Los Catecismos de Lutero: Paradigma de la Catequesis Confesional

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Tesina Seminario Concordia Catecismos: Catequesis Confesional 1 INTRODUCCIÓN ¿Por qué Dios insiste tanto en las enseñanzas de las verdades teológicas? ¿Es tan importante recibir las correctas enseñanzas de las Escrituras en la vida? ¿Qué sucede cuando la misma es desprestigiada y echada en el olvido o qué sucede cuándo es conservada y proclamada en toda su pureza? El presente trabajo pretende demostrar por qué los catecismos de Martín Lutero son el paradigma autoritativo de la catequesis bíblica-confesional. El aporte ulterior deseado es que los mismos sean utilizados y considerados como normativos de todo el quehacer catequético de la iglesia. Para IELA esto implicaría replantarse modelos, estrategias, programas o materiales desde los cuales está configurando su catequesis en la actualidad. La estructura de la tesina se compone de dos partes. En la primera parte se describe el lugar de los catecismos como confesión de la iglesia, y en la segunda parte se describe a los catecismos como cristalización de la teología bíblica. Los textos bíblicos son tomados de la Biblia Reina-Valera 1960, de Sociedades Bíblicas Unidas. El resaltado de los textos corresponde al énfasis del autor. Las citas en inglés y en portugués han sido traducidas por el mismo autor, salvo indicaciones. A modo de hipótesis se establece que: Los catecismos conjugan de un modo exclusivo lo que es necesario para volverse paradigma autoritativo para la catequesis confesional: (a) entre los textos que conforman las Confesiones Luteranas, son el punto de partida para la cuestión catequética; (b) a diferencia de la mayoría de los materiales o estrategias catequéticas, la estrategia catequética planteada por los catecismos encarna (o cristaliza) la estructura teológica bíblica-confesional de la catequesis cristiana; y (c) a diferencia de cualquier otro material catequético, como texto confesional que ellos son, los catecismos son norma (normata).

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    INTRODUCCIN

    Por qu Dios insiste tanto en las enseanzas de las verdades teolgicas? Es tan

    importante recibir las correctas enseanzas de las Escrituras en la vida? Qu sucede

    cuando la misma es desprestigiada y echada en el olvido o qu sucede cundo es

    conservada y proclamada en toda su pureza?

    El presente trabajo pretende demostrar por qu los catecismos de Martn Lutero son

    el paradigma autoritativo de la catequesis bblica-confesional. El aporte ulterior deseado es

    que los mismos sean utilizados y considerados como normativos de todo el quehacer

    catequtico de la iglesia. Para IELA esto implicara replantarse modelos, estrategias,

    programas o materiales desde los cuales est configurando su catequesis en la actualidad.

    La estructura de la tesina se compone de dos partes. En la primera parte se describe

    el lugar de los catecismos como confesin de la iglesia, y en la segunda parte se describe a

    los catecismos como cristalizacin de la teologa bblica.

    Los textos bblicos son tomados de la Biblia Reina-Valera 1960, de Sociedades Bblicas

    Unidas. El resaltado de los textos corresponde al nfasis del autor. Las citas en ingls y en

    portugus han sido traducidas por el mismo autor, salvo indicaciones.

    A modo de hiptesis se establece que: Los catecismos conjugan de un modo

    exclusivo lo que es necesario para volverse paradigma autoritativo para la catequesis

    confesional: (a) entre los textos que conforman las Confesiones Luteranas, son el punto de

    partida para la cuestin catequtica; (b) a diferencia de la mayora de los materiales o

    estrategias catequticas, la estrategia catequtica planteada por los catecismos encarna (o

    cristaliza) la estructura teolgica bblica-confesional de la catequesis cristiana; y (c) a

    diferencia de cualquier otro material catequtico, como texto confesional que ellos son, los

    catecismos son norma (normata).

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    PARTE I: LOS CATECISMOS DE LUTERO COMO CONFESIN DE LA IGLESIA

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    CAPTULO I: EL CARCTER DE NORMA NORMATA DE LOS CATECISMOS

    1.1 PALABRAS INTRODUCTORIAS

    Inicialmente Dios haba dado al pueblo de Israel la Shema, segn la cual deban

    confesar: Oye, Israel: Jehov nuestro Dios, Jehov uno es (Dt. 6:4). Simultneamente le

    dio las promesas mesinicas (Gn. 3:15; Dt. 18:15; Sal. 2, 8; 2 S. 7:12), para que sirvieran

    como Regla, Norma o Confesin de la fe israelita. Estas Confesiones no solamente

    indicaban su identidad sino que marcaban el modo correcto en que tenan que leer e

    interpretar las Escrituras (Neh. 8:8), para que ninguna falsa enseanza o falsa confesin los

    engaara y los apartara de Dios (Jer. 23:1-40).

    En el Nuevo Testamento, Cristo mismo ha dado la vara de interpretacin de las

    Escrituras a su iglesia, para que se lea e interprete las Escrituras a partir de su encarnacin,

    muerte y resurreccin (Lc. 24:26-27, 44-48; Hch. 1:3; Jn. 5:39). Por eso precisamente esta

    vara o confesin fue tomada en cuenta a la hora de definir la canonicidad de los escritos

    del Nuevo Testamento.

    Con el transcurrir del tiempo, los credos primitivos del cristianismo (Apostlico,

    Niceno, Atanasiano) tomaron forma de regla o norma dentro de la iglesia, continuando

    con la misma funcin de exponer la correcta interpretacin de las Escrituras. Ellos

    resumieron y ubicaron bajo palabras precisas y especficas todas las enseanzas que las

    Escrituras expresan de manera ms extensa y profunda, confesando de esta manera la

    verdad divina y condenando a su vez las herejas1.

    Las Confesiones Luteranas en su turno, llegaron a ocupar ese mismo lugar

    representativo en la historia. No confesando nada nuevo sino exponiendo la misma verdad

    que recibieron o heredaron de la boca de Cristo mismo y de sus apstoles, y que fue

    conservado en el seno de su iglesia.

    Dios concedi junto a su Santa Palabra la correcta interpretacin de la misma.

    Ambas nunca estuvieron desconectadas una de la otra. Las Escrituras siempre necesitaron

    de intrpretes, y los intrpretes siempre necesitaron de la fuente de revelacin divina.

    Los catecismos de Lutero forman parte de las Confesiones Luteranas, y no estn

    incluidas por casualidad o porque no se saba qu hacer con ellos, sino que fueron

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    incorporados con la misma funcin de regla o norma destacndose por su matriz

    catequtica.

    En esta parte de la tesina se analiza su carcter de norma normata y su carcter

    catequtico entre los escritos confesionales. Para llegar a esta comprobacin se considera

    necesario aclarar qu lugar y funcin tienen las Sagradas Escrituras y los Smbolos

    Confesionales como fuentes autoritativas.

    1.2 EL LUGAR DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN LOS CATECISMOS

    En los catecismos Lutero declara enfticamente el lugar fundamental de las

    Escrituras, diciendo:

    En efecto, la palabra de Dios es la cosa ms santa de todas las cosas santas. Todava ms: Ella es lo nico que los cristianos conocemos y poseemos. Si reunisemos todos los huesos y vestiduras santas y consagradas, de todos los santos, de nada nos ayudaran, pues son cosas muertas y que no pueden santificarnos. Pero la Palabra de Dios es el tesoro que todo lo santifica y, tambin, lo que ha santificado a todos los santos (CMa, Tercer Mandamiento, 91). Debemos temer y amar a Dios de modo que no despreciemos la predicacin y su palabra, sino que la consideremos santa, la oigamos y aprendamos con gusto (CMe, Tercer Mandamiento, 6).

    Los catecismos no se basan en la opinin de algn individuo o alguna comunidad

    religiosa en particular, sino que brotan de la Palabra de Dios que ha nacido de arriba, de

    aquel extra nos tan particular que viene por gracia de Dios y que se revela solamente en

    su Hijo Jesucristo2.

    Las Escrituras ensean as:

    Escudriad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de m (Jn. 5:39). Le respondi Simn Pedro: Seor, a quin iremos? T tienes palabras de vida eterna (Jn. 6:68). Y les dijo: stas son las palabras que os habl, estando an con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que est escrito de m en la ley de Moiss, en los profetas y en los salmos. Entonces les abri el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: As est escrito, y as fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer da; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdn de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusaln (Lc. 24:44-47). Pero persiste t en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quin has aprendido; y que desde la niez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvacin por la fe que es en Cristo Jess.

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    Toda la Escritura es inspirada por Dios, y til para ensear, para redargir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2 Ti. 3:14-17). Porque no me avergenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvacin a todo aquel que cree; al judo primeramente, y tambin al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como est escrito: Mas el justo por la fe vivir (Ro. 1:16-17). As que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabidura. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a ste crucificado (1 Co. 2:1-2). Porque nadie puede poner otro fundamento que el que est puesto, el cual es Jesucristo (1 Co. 3:11).

    El punto de partida de la teologa luterana confesional se fundamenta en el

    contenido slido y eficaz de las Sagradas Escrituras. De manera que, ser confesional es ser

    bblico y ser bblico es ser confesional. Sin embargo, debido a la entrada del pecado en el

    mundo, existe una permanente tensin entre stas, puesto que, algunos pueden expresar

    su adhesin a las Sagradas Escrituras, pero eso no garantiza que sean confesionales, y a su

    vez, algunos pueden aducir ser confesionales pero eso tampoco garantiza que sean bblicos.

    El peligro permanente radica en separar o divorciar a las Escrituras de su correcto

    entendimiento.

    Bustamante afirma:

    Confesionalidad es sostener una doctrina que nos viene como la misma salvacin: de afuera, de ese extra nos tan particular y autorizado como es el Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mt. 16:15), aquel nico pan que desciende del cielo y que viene de Dios (y que es el nico) que ha visto al Padre (Jn. 6:46-51). Es precisamente en esta comprensin de que lo que se confiesa no es la postura de una comunidad o tradicin eclesistica particular (vlida como otras), sino la verdad revelada del evangelio (valida como ninguna), que el luteranismo fiel a la Reforma se encuentra en diametral oposicin a la postura de la Iglesia Reformada (calvinista y arminiana) y de otros luteranismos (Bustamante, 2013, pg. 15).

    La confesionalidad y el desconfesionalismo3 tienen en consideracin a las Sagradas

    Escrituras, y a su vez enmarcan un modo de hacer y vivir la teologa. Una, se somete

    totalmente a ella adhiriendo a las Confesiones Luteranas (Quia)4, y la otra, lo hace

    parcialmente (Quatenus), pretendiendo an as defender la Sola Scriptura. La tibieza,

    parcialidad o ambigedad pueden ser claves para entender el posicionamiento del

    desconfesionalismo (Harrison, 2009, pgs. 119-137). En el luteranismo fiel a la reforma

    defender la Sola Scriptura necesita traducirse en defender la confesionalidad. Afirma Sasse:

    Sin embargo, no podemos aceptar (los luteranos) que nuestra iglesia toma la Sola Escritura con menos seriedad que los reformados y que damos a la Escritura un papel menos importante para la iglesia cuando se dice que la iglesia se reuni alrededor de la Confesin.

