LOS DIFUNTOS VIVOS episodios 1 y 2

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Guión y gráficos por Terom (2010)

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Guión y gráficos por Terom (2010)

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Episodio 1

Se muere ySe nace

en ese mismoOrden

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AÑO 10 DE LA REFORMA: La Guerra de Liberación del yugo del Régimen Alienígena Raimus (RAR) había concluido hace más de seis años, pero los humanos de todo el planeta aún celebraban su exito-sa victoria con una fanatizada pleitesía a los aquellos que milagrosamente salvaron a la raza ente-ra cuando estaba practicamente condenada y al borde de la extinción. Estos libertadores eran ene-migos historicos de los antiguos invasores, y al igual que éstos, también provenían de una estrella muy lejana a nuestro Sol. Se les adjudicó el título de “Líderes de la Reforma” por la doctrina que predicaban a los pueblos y comunidades que defendían conforme iba movilizándose su Campaña Emancipadora.

La Reforma de estos libertadores, como era de imaginarse, no tardó en convertirse rápi-damente en la Nueva Creencia Universal para la humanidad sobreviviente contrita, espe-cialmente luego que ya habían desaparecido todas las religiones e ideologías del pasado. Fue así como, con plena aceptación y consolidación de la Reforma, el planeta entero permitió a sus nuevos Lideres adoptar el Control total de las circunstancias y las futuras decisiones que se tomaron. de todos estos nuevos cambios, logró distinguirse una ambiciosa iniciativa de defensa militar, elabo-rada por dos soldados del continente artificial de Romanza (F. Klim y L. Marlok), quienes estaban com-prometidos a no volver a permitir que la Tierra vuelva a ser ocupada por opresores extraterrestres. Este vendría a ser el terreno sagrado que daría pie a las acciones de la Élite Protectora de los Difuntos Vivos.

La Tierra tras los primeros años de la Emancipación...

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Tuve de nuevo ese sueño extraño. Detestaba cuando ocurría.

Generalmente estaba tan sobrexcitado al despertar que aparecía tendido en el suelo en lugar de mi litera

sin saber cómo había acabado allí.

Fue Madame Fadela la primera quien me hizo notar que los niños protagonistas del sueño éramos el teniente Lazarus y yo

tratando de sobrevivir al terror de las Ruinas durante la Ocupación.

Pero nada de esto tenía sentido para mí...No puede ser normal sentir estas cosas considerando que todos los recuerdos

nos han sido arrancados de raíz por culpa de los gases tóxicos.Ella juró un día explicarme con detalle esos raros misterios del cerebro humano.

Ya hace tiempo la habría ido a buscar pero por desgracia la vida militarno nos concede tiempo para hacer amistades fuera del cuartel.

Es desalentador saber que incluso en estos tiempos de paz, los asuntos de la Reforma jamás se toman un descanso.

La Élite Protectora de losDifuntos Vivos

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LAZARUS: ¿Qué haces allí tirado en el suelo?, ¿otra vez la pesadilla?

VELOZ: Creo que el termino correcto es “segmen-to de reparación de episodios inhibidos”

LAZARUS: Son sólo malos sueños. Los hombres los hemos tenido desde mucho antes de la Ocu-pación. Si no me crees, te reto a que te informes revisando cualquiera de las Enciclopedias de la Reforma. Debiste haber aceptado que al menos te ensamblen el “ventilador de memoria”, así al menos no te malograrías la columna en ese piso tan duro…

VELOZ: Me cuesta creer que no tengas también esas imágenes dentro de tu cabeza.

LAZARUS: Soy 70% mecánico, amigo, y un 40% sólo en mi cabeza. Las únicas pesadillas de las que me debo preocupar realmente son de las tari-fas de la escuela de Moro.

Robin ha tenido razón en esta clase de cosas casi siempre, pero ¿quién soy yo para demostrárselo?

LAZARUS: No entiendo porqué es que los niños tienen que ir a lugares a aprender cosas que para nada les sirven. ¿Creen acaso que un Difunto está hecho de oro y plata?

VELOZ: Los Líderes se oponen a la comunión en-tre la vida amorosa y la vida militar. ¿De qué te sorprendes?

LAZARUS: Nuestro trabajo es un trabajo como cualquiera y si metemos nuestras narices en las vaginas que queramos, es porque somos comple-tamente aptos para mantener a nuestras fami-lias… ¡pero claro!, los Líderes son tan asexuados como algunos por aquí (al decir eso, me miró con ese grado amical despectivo de “no lo tomes tan a pecho, no hablo de ti”) ¡En fin!, ¿para qué carajo me molesto?

VELOZ: Pero bueno… si gastas tanto en la escue-la de Moro, ¿porqué simplemente no lo metes a la Academia?, tienes el rango suficiente para hacer-le que le den una buena preparación gratuita.

LAZARUS: ¿Tú crees que yo no quiero, Anton?

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Supuse que me lo decía por su mujer. Las veces que Lazarus había traído a Moro dentro de las ins-talaciones, era satisfactorio ver cómo al pequeño se le derramaba la emoción por los ojos cada vez que ingresaba a las Cámaras de Simulación.

VELOZ: El niño es un Difunto nato… y más Vivo que cualquier otro por aquí.

LAZARUS: ¡Lo sé!, no hay necesidad que me lo sigan haciendo notar, pero se lo prometí a Mar-tina. Después de todo le debo una y lo sabes. He pensado en conseguirme un préstamo del Banco. Siempre me contactan ofreciéndome soluciones.

VELOZ: Pues tendrás que hacer que tu “cabeza mecánica” trabaje al máximo para convencerle a Marlok de que firme tu petición.

LAZARUS: Yo creo que Marlok comprende estas cosas. También fue un hombre de familia y ha de-bido verla muy negra también en su tiempo.

VELOZ: Ya no quedan como él... quiero decir, de “su tiempo”.

Por alguna razón, cada vez que hablábamos de nuestro respetado y bien temido Coronel, la alar-ma de Asuntos Oficiales comenzaba a parpadear.

VELOZ: ¡Maldición! Debo tener cara de quien re-cién se ha despertado…

LAZARUS: ¡Al menos péinate, hombre!

VELOZ: ¡Ya!, tú contesta. Sabes que se enoja más si lo dejamos esperando. La pantalla de la habitación se encendió. Marlok estaba sentado en su silla, tan rígido como de costumbre, sosteniendo su varilla de metal.

MARLOK: Mayor. Teniente.

VELOZ Y LAZARUS: ¡Difuntos a sus órdenes!

MARLOK: ¡En mi oficina!. Se les ha asignado una nueva misión. No me hagan ir a buscarlos.

LAZARUS: Iremos en seguida, Coronel.

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VELOZ: Aguarda. No puedo presentarme ante Marlok así. Tengo que entrar por lo menos un par de minutos a la cámara de vapor.

LAZARUS: ¿Estás loco?, ¿quieres que nos encie-rren?

VELOZ: Anda yendo tú. Igual dijiste que querías hablar con él, ¿no es así?, por lo del préstamo del banco.

LAZARUS: Bueno sí…

VELOZ: A menos que quieras seguir teniendo pe-sadillas.

Sobre las arcaicas instalaciones de una impre-sionante pirámide egipcia, la doctora Farah De-Lasso (también conocida como Madame Fadela) erigió su misteriosa Estancia de Iniciación en Artes Paralelas.

Desde que ésta fue nombrada Embajadora y Consejera Humana de los Líderes dedicó cada día de su vida a liberar las mentes de sus pupilos del panorama violento que caracterizaba el extraño nuevo mundo de la Reforma. Madame Fadela so-lía citarse muy a menudo con su alumna favorita, la Capitana Yelitza Kraken, una mujer que mataba con cada parte de su cuerpo pero que a la vez era tan dulce como una caricia del viento en el rostro.

