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Los cancioneros de Jorge de Montemayor: el Cancionero del poeta (1554) y el Segundo cancionero espiritual (1558) Lola Esteva de Llobet La personalidad de Montemayor, hombre de actividad plural en las cor- tes portuguesa y castellana; poeta y músico, soldado y fiel servidor de las infantas doña María y doña Juana de Castilla, emerge magnífica en su obra literaria, deslindada siempre en dos vertientes: la humana y la divina. La primera encamina sus pasos hacia la senda del amor humano, cen- trado en la mujer, la belleza, la naturaleza y los mitos, y asimilando to- dos los recursos que le ofrecen el neoplatonismo y la lírica petrarquis- ta. En este caso Garcilaso será su modelo. Asimismo, la tradición popular castellana le brinda metros y temas propios de una brecha cancioneril abierta por Cristóbal de Castillejo, Gregorio Silvestre y Fray Ambrosio Montesino, tanto en relación con lo humano como con lo divino 1 . La segunda vertiente se orienta hacia la senda del amor divino, que se manifiesta no sólo desde la faceta de una sensibilidad propia y pe- culiar, sino también desde una voluntad epistemológica y un auténtico deseo de amar a Dios, conocer sus misterios y alabar su magnificencia. El contexto que envuelve la obra poética de Jorge de Montemayor no podía ser más idóneo. La asimilación de nuevas formas provenien- tes de Italia y la tendencia conservadora de los metros tradicionales y cancioneriles afianzan una época de encrucijadas estéticas en cuyo es- plendor se gestan los Cancioneros de nuestro poeta. Las obras de George de Montemayor, repartidas en dos libros que recogen la parte de poesía profana y la de poesía religiosa, fueron pu- blicadas por el mismo autor en 1554, y fuera de España, en Amberes. La primera centra, pues, su interés en el amor humano y la segunda en el amor divino. Los textos poéticos que encauzan la primera vertiente fueron evolu- cionando y reeditándose hasta 1588. Los que siguen la veta devota se se- paran de la profana en su edición del Segundo Cancionero espiritual, 1 Bataillon, Marcel, «Chanson pieuse et poésie de devotion: Fr. Ambrosio Montesino» Bulletin Hispanique, 27 (1925), p. 238. AISO. Actas VI (2002). Lola ESTEVA DE LLOBET. Los cancioneros de Jorge de Montem...

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Los cancioneros de Jorge de Montemayor:el Cancionero del poeta (1554)

y el Segundo cancionero espiritual (1558)

Lola Esteva de Llobet

La personalidad de Montemayor, hombre de actividad plural en las cor-tes portuguesa y castellana; poeta y músico, soldado y fiel servidor delas infantas doña María y doña Juana de Castilla, emerge magnífica ensu obra literaria, deslindada siempre en dos vertientes: la humana y ladivina.

La primera encamina sus pasos hacia la senda del amor humano, cen-trado en la mujer, la belleza, la naturaleza y los mitos, y asimilando to-dos los recursos que le ofrecen el neoplatonismo y la lírica petrarquis-ta. En este caso Garcilaso será su modelo. Asimismo, la tradición popularcastellana le brinda metros y temas propios de una brecha cancionerilabierta por Cristóbal de Castillejo, Gregorio Silvestre y Fray AmbrosioMontesino, tanto en relación con lo humano como con lo divino1.

La segunda vertiente se orienta hacia la senda del amor divino, quese manifiesta no sólo desde la faceta de una sensibilidad propia y pe-culiar, sino también desde una voluntad epistemológica y un auténticodeseo de amar a Dios, conocer sus misterios y alabar su magnificencia.

El contexto que envuelve la obra poética de Jorge de Montemayorno podía ser más idóneo. La asimilación de nuevas formas provenien-tes de Italia y la tendencia conservadora de los metros tradicionales ycancioneriles afianzan una época de encrucijadas estéticas en cuyo es-plendor se gestan los Cancioneros de nuestro poeta.

Las obras de George de Montemayor, repartidas en dos libros querecogen la parte de poesía profana y la de poesía religiosa, fueron pu-blicadas por el mismo autor en 1554, y fuera de España, en Amberes.La primera centra, pues, su interés en el amor humano y la segunda enel amor divino.

