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    Fernando Lpez-A lve s

    La formacin delEstado y lademocracia enAmrica Latina1830-1910TRADUCCIN DE PAULA SERRANO

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    GRUPO EDITORIAL NORMAhup://www.norma.comBogot Barcelona Buenos Aires CaracasGuatemala Lima Mxico Panam Quito SanJosSan Juan San Salvador Santiago de ChileSanto Domingo

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    L pez -Alves , F e rn a nd oLa form acin del E s ta d o)' la democracia en Amr ic a La t in a , 1810-1900 I Fernando Lpez-Al ves. - Bogot: Editorial No rma, 2003.

    328 p. ; 23 cm . - (Coleccin vi tra l)ISBN 958-04-7154-11. Co lom bia - H ist oria - 1810-1886 2. Amr ica Latin a - Poltica )'go bi ern o - Si glo XI X 3. De mocra cia - Amrica L at in a - S ig lo XI X 4.Democ racia - Co lo mb ia - S ig lo XI X 5. Co lomb ia - Poltica y gobi ern o-Si gl o X IX 1 . 'rn. ". Se rie321.00980 cd 20 ed .A I-IN 7129

    CE P-B anco ele la Repblica-Bib lioteca Luis-Angel A r an go

    Fernado Lpez-Alve s, 20 02 Editorial Norma S.A., 2003Apartado 53550, BogotPrimera edicin en castellano:junio de 2003Derechos reservados para todo el Inundo de habla hispana

    r m U C 'f E C A - r U ~ c s o. E er e d a : :\.~_~~~I:~Od~Ot:Jl\-e . - : : .r a :~ . ~:_ K '~G _ ~ . = ~ -r L 'iLl;O: v J ,~:tr\. f - - \ . > --tJ~.... .L~,.:

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    .- .--Diseo: Camilo UmaaImagen de portac1a:.Juanambu ao de 1 81 4 (Detalle)Jos Mara Espinosa, Col. Museo Nacional de ColombiaArmada: manca Villalba PalaciosImpreso por Cargraphics S.A. - Impresin digitalImpreso en Colombia-Prinled in Co l~1 I1bi aCC22274ISDN 95 8- 4-71 54 -1Prohibida la reproduccin total o parcial porcualquier medio sin permiso escrito de la Editorial.

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    CONTENIDO

    PRLOGO A LA EDICIN ESPAOLAESTADOS , GLOBAL lZAC IONES , y DEMOCRACIAS 11 '-"INTRODUCCINPROBLEMAS Y CASOS 23

    CAPTULO IEL ARGUMENTO:GUERRAS, ORGANIZACIONES POLTICAS Y LOS POBRES RURALES 43

    CAPTULO 2GAUCHOS, GANADEROS Y AUTONOMA DEL ESTADOEN URUGUAY, 18u - 18go 85

    CAPTULO 3UN EJRCITO DDIL Y UNA DEMOCRACIA RESTRICTIVA:COLOMBIA,181O-1886 145

    CAPTULO 4UN ESTADO Y UN EJRCITO URBANO MS FUERTES:ARGENTINA, 181O-18go 201

    , . - CAPTULO 5DOS CAMINOS ALTERNATIVOS DE FORMACIN DEL ESTADO,VENEZUELA Y PARAGUAY 263CONCLUSIONES 285

    BIBLIOGRAFA 295

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    PROBLEMAS Y CASOS

    Durante el siglo XVIII, los conceptos de "nacin" y "nacionalismo" seconvirtieron en parte de lajerga poltica diaria de los europeos. Ya seaque el nacionalismo haya surgido de profundos cambios estructurales,de ideologas polticas conscientes de s mismas o -como ha sugeridoBenedict R. Anderson (1983:7)- de una "profunda nocin horizontalde camaradera" cultural (e imaginada), las naciones soberanas comen-zaron a ser la norma, y los imperios dinsticosy las instituciones mo-nrquicas se convirtieron en la excepcin.

    En Latinoarnrica, en e! siglo XIX, e! proceso de formacin del Es-tado estaba en pleno movimiento; se disearon instituciones republi-canas, se escribi sob re las nociones concurrentes de ciudadana comny soberana popular, se i ntent centralizar e! poder y se cre un modelodistinto de estratif icac in social para responder a las nuevas nocionesde sociedad civil y disciplina social. El xi to no fue el mismo en todoslos casos, Los productos finales difirieron , en algunas c ircunstanciasradicalmente, de las ideas y p rcticas polticas de los foijado res del Es-tado de la p rimera generacin. En otros casos, e! resultado final tuvoalguna semejanza con e! dis eo original, pero nunca las institucionespolticas de las nac iones surgidas en e! siglo xx permanecieron igualesa las de! perodo colonial o a las del republicano que provoc la inde-pendencia.

    Si concibiramos el proceso de construccin nacional estudiado,en este libro , como "post-colonial", e! nfasis debera ponerse en elprefijo "post".

    o Las sociedades agrcolas que surgieron del turbulento siglo XIX re-presentaron, segn las palabras de 8arrington Maore (1966), diferen-tes "caminos" de institucionalizar y formar regmenes. Las diferenciasse manifestaron en cuanto a recursos naturales, niveles de desarrollo yutilizacin de la mano de obra. S in embargo,la distincin ms llamativafue poltica. En pases como Chile, Uruguay y Colombia prevalecieron

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    PROBLEMAS Y CASOS

    Durante el siglo XVIII, los conceptos de "nacin" y "nacionalismo" seconvirtieron en parte de lajerga poltica diaria de los europeos, Yaseaque el nacionalismo hayasurgido de profundos cambios estructurales,de ideologas polticas conscientes de s mismas o -como ha sugeridopenedict R. Anderson (1983:7)- de una "profunda nocin horizontalde camaradera" cultural (e imaginada), las naciones soberanas comen-zaron a ser la norma, y los imperios dinsticosy las instituciones mo-nrquicas se convirtieron en la excepcin.

    En Latinoamrica, en el siglo XIX, el proceso de formacin del Es-tado estaba en pleno movimiento; se di searon instituciones republi-canas, se escribi sobre lasnociones concurrentes de ciudadana comny soberana popular, se intent centralizar el poder y se cre un modelodistinto de estratificacin social para responder a las nuevas nocionesde sociedad civilydisciplina social. El xito no fue el mismo en todoslos casos. Los productos f inales dif irieron, en algunas circunstanciasradicalmente, de lasideas y prcticas polticas de los Iorjadores del Es-tado de la primera generacin. En otros casos, el resultado final tuvoalguna semejanza con el diseo original, pero nunca las institucionespolticas de las naciones surgidas en el siglo xx permanecieron igualesa las del per odo colonial o a las del republicano que provoc la inde-pendencia.

    Si concibiramos el proceso de construccin nacional estudiado,en' este libro, como "post-colonial", el nfasis debera ponerse en elprefijo "post"., Las sociedades agrcolas que surgieron del turbulento siglo XIX re-presentaron, segn las palabras de Barrington Moore (1966), diferen-tes "caminos" de institucionalizar y formar regmenes. Las diferencias

    semanifestaron en cuanto a recursos naturales, niveles de desarrollo yutilizacin de la mano de obra. Sin embargo, la distincin ms llamativafuepoltica, Enpases como Chile, Uruguay y Colombia prevalecieron

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    FE!INANDO LPEZ-ALVES

    los partidos estructurados. En otros, como Argentina y Brasil, estruc-turas polticas ms dbiles (similares a agrupa'ciones o movimientos, sincohesin) debieron en frentar serios obstculos para convertirse en co-rrientes partidistas. Y aun en los pases donde lo lograron, como enArgentina, algunos siguieron teniendo ciertas l imitaciones para la for -macin de sistemas representativos adecuados.

    Con respecto a las instituciones estatales, Chile, Argentina y Mxi-co se fortalecieron y lograron monopolizar la coercin; pero otros,Uruguay, Colombia y Venezuela continuaron dbiles, manteniendo slouna lig:ra presencia en el espacio rural '.

    Los fonnadores de los Estados tambin fueron diferentes ent re losdistintos pases. En Colombia, Chile, Uruguay, Argentina y Per, el Es-tado fue construido por una elite poltica,junto con la coalicin tracli-cional de terratenientes y comerciantes; sin embargo, en Venezuela yParaguay el Estado fue, prcticamente, creado por 'el ejrcito y las mi-licias asociadas.

    Este libro intenta resolver dos enigmas esenciales para explicar es-tas diferencias. El primer enigma se refiere a las complejidades de laformacin del Estado; abarca problemas de centralizacin del poder,construccin del Estado y diseo de las instituciones de gobierno. Unapregunta central, en este caso, es de qu manera y hasta qu punto laorganizacin denominada "Estado" logra controlar los principales me-dios de coercin dentro de un territorio definido'. Para sobrevivir, estaentidad debe mantener una estructura relativamente centralizada, di-ferenciada y autnoma. Segn Charles Tilly (1990:1 31 ) esto se logra"creando una organizacin que sea, al menos en parte, distinta de lasque dominan la produccin y reproduccin en el territorio, tomando,liquidando o apropindose de otras concentraciones de coerc in den-

    1. Chile, sin embargo, logr la estabilidad ms rpidamente que Argentina. El rit-mo diferente de construccin del Estado se relacion en parte con e! grado de desa-rrollo del ejrcito. En la dcada de 1830, Chile derrot definitivamente a Per y Bolivia,pero Argentina no pudo seguir dominando al rebel de Uruguay y no logr controlar aParaguay y el Alto Per.2. Collier y Collier (1991:789) han utilizado el trmino "Estado" par a des ignar"las instituciones burocrticas y legales de! sector pblico y sus funcionarios". Yoadop-to este uso , que abarca al gobierno en e! sentido de "el jefe de Estado y elliderazgopoluico inmediato" que lo rodea, ms la burocracia pblica, la legislatura y las fuerzasarmadas. Dado que la formacin y la evolucin del Estado y las fuerzas armadas nofueron necesariamente idnticas, los captulos que se refieren a los casos las tratarnseparadamente.

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    La [orrnacin. del Estado)' la democracia en Amrica Latina

    tro del mismo territorio, definiendo lmites y ejerciendo jurisdiccinsobre esos lmites". Se intentar explicar, entonces, dos procesos deformacin del Estado, paralelos, pero no directamente relacionados: laconstruccin de la autonoma del Estado y de sus atribuciones'.

    Como la evolucin de la burocracia estatal y la de las fuerzas arma-das no fueron necesariamente idnticas, sern tratadas de modo sepa-rado en cada caso particular.

