LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA · milite demonstrantes perfectam de luctamine mundi...

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA Adeline Rucquoi C.N.R.S. Paris Los historiadores de la Iglesia suelen destacar la novedad que constituyó, a principios del siglo XIII, la aparición de las órdenes mendicantes y su rápida difusión. Los frailes predica- dores de Domingo de Guzmán vieron aprobada su regla en 1220 y los menores, que seguí- an a Francisco de Asís desde 1209, recibieron confirmación de la suya en 1223. Aunque éstas sean las órdenes mendicantes por antonomasia, otras comunidades recibieron poco des- pués ese estatuto. Los carmelitas, fundados en Oriente por Bertoldo de Calabria, consiguie- ron la aprobación papal en 1226 y fueron considerados mendicantes veinte arios después. Se les pueden añadir los mercedarios, instituidos en 1218 por Pedro Nolasco en Barcelona y cuya regla fue confirmada por Gregorio IX en 1235, y los agustinos, que nacieron en 1243 bajo los auspicios de Inocencio IV; en 1198 ya, Inocencio III había aprobado la regla de los trinitarios de Juan de Mata y Félix de Valois. Persiguiendo fines diferentes y cada una con una espiritualidad específica, las seis órde- nes que aparecieron en la Cristiandad en menos de medio siglo tenían rasgos comunes. En vez de retirarse del mundo, como lo habían hecho en los siglos XI y XII las congregaciones monásticas —siguiendo el ejemplo de los ermitaños del desierto—', los miembros de las nuevas órdenes pretendían vivir en el siglo, actuar en él y transformarlo por la palabra y el ejemplo. Sin abandonar el campo, se volcaron hacia las ciudades y, en 1968, Jacques Le Goff pudo llamar la atención de los historiadores sobre la coincidencia entre el grado de urbani- zación y la implantación de conventos de mendicantes en Francia a lo largo del siglo Algunos historiadores asocian la aparición de los mendicantes con las aspiraciones espiri- tuales de los laicos', a veces transformadas en brotes "heréticos" que Roma intentaba conte- 1. Antonio GARCÍA Y GARCÍA, "La vida monástico-religiosa en tiempo de S. Francisco", Antonianum, 57 (1982), p. 60-93; Francisco Javier PEÑA PÉREZ, "Expansión de las órdenes conventuales en León y Castilla: fran- ciscanos y dominicos en el siglo XIII", III Semana de Estudios Medievales, Nájera, 1992, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1993, p. 179-198. 2. Jacques LE GOFF, "Apostolat mendiant et fait urbain dans la France médiévale: l'implantation des ordres mendiants", Annales E.S.C., 1968, p. 335-345; y "Ordres mendiants et urbanisation dans la France médiévale", Annales E.S.C., 1970. 3. André VAUCHEZ, La spiritualité du Moyen Age occidental, VIll e-XIIIe siécle, Paris, Le Seuil, Points Histoire, 1994, p. 95-118. 65

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

Adeline RucquoiC.N.R.S. Paris

Los historiadores de la Iglesia suelen destacar la novedad que constituyó, a principios delsiglo XIII, la aparición de las órdenes mendicantes y su rápida difusión. Los frailes predica-dores de Domingo de Guzmán vieron aprobada su regla en 1220 y los menores, que seguí-an a Francisco de Asís desde 1209, recibieron confirmación de la suya en 1223. Aunqueéstas sean las órdenes mendicantes por antonomasia, otras comunidades recibieron poco des-pués ese estatuto. Los carmelitas, fundados en Oriente por Bertoldo de Calabria, consiguie-ron la aprobación papal en 1226 y fueron considerados mendicantes veinte arios después. Seles pueden añadir los mercedarios, instituidos en 1218 por Pedro Nolasco en Barcelona ycuya regla fue confirmada por Gregorio IX en 1235, y los agustinos, que nacieron en 1243bajo los auspicios de Inocencio IV; en 1198 ya, Inocencio III había aprobado la regla de lostrinitarios de Juan de Mata y Félix de Valois.

Persiguiendo fines diferentes y cada una con una espiritualidad específica, las seis órde-nes que aparecieron en la Cristiandad en menos de medio siglo tenían rasgos comunes. Envez de retirarse del mundo, como lo habían hecho en los siglos XI y XII las congregacionesmonásticas —siguiendo el ejemplo de los ermitaños del desierto—', los miembros de lasnuevas órdenes pretendían vivir en el siglo, actuar en él y transformarlo por la palabra y elejemplo. Sin abandonar el campo, se volcaron hacia las ciudades y, en 1968, Jacques Le Goffpudo llamar la atención de los historiadores sobre la coincidencia entre el grado de urbani-zación y la implantación de conventos de mendicantes en Francia a lo largo del sigloAlgunos historiadores asocian la aparición de los mendicantes con las aspiraciones espiri-tuales de los laicos', a veces transformadas en brotes "heréticos" que Roma intentaba conte-

1. Antonio GARCÍA Y GARCÍA, "La vida monástico-religiosa en tiempo de S. Francisco", Antonianum, 57(1982), p. 60-93; Francisco Javier PEÑA PÉREZ, "Expansión de las órdenes conventuales en León y Castilla: fran-ciscanos y dominicos en el siglo XIII", III Semana de Estudios Medievales, Nájera, 1992, Logroño, Instituto deEstudios Riojanos, 1993, p. 179-198.

2. Jacques LE GOFF, "Apostolat mendiant et fait urbain dans la France médiévale: l'implantation des ordresmendiants", Annales E.S.C., 1968, p. 335-345; y "Ordres mendiants et urbanisation dans la France médiévale",Annales E.S.C., 1970.

3. André VAUCHEZ, La spiritualité du Moyen Age occidental, VIll e-XIIIe siécle, Paris, Le Seuil, PointsHistoire, 1994, p. 95-118.

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ner o vencer, y muestran que eran herejes "ortodoxos" o fueron, al contrario, el instrumentoutilizado por la jerarquía eclesiástica para combatirlos. El desarrollo económico y el mayorgrado de riqueza de los europeos se aducen también para explicar los deseos de ciertos gru-pos de poner en práctica la fórmula de San Jerónimo: "seguir desnudo a Cristo desnudo"—nudus nudum Christum sequi—; la pobreza voluntaria se encontraba con la pobreza realy cotidiana y le imprimía un carácter sagrado'.

No se ha destacado, en cambio, entre las características comunes de las órdenes mendi-cantes, el que se trate de creaciones propias del mundo mediterráneo. Frente a los benedic-tinos cuya regla había sido revisada por Cluny, a los cartujos de San Bruno, a los premos-tratenses de San Norberto y a los cistercienses de Bernardo de Claivaux, cuyos fundadoreseran originarios de Borgoña y del Imperio germánico, las seis órdenes mendicantes nacen aorillas del Méditerráneo, en un mundo de ciudades y comerciantes que se caracteriza por sudiversidad lingüística y religiosa. El rechazo o el uso de la riqueza mercantil, el desprecio ola utilización de los saberes que circulaban entonces por los centros de estudio —Boloria,Salem°, Montpellier, Palencia, París, Nápoles— y el aprendizaje de los idiomas —árabe,hebreo, siriaco (caldeo)— se combinaron así con la retórica —predicación— y el ejemplopara anunciare! Evangelio, combatir o convertir herejes, judíos e infieles, para rescatar cris-tianos y poner el Derecho al servicio de la Iglesia'.

Las condiciones geográficas, económicas y sociales no son suficientes, sin embargo, paraexplicar el auge de los mendicantes en el siglo XIII. Su aparición coincide con una granmutación intelectual que algunos especialistas consideran el "renacimiento del siglo XII" yque fue sistematizada en teología por el dominico Tomás de Aquino. La curiosidad intelec-tual, notable a partir de finales del siglo XI, había revalorizado, a través del estudio de lasciencias y del lenguaje, la naturaleza como creación de Dios 6 ; los juristas de finales del sigloXII, asociando "natura" y "nacer", asimilaron finalmente la Naturaleza y Dios: Natura, idest Deus7 . Cumbre de la creación divina, el hombre era un microcosmo, objeto del estudiode los médicos, imagen del macrocosmo que escrutaban astrónomos, astrólogos, matemáti-cos y geómetras. La afirmación de este "humanismo" medieval llevó a Walter Ullmann apublicar en 1966 un estudio sobre "Individuo y sociedad en la Edad Media", al que siguióseis arios después otro de Colín Morris, titulado "El descubrimiento del individuo, 1050-1200". La espiritualidad y la búsqueda de una mayor pobreza personal que caracterizaron alos franciscanos, el recurso a la inteligencia y los saberes de que hicieron alarde los domini-cos se insertaron así en un mundo en el que el individuo había recobrado protagonismo ypodía salvarse, en un mundo que empezaba a valorar a Cristo en su humanidad, Cristo des-nudo, sufriendo y muriendo. Hacia 1240, el canónigo de San Isidoro de León Lucas de Tuy

4. Michel MOLLAT, Les pauvres au Moyen Age. Elude sociale, Paris, Hachette, 1978, p. 147-164.5. Gregorio IX creó en 1232 el tribunal de la Inquisición y lo confió a los mendicantes. El procedimiento por

vía de inquisitio se fundamentaba en los libros 48 y 49 del Digesto, en el Codex, XIX y en las Decretales deGregorio IX; era en principio reservado a las causas de herejía y crímenes contra el Estado (alteración de la mone-da) y permitía que un solo magistrado acumulase las funciones de acusación, investigación y jurisdicción. Apareceya como un procedimiento ordinario en el Speculum ludiciale del obispo de Mende, Guillaume Durand (c.1230-1296), redactado hacia 1271-1276.

6. Saturnino ALVAREZ TURIENZO, OSA, "La transformación del concepto de naturaleza en el siglo XII",La Ciudad de Dios, 176 (1963), p. 520-541.

7. La fórmula aparece en particular en la Sumnza Institutionum, 1, 2, de Placentino (c.-1135-c.1192), primergran comentario escolástico relativo al derecho natural.

8. Walter ULLMANN, The Individual and Society in the Middle Ages, Baltimore, 1966; Colin MORRIS, Thedisco very of the individual, 1050-1200, 1972 (reed. Medieval Academy of America, 1991).

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fustigó a los herejes "maniqueos" de las Galias por representar a Cristo en una cruz en formade thau griega y con tres clavos en vez de cuatro, y aludió en su demostración a los estigmasdel "santissimo padre Francisco'". Pero ya se iniciaba la evolución hacia una religiosidadhecha de sentimientos y afectividad, volcada hacia el niño Jesús o los sufrimientos de Cristoen su cuerpo humano, que llamaba a las manifestaciones de la naturaleza "hermano" o "her-mana" y que pronto vería nacer las cofradías de la Sangre de Cristo y de la Vera Cruz, lasprocesiones con flagelantes y los brotes místicos.

Más que de un mundo medieval en general, en el que las ciudades empezarían a consti-tuirse a expensas de una economía rural dominante —cómoda y erróneamente llamada "feu-dal"—, las órdenes mendicantes son una creación específica del mundo mediterráneo,mundo de ciudades, de comercio y de circulación de las ideas, en el que se encontraban,influían recíprocamente y rivalizaban las tres grandes religiones monoteístas. Son, al mismotiempo, fruto de la evolución de las mentalidades y participan del concepto de la redenciónindividual; personajes como Domingo de Guzmán o Francisco de Asís difieren en ello esen-cialmente de los grandes fundadores de órdenes de los siglos anteriores.

