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Lenin El imperialismo (2) servir al pueblo Semanario del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina 245 CUADERNOS DE DIFUSION DEL MARXISMO LENINISMO MAOISMO SUPLEMENTO 245 MARZO ABRIL 2016 _245.qxp:Maquetación 1 08/03/16 23:04 Página 1

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LeninEl imperialismo (2)

servir al puebloSemanario delPartido ComunistaRevolucionario de la Argentina

245CUADERNOS DE DIFUSION DEL MARXISMOLENINISMOMAOISMO

SUPLEMENTO

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El imperialismo, fase superior del capitalismo fue escrito enla primera mitad de 1916. El estudio de publicaciones de

distintos países acerca del imperialismo lo inició Lenin en Berna,en 1916; el libro empezó a escribirlo en enero de 1916. A fines deeste mes, Lenin se trasladó a Zurich y siguió trabajando en ellibro, en la biblioteca cantonal de esa ciudad. Los extractos,apuntes, observaciones y cuadros que Lenin hizo de centenares de libros, revistas, periódicos y resúmenes estadísticos extranjeroscomponen más de 40 pliegos de imprenta. Estos materiales fueron publicados en edición aparte en 1939 bajo el títulode Cuadernos sobre el imperialismo.

El 19 de junio (2 de julio) de 1916, Lenin terminó el trabajo y envió el manuscrito a la Editorial Parus. Los elementosmencheviques atrincherados en la Editorial suprimieron de él ladura crítica que se hacía de las teorías oportunistas de Kautsky y de los mencheviques rusos (Mártov, etc.). Cuando Lenin decía“transformación” (del capitalismo en imperialismo capitalista)ellos pusieron “conversión”, el “carácter reaccionario” (de la teoría del “ultraimperialismo”) lo sustituyeron por el “carácteratrasado”, etc. Con el título de El imperialismo, etapacontemporánea del capitalismola Editorial Parus lo imprimió aprincipios de 1917 en Petrogrado.

A su llegada a Rusia, Lenin escribió el prólogo del libro, que viola luz en septiembre de 1917.

Las notas aquí extractadas corresponden a la segunda parte de dicho libro, cuya primera parte fue publicada en el anteriorCuadernos… N° 244 – enero-febrero 2016. La tercera y últimaparte fue publicada en el N° 6 Lenin: El imperialismo, en junio de1995, del que realizaremos su reedición en la próxima entrega. �

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Presentación

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IV. La exportación de capitales

Lo típico del antiguo capitalismocuando la libre competencia dominabaplenamente, era la exportación de mer-cancías. Lo típico de la última etapa delcapitalismo, cuando impera el mono-polio, es la exportación de capitales.

El capitalismo es la producción demercancías en su más alto grado dedesarrollo, cuando la misma fuerza detrabajo se convierte en mercancía. Elcrecimiento del cambio en el orden in-terno y, particularmente, en el ordeninternacional, es rasgo característicodel capitalismo. El desarrollo desigual,a saltos, de las distintas empresas y ra-mas de la industria y de los distintospaíses, es inevitable bajo el capitalis-

mo. Inglaterra, antes que ningún otro,se convirtió en país capitalista, y ha-cia mediados del siglo XIX, al adop-tar el librecambio, proclamó ser el “ta-ller de todo el mundo”, el proveedorde artículos manufacturados de todoslos países, los cuales, a cambio de ello,debían suministrarle materias primas.Pero en el último cuarto del siglo XIX,este monopolio estaba ya quebranta-do, pues otros países, defendiéndosecon aranceles “proteccionistas”, se ha-bían transformado en Estados capi-talistas independientes. Al iniciarseel siglo XX asistimos a la formaciónde un nuevo tipo de monopolios: pri-mero, uniones monopolistas de capi-talistas en todos los países desarrolla-dos desde el punto de vista capitalista;

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El imperialismo,fase superior del capitalismoSegunda Parte (Ensayo popular)

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segundo, situación monopolista de unospocos países ricos, en los cuales la acu-mulación de capital había alcanzadoproporciones gigantescas. En los paí-ses avanzados surgió un enorme “ex-cedente de capital’.

