LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

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LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA EN LA GÉNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003 * Julio Pérez Serrano Universidad de Cádiz Ironizaba hace poco un conocido periodista sobre las interminables disquisicio- nes a que ha dado lugar el debate sobre la esencia de España. “¿Qué es España? Desde el siglo XIX hasta hoy esta pregunta ha dado de comer a innumerables ensa- yistas, analistas, escritores, periodistas y políticos. Ha generado infinitos congresos, simposios y mesas redondas seguidas de las respectivas bandejas repletas de cana- pés. ¿Qué es España? [...] ‘Está muy rico el pincho de tortilla’, decía un hispanófi- lo germano. ‘Pues no se pierda usted el montado de chorizo, que está de muerte’, exclamaba un historiador encorbatado” 1 . Esta demoledora imagen, cuyo realismo (por la parte que nos toca) puede llegar a sonrojarnos, tiene sin embargo un propó- sito más loable: advertir sobre los riesgos que para una sociedad en cambio y some- tida a múltiples influencias pueden derivarse de mantener confusiones palmarias en asuntos tan básicos como éste de la propia identidad nacional. 145 * Este texto se inscribe en el marco del proyecto Transición política y cambio social: las élites gaditanas en el cambio de régimen (1973-1982) (BHA-2001-3852-C05-03), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología, Programa Sectorial de Promoción General de Conocimiento. 1. V ic ent, M., “Si le nc io”. El P aís, 6 de octubre de 2002, p. 64. Carlos Navajas Zubeldia (ed.), Actas de IV Simposio de Historia Actual, Logr oño, 17-19 de octub re de 2002, Logroño, Gobierno de La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos, 2004, pp. 145-183. ISBN 84-95747-77-4.

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  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESISDEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003*

    Julio Prez Serrano

    Universidad de Cdiz

    Ironizaba hace poco un conocido periodista sobre las interminables disquisicio-

    nes a que ha dado lugar el debate sobre la esencia de Espaa. Qu es Espaa?

    Desde el siglo XIX hasta hoy esta pregunta ha dado de comer a innumerables ensa-yistas, analistas, escritores, periodistas y polticos. Ha generado infinitos congresos,

    simposios y mesas redondas seguidas de las respectivas bandejas repletas de cana-

    ps. Qu es Espaa? [...] Est muy rico el pincho de tortilla, deca un hispanfi-

    lo germano. Pues no se pierda usted el montado de chorizo, que est de muerte,

    exclamaba un historiadorencorbatado1. Esta demoledora imagen, cuyo realismo

    (por la parte que nos toca) puede llegar a sonrojarnos, tiene sin embargo un prop-

    sito ms loable: advertir sobre los riesgos que para una sociedad en cambio y some-

    tida a mltiples influencias pueden derivarse de mantener confusiones palmarias enasuntos tan bsicos como ste de la propia identidad nacional.

    145

    * Este texto se inscribe en el marco del proyecto Transicin poltica y cambio social: las litesgaditanas en el cambio de rgimen (1973-1982) (BHA-2001-3852-C05-03), financiado porel Ministerio de Ciencia y Tecnologa, Programa Sectorial de Promocin General deConocimiento.

    1. Vicent, M., Silencio.El Pas, 6 de octubre de 2002, p. 64.

    Carlos Navajas Zubeldia (ed.),Actas de IV Simposio de Historia Actual, Logroo, 17-19 de octubre de 2002,Logroo, Gobierno de La Rioja. Instituto de Estudios Riojanos, 2004, pp. 145-183.ISBN 84-95747-77-4.

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    En la exposicin que sigue pretenderemos demostrar que, por fortuna, el inters

    de los historiadores no se agota en el anlisis crtico de los pinchos de tortilla, sino

    que va ms all, justamente a donde Manuel Vicent pretende conducirnos: a refle-

    xionar en serio sobre la realidad histrica de Espaa, o lo que es ms urgente, sobrequines somos o podemos ser en el tiempo que nos ha tocado vivir, nuestra verda-

    dera historia contempornea2. Y para que no haya dudas, quien ahora se expresa

    asume desde un principio todas y cada una de las limitaciones que, por activa y por

    pasiva, se han reconocido a esta joven y descarada disciplina. En grado sumo ade-

    ms, dado que pretendemos operar en esa delgada lnea roja que separa el pasado

    ms reciente del futuro ms prximo, lo que Carlos Barros y los colegas deHistoria

    a Debate han denominado historia inmediata, aunque bien pudiera denominarse

    de otras quince o veinte maneras.El objetivo de esta exposicin consiste en definir el emplazamiento relativo de

    la Espaa democrtica surgida de la Transicin poltica, entendida como una gran

    empresa colectiva, en el contexto de lo que ha dado en llamarse capitalismo glo-

    bal. Pero, el apasionamiento y la consiguiente polmica que suscita todo lo referi-

    do a la mal llamada globalizacin hacen inevitable una previa clarificacin de tr-

    minos y conceptos. No nos anima a ello, sin embargo, un propsito teorizante, sino

    la pretensin meramente instrumental de facilitar, explicitando el cdigo y el con-

    texto, el proceso de comunicacin.

    Dicho esto, procede comenzar definiendo el concepto que aporta el marco te-

    rico al anlisis: el denominado capitalismo global. Luego hablaremos de Espaa,

    de su posicin en el orden que emerge de la postguerra fra, y tambin, recproca-

    mente, de la influencia nada despreciable que la experiencia de su pasado reciente

    ha tenido en la conformacin del paradigma global.

    1. GLOBALIZACIN Y CAPITALISMO GLOBAL

    1.1. La globalizacin, qu hay de cierto?

    El cierre, a mediados de agosto de 1999, de las lujosas tiendas de un conocido

    modisto parisino compulsivo lector de Nostradamus, ante la inminente llegada del

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

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    2. Navajas, C., La verdadera historia contempornea.Revista de Historia Actual, 1 (2003), pp.

    143-162.

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    fin del mundo, constituye una prueba palmaria de que el dinero no tiene por qu

    erradicar la ignorancia. Muchos intelectuales compartieron, sin embargo, las espe-

    culaciones y los discursos mesinicos que afloraron en el cambio de Milenio. Entre

    tanto desconcierto, unos proclamaron el fin de la Historia, otros el ocaso de las ide-ologas, y no falt quien augurara el advenimiento de una nueva Edad.

    Sirva de atenuante a tanto desenfreno el que, en apariencia aunque slo en apa-

    riencia no estbamos ante ninguna profeca, sino ante hechos tan constatables

    como la revolucin en las telecomunicaciones, la integracin de grandes mercados

    regionales o la clonacin de seres humanos3. Sin embargo, dado que, pese al enor-

    me influjo que la religin todava conserva en el mbito de la cultura, la nuestra no

    es ya una sociedad teocntrica, es comprensible que en esta nueva frontera, la del

    Ao 2000, el milenarismo adquiriera los perfiles de la utopa tecnolgica y no los

    del pesimismo apocalptico. Y, mientras que ste arraig, por lo general, en secto-

    res marginales y poco instruidos, el primero ha tendido en los noventa como prog-

    nosis cientfica, asumida por las capas ms cultas y avalada por las instancias que

    actualmente ostentan la direccin y la representatividad de nuestras sociedades.

    La extensin de la democracia y de los derechos humanos a todos los rincones

    del planeta, la erradicacin de las guerras y de las revoluciones, la constitucin de

    un nuevo orden internacional justo y otras tantas previsiones benficas de lo quehabra de ser el futuro ms inmediato fueron reconocidas casi unnimemente, tam-

    bin en la academia, como escenarios posibles a corto plazo gracias a la llamada

    globalizacin4.

    Y, en efecto, es bien sabido que a mediados del pasado siglo nuestras socieda-

    des contaban ya con instrumentos econmicos, principalmente financieros, ms que

    suficientes para llevar a cabo la plena integracin de grandes mercados continenta-

    les. Si no se avanz ms rpido fue sin duda por la existencia de prioridades geo-

    polticas, derivadas de la Guerra Fra, y de limitaciones de carcter tecnolgico que

    impedan prescindir por completo de los determinantes geogrficos. Con la crisis y

    JULIO PREZ SERRANO

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    3. Especialmente interesantes por su abordaje de la utopa tecnolgica que se asocia a la globa-lizacin, Freedman, D. J.,El Sol, el genoma e Internet. Madrid, 2000, y Kaku, M., Visiones.Madrid, 1998.

    4. Sobre estas cuestiones, Juregui, G.,La democracia planetaria. Oviedo, 2000; Pinillos, J. L.,El corazn del laberinto. Crnica del fin de una poca. Madrid, 1998. Ms ecunime,

    Dehesa, G. de la, Comprender la globalizacin. Madrid, 2000.

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    posterior hundimiento de los regmenes socialistas, que en pocos aos y de forma

    mayoritariamente pacfica, adoptaron las recetas del FMI y el Banco Mundial,

    qued expedito el camino para la difusin planetaria de los avances tecnolgicos.

    Paralelamente, desde mediados de los setenta, con el espectacular progreso dela microelectrnica, la informtica y las telecomunicaciones, los obstculos opera-

    tivos que impedan dar el salto hacia una planificacin estratgica del desarrollo

    humano a escala global fueron tambin removidos. Y ello porque esta tercera fase

    del proceso industrializador, la denominada RCT (revolucin cientfico-tcnica), ha

    aportado la tecnologa y el instrumental necesarios para dar un nuevo paso en el

    proceso de sustitucin del trabajo humano por el trabajo automotor, lo que supone

    un autntico salto cualitativo en las relaciones productivas. Como consecuencia, la

    robotizacin se ha instalado ya en una buena parte de los sectores econmicos mspujantes y es previsible que pronto lo haga en otros, como la medicina, donde hasta

    ahora el elemento humano continuaba siendo fundamental. Estas transformaciones,

    sobre las que podramos extendernos sin lmite, se han visto asimismo potenciadas

    por la revolucin en el sector de las telecomunicaciones, con la extensin del tele-

    trabajo, la teleenseanza, la gestin telemtica de los capitales o la seguridad va

    satlite, que han pulverizado la hasta entonces determinante influencia de los fac-

    tores geogrficos5.

    La correlacin de fuerzas entre los agentes de la produccin se vio radicalmen-

    te desnivelada en favor de los poseedores del capital. Las tradicionales formas de

    organizacin y lucha de los trabajadores se revelaron obsoletas frente a empresas

    multinacionales, convertidas en verdaderas megpolis, cuyos capitales podan fluc-

    tuar con extremada rapidez de unos pases a otros y de unos sectores a otros. Y esta

    autonoma que ha proporcionado la RCT al empresariado en lo que se refiere a la

    gestin de recursos hizo tambin posible que las principales propuestas elaboradas

    por los economistas de la escuela de Chicago el llamado neoliberalismo fuesen

    llevadas a la prctica, por lo que no es extrao que una y otro coincidan en el tiem-

    po6.