M. FADELA: ¿Estás lista, Yeli?

KRAKEN: Sí, Madame.

M. FADELA: Entonces démosle curso. Contaré hasta tres.

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La Capitana Kraken había sido la primera mujer en alcanzar el mayor rango militar entre los Difuntos, lo cual era justo después de todo, ya que lograba destacar en cada posición que ocupó desde que ingresó a la Academia.

M.F: …dos…

Madame Fadela conoció a su padre, El Ca-pitán Mateo Kraken. Lucharon juntos desde su bando secular humanista. Antes de morirse, éste le encargó a la embajadora proteger “todo lo bue-no que hizo” mientras estaba vivo, naturalmente para referirse a la joven Yelitza. Madame Fadela nunca pudo concebir hijos pese a lo mucho que lo intentó. Así que aceptó básicamente porque le venía bien un poco de afecto ciego.

M.F: ….inicia fase de sueño.

VHHHHHHHMMMMMMMMMMZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZMMM

KRAKEN: ¿Dónde estoy?

M.F: En ti misma es donde estás. No te distraigas ¡Atenta!

KRAKEN: Este lugar parece deshabitado.

M.F: En los sueños, lo que parece es justamente lo que no es.

KRAKEN: Tú siempre me has dicho que no hay que cuidarnos de nuestra propia soledad.

M.F: No es tuya ¿No reconoces esta soledad de ninguna parte?

KRAKEN: No lo sé con certeza.

M.F: Son recuerdos adelantados de impresiones profundas

KRAKEN: ¿Cómo dice?

M.F: ¡Presta atención!

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De pronto una sombra salió del suelo y se situó detrás de Kraken. Ésta trató de tumbar a su agresor pero cuando quiso cogerlo del cuello sin-tió como si tocase puro aire vacío. Entonces tras varios intentos fallidos de sometimiento, la som-bra comenzó a reírse en tono de burla.

KRAKEN: ¡Vas a ver, gusano!

M.F: ¿Crees que puedas capturarle, Yeli?

KRAKEN: De que podré, podré.

M.F: ¿Y qué es lo que harás cuando finalmente le cojas?

KRAKEN: Le mandaré al infierno de las sombras, si es que hay uno.

M.F: ¿Lo matarás entonces?

KRAKEN: Definitivamente no lo puedo dejar vivir.

M.F: ¿Entonces crees que se lo merece?

KRAKEN: Bueno…

M.F: Porque después de todo esa sombra no te ha hecho nada.

KRAKEN: Ya veo ¿Trata de hacerme notar que soy una estúpida que pierde el tiempo persiguiendo a su propia sombra?

M.F: Nunca dije que fuera tu sombra, Yeli. Sólo cuestioné tus intenciones con ella... ni tampoco te llamé estúpida.

Finalmente la escurridiza sombra confia-da de su coqueteo y sorprendida a la vez por su papel en los sueños de Kraken, se dejó capturar muy complacida, aunque no tanto como su capto-ra, quien pretendía estrangularla con un cándido movimiento diabólico en sus manos.

M.F: ¿Qué pasaría si no estuvieses soñando?

KRAKEN: Mataría a una criatura inocente. Luego ésta regresaría del futuro para vengarse y todo afán de justicia estaría de su lado.

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M.F: ¿Y qué te hace estar tan segura de no estar despierta?

KRAKEN: Tengo Conciencia...

M.F: Error. Tener Conciencia es prescindible en todos los planos. Dame la respuesta adecuada.

KRAKEN: No tengo Compasión.

M.F: Exacto. No temas, no estás sola. Trabajare-mos juntas para mejores resultados. Ahora des-pierta.

Los párpados de Kraken se abrieron y deja-ron escapar un fluido que ésta había logrado rete-ner por mucho tiempo. Madame Fadela se acercó y le ofreció un pañuelo.

M.F: Anímate, estamos progresando.

KRAKEN: Madame... Yo de verdad deseo ser útil a la Reforma. No lo digo porque digan lo mismo las demás. Tiene que creerme.

Madame Fadela tenía parlamento y motivos de sobra para reconfortar a su alumna en momen-tos tan críticos de auto-exigencia, pero prefirió dejarle esa tarea al escenario.

M.F: Parece que tu teléfono está encendido.

KRAKEN: ¡Maldición! Es del cuartel. El Coronel me ha mandado instrucciones, dice que quiere verme en la base. Tengo que partir de inmediato; debo hacer una parada antes.

M.F: Igual ya habíamos acabado por hoy.

KRAKEN: Madame, ¿puedo preguntarle algo?

M.F: Adelante.

KRAKEN: ¿A qué se refería con “impresiones pro-fundas de recuerdos adelantados”?

M.F: A las ilusiones, Yelitza, aquellas a las que les podemos sacar provecho.

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Los baños de vapor eran una parte relevante en un día corriente en la vida de cualquier hom-bre de la Reforma que se haya rehusado a llevar adiamientos mecánicos en su organismo. Y ese era el sacrificado camino que había elegido to-mar Anton Veloz, como todo buen militar incon-ciente de su espíritu humanista.

Aún después de la Ocupación, los bombar-deos de gases alienígenos que los Raimus ha-bían desprendido en la atmósfera se volvían más nocivos con el tiempo (ni siquiera contando con los Operativos de Purificación dirigidos por los Líderes) El peor efecto dañino de estos gases se manifestaba en la piel humana antigua, es decir la piel pura sin implantes de robot, como era el caso del mayor Veloz. Éste se había vuelto tan extra-disciplinado que conocía ya por costumbre sus ritmos de toxicidad interna, como una ser-piente que trata de sobrellevar sus ritos de caza sin atragantarse con su propio veneno. Posible-mente, de retardar o anular esta rutina de baños de vapor, el mayor luciría tan repulsivo a la vista como un auténtico “Difunto Vivo” que ha logrado burlar a su cripta.

El teniente Lazarus por su parte andaba bas-tante despreocupado con los temas relacionados a proteger su cutis del ambiente. Lo que le con-cernía a él era encumbrar su carrera militar sin dejar de lado lo que el orgullo podía (o no) hacer con su raquítica billetera.

MARLOK: Déjeme entender, teniente. Quizás me haya equivocado… Ya sabe, con todos esos im-plantes monitoreando nuestros sentidos, a veces uno cree haber oído una cosa cuando se dijo otra.

LAZARUS: Sí, señor.

MARLOK: Primero, yo les ordeno a usted y su compañero que vengan a recibir los detalles de su próxima misión, pero en vez de obedecer mis órdenes directas, usted viene solo y se siente libre de entablar una conversación conmigo... así de la nada, sin medir el hecho que no tengo, ni quiero tener paciencia para hacerme amigos de soldados bajo mi rango ¡…y encima de todo!, de tantos tópicos de diálogo frívolo, me viene a tocar el que me pone de peor humor: el dinero. ¿Acaso quiere dañarme más el hígado, teniente?

Los baños de vapor eran una parte relevante en un día corriente en la vida de cualquier hom-bre de la Reforma que se haya rehusado a llevar adiamientos mecánicos en su organismo. Y ese era el sacrificado camino que había elegido to-mar Anton Veloz, como todo buen militar incon-ciente de su espíritu humanista.

