Lesiones en manos y uso de muñequeras

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Dr. Miguel E. Acevedo Álvarez [email protected] http://www.ergonomia.cl

LESIONES EN LAS MANOS Y USO DE MUÑEQUERAS Factores de riesgo de lesión en muñecas Muchas tareas de actividades económicas tan diferentes como las de oficina, fabricación, servicios de salud, e incluso el trabajo doméstico, requieren que las personas manipulen con fuerza (mano en garra) diversos objetos. Este requerimiento de agarrar algo se ve al trabajar con un “mouse” en el computador, un lápiz en escritura manual, una herramienta agrícola, una jeringa o una escoba. En todos estos ejemplos, los trabajadores están interactuando con un determinado equipo que requiere el uso de fuerza, la cual es aplicada por algunos de los músculos más pequeños del cuerpo humano, presentes en las manos y dedos. Existen numerosos estudios que investigan el trabajo manual con agarre con fuerza o prolongado, o con posturas incómodas o mantenidas, y lo relacionan con la aparición de lesiones músculo-tendinosas (LMT). Entre estas se ha señalado, por ejemplo, el síndrome de DeQuervain, el "dedo en gatillo", tendinitis, e incluso el síndrome del túnel del carpo. El conocimiento de esta relación causa-efecto ha conducido al desarrollo de herramientas de análisis para cuantificar mejor la exposición del riesgo, así como también a nuevos diseños de producto, en el caso de las herramientas de mano. Por ejemplo, en 1975 Pheasant y O'Neil investigaron la importancia del diseño del mango en tareas con agarre y giro, tales como el uso de un destornillador. Encontraron que la fuerza que un trabajador podría ejercer disminuía en la medida que el diámetro del mango superaba los 5 centímetros. En 1997, Ducharme estudió a mujeres que trabajaban en tareas de mantención de la fuerza aérea de los EE.UU., tareas que previamente eran realizadas por personal masculino. Informaron que el agarre de la herramienta era difícil, pues los mangos eran demasiado anchos para sus manos, y a menudo se requería usar las dos manos para poder hacer la operación. Así como la fuerza del agarre se afecta con el diámetro, la postura también afecta la fuerza que un trabajador puede generar. Cuando la muñeca está con flexión, extensión, o desviación extrema, la fuerza de agarre disminuye notablemente. Parece ser que esto es desconocido para quienes planifican y diseñan sistemas de trabajo, pero es, en cambio, muy conocido por quienes practican las artes marciales. De hecho, se sabe que para desarmar un atacante, se debe coger la mano que sostiene el arma, y luego torcerla fuertemente hacia la flexión y pronación. Los guantes también pueden afectar fuerza de agarre. Algunos guantes se diseñan para aumentar el roce, de modo que proporcionen un mejor agarre, pero – en general – el usar guantes demasiado grandes o de material inadecuado, puede hacer que el trabajador necesite aplicar más fuerza. En un estudio de Stover H. Snook y Vincent M. Ciriello en el Centro de Investigación de Liberty Mutual se determinó el esfuerzo de torsión aceptable máximo en la muñeca (Snook, S.H. and Ciriello, V.M., "Psychophysical studies of repetitive wrist flexion and extension." Ergonomics, 1995, vol.38, No.7, 1488-1507). Se encontró que un esfuerzo de 0,86 Kg. de fuerza, medida en el extremo de los dedos, es aceptable para el 90% de la población femenina, al momento de realizar una tarea con flexión de muñeca y con agarre de pinza (con la punta de los dedos) a una frecuencia de 5 veces por minuto. Sin embargo, al usar un agarre de fuerza (con toda la mano, palma y dedos) la fuerza aceptable máxima (medida en el centro de la palma) sube a 1,5 Kg. La tabla siguiente resume la fuerza máxima aceptable, tanto para el 90% como para el 10% de la población femenina, cuando se realiza una tarea con una frecuencia de 5 veces por minuto.

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Tabla 1. Fuerza máxima aceptable para población femenina, para dos tareas de agarre, con una frecuencia de 5 veces por minuto.

Porcentaje de población Agarre de pinza Agarre de fuerza

90% 1,9 3,3

10% 6,3 11,2

Las muñequeras A partir de la frecuencia muy elevada de lesiones manuales asociadas a las tareas de manejo de herramientas, algunos fabricantes ofrecen productos denominados “muñequeras”, las cuales tendrían la propiedad de dar protección a la muñeca. Dicha afirmación no ha sido demostrada científicamente, y sus fundamentos son más bien anecdóticos o a partir de reportes parciales. La lógica de esa protección podría residir en aportar un soporte externo, que – al estilo de un puntal que apoya a un pilar dañado – permita disipar fuerza de la estructura. El problema es que esa disipación de fuerza no cuenta con un vía hacia donde hacerse, dado el hecho que nuestros segmentos son móviles y no estáticos. Una segunda opción podría ser que ayude a evitar los efectos negativos de la desviación de la muñeca, ya mencionados párrafos arriba. En este caso tampoco existen estudios que apoyen este uso en el entorno laboral y – nuevamente – se traspone información obtenida de entornos diferentes, como el ski, artes marciales o levantamiento de pesas. Si bien existe una cantidad considerable de evidencia que apunta a que dichos elementos pueden ser de utilidad para proteger a los deportistas del riesgo de fracturas, las características biomecánicas de esas tareas son diferentes a las observadas en el entorno laboral. Un tercer factor que debe llevar a cautela en el uso o recomendación de estos elementos. Por lo menos desde un punto de vista especulativo, es posible estos elementos que se constituyan en un elemento capaz de aumentar el riesgo per se, de sufrir una lesión e manos y muñecas. Ya se ha visto que el uso de las así llamadas “fajas de protección lumbar” (otro dispositivo claramente desacreditado como elemento de protección personal) aumenta el riesgo de lesión al generar una falsa sensación de seguridad, motivando que el trabajador exceda los límites de precaución, y asuma esfuerzos físicos que no efectuaría en el caso de no disponer de dicho elemento. Conclusión No esta demostrada la utilidad ni la seguridad del uso de “muñequeras”, por lo que se recomienda una actitud expectante al respecto, no recomendándolas en forma activa. Por lo tanto no deberían ser considerados como elementos de protección personal, ni exigirse su entrega y uso.