Libro 6 "El Fuego del Ganador de Almas

El Fuego del

Ganador de

AlmasPor Dr. John R. Rice

Publicado por:

Editorial Gran Comisión

Hermano Sam Gaddis

El Fuego del Ganador de Almas

Editorial

Gran Comisión

Versión digital por icbf.com.mx Versión año 2014 Página 2

PREFACIO

Por Dr. John R. Rice, Autor.

Cuando yo era muchacho de quince años,

tuve mi primera experiencia del gozo de ganar las almas. Yo hablé a mi amigo con

persuasión a confesarse que el mismo era

pecador y mirar a Cristo para salvación.

Desde ese día ha sido el deseo profundo en

mi alma a traer las gentes a confiar en Cristo

como Salvador personal, tener sus pecados perdonados, sus almas salvadas y recibir el

don de vida eterna.

Estos capítulos aparecieron en varias

fechas en el periódico evangelístico de

sermones, "The Sword of The Lord", (La Espada del Señor") del cual el autor es

redactor.

Cada uno fue planeado para un tiempo

particular y una ocasión especial y ahora se

han sido seleccionados para poner el énfasis

el de ganar almas y los avivamientos, confiando en que al amante Señor los usará

para calentar y hacer tierno y sensibles los

corazones del pueblo de Dios en un


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profundo amor por el mundo perdido, para

avivar al pueblo y moverlos a ganar las

almas. Tres pensamientos principales parecen

especialmente urgentes: primero que cada

cristiano debe ganar las almas; segundo,

que debemos tener un deseo santo, o un

sinceridad compulsiva hasta las lágrimas,

un fervor del alma de los primeros seguidores de Cristo en este negocio santo;

tercero, hemos de tener la habilidad divina,

el poder del Espíritu Santo y fuego del cielo

para obrar milagros en la salvación de las

almas. Por salvación de las almas no queremos

decir que estamos persuadiendo a la gente a

juntarse a la iglesia, reformarse o pasar por

ciertos ritos religiosos. Creemos que el

mundo entero está en el pecado y que no

hay diferencia en este asunto. Todas las gentes son iguales -- deshechos, perdidos,

arruinados pecadores quienes no pueden

salvarse a sí mismos. No es un cambio

exterior en su vida, sino un cambio en su

corazón, un nacimiento nuevo por lo cual uno llega a ser hijo de Dios nacido de nuevo,


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con todo sus pecados perdonado -- eso es lo

que necesita -- cada hombre y mujer, y niño

quien llega a la edad de la responsabilidad. Cristo murió en la cruz para quitar el pecado

de todo el mundo. Los que confían en él en

la fe del arrepentido, aceptándolo a él como

su único Señor y salvador, esperando y

confiando en él para el perdón de sus

pecados y la vida eterna y un hogar en el cielo, esos son salvos y llegan a ser hijos de

Dios. Así es de que para ser ganador de

almas quiere decir guiar a la gente reconocer

su necesidad de Cristo como Salvador

personal y guiarlos a recibirlo, confesarlo, confiar en él completamente encomendarse

con todo su ser a él con la fe del corazón.

Un pecador quien así confía en Cristo, es un

hijo de Dios, salvado, perdonado; y uno que

guía al pecador para hacer su decisión de

corazón es una ganador de almas. Y, ¡O' los galardones tan grandes que tiene Dios para

el ganador de almas!

Nada es más claro en la biblia que este:

cada cristiano puede ganar almas y debe

hacerlo. Como Andrés llevó Pedro a Cristo, como Felipe ganó a Nataniel, como Jesús


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ganó la mujer en el pozo de Sycar en

Samaria, y ella en su turno ganó muchos de

su pueblo, así cada cristiano que se dispone a hacerlo en la manera que Dios ha dicho y

con el poder de Dios puede tener el privilegio

maravilloso de ganar almas.

Querido lector, si Dios mueve tu corazón,

¿no comenzarás desde hoy,

inmediatamente, a ganar las almas para Cristo?

Es la oración humilde de este autor que

Dios pueda usar estos mensajes sencillos

para comenzar fuego de ganar almas y

animar muchos cristianos a llevar los pecadores perdidos al Salvador.

¡Concédalo O' Dios!


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Índice PREFACIO ................................................. 2

Capítulo 1 .................................................. 7

Capítulo 2 ................................................ 31

Capítulo 3 ............................................... 71

Capítulo 4 ................................................ 76

Capítulo 5 .............................................. 102

Capítulo 6 .............................................. 134

Capítulo 7 .............................................. 165

Capítulo 8 ............................................. 188

¿Quién es el Editor Hno. Samuel Gaddis?

2014 ...................................................... 211

Libros Ofrecidos ..................................... 214


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"El Fuego del Ganador de Almas"

Por Dr. John R. Rice

Capítulo 1 EL QUE GANA ALMAS ES SABIO

"El fruto del justo es árbol de vida; y el

que gana almas es sabio" (Proverbios 11:30)

El sabio mira la vida más allá. ¡Qué insensato es pensar sólo en el HOY con su

placer pasajero de ganancia! Esaú es el

ejemplo clásico del hombre que pensó sólo en los placeres de su día, y vendió su

primogenitura por una porción de un potaje.

Después no encontró oportunidad para el

arrepentimiento, aunque la procuró con

lágrimas. Su oportunidad de la cabeza de

una gran raza, el antepasado de Jesucristo, el bendito de Jehová, la desperdició por un


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plato de lentejas. Y en ese relato, la Biblia

llama a Esaú "profano". Cualquiera que

hayan sido las fallas de Jacobo, el sí tomó el tiempo suficiente para observar.

A Jacob se le dio sabiduría espiritual, y

se sacrificó, sufrió y sudó para recibir la

bendición prometida en los años venideros.

La mejor evaluación de éstos dos, la

insensatez de Esaú y la sabiduría de Jacob, se expresa en las palabras del Señor: "A Jacobo amé, más a Esaú aborrecí."

Abraham fue sabio; Lot fue insensato.

Abraham se consideró como un viajero que

vivió en tiendas todos los días de su vida,

como lo hicieran Isaac y Jacobo, herederos con él de la misma promesa; como nos lo

dice Hebreos: 11:13-16: “Conforme a la fe

murieron todos éstos sin haber recibido

lo prometido, sino mirándolo de lejos, y

creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre

la tierra. Porque los que esto dicen,

claramente dan a entender que buscan

una patria; pues si hubiesen estado

pensando en aquella de donde salieron,

ciertamente tenían tiempo de volver.


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Pero anhelaban una mejor, esto es,

celestial; por lo cual Dios no se

avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad."

La sabiduría celestial de Abraham, quien

por fe reposó largamente para observar,

jamás será completamente justificado hasta

que Dios haga descender la Nueva Jerusalén del cielo, y Abraham habite en eterna

felicidad en la tierra de Palestina hecha

nueva como el Jardín del Edén, en la

presencia de Cristo y el Padre con los

redimidos. Por otro lado, Lot, quien fue

seducido por las riquezas de este mundo, se mudó a Sodoma para ver allí la ruina de su

hogar, la muerte de su esposa y más tarde

fue culpable de una borrachera vergonzosa

con sus propias hijas. Lot fue tras las cosas

presentes, pero Abraham miró hacia el futuro. Lot escogió las cosas que se ven, que

son temporales, mientras que Abraham

escogió las cosas que no se ven, que son

eternas (2 Cor. 4:18).

Todos los días veo en mi derredor

cristianos que cometen la insensatez de


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observar brevemente y viven para el

presente. Sus pensamientos y sus esfuerzos

están concentrados en el alimento, la ropa, el empleo, negocios, placeres del cuerpo y de

este mundo, que se disfrutan por un

momento o por un día o por un año y luego

se desvanecen.

LA SABIDURÍA DEL GANADOR DE ALMAS A LA LUZ DEL PRECIO DE UN ALMA

"El que gana almas es sabio", dice la

Palabra de Dios, y podemos anotar, con la

autoridad de las Sagradas Escrituras, que la mejor sabiduría que este mundo jamás verá

no estará en el banquero, ni en el

gobernante, ni en el profesor, ni en el

hombre de negocios millonario, sino en el

humilde ganador de almas. Todas las otras

labores son insignificantes al lado de la labor suprema de ganar almas. Todos los otros

esfuerzos se consideran meros desperdicios

cuando sus resultados son comparados al

lado de los gloriosos resultados eternos del

evangelismo. El Salvador mismo indicó que un alma


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vale más que todo el mundo cuando dijo:

“Porque qué aprovechará al hombre si

ganará todo el mundo, y perdiere su alma? O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Marcos 8:36-37)

Hay ciertas consideraciones que nos

ayudan a ver el valor de un alma y quisiera

sugerírselas a su mente para que las

considere con oración. Nuestros padres estaban acostumbrados a orar: "Señor, pon sobre nosotros el peso de las almas inmortales".

Una y otra vez he escuchado esta

petición del corazón, al tratar los hombres

de recibir de Dios una carga celestial por la salvación de los pecadores. Esa oración que

escuché a menudo en mi infancia, me la he

apropiado una vez más en la actualidad.

El evangelismo personal es un arte tan

delicado, que requiere tal sabiduría celestial,

y pasa tan poco en las mentes de la gente mundano, que lo más probable es que no

ganen almas, a menos que consideremos

con cuidado algunas verdades sorprendentes

y gloriosas relacionadas con esta cuestión.

Vamos a suponer que pensamos en las


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verdades del infierno, la ruina y miseria de

este mundo, la muerte de Cristo y las glorias

del cielo, en cuanto se relacionan con el evangelismo personal.

La Verdad del Infierno

Supongo que el hecho más horroroso y

concreto del mundo es la verdad del infierno.

La doctrina del infierno tiene un lugar

prominente en la Biblia. Aun Cristo mismo,

quien habló como nadie lo hizo jamás, el tierno y humilde, el perdonador, el sanador,

el consolador Jesucristo, una y otra vez se

refirió a ese lugar llamado infierno. Las

cosas más impresionantes que jamás se

hayan dicho en la Biblia sobre ello salieron de los labios de Cristo mismo. Fue Jesús

quien dijo que el gusano no muere y el fuego

nunca se apaga en el infierno. Fue Cristo

quien dijo que tanto el cuerpo como el alma

de los hombres deberían ser lanzadas al

infierno. Fue Jesús quien nos abrió la tapa del infierno y nos dejó escuchar los clamores

del condenado hombre rico que levantó sus

ojos estando en tormento y rogó que le


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dieran una gota de agua para refrescar su

lengua, porque estaba atormentado en esa

llama. Si una persona tiene corazón y un alma, debería ser profundamente conmovido

con la sola idea de que un ser humano vaya

a tal sitio: el infierno.

Seamos honesto al respecto, la Biblia sí

enseña que el infierno es un lugar. La Biblia

enseña que los hombres están conscientes allí, que tienen memoria allí, que claman,

que ruegan que se les dé agua, y que

anhelan advertir a sus seres queridos: "para que no vengan a este lugar de

tormento." La Biblia sí enseña que el humo

de su tormento en el infierno asciende por siempre y siempre y que no descansan ni de

día ni de noche. La Biblia sí enseña que

todos los penitentes que mueren sin Cristo

despiertan en un mundo terrible de eterno

castigo. Las Escrituras claramente enseñan

que en la resurrección de los injustos, como se muestra en Apocalipsis capítulo 20, los

muertos que no fueron salvos saldrán del

infierno sólo por el tiempo suficiente para

obtener un cuerpo físico y ser sentenciados

para siempre a una condenación sin fin al


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Lago de Fuego.

La gente honesta no va a tratar de dar

explicaciones para desacreditar la realidad del infierno literal, si es que creen a la

Biblia. Si no es un hecho el infierno,

entonces tampoco es un hecho la inspiración

de la Biblia. Si no es un hecho el infierno,

entonces tampoco lo es la deidad de Cristo,

porque él creyó en el infierno y predicó del infierno.

La Cruz Roja recoge colectas para las

víctimas de huracanes, inundaciones y

sequías. El Congreso emite leyes y

proporciona dinero para auxilio de los damnificados. Un reporte reciente de unos

oficiales gubernamentales reveló que había

bastante ansiedad porque algunas familias

eran tan pobres que solamente podían

asistir al cine una vez a la semana y tenían

que quedarse en casa los demás días. Las actividades de entretenimiento de nuestra

sociedad apelan a los de corazón sensible

sobre la base de que algunos niños no tienen

tanta leche que tomar como otros y que

algunos no tienen tanto dinero para su "lonche" (comida) y otros no tienen clubes y


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salidas y actividades como otros más

privilegiados. De hecho, el término "menos

privilegiados" se ha usado una y otra vez, como si ser "menos privilegiado" fuera el

peor de los desastres.

Podemos muy bien ayudar al pobre, pero

permíteme recordarle que ninguna

necesidad o pobreza, ni preocupación o

enfermedad es digna de compararse por un instante con la tortura de los condenados

que viven sin ser salvos y van al infierno. La

verdad más cruda en este mundo es la

verdad del infierno, y que algunos de los

hombres, mujeres y niños que nosotros conocemos, que viven en las mismas casas,

o van a las mismas escuelas, o trabajan en

la misma compañía, o son nuestros

compañeros de todos los días, morirán y

pasarán una eternidad de angustia, lejos de

Dios, sin perdón para siempre, eternamente pecando, y eternamente condenados. Esta es

una de las verdades que nos ayudará a ver

lo que Dios quiso decir cuando dijo: "El que

gana almas es sabio."

Si el que lee estas líneas tiene todavía algo de sensibilidad en su corazón, amor por


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su prójimo, o algo del fruto de la compasión

humana, entonces comenzará a ver (espero)

algo de la sabiduría espiritual del evangelismo personal.

No me admiro de que los modernistas,

que niegan y burlan la verdad del infierno o

se mofan de la idea del fuego literal, no

pasen tiempo ganando almas. Puesto que

no creen que la Biblia es la sabiduría de Dios, no es de extrañarse que pasen por alto

la sabiduría de ganar almas. Que el que sea

sabio, considere la eterna condenación de

los perdidos.

LAS DESILUSIONES E INFELICIDAD DE ESTE

MUNDO

Este mundo actual es un fracaso. Tal hecho no es difícil de probar. Que han fallado los

hogares, es evidente por la siempre creciente

tasa de divorcios; cerca de 200,000 divorcios

en los EE.UU. (1941) en un año prueba que

nuestros hogares han fallado. Aproximadamente uno de cada cinco


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matrimonios terminan en divorcio, y muchas

parejas viven en completa tragedia y

amargura de alma. Las escuelas han fallado. Nuestras

cárceles están llenas de jovencitos y

jovencitas, mendigos se encuentran

apostados a lo largo de todas las carreteras y

viajan en furgones de ferrocarril, probando

que el hogar y la escuela han fallado. Los gobiernos del mundo han fallado. No

pueden reprimir el crimen. No pueden

controlar los fraudes económicos. Todavía

no han pagado por la Primera Guerra

Mundial, pero ya están enfrascados en otra peor (1941). Más de tres cuartos de la

población del globo se están matando unos a

otros. Presupuestos no saldados, aumento

de impuestos, la depresión económica a

nivel mundial muestra el fracaso de los

gobiernos del mundo. Las enfermedades, el suicidio, el crimen, la maldad de conciencia

cauterizada desprovista de compasión a

diestra y siniestra, prueban el fracaso de la

civilización actual. Este mundo es un

fracaso. Es un mundo triste, amargado y perverso que no puede ofrecer paz al


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corazón humano.

A dondequiera que voy, me impresiona

más y más la completa tragedia que irradian los rostros de la gente. Al predicar y ver los

rostros de la gente relajarse en los sombríos,

tristes y solitarias avenidas de la

desesperación, me doy cuenta que este

mundo ha producido tragedia en el corazón

de toda aquella persona que ha puesto su confianza en él. La juventud comienza tan

alegre, tan optimista, con tantos prospectos

encantadores, con visiones, sueños, castillos

en el aire, con risas y altas ambiciones; pero

antes que la juventud se funda en la madurez de la edad adulta, la vida se

convierte en un sombrío asunto de tratar de

hallar propósito en lo que se hace, o en

exprimir algunas gotas de gozo de los

pasajeros placeres del día. Y la senectud

llega para traer, en la mayoría de los casos, una desilusión aún mayor que resulta ya

sea en un resentimiento amargo

quejumbroso de los ancianos, o en la

resignación tranquila de los derrotados.

Este es el mundo triste, amargado, perverso que desilusiona. ¡No da a la gente, ni a los


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niños cuando claman, aquello de lo que

están hambrientos, de lo que necesitan!

He aquí, pues, un fuerte argumento para ganar almas. ¡El evangelio de Jesucristo es

el único camino seguro a la paz!

Un domingo en la noche, durante la

invitación en uno de los servicios en mi

iglesia, se paró un joven y le dijo a un amigo:

- "He renunciado a la idea de que alguna vez seré feliz." - Este amigo le dijo: "No hay

verdadera felicidad sino en Jesucristo!" La

paz, la paz del alma, el verdadero descanso

para el cansado y trabajado, sólo se

encuentra en Cristo Jesús. Usted puede dar su riqueza a los pobres, usted puede morir

como mártir por una buena causa; puede

aliviar la aflicción humana y ganarse la

gratitud de millones, pero ningún filántropo

hizo jamás tanto por otro, como aquel que le

compartió el evangelio y le enseñó a confiar en Cristo, y obtener la paz del corazón y el

perdón de sus pecados! El placer, la riqueza

y todas las cosas buenas que este mundo

puede dar le han fallado al hombre. Qué

importante entonces, ofrecer a los pecadores atribulados la paz del alma que viene con la


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salvación! Si usted quiere ser sabio,

entonces dígale a la gente por dondequiera que vaya a las palabras de Jesús: "Venid a

mí, todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad

mi yugo sobre vosotros, y aprended de

mí, que soy manso y humilde de corazón;

y hallaréis descanso para vuestras

almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga." (Mat 11:28-30) Esta es una

razón suficiente para hacer evangelismo

personal y probar que el que gana almas es

sabio.

LOS SUFRIMIENTOS DE CRISTO

¡Qué razones más poderosas para ganar

almas! ¡Qué argumentos más convincentes

que prueban la sabiduría del camino del

ganador de almas! Quiero imprimir en su

corazón otra y quizás, la más conmovedora de las razones para ganar almas: Los

sufrimientos de Cristo prueban el valor

eterno de un alma.

Los modernistas dudan el hecho de un

infierno literal y el tormento eterno de los


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que no son salvos. Por supuesto que sí, ya

que los modernistas dudan que la sangre de

Cristo Jesús fue derramada como la única expiación posible por los pecados del

hombre. El que cree la Biblia ha de ver en

los sufrimientos de Cristo cuánto valoró él

un alma, y por lo tanto, cuán sabio - con la

sabiduría de Dios - es el ganador de almas.

La tortura de Jesús por los soldados romanos, por el gentío y por los perversos

líderes judíos, antes y durante la crucifixión,

fue infernal con todo el veneno de Satanás.

¡A menos que hubiera algún beneficio

inconmensurable que obtener, algo infinitamente bueno que comprar con los

sufrimientos de Cristo, entonces su vida y

muerte fueron la insensatez de Cristo y la

perversidad de Dios! Si Cristo no salva las

almas del tormento y les compra felicidad

eterna, entonces murió como un insensato, o un mentecato. ¡Si Dios el Padre, por la

muerte de su Hijo, no redimió al hombre de

los tormentos del infierno para vida eterna,

entonces, haber puesto a su inocente y

amado Hijo en la cruz, como lo hizo, fue la perversidad más horrible! ¡Oh, mi hermano!


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la muerte de Cristo prueba el valor de un

alma.

Cristiano, si usted puede pasar por el Huerto de Getsemaní con Cristo para ganar

un alma, entonces estará aprendiendo un

poco de la sabiduría de Dios. Si como Pablo,

puede llevar en su cuerpo las marcas del

Señor Jesucristo para ganar un alma,

entonces estará aprendiendo la lección de sabiduría eterna que traerá el fruto eterno

de gozo. Juan 3:16 prueba el valor de un

alma. Los treinta años de la inigualable vida

de Cristo, lejos de los ángeles, extrañando el

cielo, el pobre entre los pobres, rechazado y despreciado, varón de dolores y

experimentado en quebranto, endureciendo

su rostro como pedernal frente a la cruz;

todo eso es evidencia concreta de cuán

importante es la salvación de un alma, y

cuán sabio es el ganador de almas. Los sufrimientos de Cristo por los pecadores

constituyen uno de los mejores argumentos

para el evangelismo personal. Si usted

quiere ser sabio como Jesús, entonces gane

almas, pues esa fue la pasión suprema de su corazón.


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Esto es lo que él quiso decir cuando dijo: "Porque el Hijo del Hombre vino a buscar

y a salvar lo que se había perdido." Luc.

19:10

LAS GLORIAS DEL CIELO

Al principio de este capítulo, señalé que

quien posee la verdadera sabiduría, reposa largamente para observar. Proverbios manda al descuidado: "Ve a la hormiga,

oh perezoso, y considera sus caminos",

porque la hormiga provee para el futuro. Así

también el ganador de almas. De alguna

forma debe olvidar el presente para proveer

gozo para muchos días. El evangelismo personal no paga mucho en dinero.

El ganador de almas tiene muchas

recompensas bendecidas en este mundo.

Tiene el gran gozo de la presencia consciente

del Espíritu Santo, porque nunca nadie ganó almas sin la ayuda del Espíritu, sin la

unción del cielo. Tiene el gozo de la oración

contestada. Porque ¿quién ganó almas

jamás sin rogarle a Dios sabiduría y poder?

Es maravilloso saber que Dios ha escuchado


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y haber sido librado de la carga después de

mucha súplica. El ganador de almas

disfruta la gratitud de aquellos que ha conducido a la salvación. Recuerdo, con

mucho gusto en mi corazón, los

agradecimientos acompañados de lágrimas y

afecto que he recibido de muchos que he

ganado para Cristo. Atesoro un gran

número de cartas y tarjetas que fueron escritas por corazones llenos de

agradecimiento y amor de aquellos a quienes

tuve el privilegio de arrancar, como ramas de

las llamas, con el evangelio de Cristo. El

ganador de almas tiene mucho gozo en este mundo, y digo: "el que gana almas es sabio," principalmente porque cree a la

Palabra de Dios y sabe que habrá

recompensas del tamaño de la importancia

de su tarea; recompensas en la otra vida.

Este es el significado de las Escrituras en Daniel 12:3, donde dice: "Los entendidos

resplandecerán como el resplandor del

firmamento; y los que enseñan la justicia

a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad." La recompensa del

ganador de almas es una recompensa


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eterna.

El que trabaja día y noche hasta que

desaparece su juventud adquiriendo una fortuna, puede despertar un día y encontrar

que su fortuna ha desaparecido de la noche

a la mañana. Aun si la pudiera apresar en

el puño de su seca mano, al final, el

monstruo de la muerte, lo arrastrará, en

contra de su voluntad, y sus riquezas se deslizarán por entre sus paralizados dedos.

La gente no se puede llevar sus riquezas a la

tumba.

La fama de este mundo se gana con

dificultad, y aquello por lo que el hombre ha trabajado arduamente durante toda su vida,

lo puede perder en una semana o en un año.

El presidente Wilson se ganó los aplausos y

la admiración del mundo civilizado, y se

sentó en los pináculos más altos de la fama

cuando fue a París a dictar los términos de la paz mundial. Un hombre cristiano,

idealista, gobernante y orador, quien

sostuvo por un momento las miradas de

todo el mundo. Pero unos pocos meses más

tarde murió como un hombre con el corazón quebrantado, desilusionado, derrotado por


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sus oponentes, y abandonado por sus

antiguos amigos, con su salud quebrantada

y descuidada. ¡Qué bueno que dijo: "Estoy dispuesto a esperar el veredicto de la

humanidad"! Ya que la dulzura de la fama

se había convertido en ajenjo y hiel.

LA FAMA DE LA TIERRA

¡Qué fácil es ilustrar la vanidad de la fama!

El presidente Hoover fue arrastrado al

puesto por el más abrumador de los votos

que los EE.UU. jamás habían visto. Pero tan

sólo cuatro años después en el puesto, se le negó un segundo período y fue despojado del

mismo por la aún más contundente victoria

de Franklin D. Roosevelt. Las recompensas

por las que los hombres como ese se

esclavizan, planean, y aun, algunos hombres

venden sus almas, son recompensas que pronto se desvanecen y ya no son

encontradas, como el rocío que se derrite

con el calor del Sol del oriente.

Pero no así las recompensas del ganador

de almas, pues son eternas. El ganador de almas brillará como el brillo del firmamento,


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y como las estrellas por siempre y siempre,

dice la Palabra de Dios.

Jesús mismo reposó largamente para observar. Nada podía ocurrir en los años del

ministerio de Cristo que le pudieran pagar

por la pérdida de venir a la tierra y la tortura

de la cruz. Sin embargo, en Isaías 53:11 se nos dice que: "Verá el fruto de la aflicción

de su alma, y quedará satisfecho". Bien

sabía Cristo, con una sabiduría celestial,

que toda la aflicción de su alma, el

derramamiento de su alma para muerte,

sería recompensada después, "cuando los

santos marchen ya". Jesús sabía que

aunque se había hecho pobre por los pobres, un día las riquezas del universo serían suyas

para disfrutarlas una vez más como el

Creador de todas ellas. Fue despreciado y

desechado, pero sabía bien que un día sería

coronado Rey de reyes y Señor de Señores, y

que gobernaría las naciones con vara de hierro. Él sabía que todo lo que el Padre le

había dado, un día sería suyo otra vez;

Hebreos 12:1,2 nos dice: "Por tanto, nosotros también,

teniendo en derredor nuestro tan grande


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nube de testigos, despojémonos de todo

peso y del pecado que nos asedia, y

corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en

Jesús, el autor y consumidor de la fe, el

cual por el gozo puesto delante de Él

sufrió la cruz, menospreciando el

oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios." ¿Por qué sufrió la cruz Cristo? El autor

inspirado de Hebreos nos dice que por el

gozo puesto delante de él sufrió la cruz

menospreciando el oprobio. Jesús anticipó el

gozo en el cielo, y por eso menospreció la

vergüenza de la cruz y la soportó gustosamente. El ganador de almas ha de

tener la misma sabiduría.

Yo sé muy bien que el camino del

ganador de almas, que yo he escogido y

cuyas recompensas busco, no me traerá la riqueza de este mundo. En algún tiempo

pensé que si ganaba muchas almas ganaría

la fama y el honor de los cristianos en todas

partes. ¡Ay! descubrí que eso no es cierto.

Las iglesias honran a los eruditos más que a

los ganadores de almas. En los directores,


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tribunales de denominaciones, el hombre

que puede levantar más dinero para las

escuelas y los hospitales es muchas veces más valorado que el que gana al borracho y

la ramera y los salva del infierno. La paga de

este mundo por el evangelismo personal no

es muy grande. Pero doy gracias a Dios que

yo he "posado largamente" como Moisés,

cuando condujo a los hijos de Israel de Egipto y no estuvo satisfecho de ser hijo de

la hija del Faraón; o como Pablo, quien cedió

su lugar como fariseo irreprensible, líder del

Sanedrín en Jerusalén, y se convirtió en el

despreciado, pero ganador de almas apóstol de los Gentiles. Moisés llevó cargas

insoportables. Pablo sufrió tanto que dijo: "Si en esta vida solamente esperamos en

Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres."