Es claro que si el capitalismo hubie-ra podido desarrollar la agricultura, queen todas partes marcha hoy muy a la za-ga de la industria; si hubiera podido ele-var el nivel de vida de las masas que, apesar del asombroso progreso técnicosiguen arrastrando, en todas partes, unavida de hambre y miseria, no podría ha-blarse de un excedente de capital. Este“argumento” es el que esgrimen con fre-cuencia los críticos pequeñoburguesesdel capitalismo. Pero si el capitalismohiciera esto dejaría de ser capitalismo,pues tanto el desarrollo desigual comoel miserable nivel de vida de las masasson condiciones fundamentales e inevi-tables y constituyen premisas de estemodo de producción.

Mientras el capitalismo sea lo que es,el excedente de capital será utilizado,no para elevar el nivel de vida de las ma-sas de un país determinado ya que ellosignificaría disminuir las ganancias delos capitalistas, sino para acrecentar susbeneficios, exportando capitales al ex-tranjero, a los países atrasados. En es-tos países atrasados el beneficio es porlo general elevado, pues los capitales sonescasos, el precio de la tierra es relati-vamente bajo, los salarios son bajos ylas materias primas baratas. Lo que ha

hecho posible exportar capitales ha si-do el hecho de que una serie de paísesatrasados hayan sido ya incorporadosal mercado capitalista mundial; en esospaíses se han construido o se están cons-truyendo las principales líneas ferro-viarias, se han creado condiciones ele-mentales para un desarrollo industrial,etc. La necesidad de exportar capita-les obedece a que en unos pocos paí-ses el capitalismo ha “madurado de-masiado” y el capital (debido al atrasode la agricultura y a la miseria de lasmasas) no encuentra campo para in-versiones “lucrativas”.

La exportación de capitales alcanzóproporciones gigantescas sólo a prin-cipios del siglo XX. Antes de la guerra[de 1914–18], el capital invertido enel extranjero por los tres países prin-cipales [Inglaterra, Francia y Alema-nia] era de 175 a 200 mil millones defrancos. Al modesto interés del 5 porciento, esta suma debía dar un benefi-cio de 8 ó 10 mil millones anuales. ¡Unabuena base para la opresión y explo-tación imperialista de la mayoría delos países y naciones del mundo, parael parasitismo capitalista de un puña-do de Estados acaudalados!

El principal campo de inversión delcapital británico son las colonias de In-glaterra, que son muy grandes, inclusoen América (por ejemplo, el Canadá),sin hablar de Asia, etc. En este caso, lagigantesca exportación de capitales es-tá estrechamente relacionada con las

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vastas colonias, de cuya importanciapara el imperialismo hablaré más ade-lante. En el caso de Francia la situa-ción es diferente. El capital francés quese exporta ha sido invertido principal-mente en Europa, en primer lugar enRusia (10 mil millones de francos porlo menos). Se trata sobre todo de capi-tal prestado, de empréstitos públicos yno de capital invertido en empresas in-dustriales. A diferencia del imperialis-mo colonial inglés, el imperialismo fran-cés podría ser calificado de imperialismousurario. En el caso de Alemania te-nemos una tercera variedad: sus colo-nias no son considerables y el capitalalemán invertido en el extranjero estádistribuido en forma muy pareja entreEuropa y América.

La exportación de capitales influyeen el desarrollo del capitalismo en aque-llos países a los que ha sido exportadoy lo acelera extraordinariamente. Porconsiguiente, si bien la exportación decapital puede, hasta cierto punto, ten-der a frenar el desarrollo en los paísesexportadores de capital, ello sólo pue-de hacerse expandiendo e intensificandoel desarrollo del capitalismo en todoel mundo.

El capital financiero ha creado laépoca de los monopolios, y los mono-polios introducen en todas partes losprincipios monopolistas: la utilizaciónde “vinculaciones” para transaccionesventajosas reemplaza la competenciaen el mercado abierto. Lo más corriente

es estipular que parte del préstamootorgado se invierta en compras en elpaís acreedor, particularmente de per-trechos bélicos, barcos, etc. Francia re-currió muy a menudo a este métodoen el curso de las dos últimas décadas(1890–1910). La exportación de capi-tales se convierte así en un medio deestimular la exportación de mercancí-as. Con respecto a esto, las transaccio-nes entre empresas particularmentegrandes adoptan una forma que, co-mo “delicadamente” dice Schilder, “lin-da con el soborno”. Krupp en Alema-nia, Schneider en Francia y Armstrongen Inglaterra son ejemplos de firmasque tienen vinculaciones estrechas conbancos gigantescos y con gobiernos, ya las que no es fácil “ignorar” cuandose negocia un empréstito.

