Los Presupuestos de Una ''Teoría Critica''_Enrique Serrano Gomez

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Los presupuestos de una “teoría crítica” Enrique Serrano G. ' l calificar a ima teoria de la sociedad como “crítica” implica asumir la exigencia de cumplir con una serie de condiciones, si se aspira a que di- cho adjeiivo exprese algo más que la postura subjetiva de su autor o autores. Siri embargo, en numerosas ocasiones se habla de una “teoría crítica" sin tener en cuenta la amplitud del campo problemático que la unión de estos dos términos genera. El objetivo de este trabajo es, precisamente, destacar los pro- blemas ligados ii los presupuestos de una “teoría crítica" con pretensiones racionales. En la primera parte se expone el problema de la fundamentación ra- cional de una teoría critica, lo que presupone adentrarse eii el tradicional tema de la tensión entre la exigencia de objetividad y los valores implícitos cn la crítica. En esta misma sección se reconstruye, de manera breve, los esfuerzos de los primeros representantes de la llamada “Escuela de Frankfurt” para enfrentar dicha proble- mática. Posteriormente, enla segunda parte, se presenta de manera escueta la aportación de estos últimos teóricos para la definición actual de un proyecto de teoria social critica que supere la tradición del utópica y se destaca, así mismo, la contribución de Hannah Arendt a dicha tarea. La tercera parte, se dedica a exami- nar la propuesta de I-labermas para superar el déficit respecto a la definición del criterio normativo de la teoría críijca. Por último, se plantea la necesidad de vin- cular ese criterio a un aparato categoria] capaz dc tu-iir la crítica con la inves tígación empírica de los diversos contextos sociales. I En primer lugar, el carácter critico de una teoria entraña que ella no se sus- tenta en la postura de un observador neutral de los hechos, sino en la posición de un participante. Ello nos remite. de inmediato, al viejo problema de cómo es po- sible conciliar la exigencia de objetividad, propia de las teorías cientíñcas, con la perspectiva particular del participante. La solución tradicional ha sido considerar que el conocumento nos permite trascender cualquier perspectiva, es decir, que la verdad de los enunciados que confomian la teoria, es el medio para abandona; la “simple” opinión fdoxa) y adentramos en el reino de la ciencia (episterne), en el que impera una visión .tub ipede aezeniitaúk o, por lo menos, imparcial, de la reali- dad. Una variante de esta solución es la que encontramos en el marxismo; en él se reconoce que la investigación cientifica no es ajena ala ideología de aquellos que ' Departamento de Filosofia, UAM- iztapalapa.

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Los presupuestos de una “teoría crítica”Enrique Serrano G. '

l calificar a ima teoria de la sociedad como “crítica” implica asumir laexigencia de cumplir con una serie de condiciones, si se aspira a que di-cho adjeiivo exprese algo más que la postura subjetiva de su autor o

autores. Siri embargo, en numerosas ocasiones se habla de una “teoría crítica" sintener en cuenta la amplitud del campo problemático que la unión de estos dostérminos genera. El objetivo de este trabajo es, precisamente, destacar los pro-blemas ligados ii los presupuestos de una “teoría crítica" con pretensionesracionales. En la primera parte se expone el problema de la fundamentación ra-cional de una teoría critica, lo que presupone adentrarse eii el tradicional tema dela tensión entre la exigencia de objetividad y los valores implícitos cn la crítica. Enesta misma sección se reconstruye, de manera breve, los esfuerzos de los primerosrepresentantes de la llamada “Escuela de Frankfurt” para enfrentar dicha proble-mática. Posteriormente, enla segunda parte, se presenta de manera escueta laaportación de estos últimos teóricos para la definición actual de un proyecto deteoria social critica que supere la tradición del utópica y se destaca, así mismo, lacontribución de Hannah Arendt a dicha tarea. La tercera parte, se dedica a exami-nar la propuesta de I-labermas para superar el déficit respecto a la definición delcriterio normativo de la teoría críijca. Por último, se plantea la necesidad de vin-cular ese criterio a un aparato categoria] capaz dc tu-iir la crítica con lainves tígación empírica de los diversos contextos sociales.

I

En primer lugar, el carácter critico de una teoria entraña que ella no se sus-tenta en la postura de un observador neutral de los hechos, sino en la posición deun participante. Ello nos remite. de inmediato, al viejo problema de cómo es po-sible conciliar la exigencia de objetividad, propia de las teorías cientíñcas, con laperspectiva particular del participante. La solución tradicional ha sido considerarque el conocumento nos permite trascender cualquier perspectiva, es decir, que laverdad de los enunciados que confomian la teoria, es el medio para abandona; la“simple” opinión fdoxa) y adentramos en el reino de la ciencia (episterne), en elque impera una visión .tub ipede aezeniitaúk o, por lo menos, imparcial, de la reali-dad. Una variante de esta solución es la que encontramos en el marxismo; en él sereconoce que la investigación cientifica no es ajena ala ideología de aquellos que

' Departamento de Filosofia, UAM- iztapalapa.

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la realizan, pero, al mismo tiempo, se considera que cierta perspectiva particulartiene, debido ala posición que ocupa dentro del orden social, el privilegio de quesu concepción coincide con una visión universal.

“La clase revolucionaria aparece de antemano, ya por el solo hecho decontraponerse a una clase, no corno clase, sino como representante de to-da la sociedad, frente a la clase única, a la clase dominante. Y puedehacerlo así, porque en los comienzos su interés se armoniza realmente to-davía más con el interés común de todas las demás clases no dominantesy, bajo la opresión de las relaciones existentes, no ha podido desarrollarseaun como el interés específico de tma clase especiaJ”.1

PJ argumento que subyace a esta tesis es el siguiente: Se parte de la premisa deque “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes de cada época”.Posteriormente se agrega que las ideas dominantes, en tanto expresan la ideologiade una clase privilegiada, se mcuentmn comprometidas más en la tarea de legiti-mar la situación existente, que en la búsqueda de la verdad. De ahí, se concluyeque las ideas de las clases dominadas, en su lucha por trascender el rtatii quo, pue-den romper con la parcialidad de la ideología dominante y comprometerse en labúsqueda de la verdad. Este argumento se corona con la idea respecto a que laideologia del proletariado, al ser este una “clase universal” llamada a superar ladivisión de la sociedad, coincide con la ciencia. Esto lleva a Lukács, en su célebrelibro Hiktoríay w›irci'ena'a de film, a sostener: “Lo que diferencia decisivamente almarxismo de la ciencia burguesa no es la tesis de un predominio de los motivoseconómicos en la explicación de la historia, sino el punto de vista de la totali-dad”.2 De acuerdo con ello, el carácter crítico de la ideología del proletariado,lejos de ser un obstáculo que impide acceder a la objetividad cieritífica, es unacondición necesaria para alcanzarla. En cambio, la llamada “ciencia burguesa”, almantenerse ligada a los intereses conservadores de una clase particular, es, enrealidad, mera ideología.

Contra los intentos de fundar la teoría crítica en una “Verdad” o bien en una“perspectiva universal", capaz de abarcar la “totalidad” del orden social, MaxWeber advierte que la “objetividad” científica es, en todos los casos, tma cons-trucción del sujeto en la que intervienen sus valores; por lo cual, el coriocirnientonunca puede considerarse im simple “reflejo” 0 una copia “sin presupuestos” delos hechos. Weber parte de la tesis respecto a que la complejidad de la realidad nopuede ser agotada por una teoría particular (“...todo conocimiento de la realidadinfinita mediante el espíritu humano finito, está basado en la uícim premisa de quesólo un fragmento finito de dicha realidad puede constituir el objeto de la com-prensión científico. . De alii, que toda teoria científica presupone una seleccióny jerarquización de los hechos, la cual se realiza a partir de los valores del investi-

1 Marx y Engels. La idmløgús aluminio, México, Ediciones de Cultura Popular, 1974, p, 52,'Z G. Lukåcs. Hirløriaj m›im`ena'a ali' chic, Meidco, Gi-ijalbo. 1969. p. 29.

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gador. La “libertad valoraúva" no implica, como se ha señalado en diversas oca-sionesj una “neutralidad valorativa”, es decir, la posibilidad de colgar los valoresen el perchero para poder observar la realidad “tal-y-como-es", sino el tomar con-ciencia de que todo conocimiento se sustenta en una perspectiva particular.