    Al convenir esta definicin, he dejado intencional mente el conceptode "Estado" como construccin cultural. Ms adelante se ver cmolos componen tes culturales de la formacin de! Estado pueden adecuar-se a las teoras estructurales y de la accin colectiva. Comparando aUruguay y Argentina (pases de races cu lturales muy similares) conColombia, Paraguay y Venezuela ( cultur almente muy diferentes), seahordar de modo tangencial el impacto de la cultura en la formacindel Estado.pero no se har una exploracin ms profunda para que estainvestigacin no se torne indefinida, Del mismo modo, e! anl isi s nose centrar en la personalidad, origen tnico o antecedentes culturalesde los protagonistas en la formacin de los Estados, componentes im-po rtantes del proceso de construccin de una nacin. Sus decisiones,y las estrategias que adoptan, afectaron la creacin de las instituciones,pero tampoco me concentrar exclusivamente en la toma individual dedecisiones para explicar resultados", De mi investigacin surge queenfatizar en los procesos cognitivos de los fofmaclores de los Estadosbasndose en un sentido amplio de la "racionalidad" es restrictivo, ydefinir la:"irracionalidad" presenta un problema terico. Si se consi-dera el sentido amplio en el que se suele describir la racionalidad, sellega a la sorp rendente conclusin de que durante ms de 23 0 aosdehistoria (si se combinan los tres casos principales presentados en estelibro), ningn protagonista tom decisin "irracional'talguna,

    El segundo enigmainvolucra problemas de formacin de coalicio-nes y busca descubrir las condiciones bajo las cuales surgen sistemas

    3. Ver,por ejemplo, Evans 1987;Mann 1988b; Migda11988; Nordingler 1987. Aquasumo que el Estado puede ser una estructura autnoma con "una lgica yun in terspropios no necesariamente equivalentes o unidos con los intereses de las clases domi-nantes de la sociedad o todos los gmpos miembros de la organizacin poltica" (Skocpol1979:27).4. Ver po r ejemplo Levi 1990: North 1981,1990; Shepsle 1989; Silberman 1993;Rogowski 1974.

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    ms abiertos y democrticos. La construccin del Estado se relacionadirectamente con las coaliciones y los tipos de regmenes. Comenzan-do con Aristteles, nunca ha sido posible acordar qu debe incluirseen la definicin de rg1men (como ser instituciones, valores y normas).Tampoco existe un consenso sobre el modo en que los regmenes sur-gen y evolucjonan, ni sobre cmo clasificarlos-. El inters de este librose centra en los tipos de coaliciones y su impacto en la formacin deregmenes. Se adoptar aqu la definicin de rgimen de Ruth BerinsCollier y Da~id Collier (1 991 :789 ), que incluye el mtodo utilizado paraseleccionar e! gobierno y las asambleas de representantes (tal como elgolpe Estado o las elecciones), los mecanismos formales e informalesde re presentacin y los patrones de represin adoptados. Esta defini-cin rechaza la identificacin de un rgimen con sus funcionarios o laspolticas pblicas que adoptan, a menos que stas modifiquen al rgi-men mismo. Un interrogante central en este libro es si estas socieda-des agrcolas abrieron "caminos hacia la democracia" distintivos; as,este segundo enigma se relaciona con la teora democrtica y las con-diciones bajo las cuales la democracia puede surgir en escenarios noindustriales. La definicin de democracia utili~ada en este libro se re-fiere a la democracia poltica, a diferencia de la democracia social oeconmica, y es similar a la versin "procesal" de la democracia queRobert Dahl (1 95 6,1 97 1 ) ha denominado "poliarqua'",

    Comparaciones, el argumento y los casosPara resolver estos enigmas, este libro estudia dos tipos de situacio-

    nes: en primer lugar, sociedades que compartan muchas caractersticaseconmicas, culturales y sociales pero no engendraron instituciones oregmenes similares; y en segundo lugar, sociedades que no tenan mu-cho en comn en materia de estructura, cultura o sociedad, pero engen-draron Estados y regmenes similares. Estas situaciones nos permitirn

    5. Por ejemplo, los regmenes se clasifican como monarqua, aristocracia y demo-cracia, asf como tambin, segn Aristteles, en sus "formas corruptas": tiranfa, oligar-qufa y demagogia.6. Las versiones procesales de la democracia facilitan las comparaciones y se utilizancon frecuencia en los anlisis comparativos a largo plazo. Siguiendo a.Rueschemeyer,Stephens y Stephens (1992:43-44), mi definicin de democracia incluye: (1) eleccio-nes de representantes regulares, libres y justas a travs del sufragio universal; (2) res-ponsabilidad del Estado hacia parlamento o congreso electo; y (3) libertad de asociaciny expresin, y proteccin de los derechos individuales.

    La formacin del Es tad o y la democracia en A1 Il6 7"icaLat in a

    explorar las correlaciones temporales entre la centralizacin del podery la formacin de los regmenes. Podra preguntarse, por ejemplo, si elsurgimiento de Estados ms fuertes en las primeras etapas de la cons-truccin de la nacin provoca una tendencia hacia una formulacin depolticas ms corporativa y centrada en el Estado. O si los procesos mslentos de centralizacin del poder alentaron el pluralismo, polticaspartidistas ms fuertes y gobiernos locales firmes. O bien, si existe unacorrelacin entre el'tipo de coalicin al frente de! gobierno y los dife-rentes procesos de centralizacin del poder.

    El hallazgo del libro es que siempre que los partidos polticos o lasfuerzas armadas tomaron un rol ms activo en la creacin de las institu-ciones durante el proceso de formacin del Estado, los regmenes resul-tantes fueron ms o menos democrticos. Como consecuencia de esto,los Estados tambin difirieron en su grado de centralizaci~ de poder,en la fuerza de sus burocracias, y.en e! alcance de su capacidad yauto-norna. Las relaciones cvico-militares son e! ncleo de la construccindel Estado. Mi sugerencia es que el' equilibrio en esta ecuacin depen-de de las caractersticas de los conflictos internos y externos, combi-nados con el ritmo, tipo y alcances de la movilizacin rural. Por lo tanto,la guer ra y la accin colectiva de los campesinos fueron motores cen-trales en los p rocesos de institucionalizacin. Contribuyeron a la cons-truccin del ejrcito central, al surgimiento de nuevas clases sociales,ya la aparicin de organizaciones civiles. Determinaron el r itmo de laformacin del Estado y el crecimiento de un sentido compartido denacionalidad entre poblaciones con diferencias geogrficas y cultura-les. Y, finalmente, marcaron los l~l1ites geogrficos del Estado.

    En vez de enfocarse en las causas de la guerra, este libro hace nfa-sis en el impacto que tuvo la guerra en las clases, instituciones y coali-ciones. En la Amrica Latina del siglo XIX, e! conflicto surgi de lascausas convencionales identificadas por muchos autores: las invasio-nes, la expansin territorial, la competencia por los recursos, el con-trol del comercio nacional o internacional, la participacin en la tomade decisiones, los intereses de clase, las presiones militares y los desa-cuerdos en cuanto al diseo institucioual", Este estudio, sin embargo,no es slo acerca de la guerra, o de la nocin a menudo demasiado

    7. Ver Gillis 1989; Howard 1984; Kennedy 1987; Por ter 1994.

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    general de "conflicto". Ms bien, ofrece un argumento con bases emp-ricas sobre los tipos de guerra en combinacin con los tipos de movili-zacin rural, y los Estados y regmenes que surgieron como resultado.Fue el t ipo de guerra, ms que su f recuencia, lo que deline laforma-cin de cada Estado. Y fue el t ipo de movilizacin rural, ms que sueconoma, lo que dio forma a los partidos polticos, modific los siste-masde' relaciones laborales y a menudo puso los lmites de lacapacidadestatal. Mi argumento no niega el enorme impacto del desarrollo capi-talista y de la economa mundial en la formacinnacional, ni i gnora lasteoras estructurales de formacin del Estado que se centran enlos t i-pos de economas, la explotacin de los recursos naturales y las carac-tersticas del capital financiero, agrcola e industrial. Lo que s hace esrevelar las limitaciones de estas populares premisas.

    Miargumento se basa en una comparacin profunda de tres casos-Uruguay, Argentina y Colombia- durante la etapa ms intensa en laformacin de sus Estados y regmenes (aproximadamente entre 1810y1900). Para ampliar el alcance compara tivo del libro y hacer ms, confiable la comprobacin de las teoras presentadas, se utiliza a Para-guay y Venezuela como casos "testigo". Estos ltimos provocan lapre-gunta de si los surgimientos autoritarios-militaristas de Latinoamricaseasemejan a otros tipos de gobierno au toritario en' Europa Oriental yAsia, y ayudan a delimitar elfoco del libro en las relaciones cvico-mi-litares. Ciertamente, a diferencia' de los tres casos principales, en Ve-nezuela y Paraguayelmayor formador del Estado nle el ejrcito", Estosdos pueden considerarse "casos negativos", yaque elargumento quesurge de lacomparacin de los tres casos principales no parecejustificarcompletamente los resul tados que se ven enVenezuela y Paraguay. Porlo tanto, su adicin ayudar a refutar, ajustar y reconsiderar lapremisaprincipal del libro. Breves referencias alproceso de formacin del Es-tado en los Estados Unidos servirn para for talecer el argumento dellibro, que se presenta en forma completa en el captulo LLa literatura existente acerca de la evolucin de los tres casos princi-pales suele referirse al "problema uruguayo", el "problema colombia-1l0"y el "problema argentino". Muchos estudiosos han concluido que

    8. Aunque los formadores del Estado en Argentina lograron cons tr uir un Estadoms fuerte en colaboracin con el ejrcito, los civiles tuvieron un rol principal en laconstruccin de la organizacin poltica.

    La [ormacin. del Estado y la demacrada enAmrica Latina

    estos "problemas" constituyen excepciones a una regla tcita", Los cap-tulos que siguen cuestionan la c alidad de "excepcionales" de estos pa-ses y sugieren que siguieron patrones comparables y reconocibles deformacin nacional.

    L a . s ocieda d civil, lo s jJ artido s )' el Estad oComo siempre que se discute la formacin del Estado, es impor-

    tante mencionar el concepto de sociedad civil. A diferencia de las teo-ras centradas en el Estado, como la de Skocpol (1979),los casos quese examinan en este libroapuntan alpeso de las fuerzas sociales .Apesarde que las instituciones no son un mero reflejo de estas fuerzas, losanalistas sugieren que las fuerzas sociales dieron forma al Estado y fue-ron agentes claves de la consolidacin de los diferentes t ipos de reg-menes'", Esto no debera llamar la atencin, dado que en las primerasetapas de la formacin del Estado, los movimientos, pandillas y orga-nizaciones polticas suelen tener gran influencia; incluso instituciona-listas como Terry Moe (1990:236) han reconocido que no sepuedenignorar estas fuerzas. A pesar de que elcrecimiento del Estado en lamayora de los pases Latinoamericanos enlas dcadas de 1940y 1950borr de algn modo la relevancia de la sociedad civil, su reduccinenlasdcadas de 1980y 1990ha revelado nuevamente el papel activoque puede desempear lasociedad civil enel cambio de las institucio-nes de gobierno.