El capital financiero tiende sus re-des, literalmente, podría decirse, en to-dos los países del mundo. En esto des-empeñan un papel importante los bancosfundados en las colonias, así como sussucursales. Los imperialistas alemanesmiran con envidia a los “viejos” paísescoloniales, los cuales fueron particular-mente afortunados” al precaverse al res-pecto. Inglaterra tenía en 1904 un totalde 50 bancos coloniales con 2.279 su-cursales (en 1910 había 72 bancos con5.449 sucursales); Francia tenía 20 con136 sucursales; Holanda 16 con 68 su-cursales, y Alemania “sólo” tenía 13 con70 sucursales. A su vez, los capitalistasnorteamericanos envidian a los ingle-

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ses y alemanes: “En América del sur –se lamentaban en 1915–, 5 bancos ale-manes tienen 40 sucursales, y 5 bancosingleses tienen 70 sucursales [...]. Enlos últimos veinticinco años. Inglaterray Alemania han invertido en la Argen-tina, Brasil y Uruguay 4 mil millonesde dólares aproximadamente, y comoresultado disfrutan del 46 por ciento deltotal del comercio de esos tres países”.

Los países exportadores de capitalse han repartido el mundo entre sí enel sentido figurado de la palabra; peroel capital financiero ha llevado al realreparto del mundo.

V. El reparto del mundo entreasociaciones de capitalistas

Las asociaciones capitalistas mono-polistas –cárteles, sindicatos, trusts–primero se reparten entre sí el merca-do interno y se apoderan de un modomás o menos completo de la industriadel propio país. Pero bajo el capitalis-mo el mercado interno está inevitable-mente entrelazado con el mercado ex-terior. El capitalismo creó hace tiempoun mercado mundial. Y a medida queaumentaba la exportación de capita-les y se ampliaban en todo sentido lasvinculaciones extranjeras y colonialesy las “esferas de influencia” de las másgrandes asociaciones monopolistas, lascosas gravitaron “naturalmente” haciaun acuerdo universal entre esas aso-ciaciones, y hacia la formación de cár-

teles internacionales.Este es un nuevo grado de la con-

centración mundial del capital y la pro-ducción, incomparablemente más ele-vado que los grados anteriores. Veamoscómo aparece este supermonopolio.

La industria eléctrica es sumamentecaracterística de los últimos progresostécnicos, y muy característica del capi-talismo de fines del siglo XIX y princi-pios del XX. Donde más se ha desarro-llado esta industria ha sido en los dosprincipales de los nuevos países capita-listas, Estados Unidos y Alemania. EnAlemania, la crisis de 1900 dio un im-pulso particularmente grande a su con-centración. Durante la crisis, los ban-cos, que en aquel entonces estaban yabastante fusionados con la industria,aceleraron e intensificaron enormementela ruina de las empresas relativamentepequeñas y su absorción por las gran-des. “Los bancos –dice Jeidels– nega-ron su ayuda precisamente a las empre-sas que más necesidad tenían de capital,provocando con ello, primero, un augefrenético y después la quiebra irreme-diable de las empresas que no estabansuficientemente vinculadas con ellos“.

La revista berlinesa Die Bank decíaal respecto que Alemania sólo podríaluchar contra el trust petrolero crean-do un monopolio de la electricidad yconvirtiendo la energía hidráulica enelectricidad barata. Pero –añadió–, “elmonopolio de la electricidad vendrácuando lo necesiten los productores, a

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“Lo típico de la última etapa del capitalismo, cuando imperael monopolio, es la exportación de capitales”. Lenin

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“El desarrollo desigual, a saltos, de las distintas empresas y ramas de laindustria y de los distintos países, es inevitable bajo el capitalismo”. Lenin