"De ello resulta que todo conocimiento de la realidad cultural es siempreun conocimiento bajo unos puntos de vista específicamente particulares(...) Y si de continuo se expone la opinión de que tales puntos de vistapueden ser “deducidos de la materia misma', ello sólo se debe a la ingenuailusión del especialista, quien no se pere-ata que -desde un principio y envirtud de la ideas de valor con las que ha abordado inconscientemenne eltema_ de entre la inmensidad absoluta sólo ha destacado un fragmentoínfimo, precisamente aquel cuyo examen le importa".^*

De acuerdo con Weber, la “objetividad” propia de la ciencia, más que ser elresultado de una visión “neutral” de los hechos. es una consecuencia de someter-se a la exigencias de validez formal (corrección lógica) y de continua contraslaciónempírica. Precisamente, la tensión que existe entre los valores del científico y elirnperaúvo de objetividad indica que ninguna teoría puede considerarse funda-mentada en una certeza última que la inmunice contra los avatares y pluralidad delo real. La cientificidad no reside en la capacidad de ir almacenado “verdades”,que, al agruparse, nos acerquen a una supuesta “Verdad”, sino en los procedi-mientos que nos permiten corregir de manera constante nuestros conocimientos,para adaptarlos a las cambiantes circunstancias. La búsqueda de la “verdad” nodebe entenderse como una tarea que puede llegar a completarse en algun mo-mento dado; se trata de una idea regulativa, de la racionalidad científica, quesomete alas distintas teorías a la necesidad de estar permanentemente “abiertas”tanto a los hechos, como a las otras teorías que hablan de ellos.

Por otra parte, Weber también destaca que los valores, en los que se sustentauna teoría no pueden encontrar un fundamento en el saber empírico (“Creemosque una ciencia experimental nunca podrá tener por tarea el establecimiento denormas e ideales, con el fin de derivar de ellos unas recetas para la prax1s”). Entrelos valores existe una pem-iatientc lucha o tensión y el sujeto, ante este conflicto,se ve obligado siempre a tomar una decisión de manera explicita 0 implícita. Di-cha toma de partido no puede encontrar un apoyo en una verdad; por el contrario,

5 Sobre este te-ma ver: Luis F. Aguilar Villanueva. Wi-ber: La: iàa de dmria serial, Mé ¿ico_ Ponúa-UNAM, 1989 (en especial el capítulo "Hechos y valores" del volumen segundo). Asi mismo: Rainer Preivo Max' Weber; Wàxensøbqffipmgmmm, Frankfurt z. M. Suhrkamp, 1979, Y la recopilación dearticulos de Wagner y Zippriaii. Max Weber: W"¿sse›t:rbøj1ni|Ím, Frankfurt a. M. Suhrkamp, 1994.* M. Weber. “La objetividad del coxiocianiettto en las ciencias y la política sociales" (1904), en Laambn tødal: Ensgmr mdadoialgirax, Barcelona, Peninsula, 1934, pp. 152-153 "Por lo tanto el conoci-miento científico-culmrai tal como lo eiitetidetitos aqui, se halla ligado :i unas premisas `subjeI:ivas`en tanto que sólo se ocupa de aquellos elementos de la realidad que niucstrau alguna relación, pormuy indirecta que sea, con los procesos a los cuales conferimns un signjficado cultural”, p. 153.

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como hemos señalado, ella precede al proceso de conocimiento. Según la posturaweberiana, aparentemente, el carácter critico de una teoría sólo expresa una deci-sión del investigador, la cual carece de un sustento racional. Esta es, por lomenos, la interpretación que asumieron los representantes de la Escuela de Fran-kfurt como un reto al que era menester ofrecer una respuesta satisfactoria. Esdecir, su proyecto era mostrar, en contra de Weber y de todos los autores queellos agrupaban bajo el calificativo de “teoría tradicional", que la dimensión criti-ca de una teoría si puede encontrar un fundamento racional.

Los miembros de la Escuela dc Fraiilrfiirt coinciden con Weber respecto a quelos juicios críticos no pueden sustentarse en una “Verdad”, ni en el consenso deuna supuesta “clase universal” ("En las circunstancias actuales, la conciencia decualquier clase social puede volverse ideológicamente limitada y corrupta, auncuando por su situación ella este orientada hacia la verdad."). Lo que mantienendel marxismo es la idea de que la experiencia de la injusticia social y la necesidadde defender la particularidad Frente a una realidad liomogeneizante son condicio-nes necesarias para romper con las “apariencias” de una “totalidad” social basadaen el dominio. (“La teoría crítica (...) no posee otra instancia e.specít`ica que elinterés, ínsito en ella, por la supresión de la injusticia social”5).

El camino que toman para cumplir con su proyecto es cuestionar los presu-puestos teóricos que conducen a diferenciar la “Razón” de su interés critico. Paraello, ponen en tela de juicio los dos conceptos de “Razón”, que, según ellos, handominado la historia de las sociedades occidentales: a) La “Razón objetiva” y b) la“Razón subjetiva o formal". En la concepción de la llamada “Razón objetiva”,sistematizada en la filosofia de Platón, se parte del supuesto de que el ser se iden-tifica con un orden universal y necesario, es decir, se considera que la “razón esun principio inherente a la realidad",

“Tal visión afirmaba la existencia de la razón como fuerza contenida nosólo en la conciencia individual. sirio también en el mundo- objetivo (. . .)Tal concepto de la razon no excluía jamás ala tazón subjetiva, sino que laconsideraba una expresión limitada y parcial de ima racionalidad abarca-dora, vasta, de la cual se deducían criterios aplicables a todas las cosas y atodos los seres vivientes. El énfasis recaía más en los fines que en los me-dios. La ambición más alta de este modo de pensar consistía en conciliarel orden objetivo de lo *racional', tal como lo entendía con la filosofia, conla existencia humana, incluyendo el interés y la conservación (.._) En elfoco central de la teoria de la razón objetiva no se situaba la correspon-dencia entre conductii y meta. sino las nociones -por mitológ-¡cas quepuedan antojítseiios hoy- que trataban de la idea del bien supremo, del

5 Las citas de este y el anterior paréntesis provienen de: Max Horkheimer. Teoría Cn'!:`m, BuenosAires. Ainorrortu, 1074, p. 270.

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problema del designio humano y de la manera de cómo realizar las metassupremas”.°

Según este concepto de “Razón” es de la descripción verdadera del mundodonde pueden deducirse los principios que deben orientar a los hombres en lasacciones y alos que debe adecuarse el orden social (“La república platónica, elordo de Tomás y el de su antípoda Spinoza y el sistema de Hegel son algunosejemplos Famosos de tal concepción europea”). Según esto, la “verdad objetiva”-la descripción de ese orden (interpretado como orden cósmico, divino, natural,racional 0 histón`co)- es, al mismo tiempo el fundamento de la critica. Ello llevaa caer en el dogmalismo para el que sólo exisne una sola descripción verdadera dcla realidad, la cual permitiría además establecer una jerarquía universal de losvalores, que debe ser admitida por todo ser racional. En contra de la “Razón ob-jetiva” los representantes de la Escuela de Fmrikfiirt utilizaron los argumentostambién esgrimidos por Weber, esto es, el afirmar la imposibilidad de fundamen›tar los valores en los hechos y la existencia de un politeísmo conflictivo de losvalores, así como destacar la actividad que ejerce el sujeto en el proceso de cono-cimiento, lo que impide pensar que conocemos los hechos “tal-y-como-son”. Elcuestionamiento de esta modalidad de “Razón” puede verse también como unataque al dogmatismo marxista, pam el cual el carácter crítico de su teoría se basaen la supuesta ciencia de las "leyes objetivas” que determinan el devenir his túrico.

Sin embargo, el interés de estos autores se centra en el ataque contra la nociónde “Razón subjetiva”, ya que, para ellos este concepto de “Razón” es caracrerís ti-co del desarrollo de las sociedades modernas. En efecto, gran parte de laepistemología moderna (desde Nicolas de Cusa y su Dqgta I¿r›oram`a) parte delsupuesto de que no es posible acceder al conocimiento de la “quididad” o esenciade las cosas y que, por lo tanto, no se puede afirmar la existencia (0 inexistencia)de un “orden objetivo” que debe ser reflejado o copiado por el saber. El afirmarla presencia de un “orden trascendente” aparece, en el mejor de los casos, comoun creencia (como sucede en el caso de Hume) derivada de una necesidad prácti-ca, pero no como una verdad que debe ser admitida por todos. El principio querige en casi toda la epistemología y las ciencias modemas es que el sujeto sólopuede conocer en toda su amplitud aquello que el mismo produce (wmm etƒacfumtvnzmwrrtur). Ello implica una radical transformación de la idea de “Razón”, estadeja de ser considerada como el atributo de un “orden objetivo”, para convertirseen el conjunto de principios inherentes a la subjetividad y que son utilizados co-mo elementos que pemiiten a los individuos imponer un orden en la multiplicidadcaótica de los datos sensibles. En otras palabras, la “Razón” se convierte en unatributo esencial de la subjetividad que define al sujeto como tal

Ó Max Hotkheimcr. Cn'h`ra de la mfix ia-rtrummta¿ Buenos Aires, Sur, 1973, pp. 16-17. Ver ademásde Hoxkheimer. “Sobre el concepto de la Razón", en Adorno y Horkheimer. Snriøltíšàiø, Madrid.Taurus. 1979.