Aún después de la Ocupación, los bom-bardeos de gases alienígenos que los Raimus habían desprendido en la atmósfera se volvían más nocivos para el hombre de la Reforma. El peor efecto dañino de estos gases se manifes-taba en la piel humana antigua (es decir la piel pura sin implantes de robot) Tal cual era el caso del mayor Veloz, quien se había vuelto tan extra-disciplinado que conocía muy bien sus ritmos de toxicidad interna, como una serpiente que trata de sobrellevar sus ritos de caza sin temor a atra-gantarse con su propio veneno. Posiblemente, de retardar o anular esta rutina de baños, el ma-yor luciría tan repulsivo a la vista como un au-téntico “Difunto Vivo” que habría logrado burlar a su cripta.

El teniente Lazarus por su parte andaba bas-tante despreocupado con los temas relacionados a proteger su cutis del ambiente. Lo que le con-cernía a él era encumbrar su carrera militar sin dejar de lado lo que el orgullo podía (o no) hacer con su raquítica billetera.

MARLOK: Déjeme entender, teniente. Quizás me haya equivocado… Ya sabe, con todos esos im-plantes monitoreando nuestros sentidos, a veces uno cree haber oído una cosa cuando se dijo otra.

LAZARUS: Sí, señor.

MARLOK: Primero, yo les ordeno a usted y su compañero que vengan a recibir los detalles de su próxima misión, pero en vez de obedecer mis órdenes directas, usted viene solo y se siente li-bre de entablar una conversación conmigo, así de la nada, sin medir el hecho que no tengo, ni quie-ro tener paciencia para hacerme amigos de sol-dados bajo mi rango ¡Y encima de todo!, de tantos tópicos de diálogo frívolo, me viene a tocar el que me pone de peor humor: el dinero. ¿Acaso quiere dañarme más el hígado, teniente?

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LAZARUS: No he querido ser descortés ni imper-tinente, señor.

MARLOK: ¿Qué es lo que tiene en contra del arreglo salarial de la Reforma para con nuestros soldados, teniente?

LAZARUS: Yo soy un Difunto leal a la Reforma, coronel. No me ofenda así.

MARLOK: ¿Y encima la niña se ofende?, ¿quieres saber que es ofensivo, nenita?, pedirle dinero a tu papi por encargarse de salvar tu pellejo in-útil... y si no he sido lo suficientemente cruel con usted, teniente, me tomaré la molestia de abre-viarle cuál es la realidad de este caso: Yo no fir-mo cheques. El general Klim es el que lo hace, y usted no tiene acceso a su oficina. Yo en cambio sí la tengo pero me temo hay mociones de mayor importancia a discutir, es todo.

La mirada que el coronel Marlok clavó en el pálido rostro de Lazarus tras decir esto, tenía nombre y vida propia, además que el mensaje ya estaba muy del todo claro.

En ese instante tocaron la puerta.

MARLOK: ¡Pase de una vez o regrese a dormir, Mayor Veloz! VELOZ: Lamento la tardanza, coronel. Hubo un desperfecto en una de las cámaras de vapor y tuve que cerciorarme de que todo estuviera fun-cionando correcto para que no hubiese un acci-dente y...

MARLOK: ¿Porqué me cuenta todo esto, mayor?, no me importa, ¡Siéntese!

VELOZ: A sus órdenes, coronel.

MARLOK: Caballeros, nuestro general me acaba de mandar un mensaje que me complace anun-ciar, son excelentes noticias para la Reforma. Los operativos de perimetraje de la superficie terres-tre, cuyo objetivo eran detectar los niveles de “desolación”, están culminados al 98%

LAZARUS: ¿Y qué hay del 2% restante, señor?, ¿es la razón por la que nos mandó llamar?

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MARLOK: Ustedes harán que ese insignificante porcentaje desaparezca. Tendrán tres días para lograrlo. Luego cuando este operativo termine, la Reforma dará un gigantesco paso y dejare-mos finalmente de “sólo” sobrevivir ¿CUÁL ES EL LEMA PRINCIPAL DE NUESTRA ACADEMIA, SEÑORES? ¡VAMOS EN VOZ ALTA, QUIERO OIR-LOS!!!

LAZARUS y VELOZ: ¡SE NACE Y SE MUERE, EN ESE MISMO ORDEN!!!

MARLOK: Muy bien, entonces cuando estemos todos les diré lo que hay que hacer.

LAZARUS: ¿Todos?

La Academia de los Difuntos Vivos de Romanza aceptaba en sus tropas a todo tipo de reclutas jóvenes menores de veinte años con el ímpetu asesino de niños de siete y las opciones de vida de viejos de ochenta.

CADETE MORIA: ¿Dónde está?

CADETE GALVANI: Se dirige al almacén.

CADETE ROKEL: ¡Por las escaleras!

CADETE SANDOS: Cayó justo donde queríamos.

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Antes de que Madame Fadela fuese desig-nada como embajadora y asesora de los Líderes, la Discriminación fue un fenómeno expandido en todo el planeta, como resultado de los horrores de la ocupación Raimus y el exterminio masivo de la raza humana. Había todo tipo de segrega-ción social, desde distinciones sexistas hasta chauvinismos injustificados. No obstante, con la creación de la Embajada y la firma de igualdad de derechos, las trifulcas disminuyeron y se de-sarrolló una especie de trastocada armonía con niveles de violencia manejables.

C.SANDOS: Esta vez me tocará a mí cortarlo.

C. ROKEL: Tú siempre quieres hacer lo más di-vertido. No es justo.

C.SANDOS: Soy el cadete de mayor rango entre los cuatro, ¿vas a cuestionar mi autoridad? El “lechoso” es mío. Yo lo cortaré… y si no te gusta, te corto a ti también.

C. MORIA: ¡Dejen de discutir y corran más rápi-do!

C. GALVANI: ¡Allí está, ya lo vi! Está acorralado.

C. SANDOS: ¡Álfabil de mierda!, te vas a arrepentir de que un monstruo haya violado a la madre que te parió.

HERMES: ¡No me hagan nada, se los suplico!, yo no soy lo que ustedes creen... sólo soy un estu-diante más de segundo año.

Manfred Hermes Zxo373 tenía nombre de máquina pero era un pre-adolescente de la aca-demia que constantemente era hostigado y corría por salvar su pellejo. Su pecado consistía en ser sólo la mitad de humano que los demás cadetes (tan sólo literalmente hablando). Era en términos de la Reforma lo que se conocía como un “Álfa-bil”, es decir un híbrido mutante entre humano y alienígena. Su origen, sin embargo, no era de na-turaleza coital trans-especie, sino resultante de la manipulación genética que los científicos del anterior Régimen llevaron a cabo en sus labora-torios. Por desgracia, esta distinción era la única que le daba igual a sus captores.

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C. MOIRA: ¡Oye Sandos!, ¿te has fijado que esta-mos donde la Academia guarda todo su arsenal?

C. GALVANI: Nos expulsarían si tratamos de ro-bar, idiota.

C. MOIRA: Pero podemos tomar prestado algu-nos de estos aparatos para nuestra operación, los más filosos. Debemos aprovechar que esta-mos aquí, ¿verdad?

C. SANDOS: No lo sé… depende de nuestro invi-tado.

HERMES: ¡Dejenme ir! No los acusaré con nadie, se los juro.

C. ROKEL: ¡Échale un ojo a esta sierra, Sandos! Es la misma que salió en la revista Masacre, la que rebanaba la carne y trituraba los huesos, ¿te acuerdas?

HERMES: ¡Les pagaré diez monedas a cada uno! ¡O veinte! No me hagan daño con esa cosa, se los suplico...

C. GALVANI: ¿Y desde cuándo un álfabil tiene tan-ta plata? ¿Acaso les pagan a ustedes para que las personas normales les robemos?

C. SANDOS: A mí se me hace más bien que esta sabandija codiciosa le robó a nuestra gente. ¡Me-jor!, así disfrutaré más cortarlo. Pásame la sierra.