Ahora bien, si numerosos son los rasgos que tienen en común las dos grandes órdenesmendicantes, más numerosas son probablemente las diferencias que las separan. Partidario,hasta en su propia vida, de una búsqueda individual de salvación que le hizo dudar de lanecesidad de crear conventos, el lego Francisco rechazó la riqueza material mientras des-confiaba de la cultura; en una carta que dirigió a fray Antonio de Lisboa —venerado luegobajo el nombre de Antonio de Padua—, Francisco le autorizó a enseñar teología a los frai-les, siempre y cuando éstos no perdieran de vista "el espíritu de santa oración y devociónindicado en la Regla"°. En cambio, el canónigo de Osma Domingo de Guzmán, que habíaestudiado en Palencia, puso los saberes al servicio de la Iglesia y permitió que los grandesproblemas doctrinales fuesen llevados hasta clérigos y laicos a través de la predicación; apo-yándose en la tradición y el método aristotélico, el italiano Tomás de Aquino ofreció a lareflexión una visión teológica que reconciliaba el mensaje pesimista de San Agustín y la feen la bondad de la creación divina. La elección del mundo universitario y de las élites y unadoctrina —el tomismo— que distó mucho de ser compartida por la mayoría de los teólogosde los siglos XIV y XV parecen haber reducido el alcance del mensaje dominico. En cam-bio, la espiritualidad franciscana, más afectiva y menos racional, con sus incesantes cuestio-namientos y hasta sus desviaciones en busca de una mayor fidelidad a la Regla primitiva,caló más hondamente en las mentalidades medievales, a las que San Francisco había sidopresentado por sus primeros sucesores como un alter Christus.

La rápida difusión de la orden en Castilla en el siglo XIII

La leyenda difundida por los franciscanos un siglo después de la muerte del fundadorotorgaba un papel especial a la peregrinación que éste hiciera a Compostela a finales de 1213o principios de 1214. Venidos a España con el deseo de convertir a los musulmanes,Francisco y su discípulo Bernardo de Quintanavalle tuvieron que renunciar a su propósito

9. Lucae TUDENSIS, De altera vita fideique controversiis, ed. por Juan de Mariana, Ingolstadt, 1612, LibroII, cap. X y XI; p. 101: "... in manibus el pedibus beati Francisci quatuor appartierunt signa clavorum in Christimilite demonstrantes perfectam de luctamine mundi victoriam el sui regis lesu Christi seque/am existere signo qua-tuor clavorum Dominicae passionis...".

10. FranÇois d'ASSISE, Ecrits, ed. por Th. Desbonnets y J. F. Godet, Paris, Sources Chrétiennes, 1981, pp.268-269, cit. por André VAUCHEZ, La spiritualité du Moyen Age occidental..., op. cit., p. 135.

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inicial y transformaron su viaje en peregrinación; al lado de la tumba del apóstol, Franciscohabría concebido la idea de fundar una Orden que colocó bajo el mando de "ministros" —alser el minister, por oposición al magister, un oficio inferior—". Una primera expedición defrailes a España en 1217, bajo la dirección de Bernardo de Quintanavalle, fue seguida porotra que encabezó Juan Parenti en 1219 con el objetivo de implantarse a lo largo del cami-no de Compostela y en tierras de infieles. En febrero de 1226, el papa Honorio III enco-mendó al arzobispo de Toledo una tarea misionera en Berbería, que debía de ser llevada acabo por los mendicantes y financiada con el dinero de la Cruzada'. Mientras los primerosmisioneros perdían la vida en Marruecos en 1221, aparecieron oratorios franciscanos en ocerca de Compostela, Burgos, Logroño, Palencia, Valladolid, León, Zamora y Toledo.

Las reformas llevadas a cabo en los arios 1230-1250 por el ministro General Juan Parentiy las directivas del papa Gregorio IX acabaron de institucionalizar las fundaciones. Hacia1233 la provincia franciscana de España, que había sido fundada en 1217, fue dividida entres, creándose así la provincia de Santiago —que abarcaba Galicia, Portugal y el antiguoreino de León—, la de Castilla y la provincia de Aragón, que incluía los conventos navarros;siguiendo las normas papales, los frailes se asentaron entonces dentro de las ciudades, adop-taron el estado clerical, abrieron escuelas y studia, se dedicaron a la vida intelectual y a ladirección de conciencia de los poderosos, actuando así como un eficaz intrumento de laSanta Sede en su proyecto de alcanzar directamente todas las capas sociales'.

Con el beneplácito de los reyes y de las oligarquías locales, los franciscanos fundaronentonces numerosos conventos dentro de las ciudades y trasladaron a ellas los cenobios rura-les que ya existían. En 1265, cinco arios después de que, a propuesta de San Buenaventura,fueran creadas las custodias como circunscripciones intermedias entre el convento y la pro-vincia, la de Castilla tenía ya 44 conventos repartidos en 8 custodias. La provincia deSantiago, con 42 conventos reunidos en 7 custodias, se dividió a su vez en 1272 en tres"naciones" —Campos, Portugal y Galicia—, división que tenía por objeto poner fin a losescándalos y tensiones que turbaban la vida de la provincia". En el reino de Navarra estabanlos conventos de Pamplona, Olite, Estella, Tudela y Sangüesa'. En Berbería se había crea-do el obispado de Marruecos, que fue confiado a fray Agnello en junio de 1237 y cuyos titu-lares fueron en particular los franciscanos Lope Fernández de AM (1246-1257), Lorenzo dePortugal y fray Rodrigo (1289-1302)16.

11. Recogida en la obra Actus Beati Francisci et sociorum eius, de donde pasó a las Florecillas, y luego a laChronica XXIV Generalium de finales del siglo XV, la leyenda es todavía recordada por Isaac Vázquez en el artí-culo "Franciscanos" del Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, CSIC, 1972. Sobre su crítica ysignificado, así como para los datos relativos a la difusión de la Orden franciscana en España, vid. José GARCÍAORO, Francisco de Asís en la España medieval, Santiago de Compostela, CSIC, 1988, obra en la que se funda-menta en gran medida el trabajo aquí presentado.

12. Conrad EUBEL, Bullarium Franciscanum, I, 24.13. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 53-59, titula ese capítulo

"Milicias pontificias".14. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 177-178.15. Según el Provinciale Ordinis Fratrum Minorum vetustissimum, de Paulino de Puzzole (ed. por EUBEL en

el Bullarium Franciscanum, V), en 1340 Navarra era una de las custodias de la provincia de Aragón; las de Castillaeran Vitoria, Burgos, Palencia, Segovia, Soria, Toledo, Sevilla y Murcia; las de Santiago de Compostela eranSantiago, Orense, León, Zamora, Salamanca, Coimbra y Lisboa (Fr. de SESSEVALLE, Histoire générale del'Ordre de saint FranÇois, Paris, 1935).

16. Anastasio LOPEZ, Obispos en el Africa septentrional desde el siglo XIII, Tánger, 1941. Antonio UBIETOARTETA, Listas episcopales medievales, Zaragoza, 1989, I, p. 228-229.

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

EXPANSIÓN DE LA ORDEN FRANCISCANA HASTA 1300

(Atlas d'Histoire de l'Eglise, Brépols, 1990)

1. Provincia de Santiago de Compostela. 2. Provincia de Castilla. 3. Provincia de Aragón.

Al escoger la ciudad para instalar sus conventos, predicar, confesar, abrir escuelas, ente-rrar los difuntos y recibir limosnas, franciscanos y dominicos se adentraban en un terrenohasta entonces monopolio de la Iglesia secular. Obispos, cabildos, párrocos y clérigos no vie-ron con buenos ojos unos frailes que, además de gozar privilegios y exenciones, actuabancomo agentes de la Santa Sede. Los conflictos por motivos económicos, honoríficos o dejurisdicción, estallaron en la segunda mitad del siglo. Peter Linchan, en su estudio de laIglesia, destaca los graves problemas económicos que tuvo que afrontar, durante el sigloXIII, un clero secular por otra parte aquejado de "decadencia" y "corrupción", y concluyecon la afirmación que "los religiosos chocaron en toda España con los Ordinarios y con lasÓrdenes antiguas, lucha que la crisis económica de Castilla contribuyó a enconar" 7 . JoséGarcía Oro por su parte, al recordar el mundo en el que se difundió la Orden de los Menores,insiste sobre el estado de decadencia, falta de disciplina y mala preparación del clero caste-

17. Peter LINEHAN, La Iglesia Española y el Papado en el siglo XIII, Salamanca, 1975, p. 286-287, sobre la"decadencia" y la "corrupción" del clero, y p. 277-281 sobre la evaluación del papel de los mendicantes en Castilla.

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llano, e indica que "la Iglesia de Castilla agota a lo largo del siglo XIII las posibilidades rea-les de un orden y forma de vida que venía configurándose lentísimamente desde el sigloVIII". La oposición entre el clero secular y los frailes es antigua y fue fomentada por lospropios mendicantes, que necesitaban hacerse sitio en el mundo eclesiástico de la época. Nose debió tanto la difusión de sus órdenes al hecho de que representaran una alternativa a la"corrupción" o "decadencia" del clero secular —afirmaciones que no siempre resisten unainvestigación en profundidad—, sino al que fueran un instrumento del Papado, más dócil ydependiente de Roma que los obispos y sus cabildos. La gran época de expansión de laOrden es precisamente posterior a su institucionalización por Gregorio IX, cuando ya no sedistinguen del resto del clero, sino por los privilegios de que gozan.

La rápida difusión y la multiplicación de las fundaciones franciscanas no eran propias delreino de Castilla y el fenómeno ya había llamado la atención del cronista inglés Mateo París(c.1200-1259), que lo menciona en particular en su Chronica minor sive Historia Anglorumdonde contrapone la humildad y pobreza de los Menores a la arrogancia de losPredicadores'. Pese a la imagen idílica que de los seguidores de Francisco de Asís dabaMateo París, los Menores de los años 1280 no se parecían mucho a los pobres frailes laicosque habían llegado a España en 1217 y 1219. La diversidad ya había sido una de las mayo-res características de la Orden en las primeras décadas de su existencia. En vida del funda-dor había aparecido la que se considera segunda Orden, la rama femenina de las "DamasPobres", o clarisas, a las que el futuro papa Gregorio IX dio la Forma vitae y que el pontí-fice Inocencio IV (1243-1254) institucionalizó. Las primeras franciscanas de la Penínsulaparecen haber sido unas damas de Pamplona que solicitaron en 1227 para su casa la regla deSanta Clara; en los años siguientes surgieron comunidades en Burgos, Carrión de losCondes, Valladolid, Salamanca, Zamora, Ciudad Rodrigo, Medina del Campo. Adoptaron laregla del monasterio de San Damián de Asís y parte de la regla benedictina, sometiéndose auna estricta clausura y a la dirección espiritual de un visitador de la rama masculina de laOrden. A finales de siglo ya había por lo menos ocho monasterio de clarisas en la Provinciade Castilla y doce en la de Santiago'. En los últimos arios de su vida, además, Francisco deAsís había conseguido del cardenal Hugolino, futuro Gregorio IX, la creación de una terce-ra Orden, u orden de Penitencia, para los laicos deseosos de compartir el ideal de losMenores. El mensaje del fundador y la espiritualidad franciscana pudieron así difundirse pormúltiples vías y atrajeron pronto a los grupos sociales más diversos.