Ambos soportaron como viendo al invisible.

Ellos sabían que había vida después de la tumba, cuando el ganador de almas tendrá

su día de pago. "El que gana almas es

sabio", y habrá glorias y recompensas

eternas para el que tenga la sabiduría de

hacer volver a muchos a la justicia.


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Mis amigos cristianos, si el evangelismo

personal no parece que vale la pena, si el

costo parece demasiado grande, entonces los exhorto a tomar lecciones particulares del

verdadero Maestro, el Espíritu Santo, pues en 1 Corintios 2:14 nos dice: "Pero el

hombre natural no percibe las cosas que

son del Espíritu de Dios, porque para él

son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente." El Espíritu Santo puede

mostrar las cosas de Dios, puede mostrarle a

usted el valor de un alma y ayudarlo a ser

un ganador de almas. Por esta razón nunca

nadie gana almas sino por el poder del Espíritu Santo. No se deje engañar por la

sabiduría insensata de este mundo.

"Porque la Palabra de la cruz es locura a

los que se pierden; pero a los que se

salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.

"Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación."

(1 Corintios 1:18,21)


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Qué los que quieran ser sabios ganen

almas, y qué cuando el ganador de almas

escuche las palabras del Salvador: "Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel,

sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de

tú Señor." !Entonces el ganador de almas

apenas habrá comenzado a disfrutar las

recompensas eternas y los gloriosos

dividendos de sus inversiones. "El que gana almas es sabio"

Capítulo 2 EL METODO DE DIOS PARA GANAR

ALMAS

"Irá andando y llorando el que lleva la

preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas." (Salmo

126:6)

El asunto principal para todo cristiano es

ganar almas. La salvación de los pecadores

es lo que está más cerca al corazón de Dios.

Para ese propósito vino Cristo a la tierra, vivió, murió y resucitó. Ahora mismo los


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ángeles en el cielo se regocijan más por un

pecador que se arrepiente que por noventa y

nueve personas justas que no necesitan arrepentimiento. El evangelismo personal es

una cuestión de la eternidad. Uno siembra

ahora y recoge luego por todos los

interminables siglos de gloria, cuando uno

les da el evangelio a los pecadores.

¿Cómo puedo ganar almas? Esa debiera ser la preocupación principal de todo hijo de Dios. La Escritura dice: ". . .el que oye,

diga: Ven". Y la Gran Comisión ha sido

dada a todo cristiano para que vaya por todo

el mundo y haga discípulos.

La Biblia tiene mucho que decir sobre el evangelismo personal. Aquí en el Salmo

126:6, la manera de Dios para ganar almas

está descrita claramente. Una meditación

sobre este pasaje, dirigida por el Espíritu

Santo, debiera demostrar claramente el

método infalible de Dios en la salvación de las almas.

Este es un salmo de avivamiento: "Cuando Jehová hiciere volver la

cautividad de Sion, Seremos como los

que suenan. Entonces nuestra boca se


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Gran Comisión


llenará de risa, y nuestra lengua de

alabanza; entonces dirán entre las

naciones: Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres.

"Haz volver nuestra cautividad, oh

Jehová, como los arroyos del Neguev.

"Los que sembraron con lágrimas. con

regocijo segarán.

"Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con

regocijo, trayendo sus gavillas."

"Cuando Jehová hiciere volver la

cautividad de Sion, seremos como los que suenan." La cautividad referida debe ser la

cautividad en Babilonia. No conocemos

quien haya sido el autor de este salmo, pero

sabemos que fue inspirado por Dios. David

escribió muchos salmos. Salomón, Moisés,

Asaf y otros escribieron algunos también. El escritor inspirado aquí recuerda el feliz

avivamiento cuando el remanente bajo

Nehemías y Esdras regresaron de Babilonia

a reconstruir los muros de Jerusalén y el

Templo. Parecía demasiado hermoso para

ser verdad; era casi como un hermoso sueño


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que Dios volviera la cautividad de Sion.

Luego su boca se llenó de risa. No era

una risa frívola, sino la risa profunda, gozosa que arranca las lágrimas, y provoca

un grito de alabanza. Aun no me he soltado

en un incontrolable gritar en alabanza, pero

a veces he estado tan contento que no he

podido controlar la risa. Así debió haberse

sentido Sara cuando Dios le dio el prometido niño en su senectud y lo llamó Isaac:

"¡Risa!" Muchos de nosotros miramos hacia

atrás con una mezcla de gozo y añorando los

momentos de gran avivamiento y bendición,

cuando nuestras bocas se llenaban de risa y nuestras lenguas de cantos.

"Entonces dirán entre las naciones:

Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos;

estaremos alegres." Los incrédulos se

impresionaron con la maravillosa liberación

que Dios dio a su pueblo. Los verdaderos avivamientos, enviados del cielo, son así. Los

extraños saben cuándo Dios ha visitado a su

pueblo. Un gran movimiento de

arrepentimiento entre el pueblo de Dios, de

lágrimas, de restitución y reconciliación, producen una impresión profunda en la


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comunidad. Tal fue el avivamiento al que

aquí se refiere el salmista; y luego su

corazón clama a Dios para que les vuelva a enviar un avivamiento.

"Haz volver nuestra cautividad, oh

Jehová, como los arroyos del Neguev."

TENGA CUIDADO CON LA ESCLAVITUD

ESPIRITUAL

Existen otras cautividades peores que ser

llevado a Babilonia. Nuestras iglesias están

frías, nuestros corazones están fríos,

nuestras oraciones están frías. La Biblia se ha convertido en un libro sin vida. El

ministerio se ha convertido en una tarea sin

agradecimiento, una carga que hay que

llevar. Nuestros servicios son mero

formalismo, nuestros himnos carecen de

sentido. Sentimos la sequía asoladora de la mundanalidad. Nuestras almas anhelan un

respiro del cielo. Necesitamos una lluvia del

Espíritu Santo sobre el pueblo de Dios.

Somos llevados cautivos por nuestros

pecados y somos abrumados por el mundo en nuestro derredor. ¡Oh Dios, haz volver


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nuestra cautividad otra vez!

El salmista eleva una oración especial y

pide un gran avivamiento. Dice: "Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová,

como los arroyos del Neguev."

Probablemente tenga en mente el río Nilo,

que se eleva en el lago Tana en Etiopía, y

luego baja por los collados a las llanuras de

Egipto, donde cada año, hasta que fueron conquistados por la presa británica,

derramaba las riberas y regaba los llanos.

Regaba los valles y enriquecía el suelo con

grandes olas abrumadora agua irrefrenable.

¡Qué Dios envíe esa clase de avivamiento! Como dice el himno:

"Lluvias de gracia, Lluvias pedimos,

Señor.

Mándanos lluvias copiosas, Lluvias del

Consolador"

El salmista debió haber tenido en mente los

ríos Éufrates y Tigris, las grandes corrientes

que fluyen juntas y luego se transportan

majestuosamente hacia el sureste para descargar su potente cargamento en el Golfo


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Pérsico. Necesitamos orar por y esperar e

intentar tener avivamientos que sean tan

potentes como "los arroyos del Neguev." "Los que sembraron con lágrimas, con

regocijo segarán," dice la Escritura. Los

avivamientos y la salvación de las almas son

siempre asuntos relacionados con la siembra

y la cosecha. Cuesta ser un ganador de

almas. La salvación de las almas debería ser un asunto de la más profunda preocupación.

Si el ganador de almas está dispuesto a

sembrar con lágrimas, ciertamente podrá

segar con gozo.

En el versículo 6, tenemos un claro bosquejo del método de Dios para ganar almas y la

certeza de los resultados: "Irá andando y llorando el que lleva

la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas."

Analice ese versículo y encontrará las

siguientes cinco partes en el método de Dios para ganar almas: 1. "Irá andando" - El IR (ganar almas)

2. "Y llorando" - El CORAZÓN QUEBRANTADO (en ganar almas)

3. "El que lleva la preciosa semilla" - La


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PALABRA DE DIOS

4. "Más volverá a venir. . . " - La CERTEZA DE LOS RESULTADOS con el método de

Dios. 5. "Con regocijo - trayendo sus gavillas" - El GOZO DE LOS QUE SIEGAN, o la

recompensa del ganador de almas.

EL IR EN GANAR ALMAS

La Palabra de Dios pone el "ir" como el

primer requisito en ganar almas. Como en la

Gran Comisión, cuando Cristo dijo: "Id por

todo el mundo" (Marcos 16:15), y luego:

"Por tanto, Id" (Mateo 28:19). La razón principal por la que los cristianos no ganan

almas es simplemente porque no se ocupan

de ello. El que gana almas es el que trata de

ganar almas, el que habla con los pecadores,

el que lo hace uno de sus asuntos.

Muchos tienen la impresión de que el mejor hombre o la mejor mujer es el mejor

ganador de almas; que el cristiano que tiene

los estándares morales más altos, paga sus

deudas, evita la mundanalidad, asiste a la

iglesia, diezmar, etc., automáticamente será


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el mejor ganador de almas; pero eso no es

cierto. Si fuera cierto, entonces todos los

fariseos hubieran sido muy buenos ganadores de almas, pero no lo fueron. Y

muchos cristianos en la actualidad oran,

leen la Biblia, asisten a la iglesia y observan

su vida diario con mucho cuidado, pero

nunca ganan un alma. Eso es trágico, pero

cierto. Con qué frecuencia en los avivamientos.

algún hermano o hermana se levanta a

testificar diciendo: "¡Quiero vivir una vida

cristiana tan consagrada que los pecadores

vean mi diario andar y sean salvos!" Lo cierto es que vivir una vida consagrada no

gana almas para Cristo. Esa no es la

manera que Dios ha señalado para que los

pecadores sean salvos. Vivir una vida

consagrada es importante, muy importante,

para el que quiere ser un ganador de almas, pero la primera condición para ganar almas,

señalada divinamente, es esta: ¡Levántese y

vaya en busca de pecadores!

Los ganadores de almas deben conocer la

Biblia, pero los mejores estudiantes de la Biblia no siempre son los mejores ganadores


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Gran Comisión


de almas. Muchas, muchas veces en los

avivamientos he notado que los predicadores

se sientan en los servicios, disfrutan el sermón, oran en público, y muestran un

interés activo, pero ganan muy pocos

pecadores para Cristo. El predicador

promedio no es un buen ganador de almas.

Pero en el mismo avivamiento he visto

muchas, muchas veces a algún joven, que no ha tenido mucho tiempo de convertido,

que no sabía mucho de la Biblia y tenía poco

tiempo para haber crecido mucho en las

virtudes cristianas; pero sin embargo,

persistente y fervientemente fue detrás de sus amigos hasta que ganó muchas más

almas que los predicadores. He visto

jovencitas de quince años ganar más almas

en un avivamiento que medio docena de

sinceros predicadores, y la razón ha sido que

ella simplemente obedeció el mandamiento de las Escrituras de ir en pos de los que se

había perdido. Si usted quiere ser un

ganador de almas, ¡lo primero que tiene que

hacer es "ir"!

He conocido madres y padres que han visto a sus hijos crecer en un ambiente lleno


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de oración, lectura de la Biblia y una

enseñanza de moral, pero nunca, ni una

sola vez, con amor han persistentemente el asunto de hacer una decisión definida e

inmediata por Cristo. Entre los cientos de

pecadores con los que he tratado, ningún

caso es más triste que el de los hijos

inconversos de los ministros. Los jóvenes

me dicen como estaban acostumbrados a la oración familiar en la casa y como creyeron

con todo su corazón en la sinceridad de la fe

de su papá y mamá; pero parece que papá y

mamá nunca fueron en pos de sus hijos

para que tomaran una decisión por Cristo definitiva e inmediata. No existe un

sustituto posible para el "ir" ganar almas.

Sin duda alguna que el apóstol Pablo fue el

más grande de todos los apóstoles, pero su

grandeza consistía, más que nada, creo yo,

en que, como él mismo lo dijo: "en trabajos más abundantes."

No entretenga la idea que ganar almas es

cuestión de talento. La gente no gana almas

porque tengan estudios, o porque por

naturaleza estén equipados para ello, por su personalidad atractiva, o cualquier otra


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razón. Los cristianos que ganan más almas

son aquellos que persistentemente y con la

mayor renunciación van en busca de los pecadores.

Tenemos que darnos cuenta que no se

gana almas en el poder ni en la sabiduría

humanos. Se necesita el poder del Espíritu

Santo para convencer y convertir un pecador. Pero recuerde que Cristo dijo: "Id .

. ., y he aquí yo estoy con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo

28:19-20). Quien tiene un corazón

obediente para ocuparse de los negocios de

su Señor, obedeciendo su claro mandato de

ganar almas, es quien probablemente tendrá el poder del Espíritu Santo sobre sí,

el poder para ganar almas. El primer requisito de Dios para ganar almas es IR.

Aquel que ha de ganar almas debe estar

listo "a tiempo y fuera de tiempo" (2 Tim

4:2). El mejor ganador de almas es aquel que va cuando es placentero y cuando no lo es. "Dichosos vosotros los que sembráis

junto a todas las aguas" (Isa. 32:20). Esa

es otra manera de decir: "Dichoso el

ganador de almas que trata de alcanzar a


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todos los pecadores posibles." Otra vez: "El

que al viento observa, no sembrará; y el

que mira a las nubes, no segará." (Ecle. 11:4). Quizá usted piense que no sabe

suficientes pasajes de la Escritura para

ganar almas, pero en unos cuanto minutos

usted puede aprender Juan 3:16, y ese

versículo ha guiado a miles de conversiones.

¡Apréndalo y vaya! Quizá usted se sienta que no sabe qué decir. Pídale a Dios que le

dé el mensaje y vaya !Quizá usted no sepa

con quien ir primero, pero si en obediencia

amorosa usted va, el Espíritu Santo dirigirá

sus pasos y sus palabras. Aquel que: "Irá andando" es el que ganará almas.

Es triste que en los últimos años de la

guerra entre los estados [americanos], un

granjero fue reclutado en el ejército

confederado. Ni siquiera conocía el manual

de prácticas. No sabía cómo llevar el paso al marchar, ni cómo saludar. No conocía

ninguno de los toques de corneta. Pero trajo

su rifle para cazar ardillas y cuando se dio la

orden de atacar, atacó las filas yanquis,

uniéndose al grito de los rebeldes. No obstante, los confederados de casacas grises


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fueron superados en número y puestos

pronto en retirada. La corneta tocó la

retirada y la endeble fila gris se retiró a terreno más seguro. Cuando los abatidos

soldados curaban sus heridos, preparaban

su campamento y levantaban sus parapetos

a la caída de la tarde, uno dijo: "Pobre Jim.

¡O lo mataron, o se lo llevaron prisionero en

su primer batalla! ¡Qué lástima que no se sabía toque de retirada de corneta y fue a

dar justo en el nido de los yanquis." Pero al

anochecer, vieron a dos muy cansados que

venían bajando el cerro. El de adelante

llevaba un uniforme azul y el de atrás uno gris. ¡Alguien ha tomado un prisionero! Al

ver el campamento, presionó más a su

prisionero con la bayoneta y alguien gritó:

"¡Es Jim, es Jim! ¡Jim trae un prisionero!

¡Dónde lo encontraste, Jim?" El granjero

recluta, molesto porque creía que todos lo habían desertado en la primer batalla, dijo:

"¿Qué dónde lo encontré? ¡El bosque está

lleno de ellos! ¿Por qué no vas y te traes uno

tú también? Y así el mundo está lleno de

pecadores, y usted puede llevarlo vivos a Cristo, si tan sólo va en pos de ellos.


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Mi amado amigo cristiano, cerca de

usted, en alguna parte, hay una pobre alma

perdida; alguien que lo escuchará, alguien que lleva una carga, alguien que reconoce su

necesidad de Cristo. Esa alma no es salva

porque nadie ha ido a darle el mensaje de

salvación. El primer mandato de Dios al ganador de almas es "ID." El que va

andando es el que vuelve con regocijo trayendo sus gavillas llenas. Si usted desea

ser un ganador de almas, entonces

dedíquese a la sagrada tarea de ir en pos de

pecadores. También son necesarias otras

cosas, pero ésta es la más necesaria. Si

usted desea llegar a ser un gran ganador de almas, entonces debe ir andando.

EL CORAZÓN QUEBRANTADO EN GANAR ALMAS

"Irá andando y llorando," dice el salmista,

más volverá con regocijo trayendo sus gavillas. Sin duda alguna ésta es otro

aspecto esencial para ganar almas. Si ir

andando es el primer requisito para ser

ganador de almas, quizá entonces ir

involucra un corazón quebrantado. Si nos


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preocupa cómo debería, entonces iremos. El

corazón quebrantado es lo que nos hará ir.

Es increíble que tengamos tan pocas lágrimas cuando hay tanto por lo cual llorar.

¿Alguna vez se ha sentido la compasión que

tuvo Jesús cuando vio la multitud? ¿Alguna

vez ha experimentado lo que había en Su

corazón cuando lloró por Jerusalén, y dijo: - "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los

profetas, y apedreas a los que te son

enviados! ¿Cuántas veces quise juntar a

tus hijos como la gallina junta a sus

polluelos debajo de sus alas, y no quisiste!" El amor del pastor por las ovejas

perdidas, la tierna compasión del padre por su hijo pródigo, ejemplifican el corazón

quebrantado de Dios y de Cristo por los

pecadores. Si vamos a ganar almas como

deberíamos, debemos ir llorando.

Algunas veces los pecadores se

avergüenzan de llorar; y la mayoría de las veces nuestros corazones están demasiado

fríos para llorar por los pecadores. No fue

así con Pablo. A los ancianos reunidos en

Éfeso, Pablo les vehementemente les dijo: "Por tanto, velad, acordándoos que por


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tres años, de noche y de día, no he

cesado de amonestar con lágrimas a cada uno" (Hechos 20:31). Pablo previno a

los pecadores de día y de noche. En el versículo 20 del mismo capítulo, declara que

enseñó "públicamente y por las casas."

Pablo salió a ganar almas públicamente y

casa por casa, de día y de noche. El aplicó el "IR" en ganar almas. Pero más que todo,

lo hizo con lágrimas. Los que siembran con

lágrimas siegan con regocijo, y el que va

andando y llorando volverá con regocijo

trayendo sus gavillas.

A menudo me admiro de la callosidad de

mi propio corazón. Cuán extrañamente nos absorbemos en las cosas que nos rodean

hasta que tenemos poca preocupación

porque las almas sean eternamente

bendecidas o eternamente atormentadas!

Te importaría que a un amigo

Que te encontraste en tu diario andar Nunca se le hablara de Cristo?

¿Estarías dispuesto a que él

El día del juicio dijera:

`Nunca nadie me habló de Cristo'?"


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Cuando comencé a predicar, recuerdo

como lloraba desde el principio hasta el final

de mis sermones. Me avergonzaba por ello. Esto era completamente diferente a los

debates en la universidad, al discurso de

graduación y otros discursos públicos a los

que estaba acostumbrado. Las lágrimas

rodaban por mis mejillas casi

continuamente, y estaba tan quebrantado que a veces casi ni podía hablar. Luego me

empecé a avergonzar de mis lágrimas y quise

hablar más lógicamente. Según recuerdo, le

pedí al Señor que me ayudara a controlarme

más al predicar. Mis lágrimas pronto desaparecieron, y me di cuenta que lo único

que me quedaba era el puro bagazo de mi

predicación. Luego empecé a pedirle al

Señor otra vez un corazón quebrantado, la

carga, aunque ellos significara las lágrimas

en público y una voz temblorosa, Hoy en día siento la misma necesidad. Los predicadores deberíamos clamar como Jeremías: "¡Oh si

mi cabeza se hiciese aguas, y mis ojos

fuentes de lágrimas, para que llore día y

noche los muertos de la hija de mi pueblo!" (Jer. 9:1).


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El que gana almas personalmente

necesita un corazón quebrantado. El

pecador frío y encallecido puede, y quizá lo haga, tener una respuesta para todos sus

argumentos y súplicas, pero no tendrá nada

que decir contra las lágrimas. Si usted tiene

una compasión santa que venga de Dios,

producida por el Espíritu Santo en su

corazón, hasta que las lágrimas rueden por su rostro al hablar con los pecadores, tendrá

una atracción de imán que jalará del

corazón del más frío y duro de los pecadores.

Después de todo, nada lo vindicará a usted y

su mensaje más que un amor como el que Cristo tenía por los pecadores. No es difícil

creer que Dios amó tanto al mundo, que dio

a su único Hijo. Si los que lo decimos

tuviéramos el mismo amor que transforme

nuestro ruego y nos de la urgencia en

nuestro mensaje. ¡Qué Dios nos de lágrimas!

Le Preocupan los que Perecen?

Después de todo, hablando humanamente, debe haber una multitud de personas no


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salvas porque nadie se ha preocupado por

ellas especialmente. Muchos hombres han

sentido en su corazón el clamor del salmista: "A nadie le importa mi alma!" Un

estudiante de último año de la universidad

me dijo llorando, inmediatamente después

que lo gané para Cristo: "A nadie parecía

importarle si era salvo o no" Es una de las

quejas principales de los pecadores y los que se alejan del Señor contra nuestras iglesias

modernas, que cuando van a la iglesia a

nadie parece importarle, nadie los saluda, ni

a nadie parece darle gusto verlos.

Un jovencito de diecisiete años de Waxahchie, Texas, le dijo a mi esposa que

nadie jamás en toda su vida le había

hablado sobre cómo ser cristiano. Sus

padres eran miembros de una iglesia, él

seguido asistía a la escuela dominical y las

reuniones evangelistas y cultos de avivamiento, y sin embargo, nadie lo movió a

confiar en Cristo para ser salvo. Por seguro,

no había a quien le importara mucho.

Hace algunos años yo vivía en Ft. Worth

en Seminary Hill, y ese era mi centro de operaciones como evangelista. En el


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Seminario Teológica Bautista Southwestern

ubicado allí, fue de donde obtuve mi

preparación. Mi esposa y yo a menudo asistíamos a la Iglesia Bautista de Seminary

Hill (hoy Iglesia Bautista Gambrell Street).

Mi esposa iba a la clase para señoras que

daba la Hna. Scarborough, excelente

maestra, cuyo distinguido esposo ha sido el

presidente del seminario por muchos años. Él es un gran ganador de almas, un celoso

hombre de Dios, y su esposa es una muy

buena cristiana. En esa clase había una

mujer inconversa. Mi esposa se empezó a

preocupar por ella y me dijo un día: "¿No quieres ir conmigo a ver a esta señora para

tratar de ganarla?" Le dije que sí, pero con

gran aprehensión. La señora inconversa

vivía rodeada de predicadores. El vecino de

al lado era predicador, creo; y al otro lado

vivía un cristiano que trabajaba en una escuela cristiana. A tres o cuatro casas vivía

el presidente del seminario. Yo no vivía muy

lejos, ni muchos otros predicadores. Esta

señora había estado yendo a los servicios.

Yo pensé que de segura que ella ya estaría dura hacia el evangelio. Me parecía a mí que


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ya había sido abordada muchas, muchas

veces sobre la condición de su alma en esa

cálida atmósfera evangelista. Con cierto temor, nos preparamos para ir a visitarla y

tratar de ganarla para Cristo. Mi esposa

consiguió a una señora para que se quedara

con los niños toda la tarde, y después de

orar salimos a visitar a aquella mujer, listos

para una larga y dura batalla para ganarla para Cristo.

Nos recibió en la puerta con una

amigable sonrisa. Parecía contenta de que

la viniéramos a visitar. Somos tan cobardes

a menudo cuando vamos a hablar de Cristo, y esa tarde miraba en mi derredor para

encontrar un tema de conversación que

gradualmente me llevara al asunto de la

salvación. Sobre la mesa vi una pequeña

Biblia, así que comencé a hablar de ella. Ella

dijo: "Sí, mi madre me la regaló la Navidad pasada." Luego yo dije: "Tengo entendido

que usted no es cristiana. ¿No sería algo

muy bueno que usted fuera cristiana, para

que usted y su esposo lean la Biblia juntos

todas las noches?" Su rostro se ensombreció al decir: "No somos cristianos,


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pero sí leemos la Biblia todas las noches.

Todas las noches desde la Navidad pasada

hemos leído un capítulo de esta Biblia nueva."

Me sentí un tanto contrariado y

confundido, así que comencé otra vez, y dije:

"Pero si fuera cristiana, cuando lean la

Biblia usted y esposo podrían arrodillarse

juntos y orar, y pedirle a Dios que los bendiga y los dirija y los guarde con bien

durante la noche. No sería bueno ser

cristiana y tener oración familiar?"

Sus labios temblaron. Lágrimas

asomaron a sus ojos al decir: "No soy cristiana, pero sí oramos. Todas las noches

mi esposo y yo leemos un capítulo de la

Biblia, y luego nos arrodillamos para orar."

Ya no sabía qué decir. Tenía frente a mí

a una mujer, a quien yo consideraba que

estaría endurecida hacia el evangelio. Yo suponía que ella muchísimas veces habría

rechazado al Salvador. Viviendo entre

cristianos y obreros de tiempo completo, yo

pensaba que de seguro ella debió haber sido

motivada muchas veces para confiar en Cristo. Pero en vez de haberse endurecido,


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ella y su esposo estaban leyendo la Biblia y

orando todos los días. Pero aun así, ella

estaba llorando. Así que dejé a un lado todas las argucias y directamente le

pregunté: "¿Entonces por qué ha rechazado

a Cristo? ¿Por qué no se hace cristiana?

Entre sollozos contestó: "¡Quiero ser

cristiana, pero no sé cómo hacerlo!"

Mi corazón fue conmovido. Para vergüenza mía, me encontré que aquí

mismo, unas cuantas cuadras de mi casa,

había una mujer que leía la Biblia todos los

días y oraba y estaba tratando de encontrar

a Dios. En su derredor había predicadores con sus esposas, y otros obreros cristianos

de tiempo completo consagrados como

cantantes, trabajadores en la educación y

misioneros. Todos estábamos tan ocupados

en nuestros propios asuntos y nunca

tomamos tiempo para decirle a esta mujer perdida cómo ser salva.

Tomé la Biblia nueva y dije: "Bien, ¡qué

Dios la bendiga! usted va a saber ahora

cómo ser salva." Abrí al tercer capítulo de

Juan y leí la maravillosa historia de cómo debemos nacer de nuevo, cómo Dios ama a


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los pecadores, y cómo aquellos que creen en

Cristo tienen vida eterna y nunca perecerán.

En cinco minutos ella ya era una cristiana feliz que se regocijaba.

Este incidente ha regresado a mi mente

muchas veces para recordarme esta

pregunta: "Realmente le importan a usted

los pecadores?" Somos tan profesionales,

tan formales, que dejamos que mucha gente en nuestro derredor se vaya al infierno

porque realmente no nos importa. Si

tuviéramos un corazón quebrantado por los

pecadores como lo tuvo nuestro querido

Salvador, si fuéramos andando y llorando para encontrar a los que necesitan al

Salvador, nos sentiríamos responsables por

los perdidos. Muchos son indiferentes y

están endurecidos de corazón. A muchos no

les interesa hablar de su triste condición,

que están perdidos, y de que Cristo Jesús es su medicina. Pero si vamos con lágrimas y

corazones llenos de amor tierno por los

pecadores por los que Cristo murió,

encontraremos a los que pueden ser salvos y

deben ser salvos. Qué vergonzoso será para muchos


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cristianos, cuando escuchen el doloroso

clamor de pecadores condenados en el juicio

de Dios, cuando digan: "¡Nadie se preocupó por mi alma!" Yo sé que todos los que

rechazan a Cristo son pecadores perversos y

están sin excusa. Los hombres deben

buscar al Salvador y encontrarlo, pues no

está lejos de los corazones arrepentidos.

