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    I LOS DEBATES RELATIVOS A LA DEFINICIN DELORACIONAL Y LO IRRACIONAL SON TAN VIVOS, SILAS PERSPECTIVAS DE UNA NEGOCIACIN SOBRE

    la forma de las instituciones finalmente modeladaspor eltrabajo de la razn parecen tan alejadas, ellose debe a un problema mayor de la antropologa de los Modernos:elenigma que le plante la irrupcin de las ciencias a partir delsiglo xvnhasta nuestros das, enigma que se volvi insoluble a causa delinmensoabismo ahondado a lo largo de su historia entre la teora de la Cienciay la prctica de las ciencias, abismo que se hizo todava ms profundocon la irrupcin de la ecologa que obliga a tomar en consideracin demanera por completo diferente lo que llamamos elmundo conocidoy habitado.

    La antroploga de los Modernos no puede sino sentirse extraadapor la importancia que sus informantes le dan al tema de la Razn,de la explicacin racional, de la lucha contra las creencias, contra lairracionalidad y, almismo tiempo, por elirrealismo de las descripciones que esos mismos informantes dan delavance de la racionalidad.Si hubiera que creer lo que dicen oficialmente de la Razn -y, a susojos, la Ciencia es casi siempre elejemplo ms elevado-jams estaRazn habra podido obtenerlosmediosmaterialesy humanosparaextenderse como lo ha hecho. Alorlos, uno supondra que, como laCiencia con mayscula, en teora, solo tiene necesidad de medios porcompleto tericos, las ciencias con minscula, se encontraran desdehace mucho tiempo sin dinero, sin laboratorios, sin personal, sin locales, en suma, reducida almnimo vital. Felizmente, y aquestriba todoeldiscreto encanto de las expediciones emprendidas por los Moder-

    C O M E N Z A R PORLO MSD IFCIL, LA CUESTIN

    dj i.a C i e nc ia

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    Un peligroso cambie de correspondencia

    nos, su mano izquierda ignora por completo lo que hace la derecha.Las- ciencias finalmente estuvieron equipadas pero sin que se llegara aexperimentar, hasta muy recientemente, la necesidad de dar una descripcin ms o menos crebledeesasituacin. Parano confundir allector, aquhabra que resumir todos los trabajos referentes a la institucin cientfica y seguir las redes que permiten trazar sus asombrosas prcticas. Sin embargo, no hemos decidido poner elacento sobreesta antropologa de las instituciones cientficas, sino solo sobre unode susingredientescuya tonalidad propia nospareci crucialhacerresaltar: la seguridad de que los resultados cientficos no dependende los seres humanos que, sin embargo, los producen incurriendo en

    enormes gastos.lodo gira alrededor de esta cuestin de la entreelmundo y los enunciados sobre elmundo. Podr decirse que, sihayun tema delque la etnologa debera desconfiar como de la peste, esesta famosa adaequatio re et mtellectus, que solo sirve como verdadesde Perogrullo para la prueba de filosofa delcolegio secundario. Desdichadamente, nosotros no podemos darnos ellujo de no abordarla y

    tratarla, incluso, como tema principal. De ella depende todo elresto:loque podemos esperar delmundo y lo que podemos esperar dellenguaje. La necesitamos para definir eltipo de realismo ascomo los mediosde expresin de los que tiene que poder disponer esta investigacin. Atravs de esta cuestin de apariencia insoluble, se trata, nada menos,que de la reparticin entre realidad y verdad. La opacidad particular delos Modernos procede de la incapacidad que tenemos, en la posicin

    en que estamos todos -analistas, crticos, practicantes, investigadoresde toda disciplina- de lograr un acuerdo sobre las condiciones de estacorrespondencia. Nunca podrn definirse los otros modos sirecalamosdesde elcomienzo en un modo nico.

    Pero, qu modo? cmo nombrarlo? Este es justamente elproblema:qu hace que elque fue designado hasta ahora con eladjetivocientfico sea un modo particular de veridiccin? En efecto, desde el

    momento en que hablamos de correspondencia entre elmundo y losenunciados sobre elmundo, nunca sabemos exactamente de questamos hablando, sidelmundo o de la Ciencia. Como si los dos, por lanocin imprecisa de correspondencia, se hubieran ama lgamado iiastaconfundirse. Por un lado, se nos dice que es dos veces lo misab;porelotro, que no tienen nada que ver y que se trata de la relacin de unacosa y de un espritu. Como si elmundo se hubiera vuelto cognosci

    ble (pero, a travs de que transformacin?);como si la palabra fueravehculo de la realidad (pero, por intermedio de qu?). Esta nocinde correspondencia es un verdadero embrollo. Cuando queremos defi-

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    nir la veridiccinjurdica y, ms an, la veridiccin religiosa, todo elmundo advierte claramente que las condiciones de felicidad deben definirse con mucha precisin y que son especficas de ese modo que dejadetrs de s, sise quiere, en su estela, elementosjurdicos o religiosos.

    Pero siafirmamos lo mismo de lo cientfico ya no se sabra de ququeremos hablar:sostenemos laposicin crticaqueasimilalacienciaaun modo de representacin entre otros, a semejanza de losjurdico ohasta (horror) de lo religioso? O amalgamamos en la misma definicinelenunciado y elmundo cuya mera existencia valida lo que decimos del? Sifuera cierta la primera versin, todos losmodosde veridiccin, comprendido eldelaciencia, caeran en maneras simples dehablar sin acce

    so a la realidad;sifuera cierta la segunda, este modo, sin que se sepa porqu milagro, sera (elnico?) capaz de fusionar verdad y realidad. Sibien uno puede admitir confiar los nacimientos de Venus o de la VirgenMara a milagros, es un poco embarazoso, por elsimple respeto de smismos de los Modernos, confiar elnadmiento de la Razn a la operacin delEspritu Santo. Todava hace falta querer comprender. Todavahace falta tener verdaderamente confianza en la Razn.

    Hay que comenzar analizando esta dificultad porque si la dejramos detrs sin examinarla, envenenara todos los diagnsticos que quisiramos hacer sobre los dems modos. Nunca podran beneficiarsecon su propiamanerade asodar la verdad y la realidad. En efecto, porextrao que parezca, esta nocin tan malcompuesta de correspondencia, a pesar -o talvez a causa- de la oscuridad que proyecta, es lo queha servido parajuzgar la calidad de todos los otros modos. Despus

    de haber absorbido toda la realidad, solo dej a los dems modos lafuncin de apoyo de los juegos de lenguaje. Por una paradoja, cuyasconsecuencias ms imprevistas no cesaremos de medir, lo que se haelevado al sitialde juez supremo de la deteccin de todoslos demserrores de categora es elvstago deforme de un error de categora!Deshaciendo esta amalgama desde el comienzo de la investigacin,esperamos quitar uno de los prindpales obstculos de la antropolo

    ga de los Modernos. Siempre habr tiempo de retomar luego a unadescripcin de las redes dentficas, a la manera de los Science studits\la prctica continuar estando siempre en elprimer plano en lugar dedesaparecer misteriosamente a lo largo deltrayecto.

    Uno sospecha que es imposible abordar la cuestin de frente. Nos agotara mucho antes de que

    ap li can d o l o s podamos resolverla. Por suerte, en los captulosp ri nc i pi os d e m to d o previos hemos aprendido que nuestra investigadn

    p o r l oc a l i z ac i n tena que ver con la identificacin de un tipo ded e l o s p a s e s cuya continuidad aparente se obte-

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    na, en realidad, saltando de una manera muy particular por encimade las discontinuidades que, cada vez, son distintas. Ya hemos localizado cuatro de esos elmedio delderecho, la prueba cientfica, lapredicacin religiosa y ese modo todo terreno que es la red de asocia

    ciones;tambin hemos aprendido que, para resolver esta contradiccinentre continuidades y discontinuidades, cada pase o cada modo habadefinido formas de veridiccin propias que le permitan determinarlas condiciones de xito o de fracaso de tal salto; finalmente hemoscomprendido que podamos comparar los modos de a dos cuando sedaba su concurrencia revelada las ms de las veces porla prueba de los errores de categora referentes a una u otra de las-cpn-

    didones de felicidad.No debera haber aquninguna dificultad en considerar que la pro-, liferacin de declaraciones relativas a las trampas y los callejones sinsalida de la correspondencia entre elmundo y los enunciados sobreelmundo revela, almenos a manera de sntoma, esa convergencia. A

    juzgar por la amplitud de las angustias que suscita este empalme, uno.tiende a creer que allse anuda algo esencial. A falta de un acuerdo

    sobre la descripcin de esta correspondencia, podemos, por lo menos,poyamos en las pasiones que ha suscitado la idea misma de quererdescribir las ciencias como una prctica entendida segn elmodo delas redes de tipo Ellector admitir fcilmente que los science stu-diesson lo bastante ricos en pasiones de esta ndole...