Justo a los pocos instantes en que se iría a cometer un crimen de odio tan típico en el nubla-do ambiente de la Reforma, una figura heroica atravesó una de las ventanas del almacén con su enorme pistola de rayo congelante.

C. SANDOS: ¡Estoy paralizado! ¿Quién carajo fue el chistoso?

C. MOIRA: Sólo nosotros y el álfabil estamos aquí, Sandos… y todos te tenemos miedo.

KRAKEN: ¡Yo no! Normalmente suele ser al revés.

Todos aquellos que podían movilizarse, vol-tearon hacia donde habló la voz atrevida.

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C. MOIRA: ¡Es una chica!

C. SANDOS: ¡Todos préndan fuego a la perra!

La capitana Kraken era veloz y ágil pese a que siempre estiló llevar armamento pesado cu-briendo la totalidad de su esbelto cuerpo.

C. GALVANI: ¡Es muy rápida!

C. SANDOS: ¡Inútiles! Es sólo una mujer.

C. MOIRA: Un momento, ¿dónde está el gusano?

C. GALVANI: ¿Y dónde está ella?

C. ROKEL: Se lo llevó.

C. SANDOS: ¿Y qué esperan?, si es amiga de los alfabils, también es nuestra presa... ¡Cadete Moira!, busque alguna especie de rayo descon-gelador y sáqueme de aquí. ¡Lo demás vayan a traerlos! No me importa si enteros o en pedazos.

C. MOIRA: ¿Porqué siempre me toca lo peor?

A Kraken nunca le gustaron los niños.

Por esa misma razón se sintió muy contenta de que Madame Fadela pudiese sacarla de los campamentos de Procreación de la Reforma. Su padre, el difunto capitán Mateo Kraken, además de ser su máximo protector, fue considerado uno de los militares más barbáricos que murió son-riente luchando por el futuro de su planeta. Del mismo modo educó a su hija hasta el trágico día que tuvo que dejarla.

Seguramente, pensaba ella, su viejo se em-briagaría de carcajadas en su tumba si la viese ahora defendiendo a un pequeño híbrido juvenil de que sus amiguitos lo linchen.

HERMES: ¿Quién eres y porqué me ayudas?

KRAKEN: ¿Esa es tu forma de decir gracias?

HERMES: No… Muchas gracias.

KRAKEN: Espera. Todavía no acabo..

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C. ROKEL: ¡Alto allí en nombre de la Élite Protec-tora de los Difuntos Vivos!

KRAKEN: Niños tontos…

C. GALVANI: ¡No somos niños! ¡baja tu arma!

KRAKEN: Miren… (ella sacó su placa de rango militar y se las mostró) ¿Se quieren tomar la mo-lestia de disparar a alguien que podría partirles el cuello y además avergonzarlos ante sus supe-riores?

No obstante, pese a lo asustados y atónitos que los cadete estaban, no dejaban de apuntar a Hermes y a Kraken. Aparentemente le temían mucho más a su líder que a las represalias.

KRAKEN: ¡Ah ya veo!, es porque soy mujer, ¿ver-dad?

C. ROKEL: Denos al insecto y ningún humano saldrá herido.

KRAKEN: ¡Por la puta madre! Escuchen. Sí, soy sólo una mujer y ustedes son dos machitos fuer-tes y valientes (respiró y exhaló profundamente, como queriendo contener la calma) Hombres y mujeres somos distintos, ¿verdad? Les diré algo, caballeros. Si regresan y le dicen a su jefe alguna mentira colosal como que luego aparecieron más mujeres armadas que los rodearon y no les quedó otra que dejarnos ir… les mostraré a ambos cómo se ve una mujer soldado sin blusa.

C. GALVANI: ¿Cómo…?

KRAKEN: Cadete Hermes, espéreme afuera donde vea mi moto estacionada.

HERMES: Pero...

El pacto ofrecido por la capitana al parecer fue justo y razonable. Era sabido en toda la aca-demia el rumor que el último estudiante que ha-bía sido sorprendido con una revista pornográfica por sus superiores, fue castigado de tal forma que nunca volvió a usar del mismo modo su muñeca.

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HERMES: ¿Por qué tuviste que hacer eso?

KRAKEN: Veo que sigues igual de agradecido.

HERMES: Debiste torcerles el cuello a esos bas-tardos.

KRAKEN: Es cierto, debí pero… digamos que es-toy bajo una especie de prueba de Compasión.

VELOZ: ¿Cómo es eso que “Todos”, coronel?

MARLOK: Lamento tener que ser aguafiestas y quitarles espacio para su intimidad o lo que sea que hagan juntos en sus misiones, mayor, pero estas son órdenes vienen de muy arriba.

LAZARUS: ¿Acaso el General Klim ya no nos cree capaces de afrontar una misión de perimetraje sin asistencia de tropas?

VELOZ: Nosotros solitos sondeamos gran parte del territorio invadido de la ex-Sudamérica y nun-ca nos hicimos un solo rasguño. ¿Esta es la forma cómo la Reforma nos valora ahora?

MARLOK: ¿Detecto insubordinación o quieren saber si son capaces de volar cuando se les lanza con toda energía por la ventana?

En efecto, el teniente Lazarus y el mayor Veloz representaban un dúo de acción heroica en las páginas de la Emancipación. Ambos habían afianzado su amistad y lealtad decapitando hos-tiles y detonando bases alienígenas, sin temor a nada que no tuviera que estar relacionado con la idea de tener que compartir sus misiones con otros militares. Era sabido también que los cade-tes más jóvenes hacían torneos entre ellos por destacar como personal de reserva, tan sólo mo-tivados por la esperanza de tener que compartir una misión con estos dos personajes.

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Lazarus y Veloz eran de hecho conscientes de su popularidad, y para asegurar su prestigio le añadían altas tasas de arrogancia a su ima-gen pública.

LAZARUS: ¿A quién tendremos que vigilar esta vez?

VELOZ: Dirás: ¿a quién le daremos cátedra de “Cómo llevar a cabo una operación exitosa”?

MARLOK: El general les ha asignado dos compa-ñeros únicamente…

VELOZ: ¿Dos encima?

LAZARUS: ¡Esto es el colmo!

MARLOK: Vuelvan a interrumpirme cuando es-toy hablando y les arrancaré la cabeza. Después desearán que se las vuelva a poner en su lugar para poder gritar de dolor.

LAZARUS: Parece que hay alguien allá afuera, coronel.

Marlok vio por la cámara de seguridad. La imagen dejaba ver lo registrado por una cámara en el estacionamiento del cuartel. Eran el cadete Hermes y la capitana Kraken aterrizando en su motocicleta.

MARLOK: ¡Ah miren, qué coincidencia!, son ellos.

VELOZ: Pero si son… ¿esa es una mujer?

LAZARUS: ¡Y un niño!, ¿acaso es una broma?

MARLOK: A nuestro general y a mí no nos gustan las bromas, mayor. Sin embargo acepto su reac-ción de sorpresa. Creemos que hay una explica-ción justa para este percance...

VELOZ: ¡Tiene que haberla! La Reforma dice “Sal-var a las mujeres y a los niños primero”. No “Hay que mandarlos a morir”.

MARLOK: Como les había mencionado hace unos minutos, mayor. ¡SON ÓRDENES DE ARRIBA!

LAZARUS: ¿El Secretario de Defensa?

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MARLOK: El general Klim y yo creemos que tiene mucho que ver en partes con la conmemoración del tercer aniversario del Tratado de Igualdad de Derechos para la Mujer y los Híbridos.

