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Vidas y destinos. Los marinos republicanos del Gulag Luiza Iordache Cârstea

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El reportatge de la present edició de laDrassana fa llum i descobreix el cru destí de moltes d’aquelles persones que es van exiliar, acausa de la Guerra Civilespanyola, a l’antiga

URSS i que fins ara hapatit el silenci i les tergiversacions de l’oficialitat franquista.Ara i aquí, finalment,surt a la superfície l’estremidora memòriade les vides dels ma-rins d’Odessa.

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A MODO DE INTRODUCCIÓN

La presencia española en la Unión Soviética hunde susraíces en el desarrollo y el desenlace de la Guerra Civilespañola, a consecuencia de la cual muchas personas sevieron arrastradas por el torbellino del exilio. En efecto,entre los múltiples caminos del exilio republicano espa-ñol, uno relativamente minoritario conducía a la URSS. Ylos españoles allí presentes a finales de 1939 se puedenclasificar en cinco grupos: 1. Los alumnos–pilotos que fue-ron enviados por el Gobierno de la República para reali-zar cursos de pilotaje en la Academia Militar de Kirova-bad, en particular la última promoción que salió deEspaña en tres expediciones (1938-1939); 2. La marineríay oficialidad de los nueve bu-ques al servicio del Gobiernorepublicano —Cabo San Agus-tín, Ibai (antiguo Cabo Quila-tes), Isla de Gran Canaria, Ino-cencio Figaredo, Ciudad deTarragona, Ciudad de Ibiza,Marzo, Mar Blanco y Juan Se-bastián Elcano— estacionadosen el Mar Negro y en el de Ba-rents desde finales de 1937 yprincipios de 1938, y que ante-riormente realizaron el trans-porte de materiales de guerray víveres entre los puertos republicanos de España y losde la URSS; 3. Los llamados «niños de la guerra» evacua-dos en las cuatro expediciones de 1937–1938, la mayoríadesde el País Vasco y Asturias y, en menor número, des-de Valencia y Barcelona; 4. Los maestros que les acom-pañaron y que formaron parte del personal educador delas diferentes Casas de Niños españoles establecidas enel territorio soviético; 5. Y, por ende, los civiles y milita-res exiliados, miembros o simpatizantes del PCE y delPSUC que llegaron a la URSS al final de la Guerra Civil y alo largo de 1939.

El corpus bibliográfico sobre esta materia está consti-tuido por un reducido pero muy útil volumen de publica-ciones de carácter científico y divulgativo en proceso de

ampliación y revisión. Considero que apenas a finales delsiglo pasado y principios del presente, la investigación li-bre, la investigación universitaria y la crítica adquirieronun papel más importante o empezaron a disponer de losinstrumentos necesarios para arrojar luz, llenar lagunas,formular nuevas teorías, abrir otras líneas de investiga-ción y revisar tópicos asumidos y difundidos durante ladictadura franquista que hizo de ellos una justificaciónde sus desvaríos ideológicos.

Dentro de los temas que han suscitado un mayor inte-rés en la historiografía española sobre el exilio en laUnión Soviética, aparte de la participación española en la«Gran Guerra Patria», hay que destacar el del colectivode los «niños de la guerra». Es la tendencia predominan-

te y encuentra sus gérmenesen el escenario de la Transi-ción española de los añosochenta cuando se inició lapublicación en España de lasmemorias de algunos de susintegrantes y de los dirigentescomunistas españoles. Así, deforma paulatina, antropólo-gos, sociólogos e historiado-res centraron su interés en lainvestigación del colectivo deniños. No obstante, opino quelas investigaciones pioneras, y

que nos abrieron el camino a los futuros interesados,fueron llevadas a cabo por un grupo de historiadores —entre los cuales es imprescindible mencionar a Alicia Al-ted, Encarna Nicolás, Carmen González, Jesús Alonso,María Magdalena Garrido e Inmaculada Colomina— queabordaron las más amplias facetas del exilio de los niños,desde la evacuación hasta el retorno. Hoy en día, a estalista, podemos añadir otros casos, como el del neurólogoMiguel Marco, cuya pluma retrató las trayectorias de lasenfermeras y los médicos españoles exiliados o forma-dos en la URSS, y el de la arquitecta Carmen Calvo, quedescribió la historia de una hornada de pilotos de la últi-ma promoción de Kirovabad.

Por nuestra parte, abordaremos a continuación uno de

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Tarjeta postal FEDIP (1948). Archivo familiar. Lateral izquierdo, de abajo a arriba: Ramón Sánchez-Gómez Ferragut, AntonioLeira Carpente, Ramón Santamaría GarcíaFila superior, de izquierda a derecha: Joaquín Trigo Sayans, Pedro Llompart Be-nassar, Pedro Armesto Saco, Avelino Acebal Pérez, José Pérez Pérez Fila inferior, de izquierda a derecha: Ricardo Pérez Fernández, Manuel Dávila Ei-ras, Secundino Rodríguez de la Fuente, Juan Conesa Castillo, José García Gómez Lateral derecho, de abajo a arriba: Juan Castro López, Enrique Piñeiro Díaz, JuanGómez Mariño

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los senderos poco trillados de la presencia española en laURSS al final de la Guerra Civil: el de los marinos deOdessa. Es preciso acercarse al tema con cautela y con laesperanza de revelar claves de lo que hasta ahora hapermanecido desconocido.1

EL PRIMER ACTO. LAS DETENCIONES DE ABRILDE 1940

En abril de 1939, en el territorio soviético se hallaban, se-gún nuestra estadística, unos 285 marinos de los cuales106 eran del Cabo San Agustín, 101 del Juan Sebastián El-cano, 43 del Inocencio Figaredo, cinco del Ibai, tres delMar Blanco, tres del Ciudad de Ibiza, tres del Ciudad deTarragona, uno del Marzo y otros 17 tripulantes cuya per-tenencia desconocemos. El mismo mes, previa adquisi-ción de los buques por parte de la URSS, los tripulantessituados en Odessa fueron desembarcados y trasladadosa una residencia del Comisariado de Pueblo para la Mari-na, mientras que su alimentación corría a cargo de laCompañía Naviera del Mar Negro. El deseo de salir de laURSS por una parte de este grupo había nacido al mismotiempo que su llegada a Odessa en el verano–otoño de1937. Una vez finalizada la guerra, carecía de sentidopermanecer en el país, aún más si tenemos en cuenta al-gunas reiteradas solicitudes de repatriación cursadas alo largo de la contienda. En aquellos momentos, los tripu-lantes se encontraban divididos en tres grupos: uno quedeseaba volver a España, otro que solicitaba el permisode residencia en la URSS y el último que expresaba supetición de salir al extranjero, principalmente a Francia oMéxico.

A tenor de la documentación de procedencia soviéticahallada por el historiador ruso A. V. Elpátievsky y la demúltiple procedencia que hemos examinado, desde abrilde 1939 el tema de los marinos de Odessa no estuvo nun-ca demasiado alejado de las preocupaciones de las auto-ridades soviéticas. Este hecho se debe primordialmenteal significativo número de tripulantes, es decir, el segun-do contingente de españoles más numeroso situado en elterritorio soviético al término de la Guerra Civil. Con locual cabía solucionar su situación y por ello, las autorida-

des soviéticas se movieron con celeridad. El 8 de abril de1939, R. Buldóvich, alcalde en funciones del Ayuntamien-to de Odessa, preguntó a Maksim Litvínov, el todavía co-misario del Pueblo para Asuntos Exteriores, cómo se de-bía solucionar la cuestión de un grupo de marinosespañoles que habitaban en Odessa, una parte de loscuales pidió quedarse en la URSS y la otra dirigirse al ex-tranjero. Litvínov aclaró que no existían fundamentos pa-ra impedir la salida de los marinos, mientras que el per-miso de residencia en la URSS debía ser resueltoexclusivamente por el NKVD (Comisariado del Pueblo pa-ra Asuntos Internos). Es notable que por decisión del Co-mité Central del PCUS, fechada el 10 de abril de 1939,fuese aprobada la salida de la URSS hacia países de Amé-rica Latina a los marinos que así lo deseaban. Hubo otraresolución del órgano superior del partido, denominadaSobre los españoles que se encuentran en Odessa, del 1de julio de 1939, de hecho aprobada a propuesta del co-misario del Pueblo para Asuntos Internos Lavrenti Beria,conforme a la cual se dictaminó el envío a España de lamarinería que aspiraba a su retorno y, por último, se ase-guraron los visados de salida para los españoles que an-helaban ir a otros países y poder trasladarlos en barcossoviéticos a los puntos más cercanos a éstos.2

El primer punto de la resolución del 1 de julio se cum-plió a rajatabla. En virtud de ésta fueron repatriados aEspaña 129 tripulantes, de los cuales 74 eran del JuanSebastián Elcano, 20 del Inocencio Figaredo, uno del Ciu-dad de Tarragona, con sus respectivos capitanes, y 34del Cabo San Agustín. Fue un amplio proceso que echósus primeras raíces en el final de la Guerra Civil y se pro-longó hasta el verano de 1939. También vistió todas lasapariencias de un canje soviético-franquista presumible-mente mediado por Italia, Alemania o Turquía, dado quelas autoridades franquistas habían liberado en mayo de1939 a unos 95 marinos procedentes de algunos buquessoviéticos apresados durante la guerra. Cabe puntualizaraquí que éstas no fueron las primeras repatriaciones detripulaciones procedentes del Mar Negro. En el verano de1938, el Gobierno republicano procedió a la repatriaciónde unos 162 marinos de las dotaciones del Isla de GranCanaria, Mar Blanco, Ciudad de Ibiza y Ciudad de Tarra-

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gona, quedándose en la URSS principalmente el capitán yel primer maquinista.

Así, en el otoño de 1939, se hallaban en la URSS unos156 tripulantes. De todos ellos, casi unos 70 habían sidocolocados por el Consejo Central de los Sindicatos Sovié-ticos, y distribuidos por diversas fábricas de la geografíasoviética: Rostov, Kramatorsk, Voroshilovgrad, Cheliá-binsk, Simferópol, Tuapse, Donbas, Moscú y Dnieprope-trovsk. Otros fueron enviados a barcos que navegabanpor ríos y mares interiores del país. Podemos subrayar,no obstante, la exigüidad numérica de los oficiales y ma-rinos que llegaron a desempeñar tales labores de acuer-do con su preparación, y muchos de ellos con un largohistorial en el mar.

En paralelo al proceso de colocación laboral de los queasí lo solicitaron, en Odessa se desarrolló otro proceso,el de los marinos que anhelaban la salida de la URSS condestino a América Latina. En el mes de julio de 1939, elya comisario del Pueblo para Asuntos Exteriores Via-cheslav Mólotov ordenó al ministro plenipotenciario de laURSS en Francia Yakov Souritz la obtención de los visa-dos de entrada en México ante su homólogo mexicano enParís. El siguiente paso fue la tramitación de los visadosde tránsito por los Estados Unidos a través de la embaja-da norteamericana en Moscú. No obstante, la tumultuosasituación política en Europa y el posterior estallido de laSegunda Guerra Mundial provocaron el fracaso de lasgestiones. Ante la marcha de los acontecimientos, las au-toridades soviéticas encomendaron nuevas diligencias alembajador soviético en los Estados Unidos ConstantinUmansky quien tenía que contactar con su homólogo me-xicano en aquel país para intentar obtener los visados deentrada a México. El plan de los soviéticos estribaba enenviar a los españoles en uno de los barcos que unían lospuertos de los países escandinavos y México, sin entraren los Estados Unidos, puesto que quedó muy clara la re-ticencia de la diplomacia americana a facilitar su tránsi-to. Estas actuaciones tampoco fueron coronadas por eléxito, según se recoge en la resolución de Mólotov, fe-chada el 28 de enero de 1940, cinco días más tarde delrecibo de un informe del subcomisario del Pueblo paraAsuntos Internos. Umansky había informado pocos días

antes que el embajador mexicano en Washington denegóel visado de entrada en su país a los solicitantes españo-les. De este modo, el comisario del Pueblo para AsuntosExteriores juzgaba que al agotar todas las vías posibles,la cuestión del destino ulterior de los pilotos y marinosrequería una regularización urgente. Ésta comprendíados puntos: ordenar al comisario del Pueblo para Asun-tos Internos Lavrenti Beria al secretario del Consejo Cen-tral de los Sindicatos Soviéticos N. Shviérnik y al comisa-rio del Pueblo para la Marina S. Dukelski ocuparse deldestino posterior de los marinos y tomar medidas, segúnlas posibilidades, para que trabajasen en la URSS. Pero eldato que apreciamos como más significativo de la resolu-ción de Mólotov es el que reproducimos a continuación:«t. Beria ¿No puede acaso el NKVD llegar a descifrar esteasunto? 28/1».3 Con lo cual, habrá que ver cómo Beria lodescifró, lo que nos parece sintomático.

Visto que los trámites burocráticos a cargo del Comi-sariado del Pueblo para Asuntos Exteriores no dieron losresultados esperados, un nutrido grupo de marinos re -orientó sus demandas. Esta vez pusieron sus esperanzasen la España franquista, donde les esperaban sus fami-lias; probablemente la razón de tal actuación residía enel precedente creado en el verano de 1939. Se trataba de32 tripulantes del Cabo San Agustín, siete del InocencioFigaredo, seis del Juan Sebastián Elcano, cinco del Ibai,uno del Mar Blanco, dos del Ciudad de Tarragona, dos delCiudad de Ibiza, uno del Marzo, uno del Conde de Abásolay nueve cuya pertenencia desconocemos.

Todos ellos, en cartas conjuntas acompañadas de rela-ciones nominales que se cursaron al Ministerio de Asun-tos Exteriores de España (MAE), porfiaban con un espe-ranzador ruego de que se tomasen las medidasnecesarias para agilizar las presuntas gestiones que elGobierno soviético había acometido para su retorno.Mientras en una primera fase la Dirección General de Se-guridad (DGS) desaprobaba las solicitudes, las autorida-des soviéticas endurecían las medidas para con el grupo.Fue el primer ucase de Beria, acontecido en abril de1940. Según los informes sobre la estancia en la URSS dealgunos marinos repatriados a España en 1941, seis mari-nos fueron detenidos por haber expresado con demasia-

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da vehemencia su descontento hacia las realidades so-viéticas y su deseo de volver a España. En uno de ellos serecogen las siguientes valoraciones con respecto a losacontecimientos vividos:

«El Gobierno facilitó cama y comida, no pecando la pri-mera higiene y la nutrición en exceso. Se nos amenazócon quitarnos los medios de albergue y los medios desubsistencia si nos negábamos a trabajar y que estabandispuestos a emplear toda clase de medios para que tu-viéramos que ir a la fuerza. A raíz de esto, llamaron aseis de nuestro grupo a la Policía, con el pretexto de de-clarar y aclarar algunos datos. Cuando salí, hacía un añoy un mes que se ignoraba su paradero. De los seis, cincoeran oficiales. Se nos obligó a admitir unos pasaportesque se titulaban sin ciudadanía a pesar de la protesta yresistencia que se hizo ya que éramos españoles y orgu-llosos de serlo. Creyeron que encarcelando al grupo, elresto se doblegaría, pero su efecto fue contrario, pues sehizo más fuerte el deseo de ir a España y arrostrar todaclase de atropellos e infamias».