Pero también sé que todo cristiano que no ame ni busque a los pecadores está sin

excusa. Es desleal a su Salvador,

malagradecido por su propia salvación, y

desobediente a la Gran Comisión que Dios le

dio. ¡Qué Dios nos de corazones quebrantados, tierno, y ojos con lágrimas, al

salir a ganar almas.

Nada en este mundo reemplazará las

lágrimas. Las lágrimas tocan el corazón de Dios. Dios le dijo a Ezequías: "He oído tu

oración, y visto tus lágrimas; he aquí que yo añado a tus días quince años" (Isa.

38:5). Si las lágrimas tocan el corazón de

Dios, podemos estar seguros que ellas

también penetran en los corazones humanos

más endurecidos. Nada prueba más la

sinceridad del ganador de almas como el


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corazón quebrantado, su preocupación

acompañada de lágrimas. Muy bien lo sé,

que hay una diferencia en mi predicación cuando Dios me da una compasión celestial

por los pecadores, hasta que ya no puedo

contener las lágrimas; hasta que gimo por

los pecadores en la más tierna ansiedad con

corazón quebrantado. El hombre que va

"andando y llorando," como dice la Escritura, es el que vendrá con regocijo

trayendo sus gavillas. El corazón

quebrantado es indispensable para el

ganador de almas. Si usted no tiene un

corazón quebrantado, un corazón tierno, una carga por los pecadores y lágrimas por

su condición de perdidos, entonces le

sugiero que espere delante de Dios, hasta

que el Espíritu Santo le dé una inquietud

cristiana, un corazón como de pastor que va

en busca de los perdidos. Espere delante del Señor, hasta que le de las lágrimas de Su

amor ilimitado, que abarca a todo el mundo,

¡corazón quebrantado por los pecadores!

LA PALABRA DE DIOS EN GANAR ALMAS


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El ganador de almas no solamente debe ir

llorando, sino "llevando la preciosa

semilla." El Salvador en la parábola del sembrador nos dice: "La semilla es la

Palabra de Dios" (Lucas 8:11). Esta es la

preciosa semilla que el ganador de almas

debe llevar, si va a regresar con sus gavillas.

Qué importante es que llevemos la buena

semilla, la única semilla que tiene el poder divino para brotar en el corazón humano con

el fruto de la salvación! El que será ganador

de almas debe conocer con anterioridad que

no puede ganar almas con humana

sabiduría, o influencia divina, con atractivo personal, o tacto personal. No va a reformar

a los hombres, sino a salvarlos. La

reformación se puede efectuar sin que

intervenga lo sobrenatural, el acto divino en

el corazón. Se ha sabido de hombres que

han dejado de beber, de maldecir, y hasta han dejado carreras de crimen, bajo la

influencia temporal de un fuerte

temperamento o una buena vida. Pero debo

recordarles que eso no es salvación. A

menos que haya un cambio sobrenatural en el corazón, una regeneración, un nuevo


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nacimiento, el pecador todavía será pecador,

uno que rechaza a Cristo, un rebelde en

contra de Dios, justamente condenado al infierno. Acéptelo ahora, querido ganador de

almas, usted tiene que tener ayuda del cielo en la tarea de salvar pecadores. "Porque las

armas de nuestra milicia no son

carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas" (2 Cor 10:4).

Uno debe tomar armas sobrenaturales para

esta lucha, una semilla sobrenatural para

esta siembra. Uno debe tomar la viviente Palabra de Dios sobrenatural. "La Palabra

de Dios es viva y eficaz, y más cortante

que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las

coyunturas y los tuétanos, y discierne los

pensamientos y las intenciones del corazón" (Heb 4:12). Recuerda la palabra

de Dios a Jeremías: "¿No es mi palabra

como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? (Jer 23:29).

Dependa de la Palabra de Dios para

producir convicción. Usted no puede

ganarse discusiones al pecador. No dependa

de argumentos profundos y elaborados.


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Ponga su dependencia en la filosa Palabra de

Dios. Esta es semilla santa y dentro de cada

versículo hay germen para vida eterna. El ganador de almas debe tener confianza en la

Palabra de Dios. Es inspirado por Dios. Es

eternamente correcta. La Palabra de Dios

revela la condición de cada pecador.

Muestra el amor de Dios. Sus promesas son

tan fieles que la fe viene por el oír la Palabra de Dios. Si usted va andando y llorando,

sembrando la semilla, usted puede esperar

una cosecha bendecida.

El ganador de almas debe aprender de

memoria muchísimas versículos. Debe saturarse del mensaje de la Palabra de Dios.

Debe hablar en términos bíblicos. Debe

rendirse al Espíritu Santo quien es el autor

de la Palabra. Cuando el Espíritu empuña

la Espada del Espíritu, se logra una

grandiosa obra. A veces, alguna esposa ha dicho: "Oh

hermano Rice, ojalá que usted pueda decir

algo que toque el corazón de mi marido." No

creamos que las ilustraciones, la lógica, los

himnos o los poemas van a ganar las almas. Estos son útiles y bendecidos por Dios


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solamente cuando llevan la Palabra, y

cuando iluminan el entendimiento de la

Palabra de Dios. Bienaventurado el ganador de almas que cita las Escrituras, o mejor

aún, que señala un pasaje apropiado a un

pecador y deja que lo lea. Hay pasajes para

cada situación, y los ganadores de almas

bien preparados, dirigidos por el Espíritu

Santo, utilizarán la Palabra de Dios con muy grandes efectos.

Una ocasión en nuestra casa, un grupo

se puso de acuerdo para orar mientras otra

señorita iba a tratar de ganar a su amiga

para Cristo. Oramos hasta que estuvimos seguros que Dios nos había escuchado, y

luego fui a buscar esas señoritas: a la

ganadora de almas y a su amiga. Cuando las

encontré, la señorita inconversa estaba

parada a la puerta de la cocina viendo Juan

5:24 en un Nuevo Testamento que la otra señorita le había puesto frente a su cara.

Cuando al fin se dio cuenta que con solo

recibir a Cristo ella podía tener vida eterna y

nunca perderla, la amable joven dijo: "¡Oh, no sabía que eso estaba en la Biblia, no


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sabía que fuera tan fácil!" Con lágrimas,

puso su confianza en Cristo y todos nos

regocijamos con ella. La palabra de Dios hizo la obra. Querido ganador de almas, al

ir andando y llorando por los pecadores,

lleve la preciosa Palabra de Dios. Es la

semilla, el poder de Dios para salvación a

todo aquel que cree.

LA CERTEZA DE LOS RESULTADOS

La Escritura dice: "Irá andando y llorando

el que lleva la preciosa semilla; mas

volverá a venir con regocijo trayendo sus gavillas." Existe una certeza de los

resultados cuando uno va de la manera que

Dios manda. Los planes de Dios son

infalibles. Cualquiera puede ser ganador de

almas en el mundo, si está dispuesto a ir de

la manera que Dios ha establecido en su

Palabra. Yo sé que uno no gana para Cristo a todo

pecador que le habla. Uno a veces tiene que

rogarle a diez pecadores para ganar a uno, o

a cien para ganar a diez, o a mil para ganar

a cien. Cuando el sembrador, del que Cristo


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habló, salió a sembrar, parte de la semilla

cayó al lado del camino y fue recogida por

las aves antes que florecieran. Sé que muchos pecadores nunca querrán escuchar

seriamente el evangelio. Satanás arrebata la

semilla del corazón antes de que tenga

tiempo para arraigarse. Otra parte de la

semilla cayó en las piedras. Algunos

corazones son demasiado duros, parece, para que la Palabra de Dios eche raíces

permanentes en ellos. En otros casos tristes

donde la gente recibe la Palabra es ahogada

por los afanes de este mundo y el engaño de

las riquezas que no produce fruto para perfección. No debemos esperar que todos

los pecadores con los que hablamos serán

salvos; pero gracias a Dios, parte de la

semilla caerá en buena tierra y llevará fruto

a treinta, a sesenta y hasta ciento por uno.

¿Alguna vez ha sembrado usted maíz en un campo? Si es así, usted habrá plantado

dos, tres, o hasta cuatro granos de maíz en

cada montículo. No se deben depositar

demasiados granos en cada montículo, pero

como el cuervo se llevará un grano, y la larva otro, y otros no van a brotar, uno debe


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utilizar más maíz del que espera uno que

producirá fruto completo. Los que plantan

algodón siembran la semilla en montoncitos abultados en fila, y cuando brota se reduce a

una cantidad deseable. No toda la semilla

llega a ser fruto maduro, pero el que usa

suficiente buena semilla es el que obtiene

buena cosecha.

El ganador de almas debe saber con anticipación que tendrá desilusiones. Nunca ganará a todo mundo para Cristo. "Ancha

es la puerta, y espacioso el camino que

lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella" (Mat 7:13). Más

serán los que se pierdan que los que se salven. Nunca lograremos que todo el

mundo se convierta, pero el ganador de

almas que va andando y llorando, llevando

la preciosa semilla, va a poder arrebatar

algunas ramas antes de que se quemen.

Volverá trayendo sus gavillas. Si usted va en pos de la gente, encontrará

que algunos no estarán en casa, otros no

escucharan. Mil obstáculos impedirán la

consumación de su propósito. Pero en una

familia nueva que se haya mudado,


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encontrará que habrá un miembro que no

sea salvo. En donde alguien no lo escuche,

encontrará a otro deseoso de escuchar el mensaje. Quizá deba usted de volverse de

los ricos a los pobres, de los alegres a los

tristes, hasta poder encontrar un auditorio

dispuesto para su mensaje. Puede ser que

usted tenga que volverse de sus propios

seres queridos y sus familiares inconversos para encontrarse con un extraño. Si los de

su derredor no lo escuchan, quizá tenga que

ir a aquellos en los hospitales y las cárceles.

Pero usted puede estar seguro que el que va

andando y llorando, llevando la preciosa semilla, seguramente volverá con almas. Se

necesita ir, se necesita un corazón

quebrantado, se necesita la Palabra de Dios

que produce vida, pero esta combinación

nunca falla.

"Aunque haga sol y aunque haga

sombra,

siempre sembraremos con gran devoción;

Y allá veremos fruto del trabajo:

Almas disfrutando eterna redención." (2) El Gozo del Ganador de Almas


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Cuando uno va andando y llorando, llevando

la preciosa semilla y regresa con sus gavillas, qué apropiada es aquella sentencia

divinamente inspirada que dice: "volverá

con regocijo, trayendo sus gavillas."

No hay gozo como el gozo del ganador de

almas. El pastor que regresa a casa con la oveja perdida, "llama a sus amigos y

vecinos, y les dice: "regocijaos conmigo;

porque he encontrado la oveja que se me había perdido." La mujer que perdió una

moneda de plata y la encontró: "llama a

sus amigos y sus vecinos y les dice:

Regocijaos conmigo; porque he encontrado la moneda que había perdido". Y cuando el hijo pródigo regresó a

su padre, mataron al becerro gordo y la casa

se llenó de regocijo y fiesta por el hijo que "muerto era, y ha revivido; se había

perdido, y es hallado." Y así se nos dice que "hay gozo delante

de los ángeles del cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y

nueve justos que no necesitan arrepentimiento"; además: "Así os digo


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que hay más gozo delante de los ángeles

de Dios por un pecador que se arrepiente." Es justo que aquellos que

siembran con lágrimas sieguen con regocijo, y así, cuando uno comparte el corazón

compasivo del Salvador, Dios nos permite

compartir también, el gozo que hay delante

de los ángeles. Era el gozo del ganador de

almas que tuvo Cristo en mente cuando estuvo dispuesto a morir por los pecadores. El cual "por el gozo puesto delante de Él,

sufrió la cruz, menospreciando el oprobio" (Heb 12:2). Estaba pensando en el

gozo de la siega.

En el maravilloso capítulo cincuenta y tres de Isaías, en dónde se nos dice que

Jesús llevó nuestras iniquidades y por su

llaga fuimos curados, porque derramó su

alma hasta la muerte, también se nos dice que "verá el fruto de la aflicción de su

alma, y quedará satisfecho." Por lo tanto,

el Señor Jesucristo vendrá con regocijo, trayendo sus gavillas, y todos los que han

tenido parte en la siembra y en el llanto, se

regocijarán con él, "cuando los santos

marchen ya." Cuando "muchos vendrán del


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oriente y del poniente, y se sentarán con

Abraham, con Isaac, y con Jacobo, en el

reino de los cielos," ¡qué tiempo de regocijo será ese para todos los que llevaron la

preciosa semilla y la regaron con sus

lágrimas!

Otros reciben la fama y los aplausos de

este mundo. Que el Congreso haga las

leyes, y el presidente modifique la Constitución, y que los vulgares e inmorales

artistas de cine tenga la atención de la

prensa nacional, pero cuando el ganador de

almas que salió en pos de los pecadores y

lloró por ellos, y plantó en sus corazones la Palabra de Dios; cuando el ganador de almas

regrese con el ebrio ya convertido y sobrio, o

con la ramera ya purificada y limpia, o con

el pequeñito transformado en hijo de Dios

por haber nacido de nuevo, el ganador de

almas habrá tenido la mejor parte del negocio! Y si podemos percibir destellos del

gozo aquí en medio de nuestro llanto, ¡oh,

qué gozosa cosecha cuando el Salvador

venga y reúna sus joyas, y veamos por

primera vez la plenitud de nuestra siega! El ganador de almas debe detenerse a


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observar por un largo tiempo, y por fe,

anhelar el feliz momento cuando se le

pagará al ciento por uno por sus lágrimas, sus tristezas, y por haberse negado a sí

mismo.

Cristiano, si usted está derrotado,

descontento, infeliz; si usted ha perdido el

gozo del Señor y no disfruta la oración y la

Biblia y el servicio cristiano como antes lo hacía, entonces lo que necesita hacer es

entregarse a sí mismo en una santa

renunciación para ir detrás de los pecadores,

llorando, llevando la preciosa semilla.

Cuando regrese, ciertamente vendrá, como lo dice la Escritura, trayendo con gozo sus

gavillas. El gozo perdido le será restaurado

al cristiano que gana almas.

Apenas esta semana me trajo el correo

una carta, con una copia de mi librito ¿Qué

debo Hacer para Ser Salvo? adjunto, y una hojita de decisión firmada. La persona que

firmó por haber recibido a Cristo como su

Salvador personal dice en su carta: "Este

panfleto me fue dado por el Sr. F.W.W., y me

insistió en que leyera cada palabra, lo cual hice." Y justo ahora estoy sintiendo el gozo


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del que he venido hablando por un pecador

que ha sido salvo. No hay gozo como el gozo

de venir con sus gavillas. Este es el método de Dios para ganar

almas, y estos son los resultados señalados

divinamente, así que pongamos en práctica

lo que dice el siguiente hermoso versículo:

"Irá andando y llorando el que lleva la

preciosa semilla, mas volverá con regocijo, trayendo sus gavillas."


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Capítulo 3 EL CORAZÓN COMPASIVO

"Los que sembraron con lágrimas, con

regocijo segaron" (Salmo 126:5)

Ponga atención a las siguientes extraordinarias palabras:

"¡Con lágrimas!" Las lágrimas de un

corazón quebrantado son el equipo necesario

para el ganador de almas. La certeza de

volver con regocijo depende, según las Sagradas Escrituras, de ir con lágrimas.

Hay otros requisitos para el que desea ser

pescador de hombres. Debe ir, llevando la

preciosa semilla, pero lo que a menudo falta

es el corazón quebrantado. Ciertamente,

quiero decir con todo denuedo que es el corazón quebrantado lo que hace que uno

vaya. El corazón quebrantado es el que

sembrará la semilla que producirá fruto. En

efecto, es el mismo corazón quebrantado que

hará que el regreso sea con regocijo. Hay gozo en la cesación del corazón quebrantado.

El corazón quebrantado y compasivo, el

espíritu contrito y humillado agrada a Dios,


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atrae al pecador, y logra el contacto entre

estos dos que resulta en el corazón

transformado y el alma salvada de un pecador, y trae honra al Salvador.

Vea el ejemplo de Cristo. Nunca hubo tal

ganador de hombres tan compasivo. El vio a la gente como ovejas sin pastor, y "tuvo

compasión de ellos". Lloró por Jerusalén.

Buscó a la mujer sorprendida en adulterio para perdonarla, y al publicano para hacer

de él un predicador. Su compasión le impedía probar alimento. El encontró "una

comida que comer, que vosotros no sabéis" en ganar almas. Su corazón

compasivo no lo dejaba dormir, porque era

menester que subiera a un monte solo a orar toda la noche, o levantarse muy de mañana

a orar por los perdidos. Su corazón

compasivo no lo dejaba ni aun morir, hasta

que el ladrón arrepentido en la cruz de al

lado fuera perdonado y ganado para él y para el cielo. El hijo pródigo era pecador, y

el padre perdonador, lleno de dolor, fue

como Cristo, él fue el pastor, y el pecador fue

el pobre corderito perdido, a merced del frío

y las bestias. Como el pastor busca la oveja


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hasta que la encuentra, la rescata, y se

regocija por ella, así Cristo con el pecador.

"Lo coronaron con espinas, Fue azotado con látigos;

Fue golpeado y clavado en una cruz.

Pero el dolor en su Corazón fue lo más

difícil de soportar,

El corazón que fue quebrantado por mí."

No os maravilléis, pues, de que cuando

murió en la cruz por los pecadores a quiénes

tanto amo, y lo soldados abrieron su costado

con la lanza, encontraron un corazón

literalmente quebrantado. ¡Oh, Salvador, enséñanos a amar a los pecadores, a llorar

por ellos, que nuestras almohadas nos

parezcan duras y la comida insípida -- y la

vida que no vale la pena vivirla, hasta que

ellos sean salvos! ¡Envíanos con compasión

y lágrimas a ganar a los perdidos! ¡Cómo lloró Pablo por los perdidos! Estas son sus palabras: "Acordándoos que

por tres años, de noche y de día, no he

cesado de amonestar con lágrimas a cada uno." De noche y de día. ¡De noche y

de día con lágrimas! Y además: "hermanos,


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ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación." Y otra vez: "Porque deseara yo mismo ser

anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes, según la carne." Apedreado, náufrago,

luchó a muerte con leones en el coliseo,

encarcelado en Filipos a media noche, con

su espalda sangrienta y pies encadenados, todo ello no pudo mitigar las lágrimas de

Pablo por los perdidos, ni distraer su

corazón compasivo hasta que fueran salvos.

Todos los grandes ganadores de hombres

han tenido corazones compasivos. Moody,

Spurgeon, Torrey y Finney tuvieron mucho mayor éxito en ganar almas que otros

predicadores, principalmente, si no es que

únicamente, por su compasión. Charles

Alexander lo mostró en su canto, John

Vassar, colportor bíblico, y distribuidor de

tratados, raro ganador de almas, tan raro, tenía esta compasión y casi nada de

habilidades personales para hacer su obra.

Nadie gana almas sin la compasión. El

predicador, el maestro, el cristiano en

general, hará bien en cultivar el corazón


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compasivo. Puede tener todo lo demás sin el

corazón quebrantado, pero no ganará, ni

podrá ganar a los perdidos para el Salvador que murió por ellos.

Había una vez un predicador en las

calles de un pueblo de Texas, quien en

forma extraordinaria derretía los corazones

de los hombres con su sencilla predicación

callejera. La gente lo escuchaba con placer, y no nos sorprendería saber que lo llamaban

el "José llorón". Yo no sé, ni quiero saber,

cuál era su otro nombre, pues ningún otro

nombre puede recordar tan bien las lágrimas

y oraciones, el corazón quebrantado, y el amor compasivo que Cristo tenía por el

mundo perdido. ¡Oh, Salvador, danos un

corazón quebrantado, para que yendo,

llorando, volvamos a traer con regocijo

nuestras valiosas gavillas!


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Capítulo 4 EL FUEGO DEL GANADOR DE ALMAS

"Porque cuantas veces hablo, doy voces,

grito: Violencia y destrucción; porque la

Palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No

me acordaré más de él, ni hablaré más

en su nombre; no obstante, había en mi

corazón como un fuego ardiente metido

en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude" (Jeremías 20:8-9)

El testimonio sobre el evangelismo personal

del hijo de Dios depende del fuego del cielo,

según enseñan las Escrituras una y otra vez.

Isaías se encontró a sí mismo

completamente incapaz de hablar en nombre de Dios, pues dijo: "¡Ay de mí! que soy

muerto; porque siendo hombre inmundo

de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos" (Isaías

6:5). Pero un serafín tomó un carbón

encendido del altar en el templo - fuego celestial - y tocó sus labios, y dijo: "He aquí


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que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado." Luego, Isaías

escuchó el llamado de Dios, y dijo: "Heme

aquí, envíame a mí." Nadie está listo para

predicador, o para testificar de Cristo, hasta

que haya sido tocado con fuego del cielo.

De Juan el Bautista, Cristo dijo: "Él era

antorcha que ardía y alumbraba" (Juan

5:35). Moisés fue llamado a su trabajo por

el Dios que le habló desde una zarza ardiendo, y esa zarza ardiente, que ardía,

pero no se consumía, es un tipo de los

profetas de Dios que han sido tocados por

un fuego sobrenatural de Dios. Fuego de

Dios descendió al Monte Carmelo en respuesta a la oración de Elías, y este fuego

celestial fue la señal para la gente que Elías

era el profeta de Dios y que su mensaje era

verdadero. La gente se postró sobre sus rostros y dijeron: "¡Jehová es el Dios,

Jehová es el Dios!" (1 Reyes 18:39) Los

ciento veinte discípulos que fueron llenos del Espíritu Santo en el Pentecostés tuvieron

lenguas visibles de fuego posándose sobre

ellos, símbolo del Espíritu Santo como el que


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da el poder y el que unge a su pueblo para

su servicio. El que ha de hablar por Cristo

necesita fuego del cielo. El llamamiento, la preparación, la pasión y el poder del ganador

de almas depende del fuego del Espíritu

Santo.

Cuántos predicadores han tenido la

experiencia de Jeremías? El clamó en

contra de la maldad de su tiempo, y advirtió sobre el juicio de Dios que irremisiblemente

vendría sobre Israel. Y fue por esa clase de

predicación que la gente se burló de, y

ridiculizó a, Jeremías. En Jeremías 20:8, él dice: "Porque cuantas veces hablo, doy

voces, grito: Violencia y destrucción; porque la Palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día." Él no

fue un predicador muy popular, ningún

predicador es popular si predica todo el consejo de Dios. Cristo dijo: "Ay de

vosotros cuando los hombres hablen bien de vosotros." Cuando despreciaron a

Cristo y estaban a punto de crucificarlo,

dijo a sus discípulas: "El discípulo no es más que su maestro."

La carga del ministerio es casi


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insoportable en ocasiones. Bajo los dardos

de fuego de la crítica que todo verdadero

predicador afronta, debe escoger entre tres opciones. Él puede ceder a sus principios,

bajar el tono de la predicación, utilizar

palabras más suaves; no hablar tanto del

pecado, ni del arrepentimiento, ni del juicio,

y continuar así en el ministerio sin el

continuo hostigamiento que fue la suerte de tales profetas de Dios como Jeremías, Elías y

Pablo. O puede el predicador renunciar a sí

mismo, como los mejores predicadores de la

Biblia lo hicieron, para soportar

maledicencia, el oprobio y la ridiculización de los pecadores impíos y de mundanos

miembros de iglesias, pero continúan

predicando fielmente. La tercera opción

posible es dejar el ministerio, y cientos de

predicadores lo han hecho, por no tener la

fortaleza para afrontar la oposición, pero sí teniendo suficiente conciencia y honradez

para entregar a Cristo a los enemigos y diluir

su mensaje.

Tal fue el caso de Jeremías quién decidió

abandonar el ministerio. En Jeremías 20:9, se nos dice: "Y dije: No me acordaré más


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de Él, ni hablaré más en su nombre."

JEREMÍAS DEJA EL MINISTERIO

Jeremías había profetizado que Judá debería ser llevado cautivo por sus pecados (Jer

18:15-17; 19:8,9; 20:4-6). Además,

Jeremías había sido un predicador puritano

"legalista", que insistió en la observación

estricta del día de reposo (Jer 17:19-27). La gente maquinó y dijo: "No atendamos a ninguna de sus palabras" (Jer 18:18).

Las profecías de Jeremías sobre la

destrucción y desolación de Jerusalén

hicieron que Pasur, un sacerdote y uno de

los líderes gobernantes de la casa de Jehová, se levantara. "Y azotó Pasur al profeta

Jeremías, y lo puso en el cepo que estaba

en la puerta superior de Benjamín, la cual conducía a la casa de Jehová" (Jer

20:2). Jeremías, como era un hombre

valiente de Dios, cuando lo soltaron de la

presión siguió predicando. Aunque después de los azotes en público y el haber sido

expuesto en el cepo, siguió tal burla de parte

de la gente que el corazón de Jeremías

finalmente fue quebrantado, y dijo en su


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corazón: "No me acordaré más de Él, ni

hablaré más en su nombre." Jeremías

decidió salir del ministerio.

No nos apresuremos a condenarlo. Él fue un hombre de alcurnia, sacerdote,

inteligente y con cultura. Esta era su

primera persecución. Poco debe

maravillarnos que decidiera ya no hablar en

nombre del Señor, y dejar que la gente siguiera su camino rumbo a la destrucción,

sin mayor amonestación, ya que no querían

escuchar su advertencia.

EL FUEGO EN LOS HUESOS DE JEREMÍAS

Pero cuando Jeremías decidió ya no hacer

mención de Jehová, ni hablar más en su

nombre, descubrió un volcán ardiente

dentro de sí, un fuego metido en sus huesos. Dijo: "No me acordaré más de Él, ni

hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego

ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude." Cuando dejó de

testificar del Señor, era como una corriente

reprimida dentro de él que tenía que


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reventar para poder salir, y dijo: "me cansé

de tratar de soportarlo, pero no pude."

Las circunstancias externas y su relación

con la gente lo tentaron para que dejara el ministerio; pero las circunstancias internas,

el fuego de Dios sobre él, no le permitían que

dejara de hablar en el nombre de Jehová.

No solamente Jeremías estaba en el

ministerio, sino que ¡el ministerio estaba en él! Era como el hombre de color que tenía al

cabrito de los cuernos y gritaba: "¡Alguien

ayúdeme a soltar este animal!" 1996

Hay demasiados predicadores que

pueden predicar o no, según les convenga.

Son como el "tomador moderado" que presume de poder tomar sólo lo que él

quiera. Hay muchos predicadores que van a

predicar si la paga es buena, pero no lo

hacen si no hay un trabajo. Cuando yo era

joven me admiraba de los predicadores del

campo, pastores de medio tiempo, contratados por mes en iglesias del campo,

que raramente iban a predicar a su propia

iglesia al quinto domingo del mes, porque no

habían sido "contratados" para esa semana.

