Libro Flor de Chile. Vida y Salitre en el cantón de Taltal

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    Ao I N 3 Julio de 2009Serie Historia de Amrica Prehispnica yArqueologa (Nmero especial)Material de colaboracin: LibroPublicacin presentada en la I Jornada de Historia del Grupo deHistoria Marxista (Fac. de Filosofa y Humanidades, U.de.Chile,Julio de 2009)

    www. historiamarxista.cl [email protected]

    ISSN 0718-6908

    Flor de Chile. Vida y Salitre en

    el Cantn de Taltal

    Autores:Alexander San Francisco A.

    Benjamn Ballester R.Jairo Seplveda D.Milenko Lasnibat G.Ariel Seplveda D.

    Editor:Miguel Fuentes

    CUAD

    ERNOS

    DE

    HI

    STORIA

    MARXISTA

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    Grupo de Historia Marxista no se hace responsable por las opiniones polticas de

    los autores, reservndose el derecho de diferir pblicamente de las mismas.

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    Flor de ChileVida y salitre en el Cantn de Taltal

    Alexander San FranciscoBenjamn BallesterJairo SeplvedaMilenko LasnibatAriel Seplveda

    Registro de propiedad intelectual, Inscripcin N:178024

    I.S.B.N.:978-956-319-795-2

    Segunda edicin (Grupo de Historia Marxista)Santiago, Julio 2009

    Diseo portada (Primera edicin):Andrs Briceo

    Fotografa portada (Primera edicin): Oficina Flor de Chile 1966, coleccin personal deJuan Araya. Fotografa contratapa (Primera edicin): Administracin Oficina Flor de Chile2008, grupo de investigacin.Fotografas: grupo de investigacin.

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    INDICE

    Lista de ilustraciones 6

    Presentacin del editor (Miguel Fuentes) 8

    Prefacio a la edicin en Cuadernos de Historia Marxista (Jairo Seplveda) 15

    Prologo a la edicin en Cuadernos de Historia Marxista (Alex San Francisco, JairoSeplveda, Benjamn Ballester) 17

    Introduccin 26

    Primera Parte.La Marcha del salitre: vida y muerte de un ciclo econmico. 29

    Segunda Parte.El Cantn de Taltal: pampas, oficinas y comunicacin frreas. 46

    Tercera Parte. Flor de Chile: el trabajo, los espacios y las prcticas sociales. 59

    Cuarta Parte.La llegada, la vida en la pampa y los nuevos comienzos. 76

    Parte Final 91

    Bibliografa 98

    Anexo fotogrfico 100

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    Lista de ilustraciones(Por orden de aparicin)

    Imagen 1. Taltal de comienzos del Siglo pasado.Imagen 2. Documento Notarial Sesin Perfetti Pedro a Jeffery Hnos., 35% Oficina Flor deChile.Tabla 1. Oficinas salitreras de Taltal, con sus propietarios y produccin (en quintalesespaoles).Tabla 2. Cuadro de Poblacin. Cifras tomadas de Censos de Poblacin 1895-1952.Tabla 3. Produccin de salitre por firmas 1916.Imagen 3. Muelles de Taltal en el auge del salitre.Grfico 1. Salitre producido a nivel nacional y en el Cantn de Taltal 1909-1937.Imagen 4. Locomotora Kitson-Meyer de Taltal.Imagen 5. Mapa Cantn de Taltal 1909.Tabla 4: Estadstica de la infraestructura ferroviaria de The Taltal Railway Company Lmtd.Plano 1. Mapa oficina Flor de Chile.Plano 2. Mapa sector del campamento.Plano 3. Mapa sector administracin.Plano 4. Mapa sector productivo.Imagen 6. Documento de comunicacin de cierre Oficina Flor de Chile.Imagen 7. La Voz del Pueblo: Taltal. 12-VII-1958.Imagen 8. La Voz del Pueblo: Taltal. 20-VIII-1969.

    Anexo fotogrfico1. Vista general del campamento de Flor de Chile.2. Vista general de administracin de Flor de Chile.3. Vista general de sector productivo.4. Vista general de oficina Flor de Chile. Se observa la construccin administrativay la torta de desechos productivos.5. Sector administrativo.6. Vista interior de pulpera.7. Vista interior de casa administrativa.8. Rancho de empleados.9. Sector productivo.10. Vista interior de sector productivo.11. Vista detallada de planta de casa obrera (casa de madera y latas). Ntese restos de lacocina de ladrillos.12. Vista detallada de casas obreras (casas de adobe).13. Cocina de ladrillos de las casas obreras.14. Cementerio de Refresco.15. Cementerio de Refresco.16. Cementerio de Refresco.17. Estacin Refresco. Ntese improntas de durmientes frreos.18. Estacin Refresco.19. Calle principal del sector de la administracin.20. Vista general de torta de relaves.

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    21. Plaza de Flor de Chile, 1966. Fotografa personal de Juan Araya.22. Plaza de Flor de Chile, 1962. Fotografa personal de Juan Araya.23. Campamento Flor de Chile, 1966. Fotografa personal de Juan Araya.

    24. Arrenquines en Flor de Chile, 1960. Fotografa personal de Ismael Malebrn.25. Visita a ex Oficina Flor de Chile con Nilda Cuadra y Carlos Contreras.26. Entrevista a Don Juan Gonzlez.27. Entrevista a Don Ismael Malebrn.28. Carlos Contreras en Flor de Chile.

    a, b, Ladrillos;c, d, Ficha de Flor de Chile;e, f, m, botellas.g, h, Juguetes;i, escoba;

    j, zapato;k buja;l, mortero.n, concha de loco;o, cuchara;p, olla;q, r, vale y boleta de pulpera Flor de Chile.

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    Presentacin del editor

    Miguel Fuentes1

    Flor de Chile. Vida y Salitre en el Cantn de Taltal, de Alexander San Francisco et.al., nosofrece una mirada alternativa a un tema que ha sido tratado recurrentemente por lainvestigacin histrica: el mundo del salitre. Desde una perspectiva interdisciplinaria que seplantea integrar los campos de la arqueologa, historiografa y antropologa, estapublicacin tiene el mrito de ahondar en una serie de problemticas escasamenteinvestigadas por los historiadores. El desarrollo de la industria salitrera en la regin deAntofagasta, especficamente en la zona del cantn de Taltal, el ms austral de los cantonessalitreros (ms tardo y pobre que los de la regin tarapaquea); el estudio del complejosalitrero en su conjunto, abarcando no slo a las oficinas, sino que tambin a las estaciones

    de ferrocarril, campamentos perifricos, pueblos y puertos asociados a estas ltimas; eldevenir de la vida pampina entre las dcadas de 1930 y 1960, durante el periodo posterior ala gran crisis de esta industria, son algunas de dichas problemticas.

    Centrndose en la historia de una oficina salitrera en particular, Flor de Chile, este libroes capaz de presentarnos, de forma pedaggica y accesible para lectores no especializados,un panorama en donde documentos, materialidades y recuerdos nos hablan del nacimiento,consolidacin y transformacin del modo de vida salitrero y de la identidad pampina.Aunque en los marcos de una aproximacin inicial y en gran medida exploratoria a estastemticas, logran as dotar de contenido e historicidad al proceso de profundastransformaciones estructurales que, a nivel local, acompaaron al proceso de consolidacin

    inicial del modo de produccin capitalista en estas regiones. En palabras de los autores: Elpropsito es ver como se engendra una forma de trabajo, una forma de asentarse y una

    forma de vivir, en la cual los hombres y mujeres van abrindose camino, y cuyas huellas se

    recuperan en la memoria de la desolada pampa de Taltal. De este modo, como nos planteaSan Francisco et. al., el surgimiento de las oficinas salitreras, verdaderas ciudadesindustriales, adquiere el carcter de un complejo proceso en el cual las innovacioneseconmicas y tecnolgico-productivas no son sino una parte, aunque ciertamente cardinal,de una profunda transformacin de las relaciones sociales, la cultura y de la visin demundo de las poblaciones involucradas. Profundas transformaciones a partir de las cualeslos antiguos peones pasaran a ser, aunque progresivamente y con importantes elementos decontinuidad, en obreros pampinos. Es este escenario de surgimiento de nuevas clases y

    formas de explotacin social, impulsado por la naciente (aunque dbil) burguesa nacionaly por el pujante capital extranjero, en el que Flor de Chile. Vida y Salitre en el Cantn deTaltal intenta adentrarse por medio de los mtodos de las tres disciplinas implicadas en estainvestigacin: la arqueologa, la historiografa y la antropologa social.

    En la primera parte de este libro,La Marcha del salitre, se presenta una importante revisinbibliogrfica y documental con respecto al nacimiento, desarrollo y posteriordesarticulacin de la industria salitrera en el cantn de Taltal. Haciendo hincapi en los

    1 Licenciado en Historia (Universidad de Chile). Estudiante de Licenciatura en Antropologa con mencin enArqueologa (Universidad de Chile, IV ao). Correo electrnico: [email protected]

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    vaivenes del desarrollo econmico de la regin entre fines del siglo XIX y mediados delsiglo pasado, esta aproximacin constituye el marco para una comprensin integral deldevenir de la oficina Flor de Chile desde su nacimiento hasta su cierre. Resalta en esta

    historia la existencia de dos momentos, transversales a la evolucin general de la industriadel salitre. El primero se extiende entre las ltimas dcadas del siglo XIX y los primerosaos del siglo XX, poca de auge de la industria salitrera. Este es el momento en el cual laexplotacin del salitre se extiende desde Tarapac hacia regiones ms sureas, dando porresultado la fundacin de varias oficinas, entre otras Flor de Chile. Posteriormente, unsegundo momento que abarca entre el estallido de la gran crisis de esta industria, luego definalizada la Primera Guerra Mundial, hasta los aos 60s. Durante estas dcadas, a pesarde que la industria del nitrato se encontraba ya seriamente resentida, producto de lacompetencia del salitre sinttico, destaca la existencia de un importante nmero de oficinasque siguieron en funcionamiento. En la dcada de los 50s todava trabajaban en laindustria del salitre la cantidad de cincuenta mil trabajadores, dos mil de los cuales se

    desempaaban en la zona de Taltal. Fue este marco de sucesivas transformacioneseconmicas que incidieron en la evolucin de la industria calichera, producto de losconstantes giros de la economa mundial y del carcter precario del proceso deindustrializacin chileno, el escenario en el cual se origin y consolid el modo de vidapampino. Modo de vida del cual, presentando caracteres especficos en Taltal; basta conmencionar que el nivel salarial de las oficinas salitreras de este cantn fueron los ms bajosde toda la industria, siendo a la vez las condiciones sociales de los trabajadores msprecarias que los de mas al norte, la oficina salitrera Flor de Chile fue protagonista ytestigo privilegiado.