Los detenidos eran oficiales y sus nombres son: ÁngelLeturia Arrambari, capitán del Mar Blanco; Pío IzpizúaImatz, Juan Izquierdo Zugasti y Julián Bilbao Lecica, pri-mer, segundo y tercer maquinista del Cabo San Agustín;Domingo García Mieytes, maquinista del Ciudad de Tarra-gona y José Sáez Menéndez, primer maquinista del Ino-cencio Figaredo. Según un informe procedente del consu-lado alemán en Odessa, establecido allí con posterioridada la ocupación de la ciudad en el otoño de 1941, y en basea las conversaciones mantenidas con habitantes de la ciu-dad que no lograron ser evacuados y con Rogelio Her-nández Rodríguez, el antiguo capitán del Isla de Gran Ca-naria, «el 27-28 de abril de 1940 fueron detenidos seisespañoles, por haber expresado su antipatía contra elgobierno soviético y no querer trabajar. Pedían que seles enviase a América o a España. Decían: “Mejor moriren España que en el Paraíso Soviético”. Cuando llegó deMoscú una comisión especial, se distinguió especial-mente un tal Chian Eskuerda (?) [Juan Izquierdo], inge-niero mecánico del “San Agustín”. Cuando se concertóel tratado de paz de la Unión Soviética con Finlandia [13de marzo de 1940], felicitó sarcásticamente al chequista

jefe de la gran fiesta de la victoria y dijo que habíanvencido 185 millones de soviets a una pequeña Finlan-dia. […] La (o “el”) N.K.W.D. no les permitió a éstos lle-varse sus cosas; fueron enviados con lo que llevasenpuesto nada más. Al año de esto, sus objetos fueron in-cautados por el N.K.W.D., en parte robados, en parte en-tregados a la iglesia alemana, en la que había entoncesun depósito».4

Referencias sobre este episodio también se encuen-tran en las memorias del capitán de la División Azul, Teo-doro Palacios. Éste pone de relieve que la causa delarresto acaecido en «enero de 1940», según la explica-ción dada por el NKVD a los demás compañeros, fue unplan de fuga a Rumania en un barquito soviético y que unpope, a quien se habían confiado, les denunció. A raíz deesto, «un día, estando el capitán [Ángel Leturia] en unestablecimiento de Odessa, llamado Hotel de Francia, encompañía de Pío Izquierdo, Juan Izquierdo y Julián Bil-bao (primero, segundo y tercer maquinista del Cabo SanAgustín), la policía los llevó detenidos, junto con Domin-go García, de Puebla de Caramiñal, motorista de Ciudadde Ibiza».5

Estos datos facilitados por Palacios, incluidos la fechadel arresto, los nombres, el cargo y la pertenencia a losrespectivos buques, perduraron erróneamente hasta hoyen día en la historiografía española. El siguiente en re-producirlos, aunque sin citar la fuente franquista, fue An-tonio Vilanova, quien se convirtió en un referente paraAvel·lí Artís, Daniel Arasa, Carlos Ruiz Lapresa y VictoriaFernández Díaz.6

En resumen, y otorgando mayor credibilidad a testimo-nios e informes llegados desde Odessa, se puede perge-ñar que lo ocurrido fue el preámbulo de una represiónque gradualmente creció en intensidad hasta atañer acada sector de la emigración. De hecho fueron los segun-dos arrestos de republicanos ocurridos en la URSS, des-pués de la detención de ocho pilotos de Kirovabad enenero de 1940, con un carácter aleccionador frente a laimpávida actitud de salir del territorio soviético y de re-cusar cualquier invitación o promesa soviética.

Las adversidades con las que tropezaron los seis dete-nidos nos son todavía desconocidas. Es más que factible

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Rogelio Hernández Rodríguez. Archivo familiar.Vicente García Martínez. Archivo familiar.Ramón Sánchez-Gómez Ferragut. Archivo familiar.

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que sufrieran una prolongada condena en los campos detrabajo forzado. A lo largo del tiempo, desde la llegada aEspaña de unos siete marinos repatriados en la primeramitad del año 1941, hasta el retorno masivo iniciado en1956, los familiares de estos presos intervinieron antevarios organismos para obtener, como mínimo, algunanoticia. Así, el ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Se-rrano Suñer, recibió las súplicas de las familias, ya infor-madas por los recién retornados de la detención de hijos,hermanos o esposos. Disponemos de las demandas de re-patriación cursadas entre el 16 de enero y el 25 de agos-to de 1941 por los parientes de Ángel Leturia, Juan Iz-quierdo y Pío Izpizúa. Aunque ya era demasiado tarde,debido al arresto sucedido y a la invasión de la URSS porparte de las tropas del TercerReich, el inicio de la llamada Ope-ración Barbarroja, los datos fue-ron tramitados a la DGS para co-nocer los antecedentes, segúnlas notas hológrafas inteligiblesde las cartas. Este organismo es-timó, a finales de diciembre de1940 y en junio de 1941, que noexistían inconvenientes en ges-tionar la vuelta a España de Án-gel Leturia, Julián Bilbao y Pío Iz-pizúa. Aún así, ya no se podíahacer nada puesto que se necesi-taba la documentación y las fotografías de los interesa-dos para extenderles los pasaportes y obtener los visa-dos de salida de la URSS y de tránsito por varios países,necesarios para llegar a España.7

En relación a Pío Izpizúa, conocemos por su ficha derepatriado que la tramitación de su caso se germinó el 18de abril de 1941 cuando el gobernador civil y el comisariojefe de Investigación de Bilbao recibieron órdenes paracomprobar sus antecedentes. Los resultados fueron tras-ladados con prontitud por la Comisaría de Bilbao: Pío Iz-pizúa era un «separatista» que «durante el período rojo»hizo varios viajes a la URSS a bordo del Cabo San Agus-tín.8 Muchos años después, con motivo del retorno de laURSS de los prisioneros de guerra de la División Azul y

de los internados republicanos españoles en el Semíra-mis el 2 de abril de 1954, un allegado de la familia Leturiaintervino ante el director general de Asuntos ConsularesFélix Iturriaga para solicitar su retorno a España.9

Pero, hasta aquel entonces, tampoco las autoridadesfranquistas tuvieron noticias sobre el grupo desaparecido.En una Relación de internados secuestrados en Rusia sinninguna información aparecen sus nombres asociados ala fecha 26 de abril de 1940.10 Solamente años después, enun informe sobre la segunda expedición de repatriados dela URSS, en el apartado Individuos de personalidad intere-sante y gracias al testimonio del capitán observador Fe-derico Gonzalo González, que también conoció el Gulag,aparece el nombre de Pío Izpizúa, como marino condena-

do a 14 años de campos de con-centración por «desviacionismo»y «obstrucción al régimen».11 Posi-blemente debido a estas nuevasnoticias, el 14 de marzo de 1957,Antonia Izpizúa cursó la pertinen-te demanda de repatriación, estavez a la Cruz Roja española(CRE). Un mes más tarde el Comi-té Internacional de la Cruz Roja(CICR), previa intervención de laCRE, abrió un expediente de bús-queda ante la Alianza de la CruzRoja y Media Luna Roja soviéti-

cas. En su ficha del CICR consta que se encontraba en lalocalidad de Guryev (hoy Atyrau, Kazajstán) y que pudovolver a España en la sexta expedición del buque soviéti-co Krym, en mayo de 1957.12 Pío Izpizúa fue readmitido enel trabajo por su antigua empresa, la Cía. Ybarra, nave-gando en los buques Cabo San Sebastián y Cabo San Ro-que, con el cargo de segundo y primer maquinista, así co-mo interinamente de jefe de máquinas. En 1967desembarcó por enfermedad en Río de Janeiro y retornóa España por vía aérea. Al no reponerse, causó baja en lanaviera el 15 de noviembre de 1968.13

Otro caso afortunado fue el de Domingo García Miey-tes, quien sobrevivió al Gulag y se encontraba «interna-do» en la ciudad de Astrakán. A finales de diciembre de

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1959, su hermana contactó con el CICR para gestionar surepatriación. Con una extraordinaria premura, sólo undía después del recibo de la demanda, la Agencia Centralde Prisioneros de Guerra del CICR recibía noticias espe-ranzadoras desde la CRE. El delegado de la DGS, en cali-dad de secretario de la Comisión Coordinadora para Re-patriados de Rusia, informó de que a instancias de la CREy del MAE al súbdito español le fue concedida la autoriza-ción de entrada en España el 17 de diciembre de 1959.Para agilizar los trámites, el MAE hizo partícipe de la no-ticia al embajador franquista en París con el fin de infor-mar a su homólogo soviético en la capital francesa deque Domingo García podía regresar a su país vía Ginebra.Desde allí, el cónsul franquista en la ciudad le facilitaríalos medios para continuar el viaje hasta su domicilio en APobla do Caramiñal. Pasados casi ocho meses, el antiguomaquinista del Ciudad de Tarragona seguía en la URSS.Las dilaciones de las autoridades soviéticas causaronuna carta de protesta de puño y letra del interesado alpresidente del CICR. En ella es fehaciente el deseo dejuntarse con su familia y que se veía postergado por laburocracia soviética bajo diferentes excusas: que las au-toridades franquistas le habían retirado el visado, quefue enviado de forma anticipada o que habían encamina-do otras gestiones para concederle el permiso. La co-rrespondencia posterior mantenida entre el CICR, laAlianza de las Sociedades de la Cruz Roja y Media LunaRoja soviéticas y la CRE arroja un poco más de luz sobreel asunto. La Alianza, ante el tesón de la Agencia Centralde Búsquedas del CIRC, respondió el 6 de diciembre de1960 que se pospuso la partida de Domingo García a raízdel recibo de una información de cancelación de los per-misos de entrada por parte de las autoridades franquis-tas. Para rebatir la comunicación de la Alianza, la CREtranscribió como prueba el texto íntegro del escrito reci-bido por parte de la DGS, corroborando una vez más lavalidez del visado. El Ministerio de Gobernación, en unaépoca en la que las autoridades franquistas se mostra-ban más que reacias a la repatriación de los españolesprocedentes de la URSS, consideraba que la conducta delinteresado le hacía digno de que se accediera a su retor-no, otorgándole una vez más el visado de entrada. La bu-

rocracia soviética se resistió, al menos hasta el 20 de oc-tubre de 1964, a conceder la salida de un marino que es-tuvo encarcelado durante más de 15 años en la URSS, pe-se a los otros dos permisos de entrada concedidos por laDGS, el 12 de mayo de 1961 y el 19 de octubre de 1964.14

Posteriormente a esta fecha carecemos de datos sobreel tema y habrá que esperar unos cuatro años más paraacceder a los documentos españoles complementarios.

El historial de búsqueda de Juan Izquierdo Zugasti, elsegundo maquinista del Cabo San Agustín, se remonta al27 de abril de 1943. Esta vez fue la Cruz Roja argentinaquien cursó la reclamación, pero en plena Segunda Guer-ra Mundial era muy difícil obtener alguna noticia, con locual el resultado fue el de «paradero desconocido». Re -iniciadas las averiguaciones por su familia, exiliada enArgentina, y mediadas por la Cruz Roja francesa y elCICR, desde el 19 de junio de 1954 hasta el 27 de marzode 1957, según la Alianza de la Cruz Roja y Media LunaRoja soviéticas la búsqueda seguía en curso. A posteriori,el maquinista reclamado por su madre desde Bilbao figu-raba en un listado de la CRE del 17 de mayo de 1958, paraser incluido en la séptima expedición de españoles proce-dentes de la URSS. Conforme a la respuesta del ComitéEjecutivo de la Alianza del 9 de julio de 1958, 73 de laspersonas reclamadas, entre las cuales Julián Izquierdo,no expresaron su deseo de ser repatriadas.15 De lo queantecede, es probable que éste sobreviviera a los cam-pos y decidiese establecer su residencia en la URSS, aun-que nos reservamos un interrogante sobre la cuestión,determinado por un expediente abierto durante más detres años, sin que la Alianza aportase ninguna informa-ción concreta.

En cuanto a los demás detenidos, exiguos conocimien-tos podemos aportar. Las trayectorias de Ángel LeturiaArrambari, capitán del Mar Blanco, y de José Sáenz Me-néndez, primer maquinista del Inocencio Figaredo, nosson completamente desconocidas. Según la ficha delCICR correspondiente a Julián Bilbao Lecica, tercer ma-quinista del Cabo San Agustín, las últimas noticias quetuvo la familia datan de la época en la que estuvo aloja-do, al igual que sus compatriotas, en el Hotel Francia deOdessa. A resultas de las repatriaciones de la segunda

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mitad de los años cincuenta, la esposa del que fue tercermaquinista del Cabo San Agustín remitió el caso al CICRpor intermedio de la CRE el 12 de enero de 1957. Como enlos demás casos, el CICR contactó con la Alianza de So-ciedades de la Cruz Roja y Media Luna Roja soviéticas yel 7 de mayo de 1957 se comenzó la investigación. Pare-ce ser que ésta duró más de tres años, y se saldó con unresultado negativo, es decir, que el demandado no fuehallado en la URSS, según el mensaje de la Alianza del 12de septiembre de 1960.16

EL INTERMEDIO

Hemos dejado al grupo restante de 61 marinos todavía enlibertad después del arresto de sus compatriotas. Caberecordar que en el mes de enero de 1940, éstos requirie-ron ante las autoridades soviéticas el retorno a España.La burocracia soviética se movió con cierta lentitud. Pe-ro de manera sorprendente, en mayo de 1940, los diplo-máticos alemanes en Moscú fueron informados de la de-cisión del Kremlin de permitir la salida de unos 53marinos de la URSS. El mismo día de la recepción deldespacho, es decir, el 31 de mayo, el director de la Sec-ción Política del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ale-mania Emil von Rintelen telegrafiaba instrucciones a losrepresentantes alemanes en Madrid para sondear la pos-tura franquista, dejando constancia de la buena disposi-ción del Gobierno alemán en hacerse cargo de la tramita-ción de la repatriación de los españoles citados. Eltelegrama que cursó el consejero de la legación alemanaen la capital española, Hans-Eduard Still, dejaba entreverunas perspectivas muy poco esperanzadoras ya que nose podía «contar con una pronta decisión» por parte delas autoridades franquistas. En base al mismo telegrama,el peculiar proceder de los franquistas residía en la ex-haustiva labor de investigación a realizar con los solici-tantes a través de un «tribunal militar» o «ministro deGuerra» y la DGS. En el caso de que los resultados fueranpositivos, «el Gobierno español autorizaría probablemen-te [el] viaje de regreso a España».17

A mediados de octubre de 1940, Moscú volvió a moverficha. Su veredicto fue acompañado por una relación no-

minal de marinos, y todo ello fue enviado a la embajadaalemana en Moscú. Se quería saber cuál era la posicióndel Gobierno franquista, asunto del que se encargó unavez más la embajada alemana en Madrid. Y esta segundaacción encierra una realidad contundente: el Comisaria-do del Pueblo para Asuntos Exteriores de la URSS reite-raba su conformidad para la salida de «52» marinos. De-bió de ser una «cortesía» soviética para quitarse deencima un grupo problemático que seguía negándose atrabajar, que el Estado soviético mantenía por tercer añoconsecutivo, que «corrompía moralmente a causa de lavaguería» y que influía «negativamente en otros marinosextranjeros».18 El resto ya dependía de la posición queadoptase el Gobierno franquista. Empero, los apuntes amano en la nota ofrecen una perspectiva casi desoladorae indican que este listado fue cursado el 28 de octubre a«Seguridad» para ver «antecedentes de esos indivi-duos». Por la sucesión posterior de los hechos, y a dife-rencia de anteriores listas nominales llegadas al MAE, enesta ocasión sí que se procedió a un examen minucioso yprolongado que duró hasta después de los prolegómenosde la Operación Barbarroja. Pese a ello, en noviembre de1940, el MAE se apresuró en concretar su actitud en unanota cursada a Berlín: se negaba rotundamente a la repa-triación del grupo de marinos objeto de la mencionadalista.19 Inferimos que se trataba de una negación a una re-patriación colectiva, dado que posteriormente se accedióa repatriaciones individuales. Así, entre enero y junio de1941, pudieron retornar a España siete marinos, entreellos cuatro del Cabo San Agustín, dos del Juan Sebas-tián Elcano y uno del Ibai.

En abril de 1941, la diplomacia soviética volvió a moverficha. Era la tercera y, presumiblemente, última vez quelo hizo ante los sucesos ulteriores. Se trata de un en-cuentro a nivel extraoficial entre el agregado naval fran-quista en Berlín y su homólogo soviético. El Gobierno so-viético ratificó su postura de mayo y octubre de 1940: nose opondría a la vuelta de los españoles que así lo desea-ban. En esta ocasión, el listado entregado era cuantiosa-mente más grande: 78 españoles, entre ellos los pilotosde Kirovabad, personal educador de las casas de niñosde Odessa y Moscú, y 53 marinos.

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Pero iniciadas las hostilidades entre Alemania y laURSS en junio de 1941, las autoridades franquistas nadapudieron hacer de cara a las repatriaciones que encami-naron una vez que decidieron abrir el grifo gota a gota.Ya era demasiado tarde para los permisos de entradaconcedidos por la DGS. La mayoría requería la entradapor Irún para depuración. La relación de éstos es la si-guiente: Joaquín Trigo Sayans (3 de junio de 1941); JuliánBilbao Lecica (4 de junio de 1941); Emilio Galán Galavera(6 de junio de 1941); José García Santamaría, Ángel Cas-tañeda Ochoa, José Castañeda Ochoa, Pío Izpizúa Imatzy Vicente García Martínez (26 de junio de 1941); Francis-co González de la Vega, Juan Castro López y Manuel Dá-vila Eiras (28 de junio de 1941); José Pollán Osaento (5 dejulio de 1941); Francisco Mercader Saavedra (7 de julio de1941); Ricardo Pérez Fernández (11 de julio de 1941); PedroLlompart Benassar (24 de julio de 1941); Manuel JuradoVázquez (5 de febrero de 1942). Hasta el 25 de septiem-bre de 1941 fueron revisados la mayoría de los expedien-tes, quedando pendientes de completar con documenta-ción acreedora los de Manuel Dopico Fernández yEnrique Piñeiro Díaz.20

El resultado del panorama general creado por las soli-citudes se resume en sólo siete repatriaciones conclui-das, otras cuatro pendientes, las de Pedro Armesto Saco,Ramón Sánchez-Gómez Ferragut, Eusebio Olarra Basartey Jacinto González Guilera, y los permisos otorgados an-tes mencionados. Claramente, los titubeos franquistascon respecto a los «rojos» imposibilitaron una rápida re-patriación en masa o de forma consecutiva cuando elcontinente europeo lo permitía, teniendo el permiso delos soviéticos.