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“I-lay una diferencia Fundamental entre esta teoría, conforme a la cual.larazón es un principio inherente a la realidad, y la enseñanza que nos diceque es una capacidad subjetiva del intelecto. Según esta última, única-mente el sujeto puede poseer razón en un sentido genuino; cuandodecimos que una institución 0 alguna otra realidad es racional, usualmentequeremos dar a entender que los hombres la han aplicado en su caso, demanera más o menos técnica, su facultad calculadora. En última instanciala razón subjetiva resulta ser la capacidad de calcular probabilidades y deadecuar así los medios correctos a un fin dado (...) No existe ningunameta racional en si, y no tiene sentido entonces discutir la superioridad deuna meta frente a otras con referencia a la razón. Desde el punto de parti-da subjetivo, semejante discusión sólo es posible cuando ambas metas seven puestas al servicio de otra tercera y superior, vale decir, cuando sonmedios y no fnes”.7

Uno de los ejemplos más claros de esta “Razón subjetiva” se encuentra en lateoría de Thomas Hobbes, donde se afirrna: “Pues la razón, en este sentido, no essino cálculo (esto es, adición y sustracción) de las consecuencia de nombres ge-nerales convenidos”, La “Razón subjetiva” hace abstracción de la dimensióncualitativa de los objetos para reducirlos a su aspecto cuantitativo y, de esta mane-ra, poder homogenizarlos al interior de un sistema, en donde cada cosa es idénticaa las otras, porque ninguna es idéntica a si misma. El conocimiento de esta moda-lidad de racionalismo se expresa como una relación de dominio del aparatoconceptual sobre los objetos. “La Ilustración se comporta respecto a las cosascomo d dictador respecto a los hombres. Los conoce en la medida en que puedamanipularlos. El hombre de ciencia conoce las cosas en la medida en que puedahaccrlas”.å

La “Razón subjetiva” aparece como una instancia crítica, enfrentada no sólo alos prejuicios y supersticiones tradicionales, sino también a las supuestas“verdades” de la “Razón objetiva”. Sin embargo, y esta es la tesis central deAdorno y Horkhetmer en su Dr`a/¿etica de fa Ilurtmnön, la propia “Razón subjetiva”se convierte en un nuevo mito en el que se sustenta una modalidad inédita dedominación. Este tipo de racionalidad promete alos hombres liberados de lasataduras y miedos tradicionales, mediante la dominación de la “naturaleza”, perose hace a un lado el hecho que los hombres son parte de esa “naturaleza” y que laconsigna “conocer para dominar” se convierte en un impulso que refuerza laasimelxía de las relaciones sociales de poder (“La historia de los esfuerzos del

7 M, Hockheimer. 1973, pp. 17-la. "Con el perfeccionamiento de Lmâ lógica propia, con la inde-pendiznción del sujeto y su distaricinntiertln del mundo como inem material, surge, encontradicción con aquella razón comprehensiva, igualmente apropiada al objeto que al sujeto, laratio formal, desvinculada, cierta de si misma; ésta se resiste a la mezcla con i-J ser y lo remitecomo mera naturaleza, a una región propia, a la que ella misma no estaría sometida", 1979, p. 201.5 Hurkheinxery Adorno. Drltlrlmíš d¢r.41¶2t/ånmg, Amsterdam, Emigrant, 1955, p. 37.

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hombre destinados a subyugar la naturaleza es también la historia del sojuzga-miento del hombre por el hombre”). El fenómeno que conduce a latransformación de la “Razón” que combate a los monstruos en un monstruo más,es el de renunciar a la definición racional de los tines. En su lucha contra losdogmas disfrazados de “verdades objetivas”, la “Razón subjetiva” pone en tela deiuicio la universalidad de los distintos fines y se autolimita a la tarea de establecerlos medios más adecuados para acceder a un fin dado, de esta manera, deviene en“Razón Instrumental" (lo que Weber denominó Zweckrationalirar). El enormedesarrollo de la dimensión formal y técnica de la racionalidad se ve acompañado,de manera implícita, por asumir que la delimitación de los fines es resultado deelementos "irracionales". Se reconoce una multiplicidad de fines, que correspon-den a la pluralidad humana, pero se considera que ellos son el resultado de“intereses” 0 “pasiones” extraracionales y “eirtrasociales”; al mismo tiempo, seafirma que los diversos Fines sólo tienen en común el responder a una “voluntadde poder” o “afán de dominio” generalizado. por lo cual, el proceso de elecciónde uno de esos fines se ve únicamente como consecuencia de una lucha que tras-ciende la normatividad de la razón. ("En la misma medida en que se han vueltosuules los cálculos del hombre respecto a los medios, se volvió también torpe suelección de fines, elección que en otro tiempo guardaba relación recíproca con lafe en la verdad objetiva. . .").

Una “Razón” que ha renunciado a determinar los fines, para centrarse en ladeterminación de los medios más eficaces se toma un “Razón Instnimenml” y,donde ella establece su férreo dominio todo es susceptible de convertirse eo unsimple medio en la lucha de poder entre voluntades "irracionales". Bajo la acciónde la “Razón Instrumental” se da un proceso de “desencantamiento del mundo”,pero esto, lejos de conducir ala liberación humana, al vencerse los viejos mitos,produce una nueva “iaula de hierro”, en donde los individuos se ven obligados a”enajenarse", con el objetivo de amoldarse al aparato técnico en cuerpo y alma. Silas viejas manías requerían el uso de verdugos y mazmor-ras para sustentar sucontrol sobre los hombres; ahora, las nuevas formas de dominio recurren a losmedios de comunicación masiva para someter las mentes y, en caso de que ladisidencia persista, se busca extinguirla espiritualmente en la “tranquilidad” de lasclínicas psiquiátricas.

“Ésta cs la forma más pura de servidumbre: existir como instrumento,como cosa. Y este modo de existencia no se anula si la cosa es animada yelige su alimento material e intelectual, si no siente su 'ser cosa', si es unacosa bonita, limpia, móvil. A la inversa, confom1e la reificación tiende ahacerse tocilirana gracias a su forma tecnológica, los mismos organizado-res y administradores se hacen cada vez más dependientes de lamaquinaria que organizan y administran. Y esta dependencia mutua ya noes la relación dialéctica entre señor y siervo, que ha sido rota en la lucha

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por el reconocimiento mutuo, sino más bien un circulo vicioso que encie-rra tanto al señor como al escIavo".°

II

El gran problema que subyace a la crítica de la sociedad industrial que realizanlos representantes de la antigua Escuela de Frankfurt es que en ella no se define elcriterio en el que se sustenta o, para ser más precisos se plantearon diversos can-didatos (_la “mimesis”, es decir, tm principio de reconciliación entre sujeto yobjeto, los instintos reprimidos por la cultura técnica, la idea de un “sujeto cons-tituyente de sentido”, etc., incluso se llegó a pensar en un nuevo tipo de “sujetosrevolucionados”, esto es, grupos marginados por las sociedades capitalistas comoson las minorías étnicas, homosexuales, estudiantes, etc), pero sin mucho éxito.La dificultad estriba en que no se establecía con claridad la relación entre el ftm-damento de la crítica y las exigencias de la razón. En este punto alguien puedepreguntar: ¿Por qué ello implica un problema? ¿Por qué se requiere la definiciónde un criterio racional para sustentar la crítica? ¿No es suficiente con saber queesa crítica es una expresión de un grupo que vive la represión y el dominio?

A diferencia de los críticos más recientes de las sociedades modemas, aquellosque les gusta usar el prefijo “post”, los representantes de la Escuela de Frankfurteran conscientes que renunciar a las pretensiones de racionalidad de la teoría críti-ca era caer en callejón sin salida. Ello se debe:

1) Asumir que las pasiones e intereses, así como la dimensión expresiva de laacción humana, reprimidos por el sistema de dominación reinante, son elementos“irracionales” es aceptar, de manera explícita o implícita, una de las concepcionesestrechas de la "Razón" que se ha criticado. El mismo Hegel en su dialéctica de laFe y la Ilustración, desarrollada en la Fenamenolqgzb del e±;Dz'n`tu, había observado queuna noción de “Razón” que busca estnblecer una identidad fija, mediante la ex-clusión de ciertos fenómenos humanos (como por ejemplo la religión o el arte),representa un síntoma inequivoco de una voluntad de dominio, que nada tieneque ver con las aspiraciones de libertad. Lo que debe demostrar una teoría críticaes la presencia de las distintas racionalidades que imperan en las diferentes activi-dades humanas (“la razón en sus múltiples voces", como dirá mas tardeHabermas); con lo que debe desecharse cualquier identificación de la “Razón”con una sola de ellas. Para los miembros de la Teoría Crítica era claro que igualar“Razón” con actividad cientítìca-técnica era una manifestación de una estrechavisión del mundo.