    Ms adelante, enEl Cantn de Taltal: pampas, oficinas y comunicacin frrea, los autores

    despliegan un primer acercamiento al estudio de los tems de cultura material asociados alciclo salitrero. Complementando el uso de fuentes bibliogrficas, documentales y el anlisisdel registro arqueolgico, se describen algunos de los rasgos ms caractersticos de la formade organizacin espacial existente en Flor de Chile. Se discute adems la relevancia de lavas frreas, estaciones de tren, y posteriormente caminos, en el entramado econmico-productivo (y social) de este cantn salitrero. Desde aqu, los autores plantean una primerareflexin en torno a Flor de Chile desde la perspectiva del establecimiento de una nuevaforma de relacin cultura-naturaleza, producto de la imposicin del nuevo modo deproduccin capitalista en la regin. Reflexionando acerca del concepto de ciudadindustrial en un contexto geogrfico especfico: el norte rido chileno, se define a Flor deChile como el producto de una serie de estrategias econmico-productivas y socio-

    polticas, tpicamente capitalistas, destinadas a la consolidacin de este nuevo patrn deacumulacin y de su marco de relaciones sociales especficas. Como recalcan los autores, laforma particular que adquiri la organizacin de espacios productivos, administrativos,habitacionales y pblicos al interior de las oficinas, podra entenderse desde el punto devista de su relacin con la emergencia del nuevo contexto capitalista. Contexto que adquirisu forma ms precisa al interior de las oficinas, pero que tambin deline la vida cotidianade las poblaciones circundantes a las principales estaciones de ferrocarril del rea (quealcanzaron el status de verdaderos pueblos) y en los campamentos obreros perifricos.

    Flor de Chile, el trabajo, los espacios y las prcticas sociales, la tercera parte de este libro,nos ofrece un acercamiento a la comprensin de las condiciones de vida existentes en Flor

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    de Chile durante su funcionamiento como oficina salitrera. Siendo el captulo quedesarrolla el enfoque ms propiamente arqueolgico, producto de la actividad de registro derestos culturales (muebles e inmuebles) que realizaron los autores en Flor de Chile y de la

    elaboracin de cuatro planos de la oficina, esta seccin aborda una interesante discusin entorno a la relacin existente entre registro arqueolgico (cultural material), organizacin deespacios, condiciones de existencia y modo de vida. Aunque sin realizar unaproblematizacin mayor acerca de esta relacin, clave para la interpretacin arqueolgica,se describen los aspectos ms caractersticos del tipo de organizacin espacial presente enFlor de Chile. Relacionando la forma de organizacin espacial existente en esta oficinasalitrera con el marco de relaciones sociales capitalistas, los autores destacan la presenciade estrategias de visibilidad arquitectnica impulsadas por los sectores patronales,reflejadas entre otras cuestiones en los rasgos peculiares que habra tomado la divisinentre los espacios obreros y administrativos. Como plantea San Francisco et.al.: Respectode la administracin, sta fue construida sobre el campamento y la plaza. Desde este alto

    sector, la administracin no slo fue pensada y diseada apartada del campamento obrero,adems su perspectiva visual era precisa para ejercer formas de control sobre los obreros

    y sus familias. Es indiscutible que por parte de la administracin y de los capataces de

    pampa existi un amplio conocimiento de las familias pampinas, quines eran las esposas

    de cada obrero, sus hijos y casas. Resalta tambin en este captulo la descripcin detalladade una serie de tems de cultura material asociada al ciclo salitrero: las casas obreras (decasados y solteros) y sus respectivos materiales constructivos, los espacios administrativos,pblicos y recreativos: casas de empleados y administrativos, pulpera, plaza, iglesia,hospital, teatro, cine, retn policial y canchas de ftbol. Igualmente, la descripcin dematerialidades asociadas a la vida cotidiana en la industria: entre otras, los distintos tipos deropa y calzado de los obreros, instrumentos de trabajo y las reconocidas fichas utilizadas al

    interior de las oficinas. Asociando estas descripciones a los diversos momentos del cicloproductivo y al devenir de la vida cotidiana al interior de Flor de Chile, se comenta larelacin existente entre dichos tems de cultura material y la serie de prcticas sociales quecaracterizaron la vida pampina. La existencia de sectores sociales diferenciados en elmbito laboral, las relaciones de gnero al interior de las casas obreras, la particularinteraccin entre los trabajadores pampinos con los cargos medios y administrativos, sonalgunas de dichas prcticas. Otro de los aspectos significativos que mencionan los autoresen este captulo tiene que ver con el carcter dinmico de la formacin del registroarqueolgico salitrero. En otras palabras, la existencia de una serie de fenmenos deconstante transformacin de las oficinas, producto de la continua reutilizacin de materialesconstructivos y de los espacios productivos, habitacionales y pblicos.

    Por ltimo, en La llegada, la vida en la pampa y los nuevos comienzos, se intenta unareflexin, al modo de un relato antropolgico, acerca del proceso de nacimiento, desarrolloy posterior desestructuracin de los espacios sociales en los cules se form, y adquirisentido, la identidad pampina. Se propone el establecimiento de un tipo particular de ethoscultural (asociado al mundo del salitre), el cual habra cumplido un rol de primer orden enla consolidacin del modo de vida pampino desde sus primeros momentos. Aunque a partiruna perspectiva muchas veces esencialista (culturalista) al momento de discutir lascaractersticas de dicho ethos cultural, este captulo es interesante por la reflexin querealiza alrededor de la conexin existente entre las condiciones de vida de los trabajadoresy las diversas formas que adquiri el imaginario colectivo de los mismos. An cuando,

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    como hemos dicho, se idealicen ciertos aspectos de la supuesta vida protegida que habracaracterizado la existencia de los obreros al interior de la fbrica (ajenos a las influencias dela modernidad), los autores son capaces de hacer palpable la fuerza con que se habra

    preservado en esta zona un fuerte grado de continuidad cultural con el mundo del salitre,una vez extinguido el ciclo productivo. Las entrevistas realizadas a una serie de expampinos dan cuenta, precisamente, de la importante fortaleza de dicha memoria histrica.

    Muchos son los aportes de la publicacin que estamos presentando, la cual constituye unapuerta de entrada hacia una serie de profundas reflexiones en torno al ciclo salitrero y a lascapacidades de una perspectiva de estudio multidisciplinario con respecto al mismo. Puertade entrada por los aportes de esta investigacin, pero tambin por el requerimiento deprofundizacin de varios de los aspectos tratados por esta. Sin duda por el carcter amplioque los autores quisieron imprimir a la difusin de su obra, as como tambin debido a loslimitantes propios de toda investigacin, una serie de importantes problemticas no han

    podido ms que ser enunciadas. La existencia de importantes fenmenos de control social,el correlato de dichos fenmenos con las caractersticas que adquiri la organizacinespacial al interior de las oficinas salitreras, la presencia de prcticas ideolgicas delegitimacin poltica (posiblemente detectables desde la arqueologa a partir del anlisis deestrategias de visibilidad y de segregacin de espacios), son temas que, aunquemencionados por los autores, deben seguir siendo ampliados. Una va para dichaampliacin podra provenir de una discusin mayor alrededor de algunas discusiones ycategoras que podran enriquecer (de manera sustancial) la reflexin que realizan losautores de Flor de Chile. Nos referimos, entre otros, a la categora de experiencia propuestapor el historiador marxista E.P.Thompson2, quin definindola como la huella que deja elser social en la conciencia fue capaz de comprender, en un caso histrico concreto (la

    formacin de la clase obrera britnica), la compleja dialctica existente entre basesmateriales de existencia e identidad de clase. De fondo, una reflexin en torno a laspotencialidades de un anlisis como el que propone Thompson para Inglaterra podrapermitir, aunque en el contexto de la investigacin que estamos comentando, una definicinms acabada acerca de la naturaleza del modo de vida pampino. Es decir, una mayorclaridad sobre la forma histrica especfica que habra tomado el proceso deestablecimiento del nuevo modo de produccin capitalista en el rea. As tambin, podrapermitir una mejor comprensin acerca de la relacin existente entre modo de produccin,prcticas sociales, cultura material y memoria histrica. Igualmente, opinamos que lautilizacin del concepto de hegemona (y de sus trminos auxiliares de dominio ydireccin) presente en la obra de Gramsci3, al igual que la nocin de disciplinamento

    laboral, utilizada por algunos historiadores chilenos para estudiar casos tempranos deproletarizacin en nuestro pas4, permitira dar una mayor consistencia al tratamiento de los

    2 Ver los libros Thompson Edward. 1981.Miseria de la Teora. Editorial Crtica. Barcelona y ThompsonEdward. 1989.La Formacin de la clase obrera en Inglaterra. Editorial Crtica. Barcelona.3 Ver los libros Gramsci Antonio. 1971. El materialismo histrico y la filosofa de Benedetto Crocce. NuevaVisin. Buenos Aires y Gramsci Antonio. 1984. Notas sobre Maquiavelo, sobre la poltica y el estadomoderno. Nueva Visin. Buenos Aires.4 Por ejemplo, el caso de Mara Anglica Illanes y sus artculos: Illanes Mara Anglica. 1984.Disciplinamiento de la mano de obra minera en una formacin social en transicin. Chile 1840-1865.Nueva

    Historia, Nmero 11. Londres e Illanes Mara Anglica. 1990. Azote, Salario y ley. Disciplinamiento de lamano de obra en la minera de Atacama, 1817-1850. Proposiciones, Nmero 19, SUR Ediciones. Santiago.

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    salitrera. En otras palabras, la dialctica histrica que trajo consigo el establecimiento dela nueva sociedad capitalista.

    Finalmente, un comentario especial merece el prlogo escrito por San Francisco, Seplveday Ballester. Siguiendo algunos de los planteamientos del filsofo Karl Kosic, aquellosplantean, desde el concepto de totalidad, una importante problematizacin acerca de larelacin existente entre historiografa y arqueologa. Realizando una reflexin ontolgicaen torno a la naturaleza de la realidad social como una unidad estructurada y dialctica, losautores discuten la necesidad de operacionalizar epistemolgicamente dicho concepto(totalidad) con motivo de su utilizacin en la interpretacin arqueolgica e historiogrfica.

    En suma, la totalidades una articulacin dinmica de los procesos reales caracterizadospor su dinamismo, ritmos temporales y despliegues espaciales, y esta articulacin puedeconcretarse en diferentes recortes del desarrollo histrico. [] Consideramos a la realidad

    concreta como el desenvolvimiento de los procesos sociales que nutren el devenir de lo quellamamos historia y prehistoria; es decir, como una dinmica en si misma, como un -procesode estructuracin- en vez de como un conjunto de estructuras dadas.