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    Tambin para nosotros la Sagrada Escritura ocupa la posicin central en la iglesia. Sin embargo, no se puede negar que en este mundo pecador Escritura tambin puede ser mal entendido y mal utilizado Hoy compartimos la misma Biblia con las peores de las sectas. La verdadera iglesia es reunida no alrededor de la Escritura sino alrededor de la Biblia correcta y puramente entendida o interpretada. Es tarea de la confesin de la iglesia expresar el entendimiento correcto de la Escritura que ha llegado a la iglesia (Sasse, 1984, pgs. 83-84).

    Walther, hablando de la suscripcin incondicional a los smbolos confesionales,

    refiere que por el bien de la claridad es necesario declarar cmo uno entiende e interpreta

    la Escritura y los artculos de fe que estn contenidos en ella (Walther, citado en Harrison,

    2009, pg. 127). Por eso la confesin est al servicio de las Escrituras.

    Todo documento confesional incorporado en el Libro de Concordia, entre ellos los

    catecismos, tiene su total dependencia y sumisin a las Sagradas Escrituras y por eso

    funcionan como confesin de la iglesia.

    Schlink afirma que la norma sola de toda enseanza en la iglesia es la Santa

    Escritura del Antiguo y Nuevo Testamento (1961, pg. 1). Ella es la norma porque es el

    testimonio proftico y apostlico del Evangelio (pg. 5). Sus escritos revelan abundante y

    claramente todo lo que se necesita para la salvacin, pues escribieron con gran diligencia el

    consejo de Dios para la salvacin mediante la fe en Cristo Jess (Jn. 21:25; Fil. 3:1). Tanto los

    profetas como los apstoles declaran que la Sagrada Escritura, o la Palabra escrita de Dios,

    es la nica fuente y norma de la fe y la vida (principium cognoscendi) (Meller, 1973, pg.

    57).

    Por otra parte, el no reconocimiento de la misma como Palabra infalible5 de Dios,

    desacredita toda enseanza que Dios imparte al ser humano para que alcance la salvacin

    en Cristo. Este rasgo del desconfesionalismo se acenta an ms, cuando se acta en contra

    de cualquier cuerpo de doctrina, como sucede por ejemplo en el criticismo formal, donde se

    deja notar el desmantelamiento en trozos de la doctrina sin importar la articulacin

    teolgica entre las mismas (Scaer, 2006, pg. 10). Schumann menciona el peligro de esta

    desarticulacin teolgica en su escrito diciendo:

    La confesionalidad no es un tema tan solo del conocimiento de cada una de las doctrinas bblicas sino mas bien el hecho de comprender la relacin existente entre cada una de ellas como un cuerpo o estructura inseparable. La ausencia o error en una de ellas implica el desmoronamiento de toda la estructura y un dislocamiento del eje central que las une que es la justificacin. Como ejemplo: negar la eficacia del Bautismo o el Bautismo infantil no es un error sobre la doctrina del Bautismo sino sobre la gracia, la fe, el Espritu Santo, la justificacin, la iglesia, el pecado, ley y evangelio que lleva a estimar el Bautismo de la forma antes sealada (Schumann, 2011, pg. 28).

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    Se sostiene este aspecto clave, debido a la adecuada comprensin que se necesita

    realizar de los catecismos. Ellos expresan su apego a la fuente de revelacin divina, se sirven

    de la misma y confiesan la misma verdad como un solo cuerpo; remarcando que cada

    seccin (mandamientos, credo, padrenuestro, etc.) tiene una funcin en s misma y se

    encuentran al servicio de las dems partes para su correcto entendimiento.

    Lutero esclarece la importancia que tiene confesar la doctrina entera, as como ella

    es, sin fragmentos:

    [1] Por lo tanto la doctrina debe ser [sostenida como] un anillo dorado y eterno en el que no hay fisura; pues, incluso si apareciera la fisura ms pequea, el crculo ya no es ms perfecto. [2] Una palabra de Dios es todas y todas son una, una doctrina es todas y toda son una; de modo que cuando se pierde una, todas eventualmente quedarn perdidas, porque son de una pieza y son mantenidas en unidad por un lazo comn. [3] Si niegas a Dios en un artculo de fe, lo has negado en todos; pues Dios no est dividido en muchos artculos de fe, sino que l lo es todo en cada artculo y l es uno en todos los artculos de fe (Lutero, citado en Bustamante, 2013, pg. 17).

    Tambin afirma Lutero: No hay duda que toda la Escritura apunta solamente a

    Cristo o tambin dice: Saca a Cristo de las Escrituras y qu ms hallars en ella?

    (Althaus, 2008, pg. 90). Por lo tanto, toda doctrina o confesion que saca a Cristo de las

    Escrituras, cuestiona su veracidad, divorcia la correlacin y unidad que existe entre sus

    partes doctrinales, termina siendo, meramente, fruto de palabreras humanas (1 Co. 2:1-5).

    Lutero, se mostr celoso con respecto a este posicionamiento frente a las Sagradas

    Escrituras y a su correcta interpretacin. Por esto declar lo siguiente:

    Sin la Palabra de Cristo nada sabemos acerca de l, mucho menos acerca de su enseanza; pues cualquier Cristo que venga a proponernos una opinion aparte de la Palabra de Cristo es el demonio miserable, que se apodera del santo nombre de Cristo para as poder vendernos su veneno infernal (Lutero, citado en Meller, 1973, pg. 61).

    Mller seala que la verdad de esta asercin se patentiza en los resultados obtenidos

    por la escuela de teologa histrico-crtico moderno; pues mientras rechaza violentamente

    todas las verdades sagradas expuestas en la Biblia, es incapaz de formular un sistema

    satisfactorio de doctrinas que puedan consolar al pecador en su conflicto espiritual. Sus

    influencias han servido solo para destruir, jams para edificar o ayudar. Cuaquiera que

    rechaza la Escritura como el verdadero principium cognoscendi se ve obligado a extraer su

    doctrina de su mente perversa o su corazn carnal (Meller, 1973, pg. 62).

    Esta fundamentacin y preocupacin confesional se consolida y relaciona con el

    principio teolgico Lex Orandi, Lex Credendi6. Este ensea que aquello que la iglesia practica

    (confiesa) es a su vez lo que cree (Just, 2008, pgs. 27-29). Es decir, si un cuerpo eclesistico

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    (luterano, catlico romano, bautista, pentecostal, presbiteriano, etc.) se adhiere a una

    doctrina determinada, es imprescindible que su prctica sea coherente con lo que cree.

    Con esto se resalta lo que sucede tambin con la catequesis de la iglesia. Si la iglesia

    luterana reconoce que los catecismos de Lutero, tanto en su contenido como en su

    estructura teolgica, se encuentran en total dependencia y sumisin con las Sagradas

    Escrituras, y que a su vez contienen la correcta interpretacin de la misma, inevitablemente

    necesita configurar su catequesis desde estos documentos autoritativos que la representan.

    Se concluye por esta parte que, en virtud de su autora divina, la Santa Escritura

    constituye la nica fuente legtima y norma de enseanza (norma normans), incluyendo los

    principios de su propia interpretacin. De aqu que, toda configuracin catequtica cristiana

    debe estar fundamentada, articulada y conservada bajo este fundamento de la verdad.

    1.3 LOS CATECISMOS ENTRE LOS SMBOLOS CONFESIONALES

    San Agustn dice: Un smbolo es una norma de fe, breve y grande: breve, en

    nmero de palabras; grande, como peso de su enseanza (citado en Rautenberg, 1977,

    pg. 18).

    El smbolo o la confesin es exposicin de la Escritura, especficamente, un resumen

    de la Santa Escritura, a saber, un testigo del Evangelio (Schlink, 1961, pg. 11) . La iglesia no

    puede considerarse como juez de la fe, sino que, de acuerdo con la voluntad de su Seor, su

    funcin hasta el fin de los siglos debe ser la de heraldo, o mensajero, de la Palabra de Dios

    (Jn. 8:31-32). Cada vez que una iglesia expone doctrinas de su propia invencin, reniega del

    principio de la Escritura y se hace el objeto de la condenacin de Cristo: En vano me

    honran, enseando como doctrinas, mandamientos de hombres (Mt. 15:9) (Meller, 1973,

    pg. 59).

    A su vez, la confesin es la exposicin de la Escritura en consenso con los padres y

    hermanos. Por lo tanto, es la doctrina de la iglesia, delimitada frente a la actual hereja

    (Schlink, 1961, pg. 17). Meller enfatiza que, el consenso de la iglesia no es lo que los

    maestros cristianos han opinado sobre este o aquel punto doctrinal, sino lo que han

    declarado como verdad divina sobre la base de la Escritura, es decir, en concordancia con el

    testimonio de los santos profetas y apstoles (Meller, 1973, pg. 60).

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    Entre las confesiones y la Sagrada Escritura existe una relacin recproca. Como

    norma suprema la Escritura establece artculos de fe y su relacin entre stas. Por su parte,

    los credos y las confesiones fueron compuestos con el propsito de clarificar el significado

    de la Escritura sobre los puntos en disputas. Ellos derivan completamente de la Sagrada

    Escritura (Voelz, 1995, pg. 359).

    Kolb agrega que junto a la tarea de comprender el contenido esencial de la fe, la

    confesin tiene la funcin de demarcar la fe en relacin a otras religiones y tendencias

    herticas dentro de sus mismos partidarios (Kolb, 1991, pg. 16).

    Bustamante citando a Chemnitz, analiza el aspecto clave que tiene el sentido de un

    smbolo, es decir, funcionar como regla de fe (regula fidei):

    En su monumental obra Examen del Concilio de Trento, Martin Chemnitz, telogo de la segunda generacin de la Reforma luterana, sostiene que la iglesia primitiva recibi de los apstoles y de los hombres apostlicos no slo el texto de las Escrituras, sino tambin su interpretacin legtima y natural. Esto es: apostlico y autoritativo no slo es el canon bblico, sino un modo particular de leerlo. Los padres de la iglesia primitiva lo llamaron la regla de la fe (regula fidei) o la tradicin de los apstoles (Bustamante, 2011, pgs. 92-93).

    Dado que la confesin es un resumen de la Sagrada Escritura, es el modelo

    obligatorio para toda la doctrina de la iglesia (Schlink, 1961, pg. 22). Esto quiere decir que

    se le otorga a las confesiones un carcter exclusivo como expositor de la correcta doctrina

    bblica (norma normata).

    La iglesia desde temprana edad, ha difinido y considerado sus smbolos como una

    gua de fe y norma de la verdad extrada de las Sagradas Escrituras. En cuanto a este

    testimonio de la iglesia deben evitarse dos extremos: por un lado, las confesiones no deben

    despreciarse o rechazarse como si no tuviesen valor alguno (como sucede en el

    desconfesionalismo); por otro lado, tampoco deben ensalzarse demasiado hasta el punto de

    considerar el testimonio de la iglesia como un principium cognosendi (Meller, 1973, pg.