    Es la "sociedad civil" lo mismo que el"sistema polt ico"? Estapregunta recuerda a la crtica que hizo la teora de la modernizacin alos enfoques centrados predominantemente en el Estado". Sin embar-go, lateora nopudo resolver completamente elproblema de superpo-sicin entre las definiciones de sociedad civil y sistema poltico. Logreliminar la rigidez de la teora centrada en el Estado, per? igualando elsistema poltico a la sociedad civil, abarcando as prcticamente cual-

    9Tambin se escucha hablar del "problema brasileo", el "problema paraguayo"yel "problema venezolano", etc. Casi toda la literatura de lo s Estados Unidos ha Ca-racterizado tambin a ese pa s como excepcional.10. Ver Katzenstein 1978; Krasner 1978; Nordingler 1981: Skocpol ipjp,11.Afirmando que ignoraba importantes consideraciones externas al marco guber-namental formal, el Comit de Poltica Comparada del SSCR afirm en 1955 que elEstado era un objeto de estudio demasiado reducido. Ver Almond, Co le y Macridis1 95 5

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    quier manifestacin de accin colectiva y " articulacin de intereses?".En un esfuerzo por evitar problemas similares, se adoptar aqu e! tr-mino "formacin de la organizacin poltica" para referirse al procesopor el cual e!Estado, el ejrcito, los movimientos y los partidos polticosse convirtieron en un cueq)o ordenado de prcticas y normas institu-cionales. Aunque sigue siendo problemtica, esta conceptualizacinpermite la incorporacin de la actividad partidista y de la instituciona-lizacin de las fuerzas armadas como factores independientes de la for-macin del Estado. Por lo tanto, mientras que este libro se ocupa delaconstruccin del Estado, se diferencia de otros trabajos poco interesan-tes referidos a la formacin de burocracias y su evolucin, en que nose detiene necesariamente en laconstruccin de las agencias de! Estadoni examina sus fundamentos y objetivos", Su foco se encuentra en lainteraccin entre los partidos, los movimientos, el Estado y las fuerzasarmadas.

    Una caracterstica distintiva del continente americano es que suspartidos y movimientos se convirtieron en formado res de! Estado alpun to de convertirse en sinnimos de! Estado. Por ejemplo, en Colom-bia y Uruguay se encuentra una situacin similar a la descripcin quehace Richard Bense! (1 990:3-4 ) de los perodos de "gobierno partidis-ta sin mediacin" en los Estados Unidos, cuando e! Estado y un partidopoltico eran prcticamente una nica cosa. Respetables estudios acercade los partidos polticos norteamericanos, tales como e! de WilliamNisbet Chambers (1 969), han enfatizado en la identificacin de los parti-dos con elgobierno. No sorprende que Sarnuel Huntington ( 1 96 8 , 1 9 9 1 )discuta con gran peso que lospartidos polticos tuvieron e!papel princi-pal en la creacin de los sistemas polticos modernos. Los casos exami-nados aqu confirman e! rol crucial de los partidos en la formacin de!Estado, pero no apoyan e! argumento de Huntington de que la polticapartidista es un signo de modernidad". En pases no tan modernos,

    12.La sociedad civil se entenda en el contexto ms amplio posible de organiza-ciones extraestatales y manifestaciones de accin colectiva, incluyendo organizacionesde bases, iglesias, medios masivos de comunicacin y grupos de inters de todo tipo.13, Silberman (1993) d iscute la formacin de burocracias y su evolucin.1 4. Para Huntington, los partidos polticos representan el mayor grado de autono-ma y son, en efecto, los artfices del Estado. Huruington tambin hace al sistema poli-tico, en el que incluye principalmente al sistema partidista, bastante independiente dela economa nacional e internacional. Para un ejemplo

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    porque, entre otras cosas, esa es la opcin que tiene los menores cos-tos sociales y polticos.

    Me uno a lasugerencia de que las guerras de la lnclependencia y susconsecuencias proporcionaron una coyuntura cr tica que comenz unperodo innovador de instituciona1izain. Tradicionalmente el estu-cliocleeste perodo ha sido dominio de los historiadores", incluyendoa algunos que han realizado perspectivas comparativas sobre es tos ea-SOS'7. Dentro de los cientficos sociales, sin embargo, slo unos pocoslan comparado las experiencias de creacin de instituciones duranteel periodo post-indepenclentista". En su mayora han sostenido que losaiios de mayor relevancia fueron los que van de 1870a 1914,intentan-do encontrar en ese per odo la clave para explicar la trayectoria polticao econmica de estos Estados". Este perodo se ha convertido en el te-rreno depruebas favorito de las teoras que hacen nfasis en el impactode la economa mundial y la expansin de las exportaciones en la cen-tralizacin del poder". Este libro sugiere en cambio que diversos even-tos anteriores, en un perodo "pre-moderno", establecieron el diseiioinstitucional que se consolid a fines del siglo XIX, modelaron la expan-sin del Estado, y ayudaron a explicar la formacin de los llamados"Estados oligrquicos" de principios del siglo xx y sus transformacio-nes radicales luego de la dcada de 1930.En cierto sentido, este estudiocontribuye a la explicacin de loque Collier yCollier (1991),en su estu-dio de losgiros crticos, han denominado "perodo de incorporacin ".

    Por qu comparar a Uruguay, Colombia y Argentina? El motivoprincipal toma en cuenta la sugerencia del enfoque comparativo de ununiverso acotado: un anlisis profundo de los casos logra mejores resul-

    16. Ver Ripp)' 1943; W. Robertson 1918; Rojas Mery J946.17.El t rabajo e1eLynch (1986) sobre las revoluciones hispanoamericanas es u node las mejores historias narrativas comparadas de e sos eventos. A este s edebe agregarBushnell y Macaulay 1988; Tulchinl973; el volumen editado por Hurnphreys y Lynch19(34;Mases 1926; y la obra clsica de Halpertn Donghi 199.3.18. Ver por ejemplo Centeno 1997; Domnguez 1980; Lpez-Alves 1993b. La pro-funda obra de Domfnguez se enfoca en las guerras de la Independencia y, por lo tanto,slo incluye la etapa inicial de los eventos ms amplios que se examinan en este libro.Bergquist (lg86) tambin adopta un enfoque comparativo para analizar la construc-cin institucional, pero se enfoca en un perrada posterior.19. Remmer (1984) d iscute la trayectoria polica.20. Ver Cardoso y Faletto 1979; Rueschcrueyer, Stcphens y Stcphens 1992;Scliwartz Ig8g; Sunkel )' Paz 1970.

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    La [ormacin. del Estado)' la de ma crada en A1 I1 .7 icaLatina

    . , .

    tados comparativos. En otras palabras, las explicaciones puramentedeductivas basadas en un conjunto de suposiciones reconocidas y bre-ves esbozos histricos crean descripciones imprecisas y llevan a conclu-siones incorrectas. El resultado de esto es una teorizacin pobre y unaescasez deproposiciones contrarias a la intuicin. En la primera pginade un encantador ensayo acerca clel"milagro" cleldesarrollo europeo,Michael Mann (1988a:S) afirma que "existen dos tipos de explicaciones:las comparativas y las histricas". En su libro, no surgen grandes con-tradicciones entre los dos "tipos". En los captulos siguientes se verque la combinacin de explicaciones comparativas e histricas ofreceun prometedor camino hacia la investigacin comparativa.

    El cuadro 0.1representa las caractersticas ms salientes de los trescasos principales y describe brevemente las diferencias de sus institu-ciones y sus regmenes, presentando elp roblema comparativo que estelibro intenta resolver. Bsicamente, mientras que las diferencias entreArgentina y Uruguay fueron institucionales, la separacin entre Uru-guay y C olombia fueprincipalmente estructural y cultural. Para reducirel nmero de variables, he tomado una ruta poco ortodoxa, al yuxta-poner dos mtodos clsicos de anlisis compara tivo. Por una parte,Arend Lijphart (197S)y Arthur Stinchcombe (1978) han apoyado laseleccin de unos pocos casos extremadamente semejantes, o lo quese denomina "analoga profunda". Por otra parte, Adarn Przeworski yHenry Teune (1970)han resaltado las ventajas de un sistema de "ma-yores diferencias", en el que los casos deben ser tan dist intos entre scomo sea posible, pero deben poseer desarrollos especficos y bastan-te anlogos que sern explorados por el analista. Cada mtodo sigueuna de las conocidas opciones queJohn Stuart Mill present para lainvestigacin comparativa, el mtodo de la diferencia y el mtodo delacuerdo. .

    Uruguay, Colombia y Argentina proporcionan una buena oportu-nidad para emparejar casos siguiendo ambos mtodos. Mientras quelas semejanzas generales entre Argentina y Uruguay los hacen una com-paracin ideal bajo del sistema de "analoga profunda", Uruguay yColombia presentan una base ms que apropiada para aplicar el sistemade "mayores diferencias". El simple cliagrama presentado en la f igura0.1 ilustra este punto. En ambos extremos del diagrama Argentina yColombia presentan alternativas que seran de otro modo difciles de

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    FERNANDO LPEZ-ALVES

    FIGURA 0.1 MTODOS DE ACUERDO Y DIFERENCIA

    Mtodo de diferencia

    Diseo de analogaprofunda Diseo de s istemade mayores diferencias

    emparejar'. Las conclusiones comparativas se obtienen contrastndo-lo s, utilizando a Uruguay como un caso nexo, por as decirlo. Dada larelativa escasez de informacin sobre l

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    F ER NA N nO L P EZ-'A LV ES

    Mientras que con respecto a su economa, sus patrones comerciales,su cultura y su geografa Argentina y Uruguay proporcionan una fuerte"analoga profunda", e!par Colombia-Uruguay ofrece un ejercicio idealde sistemas de "mayores diferencias". Como lo muestra el cuadro 0.1,los dos pases desarrollaron instituciones similares de gobierno peroen prcticamente todo lo dems difirieron. En Colombia, al igual queen Uruguay, la competencia entre dos partidos model la organizacinpoltica. Aproximadamente hacia fines de la dcada de 1880, estos dospartidos haban establecido mecanismos de cooperacin bajo la hege-mona civil. Tanto el ejrcito uruguayo como el colombiano habanperdido espacio poltico en comparacin con la elite poltica, y las ins-tituciones casi tuvieron que reconstruirsc a s mismas en el fin de! siglo.En ambos casos, losgenerales eran partidistas, dominaban en nombrede sus par tidos yle prestaban gran atencin a sus distritos polticos. Enestos dos pases, el Estado enfrent graves obstculos para la centrali-zacin de la autoridad y fue en general dbil durante el perodo consi-derado.

    Cun distintos eran los contextos en los que estas institucionessimilares crecieron y se desarrol la ron? Los patrones de urbanizaciny las caractersticas de la vida social y la cultura en las ciudades, varia-bles importantes cuando se intenta explicar laformacin y la actividadde los partidos, eran muy diferentes en Colombia y Uruguay. Uruguaydesarroll un solo centro urbano deimportancia: la "e urfila" ciudad-puerto de Montevideo, cuyo crecimiento demogrfico ubic al pasentre las sociedades ms urbanizadas del momento. Ninguno de loscentros urbanos, entre los muchos que surgieron en Colombia, compar-tan estas caractersticas. Lo que es ms, los ndices de urbanizacineran bastante modestos, y la mayor parte de la poblacin viva en lasreas rurales. En Uruguay, el predominio de Montevideo contribuy auna profunda divisin entre lo urbano y lo rural que caracter iz la com-petencia partidista y las luchas polticas hasta bien entrado e! siglo xx.En Colombia, no existi ninguna divisin de semejante intensidad, yaque alllos pequeos y medianos centros urbanos conformaban diver-sos circuitos comerciales, lo que evitaba que una ciudad dominara losvnculos con la economa internacional.