    Reivindicando la totalidad dialctica de la realidad social (ontologa) y del proceso deconocimiento (epistemologa), los autores cuestionan la tajante separacin entre prehistoria-historia y arqueologa-historiografa, criticando adems la excesiva parcelacin(tpicamente positivista) de la prctica arqueolgica en Chile. Segn San Francisco,Seplveda y Ballester, aunque sin negar la relevancia de una reflexin acerca de lasimplicancias tericas y metodolgicas de la investigacin arqueolgica en diversoscontextos crono-culturales (sociedades cazadora-recolectoras, agrcolas, capitalistas), se

    hace necesario, sobre todo en trminos interpretativos, una discusin ms general acerca dela relacin cultura material, pasado y produccin de conocimiento. El trabajo delarquelogo, lejos de remitir al estudio de un otro (prehistoria), concepcin bastanteextendida en el seno de la arqueologa funcionalista norteamericana, hablara de nuestrapropia constitucin como sociedad en el presente. Tendra por tanto, tal y como en el casode la disciplina historiogrfica, un claro contenido poltico.

    Desde la perspectiva de la totalidad se desprenden varias implicancias relativas a la nocinde historia, como la dotacin de un sentido de historicidadal trabajo de los arquelogos, ypreguntas tales como Cuales son los lmites temporales de los arquelogos en el devenir dela historia? o Cuales son las implicancias en el conocimiento del pasado histrico teniendoen cuenta la dimensin poltica que detenta o esconde la arqueologa, en tanto ciencia

    social?

    Empalmando lo anterior con algunos de los postulados de la Arqueologa SocialLatinoamericana7, se rechaza as la artificial dicotoma entre ciencia y poltica,exigindose de la disciplina arqueolgica una toma de posicin poltica como unimperativo tico.

    7 Sobre esta importante corriente en arqueologa, ver el cuaderno Un acercamiento a la Arqueologa SocialLatinoamericana, Serie Historia de Amrica Prehispnica (en preparacin).

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    Las definiciones aludidas arriba, se sitan desde la perspectiva general a partir de la cual laarqueologa necesita adoptar un rol social e indagar particularmente en la naturaleza polticaque puede adquirir el conocimiento generado por la arqueologa, como una forma de output

    disciplinario. [] El proceso de totalizacin histrica, constituye una opcin para enfrentar elpasado con perspectivas polticas, en tanto implica un posicionamiento del investigador desdeel cual se dirige hacia el pasado y a la cual retorna en el presente.

    Por este camino, se realiza una de las afirmaciones ms audaces del libro Flor de Chile,sobre todo si se toma en cuenta el conservador panorama que prima hoy en la academiaarqueolgica chilena. Tomando a Gramsci, aunque sin ir ms all ni sentar una posicinclara sobre las implicancias prcticas de lo que proponen, los autores defienden lanecesidad de la construccin de una intelectualidad orgnica, en oposicin a laintelectualidad tradicional.

    De acuerdo con esto se desprende que los intelectuales no son una categora autnoma, sinoque responden a una realidad social y poltica determinada; y que quienes no mantengan unvnculo orgnico producirn slo ideologas sin alcances polticos mayores. En cuanto a laarqueologa, esto significa que el rol social del arquelogo consistir en la elaboracin dedeterminadas ideologas, que tendrn sentido poltico en tanto se vinculen a los grupossociales.

    Tal y como el conjunto del libro, el prlogo de San Francisco, Seplveda y Ballesterconstituye una invitacin hacia una reflexin que, en los trminos en que aquellos laplantean, ha sido escasamente desarrollada. Podramos decir que es necesario avanzar enuna discusin ms concreta del trmino de totalidad social, discutiendo el papel deltrabajo, las fuerzas productivas y las relaciones de produccin en la dialctica histrica8.

    As tambin, que el nfasis prehistrico que los autores proponen para encarar elproblema de la historizacin y politizacin del pasado, puede ser en gran medidaartificial. Acaso el pasado reciente, los inicios del Capitalismo en nuestro pas, no ofrecetambin un campo privilegiado para emprender dicha tarea, exigiendo de la arqueologa unclaro posicionamiento poltico, proyectable en discursos (y prcticas) radicales detransformacin revolucionaria? Podramos decir, a la vez, que la crtica realizada a laperspectiva etnocntrica de la academia arqueolgica chilena, preocupada ms en laelaboracin de una arqueologa del otro que de una produccin cientfica crtica, es soloparcialmente correcta. Arqueologa del otro, etnocntrica, o bien, adems, academiaarqueolgica funcional al statu quo poltico (concertacionista) imperante? Desde estengulo, intelectualidad orgnica, s, pero de que clase o sector social? Una

    intelectualidad orgnica (militante) del proletariado revolucionario en su lucha por el podery la construccin de un gobierno obrero? O bien una intelectualidad crtica, dedicada alfortalecimiento de narrativas sociales, de cualquier ndole (y color?) como horizontepoltico? Discusiones necesarias que el libro Flor de Chile. Vida y Salitre en el Cantn deTaltal deja planteadas y que, en definitiva, constituyen otros de sus ya innumerablesaportes.

    8 Una entrada a este debate en: Bate, L. 2007b. Hacia la cuantificacin de las fuerzas productivas enArqueologa. En: Boletn Electrnico Arqueologa y Marxismo (www.historiamarxista.cl). Ediciones LasArmas de la Crtica, pp: 425-435.

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    social crtica, esperando contribuir con nuestras palabras a la conformacin de alternativascientficas, polticas e ideolgicas que cimienten y promuevan las bases transformadoras denuestra sociedad.

    Junio 2009

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    Prologo a la edicin en Cuadernos de Historia

    Marxista

    Alex San Francisco11Jairo Seplveda

    Benjamn Ballester12

    Totalidad, historizacin y arqueologa prehistrica e histrica

    La preocupacin arqueolgica por los tiempos histricos ya no es nueva prcticamenteen ningn pas de Latinoamrica. El producto disciplinario de tales intereses es lo que hoyconocemos como Arqueologa Histrica -en su ms amplio entendimiento- la que alalejarse de la disciplina netamente prehistrica ha debido sostener extensas discusiones

    acerca de su propia naturaleza, de sus fundamentos y de la relacin general entrearqueologa e historia.

    Sin duda, dichas cuestiones han sido afrontadas desde una multiplicidad dedefiniciones, en las que los componentes histrico y arqueolgico se han concebido demanera variable, destacando post-marxistas y post-estructuralistas13. No obstante, ms alldel panorama de definiciones conceptuales y de variadas teoras temticas que relacionan laarqueologa con la historia14, las palabras que dirigimos a continuacin tratan ms bienalgunos lineamientos generales preliminares tericos y polticos- que se han idodesprendiendo a partir de nuestro acercamiento a la realidad histrica del pasado salitrerodel Cantn de Taltal, en la ex Oficina Flor de Chile, as como de reflexiones en torno a larelacin general antes sealada. De acuerdo a esto, en este prlogo no proponemos una

    discusin disciplinar acerca de las caractersticas y cualidades que debiera tener tal o cualArqueologa Histrica. Tomamos distancia, no definitiva, respecto a lo anterior para ms

    11 Licenciado en Antropologa con mencin en Arqueologa (Universidad de Chile).12 Licenciado en Antropologa con mencin en Arqueologa (Universidad de Chile).13 Nuestra intencin no es revisar las mltiples contribuciones a la arqueologa histrica mundial; slo valgamencionar las contribuciones que el marxismo norteamericano p.e. M. Leone A historical archaeology ofcapitalism, American Anthropologist 97 (2):251-268, 1995; Ch. Orser A Historical Archaeology of the

    Modern World, New York, Plenun Press, 1996; R. McGuire y R. Paynter (eds.) The Archaeology ofInequility, Oxford, Basil BlackWell, 1991- ha hecho sobre el desarrollo histrico del capitalismo. A juicio deThomas Patterson (Marx`s Ghost.Conversations with Archaeologists. Berg, Oxford, New York, 2003) estotiene relacin con la intencin de reunir el estudio de los procesos sociales con el estudio de la historia; as, lacomprensin del orden social particular o de las instituciones pasa por la comprensin de sus desarrolloshistricos. En Chile existen tempranos trabajos dedicados al tema como los de G. Alcaide Arqueologahistrica en una Oficina Salitrera Abandonada. II Regin, Antofagasta Chile. Estudio Experimental,Chungara 10: 57-75, 1983; B. Bente y G. Alcaide Historical archaeology in abandoned Nitrate Oficinas innorthern Chile: A Preliminary Report, Historical Archaeology 18: 52-75, 1984; etc. Otros trabajos msrecientes corresponden a F. Vilches y colaboradores: Arqueologa de asentamientos salitreros en la regin deAntofagasta (1880-1930): Sntesis y Perspectivas, Chungara 40 (1): 19-30, 2008; F. Garca- Albarido ycolaboradores El mineral de Caracoles. Arqueologa e Historia de un Distrito Minero de la Regin de

    Antofagasta (1870-1989) , Imp. Grafic Suisse, Santiago; entre otros.14 Recientemente esta relacin ha sido explorada por J. Moreland (Archaeology and Texts: Subservience orEnlightenment, Annual Review of Antrhopology 35: 135- 151, 2006), quien debate la estrecha naturalezasupuesta sobre los objetos de estudio de ambas disciplinas: los textos histricos y la cultura materialarqueolgica.

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    bien delinear algunos aspectos acerca de la posicin terica que asume nuestra prcticainvestigativa, exploratoria por cierto.

    En relacin al entendimiento de los fenmenos socioculturales del pasado, hemos

    venido generando un corpus terico que nos permita desarrollar los aspectosepistemolgicos, ontolgicos, metodolgicos y poltico/valorativos de la prcticaarqueolgica, disciplina que trata esencialmente con el pasado, con los hechos y las cosasde las sociedades pretritas15. De ah es que se hace necesario reflexionar acerca de lahistoria, de lo acontecido, de la temporalidad cercana o lejana de los hechos del pasado.

    Conceptualizamos la historia a partir de la nocin de totalidad16, la que es entendidacomo una realidad formada por un todo estructurado y dialctico, en el cual puede sercomprendido racionalmente cualquier hecho (clases de hechos, conjuntos de hechos)17. Loshechos son conocimiento de la realidad si son comprendidos como partes constituyentes deun todo dialctico, partes estructurales del todo18. En el momento en que los hechos de lavida, los fenmenos sociales, se integran en una totalidad, es cuando se posibilita el

    conocimiento de los hechos en tanto conocimiento de la realidad19.La totalidad no es dada inmediatamente al conocimiento, sino que la conceptualizacin

    de la misma viene despus de una reflexin en torno al carcter continuo y unitario de larealidad y del proceso histrico. Consideramos a la realidad concreta como eldesenvolvimiento de los procesos sociales que nutren el devenir de lo que llamamos historiay prehistoria; es decir, como una dinmica en si misma, como un proceso deestructuracin en vez de como un conjunto de estructuras dadas20.