ENTRE LAS ALAMBRADAS SIBERIANAS

En el lapso cronológico comprendido entre febrero de1940 y abril de 1941, las autoridades soviéticas lograronconvencer y colocar en el trabajo a un reducido númerode marinos de este grupo. Aún así, en un informe de N.Shviérnik del 18 de abril de 1941, cuyo anexo comprendea 58 personas, se subraya que muchos de los marinosque seguían aguardando su visado para ir a México tra-

bajaron realmente en Kramatorsk y otras ciudades, peroque acabaron regresando a Odessa.21 Su proceder indig-naba a los soviéticos. Ya no sabían qué hacer con un gru-po de españoles indómitos, que se negaba rotundamentea trabajar exigiendo su salida y que no encajaba para na-da en el arquetipo de la mansa sociedad estalinista. Nosaproximamos de forma desprejuiciada al segundo ucasede Beria. Los informes elevados para su conocimiento leayudaron. El subjefe del Departamento de Instrucción yOrganización del Consejo Central de los Sindicatos Sovié-ticos, apellidado Bogoyávlenski, en correspondencia conel secretario del mismo organismo N. Shviérnik recorda-ba: «Sobre los marinos españoles que se encontraban enla c. de Odessa, Vd. ya ha escrito al Comisario Populardel Interior, cam. Lavrenti Pávlovich Beria. Vd. pidió en-viar a los marinos a un campo del NKVD. Consideraríanecesario ahora plantear esta cuestión ante el Consejode Comisarios del Pueblo de la URSS». No tardó mucho.El 21 de junio de 1941, ¡fecha de la ofensiva relámpago na-zi contra el territorio soviético!, Shviérnik remitió el in-forme que había concebido al Consejo de Comisarios delPueblo de la URSS:

«En Odessa desde 1937 vive un grupo de marinos, reti-rados de los barcos españoles internados. A una parte deellos el Consejo Central de Sindicatos Soviéticos los haenviado a trabajar a fábricas y a barcos que navegan porlos ríos y mares internos de la URSS. Pero en Odessa sehan quedado aún 75 personas marinos, que se niegan ca-tegóricamente a realizar cualquier trabajo. Este grupo demarinos está compuesto de gente corrompida con esta-do de ánimo enemisto contra el poder soviético. Estagente no quiere trabajar y, a pesar de todo, cuan extrañono sea esto, el Comisariado de la Marina continúa mante-niéndoles en un hotel, dándoles de ver [sic], de comer, devestir, y dándole a cada marino para sus gastos peque-ños 50 rublos al mes.

El Consejo Central de Sindicatos Soviéticos pide alConsejo de Comisarios del Pueblo de la URSS obligar alComisariado del Pueblo de la Marina a dejar de dar a losmarinos que no desean trabajar toda clase de avitualla-miento (comida, pago del hotel, entrega de medios paralos gastos pequeños) y también obligar al Comisariado

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Agustín Llona Menchaca. Archivo familiar.

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Popular del Interior a enviar a los marinos que viven enOdessa a los campos».22

El 26 de junio, Beria ordenó el internamiento de los es-pañoles, marinos y pilotos, en el campo de concentraciónNº5110/32 Norilsk, en el norte de la URSS, cerca del Cír-culo Polar Ártico.23 El ucase de Beria incluyó a 48 mari-nos, 25 pilotos y al maestro Juan Bote García.24 El NKVDacató rigurosamente la orden de su superior.

El traslado de los marinos comenzó el 27 de junio de1941. La primera parada de una tortuosa y siberiana rutaque cubrió casi 4.000 kilómetros fue la cárcel de Járkov.De allí, hacinados en vagones stolypin y tras largos días deviaje llegaron al campo de concentración de Krasnoiarsk.25

A tenor del grabadopunteado hallado ul-teriormente por lospilotos en la pared deuna celda, los marinosdieron fe de su reclu-sión y, a la vez, cons-tancia del momento:«23 de septiembre».26

Permanecieron en es-te campo de tránsitomientras el río Yeni-séi, congelado a cau-sa de las bajas tempe-raturas, no estuvonavegable. Cuando talcosa sucedió, fueron transportados en embarcaciones pordicho río hacia el Círculo Polar Ártico, con destino final alcampo de concentración de Norilsk.27

Este es un episodio referido también por la prensafranquista de marzo y abril de 1954, desgraciadamenteuna de las pocas fuentes que recogieron el testimonio delos supervivientes. Al carecer de memorias o de datoscomplementarios más fiables,28 en particular sobre estaépoca de su trayecto, hemos recurrido a ellas con unaextrema cautela, eludiendo aquella mítica verbosidadque las convierte en engorrosas y parcialmente prescri-tas. Algunos periodistas franquistas se sirvieron de sustestimonios para escribir detalladas crónicas. Una de

ellas precisa como fecha de la llegada del grupo al campode Norilsk el 19 de octubre de 1941. Otra apunta que losmarinos fueron empleados como los demás presos en laconstrucción de una carretera, arrancando grandes blo-ques de hielo con barras de hierro.29 Los duros trabajos,la falta de ropa adecuada, las enfermedades como el es-corbuto, la disentería y el tifus, y la jornada laboral de 12horas en esta zona siberiana, distinguida por sus bajastemperaturas de hasta más de 50º bajo cero, provoca-ron la exasperación de los españoles. Según el divisiona-rio Gerardo Oroquieta, el marino Pedro Armesto Saco, enrepresentación del grupo, protestó ante el jefe del cam-po. Pero ya con anterioridad se habían recibido órdenes

de eximirles del traba-jo hasta que se adap-tasen al clima.30 Estaversión de los hechosqueda parcialmenteconfirmada por Fran-cisco Alonso Martín,quien recuerda quedespués de haber per-manecido totalmenteolvidados y sin que sepreocupase de ellosningún tribunal, inopi-nadamente se presen-tó una comisión deMoscú disponiendo su

traslado para que recibieran un trato mejor.31

Probablemente la decisión fue determinada por elapreciable número de fallecimientos sobrevenidos en unintervalo de dos meses. Al cronista Adolfo Prego se debela relación más completa de muertos dentro del grupodurante su internamiento en la URSS. Es más que proba-ble que tuviese acceso a documentación de primera ma-no. Extraña coincidencia nos parece la transcripción fiely en el mismo orden de los internados fallecidos en loscampos soviéticos que aparecen en un listado custodiadopor uno de los archivos del Ministerio de Defensa. Basán-donos en esta lista, elaborada por los supervivientes,ocho marinos perecieron en Norilsk: José Plata Loira (10

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de noviembre de 1941), Eusebio Olarra Basarte (13 de no-viembre de 1941), Diego Navarro Martínez y FranciscoArroyo Cervantes (15 de noviembre de 1941), EnriqueMartínez y Julio Martínez Berros (18 de noviembre de1941), José Azcueta Echevarría (31 de diciembre de 1941)y Rosendo Martínez Ermo (5 de enero de 1942).32 Pregohace hincapié en el caso particular de José Azcueta, cu-yo sufrimiento fue tal que intentó suicidarse. El primerintento, al meterse en una de las hendiduras de los blo-ques de hielo con el fin de ser aplastado, falló puesto quele salvaron sus compañeros. Un poco más repuesto en elhospital del campo, en la víspera de Nochebuena, y des-pués de despedirse de sus compañeros, se tomó un vasode agua fría provocándose así una disentería, causa desu deceso.33

El yugoslavo Karlo Stajner confirma la presencia espa-ñola en el campo de Norilsk. Él se refiere a un grupo de250 españoles detenidos en varias ciudades soviéticaspor «actividades contrarrevolucionarias» a raíz de unahuelga declarada por un grupo de ellos en la fábrica delocomotoras de Járkov. Y según el mismo testigo, de los250 trasladados a este campo, sólo sobrevivieron 70.34 Anuestro juicio, este superviviente de la experiencia con-centracionaria ártica expone el caso de los marinos. Perosu cifra es más que exagerada, y rasgos sobre algo pare-cido no constan ni en la memorialística ni en el acervodocumental consultado.

En el lapso temporal del 5 de enero de 1942, fecha dela última defunción registrada en Norilsk, y septiembrede 1942, cuando falleció Juan Zarragoitia Bilbao en elcampo de concentración de Krasnoiarsk, hipotéticamen-te no se produjo ninguna otra muerte más. Este hechonos hace suponer que realmente las condiciones de vidade los marinos mejoraron. Salvador López de la Torre re-vela en uno de sus reportajes propagandísticos que, el 8de enero de 1942, el grupo fue trasladado a un campo li-geramente más suave, el Nº2 de Norilsk.35 Probablemen-te, durante esta estancia recibieron atención médica, enla medida de las posibilidades de un campo de concentra-ción, y se recuperaron con vistas a su traslado ordenadoal campo de Karagandá. Emprendieron el mismo itinera-rio que a la ida, el cual incluyó una parada en el campo

de tránsito de Krasnoiarsk y otra en el de Novosibirsk,llegando entre el verano y el otoño de 1942 a Karagandá,la «estepa del hambre» del Kazajstán, al noroeste del la-go Baikal.

En noviembre de 1942, se les unieron en el campo deconcentración de Spassk, conocido en la administraciónsoviética por el Nº99, con la estafeta postal 99/22Spassk, la hornada de pilotos y el maestro de «niños dela guerra», Juan Bote García, procedentes del campo deKrasnoiarsk. En resumen, por aquellas fechas, entre lapoblación del campo, otra «gigantesca internacional delarchipiélago», a parte de alemanes, franceses, yugosla-vos, austriacos, rumanos, etc., se hallaban recluidos 67republicanos españoles, entre ellos el maestro Juan BoteGarcía, el marino Luis Serrano Organero y su esposa, lamaestra Petra Díaz Alonso. Pasaron allí el invierno, es-tando empleados en la recogida de todos los materialesaprovechables de una fundición en ruinas, situada a es-casos kilómetros del campo. Con la llegada de la prima-vera, en marzo de 1943, todos los internados fueron lle-vados al campo de Kok-Uzek, a 500 metros de distanciade Spassk, el cual quedó reservado exclusivamente paralos prisioneros de guerra. En Kok-Uzek, viva imagen de ladeportación, pasaron cinco años, muchos de ellos sobre-viviendo a la pésima higiene y a la inanición, al frío inver-nal y al tórrido calor veraniego, a los chinches y a los pio-jos, a las enfermedades y a la explotación extrema de susfuerzas físicas. Como Kok-Uzek estaba especializado enlas labores agrícolas, rodeado de koljoses, la mayoría delos internados se ganaban su ración de comida trabajan-do en la agricultura.36

Para todos, la larga época de internamiento dejó, de al-guna forma u otra, incontables cicatrices. Uno de los últi-mos supervivientes de aquella experiencia, el pilotoAgustín Puig Delgado, contaba a la autora que «fuimosunas víctimas que cayeron en desgracia en aquella épo-ca. Todo aquello, nuestro paso por las prisiones y la es-tancia en los campos, fue un cúmulo de desgracias. ¿Pa-ra qué pintar de tragedia lo que ya lo era? Yo tuve quesufrir todo».37 Una de estas huellas también fue la muer-te de sus compañeros. Desde septiembre de 1942 hastamayo de 1948, es decir, durante el encierro en los cam-

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pos de la estepa, fallecieron diez compatriotas, de loscuales ocho eran marinos: Demetrio Mateo Sánchez, enseptiembre de 1942; Guillermo Díaz Guadilla, el 11 de abrilde 1943; Elías Legarra Bolomburu, el 12 de abril de 1943;Francisco González de la Vega, el 19 de junio de 1945;Emilio Galán Galavera, en julio de 1945; Manuel DopicoFernández, en agosto de 1945; Antonio Echaurren Ugar-te, el 6 de marzo de 1946 y, por ende, Secundino Rodrí-guez de la Fuente, el 7 de marzo de 1947.38

Curiosamente, escasos días después del fallecimientode este último, llegaba a la Federación Española de De-portados e Internados Políticos (FEDIP) su historial políti-co, de hecho, uno de los más destacados entre los mari-nos de Karagandá. Fue secretario de la agrupación deIzquierda Republicana en su ciudad natal, Sestao (Vizca-ya), alcalde constitucional de Castro-Urdiales, fundador yaccionista de la Casa de la Democracia y director del se-manario de izquierda La voz de Castro. Durante la GuerraCivil llegó a ser comisario político de un batallón de infan-tería en el norte de España, siendo su último destino el decomisario político a bordo de la motonave Cabo SanAgustín.39 Parece ser que su conducta ejemplar en Kok-Uzek determinó al jefe del campo elevar un informe a lasuperioridad en el que aconsejaba su liberación. Falleciósin que nadie hubiera hecho caso de las recomendacionesdel jefe del campo ni de la carta que él mismo dirigió alcomisario del Pueblo para Asuntos Exteriores Mólotov.40

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, las autori-dades soviéticas empezaron a poner en marcha las repa-triaciones de prisioneros de guerra o internados de dife-rentes nacionalidades. La espera de los españoles, envista de la futura repatriación que no llegaba, mientraslos otros internados partían a sus países de origen, deter-minó una protesta colectiva ante las autoridades del cam-po. Por lo cual, en febrero de 1947, declararon la huelgade hambre y se negaron a trabajar. Según recuerda unaantigua internada, la dirección del campo ordenó el encar-celamiento de los españoles, quedando así expuestos asufrir graves condenas de prisión. Intervino el doctor Bo-te, que negoció en repetidas ocasiones con la direccióndel campo. Su talante conciliador logró evitar las mayoresrepresalias que iban a sufrir sus compatriotas.41

Casi de forma simultánea a las protestas de los inter-nados republicanos, se iniciaron dos procesos estrecha-mente vinculados. El detonante fue la salida de los ex-tranjeros de aquellos campos y la noticia delinternamiento de un grupo de españoles antifascistas enKaragandá. Igualmente, los recién liberados fueron por-tadores de cartas y relaciones nominales de los interna-dos españoles. Estaban dirigidas a las familias, a la ONUy al Gobierno de la República española en el exilio. Bastaseñalar que el mes de diciembre de 1946 se convirtió enun momento clave. Una relación nominal de ellos llegó amanos de las autoridades españolas en el exilio. Fue elantiguo internado francés Francisque Bornet quien seencargó de ello. El 7 de diciembre, Rafael Sánchez Gue -rra, republicano conservador y ministro sin cartera en elGobierno de José Giral, entregó un escrito de Bornet aAugusto García, que asumía la función de jefe interinodel Gobierno. A finales de mes, Giral tomó nota y tanto élcomo García prometieron hacer gestiones al respecto. ElGobierno republicano se movió con celeridad e intentópenetrar durante 1947 en el glacis estalinista a través dediligencias a cargo de sus ministros en países como Yu-goslavia, Checoslovaquia y Polonia. El silencio soviéticorepresentó un muro inexpugnable. Y la falta de resulta-dos concretos determinó que la FEDIP tomase las rien-das del asunto. A finales de 1947, la odisea del grupoemergió a la luz pública a través del periódico anarquistaSolidaridad Obrera. Desde ese momento hasta principiosde otoño de 1948, con periodicidad semanal salía algúnartículo dedicado a los compatriotas de Karagandá. Seles unieron el resto de las fuerzas políticas republicanas,con excepción del PCE y PSUC, amén de la prensa fran-cesa y la solidaridad internacional. La escena parisina de1948 se convirtió en un campo de batalla de todos contralos comunistas españoles. Éste fue un proceso exhausti-vo, en el que el papel dominante lo tuvieron la política dela República española en el exilio y la FEDIP. Aquí, sim-plemente hemos querido poner en antecedentes al lectorde cara a la respuesta comunista, un proceso que se de-sarrolló en el territorio soviético y con actores destaca-dos como Súslov, Baránov, Claudín, Abad e Ibárruri.