    De este modo, las frmulas asistenciales que permanecieron vigentes en el lti-

    mo siglo, reforzadas por razones de seguridad durante las dcadas de la Guerra Fra,

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

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    5. Cf. Castells, M.,La era de la informacin: economa, sociedad, cultura. Madrid, 1997-1998,3v.

    6. Cf. Thurow, L. C., The Future of Capitalism. New York, 1996.

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    perdieron toda justificacin estrictamente econmica. El Estado comenz a retro-

    ceder a sus tradicionales funciones, achicndose de acuerdo con los objetivos

    antiinflacionistas y el dficit cero. Un mercado en apariencia imparable fue ocu-

    pando las parcelas transferidas en masivas privatizaciones. De hecho hoy parecenexistir pocos obstculos tcnicos para poner en circulacin todos los recursos,

    materiales y humanos, disponibles. La Humanidad estara as a un paso de su inte-

    gracin a escala planetaria. Y el reiterado empleo del anglicismo globalizacin

    potenciara esta imagen, no siempre inocente, de que vivimos en una aldea global.

    Sin embargo, un anlisis ms a fondo de lo acaecido en la ltimas tres dcadas

    ha de comenzar afirmando que tan evidentes y transcendentales cambios no han

    surgido de la nada y es poco posible que hayan agotado el horizonte de nuestro

    futuro sobre la Tierra. Por el contrario, como no poda ser de otra manera, nuestromundo es tributario de realidades preexistentes afectadas en su desarrollo por la

    accin de tendencias a largo plazo, identificables y susceptibles de ser evaluadas en

    trminos relativos.

    No olvidemos que, ms all de las formas concretas, histricas, de su evolucin,

    la especie humana se ha manifestado siempre como una especie global. La globali-

    zacin debera ser entendida, pues, ms que como un determinado momento hist-

    rico, como un rasgo esencial y definitorio de nuestra especie, como una capacidad(la de globalizar) que nos ha acompaado desde los tiempos ms remotos y que

    ha condicionado los ritmos y modos en que se ha ido produciendo nuestra evolu-

    cin a travs del tiempo. Para A. H. Hawley son tres, al menos, las tendencias que

    lo demuestran7:

    a) el crecimiento constante de la poblacin hasta ocupar todo el espacio dispo-

    nible, ampliando continuamente los lmites geofsicos, temporales y simblicos de

    la comunidad;

    b) la disminucin progresiva de los costes de la movilidad, facilitando la trans-

    ferencia cada vez ms rpida de individuos, informacin y recursos; y

    c) la creciente complejidad del ecosistema humano, plasmada en el incremento

    de las relaciones, la especializacin funcional y la formacin de subsistemas.

    JULIO PREZ SERRANO

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    7. Cf. Hawley, A. H., Teora de la ecologa humana. Madrid, 1991, pp. 95-173. Puede versetambin en este sentido la excelente sntesis de J.R. McNeill y W.H. McNeill, Las redes

    humanas. Una historia global del mundo. Barcelona, 2004 (ed. original: New York, 2003).

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    Estas tendencias se verifican ciertamente en el ltimo impulso tecnolgico, pero

    son tambin reconocibles en las dos primeras revoluciones industriales, en la

    expansin atlntica que se inicia a fines del siglo XV, en las colonizaciones medi-

    terrneas... e incluso en la revolucin neoltica, con el invento de la rueda. En defi-nitiva, no se tratara sino de diferentes estadios en un nico e incesante proceso evo-

    lutivo, aquel para el que proponemos reservar el uso del trmino globalizacin.

    Queda claro, pues, que una lectura corta y sesgada de los cambios que comen-

    zaron a producirse en las ltimas dcadas del siglo XX slo puede responder al inte-

    rs o al desconocimiento de sus propagadores. Los esfuerzos por sacar de contexto

    y absolutizar la magnitud de la revolucin cientfico-tcnica, promotora de una

    mtica y todopoderosa globalizacin, contribuyen en ltima instancia a ocultar el

    carcter abierto de los nuevos tiempos y las mltiples opciones que el cambio tec-

    nolgico pone hoy al alcance del conjunto de la Humanidad8.

    Sin embargo, la estrategia de algunos medios ha consistido en hacer girar todo

    el discurso ideolgico, incluyendo el que se pretende crtico, en torno a la idea de

    la globalizacin como presente, como si se tratase ya de una realidad consolidada,

    un nuevo orden o una nueva Edad, a fin de evitar debates espinosos y reducir al

    mximo la incertidumbre en los mercados. Pero el progreso silencioso de la revo-

    lucin tecnolgica ha ido evidenciando una importante mutacin interna en el pro-pio sistema econmico: el desplazamiento de la funcin clave del sector de las

    finanzas al del conocimiento. En otras palabras, la consolidacin del capital intan-

    gible como principal recurso estratgico en la competencia actual9.

    1.2. Capital intangible y capitalismo global

    Detengmonos ahora en este concepto, porque nos ser de gran utilidad para el

    anlisis del caso espaol. El primer rudimento de lo que hoy llamamos capital

    intangible surgi en el siglo XIX con el nombre de Fondo de Comercio, de acuer-

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    8. Cf. Prez Serrano, J.; Gmez Gmez, C., Historia y ecohistoria ante la crisis ambiental, enHistria e meio-ambiente. O impacto da expanso europeia. Coimbra, 1999, pp. 55-59.

    9. El capital intelectual o intangible abarcara tanto el capital estructural (tecnolgico, organi-zativo y relacional) como los recursos humanos de que se dispone, sin olvidar aspectos exter-nos como la influencia de los gobiernos, el control meditico del mercado, la amenaza mili-

    tar, etc.

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    do con la tradicin del capitalismo comercial. La experiencia, los contactos, la

    reputacin de la empresa, la fidelidad de los empleados y otros activos de difcil

    cuantificacin, pero incuestionable eficacia, otorgaban ventajas competitivas a las

    compaas ms consolidadas. Sin embargo, durante todo el siglo XIX y la mayorparte del XX, predomin el esquema clsico del capitalismo industrial, basado en

    la prctica del taylorismo. Las empresas asentaron su crecimiento en el uso inten-

    sivo de bienes intercambiables, como el trabajo no especializado y el capital finan-

    ciero, medido en unidades monetarias. Es decir, compitieron por el control de los

    factores productivos en un mercado limitado en el que todava la cantidad era ms

    importante que la calidad.

    Sin embargo, como hemos visto, en las ltimas dcadas el predominio del capi-tal sobre el trabajo alcanz tales cotas que la competencia empresarial ya no pudo

    asentarse en la posesin de un factor productivo tan fcilmente reemplazable y

    accesible para todos. Las empresas optaron entonces por diferenciarse por medio

    del empleo de recursos productivos, bienes no estndares caracterizados por su

    especificidad. En primer lugar, la innovacin tecnolgica y la organizacin del tra-

    bajo. Y junto a ellas, la fidelidad del personal o del cliente, las buenas relaciones

    con la banca o con los suministradores, la cohesin del grupo dentro de la empre-

    sa, las motivaciones del personal, etc... activos todos ellos que no son fcilmentetransferibles, a no ser que se ceda la titularidad del negocio10. Como sucede con

    cualquier recurso productivo, su valor sera siempre mayor dentro de la empresa

    que en el mercado, por lo que su transferencia llevara implcita siempre una depre-

    ciacin. De este modo, las empresas comenzaron progresivamente a basar su ven-

    taja comparativa sostenible en aquellos elementos que son ms difciles de imitar,

    estn o no registrados y sean o no cuantificables: son los llamados activos intangi-

    bles, es decir, el capital estructural (tecnolgico, organizativo y relacional) y los

    recursos humanos11.

    JULIO PREZ SERRANO

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    10. Por ejemplo, si se traspasa a un empleado, su desempeo en la nueva empresa ser menor,debido a la inexperiencia.

    11. Sobre esto, Prez Serrano, J.; Galindo Lucas, A., El capital intelectual en el nuevo paradig-ma global, en Actas del II Seminario Internacional Nuestro Patrimonio Comn. Cdiz,

    2002.

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    Con esta nueva lgica, el capital productivo de las empresas se ha visto poten-

    ciado, a la vez que modificada su composicin interna. El capital financiero12, el

    capital fsico13 y el activo inmaterial14 han ido perdiendo peso frente al capital intan-

    gible, autntica clave estratgica para la competencia en el tiempo presente. H.Itami, uno de los pioneros en el anlisis del capital intangible, lo define como el

    conjunto de activos productivos o generadores de valor que estn basados en la

    informacin y el conocimiento15. Tambin ha sido llamado, por esto, capital inte-

    lectualy actualmente es el tipo de capital ms ntidamente identificable con el con-

    cepto de recurso productivo. En un sentido amplio abarca los conocimientos, las

    influencias, las redes sociales y la credibilidad de las empresas, a lo que habra que

    sumar recursos opacos como la presin sobre los gobiernos, el control meditico,

    la delincuencia organizada o la propia amenaza militar. La reputacin, como suce-

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

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    12. El capital financiero est constituido por los ttulos negociables que pueden otorgar el controlde una sociedad mercantil.

    13. El capital fsico o activo material est directamente implicado en la creacin de valor indus-trial y sometido a desgaste y obsolescencia.

    14. El activo inmaterial es el valor objetivamente calculable de los derechos que permiten a lasempresas obtener en el futuro una rentabilidad.

    15. Itami, H.,Mobilizing Invisible Asssets. Cambridge, London, 1987, p. 18.

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    da con las viejas casas de comercio, es hoy una fuente potencial de beneficios que,

    adems y sta es una de sus grandes ventajas no tiene una plasmacin contable16.

    Puede objetarse desde luego que, en el momento actual, todava estamos en los

    albores de esta tendencia, y ciertamente es as si contemplamos el asunto con una

    perspectiva cronolgica ms amplia. Todava no sabemos cunto puede dar de s el

    nuevo sistema nacido de los cambios funcionales que han convertido al capital

    intangible en el componente ms expansivo, reproducible y dinmico del capital17.

    Pero si observamos lo que ya se ha verificado comprobaremos que no estamos ante

    una intuicin o una mera hiptesis: en los ltimos treinta aos ha habido un des-

    plazamiento claro del centro de gravedad del capital desde el sector de la industria,

    fuertemente dependiente del factor energtico, al de las nuevas tecnologas, poten-

    ciadas por los activos intangibles, que han posibilitado la internacionalizacin de

    las finanzas.

