Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

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1 UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA DEPARTAMENTO DE HISTORIA Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la Guerra Civil Española. El Gobierno del Frente Popular y Francia en 1936 Tesis doctoral presentada por D. ISIDORO MONJE GIL bajo la dirección del Vº Bº Dr. D. ENRIQUE MORADIELLOS GARCÍA CACERES, ENERO DE 2010

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UNIVERSIDAD DE EXTREMADURA

DEPARTAMENTO DE HISTORIA

Las relaciones hispano-francesas y el estallido

de la Guerra Civil Española.

El Gobierno del Frente Popular y Francia en

1936

Tesis doctoral presentada por

D. ISIDORO MONJE GIL

bajo la dirección del

Vº Bº Dr. D. ENRIQUE MORADIELLOS GARCÍA

CACERES, ENERO DE 2010

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ÍNDICE

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INTRODUCCIÓN………………………………………………..…9

PRIMERA PARTE: CARACTERES DE LAS RELACIONES FRANCO-

ESPAÑOLAS DURANTE LA PREGUERRA……………….……25

Capítulo 1: Los factores políticos y estratégicos en las relaciones hispano-

francesas………………………………………………………..…...27

1. España: antecedentes sociales y políticos de la guerra civil..29

2. Francia en los años 30…………………………………..…39

El camino hacia la crisis…………………………….....41

Las fuerzas políticas en juego………………………….43

Los intelectuales toman partido………………………..47

La crisis del Estado…………………………………….49

Francia se aísla…………………………………………50

Reaparición de las ligas………………………………...52

La asonada antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934..54

Hacia la acción común de las izquierdas……………….57

La crisis de la seguridad colectiva……………………...60

El Front Populaire conquista el poder…………………..65

El primer gobierno Blum……………………………….71

Primeros obstáculos para la coalición: guerra en España..75

El segundo gobierno Blum: la certificación de defunción del

Front Populaire…………………………………………82

3. España ante el descalabro del sistema de relaciones internacionales

en los años 30………………………………………………….84

Los ejes fundamentales de la política exterior republicana..84

La Europa de los felices años 20………………………..88

La presencia española en la escena internacional de la Europa

de los inciertos años 30………………………………….91

La política exterior española durante el bienio reformista

(1931-1933)………………………………….........91

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La política exterior española durante el bienio

conservador (1933-1936)…………………………100

La política exterior española durante el Frente Popular

(1936)………………………………………..........110

4. Los contenidos y asimetrías de las relaciones bilaterales en el

ámbito mediterráneo y marroquí……………………………….122

Las relaciones hispano-francesas en el periodo 1898-1914..123

Las relaciones hispano-francesas en el periodo 1914-1931..134

Las relaciones hispano-francesas durante el quinquenio

republicano (1931-1936)………………………………...143

La cuestión de Tánger y el Protectorado de Marruecos…145

El papel español en un deseado “pacto mediterráneo”….169

5. La representación diplomática francesa en España………….188

Jean Herbette, embajador en Madrid…………………….188

El conjunto de la representación diplomática…………....196

La representación consular………………………………199

Capítulo 2: Las relaciones económicas entre España y Francia durante la II

República……………………………………………………………...201

1. Las colonias francesas y españolas en ambos países………..203

La colonia española en Francia………………………….203

La colonia francesa en España…………………………..207

2. Las negociaciones comerciales en el periodo republicano….212

3. El comercio hispano-francés: las tensiones empresariales y

laborales………………………………………………………..221

Capítulo 3: El Gobierno del Frente Popular en España (febrero-julio de

1936)………………………………………………………………......227

1. Dinámica política y conflictividad social bajo el gobierno

frentepopulista. La conspiración contra el régimen republicano..229

2. La conspiración y los exiliados antirrepublicanos…………...253

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3. La percepción francesa de la crisis española………………...260

La campaña electoral de enero-febrero de 1936………...260

La victoria frentepopulista del 16 de febrero……………265

Las primeras medidas del gobierno Azaña……………...269

Azaña y Prieto se desembaraza de Alcalá Zamora……...273

Mayo: el deslizamiento hacia la violencia social……….280

Junio-Julio: rumores de sedición………………………..288

SEGUNDA PARTE: DE LA INSURRECCIÓN MILITAR A LA

QUIEBRA DE LA EXPECTATIVA DE UNA GUERRA BREVE…299

Capítulo 1: La reacción de Francia ante una guerra cercana e

inesperada……………………………………………………………..301

1. Un golpe militar devenido en Guerra Civil………………....303

2. La batalla española librada en Francia: sabotaje y parálisis en la

embajada republicana…………………………………………..307

Capítulo 2: La génesis y cristalización de la política de No Intervención

colectiva………………………………………………………………..331

1. El proceso de internacionalización de la guerra……………...333

La República pide auxilio………………………………..334

Blum, el “Hamlet” francés…………………………….....348

Hitler y Mussolini buscan su parte del botín……………..359

2. El papel del embajador Jean Herbette iniciada la contienda…365

3. Francia y la génesis de la política multilateral de No

Intervención…………………………………………………….376

La No Intervención o la “propuesta londinense” de París..376

Francia, una realidad sociopolítica inflamada…...............381

Hacia un acuerdo de reglas comunes de no intervención..386

Madrid ante los hechos consumados…………………….400

La No Intervención atenuada…………………………….406

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Des avions pour l’Espagne”, “des canions pour

l’Espagne”………………………………………………………..413

La constitución del Comité de Londres…………………...415

CONCLUSIÓN…………………………………………………………421

FUENTES DOCUMENTALES………………………………………...435

I. FUENTES DOCUMENTALES ARCHIVÍSTICAS…………..437

II. FUENTES DOCUMENTALES IMPRESAS…………………439

Documentación española…………………………………..439

Documentación francesa…………………………………..439

Otras procedencias………………………….......................439

III. PUBLICACIONES PERIÓDICAS…………………………..441

BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………..443

I. MEMORIAS DE PROTAGONISTAS Y TESTIMONIOS

CONTEMPORÁNEOS…………………………………………………445

II. LIBROS……………………………………………………….447

III. ARTÍCULOS………………………………………………...463

ANEXOS……………………………………………………………….479

ANEXO I. Representación diplomática de la embajada francesa de Madrid en 1936…………………………………………………..481 ANEXO II. Representación diplomática de la embajada y consulado general españoles de París en julio-septiembre de 1936…………483 ANEXO III. Documentación archivística seleccionada………….485

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INTRODUCCIÓN

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El presente trabajo constituye un examen de la política seguida por el

gobierno francés ante el conflicto civil español iniciado en julio de 1936.

Este marco temático y temporal nos conduce al análisis de las relaciones

franco-españolas en la preguerra y a la formulación de la política francesa

frente a las condiciones bélicas españolas. El crítico primer semestre de

1936 fue determinante para la materialización de estas relaciones

bilaterales hispano-francesas, que eran una de las principales, si no la

principal, de las relaciones exteriores mantenidas por la España republicana

debido a razones de vecindad territorial, tradición histórica, similitud de sus

regímenes e ideología de los Gobiernos en el poder, ambos inspirados en la

propuesta de frente populares antifascistas. Esta precedencia temporal y

cronológica dota de una importancia esencial a ese período por cuanto es

en él cuando se configuran definitivamente las causas, motivos, factores y

fuerzas que darán origen y sostendrán el enfrentamiento armado fratricida

de los casi tres años siguientes. Habida cuenta de la importancia de ese

semestre para desentrañar el origen inmediato y las causas catalizadoras de

la guerra civil, resulta comprensible la necesidad de conocer en

profundidad y con bases solventes el período histórico del gobierno del

Frente Popular. Tanto por lo que respecta a su gestión interior, dirigida a

solventar las profundas tensiones y problemas de todo orden planteados,

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como por lo que respecta a su gestión exterior, tendente a sortear las agudas

fracturas del orden europeo e internacional entonces planteadas. En ese

contexto, la relación con Francia se presenta como una de las dimensiones

más importantes de la actuación política del gobierno del Frente Popular

español. No en vano, desde una perspectiva historiográfica contingentista,

la guerra civil no aparece como un fenómeno irreversible. Fue una solución

violenta a la crisis española de los años treinta que cobró forma y función

en el período que media entre la última consulta electoral general de

febrero de 1936 y el inicio de la amplia insurrección militar iniciada el 17

de julio del mismo año.

Esta investigación ha pretendido desentrañar los pormenores de la

crucial conexión hispano-francesa en cinco dimensiones sustantivas y

correlacionadas: económica (estado del comercio bilateral, composición del

mismo, nivel de las inversiones francesas en España); socio-demográfica

(perfil de colonias respectivas, sentido de los flujos migratorios); política

(vinculaciones ideológicas, partidistas y sindicales, contactos

suprafronterizos); estratégicas (planificación militar, compras y suministros

de armamento); y diplomáticas (perfil de ambas políticas exteriores,

concurrencia o divergencia en la Sociedad de Naciones, percepción de las

crisis europeas del período). Cabe decir, por tanto, que un conocimiento

más estrecho y fundamentado de esa vertiente de las relaciones bilaterales

hispano-británicas constituye una vía para la profundización en el

conocimiento del contexto que hizo posible el estallido de la guerra civil

española. Sin despreciar la importancia crucial de la actitud francesa para el

fenómeno. De ahí la pertinencia del estudio y su importancia

historiográfica.

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La acotación final de este estudio se extiende hasta la constitución

del Comité de Londres en septiembre de 1936, momento simbólico del

definitivo asentamiento de la política de no intervención adoptada por las

democracias occidentales frente a la guerra española. Si bien es cierto que

lo sustancial de la política española de París hacia los luctuosos

acontecimientos españoles se formulan en las tres primeras semanas del

conflicto, no es hasta la fecha señalada cuando se materializa casi

definitivamente la actitud francesa hacia los acontecimientos españoles y

que perdurará hasta abril de 1939.

La entidad y urgencia de los problemas internos de la República

española, unida a la inestabilidad gubernamental registrada durante la

vigencia de dicho régimen, dificultaron notablemente la coherencia y la

continuidad de la acción exterior española a lo largo del quinquenio

democrático republicano. Pero ello no significa, como ha mantenido la

historiografía tradicional, que la República española careciese de un

programa de actuación política internacional mínimamente definido o

constante. Estas líneas programáticas de acción exterior, por el contrario,

quedaron incluso recogidas en el mismo texto constitucional de 1931. El

tópico de la falta de una coherente política exterior republicana se debe a

que durante mucho tiempo los historiadores la percibieron y analizaron a

través del prisma de la guerra civil; un fenómeno que los testigos y

protagonistas, evidentemente, no habían podido prever.

La política exterior republicana estuvo formulada y ejecutada en

función de una percepción equilibrada de los intereses nacionales y de los

recursos disponibles para su defensa y protección. En esta medida, cabe

afirmar que la República no se inhibió en absoluto de la problemática

internacional coetánea, sino que mantuvo una vocación neutralista y de

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intención pacifista participando activamente en los principales organismos

internacionales (muy principalmente, en la Sociedad de Naciones).

Podemos sostener, por consiguiente, que la República definió y desplegó la

política exterior adecuada a su condición y posibilidades materiales, en una

medida similar a la de otras naciones del periodo de entreguerras en

similares circunstancias y con parecidas características.

Casi en paralelo al devenir del quinquenio republicano español, en

Francia se produjo lo que Jean-Baptiste Duroselle denominó la “fase

negativa” de la política exterior francesa, “la décadance”. Durante esta

etapa la República Francesa adoptó una especie de política exterior de

appeasement a remolque de los gobernantes británicos. Sin embargo, lo que

para los británicos fue una doctrina político-estratégica consecuentemente

ejercitada, para los franceses fue una simple manifestación de debilidad y

retracción continental. Esta política errática de los gobernantes franceses,

bajo la sombra de una auténtica tutela británica, era fundamentalmente la

consecuencia combinada de una aguda falta de preparación militar y de una

profunda división de su opinión pública y sus dirigentes socio-políticos.

Todo ello llevó a una Francia básicamente aterrada por el espectro de la

guerra a tratar de atrincherarse tras la línea Maginot una vez consumada la

derrota diplomática que supuso la firma del acuerdo de Munich en

septiembre de 1938.

La tesis fundamental resultante de esta investigación establece que el

gobierno frentepopulista francés desechó la inicial idea de auxiliar a la

República frente a la sublevación insurgente de la reacción española debido

al temor a ser abandonado por su aliado británico, a la perspectiva de

romper su coalición de gobierno, a la amenaza de hundirse en un conflicto

civil interno y, por extensión, convertirse en agente causal de una

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confrontación general europea. La política de no intervención se convirtió

así en el expediente disponible más adecuado para perpetuar la política de

apaciguamiento hacia las potencias nazi-fascistas hasta entonces

desarrollada y justificar ante sus nacionales el abandono de un régimen

legalmente constituido, aceptado internacionalmente y con unas

características similares. De este modo, se impuso un embargo de armas

colectivo a sabiendas de que estaba siendo saboteado sistemáticamente por

las potencias que apoyaban a las fuerzas sublevadas. Puntualmente, este

embargo fue vulnerado clandestinamente por una ayuda encubierta que

aunque no podamos calificar como decidida, de ella dependió la

continuidad de la República española. Pero también por su propia

naturaleza intermitente, significó un estrangulamiento lento para el

gobierno de Madrid.

Este abandono francés de su República “hermana” no pasó

desapercibido a los protagonistas de estos acontecimientos, que desde el

inicio del conflicto fueron conscientes del asimétrico cuadro de

inhibiciones y compromisos, marcado por la retracción e inhibición de las

potencias democráticas y por la intervención y apoyo de las potencias

revisionistas, que finalmente llevaron al desmoronamiento rotundo del

bando republicano español. Desde esta perspectiva, Francia no podía ser el

mejor soporte para la España republicana. Su difícil situación económica

ofrecía un estrecho margen de maniobra al gobierno de Léon Blum (1872-

1950), y la devaluación del franco acometida por el Front Populaire

encaminada a restañar los efectos de la crisis económica puso al país en

abierta dependencia de la ayuda británica. Los dirigentes frentepopulistas

creían, erróneamente, serenar de este modo su crisis interna, salvar su

coalición gubernamental, evitar la defección de su vital aliado británico y

confinar el conflicto español para impedir una escalada que se tradujera en

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un conflicto generalizado. Sin embargo, esta retracción francesa no impidió

una rápida internacionalización del conflicto.

La obra pretende inicialmente clarificar que suponía España para

Francia, tanto en lo que atañe a las relaciones con un país cuyas decisiones

influyeron grandemente en el desarrollo y resultado final de la guerra

española, como en las relaciones mantenidas entre ambos. Nos hemos

propuesto indagar por el momento sociopolítico que vive cada nación y en

el que se encuentran sus relaciones bilaterales en el preciso instante en el

que estalla el conflicto español. De igual modo, nos hemos preguntado si la

inestable imagen de la España de 1936 actuó sobre la toma de decisiones de

los “grands commis d´État” franceses o se contemplaron otras fuentes de

información que completaran el panorama general del país o simplemente

se eludió prestar atención a las que dislocaban este esquema interpretativo.

Y, finalmente, hemos procurado analizar la entidad de las presiones a las

que los estadistas de la época vieron sometidas sus actitudes, ideologías y

psicologías.

Elegir a la vecina Francia como centro de nuestras investigaciones se

ha visto motivado, en primer lugar, por la ausencia generalizada, salvo

honrosas, episódicas y parciales excepciones, en la historiografía sobre el

conflicto español de estudios monográficos dedicados al análisis de estas

relaciones, al contrario de lo sucedido con otras potencias como Alemania,

Gran Bretaña e Italia, protagonistas de la deriva común que llevó al

conflicto mundial de finales de los años treinta. En segundo lugar, y más

sorprendente si cabe teniendo presente lo anteriormente expuesto, la

categoría de agente intermediario que a nuestro juicio ha jugado Francia

como nexo de conexión de España con Europa, y por lo tanto, elemento

mediador de estas relaciones y de la defensa de sus intereses vitales. Así

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pues, abordar esta investigación supone una contribución que no colma este

vacío existente ya que son muchos los aspectos que en el presente trabajo

no se acometen.

Este trabajo es deudor de las investigaciones que siquiera

parcialmente enlazan con nuestro planteamiento inicial. El tratamiento

historiográfico de las relaciones hispano-francesas durante el quinquenio

republicano español arranca en fecha muy tardía, y tan sólo después de la

apertura a los investigadores del material pertinente de los archivos

españoles y franceses. Es el caso de la tesis doctoral del profesor Feliciano

Páez-Camino del año 1990 sobre la significación de Francia en el contexto

internacional de la Segunda República. Se trata de un trabajo, no publicado

por editorial alguna, amplio, ambicioso y con gran consistencia documental

procedente de ambos ministerios de Asuntos Exteriores, donde se intenta

por primera vez indagar sobre la causalidad del posicionamiento galo en el

conflicto civil español a partir del análisis de las relaciones bilaterales

franco-españolas del quinquenio 1931-1936. No tenemos una réplica

francesa de este planteamiento hasta el año 1999 en el que se publica el

estudio de Yves Dénèchere, sobre la política española de Francia en el

mismo periodo. En este caso, la fuente documental principal surge de los

archivos diplomáticos del Quai d´Orsay y, muy especialmente, de su anexo

en la ciudad francesa de Nantes, donde se custodia buena parte de la

correspondencia consular de las legaciones francesas en territorio español.

Su planteamiento no difiere en exceso del antes citado de Páez-Camino.

Como investigaciones menores en forma de artículos encontramos las

excelentes aportaciones de los profesores Ángeles Egido León (1990),

Ricardo Miralles Palencia (1993) y Jean-Marc Delaunay (1993) sobre los

antecedentes de la intervención francesa en la guerra española que

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desgraciadamente no se convirtieron en monografías de referencia más

consistentes.

Al margen de estas referencias, el resto de la historiografía se centra

en el papel de Francia ya durante el conflicto, sin examinar con la debida

atención las relaciones bilaterales previas al 17 de julio de 1936. Es el caso

de la obra de David Wingeate Pike (1975) sobre el análisis de la prensa

francesa y la guerra, la de José María Borrás Llop (1981) sobre el examen

de las inversiones francesas a través de la prensa financiera gala, la de

Jaime Martínez Parrilla (1987) a cerca del papel de las fuerzas armadas

francesas en la guerra civil española partiendo de los archivos militares

galos, la de Jean Sagnes y Sylvie Caucanas (1990), de carácter más

ambicioso o la del militar René Sabatier de Lachadenède (2000) sobre la

marina francesa y el conflicto español de similares características a las del

estudio de Martínez Parrilla. Aquí también destacan artículos de los

profesores Claude Gindin (1972), Ángel Viñas (1978 y 1986), Ramón

Salas Larrazábal (1981), Albert Broker (1986), René Girault (1986),

Michel Catalá (1993), Juan Avilés (1992), Pedro Barrauso (1999), Anthony

Adamthwaite (2008), Marie-Claude Chaput (2008) y Natacha Lillo (2008).

Nuestra investigación se sitúa en este permanente diálogo polémico

con la tradición historiográfica anteriormente expuesta. En nuestra

propuesta metodológica, hemos procurado respetar los postulados

establecidos por la materia histórica dedicada al análisis de las relaciones

internacionales. Con ello nos referimos a la premisa de que la política

exterior de un Estado constituye una dimensión vinculada a su estructura

social y su organización política. Así, la actuación internacional de los

órganos estatales supone la aplicación de las orientaciones e intereses

marcados por los grupos sociales rectores del propio Estado. Por tanto,

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estos actos deben ser analizados a la luz de la situación sociopolítica

interior y de los condicionantes exógenos que mediatizan su formulación y

ejecución.

Las coordenadas filosóficas que sirven de marco conceptual e

interpretativo a esta investigación histórica parten del principio causal en la

explicación de los fenómenos y el necesario requisito de una base material

que verifique las proposiciones aportadas. No quisiéramos que la voluntad

de respetar la apoyatura documental cayera en un descriptivismo

abrumador. Por el contrario, preferimos correr este riesgo para evitar

recurrir al eruditismo vacío sin bases probatorias verificables. Así,

preferimos pensar que la aportación que ofrecemos y con la documentación

disponible, constituye la tesis más apropiada en términos lógicos y

documentales.

El orden compositivo del estudio se estructura en dos bloques

complementarios. En el primero se establecen los caracteres esenciales de

las relaciones hispano-francesas en el periodo de preguerra. Por tanto, se

analiza la situación interna en cada país y en el medio internacional, y los

factores políticos, estratégicos, económicos y diplomáticos de la relación

bilateral. El último capítulo de este apartado aborda el período de gobierno

del Frente Popular en España. El segundo bloque contiene el examen de la

formulación y aplicación de la política francesa ante el conflicto, en su

vertiente bilateral con la República española y en menor medida con el

bando insurgente, y multilateral, con respecto a las potencias europeas. Los

capítulos siguen un esquema diacrónico, cuyo límite final se sitúa en

octubre de 1936, cuando se constata que la política de no intervención se ha

convertido definitivamente en una farsa institucionalizada y mutuamente

consentida. A continuación, como es preceptivo, se incluyen las

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conclusiones, anexos que contienen cuadros explicativos sobre la

representación diplomática española y francesa, documentación archivística

inédita procedente de ambos países, fuentes documentales impresas y la

bibliografía.

Para llevar a cabo este análisis e investigación hemos utilizado

fuentes documentales archivísticas y hemerográficas españolas disponibles

sobre el periodo. Estas fuentes se encuentran custodiadas en el Archivo del

Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, serie Archivo Renovado

(que incluye la correspondencia general posterior a 1931) y serie de

Personal (que recoge los expedientes de los diplomáticos españoles y de los

extranjeros acreditados en España). Puntualmente hemos recurrido a las

fuentes depositadas en el Archivo Histórico Nacional, especialmente las

que hacen referencia a archivos particulares de los protagonistas de los

acontecimientos considerados: sección “Diversos”, serie “Papeles de Luis

Araquistáin” y “Archivo de Marcelino Pascua”. Siempre que hemos

necesitado recurrir a fuentes hemerográficas, hemos acudido a los fondos

custodiados en la Biblioteca Nacional.

La posibilidad de realizar nuestra investigación únicamente con este

material hubiera producido graves errores de interpretación debido a las

destrucciones y a la itinerancia de la administración republicana durante el

conflicto. Junto a ello, otro motivo que nos llevó a considerar insuficiente

la documentación española fueron los expurgos y depuraciones que estos

archivos sufrieron durante la dictadura franquista. Así pues, nuestro afán

por acceder a una apoyatura documental que pudiera demostrar o

contradecir nuestras hipótesis previas con mayor contundencia, nos llevó a

acudir a las fuentes archivísticas disponibles en Francia pertinentes para la

investigación. Nos referimos a la documentación diplomática concentrada

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en dos grandes complejos archivísticos: el Archivo Diplomático del

Ministerio de Asuntos Exteriores del Quai d´Orsay de París, sección

“Correspondance politique et commerciale, 1914 à 1940”, serie “Z

Europe”, subserie “Espagne 1930-1940”, y serie “Rélations commerciales

1919-1940”, subserie “C-Espagne”.

Completando estas fuentes archivísticas, hemos utilizado las

colecciones documentales impresas españolas como el Anuario Estadístico

de España, el Archivo de Barcelona. Inventarios. Ministerio de Estado.

1936-1939, las Estadísticas Básicas de España, 1900-1970 y las Bases

documentales de la España contemporánea. Vol. 9 y 10, recogidas por M.

C. García Nieto y J. Donezar. En cuanto a las francesas, destacan los

Documents Diplomatiques Français, 1932-1939, Première Série (1932-36),

2ème Série (1936-1939), el Rapport fait au nom de la Commission chargée

d´enqueter sur les événements survevus en France de 1933 à 1945,

elaborado por la Asamblea Nacional Francesa en 1947 y el Journal Officiel

(debates parlamentarios) del mismo organismo.

Querríamos puntualizar, llegado este momento, algunos usos

formales relacionados con el lenguaje utilizado en el trabajo. Por ejemplo,

hemos hecho uso metonímico de la expresión “Quai d’Orsay” para

referirnos al ministerio de Negocios Extranjeros francés, expresión

comúnmente aceptada por los investigadores a partir del edificio y la

dirección que ocupa en París. A pesar de que “galo” o “franco” no

corresponden ni histórica ni geográficamente a “francés”, han sido

utilizados en numerosas ocasiones en su sustitución para evitar la

reiteración del término en sus diferentes formas gramaticales. Del mismo

modo, hemos traducido indistintamente “affaires” tanto por “asuntos”

como por “negocios”, y “étrangères” tanto por “exteriores” o “extranjeros”

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para evitar similar circunstancia. Igualmente, hemos optado por utilizar de

una manera general “Frente Popular” para referirnos tanto al periodo como

a la experiencia política vivida en España en el primer semestre de 1936,

como “Front Populaire” para describir semejante experiencia en Francia.

Del mismo modo, hemos procurado integrar las fuentes

documentales en el discurso del trabajo a través de trascripciones que,

aunque en algunos momentos puedan parecer abundantes, ayudan a recrear

el contexto justo de la toma de decisiones de las autoridades políticas. En

esta cuestión, no hemos dudado en traducir al castellano la documentación

no española en el afán de que la investigación llegue a un mayor número de

especialistas y seguros de haber aplicado a esta tarea la misma honestidad y

ecuanimidad que se nos presupone para el resto del estudio.

Necesariamente debe encabezar nuestra lista de agradecimientos el

director de esta investigación, el profesor Enrique Moradiellos García, cuyo

aliento, generosidad y magisterio han conseguido que el texto definitivo

haya mejorado hasta cotas inimaginables para el autor al inicio de este

trabajo. Gracias a su amable invitación para incluirme en el Proyecto de

Investigación “Don Juan Negrín, jefe del Gobierno de la República

española en la guerra civil y el exilio (1937-1945). Una biografía política”

(perteneciente al Programa de Proyectos de Investigación I+D del

Ministerio de Ciencia y Tecnología, convocatoria de 2002 y con clave de

referencia BHA2002-00948), pudimos sufragar parte de los gastos de esta

tesis. Igualmente, deseo mostrar mi gratitud públicamente al diligente y

cortés trato que me ha dispensado el personal de los archivos diplomáticos

del Ministerio de Asuntos Exteriores español (en particular, Dña. Pilar

Casado), del Archivo Histórico Nacional y de la Biblioteca Nacional de

Madrid, del Archivo General de la Administración sito en Alcalá de

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Henares y de los Archivos del Quai d´Orsay de París. Para fnalizar, debo

agradecer muy especialmente la ayuda de mi mujer Pilar, que paciente y

cariñosamente ha colaborado en el interminable proceso de

mecanografiado y lectura crítica del presente trabajo. Esta deuda intelectual

y personal impregna, sin duda, todo el estudio que sigue, aunque debo

eximirles de toda responsabilidad sobre las inexactitudes e incorrecciones

que puedan subsistir en la investigación, de las que sólo es culpable la

inexperiencia del autor.

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PRIMERA PARTE

CARACTERES DE LAS RELACIONES

FRANCO-ESPAÑOLAS EN LA PREGUERRA

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Capítulo 1

Los factores políticos y estratégicos

en las relaciones hispano-francesas

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1. España: antecedentes sociales y políticos de la guerra civil

El panorama que la sociedad española presentaba a principios del

siglo XX era predominantemente agrario por ocupación y rural por

poblamiento. Este sistema de estructuras socioeconómicas mostraba una

gran polaridad. Por un lado, un proletariado campesino que sólo disponía

de trabajo estacional, con un nivel de vida que a duras penas llegaba al

umbral de la subsistencia, en un alto porcentaje analfabeto y carente de

organización sindical o política. Enfrente, una clase terrateniente de

grandes y medianos propietarios, sin apenas sectores intermedios. En la

mayoría de las zonas del norte peninsular, en cambio, se podían encontrar

una variedad de estructuras sociales basadas en propiedades familiares de

pequeños y medianos agricultores, donde la distancia entre los extremos no

constituía necesariamente un abismo insalvable.

El sistema político de la Restauración había dado como resultado una

monarquía constitucional dominada por una clase política distribuida en

dos partidos “pactistas”, el conservador y el liberal, no necesariamente

competitivos, que evolucionaron hacia la concesión de progresivas

libertades individuales. En la cúspide del sistema se situaba una élite unida

por lazos de parentesco y amistad que disfrutaba de estrechas relaciones

con los intereses agrarios, industriales y financieros. Por debajo de ella, los

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30

notables provinciales ejercían el control político y económico sobre

caciques locales, encargados de que en cada distrito se garantizase la

pacífica alternancia en el poder de los dos partidos mayoritarios. El cacique

se había convertido así en un auténtico “empresario político”, en palabras

del profesor Juliá, gracias a su capacidad como intermediario entre el poder

central y el local para garantizar unos resultados electorales previamente

organizados en Madrid. Esta “política de pacto” entre las fuerzas

oligárquicas fue eficaz desde el último tercio del siglo XIX en tanto que

había cerrado un largo periodo marcado por guerras civiles, revoluciones

populares, pronunciamientos militares e inestabilidad gubernamental, y se

desarrollaba sobre una sociedad predominantemente agraria y rural.

Las quiebras del sistema surgieron con el cambio de siglo, cuando el

perfil de la sociedad española fue evolucionando paralelamente a la

intensificación de los procesos de industrialización y urbanización que

experimentaba el país. Fue a partir de entonces cuando comenzó a

mostrarse de manera diáfana la contradicción establecida entre el progreso

económico y social que viviría la España del primer tercio del siglo XX y

una modernización institucional incompleta tanto en el plano de las

reformas legales como en lo que se refería al sector público. En los

primeros tres decenios del siglo XX la población aumentó a un ritmo medio

del 0,8%, pasando de 18,8 millones de españoles a los 24 de 1930. Este

cambio de comportamiento se apoyaba en un descenso de la natalidad y de

la mortalidad, especialmente de la infantil. Consecuentemente, la esperanza

de vida de los españoles alcanzó niveles desconocidos, pasando de los 34-

35 a los 50 años en el mismo periodo. Mientras tanto, la renta nacional per

cápita se dobló. La falta de expectativas laborales en una población

mayoritariamente rural comenzó a producir movimientos migratorios hacia

las ciudades, y hasta 1914 con un sentido ultramarino, dejando de ser lo

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31

rural lo definitorio de la población española hacia 1930, viviendo las

capitales de provincia un crecimiento demográfico anual sostenido del

1,7%. De la misma manera, el índice de analfabetismo se redujo del 55 al

27% cuando la tercera centuria del siglo pasado tocaba su fin. Bien es

cierto que las diferencias regionales seguían siendo agudas, pero los

avances se revelaban evidentes. Se fue configurando así una estructura

urbana en la que junto al asentamiento en los extrarradios de la masa

obrera, fue creciendo una nueva clase media profesional.

El crecimiento y modernización económica de este periodo alcanzó a

otras esferas también destacadas. El sector agrario contempló un aumento

apreciable de la superficie sembrada, una mejora en las técnicas de laboreo

y el uso, cada vez más generalizado, de fertilizantes y abonos, la

penetración de nuevos cultivos, un incremento de la productividad y una

renovada capacidad exportadora de los productos hortofrutícolas y los

derivados de la vid y el olivo. Si la producción aumentó un 55%, la mano

de obra agraria se redujo de un 70 a un 50%. Por su parte, la ganadería

corrió semejante suerte. Estos datos arrojan nueva luz sobre los esquemas

historiográficos que permanecen anclados en una visión inmovilista de las

estructuras socioeconómicas españolas de la época. Aunque las diferencias

con los países más desarrollados del entorno eran amplias, sí podemos

afirmar que el campo español vivió una lenta modernización.

Por su parte, las actividades fabriles crecieron un 60%, con una tasa

de crecimiento anual del 1,6%, superior a la propia renta nacional. No

obstante, debe señalarse que a pesar de estas cifras, el sector secundario

siguió sufriendo un insuficiente proceso de capitalización en un mercado

pequeño y muy protegido. La producción eléctrica aumentó asimismo de

manera espectacular, multiplicándose por veinte desde principios de siglo,

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32

siendo aún una cuarta parte el consumo per cápita de los españoles respecto

a alemanes, franceses y británicos. La creciente diversificación laboral se

reflejó también en el sector de los servicios, que vio como se incorporaban

al mercado laboral un mayor número de trabajadores de “cuello blanco”.

La Gran Guerra afectó profundamente a las estructuras sociales

predominantes en España desde el inicio de la Restauración española

(1874). Este sistema se basaba en el dominio socio-político y preeminencia

económica de una oligarquía integrada por terratenientes y la gran

burguesía industrial y financiera. Este bloque había logrado construir un

particular sistema capitalista apoyado en una política económica

proteccionista y un desigual reparto de la propiedad agrícola que impedía el

crecimiento económico y la modernización del país. El sistema político se

mostraba ajeno al resto de los grupos sociales mediante unos imbricados

comportamientos antidemocráticos que hacían del corrupto sistema

electoral caciquil la herramienta engrasada que garantizaba la preeminencia

de esta clase oligárquica haciendo del parlamentarismo un concepto vacío

de representación popular. Junto a ello, dos corporaciones, la Iglesia y el

Ejército, actuaban como guardianes y legitimadores ideológicos para la

perpetuación del sistema.1

El sistema restauracionista fue superando todas las tensiones que

generaba su secular latifundismo agrario en el centro y sur peninsular y el

odio social que provocaba, junto a la aparición del nacionalismo periférico

1 Cfr. M. Tuñón de Lara (dir.), Historia de España, vol. VIII (Revolución

burguesa, oligarquía y constitucionalismo, 1834-1923) y vol. IX, (La crisis del Estado:

Dictadura, República, Guerra (1923-1939)), Barcelona, Labor, 1981; S. Juliá, J. L.

García, J. C. Jiménez y J. P. Fusi, La España del siglo XX, Madrid, Marcial Pons, 2003;

S. Balfour, El fin del imperio español, Barcelona, Crítica, 1997.

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33

y al desprestigio social de un Ejército que contaba sus acciones

extrapeninsulares por derrotas desde hacía lustros. La neutralidad del país

en la Primera Guerra Mundial abrió el camino a la resolución de esta

larvada crisis gracias al proceso de expansión económica y diversificación

social que se produjo, y que nunca antes había sido conocido. La

prosperidad de la guerra sirvió para engrosar las fortunas de la alta

burguesía, mientras los costes de vida aumentaban más rápido que los

jornales. Este cambio produjo una quiebra de las estructuras

socioeconómicas que empujó a las elites oligárquicas a echar mano de un

Ejército progresivamente conservador y de larga tradición pretoriana para

perpetuar un esquema que se desmoronaba en el contexto de la crisis

económica de posguerra frente a la movilización obrera y la exigua

mediana y pequeña burguesía marginada de los privilegios oligárquicos.2

El Ejército había descubierto durante los primeros decenios del siglo

su capacidad de presión sobre el rey para solucionar sus conflictos con el

Gobierno, hecho que introducía en el sistema político un elemento de

inestabilidad en cuanto que la Monarquía se alejaba de su papel arbitral,

para intervenir con capacidad decisoria en las luchas internas. Así, Alfonso

XIII de Borbón (1886-1941), traicionando la supremacía del poder civil,

dejó al Parlamento expuesto a los chantajes del Ejército. La promulgación

de la Ley para la Represión de los Delitos contra la Patria y el Ejército, más

conocida como Ley de Jurisdicciones (1906) creó una esfera de poder

militar autónomo y aumentó de manera espectacular la militarización del

orden público.