    En esta seccin vamos a intentar identificar laconvergencia entre dos tipos de trayectorias que el

    argumento de una correspondencia de las cosas y q u e p e r m i t e n d e s a -

    elespritu -esa famosa adab quat i o na e t i n t e l l c - m a l g a m a r d o s m o d o srevela (como sntoma) y disimula (como teo- d e e x i s t e n c i a d i s t i n t o s .ra). Trataremos de meterunacuaentre dos modosamalgamados entre s, de modo talque podamosrespetar dos pases distintos y registrar los efectosde este error de categora delque dependen, por eljuego naturalde lasasociaciones, todas los dems. Asnos daremos cuenta de que no hayque confundir la reproduccincon la referencia,para darles de antemano dosnombresdistintosque definiremosms tarde. Reconozcamosque es bastante contraintuitivo definir como una convergencia de dosmodos lo que, segn los informantes, precisamente noes una convergencia;o, lo que es an peor, lo que interpretan como la adecuacinde un espritu cognoscente y una cosa conocida. Pero ellee' ir ya estprevenido;para cada empalme, hay que prever una elaboracin idnea.

    A fin de hacer resaltar la articulacin que correramos elriesgo depasar por alto sinos confundiramos y permaneciramos anclados en la83

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    D es c ri p c i n de u n actividad delconocimiento equipado y rectificado,re co r ri d o co r ri en te *, tomaremos un caso muy sencillo que no depende de

    e l ej e m p lo d e u n a una cobertura (lo que sera demasiado fcila causae xcu rs i n a l M o n t de la novedad de los objetos que implicara) sino que

    Ai

    g ui l l

    e se apoya, por elcontrario, en saberes muy antiguosvy que son objeto de hbitos plenamente instaurados,en consonancia con la metfora delsendrismo. Al

    final del recorrido reencontraremos la idea de correspondencia, peroentonces esta habr experimentado una pequea pero decisiva modificacin. Ya no se tratar de relacionar un espritu y una cosa, sino de hacercorresponder dos modos de veridiccin enteramente distintos respetan

    do la solucin de continuidadque siempre debe distinguirlos.Puesto que el argumento es de una espantosa dificultad, comencemos por lo que ser un simple paseo saludable. Volvamos a los caminos delsenderismo y, por qu no?, almapa de Estado Mayor 3237 o t Glandasse Colde la Croix Haute que me tom eltrabajo de comprarantes de lanzarme a los senderos de Vercors. Como vacilo para discernir la partida de la senda que conduce alPas de PAiguille, despliego el

    mapa y establezco, yendo delpapelplastificado hada elvalle, una seriede idas y vueltas para orientarme a pesar de las nubes, la confusinde los sentidos y las novedades de los lugares. Me ayudan las balizasamarillas que puntan el recorrido y que la amabilidad de la Oficinade Turismo ha tenido a bien asociar almapa mediante una indicacinde ida y vuelta tan perfectamente ajustada que las mismas palabras, lasmismas distancias horarias y las mismas curvas se encuentran a la vez

    en elmapa y en elpaisaje... aunque no siempre.Elmapa, las balizas, el trazado delsendero son, ciertamente, diferentes, pero una vez alineadosunos sobre otros, establecen derta continuidad.Por otra parte, en caso de vacilacin, elpaso de los numerosossenderistas que me han precedido, las muestras de estircolfresco delas muas, agregaran una bienvenida confirmacin del circuito quetengo que seguir. Por lo tanto, no tengo ninguna duda:aunque goce

    delprivilegio de estar fuera, alaire libre", en contacto con la natu

    raleza, de vacaciones, me encuentro evidentemente en el interiorde una red cuyas paredes son tan estrechas que decido apoyarme enellas cada diez minutos, verificando sielmapa, las balizas, la direcdnaproximada tomada por los dems paseantes se corresponden, formanuna suerte de conducto coherente, la que me llevar a la cumbre delPas. Veridiccin que no es superflua porque la Alta Meseta delVer

    cors (la topogua que compr, por exceso de precaudn me lo acaba deadvertir en trminos ms bien espantosos) es conodda por su niebla,sus abismos, sus desiertos y por no estar dividida en zonas (por razones

    M

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    Un peligroso cambia de correspondencia

    de esttica paisajstica, supongo)porninguna baliza nicartelsino solamente por mojones que se elevan aquy all. Siellector tiene algunaduda sobre siyo debo o no permaneceren elinteriorde una red (Nose aleje de las sendas balizadas), lo invito a que venga a seguirme un

    da de bruma, cuando uno no ve nila punta de sus zapatos...Sin embargo, hay que reconocer que se trata de un conducto particular cuyas paredes, aunquematerializadas (sin lo cualyo noverificaratan ansiosamente m icamino), no estn hechas de un materialtan continuo como seran, por ejemplo, los muros de un laberinto o las paredes de una galera de una mina:elmapa de papelen dos dimensiones,las balizas de madera pintadas de amarillo, elcamino marcado por las

    hierbas aplastadas y las hojas ennegrecidas, las referencias percibidas(mojones o tmulos de piedra?, vacilo a cada paso);ninguno de estoselementos separeceen su materia ni alprecedente ni al que le sigue.No obstante, mantienen una coherencia de conjunto que me permitesaber dnde estoy. La discontinuidad de las referencias termina porofrecer la continuidad de un acceso indiscutible. Lo que sucede es queforman un tipo muy particular de pase que ya vimos en elcaptulocuando hablamos delmovimiento de las pruebas.La particularidad de tales encadenamientos es establecer unaconexin que maximice dos elementos aparentemente incompatibles:por una parte, la movilidady, por la otra, la inmutabilidad.Elmapa 3237ot se pliega fcilmente en el bolsillo de mi mochila Lafuma; vieneconmigo a lo largo de todo el trayecto;en cualquier momento puedodesplegarlo para ver, por ejemplo, si la expresin Refugio de Chau-

    mailloux corresponde a esta casita, a menos que corresponda a aquella otra, algunos pasos ms all, en cuyo caso, el camino no balizadocomenzara all, de aquellado, y no aqu, en este valle... (todava nohe comprado el g p s , lo cual equivaldra a encontrarme encerrado demanera tan apretada en una red que no podra nisiquiera mirar elpaisaje de fuera para saber dnde estoy;bastara que mantenga la mirada fija en la pantalla delg p s , una verdadera termita totalmente ciega y

    sin embargo, perfectamente situada...).Pero, este mapa de dos dimensiones, porttil, mvil, plegable,reforzado, impermeable, establece con las balizas y con las caadas,picos, mesetas y acantilados (en realidad, con las seales remarcablesinstaladas para la triangulacin por los antiguos topgrafos, luego conlas fotografas areas, hoy con la superposicin de muchas imgenessatelitales en falsos colores cuyo ligero desajuste permite detectar el

    relieve), establece, digo, relaciones que mantienen intactocierto nmero de relaciones geomtricas;lo que se llama, con razn, las constantes:siyo no hubiese olvidado mi transportador en casa, podra verificar