2) Como ellos advirtieron, dedicarse a exaltar una subjetividad ajena a las exi-gencias de la racionalidad, no es de ningún modo cuestionar la forma de dominio

9 H. Marcuse. El bomba flnüìøemiønøí, México, Origen-Planeta, 1985, p. 63.

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propia de las sociedades rnoclemas, sino un complemento de ella. Su tesis no eraque la particularidad eta un elemento extemo a la “Razón”, sino que cada parti-cularidad tiene sus razones, las cuales no pueden ser oídas por una racionalidadlimitada a su dimensión instrumental.

3) Una crítica de la sociedad que renuncie a la racionalidad y se presente úni-camente como expresión de algo reprimido, lejos de cuestionar la lógica que rigela lucha por el dominio es parte de ella, ya que no puede romper con la tendenciade agrupar de maneta rígida alos individuos en “amigos y enemigos”. El tipo decrítica que se autosirúa en el ámbito extemo a la racionalidad es incapaz de distin-guir entre las diferentes formas de organización del poder; para ella lo esencial esquien domina y quien obedece. En otras palabras, para esta modalidad de críticano se trata de acceder a un control de las asimetrías en las relaciones humanas,sino de derribar a los que ocupan los lugares privilegiados, para situar en ellos asus defensores. En la historia encontramos con mucha frecuencia que grupossubordinados identifican, en su lucha contra el :rara quo, sus intereses con unavalidez universal; por eso, cuando adquieren un poder mayor, se dedican a elimi-nar a todos aquellos que no se idenúfican con ellos. No es extraño, por tanto, queuna gran cantidad de luchas que se emprenden bajo el ideal de la fratemidad uni-versal terminen en un baño de saiigre.

4) Si bien ellos reconocían que gran parte de la historia del “Yo” y el “sí-mismo" es una historia de represión, al mismo tiempo sabían que la racionalidades una condición indispensable del sujeto que se constituye en su resistenciafrente a las domiiiaciones establecidas. El objetivo era rechazar la noción sustan-cialista y esencialista de suiero (lo que en otro contexto se denominó“humanismo") para dar lugar a una concepción ampliada, capaz de conceptualizatla pluralidad humana.

Por otra parte, para los miembros de la Escuela de Frankfurt era claro que lade tinición de un criterio normativo no presupone diseñar una utopía, ni asegurarla posibilidad de realizar un orden social transparente, libre de conflictos, sino daruna base firme al cuestionarniento de los sinsentidos que se viven en el presente.

“La Teoría Crítica, que se niega a emitir un juicio determinado sobre loAbsoluto o a representado siquiera, está sin embargo constantemente de-tennlrrada por el anhelo de ese Absoluto. Con el pensamiento puesto enun 'algo más', designa la sociedad en que vivimos como “lo malo existente'(das schlechte Bestahende). Representar positivamente lo Absoluto, seríasin embargo, y en un sentido último, una especie de idolatría”.1°

El objetivo de la búsqueda de un criterio normativo es hacer patente que de-trás de la afirmación existe “algo más” que “lo malo existente" tiene un

1° M. Horkheimer. “Conversación sobre Adorno”, en 'lim-ri: rwíníra, Barcelona, Barral, 1971, PP. 222-2.23.

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fundamento racional, que trasciende el mero .anhelo y apreciación subjetivos." Sinembargo, esta búsqueda no log-ra alcanzar su meta debido en graii parte a que,como señala Albrecht Wellmer, estos teóricos conservan los viejos presupuestosde la tradición filosófica dominante (en especial, lo que podríamos llamar el olvi-do de la dimensión comunicativa 0 pragrnatica de la razón), lo cual lesimposibilita desarrollar una concepción ampliada de la racionalidad.

“La crítica de la razón basada en la lógica de la identidad acaba en unaaporía, porque vuelve a repetir ese “olvido del lenguaje” del racionalismoeuropeo que en cierto sentido ya critica ella misma. La crítica de la razóndiscursiva como razón ímtnimenral sigue siendo en Adomo y Horkheimersecretamente psicológica, esto es, pensada en términos intencionales, y poreso se nutre aun calladamente del modelo de un sujeto “constituyente desentido” que se enfrenta, en su singularidad trascendental a un mundo deobjetos”.11

Desde este punto de vista, una de las contribuciones más irnportarrres, en la ta-rea de establecer el criterio normativo de una teoría crítica, se encuentra en lateoría de Hannah Arendt, debido a que en ella se cuestiona la prioridad del mo-delo “sujeto-objeto” en la que se sustentaba la concepción tradicional de laracionalidad. El proyecto teórico de Arendt parte del propósito de localizar los“orígenes” de los sistemas totalitarios del siglo XX, los cuales hicieron del “mal”un fenómeno "banal”, es decir, cotidiano, basado en la “lógica” de su principio deorganización social. Para ella no sólo se trata de describir las causas de un fenó-meno histórico, sirio también de encontrar nuevos principios racionales que nospermitan criticarlo, ya que la presencia del propio totalitarismo ha roto las viejasconvicciones morales. En este sentido, el totalitarismo no puede considerarse unhecho aislado, sino que representa una consecuencia extrema de las tendenciasligadas a la manera en que se han desarrollado los procesos de modemización, endonde la dimensión normaiivzi ha sido “desprestigiarla” en aim del avance de unaracionalidad instrumental. Desde el punto de vista del totzilitarismo la legiiímacióndel poder ya no tiene nada que ver con la tradicional distinción entre “bien ymal”, sino exclusivamente con las capacidades técnicas que hace posible el desen-volvimiento de supuestas “leyes” naturales o históricas.

“La culpa y la inocencia se convierten en nociones sin sentido; 'culpable'es quien se alza en el camino del proceso natural o histórico que ha for-mulado ya un juicio sobre 'las razas inferior-es*, sobre los 'individuosincapaces de vivir', sobre las 'clases moribundas y los pueblos decadentes',El terror ejecuta estos juicios, y ante su tribunal todos los implicados sonsubjedvarnente inocentes; los asesinados porque nada hicieron contra elsistema, y los asesinos porque realmente no asesinan, sino que ejecutan

U Albrecht Wellrner. Zur Dialrkbilr wn Madmu and Portmadrme, Frankfurt a. M. Suhrkamp, 1985, p.77.

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Los Passuvuesros De UNA “Teosia Gio'-rtm" 287

una sentencia de muerte pronunciada por algún tribunal superior. Losmismos dominadores no afirman ser justos o sabios, sino sólo que e¡ecu-tan leyes históricas o naturales; no aplican leyes, sino que eiecutan unmovimiento conforme a su ley inherente. El terror es legalidad si la ley esla ley del movimiento de alguna fuerza suptanatural, la Naturaleza o laI-Iistona”.12

Se trata, por tanto, no sólo de narrar la historia del ascenso del totalitarismo,sino de luchar contra su ideología, la cual tiene sus raíces en la autocomprensiónde las sociedades modemas. De acuerdo con Arendt, aquello que comparten lossistemas totalitarios con las otras formas de organización del poder estatal, pro-pias de la modernidad, es considerar la actividad política corno una labormerarnente técnica, en la que esta en juego la determinación de los medios maseficaces para alcanzar tines dados, los que, a su vez, se consideran rleñnidos por“intereses” e “identidades” externos a la dinámica social. En contra de esta visiónde la política, que tiene en Hobbes uno de sus primeros sistematizadores, Arendtafirma que la política se detìne por la actividad pública de establecer los finescolectivos y las identidades tanto de los individuos como de los grupos. El c:1rác~ter contingente del mundo humano, es decir, el hecho de que este puede adquirirdiferentes formas y contenidos, implica que la acción humana, a diferencia de lamera conducta animal, tiene que empezar por deterrninat los fines que hacenposible la coordinación de los hombres; es ello lo que hace de estos “animalespolíticos”.

Con independencia de las dificultades que encierra la propuesta teórica deArendt, lo relevante para nuestra argumentación cs que en ella se destaca, despuésde un largu olvido, la importancia de la dimentzkín interrubjetiva, constituida por lasreglas que, al ofrecer un “sentido”, orientan las acciones humanas. Estas reglas,aunque son convencionales y, por tanto contingentes, no son arbitrarias, esto es,no dependen de la voluntad de los individuos aislados, ya que son el resultado deuna “f`on'na de vida" que trasciende los deseos y los intereses particulares. Laconvicción “republicana” y “aristotélica" de Arendt no le resta importancia alindividualismo propio de las sociedades modemas; sin embargo, muestra. encontra de las teorías del “individualismo posesivo”, que la libertad del individuono es un don o atributo “natural” (“presocial"), sino el resultado de una fomia desocialización surgida de una manera peculiar de organización de la dimensiónintersubjetiva, en la que se reconoce su contingencia y, gracias a ello, la pluralidadhumana.