Que sepamos, la trama soviética echó sus raíces el 21

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de enero de 1947 cuando el Comité Central del PCUS co-menzó a manifestar su interés por la situación de los in-ternados españoles. Desde su puesto de trabajo en elaparato del Comité Central del PCUS, Mijaíl Súslov se di-rigió al MVD (Ministerio del Interior, antiguo NKVD desde1946) con el subsiguiente requisito: «Pido enviar los da-tos que tiene Vd. sobre los españoles internados a co-mienzos de la Guerra Patria en Odessa y otras ciudadesde la Unión Soviética. Por los testimonios que tenemos,están concentrados en uno de los campos del MI [Minis-terio del Interior] de la URSS».42

Es decir, esto ocurría un mes después de que la rela-ción nominal se diese a conocer en París. ¿De qué testi-monios se trataba? Casualidad o no, es un interroganteabierto que probablemente sólo los archivos de proce-dencia soviética nos pueden ayudar a sentenciar.

Según prosigue Elpátievsky, la Dirección Principal deAsuntos de Prisioneros de Guerra e Internados del MVDreaccionó con premura. A finales de enero, Súslov dispo-nía de un listado de 58 españoles concentrados en elcampo Nº99 de Karagandá. Deducimos de lo que trans-cribe el historiador ruso que los datos suministrados re-sultaron de una comprobación directa desarrollada, co-mo mucho, un semestre antes. El veredicto de lacomisión, después de haber estudiado sus expedientes ycuestionado a las 58 personas, estableció que «los inter-nados llegaron a la URSS en 1937-1939 desde la Españarepublicana, de ellos, 35 en el personal de la tripulaciónde tres barcos, que habían llegado a la URSS a por ali-mentación y armamento, y 23 a la escuela de pilotos. Me-diante interrogatorios personales se ha aclarado que 48desean salir a España, 9 a Méjico y 1 a Crimea; la aspira-ción de la mayoría es salir a España y su deseo es ir consus familias. No tienen materiales comprometedores».43

Pilar Bonet hace hincapié en que en marzo de 1948, elGobierno soviético decidió traspasar la custodia de todoslos internados republicanos del campo Nº99 a la Direc-ción General de Repatriaciones.44 Parecía que arrancabala operación retorno, ya que en mayo de 1948 se ordenóla repatriación de los internados españoles. En virtud deello, se incoó su traslado al campo Nº13 de Karagandá, uncampo correccional que había albergado a los prisione-

ros de guerra alemanes. Pasados unos días, el 22 de mayode 1948, abandonaron la estepa en dirección a Odessa,adonde arribaron el 12 de junio.45 El atisbo de libertad du-ró muy poco. Recluidos en el campo Nº159 de Odessa,apenas un día después de la llegada, fueron invitados apasar por los interrogatorios de una comisión con el finde expresar sus planes futuros: salir para España, Francia,México, Alemania o Austria o quedarse en la URSS.46

¿Qué pasó con la prometida repatriación? Intervinotambién la garra del oso bolchevizado: el PCE. Preparan-do el terreno, Fernando Claudín, el entonces responsabledel PCE en la URSS tras sustituir al «blando» José Anto-nio Uribes, se dirigió el 30 de abril de 1948 a L. Baránov,el vicejefe de la sección de Política Internacional delPCUS, con el siguiente mensaje rubricado «absolutamen-te secreto»: «Habiendo sido informado por ustedes deque el grupo de españoles que residía en Karagandá va amarchar al extranjero, pensamos que podría ser útil in-tentar obtener de alguno de ellos declaraciones positivasque sirvieran para desmentir la campaña de difamación ycalumnia que a cuenta de este asunto se hace, no sola-mente por los franquistas, sino también, con una granviolencia, por la prensa socialista y anarquista de la emi-gración»47.

Así que por orden de Mijaíl Súslov, las autoridades so-viéticas emprendieron una inspección que afectó a ungrupo de españoles internados en Odessa, en los camposNº159 y 186, siendo el último un punto de tránsito de re-patriación. Por indicación de Claudín, el enviado disimula-do del PCE en la «misión en Crimea» fue FranciscoAbad.48 Le acompañaban un periodista de la agencia TASSy un miembro del Socorro Rojo Internacional. La docu-mentación de procedencia soviética indica que unos 87españoles fueron objeto de conversaciones personales,además de cinco cónyuges (cuatro alemanas y una espa-ñola) y seis niños (de cuatro meses a 16 años). Procedíande tres grupos distintos: pilotos de Kirovabad, marinos deOdessa y españoles internados en la URSS desde 1945, alser liberado Berlín por el Ejército Rojo. A tenor de los inte-rrogatorios efectuados se estableció el siguiente cuadro:54 personas clasificadas de «orientación progresista»querían quedarse en la URSS; 36 querían volver a España;

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seis, a Francia; una, a Austria y una, a Checoslovaquia.Evidentemente, de la hornada de internados que anhela-ban su retorno a España, 24 de ellos fueron tildados detener «mentalidad antisoviética» ya que a principios delos años cuarenta pidieron que les mandaran a Francia,México y otros países. En su informe, Baránov sugería quela partida de aquellas personas del territorio soviético ali-mentaría «nuevas provocaciones y calumnias contra laURSS y perjudicaría la lucha del pueblo español contraFranco». A la vez señalaba que a toda aquella gente «sen-cilla» y «políticamente inculta», que había sucumbido «ala agitación realizada en el lager por la gente de orienta-ción fascista», se le podía ayudar a cambiar de actitudmediante un «trabajo educativo». Desde su punto de vis-ta, era recomendable alojar a todos los españoles quequerían quedarse, y también a los que no lo deseaban, pe-ro que «no son antisoviéticos», en ciudades de la Repúbli-ca de Uzbekistán. En cuanto a los otros españoles «deorientación fascista» que insistían vehementemente en elenvío a la España franquista, el MVD tenía que encargarsede ellos: aislarlos y reeducarlos.

Desde luego, en ningún momento los representantescomunistas españoles, como tampoco las autoridades so-viéticas, tuvieron la mínima intención de abrir sus fronte-ras para los internados y exiliados españoles. Es un temaclaramente plasmado por Baránov en una nota dirigida aSúslov, y basado en una conversación con la Pasionaria yotros dirigentes comunistas. La postura de la Pasionariaera más que tajante. La salida se conseguía sólo bajo unainvitación procedente de parientes directos que habita-ban en América Latina, Francia o países de «nueva de-mocracia», siempre y cuando el invitado tuviese un «ex-pediente político positivo». Cuando la invitación ibadirigida a personas con un «expediente político negati-vo» había que denegar rotundamente la solicitud.49 Tienemucho relieve, a nuestro entender, el proceso de policy-making referente a las salidas de éstos, cuya responsabi-lidad última ha de ponerse en el debe de la autoría con-junta del PCE y del PCUS. Obviamente, como explicaElpátievsky, la salida de la URSS era rigurosamente con-trolada por una comisión de salidas ante el Comité Cen-tral del PCUS o por el Buró de Salidas al Extranjero y En-

tradas en el territorio soviético ante el Consejo de Minis-tros de la URSS.50 Pero también el proceso de análisis delos expedientes y la atribución del calificativo de «negati-vo» o «positivo» pasaron por el libre arbitrario de los re-presentantes comunistas españoles. El mero hecho de vi-sitar una embajada extranjera y pedir un permiso desalida de la URSS apostillaba un expediente como negati-vo. En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial y elperíodo que le siguió, precisamente desde 1945 hasta1948, los exiliados españoles se acercaron a las embaja-das de México, Chile y Francia, entre otras, para buscaruna forma de abandonar el «paraíso». ¿Cuántos lo logra-ron? Muy pocos. Un ejemplo de ello es la marcha a Méxi-co de 21 españoles, el 21 de diciembre de 1945, y poste-riormente a Francia de cuatro jóvenes. Para el compástemporal comprendido entre el 4 de agosto de 1945 y el 1de enero de 1947, es más que elocuente el informe delpresidente del Comité Central del S.R.I. de la URSS N.Sharónov, dirigido a Súslov el 14 de enero de 1947. De los1.763 emigrados que salieron de la URSS en la épocamencionada, ¡sólo 41 eran españoles!51 Es una cifra quehabla por sí misma, aunque tal vez no sea la definitiva.Ya a partir de 1947, el ritmo de las salidas, de por sí exa-geradamente moderado, se convirtió en casi inexistente.

Retornando al escenario del campo Nº159 de Odessa,se podría decir que la «misión en Crimea» fue coronadacon éxito. Del grupo de pilotos y marinos internados, entotal 57 personas, 18 firmaron una carta de adhesión a laURSS. Es decir, accedieron a salir en libertad e incorpo-rarse al trabajo en distintos centros fabriles soviéticos.Su relación nominal fue publicada en el periódico de lossindicatos soviéticos Trud, el 19 de agosto de 1948, comouna bofetada a la campaña de «difamación» del que eraobjeto la política del PCE y del PCUS en Francia, en refe-rencia al «expediente Karagandá». Del grupo de los mari-nos, firmaron los siguientes: Manuel Jurado Vázquez,Manuel Rodríguez Teijeiro, Joaquín Trigo Sayans, Vicen-te Marqués Castell, José López González, José TrocheCotelo, Francisco Alonso Martín, Víctor Rodríguez Rangoy Luis Serrano Organero.52

A renglón seguido, desde principios de julio se los tras-ladó paulatinamente al campo de repatriación Nº186 de

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Lyustdorf (a 13 quilómetros de Odessa) y en la segundamitad de agosto de 1948 abandonaron definitivamentelas alambradas. El nuevo destino asignado fue Yalta, enCrimea. Allí trabajaron en diferentes industrias y koljosesde las ciudades de la península53. Su exilio en la URSS du-ró hasta 1956-1957, cuando muchos de los emigradosvolvieron a España. Y ellos también lo hicieron en las su-cesivas expediciones del buque soviético Krym: en la se-gunda expedición, el 22 de octubre de 1956, volvieron losmarinos Vicente Marqués Castell, Joaquín Trigo Sayans yFrancisco Alonso Martín; en la tercera, el 23 de noviem-bre de 1956, el tripulante Manuel Jurado Vázquez; y en lacuarta, que desembarcó el 18 de diciembre de 1956, elmarino Víctor Rodríguez Rango.54 Sobre el destino de Jo-sé Troche Cotelo nada podemos aportar. El marino Ma-nuel Rodríguez Tejeiro falleció en Crimea en 1954 a cau-sa de la tuberculosis, mientras que otro compatriota,José López González, se estableció en Artiómovsk, don-de trabajó en algunas fábricas de la ciudad.55

A los demás compañeros que se quedaron en Odessales esperaba otro largo proceso de «reeducación». De-lante de ellos se abría una tercera etapa concentraciona-ria, una verdadera peregrinación por diferentes camposeuropeos de la URSS. Ya a principios de 1949 representa-ban un grupo segregado. Tras la partida de sus 18 com-pañeros, quedaban 39 internados. A ello se añadió otradivisión, la condena a cinco años de destierro del maes-tro Juan Bote García, del piloto Francisco Llopis Crespo ydel marino Agustín Llona Menchaca, considerados como«cabecillas de la resistencia» del grupo. Los tres fueronsometidos a interrogatorios intermitentes por parte delas autoridades del campo con el fin de averiguar si de suconducta se infería algún delito de «propaganda contrala URSS». Posteriormente se incoó su traslado a la cárcelde Odessa, adonde llegaron el 24 de junio de 1949. La or-den de detención justificaba la reclusión en base a deli-tos «contrarrevolucionarios» y «peligrosidad» para de-jarlos en libertad. La sentencia se pronunció en febrerode 1950 y estipulaba una condena a cinco años de destie-rro contados a partir de marzo de 1949 en virtud a la re-solución de un Consejo especial de Moscú por un «delitode desobediencia a una orden de cesar la actividad orga-

nizada en Spassk». Bote vivió confinado en Siberia Occi-dental, en Buláievski, desde mayo hasta noviembre de1950 cuando, por orden de una autoridad militar y a ins-tancias de sus compañeros Llopis y Llona, se trasladó aVosvuísienski, lugar donde cumplían análoga condena losmencionados. Entre la primavera y el verano de 1956,Agustín Llona y sus amigos de infortunio recibieron laautorización para trasladarse a Moscú y se les asignó lacasa de reposo de Senezh. Eran los tiempos en que so-plaban los vientos de la repatriación, la cual se concretóa partir del septiembre de 1956 y los tres retornaronpaulatinamente a España. Agustín Llona lo hizo en la se-gunda expedición de la motonave Krym, el 22 de octubrede 1956.

Para completar el panorama, la defunción en Odessade tres marinos: José Diz Rivas, el 22 de agosto de 1948,dejando una carta en la que pedía volver a España, consu mujer y sus tres hijos, «que necesitan de mi ayuda»;Ricardo Pérez Fernández, el 16 de febrero de 1949; y Jo-sé Pollán Osaento en 1949, a quien le robaron incluso suúltima pertenencia, un reloj de oro.56

En una primera fase, el «buen trabajo educativo» fo-mentado por las autoridades soviéticas consistió en laseparación del grupo de aquellos considerados como«cabezas de la resistencia» que desarrollaron trabajosde «agitación política, fascista». Así, fueron sacados delcampo un grupo de internados entre los cuales figurabancuatro pilotos. Negándose a firmar cualquier tipo de con-fesión y declarando la huelga de hambre, al cabo de unasemana, las autoridades del campo decidieron reunirloscon los demás compatriotas en el hospital Nº3986 deOdessa, conocido como Arcadia.57 Fue el intermedio. El 12de marzo de 1949, junto con más de un centenar de pri-sioneros de guerra de la División Azul, abandonaron elhospital que los albergó hasta entonces con dirección aCherepovetz. Días después, se adentraron en las alam-bradas del campo Nº5110/437 de Vólogda, situado a doskilómetros de Cherepovetz, en el desierto de Bogorodos-chi.58 Las normas del campo afectaban a prisioneros deguerra e internados por igual, incluido el trabajo. Una vezmás, algunos internados trataron de asentar las bases deuna negociación factible a través de una huelga de ham-

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bre que se extendió abarcando a los demás internadosespañoles. Éstos se negaron a trabajar como lo hicieronanteriormente en la construcción y las autoridades so-viéticas tomaron las medidas de rigor: el encarcelamien-to en el calabozo del campo. Según el testigo Bruno Ge-bele, «la huelga de hambre de los cuatro, duraba 11-13días con alimentación artificial al sexto día. […] 7-8 solda-dos rusos les pegaron a tierra y el médico-capitán y ma-yor del campo (rusos) les alimentaron, abriendo la bocapor la fuerza (con herramientas de dentista), hiriendo laboca y los dientes y poniendo una manga de caucho (deun diámetro de un dedo) en el estómago. Era una tortu-ra. Al decimotercio día todos se encontraron en el hospi-tal. Allí se quedaron por algunas semanas».