2 Cfr. F. Romero Salvadó, España, 1914-1918: entre la guerra y la revolución,

Barcelona, Crítica, 2002.

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34

La crisis de 1917 reveló la dependencia que el régimen tenía del

estamento armado para sobrevivir. El miedo a la revolución social provocó

que la burguesía industrial renunciara a sus aspiraciones políticas de

modernización y se uniera a la oligarquía terrateniente. Sin embargo, el

recurso de la dictadura del general Miguel Primo de Rivera y Orbaneja

(1870-1930) proclamada en 1923 no llegó a ofrecer una solución de

continuidad para una integración política moderna de los diferentes grupos

marginados del sistema. Como en tantas otras ocasiones en el pasado, se

hacía patente el desfase entre la realidad social española y la estructura del

poder político. Mientras esta sociedad caminaba hacia la modernización, la

política se alejaba de los comportamientos democráticos propios del resto

de las naciones europeas. Así pues, España desconoció el establecimiento

de una política democrática con la flexibilidad necesaria para absorber a las

nuevas fuerzas y ajustar el cambio social.

Este envaramiento monolítico del ejercicio del poder produjo la

extensión de otras fórmulas democratizadoras alternativas como el

republicanismo, que progresivamente fue conquistando los cafés para atraer

a una burguesía progresista cada vez más ajena al sistema estatal

establecido. Del mismo modo, las masas obreras vivieron un

fortalecimiento de su identidad mediante la progresiva identificación con

las diversas ideologías proletarias exportadas de Europa y la demostración

práctica de su viabilidad en la antigua Rusia de los zares desde 1917.

Esta creciente identidad obrera fue configurando la hegemonía de

dos organizaciones, la socialista Unión General de Trabajadores (UGT) y la

anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que en marzo de

1917 acordaron convocar una huelga general indefinida como antesala de

una revolución en un momento en que las juntas de defensa, el malestar de

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35

los regionalismos periféricos simbolizado en los parlamentarios catalanes y

la proliferación de los comités republicanos apuntaban en la línea de una

revisión del sistema político. La falta de coordinación entre los diferentes

grupos que constituían la oposición al régimen restauracionista produjo una

estéril revuelta, que a la postre desinfló las expectativas democratizadoras

de inmediata consecución y creó una desconfianza entre estas mismas

fuerzas para futuras citas.

Por su parte, los partidos dinásticos recurrieron a inestables

gobiernos de concentración en un intento desesperado de salvar al régimen

caduco de la monarquía de Alfonso XIII, que en el plano militar se

empeñaba en mantener unas tropas en Marruecos como política de

prestigio en una dilatada y agotadora guerra colonial que sangraba la

descendencia de las familias más desfavorecidas y las arcas del Estado. La

pérdida de más de 10.000 hombres en el desastre de Annual de julio de

1921 situó al sistema político al borde del colapso.3

La exigencia parlamentaria de pedir responsabilidades a un Ejército

corrupto, hipertrofiado e incapaz fue más de lo que el estamento militar

estaba dispuesto a aceptar. El 13 de septiembre de 1923 Miguel Primo de

Rivera, capitán general de Cataluña, se pronunció en Barcelona, obteniendo

rápidamente el apoyo de las principales agrupaciones empresariales

españolas y catalanas. La pasividad, cuando no la simpatía de una parte

significativa de la opinión pública y la rápida aceptación de los hechos

consumados por parte del resto del Ejército y del mismo rey garantizaron el

éxito del golpe. De esta manera, el estamento armado ponía fin a cincuenta

3 Cfr. S. G. Payne, Los militares y la política en la España contemporánea,

París, Ruedo Ibérico, 1968.

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36

años de monarquía constitucional, sustituida por una “dictadura militar de

real orden”. Inmediatamente, Primo de Rivera arrebató el poder central a la

oligarquía y el local a los caciques mediante el nombramiento de militares

que ocuparon los gobiernos civiles, los ayuntamientos y las diputaciones,

dando al movimiento un cierto aspecto regeneracionista, en el que el poder

ejecutivo, el legislativo y hasta el judicial fueron ejercidos directamente por

las fuerzas armadas.

El Directorio Militar que se constituyó se enfrentó a los dos

problemas que más gobiernos habían hecho caer durante los años

precedentes: Marruecos y Cataluña. Con una acción conjunta franco-

española en Alhucemas en 1925 se ofreció la posibilidad de dar al Ejército

días de gloria después de tantos desastres. Por otro lado, las iniciales

promesas descentralizadoras siguieron la suerte general de la nueva

organización administrativa, ante el desconcierto de las fuerzas catalanistas

que habían aplaudido el golpe. Tras estos ajustes, llegó el momento de

dejar paso a los civiles en un intento de dar continuidad al nuevo régimen.

Las grandes cuestiones seguirían en manos militares, pero el nuevo

intervencionismo estatal sería asumido por los civiles integrados en el

único partido permitido, la Unión Patriótica, creado a imitación de lo

realizado en la Italia fascista en la esperanza de lograr el necesario apoyo

social al régimen. Este proceso corporativo finalmente intentó sumar las

fuerzas productivas a la estructura del Estado otorgando poco menos que el

monopolio de la representación obrera a la organización sindical socialista

UGT. Pero hacia 1927, este intento de perdurabilidad del régimen encontró

en su camino la oposición de patronos, estudiantes e intelectuales.

Esta atmósfera de insatisfacción, encendió las alarmas de una

monarquía que comenzaba a sentir que la Corona corría riesgo si seguía

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37

asociada a la figura del dictador. En enero de 1930, el general Primo de

Rivera, desasistido por el rey y sus generales, y aislado de la sociedad,

presentó su dimisión. La consecuencia evidente fue que la Monarquía había

agotado la vía constitucional, pero también la dictatorial, dejando sin

respuesta los anhelos del desarrollo democrático del régimen de la

Restauración y dejando sin solución los problemas planteados en 1917 por

obreros, republicanos, reformistas, catalanistas e intelectuales. La apuesta

golpista del rey, por otro lado, había colaborado en la destrucción de los

partidos dinásticos, conservador y liberal, que lo habían apoyado durante

cincuenta años. Así, cuando la Monarquía quiso recuperar la legitimidad

constitucional, no encontró a ningún partido suficientemente robusto para

conducir el proceso, en un tiempo en el que el desarrollo urbanizador había

bloqueado sensiblemente la posibilidad de falsear las elecciones mediante

el secular sistema caciquil.

La Monarquía había llegado a representar en el pensamiento

colectivo de una buena parte de españoles lo viejo y lo caduco, un corsé

que no dejaba crecer a la sociedad. La dictadura generalizó en España lo

que los grupos periféricos al sistema de la Restauración habían predicado

desde el siglo anterior, que Monarquía era igual a despotismo. El fracaso

integrador de la dictadura de Primo de Rivera produjo un último intento de

supervivencia de la monarquía de Alfonso XIII, acudiendo a la práctica de

unos ciertos comportamientos democráticos que no le había importado

despreciar en 1923, medida insuficiente para atraerse al frente

antimonárquico que desde agosto de 1930 en San Sebastián había fijado la

fecha de caducidad del régimen.

Este progresivo despertar político de la sociedad corrió en favor del

republicanismo, que de manera casi espontánea produjo una proliferación

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38

de partidos capaces de una gran movilización, que dejaron sin margen de

maniobra al rey y a la vieja clase política. Enseguida, las elecciones

municipales de abril de 1931 se plantearon como un plebiscito sobre la

continuidad de la Monarquía, y éstas dictaron su veredicto. Los resultados

electorales revelaron la ausencia de apoyo social y militar a una decrépita

monarquía que desde hacía lustros luchaba por sobrevivir. El cambio de

régimen pareció entonces como el natural recurso para dar solución a las

contradicciones que había engendrado la Restauración e impedían la

modernización de las estructuras socioeconómicas del país.4

El fin del régimen monárquico no puede pues ser atribuido sólo a un

resultado electoral adverso. Este resultado hubiera sido imposible de no

producirse en el curso de un largo proceso de descomposición del sistema

de la Restauración. Supuso el acto final de un drama más largo, que más

que el fin de un régimen, se identifica con el agotamiento de todo un

sistema social.5 Se iniciaba así una fiesta popular revolucionaria que dio su

sello inicial a un republicanismo difuso, nada estructurado, pero

incontenible.

4 Cfr. S. Roldán y J. L. García Delgado, La formación de la sociedad capitalista

en España, 1914-1920, Madrid, C. E. C. A., 1973; M. Tuñón de Lara, El movimiento

obrero en la historia de España, Madrid, 1972, 3 vols; G. Cardona, El poder militar en

la España contemporánea, Madrid, Siglo XXI, 1983. 5 J. Aróstegui, “La República: esperanza y decepciones” en La Guerra Civil, I,

Historia 16, Madrid, 1986, pp. 8-57.

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2. Francia en los años 30

Los años 30 vieron la llegada de la crisis económica y los regímenes

fascistas en Europa, de igual modo que el triunfo de los frentes populares

en España y en Francia, que supusieron la llegada al poder de coaliciones

de centro-izquierda e introdujeron cambios profundos en el conjunto de la

sociedad. La aparición de estos frentes constituyó una de las más firmes

respuestas a esta situación de crisis social e institucional en el continente.

Ningún país como Francia6 había pagado tan caro el ansia

expansionista alemán durante la Gran Guerra. El tratado de Versalles que

puso fin a la contienda constituyó la herramienta con la que los franceses

creyeron conjurar el riesgo de repetir este duro trance. Con él, sus

dirigentes pretendieron tomarse la revancha y mantener a Alemania

sometida a la condición de potencia de orden menor.7 Pero estadounidenses

y británicos no lo entendieron así. Alemania, que mantenía casi intacto su

potencial industrial, representaba un mercado privilegiado para sus

productos, circunstancia que entraba en conflicto con la idea de

desmembración económica alemana que proponían los franceses. Más

6 Cfr. A. Adamthwaite, France and the Coming of de Second World War,

Londres, Frank Cass, 1977; de S. Berstein, La France des années 30, París, Armand

Colin, 1988; J. Chastenet, Le Déclin de la Troisième, 1931-1938, París, Hachette, 1984 ;

J. Kergoat, La France du Front Populaire, París, La Decouverte, 1986; J. Lacouture,

Léon Blum, París, Seuil, 1977; H. Noguères, La vie quotidienne en France au temps du

Front Populaire 1935-1938, París, Hachette, 1977 ; R. Soucy, French Fascism: The

Second Wave, 1933-1939, New Haven, Yale University Press, 1995; R. Young, In

Command of France. French Foreign Policy and Military Planning, 1933-1940,

Harvard, University Press, 1978. 7 J. Doise y M. Vaïsse, Politique étrangère de la France. Diplomatie et outil

militaire, 1871-1991, París, Seuil, 1992, p. 339.

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tarde, la oferta francesa (reduciendo sus pretensiones de 1919), consistente

en ligar la condonación de los colosales préstamos que el Estado galo tuvo

que contraer con los bancos occidentales para acometer la tarea de la

reconstrucción a las reparaciones de guerra que los alemanes aceptaron en

Versalles, encontró poca comprensión entre sus tradicionales aliados

democráticos. Este desacuerdo entre estadounidenses, británicos y

franceses produjo en tiempos del gobierno presidido por Raymond

Poincaré (1860-1934) la ocupación francesa de la cuenca del Rhur (1923),

el corazón industrial de Alemania, como medida de presión para cobrar lo

pactado en Versalles.

En junio de 1930, Francia aceptó evacuar Renania a cambio de las

garantías de reparación que le ofreció el Plan Young, aprobado en la

Conferencia de La Haya de agosto de 1929.8 Pocas voces se escucharon

contra esta evacuación, a excepción de las que se elevaron en las filas del

nacionalismo galo. Hecha la evacuación, la inexorable realidad llenó de

incertidumbres la seguridad de las fronteras francesas. Cómo resistir a una

eventual agresión alemana, con un ejército lastrado por múltiples carencias,

cuya infantería era obsoleta y mal equipada, la aviación era testimonial y

8 Nuevo plan en reemplazo del anterior Plan Dawes (1924) que fijaba elevados

pagos anuales en calidad de reparaciones de guerra. Alemania se comprometía por el

nuevo plan a entregar cantidades anuales a través de un recién creado Banco

Internacional de Pagos, con sede en Basilea. Los pagos continuarían hasta 1988 y serían

incrementados gradualmente durante los primeros 36 años. Se fijaba una anualidad

incondicional, que Alemania no podía eludir pagar, de 660 millones de marcos y su

pago quedaba asegurado mediante una hipoteca sobre los ferrocarriles alemanes

estatales. El plan fue aceptado por Alemania en agosto de 1929 y la compensación fue

la evacuación anticipada, antes de junio de 1930, de las tropas aliadas asentadas en

Renania. El estallido de la crisis económica convirtió en papel mojado este plan.

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concebida como arma de observación y los presupuestos militares sólo

alcanzaban para reponer lo existente sin el más mínimo interés por la

renovación y la modernización. Esta política militar, que tan sólo podía

aspirar a desarrollar una estrategia defensiva en caso de conflicto,

condenaba a los dirigentes galos a confiar en la panacea salvadora de la

línea Maginot, que por entonces sólo existía sobre el papel.

Otro foco de tensión, no menos importante, entre los aliados de la

última guerra lo constituía la consolidación de los soviets en la antigua

Rusia y su capacidad de interferir en la vida interna de los países

democráticos a través de la acción política de los partidos comunistas

nacionales. La llegada al poder en Italia del fascismo y en Alemania del

nazismo había supuesto para la izquierda europea una dura lección, sufrida

en carne propia. Iósif Stalin (1878-1953), temeroso del triunfo nazi, se vio

en la necesidad de redireccionar su política internacional hacia un

acercamiento a las potencias democracias, hasta el punto de proponer ya

desde 1934, la constitución de frentes de acción conjunta de las izquierdas,

incluidos los partidos burgueses, contra la amenaza fascista. La

oficialización de la nueva estrategia soviética se produjo finalmente en el

VII Congreso de la Internacional Comunista durante julio-agosto de 1935,

pero la desconfianza de las potencias democráticas nunca se atenuó.

El camino hacia la crisis

El estudio socioeconómico de la Francia de los años 30 nos revela la

realidad de un país que se resistía tenazmente a la evolución hacia el

desarrollo técnico a imitación de otras potencias europeas avanzadas del

momento. Con 41,6 millones de habitantes, 2,7 de extranjeros y un 51,2%

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de población urbana, la Francia de 1931 arrojaba cifras de un país que no

estaba preparado para la crisis que se avecinaba. Su sector primario

ocupaba a un 36% de la población activa, dónde los pequeños propietarios

anclados en el arcaísmo de métodos y técnicas de producción eran mayoría,

excepto en la región del norte. Otro 31% de sus trabajadores se dedicaban a

un sector secundario en el que más de un 50% de su tejido industrial lo

constituían pequeñas y medianas empresas. Finalmente, el tercio restante

trabajaba en el sector servicios. En ese mismo año el paro no afectaba a

más de 50.000 trabajadores, en tanto que el presupuesto era excedentario,

las reservas del Banco de Francia aumentaban en progresión constante, la

balanza comercial era ligeramente deficitaria y su balanza de pagos gozaba

de superávit.

Cuando estalló el crack bursátil de Wall Street en 1929, sus efectos

en Francia se hicieron esperar algún tiempo debido a la anarquía de sus

estructuras industriales y a la débil inserción de Francia en los mercados

mundiales. Esta coyuntura se prolongó hasta que la devaluación de la libra

esterlina el 21 de septiembre de 1931 hundió los precios de los productos

agrícolas y de las manufacturas. A pesar de los evidentes síntomas que

presentaba el enfermo, parte de la prensa persistió en una visión patriotera

de la realidad, afirmando que tan sólo Francia y EE.UU. sostenían la

economía mundial desde entonces. A finales de año, los indicadores

económicos comenzaron a ser más inquietantes. Bancarrotas y

liquidaciones judiciales progresaron de manera galopante, azotando

especialmente a las clases medias. Por fin, a principios de 1932 el ministro

de Finanzas admitió que un ajuste monetario se hacía necesario. Las recetas

de la época, que obligatoriamente pasaban por la consecución del equilibrio

presupuestario, se centraron en medidas deflacionistas que sometieron a las

clases más vulnerables a una situación todavía más angustiosa. Así, los

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ingresos de los agricultores franceses se redujeron a la mitad en el

quinquenio 1930-1935 y el número de parados se disparó hasta el medio

millón durante el mismo período. Ello se tradujo en un empobrecimiento

del mundo agrícola, la ruina de una parte importante de las clases medias y

en una evidente pérdida de la capacidad de compra de funcionarios y

empleados.

Las fuerzas políticas en juego

La Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO), el partido

socialista francés, había decidido por dos tercios en el Congreso de Tours

de diciembre de 1920 incorporarse a la III Internacional fundada el año

anterior. Hasta entonces no había existido una corriente comunista en el

seno del partido. Dos acontecimientos contribuyeron a la radicalización del

ala izquierda del partido hacia estas posiciones ideológicas: la pérdida de

escaños, que no de votos, cosechada en las elecciones legislativas del año

anterior y la frustración producida por el fracaso de la huelga general

lanzada en mayo de 1920, que concedió protagonismo a unas bases que

terminaron por empujar a parte de sus jefes hacia la izquierda.

La escisión en ciernes que se adivinaba no afectó por igual a las

bases y a la dirección. Abierto el debate, una gran mayoría de sus afiliados

se inclinaron por el ingreso en las filas de la Internacional, mientras que

una mayoría de los cuadros permanecieron fieles a la idea de independencia

del partido. En todo caso, es indudable que esta circunstancia abrió una

significativa fractura entre los dirigentes socialistas franceses. Por un lado,

en contra del ingreso en la Internacional, se pronunció Léon Blum, que

denunció el modelo centralizado soviético como el causante de la

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44

transformación de la “dictadura del proletariado” en un sistema de gobierno

en manos de unos pocos, convertido en gobierno estable y no en tránsito

hacia la construcción de una nueva sociedad. En abierto contraste, se

situaron figuras como Marcel Cachin (1869-1958) o Louis-Oscar Frossard

(1889-1946), que consideraban que la aceptación de las 21 condiciones que

la Internacional imponía a los partidos nacionales, era la senda más breve

para convertir a la SFIO en un partido revolucionario.

Cuando la escisión fue un hecho, el nuevo partido comunista francés

(PCF) intentó conservar un margen de autonomía frente a la estricta

obediencia a Moscú, pero este anhelo, pronto se reveló imposible. León

Trotski (Lev Davídovich Bronstein, 1879-1940) apartó de sus

responsabilidades dirigentes a las direcciones nacionales más celosas de su

independencia en tan sólo dos años. En el caso francés, Frossard fue

obligado a dimitir de la secretaría general del partido en 1923 y el camino

hacia la bolchevización del PCF se completó con la condena pública del

partido frente a la ocupación francesa del Rhur y su oposición a la guerra

del Rif en Marruecos. Los pobres resultados conseguidos por lo comunistas

en las elecciones de 1924 (8% y 25 escaños) demostraron la débil

implantación del partido a nivel nacional y la escasa aprobación de su

radicalismo por parte de las masas proletarias, si bien es cierto que

consolidaron sus posiciones en la periferia parisina y ciertas zonas rurales.

Posteriormente, la imposición desde Moscú de la táctica de “clase contra

clase”9 decidida en el VI Congreso de la Internacional en julio-agosto de

1928, que defendía que el mayor enemigo del comunismo era la

socialdemocracia, sentenció el desastre electoral en las elecciones de 1928

(6,7% y 10 escaños). Así, el partido perdió más de la mitad de sus afiliados

9 Esta táctica de “clase contra clase” hizo fortuna en una célebre frase del

momento: “el árbol fascista no debe esconder el bosque socialdemócrata”.

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45

durante el periodo 1925-1933, hecho que lo redujo irremediablemente a la

categoría de formación política marginal.

Por contra, la SFIO fue restableciéndose de la sangría sufrida por la

escisión de 1920 sobre el proyecto de un partido basado en un sistema

pluralista de tendencias. Su diversidad interna era amplia, desde una

derecha reformista defensora de participar en las labores de gobierno en

coalición con los partidos burgueses defendida por Joseph Paul-Boncour

(1873-1972) o Pierre Ranaudel, pasando por un centro que gravitaba sobre

las figuras de León Blum y Paul Faure (1878-1960), hasta una extrema

izquierda revolucionaria representada por las figuras de Jean Zyromski

(1890-1975) o Marcel Pivert. Pero fue finalmente Blum la figura que fue

explicitando, en una paciente labor pedagógica dirigida a sus bases, la

diferencia entre el “ejercicio del poder” y la “conquista del poder”. El

primero pasaba por reducir la aplicación maximalista del programa

socialista, apostando por una vía reformista dentro del juego democrático,

aceptando acuerdos de coalición con otras fuerzas. El segundo tan sólo se

conseguiría cuando un apoyo masivo del electorado catapultara al poder al

partido, en el hipotético caso de obtener una mayoría parlamentaria. El

rechazo socialista a formar parte de los gobiernos de mayoría radical en

1924 y 1932 supuso un nuevo foco de tensión en el seno del partido que se

saldó con una nueva escisión en 1933 de los llamados “neosocialistas”.

Éstos, que habían defendido la participación en minoría en las labores de

gobierno, terminaron creando una nueva formación, el Partido Socialista de

Francia.

El Partido Radical francés de los años 30 era un partido reformista,

celoso de la defensa nacional y la legalidad democrática y representante de

las clases medias de tradición liberal progresista. Los fracasos de las dos

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tentativas de coalición con los socialistas en 1924-1926 y 1932-1934

habían provocado rencores irreconciliables entre ambas formaciones. Los

socialistas acusaban a los radicales de haber roto estas mayorías en pro de

alinearse con la derecha. Por su parte, los radicales enraizaban sus recelos

hacia los socialistas en el débil apoyo parlamentario recibido, sin aceptar

formar parte del Ejecutivo, origen del fracaso de estas mayorías. Sin

embargo, el trasfondo de estos desacuerdos no era otro que las diferentes

maneras de aplicar la política económica y social que debía ofrecerse al

país.

El resultado del fracaso del primer ensayo del cártel de izquierdas en

el bienio 1924-1926 fue el reagrupamiento de los radicales en un ejecutivo

de “unión nacional” con la derecha, decisión que provocó una grave crisis

en el seno del partido. Los principales responsables descartaron la idea de

volver a gobernar con los socialistas y se concentraron en ocupar el espacio

del centro político. Pero los más jóvenes, los Jeunes Turcs, acometieron el

camino de la modernización de la doctrina radical, estancada desde la Gran

Guerra. El segundo intento de experiencia centrista, con Édouard Herriot

(1872-1957) como presidente del partido, volvió a fracasar, en esta ocasión

arrastrado por la asonada antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934.

Aunque entonces, la crisis política no sólo alcanzó a los radicales, sino a la

totalidad de las opciones políticas, y con ellas a la concepción del Estado

de la III República.10

10 S. Berstein, op. cit. (1988), pp. 58-61.

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Los intelectuales toman partido

Los intelectuales franceses, al igual que en el resto del mundo

occidental, no permanecieron ajenos a la realidad política que les rodeaba.

No en vano, podemos afirmar que fueron ellos, en gran medida, los

precursores de las alianzas políticas que posteriormente terminaron por

cuajar entre las fuerzas de centro-izquierda. En agosto 1932 se celebró en

Ámsterdam un congreso mundial de intelectuales contra la guerra

imperialista, al que asistieron figuras de la talla de Henri Barbusse (1873-

1935) o Romand Rolland (1866-1944). En junio del año siguiente, este

último organizó en la sala Pleyel de París un congreso antifascista europeo.

El resultado de que ambos congresos buscaran objetivos similares, fue la

creación del Comité Ámsterdam-Pleyel contra la guerra y el fascismo.

Unos meses antes, en marzo de 1933, se constituyó la Asociación de

Escritores y Artistas Revolucionarios para luchar contra el fascismo, entre

cuyos miembros se encontraban creadores como Louis Aragon (1897-

1982), André Breton (1896-1966), Paul Nizan (1905-1940) o André

Malrraux (1901-1976), y cuyo órgano de expresión desde entonces fue la

revista Comuna.

Inicialmente, los políticos no prestaron excesiva atención a este tipo

de iniciativas, pero los acontecimientos del 6 de febrero de 1934 mostraron

la urgencia de iniciativas de semejante corte. Así surgió, en marzo de

mismo ese año, el Comité de Vigilancia de Intelectuales Antifascistas,

integrado por figuras estrechamente relacionadas con el socialismo y el

comunismo. El 8 de noviembre de 1935 apareció la revista Vendredí, que

integró a intelectuales próximos al radicalismo, socialismo y comunismo.

En sus páginas podían leerse artículos firmados por Louis Aragon, André

Gide (1869-1951), Emmanuel Mounier (1905-1950) o Paul Rivet (1876-

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1958), autores que no ocultaban servir de contrapeso a la agresiva prensa

de derecha. Comenzada la guerra de España, la publicación se pronunció a

favor de la No Intervención, aunque tan sólo un año más tarde, y tras la

toma de Málaga por parte de las fuerzas franquistas, reconoció su

ingenuidad por confiar en las buenas intenciones del Comité de Londres.

Desde la derecha, aparecieron un número importante de

publicaciones. Charles Maurras (1868-1952), Robert Brasillach (1909-

1945) o Pierre Drieu de la Rochelle (1893-1945)11 mostraron su odio

visceral contra el “judío” Blum desde las páginas de l´Action Française,12 o

los semanarios Gringoire13 o Je suis partout.14 Estas publicaciones lanzaron

violentas campañas de desprestigio contra políticos de la izquierda, como la

11 Charles Maurras sería condenado a cadena perpetua en 1945 por

colaboracionista. Robert Brasillach también sería condenado y fusilado en febrero de

1945 por la misma acusación. Pierre Drieu de la Rochelle, afiliado del Partido Popular

de Jacques Doriot, se suicidó en marzo de 1945 tras la liberación de Francia. 12 N. Lillo, “Le Front Populaire Espagnol au regard de la presse française

(février-jullet 1936)”, en M.-C. Chaput (ed.), Fronts Populaires: Espagne, France,

Chili, Nanterre, Centre de Recherches Ibériques et Ibéro-Américaines (CRIIA), 2008,

pp. 267-278. Diario de la tarde, órgano del nacionalismo integral, dirigido por Charles

Maurras, con una media de 72.000 ejemplares diarios en 1936. 13 Ibídem. Semanario dirigido por Philippe Henriot (1889-1944) (futuro ministro

de Información del gobierno de Vichy entre 1940 y 1944 y ejecutado este año en París

por un comando del Comité de Acción Militar dependiente de la Resistencia francesa.)

y Henri Béraud (1885-1958), que contaba con una tirada de 65.000 ejemplares en enero

de 1936 y representaba la opinión más reaccionaria de la escena periodística francesa. 14 Comenzó a publicarse en noviembre de 1930. Pierre Gaxotte (1895-1982) fue

su responsable en la época que nos ocupa. La publicación fue deslizándose desde

posiciones conservadoras hasta actitudes cercanas al fascismo durante los años 30. Con

la ocupación alemana de Francia en 1940 se convirtió en uno de los periódicos

colaboracionistas más influyentes.

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desatada contra Roger Salengro (1890-1936), ministro de Interior del

primer gobierno Blum.15 Sus campañas de denuncia sobre las supuestas

ingerencias de Moscú en la política gala a través del PCF fueron continuas

y, evidentemente, en el caso de la guerra de España, exigieron estricta

neutralidad al gabinete Blum.

La crisis del Estado

Los años 30 constituyeron para Francia el escenario de una crisis

generalizada que puso en cuestión incluso su sistema político institucional.

Herido de una extrema fragilidad, cuyas raíces debemos buscar en la

contestación intelectual, el antiparlamentarismo de las ligas de extrema

derecha y la ausencia de mayorías parlamentarias sólidas, el sistema se

mostraba atenazado por una impotencia gubernamental sin precedentes.

Tras la sonada antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934, esta crisis

política llegó a su paroxismo y se hizo necesaria una reforma urgente del

Estado. Aunque ésta no se acometió, el triunfo del cártel de izquierdas en

las elecciones de abril-mayo de 1936 devolvió al menos el clásico juego

político de dos bloques, y este espejismo trasladó la reforma para la década

siguiente cuando la penosa experiencia de la Segunda Guerra Mundial la

hizo inevitable.

15 Roger Salengro fue ministro del Interior en el primer gabinete del Front

Populaire. Gringoire lanzó una calumniosa campaña contra él, cuya base era la

acusación de deserción en 1915 durante la Gran Guerra. A pesar de que una

investigación de la propia Asamblea demostró la falsedad de las imputaciones, el

resultado llegó demasiado tarde para Salengro, que se suicidó en Lille el 18 de

noviembre de 1936.

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Aunque la configuración de fuerzas se modificó, el régimen político,

falto de una reforma profunda, permaneció en similares circunstancias.

Ante esta situación de parálisis, las herramientas utilizadas fueron el poder

creciente en el ámbito legislativo de las comisiones parlamentarias y el

recurso a los decretos-leyes. El rol maquillador de las primeras no evitó la

permanente inestabilidad ministerial, especialmente en Negocios

Extranjeros y en Finanzas. De hecho, los presidentes de estas comisiones

detentaron una autoridad casi excepcional en los asuntos del Estado, como

fueron el caso de los radicales Louis Malvy (1875-1949) en la comisión de

Finanzas de la Asamblea o de Joseph Caillaux (1863-1944) en la misma

comisión dentro del Senado. Por su parte, los decretos-leyes se convirtieron

en el único recurso al que acudió el Ejecutivo para luchar contra la lentitud

de la parálisis parlamentaria.

Francia se aísla

Las elecciones de mayo de 1932 desalojaron del Ejecutivo a la

derecha, en el poder desde 1926. El recuento de los escrutinios dio una

victoria neta a la coalición radical de izquierdas (157 escaños para los

radicales-socialistas y 129 para los socialistas, contra los 259 de las fuerzas

de derecha). Albert Lebrun (1871-1950), el recién elegido presidente de la

República, encomendó la tarea de formar gobierno a un Édouard Herriot

que se resistía a incluir en el nuevo gabinete a los socialistas de Léon Blum.

La propuesta socialista de reducción del presupuesto militar y el fracaso del

cartel de izquierdas ensayado durante el bienio 1924-1926 se encontraban

en el fondo de estas reticencias.

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El balance del gobierno Herriot fue el fracaso en materia económica

e internacional. Un mes después de alcanzar el poder, Herriot asistió a la

Conferencia de Lausana de junio de 1932. Allí, el presidente galo ofreció a

sus aliados una reconsideración de las reparaciones de guerra a las que

Alemania tenía que hacer frente, siempre que los EE.UU. condonaran o al

menos redujeran sensiblemente el montante de las deudas de guerra

francesas. Los americanos nunca aceptaron esta base de negociación, pero

sus aliados británicos propusieron a los franceses un “acuerdo de

confianza”16 para solucionar el litigio en el futuro a cambio de flexibilizar

la posición gala en el asunto de las reparaciones de guerra alemanas. El

final consentimiento francés a este “pacto de caballeros” sin una

contrapartida real, demostró la debilidad de las posiciones galas en la

conferencia y la soledad internacional en la que progresivamente se iba

hundiendo la diplomacia del Quai d´Orsay.

Ese mismo verano, la Conferencia de Ginebra para el Desarme

volvió a registrar otro fracaso. En esta ocasión, las posiciones francesas de

mantener su franja de seguridad en el este se revelaron irreconciliables con

las aspiraciones alemanas de adquirir igualdad de derechos con otras

potencias en materia armamentística (Gleichberechtigung). La falta de

acuerdo final desencadenó el abandono germano de la conferencia el 14 de

septiembre. Sin embargo, a finales de año, el 11 de diciembre, se celebró

una nueva ronda de conversaciones, en este caso a cinco, entre Francia,

Gran Bretaña, EE.UU., Alemania e Italia, en la que se consiguió un

principio de acuerdo de igualdad de derechos en el marco de un

compromiso de seguridad colectiva. No obstante, esta nueva rebaja de las

pretensiones francesas, que buscaba concitar un acuerdo in extremis en una

16 O. Dart. Les années 30, La France contemporaine, sous la direction de Jean-

François Sirinelli, París, Librairie Générale Française, 1999, p. 36.

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atmósfera internacional cada vez más adversa a los anhelos galos, fue

rechazada por la Asamblea Nacional tres días más tarde. Esta retirada de

confianza en la política internacional del presidente del Consejo no sólo

liquidó su gabinete, sino que aisló aún más a Francia en el marco

internacional. No en vano, en tan sólo seis meses, Herriot había dilapidado

el capital negociador que suponían las dos garantías esenciales que

Versalles había asegurado a Francia (léase, reparaciones de guerra y

estrictas cláusulas militares) a cambio de vagas compensaciones verbales.

Se explica desde esta perspectiva, que autores como Duroselle, Doise y

Vaïse sitúen en esta fecha el inicio del declive de Francia como potencia

internacional, más aún, cuando la llegada al poder de Adolf Hitler (1889-

1945), apenas un mes más tarde el 30 de enero de 1933, marcó el inicio del

rearme masivo alemán, mientras Francia excluía esta posibilidad por

razones de consumo político interno.17

Reaparición de las ligas

Esta atmósfera de frustración nacional no tardó en alimentar la

reaparición de las ligas de extrema derecha, que ofrecían como recambio

político una reacción autoritaria y nacionalista para combatir la supuesta

17 J. Doise, M. Vaïsse, op. cit., (1992), p. 364 ; J.-B. Duroselle, La politique

étrangère de la France. La Décadance, 1932-1939, París, Imprimerie Nacional, 1979,

p. 271. También de Duroselle, Europa de 1815 a nuestros días: vida política y

relaciones internacionales, Barcelona, Labor, 1981, pp. 94-95; R. Miralles, Equilibrio,

Hegemonía, y Reparto. Las relaciones internacionales entre 1870 y 1945, Madrid,

Síntesis, 1996, p. 180.

