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LA MADRE

LOS OCCHIENA

Melchor Occhiena (1752-1818) se casó con Dominga Bossone (1752-1844), el 31 de enero de 1775. Tuvieron 10 hijos. La mortalidad indica su situación de pobreza y las dificultades familiares vividas. María (1778) no alcanzó a vivir un día; Julia María (1780) vivió 7 años; Teresa (1782) 5 años; Juana María, llamada “Mariana” en la familia, y posteriormente fue “la tía” de los oratorianos de Don Bosco; nació el 19 de mayo de 1785 y murió en Valdocco, el 22 de junio de 1857, a los 72 años. El quinto hijo fue Juan Miguel, nacido en 1786, que vivió 6 días.

La madre de Don Bosco, nació el 1º de abril de 1788. Vinieron, luego, un primer Miguel (1790) que murió a los 18 meses; Francisco (1791), pudo vivir hasta los 83 años. Lucía María, nació en 1793 y contrajo matrimonio en 1824 con Mateo Gamba. Miguel, que nació el 2 de noviembre de 1795, murió el 6 de mayo de 1867, a los 72 años en Capriglio. Se había casado con Ana Josefina Quirinco y tuvo de ella una docena de hijos. Francisco y Miguel prolongaron el apellido paterno. Francisco había tenido 6 hijos, de Margarita Quirico.

El 50% de los hermanos de Margarita mueren antes de los 7 años y tres, en el primero. Las precarias condiciones socio-económicas de su familia pueden deducirse por el índice de

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mortalidad infantil. Como se vio, una hermana y dos de sus hermanos murieron antes de cumplir un año. Teresa, a los cinco años y Julia María a los siete. Desde el 1600 al 1800, veintinueve hijos de los Occhiena no llegaron a los dos años de edad y una docena no pasó de los diez. La mortalidad infantil era efectivamente un flagelo.

MARGARITA

Margaria Occhiena, sexta de diez hermanos, nació en el barrio La Cecca, del pueblo de Capriglio, municipio de Castelnuovo de Asti, el 1 de abril de 1788,

Vive en Capriglio hasta los 24 años, época de su matrimonio con Francisco Luis Bosco;

Desde 1812, se traslada a Morialdo, en Casa Biglione;

Desde el 3 de noviembre de 1817, a los 29 años, vive en

I Becchi, a donde se traslada su familia.

Desde 1830, una vez divididos los bienes paternos que heredaron los Bosco de Francisco Luis en I Becchi, Margarita va con José Luis a trabajar y vivir como medieros de José Febraro, en Sussambrino;

Desde el 1839 al 1840, la encontramos en casa de su

hijo José Luis, en I Becchi;

Desde el 4 de noviembre de 1846, hasta su muerte a los 68 años, en Valdocco, el 25 de noviembre de 1856.

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A los 24 años se casó con Francisco Luis Bosco (el 06 de junio de 1812), viudo con un hijo, Antonio de 4 años (venia de enviudar a Margarita Cagliero, de quien nació Antonio y Teresa quien murió al poco tiempo). De este nuevo matrimonio nace Antonio José en 1813 y Juan Melchor, el 16 de agosto 1815. Francisco muere el 12 de mayo de 1817, a los 33 años, después de cinco años de matrimonio con Margarita a causa de una pulmonía. Margarita se convierte en una viuda de 29 años con 4 personas a su cargo: Antonio (9 años), José Luis y Juan Melchor, de cuatro y dos años, y la suegra, Margarita Zucca de 65 años, minusválida. Una familia humilde, en los límites de la pobreza. Saldrán adelante con mucho trabajo, esfuerzo de todos y sentido de Dios.

El nombre le viene de Santa Margarita de Cortona, cuya fiesta en el lugar ocurría el 22 de febrero, aunque su onomástico en el Oratorio se celebraba en el mes de noviembre, como recuerda Juan Bautista Lemoyne en las Memorias Biográficas (IV, 147), tal vez en la conmemoración litúrgica de Santa Margarita de Saboya.

Ya desde jovencita se manifestó de una voluntad decidida y un exquisito sentido común. Se destacó por su robustez física, como mujer probada por la experiencia de la vida. Era de conciencia recta, noble en sus afectos, en sus pensamientos, segura en sus juicios sobre los hombres y las cosas, desenvuelta en sus modales, franca en su lenguaje y no sabía lo que era dudar o tener miedo.

