LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

9
DIARIO INFINITESIMAL El ciElo dEl azar E l viejo marino Joseph Conrad dictamina, lo leí en una de sus cartas, acerca del hundi- miento del Titanic. Su opinión era que el capitán se había equivocado al maniobrar frente al iceberg; erró por tratar a toda costa de no incomodar al plutocrático pasaje (que incluía, como sabemos, al dueño de la empresa y al diseñador del barco) ni maltratar la modernísima cuanto indestructible embarcación. No, opina Conrad, el capitán no debió intentar esquivar la montaña de hielo que surgió como fantasma frente a él. Debió en vez de eso enlar el barco hacia el iceberg y chocar de frente con él. El golpe hubiera sido brutal, gran destrucción, heridos, el barco habría quedado acaso inservible, pero, alega Conrad, no se habría hundido, desastre mas no tragedia. Thomas Hardy escribió un impre- sionante poema sobre el Titanic, se llama “Convergencia de los mellizos”. En él se describe la minuciosa fabrica- ción del lujoso trasatlántico , orgullo de la tecnología y del progreso. Y mien- tras crecía el barco, observa socarrón Hardy, allá lejos, en el Polo, iba para- lelamente desarrollándose un iceberg fuerte, gigantesco. Y los dos colosos tenían acordada una cita en la noche, en medio del océano. Cita accidental, azarosa. El acciden- te impredecible no tiene causas, por eso es accidente. Explicar es declarar las causas; luego, razona Aristóteles, los accidente son sucesos inexplicables. La casualidad es eso, azarosa. En el  Zaratustra de Nietzsche se pro- clama: “En verdad, es una bendición y una maldición enseñar. Sobre todas las cosas se encuentra el cielo del azar, el cielo inocencia, el cielo cercano, el cielo temeridad [...] El azar es la más antigua nobleza del mundo; lo apliqué a todas las cosas, las liberé de la servidumbre del n.” ¿P or qué e logia así Zaratustra el azar, por qué se reere a él como cielo ino- cente, cercano, noble? Ensayemos una respuesta sin pensar de ningún modo que haya de ser única. Aquí hay dos temas: uno es la supre- ma inventiva del azar. Por creativa que una persona sea, nunca podrá ser tan inventiva como la casualidad, no podrá alcanzar su innita capacidad de urdir con fría y extrema facilidad, como si nada, como jugando, las más intere- santes historias. He dicho  jugando, esa es la otra característica que seduce a Nietzsche del azar, el juego. Lo que se hace jugando no tiene otra nali- dad que el juego mismo, se opone a la tiranía mediocre de los nes huma- nos. “Y Nietzsche insiste siempre en el mismo sentido: protesta contra la asignación de un objetivo a las cosas, contra la asignación de un objetivo al mundo”, especica Georges Bataille, reverencia dor del azar y el juego como surrealista conictivo que siempre fue (el surrealismo entronizó el azar y el  juego, véase por ejemplo la novela  Nadja de Breton). ¿Qué se necesita para elegir con jus- ticia y tino en política?, se preguntó al presidente Mitterrand. “Indiferencia”, respondió, y su respuesta es más acertada y profunda de lo que pare- ce. Tengamos sólo presente que a la  justicia se la representa ciega , es decir, desinteresada. ¿Y qué hay más ciego e indiferente que un volado? Y recordemos por último en esta apresurada enumeración de las vir- tudes del azar que los místicos judíos aseguraban que los diferentes encuen- tros casuales e inesperados con que se anima y diferencia cada uno de nues- tros comunes y corrientes días forman un lenguaje del que Dios se vale para hablarnos y señalarnos cierta ruta o tra- yectoria vital, enigmática, pero tal vez no indescifrable para nosotros. ~ – Hugo Hiriart CAR T A DESDE MÉXICO El corazón dE la oscuridad P ocos pueblos pueden presu- mir como el mexicano de un registro histórico caracteriza- do por una sorprendente tolerancia y un espíritu antiviolento. letras letr ones 10 4 LEtras LibrEs septiembre 2008

Transcript of LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

Page 1: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 1/9

Page 2: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 2/9

México llegó al siglo xxi en un loa-ble estadio de paz general pese a losconictos políticos, los rezagos socia-les y la inseguridad que crece como un

hongo fulminante sobre nuestra vida yque empezó por un pequeño soborno.

Nada ni nadie ha logrado erradicaresa conducta tan añeja que se ha con-vertido en un espejismo de la identidadmexicana: la “mordida”. Ya fray Toribiode Benavente señalaba que el pago deeste tipo de tributos a los españoles erauna de las diez plagas que azotaba a losindígenas.

Dichos como “el que no transa noavanza” o “roba pero reparte” han sidointegrados a la conciencia nacional bajoel supuesto de que “morder” es una con-tribución al juego de equilibrios socia-les indispensables para la subsistenciapacíca de la sociedad.

Sin embargo, la escala de la impu-nidad fue extendiendo sus límites hastainvolucrarnos prácticamente a todos enuna incesante cadena de corrupción.

La mordida pasó de ser un proble-ma con la policía a convertir a la policíaen uno de los principales problemasde seguridad. Desde el gobierno deMiguel de la Madrid Hurtado hasta elde Felipe Calderón Hinojosa, el paísha tenido que enfrentar el n de variosmitos que constituyeron la base de laestabilidad revolucionaria del priato.Uno de los más importantes es el con-cepto de seguridad.

Tras el ingreso de México al librecomercio y el respectivo cumplimientode las condiciones internacionales, elpaís aparecía en el escenario interna-cional como un competidor imparableen la carrera hacia el primer mundo,ocupando un puesto en la órbita de lospaíses más desarrollados.