Los textos poéticos que encauzan la primera vertiente fueron evolu-cionando y reeditándose hasta 1588. Los que siguen la veta devota se se-paran de la profana en su edición del Segundo Cancionero espiritual,

1 Bataillon, Marcel, «Chanson pieuse et poésie de devotion: Fr. Ambrosio Montesino»Bulletin Hispanique, 27 (1925), p. 238.

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publicado también en Amberes, en el año 1558. Este texto sufre censu-ras inquisitoriales, y aparece en el índice del inquisidor Valdés en el año1559. A partir de aquí se prohibe la obra devota de Montemayor.

Aunque lejos de la elegancia estilística y poética de su novela pasto-ril, este Segundo cancionero espiritual —al igual que su primera obra ElDiálogo espiritual— aporta luz a la historia del pensamiento religioso ennuestras letras áureas. Sin embargo, tal vez debido a la aridez y gravedadde este tipo de poesía, un tanto eclipsada por el clamoroso éxito de laDiana, además de la censura inquisitorial y de la escasísima bibliografíaen torno a su vida y sus orígenes, este cancionero cayó en el olvido.

Así pues, lo que va a ocupar el centro de mi exposición radica prin-cipalmente en esta segunda faceta de su obra lírica, de tendencia devo-ta y fervor religioso, breve síntesis de la edición que próximamente pu-blicaré en Edition Reichenberger.

HISTORIA DE LOS CANCIONEROS DE MONTEMAYOR

El Cancionero de 1554

Como he dicho anteriormente, el texto de la edición príncipe, publi-cada en Amberes, en casa de Juan Steelsio, con el nombre de Las obrasde George de Montemayor, se divide en dos partes, una de poesía pro-fana y otra de poesía sacra.

En lo que respecta a la forma, podemos admitir dos escuelas distin-tas, la una adscrita a la línea tradicional popular, y la otra a la lírica cul-ta italianista.

La veta lírica de tipo popular se mantiene fiel a los metros castella-nos con un predominio de la glosa y del villancico, así como una abun-dancia de coplas castellanas y dos diálogos —Don Juan y su sayo y Losdos ropones—, que recuerdan la gracia de los que escribió Cristóbal deCastillejo.

Para las obras devotas emplea normalmente los metros tradicionales,y la técnica alegórica para los Autos. El metro italiano se adecúa per-fectamente a las formas establecidas. Emplea el endecasílabo en los so-netos y también en las estancias de las Canciones de tipo culto, así comoen las Exposiciones sobre el Pater noster y sobre el Salmo Miserere mei,deus. Asimismo, se vale de la terza rima, o terceto encadenado, en lacomposición métrica de sus Epístolas.

De esta edición se conservan dos rarísimos ejemplares pertenecien-tes al bibliófilo Usoz, catalogados con los números 363 y 744. GonzálezPalencia sigue el texto U=363 de la Biblioteca Nacional de Madrid.

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Antes del texto de Amberes se tiene noticia de que Montemayor qui-so publicar su Cancionero en España. Consta el documento de peticiónde permiso en la villa de Medina del Campo, donde fue examinado porla comisión inquisitorial el 6 de octubre de 1552. A pesar de su apro-bación en 1552, la obra no se imprimió en España, sino en Flandes, don-de Montemayor ejerció su condición de soldado junto al joven prínci-pe, y en donde se le brindaron grandes oportunidades de expansiónliteraria y personal.

González Palencia hace mención de una edición distinta e incom-pleta, tal vez anterior a la de las Obras de amores (MDLIIII), mencio-nada y descrita también por el Marqués de Jerez en su artículo «Unaspapeletas bibliográficas»2.

Pliego suelto 1552

Por otra parte, tenemos noticia de un pliego suelto inédito —ante-proyecto de 1552— que explica lo que habría de ser el Cancionero dedevoción de 15543, es decir, la segunda parte de su primer cancionero

El título del pliego es Cancionero de las obras de devoción de Jorgede Monte Mayor, dirigidas a los Ilustrísimos Señores Don Manrique deLara y Doña Luysa de Acuña, Duques de Nájera. Visto y examinado porlos señores inquisidores desta villa de Valladolid y con su licencia im-preso MDLII4.