Precisamente, lo que tienen en común los sistemas totalitafios y las viejas tita-nías es la destruccióti de la esfera pública, entendida como espacio de aparición yencuentro de los hombres en la tarea de definir los fines colectivos, en nombre de

*1 Hannah Arendt. bn origenes dr/ tnlalxlønlt/r/o_ Madrid, Alianza 1987, pp. (188-689.

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238 ENRIQUE Sriuumo G.

una supuesta “Verdad” que debe ser reconocida por todos. Lo novedoso del tota-litarismo radica en su capacidad de infiltratse en la esfera privada, con el objetivode controlar Ia subjetividad; asi como el medio que utiliza para ello, esto es, las“ideologías”, las que, con un disfraz de “científicas”, pretenden definir los fuiescolectivos, con independencia de la pluralidad y confrontación de opiniones. Elsueño de la ideología au toritana es transformar la politica en una actividad técnicaencargada de administrar los asuntos humanos, sin la interferencia de la subjetivi-dad.

El redescubrimiento de la dimensión intersubjetiva lleva implícita una nuevaidea de la “objetividad”, Lo “objetivo” no puede considerarse ahora como unsimple reflejo de la realidad “tal-como-es”, sino que nos remite al sistema de re-glas que hacen posible la relación “sujeto-sujeto” (emisor-receptor] en la dinámicadel orden social. De esta manera, se indica que la posibilidad de acceder a la no-ción ampliada de racionalidad, capaz de incorporar el interés crítico de las teorias,se encuentra en el rescate de la dimensión comunicativa (esto es a lo que se hadenominado en la tradición de la filosofia de lenguaje el “giro ptagmático”j_ Ensu libro La rada def elpírz`.tu, Atendt se propone rescatar esa dimensión comunicati-va-pública de la razón, mediante la sustitución del paradigma epistémico que sebasa en la relación “sujeto-objeto”, por el paradigma herrneneúticou del inter-cambio e interpretación de opiniones entre sujetos. Sin embargo, en su últimotrabajo Arendt no puede llevar al cabo con éxito su proyecto, no sólo porque sumuerte prematura le impide Seguir adelante, sino, especialmente, porque desde elprincipio cae en la misma falta que los primeros representantes de la Escuela deFrankfurt, esto es, en el “olvido del lenguaje”.

III

Habermas se propone superar el “déficit” respecto a. la definición del criterionormativo de la teoría critica., mediante el desarrollo de una concepción ampliadade la racionalidad. Su contribución a esta tarea es acudir al aparato conceptualdesarrollado por la filosofia. del lenguaje, en especial de la tradición del llamado“lenguaje natural", de la que forman parte el “segundo” Wirtgenstein, Ryle, Aus-tin y Searle. La tesis de la que parte es que la racionalidad tiene que entendersecomo una disposición de los sujetos capaces de actuar y comtmicarse, que semanifiesta canto en el comportamiento, como en la manera en que este se justifi-ca. En primer lugar, Habermas destaca que :1 través del lenguaje los individuospueden realizar distintos tipos de acciones, las que pueden clasificarse en trestipos de funciones generales: A) La función expresiva, cuando el emisor busca

13 Es evidente que el proyecto teórico de Hannah Areudt es, en gran parte, deudor de las aporta-ciones realizadas por la filosofía dr Heidegger, en donde se busca revelomr la “comprensión”como cl fenómeno ot:igi.|1a.n'o del “ser-en-el-mntmdo”.

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Los Pnrsutfuesms DE una “'I`noxi.›\ CRITICA" 289

manifestar un estado subjetivo; B) la función apelativa, cuando el emisor buscacoordinar sus acciones con el receptor y C) la función descriptiva, cuando el emi-sor habla sobre objetos y estados de cosas. Evidentemente se trata de unadistinción analítica, ya que en la mayoria de los procesos comunicativos estasFunciones se encuentran entrelazadas. Sin embargo, en los distintos “juegos lin-güísticos” recae el acento en una de ellas. Por ejemplo, mientras en la ciencia loesencial se encuentra en la función descriptiva, en la moral o el derecho lo básicoes la función apelativa; en cambio, en la poesía o en el arte en general, lo impor-tante reside en la función expresiva.

A cada una de estas funciones generales le corresponde respectivamente 11-espretensiones de validez: A) La sinceridad, B) la corrección moral y C) la verdad.En ellas se condensan las diferencias de los distintos juegos del lenguaje respectoa sus Objetivos y maneras en que pueden ser criricatlos. Tomemos el caso dellenguaje moral; el hecho de que él se define por su función apelativa, indica que elaspecto central de su crítica no se enaientra en su “verdad”, es decir, en su co-rrespondencia a un “estado de cosas" objetivo, sino en su “corrección”, dada porsu adecuación a las reglas sociales que hacen posible integrar las acciones. Porotra parte, a pesar de las diferencias que existen entre las pretensiones de validez,ellas comparten la pretensión de entendimiento. entendida como una pretensiónde validez general que siempre se encuentra presente, con independencia de laforma en que se utilice el lenguaje. (f“el entendimiento es un telos interno al len-guaje" -esta tesis constituye el núcleo normativo de la teoría de la accióncomunicariva_) .

“Entenderse es un proceso de obtención de un acuerdo entre sujetos lin-güística e mteractivarneitte competentes (. ..) Los procesos deentendimiento tienen como meta un acuerdo que satisfaga las condicionesde un asentzuniento motivado, al contenido de una emisión. Un acuerdoalcanzado comunicativamente tiene que tener una base racional', es decir,no puede venir impuesto por ninguna de las partes, ya sea instrumental-mente, mctced a una intervención directa en la situación de acción, ya seaestratégicamente, por medio de un influjo calculado sobre las decisionesde un oponente (_ _ .) Pero sólo podemos explicar el concepto de entendi-miento si somos capaces de precisar qué significa emplear acciones conintención comunicativa. La; mrmyatoƒ de hab/ur_y mlenderre re interpretan el unaaf orra”.1'*

1" Habennas. 'llfrmia de la acridn mmunira/im, Madrid, Taurus, 1987, pp. 368-369. (El subrayado esmío -E.S,) “La idea teórica fiindamerttal de una ética de la comunicfltión es la de “discurso univei-›sal, el “ideal formal de un ententlinxiento lingüístico." Y como esta idea de un entendiniientoracionalmente motivado está ya contenida en la estructura misma del lenguaje, no se trata de unasimple exigencia de la razón práctica, sino de algo ya inserto en la reproducción de la vida social.”P. l38.

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29u ENRIQUE Samu-mo G.

Para explicar el concepto de entendimiento se requiere una trans formación ra-dical de los presupuestos que sustentaron durante mucho tiempo la teoría de lacomunicación Tradicionalmente se consideró que el entendimiento entre el emi-sor y el receptor se alcanzaba mediante una descripción verdadera de los hechosrealizada por el primero. El receptor, según esto, comprendía el mensaje porquepodia remitirse alos mismos hechos referidos por el emisor. De esta manera, seprivilegiaba la Función descriptiva, y su pretensión de “verdad”, en detrimento delas otras funciones del lenguaje; perdiéndose de vista, además, la dimensión inter»subjetiva. Se asumía que la relación básica tanto en el proceso de conocimiento,como en el comunicativo eta la relación “sujeto-objeto", pues, desde esta pers~pectiva, ella era vista como la única vía para establecer un vínculo entre lossujetos.

El problema de esta concepción del lenguaje y la comunicación, muy cercana ala intuición espontánea o cotidiana que se tiene de estos fenómenos, es que susexplicaciones funcionan mientras pensamos en casos del lenguaje descriptivo;pero, en el momento que centramos nuestra atención en el lenguaje normativo,surgn las dificultades. Términos como “bueno”, “malo”, “justo”, “correcto” notiene un referente empírico, en el mismo sentido que las nociones rlescriptivas.Ello conduce al siguiente dilema: O bien se postula la existencia de un ordentrascendente, como sostén del lenguaje normativo, al cual se tendría un accesopor alguna forma de conocimiento no empírica, o bien se afirma que los términosnormativos sólo expresan sentimientos y convicciones subjetivas de los hombres,dicho desde la perspectiva juridica, 0 se postula la existencia de un “derecho natu-ral” (cualquiera que sea su interpretación) o se reduce la validez del derecho alpoder de aquellos que lo sustentan (como sucede en el "positivismo-decisionista").