Y por todo el país (EEU ) hay cientos y


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cientos de predicadores que no predican,

que dicen ser llamados por Dios para

predicar, y que con gusto aceptarían un puesto pagado en el ministerio, pero que

nunca predicarían en las calles, ni en las

cárceles, ni en los talleres o las fabricas;

nunca van de casa en casa haciendo obra de

evangelismo personal. Puede ser que no

haya suficientes trabajos bien pagados para todos los predicadores. Puede ser que todos

los que son llamados a predicar no puedan

predicar a congregaciones grandes y

entusiastas con el reconocimiento del

hombre; pero sí hay suficientes hombres que se mueren por oír el mensaje de cualquier

predicador que les cuente la historia de

Cristo y su redención. Es tan cierto en la

actualidad como lo fue en el tiempo de Cristo que: "La mies, a la verdad es mucha,

pero los obreros pocos." Es aun cierto que

debemos orar "al Señor de la mies que envíe obreros a su mies."

Hay en mi corazón una carga especial

por los ministros del Evangelio. El mayor

problema de las iglesias es el problema del

predicador. "De tal palo, tal astilla."


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Nuestros predicadores normalmente son

buenos hombres, a menudo, hombres

cultos, no egoístas, sacrificados, sinceros, pero eso no es suficiente. A los predicadores

les falta el fuego divino, una pasión como la

que tenía Cristo, el denuedo de Juan el

Bautista, la urgencia de Pablo, y la unción

con poder del Espíritu Santo que encienda

las iglesias de Dios. Les faltan las evidencias sobrenaturales que acompañaron

a los predicadores neo-testamentarios. Lo

milagroso, lo sobrenatural, es lo que le falta

a la vida del predicador promedio, y un

mensaje con resultados. ¡Dios tenga misericordia de nosotros! Lo que todos

nosotros necesitamos y debemos tener, si es

que vamos a agradar a Dios y a hacer su

obra eficazmente, es el fuego del cielo, el

fuego en nuestros huesos que tuvo

Jeremías. Hemos dependido de nuestra cultura y

aprendizaje, pero las escuelas y la literatura

no producen profetas como Jeremías.

Hemos dependido de las organizaciones y las

instituciones, pero ella no hacen descender el poder que bajó en el Pentecostés e hizo


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que 3,000 almas se convirtieran en un día.

Nuestras universidades y seminarios envían

predicadores, pero ¿los acompañan las mismas señales y prodigios como lo fueron

con Esteban y Saulo, quiénes fueron

enviados por el Espíritu Santo (Hechos

13:4), con un encargo milagroso y

sobrenatural, con instrucciones precisas que

les fueron enviadas después de oración y ayuno, con poder que obra milagros que

demostraban que eran del Señor? Mi

cristiano amigo, ¿ve usted alguna diferencia

en los resultados de su testimonio y el de los

santos del Nuevo Testamento que tenían el fuego del cielo ardiendo en sus huesos?

Ustedes diáconos que leen esto, o cualquier

otro oficial de la iglesia, ¿cómo se compara

su vida y su testimonio de evangelismo

personal con el de Esteban el mártir, o

Felipe que evangelizó Samaria? ¡Existe un "algo" santo, un ingrediente divino, una

energía sobrenatural, irresistible, que atrajo

y dirigió, llenó de pasión y de poder, a los

santos de los tiempos bíblicos, que a

nosotros, (Dios nos perdone), normalmente no tenemos! ¡Oh, que Dios nos lo mandara!


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Necesitamos que la Palabra de Dios arda en

nuestros corazones como el fuego en

nuestros huesos, que no podamos soportar.

La mayor parte de la así llamada "obra

cristiana" en la actualidad se hace con el

poder de la carne y no con el poder de Dios.

Dios mató a los hijos de Aarón, Nadab y

Abiú, porque ofrecieron fuego extraño, o sea, fuego común y corriente, no el encendido

divinamente, en el tabernáculo (Lev. 10:1,2).

Dios mató a Uza porque extendió su mano

no ungida para enderezar el arca de Dios (2

Sam. 6:6,7). El rey Uzías, que no era llamado al sacerdocio por Dios, se inmiscuyó

en esa santa labor para quemar incienso en

el templo, y por ello le vino lepra (2 Crón.

26:16-21). Y el ministerio de muchos

hombres en la actualidad está sin vida

porque el Señor se ha ido de ellos, aunque, como Sansón, no lo sepan. Y el evangelio

que predicamos a menudo tiene un vientre

estéril y senos secos; hijos e hijas no son

dados a luz en el Reino de Dios, y los santos

que mueren de hambre no están siendo alimentados. ¡Oh cómo necesitamos fuego


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del cielo!

El Llamamiento Divino

No creo que haya muchos predicadores; no,

no creo que haya suficientes. La Escritura claramente ordena: "El que oye, diga: Ven"

(Ap. 22:17). Y todo hijo de Dios nacido de

nuevo debería, como el endemoniado convertido de Gadara, ir a su casa, a sus

amigos y a la casa de su padre a decirles

cuán grandes cosas ha hecho Dios con él.

Necesitamos, no menos predicadores, sino

más, pues el mundo se muere y la mies se

está perdiendo. Debemos orar al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Las

madres deben entregar sus recién nacidos

para el ministerio, y los padres deben criar a

sus hijos con el cuidado y la amonestación

del Señor, anhelando y suplicando que Dios los use en su servicio. No hay demasiados

predicadores.

Pero hay demasiados predicadores que

predican sin el llamamiento divino, sin la

orden sobrenatural enviada del cielo. De

todo predicador, de todo maestro de Escuela


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Dominical, de todo ganador de almas, se

debería decir, como se dijo de Juan el

Bautista: "Hubo un hombre enviado de Dios, el cual

se llamaba _________."

Sabe usted por qué la Palabra de Dios

estaba en el corazón de Jeremías como un

fuego ardiente en sus huesos? (Lea

Jeremías 1:4-9): "Vino, pues, palabra de Jehová a mí,

diciendo:

"Antes que te formase en el vientre te

conocí, y antes que nacieses te

santifiqué, te di por profeta a las naciones.

"Y yo dije: Ah! ah, Señor Jehová! He aquí,

no sé hablar, porque soy niño.

"Y me dijo Jehová: "No digas: Soy un

niño; porque a todo lo que te envíe irás

tú, y dirás todo lo que te mande. "No temas delante de ellos, porque contigo

estoy para librarte, dice Jehová. "Y

extendió Jehová su mano y tocó mi boca,

y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca."


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Jeremías fue llamado a predicar antes de

nacer. Dios lo "santificó," lo "ordenó" como profeta a las naciones. Después, a su

debido tiempo la palabra de Jehová vino

diciéndole que tenía que predicar, y Dios

mismo descendió y tocó la boca de Jeremías. Dios le dijo: "He puesto mis palabras en tu

boca." Dios le prometió instrucciones

detalladas, liderazgo definido y preparación

diaria. Jeremías debía ir a donde fuera

enviado, y hablar lo que se le dijera; y Dios

le prometía librar a su profeta.

Si alguien que lea esto espera trabajar

para Dios con bendición, vuelva otra vez a tomar su Biblia y lea cómo Dios llamó a

Moisés, cómo llamó a Isaías, cómo llamó a

Eliseo, y cómo llamó a Saulo de Tarso. Lea

cómo Cristo llamó a los pescadores a dejar sus redes, y dijo: "Venid en pos de mí, y os

hará pescadores de hombres." Algunos de

ustedes han tenido este llamamiento de

Dios, algunos de ustedes saben que su

ministerio nunca fue su ministerio un

asunto humano, o de cuestión de tener

ganas de hacerlo. Necesitamos volver al


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comienzo otra vez, y dejar que Dios ponga

sus palabras en nuestras bocas y nuestros

corazones, y que ponga su fuego en nuestros huesos.

¿Recuerda usted algún rincón de suelo

santo donde necesitó quitarse su calzado

porque Dios le había hablado de una zarza

ardiendo? ¿Recuerda usted cuando el ángel

de Dios le habló, como a Gedeón, y el vellón primero estuvo húmedo y luego seco, para

probar que había sido llamado por Dios? ¿Pidió usted, como Gedeón, de "los

milagros de los que nos contaron nuestros padres", y recibió usted la

seguridad de que el poder de Dios que estuvo sobre los profetas de antaño estaría

otra vez sobre usted?

¿Recuerda usted la ocasión cuando Dios

lo levantó de entre el pecado, y puso un carbón ardiente en sus labios y dijo: "He

aquí, esto ha tocado tus labios; y tu iniquidad es quitada, y purgado tu pecado," como Dios le dijo a Isaías cuando

Dios lo llamó? ¿En alguna parte Dios lo

derribó a usted, y le dijo, como a Saulo: "Desde ahora eres enviado a los


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gentiles"? Alguna vez le ha dicho Cristo a

usted, como lo hizo a los once discípulos el día de su resurrección: "Como mi Padre me

ha enviado, así os envío yo," y ha soplado

el Espíritu Santo sobre usted, como cuando dijo: "Recibid al Espíritu Santo"? Los

ciento veinte se quedaron diez días en el

aposento alto hasta que viniera el día de

Pentecostés. ¿Ha esperado usted en Dios

hasta que reciba el poder para ser su testigo?, ¡Oh predicadores, oficiales de la

iglesia, maestros de Escuela Dominical,

ganadores de almas, cristianos, no estamos

listos para servir a Dios hasta que tengamos

la orden divina, el soplo del cielo, la llama

santa! Doy gracias a Dios que yo sé, como definitivamente lo sé al escribir este capítulo,

que Dios me llamó a predicar, que él me

ungió desde el vientre de mi madre para ser

un ganador de almas. "Para esto he nacido."

¡Oh, qué nunca lo olvide! Yo necesito que arda ese llamado en mi alma otra vez!

LA PASIÓN DE GANAR ALMAS

Aquel que desee trabajar para Cristo no sólo


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debe tener un llamamiento divino, sino una

pasión que no le permita rendirse. Aquel

que habla por Cristo debe hablar como teniendo autoridad. Debe saber que su

mensaje es de Dios. Demasiados sermones

son como la cena preparada con sobras, han

estado lejos del fuego por mucho tiempo. Un

jovencito que vende periódico no podrá

vender un periódico del día anterior. ¡Qué Dios perdone al predicar que espera

resultados de un ministerio que no ha sido

tocado por el fuego de Dios durante

semanas, o quizá, años!

Si un predicador predica porque él ha escogido predicar, podrá predicar

trivialidades placenteras y tibias a aquellos

que vengan a escucharlo en un edificio

confortable y le paguen por su esfuerzo; pero

sólo el predicador que predica porque le es

necesario, el predicar con fuego en sus huesos, es el que predicará a los hombres

que lo odien, o se burlen de él, o lo ignoren

en las calles, en sus hogares, en los parques,

en las cárceles y los talleres; en todas partes. Pablo mandó a Timoteo: "Que prediques

la palabra; que instes a tiempo y fuera


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de tiempo." Por mucho tiempo me

cuestionaba sobre ese extraño mandato.

Timoteo debía predicar el evangelio cuando

le conviniera, pero también cuando no le conviniera; cuando fuera cómodo hacerlo, y

cuando no lo fuera. Debía predicar el

evangelio cuando la gente lo escuchara, y

predicarlo igual cuando no lo escucharan.

Debía predicar cuando la gente lo sostuviera, y hacerlo con la misma pasión

ardiente cuando tuviera que hacer tiendas

para procurar su alimento. El predicador

con fuego en sus huesos no solamente

espera que llegue la oportunidad, ¡va tras ella! El la cría ¡Debe predicar! Esto es lo que quiso decir Pablo cuando

dijo: "Pues si anuncio el evangelio, no tengo

por qué gloriarme; porque me es

impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no

anunciare el evangelio! "Por lo cual, si lo hago de buena

voluntad, recompensa tendré; pero si de

mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada" (1 Cor 9:16-17).


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Pablo era un esclavo de Jesucristo,

esclavizado para el evangelio. Era deudor a

los griegos y a no griegos; a los sabios, y a los no sabios, (Rom.1:14) pues dijo: "La comisión me ha sido encomendada." Dios

había dejado un depósito santo en el

corazón de Pablo que ardió hasta el día de su muerte, para que pudiera decir: "¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!"

Pablo no quiso decir que Dios lo iba a castigar si no predicaba. Yo no creo que él

tuviera miedo, como algunos predicadores,

dicen que una salud quebrantada o

problemas económicos vinieran sobre él, si

no predican. Antes bien, lo que quiso decir Pablo era: "Me siento miserable cuando no

puedo predicar. No vale la pena vivir si no

puedo ganar almas. Con mucho gusto

moriría si así pudiera ver salvos a mis

hermanos, los judíos. Tengo una tristeza

continua en mi corazón. Deseara, más bien, ser yo maldito por Cristo por los pecadores

perdidos." La pasión, la compasión fue

labrada en el corazón de Pablo, como lo fue

en el de Jeremías, por el Espíritu Santo. Sin

eso, ningún hombre o mujer está preparado


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para ganar almas, ni será capaz de hacer

tan santa labor.

Mis queridos lectores, lo que estoy escribiendo es un asunto divino. Nosotros

no nos salvamos a nosotros mismos. No nos

llamamos a nosotros mismos. No nos

podemos capacitar a nosotros mismos.

Debemos esperar delante de Dios hasta que

la escoria sea quemada y quitada de nuestras vidas, hasta que la voluntad propia

muera, y la vida complaciente se conforme a

la muerte de Cristo, antes que podamos

seguir completamente al Señor Jesucristo.

Francamente les digo que la pasión para ganar almas, que aquel "deber" santo, de

amor, acompañado de lágrimas que ardió

con fuego consumidor en el corazón de

algunos ganadores de almas, es la

capacitación sobrenatural de Dios. Las

escuelas no lo pueden dar. Las organizaciones no lo pueden edificar. Es

sobrenatural, no natural. Es divino, no

humano.

Lo que necesitamos, pues, es esperar

delante de Dios y así confesar nuestros pecados, y abandonarlos, hasta que


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recibamos la unción celestial. Solo entonces

la Palabra de Dios estará en nuestros

corazones, como lo estuvo con Jeremías, como fuego en sus huesos.

¡Oh, Santo Dios, tú Salvador que moriste y

resucitaste; tú Espíritu que buscas; danos

esta pasión santa por los pecadores, este

evangelio persuasivo, este fuego del cielo!

La Palabra de Dios en el Corazón del

Predicador. -- El Mensaje Sobrenatural

Jeremías dijo: "No obstante, había en mi

corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos" La idea es que la palabra

de Dios estaba metida en sus huesos como

un fuego ardiente. Dios le había dicho a Jeremías: "He aquí yo he puesto mis

palabras en tu boca"; y muchas, muchas

veces, por todo el libro de Jeremías leemos: "La Palabra de Jehová vino a mí,

diciendo" (Jer 1:4) Vea también

1:11;2:1;3:6, etc. Las palabras de Jeremías

eran literalmente las palabras del Señor. En

Jeremías 30:2, el Señor mandó a Jeremías, diciendo: "Escribe todas las palabras que


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te he hablado en un libro." Jeremías lo

hizo, y esto prueba la inspiración verbal de

la Biblia. Palabra por palabra, la Biblia es el

medio que Dios escogió para dar su revelación. Sin embargo, enseña mucho

más que eso. Cuando Jeremías habló, habló

las palabras mismas de Jehová. El mensaje

es el mensaje de Dios.

Yo he escuchado predicadores que citan: "Mi palabra . . . no volverá a mí vacía"

(Isa 55:11), y dicen que si alguien solamente

predica la verdad de la Biblia, Dios de

seguro lo bendecirá. Pero esa es una falsa

interpretación de la Escritura. El versículo, en realidad, quiere decir que lo que Dios ha

prometido, hará que ocurra. Es

completamente falso suponer que la Palabra

del Señor, cuando es predicada por un

predicador con corazón frío, y sin unción, y

predica en humana sabiduría y por motivos egoístas, traerá su propio fruto, al igual que

cuando es predicada por un hombre cuyo

corazón ha sido encendido por el Espíritu

Santo. ¡Eso es completamente falso! Se

necesita el poder de Dios para predicar la


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Palabra de Dios. La Palabra de Dios no es

una espada del hombre, es la espada del

Espíritu. Toda la Biblia es la Palabra de Dios, pero

esta debe arder en el corazón del predicador.

Muchos fariseos de corazones fríos se

pasaron toda la vida estudiando la Biblia,

pero fueron líderes ciegos de los ciegos;

Cristo lo dijo. Atravesaban mar y tierra para hacer un prosélito, para así hacerlo dos

veces más hijo del infierno que ellos mismos.

De los escribas, Cristo dijo: expertos en la

ley de Moisés, no entraban al reino, pero

tampoco permitían entrar a otros. Tenían la Palabra de Dios, sí, pero solamente la letra,

no el espíritu. La letra de la ley mata, pero el

espíritu vivifica. Los bosquejos estériles,

fríos, llenos de datos bíblicos, tal y como son

predicados por muchos predicadores,

adormecen, matan y condenan. La Palabra de Dios que viene sólo del cerebro y la boca

del predicador, o el obrero personal, es

destructiva, sin fruto y sin poder. La

Palabra de Dios, para que sea bendecida

para el oyente, ¡debe ser predicada con el corazón! El corazón del predicador es


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mucho más importante que su cabeza. Es la

predicación del corazón la que tiene poder,

no la de la cabeza. En Kansas City, durante el gran

avivamiento de Gipsy Smith hace años, un

anciano predicador vino al cuarto donde

Gipsy se alojaba después del servicio. Miles

estaban siendo bendecidos y cientos

convertidos. El anciano predicador puso sus manos sobre la cabeza del evangelista,

tratando de percibir algo. "Estoy tratando de

encontrar el secreto de su éxito," dijo.

"Muy arriba!, muy arriba! mi amigo,

estás buscando muy arriba," Dijo Gipsy. "El secreto del éxito cualquiera que Dios me ha

dado no está aquí arriba, sino aquí abajo,"

colocando su mano sobre su corazón.

El otro día escuché predicar a este

hombre, este Gipsy, quien nació en una

tienda, y fue ganado por su padre, también gitano [gipsy significa gitano], y que no tuvo

ni un solo día de educación en una escuela,

pero ha predicado a las multitudes durante

60 años; y al predicar, las lágrimas le

rodaron por las mejillas, y mi propio corazón fue conmovido y bendecido. La Palabra de


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Dios debe estar en el corazón.

Hace años, poco después de haber entrado

en el ministerio, me pidieron que predicara y estaba un poco preocupado de afrontar una

congregación numerosa un domingo en la

noche. Le dije a un gran ministro anciano,

el hermano G.I. Brittain: "No sé qué

predicar esta noche." Me contestó: "Y no

sabe usted a dónde ir para saberlo?" Inmediatamente comprendí el mensaje, y en

vez de esculcar por mi cerebro para

encontrar un sermón, fui a Dios en ferviente

oración, buscando y suplicando que me

diera un mensaje del cielo, y me fue dado. Esto no significa que la Biblia sea

menospreciada; antes bien, añade énfasis a

la Biblia. ¿Qué si se debe estudiar la Biblia?

¡Claro!, con todo su corazón. ¿Y predicarla?

¡Por supuesto!, predíquela, toda ella, es la

Palabra de Dios, infalible, la revelación de Dios inspirada verbalmente. Pero

¡predíquela con lágrimas, con pasión, con

fuego!; ¡predíquela con un corazón ardiente

encendido con fuego del cielo!

Los apóstoles fueron estrictos predicadores de la Biblia. Es increíble la


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cantidad de Escritura que ese pescador,

Pedro, utilizó en sus sermones registrados

en el libro de los Hechos. Pero observe bien que estos grandes predicadores, estos

ardientes predicadores, estos incansables,

predicadores que predicaban todos los días,

pusieron más énfasis en la oración que en la

predicación. Con ellos, la oración era

primero que la predicación, tanto en orden como en importancia. Le pidieron a las

multitudes que escogieran siete varones

para encomendarles las labores de cuidar a las viudas, y luego dijeron: "Y nosotros

persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:4).

La Palabra de Dios puede yacer

adormecida y sin fruto en el cerebro, pero la

Palabra de Dios en el corazón arde como

fuego en los huesos, hasta que ya no se

puede contener, ni soportar. Es la Palabra

de Dios en el corazón, tan viva, tan ardiente, que uno debe decir: "¡Ay de mí si no

predico el evangelio!" Los cristianos deben

pasar el tiempo suficiente con Dios para que

el mensaje realmente se posesione del

corazón.


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La predicación natural de una Palabra

sobrenatural no funciona. Necesitamos un

elemento sobrenatural en nuestro testimonio, un fuego milagroso en nuestro

ministerio. En otras palabras, necesitamos

ser llenos y transformados por el poder del

Espíritu Santo, para que el mensaje sea de

Dios, y el poder sea de Dios, y el fruto sea de

Dios. ¡Qué Dios encienda el fuego en nuestros huesos, para que no lo podamos

resistir, sino que anunciemos el mensaje de

Dios!

Capítulo 5 ORANDO POR UN AVIVAMIENTO

"Oración del profeta Habacuc, sobre

Sigionot. Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva tu obra en

medio de los tiempos, en medio de los

tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia"

(Habacuc 3:1,2)

El AVIVAMIENTO de la religión de la Biblia,


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¡cuán precioso y cuan glorioso es! El evento

más grande que pueda ocurrir en esta tierra,

además del regreso de Cristo mismo, es un avivamiento del Espíritu Santo, enviado del

cielo, cuando Dios se acerca a los corazones

de muchos hombres, salvando a los

pecadores y renovando y haciendo regocijar

los corazones de Su propio pueblo. Se

necesitan los avivamientos. Son lo adecuado. Son parte del plan de Dios al

tratar con Su pueblo y con toda la

humanidad. Los avivamientos deberían ser

la preocupación principal del pastor y la

gente en cada iglesia. Dios llama y prepara a los evangelistas, para que promuevan

avivamientos.

Efesios 4:11,12 dice: "Y Él mismo constituyó a unos, apóstoles;

a otros, profetas; a otros, evangelistas; a

otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra

del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo"

Dios provee de evangelistas para la obra

de la edificación de los santos, así como para

que los pecadores sean ganados. Eso


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demuestra que Dios está a favor de los

avivamientos.

Todos nosotros deseamos poder quedarnos en la cima de la montaña todo el

tiempo. Por supuesto, los cristianos pueden

tener bendiciones de día en día. Dios ha

provisto la victoria para el cristiano en todo

momento. No debería haber recaídas,

períodos de derrota, y esterilidad. Hay suficiente poder para cada cristiano todo el

tiempo. No obstante, la triste realidad es

que todo el pueblo de Dios necesita ser

avivado frecuentemente. La gente no

permanece en el monte de la transfiguración, sino debe regresar al valle

del sufrimiento.

La ley del avivamiento es una ley de la

naturaleza. Justo ahora "Los días de la melancolía han llegado Los más tristes del año,"

como dice el poeta. Las verdes hojas se han

vuelto amarillas y rojizas y cafés. Pronto

estarán todas secas y marchitas. La sabia

se ha ido de los árboles. Las cosechas se

han levantado del campo. Pero la próxima


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primavera tendremos un avivamiento de

hojas de brotes de flores y frutos. La

infalible ley de la naturaleza es el tiempo de la siembra y la cosecha, de plantar la semilla

y levantar el fruto, del verano y el invierno.

Durante el reinado milenial de Cristo quizá

tengamos un eterno verano; el árbol de la

vida dará fruto todos los meses, y las hojas

son para la sanidad de las naciones. Pero mientras el hombre, el hombre cristiano,

tenga dos naturalezas, mientras vivamos

rodeados de múltiples tentaciones, mientras

Satanás nuestro adversario ande alrededor

nuestro, como león rugiente, buscando a quién devorar, "pues no tenemos lucha

contra carne y sangre", todo este tiempo los

santos de Dios necesitarán períodos de

refrigerio espiritual y avivamiento.

Los que menosprecian los avivamientos

ignoran la manera en que Dios ha tratado con Su gente, como lo registra la Biblia.

Una y otra vez a través de la Biblia

encontramos relatos de como Dios envió

avivamientos portentosos sobre Su pueblo.

Elías en el Monte Carmelo, Daniel en Babilonia, Nehemías en Jerusalén después


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de la cautividad; Juan el Bautista junto al

Río Jordán, Pedro y los demás en el

Pentecostés, Felipe en Samaria. Todos ellos experimentaron poderosos avivamientos.

¡Bendito sea Dios por los avivamientos

registrados en la Biblia! De hecho, la

historia del trato de Dios con la raza

humana muestra que cuando Dios envió a

sus profetas a advertir a la gente, el resultado inevitable era o avivamiento o

juicio. En la actualidad, con toda seguridad,

lo único que puede evitar la terrible ira de

Dios sobre los Estados Unidos es un

avivamiento celestial del poder de Dios y sus bendiciones, que hagan volver a la gente a

Dios en gran manera.

Qué nadie condene los avivamientos!

Usted dirá que no duran mucho. Eso no es

cierto del todo. Todas las almas que han

sido salvas en algún avivamiento celestial brillará para toda la eternidad con un lustre

maravilloso, y todo el trabajo de los

avivamientos será saldado en moneda de

otro mundo. Pero admitamos que el calor y

el fervor, la nueva dedicación y consagración que experimentamos en los avivamientos


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necesitan ser buscados una y otra vez. Esa

parte del avivamiento se desgasta y luego

desaparece, y pronto, se necesita otro avivamiento; debemos admitir con

franqueza.

Pero eso no prueba que los avivamientos

sean un fracaso; eso es sólo un argumento

en favor de otro avivamiento, una vez que el

primero se ha extinguido. Todas las campañas de tránsito con

énfasis en "precaución sobre todo lo

demás", son temporales. Durante un

tiempo, los automovilistas manejan con más

cuidado, pero pronto la inspiración y la advertencia de la campaña se desvanece.

¿Ha fallado la campaña? No, ha salvado

muchas vidas. Lo pasajero de la campaña

sólo prueba que debe haber más campañas.

Arar es una cuestión temporal. El

campesino voltea la tierra, y en los lechos aflojados se siembra la semilla para que

florezca la planta y afiance sus raíces. Se

arrancan los cardos. Pronto, de seguro, los

cardos crecerán otra vez, y el suelo se

compactará y endurecerá y se necesitará arar otra vez. Pero mientras tanto, la


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siembra habrá crecido. Alimentos y ropa han

sido posibles gracias al arado del campesino,

aunque el trabajo haya sido temporal. El hecho de que el arado sea temporal es otra

razón para arar otra vez.

Los avivamientos, los períodos que con

más ahínco se va en pos de Dios, una

oración más frecuente y más ferviente,

examinando nuestros corazones, haciendo morir las obras de la carne, juzgando

nuestro pecado; tales avivamientos están en

el plan de Dios para todos nosotros.

¡Qué ningún pastor se satisfaga sin

haber buscado esos momentos especiales de avivamiento. Los avivamientos no son lo

usual, sino lo inusual; no lo ordinario, sino

lo extraordinario. La ruina de la vida

cristiana y la obra cristiana, el pecado que

con mayor seguridad nos acosará, yo creo,

es que nuestro servicio por Cristo se convierta en sólo una forma sin la sustancia;

profesional, habitual, común y ordinario.

Las mismas oraciones que una vez venían

del corazón, ahora proceden de los labios. La

lectura de la Biblia que una vez fuera la búsqueda anhelante de la verdad de Dios, se


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ha convertido en un mero hábito del

cumplimiento del deber. Entonces hay

necesidad de un avivamiento.

"OH JEHOVÁ, HE OÍDO TU PALABRA, Y TEMÍ"

Habacuc vivió en un tiempo de terrible

declinación y mundanalidad. Fue justo

antes de la cautividad de Judá. La profecía comienza con el siguiente título: "La

profecía que vio el profeta Habacuc." La

palabra "profecía" aquí, implica un mensaje

de gran peso y tristeza, por un castigo

prometido.