    Ya M. E. Porter, identific a comienzos de los noventa los recursos humanos

    especializados y avanzados y los recursos del conocimiento [como] las dos catego-

    ras ms importantes de recursos para crear y mantener ventaja competitiva18.

    Puede resultar engaoso, sin embargo, el que las transacciones financieras hayan

    experimentado un aumento de volumen sin precedentes justamente en estos aos,

    pero ello no es ms que una prueba de cunto puede incidir el capital intangiblesobre los restantes componentes del capital. No olvidemos que la industria no eli-

    min el comercio, sino que lo potenci a raz de la produccin masiva y la revolu-

    cin en los transportes, del mismo modo que las finanzas no eliminaron la indus-

    tria, sino todo lo contrario, gracias a las importantes inyecciones de capital acumu-

    lado que los bancos pusieron a disposicin de los empresarios industriales. En esa

    lnea, hoy el capital intangible no apunta en el sentido de hacer desaparecer las

    finanzas, sino en el de intensificar todo lo posible su rendimiento, actuando como

    clave estratgica en la competencia19.

    JULIO PREZ SERRANO

    153

    16. Sobre la cuantificacin de su valor, Vid. Galindo Lucas, A., Revelaciones del estudio de lasvariables de diseo de incentivos.Alta direccin, 219 (2001), pp. 106-108.

    17. Cf. Itami, H.,Mobilizing Invisible Assets. Cambridge, Londres, 1987, pp. 14-18.

    18. Porter, M. E., Towards a Dynamic Theory if Strategy. Strategic Management Journal, 12(1991), p. 121.

    19. Cf. Bueno Campos, E., El capital intangible como clave estratgica en la competencia

    actual.Boletn de Estudios Econmicos, 164 (1998), pp. 207-229.

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    Avanzando en ello, podemos afirmar que la jerarqua funcional de los Estados

    en el mundo actual depende mucho de la magnitud de su capital intangible y del uso

    que se haga de l. De hecho, todos los pases practican la agricultura y el comercio

    y, aunque son menos, tambin son bastantes, los que, adems, poseen un tejidoindustrial organizado. El capital financiero est mucho ms centralizado, pero el

    mayor grado de concentracin, rayano en el monopolio, se da en el mbito del capi-

    tal intangible, tratado como recurso estratgico20 por las tres grandes potencias glo-

    balistas. Aunque, como se ha dicho, ste es un asunto difcilmente cuantificable, es

    un hecho incontrovertible que EEUU, la UE y Japn no slo concentran el 90 por

    ciento de las mayores empresas del mundo y el 95 por ciento de los grandes ban-

    cos, sino ms del 95 por ciento del capital tecnolgico, medido por el nmero de

    patentes industriales21.

    Cabra definir as al capitalismo global como una etapa en la evolucin del sis-

    tema capitalista en la que el capital basado en el conocimiento tiende a operar como

    recurso clave para la competencia a escala planetaria. Los activos financieros, que

    haban desempeado esta funcin en el capitalismo surgido de la segunda oleada

    industrializadora, al que habran dado nombre, estaran as en camino de ceder su

    preeminencia a los activos intangibles, con la consiguiente reestructuracin de todo

    el sistema. Expresiones edulcoradas como sociedad de la informacin o sociedad

    del conocimiento, poseen un significado parcialmente coincidente22. En todo caso,

    muchas son las tensiones que, en forma de desequilibrios y conflictos, comienzan

    ya a manifestarse en el seno del sistema mundial y en las economas nacionales,

    pero no es ste el momento de avanzar mucho ms en ello. Quedmonos, para lo

    que ahora nos interesa, con el vnculo entre el capital intangible y las nuevas reali-

    dades que, tentativamente, hemos incluido en el concepto de capitalismo global.

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    154

    20. Cf. Hall, R., The strategic analysis of intangible resources. Strategic Management Journal,13 (1992), pp. 135-144.

    21. Slo es posible acceder a las cifras de las patentes industriales registradas, pero se escapanlos conocimientos reservados, los bancos de informacin clasificada y todo lo protegido porel secreto militar.

    22. Por ejemplo, Drucker, P. F.,Las nuevas realidades. Madrid, 1989; Todd, E.,La ilusin eco-

    nmica. Ensayo sobre las sociedades desarrolladas. Madrid, 2001.

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    1.3. 1973, Ao Cero del capitalismo global

    Para terminar esta primera parte resta volver sobre el tema de los orgenes de

    todos estos cambios. Nos encontraremos con algunas sorpresas. Situmonos en la

    fecha emblemtica de 1973. En ese ao tienen lugar cinco acontecimientos en apa-

    riencia dispares e inconexos:

    a) en febrero, el presidente Nixon anuncia una importante devaluacin del dlar,

    a la vez que las autoridades monetarias de los dems pases autorizan la libre fluc-

    tuacin de sus divisas; es el fin del Sistema Monetario Internacional basado en el

    patrn-dlar;

    b) el 11 de septiembre, Augusto Pinochet lidera un golpe militar que derroca el

    gobierno de Salvador Allende e instaura la dictadura en Chile;

    c) el 23 de octubre se constituye en Tokio la Comisin Trilateral EEUU,

    Europa y Japn, verdadera patronal mundial, con miembros tan destacados como

    el Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, David Rockefeller o

    Zbigniew Brzezinski;

    d) el 20 de diciembre, el Almirante Luis Carrero Blanco, presidente del gobier-

    no de Espaa, muere vctima de un atentado reivindicado por ETA;

    e) al terminar el ao, el precio del barril de petrleo alcanza su mximo histri-

    co, superando los 11 dlares; comienza la llamada crisis del petrleo.

    Sin embargo, y aunque parezca chocante, estos hechos, que tienen lugar en

    menos de diez meses en lugares muy distantes del planeta, constituyen la entrada

    en escena de los elementos esenciales que, pasado el tiempo, han ido conformando

    el capitalismo global:

    a) el abandono del patrn-dlar puso fin a la posicin de ventaja que los EEUUostentaban en los mercados internacionales de divisas, condicionados hasta enton-

    ces por la emisin masiva de eurodlares23, e introdujo una gran anarqua y una

    permanente inestabilidad en los mercados financieros;

    JULIO PREZ SERRANO

    155

    23. Los EEUU haban traficado con la fiabilidad de su moneda, saldando los dficit de pagos conDerechos Especiales de Giro y con la emisin de nuevos dlares cuyo valor real estaba muypor debajo de su paridad oficial en trminos de oro, mientras que los dems pases no tenan

    esa opcin, deban hacerlo en oro.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    b) la dictadura de Pinochet aportar las condiciones socio-econmicas y polti-

    cas necesarias para aplicar, por primera vez en la historia, las teoras elaboradas por

    los economistas de la Universidad de Chicago (Friedman, Hayek y otros24): el deno-

    minado neoliberalismo, que puso el nfasis en la competitividad y devolvi al mer-cado las parcelas que el keynesianismo haba cedido a la proteccin del Estado25;

    c) la Comisin Trilateral vino a dotar de entidad propia a una prctica habitual

    en los primeros aos de la Guerra Fra, consistente en la celebracin de convencio-

    nes institucionales y foros de expertos destinados a planificar la promocin de las

    opciones estratgicas a largo plazo del capitalismo; aunque su influencia en acon-

    tecimientos concretos es difcilmente cuantificable, su significacin estriba en la

    institucionalizacin de una cultura capitalista global26;

    d) la muerte de Carrero Blanco hizo inviable la continuidad de la Dictadura, eli-

    minando al nico referente que podra haber asegurado la pervivencia del rgimen

    tras la muerte de Franco; aunque resulte paradjico, muchos analistas y algunos his-

    toriadores coinciden en sealar esta fecha como el verdadero inicio de la transicin

    a la democracia en Espaa; y, por ltimo,

    e) la crisis del petrleo revel el agotamiento del modelo de acumulacin que

    arranca de la segunda revolucin industrial, basado en el uso intensivo del petrleo,

    imponiendo la necesidad de una nueva revolucin tecnolgica; un impulso que diolugar a la llamada revolucin cientfico-tcnica, cuyos beneficios comenzaron a

    difundirse socialmente una vez terminada la Guerra Fra.

    En esta revolucin tecnolgica es obligado mencionar la aparicin de los pri-

    meros telfonos mviles y las primeras mquinas para el tratamiento e intercambio

    personal de informacin: los ordenadores personales, cuyos prototipos (el Xerox

    ALTO) y principales elementos de hardware, como el disco duro, la tarjeta de red

    (Ethernet) y el ratn, ven la luz tambin entre 1972 y 1974 27.

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    156

    24. Frank H. Knight, Henry C. Simons, Lloyd W. Mints, Aaron Director, George J. Stigler.

    25. Vid. sobre estas teoras, Friedman, M., Capitalismo y libertad. Madrid, Rialp, 1966; delmismo autor,Dlares y dficit. Buenos Aires, Emec Editores, 1971.

    26. Segn Tamames, Jimmy Carter [y ms tarde Reagan] fue elevado a la Presidencia de EstadosUnidos por decisin sabiamente orquestada de la Trilateral, Tamames, R., Multinacionales,materias primas y fuentes de energa, enHistoria Universal Siglo XX, 34. Madrid, 1983, p. 61.

    27. Asimismo conceptos tan modernos como GUI (Graphic Users Interface), tecnologa de con-

    trol del ordenador basada en iconos y puntero de ratn, y WYSIWYG (What You See Is

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    En otras palabras, la fecha de 1973 puede considerarse como Ao Cero del capi-

    talismo global, dado que en ella tienen su coordenada de origen los vectores que

    mejor lo caracterizan: en el orden econmico, la inestabilidad en los mercados de

    divisas, la prctica del neoliberalismo y un progreso tecnolgico sin precedentes;en lo poltico, el ensayo con xito del modelo de transicin a la democracia como

    frmula alternativa a la revolucin social; y en el mbito de la cultura, la hegemo-

    na del discurso globalista, asentado en la malla del paradigma global. Para cerrar

    el cuadro, un hecho que, pese a su extraordinario simbolismo, pas desapercibido

    en ese ao germinal que fue 1973: el nacimiento de Greenpeace, el primer movi-

    miento crtico con los efectos globales del capitalismo y pionero de la antiglobali-

    zacin.