    60).

    Lo expuesto anteriormente ubica el lugar apropiado que las Confesiones Luteranas

    tienen en la historia del cristianismo. En modo alguno, pretenden igualarse a las Escrituras ni

    ponerse por encima de ella. As lo sostienen en sus declaraciones oficiales:

    Creemos, enseamos y confesamos que la nica regla y norma segn la cual deben valorarse y juzgarse todas las doctrinas, juntamente con quienes las ensean, es exclusivamente la Escritura proftica y apostlica del Antiguo y del Nuevo Testamento, como est escrito en el Salmo 119:105: Lmpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino; y como escribe el Apstol San Pablo en Glatas 1:8: Aunque un ngel del cielo os anunciare otro evangelio, sea anatema.

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    Otros escritos empero de telogos antiguos o modernos, sea cual fuere el nombre que lleven, no deben considerarse iguales a la Sagrada Escritura, sino que todos ellos deben subordinarse a la misma, y no deben admitirse en otro carcter y alcance sino como testigos de ella, para demostrar de qu modo y en qu lugar fue conservada esta doctrina de los profetas y apstoles en los tiempos postapostlicos (FC Ep, Introduccin, 1-2). Y puesto que inmediatamente despus del tiempo de los apstoles, y aun en vida de ellos, surgieron falsos profetas y herejes, contra los cuales se redactaron en la iglesia cristiana primitiva ciertos smbolos, esto es, confesiones breves y categricas que se consideraron como la unnime y universal fe y confesin cristiana de la iglesia ortodoxa y verdadera, prometemos ser fieles a estos smbolos, tales como el Credo Apostlico, el Credo Niceno, el Credo de Atanasio, y con ello rechazamos todas las herejas y doctrinas que, en oposicin a ellos, se han introducido en la iglesia de Dios (FC Ep, Introduccin, 3). Lo que empero se ha dicho hasta ahora respecto al resumen de nuestra doctrina cristiana [cristalizada en los escritos que conforman las Confesiones Luteranas], slo se ha dicho con el siguiente fin: Debemos tener una forma de doctrina unnimemente aceptada, definida y comn, a la que se suscriban todas nuestras iglesias evanglicas, y segn la cual, por cuanto ha sido extrada de la palabra de Dios, debe juzgarse y regularse todos los dems escritos en lo que respecta a la aprobacin y aceptacin de estos (FC DS, Introduccin, 10).

    Los catecismos son un resumen de la Escritura, son testigos del Evangelio, condensan

    la sana doctrina y condenan la hereja. Como exposicin de la catequesis cristiana funcionan

    como confesin o regla de fe, ya que no solo se fundamentan en la Sola Scriptura sino

    que confiesan el modo correcto de interpretarla. Por eso funcionan como regulador y juez

    frente a otros escritos.

    1.4 IMPORTANCIA DEL CONTENIDO DOCTRINAL DE LOS CATECISMOS

    El carcter de norma (normata) o de confesin de la iglesia que le pertenece a

    los catecismos est relacionado con su contenido doctrinal. El peso de sus enseanzas se

    expresa y condensa en los mandamientos, el credo, el padrenuestro, el santo bautismo, la

    confesin-absolucin, la santa cena, las formas de bendicin y accin de gracias en el hogar,

    y la tabla de deberes7.

    Los catecismos han sido oficial y definitivamente reconocidos como documentos

    confesionales en mayo de 1577 (FC Ep, Conclusin, 30). Este lugar indiscutido se deja

    asentado por ejemplo en la Declaracin Slida, donde adems se subraya que era frecuente

    su uso en las iglesias, escuelas y en la instruccin particular desde su elaboracin en 1529:

    Y por ltimo, en sexto lugar, ya que este importante asunto de la religin atae tambin al pueblo y a los laicos (como se les llama), quienes, por cuanto son cristianos, por causa de su salvacin tienen que discernir la doctrina pura de la falsa, aceptamos el Catecismo Menor y el Mayor del Dr. Martn Lutero, segn fueron escritos por l e incorporado en sus obras. Pues estos Catecismos han sido aprobados y recibidos unnimemente por todas las iglesias que aceptan la Confesin de Augsburgo y usados pblicamente en iglesias y escuelas y en

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    instruccin particular. Adems, ellos contienen en forma muy correcta y sencilla la doctrina de la Palabra de Dios, explicada con toda claridad para los laicos (FC DS, Introduccin, 8). Incorporamos los antedichos escritos, esto es, la Confesion de Augsburgo, la Apologa, los Artculos de Esmalcalda y el Catecismo Menor y el Mayor de Lutero en el ya citado Resumen o Compendio de nuestra doctrina cristiana, porque estos escritos se han considerado siempre y en todo lugar como la expresin comn, aceptada unanimemente, de nuestras iglesias, y adems, porque fueron aprobados en aquel tiempo por los ms prominentes e ilustres telogos, y recibidos en todas las iglesias y escuelas evangelicas (FC DS, Introduccin, 11).

    Bender destaca la profundidad e implicancia que se desencadenan de estos

    contenidos del catecismo en la vida de los cristianos:

    Los cristianos aprenden de su Palabra continuamente a medida que se sientan junto a los pies de Jess en la comunidad cristiana y en el hogar cristiano. Desde su Palabra aprenden a creer que ellos son pecadores, aprenden arrepentimiento, aprenden a confesar sus pecados, aprenden a confiar en l para el perdn de los pecados, aprenden a recurrir a l en oracin, aprenden a confesar su fe ante el mundo, aprenden a confesar sus pecados unos a otros, aprenden a perdonarse unos a otros como Cristo los ha perdonado, y aprenden a vivir con fidelidad en su vocacin como oyentes de la Palabra, tanto los esposos, las esposas, los padres, las madres, los ciudadanos de la tierra, y los trabajadores. En esta vida de fe todo fluye de la Palabra de Dios que se recibe y se cree. La fe en Cristo vive de la predicacin del Evangelio y la recepcin de los sacramentos de Cristo (el Servicio Divino), y esta fe se expresa en la vida del cristiano en la oracin, la confesin de la fe ante el mundo, la confesin y la absolucin en el hogar y la congregacin, las obras de misericordia hacia el prjimo, y la fidelidad en la vocacin (la Tabla de Deberes). El catecismo, puede comenzar a dar forma a la manera en que pensamos. Tambin nos ensea cmo escuchar la Palabra de Dios correctamente, lo que se puede esperar de l en los sacramentos, la forma de recibir los Sacramentos para nuestra bendicin, cmo orar y confesar la fe, y cmo vivir nuestras vocaciones (Bender, 2011, pg. xi).

    Para los confesores luteranos, los catecismos fueron reconocidos, usados,

    incorporados, no simplemente como un manual de carcter optativo, sino como aquellos

    que marcan el contenido fundamental y necesario para alcanzar la salvacin. Este

    conocimiento doctrinal permitira preparar a la cristiandad para profundizar en las Escrituras

    y prevenirlos de las falsas enseanzas. Lutero no entenda al catecismo8 como un mero libro

    de texto de instruccin catequtica a ser usado por uno o dos aos y entonces descartarlo,

    sino que enfatizaba la repeticin y constante predicacin del mismo, porque el ser humano

    constantemente necesita recibir esta doctrina de vida eterna y ser guardado en ella.

    Pero, no es suficiente el mero hecho de que se puedan entender y recitar las palabras; antes bien, hay que enviar a los jvenes al sermn, especialmente en el tiempo prescripto para el catecismo, para que escuchen su aplicacin y para que aprendan a comprender lo que encierra cada parte. As tambin podrn repetirlo como lo oyeron y respondern debidamente cuando se les interrogue, de modo que no se predique sin provecho y fruto (CMa, Prefacio, 26).

    Fue as que el contenido del catecismo nunca estuvo separado o distanciado del

    Servicio Divino (culto). Ellos se encuentran al servicio del mismo. Antes de publicar los

    catecismos, Lutero predic sobre sus contenidos en diversos sermones. Por eso, Lutero

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    nunca quiso ni promovi un divorcio entre la instruccin y el culto. El catecismo funciona

    como un vaso que es llenado en el culto. Por medio del mismo se introduce a la gente en lo

    bsico de la fe para que busquen y ansen los dones celestiales que se conceden e imparten

    en el culto.

    Pero explicar especialmente por separado cada una de las partes, no cabe dentro de los lmites de esta breve predicacin destinada a los nios, sino que corresponde a los sermones extensos que en el transcurso del ao se predican y, en particular, en las pocas prescriptas para esto, es decir, para exponer detenidamente cada parte: El nacimiento, la pasin, la resurreccin, la ascensin de Cristo, etc. (CMa, Credo, 32). A continuacin, creemos que en la cristiandad tenemos la remisin de los pecados, lo que ocurre mediante los santos sacramentos y la absolucin, as como tambin mediante mltiples palabras consolatorias de todo el evangelio. Por eso, cabe aqu la predicacin acerca de los sacramentos y, por decirlo brevemente, todo el evangelio y todas las funciones dentro de la cristiandad. Es necesario que estas cosas sean practicadas sin cesar, porque si bien la gracia de Dios ha sido adquirida por Cristo y la santificacin operada por el Espritu Santo mediante la palabra de Dios en la comunin de la iglesia cristiana, nosotros, a causa de la carne, jams somos sin pecado, pues la carne es algo que nos arrastra consigo (CMa, Credo, 54).

    Los catecismos fueron y continan siendo el instrumento para la formacin de la

    comunidad luterana de fe. Por su contenido, tanto Lutero como aquellos que estaban a

    cargo de la instruccin, prefirieron constantemente nutrirse de estas palabras centrales de

    Dios y permanecer diariamente como estudiantes del catecismo.

    La eficacia de sus enseanzas (Ro. 1:16-17) son capaces de conceder, mediante la fe

    en Cristo, el ms grande de los consuelos que todo ser humano necesita: el perdn de los

    pecados (Ro. 3-4). El Espritu Santo con este Evangelio de vida, llama, ilumina, santifica y

    conserva en la verdadera fe a toda la cristiandad en la tierra (CMe, Credo, 6), ahuyentando

    as al pecado, al mundo, a la muerte y al diablo:

    Puesto que en semejantes lecturas, discursos y reflexiones est presente el Espritu Santo que da siempre nueva y ms abundante luz y devocin para ello, de modo que cada vez nos gusta y nos penetra ms, como Cristo tambin lo promete en el captulo 18 de Mateo: Donde estn dos o tres congregados en mi nombre, all estoy yo en medio de ellos (Mt. 18:20). Adems, coadyuva poderosamente y sobremanera contra el diablo, el mundo, la carne y toda suerte de malos pensamientos que uno se ocupe en la palabra de Dios, hable de ella y reflexione sobre la misma, ya que tambin el primer Salmo llama bienaventurados a los que meditan en la ley de Dios de da y de noche (Sal. 1:2). Sin duda, no podrs usar incienso y otros sahumerios ms eficaces contra el diablo que familiarizarte con los mandamientos y palabras de Dios, hablar y cantar de ellos y meditar sobre los mismos. En realidad, es la verdadera agua bendita y el signo ante el cual huye y con que uno puede ahuyentarlo. Ya por esta sola razn deberas leer con agrado estos artculos, hablar, pensar y tratar, aunque de esto no tuvieses otro fruto y provecho que ahuyentar al diablo y a los malos pensamientos, puesto que no puede or ni soportar la palabra de Dios. Y esta no es como otras meras invenciones, por ejemplo, la de Dietrich de Bern, sino, como dice San Pablo en el primer captulo de la epstola a los Romanos: un poder de Dios (Ro.