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saber, cuando sea inminente el próxi-mo gran crac en la industria eléctrica,y cuando no puedan ya funcionar conbeneficio las gigantescas y costosas cen-trales eléctricas que construyen en to-das partes, a un alto costo, las empre-sas eléctricas privadas, que estánobteniendo ya algunas franquicias mu-nicipales, estatales, etc. Entonces se de-berá utilizar la energía hidráulica; pe-ro no será posible convertirla enelectricidad barata a expensas del Es-tado; será también necesario entregar-la a un ‘monopolio privado controladopor el Estado’, pues la industria priva-da ha firmado ya una serie de contra-tos y estipulado grandes indemniza-ciones... Así ocurrió con el monopoliode la potasa, así ocurre con el mono-polio del petróleo, así ocurrirá con elmonopolio de la energía eléctrica. Eshora ya de que nuestros socialistas deEstado, que se dejan deslumbrar porprincipios brillantes, comprendan, porfin, que en Alemania los monopoliosnunca persiguieron el objetivo, ni tam-poco obtuvieron el resultado, de bene-ficiar al consumidor, o, incluso de en-tregar al Estado parte de los beneficiosempresarios; han servido únicamentepara facilitar, a costa del Estado, la re-cuperación de las industrias privadasque estaban al borde de la quiebra”.

Tales son las valiosas afirmacionesque se ven obligados a hacer los eco-nomistas burgueses alemanes. Vemosaquí claramente cómo, en la época del

capital financiero, se entrelazan los mo-nopolios privados y del Estado; comolos unos y los otros no son en realidadmás que distintos eslabones de la lu-cha imperialista entre los grandes mo-nopolistas por el reparto del mundo.

Algunos escritores burgueses (a loscuales se ha unido ahora K. Kautsky,que abandonó completamente la po-sición marxista, que sostuvo por ejem-plo, en 1909) han expresado la opiniónde que los cárteles internacionales, porser una de las expresiones más sor-prendentes de la internacionalizacióndel capital, traen una esperanza de pazentre los pueblos bajo el capitalismo.Desde el punto de vista teórico esta opi-nión es completamente absurda, y enla práctica un sofisma y una defensadeshonesta del peor oportunismo.

Los cárteles internacionales mues-tran hasta qué punto se han desarro-llado los monopolios capitalistas y cuáles el objetivo de la lucha entre las dife-rentes asociaciones capitalistas. Estaúltima circunstancia es la más impor-tante; sólo ella nos muestra el sentidohistórico-económico de lo que ocurre,pues las formas de la lucha pueden cam-biar, y cambian constantemente deacuerdo con causas variables relativa-mente específicas y temporales, perola esencia de la lucha, su contenido declase, no puede cambiar mientras exis-tan las clases. Naturalmente, a la bur-guesía alemana, por ejemplo, a cuyolado en realidad se ha pasado Kautsky

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en sus argumentos teóricos (de ello meocuparé más adelante), le conviene ocul-tar el contenido de la actual lucha eco-nómica (por el reparto del mundo) ysubrayar ya una ya otra forma de di-cha lucha. En este mismo error incu-rre Kautsky. Y no se trata, por supues-to, sólo de la burguesía alemana, sinode la burguesía de todo el mundo.

Los capitalistas se reparten el mun-do, no debido a una particular perver-sidad, sino porque el grado de concen-tración a que se ha llegado los obliga aseguir ese camino para obtener bene-ficios; y se lo reparten “proporcional-mente al capital”, “proporcionalmentea la fuerza”, porque no puede existir otrométodo de división bajo la producciónmercantil y el capitalismo. Pero la fuer-za varía según el grado de desarrolloeconómico y político; para poder com-prender lo que está aconteciendo, esnecesario saber qué problemas han que-dado resueltos con el cambio en las fuer-zas. Si dichos cambios son “puramen-te” económicos o no económicos (porejemplo, militares), es un problema se-cundario que de ningún modo puedeinfluir en la concepción fundamentalsobre el último período del capitalis-mo. Reemplazar el contenido de la lu-cha y los acuerdos entre las asociacio-nes capitalistas por el problema de laforma de esa lucha y esos acuerdos (hoypacífica, mañana bélica, pasado ma-ñana otra vez bélica) significa descen-der al papel de sofista.

La época de la última etapa del ca-pitalismo nos muestra que entre lasasociaciones capitalistas han surgidodeterminadas relaciones sobre la ba-se de la división económica del mun-do, mientras que paralelo y vinculadoa ello, surgen determinadas relacio-nes entre las asociaciones políticas, en-tre los estados, sobre la base de la di-visión territorial del mundo, de la luchapor las colonias, de la ‘’lucha por esfe-ras de influencia”.