    Sin embargo, como ya adelantamos, las rgidas condiciones impuestas por la

    Guerra Fra y el sistema bipolar hicieron que estas experiencias pioneras no fuesen

    vistas por los ciudadanos y tampoco por muchos analistas como integrantes de

    un mismo proceso de convergencia hacia un nuevo escenario internacional. Las

    prioridades de la carrera de armamentos establecieron el secreto de las investiga-

    ciones y limitaron el uso de las nuevas tecnologas, consideradas como un recurso

    estratgico, al mbito militar. No olvidemos que la investigacin atmica con fines

    de destruccin masiva, el conocido proyecto Manhattan, precedi en ms de unadcada al uso civil de la energa nuclear. Lo mismo sucedi con la primeraInternet,

    concebida por el Mando Aliado como red de informacin confidencial para la

    defensa. Y algo similar cabe decir respecto a la investigacin toxicolgica con pes-

    ticidas, orientada inicialmente hacia la guerra qumica, o con los recientes avances

    en microbiologa y gentica, que se desarrollan con cargo a presupuestos militares

    para la guerra biolgica.

    Habr que esperar hasta finales de los ochenta, cuando ya resulte evidente el

    triunfo de los Estados Unidos y sus aliados en la Guerra Fra, para que los extraor-dinarios avances de la revolucin cientfico-tcnica reviertan en la esfera de la vida

    civil. En paralelo, las experiencias del neoliberalismo en Chile y de la transicin a

    la democracia en Espaa pasarn a convertirse en referencias obligadas para la con-

    formacin de un nuevo orden mundial basado precisamente en el binomio demo-

    JULIO PREZ SERRANO

    157

    What You Get), surgen como elementos esenciales del software utilizado por aquellas prime-

    ras mquinas.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    cracia-mercado. El liderazgo mundial de los Estados Unidos, cuya influencia en los

    acontecimientos chilenos y espaoles est fuera de toda controversia, supone la

    difusin a escala planetaria, no slo de los nuevos recursos tecnolgicos, sino tam-

    bin de los presupuestos neoliberales y del modelo de la transicin. El mundo de laGuerra Fra fenece en slo unos aos, y con l, el viejo paradigma dual que haba

    caracterizado el discurso ideolgico y poltico durante casi dos siglos, articulado en

    torno a la idea del progreso sin lmites.

    2. LA ESPAA DEMOCRTICA EN LA COMPETENCIAMUNDIAL

    Como anuncibamos al principio, procede ahora referirse a la historia reciente

    de Espaa. Qu papel ocupa en esta autntica encrucijada de caminos que acaba-

    mos de esbozar? Vemoslo en el anlisis de dos trascendentales decisiones: la que

    promovi la Transicin a la democracia y la que posibilit nuestra plena integracin

    en Europa. El anlisis de ambas cuestiones nos permitir comprender dnde radica

    la fortaleza de nuestro modelo, y tambin cules son sus debilidades estructurales

    y los riesgos a que se ve sometido en el tiempo presente.

    2.1. La Transicin espaola como proveedora de capital intangible

    A finales de 2001 ocupaba la cabecera de un peridico espaol de gran tirada el

    siguiente titular: Los grupos afganos sellan en Bonn un Gobierno provisional para

    la transicin28. An no hace tanto que el nuevo lder serbio Kostunica, instalado

    tras la cada de Milosevic, anunciaba tambin el inicio de la transicin en el ltimo

    reducto del nacionalismo postcomunista en los Balcanes. Y todava no ha pasado ni

    una dcada desde que en las repblicas otrora socialistas del Este de Europa los

    nuevos dirigentes proclamaran el inicio de su ya dilatada, y todava inconclusa,

    transicin.

    El modelo en todos estos procesos de cambio de rgimen fue, como antes lo

    haba sido para los pases del Cono Sur americano, el de la llamada Transicin

    polticaespaola: el trnsito pacfico de la dictadura a la democracia, ejecutado con

    sorprendente xito y sin aparentes secuelas por Espaa a mediados de los aos

    setenta.

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    158

    28. El Pas, 6 de diciembre de 2001, p. 1. La cursiva es nuestra.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    Si comparamos el sentido que en todos estos casos tiene la palabra transicin

    veremos de hecho que, no siendo exactamente el mismo, posee las connotaciones

    con que fue modelado en la experiencia espaola, entre las que destaca sin duda

    como idea fuerza el significado de democratizacin29. Acceso ms o menos pac-fico a la democracia, negociacin y consenso de las fuerzas polticas, economa de

    mercado, vigilancia internacional, etc., son contenidos que desde entonces han que-

    dado estrechamente asociados a la palabra transicin, uno de los trminos ms

    usados en el vocabulario poltico del ltimo cuarto del siglo XX.

    Esta poderosa influencia simblica del proceso espaol cobra mayor relevancia

    si tenemos en cuenta que hace slo un cuarto de siglo el trmino transicin esta-

    ba asociado a realidades muy distintas, tanto por la naturaleza de los fenmenos

    como por el sentido y los ritmos de los procesos a que sola ser aplicado.

    Corresponde al cambio poltico que tiene lugar en Espaa desde mediados de los

    setenta el mrito, unnimemente reconocido, de haber propiciado esta variacin

    semntica, cuya funcionalidad histrica qued bien demostrada en el cambio de

    siglo, con el hundimiento de los regmenes socialistas de la Europa del Este y el fin

    de la Guerra Fra.

    Ciertamente, la experiencia espaola supuso el abandono de la connotacin eco-

    nmica que el trmino transicin haba tenido en el discurso de inspiracin mar-xista. Hasta comienzos de los setenta todos los autores influenciados por el mar-

    xismo utilizaban el trmino para referirse a un proceso lento de profundos cambios

    estructurales en el seno de una determinada formacin social. Marc Bloch, Moses

    J. Finley o Max Weber haban hablado as de la transicin del esclavismo al feu-

    dalismo30, mientras que Maurice Dobb, Paul Sweezy, Christopher Hill, Rodney

    Hilton, George Lefebvre y Kohachiro Takahashi dedicaron sus trabajos a la transi-

    cindel feudalismo al capitalismo31. Incontables seran asimismo los trabajos dedi-

    cados a la transicindel capitalismo al socialismo32, en todos los cuales es posible

    JULIO PREZ SERRANO

    159

    29. Cf. Maravall, J. M.; Santamara, J., El cambio poltico en Espaa y las perspectivas de lademocracia, en ODonnell, G.; Schmitter, Ph. C.; Whitehead, L. (comps.), Transicionesdesde un gobierno autoritario, 1:Europa meridional. Buenos Aires, 1989, pp. 153-163.

    30. Vid. Varios,La transicin del esclavismo al feudalismo. Madrid, Akal, 1975.

    31. Vid. Varios,La transicin del feudalismo al capitalismo. Madrid, Ayuso, 1975, 5 ed.

    32. Vid., por ejemplo, Bettelheim, Ch.,La transicin a la economa socialista. Barcelona, Fonta-

    nella, 1974.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    percibir una visin lineal del proceso histrico y un uso teleolgico de la idea de

    progreso, cuya culminacin demandaba en ltima instancia el concurso de la revo-

    lucin.

    La Transicin espaola haba sido todo lo contrario: un proceso vertiginoso que

    en menos de una dcada y de forma pacfica haba sido capaz de modificar las for-

    mas polticas y las instituciones del Estado sin alterar sustancialmente la estructura

    social y el modelo econmico. Todos constataron su originalidad, pero hasta media-

    dos de los ochenta las lecciones de la Transicin espaola no fueron consideradas

    vlidas para otras situaciones. Las dictaduras del Cono Sur americano fueron las

    primeras que trataron de implementar el modelo espaol de transicin poltica

    (Argentina en 1983, Chile en 1989), y en la dcada de los noventa el modelo se

    extendi tambin, como se ha dicho, a los pases de la Europa oriental, que busca-

    ban acceder a la democracia desde las formas del socialismo burocrtico.

    Siguiendo el modelo espaol, las transiciones en el Cono Sur fueron presenta-

    das como el triunfo a la vez de la democracia poltica y de la economa de merca-

    do sobre formas antidemocrticas, aunque igualmente capitalistas. Estos cambios

    tuvieron un papel importante en la lucha contra el comunismo, que en el resto de

    Amrica Latina, e incluso en los pases afectados por las transiciones, continuaba

    proponiendo la va de la revolucin social. Con la pronta instalacin de parlamen-tos y un sistema de partidos quedaba demostrada la eficacia de la reforma poltica

    sobre las inciertas y costosas aventuras revolucionarias. El reconocimiento interna-

    cional y las ayudas financieras al modelo econmico, que habra permanecido

    intacto, vinieron a culminar el proceso de homologacin de las antiguas dictaduras

    en el concierto de las democracias. El discurso dominante en estos casos hizo hin-

    capi en que la transicin posibilitaba la obtencin de los beneficios de la liber-

    tad, el progreso y el bienestar, evitando los traumas y conflictos que se asocian a

    toda revolucin. Las carencias y debilidades de las jvenes democracias se inter-pretan as en clave de coste-beneficio.

    Cuando en 1987 laperestroika comenz a manifestar su incapacidad para ase-

    gurar la reforma del socialismo sovitico y la unidad de los territorios que forma-

    ban parte de la URSS, fueron muchos los que comenzaron dentro y fuera de los

    pases socialistas a hablar de transicin, aunque todava obviando el trmino

    capitalismo, al que desde la experiencia espaola aqulla se encontraba indisolu-

    blemente unida. En efecto, el fracaso de laperestroika y la posterior desintegracin

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    160

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    de la URSS y del bloque socialista, colocaron sobre el tapete el problema de las vas

    por las que estos pases deban acceder a la integracin en el nuevo orden mundial.

    Por las analogas formales y tambin por el inters de la propaganda, logr impo-

    nerse el trmino transicin para definir un proceso que, en verdad, poco tena quever con lo sucedido en Espaa y menos an con los cambios polticos del Cono Sur.

    El empleo del vocablo result, no obstante, de gran utilidad para los estrategas

    y publicistas occidentales, dado que reflotaba la teora de los regmenes totalitarios

    (C. J. Friedrich, W. Ebenstein, J. L. Talmon, E. Nolte, Z. Brzezinski, H. Arendt...)33,

    igualando al nazifascismo y al comunismo como formas antidemocrticas y dicta-

    toriales. Occidente conservaba as en exclusiva el patrimonio de la democracia, uno

    de los argumentos centrales del discurso del Mundo Libre durante la Guerra Fra.

    Hay, sin embargo, en este proceder un evidente abuso de las analogas formales y

    una cierta falsificacin histrica que pone el nfasis en la aplicacin acrtica de los

    esquemas, roles y procedimientos polticos acuados en la transicin espaola

    (reforma, consenso, mesas redondas...). Pero el aparente xito de los procesos vivi-

    dos en los pases del Mediterrneo y el Cono Sur de Amrica no dejaba lugar a la

    controversia sobre la eficacia del modelo.

