de desigualdad y hacer un seguimiento de su evolución, antes de definir indicadores apropiados, se debiera discutir el significado de "igualdad o desigualdad" y lo que se considera niveles aceptables u óptimos14.

"Igualdad" en el trabajo es un concepto relativo que exige definir primero "igualdad en qué" y segundo en "relación a qué". Desde nuestra perspectiva no se trata de "igualdad" en el modelo masculino de trabajo de mercado. No es el objetivo medir exclusivamente la integración de las mujeres en el mercado laboral, como parece que apuntan normalmente las llamadas "políticas de igualdad de oportunidades". Se entiende más bien como una distribución equitativa de trabajos e ingresos entre mujeres y hombres, traducido en igualdad en la responsabilidad y cuidado de la vida humana y en la participación en el

13 Se entenderá por indicadores las unidades de información básicas, las medidas que actúan como referencias observables de los conceptos que se definen y que interesa conocer. En cambio, por índice se entenderá un número obtenido a partir de diversos indicadores. Se trata de un número estadístico que resume la información proporcionada por los indicadores. 14 En Janneke Plantenga y Johan Hansen (1999) se discuten algunos de estos aspectos.

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trabajo remunerado. Por tanto, esto no significa que la igualdad sólo se refiera a las mujeres, a que "se igualen a los hombres", sino que implica una nueva organización social que permita y facilite un cambio de vida de ambos sexos, pero fundamentalmente de los hombres que son los que mayoritariamente participan en uno sólo de los dos trabajos: el remunerado.

La segunda cuestión, "igualdad con relación a qué", nos enfrenta al tema de los valores absolutos. Una situación de igualdad entre mujeres y hombres no ofrece ninguna información sobre valores absolutos. Por ejemplo, una situación de desempleo con tasas del 4% para los hombres y 6% para las mujeres, ¿se puede considerar peor por ser más desigual que una situación más igualitaria con una tasa de desempleo del 15% para ambos sexos? De aquí que no se trata sólo de que mujeres y hombres distribuyan equitativamente los trabajos sino que eso represente una mayor calidad de vida para todos y todas. Y eso ¿qué significa traducido a indicadores?15 La respuesta es compleja porque implica aspectos psicológicos, sociales, etc. difíciles de valorar y, por tanto, de medir. En definitiva, cuando se definen indicadores que reflejen desigualdades -siendo el objetivo la igualdad- no hay que olvidar los aspectos referidos a valores absolutos para, de alguna manera, considerarlos.

Para abordar este último problema, una alternativa es utilizar de forma complementaria a los indicadores de desigualdad, indicadores de "integración". El objetivo de estos últimos no es expresar desigualdades, sino poner de manifiesto la situación de las mujeres o de los hombres, en relación a otra situación que se considera más deseable. Se trata, en definitiva, o bien de establecer comparaciones -definiendo valores de referencia- con situaciones reales (de otros países, regiones, etc.) consideradas superiores en el indicador analizado, o bien sencillamente de estudiar su evolución a lo largo del tiempo.

4.2 Índices e indicadores: una propuesta En el estudio original, teniendo en cuenta la información disponible, se construyeron tres índices de desigualdad entre mujeres y hombres, dos índices de integración de mujeres y hombres respectivamente y dos índices de diferencia/desigualdad para cada sexo16 (cuadro 1). Los tres primeros hacen referencia a las desigualdades entre mujeres y hombres en la distribución de los distintos trabajos; los dos segundos ofrecen información acerca de la integración de las mujeres en el trabajo de mercado, por una parte, y la de los hombres en el trabajo familiar doméstico por otra; y, finalmente, los dos últimos reflejan las diferencias o desigualdades entre mujeres y hombres entre sí en relación a determinadas categorías.

Los tres primeros índices que reflejan desigualdades entre mujeres y hombres en la realización de los distintos trabajos -el mercantil y el familiar doméstico, se elaboran a partir de indicadores que ponen en relación tasas de participación, niveles de precariedad, niveles de segregación o tiempos de trabajo de mujeres y hombres. Los valores de los indicadores estarán entre cero (total desigualdad) y uno (total igualdad). De aquí que, uno de los principales problemas de estos indicadores -comentado anteriormente- es que no informan sobre valores absolutos por lo que se podría estar dando la llamada "igualdad por abajo", es decir, valores cercanos a uno podrían estar reflejando igualdad entre mujeres y hombres pero con valores muy poco deseables para ambos. Una situación como esa, por ejemplo, es la que se da actualmente entre los jóvenes de ambos sexos de Barcelona en el trabajo de mercado: igualdad en precariedad.