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amenaza marxista y el estéril liberalismo parlamentario.18 Aunque no

añadían ningún ingrediente nuevo al escenario político francés, la vuelta al

poder de la izquierda favoreció su proliferación. Su objetivo tampoco era

novedoso: conducir en la calle una acción directa contra el poder o contra

el régimen vigente. Entre las más veteranas se encontraban L´Action

Française o los Jeunesses Patriots que procedían de la década anterior.

En la línea del nacionalismo tradicional surgieron las Croix de Feu,

creadas en 1927 por Maurice d´Hartoy (Maurice-Lucien Hanot, llamado

teniente d'Hartoy, 1892-1981), e integradas por excombatientes que

pretendían mantener el espíritu de trinchera en defensa de los valores

tradicionales franceses. Será en los años 30, cuando su nuevo líder, el

teniente-coronel François La Rocque (1885-1946), conocido como el

Mussolini francés, le provea de una organización paramilitar. En plena

crisis económica, este movimiento se dotó de principios sociales en defensa

de la economía nacional contra la competencia de mano de obra extranjera

y por la reducción de la fiscalidad; y su carácter ecléctico convertió a sus

activistas en los más numerosos y dinámicos de entre las ligas de extrema

derecha.

Dentro de una inspiración más fascista, el Francisme fue fundado en

1933 por Marcel Bucard (1895-1946) con el apoyo financiero del industrial

de la perfumería François Coty (1874-1934), antiguo dirigente de las

Legiones del Fascio de la Valois. Su programa político se marcaba tomar el

poder, eliminar el parlamentarismo e incorporar el corporativismo a la

escena francesa. El número de sus efectivos nunca fue preocupante. Por su

parte, Solidaridad Francesa fue financiada y fundada en 1933 por el ínclito

18 R. Soucy, op. cit. (1995). Este asunto también es tratado por R. Rémond en

Les Droits en France, París, Aubier, 1982.

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Coty, y dirigida por el comandante de infantería Jean Renaud. Se trataba de

otra formación paramilitar de vagos presupuesto políticos que contaba con

un órgano difusor de sus ideas en la publicación L´Ami du Peuple, pero

que nunca llegó a las cifras de simpatizantes de las que dispusieron las

Croix de Feu.

En conjunto, la mayoría de los historiadores franceses que han

estudiado la cuestión de la existencia de un verdadero fascismo en Francia,

coinciden en señalar que aunque existieron en los años 30 capas de

población favorables a la formación de un régimen autoritario lejos del

parlamentarismo, los movimientos que acaudillaron la capacidad de

movilizar a estas masas fueron más deudores de un nacionalismo

tradicional, que del movimiento fascista, que nunca superó una audiencia

muy limitada.19

La asonada antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934

Un tornado político iba dar alas a estos grupúsculos: el escándalo

político-financiero Stavisky. En diciembre de 1933 saltó a las páginas de

los diarios el descubrimiento de una operación fraudulenta de bonos en la

entidad Crédit Municipal de Bayona dirigida por un judío ruso

nacionalizado francés llamado Alexandre Stavisky (1886-1934).

Inicialmente, la investigación sólo salpicó al alcalde de la localidad,

Dominique-Joseph Garat. Pero lo que concedió categoría de noticia

nacional al asunto fue que antes de su detención, Stavisky apareció muerto

el 7 de enero de 1934 en una villa próxima a Chamonix. Este rocambolesco

19 S. Berstein, op. cit. (1988), pp. 68-69.

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desenlace lanzó a la prensa a una febril labor de investigación que terminó

relacionando el affaire con las más altas instancias del Estado y, en especial

con el Partido Radical. Parece ser que Stavisky había sido sospechosamente

beneficiado en varios procesos judiciales en los se le implicaba, sin que el

procurador general Georges Pressard, cuñado del entonces presidente del

Consejo, el radical Camille Chautemps (1885-1963), hubiera movido un

dedo por evitarlo. Ante estos dudosos indicios, la prensa se apresuró a

interpretar el asesinato de Stavisky como un intento de asegurar su silencio

para ahogar el escándalo. Comenzó así una movilización antiparlamentaria

contra los “ladrones” en la que el protagonismo de ligas como l´Action

Française, los Jeunesses Patriots o la Solidaridad Francesa fue destacado.

Esta agitación extraparlamentaria se incrementó con la negativa de la

Asamblea a constituir una comisión investigadora sobre el asunto, que ni

siquiera la dimisión de Chautemps pudo frenar.

El 29 de enero de 1934, Édouard Daladier (1885-1956) fue

encargado de formar un nuevo gobierno de urgencia para hacer frente a la

crisis. Se trataba de un gobierno de radicales sin, una vez más,

participación socialista. Dos días antes, el movimiento de antiguos

combatientes convocó para el 4 de febrero una manifestación en la plaza de

la Concordia frente a la Asamblea Nacional. El prefecto de policía de París

Jean Chiappe (1878-1940), protector confeso de las ligas, intentó jugar un

papel de mediador para evitar la manifestación. El nuevo presidente del

Consejo, entendió que tras la aparente conciliación de Chiappe se escondía

una cierta complacencia con las ligas, y lo destituyó para así intentar

atraerse a los socialistas. Dos ministro radicales abandonaron el Gobierno

en protesta por esta maniobra de Daladier, y Chiappe se apresuró a

presentar a la prensa su carta de dimisión el día 3 de febrero al tiempo que

rechazaba públicamente el puesto de residente general de Maruecos que se

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le había ofrecido desde el Gabinete. La sombra de la sospecha comenzó a

planear sobre el Gobierno y periódicos como Le Temps se preguntaron en

sus portadas lo que la población comentaba en la calle: “¿qué noción de

justicia es ésa, que permite castigar recompensando? Todo el que ha faltado

debe ser castigado”.20

La respuesta popular se fijó para el 6 de febrero frente a la Asamblea,

justo cuando en su interior se pedía la confianza para el nuevo ejecutivo.

Las ligas aparecieron en primera línea clamando a voz en grito el slogan

que la prensa de derecha había popularizado en las semanas anteriores: “À

bas les voleurs” (“Abajo los ladrones”). La manifestación mostró su

hostilidad hacia un parlamentarismo acusado de impotente y corrupto, su

xenofobia antisemita y la decepción de los viejos combatientes que

percibían como los políticos dilapidaban la victoria de 1918. La protesta

degeneró en un intercambio de disparos. El balance del motín arrojó la cifra

de 17 muertos y más de 2.300 heridos, de los cuales, más de 1.700 fueron

agentes del orden, que desmotivados por la destitución de Chiappe,21

fueron en gran medida responsables del desenlace de los acontecimientos.

Daladier, señalado como responsable de dar la orden de disparar contra los

manifestantes, se vio obligado a abandonar el poder.

Por primera vez desde 1870, un gobierno que contaba con el apoyo

de la Cámara era derribado por la presión de la calle, hecho que certificaba

20 Le Temps, del 6 de febrero de 1934. N. Lillo, “Le Front Populaire…”, pp.

267-278. Le Temps constituía un reputado diario por sus serias informaciones y el valor

de sus comentaristas que lanzaba entre 50 y 80.000 ejemplares. Fue considerado el

órgano oficioso del Quai d´Orsay. 21 Desde entonces, para la prensa de izquierda francesa Jean Chiappe fue el

Préfet de Coup d´État.

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la fragilidad del régimen político francés. Los acontecimientos del 6 de

febrero marcaron profundamente a sus contemporáneos. La izquierda vio

en los hechos un complot antiparlamentario de inspiración derechista para

alcanzar el poder eludiendo los mecanismos democráticos republicanos. En

cualquier caso, el descrédito de la República parlamentaria quedó en

evidencia y el intento de la calle para suplantar a los bloques políticos

volvió a abrir el debate sobre la necesaria reforma del Estado.22 De resultas

de los acontecimientos del 6 de febrero las ligas vieron progresar su

audiencia, y aunque esta fecha no está en el origen de la constitución del

Front Populaire,23 sí es perceptible que la izquierda comenzó a desarrollar

una nueva dinámica combativa, especialmente a partir del verano de 1934,

destinada a salvaguardar los valores esenciales del republicanismo.24

Hacia la acción común de las izquierdas

Cuando Stalin decidió poner al frente de la Internacional al búlgaro

Georgi Dimitrov (1882-1949) en 1934, también planeaba un cambio de

dirección en la línea política de la organización que hiciera frente a los

nuevos retos y peligros que se cernían sobre Europa con la llegada al poder

22 S. Berstein, op. cit. (1988), pp. 103-105. Archivo del Ministerio de Asuntos

Exteriores, serie Renovado, legajo 842 “Información Nacional. Francia. 1934”,

expediente o carpeta 4, ex nunc AMAE, R-842-4. 1934. 23 Autores como D. A. L. Levy en “The French Popular Front, 1936-37” en P.

Preston y H. Graham, The Popular Front in Europe, Londres, The Macmillan Press,

1987, p. 60, se muestran partidarios de situar el origen del Front Populaire en los

acontecimientos del 6 de febrero de 1934. 24 O. Dart, op. cit. (1999), pp. 78-79.

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de Hitler.25 Este cambio estratégico pronto se hizo sentir también en

Francia. El 11 de junio de 1934 Maurice Thorez (1900-1964), secretario

general de los comunistas franceses, se encontraba en Moscú. Dimitrov, en

la línea de la nueva estrategia planeada por el Kremlin, le invitó a superar

los viejos esquemas dogmáticos, al tiempo que el órgano oficial soviético

Pravda publicaba un artículo titulado “Por la acción común inmediata”.

Dos semanas más tarde, El PCF celebró su conferencia nacional en la

ciudad de Ivry. Thorez no parecía muy seducido por la nueva política

diseñada por Stalin. Ante las evidentes vacilaciones de la dirección

comunista francesa, Thorez recibió en pleno congreso un telegrama de

Moscú invitándole a ser más explicito en su oferta a los socialistas. En la

clausura, Thorez lanzó su llamamiento a la SFIO y a su prolongación

sindical, la Conféderation Générale du Travail (CGT), para la conclusión

de la unión de acción para la defensa de la democracia. El 27 de julio se

firmó el pacto entre comunistas y socialistas.

El 10 de octubre de 1934, Thorez utilizó por primera vez en un

discurso en la sala Bullier de París la expresión “front populaire”. El 24 de

octubre, de nuevo, Thorez hizo un emplazamiento para la constitución de

un “frente popular por el pan y la libertad contra el fascismo y la guerra”,

que en esta ocasión hizo extensivo al partido radical. Por su parte, los

radicales recogieron el guante, y Daladier defendió en el congreso radical

25 G. Dimitrov, Escritos sobre el fascismo, Madrid, Akal, 1976, pp. 49-121. La

política de frentes populares como política común de los partidos de izquierda se

concretó en el VII Congreso de la Internacional Comunista, celebrado del 25 de julio al

21 de agosto de 1935, con el conocido informe de Georgi Dimitrov, “La ofensiva del

fascismo y las tareas de la Internacional en la lucha por la unidad de la clase obrera

contra el fascismo”.

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de Nantes unos días más tarde la necesidad de constituir un frente popular

contra la importación del fascismo a Francia.

El 13 de noviembre de 1934, de nuevo Thorez lanzó en la Cámara el

eslogan: “Por el pan, por la libertad, por la paz”. El síntoma de que esta

estrategia era bien acogida por los votantes de izquierda fue que en las

siguientes elecciones municipales del 5 y 12 de mayo de 1935 los

candidatos que habían defendido este mensaje, avanzaron en los sufragios.

Cuando el 15 de mayo de 1935, el presidente del consejo Pierre

Laval (1883-1945)26 rindió visita a Moscú, Stalin se apresuró a declararle

su aprobación a la política de defensa de Francia. Lo cual venía a significar

desembarazar a los comunistas franceses de su antimilitarismo, principal

escollo para llegar a acuerdos de gobierno con radicales y socialistas. La

oficialización de la nueva línea política soviética de frentes populares

contra el fascismo se produjo finalmente durante julio-agosto de 1935 en el

VII Congreso de la Internacional Comunista.

La SFIO recibió la oferta con recelo. La escisión de los años veinte

planeaba en las mentes de los que consideraban la oferta comunista como

un instrumento envenenado para separar a los jefes socialistas de sus bases

y luego captarlas. No obstante, el 15 de julio de 1935, el consejo nacional

de la SFIO aceptó un principio de acuerdo de acción conjunta contra el

fascismo y la guerra. Finalmente, el 27 de julio, socialistas y comunistas

firmaron un pacto de unidad de acción común, al que se unieron los

radicales en octubre. La sede de reunión de la nueva coalición se fijó en la

26 Fue juzgado por el régimen del general Charles de Gaulle, condenado a

muerte por traición y fusilado en Fresnes 1945.

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residencia de la Liga de Derechos del Hombre de Victor Basch (1863-

1944) en el 27 de la rue Dolent de París.

La crisis de la seguridad colectiva

Con la llegada de Louis Barthou (1862-1934) al Ministerio de

Negocios Extranjeros bajo el gobierno de unidad nacional presidido por

Gaston Doumergue (1863-1937), tras los acontecimientos de febrero de

1934, se produjo un efímero intento de renovación para dar un giro a la

política internacional de Francia. Barthou, que había sido el encargado de

presentar a la Asamblea Nacional las bases del tratado de Versalles en

1919, partió de dos principios fundamentales para lograr recuperar el

protagonismo internacional de Francia: Alemania era el enemigo declarado

y, ante esta amenaza, la seguridad se convertía en un imperativo.

Consecuente con este planteamiento, Francia necesitaba establecer alianzas

sólidas fuera de Ginebra según “la tradición de las alianzas de reverso de

los oportunistas”, si esta seguridad no podía ser garantizada por la Sociedad

de Naciones (SDN).27 El nuevo ministro de Negocios Extranjeros,

pragmático convencido, se resignó a esperar poco de Gran Bretaña, lo que

irremisiblemente le llevó a considerar mejores perspectivas de

entendimiento en la Italia de Benito Mussolini (1883-1945). Para completar

este giro diplomático, y siempre en aras de la seguridad frente a la amenaza

alemana, se esbozó un posible acercamiento con los soviéticos. La

incapacidad de Ginebra como foro de entendimiento, legitimaba a Barthou

para buscar acuerdos lejos de la SDN. Y así, rechazando la dependencia de

Gran Bretaña, consiguió sacar de su letargo a una diplomacia francesa, que

27 J.-M. Mayeur, La vie politique sous la Troisième République. 1870-1940,

París, Seuil, 1984, p. 339.

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se puso manos a la obra, ampliando sus objetivos iniciales, y comenzando

conversaciones con Polonia, Checoslovaquia, Rumanía y Yugoslavia, en el

empeño de constituir un “Locarno oriental”.28

Desgraciadamente para la timorata diplomacia gala, cuando más

necesidad tenía de un líder que la despabilara, Barthou encontró la muerte

en un atentado perpetrado contra el rey de Yugoslavia en Marsella. Según

Duroselle, el magnicidio puso fin a una efímera gran política que podría

haber protegido a Francia de la guerra y la agresión. Por contra, Doise y

Vaïse consideran que los planes de Barthou no fueron acompañados de los

necesarios créditos militares y de una decidida alianza con la URSS, cuya

consecución dividía en ese momento a la Cámara. Por otro lado, no

debemos obviar que los socialistas, con su importante presencia en la

Asamblea, siempre se habían mostrado partidarios acérrimos de la

seguridad colectiva, principio que entraba en frontal colisión con los planes

del político asesinado.29 En cualquier caso, tras este intento de retomar la

iniciativa en materia internacional, Francia se atascó indefinidamente en el

fangoso camino de la inacción, rehén impotente de la crisis económica que

sufría, con una convulsa situación interior y en un escenario de incierta

coyuntura internacional.

Al día siguiente del asesinato de Barthou, Pierre Laval le sucedió en

el Ministerio de Negocios Extranjeros, inaugurando una nueva política de

“presencia y de pequeños pasos” en palabras de Duroselle. Laval invirtió

los términos anteponiendo la colaboración con Italia al acercamiento con la

URSS, buscando el permanente objetivo de aislar a Alemania. El problema

que planteaba esta nueva apuesta francesa y revelaba su fragilidad, era que

28 Ibídem, p. 83. 29 J. Doise y M. Vaïsse, op. cit. (1992), p. 366.

Page 62: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

62

reducía las posibilidades de éxito a la única garantía de los cambiantes

deseos del Duce. El 7 de enero de 1935, con la mirada puesta en el Sarre, se

firmaron los acuerdos de Roma, en los que Francia, entre otras concesiones

cedía a Italia 114.000 km2 al sur de Libia, dejándole las manos libres en

Etiopía. Cinco días más tarde, el 13 de enero, el 90% de los electores del

Sarre votaban a favor de la reintegración en Alemania. Ésta aprovechaba la

falta de reacción gala para promulgar el restablecimiento del servicio

militar obligatorio y la ampliación de su ejército a 36 divisiones,

vulnerando de manera manifiesta el Tratado de Versalles. A las protestas

de Francia ante la SDN se añadieron las de Italia, pero no las de Gran

Bretaña, que aunque se sumó al pacto franco-italiano en abril de 1935 en la

Conferencia de Stressa, ya había decidido un acercamiento bilateral a la

Alemania de Hitler, con la que firmó el 18 de junio de 1935 un acuerdo

naval que legitimaba el rearme nazi en este ámbito.30

Los acontecimientos aceleraron el acercamiento francés a la URSS y

el 2 de mayo de 1935 se firmó el pacto franco-soviético, que en palabras de

Duroselle, suponía una obra maestra del galimatías en el que cualquier

especialista en derecho internacional podía encontrar veinte escapatorias

posibles. Si bien es cierto que los franceses habían tejido toda una red de

pactos antialemanes en Europa, éstos no eran verdaderamente efectivos,

como lo demuestra la firma del pacto naval anglo-alemán.31

La escalada de hechos consumados aumentó un tanto más con la

invasión italiana de Etiopía el 2 de octubre de 1935. Aunque en Ginebra,

30 R. Miralles, op. cit. (1996), p. 200. 31 J.-B. Duroselle, op. cit. (1981), p. 95; J. E. Dreifort, “The French Popular

Front and the Franco-Soviet Pact, 1936-1937: A Dilemma in Foreign Policy”, Journal

of Contemporary History, 11, 1976, pp. 217-236.

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63

franceses y británicos exigieron sanciones para Italia, el 7 de diciembre sus

responsables diplomáticos, Pierre Laval y Samuel Hoare (1880-1959),

alcanzaron un acuerdo para salvar los pactos de Stressa, por el que

aceptaban que Italia recibiera las dos terceras partes de Etiopía y ejerciera

un protectorado sobre el resto. La filtración a la prensa de este concierto

secreto indignó a la opinión pública de ambos lados del Canal, provocando

incluso la caída de Hoare, siendo sustituido por Anthony Eden (1897-1977)

al frente del Foreign Office. A pesar de la puesta en práctica de esta

diplomacia de doble medida, donde las sanciones ginebrinas contra Italia

fueron sospechosamente moderadas, Mussolini no tardó en ser consciente

de que el aliado que necesitaba para seguir practicando su política de

hechos consumados era la Alemania de Hitler.

Aprovechando los vientos favorables y esgrimiendo como excusa la

firma del pacto franco-soviético, el dictador alemán ordenó la

remilitarización de Renania el 7 de marzo de 1936. El Reich avanzaba un

paso más allá en su política revisionista, vulnerando los artículos 42 y 43

del tratado de Versalles que estipulaban que Alemania no podía estacionar

tropas y levantar fortificaciones en la orilla izquierda del Rhin ni sobre una

banda de 50 kilómetros de ancho en la orilla derecha. Locarno había

confirmado este extremo y Alemania había aceptado que una entrada de su

ejército en la zona sería considerada una agresión de igual magnitud que

atravesar la frontera francesa.

Ante tamaña provocación, sin embargo no se produjo ninguna

reacción gala. El Ejecutivo francés se plegó a las indicaciones de su Estado

Mayor, inseguro sobre su grado de preparación militar ante semejante casus

belli. De igual modo, la mayoría de la prensa se mostró de acuerdo con su

gobierno e, incluso, la extrema derecha de Maurras y su Action Française

Page 64: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

64

rechazaron la más mínima posibilidad de acudir a la violencia para

solucionar tal contingencia. Abandonada por Gran Bretaña, con una

opinión pública herida de pacifismo extremo y aquejada de una

sorprendente impreparación militar, la respuesta francesa se redujo a la

petición de sanciones económicas y militares contra Alemania en el seno de

la SDN, que ni siquiera los británicos apoyaron. Muy al contrario, estos

últimos invitaron a los alemanes a la apertura de negociaciones,

sancionando el reconocimiento de su golpe de fuerza.32

Las consecuencias inmediatas no se hicieron esperar. Entre los

aliados franceses del este de Europa cundió la comprensible desconfianza

en los pactos firmados, e Italia y Alemania se convencieron de que la

política de hechos consumados por la fuerza era el método a seguir para

legitimar su política expansionista. Duroselle no considera que la

preparación militar francesa en la primavera de 1936 fuera inferior a la

alemana, y quizá fue entonces cuando se le ofreció a Francia la última

oportunidad de frenar los planes imperialistas de Hitler. En oposición,

Doise y Vaïse recuerdan que los presupuestos militares galos habían sido

progresivamente disminuidos desde 1932 y el ejército francés se había

transformado en una fuerza defensiva incapaz de ir más allá de la línea

Maginot para defender los intereses galos. Desde entonces, Francia quedó

irremisiblemente condenada a seguir una política exterior de appeasement

32 J. Avilés, “Francia y la guerra civil española: los límites de una política”,

Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Hª Contemporánea, nº 5, 1992, pp. 165-184. El

tratado de Locarno garantizaba la frontera francesa, pero no las de la Petite Entente

(Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía), que tenía pactos con Francia, mientras que el

Pacto franco-soviético de 1935 estaba desprovisto de concreción militar; así pues,

Francia no contaba con pactos sólidos cuando Hitler decidió remilitarizar Renania. En

este escenario, resultaba crucial para el ejecutivo galo colaborar con Gran Bretaña.

Page 65: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

65

(apaciguamiento) a remolque de los gobernantes británicos. Sin embargo,

lo que para los británicos constituía una doctrina político-estratégica

consecuentemente ejercitada, para los franceses se reveló como una

verdadera manifestación de debilidad y retracción que condujo a una

Francia básicamente aterrada por el espectro de la guerra a tratar de

atrincherarse tras la línea Maginot, una vez consumada la derrota

diplomática que supuso la firma del acuerdo de Munich en septiembre de

1938.33

El Front Populaire conquista el poder

La originalidad de la experiencia del Front Populaire no residió en la

victoria de las izquierdas propiamente dicha (el centro-izquierda ya había

ganado las elecciones en 1924 y 1932), sino en la unión de radicales,

socialistas y comunistas y la presencia por primera vez de un miembro de

la SFIO, Léon Blum, a la cabeza de un gobierno. Los acontecimientos del 6

de febrero, el ascenso de las ligas y el reflejo de la crisis etíope sobre la

política interior francesa suscitaron un afán de defensa republicana y una

voluntad de unión nunca vistas antes en Francia, lejos de la inminencia de

un conflicto bélico.34

Dentro de lo que en un principio se llamó Coalición Popular existían

diversas tendencias que podría agruparse en dos bloques fundamentales.

33 R. Miralles, op. cit. (1996), p. 212. 34 Para conocer la evolución del Front Populaire en palabras de sus protagonistas

es recomendable consultar la obra de J. Grandmougin, Histoire vivante du Front

Populaire. 1934-1939, París, Albin Michel, 1966.

Page 66: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

66

Los que defendían la consecución de reformas estructurales, como la SFIO

o la Unión Socialista Republicana; y los que planteaban tan sólo un

programa reivindicativo, debido a razones de diversa índole como hemos

planteado más arriba, como comunistas y radicales. Finalmente, en la

elaboración del programa electoral de la coalición se impusieron los

presupuestos de esta última vía, pero con la promesa socialista hecha a sus

bases de acometer reformas más profundas en el futuro.

Uno de los escollos principales a salvar para el consenso de una lista

única se encontraba en la política monetaria a seguir. Los comunistas se

oponían de manera frontal a la devaluación del franco porque no creían que

se pudiera comenzar una política de frente común lastimando los intereses

de la clase obrera. Así pues, el programa publicado el 12 de enero de 1935

por la coalición aparecía estructurado en dos grandes líneas de actuación:

las reivindicaciones políticas y las económicas. Las primeras pasaban por la

defensa de la libertad y la paz en el marco de la seguridad colectiva, la

nacionalización de las industrias de guerra y la extensión a Europa Central

y Oriental de la política de pactos abiertos al estilo del estipulado en el

acuerdo franco-soviético. Por su parte, las reivindicaciones económicas

ponían el acento en la restauración del poder adquisitivo de la población

mediante la implantación de la reducción de la jornada laboral a 40 horas

sin merma en los salarios, la urgente reforma del Banco de Francia y la

creación del Departamento Nacional Interprofesional de los Cereales para

estabilizar los precios agrícolas. Quedaba, pues, aplazada sine die la

posibilidad de alterar el valor de la moneda.

Las elecciones a doble vuelta de 26 de abril y 3 de mayo de 1936

tuvieron una elevada participación: el 84,3% del electorado acudió a las

urnas (un 0,7% más que en 1932). En la primera vuelta el PCF se reveló

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67

como el gran vencedor. Con 1,5 millones de votos, doblaba sus resultados

de 1932 (780.000). Socialistas y radicales perdían algunos votos, pero los

primeros superan a los segundos por primera vez en la historia electoral de

Francia. Por su parte, los partidos de derecha tan sólo perdieron 70.000

votos. En consecuencia, disminuyeron las opciones de centro en favor de

las más extremas.

En la segunda vuelta, la derecha sólo retrocedió del 37,35% de 1932

al 35,88%. La izquierda, sin embargo, progresó gracias al voto comunista,

confirmando el ascenso de la primera vuelta. Los radicales descendieron

del 20,07% al 16,57%, certificando la pérdida de la primera posición en

favor de los socialistas, que también redujeron sus votos ligeramente del

17,63% al 16,92%. Los comunistas, por el contrario, casi doblaron sus

resultados de 1932, pasando del 6,78% al 12,45%, arrebatando votos a los

socialistas en las zonas industriales y a los radicales en el mundo rural. En

resumen, los resultados de las fuerzas integrantes del Front Populaire

progresaron del 44,48% de 1932 al 45,94% de 1936, menos de un punto y

medio.

Estos porcentajes de la coalición de izquierdas se tradujeron en la

Cámara en una ganancia de 4 diputados, gracias, principalmente, a los

magníficos resultados obtenidos por el PCF, que consiguió un rotundo

ascenso, pasando de 11 a 72 escaños. Por su parte, los socialistas

aumentaron sus asientos en 16, creciendo de 131 a 147 y los neosocialistas

aún más, aumentando los suyos de 37 a 51 diputados. Por contra, los

radicales perdieron 51 diputados, pasando de 157 a 106. En conjunto, la

coalición frentepopulista obtuvo 378 escaños frente a los 220 de la

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68

oposición de centro-derecha.35 Así pues, la inesperada victoria de los

socialistas produjo un hecho inédito: Léon Blum, su cabeza de lista, fue el

encargado de formar gobierno en lugar del radical Édouard Daladier, como

todos en la coalición habían previsto.

Los resultados del 3 de mayo de 1936 supusieron también un

deslizamiento hacia la izquierda en el interior del Front Populaire, así como

el triunfo del afán de cambio y de la lírica de los oradores que durante la

campaña electoral lanzaron mensajes de felicidad, paz, pueblo, justicia,

libertad y República.36 De entre ellos, los comunistas, que se habían

presentado al electorado como el partido de la reconciliación francesa y

herederos de los jacobinos, fueron los verdaderos triunfadores. Un triunfo

que además les iba a suponer un beneficio añadido: el aumento de su

capacidad de influencia sobre el mundo sindical, especialmente sobre la

mayoritaria CGT (cuatro millones de afiliados en 1937), como

consecuencia de la reunificación sindical pactada antes de las elecciones.

Por su parte, el mismo PCF multiplicó su militancia por cuatro, pasando de

los famélicos 90.000 afiliados de febrero de 1936 a los 340.000 de

septiembre de 1937.

La diversa interpretación de los resultados electorales ocupó, como

es lógico, las portadas de los diarios. Así, L´Humanité,37 órgano central del

35 J. Mossuz-Lavau y H. Rey, Les Fronts Populaires, Firenze, Casterman-Giunti,

1994, pp. 80-81. 36 J. Touchard y L. Bodin en « L´Etat de l´opinion au début de l´année 1936 » en

P. Renouvin y R. Rémond, Léon Blum, chef de governement, 1936-1937, París, Presses

de la Fondation Nacionale des Sciences Politiques, 1981, p. 59. 37 N. Lillo, “Le Front Populaire…”, pp. 267-278. Dirigido por Marcel Cachin,

imprimía 300.000 ejemplares diarios.

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69

partido comunista, titulaba el 27 de abril, al día siguiente de la primera

vuelta: “Brillante victoria del Partido Comunista”. Mientras que Le

Populaire,38 órgano oficial de la SFIO, abría su edición del 11 de mayo con

el siguiente titular: “El Partido Socialista reivindica la dirección del

Gobierno del Front Populaire”.39

Y así fue como los socialistas exigieron la dirección del futuro

Gobierno. Por su parte, los comunistas decidieron sostenerlo sin entrar a

participar en él. Mientras Thorez justificaba esta decisión por el deseo

comunista de no crear incertidumbres en el pueblo francés y evitar las

previsibles campañas de pánico que lanzaría la prensa de extrema derecha,

los socialistas lo interpretaron como una amenaza, bajo la sospecha de que

los comunistas enfrentarían desde la Asamblea a las bases socialistas contra

sus cuadros como había sucedido en el pasado.

Esta prudente actitud de los comunistas, inspirada evidentemente por

Moscú, no pudo sin embargo evitar la campaña de terror apocalíptico y los

beligerantes ataques que desplegó la prensa de derecha contra el nuevo

Ejecutivo. Charles Maurras, por ejemplo, no dudó en atacar en un tono

indudablemente antisemita de trazo grueso, muy del gusto de la Francia

más integrista: “Es como Judío que es necesario verle, concebirle,

escucharle, combatirlo y batir a Blum”, escribía desde las páginas de

L´Action Française. 40

38 Ibídem. Dirigido por Léon Blum, Paul Faure y Vincent Auriol, su tirada

ascendía a 300.000 ejemplares diarios. 39 L´Humanité, del 27 de abril de 1936; Le Populaire, de 11 de mayo de 1936. 40 L´Action Française, de 15 de mayo de 1936.

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70

La figura del nuevo presidente del Consejo concitaba una profunda

repulsión en el seno de la derecha nacionalista, que sobre un fondo

antisemita, lanzó a la escena pública un debate maniqueo entre lo nacional

y lo antinacional, cuyo centro de todos los vilipendios era el propio Blum.

Asimilado a la figura de Aleksandr Fiódorovich Kérenski (1881-1970), se

le mostraba como un rehén de la izquierda revolucionaria que a no mucho

tardar se lanzaría a la conquista del poder.41 La respuesta del Gabinete a

estos ataques fue tajante: la ilegalización el 18 de junio de las cuatro ligas

con mayor presencia en la calle, a saber: Cruces de Fuego, Juventudes

Patrióticas, Solidaridad Francesa y Francistas.

Algunos autores sitúan en el inicio de esta estrategia judicial el punto

de partida que llevó a los elementos más exaltados de la extrema derecha a

considerar la vía de la acción directa. Así, surgió el Comité Secret d´Action

Révolutionnaire (CSAR), comúnmente conocido como La Cagoule, grupo

terrorista con contactos entre algunos altos mandos del ejército como el

comandante Georges Loustanau-Lacau (1894-1955), futuro creador de las

redes Corvignolles. Más allá de los Alpes, esta organización terrorista trabó

relaciones y encontró refugio en la Italia de Mussolini. Resultado del

establecimiento de estos intereses supranacionales de la extrema derecha,

fue el asesinato de los hermanos Carlo y Nello Rosselli, conocidos

antifascistas y organizadores del movimiento Giustizia e Libertà, cometido

el 9 de junio de 1937 en territorio francés, y ordenado por los servicios de

41 Este esquema hace referencia a un análisis clásico en los medios diplomáticos

de entreguerras en el que un gobierno de izquierda parlamentaria corre el peligro de ser

desbordado por un movimiento revolucionario. Tal metáfora procede del relato del

triunfo bolchevique ofrecido por el entonces embajador británico en Petrogrado Sir

George Buchanan en My Mission to Russia and Other Diplomatic Memories, Londres,

Nueva York, Cassel & Co, 2 vols., 1923.

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71

información italianos. Más tarde, ya durante el conflicto español, se pudo

documentar contactos y colaboraciones entre este grupúsculo y los

servicios de información franquista.42

El primer gobierno Blum

Léon Blum llegó al poder el 4 de junio de 1936 con la firme

convicción de cambiar Francia y, especialmente, la condición del

proletariado francés. El dirigente socialista pretendía extender la cultura del

ocio, reservada hasta entonces a las élites sociales, a la totalidad de la

sociedad. No se trataba de un Gobierno para construir el socialismo. Se

trataba en el mejor de los casos, mediante el cumplimiento del programa

pactado, de preparar los espíritus para el advenimiento inevitable del

socialismo. En el Gobierno figuraban tres mujeres en las subsecretarías,

que en la época, no lo olvidemos, todavía no gozaban de derecho al

sufragio en Francia. El Gabinete estaba compuesto por 16 socialistas, 14

radicales y 2 neosocialistas. Los socialistas se reservaron las carteras

económicas y sociales, mientras que los radicales ocuparon las de defensa

nacional, negocios extranjeros, educación, justicia y comercio.

A pesar de los temores socialistas, el apoyo de los comunistas desde

la Cámara al nuevo gobierno, significó la integración en la vida pública de

42 Cfr. M. Heiberg y M. Ros Agudo, La trama oculta de la Guerra Civil. Los

servicios secretos de Franco. 1936-1939, Barcelona, Crítica, 2006; P. Barrauso, El

frente silencioso. La guerra civil española en el sudoeste de Francia (1936-1940),

Hiria, Alegia (Guipúzcoa), 2001; F. Luengo Teixidor, Espías en la embajada. Los

servicios de información secreta republicanos en Francia durante la Guerra Civil,

Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco, 1996.