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    1:16). Por cierto es un poder de Dios que causa terribles sufrimientos al diablo y que a nosotros nos fortalece, nos consuela y nos ayuda sin lmites (CMa, Prefacio, 9-11).

    Dentro de stas enseanzas se encuentran entretejidas tambin los marcos

    teolgicos como: trinidad, ley y evangelio, antropologa, cristocentricidad, justificacin por

    la fe, oficio pastoral, sacramentos, iglesia, nueva obediencia, teologa de la cruz, los dos

    reinos. Sobre estas verdades Lutero afirm que el cristiano mientras viva tiene mucho que

    aprender9.

    1 A fin de que se reconozca que la verdad nos pertenece a los que caminamos segn la regla que la

    iglesia ha transmitido de parte de los apstoles, los apstoles de parte de Cristo y Cristo de parte de Dios, la razn de nuestra posicin es clara cuando se determina que no debe permitrseles a los herejes apelar a las Escrituras, puesto que nosotros hemos probado que ellos no tienen nada que ver con las Escrituras. Puesto que, como son herejes, no pueden ser verdaderos cristianos, puesto que no es de Cristo de donde ellos obtienen eso con lo que insisten por sus propios caprichos, y, por esta insistencia incurren y admiten el nombre de herejes. As, no siendo cristianos, no han obtenido acceso lcito a las Escrituras cristianas; por lo que es muy apropiado decirles: Quines son ustedes? Cundo y de dnde aparecieron? Como no tienen nada que ver conmigo, qu tienen que ver con eso que es mo [las Escrituras]? (Tertuliano, Prescripcin contra los herejes 37 citado en Bustamante, 2013, pg. 19).

    2 El evangelio es propiamente la doctrina de la persona y oficio o beneficios de Cristo. Pero esta doctrina consiste fundamentalmente de todas estas partes principales: (1) Que el Hijo de Dios, antes de todos los tiempos y por un decreto hecho en el consejo oculto de la Trinidad, fue designado para ser nuestro Mediador, Redentor, Reconciliador y Salvador. (2) Que este decreto fue revelado por la palabra de promesa [dada] inmediatamente despus de la cada y por la promesa gradualmente renovada y repetida a los padres (del Mesas que viene) durante todo el tiempo del Antiguo Testamento. (3) Del mismo modo, el Hijo de Dios, segn la promesa, fue hecho hombre en la plenitud de los tiempos y complet del modo ms perfecto la obra de redencin y reconciliacin por su obediencia, pasin y muerte, ganando as justicia y vida eterna por medio de su resurreccin y ascensin para aquellos que creen en l. (4) El evangelio no slo nos presenta el relato de Cristo en forma de historia, sino que la doctrina propia acerca de l es la promesa de gracia por la que Dios, en la palabra y los sacramentos, presenta y ofrece a los miserables pecadores totalmente aterrados por el conocimiento de sus pecados y la divina ira y condenacin gracia, remisin de pecados, adopcin y la herencia de la vida eterna en forma gratuita y de pura gracia o misericordia, sin nuestro mrito, slo en virtud de la obediencia, pasin, muerte y mrito de Cristo. (5) El evangelio ensea que estos beneficios de Cristo el Mediador han de ser aprehendidos y aplicados por fe. (6) A aquellos que creen el evangelio los declara justos y salvos (Chemnitz, 1999, pg. 69 citado en Bustamante, 2013, pg. 16-17).

    3 Trmino acuado por Hermann Sasse en Carta a los pastores luteranos. Una de sus cartas se titulaba El desconfesionalismo del luteranismo (Cf. The Lonely Way: Selected Essays and Letters of Hermann Sasse: 1941-1976 (2003).

    4 Quia viene del latn y significa porque. Quatenus significa en la medida en que. 5 En los siglos dieciseis y diecisiete los papistas, socinianos, arminianos y entusiastas declararon que la

    Sagrada Escritura contena ciertos errores (razgos del desconfesionalismo, nfasis propio). Calvino, por ejemplo, acus de vez en cuando a los evengelistas de haber cometido inexactitudes y de haber citado incorrectamente al Antiguo Testamento. As mismo, dentro de la iglesia luterana, fue Jorge Calixto (siglo XVII) quien se desvi de la doctrina bblica de la inspiracin y ense que los santos escritores no fueron inspirados en aquellos asuntos que no son esenciales o que les eran conocidos, sino que fueron meramente dirigidos o conservados de errores. A fines del siglo dieciocho y a principio del diecinueve, el racionalismo que entonces dominaba caus la renuncia completa a toda doctrina cristiana, inclusive a la de la inspiracin divina de la Biblia (Meller, 1973, pg. 68).

    6 Por ejemplo, ntese que en el Credo Niceno se confiesa: Confieso que hay un solo Bautismo para la

    remisin de los pecados (Melndez, 1989, pg. 19). Esta asercin indica que no se realizan dos bautismos en la vida del cristiano (como practicaban los anabaptistas). Este principio lex orandi, lex credendi tambin

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    permite indicar porque no existe comunion de altar y plpito entre algunas iglesias (calvinistas, arminianas, luteranas, catlicas romanas etc.), puesto que vara la confesion de enseanza y prctica entre las mismas.

    7 En la Parte II, Captulo III, se desarrollan ms especficamente estas doctrinas. 8 Cabe aclarar los dos sentidos en que Lutero utiliza el trmino catecismo. Lutero entendi

    primordialmente al catecismo como la instruccin fundamental de la fe cristiana. Y luego usa el trmino como referente al texto especfico que entr en el Libro de Concordia, es decir, el catecismo como libro.

    9 Varios telogos luteranos se han preocupado por conservar en el mbito de la catequesis el uso de los catecismos (Cf. Martin Chemnitz (1981), Ministry, Word and Sacrament: An Enchiridion; Johann Gerhard (2000), A Comprehensive Explanation of Holy Baptism and the Lords Supper; David Scaer (2006), Mateo ensea a la iglesia; Charles Arand (2000), That I My Be His Own: An overview of Luthers Catechisms; entre otros). La combinacin entre el peso de su carcter doctrinal como su matriz catequtica hacen que ocupen un lugar nico en la teologa luterana confesional.

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    CAPTULO II: EL CARCTER CATEQUTICO DE LOS CATECISMOS

    2.1 LA EXCLUSIVIDAD CATEQUTICA DE LOS CATECISMOS

    Afirma Rautenberg la importancia que los smbolos tienen en la vida de la iglesia por

    su exclusivida catequtica para preservar la sana enseanza:

    Los smbolos son necesarios y su conservacin es mandada por el hecho de que la iglesia nunca poda permanecer inclume con el proposito de conservar los valores estrechamente ligados a la integridad de la posesin de la verdad divina, 1 Co. 11:18-19; G. 1:6-9; 1 Ti. 4:1, sino que ella deba velar constantemente sobre la verdad, para que no fuesen introducidas doctrinas falsas y errneas bajo la apariencia de la verdad, es decir, por una verdad fingida o enmascarada. Pues, tambien los herejes se refieren a las Sagradas Escrituras y buscan justificar su punto de vista con las mismas La iglesia debe hacer esto, para comprobar su doctrina conforme a las Escrituras y para proporcionar a sus miembros una instruccin de la Palabra Divina para la mejor comprensin y para darles una defensa contra los errores (Rautenberg, 1977, pgs. 30-31).

    Hay al menos cuatro funciones por las que Lutero y sus seguidores consideraron

    necesario formular una confesin pblica, y entre ellas, se encontraba la funcin

    catequtica:

    1) La necesidad de instruccin y predicacin.

    2) La necesidad de claridad doctrinal entre los mismos luteranos.

    3) Explicacin y defensa de la sana doctrina delante de las autoridades polticas.

    4) Condenar la hereja o falsa enseanza.

    Las dos primeras razones estaban relacionadas al uso interno de la iglesia y las otras

    al uso externo de la iglesia (Kolb, 1991, pgs. 27-42)1.

    Bsicamente, los escritos confesionales se redactaron sirviendo en estas tres reas:

    (1) indicar que cree, ensea y practica el luteranismo para el mbito secular, (2) ser

    instrumento para la disciplina y orden dentro de la iglesia, (3) funcionar como autoridad

    doctrinal (norma normata) dentro de la iglesia (Kolb, 1991, pgs. 27-42).

    Ntese que la preocupacin catequtica siempre prevaleci dentro de luteranismo

    como lo fue en la iglesia primitiva. Los fundamentos de la verdad divina siempre necesitaron

    ser enseados para que la misma verdad fuese conservada y entregada sin fisura o engao

    al humano pecador.

    Los catecismos eran la voz oficial para hablar de catequesis. Su funcin especfica de

    instruir a las personas en la verdad divina se remarca en los mismos escritos confesionales

    que le conceden el lugar distintivo de ser un manual de instruccin:

    Y puesto que estas cuestiones ataen tambin a los laicos y a la salvacin de su alma, aceptamos adems como Biblia de los laicos el Catecismo Menor y Mayor del Dr. Lutero,

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    incluidos en las obras de ste, los cuales contienen en forma concisa todo lo que se trata ms extensamente en la Sagrada Escritura, y que el cristianismo necesita saber para su salvacin (FC Ep, Introduccin, 5).

    Scaer, en su libro Mateo ensea a la iglesia hace reiteradas menciones a los

    catecismos, por el testimonio elocuente de su carcter universal como instrumentos para

    ensear la fe cristiana que han tenido dentro de la iglesia luterana:

    Constantemente la iglesia ha continuado produciendo catequesis, catecismos, o manuales de instruccin para satisfacer las necesidades de determinadas personas en tiempos especficos. Los ms importantes documentos dedicados a la instruccin gozaron de alta estima como expresiones clsicas de la fe cristiana, muchos otros en cambio han cado en el olvido. Martn Lutero compuso sus Catecismos como material de instruccin para los clrigos y la gente comn, pero al cabo de medio siglo fueron incluidos en el Libro de Concordia, la coleccin de las confesiones luteranas. De Catecismos pasaron a ser confesiones de reconocimiento oficial, pese a que esto no condeca con el propsito original de Lutero (Scaer, 2006, pgs. 8-9).