    Por 1 0 tanto, Uruguay y Colombia siguieron caminos similares deconstruccin del Estado en contextos geogrficos, demogrficos y fsi-cos Illuy diferentes. El cuadro 0.1 muestra que Colombia, a diferencia

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    FERNANDO LPEZ-ALVES La formacin del Estado y la democracia en A1Il!~'icaatinaiI :de Uruguay, alojaba varios ecosistemas y economas rurales que, a ve-ces, nose conectaban entre s en forma comercial, mucho menos social.Como resultado, Colombia gener sistemas complejos de relacioneslaborales prcticamente desconocidos en Uruguay. La fuerza de traba-jar rural de Colombia estaba compuesta porjornaleros y esclavos en e!campo de la minera o la agricultura, hasta vaqueros, aparceros, cam-,pesinos, agricultores o arrendatarios de diversos tipos. Estos pasestambin eran muy diferentes en materia cultural. Las explicaciones dela influencia cultural y organizativa de los inmigrantes europeos en laconstruccin de los partidos, afi rmada',con gran nfasis por la literatu-ra que se r efiere a Uruguay, tienen problemas en Colombia, en dondeelnmero de europeos extranjeros que se e stablecieron en las ciudadesprincipales fue escaso y disperso. Aunque podan encontrarse en im-portantes cantidades en Bogot y la regin de Antioquia, la importan-cia cultural y la influencia social de los europeos enColombia nopuedecomparase con la q1}etuvieron en Uruguay. Adems, Colombia eracentro de una rica mezcla cultural y tnica que se diferenciaba en granmedida de! paisaje tnico y cultural ms homogneo de Uruguay.

    Con respecto alr i tmo dela centralizacin del poder en relacin conla geografa, la cultura y la extensin territorial, estos tres casos,juntocon Venezuela y Paraguay, nos llevan a cuestionar ciertas suposicionesgeneralmente aceptadas. En Colombia, e!proceso decentralizacin delpoder fue lento, y los estudiosos han afirmado tradicionalmente quelascausas principales de esto fueron lad iversidad cultural y la geogra-fa adversa": En Uruguay, as,podra predecirse razonablemente quelos creadores de! Estado en esta rea pequea y bastante homognea,dominada por un nico centro urbano enfrentara menos problemas alahora de centralizar e!poder. Sin embargo, Uruguay atraves un pro-ceso retardado de formacin de! Estado. Esta poco clara correlacinentre el tamao y la formac in del Estado es confirmada por Argentina,la ms extensa de los tres y la que, durante e!gobierno de Rosas, cen-traliz primero e! poder" .

    24. El aparato del Estado no penetr realmente el campo o desarroll completa-mente su burocracia hasta despus de la resurreccin blanca de Aparicio Saravia enUruguay en 1904 y la Guerra de los Mil Dfas en Colombia en 1903.25. Rosas fue gobernador de la provincia de Buenos Aires desde 1829 hasta 1832 ydesde 1835 hasta 1852. El concepto de r itmo es, por supuesto, subjetivo. Aunque Ar-gentina centraliz el poder ms temprano que Uruguayo Colombia, puede citarse a

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    Adems de tratar con ms profundidad e! argumento central, elcaptulo 1contrasta brevemente e! derrumbe de la dominacin colo-nial en Latinoamrica y su experienc ia en el perodo posterior a la in-depenclencia con Europa, China y e!Imperio Otomano. Los captulos2,3 Y4presentan un estudio clelos casos de Uruguay, Colombia y Ar-gentina. Para facilitar las comparaciones, he organizado la presentacin,de los casos segn las variables, para que los casos individuales lme-dan ubicarse directamente dentro del argumento general del libro. Cadacaptulo comienza con una resea de las teoras recientes sobre el casoy una sinopsis de! argUll1ento que se presentar en ese captulo. Aun-que existe cierto trabajo comparativo de Colombia y Argentina en e!siglo XIX, e! captulo 2 ofrece una de las pocas discusiones sobre la for-macin de laorganizacin poltica en Uruguay y,segn mi conocimien-to, e!nico tratamiento comparativo de! caso. El captulo 5 trata sobreParaguay y Venezuela. A travs de! libro, el lector tambin encontrarreferencias tangenciales a otras instancias de formacin del Estado enLatinoamrica, y referencias sucintas a los Estados Unidos, cuyo ni-copropsito es aclarar e ilustrar. En particular, e!proceso de construc-cin nacional en los Estados Unidos brinda una oportunidad deenfocarse en la importancia de la industrial izacin y los grandes mer-cados internos para la formacin del estado'", Tambin sugiere las ven-tajas de redirigir la investigacin para incluir comparaciones queincluyan a todo e! continente americano, una direccin ignorada du-rante mucho tiempo por la literatura comparativa.

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    Argentina como un ejemplo de construccin del Estado ms lenta en comparacincon Mjico o Brasil.26. La literatura referida a Estados Unidos es muy numerosa, y yo he utilizadoslo la obra de UII nmero limitado de autores.

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    ENTO:ORGANIY L o S

    EL ARGUMGUERRAS,P O L 'f TIC A SRURALES

    ZACIONESPOBRES

    Antes de entrar de lleno en la tesis principal de! libro, debemos ubicara Latinoamrica en un contexto ms amplio de construccin de! Estado.Existen muy buenos estudios referidos al Estado y sera redundanterepetirlas aqu'. Los estudios sobre Europa, Asia y e! Medio Orientehan defilft'do correctamente laformacin del Estado como e! procesopor el cual quienes lo forman logran superar una preexistente oposi-cin de sus poblaciones y someter a losjefes polticos regionales.

    El desafo, desde una perspectiva comparativa, es explicar las dife-rencias cronolgicas de centralizacil~de! poder, describir las condicio-nes bajo las cuales los fonnadores de los distintos Estados triunfarono fracasaron y detectar los fundamentos que subyacen ala aparicin deresultados ms democrticos o autoritarios.

    1.1. Lecciones que surgen de Europa y los ImperiosElprimer lugar,y e!ms lgico, para buscar indicios comparativossea probablemente Europa, que posee innumerables teoras acerca dela formacin de! Estado".Algunas de las variables ms utilizadas en laexplicacin de los distintos tipos de Estados y los resultados autorita-rios o democrticos incluyen la coinercializacin agrcola, el surgimien-to d e la burguesa, laformacin de las clases sociales y su subsecuenteincorporacin a la poltica, e!crecimiento del sector industrial, la exis-tencia de formas medievales de "institucionalismo", las relaciones la-borales bajo el rgimen feudal e incluso la influencia penetrante del

    1.Adems de las fuentes citadas en la introduccin, ver las reseas de MaJU11993:44-91; Migdal, Kohli y Shue 1994:7-37.2 .Ver por ejemplo Anderson 1974; Barkey 1995; Bartlell 1991 ;Goldstone 1991;Kasaba 1988; Kennedy 1987; Kuhn 198o; Mann 1986, 1993; Migda11988; North 1981,1990; Spense 1990: Til ly 1978, 1990.

    La.formocin. del Estado y la. democracia en Amrica Latina

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    "derecho romano" en Europa occidental". La mayor parte de estas teo- .ras tiene una inclinacin estructural.

    Cul de estas teoras es ms ilustrativa de los caminos que se obser-van en Latinoamri ca? Algunas no parecen Illuy relevantes ya que mien-tras que la dinmica de la alianza de clases fue similar, sus integrantesy los contextos internacionales de formacin del Estado fueron dis-tintos.

    Latinoamrica carecfa de una nobleza arraigada, enfrentaba pre-siones muy diferentes en el mbito internacional, no atraves ningunarevolucin industrial, form una burguesa industrial tarda y relativa-mente dbil, no posea colonias y estaba bajo un dominio colonial. Aesto deben agi'egarse las diferencias demogrficas, culturales y circuns-tanciales. Son precisamente estos contrastes los que marcan las limita-ciones de las teoras basadas en las experiencias europeas y contribuyena crear una imagen ms clara de la formacin del Estado en ambos ladosdel Atlntico.

    Muchos, incluyendo aJohn A. Crow (1922: 255-63), han hallado unfuerte vnculo conceptual entre las teoras de formacin del Estado enLatinoamrica y en Europa en el fuerte carcter "feudal" latinoameri-cano:'. La aplicacin de las categoras feudales en Lat inoamrica quehace Crow sigue siendo una de las ms convincentes; sin embargo,Crow, finalmente, ~dmite que el feudalismo del Nuevo Mundo fue dife-rente a la variedad europea. El grado de diferencia sigui siendo bastan-te inflexible y el traslado conceptual qued sin resolver". A pesar de queen materia de estructura los nuevos Estados tenan ciertas caractersti-cas "feudales", las nuevas repblicas del siglo XIX no se parecan a laEuropa feudal, ni poltica ni institucionalmente. Lo que es ms, existe

    3. Ver Moore 1966 sobre la corn ercializacin de la agricultura; Marx 1959 y Moore1966 sobre el surgimiento de la burguesa; Rueschemeyer, Stephens y Stephens 1992sobre la formacin e integracin de la clase trabajadora; Marx 1959 y Kemp 1993 sobreel crecimiento del sector industrial; Downing 1992 sobre la preexistencia de formasmedievales de constitucionalismo; Brenner 1976, Dobb 1947,Rueschemeyer, Stephensy Stephens 1992sobre las relaciones laborales y el carcter de la mando de obra en laagricultura bajo el rgimen feudal; y P. Anderson 1974 sobre la influencia penetrantedel "derecho romano".4. Ver tambin Hartz 1964:26-33.5. Ver Laclau 1971;y la controversia en el American Historical Reuiao provocadapor Stern (1988:841), que concluy denominar a Latinoamrica "feudal" o "seorial")' compararla con esclavitud temprana del Viejo Mundo oscurece el problema msque aclarado. Ver tambin Veliz 1980:16-28.

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    una inmensa diferencia entre las nociones aceptadas de lo s dos feuda-lismos. Aquellos que vean e! feudalismo en Latinoarnrica lo vean

    . COIllOun pesado obstculo para las prcticas democrticas. Quienesestudiaban e! feudalismo en Europa, en cambio, lo vean como el pre-decesor de la Revolucin Industrial y,por todas sus caractersticasoscuras, tambin como un noble precursor de! capitalismo y la demo-cracia.

