Lima y Su Problema

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LIMA Y SU PROBLEMA : EL CENTRALISMO CENTRALIZACIÓN Y DESCENTRALIZACIÓN Por: Iván González Delgado. LA CENTRALIZACION : Desde el nacimiento del Estado peruano cargamos con el peso del “Centralismo limeño” y percibimos aún, cuán fuerte y arraigado se mantiene hasta nuestros días a pesar de los intentos (buenos o malos, con intereses políticos o no) de revertir este fenómeno. No es necesario analizar en profundidad para darnos cuenta y haber percibido que Lima está creciendo aceleradamente en términos de población, con las implicancias políticas, económicas, culturales, sociales y jurídicas que ello genera, produciéndose la migración de peruanos del interior del país hacia Lima, la razón: Lima se hace “atractiva”, o por necesidad. Lima se hace atractiva porque es el núcleo de transmisión (transmisión que no se lleva a cabo eficientemente) de los procesos de globalización hacia el interior del país, asimismo desde Lima se generan, sistematizan y organizan la toma de decisiones relevantes tanto para el país y para cada gobierno regional o local. Justamente por ser ese núcleo se instalan las principales empresas e industrias nacionales y transnacionales que comienzan sus procesos de inversión y de generación de empleo, así tenemos que más del 90% de los ingresos y más del 80% de los gastos está en manos del gobierno central. Por otro lado, Lima en otras ocasiones se hace no una “atracción” sino una necesidad por la existencia: De Centros hospitalarios, mejor equipados que en el resto del Perú; del aeropuerto Jorge Chávez, pues a pesar de que en el Cuzco y en Chiclayo hay aeropuertos internacionales, no están debidamente implementados para ser lo que formalmente se les denomina; de los ministerios en todas las carteras; del Palacio de Justicia con todas sus Salas Supremas, y de elTribunal Constitucional, estas dos últimas instituciones acogen a litigantes ciudadanos de todo el Perú, pues las causas en última instancia se resuelven allí. Lima entre el 1945 y el 1970

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LIMA Y SU PROBLEMA : EL CENTRALISMO

CENTRALIZACIÓN  Y  DESCENTRALIZACIÓNPor: Iván González Delgado.

LA CENTRALIZACION :

Desde el nacimiento del Estado peruano cargamos  con el peso del “Centralismo limeño” y  percibimos aún, cuán fuerte y arraigado se mantiene hasta nuestros días a pesar de los intentos (buenos  o malos, con intereses políticos o no) de revertir este fenómeno.No es necesario analizar en profundidad para darnos cuenta y haber percibido que Lima está creciendo aceleradamente en términos de población, con las implicancias políticas, económicas, culturales, sociales y jurídicas que ello genera, produciéndose la migración de peruanos del interior del país hacia Lima, la razón: Lima se hace “atractiva”, o por necesidad.Lima se hace atractiva porque es el núcleo de transmisión (transmisión que no se lleva a cabo eficientemente) de los procesos de globalización hacia el interior del país, asimismo desde Lima se generan, sistematizan y organizan la toma de decisiones relevantes tanto para el país y paracada gobierno regional o local. Justamente por ser ese núcleo se instalan las principales empresas e industrias nacionales y transnacionales que comienzan sus procesos de inversión y de generación de empleo, así tenemos que más del 90% de los ingresos y más del 80% de losgastos está en manos del gobierno central.

Por otro lado, Lima en otras ocasiones se hace no una “atracción” sino una necesidad por la existencia: De Centros hospitalarios, mejor equipados que en el resto del Perú; del aeropuerto  Jorge Chávez, pues a pesar de que en el Cuzco y en Chiclayo hay aeropuertos internacionales, no están debidamente implementados para ser lo que formalmente se les denomina; de los ministerios en todas las carteras; del Palacio de Justicia con todas sus Salas Supremas, y de elTribunal Constitucional, estas dos últimas instituciones acogen a litigantes ciudadanos de todo el Perú, pues las causas en última instancia se resuelven allí.

Lima entre el 1945 y el 1970  (Resumen)

A partir de 1945 y a lo largo de las siguientes décadas se había  producido un aumento significativo de las migraciones campo-ciudad.  Así tenemos que de acuerdo al censo de 1961, Lima estaba habitada por un millón ochocientos mil habitantes, de los cuales casi la mitad habían nacido en provincias. El número de provincianos en la capital de aquel entonces era un Testimonio de la magnitud de las migraciones internas durante la década de 1950. Por su lado, el 35% de estos migrantes había llegado a Lima antes de 1945 y el 65% después de esa fecha, ocurrió que después de la Segunda Guerra Mundial la capital se vio inundada por provincianos que habían sido campesinos.

Tanto los campesinos de hacienda como los de comunidad dejaron sus ocupaciones ancestrales y se trasladaron masivamente a las ciudades en un proceso que lógicamente ha fascinado a las

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ciencias sociales peruanas y sobre el cual existe una abundante bibliografía. El pico más alto de las migraciones se produjo durante la década de 1960 y para los años 1970 ya había comenzado a declinar. Las cifras muestran cómo a lo largo del siglo XX la urbanización fue un fenómeno general. Es decir, no sólo creció Lima sino que además las siguientes 12 ciudades lo hicieron también y al mismo ritmo que la capital.Lima pasó de ser el 5% del total nacional a comienzo de siglo al 24% en 1970. Posteriormente ha seguido subiendo su participación, aunque disminuyendo el ritmo, hasta alcanzar en los años '90 al 29% del Perú que vive en Lima Metropolitana..

En el caso particular de Lima, la concentración demográfica era sólo expresión de una enorme centralización del poder, tanto político, como económico y social. Por ejemplo, administrativamente la capital era la sede de virtualmente todo organismo de gobierno de un aparato estatal tremendamente centralizado. Así, a lo largo de los primeros ochenta años del siglo sólo hubo tres elecciones de autoridades municipales: una en 1919, y dos durante el primer gobierno de Belaunde (1963-1968), Tampoco existían autoridades regionales y entre dos funcionarios nombrados por el Ministerio del Interior, alcaldes y prefectos, se ejercía el poder local en las provincias del Perú. Así, el centralismo limeño había arrasado con las tradiciones de poder local.

La centralización económica del Perú era también muy significativa.  Este proceso económico se expresaba en la primacía social de la capital, que había empujado a grupos enteros de las élites provincianas a trasladarse a la capital en busca de alcanzar un destino, que aparecía imposible sin disponer de conexiones permanentes en la capital. Incluso en el caso de las élites regionales más poderosas, como la arequipeña y la trujillana, las familias importantes buscaban colocar a algunos de sus integrantes en la capital para seguir disponiendo del control a nivel regional.

Desde los años cincuenta fue frecuente vincular a los campesinos recién llegados a Lima con la expansión de las barriadas. Para 1961, sólo el 22% de los provincianos que vivían en Lima lo hacían en barriadas. Muchos provincianos vivían en los viejos distritos populares del centro de la ciudad, e incluso en los distritos más acomodados: Miraflores y San Isidro, donde el 40% de sus habitantes había nacido en provincias.Pero, en lo que a las barriadas se refiere, el 80% de los adultos eran de origen provinciano, lo que hacía lógica la relación que tanto los estudiosos como la población en general hacían entre el fenómeno barrial y el aumento de las migraciones. Resulta que si se distinguen los grupos sociales y geográficos de origen de los migrantes, se encuentra que en las barriadas se hallaban precisamente quienes habían sido campesinos.

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casona el Buque en los Barrios altos

Desde aquella época ha sido frecuente también la vinculación de las barriadas con un asentamiento situado en los extremos desérticos alrededor de la capital. Había terminado una época donde los más pobres habían logrado ubicarse al interior del valle de Lima. Durante la primera mitad del siglo XX, al comenzar la transformación del valle del Rímac en una selva de cemento, los más pobres habían encontrado espacio a su interior, normalmente en las zonas eriazas sin propietario particular, como cerros áridos y playas de piedras del rio Rímac.La cronología de estas barriadas fue establecida por Carlos Delgado en un estudio muy influyente que muestra cómo hasta 1950 se encuentran barriadas interiores que luego han sido rodeadas por la urbanización convencional. Pero, desde los 50 se terminaron estos terrenos y la presión demográfica de los pobres que no podían pagar por un lote urbanizado se dirigió hacia los desiertos que limitan con el valle. Así, se estableció una nítida demarcación geográfica y social entre la urbanización convencional y las barriadas periféricas. 

Barriadas de Lima

Las conclusiones de Carlos Delgado sobre la cronología de las barriadas de Lima fueron vueltas a considerar en el estudio de Jean-Claude Driant, quien ha sistematizado la expansión de la forma barrial en los desiertos que rodean Lima. De acuerdo a Driant, la formación de las barriadas periféricas ocurrió a lo largo de la década de 1950, cuando se iniciaron los conos Norte y Sur. El cono Norte fue el primero en formarse y también el primero en adquirir una densidad significativa. 

 cono norte - Comas

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Durante los 60 y sobre todo en los 70 ambos conos crecieron significativamente gracias a las modernas pistas que construyó el gobierno de Velasco. Durante los años 70 se completó el proceso periférico con la conformación del cono Este.El caso es que las barriadas interiores fueron mayormente absorbidas, por la ciudad convencional y en cierto sentido casi no se distinguen de los tugurios del centro de Lima o de los viejos barrios populares.La formación de las barriadas periféricas obedece también a la incapacidad de los viejos barrios populares para asimilar a la totalidad de los nuevos migrantes. La causa principal fue que simplemente no había en ellos el espacio suficiente para incorporar a tanta nueva población. En la víspera de las grandes migraciones había cuatro grandes barrios populares en Lima, que correspondían a dos épocas distintas de su historia. El Rímac y los Barrios Altos tenían pasado colonial. Los Barrios Altos estaba formado sobre lo que había sido El Cercado tradicional, donde estaban reducidos los indios que vivían en la Lima de los siglos XVI y XVII. Por su lado, el Rímac estaba situado en la margen norte del valle, que fue mucho menos urbanizada y era un barrio donde al final del XIX coincidían sectores populares con un sector de clase media.

 Barrios altos 

MÁS INFORMACION SOBRE EL TEMA

a continuación algunas imágenes de como lima fue transformándose en lo que ahora es:

 Av. Arequipa en 1928 (antes)                                                                          

av. Arequipa ( hoy)

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arco morisco que en un inicio estuvo en la av. Arequipa pero ahora se

encuentra en el parque La Amistad en Surco

el edificio Atlas , entre Huancavelica y

caylloma

Planta ensambladora de la

General Motors -Lima

      

Hacienda Higuereta en 1944 (antes)                            Higuereta (hoy) 

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        Hacienda  San Borja 1944    antes                                              vista

San Borja  (hoy)

 La Colmena 

LIMA Y SU  CENTRALISMO

Lima ha crecido demográficamente, económica y territorialmente  , aún así , la tasa

de crecimiento demográfico se ha reducido por la poca inmigración provinciana  a

Lima y por la emigración de limeños al extranjero ,el crecimiento demográfico ha

hecho que  Lima crezca territorialmente   a causa de  las urbanizaciones

espontáneas (invasiones)  más que de las urbanizaciones  formales.

Podemos  encontrar que Lima, ahora tiene  4 grandes centros  urbanos:

El Centro político  en Lima ciudad capital

El centro financiero  en los distritos de San Isidro, San Borja,Miraflores

Los centros comerciales  Jockey Plaza , Plaza Norte , Megaplaza, Larcomar, Plaza

Lima Sur.etc.

El centro Internacional  que sería el Callao.

Gracias a este crecimiento también creció la recaudación de los impuestos y con

ello el mejoramiento de la infraestructura vial de Lima , de las viviendas , y del

auge  en materia de  construcción de edificaciones multifamiliares.

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Lima es una de las ciudades más grandes de Sur América, sobre todo dado el

tamaño intermedio del Perú desde el punto de vista demográfico.

Los canales de integración de Lima a la economía mundial son

principalmente: financieros, comerciales y, hasta cierto punto, culturales. La

integración de Lima a la economía globalizada se está dando a través de los

servicios (financieros, hoteles, información, turismo, remesas), con una

característica importante: Lima se está integrando más al exterior que al interior,

pero no lo está haciendo a partir de una base exportadora de productos sino de

servicios. Esto hace que la integración de Lima en la denominada globalización no

esté favoreciendo al resto de regiones y tampoco a toda la población de Lima.

Por ello, cuando se discute los efectos del TLC o de cualquier tratado de libre

comercio hay que tomar en cuenta no sólo al sector específico sino a la región o la

ciudad donde funciona el sector, pues para que la globalización tenga un efecto

favorable ésta deberá tener efectos multiplicadores hacia otros sectores no

directamente involucrados, pero articulados con los sectores exportadores.

En este sentido si sectores productivos de Lima, los textiles por ejemplo, hacen

parte de un tratado de libre comercio, y estos sectores tienen pocas relaciones con

otros sectores de Lima y del resto de regiones, entonces el impacto de la apertura

será limitado, por falta de integración económica regional previa.

ACCION DE LOS GOBIERNOS  POR  DESCENTRALIZAR

  

El Perú todavía sigue siendo un país altamente centralizado ya que según Efraín

González de Olarte, Lima concentra el :

- 29% de la población nacional,

- produce el 48% del PBI nacional,

- se genera el 55% del ingreso nacional,

- produce el 70% del PBI industrial,

- concentra el 52% de los servicios gubernamentales,

- recauda más del 90% de impuestos. Ante esto, las regiones solo reciben algo más

de un 15% del presupuesto nacional convirtiéndolos en meros receptores de los

ingresos del Poder Central.

   

Además debemos  mencionar una escasa participación de los ciudadanos en los

asuntos de los Gobiernos Locales y Regionales , instituciones burocráticas

ineficientes que impiden un verdadero proceso de descentralización.

   

La Constitución de 1979 recoge estas demandas en tres frentes principales  las

cuales  son:

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1.-  La democratización de los gobiernos municipales (provinciales y distritales);

2.-  La regionalización del país y

3.-  El establecimiento de gobiernos regionales y de esta manera lograr  la

desconcentración administrativa del poder Ejecutivo.

Sólo recientemente, a partir de la dación de la Constitución de 1979, los alcaldes y

consejos provinciales y municipales son electos democráticamente, en lugar de ser

designados por el poder Ejecutivo sin ninguna participación de la población local

(esta práctica tuvo un antecedente en la década del 1960 durante el gobierno del

presidente Fernando Belaunde Terry).

  

La Ley de Municipalidades (1984) otorga a los municipios provinciales y distritales

una amplia gama de responsabilidades de gobierno, pero en los hechos los

municipios cuentan con recursos muy limitados para que puedan asumir

efectivamente tales responsabilidades.

PRIMER INTENTO

 Durante el gobierno aprista de Alan García (1985-1990) se dio un fuerte impulso a

la descentralización, en cumplimiento del mandato establecido por la Constitución

de 1979. Se establecieron 13 regiones administrativas, estas eran:

1.-región Grau

2.-región Nor oriental del Marañón

3.-región Amazonas

4.-región Víctor Raúl haya de la Torre- San Martín

5.-región chavín

6.-región Andrés Avelino Cáceres

7.-región Ucayali

8.-región Lima

9.-región Libertadores Wari

10-región inka

11-región Arequipa

12-región José Carlos Mariátegui

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 Los presidentes de las asambleas regionales fueron elegidos a través de votaciones

generales y secretas en cada una de las regiones constituidas. La Asamblea

Regional estaba compuestas por tercios: un tercio por los alcaldes provinciales y los

otros dos tercios compuestos de representantes de los partidos políticos y de las

organizaciones de base.

  

Este proceso de regionalización fue suspendido por la primera administración del

presidente Alberto Fujimori (1990-1995). Las autoridades electas fueron cesadas y

el ejecutivo nominó más bien, en calidad de presidentes transitorios, a gente de su

confianza. La producción de estadísticas agregadas por regiones fue también

suspendida.

  SEGUNDO INTENTO

La nueva Constitución de 1993 modifica la normatividad de la descentralización,

dándole un carácter abierto y permanente, bajo la iniciativa y mandato de las

poblaciones locales.

  

Conjuntamente con la descentralización, durante los años noventa también se

avanzó en la desconcentración del sistema de la administración pública. Los

ministerios, cuyas sedes se encuentran localizadas en Lima, fueron redefinidos

funcionalmente, asignándoseles la función normativa. La ejecución pasó a la

responsabilidad de órganos desconcentrados, con direcciones departamentales, y

unidades operativas en los niveles provinciales y distritales. Todos estos órganos

desconcentrados debían articular sus funciones a través de las respectivas

secretarías regionales en los hechos, las sedes centrales de los ministerios

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retuvieron un amplio control sobre la administración pública, situación que se ha

acentuó durante el gobierno del  dictador Fujimori.

  TERCER INTENTO:

Luego de 11 años de la dictadura, en el Gobierno del presidente Alejandro Toledo se

eligen por votación popular los 25 Gobiernos Regionales que tiene actualmente el

Perú; es decir, que los departamentos se convierten en regiones y que a partir de

ello. A partir de las elecciones municipales y regionales en el año 2002, se inician

nuevas reformas para enrumbar una nueva república des centralista.

   

Las funciones del Gobierno Central debían ser la de seguridad, Defensa Nacional,

Estabilidad Económica, promoción del desarrollo del empleo, etc. Al Gobierno

regional le tocaba el rol fundamental de promover el desarrollo mediante grandes

proyectos de infraestructura. Además debe ser la institución impulsora del

desarrollo de la región atrayendo a capitales extranjeros. Finalmente la labor de los

Gobiernos Locales debían ser los servicios y la preocupación por programas

sociales, llámese salud, educación, etc.

   

En  diciembre del 2007, el Congreso de la República aprobó finalmente la Ley

Orgánica del Poder Ejecutivo, con lo cual se completa el marco legal del proceso de

descentralización. La importancia de la norma radica en que ordena la intervención

del gobierno nacional en el desarrollo de las políticas nacionales y sectoriales. Para

ello, toma tres decisiones importantes:

-  En primer lugar, define las competencias exclusivas del Gobierno Nacional y

establece las relaciones de coordinación y cooperación intergubernamental en

cuanto a las competencias compartidas.

-  En segundo lugar, crea el Consejo de Coordinación Intergubernamental (CCI),

cuyas principales funciones son la coordinación y definición de políticas públicas, y

la supervisión de los avances del proceso de descentralización, estará presidido por

el Presidente del Consejo de Ministros, con la participación de los Presidentes

Regionales y una representación de alcaldes.

-  En tercer lugar, establece que las competencias compartidas entre los tres

niveles de gobierno serán definidas en las Leyes Orgánicas de los sectores.

El proceso descentralista enfrenta pues un doble desafío. Por un  lado, el

de renovar un consenso social y político respecto de su consolidación y

profundización, tarea nada fácil teniendo a un gobierno que más allá del discurso

tiene muy poca voluntad política para hacer avanzar la reforma.Por otro lado, los

gobiernos regionales y municipales necesitan mostrar resultados concretos de su

gestión, ya que  la descentralización es un canal clave para impulsar

gobernabilidad, participación, ejercicio de ciudadanía, formación de una cultura

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donde predomine el respeto de los derechos y obligaciones tanto individuales como

colectivas, requiriendo una Reforma del conjunto del Estado y de sus relaciones con

el territorio y la sociedad.

El mayor problema de la descentralización estatal es que ésta se hace en un país

con una centralización “dura”, que combina en Lima concentración económica,

centralización política y concentración del capital humano, que en su conjunto han

generado un crecimiento divergente entre Lima y el resto del país, que inhibe

cualquier esfuerzo de desconcentración económica y hace de la descentralización

estatal y fiscal un proceso cuesta arriba.

La descentralización estatal tendrá que buscar más resultados políticos, por

ejemplo una mayor democratización y mayor participación, pero no necesariamente

mayor desarrollo económico, a menos que el sector privado descentralice su

inversión de una manera deliberada, consistente y planificada, cosa poco probable

en un contexto en el que cada empresa busca de competir con otras en lugar de

cooperar. Obviamente, es aquí donde se necesitan gobiernos regionales promotores

de desarrollo regional y liderazgos empresariales claros y descentralistas.

  CONCLUSIONESEn las últimas cuatro décadas hubo diversas iniciativas descentralistas que carecieron de coherencia y sostenibilidad. Avances, retrocesos y muchas frustraciones han sido el resultado predominante en esta etapa.

Enorme trascendencia para el futuro del país constituye la forma en que se plantee el establecimiento de las regiones. Esto supone contar con unmodelo propio de ocupación del suelo, es decir, cual debería ser la administración política y la distribución geográfica de nuestra población, de tal forma que genere espacios integrados que potencien el uso racional de los recursos naturales y contribuyan al desarrollo económico sostenible.

Lo que se haga o deje de hacer en este aspecto, tendrá impacto directo en la vida de millones de peruanos en los años venideros.

Para lograr un proceso de descentralización en nuestro país, hace falta vincular la necesaria transformación de un Estado ineficiente y excluyente, con la ampliación de los derechos democráticos y la reducción de las desigualdades sociales y económicas.

La descentralización es una dinámica social y política de gran complejidad, en la cual confluyen diversos factores económicos, fiscales, políticos, institucionales y culturales.

El referendúm dijo NO a la propuesta de regionalización propuesta por el Gobierno toledista, lo que no quiere decir que la población peruana esté en contra de la descentralización, en realidad es un rechazo a una propuesta que es meramente administrativa y con tendencia burocrática. Los peruanos queremos descentralizar el país porque es una necesidad urgente para lograr realmente un desarrollo que incluya a todos los peruanos y que permitirá potenciar los recursos que poseemos en beneficio de los peruanos.

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LA DESCENTRALIZACIÓN HOY

Se asume que el desarrollo económico tiene como prerrequisito la

Descentralización. Se ha difundido la idea de que los gobiernos locales o

municipales son las instituciones ideales para la descentralización, al mismo tiempo

la descentralización no es un proceso que tenga asegurado de antemano su éxito,

es importante tener en cuenta que la descentralización es el proceso de

transferencia del Poder, de capacidades de decisión y de recursos del centro a la

periferia; es un medio económico y un fin político. Por consiguiente su éxito

dependen de la ingeniería institucional y la política que asegure que la transferencia

de poder y recursos del centro a la periferia se legítima, irreversible,

eficiente y sostenible”. En suma, para una real descentralización se requieren tres

elementos, territorio, autonomía y

real práctica democrática,  como señala Pedro Planas  “Su dimensión territorial

intermedia su potestad normativa, su autonomía económica y administrativa (con

rentas propias) y muy especialmente, su carácter electivo o representativo”.