Los dos índices de integración reflejan respectivamente la integración de las mujeres en el trabajo de mercado y la integración de los hombres en el trabajo familiar doméstico. No 15 La cuestión es qué significa una mayor calidad de vida en tiempo de trabajo, ¿existe un número de horas óptimo para trabajar? 16 Como se advirtió anteriormente, los datos utilizados son de la Encuesta de la Región de Barcelona, 2000 y 1990. La información que ofrece la encuesta aunque permitió la incorporación de indicadores referidos a otras características como la precariedad laboral, limitó la realización de más indicadores de tiempo. En cualquier caso, la idea es construir a partir de aquí otros indicadores utilizando la metodología desarrollada.

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son índices de desigualdad, ya que no se compara la actividad de las mujeres en relación con la de los hombres; sino que se analiza el comportamiento de cada sexo de forma independiente estudiando su evolución en la ocupación en aquella actividad en que actualmente está menos integrado. Son índices que complementan la información de los índices de desigualdad anteriores respectivos. Recordemos que un indicador de desigualdad puede tomar valores cercanos a la unidad, sin que por eso esté reflejando necesariamente una situación socialmente más deseable, ya que se podría estar dando lo que se denomina la “igualdad por abajo”. Una situación como esta, se pondría de manifiesto a través de un valor bajo de un indicador de integración, ya que se estaría comparando la situación analizada con otra considerada óptima.

Los últimos índices, de diferencia y de desigualdad, se construyen de forma independiente para mujeres y hombres. Reflejan las diferencias o desigualdades que puedan presentarse en personas del mismo sexo en relación a la ocupación en los distintos trabajos por el cambio de rol a lo largo del ciclo vital o por su nivel social. El hecho de que las personas manifiesten participaciones distintas en los distintos trabajos según su situación en el ciclo vital (por ejemplo, tener o no tener hijas/os) no es una cuestión de desigualdades, de aquí que en el primer índice hablamos de diferencias. En cambio, un nivel social distinto, implica claramente desigualdades.

En definitiva, la idea que hay detrás de la elección de estos siete índices es que no se trata sólo de intentar medir la igualdad creciente de las mujeres con los hombres en el trabajo de mercado, sino también la de estos últimos en relación a las mujeres en el trabajo familiar doméstico, que es además, donde habitualmente se dan las mayores desigualdades.

CUADRO 1. Índices de trabajo

ÍNDICES DE DESIGUALDAD

ENTRE MUJERES Y HOMBRES

1. Índice de desigualdad en la realización de

trabajo de mercado

2. Índice de desigualdad en la realización de

trabajo familiar doméstico

3. Índice de desigualdad en la realización global

de trabajo

ÍNDICES DE INTEGRACIÓN

DE MUJERES Y HOMBRES

1. Índice de integración de las mujeres en

trabajo de mercado

2. Índice de integración de los hombres en

trabajo familiar doméstico

ÍNDICES DE DIFERENCIA O

DESIGUALDAD

PARA MUJERES Y HOMBRES

1. Índice de diferencia de mujeres y hombres

según el ciclo vital

2. Índice de desigualdad de mujeres y hombres

según nivel social

La metodología utilizada para elaborar y representar los índices es la de diagramas radiales17. Un diagrama radial es una forma gráfica de presentación de datos que tiene la 17 Esta metodología está siendo utilizada en la Unión Europea para estudios comparativos sobre el empleo entre los distintos países de la UE. La referencia básica es Hugh Mosley y Antje Mayer (1998); también Luigi Tronti (1998) y el artículo de Plantenga y Hansen citado anteriormente.

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ventaja de mostrar de forma simple, visual e intuitiva un conjunto de indicadores y el índice construido a partir de ellos (gráfico 5).

GRÁFICO 5. Diagrama Radial

Consiste en una figura formada por una serie de ejes18 integrados en forma radial,

representando cada uno de ellos un determinado indicador. Para presentar los distintos indicadores en el mismo diagrama se transforman a una escala común con valores entre cero y uno, de tal manera que el cero representa la peor situación y el uno la mejor. Si se unen en la figura los valores de cada uno de los indicadores, se obtiene un área cuya medida sería el valor del índice, llamado índice SMOP (“medida de la superficie del resultado total”) que resume al conjunto de indicadores. Este tipo de gráficos son muy útiles para realizar comparaciones ya sea transversales (por ejemplo, entre distintos países en un mismo momento del tiempo) o bien temporales (una misma región en distintos momentos del tiempo).