Capítulo 1, los versículos del dos al cuatro dicen: "Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no

oirás; y daré voces a ti a causa de la

violencia, y no salvarás?

¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces

que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y

contienda se levantan.

Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio

no sale según la verdad; por eso sale torcida la justicia."


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Habacuc estaba sorprendido y agravado por

el pecado y la violencia y la idolatría en su derredor, y clamaba a Dios para que enviara

su juicio y castigara al pueblo. Después, en

el capítulo dos, viene la respuesta de Dios.

Los versículos 6, 9, 12, 15 y 19 prometen

ayes separados y terribles sobre Israel.

Luego en nuestro pasaje en el tercer capítulo, Habacuc clama: "Oh Jehová, he

oído tu palabra, y temí. Oh Jehová, aviva

tu obra en medio de los tiempos, en

medio de los tiempos hazla conocer; en la ira acuérdate de la misericordia."

¡El tiempo de iniquidad, de

mundanalidad, de derramamiento de

sangre y de la ira de Dios es un buen

tiempo para un avivamiento! De hecho,

tales tiempos claman por un avivamiento.

Entre más se necesita un avivamiento, más dispuesto está Dios a darlo. Entre más se

necesita un avivamiento, más se dará cuenta

la gente de que lo necesita. Los cristianos

serán llevados a orar con más deseo

ferviente. Algunos pecadores estarán más


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dispuestos a escuchar. El agudo mensaje

del predicador contra el pecado será más

enfático, más sorprendente, pero creído más rápidamente por algunos que han

encontrado que el camino de los

transgresores es duro y han visto los frutos

del pecado.

Cuando Habacuc escuchó los ayes que

Dios pronunció sobre Su pueblo, la advertencia de Dios lo atemorizó y lo

condujo a una oración más ferviente por un

avivamiento.

¡Qué los predicadores lo consideren y

tomen nota! Los avivamientos anticuados, enviados del cielo, normalmente son

precedidos por una predicación aguda,

sencilla, dogmática y positiva. El predicador

que condena el pecado en lugares altos y

bajos fielmente, sin temor y con una santa

entrega, entre los santos de Dios y en el mundo perverso en su derredor, provocará

convicción de parte de los pecadores, y una

hambre y sed agudas de un avivamiento de

parte del pueblo de Dios. La búsqueda de

penitentes en pos de Dios es la consecuencia de la fiel proclamación de la advertencia


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divina. Nínive se arrepintió sólo después de que predicó Jonás: "De aquí a cuarenta

días, Nínive será destruida".

El maravilloso avivamiento cuando Juan el Bautista dio una predicación como ésta: "Y ya también el hacha está puesta a la

raíz de los árboles; por tanto, todo árbol

que no da buen fruto es cortado y echado

en el fuego. “Yo a la verdad os bautizo en

agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy

digno de llevar, es más poderoso que yo;

Él os bautizará en Espíritu Santo y

fuego.

"Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el

granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará."

Esa fue una advertencia clara de la ira de

Dios contra el pecado, para que los líderes religiosos judíos, sí, incluso la nación

misma, fuera cortada como un árbol que no

lleva fruto, si no se arrepentía y arreglaba su

vida con Dios. Más aún, había una

advertencia clara del fuego del infierno, que


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Cristo quemaría "la paja en fuego que

nunca se apaga."

El gran avivamiento bajo Ezequías fue

precedido por tal predicación clara en 2 Crónicas 29:6-9: "Porque nuestros padres se han rebelado,

y han hecho lo malo ante los ojos de

Jehová nuestro Dios; porque le dejaron, y

apartaron sus rostros del tabernáculo de

Jehová, y le volvieron las espaldas. "Y aun cerraron las puertas del pórtico, y

apagaron las lámparas; no quemaron

incienso, ni sacrificaron holocausto en el

santuario al Dios de Israel.

"Por tanto, la ira de Jehová ha venido sobre Judá y Jerusalén, y los ha

entregado a turbación, a execración y a

escarnio, como veis vosotros con vuestros

ojos.

"Y he aquí nuestros padres han caído a

espada, y nuestros hijos, nuestras hijas y nuestras mujeres fueron llevados cautivos por esto."

Otros avivamientos del Antiguo

Testamento fueron precedidos por la lectura


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de la ley, con juicios solemnes prometidos

sobre aquellos que se alejaban de Dios.

¡Qué los predicadores entonces se armen de valor!, el tiempo de guerra, el tiempo de

pecado y mundanalidad, de incredulidad y

modernismo, de apuestas y borracheras y

adulterio, es el tiempo para los

avivamientos, siempre y cuando los profetas

de Dios sean fieles en declarar la ira de Dios sobre el pecado. Si los predicadores son

fieles a Dios, entonces la gente clamará: "Oh

Jehová, he oído tu palabra, y temí," y

rogarán a Dios que les dé un avivamiento.

"OH JEHOVÁ, AVIVA TU OBRA"

Hermano mío, la obra es del Señor.

Tenemos derecho de esperar que Él la

repare, la renueve, la bendiga.

Antes que nada, lo que me ocurrió a mí fue de Dios. Cuando yo era un pecador

perdido, fue Dios quien me amó y me

preparó la salvación al tremendo precio de la

muerte de Cristo en la cruz. Fue el Espíritu

Santo quien me buscó, quien tocó insistentemente y rogó tan tiernamente que


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me rendí y fui salvo. Fue la sangre de Cristo

que pagó mi deuda y me limpió de todo

pecado. Mi salvación fue toda por gracia. "Nos salvó, no por obras de justicia que

hubiéramos hecho, sino por su misericordia" (Tito 3:5). Si mi corazón no

está lo cálido que debería, si mi servicio no

es tan agradable y aceptable para Dio,

entonces nada tiene mayor sentido que el que yo vaya a Dios en busca del remedio. Yo

no culpo a Dios por mis faltas. Él no es

responsable por mis pecados. Mis fracasos

no son sus fracasos. Y sin embargo, en un

sentido feliz, yo no me pertenezco. Los

problemas de mi vida cristiana no son mis problemas después de todo, sino suyos. Yo

pertenezco a Dios. He sido comprado con la

sangre de Cristo. La obra es de Cristo. Yo

soy la obra de sus manos.

Cuando uno compra un carro, recibe

una garantía por ciertos días. Durante ese tiempo, cualquier pieza defectuosa debe ser

repuesta sin cargo alguno. Si no se hicieron

algunos ajustes correctamente, si hubo

algunos errores en la fabricación del

automóvil, uno simplemente lo regresa al


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distribuidor para que le corrijan el problema

a cuenta del distribuidor, no a la de uno.

¡Pero cuánto mejor es la garantía que Dios le da al pecador cuando lo salva! ¡El Señor, no

solamente se encargó del costo inicial, sino

de todo lo demás concerniente a la salvación

de usted! Fue vida eterna lo que prometió, y

vida abundante. Mi querido lector

atribulado que se ha alejado de Dios, la obra que usted necesita realizar es la obra de

Dios. Usted tiene todo el derecho de

levantar sus manos pobres, débiles a él y

clamar: "Oh Jehová, aviva tu obra". Yo

soy tuyo. Necesito una bendición. Necesito alimento y bebida espiritual. Necesito una

nueva limpieza, un nuevo amor, un nuevo

gozo, un nuevo poder. Padre, soy tu hijo. No tengo a dónde ir. "Jehová, aviva tu obra."

Así como la conversión es una cuestión

divina, así también lo es el llamamiento para predicar. Hay un romance en la predicación

del evangelio. Hay una fragancia celestial en

esta labor bendita de decirle a los pecadores

que el Cristo resucitado, y glorificado, murió

por ellos, y enseñando al pueblo de Dios

cuál es su llamamiento y su herencia. Lo


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cierto es que los predicadores no

permanecen encendidos por Dios. Algunas

veces (como lo sé demasiado bien) encuentran que el evangelio no es tan dulce

a sus oídos como una vez lo fue. Podrán

servir a otros a la mesa de Dios, pero ellos

mismos se quedan con hambre. Los

predicadores mismos necesitan avivamiento.

Pero, gracias a Dios, tenemos el derecho de acudir al Señor y decir: "Oh Jehová, aviva

tu obra en medio de los tiempos." Los que

hemos sido llamados a predicar tenemos

derecho a una visión renovada, a una

unción fresca, a una nueva comisión. La obra es de él.

Muchos grandes negocios se sienten

responsables personalmente por sus

vendedores, y muy frecuentemente el

vendedor vuelve a la fábrica o a la oficina

matriz para recibir una nueva inspiración y una recompensa. Cuando el fabricante de

automóviles saca un nuevo modelo, se

tienen sesiones especiales para los

distribuidores y vendedores de esos

automóviles. Se les presentan las nuevas características de los nuevos modelos. Se


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les da la mejor platica de ventas. Ellos

pueden ver con sus propios ojos la belleza de

la majestuosa máquina. Ponen a prueba ellos mismos su funcionamiento maravilloso.

Regresan a venderlo con entusiasmo e

inspiración. El fabricante de automóviles

sabe que él es responsable por sus

distribuidores.

Así mi hermano predicador, tenemos derecho de ir a Dios y pedirle una nueva

ayuda, tal como Elías huyó de Jezabel, o

como Juan el Bautista languidecía en

prisión. Nosotros somos la obra de sus

manos. ¡Qué Dios avive su propia obra en los corazones de sus predicadores!

"En Medio de los Tiempos,

en Medio de los Tiempos Hazla

Conocer"

Hace años en muchos de los servicios de

bautismos en las riberas del río se

escuchaba cantar el himno:

"Oh, qué felices aquellos Que obedecen al Salvador,


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Y cuyos tesoros están guardados arriba;

La lengua nunca podrá expresar

La dulce paz, gozo y descanso De un alma en su amor inicial."

Aun las Escrituras hablan del primer amor,

y la iglesia de Éfeso es advertida por Dios: "Tengo algo contra ti, que has dejado tu

primer amor" (Apoc 2:4)

¿Recuerda usted la dulzura, el éxtasis

fresco de su corazón cuando usted confío en

Cristo por primera vez? ¿Recuerda usted

cuánto amaba usted a los cristianos y cómo

anhelaba ver que los pecadores fueran

salvos? ¿Recuerda usted con cuál fervor oraba, y cuán ricos eran aquellos pasajes de

la Biblia con los que usted se familiarizó al

principio de su vida cristiana? ¡Oh, que

Dios nos diera otra vez la frescura de

nuestros inicios! Predicador, ¿recuerda

usted sus primeros sermones, sus primeros avivamientos? ¡Cuán dulce es el primer

amor!

Es "en medio de los tiempos" que

necesitamos avivamientos. Un reloj, cuando

se le acaba de dar cuerda, da el tiempo con


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precisión; pero si pasa mucho tiempo sin

que se le dé cuerda, empieza a perder tiempo

poco a poco. El predicador que dejar pasar mucho tiempo sin recibir cuerda no tiene el

poder que una vez tuvo. Los cristianos

necesitan que se les vuelva a dar cuerda, o

sea, ser avivados "en medio de los tiempos."

LA TENDENCIA DE ALEJARSE DE DIOS

Es extraño, esta tendencia a volver a la vida

pasada después de haber estado afirmado en

la vida cristiana. He visto muchos cristianos

nuevos renunciar a sus cigarros y a las películas y a apostar; y lo hacen con mucho

gusto, con facilidad, y empiezan a ganar

almas. pero poco a poco, más tarde, los

viejos hábitos que fueron hechos a un lado

tienden a reaparecer "en medio de los

tiempos". Yo he encontrado que el borracho, que fue salvo en forma muy hermosa, a

veces abandona sus antiguas compañías, da

un ferviente testimonio dondequiera que va,

y experimenta todo el poder y la victoria de

la vida cristiana durante algunas semanas, o meses, o quizá años; y luego, cuando cesa


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de tener los viejos hábitos, cuando está

descuidado, cuando se ha acostumbrado a

una rutina de servicio, puede caer en los antiguos pecados otra vez. Cristiano,

cuidado con el período de acomodo "en

medio de los tiempos". Es entonces cuando

necesitamos orar con más fervor por un

avivamiento. Es entonces que estamos en

peligro.

Muchos hombres se casan con una chica

encantadora y viven juntos felices durante

los difíciles primeros años de vida

matrimonial. El hombre debe trabajar muy duro en su negocio. Ama a su esposa.

Viene la santa emoción de nuevos bebés y

las responsabilidades de ser padres. Pero un

poco después, "en medio de los tiempos,"

cuando el hombre está bien establecido en

su negocio, cuando su hogar parece seguro y su hijos están madurando

satisfactoriamente, muchos hombres caen

presa de la dulce voz de una mujer mala.

¡Cuántos hogares se han destruido después

que los hijos ya han crecido! ¡Cuántos hombres se envician con las apuestas o


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negocios ilícitos después de haber tenido

éxito en la vida! Esos años de la madurez,

esos años de establecimiento son tiempos de gran necesidad de un avivamiento.

Yo creo que una nación está en grave

peligro después que ha superado las

primeras etapas, cuando el gobierno está

establecido, cuando sus fronteras se han

desarrollado, cuando la prosperidad y la independencia ya han sido aseguradas,

cuando los peligros parecen cosa del pasado.

Entonces viene la decadencia lenta de la

masculinidad, la corrupción en la política,

mundanalidad en la iglesia, ateísmo en la escuela y permisividad en el hogar. Cuando

los Estados Unidos era un país joven,

creíamos en Dios. Nuestro mayor peligro ha

venido "en medio de los tiempos." ¡Oh, la

necesidad de un avivamiento en medio de los

tiempos!

"En la Ira, Acuérdate de la Misericordia"

Dios había expresado su ira por los pecados

de Judá. Se les prometió cautividad y lamentación. hay mucha evidencia de que la


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ira de Dios está sobre el mundo en la

actualidad. Creo que claramente se ve que

estamos en los tiempos peligroso prometidos para los últimos tiempos (2 Tim 3:1-9).

Una mirada al mundo revela un cuadro

sombrío. Más de tres cuartas partes del

mundo está en guerra, Checoslovaquia,

Polonia, Bélgica, Holanda, Dinamarca,

Noruega, Austria, Albania y Rumania han sido holladas por los ejércitos alemanes.

Francia yace derrotada, desorganizada,

esclavizada. Alemania e Italia se odian a

muerte con Inglaterra y Grecia. Literalmente

millones de gente en Europa están racionados hasta morir de hambre y otros

millones son refugiados o prisioneros en

campos de concentración, o trabajando

prácticamente en esclavitud. Las más

grandes ciudades de Europa están

atemorizadas por las bombas. Las naciones están racionadas. La gente pasa noches

horribles refugiadas en albergues a prueba

de bombas. En Alemania, Rusia, Japón, y

hasta cierto punto en otros países, están

prohibidas la libertad de prensa la libertad de expresión, la libertad de reunirse en


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asamblea y la libertad de religión. ¡Qué día

de ira existe en el mundo! Piense en la

desesperación de millones de personas en China! Piense en los sufrimientos trágicos

de los judíos! Piense en las amenazas de

guerra que congela los corazones de las

madres americanas. ¡Estamos en tiempo de

ira!

El gobierno de la gente por la gente está desapareciendo de la tierra. La corrupción,

la burocracia y bajos estándares morales en

el gobierno es evidente en todas partes.

Aumenta el alcoholismo, como los crímenes

de todo tipo, y accidentes. Hasta la naturaleza muestra la ira de Dios sobre sus

malvadas criaturas; sequías, inundaciones,

y pestilencias, se añaden a los terrores del

desempleo y la depresión. Estamos en

tiempos de ira. Creo que los predicadores

deberían predicarlo con más temor y temblor. Lo creo con todo mi corazón.

Yo veo venir juicio sobre los Estados

Unidos. Veo venir guerra, guerra

sangrienta, terrible, infernal; arrojada

dentro de no mucho tiempo sobre muchos jovencitos que apenas habrán salido de su


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adolescencia y así, lacerará los corazones de

muchas madres y ahogará los mejores

instintos y enseñanzas de los hombres en un diluvio de odio rojo pecaminoso. Veo venir

dificultades entre el capital y la mano de

obra; huelgas, manifestaciones, sangre

derramada. El comunismo ha levantado su

temible cabeza, buscando traer la anarquía y

el ateísmo a nuestra tierra, para derrocar nuestro gobierno y cerrar nuestras iglesias.

Digo que estos son días de ira y que cada

predicador debe ser un profeta que advierta.

Pero, Gracias a Dios, los días de ira pueden

ser también días de misericordia. ¡Qué todo cristiano ore: "Oh Jehová, aviva tu obra en

medio de los tiempos, en medio de los

tiempos hazla conocer, en la ira

acuérdate de la misericordia." Los tiempos

atribulados de pecado son los tiempos para

orar por un avivamiento. Yo he encontrado que los corazones de la

gente están terriblemente endurecidos en

estos días de maldad en que vivimos.

Muchos hombres no quieren escuchar el

evangelio. Muchas mujeres se ríen en la cara de uno. Muchos jóvenes se burlan de


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la religión, del cielo y de Dios. Pero también

encuentro por todas partes que ha caído la

mano castigadora de Dios, y entonces es cuando algunas personas escuchan el

evangelio. Cuando predico en un funeral,

predico sobre el avivamiento y uno puede

estar seguro que habrá allí corazones

quebrantados que lo escucharán. Los

tiempos de ira y juicio son también tiempos de misericordia. Cuando Dios extiende su

mano, lo hace para que se vuelvan a él como

resultado de cada gran calamidad.

En Wichita Falls, Texas, hace algunos

años, me topé con una escena horrible una noche, inmediatamente después que un

carro había virado (desviado) con cuatro

jóvenes dentro. El carro quedó inservible.

Una señorita estaba tan mal herida que pasó

meses en el hospital, aunque esa noche no

sabíamos qué tan lastimada estaba. Los llevé en mi carro a sus casas a la media

noche. Cuando les sugerí que tuviéramos

un tiempo de oración para agradecer a Dios

que no le estaba llevando a su madre una

jovencita muerta, estuvieron ansiosos por orar. Sabían que era una advertencia de


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Dios. Dos de ellos se convirtieron con gusto,

y los otros dos eran cristianos fríos, alejados

de Dios, que confesaron su pecado y prometieron que irían a los cultos de la

iglesia el siguiente Domingo, para alinearse

con el pueblo de Dios y servirle. Ellos

sabían que era tiempo de ira y buscaron su

misericordia.

Mi querido lector, el tiempo de juicio es un tiempo para clamar a Dios por un

avivamiento.

Yo predico a menudo en las cárceles, y

allí, gracias a Dios, he visto a cientos invocar

a Cristo como su Salvador. Hay varias razones por las que me gusta predicar a la

gente en la cárcel. Una razón es porque lo

necesitan. Otra razón es porque ellos no se

pueden escapar. Pero la mejor razón es

porque ellos desean el evangelio. La persona

que está sentenciada a varios años de prisión en la penitenciaría escucha con

mucho respeto cuando uno predica que los

caminos de los transgresores son duros, y en

muchos, muchos casos se regocijan al saber

que sus pecados, aunque rojos como el carmesí, pueden ser emblanquecidos como


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la nieve. ¡Animo! Creo que estamos en

tiempos de ira, pero sé que tenemos el

derecho de orar a Dios para que nos mande un gran avivamiento en tiempos como estos.

El gran Dwight L. Moody nunca se cansó

de decir cómo Dios bendecía y salvaba las

almas al pasar por las filas de los soldados

heridos del ejército Unión, después de las

grandes batallas de la Guerra Civil. Estaban listos para el evangelio.

Las nubes están cargadas por

dondequiera. Los cristianos deberían

lamentar y sentir una carga en el corazón, si

es que sienten que son el guarda de su hermano, y que tienen familiares

inconversos. Entonces oremos como

Habacuc que Dios avive su obre en medio de

los malos tiempos, y que en estos tiempos de

ira se acuerde de su misericordia.

"Una Oración de Habacuc"

¿Cómo podremos tener un avivamiento?

Querido lector, ¡vamos a orar! Habacuc oró

por un avivamiento. En el Pentecostés los apóstoles y otros, esperaron y oraron por un


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avivamiento. En Nínive, ayunaron y oraron

día y noche de tal manera que ninguna

persona o animal comió ni bebió. Se vistieron de cilicio y cenizas, y abandonaron

todos la violencia. Y Dios escuchó desde los

cielos y se arrepintió de lo que había

planeado hacer y no lo hizo.

Que quede bien claro de una vez por

todas, que los avivamientos son manifestaciones divinas. Un avivamiento es

un milagro de Dios. No es natural, sino

sobrenatural. No es ordinario sino

extraordinario. No es humano sino divino.

Sólo Dios puede dar un avivamiento. Bien dijo Elías a los hombre en el Monte Carmelo sobre el sacrificio: "No le pongan

fuego debajo." Dios es el que debe poner el

fuego en el altar si realmente hemos de tener

un avivamiento. Elías pudo reparar el altar

que fue derribado, pudo acomodar la leña,

pudo matar el cabrito y prepararlo, pero sólo Dios podía producir el fuego del avivamiento.

A los apóstoles antes del Pentecostés se

les había soplado el Espíritu, y cuando

Cristo fue glorificado, de acuerdo a la

promesa, recibieron el Espíritu Santo para


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que morara en sus propias cuerpos (Juan

7:37-39; Juan 20:22). Cristo les había

abierto el entendimiento para que comprendieran las Escrituras, y les había

enseñado a través de todas las Escrituras

las cosas concernientes a él (Lucas 24:27,

44, 45). Habían recibido su Gran Comisión,

pero aun así el avivamiento no vino hasta

que con todo su corazón y unánimes se pusieron en oración y súplica (Hechos 1:14).

Un antiguo himno que solía escuchar

cuando era niño en las iglesias campiranas

me impresionó grandemente. La letra, según

recuerdo, iba así:

"Hermanos, nos hemos reunido para adorar,

Y adorar al Señor nuestro Dios;

¿Por qué no ora con todas sus fuerzas,

Mientras tratamos de predicar la Palabra? "Todo es vano a menos que el Espíritu

Del Santo descienda;

Hermanos, oren y el santo maná

Lloverá en todo alrededor.

"Hermanos, vean a los pobres pecadores en su alrededor,


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Temblando al borde de la calamidad.

La muerte se acerca, el infierno se mueve;

¿Puede usted resistir verlos ir allí? "Vea a nuestros padres y nuestras madres

Y a nuestros hijos hundirse.

Hermanos, oren y el santo maná

Lloverá en todo alrededor!"

Eso podrá parecer muy anticuado, pero de

acuerdo a la Palabra de Dios, es cierto. Habacuc oró! Es la ORACIÓN al Dios

omnipotente lo que trae el avivamiento.

En estos tiempos modernos, la gente

piensa mucho en un ministerio de mucha preparación. Estamos muy fuertes en

organización, en equipo. Está ocurriendo un

cambio sutil en nuestra forma de pensar, y

estamos empezando a convencernos que los

avivamientos en masa ya terminaron, que Dios ya no obra milagros, que lo que los

predicadores necesitan es más cultura en vez de Cristo. La psicología parece más importante que el poder, y la organización es más fácil que la agonización. El aposento de

la cena, parece más popular que el aposento


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alto en la iglesia moderna. Pero, después de

todo, hay sólo Uno, que puede sacarnos de

las dificultades en nuestro país, en nuestros hogares, en nuestras iglesias, sí, y en lo

profundo de nuestros corazones.

¡Necesitamos un avivamiento! Sólo Dios lo

puede dar. Les ruego, entonces, a los que

esto leen, que oremos.

Si un pecador perdido que está acabado, lejos de Dios, y nunca ha encontrado la paz,

lee esto, entonces le recuerdo que tiene el

derecho de orar por la salvación. Romanos

10:13 dice: "Porque todo el que invocare el nombre

del Señor, será salvo". Si usted desea el

perdón, la salvación y la paz, usted la puede

obtener hoy justo donde usted está, si se lo

pide a Dios. El publicano en el templo oró: "Dios, ten misericordia de mí pecador," y

descendió a su casa justificado (Lucas

18:13,14). El ladrón en la cruz clamó a Jesús: "Señor, acuérdate de mí cuando vengas

en tu reino," y Cristo lo perdonó y le dijo:

"Hoy estarás conmigo en el paraíso"

(Lucas 23:42,43).


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Los avivamientos vienen de Dios. Es

Dios el que perdona a los pecadores. Es Dios

el que cambia el corazón. Dios lo salvará hoy, ahorita mismo, si usted pone su

confianza en él. Cristo dijo: "El que a mí viene, no le echo

fuera" (Juan 6:37).

Usted puede tener un avivamiento

personal ahora mismo mientras está sentado en su silla, si tan sólo invoca al Dios de los

avivamientos. Los cristianos dondequiera

pueden tener los avivamientos si, con

vehemencia, persistencia, y santa entrega,

con confesión de un corazón auto-

examinado y humildad, oraran, como lo hiciera Habacuc:

"Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.

Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los

tiempos, en medio de los tiempos hazla

conocer; en la ira acuérdate de la misericordia" (Habacuc 3:1,2)


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Capítulo 6

PREDICACIÓN EVANGELISTICA

"Haz obra de evangelista" (2 Timoteo 4:5)

"Te encarezco delante de Dios y del Señor

Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los

muertos en su manifestación y en su

reino, que prediques la palabra; que

instes a tiempo y fuera de tiempo;

redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán

la sana doctrina, sino que teniendo

comezón de oír, se amontonarán

maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la

verdad el oído y se volverán a las

fábulas.

Pero tú sé sobrio en todo, soporta las

aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio." (2 Timoteo 4:1-5).


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"Haz obra de evangelista." Este mensaje le

ha sido dado al pastor. En 1 Timoteo encontramos que Pablo dijo: "Como te

rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a

algunos que no enseñen diferente doctrina" (1 Timoteo 1:3). Evidentemente

Timoteo era pastor, pero Pablo le dice: "haz

obra de evangelista . . . que prediques la

Palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina." Predica la

Palabra, haz obra de evangelista; este

mandato le fue dado a un pastor y es

adecuado.

Cuando uno se pone a pensar en ello, se da cuenta que los mejores ganadores de

almas en el mundo han sido pastores. En

ocasiones pensamos que el evangelista es el

hombre que gana almas y que el pastor es

solamente alguien que alimenta a las ovejas; pero no hay nada parecido que se enseñe en

la Biblia; nada parecido en el programa y

plan de Dios. Cuando Dios enciende

hombres para que ganen almas, a menudo,

en verdad y generalmente, han sido


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pastores. Por ejemplo, Carlos Spurgeon

nunca fue conocido como evangelista, sin

embargo, los miles y decenas de miles que ganó para Cristo prueban que hizo la obra

de evangelista, aunque su ministerio entero

estaba dedicado a ser pastor.

Mucha gente piensa que el Dr. R. A.

Torrey era evangelista, pero durante muchos

años él fue pastor de la Iglesia de la Avenida Chicago en Chicago, que más tarde llegó a

ser la gran Iglesia Memorial Moody de hoy

día. R. A. Torrey era pastor. Su predicación,

era primordialmente la de pastor.

Asimismo Carlos G. Finney fue pastor durante muchos años en la ciudad de Nueva

York y en otros lugares. Los grandes

ganadores de almas han sido pastores. Lo

fueron Talmage y H. A. Ironside, y muchos

otros cuyos nombres podría mencionar.