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    que el ngulo que hace elborde delescarpado sur delMon tAiguille con la cruz delMonumento a los Cados en la Resistencia es elmismo -descontando los errores de puntera las codificaciones delas declinaciones- que elde mimapa 3237 o t . Por lo tanto, es posi

    ble establecer un recorrido (no olvido que hicieron falta tres siglosde gegrafos, de exploracin, de invenciones tipogrficas, de desarrollo local del turismo y equipamientos diversos) gracias al cual sepuede maximizar a la vez la desemejanza total-nada se parece menosalMontAiguille que elmapa delMon tAiguille- y la semejanza total:el ngulo real que puede medirse con un transportador es exactamente elmismo que aparece inscrito en elmapa. Puedo remitirme al

    mapa para situar elMontAiguille;puedo remitirme, referirmealMontAiguille para entender lo que quiere decir elmapa;sitodo est en sulugar (sino. hay bruma, sialgn energmeno no ha invertido las balizaso pateado losmojones, simissentidosno me engaan)puedo desplazarme a lo largo delsendero con totalseguridad porque puedo almismo tiempo iryvenircon totalseguridad a lo largo de un pavimento continuo de documentos,ninguno de los cuales tiene, sin embargo,

    una semejanza mimticacon elsiguiente ni con elprecedente. Adems, precisamente porqueelmapa nose parece a las balizas que nose parecen de ningn modo a los puntos notables que no se parecende ninguna manera alacantilado delMontAiguille y porque todos seremiten, se refierenalprecedente manteniendo una constante a travs delabismo de la desemejanza de materiales, yo me beneficio de lacomodidad de esta red:no estoy perdido, s dnde estoy, no me extra

    vo. Esa comodidad es, por otra parte, relativa pues, por cosyque seaestedesplazamiento, de todos modos tengo quesudar lagotagordamientras subo la larga pendiente abrupta!

    Para marcar bien la originalidad de estas redes,convengamos en designar sus trayectorias utilizan-

    s e r v i r p a r a j ja eXpresin c a d e n a s d e refe ren c ia y digamosd e f i n i r l a s c a d e n a s qu e qu e caracteriza a estas cadenas tan origina-d e r e f e r e n c i a

    yl o s

    jes es que estn tapizadas en los dos sentidos porm v i l e s i n m u t a b l e s i 0 que h e tomado la costumbre de llamar MVILESINMUTABLES.

    El oxmoron es voluntario. En efecto, unopuede tomar esta expresin de dos maneras opuestas:ya sea como quequiere destacar, mediante una fuerte tensin, dos milenios y medio deinvenciones originales por parte de innumerables disciplinas eruditas

    para resolver

    la cues

    tin c

    lave de

    la referenc

    ia que max

    im

    ice

    las dosexigencias opuestas de la mayor movilidad y de la mayor inmutabilidad, ya sea, a la inversa, como que supone que el problemayahasido

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    resuelto, admitiendo como prueba que es posible operar un desplazamiento sin ninguna transformacin, por el simple deslizamiento deuna identidad a una identidad por una identidad. En elprimer sentido,la expresin mviles inmutables resume elesfuerzo de la historia yde la sociologa de las ciencias por documentar el desarrollo de tcnicas de visualizacin y de in s c ripc i n que estn en elcorazn de lavida cientfica desde eltmido origen de la geometra griega -sin trigonometra, no habra mapa delInstituto Geogrfico Nacional- hastasu formidable extensin actual(pinsese, por ejemplo, en elg p s ) ; en elsegundo sentido, la misma expresin designar elresultadofinal de unacorrespondencia que se dara sinninguna discontinuidad visible. Evidentemente, los dos sentidos son verdaderosal mismo tiempopuesto queelefecto de las series discontinuas de referencia tiene como roductofinalelrecorrido continuo delobjetivo fijado que permite alcanzar sindificultades a los seres alejados, pero solo cuando todo est en su lugar.Esto es lo que dijimos antes de los dos sentidos de la palabra RED: unavez que todo funciona sin obstculos, se puede decir de la correspondencia lo que decan delgas antiguamente unas placas en algunos edi

    ficios gas en todos los pisos (y que tambin podra decirse hoy delWiFi):referencias en todas las etapas.Por elmomento, lo importante es destacar que

    el recorrido de estas cadenas de referencia por mo s t ran d o q ue uadonde circulan en los dos sentidos estos mvi- re fe re nc ia n o e s tles inmutables no se aclarara de ninguna manera l i g ada n i a i : s uj e t osise introdujera en l la presencia de un espritu co g n o s cen ten ia l

    humano. Solo se alcanza la emocin que provo-o bj e t o co n oc i d o .ca la Alta Meseta delVercors no despegndose ni

    un centmetro de la red compuesta formada por lascarreteras, los senderos, los mapas, las Oficinas de Turismo, la cadenade loshoteles, loszapatosAigle, lasmochilasLafiima y loshbitosdesenderismo introducidos por Jean-Jacques Rousseau, ascomo tampoco los clichs de admiracin por las cimas desarrolladas en elsiglo

    xix. Sino hay mediacin, no hay acceso. Pero ese recorrido tampocopodra clarificarse -la simetra tiene su importancia- introduciendo lanocin de una cosa conocida. Borges nos previno contra elsueo deun mapa a escala uno a uno puesto que un conocimiento que cubriera elmundo, sera tan profundamente oscuro como elmundo mismo.La gananciade conocimiento que nos permiten alcanzar los mvilesinmutables proviene justamente de que elmapa no se parece en modo

    algunoalterritorio, sin dejar por ello de mantener, por una cadena con

    tinua de transformaciones -continuidad constantemente interrumpidapor la diferencia de los materiales ensamblados-, un pequeo nmero

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    Por t e l - Cop .3

    de constantes. La asombrosa eficacia de lascadenasde referencia segana precisamente por laprdidade semejanza.

    Dicho de otro modo, la red logra extendersejustamente porque aoestablece ninguna especie de relacin entre la resy elintellectus,pero

    porque no deja de tender puentes entre una inscripcin y la siguiente. En esto estriba toda la rareza de este asunto delconocimiento y larazn por la cualJames, con su humorismo habitual, haba presentadosu teora deambulatoriad la verdad;en ella afirmaba que en lugardeun salto mortalentrepalabras y cosas, en laprctica, uno siempre se encontraba ante una forma de reptar, muy corriente y a la vezmuy particular, que va de documento en documento hasta alcanzar un

    discernimiento slido y asegurado sin pasar nunca por las dos etapasobligatorias delObjeto y elSujeto.Sihemos comprendido bien este punto, advertimos que las cade

    nas de referencia trazan en elterritorio un tipo particular de red que semantiene constante con la condicin de romper a cada paso con la tentacin de la semejanza para obteneralfin de cuentasun desplazamientoque parece (todo est ah) proceder de una identidad a una identidad a

    pesar delabismo de las desemejanzas. Siuno no sigue de cerca cmo sealinean los documentos uno detrs de otro en los dos sentidos, tiene laimpresin de que esos mviles inmutables son propiamente milagrosos.Es verdad que, alcomienzo, desde que despliego elmapa y lo relacionocon elpaisaje -nunca directamente, por supuesto, sino por intermediode las balizas y todo elresto de seales-, tengo ante mis ojos una formade transustanciacin:los signos inscritos en elpapelimpermeabilizado

    se car

    ganprogresivamente -a medida que recorro suficientemente lasidas y vueltas- de ciertas propiedades delMontAiguille y me permiten acercarme a l. No se carga de todas las propiedades (ya revendr

    sobre esto):no se carga de su peso nide su olor, nide su color, nide sucomposicin geolgica, nidesu dimensin aescalauno auno como eldilatado mapa de la fbula de Borges, por fortuna, porque de lo contrario, yo caera aplastado bajo su peso. Inversamente, elmapa consigueextraerdelMontAiguille cierto nmero de rasgos notables, extraccinfacilitada, adems por la soberbia verticalidad de sus acantilados que loshace tan reconocibles, como si elmonte fuera una suerte de mojnrecortado de antemano para que se lo inscriba en la gua.