La construcción de un diagrama radial no está exenta de problemas. Además de los problemas generales de selección de indicadores señalados más arriba, existen algunos más específicos. En primer lugar, la elección de los valores máximo (óptimo) y mínimo (peor) -o valores de referencia- para estandarizar al valor uno y cero respectivamente. Ahora bien, si se trata de un índice de desigualdad se puede considerar de forma más simple para cada indicador, el valor cero como reflejo de desigualdad total y el valor uno como reflejo de igualdad total. Pero en el caso de índices de integración, necesariamente hay que considerar para los indicadores valores de referencia.

En segundo lugar, en los diagramas radiales se presenta un problema de construcción gráfica, ya que la secuencia en que se ordenan los indicadores en los ejes afecta al área

18 La experiencia demuestra que el número de indicadores más adecuado está entre 4 y 8: menos de 4 ofrecen escasa información y más de 8 dificultan la interpretación

0.00

0.50

1.00I1

I2

I3

I4

I5

I6

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resultante. De aquí que, aunque las diferencias en general no son demasiado importantes, se debe mantener siempre la misma secuencia para poder establecer comparaciones.

En términos gráficos, un índice que refleje igualdad total o integración total vendrá representado por el área total del hexágono que es 2,6 unidades cuadradas. Sin embargo, para simplificar la lectura y la comparación, el valor del área total también se pondera a uno y, así, los valores obtenidos para cada uno de los diferentes índices también fluctuarán entre cero y uno. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en estos valores transformados de área, si bien el valor uno representa igualdad o integración total y el valor cero, exactamente lo contrario, la escala no es lineal19. Esto significa que, por ejemplo, un valor del índice de 0,5 no representa una situación equivalente al 50% de la igualdad o integración total. De aquí que, los valores de los índices se deben considerar como un número que no expresa una situación concreta y que sólo tienen sentido a nivel comparativo: un mayor valor del índice expresa una mejor situación en el aspecto analizado.

De los siete índices construidos en el estudio original, se presentan aquí a modo de ejemplo metodológico, los dos primeros de desigualdad. La elección de estos dos índices responde a que estos representan las situaciones donde mejor se refleja la desigualdad por sexo.

4.3 Índices de desigualdad en la realización de trabajos entre mujeres y hombres Índice de desigualdad en la realización de trabajo de mercado Este índice refleja la desigualdad entre mujeres y hombres en la participación en el trabajo de mercado. Los seis indicadores seleccionados para construir el índice figuran en el cuadro 2.

CUADRO 2. Indicadores del índice de desigualdad en la realización

de trabajo de mercado INDICADOR

DEFINICIÓN

Desigualdad en la ocupación

Relación entre la tasa de ocupación femenina y la tasa de ocupación masculina (población de 18 a 64 años).

Desigualdad en la ocupación a tiempo completo con menores

Relación entre la tasa de ocupación femenina a tiempo completo (o sobreocupada) con presencia de menores (en relación al total de hogares en los que hay menores) y la tasa de ocupación masculina equivalente a la anterior.

Desigualdad en la ocupación en puestos de responsabilidad

Relación entre el porcentaje de mujeres que ocupan puestos de responsabilidad (en relación al total de mujeres ocupadas) y el porcentaje de hombres de esas mismas características.

Desigualdad en el ingreso

Relación entre el nivel de ingreso medio de las mujeres y el nivel de ingreso medio de los hombres.

Desigualdad en la temporalidad

Relación entre la tasa de ocupación con contrato temporal masculina y la tasa de ocupación con contrato temporal femenina.

19 La relación entre indicadores e índice no es lineal. En el hexágono, los indicadores representan longitudes (magnitudes lineales) y el índice, un área (magnitud cuadrática).

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24

Los dos primeros indicadores ofrecen información sobre la desigual ocupación de mujeres y hombres en el mercado de trabajo. El primero se refiere sólo a la ocupación sin tener en cuenta ninguna característica específica. El segundo, en cambio, considera dos aspectos importantes: por una parte, la situación más crítica del ciclo vital (presencia de menores20) que es cuando la ocupación laboral es más complicada y, por otra, el tipo de jornada, que refleja no sólo la ocupación sino las diferencias en horas dedicadas al trabajo de mercado21.

El tercer indicador informa sobre un aspecto de la ocupación en el trabajo de mercado donde las mujeres suelen estar poco representadas y significa una forma de segregación vertical: la ocupación en puestos de responsabilidad22. Las dificultades que encuentran las mujeres para acceder a estos cargos es lo que suele denominarse "el techo de cristal": unas barreras invisibles que les impiden acceder a puestos de poder.