El Perú no ha constituido aún elementos primordiales para ir construyendo

la descentralización, y uno de esos elementos es la construcción de un país

totalmente comunicado, cosa que nuestro país carece, pues en esa comunicación

comienza la integración y las oportunidades de pueblos relegados y olvidados;

asimismo no se han estructurado bases sólidas para la descentralización, es decir

no se han creado núcleos de desarrollo en el interior del país que pueden competir

con la capital y que a la vez aspiren a ser autónomas en su manejo político

económico administrativo y fiscal, sin embargo no podemos pensar en acrecentar

los poderes en los gobiernos regionales y locales en forma automática y que ello

nos traiga como consecuencia una buena administración, pues podría suceder lo

contrario es decir, que abarcando mucho se pueda crear una burocracia mayor y

más  ineficiente de la que ya existe, contribuyendo al estancamiento de gestiones

administrativas, al colapso burocrático y al déficit fiscal. Esto generaría inestabilidad

política económica y social elementos suficientes para ahuyentar la inversión

privada.

La descentralización por sí sola no es sinónimo de desarrollo, tiene que

complementarse con una serie de medidas económicas, administrativas, sociales y

culturales, que le tienen que anteceder, para que en conjunto se logre un desarrollo

mancomunado y duradero, pues la historia nos muestra que en el pasado se

intentaron soluciones políticas totalmente aisladas de lo económico y social, y como

era de esperar estos experimentos fracasaron rotundamente, no

podemos en la actualidad caer en el mismo error. Todos los objetivos deben

llevarse a cabo mediante un proceso gradual, constante pero eficiente y firme y no

con política de gobierno sino de Estado, es decir con un planteamiento que se

continúe de gobierno a gobierno.

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……………………….El Centralismo en el Perù

EL CENTRALISMO es un sistema de organización estatal cuyas decisiones de

gobierno son únicas y emanan de un mismo centro, sin tener en cuenta las

diferentes culturas o pueblos sobre los que influye. 

Un estado centralista concentra en la sede de su gobierno todo el poder politico,

social, economico y cultural, que determina un desarrollo exclusivo de la capital, en

este caso Lima ocasionando el abandono, estancamiento y atrazo de las demás

regiones del país.

Breve historia sobre el centralismo en el Perú

Sobre los orígenes del centralismo en el Perú podemos señalar que no es nueva y

tiene sus orígenes en nuestro pasado independiente. Podemos mencionar que

durante el Tahuantinsuyo el poder estuvo centrado en un estado autocrático, cuyo

representante principal fue el Sapainca, que supo distribuir lo necesario al pueblo

para que éste no sufra de necesidades. Pero el verdadero inicio del centralismo en

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el Perú, junto a los problemas que conlleva este, fue en la etapa de la colonia,

cuando los españoles trajeron a este nuevo mundo sus formas de gobierno y

demarcación territorial estableciendo de esta forma el virreinato. A partir de aquí, y

con la fundación de Lima como capital del Perú, todo el poder político y económico

del Perú y Sudamérica se concentró en la ciudad de los Reyes. Con la república el

centralismo se robusteció, la actividades económicas se situaron en Lima con

grandes haciendas que producían algodón y azúcar, se embelleció la ciudad, los

tranvías, los automóviles solo circulaban en Lima. En Lima se hallaban los

principales centros económicos del Perú, los primeros y mejores hospitales, etc.

realidad que hoy en día se ha fortalecido en la ciudad capital y en las ciudades

capitales de las regiones del Perú. Es por todo lo expuesto, y no mal empleado, el

término: “El Perú es Lima” frase dicha por Abraham Valdelomar 

Causas del centralismo.

a) La política centralista que asume el estado peruano, concentrando en Lima y

otras principales capitales del Perú todo el desarrollo económico, educativo, de

servicios y tecnológico, determinando de este modo el consiguiente estancamiento

de la periferia o interior del país.

b) Otra, es la anacrónica demarcación política que no corresponde a la realidad

económica y social del País. Esta demarcación delineada con criterios de orden

politico y de intereses de grupos, ha agudizado, a traves de los años la

concentracion de la poblacion, conformando polos de desarrollo

sobredimencionados como consecuencia de una politica centralista, en donde las

oportunidades de trabajo y las comodidades de los servicios se concentraron en las

capitales, dejando a las zonas rurales en el mayor abandono, hasta de los servicios

mas elementales.

Consecuencias del centralismo 

Entre los efectos y consecuencias que ha generado el centralismo, debe de

preocuparnos de sobre manera el despoblamiento del campo como consecuencia

del intenso movimiento migratorio del interior del país hacia Lima, que ha su ve a

originado un gran decrecimiento de nuestra producción de alimentos agrícolas, la

gran concentración de población en la capital de la república y las principales

capitales del interior del país, donde van surgiendo, además, los pueblos jóvenes,

hoy llamados urbanizaciones populares, otras es la falta de trabajo, la delincuencia

y la insuficiencia de toda clase de servicios públicos.

Concentracion de la poblacion de Lima resultando el 32 % de la poblacion peruana.

Despoblamiento del campo por el intenso movimiento migratorio hacia Lima

Decrecimiento de la produccion de alimentos agricolas por el exodo de la poblacion

campesina

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Tugurización de Lima y otras principales ciudades del Pais, donde los pueblos

jovenes , asentamientos humanos, hoy llamados urbanizaciones populares se

ubican en la periferias de lima e incrementan la demanda de sevicios publicos.

Desquilibrio abismal en los niveles de vida entre la poblacion de Lima y la del

interior del pais, especialmente rural. 

,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,, CONCEPTOS GENERALES SOBRE MIGRACIÓN

1. En demografía, se denomina migración al movimiento o desplazamiento de los seres humanos sobre la superficie terrestre.El término migración tiene dos acepciones: una amplia, que incluye a todos los tipos de desplazamientos de los seres humanos y otra que sólo toma en cuenta aquellos desplazamientos que involucran un cambio de residencia de quienes los realizan. Así, en su significado más amplio se incluirían también a los movimientos pendulares de la población entre la vivienda y el lugar de trabajo.La forma de migración más importante desde el siglo XIX hasta la época actual es la que se conoce como éxodo rural, que es el desplazamiento masivo de habitantes desde el medio rural al urbano: millones de personas se trasladan anualmente del campo a la ciudad en todos los países del mundo (sobre todo, en los países subdesarrollados) en busca de mejores condiciones de vida y, sobre todo, de mayores oportunidades de empleo.

2. MIGRACIÓN:1. La emigración consiste en dejar el propio país o la propia región para establecerse en otro sitio.

Forma parte del concepto más amplio de las migraciones de población.Los países que registran más emigración en la actualidad son los pertenecientes al denominado Tercer Mundo o países en vías de desarrollo, pero en otras épocas fueron los europeos quienes emigraron a otras naciones en busca de una mejor vida.Las emigraciones han llegado a ser uno de los problemas más graves que enfrenta hoy la humanidad, por la precariedad en que deben vivir millones de desplazados.Los problemas de la emigración son diferentes: los que se van tienen un efecto similar al de la disminución de la natalidad, lo que para los países de natalidad alta será un alivio. Los que vienen tienen que integrarse en el nuevo país, primero laboralmente con una legalidad en permisos, identificación, seguridad social y educación; al mismo tiempo culturalmente, por el idioma nuevo, cuando es diferente del suyo, en cualquier caso deben asumir las nuevas costumbres y formas de vida. Los valores serán de diferente intensidad, por ejemplo el concepto de amistad, de servicio comunitario, de tiempo libre, de horarios, de comidas, de familia, de folclore, de gustos artísticos; estos nuevos o modificados valores se deberán atemperar con los suyos de origen para evitar problemas inútiles, pero la diversidad cultural y la diversidad de idiomas, de religiones, puede ser enriquecedora a veces, y creadora de conflictos graves en otros casos. De todas formas no serán estas cuestiones los principales problemas, salvo que haya una fuerte discriminación por los nacionales o por otros grupos de emigrantes.Los problemas más graves y de diferente intensidad según países son documentos de identidad legales o permiso de trabajo legal. Para sobrevivir los adultos y sus familias necesitan trabajar, salvo que sean jubilados y vengan por reagrupación familiar. El Estado debe proveerles de identidad, moral y psicológicamente es preciso. Como los mismos emigrantes reclaman: 'sólo venimos a trabajar en labores que los nacionales no quieren hacer'. Los hechos demuestran que no es tan fácil la cuestión, pero si se superan discriminaciones y se pone buena voluntad —diálogo— por ambas partes de seguro que se va por el buen camino.Cuál es el balance final, la actitud de unos y otros, es buena, ciertamente la diversidad enriquece y el nacimiento de prácticamente todos los países ha sido por movimientos migratorios. Piénsese también en la actitud de los que llegan con un alto grado de ilusión, de descubrimiento, de amistad cooperante, de amor a su nueva nación y de cómo perciben la nueva realidad: en muchos casos con sorprendente admiración.

2. EMIGRACIÓN:

Inmigración es la entrada en un país de personas procedentes de otros lugares. Un inmigrante es alguien que cambia de país de manera permanente. Puede incluir a las migraciones masivas producidas antes de la consolidación de un Estado Nación, y también a los desplazamientos dentro del mismo país: migración interna y éxodo rural. La emigración es un fenómeno inherente

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a ésta, pues se refiere a la salida del país o lugar de origen, de manera que cualquier inmigración tiene como contrapartida una emigración previa.La inmigración es uno de los fenómenos mundiales más controvertidos. Todas las naciones desarrolladas (y buena parte de las subdesarrolladas) restringen fuertemente el flujo migratorio, justificándolo económicamente en la competencia desleal que representaría para los ciudadanos una mano de obra a bajos costes y la carga que representarían los inmigrantes a los servicios sociales de carácter público. La razón de fondo puede ser muchas veces el temor de que la cultura nacional se vea ahogada por una oleada de inmigrantes, especialmente cuando los inmigrantes son de otra raza, religión o idioma. El aumento de la inmigración en Europa se ha combinado con la xenofobia tradicional. A pesar de las razones aducidas, la política de cierre de fronteras plantea serios problemas de respeto a los derechos humanos. Especialmente, cuando un país pide a otro que no permita la libre salida de sus ciudadanos. En este caso, se produce una clara violación del artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que reza así:- Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.- Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.Sin embargo, es justo reconocer que los Derechos Humanos a escala internacional no pueden ir (en la práctica), en contra o por encima de los derechos humanos de la población de los países de inmigración. Pensar lo contrario sería inconcebible, sobre todo porque los países receptores de inmigrantes no podrían resolver el problema de la superpoblación del sureste asiático, para citar un ejemplo. Más bien es al revés: la inmigración en los países desarrollados, suele tener partidarios (sobre todo entre las clases más poderosas económicamente) para cubrir las necesidades de dichos países especialmente en lo que se refiere a disponer de mano de obra barata y mantener los salarios relativamente bajos, aún a costa del perjuicio social que se pueda cometer con la población obrera autóctona. Y en el país de emigración tampoco suele ser una solución por el hecho de que los que han emigrado son, precisamente, los que tienen mayor afán de superación e incluso mayor nivel de preparación. Las remesas de los inmigrantes a sus países de origen suele compensar los aspectos tan negativos de la emigración, aunque también ello crea un problema en el país donde viven esos emigrantes.

3. INMIGRACIÓN:4. SALDO MIGRATORIO:

Cabe recordar que el saldo migratorio no es un tipo de migración; lo consideramos en dentro del mismo punto por la estrecha relación que tiene con la emigración como con la inmigración. Se denomina balanza migratoria o saldo migratorio a la diferencia entre emigración e inmigración. Así, el saldo migratorio podrá ser positivo cuando la inmigración es mayor que la emigración y negativo en caso contrario. En algunos textos se denomina emigración neta al saldo migratorio negativo e inmigración neta al saldo migratorio positivo. El empleo de estas últimas denominaciones se hace para evitar la confusión entre el significado cuantitativo del término positivo (más habitantes) y el significado cualitativo de dicha palabra (mejor). Podemos decir, en sentido inverso, la misma idea con respecto al saldo migratorio negativo.

3. TIPOS DE MIGRACIÓN:

Las migraciones constituyen un fenómeno demográfico sumamente complejo que responde a causas muy diversas y muy difíciles de determinar, en especial porque debido a las migraciones irregulares o disfrazadas de actividades turísticas o de otra índole, los datos cuantitativos son difíciles de obtener, especialmente en el caso de los países subdesarrollados. Las principales causas de las migraciones son:1. Se refieren a las causas derivadas de las crisis políticas que suelen presentarse en ciertos

países. Muchas personas que temen a la persecución y venganza políticas abandonan un país para residenciarse en otro o, al menos, intentan abandonarlo, aunque a menudo pueden llegar inclusive a perder la vida cuando se trata de regímenes totalitarios. Cuando las personas emigran por persecuciones políticas en su propio país se habla de exiliados políticos, como sucedió en el caso de los españoles que huían de la persecución del gobierno franquista después de la Guerra Civil española.Culturales:

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La base cultural de una población determinada es un factor muy importante a la hora de decidir a qué país o lugar se va a emigrar. La cultura (religión, idioma, tradiciones, costumbres, etc.) tiene mucho peso en esta toma de decisiones. Las posibilidades educativas son muy importantes a la hora de decidir las migraciones de un lugar a otro, hasta el punto de que, en el éxodo rural, este factor es a menudo determinante, ya que los que emigran del medio rural al urbano suelen ser adultos jóvenes, que son los que tienen mayores probabilidades de tener hijos pequeños.

2. Políticas:

Son las causas fundamentales en cualquier proceso migratorio. De hecho, existe una relación directa entre desarrollo socioeconómico e inmigración y, por ende, entre subdesarrollo y emigración. La mayor parte de los que emigran lo hacen por motivos económicos, buscando un mejor nivel de vida. La situación de hambre y miseria en muchos países subdesarrollados obliga a muchos emigrantes a arriesgar su vida (y hasta perderla en multitud de ocasiones), con tal de salir de su situación.

3. SocioeconÓmicas:

Los vínculos familiares también resultan un factor importante en la decisión de emigrar, sobre todo, en los tiempos más recientes, en los que cualquier emigrante de algún país subdesarrollado, necesita de mucha ayuda para establecerse en otro país de mayor desarrollo económico.

4. Familiares:

Constituyen una verdadera fuente de migraciones forzadas, que han dado origen a desplazamientos masivos de la población, huyendo del exterminio o de la persecución del país o ejército vencedor. La Segunda Guerra Mundial en Europa (y también en Asia), así como guerras posteriores en África (Biafra, Uganda, Somalia, Sudán, etc.) y en otras partes del mundo, han dado origen a enormes desplazamientos de la población o, como podemos decir también, migraciones forzadas.

5. Guerras y otros conflictos internacionales:6. Catástrofes generalizadas:

Los efectos de grandes terremotos, inundaciones, ciclones, maremotos, epidemias, y otras catástrofes tanto naturales como sociales (o una combinación de ambas, que es mucho más frecuente) han ocasionado grandes desplazamientos de seres humanos (también podríamos considerarlos como migraciones forzosas) durante todas las épocas, pero que se han venido agravando en los últimos tiempos por el crecimiento de la población y la ocupación de áreas de mayor riesgo de ocurrencia de esas catástrofes.

4. CAUSAS DE LA MIGRACIÓN:

Las migraciones tienen consecuencias directas e indirectas tanto en los países o áreas de emigración como en los de inmigración y en ambos casos, pueden tener efectos tanto positivos como negativos:1. Constituyen consecuencias positivas: el alivio de algunos problemas de superpoblación; el logro

de una mayor homogeneidad cultural o política (los más descontentos son los que primero emigran, quedando sólo los más conformes que suelen estar de acuerdo con su situación socioeconómica o política); la disminución de la presión sobre los recursos; la inversión de las remesas de dinero que envían los emigrantes; la disminución del desempleo; el aumento de la productividad y el aumento de la venta de productos en otros países.Y constituyen consecuencias negativas: la desvitalización; el envejecimiento de la población (porque los que emigran suelen ser jóvenes); el que la población que queda se hace más tradicionalista, conservadora, y más reacia al cambio; pérdidas en lo que se refiere a la inversión que se ha hecho en la población emigrante (educación, salud, etc.); suelen irse las personas más productivas y con mayor afán de superación; disminución del consumo.Otra consecuencia negativa importante esta constituida por la secuencia de desestabilización de la familia, y la formación de grupos familiares con alta vulnerabilidad, así se tienen casos de:- Familias con jefía de hogar masculina, y la ausencia prolongada de la madre;- Familias con jefía femenina y ausencia prolongada del padre;- Familias donde faltan los dos adultos, padre y madre a la vez. Los hijos son criados por:

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- Los abuelos o uno de ellos;- Los tíos o uno de los ;- Una familia vecina.Estas situaciones provocan múltiples problemas en las familias, que van desde un decaimiento del rendimiento escolar, incremento del fenómeno de las pandillas juveniles, hasta el incremento del consumo de drogas, sin pretender que la migración sea la única causa de estos fenómenos.

2. PARA EL LUGAR DE LA EMIGRACIÓN:3. PARA EL LUGAR DE LA INMIGRACIÓN:

Constituyen consecuencias positivas: el rejuvenecimiento de la población; la población se hace más dispuesta a los cambios (sociales, culturales, técnicos); aportes de capital y de mano de obra; aportes de nuevas técnicas (innovación tecnológica); llegan personas ya preparadas sin que haya tenido que invertirse en su preparación; aumenta el consumo.Y constituyen consecuencias negativas: pueden aparecer desequilibrios en cuanto a la estructura por edad y sexo; introducen una mayor diversidad cultural, política, lingüística, religiosa, llegando a formarse grupos completamente segregados y marginales; perjudica a la conciencia gremial de la clase trabajadora, ya que los inmigrantes suelen aceptar salarios inferiores a los de la población local; aumentan las necesidades de servicios, sobre todo, asistenciales y educativos; aumentan las importaciones de productos de los lugares de procedencia de los inmigrantes; remesas de dinero hacia los lugares de procedencia de los inmigrantes; disminución de los salarios en algunas ramas o sectores por la explotación laboral de los inmigrantes, etc.

5. CONSECUENCIAS DE LA MIGRACIÓN:

Las migraciones han sido una necesidad para la humanidad desde la más remota antigüedad, cuando el hombre se desplazaba de un lugar a otro en busca de medios de subsistencia o para eludir a enemigos humanos o naturales, recorriendo de esta forma el planeta. Históricamente, las migraciones han cambiado totalmente el aspecto de los países, influyendo en su composición racial, lingüística y cultural, así como otros cambios importantes de gran repercusión.Hace mil quinientos años, en lo que actualmente conocemos como Moscú, no había un sólo ruso, en Hungría no había un sólo húngaro, en Turquía no había turcos, España empezaba a ser visigoda, en América sólo vivían indígenas, en Australia sólo polinesios y melanesios, en la región de Kosovo vivía en forma minoritaria los albaneses, lo que hace todavía más complejo el término.Luego de que los europeos llegaran a América, una parte de los indígenas originarios fueron desplazados o exterminados por los europeos y otra gran parte terminó también mezclándose con ellos, dando origen al mestizaje, que forma en Hispanoamérica principalmente, la mayor parte de la población actual, en especial en países o regiones como México y América Central, Colombia, Ecuador, Argentina, Perú, Bolivia, Chile y otros. Entre los pueblos europeos que participaron activamente en estas emigraciones masivas hacia América, además de los españoles, podemos citar a los ingleses, portugueses, franceses y holandeses. Debido a la escasez de mano de obra, sobre todo en el trabajo de las llamadas plantaciones, se importaron esclavos africanos de raza negra, en especial de los países del Golfo de Guinea, lo que cambió nuevamente la composición de la población y creó nuevas mezclas raciales: mulatos, zambos, y otras denominaciones que ya no suelen emplearse. Los descendientes de los antiguos esclavos, cada vez más mezclados con los otros grupos raciales, predominaron en las regiones de clima cálido próximas a la costa, donde constituían la mano de obra de las principales haciendas o plantaciones de caña de azúcar, cacao y algodón, entre otros cultivos. En las islas del Caribe, donde el impacto de la Conquista diezmó a la población indígena muy pronto, los europeos sustituyeron el trabajo de los indígenas con el de los esclavos, por lo cual, el impacto africano en el poblamiento fue más importante que el indígena: podríamos decir que, mientras que los Andes siempre han sido indo americanos, las Antillas se convirtieron en afro americanas. También el sureste de los Estados Unidos recibió una gran cantidad de esclavos como mano de obra para trabajar en las plantaciones de algodón. La costa del Golfo de México (en México y Nicaragua) también recibió cierta cantidad de inmigrantes africanos como esclavos. Lo mismo sucedió en las costas de Colombia y Venezuela y, sobre todo, en el Brasil.Durante la época posterior a la independencia de los países americanos hubo una fuerte afluencia de inmigrantes desde Europa, fomentada por los gobiernos americanos. Notorios son los casos de los italianos en Argentina y de los alemanes en el sur de Chile.