VI. El reparto del mundo entre las grandes potencias

Como ni en Asia ni en América haytierras desocupadas, es decir, que no per-tenezcan a ningún Estado, hay que de-cir que el rasgo característico del perío-do que nos ocupa es el reparto definitivode la Tierra, definitivo no en el sentidode que sea imposible repartirla de nue-vo –al contrario, nuevos repartos sonposibles e inevitables–, sino en el de quela política colonial de los países capita-listas ha terminado ya la conquista detodas las tierras no ocupadas que ha-bía en nuestro planeta. Por vez prime-ra, el mundo se encuentra ya reparti-do, de modo que lo que en adelantepuede efectuarse son únicamentenue-vos repartos, es decir, el paso de terri-torios de un “amo” a otro, y no el pasode un territorio sin amo a un “dueño”.

Vivimos, por consiguiente, en unaépoca singular de la política colonial

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“Por vez primera, el mundo se encuentra ya repartido, de modo que lo que en adelantepuede efectuarse son únicamente nuevos repartos, es decir, el paso de territorios de un “amo” a otro, y no el paso de un territorio sin amo a un “dueño”. Lenin

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”Para esta época son típicos no solo los dos grupos fundamentales de países: los que poseen colonias y los países coloniales, sino también las formas variadasde países dependientes políticamente independientes, desde un punto de vistaformal, pero, en realidad, envueltos por las redes de la dependencia financiera ydiplomática. Una de estas formas, la semicolonia, la hemos indicado ya antes.Modelo de otra forma es, por ejemplo, la Argentina”. Lenin

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del mundo que se halla íntimamenterelacionada con la “novísima fase dedesarrollo del capitalismo”, con el ca-pital financiero.

El capital financiero es una fuerzatan considerable, por decirlo así tandecisiva en todas las relaciones econó-micas e internacionales, que es capazde subordinar, y en efecto subordina,incluso a los Estados que gozan de unaindependencia política completa. Pa-ra el capital financiero la subordina-ción más beneficiosa y más “cómoda”es aquella que trae aparejada consigola pérdida de la independencia políti-ca de los países y de los pueblos some-tidos. Los países semicoloniales sontípicos, en este sentido, como “caso in-termedio”. Se comprende, pues, quela lucha por esos países semidepen-dientes haya tenido que exacerbarseparticularmente en la época del capi-tal financiero, cuando el resto del mun-do se hallaba ya repartido.

La política colonial y el imperialis-mo existían ya antes de la fase actualdel capitalismo y aun antes del capi-talismo. Roma, basada en la esclavi-tud, llevó a cabo una política colonialy realizó el imperialismo. Pero los ra-zonamientos “generales” sobre el im-perialismo, que olvidan o relegan a se-gundo término la diferencia radical delas formaciones económico–sociales,se convierten inevitablemente en ba-nalidades vacuas o en fanfarronadas,tales como la de comparar “la Gran Ro-

ma con la Gran Bretaña”. Incluso lapolítica colonial capitalista de las fa-ses anteriores del capitalismo se dife-rencia esencialmente de la política co-lonial del capital financiero.

La particularidad fundamental delcapitalismo moderno consiste en la do-minación de las asociaciones mono-polistas de los grandes empresarios.Dichos monopolios adquieren la má-xima solidez cuando reúnen en sus ma-nos todas las fuentes de materias pri-mas, y ya hemos visto con qué furor losgrupos internacionales de capitalistasdirigen sus esfuerzos a arrebatar al ad-versario toda posibilidad de compe-tencia, a acaparar, por ejemplo, las tie-rras que contienen mineral de hierro,los yacimientos de petróleo, etc.

Claro que los reformistas burgueses,y entre ellos los kautskianos actuales so-bre todo, intentan atenuar la importan-cia de esos hechos, indicando que las ma-terias primas “podrían ser” adquiridasen el mercado libre sin una política co-lonial “cara y peligrosa”, que la ofertade materias primas “podría ser” aumen-tada en proporciones gigantescas conel “simple” mejoramiento de las condi-ciones de la agricultura en general. Pe-ro esas indicaciones se convierten en unaapología del imperialismo, en el embe-llecimiento del mismo, pues se fundanen el olvido de la particularidad princi-pal del capitalismo moderno: los mo-nopolios. El mercado libre pasa cada vezmás al dominio de la historia, los sindi-

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catos y trusts monopolistas van redu-ciéndolo de día en día, y el “simple” me-joramiento de las condiciones de la agri-cultura se reduce al mejoramiento de lasituación de las masas, a la elevación delos salarios y a la disminución de los be-neficios. ¿Dónde existen, como no seaen la fantasía de los reformistas dulzo-nes, trusts capaces de preocuparse de lasituación de las masas y no de la con-quista de colonias?