El cuarto indicador, se refiere a desigualdad en el ingreso23. Considerar los ingresos en vez de los salarios tiene la ventaja de reflejar no sólo las desigualdades de género directamente relacionadas con el trabajo de mercado y que se concretan en los salarios (tipos de contrato, discriminaciones, etc.), sino también desigualdades que son consecuencia de la distinta ocupación de mujeres y hombres en el mercado, como las pensiones o las jubilaciones.

El quinto indicador señala la desigual precariedad en el mercado de trabajo entre mujeres y hombres expresada a través de las tasas de trabajo temporal, modalidad de contrato en el que las mujeres se muestran como un grupo particularmente vulnerable24. Para el cálculo de este indicador de desigualdad en la temporalidad, el cociente se construye al revés (el porcentaje de hombres en relación al de mujeres) ya que la tasa de temporalidad de las mujeres es mayor que la de los hombres.

Finalmente, el último indicador hace referencia a la desigualdad en tiempo de dedicación al trabajo de mercado entre mujeres y hombres, que es otro de los aspectos determinantes en la participación de las mujeres25, puesto que una cosa es participar, y otra muy distinta, el número de horas que se dedica a la actividad.

Ahora bien, tal como se advirtió, obtener un valor 1 en un indicador de desigualdad no significa necesariamente una situación más deseable, ya que podría tratarse de una situación de igualdad "por abajo". Es decir, igualdad entre mujeres y hombres pero con valores bajos, que representen una situación no deseable para ambos. Este caso podría darse en los indicadores de desigualdad en la ocupación, en el ingreso y en la temporalidad. De aquí que sea importante tener en cuenta también los valores absolutos correspondientes para 20 Se considera los niños y niñas de 7 años o menos. La elección de la edad es arbitraria. Hay estudios que consideran 3 años o menos o 6 años o menos siguiendo las edades escolares. Nuestra elección fue sencillamente por seguir la pauta de estudios comparativos de la Unión Europea (Plantenga y Hansen 1999). 21 Según las horas semanales dedicadas al trabajo remunerado se han construido cuatro niveles de ocupación: subocupación mercantil (1 a 10 h. semanales), ocupación mercantil a tiempo parcial (de 11 a 30 h. semanales), ocupación mercantil a tiempo completo (de 31 a 40 h. semanales) y sobreocupación mercantil (más de 40 h.). 22 Como puestos de responsabilidad se consideran los/as empresarias/autónomas con y sin asalariados/as, las directivas(os), y los/as profesionales liberales. Otros estudios pueden incluir las técnicas altas. En este estudio no se incluyeron por considerar que es un cargo más de cualificación que de responsabilidad. Alternativamente a este indicador se podría haber optado por uno de segregación horizontal, ya sea en la ocupación o en sectores de actividad. Cualquiera de ellos hubiera reflejado algún tipo de segregación. 23 Se consideran diferencias en ingresos y no en salarios, en primer lugar, porque esta es la información que ofrece la ERB. Sin embargo, se podrían considerar diferencias en salarios ajustando la población a la población ocupada, lo cual asegura que los ingresos prácticamente equivalgan a salarios. 24 Como expresión de precariedad también se podría haber considerado la parcialidad o el desempleo. Se optó por la temporalidad porque la desigualdad en el trabajo a tiempo parcial de alguna manera queda recogida en el sexto indicador de desigualdad en el tiempo de trabajo, y la desigualdad en el desempleo, queda reflejada en los indicadores de desigualdad en la ocupación. 25 En este caso, se ha optado por considerar el tiempo medio por participante (el que dedica la población que realiza dicha actividad) y no el tiempo medio social (el que dedica la población considerada) porque la participación ya se recoge en otros indicadores.

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mujeres y hombres. En cambio, una mayor igualdad en tiempo de trabajo, lo más probable es que significase una reducción de la jornada laboral para ambos sexos, lo cual podría considerarse una situación más deseable.

Índice de desigualdad en la realización de trabajo familiar doméstico Este índice refleja la desigualdad entre mujeres y hombres en la participación y realización del trabajo familiar doméstico. Los seis indicadores seleccionados para construir el índice figuran en el cuadro 3.

CUADRO 3. Indicadores del índice de desigualdad en la realización de trabajo familiar doméstico

INDICADOR DEFINICIÓN Desigualdad en la ocupación

Relación entre el porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres que realiza trabajo familiar doméstico (al menos una hora semanal).