El pastor, para agradar a Dios, debe predicar como evangelista, y me atrevo a

decir que todo el que Dios llama, cualquiera

que sean los dones que Dios le haya dado,

los debe usar para ganar almas. El Salvador dijo: "Venid en pos de mí, y yo os hará

pescadores de hombres." Siempre que Dios


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llama a alguien a seguirlo, lo hace para que

sea un ganador de almas.

Conozco predicadores que dicen: "Bueno, voy a establecerme y a dedicarme a

ser un pastor que enseña." Tal clase de

pastor es un cristiano alejado, a gusto en

Sion, tibio, no dispuesto a pagar el precio

sacrificial que se necesita para ser un

verdadero ganador de almas. Se requiere sangre, sudor, lágrimas, separación,

consagración, purificación, y negarse a sí

mismo todos los días (Lucas 9:23), salir

fuera del portal, llevando el vituperio de

Cristo, para ser un verdadero ganador de almas. Dios quiere que todo pastor sea un ganador de almas.

Aunque ahora estoy de tiempo completo

en el evangelismo, tan sólo hace un año que

cerré un pastorado que duró casi ocho años.

En esos años, entre 7,000 y 8,000 personas hicieron profesiones de fe en Cristo bajo el

ministerio de la iglesia y del pastor. Ahora

digo, no para llevarme el crédito, que Dios

desea que todo hombre que es la cabeza de

una congregación local, sea un anciano,

pastor y obispo, para ser un ganador de


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almas, capacitar y enviar a otros ganadores

de almas. Ese es el plan de Dios.

La Predicación Evangelista debe

Atacar el Pecado con Denuedo

Qué clase de predicación debe efectuar el

pastor cuando predica evangelísticamente?

Yo sugiero que primero que nada, los

pastores deben predicar en contra del pecado, si han de tener muchos convertidos.

El otro día, durante un servicio, mi

querida esposa le habló a una señora sobre

su alma. No tenía ni idea de lo que era el

plan de salvación. Luego dijo mi esposa: "No sabía dónde comenzar con ella." Yo le dije: "Se te olvidó algo. Debes recordar que cuando tratas con un pecador, tú debes comenzar con el aspecto del pecado." Alguien podría decir:

"Yo no pienso como usted, porque no soy

miembros de su iglesia." ¡Eso qué importa! hay una base común sobre la que se debe

afrontar al pecador y es el hecho de que

tiene pecado. Ahí es donde comienza Dios y

ahí es donde Dios quiere que comiencen los

predicadores. Ellos deben condenar el

pecado.


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Un cierto predicador dijo sobre mi forma

de predicar contra el pecado: "Ese hombre

no sabe nada sobre la gracia." Yo sé algo sobre la gracia, pero debo decirle que una de

las maneras como sé de la gracia es ¡qué

pecador tan terrible, condenado al infierno,

merecedor del infierno era y soy. Sé cómo

me salvó Dios de los tormentos de los

condenados al infierno. No hay gracia a menos que haya pecado primero. No hay

lugar para la gracia, ni tiene caso predicarla,

a menos que, primero, sepan los hombres lo

gran pecadores que son, perversos y que la

gracia solamente salva a los pecadores que se declaren así, convencidos de su pecado.

Necesitamos predicar contra el pecado;

esa fue la manera como lo hicieron los

predicadores. Elías odiaba el pecado.

Cuando oró, fuego descendió del cielo y dijo: "Tomen a los profetas de Baal," y los llevó

al arroyo y los mató él mismo. A

dondequiera que fue Elías, era conocido por

su predicación dura. Cuando le dijo a Acab

que Dios iba a destruir a todos los varones

de su familia, y que él iba a cambiar el reino,

Elías fue conocido como el hombre de Dios,


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que predicaba contra el pecado. Esa es la manera como lo hicieron los predicadores de la Biblia.

Ahí está Jeremías. Sabemos cómo lo hizo en el libro de Jeremías cuando dijo: "Yo soy

niño, y no sé hablar." Pero le dijo Dios:

"Voy a darte un rostro de bronce contra

esa gente. No temas delante de ellos, no

temas sus palabras; sino predica, y sea

que escuchen o no, predica lo que diga. Yo pondré las palabras en tu boca, y

ellos sabrán que un profeta de Dios ha estado entre ellos." ¡Oh!, qué Dios nos

diera más hombres como Jeremías que

predicó contra el pecado directamente

Los predicadores del Nuevo Testamento predicaron de la misma manera. Juan el

Bautista, junto al río del Jordán, predicó:

"Arrepentíos" Algunos piensan que eso es

anticuado. Hablan con mucha sabiduría

sobre el bautismo de Juan, como si fuera del

Antiguo Testamento, como si fuera parte de la ley. ¡No lo crea usted! Esa fue la única

clase de bautismo que tuvo Jesús. Esa fue la

única clase de bautismo que conoció Pedro,

Jacobo, Juan y el resto de los apóstoles y


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todos los cristianos neo-testamentarios de

ese tiempo. Así, Juan el Bautista predicó en

forma neo-testamentaria y predicó la gracia. Él predicó el evangelio, pero usted puede

notar que él primero predicó que el hombre

es un terrible pecador y que se debe

arrepentir, arrepentir, arrepentir. Él predicó: "El hacha está puesta a la raíz de los

árboles." Muchos vinieron para ser

bautizados que no mostraban evidencias de

un corazón cambiado hacia el pecado y

hacia Dios, pero Juan el Bautista les dijo: "¡Oh generación de víboras, quién os

enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento"!

(Mateo 3:7,8). A los predicadores en estos tiempos no

les gusta mirar los rostros de un grupo de

personas en las bancas enfrente de ellos, y decirles: "¿Ustedes, montón de víboras,

quién os advirtió de huir de la ira venidera?" Sin embargo, Juan el Bautista

lo hizo. Y Juan el Bautista fue muy directo y

personal al hacerlo. Se acercó cara a cara a Herodes, el rey, y le dijo: "No te es lícito

tener la mujer de tu hermano. Es


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vergonzoso, y es adulterio." Le costó su

libertad, y fue puesto en la cárcel, y más

tarde le costó su cabeza; sin embargo, era

un predicador que no tenía temor del favor, y fue honrado por Dios. Cristo dijo que de

los nacidos de mujer, no había habido uno

mayor que Juan el Bautista. Si hemos de

ser evangelísticos en nuestra predicación,

debemos primero predicar contra el pecado. Los predicadores de la Biblia ganaron almas

porque predicaron contra el pecado.

Y no solamente Juan el Bautista

denunció el pecado sino también Cristo. Si

usted quiere saber cómo predicó Cristo, lea

el capítulo veintitrés de Mateo, cuando les dice hipócritas a los escribas y fariseos. Siete veces lo dijo: "Ay de vosotros

escribas y fariseos, hipócritas." Les dijo

"sepulcros blanqueados," "ciegos, guías

de ciegos," "lobos vestidos de ovejas." Les

dijo: "Llenáis la medida de vuestros padres. Vosotros, serpientes, generación

de víboras, ¿cómo escaparéis de la condenación del infierno?"

Esa es la clase de predicación que tenía

Cristo. ¡Y lo hacía en serio! Tomó una soga


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y le hizo nudos para hacer un azote, y echó

fuera del templo a los cambistas y

vendedores mundanos y avaros. La llamó "cueva de ladrones" No solamente dispersó

a las bestias de carga, las tórtolas y las

ovejas que vendía la gente, sino que volcó las

mesas. No dijo muy amablemente: "Podrían

por favor sacar las mesas de aquí?", sino que

las volcó. ¿Puede usted imaginarse a los viejos

fariseos avaros, arrastrándose por las

monedas que se fueron rodando por el piso

de mármol, cuando Cristo volcó las mesas e

hizo tronar el látigo para echar fuera a la gente? Yo digo que uno no podrá tener

convertidos a menos que primero produzca

conciencia de pecado, y predique la ira de

Dios sobre el pecado y lo llame al

arrepentimiento (del pecado).

La noble mujer en el pozo de Sicar en Samaria fue ganada, porque Cristo le mostró

que era pecadora. Cristo fue siempre tan

tierno, amable, pero cuando ella encontró al

Salvador y fue a decirle a la gente sobre eso,

lo que más se le grabó en su mente, lo que más quebrantó su corazón y transformó su


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vida fue el hecho que Cristo sabía toda su

vida pecaminosa. Regresó y les dijo a los hombres: "Venid y ved a un hombre que

me ha dicho todo lo que he hecho" (Juan

4:29). Jesús realmente no le dijo: "Tú eres

una pobre ramera, adúltera; tú has vivido

con cinco hombres diferentes, y con el que

ahora vives no es tu marido." No, no dijo

eso, sino que la hizo a ella decirlo. Usted puede estar seguro que puso su dedo en el

infernal pecado de la vida de ella. Nadie va a

lograr convicción bien afirmada y profunda

en una congregación donde se predique, y

convertir a pecadores empedernidos,

borrachos, mujeres de la calle, convictos, y mariguanos, sin predicar en contra del

pecado.

El pecado es el punto de contacto entre

el predicador y el pecador. También es el

punto de contacto de Dios. Usted debe

hacer algo al respecto. Usted debe arrepentirse del pecado, volver su corazón de

en pos del pecado. Esa es la manera en que

Cristo predicó.

Eso es lo que predicó Pedro también.

Pedro se levantó y predicó en Pentecostés a


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una multitud que había crucificado al

Salvador. Quizá mirándolos directamente a

los ojos de los sacerdotes, los fariseos y los líderes de la sinagoga, que se habían

burlado de él al morir. Luego les dijo: "Mas

vosotros matasteis al Príncipe de la vida

y pedisteis que se os diera un homicida.

Habéis crucificado y matado al Señor de

la gloria, pero Dios lo levantó, de lo cual vosotros ahora sois testigos." Cuando

luego llamaron a Pedro y a Juan a

cuentas, diciendo: "Habéis llenado toda

Jerusalén con vuestra doctrina," ellos

dijeron: "Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres." Dios nos dé más

Pedros y Juanes que prediquen con denuedo

a los fariseos de estos tiempos.

Necesitamos la predicación en contra del

pecado. Esteban se levantó y predicó: "Vosotros,

duros de cerviz e incircuncisos de

corazón y de oídos, siempre resistís al

Espíritu Santo, como lo hicieron vuestros padres, así también vosotros." A Esteban

le costó la vida, pero él estaba lleno del

Espíritu de Dios y predicó contra el pecado.


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Tal clase de predicación de Esteban, no

tengo duda alguna, trajo convicción en el

joven Saulo, que nunca pudo alejarse del testimonio del moribundo Esteban y sus

penetrantes palabras, hasta que se encontró

con Jesús en el camino a Damasco y llegó a

convertirse en Pablo, el apóstol. ¿Qué si

Esteban se hubiera equivocado ese día?

¡Pero no lo hizo! Predicó contra el pecado, en forma personal, directa, hasta que sus

oyentes se enojaron tanto, que literalmente "crujían sus dientes contra él." (Hechos

7:54).

Con qué valor predicó Pablo contra el pecado! Pablo estuvo delante de Félix: "Pero

al disertar Pablo acerca de la justicia,

del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó" (Hechos 24:25).

Necesitamos predicar más sobre el juicio, el

dominio propio y la justicia en estos

tiempos, y así hacer temblar a los pecadores, como lo hizo Pablo. Usted dirá: "Pablo,

predicaba la gracia." Pero también

predicaba la justicia, el dominio propio y el

juicio. La gente se espantaba. Hasta los

líderes se espantaban. Aunque Pablo tenía


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cadenas y cepos colgando de sus muñecas y

tobillos, la gente temblaba al oírlo predicar,

porque predicaba contra el pecado en el poder del Espíritu Santo.

¡Qué insultante, personal, llameante era

la predicación de Pablo a veces! Delante de

la corte de Sergio Paulo, Pablo se encaró a Elimas, el mago, y le dijo: "¡Oh, lleno de

todo engaño y de toda maldad, hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No

cesarás de trastornar los caminos rectos del Señor?" (Hechos 13:10). Y en respuesta

a tal denuedo y fe, Dios cegó a tan vil

pecador, y el procónsul maravillosamente

convertido. Si a usted no le gusta tal clase de predicación, entonces recuerde que le

siguieron días de oración y ayuno cuando

Pablo y Bernabé, siendo enviado por el

Espíritu Santo, partieron en su viaje

misionero. Los predicadores llenos del

Espíritu Santo deben odiar el pecado, y decirlo, y Dios va a apoyar a tales hombres

con maravillas y señales, y con grandes

conversiones, como lo hizo en ese entonces.

¿De qué temas se debería predicar en

una predicación evangelística? Predique


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contra el alcohol Pablo predicó sobre el

dominio propio (Hechos 24:25). Hay mucho en la Biblia sobre: "El vino es

escarnecedor, y la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra, no es sabio" (Prov. 20:1). Algunos dicen: "Bueno,

no creo que el predicador se deba involucrar

en la política." Política o no política, el

pastor honesto debe denunciar el horrible pecado del tráfico de licor, si es que quiere

ver que Dios se mueva maravillosamente

salvando a los borrachos.

Una amable señora se me acercó un día

y me dijo: "Oh, hermano Rice, tenemos un

predicador encantador. No se entremete con la política, ni con ninguna religión." Lo que

ella quería decir era que él nunca

mencionaba ningún tema que fuera

controversial, ni sobre ninguna doctrina

donde hubiera opiniones diferentes. Ningún

predicador puede agradar a Dios y mantenerse al margen de la controversia.

Dios tiene una controversia contra el

pecado. Fue el pecado lo que crucificó a

Cristo en la cruz. Es el pecado lo que está

llenando el infierno. Es el pecado lo que


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llena las tumbas y los hospitales y las

cárceles. Es el pecado lo que azota cada

hogar con el divorcio. Es el pecado lo que el predicador debe

odiar, denunciar, exponer! Dios odia el

pecado, y si el predicador no lo odia, la gente

no se va a arrepentir del pecado. Predique

contra el licor, predique contra el pecado

escarlata del adulterio. Algunas mejillas se sonrojarán por la vergüenza, y a algunos no

les gustará, pero producirá arrepentimiento.

Predique contra el baile. Dígale a la gente

que está podrido por el pecado. Dígale que

bailan porque les encanta la lujuria, la inflamación deliberada de la pasión. SÍ,

predique contra el baile.

Predique contra las películas. Dígale a la

gente lo que son y lo que hacen; que están

hechas por gente vil, maliciosa, que tiene

estándares morales corrompidos, que destruyen el respeto al matrimonio, el amor

puro, el trabajo honesto, Dios, y a la Biblia.

Denuncie la lascivia, el crimen, la

desagradable vulgaridad de las películas.

Predique contra las logias. Dígale a la gente que Dios le manda a los cristianos:


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"Salid de en medio de ellos, y apartaos."

predique contra la evolución y contra las

sectas. Predique sobre la muerte, el pecado, el infierno, el juicio. Tal predicación con

denuedo, amor, lágrimas, y con la Escritura,

con fe, traerá grandes avivamientos, y

salvará a los pecadores endurecidos.

A veces dicen los predicadores: "Me

gusta predicar sobre Juan 3:16, 'Del tal manera amó Dios al mundo'" Eso está bien.

Está en la Biblia. Pero aquí está otro versículo que está en la Biblia: "Nuestro

Dios es un fuego consumidor." ¿Por qué

no predicar también eso? O "horrenda cosa

es caer en manos de un Dios vivo." También está en la Biblia: "Porque la paga del pecado es muerte." Aquí hay otro en la

Biblia: "Sabed que vuestro pecado os

alcanzará." Aquí hay otro: "No os

engañéis, Dios no puede ser burlado;

pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará." Oh, mis queridos amigos

predicadores, que Dios nos dé de su gracia

para predicar contra el pecado. Alguien dirá: "El evangelista puede

hacer eso, pero no el pastor." Yo le


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recordaría una vez más que durante estos

años he sido pastor, y he predicado de la

misma manera, con los mismos textos, y usado la misma clase de lenguaje: llano,

directo, y claro. Otros dicen: "Va a hacer

enojar a alguien." Claro que va a hacer

enojar a alguien. "Van a dejar de dar dinero

en la ofrenda." Claro que lo harán, pero,

¿para eso está usted predicando? "Alguien se va a ir de la iglesia". Seguro que lo hará,

por supuesto que lo hará, y quizá hasta

usted tendrá que irse también. ¡Claro!

Juan el Bautista perdió su cabeza. Esteban

fue apedreado hasta morir. Pablo fue echado a la cárcel. Cristo fue crucificado.

Dios tenga misericordia del predicador que

no está dispuesto a sufrir así para obtener

verdadera convicción. ¡Quiera Dios poner

hombres en los púlpitos en la actualidad, no

afeminados acobardados! Lo digo en serio, el púlpito ha perdido la

confianza y el respeto del mundo en estos

días. En la actualidad tenemos predicadores

que hablan bonito, suave, que nunca

lastiman a nadie, nunca despiertan a nadie, nunca hacen levantar a nadie, y rara vez


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obtienen algún convertido.

Permítame darle una referencia personal,

no para recibir ningún crédito. El otoño pasado, fue una mujer a oírme predicar.

Ella era una perversa pecadora. Había

maldecido a Dios, y dijo que serviría a Dios

porque murió su madre. Al hablar de eso

más tarde, dijo: "¡Ah, ese predicador!" y

había odio, supongo, en su voz al decirlo; "he perdido cuatro kilos yendo a oírlo

predicar, no sé por qué he regresado." Los

predicadores deben predicar de tal manera

que hagan perder el sueño a sus escuchas

esa noche; la clase de predicación que los mantenga despiertos, mirando en la

oscuridad, con miedo de dormirse en la

noche; la clase de predicación que haga a la

gente ir a su almacén (closet) de oración.

Necesitamos abrir surcos antes de sembrar

la semilla. Dios nos dé predicadores así. Estos predicadores acobardados, que

predican por dinero, predicadores de "buen

Señor, buen diablo", de leche y vinagre,

nunca producirán un avivamiento. Todo el

mundo está bajo el juicio de Dios y la ira de Dios. Mis amados co-pastores; ¡Dios los


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bendiga! ¡Cómo amo a mis compañeros

predicadores! Oren por mí, que Dios me de

el valor para predicar contra el pecado. Mis compañeros predicadores, ¡reprendan,

corrijan, y exhorten, y prediquen la doctrina

bíblica!

La Predicación Evangelística Debe Ser De Urgencia Ferviente

¿Qué más acerca de esta predicación? Si

usted desea el poder del Señor y las

bendiciones sobre usted al salvar las almas, usted debe realmente desearlo en serio. La

predicación evangelística debe tener cierto

fervor del corazón que involucre lágrimas de

preparación y lágrimas al predicar; eso

involucra hablar claramente y directamente,

un celo tal que cuando el predicador predique un mensaje así, lo haga tan rápido

que pronuncie mal las palabras, en

ocasiones pierda el hilo de su bien

preparado mensaje, y no lo haga

ordenadamente. Puede que se salga del bosquejo que planeó, pero si es dirigido por


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el Espíritu Santo. Podrá sonar raro, y lo que

diga podrá ser más o menos brusco y

descortés. Dios nos devuelva el fervor, las lágrimas, el denuedo de los hombres de días

de antaño. Debemos tener una actitud de

seriedad en nuestra predicación que haga

que sea colorida, informal, y no ortodoxa en

cuanto al método, pero ortodoxa en cuanto

al mensaje de Dios. ¿Por qué no puede el predicador levantarse o sentarse, llorar o reír

o cantar al predicar? La gente en el

escenario lo hace. ¿Por qué no puede llorar

o reír alguien por causa del cielo? ¿Por qué

no puede llamear en contra del pecado? ¿Por qué no tener una sinceridad informal

para obtener resultados? ¿Por qué debe

tener el predicador una voz sonora, y una

actitud tiesa, y una mirada sacrosanta y

estereotipada en el púlpito? Dios nos dé

hombres que tengan una actitud determinada en el púlpito Yo la tenía cuando

jugué futbol en la universidad. La tenía

cuando salía a vender. ¿Por qué no debería

tener tal determinación como predicador del

evangelio? Eso significa que nuestra predicación en


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ocasiones tiene que ser emocional. Si

predicamos como debemos sobre el pecado,

la muerte, y el juicio, y la segunda venida de Cristo y la ira de Dios, seremos llamados en

ocasiones, emocionales. Algunos dicen: "No

creo que el predicador deba ser emocional."

La gente dijo lo mismo sobre Pablo y Bernabé. "Estos que han puesto a la

ciudad de cabeza han venido acá también." Recuerde que Pedro y Juan

fueron arrastrados delante del Sanedrín, y los sacerdotes dijeron: "Habéis llenado a

toda Jerusalén con vuestra doctrina."

Cuando hay un alboroto y un predicador de

vez en cuando es arrojado a la cárcel, y

alguien le escupe en la cara, alguien le avienta huevos y tomates podridos; cuando

los borrachos y las rameras, y los convictos,

y los mariguanos se convierten, entonces va

a haber emocionalismo. No lo evite, sino ore

que Dios despierte a la gente, y los levante y los alarme.

No intento producir un truco de

emocionalismo artificial falso. Lo que

intento es producir denuedo por Dios, que

venga el fuego del Espíritu, y la clase de


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predicación que lleva a los hombres a

ponerse de rodillas, con lágrimas de

arrepentimiento, confiando en Jesucristo, o que los ahuyenta en odio, crujiendo los

dientes, como lo hicieron contra Cristo y

Esteban.

Dependa de la Palabra de Dios que Obra

Milagros

¿Qué más? Dependa de la Palabra. Oh, mis

compañeros en la predicación, crean la Palabra y háganla penetrar con fervor en los corazones de la gente. "Irá andando y

llorando el que lleva la preciosa semilla,

mas volverá con regocijo trayendo sus gavillas" (Salmo 126:6). Tome la Palabra de

Dios. Plántela, créala, espere que Dios

bendiga su Palabra, dependa de la Palabra de Dios. Memorícela mucho. Cuando usted

vaya a predicar, aprópiese de las promesas;

cuando dé la invitación, dé las palabras

mismas de la Escritura para que se aferren a

ella, y haga que la gente se encuentre con


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Dios en base a sus promesas. No es difícil

ser salvo. Es un asunto fácil. La razón por

la que la gente no se convierte es porque en sus pobres, impíos corazones no están

dispuestos a dejar el pecado y creer lo que

Dios dice en su Palabra. Use la Palabra. Es "viva y eficaz, y más cortante que toda

espada de dos filos" (Hebreos 4:12). "¿No

es mi Palabra como fuego? Dice Jehová; y como martillo que quebranta en pedazos la piedra?" (Jer. 23:29).

Siempre Busque Resultados

Debemos tener determinación, y eso significa que vamos a buscar resultados.

Oh, mi hermano, predicamos de tal manera

que si una persona inconversa está presente

vamos a procurar ganarlo mientras

podamos. Y si predica a una audiencia

grande, y no hay inconversos presentes, entonces mueva a los cristianos a hacer todo

lo que puedan para ganar almas. Uno no

puede predicar a los pecadores si no están

allí, pero sí puede predicar a la gente que va

a alcanzar a los pecadores y los llevará a la


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iglesia. Hagamos que la gente coja el fuego

para ganar almas. Busquemos resultados.

Yo prediqué en muchos funerales, especialmente cuando fui pastor, y tuve un

culto radial diario. Le hice una promesa a

Dios, en el primer funeral que prediqué, que

nunca predicaría en un funeral sin dejar

bien claro el mensaje de salvación y rogar a

la gente que se arrepintiera y confiara en Cristo. He dado la invitación en muchísimos

funerales y he visto gente ser salva.

Recuerdo cuando una señorita venía

bajando las escaleras de un salón de baile

en el segundo piso en la esquina de Magnolia y Hemphill en Fort Worth, Texas; y

la esperaba su celoso marido y la apuñaló

hasta que la mató. Me pidieron que

predicara en el funeral. Esa multitud que

estaba en el club nocturno, gente del mundo

bajo, esa gente desenfrenada, esa gente de muchos hijos pródigos e hijas desviadas,

fueron y llenaron la capilla de la agencia

funeral. Prediqué el plan de salvación.

Invité a los pecadores, y ocho vinieron a

aceptar a Cristo como su Salvador. "Pero la gente se va a ofender," algún


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predicador me dirá. Entonces solamente

anuncie con anticipación que esa es la única

clase de sermón que usted predicará. Le prometí a Dios que no predicaría una clase

de evangelio en un culto de avivamiento y

otra clase de evangelio en un funeral, y

llevar al cielo con mi predicación

inadvertidamente a gente no arrepentida,

impía, perversa que no quisieron confiar en Cristo. Le prometí a Dios que no iba a

predicar un evangelio diferente en los

funerales, y nunca lo he hecho. Haga que se

convierta gente en las bodas. Haga que se

convierta gente en los funerales. Haga que se convierta gente en las clases de Escuela

Dominical. Debemos hacer que la gente se

convierta en los servicios de la mañana, así

como en los de la noche. Debemos hacer

que la gente se convierta en los clubs

rotarios, y en los banquetes Kiwanis. En cualquier lugar en donde el predicador

habla, tiene el derecho de hablar de la

salvación en Cristo Jesús.

El Dr. L. R. Scarborough de Texas tenía

una manera de decirlo: "Cualquier extremo del evangelio es bueno, así como el extremo


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caliente." ¡Predique el evangelio caliente, y

obtendrá almas salvadas!

Es Esencial una Investidura Definida del

Poder

del Espíritu Santo para la Predicación que

Gana Almas

Otra palabra que debo decir sobre la predicación evangelística es esta: Debe ser

predicada con una investidura definida del

poder del Espíritu Santo. Déjeme decirle

ahora que el magnetismo no lo logrará; la

personalidad nunca ha ganado un alma; la psicología nunca ha ganado un alma.

Ninguno de las artimañas, trucos, o jalones

de cuerdas, han ganado jamás un alma.

Leí un artículo el otro día sobre un

hombre que se lamentaba que en estos

tiempos ya no podemos tener avivamientos, y que hay una gran apostasía. Decía:

"Ustedes saben que hemos tenido tantos

predicadores aquí: hemos tenido dibujantes

de tiza, con películas, con música especial, y

aun así, solo tuvimos cincuenta salvos." En el Pentecostés no tuvieron un número


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musical, pero 3,000 personas fueron salvas.

Juan el Bautista no se vistió de vaquero

(cowboy) y se llevó un lazo al púlpito. Esto no es lo que ganó las almas. Elías no se

encaminó al Monte Carmelo con un niño

prodigio que podía tocar el acordeón. Se

necesita más que estas distracciones, más

que cencerros, y trucos, Sólo. ¡Se necesita

el fuego del Dios omnipotente! Nadie va a tener almas salvadas y a tener un

avivamiento, a menos que tenga la unción de

Dios.

Sobre Cristo mismo, leemos en Lucas

3:21,22, cuando fue para ser bautizado y esperó y oró, el Espíritu Santo vino como

una paloma y Jesús fue ungido. Entonces

regresó a la sinagoga de Nazaret (Lucas 4:1,16-22) y leyó Isaías 61:1, que dice: "El

Espíritu del Señor está sobre mí, porque

me ha ungido para predicar el evangelio a los pobres; me ha enviado a sanar a los

quebrantados de corazón, a predicar

libertad a los cautivos, a devolver la

vista a los ciegos, a libertar a los

oprimidos, a predicar el año aceptable de Jehová." Cristo nunca realizó un


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milagro, nunca predicó un sermón, nunca

ganó un alma hasta que fue ungido. Era

perfecto, y santo, pero empezó su ministerio cuando fue ungido para predicar.