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72

la clase obrera, hasta entonces marginada de las grandes decisiones de la

nación.43 No sólo la movilización unitaria contra el fascismo o por la paz

había contribuido a la victoria de las fuerzas integrantes del Front

Populaire, sino también el descontento producido por las medidas

deflacionistas de los gobiernos anteriores. Las recetas para solucionar la

crisis económica, que hasta ese momento, pasaban por la reducción del

poder adquisitivo de las clases medias y bajas proporcionaron una

oportunidad a las formaciones de izquierda para buscar nuevas vías. Un

intento de cambio en las estructuras, una convicción antideflacionista que

relanzara el consumo y una especial atención a las más urgentes

reivindicaciones de las clases medias y bajas habían llevado al cártel de

izquierdas al Gobierno. La puesta en marcha de esta política anhelaba

establecer la coexistencia, antes imposible, entre el sector público y el

privado en el cuadro de una economía mixta. Así, el amplio proyecto de

nacionalizaciones que contemplaban los originarios programas electorales

socialistas y comunistas se redujo a la nacionalización de las industrias de

guerra y a la reforma del Banco de Francia, hasta entonces en manos de las

“doscientas grandes familias” que había denunciado Daladier en el

congreso del partido radical en Nantes en 1934.44 Como podemos apreciar,

nada revolucionario se podía hallar en el programa a realizar. Nada que no

se hubiera ensayado antes en situaciones de crisis, en circunstancias de

43 Algunos autores de la época acertaron a situar al PCF, fuera del Gobierno,

como la cabeza visible del llamado “Ministerio de Masas”, en referencia a la gestión de

la fuerza proletaria que los comunistas dirigieron desde la calle para acelerar las

reformas estructurales que el nuevo ejecutivo se proponía llevar a cabo. 44 Con la reforma del status del Banco de Francia por la Ley del 24 de julio de

1936, un consejo de altos funcionarios y representantes de la patronal, sindicatos y

consumidores reemplazó al Consejo de Regencia constituido hasta entonces por los 200

mayores accionarios.

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73

inminente estallido bélico o que no pudiera encontrarse en el New Deal de

Roosevelt.

Al día siguiente de la segunda vuelta de las elecciones, las masas de

izquierda se echaron a la calle, patentizando la necesidad de las urgentes

medidas que el nuevo gobierno debería acometer. De mayo a julio, Francia

conoció un movimiento de huelgas como nunca antes había existido.

Incluso con la llegada al poder de Blum, las huelgas se acentuaron, hasta el

punto de obligar a Thorez a hacer un llamamiento el 11 de mayo en favor

del cese de tales movimientos reivindicativos: “Es necesario saber detener

una huelga cuando se ha obtenido satisfacción. (…) Todo no es posible”.45

Este movimiento ha sido interpretado por algunos historiadores como un

movimiento por la dignidad de la clase trabajadora, de presión sobre el

Gobierno para acelerar el cumplimiento del programa frentepopulista, o

como defendió en su día la filósofa pacifista Simone Weil (1909-1943),

como una manera de “sentirse hombres durante algunos días” tras años de

sufrimientos. Pero también fueron las huelgas de la desconfianza, de la

suspicacia de unos trabajadores que mantenían presente las decepciones

vividas tras las victorias del centro-izquierda de 1924 y 1932.46

Elevado a la jefatura del Gobierno, León Blum pronunció una

verdadera declaración de intenciones que despejaban dudas sobre sus

objetivos y los compromisos alcanzados por la coalición frentepopulista:

45 Esta alocución se produjo en el Gymnasio Jean Jaurés de París ante una

audiencia de militantes comunistas. La frase que destacamos era una respuesta al

artículo de Marcel Pivert, del ala izquierdista de la SFIO, publicado en Le Populaire el

27 de marzo de 1936 titulado “Todo es posible”. 46 G. Lefranc, El Frente Popular (1934-1938), Barcelona, Oikos-Tau, 1971, pp.

66-67.

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74

Somos un gobierno de Frente Popular y no un gobierno socialista.

Nuestro objetivo no es transformar el régimen social, ni siquiera

aplicar el programa específico del Partido Socialista, sino ejecutar el

programa del Frente Popular. Estamos en el poder en virtud de un

pacto constitucional y de las instituciones legales. No abusaremos.47

El 7 de junio, Blum se reunió con tres de sus ministros y

representantes de la patronal y de la CGT. Los llamados acuerdos de

Matignon (por el palacio presidencial en el que fueron acordados)

culminaron un compromiso sobre los contratos colectivos, el

reconocimiento de libertad sindical de los trabajadores y un aumento

salarial de entre el 7 y el 15%. Poco margen de negociación tuvieron los

patronos, e irremediablemente cedieron a esta conjunción de fuerza sindical

y gubernamental para evitar peores consecuencias en un futuro inmediato,

convencidos de que los proyectos iban a ser aprobados igualmente.48 Tras

la firma de los acuerdos de Matignon, en la madrugada del 8 de junio de

1936, los huelguistas sintieron la felicidad de ser partícipes de la adopción

de una política favorable a las clases populares, una dicha que culminó el

14 de julio con la mayor manifestación celebrada en la capital francesa

durante todo el periodo frentepopulista. Mientras, la derecha se abandonó

al miedo y persistió en acusar a Blum de gobernar obedeciendo a la presión

ilegal de la calle. Pero esta zozobra no fue sólo monopolio de la derecha.

La misma izquierda, por su parte, vivía la angustia de sufrir un golpe de

fuerza antiparlamentarista como el de febrero de 1934, sentimiento que, sin

duda, estaba presente en el sentir de los huelguistas.

47 J. Mossuz-Lavau y H. Rey, op. cit. (1994), p. 93. Salvo mención expresa,

todas las traducciones de citas bibliográficas procedentes de volúmenes editados en

idiomas diferentes al castellano son obra del autor. 48 G. Lefranc, op. cit. (1971), p. 73.

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75

Dos días más tarde, en la Cámara se aprobaron las leyes que

regulaban dos semanas de vacaciones pagadas, el establecimiento de

convenios colectivos, la semana laboral de 40 horas, medidas a favor de los

funcionarios y pensionistas, la prolongación de la escolaridad obligatoria

hasta los 14 años, la nacionalización de la industria de guerra y el inicio de

un gran programa de obras públicas. El 24 de julio se transformó el status

del Banco de Francia con el objetivo de restar poder a las grandes familias

accionariales. Y, finalmente, el 15 de agosto se creó la Oficina Nacional

Interprofesional del Trigo para asegurar a los agricultores un precio

conveniente para su producción.

Primeros obstáculos para la coalición: guerra en España

La guerra de España iba a empañar las idílicas relaciones dentro de la

coalición gobernante. Ayudar a la República española se presentó como

una elección difícil, ya que su alto coste se situó en la balanza frente a la

realización de las reformas estructurales apenas emprendidas. Planeaba en

la conciencia colectiva el dilema a elegir entre el obrero francés o el

régimen español, y no olvidemos que el Front Populaire había sido elevado

al poder bajo el slogan “Pan, Paz y Libertad”. Cuando se releen los

discursos de Blum de aquellas fechas encontramos este dilema, que caló en

una sociedad firmemente pacifista y todavía traumatizada por la Primera

Guerra Mundial. No existía familia en el país que no contara con un muerto

o un mutilado. Francia era un país de huérfanos, viudas y antiguos

combatientes, y la sociedad francesa anhelaba por encima de todo no

volver a pasar por la misma experiencia. Esta dramática sombra se

enfrentaba ahora a la amenaza de otro conflicto bélico, que intensificó, más

si cabe, el pacifismo más militante: mejor la servidumbre que la muerte, ya

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76

que de ésta no se vuelve, se llegó a proclamar. Todo, antes que la guerra. Y

Blum se plegó ante el pavor a provocar un nuevo conflicto europeo.49

Sin un ejército ofensivo, Francia era incapaz de defender todas sus

fronteras a un tiempo, menos, de reaccionar ante los hechos consumados

del fascismo.50 Y en caso de reaccionar, mejor no estar sola. Pero Francia

lo estaba. El gobierno conservador británico pronto le hizo saber a París

que jamás apoyaría una intervención francesa en España. Blum, sin el

apoyo de Gran Bretaña, sin acuerdo siquiera en el interior de su coalición

de gobierno y con una sociedad que había votado por el pacifismo y el

reformismo, enunció la política de No Intervención, como único expediente

disponible para alinearse con Gran Bretaña ante la amenaza fascista. Blum

mostró su impotencia a los españoles, a los que incluso llegó a ofrecer su

dimisión. Pero, aún sintiéndose traicionadas, las mismas autoridades

españolas prefirieron a Blum a la cabeza del Consejo antes que en la

oposición, frente a un gobierno de derecha o centro derecha, posiblemente

más hostil.

La quiebra de la coalición se reveló en lo concerniente a la cuestión

española. En contraposición al forzado encorsetamiento del Gabinete,

Thorez lanzó su campaña de “Des canios et des avions pour l´Espagne” en

su discurso del 25 de agosto de 1936, a la par que ponía en marcha el

reclutamiento de las Brigadas Internacionales.51 Tampoco Blum se resignó

49 J.-M. Delaunay, “Orígenes históricos y determinantes de la actitud francesa

hacia la España de 1936”, Historia Contemporánea, nº 10, 1993, pp. 15-28. 50 J. Doise y M. Vaïsse, op. cit. (1992), pp. 390-391. 51 Para entender la repercusión de los acontecimientos españoles en la militancia

de base de la izquierda francesa aconsejamos consultar las memorias de C. Jamet, Notre

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77

a abandonar definitivamente a la Republica española a su suerte y

encomendó a Pierre Cot (1885-1977), su ministro del Aire, y a Jean Moulin

(1899-1943), el futuro héroe de la Resistencia, organizar la venta

clandestina de armas a la República y dejar el paso franco a las masas de

voluntarios camino de España. Hasta se ordenó cortar los árboles de la

carretera nacional que conducía a la frontera española en Cataluña para

permitir el paso de las alas de los aviones enviados a defender al legítimo

gobierno español. Incluso el partido socialista francés puso en marcha el 1

de diciembre un comité de acción para levantar el embargo de armas.

La guerra de España nunca dejó de ser un via crucis para el veterano

dirigente socialista, como lo demuestran las patéticas palabras

pronunciadas en su histórico discurso del Luna Park en septiembre de

1936. Sus compañeros de coalición no dejaron tampoco de recordárselo, y

el 4 de diciembre, los comunistas se abstuvieron en la Cámara en la

votación sobre la petición de confianza para la política exterior de No

Intervención que el Gabinete venía practicando desde el verano hacia el

conflicto español. Más tarde, en enero de 1937, los comunistas volvieron a

pronunciarse, de nuevo en la Cámara, contra el proyecto de ley

gubernamental que pretendía prohibir la salida de voluntarios para España.

Por otro lado, los peligros en la esfera internacional se multiplicaron

y el Front Populaire, que había enarbolando la bandera del pacifismo,

(hasta marzo de 1935 la SFIO y el PCF habían votado contra el aumento de

los créditos militares), se decidió a acometer un amplio programa de

defensa. El 24 de agosto de 1936, Alemania prolongó en dos años el front populaire. Journal d´un militant (1934-1939), París, La Table Ronde, 1966, pp.

174-185.

Page 78: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

78

servicio militar obligatorio. La toma de decisiones no se podía demorar por

más tiempo y Francia hizo público el 7 de septiembre la puesta en marcha,

por fin, de su programa armamentístico. El Blum que había apostado por la

paz, no dejaba de hacerlo ahora, sino que consagraba la máxima que

pregonaba si vis pacem, para bellum, el deseo de paz se consigue

preparándose para la guerra. Considerando los anteriores créditos, Francia

destinó a este programa un colosal presupuesto de más de 67.000 millones

de francos, jamás sopesado por ninguna formación política en el poder:52

29.500 millones para la Aviación, 25.000 para el ejército de Tierra y

12.300 para la Marina. Las líneas de actuación que el Gabinete buscaba

eran claros y concretos: aumentar la calidad de las armas del ejército de

Tierra, dotándolos de los materiales más modernos y con suficiente

munición, favorecer la movilización industrial y reforzar la organización

defensiva de las fronteras.53

En el mes de septiembre de 1936, la situación económica se reveló

crítica. La producción industrial descendió a niveles anteriores a 1929 y las

salidas de oro del país se multiplicaron. Por fin, el 28 de septiembre, el

Gobierno decidió, demasiado tarde quizás, devaluar el franco, bajo la

apariencia de un “alineamiento general de monedas” con EE.UU. y Gran

Bretaña, mientras el Banco de Francia aumentaba su índice de descuento

del 3 al 5% y embargaba las salidas de oro. El valor del franco descendió

52 J. F. McMillan afirma en Dreyfus to De Gaulle: politics and society in France.

1898-1969, Londres, Edward Arnold, 1985, p. 111, que este formidable programa

armamentístico supuso un tercio del presupuesto francés y absorvió más del 50% de la

recaudación fiscal del año 1938. 53 J. Doise y M. Vaïsse, op. cit. (1992), p. 399.

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79

de 65,5 miligramos de valor oro a una franja de 43-49.54 El impacto de la

medida se constató en un aumento inmediato de la producción industrial y

una disminución del paro en la primavera de 1937. Sin embargo el índice

de los precios siguió subiendo, las exportaciones no se relanzaron y el

déficit de la balanza comercial creció.

A partir de octubre de 1936, el ímpetu reformador del gobierno Blum

se ralentizó. En doce semanas, veinticuatro proyectos de ley habían sido

aprobados. La parálisis de la oposición, la amplitud de las huelgas y la

presión social fueron las razones que permitieron este trabajo

parlamentario, de inédito vigor desde hacía lustros. En este contexto, Blum

pronunció en Saint-Nazaire el 21 de febrero de 1937 su discurso sobre la

“pausa”, con el objetivo de dar tregua a una economía privada que no era

capaz de asumir la coincidencia de tantas reformas sociales puestas en

marcha:

Un tiempo de pausa es necesario. (…) La economía privada se

encuentra en un estado de convalecencia todavía frágil porque la

coincidencia de las grandes reformas sociales introducidas en poco

más de un mes con el alineamiento monetario, la ha introducido en

unas condiciones totalmente nuevas en las que el equilibrio no está

todavía consolidado.55

54 G. Lefranc, op. cit. (1971), p. 89. Desde el 25 de junio de 1928 había sido de

65,5 mg de oro fino por franco. La devaluación era tardía e insuficiente. Esta espera se

debió, por un lado, a razones de prestigio, y por otra, a que Gran Bretaña y EE.UU. no

quería perder el beneficio originado en devaluaciones anteriores. 55 J. Mossuz-Lavau y H. Rey, op. cit. (1994), p. 104.

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80

Así, la libertad a la importación y el comercio del oro se

restituyeron. No se trataba de un parón definitivo, sino la necesidad de un

respiro en un momento donde coincidían a un tiempo la necesidad de

introducir profundas reformas sociales recogidas en el programa electoral

del Front Populaire con un esfuerzo rearmamentístico que la incierta

situación internacional demandaba. Esta política molestó tanto a la

oposición de derecha, como a los comunistas, que enjuiciaron la medida

como el camino más seguro hacia la reducción del poder de compra de los

trabajadores. El 30 de octubre, Thorez, en un mitin en la Mutualité de París,

acusó al gobierno Blum de recular ante el fascismo, popularizando el

slogan “¿Pausa? A los trust”. En el seno de la SFIO, la izquierda

Revolucionaria de Marceau Pivert también manifestó su descontento.

Desde entonces y en los meses posteriores se comenzó a escenificar una

nueva fractura en la organización socialista, y dos años más tarde, en junio

de 1938, el congreso del partido en Royan certificó la expulsión de los

disidentes.

El 16 de marzo de 1937, tuvo lugar en Clichy una manifestación del

Partido Social Francés del coronel La Rocque, las disueltas Croix de Feu.56

Las fuerzas de izquierda invitaron a sus seguidores a la organización de una

contramanifestación. Los previsibles enfrentamientos acabaron arrojando

un saldo de cinco muertos y más de cien heridos. El mismo André Blumel

(1894-1973), jefe del gabinete de Blum, fue herido. Lo que Blum más

había temido se cumplió: sus fuerzas del orden habían disparado contra los

miembros de su partido. Blum consideró la posibilidad de dimitir ante las

acusaciones de los comunistas que señalaban a la policía como responsable

última de las muertes. En el ala contraria de la coalición de gobierno, los

56 Esta liga, junto con otras de similar filiación ideológica, habían sido disueltas

por Blum el 18 de junio del año anterior.

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81

radicales rechazaron cualquier tipo de sanción contra ella. Siete días más

tarde, los funerales concentraron a más de un millón de personas en el

Faubourg Saint-Denis de París.

El 11 de junio de 1937, el Senado rechazó la propuesta

gubernamental de instaurar la semana de 40 horas en la hostelería. Dos días

más tarde, también rechazó la petición de plenos poderes en materia

económica para hacer frente a una situación cada vez más acuciante

motivada por la incapacidad para reducir el déficit público y frenar la caída

de las reservas de oro. Todo ello convenció a Blum, “privado de los medios

de acción que juzgamos indispensables” según sus palabras, de dimitir en

la noche del 22 de junio de 1937.

Una coalición muy heterogénea, el miedo social provocado por las

huelgas y las ocupaciones de fábricas de mayo y junio de 1936, una

devaluación demasiado tardía, la falta de competitividad exterior de los

productos franceses, un tejido industrial (constituido por medianas y

pequeñas empresas en su mayor parte) falto de preparación para asumir la

jornada semanal de 40 horas y el “legalismo parlamentario” ante la actitud

conservadora del Senado, son algunos de los handicaps de un balance

gubernamental desigual en el que las medidas económicas y sociales

frentepopulistas chocaron con la realidad del aparato productivo francés.57

57 A. Sauvy calificó de catastrófica la aplicación de la semana de 40 horas en

Histoire économique de la France entre les deux guerres, vol.I, París, Economica,

1984, p. 331. Se muestra de acuerdo también en este extremo J. F. McMillan, op. cit.,

(1985), p. 112.

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82

El segundo gobierno Blum: la certificación de defunción del

Front Populaire

El nuevo gobierno encabezado por Camille Chautemps no consiguió

hacerse con una situación nacional progresivamente deteriorada. La salida

del Gabinete de los socialistas, precipitó pronto su caída. En un segundo

gobierno Chautemps, los socialistas rechazaron participar e incluso

rechazaron apoyar la concesión de plenos poderes en materia económica

como ellos mismos habían solicitado el año anterior. El 10 de marzo de

1938, este segundo intento liderado por los radicales fracasó de nuevo.

Al día siguiente, Hitler se anexionó Austria. Ante esta convulsa

realidad, Blum accedió de nuevo a la presidencia del Consejo el 13 marzo

de 1938. El dirigente socialista intentó reactualizar la Union Sacrée de

1914, con la proposición de constituir un gobierno de unidad nacional ante

las amenazas que se cernían en Centroeuropa y reclamó los plenos poderes

que no había concedido a los radicales de Chautemps. Ya no se trataba de

acometer reformas estructurales como en junio de 1936, sino de preparar a

la sociedad francesa, moral, política y militarmente para una guerra

inminente. Blum fracasó en su intento, entre otras causas debido a la falta

de participación de una derecha que inoculaba hacía años el virus del

antisemitismo. Se trataba de una derecha a su vez dividida ante el peligro

fascista, pero que por encima de otras consideraciones juzgaba a Stalin

como la auténtica amenaza. El Senado, dominado por los conservadores,

rechazó una vez más sus propuestas, contemplando en los comunistas la

punta de lanza que podía aprovechar el inminente conflicto bélico para

extender la revolución social. Para el conjunto de la derecha la elección

parecía diáfana: mejor Hitler que un judío en el poder y mejor Hitler que la

Page 83: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

83

izquierda en el poder. A las tres semanas, Blum se vio obligado a dimitir

de nuevo.

Tras su dimisión, la constitución del gabinete Daladier constituyó un

paso decisivo hacia la desmembración del Front Populaire. La relajación en

la aplicación de la jornada semanal de 40 horas y la firma del acuerdo de

Munich el 30 de septiembre de 1938, dividió a los partidos de la coalición

vertical y horizontalmente.

Tras dos años en el poder, el Front Populaire no aportó ninguna

innovación profunda a las caducas instituciones republicanas, si

exceptuamos la reforma del Banco de Francia. Considerando el

parlamentarismo como la mejor expresión de la democracia, la coalición se

debilitó en esta esfera antes de estar finada en la calle, rehén de sus

contradicciones entre su política social y económica y su política interior y

exterior. Tampoco tuvo fácil conjugar adelantos sociales con una obligada

devaluación que, como era previsible, empobreció a las clases más

desfavorecidas. Por su parte, en el plano internacional, Blum intentó

restablecer la Entente Cordiale con Gran Bretaña, opción que le condujo

dramáticamente a alinearse con ésta en el conflicto español, y que de

resultas, le acarreó una fractura social en Francia, y además no supuso un

contrarresto a la fuerzas fascista, en plena expansión por Europa.58 Sin

embargo, se puede acusar al Front Populaire de un alto porcentaje de

responsabilidad en la debacle francesa de 1940, pero, curiosamente, no se

le puede acusar de desarmar a Francia ante sus enemigos.

58 G. Lefranc, op. cit. (1971), pp. 117 y 119.

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84

3. España ante el descalabro del sistema de relaciones

internacionales en los años 30

Los ejes fundamentales de la política exterior republicana

El 18 de mayo de 1931 fue la fecha de presentación en la sociedad

internacional de la política exterior diseñada por la recién nacida República

española en el marco de la 63ª sesión ordinaria del Consejo de la Sociedad

de Naciones. En tal efemérides se iniciaba la presidencia española del

Consejo (que le correspondía por turno rotatorio) y fue el ministro de

Estado, el radical Alejandro Lerroux (1864-1949), quien calificó la ocasión

como

(…) la prueba indudable de que la democracia española se proponía

desarrollar una política de activa colaboración en los trabajos de la

Sociedad y que, por consiguiente, prestaría especial atención a su

participación en los órganos ginebrinos.59

La política internacional que la República de 1931 tuvo que perfilar

y desarrollar en el convulso contexto internacional de los años 30 apostó,

como no podía ser de otra manera, por la colaboración en el mantenimiento

del status quo existente. Como escribió Manuel Azaña Díaz (1880-1940),

se partía de una premisa que no por sencilla parecía menos ambiciosa:

cambiar la tendencia anterior cuya política internacional había consistido

en no tenerla. Esta colaboración, que no era novedosa, sin embargo

introducía cambios sustanciales respecto de la política desplegada por los

regímenes anteriores. Dichos cambios no suponían sino la prolongación

59 F. Quintana Navarro, España en Europa, 1931-1936. Del compromiso por la

paz a la huida de la guerra, Madrid, Editorial Nerea, 1994, p. 37.

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85

hacia el exterior de los mismos principios que inspiraban la política

interior, consagrados en la Constitución de 1931, y deudores de la dilatada

cultura e historia española.60 La misma Carta Magna incluía en su texto una

renuncia explícita a la guerra como instrumento político en su artículo 6, de

igual manera que se había hecho en el pacto Briand-Kellogg (1928),61 el

acatamiento al Derecho Internacional en el artículo 7, la primacía de los

tratados internacionales sobre las leyes internas en el artículo 65, la

publicidad de los tratados internacionales en el artículo 76 y la

imposibilidad de abandonar la SDN sin la aprobación del Parlamento en el

artículo 77.62 Esta verdadera declaración de intenciones institucionales

mostraba un proyecto pacifista, democrático, desprovisto de ambiciones

territoriales o coloniales, basado en los principios de publicidad y

universalidad, y activo en el sentido de participar, por derecho, pero

60 M. Azaña, Obras completas, Madrid, Giner, 1990, vol. II, pp. 41 y 224. 61 Buscando ligar a EE.UU. a una alianza dirigida a frenar una posible vuelta al

expansionismo alemán, el ministro de asuntos exteriores francés, Aristide Briand (1862-

1932), propuso a la potencia norteamericana un pacto bilateral de no agresión en la

primavera de 1927. Alentado por la opinión más pacifista y menos aislacionista de su

país, el secretario de estado norteamericano, Frank B. Kellogg (1856-1937), propuso

que el pacto se convirtiera en un tratado multilateral. Como resultado de la propuesta de

Kellogg, casi todas las naciones del mundo firmaron finalmente el Pacto, acordando

renunciar a la guerra como instrumento de política internacional y solucionar todos los

conflictos internacionales de manera pacífica. Hubo múltiples matices a este

compromiso, por ejemplo, la guerra en defensa propia, las obligaciones militares que

surgieran del pacto de la Liga de Naciones, la doctrina Monroe o los tratados de alianza

acordados tras la I Guerra Mundial. Si unimos todas estas excepciones al hecho de que

el tratado no estableció ningún método para forzar su cumplimiento, podemos entender

como el Pacto resultó totalmente inútil. 62 A. Egido León, “La dimensión internacional de la Segunda República: un

proyecto en el crisol” en R. María Pardo Sanz, J. Tusell y J. Avilés Farré (coord.), La

política exterior de España en el siglo XX, Madrid, UNED, 2000, pp. 189-220.

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86

también por obligación, en los destinos de Europa y del mundo. La

Segunda República simbolizó pues, el paso de la concepción de neutralidad

como impotencia a la neutralidad como ideología y como política activa

para construir la paz.63

En esta inteligencia, la SDN era percibida por los dirigentes

españoles como la referencia internacional equivalente a la República en el

plano nacional. Por tradición y cultura política, el entendimiento con los

tradicionales aliados, Francia y Gran Bretaña, constituía otro de los ejes

fundamentales, aunque ahora desde una perspectiva de cierta autonomía,

reservando un terreno privilegiado de atención a Portugal y Latinoamérica,

sin caer en el secular paternalismo.64 Hacia este mundo hispánico, Azaña se

mostraba partidario de practicar lo que él calificaba como una “política

exterior de gran estilo”. Se trataba de ayudar a las fuerzas democráticas en

la oposición o la clandestinidad para una vez en el poder, estrechar

relaciones institucionales.65 Esta apuesta le trajo no pocos problemas con

Portugal, ya que la dictadura de Oliveira Salazar (1889-1970) presentó al

iberismo republicano como una amenaza contra su independencia,

mostrando este regeneracionismo como un cierto imperialismo

pretencioso.66

63 J. Tusell, “Los tres ciclos de la política exterior de España”, en R. María Pardo

Sanz, J. Tusell y J. Avilés Farré (coord.), op. cit. (2000), pp. 13-28. 64 I. Saz, « La Segunda República en la arena internacional » en S. Balfour y P.

Preston, España y las grandes potencias en el siglo XX, Barcelona, Crítica, 2002. pp.

52-53. 65 F. Páez-Camino, “Manuel Azaña et la politique extérieure de la Deuxième

République espagnole ”, en J. P. Amailric, y P. Aubert, Azaña et son temps, Madrid,

Casa Velázquez, 1993, pp. 217-226. 66 J Tusell, “Los tres ciclos…”, pp. 13-28.

Page 87: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

87

El envite por la SDN reconocía la garantía del Pacto como baluarte

de la paz internacional, tan necesaria, por otro lado, para la consolidación

del nuevo régimen y su proyecto reformista, sin hipotecarse con la

perentoria perspectiva de una costosísima política armamentística que

resguardara la seguridad territorial española. A los dirigentes republicanos

no se les escapaba que la situación geográfica española suponía un foco

estratégico de alto riesgo para las grandes potencias, y en este sentido se

convertía en vital, el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo

occidental. Azaña calificó este programa de “neutralidad positiva y

pacifismo activo”: “mientras nos preparamos para ser Europa sólo cabe la

alternativa de estar”.67 Pero desgraciadamente para las optimistas

perspectivas republicanas, el mundo no caminaría en los años siguientes

por las sendas consagradas en los foros internacionales de postguerra, ni la

SDN iba a cumplir los fines para los que había sido creada en 1919. Queda

invalidada, pues, el tradicional panorama historiográfico que niega a la

República la práctica de una política exterior definida y coherente debido a

los problemas internos, la discontinuidad ministerial, la dimisión de una

parte significativa de la clase diplomática al iniciarse el nuevo régimen, la

coyuntura internacional y el recelo internacional hacia el “radicalismo”

español.68

67 A. Egido León, “La dimensión internacional…”, pp. 189-220. 68 J. C. Pereira es de esta opinión en Introducción al estudio de la política

exterior de España (siglos XIX y XX), Madrid, Akal, 1983, pp. 161-168. Comparte

similar opinión M. Alpert en Aguas peligrosas. Nueva historia internacional de la

guerra civil española, Madrid, Akal, 1998, p. 19: “En realidad, la política internacional

de la República se caracterizó por su no-existencia”, aseguraba Alpert.

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88

La Europa de los felices años 20

Los efectos de la Depresión de 1929 alteraron las relaciones

internacionales y pusieron en marcha el desmoronamiento del sistema

internacional de entreguerras. Las bases de dicho sistema se habían puesto

en los Tratados de París firmados al final de la Gran Guerra dictadas por

los vencedores, y en perjuicio de los países perdedores. La creación de la

SDN se incluyó en el artículo 26 del Tratado de Versalles como el deseo de

crear un foro supranacional que regulara los conflictos entre países,

renunciando a la secular práctica de los acuerdos secretos, en favor de un

desarme general y proponiendo sanciones económicas, políticas y militares

en caso de agresión por parte de algún país. Sin embargo, el sistema nunca

funcionó con eficacia, y desde su creación contó con quiebras en su

construcción que a modo de pecado original arrastró como un historial de

incapacidad que impidió cumplir positivamente las funciones para las que

había sido ideado. Entre las mismas potencias no existía un único criterio

en su valoración. Gran Bretaña veía en la SDN un instrumento apaciguador

para calmar los rencores alemanes, mientras que Francia la utilizaba como

arma contra la tentació9n revisionista de Alemania. Fracasado el proyecto

de desarme a principio de los años treinta, la única política disponible para

evitar la guerra era el recurso de la seguridad colectiva. Dicho recurso

presentaba un problema añadido en la hostilidad de las fuerzas políticas de

izquierda a los inevitables gastos militares. Inversamente, la creciente

agresión de las potencias totalitarias no podía ser frenada sin el rearme de

los países democráticos. El desarrollo de la Guerra Civil española tres

lustros más tarde, puso al descubierto la gran contradicción de estas

posturas pacifistas.69

69 M. Alpert, op. cit. (1998), p. 13.

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89

Por otra parte, el Tratado de Versalles no había resuelto muchos de

los problemas que habían sido el germen de la contienda. Tampoco existía

un acuerdo entre las potencias vencedoras respecto de las políticas

destinadas a los países derrotados. Gran Bretaña no quería marginar en

exceso a Alemania por considerarla vital para el aislamiento de la URSS.

Los recelos de Francia, cada vez más aislada, le llevaron a apostar por una

“política de reverso”, constatada en su apoyo a la Pequeña Entente

(Checoslovaquia, Yugoslavia y Rumanía), como un contrapeso estratégico

al otro lado de la frontera alemana,70 que además demostraba la

imposibilidad para consolidar un nuevo “Locarno” en la Europa Central. La

cuestión étnica suponía un agravamiento del problema territorial ya que

muchas minorías habían sido desplazadas al trazarse nuevas fronteras. Los

mismos EE. UU., el país gobernado por el creador de los Catorce Puntos,

Woodrow Wilson (1856-1924), no se integraron en la organización, para

retirarse a una posición de aislacionismo, temiendo que se limitara su

capacidad de acción en Hispanoamérica. Además, los norteamericanos

pretendían recuperar los préstamos hechos a la reconstrucción de Europa,

dinero que sólo saldría de la regeneración del desarrollo industrial alemán.

En el Extremo Oriente, Japón iniciaba una política expansionista hacia

China. Y Alemania y la URSS no serían admitidas hasta 1926 y 1934,

respectivamente.

La dura tarea de reconstrucción de los primeros años veinte encontró

en su camino el estallido de algunos brotes revolucionarios en Alemania y

Hungría que expandieron una profunda agitación social en toda Europa.

Esta eclosión subversiva provocó una colaboración intergubernamental

contra el peligro que suponía expandir por la Europa Occidental la

70 J.-M. Mayeur, op. cit. (1984), p. 339.

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90

experiencia soviética que acababa de triunfar en 1917. El temor al

bolchevismo uniformizó la conducta exterior de los países vencedores

contra la URSS y el comunismo. La guerra había sido ganada por el

capitalismo occidental y la paz estaba orientada a su defensa. En este

sentido se ayudó a los rusos blancos en la guerra civil del antiguo imperio

zarista y se apoyó a los nuevos países bálticos (Estonia, Lituania, Letonia y

Finlandia) y a Polonia en Europa Central. Sin embargo, el acuerdo

comercial entre la URSS y Gran Bretaña de 1921 y el Tratado de Rapallo

de 1922 entre los bolcheviques y Alemania, iniciaron el desmoronamiento

del frente antisoviético.

A pesar de los deseos revisionistas de los países perdedores, en

especial los alemanes, así como de algún vencedor, los italianos en este

caso, el sistema gozó de una cierta estabilidad durante la próspera década

de los años 20, aunque con importantes contratiempos. El 11 de enero de

1923, fuerzas francesas reocuparon el Ruhr para obligar a Alemania a

pagar las indemnizaciones acordadas en Versalles. Como Francia no

recibió el apoyo de Gran Bretaña, tuvo que retirar sus fuerzas sin obtener

las indemnizaciones reclamadas. Fue entonces cuando comenzó el

sentimiento francés de abandono por parte de Gran Bretaña, y desde

entonces ya no se atrevería a actuar sin la aprobación británica. No

obstante, a partir de 1924 se dieron cambios esperanzadores en la escena

internacional motivados por el saneamiento de las economías europeas y la

estabilización monetaria. Además, el temor al establecimiento de un

gobierno dictatorial en Alemania tras la intentona golpista de Hitler en

Munich en 1923, produjo una mejora sustancial de las relaciones franco-

germanas. Esta refrescante atmósfera alentó la puesta en marcha del Plan

Dawes en 1924, destinado a amortizar la deuda alemana de las reparaciones

de guerra, permitiendo a Alemania integrarse en el orden internacional, y

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91

crear las condiciones favorables para el desarrollo de las bases de una

seguridad colectiva. Se convocó para ello la Conferencia de Locarno en

Suiza en 1925, cuyo protocolo final indicaba que los gobiernos europeos se

comprometían a arreglar pacíficamente los conflictos, Alemania reconocía

las fronteras occidentales francesas de Alsacia y Lorena y Francia

anticipaba la evacuación del Rhin, además de la aprobación por parte de

Francia, Bélgica y Alemania de respetar sus fronteras bajo la garantía

conjunta de Gran Bretaña e Italia. Así comenzó lo que se dio en llamar el

“espíritu de Locarno”, que un año más tarde, en 1926, se coronó con el

ingreso de Alemania en la SDN a propuesta de Francia y la firma en 1928

del Pacto Briand-Kellog, que suponía una declaración solemne contra la

guerra, al que se adhirieron 63 países.