La revalorización de la intersubjetividad pone de maniñesto que el entendi-miento entre el emisor y el receptor en un proceso comunicativo no puedereducirse a la pretensión de verdad, propia del lenguaje descriptivo Por ejemplo,cuando el emisor realiza una promesa, la compresión del receptor de ese acto delhabla no depende de una verdad, sino del Conocimiento, adquirido en el procesode socialización, de las reglas que define la institución de la promesa. A través deesta vía se rompe con el dilema en el que estaba encerrado el terna de la jus tiflca-ción de los lenguajes normativos; ya no Se 11-ata de elegir entre apelar a una“verdad” trascendente o limitarse a la decisión arbitraria de los individuos [lo quenegada la posibilidad de justificar de manera racional al lenguaje norma tivo y conello la crítica social). De acuerdo con esta línea de argumentación, el Fundamentoracional de la dimensión normativa, en la que se apoya el carácter crítico de unateoría social, se encuentra en las reglas y normas sociales que comparten el emisory el receptor, las cuales hacen posible que coordinen sus acciones como un proce-so comunicativo. La objeción clásica a esta tesis es que esas normas y reglas sonconvencionales, ya que en los distintos contextos histórico sociales adquieren

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Los Parsurutastos oe UNA "TEORIA Carnes" 291

diferentes contenidos ; por tanto, consideradas el apoyo ala crítica sería caer en u.nrelativismo o, en el peor de los casos, en una posición conservadora que identificalo válido racionalmente con lo vigente en una sociedad particular.

La respuesta de I-Iabermas a esta objeción es que a pesar de la diversidad decontenidos que adquiere la dimensión normativa en las sociedades, en todas ellasexisten una serie de presupuestos contrafácticos, que se condensan en el recono-cimiento recíproco de los sujetos como “personas”, esto es, como individuos quetiene el derecho a tener los mismos derechos que el resto de los participantes. Latesis consiste en mantener que en el proceso comunicativo el entendimiento, enun sentido débil (comprender el significado del mensaje), implica, en todos loscasos la exigencia de buscar un entendimiento, en sentido fuerte (un acuerdosobre la validez del mensaje), y, para ello, el que cada uno de los participantesasuma la igualdad de derechos representa una condición necesaria.. Esto no quieredecir que en los múltiples procesos de comunicación concretos, dentro de con-textos sociales particulares, pueda o tenga que llegarse a un entendimiento ensentido fuerte, pero la anticipación de un acuerdo o la exigencia de un acuerdorepresenta un principio normativo que detemiina el caracter racional de la inte-gración comunicativa (“l_os procesos de entendimiento tienen como meta unacuerdo que satisfaga las condiciones de un asentimicnto, racionalmente motiva-do, al contenido de una em1sión")_

Para comprender el sentido de esta tesis es menester adentmse, aunque sea demanera muy breve, en la teoría de los actos del habla propuesta por Austin ySearle. De acuerdo con esta, la unidad básica del proceso comunicativo no es unaproposición aislada, sino un acto del habla, en donde un sujeto particular, al inte-rior de un contexto social concreto (en donde está presenta un “saber atemático"compartido por los individuos al que se ha denominado “mundo-de-la vida"),utiliza esa proposición para comunicarse con otro sujeto. Cada acto del habla(hdp) se encuentra constituido por un elemento “bcm'onan`a” (p), formado por elcontenido proposicional y una fuerza “¿bcu¢z`ør;m`a" (M), que indica el modo o lamaneta en que se utiliza ese contenido proposicional. Por ejemplo, el contenidoproposicional “juan fuma” puede usarse de diferentes maneras; puede servir paradescribir un hecho, para mandar, para expresar un asombro, para interrogar, etc.,es la fuerza ilocucionaria la que define este uso (en el lenguaje escrito esta fuerzailocucionaria se manifiesta por los signos: ¡_l, ¿--F, “-”, 0 por la ausencia deestos signos _en el caso del uso descn`ptivo_-, mientras que en el lenguaje oralla fuerza ¡locucionaria se expresa por el tono, el énfasis, el contexto, etr:.).

l-Iabermas sostiene que .1 la fiierza ilocucionaria, en tanto ella define la maneraque se utiliza el contenido proposicional, le es inherente una de las pretensionesde validez que hemos mencionado. Desde la perspectiva del oyente o receptor elacto del habla tiene un efecto “pcrlocucionai-io”, representado por su reacciónante esa pretensión de validez entablada en el acto del habla. Con independenciadel carácter concreto de esa reacción, podemos decir que el receptor puede acep-

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292 ENRIQUE Sniuumo G.

tar o rechazar esa pretensión de validez. Cuando la acepta el proceso comunicad-vo continua sin mayores problemas, pero si la rechaza se abre tres alternativas: a)dar por terminado el proceso comunicativo con el fracaso respecto a la meta deacceder a tm entendimiento, b) mantener el vinculo a través de la coacción, enalguna de sus múltiples formas, 0 c) buscar apoyar la pretensión de validez, me-diante un proceso de argumentación denominado "discurso". Es esta últimaalternativa la que define la intención comunicativa de la racionalidad. “A estaclase de interacciones, en que todos los participantes arrnonizan entre sí sus pla-nes individuales de acción y persiguen, por ende, sin reserva alguna sus tinesilocucionarios, es ala que se llama acción comunicativa”.

“Con los actos del habla se entablan pretensiones de validez susceptiblesde crítica, que tienen por meca un reconocimiento intersubje tivo. La ofertaque un acto del habla comporta cobra la capacidad de establecer vínculosporque el hablante al entablar una pretensión de validez garantiza también,y de forma digna de crédito, que en caso necesa.rio podrá desempeñartambién dicha pretensión con la clase correcta de razones. La acción co-municativa se distingue, pues, de la acción estratégica en el respecto deque el buen suceso en la coordinación de la acción no se basa en la racio-nalidad con respecto a fines de los distintos planes de acción individuales,sino en la ñierza racionalmente motivadora que tienen las operaciones deentendimiento, en una racionalidad, por tanto, que se manifiesta en lascondiciones a que está sujeto un acuerdo comunicativarnerite alcanza-do”.15

Es evidente que la mayoría de las acciones sociales concretas no cumplen conlos requisitos que se establecen en la teoría de la acción comunicativa. Esto hadado lugar a que numerosos "críticos" superficiales acusen a Habermas de caeren un utopismo aleiado por completo de la dinámica real de la sociedades. Di-chos cuestionamientos a la propuesta habermasiana se bzman en un malentendidoque surge de mantener los presupuestos tiadicionales de que una “teoría crítica”debia basarse en una "Verdad" (en "leyes históncas”, en un “orden natural”, en“modelos universales y necesarios”) de la que debia deducirse una forma de orga-nización social racional, capaz de ser aceptada como válida por todo sujetoracional posible, capaz de superar los conflictos. Sin embargo, la noción de TeoríaCrítica que maneja I-Iaberrnas es distinta a esta tradición utópica, tan extendida.Su propósito no es diseñar una orden social “transparente”, al que deben ajustarsetodas las sociedades, ni proponer una forma de vida concreta con validez univer-sal; se trata, por el contrario, de esmblecer u.na serie de principios de justicia que

15 _]. Habennas. "Acciones, actos de habla, interacciones lingíiísticzrncntc mediados y mundo de lavida”, en Penrøsínrlo pwtwrløflsúv, Madrid, Taurus, 1990, p. 74. Este trabajo junto con el articulo“Cfitica de la teoria del sig1:|ificadc|",contcnido en el mismo trabajo, Mí como los dos "Interlud.i0s”de la Tmrín' de lia ariídn mmunímäm representan el núcleo de la Lcotia habeiïnasiataa en el que seencuenta definido su propuesta de Tcona Crítica.

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Los Pw.esur~ui.=.si'os De una "Item Cslrrca” 293

sirvan, no para suprimir el conflicto, sino para someterlo a una serie de restriccio-nes que garanticen la integridad fisica y moral de aquellos que participan en él. Setrata, como ha señalado Wellmer, de enfrentarse. a los “sinsentidos” y modalida-des de dominación que se experirncntan en el presente jr no de realizar, en unFuturo, un supuesto “Sentido” pleno.