Puesto que hablamos de la políticacolonial de la época del imperialismocapitalista, es necesario hacer notar queel capital financiero y la política inter-nacional correspondiente, la cual se re-duce a la lucha de las grandes poten-cias por el reparto económico y políticodel mundo, crean toda una serie de for-mas de transición de dependencia es-tatal. Para esta época son típicos no so-lo los dos grupos fundamentales depaíses: los que poseen colonias y los pa-íses coloniales, sino también las for-mas variadas de países dependientespolíticamente independientes, desdeun punto de vista formal, pero, en rea-lidad, envueltos por las redes de la de-pendencia financiera y diplomática. Unade estas formas, la semicolonia, la he-mos indicado ya antes. Modelo de otraforma es, por ejemplo, la Argentina.

Según Schilder, los capitales inverti-dos por Inglaterra en la Argentina, deacuerdo con los datos suministrados porel cónsul austro-húngaro en Buenos Ai-res, fueron, en 1909, de 8.750 millones

de francos. No es difícil imaginarse quéfuerte lazo se establece entre el capitalfinanciero –y su fiel “amigo”, la diplo-macia– de Inglaterra y la burguesía ar-gentina, los círculos dirigentes de todasu vida económica y política.

El ejemplo de Portugal nos muestrauna forma un poco distinta de depen-dencia financiera y diplomática bajo laindependencia política. Portugal es unEstado independiente, soberano, peroen realidad, durante más de doscien-tos años, desde la época de la guerrade sucesión de España (1701–1714), sehalla bajo el protectorado de Inglate-rra. Inglaterra lo defendió y defendiólas posesiones coloniales del mismo pa-ra reforzar su propia posición en la lu-cha con sus adversarios: España y Fran-cia. Inglaterra obtuvo en compensaciónventajas comerciales, mejores condi-ciones para la exportación de mercan-cías y, sobre todo, para la exportaciónde capitales a Portugal y sus colonias,la posibilidad de utilizar los puertos ylas islas de Portugal, sus cables, etc.,etc. Este género de relaciones entre al-gunos grandes y pequeños Estados haexistido siempre, pero en la época delimperialismo capitalista se convierteen sistema general, entran a formar par-te del conjunto de relaciones que rigenel “reparto del mundo”, pasan a ser es-labones en la cadena de las operacio-nes del capital financiero mundial. �

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”No es difícil imaginarse qué fuerte lazo se establece entre el capital financiero –y su fiel ‘amigo”, la diplomacia– de Inglaterra y la burguesía argentina,los círculos dirigentes de toda su vida económica y política”. LeninFoto: el PCR de la Argentina, vanguardia en la lucha contra todos los imperialismos.

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1 Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo / 3 Sobre el Estado / 6 El imperialismo /9 Sobre el Partido / 11 La Juventud / 14 Las elecciones y la dictadura del proletariado / 17 LaComuna de París / 18 El movimiento de mujeres / 22 La prensa partidaria / 23 El problemaagrario / 26 Dos tácticas / 32 Sobre la dialéctica / 35 La revolución rusa / 46 Las mujeres y larevolución / 50 La insurrección / 54 El marxismo y la insurrección / 55 La guerra de guerrillas /59 Sobre el programa / 63 La doctrina de Marx / 64 La economía marxista / 65 El socialismo /68 Ejército revolucionario y gobierno revolucionario / 72 Las armas / 75 La milicia popular / 81 El “izquierdismo” / 82 Los compromisos / 87 Tesis de Abril / 90 Marxismo y revisionismo /92 El Estado comuna / 93 La dictadura / 94 Ante la catástrofe / 103 La transición alcomunismo / 104 El problema nacional / 105 Situación revolucionaria / 106 ¿Qué hacer? / 107 La organización / 108 Partido y clase / 111 La mujer / 123 La flexibilidad /