6. LAS MIGRACIONES DESDE LA ANTIGÜEDAD:7. MIGRACIÓN INTERNACIONAL EN LA ACTUALIDAD:

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La migración internacional es una realidad creciente en las últimas décadas y el proceso de globalización ha acelerado esta tendencia. En la actualidad se cuentan alrededor de 125 millones de migrantes en el mundo (es decir, gente desplazada de un país a otro), de los cuales 80 millones se consideran como migrantes recientes. Este movimiento creciente de hombres, mujeres y niños tiene impactos importantes tanto en los países "expulsores" como en los receptores. Sin embargo, los gobiernos se han negado a incluir el tema en las negociaciones de liberalización comercial, a pesar de las peticiones reiteradas de numerosas organizaciones no gubernamentales. Los acuerdos de liberalización se limitan a la libre circulación de capital, mercancías y de los agentes del capital y excluyen la movilidad de la mano de obra.La problemática que lleva a migrar es multidimensional. El mayor motivo, fuera de la violencia política, es el problema del desempleo. La migración afecta no sólo a los migrantes, sino que tiene importantes consecuencias en las relaciones económicas y sociales de los países involucrados. Por ello deben pactarse reglas internacionales para enfrentar el problema tanto en la defensa de los derechos humanos y laborales de los migrantes, como para regular la circulación de mano de obra.Los impactos de la migración son complejos. Los países en vías de desarrollo se han convertido en exportadores de trabajadores, a menudo vulnerables a la explotación. Las empresas obtienen buen provecho de esta situación, colaborando así a la contracción de los salarios en los países receptores. Por otra parte, las remesas de divisas enviadas por estos trabajadores a sus familias son un factor importante en la disminución de los problemas de la balanza de la cuenta corriente en las economías subdesarrolladas a la vez que amortiguan los problemas sociales y de pobreza extrema.La Organización Mundial para las Migraciones calcula que hay aproximadamente 30 millones de migrantes trabajadores en el mundo que envían a sus países de origen alrededor de 67 mil millones de dólares anuales. Muchos estudios sitúan estas remesas en el segundo lugar como fuente de divisas en el ámbito mundial, sólo superada por el petróleo. En varios países, como El Salvador, la principal entrada de divisas depende de los envíos de las trabajadoras y los trabajadores migrantes a sus familias. Incluso en países como México, que tiene una economía altamente exportadora y con una amplia industria maquiladora, las remesas enviadas por los trabajadores migrantes ocupan el cuarto lugar en importancia como entrada de divisas. Es por ello que a muchos gobierno no le interesa reglamentar la movilidad de la mano de obra.Los Estados Unidos, el mayor país receptor de mano de obra migrante, ha endurecido y, en gran medida, militarizado, su política migratoria. Ha subordinado la política migratoria de otros países, como México, para que sirvan de muro de contención a los flujos migratorios de Centroamérica y el Caribe. El resto de los países del continente no está exento de graves problemas fronterizos vinculados con el flujo de trabajadores migrantes.La migración internacional constituye uno de los fenómenos más característicos del mundo contemporáneo. Como provocadoramente señalan M. Hardt y A. Negri, "un fantasma recorre el mundo y es el fantasma de la migración" (Hardt y Negri, 2002). Sucede que una mayor conciencia de las oportunidades de trabajo y de desarrollo personal en los países industrializados, impulsada por una considerable integración económica y el efecto demostrativo de los medios masivos de comunicación, así como por el incremento y modernización de las redes de transportes y comunicaciones, ha dado lugar a una significativa expansión de los movimientos migratorios internacionales. Según la Organización Internacional de Migraciones (OIM), en los últimos 35 años, la población migrante internacional, se ha duplicado, para llegar a 175 millones de personas (2,9% de la población mundial), de los cuales el 48% son mujeres (OIM, 2003). Además, las tendencias de los movimientos migratorios internacionales se han modificado radicalmente. Las sociedades, como las de América Latina, que en los últimos 500 años han sido receptoras de migrantes, en la segunda mitad del siglo XX, se han convertido en países de emigración. Sin embargo, a pesar de que el fenómeno migratorio se ha intensificado y, a no dudarlo, esta tendencia seguirá haciéndose cada vez más importante, existen restricciones institucionales a la migración. De allí que en un mundo cada vez más globalizado en términos del mercado financiero y del mercado de bienes y servicios, existen restricciones para la conformación de un mercado de trabajo global. Manuel Castells señala con acierto que "mientras el capital circula libremente en los circuitos electrónicos de las redes financieras locales, la fuerza de trabajo está aún muy constreñida y lo estará en el futuro previsible por las instituciones, la cultura, la policía y la xenofobia".La movilidad y el nomadismo masivo de los trabajadores están erosionando las estructuras económicas, políticas y culturales del mundo tal como lo hemos conocido y otra estructura de poder, muy diferente, está surgiendo delante de nosotros. La migración no solo afecta al mundo del trabajo, en el sentido de la existencia de una creciente masa de asalariados que han perdido sus empleos tradicionales y tienen que adaptarse a la inseguridad de trabajos inestables y mal pagado. También modifica las relaciones entre

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mundos culturales diferentes. Se ha llegado a señalar que la migración puede poner en peligro una sociedad como la de Estados Unidos por la creciente presencia de la comunidad hispana en ese país. Es el caso de Samuel Huntington, quien, en su último libro, propone la tesis de que Estados Unidos está en peligro de desintegrarse por la avalancha de inmigrantes de América Latina. "El desafío más inmediato y serio a la tradicional identidad de Estados Unidos viene de la inmensa y continua inmigración de América Latina, especialmente de México, y las tasas de natalidad de esos inmigrantes".En el Perú, el éxodo de millones de personas ha puesto en evidencia los agudos trastornos sociales, económicos, políticos y culturales que vive el país en los últimos veinticinco años. La migración internacional nos revela el malestar de un orden social que ha sido profundamente reestructurado como consecuencia de la crisis del capital a escala mundial. La mayor parte de esta población emigrante vive en los países fronterizos (Chile, Bolivia y Ecuador) y en los Estados Unidos, Argentina, España, Venezuela, Italia, Japón. La mayoría ha dejado el país definitivamente; otros esperarían volver si las condiciones sociales y económicas del Perú mejoran. Pero todos ellos han partido porque consideraban que sus expectativas no podían realizarse en las condiciones tan precarias como las de la sociedad peruana de las últimas décadas.Dentro de la población emigrante, los profesionales y técnicos constituyen un grupo significativo. Su situación ha dado lugar a un amplio debate centrado en el brain drain. La "fuga de cerebros" ha sido considerada como un poderoso obstáculo al desarrollo de los países pobres. Desde los años sesenta, en América Latina, se ha debatido, particularmente desde la teoría de la dependencia, sobre cómo la migración de mano de obra calificada constituía un mecanismo que mantenía a los países pobres en el subdesarrollo. Se consideraba que los profesionales y los técnicos serían los que permitirían llevar adelante el desarrollo de la ciencia y la tecnología, condición juzgada necesaria para salir del atraso. En la actualidad, ese debate, aunque con otras características, se ha reabierto, pues en los últimos veinte años, la migración internacional de trabajadores con educación superior reviste cada vez mayor importancia debido a la revoluciónde las tecnologías de la información y de la globalización económica. Los países desarrollados requieren de manera creciente trabajadores especializados para satisfacer la progresiva demanda de una economía que cada vez más se basa en la ciencia y la tecnología y, también, y este es un hecho fundamental, por el paulatino envejecimiento de la fuerza de trabajo.

CAPÍTULO II

MIGRACIÓN NACIONAL INTERNA

1. MIGRACIÓN INTERNA:

Las migraciones internas constituyen procesos sociales que tienen un carácter histórico estructural, las mismas que adquieren características significativas por su intensidad a partir de la década del 50, contribuyendo a acelerar el proceso de urbanización y litorización en el Perú, con el crecimiento inicial de las ciudades de la costa, posteriormente algunas ciudades de la sierra y más recientemente, otras menores que abren un proceso de selvatización, urbano-rural.La contribución de las migraciones en la redistribución de la población en nuestro territorio, se evidencia en la aparición de nuevos focos de atracción de población. En el periodo 1981-1993, puede observarse cómo se acentúan y expanden estas tendencias en especial en ciertas reas de la selva alta (San Martín y Ucayali) y en algunas ciudades que corresponden al Trapecio Andino. De otro lado, aunque se aprecia un descenso relativo de las migraciones a Lima Metropolitana; en términos absolutos el incremento es significativo. La capital sigue siendo la principal receptora de población a nivel nacional.Las migraciones están articuladas y condicionadas por otros procesos socio-económicos que giran en torno a la estructura productiva, especialmente la agropecuaria, la violencia, el narcotráfico, etc. a los cuales hacemos referencia pero no con la rigurosidad del caso. Hablar de las migraciones internas en el Perú conlleva riesgos como caer en generalidades o eludir aspectos sin duda importantes. Sin embargo, haremos el esfuerzo de abordar las tendencias más relevantes de este proceso.2. CONDICIONANTES ECONÓMICO-SOCIALES ASOCIADOS:En el capítulo anterior estudiamos las causas por las cuales la gente tendía a migrar. Eso, de un punto de vista general, que se puede aplicar a las diferentes realidades de distintos países. En el caso del Perú, también se dio la migración condicionado por distintos factores singulares, entre ellas, la producción cocalera y la violencia por el terrorismo.1. En la década del 80, a la escasez de tierras de cultivo, la concentración de la propiedad, el

predominio de tierras de secano, la presión demográfica sobre la tierra, la falta de apoyo técnico y crediticio, además de oportunidades de empleo, educación y recreación, como condicionantes de la migración, se añade un nuevo elemento: la espiral de violencia, índole a la migración interna un

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carácter compulsivo y masivo. La violencia terrorista se focalizó en la sierra central del país. Se estima que aproximadamente 200 mil familias (alrededor de 1 millón de personas) han sido desplazadas por la violencia entre 1980 y 1992. Los 5 primeros años de la década del 80, los atentados violentistas estuvieron focalizados principalmente en el departamento de Ayacucho y en menor medida Junín, Huancavelica, Cusco, Arequipa y Apurímac. Entre 1983-85 se habrían producido el 23% del total de desplazados, esencialmente de procedencia ayacuchana. A partir de 1985 las acciones subversivas se incrementan de manera alarmante en Lima y Callao, pasando de 16.6% en 1984 a alrededor de 30% en los años 1985, 1986 y 1987. Declina ligeramente los años siguientes y adquiere características dramáticas a partir de 1991, registrando casi la mitad de todos los atentados del país. Entre 1986 y 1989 los desplazamientos se elevan al 45%.La escalada de violencia originada en Ayacucho, se extiende a la Sierra Central (Junín, Huancavelica), Sierra Norte (Ancash) y posteriormente hacia el resto y del país. Entre 1989 y 1993, el promedio anual de atentados subversivos fue de 2,725, significativamente mayor al registrado entre 1981-88, con una media de 1749. El incremento de las últimas acciones subversivas, además de Lima, se opera en Junín, Ayacucho, Ancash, Huancavelica y en menor medida Huánuco. Son precisamente estos 4 últimos departamentos que en el quinquenio (1988-93) expulsan mayor volumen de población. Entre 1990-92 se producen el 27% de desplazados por la violencia.Según regiones naturales, se observa que desde el inicio de las acciones subversivas más del 50% de las mismas tuvieron lugar en la sierra, llegando incluso al 72% en los años 1983 y 1984. A partir de 1990 declinan, ubicándose alrededor de 40%, pasando la capital de la República a concentrar la mayoría de los atentados. Las áreas de recepción más importantes de los desplazados después de Lima son Junín, Cusco, Ica, y los mismos departamentos de Huancavelica, Apurímac y Ayacucho. La inmigración se orienta principalmente hacia el área urbana especialmente a sus capitales departamentales.

2. VIOLENCIA Y DESPLAZAMIENTO DE POBLACIÓN3. PRODUCCIÓN DE COCA Y MIGRACIONES

En la década del 80 y los primeros años del 90 varias actividades económicas de la Selva, especialmente de la parte alta, se encuentran influenciadas por el narcotráfico, el mismo que ha contribuido significativamente a un mayor crecimiento demográfico especialmente de sus ciudades. En esta década de 20 importantes productos tropicales, la coca ocupaba formalmente el sexto lugar con 26,000 hectáreas de cultivo. Los primeros lugares se reservaban para el café, maízy arroz con 249 mil, 163 mil y 127 mil hectáreas de cultivo respectivamente. Sin embargo, por estos años la superficie cocalera era realmente mayor. Según la ENACO los cultivos de coca en 1980 se estimaron en 35,000 hectáreas, aumentando en 1986 a 135,000. Según fuentes de la DINANDRO la superficie cultivada de coca se estima que decrece de 129 mil a 108 mil hectáreas entre 1992 y 1994 respectivamente. En el primer año más del 55% de la superficie cultivada se concentraba en el valle del Huallaga, ubicado mayormente en el departamento de San Martín, descendiendo al 47 y 41 por ciento en los años 1993 y 1994 debido a la erradicación y represión de estos cultivos especialmente en el Alto Huallaga.Entre 1993 y 1994 la producción de coca evoluciona favorablemente de 55,500 a más de 163,000 toneladas métricas. En el primer año el 58% de esta producción corresponde al valle del Huallaga, descendiendo después al 51%. La misma fuente afirma que 200 mil familias se dedican al cultivo de la coca o a la producción de droga, quiere decir que un millón de personas vivirían de este negocio ilícito. Muchas de las cuales anteriormente se dedicaban a cultivos legales pero no encontraron canales adecuados de comercialización y precios razonables para sus productos. Además conspiraba contra esta población su aislamiento por la ausencia de vías secundarias de comunicación. A esto habría que agregar la degradación de la capacidad productiva del suelo, la baja productividad, la baja capitalización y baja rentabilidad. Para estos agricultores, muchos de ellos inmigrantes serranos, la coca resuelve los problemas de rentabilidad, estabilidad y adaptabilidad que no tienen otros productos tropicales.En 1993, San Martín es el quinto departamento del país con mayor volumen de inmigrantes. Entre 1981 y 1993‚estos se incrementaron rápidamente en 100,000 personas, el más numeroso después de Lima-Callao. Sólo entre 1988 y 1993 llegaron 70,000. Ucayali es otro departamento cuya población inmigrante aumenta significativamente (55,000) entre 1981 y 1993. En estos departamentos se opera un proceso de selvatización que implica un crecimiento demográfico urbano-rural.2. Los movimientos migratorios se explican por el desarrollo desigual de las áreas. Sin la comprensión

de la estructura desigual del desarrollo en el orden espacial no pueden ser comprendidas, las causas de los cambios de población en la ocupación del territorio. Las áreas de mayor atraso expulsan población hacia otras que presentan mejores condiciones. Por tanto los desequilibrios regionales

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asociados a la existencia de una sobrepoblación relativa regional, constituyen el punto de partida en la explicación de los flujos poblacionales desde las reas rurales a las urbanas y de la Sierra a la Costa y la Selva.1. Durante las últimas seis décadas la sociedad peruana ha estado marcada por una clara

tendencia a la urbanización, expresada en la redistribución poblacional en el territorio. Los flujos migratorios se evidencian, primero, a través de un acelerado crecimiento de la población de las reas urbanas, así como de un lento crecimiento y una pérdida relativa de población de las áreas rurales.Los cambios en la composición de la población peruana entre 1940 y 1993, son significativos. De una población mayoritariamente rural en 1940 (65%) pasa a una población predominantemente urbana en 1972 (60%), aumentando su participación en 1993 a 70%. La población urbana ha crecido mucho más rápidamente que la rural. As¡, las tasas de crecimiento de la primera en los períodos 1940-61 y 1981-93 fueron de 3.7 y 2.8 por ciento respectivamente. Mientras que la segunda en los mismos periodos creció a un promedio de 1.3 y 0.9 por ciento respectivamente. Se aprecia en el último periodo un descenso relativo de la velocidad de la urbanización.De 1940 a 1993, la población urbana ha crecido 6 veces, mientras la población nacional casi 3 veces, la rural apenas en 0.6. Dada la intensidad del crecimiento demográfico urbano en 4 departamentos (Ucayali, Ica, Loreto y Piura), casi duplican su participación relativa entre 1940 y 1993. En otros 4 departamentos (Tumbes, Ancash, La Libertad y Madre de Dios) se incrementan en más del doble y un departamento (Moquegua) más que triplica su aporte porcentual urbano.Por el volumen de población urbana destacan los departamentos de Lima, Piura, La Libertad, Arequipa, Lambayeque, Junín y Ancash. Todos los departamentos de la Costa, así como los de la Selva, tienen poblaciones predominantemente urbanas. Hacia estos confluyen los principales desplazamientos poblacionales, teniendo como punto de origen la región andina.El predominio de la población urbana, expresión del proceso de urbanización de la sociedad peruana, cobra especial interés en la década de 1980. El crecimiento desigual entre las áreas urbana y rural, debido al flujo de migrantes orientado a las ciudades de mayor tamaño, se ha ampliado a otras intermedias y menores, configurando un proceso de urbanización secundaria.

2. CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN URBANO-RURAL:

La población de las ciudades evidencia un rápido crecimiento. Se advierte la presencia de 32 ciudades que en 1940 representaban más del 18% de la población nacional y en 1993, superan el 50%. Es decir, más de la mitad de la población del país se distribuye en apenas 32 localidades urbanas.Para 1940, sólo una ciudad con más de 100 mil hab., albergaba al 10% de la población del país. Para 1993, existen 17 ciudades con más de 100,000 hab. que concentran más del 45 por ciento de la población del país. En este contexto, la participación de Lima Metropolitana evoluciona del 10 por ciento en 1940 a cerca del 29 por ciento en 1993, es decir, casi, uno de cada tres peruanos vive en la capital de la República. Esta concentración de población tiene que ver con la débil existencia de ciudades secundarias.La población de las 32 localidades urbanas, incluidas las capitales de departamento, poseen altas tasas de crecimiento demográfico, entre 1981-93. Pero varias son decrecientes respecto a períodos anteriores (1961-72 y 1972-81) especialmente aquellas superiores a 100,000 habitantes como Lima Metropolitana, Arequipa, Trujillo, Chiclayo, Piura, Iquitos, Sullana, Ica y Cusco, entre otros.En el mismo periodo (81-93) se advierte el acelerado crecimiento demográfico de otro grupo de ciudades, con tasas ascendentes, como Pucallpa (5.6%), Huánuco (5.6%), Tarapoto (6.9%), Abancay (7.4)%), Huancavelica (3.3%), Moyobamba (4.6%), Chachapoyas (2.4%), Tocache (15.4%), Moquegua (4.8%) y Huancayo (3.8%). La mayor parte de estas ciudades corresponden a la Selva y algunas a la Sierra que secundariamente configuran nuevos focos de atracción y concentración de población en el conjunto de conglomerados urbanos del país.Esta redistribución de la población especialmente en los espacios urbanos andinos y selváticos, responde en la última década a una dinámica influida por la violencia y por actividades vinculadas al narcotráfico. De todas formas, las ciudades de la costa siguen constituyendo los principales focos de atracción de población.

3. EL CRECIMIENTO DE LAS CIUDADES:4. LITORIZACIÓN Y SELVATIZACIÓN:

3. LA REDISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓN EN EL PERÚ:

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La distribución de la población según Regiones Naturales se ha transformado significativamente en los últimos 50 años, como consecuencia de las migraciones internas, generándose un doble y simultáneo proceso de litorización y urbanización acelerado, o lo que es lo mismo una alta concentración de la población en la Costa y en las principales ciudades del país. Siendo los más importantes desplazamientos de población los rural urbanos y Sierra-Costa, puede advertirse en estas dos últimas décadas una moderada reorientación de los movimientos migratorios hacia la Región de la Selva, especialmente a su parte alta. Por el interés que adquieren estos últimos desplazamientos podría hablarse de un proceso de selvatización, que incluye no sólo el poblamiento de las principales ciudades, sino también de las áreas rurales.La Región de la Costa, principal receptor de los flujos migratorios andinos, concentra la mayor población. Entre 1940 y 1993 eleva su participación del 28 al 52 por ciento de la población total del país. La Costa es una estrecha franja de cerca de 130,000 km2 donde residen más de 15'500,000 habitantes generando una densidad de 120 personas por km2. Esta región posee las ciudades m s importantes del país, las tierras m s ricas, casi en su totalidad irrigadas, permitiendo desarrollar una agricultura de alta productividad (algodón, azúcar, arroz). La tasa de crecimiento demográfica entre 1981 y 1993 es de 2.6 por ciento. Contiene además el conglomerado urbano más importante del país: El Área Metropolitana de Lima y Callao con una población 10 veces mayor respecto al año 1940.La Selva, a partir de 1,940 comienza a crecer significativamente. En ese año representaba cerca del 7% de la población nacional; en 1,972 aumenta al 10%, llegando en 1993 al 12.1%. Su dinámica demográfica se expresa también en tasas de crecimiento, muy superiores a las del país y en evidente detrimento de la región serrana. La Selva tiene dos subregiones: Alta y Baja, que es la más extensa. Hasta 1961 la Selva baja tenía una población superior. En 1972, la población de la Selva Alta es mayor, tendencia que se acentúa entre 1981-1993, con una tasa de crecimiento que alcanza a 3.5 por ciento mientras que la selva Baja llega a 3.1 por ciento.Esta rápida expansión selvática en el curso de medio siglo, es resultado del desplazamiento de amplios sectores de población serrana, generando mayormente las denominadas colonizaciones espontáneas y en menor medida las colonizaciones dirigidas. Al igual que en otras regiones del país, la selva, experimenta un rápido proceso de concentración urbana, pero que no hace perder la importancia de las reas rurales. La presencia significativa de la población urbana sería mayor, si no estuviera la rural nutriéndose continuamente con el arribo de cientos de nuevos colonizadores. El proceso de selvatización involucra el crecimiento de la población urbana y rural. Esta última sigue creciendo en términos absolutos contribuyendo a expandir la frontera agrícola. La población rural de los departamentos de San Martín y Ucayali configuran altas tasas de crecimiento llegando a 3.8% y 5.1% respectivamente. La inserción de los inmigrantes en las ciudades selváticas, en general, es precaria y desordenada, la barriada resulta siendo el inevitable lugar de asentamiento poblacional.

CAPÍTULO III

LAS MIGRACIONES EN EL SUR DEL PERÚ

1. Para una mejor comprensión de la migración interna, se abordarán los desplazamientos poblacionales en el marco de la Región Sur, con su principal centro, la ciudad de Arequipa y otras importantes como: Cusco, Puno y Juliaca en la Sierra; Tacna en la Costa, importantes ejes comerciales y de servicios.Desde el oncenio de Leguía hasta el gobierno de Bustamante, Arequipa se ve favorecida por algunas inversiones en infraestructura vial y una política proteccionista, especialmente industrial. Sobre esta base, se amplía el mercado interno y surge una incipiente industria de corte regional, asentado en Arequipa, que estimula las migraciones internas campo-ciudad.La crisis de la exportación lanar, en la década del 40, posibilita la expansión industrial y la conversión de comerciantes y capitalistas agrarios en industriales. Nuevas fábricas emergen en este periodo, como Clisa, Lanificio, Leche Gloria y otros, que van configurando el mercado de trabajo arequipeño, sobre la base de la disponibilidad de mano de obra local y la fuerza de trabajo inmigrante que sale expulsada del agro por la crisis de la lana. En esta década se da el primer gran flujo migratorio interno campo-ciudad de importancia del siglo XX, teniendo como destino la ciudad de Arequipa y Lima Metropolitana.Posterior a la II Guerra Mundial, una nueva etapa se inaugura en la región Sur, como en el resto del país. El patrón de acumulación ya no se concentran en la explotación de las actividades primarias extractivas; sino, se diversifican hacia la agroindustria, la pesca industrial, la industria liviana, los sectores financieros, comerciales y de servicios. Estas actividades se asientan principalmente en Lima, Arequipa y en menor medida Trujillo.