Los gobiernos tecnócratas apos-taron a que este vertiginoso cambioeconómico acarrearía cambios socialesy que México sería distinto con sólomirar hacia “el otro lado” y aceptar queera un país moderno capaz de hacer lascosas de otra manera. A cambio, claro,había que asumir un costo que paga-rían sobre todo los más sacricados,los campesinos y las clases populares,

para quienes fueron creados programascomo Procampo y Solidaridad y que alnal sólo obtuvieron más miseria comorédito de la globalización.

El comercio mundial y los mayoresingresos macroeconómicos no elimi-nan per se las desigualdades sociales amenos que el Estado –a través de unsistema scal eciente– se haga respon-sable de hacer mas justa y equitativa larepartición de la riqueza.

La alfabetización y la distribucióncaritativa de puñados de granos, la fan-tasmagórica igualdad de oportunida-des agrarias, dilapidó la posibilidad deconstruir una condición de abundan-cia material suciente para impulsar aMéxico hacia la plena modernización.

Ante el evidente fracaso, funciona-rios de gobierno llegaron a calicar a loscincuenta millones de pobres del paíscomo “población excedente”, negadospara las magnícas oportunidades delprogreso y que apenas podían aspirar ala estabilidad social y a la esperanza dealcanzar un techo de lámina, sin ver quela miseria era el caldo de cultivo idealpara el cerco que se ha ido estrechandosobre nuestras vidas.

La falsa modernización iniciadahace poco más de dos décadas no tuvoen cuenta el costo humano, convir-tiéndonos en habitantes de un farsanteEstado modelo. La burbuja de la ilu-sión, del “somos como los demás”, hacobrado altas facturas, hasta el puntode convertirnos en un país que ya nose parece siquiera a sí mismo.

Olvidaron el principio más ele-mental del concepto “justicia social”: elrespeto de la dignidad y el valor de lapersona humana. La mejor manera decombatir la corrupción es garantizar unavida digna con una remuneración justaa un trabajo responsable; el único prin-cipio lógico para tener algo es procurarque el de abajo lo tenga también.

A la clase política mexicana le hemospermitido un cultivo de sinrazones cuyacosecha principal han sido enormesfortunas personales y el debilitamien-to del Estado. Las grandes leccionesque la historia nos ha ofrecido durantelos últimos treinta años se han perdido

bajo una marea de palabras cuyo men-saje nal ha sido el mismo: “Esperen, lasiguiente será la suya.”

Por supuesto, ni la pobreza ni la indi-gencia justican la violencia, pero sinduda las sociedades más justas son lasmás seguras. La pacíca sociedad mexi-cana, en su gran mayoría, se ha confor-mado con ser mera espectadora de unaviolencia que invadió silenciosamentetodas las capas de la sociedad y que hoyataca estruendosamente al Estado.

Desde hace al menos tres décadasse veía venir la situación que padecenSinaloa, Veracruz, el Distrito Federal yel resto del país, pero no hicimos nadapara impedirla, y por ello todos somosresponsables de la situación, eslabonesde una interminable cadena de vícti-mas-verdugos.

El Estado no ha podido cumplir acabalidad el principio sagrado de su exis-tencia: proteger nuestra vida y nuestrosbienes. Si el Estado no sabe proteger-nos y nos orilla a –o perniciosamentetolera– la autodefensa, habrá dejado detener sentido y legitimidad, a riesgode que el corazón de México, el Zócalodonde reposa el centro de nuestra his-toria, se convierta en el corazón de laoscuridad.

El primer día que pasamos poralto la seguridad y no demandamos alEstado el cumplimiento de su funciónempezamos a perder la más cruenta delas batallas. El presidente Calderón,

E e e.

 septiembre 2008 LEtras LibrEs 105

Page 3: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 3/9

letrasletrillasletrones

como todos sus predecesores, se hacomprometido a terminar con el nar-cotráco. Para ello, el primer pasoindispensable es terminar con la poli-

cía corrupta que en este momento estierra de nadie en medio de un fuegocruzado entre el Ejército (convertidoen la última esperanza para recuperarel Estado) y los narcotracantes, quecon habilidad y dinero a manos llenasconstruyeron intrincadas redes de com-plicidad y poder sobre la base de quenada se movía.

La violencia ha llegado a un puntosin retorno y por primera vez la curvadel crimen ha desplazado el gozo delrobo por la orgía de la violencia. Cadavez más, el odio aparece en las víctimas.El ataque ya no es únicamente un mediopara obtener bienes materiales; es elcanal de fuga de un odio social que novimos a tiempo.

La muerte de Fernando Martí, lasangre de Fernando Martí, es nuestra.El odio que lo secuestró y asesinó esnuestro. Esta situación no es sólo unaespiral de violencia que nos conduceal precipicio; es producto de la indi-ferencia social. No solamente estamosmal porque la policía, los falsos policías,los policías asesinos, puedan establecerun retén en pleno centro de la ciudad yllevarse de manera impune a un niño,sino porque ninguno de nosotros habríahecho algo para impedirlo.

Lo peor no es la orgía de violenciaque padecemos ni el fracaso de los polí-ticos y de una sociedad, sino la indife-rencia que nos va llevando a un caminosin retorno.

De nada sirven las declaracioneso el grito en silencio del “¡basta ya!”.Es imperativo que los funcionarios degobierno entiendan y asuman que suprincipal responsabilidad es garantizarla seguridad de los dueños del Estado,de los ciudadanos. No puede ser undelito menor condenar a nuestra socie-dad a la desesperanza y la violencia.