    Vemos pues que para captar la originalidad de una cadena de referencia, uno nunca puede limitarse a dos puntos extremos, elmapa yelMontAiguille, elsigno y la cosa que son los puntos de detencinprovisionales de esa cadena:silo hiciramos perderamos de inmediatotoda la ventaja que ofrece elordenamiento en red. No, lo que permiteverificar la calidad de los conocimientos es coda la serie de puntos, en

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    elcamino de ida y en elde vuelta y por eso yo lo llamo una cadenao un encadenamiento. Para comprender claramente la expansin hayque imaginar, antes bien, un extrao medio de transporte cuyo movimiento continuo de ida y vuelta a lo largo de un cable frgil-tantoms continuo por cuanto ser discontinuo alsaltar de un medio a otromedio- carga progresivamente elmapa con una porcin minscula delterritorio y extrae delterritorio un cargamento lleno de signos. (Porotra' pare, en su leyenda encontramos esta advertencia:En caso de quelo trazado en elmapa difiera delbalizado en elterreno, se recomiendaseguir este ltimo y, ms adelante:Se solicita a los usuarios de estemapa que comuniquen alInstituto Geogrfico Nacionallos errores u

    omisiones que hayan podido constatar. No hay duda de que referir,como bien lo dice la etimologa, es siempre relacionar.Aun cuando no haya en ello ningn milagro, conviene sin embar

    go admirar aquuna operacin que resume, rene, desva y compactacentenares de aos-hombre y algunas de las empresas humanan msinnovadoras, audaces, obstinadas y tambin costosas. Para convencerse,basta medir con elpensamiento elprecio que ha sido necesario pagar

    en burocracia, en relojes atmicos, en envo de satlites, en estandarizaciones, para obtener por puntos de interseccin el ligero clic, clic,clic" de un g p s en busca de su cobertura de tres satlites. (Mivenerable mapa delEstado Mayor agrega adems, orgullosamente, en suportada: Compatible con g p s , sigla nueva que atestigua suficientementeque, por unainmensalabor sehaconseguido agregar aun costoinmenso una nueva capa de normalizacin para asegurar an ms el

    recorrido de los senderistas.) Los historiadores de la ciencia han dedicado mucho tiempo a seguir la invencin, la instalacin, la extensin,elmantenimiento, la diseminacin de esta suerte de telefricos quepermiten elir y venir, la relacin y el trabajo de la referencia. Hastala vista esplndida que se obtiene desde la meseta delVercorsterminapor fascinarme menos que la humilde eficacia delmapa 3237 ot .

    Con todo eso, hay que cuidarse de transformar este honesto tra

    yecto, esta fascinante deambulacin -asignable y descriptible empri

    camente de principio a fin- en un misterio insondable que amenazaracon hacerle perder a la razn la nica oportunidad que tendra de serrazonable. En efecto, no hay ninguna dificultad de principio en hacer

    justicia a los recorridos de la referencia, siempre que uno acepte tomarla verdad, no -sime atrevo a decirlo as- desnuda, sino, por elcontrario, vestida, es decir, instrumentada y equipada. Desde elcaptulo ante

    rior, sabemos que uno puede considerar la razn con o sin sus redes;fuera de la red, como ya lo hemos comprendido, la razn sigue siendo inasignable;no tiene ms sentido que elmapa 3237 ot plegado en

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    Porte 1 - Cap. 3

    el fondo de una biblioteca nique una baliza de madera pintada en eldepsito de la Direccin departamentalde Turismo de lIsre antes deque se la instale en su lugar;pero, por supuesto, una vez reincorporada,reinsertada, reacompaada, rearticulada a las redes que le dan sentido,larazn en elsentido dereferenciadesignaunaseriedediscontinuidades, de hiatos, de pasos, de saltos, cada uno de los cuales separa unaetapa de la siguiente y, a la vez, designa elresultado de una continuidadque permite elacceso.

    El trazado de estas cadenas es ahora lo que nos permitir hacertambalear la nocin corriente de correspondencia. En efecto, loque habitualmente llamamos elespritu cognoscente y elobjetoconocido no son las dos extremidades de las cuales estara sostenidala cadena, sino que los dosse producen a partir de su alargamientoy su intensificacin. El espritu cognoscente y la cosa conocida noson en modo alguno lo que mantendra unida, por un misterioso viaducto, la actividad delconocimiento, sino elresultado progresivo dela extensin de las cadenas de referencia. En realidad, se utiliza tanfcilmente la palabra correspondencia entre los dos porque en verdad ambos provienen de la mismaoperacincomo las dos caras de unamisma moneda. Es como siuno pudiera recolectar espritu sapientey cosa sabida en todo punto de las redes de conocimiento equipado, de alguna manera -sila metfora no fuera tan prosaica- como sehace para obtener el ltex que rezuma del rbolde caucho sangrado. Paradjicamente, o bien uno se concentra en los extremos (cosaconocida y sujeto cognoscente) y no ve nada de la cadena que ya nopodr extenderse ms;o bien uno se concentra en la cadena: tanto lacosa conocida como elsujeto cognoscente desaparecen, pero la cadena podr extenderse. No hay nada sorprendente en ello; todos losguas de montaa lo saben:quien equipa un camino de gran senderis-mo, quien instala una va sobre un acantilado, engendra mediante esaaccin mismauna montaa nalmente accesible, aligualque elsende-rista o elescalador capacesde afrontarla. Las cadenas de referencia no

    son puntos de sogas tendidas entre, por un lado elespritu y por elotro, la realidad, sino que son serpientes -no se habla de la serpientedelconocimiento?- cuya cabeza y cola se alejan a medida que elanimalse alarga y se ensancha...

    Atencin. Aqutenemos, sin lugar a dudas, unempalme que no podemos errar, una bifurcacin

    L a n oc i n d e co r re s en ejcamjno de nuestra investigacin que merece

    poNDENciAOBjF.ro/SujEio qUe pongamos la mochila en elsuelo y desplegue-me z c l a d o s pas es m Q S e j m a p a m s d e m u , vez.,, Es posible hablardelmundo alcualla referencia da acceso de otra

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    Un peligroso cambio de correspondencia

    manera que como esa resque se correspondera con elintellectuslQule ocurre que le sea propio? Cmo describir aquello por lo quepasaun territorio cuando no pasapor elmapa? Aques donde hay que aminorar elpaso porque se corre elriesgo de no hacerjusticia al"mundo

    tratndolo como una "cosa conocida, ascomo no se hacejusticia a loshombres de ciencia al tratarlos como si fueran espritus cognoscen-tes. Existe un modo de descripcin que permita considerar alavez loexistente y elmapa?

    El mapa en, o mejor sobre o mejor an, como un aadido, una incisin, una precisin, un pliegue de los mundos? En otraspalabras, puede uno hacer emerger a la vez elmundo y elmapa del

    mundo, sin amalgamarlos demasiado pronto apelando a la nocin decorrespondencia? Si el principio de nuestra investigacin es vlido,sabemos que hace falta hacerse esta pregunta delmodo siguiente: esposible identificar un un paso, un salto, un pase que nos permitadefinir lo existente, tambincomo una manera de establecer una continuidad a travs de las discontinuidades? Sifuramos capaces de diferenciarlos, tendramos dos modosdistintos que muy pronto entraran encorrespondenciauno con el otro-elsentido comn terna razn-, pero solamente despusde haber sido claramente distinguidosy sin que se confundaese convergencia con la adecuacin de una cosa conocida y un espritucognoscente:elbuen sentido estaba errado.