A veces los predicadores predican de una

manera tan aburrida y estéril que la gente

dice: "Me temo que ese no ha sido llamado a

predicar." Esa no es la respuesta. La

respuesta es que sí ha sido llamado, pero no ha sido ungido para predicar. Ha sido

llamado, pero no ha respondido; no ha sido

capacitado.

Aprendamos la lección de Pedro, Jacobo

y Juan, y los otros apóstoles. Antes del Pentecostés fueron salvos, les fue dada la

Gran Comisión. Cristo les había abierto sus

corazones para comprender las Escrituras.

Fueron llenos de gozo cuando se les apareció el Salvador resucitado. "Entonces los

discípulos se llenaron de gozo, cuando vieron al Señor" (Juan 20:20). Cristo les

sopló y les dijo: "Recibid al Espíritu

Santo," y vino a morar en sus cuerpos (Juan

20:22). La investidura del Espíritu comenzó

cuando Cristo fue exaltado en un cuerpo

resucitado, como lo prometió en Juan 7:37-


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39. SÍ, los apóstoles tenían todo: salvación,

un llamamiento, la preparación, las

instrucciones, la morada del Espíritu y el gozo; ¡todo menos el poder para ganar almas! Y así Cristo les mandó: "He aquí,

les doy la promesa de mi Padre sobre

vosotros; pero quedaos en Jerusalén,

hasta que seáis investidos con poder de lo alto" (Lucas 24:49).

Lo que necesitaban era poder de lo alto.

Amados hermanos, eso es lo que

necesitamos; el poder de Dios sobrenatural,

que obra milagros sobre nuestro ministerio.

No estoy hablando aquí de hablar en

lenguas, ni de un éxtasis de emociones, ni perfección inmaculada. No quiero decir que

debamos buscar una "experiencia" centrada

un uno mismo, para poder ir fanfarroneando

de que somos más santos que otros; y no me

interesa como lo llame: bautismo, llenura,

unción, derramamiento del Espíritu, o don. Pero Dios nos ayude a ver que lo que

necesitamos es el poder de Dios, el poder

para testificar, para que las almas sean

salvas, las iglesias avivadas, y Dios sea real y su presencia bendecida para miles. "Pero


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recibiréis poder, cuando haya venido

sobre vosotros el Espíritu Santo; y me

seréis testigos en Jerusalén, en toda Jadea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" es lo que Cristo prometió en

Hechos 1:8. Oh, compañeros predicadores,

lo que necesitamos es poder, poder con Dios

y poder con los hombres. Ninguna teología,

no importa lo ortodoxa, que deje fuera la necesidad de una investidura del poder del

Espíritu como se manifestó en el

evangelismo personal del Nuevo Testamento,

es un desierto estéril con nubes sin agua, un

pozo seco y una cisterna rota. Es una

presunción impía, modernismo en el corazón, infidelidad en la práctica.

Cualquier auto-juicio, de confesión, de

restitución, de auto-crucifixión; cualquier

espera en Dios, cualquier rendición,

cualquier fe que se necesite, ¡la cosa esencial que el ganador de almas debe tener

es el poder del Espíritu de Dios para atraer,

convencer, iluminar y salvar a los pecadores!

La predicación evangelística, si ha de ser

bendecida grandemente por Dios y obrar

milagros que salven almas, debe atacar con


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denuedo el pecado, debe tener fervor santo,

debe depender de la Palabra de Dios, debe

apuntar hacia resultados definidos, y debe tener una investidura definida del Espíritu

Santo.

Hermanos, prediquemos a la manera de

Dios y ganemos almas. "Haz obra de

evangelista".

Capítulo 7

LOS PIES DEL GANADOR DE ALMAS

"Y calzados los pies con el apresto del

evangelio de la paz" (Efesios 6:15)

El evangelismo personal empieza con los

pies. Para la mente humana orgullosa,

alzada, sería muy propio que el evangelismo

personal demandara las más brillantes de

las mentes, la mejor educación, y el apoyo más grande posible de riqueza e influencia.

¡Pero no! Antes bien, el evangelismo personal

fue hecho una prosaica labor de los pies.

Esa es el método de Dios. Él ha escogido a

lo necio de este mundo para la predicación, y para la salvación de los hombres, en vez de


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la sabiduría de los ángeles, o aun la

sabiduría de este mundo. Así, ganar almas

es principalmente una cuestión de pies consagrados.

Un poco de reflexión muestra que el

mismo principio se enseña muchas veces

por toda la Biblia. En la Gran Comisión, la primera palabra es "ID." Ir es antes de

enseñar, predicar o bautizar. En el salmo 126:6, donde Dios da el maravilloso

bosquejo para el evangelismo personal, se nos dice que: "Irá andando y llorando, el

que lleva la preciosa semilla, mas volveré con regocijo trayendo sus gavillas." Una

vez más, ir es antes de sembrar, o cosechar con regocijo. Ciertamente Dios demanda

que pongamos pies a nuestro evangelismo

personal. Y cuando quiso hacer ganadores

de almas de algunos pescadores, dijo: "Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres." Seguir [ir en pos de alguien] va

antes que pescar, así como ir es antes de

sembrar. Caminar viene antes de poder dar

el plan de Dios.

En el capítulo catorce de Lucas, la obra

del ganador de almas es descrita claramente.


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Un hombre hizo una gran cena, e invitó a

muchos. Ahora, note las actividades del

siervo (el modelo del ganador de almas), y los mandatos de su señor. "Y a la hora de la

cena envió a su siervo a decir a los convidados . . ." Note que "ir" es antes que

"decir." Y, "vuelto el siervo, hizo saber

estas cosas a su señor." Ganar almas no es

todo gloria. Mucho de ello es volver para recibir más instrucciones, cuando nuestro

mensaje no ha producido los resultados. Note una vez más: "Entonces enojado

el padre de familia, dijo a su siervo: Ve

pronto por las plazas y las calles de la

ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos." "Ve" es

antes que "trae". Los pies tienen mucho que

ver con ganar almas.

Luego vemos que después que el siervo

fue a las plazas y los caminos de la ciudad

[cuánto caminar se necesita para ganar almas!] regresó e informó que todavía había lugar. Note la orden: "Ve por los caminos y

por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa." El mismo

siervo que había ido de casa en casa a los


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que habían sido invitados primero, y que

luego fue por las plazas y por los caminos a

los pobres, los cojos, los mancos, y los ciegos, finalmente se encaminó por los

veredas y los vallados del campo, rogando a

la gente a entrar. Entre cada ocasión,

regresó una y otra vez a reportar a su

patrón. La labor principal del siervo no fue

invitar, sino ir. Ir le tomó más tiempo que ninguna otra cosa. Llevar el evangelio es

labor, en una gran parte, de los pies. Y

recuerde que una de las órdenes era "ir de

prisa". Estoy seguro que el siervo era

valioso para su señor, no por su elocuencia al hablar, no por sus tiernas súplicas, sino

más que nada, por haber sido fiel en ir.

Y así todos los cristianos se les manda

que tengan "calzados sus pies con el apresto

del evangelio de la paz".

Pies Hermosos

Los pies del ganador de almas son hermosos

ante los ojos de Dios. Por eso el Espíritu de

Dios nos dice en Isaías 52:7: "¡Cuán hermosos son sobre los montes los


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pies del que trae alegres nuevas, del que

anuncia la paz, del que trae nuevas de

bien, del que publica salvación, del que dice a Sión: ¡Tu Dios reina!".

Y una vez más en Nahúm 1:15, un

pasaje similar, reconociendo la importancia

de aquellos que llevan el mensaje del

evangelio: "He aquí sobre los montes los pies del que

trae buenas nuevas, del que anuncia la paz."

Y en Romanos 10:15 tenemos el mismo

mensaje: "¿Y cómo predicarán si no fueran

enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que

anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"

¿Cómo puede uno predicar, si primero

no va? ¿O de qué le sirve una boca con un

mensaje hermoso, si primero no lo lleva en los pies? ¡Cuán hermosos son los pies del

ganador de almas!

Puedo muy bien entender por qué el

Salvador mismo lavó los pies de los


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discípulos. Lo hizo con la intención de

enseñarles una lección de humildad; así, de

cierta manera, Él ha hecho de los pies del predicador algo muy grande y hermoso. Los

pies de los apóstoles caminaron por todo el

mundo conocido, llevando el evangelio.

Todo predicador, todo misionero, todo

ganador de almas debería leer

cuidadosamente el relato de los viajes misioneros de Pablo teniendo esto en mente:

que Pablo pasó más tiempo andando que

predicando, y sus pies hicieron más ejercicio

que su boca. Pablo no solamente predicó

públicamente, sino también de casa en casa (Hechos 20:20).

Yo fui profundamente impresionado un día al leer Hechos 20:13, 14: "Nosotros,

adelantándonos a embarcarnos,

navegamos a Asón para recoger allí a

Pablo, ya que así lo había determinado, queriendo él ir por tierra. Cuando se

reunió con nosotros en Asón, tomándole a bordo, vinimos a Mitilene."

Pablo pretendía ir "a pie" de Troas a

Asón, una distancia, supongo, de unos

veinticuatro a treinta kilómetros. Yo pienso


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que probablemente en esa nave apretujada

de gente él no lograba encontrar un lugar

tranquilo donde meditar y orar, y no tenía tiempo de buscar la voluntad y el poder de

Dios. De modo que procuró que sus menos

dignos compañeros se quedaran con la

comodidad de la nave mientras el caminaba.

Y para hacerlo aún más interesante,

recuerde que en el mismo capítulo los versículos anteriores hablan de cómo la

noche anterior él predicó hasta la

medianoche, y trajo a la vida aquel joven que

cayó de la ventana del tercer piso, tomó

alimento a la medianoche y habló hasta que amaneció. Después de eso, Pablo sintió la

necesidad de andar una jornada de todo un

día para llegar al siguiente lugar donde

habría de predicar. ¡Hermosos pies los de

Pablo! Eran los pies de un ganador de

almas. Por eso no es de sorprender que Pablo pudiera escribir y decir de sí mismo: "En trabajos mucho más abundante."

Quien pretende ser un ganador de almas a

veces pasa por alto este aspecto, tan

claramente enseñado en la Biblia: que hay

un precio severo que pagar en trabajos, si


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uno quiere ser un ganador de almas.

Es fácil convencer a un predicador que

suba al púlpito y predique un sermón, pero es algo difícil hacer que alguien vaya a la

visitación casa por casa; aún más difícil es

hacer que los cristianos lleven tratados y

caminen cuadra tras cuadra llevando el

mensaje de la vida, y esparciendo los

volantes sobre las campañas o reuniones evangelísticas. Los cristianos no se dan

cuenta que caminar es primero que ganar

almas. Las perlas que se encuentran en las

ostras en el fondo del mar, los diamantes se

encuentran en la tierra en la profundidad, no en la superficie del suelo en el África; así

el gozo del ganador de almas se encuentra

en medio del esfuerzo y del trabajo. ¡Las

almas preciosas no se ganan sin haber ido

tras ellas, y se necesitan pies consagrados

para ser un ganador de almas! Oh, que los cristianos que leen esto desarrollen pies que

sean hermosos a los ojos de Dios, pies de los

cuales los nuevos convertidos en gloria se regocijen, y digan, "!Cuán hermosos son

los pies del que predica el evangelio de

la paz, del que trae buenas nuevas de


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salvación!". ¿Han sido calzados sus pies

con el apresto del evangelio de la paz?

¿Podría exhortarle a cada uno de

aquellos que anhelan ganar almas que se propongan pagar el precio? Uno envidia el

gozo del ganador de almas y lo quisiéramos

hacer, pero cuesta mucho más de lo que uno

se imagina. No tome este trabajo tan a la

ligera. Quizás solamente usted ve la superficie del trabajo, al hablar en público,

usted no se da cuenta de la cantidad enorme

de esfuerzo que es ir, el trabajo de a pie que

es necesario para que cualquier persona sea

un ganador de almas para Cristo.

"Calzados los pies con el Apresto"

Hay demasiados cristianos descalzos. Hay

muchos ganadores de almas en potencia

que no están calzados con el apresto del evangelio de la paz. En una ocasión "el tío

Guillermo Mullins" dijo sobre un cierto

problema que el afrontaba: "Bueno parece

que esto va a ser una lucha en la que se

requerirá ingenio". Su esposa, Mamie,

respondió, "Sólo a ti, te podía pasar


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Guillermo, ir a la batalla medio armado."

Hay demasiados cristianos que están yendo

a la batalla con el diablo, medio armados. La lección aquí es que si uno quiere ganar

almas debe alistarse.

Yo recuerdo bien sobre mi querido padre

que ahora está en el cielo, que las primeras

prendas de vestir que se ponía cada mañana

eran sus calcetines. No quería que sus pies se enfriaran. Y del mismo modo las

primeras cosas que un cristiano debe hacer

cada día es preparar su mente y su corazón

para ganar almas. ¡Póngase primero los

zapatos del evangelio antes de empezar el día!

Antes que nada, creo que esto significa

que usted necesita una nueva dedicación

para ganar almas todos los días. El corito

que cantábamos en la Escuela Dominical

hace mucho tiempo es bueno para todos los cristianos:

"Yo lavé mis manos esta mañana

Tan limpias y tan blancas, Y se las levanté a Jesús,


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Para trabajar por El hasta la noche.

Piecitos, tengan cuidado

Hacia donde me llevan; Cualquier cosa por Cristo,

Solamente déjenme hacer."

Su cuerpo es el templo del Espíritu Santo,

que usted tiene de Dios, y a usted le es encomendado glorificar a Dios en su cuerpo.

Entonces deje que Dios controle sus pies.

Dedíqueselos a El cada día para llevar el

evangelio. Una manguera para extinguir el

fuego con espiga de alta presión, puede disparar una corriente de agua a decenas de

metros de altura y es lo que se requiere para

apagar incendios, pero no servirá para llevar

agua al enfermo o al moribundo. Eso lo

tiene uno que llevar con la mano, y quizás

sostener aún el vaso para que ellos puedan beber. Mi querido amigo, usted no puede

disparar el evangelio a la China desde su

base aquí en casa; alguien tiene que

llevárselos allá.

Es muy bueno incluir tratados en las cartas. Cualquier manera de esparcir el


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evangelio es buena, pero algunas personas

nunca serán alcanzadas sin el apretón de

una mano cálida, y la urgencia, la mirada escudriñadora y la palabra dicha con calma,

y algunas veces con las lágrimas de aquellos

cuyos pies esforzados han llevado el

evangelio en persona. Y aunque parece

extraño, el evangelio se lleva mejor al

menudeo que al mayoreo. Yo creo en el evangelismo masivo, pero no hay que

entender mal el evangelismo masivo. Los

grandes avivamientos están hechos

principalmente, desde el punto de vista

humano, de miles de detalles, pasos que se toman, planeación, invitación, promoción,

sudor, llanto y oración; luego la predicación

en público y el canto son los que finalmente

se llevan el crédito.

De modo que si usted quiere ganar

almas, póngase los zapatos en sus pies cada día. Eso significa almacenar en su mente y

corazón versículos de la Biblia que usted

pueda llevar a aquellos que usted busca

para ganar. Eso significa planear su

trabajo. Dependa del Espíritu Santo para que lo dirija a donde debe ir, a quién debe


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ver, y qué es lo que debe decir. Esté alerta

esperando las "pausas" en el juego. Muchos

juegos de fútbol han sido decididos por un jugador alerta que bloqueó una patada, o

cayó sobre el balón, o interceptó un pase

que no era para él. Yo he conocido

predicadores que no estaban preparados

cuando de repente fueron llamados a

predicar, y siempre he pensado que es sorprendente e impío que un predicador no

tenga carnada en su anzuelo y que su arma

no esté cargada todo el tiempo. La mente

del cristiano debe estar fija en el

evangelismo personal, y su corazón tan preparado para ganar almas, y su voluntad

tan rendida al liderazgo del Espíritu, que él

pueda ganar almas en cada oportunidad.

¿Me permite un poco de testimonio

personal?: Hace algún tiempo me llamaron

al funeral de un anciano que yo no conocía, pero alguien que claramente le había dicho a

sus seres queridos que estaba listo para irse

a encontrar con Cristo, su Salvador. Yo no

había visto al hombre que murió, no conocía

ni uno de sus familiares o amigos que estaban presentes en el funeral. Yo no


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conocía ni a uno de los que cargaban las

flores, excepto uno que yo llevé conmigo, y

aun así mi corazón estaba grandemente movido y sentí la dirección para predicar

sobre Juan 3:16. Yo pensé que con toda

seguridad estas preciosas almas atribuladas,

la mayoría de las cuales eran inconversas,

serían confortadas con el pensamiento que

confortaba mi propio corazón: que Dios los amó tanto para dar Su Hijo. En el funeral

prediqué un mensaje evangelístico, uno que

más bien predicaría en una campaña de

avivamiento. Pedí que los que necesitaran a

Cristo levantaran sus manos para orar y la mayoría de los presentes lo hicieron. Invité

a los que quisieran recibir a Cristo

públicamente lo hicieran, y un gran número

de ellos lo hizo con lágrimas. Cuando

regresé del cementerio (en donde tuve el gozo

de ganar a otros dos), Recordé la hora temprana cuando tuve mi devocional

personal que le había pedido a mi querido

Señor que me ayudara a ganar a alguien en

ese día, y me propuse en mi corazón hacer

algo de evangelismo personal. Por la misericordia y la ayuda de Dios yo había


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calzado en una pequeña medida mis pies

con el apresto del evangelio de la paz.

Otra vez, muy humildemente, me permito darle otra ilustración. En un

Sábado por la noche fui sacado de la cama

para ir a casar una pareja. Estaba muy

cansado. Me había levantado a las 5:30 de la

mañana y a las 6:00 había ido a trabajar a

un lote al aire libre, preparando para una campaña de avivamiento, haciendo hoyos

para los postes, quitando hierba, moviendo

bancas, clavando los postes, y ayudando a

levantar la pantalla gigantesca para las

películas del evangelio. Había sido un día muy ocupado, y muy pesado, y sin embargo

mi corazón fue movido a sentir hambre por

los pecadores y para orar por ellos. Me

había ido a acostar un poco triste porque no

había ganado un alma ese día.

Cuando fui a la puerta y encontré a un querido amigo. Había traído a su hermana y

su novio para que yo dirigiera la ceremonia,

oré mientras me vestía para que Dios me

diera sabiduría. La joven pareja se amaba

profundamente. Se mostraba en sus rostros y en cada cosa que hacían. Después de la


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ceremonia de matrimonio, durante la cual

ambos estuvieron impactados y movidos por

las Escrituras que se leyeron, y por la santidad del paso que estaban tomando, les

exhorté sobre la necesidad de recibir a Cristo

en su hogar y en sus corazones. El joven

primero, y luego la señorita, afirmaron

confiar en Cristo.

Después de un tiempo de consejería, estaban a punto de salir a la puerta cuando

el joven dijo: "Hermano Rice, lamento

haberlo desvelado tan tarde, pero usted me

ha hecho tan feliz, y yo creo que usted es

también feliz en nuestra felicidad". Yo no gano todos los que debería, y yo no

sé realmente cuántas oportunidades

desperdicié en ese sábado, pero sí sé que

Dios me ayudó en esa hora tan tarde, en un

momento cuando los corazones de estos

jóvenes estaban sensibles, todo porque temprano en esa mañana me había

propuesto ganar almas y me había calzado

los pies con el apresto del evangelio de la

paz.

¡Cuántos pudiéramos ganar si estuviéramos listos! Cristo ganó a la mujer


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en el pozo de Samaria porque él dijo: "me es

necesario pasar por Samaria." Se había

preparado y había planeado con anticipación

para ganar aquella hermosa alma y otras. La ganó porque Su mente no estaba

concentrada en la comida, como lo estaban

las mentes de Sus discípulos, sino en las almas necesitadas. Él podía decir: "Yo

tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis." porque había calzado

Sus pies con el apresto del evangelio de la

paz.

¡Oh!, mi querido cristiano, tome tiempo

para alistarse todos los días para ganar

almas. Estudie su Biblia, pídale a Dios que

limpie su corazón, busque la sabiduría divina en sus planes. Asegúrese de llevar

tratados para repartir, pídale al Espíritu

Santo que le de las palabras correctas qué

decir.

Felipe, el evangelista, en el capítulo ocho del libro de los Hechos nos lo dice, caminó

desde Samaria hasta el camino que lleva de

Jerusalén a Gaza, que es desierto. Debe

haber sido una jornada larga, y cansada,

particularmente para un gran evangelista


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que había sido llamado estando en

avivamiento emocionante y maravilloso. No

obstante, Felipe fue. Tenía hermosos pies a los ojos de Dios. Estoy seguro que así le

parecieron al eunuco también. Y el corazón

compasivo de Dios fue de tal manera movido

en amor hacia Felipe, que al regreso de su

jornada, fue arrebatado y llevado por el

Espíritu a Azoto. Él había sido fiel en caminar, de manera que fue llevado por el

Espíritu Santo. Pero el largo andar de Felipe

hubiera sido un desperdicio si no hubiera

comenzado con Isaías 53, el mismo pasaje

que el eunuco leía, y le predicó a Cristo. Felipe caminó, pero antes de caminar ese día

se puso los zapatos. Tenía sus pies calzados

con el apresto del evangelio de la paz.

Conocía la Biblia, y era dirigido por el

Espíritu, tenía su corazón preparado en

sincero amor por los pecadores. Un predicador puede muy bien dedicar

tiempo para leer la Biblia. Eliseo podía muy

bien dedicar tiempo para ser simplemente el siervo "que vaciaba agua en las manos de

Elías" (2 Reyes 3:11). Timoteo podía

también dedicar tiempo para lavar los pies


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de Pablo, y escribir sus cartas a veces, antes

de llegar a ser el obispo de la gran iglesia de

Éfeso. Todo el que pretenda ser ganador de almas puede también dedicar tiempo a

estudiar su Biblia, esperar a Dios en

oración, y ser lleno del Espíritu Santo.

¡Póngase los zapatos, hermano, póngase los

zapatos!

"El Evangelio de la Paz"

Los pies del ganador de almas están

calzados con el apresto del evangelio de la

paz. Las buenas nuevas son tan dulces que el ganador de almas pasa un buen tiempo

haciéndolo. El mensajero de un rey puede

llevar un paquete o una carta cuyo sello no

se atreve a romper, pero no es así con los

mensajeros de Dios. El ganador de almas

debe saber el evangelio que él va a llevar al pecador. Él debe poder decir: "Yo ya lo he

probado." Si usted va detrás de los

pecadores, usted mismo debe ser salvo, y el

dulce evangelio que lo ganó a usted debe

estar fresco en su corazón. Cuando Sansón encontró la miel en el


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cadáver del león, él debidamente llevó algo

de él a su mamá y a su papá. Pero lo llevó

en sus propias manos, comiendo mientras iba. Mi querido hermano, hay suficiente

miel para todos. Cómala y sea lleno del

evangelio de la paz al llevarlo a otros.

Aquí está lo extraño, mi hermano.

Ningún versículo de la Escritura jamás será

tan dulce para usted, que aquel que usted utilice en señalar a Cristo a otras almas. Un

predicador nunca entiende otras partes de la

Biblia tan bien, como aquella porción del

pan de vida que Dios lo ha conducido a

partir por otros. Los versículos más hermosos en mi Biblia son aquellos

utilizados cuando he predicado con lágrimas

y con poder, y otros han sido bendecidos.

Es el evangelio de la paz el que usted lleva, y

parte de la preparación del ganador de

almas es el goce hermoso de la seguridad de su propia salvación. Aquel que se regocija

que su nombre está escrito en el cielo puede

hacer que los nombres de otros sean

también escritos.

Esto Es Parte de la Armadura del


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Cristiano

Y ahora tenemos una lección sorprendente. Los zapatos del ganador de almas son parte

de su armadura, parte de su defensa contra

Satanás. En el mismo pasaje, Efesios 6,

leemos los versículos 10 al 15:

"Por lo demás, hermanos míos,

fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza." "Vestíos de toda la armadura

de Dios, para que podéis estar firmes

contra las asechanzas del diablo."

"Porque no tenemos lucha contra sangre

y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de

las tinieblas de este siglo, contra huestes

espirituales de maldad en las regiones

celestes." "Por tanto, tomad toda la

armadura de Dios, para que podáis

resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."

"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros

lomos con la verdad, y vestidos con la

coraza de justicia, "y calzados los pies

con el apresto del evangelio de la paz."


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El versículo 15 simplemente nos dice cómo

estar fortalecidos en el Señor y en el poder

de su fuerza, como lo manda el versículo 10. Es parte de toda la armadura de Dios

mencionada en el versículo 11, y dichos

zapatos deben de ser puestos para que

podamos estar firmes contra las asechanzas

del diablo. El versículo 12 nos dice que

tenemos una gran batalla, no contra carne y sangre, sino contra principados, contra

potestades, contra los gobernadores de las

tinieblas, etc. Satanás y todos sus espíritus

malignos rodean al cristiano. Por lo tanto

por su propia seguridad, el versículo 15 nos dice que el cristiano debe tener:

"calzados los pies con el apresto del

evangelio de la paz."

En la guerra y en el fútbol se nos dice

que la "mejor defensa es una buena

ofensiva." El cristiano que se retira del campo de batalla, y deja que las almas

vayan sin ningún obstáculo hasta el

infierno, no es salvo de la tentación; más

bien él se encuentra en un gran peligro. El

cristiano que realmente soporta la lucha contra Satanás, es el que arrebata los


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hombres de las llamas del fuego, es el que se

dará cuenta que Dios ha puesto una pared

de protección en su derredor.

Cuántas veces yo he sido casi derrotado,

desanimado, desalentado, sin un mensaje

que predicar; pero cuando me ocupo del

evangelismo personal y he tenido el gozo de

ver como alguien ha sido salvo, ese gozo, fue un toque cercano con Dios. ¡Cuánto más

fácil es orar cuando uno gana almas!

¡Cuánto más fácil es resistir la tentación

cuando sus pies están calzados con el

apresto del evangelio de la paz. El único lugar seguro para un cristiano

está en la línea del deber y que siempre está

en el camino de ganar almas. Un joven

llamado a predicar me dijo en una ocasión:

"Hermano Rice, si yo no predico, no puedo

siquiera vivir como cristiano." Sin duda que él me estaba diciendo la verdad. Quien siga

al Espíritu en ganar almas podrá tener la

ayuda de Dios en tiempo de necesidad. Pero

si usted deliberadamente escoge su propio

camino fuera de la voluntad de Dios, usted se está abriendo a miles de males, y está


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haciéndose a usted mismo una presa de

Satanás y de sus espíritus malignos.

De ahí que, mi querido hermano, póngase los zapatos del evangelio en sus pies y decídase a ganar almas. Dedique sus pies al bendito asunto de llevar a Cristo a los pecadores, y vea como están --

"calzados con el apresto del evangelio de la paz."

Capítulo 8 HERMANOS PERDIDOS

"Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre,

que le envíes a la casa de mi padre,

porque tengo cinco hermanos, para que

les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento."