No sólo tenemos un grave problemade violencia. Hemos fracasado comosociedad. Las campanas están doblandopor Fernando y por nosotros. ~

– antonio navalón

LITERATURA

VicEntE lEñEro: laVida y las ficcionEs

Escribió P.G. Wodehouse: “Eléxito de un escritor viene tangradualmente que es un shock 

para él.” Ese es el caso de Vicente Leñeroque –en mi humilde opinión– es, juntocon Ricardo Garibay, un autor potenteen muchos géneros. En Leñero se jun-tan el dramaturgo, el guionista de cine,el novelista, el cuentista, el historia-dor, el testigo. De sus obras de no c-ción se destacan, entre muchas,  Los periodistas (1978), que trata de los enredosque llevaron a un presidente a complo-tar con un grupo de cooperativistas deldiario Excelsior para destituir a la direc-ción electa de Julio Scherer. Es un textoescrito al calor de los acontecimientos, ala velocidad de los sucesos, como se hacecualquier crónica novelada. Leñero nosólo va urdiendo la trama de la infamia,sino que la comenta porque fue testigode ella. Y es un excelente retratista deesos personajes que, muy poco después,fundaron la revista Proceso. Es una obraque busca dejar constancia de los hechos

que el presidente en turno quería hacerpasar por un pleito entre cooperativis-tas por la mala administración de unosterrenos en Taxqueña. Y no era así: seestaba jugando el futuro de la libertadde expresión en México. Leñero ahíestá, digamos, del lado de la vida.

La otra novela de ese mismo lado es,por supuesto, Los albañiles (1963), sobrela existencia de un velador de una cons-trucción en la ciudad de México, querecoge la experiencia de Leñero comoingeniero. Esa novela es la que lo llevaa recibir el Premio Biblioteca Brevede Seix Barral que el propio Leñerodesdeñó un poco cuando contó quesólo era porque la editorial necesita-ba que lo ganara un mexicano. Pero esun texto de una enorme calidad formaly estilística. Como lo es  Asesinato, quecuenta con detalle maileriano el bru-tal homicidio, el 6 de octubre de 1978,del ex gobernador de Nayarit GilbertoFlores Muñoz y de su esposa, MaríaAsunción Izquierdo, a manos de supropio nieto, un simpático estudiantede derecho. Obra que anunció toda unaveta que experimentamos a diario, deArturo Durazo a la novísima “guerracontra el narco”: el matrimonio de la

CorografíaEl canto sin las notas. La sombrade las hojas sube al árbol.

La mano que se esfuma. El abanicoque cierra sus varillas como si fueran párpados.

Un tajo, el horizonte.Arriba del rectángulo es abajo. ~

Ángel Ortuño

106LEtras LibrEs septiembre 2008

Page 4: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 4/9

política y la criminalidad. Usando losrecursos de la no cción creada porTruman Capote y renada por NormanMailer, Leñero demostró que lo único

que podemos hacer los escritores con loterrible es narrarlo de una forma quelo haga manejable.

Polémico, Vicente Leñero ha sabidoatraer la atención hacia ciertos temas delmundo de la fe y sus instituciones. Lohizo con su obra de teatro El martirio de Morelos, condenada por la iglesia católi-ca. Y lo volvió a hacer con su adaptacióncinematográca de  El crimen del padre Amaro, que –ya saben ustedes– terminópor ser la película más taquillera delnuevo cine mexicano gracias a la publi-cidad gratis de la derecha que sigueresentida con Eça de Queiroz, quien yano se enteró de la controversia mexicaporque murió en 1900. Pero eso no losabe todavía la curia pederasta.

Pero esto no es un recuento de laobra del autor sino una llamada deatención, ahora que Leñero recibió elpremio Salvador Toscano como guio-nista. Son dos novelas las que me pare-cen modelos de pensar la literatura. Laprimera es  El garabato (1967). Todavíarecuerdo la sensación con la que la leí

por primera vez: ¿Eso se puede hacer?¿Se puede escribir en círculos? ¿Cómologró, sin que me diera cuenta, unanovela sobre un escritor que inventa

a un novelista que lee la novela de unautor inventado? Creo que en El garaba-to Leñero escribió la novela que hubieraquerido hacer Borges. Es una novelaenteramente del lado de la cción, quereconoce la autonomía de la novela, elpacto que se le plantea a todo lector: sime crees las primeras líneas, has accedi-do a entrar a mi juego. En alguna entre-vista Leñero se ha quejado de que susprimeros años fueron muy formalistas,a la manera del nouveau roman. Que sepreocupaba mucho por la estructura ymenos por la historia. Yo creo que en El garabato las dos preocupaciones estánen equilibrio. Y es que, con frecuen-cia, los autores somos los peores juecesde nuestros textos. No necesitamos alcrítico pero sí al lector. En  El garabato cohabitan el escritor puramente lite-rario –si aceptamos, como era modaen los años sesenta, que tal esfera esautónoma de los otros tipos de textos– yla habilidad del escritor de no cciónpara contar con ritmo y misterio. Es unlaberinto borgesiano dentro del cualhabita El túnel de Sábato. En Estudio Q  (1965) sucede la misma búsqueda en elterreno de la cción: un personaje tratade salir del libreto de una serie de tele-visión. Prodigio de ligrana humorísti-ca, el texto de Leñero no sólo parodiaa la tele sino a la novela misma, consus reiteraciones absurdas, sus litigiosargumentales. Pero, al mismo tiempo, Estudio Q  celebra con una novela laburla del n de la novela, en un paísdonde esa palabra se asocia no a JuanRulfo sino a Verónica Castro.