Margarita creció arraigada a las entrañables tradiciones éticas y religiosas de la familia; su fisonomía, como la define Lemoyne, emerge más claramente cuando se la estudia dentro del

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contexto pastoral, creado por Juan Bautista Zuccaro (1788-1899) y José Maggiora (1800-1813) párrocos de Capriglio en los años de su infancia y su adolescencia; en efecto, la humilde campesina transcurría su vida entre el trabajo del campo, la intimidad del hogar y la iglesia. En estos años se fue perfilando la firmeza de carácter, su delicadeza de conciencia, la abnegación en las cotidianas faenas del campo y los deberes domésticos, la franqueza y desenvoltura de su trato y a la vez su sinceridad y su prudencia. LOS TIEMPOS DE MAMÁ MARGARITA

Capriglio, en la provincia de Asti, es el pueblito natal de Margarita; un pueblito de unos 400 habitantes, de la diócesis de Asti, situado en medio de una pequeña altiplanicie, rodeado de cumbres de hermosas colinas, en un territorio rico en bosques. Se encuentra lejano del drama de la revolución francesa. Aquellas noticias no llegaron a aquel caserío con algunas granjas desperdigadas entre los bosques y las filas de viñas, alrededor del castillo de los Condes Radicati Passerano de Marmolito. Sobre la colina opuesta aparecía Morialdo y la zona de los Becchi, con la granja Biglione y casa Cavallo.

Las noticias llegaron a estos lugares por la gente que volvía de los días de mercado, o los jóvenes reacios al servicio militar, o aristócratas refugiados en sus haciendas rurales. Otra fuente de noticias eran los encuentros dominicales en la parroquia, especialmente que el pan y la sal subían de precio. Con el nuevo siglo comenzó la época napoleónica. Después de la tempestad napoleónica se agregan las cosechas de de 1816 y 1817 que fueron desastrosas instalándose una pobreza generalizada en la campaña. Esto a muchos los obligó a vender sus modestas

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propiedades y a pasar a ser empleados; así ocurrió con el abuelo y el papá de Don Bosco. La alimentación era extremadamente pobre en calorías consumidas.

A pesar de esta vida tan pobre y fatigosa, la familia estaba bajo la conducción del jefe de familia, era un pequeño mundo de afectos y relaciones, económicamente seguro y honrado. Estaba amasada de pobreza, ahorro, luchas y sacrificios vivida con dignidad y limpieza moral. La caridad y la solidaridad con los necesitados les inspiraban gestos de ternura y gran generosidad. Rica en valores religiosos, como personas acogedoras, acostumbradas a la oración en voz alta en familia, en la iglesia o en el campo. En primavera una procesión madrugadora avanzaba por los campos para invocar la bendición sobre las cosechas y alejar la guerra, el hambre y la peste. El párroco era el consejero, el experto, la autoridad del lugar… después de la desocupación de los franceses las familias volvían a las prácticas religiosas como el rosario y el Ángelus. EN SUS MEMORIAS DEL ORATORIO DON BOSCO RECUERDA:

“Todo esto me lo contó muchas veces ella misma y me lo confirmaron diversos parientes y amigos. Pasada aquella terrible penuria y alcanzada una mejor situación económica, alguien propuso a mi madre un matrimonio ventajoso; pero ella replicó siempre: - Dios me dio un marido y me lo quitó; tres hijos me dejó mi marido, al morir, y yo sería una madre cruel, si les abandonase en el preciso momento en que me necesitan. Le dijeron que sus hijos quedarían bajo un buen tutor, el cual se ocuparía de todo. - Un tutor - contestó la generosa

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mujer - es un amigo, mientras que la madre de mis hijos soy yo; no los abandonaré jamás, así me ofrezcan todo el oro del mundo" (MO Intro [4])

NOS NARRA LA INFLUENCIA QUE TUVO EN SU EDUCACION:

"Su mayor cuidado fue instruir a los hijos en la religión, enseñarles a obedecer y tenerlos ocupados en trabajos compatibles con la edad. Era yo muy pequeño y ella misma me enseñó a rezar... Recuerdo que ella me preparó para mi primera confesión: me acompañó a la iglesia, se confesó antes que yo, me recomendó al confesor y, después, me ayudó a dar gracias. Siguió ayudándome, hasta que fui capaz de hacerlo dignamente yo solo" (MO Intro [5])

Mamá Margarita tiene una importancia definitiva en la

formación de la personalidad de Juan. La virtud de la madre explica las virtudes del hijo. Juan nunca la olvidó, hablaba frecuentemente de ella y siempre se mostró reconocidísimo por la educación cristiana que le dio y los sufrimientos que soportó. He aquí algunas de esas intervenciones que se encuentran a lo largo de su vida:

“Ella misma le enseñó a rezar": con esa profunda fe campesina, fe en Dios Providente, en Jesucristo Redentor, en la Santísima Virgen, nuestra Madre. Le enseñó el horror al pecado y al infierno, el amor a la virtud y el deseo del paraíso.

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A pesar de ser analfabeta, siguiendo la tradición oral de su gente, narraba a sus hijos la Historia Sagrada y el catecismo, con preguntas y respuestas, como se estilaba entonces; y estaba atenta a que lo practicaran y a que viviesen en la presencia de Dios, que ve en lo interior, aun los pensamientos más escondidos: ¡DIOS TE VE!. Un Dios al cual no se le ofende, porque se le ama.

Mujer con un sentido de Dios a flor de piel, en las

noches estrelladas les decía a sus hijos: El lo ha hecho todo... ¿cómo será de bello el paraíso?... Ante una tempestad: ¿Quién puede resistir a Dios? Y si las cosechas eran buenas y abundantes: ¡Qué bueno es Dios que nos da el pan de cada día! En invierno, ante el fuego: "Dios es verdadero Padre… Padre Nuestro...".

La ascendencia que tuvo sobre sus hijos nunca

disminuyó con el correr de los años. A Juan, ya sacerdote, le recordaba su deber de rezar las oraciones: “Mira, estudia tus latines, aprende toda la teología que quieras, pero no olvides que tu madre sabe más. Sabe que tú debes rezar”.

Le enseñó a Juan a obedecer de niño, pues era de

temperamento rebelde y caprichoso.

Lo educó en el trabajo. No soportaba que sus hijos estuvieran ociosos y les fue enseñando a trabajar, de acuerdo a su edad y capacidad: recoger leña, ir por agua, dar comida a los animales... Ella, asumiendo

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trabajos de por sí reservados a los varones daba el ejemplo de laboriosidad y fortaleza (M. B. I, 70)

A sus hijos no los quiso comodones. Fue austera. Y no

permitió que, en vacaciones del seminario, Juan durmiera en colchón, sino que le tendía su jergón de paja, como a sus hermanos: “es mejor que te acostumbres a dormir con un poco de molestia... a las comodidades uno se acostumbra pronto”. Por otra parte, los hacía levantarse de madrugada y a estar prontos a cualquier hora a prestar un servicio de trabajo o de caridad.

Los cuidaba de las malas compañías. Esto fue siempre

muy importante para ella y los acostumbró a pedir permiso para ir con tal o cual amistad. Y, cuando no le parecía, era inflexible. Porque sentían que los amaba; nada de lo que les dijese caía en el vacío y le obedecían gustosos.

Aunque era dulce, no era débil. Usó del castigo cuando

fue necesario, sin humillar jamás, perdonando generosamente cuando era el caso.

Y algo muy significativo: SIEMPRE APOYO LA VOCACIÓN

SACERDOTAL DE SU HIJO Y LUCHO CON TODOS LOS MEDIOS A SU ALCANCE PARA HACERLO ESTUDIAR. En el estudio, efectivamente, estaba la clave para un futuro diferente al de sus hermanos, comprometidos del todo en el trabajo rural. Sólo el estudio le abría el camino para el sacerdocio, hacia el cual había empezado a

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sentir las primeras inquietudes en su infancia, en contacto con las necesidades de los jóvenes.