    Los captulos que se refieren a Uruguay, Colombia y Argentina mues-tran que las caractersticas "feudales" de la vida rural que puedan de-tectarse en estas sociedades no son, a pesar de estar bien definidas, muytiles a la hora de hacer predicciones acerca de la formacin del Esta-do. Lo que es ms, en trminos culturales, polticos e institucionalesexisten muy pocas semejanza s entre la evolucin histrica de estos casoslatinoamericanos y las variedades europeas del feudalismo. En e! NuevoMundo, e! predominio de ciertas caractersticas "feudales" se explicaen trminos de razones distintas del feudalismo, tales como la prepon- ~derancia de empresas rurales con pocos requisitos tecnolgicos, e! acce-so limitado a crditos, los problemas de comunicacin y las frecuentesguerras6

    Aunque son ideales para comparar procesos histricos extensos, losargumentos sobre Latinoarnrica basados en las formas de produccinson difcilmente tiles para explicar la aparicin de los nuevos Estados'luego de la Independencia',

    Si las explicaciones basadas en las formas de produccin tienenalguna importancia, la tienen en un sentido similar a la in terpretacinrealizada por Perry Anderson (1974:421 -22 ) con respecto a la aparicindel Estado absolutista en Europa. l argumenta que las transformacio-nes polticas, institucionales yjurdicas que acompaaron al A.bsolutis-mo no fueron precedidas por una reorganizacin substancial del modofeudal de produccin: "Contrariamente a todas las hiptes is estructura-listas, no existi un mecanismo de desplazamiento con movimiento [45]propio desde ... [lo feudal] hacia la forma capitalista de produccin,como si fueran dos sistemas contiguos y cerrados". Verdaderamente,

    6. No hab a banco en la regin antes de 1808, y los productores estaban limitadosa las fuentes tradicionales de financiacin: los gremios, la Iglesia Catlica y loscomer-ciantes y c orredores. Ver Bushnell y Macaulay 1988:50.7. Ver por ejemplo Ansaldi 1988; Puiggrs 1948,1974.

    La [ormacia del Estado y la democracia en A1/ l ~ 'icrtLalnia

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    FERNANDO LI'EZ-ALVES

    el argumento de Anderson acerca de Europa parece menos disputableya que aunque la mayor parte de la literatura acadmica est de acuerdoen que las transformaciones estructurales en Latinoamrica fueronmnimas, no se ha llegado a un consenso similar en lo que respecta aEuropa.

    Al comparar a Europa y Latinoamrica se llega a la conclusin deque aunque el r itmo de desarrollo econmico y los diferentes factoreslegados afectaron sin duda la formacin del Estado e influencian laaparicin de resultados democrt icos o autoritarios, hacer nfasis enestas variables nicamente no facilita necesariamente la formulacin deuna teora ms amplia. Los factores relacionados con la guerra y la reso-lucin de conflictos, por.otra parte, parecen crear una base ms simpley compartida para la comparacin. Todas las teoras tienen un margende error; sin embargo, cuando un cuadro terico seconforma slo convariables puramente estructuralistas o institucionalistas sinincluir fac-tores relacionados con la resolucin de conflictos y la accin colectiva,ese margen de error aumenta significativamente.

    El captulo siguiente muestra, entre otras cosas, cmo los.distintostipos de conflictos originan fenmenos que la mayora de las teoras hanasociado exclusivamente con cambios estructurales. Los conflictos ylasacciones colectivas que los acompaaron, determinaron el acceso a .losmedios de produccin, alteraron las relaciones de propiedad, crea-ron nuevas clases y desplazaron antiguos monopolios en la tierra y elcomercio,

    El argumento de North (1981)acerca de la importancia de los de-rechos de propiedad, los precios y loscostos de las transacciones en laformacin del Estado son muy aceptables; y parece an ms importantesu insistencia en que los modelos econmicos tradicionales no sonsuficientes" ..

    Las conclusiones a las que llega Huntington (1968:6)de que el desa-rrollo econmico y la estabilidad poltica son 'dos objetivos separadose independientes y que el progreso hacia uno no siempre lleva hacia laotra, se adaptan perfectamente a los casos estudiados en este libro.

    8. Ver North y Thomas 1973; North 1990:395. Para North, la teorfa econmicamarxista y la neoclsica no pueden explicar completamente la cohesin de la accinpoltica grupa! o el comportamiento de los burcratas; de ahf su inclusin de la ideo-logfa c omo factor clave del mantenimiento del Estado.

    '.) .

    El co nfl ic to y la[ormacin del EstadoMichael Mann (1993)y Charles Tilly (1990) han sugerido que losEstados europeos intentaban asegurar la posesin de los territorios atravs de la guerra y que la guerra facilitaba las alianzas de clases, conel resultado de fortalecer o debilitar al Estado". En Europa, de manerasimilar que en otros lugares, las guerras le dieron forma a dos dinmi-cas de formacin de! Estado relacionados pero diferentes. En primerlugar, los conflictos tuvieron influencia sobre e!control de recursos, laaplicacin deimpuestos y la creacin de un ejrcito central. En segun-do lugar, los conflictos determinaron, en gran medida, los modos a tra-vs de los cuales las coaliciones dom.inantes adquirieron poder polticoy cmo erigieron regmenes viables.

    Tilly (1990:30, 1993:31-32)ha presentado una til categorizacinpara explicar los distintos caminos hacia la formacin del Estado. Tresde los modos son consecuencia de la guerra y la relacin entre la coer-cin y el capital. Todos ellos conver;;en en el Estado nacional moder-no. En el proceso, tanto Tilly ( id .) como Mann (1968:vol. 1)observanun continuo que va de los modos con utilizacin intensiva de la coer-cin a los de utilizacin intensiva del capital.

    El primer modo, el camino de utilizacin intensiva del capital prac-ticado por Brandenburgo-Prusia y Rusia, fue en gran parte a jeno aLatinoamrica. En este sentido, los Estados -movidos por las necesi-dades de la guerra-lograron aumentar los ingresos y agrandar sus bu-rocracias al imponer a las poblaciones rurales nuevos impuestos. Elpatrn fue dominante en las regiones donde haba pocas ciudades y lacoercin directa desempeaba un papel importante en la produccinagrcola. Luego de finalizadas las guerras de la Independencia, ningnEstado de Latinoamrica pudo ya efectuar una recaudacin de impues-tos eficaz, las ciudades comenzaron a dominar las reas rurales y lacoercin directa del trabajo no fue s iempre posible".

    De hecho, las naciones latinoamericanas en ascenso evolucionaronrpidamente en una zona de muchas ciudades , que las acerc a las re-giones concentradas en el capital que describe Tilly (1990). An enArgentina, e! Estado ms fuerte entre los casos estudiados, al poder

    9 Mann afirma esto para Eu ropa y los E stados Unidos 19B6:vol. 1:28.10.El Salvador parece haber s ido un caso extremo. Segn Lindo-Fuentes 1990 , elEstado no poda recaudar los ingresos ms bsicos.

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    FER"NANO LPEZ-ALVES

    central siempre le result muy difcil (y en ocasiones, incluso, no de-seable) depender de la coercin para recaudar sus impuestos. En casitoda la regin, los pases dependan ~n gran medida de los impuestosaduaneros porque los Estados no realizaban una recaudacin de im-puestos eficaz y esto los haca extremadamente sensibles a cualquieralteracin en los precios de las exportaciones o importaciones. Contarifas muy altas, e! gobie rno podra tener que recurrir directamente alcontrabando; si eran muy b~s, los ingr eso s se reducan drsticamen-te. Como se ver, en pases como Colombia y Uruguay, el Estado sloera una de las muchas organizaciones que competan para conseguirrecursos y lealtad de parte de la poblacin. Esto quizs acerque msestos casos a la descripcin que hace Resat Kasaba (1988, 1994) delEstado otomana del sig lo XIX que en los Estados europeos.

    A l igual que algunos monarcas europeos, los Estados latinoameri-canos se vean compelidos, con frecuencia, a pedir prestadas grandescantidades de dinero de las clases mercantiles y hacendadas para a rmarsu c:jrcito y hacer la guerra o llevar a cabo las actividades bsicas de!

    . proceso de formacin del Estado. El Estado tr adicionalmente recono-ci y lament esta dependencia con el c apital local.Una d iferencia importante con Europa, sin embargo, era la dispo-nibil idad de recursos externos ya que los Estados latinoamericanospodan recurrir a fuentes externas de capital. La historia de los "gran-des" prstamos tomados de los bancos europeos y, luego y de all enadelante, norteamericanos, es conocida. Sin embargo, los prstamos noparecieron ayudar a la centralizacin del poder o contribuir a una admi-nistracin ms eficiente. Ms bien, una creciente y preocupante deudaexterna contribuy a una inestable balanza de pagos y a v arias crisis fis-cales, que debilitaron aun ms al Estado. Para satisfacer a los acreedoresinternos (y a veces a los externos tambin), el Estado intent reducirsus deudas a travs de cesiones de territorio e impuestos, pensiones odesignaciones para puestos importantes dentro de la burocracia central.

    Podra argumentarse que hacia la mitad del siglo XIX, algunos Esta-dos tomaron el segundo camino descrito por Til ly (1990:51-66 ), defi-nido por Europa: un camino concentrado en el capital, en el que losfonnadores del Estado y los capitalistas intercamhiaban, en su formams bsica, recursos por proteccin. Estos acuerdos se aplicaban a lasciudades- Estado, las ciudades-imperio, las federaciones urbanas y otrasformas de soberana fragmentada. La regin del Cono Sur en particu-

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    Laformacin. delEstado)' fa democracia. enAmrica Latina

    lar, con su amplio grado de u rban izacin y sus prsperas ciudades,parece acercarse ms a este modo. Lo que esms , a lmenos en los casosque se consideran aqu, la disponibilidad de prstamos externos lespermiti a los formadores de los Estados impor tar capital a un gradodesconoc ido en Europa.

    Sin embargo , las semejanzas no son absolu tas. Las clases mer can-tiles y los capital is ta s rurales sol an controla r los recursos suf ic ientescomo para lograr un conven io con el Estado, per o el E stado so la car e-cer de los medios para brindar les una protecc in adecuada. La mayorparte de los dueos del capital tenan que organizar sus propias mili ci aspara hacer respetar sus derechos de propiedad y defender sus bienes,lo que contribua a la formacin de milicias que estaban fuera del con-trol del Estado. Lo que es ms, los capitalistas no siempre estaban deacuerdo con los objetivos de desarrollo del Estado y cuando lo estaban,pedan mucho ms que proteccin. -

    De nuestros tres casos principales, Argen tina -debido a su acauda-lada clase alta terrateniente y su ejrcito ms organizado-, posea losingredientes necesarios para esa alianza y fue la que ms se acerc a estecamino. No obstante, la contribucin de los capitalistas rurales al Es-tado siempre, en general, era modesta. De hecho, como Schwartz (1989)Ira demostrado para Argentina, en la segunda mitad del siglo XIX, loshacendados lograron despojarse de su responsabilidad por la crecien-te deuda externa y cargar/a toda sobre los hombros del Estado.

    Con frecuencia, el Estado no pudo, o no quiso, subordinar a lospotentados locales e imponer el pago de impuestos. Como se ver, laineptitud del Estado para tomar cualquiera de esas medidas dependide su falta de habilidadjpara resolver los conflictos internos.

    Segn la c1asificaci~l de Tilly, Latinoamrica se ub ica mejor en una, 1 ,,1 " . l' 1 " 1 1 r dtercera categona c e cterclOn caplta izar a ,en a que os rorma oresdel Estado utilizan tan o la coercin como el capital para centralizar elpoder. Sin embargo, 1 coercin)' el capital se utilizaron en Latinos-mrica en forma dispJreja ya que la coercin Fue brutal e ineficaz y laescasez de capital fue ~ menudo lo comn. .-

    Es importante talll~ll comprender otros elementos. En el NuevoMundo.Ias fuentes de ca~ital no siempre estaban en control del Estado;tampoco este capital gener~ una economa dinmica como en Europa.Una diferencia importante.porsupuesro, fue que los Estados latinoa-mericanos no instituyeron colonias que sustentaran sus procesos de

    FERNANDO LPEZ-ALVES La [ormacion del Estado y ULdemocracia en Anurica . Latina

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    [5]

    consolidacin y, en parte por esa causa, no fueron muchas veces capa-ces de con trolar las fuerzas del mercado para aumentar sus ingresos ..