Desigualdad en la ocupación a tiempo completo

Relación entre el porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres que realiza trabajo familiar doméstico, al menos a tiempo completo

Desigualdad en la ocupación en actividades de limpieza y cocina

Relación entre el porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres que realiza actividades de limpieza y cocina en exclusiva.

Desigualdad en tareas de cuidados

Relación entre el porcentaje de hombres y el porcentaje de mujeres que realiza actividades de cuidados a menores en exclusiva (en relación al total de hogares donde hay menores).

Desigualdad en tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico

Relación entre el tiempo medio por participante dedicado a trabajo familiar doméstico por los hombres y el tiempo medio por participante dedicado a trabajo familiar doméstico por las mujeres.

Desigualdad en tiempo de trabajo familiar doméstico de casadas/os

Relación entre el tiempo medio por participante dedicado a trabajo familiar doméstico por los hombres casados y el tiempo medio por participante dedicado a trabajo familiar doméstico por las mujeres casadas.

El primer indicador de desigualdad en la ocupación en trabajo familiar doméstico considera la ocupación en los términos más generales, es decir, de acuerdo con el criterio "participar al menos una hora en la semana de referencia". Aunque este indicador ofrece escasa información en relación a las diferencias entre mujeres y hombres ya que es bastante fácil realizar al menos una hora semanal de trabajo familiar doméstico, se ha considerado porque permite observar en el tiempo la posible integración de los hombres en esta actividad. El segundo indicador completa la información anterior, considerando la ocupación en trabajo familiar doméstico a tiempo completo (más de 20 horas semanales). De esta manera, se estaría reflejando una desigualdad entre quienes realmente tienen asumida esta actividad como algo necesario a realizar y quienes simplemente “ayudan”.

Los dos indicadores siguientes permiten observar las diferencias en dos actividades claves de las que se realizan en el hogar. Primero, las de limpieza y cocina, porque son una actividad absolutamente feminizada y representan de hecho una segregación de las mujeres en trabajo familiar doméstico26. Segundo, la actividad de cuidados, tanto por la importancia de su contenido como porque normalmente es la actividad que representa mayores

26 En actividades de limpieza y cocina se incluyen las categorías de ropa, limpieza cocina, limpieza de la casa y cocinar.

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complicaciones para participar en trabajo de mercado27. En ambos casos se considera la ocupación de mujeres y hombres en exclusiva en la actividad porque es el dato que da cuenta más claramente de las desigualdades28.

El quinto indicador recoge las diferencias en tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico entre mujeres y hombres. De alguna manera es una información complementaria a la de los dos primeros indicadores que sólo informaban acerca de la ocupación. También hay que tener en cuenta de que se trata de tiempo medio por participante, o sea, no se está considerando a las personas que no participan, que mayoritariamente son hombres29.

Finalmente, el último indicador recoge las diferencias en tiempo dedicado a trabajo familiar doméstico entre mujeres y hombres casadas/os. Es análogo al anterior pero referido a una situación específica. De esta manera, se refleja de forma más directa las posibles desigualdades entre “iguales”, ya que se deja de lado otro tipo de condicionantes o variables -hogares unipersonales, diferencias en edades, diferencias en relaciones de parentesco, etc.- que pueden afectar a la realización del trabajo familiar doméstico por razones distintas a las exclusivamente de género.

Dos observaciones en relación con estos indicadores. En primer lugar, y al contrario de lo que sucedía con los indicadores de trabajo de mercado, la ocupación o el número de horas de dedicación de los hombres es siempre menor que la de las mujeres, por lo que los cocientes se construyen al revés: se considera la tasa o valor masculino con relación al femenino. En segundo lugar y al igual que lo comentado anteriormente, estos indicadores reflejan mayor igualdad con valores cercanos a la unidad. Pero, en este caso, el problema de los valores absolutos se plantea aquí con algunos matices importantes. Si estos indicadores y, en particular, los dos últimos referido a tiempos de trabajo, mostraran valores que reflejaran igualdad, difícilmente se trataría de “igualdad por abajo”. De hecho, significaría que los hombres estarían realizando el trabajo familiar doméstico en condiciones análogas a las mujeres. En ese caso, el significado más probable es que dicho trabajo se estaría repartiendo porque los hombres estarían asumiendo parte del que realizaban anteriormente las mujeres. Valores absolutos muy bajos podrían reflejar o una disminución de la calidad de vida de todos y todas o una importante participación de los servicios públicos de cuidados. Seguramente la razón sería esta última, ya que las mujeres como grupo humano hasta ahora han demostrado que valoran esta actividad como esencial para la vida, y siguen realizando el trabajo familiar doméstico necesario del hogar incluso cuando se incorporan al trabajo de mercado y asumen una mayor carga de trabajo. Si el indicador de tiempos de trabajo fuese “uno”, lo más probable es que los tiempos de trabajo de mercado de mujeres y hombres también se estarían igualando. Es posible que si los hombres fueran compartiendo el trabajo familiar doméstico, simultáneamente presionarían para reducir la jornada laboral mercantil adaptándola a los requerimientos de las necesidades del hogar. En este caso, la valoración social del trabajo familiar doméstico seguro que sería distinta (mayor).