En el reino de Castilla, franciscanos y clarisas supieron aprovecharse de la protecciónpapal y de los favores y privilegios que recibieron de los reyes. Establecidos en los princi-pales núcleos urbanos a partir de mediados del siglo XIII, edificaron grandes monasterios,se enfrentaron con el clero secular por el derecho de predicar, tener campanas, poseer cemen-terio propio, no pagar el diezmo por sus propiedades y acudir a las procesiones con su cruzen alto. En algunos casos los Menores protagonizaron escándalos, como en Burgos, dondelos frailes sostuvieron con los monjes prietos de Silos una larga contienda en la que corrióla sangre; en Palencia, la reina doña Violante tuvo que intervenir para que fray Diago Rois

18. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 37-44.19. Williel R. THOMSON, "The Image of the Mendicants in the Chronicles of Matthew Paris", Archivum

Franciscanum Historicum, 70 (1977), p. 3-34; José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op.cit., p. 49, n. 47.

20. Jose GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 91-235.21. M. FEROT1N, Recueil des chartes de l'abbaye de Silos, Paris, 1897, p. 312-314, cit. por Peter LINEHAN,

"A tale of two cities: capitular Burgos and mendicant Burgos in the thirteenth century", Church and City, 1000-1500 (Essays in Honour of Christopher Brooke), ed. por D. Abulafia, Cambridge University Press, 1992, p. 96.

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devolviera a los testamentarios del obispo Lope de Sigüenza —fallecido en mayo de 1271—la biblioteca que se había apropiado". En otros casos, generalmente por imposición papal yhaciendo caso omiso de la voluntad de los cabildos, algunos franciscanos rigieron sedes epis-copales: Pedro Gallego fue el primer obispo de Cartagena (1250-1269) y Pedro Pérez deBadajoz (1252-1262), Martín fue obispo de Segovia (1259-1265), Domingo Suárez rigió lasede abulense (1263-1271), Vasco la de Guarda (1267-1278), Juan Martínez sucesivamentelas de Cádiz (1267-1278) y Guarda (1278-1301), Tello la de Braga (1278-1292), Fernandode Covarrubias la de Burgos (1280-1299) y Pedro Fechor la de Salamanca (1286-1305"

Plenamente integrados en la vida del reino, los franciscanos de las provincias de Castillay Santiago se dedicaron, como en el resto de Europa, a los estudios que tanto recelo habíansuscitado en Francisco de Asís. Segundo guardián del convento de Toledo, antes de conver-tirse en provincial de Castilla y terminar su vida como obispo de Cartagena, fray PedroGallego (c.1200-1269) figura entre los traductores de obras árabes; buen conocedor de lalengua y de la filosofia aristotélica, tradujo y adaptó el De animalibus de Aristóteles yAverroes, un tratado titulado In regitiva domus y una Summa astronomiae". Juan Gil deZamora (c.1240-d.1304), custodio de Zamora en la provincia de Santiago en 1260, estudióen París hacia 1272 y figura con el título de doctor a partir de 1278, año en que se convirtióen miembro de la corte de Alfonso X; su obra es inmensa y abarca todos los campos delsaber, desde la historia con el De preconiis Hispaniae liber o el Liber illustrium personaruma las ciencias naturales con la Historia naturalis y el Liber contra venena el anima/ja vene-nosa, pasando por la hagiografía, la gramática y la exégesis —con un Ars dictandi y elProslogion seu de accentu et dubilibus Bibliae- 25 . Si no parece que los franciscanos hayanregido cátedras en la universidad de Salamanca", estudiaron y enseriaron entonces en París,como Gonzalo de Balboa (c.1255-1313), buen conocedor de la teoría matemática, que eramagister en teología hacia 1290-1300 y fue uno de los maestros de Juan Duns Escoto", ycomo los numerosos estudiantes que firmaron en 1303 la apelación contra el rey de Francia".

22. Peter LINEHAN, La Iglesia española y el Papado en el siglo XIII, op. cit., p. 280.23. Peter LINEHAN, La Iglesia española y el Papado en el siglo XIII, op. cit, p. 277; Antonio UBIETO ARTE-

TA, Listas episcopales medievales, op. cit.24. Auguste PELZER, "Un traducteur inconnu: Pierre Gallego, franciscain et premier évéque de Carthagéne

(1250-1267)", Miscellanea Francesco Ehrle, Cittá del Vaticano, 1924, I, p. 407-456; Anastasio LOPEZ, "FrayPedro Gallego, primer obispo de Cartagena (1250-1267)", Archivo Ibero Americano, 24 (1925), p. 65-91;Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, III (Salamanca, 1971), p. 302, n°469; José GAR-CIA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 216-218; Johannes AEGIDIUS ZAMORENSIS,Historia naturalis, ed. por Avelino Domínguez García y Luis García Ballester, Valladolid, Junta de Castilla y León,1994, p. 34.

25. Juan GIL DE ZAMORA, De preconiis Hispaniae Liber, ed. por Manuel de Castro y Castro, 0.F.M.,Madrid, 1955; Manuel CASTRO, "La "Legenda prima" de San Antonio según fr. Juan Gil de Zamora", ArchivoIbero Americano, 34 (1974), p. 551-612; Manuel CASTRO, "Johannes Aegidii Zamorensis O.F.M. Contra venenaet animalia venenosa. Introducción, edición y notas", Archivo Ibero Americano, 36 (1976), 3-116; Johannes AEGI-DIUS ZAMORENSIS, Historia naturalis, ed. por Avelino Domínguez García y Luis García Ballester, op. cit.

26. Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218-1600), t.1,Salamanca, 1970, p. 58-99: "El profesorado de la universidad de Salamanca en el siglo XIII". No había entoncescátedras de teología, pero los franciscanos podrían haber regido las de filosofia.

27. Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, I, p. 240-241 y III, p. 268; Historia de laTeología española, Madrid, FUE, 1983, t.1, p. 474-478; Barnabas HUGHES, OFM, "Franciscans andMathematics", Archivum Franciscanum Historicum, 76 (1983), p. 101 y 103.

28. Car. JOURDAIN, índex chronologicus chartarum... universitatis parisiensis, Paris, 1862, dccculi, p. 74.Mencionados por Isaac VAZQUEZ, "Repertorio de franciscanos españoles graduados en teología durante la EdadMedia", RHCEE, 3, Salamanca, 1971, p. 235-320.

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ADELNE RUCQUOI

Los conventos de Menores, a finales del siglo XIII, atraían a los miembros de las oligar-quías locales y pronto los reyes escogieron en ellos a sus confesores. Sancho IV tuvo porconfesor y consejero al franciscano Pedro Fechor y, en 1295, a la hora de su muerte, tomóel hábito franciscano y fue así representado en su sepulcro 29; fray Sancho fue el confesor deMaría de Molina y de su hijo, Fernando IV". Acababa de estallar en la Orden el conflictoentre los conventuales y los espirituales, que dividiría a los hijos de San Francisco durantemás de dos siglos. Influidos por las ideas de Joaquín de Fiore que anunciaba una terceraedad, edad del Espíritu Santo en la que dominaría la pobreza y el rechazo a los bienes mun-danales, y bajo la dirección de Angel Clareno (1247-1337), Pedro Juan Olivi (1248-1298) yUbertino da Casale (1259-1338), los espirituales renegaban de la Orden tal y como habíaevolucionado, predicaban la vuelta al mensaje evangélico del fundador y a una pobrezaextrema, alegando que ni Cristo ni los apóstoles habían poseído cosa alguna en su vida.

Del asentamiento a la renovación: el siglo XIV

El magister gallego Gonzalo de Balboa fue ministro general de la Orden franciscana enlos arios 1304-1313 en que se desató el conflicto con los espirituales. Asesorado por losnumerosos consejos que solicitó de miembros de la Orden, el Concilio de Viena optó por laconciliación y, con la bula Exivi de paradiso (1312), reconoció a los Menores el derecho abuscar la pobreza y restableció la distinción que había propugnado San Buenaventura en1260: ya que la Orden tenía por finalidad el estudio y la predicación dentro de un espíritu depobreza, los frailes debían hacer un "uso pobre" de los bienes que necesitaban y que eranpropiedad de la Santa Sede'. Sin embargo, la vía de la moderación, que había prevalecidoen el Concilio de Viena de 1311-1312, fue abandonada diez años después y, desde Aviñón,el penitenciario del papa Juan XXII, el franciscano gallego Alvaro Pelayo (c.1280-1349),que había estudiado Derecho en Bolonia antes de recibir el hábito de manos de Gonzalo deBalboa en 1304, tomó partido en contra de los espirituales, de Miguel de Cesena, ministrogeneral de la Orden, y de Guillermo de Ockham". En 1322 y 1323, después de haber reci-bido las opiniones de varios religiosos, en particular del lector de teología del convento deBarcelona, fray Anfredo Gontier, Juan XXII dio a la Orden dos constituciones que definíanel concepto de pobreza". El cisma se consumó entonces y los espirituales condenados se

29. Jofré de LOAYSA, Crónica de los reyes de Castilla, edición, traducción y notas de Antonio GarcíaMartínez, Murcia, 1982, p. 158; Manuel NUÑEZ RODRIGUEZ, "Iconografia de humildad: el yacente de SanchoIV", Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 111 (1985), p. 169-175.

30. Anastasio LOPEZ, OFM, "Confesores de la familia real de Castilla", Archivo Ibero Americano, 31 (1929),p. 5-75; Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Suplementos, artículo "Confesores franciscanos de losreyes de España".

31. P. Leo AMOROS, OFM, "Aegidii Romani Impugnatio doctrinae Petri Ioannis Olivi an. 1312, nunc primumin lucem edita (Disseritur de mente Concilii Viennensis in causa P.I. Olivi)", Archivum Franciscanum Historicum,27 (1934), p.399-45I. Gil de Roma, en su Impugnatio doctrinae Petri lohannis Olivi, reafirmó, en el artículo 16,que: "debet inde habere religiosos usum pauperem de rebus, id est usurn sobrium. Sobrietas autem, sicut et alie vir-tules, consistit in medio".

32. La bibliografía sobre Alvaro Pelayo, autor en particular de una Apologia pro Johanne XXII adversusMarsiliunz Patavinum et Guillelmum Ockham, es muy abundante. Vid. Antonio Domingues de Sousa COSTA,Estudos sobre Alvaro Pais, Lisboa, 1966; Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, III, p.244, n.38; Historia de la Teología Española, op. cit., t.1, p. 478-479; M. DAMIATA, Alvaro Pelagio. Teocraticoscontento, Florencia, 1984.

33. Avelino FOLGADO, OSA, "La controversia sobre la pobreza franciscana bajo el pontificado de Juan XXIIy el concepto de derecho subjetivo", La Ciudad de Dios, 172 (1959), p. 73-133; Louis DUVAL-ARNOUD, "LaConstitution Cum inter nonnullos de Jean XXII sur la pauvreté du Christ et des Apótres: rédaction préparatoire etrédaction définitive", Archivum Franciscanum Historicum, 77 (1984), p. 406-420. Vid. también María Luz RÍOS

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

convirtieron en fraticelli que, en adelante, siempre desafiarían a los conventuales francisca-nos, reprochándoles sus bienes, y considerarían a la Iglesia romana como el Anticristo.