    A primera vista, apenas podemos discernir elempalmepues hastaesepunto lo oscurecelanocin p ue s e s e vi de nt edecorrespondenciaentreelespritu y lacosa. Y, sin qut ios e x i s tfn t es n o

    embargo, la convergencia se vuelve cada vez mspa sa n po r i -o s m v i i .esfcil de detectar a medida que uno equipa, viste y i nm u t ab l e s pa ra

    materializa las redes productoras de referencia p e rs i s ti r e n i . s e r .y su trayectoria propia, la cual parece completamente ortogonala la famosa relacin delObjeto yelSujeto. Si insisto en este punto, lo hago para recordar por qu estaantropologa de los Modernos debera empezar por la etnografa de los

    laboratorios y depender, ms generalmente, deldesarrollo de los Sciencestudies.En efecto, cuanto ms pone uno en primer plano la deambula

    cin de la referencia, tanto ms improbable parece que eso constituya elmodo mismopor elcualdebera pasar la antigua cosa conocidapara mantenerse en la existencia. Pues, finalmente, yo todava no sadnde va, este MontAiguille, pero para mantenerse en la existencia,

    para continuar siendo elmismo ayer, hoy y maana, hay algo segu

    ro:no salta de un mvil inmutable a otro para discernir, a travs dela discontinuidad de los materiales, elmantenimiento de una constan-

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    Parte I - Cap. 3

    te geomtrica compatible con la inscripcin en un mapa. Se mantiene bien porque existe y dura y porque se impone a mis pasos comoa los instrumentos de los geomorflogos, pero en todo caso, cmodudarlo? lo quese mantienen en ly por lno tiene las mismaspropiedades de inscripcin, de documentacin, de informacin que las quevan y vienen a lo largo de las cadenas de referencia. Podemos llamarloesencia, permanencia, subsistencia -pronto le daremos un nombre preciso-, pero esverdad que no lo esen elmismo sentido y dentrodelmismo tipo de redes que las constantes que permiten producir unconocimiento rectificado, creando simultneamente, a manera de retoos,un espritu objetivo y una cosa objetivamente conocida. En consecuencia, sino queremoscometerun errorde categora tan magistral,no debemos confundir ms eldesplazamiento de los mviles inmutables a lo largo de las cascadas de referencia con eldesplazamiento delMontAiguille a lo largo de su camino de existencia. Estamos aquantedos trayectorias claramente distintas.

    La confusin solo se produjo como consecuencia de una descripcin tan inmaterialdelconocimiento que se lo poda despegar sin difi

    cultad de sus redes para adherirlo misteriosamente a lo que conocahasta elpunto de confundirse con la cosa conocida -ms tarde comprenderemos cmo;de ahesa impresin de semejanza entre los dos,ese misterio de la adecuacin, y tambin ese malestar ante semejantejuego de prestidigitacin, como si en tal amalgama hubiera algoengaoso-, lo que los escptico* siempre sintieron pero cuya causa nologran detectar aenterasatisfaccin.

    Lo digo una vez ms: solo se puede retornar a la obsesin de losModernos por elexclusivo enigma de la correspondencia con la condicin de materializar eltrabajo delconocimiento;desde elmomentoen que se idealiza, elproblema parece no plantearse ya, puesto quela convergencia entre los dos modos se ha desvanecido. Esto explica laincomprensin sufrida largamente por los Science studies.No hace faltaver en ello ninguna malignidad por parte de sus adversarios:para ellos,

    elproblema sencillamente no existe porque elconocimiento no cuestanada.Pero, desde que uno comienza a hacerlas visibles y sensibles, la

    extraordinaria originalidad de las cadenas de referencia se impone y,en consecuencia, se hace evidente la inverosimilitud de exigir a losexistentes mismos que pasen por tales trayectorias. En cuanto la descripcin se hace ms realista, ms material, los menos advertidos sien

    ten que tambin es tan poco plausible hacer transitar los objetos delmundo por esos recorridos como a un elefante por elaro encendido deun domador de leones o que un camello por elojo de una aguja. Sola

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    Un peligroso combio de correspondencia

    mente una vez que uno ha hecho emerger las cadenas de referencia, lacuestin metafsica puede adquirir todo su relieve: qu decir de losexistentes mismos? Cmopasan} Y esta nueva pregunta -y esto es loesencial- no es en modo alguno una injuria, un insulto alconocimientoequipado, instrumentado y rectificado, sino que es su localizacin quefinalmente se ha vuelto precisa.

    Como toda la investigacin depende de evitareste'error principalsimo, es importante comprender que, no obstante todo lo dicho, elconocimiento no est limitado y, menos an, limitado por losmarcos subjetivos delespritu humano! Los historiadoresy lossocilogosde lascienciasestudian desdehace aos la extensin de las redes de referencia ysiempre se los ha considerado capaces de extender su empresa, con lacondicin, por supuesto, de ponerles un precio, de darles tiempo, deinventar los equipamientos adaptados, de reunir el grupo pertinente de especialistas, sin olvidar garantizarles la financiacin de toda laempresa. En cuanto a los lmites delespritu, no se los encuentra nunca,

    puesto que siencerrramos a un hombre de ciencia en un punto devista limitado en un stand point, veramos que muy pronto encontraradoce dispositivos capaces de desplazar elpunto de vista inventando uninstrumento, una misin, un proyecto de investigacin, una coleccin,unapruebaexperimentalbien montada. Desplazarel punto de vista;estaes Id tarea en la que descuellan las cadenas de referencia:la teora de larelatividad permite alcosmlogo circular hasta elfondo de las galaxias

    sin alejarse de su pequeo escritorio del Observatorio de Pars, contanta seguridad como la que tengo yo de saber que estoy en elVercorsgracias almapa delEstado Mayor. En este sentido, el conocimientoerudito no tiene lmites.

    No obstante ello, hay un lmite que lo sigue por todas partes adonde se extienda, pero que, de algn modo es inherentea su expansin.Insisto, elseguimiento de sus trayectoria proporciona una referencia

    mucho mejor de esta frontera interna:por lejos que lleguen, por bienequipadas que estn, por fino que sea su entramado, por completa quesea su cobertura, por competentes que sean sus operadores, las cadenas de referencia nunca podran, de ninguna manera, sustituir lo queconocen. Y esto es as, no porque lo conocido se sustraera en principio alconocimiento y residira en un mundo suyo, siempre inaccesible, sino, sencillamente, porque los existentes tambibivana alguna

    parte, peroaot

    rapar

    te, peroaot

    r

    o paso, segn ot

    r

    or

    itmo

    y posee unmantenimientopor completo diferente. Las cosas no son en s, sinoque son suyasque no es lo mismo. En cuanto alconocimiento, n por

    S t BIEN NO HAY LMITEA LA EXTENSIN IM-LAS CADENAS DEREVERENCIA [ re f]

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    Parte 1 - Cap. 3

    eso est privado de acceso. Alcontrario, accede maravillosamente biena todo aquello para lo que tiene red, una razn para asir. Por lo tanto,no existe, hablando con propiedad, un msalldelconocimiento:algo,o bien est verdaderamente ms all -a lo largo de otra trayectoria

    diferente de las de las cadenas de referencia- y no es en modo algunoconocimiento equipado y rectificado, o bien, tiene un acceso -en virtud de un nuevo mtodo, un nuevo instrumento, un nuevo clculo- yestclaramentedentrode los lmites delconocimiento y no ms all.Quienes quieren humillar a las ciencias con un conocimiento superior o ms ntimo se comportan como gente que quisiera acceder aalgo sin establecer elacceso...

    La etnloga encuentra casi cmica esta queja continua inventada por la Puesto que accedemos a las cosas conocidas pormedio de un camino, quiere decir que esas cosas son inaccesibles eincognoscibles en smismas. Y tiene ganas de replicarles:Pero, dequ os quejis, puesto que tenis acceso?. S, continan lamentn*dose ellos, pero eso quiere decir que no las captamos en smismas,tales como seran sin nosotros. Pero, felizmente, puesto que que

    ris acercaros, siqueris que las cosas sean sin vosotros, por qu nodejar sencillamente de querer tener acceso? Nuevo quejido:Porqueperderamos entonces la posibilidad de conocerlas. Suspiro de irritacin de la etnloga: Es casicomo sios felicitarais de que haya unsendero que conduce alMon tAiguille, para luego ir a quejaros de queos permiti escalarlo.... La crtica se comporta cmo esos turistasremolones que querran llegar sin ningn esfuerzo alms virgen de

    los territorios, pero con la condicin de no encontrarse alla ningnotro turista...Tras breve reflexin, la etnloga descubre en esta inconsecuencia de

    la crtica elsntoma de otro fenmeno muy diferente:la nocin de cosaconocida no agota, en efecto, lo que hay en elmundo. No porque lossabios estn limitados en elconocimiento de las cosas que siguen siendo incognoscibles, puesto que acceden a ellas y las conocen admirable

    mente, sino porque la expresin conocimiento objetivo designa (conla condicin de materializarlo) un recorrido, un acceso, un movimientoque va a cruzarse con otros tipos de movimientos a los cuales no puedereducrselo nipueden reducirse a l. Esta impresin de que siempre hayalgo msque lo conocido en la cosa conocida no remite en absoluto a loincognoscible (la queja de la crtica no est en absolutojustificada) sino alapresenciade otrosmodoscuya dignidad igualla pesar detodos sus esfuerzos, nunca perm

    iti reconocer. E

    lconoc

    im

    ien

    to puedeasirlo todo, va por todas partes, pero a su modo. No es uncuya expansin habra que limitar o permitir. Es una red que traza una

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    Un peligroso cambio de correspondencia

    trayectoria propia,junto a otras trayectorias calificadas de otra manera,con las cuales, en efecto, no cesa de entrecruzarse.