No fueron los únicos ingresados, aunque por razones yen fechas posiblemente distintas. Elpátievsky deja cons-tancia de las fechas de entrada y salida de algunos deellos en el hospital Nº3739 de Vólogda: Vicente GarcíaMartínez (2 de junio – 9 de agosto de 1949), Ángel Casta-ñeda Ochoa (22 de marzo – 2 de septiembre de 1949),Juan Castro López (31 de marzo – 2 de septiembre de1949), Antonio Leira Carpente (19 de marzo – 2 de sep-tiembre de 1949), Pedro Llompart Benassar (19 de marzode 1949), Francisco Mercader Saavedra (19 de marzo –10de junio de 1949), Enrique Piñeiro Díaz (9 de marzo – 2de septiembre de 1949) y Cándido Ruiz Mesa (20 de ma-yo de 1949).59

Otra artimaña soviética, semejante a la de Odessa, sepuso en marcha en julio de 1949. Un nuevo intento de so-meter a nuestros protagonistas a una «Declaración deAdhesión al Comunismo y de permanencia voluntaria enla URSS». Es un capítulo narrado por el alemán AlbertStamer ante el cónsul franquista en Hamburgo:

«Venía a decir, en resumen: “Reconocemos que hemosluchado injustamente contra la URSS. Que deseamos vi-vir en paz con todos los pueblos. Que no podemos regre-sar a España mientras gobiernen en ella la tiranía y elfascismo. Por tanto, preferimos permanecer voluntaria-mente en la URSS, obligándonos a ello”. Objeto de esta“Declaración”: Poder hacer frente a las campañas ex-tranjeras sobre la retención de los prisioneros de guerra,presentando documentos firmados voluntariamente se-

gún los cuales la URSS no tiene prisioneros españoles.Los españoles que viven en Rusia es porque quieren. Sepresentó esta “Declaración” a todos los españoles paraque la firmaran. Solamente de un 5 a 10% lo hicieron vo-luntariamente. Otro 50% firmó bajo la presión de las cir-cunstancias: o pensando obtener su libertad (y así esca-par de Rusia) o en mejorar su situación personal. El restose negó a firmar».60

Aún desconociendo el tema de los desertores de la Di-visión Azul, consideramos que es un porcentaje demasia-do elevado.61 Ateniéndonos al grupo que nos incumbe, és-te permaneció intacto y así partió el 3 de octubre de1949, junto con la remesa franquista, hacia el campo deconcentración Nº5110/270 de Borovichi.62 Con anteriori-dad, el 2 de septiembre de 1949, por cuestiones de salud,los marinos Enrique Piñeiro Díaz, Ángel CastañedaOchoa, Juan Castro López y Antonio Leira Carpente fue-ron trasladados del hospital Nº3739 de Vólogda al hospi-tal del campo Nº5110/731 de Roslavl (Smolensk). El 5 dediciembre del mismo año, se unieron con sus compañe-ros en Borovichi.63 Fue una estancia prolongada dentrode «una tempestad, en aquel maldito, mil veces infier-no», como decía el piloto Hermógenes Rodríguez. El 5 deabril de 1951, se inició una de las más vehementes protes-tas de los españoles, determinada por carecer del mismoprivilegio que tenían los presos extranjeros, es decir,mantener correspondencia con sus allegados. Aunque lahuelga nació en las filas de los divisionarios, parece serque en los días siguientes se les sumaron los internados.Algunos de ellos no tardaron en ser castigados en el ca-labozo del campo y allí permanecieron con otros presoshasta el 23 de abril.64 El final de este episodio queda re-cogido en las memorias del prisionero de guerra EusebioCalavia: «Camaradas, ¡alto!, la resistencia es inútil. FueFulgencio García [Buendia] quién pidió que cesara la lu-cha y dijo al comandante que dábamos por terminada lahuelga».65

El corolario de toda esta lucha, y sin conseguir sus de-signios, fue la separación del grupo de españoles, inter-nados y prisioneros de guerra, con el fin de romper elfrente común. Así, como narra el divisionario Salamanca,en febrero de 1952, la Dirección General de Campos emi-

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tió la orden de dividir a los españoles.66 A partir de estemomento es muy difícil trazar la ruta de los internadosdebido a su dispersión por distintos campos. Según infor-maciones facilitadas a la CRE por repatriados extranje-ros, los españoles se encontraban dispersados en loscampos de Ribinsk, Sverdlovsk, Kíev, Stalino y Rostov.67

Lo que pareció durante largos años una cadena perpe-tua ya tocaba su fin. A partir del 24 de enero de 1954, in-ternados y prisioneros de guerra españoles empezaron aagruparse en el campo Nº5110/43 de Krasnopole en la re-gión de Voroshilovgrad. El proceso de repatriación habíacomenzado y el 20 de marzo de 1954, la relación nominalde todos ellos estaba lista. A la mañana siguiente, prisio-neros de guerra de la División Azul, 32 supervivientes re-publicanos68 y cuatro «niños de la guerra» salieron rum-bo a Odessa, donde les esperaba anclado el buque griegode pabellón liberiano Semíramis. Fue una amarga esperay una ansiada repatriación, cuyo desenlace lo protagoni-zó su llegada a la Ciudad Condal el 2 de abril de 1954.

Durante aquellos meses previos, desde principios deenero hasta abril de 1954 el Gobierno franquista se hizocon los hilos del proceso de retorno, cuidosamente ma-niobrados desde el Ministerio de la Presidencia y el deAsuntos Exteriores. Habían convertido una repatriacióncon apariencia humanitaria, bajo la pantalla de la CruzRoja francesa y la CRE, en un asunto completamente gu-bernamental y político dado los temores de posibles ca-muflajes, es decir, la infiltración de algún eventual espía,las necesidades propagandísticas y la retroalimentacióndel odio hacia el comunismo con relatos sobre las preca-rias condiciones de vida en el Gulag. Así, el régimen secolgó las medallas de la repatriación que por intermediode la prensa censurada adquirió un desmesurado prota-gonismo. Subrayemos que el búnker soviético fue impo-sible de penetrar, pese a la multitud de caminos queabordó la diplomacia franquista desde finales de 1945hasta 1953, al igual que lo intentó la FEDIP y el Gobiernode la República española en el exilio para la liberación delos internados antifascistas de Karagandá.

La aventura del Semíramis y los acontecimientos del 2de abril de 1954, un día de exultación para miles y milesde personas, fueron posibles debido a los cambios acae-

cidos en las estructuras del poder, en la política interna yexterior soviética tras la muerte de Stalin en marzo de1953. Escasos días después, el Presídium del Soviet Su-premo de la URSS aprobó la conocida amnistía del 27 demarzo, de la cual se beneficiaron más de un millón de re-cluidos en el Gulag. Y en este contexto de amnistías, de-cretos del Presídium y acuerdos del Tribunal Supremo dela URSS, que se perpetuaron en los años siguientes y queconllevaron a la liberación de millones de reclusos sovié-ticos y extranjeros del Gulag, debemos insertar el gestosoviético de repatriar a los divisionarios e internados es-pañoles. Las medidas tomadas por el Kremlin con respec-to a los españoles, es decir, la liberación antes del térmi-no de su condena por vía de revisión de causas, serelacionaron con una serie de disposiciones análogas quedevolvían a su hogar a franceses, belgas, escandinavos,japoneses, italianos, ingleses, etc.

NUEVOS ROSTROS, VÍCTIMAS DE LAS PURGASSOVIÉTICAS DE LOS AÑOS CUARENTA

Por lo visto, la historia del exilio español en la URSS tam-bién está hecha de pequeños retazos de vida de aquellosque lucharon para sobrevivir a la línea oficial del PCE ydel PCUS, al terror estalinista y al horror del exterminiopaulatino en los campos de trabajos forzados. Hemos de-jado constancia que fue la vida y el destino de unos mari-nos detenidos en abril de 1940 y en junio de 1941. Otrossucumbieron en el mismo período; otros, posteriormente.Los que siguieron, a los cuales retrataremos en las si-guientes páginas, fueron los «delincuentes o presos polí-ticos». Ellos representaron un ejemplo más del ahíncopara que la libertad no fuese aplastada por el yugo deltotalitarismo y para que las personas no perdiesen su ca-pacidad de vivir, sentir, pensar y opinar.

¿Qué pasó en aquel ayer? Lo de siempre: o queríanabandonar el territorio soviético, o hicieron algún co-mentario banal que se interpretó como blasfemia, o susacciones dentro del mundo laboral los llevaron a ser til-dados de «espías». En nombre de la pureza ideológica, ladefensa de la «patria del proletariado» y de la imagendel PCUS y PCE, actitudes de este tipo requerían una lec-

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ción. Fue la de la tragedia, tanto para las víctimas comopara sus allegados, lo que requiere una reflexión mono-gráfica. Sobre ella siempre pesará, en cierto modo, laresponsabilidad del PCE, cuyo comportamiento no inclu-yó una honorable defensa de sus compatriotas en laURSS, como tampoco, que sepamos, alguna gestión parasu liberación.

Nuevos rostros, como el de Jacinto González Guilera,Luis Serrano Organero, José Daniel Álvarez Rubiera, Ro-gelio Hernández Rodríguez, José Núñez Edreira, JoséAntonio Herrera Alonso, Juan Rafael Francisco, AgustínGarcía Roselló, Alfredo Gómez y Eugenio Montilla Escu-dero, aumentan el cuadro de los marinos republicanosespañoles en el Gulag. Son nombres que hemos podidorecuperar de la oscuridad del pasado. Tienen rostro, unavida y un destino común en unas tesituras políticas nadafavorables, el honor de haber sido republicanos y el ho-rror del Gulag. ¿Cuántos más podrían ser rescatados deltriste, pesado y penoso olvido? Un interrogante más sinrespuesta, pero probablemente lo que Lev Razgón llamael «polvo anónimo del Gulag» tragó a otros marinos es-pañoles.

JACINTO GONZÁLEZ GUILERA

Otra víctima de la purga de 1941 fue el capitán del Ciudadde Ibiza, Jacinto González Guilera. Aunque la DGS le ha-bía otorgado el permiso de entrada a España en virtud alas reiteradas demandas de retorno cursadas, y la diplo-macia franquista gestionaba su repatriación junto a la dePedro Armesto Saco, Ramón Sánchez-Gómez Ferragut yEusebio Olarra Basarte, el estallido de la guerra entreAlemania y la URSS imposibilitó que la acción se llevasea cabo. Previamente a este suceso, Jacinto González tra-bajó en la fábrica de electromotores de Kramatorsk co-mo perito electricista y las últimas noticias recibidas porla familia databan de mayo de 1941.69 Un miembro del co-lectivo español de Kramatorsk, Aurelio Arcelus, en unaentrevista con Daniel Arasa, explica que había allí un ca-pitán catalán de la marina mercante que todos conocíanpor el nombre de «señor Cinto» o «don Jacinto». Pocotiempo antes del asedio nazi, el NKVD procedió a una se-rie de detenciones entre los considerados o delatados

como menos adictos al régimen soviético, y de JacintoGonzález Guilera no se supo nunca nada más.70 Según elmarino Miguel Iglesias, quien le tuvo como compañero enel taller de electricidad, el capitán «se lamentaba diaria-mente de su situación y de la falta de consideración porparte de las autoridades. Para él, sin embargo, lo máscomprometedor eran las ofensas que profería contraStalin, al que culpaba del injusto trato de que era objeto.En más de una ocasión le aconsejé que cesara en sus crí-ticas, pues a la vista de lo que el “Padrecito” —como de -cían los rusos— significaba para su pueblo, se jugaba lavida. Asistí a su “juicio”. […] Dentro, me encontré en unasala de audiencias y más concretamente en el banquillode los acusados al capitán en un estado de total abati-miento. El defensor brillaba por su ausencia. Mi situaciónera en extremo embarazosa. Mi mayor deseo era ayudara un compatriota y amigo que se encontraba en delicadí-sima situación, pero nada podía hacer. Tuve forzosamen-te que limitarme a traducir las preguntas del juez y lascontestaciones del acusado. Desde el principio compren-dí que estaba condenado de antemano.

—¿Es verdad —le preguntó el juez— que a su paso porEstambul se entrevistó usted en la ciudad con unos indi-viduos?

—Sí —contestó el acusado—, pero mi entrevista se limitóexclusivamente a fines comerciales.

—Sabemos positivamente —replicó el juez— que las ra-zones de esta entrevista fueron otras, distintas a las quedice.

Y dirigiéndose a mí, dijo:—Puede retirarse».71

Por el peculiar y habitual proceder del NKVD, el capi-tán debió recibir una condena de «traición a la Patria» ode «enemigo del pueblo» y enviado a campos. Descono-cemos si alcanzó a llegar a alguno por su casi inmediatofallecimiento. Durante años su esposa intentó conocer suparadero e incluso acudió, en 1948, a la intercesión delGobierno de la República española en el exilio. MiguelTorres Campañá, entonces ministro de Emigración y Tra-bajo, y Álvaro de Albornoz, ministro de Estado, encarga-ron a su representante en Varsovia que hiciese todo loposible para obtener noticias.72 A ultranza, no se pudo

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hacer nada favorable con todas las demandas ante el ab-soluto silencio soviético. Otras diligencias, prolongadasdurante largos años, se desarrollaron a instancias de laCRE y del CICR. El 20 de enero de 1961, la Alianza de laCruz Roja y Media Luna Roja soviéticas informó de su de-ceso, producido el 11 de octubre de 1941, después de ter-giversar en marzo de 1957 que el oficial no se encontra-ba en la URSS y, en julio de 1958, que no deseabaretornar a España.73

LUIS SERRANO ORGANERO

Dentro del panorama general de detenciones de 1941, talvez una de las más espeluznantes fue la de la familia Se-rrano, por abarcar a una criatura de dos años de edad. Elpalero del Inocencio Figaredo Luis Serrano Organero ha-bía llegado a Odessa en el verano de 1937 a bordo del bu-que que tripulaba y allí permaneció hasta el final de laGuerra Civil. Al terminar ésta, al igual que muchos de losmarinos, expuso su interés en regresar a España. Su nom-bre figura en una solicitud colectiva de repatriación trans-mitida desde Odessa al MAE en marzo de 1940, en las re-laciones nominales enviadas por mediación del TercerReich al Palacio de Santa Cruz en octubre de 1940 y en lafacilitada de forma extraoficial por el agregado naval so-viético Woronzow a su homólogo franquista en Berlín enabril de 1941. Cabe recordar que estas últimas estaban es-trictamente relacionadas con dos momentos significati-vos, cuando el Gobierno soviético dio el visto bueno paralas repatriaciones en masa a España de marinos, pilotos yalgunos maestros de los «niños de la guerra», acciónrehusada tajantemente por las autoridades franquistas.Durante su estancia en Odessa, Luis Serrano contrajo ma-trimonio con una de las educadoras de la Casa de NiñosNº3 de Odessa, Petra Díaz Alonso. Asimismo, ésta habíasolicitado la repatriación en marzo y abril de 1940 y almes siguiente la DGS denegó su petición. Al igual que sumarido se hallaba inscrita en el «listado Woronzow» deabril de 1941, en base al cual unos 78 españoles tenían elplácet del Kremlin para repatriarse a España.

Detenidos en junio de 1941, llegaron a parar dos mesesmás tarde al campo de concentración de Oranki, un anti-guo monasterio enclavado en las proximidades de Gorki

y convertido en lager para los prisioneros de guerra. Allíentablaron una estrecha amistad con un internado sue-co, el doctor Friedrich Prezlau, cuyos variados conoci-mientos lingüísticos incluían el español. Según este testi-go, el matrimonio aspiraba a un exilio en un país de hablaespañola, manifestando su particular predilección porCuba.74 Durante las largas conversaciones mantenidas enel cautiverio, intentaron dilucidar las causas de su caída.Y tal como narra Prezlau, en plasmar sus propias opinio-nes residió el quid de la detención: «Tenían tan sólo lasospecha de que hubiera sido motivada por delación deelementos comunistas al servicio de la NKVD con cualeshabían convivido largo tiempo e incluso parece que fue-ron evacuados juntos de España. Los españoles son muyaficionados a las discusiones políticas y como la guerracivil en su país era objeto diario de tertulias, cada cualexpresaba sinceramente su opinión sobre el desarrollode la misma y la conducta de sus dirigentes. Yo no tengola menor duda de que su franqueza es lo que les ha lleva-do a tan triste destino porque nadie se puede permitir enRusia —ni aun siquiera en familia— emitir un juicio adver-so sobre la política del partido o la más ligera duda conrespecto a sus hombres sin que les sorprenda la visita delos agentes policíacos».75

El posterior repertorio concentracionario de la familiaSerrano incorporó una estancia en el campo de Aktiu-binsk, situado en el oeste de Kazajstán, y desde allí, juntoa una remesa de presos, arribaron en julio de 1942 alcampo de Kok-Uzek, en Karagandá. Al poco tiempo de lallegada, el 27 de noviembre de 1942, Petra Díaz Alonsofalleció a causa de una enfermedad.76

El final de la Segunda Guerra Mundial trajo una oleadade liberaciones, y prisioneros e internados de diferentesnacionalidades pudieron retornar a sus respectivos paí-ses. La salida de una familia yugoslava favoreció la suer-te de la pequeña María, hija de la difunta Petra Díaz yLuis Serrano. La niña salió de la URSS y vivió en Belgra-do junto a la familia que en gesto humano y solidario latomó a su cargo, moral y materialmente. Las difícilescondiciones económicas en la Europa de postguerra yuna modesta renta a la que se añadía la enfermedad desu marido hicieron a Soiě Yelena escribir a la FEDIP, cu-

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yo secretario de información José Ester Borrás ya se ha-bía preocupado con anterioridad por la suerte de María.La yugoslava buscaba alguna forma de contactar conLuis Serrano. No obstante, por aquellas fechas, en juliode 1948, éste se hallaba todavía internado. Las riendasdel asunto las tomó José Ester Borrás. En una entrevistacon el subsecretario de Estado del Gobierno de la Repú-blica española en el exilio, José Ballester Gozalvo, solici-tó una ayuda económica para mejorar la situación de laniña. Del tema tenía que encargarse el ministro republi-cano en Belgrado, aunque meses después, en octubre de1948, el problema perduraba. José Ester Borrás volvió ainsistir y una vez más, el subsecretario de Estado prome-tió y, efectivamente, realizó una gestión exitosa por elmismo conducto.77 Entretanto, Luis Serrano, junto a suscompañeros de cautiverio, pilotos y marinos, fue trasla-dado del campo Nº99 de Spassk al campo Nº159 deOdessa, con vistas a una futura repatriación, hecho queno sucedió. Como ya se ha señalado, los internados fue-ron interrogados por una comisión sobre sus deseos fu-turos. Luis Serrano accedió a quedarse a trabajar en laURSS y, una vez en libertad, desde agosto de 1948, se es-tableció y trabajó en Simferópol. Rehízo su vida, casán-dose con la «niña de la guerra», Josefa González Zubel-día, y en 1972 volvieron a pisar el territorio español.78

JOSÉ DANIEL ÁLVAREZ RUBIERA

Éste bilbaíno nacido en 1905 cursó sus estudios en la Es-cuela Naval de Bilbao y empezó a navegar como pilotopracticante en la Flota Mercante española. En 1927, alacabar las prácticas de piloto observador, navegó comopiloto de larga distancia después de pasar los exámenesde Estado. Hasta 1932, cuando obtuvo la categoría de ca-pitán de barco para largas distancias, trabajó como pilo-to observador y segundo ayudante de capitán de barco.Al comienzo de la Guerra Civil, ingresó como voluntarioen una brigada comunista de Valencia y luchó en el fren-te de Teruel donde fue herido. Tras su recuperación, enoctubre de 1936, se le destinó a la Flota Militar, dondesirvió hasta el final de la guerra con la categoría de pilotomayor, piloto ayudante de capitán de barco y capitán debarco de transportes militares. A su destacado currícu-

lum se añadían los estudios cursados a partir de enerode 1938 en la Academia Popular de la Marina Militar, todoello por orden del Gobierno de la República. Después deesta breve etapa de preparación, volvió a navegar hastael término de la guerra.