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Este cambio, en el sur, se expresó mediante:- Sustitución del desarrollo industrial orientado hacia la región por una relativa industrialización sustitutiva de carácter dependiente asentada en la ciudad de Arequipa.- La emergencia de un dinámico sector exportador sobre la base del cobre de Moquegua y Tacna, de harina y aceite de pescado de Mollendo, Matarani, Ilo, y- El estancamiento del sector agrario andino.Este proceso se da al tiempo que el Estado interviene en respuesta a la iniciativa de los sectores industriales que proponen un programa de desarrollo regional, creando en 1964 en la ciudad de Arequipa el Parque Industrial. A la par que continúa la ampliación de la infraestructura vial, se expande la burocracia estatal creando oficinas públicas de varios sectores. Todo esto configura la ampliación del mercado interno regional que abre las posibilidades de una segunda oleada migratoria hacia la ciudad de Arequipa y a las principales ciudades de la región y Lima Metropolitana.En la década del 70, la tendencia del desarrollo desigual de la región no varió antes bien se complicó a partir de 1975, con la crisis económica del país, que impactó sobre la estructura productiva y por consiguiente en el empleo, los niveles de ingresos agravando las condiciones de vida de amplios sectores de la población. Esta crisis, se acentúa por la espiral de violencia que tiene su punto culminante el año 1986, con 589 acciones subversivas, mayormente concentradas en el departamento de Puno (47%), seguido por Apurímac (24%), Arequipa (17%) y Cusco (12%). En los años posteriores hasta 1992, existen un promedio de 287 atentados anuales, con la misma tendencia anterior, excepto 1987 y 1988, con acciones concentradas en el departamento de Apurímac. Este fenómeno y la pobreza, asociada o generada por la crisis económica, desencadenó desplazamientos poblacionales de carácter compulsivo y orientadas preferentemente hacia las capitales de provincia, departamento o ejes de desarrollo regional, reales o potenciales: Arequipa, Cusco, Juliaca y Abancay en la sierra; Moquegua y Tacna, en la Costa, y Puerto Maldonado en ceja de selva, como se ver más adelante.

2. ANTECEDENTES Y MARCO CONTEXTUAL:

La participación de los 7 departamentos de la región sur en el PBI nacional, muestra variaciones significativas en los años 1985 y 2005, 14.0% y 30.3% para cada año. Estas cifras constituyen casi la tercera parte del aporte de Lima y Callao. Al interior de la Región, Arequipa contribuye m s al PBI nacional, aún cuando este es significativamente menor, comparado con Lima ( 5.6% frente a 42.6%). Sin embargo, respecto del PBI regional, Arequipa ocupa un lugar de privilegio, interviene con más de un tercio, seguido de lejos por el departamento de Cusco, que recupera el segundo lugar, desplazando al tercer lugar a Moquegua. Este departamento tuvo un importante cambio en su estructura productiva después de 1975, debido al dinamismo alcanzado por la producción minero metalúrgica; antes, su producción se sustentaba en las actividades agrícola y pesquera. Los departamentos que menos contribuyen al PBI son: Apurímac en la sierra (0.5%) y Madre de Dios en la selva (0.4%). El examen de las colocaciones de la banca comercial hace más evidente el rol de Arequipa en la economía regional. En los últimos años más de tres cuartos de las colocaciones de la banca comercial de la región se orientan a Arequipa, seguido de lejos por Cusco.El ritmo de crecimiento del PBI de los Departamentos de la Región Sur, muestra tendencias similares a la observada en el nivel nacional. Es decir, declinación del ritmo de crecimiento posterior al quinquenio 1970-75, hasta llegar a niveles muy bajos entre 1985-90, sobretodo en Moquegua y Tacna que registran -7.6 y -5.7 respectivamente. El caso de Tacna es particular, pues en los tres quinquenios de 1970 a 1985, presenta un ritmo ascendente (1.4%, 2.0% y 3.2%), descendiendo abruptamente de 3.2% a -5.7% entre 1985-90.La recuperación comienza en el periodo 1990-92 alcanzando Moquegua el crecimiento más alto (11.3%), seguido por Tacna (8.1%) y Madre de Dios (6.0%). En el mismo periodo los departamentos de Arequipa y Cusco con mayores niveles de participación en la estructura del PBI. de la región, crecen a tasas relativamente bajas, 0.1% y 1.5% respectivamente, en el mismo periodo.Según actividades económicas es sorprendente que el departamento de Moquegua tenga una Industria Manufacturera que aporta más de la mitad (51%) al PBI Industrial de la Región; Arequipa por su parte, contribuye con 26%, y Cusco 10%. En minería, Arequipa y Moquegua comparten el mismo nivel de participación (24.7% y 25.5%), seguido de Tacna que aporta el 24% del PBI del sector. En agricultura y ganadería, destaca Arequipa con el 32.5% del PBI agropecuario regional, seguido por Cusco (30%) y Puno (16%).

3. Indicadores ECONÓMICOS Departamentales de la REGIÓN Sur

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La base del proceso de redistribución espacial de la población y por consiguiente de la concentración urbana, se halla en el intenso e importante desplazamiento poblacional, que sigue una tendencia creciente y en las postrimerías de la década del 80 adquiere carácter compulsivo y masivo, en muchas áreas del país; originado por los atentados terroristas. Las acciones subversivas desde su origen (1980), han estado focalizadas en las áreas rurales de la sierra, para luego desplazarse hacia la selva o ceja de selva y posteriormente, las reas urbanas, preferentemente, Lima. Los departamentos más afectados en el Sur son: Puno, Apurímac, Arequipa y Cusco.Según datos del último Censo Nacional, las ciudades de tradición inmigratoria, como Arequipa, Tacna y Cusco no muestran variaciones significativas. El único departamento que crece significativamente es Madre de Dios.En términos absolutos, Arequipa recepción hasta 1993 a 246.5 mil personas, 27% de la población departamental. Junto con Cusco y Tacna cubren el 75.7% (431 mil personas) de la migración regional.Arequipa, muestra la proporción más baja de migrantes (36%), respecto del resto de departamentos de la región como Puno, 84% y Apurímac, 72%. Comparando con el quinquenio 1976-81, casi todos los departamentos tienen un ligero incremento de migrantes recientes, respecto de la migración de toda la vida; excepto Madre de Dios, que presenta un leve descenso. Puno y Apurímac, participan con más emigrantes recientes. El primero, denota un intenso flujo migratorio en las últimas décadas, la proporción de inmigrantes está encima del 75% debido a que Puno, en especial Juliaca, constituye un área de tránsito hacia Arequipa, u otras ciudades de la costa. Apurímac, tiene una importancia reciente, sobretodo a raíz del incremento de los atentados terroristas, que repercute negativamente en el campo orientándose la población expulsada a ciudades como Abancay. Los migrantes recientes, aumentan ligeramente en los distintos departamentos de la región, a excepción de Madre de Dios. Este último, sin embargo junto con Tacna participan con migrantes recientes más numerosos (18% y 19% respectivamente). En cambio departamentos serranos demográficamente grandes, tienen proporciones menores, Arequipa, 10% y Cusco, 4%.En términos absolutos, sin embargo, Arequipa es el departamento con mayor volumen de inmigrantes recientes, constituyendo 35 % de los migrantes de la región; seguido por Cusco, y Tacna.

4. LA MIGRACIÓN INTERNA EN LA REGIÓN SUR:

La mayoría de provincias del sur fronterizo, especialmente andino, tienen saldos migratorios negativos, destacando por su magnitud Chuchito (-11,277), Huancan‚ (-7,804), y en menor medida, Yunguyo (-4,200). La pérdida de población nativa es significativa en provincias como Tarata (28%), Tahuamané (19%), Huancan‚ (17%), Chucuito (16%) y Moho (14%).La población mayormente afectada es campesina que emigra por las condiciones desfavorables que tiene en sus lugares de origen. Esta salida de población deja preocupantes espacios vacíos, precisamente en áreas que deben estar habitadas a fin de garantizar una viva presencia nacional.

5. LA MIGRACIÓN EN EL SUR FRONTERIZO :6. TACNA:

Esta ciudad en 1961tenía una población de 28 mil personas, a partir de ese año mantiene el tercer lugar en la escala de jerarquización urbana, registrando en el último censo una población de 200 mil personas. El ritmo de crecimiento (4.9%) está por encima del regional y de las ciudades mayores (Arequipa y Cusco). Tacna se halla articulada al eje costeño, con Moquegua y en menor medida con la Zona Aymara de Puno (Chucuito). Las actividades de Tacna, Ilo y Moquegua, están condicionadas por el mercado exterior y el capital presente en las explotaciones de Toquepala y Cuajone. La infraestructura económica, productiva y de circulación, soporte de las actividades indicadas, se hallan concentradas en las ciudades de Ilo y Tacna.El rápido crecimiento poblacional de la ciudad de Tacna, es resultado primero de la implementación de proyectos mineros en Toquepala que dinamizó la actividad económica del sur, y de otro lado, del intenso comercio. Tacna por su situación fronteriza presenta una alta incidencia de comercio ilegal, que tiende a expandirse hacia Moquegua, Ilo y Arequipa. Este tipo de actividad muy extendida en la ciudad de Tacna, expende productos procedentes de Taiwán, Hong-Kong, Singapur y últimamente de China. El contrabando está prácticamente legitimado, no sólo en Tacna, también en Juliaca y Puno, lo cual permite la incorporación de un contingente importante de fuerza de trabajo en la actividad del comercio al por menor, 23.4%, de la PEA de Tacna, sólo superado por Juliaca.El Comercio es la actividad económica más destacada de la ciudad de Tacna. Ésta provincia de Tacna recibió, hasta 1993, de Lima y Callao una inmigración equivalente a 6,200 personas y de Arequipa 3,500.

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Pero más intensas, son los aportes de 3 provincias altiplánicas: Puno (4,800), Chucuito (4,700) y el Collao (3,800), hacen un total 13,300 inmigrantes procedentes de Puno; que sumados con todos los demás inmigrantes hicieron un total 39,000. Esta cantidad de inmigrantes frente a los 15,500 emigrantes, hace que Tacna tenga un saldo migratorio positivo o bueno.

CONCLUSIÓN

Desde hace 60 años la sociedad peruana muestra un acelerado proceso de urbanización. Esto se profundiza en las décadas de los 70 y 80 cuando el PBI de la actividad agrícola y manufacturera disminuyen considerablemente. Grandes cantidades de pobladores, mayormente de la región andina y las zonas rurales de las costas, emigran a las ciudades más atractivas económicamente, como Lima metropolitana, Arequipa, San Martín, Cusco, entre otros; creyendo así encontrar más posibilidades de desarrollo y una mejor calidad de vida. No obstante, esto no siempre sucede como lo esperan. Las altas tasas de inmigración llevan consigo, en el Perú, altas tasas de desempleo en las ciudades o regiones a donde se emigra. La mejor calidad de vida esperada en algunos casos empeora; esto se evidencia respecto a las tasas de desempleo, si hay más desempleo, el valor de la mano de obra (que es a lo que más se dedican) disminuye. Nuestros antiguos antecesores se aferraron en la ganadería y en la agricultura para satisfacer sus necesidades. El Estado debe intervenir con una política de desarrollo económico que vaya de acuerdo a las regiones del País. Una política que aproveche las riquezas de cada piso altitudinal, de cada provincia, si se quiere de cada distrito. Sólo así, quizás, podamos detener la emigración y los huecos que ésta deja en las zonas abandonadas (valga decir las zonas rurales); y así también reducir las tasas de desempleo en las ciudades o al menos mantenerla mas nunca aumentarla, porque esto, sin duda, no favorecerá al progreso de nosotros y de nuestro país que deseamos desde tiempos inmemorables.

BIBLIOGRAFÍA WEB

http://www.grt.gob.pe/portal/inicio.php?id=BL010&idnot=PY000000000000000010&tip=1&act=2http://www.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0007/CAP0108.HTMhttp://www.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0018/capi2006.htmhttp://www.inei.gob.pe/biblioineipub/bancopub/Est/Lib0018/capit005.htmhttp://www.lainsignia.org/2005/noviembre/ibe_017.htm1. http://es.wikipedia.org/wiki/Inmigraci%C3%B3n

http://www.web.net/comfront/alts4americas/esp/05-immigration-esp.html  

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos55/migraciones-en-peru/migraciones-en-peru2.shtml#ixzz3pzx1NHId

…………………….monografia de EL CENTRALISMO PERUANO EN SU PERSPECTIVA HISTORICA CARLOS CONTRERAS Documento de Trabajo N° 127 IEP Instituto de Estudios Peruanos http://www.iep.org.pe 2 Serie: Historia 24 Este proyecto forma parte del Programa Institucional de Sociología y Política 2000-2001, auspiciado por la Fundación Ford. Donación 980-0347-1. © IEP EDICIONES Horacio Urteaga 694, Lima 11 332-6194 / 424-4856 Fax (51 1) 332-6173 E-mail: [email protected] ISSN: 1022-0356 (Documento de Trabajo IEP) ISSN: 1022-0402 (Serie Historia) Impreso en el Perú noviembre, 2002 500 ejemplares Depósito Legal: 1501402002-5655 Prohibida la reproducción total o parcial de las características gráficas de este documento por cualquier medio sin permiso de los editores. ! CONTRERAS CARRANZA, CARLOS El centralismo peruano en su perspectiva histórica.- Lima: IEP, 2002.- (Documento de Trabajo, 127. Serie Historia, 24) DESCENTRALIZACIÓN/CENTRALISMO/HISTORIA/REPÚBLICA/PERÚ WD/01.04.03/H/24 http://www.iep.org.pe 3 CONTENIDO ORIGENES DEL CENTRALISMO PERUANO 7 RECENTRALIZACIÓN BAJO LOS BORBONES 10 CUANDO LIMA ERA POBRE Y LAS PROVINCIAS RICAS 12 EL CENTRALISMO DEL GUANO 15 LA ERA DE LA DESCENTRALIZACIÓN 17 EL CENTRALISMO EN EL SIGLO VEINTE 24 LA TRANSICIÓN DEL CENTRALISMO A LA

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DESCENTRALIZACIÓN 29 BIBLIOGRAFÍA CITADA 31 http://www.iep.org.pe 4 http://www.iep.org.pe 5 EL CENTRALISMO PERUANO EN SU PERSPECTIVA HISTORICA Los actuales debates, tanto en la escena estatal como en el terreno de la opinión pública, acerca de la naturaleza del centralismo peruano y la mejor manera de ponerle fin y empezar a andar por la senda descentralizadora, invitan a un examen de los distintos intentos descentralizadores aplicados en la historia peruana. Este examen es tanto más necesario cuando uno comprueba la cantidad de proyectos e intentos descentralizadores que pueden encontrar en ella, sobre todo en sus últimos dos siglos. No es algo con lo que uno esperaría topar en un país tan marcadamente centralista como el Perú. La primera reacción sería seguramente pensar que en un país así, jamás ha habido preocupación por la descentralización, o que no ha se tomado consciencia de los defectos de su excesivo centralismo. El problema del centralismo peruano no ha sido, sin embargo, de falta de percepción y de interés en resolverlo. Tal vez sí, en cambio, de un mal diagnóstico; es decir, de una equivocada idea acerca de sus raíces y su naturaleza. Lo que finalmente también arrastra a confusas expectativas entre la población acerca de lo que cabría esperar de un régimen descentralizado. La tendencia en el Perú ha sido ver el centralismo, no como una manera de ser, o de constituirse, de un estado-nación, hasta cierto punto válida o legítima, sino como un mal a extirpar, cual si fuera un tumor dentro de un organismo anteriormente sano.1 Esta segunda perspectiva ha gozado, en efecto, de gran predicamento. De acuerdo a ella, el centralismo fue un mal que aquejó al Perú recién en el siglo veinte, sobre todo desde las décadas de los años veinte, treinta o cuarenta.2 Para ello los autores se amparan en datos demográficos, que 1. Esta fue, por ejemplo, la perspectiva del recordado Pedro Planas, quien refirió que la descentralización: «… no debe verse como una reacción al caudillismo autoritario, sino como una forma natural de organización de la sociedad». Pedro Planas, La descentralización en el Perú republicano (1821- 1998). Lima: Municipalidad Metropolitana de Lima, 1998; p. 550, énfasis mío. 2. Por ejemplo, Bruno Revesz señaló en un artículo más bien reciente: «Con todo, y más allá de la impregnación y del efecto de esta cultura institucional, el tipo de centralismo político, administrativo y económico que prevalece aún en nuestros días es un producto de este siglo, en particular del papel protagónico que tuvo el Estado en la promoción del proceso tardío de industrialización y de su acción redistributiva mediante un arsenal diverso de políticas sociales». En «Avances y retrocesos de la descentralización territorial y política en Colombia, Bolivia y Perú». En B. Revesz (ed.), Descentralización y gobernabilidad en tiempos de globalización. Lima: CIPCA-IEP, 1998; pp. 49-50; énfasis mío. http://www.iep.org.pe 6 señalan, por ejemplo, que hasta más o menos 1920, la ciudad capital, Lima, supuesta cabeza del mal, nunca tuvo más del 5% de toda la población peruana (hoy, en cambio, tiene un 28%) y que hasta 1940, la región de la sierra concentraba dos tercios del total demográfico (hoy contiene solamente un tercio). Asimismo, se apoyan en datos económicos y financieros, que coincidirían en señalar que la concentración en Lima de la capacidad industrial y de los recursos financieros y fiscales se habría dado realmente en los últimos dos tercios del siglo veinte.3 Mi perspectiva en este artículo será más bien la primera; es decir, considerar que el Perú es un país que desde su constitución, en el siglo XVI, ha sido un país centralista y que, al revés de lo que proclama la segunda perspectiva, fue en el período republicano cuando surgieron propuestas serias, aunque casi siempre fallidas, de descentralización. Consideraremos el centralismo como un régimen político y económico en el cual se produce una jerarquización del territorio y de sus autoridades, y donde es dicha jerarquización la que da forma y articula al país. En estos países hay entonces un lugar «central», a partir del cual se irradia la nación (o al menos así se lo considera): la cultura y los valores que la encarnan, incluyendo el idioma y la religión, y espacios «periféricos», más bien pasivos, donde si bien

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existe una cultura propia y eventualmente distinta a la irradiada desde el lugar central, ella se ve subordinada a esta última, ya sea por decisión propia o impuesta. Normalmente, el espacio central está más densamente poblado y/o goza de ventajas comparativas para relacionarse con el resto del mundo o con otros centros, de los que puede obtener recursos económicos o políticos que refuerzan su liderazgo. El régimen descentralista, en cambio, presupone la igualdad entre las distintas partes del espacio territorial de la nación; dicha igualdad se ampara en la autonomía económica y hasta cierto punto política de las regiones (lo que en concreto significa: autosuficiencia fiscal y capacidad de autogobierno), o al menos de algunas de ellas, antes de su convergencia en un solo «país». No suele haber diferencias demográficas marcadas y distintos puntos del territorio pueden gozar de las mismas ventajas de comunicación con el resto del mundo. Aunque también existe en este caso un «centro» político, éste se constituye como resultado de una decisión de las distintas regiones; y no éstas, como resultado de una decisión del «centro», como ocurriría en el modelo centralista. De tal definición, pude colegirse que hay circunstancias geográficas que propician el centralismo, o el descentralismo, argumento que ya propusiera Jorge Basadre en Perú, problema y posibilidad (1931), cuando señalaba que ha mayor extensión territorial y dificultad de comunicar el territorio, el centralismo político se haría tanto más necesario. Un país con una sola costa y un solo puerto constituyen una invitación al centralismo; sobre todo si la economía depende mucho del comercio exterior y si el gobierno se instala en el puerto (caso de Argentina, por ejemplo, o durante mucho tiempo también de Brasil). Al revés: varias costas y varios puertos, invitan a un esquema más bien descentralizado; cual podrían ser los casos de Estados Unidos, Inglaterra, México o Colombia. Pero la historia, por supuesto, puede compensar estos marcos geográficos. Revisemos el caso peruano. 3. Pueden verse algunos datos importantes sobre ese proceso de concentración, en el artículo de Efraín Gonzales de Olarte, «La descentralización en el Perú: entre la fortaleza del centro y la debilidad de la periferia». En B. Revesz (ed.), Descentralización y gobernabilidad. http://www.iep.org.pe ORIGENES DEL CENTRALISMO PERUANO 7 La expansión española en América durante el siglo XVI terminó por absorber el imperio Inca. La riqueza del territorio andino en materia demográfica, infraestructura agrícola, caminos y yacimientos de metales preciosos, hizo que en el territorio del antiguo Tahuantinsuyu se asentara un importante contingente de colonos españoles. Hacia los años de 1540, aproximadamente una década después del apresamiento y ejecución de Atahualpa, el monarca indígena, y de la fundación de las principales ciudades «españolas», como Jauja, Trujillo, Lima y Cuzco, ya sumaban entre cinco mil y diez mil hombres.4 Cuando en torno a estas plazas podía comenzar a asomar la formación de una suerte de «señoríos» locales y, en consecuencia, de sociedades regionales organizadas a partir de dichos «focos» de poder social o político, las fuerzas del rey irrumpieron en el recién conquistado país, reemplazando, como ha sintetizado Claudio Veliz, la figura del «héroe militar disidente», como era Gonzalo Pizarro, por el «leal funcionario civil», como Pedro de La Gasca.5 El guerrero solista, atento sobre todo a las lealtades cercanas, más que a las lejanas, fue desplazado entonces por el burócrata imperial, menos dado a las lealtades locales, y más bien subordinado a las de larga distancia: el poder central, que era el rey y su corte. La derrota del «partido» de los encomenderos; vale decir, de los conquistadores que habían intentado repartirse a la población conquistada para convertirla en una suerte de «pecheros» peninsulares, mientras ellos se erigían en «señores» feudales avecindados, sino en castillos (ya que aquí no había «bárbaros» de los cuales defenderse), al menos sí en ciudades amuralladas, significó, en la segunda mitad del siglo XVI, que no hubiera frente al burócrata peninsular la resistencia de una red social local. Existían, desde luego, los curacas indígenas, pero pertenecían demasiado claramente a una civilización derrotada, de modo que si en algo se