La presencia española en la escena internacional de la Europa de

los inciertos años 30

La política exterior española durante el bienio reformista (1931-

1933)

Este sistema de relaciones internacionales comenzó a resquebrajarse

como consecuencia de los efectos del Crack de Nueva York de 1929, pero

también a causa de otros factores como la desaparición física de

protagonistas políticos de los años veinte como Aristide Briand (1862-

1932) y Gustav Stresemann (1878-1929). Estas pérdidas humanas, que

habían simbolizado el “espíritu de Locarno” influyeron decisivamente en el

distanciamiento entre Francia y Alemania. El nacionalismo económico que

arbitraron los diversos países como mecanismo para combatir la crisis fue

descartando, asimismo, la posibilidad de una colaboración internacional

Page 92: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

92

para su resolución; y al interior de los diversos países, trajo consigo el

agravamiento de una conflictividad social que nunca había dejado de existir

desde el final de la Gran Guerra.

El 10 de septiembre de 1931, el nuevo ministro de Estado, Alejandro

Lerroux, presentó ante la SDN las líneas maestras de la política exterior del

nuevo régimen. En plena crisis económica, la aparición de la República

española en Ginebra supuso una entrada de aire fresco con su decidido

espíritu societario. El entusiasmo demostrado por la delegación española en

los meses previos encontró sus frutos al conseguir un puesto permanente en

el Consejo (43 votos de los 53 posibles), demostrando el cambio dispuesto

por la República en materia de política exterior.71 En este contexto se

produjeron los primeros síntomas de la crisis del sistema de seguridad

colectiva y, por ende, los primeros retos a los que tuvo que hacer frente en

la escena internacional el naciente régimen. Tan sólo ocho días después del

discurso de Lerroux ante el Consejo, el 18 de septiembre de 1931, los

japoneses intervinieron en la región china de Manchuria. Las democracias

occidentales no se pusieron de acuerdo en el modo de aplicar el sistema de

sanciones (artículo 16) que la SDN había previsto para los casos de

agresión de un país contra otro. Al recurrir a un comité investigador

(Comisión Lytton), se dio a las potencias una excusa para retrasar la toma

de decisiones, mientras Japón continuaba su conquista. El acontecimiento,

sin embargo, tenía su verdadero calado, ya que no se trataba de dirimir un

simple conflicto regional, sino de evaluar la verdadera capacidad de la

SDN para preservar la paz mundial.

71 F. Quintana Navarro, op. cit. (1994), p. 49.

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93

Como presidente rotatorio del Consejo, España debía arbitrar las

discusiones sobre el conflicto en el foro ginebrino. La ocasión ofrecía la

posibilidad de calcular la coherencia de la diplomacia española y la

eventualidad de ofrecer a la población española la oportunidad de tomar

conciencia de la necesidad de romper el tradicional aislamiento español. El

Consejo pronto pudo constatar la falta de eficacia de Lerroux para dirigir

los debates del “Consejo de los Cinco” (Gran Bretaña, Francia, Alemania,

Italia y España) formado al efecto, entre otros motivos debido a su más

absoluto desconocimiento de ninguna lengua que no fuera la española. La

vuelta del ministro de Estado a España, permitió que tomara protagonismo

la persona que hasta ese momento había sido el arquitecto de la delegación

española en Ginebra, Salvador de Madariaga (1886-1978).

El resultado de las discusiones fue una ineficaz condena moral hacia

el agresor, que por otro lado, supuso el abandono de la representación

nipona de Ginebra y, lo que era más grave, la demostración de la

incapacidad de la SDN para detener el revisionismo imperialista japonés en

Asia. España, por su parte, defendió de manera encendida los principios

societarios en contraste con la actitud más dilatoria de las grandes

potencias, debido a la presencia en Ginebra del que sería durante buena

parte del periodo republicano su representante, Salvador de Madariaga, al

que pronto comenzó a conocerse como “Don Quijote de la Manchuria”.72

Esta actitud de Madariaga fue en algunas ocasiones demasiado lejos en su

defensa de los principios ginebrinos y, por ello, el ejecutivo de Madrid

temió que le acarreara incómodas consecuencias en sus relaciones con las

72 S. Madariaga, Memorias (1921-1936). Amanecer sin mediodía, Madrid,

Espasa Calpe, 1977, pp. 285 y ss. y 574 y ss. F. Quintana Navarro, “Salvador de

Madariaga, diplomático en Ginebra (1931-36). La película de la política exterior de la II

República”, Hª Contemporánea, nº 15, pp. 107-124.

Page 94: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

94

grandes potencias. El 24 de octubre de 1931, Madariaga no se limitó a

reclamar la retirada de las fuerzas japonesas de Manchuria, sino que acusó

al gobierno japonés de agresor y rechazó el principio de negociación

directa entre las partes.73 Esta decisión disgustó a británicos y alemanes,

más preocupados por implicarse lo menos posible en el conflicto que por

solucionarlo. Los británicos, en plena crisis financiera y con un gobierno de

unión nacional recién constituido tras el fracaso del gabinete laborista, no

contaban con los recursos necesarios para contener el expansionismo nipón

en solitario. Por su parte, los alemanes sin importantes intereses en la zona,

se empeñaron en mantener cierta neutralidad. Además, el desarrollo del

conflicto en el seno de la SDN les servía a los germanos como termómetro

para marcar los “tempos” del plan revisionista que planeaban.

En la primera intervención española en la SDN de cierta

envergadura, quedó patente que la política internacional republicana debía

limar las diferencias entre el ideal societario de la delegación española y el

necesario pragmatismo que mostraba el gobierno republicano. El cambio

del titular del Ministerio de Estado con el nuevo gobierno del 15 de

diciembre de 1931, que supuso la salida de los radicales, puso al frente de

la diplomacia española a Luis de Zulueta y Escolano (1878-1964), que

pronto dejó claro que no pretendía encabezar una cruzada contra Japón. En

cualquier caso, la República española dejaba patente que estaba dispuesta a

abandonar su tradicional recogimiento y tomar una cierta autonomía de sus

dos referencias tradicionales, Gran Bretaña y Francia, más preocupadas por

mantener su privilegiada posición, aún a riesgo de sacrificar los intereses

de las potencias más débiles. Desde esta perspectiva, parece ser que fue la

delegación española la instigadora de la constitución del “Grupo de los

73 F. Quintana Navarro, op. cit. (1994), p. 65.

Page 95: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

95

Ocho” (España, Noruega, Suecia, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica, Suiza

y Checoslovaquia), un conjunto de países sin gran capacidad militar,

decididos a profundizar en los principios de la seguridad colectiva

integrado por potencias medias que se unieron para contrarrestar la

tendencia de las grandes potencias a discutir las grandes cuestiones al

margen del Consejo, e intentar darle una verdadera dimensión universal. Al

interior del país, las filas conservadoras consideraron que el papel de

España en la SDN servía para relativizar la importancia del Pacto, y, lo que

era peor, aquí encontraron la piedra de toque para rechazar el desarrollo de

una política exterior demasiado dependiente de Ginebra.74

El fin de la cooperación económica internacional tras la crisis del 29,

también se tradujo en el fracaso de la Conferencia de Desarme de Ginebra

durante el año 1932. Esta decepción provocó enorme desilusión en la

opinión pública internacional y, más aún, supuso un duro golpe contra las

esperanzas nacidas del ideal societario. El objetivo inicial era conseguir una

reducción de armamento según lo estipulado en el artículo 8 del Pacto. Se

pretendía reducir las disputas entre las potencias europeas para evitar un

rearme generalizado en el continente. Así pues, la cuestión central era

cómo reconciliar la demanda de igualdad de Alemania

(Gleichberechtigung) con el deseo de seguridad de Francia.

La actitud española en esta ocasión siguió las trazas ya mostradas el

año anterior ante la agresión nipona. España apostó por un desarme

máximo hasta llegar al límite de garantizar el orden interior de los países y

el cumplimiento de las obligaciones internacionales. Madariaga presidió

74 J.-F. Berdah, La democracia asesinada. La República española y las grandes

potencias, 1931-1939, Barcelona, Crítica, 2002, pp. 58-59.

Page 96: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

96

uno de los comités. La falta de avances en la conferencia aproximó la

diplomacia francesa, cada vez más aislada, a las potencias medias, y en esta

estrategia, Édouard Herriot, presidente del Consejo de ministros francés,

elaboró el llamado Plan Constructif.

Tal fue el trasfondo de la visita que Herriot realizó a España en

noviembre de 1932. Esta cita disparó todo tipo de rumores sobre los

supuestos acuerdos secretos que ambos países podían firmar respecto al

paso de tropas francesas a su imperio colonial del norte de África en caso

de conflicto, y que sus protagonistas negaron hasta la saciedad. Azaña se

mostró bastante huidizo durante la visita, que no pasó de desarrollarse

según los protocolos de la mera cordialidad, sin que aparentemente se

produjeran resultados destacables. La prevención ante las eventuales

pretensiones francesas y el mantenimiento de la autonomía de la

diplomacia española respecto de su vecino del norte, parecen estar en el

fondo de la actitud de Azaña. Aunque Madariaga presentó el encuentro

como una visita de cortesía, Azaña no lo percibió así y creyó que Herriot

venía a buscar el apoyo español contra los fascismos en caso de guerra.

Azaña garantizó que España no atacaría Francia en tal contingencia, pero la

cautela obligada por la precariedad de la defensa española le impidió

comprometerse más allá, a no ser que los franceses ofrecieran

contrapartidas interesantes.75 Francia, por su parte, pareció pretender

atraerse a España al bloque democrático y apartarla del grupo de neutrales.

En cualquier caso, la visita supuso la incorporación de pleno derecho del

régimen republicano a la escena internacional. Se firmaron algunos

acuerdos sobre asistencia social a los emigrantes españoles y se consiguió

el compromiso del ejecutivo galo para reducir las actividades de los

75 A. Egido León, “La dimensión internacional…”, pp. 189-220.

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97

refugiados antirrepublicanos en Francia. A cambio, los franceses recibieron

un ligero apoyo de España a su “plan constructif” cuando se discutió en

Ginebra en febrero de 1933. El ministro de Estado Zulueta no vaciló en

declararse públicamente a favor del plan francés, actitud que podía causar

sorpresa si tenemos en cuenta la reiterada insistencia de los responsables

españoles en el carácter pacifista de su política internacional y su

orientación neutralista. Así pues, colaboración franco-española en Ginebra

fue el compromiso intermedio al que se llegó, equidistante del neutralismo

universal y de una política bilateral demasiado comprometedora que

ofreciera una imagen de satelización de España hacia Francia. De hecho,

aunque de manera matizada, España prestó su apoyo al plan galo en

Ginebra, a pesar de que finalmente, no le quedó más remedio a los

franceses que reconocer la igualdad de derechos de Alemania en un

régimen de seguridad para todas las naciones.

Madariaga sostiene otra visión bien distinta de la visita. Según el

diplomático, el presidente francés venía a estrechar los lazos con España

bajo la continua amenaza del rearme alemán, en particular para garantizarse

el paso de las tropas hacia sus colonias africanas en caso de ser atacada. A

cambio, prosigue el razonamiento de Madariaga, España podría haber

exigido una política más generosa en Marruecos y Tánger. Por el contrario,

Azaña se propuso evitar a toda costa una entrevista a solas con Herriot.

Éste salió desilusionado y terminó extendiendo su mano a Mussolini para

mantener el status quo en el Mediterráneo ¿Qué pudo haber pasado si

Azaña hubiera osado poner un pie seguro sobre la escena europea? Para

Madariaga, este tipo de actitudes no ayudaron a entender fuera de España

Page 98: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

98

los objetivos de la política española y a la postre paralizaron buena parte de

los apoyos que más tarde se necesitarían.76

El fracaso de la Conferencia de Desarme sirvió a la diplomacia

española para reajustar su política exterior, que desde entonces pasó por

dos principios complementarios para prevenir el peligro de guerra: intentar

la modernización del Ejército y practicar una orientación más pacifista.77 A

partir de esta fecha se solaparon la contundencia de Madariaga en Ginebra

con la prudencia de Madrid, sintetizando la energía en los principios y la

prudencia en los actos.78

El comienzo del rearme alemán se produjo tras la llegada al poder

de Hitler en enero de 1933 en una Alemania golpeada por la crisis

económica y encogida por la parálisis parlamentaria.79 En una línea

revisionista, Alemania exigió igualdad de derechos antes de abordar

cualquier discusión (en la práctica, pedía el derecho a comenzar el rearme).

Era el camino marcado para recuperar los territorios perdidos en Europa

Central en 1919. El objetivo final era conquistar la Rusia bolchevique para

convertirse en una potencia continental inexpugnable. Para ello, Hitler

consideraba necesaria una alianza, aunque tan sólo fuera tácita, con Italia y

Gran Bretaña.80

76 S. de Madariaga, “Política extranjera de la República”, en España. Ensayo de

Historia Contemporánea, Madrid, Espasa-Calpe, 1978, pp. 386-404. 77 M. Azaña, op. cit., (1990), vol. II, p. 500. 78 F. Quintana Navarro, “Salvador de Madariaga…”, pp. 107-124. 79 M. Burleigh, El Tercer Reich. Una nueva historia, Madrid, Taurus, 2002, p.

183. 80 Sobre la política exterior nazi véase K. Hildebrand, The Foreing Policy of the

Third Reich, Londres, Batsford, 1973; A. Hillgruber, Germany and the Two Wars

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99

La ascensión al poder del nazismo con la estrategia de revisar

Versalles y la creación del Gran Reich dio inicio a un “revisionismo

afirmado”, practicado ya en el Extremo Oriente por Japón, para que se

instalara en el corazón de Europa. Alemania abandonó la SDN en 1933,

inició el rearme e intentó el Anschluss (unión con Austria, mediante el

asesinato del canciller austriaco Engelbert Dollfuss por nazis austriacos).

La rápida reacción de Mussolini, que también aspiraba a tutelar Austria,

obligó al Führer a paralizar temporalmente sus propósitos, que finalmente

consiguió en 1938. El programa nacionalsocialista basado en la tradición

conservadora germana disparó las incertidumbres sobre un Viejo

Continente plurinacional en el que las fronteras trazadas en Versalles ahora

se antojaban asfixiantes. Antimarxismo, antiliberalismo, antisemitismo y

recuperación del “espacio vital” germano se convirtieron en conceptos

inquietantes que alcanzaban a todos los Estados, en un momento de

insolidaridad internacional en el que cada uno de ellos pretendía salir de la

crisis por su cuenta.

Ante la llegada al poder de Hitler, España fue consciente de que la

coyuntura internacional había experimentado cambios que necesitaba

ajustes importantes en la actitud de las potencias en Ginebra.

Aprovechando la situación, Mussolini lanzó la propuesta de “Pacto de los

Cuatro” con el propósito de crear un directorio de franceses, británicos,

alemanes e italianos en el escenario europeo. Madrid respondió con una

ofensiva para frustrar esta iniciativa, poniendo sobre la mesa la idea de

profundizar en un pacto sobre el Mediterráneo. Esta línea de actuación le

llevó a sondear al Foreing Office, ante la timorata e improductiva actuación

de los franceses. Por otra parte e indirectamente, los italianos ofrecieron World, Cambridge, Harvard University Press, 1981; G.L. Weinberg, The Foreing Policy

of Hitler´s Germany, 1933-1936, Chicago, University of Chicago, 1983.

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100

una renovación anticipada del Tratado de Amistad firmado durante la

dictadura de Primo de Ribera con el régimen fascista en 1926. Este

inesperado cúmulo de circunstancias, que demostraban una revitalización

efectiva de la política exterior española, animaron a su diplomacia, ahora

dirigida por el socialista Fernando de los Ríos Urruti (1879-1949), a tomar

la iniciativa en el Mediterráneo, alentada por la buena disposición francesa

e italiana, en contraposición con las dilaciones británicas. La caída del

gobierno reformista de Azaña en 1933 interrumpió esta política y frustró

unas posibles negociaciones respecto al particular.

La política exterior española durante el bienio conservador

(1933-1936)

El programa exterior del nuevo gobierno derechista no supuso una

verdadera ruptura con el bienio anterior, aunque podemos afirmar que a

partir de entonces, la diplomacia española cayó en un abúlico letargo que se

prolongó hasta febrero de 1936. La discontinuidad ministerial alcanzó los

niveles más altos de todo el periodo republicano (ocho ministros de Estado

diferentes en veintinueve meses, por cuatro en los treinta y dos restantes) y

el decisivo peso de la política interior en las labores de gobierno hizo el

resto. El compromiso societario anterior se fue sustituyendo por una

neutralidad vacilante que no sólo se debía a la idiosincrasia de las nuevas

fuerzas políticas que habían accedido al poder, sino a la incierta atmósfera

internacional general que ensombrecía Europa desde la llegada a la

cancillería alemana de Hitler. Para los sucesivos gobiernos derechistas, el

Pacto se convirtió en un conjunto de compromisos de ilusiones pacifistas e,

incluso, “una utopía peligrosa que los recientes ataques contra la seguridad

Page 101: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

101

colectiva habían convertido en ilusoria”.81 Los ministros conservadores se

preocuparon más por gestionar los asuntos extranjeros sin demasiado ruido,

de manera ambigua, y temerosos de abandonar la secular neutralidad

española. Las tradicionales alianzas con Gran Bretaña y Francia pasaron a

convertirse en una amenaza para la neutralidad de España en caso de

conflicto, considerándose la elección de tomar ciertas distancias e, incluso,

buscar nuevos apoyos en el Mediterráneo acordes con la ideología de los

nuevos gobiernos. No obstante, este revisionismo de la política anterior no

dejó de ser extremadamente moderado como lo demuestra que el

Ministerio de Estado siguiera dirigido, de manera sucesiva, por los

subsecretarios anteriores, José María Doussinague y Teixidor (1894-?) y

José María Aguinaga Barona (1889-?), y en Ginebra la delegación española

se mantuviera bajo la dirección de Salvador de Madariaga.

Sólo diez meses después de que los nazis se hicieran con el poder,

Alemania abandonó la SDN y la Conferencia de Desarme el 14 octubre de

1933, para iniciar una política de bilateralidad que vulneraba los principios

de la seguridad colectiva establecidos en Ginebra, iniciada con la firma del

Pacto de No Agresión con Polonia en enero de 1934 y seguida por el

intento de golpe de Estado nazi en Austria en julio de 1934 y el

restablecimiento del servicio militar obligatorio en marzo de 1935. La

reivindicación del derecho inmediato de Alemania a rearmarse y la

negativa a participar en nuevas negociaciones chocó con la oposición

unánime de las grandes potencias. Madariaga fue muy prudente en esta

ocasión, ya que pretendía evitar que el aislamiento internacional de

Alemania diera al traste de manera definitiva con el proyecto, ya por

81 J.-F. Berdah, op. cit. (2002), p. 96.

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102

entonces una utopía, de desarme internacional. A diferencia de 1931, ahora

no se convirtió en el apóstol societario “Don Quijote de Manchuria”.

Estos acontecimientos coincidieron con el cambio de Gobierno y la

sustitución de Fernando de los Ríos por Claudio Sánchez-Albornoz y

Menduiña (1893-1984) al frente del palacio de Santa Cruz. Desde entonces,

en el Ministerio de Estado se comenzó a considerar que el Pacto imponía

compromisos excesivos a los países firmantes, a la par que se mostró una

actiud menos severa con la política revisionista de Berlín. A estas alturas,

el ministro de exteriores, Konstantin Von Neurath (1873-1956), no

ocultaba en los medios diplomáticos que el objetivo de Hitler ya no era

conseguir compromisos en conversaciones multilaterales, sino privilegiar

los contactos bilaterales, especialmente con Gran Bretaña. No se nos

escapa que este planteamiento no estaba muy alejado de las preferencias de

Whitehall. Este necesario reacomodo a la nueva realidad internacional

orientó a la diplomacia española a reactivar el grupo de países neutrales,

ahora ya “Grupo de los Seis” (ya sin Bélgica y Checoslovaquia, demasiado

ligadas a Francia) como una táctica para acentuar el neutralismo de la

política exterior española.

La reacción de las potencias ante la reiterada vulneración del Tratado

de Versalles por parte de Alemania fue muy desigual. En Gran Bretaña se

aceptó la revisión del tratado por medios pacíficos, aceptando el hecho

consumado del rearme alemán, por supuesto, todavía limitado. Francia, que

juzgó esto inaceptable, optó por la política tradicional de alianzas para

protegerse de la amenaza alemana, y en esta dirección se apresuró a firmar

el Tratado de Roma en enero de 1935 con el régimen fascista y el Pacto

franco-soviético de mayo de 1935. Los neutrales se mostraron más

cercanos a las tesis británicas. España intentó posponer una postura clara

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103

del grupo de neutrales, en perfecta sincronía con el momento de

apaciguamiento que se vislumbraba, resignándose al rearme alemán y con

un creciente pesimismo sobre el desenlace de la Conferencia de Desarme.

No obstante, esta acción dilatoria no obtuvo muchos frutos ya que el 14 de

abril de 1934 los neutrales presentaron un memorando apoyando las tesis

británicas. Este movimiento del “Grupo de los Seis” no fue del todo del

agrado de Roma y París, por lo que demostraba como oposición al statu

quo reinante. Esta actitud, especialmente la francesa, que como hemos

mostrado, horrorizada optaba por su seguridad, redujo a la nada el posible

papel mediador del “Grupo de los Seis” en favor de la paz y condenaba al

fracaso definitivo a una Conferencia de Desarme que hacía meses

agonizaba.

La URSS, que había ingresado finalmente en la SDN en 1934,

reorientó su política internacional hacia la colaboración con las

democracias occidentales en un intento de exorcizar el hambre voraz de

Alemania hacia su zona de influencia en el oriente europeo, apostando por

mantener viva la seguridad colectiva. Este reajuste pasaba por el abandono

de la estrategia de “clase contra clase”, sustituida por la oferta de

colaboración con los gobiernos burgueses occidentales a través de la

constitución de Frentes Populares antifascistas. La URSS vivía un periodo

de temor a ser presa indefensa del expansionismo nipón y el germano, con

la posible connivencia de las potencias capitalistas. Sin embargo esta nueva

orientación de la política exterior soviética, no redujo los recelos de las

potencias democráticas, ya que existía la convicción de que el estallido de

otra guerra en Europa sólo serviría para desencadenar nuevas revoluciones

sociales y extender el comunismo.

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104

Entre tanto, España participó en una ponencia de condena al régimen

nazi, pero fue desestimada por Francia y hasta por la misma Gran Bretaña

por excesivamente suave. Esta calculada ambigüedad constituía la prueba

irrefutable de que España se replegaba a posiciones neutralistas, dejando

también de confiar en la labor que la unidad de acción de las potencias

medias podía proporcionar. El idealismo de los inicios del bienio anterior

fue sustituido progresivamente por el pragmatismo que marcaban los

nuevos y convulsos tiempos. A partir de entonces, España basculó entre la

compresión de la situación francesa y el alineamiento con Gran Bretaña.

España volvió al principio de neutralidad ante un inminente conflicto,

tomando partido por el apaciguamiento, opción en absoluto exclusiva del

gobierno español.

Otra de las consecuencias inmediatas de la aparición del

revisionismo fascista fueron las incertidumbres que se cernieron sobre el

statu quo en el Mediterráneo, que hasta entonces había jugado un papel

secundario en la política exterior republicana.82 Las ambiciones

expansionistas de Mussolini cambiaron la percepción del gobierno español

y posibilitaron una reorientación de su política en el Mare Nostrum. Desde

que se consideró la cuestión, el ejecutivo republicano entendió que dicha

reorientación pasaba por una implicación más activa en la zona y un

alineamiento progresivo con las potencias democráticas, con las que se

habían tomado ciertas distancias durante los meses que duraron los

coqueteos con potencias más afines a la ideología dominante en el gobierno

español. Aunque existieron algunos movimientos anteriores, hubo que

esperar al verano de 1934 para que el Quai D´Orsay, con la llegada de

82 J. L. Neila Hernández, La II República española y el Mediterráneo. España

ante el desarme y la seguridad colectiva, Madrid, Dilema Editorial, 2006.

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105

Louis Barthou al ministerio el 9 de febrero del mismo año, reverdeciera la

idea de un “Locarno mediterráneo”. Tras el asesinato de Barthou el 9 de

octubre de 1934 en Marsella, le sustituyó en el cargo Pierre Laval. En enero

de 1935, Laval se desplazó a la capital italiana para firmar lo que se daría

en llamar los Acuerdos de Roma. En principio, estos acuerdos fueron bien

recibidos en Madrid por lo que suponían de aproximación franco-italiana y

tranquilidad en el mar interior; pero en el reverso de esta interpretación

también comenzó a subsistir la inquietud de que en ellos se hubiera

decidido algunas cuestiones trascendentes para la seguridad española sin

haber sido consultado el palacio de Santa Cruz. Este ambivalente y

contradictorio sentimiento quedó reflejado en el discurso que el ministro de

Estado Juan José Rocha (1877-1938) pronunció en las Cortes el 29 de

enero de 1935.

Este contexto, junto con el próximo vencimiento del estatuto de

Tánger, pareció ofrecer al gobierno español la posibilidad de revisar ciertos

derechos españoles en el norte de África. Pero para ello, España debía

conseguir las garantías de que no se alteraría el equilibrio en la zona sin su

concurso, cosa que se aseguró de los británicos en marzo de 1935. Esta

garantía apaciguó los temores españoles, rehenes de una clara

vulnerabilidad defensiva que les obligaba a evitar cualquier conflicto

bélico. En cualquier caso, a pesar de los Acuerdos de Stressa firmados

entre Gran Bretaña, Francia e Italia el 11 de abril de 1935, la idea de un

pacto Mediterráneo se fue diluyendo hasta que recibió su golpe mortal con

la invasión italiana de Abisinia. Una vez más, se revelaba la distancia que

había entre la ampulosa política ginebrina de la República y la realidad de

su pobre papel en la escena internacional.

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106

El 16 de marzo de 1935, Hitler anunció públicamente el inicio del

rearme de Alemania. Aunque España mantuvo una postura prudente a la

espera de la reacción de las grandes potencias, este hecho ponía de

manifiesto el problema de la seguridad nacional en caso de conflicto

europeo. No por casualidad, tan sólo seis días después, el 22 de marzo, se

presentó en Cortes para su aprobación un programa naval que perseguía

reforzar la capacidad de intervención de la marina española y garantizar la

protección de las posesiones insulares.

En abril de 1935, como ya hemos señalado, se reunieron en la ciudad

italiana de Stressa, representantes de Francia, Gran Bretaña e Italia para

ratificar su repudió a los tratados que ponían en peligro la paz europea. El

14 de abril llegaron al acuerdo de proponer a Ginebra un proyecto de

condena contra Alemania. Madariaga fue designado por Francia y Gran

Bretaña para presentar ante el Consejo dicho proyecto, que las grandes

potencias pretendían aprobar sin condiciones, ni prácticamente consulta a

las potencias medias, como así sucedió. Julio López Oliván (1891-1964),

miembro de la delegación ginebrina, fue el encargado de redactar la

posición oficial española ante el hecho consumado que ofrecía Berlín al

mundo. El documento resultante se fundaba en la condena de toda

violación unilateral del Pacto, el rechazo de cualquier solución coercitiva y

el propósito de evitar la aplicación de sanciones contra el país vulnerador

de Versalles.

Indirectamente, el rearme alemán favoreció las ambiciones

imperialistas de Italia, que a cambio de su actitud de condena escondía a

duras penas la pretensión de que Francia y Gran Bretaña le dejaran las

manos libres en Etiopía. Pero dos meses más tarde, el 18 de junio de 1935,

en el inicio de su estrategia de apaciguamiento, Gran Bretaña firmó un

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107

Acuerdo Naval con Alemania en que se permitía que los alemanes

ampliaran su flota en un porcentaje equivalente al 35% de la Royal Navy,

lo que venía a significar hacer caso omiso a Versalles, permitir la creación

de una nueva armada germana y sancionar la política revisionista del

Tercer Reich.83

Si este movimiento estratégico del Foreing Office no terminó de

arruinar lo acordado en Stressa, la invasión italiana de Abisinia, certificó su

defunción. Italia pretendía convertirse en una potencia hegemónica en el

Mediterráneo en un intento de reactivar el Mare Nostrum de la Roma

imperial y contrarrestar la superioridad naval anglo-francesa en la zona.

Frenar a los italianos implicaba un riesgo de guerra evidente, no hacerlo,

lanzaba un torpedo contra la línea de flotación de la seguridad colectiva y

el fortalecimiento de las actitudes revisionistas. El 6 de septiembre de 1935

se decidió constituir un “Comité de Cinco” (Madariaga, Eden, Laval, más

los delegados polacos y turcos), presidido por el primero, para mediar en el

conflicto. Esta designación ponía de relieve la confianza de las potencias en

la política ginebrina española, pero también sus esperanzas de influir en la

decisión de un comité presidido por una frágil nación. De allí salió el 18 de

septiembre un proyecto de arbitraje en el que se ofrecían ventajas

económicas a Italia y a Etiopía, que cuatro días más tarde, el Duce rechazó.

La postura de Madariaga consistió entonces en dar facilidades a Italia, pero

manteniéndose cerca de Gran Bretaña y del Pacto.

83 R. Miralles, op. cit. (1996), p. 200; J.-B. Duroselle, op. cit. (1979), p. 95; J. E.

Dreifort, “The French Popular Front…”, pp. 217-236.

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108

A pesar de las sanciones económicas impuestas contra Italia en el

seno de la SDN el 10 de octubre de 1935, no se acordó el bloqueo del país,

ni ninguna otra nación suspendió las relaciones con el régimen establecido

en Roma, por lo que el canal de Suez siguió siendo el paso franco de

mercancías hacia la península italiana. El temor a alinear a Mussolini con

Hitler, llevó a Londres y a París a firmar el “pacto Hoare-Laval” (acuerdo

por el que se aceptaba que Italia recibiera las dos terceras partes de Etiopía

y ejerciera un protectorado en el resto, con el objetivo de salvar los

acuerdos de Stressa), que constituyó a todas luces una auténtica traición a

la seguridad colectiva y un reforzamiento de la política de hechos

consumados de las potencias imperialistas. El escándalo levantó a la

opinión pública británica y a la oposición, lo que obligó a Whitehall a

repudiar el acuerdo, ponerse al frente de la SDN en la aplicación de las

sanciones contra Italia y sustituir a Samuel Hoare, secretario del Foreign

Office, por Anthony Eden. Por otro lado, las angustias francesas llevaron al

Quai D´Orsay a acelerar la ratificación del Pacto franco-soviético. En todo

ello, la postura española siguió siendo ambigua e inconsistente, a

semejanza de la actitud manifestada por las medianas y pequeñas potencias

en un momento en el que la seguridad colectiva se había convertido en un

objetivo vacío e ilusorio.

La labor de aproximación de España a Gran Bretaña e Italia se tornó

difícil en un momento en que ambas potencias se encontraba en campos

opuestos. Además, las provocaciones que hasta entonces la lejana

Alemania desarrollaba en Centroeuropa, ahora se centraban en el cercano

Mediterráneo con la agresión italiana. A la altura del verano de 1935, el

enfrentamiento entre Londres y Roma alcanzó cotas que devolvieron la

intranquilidad al Ministerio de Estado español. En el país la opinión

pública se dividió entre los partidarios de Ginebra y el escrupuloso

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cumplimiento del Pacto que defendía la izquierda, y la neutralidad

propuesta por la derecha que no disimulaba sus simpatías por el régimen

fascista de Roma. La favorable disposición del “Comité de Cinco”

presidido por Madariaga a las posiciones italianas demostraba que la

diplomacia española se alejaba del compromiso societario a ultranza de los

primeros años del periodo republicano.84 Finalmente, la delegación

española tuvo que abandonar la ambigüedad y votar las sanciones contra

Italia, pero sin esmerarse demasiado en solicitar su aplicación estricta. Más

tarde, tampoco se dio por enterada ante las reclamaciones británicas para

garantizar el apoyo de los países mediterráneos contra una agresión

italiana. Este intento de España por no enemistarse con Londres ni con

Roma terminó por concitar el recelo de ambas hacia la República española.

Indirectamente, los recelos producidos por los Acuerdos de Roma de

enero de 1935 y la intervención italiana en Abisinia ofrecieron a España la

posibilidad de mejorar su posición en Marruecos, justo cuando se

aproximaba la fecha de revisión del Estatuto de Tánger en noviembre de

1935. Francia y España se habían repartido Marruecos en 1912, pero

España no había quedado muy contenta porque se excluyó a Tánger de su

zona (como se contemplaba en el malogrado convenio franco-español de

1902 e implícitamente en la declaración franco-británica de 1904). En 1923

se había firmado el estatuto internacional de Tánger, que contemplaba la

desmilitarización de la zona y daba el poder administrativo a Francia. Este

descontento provocó una revisión en 1928 con escasos resultados. Ahora se

volvió a plantear la posibilidad de denunciarlo, pero ante el problema

etíope, ni británicos ni españoles lo hicieron. Finalmente, un intercambio

de notas con Francia en noviembre de 1935, mejoraron el estatuto

84 F. Quintana Navarro, op. cit. (1994), p. 277. Cfr. J. F. Pertierra de Rojas,

Relaciones internacionales durante el periodo de entreguerras, Barcelona, Akal, 1991.

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110

superficialmente para España, que el gobierno de la derecha utilizó en

términos de prestigio.85 Estos éxitos africanos contrastaban con la nula

operatividad y el retraimiento español en Ginebra.86

La política exterior española durante el Frente Popular

A lo largo del año 1936 el sistema de relaciones internacionales

entraría en una fase de crisis irreversible que conduciría gradualmente hasta

el estallido de la Segunda Guerra Mundial en septiembre de 1939. La

política exterior del gobierno del Frente Popular tuvo que enfrentarse a una

escena internacional plagada de peligros e incertidumbres, que añadida a la

creciente inestabilidad social interior, llevó a España a refugiarse en una

cierta neutralidad, como había sucedido en la legislatura anterior.87 El

Azaña de 1936 reafirmó su compromiso con Ginebra, pero también la

reciprocidad de los compromisos adquiridos por todos los miembros del

Pacto, activando una política exterior realista, lejos de los excesos

societarios del primer bienio. Dicho en palabras del mismo Azaña, lealtad a

Ginebra, pero sin asumir obligaciones en espacios que no incumbieran a

España.88 El anterior optimismo en las instituciones ginebrinas se tornaba

ahora en prevención. Podemos afirmar que con la llegada del Frente

Popular, la neutralidad dejó de ser estricta para convertirse ciertamente en

benévola. Los acontecimientos internacionales tiñeron la acción exterior

85 A. Egido León, “La política exterior de España durante la II República, 1931-

1936”, Proserpina, núm. 1, 1984, pp. 99-144. 86 D. Little, Malevolent Neutrality: The United States, Great Britain and the

Origins of the Spanish Civil War, Ithaca, Cornell University Press, 1985, pp. 148-151. 87 F. Quintana Navarro, op. cit. (1994), pp. 316-317. 88 M. Azaña, op. cit. (1990), vol. II, p. 316.