    Entre los casos aqu seleccionados, Argentina es el Estado que mejorse adapta al modelo. Podra decirse que dado el amplio margen de auto-noma local y la fuerza de las redes de poder provinciales, los Estadoslatinoamericanos utilizaron la coerciri y el capital de un modo con msreminiscencias de Francia oInglaterra que de Rusia o Pru sia. Sin em-bargo existen importantes diferencias. El camino tomado por Franciano se adapta completamente a Amrica. En su mayor parte, los for-maclores del Estado en Latinoamrica no pudieron, o no quisieron,movilizar a sus poblaciones hacia un ejrcito central y una fuerte admi-nistracin burocrtica del modo en que lo hizo Francia. Con respectoa la incorporacin de las clases superiores, los Estados latinoamerica-nostampoco pudieron someter a las clases soc iales que se resistan ala penetracin estatal, como ocurri en Francia. Los Estados que msse asemejaban a Francia hacia el fin del siglo XIX, slo lo hacan conrespecto al peso que le otorgaban a las Fuerzas Armadas. Sin embargonunca fueron capaces de crear una burocracia adecuada, mucho menosuna fuerte. Y como se dijo, n inguno fue capaz de crear un sistema efi cazde recaudacin impositiva.A pesar de tener un mecanismo de impuestos eficiente, que ibamucho ms all de los ingreso s aduaneros, Inglaterra pr esenta una ana-loga mejor. Especialmente, con respecto a la relacin entr e el Estadoy las clases que se resistan a su crecimiento, un nmero considerablede pases latinoamericanos -Colornbia, Costa Rica, Chile, Uruguay yArgentina- se asemejaban a Inglaterra, donde el poder real era limitado.All, la creacin del Parlamento como representante conjunto de losterratenientes y la burguesa limitaba el p oder del monarca; en Latinoa-mrica, esa l imitacin estaba a cargo de lo s caud illo s locales y el Con-greso. Estructuralmente, sin embargo, las limi taciones de la analogaestn marcadas por dos diferencias bsicas: en Latinoamrica, la bur-guesa era mucho ms dbil y la disponibilidad para los formado res delEstado de capitales generados internamente e ra mucho ms restringida.

    Las comparaciones anteriores ayudan a comprender el proceso deformacin del Estado a ambos lados del Atlntico pero nos dicen quelos caminos tomados por Europa se aplican slo en parte a Latinoa-mrica. Los lmites estn marcados por fuertes diferencias culturales yestructurales. Almismo tiempo, pueden hallarse similitudes en el pro-

    - . .

    ceso de institucionalizacin y a pesar de los distintos contextos, pue-de decirse que tanto los fonnadores de los Estados europeos como loslatinoamericanos recurrieron en gran medida a la guerra y la coercin.Lo que es ms importante, puede decirse que los distintos tipos de gue-rra dieron lugar a distintos tipos de Estado.

    Las recurrentes guerras de guerrillas y guerras de ejrcitos en Sura-mrica hicieron surgir confusas lneas de mando que pueden compa-rarse con la uend ee en Francia, por ejemplo o con otros conflictoseuropeos similares. Sin embargo, tambin hay diferencias reveladorasen 1 0 que respecta a los tipos de conflictos asociados con la formacinde los Estados a ambos lados del Atlntico. Estas diferencias nos per-m iten lograr una imagen aun ms precisa de! proceso de organizacinnacional en Latinoamrica, Po r ejemplo, las frecuentes guerras entre losmonarcas europeos no t ienen ningn equivalente directo en el NuevoMundo. Luego de la Independencia, los principales enfrentamientosarmados sobre la centralizacin del poder tuvieron lugar en territoriosconfinados geogrficamente. En comparacin con la experiencia deEu ropa, en la cual Estados vec inos luchaban entre s por prolongadosperodos, puede decirse que en Latinoamrica no se lucharon suficien-tes guerras. La cuestin, sin embargo, no es el nmero de guerras quese libran, sino el impacto de la guerra en perodos cruciales de procesode fo rmacin d~l Estado. Latinoamrica tUYOnumer~sas guerras y s-tas tuvieron tanto impacto en la institucionalizacin como lo tuvieronlas guerras de Europa. Pero el tipo de guerra y los Estados resultantesfueron diferentes. En Amrica, se luchaban guerras de guerrilla, gene-ralmente locales y de corta duracin. Como se ver, los conflictos dieronlugar a distintas clases de relaciones entre civiles y militares y de coali-ciones dominantes. Al igual que en Europa, los Estados latinoameri-canos sufrieron invasiones extranjeras y libraron disputas territoriales,pero la mayor parte de los conflictos fueron in terno s, caracterizados poruna intensa participacin civil.

    Una clara leccin que puede extraerse de las contrastantes experien-cias de Europa y Latinoamrica es que el conflicto resulta inherente ala formacin del Estado: ayuda a ciar forma a los Estados y regmenes,y la accin colectiva que genera sienta las bases para la creacin decoaliciones, Esto puede deci rs e tambin de otras r eas ciellllundo talescomo Oriente y el Lejano Oriente. Ch ina, en e! siglo XVII y XVI;I, unperodo agotador pero exitoso de su historia en e J que la dinasta Quing

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    logr fortalecer e! poder central e incorporar nuevos territorios, de-muestra que la consolidacin de! poder imperial no puede compren-derse sin examinar las caractersticas de! conllicto". Al igual que enEuropa o Latinoamrica, e! hecho que e! Estado pudiera reclutar a lanobleza y asegurarse su apoyo poda significar una gran difere~cia enel tiempo de aparicin y el carcter de las alianzas de clases y en e! de-sarrollo de las burocracias estatales.

    Las guerras entre e! gobierno central y los as llamados "Tres Feuda-torios", por ejemplo, ofrecen una leccin con la que los formaclores delos Estados latinoamericanos estaban bien familiarizados: los intentosfallido s de la nobleza rebelde de unirse contra e! poder central acelera-ron la centralizacin de! poder". Una segunda leccin, no tan obvia peroimportante de todos modos, es que la ubicacin geogrfica de! esfuer-zo blico poda marcar una diferencia. Cuando los nobles eran venci-dos en sus propios dominios, el gobierno central poda concentrar e!poder ms rpidamente, En Uruguay, Colombia y Argentina, la ubica-cin geogrfica de las guerras tambin tuvo importantes consecuenciaspara la formacin del Estado, Si el conflicto tena lugar en e! rea enque se ubicaba e! gobierno central y sus zonas aledaas, la nuclealiza-cin de! poder tena lugar de un modo ms len to. Si las batallas se li-braban en fronteras distantes, el Estado central y sus alrededoresdisfrutaban en general de una mejor situacin econmica y p odan, enconsecuencia, dedicar ms recursos a la formacin de un ejrcito pro-fesional. Los captulos 2,3 y 4 dan testimonio de! poder explicativo deeste simple hallazgo. La formacin de! Estado en Europa, as como enAsia)' en e! Medio Oriente, tambin demuestra la. importancia de laaccin colectiva de las clases in feriores.

    La.formacisn. del Estado)' las rebeliones ruralesPara el especialista europeo, e! cuad ro general que surge de Latinoa-

    rn rica es bastante convencional. Los barones, potentados o caudillos S I 'locales formaron alianzas con la poblacin que estaba bajo su control ~para oponerse al poder central o se aliaron con e! Estado par a someter

    11.Ver Naquin y Rawski 1987:4 ; Spense 199:9-116.12.Ver Naquin y Rawski 1987:5-6 ; Spcnse 199:51-53. Ser a inadecuado aplicar eltrmino "nobleza" a las el ites de Latinoamrica. No obstante, a fines de la compara-cin, puede afirmarse que las elites hacendadas que participaron de la lucha armadatuvieron un rol similar.

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    a las clases inferiores que se sublevaban, Gran parte de la literatura hamostrado a la centralizacin del poder como un juego en e! que tresparticipantes principales -e! Estado, las clases superiores)' las clasesinferiores- se unan o se enfrentaban, determinando la relacin entree! Estado y la sociedad civil e inluenciando el diseo institucional quese adoptara finalmente".

    Un hallazgo compartido por Maun ( 1 98 6, 1 9 93) YTilly (1990 ) es queel Estado y la nobleza trabajaron juntos en lacons truccin de! Estado,pero que no todos los Estados que surgieron -incluyendo a Prusia yRusia- fueron capaces de consolidar la asociacin entre ambos. Losdisturbios frecuentes entre las clases inferiores provocaban una profun-da preocupacin en la monarqua y determinaban las condiciones bajolas cuales se aliaban e! Estado y los barones locales. Al igual que enLatinoamrica, distintas rebeliones antiestatales (ms que antifeudales)formaron parte del panorama de instit uc ionalizacin en Francia, Ingla-terra y Espaa. Los disturbios rurales tambin le dieron forma al Esta-do imperial en China, la cual ofrece un e jemplo de un conocido tipode alianza: la de los campesinos y los seores locales en contra del po-der central. En particular tendan a ser antiestado y en muchos casoseran apoyadas por los seores locales. Pero en otras s ituaciones, losseores eran vis tos como el enemigo y se abran las oportunidades dealianzas entre e! Estado y los campesinos. Esto le daba al poder centralla oportunidad de llegar directamente a las poblaciones rurales e incre-mentar su fuerza con respecto a las clases nobles. Las alianzas entre loscampesinos y e l Estado tenan lugar aun cuando no slo la nobleza sinotambin e! Estado apoyaban las polticas extractivas que haban cau-sado el problema en primer lugar.

    Al igual que Europa, China fue un ejemplo de que estas movilizacio-nes rurales dependan en gran parte de quin, a los ojos de I~oblacin,implernentaba las polticas tributaras. En Latinoarnrica en e! siglo XIX,'la fijacin de impuestos por parte del Estado central no ocup un lu- [53]gar principal en las rebeliones rurales y las alianzas entre el poder cen-tral )' las poblaciones rurales nunca se materializaron'sjLos motivos \~principales de rebelin eran I ro iedad territorial - tr'

    13. P. Anderson 1974; Moore 1966; Skocpol 1979; Rueschemcyer, Stcphens yStephens 1992.14.Hubo excepciones, que se analizarn con ms detalle en los capulos siguientes,. .