    La catequesis se realiza porque hay necesidad de la misma. Lutero verific la falta de

    instruccin bsica en la iglesia cuando particip personalmente en la visitacin pastoral en

    Sajonia en 1528 y 1529:

    Me ha obligado e impulsado a presentar este catecismo o doctrina cristiana en esta forma breve, sencilla y simple, el hecho de que haya experimentado la lamentable y miserable necesidad recientemente en mi cargo de visitador. Dios mo! Cuntas miserias no he visto! El hombre comn no sabe nada de la doctrina cristiana, especialmente en las aldeas, desgraciadamente muchos pastores carecen de habilidad y son incapaces de ensear. No obstante, todos quieren llamarse cristianos, estn bautizados y gozan de los santos sacramentos, pero no saben el Padrenuestro, ni el Credo o los Diez Mandamientos, viven como las bestias y los puercos irracionales. Ahora que el evangelio ha llegado, lo nico que han aprendido bien es abusar magistralmente de todas las libertades. Oh, vosotros obispos, cmo asumiris la responsabilidad ante Cristo de haber abandonado tan vergonzosamente al pueblo y de no haber cumplido siquiera un momento las funciones de vuestro cargo! (CMe, Prefacio, 1-4).

    Tambin ya haba advertido en su tratado de 1520 A la Nobleza Cristiana de la

    Nacin Alemana, que la instruccin de los jvenes estaba siendo abandonada, pero el

    verdadero desastre espiritual reconoci cuando verific que los mismos pastores eran

    incompetentes, pues una cuarta parte deba ser removida de su ministerio por su ignorancia

    de la doctrina bsica (Lutero, 2000, pg. 316). Sumado a esto, los manuales de instruccin

    de la poca eran precarios, y padecan la falta de sana enseanza (vase captulo IV).

    La demanda catequtica era de suma emergencia para la iglesia toda: (1) Qu hacer

    con el tesoro del Evangelio revelado y redescubierto en medio de la oscuridad? (2) Cmo

    esta verdad divina iba a ser abrazada en fe por la humanidad? (3) Cmo confesar esta

    verdad divina sin fragmentos as como ella es como un solo cuerpo? (4) Cmo separar la

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    17

    verdad del error en medio de confusiones? Estas verdades tornaron a los catecismos una

    consecuencia necesaria e inevitable:

    2

    El problema fundamentalmente pasaba por los clrigos en oficio que no haban sido

    formados. Esto repercuta fuertemente en todo el quehacer de la iglesia. Sin tener pastores

    instruidos era imposible que el pueblo recibiera sana enseanza.

    Las implicancias de los catecismos comenzaron a otorgar estabilidad y paz a una

    iglesia luterana que caminaba de manera inestable o apoyada sobre la cuerda floja por la

    carencia formativa que padecan fundamentalmente los clrigos.

    Los catecismos articularon la catequesis esencial y bsica, sobre la cual edificar,

    configurar y evaluar todo el quehacer catequtico de la iglesia. Sirvieron, en parte, para la

    formacin de los pastores, y por otra parte, marcaron el rumbo de varios creyentes en su

    vivencia de fe. Fue as que la instruccin ha sido considerada fundamental e indispensable a

    lo largo de la historia de la iglesia luterana.

    En 1528 Lutero se refiri al catecismo como un sermn para nios o la Biblia para el

    laico. La Frmula de la Concordia considera tanto al Catecismo Mayor como al Menor como

    una Biblia para el laico, en la que todo se resume y que es tratado en detalle en las

    Sagradas Escrituras y que es necesario que el cristiano conozca para su salvacin. El

    catecismo establecido como un mismo objetivo resume lo que es esencial y vital, lo que es

    elemental y fundamental para la fe cristiana en un lenguaje simple.

    Peters seala al menos cuatro intenciones o propsitos que los catecismos articulan:

    1) El Catecismo, como un breve resumen y compendio de la Biblia, se esfuerza en comprender su contenido central.

    2) El Catecismo enuncia el ncleo espiritual de las Escrituras no como una visin obtenida por un don espiritual individual, sino por medio de otros textos que han prevalecido en la cristiandad y, al mismo tiempo, dentro del contexto de la historia de interpretacin de estos textos decisivos Es por eso que una interpretacin teolgica relevante del catecismo necesariamente mantendr un ojo en la historia de la tradicin hasta Lutero. En ninguna parte estamos tratando con declaraciones del catecismo por s misma; siempre existe tambin una historia.

    CATECISMOS

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    18

    3) El Catecismo se fija en la cotidianidad de la vida de un simple miembro de la iglesia El

    Catecismo desea instruir para este propsito, no solo como un libro doctrinal o confesional, sino tambin como un libro de oracin y consuelo.

    4) El Catecismo traslada las Escrituras, las confesiones de la iglesia y nuestra vida diaria a la luz del ltimo da. A diferencia de la tradicin educacional humanista que funda sus caminos en la Iglesia Luterana de Erasmo va Melanchthon, y del endurecimiento confesional, Lutero no ofrece libros de textos dogmaticos en miniatura ni tampoco una abstracto popular de toda la doctrina de fe y moral. Ms bien, conscientemente se enfoc en lo que era necesario para la vida y la muerte Cada uno debe luchar su propia batalla con la muerte propia. Por lo tanto, cada uno mismo debe conocer y estar armado con las principales cosas que le conciernen a los cristianos (Peters, 2009, pgs. 19-20).

    Acompaado de estas intenciones, el inters catequtico se manifiesta en la

    infraestructura particular que forma parte de toda catequesis cristiana. No solo se brinda el

    contenido a ensear sino tambin los elementos como Quines tienen que ensear? Para

    qu se tiene que ensear? Cmo se debe ensear? A quines se debe ensear? Dnde se

    debe ensear? Cundo se debe ensear? Todos estos elementos forman parte del inters

    de Lutero al configurar su catecismo.

    2.2 DIFERENCIA CON LOS DEMAS ESCRITOS CONFESIONALES

    Los escritos confesionales comparten las mismas funciones, es decir: ensear,

    testificar, defender, condenar, consolar, etc. Pero a la vez, cada una tiene una funcin

    exclusiva relacionada con la situacin histrico-teolgica que se viva en la poca.

    La Confesin de Augsburgo (1530). Tiene la matriz particular de servir de testimonio

    de fe. Fue presentada ante el emperador Carlos V para declarar abiertamente qu cree,

    ensea y practica el luteranismo (CA, Introduccin).

    La Apologa (1530) se caracteriza por defender la doctrina expresada en la Confesin

    de Augsburgo. Los Catlicos Romanos haban reaccionado en su Confutatio en contra de

    estas doctrinas, entonces, fue necesario defender, profundizar y a su vez desenmascarar

    algunas doctrinas errneas en el catolicismo (Apol, Introduccin).

    Los Artculos de Esmalcalda (1537). Estos veintin (21) artculos fueron escritos por

    Lutero y debieron haber sido presentados por los luteranos en Mantua, o en cualquier otro

    lugar en que deba de reunirse el concilio. Funcionaron para aclarar hasta donde se podra

    ceder en favor de la unidad y la paz, y dnde deban quedar firmes sin entrar en

    compromisos. Fueron examinados por los telogos de Wittenberg, pero nunca fueron

    presentados en ningn concilio (AE, Introduccin).

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    Tratado sobre el Poder y la Primaca del Papa (1537). Fue redactado debido a la

    necesidad de decir algo con respecto al papado. Esta cuestin haba quedado pendiente en

    Augsburgo por respeto al Emperador, y a su vez, para no inducirlo a terminar la discusin

    sobre las diferencias religiosas. Pero ahora las circunstancias eran diferentes y parecan

    demandar lo que antes se pospuso. A diferencia de los Artculos de Esmalcalda, el Tratado

    fue adoptado oficialmente en Esmalcalda como confesin de fe. La intencin era que fuera

    un suplemento de la Confesin de Augsburgo (Tr, Introduccin).

    Frmula de Concordia (1580). Debido a la serie de controversias surgidas despus de

    la muerte de Lutero (1546) con respecto a la doctrina pura, fue necesario unificar en un solo

    documento las declaraciones de fe oficiales de la Iglesia Luterana (FC, Introduccin).

    Con este breve resumen, se deja notar bsicamente las funciones que cada una tuvo.

    Pero con el fin de resaltar por sobre todo, el color particular que los catecismos tienen como

    documentos catequticos. Los catecismos son parte de la vida de la iglesia y todava tienen

    vigencia en la preparacin de los cristianos para su vida como miembros de la familia de los

    creyentes. Contribuyeron a establecer y preservar diferentes facetas de la reforma

    protestante.

    2.3 CONCLUSIN

    En conclusin de esta primera parte, queda asentado y comprobado que entre los

    textos confesionales, los catecismos son el punto de partida para la cuestin catequtica,

    por su dependencia de las Escrituras, su correlacin con las confesiones luteranas, y por su

    preocupacin pastoral de instruir a las personas en la verdad divina.

    1 Era necesario instruir y consolar a las conciencias. La esclavitud doctrinal que se viva en la poca

    tornaba necesario la constante instruccin y predicacin de parte de los pastores luteranos. Se ignoraba la sana enseanza, y a su vez haba confusin doctrinal entre los mismos luteranos. Muchos seguidores de Lutero, habiendo entendido mal el modelo de la reforma, y la enseanza que l haba proclamado, abrazaron otro tipo de enseanza como la biblicista, moralista, anti-clerical, anti-sacramental, y sectas milenialistas de la Edad Media. Es as, que la Confesin de Augsburgo sirvi para (1) traer estabilidad doctrinal a los que tenan confusin, (2) clarificar la doctrina entre los mismos luteranos puesto que estaba en riesgo la permanencia del Evangelio, (3) declarar oficialmente lo que cree, ensea y practica el luteranismo ante las autoridades polticas, (4) reprender las falsas enseanzas latentes de la poca (Kolb, 1991, pgs. 27-42).

    2 Cuadro tomado y adaptado del anlisis realizado por Bustamante acerca de la Educacin Teolgica (Bustamante, 2013, pg. 18).

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    PARTE II:

    LOS CATECISMOS COMO CRISTALIZACIN DE LA TEOLOGA BBLICA

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    21

    CAPTULO III: LA EXPOSICIN DOCTRINAL DE LOS CATECISMOS EN EL

    MARCO DE LEY Y EVANGELIO

    3.1 PALABRAS PRELIMINARES

    Lutero en sus prefacios a los catecismos seala las bases bblicas (sede doctrinae) que

    soportan o sostienen la configuracin de sus catecismos dejando asentado el mandato (Ley)

    y la promesa (Evangelio) que se dan en las Escrituras para el ejercicio de la catequesis. Entre

    los textos mencionados en los prefacios1 se encuentran: Dt. 6:6-9, Sal. 1:2, Mt. 18:20, Ro.

    1:16-17, y Ef. 6:11 y 16 (CMa, Prefacio, 9-15).