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preocupaban, era en tratar de salvar parte de sus mermados privilegios, a cambio de colaborar en la nueva red de funcionarios estatales leales a la corona española.6 Los colonos españoles que asomaban como empresarios mineros demasiado prósperos, fueron expropiados por el Estado en la década de 1570. La política del virrey Toledo alejando a los potenciales magnates particulares, como Amador de Cabrera, de la posesión de yacimientos mineros claves, como los de Huancavelica, no fueron sino la reedición de la victoria de La Gasca sobre Gonzalo Pizarro. En la segunda mitad del siglo XVI se instauró en el Perú, como en otros dominios españoles en América, una red burocrática colonial que virtualmente no dejaba lugar a las autonomías locales y a la influencia civil. Debajo del virrey estaba la Audiencia, que funcionaba como un Consejo de Estado, y más abajo, los corregidores, que venían a ser los gobernadores provinciales. Todos ellos eran funcionarios nombrados por el poder central. Los corregidores podían tener «tenientes» en los pueblos, a guisa de auxiliares o representantes, que al parecer eran designados solamente por ellos. Estos tenientes realizaban alianzas con los curacas y 4. Ver James Lockhart, El mundo hispano peruano, 1532-1560. México: Fondo de Cultura Económica, 1982; p. 292. 5. Claudio Veliz, La tradición centralista en América Latina. Barcelona: Crítica, 1984; p. 19. 6. Véase sobre el partido de los encomenderos y el papel auxiliar y subordinado de los indígenas en su enfrentamiento con la corona, el trabajo de Carlos S. Assadourian, Transiciones hacia el sistema colonial andino. Lima: Instituto de Estudios Peruanos y El Colegio de México, 1994; especialmente capítulos 4 y 5. También Steve J. Stern, Los pueblos indígenas del Perú y el desafío de la conquista española. Madrid: Alianza América, 1986; cap. 2. http://www.iep.org.pe 8 solían delegar en ellos parte de sus funciones. Los curacas importantes pactaban directamente con los propios corregidores.7 Los corregidores venían a ser una pieza clave en la estructura burocrática centralista. Ellos gobernaban en nombre del rey (de donde les venía el nombre) y monopolizaban las funciones de aplicación de justicia, gobierno interior y recaudación fiscal. En este sentido vinieron a cumplir el papel que hubieran querido para sí los encomenderos, quienes en los debates y batallas de mediados del XVI, reclamaban precisamente que, además de su derecho a recaudar un tributo de la población conquistada, pudiesen también administrar justicia en ella (tener «alta vara en justicia civil y criminal») y, en suma, «gobernar» ahí sin la injerencia de otros funcionarios del rey. Su triunfo hubiera creado linajes o aristocracias locales; su derrota, en cambio, dio paso al modelo regalista o de despotismo estatal. En este enfrentamiento, los indios, a fin de librarse del vasallaje a un señor militar presente, se entregaron a los brazos de un rey lejano; tal vez pensando que la distancia haría de ese dominio, uno más bien laxo y tal vez ausente. Los únicos espacios abiertos a la comunidad civil fueron los cabildos, organizados por el propio Estado colonial, tanto en las ciudades de españoles como en los pueblos de indios. Aparentemente estas instituciones no alcanzaron, sin embargo, gravitación, y en el caso de los pueblos de indios, casi no funcionaron; probablemente por estar en competencia con las antiguas instituciones prehispánicas de los curacazgos.8 Con el modelo centralista estatal colaboró finalmente la manera como se organizó la economía, sobre todo en los sectores de mayores tasas de beneficios, como la minería y el comercio. La necesidad de trabajadores, insumos y capital fueron atendidas en una parte importante por medio de asignaciones decididas por la burocracia colonial. Dado que no había un mercado de donde surtirse de mano de obra, se diseñó la mita, mediante la cual el Estado satisfacía las necesidades laborales de los empresarios mineros con indígenas forzados rotativamente a enrolarse en el trabajo. De manera similar se procedió con el abastecimiento de otros ingredientes importantes, como el azogue, la pólvora o la ferretería: eran surtidos por una red de oficinas estatales instaurada en el virreinato. El comercio se vio asimismo penetrado por disposiciones estatales que concedían monopolios y permisos «regios» de acuerdo a lógicas políticas o de relaciones personales. El

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éxito o el infortunio de un empresario pendía así, por lo menos en una parte importante, de las decisiones del poder burocrático. Este centralismo fundador en la temprana época colonial, no tuvo un correlato demográfico ni económico. Hacia 1600 era Potosí, y no Lima, capital del virreino, la ciudad más poblada; el puerto de Arica era tan importante como el del Callao, y la mayor parte del Producto Bruto Interno se producía seguramente en las regiones del interior y no en la costa central. De otra parte, los elevados costos de transporte servían de protección natural a las economías regionales. Fue gracias a ello que la economía minera pudo montar una red de polos productivos alrededor de los principales campamentos. Productos agrícolas y alimenticios, como tubérculos, cereales y carne, debían ser provistos dentro de cada región, ya que el costo del transporte habría vuelto impensable su transporte de una región a otra; lo 7. Véase el clásico trabajo de Guillermo Lohmann, reciente y justamente reeditado: El corregidor de indios en el Perú bajo los Austrias. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001; p. 53 y cap. XV. Sobre los curacas, revisar Luis . Glave, Trajinantes. Caminos indígenas en la sociedad colonial; siglos XVI/XVII. Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1989; especialmente cap. VI, así como Franklin Pease, Curacas, reciprocidad y riqueza. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1992; cap. VI. 8. Véase Lohmann, El corregidor de indios; pp. 445-446. http://www.iep.org.pe mismo, aunque de forma más suavizada, ocurría con la ropa y los demás bienes textiles 9 (manteles, sábanas, cortinas), el mobiliario doméstico y otro tipo de bienes que animaban la economía.9 Desde las primeras décadas del siglo XVII, y por el lapso de aproximadamente un siglo, prevaleció en el país, sin embargo, una suerte de descentralismo «de facto». En su obra ya citada, Claudio Véliz señaló que la tradición centralista instalada en América Latina fue tan fuerte, que los momentos de descentralización fueron provocados más por las fallas o crisis en los centros dominantes, antes que por iniciativas de las regiones subordinadas. Esto podría aplicarse para el Perú del siglo XVII. Una secuela de derrotas frente a los ingleses primero, y luego en la prolongada guerra de los treinta años (1618-1648), hizo que la península ibérica no pudiese surtir a América, ni de burócratas suficientes, ni de las mercaderías demandadas por la elite. Como consecuencia, los criollos comenzaron a infiltrarse en los cargos de la administración local, así como a sustituir con producción local los bienes que resultaba demasiado costoso importar desde España. El acceso de los colonos a los puestos burocráticos de Oidores y corregidores también se produjo por el sistema de venta de los cargos de corregidores, practicado por la corona hispana desde finales del siglo XVII como un paliativo a sus necesidades fiscales.10 Quienes compraron estos cargos solieron ser criollos prósperos, con intereses comerciales sobre determinadas regiones. La pérdida de soberanía por parte del Estado central, resultaba así una consecuencia de su debilidad económica; de otra parte, a la élite civil se le ofrecía una vía para participar en el gobierno, a cambio de su colaboración económica. Por otro lado, las investigaciones acerca de la historia económica colonial, han detectado que en el siglo XVII el virreinato peruano se hizo autosuficiente en materia de alimentos y bienes como vinos, aceites, jabones y textiles bastos, lo que provocó, naturalmente, un repliegue del comercio con la metrópoli.11 Aunque la cronología de este momento descentralizador permite seguir la tesis de Véliz, de que éste se produce porque el centro deja de apretar y no porque la periferia quiera liberarse, es necesario también remarcar que la relativa descentralización del virreino peruano del siglo XVII, se fundaba en la autonomía fiscal del país. Cada provincia pagaba su propia burocracia; lo que hoy llamaríamos «servicios públicos», virtualmente no existían, o estaban a cargo de instituciones como la Iglesia, que tenían su propio aparato de ingresos. Asimismo, fue un factor presente lo que Kenneth Andrien ha llamado «la gradual integración entre las economías española e indígena a comienzos del siglo XVII».12 Una vez que ambas «repúblicas» pudieron establecer relaciones al margen del Estado, debilitaron uno de los pilares del centralismo anterior. Fue así que a

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finales del siglo XVII la mita se desmoronó a niveles de menos de un tercio de un siglo atrás, y que los comerciantes privados comenzaron a financiar a los empresarios mineros. Ello ocurría gracias a que la mano de obra indígena libre, que se contrataba voluntariamente (los indios «mingas») había crecido, y que por la propia necesidad de pagar el tributo fijado en moneda, la economía indígena acudía a los mercados a vender 9. Véase al respecto Carlos Sempat Assadourian, caps. III y IV de El sistema de la economía colonial. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1982. 10. Véase Lohmann, El corregidor de indios; pp. 166 y ss. 11. Véase, entre otros trabajos, el de Margarita Suárez, Comercio y fraude en el Perú colonial. Las estrategias mercantiles de un banquero. Lima: Instituto de Estudios Peruanos y Banco Central de Reserva del Perú, 1995; cap. 1. 12. Kenneth Andrien, «El corregidor de indios, la corrupción y el estado virreinal en Perú (1580- 1630)». En Revista de Historia Económica IV, 3. Madrid: 1986; p. 514. http://www.iep.org.pe 10 sus excedentes.13 Algunas investigaciones han detectado, por ejemplo, que los negocios entre corregidores y caciques indígenas eran frecuentes, y se daban al margen del Estado.14 RECENTRALIZACION BAJO LOS BORBONES En cualquier caso, este período descentralista se cerrará con el arribo de la política borbónica hacia 1750. Las Noticias secretas de América de Antonio de Ulloa y Jorge Juan resultaron un informe lapidador contra los vicios de la autonomía en los territorios coloniales.15 Los abusos contra los indios, como contra los intereses del rey, los desórdenes y la corrupción, tenían sus mejores cartas entre los funcionarios y personajes criollos, y los corregidores resultaban el emblema del mal gobierno. El diagnóstico de estos informantes, finalmente recojido por la propia administración central en la península ibérica, era que para mejorar las cosas en las colonias, tanto para la suerte de España como para la de las propias colonias, lo primero que debía hacerse era remover a las autoridades locales y reemplazarlas, como en el siglo XVI, por funcionarios peninsulares nombrados por el rey. Fue así que se expulsó a los jesuitas (1767), se anuló el sistema de repartos de mercancías por los corregidores (1781) y se canceló a estas mismas autoridades, introduciéndose en su lugar el sistema de Intendentes y Subdelegados (1784). Estábamos frente a un nuevo centralismo: el borbónico. La reforma de 1784 creó siete intendencias en el Perú y 52 «partidos» (véase mapa). En 1796 se agregó una octava intendencia (Puno), que en los veinte años anteriores había pertenecido al virreinato del Río de la Plata. Ciertamente, no deja de sorprendernos hoy la facilidad con que la administración colonial creaba y recreaba las divisiones territoriales en el virreinato: tal intendencia pasaba de aquí para allá, las antiguas circunscripciones desaparecían y se creaban otras nuevas. No es que no hubiera ninguna resistencia local a tales acciones (la rebelión de Túpac Amaru II, pidiendo, entre otras cosas, la creación de una Audiencia en el Cuzco, es un ejemplo de reacción local), pero es claro que era «el centro» quien creaba las regiones, y no éstas las que imponían «su realidad» al centro.16 13. Sobre la mita, ver Ignacio González Casasnovas, Las dudas de la corona. La política de repartimientos para la minería de Potosí (1680-1732). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2000; sobre los comerciantes: Margarita Suárez, Desafíos transatlánticos. Mercaderes, banqueros y el estado en el Perú virreinal, 1600-1700. Lima: Fondo de Cultura Económica, Instituto Francés de Estudios Andinos y Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001. 14. Véase Luis M. Glave, Trajinantes, y Franklin Pease, Curacas. Para el caso de la región altoperuana, es útil: Laura Escobari de Querejazu, Caciques, yanaconas y extravagantes. La sociedad colonial en Charcas, s. XVI/XVIII. La Paz: Plural y Embajada de España en Bolivia, 2001. 15. Las Noticias secretas de América fueron redactadas en 1747, siendo su verdadero título, como lo aclara Miguel Molina Martínez en Antonio de Ulloa, Noticias americanas (Granada: Universidad de Granada, 1992), «Discurso y reflexiones políticas sobre el estado presente de los reinos del Perú. Su gobierno, régimen particular de aquellos habitadores y abusos que se han cometido en uno y otro». Permanecieron inéditas hasta que

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el editor David Barry las publicó en Londres en 1826, dándole un título más comercial, con el que hoy son universalmente conocidas. 16. Se ha detectado en el caso del Cuzco, la defensa de ciertos intereses regionales a finales de la época colonial. Véase José Tamayo Herrera, «Un precursor de la historia regional» (que resultó ser el sacerdote Ignacio de Castro y su «Relación del Cuzco» de 1795), en Allpanchis N° 13. Cuzco: Instituto de Pastoral Andina, 1979; pp. 9-17. http://www.iep.org.pe Mapa de las intendencias al terminar el Virreinato 11 Los intendentes centralizaron en sus manos las funciones de gobierno, defensa y «hacienda». El sistema de venta de cargos fue cancelado, a la vez que los impuestos pa-saron a recaudarse bajo el sistema de «administración directa» y ya no por el de rematistas particulares. Aunque es difícil evaluar el desempeño de este programa centralizador, los indicadores demográficos, de comercio y de recaudación fiscal, permiten señalar que fue exitoso: la población, hacia 1800, doblaba la de un siglo atrás, poniendo definitivo fin al severo declive demográfico iniciado con la Conquista, el comercio exterior peruano se recuperó, sobre la base de las exportaciones de plata y algunos productos agrícolas como cascarilla, cacao, tabaco y azúcar, y de importaciones de telas, cera, papel y ferretería, y los ingresos fiscales, de menos de dos millones de pesos anuales hasta 1770, superaron los cinco millones, treinta años después.17 17. Véase John Fisher, El Perú borbónico, 1750-1824. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2000; cap. 3; asimismo el artículo de Alfonso Quiroz, «Consecuencias económicas y financieras de la independencia en el Perú». En Leandro Prados y Samuel Amaral (eds.), La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid: Alianza Universidad, 1993; y mi trabajo «La transición fiscal entre la Colonia y la República», en el libro compilado por Scarlett O´Phelan, La independencia del Perú. De los borbones a Bolívar. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú e Instituto Riva Agüero, 2001; pp. 197-235. Fuente: Gobierno y Sociedad en el Perú Colonial: El Régimen de las Intendencias, 1784-1814 de John R. Fisher http://www.iep.org.pe 12 Los descontentos, desde luego, eran los criollos de las principales ciudades, puesto que habían sido desalojados de los puestos de poder, y tenían que pagar cargas fiscales mayores (la alcabala o impuesto a la compraventa, por ejemplo, se elevó del 2% al 6 %); con los indígenas también hubo mayores exigencias, poniéndose menos contemplación en las solicitudes de exoneraciones tributarias que hasta entonces habían sido concedidas con cierta largueza. Con el probable propósito de poner una válvula de escape a ese descontento es que la administración borbónica creó instituciones como las Diputaciones de Minería y de Comercio, y promovió asociaciones de «Amantes del País», como espacios para los criollos y que pudieran ser utilizados por ellos como instancias de representación de sus intereses. En cualquier caso, se trataba de asociaciones de tipo más bien gremial que de interés territorial, aunque pudieron incluir también demandas regionales. La «densidad» social y económica de países como el Perú, se puso en discusión en los debates de las Cortes de Cádiz entre 1809 y 1812 (una suerte de paréntesis descentralista, a raíz de la crisis ibérica desatada por la invasión francesa de 1808, y que tuvo a las «Juntas de Gobierno» como instancia emblemática). La opinión de los representantes peninsulares es que esos territorios ultramarinos carecían de la entidad suficiente como para tener la misma relación entre cantidad de población y número de representantes que las provincias españolas. En otras palabras: el centro contaba políticamente más que la periferia y la composición de las Cortes debía reflejar esa diferencia. Los americanos rechazaron semejante juicio, pero la polémica fue zanjada de la peor manera por el restituido monarca Fernando VII, quien clausuró las Cortes y decretó el retorno del absolutismo borbón. Los americanos optaron entonces por la secesión del imperio español, lo que en efecto consiguieron, tras algunos años de guerra, alrededor de 1820. Con la perspectiva de casi dos siglos, podemos decir que resultaba imposible contener un imperio tan vasto y diverso, como el español de inicios del siglo XIX, dentro de un orden constitucional de tipo

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liberal democrático, que reclamaba una mayor igualdad entre la población. El intento no hizo sino explotar el imperio en pedazos. Cada virreinato y a veces cada Audiencia, y aún jurisdicciones menores, se separó y trató de repetir en menor escala el reto de Cádiz: construir un orden constitucional y liberal en medio de poblaciones sin tradiciones cívicas y enormemente diferenciadas en sus regímenes económicos y tradiciones culturales. Desde luego, ya sin monarca, porque carecíamos de linajes reales (los de origen prehispánico eran dudosos y temporalmente demasiado remotos para gozar de debida legitimidad), pero inventamos Presidentes casi con los poderes de las monarquías absolutas, española, azteca o inca. CUANDO LIMA ERA POBRE Y LAS PROVINCIAS RICAS La independencia en el Perú abrió paso a un período descentralista en la medida en que, producida la ruptura con España, Lima, la capital del virreinato, perdió legimitidad como cabeza organizativa. Quedaba reducida a haber sido la sede de un régimen ahora percibido como tiránico y opresor. Podría haberla rehabilitado el cumplimiento de un papel protagónico en la lucha por la independencia: haberse transformado de ser la cabeza del mal, en la caudilla de la insurrección, como el hijo bueno de un rey malo, pero ciertamente no jugó ese papel. Los últimos años de la administración virreinal (1821-1824) los desarrolló el virrey La Serna en el Cuzco, ciudad que tanto por este hecho, como por su aura histórica de http://www.iep.org.pe antigua capital de los Incas, también podía aspirar a convertirse en el nuevo centro del 13 país. Trujillo, en el norte, y Arequipa, en el sur, eran otras ciudades con elites importantes, rivales de las de Lima. Demográficamente, la ciudad mayor era Lima, con 64 mil habitantes de acuerdo al censo de 1812 (seguían Arequipa y Cuzco, con 38 mil y 32 mil, respectivamente: véase cuadro). La élite blanca era más numerosa, sin embargo, en Arequipa; seguida del Cuzco. Siendo esta población la que reunía las dotes de ilustración, liderazgo y poder económico necesarios para aspirar a un rol dirigente, se veían así favorecidas por la composición étnica de su población. En todo caso, ninguna de estas ciudades se alzó como una clara caudillo en la gesta emancipatoria (tal vez fue Trujillo la que mostró un más claro temple patriota, pero demográficamente era la más débil, así como la más excéntrica territorialmente una vez que se consolidó la anexión de Guayaquil a la Gran Colombia), de modo que pudiera enrostrar a Lima su conducta fidelista con la corona española, y catapultara a sus élites como conductoras legítimas del nuevo orden independiente. Cuadro 1 Población de las principales ciudades del virreinato peruano en 1812 Ciudad* Población «española» Población total Lima 18,219 63,809 Cuzco 16,122 32,419 Arequipa 22,687 38,478 Trujillo 1,434 13,503 Huamanga 169 26,964 Todo el virreinato 178,025 1.509,551 * Se ha considerado la población del Partido del «Cercado», que puede ser más amplia que la de la ciudad propiamente dicha, pero puede servirnos de referencia. Fuente: Elaborado a partir de La emancipación en sus textos. Vol. I: El estado del Perú. Selección de José Agustín de La Puente Candamo. Lima: Instituto Riva Agüero, 1959; pp. 12-16 Ya libres e independientes, la propia entidad territorial del Perú se ponía a prueba: las regiones fronterizas hesitaron respecto de sus filiciaciones, caso de Guayaquil, Jaén o Puno. La creación de Bolivia, el antiguo «Alto Perú», como un nuevo país, en 1825, aumentó la confusión y las opciones que tenían por delante regiones como Puno, el Cuzco y la misma Arequipa. Evidentemente, competir por la centralidad política con La Paz o Sucre, podía ser mucho más fácil para ellas que competir con una ciudad-puerto como Lima. ¿No resultaba atractiva entonces la integración con la flamante república altiplánica, con la que después de todo había un fluido comercio y un sinfín de parentescos culturales y étnicos? Otra opción para las ciudades del sur andino peruano, era restaurar la unidad política entre el Bajo y el Alto Perú, corrigiendo la secesión de 1776, cuando se creó el virreinato del Río de La Plata. El volumen demográfico y territorial del Alto Perú hubiera presionado entonces por un desplazamiento del centro político, desde Lima hacia ciudades como el Cuzco o Arequipa. Tales fueron las

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alternativas que se jugaron entre 1825 y 1842, cuando la posibilidad de una confederación Perú Boliviana llegó a ser una (efímera) realidad. Caudillos como Agustín Gamarra y Antonio Gutiérrez de la Fuente, representaban los intereses de las élites cuzqueña y arequipeña, en la disputa con Lima por la descentralización. El funcionamiento de la Confederación (con capital en Lima) entre 1836 y 1839 representó el punto más alto del péndulo descentralista en la postindependencia. http://www.iep.org.pe 14 La generación de la independencia fue sin duda sensible al tema del centralismo. Estaban dispuestos a romper con él, en la medida que lo asociaban al régimen colonial contra el que habían luchado. Por ello en la primera Constitución, de 1823, se crearon Juntas Departamentales y el cargo de Presidentes de los Departamentos. Estas Juntas, desconocidas más tarde en la Constitución bolivariana, de 1826, vuelven a ser mencionadas en la carta magna de 1828, la gamarrista, para sumergirse otra vez en el limbo en las Constituciones de 1834 y 1839. Sus miembros eran elegidos por la población de acuerdo a un cupo para cada provincia. Sus funciones no eran, sin embargo, de gobierno, sino de promoción de «los intereses del departamento» y de algo parecido a un «consejo de estado» para las autoridades políticas nombradas por el Poder Ejecutivo enclavado en Lima: los prefectos. También les cabía desempeñar labores de fiscalización de los agentes del gobierno central. Carecían de ingresos propios, salvo gabelas como el Pontazgo, que por lo general no recaudaban sumas importantes.18 Estas Juntas, de cuyo funcionamiento efectivo apenas existen noticias, representaron algo así como un mecanismo de captación de las elites locales por parte del gobierno central, tanto más necesario cuando los prefectos eran individuos de fuera de las regiones a las que eran destacados. Su papel era el de guiar o asesorar la acción del Estado central en el interior, pero nunca reemplazarlo. Este modelo sería reeditado posteriomente en el siglo veinte. Los otros focos de poder local, las municipalidades, fueron restauradas, por su parte, en la Constitución de 1834, pero dos años más tarde entraron en receso, hasta 1853. Si consideramos el lapso 1821-1854 como de índole descentralista es, sin embargo, por un hecho fundamental: la relativa autonomía fiscal de los departamentos del interior. Si bien eran las autoridades políticas designadas por el gobierno central —prefectos y subprefectos— los encargados de las labores de recaudación de las contribuciones, las sumas levantadas no se trasladaban físicamente a Lima para reunirse en una sola masa del tesoro y luego redistribuirse a las provincias. Lo recaudado quedaba en la caja fiscal del departamento para el pago de la burocracia local y las obras públicas que debiese emprenderse. Es cierto que las cantidades recaudadas en el interior eran exígüas, pero la vigencia de la contribución de indígenas y castas entre 1826 y 1854, hizo que en los departamentos densamente poblados por la raza aborígen, como Cuzco, Puno y Junín, lo levantado por este concepto pudiera ser una cantidad digna de consideración. (véase cuadro 2). A esta situación, Emilio Romero la llamó un «descentralismo de facto»: «Las provincias tenían dinero, Lima estaba pobre. La contribución de indígenas y de castas favorecía a las provincias y de ellas carecía Lima.» La propia organización contable de la república ratificaba esta situación: «… no había un presupuesto nacional sino cajas departamentales».19 18. Sobre tales Juntas, véase los trabajos recientes de Johnny Zas Friz, La descentralización ficticia. Perú 1821-1998. Lima: Universidad del Pacífico, 1998; pp. 39-46, y Pedro Planas, La descentralización en el Perú republicano; cap. 2; así como lo que parece ser, al decir de Pedro Planas, la única monografía sobre el tema: Raúl Rivera Serna, «Las Juntas Departamentales durante el primer Gobierno del Mariscal don Agustín Gamarra». En Boletín de la Biblioteca Nacional N° 31-32. Lima: 1964; pp. 3-18. 19. Emilio Romero, Historia económica del Perú. Lima: Editorial Universitaria, 1968; 2 ts.; t. II, p. 63 para la primera cita y p. 64 para la segunda cita. http://www.iep.org.pe 15 Sin embargo, en los debates de la república naciente también hubo prudencia respecto de la descentralización, por el peligro de la disgregación. El federalismo de