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REVOLUCIONARIO DE LA ARGENTINA

cuadernos de difusión del marxismo–leninismo–maoísmo

Ultimos Cuadernos publicados150 Gramsci: Espontaneidad y conciencia / 151 Mao: Temas filosóficos / 152–153: Guevara: Marx y Engels (I y II) / 154–155:O. Vargas: Los ignorados (1 y 2) / 156–157 Lenin: Sobre la cooperación (1 y 2) / 158 Marx–Engels: Manifiesto del PartidoComunista / 159 Marx: Crítica al programa de Gotha (1) / 160–161 O. Vargas: Somos el partido del comunismo (1 y 2) / 162 Marx: Crítica al programa de Gotha (2) / 163 Mao: Las clases en el campo / 164 Guevara: La transición socialista / 165 Mao: Contra el culto a los libros / 166 Mao: La transición socialista / 167–168 Mao: El frente único (1 y 2) / 169 Engels:Economía Política / 170 Gramsci: La caída de la tasa de beneficio / 171 Mao: La unidad del Partido / 172 Myrdal: China: Larevolución continuada / 173 Mao: Como tratar los errores / 174 O. Vargas: La lucha de ideas / 175 P.C. de China: Doscaminos en el socialismo / 176–177 N. Podvoiski: Lenin y la insurrección / 178 Lenin: Los revolucionarios y los compromisos /179 PCR: El clasismo revolucionario / 180–181 Lenin: Sobre el sindicalismo (1 y 2) / 182 Mao: Corrijamos las ideas y métodoserróneos / 183-184-185-186 Lenin: El Estado y la revolución (1, 2, 3 y 4) / 187-188 PCR: El caracter de la revolución (1 y 2) /189-190 Serge: Sobre la represión (1 y 2) / 191-192 Lenin: Sobre el antiparlamentarismo (1 y 2) / 193-194 PCR: La rebeliónagraria (1 y 2) / 195 Guevara: La conciencia revolucionaria / 196-197 Vargas: El marxismo y la revolución argentina / 198-199Lenin: Los revolucionarios y las elecciones (1 y 2) / 200 Lenin: Los revolucionarios y los pactos electorales / 201 Lenin:Organización sindical y organización revolucionaria / 202-203 Mao: Combatir las frases hechas del Partido (1 y 2) / 204Engels: El origen de las clases / 205 Engels: El origen del Estado / 206 Mao: Las tareas de la revolución / 207 O. Vargas:Che: un coloso de la revolución / 208 Mao: La reforma agraria y el movimiento de masas / 209-210 O. Vargas: Laimportancia del movimiento campesino (1 y 2) / 211 Zhou Enlai: Tareas de la revolución china / 212 Zhou Enlai:Protagonistas de la revolución china / 213 Marx: Salario, inflación y crisis / 214 Stefan Zweig: Lenin y el tren sellado / 215 PCR: Crítica del capitalismo dependiente / 216 PCR: El camino de la revolución / 217 O. Vargas: Los aportes de MaoTsetung (1) / 218 O. Vargas: Los aportes de Mao Tsetung (2) / 219 Guevara: Debates sobre economía política / 220 Lenin:Biografía de Carlos Marx / 221 Lenin: Biografía de Federico Engels / 222 Krupskaia: Aprendamos de Lenin / 223 Marx: Elmétodo de la economía política / 224 Mao/Lenin: Sobre el estudio / 225 Mao: La construcción del Partido Comunista / 226 Mao: Atender las necesidades de las masas / 227 Dimitrov: Sobre los militantes / 228 Lenin: Los recolucionarios y lasinstituciones burguesas / 229 Marx-Engels: Sobre “El capital” / 230 PCR: La década kirchnerista / 231 PCR: La línea dehegemonía proletaria / 232 José Díaz: La España revolucionaria / 233 Zhou Enlai: Aprender de Mao Zedong / 234 Zhou Enlai:Sobre el nuevo arte y literatura / 235 José Díaz: Por la unidad de los obreros / 236 Mao: Las clases en la revolución china /237 Mao: Sobre la práctica (1) / 238 Mao: Sobre la práctica (2) / 239 Mao: La reforma agraria en China / 240 José Díaz: Laselecciones de 1936 en España / 241 Mao: Sobre los comités del partido / 242 Mao/Lenin: Las mujeres y la revolución / 243 Mao: Sobre el partido / 244 Lenin: El imperialismo (1)

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