    En otro plano, el razonamiento humano y el conocimiento de la realidad son dinmicosy cambiantes, van alcanzando sus propios lmites y encontrando otros nuevos. El pensarest zurcido a la realidad y ambos se mueven dialcticamente. La realidad se auto-rreproduce en el mbito social a partir de la construccin de si misma21. En suma, latotalidad es una articulacin dinmica de los procesos reales caracterizadas por sudinamismo, ritmos temporales y despliegues espaciales, y esta articulacin puedeconcretarse en diferentes recortes del desarrollo histrico22.

    El pensamiento dialctico arranca de la premisa de que el razonamiento humano serealiza movindose en espiral, donde cada comienzo es abstracto y relativo23. Lo anteriorse entiende como una analoga a la propiedad de la realidad de que los momentos

    15 Este camino crtico respecto a la investigacin arqueolgica ha sido planteada tempranamente por laArqueologa Social Latinoamericana. Entre las obras ms generales vase por ejemplo F. Bate,El proceso deinvestigacin en Arqueologa, 1998, Crtica, Barcelona; M. GndaraEl anlisis terico en ciencias sociales:

    Aplicacin a una teora del origen del Estado en Mesoamrica. Tesis para obtener el grado de Doctor enAntropologa. Escuela Nacional de Antropologa e Historia INAH-SEP. Mxico D.F.16 Por nuestra parte, primeras indagaciones respecto al tema en: A. San Francisco y C. Solar.Un comentariosobre las sociedades y las teoras: la tipologizacin de su relacin en la arqueologa chilena. 2008, Ms; J.Seplveda. Entre la arqueologa del otro y la historia: Horizontes polticos para el conocimientoarqueolgico, 2008, Ms.17 K. Kosik. Dialctica de lo concreto. Editorial Grijalbo, Mxico, D.F., 1967.18 Op. cit.19 G. Lukacs.Historia y conciencia de clase. Editorial de Ciencias Sociales del Instituto del Libro. La Habana,Cuba, 1970.20 H. Zemelman. Los horizontes de la razn. Uso crtico de la teora. Editorial Anthropos, Barcelona, 1992.El destacado es nuestro.21 V. Lull. Marx, produccin, sociedad y arqueologa,Trabajos de Prehistoria 62(1): 7-26, 2005.22 H. Zemelman, op. cit. p. 68.23 K. Kosik, op. cit.

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    particulares que la componen son pura concretizacin, fines y comienzos de otrosmomentos que se relacionan en una sola dinmica que nunca se detiene 24. Si la realidad esentonces un conjunto dialctico y en constante estructuracin, el conocimiento de la

    realidad consiste en un proceso de concretizacin, que procede del todo a las partes y de laspartes al todo; del fenmeno a la esencia y de la esencia al fenmeno; y es justamente eneste proceso de correlacin en espiral, en el que todos los conceptos entran en movimientorecproco y se iluminan mutuamente25.

    Se revela la importancia de la concepcin dialctica de la totalidad en tanto posibilitacaptar los hechos [] en su funcin real en el interior del todo histrico al quepertenecen, es decir, en la unidad del proceso histrico26. En este sentido, entendemos lahistoria y con ello la prehistoria- como un proceso general con estadios y momentosparticulares segn el modo de operar de las condiciones objetivas resultantes de la sociedadcomo un todo. La (pre)historia, por ello, es dialctica, va permaneciendo al ritmo queprocura su propia superacin27, al momento que es el desenvolvimiento mismo de las

    dinmicas que generan el desarrollo de la sociedad.Con el rechazo al pensamiento dialctico se pierde la inteligibilidad de la (pre)historia.

    Se genera una imposibilidad de comprenderla como proceso unitario. Cuando la dialcticay el enfoque epistemolgico desde la totalidad se quiebran, y cuando las particularidades dela realidad concreta pierden su sentido como una unidad, el todo era reducido a unasimple idea romntica [], la relacin reflexiva entre las partes aisladas tena queaparecer como una ley eterna de toda sociedad humana28. Sin la comprensin de que larealidad es totalidad concreta, que se estructura significativamente por medio y para cadahecho o conjunto de hechos, el conocimiento de la realidad concreta no pasa de ser algomstico, o la incognoscible cosa en s de Kant29.

    Desde la perspectiva de la totalidad se desprenden varias implicancias relativas a la

    nocin de historia, como la dotacin de un sentido de historicidad al trabajo de losarquelogos, y preguntas tales como Cuales son los lmites temporales de los arquelogosen el devenir de la historia? o Cuales son las implicancias en el conocimiento del pasadohistrico teniendo en cuenta la dimensin poltica que detenta o esconde la arqueologa, entanto ciencia social?

    Tenemos que desde la anterior comprensin de los hechos pasados, el arquelogo no seencuentra necesariamente limitado a aquello que se denomina comnmente (pre)historia.La nocin de totalidad en el entendimiento de los procesos histricos concretos pone enmanos de la arqueologa una comprensin que no se acaba con los procesos coloniales enLatinoamrica, como si se tratase del funcionamiento de modos de produccin sinrelaciones mutuas, quedando slo los modos precoloniales en manos de arquelogos y al

    mismo tiempo, stos repartidos tipolgicamente entre las diferentes teoras de la

    24 A. San Francisco y C. Solar, op. cit.25 K. Kosik, op. cit.26 G. Lukacs, op. cit. El destacado es nuestro. Esta nocin es ampliada por Zemelman al sealar a la totalidadcomo una ptica epistemolgica desde la cual se delimitan campos de observacin de la realidad, los cualespermiten reconocer la articulacin en que los hechos asumen su significacin especfica. Es en este sentidoque se puede hablar de la totalidad como una exigencia epistemolgica del razonamiento analtico.Zemeleman op. cit, p.50. El destacado es nuestro.27 V. Lull, op. cit.28G. Lukacs, op. cit. El destacado es nuestro.29 K. Kosik, op. cit.

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    arqueologa30. Leone ya tempranamente ha sealado la posibilidad de generar unaarqueologa del capitalismo31, la que a nuestro juicio se entiende por la va de explorar enhechos pasados, sin duda ms recientes, que se constituyen en una misma totalizacin

    ininterrumpida -donde es constante que en la dinmica de los procesos de concretizacinse conjuguen mltiples elementos, contemporneos, como culturalmente residuales32.As, el capitalismo, como todo modo productivo es susceptible de investigacinarqueolgica, de una preocupacin por su cultura material, generando un conocimiento delpasado que slo se distancia del producido por historiadores en tanto defieren susmtodos33. No obstante, transdisciplinariamente se diluyen las fronteras acadmicas que sehacen cada vez ms incomodas para el estudio de los fenmenos socioculturales 34.

    El enfrentamiento de la arqueologa con las lgicas del capitalismo la somete conmayor urgencia ante definiciones polticas, en tanto que la produccin de conocimientoarqueolgico sobre el pasado capitalista debe tener claro sus objetivos, a modo de nooscurecer las intenciones que los investigadores poseen, muchas veces no explicitadas por

    el supuesto carcter apoltico de la investigacin cientfica arqueolgica, o por la escasaincumbencia poltica del trabajo de los arquelogos.

    Las definiciones aludidas arriba, se sitan desde la perspectiva general a partir de lacual la arqueologa necesita adoptar un rol social e indagar particularmente en la naturalezapoltica que puede adquirir el conocimiento generado por la arqueologa, como una formade output disciplinario. De tal punto de partida, se sostiene que el conocimiento de la(pre)historia35, puede adquirir eventualmente un sentido poltico, siempre y cuando staadquiera un desarrollo terico consistente, de la mano de la historizacin del pasadoprehispnico.

    En un reciente trabajo36, se precisan y aclaran algunos aspectos respecto de la relacinentre los arquelogos y la poltica, lo que implica reflexionar en torno a las condiciones

    30 A. San Francisco y C. Solar, op. cit.31 Vase por ejemplo M. P. Leone op. cit.32 Esto es relevante en cuanto que las sociedades precolombinas hacia momentos del contacto comienzan undebilitamiento cultural que en ningn sentido puede entenderse como abrupto, sino ms bien se estructura conlos del colonialismo y capitalismo, pese a que en muchos casos se manifiesta como un fenmeno -intencionalo no intencional- de resistencia cultural. Esto remarca el desarrollo diferencial que adquiri el capitalismo,con considerables consecuencias en los procesos de formaciones de clases dependiendo de los contextos de suoperacin, (Vase Ch. Orser op. cit.).33 Desde la historiografa, por ejemplo, Sergio Gonzlez ha desarrollado un interesante examen de la culturamaterial del ciclo salitrero, vase El mundo de las casas de lata. La vida en la pampa salitrera. EnHistoria dela Vida Privada en Chile. El Chile Moderno. Tomo II, pp. 187- 213. Editado por Rafael Sagrado y CristianGasmuri. Editorial Taurus, Santiago, 2006.34 Esto es de importancia fundamental en las ms recientes reflexiones de los arquelogos histricos, pues enlo que respecta al mtodo, stos deben conjugar dos fuentes de informacin: las propiamente arqueolgicas ylas fuentes escritas, los textos y/o documentos. Esta relacin entre cosas y documentos, entre objetos y textos,promueve nuevas formulas de investigaciones p. e. transdiciplinarias (B. Nicolescu. Manifesto oftransdisciplinary. New York: SUNY Press, 2002)-, en el intento de escapar a la parcialidad de sumarinvestigaciones disciplinarias que se ejecutan slo paralelamente, sin haber en ellas alguna integracin.Elizabeth Brumfiel (It`s A Material World. History, Artifacts, and Anthropology, Annual Review of

    Anthropology 32: 205-23, 2003) recientemente ha llamado la atencin sobre este tema, criticando un trabajoantropolgico histrico de Kirch y Sahlins sobre losAnahulu de Hawai, en el que segn la citada autora laantropologa y la historia de la investigacin operaron completamente en paralelo con irreconciliablesdiferencias tericas.35 Y de la historia, cuando se trata de una arqueologa de tiempos recientes.36 J. Seplveda, op. cit.

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    tericas bajo las cuales el conocimiento arqueolgico puede constituirse en una fuente derelatos sociales o colectivos, independientemente de la naturaleza de stos.