Resultados Las tablas 6 y 7 recogen los valores de los indicadores y de los índices de desigualdad en la realización de trabajo de mercado y de trabajo familiar doméstico respectivamente correspondientes a los años 1990 y 2000, así como las correspondientes tasas o valores para

27 En el trabajo de cuidados a menores se hace referencia a los menores de 10 años al ser la información que se pregunta en la encuesta utilizada. 28 Además, se ha podido considerar la participación en exclusiva (la persona entrevistada realiza la totalidad de la actividad ella sola) porque es la que presenta porcentajes mayores en todas las actividades realizadas en el hogar. Si los porcentajes de realización en exclusiva hubiesen sido muy bajos, a pesar de ser la alternativa que mejor expresa las desigualdades, no hubiera sido razonable considerarla por lo poco significativa, y se hubiese tenido que adoptar otra opción. 29 Si se considerase la media social, la desigualdad entre sexos sería mayor.

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mujeres y hombres a partir de los cuales se han construido. En los gráficos 6 y 7 se representan los índices correspondientes a ambos trabajos y para 1990 y 2000 respectivamente. Los indicadores se representan en los ejes radiales y los valores de los índices vienen determinados por las áreas de las figuras respectivas formadas a partir de los indicadores.

TABLA 6. Indicadores e índices de desigualdad en la realización de

trabajo de mercado 2000 1990

Valores mujeres

Valores hombres

indicador Valores mujeres

Valores hombres

indicador

Desigualdad en la ocupación

56,4 74,1 0,76 50,0 77,3 0,65

Desigualdad en la ocupación a tiempo completo con menores

41,8 84,9 0,49 42,0 79,5 0,53

Desigualdad en la ocupación en puestos de responsabilidad

17,6 23,7 0,74 15,6 24,2 0,64

Desigualdad en el ingreso

116582 180560 0,65 73566 124045 0,59

Desigualdad en la temporalidad

22,1 15,8 0,71 22,3 19,8 0,89

Desigualdad en el tiempo de trabajo de mercado

36,7 43,8 0,84 37,68 44,78 0,84

ÍNDICE 0,49 0,48

TABLA 7. Indicadores e índices de desigualdad en la distribución de trabajo

familiar doméstico. 2000 1990

Valores mujeres

Valores hombres

indicador Valores mujeres

Valores hombres

indicador

Desigualdad en la ocupación 90,9 75,7 0,83 91,8 55,1 0,60

Desigualdad en la ocupación a TC

44,0 5,4 0,12 55,1 6,2 0,11

Desigualdad en la ocupación en activ. de limpieza y cocina

66,2 3,9 0,06 77,4 2,7 0,03

Desigualdad en tareas de cuidados

50,9 2,0 0,04 55,2 1,9 0,03

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Desigualdad en tiempos de TFD

23,6 8,9 0,38 30,7 10,5 0,34

Desigualdad en tiempos de TFD de casadas/os

30,4 9,2 0,30 37,0 10,4 0,28

0,08 0,06

GRÁFICO 6. Desigualdad en la realización de trabajo de mercado. Barcelona, 1990-2000.

GRÁFICO 7. Desigualdad en la distribución de trabajo familiar

doméstico. Barcelona, 1990-2000.

0.0

0.5

1.0 desig.ocup

desig.ocup TC menor.

desig. respons

desig. ingr

desig. tempo

desig tiempo TM

0,0

0,5

1,0 desig.ocup

desig.ocup TC

desig.ocup limp/cocina

desig. cuidados

desig. tiempos TFD

desig. tiempos casadas/os

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El análisis de los índices de desigualdad permite observar, en primer lugar, las exageradas diferencias en el comportamiento de mujeres y hombres en el trabajo familiar doméstico en relación al trabajo de mercado. Un valor de 0,49 para 2000 del índice de desigualdad en trabajo de mercado expresa un cierto grado de "igualdad" entre mujeres y hombres en esta actividad. En cambio, un valor de 0,08 para 2000 del índice de desigualdad en trabajo familiar doméstico, expresa una casi total desigualdad entre ambos sexos en el trabajo desarrollado en el hogar. En consecuencia, una primera conclusión, es que la principal desigualdad se da en trabajo familiar doméstico.