Segundo Cancionero (1558)

Respecto a lo que fue la edición príncipe de Amberes (O), (1554),las obras poéticas de Montemayor se publicaron por separado, apare-ciendo en 1558 dos cancioneros distintos (01 y 02). El primero reco-pilaba poemas de amores, y el otro sólo temas de devoción. El O2 con-serva algunas composiciones de 1554 y añade otras que conectan con lamateria teológico-dogmática desarrollada con anterioridad en su Diálogoespiritual.

2 Marqués de Jerez, Unas papeletas bibliográficas, en H.P.M., V.II, pp. 639-644.3 Rodríguez Moñino, Diccionario de pliegos sueltos poéticos (s. xvi), Madrid, Castalia,

1970.4 Dupont, Jean, Un pliego suelto de 1552 intitulado «Cancionero de las obras de de-

voción de Jorge de Montemayor», Bulletin Hispanique, LXXV (1973), pp. 54-55.

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El Segundo Cancionero es clarísimamente una refundición ampliaday corregida del anterior. Se encuentra en la Biblioteca Nacional deMadrid con un total de 252 folios (R-5967), y en la Hispanic Society ofAmérica de Nueva York. La Universidad de Pensilvanya (Philadelphia)posee una copia fotostática, y la Hispanic Society of América posee asi-mismo una de las copias de la segunda edición de este SegundoCancionero, publicada en Coimbra en 1579 por Juan de Barrera.

Este Segundo Cancionero de Jorge de Montemayor fue impreso tam-bién en Amberes, en casa de Juan Lacio, en el año 1558; está formadopor un total de 252 hojas foliadas en letra cursiva y va dirigido «Al muyilustrísimo Señor Gonzalo Fernández de Córdoba, Duque de Sessa y deTerranova, Marqués de Bitonto, Conde de Cabra, Señor de Vaena». Diceel autor en su Prólogo:

Un libro mío se imprimió habrá algunos años [...] con muchosyerros y porque la culpa toda se me ha atribuido a mí, a este se-gundo libro junté las mejores cosas del primero y las enmendé,y lo mismo se hace en el segundo de las de devoción que ahorase imprimió5.

Segundo Cancionero Espiritual, Amberes (1558)

Por el contrario, el Segundo Cancionero espiritual es un texto quesólo contiene materia de devoción. Va dirigido «Al muy magnífico SeñorIerónimo de Salamanca». Este texto sufre censuras inquisitoriales y apa-rece en el índice del inquisidor Valdés en el año 1559. A partir de estemomento se prohibe la obra devota de Montemayor.

De este Segundo Cancionero espiritual se han conservado pocas co-pias. Tenemos conocimiento de la de la Biblioteca Nacional de Madrid,perteneciente a Gayangos, de la de Lisboa y también de la de la BibliotecaNacional de París. Consta en el Catálogo de la British Library de Londrespero dicha biblioteca afirma no poseer ningún ejemplar de las obras de-votas de Montemayor. Según A. de Palau, el British Museum de Londresposee también una copia del Segundo Cancionero Espiritual (1558).

Como todas las poesías devotas de los cancioneros de Montemayoraparecieron en el índice de Valdés6, no volvieron a imprimirse despuésde 1558. De esto se infiere que haya habido una mayor difusión de las

5 Montemayor, Jorge de, Segundo Cancionero, B.N.M. (R-5967), p. 45. Prólogo.6 Valdés, Fernando de, Catalogues Librorum qui Prohibentur 1559. BNM (Sg./2-

60449).

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obras profanas que de las devotas, y que en la historia de los Cancionerosde Jorge de Montemayor puedan distinguirse tres familias derivadas dela obra profana y sólo una de la devota.

Del Segundo Cancionero —que recoge sólo las obras de materia pro-fana— deriva la obra de Zaragoza 1562 (Cancionero del excelentísimopoeta George de Montemayor, de nuevo corregido y enmendado). Deésta (1562) derivan dos familias: una es la de Alcalá 15637 —Salamanca15718, que aparece con el nombre de Cancionero de obras de humani-dad, y Coimbra 1579, que sigue también a la de Zaragoza y aparece conel subtítulo: Comienca la segunda parte de las obras—; y otra la reim-presión de Alcalá 15729 —Alcalá 1573, Salamanca 157910, que conser-va el mismo subtítulo. La última impresión es la de Madrid11 (1588) ysigue el modelo de Salamanca 1579—.