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personajes como Faustino Sánchez Carrión fue neutralizado precisamente con argumentos de esa naturaleza.20 De otro lado, las autoridades locales tampoco tenían facultad para realizar iniciativas de gasto público en sus regiones, sino que debían consultar la realización de la obra, a cargo de los fondos que en el propio departamento se habían levantado, al gobierno central.. Este hacía la consulta entonces al Fiscal de la Suprema « … magistrado que no se parece a ninguno de que habla la historia, y que tiene que ser omniciente para dar su parecer sobre todo; lo mismo sobre un punto jurídico, que sobre un dique flotante de que ni remota idéa tenga.» Satirizaba Juan Espinosa en 1855 en su Diccionario para el pueblo. 21 Las dificultades de comunicación servían, sin embargo, de excusa a las autoridades locales para hacer gastos «urgentes», que luego comunicaban a las autoridades de Lima, para su regularización, como un hecho ya consumado. EL CENTRALISMO DEL GUANO La situación de un relativo descentralismo, por lo menos «de hecho» sino «de derecho», cambió radicalmente con el advenimiento de la era del guano. Esta era se inició en los años de 1840, cuando se realizaron las primeras exportaciones al viejo mundo, pero se asentó definitivamente en la década siguiente, cuando los ingresos derivados de las exportaciones causaron una auténtica revolución en las finanzas públicas. 20. Ver por ejemplo: Francisco Luna Pizarro, «Discurso sobre la forma de gobierno, pronunciado en el Congreso Constituyente el 30 de julio de 1827». En Luna Pizarro, Escritos políticos. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1959, edición de Alberto Tauro del Pino; pp. 186- 192. 21. Diccionario para el pueblo: republicano, democrático, moral, político y filosófico, por Juan Espinosa, antiguo soldado del ejército de los Andes. Lima: imprenta del pueblo, 1855; p. 145. Existe una nueva edición de esta obra, al cuidado de Carmen McEvoy (2001), a quien corresponde el mérito de haber promovido el reconocimiento de este trabajo. Cuadro 2 Población tributaria en 1826-1830 Departamento Recaudación esperada Tributarios Tributarios de de contribuciones indígenas castas directas (en pesos)* (N° de personas) (N° de personas) Lima 261,343 14,643 21,525 Junín 246,905 25,796 26,069 La Libertad 217,953 25,702 21,160 Puno 225,289 42,155 3,351 Cuzco 317,591 52,437 11,758 Ayacucho 176,747 25,401 10,465 Arequipa 157,164 18,697 13,591 Todo el Perú 1.604,001 204,634 107,946 * Las contribuciones directas incluían otros rubros además del tributo indígena y de castas, como la contribución predial y de patentes e industrias. Fuente: Paul Gootenberg, «Población y etnicidad en el Perú republicano: algunas revisiones; p. 32. http://www.iep.org.pe 16 Dicha revolución implicó de una parte un aumento sustencial (geométrico, podríamos decir) de los ingresos fiscales. Las cifras de cinco millones anuales correspondientes a la década de 1840, alcanzaron los 9.9 millones en 1854, los 20.8 millones en 1861 y los 29.4 millones en 1871. Es decir, que en el lapso de veiticinco años se multiplicaron cinco o seis veces. De otra parte, conllevó a una profunda reforma del sistema fiscal, puesto que casi todos los impuestos fueron abolidos. Sobre todo los de tipo «directo», como la contribución de indígenas y castas, el diezmo agrario y las «primicias» (que agricultores y ganaderos, respectivamente, pagaban para el sostenimiento de la iglesia) y el derecho de pastas de los mineros. Si bien se mantuvieron en pie las contribuciones de tipo territorial y las que gravaban los frutos del trabajo (los impuestos llamados de «predios» rústicos y urbanos y los de «patentes» e «industrias»), las matrículas no se actualizaron, por lo que los montos se volvieron cada vez más exíguos en términos reales. En cuanto a los impuestos o derechos de aduana, sus tasas se volvieron bajas, en virtud de las ideas de libre cambio entonces imperantes.22 Fue la década de 1850 cuando este proceso abolicionista se realizó en casi toda su magnitud. Una de sus consecuencias habría sido la desmonetización y desmercantilización de la economía del interior, puesto que desaparecida la presión tributaria monetaria sobre los indígenas, éstos habríanse desconectado de los mercados (laboral y de bienes) en los que hasta entonces se habían integrado tímidamente en virtud de la obligación

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fiscal impuesta sobre ellos desde el siglo XVI.23 Aquellos dos movimientos: de un lado, el impresionante aumento de los ingresos fiscales, y de otro, la desaparición de las cargas fiscales, resultan en apariencia contradictorios, y fueron sólo posibles por los extraordinarios ingresos que las exportaciones de guano dejaban en manos del Estado. Este fertilizante fue declarado patrimonio del Estado, de modo que los particulares podían extraerlo y comercializarlo sólo en tanto representantes o «consignatarios» del gobierno peruano. Este esquema de «consignación» fue muy efectivo en permitir al Estado peruano sacar provecho de tener el monopolio de un producto ampliamente demandado en el mundo. En los años de 1860, los ingresos del Estado originados en las ventas de guano, representaron entre el 60 y el 80 por ciento del total de ingresos fiscales. Ello implicó, desde luego, el paso a un férreo centralismo fiscal, puesto que era el Tesoro central el que captaba esa inmensa riqueza y luego la redistribuía a lo largo del territorio, a través del gasto público. Los criterios de distribución tomaban en cuenta las lealtades y las clientelas políticas, consiguiéndose de esta manera la subordinación de las elites locales al poder central. La centralización fiscal abrió así paso a la centralización política.24 Precisamente es a esta época que corresponden las sarcásticas definiciones de «centralismo» y «descentralismo» del Diccionario para el pueblo, de Juan Espinosa. Asimismo fue en este contexto cuando se debatieron y promulgaron las Constituciones de 1856 y 1860. El jurista Toribio Pacheco se manifestó por entonces en contra de la alternativa del federalismo, por la carencia de una masa crítica de opinión pública en el interior, lo que inevitablemente conduciría a la vigencia 22. Véase sobre ello, Paul Gootenberg, Tejidos y harinas, corazones y mentes. El imperialismo norteamericano del libre comercio, 1826-1840. Lima: IEP, 1989. 23. Sobre este argumento, ver Baltazar Caravedo, «El problema del centralismo en el Perú republicano». En Allpanchis N° 13. Cuzco: Instituto de Pastoral Andina, 1979; pp. 19-50. 24. Paul Gootenberg, ha hablado del «Leviatán guanero», para referirse a la manera como creció el Estado, rápidamente pero a espaldas del país. Véase su libro Caudillos y comerciantes. La formación económica del Estado peruano 1820-1860. Cuzco: Centro Bartolomé de Las Casas, 1997; pp. 242-249. http://www.iep.org.pe de oligarquías despóticas; el espíritu provincialista y de rivalidad, que fomentaría la 17 desintegración y el divisionismo; la enorme desigualdad en el estado social y económico de los departamentos, que volvería difícil que se rigiesen por un mismo código; y la dificultad en hallar hombres dirigentes en las provincias.25 De otro lado, la centralización del guano significó también grandes avances para la consolidación del Estado, al punto que uno se pregunta si no era aquélla un necesario costo a pagar por ésta. Por fin comenzó a funcionar una red uniforme de autoridades en el territorio nacional; se abrieron cortes judiciales en las capitales departamentales y provinciales, guarniciones militares en las principales plazas y comisarías policiales y de gendarmes en las poblaciones. Todo lo cual reforzó la idea de una comunidad nacional regida por un cuerpo de leyes y organizada por un sistema de instituciones. Grandes porciones del mapa nacional que permanecían absolutamente al margen de la acción del Estado, como la amazonía, comenzaron a ser lentamente exploradas y visitadas por expediciones militares y misiones religiosas. Un enjambre de escritores, artistas e historiadores cobijados por el Estado se lanzaron a crear las obras que nos permitirían «imaginar» la nación: con sus paisajes, personajes y lenguajes «típicos», y una reconstrucción histórica pretendidamente común. Curiosamente, fue durante esta era, marcadamente centralista, que los ocho departamentos iniciales en los que se dividía la república, tuvieron una fuerte tendencia a la multiplicación; al punto que en sólo medio siglo, más que se duplicaron, llegando a ser dieciocho en la década de 1870. Las provincias tuvieron una tendencia similar, pasando del medio centenar al centenar. Luego se ha criticado que para esta proliferación de unidades territoriales no se tomó en cuenta el principio de la autosuficiencia fiscal; o si se lo

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hizo fue sobre la base de cálculos fantasiosos o errados, como luego quedó demostrado.26 Los pueblos querían escalar en la jerarquía político administrativa, precisamente por el centralismo imperante, y porque el centro tenía recursos para repartir. LA ERA DE LA DESCENTRALIZACION, 1873-1896 Con el colapso del negocio del guano, el centralismo erigido sobre su base, llegó desde luego a su fin. Esto ocurrió ya antes de la guerra con Chile. Desde la década de 1870 sectores de la élite del país percibieron la deformación que el fenómeno del guano había introducido en la república: los gastos corrientes, como la planilla de la administración y el sostenimiento de las fuerzas públcias, se financiaban con ingresos extraordinarios, como los de la renta guanera; se multiplicaban los departamentos y las provincias bajo el regazo del tesoro manado por el fertilizante; el Estado era cada vez más rico, y los ciudadanos cada vez más pobres; Lima volvía a ser «la ciudad de los reyes», pero las provincias languidecían. La descentralización fue entonces vista como el eje de un programa regenerador o refundador de la república, patrón que desde entonces se ha repetido cíclicamente. Un hito importante fue la descentralización iniciada por el régimen de Manuel Pardo, con la Ley de Municipalidades de 1873. Ya en 1852 otra ley había rescatado del limbo a los 25. Véase Johnny Zas, La descentralización ficticia; pp. 78-80. 26. Véase al respecto, José M. Rodríguez, Estudios económicos y financieros y ojeada sobre la Hacienda Pública del Perú y la necesidad de su reforma. Lima: Imprenta Gil, 1895; segunda parte. http://www.iep.org.pe 18 antiguos ayuntamientos legados de la época colonial y que habían sido clausurados por la Constitución de 1839. El gobierno de Pardo inició un importante, aunque contenido, proceso de descentralización, transfiriendo a los Concejos Departamentales (erigidos sobre la base del municipio de la capital del departamento), y provinciales (erigidos sobre la base de los municipios capitales de provincia), el servicio de instrucción pública, recién creado, el mantenimiento y erección de obras públicas en la circunscripción, la atención hospitalaria y de beneficencia, el registro civil y otras funciones más propiamente «ediles». Para ello transfirió a esas entidades dos tercios de las contribuciones directas que se recaudaban en sus territorios, y determinó que serían los Colegios Electorales de las localidades, quienes elegirían a los miembros de los Consejos.27 Se creó, además, una contribución general a favor de los Concejos, conocida como la «contribución de escuelas», que debían pagar todos los varones mayores de 21 años y se añadió un impuesto de 2% adicional sobre las importaciones a fin de crear un fondo que se distribuiría entre los Concejos. No se han realizado investigaciones que den cuenta del éxito de este experimento descentralista, pero las opiniones predominantes refieren más bien de un fracaso.28 La contribución de escuelas, según parece, no llegó a cobrarse; muchos Consejos permanecieron acéfalos y sin cumplir sus funciones.29 Paralelamente a ese ensayo descentralista, el gobierno de Pardo se embarcó, no obstante, en una aventura fiscal que iba en el sentido contrario: el Estanco y ulteriormente la expropiación de los yacimientos y «oficinas» salitreras en el litoral del sur. El paulatino agotamiento del guano, y la competencia que comenzó a hacerle el salitre en el mercado mundial, empujaron al régimen civilista a la tentación de querer prolongar por un tiempo más ese paraíso fiscal en el que vivíamos los peruanos; en el que, en palabras del propio Manuel Pardo, cada peruana 27. Los Colegios Electorales fueron unas instituciones introducidas en América por la Constitución de Cádiz de 1812. Cada doscientos hombres hábiles para votar elegían a un «elector». Estos electores se agrupaban en un segundo momento en «colegios», normalmente en la capital provincial, para elegir al encargado que hubiere lugar: Presidente de la República, Juez, representante ante la Asamblea Nacional, miembros de la Junta Departamental; etc. Lo interesante es que estos Colegios duraban un número de año; de modo que cuando había que hacer alguna elección «popular», bastaba con convocar a los «Colegios Electorales», sin que tengan así que movilizarse todos los habitantes hábiles para sufragar. 28. Vale la pena, sin

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embargo, citar la evaluación que hacía el propio Manuel Pardo en lo que fue su último Mensaje al Congreso, el 28 de julio de 1876, cuando entregó la Presidencia de la República, tanto por su sana insistencia en la importancia de la práctica de las instituciones, para su marcha eficaz, cuanto por la elegancia de su retórica: «Estos inconvenientes nacen, en su mayor parte, del atraso de algunos pueblos y de su falta de educación política; pero esas mismas dificultades ratifican mis convicciones sobre la necesidad y conveniencia de la institución [de la descentralización]. Las instituciones de administración propia dan fruto pronto en los pueblos educados pero educan a los que no lo están y por consiguiente sólo pueden arraigarse con el transcurso de las generaciones; la impaciencia podrá atribuir a los defectos de la ley los embarazos que la institución encuentra hoy en su marcha; pero las enmiendas que de ella se hagan apenas harán mejor su práctica; porque lo que hay que reformar no es la ley sino los hombres y esta reforma no se obtiene sino por la educación y por la práctica misma en la administración de los asuntos de la localidad». Citado por Pedro Planas en su libro La descentralización en el Perú; p. 237. 29. El funcionamiento de la descentralización realizada por el gobierno de Manuel Pardo aún espera su investigador. Los juicios hasta hoy disponibles están muy influidos por las opiniones que a favor o en contra de la descentralización ha habido en diversos momentos de la historia peruana después de la guerra con Chile. Quienes se han opuesto a la descentralización, o han tomado partido por un proceso moderado, como por ejemplo José Carlos Mariátegui o Víctor Andrés Belaunde, han cargado las tintas contra dichos Concejos. http://www.iep.org.pe le costaba al Estado diez pesos, pero sólo contribuía con dos pesos, ya que el guano abonaba 19 la diferencia. El empujón fue, como se sabe, hacia el abismo. La guerra con Chile terminó con la derrota y la subsiguiente ocupación del país. La Paz de Ancón (1883) sancionó la pérdida perpétua de los territorios salitreros y la entrega de un millón de toneladas de guano a Chile, con lo que el Estado perdió, literalmente de un plumazo, los bienes patrimoniales que habían garantizado hasta entonces sus ingresos, y sancionado ese férreo centralismo denunciado por los propios contemporáneos. Si algún efecto positivo dejó esa infausta guerra, fue, no obstante, mostrar la profunda precariedad de un Estado cuyas finanzas pendían del monopolio sobre un recurso exportable: un gigante con pies de salitre. El recurso podía encontrar un sustituto en el mercado mundial, desapareciendo así su demanda; podía agotarse un día; o podía ser arrebatado por algún vecino ambicioso, que fue lo que en este caso sucedió. Esa fue una enseñanza positiva, en el sentido de que obligó a los peruanos a reconstruir su aparato estatal sobre otras bases, mucho más fimes. Y también más descentralizadas. La descentralización fiscal de 1886, fue el intento más importante por introducir al país en un régimen descentralizado. Por ello mismo no sorprende que sobre su significado existan interpretaciones abiertamente enfrentadas. La elogian unos (como Pedro Planas), la critican otros (Emilio Romero, Jorge Basadre); hay quienes, negligentemente, también la ignoran.30 Los opuestos a esta experiencia (la lista es larga, porque se enriqueció después con firmas como la de José Carlos Mariátegui y Víctor Andrés Belaunde) sostuvieron que la descentralización de la postguerra significó entregar el gobierno de las regiones a los «gamonales» del interior, que para ellos era la peor apuesta que podía hacerse por la redención del Perú, tras la catástrofe bélica.31 Los gamonales eran, para ellos, élites feudales premodernas, de ideas retrógradas, explotadoras inmisericordes de los indios, una especie de corregidores republicanos. Con todas las taras del ámbito rural, encima, y totalmente despojadas en consecuencia de las virtudes ciudadanas necesarias para desempeñar cargos públicos.32 En cualquier caso, la «mala opinión» de la elite del centro respecto de las elites provinciales (cuando han llegado a aceptar que esas elites existen), ha sido una constante en nuestra historia republicana. El proyecto puesto en marcha por el gobierno del general Cáceres

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implicaba comenzar la descentralización por el aspecto económico-fiscal, antes que por el político. Para sus más entusiastas defensores, sin embargo, la descentralización fiscal podría muy bien llegar a ser la antesala de la política y hasta del federalismo. La ley determinaba que las contribuciones a 30. De Pedro Planas, ver su obra ya citada: La descentralización en el Perú; de Emilio Romero, El descentralismo. Lima: 1932; de Jorge Basadre, tanto la parte pertinente de su Historia de la república del Perú. Lima: Editorial Universitaria, 1983; 17 ts., como el capítulo X de su Perú, problema y posibilidad. Lima: Banco Internacional del Perú, 1978 (ed. facsimilar de la original de 1932), titulado «El centralismo y la subversión de las provincias». 31. La opinión de Mariátegui puede verse en el sexto de sus famosos Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Editorial Minerva, 1973 (26ta. ed. de la original de 1928), titulado: «Regionalismo y centralismo», donde plasmó su citada frase de que con la reforma de 1886, a los departamentos no se les concedió más que «la autonomía de su pobreza». La opinión de Víctor Andrés Belaunde, en La Realidad Nacional. Lima: 1987. 32. Algún día habrá que esbozar un cuadro más desapasionado del gamonalismo en el Perú, pero por lo pronto habrá que decir que ese retrato es exagerado, y padece del defecto de mirar la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Fue promovido por ensayistas como Manuel Gonzales Prada y José Carlos Mariátegui, que nunca viajaron y menos vivieron en la sierra, y se dejaron llevar por relatos de novelistas que encajaban con sus esquemas y prejuicios. http://www.iep.org.pe 20 recaudarse en cada departamento, se empozarían en la tesorería departamental, para los gastos del propio departamento. Es decir, sin centralizarse en Lima, sea física o contablemente. Al lado del presupuesto central, se elaboraron así presupuestos departamentales. Tanto los ingresos como los gastos públicos, fueron divididos según correspondiesen al presupuesto central o a los de los departamentos (véase cuadro 3). Cuadro 3 Ingresos y gastos generales y departamentales en la descentralización fiscal de 1886 Generales - Derechos de aduana y puerto - Timbres - Arrendamiento y producto de los ferrocarriles nacionales - Correos Departamentales - Contribución personal - Predios rústicos y urbanos, industrial y de patentes - Impuesto de serenazgo - Multas judiciales - Herencias que correspondan al fisco e impuesto a las herencias - Papel sellado - Arrendamiento e impuesto sobre las salinas - Producto de los bienes nacionales en el departamento, excepto los ferrocarriles - Bienes de los conventos supresos - Bienes mostrencos o sin dueño - Alcabala a la enajenación de inmuebles Ingresos - Sostenimiento de la Marina, el Ejército y la Gendarmería - Oficinas centrales del Ejecutivo: Ministerios, Tribunal de Cuentas - Corte Suprema de Justicia - Poder Legislativo - Servicio de la deuda pública - Ramo de correos - Presupuesto eclesiástico Obligatorios: - Servicio administrativo del departamento y sus policías - Administración de justicia en primera y segunda instancia - Instrucción primaria en la parte que no pueden atenderla los Concejos - Servicio de la Guardia Civil en el departamento - Conservación de los puentes y caminos de carácter departamental - Los que ocasione la recaudación y defensa judicial de los ingresos departamentales Facultativos: - Instrucción media - Beneficencia - Construcción de nuevos puentes y caminos en el departamento Fuente: Ley del 13 de noviembre de 1886. Gastos En cierta forma era volver al esquema fiscal previo al guano; entre otras razones, porque después de la guerra, los ingresos fiscales se redujeron a cinco o seis millones de soles, que era más o menos el nivel registrado en tiempos de la independencia (con la notable diferencia, sin embargo, de que en 1821 los barcos de la armada eran todavía veleros de madera y no vapores de fierro, no había ferrocarriles que construir ni mantener, ni líneas telegráficas que http://www.iep.org.pe tender, como en 1880; había sólo ocho departamentos y no dieciocho, y sólo dos o tres 21 cortes judiciales, en vez de una docena). Pero haciendo explícita esta vez lo que entonces fue solamente implícito: la autonomía de los tesoros locales. La tesis centralista de la élite limeña que sostenía que no existían grupos