    Con mayor distanciamiento es posible afirmar que existen grandes diferencias,

    no ya en lo ideolgico o en las pretensiones polticas, sino en el calado de estassegundas (o terceras) transiciones. stas s afectan a la base socioeconmica y,

    paradjicamente, en el sentido contrario a lo que haban imaginado los tericos

    marxistas, dado que el objetivo es ahora restaurar las estructuras capitalistas y hacer

    desaparecer los vestigios de la economa planificada. Los aspectos polticos ocupan

    en estos pases un lugar secundario, e incluso quedan en suspenso mientras dura la

    transicin econmica, como est sucediendo desde hace dcadas en China. Slo la

    pervivencia del sistema de partido nico explica que todava no haya sido usado

    aqu el trmino, aunque los cambios experimentados por el gran gigante asitico ensu incorporacin al mercado son ms profundos y trascendentes que los de Rusia y

    JULIO PREZ SERRANO

    161

    33. Recurdense libros clsicos como: Friedrich, C. J.; Brzezinski, Z., Totalitarism, dictatorshipand autocracy. New York, Praeger, 1962; Ebenstein, W.: El totalitarismo. Buenos Aires,Paids, 1965; Talmon, J. L.,Les origines de la dmocratie totalitaire. Paris, Calmann-Lvy,1966; Nolte, E., La crisis de los sistemas liberales y los movimientos fascistas. Barcelona,

    Pennsula, 1971; Arendt, H.,Los orgenes del Totalitarismo. Madrid, Taurus, 1974.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    las dems repblicas exsoviticas, a las que, sin embargo, y pese a su evidente dfi-

    cit democrtico, se les reconoce que han vivido una transicin.

    En definitiva, la Transicin espaola ha pasado a convertirse en uno de los

    momentos germinales del nuevo orden postblico, lo que la ha dotado de un pode-

    roso simbolismo y de una incuestionable reputacin internacional. La Transicin a

    la democracia en Espaa ejemplifica antes y mejor que ningn otro momento la

    superioridad del binomio democracia-mercado en que se sustenta el discurso ideo-

    lgico de la globalizacin. No debe extraar, por tanto, que pueda ser entendida por

    los propios espaoles como un aporte de singular relevancia al desarrollo de las

    sociedades contemporneas, equiparable en cierta forma al gran mito fundacional

    de la Espaa moderna: el descubrimiento de Amrica.

    El cambio en la continuidad o la continuidad en el cambio, segn se vea ha

    pasado as a constituirse como un renovado patrimonio identitario de la Espaa

    actual. Como no poda ser de otra manera, resulta evidente que en la Transicin se

    entrelazan los vectores de la innovacin y la conservacin, y es justamente eso lo

    que caracteriza el proceso, diferencindolo de lo que sera la mera pervivencia del

    Rgimen o una ruptura ms radical que no hubiera podido dejar de tener tintes revo-

    lucionarios. La especificidad de lo acaecido en Espaa a partir de 1973 y, sobre

    todo, la forma gradual y pacfica con que la sociedad espaola recupera los dere-chos polticos y se inserta en la sociedad internacional, no slo concitaron un reco-

    nocimiento casi unnime fuera de nuestras fronteras, sino que permitieron recupe-

    rar la autoestima a una sociedad muy necesitada de ello.

    De ah que, ante el desafo de la Transicin, todos los sectores de la sociedad

    espaola sintiesen sobre sus espaldas esta especial responsabilidad: la de no hacer

    fracasar el proyecto. No todos cedieron en la misma medida ni fueron igualmente

    generosos, pero el resultado final de sus aportaciones acab siendo consideradocomo propio por la inmensa mayora de los ciudadanos, incluidos quienes haban

    defendido opciones crticas, como el continuismo o la ruptura. En un pas que toda-

    va acusaba los efectos la profunda crisis cultural y de conciencia gestada a lo largo

    de todo el siglo XIX, el miedo al fracaso era casi tan grande como la urgencia del

    xito. Y esto explica justamente por qu la Transicin pudo llegar a convertirse en

    el mito fundacional de una nueva Espaa. Un mito, en efecto, pero sobre el que se

    sostiene un complejo y pesado edificio con tres torres gemelas: nuestra identidad

    nacional, nuestra credibilidad y nuestro sistema democrtico.

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    162

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    La Transicin y sta es nuestra tesis representa, por ello, un cuantioso aporte

    de capital intangible para la economa espaola y tambin para la propia Espaa

    como empresa colectiva en el marco de la competencia mundial. Adems, como

    poseedor de la patente, nuestro pas percibe importantes beneficios directos e

    indirectos, si bien es cierto que la explotacin del producto a escala planetaria,como suele suceder, corre a cargo de las grandes corporaciones del capitalismo glo-

    bal, principales interesadas en que la imagen de la Transicin a la democracia siga

    operando como recurso estratgico34.

    Ciertamente, y en ello suelen coincidir los observadores externos, el rasgo ms

    caracterstico de la Espaa actual es que, pese a los aos transcurridos, contina

    estando esencialmente unida a la experiencia histrica de la Transicin, que opera

    como autntico mito constituyente y fuente de legitimidad. Sin embargo, comohemos adelantado, su relevancia no radica slo en la mitificacin a que ha sido

    sometida probablemente de modo inevitable, e incluso necesario para el consu-

    mo interno, sino tambin y principalmente en su aporte terico y emprico a la con-

    formacin del paradigma global.

    JULIO PREZ SERRANO

    163

    34. Cf. Chislett, W., The internationalization of Spanish Economy. Madrid, 2002 (libro en lnea).Disponible desde Internet en: .

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    La Transicin, contemplada ahora como categora histrica bsica de nuestro

    tiempo, y no simplemente como mito fundacional de una poca o de un Estado,

    posee un estrecho vnculo con el conjunto de realidades que, hace casi tres dcadas

    impulsaron el ms reciente del proceso de globalizacin, lo que hemos denomina-do capitalismo global. Y aunque este trmino no se difunde hasta la ltima dcada

    de la pasada centuria, comprobaremos ahora que aspectos esenciales de su conteni-

    do uno de ellos, el de las transiciones a la democracia ven la luz con bastante

    antelacin.

    En efecto, la categora transicin, tal y como hoy la entendemos (en el senti-

    do de democratizacin), precede cronolgicamente en ms de diez aos a la difu-

    sin mundial del trmino globalizacin, epicentro del nuevo e insaciable paradig-ma que se impone en el cambio de siglo. Y, como hemos visto, no es la nica apor-

    tacin que en esta perspectiva puede reconocerse a los primeros aos setenta.

    Desde la ptica que venimos proponiendo, lo ms relevante sera pues recono-

    cer a la Transicin el valor de haberse constituido en el mito fundacional de la

    nueva Espaa, democrtica y europesta, que hoy conocemos. Muy probablemente

    en sta, como en tantas otras fundaciones y refundaciones, la verdad haya resulta-

    do parcialmente lesionada. Sin embargo, la funcionalidad histrica de la Transicin

    no radica tanto en lo que realmente fue, sino en lo que ha significado. Existenmuchos y notorios precedentes: la mitologa de la Revolucin dot de identidad a

    la Francia contempornea; durante ms de setenta aos el Octubre Rojo dio cohe-

    sin al Pas de los Soviets, y la Declaracin de Independencia lleva ms de dos

    siglos operando como fuente de legitimidad para los EEUU. Como en estos casos,

    la Transicin espaola ha tenido la virtualidad de que ha sido capaz de capitalizar,

    de dotar de capital simblico, a un pas cuyos recursos y condiciones de partida a

    comienzos de los setenta eran ms que precarios, tanto en el orden material como

    en el intelectual. Y este aporte ha resultado an ms decisivo por el hecho de que

    se ha concretado en una forma de capital que se ha convertido en el activo ms sol-

    vente en las nuevas condiciones del capitalismo global. La coyuntura, por una vez,

    estuvo del lado espaol.

    2.2. La integracin en Europa como inversin estratgica

    Si atendemos a los principales indicadores econmicos veremos que la situacin

    de Espaa en los albores de la Transicin poltica reflejaba los efectos combinados

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    164

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    de la dictadura y la crisis que se inicia en 1973. Es la gran contradiccin que

    Franco [nos] dej como herencia35 y la poltica econmica de la UCD se demostr

    totalmente ineficiente para desentraarla. R. Tamames, en una obra clsica, descri-

    bi esta poltica como tcnicamente poco imaginativa, socialmente reaccionaria yestratgicamente marcada por la dependencia exterior36.

    En las elecciones de octubre de 1982, el PSOE alcanz la mayora absoluta y

    encarg a Miguel Boyer la direccin del Ministerio de Economa y Hacienda. El

    control de la inflacin continu siendo la prioridad en materia econmica, aunque

    a costa de la depreciacin de los salarios. La reconversin industrial sane algunos

    sectores, pero dispar las cifras del paro, al no crearse empleo alternativo. Todo ello

    provoc una gran debilidad en la demanda interna que, en 1985, al ralentizarse la

    exportaciones, puso al descubierto la gravedad de la depresin. Boyer se vio forza-

    do a dimitir y fue sustituido en 1986 por Carlos Solchaga, que continu la poltica

    de su predecesor.

    Es una realidad que, hasta mediados de los ochenta, ni los gobiernos centristas

    ni los primeros gobiernos socialistas fueron capaces de hacer frente con un mnimo

    de eficiencia a la recesin. La herencia de Franco continuaba viva, con ayuda,

    desde luego, de la crisis econmica internacional. Sin embargo, estos aos domi-

    nados por el estancamiento, por la imparable cada del empleo, por la espiral infla-cionista, fueron tambin los aos en que se produjo la acumulacin silenciosa, gota

    a gota, del capital intangible que, desde 1986, y aprovechando las oportunidades de

    una nueva y favorable coyuntura econmica internacional, permitieron a Espaa y

    a sus empresarios dar el salto hacia la competencia global. Hoy vemos a grandes

    bancos y empresas espaolas en Argentina, Chile y otros pases de Amrica Latina

    compartiendo el mercado con las multinacionales japonesas y norteamericanas. En

    qu ha consistido el milagro espaol? Ha sido suficiente con el aporte en activos

    intangibles de la Transicin poltica?

    En efecto, la Transicin, una vez culminada con xito en torno a 198237, comen-

    z a dar sus rditos, todava poco perceptibles en el nivel contable pero seguros a

    JULIO PREZ SERRANO

    165

    35. Tamames, R.,Introduccin a la economa espaola. Madrid, 1986, 16 ed, p. 491.

    36. Ibdem, p. 503.

    37. Esta es la fecha que se propone en Maravall, J. M.; Santamara, J., El cambio poltico en

    Espaa..., op. cit., pp. 112-163.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    largo plazo. Una de las primeras inversiones apoyadas en este nuevo capital rela-

    cional que realiz la Espaa democrtica fue su incorporacin como socio a las

    Comunidades Europeas. Esta segunda decisin estratgica har que Espaa aban-

    done en poco tiempo y con notable xito su frgil posicin en el sistema mundial.Y, como sucede siempre con los recursos intangibles, lejos de disminuir con su uso,

    el propio simbolismo de esta adhesin histrica pasar a incrementar, como una

    segunda inyeccin de capital, la credibilidad internacional de Espaa.