El índice de desigualdad en la realización de trabajo de mercado -representado por el área de la figura del gráfico 6- prácticamente no ha variado entre 1990 y 2000 (0,48 y 0,49 respectivamente). Dicho de otra manera, la desigualdad entre mujeres y hombres en términos generales en el trabajo de mercado no se ha modificado en la última década. En cambio, en relación al trabajo familiar doméstico, el índice ha aumentado un 33,3% (de 0,06 a 0,08 entre 1990 y 2000), aunque al partir de valores tan extremadamente bajos, el incremento en términos absolutos es poco significativo (gráfico 7). El análisis de los indicadores señalará dónde se sitúan los aspectos más determinantes de las desigualdades en los distintos trabajos.

En relación al trabajo de mercado, la estabilidad del valor del índice se debe a que algunos indicadores han aumentado y otros han disminuido. En cualquier caso, hay que destacar que el menor valor con diferencia lo presenta el segundo indicador de desigualdad en la ocupación con presencia de menores, que muestra la importante diferencia -para ambos años- del porcentaje de mujeres ocupadas en relación a los hombres cuando se considera esta situación. Esta diferencia (de 43 puntos porcentuales menos para las mujeres en 2000) está motivada tanto por una importante disminución de la tasa de ocupación femenina cuando se considera tiempo completo con presencia de menores, como de un incremento significativo de la tasa masculina en esas condiciones. Esto revela que el empleo femenino -mucho más que el masculino- continúa estando muy influenciado por la presencia de personas dependientes en el hogar.

Por otra parte, el último indicador de desigualdad en el tiempo de trabajo, es el que muestra una mayor igualdad entre mujeres y hombres para el año 2000, aunque representa aproximadamente una diferencia de 7 horas semanales de trabajo de mercado entre ambos. Cabe hacer notar que este indicador presenta un valor bastante superior a los dos primeros que reflejan desigualdad en la ocupación, en particular, al segundo, que hace referencia a la desigualdad en la ocupación cuando se trabaja a tiempo completo con presencia de menores. Esto hace pensar que las mujeres cuando tienen hijos o hijas pequeñas, no tienden tanto a reducir su jornada laboral (en parte, porque no depende de ellas) , sino, más bien, o se retiran del mercado o permanecen con jornadas completas.

En relación al trabajo familiar doméstico, el primer indicador, de desigualdad en la ocupación, es el que presenta con diferencia el valor más elevado para ambos años 1990 y 2000, así como un incremento muy significativo. El valor de 0,83 para el año 2000 significa una participación del 83% de los hombres en relación a las mujeres. Ahora bien, hay que recordar que en este caso "estar ocupado" se define como "haber dedicado al menos una hora a la actividad la semana de referencia", con lo cual es relativamente fácil ser persona ocupada en trabajo familiar doméstico. En cualquier caso, el aumento de 0,60 a 0,83 entre 1990 y 2000 está reflejando la incorporación de los hombres en la actividad. De hecho, la ocupación de las mujeres casi no ha variado entre los dos años (permanece alrededor de 91%), en cambio, la de los hombres ha aumentado de 55% a 75%. Sin embargo, si se considera el segundo indicador, de ocupación a tiempo completo, el panorama cambia. La ocupación de mujeres y hombres naturalmente disminuye en relación al primer indicador, pero la de los hombres notablemente más que la de las mujeres. Esto se refleja en el valor del indicador, que se mantiene bastante constante entre ambos años considerados pero con valores

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escandalosamente más bajos que el primero: la ocupación en trabajo familiar doméstico a tiempo completo de los hombres en 2000 sólo representa el 12% de la ocupación de las mujeres en esas condiciones. Lo cual puede estar reflejando que gran parte de la ocupación masculina en esta actividad es de “ayuda” y no de asumir la actividad como una responsabilidad propia, al menos no al mismo nivel que la asumen las mujeres.