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    fricciones entre la mano de obra rural y los seores locales, pero, porencima de todo. las poblaciones rurales se rebelaban contra el gobiernocentraL

    Losjefes polticos locales y los lderes comunit ar ios desempeabanun papel importante en estas rebeliones, que en la mayora de los casosreforzaban los lazo s de clientela entre la fuerza de trabajo y la elite loca l ..En efecto, los caudillos con frecuencia incitaban a la rebelin contra elpoder central o eljefe poltico vecino para fortalecer esas alianzas. Laspromesas de mejoras sociales y enriquecimiento tambin funcionabancomo incentivos para la rebelin. A diferencia de lo que sola ocurriren Europa o China, las alianzas entre el Estado y las elites regionalesno se traduca necesariamente en una poltica coordinada de recauda-cin de impuestos. Tampoco esas relaciones entre las elites locales y elpoder central representaban siempre una poltica conjunta, muchomenos coherente, de explotacin de lo~ re'cursos y el trabajo. En con-secuencia, las rebeliones rara vez expresaban un esfuerzo coordinado, . .contra el poder central y los seores locales. Las elites locales seguansiendo poderosas, y los lazos entre el Estado y los caudillos regionalesdependan mas de favores polticos y prebendas que de una burocra-cia utilizable.

    Con respecto al carcter y l a f recuencia de las rebeliones r urales, las. experiencias de formacin del Estado en Latinoamrica y Europa en-cuentran su ms severo contraste en Oriente Medio. Las considera-ciones acerca de esta regin apuntan a la importancia del papel quedesempe el ejrcito en la movilizacin de las clases inferieres, uncomponente de la formacin del Estado que se tratar ms detallada-mente en breve. All , los forrnadores del Estado otomano lograron cons-truir el Estado de manera eficaz provocando un nmero mnimo derevoluciones antiestatales o antifeudales". Logro tal que debi muchoa un convenio entre el Estado y las "tropas de bandidos mercenarios",que seala un proceso alternativo de construccin del ejrcito". Alcomparar al imperio otomano con la Francia del siglo XVII, KarenBarkley (1991:699) ha concluido que la principal diferencia en la for-macin de Estados residi en las fuertes alianzas entre el campesinadoy la nobleza que existan en Francia.

    15. ste es un argumellto principal de Barkey 1991, 1995.16. Barkey 1995:9.

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    mar que a pesar de su debilidad, estos Estados tendieron hacia la cen-tralizacin movidos por su fuerte herencia colonial espaola. Quizsun conjunto de instituciones dbiles no podra lograr la centralizacin,pero la cultura, s. Esta visin asume el concepto de que la cultura cons-tituy un poderoso motor para la determinacin de polticas y la disci-plina social, si es que puclo generar formas de autoridad centralizadasy corporativas en la sociedad civil a pesar de la debilidad de! Estado.

    Queda por explicar, sin embargo, cmo puede considerarse exito-samente centralista y corporativista a un Estado dbil con una burocra-cia escasamente desarrollada. Sin duda, los captulos siguientes muestranque a pesar de las huellas aparentes de la ambicin centralista del anti-guo Estado colonial, estas repblicas permanecieron suficientementedescentralizadas. Ni siquiera Argentina y Paraguay, lo s casos ms cen-tralizados, se parecen al retrato presentado por la mayor parte de la li-teratura. Parte de la solucin para este hallazgo contradictorio puedeprovenir de las nociones tr adicionalmente aceptadas del Estado, lacultura y la relacin del Estado con la sociedad civil.

    Una comparacin de panoramas de formacin del Estado extradosdel imper io otomana y del imperio chino ayudan a desentraar el p ro-blema. La fuerza del Estado suele medirse en trminos de la fuerza dela Sociedad civil. Si una es fuerte, se asume que la otra es dbil y vice-versa. Sin embargo, obse rvando e l cambiante equilibrio de poder en -t re e l Estado y la sociedad civil en e! imper io otomana y especialmentesu evolucin durante el s iglo XIX, se llega a la conclusin de que esta"clsica" dicotoma puede no ser totalmente confiable.

    Hacia los siglos XV y XVII, el imperio otomana ya haba centraliza-do la autoridad y organizado un sistema eficiente de recaudacin deimpuestos. Paul M. Kennedy (1987:10-12) dice que e! imperio otoma-na, al igual que China, haba crecido y luego se haba vuelto "haciaadentro". Una llamativa diferencia ent re el imperio y Latinoarnrica enla poca colonial y post-colonial es que los sultanes lograron organizarun ejrcito central, controlar la propiedad de la tierra y monopolizar lacoercin". Hacia el fin del siglo XVI este poderoso Estado colaps y elequilibrio entre el Estado y la sociedad civil se inclin hacia el lado de

    18. Ningt.n Estado latinoamericano -incluyendo Paraguay, que en un momentopo se y grandes extensiones de tierra)' esclavos, y Venezuela, que era el mayor terrate-niente para la segunda dcada del siglo xx- secompara cdn esta situacin.

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    la segunda, que se volvi fuerte y emprendedora". Hacia la dcada de1 800, sin embargo, los formadores del Estado otomana recuperaronparte de su fuerza. Expandieron la burocracia estatal y r eestructuraronel ejrcito. No obstante, la so~iedad civil no se debilit y tanto uno comola otra permanecieron fuertes.

    Distintos grupos que actuaban en mbitos no estatales haban ad-quirido una influencia social considerable y en ese momento no pudie-ron, o no quisieron, penetrar en el Estado. La sociedad civil controlabaciertas actividades que en Occidente se han considerado generalmen-te prerrogativas del poder central": Las organizaciones privadas tenaninfluencia sobre la regulacin de las actividades del mercado y partici-paban activamente en la determinacin de polticas pblicas, sin inter-ferir con el Estado. Se lleg a una especie de divisin del trahajo. Losgrupos que estaban ruer~ de Estado "tendan ... [sus] ... redes" sobreciertas actividades atribuidas tradicionalmente al gobierno y la eliteburocrtico-militar se concentraba en profesionalizar al ejrci to, diver-s ificar la burocracia y recaudar impuestos de una manera ms eficaz".

    Muchas diferencias entre el imperio otomano y el espaol puedenexplicar sus evoluciones divergentes, su resistencia y su colapso. Aque ! foco est en e! desarrollo de las relaciones entre el Estado y la socie-dad civil en anillos casos, lo cual exige reconsiderar la -hip tesis plan-teada de esta ecuacin en Latinoamrica en e l per odo anterior a laIndependencia y el perodo post-colonial. En Amrica se lleg a unequil ibrio diferente en la ecuacin . A semejanza de! imperio otomana,la mayor parte de las Indias. espaolas a fines del siglo XVII y durante elsiglo XVIII experimentaron una suerte de simetra entre los participan-tes estatales y no estatales. Esa simet r a, sin embargo, apareca como unaimagen en espejo del imperio otomano. All, se haba llegado a un equi-librio entre los forrnadores del Estado y los pueblos indgena.s o criollosque haban armado una base de poder fuera del mbito estatal pero nohaban sido capaces lograr una penetracin en el Estado. La polariza-cin entre la sociedad civil y el Estado colonial latinoamericano repre-

    19. Ver Goldstone 1991:365-68. Los gobernantes enfrentaban un descenso s ignifi-cativo de sus ingresos. Hacia el siglo XV I I , las revueltas abiertas de los funcionariosprovinciales y los potentados eran comunes en el imperio,20. Ver Kasaba 1994:22.21. Tomado del comentario de un contemporneo que le atribua a la sociedad lasfunciones que la literatura occidenl a1 suele atribuirle al Eslado. Ver Kasaba 1994:208.

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    sent un equilibrio entre partes dbiles y fue, por tanto, opuesta a lasituacin otomana.Este contraste revela las races europeas de la tradicional dicotoma

    entre un Estado fuerte y una sociedad civil dbil. Hasta cierto punto,esta dicotoma tambin halla slidos precedentes en la literatura acer-ca de los Estados Unidos que ha puesto el nfasis tradicionalmente enla fuerza de la sociedad civil". La sugerencia que se hace aqu esque,antes de la Independencia, Latinoamrica logr una cierta estabilidaddurante los casi tres siglosen que las instituciones estatales no lograronuna penetracin completa en l a sociedad civil. Las diferencias regio-nales eran demasiado marcadas y las instituciones dependan dema-siado de personalidades locales y distantes autoridades espaolas. Almismo tiempo, la accin colectiva externa al Estado que surga tantodegrupos de notables dominantes y sus aliados como de las clases in-.feriores, gan fuerza pero no amenaz decisivamente la estabilidad delImperio.

    No quedan dudas de que el Estado colonial, a pesar de su debili-dad, fuecapaz de excluir a determinados grupos del proceso de deter-minacin de polticas. No obstante, dado que el Estado era dbil, laexclusin afectaba casi exclusivamente a las clases inferiores; como yase mencion, las alianzas entre el Estado y las clases inferiores casinunca se materializaron. Esto fue una caracterstica definitoria del Es-tado en el perodo posterior a la Independencia. Precisamente por elhecho de que la sociedad civil era dbil, no .alcanz el vigor que Alexisde Toccjueville observ en los Estados Unidos. La mayor parte de laaccin grupal apuntaba a o btener favores y servicios de un gobiernodbil, servicios que, segn seperciba, slo el Estado poda proporcio-nar. Cuando el Estado no responda efectivamente, que era lo que so-la suceder, estos grupos tomaban lajusticia en sus propias manos. Porun lado, las barreras para entrar en los asuntos de gobierno eran pocaspara las clases superiores; por lo tanto, muchos de sus sectores estabanrepresentadas en el Estado. Por ot ro lado, como regla general, elEsta- t-do colonial era incapaz de cumplir con las exigencias de proteccin ode resolver disputas relacionadas con los derechos de propiedad. El

    22. Para visones disidentes sobre las nociones aceptadas de la debilidad del Esta-do norteamericano, ver Bense11990, Skocpol iqqa, Skowronek 1982.

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    equilibrio entre en Estado dbil y una sociedad civil dbil significabaque el imperio no tena graves amenazas internas.Slo a partir de la dcada de 1760las poblaciones rurales y los Ime-blos pequeos -en particular Quito, Per, Nueva Granada y Mxico-se rebelaron en contra de las autoridades locales, algunos apelando alRey ausente para la redistribucin de la tierra y lajusticia social". Sinembargo, Anthony McFarlane (1995:313)observa la poca frecuencia conque se dieron "rebeliones de escala y duracin suficientes como paraamenazar a losgobiernos coloniales en forma directa". Lo mismo pue-de decirse del caso Otomano, en donde tanto el Estado como la socie-dad civil eran fuertes.La Independencia rompi el equilibrio de la ecuacin. En nuestroscasos y en Latinoamrica en general, las guerras favorecie ron a las fuer-zassociales sobre e! Estado. Un logro importante de las guerras de laIndependencia fue e! aumento de! poder de la sociedad civil. Este po-der, en especial en relacin con las organizaciones de base, lleg Illuylentamente y debi enfrentar muchas' contrarrevoluciones, locual afectal capital social y la autodeterminacin de la sociedad civil en las rep-blicas emergentes. Durante la mayor parte del perodo de formacindel Estado, ste y la sociedad civil siguieron siendo dbiles y por lotanto ninguno fue capaz de generar esferas confiables de actividad eco-nmica ypoltica que les dieran fuerza. En Colombia yUruguay, las ins-tituciones estatales siguieron siendo frgiles hasta el comienzo de! sigloxx. La sociedad civil se organiz pero perdi gradualmente e! impul-so. La capacidad de! Estado era ms fuerte en Argentina, pero seguadependiendo en gran medida de los dueos de la economa de expor-taciones. La activa sociedad civilque haba apoyado la Revolucin deMayo entr endecadencia inmediatamente despus.Hacia e! siglo xx, el equilibrio de poder entre el Estado y la socie-dad civil, que recuerda al caso Otomano, se inclin a favor de! Estado.La mayor parte de la historia de lo primeros sesenta aos del siglo XXmuestra su crecimiento. Sin embargo, a diferencia del caso Otomana,en los Estados Latinoamericanos, ms pequeos, la fuerza que obtuvola sociedad civil durante el convulsionado perodo de laIndependen-ciay losaos subsiguientes, se perdi casi totalmente. Los grupos que

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    23 Ver McFarlane 1985,1995. Existe un considerable corpus de literatura acercade las rebeliones de fines del siglo XVII.