Al recibir el premio como guionis-ta clave del cine mexicano, en la tra-dición de José Revueltas y MauricioMagdaleno, Leñero, del brazo de JulioScherer, dijo: “Soy sólo un adaptadorde historias.” Un escritor que se tomael trabajo del guionista en serio, perocomo un género menor. Leí su modes-ta declaración a la prensa y no pudeevitar recordar un pasillo de la FeriaInternacional del Libro en Guadalajara

hace acaso tres años en que hablamos dela historia del corazón extraído del cuer-po de José de León Toral, asesino delpresidente Álvaro Obregón en busca de

una reelección, del que Vicente Leñerohizo un texto sorprendente. A un ladoestaba Sanjuana Martínez, la reporteraque más ha escrito sobre la pederastia delos curas católicos. Al otro, una señoraque tenía abierta la nueva edición de El  garabato y Estudio Q en un solo volumen,lista para un autógrafo. Y pensé que esoera Leñero: la vida dura, terrible, a vecesdisfrutable en sus quiebres, y la cciónimaginativa, la creación porque sí. La feen la verdad y la mentira que no tienenecesidad de justicarse. Dos círculosque se han juntado en Vicente Leñeroa sus 75 años de existencia –ahora queestán de moda los homenajes– y que, sinduda alguna, ayudaron a la narrativa aconvertirse, con el resto de la cultura, ensaltos, combinaciones, negaciones delos géneros; en otra cosa que, sin duda,perdurará. ~

– Fabrizio M ejía M adrid

vIDAS LITERARIAS

tras El murodEl silEncio

 al poeta norteamericano JohnAshbery le parece extrañoque le hayan otorgado pre-

mios como el Pulitzer o el NationalBook Award. No se considera un autorcuya obra merezca ser laureada con otropremio diferente al de ser leído. A susochenta años de edad, el rumbo de suvida le parece poco interesante. Preeresu poesía. Quizá su vida hecha poesía.Cuando Deborah Solomon le preguntóen el New York Timesacerca de sus libros,Ashbery le respondió: “Si hubieraescrito más, ¿alguien los habría leído?¿Los lee alguien ahora? Hay demasia-da poesía y no quiero escribirla.” Laposteridad puede encargarse. Acasodesempolve los manuscritos secretos ysorprenda a sus lectores. Más aún cuan-do el vértigo de la ansiedad, en términoscontemporáneos, favorece a la poesíaVee lee, e ee.

 septiembre 2008 LEtras LibrEs 107

Page 5: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 5/9

P d fe cu aguegp,qu pócm Mu nc d apgí.

letrasletrillasletrones

–al menos en Estados Unidos, dondese registra una alza en ventas. SegúnAshbery, brinda un consuelo que notoma mucho tiempo.

Una extraña dignidad en estaépoca. Más aún cuando Banksy, elhumorista o, según el carácter conser-vador de quien lo diga, el terrorista bri-tánico del arte, invirtiendo el lema deAndy Warhol – En el futuro todos seremos famosos por quince minutos–, asegura: “Enel futuro todos seremos anónimos porquince minutos.” Es posible: ¿existe elanonimato en internet? Nadie quierepadecerlo. De hecho, es posible colgaren una página virtual, aparte de foto-grafías, indencias o mensajes lanzadosal océano de las computadoras, textosque de otra manera serían olvidados.Sus autores, como criaturas tecnoló-gicas de Frankenstein, se reproducende manera asombrosa. Para beneciaral ego literario hay empresas capacesde garantizar buenos tirajes, con unaexcelente calidad editorial, distribu-ción asegurada y descuentos por pagoanticipado a sus miembros –siemprey cuando sean ellos los que nancienla edición.

Kafka, que pidió quemar todo loque había escrito sin importarle el másallá de sus cciones, nos permite supo-

ner qué habría sido de Gregorio Samsaa la sombra de la celebridad. Atrapadopor la fama, el párrafo inicial de  Lametamorfosis podría ser: “Al despertar

una mañana, tras un sueño intranquilo,el escritor desconocido se encontró ensu cama convertido en un monstruosoautor de éxito.”

No en vano, la excepción ante lanorma puede inquietar y prestarse abromas. ¿Por qué razón, si no es por suapatía ante la exhibición de sí mismo,Thomas Pynchon tendría que apa-recer en un capítulo de  Los Simpson?Con su rostro cubierto por una bolsade papel, perforada con dos agujerospara los ojos, el Pynchon cticio nodesmiente al Pynchon real. Su másca-ra, y el desconcierto que experimentaante las caricaturas que lo rodean, nosrecuerdan que no es más, pero tampocomenos, que un autor de novelas ambi-ciosas cuya escritura demanda tiempo,tiempo que no puede desperdiciar conlos accidentes de la publicidad. Laspreguntas del enigma nos siguen cau-tivando: ¿quién es Pynchon y por qué seoculta de esa manera? ¿Quizá su trucoes hacerse todavía más explícito cuando se muestra, valga la paradoja, de manerainvisible? ¿Cuál es el hombre detrás delnombre? Las respuestas no interesantanto como el misterio. Y, en parte, seresuelve leyendo sus novelas.

Tres tipos de escritores, en tres cir-cunstancias distintas, son recurrentes:los que se ocultan tras su obra –o que qui- sieron ocultarse tras su obra, como decíaMilan Kundera de Flaubert, Nabokov y Faulkner–; los que fueron descubier-tos tardíamente –gracias a la terquedadde la madre de John Kennedy Toole,desolada por el suicidio de su hijo, elprofesor Walker Percy leyó La conjura delos necios y la convirtió en una novela deculto–, y los escritores que hacen partede la norma –aquellas guras supues-tamente agobiadas por los periodistasy por su forma de robarles el tiemponecesario para dedicarse a la cción,considerada la mejor de las realidadesposibles.

El talento y su evidencia, quesituaron en el mapa literario al escritor

norteamericano Cormac McCarthy,demuestran por qué razón ciertos auto-res deenden la soledad del ocio vs. las lentejuelas que brillan un instante

y no mejoran una obra –al contrario:la obsesión con ser noticia permanen-te impulsa a publicar, como se pueda,cualquier texto surgido al ritmo de lavanidad.