    La incorporacin de nuestro pas al Mercado Comn, largamente buscada por la

    tecnocracia franquista desde finales de los cincuenta38, lleg con el primer gobier-

    no de Felipe Gonzlez. El secular pesimismo hispnico ha tendido, no obstante, a

    poner el nfasis en los aspectos menos afortunados de este proceso, que a juicio de

    algunos consolidara nuestro papel secundario y dependiente de los grandes centros

    que lideran hoy el sistema mundial. Para los ms crticos, la firma del Tratado de

    Adhesin de Espaa a la CEE, en 1985, no slo no contribuy a erradicar las secu-

    lares lacras de nuestro desarrollo, sino que incluso ha servido para reforzar algunas

    de sus tendencias ms negativas.

    Por slo mencionar algunas clusulas contenidas en este acuerdo, Espaa acep-

    t reducir en 5 aos el 20 % de su produccin de cereales, carne bovina, vino y acei-

    te de oliva, lo que supuso arrancar ms de 200.000 ha de viedo, levantar 45.000 hade olivo y sacrificar cientos de miles de animales. Se acept adems reducir el 145

    % de nuestra produccin lctea en 3 aos, obligndose Espaa a importar 400.000

    Tm de leche anuales. Como resultado de este compromiso, buena parte de las

    309.000 explotaciones ganaderas censadas en el Estado espaol fueron condenadas

    a desaparecer. Asimismo, la CEE impuso 10 aos de aranceles proteccionistas para

    nuestros productos agrcolas, a la vez que mantena acuerdos preferenciales, mucho

    ms ventajosos, con terceros pases como Marruecos o Israel.

    Las cifras en el sector agrario son igualmente reveladoras, pero no nos denten-

    dremos en su anlisis. Diremos slo que, con la meta de la convergencia, la pobla-

    cin activa agraria en Espaa se redujo a los niveles de ocupacin de los pases ms

    desarrollados de Europa, lo que, sin una reconversin previa, no supuso sino ms

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    166

    38. Vid., por ejemplo, el monogrfico editado por la Oficina de Coordinacin y Programacin

    Econmica conteniendo el Tratado de la CEE,El Mercado Comn Europeo. Madrid, 1960.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    desempleo en el campo. Por otro lado, el creciente dficit de nuestra balanza comer-

    cial nos hizo cada vez ms dependientes de los pases ricos y, en especial, de

    Alemania y Francia, cuyas empresas pasaron a controlar sectores importantes de

    nuestra economa y se apropiaron de una buena parte del valor aadido de nuestrosproductos agrarios.

    El mercado nico, que en principio fue visto un como estmulo para la creacin

    de empleo, al eliminar los obstculos a la entrada de capitales exteriores, tuvo tam-

    bin el efecto indeseable de incrementar las diferencias en el reparto territorial de

    las inversiones. Mientras que en las regiones ms pobres se destruan puestos de

    trabajo por la escasa competitividad de las empresas, una vez suprimidos los aran-

    celes y limitada al mximo la intervencin estatal, los capitales que penetraban en

    nuestro pas tendan a asentarse en las regiones con una mejor infraestructura y con

    recursos humanos ms cualificados, como es el caso de Catalua o Levante. Parece

    claro que el establecimiento del mercado nico no benefici a todos por igual.

    Vemos pues que, en trminos estrictamente materiales, el ingreso en la CEE

    conllev unos costes importantes para la economa espaola39. Sin embargo, que-

    darnos slo en este primer impacto econmico, o continuar abundando en el eleva-

    do coste que en materia de soberana o en las cuestiones de seguridad y defensa ha

    tenido la integracin de Espaa en las estructuras supranacionales del capitalismoglobal, no hara sino constreir el anlisis a un mero inventario de concesiones. Y

    hara completamente inexplicable la amplia proyeccin internacional que en los

    aos subsiguientes alcanzarn las empresas espaolas.

    As, desde la perspectiva que hemos pretendido adoptar, la pregunta sera otra:

    qu influencia ha tenido la decisin histrica de la integracin europea sobre la

    credibilidad de la Espaa democrtica? Y sta, que no es una pregunta inocente,

    enlazara con la cuestin previa que hemos venido planteando en trminos simila-

    res: la influencia de la Transicin a la democracia como generadora de valor, al pro-

    yectar una imagen positiva de Espaa en Europa y en el mundo.

    Sabemos a qu intereses bsicos responde el proceso de integracin europea.

    Con el mercado comn las grandes corporaciones de las principales potencias con-

    JULIO PREZ SERRANO

    167

    39. Tampoco hay consenso en este diagnstico. Cf. Molina del Pozo, C. (coord.),Espaa en la

    Europa comunitaria: balance de diez aos. Madrid, 1996.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    tinentales vieron cumplidos sus objetivos: recuperar la unidad perdida antes de la

    guerra, consolidar sus posiciones frente al capital norteamericano e integrar en un

    marco reglamentado los sectores del carbn, el acero, el transporte, el comercio, la

    agricultura, la pesca y la energa atmica.

    Los capitales francs y alemn, que impulsaron el proceso, fueron lgicamente

    los ms beneficiados, hasta tal punto que se impuso el consenso previo franco-ale-

    mn para firmar acuerdos posteriores (la llamada preferencia comunitaria). Las

    sucesivas ampliaciones de la Comunidad a otros pases, entre ellos Espaa, con

    problemticas especficas, las continuas guerras comerciales internas y con EEUU.

    y, sobre todo, la integracin del Reino Unido y la unificacin alemana han modifi-

    cado radicalmente el primitivo equilibrio en las relaciones de los Seis.

    Lo cierto es que hasta la firma del Tratado de Maastricht, y an hoy de hecho,

    la unidad europea se ha visto limitada a la cooperacin interestatal, y ello de mane-

    ra efectiva slo en materia econmica, a travs del mercado nico y del euro.

    Muchos analistas hacen hincapi en este dficit de contenido poltico, como si fuera

    el taln de Aquiles de la Unin. Sin embargo, una mirada atenta al Acta nica

    Europea de 1986, que seal tres fases para alcanzar la unidad poltica, y al Plan

    Delors, revela que los objetivos en materia poltica existen y estn bien definidos.

    Otra cosa es que puedan defraudarnos, e incluso provocar desconfianza. As, tantoel Tratado de la Unin como los documentos elaborados por la Convencin sobre

    el Futuro de Europa, presidida por Giscard dEstaing, prevn incrementar las atri-

    buciones de la Comisin Europea, rgano ejecutivo, a costa de los gobiernos de los

    Estados miembros.

    Constituida en gran potencia del capitalismo global, y bajo el paraguas de la

    defensa de la democracia, la UE ha abierto ya la puerta a un progresivo interven-

    cionismo en las cuestiones internas de otros pases y se esfuerza por definir un espa-

    cio propio en las relaciones internacionales, basado en una poltica exterior y deseguridad comn. Aunque hasta el momento, lo cierto es que ha sido incapaz de dar

    una respuesta nica ante conflictos tan importantes como el hundimiento de los

    regmenes socialistas del Este, el conflicto de Oriente Medio, la guerra en la ex-

    Yugoslavia o las secuelas blicas del 11 de septiembre.

    Dicho esto, es evidente que, en efecto, la prioridad hoy es el mercado nico, la

    libertad de movimiento tanto de capitales como de trabajadores en todo el mbito

    de la Unin, con la consiguiente convergencia en materia sociolaboral. El Tratado

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    168

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    de la Unin debe ser entendido, pues, como la consecuencia lgica de la poltica

    que dio vida a la CEE, en las nuevas condiciones que se derivan del final de la

    Guerra Fra: el renacimiento de Alemania, la reactivacin de la competencia con

    EEUU y el desafo del capitalismo global.

    Queda claro que lo esencial de la UE es su vertiente econmica y su aceptacin

    de las reglas del mercado. Por consiguiente, la competitividad constituye su priori-

    dad estratgica. La disponibilidad de grandes de sumas de capital y su libre circu-

    lacin por el conjunto del espacio europeo son as condiciones necesarias para

    afrontar los retos de la competencia en las condiciones del capitalismo global. La

    unidad monetaria, elemento central de la unidad econmica, es ya un hecho. A este

    rpido proceso, que no contempla inicialmente la reduccin significativa de las

    enormes diferencias de riqueza entre los Estados miembros y entre las distintas

    regiones, se subordinaron las polticas econmicas de los Quince, con independen-

    cia de los partidos gobernantes y de las circunstancias concretas de cada pas. El

    fantasma de las dos velocidades forz a los pases menos ricos, entre los que se

    encontraba Espaa, a asumir con entereza las radicales medidas monetaristas de lo

    que se dio en llamar convergencia econmica.

    JULIO PREZ SERRANO

    169

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    En definitiva, hablamos del surgimiento de un gran coloso econmico. La par-

    ticipacin de Espaa en este proceso aun considerando el elevado coste material

    de la adhesin no podra explicarse en modo alguno sin la fuerte inyeccin de

    capital intangible que supuso la culminacin exitosa de su Transicin a la demo-cracia. No es casual que la incorporacin de Espaa a la CEE no tenga lugar hasta

    que nuestro pas no hubo dado pasos irreversibles en el camino de la normalizacin

    democrtica40. Veamos cules fueron estos activos intangibles que permitieron a

    Espaa ingresar en el proyecto europeo:

    a) En primer lugar, Espaa cuenta con una monarqua que goza de autoridad

    indiscutida y de un amplio respaldo social, reforzado ste en buena parte por la

    actuacin del Monarca como garante de la institucionalidad democrtica en el

    golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. La cesin de los derechos histricos por

    parte de su padre dio al Rey la legitimidad dinstica de la que inicialmente careca,

    y la aprobacin mayoritaria de la Constitucin de 1978 dot tambin al rgimen de

    una plena legitimidad democrtica, revalidada en sucesivos procesos electorales.

    b) Los responsables polticos de los partidos mayoritarios desde la derecha a

    los comunistas estn avalados por su moderacin y por su experiencia como ges-

    tores eficaces del cambio de rgimen en condiciones de paz, consenso y dilogo

    social. Por lo que respecta a los que proceden de los grupos de la oposicin, sonadems bien conocidos por sus colegas europeos, con los que han compartido tri-

    buna en las reuniones de la Internacional Socialista y organizaciones similares.

    c) Los agentes sociales, sindicatos y empresarios, han demostrado tambin su

    capacidad de dilogo y su posibilismo, firmando acuerdos y pactos sociales auspi-

    ciados por los sucesivos gobiernos (los Pactos de la Moncloa, el ANE, el AES). Y,

    aunque sus efectos prcticos no sirvieron para remontar la crisis, contribuyeron a

    disminuir la conflictividad laboral y a contener la inflacin por medio de la mode-

    racin de los salarios, lo que result atractivo para la inversin exterior.

    d) La cpula dirigente, incluidos los mandos militares, integrados ya en la

    Alianza Atlntica desde 1981, era considerada de confianza por las actores inter-

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    170

    40. Este vnculo entre democratizacin y europeizacin queda claramente de manifiesto enMoreno Juste, A., Espaa en el proceso de integracin europea, en Martn de la Guardia.R.M.; Prez Snchez, G.A. (eds.), Historia de la integracin europea. Barcelona, 2001, pp.