El texto de todas las ediciones realizadas a partir de 1562 es el mis-mo, y la dedicatoria va dirigida al «Ilustrísimo Duque de Sessa», coin-cidiendo dicha dedicatoria con la del Segundo Cancionero de 155812,dedicado también al Duque de Sessa13, de lo que se infiere que las doslíneas de familias derivadas proceden directamente de la edición deAmberesl558.

DESCRIPCIÓN DE LAS EDICIONES SEGÚN CATÁLOGO DE SALVA

La segunda edición se imprime en Zaragoza por la viuda de BartoloméNájera. La tercera se hizo en Alcalá de Henares en 1563 a costa del li-brero Salcedo. La cuarta en Salamanca en 1571, y el texto es el mismoque en la edición anterior. En 1572 aparece una quinta edición en Alcalá,a cargo de Juan Gutiérrez, librero. Contiene el mismo texto que la ante-rior. La sexta edición tiene lugar en Alcalá en 1573, siendo probable-mente una reimpresión exacta de la segunda edición. La séptima vistapor Salva fue impresa en Coimbra por Juan Barrera y parece ser una re-producción exacta de la segunda. Brunnet habla de una octava impresiónque fue dada a luz en Salamanca por Juan Perier en 1579. La novena yúltima edición fue realizada en Madrid por la viuda de Alonso Gómez.

7 Montemayor, Jorge de, Cancionero, Alcalá de Henares, 1563, B.N.M. (R-10515).8 Montemayor, Jorge de, Cancionero, Salamanca, 1571. B.N.M. (R-5250; R-12.462).9 Montemayor, Jorge de, Cancionero, Alcalá, 1572, B.N.M. (8783).10 Montemayor, Jorge de, Cancionero, Salmanca, 1579, B.N.M. (R-1944).11 Montemayor, Jorge de, Cancionero, Madrid, 1588, B.N.M. (R-7031).12 Montemayor, Jorge de, Segundo Cancionero, Amberes, 1558, B.N.M. (R-5967), fol. 1.13 González Palencia en Jorge de Montemayor, el Cancionero del poeta, Madrid, S.B.E.,

1932, pp. XI-XII.

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Copias de

USOZ

744

363

la edición príncipe

LAS OBRAS, 1554

0

Amberes

Juan Steelsio

Edición de Bibliófilos Españoles

Madrid

1932

González Palencia

Pliego suelto, 1552

00

Anteproyecto de 1554

Valladolid

Segundo Cancionero, 1558

01

Amberes

Juan Latió

Segundo Cancionero Espiritual, 1558

02

Amberes

Juan Latió

ZARAGOZA

1562

corregido y enmendado

Viuda de Bartolomé Nájera

±ALCALÁ

1563

Salcedo

librero

SALAMANCA

1571

Obras de humanidad

Domingo Portonaris

ILCOIMBRA

1579

Juan Barrera

Segunda parte de las obras

ALCALÁ

1572

Juan Gracián

SALAMANCA

1579

Juan Perier

MADRID

1588

Vda. Alonso Gómez

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EDICIONES ACTUALES

Como puede apreciarse en el organigrama, el primer paso de apro-ximación a la obra poética de Jorge de Montemayor lo dio GonzálezPalencia, en cuya edición de Las obras de George de Montemayor, pu-blicada por la Sociedad de Bibliófilos Españoles, presenta su obra poé-tica, dividida en dos partes.

La edición de Bibliófilos Españoles. Madrid 1932

Esta edición reproduce el texto de la edición príncipe de 1554 (Usoz,p. 363) por lo que podemos observar la división de las obras en dos li-bros: uno de poesía profana, dirigida «A los muy altos y muy podero-sos señores Don luán y Doña luana, Príncipes de Portugal. Jorge deMontemayor, criado de sus altezas», y el otro de poesía sacra, dirigidoa los mismos señores Don Juan y Doña Juana, príncipes de Portugal.