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dirigentes preparados en el interior, pasó, sin embargo, sus facturas. La primera fue establecer que los prefectos debían presidir las Juntas Departamentales, encargadas de la vigilancia y supervisión de los presupuestos y los tesoros departamentales. Una suerte de tutela del Ejecutivo central sobre las administraciones locales. Como, además, era precisamente la cadena de prefectossubprefectos-gobernadores, quienes debían aplicar las disposiciones de las Juntas, resultaba que el brazo ejecutor se convertía a la vez en un ente director, traicionando el espíritu de la reforma. Aunque en 1893, el gobierno de Morales Bermúdez finalmente separó a los Prefectos de la dirección de las Juntas, éstas, igual que en 1828, no llegaron a alcanzar la autonomía necesaria. En parte, ello fue por otra de las facturas que endosó a la reforma, el temor de la alicaída élite central, de que la descentralización fiscal abriera paso a la disgregación y la anarquía. Una disposición sancionó así que los presupuestos departamentales debían ser propuestos por las Juntas al Ministerio de Hacienda, quien finalmente los revisaba y elevaba al Congreso para su aprobación. Cualquier iniciativa fiscal de los departamentos debía pasar entonces por la aprobación de los poderes centrales. La ley de 1886 fijaba asimismo partidas de gasto de atención prioritaria, que en la práctica no dejaban ningún sobrante que la Junta departamental pudiera aplicar a otro destino. Hacia finales del siglo XIX las economías de las mayor parte de los departamentos del interior se hallaban en un estadio agrícola y pastoril, lo que hacía que los impuestos que en ellos pudieran recaudarse fueran francamente exiguos, insuficientes casi siempre para cubrir los gastos administrativos de la circunscripción. Por ello la ley de 1886 creó (o más bien reinstauró, ya que había sido decretada durante los años de la guerra con Chile) la «contribución personal». Se trataba de una capitación que afectaba a todos los varones entre 21 y 60 años en montos diferenciados para las regiones de la sierra (2 soles) y la costa (4 soles). Como el tributo indígena heredado de la época colonial había sido abolido en 1854 por Ramón Castilla «por estar bañado en la sangre y las lágrimas de quienes lo pagaban», el cobro de la nueva contribución desató severas resistencias en casi todos los lugares. Los presupuestos departamentales estaban organizados de tal modo, que el éxito de la descentralización fiscal estaba íntimamente atado al de la recaudación de la contribución personal.33 Cuanto más grave fuera el grado de atraso en un departamento, mayor era su dependencia de la contribución personal para cubrir sus gastos. Con una agricultura en la edad del arado de palo, el transporte a lomo de llama y una enorme dosis de autoconsumo, no había más «asideros fiscales» de los cuales prender el sistema de ingresos departamentales. La descentralización de 1886 implicaba así que los departamentos debían en buena cuenta «comprar» su autonomía fiscal; recurriendo, a falta de otro camino, a la implantación de la capitación universal. Este plan, que aunque duro podía resultar al fin plausible y justo, sufría del tropiezo, sin embargo, que los departamentos en verdad no llegaban a alcanzar su autonomía fiscal; o ella resultaba desesperadamente lejana, ya que quedaba postergada hasta el punto en que los tesoros departamentales consiguieran cubrir todos los gastos obligatorios 33. Sobre la descentralización fiscal de 1886 véase nuestro trabajo: Carlos Contreras, «La descentralización fiscal en el Perú después de la guerra con Chile, 1886-1895». En Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad No. 67-68. Zamora: El Colegio de Michoacán, 1996; pp. 203-231. http://www.iep.org.pe 22 a ellos confiados (prefecturas y subprefecturas, policía, poder judicial, administración fiscal, mantenimiento de obras públicas de la circunscripción y educación). Incluso entonces sólo tendrían el derecho a «proponer» nuevas partidas de gasto en el presupuesto, pero la sanción definitiva quedaba en manos del Congreso de la república. Aún así podemos decir que nunca, como entonces, llegó a alcanzarse un grado más grande, aunque modesto todavía en términos absolutos, de descentralización fiscal. En 1890 los ingresos efectivos de los tesoros departamentales alcanzaron a representar el 24 % de los ingresos del tesoro central.34 Se comprende que

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cuando el régimen de descentralización fiscal cayó en 1895 por obra de la revolución de Nicolás de Piérola, no hubiera reacción por su defensa en parte alguna. Los intentos por cobrar la contribución personal fueron en casi todas partes infructuosos (el departamento de Puno fue una excepción). El tejido social que hasta 1854 permitió la cobranza del tributo indígena había desaparecido; la guerra con Chile había provocado en varias regiones pequeñas revoluciones, con el consiguiente trastocamiento de los roles sociales. Si bien las Juntas Departamentales no fueron suprimidas, sus presupuestos se redujeron. La contribución personal fue abolida, y los Tesoros departamentales quedaron eximidos de solventar los gastos de administración política y judicial y el servicio de policía. Esto ocurrió precisamente en una coyuntura en que los ingresos del tesoro central comenzaron a crecer significativamente gracias a la creación de un conjunto de impuestos al consumo de bienes como las bebidas alcohólicas, el tabaco, el opio y la sal. El retorno a la centralización fiscal halló su complemento con la reforma electoral de 1896. Esta creó un Poder Electoral centralizado que se encargaba de preparar las listas de ciudadanos hábiles para el sufragio. Además restringió el voto a los varones alfabetos a partir de los 21 años. El resultado fue que en adelante la elección del Presidente y los congresistas quedaba en manos básicamente de la población de la costa y de los habitantes de las ciudades, que eran donde se concentraban los hombres alfabetos. Las antiguas Juntas Calificadoras que preparaban la lista de sufragantes en cada capital provincial, y que eran compuestas por los principales contribuyentes, quedaron desactivadas.35 Cierto es que así se terminaba con la práctica de manipulaciones locales consistentes en excluir de las listas de sufragantes a los enemigos políticos. Pero este alto a la incivilidad y al fraude electoral pagaba el precio de un reinstaurado centralismo. El papel de Lima frente al interior se planteaba en los términos de «civilización y barbarie», como en la obra del argentino Sarmiento, o en los de «modernidad» frente a «feudalismo», como en los escritos de Mariátegui de los años veinte. Al cerrarse el siglo XIX el estado yacía en manos del civilismo, un partido de notables que logró forjar un proyecto modernizador relativamente exitoso, que el historiador Jorge Basadre denominó «La República Aristocrática» (1899-1919). Este proyecto significó, a ocho décadas de la independencia, la consolidación del estado nacional. Para conseguirlo reforzó todavía más la centralización fiscal y administrativa. Igual que en los mediados del siglo XIX la consolidación del aparato estatal parecía lograrse sólo al precio de postergar la causa de la descentralización. Ilustrativo fue, por ejemplo, lo que sucedió en los campos de la educación y la salud. Las escuelas elementales y los colegios secundarios habían quedado en manos de los municipios desde la ley de 1873. Pero la ofensiva educativa para redimir a la 34. Ibid.; p. 220. 35. Sobre la reforma electoral de 1896 véase Jorge Basadre, Elecciones y centralismo en el Perú (apuntes para un esquema histórico). Lima: Universidad del Pacífico, 1980; cap. II; Gabriella Chiaramonti, «Andes o nación: la reforma electoral de 1896 en Perú». Buenos Aires: FCE, 1995. y Carmen McEvoy, La utopía republicana. Lima: PUCP, 1997. http://www.iep.org.pe raza indígena lanzada por el civilismo requirió «rescatar» a las instituciones de enseñanza de 23 manos de las municipalidades, cuya mala organización era evidente por la carencia de élites locales suficientemente preparadas. Según el censo escolar de 1902, sólo el 29% de los niños entre 6 y 14 años recibía instrucción; porcentaje que en la sierra se reducía a la mitad. De los 99 concejos provinciales existentes en 1905, sólo 33 habían cumplido con enviar sus cuentas sobre las escuelas, a Lima, y solamente dos no adeudaban sueldos a los preceptores. Ese mismo año, 1905, el sistema educativo fue separado del ámbito de competencias de las Juntas Departamentales, y centralizado con el fin de conseguir su despegue.36 Otro tanto sucedió con la salud. También en este terreno el régimen civilista lanzó una poderosa ofensiva orientada a mejorar las condiciones de salubridad de la población, a fin de permitir lo que se denominó la «autogenia» (la regeneración de la raza

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nativa). Ello implicaba terminar con muchas prácticas tradicionales rurales en torno a la vida familiar y los ritos del bautizo y el entierro, por poner ejemplos. En 1903 se creó dentro del Ministerio de Justicia, Instrucción, Beneficencia y Culto, la Dirección de Salubridad (verificar datos), semilla del futuro Ministerio de Salud.37 En ambos casos lo que se hizo, en aras de la modernidad, fue, no dotar de recursos a las Juntas para que pudieran asumir la reforma en esos renglones, sino apartarlas de ellos, bajo la convicción de que sólo el Estado central podría dirigir y aplicar los programas de reforma. A partir de 1906 las Juntas Departamentales quedaron relegadas a tareas francamente secundarias.38 ¿Qué balance puede establecerse de los esfuerzos descentralizadores del liberalismo decimonónico de 1873 y 1886, que al fin pueden examinarse como uno solo? Un juicio preliminar podría sancionar su fracaso y volver así a la idea que la naturaleza del país no permitía, como sí en otras naciones, la entronización de un régimen descentralizado en lo fiscal y administrativo. Dicha «naturaleza» tendría que ver sobre todo con la ausencia de élites regionales sólidas capaces de conducir un programa de autogobierno local, a la vez que impulsar el progreso económico y la modernización social de sus territorios. Sin embargo, también puede practicarse un juicio de otro tipo: las experiencias de descen-tralización fueron breves y truncas. La de 1873 sufrió los embates de la crisis fiscal de esos años, que terminaron conduciendo al país a la tragedia de 1879; mientras que la de 1886 fue abortada antes de una década, precisamente cuando los tesoros departamentales venían mejorando su funcionamiento. Las élites locales con capacidad de administración y fomento no se improvisan por una ley. Son el lento producto de un proceso histórico; su tiempo de maduración no se respetó en el Perú. Cuando la economía nacional consiguió reconstruirse en los años finales del siglo XIX ¿fue gracias a que se abandonó la descentralización? Responder que sí sería demasiado fácil para la complejidad de todo lo que está detrás. La élite civilista había optado por un tipo de reconstrucción económica consistente en la atracción de la inversión extranjera. Para ello requería ofrecer seguridad a los potenciales inversionistas, y esa seguridad, entendió, pasaba por despojar a las «bárbaras» élites locales de la posibilidad de gravar con imposiciones fiscales a las nuevas inversiones. Una situación similar a lo que ocurriría un siglo después, bajo el gobierno de Fujimori. 36. Pedro Planas, La descentralización en el Perú; pp. 333 y ss. Véase asimismo nuestro trabajo: Carlos Contreras, Maestros, mistis y campesinos en el Perú del siglo XX. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Documento de Trabajo N° 80, 1996; y Sinesio López, Ciudadanos reales e imaginarios. Lima: Instituto Democracia y Sociedad, 1997. 37. Sobre ello, véase nuestro trabajo «Los orígenes de la explosión demográfica en el Perú, 1876- 1940». Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Documento de Trabajo N° 61, 1994. http://www.iep.org.pe 24 Hasta aquí ya podía apreciarse que había un esquema que se repetía en relación a los vaivenes entre centralismo y descentralismo en el Perú, que tiene como eje la cuestión fiscal. Debido a la carencia de «asideros fiscales» alternativos, el sistema de ingresos del Estado peruano ha dependido mucho, hasta por lo menos los mediados del siglo veinte, de los impuestos al comercio exterior. De este modo, durante los auges exportadores hemos tenido bonanza fiscal. Ya sea directamente, mediante la expropiación y estatización de los recursos exportables, como en el caso del guano, o indirectamente, mediante los impuestos de aduana cobrados a los exportadores, o, más frecuente y recientemente, al comercio de importación. Este último comercio era posible, desde luego, por el auge exportador; de modo que, al final, igual era la bonanza exportadora la que sostenía los ingresos del Estado. La bonanza exportadora, traducida en bonanza fiscal, provocaba entonces un movimiento de abolición o disminución de los impuestos de origen interno, sean capitaciones ciegas, como el tributo indígena, o impuestos sobre los ingresos, como en tiempos más recientes. En la medida que estos impuestos gravan a amplios sectores de la población, su abolición siempre será bien recibida,

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como una medida «popular», justiciera y reactivadora del mercado interno. El aumento de los ingresos fiscales de origen externo, junto con la disminución de los de origen interno, sancionaba un incremento del centralismo; puesto que otorgaba al Estado central un flujo de ingresos independiente de los altibajos y problemas del mercado interno. El Estado puede ser rico, y la población pobre. Sobre esta base se da un campo muy amplio para el centralismo. Cuando la bonanza exportadora se derrumba, caen los ingresos fiscales y hay que descentralizar casi por fuerza. Así sucedió a partir de la Independencia, cuando cayeron las exportaciones mineras y el comercio exterior entró en un ciclo depresivo. Igualmente esto aconteció tras la guerra con Chile, cuando violentamente el país se vio privado de sus recursos exportables más importantes. En 1887 las exportaciones eran apenas una sombra (en términos cuantitativos, un 10%) de diez años atrás; los ingresos fiscales sólo un sexto. No quedaba sino descentralizar.39 EL CENTRALISMO EN EL SIGLO VEINTE En 1921 el flamante gobierno de «la Patria Nueva» canceló las Juntas departamentales, que habían medrado con funciones cada vez más reducidas durante las dos primeras décadas del siglo. Introdujo en su reemplazo las Asambleas Regionales del Norte, Centro y Sur, que debían sesionar treinta días al año, pero que no tuvieron ningún rol efectivo. Sus atribuciones eran mínimas y en todo debían contar con la venia del Congreso Nacional. Sólo podían crear arbitrios para obras públicas, renglón donde cumplieron su labor más destacada, complementando los ingresos provenientes del tesoro central. 38. Relativas excepciones eran las de Junín y Lima, que disponían de mayores ingresos, gracias al comercio. http://www.iep.org.pe Durante la década de 1920 se organizó una fuerte corriente descentralista en varios 25 departamentos del sur, que tuvo en Manuel Jesús Gamarra, Luis Valcárcel y Emilio Romero a tres emblemáticos representantes, que confluyeron en la fundación de un Partido Descentralista. Con ocasión de la preparación de la nueva Constitución de 1933, éste, junto con otros aliados también provenientes del sur, consiguiron hacer aprobar una nueva Ley de Descentralización, que creó los Concejos Departamentales. Estos no llegaron, sin embargo, a funcionar y la ley quedó en «letra muerta». Los ingresos previstos para estos Consejos repetían más o menos los mismos que de 1886; es decir, imposiciones de tipo directo. Se previó resolver la falta de un impuesto masivo como la contribución personal, con un impuesto adicional sobre las importaciones (la misma idea de 1873) y la transferencia de fondos del tesoro central hacia los Concejos. Aunque esta sustitución era comprensible, tenía el defecto de hacer pender una parte importante de los fondos de los Consejos de subsidios graciosos del tesoro central. Desde luego, encendidos debates se produjeron para fijar las cantidades a ser transferidas a cada departamento (veáse cuadro 4). Departamentos Porcentaje a recibir Población según censo de 1940 (% sobre total nacional) Lima 15 12.1 Puno 6 9.2 Cuzco 6 8.1 Arequipa 6 3.9 Ancash 5 6.6 Callao 4 1.2 Junín 6 7.1 Cajamarca 5 8.1 Piura 5 6.1 La Libertad 5 5.8 Loreto 5 4.6 Ayacucho 4.5 5.9 Lambayeque 4 2.8 Ica 3 2.1 Amazonas 3 1.3 Huancavelica 3 3.8 Apurímac 3 4.0 Huánuco 2 3.9 San Martín 2 1.7 Tacna 2 0.5 Moquegua 2 0.5 Tumbes 1.75 0.4 Madre de Dios 1.75 0.4 Cuadro 4 Distribución de los montos a transferir a los departamentos según la ley de descentralización de 1933 Fuente: Pedro Planas. La descentralización en el Perú republicano; p. 525. Según la Ley Orgánica de Descentralización las elecciones debían realizarse en junio de 1934 y los Concejos, empezar a funcionar en 1935, pero el cumplimiento de este cronograma se enfrentó a una fuerte oposición, en el marco de la lucha entre los partidos representantes de los intereses de la clase propietaria de la costa y los partidos aprista y http://www.iep.org.pe 26 comunista. Se habló del excesivo poder que tendrían los Consejos; se agitó nuevamente la cuestión de las élites bárbaras del interior, esta vez bajo el membrete de los «poderes cacicales», y el temor a la desintegración cultural o educativa. Con la anulación de las elecciones de 1936 y la consecuente prórroga del mandato, ahora convertido en dictadura, del general Oscar

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Benavides, podemos decir que la batalla por hacer cumplir este capítulo de la Constitución se había perdido. Mientras tanto, la reforma económica acometida para sacar al Perú de los efectos de la crisis mundial de 1929, volvió a implicar una aguda centralización. Con la creación de nuevos organismos, como el Banco Central de Reserva, la Superintendencia de Banca y Seguros, Ministerios como el de Educación, Salud, Trabajo y Agricultura, y una cada vez más frondosa banca de fomento, la política económica alcanzó un grado de centralismo no conocido en el pasado.40 Superada la crisis mundial, hubo perspectiva y oportunidad para contrastar las grandes diferencias de desarrollo establecidas entre la costa y la sierra. El censo de 1940 informó que en Lima se concentraba ya un décimo de la población del país, mientras que la segunda ciudad en tamaño, no tenía ni la décima parte en población de la contenida en la capital de la república. La construcción de carreteras para vehículos automotores, iniciada durante el Once-nio y continuada por el gobierno de Benavides, favorecía sobre todo a la región costeña, ya que comenzó por la vía «Panamericana», que no era otra cosa que un camino paralelo al mar, que unía las principales ciudades del litoral, en clara duplicación con la vía del cabotaje (como se conoce a la navegación pegada a la costa). Antiguos puertos, como Cerro Azul o Huacho, decayeron hasta extinguirse frente a la competencia de esta nueva vía, que centralizaba en el Callao todo el comercio de la región central. Otras vías, llamadas de penetración, unían las principales ciudades de la costa con el interior, siguiendo el sendero de los ríos que bajaban de las alturas.41 Aunque este diseño, al igual que el de los ferrocarriles entre 1868 y 1926, puede criticarse por su ninguna consideración por la descentralización, ciertamente obedeció a las demandas efectivas del mercado en ese momento. Los productores y la población querían esas vías en ese momento, y no aquellas otras que hubieran podido servir para pensar en un Perú con regiones autónomas y descentralizadas.42 39. Véase nuestro trabajo: Carlos Contreras, «Los ingresos fiscales en el perú desde el final de la guerra con Chile hasta el presente». En Economía XX, N° 39-40. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997; pp. 249-291. 40. Los estudios de Baltazar Caravedo mostraron que los créditos de la banca de fomento estatal se concentraron en la costa central, acentuando todavía más el centralismo. Véase su artículo ya citado «El problema del centralismo». 41. Véase la tesis de Mario Meza, «Caminos al progreso, mano de obra y política de vialidad en el Perú: la ley de conscripción vial 1920-1930». Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1999. 42. Un caso distinto fue por cierto el de los ferrocarriles en el siglo XIX. La primera vía importante tuvo un claro carácter descentralizador: Mollendo-Arequipa-Puno, concluida en 1875. En 1908 un ramal unió esta vía, a través de la estación de Juliaca, con el Cuzco. Este ferrocarril sirvió para consolidar esa región que hoy se conoce como el «macrosur». Otras vías férreas planeadas compartieron este espíritu descentralizador, como por ejemplo la: Paita-Piura-Jaén-ChachapoyasCajamarca-Trujillo (otro ramal saldría de Cajamarca hacia Chiclayo). De haberse concluido, seguramente habría dado paso a un sólido «macronorte», pero únicamente se concluyó el primer tramo: Paita-Piura, y una pequeña parte de la vía que salía de Chiclayo hacia la sierra, que se detuvo en un punto llamado Chilete. Estos ferrocarriles, y desde luego asimismo sus planes, fueron abandonados y destruidos en el siglo XX. http://www.iep.org.pe Durante el primer gobierno de Manuel Prado (1939-1945) nacieron las Corporacio- 27 nes Departamentales de Desarrollo, encargadas de dirigir las inversiones públicas en el interior, bajo un esquema asimismo centralizado en el poder ejecutivo. Se retomaba la idea que la fuerza modernizadora en el país era el Estado central, de modo que era un flaco favor a las provincias dejar en manos de las élites locales el diseño y la ejecución de los planes de desarrollo. La bonancible situación económica que sobrevino durante la segunda guerra mundial y los años de la postguerra hicieron olvidar los afanes descentralistas. El tesoro central organizaba sus ingresos a partir de las contribuciones que pagaban los sectores de exportación

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(azúcar, algodón, petróleo, cobre, hierro, pesca), organizados en pocas y grandes empresas, muchas de ellas extranjeras. Se reproducía una situación similar a la del guano en el siglo pasado, en el sentido que el estado no necesitaba del mercado interior para sus finanzas. En 1946 se dictó una ley de elecciones municipales que dio el voto a la mujer, ya que hasta entonces las autoridades municipales habían sido designadas por el Ejecutivo en las provincias y por el Prefecto en los distritos. Sin embargo, no alcanzó a aplicarse. Recién en 1963, después de cuarentiun años, la población volvería a elegir alcaldes y regidores. Pero esta primavera electoral sólo duró hasta 1969. En los años cincuenta, los únicos hitos descentralistas fueron las Juntas Departamentales de Obras Públicas que solían crearse después de algún terremoto (como por ejemplo el de 1950 en el Cuzco), repitiendo el esquema de 1828: crear una suerte de consejo asesor local que guíe, pero jamás sustituya, el gasto de inversión de las autoridades enviadas por el poder central. En los años sesenta ese mismo rol fue entregado a las Corporaciones, cuyos ingresos provenían del Fondo Nacional de Desarrollo Económico asignado para cada departamento. Sus integrantes incorporaban a delegados del poder Ejecutivo, junto con representantes municipales y de gremios corporativos locales, por lo que su papel descentralizador era casi nulo. La revolución militar de 1968 implicó, como la de Ramón Castilla en 1854, la de Piérola en 1895 y la militar de 1930-33 un reforzamiento del centralismo. La creación de nuevos Ministerios y de un Instituto de Planificación, así como la de empresas públicas en variados ámbitos de la economía elevaron el grado del centralismo a parámetros mayúsculos. La presión demográfica en el interior (el Perú pasó de 7 a 17 millones de habitantes entre 1940 y 1981) impulsó una masiva migración hacia Lima, que pasó entre esas mismas fechas, de 600 mil a 4.5 millones de habitantes. El populismo económico y el peso electoral de la capital hicieron que la política económica incorporara un subsidio del campo en favor de la ciudad, alimentando más el desplazamiento demográfico hacia la urbe.43 La esperanza de que la Reforma Agraria, emprendida a partir de 1969, detuviera el flujo migratorio se vio completamente frustrada. La reforma agraria terminó con el latifundismo en el interior, pero liquidó con ello también las élites regionales que podrían haber relanzado un proyecto descentralista, aunque fuera del tipo que abominaba José Carlos Mariátegui. La descentralización fue un tópico que comenzó a ser discutido más en Lima que en las provincias. La restauración del sistema democrático electoral en 1980, igual que medio siglo atrás, volvió a poner sobre el tapete el tema de la descentralización. Tanto la Constitución de 1979, como la de 1993 incluyeron un capítulo respecto a la creación de Gobiernos Regionales elegidos por la población local. La diferencia radicaba en que la primera implicaba una 43. Efraín Gonzales, Teobaldo Pinzás y Carolina Trivelli, Descentralización fiscal y regionalización en el Perú. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, Documento de Trabajo N° 69, 1994; p.6. http://www.iep.org.pe 28 reorganización de la demarcación territorial administrativa en doce regiones, mientras la segunda ha preferido partir de los veinticuatro departamentos hoy existentes.44 El gobierno de Alan García (1985-1990) organizó al final de su mandato la aplicación de la Constitución de 1979 en materia de regionalización, iniciándose en 1990 los Gobiernos Regionales. Para ello se fusionó departamentos en las nuevas doce «regiones». El proceso de fusión no fue siempre bien recibido por la población, desatándose conflictos en torno a cuál debía ser la capital regional y por el hecho de que nadie quería fusionarse con los departamentos más pobres, como Ayacucho o Huancavelica, donde las actividades de los grupos terroristas, como Sendero Luminoso, tenían práticamente paralizada la actividad económica. El departamento más rico no veía ninguna ventaja en tener que «cargar» con el vecino más pobre; mientras que éste sentía que más perdía que ganaba, al dejar de ser una circunscripción independiente, para pasar a agregarse a un conjunto mayor donde sus posibilidades de competir eran menores. Finalmente, tras más de siglo y medio de vida