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    surgan de la sociedad civil decayeron en nmero e importancia. De unmodo u otro, la mayora de stos desarroll lazo s de clientela con elEstado; de ah surge la imagen de sistema corporativista que muestragran parte de la literatura acadmica. Al mismo tiempo, sin embargo,este llamado "Estado corporativista" no acumul necesariamente bas-tante poder como para dominar a los grupos que en teora controlaba.

    En nuestros casos negativos, Venezuela y Paraguay, la Independen-cia rompi el equilibrio de un modo diferente. En Venezuela, lo incli-n a favor de los caudillos militares y las Fu erzas Armadas ms que afavor de la "sociedad" en general. En Paraguay, el equilibrio colonialse inclin a favor del Estado. Ambos, al igual que Argentina, vieroncmo e! ejrcito pas al frente en el proceso de construccin de! Estado.yen ambos, de manera algo s imilar a lo que ocurri en e! imperio oto-mana, e! ejrcito se convirti en un eslabn directo entre el Estado ylos pobres de las zonas r urales.

    Ms lec cio nes de lo s im per io s: band idos)' ejrci to sLa autonoma estat al detodos los casos analizados aqu estuvo siem-

    pre ligada a lo s aspectos de! reclutamiento y composicin del ejrcitoya la construccin de lneas de mando entre oficiales, partidos y forma-dores del Estado. Tener ejrcitos ms poderosos y centralizados nosiempre simpli fi caba la autonoma de! Estado. Un ejemplo de esto esArgentina. En lo s cap tu los siglli~ntes se ver cmo la incorporacinde los pobres rurales y los grupos excluidos (mestizos, negros e indios)a los ej rcitos y partidos, as como las conexiones entre el ejrcito y lael it e poltica, ayudan a exp licar los caminos de la formacin de! Estado.

    La organizacin del Estado en el caso otomana ayuda a detectaralgunos aspectos del papel desempeiiado por el ejrcito en la forma-cin del Estado en Latinoamrica que no suelen ser considerados porla literatura. En particular, los contrastes permiten explicar por qu lasalianzas entre el ~jrcito, el poder central y los pobres rurales fueronescasos. J3arkey (1 995 ) dice que en el siglo XVII, el Estado otomana uti-lizaba lo s servicios de bandidos mercenarios. El bandidaje tambin era,por supuesto, comn en Europa y China. El caso otomana, sin embar-go, se diferenciaba de los otros en que "los vagabundos se convertanen mercenarios y se organizaban segn las lneas militares del Estado.Es difcil, bajo estas condiciones, ver al bandido como un productorural; ms bien, es necesa rio aceptar el papel que desempe el Estado

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    en la generacin de este nuevo tipo social?". S in embargo, esta est ra -teg ia presentaba un problema de control ya que produci r e lbandidajeera ms fcil que controlado. El Sultn resolvi este problema creandoy reprimiendo al mismo tiempo el bandidaje. Al responder a las quejascontra los bandidos que hacan los campesinos, el Estado sola lograrlegitimidad al reprimir a los mismos bandidos que haba empleado.

    Al igual que los formadores del imperio otomana, los latinoameri-canos tambin realizaron acuerdos flexibles con los patrones locales ylas milicias que de vez en cuando desempeaban el papel de bandidos,no al estilo romntico de Eric]. Hobsbawm (1981) sino en el sentidoms crudo que presenta Barkey (1995). La organizac in cIe l e j rcitoincluy la absorcin flexible de "generales" disidentes que a menudose valan del bandidaje para mantener sus milicias, pero a lo s cuales seopona el poder central-cuando le convena- para defender los dere-chos de propiedad y la seguridad de la poblacin local. Sin embargo,a diferencia del caso otomana, al Estado solan faltarIe los recursosnecesarios para suprimir las actividades de losjefes locales. Por lo tanto,los pobres de las zonas rurales tendan a quedar b~o e! control de los CaU-dillos locales y se rebelaban con ms frecuencia en contra del Estado.

    Ningn Estado latinoamericano se acerc siquiera a trabar alianzascon el campesinado o las clases trabajadoras rurales que se comparena los exitosos casos populistas de Europa, tales como Suecia, que sue-le citar se como una alianza nica entre el Rey y el 'campesino a travsde un ejrcito de ciudadanos", Recin en e! siglo xx algunos Estadoslat inoamericanos pudie ron galvanizar el apoyo popular y establecer unlazo directo con las clases bajas; estos casos incluyeron a Argentina,Brasil, Mxico, Uruguay y, en forma ms limitada, Venezuela.

    En los prximos captulos se ver cmo ese Estado realiz conve-nios con centros alternativos de militarismo (los bandidos) l?ara cons-truir su ejrcito central. Los formadores de! Estado solan utilizar a loscaudillos, que acosaban, como bandidos, los pueblos y ciudades quese oponan al gobierno central. En forma similar al arg;umento de Barkeypara el caso otomana, pero a diferencia de lo que El iza betl i ]. Perry

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    . -24. Barkey 1995:23.25. Inclus o b ajo e n a bs olut ismo ca rolino, Suecia se d iferenciaba de los estadosabsolutistas europeos, y a que s u fuerza militar era un e j rc ito de c iudadanos leal a laconstitucin . Para detal le s, ver P.Anderson 1974; Downing 1992: cap. 8.

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    (lg80) sugiere para Chilla, losjefes pol t icos de las comunidades ruralesdesarrollaron fuertes lazos de clientela con el distante Estado y los par ti -dos polticos que estaban en el poder. En parte como en la afirmacinde Barkey, los caudillos locales no eran en general un producto exclu-sivo de la vida rural y sus circunstancias; ms bien, la his tori a de la ma-yora muestra que tenan convenios con las e li tes militares coloniales ylas clases-comerciales urbanas, todo lo cual facilit el acceso de los cau-dillos al poder central. A pesar de la influencia de la ideologa militareuropea, que haca hincapi en las ventajas de un ejrcito central fuerte,los casos latinoamericanos estudiados aqu se desviar on de ese modeloluego de lograr la Independencia. Como en el caso otomana, la centra-lizacin del poder tuvo Lugar "en su mayor parte a travs de la negociaciny la incorporacin" de ejrcitos que hab an surgido de distintas revuel-tas durante intentos previos de centralizacin a fines de! siglo XVIIl 6

    1.2. Formacin de! Estado en AmricaLos par ti do sA pesar de que los partidos polticos fueron la caracterstica distin-

    tiva de la formacin del Estado en Amrica, entre 1810y 1900, tambinpueden encontrarse semejanzas entre estosjvenes partidos y los ban-didos del imper io otomana o las unidades cvico-militares llamadas"Estandartes" en China". Las lneas de mando de c1iente!a y los lazosflexibles con e lpoder central eran similares. El bandidaje tambin in-corporaba incentivos selectivos fuertemente asociados con la actividady las guerras partidarias, desde e! pillaje y e! robo hasta la utilizacinde haciendas como escondites ternporarios o e! saqueo de cultivos yganado. La utilizacin de milicias que estaban bajo la supervisin delderes leales era siempre una alternativa viable y barata para monopo-lizar la coercin e imponer e! orden'". Ms que en cualquier otra rea,

    26, Barkey 1995:23, _27 Ver Naquin y Rawski 1987:4 . Durante la declinacin de la dinastfa Ming enChina,los manches crearon los llamados Estandartes, que cumplan funciones simi-lares a los primeros partidos policos en Latinoamrica. Los Estandartes se convirtie-ron en las unidades administrativas de registro, conscripcin y movilizacin.28. Aqu debo agradecedes a Miguel Centeno y Jonathan Rosenberg , que me se-alaron que estas sugerencias tambin podran aplicarse aMx ico durante el Porfiriatoy el perodo revolucionario.

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    sin embargo, los partidos en Amrica contr ibuyeron a demarcar los I-mies de la c iudadana)' la nacionalidad y a organizar e! ejrcito. En sumayor parte, la actividad de las milicias en Latinoamrica sigui estan-do unida no al Estado o a las bandas de mercenarios sino a los partidos.

    Los partidos se formaron al mismo tiempo que e! Estado y se con-virtieron en fonnadores del Estado; al mismo tiempo, la organizacinpartidaria se convirti en la forma ms comn de resistencia regionalal Estado, Amrica se di'ferenci de Europa con respecto al tiempo deformacin de los partidos en relacin con la formacin del Estado. EnEuropa, los partidos llegaron ms tarde a la escena poltica, una vez quelos Estados ya eran fuertes y consolidados, lo cual acerca a Amrica deNorte y a Amrica Latina dentro del panorama general de formacindel Estado. .Sin duda, abundante literatura ha visto el surgimiento de la rep-blica estadounidense como una experiencia distinta de cualquierotraprecisamente a causa de la apar icin de los partidos en una etapa tem-prana de la formacin de! Estado". En todo el continente americano,los partidos desempearon el papel de formadores del Estado y sirvie-ron de unin entre e! Estado, el ejrcito y la sociedad civi]3a.Como men-ciona Richard Bensel (lgg0) a propsito de los Estados Unidos, losfonnadores del Estado en Latinoamrica tambin oficiaron de forma-dores de los partidos, de modo tal que la pertenencia a los distintospartidos dividi al Estado.

    Los partidos polticos trataban de atraer una c li entela algo contra-dictoria; afirmaban defender los intereses de tanto las clases al tas comolas bajas, CO~JlOpuesto a lo que haca el Estado, pero al mismo tiempodecan representar los intereses del Estado en e! interior. Los captulossiguientes cuentan la historia de cmo y por qu los partidos se convir-tieron en organizaciones perdurables y s istemas partidarios en algunospases y por qu los partidos pudieron darle forma al Estado en algunospaises, pero no en otros. Parte impor tante de la respuesta se encuentraen la competencia que surgi entre lo s partidos y las Fuerzas Armadasal movilizar a los pobres rurales.

    [63]

    29 Ver, por ejemplo, Chambe rs 1969; Degler 1959; Hartz 1955; Huntington 1981;Morone 1990;'Lipset; 1963, 1990; Wood 1972.30. Ver Di nki n 1982; Shefrer 1979.

    FER1'iANDO LPEZ-ALVES La [ormacitin de!Estado )' la democracia en.Amrica Latina

  • 7/22/2019 Lpez Fernando-La formacin del Estado

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