No consta que las provincias de Castilla y de Santiago tomaran, en los debates teológi-cos y jurídicos del conflicto, una parte tan activa como la que tuvieron ciertos Menores de laprovincia de Aragón, aunque las relaciones entre provincias parecen haber sido intensas: en1316-1332, enseriaba lógica y filosofia natural en el studium solemne de Barcelona el galle-go Pedro Tomás, doctor strenuus et invincibilis (c.1280-c.1337)34 ; en el convento deBarcelona enserió también fray Pedro de Navarra (c.1280-c.1347), que había estudiado enParís con Duns Escoto y fue provincial de Aragón y consejero del rey Jaime 11 35 . Sin embar-go, la actitud de rebeldía del provincial de Santiago, que fue depuesto en 1329, así como lastensiones en el reino de Portugal fueron indudablemente consecuencia del cisma que habíaoriginado, un ario antes, la deposición del ministro general". Hay que establecer, por otraparte, una relación entre la exclusión y condena de los espirituales y el florecimiento demovimientos eremíticos, de beatos y beguinos y de grupos de laicos dedicados a la predica-ción, que fue propio del reino a partir de los arios 1340-135V.

A lo largo de la primera mitad del siglo XIV, los Menores del reino de Castilla parecenhaberse dedicado a consolidar su posición frente a las autoridades eclesiásticas seculares y alas demás órdenes mendicantes en las ciudades en las que se habían implantado, conse-guiendo la confirmación y ampliación de sus privilegios. En 1285, Sancho IV les había otor-gado la autorización de predicar, confesar y enterrar a los difuntos en cualquier parte delreino, así como la protección real y una serie de exenciones fiscales. Benedicto XI y JuanXXII constituyeron conservadores de los frailes Menores de Castilla al arzobispo de Toledoy a los obispos de Burgos y Palencia, y Benedicto XI suspendió los preceptos de la bulaSuper cathedram que obligaba a los mendicantes a conseguir autorización episcopal parapredicar y confesar.

Los Menores siguieron viviendo en estrecha relación con las oligarquías locales, a lasque confesaban y acogían para su última morada, de las que recibían bienes raíces y donati-vos para erigir los monasterios, y entre las que reclutaban parte de sus miembros; buena partede las limosnas sirvió para edificar grandes conventos de estilo gótico. El convento dePalencia hospedó a los reyes a su paso por la ciudad y regía una escuela abierta a los jóve-nes del lugar; el de Cuéllar albergó en 1313 a los tutores de Alfonso XI cuando sus preten-siones frente a María de Molina; desde finales del siglo XIII, el de Valladolid acogía las reu-niones del concejo municipal". Aunque tan sólo cuatro franciscanos rigieran sedes episco-

RODRÍGUEZ, "Conventualismo y manifestaciones heréticas en la Baja Edad Media", III Semana de EstudiosMedievales, Logroño, 1993, p. 129-160.

34. Pedro Tomás, que estudiaba en París en 1303, pertenece a la escuela scotista, pero su pensamiento se orien-tó progresivamente hacia un realismo extremo, luego conocido como "formalismo". Vid. Repertorio de Historia delas Ciencias Eclesiásticas de España, 111, p. 307, n.507; Historia de la Teología Española, I, p. 479; Martí de BAR-CELONA, "Fra Pere Tomas, Doctor strenuus et invincibilis", Estudis Franciscans, 1927, p. 90-103; Pius KÜNZLE,O.P. , "Mitteilungen aus Codex Mazarine 3490 zum Schrifttum des Franziskaners Petrus Thomae, vorab zu semenQuaestiones in Metaphysicam", Archivum Franciscanum Historicum, 59 (1966), p. 3-37.

35. Pius SAGÜES AZCONA, OFM, Doctoris fundad Petri de Atarrabia sive de Navarra 0.F.M., primumSententiarum scriptum, Madrid, CSIC, 1974; RHCEE, III, p. 304, n.484; Historia de la Teología Española, I, p.479-485.

36. José GARCIA ORO, Francisco de Asis en la España medieval, op. cit., p. 242 y 270.37. Jesús ESTEBAN DE SADABA, "Tendencias eremíticas entre los franciscanos españoles hasta finales del

siglo XVI", España Eremítica, Pamplona, 1970, p. 571-585.38. José GARCIA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 299-300 y 324.

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ADELINE RUCQUOI

pales, como fray Simón en Badajoz (1309-1324) y Tuy (1324-1326), fray Esteban que fuesucesivamente obispo de Oporto (1310-1313), Lisboa (1313-1322) y Cuenca (1322-1326),fray Salvador Martins que rigió la sede de Lamego (1331-1349) y Alvaro Pelayo que fueexpulsado en 1340 de la sede de Silves que había recibido en 1333, el provincial deSantiago, fray Francisco de Evora, desempeñó el oficio de confesor de los reyes Dinís yAfonso IV de Portugal", mientras que fray Juan García de Castrojeriz lo era de la reina deCastilla, doña María de Portugal.

El studium generale de la Orden se encontraba ya en Salamanca, donde se formaban loslectores que enseñaban luego en los conventos, pero no se advierte la presencia de francis-canos en París como en los arios 1270-1310. Con la excepción de Juan García de Castrojerizque, por orden del obispo don Bernabé de Osma (1329-1348) y para el infante don Pedro,tradujo y glosó el De regimine princi pum, de Gil de Roma', ninguna gran personalidaddomina el panorama intelectual. Sin embargo, la curiosidad no había desaparecido entera-mente y de mediados del siglo XIV data el relato que, con el título de Libro del conosci-miento, hizo de su viaje por Europa, Asia y Africa un franciscano anónimo que había salidode Sevilla'.

El reinado de Pedro I, que se caracterizó por graves tensiones con el Papado", es unperiodo clave para la vida y la espiritualidad franciscanas. Durante esos arios en que el reytuvo por confesor y luego testamentario a fray Juan de Balbás, fray Gonzalo rigió breve-mente la sede de Segovia (1355-1358), fray Pedro de Uxúa fue obispo de León (1361-1369),fray Alfonso de Noya lo fue de Orense (1361-1367), fray Gonzalo González de Cádiz (1364-1375) y fray Diego de Coria (1365-1370). Si los conventos de Menores parecen entonceshaber sufrido algunas alteraciones por las pestes de 1348 y 1363, mantuvieron su papel den-tro de las sociedades urbanas. Pero lo más llamativo del periodo es la gran difusión de lastendencias eremíticas y heterodoxas, muy semejantes a las que hay entonces en Italia. Lasleyendas que rodean la fundación de la Orden de San Jerónimo insisten sobre los lazos exis-tentes entre los fraticelli Pietro de Rigali o de Gualdo y su discípulo Tomasuccio da Foligno(c.1319-1377) y los fundadores de los futuros conventos de Guisando y Valparaíso; un pri-mer grupo de "hermanos" habría llegado a la Península después de 1343, probablementehacia 1355-1356, y un segundo hacia 1367. Las pequeñas comunidades que se instalaron

39. Antonio UBIETO ARTETA, Listas episcopales medievales, op. cit. Isaac VÁZQUEZ, "Aportaciones his-tórico-literarias a la historia del pensamiento medieval en España", Antonianum, 47 (1972), p. 641-684, señalacomo causas probables de la expulsión de Alvaro Pelayo tanto su intransigencia para con sus fieles como su leal-tad hacia Castilla.

40. Félix LOPES, "Franciscanos de Portugal antes de formar en provincia independiente. Ministros provincia-les a que obedecían", Archivo Ibero Americano, 45 (1985), p. 349-451.

41.Repertorio de Historia dejas Ciencias Eclesiásticas de España, I, p. 248-249. Gil de Roma (c.1245-1316)estudiaba en París en la misma época que Juan Gil de Zamora y escribió en contra de las teorías de los espirituales;el De regimine principum fue redactado para el futuro Felipe IV de Francia.

42. José María POU Y MARTI, OFM, "La leyenda del Preste Juan entre los franciscanos de la Edad Media",Antonianum, 20 (1945), p. 63-96. El Libro del sconoscimiento de todos los reynos y tierras y señoríos que son porel mundo y de las señales y armas que han cada,tierra y señorío por sy y de los reyes y señores que los proveenfue publicado por Marcos Jiménez de la Espada eti •Madrid en 1877.

43. Luis Vicente DÍAZ MARTÍN, "El pontificado y Castilla en el marco de las relaciones internacionales amediados del siglo XIV", Archivos Leoneses, 70 (1981), p. 351-386.

44. José Adriano Freitas de CARVALHO, Nas origens no Península ibérica: do franciscanismo á ordem de S.Jerónimo. O itinerário de fr. Vasco de Portugal, Porto, Universidade, 1984; Sophie COUSSEMACKER, L'Ordrede saint Jéróme en Espagne, 1373-1516, tesis de doctorado inédita, leída en la universidad de Paris X-Nanterre,1994.

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

entonces en las sierras del norte de Toledo, de Córdoba y de Lisboa, y del sur de Burgoshuían del mundo y esperaban la llegada del Espíritu Santo. Muchos individuos siguieron elmismo camino, como el canónigo toledano Fernán Yáñez de Figueroa que se retiró en laermita de Santa María del Castañar y tomó el hábito de la "vida pobre", el antiguo tesorerodel rey, Pedro Pecha, que abandonó el mundo en 1366, o el obispo de Jaén AlfonsoFernández Pecha que renunció a la mitra en 1368 para dedicarse, por consejo del devotas etlaudabdis heremita fray Lorenzo de España, al servicio de Santa Brígida". Otros optabanpor llevar una vida pobre y predicar "entre los ommes simples, pastores e rusticos e labra-dores", amenizando a veces sus pláticas con relatos de visiones; a petición del canónigoAlfonso Fernández, Enrique II ordenó en 1371 que fueran apresados en Sevilla esos "maloschristianos biguinos"'. Florecieron los beatos y las beatas cuya religiosidad debía mucho ala corriente de los franciscanos espirituales, como ciertas comunidades de Galicia y Leónclaramente influidas por las ideas de Amau de Vilanova47.

La guerra, extranjera y civil, que acabó con la muerte de Pedro I en Montiel pudo propi-ciar en los conventos cierta relajación o desórdenes, cuya importancia sin duda acrecentó lapropaganda del vencedor, Enrique II, deseoso de darse por el restaurador de la religión. Lamultiplicación de los que huían del mundo, predicaban tesis cercanas a las de los fraticelli yllevaban una vida pobre y comunitaria sin ningún control clerical actuó también como deto-nante para que, en 1373-1374, el papa ordenara desde Aviñón una visita de pesquisa ycorrección en todas las casas de Menores del reino de Castilla; la primera víctima fue el pro-vincial de Castilla, Juan Díaz de Haro".

Los intentos de reforma de los 'conventos no parecen haber pasado de las disposicionesque se promulgaron en 1375 en San Francisco de León, quizás por el profundo trastorno quecreó el Cisma tres años después. La declaración de obediencia de Castilla al papa de AviñónClemente VII es de 1381 y suscitó problemas dentro de la orden franciscana; una leyendaposterior contó que la ceremonia no se hizo en el convento salmantino porque los fraileshabían rezado toda la noche y se desató una tormenta". Portugal escogió el partido deUrbano VI en 1378, luego se sometió a Clemente VII y volvió a la obediencia de Roma en1386; desde 1382, la "nación" lusitana de la provincia de . Santiago tuvo su propio provincialy empezó a actuar independientemente".

El auge de la "nobleza nueva" a partir de los años 1370 y la religiosidad ostentosa de losreyes Enrique II, Juan 1 y Enrique III favorecieron en las últimas décadas del siglo el fran-ciscanismo, fuera éste ortodoxo o heterodoxo. Los reyes se rodearon con confesores fran-ciscanos: el catedrático de prima de teología de Salamanca, fray Diego López deRibadeneyra, asistió con sus consejos a Enrique II; Enrique III conservó el confesor de supadre Juan I, el maestro en teología fray Fernando de Illescas que fue una de las figuras polí-ticas más eminentes de los arios 1378-1418, y escogió también a los frailes Alfonso de

45. Sophie COUSSEMACKER, L'Ordre de saint Jéróme en Espagne, 1373-1516, op. cit., p. 147-163; EricCOLLEDGE, "Epistola solitarii ad reges: Alphonse of Pecha as Organizer of Brigittine and Urbanist Propaganda",Medieval Studies, 18 (1956), p. 19-49.