LAZARUS: ¿Entonces ese niño no es…?

MARLOK: Será el primer mestizo puesto en una operación militar auténtica. Es lo único que ne-cesitan saber. Ahora caballeros, si no es moles-tia pedirle esto. Al primer berrinche que perciba de ustedes dos que haga incomodar a nuestros invitados apenas crucen esa puerta, yo…

Un sonido tímido se filtró desde afuera.

MARLOK: Adelante.

La primera en ingresar fue la capitana Kraken, y lo primero que ella vio fue el rostro macizo del coronel Marlok que no dejaba dela-tar ninguna expresión afectiva. Ya había visto rostros así de duros antes pero ninguno le llamó tanto la atención. Fue un simple rugido de éste mismo lo necesario para deshipnotizarla.

MARLOK: Dije “adelante”, eso es para usted tam-bién, capitana.

KRAKEN Y HERMES: ¡Difuntos a sus órdenes, se-ñor! MARLOK: Descansen. Tomen asiento. Déjeme pre-sentarles a…

HERMES: ¡Mayor Anton “El Tiro” Veloz! (exclamó el cadete con devota soltura al ver a su figura de acción favorita a escasos centímetros) Tengo toda la colección de las naves que usted piloteó en modelo a escala y un álbum muy grueso lleno de recortes de sus mejores episodios en combate.

VELOZ: No sabía que los de tu generación hacían esas cosas.

HERMES: Y usted… (dirigió su atención esta vez hacia Lazarus) Teniente Robin “Sombra Fría” La-zarus (se postró ante él como si estuviese frente a una divinidad) Señor, juro que si algún día tengo que morir, espero que sea lo más sangrientamen-te posible en una misión bajo sus órdenes.

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Lazarus no sabía qué decir, nunca le había dicho “gracias” a un extraño y mucho menos a uno que además fuese un álfabil. Sólo lo miró y asentó con la cabeza.

HERMES: Es que usted no entiende. Fue su ge-nerosa donación a la Fundación de Víctimas de Experimentaciones Genéticas la que me permite estar con ustedes ahora en lugar de una fosa común.

VELOZ: ¿Generosa donación? Robin, te conozco tantos años y jamás supe que tenías una vida secreta de millonario filántropo.

LAZARUS: ¡Ahora no es el momento, mayor!

MARLOK: Pues muchas gracias por decirlo por mí, teniente. En fin… ya que veo que a ustedes son taaaaaan legendarios, mejor pasaré a pre-sentar a nuestros visitantes.

Kraken sintió el roce ocular de Marlok diri-giéndose a ella, como un poderoso puño reven-tando sus huesos

MARLOK: La capitana Yelitza Kraken es la prote-gida de nuestra respetada embajadora Madame Fadela y una de las mejores alumnas que tuvo la Academia desde su primera generación de Difun-tos femeninos. Antes de enrolarse en la vida mili-tar, siguió una carrera sustancial de leyes y tuvo un cargo muy alto en los Campamentos de Pro-creación desde los dieciséis. A esa misma edad, penosamente debo decir, perdió a su padre, un verdadero héroe de guerra...

Diciendo esto, Marlok miró de reojo a Laza-rus y a Veloz, como si les dijese “No como uste-des, mariquitas que hacen pucheros cuando les dicen que compartirán sus misiones con otros”

MARLOK: …y este joven que aquí nos acompaña, es el cadete Manfred Hermes Zxo373, está en el segundo año de la Academia. Su sueño es conver-tirse en piloto pero su verdadero talento reside en su amplia y sobrenatural memoria geneticamen-te alterada por nuestros antiguos enemigos. Por fortuna ahora que lo tenemos de nuestro lado, su cerebro nos va a ser muy útil. ¿Alguna pregunta, señores, o todo quedó claro?

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Un mapa tridimensional del continente arti-ficial de Romanza se desplegó virtualmente so-bre el escritorio del coronel.

MARLOK: Nuestro objetivo está al norte extre-mo. Aquí en esta coordenada. Computadora, por favor amplia más estos márgenes. Un poco más. ¡Ya, allí está!, el Desierto de las Bestias. Aquí es donde deben descender.

LAZARUS: ¿Ese es el dos por ciento del mundo?

MARLOK: Es un desierto muy grande… lo deja-mos para el final porque consideramos que era un hecho casi inadmisible el siquiera considerar que podría haber rastros de cualquier tipo de vida allí.

VELOZ: ¿Y nos enviarán entonces a constatar ese hecho? ¡Vaya...!

MARLOK: No subestime a esta misión, mayor. Si ustedes vuelven con resultados negativos en su informe de Desolación, ¿sabe lo que significaría eso?

VELOZ: ¿Muchos días de jolgorio en el planeta?

MARLOK: Significará el triunfo rotundo de la raza humana sobre sus invasores alienígenos, mayor, y todos aquellos que osaron atacar los princi-pios de la Reforma, finalmente se convencerán que junto a los Líderes estamos construyendo un mejor futuro. Ahora, presten atención. Partirán dentro de 94 horas. Mientras tanto se alojarán en las instalaciones del cuartel y podrán usar las diferentes cámaras de ensayo para repasar estra-tegias y entrenar hasta el momento de la opera-ción. Mayor Veloz, usted está al mando. Teniente Lazarus usted será el piloto y el encargado de la logística. En cuanto a usted, cadete Hermes...

HERMES: ¿Sí, coronel?

MARLOK: Usted tendrá la tarea más importante que cumplir. Deberá memorizar toda la informa-ción que tenemos en nuestra base de datos sobre nuestro objetivo, desde el primer grano de arena que se estacionó allí, ¿entendido?

HERMES: ¡A sus órdenes, señor!

Page 24: LOS DIFUNTOS VIVOS episodios 1 y 2

MARLOK: Perfecto. El teniente Lazarus y el ma-yor Veloz lo escoltarán hasta la biblioteca. Capi-tana Kraken, ¿le importaría quedarse un par de minutos? Necesito discutir algunas cosas con usted en privado. Dejando dicho esto: ¡Se finali-za la sesión! Pueden retirarse.

Siguiendo las órdenes del coronel, los tres caballeros dejaron la oficina principal y cruzaron el corredor que llevaba a la célebre biblioteca de los Difuntos Vivos.

HERMES: Todavía no puedo creerlo... ¡Wow!

LAZARUS: Tengo un chico como de tu edad en casa. Su nombre es Moro.

HERMES: ¡No lo sabía! Pensé que sabía los nom-bres de todos los estudiantes de la academia.

LAZARUS: No, él no está inscrito.

HERMES: Pero no comprendo. Si es su hijo debe ser soldado como usted, ¿no?

VELOZ: Lo es, créeme (interrumpió el mayor) es todo un Difunto nato.

LAZARUS: ¡Oye ya no empieces!

HERMES: Comprendo. No quiere que él salga he-rido ni vea el terror a tan temprana edad. ¿Quién puede culparlo de querer que su familia esté a salvo, teniente?

LAZARUS: ¿Viste? Marlok tenía razón, el chico es bastante listo.

HERMES: Gracias señor.

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Veloz no podía comprender las emociones humanas con tanta simpleza y sin sentir una es-pecie de sabor corrosivo en la garganta cuando pensaba cómo sería sentirlas. A veces no sabía si realmente la falta de implantes en su organis-mos lo hacía ver más anormal y menos humano, sin que lo notase apenas.

VELOZ: El coronel nos ordenó que lo llevemos a la biblioteca pero creo que debió pedirnos que le mostremos su habitación primero.

LAZARUS: No, Anton… los seres como el cadete Hermes no necesitan dormir.