Margarita fue para Don Bosco su mejor compañera y su

mejor apoyo en Valdocco, su consejera, pero sobre todo la mamá de los chicos. Cuando murió dio el supremo testimonio de la pobreza enseñada a sus hijos. Don Bosco sufrió enormemente. No dudó Don Bosco en afirmar, desde ese momento, que su madre era en verdad una santa. (MB V, 390ss).

Juan, dice Lemoyne, reprodujo en si a la madre, de suerte

que veremos resplandecer en él la misma fe, la misma transparencia, el mismo amor a la oración; su paciencia, la intrepidez, la constancia, la confianza en Dios; el celo por la salvación de los demás, la simplicidad y la amabilidad de comportamiento, la caridad hacia todos, la actividad incansable, la prudencia en la manera de pensar y comportarse, el modo de dirigir con verdadera maestría a los demás; la serenidad en las adversidades. Valores del corazón de Margarita que se imprimieron en él como las imágenes captadas por la fotografía.

Margarita conocía muy bien el corazón de su hijo tan rico en afectividad y le ayudó a formarlo con grande sabiduría, sin excederse en concesiones ni caricias, pero sin intimidación y aspereza para no perder su cariño y su confianza; y supo valorar el sentimiento de seguridad en sí mismo que lo distinguió desde pequeño sin dar espacio en él a la soberbia. Observa en silencio su conducta y apoya, aun a costa de propias privaciones, las incipientes iniciativas que usa para estar con ellos, entretenerlos y ayudarles. En una palabra, las virtudes de la madre explican las virtudes del hijo, de manera que parecen ser el uno para el otro.

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CON MOTIVO DE LA INDECISION VOCACIONAL DE JUAN, ENTRE ENTRAR AL SEMINARIO O IRSE CON LOS FRANCISCANOS, MARGARITA LE DICE:

“Te aconsejo mucho que examines el paso que vas a dar y que, después, sigas tu vocación sin preocuparte de nadie. Por delante de todo está la salvación de tu alma. El párroco me pedía que te disuada de esta decisión teniendo en cuenta la necesidad que yo pudiera tener de ti en el porvenir. Pero yo te digo: en asunto así no entro, porque Dios está por encima de todo. No tienes por qué preocuparte de mí. Nada quiero de ti. Nada espero de ti. Tenlo siempre presente: nací pobre, he vivido pobre y quiero morir pobre. Más aun, te lo aseguro, si por desgracia, llegaras a ser rico, ni una vez pondría los pies en tu casa. No lo olvides” (MB. Vol. I., P. 296).

Giacomo D'Acquino, en su libro sobre La Psicología de Don

Bosco, dice: “La profunda relación entre madre e hijo tuvo un papel determinante en la vida de Don Bosco. Durante toda su vida lo acompañarán no sólo las palabras y el ejemplo de la madre, sino sobre todo la confianza primaria construida desde la infancia, para siempre, en la relación con ella” (La Psicología di Don Bosco. SEI, Turín, 1988, p. 22).

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GENEALOGIA DE LOS OCCHIENA

Habitaban en un sector rural de Capriglio. Fueron una familia numerosa. Con otras familias formaban el caserío llamado Cecca.

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PARA REFLEXIONAR

1. ¿Quiénes te han ayudado, en la infancia, a formar como persona humana y tu sentido de Dios y de fe en la vida?

2. ¿Qué elementos de las actitudes y comportamientos de Mamá Margarita puedes destacar en la formación del corazón generoso de Juan Bosco?

3. ¿Cuáles serian los motivos para pensar que Mamá Margarita puede ser canonizada?

4. ¿Cuáles son los deberes fundamentales de los Padres hacia los hijos?

PARA PROFUNDIZAR SOBRE EL TEMA BOSCO, Teresio. Don Bosco, una biografía nueva, CCS,

Madrid. BOSCO, Teresio, Don Bosco, historia de un cura, CCS, Madrid. FANTOZZI, Aldo, Mamá Margarita, Editorial CCS, 1996,

(síntesis) PERAZA LEAL, Fernando. Iniciación al estudio de Don Bosco.

Centro Salesiano Regional de Formación Permanente, Quito, 2010, p. 95-97

MEMORIAS BIOGRAFICAS, Vol. I, 13, 16, 25; MEMORIAS BIOGRÁFICAS Vol. XVII. 474