46. Manuel GONZÁLEZ JIMÉNEZ, "Beguinos en Castilla. Nota sobre un documento sevillano", Historia.Instituciones. Documentos, 4 (1977), p. 1-6.

47. José PERARNAU ESPELT, Dos tratados -espirituales'' de Arnau de Vilanova en traducción castellanamedieval, Roma, Instituto Español de Historia Eclesiástica, 1976.

48. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 247.49. Luis SUÁREZ FERNÁNDEZ, Castilla, el Cisma y la crisis conciliar (1378-1440), Madrid, CSIC, 1960,

p. 10, n.29.50. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 272-273.

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ÁDELINE RUCQUOI

Aguilar y Juan Enríquez, que fue provincial de Castilla antes de convertirse en obispo deLugo (1409-1418). Se dio paralelamente un nuevo impulso a las fundaciones. En la provin-cia de Santiago cuatro conventos masculinos fueron creados mientras que las comunidadesfemeninas ampliaban sus edificios. En Castilla aparecieron conventos en Jaén, SantoDomingo de Silos, Medina del Campo, Ávila y Ciudad Real; y, si Pedro I había propiciadola creación de Santa Clara de Astudillo en 1354 y Santa Clara de Tordesillas en 1363,Enrique II restauró la comunidad femenina de Jaén en 1371 y la de Palencia en 1378. El con-vento de Santa María de Toledo fue fundado en 1371-1373 por una viuda, María Meléndez,mientras que las hermanas Coronel creaban en Sevilla el de Santa Inés'.

El cisma, con la obediencia de Castilla a Clemente VII, fue una gran oportunidad para launiversidad de Salamanca que tuvo, a partir de los arios 1380, un rápido desarrollo que lallevó a ocupar un rango destacado entre las universidades europeas; los Menores desempe-ñaron pronto un papel activo en su enseñanza. En 1382 un capítulo provincial de la Orden,reunido por fray Pedro Segúndez en Toro, reguló el funcionamiento del studium de los fran-ciscanos en Salamanca: se debían leer, en los cursos de filosofía, teología y Biblia,Aristóteles con sus glosas, los cánones y las Sentencias'. El primer catedrático de prima deteología de la universidad, en 1381, fue fray Diego López de Ribadeneyra; fray Diego deBadán, que estudió en París y Salamanca, rigió la cátedra de vísperas de esta última univer-sidad entre 1403 y 1407, fecha en la que le sucedió fray Lope de San Román; hacia 1423, lacátedra de filosofía natural pertenecía a fray Gonzalo de Valbuena que obtuvo, en 1424, elcargo de profesor del estudio de la curia romana". Numerosos frailes estudiaron entonces enSalamanca y completaron sus estudios en París o Bolonia; aunque Basilio Pergamo sólomencione entre los addottorati de Bolonia a Aldovrandus de Lugo, que era maestro en teo-logía en 1379, a finales de siglo, siendo bachiller, el portugués fray Alfonso d'Alpráo redac-tó allí un Ars praedicandi54 . En cambio no se sabe dónde estudió fray Pedro Pérez de Burgos,autor de unos Sermones arboris y que redactó en 1399 sus Collationes ad diversos status".

El apoyo dado a las comunidades conventuales y el auge de los estudios no impidieronla proliferación de actitudes heterodoxas que, en nombre de una "vida pobre" y de la vueltaal Evangelio, empujaban al eremitismo o a la vida errante, a la creación de beaterios y hastaa la herejía. La diversidad de tales actitudes y de las fundaciones que originaron hace dificilsu atribución a una única influencia y no permiten siempre adscribirlas a una corriente; losvalores franciscanos en su vertiente más radical, propia de los grupos de fraticelli o deHermanos del Libre Espíritu, suelen estar presentes en casi todas, independientemente de laorden en que acabasen integrándose los beaterios. En 1383, por ejemplo, el ermitaño Bueso"e los otros hermitaños de la pobre vida", que habían conseguido una carta de protección de

51. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, op. cit., p. 304-412.52. Anastasio LOPEZ, "Ordinationes factae in capitulo provinciali apud Taurum celebrato an. 1382 per patrem

fratrem Petrum Segundes, ministrum provinciae S. Iacobi", Archivo Ibero Americano, 7 (1917), p. 273-274, cit. porIsaac VÁZQUEZ, "Aportaciones histórico-literarias a la historia del pensamiento medieval en España",(Antonianum, 47, 1972), p. 643.

53. Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, III, p. 254, n. 113; p. 253, n.109; p. 269,n.232; p. 289, n.371.

54. P. Basilio PERGAMO, OFM, "I Francescani alla facoltá teologica di Bologna (1364-1500)", ArchivumFranciscanum Historicum, 27 (1934), p. 21; Albert G. HAUF, "El Ars praedicandi de fr. Alfonso d'Alpro, O.F.M.Aportación al estudio de la teoría de la predicación en la Península ibérica", Archivum Franciscanum Historicum,72 (1979), p. 233-329.

55. Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, 111, p. 305, n.492; Isaac VÁZQUEZ,"Aportaciones histórico literarias...", op. cit., p. 683.

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

Juan I el año anterior, compraban una huerta en Urueña para establecerse, fundación queacabó convirtiéndose a mediados del siglo siguiente en "monasterio de Santa María de laAnunciación del Bueso de la Orden de San Benito' 56 . En 1388, sin embargo, empezaba enItalia el gran movimiento de reforma de los Menores, conocido como "Observancia" a par-tir de 1415, con Paoluccio Vagnozzi da Trinci que, veinte años antes, se había ido a vivir ala ermita de Brugliano. En 1392, los frailes Gonzalo Mariño, Diego Arias y Pedro Díaz, dela provincia de Santiago, consiguieron del papa la autorización de llevar una vida eremítica,y otros eremitorios fueron autorizados en 1396. En 1395, fray Pedro de Villacreces, herma-no del obispo de Burgos y bachiller en teología, optó por una vida solitaria y fundó, pocodespués, el eremitorio de Santa María de la Salceda en la provincia de Castilla".

El siglo XIV, que aparecía así como una época de asentamiento de los Menores, periodointermedio entre el impulso de las primeras fundaciones y el gran movimiento de reformadel siglo XV, se caracterizó en realidad por grandes inquietudes, espirituales más que inte-lectuales, que originaron múltiples respuestas individuales y comunitarias. A la intransigen-cia de los fraticelli en rechazar el mundo se sumaba la religiosidad franciscana volcada haciael tema del niño Jesús y la representación de la pasión de Cristo; detrás de ambas visionesdel mundo está la teología augustiniana y escotista.

El siglo XV o el triunfo de la Observancia

Para la Orden franciscana, el XV es ante todo un siglo de reformas, intentadas a veces,conseguidas a menudo. Los diversos movimientos que, por la huida del mundo y la retiradaal desierto o el deseo de reformar lo existente, habían ido apareciendo a lo largo del sigloXIV, siempre al límite de la ortodoxia, se plasmaron en el XV y transformaron profunda-mente la Orden. Pero los cambios no se dieron solamente en la observancia más o menosintransigente de la Regla de San Francisco, sino también en las relaciones que los francisca-nos mantenían con el resto de la sociedad, desde los reyes hasta los pobres, y con Roma.

A lo largo del siglo, el eremitismo siguió atrayendo a individuos, familias y pequeñascomunidades que, un día, abandonaban el mundo y se dedicaban a la "vida pobre" en algu-na ermita. Paralelamente, numerosos grupos que habían escogido llevar una vida apartadasolicitaron, después de una o dos generaciones de existencia, que se les concediera una reglao que se reconociera la que seguían; fue el caso de gran parte de las primeras fundaciones delos Jerónimos. Algunos, por otra parte, después de retirarse en una ermita acababan fundan-do otras, constituyendo así una red de comunidades unidas por un mismo estilo de vida: frayGonzalo Mariño, que se había ido con dos compañeros en 1392, fundó por lo menos sieteconventos en los quince arios siguientes; Pedro de Villacreces acabó saliendo de la ermita deLa Salceda para fundar, en 1404 la Domus Dei de La Aguilera en un lugar señalado por apa-riciones y signos celestiales, en 1405 San Antonio de La Cabrera y, hacia 1415, el conven-to de Scala Coeli del Abrojo". De los ermitaños y frailes o laicos dedicados a vivir pobre-mente y pedir limosnas nacieron así, durante la primera mitad del siglo XV, numerosos con-

56. Archivo Histórico Nacional (A.H.N.), Madrid, Clero, Bueso, carp. 3413 y 3414; la carta de Juan I, fecha-da el 15 de junio de 1382, eximía a los ermitaños de cualquier tasa o impuesto cuando "van por algunas partes denuestros regnos a demandar limosna por los pueblos e por los lugares, con que se puedan mantener" (A.H.N., Clero,Valladolid, carp. 3450, n.° 16).

57. Sobre las reformas de la orden en los siglos XIV y XV, vid. Las reformas religiosas en los siglos XIV y XV(Introducción a los orígenes de la Observancia en España), n.° especial de Archivo Ibero Americano, 17 (1957).

58. Todos los datos relativos a los reformadores y a la reforma se encuentran en Las reformas religiosas en lossiglos XIV y XV..., op. cit.

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ventos que, aunque aceptaran la Regla, la vivían más rigurosamente y no querían obedecera los ministros —general y provinciales— ni pertenecer a las custodias existentes. El 25 deseptiembre de 1409, para contrarrestar la dispersión, el papa Alejandro V —elegido esemismo ario en el Concilio de Pisa— en su bula Ordinem Fratrum Minorum mandó que nin-gún fraile se apartara de la obediencia debida a los ministros. Pero, en 1428, a petición deJuan II, Martín V por su bula Quanto acceptius acrecentó la autonomía y la independenciade las ermitas frente a los ministros conventuales y a los vicarios observantes.

El gran reformador en Castilla es indudablemente Pedro de Villacreces (c.1362-1422),cuya labor fue recogida, proseguida y organizada por sus discípulos Pedro de Santoyo(c.1377-1431), Pedro Regalado (1390-1456) y Lope de Salazar y Salinas (c.1393-1463).Nacido en una familia noble, Pedro de Villacreces tomó el hábito a la edad de 14 arios, estu-dió en Toulouse, París y Salamanca, y dejó el mundo para irse a vivir con unos compañerosen una cueva cerca de San Pedro de Arlanza; hacia 1386 habría fundado su primera casa,Nuestra Señora de La Salceda, y cerca de veinte años después la que fue casa madre de sureforma, el eremitorio de La Aguilera en la diócesis de Osma, donde se formaron sus tresdiscípulos". Al ver amenazada la casa de La Aguilera que querían anexionar los frailes deSanto Domingo de Silos, Pedro de Villacreces se encaminó hacia Constanza en 1418 y obtu-vo del papa lo que se conoce como "Constituciones Apostólicas" y es el reconocimiento ofi-cial de la reforma villacreciana. Las normas que rigieron las comunidades de La Salceda, LaAguilera y El Abrojo insistían sobre la pobreza —que uno "debe amar dentro de su corazóny mediante sus obras"— y la estricta observancia de la Regla; la reclusión, el silencio, unadieta muy frugal acompañaban las 12 a 13 horas diarias dedicadas a la oración en casas quedebían de edificarse siempre en lugares solitarios, lejos de las poblaciones, mientras que elestudio sólo se autorizaba a un número reducido de frailes escogidos. La principal caracte-rística de la reforma de Villacreces, sin embargo, es su sujeción total a la autoridad de losministros: los villacrecianos no deseaban separarse de la Orden, sino vivir la Regla de formamás estricta. Los frailes vistieron el hábito como los demás, aunque el suyo fuera más pobre,y su entendimiento de la pobreza se basaba en el Evangelio, la Regla, las doctrinas de sanFrancisco, las Constituciones Generales de Lyon y París y los cinco fundamentos de la con-troversia entre espirituales y conventuales ante Clemente V". Preocupado ante todo por"medir el tiempo y ocuparlo todo sin que pudiese aver ociosidad'"', Pedro de Villacrecesredactó un Memorial de los oficios activos y contemplativos de los frayles Menores, y tene-mos de él una carta manuscrita".