Se añade a esta edición, por vía del Apéndice, la publicación de lascomposiciones del Cancionero (1554), que fueron añadidas a la ediciónde 1562.

Gracias a este trabajo gozamos de un texto con todas las composi-ciones profanas de Montemayor, y de una primera reseña de las obrasde devoción. Sin embargo, la aportación de González Palencia no pre-tende ir más allá de una significación documental y textual; por ello sevalora como un dato documental, aunque no comporte avance algunoen el estudio de la obra poética de nuestro autor.

En esta impresión no se incluye ninguna de las composiciones delSegundo Cancionero Espiritual, aparte de la Glosa a las coplas de J.Manrique y de la Pasión glosada, que aparecieron ambas ya en elCancionero de 1554.

Edición de la Biblioteca Castro

El segundo paso lo dio en 1996 la Biblioteca Castro, publicando laobra poética completa de Jorge de Montemayor. Se trata de una copiade todos los textos poéticos más conocidos del autor, con bastantes erro-res tipográficos que, en algunos casos, deturpan el significado central dealgún que otro verso. Tampoco aporta ningún tipo de apoyo crítico niestudio en profundidad. Una sucinta introducción de Avalle Arce enca-beza la publicación ofreciendo breves pinceladas de su panorama poé-tico.

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ESTUDIO DEL SEGUNDO CANCIONERO ESPIRITUAL, AMBERES 1558:SUS FUENTES. SUS TEMAS

A pesar de motejos enemigos y de que sus logros literarios en estecampo no son comparables a los de otras obras suyas, el Segundo can-cionero espiritual es relevante como muestra que ejemplifica literaria-mente lo que supuso la corriente reformista del catolicismo, y es do-cumento que puede desvelar incógnitas sobre la ideología de la novapietas.

Mi intención es, una vez más, centrarme en la parte más oscura desu obra literaria, aquella que comporta desafío, temor y compromiso, te-niendo en cuenta que estamos ante un escritor laico que se enfrenta altexto bíblico en su papel de exégeta garante de las fuentes de la fe.

Al igual que en su primer cancionero, y siguiendo las tendencias mé-tricas del contexto lírico de su época, Montemayor trata por igual el ver-so tradicional castellano y los metros italianistas. La primera parte estádedicada al octosílabo castellano, verso que elige para Missus est Ánge-lus, una exposición sobre el capítulo primero del evangelio de San Lucas,la Pasión de Cristo, la Glosa a las Coplas de Jorge Manrique y Avisode Discretos, entre otras de menor relevancia. La segunda parte está cen-trada en el endecasílabo italiano, verso que elige para la Paráfrasis delSalmo Super Flumina Babilonis, las Omelias sobre el Miserere MeiDeus, y algunos Sonetos y Canciones de materia metafísica y trascen-dente, empleando asimismo la octava real para el Regimiento de prín-cipes. No aparece, en cambio, la Breve e sotil exposición sobre la ora-ción del Pater Noster que figuraba en el Cancionero de 1554.

Se aprecian algunas diferencias respecto al sistema exegético queempleó en el Diálogo espiritual, escrito antes de Trento, cuyas fuentes,fundamentadas en un clasicismo cristiano, se empleaban bien argumen-tadas y conciliadas con reminiscencias de las Sentencias de PedroLombardo, de la Teología natural medieval y de la patrística.

En este segundo cancionero el poeta procede básicamente a la pará-frasis de los Evangelios y de los Salmos, y expone prioritariamente cues-tiones elementales de la vida de Cristo y de la redención. Como él afir-ma en el exordio del Diálogo espiritual, la Biblia fue su libro deinstrucción primaria. En ella ha hallado «consolación espiritual, recrea-ción y conocimiento»14. De ahí que lo que fue el libro por excelencia desu niñez y juventud perviva todavía con fuerza en algunas composicionesde este Segundo cancionero espiritual {Aviso de discretos, Glosa a las co-

14 Jorge de Montemayor. Prólogo al lector del Diálogo espiritual, op. cit. fol Ir.

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pías de Jorge Manrique y Miserere mei Deus, Super Flumina Babylonis)cuya exposición doctrinal está centrada en el Antiguo Testamento.