    Solo ahora podemos volver a hablar de correspondencia,pero esta co-respuesta ya no es de nin

    gn modo la delespritu humano y elmundo.No, encontramos una correspondencia, tensa,difcil, ritmada, llena de sorpresas y de suspensosentre, por un lado, el riesgo corrido por los existentes para repetirse a travs de la serie de sustransformaciones y, por el otro, el riesgo corrido por las constantespara mantenerse a travs de otra serie no menos vertiginosa de trans

    formaciones. Esverdad que, a veces, lasdosseriesse responden entres, pero no es cierto que se entre-respondan siempre. Si bien, comose dice, hacen falta dos para bailar el tango, no tiene ningn sentidohablar de doble respuestasiprimero no hay dos movimientos que luegovanaentre-responderse y, amenudo, a multiplicar los pasos en falso.Es lo que la idea cannica de conocimiento objetivo nunca toma enconsideracin, los innumerables fallos de esta coreografa.

    Pero, qu sucede con las condiciones de felici

    dad, de ls que dije que permitan definir un modo?Podemos hablar sin hacer elridculo de la veri-diccin propia del MontAiguille? Por supuesto que s, puesto que se trata de reconocer pasosy pases. Mantenerse en la existencia, ser, antes queno ser ms, es, sin ninguna duda, uno de los com

    ponentes -y quizs elms importante- de lo que comnmente llama

    mos verdadero o falso. En consecuencia, en lugar de tener, porun lado, un lenguaje que dira lo verdadero y lo falso -pero sin poderseguir las redes de referencia- y, por el otro, cosas enunciadas quese contentaran con verificar los enunciados por su mera presencia oausencia, es ms fecundo abandonar por completo las dos nociones,palabra y cosa, y no hablar ya de otra cosa que de modos de existencia, todos reales y todos capaces de verdad o de falsedad, pero cadauno segn un tipo diferente de mtodo de veridiccin.Aques donde comenzamos a comprender por qu eltema de nuestra investigacin son los modos de existencia.A primera vista, designarlas dos trayectoria que se cruzan con elnombre existencia puede sorprender puesto que la tradicin que se ha heredado afirma, antes bien,que tenemos, de un lado, los existentes -por ejemplo, elMontAigui-lley, por elotro, elconocimiento, elcual, cuando est bien dirigido,dice la verdad o la falsedad de esos existentes. Ahora bien,justamentelo que tenemos que comprobar es la pertinencia de esa reparticin de

    H ay p ue s q u e re gi s t ra r

    NUEVAS CO ND ICIONESDE FELICIDAD

    HAY DOS MODOS DEEXISTENCIA QUE SECORRESPONDEN EN EFECTO.

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    Paite 1 - Cap. 3

    tareas.Es desmaado de los dos lados dar a la vez demasiado y demasiado poco alconocimiento equipado;demasiado y demasiado poco alo conocido. Demasiado alprimero: elconocimiento se desplaza portodas partes sin que sepamos cmo;y tambin demasiado poco, pues el

    conocimiento ya no tiene los medios de establecer sus accesos. Demasiado poco al segundo que ya no tiene otra cosa que hacer ms queestar estpidamenteah, esperando aser conocido;y tambin demasiado puesto que lo conocido es lo nico que puede validar lo que unodice de l sin que el conocimiento tenga arte ni parte en el asunto.Para evitar tales errores de categora, nos hara falta proponer otraclase de transaccin, probablemente la ms difcil de las representa

    ciones diplomticas futuras:habr que acordar la nocin de modo deexistencia al trabajo de la referencia e, inversamente, reconocer a losexistentes la capacidad de serverdaderoso falsos o, almenos, comoveremos, de estar art ic u lad o s a su manera.

    Me parece, salvo que me est equivocando de medio a medio, queeste ejemplo del Pas de lAiguille nos va a permitir superar un picoque domina toda la meseta... En efecto, hemos tratado de invertir la

    inversin y de redescribir elpaisaje incluyendo en l, de ahora en adelante, almenos dos tiposde desplazamientos distintos:uno, por elcualla montaa sigue su camino y otro, tan venerable, tan interesante, deigualdignidad, pero muy diferente, por elcualuno conoce la montaa.Elmundo est articulado. Elconocimiento tambin. Los dos se entre-responden a veces, pero no siempre. Hay aqualgo que pueda espantar alsentido comn? Es verdaderamente pedir lo imposible? Hacer

    violencia a las intuiciones comunes? Solo pedimos que no se confundams elterritorio con elmapa, elequipamiento de una va con elacantilado que esa va vuelve accesible.Y, sin embargo, al poner el ejemplo de la montaa, hemos com

    plicado la tarea. La distincin habra parecido ms simple con un servivo, digamos, un gato. Cuando un filsofo analtico afirma que hayque estableceruna correspondencia entre elenunciado elgato est

    en elfelpudo y la presencia de dicho gato sobre dicho felpudo, a finde poder validar elvalor de verdad, seguramente tiene razn (auncuando se describa de manra deficiente la deambulacin de una cadena de referencia con solamente dos trminos). Pero elfilsofo olvidahablar de esa otra correspondencia importante, aunque de otro modo,

    paraelgato mismo-, la que le permite existir en eltiempo t + , despusde haber existido en eltiempo t. Aqutenemos un valor de verdad que

    elgato aprecia, tiene y sostiene. Hay allun hiato que tiene que salvary que cada ser vivo debe pasar con temor y con cierto temblor. Ademsde ese salto tan particular de un enunciado verificado por un estado de96

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    Un peligroso cambio dr .orrespondencio

    cosas, existe pues siempre ese otro paso, tambin vertiginoso, tambindigno de atencin, delestado de cosas que sigue siendo semejante a smismo a travs de la prueba de subsistencia.

    Por qu elfilsofo analtico no se interesa ms que en elabismo

    que hay que superar para darle su lengua algato y no en elque debefranquear su gato para permanecer en su felpudo? (Para ser algo mscompleto, habraqueinteresarseadems en elpase, ciertamentemenosfcilde dramatizar, que hace que elfelpudo dure!) S, claramente haycorrespondencia,pero ese bello vocablo debe designar la relacin quemantienen los dospasajes arriesgados y no solamente elprimero.

    En esta etapa, no le pido al lector que est

    convencido, sino sencillamente que acepte elproyecto de una investigacin sobre los modos de q u e v a n a p e r m i t i rexistencia, investigacin que avanzar progresiva- otro r e p a r t o e n t r emente con otras convergencias como ese enigma l e n g u a j e y e x i s t e n c i a delconocimiento que obligara a separar abusivamente las condiciones de verdad, por un lado yla existencia" por otro. Si encuentra francamente estrafalario trazar

    en elimaginario elcamino estrecho por elcualcircula la referencia yms extrao an hablar de la red en la cualavanza una montaa paramantenerse existente, significa que ha medido malla oscuridad profunda en la cualqueda uno de inmediato inmerso en cuanto mantiene laficcin de esos dos perros de porcelana:una lengua que hablara de lascosas. Acompaando elconocimiento objetivo en las cadenas ce referencia, acordndolela dignidad ontolgica de ser un modo de existencia,

    pero negndolela posibilidad de sustituir, por una interpolacin dema

    siado tentadora, aquello que llega a conocer, debe ser posible dibujarotro paisaje. En todo caso, queremos situamos en unaposicin en laque podamos celebrar elMontAiguille y a la vez elmapa delMontAiguille, sitener que olvidamos de uno nidelotro, sin tener que reducir uno alotro.