    188-200.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    nacionales que haban tutelado, de una forma u otra, la Transicin poltica. Tanto la

    Secretara de Estado norteamericana como la Internacional Socialista o el

    Vaticano41 contaban con elementos leales en los partidos y organizaciones sociales

    con mayor representatividad, lo que eliminaba los riesgos de una evolucin impre-vista.

    Todas estas garantas se daban ya a mediados de 1982, excepto una, que ha sido

    sealada por diferentes autores como la prueba del 9 de la Transicin espaola:

    que gobernase el Partido Socialista. Y ello, no tanto por temor a la reaccin que este

    cambio pudiera provocar en los sectores ms involucionistas; ni tampoco por el

    sesgo radical que un eventual gobierno socialista hubiera introducido en la poltica

    espaola. En la escena internacional ambos riesgos estaban ms que ponderados, y

    el Congreso de Suresnes haba despejado ya en 1974 todas las dudas. Sin embargo,

    la prudencia y, sobre todo, la preservacin de una imagen pblica escrupulosamen-

    te democrtica uno de los activos intangibles de la UE en la competencia estrat-

    gica aconsejaron a los altos dirigentes europeos no aceptar la admisin de Espaa

    en las Comunidades hasta su plena normalizacin poltica, o lo que es lo mismo,

    hasta que gobernara el Partido Socialista. Y as fue en efecto.

    En suma, culminado el proceso, cabe decir que para Espaa el ingreso en

    Europa fue el resultado de una decisin estratgica, en la que nuestro pas invirtisu capital ms preciado, la experiencia de la Transicin poltica. La integracin oca-

    sion desajustes estructurales y tuvo, inicialmente, efectos contradictorios, pero

    desde un primer momento actu como una nueva fuente de capital relacional para

    Espaa: la credibilidad de ser un Estado miembro de la Comunidad Europea. Por

    supuesto, como no poda ser de otra manera, para los grandes Estados de la futura

    Unin tambin la incorporacin de Espaa tuvo efectos muy positivos, al menos en

    los rdenes econmico, geopoltico y geoestratgico. Y, lo ms importante, les per-

    miti disponer del capital simblico acumulado por la Espaa democrtica y acce-der, haciendo uso de sus vnculos histricos y del patrimonio comn iberoamerica-

    no, parte tambin de nuestro capital intangible, a los mercados de Amrica Latina.

    JULIO PREZ SERRANO

    171

    41. Javier Tusell atribuye al monarca la iniciativa en la mejora de las relaciones con el Vaticano,que se tradujo en unos primeros acuerdos firmados en julio de 1976, abriendo paso a un nuevoConcordato suscrito en enero de 1979, Tusell, J.,La transicin espaola a la democracia, II.

    Madrid, 1997, pp. 173-174.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    3. VIGENCIA Y PERSPECTIVAS DEL MODELOTRANSICIONAL

    3.1. Las transiciones en el paradigma globalPasados slo tres aos desde nuestra integracin en la CEE, la experiencia his-

    trica de la Transicin espaola volvi a convertirse en un recurso estratgico, dis-

    ponible ahora por el conjunto de las potencias occidentales, pero principalmente

    por aqullas que, como tutoras del proceso, haban adquirido derechos para la

    explotacin del modelo: Europa y los EEUU. No sera injusto afirmar que la forma

    en que se resuelve la Guerra Fra debe mucho a la Transicin espaola, como pro-

    veedora de experiencia, de ideologa y de discurso; en definitiva, como referente

    mtico hacia el que dirigir el proceso de refundacin de las sociedades de la Europa

    central y oriental.

    Como ya se ha apuntado, la cada del Muro de Berln marc un antes y un des-

    pus en las relaciones internacionales y dej el camino expedito a la prctica sin

    restricciones de la competencia global. El fin de la Guerra Fra supuso tambin el

    descrdito y el progresivo abandono del paradigma terico que haba dominado la

    mayor parte del siglo XX, cuyo polo ms avanzado estaba situado en torno a la

    secuencia progreso-revolucin-socialismo. La revolucin era, de hecho, el principioque dotaba de legitimidad a las nuevas sociedades de la Europa del Este y a muchas

    de las que haban surgido en el resto del mundo de la mano de la descolonizacin.

    Era, en sentido estricto, el mito fundacional de casi todos los Estados contempor-

    neos, tanto de las viejas democracias del continente americano como de las nuevas

    naciones afro-asiticas; y, por supuesto, lo era tambin y en grado sumo de los

    Estados integrados en el denominado campo socialista durante la Guerra Fra.

    Pero era tambin una categora histrica que pareca responder bien a lo que haba

    sido el devenir de las sociedades contemporneas, a la vez que, como elemento te-rico, dotaba de contenido al discurso poltico de la izquierda.

    Ciertamente, la revolucin era el tpico ms reiterado y con mayor carga emo-

    tiva del paradigma que comienza a tomar cuerpo a fines del XVIII y que, con dis-

    tintas mutaciones de significado, permanece vigente hasta el cambio de Milenio: el

    paradigma del progreso. En torno a esta idea-fuerza, en un complejo y bien traba-

    do sistema de oposiciones se situaran, ya en la Guerra Fra, los vocablos guerra

    y paz, y en su entorno palabras como libertad e igualdad, socialismo y capi-

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    172

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    talismo (o imperialismo), planificacin y mercado, equilibrio y crisis,

    riqueza y desarrollo, burguesa y proletariado, individuo y clase, nacin

    y pueblo, Estado y sociedad, autoridad y democracia, tradicin y justicia,

    orden y revolucin, etc. El paradigma de la Guerra Fra quedaba configurado ascomo un campo semntico dual, formado a partir de contradicciones, dado que pre-

    tenda reflejar la realidad de la gran confrontacin ideolgica que domin la

    Historia del mundo en las ltimas dos centurias.

    Pocos pueden dudar, sea cual sea su valoracin de lo acaecido en los ltimos

    diez aos, que hoy la mayor parte de este paradigma ha cado en desuso o ha sido

    parcialmente integrado a finales de los ochenta por el que conocemos comopara-

    digma global. Como antes el progreso, ahora la globalizacin se sita como la

    idea-fuerza que articula un extenso campo semntico donde las palabras libertad,

    democracia, tolerancia, competitividad, convergencia, integracin y otras

    coexisten con acrnimos como ONG, OTAN, ONU..., y con expresiones tales

    como ayuda humanitaria, pacto social, mercado nico, desarrollo sostenible,

    medio ambiente, misiones de paz, etc. Entre todas ellas destaca, sin embargo, el

    vocablo transicin, que ha venido a ocupar el rol que antes, en el paradigma del

    progreso, desempe la revolucin como la referencia ms evocadora y con

    mayor capacidad para promover la movilizacin de las conciencias42.

    Como puede verse en la Figura 4, en el paradigma del progreso esta palabra

    ocupa el lugar central, pero estrechamente ligada a revolucin, como va de acce-

    so al socialismo, sea cual fuere la acepcin que se quiera tener de l. El socialis-

    mo es, en este paradigma, la utopa, el horizonte ltimo del progreso. Por su

    parte, el vocablo revolucin centra su propio campo semntico, asociado al pue-

    blo, sujeto y protagonista de la revolucin, y a la justicia, como reivindicacin

    secular del pueblo. En un segundo anillo se situaran las palabras sociedad, que

    definira al beneficiario ltimo de la accin del pueblo, y democracia, comoforma poltica que promueve y asegura el imperio de la justicia. En cuanto al

    socialismo, estara asociado a la idea de clase, en funcin de la cosmovisin que

    comparten la mayora de los tericos socialistas, y tambin a la planificacin,

    JULIO PREZ SERRANO

    173

    42. Una exposicin ms detallada, basada en el anlisis del discurso ideolgico, en Prez Serrano,J., Continuidad, cambio e innovacin en la transicin poltica espaola: su aporte a la con-formacin del paradigma global, ponencia invitada al seminarioLa Transicin poltica espa-

    ola. 25 Aniversario de la Ley de Reforma Poltica. Crdoba, 11 a 14 de diciembre de 2001.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    como alternativa al liberalismo econmico. Por ltimo, en los extremos de este

    segundo campo semntico estaran los vocablos igualdad, aspiracin histrica dela clase promotora del socialismo, y desarrollo, entendido como resultado

    inexorable de la planificacin.

    En el centro se sitan los trminos que reflejan la preocupacin principal de este

    paradigma: guerra y paz, y en menor medida crisis y equilibrio, expresiones

    todas ellas caractersticas del discurso dominante durante la Guerra Fra. Pero

    hemos dicho que el paradigma del progreso es un paradigma dual. Ello quiere decir

    que engloba un segundo campo semntico muy distinto del anterior, pero indisolu-

    blemente vinculado a l. Si el primer conjunto de palabras que acabamos de rela-

    cionar puede definirse por el vocablo ms genrico socialismo, dado que evoca

    la utopa revolucionaria y el fin ltimo del progreso para quienes hacen suya esta

    cosmovisin, la otra cara del paradigma es la que se articula en torno al capitalis-

    mo, como realidaddominante y modelo que se pretende defender. Socialismo y

    capitalismo comparten su fe en el progreso, pero el capitalismo lo basa en el

    mantenimiento del orden, que en este campo ocupara el lugar de la revolucin.