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111

republicana de cierta improvisación, caracterizada por el soslayo de los

compromisos hasta que no quedara más remedio que encararlos.

Pretextando que el pacto de ayuda mutua entre Francia y la URSS,

ratificado el 27 de febrero de 1936, violaba los acuerdos firmados en

Locarno, y consciente de la fractura abierta entre los aliados, Hitler ocupó

la zona desmilitarizada de Renania el 7 marzo de 1936. No obstante, el

dictador alemán dejó una puerta abierta dando la orden preventiva de

retirada a su alto mando en caso de reacción francesa. Pero como

sospechaba Hitler, Francia no reaccionó militarmente ante la amenaza que

se cernía sobre su frontera, entre otras cosas, por la ausencia de

compromiso británico (que consideraba el acto como inevitable en el

proceso de recuperación de la soberanía alemana vulnerada en Versalles) y

por la aguda crisis sociopolítica en la que se encontraba Francia,

iniciándose “la décadance” de la política exterior francesa, como la

denominó Jean-Baptiste Duroselle.89 El desafío germano demostraba que la

firma del Pacto franco-soviético suponía un frágil plan B para los

franceses, mientras no contaran con las garantías británicas. Locarno

garantizaba la frontera francesa, pero no las de la Pequeña Entente, que

tenían pactos con ella, y el Pacto franco-soviético de 1935 estaba

desprovisto de contenido militar; con lo cual, Francia no contaba con

pactos sólidos cuando Hitler decidió remilitarizar Renania. Desde entonces,

Hitler pudo prescindir de las conversaciones y denunciar los tratados

vigentes, sin miedo a represalias.90

89 J.-B. Duroselle, op. cit (1979), p. 271; R. Miralles (1996), op. cit, p. 180. 90 P. Kennedy, Auge y caída de las grandes potencias, Barcelona, Random

House Mondadori, 2006, p. 529.

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112

En esa nueva coyuntura, era crucial para Francia preservar la

colaboración con Gran Bretaña.91 La prevención antirrevolucionaria de los

británicos contra la URSS paralizaba la resolución de hacer frente a la

agresión nazi. Los británicos se negaban a ver que la Internacional

Comunista, más que un vehículo para transportar el virus de la revolución,

constituía una herramienta con la que la URSS se protegía contra la temida

agresión de Occidente y que los soviets necesitaban la paz para estabilizar

los logros internos conseguidos, no un conflicto que echara a perder todo el

trabajo realizado.92

Como vemos, ninguno de los actos revisionistas llevados a acabo

entre 1933 y 1936, siempre manu militari, fueron contenidos por Francia ni

Gran Bretaña, que seguían confiando en evitar un conflicto europeo

reacomodando las pretensiones italianas y alemanas. La formulación de

esta política de apaciguamiento británica, y resignadamente aceptada por

los franceses, se mostraba como una estrategia diplomática destinada a

evitar el conflicto europeo generalizado, aceptando cambios razonables en

el statu quo territorial demandados por las autoridades nazi-fascistas,

siempre que no afectaran a los irrenunciables intereses franco-británicos.

En el fondo, suponía la aceptación por parte de los aliados de su impotencia

91 J. Avilés Farré, “Francia y la guerra civil…”, pp. 165-184; J.-M. Delaunay,

“Orígenes históricos…”, pp.15-28. 92 M. Alpert, op. cit. (1998), pp. 16-17. Véase también J. Haslam, The Soviet

Union and the Struggle for Collective Security in Europe, 1933-1940, Londres,

MacMillan, 1984; G. Roberts, The Soviet Union and the Origins of the Second World

War, Londres, MacMillan, 1995.

Page 113: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

113

para enfrentarse a un tiempo con el revisionismo imperialista de Alemania,

Italia y Japón.93

España se esforzó por encontrar posiciones a medio camino entre las

grandes potencias. Condenó la vulneración de los Tratados de Versalles y

Locarno como quería Francia, pero se opuso a la toma de sanciones contra

Alemania y se apresuró a apostar por el levantamiento de las sanciones

impuestas a Italia por la ocupación de Abisinia, que, por otro lado,

representaba el deseo de la mayoría de las naciones representadas en la

SDN. Y así lo expresó el nuevo ministro de Estado, Augusto Barcia Trelles

(1881-1961), en el foro ginebrino, mostrando el impaciente intento español

de alejar la tensión del Mediterráneo. Una carta del socialista Pablo de

Azcárate y Flórez (1890-1971) a su correligionario Fernando de los Ríos de

mayo de 1936 revelaba la desazón del imprevisto rumbo que seguía la

política exterior republicana en Ginebra:

Llevo una temporada de verdadera preocupación con la política

desarrollada aquí por España que está a mil leguas de corresponder a

la significación política del Gobierno, y sobre todo del Frente

Popular, (…) pero, por otra parte, puesto que todo lo que hace aquí la

representación de España lo hace sin asomo de intención de contar

conmigo, (…) no veo porque (sic) me he de recatar en expresar libre

y honradamente mi opinión sobre la política que se sigue. Política

que acabará por arruinar totalmente la significación internacional de

las izquierdas españolas. (…) Lo que hay hoy planteado es una lucha

a fondo entre un sistema de colaboración internacional y un sistema

93 A. Adamthwaite, The Lost Peace. Internacional Relations in Europe, 1918-

1939, Londres, Edward Arnold, 1980.

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114

de fuerza. Paralelamente entre fascismo y no-fascismo. Dos políticas

(1) Arreglo con Italia: reconocimiento, mejor o peor disimulado, de

la conquista de Abisinia; reincorporación de Italia en el concierto

internacional mediante (esta es la fórmula de estos últimos días) un

pacto mediterráneo, borrón y cuenta nueva; reconstitución de la

Sociedad de Naciones; arreglo con Hitler … consecuencia refuerzo

del fascismo bajo todas sus formas, y creación de una nueva

situación falsa que en un provenir más o menos remoto (más bien

menos que más) nos pondrá en presencia de un nuevo golpe de mano

de una u otra Dictadura. Y si se ha aceptado el primero con que

fuerza moral se va uno a oponer al segundo? Es el salto en el vacío;

la ilusión de echar un mal remiendo a la situación de hoy creando

inmensos peligros para el porvenir; porque el remiendo sería inmoral

e indigno. Esta es, en el fondo la política a que ha adherido (y

empleo esta expresión por no cargar las tintas, pero podría sin

exagerar emplear otra mas (sic) expresiva) la representación de

España. (2) mantener los principio… y las sanciones, con todas sus

consecuencias. No quedarse con el remordimiento de conciencia de

pensar que si no hubiera cedido el fascismo (no solo en Italia sino en

general) habría recibido un golpe mortal; aun (sic) en el peor de los

casos, es decir si al fin y a la postre no se consigue abatir al

fascismo, conservar el caudal de unos principios sobre los cuales no

se ha transigido. Es la política del Labour de la resolución de

Bruselas y, supongo de Blum y su futuro gobierno (sobre esto tu

tendrás más y mejor información que yo) – Asi (sic) puestas las

cosas, no puedo comprender que los partidos socialistas y

comunistas (y en esto sin divisiones internas ni entre ellos) no hayan

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115

exigido o exijan del Gobierno una actitud clara inequívoca y

terminante a favor de la segunda política.94

Dos días más tarde, el mismo Azcárate escribía a su compañero de

partido Julio Álvarez del Vayo (1891-1975) en similares términos:

En cuanto a Europa y África es indispensable por parte de España

que haya una rectificación neta de actitud. (…) En concreto que se

declare partidario de mantener las sanciones (…). Los ensayos que se

intentan para salir del paso por medio de un arreglo cuya

consecuencia no podía ser otra que la consagración y consolidación

del régimen fascista y de las dictaduras en el mundo.95

La ocupación de Abisinia por Italia finalmente fue reconocida por

Francia, con el ilusorio objetivo de salvaguardar el “espíritu de Stressa”.

Sin embargo, este acto de debilidad francesa sirvió para que los italianos se

acercaran más a Alemania, nación hermana en su política de expansión,

coincidentes también en la futura guerra de España y que culminó con la

formación del Eje en 1936 y más tarde del Pacto de Acero en 1939. Cuando

el 15 de junio de 1936, la SDN levantó las sanciones a Italia, un

sentimiento de frustración y vergüenza recorrió Ginebra, confirmando que

el realismo se imponía a la moralidad política.

94 AMAE, Caja 110.1. Archivo Pablo Azcárate (Secretario General Adjunto de

la Sociedad de Naciones). “Carta de Azcárate a Fernando [de los Ríos] sobre la política internacional y la actitud del Gobierno español ante ella. Conquista italiana de Abisinia”. Ginebra 21 de mayo de 1936. Carta manuscrita.

95 AMAE, Caja 110.1. Archivo Pablo Azcárate (Secretario General Adjunto de la Sociedad de Naciones). “Carta de Azcárate a Álvarez del Vayo sobre política internacional y el levantamiento resanciones a Italia”. Ginebra, 23 de mayo de 1936. Carta manuscrita.

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116

La autoridad de la SDN volvió a quedar en entredicho. Como diría el

mismo Barcia al embajador francés Jean Herbette (1878-1960):

España permanece ligada a la Sociedad de Naciones, deseando que

una pronta reforma remedie todos los defectos que la experiencia ha

revelado en esta institución.

(…) si las grandes potencias pertenecientes a la Sociedad de

Naciones renuncian a mantener los compromisos que derivan de esta

pertenencia, España se considerará también desligada y se unirá a las

potencias neutrales.

(…) es visible la perspectiva –relataba Herbette sobre la actitud de

Barcia- que la perspectiva de un conflicto anglo-italiano le parece

constituir el peligro inminente.

(…) Considerando el caso de guerra, y hablando en nombre propio,

M. Barcia me declaró que según su opinión España permanecería

neutral (…).

De manera superficial, M. Barcia no ha hecho menos que explicarme

el razonamiento que haría España, si por desgracia Francia e

Inglaterra no se entendieran.

(…) incluso bajo el gobierno español actual, donde contamos con tan

fieles amigos, la política internacional de España puede reservarse

elegir según las circunstancias entre diversas conductas.96

España recuperaba prudentemente una política de estricta neutralidad

en su acción exterior, hecho que no pasó desapercibido para la

representación diplomática francesa en España. Dos semanas más tarde, el

96 Documents Diplomatiques Françaises, 2ª Série, Tome II, ex nunc DDF, 2ª, II,

14 de mayo de 1936, d. 213. Salvo mención expresa, todos los documentos traducidos

procedentes de fondos archivísticos no españoles son obra del autor.

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117

embajador Herbette recomendaba a París en un extenso informe sobre las

relaciones entre España y Francia la política a seguir hacia la República:

La importancia de nuestras relaciones con España es actualmente

superior a la potencia material de la que España dispone (…).

Primero la situación geográfica de España en caso de conflicto

marítimo, así como en el caso en el nosotros tuviéramos necesidad

de llevar a la metrópoli nuestras tropas de África (…)

Tenemos un gran interés en organizar, entre España y nosotros, una

simbiosis a no ser que queramos encontrar pronto del otro lado de los

Pirineos una rival, otra Italia (…).

En política exterior, España aspira ante todo a la neutralidad. En la

medida en que la neutralidad es compatible con el movimiento,

aspira a moverse de acuerdo con Inglaterra y Francia. Si Inglaterra y

Francia están en desacuerdo, vacila; y si fuera absolutamente

necesario que se decidiera, entonces se decidiría por Inglaterra (…).

No debemos nunca intentar llevar a España más lejos de lo que

Inglaterra desee verla ir (…).97

Esta matizada orientación de la acción exterior republicana se dejó

sentir en Ginebra. Madariaga asumió, por indicación del Gobierno, la tarea

de elaborar un memorando en el que se incluía la “reserva general” para

liberar del cumplimiento del artículo 16 (aplicación de sanciones) a los

estados de zonas geográficas alejadas del conflicto en cuestión: “Lo

97 Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-série

Espagne 1930-1940, carton 213, dépêche 719, ex nunc ADQO, E-213. Relations avec la

France et l´Angleterre. 1930, fév.-1936, déc. Nº 719. De Herbette a Flandin. 4 de junio

de 1936.

Page 118: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

118

primero que usted tiene que hacer es sacarme de encima ese artículo 16. No

quiero oír hablar de él”, protestó Azaña ante Madariaga, según aseguró el

diplomático español años más tarde.98 No cabe duda que esta reforma era

verdaderamente restrictiva, y el gobierno español quedaba negativamente

asociado a ella. No obstante, cuando el documento se filtró a la prensa el 17

de junio, Barcia se vio obligado a negar la paternidad del ejecutivo español

de esta reserva general y a reafirmar su compromiso con los principios

societarios el 1 y el 3 de julio de 1936. Como daño colateral, también tuvo

que aceptar la dimisión de Madariaga para maquillar un incidente tan

bochornoso.

Los acuerdos bilaterales que anulaban los principios de seguridad

colectiva de Locarno también condujeron a deteriorar las relaciones

internacionales. Surgió de nuevo el concepto del equilibrio de fuerzas para

disuadir la agresión, de la misma manera que había sucedido antes de la

Gran Guerra, frente al de seguridad colectiva que se había intentado

posteriormente. Así se explica el acuerdo de asistencia mutua firmado por

Francia y la URSS para tener un aliado al otro lado de la frontera alemana,

reactualizándose la “alianza de reverso”, nueva versión de los acuerdos con

la Pequeña Entente. En septiembre de 1938, tras la decepción que produjo

en Moscú el acuerdo de Múnich (máxima expresión del “apaciguamiento”),

que interpretó como el intento de las potencias occidentales de echarle a

Alemania encima, la URSS reaccionó firmando con Berlín el Pacto

germano-soviético de 1939, acuerdo que equivalía en suma a un acuerdo de

reparto efectivo de Europa Oriental.

Con la sustitución de la política de seguridad colectiva por el

equilibrio como garantía de paz, comenzó definitivamente la escalada hacia

98 S. Madariaga, op. cit. (1977), pp. 554-555.

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119

la II Guerra Mundial a través de la antesala de la Guerra Civil Española.

Así, debemos concluir como la República no fue destruida precisamente

por su política exterior, sino más bien por la imagen que reflejaba hacia

fuera su conflictividad interior, en fuerte conflicto con los intereses

económico e ideológicos de las grandes potencias anglosajonas.99

Asimismo, una vez que las relaciones entre británicos e italianos se

restablecieron, España dejó de ser un foco de preocupación para Londres,

lo que demostraba que las mejoras conseguidas en Marruecos en el año

anterior habían sido más producto de una situación coyuntural de tensión,

que el resultado fructífero de la política exterior española. Con los italianos,

paradójicamente, para poco iba a servir la política española seguida con

vistas a aminorar las sanciones impuestas en Ginebra, y la no denuncia

española del Tratado de Amistad con Italia de 1926, que lo prorrogaba

automáticamente.100

Poco tuvo que ver, a tenor de lo expuesto, la política exterior

republicana con la situación en la que se encontró España en el verano de

1936. Más decisivas fueron las profundas contradicciones políticas e

internacionales del momento. La política de seguridad colectiva que

propugnaba España era imposible al levantarse las sanciones contra Italia

por su agresión contra Abisinia. Dada la debilidad militar española, la

República no disponía de otra posibilidad que la integración en la órbita

franco-británica, eso sí, excluyendo compromisos militares. Durante el

periodo descrito, la diplomacia española evolucionó al ritmo de los

99 D. Little, op. cit. (1985), pp. 205 y ss.; E. Moradiellos, Neutralidad benévola.

El gobierno británico y la insurrección militar española de 1936, Oviedo, Pentalfa,

1990, pp. 117 y ss. 100 I. Saz Campos, Mussolini contra la II República, Valencia, Alfons el

Magnánim, 1986, pp. 156, 163 y ss, 178 y ss.

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120

acontecimientos en la línea del apaciguamiento, y con similar

comportamiento al de otras potencias medias. A diferencia de otras zonas

geográficas, fue España la primera víctima europea en pagar el alto precio

de esta política. La situación interna condicionó una acción exterior más

decidida, ya que los problemas internos fueron prioritarios. Pero también es

cierto que se estuvo presente en los principales organismos internacionales,

se tomaron iniciativas en materia colonial, como en las relaciones con las

repúblicas americanas y no se olvidó plasmar un programa de política

exterior en la Constitución. Por ello, el tópico de la falta de política exterior

republicana no se sostiene por varias razones. En primer lugar, porque se la

suele enjuiciar en clave de guerra civil (aspectos que sus protagonistas no

podían prever), y, en segundo, en función de la oportunidad perdida con el

viaje de Herriot a Madrid en 1932. La República tuvo la política exterior

que podía tener, similar a las de otras pequeñas potencias del periodo de

entreguerras.

La acción exterior republicana, en síntesis, buscaba una colaboración

activa y una actitud conciliadora en Ginebra, sin compromiso especial con

nadie, aunque en la línea del bloque franco-británico. En la táctica, se

colaboró con los neutrales, y en particular, se prestó atención preferente a

los países de habla hispana y Portugal. Se desmonta así la tesis de la

excepcionalidad española en el contexto internacional. El fondo seguía

siendo la neutralidad, pero no el aislamiento; la proximidad al bloque

franco-británico, aunque con una nueva consideración hacia Italia; el

pacifismo, pero en colaboración con otros países neutrales. Para el propio

Azaña, romper el statu quo de la Europa occidental y mediterránea,

alejándose de Francia y Gran Bretaña o aliándose estrechamente con

cualquiera de ellas habría supuesto un esfuerzo gigantesco en el orden

militar, completamente desproporcionado para los recursos del país. Y así

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121

se mantuvo, teniendo como únicos vínculos exteriores la pertenencia a la

SDN y la adhesión franco-británica en Marruecos y en el Mediterráneo por

los acuerdos de Cartagena.101 La política exterior republicana evolucionó

del idealismo al pragmatismo, del societarismo a la huida hacia la

neutralidad, de la primacía de la moral a la hegemonía de la realidad, de las

posiciones de la izquierda internacional a la comprensión de las posiciones

más conservadoras, de la apelación a la fuerza de la opinión pública

internacional a la razón de Estado.102 La República no hizo sino recorrer el

camino que otras potencias similares habían recorrido desde la Gran

Guerra. Ninguna alianza internacional hubiera podido prever la situación

bélica que se desarrolló a partir del 17 de julio de 1936, y vista la política

de apaciguamiento adoptada por las potencias democráticas, ninguna

alianza bilateral con Francia hubiera cambiado la actitud que el Quai

D´Orsay practicó desde el verano de 1936 hacia Madrid.

101 A. Egido León, “La imagen de Francia en la España republicana”, Cuadernos

Republicanos, nº 19, Madrid, 1994. 102 F. Quintana Navarro, “Salvador de Madariaga…”, pp. 107-124.

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122

4. Los contenidos y asimetrías de las relaciones bilaterales en el

ámbito mediterráneo y marroquí

Francia constituye un elemento decisivo en la política exterior

española de la primera mitad del siglo XX. La vecindad territorial (435

kilómetros de frontera terrestre en los Pirineos, y 3.904 hacia las fachadas

mediterránea y atlántica), su peso económico y militar, su ascendiente

cultural, así como su influencia diplomática sobre su vecino del sur lo

confirman. Para España la vecindad con Francia ha sido crucial para su

conexión con Europa tanto por vía terrestre como marítima, en tanto que

para Francia su vecindad con España ha sido una más de los países con los

que comparte frontera. Esta particularidad se vio incrementada desde

principios de siglo debido a la coordinada penetración colonial en el

sultanato de Marruecos.

El inestable régimen liberal español del siglo XIX sobrevivió gracias

al apoyo combinado militar y financiero de Francia y Gran Bretaña (su

ejército se abasteció de importaciones procedentes de estos países). Estas

circunstancias acuñaron la máxima esencial de la política exterior española

del XIX y buena parte del XX que consistía en que cuando Francia e

Inglaterra marcharan de acuerdo, había que secundarlas; cuando no,

abstenerse. Tan sólo la asunción activa de compromisos bélicos ponían

coto a esta divisa que el político conservador Antonio Cánovas del Castillo

(1828-1897) denominó “política de recogimiento”. Del mismo modo,

España se encontraba en una condición de sensible dependencia financiera

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123

y comercial de ambos países, como demuestran el balance comercial y el

origen de las principales inversiones extranjeras en nuestro país.103

Las relaciones hispano-francesas en el periodo 1898-1914

El sistema internacional de principios de siglo estaba organizado en

lo que se llamaba el Concierto europeo. Las potencias se clasificaban en

grandes y pequeñas o como afirmaba lord Robert Cecil Salisbury (1830-

1903) 104 en living nations y dying nations, destinadas estas últimas a caer

bajo el dominio de las primeras. Así, España tras el Desastre del 98 pasaba

a ser considerada como territorio susceptible de reparto.105 España

comenzaba el siglo derrotada militarmente, humillada diplomáticamente y

aislada en el concierto de las naciones, siendo reducida a una potencia de

muy segundo orden con intereses regionales, destacando su presencia en las

rutas Lisboa-Suez (vital para Gran Bretaña) y Marsella-Dakar (igualmente

para Francia).

103 E. Moradiellos, “Las relaciones bilaterales entre España y Francia en la

primera mitad del siglo XX”, en P. Martínez-Vasser y M. P. Díaz Barrado, La imagen

de Francia y España en los medios de comunicación, Cáceres, Colección Extremos,

UEX, 2003. 104 Robert Cecil Salisbury ostentó el cargo de primer ministro en tres ocasiones

entre las elecciones de 1886 hasta 1902, con el único paréntesis del periodo 1892-1895.

Lord Salisbury fue considerado el icono del conservadurismo aristocrático defensor de

la política británica del "espléndido aislamiento". 105 A. Niño, “Política de alianzas y compromisos coloniales para la regeneración

internacional de España, 1898-1914” en R. María Pardo Sanz, J. Tusell y J. Avilés Farré

(coord.), op. cit. (2000), pp. 31-94, p. 33.

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124

El desastre finisecular condujo a un replanteamiento de la

orientación de la política exterior española acorde con su nueva situación

geoestratégica. La vieja tradición canovista resultó inservible para la etapa

de imperialismo que intoxicó Europa entre 1880 y 1914. Hasta entonces,

este statu quo que había mantenido a España al margen de la evolución de

la escena internacional, no perseguía más que mantener los intereses

españoles de ultramar al margen de las rencillas europeas. De este modo, se

desplegaba un contradictorio esquema en el que el anhelo de neutralidad

chocaba con una ausencia de medios de defensa acordes para mantenerlo

frente a quien quisiera violarlo. En estas circunstancias, el recurso

disponible fue la alianza con el bloque franco-británico, cuya elección

caracterizaría la política internacional española que imperó hasta 1936,

basada en el entendimiento conjunto con Francia y Gran Bretaña, la

atención preferente a la frontera meridional y la adopción de la neutralidad

en el continente.106

Por consiguiente, esta tendencia realista de la acción exterior

española enfatizaba una nueva situación geoestratégica resultante de una

doble localización del país: continental-europea y mediterráneo-africana. Y

por añadidura, se convertía en la vía de acceso a la política europea y la

superación del “recogimiento” que había caracterizado la política exterior

de la España de la Restauración. Esta vocación euro-africana, alrededor del

estrecho de Gibraltar, espacio donde los intereses de las grandes potencias

se jugaban en dos continentes, devolvía la atención de la política exterior

del país -señala el profesor Jover Zamora- al lugar preferente en el que se

había desarrollado antes de iniciarse la aventura colombina de finales del

siglo XV: “Al cerrarse el gran ciclo ultramarino abierto en 1492, la política

106 Ibídem, pp. 45-46.

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125

exterior española vuelve a proyectarse sobre el que fuera históricamente su

campo predilecto de acción: la frontera meridional”.107

Mediante la integración en el sistema europeo anglo-francés, en un

espacio diseñado por Gran Bretaña para neutralizar las fuerzas en el

Mediterráneo occidental (en el que España servía de contrapeso a las ansias

expansionistas francesas), que suponía la revisión de la política exterior de

“recogimiento” y el abandono del aislamiento tradicional español, España

buscaba aliados firmes que garantizaran su integridad peninsular e insular.

Esta orientación diplomática, un tanto amedrentada, pareció ser la evidente

solución a los riesgos que implicaban tanto el clima prebélico europeo

como la debilidad de su defensa nacional,108 y cuyo reflejo fue el papel

jugado en la Conferencia de Algeciras (1906) y en la Declaraciones de

Cartagena (1907) por el que los tres países se comprometían a mantener el

statu quo en el Mediterráneo:

Entre 1898 y 1936 la política europea de España hace referencia

inmediata al segmento de frontera meridional de Europa que

podemos denominar “región del Estrecho” (el eje Baleares-Canarias,

incluyendo el norte de Marruecos), y a un sistema occidental

107 J. M. Jover Zamora, “Introducción. Después del 98. Horizonte internacional

de la España de Alfonso XXIII”, en J. M. Jover Zamora y C. Seco Serrano, Historia de

España Ramón Menéndez Pidal. La España de Alfonso XIII. El Estado y la política

(1902-1931). De los comienzos del reinado a los problemas de posguerra (1902-1922),

T. XXXVIII, Madrid, Espasa-Calpe, 1995, p. XX. 108 V. Morales Lezcano, España, de pequeña potencia a potencia media. Un

ensayo sobre el dilema de su proyección exterior, Madrid, UNED, 1991, p. 42

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126

presidido por tres grandes potencias: Gran Bretaña, Francia y

Alemania.109

El profesor De la Torre adjetiva como regeneracionistas estos pasos

emprendidos por la diplomacia española entre 1898 y 1914, porque

significó el fin del aislacionismo y la inserción en el contexto exterior. Este

proceso discurrió en dos etapas bien diferenciadas: una primera de 1898 a

1907 (hasta los acuerdos de Cartagena), ocupada en garantizar lo que ya se

tenía y el intento de inserción exterior; y una posterior, durante el sexenio

1907-1912 (bajo la supervisión personal del rey Alfonso XIII)

caracterizada por una idea neocolonial de penetración en Marruecos y

recuperación de cierto margen de autonomía en la esfera internacional.110

El resultado fue positivo -en consideración de este autor- si consideramos

que no se perdió ningún territorio desde 1898, se dotó al país de un

protectorado en el norte de Marruecos y se esquivó el peligro de la Gran

Guerra. Más aún, cuando la configuración del nuevo equilibrio

mediterráneo se conformó en un momento incierto de la historia de España,

justo cuando su rango internacional se había reducido al de pequeña

potencia periférica. En palabras del profesor Quintana Navarro, esta

condición se percibe a través de la conciencia de su propia debilidad y de la

dependencia para la obtención de seguridad.111

109 J.M. Jover Zamora, “Introducción…”, p. LXXIII. En los años sucesivos, la

emergente Italia reemplazaría a Alemania en el papel revisionista del equilibrio

consensuado entre Francia y Gran Bretaña. 110 H. de la Torre, “El destino de la regeneración internacional de España (1898-

1918)”, Proserpina, nº 1, 1984, p. 11. 111 F. Quintana Navarro, Madariaga y la diplomacia republicana en la Sociedad

de Naciones, 1931-1936, Madrid, Tesis Doctoral leída en la UNED, 1989, p. 27

Page 127: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

127

En la Conferencia de Madrid de 1880 se establecieron los principios

que garantizaban la soberanía del sultán sobre la zona de Marruecos y el

mantenimiento del statu quo. Estas premisas no se alteraron hasta la

entrada de Théophile Delcassé (1852-1923)112 en el Quai d`Orsay, cuando

se optó por una orientación hacia la penetración pacífica en el sultanato.

Para entonces, Marruecos no era una cuestión reservada a Francia, sino que

estaba abierta a las apetencias de otras potencias, como Alemania y Gran

Bretaña. En 1902, Francia ofreció a España un acuerdo para el reparto de

Marruecos, pero el presidente de gobierno conservador Francisco Silvela

(1843-1905) se negó a firmarlo, debido a un exceso de prudencia y

conservadurismo. Nunca estuvo España más cerca de conseguir una

posición de importancia en Maruecos que cuando se incluyó en este non

nato convenio hispano-francés de 1902, negociado por Delcassé y

Fernando León y Castillo (1842-1918), embajador español en Francia,113 el

reconocimiento de la posesión de un amplio territorio al norte de

Marruecos (que incluía Fez, capital política y religiosa del imperio) además

de otro territorio en el litoral atlántico alrededor del puerto de Agadir. Sin

embargo, Silvela no se atrevió a ratificarlo, temeroso de contrariar a Gran

Bretaña firmando un acuerdo a sus espaldas. Por otro lado, no debemos

obviar que la oferta francesa no escondía que para París era más ventajosa

la vecindad en Marruecos con un país de escasa relevancia como España.

112 Théophile Delcassé fue miembro del Partido Radical, ministro de Colonias

entre 1894 y 1895 y de Estado entre 1898 y 1905. Es reconocido como uno de los

artífices de la Triple Entente. 113 Fernando León y Castillo, Marqués del Muni, político liberal y diplomático

español, fue ministro de Ultramar durante el reinado de Alfonso XII y ministro de

Gobernación durante la regencia de María Cristina. Fue, sin duda, uno de los más

destacados impulsores de esta iniciativa, convencido de la necesidad de no continuar

alejados de la escena internacional.

Page 128: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

128

Esta actitud de España hacia la Entente fue examinada sin reservas y

con gran realismo a finales de los años treinta por el autor británico G. T.

Garratt. Así enjuiciaba la oferta francesa de 1902:

Francia bajo Monsieur Delcassé, había tratado de aprovecharse de

las dificultades de Inglaterra para solucionar la cuestión de

Marruecos y había propuesto al señor Sagasta una división del

Imperio en la que España hubiera adquirido una zona mucho mayor

que la que finalmente obtuvo.

Inglaterra se enteró de estos propósitos e hizo conocer su desagrado

al Gobierno de Sagasta (…). España se hallaba tan poco deseosa

como la Gran Bretaña de emprender nuevas y peligrosas aventuras

(…). Una firme presión desde Londres fue suficiente para que se

abandonara el tratado (…).

Fue entonces cuando Francia decidió acercarse a Inglaterra (…)

[permitiendo a España establecerse] con la condición de no fortificar

la costa norte de su nuevo territorio.114

Desde entonces y hasta el tratado que se firmó finalmente en 1912,

España tuvo que ir renunciando a muchos de los convenios que se le

ofrecieron en 1902. No obstante, la administración española no desistió en

su empeño de hacer valer sus derechos históricos en la región,

circunstancia que como potencia media que era, no podía aspirar a hacer

sino a través de Francia y Gran Bretaña. España no tenía ninguna prisa por

intervenir en Marruecos, pero la idea de que quedara definitivamente bajo

tutela francesa no era muy sugestiva para el gobierno de Madrid. Y así, se

llegó al Acuerdo del 8 de abril de 1904 por el que se daba libertad de

114 G. T. Garratt, Gibraltar and the Mediterranean, Londres, Jonathan Cape,

1939.

Page 129: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

129

acción a Francia en Marruecos115 y se salvaguardaban los intereses

británicos, y por exigencia de Londres, también los españoles,116 evitándose

la amenaza de que otra potencia de mayor envergadura se instalara frente a

Gibraltar. En el convenio, España aparecía como un sujeto pasivo. Y la

definitiva alineación de España con la Entente a través de la Declaración

hispano-francesa y el Convenio hispano-francés firmado el 3 de octubre de

1904, atestiguó que en adelante la política colonial española siempre iría a

remolque de la francesa. En su conjunto, el acuerdo dictaba que España se

ponía de acuerdo con Francia, pero no había una relación directa entre

Madrid y Londres y, por lo tanto, se eludía la imperiosa garantía de

integridad territorial que el gobierno español tanto deseaba. Reflejo de esta

asimetría fue que en los sucesivos convenios internacionales que Gran

Bretaña y Francia negociaron en Marruecos, España siempre quedó

disminuida en su rango colonial, no sólo en virtud de la superficie

adjudicada, sino también respecto a su estatus jurídico, ya que la posición

española sufriría un creciente grado de subordinación respecto a Francia.

En definitiva, esta aproximación a las potencias europeas a través de la

escena colonial norteafricana, conformó unas relaciones desiguales y

subordinadas, deudoras de la diferente concepción que los dos países tenían

sobre sus derechos en Marruecos.

115 Lo que Francia obtenía lo compensaba con lo que a Gran Bretaña se le

reconocía en Egipto y Terranova. Desde entonces, Gran Bretaña asumió un papel

moderador en la zona, una veces en apoyo de Francia, y siempre en defensa de cuanto

consideraba esencial para su posición estratégica y comercial. 116 Ya no formaban parte de la zona norte española, ni Fez ni la Cuenca del Sus,

ni la ciudad de Agadir, que pasaban a integrarse en la zona francesa.

Page 130: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

130

Dos años más tarde, en la Conferencia de Algeciras del 16 de enero

de 1906 se confirmó el statu quo en la región, donde la preeminencia de

Francia perfilaba que la autoridad de Madrid en la zona no resultaba de

ninguna negociación directa con el Sultán, sino de la buena voluntad de

París y de las presiones de Londres en tal dirección. Desde entonces,

España situaría su posición dependiendo de la correlación de fuerzas

internacionales. La Declaración de Cartagena del año siguiente entre

Francia, Gran Bretaña y España, volvió a confirmar la voluntad de

mantener el statu quo en el Mediterráneo y en la parte europea y africana

del Atlántico, confirmando la garantía territorial que España perseguía

desde 1898. Tácitamente, Madrid renunciaba a cualquier reclamación sobre

Gibraltar, pero España salía del aislamiento y se ponían las bases para la

adopción de la neutralidad en un conflicto generalizado.117 Sin embargo, las

garantías no podían tomarse en un sentido estricto porque no se

especificaban los mecanismos de reacción ante una agresión de una tercera

potencia. En resumen, los acuerdos de 1907 eran realistas porque se

adaptaban a una política defensiva, de una potencia protagonista pasiva,

cuya importancia derivaba tan sólo de su estratégica posición geográfica.