HERMES: Es cierto, señores. Mi sobrecapacidad de memoria me permite permanecer ágil y acti-vo de modo continuo y sin descanso. No afecta a mi organismo ni me debilita.

VELOZ: Un arma intelectual a nuestro favor...

Mientras seguían avanzando por el corre-dor del cuartel, Lazarus pudo leer un gesto de preocupación en su compañero de batalla.

LAZARUS: ¿En qué estás pensando, Anton?

VELOZ: Nada… sólo me trataba de imaginar qué estarían haciendo el coronel con la capitana.

LAZARUS: Marlok no es esa clase de hombres.

VELOZ: El lema de su generación militar cantaba: “primero se lucha, luego se aprovecha”, ¿recuer-das?

LAZARUS: Pero si la lucha apenas ha comenzado.

Continuará en el Episodio 2EL RADIANTE SONIDO

DE LAS MASAS

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Episodio 2

El Radiante Sonido delas Masas

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Sé que quizás no era el momento más idóneo pero igual tenía que ir a verlo.

Se lo debía,no lo había visto en más de tres meses.

Al comienzo venía un jueves entero cada quince díaspero desde esa última vez simplemente ya no me atreví.

Me dijo que me perdonaba pero sé que igual le rompí el corazónTuvo que pasar todo este tiempo para volver.

A veces cuando veo a esos inútiles de Lazarus y Veloz no puedo evitar recordar a mi compañero

en nuestras misiones de combate¡Eran tan buenos aquellos días!

VENGO A VER AL EX-CORONEL FRANKEL NORIS

Los Difuntos Vivos(continuación)

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MARLOK: El doctor me ha dicho que no has tenido una recaída en más de cuatro periodos, te felicito camarada.

NORIS: Muchas gracias, hermano, gracias por todo en realidad.

MARLOK: No tienes porqué agradecer, yo sé lo que es tener esta jodida cosa parasitando en la san-gre.

NORIS: Traerme aquí me salvó. Jamás voy a can-sarme de repetírtelo.

MARLOK: Escucha Frank... lamento no haber po-dido venir antes. La Reforma no nos da un día de descanso y las cosas en la academía no son las mismas como cuando tú y yo eramos estudiantes.

NORIS: Está bien, no tienes que dar ninguna expli-cación, yo entiendo...

MARLOK: Tenía las manos atadas, en serio.

NORIS: Seguro que sí.

NORIS: ¿Marlok?

MARLOK: ¿Quien más crees que vendría a verte, perro sarnoso?

NORIS: Ya sabía que iba a ser un día especial. La enfermera nueva me despertó con un beso en la frente.

MARLOK: ¡Viejo enfermo!, ¿no me digas que ahora finges tener fiebre para que te den cariño?

NORIS: ¿Qué más puedo hacer?, en algo me tengo que distraer, ¿no?

MARLOK: Eso me recuerda que te traje un poco de música.

NORIS: Hubiese preferido que me traigas porno-grafía, hombre.

MARLOK: Cuéntame, ¿cómo va todo?

NORIS: Pues así cómo me ves... he vuelto a ser el mismo de siempre, el que siempre fui, digo.

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LAZARUS: No entiendo porqué es que los niños tienen que ir a lugares a aprender cosas que para nada les sirven. ¿Creen acaso que un Difunto está hecho de oro y plata?

NORIS: ¿Marlok?

Se sacó las gafas. Hablaba muy distinto, como si le importara realmente mi opinión. En mi expe-riencia, a los adictos a la muja no les importa otra cosa más que su política de consumo.

MARLOK: ¡La verdad con la verdad, Frank! Sabes que en nuestro entrenamiento nos enseñan a ma-nipular al enemigo mirándole a los ojos.

NORIS: Tú y yo no somos enemigos, Leo. Sólo so-mos el pasado de la misma cruel adicción. La dife-rencia es que mientras tú ibas de salida yo recién estuve reconociendo que necesitaba terapia.

MARLOK: El doctor me dijo que si por él fuera, ya deberías estar afuera ahora. Lo mismo me dijo hace más de tres meses, pero la verdad es que siento que simplemente se quiere lavar las manos. Él, tú y yo sabemos que no se puede hacer nada sin que el general Klim y yo firmemos tu retiro.

NORIS: Ya no sé si quiero abandonar este lugar. Aún si saliese de aquí no puedo volver a ser parte de las tropas. Era lo único para lo que sabemos que servía.

Veo cómo me mira. Es un auténtico rostro de fe-licidad aún cuando no puede ocultarme su resen-timiento, por mucho que se esfuerza. En cierta forma es mucho ya el tener que lidiar con esto. No puedo permitirme ser otro conflicto con el que se sienta obligado a tener que luchar.

MARLOK: Frank, acerca de esa última vez... no podía correr el riesgo de recomendarte, yo...

NORIS: Sé que me enojé en su momento, pero el tiempo ya pasó. Lo importante es que me creas ahora.

MARLOK: No tenía nada que ver con tener que creerte o no. Yo vi lo que vi. Lo veo también a ve-ces en los espejos, por eso es que al igual que a los vampiros, a todos los ex-adictos nos prohiben reflejarnos.

NORIS: ¿Todavía sigues teniendo esas visiones?

MARLOK: No vine a hablar de eso, sino a ver cómo estabas... o más bien cómo estábamos.

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He perdido muy buenos aliados en todo este tiem-po que he servido a los Difuntos. Si no ha sido la muerte, ha sido la muja, o algo cien veces peor. He perdido a mi esposa, a mis hijos, a Kristo... No puedo darme el lujo de tener que perder también a Noris. Es lo único que me queda y ya estoy viejo.

MARLOK: Ciertamente ahora te ves mucho mejor, camarada.

MARLOK: No digas eso, hombre, eres el único que realmente sabe operar la tecnología Raimus me-jor que nadie. Cualquiera querría tenerte de su lado, no te desanimes.

NORIS: Me causa gracia que no puedas creerme nada. Hablo en serio, me da risa.

MARLOK: ¿Vas a decirme que te imaginas vivien-do por el resto de tus días en este hospital? Ese no es el mismo coronel Noris que recuerdo.

NORIS: Soy alguien importante aquí. Me ha cos-tado admitirlo pero sé que valgo más de lo que podría significar allá afuera con todos esos dedos apuntándome. Aquí no tendré la acción que tuve en las batallas pero la gente me respeta y escu-cha mis consejos... y eso es porque no son de la clase de ex-adictos que les cuesta tanto creerme.

MARLOK: Frank...

NORIS: No me veas como esos espejos a los que tanto temes, Leo. Entiende que es importante para mí, por favor.

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LAZARUS: ¿Qué nos irá a pasar en esta misión sin la bendición final de nuestro coronel?

VELOZ: ¿Ya terminó, teniente? Repasemos una última vez nuestra estrategia antes de partir. Ade-lante cabo.

HERMES: ¡Nombre de la Misión: Operación Dos por ciento! Objetivos: 1. Identificar rastros de Vida en zona inexplorada por unidades de sondeo de la Reforma. 2. De encontrar vacío el territorio perimetrado, la misión se asumirá automatica-mente como exitosa y será un gran momento his-tórico para la humanidad. 3. De encontrar formas de Vida enajenadas, se deben tomar las medidas respectivas del caso en beneficio a las consignas de la Reforma. Plan táctico de la Misión: Se for-maran dos grupos. El mayor Veloz y el teniente Lá-zarus recorrerán el desierto de norte a sur, mien-tras que la capitana Kraken y yo esperaremos en la nave a que regresen....

KRAKEN: ¡Un momento!

VELOZ: Le cedo la palabra a la capitana.