“No hay nada que me ponga más nervioso que esa suposición, reiteradaen tantas versiones y en los más sospechosos contextos, de que la teoríade la acción comunicativa, al llamar la atención sobre la facticidad socialde las pretensiones de validez reconocidas como tales, proyecta o al me-nos sugiere una utopía racionalista de la sociedad (...) 'ninguna sociedadhistórica coincide con la forrna de vida que anticipamos en el concepto de

$9) louna situación ideal dc habla _

Gran parte de las acciones sociales no cumplen con las exigencias del uso co-municativo del lenguaje porque este tiene un enorme costo, el cual impedir-ía, siquiere aplicarse en todas las ocasiones, que la sociedad pudieran funcionar demanera eficiente y flexible para responder a las diversas necesidades que enfrenta.Las sociedades tienen que acudir a mecanismos de integración de las acciones queno se basan en un uso comunicativo de las acciones, tal es el caso de la legitima-ción religiosa de las normas en las sociedades tradicionales 0 los sistemassustentados en una constelación de intereses, ejemplificados de manera paradig-måtica por el mercado, en las complejas sociedades rnodemas. lo que tienen encomún estos mecanismos no comunicativos de integración de la sociedad es elreducir el uso del lenguaje a un mero medio de transmisión de informaciones, conel objetivo de evitar la aparición del disenso. La meta es suprimir, en la medida delo posible la opción que tiene el rcccptor en los actos del habla de rechazar supretensión de validez, con el objetivo de mantener el vínculo socia] y, de estamanera, la unidad del orden social. lìllo significa que en estos mecanismos deintegración se ejerce una coacción sobre los sujetos.

l-Iabermas, a diferencia de los viejos utópicos, asume que todo orden socialtiene que utilizar un cierto grado de coacción para mantenerse. La clave se en-cuentra en que existen diversas formas y grados de ejercicio de coacción, asícomo distintas modalidades de enfrentar el inevitable disenso. La teoría de laacción comunicativa no propone la posibilidad de alcanzar una sociedad sin coac-ción y conflictos, sino en establecer una serie de principios racionales quepermitan generar instituciones que permitan limitar la coacción y los conflictos,así como el control de las asimetrías en las relaciones sociales, con el objetivo degarantizar un alto grado de libertad a los miembros de la sociedad. El ejemplo delo que estamos diciendo se encuentra en la comprensión moderna, procedimental,

10 Haberruas. “Réplica a objeciones", en Teoría ii la arrídn rømunimriiia: wmplemmƒw) emmïør premiar,Madrid, Cátedra, 1989, pp. 419-451. En la última parte del texto Habermas cita su trabajo queaparece en Them; der Cerelfsrbu/1 oder _\'aï-ialltrrlznolrgjgrr.

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294 Emuoue Ssiutmo G.

de la democracia. La democracia es Compatible con diversas formas de ordensocial, porque ella se define no por un modelo concreto, sirio por un conjunto deprincipios generales y procedimientos (división de los poderes, procesos electora-les competitivos, libre acceso a la esfera pública, garantía de autonomía de laesfera privada, etc.) La validez y eficiencia de los elementos constitutivos delsistema democrático depende del reconocimiento de los individuos, no comohombres que comparten un conjunto de valores ligados a una forma de vida con-creta y a unos intereses particulares, sino como “personas”, esto es, sujetos dederechos y deberes. Ello presupone que el único consenso generalizado que pue-de existír en las sociedades modernas se da en tomo a principios de justicia. quegarantizan un equilibno en los conflictos relacionados a la reproducción del ordensocial y ala definición de sus lines.

Tanto la democracia, como la teoría sustentada en la noción de “acción comu-nicativa” asumen el hecho de que en ningún contexto determinado Se podrásuperar por completo el abismo que existe entre su dimensión normativa y surealidad institucional; por lo que su objetivo central es mantener las condicionesque hacen posible la crítica. De nuevo es Albrecht Wellrner quien ha destacadoesta gran diferencia entre las utopías tradicionales y la propuesta de Habermas:

“Con la 'comunicación libre de dominio” no puede aludirse al punto histó-rico-filosóflco Final de una progresiva deconstrucción de todas laslimitaciones, distorsiones 31' bloqueos de la comunicación. Si se lo enten-diese de esa manera, el concepto conservaria aún un núcleo metafisicoimpenetr-able. La idea de una comunicación libre de dominio puede, entodo caso, contener un sentido normativo que trascienda las condicionesreales desde la perspectiva de las restricciones, distorsiones y bloqueos ob-servables en la comunicación, es decir, tan sólo desde la perspectiva de losparticipantes en la misma. Las ideas de la comunicación libre de dominio yde la sociedad sin clases no se encuentran situadas en el mismo nivel con-ceptual. En cierto sentido son inconmensurables. Mienttm» que la segundacorresponde a una construcción histórico-Filosófica del materialismo his-tórico y es, por tanto, un concepto teórico; la idea de una comunicaciónlibre de dominio alude a una dimensión norrmtiva de la comprensión lin-güística inserta en la propia reproducción de la sociedad (. _ _) la idea de lacomunicación libre de dominio no se deja explicar como la idea de un úl-timo escalón del desarrollo histórico”.17

IV“La empresa de la investigación empí-rica se ha podido sostener bajo elPresupuesto de que la realidad es la

17' A. \Vell.u:ier. “Comunicación y emancipación", en I.r:¿m'a, Núrrr 1, Barcelona. CSIC, mayo 1990,pp. 45-46.

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LosPnesurusstos o1auN.~i"T'izoi›,ta Cai-rica" 295

. que ha de decidir lo que es verdad y loque es falso. De esta manera asegura elfmanciamiento y las plazas de trabajopara seguir haciendo más investiga-ción. La sociología crítica sigue pujanteporque considera que ha tenido éxitoen la medida en que hace ver cómo hafracasado la sociedad. Sociedad y criti-ca se eictemalizau mutuamente”.

Niklas Luhmann.

En la propuesta de Habermas el carácter crítico de la teoría social ya no apare-ce como un elemento extemo que se agrega a la actividad científica. La crítica sepresenta ahora como una dimensión intema de esta última ji no como un atributoligado a un perspectiva omniabarcante o una “Verdad última”. El acceso a ladetem-iinación de la unidad entre crítica y ciencia es el resultado de abandonar laconcepción tradicional de la ciencia como un almacén de "verdades", que se sus-renta en la búsqueda de certezas o evidencias incuestionables. La racionalidadcien tífica es definida por el conjunto de procedimientos que hacen posible la con-tinua revisión de las pretensiones de validez inherentes a los enunciados queconforman las teorías. La tesis básica es que la pretensión de validez universalSiempre se entabla de un contexto particular, lo que genera una tensión o inade-cuación insuperable, que indica la necesidad de mantenerse, de manerapennanente, abierto a la crítica. Ello significa que: a) La pretensión de validezuniversal nunca puede considerarse como una conquista definitiva de una teoría,pues se trata de una exigencia ideal que regula su contrastación con los hechos y,por tanto, su constante corrección. la) El aspecto crítico de una teoría no estarelacionado con un contenido particular, ni con una convicción política 0 posiciónsocial concretas, sino con una actitud ante esa pretensión de validez. En el mo-mento que Se considera que la validez universal ha dejado de ser una pretensiónpara convertirse en una propiedad de la teoría, la cualidad crítica de ésta desapare-ce. Como afirmo en cierto momento Adorno: La paradoja que define la actividadfilosófica y cientifica es la búsqueda de la “verdad”, asumiendo, al mismo tiempo,la imposibilidad de alcanzarla.

En su proyecto de superar el déficit respecto a la determinación del criterionormativo de la teoría crítica, Habermas recupera los resultados recientes que sehan dado en el campo de la tilosofia y la sociología de la ciencia. Recordemos quedesde la aparición del libro La em-uctum de las rrvølmioner ríeutyímr dc Fhomas S.Kuhn, la tendencia dominante en las reflexiones sobre la actividad científica hasido matizar e incluso desechar la concepción propia del cientitìcismo decimonó-nico. Si a esto aunamos la transformación que se ha dado en la concepción de ladimensión crítica de la teoría social, podremos percibir que la forma de plantear lapolémica que se dio en la famosa "Discusión sobre el positivismo”, que tuvo

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como protagonistas destacados a Popper y Adorno, se encuentra hoy superada.Luhmann no cicagera demasiado cuando dice que los excesos que se escenificaronen aquella controversia “no son, en la actualidad, más que polvos de aquelloslirnos. Las publicaciones de esa Época Sólo se leen ahora por los historiadores”.15Las posturas teóricas representadas por la “Teoría Crítica” de la escuela de Fran-kfurt y el “Racionalismo Crítico" popperšano se han acercado mucho mas de loque reconocen sus participmtes. Sin negar que se mantienen ciertas diferencias, esindudable que excesos, como los de hablar de una “ciencia reaccionaria”, de una“verdad revolucionaria”, de la “perspectiva universal” de una clase, están Fuera delugar. Quizá la contribución más perdurable de csa polémica, desarrollada en losaños sesenta, fue el hacer ver que la relación entre ciencia y crítica no debe plan-tearse como un dilema Fatal.