Cuando terminó su primera novela,The Orchard Keeper (1965), McCarthy laenvió a Random House. Albert Erskine,el último editor de William Faulkner,supo entonces que tenía entre sus manosa un escritor de su estirpe. Las ventasno fueron tumultuosas pero al libro loprivilegiaba una calidad notable. Dehecho, Erskine persistió, evitando quesu instinto literario quedara doblegadocomo el de tantos editores rutinarios,sin sentido del riesgo, manipulados porla voluntad y los criterios que caracteri-zan a los ejecutivos en el departamentocomercial.

Mientras tanto, McCarthy conti-nuó escribiendo. Su credo: expresar encada libro las tensiones entre la vida y lamuerte. Para hacerlo con la energía y eltiempo necesarios, concede una entre-vista cada diez años. Además, distraeel culto a su gura con charlas que lepuedan resultar mucho más interesan-tes. “¿Conoce las serpientes cascabeldel Mojave?”, le preguntó a Richard

 Woodward del New York Times en unaentrevista que tuvieron a principios delos años noventa. Woodward, que sabíade la destreza de McCarthy para alzarun velo sobre sí mismo, aceptó el retoy logró escribir un texto que combinala semblanza de una obra con algunosde los rasgos que denen y explican lasoledad de su autor.

Se trata de otro Gran Muro delSilencio, como llamó Ron Rosenbaumen la revista Esquire (junio 6, 1997) a laarquitectura, ética y física, que levantóa su alrededor el escritor norteame-ricano J.D. Salinger. Para explicar suactitud, Rosenbaum recordó a otrosautores fatigados por la cultura de lacelebridad : los que escriben pero nopublican (Salinger); los que publicanpero no aparecen (Pynchon); los quec mc, pe ve.

108LEtras LibrEs septiembre 2008

Page 6: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 6/9

publican bajo un seudónimo para evitarla publicidad (William Wharton) y losque publican pero no se autopublicitan(Don DeLillo).

Con su artículo, “The Man in theGlass House”, Rosenbaum quería cele-brar la autorización que Salinger dio a laeditorial Orchises Press de Alexandria(Virginia) para reeditar el último desus cuentos, publicado en el New Yorker  a mediados de 1965: “Hapworth 16,1924”. También deseaba aventurarse,como tantos lectores afectados por elSíndrome Salinger, hacia el paisaje deCornish, el pueblo de New Hampshiredonde vive el fantasma, para que lasuerte lo llevara hasta su casa y, quizás,a la furtiva aparición del mito.

Aun así, ¿qué importancia habríatenido cruzar el Gran Muro delSilencio? ¿Darle un rostro envejecidoal autor de Franny and Zooey? ¿Descubriral ermitaño que se apartó del mundodesde hace ya cuatro décadas? En ellado opuesto al de Salinger, nos pregun-tamos: ¿cuál es la fuerza que conducela vanidad de un autor? ¿Su afán poralcanzar la fama? ¿Se publica para serreconocido o el hecho de ser reconocidoes el que permite publicar?

A los ochenta años de edad, Virginia Hamilton Adair empezó aconsiderar la idea de presentarle aun editor su primer libro de poemas.Gracias a su amigo Robert Mezey, laescritora neoyorquina tuvo el tiempoy la serenidad sucientes para hacerlo:había criado a su familia, su esposohabía muerto y el estímulo de Mezeyfue inspirador para ella. A pesar de laceguera, emprendió un camino en elque muchos no se hubieran arriesgado,menos en un momento en que la fati-ga y la desesperanza son ya comunes.Su devoción por la escritura como unocio realizado de manera íntima, sinprocurar el reconocimiento, se tradujoa lo largo de los años en la armonía deHamilton Adair consigo misma y en laidea, señalada por Mezey, “de que lapoesía es algo esencial para su vida y notiene nada que ver con las ambicionesmundanas o la celebridad”. Ants on the Melon (1996), Beliefs & Blasphemies (1998)

y Living on Fire (2000) son el resultadode su soledad en el camino y de suinterés por dialogar con sus lectores,en el tiempo y la memoria.

“¡Quiero estar sola!”: lo dijo GretaGarbo con su voz de humo y lo repi-tieron, a su manera, los autores que lacomprendieron. No es gratuito queRubem Fonseca, alérgico a las entre-vistas y, en lo posible, a las fotografías,sea considerado la Greta Garbo de laliteratura brasileña.

¿Y B. Traven o Hal Croves o TravenTorsvan o Ret Marut o Charles Trefny,como se encargó de confundir el escritoragazapado tras sus múltiples seudóni-mos a los cazadores de noticias? Su artefue la ambigüedad. Aparte de su nom-bre, no se sabe con certeza si era nor-teamericano, alemán o austriaco; si sededicaba todo el tiempo a escribir o eraun fotógrafo, un marinero o un aventu-rero con talento literario; si era un grupode escritores mexicanos, dirigidos por suprimera traductora, Esperanza LópezMateos, que rmaba las obras de unautor, tal vez, imaginario.

Traven –o como se llamara– pro-piciaba equívocos a la menor provo-cación. Después de que el reportero yescritor Luis Spota lo persiguiera porAcapulco con una cámara fotográ-ca, tan pronto como se publicaron lasimágenes en la revista Mañana, sus edi-tores recibieron una carta, rmada porHal Croves, asegurando que él era enrealidad el hombre de las fotografíasy no Traven. Algo semejante a lo quesucedió en la revista Life de marzo de1948, en la que se publicó otra carta,rmada por Traven, en la que negabaser Hal Croves. El juego de los espejis-mos continuó: el ciudadano mexicanoTraven Torsvan viaja a la RepúblicaFederal Alemana en 1959, haciéndosepasar como representante de B. Travenpara negociar con la ufa  la adapta-ción cinematográca de una de susnovelas. “Un hombre que siendo uno,fue siendo otro al paso del tiempo”,escribió Luis Suárez en el prólogo a lasobras escogidas de Traven publicadaspor Aguilar en 1969. Alguien capazde llevar a extremos insospechados su

cautela frente al mundo, desvirtuandoa todos los que aseguraban haberloconocido, se transformó de esta mane-ra en otro personaje de cción.