Pedro de Santoyo, después de residir en el eremitorio de La Aguilera, se fue a TierraSanta y, a la vuelta, tomó quizás contacto con los reformadores italianos, en particularBernardino de Siena". Entre 1407 y 1431, año en que murió, Pedro de Santoyo fundó varios

59. Juan MESEGUER FERNÁNDEZ, "Orígenes del convento franciscano de La Salceda (1408-1412)",Hispania, 77 (1959), p. 1-22.

60. La vida y la reforma de Pedro de Villacreces se conocen gracias a la biografia que escribió, hacia 1457-1461, su discípulo Lope de Salazar con el nombre de Defensorio o Satisfacciones (texto publicado en Archivo IberoAmericano, 17, 1957).

61. P. Fr. Francisco CALDERÓN, Chronica de la Santa Provincia de la Purísima Concepción..., Valladolid,1681, Ms. en el Archivo del convento de San Francisco de Valladolid, Cajón 1, leg.1, n° 3.

62. Angel URIBE, 0.F.M., "Nuevos escritos inéditos villacrecianos", Archivo Ibero Americano, 34 (1974), p.303-334.

63. La vida de Pedro de Santoyo fue relatada en el Memorial de la Vicaría de Santoyo, escrito en 1490 por elP. Rodrigo de Vascones y enviado a todos los conventos de la custodia. Juan MESEGUER, "Memorial múltiple dela Vicaría de Santoyo, por el P. Rodrigo de Vascones, OFM, 1490", Archivo Ibero Americano, 19 (1959), p. 481-490.

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conventos y reformó otros; dio a todos una Regla tan estricta que Pedro de Villacreces lehabría aconsejado la moderación. Su austeridad, sin embargo, atrajo el interés de los gran-des: el convento de Nuestra Señora de la Consolación de Calahorra fue fundado en 1427 enun lugar que le dieron el adelantado don Pedro Manrique y su mujer doña Leonor de Castilla,mientras que el de Nuestra Señora de Esperanza de Valdescopezo lo fue a instancia del almi-rante de Castilla, don Fadrique Enríquez. Francisco Calderón le atribuye también la reformadel convento de Valladolid y asegura que creó, con las comunidades que seguían su Regla,una custodia distinta que se convirtió en 1478 en la primera custodia observante en España—con 23 conventos— y tomó el nombre, en 1518, de provincia de la Purísima Concepciónde Nuestra Señora. De hecho, en 1443, el papa Eugenio IV había confirmado la elección defray Luis de Saja como "custodio de los frailes observantes de la provincia de Castilla" y"vicario y visitador de algunos lugares de la provincia de Santiago", sujetándolo al vicariogeneral de la Observancia Ultramontana, fray Juan Maubert'.

Si Pedro de Santoyo se inspiró en la reforma de Villacreces para la suya, Lope de Salazary Salinas fue el verdadero discípulo y seguidor de Pedro de Villacreces, al que acompañóhasta su muerte. Siempre dentro de la obediencia a los ministros de la Orden, y con la pro-tección del condestable de Castilla, don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, el bur-galés Lope de Salazar fundó entre 1424 y 1454 ocho conventos masculinos que constituye-ron, entonces, una custodia independiente dentro de la provincia de Castilla, aunque sujeta ala autoridad del ministro provincial, la custodia de los Menores; a petición de la mujer delcondestable, doña Beatriz Manrique, Lope de Salazar fundó también tres comunidades feme-ninas en Briviesca, Belorado y Santa Gadea, que dejarían en 1460 la Regla de la TerceraOrden para adoptar la de las clarisas. De 1454 a 1463, Lope de Salazar ejerció como confe-sor de los condes de Haro, fundó cinco nuevos conventos y redactó dos Satisfacciones (en1457 y 1461) para responder a las acusaciones de rigor extremo que lanzaban en contra desus fundaciones los miembros de la custodia de Santoyo; se le debe, por otra parte, el textode las primeras constituciones de la custodia, redactadas en 1457 con el título de Memorialde la vida y ritos de la custodia de Santa María de los Menores'.

Del mismo modo que Lope de Salazar, Pedro Regalado fue uno de los discípulos favori-tos de Pedro de Villacreces, al que sucedió al frente de las casas de La Aguilera y El Abrojoque siempre mantuvo dentro de la obediencia a los ministros de la Orden. Su piedad, la aus-teridad de su vida y su caridad, así como los milagros que se le atribuyen, durante su vida yen los meses que siguieron su muerte en 1456, le valieron una canonización en el sigloXVII".

La pobreza y la huida del mundo caracterizan indudablemente la reforma villacreciana.En 1461, en sus segundas Satisfacciones, Lope de Salazar estableció una "Escala de la santapobreza corporal para desarraigar del cuerpo los vicios y fraguar las virtudes en el alma, porel orden de la cual por abnegación verdadera de todo sube el religioso simple al alto amorde Dios y del prójimo". La escala se dividía en dos, la de "la más alta riqueza del alma" y lade "la santa pobreza corporal", e incluía grados de perfección a través del renunciamiento desí mismo, la pobreza extrema, el silencio y la clausura, la virginidad y castidad del cuerpo y

64. Francisco CALDERÓN, Chronica de la Santa Provincia de la Purísima Concepción... (1681), op. cit.65. M. BANDÍN, "Los orígenes de la Observancia en la Provincia de Santiago", Archivo Ibero Americano, 33

(1930), p. 337-373.66. Las reformas religiosas en los siglos XIV y XV..., ALA., 1957.67. Antonio DAZA, Excelencias de la ciudad de Valladolid con la vida y milagros del santo Fr. Pedro

Regalado, Valladolid, Imprenta de Juan Lasso de las Peñas, 1627.

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del alma, la oración y la devoción, y la obediencia perfecta". Pero la reforma villacrecianano deseaba crear una escisión dentro de la Orden y siguió bajo la autoridad de los ministros,aun cuando el gran movimiento de reforma u observancia había obtenido su independenciay se regía por vicarios.

Mientras que los reformadores daban a las casas que fundaban una regla específica, algu-nos conventos desde principios del siglo XV habían escogido vivir según la "estricta obser-vancia de la Regla de San Francisco". El capítulo provincial de Cuenca de 1417 acordó asíseñalar en cada custodia de la provincia de Castilla una casa donde los frailes que lo quisie-ren pudiesen "vivir según la Regla y la tradición entera de San Francisco, y observar estaregla estricta y firmemente' 69. El Bullarium Franciscanum recoge, para los arios siguientes,los nombres de numerosos conventos, nuevos o antiguos, que solicitaron vivir in debitaobservantia. La proliferación de los observantes y el celo a veces intempestivo que poníanen querer reformar a su vez a sus hermanos de hábito originaron pronto, por lo menos desdeese mismo ario de 1417, enfrentamientos con los no reformados, también llamados conven-tuales o claustrales. En 1427, el capítulo provincial de Castilla reunió a conventuales, obser-vantes y "eremitorios" para llegar a un acuerdo: los primeros cedieron a los observantes unconvento en cada custodia, pero los observantes se comprometían a recibir a los ministros ensus casas y a obedecerles, y se prohibió que los observantes fueran acogidos en casas declaustrales. Una bula papal, expedida el 28 de diciembre de 1427, sancionó la concordia".Seis meses después, sin embargo, Martín V aumentaba la autonomía e independencia de los"eremitorios" frente a observantes y conventuales'.

Los observantes no se conformaron con la concordia de Medina del Campo de 1427 eintentaron independizarse de la jurisdicción de los ministros. Para ello encontraron un alia-do en la persona del rey Juan II de Castilla, que se dirigió al papa. En 1434, Eugenio IV con-firmó la existencia del movimiento observante de Castilla, le concedió los mismos privile-gios que disfrutaban los observantes de Francia, los eximió de la sujeción a los ministros yles permitió elegir sus propios vicarios; los observantes recibían además la facultad de refor-mar los conventos cuyos miembros, en su mayoría, lo solicitasen". Oficialmente reconoci-dos, gozando de la protección real —a partir de 1436, el 4 de octubre, día de San Francisco,fue considerado feriado en el reino de Castilla—, los observantes tomaron entonces muy enserio la tarea de reforma de los claustrales. El confesor del rey de Navarra, fray Francisco deSoria, y el de la reina de Castilla, fray Sancho de Canales, fueron encargados por Roma dereformar conventos masculinos y femeninos. En 1443, fray Luis de Saja se convirtió enCustodio y Vicario de los observantes de las provincias de Castilla y Santiago; el mismo díauna bula le concedía licencia para "recibir" cuatro casas en la observancia".

68. Publicada en Archivo Ibero Americano, 17 (1957).69. Citado en una bula de Benedicto XIII, dada en Perliscola el 5 de junio de 1417 (Las reformas religiosas en

los siglos XIV y XV, op. cit.).70. Conrad EUBEL, Bullarium Franciscanum, t. VII, Roma, 1904, p. 692-695. El primer acuerdo insistía sobre

la unión: "Primo quod de cetero fratres et patres de Observando humiliter et carissime recipiant patrem ministrumprovinciae in suis conventibus (..) et ei obediant".

71. Ibidem, p. 702: la bula Quanto acceptius dada el 9 de julio, precisaba que "in locis solitudinis (..) licet ipsisub experientia paupertatis extremae..."

72. Anastasio LOPEZ, OFM, "El franciscanismo en España durante los pontificados de Eugenio IV y NicolásV a la luz de los documentos vaticanos", Archivo Ibero Americano, 35 (1932), p. 89-112 y 205-224.

73. Bullarium Franciscanum, Nova Series, 1, Roma, 1929, p. 343 y 344; bulas dadas el 9 de septiembre 1443en Siena.

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Las "reducciones a la observancia" no siguieron siempre la pauta indicada por EugenioIV en 1434, y en algunos casos el papa tuvo que intervenir para reprimir abusos y violencia,como en Palencia en 1444, donde los observantes, encabezados por el guardián del conven-to y el arcediano de Toro, expulsaron los claustrales no sólo del convento, sino también deuna iglesia próxima donde se habían refugiado, o en Córdoba en 1452, donde ciertos frailesque "simulaban vivir en regular observancia" se dedicaron a ofender, injuriar y agredir a sushermanos; al contrario, el ministro provincial de Castilla fue acusado en 1445 de molestar alos conventos observantes de la custodia de Sevilla".