Miembro del PCE desde 1937, junto a otros camaradasde la Flota republicana, fue reclamado a la URSS, adon-de llegó en el buque Maria Uliánova el 17 de junio de1939. Después de un período de descanso, en mayo de1940 fue destinado al barco Azov, cuyo timón gobernóhasta junio de 1942, dedicándose al transporte de mer-cancías, tropas, heridos y refugiados al puerto de Feo-dosia. Por indicación del Comisariado del Pueblo para laMarina, en julio de 1942 fue asignado a las órdenes delmando de Vladivostok y en noviembre de 1942 se leasignó a cargo del Sebet. A partir de febrero de 1943ocupó el puesto de inspector del puerto de Vladivostoky en julio del mismo año fue nombrado capitán del bu-que Aleksandr Nevskiy que realizaba viajes entre laURSS y Norteamérica. Tres años más tarde, en octubrede 1946, ocupó el puesto de capitán del Chenolkovskiy yen mayo de 1947 pasó al mando del Yrkutsk. A finales dejulio de 1947 se encontraba a bordo del Yrkutsk en elpuerto de Karcakova al sur de Sajalín cuando recibió laseñal de ayuda del barco filipino Doña Trinidad que en-calló en el estrecho de La Pérouse. Realizada la misiónde rescate y cuando todos los marinos fueron transbor-dados al Yrkutsk, se elaboró el acta de salvamento fir-mada por el capitán del barco filipino, su ayudante y Jo-sé Daniel Álvarez. Una vez remolcado el buque filipino,fue trasladado a un puerto norteamericano. Volvió aVladivostok donde recibió felicitaciones por parte de sunaviera y salió para cargar a San Francisco. En los Esta-dos Unidos, el Gobierno norteamericano le otorgó unamedalla por su comportamiento y el alcalde de SanFrancisco le agasajó en el Ayuntamiento de la ciudad. Asu vuelta a Vladivostok, el 19 de diciembre de 1947, fuedetenido en su buque.79

Se trata de la misma persona a la que la Pasionariadescribió como una de las más distinguidas por su «ab-negación y fidelidad a la República»: «José Daniel Álva-rez Rubiera, capitán de la Marina Mercante y Capitán de

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Corbeta de la Reserva Naval, jefe de Derrota del destruc-tor Almirante Miranda y, después, 2º comandante deldestructor Sánchez Barcáiztegui».80 Su acusación fue na-da menos que la de «espionaje» a favor de los serviciosde inteligencia norteamericanos. Después de la habitualreclusión de unos ochos meses en la temible cárcel mos-covita Lubianka, sometido a la habitual cadena de inte-rrogatorios nocturnos y padeciendo las torturas de rigor,le juzgaron y condenaron a 25 años de campos de traba-jos forzados.81

En 1949 se hallaba enfermo de tuberculosis, en estadograve, en el hospital del campo Nº5110/31 de Intá, situadoentre el río Pechora y Vorkutá, en la frontera donde aca-baban los bosques y empezaba la tundra. Allí se convirtióen un gran amigo y confidente del «niño de la guerra»Pedro Cepeda, el protagonista de uno de los episodiosmás lúgubres del exilio español en tierras soviéticas a raízde su intento frustrado de huida en baúles junto al capi-tán de aviación José Tuñón Albertos. A Perico, que le vi-sitaba y cuidaba diariamente, le resumió desde la camillasu historia con el triste proverbio «denme un hombreque yo buscaré el artículo del Código Penal que aplicar-le». Empero, a juicio de Álvarez Rubiera, «lo verdadera-mente lamentable es que la delegación del Partido Co-munista de España que asume la dirección de laemigración, no haya expuesto su opinión ni sea capaz dedar la cara por nadie de nosotros. Eso es imperdona-ble».82 Años más tarde, tras su rehabilitación, y ya com-pletamente curado de la tuberculosis (una de las heren-cias de los calabozos de Lubianka), le confesaba a otro«niño de la guerra» que «a Perico le debo la vida. Él fuepara mí enfermero y amigo».83

La época de «reeducación» en los campos siberianos,como matiza Ángel Pozo Sandoval, otro exiliado a laURSS y participante en la «Gran Guerra Patria», «no que-brantó su moral comunista». A partir de la segunda mi-tad de los años cincuenta, Álvarez continuó manteniendosus ideales políticos, convirtiéndose en el responsable delos hispanosoviéticos en Cuba y en uno de los organiza-dores y dirigentes de la flota revolucionaria cubana. Aúnasí, no ocultó las injusticias y purgas que acontecían enel mundo estalinista, hablando «con dolor singular de sus

compañeros caídos bajo la represión estaliniana».84 Álva-rez retornó a España en 1969 y siete años más tarde fa-lleció en Gijón.85

ROGELIO HERNÁNDEZ RODRÍGUEZ

En el mismo Minlag, en la sección número cinco del cam-po de Intá, purgaba su condena Rogelio Hernández Ro-dríguez, capitán de la Marina Mercante española, conmás de 14 años al servicio de la Compañía Trasmediterrá-nea, nacido en Gijón el 19 de marzo de 1899. Durante laGuerra Civil desempeñó el mando del buque Isla de GranCanaria, que a lo largo de la contienda realizó varios via-jes a Odessa para cargar material de guerra y víveres.Parece ser que el último ocurrió a mediados de julio de1937 y desde entonces el buque se quedó en la URSS.Mientras que el resto de la tripulación fue repatriada aEspaña en el verano de 1938, el capitán Rogelio Hernán-dez y el primer maquinista fueron designados para en-cargarse de la motonave, que empezó a navegar por elMar Negro en régimen de Time Charter para una compa-ñía soviética. Al final de la Guerra Civil, el buque quemandaba, al igual que los otros que se hallaban en distin-tos puertos soviéticos, fue incorporado a la Marina Mer-cante soviética.86

Rogelio Hernández recuerda que se le prohibió la vuel-ta a España y aceptó quedarse en la URSS bajo la condi-ción de trabajar en su profesión. Su petición fue atendiday se le destinó a la Flota Mercante soviética del Mar Ne-gro y del Mar Azov. Posteriormente ocupó el cargo decapitán en la Flota de Pasaje entre Odessa y Batum.87

Cuando las tropas rumanas ocuparon Odessa, RogelioHernández no se retiró como los demás habitantes de laciudad y desde aquel momento, con la intención de vol-ver a España, se puso en contacto con la legación fran-quista en Bucarest.88 Coincidió que en la misma época lasautoridades franquistas gestionaban a través del Gobier-no rumano la recuperación de los buques Mar Blanco eIsla de Gran Canaria, hundidos en el muelle del puerto deOdessa, sirviendo como defensa contra los ataques ene-migos. José Rojas y Moreno, ministro franquista en Buca-rest, se comunicó con Rogelio Hernández que informó ala legación tanto del estado de las motonaves como de

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las operaciones necesarias para su rescate. El 11 de juniode 1942, por orden de Rojas y Moreno, Rogelio Hernán-dez fue encargado de todos los trabajos de vigilancia delos dos antiguos buques republicanos hundidos en elpuerto de Odessa. Igualmente se le confió la misión derecoger, clasificar y almacenar todos los enseres deaquellas naves que podrían encontrarse en el puerto. Enel otoño de 1942, Rogelio Hernández colaboró con la Co-misión de Rescate franquista que se desplazó a Odessa,vía Rumania, compuesta por el capitán de fragata Fran-cisco Núñez Rodríguez, el teniente mecánico MelchorElordi Lecuna y el subteniente Pedro Palmer Alberti. Lostrabajos de rescate dieron resultados favorables, perolos buques fueron trasladados al puerto de Constanza eincautados por el Gobierno rumano como presas deguerra. La situación en el frente empeoraba para las tro-pas rumanas y alemanas y también para Rogelio Hernán-dez, cuya repatriación fue aplazada por los franquistasya que les fue de gran utilidad en Odessa. Empero, el 10de abril de 1944 marcó la reconquista de Odessa por lastropas soviéticas y tanto los diplomáticos franquistas co-mo las tropas rumanas en su retirada se olvidaron de Ro-gelio Hernández.89

El antiguo capitán del Isla de Gran Canaria cayó el 10de enero de 1947 en Odessa. Acusado de «espionaje» y«propaganda antisoviética», probablemente una de lassecuelas de haber colaborado con el «enemigo» en losaños de la «Gran Guerra Patria», recibió una condena de10 años en campos de concentración.90 Enviado al cam-po de Intá, disfrutó de una posición privilegiada, dadoque trabajó como encargado del almacén donde los re-clusos guardaban las prendas y los productos que reci -bían desde sus casas.91 Dejó Intá el 29 de enero de 1955,con un nuevo destino, los campos de la región de Ode -ssa.92 Una vez amnistiado, volvió a trabajar en su profe-sión. Nunca retornó a España después de «aquella mal-dita guerra civil, que destrozó cientos de hogarestranquilos, y sembró el odio por doquier».93 Y el 21 de ju-nio de 1985 fallecía en la ciudad de Odessa a causa deuna trombosis cerebral.94

JOSÉ NÚÑEZ EDREIRA, JOSÉ ANTONIO HERRERAALONSO Y JUAN RAFAEL FRANCISCO

Entre otros españoles que conocieron el trabajo forzadoen la minas de carbón de la región siberiana de Vorkutá-Intá podemos enumerar a los marinos José Núñez Edrei-ra, José Antonio Herrera Alonso y Juan Rafael Francisco.

El primero, marino del Juan Sebastián Elcano, llegó a laURSS con el buque que tripulaba en 1937. Como a una par-te de la marinería y oficialidad de los nueve buques, el finalde la Guerra Civil les sorprendió en el Mar Negro o en elBáltico. José Núñez Edreira perteneció al grupo de mari-nos que optaron por permanecer en el territorio soviético,y así se incorporó a la producción, trabajando en centrosfabriles de Cheliábinsk, Samarcanda y Odessa. En este últi-mo lugar, el MVD le detuvo en enero de 1949 bajo la incul-pación de «espionaje» y «propaganda antisoviética», con-denándole a 10 años de trabajos, purgados en las minas deVorkutá. Rehabilitado, en octubre de 1955 abandonó lasalambradas siberianas y volvió a Odessa, donde trabajó enuna fábrica de la ciudad. Su retorno a España acaeció el 22de enero de 1957, en la quinta expedición del Krym.95

José Antonio Herrera Alonso desempeñó el puesto demarino artillero del Cabo San Agustín, a bordo del cualatracó y permaneció en Feodosia, desde septiembre de1937 hasta el fin de la contienda en España. A partir deaquel entonces, trabajó como obrero en distintas fábri-cas de Rostov, Asia Central y el Cáucaso y en un artillerode Feodosia. El 17 de agosto de 1949 aconteció su deten-ción bajo la acusación de «espionaje» y «contrarrevolu-cionario», delitos que sumaron una condena de 10 añosen el Gulag. Permaneció en las minas de carbón hasta el28 de junio de 1950, cuando fue trasladado a un campode Arkangelsk, otra región ártica, cubierta de nieve casi250 días al año. Amnistiado, regresó a Feodosia y pocotiempo después a España, con la quinta expedición de es-pañoles procedentes de la URSS.96 Y, por ende, el marinoJuan Rafael Francisco, cuya procedencia desconocemos,recluido el 2 de diciembre de 1949 en Odessa y senten-ciado a 10 años por «espionaje». Hasta el 6 de enero de1955 cumplió parte de su castigo en Vorkutá y posterior-mente en un campo forzado de Leningrado.97

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AGUSTÍN GARCÍA ROSELLÓ, FRANCISCO ROGER TIZÓN, ANTONIO VELA RODRÍGUEZ

Las redadas de finales de los años cuarenta afectarontambién a otros marinos. Tal es el caso de Agustín GarcíaRoselló, tripulante del Cabo San Agustín, que compartió elmismo destino que sus compañeros hasta el final de laGuerra Civil. Él también perteneció al grupo de los queaceptaron quedarse en la URSS, y así trabajó en algunasfábricas de Cheliábinsk y Samarcanda. Durante la «GranGuerra Patria» luchó como guerrillero en el Ejército Rojoy, al término de ésta, fijó su residencia en Feodosia traba-jando como fogonero en la flota y a posteriori como obre-ro mecánico en Simferópol.98 Según su testimonio, presta-do ante las autoridades franquistas una vez repatriado dela URSS, fue represaliado como consecuencia de «haberhablado mal de la situación rusa y por sus roces con losespañoles y americanos». Se le imputaron los delitos de«espionaje» y «agitación antisoviética» que penó en dis-tintos campos de trabajo forzado.99 En conformidad conlas informaciones de algunos prisioneros alemanes libera-dos y de la Cruz Roja alemana en Hamburgo, uno de loscampos fue el Nº5110/37 de Irkutsk, entre Tashkent yBratsk, en el complejo de Ozerlag. Parece ser que en elmismo campo se hallaban dos marinos más, uno de ellos,Alfredo Gómez, natural de Zaragoza, y otro de apellidodesconocido. Desgraciadamente no disponemos de datosadicionales.100 Volviendo al caso de Agustín García Roselló,éste salió en libertad en 1956, previa rehabilitación y serepatrió a España en la quinta expedición del Krym.