El lugar común del escritor quese deende asegurando que no puedeagregar en una entrevista nada dis-tinto a lo que ya está en sus libros,se revela con singular ecacia cuandomuere y su obra permanece. QuizáEmily Dickinson no creyó del todoen sí misma. Al menos no tanto comocreía en la calidad de sus panes de

 jengibre. Aun así, no abandonó enningún momento la escritura. Guardóesmeradamente sus 1,775 poemas en sucasa de Amherst (Massachusetts). Eltiempo rescató sus líneas y les brindóuna justa recompensa. La fama y sucarácter veleidoso fueron reducidos asu mínima expresión.

“No depende del Pájaro/ Que can-ta igual, sin ser oído,/ Como anteuna Multitud–/ El Hábito del Oído/ Atribuye a lo que escucha/ Su belle-za o su insignicancia”, escribió MissDickinson. Tenía razón. ~

– Hugo CHaparro v alderraMa

CRÍTICA LITERARIA

una sombramExicanasous la coupolE 

El auditorio que escuchó elpasado 13 de diciembre el dis-curso de ingreso a la Academia

Francesa del prolífico DominiqueFernandez debe haberse sorprendidocuando el recipiendario lo inició evo-cando el concepto de “igualdad aca-démica” formulado por D’Alembert,uno de sus predecesores en el sillón 25,pues el escritor se ha caracterizado pre-cisamente por la defensa, a lo largo desu carrera, de su derecho a la diferencia.La razón para acogerse a tal igualdadapareció enseguida cuando el nuevoinmortal , que escogió a Ganimedes comomotivo del adorno de la empuñadura desu espada de académico, expresó:

 septiembre 2008 LEtras LibrEs 109

Page 7: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 7/9

P d fe cu aguegp,qu pócm Mu nc d apgí.

letrasletrillasletrones

[D’Alembert] quería decir quetodos los académicos, cualesquie-ra que fueran su origen social, susconvicciones, sus errores o los desus padres, son iguales. En nombrede esta igualdad os pido acoger con-migo la sombra de alguien que teníamás títulos para tomar mi lugar y aquien debo ser lo que soy: RamonFernandez, mi padre.

El diario  Libération del día siguientepublicó la crónica de esa ceremonia bajoel irónico título “Du père à l’épée”:

Ramon Fernandez, hijo de diplo-mático mexicano, crítico brillante,novelista notorio, socialista que,extrañamente, acabó derechista ycolabo. En 1944 una oportuna embo-lia le ahorró el pelotón de ejecución.El hijo vive a partir de entonces enesta sombría ambigüedad. Con dosobjetivos: rehabilitar al literato,comprender al hombre.

El brillante crítico y novelista, amigo deProust, Gide, Saint-Exupéry, Malraux,Paulhan y Mauriac, recibió durantela Primera Guerra Mundial, en plenanoche, la inesperada visita de un Proust que había atravesado París sumergido enlas tinieblas sólo para pedirle que pro-nunciara dos palabras en italiano:  senzarigore, pues “necesitaba escucharlas reso-nar con su sonoridad musical exacta” paraponerlas en una página de su novela. Trasun pasado socialista se unió en 1937 alpro alemán Partido Popular Francés de

 Jacques Doriot y formó parte en 1941 dela desafortunada delegación francesa queacudió a la exposición del libro alemán, en

 Weimar, invitada por Goebbels, junto a

Abel Bonnard, Robert Brasillach, JacquesChardonne y Pierre Drieu la Rochelle.Emmanuel Berl lo describió por esa épocacomo “très beau garçon que gustaba de losautos de carrera, bailaba admirablementeel tango, personaje muy atractivo y muyatormentado”, características que evocóa su vez el novelista Pierre-Jean Rémyen su discurso de respuesta a DominiqueFernandez: “ Mexicain devenu collabo [...]  playboy dépensier et mondain, coureur de femmes et beau parleur.” Rémy no se privó deseñalar cuán poco el padre se asemejabaal nuevo académico. (Hay que señalar,empero, que Ramon Fernandez sólo eramexicano en un cincuenta por ciento yque la mayor parte de su vida transcurrióen Francia.)

Una vez más, Dominique se dis-tanció, en su discurso, de la elecciónpolítica de Ramon:

Ninguna excusa, pues, para mipadre, desde ese punto de vista.¿Pero es esta una razón para olvi-dar, ocultar, su obra literaria? Hasido escandalosamente puesta delado, tras la Liberación. Su Molière no solamente es el mejor libro jamásescrito sobre Molière sino una delas más fuertes obras de crítica lite-raria de todos los tiempos; su Proust,publicado en 1943 como un actode resistencia intelectual contrala ideología dominante, su  Balzac,son maravillosas síntesis, miradasde conjunto sobre la obra, profun-das, exhaustivas, en la antípoda delas disecciones puntillosas practi-cadas hoy. Del mismo modo quelas opiniones profesadas durantela guerra por mi padre –hablo deopiniones puesto que no se hizoculpable de ninguna acción repren-sible, salvando al contrario judíos,pronunciando, único entre losescritores colaboradores, el elogiofúnebre de Bergson, publicandoeste libro sobre Proust– han sidosiempre inaceptables para mí, del

mismo modo admiro su obra. Y osharé una confesión: entre los moti-vos que me han impulsado a desearformar parte de vuestra Compañía,

no ha sido el último el hacer reso-nar bajo la Cúpula, al lado del deRichelieu, el nombre de RamonFernandez.