    Siguiendo a Gramsci, el rol de los intelectuales37 -entre ellos los arquelogos- en el

    contexto de la conformacin del bloque histrico, consiste en la generacin de lasideologas dominantes, las cuales conducirn a la formacin de una concepcin de mundoque impregna todo el cuerpo social38. As, se entiende que los grupos sociales luchan porimponer su hegemona39. Ahora bien, el citado autor introduce una distincin entreintelectuales orgnicos e intelectuales sin vnculo orgnico, de acuerdo a si poseen o no unarelacin dialctica con la estructura socio-econmica (de clases), siendo los primerosquienes formulan las ideologas del bloque histrico40. Se cita en extenso:

    Es precioso, entonces, distinguir entre ideologas histricamente orgnicas, es decir, que

    son necesarias a determinada estructura, e ideologas arbitrarias, racionalistas,

    queridas. En cuanto histricamente necesarias, stas tienen una validez que es validez

    psicolgica; organizan a las masas humanas, forman el terreno en medio del cul semueven los hombres, adquieren conciencia de su posicin, luchan, etc. En cuanto

    arbitrarias, no crean ms que movimientos individuales, polmicas, etc.41.

    De acuerdo con esto se desprende que los intelectuales no son una categora autnoma,sino que responden a una realidad social y poltica determinada; y que quienes nomantengan un vnculo orgnico producirn slo ideologas sin alcances polticos mayores.En cuanto a la arqueologa, esto significa que el rol social del arquelogo consistir en laelaboracin de determinadas ideologas, que tendrn sentido poltico en tanto se vinculen alos grupos sociales.

    Pues bien, teniendo en cuenta lo anterior, se observa contrariamente, que la arqueologanacional lejos de apuntar en la constitucin de un rol social y poltico que tienda a generardiscursos histricos polticamente relevantes, se ha desenvuelto mayoritariamente desdeuna perspectiva terica y epistemolgica que designaremos como arqueologa del otro42.Desde este punto de vista, el pasado comnmente estudiado por los arquelogos el pasadoprehispnico- es entendido, en lneas generales, como un tiempo ajeno a la realidad socialde los investigadores, de modo que las sociedades prehispnicas y su desarrollo histrico seobservan tras el velo de la profunda ruptura que provoca la conquista y colonizacineuropea. Una de las primeras consecuencias que esta perspectiva le imprime a laarqueologa es el posicionamiento del investigador en un punto externo a la realidadestudiada, o sea, el pasado prehistrico o histrico43.

    37 Se debe tener en cuenta que para Gramsci la nocin de intelectuales es ms amplia que la de intelectual enel sentido usual, incluyendo en sta cualquier agente de la superestructura. Vase A. GramsciCartas desde lacrcel. Ed. Lautaro, Buenos Aires. 1950). As mismo vale aclarar que cada grupo social produce sus propiascapas de intelectuales, las cuales deberan responder a tales intereses.38 A. Gramsci,El materialismo histrico y la filosofa de Benedetto Croce. Ediciones Nueva Visin, BuenosAires, 1971.39 V. Fernndez. Arqueologas crticas: el conflicto entre verdad y valor, Complutum 17: 191-203, 2006.40 H. Portelli. Gramsci y el bloque histrico. Siglo Veintiuno Editores, Mxico. 2003.41 A. Gramsci,El materialismo histrico op. cit. p. 56. Comillas originales.42 J. Seplveda, op. cit.43 Esta situacin se da con mayor fuerza en la arqueologa americana dada su raigambre y desarrollo msligado con las escuelas antropolgicas, lo que incluso ha llevado a negar la reflexin histrica (vase M. Uribey L. Adn. Arqueologa e historia Cultura y evolucin en el desierto de Atacama (900-1700 DC).Actas del

    XVI Congreso de Arqueologa Chilena: 263-274. Tom. 2005). Por esta razn, el pasado precolombino ha

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    su mayor complejidad histrica, no se agotan en el conocimiento que pueda aportar laarqueologa, desde este punto de vista la disciplina podra a lo menos plantear lecturas detales cuestiones desde nuestros conocimientos o bien definir investigaciones referentes a

    tales problemas.En suma, la generacin de narrativas sociales de cualquier ndole- como alternativa de

    horizonte poltico para la arqueologa, se mueve en el mbito de la continuidad histricaconcreta, por lo que su puesta en escena depender de la necesaria conexin entre losactores del presente y los actores del pasado. Este proceso se relaciona ntimamente con lanocin de identidad. En tal sentido, cualquier forma de identidad colectiva (o concienciamoral) es generada a partir del reconocimiento de la colectividad de un pasado comn, elcul se transmite mediante un discurso, que puede tomar la forma del mito57. Esta forma dediscurso acerca del pasado prehispnico ha estado presente principalmente en el rescate delos guerreros araucanos, tanto en las narrativas estatales como las provenientes del mundodel arte, la literatura y la msica.

    Esta reflexin apunta justamente a buscar un campo de desarrollo poltico para ladisciplina, la q ue -en tanto se basa en un giro terico, el de la historizacin del pasadoprehispnico- compromete una puesta en marcha ms compleja que la que implican lasrelaciones polticas del arquelogos con su entorno inmediato (comunidades indgenas,problema patrimonial, etc.). Ahora bien, esta mayor complejidad va de la mano con lamayor relevancia que pudiera adquirir la voz de la arqueologa, en cuanto a problemascomo los planteados: cuestin mapuche, relaciones internacionales, conflictos sociales, etc.

    Sera natural tambin llegar a pensar que las repercusiones del conocimientoarqueolgico bien pudieran ocupar un lugar no necesariamente de mayor centralidad. Sinembargo, es legtimo y hasta necesario- proyectar las investigaciones y sus resultadoshacia una paulatina conformacin de un discurso histrico-social y polticamente

    apreciable. Esta tarea involucra, sin duda, ms actores que los arqueolgicos, pero est ennuestras manos la redefinicin o introduccin de nuevas problemticas que conduzcan unalectura narrativa de la prehistoria. Es sta una redefinicin del oficio arqueolgico, que lodota de un nuevo rol social. El arquelogo se transforma en peregrino de la historia, pero enun viaje que incluye el retorno al presente, tal como propone Nordbladh: el principalobjetivo de los arquelogos es promover una reflexin sobre las condiciones humanas ysociales y llevar esto hasta la crtica social del presente58. Una de las consecuencias quetiene esta redefinicin, es que el arquelogo, situado en el presente, a partir de las narrativascolectivas formula sus problemas de investigacin, y los explora crticamente en el pasado.De ah la importancia de que la disciplina seale criterios epistemolgicos, tericos ymetodolgicos que lo separen de proposiciones tautolgicas, y le eviten caer en la lgica

    del espejo sealada de forma acertada por Rafael Mic, segn la cul los objetosarqueolgicos nos devuelven nuestra imagen o la imagen que nos interesa proyectar sobreella59. En tal sentido, el papel de los relatos colectivos en el quehacer disciplinario es el dedeterminar los problemas de investigacin. El despliegue y el producto de stas, necesitaser sometido crticamente mediante el examen de la materialidad histrica concreta60 y el

    57 B. Anderson. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusin del nacionalismo. Fondode Cultura Econmica, Buenos Aires, 2000.58 Citado en Funari, op. cit.59 R. Mic. Archivos, espejos o telescopios. Maneras de hacer en Arqueologa, Complutum, Vol. 17: 171-183, 2006, p. 177.60 R: Mic, op. cit.

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    anlisis terico61, evitando caer en un catico todo vale. El resultado ineludible de esteproceso sera la contrastacin, la reformulacin o la reafirmacin de los relatos colectivos,lo cul vendra a reposicionarlos en el campo poltico.

    As, el conocimiento arqueolgico, devenido en discurso histrico, puede ser una vozpolticamente relevante siempre y cuando lo haga desde un punto de vista crtico, tanto consu propio quehacer como con su contexto social.

    **************

    Sealando ya las palabras finales que presentan el Libro Flor de Chile: vida y salitre enel Cantn de Taltal, slo sealamos algunos aspectos que contextualizan nuestrainvestigacin (exploratoria) de la cultura de los tiempos del salitre desde fines del sigloXIX hasta mediados del siglo XX.

    Es necesario advertir al lector que Flor de Chile se ha escrito privilegiando su carcter

    de relato, tratndose con fluidez las descripciones, anlisis y puntos de vistas de los autores.Esto sin duda no permite un tratamiento finamente acabado respecto a los temas que setocan en el que adems se evitan citas y el abordaje de problemas tericos e histricostangenciales-, lo que implica ir avanzando en trabajos de campo y reflexiones terico-empricas; no obstante se han elegido los datos que permitan de forma consistente, lgica ysimple la exposicin de nuestras ideas generales respecto al pasado salitrero de Taltal y enparticular de la ex Oficina Salitrera Flor de Chile.

    Esto lo consideramos necesario en tanto este relato crtico busca un amplioentendimiento de sus lectores, de los que sus ms cercanos son ex pampinos, lascomunidades de pasado salitrero en el norte del pas, principalmente el antiguo Puerto de

    Taltal. Sabemos tambin de la preocupacin que concita el pasado salitrero por parte dehistoriadores locales, partidos polticos, coleccionistas, pginas webs, museos regionales, yotros actores comunitarios, por lo cual este libro tambin se encuentra orientado a ellos.Ms all del relato, mantenemos adems la sistematicidad necesaria para tratar de abarcar elmbito acadmico, propio de historiadores, arquelogos histricos o arquitectos.

    Es bastante poco el conocimiento que poseemos del Cantn de Taltal y sus oficinas. Lapreocupacin de los historiadores se ha enfocado principalmente en la regin tarapaquea,zona que concentr las primeras oficinas en funcionamiento, teniendo a Iquique comopuerto principal, y contexto vital de grandes huelgas, matanzas y actividades polticas. ElCantn de Taltal, mucho ms desconocido, fue el ms pobre de la pampa, siendo susoficinas ms bien pequeas y de peores condiciones que muchas de las oficinas ms

    nortinas hoy algunas lucen restauradas, haciendo apologa al empresariado alemn eingls. No obstante adems del sesgo tarapaqueo, los historiadores tambin se hancentrado mayormente en las dcadas finales del siglo XIX y las tres primeras dcadas delsiglo XX, generndose un vaco historiogrfico posterior a la gran crisis,despreocupacin histrica dada por el decaimiento de los movimientos obreros y de lasoficinas tarapaqueas, mientras que en el cantn de Taltal, y en muchos otros espacios de lapampa, las oficinas continuaron su marcha hasta inclusive las dcadas del 60` y 70`.

    Santiago, abril 2009

    61 M. Gndara, op. cit.

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    Introduccin

    Las pginas que presentamos a continuacin corresponden al resultado de nuestroacercamiento a los hechos sociales del pasado salitrero de Chile. Para ello hemos partido

    desde la ex Oficina salitrera Flor de Chile, hoy recuerdo material de la vida del salitre.