    Desde la perspectiva de Lutero la catequesis es fundamentalmente un servicio divino

    donde Dios mismo siempre quiere darse a conocer y entregarse en beneficio del ser

    humano pecador (CMa, Prefacio, 16). Dios no se avergenza de instruir diariamente, por eso

    manda y desea que su palabra sea enseada y retenida constantemente en el corazn del

    hombre hasta el fin del mundo:

    Y estas palabras que yo te mando hoy, estarn sobre tu corazn; y las repetirs a tus hijos, y hablars de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atars como una seal en tu mano, y estarn como frontales entre tus ojos; y las escribirs en los postes de tu casa, y en tus puertas (Dt. 6:6-9). Sino que en la ley de Jehov est su delicia, Y en su ley medita de da y de noche (Sal. 1:2).

    Lutero condensa las enseanzas de las Escrituras y destaca que en ellas se revelan lo

    que el hombre es y necesita (Mandamientos), lo que Dios es y ha hecho en favor del hombre

    (Credo), y lo que el hombre necesita pedir para su salvacin (Padrenuestro). De esta

    manera, se dirige al hombre a recibir y celebrar a quien se ofrece y entrega con todo sus

    bienes celestiales en los santos sacramentos, es decir, a Cristo mismo (Santo Bautismo

    Santa Cena). Por esto, Lutero afirma que: quien ignora tales cosas no puede ser contado

    entre los cristianos, ni tampoco le ser permitido disfrutar de los sacramentos Sin conocer

    lo bsico de la doctrina cristiana, no se puede hacer uso de ninguno de los sacramentos

    (CMa, Prefacio, 2-5).

    La estructura teolgica de Lutero tiene como eje central la doctrina de la justificacin

    por la fe en Cristo (articulus stantis et cadentis ecclesiae)2. Considera que la reconciliacin

    obrada por Cristo en la cruz (Jn. 19:17-30) es el evento sublime que resuelve el dilema que

    haba entre Dios y el hombre por causa del pecado (Gn. 3:1-24). El perdn de los pecados y

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    la justicia divina no se consiguen por mritos u obras humanas, sino que son recibidos por

    gracia, por causa de Cristo mediante la fe (Ro. 3:21-26).

    Lutero descansa en esta verdad y la sostiene diciendo:

    Creo que Jesucristo, verdadero Dios, engendrado del Padre desde la eternidad, y tambin verdadero hombre, nacido de la virgen Mara, es mi Seor; que me ha redimido a m, hombre perdido y condenado, me ha rescatado y ganado de todos los pecados, de la muerte y del poder del diablo; no con oro o plata, sino con su santa, preciosa sangre, y con su inocente pasin y muerte, para que yo sea suyo, y viva bajo l en su reino y le sirva en eterna justicia, inocencia y bienaventuranza, as como l, resucitado de entre los muertos, vive y reina por la eternidad. Esto es ciertamente la verdad (CMe, Credo, 4).

    Bajo esta doctrina central se ensea que la meta de la catequesis en las Escrituras es

    la creacin de la fe en Cristo, el sustento de la misma, y cmo esta fe se expresa en amor en

    la vida cristiana (Lc. 1:1-4, Jn. 20:30-31; Fil. 3:7-11; Bender, 2011, pg. xi).

    Este es el artculo fundamental y de gran consuelo que ha sido enseado y confesado

    por la iglesia luterana:

    Adems, se ensea que no podemos lograr el perdn del pecado y la justicia delante de Dios mediante nuestro mrito, obra y satisfaccin, sino que obtenemos el perdn del pecado y llegamos a ser justos delante de Dios por gracia, por causa de Cristo mediante la fe, si creemos que Cristo padeci por nosotros y que por su causa se nos perdona el pecado y se nos conceden la justicia y la vida eterna. Pues Dios ha de considerar e imputar esta fe como justicia delante de s mismo, como San Pablo dice a los Romanos en los captulos 3 y 4 (CA, La Justificacin, 1-3).

    La Palabra de Dios proclamada en el corazn reclama, da y sostiene la fe que recibe

    el don de la salvacin (Is. 55:10-11; Sal. 119; Mt. 18:20; Ro. 10:17). Por esto, Dios ha

    instituido el oficio de la predicacin (Predigtamt), para que los ministros debidamente

    llamados y ordenados en la iglesia (CA, Gobierno Eclesistico y La Potestad de los Obispos)

    ejerzan la tarea fundamental de proclamar la verdad del evangelio (externum verbum) y

    administren los santos sacramentos de Cristo, para que aquellos que oyen el evangelio,

    reciban por medio de aquello que es odo y enseado, la fe que justifica y que salva.

    Para conseguir esta fe, Dios ha instituido el oficio de la predicacin, es decir, ha dado el Evangelio y los Sacramentos. Por medio de stos, como por instrumentos, l otorga el Espritu Santo, quien obra la fe, donde y cuando le place, en quienes oyen el Evangelio. ste ensea que tenemos un Dios lleno de gracia por el mrito de Cristo, y no por el nuestro, si as lo creemos. Se condena a los anabaptistas y otros que ensean que sin la Palabra externa del Evangelio obtenemos el Espritu Santo por disposicin, pensamientos y obras propias (CA, El Oficio de la Predicacin, 1-4).

    Adems Lutero afirma:

    Uno solo debe ser ordenado, y a l solo debe permitrsele, predicar, bautizar, absolver y administrar el sacramento. Todos los dems han de contentarse con ello y dar su conformidad. Donde veas esto, tenlo por seguro que all est el pueblo de Dios, el santo pueblo cristiano (Lutero, 1977, pg. 256).

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    Esta aclaracin se debe a que la responsabilidad de la exposicin de las Escrituras en

    el marco de ley y evangelio pertenece al oficio pastoral. Todas las enseanzas de las

    Escrituras condensadas en los catecismos necesitan ser enseadas e interpretadas (Profetas,

    Apstoles, Pastores). El descuido de tan excelso oficio y noble tarea, hizo que Lutero

    exhortara a los pastores o predicadores de su poca a que tomarn en serio sus

    responsabilidades como ministros del evangelio, porque del mismo dependa que el

    evangelio sea predicado, la fe sea obtenida y guardada frente al error:

    Por ello os suplico, por el amor de Dios, mis queridos seores y hermanos, prrocos o predicadores, que tomis de corazn vuestras funciones, que os apiadis de vuestro pueblo que os ha sido encomendado y que nos ayudis a llevar el catecismo a la gente, especialmente a los jvenes (CMe, Prefacio, 6). Si no actas as o estableces una ley y un veneno, es tu culpa que desprecien el sacramento. Cmo no han de ser negligentes, cuando t duermes o callas? Reparad bien en esto, pastores y predicadores! Nuestra funcin ha llegado a ser una cosa distinta de lo que fue bajo el papado; es ahora algo serio y saludable3. Por eso implica muchas fatigas y trabajo, peligros y tentaciones y, adems, poca retribucin y agradecimiento en el mundo. Sin embargo, Cristo mismo quiere ser nuestra retribucin, siempre que trabajemos fielmente (CMe, Prefacio, 25-26).

    Esto quiere decir que, el oficio de la predicacin (enseanza) es imprescindible para

    la salvacin de las personas, debido a que el saber, el temor, el amor y la confianza en Dios

    no residen en el ingenio humano por su naturaleza corrompida por el pecado (CMa,

    Mandamientos, 330) sino que vienen de afuera (extra nos), dependen del Espritu Santo que

    obra la fe, cuando y donde le place, en quienes oyen el evangelio que es predicado en el

    marco de ley y evangelio.

    Porque no me avergenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvacin a todo aquel que cree; al judo primeramente, y tambin al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como est escrito: Mas el justo por la fe vivir (Ro. 1:16-17). As que la fe es por el or, y el or, por la palabra de Dios (Ro. 10:17). Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espritu de Dios llama anatema a Jess; y nadie puede llamar a Jess Seor, sino por el Espritu Santo (1 Co. 12:3).

    De esta manera, el mandato de instruir y la promesa desatada donde se recibe esta

    palabra predicada y enseada constituyen la base de los catecismos. Dios instruye a los

    suyos santificndolos en su verdad (Jn. 17:17).

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    Bender resume que el catecismo de Lutero articula su exposicin doctrinal en el

    marco de ley y evangelio diciendo:

    Cul es la ley de Dios? Los Diez Mandamientos. Cul es el Evangelio? El Credo. Qu (cmo) deben orar los cristianos? El Padrenuestro. Cmo llegamos a ser cristianos? El Sacramento del Santo Bautismo. Cmo nuestra fe es fortalecida? La predicacin de la Absolucin. Cul es la medicina que Dios nos da contra el diablo, el mundo, y nuestra naturaleza pecaminosa? El Sacramento del Altar. Estos textos no son nicamente luteranos. Ellos son cristianos, catlicos, y bblicos (Bender, 2011, pg. 6).

    3.2 MARCO BBLICO CONFESIONAL: LEY Y EVANGELIO

    El principio hermenutico fundamental en la teologa bblica-confesional es que las

    Escrituras se interpretan a s mismas. Ella tiene su propia clave de interpretacin. La llave

    maestra para la correcta interpretacin del texto sagrado es la distincin de ley y evangelio.

    Sin este conocimiento la Biblia es y seguir siendo un libro cerrado (Walther, 1972, pg. 7).

    La Frmula de Concordia enfatiza la importancia de esta doctrina:

    La diferenciacin entre la ley y el evangelio debe ser retenida en la iglesia con gran diligencia, como luz de extraordinario esplendor, pues segn la advertencia de San Pablo [2 Ti. 2:15], slo de esta manera se logra dividir correctamente la palabra de Dios (FC Ep, La Ley y el Evangelio, 2). Ya que la distincin entre la ley y el evangelio es como luz muy resplandeciente que sirve para que la palabra de Dios sea dividida correctamente y la Escritura de los santos profetas y apstoles sea debidamente explicada y entendida, debemos guardarla con cuidado especial a fin de que estas dos doctrinas no se mezclen entre s o el evangelio sea transformado en ley, pues con esto ltimo se oscurece el mrito de Cristo y se despoja a las conciencias perturbadas del dulcsimo consuelo que tienen en el santo evangelio, cuando ste es predicado en toda su pureza, y por el cual se pueden sostener en las ms graves tentaciones con que pueden ser acosados por los terrores de la ley (FC DS, La Ley y el Evangelio, 1).

    Se sostiene que esta doctrina se origin inmediatamente despus de la cada en

    pecado, cuando Dios puso a la humanidad bajo maldicin y les prometi salvacin (Gn. 3:14-

    19), permeando esto ambos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo (Scaer, 2012, pg. 17).

    No slo antes sino tambin despus de la divisin de las Sagradas Escrituras en dos

    partes, ley y evangelio tienen que ver ms bien con el hecho de saber distinguir las dos

    maneras que Dios tiene de relacionarse con los seres humanos.

    Si se fracasa en encontrar la ley y el evangelio en todas las partes de las Escrituras, el

    problema no est en los documentos en s, sino en su intrprete (Scaer, 2012, pg. 17).