Después de su acostumbrada estancia en la cá-mara de vapor (una muy larga) el mayor Veloz citó en el gimnasio del hangar a todos los miembros de la operación. Estaba algo ansioso e impacien-te, más que de costumbre.

VELOZ: ¡Ya era hora, teniente!

Robin Lazarus fue el último en llegar. Su mu-jer lo había llamado al cuartel para insertarle nue-vos e inoportunos problemas domésticos que no le iban a ser útiles en el lugar al que iba.

HERMES: Capitana, su teléfono...

La capitana Kraken recibió un mensaje del coronel Marlok. A través de él, comunicaba a toda la tripulación que no iba a poder estar presente momentos previos al despegue debido a que tenía que atender un asunto de suma urgencia.

Entonces Lazarus aprovechó la oportunidad para liberar su sarcasmo.

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HERMES: No es necesario que nos quedemos dos miembros de la tripulación en la nave. Yo he me-morizado más de doscientas guías de pilotaje y conozco cómo operan todos estos armatostes al revés y al derecho. La capitana puede ir con uste-des. De ser necesario apoyo, tenga por seguro que me las arreglaré.

VELOZ: Pero...

KRAKEN: (miró al cabo Hermes) Todavía no has en-tendido nada, pequeño.

LAZARUS: ¡Anton, vamos ya!, déjala que venga con nosotros ¿No te das cuenta que las chicas siempre insisten hasta conseguir lo que quieren?

VELOZ: ...Y misteriosamente terminan lográndolo.

Kraken sonrió satisfecha. Le guiñó el ojo al cabo Hermes, y éste le devolvió el guiño como si hubiese querido decirle: “Te debía una”

VELOZ: Todos a sus posiciones...

KRAKEN: Con todo respeto mayor, las mujeres podemos ser muy eficaces también en el campo de batalla y quizás muy rebeldes si se les hace esperar en un espacio cerrado. Se lo hago notar porque aparentemente veo que lo ignora.

LAZARUS: ¿Oíste eso, Anton?

VELOZ: Una chica con cojones.

KRAKEN: Cojones que pueden ser muy útiles.

LAZARUS: Creo que alguien se te está insinuando.

VELOZ: ¡Ya córtela, teniente! En cuanto a usted, capitana. Déjeme ser honesto. No me importa si usted es mujer ni qué tipo de mujer cree que sea, pero necesito que alguien se quede en el helicóp-tero por si necesitamos asistencia por la radio, y esa es una tarea muy delicada que...

HERMES: Yo lo puedo hacer, mayor.

VELOZ: ¿Cómo dice, cabo?

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KLIM: ¿Qué hay con él?, ¿se ha escapado de la clínica?

MARLOK: No, señor. Fui a visitarlo personalmente esta mañana y me reuní también con los médicos que lo atienden. Me contenta informarle que han habido progresos en su mejora...

KLIM: Bien.

MARLOK: ...y de efectuarse el papeleo debido, el camarada Noris podría reinsertarse a la sociedad y volver a servir a la filas...

KLIM: ¡Sabia que me harías esto! Debí suponer que me tenderías una trampa.

MARLOK: ¿Disculpe...?

KLIM: No te hagas el inocente conmigo, hermano.

MARLOK: Gregor, juro por la Reforma que no sé a qué te refieres...

KLIM: ¿Acaso no he sido bueno contigo, Leo?

Marlok en efecto tenía que atender un asunto de suma urgencia en la base principal de los Difuntos de Romanza. Allí el general Gregor Klim lo estaba esperando.

KLIM: Espero que sea algo realmente urgente, coronel. Sepa que me estoy perdiendo asistir a la inauguración del nuevo Museo de la Reforma para poder atenderle. MARLOK: Le promero que sólo le robaré unos cuantos minutos, señor.

KLIM: Bueno ya estamos aquí, desembuche... ¿ocurre algo malo con la última misión de perime-traje?

MARLOK: No, ellos acaban de partir. Todo sigue fijado de acuerdo al plan que nos trazó.

KLIM: ¿Entonces?

MARLOK: Es sobre el ex-coronel Frankel Noris.

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MARLOK: Su médico lo certifica...

KLIM: Ambos sabemos que sólo se lava las ma-nos.

MARLOK: ¡Yo no y también lo certifico!

KLIM: No se ha sabido de ningún hombre comple-tamente rehabilitado de la muja, coronel.

MARLOK: ¿Y qué hay de mí? No he tenido ninguna recaída en más de quince años.

KLIM: Sabes que tu caso nunca fue el mismo que el de todos los demás adictos del planeta entero. No me hagas tener que recordártelo.

MARLOK: No tienes que hacerlo.

KLIM: Lo lamento mucho, coronel Marlok. Si no hay nada más que pueda hacer por usted, enton-ces me va a tener que disculpar pero...

MARLOK: De hecho hay algo más, señor.

Con su único ojo habilitado para visualizar perspectivas, el general Klim recorrió minucio-samente cada gesticulación imperceptible del coronel Marlok. No quería desconfiar tan abrup-tamente de un pariente suyo pero le temía lo que la gente de esos días podía hacer por la toma de mando.

MARLOK: Espera, ¿vas a decirme que aún piensas que te quiero sabotear? Después de tanto... ¿Qué diría nuestro padre?

KLIM: Diría que es mejor ser cauto a ser esclavo de los alienígenas.

MARLOK: Sólo manifesto mi preocupación por un antiguo miembro de nuestra élite, uno muy bueno además... por no decir mi mejor amigo

KLIM: Yo aprecio mucho al coronel Noris y reco-nozco que sin él no podríamos haber detenido una serie de amenazas del Régimen pero tú y yo sabe-mos de lo que la muja es capaz de hacerle inclu-so a militares tan destacados como él. No quiero riesgos tontos en estos momentos decisivos.

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La tripulación liderada por el mayor Veloz estaba a punto de descender en el Desierto de las Bes-tias.

El cabo Hermes no podía dejar de repetir en voz alta frases delirantes que expresaban lo bien que se sentía ser él en esos instantes.

En cambio el teniente Lazarus no había men-cionado una sola palabra durante el viaje. Aparen-temente seguía enojado por tener que compartir su misión con nuevos acompañantes; de modo que se dedicó exclusivamente a pilotear.

La capitana Kraken no quería perder el tiem-po y aprovechó el trayecto para sacarle lustre a sus armas y repasar estrategias de lucha.

Veloz por su parte también permanecía si-lencioso, pero en el caso de él porque creía firme-mente que lo mejor que un hombre puede decir muchas veces es simplemente nada.

Y la nave de los Difuntos Vivos aterrizó.

El coronel tenía un naipe oculto y silencioso bajo la manga por mucho tiempo. Pensó que esta sería la mejor oportunidad de usarlo a su favor. Primero cambió un poco el tono de su vocaliza-ción.

MARLOK: ¿Recuerdas el viejo pacto, “Tijeras”?

KLIM: ¿Cómo te atreves...? ¿Sabes que te podría encarcelar por una ofensa de esa...?

MARLOK: Entonces lo recuerdas bien. “Haré cual-quier cosa que me pidas, sin importar lo complica-do que suene”, esas fueron tus palabras.

KLIM: ¡Hijo de puta!

MARLOK: Más respeto con mi madre, general.

KLIM: Firmaré los papeles del hospital, pero luego tú y yo estaremos a mano, y créeme que no me olvidaré jamás de esto.

MARLOK: Espero que llegue a tiempo al brindis en el museo, señor.

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VELOZ: Antes de dar por iniciada nuestra expedi-ción, ilústrenos por favor un poco más acerca de este paraje, cabo Hermes.

HERMES: ¿Desea la versión completa o la versión resumida?