En 1446, los observantes consiguieron por fin del papa la separación y autonomía de lasdos familias franciscanas de conventuales y observantes; los vicarios ya no dependían de losministros y cada familia podía celebrar sus propios capítulos provinciales o generales. Losconventos reformados por Pedro de Santoyo entraron en la familia de los observantes subvicuriis, mientras que las casas fundadas por Pedro de Villacreces y Lope de Salazar obte-nían de Nicolás V la posibilidad de ser observantes sub ministris". Aparecieron entoncesvicarías y nuevas custodias, en particular la vicaría de Castilla bajo la autoridad de frayAlfonso Borox, la Vicaría de Santiago con fray Juan de Santa María, la custodia de Sevillay la custodia de Santoyo con Luis de Saja. Alfonso Borox, hasta su muerte acaecida en 1469,puso su empeño en conseguir que todos los observantes, o sea, los reformados porVillacreces, Santoyo y Lope de Salazar, dependieran de los vicarios; en 1471 la custodia delos Menores de Salazar y, diez arios después, la vicaría de La Aguilera de Pedro deVillacreces y Pedro Regalado fueron reducidas a la obediencia de los vicarios. Pese a la apa-rición, en 1489, de una nueva custodia observante, la de los Angeles, la reforma de los fran-ciscanos del reino de Castilla se convirtió en asunto de Estado con los Reyes Católicos. En1499, el confesor de la reina, fray Francisco Jiménez de Cisneros, fue nombrado reformadorgeneral de las órdenes mendicantes en España".

Los reformadores habían huido del mundo y buscaban vivir su espiritualidad en lugaressolitarios y apartados. Los observantes, al contrario, querían vivir en el mundo pero vol-viendo a la Regla primitiva de San Francisco. Todos despreciaban los bienes materiales y losestudios: una de las quejas que transmitieron a Roma los conventuales de Palencia brutal-mente expulsados de su casa en 1444 fue que había en su convento un antiguo studium defilosofía y Sagradas Escrituras, que no podía interesar a los observantes, conocidos por serincultos y despreciar los estudios. Entre otras recomendaciones, Eugenio IV mandó que sehiciera una investigación sobre el celo intelectual de los observantes". No deja de ser ciertoque en los conventos reformados, como San Francisco de Valladolid después de 1433, desa-parecieron los títulos universitarios que antes llevaban miembros de la comunidad" y que,ya en 1420, fray Fernando de Oviedo, maestro en teología por la universidad de Toulouse,había tenido que recurrir al papa para ser aceptado en su convento cuya comunidad habíarenunciado a los grados en 1409' 9. Los intelectuales franciscanos de la época, con escasas

74. Ibidem, p. 376, 377-378, 435-438 y 805.75. Anastasio LÓPEZ, OFM, "El franciscanismo en España durante los pontificados de Eugenio IV y Nicolás

V a la luz de los documentos vaticanos", op. cit., p. 108.76. José GARCÍA ORO, La reforma de los religiosos españoles en tiempo de los Reyes Católicos, Valladolid,

Instituto Isabel la Católica, 1969, p. 111-113.77. Anastasio LÓPEZ, OFM, "El franciscanismo en España durante los pontificados de Eugenio IV y Nicolás

V a la luz de los documentos vaticanos", op. cit., p. 103-104.78. Adeline RUCQUOI, Valladolid en la Edad Media, Valladolid, Junta de Castilla y León, 1987, t. II, p. 291

y 303-306.79. Bullarium Franciscanum, t. VII, n. 1469; RHCEE, t.3, p. 258, n. 147. En cambio fray Juan de Caso renun-

ció a sus grados cuando volvió de Salamanca a Oviedo antes de 1414 (RHCEE, t. 3, p. 275, n. 278).

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excepciones, fueron conventuales, como Fernando de San Martín, guardián de San Franciscode Valladolid, que fue durante más de treinta años catedrático de teología en la universidad;Pedro de Castrovol que enseñó en la segunda mitad del siglo XV en la universidad de Lérida,pese a haber nacido en Mayorga de Campos y, con gran probabilidad, fray Iñigo deMendoza, autor de la Vita Christi, que acabó sus días en San Francisco de Valladolid'''. Otrosdejaron su vida anterior al ingresar en la observancia, como Fernando de Ontiveros, maestroen teología y catedrático de astrología en Salamanca en 1476, que abandonó su carrera yllegó a ser vicario provincial, o Rodrigo Jiménez de Cisneros que era bachiller en Derechoy capellán mayor del obispado de Sigüenza cuando, en 1484, dejó el mundo, mudó su nom-bre por el de Francisco e ingresó en los franciscanos observantes".

Las diversas modalidades adoptadas por los franciscanos para acercarse más al ideal depobreza y a la perfección no dejaron indiferentes a los laicos. Las reformas y la observanciaestricta de las reglas monásticas y religiosas gozaron, en general, del apoyo del conjunto de lasociedad: mientras que los grandes ayudaban a fundar conventos y tomaban por confesores aobservantes y reformadores, los habitantes de las ciudades seguían con vigilancia los intentosde reforma y favorecían con sus donaciones inter vivos o post mortem las comunidades que nose apartaban de la estricta observancia". Los infantes de Aragón, durante el reinado de Juan IIde Castilla, escogieron confesores observantes —Francisco de Soria en el caso del rey deNavarra y fray Sancho de Canales en el de su hermana la reina de Castilla—, así como lo hicie-ron la reina Blanca de Navarra, que tuvo a fray Pedro de Beraiz del convento de Tudela, y lasegunda esposa de Juan II, Isabel de Portugal, cuyo confesor, fray Alfonso Palenzuela, fueluego obispo de Ciudad Rodrigo (1460-1469) y de Oviedo (1469-1485) mientras efectuabaembajadas por el rey Enrique IV. Ese mismo Enrique IV, que obtuvo del papa en 1455 licen-cia para fundar en Segovia el convento de San Antonio de Padua para los observantes", teníapor confesor hacia 1460 a fray Alfonso de Espina que, ocho años antes, figuraba como regen-te de teología en el convento de San Francisco de Salamanca. Isabel la Católica tuvo por pre-dicador a Iñigo de Mendoza y por confesor a Francisco Jiménez de Cisneros".

80. Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas en España, III, p. 259, n.152 y p. 300, n.456; VicenteBELTRÁN DE HEREDIA, Bulario de la Universidad de Salamanca (1219-1549), t. III, Salamanca, 1967, p. 430-431, n° 1509; Vicente MUÑOZ DELGADO, "La "Lógica" (1490) de Pedro de Castrovol", Antonianum, 48 (1973),p. 169-208; Fray Íñigo de MENDOZA, Cancionero, ed. por Julio Rodríguez-Puértolas, Madrid, ClásicosCastellanos, 1968.

81. RHCEE, III, p. 258, n.146; Diccionario de Historia Eclesiástica de España, Madrid, CSIC, 1972, artículo"Jiménez de Cisneros, Francisco, OFM" por José GARCÍA ORO.

82. Adeline RUCQUOI, "La réforme monastique en Castille au XVe siécle: une affaire sociale", Horizonsmarins, Itinéraires spirituels (Ve-XVIlle siécles), Homenaje al profesor Michel Mollat, Paris, Publications de laSorbonne, 1987, vol.l: Mentalités el Sociétés, p. 239-253; Id., "De la resignación al miedo: la muerte en Castilla enel siglo XV", La idea y el sentimiento de la muerte en la historia y en el arte de la Edad Media, Santiago deCompostela, 1988, p. 51-66.

83. Bullarium Franciscanum, Nova Series, II, n. 16. Diego de Valera, en su Memorial de diversas hazañas(Crónicas de los Reyes de Castilla, t.III, p. 5) cuenta que "En este tiempo hobo grande ayuntamiento en Segovia defrailes de San Francisco, los unos oservantes y los otros claustrales, y los oservantes decían que los claustrales noguardaban la Orden de San Francisco y que suplicaban al Rey que les diese el Monasterio que alli estaba; sobre loqual hobo muy grandes alteraciones; e ayudó mucho a los oservantes el Maestro Fray Alonso del Espina, que erahombre muy letrado y gran predicador, y era oservante y Confesor del Rey (...) y el Rey, deseando concordarlos, yno queriendo amenguar a los unos ni a los otros, deliberó de dexar a los claustrales en su Monesterio (...) y mandóedificar de nuevo fuera de la Cibdad un Monesterio muy notable de la advocación de San Antonio, el qual dió a lososervantes, y le dió muy ricos ornamentos y todas las cosas necesarias al culto divino".

84. Juan MESEGUER FERNÁNDEZ, OFM, "Franciscanismo de Isabel la Católica", Archivo IberoAmericano, 19 (1959), p. 153-195.

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El mayor o menor grado de observancia de la regla de san Francisco, si bien importante,no fue el único motivo del fervor de los castellanos hacia los franciscanos. Estos ofrecíanuna visión del mundo y una espiritualidad, capaces de seducir a los que oían sus sermones yse confesaban con ellos. Las obras de lñigo de Mendoza (1425-1508) como las de frayAmbrosio de Montesino (c.1450-1514) son reveladoras de una religión que trata de desper-tar "la ternura, el espanto, el amor, la compasión, la alegría", o sea, "emociones", y para ellorecurre a "los exempla y las comparaciones sencillas y atractivas", utiliza metáforas e hipér-boles así como efectos "retórico-impresionistas", y salpica su discurso con ataques y críticasa los poderosos". De hecho, las lecturas de los frailes mezclaban obras ortodoxas y autoresheterodoxos. En las que recomendaban Pedro de Villacreces y Lope de Salazar coexistían laBiblia, las reglas y crónicas de San Francisco, las Collationes Patrum y las Institutiones deCasiano, la Scala Paradisi de Juan Climaco y obras de o atribuidas a San Buenaventura, SanJerónimo, San Bernardo, San Gregorio, San Agustín y Santa Clara con las Flores, la Historiaseptem tribulationum de Angel Clareno y obras de "santa" Angela de Foligno. Por la mismaépoca, en los conventos observantes portugueses estudiados por José Adriano Freitas deCarvalho circulaban, entre otras obras espirituales, la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, elLibro del desprecio del mundo del abad Isaac de Nínive, las Revelaciones de Santa Brígida,el Arbor vitae crucifixae de Libertino da Casale, los Floretos de Sant Francisco y el Flossanctorum". Sabemos también que se leían en Castilla las obras proféticas y milenaristas delmédico catalán Arnau de Vilanova —en particular su Vae mundo in centum annis—, de frayJuan de Rocatallada y de Francesc Eiximenis, así como los Vaticinia de summis pontificibuso el Oraculum Cyrilli". Las predicaciones incluyeron sin duda parte de las profecías y sig-nos maravillosos que transmitían algunas de esas obras, así como la crítica social, la devo-ción a la Pasión de Cristo y a la Virgen María y los relatos de visiones. Los franciscanos pro-piciaron el culto a la Vera Cruz, o sea, a los instrumentos de la Pasión, a través de la crea-ción de múltiples hermandades". En 1455, San Antonio de Padua se apareció en Navaspidiendo que se fundara en su honor una cofradía y se hiciera una iglesia en el camino aSegovia; hizo incluso un milagro para confirmar su mandamiento".

No todos los predicadores eran ortodoxos y, en 1425, el papa condenó enérgicamente aaquellosfratres errantes et delinquentes que, en nombre del Espíritu Santo, animaban a susoyentes en contra del clero secular". Veinticinco años después, en junio de 1450, el papa

85. Fray Íñigo de MENDOZA, Cancionero, op. cit.. Vid. la introducción por Julio RODRÍGUEZ-PUERTO-LAS, p. XLII-XLIX.

86. José Adriano Freitas de CARVALHO, "Libros e leituras de espiritualidade franciscanos na segunda meta-de do seculo XV em Portugal e Espanha", Carthaginensia, VII (1991), p. 127-228.