    Ensea Meller:

    Teniendo en cuenta que la Sagrada Escritura es un libro claro, el exgeta cristiano debe cuidarse con el mayor celo de no insertar subrepticiamente sus propias ideas subjetivas en el

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    sagrado texto (eisgesis) y debe considerar que su nica funcin es exponer el verdadero significado de la clara Palabra de Dios (exegesis); en otras palabras, debe permitir que la Escritura se explique a s misma (Scriptura Scripturam interpretatur; Scriptura sua luce radiat) (Meller, 1973, pg. 89)

    Ley y evangelio como principio de interpretacin no tienen vida autnoma por s

    misma sino que son una extensin de lo que Dios hizo en la vida de Cristo (Scaer, 2012, pg.

    19). El evento de la cruz y de la resurreccin de Cristo es lo que da coherencia interna al

    mensaje total del Antiguo y Nuevo Testamentos. Teniendo en mente el evento salvfico de la

    cruz, el Antiguo Testamento adquiere luz propia, siendo interpretado como promesa,

    mientras el Nuevo Testamento es entendido en trminos de cumplimiento de esa promesa.

    Lo que el Antiguo Testamento prometi por medio de Moiss y los profetas, se cumpli en

    el Nuevo Testamento por medio de Cristo (Lc. 24:44-46; Lutero, 1979, pgs. 9-14).

    3.2.1 Definiciones

    Cabe aclarar que hoy da dominan definiciones de ley y evangelio que sirven para

    confundir y desarraigar el sentido propio de las mismas. Algunos definen ley y evangelio

    diciendo:

    Ley significa cualquier cosa que nos ata de un modo irracional a conceptos heredados, mientras que Evangelio es aquello que nos libera para decidir por nosotros mismos El Dios del evangelio es aqul que desea la libertad y la responsabilidad, que apunta hacia el futuro en esperanza. La ley, por el otro lado incluye cualquier fenmeno que mantiene a los humanos en la inmadurez y la cautividad a lo convencional y tradicional (Cox, 1965, pg. 46).

    Esta definicin oscurece el verdadero significado e implicancia de esta doctrina. La

    ley es presentada como algo severo o exigente que existe pero que no se puede discernir

    su procedencia ni su funcin claramente. Cualquier cosa que implique exigencias puede ser

    ley o convertirse en ley. Todo aquello que ata es ley, y de eso hay que ser librado. Y el

    evangelio es presentado como una libertad que Dios desea pero no se especifica qu es (o

    quin es) aquello que te libera, y a su vez no se sabe de qu te libera. Se nota que la libertad

    es una excusa para que el humano pueda decidir por s mismo (teologa de la gloria).

    Cualquier cosa puede funcionar como evangelio. Aquello que te hace libre eso es

    evangelio, ya sea Cristo como cualquier otra cosa. En ambas doctrinas, la relatividad parece

    ser el dios que predomina por sobre todas las cosas de acuerdo a esta definicin.

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    Lo mencionado no es la definicin que las confesiones luteranas expresan de ley y

    evangelio, y no es bajo ese marco definido que se ensea en el luteranismo, sino como lo

    encontramos en la Frmula de Concordia donde se expresa de la siguiente manera:

    [Con respecto a la ley] Unnimemente creemos, confesamos y enseamos que la ley en su sentido estricto es una doctrina divina en la que se revela la justa e inmutable voluntad de Dios en lo que respecta a cmo ha de ser el hombre en su naturaleza, pensamientos, palabras y obras, para que pueda agradar a Dios; y ella amenaza a los transgresores de los preceptos divinos con la ira de Dios y el castigo temporal y eterno. Pues como escribe Lutero para combatir a los antinomistas: Todo cuanto sirve para reprobar el pecado es ley y pertenece a la ley, cuyo oficio peculiar consiste en reprobar el pecado y hacer que los hombres reconozcan sus pecados (Ro. 3:20; 7:7), Ya que la incredulidad es la raz y fuente de todos los pecados que deben ser reprobados y condenados, la ley reprueba tambin la incredulidad (FC DS, La Ley y el Evangelio, 17). [Con respecto al Evangelio] Pero ya que el hombre no ha guardado la ley de Dios, sino que la ha traspasado y la combate por medio de su corrupta naturaleza, sus pensamientos, palabras y obras, razn por la cual est sujeto a la ira de Dios, la muerte, todas las calamidades temporales y el castigo eterno del infierno, el evangelio en su sentido estricto es la doctrina que ensea lo que el hombre debe creer a fin de que obtenga de Dios el perdn de los pecados; esto es, debe creer que el Hijo de Dios, nuestro Seor Jesucristo, ha cargado sobre s la maldicin de la ley, ha expiado por completo todos nuestros pecados, y que solamente por medio de l nos reconciliamos con Dios, obtenemos perdn de los pecados mediante la fe, somos librados de la muerte y de todos los castigos del pecado y por fin recibimos la salvacin eterna (FC DS, La Ley y el Evangelio, 20)

    Pieper sostiene que los telogos luteranos estn de acuerdo con Lutero en que La

    ley es Dios acusando y condenando; el evangelio es Dios absolviendo y justificando (Pieper,

    1953, pg. 250). No son dos dioses, es uno y el mismo Dios que condena el pecado y que

    absuelve al pecador arrepentido.

    Ley y evangelio no debe ser entendido como si apuntaran a direcciones opuestas,

    como si Dios tuviera una mente dividida, sino que, en ambos, Dios obra para beneficio de

    los pecadores (Scaer, 2012, pg. 29). A veces se interpreta esta doctrina como si Dios tuviera

    un problema interno que no lo termina de resolver, donde parece que Dios se contradice

    todo el tiempo y vive confundido. Este pensamiento debe ser rechazado porque el problema

    no est en Dios sino en el ser humano. As afirma Scaer al respecto:

    La revelacin de Dios de s mismo, en la ley y el evangelio, no revela una tensin irresuelta e insoluble en Dios, pero s crea una tensin en el oyente que escucha que el Dios que lo rechaza (ley) lo acepta en Cristo (evangelio). As, el Dios que condena al pecador a travs de su ley, es el mismo Dios que en Cristo ha liberado al mismo pecador de la condenacin de la ley, anuncindole su libertad en el evangelio (Scaer, 2012, pg. 30).

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    3.2.2 Ley

    La ley es innata en el hombre y est escrita en su corazn. Pese a la borrosa

    inscripcin causada por la cada en pecado, sigue permaneciendo en su corazn. Por esa

    razn, los mandamientos fueron revelados nuevamente con el fin de restaurar la borrosa

    inscripcin en los corazones.

    En cuanto al contenido, la ley revela la justa e inmutable voluntad de Dios. Ensea lo

    recto, lo puro, lo perfecto que el hombre debe ser, hacer y dejar de hacer para agradar a

    Dios. La ley pone el acento en las obras o acciones del hombre. La ley slo tiene rdenes y

    exigencias. La ley dice: el que hiciere estas cosas vivir por ellas (G. 3:12). Tiene

    promesas pero para alcanzarlas hay que cumplir con las condiciones que se requieren (Lv.

    18:5), caso contrario las amenazas se vienen encima (Dt. 27:26). Conociendo solamente la

    ley, el humano ha de caer en la desesperacin.

    Lutero haba declarado que desde la cada, la ley, en su uso principal, teolgico o

    espiritual, tiene la funcin de revelar o dar a conocer al ser humano su condicin

    pecaminosa (Klug & Stahlke, 1981, pg. 45).

    Walther resalta el oficio de la ley en tres sentidos:

    El primer lugar, la ley nos dice lo que debemos hacer, pero no nos da las fuerzas para ello; antes bien hace que cada vez nos sintamos menos dispuestos a cumplir con ella Cuando la ley se introduce en el corazn, ste se opone a Dios con todas sus fuerzas; el hombre se enfurece contra este Dios que le exige lo imposible, y aun maldice a Dios en su corazn; es ms, si tuviera en sus manos, dara muerte al propio Dios, lo arrojara de su trono. El oficio de la ley es, por lo tanto, acrecentar el deseo de pecar. En segundo lugar la ley descubre al hombre sus pecados, pero no le ofrece ayuda alguna para librarse de ellos y lo precipita en la desesperacin. En tercer lugar, la ley a la verdad produce contricin, temor del infierno, de la muerte, de la ira de Dios; pero no ofrece al pecador ni una pizca de consuelo (Ro. 7:7-9) (Walther, 1972, pg. 18).

    La ley da a conocer el pecado y deja en evidencia que el ser humano por sus propias

    obras o fuerzas no puede llegar a ser justo, santo ni perfecto delante de Dios. La justicia de

    Dios exigida en la ley no permite arbitrariedad, es decir, la transgresin de algn

    mandamiento hace al hombre culpable de toda la ley. La justicia que se reclama debe ser

    perfecta, sin mancha ni arrugas. En este sentido la ley conduce a la desesperacin y coloca

    al ser humano frente al dilema de tener que padecer la ira y la condenacin de Dios, esto es,

    el infierno.

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    Dios desea y busca obrar arrepentimiento en el pecador por la proclamacin de la

    ley, no busca exponer su perfecta moral como un acto de auto-satisfaccin. Dice Scaer:

    Los luteranos concuerdan con el hecho de que todos los pecadores merecen muerte eterna (ley), pero Dios no proclama la ley como un acto de autosatisfaccin, con el fin de demostrar su perfecta moral, que nadie puede alcanzar, sino para destruir la confianza en nuestra propia moral, de forma que aceptemos la proclamacin divina del evangelio (Scaer, 2012, pg. 31).

    Con la ley, Dios destruye la auto-justicia que el hombre pueda pretender colocar

    delante de Dios para salvarse, por eso la ley conduce al arrepentimiento y debe ser

    predicada a los pecadores confiados como se ensea en la carta de Pablo a Timoteo:

    Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legtimamente; conociendo esto, que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina (1 Ti. 1:8-10).

    Por eso es necesario discernir correctamente a quienes se predica la ley, puesto que

    aquellos que no se reconocen pecadores aterrados por sus pecados, siguen confiando en s

    mismos, y necesitan escuchar solamente la proclamacin de la ley que los maldice y

    condena.

    3.2.3 Evangelio

    El evangelio es muy diferente en todo en cuanto a la ley. Lutero defini al evangelio

    diciendo que es una luz que ilumina, vivifica, consuela, y eleva mentes temerosas, si creen

    que por la muerte de Cristo son librados de la maldicin, es decir, del pecado y de la muerte

    eterna (Klug & Stahlke, 1981, pg. 46).

    El evangelio no es innato en el corazn del hombre sino que es propio del corazn de

    Dios. Contiene la proclamacin y la revelacin de las obras de gracia de Dios. Se lo conoce

    solamente porque el Espritu Santo lo ha revelado a los santos hombres de Dios. El evangelio

    pone el acento en las acciones de Dios. No contiene exigencias sino que solo ofrece,

    promete y lo dona todo (Jn. 1:17; Mr. 16:15-16; Ro. 3:22-24; Ef. 2:8-9). Dios hace y entrega

    todo en Cristo. Hace todas las obras que el hombre no puede hacer por s mismo, es decir, lo

    crea, lo redime y lo santifica.