(Lucas 16:27,28)

Uno de los pasajes de la Biblia más

conmovedores es el de Lucas 16:19-31, donde Jesús nos habla del hombre rico que

murió, y fue sepultado, y "en el Hades


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[Infierno] alzó sus ojos, estando en

tormentos." Si creemos a la Biblia, debemos

tomar este relato por lo que es. Cristo no lo llamó parábola. Da el nombre de Lázaro,

quien estaba echado a la puerta del rico

lleno de llagas. Lázaro fue una persona real

y el relato no es ficción. El rico fue una

persona real. Sin duda, Jesús también

hubiera mencionado su nombre, pero por consideración de los seres amados o amigos

del rico no lo hizo, para evitarles aflicción y

vergüenza. Éste es un relato verídico que les

pasó a dos hombres; uno fue al cielo, el otro,

al infierno. Muchos dicen que no les gustan las

historias de gente moribunda, pero esa clase

de gente van a tener su propia historia un

día de éstos. Es tonto no enfrentarse con el

hecho de la muerte, y las realidades eternas

que están más allá de la muerte, tanto para los salvos, como para los perdidos. Los

predicadores deberían predicar como Cristo

sobre el paraíso, en donde los salvos son

consolados y están conscientemente felices;

y también del infierno donde los no arrepentidos están "atormentados en esta


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llama", como el rico dijo.

Los que desean ser cristianos han de

creer, como Cristo, en un infierno literal, donde hay un tormento, eternal y consciente

para los que no se arrepienten de sus

pecados y buscan la salvación. Ningún

argumento contra el infierno, eterno, literal

de tormento, pueda dar contra a las

sencillas declaraciones del Señor Jesucristo. Los que no creen lo que Cristo dijo de

ninguna manera deberían llamarse

cristianos, ni fingir creer en la Biblia. Y los

que ganan almas deben llevar en su

subconsciente el hecho fundamental de que la gente sin Cristo está perdida, van rumbo

al infierno, mereciendo el infierno y

levantarán sus ojos en el infierno,

atormentados en fuego, si no son guiados al

arrepentimiento, dar vuelta y confiar en

Cristo antes de que ellos, como el rico, mueran sin salvación.

¿En qué Piensa las Gentes en el Cielo?

Todos estamos muy interesados en el mundo invisible. Nuestro interés en los que


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amamos no cesa cuando ellos mueren. Por

la Biblia sabemos que el alma no deja de

existir al morir. Hay vida más allá de la muerte. Aun las gentes salvajes saben por

instinto que eso es cierto, y solamente los

cínicos endurecidos, perversos, amargados e

impíos niegan la existencia del alma eterna.

Lo más natural es que imaginamos lo que

están haciendo los que hemos amado y perdido por un tiempo a la muerte.

Muchísimas veces, las almas tristes me han

pedido una luz de la Palabra de Dios en

cuanto que están haciendo sus seres

queridos; O' sí son felices, en que están pensando, y si pueden saber lo que está

pasando en la tierra.

Los salvos en el cielo están

profundamente interesados en la carrera que

corremos aquí en la tierra. Los millones de

ángeles que son nuestros guardianes y espíritus ministradores, van y vienen

constantemente de la tierra al cielo, como

Jacob los vió en su sueño. El regocijo en la

presencia de los ángeles de Dios por un

pecador que se arrepiente (Lucas 15:7, 19) es compartido por los santos en la gloria. El


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cielo está interesado en ganar almas. El

amor con el que "de tal manera amó Dios al

mundo," es compartido con cada alma redimida en el cielo. El deseo de Cristo, la

tierna compasión de Aquél que derramó Su

alma hasta la muerte, el gran amor del

Salvador quien es el abogado y Sumo

Sacerdote de cada creyente, son compartidos

por los salvos que están ahora a la semejanza espiritual de Cristo. Sabemos,

entonces, que el interés principal de la gente

en el cielo es que las almas sean ganadas.

Lo que Piensa la Gente en el Infierno.

En el infierno, la gente también ve las

cosas como son; afrontan realidades. Siendo

esto cierto, la gente en el infierno están muy

interesadas en la salvación de las almas.

El rico en el infierno murió de la misma

manera cómo vivió: como pecador no arrepentido. No amó a Dios cuando estaba

vivo, y no amó a Dios cuando murió. La

gente no se arrepiente en el infierno. La

gente no se hace buena en el infierno. Así

como el árbol, cuando es cortado, cae en dirección hacia la que se inclinaba, del


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mismo modo la gente en el infierno son

todavía la misma clase de gente que eran

cuando todavía estaban vivos. La misericordia de Dios les ha sido recogida y

no hay más influencias buenas, sino que el

alma del pecador perversa, rebelde, amadora

del pecado y rechazadora de Cristo sigue

siendo igual.

El rico, cuando vivía, amó a sus cinco hermanos. Cuando murió todavía amaba a

sus cinco hermanos. Evidentemente él los

había conducido en el pecado cuando estaba

vivo. Ahora que estaba en el infierno, no

quería que ellos fueran a "este lugar de tormento", y él sabía que a menos que se

arrepintieran, irían a parar allí y debían

sufrir el mismo tormento y condenación que

inesperadamente le había sobrevenido a él.

La gente piensa con mayor claridad

cuando están en el infierno que cuando están en la tierra. El rico cuando vivía no

espera ir al infierno cuando muriera, no se

percató de su propio peligro. En cambio,

cuando se encontró en el infierno, sabía por

qué estaba allí, y ¡estaba desesperadamente temeroso por sus hermanos perdidos que no


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se preocupaban por sí mismos!

El hombre rico en el infierno tenía dos preocupaciones. Primero, se preocupaba de

saber si había manera de aliviar el terrible

tormento que le produjo el pecado.

Segundo, aun sus propios tormentos no

podían ahogar el clamor de su conciencia.

Se sentía responsable por sus hermanos, y suplicaba para que pudieran ser salvos.

Suponemos que en el cielo hay dos

preocupaciones: primero, el gozo y la gloria

continuos de una bendita salvación en la

presencia de Cristo y el Padre; y segundo, un interés en la salvación de los hombres en la

tierra. De igual manera en el infierno,

suponemos que hay dos preocupaciones:

primero, la terrible conciencia y los

tormentos de la paga del pecado; y segundo,

una preocupación por los que quedan atrás en la tierra. Para el que estudia en oración

este relato de Cristo en Lucas 16:19-31,

resulta evidente que la preocupación

principal de los que están en el cielo, así

como de los que están en el infierno, es ganar almas!


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¡Hermanos ¡Qué Unión tan Tierna!

Es parte de la bondad y sabiduría de Dios

que los hijos crezcan en familias. Mientras

que las bestias del campo son

independientes y auto suficientes en las

primeras semanas, o aun en los primeros

días de nacidos, Dios planeó que los hijos estuvieran bajo el cuidado de los padres por

muchos, muchos años. Los evolucionistas

son ingenuos, faltos de lógica y ciegos al

decir que el matrimonio y la familia son

producto de la evolución. No, ¡el matrimonio y la familia son instituciones divinas! Dios

da tiempo para que el amor y la relación con

el padre, la madre, los hermanos y las

hermanas tenga su impacto en el carácter.

Dios da tiempo para que los lazos de unión

entre el hermano y la hermana, el padre y la madre y el bebé lleguen a ser fuertes. Esos

lazos tiernos no deberían nunca ser

cortados. Dios quiso que la influencia del

hermano sobre su hermano fuera

permanente. ¡No nos admiramos de que el hombre rico en el infierno se acordara de


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sus cinco hermanos!

Dios quería que en las buenas y en las

malas siempre nos acordáramos de nuestros hermanos, los de nuestra propia familia.

Los lazos de familia son muy íntimos, muy

preciosos, y muy fuertes en las vidas de los

verdaderos cristianos. La Biblia enseña que

los hijos deben honrar a sus padres y sus

madres, y que los hijos vean por, o cuiden, a sus padres ya mayores de edad. Entre los

judíos, era un mandato de Dios que el

hermano se casara con la esposa de su

hermano [al morir éste] y cuidara a sus

hijos. Proverbios 17:17 nos dice que el hermano es "para el tiempo de angustia".

Dios permitió que el hermano bajo la ley

judía fuera el vengador de la sangre de su

hermano, y matara al homicida si lo

alcanzaba a agarrar antes de que llegara a la

ciudad de refugio (Núm. 35:21) ¡Qué lecciones tenemos que aprender en

los hermanos de la Biblia! Lo mejor y lo peor

del hombre sale en su relación con su

hermano.

Caín, el primer hombre que nació, en un estado de odio y celos, mató a su propio


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hermano. Luego Caín mintió a Dios, y dijo:

"¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?"

Caín sí era el guarda de su hermano. ¡Hasta el hombre rico en el infierno se dio cuenta de

ello!

Un hermano puede amar u odiar a su

hermano con una intensidad increíble.

Jacob y Esaú eran hermanos; hermanos

gemelos. Esaú nació primero, pero Jacob, obtuvo la bendición de su padre con

trampas, aunque Dios ya lo había escogido

para darle la primogenitura, y hubiera sido

de mucha más felicidad sin su pecado. Lo

que Dios le había prometido, él lo obtuvo por medio de trampas. El odio se encendió en el

corazón de Esaú y juró que mataría a su

hermano tan pronto como Isaac, su padre,

muriera. Jacob huyó a la tierra de Padan-

aram, con el pueblo de su madre, y estuvo

allí pro veinte años alejado de sus seres queridos. Es una historia conmovedora y

hermosa del Génesis, capítulos 32 y 33, que

nos dice de su penitencia, su esfuerzo

ansioso de agradar y ganarse el favor de su

hermano, Esaú; su noche que pasó en oración, luchando con el ángel de Dios, y


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luego cómo él y Esaú se encontraron y se

abrazaron y se besaron. Jacob dijo que

había visto el rostro de su hermano, "como si hubiera visto el rostro de Dios." ¡Qué

tristeza y amargura cuando el hermano odia

a su hermano! ¡Qué gozo cuando se

reconcilian! ¡Qué lazo es el lazo de la

hermandad, y qué grande es la influencia de

un hermano! ¿Quién puede leer el relato de José y sus

hermanos sin llorar, cuando lloró cuando

mandó sacar a todos de la sala y le dijo a

sus hermanos, quienes lo habían vendido

como esclavo: "Yo soy José". ¡Cómo gimió con por su hermano menor, Benjamín, y

mandó que se le sirviera cinco veces más en

su plato que la porción de los demás!? Es

Dios quien pone en el corazón del hermano

amar a su hermano.

Recuerdos de la juventud, de la Niñez, de

los Hermanos

Abraham le contestó amable, pero

firmemente al rico en el infierno: "Hijo, acuérdate". ¡La gente puede recordar en el


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infierno! Estoy seguro que el hombre rico

deseaba poder olvidar, pero la memoria es

parte de los tormentos acosadores del infierno. El hombre rico recordó, y ¡estoy

seguro que hasta este día en el infierno se acuerda, se acuerda, SE ACUERDA! Y la

mente no pudo regresar al pasado, trayendo

a la memoria las oportunidades

desperdiciadas, los pecados cometidos, la luz rechazada, los mensajes con el evangelio

de los que se burló, sin estar frente a frente

con el hecho de sus cinco hermanos

perdidos. Sin duda alguna era cierto, y sin

duda el rico lo sabía, que sus cinco

hermanos no estaban arrepentidos, estaban perdidos todavía, porque le habían seguido

sus pisadas.

Supongo que el rico era el mayor de los

hermanos. Él murió primero Este hombre

rico había tenido su propia mansión, su propia riqueza, y el mendigo "se echaba a su

puerta". Los hermanos quizá estaban en la

casa de su padre, y desde el infierno el rico

clamó para que Lázaro fuera enviado "a la

casa de mi padre, porque tengo cinco

hermanos." Este hombre en el infierno era


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el mayor de seis hermanos, y ahora

afrontaba la realidad tormentosa de que él

había dirigido a sus hermanos menores en los caminos del pecado; y que

probablemente ellos, como él, morirían sin

haberse arrepentido, condenados, y pasarían

la eternidad en el infierno.

En el infierno uno tiene mucho tiempo

para recordar, y los recuerdos de la infancia son los más fuertes. Sin duda él recordaba

sus hábitos de la niñez, sus mentes y

cuerpos. Estos hermanos habían trabajado

juntos, jugado juntos, y ¡Dios sabía que

ellos habían pecado juntos! Este escritor tiene cuatro hermanos, uno

mayor y tres menores. Tuvimos una familia

grande, y éramos cinco hermanos y tres

hermanas. He dado gracias a Dios muchas

veces por mis hermanos y hermanas. Las

cosas más graciosas que jamás le han pasado a nadie en este mundo nos pasaron

a nosotros en nuestra casa en la granja.

Muchos de los recuerdos más tiernos que

tengo son de esos primeros años con mis

hermanos y hermanas. No los veo tan seguido como quisiera poder hacerlo. Mi


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corazón gime todo el tiempo por éstos que

son mi propia sangre. Tenemos los mismos

amigos de la infancia. Tenemos los mismos ideales inculcados en el mismo hogar.

Lloramos alrededor de las mismas tumbas, y

nuestros corazones han estado entretejidos

juntos por lazos que no se deben de romper.

Mis dos hermanos más pequeños, José y

Guillermo, están predicando el evangelio. No lo sé, pero es posible, o más bien,

probable, de que si yo no estuviera

predicando el evangelio, ellos tampoco lo

estarían haciendo. Los hermanos mayores

son de gran influencia. Recuerdo cuando le escribí a mi hermano Jorge, cuando yo

estaba en la Universidad Baylor. Le dije:

"Vente a Baylor, Jorge. Te puedes quedar

conmigo en el cuartito de desván, donde

solamente pago $4.00 al mes, sin calefacción

en el invierno. Yo te ayudo a que salgas adelante hasta donde yo pueda. ¡Y hasta ya

te tengo escogida una muchacha para ti! De

esa manera Jorge fue a la Universidad

Baylor y salimos adelante juntos. Le ayude

todo lo que pude. Todo hombre es responsable por sus hermanos. Por cierto,


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¡él se casó con esa chica!

Cuando José estaba planeando su boda

y no tenía dinero, me sentí responsable por su felicidad y me desprendí de unos cuantos

dólares para los gastos necesarios, para que

el muchacho no tuviera que posponer su

felicidad. El hermano es responsable por

sus hermanos.

No obstante, junto a estos recuerdos hay otros recuerdos tristes. Mis hermanos fueran

ahora mejores hombres si yo hubiera sido

mejor hombre. Mi influencia no ha sido

totalmente buena.

Los Hermanos deben Ganar a sus

Hermanos para Cristo

El hombre rico en el infierno recordó a sus

hermanos. Había vivido su vida delante de

ellos en forma mundano, rechazando a Cristo, y ellos tampoco eran salvos. Los

cinco hermanos habían seguido a su sexto

hermano. Los había llevado por mal camino.

Por todas las edades de tormentos en el

infierno el rico recordará su pecado contra sus hermanos. Si esos hermanos fueron al


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infierno, como muy probablemente lo

hicieron, ¿se imagina usted su encuentro

con el hermano cuyo iniquidad los llevó al tormento eterno? Estoy seguro que fue un

encuentro miserable y horrible. Quizá el

amor de hermanos se tornó en odio por la

ruina que produjo el pecado de un hermano.

Querido lector, si usted tiene un

hermano que no es salvo, yo le ruego por todo lo que es santo, que lo gane mientras

pueda. La gente a veces me dice: "Bueno,

hermano Rice, usted sabe cómo es eso. La

familia de uno no le hace caso a uno." Oh,

sí, mi hermano, sí le hacen caso, si se lo propone. Esa idea es un engaño del diablo.

El hermano va a hacerle caso a su hermano

más pronto que a un extraño. Los lazos

sanguíneos son más fuertes, y los hermanos

pueden influir a sus hermanos.

Por supuesto que no podemos influir en nuestros hermanos si vivimos en hipocresía.

Lot no pudo influir ni en sus propios yernos,

pero déjeme recordarle, tampoco pudo influir

en nadie más. Cualquier hermano que

recibe a Cristo como su Salvador, y vive un vida transformada en el poder del Espíritu,


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puede tener una influencia sobre sus

propios hermanos.

Cuando Andrés fue salvo, se nos dice en la Palabra de Dios que "éste halló primero a

su hermano Simón, y le dijo: Hemos

encontrado al Mesías (que traducido es, el

Cristo). Y le trajo a Jesús" (Juan 1:41, 42)

Este viejo Simón testarudo, boquiflojo, de

maneras toscas debió haber sido una persona muy difícil de influenciar. Él quería

dirigir, no que lo dirigieran. Tenía sus

propias opiniones, y era pronto para

expresarlas. Era un viejo pescador

maldiciente. Me imagino que era mayor que Andrés, aunque la Biblia no lo dice. Con

seguridad podemos suponer que era el de

carácter más fuerte. No obstante, cuando

llegó Andrés, lo primero que hizo cuando fue

salvo, fue decir: "Hemos hallado al

Salvador", y trajo a Simón con Jesús inmediatamente. Oh, hermanos, ustedes

podrían ganar a sus hermanos en la mayoría

de los casos, y oro al escribir estas palabras

para que usted determine que lo hará, por la

gracia de Dios. Un domingo por la mañana, cuando


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estaba predicando sobre este tema, pregunté

cuántos en la congregación tenían hermanos

inconversos; supongo que dos terceras partes de la congregación levantaron las

manos. Si los cristianos que leen esto

ganaran a sus propios hermanos, costara lo

que costare, ¡qué avivamiento barrería toda

la nación! ¡Qué regocijo, cuántos aleluyas,

cuántos hogares felices, qué gloria para Cristo, si ganáramos a nuestros propios

hermanos!

"Y Tu Casa"

Es muy evidente que Dios quiere que todos los lazos humanos se usen para ganar

almas. Las madres deben usar su influencia

de madres para ganar a su hijos.

Igualmente los padres. Los novios deberían

ganar a sus novias perdidas (aunque es

dudoso que un cristiano tenga novia o novio inconverso. Al menos, con certeza sabemos,

que un cristiano no debe jamás casarse con

un inconverso). El maestro debería ganar a

su alumno, y el hermano a su hermano.

Cuando el carcelero vino temblando y cayó frente a Pablo y Silas, les dijo: "¿Qué


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debo hacer para ser salvo?" (hechos 16:30),

la respuesta inspirada del apóstol fue: "Cree

en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa." El carcelero debía creer, pero la

promesa no era solo para él, ¡era para toda

su familia! Aun en el acto mismo de ser

salvo, se le enseñó al carcelero que debía

ganar a toda su familia; debía decirles la

misma historia, y enseñarles a confiar en Cristo, como él había confiado en Cristo. Y

el corazón ser regocija al leer luego, en el

mismo capítulo, cómo ganó a su familia,

todos salvos y bautizados, reunidos

alrededor de la mesa después de la media noche, después que les fueron curadas las

heridas a Pablo y Silas, y comieron su tardía

cena. El carcelero y su familia estaban

felices, creyendo en Dios "con toda su casa."

Una vez fue a mi oficina en Dallas,

Texas, un hombre de Forth Worth que tenía mucho de ser cristiano. Cuando asistió a la

conferencia de Dallas, mencionó cómo había

ido a Dalas a ver a su hermano inconverso, y

cómo felizmente lo llevó a aceptar a Cristo.

En ese segundo viaje, mencionó la conversión de otro hermano. El segundo


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hermano estaba en California, y el hombre

de Forth Worth, el Sr. Conner, empezó a orar

por su alma. Le pidió a su clase de Escuela Dominical que orara. Un lunes por la noche

tuvieron una reunión especial de oración, y

oró para que Dios salvara al hermano del Sr.

Conner. Oraban hasta muy tarde y con

mucho fervor, y parece que Dios escuchó. El

siguiente miércoles en la mañana, en California, el hermano fue movido en forma

extraña, por un fuerte deseo de ver a sus

seres queridos en Texas; de modo que se

subió a su carro y emprendió el viaje. Llegó a

Forth Worth. ahora dejemos que el Sr. Conner cuente la historia:

"Lo subí a mi carro y nos encaminamos

por la carretera de Jacksboro. Le pregunté

por qué había regresado a Texas, y me dijo

que nada más de repente le entró una

urgencia de ver a sus hermanos. Le platiqué cómo había yo confiado en el Señor, y cómo

nuestro otro hermano había sido salvo, y

cómo habíamos orado por su alma. Luego

tomé la Biblia y le mostré cómo ser salvo, y

allí en mi carro, él confió en Cristo y regresamos a Forth Worth a platicarle al


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resto de la familia." El rostro del Sr. Conner

su iluminó con gozo cuando nos relató la

conversión de su hermano. Hermano, ¡haga usted lo mismo ahora!

Gane a su hermano mientras puede. Vaya a

verlo ahora si es posible. Si no, escríbale

una carta. Comience a orar fervientemente

por su salvación.

Otro dos mundos están preocupados en la salvación de los pecadores. "Hay gozo en

el cielo delante de los ángeles de Dios por un

pecador que se arrepiente, que por noventa y

nueve justos que no necesitan

arrepentimiento." El cielo anhela la salvación de sus hermanos. Cristo anhela su

salvación. Esto es lo más allegado a su

corazón. Él vino a buscar y a salvar a los

perdidos.

En el infierno los hombres están

elevando sus clamores, rogando que alguien vaya a advertir a sus hermanos vivos que no

son salvos. Si en los mundos eternos de

felicidad y tormento, la preocupación

principal es la salvación de los pecadores, de

seguro usted puede ganar a sus hermanos ahora que puede. No dependa de otros, haga


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su parte ahora para ganar a sus propios

hermanos, y los hermanos de otros que

están rogando por ellos en el infierno.

¡ AMEN ! ¡Decida por Cristo Ahora!

Querido lector, ¡¿por qué no persuadir a algunos perdidos a leer las Escrituras, y

urgirlos a que confiesen su pecado a Dios y

confíen en Cristo para su perdón y salvación

ahora?!

"Porque de tal manera amó Dios al mundo,

que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas

tenga vida eterna.

"Porque no envió Dios a su Hijo al mundo

para condenar al mundo, sino para que el

mundo sea salvo por él. "El que en él cree, no es condenado; pero el

que no cree, ya ha sido condenado, porque

no ha creído en el nombre del unigénito Hijo

de Dios."

Mi Decisión por Cristo

Reconociendo que soy un pecador perdido,


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culpable, pero creyendo que Cristo murió

por mis pecados en le cruz, y resucitó de la

tumba; yo, aquí y ahora lo acepto como mi Señor y Salvador personal, dependiendo de

él para el perdón de todos mis pecados para

que cambie mi corazón y me dé vida eterna

ahora, como Él lo ha prometido. Estoy feliz

de confesarlo como mi Señor y Salvador, y

pongo mi nombre para reclamarlo. Me propongo vivir para Él, comenzando desde

hoy, y confiar en Él para su ayuda.

Nombre:_________________________________

Fecha___________

Si usted ha aceptado a Cristo como su Señor

y Salvador, entonces asegúrese de confesarlo

abiertamente delante de los hombres (Mateo

10:32); reúnase con el pueblo de Dios, lea la

Biblia todos los días, deje que el Señor sea el Amo de toda su vida, y propóngase ser un

ganador de almas para Él.

Traducido por: Rvdo. José Luis Torres A.

1996


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¿Quién es el Editor Hno.

Samuel Gaddis? 2014

Soy Contratista de Aíre acondicionado y

constructora de casas (ya jubilado). ¡No soy

pastor! Trabajo solo, no hay obreros. Tengo

81 Años de edad. Después de años siendo

religioso en una iglesia que no enseñó claro

la necesidad de nacer de nuevo -- fui salvo

en una Iglesia Bautista a la edad de 21 años.

Fui diácono y maestro de escuela Dominical

por más que 35 años. Me gustaba ganar

almas en la cárcel. Aprendí el español a la

edad de 52 años, para ministrar el evangelio.

El nombre "BIBLE MISSION

FELLOWSHIP" Y "Editorial Gran Comisión"

aparece en libros, sobres y cursos es

nombre de mi ministerio, no significa

iglesia.


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En el año 1962 (más o menos) aprendí

del utilidad y poder de literatura y de la

necesidad por literatura en español. Compré

mucha literatura y en el año 1992 es cuando

hice el primero libro impreso.

Al leer los libros, sabrás porque escogí

los sermones de Dr. Tommy Ashcraft para

imprimir, más que nada tuve permiso y

disponible 300 mensajes en casetes para

seleccionar.

Hoy en día Dios me ayuda, mando más

que 40,000 libros por año a hermanos e

iglesias, México y a presos en 95 prisiones

en California y por USA.

Yo predico en el campamento de

detención de la `Migra' en la ciudad de El

Centro CA, un servicio cada semana. En

este corralón se encuentra más que 575

hombres detenidos de varios países. Hoy en

día; hagamos los servicios en la comedora


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de la cocina. Cada semana veo salvos

nuevos. Ya cumplí 23 años de hacerlo.

Estoy haciendo la Escuela por

correspondencia con "Escuela Gran

Comisión" (6 cursos) con cuestionarios para

6 de los libros.

He predicado cada sábado y domingo por

5 años en 2 prisiones del estado. Ya no

tengo las fuerzas para hacer esto.

Hermano Sam ¡Por la Gloria de Dios!

Dios te Ama

El día 25 de Septiembre del 2013, Dios llamó

a su presencia el Hno. Sam Gaddis, editor de

la Editorial "Gran Comisión".

Gracias a Dios por el ministerio del hno.

Sam Gaddis. En lo personal fue de gran

bendición a través del material impreso que

nos hizo llegar.

Pastor Norberto Sánchez


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Libros Ofrecidos Damos gracias a Dios por el ministerio del Hno. Sam Gaddis, y bajo su permiso

se han dispuesto vía electrónica los libros; pero por causa de su partida con el

Señor, libros físicos no hay, pero rogamos de sus oraciones el poder distribuir

este material en su formato físico próximamente.

Más Libros Ofrecidos:

Folleto # 1 "Jesucristo Salva", “Un Gran Folleto”, El Plan Claro De La Salvación.

Folleto # 2: “La Segunda Venida De Jesucristo"

Libro # 2: "Empezando A Ser Un Discípulo De Jesucristo", Por Dr. Tommy Ashcraft:

Libro # 3: "Principios De La Vida Cristiana", Por Dr. Tommy Ashcraft:

Libro # 4: "Amor", Por Dr. Tommy Ashcraft, “Claves Fundamentales Para El Éxito"

En Toda Relación.

Libro # 5: "Tenga `Victoria' Sobre El Diablo Y El Pecado", 5 Sermones Por Dr.

Ashcraft, Dr. Curtis Hutson, y Dr. J. R. Rice

Libro # 6: "El Fuego Del Ganador De Almas",Por Dr. J. Rice, Animando Al Cristiano A

Ganar Almas

Libro # 8: "La Oración: Pedir Y Recibir", Por Dr. John Rice, Indispensable Para Cada

Cristiano.

Libro # 9: "La Oración: Ayunar", Por J.R. Rice.

Libro # 10: "El Espíritu Santo Y Su Obra", Por Dr. Jack Hyles / 12 Capítulos

Seleccionados De Su Gran Libro Con 35 Capítulos, "Conozca El Espíritu Santo".

Libro # 11:"La Plenitud Del Espíritu”, Por Tres Pastores: Dr. John R. Rice, Dr. Curtis

Hutson, Dr. Jack Hyles.

Libro #12: “El poder de la oración: La Oración Con Poder”, Por el R.A. Torrey

Enseñanza #1: “Corrige A Tu Hijo”, Pastor David Cortes.

Todos disponibles en la página web:

www.icbf.com.mx/literatura

http://www.icbf.com.mx/literatura

Libro 6 "El Fuego del Ganador de Almas

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