Aunque ambas obras sitúan al autor en una línea cercana a la «de-votio moderna», el Segundo Cancionero espiritual parece muy próximoa la línea dominica de San Gregorio de Valladolid, lo que tal vez in-centivara su inclusión en el índice del inquisidor Valdés en 1559.

En este cancionero espiritual se aprecian diferencias considerablesrespecto a su primera obra (Diálogo espiritual), en la que descubrimosciertos titubeos dogmáticos. La evolución ha sido notoria. Montemayoradquiere mayor seguridad y compromiso cristiano. Su tono también hacambiado.

Estamos, en definitiva, frente a un cambio motivado por el efecto tri-dentino. Ahora la relación con el dogma y la práctica devota no parecenya la del iniciado con necesidad catequética y voluntad ascética de suprimera obra, sino la de un experimentado de la devoción interior. Se ob-serva cierta evolución hacia formas de devoción más pasivas y reserva-das a la intimidad y al recogimiento interior. Su tono es, en general, másdistante y contemplativo, aunque, por el contrario, en ocasiones puedeinterrumpir sus estados de fervor contemplativo con duras y acaloradasmanifestaciones de tono antisemita, por ejemplo en su exposición sobrela Pasión de Cristo. En algún punto, y con el fin de proclamar su másauténtico y sincero cristianismo, se descuelga con aseveraciones pocoelegantes que desprestigian y restan seriedad al tratamiento de ciertos as-pectos dogmáticos, lo que justificaría también su posterior prohibición.Con motivo de su exposición sobre la Pasión de Cristo, encontramos,asimismo, cierto talante antifarisaico a través del cual vislumbran aspec-tos íntimos de una situación dramática y personal —su condición de con-verso—, difícil de asumir en un contexto hostil y conflictivo en el queno podía encontrarse nada cómodo.

Por otra parte, su técnica exegética tiende a un paulatino abandonode su antiguo método de exégesis conciliatoria entre el Antiguo y elNuevo Testamento, empleado con función didáctica y catequística en elDiálogo, para centrarse ahora con mayor detenimiento en el NuevoTestamento, y, con especial interés, en los evangelios de Mateo, Juan yLucas. Su primera etapa de conocimiento y acercamiento a Dios por lavía de la praxis ascética ha dado paso a una segunda etapa más interio-rizada y grave. Para ello, como él mismo corrobora:

«Si quería palabras graves y de excelentísima sentencia, íbame alos cuatro cronistas de Cristo, a donde hallaba palabras tan ex-celentes como convenía que fuesen siendo dichas por el mismoDios, pues había en ellas misterios incomprensibles. Si quería

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cartas avisadas y de grandísima elocuencia, hallábalas en aquelvaso de lección, Paulo, apóstol de Cristo, y en los Actos de losdoce pilares de la Iglesia»15.

Del mismo modo, puede observarse una mayor influencia de la pre-dicación y de las formas y prácticas devotas de su época, que dejan hue-llas indelebles en los cancioneros de Montemayor. En la línea espiritualdel beneficio de Cristo, Ludolfo de Sajonia, el Cartuxano, le inspira ladevoción a la cruz, y Erasmo y Savonarola iluminan sus exposicionessalmódicas sobre el Pater nostex y comentarios sobre Salmos tan belloscomo el Miserre mei Deus, ahora exhaustivamente estudiados porTerence O'Reilly16. Tengamos presente que, a partir del año 1527, loslibros de Erasmo disfrutaron en España de gran popularidad, lo que diopaso a traducciones, ediciones e imitaciones de su obra17. SusComentarios sobre los Salmos, el tratado De inmensa Dei misericordiay la Declaración del Pater Noster, entre otras obras suyas, tendrán unagran acogida en los ámbitos de fervor interiorista18. Las Paráfrasis delos Salmos y la del Pater Noster fueron traducidas en España por un ca-nónigo de la catedral de León, probablemente el maestro Bernardo Pérez,asegurando la divulgación de las doctrinas de Erasmo en los ámbitos demayor preocupación religiosa en la época de Carlos V. Es en este mo-mento cuando también llegan a España los ecos de las comprometidaspredicaciones del frate Girolamo Savonarola, cuya influencia sobreMontemayor es importante19.