    Siuno debe acordar a los estudios de labora

    torio tal importancia, ello se debe a que en ellos p a rt i cu l a rm e n t e

    vemos an ms claramente hasta qu punto es raro c l a r o e n e l ej e m p l o pe y complicado establecer una correspondencia entre p rime ra l n e a d e l los dos modos, lo que la idea de una adaequatio rei l abo ra t o ri o .et intellectus disimulaba por completo. En efecto,la demostracin habra sido an ms sencilla si, enlugar de tomar un ejemplo de la cartografa -una ciencia tan antigua,

    tan establecida, tan instituida que es casi imposible hacer aparecer lainstauracin de su red- hubiramos elegido, como es la costumbre enla historia de las ciencias, un descubrimiento que se esthaciendo ahora.97

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    Tomemos el ejemplo de un laboratorio dedicado a las levaduras.Imposible limitarse a dos segmentos a lo largo de la cadena, como en elcaso delgato y su proverbialfelpudo. Las levaduras de cerveza no estaban de ningn modo preparadas para devenir elmaterialexperimentalpor elcuallos levaduristas de Bordeaux las hicieron capaces de darsea conocer gracias a ellos. Esas levaduras hacan fermentar las uvasdesde que existen las uvas y elmosto de uva desde que existen los agricultores, pero nunca haban hecho fermentar cerebros, nicontribuidoa la redaccin de psters niartculos. Nunca haban experimentado esatransformacin asombrosa que consiste en llegar a ser visiblesa los ojosde un microscopista, a hacerse susceptibles de transformacin hasta el

    punto de que su perfilse dibuja hoy, muy destacado, sobre el fondoblanco de la caja de Ptri. Nunca se quedaron petrificadas en su camino de existencia por efecto de un congelamiento regulado y calibradogracias a un vasto refrigerador cuya apertura y cuyo cierre organizanla vida de todo el laboratorio. Ahora bien, despus de algunos aos,a pesar de todos los problemas que implica instaurar la artificialidadde sus nuevas condiciones, esas levaduras llegan a ser aptas para pro

    ducir documentos, formar a los levaduristas para que las reconozcan,dar in fo rma c i n sobre ellos y cada una se encuentra (cmo decirlode otro modo?) embarcada en el ir y venir delque hablamos antespuesto que en muchas de sus etapas tienen su lado cruz -eldocumento- y su lado cara -elmaterialexperimental- que le permite participaren eltrayecto, cada da ms rpido, de la referencia. Cada levadura seha transformado, en parte, en una de las numerosas etapas de la carrera

    hacia elconocimiento instrumentado (en parte solamente pues ademscontinan siguiendo sus propias vas). Cmo dudar de que hay allunempalme decisivo en su camino de existencia, un acontecimiento, tantopara las levaduras comopara los levaduristas?

    Lo que tenemos claramente en este caso es la toma por parte de unlaboratorio de cosas que ha decidido hacer participar deldestino de laobjetividad, un ejemplo de lo que quiere decir, en elcaso de dos modos

    de existencia, cruzarse poco a poco;corresponderse progresivamente;y esta realidad es especfica, sui generis.No nos precipitemos, en efecto, para decir de inmediato que esa apropiacin moviliza forzosamente,ya sea cosas, ya sea palabras, ya sea una aplicacin cualquiera de lassegundas sobre las primeras. Perderamos todo lo ganado en nuestraexploracin y olvidaramos que uno de los efectos de la referencia esengendrar a la vez un tipo de objeto conocido y un tipo de sujeto cog-

    noscenteen cadauno desus extremos;objeto y sujeto queyano sonpues las causas sino solamente las consecuenciasde la extensin de talescadenas y, de alguna manera, sus productos. Cuanto ms se alargan

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    estas cadenas, cuanto ms se ensanchan, cuanto ms se instrumentan,hay tanta ms objetividad y hay tanto ms conocimiento objetivo que circula en elmundo a disposicin de los locutores que deseenconectarse o suscribirse a ellas.

    En este tipo de ejemplos, vemos que mientras dure el acontecimiento deldescubrimiento, ningn investigador ignora los peligrosque puede entraar establecer una correspondencia entre la dinmicade las cosas y el trabajo de la referencia. Todos saben que elacontecimiento transforma, los transforma a ellos mismos y transforma lascosas sobre las cuales, finalmente, despus de tanta prueba y error, hanpuesto su mano, con la condicin de contenerlas firmemente a lo largode todo el camino de la experimentacin de la modelizacin, de larecreacin, delclculo. Elpeligro de no lograr la correspondencia eslo que hace temblar constantemente alinvestigador en su trabajo. Enrealidad, habra que presentar elargumento siguiente con un poco msde diplomacia de la que, por elmomento, somos capaces de desplegar,pero elerror de categora sera creer que elmundo anteriora la invencin delconocimiento^ estaba hecho de conocimiento objetivo. Locualno impide decir (por elcontrario,justamente permite decir) quedespusde la instauracin de las cadenas de referencia y su carga progresiva de realidad, s, sin lugar a dudas, hay realidad objetiva y sujetossapientes capaces de pensarla.

    No fue elms clebre de todos ellos que deca que lo ms incomprensible delmundo es que sea comprensible? La segunda parte delaforismo, indudablemente, es verdad: el mundo es incomprensible.

    Pero Einstein se equivocaba aldecir que es incomprensible que lo sea.Ningn misterio, ningn milagro: una sucesin de acontecimientosarriesgados en los que uno ve surgir en cada punto la doble discontinuidad de la reproduccin delmundo y de la extensin de la referencia, ascomo ese paso de dos en virtud delcualse ajusta elencuentrocon los colectivos de pensamiento, para retomar la bella expresinde Ludwig Fleck. Debemos comprender la sorpresa delconocimiento

    que marca igualmente alestudioso transformado por su descubrimiento como alobjeto conocido estudiado por elcientfico.Antes de caer en picada en la disputa delrealismo y el

    que quienes se preparaban a caerse de narices se preguntenprimero siasegura verdaderamente las garantas delconocimientoprivndolode considerarse mimodo de existencia completo en su gnero.Estan elogioso hablar de algo negando de entrada que se trate de una rea

    lidad suigeneris} Que la nica realidad captada por elsaber sera exactamente la misma que la realidad anterior alconocimiento? Que enrealidad nada habra cambiado? Cmo? Todo ese trabajoparanada,

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    para ontolgicamente nada? No estoy tan seguro de que sea tila ladefensa de la institucin de las ciencias hacer desaparecer eladmirable contraste obtenido en elmundo por la invencin delconocimientoobjetivo.

    Pero es demasiado pronto para formular las proposiciones de pazen lo que se transforma inevitablemente en tema de discusin conaquellosque tienen elconocimiento porvalorsupremo (y tienen raznde situarlo en ese lugar, como lo vimos en la introduccin, aun cuandoseguramente se equivoquen sobre eldiseo de la institucin encargadade protegerlo).

    Que an no hemos resuelto la cuestin delconocimiento? No, por supuesto, pero hemosDf.ah l a p ro m i ne nc i a comenzado a despejar el terreno de la intersec-

    d e u n n u e v o mo d o d e cin que la nocin de adecuacin haba recu-ex i st fnc i a : [re p ] pa r a bierto de matas de zarzas. O, al menos, hemos

    la re p ro d u c ci n insertado una cua entre dos modos, lo cualnosha permitido redefinir, esta vez positivamente, lanocin de correspondencia.

    Como hemos hecho hasta ahora, tambin nosotros vamos a clavarnuestros pequeos postes indicadores y marcar en estos caminos de gransenderismo los empalmes cuya importancia acabamos de medir. Llamemos pues por (insistiendo en elprefijo re de reproduccin), elmodo de existencia por elcualuna entidad cualquierasalva elhiato de su repeticin, definiendo as, de etapa en etapa, una trayectoria particular, en la que elconjunto obedece a condiciones de feli

    cidad especialmente exigentes:Ser o ya no ser! Sin sorpresas, notemos(por elestablecimiento de las cadenas definidas por elhiato entre dos formas de naturalezas diferentes y cuya condicin defelicidad consiste en eldescubrimiento de una constante que se mantiene a travs de estos abismos sucesivos, mientras va diseando otra formade trayectoria que permite hacer accesible los lejanos, tapizando eltrayecto con elmovimiento de doble sentido de los mviles inmutables.