    Walther resalta el oficio del evangelio en tres sentidos:

    Su oficio consiste en que primero exige fe, pero al exigirla tambin la ofrece y la dona.

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    El otro oficio del evangelio es ste, que de ninguna manera reprende al pecador, sino que le quita todos sus temores, su miedo, su angustia, y lo colma de paz y de gozo en el Espritu Santo (Lc. 15:11-32). En tercer lugar, el evangelio no exige nada bueno de parte del hombre: no le exige un corazn bueno, ni una buena voluntad, ni enmienda, ni piedad, ni amor hacia Dios o hacia los hombres. No ordena nada, sino que transforma al hombre, implanta amor en su corazn y lo capacita para toda buena obra. No exige nada, y lo dona todo (Walther, 1972, pgs. 19-20).

    El evangelio da la fe que demanda (Hch. 16:28-34; Ro. 1:16-17; 10:17). El evangelio

    da consuelo y bienaventuranza para los pecadores (Lc. 4:16-21). El evangelio implanta amor

    y misericordia de modo que el creyente desea servir a Dios y a sus semejantes (Ef. 2:8-10). El

    evangelio aleja de los creyentes el deseo de pecar.

    El evangelio debe ser predicado a los pecadores aterrados por sus pecados, es decir,

    a aquellos desfallecientes que suspiran por misericordia y piedad. El evangelio es el torrente

    que calma la sed de todos los sedientos por perdn y paz. Ese es el oficio propio del

    evangelio y no de la ley. Por eso, el evangelio es el que pone fin a la ley (Ro. 10:4; G. 3:24).

    Ubica a la ley hasta dnde ha de llegar y tratar con el pecador. En este sentido Lutero indica

    la diferencia radical entre ley y evangelio diciendo:

    La ley tiene su tope respecto de hasta dnde ha de llegar y qu ha de lograr, esto es: hasta Cristo, a fin de aterrar al impenitente con la ira y el desagrado de Dios. Del mismo modo, el evangelio tiene su oficio y funcin peculiar, a saber: predicar la remisin de los pecados a las conciencias atribuladas Ahora bien, cuando la conciencia realmente est golpeada, de modo que siente el pecado y experimenta los terrores de la muerte, es aplastada con guerra, pestilencia, pobreza, vergenza y infortunios similares, y la ley le dice: Eres hombre muerto y condenado porque no cumpliste (ni eras capaz de hacerlo) con todo lo que yo demando de ti. Digo: cuando la ley tritura as al hombre y lo aterra con la angustia de la muerte y del infierno y con desesperacin, ya es hora de saber cmo separar ley de evangelio y de asignarle a cada uno su lugar apropiado. Aqu que separe el que sabe cmo separar; pues sta es la oportunidad y la necesidad de separar las cosas. A esto vienen las palabras de San Pablo: Pero antes de que venga la fe, estbamos bajo la ley, guardados para la fe (G. 3:23) Por tanto, cuando la ley me acusa de no haber hecho esto o aquello, de no ser justo y de estar en la libreta de Dios de sus deudores, debo confesar: todo esto es verdad. Pero la deduccin Por lo tanto, ests perdido, no la debo conceder, sino que [debo] luchar con fortaleza de fe en contra de ella y decir: Segn la ley (que me imputa mi culpa), por supuesto que soy un pecador pobre y perdido, pero apelo de la ley al evangelio; pues Dios ha dado otra palabra por encima de la ley, llamada evangelio. sta [palabra] nos regala su gracia, remisin de pecados, justicia y vida eterna, y tambin me absuelve y me libera de todos tus terrores y condenacin y me entrega el consuelo de que toda mi deuda es pagada por el Hijo de Dios, el mismsimo Jesucristo. Es por esto que es absolutamente necesario saber muy bien cmo manejar estas dos palabras y prestar constante atencin de no mezclarlas (Lutero, citado en Pieper, 1953, pg. 231232).

    Por eso, el evangelio es extra nos, porque viene de afuera y se revela solamente en

    Jesucristo. Solo en l se imparten los dones celestiales para los pecadores. Cristo ensea el

    contenido de su evangelio diciendo:

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    30

    Y se le dio el libro del profeta Isaas; y habiendo abierto el libro, hall el lugar donde estaba escrito: El Espritu del Seor est sobre m, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazn; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el ao agradable del Seor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sent; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en l. Y comenz a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de l, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salan de su boca (Lc. 4:17-22).

    3.2.4 Implicancias del descuido o ignorancia de esta doctrina.

    Ambas doctrinas, son para todos los hombres, de modo que las dos deben ensearse

    juntamente hasta el fin del mundo. As lo afirma la Frmula de Concordia:

    Desde el principio del mundo estas dos doctrinas se han enseado siempre juntamente en la iglesia de Dios, con su debida distincin Creemos y sostenemos que la iglesia de Dios debe inculcar estas dos doctrinas con toda diligencia y hasta el fin de los siglos (FC DS, La Ley y el Evangelio, 23-24).

    La advertencia proclamada entre los telogos luteranos siempre gir en torno a la

    adulteracin y al peligro que contrae el descuido o la ignorancia de este arte de distinguir

    debidamente entre ley y evangelio: Es maestro ortodoxo nicamente quien no slo

    expone, en consonancia con las Escrituras, todos los artculos de la fe, sino que tambin

    distingue debidamente entre ley y evangelio (Walther, 1972, pg.7).

    Este nfasis se reafirma por causa del cuidado de la sana doctrina, pero a su vez, por

    la implicancia espiritual que recae sobre los hombres. Su situacin (en cuerpo y espritu)

    puede tornarse deplorable y condenable si no se ha enseado debidamente entre ley y

    evangelio; o puede volverse salvfica cuando la misma ha sido pronunciada correctamente.

    Gerhard escribe acerca de esto:

    Hay diversas razones por las cuales se debe establecer exactamente y mantener rigurosamente esta distincin: 1) Si se descuida la distincin entre estas doctrinas no se preserva la pureza del artculo de la justificacin, y de ningn modo se la puede mantener, cosa que demuestra cabalmente la historia de la iglesia de tiempos pasados. 2) Si no se separan las doctrinas de la ley y el evangelio con lmites precisos, se obscurecen considerablemente las bendiciones de Cristo. 3) La confusin de ley y evangelio produce necesariamente desconcierto en las conciencias, por cuanto en caso de graves y severos terrores de conciencia no queda consuelo verdadero y duradero si se falsean las promesas de gracia del evangelio (Gerhard, citado en Walther, 1972, pg. 37).

    Walther enfatiza que la confusin de ley y evangelio acarrea intranquilidad de

    conciencia. Por ms consoladora que sea la predicacin, de nada sirve a los hombres si en

    ella se incluye una espina:

    La miel del evangelio puede saber bien al principio, pero todo se echa a perder nuevamente si en ella hay adems una espina de la ley. La conciencia no podr hallar sosiego si no le digo: Dios te recibe por gracia. Si el predicador dice: Venid, todo est preparado; pero... es

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    31

    necesario que hagis tal y tal cosa, entonces la persona est perdida, porque siempre tendr que preguntarse: He hecho realmente lo que Dios quiere? No habr entonces nada que pueda auxiliarme (Walther, 1972, pg. 37).

    La mezcla de ambas doctrinas es advertida tambin en la Declaracin Slida diciendo:

    Pues bien, a fin de que estas dos doctrinas, la de la ley y la del evangelio, no se mezclen y confundan la una con la otra y no se atribuya a una lo que pertenece a la otra, es menester ensear y sostener con toda diligencia la distincin que existe entre la ley y el evangelio, y prevenir todo lo que pueda ocasionar confusin entre las dos doctrinas, esto es, toda confusin y mezcla que pueda obscurecer los mritos y beneficios de Cristo y convertir el evangelio en doctrina de la ley, como ha sucedido en el papado. Tal confusin tambin priva a los cristianos del verdadero consuelo que les proporciona el evangelio para combatir los terrores de la ley y vuelve a dar entrada en la iglesia de Dios a los errores del papado. Es por lo tanto peligroso e incorrecto convertir el evangelio, entendido en su sentido estricto para distinguirlo de la ley, en una predicacin de arrepentimiento, con la cual se reprueba el pecado (LC DS, La Ley y el Evangelio, 27).

    Uno de los peligros ms frecuentes es el legalismo. El legalismo pone su acento en la

    ley y disminuye la proclamacin del evangelio como don. El abuso ms craso sucede cuando

    se convierte el evangelio en ley. Esto sucede por ejemplo cuando se constituye a Cristo en

    un nuevo Moiss. As, se ha enseado en el catolicismo romano por siglos. El Concilio de

    Trento (1545), que tuvo por objeto reorganizar el papado, despus de la reforma de Lutero,

    certifica y afirma en una de sus sesiones lo siguiente: Si alguien dijera que Cristo Jess fue

    dado a los hombres por Dios como redentor en quien han de confiar, pero no como

    legislador a quien han de obedecer, sea anatema (citado en Walther, 1972, pg. 58).

    Walther afirma que con esto queda destruido el cristianismo entero. Si Cristo

    hubiese venido al mundo a traer nuevas leyes, bien podramos decir que lo mismo fuera que

    se quedase en los cielos (Walther, 1972, pg. 58).

    El legalismo ensea a Cristo como un buen ejemplo a seguir, de quien uno debe

    imitar sus virtudes y ejemplos para obtener la salvacin. Jess es inalcanzable en esta

    perspectiva. Por este entendimiento, el catolicismo incurri en la necesidad de mediadores

    (oracin a Mara y a los santos) para obtener el favor de Dios. Este nfasis legalista no solo

    es adoptado en el catolicismo sino tambin en la teologa reformada. Por ejemplo, Somoza

    afirma:

    Dios ha encomendado a la iglesia una tarea educativa. Ya hemos visto en Ef. 4:11-16 que el mismo Seor instituy en la iglesia apstoles, profetas, evangelistas, y pastores-maestros para que edifiquen a los cristianos de tal manera que lleguen a ser como Cristo. l es el modelo, el ideal, es quien debe ser formado en la vida de cada cristiano. Este es el objetivo final de la educacin cristiana (Somoza, 1999, pg. 57).

  • Tesina Seminario Concordia Catecismos: Catequesis Confesional

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    Lutero afirma que:

    El diablo puede soportar la proclamacin de Cristo como nuestro ejemplo El diablo logra su victoria si tomamos la doctrina de Cristo como ley y su vida como ejemplo. Slo Cristo es un don; los otros santos pueden ser ejemplos. l est encima de los otros porque l es un don El Evangelio no es la predicacin de Cristo como ejemplo sino su proclamacin como don (Lutero, citado en Blank, 1996, pg. 317).

    Limitarse a predicar a Cristo como ejemplo o legislador indica una clara confusin

    entre ley y ev