Los indicadores tercero y cuarto, de ocupación en exclusiva en actividades de limpieza y cocina y en tareas de cuidados, reflejan un altísimo grado de segregación en estas actividades. A pesar de mostrar ligeros incrementos, las desigualdades entre mujeres y hombres continúan siendo exageradamente grandes (valores de 0,06 y 0,04 para 2000 respectivamente). Teniendo en cuenta que el valor 1 representa la máxima igualdad, estos valores señalan dónde está la fuente principal de desigualdad entre mujeres y hombres. Si además, se tiene en cuenta de que las tareas de cuidados son las que normalmente representan mayores complicaciones para participar en trabajo de mercado, es como mínimo curioso o poco comprensible que no se considere este tipo de actividades en los indicadores habituales utilizados para reflejar desigualdades en el trabajo entre mujeres y hombres. Finalmente, los dos últimos indicadores, también presentan valores bajos (0,38 y 0,30 para 2000) lo cual refleja que se mantiene una importante desigualdad en relación a los tiempos de trabajo. 5. Recapitulación En primer lugar, a nivel metodológico hay que destacar las posibilidades que ofrece un diario de uso del tiempo, en particular, cuando forma parte de una encuesta más completa y realizada a todas las personas del hogar. Ello permite, por una parte, cruzar los datos sobre el tiempo con distintos tipos de variables que enriquecen el análisis: tipología de hogar, sectores de actividad, etc. Y, por otra, el hecho de conocer la información de todas las personas del hogar, permite estudiar el trabajo o actividad de una de ellas en relación a las demás o las posibilidades de actividades conjuntas. Esto es importante porque las personas habitualmente no nos comportamos como el personaje representativo de la economía -el homo oeconomicus- que actúa y maximiza solo, sino que parte de nuestro tiempo lo dedicamos a actividades de relación que implican la presencia activa o pasiva de otros miembros de la familia, así como de otras personas de fuera del hogar.

Las exploraciones que aquí se realizan permiten observar diferencias entre mujeres y hombres que van mucho más allá de diferencias en el número de horas de dedicación a cada actividad. La discusión sobre los tiempos de trabajo (en los distintos trabajos) para mujeres y hombres que viven en pareja pone en evidencia de que las desigualdades entre ambos sexos poco tiene que ver con la cantidad total de trabajo a realizar o la situación mercantil de los cónyuges, sino que sencillamente es consecuencia de relaciones patriarcales. El intento de análisis de las "simultaneidades" responde a la llamada de atención de algunas investigadoras sobre la intensificación del tiempo de trabajo de las mujeres (Floro 1995), hecho que aparecía tradicionalmente como una característica del trabajo femenino y que se estaría agudizando en las últimas décadas. El análisis por franjas horarias nos acerca al perfil de trabajo de mujeres y hombres, reflejándonos un comportamiento distinto para cada sexo: ellos centrados en el trabajo de mercado y ellas repartiendo su tiempo entre ambos trabajos. Aunque la insuficiencia de la muestra no haya permitido más exploraciones, este tipo de aproximación metodológica también se muestra fértil para el análisis de la organización del tiempo de las personas del hogar consideradas en conjunto, y así poder observar si existen tiempos de relación familiar. Particularmente, interesa analizar la distribución del tiempo de trabajo de las personas que trabajan en determinados sectores de actividad -aquellos que tienen horarios o jornadas atípicas, como comercio u hostelería- en relación a los tiempos de trabajo del resto

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de los miembros del hogar. Finalmente, los indicadores propuestos permiten reflejar toda la actividad -la que habitualmente se reconoce como trabajo y la que ha permanecido invisible y olvidada en los estudios sociales- con el fin de facilitar el seguimiento de la evolución de la situación de mujeres y hombres respecto a los distintos trabajos. Referencias bibliográficas Carrasco, Cristina, Anna Alabart, Màrius Domínguez y Maribel Mayordomo. 2000. Medición y valoración del trabajo familiar doméstico. Propuesta de una EPA alternativa. Madrid: Instituto de la Mujer. Inédito. Carrasco, Cristina y Màrius Domínguez (2003): Temps, Treball i Ocupació. Desigualtats de gènere a la ciutat de Barcelona, Ajuntament de Barcelona, Estudis/Monografies 3. Floro, María Sagrario (1995): “Women’s Well-Being, Poverty and Work Intensity”, Feminist Economics, 1(3). Mosley, Hugh y Antje Mayer. (1998): Benmarking National Labour Market Performance: A Radar Chart Approach. Final Report, European Commission. Directorate-General V. Plantenga, Janneke y Johan Hansen (1999): "Balance de la igualdad de oportunidades en la Unión Europea", Revista Internacional del Trabajo. 118 (4): 393-424. Tronti, Luigi (Director) (1998): Benchmarking Employment Performance and Labour Market Policies: Final Report. Berlín: Institute for Applied Socio-Economics.

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