    Ellector medir mejor la dificultad que presenta una antro-pologade los Modernos sicompara ahora la convergencia [rip . rip] que acabamos de despejar con lo que la casitotalidad de las representacionesoficiales de la cuestin delconocimiento designaban como la relacinde un espritu cognoscente y una cosa conocida. No hay, en efecto,ningunaespecie de semejanzaentre la extraa amalgama de un Sujeto yun Objeto y lo que puede esperarse de los vnculos arriesgados entre

    la reproduccin y la referencia Cuando haya que precisartrminos ambiguos que pertenecen a varios modos, tomaremos la costumbredeespecificarlos indicando lasigladesu preposicin). Y, sin

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    Un peligroso cambio de correspondencia

    embargo, cunta energa dedicada a ese relacin! Cuntas angustiasante la idea de que elpuente podra derrumbarse! Un sujeto, puedeconocerun objeto? S, no, no siempre, nunca, nunca completamente,asintomticamente puede ser;como en un espejo, solamente a travs

    de los barrotes de la prisin dellenguaje. Ahora bien, siuno ha localizado bien elmovimiento de esos dos modos, la figura delsujeto esenteramente deficiente (Cmo es un sujeto cognoscente?: loque tenemos es una red de instrumentos y de formalismo que produceen sus extremos conocimientos y conocedores) y ladelobjeto lo esms an (En qu se parece a un objeto por conocer? Tienealgo muy diferente que hacer!) Al fin de cuentas, no hay ms Sujeto

    que Objeto, pero nos sorprende que un sujeto cognoscente y un objetoconocido, resultados gemelos de la extensin delconocimiento probado, se parezcan y se correspondan puesto que, en efecto, son los mismos contados dos veces!

    En ninguna otra convergencia es tan grande el desajuste comoentre lostericosde losModernosy susprcticas. Lo cualno tendrainconveniente (despus de todo, se puede sobrevivir perfectamente sin

    explicar lo que uno hace) siese desfase no hubiera echado una profun

    da oscuridad sobre todo elresto por una suerte de efecto en cascadaque, en elcaptulo siguiente, tendremos que remontar hasta su fuente.

    Lo sorprendente de que los Modernos nohayan mantenido con ms cuidado, mediante instituciones muy elaboradas, una convergencia queparece tan esencialpara su mantenimiento, es que

    basta una nada, a causa de su xito mismo, paraque la convergencia desaparezca. Ya lo hemoscomprendido, hay caminos de la referencia comohay redes de gas o de telefona mvil: una vez que estn instaladasen su lugar, nadie (salvo los encargados de mantenerlas) se interesaen el otro sentido de la palabra red (me refiero, recordmoslo, a lasasociaciones heterogneas necesaria para su instalacin). Basta puescon abonarse a las cadenas de referencia, con habituarse a ellas, paraque su espesor, su materialidad, su equipamiento desaparezcan y para quetodas las discontinuidades exigidas por la deambulacin se evaporen:habiendo desaparecido todas las etapas intermedias, uno ya consideranicamente las dos extremidades, elespritu y elmundo. Como siyano hiciera falta ninguna transformacin, ningn pase, ninguna discontinuidad. Y lo peor es que es verdad, pero solo mando la red est bienestablecida y solamente si se la mantiene constantemente. Entoncess, en ese caso, elsujeto tieneelobjeto, como elcocinero tiene gas entodos los pisos.

    V UN A CO -.'ERGENCIA[ re p .re f ] p i hc h Di-,MANTENER A EA VISTA

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    s ob r e to d o cu an d o Este es elmomento preciso en que se preseni l ay q ue resi st i r ta esta suerte de Genio Maligno que espera para

    la i r ru p ci n de l intervenir a que las cadenas de referencia estnDo bl e C li c , desplegadas y estabilizadas. Llamaremos a este

    diablo, en alusin a los ratones de computacin,d o b l e Cuc (y lo anotaremos [ d c ] ) . A partir de unaexperiencia perfectamente exacta -la referencia permite elacceso-, eseGenio Maligno va a susurramos alodo que sera preferible beneficiarse con un acceso gratuito, indiscutible e inmediato a informacin puray sin transformacin.Pues bien, si, por desgracia, este idealde gratuidadtotalsirviera de patrn parajuzgar lo verdadero y lo falso, todo se volver

    amenti

    r

    oso, incluidaslas ciencias. Esto no debe sorprendemos puestoque se estara pidiendo lo imposible:un desplazamiento sin transfor

    macindeningunaclase... fueradelasimplet ra s la c i n . Siuno hacede la ausencia de toda mediacin, de todo salto, de todo hiato, de todopase, la nica prueba de verdad, entonces todos, cientficos, ingenieros, sacerdotes, morabitos, artistas, comerciantes, cocineros, sin olvidara los polticos, losjueces o los moralistas, se vuelven manipuladores

    y tramposos puesto que tienen las manos sucias por todas las opera

    ciones que han efectuado para mantener en estado las redes que dansentido a sus prcticas. Siempre se los va a acusar de pasar por lo heterogneo para obtener lo homogneo, de introducir escandalosas discontinuidades en lo que debera ser liso y continuo. Se los sorprendercon la mano en la bolsa;habrn mentido.

    Por una peligrosa inversin de los dos sentidos de la palabra

    Doble Clic se ha puesto a propagar por todas partes una acusacinde irracionalidad sobre todo lo que, para discernir lo verdadero de lofalso, tiene necesidad de cierto nmero de operaciones de transformacioneso de operaciones que sin embargo son, como ya lohemos comprendido, la razn misma. Como sielacusador poseyera,por su parte, la receta para obtener directamente, sin ninguna mediacin, un desplazamiento capaz de ir de una identidad a una identidada travs de una identidad. Ms an, por una perversidad cuyos orgenes tendremos que analizar luego, ese diablo (Pues es verdaderamenteun diablo!) se ha puesto a estigmatizar, con elmote de aquienes quieren que la razn pague en redes los medios de su extensin;sin ver que la posicin inversa, la que pretende que existen desplazamientos sin transformacin, no merecera otra etiqueta ms quela de absolutismo. No queremos engaamos, queremos poder decirque algo es racionaly que talotra cosa es irracional, que esto es verdad y aquello falso, pero, sobre todo, no queremos engaamos sobre elengao mismo hasta elpunto de adherimos alabsolutismo! Alpreten-

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  • 7/24/2019 Latour Clase 2

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    Un peligroso cambio de correspondencia

    der dar a todas las formas de veridiccin un modelo nico e inaccesible -e ldesplazamiento sin transformacin, la razn sin red- ese GenioMaligno luira, por contraste, que todas las dems distinciones de loverdadero y lo falso resultaran irracionales y arbitrarias.

    La etnloga debe pues ensear a los Modernos a protegerse delDoble Clic. Sino ponen mucho cuidado, corren el riesgo de que lalucha contra elrelativismo borre, anule, uno a uno, los tipos de veridiccin necesarios para elejercido de su vida civilizada y, para empezar,paradoja dentro de otra paradoja, la actividad cientfica misma, devenida inasignable. Hay que aprender a encontrar en el valedecir, en elestablecimiento de las redes de relacin, los auxilios frgiles

    que permitirn avanzar tanteando en la investigacin sin extraviarse demasiado. Siuno define, de manera muy cannica, la historia delmodernismo como la aparicin y extensin delreino de la Razn, secomprende que elsentido de esta historia no ser elmismo segn sellame Razn a la extensin de la informacin doble Clic o almantenimiento celoso de las distintas fuentes de la verdad. En elprimer caso,cuanto ms modernista sea uno, tanto ms secar todas las fuentes para

    no conservar sino una de ellas (que no existe). En el segundo caso,cuanto ms se proponga uno devenir por fin resueltamente moderno, tanto menos confundir las fuentes de veridiccin... De estas doshistorias tendremos que aprender a devanar elhilo. Sihay una fuentede error a la cualdebe ser posible poner fin, es aquella que pretenderaponer fin alerror considerando irracionales y arbitrarias todas las prcticas y, en primer lugar, las de las ciencias!