Los textos que proceden de estas fuentes han adquirido también ma-yor prestigio literario y ocupan el bloque central de su materia devota,siendo todavía el motivo central de su exposición doctrinal: el Reino deDios, Cristo y la misión redentora, María corredentora. De ahí que sucontenido religioso gire en torno a cuatro temas centrales: Dios Padre,la Virgen María, Cristo y el poder del Espíritu. A partir de estos cuatrotemas se desarrolla el corpus exegético teológico y dogmático delSegundo cancionero espiritual.

15 Montemayor, Jorge de, Prólogo al lector del Diálogo espiritual, op. cit. fol Ir.16 Montemayor, Jorge de, Omelías sobre Miserere mei Deus, ed. Terence O'Reilly,

Durham, University of Durham, 2000.17 Véase Bataillon, Marcel, Erasmo y España, Madrid, FCE, 1932, cap. VI, pp. 279-609.18 Véase Bataillon, Marcel, (1937), «Sur la difusión des oeuvres de Savonarola en

Espagne et en Portugal, pp. 1500-1560», en Melanges de philologie d'histoire et deliterature, offerts a M. J. Vianey, Paris,1934. pp. 93-103.

19 Bataillon, Marcel, «Une source de Gil Vicente et de Montemayor. Le meditation deSavonarola sur le Miserere», Bulletin des Etudes Portugaises, 1936, Coimbra, pp. 1-16.

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Los cancioneros de Jorge de Montemayor 111

Su cristocentrismo gira en tomo a la pasión y muerte como base dela Redención y cumplimiento de la voluntad del Padre. En la Virgentoma cuerpo la promesa de salvación, y de ella nace el enviado de Diospara redimir al hombre de la esclavitud del pecado. El Espíritu Santo semanifiesta como poder de Dios. Por obra del Espíritu se ve a Dios comoPadre. Significa la fuerza divina carismática que actuará sobre la Virgen(Juec. 3, 10; 11, 29; Par. 20, 14); es «la virtud del Altísimo que la cu-brirá con su sombra» (Lc.l, 35).

Montemayor ve en Dios la suma de perfecciones: poder, amor y sa-ber. Estas perfecciones están repartidas entre las tres personas de laSantísima Trinidad, y unificadas en una sola persona divina que gozadel sumo amor, el sumo poder y la suma sapiencia. Desde una perspec-tiva escolástica, el escritor considera que amor corresponde al Hijo y seexpresa en el sacrificio de la cruz; poder corresponde al Padre, que en-vía a su Hijo para cumplir la misión salvífica; y ciencia corresponde alEspíritu, porque infunde el hálito para que sea cumplido el plan de Dios.

A pesar de que en esta segunda etapa su espiritualidad se canalicehacia campos tal vez más comprometidos y acordes con una línea de es-piritualidad abierta y considerada heterodoxa porque no se ajustaba a losprincipios de Trento, no comparto la tan arraigada tesis del «iluminis-mo montemayoriano»20. Este concepto fue difundido por MarcelBataillon21 y admitido por la crítica en general. Bryant Creel, en su am-plio estudio sobre la poesía religiosa de Montemayor, sostiene su pro-bable vinculación con el iluminismo valdesiano, y, en puntos determi-nados de su doctrina, lo relaciona con Lutero22. Juan Bautista AvalleArce23, en el prólogo a la edición de la Biblioteca Castro, da por senta-da la influencia de Erasmo y admite sus probables contactos iluminis-tas.

A la luz de un amplio y detallado estudio de las fuentes de su obrareligiosa, queda bien patente que el poeta nada tuvo que ver con la doc-trina valdesiana ni con las prácticas de los franciscanos más extrema-dos, los dexados o abandonados. En cambio, sí pueden observarse pun-tos de recogimiento y devoción comunes a la espiritualidad de lasobservancias menos radicales, tanto de franciscanos como de domini-cos.

20 Véase el capítulo «Fuentes literarias» de mi estudio preliminar del Diálogo espiri-tual, Kassel, Reichenberger, 1998, pp. 49-74.