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republicana, la división departamental había calado dentro de los habitantes. Cada departamento tenía sus tradiciones, sus héroes, una historia propia; hasta cierto punto: una identidad. Qué hacer con el departamento de Lima resultó un agudo problema político: ¿debía convertirse en una región más? ¿debía transformarse en algo parecido a un «distrito federal»? En un proceso desconcentrador y descentralizador, se espera que sea el centro el que «ceda» recursos y competencias a favor del resto, de modo que a él hay que atarlo de manos, ya que si se le deja que actúe como una región más, inmediatamente hará pesar su enorme influencia. Otro argumento en contra de mantener a Lima como una región más, es de tipo político: debido al gran peso electoral de la capital, el gobernador o Presidente de esta región se alzaría como un claro poder rival del poder del Presidente de la República.45 Finalmente la situación de Lima quedó indefinida, lo que en la práctica significaba mantenerla reservada para el gobierno central. El sistema para elegir a los gobiernos regionales que aplicó el gobierno de García consistió en uno de tipo asambleísta, en el sentido que daba el poder a la Asamblea o congreso regional, más que a un Presidente de la región. Este era elegido por aquella, mientras que la Asamblea era a su vez elegida por una mezcla de voto universal y el voto de las instituciones «representativas» de la región (Universidades, organizaciones laborales, colegios profesionales, etc.). Tanto el APRA como la izquierda obtuvieron la mayoría de los gobiernos regionales, precisamente a partir de su control de dichas instituciones. El autogolpe de estado de 1992 puso fin a esta experiencia, creándose en su reemplazo los Consejos Transitorios de Administración Regional, de nula autonomía política y fiscal. El gobierno de Alberto Fujimori reclamó, como en el pasado, una reinstauración del centralismo como requisito para poner en marcha sus planes de liberalización de la economía. 44. Existen otras diferencias, de menor sustancia, que pueden verse en el libro de Pedro Planas, antes citado, así como en el de Johnny Zas Friz Burga, La descentralización ficticia. Perú 1821-1998. Lima: Universidad del Pacífico, 1998. 45. De hecho, algo de esto ya ocurre con el cargo del Alcalde de Lima Metropolitana. Se ha manifestado varias veces el deseo de los Presidentes de eliminarlo, o cambiar su naturaleza de cargo directamente elegido por la población. En México, después de la revolución de inicios de siglo, tardó más de sesenta años para que la población del Distrito Federal pudiese elegir a su autoridad municipal. http://www.iep.org.pe LA TRANSICIÓN DEL CENTRALISMO A LA DESCENTRALIZACION 29 Existe una conocida metáfora de Isaiah Berlín sobre los intelectuales rusos del siglo XIX, en la que los clasificó en dos grupos: los «puercoespines» y los «zorros». Aquellos eran quienes partían de un solo principio o idea, en torno al cual organizaban y desplegaban sus posturas y argumentos, mientras éstos tenían muchas ideas, pero casi siempre dispersas y no sistematizadas en torno a un principio rector. Igual, los países del mundo podrían dividirse en puercoespines y zorros, según su naturaleza de centralista o descentralista. ¿Es factible que los puercoespines (los países centralistas) puedan convertirse en zorros (países descentralizados)? En la parte inicial de este artículo señalamos que el centralismo había sido una de las formas históricas como se habían organizado y consolidado muchos Estados nacionales en el mundo, y que en tal sentido podríamos decir que se trataba de una forma legítima, y no antinatural, ahistórica o el resultado de un mal gobierno. Desde luego, también se cuentan en el planeta otros Estados nacionales que han seguido, también históricamente, una vía descentralizada, cuyos ejemplos podrían Alemania o los Estados Unidos. Los primeros tienen todo el derecho de querer emular a los segundos; sobre todo una vez que el centralismo ya cumplió en ellos la tarea de consolidar el aparato estatal. Sin embargo, la transición nacional de la situación centralista a la descentralizada no parece ser fácil, por el mismo carácter histórico de ambos tipos. Es casi como volver a nacer y de hecho no hay muchos ejemplos exitosos hacia dónde mirar. Países como Argentina o México, representan casos latinoamericanos en los que se adoptó tempranamente el federalismo

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como una vía hacia la descentralización, pero sin alcanzarla realmente. En todo caso, creo que en México, mucho más ha hecho «la frontera» (con los Estados Unidos) por la descentralización del norte, que el sistema federal mismo. En el Perú un obstáculo decisivo para la transición es cómo conseguir la autonomía fiscal de los departamentos o regiones, en el marco de una economía fuertemente centralizada. Es decir, cómo hacer realidad que cada circunscripción, llámese región o departamento, pueda cubrir internamente, con tributos levantados en ella, los costos de su administración y fomento. De no ser así, la autonomía política resulta francamente ilusoria. El recurso de transferir recursos financieros del gobierno central en favor de los gobiernos regionales o departamentales hace que éstos pendan finalmente del tesoro central. Este podrá «premiarlos» o «castigarlos» según la afinidad política que demuestren con él. Aunque la ley tratase de fijar los criterios para dichas transferencias, tomando en cuenta, por ejemplo, datos como la población, superficie territorial, tasa de migración y desempleo, monto del impuesto a la renta y un «canon» derivado de la explotación de recursos naturales en la circunscripición, siempre existirá controversia respecto a la legitimidad y la aplicación de estos criterios. Ellos tienen el defecto de que los datos estadísticos sobre los que descansan, son administrados por el gobierno central, o en cualquier caso pueden ser manipulados a fin de favorecer a ciertas regiones.46 Adicionalmente, el hecho de que una parte importante de los ingresos regionales pendan del «canon» sobre la explotación de recursos primarios, nos devuelve al vicio de fundar unas finanzas estatales sobre bases sumamente precarias y volubles. La experiencia de la era del guano debiera ser recordada en este punto. Las finanzas públicas, 46. En el caso mexicano es conocido el esfuerzo de los Estados con ocasión de cada censo nacional, para inflar su población y su grado de pobreza, a fin de recibir un trato más privilegiado en el reparto de recursos y facilidades fiscales desde el centro. http://www.iep.org.pe 30 sean regionales o nacionales, no pueden estar fundadas sobre la exportación de un recurso que mañana puede desaparecer o ser sustituído en el mercado mundial. El camino seguido en 1886, de traspasar a los gobiernos regionales la recaudación y manejo de impuestos directos que hoy sirven al gobierno central, parece un camino más adecuado. El enfrenta, sin embargo, el mismo problema que un siglo atrás: la existencia de departamentos donde dichos impuestos resultarían insuficientes para solventar una acción mínima de gobierno. La centralización efectiva del organismo económico en Lima, se alza así como un enorme obstáculo para conseguir la descentralización. Si las transferencias de fondos desde el Estado hacia las regiones resultan en consecuencia un camino obligado a transitar, el reto es cómo hacer para que ellas no generen dependencia de las regiones más pobres de dichos fondos (como sucede actualmente con el sur de Italia o España); de modo de poder ir retirando esas transferencias progresivamente. En el largo plazo habrá que forjar la idea de que las regiones que no puedan sostener con sus ingresos propios, sus gastos de administración y fomento, deberán desaparecer como circunscripciones autónomas y fundirse con otras regiones. Otro de los obstáculos para la transición al estadio descentralizado, es que décadas de emigración de sus mejores cuadros, más la aplanadora de la Reforma Agraria de los años setenta, han descabezado a las sociedades regionales. Hoy no hay en ellas más élites que los profesores universitarios, algunos profesionales de los organismos no gubernamentales (generalmente en una situación solamente de tránsito) y alicaídos comerciantes y pequeños industriales.47 Así como la transición del régimen colonial a la vida republicana independiente, fue en nuestros países latinoamericanos un proceso necesario, pero largo, difícil y con significativos retrocesos en algunas áreas; también ha de serlo el del centralismo al descentralismo. Con la diferencia de que en este último caso, siempre es posible, como en 1896, la marcha atrás. 47. Véase al respecto el interesante estudio sobre el sur andino de Eleana Llosa, «El sur del Perú: economía

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………antropología filosoficaIntroducción

No es necesario saber Filosofía para interrogarse sobre sí mismo; el hombre común siente la necesidad de conocer, no sólo su ser biológico o psíquico, también su origen, naturaleza y destino.El problema del hombre es tratado por una rama de la Filosofía que se llama Antropología Filosófica, verdadero centro y culminación del filosofar.Porque, finalmente, ¿Qué es el hombre en la naturaleza? Una nada frente a un todo, un todo frente a la nada, un medio entre nada y todo. Infinitamente alejado de comprender los extremos, el fin de las cosas y su principio le son invenciblemente ocultos en un secreto impenetrable, igualmente incapaz de ver la nada de donde ha sido sacado y el infinito en el que se halla sumido.Puedo concebir al hombre sin manos, pies ni cabeza (pues sólo la experiencia nos enseña que la cabeza es más necesaria que los pies), pero no puedo concebir al hombre sin pensamientos: sería una piedra o un bruto."El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, pero es una caña pensante, no hace falta que el universo entero se arme de valor para aplastarlo: un poco de vapor, unas gotas de agua bastan para matarlo. Pero aún cuando el universo  le aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata, porque sabe que muere y lo que el universo tiene de ventaja sobre él; el universo lo ignora".

"Grandeza y Miseria del Hombre"- Pascal -

Etimología

El término Antropología procede de las voces Griegas "Anthropos": Hombre y "Logos": Estudio, tratado, investigación, etc. Etimológicamente significa "Esudio o Investigación del hombre". La Antropología Filosófica se ocupa del estudio del hombre. Es la explicación conceptual de la idea del hombre a partir de la concepción que éste tiene de sí mismo en una circunstancia dada de su existencia.

DEFINICIÓN:La Antropología Filosófica es una disciplina que se encarga del estudio filosófico del hombre, en relación a su origen y naturaleza o esencia del ser humano; para así determinar su significado, razón o sentido de su vida, constitución, la finalidad de su existencia, relación con los demás seres, su posición en el cosmos, etc.

El hombre: problema teórico y práctico

La problematización de la condición humana implica una fundamentación teórica sobre la esencia, sentido y posición del hombre, pero al mismo tiempo, la concepción a la que se llega determinará los criterios prácticos, que orientan nuestra actividad en relación a nosotros mismos, al grupo que pertenecemos, a nuestro entorno.

EL PROBLEMA DEL ORIGEN DEL HOMBRE:El problema consiste en determinar la presencia del ser humano.

Teoría Creacionista – Fijista – Espiritualista: Sustentada en las Ciencias Sociales o Ciencias Humanas Visión Idealista:

Sostiene que el origen de la vida y todo cuanto existe esta en un ser espiritual, conocida como la creación.

Concepto: El Creacionismo sostiene que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios.

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Al Creacionismo se le denomina también Fijismo, dado que considera que cuando Dios creó al hombre lo hizo con las mismas características físicas y psicológicas que poseemos actualmente, de modo que, para esta postura, el hombre siempre ha sido así como los vemos.

Para los Espiritualistas lo que distingue al hombre del animal es su espíritu; irreductible a los material y que es por este espíritu que crea arte, ciencia, Filosofía, lenguaje, cultura. Resalta esta teoría que la conciencia no puede reducirse a ser un subproducto de la materia, pues la materia no piensa, ni valora, ni tiene ideales.

Representantes: San Agustín: Que considera que el origen del hombre es el espíritu divino que lo ha creado a su imagen y

semejanza, por lo que el hombre tiene un destino que es de la salvación, consistente en su retorno a Dios.

Santo Tomás de Aquino: Considera que el origen del hombre es el espíritu divino que le ha compuesto de materia y alma (anima). Composición que aparece en los otros seres vivos, pero que a diferencia de éstos el alma humana, se distingue por poseer intelecto que le permite entender las nociones universales, una voluntad que le permite tomar libres decisiones.

Pierre Teilhard de Chardin (Variante del Espiritualismo): Teólogo y paleontólogo Francés, que intenta la conciliación entre los principios científicos de la evolución biológica de las especies con el creacionismo. Este filósofo, partió del hecho, hoy en día es innegable para una persona informada, que las especies han evolucionado básicamente como lo señala Charles Darwin y que el hombre es un producto de ese proceso evolutivo. Sin embargo, para este sacerdote católico esto no anula la posibilidad de la creación por obra de Dios, pues bien puede pensarse que la divinidad dio a la materia la posibilidad de que a través del proceso evolutivo originara al hombre. Obra: "La aparición del hombre".

Teoría Naturalista – Evolucionista: Sustentada en las Ciencias Naturales Visión Materialista:

Sostiene que el origen de la vida se encuentra en la materia, que todo el universo es de naturaleza. Concepto: Considera al hombre como una especie incluida dentro del orden zoológico de los primates. Reafirman que su conformación biológica es producto de la evolución, tal como las demás especies que

han surgido unas de otras. Es importante recalcar que el hombre posee una originalidad biológica que lo diferencia de otros seres,

tales como: Poseer unidad dinámica en función a su surgimiento evolutivo; es decir, rasgos como posición vertical –

erecta – bípeda, constitución y uso de la mano como órgano prensor, cara pequeña en relación con el volumen de cráneo, cerebro excepcionalmente grande y órganos de fonación especiales.

Su proceso de maduración es lento y gradual por su elección biológica; debido a la maduración necesaria para el cerebro, el desarrollo prioritario del sistema nervioso, que conlleva al hombre a vivir en grupo sin el cual no podría sobrevivir; este proceso de maduración es alcanzada en forma completa con la educación.

El lenguaje; considerada como la universal aptitud biológica del hombre. Representantes: Charles Darwin: Las especies han cambiado con el paso del tiempo y se han transformado en virtud de

la selección natural. Obras: "El origen de las especies" y "El origen del hombre". Herbert Spencer: Considera que el hombre llega a convertirse en lo que es a partir de la evolución del

mundo natural. Frederick Engels: Sin negar la importancia del factor biológico pone en primer lugar el trabajo, factor

económico que transforma a una especie de simio superior en hombre. Obra: "El papel del trabajo en el proceso de transformación del mono – hombre".

Frederick Nietzsche: En lineas generales acepta la teoría biologista al considerar al hombre como una especie que salió del mundo animal perdiendo sus instintos y constituyéndose en una "enfermedad" para la tierra.

El problema de la esencia o naturaleza del hombre

El problema consiste en establecer que es lo que ha determinado que el hombre sea la especie que es. El hombre es un animal racional: Sustento: Considerada como la definición clásica del hombre, por el término razón, el hombre es capaz de

abstraerse o pensar nociones universales o de distinguir lo verdadero de lo falso. La razón es un elemento esencial del hombre porque si falta deja de ser tal.

Representantes:

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Aristóteles (edad antigua): El hombre es un animal político, social y racional (capaz de escoger, de pensar, de calcular, de tener lenguaje, de distinguir lo bueno y lo malo, lo verdadero de lo falso).

Santo Tomás de Aquino (edad media): El hombre esta compuesto de materia y un alma racional, capaz de comprender y tomar libres decisiones. Considera que el intelecto es lo más noble del hombre, pues le permite alcanzar su fin, esto es la visión de Dios.

René Descartes (edad moderna): Separa el hombre y el universo como dos sustancias. El hombre es la res (cosa) pensante o cogitans y el universo la res extensa.

El hombre como ser espiritual: Sustento: Planteamiento religioso e idealista que concibe la esencia del hombre exclusivamente espiritual.

Reconoce que cualidades como la capacidad consciente y reflexiva, moral y valorativa, libre y creadora son rasgos espirituales propios del ser humano, las cuales existen sin ninguna implicación respecto a sus características naturales. La espiritualidad puede ser subjetiva (propia de cada individuo, como la consciencia y la autoconsciencia) o espiritualidad objetiva (propia de la humanidad o consciencia social).

Representantes: Max Scheler: El hombre es un ser espiritual y la persona es el centro activo en que el espíritu se

caracteriza por su libertad, objetividad y consciencia de sí. Como centro de la actividad valorativa, es el único que puede elevarse por encima de sí mismo, en objeto de su conocimiento.

Blaise Pascal: Hizo afirmaciones que iban más allá del racionalismo "conocemos la verdad no sólo por la razón, sino aún más por el corazón" y "el corazón tiene razones que la propia razón no puede comprender". Es decir, lo esencial del hombre se encuentra también en el aspecto emocional.

Berdiaf: "La persona, el hombre no es hijo de este mundo. Su origen está en otra parte". El hombre es un animal simbólico: Sustento: Desarrollado por el simbolismo, que afirma que el hombre al tomar contacto con el mundo, no lo

hace de manera directa; accede al mundo a través de símbolos que él mismo crea con distintos nombres (lenguaje, arte, ciencia o religión). Así, el hombre es un animal simbólico, y el mundo un gran sistema de signos al que hay que interpretar y descifrar.

Representante: Ernest Cassirer: Define al hombre en término del cultura humana. El hombre no vive, como el animal, en

un puro universo físico, sino en un universo simbólico que creó. No se enfrenta con la realidad en forma directa, sino a través de sus propias creaciones.

El hombre como ser histórico: Sustento: Se plantea que una cualidad esencial propia del ser humano y que ninguna otra especie la ha

desarrollado, es que el hombre crea, hace y posee historia, el ser del hombre consiste en su historia. Representantes: Wilhelm Dilthey (Alemán): Consideró que el hombre no es sólo razón, dado que tiene sentimientos y

voluntad. Pero éstos están impregnados de historia; por ello, nuestra forma de pensar sobre cómo es la realidad, lo que deseamos en la vida y nuestros sentimientos hacia alguien, son producto de la historia.

José Ortega y Gasset (español): Consideró que el hombre no es un ser acabado ni determinado hacia algo, sino que está en constante cambio a través del devenir de la historia. Por ello afirmó que "el hombre es su yo y su circunstancia". El hombre es su presente, pero también lo que le ha pasado y lo que él esta pasando en el momento histórico de su pueblo, comunidad o país.

El hombre como animal evolucionado: Sustento: Según esta teoría el hombre no es más que un animal evolucionado, más complejo; pero

intrínsecamente es de la misma materia de la cuál son los demás animales. La diferencia de otros animales solamente es de grado. Esta tesis parte de la idea central de que el hombre es una unidad psicosomática indivisible e indesligable.

Representantes: Lamarck: Su teoría de la evolución apoyó en observaciones geológicas y biológicas. El descubrimiento de

fósiles le condujo a la conclusión de que las especies sufrieron cambios a través de los siglos. Darwin: El hombre como todos los demás animales deriva de otras especies. El mecanismo de la

evolución tiene tres aspectos: selección natural, la sexual ya la transmisión de las características adquiridas por el individuo.

El hombre es un ser creador: Sustento: Es una teoría más amplia que las anteriores descritas; apunta a una característica más genuina

del hombre: la creación. Representante:

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Risieri Frondizi: En la definición del hombre como ser creador, se acepta implícitamente que es un animal evolucionado, racional, espiritual y simbólico. La creación es una actividad transformadora, original, libre y novedosa, capaz de originar nuevos valores positivos o bienes.

El hombre es un ser libre: Sustento: Planteamiento del existencialismo. Con la palabra "existencia" se expresa, según el

existencialismo, el rasgo fundamental del ser humano; el hecho de ser una posibilidad abierta, de estar lanzado fuera de sí mismo, el tener su ser en el futuro, en lo que todavía no es, para ser lo que quiera. Por eso el hombre es libre, es parte de su ser la  libertad, su vida es permanente elección y permanente compromiso para ser esto o lo otro.

Representantes: Sorem Kiekeggar Martin Heidegger Jean Paul Sarte Karl Jasper Gabriel Marcel El hombre es un ser social: Sustento: Planteamiento del Marxismo. Según esta tesis el ser del hombre no viene cerrado, se va

formando en las relaciones sociales de producción que se ve obligado a asumir cuando produce sus bienes materiales para subsistir. La producción de bienes materiales determina la consciencia y el espíritu del hombre.

Representante: Marx: La forma de producción de la vida material determina, en última instancia, el desarrollo social,

político e intelectual de la vida. No es la consciencia del hombre la que determina su manera de ser, sino que su manera de ser social la que determina su consciencia.

Teoría sobre el origen y naturaleza del hombre

Monismo:Aceptan un solo elemento en la naturaleza del hombre.

Dualismo:Teoría que sostiene que la naturaleza del hombre es "dual", es decir, esta constituido por materia y espíritu. Tanto el espíritu como la materia participan en el hombre pero son entidades completamente independientes con características propias haciendo que el hombre sea un ser dividido.

Humanismo:Con esta corriente se acepta al hombre como un ser dinámico e integrado, en el cual el espíritu es el estadío superior de la materia viva, es la continuación o prolongación del ser natural. El espíritu se sustenta en lo biológico pero no se reduce a ello (lo que si pretende el materialismo). El espíritu no es ajeno a la materia, sino es la transformación de la vida biológica.

Posición del hombre en el Cosmos

La posición del hombre en el cosmos es muy peculiar y singular; este hombre es preparado por la naturaleza, resume la obra de la vida y supera la condición de cualquier tipo de vida animal, es decir, es un "ser emergente". Pero más importante aún es su ubicación y ésta es la de "ser transfinito" pues si bien es cierto el hombre es finito por su naturaleza de ser vivo (nace, crece, se reproduce y muere) pero al mismo tiempo su existencia se prolonga por la cultura. En tal sentido, decir que el hombre es transfinito, es señalar que como ser natural puede dejar de ser, pero por su razón se prolonga a través del tiempo (García Bacca). 

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos95/antropologiafilosofica/antropologiafilosofica.shtml#ixzz3pzyLvwZK