    Olvidada en la pampa del mismo nombre, hemos tratado de develar objetos y

    pensamientos, circunstancias y expectativas del vivir como pampino.

    El escenario general desde el que situamos nuestra comprensin del pasado salitrero se

    encuentra fundamentalmente en el desarrollo capitalista de Chile, en la expansin

    productiva del capital forneo y nacional, para luego deslindar en el Cantn salitrero de

    Taltal, y singularizarse en la experiencia histrica de Flor de Chile.

    El Cantn de Taltal fue el ms meridional de la pampa salitrera, tuvo un tardo

    desarrollo y experiment el cierre de algunas de sus oficinas. De ah que buena parte de su

    historia quede relegada de la problematizacin salitrera, mayormente tratado hasta las dos o

    tres primeras dcadas del siglo pasado.

    Situados desde el problema del patrimonio histrico, buscamos acercarnos a esta parte

    del pasado salitrero marginado de la historia del salitre, las ltimas oficinas que estuvieron

    en funcionamiento y el proceso de cierre y abandono que llev a que el pampino tuvieraque buscar nuevos horizontes de vida. La familia pampina experiment un cambio drstico

    en su forma de vida, trasladndose a nuevas ciudades, desempeando nuevas actividades

    laborales, siendo parte de nuevas comunidades.

    Las historias de vida de las personas que habitaron y trabajaron en Flor de Chile

    muestran cmo sus vidas estuvieron atravesadas por la pampa y el caliche. Oficinas

    salitreras como Flor de Chile tienen un carcter patrimonial, justamente, por que

    constituyen la materializacin de experiencias conjuntas de vida, trabajo y convivencia.Las exploraciones que hemos llevado a cabo y que plasmamos en este relato, se fundan

    en la certeza de que el conocimiento de la historia que nos antecede y de cuyo devenir

    formamos parte, es una potente herramienta para el (re)conocimiento de lo que hemos sido

    como sociedad, como comunidad, y de lo que somos y podemos llegar a ser. Es este un

    estudio sobre nuestro pasado histrico concreto, sobre aquello que ya no est pero que

    constituy el da a da de quienes vivieron y trabajaron en la pampa, y en cuyas

    circunstancias y peculiaridades se esconden las estructuras y procesos que dan forma al

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    sol del desierto y germinada sobre la dura costra de caliche. Es esta historia la que hemos

    querido narrar. Se ingresa por el frvolo cascarn de las cifras econmicas, de ah por los

    pasillos del escenario salitrero curtido por las trochas frreas, luego nos enfrentamos a su

    escurridiza arqueo-corporalidad, para anclar en el testimonio de quien fue parte de todo

    esto. El propsito es ver como se engendra una forma de trabajo, una forma de asentarse y

    una forma de vivir, en la cual los hombres y mujeres van abrindose camino, y cuyas

    huellas se recuperan en la memoria de la desolada pampa de Taltal.

    Por esta razn, porque esta historia pertenece a quienes transitaron aquellas sendas, pero

    que viene a nosotros, a sus hijos, a sus nietos y a la comunidad, como una heredad

    irrenunciable, es que presentamos este relato, como una ofrenda que se propaga y buscaentrar por las ventanas del olvido, para reconocer lo que hemos sido, lo que somos y los

    que queremos ser.

    Siguiendo estos anhelos, comenzamos esta ruta, en cuyo final nos encontramos con

    Taltal y su gente, a quienes dedicamos esta obra.

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    Primera Parte

    La Marcha del salitre: vida y muerte de un ciclo econmico

    Se marchaban los ltimos das del ao 1966 y la Compaa Salitrera Pedro Perfetti

    anunciaba a los cerca de 400 empleados y operarios la inexorable determinacin de cesar,

    en forma definitiva, las labores en la Oficina Salitrera Flor de Chile. El documento firmado

    por el administrador de la oficina explicaba algunas condiciones de la clausura62. Las

    quebrantadas condiciones financieras en que se encontraba la compaa desembocan en la

    toma de aquella decisin. Algunas semanas despus, quienes trabajaron y vivieron all

    salan encaramados en algn camin, o a bordo de un tren, abandonando la ya desolada

    pampa del Cantn de Taltal.

    Este no era tan slo el fin de sus trabajos y de sus vidas en esta oficina salitrera,

    representaba tambin el anunciado desenlace de una historia iniciada varias dcadas atrs,

    cuando el puerto de Taltal contaba con una radiante actividad mercantil y la pampa del

    norte chileno bulla en el trabajo del salitre.

    La Oficina Flor de Chile haba vivido y revivido, en el vertiginoso camino de la

    industria salitrera. Se haba reactivado luego de la aguda crisis del 1929, cuando cerca del90% de las oficinas productoras del nitrato se paralizaron definitivamente, y el salitre

    dejaba de representar la trascendencia econmica de sus mejores aos. Haba sobrevivido a

    la debacle de 1914 cuando la primera guerra mundial y la proliferacin de abonos sintticos

    comenzaban a amenazar de muerte a la industria salitrera.

    Haba sobrevivido, y en 1966 mantena una produccin de ms de 1000 toneladas

    mensuales, era el trabajo de unos 400 empleados y operarios, y el mbito de vida de una

    poblacin de ms de un millar de personas. Sin embargo, el devenir de la economa

    mundial y nacional, as como las propias condiciones en que se haba desarrollado esta

    industria, hacan ya de la explotacin del caliche un mal negocio.

    El ciclo econmico del salitre conforma un ostensible captulo en la historia del pas. La

    efervescente riqueza producida por la elaboracin del Nitrato de Sodio, permiti la

    acumulacin de grandes fortunas personales, adems de constituir un cuantioso ingreso

    62 Archivo Histrico Oficina Salitrera Flor de Chile, Universidad Catlica del Norte (A.H.O.S.F.Ch.). Oscarde Urruticoechea a Presidente y Directiva Sindicato Industrial Oficina Flor de Chile. 15-XII-1966.

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    para el fisco durante varias dcadas, por medio del cobro de impuestos por concepto de

    exportacin. La industria del salitre moviliz a millares de obreros, que antes y despus de

    la Guerra del Pacfico -tambin llamada Guerra del Salitre- poblaron el Desierto de

    Atacama, levantando en gran medida la actual configuracin social y urbana del Norte

    Grande de Chile.

    Los orgenes de la explotacin del caliche son de larga data, sin embargo, es en el siglo

    XIX cuando este recurso comienza a atraer definitivamente a exploradores y capitalistas,

    quienes ven en el salitre una interesante fuente de riqueza, dada la alta demanda de abonos

    especialmente desde Europa. Las primeras producciones de Nitrato de Sodio corresponden

    a la Provincia de Tarapac, territorio peruano hasta la Guerra del Pacfico.Desde mediados de siglo que inversionistas peruanos, seguidos de capitales ingleses e

    incluso empresarios chilenos, haban puesto en marcha la maquina productiva del salitre,

    alcanzando importantes niveles productivos63. As mismo, la mano de obra estaba

    fuertemente nutrida por trabajadores chilenos que comenzaban a migrar hacia territorios

    peruanos64. En los distritos de ms al sur, en el litoral boliviano -Tocopilla y Antofagasta- y

    en territorio propiamente chileno -Aguas Blancas y Taltal- comenzaban a llevarse a cabo

    variadas exploraciones de las pampas tras los yacimientos de caliche, exploraciones que

    cristalizaran con la instalacin de las primeras oficinas, los primeros puertos de embarque

    y posteriormente la instalacin de ferrocarriles, poderoso catalizador de desarrollo en el

    siglo XIX.

    Al tiempo que en Tarapac estaba en pleno funcionamiento una cada vez ms prospera

    industria salitrera, el distrito de Taltal era uno de los ltimos en poner en marcha el

    aprovechamiento del salitre. Los primeros reconocimientos de terrenos salitrales, realizados

    por exploradores-empresarios como Jos Antonio Moreno y Daniel Oliva, estaban

    fuertemente motivados por el atractivo modelo de negocio habilitado en Tarapac, al puntoque el mismo gobierno incentiv el aprovechamiento privado del salitre enviando

    expediciones y proyectando puertos de embarque.

    Cuando se produjo el primer embarque de salitre en el Cantn de Taltal en 1879, desde

    63 Bermdez, O.Breve historia del Salitre: Sntesis histrica desde sus orgenes hasta mediados del Siglo XX,Santiago, Ediciones Pampa Desnuda, 1987.64 Bermdez, O. Historia del salitre desde la Guerra del Pacfico hasta la Revolucin de 1891, Santiago,Ediciones Pampa Desnuda, 1984.

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    Caleta Oliva, comenzaba a establecerse una embrionaria poblacin en el Puerto de Taltal

    as como en la pampa del interior, donde las primeras explotaciones salitreras empezaban a

    tomar forma. Sin embargo, este prometedor comienzo contara con mltiples obstculos.

    Uno de ellos, patente en las primeras exploraciones, fue la dificultad de encontrar agua

    en el rido desierto. A ello se sumaba la ausencia de vas frreas para el transporte del

    salitre hacia los puntos de embarque. En medio de este panorama el gobierno chileno

    impuls en 1880 un impuesto, vlido para todos los distritos salitreros, aunque se

    exceptuara en el primer ao de promulgacin a los recientes distritos de Aguas Blancas y

    Taltal65. De todas maneras, la aplicacin del impuesto, los encarecidos costos de

    produccin y la ausencia de ferrocarril, conspiraron para un estancamiento de la actividadsalitrera durante diez aos. En ese periodo, de 21 oficinas slo dos mantuvieron actividad

    permanente. Esta paralizacin generalizada tuvo como consecuencia que la mayora de las

    propiedades pasaran a sociedades extranjeras. Mientras tanto, millares de trabajadores y sus

    familias desalojaban los campamentos pampinos, para deambular hacia otras faenas

    salitreras, regresar a sus tierras de origen o vagar sin destino claro66, experiencias que se

    repetiran una y otra vez en la vida del salitre.

    Si bien el desarrollo de la extraccin salitrera se realizaba en paralelo a otras ramas de

    la minera -como las del cobre, plata, oro y plomo-, el auge demogrfico, comercial e

    industrial experimentado por Taltal a inicios del Siglo XX se debe principalmente al

    impulso de la explotacin del Nitrato de Sodio. Esta conexin se har notoria en el

    profundo impacto en el devenir de Taltal que tendr la declinacin del ciclo salitrero desde

    1914 en adelante, proceso que se radicalizar en 1930.