De lo que antecede se desprende claramente una cier-ta purga que afectó principalmente a los marinos espa-ñoles, residentes en ciudades portuarias de la URSS, lu-gares con una relativa apertura ya que allí atracabanbuques extranjeros. Es perfectamente verosímil que lamayoría de las acusaciones, básicamente de espionaje osinónimo a ello, se debiesen a los ineludibles contactoscon tripulantes extranjeros. Existen otros dos casos men-cionados fugazmente en la base de datos del PCE, y porlas fechas y los lugares en los que ocurrieron los arres-tos, consideramos que los podemos incluir dentro delgrupo de los presos por delitos políticos. El primero es el

del fogonero del Juan Sebastián Elcano, Francisco RogerTizón. Durante su exilio soviético formó parte de la tripu-lación del Armenia, trabajó en fábricas de Kramatorsk ySamarcanda, y como obrero en el puerto de Odessa. Po-siblemente allí sucedió su detención en 1949. Seis añosmás tarde, en plena época de rehabilitaciones, fue libera-do y se estableció en Odessa, ejerciendo como obrero enuna fábrica de reparación de vagones de tranvías. Y enesta ciudad falleció en la primera mitad de los años se-senta. El segundo caso es el del artillero del Cabo SanAgustín, Antonio Vela Rodríguez, que con anterioridaddesempeñó el mismo puesto en el crucero Méndez Nú-ñez. Fue uno de los pocos marinos españoles que trabajóen su profesión en el Mar Negro, hasta agosto de 1943.Supuestamente, después de esta fecha fue detenido yuna vez liberado residió en Tiblisi y Odessa.101

EUGENIO MONTILLA ESCUDERO

A lo largo de las presentes páginas, hemos señalado quede los nueve capitanes correspondientes a los nueve bu-ques «incautados» por la URSS, cinco fueron repatriadosa España durante la Guerra Civil y en el primer año defranquismo. Quedaban cuatro, de los cuales todos caye-ron en alguna purga. Hasta ahora, hemos delineado lastrayectorias de Ángel Leturia Arrambari del Mar Blanco(1940), Jacinto González Guilera del Ciudad de Ibiza(1941) y Rogelio Hernández Rodríguez del Isla de GranCanaria (1947). El círculo lo cierra el capitán del CaboSan Agustín, Eugenio Montilla Escudero. A este madrile-ño, nacido en 1896, que antes de ocupar el mando del ci-tado buque fue oficial del Churruca y jefe de Derrota deldestructor Escaño, Dolores Ibárruri en sus honorablesmemorias le caracteriza, al igual que a José Daniel Álva-rez, como uno de los personajes distinguidos por su «ab-negación y fidelidad a la República».102 En la URSS trabajóen su profesión como capitán de barco en el Mar Negrohasta que se produjo su arresto en 1948. Desconocemoslos motivos que llevaron a tal suceso, probablementeotra acusación vinculada a la «espionitis». Sabemos quetras la muerte de Stalin recuperó su libertad en 1954103 yque, después de su paso por el Gulag, siguió un año máscon vida: falleció en mayo de 1955, en Odessa.104

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A MODO DE CONCLUSIÓN

Hasta aquí la reconstrucción de la trayectoria vital deunos sesenta y cinco marinos de la República. Más allá deun simple esbozo monográfico, hallamos vidas y desti-nos, historias personales que estremecen, largos años enun exilio muy peculiar, de por sí duro, agravado por lascoyunturas imperantes y fluctuantes del franquismo, lastesituras políticas europeas en constante modificación, lanaturaleza del régimen soviético de aquel entonces y lalínea política del PCE, de hecho, un partido completamen-te bolchevizado, como la mayoría de los partidos políti-cos de la época de los cuarenta. Para una parte de los es-pañoles que se encontraban en el territorio soviético alfinalizar la Guerra Civil y otros que emprendieron la sen-da del exilio en la URSS tras el desplome republicano, sularga estancia allí se convirtió en una lucha permanente.Dentro de esta vorágine emergen facetas que impactan,como los intentos frustrados de abandonar la Unión So-viética, la desesperación que les llevó a cursar angustio-sas cartas a la diplomacia franquista para ser readmiti-dos en España o las dirigidas a posteriori al Gobierno dela República española en exilio, el rechazo o los titubeosfranquistas, las penurias provocadas por la SegundaGuerra Mundial, el frío, el hambre, la incertidumbre y lospesados silencios soviéticos. Y, por ende, pero no menosimportante, el sistema concentracionario soviético, esdecir, el Gulag, que también se nutrió de marinos, pilotos,exiliados políticos, «niños de la guerra» y maestros deéstos. Sus trámites y deseos para abandonar la URSS,sus acciones y sus afirmaciones chocaron con la férreapolítica disciplinaria promovida por el PCUS y alentadapor el PCE, una desobediencia que requería un castigo ennombre de la pureza ideológica: la purificación de susconductas en las «catacumbas del paraíso».

NOTAS1 Este artículo readaptado forma parte de la investigación pendien-te de finalización El exilio español en la URSS: represión y Gulag. En-tre el acoso comunista, el glacis estalinista y el caparazón franquista.También he de dejar constancia aquí de algo que para mí es impres-cindible, un mínimo tributo de gratitud a la colaboración en este artí-culo del doctor Jesús M. Rodés y el doctor Miguel Marco, así como deDolores Llona, Rogelio Hernández, José Vicente García y de la familiaSánchez-Gómez Ferragut. 2 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, pp. 386-387, 432, 434. 3 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, pp. 432-433. 4 AGMAB (Archivo General de la Marina «Álvaro de Bazán»), leg.10407, «Informe I. Pol. III 1657. Datos recibidos en el Ministerio Ale-mán de Asuntos Exteriores del Consulado General de Odessa sobre elparadero del capitán español Ramón Sánchez Gómez y sobre los ni-ños españoles llevados a Rusia», 15 de junio y 15 de julio de 1942.5 PALACIOS CUETO, T. y LUCA DE TENA, T. Embajador en el Infier-no. Memorias del Capitán Palacios. Once años de cautiverio en Rusia.Madrid, Sucesores de Rivandeneyra, 1956, p. 164. 6 VILANOVA, A. Los olvidados. Los exiliados españoles en la Segun-da Guerra Mundial. París, Ruedo Ibérico, 1969, p. 468; ARTÍS GENER,A. La diáspora republicana. Barcelona, Ed. Euros, 1975, p. 178;ARASA, D. Los españoles de Stalin. Barcelona, Belacqva, 2005, p. 41;RUIZ LAPRESA, C. «Colaboraciones», La Coronelia Guardas del Rey,nº 19, 2006; FERNÁNDEZ DÍAZ, V. El exilio de los marinos republica-nos. Valencia, PUV, 2009, p. 164. 7 AMAE (Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores), R1161/112,«Carta de Soledad Amallobieta al Ministro de Asuntos Exteriores».Santurce, 16 de enero de 1941; «Carta de Antonia Zugasti al Excelentí-simo Señor Ministro de Asuntos Exteriores». Bilbao, 12 de abril de1941; «Carta de Antonia Ispizúa al Excmo. Sr. Ministro de Asuntos Ex-teriores», Bilbao. 25 de agosto de 1941. 8 AHN (Archivo Histórico Nacional), FC, 1467R, Izpizúa Imatz, Pío. 9 AMAE, R4484/7, «Antonio Melchor de las Heras al Excmo. Sr. D.Félix Iturriaga». Madrid, 2 de febrero de 1955. 10 AGMA (Archivo General Militar de Ávila), L. 20. 904/1. (68), «Rela-ción de internados de Rusia sin ninguna información», s.f.11 AGA (Archivo General de la Administración), (8)3.02Caja44/11062,«Segunda expedición de repatriados de Rusia. Individuos de persona-lidad interesante». Madrid, 29 de octubre de 1956. 12 ACICR (Archives du Comité International de la Croix Rouge), C G2IB B-090, «Ficha de Izpizúa Imatz, Pío. EEs 6072». Ginebra, 1 de mayode 1957; ANC (Arxiu Nacional de Catalunya), Fons Centro Español deMoscú [AGE], Inventari S55, Codi 260-261, Núm. 106 [Llistat repatria-cions]. 13 CASTILLO DUEÑAS, A. y YBARRA MENCOS, I. La Naviera Ybarra.Sevilla, Ybarra y Cía S.A., 2004, p. 372.

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14 ACICR, C G2 IB B-072, «Dossier individual de búsqueda. EEs 6559García Mieytes Domingo». 15 ACICR, C G2 IB B-090, «Ficha de Izquierdo Zugasti, Juan Lozano.EEs 5462». Ginebra, 13 de julio de 1954; ACICR, C G2 IB B-042, REsO770-775, «Lista de los españoles que se encuentran en la Unión So-viética y que los familiares han pedido que sean repatriados». Gine-bra, 22 de mayo de 1958; ACICR, C G2 IB B-043, REsO 776-783, «Lis-ta nº 2 de españoles que no expresaron su deseo de volver a España.Anejo al despacho del Comité Ejecutivo de la Alianza de Sociedadesde la Cruz Roja y Media Luna Soviéticas al CICR». Moscú, 9 de julio de1958. 16 ACICR, C G2 IB B-078, «Ficha de Bilbao Lecica, Julián. EEs 6023».Ginebra, 6 de mayo de 1957. 17 CALVO JUNG, C. Los últimos aviadores de la República. La cuartaexpedición de Kirovabad. Madrid, Ministerio de Defensa, 2010, pp.199-200. 18 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 430. 19 CALVO JUNG, C. Los últimos aviadores de la República. La cuartaexpedición de Kirovabad. Madrid, Ministerio de Defensa, 2010, p. 203. 20 Todo lo que antecede se encuentra en AMAE, R5161/12. 21 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 431. 22 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, pp. 430-431. 23 BONET, P. «Una deuda con la historia. El Gobierno español siguesin interesarse por las decenas de muertos en los campos de concen-tración rusos». El País, 12 de marzo de 1995. 24 Relación nominal. Marinos: 26 del Cabo San Agustín: FranciscoAlonso Martín (camarero), Pedro Armesto Saco (alumno náutica),Francisco Arroyo Cervantes (oficial 3º artillero), Ángel CastañedaOchoa (mozo), José Castañeda Ochoa (marinero), Juan Castro López(engrasador), Juan Conesa Castillo (cabo de artillería), Guillermo DíazGuadilla (mecánico), José Diz Rivas (marinero), José García Santama-ría (ayudante de cocina), Juan Gómez Mariño (marinero), Manuel Ju-rado Vázquez (camarero), Antonio Leira Carpente (marinero artille-ro), José López González (mozo artillero), Francisco MercaderSaavedra (cabo artillería – sirviente de alza), Diego Navarro Martínez(mozo artillero), Eusebio Olarra Basarte (1º oficial), José Pérez Pérez(marinero), Enrique Piñieiro Díaz (cabo de artillería – apuntador), Jo-sé Pollán Osaento (peluquero), Cándido Ruiz Mesa (camarero), Se-cundino Rodríguez de la Fuente (comisario político), Manuel Rodrí-guez Tejeiro (cabo de artillería – apuntador), Ramón Sánchez-GómezFerragut (piloto), José Troche Cotelo (engrasador), Joaquín Trigo Sa-yans (marinero); Cuatro del Juan Sebastián Elcano: José García Gó-mez (marinero), Vicente García Martínez (marinero), Víctor Rodrí-guez Rango (cabo artillero), Ramón Santamaría García (fogonero);Cinco del Inocencio Figaredo: Avelino Acebal Pérez (engrasador), Ma-

nuel Dávila Eiras (marinero), Manuel Dopico Fernández (fogonero),Julio Martínez Berros (1º camarero), Francisco Ruiz García (fogone-ro); Tres del Ibai (Cabo Quilates): Antonio Echaurren Ugarte (engra-sador), Francisco González de la Vega (mayordomo), Ricardo PérezFernández (marinero); Uno del Ciudad de Ibiza: Pedro Llompart Be-nassar (2º maquinista); Uno del Marzo: José Plata Loira (fogonero);Uno del Conde de Abásolo: Agustín Llona Menchaca (maquinista);Siete de pertenencia desconocida: José Azcueta Echevarría (camare-ro), Emilio Galán Galavera (maquinista naval), Elías Legarra Bolombu-ru (cocinero), Rosendo Martínez Ermo (marinero), Enrique Martínez,Demetrio Mateo Sánchez (fogonero) y Juan Zarragoitia Bilbao (ca-marero).25 AGA, (8)3.02Caja44/11062, «Informe sobre Francisco Alonso Mar-tín». Madrid, 9 de julio de 1957.26 BC (Biblioteca de Catalunya), llegat Emili Salut Payá, M 4947/7.SALUT PAYÁ, E. Memòries. p. 17.27 AGA, (8)3.02Caja44/11062, «Informe sobre Francisco Alonso Mar-tín». Madrid, 9 de julio de 1957.28 Existen algunas informaciones complementarias que, sin embargo,apuntan hacia una sucesión de los hechos inexacta. Se trata de un in-forme de la FEDIP (Federación Española de Deportados e InternadosPolíticos) de 1948 elaborado con mucha dedicación y a tenor de lostestimonios de antiguos presos extranjeros liberados de Karagandá. Elsocialista austriaco Hans Zimmerman, entrevistado por José Ester Bo-rrás, reseñó que los marinos fueron recluidos en la región de Yakutia(República de Sajá), en el campo de concentración de Yakutsk, situadoa las orillas del río Lema. No obstante, todos los testimonios, tanto delos marinos como las memorias de los divisionarios que compartieroncautiverio con ellos a partir de 1948, nos remiten a una dirección com-pletamente opuesta, por tratarse de unas revelaciones que provienende los mismos supervivientes y, aunque son citadas en las publicacio-nes franquistas, las consideramos más factibles. Una razón más esque hasta la repatriación de los marinos, algunos periodistas franquis-tas alimentaron sus artículos de las informaciones publicadas por Soli-daridad Obrera, ya que carecían de noticias de primera mano. Tal es elcaso del ABC, que al igual que la fuente anarquista describe un trayec-to que se inició en Odessa, Novosibirsk, Krasnoiarsk y finaliza en Ya-kutsk. BORRÁS, J. E. «Españoles internados por Stalin. Los marinosdel “Cabo San Agustín”». Solidaridad Obrera, 24 de enero de 1948;BPR-UB, (Biblioteca de Pabellón de la República-Universidad de Barce-lona), «Informe de la situación de un grupo de españoles internadosen el campo de “Karaganda”, en la U.R.S.S.», s.f.; «Españoles en Ru-sia». ABC, 8 de junio de 1948. 29 LÓPEZ DE LA TORRE, S. «Los años muertos (IV). El trabajo de losprisioneros». Arriba, 8 de abril de 1954; PREGO, A. «Héroes españo-les en Rusia», Temas españoles, nº 85. Madrid, Publicaciones Españo-las, 1954, p. 27.30 OROQUIETA ARBIOL, G. y GARCÍA SÁNCHEZ, C. De Leningrado aOdesa. Barcelona, Editorial AHR, 1958, p. 401.31 AGA, (8)3.02Caja44/11062, «Informe sobre Francisco Alonso Mar-tín». Madrid, 9 de julio de 1957.

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32 AGMA, L.20.904/1, «Relación de internados fallecidos en los cam-pos rusos», s.f. A finales del siglo pasado, por iniciativa de la direc-ción del Museo de Historia y Desarrollo de la Zona Industrial de No-rilsk, se dio comienzo a la búsqueda de «tres prisioneros murcianos,que componían el grupo de seis españoles recluidos no se sabe muybien por qué razones en el campo de concentración de Norilag, quefuncionó entre 1935 y 1956 en Siberia». Se trataba de Francisco Arro-yo Cervantes, Diego Navarro Martínez y un tercero, del que se con-servan sólo sus apellidos y del que nosotros no teníamos constancia,Martínez Aldrios, nacido en 1906 en Cartagena. Nos atrevemos a ase-gurar que fue un tripulante más de uno de los buques dado que enaquel entonces los únicos españoles internados en Norilsk eran mari-nos. Con el fin de recabar documentación para el Museo, la direcciónde éste, por mediación del Gobierno ruso, se puso en contacto con elMAE y así empezó la localización de los familiares. Obtuvieron algu-nos resultados en los primeros dos casos, mientras que sobre el últi-mo todas las gestiones resultaron infructuosas. Por su parte, el con-sulado de España en Moscú infería que se trataba de prisioneros deguerra de la División Azul. Evidentemente los fallecimientos acaeci-dos entre «agosto de 1941 y enero de 1942» refutaban esta teoría. Sesupuso entonces que eran exiliados. MÁRMOL, G. «Persiguiendo lahuella española. Rusia busca a las familias de dos cartageneros y unmazarronero muertos en una prisión siberiana hace 50 años». LaVerdad, 6 de junio de 1999. Agradezco a Juan V. su amabilidad en fa-cilitarme este artículo. 33 PREGO, A. «Héroes españoles en Rusia». Temas españoles, nº 85.Madrid, Publicaciones Españolas, 1954, p. 27.34 STAJNER, K. 7000 días en Siberia. Barcelona, Editorial Planeta,1984, p. 81. 35 LÓPEZ DE LA TORRE, S. «Los años muertos (IV). El trabajo de losprisioneros». Arriba, 8 de abril de 1954.36 VELASCO PÉREZ, M. Invitado de honor. Madrid, Sistema EditorialOpera Prima, 1995, pp. 168-171; BORNET, F. Je reviens de Russie. Pa-rís, Librairie Plon, 1947, pp. 129-130; BORRÁS, J. E. «Hambre, frío ymuerte». Solidaridad Obrera, 3 de enero de 1948. 37 Entrevista de la autora con Agustín Puig Delgado, 17 de junio de2006, Barcelona.38 AGMA, L.20.904/1, «Relación de internados fallecidos en los cam-pos rusos», s.f.39 AFUE (Archivo de la Fundación Universitaria Española), GP/8.1,«Testimonio escrito de Ignacio Montuno y Pedro Domínguez». MéxicoDF, 13 de marzo de 1948. 40 BONET, P. «Una deuda con la historia. El gobierno sigue sin intere-sarse por las docenas de muertes en campos de concentración ru-sos». El País, 12 de marzo de 1995. 41 BORRÁS, J. E. «Españoles internados por Stalin. Nuevas pruebasdel atropello bolchevique». Solidaridad Obrera, 20 de marzo de 1948. 42 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 438. 43 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-

grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 438.44 BONET, P. y BORDIUGOV, G. «El doble exilio en la URSS». El País,7 de febrero de 1993. 45 IISH (International Institute of Social History), FEDIP Archives, Box1-20, File 8, SEILER, M. «Carta de José Garcia Santamaría a Mme Pic-ker». Odessa, 12 de junio de 1948. 46 VELASCO PÉREZ, M. Invitado de honor. Madrid, Sistema EditorialOpera Prima, 1995, p. 204; AGA, (08)3.02 Caja 44/11085, «Testimo-nio de Vicente Marqués Castell», s.f. 47 BONET, P. y BORDIUGOV, G. «El doble exilio en la URSS». El País,7 de febrero de 1993. 48 Francisco Abad Soriano, nacido el 1914 en Almería. En el PCE des-de 1931. Durante la Guerra Civil fue jefe de brigada del SIM y redactordel periódico Ejército Popular. Durante su exilio soviético trabajó enKolomna y Kokand, y participó en la «Gran Guerra Patria» como vo-luntario en el Ejército Rojo. Posteriormente se destacó en Radio Mos-cú. ENCINAS MORAL, A. L. Fuentes históricas para el estudio de laemigración española a la U.R.S.S. (1936-2007). Madrid, Exterior XXI,2008, p. 155. 49 BONET, P. y BORDIUGOV, G. «El doble exilio en la URSS». El País,7 de febrero de 1993.50 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 438.51 ELPÁTIEVSKY, A.V. La emigración española en la URSS. Historio-grafía y fuentes, intento de interpretación. Madrid, Exterior XXI,2008, p. 386. 52 Trud, 19 de agosto de 1948.53 IISH, FEDIP Archives, Box 20-64, File 59, Pedreny Vidal, Felipe,«Carta de Elpidio Pedreny a José Ester». Tarragona, 20 de noviem-bre de 1949; AGA, (8)3.02 Caja 44/11062, «Informe especial 517 R. S.Víctor Rodríguez Rango». Madrid, 24 de enero de 1957; BC, LlegatEmili Salut Payá, M 4947/7, SALUT PAYÁ, E. Memòries. p. 31.54 ANC, Fons Centro Español de Moscú [AGE], Inventari S55, Codi260-261, Núm. 106 [Llistat repatriacions].55 ENCINAS MORAL, A. L. Fuentes históricas para el estudio de laemigración española a la U.R.S.S. (1936-2007). Madrid, Exterior XXI,2008, pp. 209, 390, 580. 56 AGMA, L.20.904/1, «Relación de internados fallecidos en los cam-pos rusos», s.f.; BONET, P. «Una deuda con la historia. El Gobierno es-pañol sigue sin interesarse por las decenas de muertos en los camposde concentración rusos». El País, 12 de marzo de 1995.57 AGMA, DEV, Caja3755, C8, «Bruno Gebele. Prisioneros de guerra einternados españoles en la URSS». Baden, s.f.; VELASCO PÉREZ, M.Invitado de honor. Madrid, Opera Prima, 1995, p. 214. Según un infor-me de la FEDIP, basado en los testimonios de otros extranjeros repa-triados, las causas de detención, al menos en el caso de José RomeroCarreira, estribaron en el recibo de una carta del extranjero, razónpor la cual fue considerado como «sospechoso». IISH, FEDIP Archi-ves, Box 99-122, File 113, «Rapport faisant suite à celui en date du 13

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janvier 1948 concernant la situation des républicains espagnols inter-nés en U.R.S.S». París, 30 de octubre de 1950. 58 AMAE, R5164/3, «Prisioneros españoles en Rusia. Testimonio es-crito de Friedrich Slitz». Erlangen, 28 de mayo de 1949. 59 ELPÁTIEVSKY, A.V. «Estudios analíticos en ciencia histórica: Losprisioneros de guerra y los internados españoles en la URSS». Archi-vo Histórico Internacional, nº 17, 2002. www.history.machaon.ru.60 AMAE, R5164/4, «Informe sobre españoles en Rusia», Hamburgo,4 de febrero de 1950. 61 Según datos de la CRE facilitados al CICR, sólo nueve divisionariosaccedieron a la propuesta soviética. ACICR, G G2 IB B-034, «REsO693. Lista de nueve personas de nacionalidad española que se halla-ban en Borovichi». Madrid, 23 de octubre de 1954. 62 IISH, FEDIP Archives, Box 65-94, File 85, Villanueva Flores, Julio,«Carta de Bruno Gebele a Félix Villanueva Flores». Baden, 31 de ene-ro de 1950.63 AGMA, DEV, Caja 3755, C8, «Bruno Gebele. Prisioneros de guerrae internados españoles en la URSS». Baden, s.f.; AMAE, R5164/3,«Noticias de repatriados. A la Cruz Roja Española. Informe del repa-triado Elmar Ullrich». Frankfurt, s.f.; ELPÁTIEVSKY, A.V. «Estudiosanalíticos en ciencia histórica: Los prisioneros de guerra y los inter-nados españoles en la URSS». Archivo Histórico Internacional, nº 17,2002. www.history.machaon.ru64 AGMA, DEV, Caja3755, C8, «A mi querido camarada Miguel Altura,en prueba de mi reconocimiento y amistad. Hermógenes Rodríguez».Madrid, 17 de abril de 1954; OROQUIETA ARBIOL, G. y GARCÍASÁNCHEZ, C. De Leningrado a Odesa. Barcelona, Editorial AHR, 1958,pp. 472, 477. 65 CALAVIA BELLOSILLO, E. y ÁLVAREZ, F. Enterrados en Rusia. Ma-drid, Editorial Sasos, 1956, p. 171. 66 SALAMANCA SALAMANCA, A. y TORRES GARCÍA, F. Esclavos deStalin. El combate final de la División Azul. (Memoria histórica de unprisionero en la URSS). Madrid, FN Editorial, 2002, p. 251. 67 ACICR, C G2 IB B-029, «REsO 621. Datos de la CRE». Madrid, 4 deenero de 1954. 68 Entre ellos se encontraban 20 marinos: Avelino Acebal Pérez, Pe-dro Armesto Saco, José Castañeda Ochoa, Ángel Castañeda Ochoa,Juan Antonio Castro López, Juan Conesa Castillo, Manuel David Dávi-la Eiras, José Diz Rivas, José García Gómez, Vicente García Martínez,José Manuel García Santamaría, Juan Gómez Mariño, Antonio LeiraCarpente, Pedro Llompart Benassar, Francisco Mercader Saavedra,José Pérez Pérez, Enrique Piñeiro Díaz, Cándido Ruiz Mesa, RamónSánchez-Gómez Ferragut, Ramón Santamaría García. «Relación derepatriados». Diario de Barcelona, 30 de marzo de 1954. 69 IISH, FEDIP Archives, File 114, González Guilera, Jacinto, «Corres-pondencia de Buenaventura Soler con Josep Ester Borrás». Barcelo-na, 5 de abril y 18 de mayo de 1948. Antes de la invasión alemana,una comisión de comunistas españoles, entre ellos Enrique CastroDelgado y Jesús Hernández visitaron la colonia española de Krama-torsk. Allí, según Castro, entablaron conversaciones con algunos ma-rinos, particularmente con el capitán y el primer maquinista del Cabo

San Agustín, que trabajaban como aprendiz electricista y tornero res-pectivamente. La incoherencia en los datos es más que notoria pues-to que el capitán del Cabo San Agustín Eugenio Montilla Escudero seencontraba a la sazón navegando por el Mar Negro mientras que elprimer maquinista del mismo Pío Izpizúa Imatz ya había sido detenidoen abril de 1940. Como desde el otoño de 1939, quedaron en la URSSlos capitanes del Cabo San Agustín, Isla de Gran Canaria, Mar Blancoy Ciudad de Ibiza y la trayectoria de cado uno de ellos se alumbraráen el presente, opinamos que los dos oficiales de 46 y 55 años deedad que refiere Castro son Jacinto González Guilera (nacido el 23 denoviembre de 1893), capitán del Ciudad de Ibiza y Manuel Serra Que-rol (nacido el 6 de enero de 1886) del Ciudad de Tarragona. CASTRODELGADO, E. J’ai perdu la foi à Moscou. París, Gallimard, 1950, p. 101. 70 ARASA, D. 50 Històries catalanes de la Segona Guerra Mundial.Barcelona, Laia Libros, 1998, p. 107. 71 IGLESIAS, M. Memorias de guerra (1936-1942). Ferrol, EdiciónsEmbora, 2006, pp. 61-62. 72 AFUE, PCM/53-1, «Correspondencia entre M. Torres y Álvaro deAlbornoz». París, 20 de mayo de 1948 y 5 de junio de 1948. 73 ACICR, C G2 IB B-089, «Ficha Jacinto González Guilera EEs5793». Ginebra, 9 de marzo de 1956; ACICR, C G2 IB B-042, REsO770-775, «Lista de los españoles que se encuentran en la Unión So-viética y que los familiares han pedido que sean repatriados». Gine-bra, 22 de mayo de 1958; ACICR, C G2 IB B-043, REsO 776-783, «Lis-ta nº 2 de españoles que no expresaron su deseo de volver a España.Anejo al despacho del Comité Ejecutivo de la Alianza de Sociedadesde la Cruz Roja y Media Luna Soviéticas al CICR». Moscú, 9 de julio de1958. 74 Livre blanc sur les camps de concentration soviétique, Commis-sion Internationale contre le régime concentrationnaire. París, Le Pa-vois, 1952, pp. 125-126.75 BORRÁS, J. E. «Antifascistas españoles en la “patria del proleta-riado”. Aktioubinski. Campo de la muerte». Solidaridad Obrera, 22 demayo de 1948.76 IISH, FEDIP Archives, Box 1-20, File 7, Sagalowitsch, Sonia, «Cartade Sonia Sagalowitsch a la FEDIP». Mayo de 1948. 77 IISH, FEDIP Archives, Box 65-94, File 81, Serrano Organero, Luis,«Correspondencia entre Soiě Yelena y José Ester». Belgrado, 2 dejulio de 1948; AFUE, P.412.4, «José Ester a José Ballester Gozalvo»,«Orden del Ministerio de Estado al Ministro de la República españolaen Belgrado» y «Comunicado del Ministerio de Estado a José Ester».París, 10 y 27 de octubre de 1948. 78 AHPCE (Archivo Histórico del Partido Comunista de España),98/1.3, Emigración en URSS. 79 CDMH (Centro Documental de la Memoria Histórica), Fondo Enri-que Zafra, caja 1, carpeta 5, «Autobiografía. José Daniel Álvarez Ru-biera», s.f.80 IBÁRRURI, D. El único camino. París, Éditions Sociales, 1962, p.394. 81 BLASCO COBO, J. Un piloto español en la URSS. Madrid, EditorialAntorcha, 1960, p. 390; MORENO HERNÁNDEZ, R. Rusia al desnudo,

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revelaciones del comisario comunista español Rafael Pelayo de Hun-gría, comandante del ejército ruso. Madrid, Ediciones de ActualidadMundial, 1956, p. 341. 82 APPCS (Archivo Personal Pedro Cepeda Sánchez), CEPEDASÁNCHEZ, P. Los hijos de una gran guerra, p. 336. 83 FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, J. Memorias de un niño de Moscú: Cuandosalí de Albaña. Barcelona, Planeta, 1999, p. 241.84 TAINS, S. «El Comisario Ángel. Alicantinos en el exilio». Canelobre,Revista del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, Alicante, nº 20-21,1991, pp. 97-98; ÁLVAREZ MORÁN, I. A. Memorias de una niña de laguerra. Gijón, Fundación Municipal de Cultura, Educación y Universi-dad Popular, Ayuntamiento de Gijón, 2003, p. 210.85 AHPCE, 98/1.3, Emigración en URSS; ESTARRIOL, R. «Moscú: Losemigrantes españoles se encuentran con dificultades para abandonarla URSS». La Vanguardia, 10 de noviembre de 1977. 86 APRHR (Archivo Personal Rogelio Hernández Rodríguez), «Escritode María Gaspar, esposa de Rogelio Rodríguez». Barcelona, s.f. 87 APRHR, «Carta de Rogelio Hernández a su hijo». Odessa, 31 de ju-lio de 1977. 88 APRHR, «Declaración de María Jesús Gaspar Cereceda». Barcelo-na, 2 de febrero de 1955.89 AMAE-Ro (Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ruma-nia), 71/1920-1944, España, vol. 512, f. 743, «José Rojas y Moreno a suexcelencia Ion Antonescu». Bucarest, 23 de abril de 1942; AMAE-Ro,71/1920-1944, España, vol. 29, «Copia declaración. José Rojas y More-no». Bucarest, 11 de junio de 1942; AGMAB, leg. 10407, «Informe II.Pol. III 1657». Odessa, 15 de junio de 1942.90 MATÍAS LÓPEZ, L. «Lina Prokófiev, una española en el Gulag. Losotros españoles de Vorkutá». El País, 28 de marzo de 1999. 91 APPCS, CEPEDA SÁNCHEZ, P. Los hijos de una gran guerra. p.343. 92 MATÍAS LÓPEZ, L. «Lina Prokófiev, una española en el Gulag. Losotros españoles de Vorkutá». El País, 28 de marzo de 1999. 93 APRHR, «Carta de Rogelio Hernández a su hijo». Odessa, 5 de fe-brero de 1978. Tanto su esposa como las autoridades franquistas cur-saron reclamaciones al CICR desde el 2 de agosto de 1955. Apenas el26 de marzo de 1957, desde Moscú se contestaba que «el menciona-do no se hallaba en el territorio soviético». Fue una de las consecuen-

cias de que algunos allegados diesen por muertos a sus seres queri-dos que todavía vivían y trabajaban en la URSS. ACICR, C G2 IB B-089, «Ficha Rogelio Hernández Rodríguez. REsO 705 y EEs 5792».Ginebra, 1 de noviembre de 1955 y 9 de marzo de 1956. 94 APRHR, «Cartas familiares». EE.UU, s.f. 95 AHN, 1007R, «Expediente José Núñez Edreira». Benicasim, 23 deenero de 1957. 96 AHN, 1526R, «Expediente José Antonio Herrera Alonso». Benicá-sim, 23 de enero de 1957; AGA, (08)3.02 Caja44/11062, «Informe dela DGS sobre la quinta expedición». Madrid, 31 de enero de 1957. 97 MATÍAS LÓPEZ, L. «Lina Prokófiev, una española en el Gulag. Losotros españoles de Vorkutá». El País, 28 de marzo de 1999. 98 AHPCE, 98/1.3, Emigración en URSS. 99 AHN, 1096R, «Expediente Agustín García Roselló». Benicásim, 22de enero de 1957. 100AMAE, R3560/7, «Comunica noticias de prisioneros españoles enRusia». Bonn, 17 de noviembre de 1955; AMAE, R4484/1, «Noticias so-bre prisioneros españoles en Rusia». Bonn, 27 de enero de 1956. 101 AHPCE, 98/1.3, Emigración en URSS. 102IBÁRRURI, D. El único camino. París, Éditions Sociales, 1962, p.394. 103AHPCE, 98/1.3, Emigración en URSS. Cabe la posibilidad de que sudetención tuviese lugar con anterioridad, dado que el Gobierno de laRepública española en el exilio, a petición de algún familiar del seña-lado, intentó averiguar su trayectoria en la URSS. El encargado delasunto fue el ministro republicano en Belgrado, Federico Miñana, quea su vez escribió directamente a Moscú a José Antonio Uribes. No he-mos hallado la respuesta, pues parece ser que hubo una. AFUE,P.412.4, «Información sobre súbditos españoles refugiados en URSS».Belgrado, 22 de abril de 1947. 104AGA, (06)71Caja17197 36/80, «Nota escrita a mano junto a la listade españoles residentes en Rusia que encuentran dificultades parasalir facilitada por los españoles de la segunda expedición». Madrid,octubre de 1956. Según el testimonio del marino José García Santa-maría, repatriado el 2 de abril de 1954 en el Semíramis, Eugenio Mon-tilla murió en la cárcel de Odessa. MOSTAZA, B. «Los repatriados es-pañoles llegaran probablemente el sábado a Barcelona». LaVanguardia Española, 30 de marzo de 1954.

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