El rechazo del gobierno liberal de Antonio Maura y Montaner (1853-

1925) en 1907 a participar con Francia en una empresa común de conquista

de la región ocultaba a duras penas la debilidad militar española. La

consecución de los acuerdos de Cartagena habían conllevado la oposición

del sector africanista francés, representado en el Residente General en

117 J. M. Jover Zamora, 1898, Teoría y práctica de la redistribución colonial,

Madrid, FUE, 1979, pp. 60-61.

Page 131: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

131

Rabat, el mariscal Louis Lyautey (1854-1934),118 que siempre consideró

que la presencia española en el norte de África no dejaba de ser un pesado

fardo para las aspiraciones francesas. No debe asombrarnos que el 9 de

febrero de 1909 Francia y Alemania llegaran a un acuerdo a espaldas de

España, por el que se garantizaban los intereses económicos alemanes y la

libertad de acción francesa en la zona. Para España, el acuerdo significó

una humillación y una deslealtad francesa. Una vez más, España no

encontró ninguna comprensión en Gran Bretaña; pero más lamentable fue

el resultado de la demostración de fuerza (en respuesta a la matanza de

obreros españoles en Melilla) de las tropas españolas cuando se internaron

en territorio marroquí cosechando las derrotas del Gurugú y del Barranco

del Lobo en julio del mismo año.

Tras la ocupación francesa de Fez en mayo de 1909, Alemania,

entendiendo que había traspasado los límites del acta de Algeciras,

intervino en la región. Para sorpresa de París, el jefe del gobierno español,

el liberal José Canalejas Méndez (1854-1912) mandó ocupar Larache y

Alcazarquivir en el momento en el que el navío alemán Panther fondeaba

en aguas de Agadir. Sin embargo, el acuerdo franco-alemán de 4 de

noviembre de 1911, por el que Alemania se desentendía de Marruecos a

cambio de una parte del Congo francés, y en el que España volvía a ser

relegada, repercutió negativamente en la negociación posterior entre

España y Francia. No obstante, el profesor Miralles afirma que sin la

118 Louis Hubert Gonzalve Lyautey, militar francés que en 1912 estableció el

Protectorado Francés en Marruecos, convirtiéndose en el primer Residente General

(máxima autoridad francesa en Marruecos).

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132

decidida acción de Canalejas, España habría perdido con seguridad toda

opción a una zona de protectorado.119

A partir de 1912 la situación del norte de África comenzó a teñirse

con nuevos matices debido a la tensión existente entre Francia y Alemania.

En los primeros meses de ese año, Francia había decidido establecer un

protectorado efectivo, con el pretexto de proteger a sus nacionales de los

graves acontecimientos ocurridos en Fez, sin contar, una vez más, con

España. En estas circunstancias, el 27 de noviembre de 1912 se hizo

efectiva, mediante el Convenio franco-español, la cláusula prevista en el

artículo tercero del anterior firmado en 1904, en virtud del cual por causa

de inseguridad, inestabilidad o amenaza al statu quo, la región se

convertiría en un protectorado efectivo. España estableció su propio

protectorado en un territorio que amputaba sus aspiraciones coloniales, más

reducido que el ofrecido en 1904,120 “sufragando” los gastos que a Francia

le había ocasionado levantar la hipoteca alemana sobre Marruecos. Pero lo

más lesivo para los intereses españoles fue que el acuerdo no emanaba de

ningún contacto entre el gobierno español y el sultán, sino de la

interposición francesa, en una suerte de subarriendo que París hacía a una

119 R. Miralles, “Las relaciones hispano-francesas en el siglo XX” en D. de

Busturia, Del reencuentro a la convergencia. Historia de las relaciones bilaterales

hispano-francesas, Madrid, Ciencias de la Dirección, 1994, pp. 35-116, p. 44. 120 AMAE, R-2811/5, muy confidencial. “Memoria relativa a las conversaciones

con Francia sobre cuestiones africanas, iniciadas el año 1935. Evacuación de

territorios ocupados por Francia en la Zona Norte del Protectorado español de

Marruecos. Tánger. Ifni. Enlace de Ifni con cabo Juby. Río de Oro. (Nuestra colonia de

Guinea). José Mª de Aguinaga Barona, 1954. España perdió respecto a negociaciones

anteriores la orilla izquierda del Uarga con una breve faja en la margen derecha, un

pequeño trozo junto al Muluya y el territorio al sur del paralelo 35, más algunas

concesiones en la zona meridional.

Page 133: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

133

potencia menor, todo ello sin compromisos militares de naturaleza global.

Una vez que el protectorado francés de Marruecos se firmó por el tratado

franco-marroquí del 30 de marzo de 1912, se acordó una convención

franco-española el 27 de noviembre del mismo año por la que se cedía una

zona de influencia a España. Esta zona quedaba bajo la autoridad civil y

religiosa del sultán y era administrada por un califa elegido por el sultán

entre dos candidatos presentados por España, bajo la autoridad de un alto

comisionado español. Años después, el propio Manuel Azaña reflexionaba

amargamente sobre el trato ofrecido a España por su vecina del norte:

Lo que España obtuvo en aplicación de los convenios de 1912,

defraudó las esperanzas de los Gobiernos y de aquella parte de la

opinión que hacía de la expansión en Marruecos una cuestión de

prestigio; por dos motivos: la solución híbrida dada al asunto de

Tánger, espina clavada en el amor propio de los africanistas, y la

mezquindad con que a su parecer se hizo la delimitación de la zona

española. Motivo de resentimiento y punto de fricción que está muy

lejos de haber desaparecido.121

A pesar de ello, el Convenio consolidó la posición diplomática

española en la zona y la definitiva salida de España de su posición de

aislamiento internacional, aunque la contradicción de las aspiraciones

españolas hundía sus raíces en que dependían de potencias mayores, con

las que a la vez entraban en conflicto. Evidencia de ello fue la propuesta

hecha por Alfonso XIII (la Constitución de 1876 daba gran margen de

actuación a la Corona en esta materia) al conservador presidente francés

Raymond Poincaré en mayo de 1913 de una alianza más estrecha frente a

121 Cita extraída de V. Morales Lezcano, op. cit. (1991), pp. 118-119.

Page 134: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

134

un posible conflicto con Alemania, en la que el monarca pensó en Portugal

como moneda de cambio, en un momento en el que Londres y París sólo

necesitaban que se respetase el espíritu de Cartagena. Algunos autores han

calificado esta actitud (“regeneracionismo alfonsino” como lo califica Seco

Serrano) de temeraria y aventurera para un país atrasado como era España.

La frustración de los planes megalómanos de Alfonso XIII traería como

consecuencia la neutralidad de España en la Gran Guerra un año más

tarde.122

El balance de la política colonial española antes de la guerra de 1914

parece positivo, pues, considerando que se evitó que se instalara en la otra

orilla del Estrecho otra potencia, al tiempo que se mantuvo la neutralidad

en el conflicto, aunque el precio pagado por la presencia española en

Marruecos fuera tremendamente alto (excesivo gasto público, aumento de

la autonomía militar, hipertrofia de mandos, crisis social a causa de las

quintas y movilización obrera) para un país que por entonces luchaba por

alcanzar los grados de desarrollo de otras potencias europeas.123

Las relaciones hispano-francesas en el periodo 1914-1931

El alejamiento español de los campos de batalla europeos durante la

Gran Guerra desveló la impotencia nacional para garantizar la defensa de

122 C. Seco Serrano, “Las relaciones España-Francia en vísperas de la Primera

Guerra Mundial” en Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 184, Cuaderno

1, 1987, pp. 19-44. De igual modo se puede consultar al respecto H. de la Torre Gómez,

El imperio del Rey: Alfonso XIII, Portugal y los ingleses (1907-1916), Mérida, Junta de

Extremadura (Gabinete de Iniciativa Transfronterizas), 2002. 123 A. Niño, “Política de alianzas…”, pp. 91-92.

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135

un país estratégicamente vulnerable, con una limitada capacidad económica

(cuya perentoria necesidad debía orientarse a otras esferas más urgentes),

neutralizada por seculares tensiones sociopolíticas internas y polarizada por

la equitativa división entre los partidarios de uno y otro bando.

Nunca se pudo hablar de una verdadera alianza de conjunto entre

Madrid y París tras los acuerdos de 1912, ya que lo firmado entonces tan

sólo alcanzaba un carácter regional. Esta circunstancia pesó en la opción

neutralista de España, elección adoptada por el Gabinete sin consulta previa

a sus aliados, que por otro lado, y en palabras del Jefe de Gobierno,

Eduardo Dato Iradier (1856-1921), no consideraba que existieran motivos

determinantes para que Madrid tomara partido por uno de los dos bloques.

Bien es cierto que las palabras del político conservador a duras penas

disimulaban la ausencia de recursos para tomar partido en una contienda de

semejantes dimensiones. Según el juicio del ministro Juan Pérez Caballero

(1861-1951):124

Al declarar la guerra mundial –decía el ex-Ministro Señor Pérez

Caballero- era imposible prever si correría o no riesgo el statu quo

del Mediterráneo y de la parte del Atlántico que bañan las costas de

Europa y África. Las circunstancias hacían temer que sí. Para tal

caso estábamos obligados, ya que no a mantenerlo manu militari al

lado de Francia e Inglaterra a concertarnos con dichos países para

examinar las medidas que podrían tomarse en común. Se preveía,

pues, un cambio de impresiones. Al declarar nuestra neutralidad sin

124 Juan Pérez Caballero y Ferrer, diplomático español, ministro de Estado

durante el reinado de Alfonso XIII , embajador en Bruselas, Roma y París y delegado

adjunto en la Conferencia Internacional de Algeciras (1906). Cfr. F. Romero Salvadó,

op. cit. (2002).

Page 136: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

136

ese cambio previo de impresiones, dimos la sensación de

desentendernos del Acuerdo. Ese ha sido el daño efectivo que ha

producido a España la precipitada declaración de neutralidad y la

forma como fue, desde el principio, practicada.125

Desde la oposición, el liberal Álvaro de Figueroa y Torres, conde de

Romanones (1863-1950) denunció esta declaración de neutralidad en su

célebre artículo “Neutralidades que matan” publicado en el Diario

Universal,126 en el que asociaba la causa de los aliados al interés nacional.

Años más tarde, el que había sido subsecretario de Estado, José Mª de

Aguinaga,127 elaboró un dossier sobre España y su política mediterránea

125 AMAE, R-5499 bis/3, Cuadernos de Política Internacional Española.

Periodo 1934-1935. Nuestras relaciones internacionales. España y el Mediterráneo.

José Mª de Aguinaga Barona, 1959. 126 Diario Universal, 14 de agosto de 1914. 127 AMAE, Expediente personal P.559-36709 de José Mª Aguinaga Barona. Fue

secretario de la delegación española en la Conferencia de París de 1923 encargada de

organizar la zona de Tánger y de la delegación encargada de modificar el Estatuto en

1928. Ejerció como Subsecretario del ministerio de Estado de 1934 a marzo de 1936. El

18 de julio de 1936 se encontraba en París nombrado embajador en Berna. No dimitió

por razones familiares y humanitarias (según argumentó al Tribunal Seleccionador de la

Carrera Diplomática franquista). Tomo posesión de su cargo en Berna el 24 de julio de

1936 e, inmediatamente, fue enviado a tomar posesión de la embajada en Roma

(Quirinal) el 31 de julio, abandonada por Manuel Aguirre de Cárcer, no consiguiéndolo

hasta el 11 de agosto. Entonces volvió a su puesto en Berna. Presentó su dimisión al

gobierno republicano el 5 de septiembre de 1936 y el 31 de enero de 1937 presentó su

adhesión al régimen franquista. Se le declaró jubilado según el Decreto-Ley de 21 de

enero de 1938, sentencia del 19 de febrero de 1938. Pidió la revisión de su expediente

en convocatorias posteriores hasta que fue readmitido en el ministerio de Asuntos

Exteriores franquista.

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137

desde principios de siglo hasta el año 1936. Sobre el famoso artículo del

conde de Romanones precisaba:

Refiriéndose al momento en que comenzó la guerra, Romanones

explica que como España “estaba obligada a adoptar una posición

definitiva u olvidar por completo todo el camino andado en política

exterior hasta entonces o ratificarse en él” y que como nuestra nación

“prefirió lo primero, y por eso no vaciló en llevar a la “Gaceta” una

declaración de neutralidad absoluta” (…). “Esta (sic) fue -declara

Romanones- la génesis de “Neutralidades que matan” (…).128

No cabe duda que la opinión general de país quedaba netamente

interpretada en esa neutralidad a todo trance. Y puesto que España no tenía

en Europa fruto que disputar, y las últimas colonias absorbieron tanta

sangre, y Marruecos exigía un continuo tributo de vidas ¿cómo no sentirse

cómodo en la posición privilegiada de la neutralidad?129

Tampoco Francia presionó para que España entrara en guerra,

siempre que ésta trabajase en favor de la Entente. Los datos económicos

disponibles demuestran que las exportaciones con destino a Francia

aumentaron un 150% y con Gran Bretaña un 60% en el periodo 1914-1917.

De hecho, sin la aportación española de plomo, pirita y mineral de hierro

necesarios para la industria de guerra aliada, la Entente habría sufrido unas

dificultades de incierto alcance.

128 AMAE, R-5499 bis/3,1959. 129 M. Fernández Almagro, De la historia del Reinado de Alfonso XXIII,

Barcelona, Montaner y Simón, 1934.

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138

La creación de la Sociedad de Naciones en 1919 institucionalizó

unos principios y unos mecanismos bajo la consigna de la seguridad

colectiva, cuya finalidad era fomentar y garantizar la paz de posguerra.

España tuvo que reformular su política exterior y su neutralidad, puesto que

la seguridad colectiva invalidaba el concepto tradicional de la neutralidad

entre sus miembros. Desde entonces, la política exterior española en dicho

organismo, así como las consecuencias que de su participación en él

pudieran afectar a su política mediterránea, estarían condicionadas por la

evolución de los acontecimientos de la sociedad internacional. En este

contexto, tanto la Monarquía -como posteriormente la República-

consideraron el Mediterráneo como un área de atención preferencial de la

acción exterior y como una zona vital para garantizar su defensa nacional, y

la presencia española en Ginebra (especialmente durante el periodo

monárquico) estuvo mediatizada por la urgencia de los asuntos marroquíes,

tanto en lo referente a la guerra del Rif de los años veinte, como a la

cuestión de Tánger.130

Desde 1919 la guerra del Rif había enturbiado las relaciones entre

España y Francia. El desastre de Annual de 1921 confirmó a ojos de los

“africanistas” franceses la ineptitud de España como socio colonial. Desde

entonces, la política francesa hacia España no sólo fue de no colaboración,

sino que llegó a la instrumentalización de las ansias independentistas del

jefe rifeño Abd-el-Krim (1882-1963)131 para expulsar a los españoles de

130 J. L. Neila Hernández, “La mediterraneidad de España en las relaciones

internacionales del periodo de entreguerras (1919-1939)” en Cuadernos de Historia

Contemporánea, nº 19, Universidad Complutense, Madrid, 1997, pp. 15-54, p. 26. 131 Mohammed Abd al-Karim al-Jattabi fue un dirigente de la resistencia contra

la dominación colonial española y francesa en el Rif y presidente de la efímera

República del Rif (1923-1926). Murió exiliado en El Cairo en 1963.

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139

Marruecos y completar su obra colonizadora. Como apunta la profesora

Sueiro, la política del Residente General francés en Marruecos se definió

en el conflicto hispano-rifeño como de “neutralidad”, pero lo cierto es que,

como poco, habría que añadirle el adjetivo de “benévola” hacia los

marroquíes.132 En el Quai d´Orsay se había instalado el convencimiento de

que mantener a España como socio en el norte de África creaba

inestabilidad en la zona, no aportaba beneficio alguno a Francia y ponía en

serio peligro la política de atracción y pacificación que París intentaba

llevar a cabo en su esfera de influencia. El diagnóstico de la profesora

Sueiro nos revela las paradójicas y contradictorias relaciones hispano-

francesas en el Magreb durante los años veinte: Francia constituía el claro

oponente de España, su principal competidora, pero también la necesaria e

imprescindible colaboradora.133

El convenio de 1912 atribuía a Tánger el estatus de ciudad especial,

aunque no se definiera entonces su régimen. En 1919 el gobierno de

Madrid inició una ofensiva diplomática en Londres con el fin de establecer

un régimen español en la ciudad, esgrimiendo que cualquier otra nación

dueña de Tánger adquiriría allí un nuevo poder. Estas gestiones tuvieron

poco efecto y chocaron con los planes británicos, que defendían la

conveniencia de convertir la ciudad en un enclave internacional

independiente. Por su parte, Francia no se oponía frontalmente al

establecimiento de un régimen especial en Tánger, siempre que éste fuera

gestionado principalmente por la administración gala. Ante este panorama,

132 S. Sueiro Seoane, “La política exterior de España en los años 20: una política

mediterránea con proyección africana” en R. María Pardo Sanz, J. Tusell y J. Avilés

Farré (coord.), op. cit. (2000), pp. 135-157, p. 143. 133 S. Sueiro Seoane, España en el Mediterráneo. Primo de Rivera y la

“Cuestión Marroquí”. 1923-1930, Madrid, UNED, 1992, pp. 106-107.

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140

España, sin excesivo margen de maniobra como era usual, optó por apoyar

el expediente menos lesivo para sus intereses, es decir, la propuesta

británica, en el seno de la que Tánger se convertía en una tercera zona del

Protectorado, con igualdad de derechos para las tres potencias. Finalmente,

el acuerdo incluyó la consideración de plena soberanía del Sultán sobre el

enclave, a cambio de su internacionalización. El 7 de febrero de 1924 se

firmó el Estatuto de Tánger en París, demostrándose una vez más que

España debía depositar pocas esperanzas de ser favorecida por Londres, y

estaba obligada a aceptar la hegemonía francesa en la zona.

No fue hasta 1925 cuando un verdadero acercamiento entre España y

Francia se impuso en la cuestión marroquí. La llegada del general Miguel

Primo de Rivera al poder en 1923 dio un giro inesperado a la situación. El

nuevo régimen militar dejó traslucir la posibilidad de abandonar la zona,

para replegarse hasta sus tradicionales plazas de Ceuta y Melilla. En París

se encendieron todas las alarmas, poniendo en entredicho la prepotente

política marroquí confiada a los “africanistas” y llevada hasta entonces. La

profesora Sueiro vuelve a clarificar los acontecimientos de manera sintética

y acertada: “Si al comenzar el siglo la idea había sido entrar en Marruecos

para estar en Europa, ahora iba a ganar terreno la idea de estar en Europa

para salir de Marruecos”.134 Los temores franceses se confirmaron con el

repliegue general de las tropas españolas desarrollado durante 1924, lo cual

dejaba campo libre a las ambiciones independentistas de los rifeños

aliviando su estrangulamiento geoestratégico. No pasó mucho tiempo para

que las tropas de Abd-el-Krim atacaran las líneas francesas en abril de

1925. Inmediatamente, el mariscal Lyautey, paladín de la política de

“neutralidad benévola” hacia los rifeños y hostil a la presencia española en

134 S. Sueiro Seoane, “La política exterior…”, p. 151.

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141

la zona, fue sustituido por el héroe de la Gran Guerra el mariscal Philippe

Pétain (1856-1951).135 Éste reorientó la estrategia gala y emprendió la

pacificación del área sin contar con Abd-el-Krim, elección que condujo

indefectiblemente a una alianza con España. El resultado de esta nueva

entente fue el triunfal desembarco conjunto en la bahía de Alhucemas del 7

de septiembre de 1925, victoria que conllevó la derrota definitiva del jefe

rifeño en mayo de 1926. La amenaza de Abd-el-Krim se exorcizó, pero los

franceses habían pasado un pánico que fue lo bastante severo como para

hacerles olvidar desde entonces cualquier escrúpulo de aliarse con los

españoles.

Tras este éxito, Primo de Rivera se consideró en condiciones para

impulsar las dos reivindicaciones españolas más deseadas por su acción

exterior: la incorporación de Tánger de manera efectiva a la zona española

de su protectorado136 y un puesto permanente en el Consejo de la Sociedad

135 Henri Philippe Benoni Omer Joseph Pétain, militar, político francés y heroico

vencedor de la batalla de Verdún durante la Gran Guerra, fue Jefe de Estado de la

Francia de Vichy desde 1940 a 1944. Mantuvo una política colaboracionista con

Alemania, hecho que le costó la condena a muerte al término de la contienda,

conmutada finalmente por la de cadena perpetua, la degradación y el estigma de traidor

a la patria. 136 AMAE, R-2811/5, 1954. El general Primo de Rivera solicitó, asimismo, una

rectificación de las fronteras de las plazas de Ceuta y Melilla, ya que pasaba por la

mente del general la posibilidad de que algún día España se viera obligada a prescindir

de su intervención en el Protectorado. Por ello estimaba de supremo interés la

ampliación de las zonas de soberanía de las dos plazas porque llegado aquel caso no se

podría vivir en ellas “si otra soberanía, fuese internacional, fuese francesa o fuese

marroquí, lindara con la nuestra en las antiguas fronteras, lo que haría carecer hasta del

agua precisa para las plazas, ya que los dos manantiales que pueden proveerlas están

dentro de la ampliación que solicitamos”.

Page 142: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

142

de Naciones. Este nuevo rumbo revisionista de la diplomacia española

encontró la intransigencia francesa en lo referente a la primera de las

reivindicaciones, y la incomprensión británica en cuanto a la segunda.

Entonces, España intentó presionar a sus aliados insinuando profundizar en

la renovada amistad italo-hispana que había dado como resultado la firma

del Tratado de Amistad del 7 de agosto de 1926, y con la amenaza, a la

manera de las grandes potencias revisionistas, del abandono del foro

ginebrino si no se atendían sus demandas. Los gobiernos aliados, como era

de esperar, no se mostraron demasiado impresionados, y nunca

interpretaron los mensajes que procedían de Madrid más que como

bravuconadas de consumo interno de un régimen dictatorial que intentaba

conseguir el favor de sus nacionales. La realidad impuso que no sólo la

colaboración militar con Francia en Marruecos era beneficiosa para

España, sino que los intereses comerciales y financieros de los aliados en el

país eran demasiado importantes como para tomárselos a la ligera. En

1928, España se quedaba sin Tánger137 y regresaba resignada al seno de la

Sociedad de Naciones sin conseguir el tan ansiado puesto permanente en su

Consejo, y la cooperación hispano-francesa se imponía porque así convenía

a los intereses galos ante la amenaza rifeña. Esta asimétrica e humillante

relación revelaba a finales de los años treinta que la única política posible y

razonable para España, en tanto que nación caída del olimpo de las grandes

potencias, era la de la amistad con el país vecino.

137 Ibídem. España, sin embargo, obtuvo en la ciudad internacional el

establecimiento de una Oficina Mixta de Información a cuyo frente figuraría un oficial

del ejército español con el cargo de Inspector General de la Policía, y la disolución de

los tambores y su sustitución por una gendarmería bajo el mando de un oficial también

español.

Page 143: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

143

Marruecos, pues, había ofrecido a España la posibilidad de subirse al

carro del reparto colonial, de la mano de Francia y Gran Bretaña, lo cual

confería una importancia crucial al norte de África en el contexto de la

política exterior española. Desde la perspectiva de que el Magreb constituía

la frontera sur de España, la asociación con Francia y Gran Bretaña se

hacía imprescindible para garantizar el territorio nacional en plena

efervescencia de los imperialismos nacionalistas. El Tratado de 1912

garantizaba la estabilidad en la zona y la integridad española, pero el

neutralismo de 1914 le sustrajo su creciente importancia. Desde entonces,

Francia enfrentó a España a hechos consumados, ya que el desinterés de las

grandes potencias por la zona obstaculizaba el único camino que podía

favorecer a España, la internacionalización de sus reivindicaciones. Frente

a ella, Francia practicó una política de desinterés y cierto desdén

diplomático, que se traducía incluso, en omitirle los resultados de

conversaciones internacionales con sus aliados en lo referente al área en

cuestión. Esta permanente tutela no favoreció las relaciones entre ambos

países, creando cierta francofobia en determinados grupos políticos que

perdurarían a lo largo de todo el siglo.

Las relaciones hispano-francesas durante el quinquenio

republicano (1931-1936)

Iniciado el periodo republicano, el envite de las relaciones franco-

españolas se encontraba impregnado por unos particulares factores

geoestratégicos, ya que España jugaba un papel esencial en las

comunicaciones internacionales francesas. Entre el continente europeo y el

africano, el estrecho de Gibraltar -donde España estaba presente en sus dos

orillas- constituía el eslabón perdido de las comunicaciones terrestres entre

Page 144: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

144

Francia y su imperio africano vía España. En el mar Mediterráneo, las islas

Baleares, y en particular Menorca, controlaban las rutas marítimas

francesas, especialmente aquéllas que unían Marsella con Orán y Argel, lo

cual enfatizaba el control y defensa del archipiélago. En el área atlántica,

las comunicaciones galas tanto hacia América como hacia el África negra

también estaban mediatizadas por las bases españolas de los puertos

gallegos y canarios, el enclave de Ifni138 y el Río de Oro.139 Esta

circunstancia se hacía más decisiva en lo concerniente a las nacientes líneas

aéreas. Semejante situación comportaba el protectorado marroquí español,

que a la altura del Rif controlaba el corredor de Taza, por el que el

protectorado francés se comunicaba con Argelia. Además, la línea

ferroviaria Tánger-Fez discurría por territorio español durante 90 kms. Este

escenario geoestratégico estaba muy presente en la inteligencia del Quai

d´Orsay. El embajador francés en Madrid, Jean Herbette lo sintetizaba en

unas palabras desprovistas de toda retórica, a pesar de que Francia no había

dejado de llevar las relaciones diplomáticas entre ambos países en términos

138 AMAE, R-2811/5,1954. El Tratado de Paz y de Amistad firmado en Tetuán el

26 de abril de 1860 estipulaba en su artículo 8º la concesión a perpetuidad de un

territorio suficiente para el establecimiento de una pesquería junto a Santa Cruz la

Pequeña. Hasta el 6 de abril de 1934, España no hizo efectiva su ocupación. 139 España ejercía un protectorado sobre el Río de Oro, al sur de Marruecos,

desde 1885, aunque sus límites no se fijaron hasta la firma del tratado de 1912. El

Tratado de 1900 firmado en París delimitó en parte la posesión española de Río de Oro

(Sahara Occidental español). El límite norte de este territorio no fue definido, en efecto,

sino por el Convenio hispano-francés de octubre de 1904 que en el último apartado de

su artículo 4º expresaba que “el gobierno de la república francesa reconoce, desde

luego, al gobierno español plena libertad de acción sobre la región comprendida entre

los grados 26 y 27 40´ de latitud norte y el meridiano 11º oeste de París que están fuera

del territorio marroquí”. Por ese tratado se mantenía la continuidad entre nuestros

territorios, que desapareció por el tratado de 1912.

Page 145: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

145

de fuerza: “España está situada entre nuestro territorio metropolitano y

nuestro imperio africano, es decir, en un área donde no tenemos necesidad

de ver ni banderas rojas, ni camisas negras”.140

El recién nacido régimen republicano tuvo más elementos de

continuidad que de originalidad en sus relaciones con el país vecino

respecto al régimen anterior, alcanzando el momento de mayor esplendor y

armonía. Los efectos de la Gran Depresión de finales de los años veinte y

principios de los treinta y la magnitud de los problemas internos a los que

se enfrentó la República española impidieron derrochar energías en su

acción exterior y marcaron el camino de la sintonía con el bloque franco-

británico. Analizar el periodo republicano implica conjugar en nuestro

entendimiento no sólo la evolución política interior española, sino también

la de su “hermana” del norte, así como la incidencia del enrarecido

contexto internacional de la década de los 30.

La cuestión de Tánger y el Protectorado de Marruecos

Las relaciones franco-españolas se vieron alteradas muy pronto

cuando el 27 de junio de 1931 el socialista Indalecio Prieto Tuero (1883-

1962), entonces ministro de Hacienda, realizó unas declaraciones

incendiarias en un mitin en Bilbao referentes a un posible desentendimiento

de España del problema de Marruecos en favor de la Sociedad de Naciones.

Otros miembros del Gobierno, como el ministro de Justicia, el también

140 Archives Diplomatiques de Nantes (a partir de ahora ADN), MfC reg. 31/2

mi1086, despacho confidencial nº 445 de 8 de agosto y nº 540 de 6 de septiembre de

1931. Extraído de Y. Denéchère, La politique espagnole de la France. De 1931 à 1936.

Une pratique française de rapports inégaux, París, L´Harmattan, 1999, p. 69.

Page 146: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

146

socialista Fernando de los Ríos, también habían expresado anteriormente

semejante opinión. No debía ser una opinión exclusiva de Prieto y de los

Ríos ya que en el archivo personal de Pablo de Azcárate encontramos el

siguiente documento:

Durante un discurso pronunciado hace algunos meses por M. Prieto,

Ministro de Finanzas de España, (…). Se refiere a la eventualidad de

que España abandone su zona de protectorado en Marruecos y la

confíe a la Sociedad de Naciones. (…) aquí a título de ejemplo para

un arreglo, algunas bases de discusión en caso de que tal

eventualidad llegara a presentarse:

a) La zona española sería incorporada al resto del imperio de

Marruecos, y quedaría por consecuencia sometida al protectorado

francés.

b) Este aumento territorial del protectorado francés sobre Marruecos

sería posible para Francia acordando concesiones territoriales a Italia

en otras partes de África, lo que permitiría prever la posibilidad de

un arreglo definitivo de diferentes territorios que existen actualmente

entre las dos potencias.

c) A fin de apaciguar las inquietudes que Gran Bretaña pudiera

sufrir viendo la costa norte atlántica y mediterránea de África caer

bajo el control de Francia, se podría transformar el protectorado

actual de Francia sobre Marruecos en una especie de mandato

internacional bajo el control de la Sociedad de Naciones, (…).

Page 147: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

147

d) Tal arreglo permitiría, haciendo desaparecer pura y simplemente

el régimen actual de Tánger, incluir esta ciudad bajo el régimen que

sería creado para Marruecos entero (…).141

La tormenta diplomática que se produjo obligó al ejecutivo español

desautorizar las palabras de Prieto, hasta el punto de que el 29 de junio la

embajada española en París a través de su titular, Alfonso Danvila, tuvo

que emitir un desmentido sobre cualquier acción del gobierno español en

ese sentido, asegurando que España mantenía sin ninguna alteración su

política marroquí de pleno acuerdo con Francia y los tratados en vigor.

Días más tarde el Residente General de Francia en Marruecos, Lucien

Saint,142 hizo oficial una nota a la prensa en la que afirmaba que el

protectorado sobre el sultanato pertenecía exclusivamente a Francia y que

España poseía solamente una zona de influencia concedida por la

convención franco-española de 1912. Añadía esta nota que el artículo 5 de

este tratado obligaba a España a no vender ni ceder bajo ninguna forma sus

derechos en su zona de influencia. No fue hasta el 25 de agosto cuando se

abordó el asunto en el Consejo de Ministros, de dónde salió el

convencimiento de abandonar tal idea.

El mismo embajador francés, Jean Herbette, desplegó todas sus

energías durante la totalidadad del periodo republicano (como lo demuestra

la documentación diplomática disponible), tratando de convencer a sus

superiores del Quai d´Orsay de que la permanencia de España en el norte

africano era garantía de invariabilidad del statu quo, impidiendo la

incómoda presencia de otras potencias -léase Italia o Alemania- interesadas

141 AMAE, Caja 110.2. Archivo Pablo Azcárate. “Memorando sobre la zona

española de Marruecos (en francés)”. Sin fecha. Confidencial. 142 Lucien Saint ocupaba el puesto desde 1929.

Page 148: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

148

en alterar dicho equilibrio. Esta percepción del embajador debió estar

presente en la entrevista que tuvo lugar en Ginebra en agosto de 1931 entre

los ministros de exteriores de ambos países, Alejandro Lerroux y Aristide

Briand, donde se confirmaron las responsabilidades de España sobre

Marruecos. Desde entonces, y en una fecha tan temprana, Marruecos dejó

de constituir un papel de áspera disputa en las relaciones entre ambos

países a lo largo del quinquenio republicano, convirtiendo en caduca

definitivamente la estrategia primoriverista de presionar al ejecutivo galo

con la amenaza del abandono español de sus obligaciones coloniales.

En este punto de armonía entre ambas diplomacias se produjo la

visita del líder radical y presidente del Consejo francés Édouard Herriot a

Madrid de finales de octubre y principios de noviembre de 1932. Parece

ser, como hemos visto, que la diplomacia gala con dicha visita buscaba

apartar a España de su política neutralista en Ginebra para conseguir un

mayor alineamiento hispano con la política ginebrina de París,

especialmente en lo referente al desarme europeo, cuya conferencia se

desarrollaría desde ese año. Tampoco quedaron claras las posibles

contrapartidas a las que se comprometería Francia por dicho apoyo, que

indefectiblemente pasaban por la mejora de las condiciones españolas en la

cuestión marroquí, y que difícilmente hubieran sido rentables para Francia.

Quizá el objetivo real de la visita fuera, entre otros, tratar las cuestiones

marroquíes pendientes, interpretación que se apoya en el hecho de que el

presidente galo se hiciera acompañar inicialmente, por encima de cualquier

otra personalidad francesa de rango mayor, del Residente General en

Marruecos, Lucien Saint. El periódico comunista L´Humanité se hizo eco

de este matiz de protocolo, lo que obligó a Herriot, para no dar apariencia

de verdad a esta noticia, a prescindir a última hora de la presencia del

máximo representante francés en su protectorado. De cualquier modo, las

Page 149: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

149

conversaciones sobre las grandes cuestiones bilaterales quedaron al margen

de la visita, lo cual parece constituir una ocasión perdida para tratar los

asuntos marroquíes. Por otra parte, Herriot tampoco encontró un

interlocutor válido por parte española, ya que Azaña se negó a toda

discusión política.143

Aunque el viaje quedó desprovisto de contenido político, sin

embargo supuso una indudable exteriorización de buena amistad y un

espaldarazo externo e interno para el nuevo régimen republicano.144 En el

pensamiento del propio Azaña, las razonas que avalaban la posición neutral

de España seguían subsistiendo, ya que para un régimen recién instalado

sería terriblemente peligroso que se viese envuelto en una guerra con sus

poderosos vecinos, Francia e Inglaterra, en la que cualquiera que fuera su

resultado, sería desastroso para España, precisamente por su posición

geográfica. Para el veterano político republicano, los verdaderos objetivos

de España estaban todos dentro del propio país y la primera condición

necesaria para lograrlos era el mantenimiento de la paz.145

Aunque la tensión nunca alcanzó los niveles del periodo precedente,

durante el quinquenio republicano, el gobierno español intentó abordar con

Francia las cuestiones pendientes en el protectorado, en particular la

devolución las cabilas146 de la parte española ocupadas por los franceses en

143 Y. Denéchère, op. cit. (1999), pp. 195-197. 144 A. Egido León, “La política exterior…”, pp.145-150. 145 V. Morales Lezcano, op. cit. (1991), pp. 122-124. 146 AMAE, R-2811/5, 1954. Según la disposición 3º del Acuerdo de 1912 relativo

a la cooperación militar, se contemplaba la facultad de persecución y de sobrevuelo en

caso de atentado de los independentistas rifeños, que se concedía sobre la base de

Page 150: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

150

las guerras de los años veinte. A esta disposición dialogante, el Quai

d´Orsay siempre mostró una actitud dilatoria, más preocupado por recordar

a España que su verdadera preocupación no era otra que el ascenso que el

nacionalismo árabe había tenido en los últimos años en la parte española

con la anuencia de sus titulares.147 Además, puesto que España se había

negado en repetidas ocasiones a contribuir económicamente para

restablecer el equilibrio en el deficitario presupuesto de la zona de Tánger,

los franceses interpretaban la actitud española como dimisionaria y

demostrativa de su oposición al Estatuto de la ciudad internacional.