    La habilitacin del Ferrocarril en 1882, propiedad de The Taltal Railway Co., permiti

    salir de la paralizacin inicial a las oficinas del Cantn de Taltal. El ferrocarril, que en sus

    primeros aos alcanzaba hasta la estacin de Refresco, incentiv un notable incremento enlos descubrimientos mineros, as como en la actividad salitrera67. Hacia 1900, ya se contaba

    con Ferrocarril hasta Cachinal, y Taltal contaba con cinco oficinas -tres en funcionamiento-

    65 Bermdez, O.Historia del salitre desde la Guerra del Pacfico hasta la Revolucin de 1891, op. cit.66 dem.67 dem.

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    y era responsable del 6% de la exportacin nacional de salitre68.

    Imagen 1. Taltal de comienzos del Siglo pasado. Disponible en versin digital en www.taltal.cl

    La Oficina Salitrera Flor de Chile fue adquirida en Febrero de 1905 por el industrial

    italiano Pedro Perfetti a la firma inglesa Gibbs y Compaa69. La oficina sera inaugurada al

    ao siguiente, luego de su habilitacin70. Gibbs y Ca. perteneca a una poderosa firma, que

    posea, entre otros, varios negocios vinculados al salitre, uno de los cuales consista en la

    habilitacin de oficinas salitreras que eran posteriormente arrendadas o vendidas a

    empresarios de menor capital71, como en el caso de Flor de Chile.

    Pedro Perfetti, mientras tanto, se haba desenvuelto como industrial salitrero en Pisagua,donde habra comenzado a explotar oficinas salitreras dadas en concesin por el gobierno

    68 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, Tesis para optar algrado de Lic. en Historia, Santiago, Pontificia Universidad Catlica, 2000.69 Archivo Nacional. Notarios de Taltal Vol. 185. Sesin Perfetti Pedro a Jeffery Hnos., 35% Oficina Flor deChile.70 Aliaga, C. Gua Administrativa Industrial, Profesional i comercial de Taltal, Santiago, ImprentaCervantes, 1909.71 Cavieres, E. Comercio chileno y comerciantes ingleses 1820- 1880: Un ciclo de historia econmica, Valparaso, Universidad Catlica de Valparaso, 1988.

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    chileno al trmino de la Guerra del Pacfico72. En 1881 Perfetti se asocia con el ingeniero

    John Thomas Humberstone para construir la Oficina Tres Maras. Hacia 1883, el

    empresario italiano produca en las oficinas Tres Maras, Santiago y California. Dos

    dcadas despus arribara a Taltal.

    En aquellos momentos la actividad de la industria salitrera en los cantones de Tarapac

    se encontraba en un estado de consolidacin tras varias dcadas de desarrollo. Se haban

    alcanzado varios avances, tales como la elaboracin de salitre con sistema a vapor y la

    construccin de ferrocarriles, alcanzando considerables niveles de produccin. Despus de

    la Guerra y con la anexin de los territorios salitreros de Per y Bolivia, qued en manos

    de Chile una suerte de monopolio natural del nitrato. Sin embargo, el gobierno chileno,adepto del libre comercio, revirti el proceso de nacionalizacin impulsado por el

    gobierno peruano algunos aos antes, concesionado primero, y luego vendiendo y

    rematando las propiedades salitreras73. As, gran parte de la industria qued en control de

    capitales extranjeros, principalmente ingleses y alemanes, muchos de los cuales haban

    iniciado su ascenso econmico gracias al financiamiento generoso de capitales bancarios

    nacionales74.

    Imagen 2. Documento Notarial Sesin Perfetti Pedro a Jeffery Hnos., 35% Oficina Flor de Chile. Archivo

    Nacional. Notarios de Taltal. 1907.

    72Daz Aguad, A. Apuntes sobre los italianos en la provincia de Tarapac (1870-1950).Amrique Latine Histoire et Mmoire. Les Cahiers ALHIM, 5, 2002. Disponible en versin digital enhttp://alhim.revues.org/index715.html.73 Salazar, G. y J. Pinto. Historia contempornea de Chile III. La economa: mercados, empresarios ytrabajadores. Santiago, LOM, 2002.74 Bermdez, O.Breve historia del Salitre: Sntesis histrica desde sus orgenes hasta mediados del Siglo XX,op. cit.

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    Durante los aos que siguieron a la Guerra del Pacfico, la industria del salitre en

    Tarapac, pese al nuevo impuesto gravado a la exportacin y a algunos periodos de crisis,

    goz de buena salud. Esto gracias a algunos avances tecnolgicos como el nuevo sistema

    Shanks de elaboracin y a la apertura de nuevos mercados gracias a una incipiente

    propaganda en el extranjero, con lo cual la curva de produccin de salitre aumentaba

    paulatinamente.

    Estos aos de prosperidad que alcanzara su mximo nivel justo antes de la Primera

    Guerra Mundial- rindieron frutos en los empresarios salitreros, lo cual le permiti a Pedro

    Perfetti ampliar sus negocios. A comienzos del Siglo XX el empresario italiano asentado en

    Pisagua, contaba con una nueva oficina salitrera, Maroussia, y extenda su actividadcomercial a otras ciudades como Taltal. Pronto adquirir la Oficina Flor de Chile y

    posteriormente Tricolor75. Morira en 1913 dejando un cuantioso patrimonio.

    Una de las claves del xito de los productores de salitre se basaba en la instauracin de

    Combinaciones Salitreras, mtodo por el cual los empresarios se asociaban para controlar

    los niveles de produccin y controlar los precios en el mercado internacional. Este

    mecanismo permiti que entre 1904 y 1913, las compaas salitreras obtuvieran cuantiosos

    utilidades, cuyos mrgenes sobrepasaban en la mayora de las compaas el 100%76.

    Sin embargo, pese a que el distrito de Tarapac mantena una alta produccin, varias

    compaas comenzaron a poner sus ojos en los distritos de ms al sur, puesto que por ser

    sus instalaciones ms recientes mantenan en mejores estado sus condiciones tecnolgicas,

    as como sus caliches conservaban leyes ms altas77. Probablemente por tales razones,

    Perfetti decidi la compra y puesta en marcha de la Oficina Flor de Chile.

    75 Estadstica, Direccin General de.Anuario Estadstico de la Repblica de Chile. Minera y Metalurgia, Ao1911.76 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, op. cit.77 dem.

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    Tabla 1. Oficinas salitreras de Taltal, con sus propietarios y produccin (en quintales espaoles). Tomado de

    Anuario Estadstico 1909.

    Tras el traspaso de la oficina a Perfetti, se inici la produccin sistemtica de salitre en

    ella. Pero haba sido antes de 1905 que la oficina haba visto la luz. Dcadas atrs las

    pertenencias salitrales de Flor de Chile haban sido inscritas por Daniel Oliva en 1876 78,

    pionero del salitre en Taltal. Con el arribo de firmas inglesas, tras las paralizaciones de la

    dcada de 1880, Gibbs y Ca. se adjudic varias oficinas salitreras.

    Flor de Chile naca como campamento, sin una produccin constante ni instalaciones

    adecuadas. Mientras tanto, se desenvolva una embrionaria vida social, expresada en los

    nacimientos y defunciones ocurridas79, las cuales llegaban de la mano de las faenas

    salitreras, delineando cada vez ms un modo de vida propio de la pampa salitrera. Era la

    pampa una tierra nueva, incgnita, en donde la vida social se desarrollaba en un ambiente

    78 Archivo Nacional. Notarios de Taltal Vol. 185, op. cit79El Mercurio del Norte: Taltal. 16-XI-1905.

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    enrarecido por el rpido ascenso de la poblacin, mayoritariamente obrera, y por la

    consecutiva instalacin de oficinas, agencias comerciales y ferrocarriles.

    Hacia 1907 el cantn de Taltal se mostraba como uno de los ms pujantes de la regin

    salitrera. Mantena trece oficinas funcionando, las que elaboraban un 11% de la produccin

    de salitre80. As mismo, el censo de ese mismo ao muestra la mayor cantidad de poblacin

    en toda la historia de Taltal, con 12,000 habitantes para el puerto y 27,000 para el

    Departamento. Estas cifras duplicaron a las de 12 aos atrs del censo anterior -1885- y no

    han sido superadas todava un siglo despus81.

    Ao

    Of. Flor

    de Chile.

    Catalina* Taltal** Dpto.

    Taltal

    1895 - 6040 6862 12902

    1907 771 15558 11932 27490

    1920 349 18706 8752 27458

    1930 13 10172 8085 18257

    1940 - 3541 9224 12765

    1952 1297 5835 5898 11733

    Tabla 2. Cuadro de Poblacin. Cifras tomadas de Censos de Poblacin 1895-1952. (*Alude antigua comuna

    correspondiente al interior. **Alude a la comuna de Ciudad de Taltal).

    El diseo de la Oficina Flor de Chile permita la elaboracin de unas 1840 toneladas de

    salitre mensuales, gracias a sus 10 cachuchos y 100 bateas. Posea una docena de estacas de

    salitre. Utilizaba unos 400 obreros82, que mantenan una poblacin de 771 habitantes83. Los

    intereses del italiano Perfetti, eran representados en Taltal por su socio Robert Key Jeffery,que mantena oficinas en la calle Esmeralda, y a quin cedera el 35% de la propiedad de la

    oficina. Durante sus primeros aos de produccin bajo el dominio de Perfetti, la oficina

    mantuvo buenos niveles de produccin. Entre 1909 y 1913 elabor un promedio de ms de

    16,000 toneladas de salitre por ao, aunque nunca alcanz su ptimo productivo de 22,000

    80 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, op. cit.81 Instituto Nacional de Estadsticas (INE). Censo de poblacin. 1895-2002.82 Aliaga, C. Gua Administrativa Industrial, Profesional i comercial de Taltal, op. cit83Estadstica, Direccin General de. Censo de poblacin 1907.

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    toneladas, debido a la utilizacin de Combinaciones Salitreras.

    De todos modos el negocio del salitre se encontraba en su mejor momento y Perfetti

    posea adems cuatro oficinas, entre ellas la vecina Tricolor, las que en conjunto

    exportaban en esos aos un promedio cercano a las 55,000 toneladas de salitre. En el

    primer ao de explotacin en Flor de Chile el salitre haba alcanzado su mximo precio en

    30 aos, mantenindose este periodo de bonanza hasta el inicio de la Primera Guerra

    Mundial84, que se transformara en comienzo de la cada de una endeble industria salitrera,

    crisis que el propietario de Flor de Chile no alcanzara a vivir. Un ao antes de su muerte, el

    empresario italiano comenz a operar con la firma Perfetti, Jeffery y Ca. que administrara

    las oficinas algunos aos, hasta la formacin de la Sociedad Annima que llevara elnombre del fallecido capitalista. Esta firma sera propietaria de Flor de Chile, no sin varias

    complicaciones, hasta la fecha de su cierre, varias dcadas ms tarde.