21 Bataillon, Marcel, op. cit. (nota 17).22 Creel, Bryant L., The religious poetry of Jorge de Montemayor, London, Tamesis,

1981, pp. 178 y 244.23 Montemayor, Jorge de, Poesía completa, Madrid, Biblioteca Castro, 1996, XVIII.

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El hecho de que en el Segundo Cancionero espiritual Montemayorhaya centrado su campo teológico en la exposición de temas como elPecado, el Perdón y la Penitencia, la Eucaristía y otras formas media-doras de gracia, corrobora que su ideología se sitúa a gran distancia dela iluminista, y que, en algunos aspectos de su pensamiento, el autor semantiene muy cercano a las corrientes espirituales de la época: próxi-mo al interiorismo del dominico fray Bartolomé Carranza; a la piedadreflexiva de Erasmo y Savonarola, y, en general, muy en la línea del re-cogimiento franciscano. Estas formas de espiritualidad tienen en comúnun método positivista de tendencia afectiva, a partir del cual la teologíano puede ir más allá de lo que dicen las Sagradas Escrituras24.

Tal vez su vinculación con el arzobispo de Toledo, miembro de SanGregorio de Valladolid, que estuvo con Montemayor en Flandes (1557),y que fue erróneamente acusado de iluminista, prendido por la Inquisiciónen 1559, procesado y encarcelado durante diecisiete años, haya podido darlugar a interpretaciones poco matizadas respecto al supuesto iluminismodel autor.

La influencia de los observantes dominicos no sólo puede deberse asu amistad con Carranza25, o a las influenciaos de Melchor Cano26, sinotambién a los contactos que pudo llegar a tener con otros teólogos deSan Gregorio y San Esteban, y con personajes como Juan Hurtado deMendoza, amigo del poeta, cuyos intercambios epistolares aparecieronpublicados en el Cancionero de 155421.

Así, pues, como de todo esto no pueden inferirse clasificaciones de-finitivas, y dado que no poseemos argumentos indicativos suficiente-mente fidedignos que corroboren su tan supuesto iluminismo, tampocose podrán poner etiquetas a Montemayor; antes bien, creemos más opor-tuno hablar de sus concomitancias con las «corrientes espirituales afi-nes» mencionadas por Eugenio Asensio al hablar del movimiento refor-mista de esta época28.

Por último, además de exponer cuestiones de teología dogmática, laobra de Jorge de Montemayor ofrece un tipo de composición de varia-da tipología poética que, cimentada sobre las bases de una ética inte-riorista y un estoicismo neocristiano, encuadra formas de conducta y va-

24 Véase, Andrés, Melquíades, Renovación en teología dogmática y ascéticas en España(1500-1530), Antologica Annua, 1965, V (13), pp. 127-160.

25 Carranza, Bartolomé, Catecismo christiano, Madrid, B.A.C (Serie Maior), 1972.26 Cano, Melchor, Tractado de la victoria de sí mismo (traducido por Juan de Ayala)

Toledo,1553.27 González Palencia, ed., (S.B.E.), pp. 351-362.28 Asensio, Eugenio, «El erasmismo y las corrientes espirituales afines», Revista de

Filología Española, XXXVI (1952), pp. 31-99.

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lores morales representados en tres niveles de acción: individual, socialy política. En esta línea de humanismo cristiano se sitúan los Sonetos,Pluma que en vanidades te ocupaste y Aviso de discretos.

Asimismo, habiendo vivido y sufrido los avatares de la corte, anali-za con rasero crítico los escalones del poder, observando con detalle losabusos y cargas que éste comporta, así como la actuación del príncipey la moral de sus dirigentes. Su postura reviste cierto triste desencantoal describir la arbitrariedad y relajación moral de las costumbres enRegimiento de príncipes, y se manifiesta contundente con la tiranía, cau-sa de la injusticia y origen de toda corrupción.

En síntesis, tanto su particular visión de la ética individual y socialcomo su postura de exegeta cristiano, cuyas directrices tienden a enca-minar al hombre hacia su fin último partiendo del conocimiento de símismo y de la práctica de la virtud, revelan que la obra devota de Jorgede Montemayor ocupa un espacio importante en la historia de la espiri-tualidad del siglo xvi como expresión de lo que fue la devotio moder-na.

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