Esto nos remite de inmediato a otro de los requisitos indispensables que debecubrir una teoria social crítica, a saber: el desarrollo de un aparato conceptual y deun conjunto de procedimientos que permitan realizar u.na investigación empírica.El riesgo que se produce al no cumplir con este requisito es el limitarse a estable-cer un simple contraste entre el criterio normativo y la realidad de las diferentessociedades. En la medida que la realidad social nunca podra adecuarse a los prin-cipios normativos, a lo que se llega es a la simple condena moral del “curso delmundo”, que deja tal y como están las cosas. Esto es lo que le sucede al “almabella”, una de las Figuras del Espíritu que expone Hegel, la cual al mantenerseencerrada en la torre de marfil del nivel normativo, es incapaz de juzgar crítica-mente 9. lo particular en su particularidad. La crítica para ella consiste únicamenteen subordinar a los hechos particulares en los principios morales universales, loque desemboca, de manera inevitable en una condena radical de los primeros,incapaz de explicar y de proponer alternativas. Hegel considera, acertadamente, ala Figura del “alma bella”, y sus eslïictas exigencias críticas, como u.r1a de las pos-turas más inmorales que pueda imaginarse; pues, su negativa a mezclarse con elcomplejo curso del mundo sólo maniñesta un enomne afan de poder y seguridadcubierto con un manto ético. Desgraciudzirncnte, muchos de los que reclaman serparte de la tradición crítica, tanto en la teoría, como en la práctica, se conviertenen simples encarnaciones del paradigma del “alma bella” y su peculiar inlïansi-genera.

Habermas sabe que para evitar caer en las redes del “alma bella" tiene que li-gar su definición del criterio normativo de la teoría crítica a una descripción de lascondiciones que imperan en las sociedades actuales, para ofrecer un “diagnósticode la modernidad”. El primer paso consiste en reconocer que la “acción comimi-cativa” no puede ser el únioo mecanismo de integración de la sociedad (“urge

19 N. Lu.bman11. “'De qué se trata el caso' y “qué es lo que se esconde det.rás': Las dos sociologías yla teoría de la sociedad", en lmmàraíâa n b fmrfa zå Jishmm, Barcelona, Anthmpos, 1996, p. 251.(Lecciones publicadas por_]av'ier Torres Nafarrnte.)

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preguntarse por los límites dc la capacidad integradora de la sociedad de la acciónorientada al entendimiento, por los limites de la eficiencia empírica de los motivosracionales.”). Pensar que la acción comunicativa es el medio exclusivo de mante-ner la unidad social, sería quedar atrapados en el “idealismo” de considerar que laestabilidad del orden social depende de un consenso entre sus miembros, quepodría alcanzar un carácter racional bajo ciertas condiciones (esto nos acerczu-ía denuevo al viejo utopismo). lillo implicaría, además, pasar por alto el fenómenoesencial del conflicto social, en sus diversas modalidades o reducirlo a un dato“irracional” incompatible con la reproducción del orden social (10 que sería con-tradecir una experiencia básica). Por eso Habermas plantea la existencia de dosformas de integración de la sociedad: zi) la “integración social", fundamentada enuna coordinación de las acciones a través de un consenso alcanzado comunicad-varnente o asegurado iionnarívanieiite, y b) la “integración sistémica" constituidapor los mecanismos que coordinan a los actores mediante un entrelazamientoFuncional de las consecuencias de las acciones.

“Por eso he propuesto distinguir entre z`iz1e_grarz'o'-wi ¡ada! e ¡ntf¿gma`ø'n rzlrte'/ram(...) En un caso el sistema de acción queda integrado, bien mediante unconsenso asegurado iiotmativamente, o bien mediante un consenso co-municativamente alcanzado; en el otro, por medio de un control(Steuerung) no normativo de decisiones particulares carentes subjetiva-mente de coordinación (...) Si entendemos la integración de la sociedadexclusivainente como integracion social estamos optando por una estrate-gia conceptual que, como hemos visto, parte de la acción comunicativa yconcibe la sociedad como mundo de la vida (...) Pero si, por otro lado,entendemos la integración dc la sociedad exclusivamente como integra-ción sistémica estamos optando por una estrategia conceptual quepresenta a la sociedad según el modelo de un sistema autorregulado”.1'›'

Habermas asume la necesidad de articular estas dns estrategias conceptuales(que coincide con el proyecto que sc propuso Parsons de articular teoría de laacción y teoría de sistemas). Sin embargo, todo desemboca en un concepto dua-lista de sociedad, en donde los dos mecanisinos de integración se distribuyen endistintos subsistemas sociales, Así, por ejemplo, mientras el sistema económico sesustenta en una “integración sistémica", el sistema cultural requiere de una inte-gración social (comunicativa). Lejos de superar el riesgo del “alma bella", estaestrategia crítica ofrece sólo una variiuite sofisticada (intersubjetiva) de la críticapropia de esa figura. Ahora ya no se apela :1 un modelo universal de "Hombre",sino a un supuesto equilibrio entre lo sistémico y lo comunicativo, lo que lleva atransformar los conceptos de “enaienación” o “alienación” en el de “colonizacióndel mundo de la vida", el cua] expresa una condena moral abstracta, más que un

1° Habenuas. Teoria dela amb'/1. . ., O/1. rii.. pp. 2.13-214.

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análisis de los contextos sociales de las distintas sociedades modernas, capaz deotorgar un sostén empírico ala crítica.

El aparato conceptual de una teoría crítica requiere, en efecto integrar las es-trategias conceptuales de la teoria de la acción y la teoria de sistemas. Pero ello nose logra a través de un noción dualista de la sociedad, sino por medio de unaconcepción del poder que pemiita rescatar las mediaciones que unen la integra-ción sistémica y la integración social. Esto requiere desechar los presupuestosfilosóficos que han conducido en la teoría social a conu-¿poner comunicaciónracional y poder, consenso y conflicto 0, como lo había temaúzado la escuela deChicago en los años veinte, cooperación V1. competencia, al considerar al segun-do elemento de estas relaciones como simples fenómenos desintegradores delorden social. Sobre este punto la teoria sistémica de Luhrnarm ofrece mayoresperspectivas que la visión habermasiana de la sociedad como “mundo de la vida”y “sistema”. Es Luhmann quien advierte:

“Hay teorías en el ámbito sociológico que toman partido previo al acen-tuar como principio explicativo del orden social el consenso o el conflicto.Conflicto en la sociedad de clases; consenso como condición sine quanon, si es que se quiere emprender algo positivo en la sociedad. Ambasversiones estan en lo justo. En el concepto mismo de comunicación se en-cuentra el fundarneoto de esa bifurcación en la que se expresa ya el dualdel Jr' y del rio, y no hay que perder de vista que, una vez que se ha llegadoal entendimiento, al consenso, permanece latente la posibilidad del con-flicto. Esto significa que toda teoria social debe tomar en consideracióntanto el aspecto del consenso como el del conflicto (...) Los conflictos,por lo tanto, son sistemas sociales elaborados precisamente según el es-quema de la contingencia. Y son fuertemente integradores gracias a sutendencia a suhordinar toda acción al contexto de la rivalidad. justamentelos conflictos son sistemas altamente integrados y esta afirmación exigeuna nueva disposición reflexiva sobre el concepto de integración”.2°

Asumir que la noción de "acción comunicativa” representa el núcleo del crite-rio norrnativo de una teoría crítica dc la sociedad no implica reducir el conflicto yla falta de entendimiento que encontramos en las sociedades a meras desviacionesirracionales surgidas de una supuesta colonización del “mundo de la vida”. Loque se debe hacer es, como se apunta en la cita de Luhmann que hemos reprodu-cido arriba, determinar las condiciones por las que las relaciones sociales seacercan a uno de los extremos (Consenso y Conflicto) abstractos implícitos en elconcepto de comunicación. Para ello se tiene que desarrollar una teoría adecuadadel poder que supere la rígida oposición entre “integración social” e “integraciónsistema”, así como entre comunicación y conflicto. Cabe señalar que este es el

25 N. Lubmarln. Intmahmìín .iz la tearúrfie ..., Op. til, pp. 245~2›1›ó.

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Los Prutsu ¡fut-.sros tisumi 'Tsoaía Cxtncfi” 299

camino que ha tomado el propio Habennas en los trabajos posteriores a la Teoríade la aciióri m/›im1¢`catz'ifa. El objetivo de integrar el criterio normativo con un aparatoconceptual adecuado a la descripción de los diferentes contextos sociales, es recu-peraif la unidad entre investigación empírica y crítica, para que esta última deje deser un simple expresión de la posición ideológica de sus autores, incapaz de ofre-cer alternativas de acción frente a la injusticia y sin sentidos que se experimentanen el presente.

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