VELOZ: Trate con la resumida pero no exagere.

HERMES: Desde los primeros días de la construc-ción del continente artificial de Romanza, como prueba de que los invasores del Régimen podian también recrear tierras y ciudades a partir de las ya existentes, el llamado Desierto de las Bestias ha existido con una simple finalidad, que era re-unir a todas las especies animales sobrevivientes del mundo, para así poder experimentar con ellos a favor de sus objetivos. Después de la guerra de expulsión del Régimen, financiada por los Líde-res de la Reforma, esta área permaneció oscura e inexplorada hasta que decidieron enviar a la expe-dición que anteriormente mencioné...

VELOZ: Gracias cabo. Por lo visto ahora nos toca a nosotros prolongar la continuidad de la historia.

KRAKEN: Este lugar no es un desierto, es un ce-menterio. Nunca había visto tantos huesos de especies de animales diferentes juntos.

LAZARUS: Es porque prácticamente somos los pri-meros en llegar aquí desde que expulsamos a los invasores.

HERMES: Somos los segundos. Los primeros fue-ron dos científicos escoltados por diez agentes de protección durante el Año Cero de la Reforma.

LAZARUS: ¿Y qué pasó con ellos?

HERMES: Desaparecieron luego de dar su reporte de la misión. No se han encontrado datos de sus paraderos hasta la actualidad.

LAZARUS: ¡Mierda!, por lo visto Marlok nos volvió a omitir datos relevantes.

VELOZ: ¡Teniente!

KRAKEN: No tema teniente, prometo cuidar muy bien sus espaldas.

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NORIS: Bueno ahora sí creo que ya apago esto an-tes que vengan los enfermeros y me quieran robar nuevamente.

ROMO: Allí justo viene la enfermera Líbano.

NORIS: Estoy frito, ¡rápido ayuda...!

LIBANO: ¡Descuide coronel! No vine a censurarle. De hecho la música es buena terapia para los in-ternos. Señor Romo, ¿podría disculparnos?, tengo que hablar a solas con el coronel.

ROMO: ¿Puedo ponerme los audífonos?

NORIS: ¿Qué sucede, enfermera?

LIBANO: Hace media hora alguien mandó un cable a la oficina del director pidiendo toda tu documen-tación. ¿Sabes lo que eso significa?

NORIS: ¿Me concedarán otra entrevista?

LIBANO: Yo creo que ni será necesario.

Mientras tanto, en la Clinica de Rehabilitación para Adictos a la Muja...

NORIS: ¿Te parece que el volumen está muy alto?

ROMO: No, no. A mí la música también me gusta mucho.

NORIS: Esto era de la hundida península británica.

ROMO: Allí se perdieron tantos clásicos. ¿Cómo es que tu amigo te consiguió esa canción?

NORIS: El coronel Marlok es un melómano empe-dernido. Su cultura musical es tan grande como su historial de guerra. Con decirte que mientras todavía peleábamos con los aliens en Escocia, él mandaba a algunos de nuestros hombres del ba-tallón a saquear las casas disqueras y finalmente por él es que existe el Museo Musical de Roman-za.

ROMO: ¡Qué fortuna de amigo!

NORIS: Lo sé...

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En tanto, en el llamado “Desierto de las Bestias”los difuntos Veloz, Lazarus y Kraken sondeaban el área en sus flotadores de arena mientras se co-municaban entre sí por radio.

VELOZ: Area de perimetraje 47 sur, objetivo com-pleto. Cabo, ¿todo está bien en la nave?

HERMES: Parece que habrá una tormenta pronto. Activaré la capa escudo.

VELOZ: Muy acertado.

HERMES: Le dije que no le iba a fallar.

LAZARUS: Debo decir que extraño el resplande-ciente sonido de las masas.

VELOZ: No creo que las eches mucho de menos cuando aparezcan.

LAZARUS: Si aparecen... aquí sólo hay huesos y arena.

NORIS: Marlok, tuvo que ser él...

LIBANO: No se entusiesme mucho, coronel. Aún sin la entrevista, el protocolo de la prueba sigue en pie.

NORIS: No le temo a ninguna prueba.

LIBANO: No quiero sonar cruel, pero he visto a mu-chos militares adictos fallar antes. Ha sido devas-tador en mi carrera. Muchos merecían salir a mi parecer.

NORIS: ¿Entonces me está sugiriendo que la úni-ca posibilidad que tengo de salir de aquí es muer-to?

LIBANO: No, coronel, de hecho le insinuaba algo distinto. Quiero asistirlo en un plan de fuga.

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VELOZ: Quizás en lugar de aporrearle, deberías intentar conocerla.

LAZARUS: El que nos conozcamos tú y yo me bas-ta en esta profesión.

VELOZ: Bueno pues aparentemente no nos cono-cemos tanto... ¿vas a contarme ahora lo del cabo Hermes y tu donación caritativa?

LAZARUS: Fue algo que decidimos con Martina luego de perder a Presto. Estábamos muy dolidos y no queríamos volver a tener hijos. Sin embargo teníamos una cuenta que guardábamos para sus estudios. Hicimos la donación a la fundación del cabo Hermes porque pensamos que eso era lo que hubiese querido él. Se preocupaba bastante por los alfabils. Luego un año después nació Moro y seguimos adelante pero con deudas. Te digo, An-ton, no es rentable ser filántropo si eres un Difun-to Vivo.

VELOZ: Pues yo lo veo como un acto noble. Ade-más el cabo Hermes te respeta como un hijo a su padre.

VELOZ: Capitana Kraken, ¿su radio está funcio-nando?, no alcanzo a oírla.

KRAKEN: Está en perfecto estado, señor. Es sólo que me gusta trabajar en silencio.

LAZARUS: ¿Podemos hablar en privado, mayor?

VELOZ: Hable por el tercer canal, teniente.

LAZARUS: ¿Qué se cree esa chica?, primero nos dice que quiere venir con nosotros y se va lejos de nuestra vista y no quiere hablar por la radio...

VELOZ: ¿Me has hecho abrir un canal privado sólo para chismorrear como adolescente?

LAZARUS: Admite que te molesta.

VELOZ: No podemos hacer nada, Robin. Sólo acostúmbrate.

LAZARUS: La única mujer diferente al resto es con la que me casé. Por mí las demás que sigan en los campamentos de procreación.

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KRAKEN: ¿Crees que conoces a mi padre mejor que yo?

VELOZ: ¡Soldados cállense los dos! Hay un asunto más importante. No puedo entablar conexión con el cabo Hermes.

KRAKEN: La señal de la nave no está pestañean-do.

LAZARUS: ¡La tormenta!

VELOZ: Tenemos que volver.

KRAKEN: Estoy captando algo... ¡Cabo Hermes, si me escucha diga algo!

HERMES: Esto... no es una tormenta de desierto común...

VELOZ: ¿Qué está pasando?

HERMES: Es... el radiante sonido de las masas.

LAZARUS: Es un buen chico, para ser un no natu-ral digo. Nos es útil, no como...

VELOZ: Ya basta, teniente. Volveré a activar el ca-nal público.

KRAKEN: ¿Qué pasó?, ¿se aburrieron de criticar-me?

VELOZ: Nadie la ha criticado, capitana.

LAZARUS: Yo sí.

VELOZ: Teniente...

LAZARUS: ¡Somos de mayor rango y no nos respe-ta!

KRAKEN: Si ustedes me respetasen...

VELOZ: Capitana...

LAZARUS: Yo conocí a tu padre. Lideró una de mis primeras experiencias en el campo. Él se oponía a que las mujeres vayan a una expedición.

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CONTINUARÁ EN EL EPISODIO 3

“VIDA”