    Tabla 3. Produccin de salitre por firmas. Tabla 3b. Empleados, operarios y accidentes por distritos.Tomadasde Anuario Estadstico 1916.

    El devenir de la marcha salitrera estuvo marcado por la recurrencia de crisis peridicas,

    debido principalmente a la dependencia total de las condiciones que el mercado

    internacional impona a la industria salitrera, en el contexto del ms acentuado capitalismo

    84 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, op. cit

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    librecambista. Tal fue el caso de la bonanza verificada entre 1880 y 1914, que se debi en

    gran parte a la expansin del mercado de los abonos85. En consecuencia, cualquier

    variacin en los stocks de salitre en Europa, por sobreproduccin o por escasez de sta,

    hacan subir o bajar los precios en un vaivn manejado desde la Bolsa de Londres, en la

    cual se realizaban la mayora de las transacciones del salitre. Todo esto colocaba a la

    especulacin en lugar significativo86, tanto de parte de los compradores y mercaderes

    intermediarios, como en los empresarios productores. Estos llegaron incluso a

    institucionalizar la especulacin bajo el mecanismo de las mencionadas Combinaciones

    Salitreras, haciendo elevar los precios del salitre en varias ocasiones. Con respecto a esto

    ltimo, los salitreros lograron en reiteradas ocasiones frenar las embestidas de las crisis conla implementacin de dichas combinaciones87. Lo lograron en 1884, cuando las nuevas

    condiciones generadas por la Guerra del Pacfico apuntaban a una sobreproduccin; lo

    lograron en 1891, cuando una baja en el consumo hizo descender el precio del nitrato. La

    tercera combinacin, cinco aos despus, logr apaciguar la baja del precio por el stock

    acumulado en Europa, y cuando una nueva y ms radical crisis asechaba en 1897, luego de

    complicadas negociaciones, los productores pudieron al repuntar el Siglo XX poner en

    marcha una nueva combinacin, que durara varios aos y que elevara los precios

    considerablemente. Las combinaciones, junto con una generalizada propaganda distribuida

    en el extranjero, le rindieron sus mejores frutos a las compaas salitreras hacia 1913.

    Imagen 3. Muelles de Taltal en el auge del salitre. Disponible en versin digital en www.taltal.cl

    85 dem.86 Bermdez, O.Breve historia del Salitre: Sntesis histrica desde sus orgenes hasta mediados del Siglo XX,op. cit.; Salazar, G. y J. Pinto.Historia contempornea de Chile III. La economa: mercados, empresarios ytrabajadores, op. cit.87 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, op. cit.

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    No obstante, estas estrategias comerciales, y el desarrollo de algunas innovaciones

    tecnolgicas, los empresarios salitreros vieron en 1914, inmediatamente despus de sus

    aos ms victoriosos, como los mercados europeos, sus principales compradores, se

    cerraban producto de la Primera Guerra. Bastaba una crisis de mayor envergadura para que

    la frgil estabilidad de la industria salitrera se resintiera de gravedad. Mientras los quintales

    de salitre quedaban estancados en la costa, sin embarcaciones que los transportaran, por

    estar stas participando de la guerra europea, las oficinas comenzaban a paralizar la

    produccin. De 124 oficinas que laboraban en Enero del 1914, slo 51 funcionaban en

    Diciembre. En los meses siguientes solo 36 se encontraban en produciendo88. De todos

    modos, no todo estaba perdido y el uso del nitrato en la fabricacin de armas favoreciampliamente la exportacin en los aos siguientes. Ante la posible duracin de la guerra, se

    generaron grandes expectativas de los comerciantes, quienes crearon un stock de

    especulacin elevando al cielo el precio del salitre89.

    En 1919 ya se revelaba la profunda crisis en que la industria salitrera se encontraba. La

    poca renovacin tecnolgica, el agotamiento de las leyes de los yacimientos y el alto precio

    que alcanzaba el salitre, conspiraban contra su comercializacin, cediendo terreno a los

    abonos sintticos. Consecutivas crisis de orden mundial y nacional en la dcada del 20

    vinieron a liquidar poco a poco a la mayora de las oficinas salitreras, carcomiendo la

    mdula de la economa salitrera.

    Produccin de Salitre

    0

    500

    1000

    1500

    2000

    2500

    3000

    3500

    1909

    1911

    1913

    1915

    1917

    1919

    1921

    1923

    1925

    1927

    1929

    1931

    1933

    1935

    1937

    Ao

    Mi

    lesdeToneladas

    Ca ntn Ta ltal Tota l Na cional

    Grfico1. Salitre producido a nivel nacional y en el Cantn de Taltal 1909-1937.

    88 Estadstica, Direccin General de.Anuario Estadstico de la Repblica de Chile 1914, Vol. VII Minera.89 Bermdez, O.Breve historia del Salitre: Sntesis histrica desde sus orgenes hasta mediados del Siglo XX,op. cit.

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    inusitadamente bajos, sealando el fracaso del empresariado salitrero92. En el ao 31 slo

    sobrevivan nueve oficinas en toda la regin salitrera. En el cantn de Taltal la produccin,

    con algunos aos de repunte, descenda drsticamente hacia los aos 30, y slo una oficina

    se mantena en trabajo. Sin embargo, la industria del salitre no se extinguira an, todava

    deba escribir su ltimo captulo. A la oficina Flor de Chile le correspondera escribir

    algunas lneas de ese episodio.

    Los intentos gubernamentales por salvar a la industria del salitre, por medio de su

    asociacin con el empresariado en la Compaa Salitrera de Chile (COSACH) buscaron

    revertir la brusca cada de esta actividad, que haba representado durante 40 aos un

    gigantesco ingreso al fisco, el cual recaudaba alrededor de un tercio de la riqueza producidapor el nitrato merced del impuesto a la exportacin. No obstante, la COSACH solo

    consigui escasos resultados, los que no fueron suficientes para rescatar a una industria que

    mantena sus viejas estructuras productivas, as como su cada vez ms devaluado lugar en

    el mercado de los abonos, y que conservaba adems su fragilidad ante las alteraciones del

    mercado internacional93. Todo esto conden a la COSACH a una breve existencia. De ms

    larga actividad result la Corporacin de Ventas de Salitre y Yodo, que imitaba algunas de

    las funciones de su antecesora, como la centralizacin de la venta del nitrato y la

    eliminacin del impuesto.

    Entre tanto, en Taltal slo tres oficinas sobrevivan, no sin interrupciones, a la debacle

    del salitre: La Oficina Alemania, La Oficina Santa Luisa94 y la oficina Flor de Chile. La

    vida en la pampa se haba visto drsticamente restringida: miles de obreros se haban

    desplazado hacia otras regiones, a la cesanta o a nuevos trabajos; a la vez que los antiguos

    propietarios y administradores de la riqueza del salitre se haban desvanecido tal como su

    industria. Los flujos de capital y de trabajo se desplazaban hacia nuevos mbitos como la

    pujante minera del cobre. En la dcada del 40` la industria del Nitrato comenzaba arebrotar, alcanzando cierta estabilidad95, la que se ve afectada por el cierre definitivo de

    92 Salazar, G. y J. Pinto. Historia contempornea de Chile III. La economa: mercados, empresarios ytrabajadores, op. cit.93 Ubilla Santa Cruz, M.La industria salitrera a travs de las cifras: entre 1880- 1929, op. cit.; Salazar, G. yJ. Pinto.Historia contempornea de Chile III. La economa: mercados, empresarios y trabajadores, op. cit.;Vidal, J. Veinte aos despus, La Tragedia del Salitre. Imp. El Imparcial, 1953.94 Garcs Feli, E.Las ciudades del Salitre. Un estudio de las oficinas salitreras en la regin de Antofagasta,Santiago, ed. Orgenes, 1999.95 Estadstica, Direccin General de.Anuario Estadstico 1944, Minera.

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    Santa Luisa en 1943. Cada nuevo cierre era una escalada de problemas econmicos,

    sociales y polticos para Taltal, debido a la estela de cesanta, hambre y desconcierto que

    acarreaba.

    La vida de la oficina Flor de Chile haba pasado aquel periodo de en medio de altibajos,

    con algunos momentos de paralizacin y otros de reapertura. En 1929 transitaba, como

    varias productoras de salitre, por un nuevo periodo de paralizacin de sus faenas. La

    Compaa Salitrera Pedro Perfetti96 administraba desde hace quince aos el patrimonio

    dejado por el fallecido empresario italiano. Se haba formado en los momentos ms agudos

    de la crisis de la Primera Guerra, cuando todas sus oficinas se encontraban paralizadas en

    1915. Entre la lista de accionistas que formaban parte de esta sociedad annima seencontraban los herederos de Perfetti, su viuda Victoria Carlaverino y sus tres hijos, con

    cerca de la mitad de las acciones. La sociedad annima era compartida junto con una

    variada lista de inversionistas de menor rango. Durante el transcurso de su existencia, la

    Compaa se haba desecho de dos de sus antiguas oficinas del distrito de Tarapac (Tres

    Maras y Maroussia) buscando afianzar sus negocios en Taltal, en donde haba mantena

    una agencia, y las oficinas Tricolor y Flor de Chile, a las que hubo de agregar una

    concesin para explotar la Empresa de Telfonos de Taltal. El capital de la Compaa era

    de 700,000. Sin embargo, los costos de las paralizaciones se hacan sentir en el estado

    financiero de la compaa que arrojaba importantes prdidas, mientras que el bajo precio

    del salitre impeda una reactivacin rentable de la produccin.

    Aos ms tarde, despus de la profundizacin de la crisis mundial y sus catastrficas

    consecuencias en la economa nacional, la compaa vislumbr una nueva oportunidad en

    el arriendo de sus oficinas salitreras en Taltal. Luego de aos de paralizacin, la Compaa

    Industrial Salitrera Gianoli y Mustakis Ltda.97 arrend las oficinas de Taltal, con el

    compromiso de ponerlas en funcionamiento. Luego de arduos trabajos de reparacin enFlor de Chile, se daba inicio a la produccin, en junio de 1935. La oficina haba revivido a

    los embates ms violentos del mercado y volva a sus faenas. Se esperaba, por lo dems,

    recibir una apreciable cuota de la Corporacin de Ventas de Salitre y Yodo, ya en pleno

    96 Compaa Salitrera Pedro Perfetti S.A.Dcimoquinta Memoria . Presentada por el Consejo Directivo de laCompaa sobre las operaciones efectuadas durante el ao 1929, Valparaso, 1930.97 Compaa Salitrera Pedro Perfetti S.A. Vigsima Memoria. Presentada por el Consejo Directivo de laCompaa sobre las operaciones efectuadas durante el ao 1935, Valparaso, 1936.

  • 8/6/2019 Libro Flor de Chile. Vida y Salitre