87. José PERARNAU ESPELT, Dos tratados "espirituales" de Arnau de Vilanova en traducción castellanamedieval, Roma, 1976; Jeanne BIGNAMI-ODIER, Eludes sur Jean de Roquetaillade, Paris, Vrin, 1952 y artículo"Jean de Roquetaillade" en Histoire littéraire de la France, t. 41, Paris, 1981, p. 142-156; Héléne M1LLET &Dominique RIGAUX, "Un puzzle prophétique dans le manuscrit 6213 de la Biblioteca Nacional de Madrid", RevueMabillon, Nouvelle Série 3, 64 (1992), p. 139-177.

88. José SÁNCHEZ HERRERO (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, Sevilla, CEIRA, 1995; Idem, "Elorigen de las cofradías de Semana Santa o de la Pasión en la Península Ibérica", Temas Medievales, 6 (1996), enprensa.

89. William A. CHRISTIAN Jr., Apparitions in Late Medieval and Renaissance Spain, Princeton UniversityPress, 1981, p. 279-283.

90. Bullarium Franciscanum, t. VII, p. 627-628: bula expedida en Roma el 28 de junio de 1425, cuyo textorecuerda que "nonnulli fratres Praedicatorum el Minorum ordinum professores, propriae salutis immemores,volentes plus sapere quam oporteat, nonnumquam haeretica el haeresim sapientia alia que quamplurima prae-sumptuosa, temeraria et scandalosa, maxime contra clerum el rectores ecclesiarum et etiam nonnullos. Spiritussancti gratia perfusos, de infidelitate el iudaica pravitate ad fidem Christi conversos, infra regna et dominia eius-

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condenó a ciertos observantes de España que, "tanto en sus predicaciones públicas como ensus conversaciones privadas", diseminaban errores y suscitaban discordias". Y, si descono-cemos el contenido de la predicación de fray Manuel de Valladolid que iba de ciudad en ciu-dad hacia 1435 "con gran aplauso de los hombres y lucro de las almas"", en cambio sabe-mos que hacia 1461 fray Fernando de la Plaza, en un violento sermón contra los conversos,protagonizó un escándalo al afirmar que tenía más de cien prepucios de niños cristianos quesus padres habían circundado".

La herejía de Durango, que acabó en 1442 con la condena y quema de los "obstinados ensu heregia" en Valladolid y Santo Domingo de la Calzada, se originó, según la CuartaCrónica General de 1460, "por cabsas de algunos sermones e pedricaciones que ficieronunos frailes de Sant Francisco de la Observancia contra el santo matrimonio". De hecho, suprincipal responsable, fray Alfonso de Mella, ya había sido condenado varias veces por elcontenido de sus sermones y se le había privado de su función sacerdotal; en 1435 y 1436 sele volvió a prohibir predicar en público. Los testimonios concuerdan en que el contenido dela predicación de Mella y de sus acólitos es un compendio de la doctrina de los espiritualesy fraticelli, de los seguidores de Juan Wiclif y de Juan Hus, y de los Hermanos del LibreEspíritu. Aunque Alfonso de Mella huyera a Granada, uno de sus seguidores, fray Guillén,volvió a Sevilla donde siguió predicando sus ideas hasta acabar en la hoguera".

La mezcla de crítica social, diatribas en contra de los prelados ricos, largas disgresionessobre la vida y la Pasión de Cristo y profecías más o menos mesiánicas o milenaristas quealimentaba la predicación observante encontró a partir de mediados del siglo XV un nuevoblanco, los conversos. Alfonso de Espina, que dio en 1454 en Valladolid 23 sermones sobreel nombre de Jesús y en 1457 en Plasencia predicó la Cruzada, terminó hacia 1461 suFortalitium fidei en el que se hacía eco de todos los rumores de envenenamientos, profana-ciones de hostias y sacrificios de niños cristianos por los judíos los Viernes Santos 95 . Segúnlas Crónicas de la Orden jerónima, en agosto de 1461 "fray Pedro Ferrer, vicario proviNialde la orden del glorioso padre sanct Francisco de la provincia de Castilla y Galicia, y elmaestro fray Alonso de Borox, y el maestro fray Alonso Despina confessor del rey donEnrrique el guano" invitaron a los jerónimos a "ayudar y a poner las manos para llevar eltrabajo tan grande que passava y se padecia en estos reynos, en lo que andava tan roto y

dem regi subiecta constitutos, in suis publicis sermonibus praedicare, asserere et affirmare non formidant, undesaepius rumores, tumultus et discordiae in populis illarum partium contra personas ecclesiasticas oriuntur".

91. Bullarium Franciscanum, Nova Series, 1, p. 710 (Roma, 15 de junio 1450): "nonnulli religiosi diversorumordinum, etiam mendicantium, et praesertim ordinis Fratrum Minorum de observantia nuncupati, partium Hipania,tam in suis praedicationibus publicis quam in privatis ipsorum con versationibus plures erroris zizanias, ínter chris-tifideles ac tam saecularem quam alium regularem clerum dissidiorum ac turbationum et scandalorum nutriti-vas...

92. WADDING, Annales Minorum, Roma, 1734, t. IX, an. 1435: "In regnis Castellae et Legionis, magno homi-num applausu et animarum lucro praedicabat per urbes et oppida frater Emmanuel Vallisoletanus".

93. Crónicas de los Reyes de Castilla, t. III (BAE, LXX, Madrid, 1953): Diego ENRÍQUEZ DEL CASTILLO,Crónica del rey don Enrique IV, p. 130.

94. Juan MESEGUER FERNÁNDEZ, "¿Doctrina de Alfonso de Mella? Extraña atribución. Trágico final defr. Guillén, OFM", Archivo Ibero Americano, 44 (1984), p. 361-372. El último estudio sobre los herejes deDurango, que recoge la bibliografia existente, es el de Ernesto GARCÍA FERNÁNDEZ, "Alonso de Mella y losherejes de Durango en el siglo XV", Religiosidad y sociedad en el País Vasco (s.XIV-XVI), dir. por E. GarcíaFernández, Bilbao, 1994, p. 83-115.

95. Alphonsus ESPINA, Fortalitium fidei contra fidei christianae hostes, Lyon, 1487 y Nuremberg, 1494. JoséAMADOR DE LOS RÍOS, Historia social, política y religiosa de los judíos de España y Portugal, Madrid, reed.1973, p. 627-630.

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LOS FRANCISCANOS EN EL REINO DE CASTILLA

publico en ellos, que muchos de los judios convertidos perseveravan en su mala y perversaoppinion, y no creyan que Cristo era el Mexias prometido en la ley'''. Los franciscanos fue-ron luego a Madrid "a notificar al Rey como en sus reynos avia grande heregia de algunosque judaizaban (...) suplicandole que mandase hacer inquisicion sobre ello para que fuesencastigados'.

No todos los oyentes de los sermones hechos por observantes se volvieron herejes opidieron la creación de un tribunal de Inquisición, pero es indudable que el mensaje francis-cano hizo una mella profunda en las mentes. En el notable estudio que Alain Milhou dedicóa la mentalidad mesiánica de Cristóbal Colón aparecen claramente los rasgos más específi-cos del franciscanismo español de finales del siglo XV: devoción a San Juan Bautista, san

PROVINCIAS FRANCISCANAS OBSERVANTES DE ESPAÑA (1650-1840)

96. Fr. Juan de la CRUZ, Ilystoria de la Orden de St. Hieronymo, Doctor de la Yglesia, y de su restaura l-ion yfundwion en los Reynos de España (1591), Real Biblioteca de El Escorial, Códices, Ms. &-II-19, f.° 198.

97. Crónicas de los Reyes de Castilla, t. III, p. 130.

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ADELINE RUCQUOI

Francisco, San Cristóbal, la Trinidad y la Inmaculada, valoración de la humildad y de laslimosnas, tendencias al adamismo o mito de la inocencia primitiva, visión escatológica yapocalíptica del mundo, espíritu misional, afición a las profecías, mesianismo y milenaris-mo". Más allá del propio auge de la Orden, su éxito en la península Ibérica se fundó indu-dablemente en su capacidad de ofrecer a las inquietudes de grandes y pequeños respuestasque mezclaban temas sociales, rechazo de un mundo corrupto, esperanzas milenaristas, emo-ciones y afectividad.

Cuando Francisco Jiménez de Cisneros se hizo cargo, en septiembre de 1499, de la refor-ma de la Orden, todos los grupos reformados ya pertenecían a la Regular Observancia; apo-yado por los Reyes Católicos, el entonces arzobispo de Toledo luchó por la reunificación detoda la Orden bajo un general observante, idea que, pese a intentos segregacionistas en laprovincia de Santiago, se plasmó en el capítulo general de Roma de 1517 y la bula lie vosde León X que daba la precedencia y el nombre de Ordo Fratrum Minorum, así como el sellode la Orden, a los observantes"; las primeras provincias observantes de España aparecieron:Andalucía (1499), Burgos (1514), Los Angeles y Mallorca (1517), la Concepción (1518),Cartagena (1520).

Dominantes en la Península donde su mensaje alcanzaba reyes y pobres, los franciscanosespañoles participaron plenamente de la expansión de los siglos XVI y XVII. Los generalesde la Orden fueron mayormente españoles o procedentes de la Italia que gobernaba Españay los capítulos generales se celebraron alternativamente en Italia y en España. Cincuenta ysiete franciscanos participaron en el Concilio de Trento, de los que diecisiete eran teólogos'".Los observantes habían suavizado, desde mediados del siglo XV, el rigor de la Regla y,amén de poseer grandes conventos, habían vuelto a los estudios: en el convento de LaRábida, Colón tuvo así fructíferas conversaciones con frailes cosmógrafos, astrólogos y fisi-cos. Encargados con los dominicos de la evangelización de los indios de América, los fran-ciscanos se dedicaron con entusiasmo a la tarea misionera e intentaron crear en el "nuevomundo" una nueva sociedad a través de la enseñanza. Fray Bernardino de Sahagún, frayAndrés de Olmos, fray Toribio de Benavente, fray Diego de Landa y fray Jerónimo deMendieta ofrecieron en sus obras una visión de América que moldeó las ideas europeas res-pecto del nuevo continente, de sus habitantes e historia, mientras que decenas de francisca-nos, siguiendo el ejemplo de fray Juan de Zumárraga, adoctrinaban a los indios en sus escue-las y colegios, transmitiéndoles su peculiar visión de la humanidad, de la religión y de la sal-vación'°'. La sombra del franciscano ideado por Eisenstein en ¡Que viva México! se exten-día entonces por ambos lados del Atlántico: Miguel de Cervantes, Lope de Vega y PedroCalderón de la Barca fueron terciarios franciscanos.

98. Alain MILHOU, Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español, Valladolid, 1983.99. José GARCÍA ORO, La reforma de los religiosos españoles en tiempo de los Reyes Católicos, op. cit., p.

111-113 y 131-134.100. Diccionario de Historia Eclesiástica de España, artículo "Franciscanos" por Isaac VÁZQUEZ, OFM101. Actas del II Congreso Internacional sobre Franciscanos en el Nuevo Mundo (La Rábida, 21-26 septiem-

bre 1987), Madrid, Deimos, 1988; Mario HERNÁNDEZ SÁNCHEZ-BARBA, La monarquía española y América.Un destino histórico común, Madrid, Rialp, 1990, p. 141-156; Luis RESINES LLORENTE, Catecismos america-nos del siglo XVI, 2 vols., Valladolid, Junta de Castilla y León, 1992.

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