Sería deseable que esta emotiva evoca-ción de una gura paterna temprana-mente ausente y políticamente culpableque el anciano Dominique Fernandezlleva sobre sus hombros (“como Eneasa su padre Anquises”, escribe Sartre en Les mots para referirse a esa carga que latemprana muerte de su progenitor leevitó), y cuya obra se esfuerza por res-catar, encontrara eco entre los críticosy los historiadores de la literatura pues,como bien lo señala en su discurso, másallá del estigma de su desafortunadaelección política, la obra posee un valorindudable y merece ser recuperada. ~

– HéCtor pérez-r inCón

IN MEMORIAM

alEjandro aura

 alejandro Aura fue un an-trión. Lo fue como conduc-tor de programas de radio

y televisión, como hombre de teatro,como dueño de bares y centros cultu-rales, como encargado de la políticacultural del Distrito Federal, comoagregado cultural en España y, en n,como el amigo que abría las puertas desu casa para darnos de comer y de beber.Su generosidad y calor, su talento pararomper el hielo y hacernos sentir rápi-damente en una conanza total, eranbien conocidos en los varios ámbitosen los que se desempeñó. También fueun escritor antrión, pero esa virtud lefue menos reconocida. Quiso que a suslibros se entrara con la misma ligerezade ánimo y con el mismo apetito con losque se entraba a su cocina. Evitó la gra-vedad a toda costa (salvo cuando así serequería del histrión): prerió trabajarcon palabras e ingredientes sencillos e

r fee, ev.

110LEtras LibrEs septiembre 2008

   F   o   t   o  :   C   o   l   e   c   c   i   ó   n   D   o   m   i   n   i   q   u   e   F   e   r   n   a   n   d   e   z

Page 8: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 8/9

 

invocar al humor (muchas veces auto-inigido) para deshacerse del lastre quepudiera entorpecer sus exploraciones.Esa ligereza no fue nunca light, comotampoco fue simple su voluntad desencillez. La vida, ese insondable donque no dejó de asombrarle, fue su temarecurrente, e incluso cuando la enfer-medad lo doblegaba más supo apreciary festejar sus sístoles y diástoles en todosu valor.  Se está tan bien aquí , título desu último libro publicado, destila contransparente contundencia su gozosamanera de pensar.

Sus dos últimos años de vida, en losque yo lo frecuenté, fueron inevitable-mente protagonizados por un cáncerferoz. ¿Qué hizo Aura ante el embate deuna enfermedad que le fue arrebatandohasta esos placeres que, desde la salud,damos por nimios y sentados (como elplacer de respirar sin toser terriblemen-te)? Exprimir el minuto, seguir convo-cando a los amigos, escribir y leer conavidez (mucho Pérez Galdós, muchoHenning Mankell y mucho mito grie-go), crear un blog como quien redacta,aún en plenos poderes, un meditadotestamento. Asumió la enfermedadtan solemnemente como se asume unresfriado, y la tuteó y la incorporó a suvida sin drama ni afectación. ¿Por quévelar con silencios o eufemismos algoque está ahí, matándonos a ojos vista?

Y entonces hablábamos de política,de López Velarde y del pinche cáncer.Hablábamos del soneto y del servente-sio y de la metástasis. Hablábamos de su

entusiasmo por el blog y sus lectores yhablábamos de las sesiones de quimio-terapia. Para un tonto con salud comouno era imposible entender que hubierauna sangre inoculada con una lacra tanatroz que fuera capaz, al mismo tiempo,de sonreír y continuar, de hablar tantodel dolor de espalda como de la mejormanera de mantener frescos los chilesverdes recién llegados de México.

“Tenemos cáncer”, escribía Aura,y en esa primera persona del pluralincluía a Milagros, su incombustible ycasi inverosímil pareja que no se des-pegó de su lado en sus años nales,ayudándolo en todo y, sí, padeciendocon él el cosmos expansivo de la enfer-medad. Y el poeta –que, como siempre,en su desaparición se granjeará lecto-res– también lidió con el cáncer. Si en Se está tan bien aquí  se daba el lujo defestejar que, debajo de la ropa, todas lasmujeres fueran desnudas, en su últimoesfuerzo poético se dedicó en cuerpoy alma a contar la épica sordina de ladeclinación. Además de la evidentemetamorfosis que la enfermedad (“suencanto metabólico”) le provocaba, yde las reexiones “de umbral” que leinspiraba, el cáncer le interesó en todasu plasticidad lingüística: “Del fondomuy profundo de los lenguajes viene elcáncer”, “Este es el cáncer de step & thedancer ”. Se repitió y repitió la terriblepalabra sin pretender ingenuamentedisolverla a fuerza de mentarla sinollevándola hábilmente a su cancha,distrayéndola con ntas y caracoleos,conociéndola de cerca. El poeta des-plegó muchos de sus recursos en lahora nal, y si no encontró respuestasa la mano para sus preguntas, sí pudollenar el vacío con la libérrima retóricadel desparpajo: “Porque hay un lugara donde el cáncer –éste en particular,en este cuerpo / que lo celebra y lo usapara entretener sus difíciles mañanasde enfermo– / tiene que ir; en mexica-no puro se diría: a chingar a su re putamadre, / y ya se entiende a dónde en el

buen español de todo el mundo.”En Madrid, en el barrio de las letras,

en la calle de Cervantes, ahí donde vivióLope de Vega, vivió y murió Alejandro

Aura. No habrá placas ociales para élen tan insigne geografía, pero sus amigossabemos que ahí despachaba el antrión,y lo vamos a echar mucho de menos. ~

– julio trujillo

MúSICA

fragmEntos dE tomWaits EscuchadosEn un suEño

Estuve lejos una larga tempo-rada. Acababa de volver a laciudad y el amigo Fo gene-

rosamente me abrió las puertas de sucasa por unos cuantos días. Una nochellegué sin un centavo en los bolsillos,las suelas de los zapatos húmedas y elestómago lleno a¾de un vino tan pesa-do como Magna Sin. Directo al sofá.Caí en un sueño profundo y plácido enel que escuchaba una tonada descono-cida y frases provenientes de un libroadquirido antes de mi regreso (MacMontandon, Tom Waits / Conversaciones,entrevistas y opiniones, Barcelona, GlobalRhythm Press, 2007) y sobre el cualdecidí que sería conveniente no deciruna sola palabra más:

– No vayas tan lejos en el pasa-do. Ahí atrás me pierdo. ( Magnet,2004)– Me gusta la contaminación, eltráco, la gente rara, los atascos,los vecinos molestos, los bares aba-rrotados, y paso la mayor parte deltiempo en el coche yendo a ver unapelícula. (Nota de prensa de The Heart of Saturday Night, 1974)– Pueden pasar muchas cosas en elviaje cuando algo tiene que descen-der todo el trayecto desde tu cerebe-lo hasta tus dedos. A veces escuchodiscos, mi propio material, y pienso,Dios, la idea original para esto eramucho mejor que la mutación a la

ae a (1944-2008).

 septiembre 2008 LEtras LibrEs 111

Page 9: LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

7/28/2019 LETRAS LIBRES - VICENTE LEÑERO

http://slidepdf.com/reader/full/letras-libres-vicente-lenero 9/9

P d fe cu aguegp,qu pócm Mu nc d apgí.

letrasletrillasletrones

que hemos llegado. Lo que procuroactualmente es captar lo que surgey mantenerlo vivo. Es como aca-rrear agua con las manos. Quieroconservarlo todo, y a veces cuandollegas al estudio ya no queda nada.(Option, 1989)– Pasé un periodo en que era comodaltónico con respecto al sonido.O astigmático del oído. ( Magnet ,2004)– Al cabo de un tiempo, la músicacon muchos instrumentos de cuer-da suena como Perry Como. Esa esla razón por la que ya no trabajodemasiado con el piano. Es comola escuela. Quieres verla en llamas.( Playboy, 1988)– Cuando las leyes que gobiernan tulocura privada se aplican a la rutinadiaria de vivir, tu vida puede coagu-larse y colisionar. ( Musician, 1987)– Mi esposa ha sido genial. Heaprendido mucho de ella. Es cató-lica irlandesa. Tiene todo el oscurobosque viviendo en su interior. Meempuja a lugares a los que yo noiría. ¿Y los niños? Creativamente,son asombrosos. El modo en quedibujan, ¿sabes? Se salen de la hojade papel y siguen dibujando por lasparedes. Desearías ser tan abierto.( Playboy, 1988)– Desde pequeño pensé que losmendigos y los vagabundos, la gente

que vivía al raso, sabían algo más,o algo distinto. Estaba convencidode que los que no tienen nada lotienen todo. Ya sé que esto no esverdad a la fuerza, pero me lo creí eintenté vivir durante mucho tiempocon muy poca cosa. Un sitio abiertoy un corazón abierto: eso me parecióimportante. ( El País, 1999)– El hecho de que tú no pesquesnada no signica que no haya pecesahí afuera. ( LA Weekly, 1999)– Mi esposa y yo leemos el periódicoy recortamos cientos de artículos, yentonces leemos el periódico de esemodo, sin todo lo demás. Es nues-tro propio periódico. Hay muchorelleno en el periódico y el restoes publicidad. Si lo condensas y tequedas con las historias esenciales,como la historia sobre el pez con unsolo ojo y tres colas que hallaron enel lago Michigan, renuevas total-mente tu relación con el periódico.( Magnet, 1999)– El día que recogen la basura,te das cuenta que alguien estáhusmeando en la tuya, sacas lacabeza por la ventana y le dices:“¿Qué demonios está haciendo?”Y entonces se va y tú empiezas arevisar tu propia basura. Empiezasa reevaluar la calidad de tu basura,preguntándote si habrás cometidoalgún terrible error, si habrás tira-

do algo que ahora va a ser esencialen tu vida. ( LA Weekly, 1999)– Todos mezclamos verdad y c-ción. Si estás atascado en un lugar de

la historia, te inventas la parte quenecesitas. ( Rolling Stone, 1999)– He dormido en un cementerio yviajado en trenes de carga. ( Magnet,1999)– Hay una soledad común que seextiende de costa a costa. Es comouna inconexa crisis de identidadcomún. Es la oscura, cálida, nar-cótica noche americana. Sólo espe-ro llegar a palpar ese sentimientoantes de hallarme a mí mismouno de estos días en la Calle Fácil.( Newsweek, 1976)– La razón por la que los teatros nohacen espectáculos los lunes por lanoche es porque los lunes por lanoche eran la noche de la Horca, ynadie podía competir con la nochede la Horca. Hasta hoy, los teatrospermanecen a oscuras los lunes.( Magnet, 2004)– ¿Qué será? ¿Un infarto en unbaile? ¿Un huevo tragado por elconducto equivocado? ¿Una balaperdida que llega desde un conic-to a dos millas de distancia, rebotaen un poste, atraviesa el parabri-sas y agujerea tu frente como undiamante? ¿Quién sabe? Fíjate enRobert Mitchum. Murió mientrasdormía. Eso está bastante bien paraun tipo como Robert Mitchum.( Magnet, 2004)– La mayoría de nosotros no estamospreparados para absorber la verdadde lo que realmente está pasando.( Magnet, 2004)– No soy el Payaso Sonrisas. O Bono.No corto el listón en las inaugura-ciones de supermercados. No mepongo del lado del alcalde. Tira tupelota en mi patio, y no volverás averla. Tengo solamente un círculoíntimo de amigos y seres queridos; loque se llama un círculo de conanza.(The Onion, 2002)– Soy tan sólo un rumor. ( New Musical Express, 1975) ~

– bruno H. piCHé

t W, e e e e.

112 LEtras LibrEs septiembre 2008