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    174

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    Al orden estaran asociadas as las palabras que articulan como ideas-fuerza las

    dos grandes corrientes del pensamiento liberal-conservador: la nacin, mito libe-

    ral, y la tradicin, mito conservador. Y en un segundo anillo, como no poda ser

    de otra manera, el Estado, forma poltica de la nacin, y la autoridad, llamadaa garantizar el respeto a la tradicin. Por ltimo, en el extremo ms real del para-

    digma, que se nuclea en torno a la denominacin genrica de capitalismo, estar-

    an los vocablos individuo y mercado, que identifican el protagonismo del hom-

    bre y de la iniciativa privada en el liberalismo poltico y econmico. Para finalizar,

    se sitan las palabras libertad, concebida como derecho esencial e inalienable del

    individuo, y riqueza, consecuencia natural e inevitable del funcionamiento del

    mercado y principal argumento para defender la superioridad del capitalismo.

    La Figura 5 pretende reflejar la gran mutacin que ha sufrido el discurso polti-

    co e ideolgico en las ltimas dcadas del siglo XX. El resultado es, como se ha

    dicho, la conformacin de un nuevo paradigma, que hemos denominado global,

    dado que gira en torno al mito de la globalizacin. En este caso cabe sealar, sin

    embargo, que este paradigma es homogneo, es decir, no coexisten en l, como en

    el paradigma del progreso, dos campos semnticos enfrentados, dos formas de

    entenderlo desde la realidad y desde la utopa, sino que todos los vocablos con-

    forman una visin unidimensional del fenmeno en torno al cual se articula todo elparadigma. Esto ha llevado a algunos autores a emplear el trmino pensamiento

    nico43 para referirse tanto a los procedimientos como a las elaboraciones que se

    derivan del empleo del paradigma global.

    Dicho esto, pasemos a su anlisis ms detallado. En este caso, la palabra que

    aparece ms directamente vinculada al centro es el trmino transicin, aunque en

    este caso como va de acceso a la democracia, que sustituye al socialismo como

    nueva utopa, como horizonte y fin ltimo de la globalizacin. Como antes la

    revolucin, ahora la transicin articula su propio campo semntico, cuyos prin-cipales pilares son la reforma, como elemento que asegura la estabilidad de la ins-

    tituciones, y la autonoma, recurso bsico en esta nueva etapa para armonizar los

    intereses y aspiraciones de las distintas nacionalidades asegurando la integridad

    territorial y la unidad del Estado. Pero la reforma precisa el consenso si quiere

    JULIO PREZ SERRANO

    175

    43. La discusin actual que se ha generado en torno alpensamiento nico tiene su origen en

    Ramonet, I., La pense unique.Le Monde Diplomatique, janvier, 1995.

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    evitar el desencadenamiento de una crisis poltica que pudiera hacerla inviable, y la

    autonoma no se entiende sin la solidaridad, dado que sta se presenta como el

    nico medio de combatir el agravio comparativo y, a la postre, las tendencias cen-

    trfugas de las nacionalidades que generan menos recursos. De esta forma se com-pleta un primer campo semntico.

    En paralelo, la democracia, como objetivo ltimo de las transiciones, est aso-

    ciada a los vocablos que histricamente le son propios, libertad e igualdad, aun-

    que mediados en este caso, dado el carcter tendencial que el trmino adquiere en

    los procesos de transicin, por la toleranciay por la apertura. Es decir: la tole-

    rancia es la va para alcanzar una igualdad que slo se entiende en la diversidad

    y la apertura es la condicin sine qua non para superar las situaciones de falta de

    libertad.

    En el centro se sitan los trminos que definen los bienes ms apreciados, aque-

    llos que la globalizacin est obligada por todos los medios a preservar. La preo-

    cupacin por la guerra, que articulaba todo el paradigma del progreso se ve ahora

    ampliada por cuatro grandes familias de vocablos que tienen en comn el carcter

    universal con que son contemplados en el paradigma global: la paz, el medio

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

    176

  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    ambiente, los derechos humanos y el bienestar social. El discurso de la globa-

    lizacin reconoce as que la obsesin por la guerra que haba dominado el discur-

    so del progreso haba dejado de lado y en buena medida promovido problemas

    como el del deterioro medioambiental, la falta de respeto a los derechos humanos yla persistencia de situaciones de extrema pobreza en amplias regiones del planeta.

    Lo dicho explica el lugar preeminente que en este nuevo paradigma ocupa la

    palabra crisis, desposeda ya de la connotacin espontnea, coyuntural y focali-

    zada que la haba acompaado en el paradigma del progreso. Ahora la crisis es

    siempre, potencialmente, una crisis global. La denominada crisis ambiental lo es

    por definicin, dado que se manifiesta a escala planetaria; las crisis blicas y las

    derivadas de la violacin de los derechos humanos amenazan la paz mundial, en lamedida en que los conflictos locales han pasado a contemplarse como una amena-

    za para la seguridad colectiva. Igualmente, las crisis provocadas por la miseria y

    el hambre que padece una buena parte de la poblacin del planeta han sido recono-

    cidas por instancias internacionales como la Conferencia de las Naciones Unidas

    para el Medio Ambiente y Desarrollo, celebrada en Ro de Janeiro en 1992 como

    uno de los grandes problemas del medio ambiente global.

    Para hacer frente a la crisis, dado su carcter global, este paradigma contem-

    pla siempre la intervencin reguladora de la comunidad internacional, haciendouso de las estrategias y medios que en cada caso, y segn la naturaleza y la magni-

    tud del conflicto, se consideren necesarios. En la preparacin de la intervencin,

    durante la misma y, sobre todo, una vez restaurada la normalidad, se precisar la

    concurrencia de tcnicos cualificados, los denominados expertos, que sean capa-

    ces de articular los procedimientos que permitan la reorganizacin interna de la

    colectividad en conflicto y su insercin en las redes tejidas por la sociedad inter-

    nacional, en la perspectiva de alcanzar un modelo de desarrollo sostenible que

    permita la supervivencia y el bienestar de la poblacin afectada sea la de unEstado, la de una regin o la del conjunto de la Humanidad.

    Como puede comprobarse, la globalizacin puede llegar a confundirse, si slo

    atendemos a los aspectos econmicos, con el mercado nico, aunque ste vocablo

    no deja de ser uno de los principales del paradigma. De acuerdo con los dogmas del

    neoliberalismo, aplicados con mano de hierro por el FMI y el BM, las condiciones

    esenciales para que pueda llegar a darse el mercado nico son la convergencia

    de las economas nacionales y la competitividad de las mismas, de forma que no

    JULIO PREZ SERRANO

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  • 5/24/2018 LaTransicion Espanola en LaGenesis Del Capitalismo Global

    se produzcan grandes desequilibrios locales o regionales. De acuerdo con esta cos-

    movisin, y los acontecimientos en ciertas regiones lo demuestran, la convergen-

    cia acaba promoviendo la integracin de territorios, y economas en estructuras

    a veces tambin polticas cada vez ms extensas y complejas, en un proceso querecuerda mucho los presupuestos de la teora geopoltica clsica. En el orden social,

    la competitividad se hace recaer directa y casi exclusivamente en la accin de los

    empresarios, como grupo ms dinmico de la sociedad, lo que explica el crecien-

    te reconocimiento de que, en la medida que arraiga este paradigma, va siendo obje-

    to este colectivo. Una situacin radicalmente opuesta a la que haba caracterizado

    el periodo de apogeo del paradigma del progreso.

    Para lo que ahora nos interesa, parece demostrado que el vocablo transicin,con el contenido y las connotaciones que ste adopta a partir de 1975, a raz aun-

    que no exclusivamente de la experiencia espaola, aporta una buena parte del

    campo semntico que actualmente conforma el paradigma global. Ciertamente, en

    la memoria histrica de los espaoles estn firmemente arraigados trminos como

    transicin, apertura, reforma, pacto, consenso, autonoma, libertad o

    democracia, que fueron utilizados por primera vez en su actual sentido poltico y

    formando parte de un todo en el periodo de nuestra Historia que adopta el nombre

    de la palabra clave de este paradigma.De todo lo dicho se denota que la fortuna de la Transicin espaola como refe-

    rencia histrica estriba en haber sido capaz de cuestionar por la va de los hechos la

    secuencia progreso-revolucin-socialismo en que estaba basado el discurso marxis-

    ta vigente durante la Guerra Fra. En efecto, del mismo modo que la transicin se

    impuso a la revolucin (y a lo que en Espaa se conceba como un proceso de baja

    intensidad, la ruptura democrtica), el neoliberalismopretendi superar los lmi-

    tes del keynesianismo y demostrar las carencias de la planificacin econmica,

    dotando de un nuevo impulso al capitalismo en su confrontacin con el socialismoa escala planetaria. Y no cabe duda de que las potencias occidentales supieron apro-

    vechar ambas herramientas.

    3.2. Los regmenes postransicionales hoy

    Como se ha visto, el trmino transicin cobra sentido pleno en el paradigma

    global. La funcionalidad histrica y sistmica de la transicin estribara por ello en

    que permite, de acuerdo con esta cosmovisin, la homologacin poltica, pero tam-

    LA TRANSICIN ESPAOLA EN LA GNESIS DEL CAPITALISMO GLOBAL, 1973-2003.

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    bin y principalmente social y econmica, a los modelos diseados por las insti-

    tuciones supranacionales del capitalismo.

    A la luz de la experiencia histrica, son al menos cinco los criterios de homolo-

    gacin que deben verificarse, como condiciones previas, en las sociedades que aspi-

    ran a recorrer el camino de la transicin a la democracia: a) la apertura poltica del

    Rgimen preexistente y el reconocimiento de la tutela internacional; b) la apertura

    econmica y la disponibilidad para la integracin en los mercados regionales; c) el

    consenso de los agentes polticos para asegurar la intangibilidad del sistema; d) el

    consenso de los agentes sociales para garantizar la estabilidad (pacto social); y e) el

    consenso de los agentes econmicos para potenciar la competitividad de las empre-

    sas.Lamentablemente, proceder al anlisis detallado de lo que significan en verdad

    estos cinco criterios nos llevara demasiado lejos de los objetivos de esta exposi-

    cin, por lo que nos limitaremos a sealar que, cumplidos estos requerimientos, la

    comunidad internacional reconoce que el proceso democratizador est en marcha y

    asume los compromisos de apoyo, vigilancia y control que le son propios 44. Procede

    subrayar, no obstante, que tales funciones persisten durante toda la etapa transicio-

    nal, e incluso despus de la consolidacin democrtica, dado que en ese tiempo la

    nueva democracia ha debido integrarse en las instituciones supranacionales decarcter poltico, militar y econmico existentes en su entorno, asumiendo tambin

    en el caso de los pases perifricos importantes deudas externas y compromisos con

    el BM y el FMI. Es decir, la dependencia exterior pasar a ser un rasgo estructural

    en estos regmenes, a diferencia de lo que podemos decir de las viejas democracias.

    De hecho, la transicin ha sido, desde 1975, el requisito necesario y la nica v