No obstante, en febrero de 1933 ambos Ejecutivos llegaron a un

acuerdo de acción conjunta en la zona. Esta sintonía animó a la

administración española a hacer efectiva en agosto del mismo año la

ocupación pendiente del enclave de Ifni, cosechando un sonoro fracaso en

su intento, producido en gran medida debido a la ayuda que los franceses

ofrecían a los marroquíes:

(…) a principios de agosto de 1933 se envió una expedición para que

estableciera allí una factoría. La expedición se efectuó a bordo del

“Almirante Lobo” que salió de Cabo Juby al mando del gobernador

de esta posesión y con escasamente un centenar de hombres. El día

12 de agosto trataton (sic) de desembarcar éstos en la bahía de Ifni,

encontrándose con fuerte resistencia. Los confidentes trajeron la

reciprocidad entre los dos países y con carácter completamente temporal y que excluía

toda idea de posesión. 147 En enero de 1933 se creó una asociación hispano-musulmana que en los

medios franceses parecía confirmar estos temores. Además, el hecho de que al frente de

ella se nombrara a Enrique de Rafols, que nunca antes había tenido relación con

Marruecos, fue interpretado como que el asunto contaba con complicidades extranjeras.

Page 151: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

151

noticia de hallarse las kabilas en situación de efervescencia movidas

por determinados agitadores. Se comprobó también la existencia de

armamento francés nuevo en poder de las kabilas, acusándose la

presencia por aquellos días de un submarino francés a lo largo de la

costa de Ifni.148

En los años precedentes, España había desarrollado un efectivo

esfuerzo de penetración pacífica como lo demuestra la documentación

disponible:

Después de conquistados por Francia los principales pasos de la

cordillera, en su campaña de 1932 y principios de 1933, había

llegado el momento de proceder a la ocupación, aprovechando la

labor de penetración realizada por nuestros cónsules en el

Protectorado francés de Marruecos. Estos funcionarios, en efecto, se

habían ido captando poco a poco la simpatía y amistad de los jefes

de Ifni hasta conseguir su asentimiento a nuestra ocupación. Me

parece de sumo interés e este respecto reproducir parte de un

Despacho de nuestro Cónsul en Marraqués señor Maestro de León de

31 de mayo de 1932, por el que se solicitaba autorización para

efectuar los gastos que origina la labor de información y de relación

con los indígenas de Ifni. En el Despacho se dice: “Los gastos

normales que venía autorizando la Dirección General de Marruecos y

Colonias se elevan a unos 1600 francos por trimestre para el pago de

confidentes, emisarios y sus viajes, etc., más el envio (sic), cada

148 AMAE, R-2811/5,1954. El 11 de julio de 1933 Azaña confirmó a Herbette

que las autoridades españolas preparaban la ocupación de Ifni. La empresa dirigida por

el comandante Cañizares, gobernador general del Sáhara, fue mal preparada y

precipitada, y su fracaso se consumó el 20 de agosto.

Page 152: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

152

cinco meses aproximadamente, de regalos en especie (azúcar, té,

bujias (sic), ropas etc.), que importan de 1500 a 2000 francos, que

los jefes de aquel territorio de Ifni solicitan y cuyas peticiones

algunas veces se atienden por orden de la Dirección General de

Marruecos, con el fin de mantener nuestras buenas relaciones de

amistad con los mismos. Participo a V. E. que dichos gastos son

indispensables para poder continuar realizando la labor en cuestión y

que su cuantía es la mínima a que pueden reducirse”.149

Pero ello no desanimó al Gobierno de centro-derecha, y el 6 de abril

de 1934, el coronel Oswaldo Fernández-Capaz a bordo del cañonero

Canalejas por fin hizo efectiva la ocupación del enclave. España pretendía

con esta acción asegurar sus posesiones del Río de Oro y consolidar una

baza negociadora frente a Francia, ya que el enclave se encontraba en la

línea de comunicación terrestre de Francia con sus posesiones en África

occidental. Esta apuesta española no escapó al análisis del articulista

Georges Bienaimé, redactor diplomático del diario La Victoire, meses más

tarde:

La proximidad de Ifni con Canarias confiere a este territorio una

especial importancia. España desearia (sic) que le fuera posible

comunicar facilmente (sic) con Río de Oro. Ello sería, al parecer,

perfectamente factible y sin abandonar Francia su soberanía sobre el

país intermediario.

Esta región viene a ser hoy el lugar de paso y de aterrizaje de los

aviones París-Madrid-Dakar, así como de la red de Sudamérica, cuya

importancia aumenta de día en día, por lo que la larga banda

149 Ibídem.

Page 153: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

153

territorial de Río de Oro, que pertenece a España adquiere una

utilidad nueva. Francia, pues, tiene indudable interés en concertar un

arreglo amistoso con España con respecto a este territorio, cuya parte

Sur es contigua a la Mauritania francesa.150

La ocupación no sólo no cogió por sorpresa a la diplomacia

francesa,151 sino que pudo haber sido realizada en esta ocasión por

inducción de las autoridades galas, que por entonces encontraban

dificultades para pacificar la zona comprendida entre el Alto Atlas y el uad

Dra. Sin duda, el consentimiento de París para la consecución de la

ocupación, constituyó una entente que animó a España a asumir sus

responsabilidades en el mantenimiento de la empresa colonial compartida.

Hubo que esperar al año 1935, para que España consiguiera algunas

mejoras en su rango de potencia colonial en lo referente a la situación

administrativa española en la ciudad internacional de Tánger. Los acuerdos

de Roma de enero de 1935 entre Pierre Laval y Benito Mussolini fueron

acogidos favorablemente en el Palacio de Santa Cruz (sede del Ministerio

de Estado republicano) en tanto que podía suponer una reapertura de la

150 AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. Cárdenas. “Referente

política de España en el Mediterráneo occidental y Marruecos”. París, 12 de febrero

de 1935. 151 El 28 de marzo de 1934, Lerroux informó a Herbette que el Gobierno

pretendía de nuevo hacer efectiva la ocupación del enclave. Una semana más tarde, el 4

de abril, Lerroux advirtió nuevamente al gobierno francés de que la penetración

pretendía ser pacífica, y solamente militar si fuera necesario. El 7 de abril comenzó la

operación, y dos días después se anunció oficialmente la ocupación, pendiente de una

fijación de los límites del territorio entre ambas potencias.

Page 154: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

154

“cuestión mediterránea”.152 Fue entonces cuando se inicia la fase que el

profesor Neila ha denominado “revisionismo moderado”.153 En 1923 se

había firmado el estatuto internacional de Tánger, que contemplaba la

desmilitarización de la zona y un régimen de administración con

preponderancia francesa, a pesar de que las ¾ partes de la población era

española y la ciudad se encontraba en el interior del protectorado español.

La insatisfacción española por tal situación y ciertas reivindicaciones

italianas provocaron una revisión en 1928 que reportó escasos resultados

para España.

El Estatuto de Tánger expiraba el 14 de mayo de 1936. Si alguna de

las potencias firmantes deseaba su revisión debía anunciarlo con seis meses

de antelación, es decir, el 14 de noviembre de 1935. Francia ya había

expresado su anhelo de modificar el régimen aduanero de Marruecos, pero

necesitaba la conformidad de España para hacerlo. Además, subsistía la

ocupación francesa desde el año 1925 de algunas cabilas españolas y la

delimitación de los límites recién ocupados de Ifni por parte de España. En

este contexto, la diplomacia hispana optó por una estrategia para lograr

modestas satisfacciones evitando la confrontación con Francia, pero bajo la

velada amenaza de la denuncia del Estatuto. Los responsables españoles de

exteriores mostraron la imposibilidad de acceder a los términos de urgencia

152 ADQO, E-213. Relations avec la France et l´Angleterre. 1930, fév.-1936,

déc. Nº 48. De Madrid a París. Muy confidencial. 12 de enero de 1935. En una cena que

ofreció el Presidente de la República al Cuerpo Diplomático, Alcalá-Zamora hizo un

aparte al embajador Herbette para felicitarle por los acuerdos alcanzados con Italia, lo

que “garantizaba -en palabras del dirigente español- la paz en el Mediterráneo, de

importancia capital para España”. 153 J. L. Neila Hernández, “La mediterraneidad de España…”, p. 46.

Page 155: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

155

con que la cuestión había sido planteada por Francia sin que previamente se

llevara a cabo una negociación diplomática entre los dos Gobiernos en la

que se estudiara la cuestión, procurando conjugar este interés galo con

alguna otra de las cuestiones concernientes a Marruecos que se hallaban

pendientes de resolución. Aún sin necesidad de llegar a una negociación de

carácter general con los demás países signatarios del Estatuto de Tánger -

pensaban las autoridades españolas-, podrían obtenerse modificaciones que

favorecieran a España en algunos de los puntos fundamentales del régimen

vigente en aquella zona, mediante un acuerdo entre España y Francia. En la

diplomacia española se tenía muy presente que el Estatuto de 1923 había

sido negociado en el momento menos oportuno para ello, precisamente

cuando la intranquilidad y la rebeldía rifeña en la zona española eran

generales. Luego, en 1928, España pudo, gracias a rematar la pacificación

de su zona, recabar alguna ventaja en la revisión del Estatuto que en

aquella fecha tuvo lugar, y no era posible ahora desaprovechar el momento

en que el Estatuto vigente dejaba el camino expedito para su revisión, sin

intentar obtener alguna modificación susceptible de mejorar la posición

política española en aquella zona internacional. El estudio y la negociación

con Francia de los problemas relativos a Marruecos en forma aislada y

fragmentaria, y casi siempre en el momento en que Francia le había

convenido -como ocurrió durante la negociación del actual Estatuto de

Tánger en el año 1923-, nos había colocado en situación desventajosa.

En octubre del año 1934 ya la embajada de Francia dirigió al

Ministerio de Estado una nota exponiendo el deseo del gobierno francés de

llegar a una modificación del régimen aduanero. El ejecutivo galo expresó

su deseo de llegar a una inteligencia con el gobierno español acerca de

dichas modificaciones, de acuerdo con lo previsto en el artículo 19 del

Tratado del 27 de noviembre de 1912. Si la transformación del régimen

Page 156: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

156

aduanero de Marruecos interesaba en alto grado al protectorado francés, la

reforma para la zona del protectorado español revestía un interés subalterno

y de utilidad discutible. Conforme al artículo 19 del Tratado hispano-

francés de 1912, Francia necesitaba contar con la conformidad plena y

expresa de España, no pudiendo tomar iniciativa alguna que aplicada a la

zona francesa viniera a romper la unidad económica y aduanera de

Marruecos. De apartarse el gobierno francés de la norma de conducta

obligada por el artículo antes citado, cometería una grave infracción de un

tratado vigente que podría constituir materia de arbitraje. No obstante,

Francia, anticipándose al acuerdo con España, había ya iniciado en esa

fecha gestiones y negociaciones con algún país. Una carta con fecha del 31

de diciembre de 1934 confirmaba la existencia de un acuerdo entre Francia

y Gran Bretaña. De igual modo, análogas gestiones habían sido llevadas a

cabo cerca del gobierno italiano, así como de otros países signatarios del

Acta de Algeciras.154

El Ministerio de Estado español, consciente de que los italianos no se

oponían a la rectificación de pequeñas modificaciones, dio instrucciones a

su embajador en París, Juan Francisco Cárdenas155 para iniciar las gestiones

ante las autoridades francesas que darían lugar a una entrevista con Pierre

Laval, al frente del Quai d´Orsay, el 18 de marzo de 1935.156 Desde

Madrid, el embajador Herbette y su agregado militar Variot mostraron a

París la conveniencia de llegar a un arreglo con España, entre otros motivos

para frenar la campaña antifrancesa de la prensa de derecha española que

reiteraba su afán por desprestigiar cualquier signo de la presencia gala en el

154 AMAE, R-2811/5, 1954. 155 Ibídem. AMAE, R-901/7, d. 189, confidencial, 22 de enero de 1935. 156 AMAE, R-2811/5, 1954.

Page 157: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

157

país.157 Dos meses más tarde, en mayo de 1935 el embajador de Gran

Bretaña en Madrid entregó un memorando manifestando que la experiencia

adquirida durante el vigente Estatuto de Tánger había puesto de relieve sus

graves defectos, planteando al gobierno español la cuestión de si se hallaría

decidido a sumarse a la revisión del Estatuto llegado el momento

oportuno.158

El 22 de mayo el gobierno español solicitó formalmente al francés la

evacuación de las fuerzas francesas de la zona española de Marruecos

ocupada. En respuesta, Herbette recibió de París la orden de parar las

negociaciones sobre la delimitación de Ifni. Unos días más tarde, el 10 de

junio, se le enviaba a Cárdenas dos memorandos para que los hiciera llegar

al presidente del Consejo y ministro de Estado Laval. En uno se solicitaba

la incorporación de Tánger al Marruecos español, manteniendo la

administración existente; el otro versaba sobre el interés de España sobre el

enclave de Ifni. Dos días más tarde, el 12 de junio, Cárdenas se entrevistó

con Laval:

Francia, le dije [habla Cárdenas], trabaja sin darse cuenta contra sus

propios intereses en España, enajenando una amistad que le sería

muy fácil estrechar y conservar a muy poco coste, dado que nuestras

reivindicaciones son de relativa poca importancia y nuestra buena

disposición y deseo los mejores.159

157 Ibídem. AMAE, R-901/7, 2 de abril de 1935. 158 AMAE, R-2811/5, 1954. 159 Ibídem.

Page 158: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

158

Cárdenas no hizo entrega de los memorandos hasta el 3 de julio.

Laval remitió las demandas españolas a Henri Ponsot (1877-1963),160

Residente General de Francia en Marruecos, con quien Cárdenas se

entrevistó el 16 de julio. De resultas de este encuentro, Cárdenas informó a

Madrid de la mala disposición francesa a abandonar las cabilas ocupadas,

pero de su buena actitud hacia la cuestión de Ifni a cambio de ciertas

compensaciones como dejar expedito el paso norte y sur del enclave.

El 3 de julio hubo una nueva entrevista entre el embajador español y

el presidente del Consejo francés. Cárdenas hizo entrega en la ocasión de

un nuevo memorando relativo al Estatuto de Tánger y otro a la delimitación

de Ifni y a su enlace con Cabo Juby, no haciéndolo de uno relativo a la

evacuación de la zona por habérselo entregado ya en una entrevista que se

celebró el anterior mes de junio. En cuanto a la evacuación de las cabilas,

Laval propuso enlazar la cuestión con la rectificación que España pedía de

los límites de Ifni, a lo que Cárdenas replicó que la cuestión de la

evacuación era “distinta y primordial”:

El Gobierno español tiene el firme propósito de que la actual

situación se resuelva como cuestión previa que no es susceptible de

transacción ni compensaciones por tratarse del cumplimiento estricto

de los convenios vigentes.161

160 En julio de 1933 Lucien Saint había sido sustituido por Henri Ponsot,

representante francés en la conferencia de Oujda de 1926 para obtener la capitulación de

Abd el-Krim. 161 AMAE, R-2811/5, 1954.

Page 159: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

159

Al día siguiente, el embajador español en Londres, Ramón Pérez de

Ayala (1881-1962), comunicó al Ministerio de Estado que el subsecretario

permanente del Foreign Office, sir Robert Gilbert Vansittart, primer Baron

Vansittart (1881-1957), le había manifestado que el gobierno británico

encontraba adecuado que se celebraran conversaciones preliminares entre

España y Francia que pudieran facilitar una conveniente modificación del

Estatuto, siempre que se tuviera al corriente al ejecutivo británico del curso

de ellas y con la condición de que no se prolongasen demasiado para evitar

interpretaciones equivocadas. El 16 de julio, Cárdenas informó de una larga

conversación con Ponsot, donde éste trató de derivar la conversación hacia

la terminación de las operaciones de delimitación, trasmitiendo la

impresión de que sobre Tánger la primera posición francesa sería abogar

por el statu quo.

En vista de la actitud dilatoria francesa mostrada en las entrevistas

que Cárdenas mantuvo con Ponsot y con el secretario general del Quai

d´Orsay, Alexis Léger (1887-1975), el 25 de julio, y con Doynel Saint-

Quentin, subdirector de África y Levante en el Ministerio de Estado galo,

dos días más tarde, y la mantenida por Julio López Oliván, ministro de

España en Berna, con Léger en Ginebra el 2 de agosto, el Consejo de

Ministros aprobó el 19 de agosto las demandas de modificación del

Estatuto de Tánger que iban a ser formuladas a Francia. España mantenía

sobre Tánger la aspiración integral de siempre, basándose en el contenido

del Tratado franco-español de 1904 y del Convenio entre ambas naciones

de 1912, o sea, la inclusión de la zona de Tánger dentro de la española.

Como se preveía que este aspecto sería difícil de conseguir, cabía formular

ante Francia una segunda posición que tendieran a modificar

fundamentalmente en favor de España la situación de Tánger, consistente

en las siguientes demandas:

Page 160: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

160

1. Se solicitaba que la designación del Mendub (administrador de

la población indígena de Tánger) se hiciera por el Sultán en base a una

terna propuesta por el Jalifa de la zona española.

2. Se instaba a que el Administrador de la zona de Tánger fuera

español (había sido francés durante los doce años anteriores en periodos de

seis años).

3. En la Asamblea legislativa, España y Francia gozaban del

mismo número de representantes, pero Francia disponía, además, de los

representantes indígenas e israelitas. Se requería que se nombrara a

propuesta del consulado general de España la mitad de los delegados

indígenas e israelitas.

4. Se solicitaba que el puesto de Interventor del Mendub fuera

desempeñado exclusivamente por un funcionario francés o español, en

forma alternativa, por periodos iguales.

5. Se demandaba que la dirección de la Oficina Mixta de

Información e Inspector General de Seguridad fuera desempeñada por un

militar español con mayores facultades en lo referente a la vigilancia del

contrabando y a la obstaculización de propaganda y actos perturbadores de

la tranquilidad de Tánger y de las zonas vecinas.

6. Se solicitaba que la policía gubernativa fuera dirigida por un

francés con un segundo jefe español. Siendo ya español el Jefe de la

Gendarmería y el Inspector General de Seguridad, se pretendía ahora

conseguir que también lo fuera el Jefe de la Policía Gubernativa.

7. Se instaba a que el efectivo de la gendarmería volviera a ser el

de 250 hombres, ya que a fines de 1932 se accedió a que éste se redujese a

150.

8. Se solicitaba que la Aduana de Tánger pasase a depender de la

Administración Internacional con personal exclusivo francés y español.

Page 161: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

161

Hasta entonces dependía de la Dirección de Aduanas del protectorado

francés.

9. Dada la posición histórica de España en materia religiosa y en

razón del hecho de que la casi totalidad de iglesias y conventos de Tánger

eran españoles, y la mayor parte de su población católica era de esta

nacionalidad, se requería que el Vicario Apostólico de Tánger que era un

prelado español, conservara indefinidamente su jurisdicción y prerrogativas

actuales.162

No parecía conveniente hacer mención explícita al aspecto financiero

de Tánger, ya que, entendía la diplomacia española, constituía terreno

propicio a transacciones si las demandas principales eran atendidas en su

totalidad o en parte. No obstante se argumentaba que la situación de la

hacienda de Tánger demostraba que el régimen carecía de viabilidad, ya

que existía un déficit de 1.600.000 francos, cubierto por las zonas española,

francesa y por el gobierno español. Aunque era cierto que Francia

contribuía por su parte a equilibrar o tratar de equilibrar el déficit

presupuestario, también lo era que gozaba de una situación de privilegio,

dándose además el caso de que Tánger realizaba una seria competencia a

Ceuta y a la zona española. Por otro lado, el presupuesto español

contemplaba la consignación de 6 millones de pesetas anuales para las

cargas que a la zona española correspondían en el ferrocarril Tánger-Fez,

que a la parte española no proporcionaba beneficio alguno. Unos días más

tarde, el 26 de agosto, se encargaba al embajador en París que presentara

una nueva nota solicitando la evacuación de las cabilas ocupadas,

advirtiéndole de la conveniencia de que obtuviera contestación sobre el

162 Ibídem.

Page 162: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

162

asunto antes de que formulara las demandas relativas a la cuestión de

Tánger.

Sin embargo, las evasivas francesas continuaron en las entrevistas

del 30 de agosto y del 13 de septiembre entre Cárdenas y Laval y del 17 de

septiembre con Léger. En contraposición, el gobierno español encontró

mayor comprensión en los representantes franceses en Madrid, en concreto

en la persona del agregado militar Variot, que abogaba porque en el asunto

de la delimitación de zonas se siguiera lo estipulado en el tratado de 1912.

El día 2 de octubre de 1935 el gobierno francés dio muestras de

consentir, formulando reservas sobre ciertas de las interpretaciones

españolas, en que el asunto fuera objeto de negociaciones por parte de

ambos gobiernos, transmitiendo una actitud favorable sobre el deseo

hispano de enlazar territorialmente Ifni y la zona sur de influencia española

en Marruecos, así como a reajustar los límites de la colonia de Río de Oro.

El 9 el ejecutivo galo aprobó definitivamente el inicio de conversaciones

para el 15 de diciembre. Para entonces, Manuel Aguirre de Cárcer (1882-

1969), representante español en Bélgica, y Julio López Oliván, en Suiza, se

sumaron a las discusiones de París. Paralelamente, el 14 de octubre se

entregó a la representación diplomática británica un memorando en el que

se especificaban las aspiraciones del Gobierno respecto al Estatuto futuro.

Por fin, el 15 de octubre de 1935 se produjo el inicio de

conversaciones entre Cárdenas y Saint-Quentin. El funcionario francés

manifestó en esta ocasión que la impresión producida en el Quai d’Orsay

por el memorando español era que las cuestiones que se planteaban

equivalían a una demanda de revisión total del Estatuto; por dicho motivo,

no ofrecía interés para Francia comprometerse a nada con anticipación a

Page 163: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

163

una posible demanda de revisión por parte de España, puesto que le

convenía más esperar a ver entonces cual fuera la actitud de los demás

países firmantes del Estatuto. Añadió que las peticiones formuladas por

España las consideraba como irrealizables y si persistiera en ellas, tendría

en frente a todos los demás países copartícipes en Tánger. En otras

palabras, que las reivindicaciones españolas superaban con mucho las

concesiones que Francia estaba dispuesta a aceptar, lo cual implicaba una

inevitable revisión del Estatuto, o lo que era lo mismo, Francia deseaba

mantener el statu quo.

Por otra parte, España, prudentemente, no dejaba de mantener al

corriente de las gestiones que llevaba a cabo a Gran Bretaña. En Ginebra,

Madariaga, en una entrevista de finales del mismo mes con Anthony Eden,

Secretario del Foreign Office, había encontrado buena acogida, e incluso,

obtuvo la promesa del británico de que indicaría al subsecretario Samuel

Hoare hablara con Laval antes de su marcha del foro ginebrino.

Como la actitud francesa seguía siendo esquiva, a pesar del inicio de

conversaciones, el Ministerio de Estado elevó al Consejo de Ministros la

recomendación de que si el día 8 de noviembre no se había conseguido,

merced a un último esfuerzo, un acuerdo con el gobierno francés en base a

unas aspiraciones mínimas, se procediera por el embajador de España en

París a solicitar la revisión del Estatuto. Pero un día antes de esa fecha, el 7,

se recibieron por fin noticias más satisfactorias, ya que en un telegrama del

señor Aguirre de Cárcer, se informaba que “en larga conferencia con

monsieur de Saint-Quentin (…) los objetivos esenciales mínimos se

hallaban virtualmente logrados”.163

163 AMAE, R-2811/5, 1954.

Page 164: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

164

Finalmente, el 13 de noviembre de 1935, víspera de la fecha límite

para pedir la revisión del Estatuto, por cambio de notas entre el Presidente

del Consejo y ministro de Negocios Extranjeros de Francia y el embajador

de España en París, se llegó a un acuerdo según el cual, por aplicación del

artículo 56 del Convenio de París de 18 de diciembre de 1923, modificado

el 25 de julio de 1928, el Estatuto de Tánger iba a ser revalidado por un

periodo de doce años a partir del 14 de mayo de 1936, resultado de las

conversaciones que habían tenido lugar entre el Presidente, el embajador y

el señor Aguirre de Cárcer. Los acuerdos concluidos entre España y

Francia, contenidos en el canje de notas no afectaban para nada al texto del

Estatuto negociado en 1923, sino únicamente a las cartas anejas al mismo

firmadas en aquella ocasión por Raymond Poincaré, Presidente del

Gobierno francés y ministro de Negocios Extranjeros, y el señor José Mª

Quiñones de León (1873-1957), embajador de España en París. Las

concesiones que Francia hacía a España eran las siguientes:

1. Promesa por parte del gobierno francés de apoyo al candidato

español para asumir el cargo de Administrador de Tánger durante 12 años,

decisión que afectaba al artículo 35 del Estatuto.

2. Durante la prórroga del Estatuto, dos de los delegados

indígenas musulmanes de la Asamblea Legislativa serían designados por el

Mendub a propuesta del cónsul general de España. Esta concesión

modificaba el contenido de las referidas cartas anejas en la parte que éstas

afectaban al artículo 34. Como consecuencia de este acuerdo, Francia

dispondría de diez votos en la Asamblea y España de siete. Los votos

franceses se disponían en la siguiente forma: cuatro ciudadanos franceses

designados por el cónsul; cuatro indígenas musulmanes nombrados por el

Page 165: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

165

Mendub y dos indígenas israelitas designados en la misma forma; total,

diez. Los votos de España se distribuían de la siguiente manera: cuatro

ciudadanos españoles designados por el cónsul de España; dos indígenas

musulmanes nombrados por el Mendub a propuesta del cónsul de español;

un indígena israelita designado de la misma forma; total, siete. Como

consecuencia del acuerdo negociado, España aumentaba un voto a costa de

los votos de que disponía Francia.

3. Francia renunciaba definitivamente a que el Vicario

Apostólico de Tánger (vicario unido ahora a la zona española de

Marruecos) fuera desempeñado por un obispo francés. Se modificaban las

cartas en la parte que afectaban al artículo 11 del Estatuto.

4. Se creaba un puesto de Administrador Adjunto español, con la

facultad de sustituir al Administrador francés durante sus ausencias. Esta

concesión suponía la modificación de las cartas anejas en la parte que

afectaban al artículo 20, puesto que España solo disponía de un puesto de

Interventor Principal.

5. Las cartas cambiadas con el gobierno francés con fecha 13 de

noviembre de 1935 contenían, asimismo, la promesa por parte de Francia

de que no había objeción alguna a que el efectivo de la gendarmería de

Tánger volviera al número de 250 hombres establecido en el Estatuto

después de la reforma de 1928. En 1932, en atención a las dificultades

financieras de la Administración de Tánger, España prestó su asentimiento

a su reducción a 150 hombres, si bien formulando la reserva de que su

consentimiento no sentaba precedente.164

Sin embargo, podemos documentar que no existió una coordinación

en los criterios de los diversos departamentos españoles implicados en las

164 Ibídem.

Page 166: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

166

negociaciones con Francia, que impidió la consecución de mejores

resultados. Una carta del Jefe de la Sección de Ultramar, José del Castaño

Cardona, al cónsul general de España en Tánger, José de Rojas y Moreno,

6º conde de Casa Rojas (1892-1973) se lamentaba de esta circunstancia:

Quizás se hubiera podido conseguir algo más; (…) pero la gestión

que se llevaba en París estuvo a punto de fracasar como

consecuencia de un acuerdo del Consejo de Ministros, imprevisto

por nosotros, en el sentido de que se intentase una prórroga del

Estatuto de un año de duración y que se evitase todo lo posible llegar

a una demanda de revisión a fin de no perjudicar la negociación

comercial [acuerdos de diciembre de 1935] que en estos días se lleva

en París con gran intensidad y en la que el Gobierno está sumamente

interesado porque afecta a intereses económicos importantísimos de

gran influencia en nuestra política interior. (...) el acuerdo del

Consejo de Ministros quitó firmeza a nuestra posición, (…). En este

orden de cosas es preciso reconocer que los 12 años del vigente

Estatuto se han perdido lastimosamente. De mi experiencia en

Tánger conservo el triste recuerdo no solo (sic) de los desaciertos

cometidos sino de la falta de acción por nuestra parte, (…).165

La información que con respecto a lo convenido en París se

proporcionó a la prensa fue sumamente parca porque se temía que las

reacciones del partido colonial francés provocaran complicaciones que

perjudicaran a la puesta en práctica del acuerdo. A la misiva anterior

contestó el conde Casa Rojas en los términos que siguen: “Tan

extraordinario me ha parecido el triunfo que por no irritar a la colonia

165 Ibídem.

Page 167: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

167

francesa he creído oportuno sugerir a nuestra prensa algunos artículos

quitándole importancia a lo logrado”. Sin embargo, los periódicos

españoles registraron unánimemente con gran satisfacción el resultado de

las conversaciones.

España no había obtenido todas sus reivindicaciones, pero su papel

en la administración de la zona pasaba a ser bastante más destacado. Con

estas modificaciones, España podía presentar ante la opinión pública las

gestiones como un éxito, aunque -en opinión de la profesora Egido- las

mejoras a su favor en el Estatuto no dejaban de ser superficiales.166 A pesar

de ello, se demostraba una vez más que sólo la aproximación a Francia

producía efectos positivos para España, nunca el enfrentamiento con ella.167

De hecho, la siguiente ocasión en la que surgió la cuestión marroquí entre

ambos Gobiernos fue en junio de 1936, cuando en un tono distendido y en

el marco de una entrevista entre Azaña y Herbette sobre aspectos generales

de la situación interior española e internacional, el primero sugirió al

embajador galo el abandono de las cabilas ocupadas en la zona española,

asunto incómodo ante la opinión pública ya que se consideraba al español

un Gobierno amigo de Francia. El embajador pareció mostrar una actitud

comprensiva al respecto:

A propósito de las entrevistas que el ministro de Estado ha tenido en

París con el Sr. León Blum y con Su Excelencia, El Sr. Azaña me

dijo con la misma libertad afectuosa que estaría muy feliz de conocer

en breve el reglamento de las cuestiones relativas a los territorios

ocupados por las tropas francesas en la zona española. “Usted quizá

ha notado, me explicó, la campaña que las derechas hacen a cerca de

166 A. Egido León, “La política exterior…”, p. 130. 167 R. Miralles, “Las relaciones hispano-francesas…”, p. 74.

Page 168: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

168

este asunto. No creemos sinceramente que nuestros derechos puedan

ser puestos en duda. No se trata de negociar cambios, sino

simplemente de poner fin a una situación temporal creada por

razones militares evidentes durante la guerra del Rif. La posición del

Gobierno español es cada vez más complicada a medida que esta

solución se retrasa, pues es conocido por ser un gobierno amigo de

Francia.”

El Presidente, haciendo alusión a los sacrificios materiales que podía

representar para nosotros la renuncia a los impuestos pagados por

estos territorios, le respondí que existía también la preocupación de

proteger la ruta que une Argelia y Marruecos. “Pero, enérgicamente

insistió el Sr. Azaña, nosotros estamos allí para participar en esta

defensa si la configuración del terreno y la necesidad del momento lo

exigen. España puede perfectamente ayudar a proteger esta vía de

comunicación. Nosotros tenemos en el Rift el doble de tropas de las

que necesitamos”.

Estas palabras, las últimas que el Presidente me dirigió antes de las

palabras que ponían fin a la audiencia, pueden ser importantes para

tener presente. Fueron pronunciadas con tanta sinceridad como

espontaneidad. Corresponden de hecho, no sólo al deseo de obtener

la evacuación de estos territorios por las tropas francesas, sino a la

convicción manifiesta de que los intereses esenciales de España están

ligados a los de Francia. “No permitamos que se mantenga entre

nosotros ni la más mínima causa de recriminación, me decía el

Presidente cuando yo ya tenía la mano en el picaporte de la puerta,

pues tenemos en perspectiva problemas mucho más gordos

(gordos)”.

Sin rebasar la modesta medida en la que mi opinión personal puede

importar aquí, me permito además decir que estoy convencido, como

Page 169: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

169

ya indiqué en mi telegrama nº 759 del 8 de Julio, que Francia sacaría

ventajas de restituir estos territorios de manera espontánea sin

esperar que una obligación política, militar o jurídica le sea

impuesta.168

El papel español en un deseado “pacto mediterráneo”

En el conjunto de la estrategia francesa, la idea de un pacto

mediterráneo fue desarrollada al menos desde 1930. Entonces España no

era considerada parte primordial de este proyecto, aunque sí se

contemplaba un acuerdo que englobara el litoral de Marruecos. Sin

embargo, la llegada del político de centro-derecha André Tardieu (1876-

1945) al Quai d´Orsay en 1932 en el gobierno de Herriot supuso un

abandono del posible entendimiento con Alemania en el marco de la

Sociedad de Naciones, para volver a una política de alianzas bilaterales, en

la cual España podría jugar un importante papel. De hecho, en marzo de

1932 Tardieu sacó a colación la cuestión del Mediterráneo en una

entrevista con el ministro de Estado, Luis de Zulueta. El nuevo titular de

Exteriores galo planteó entonces la creación de un “Locarno mediterráneo”

fundado en el mantenimiento del statu quo. Más tarde, igualmente apareció

la cuestión en el memorando francés de 14 de noviembre de 1932, en el

marco del fracasado Plan Constructif, que el rechazo italiano y el desinterés

británico paralizaron, como cada vez que Francia proponía un pacto

similar.

168 DDF, 2, II, T. 54, de 10 de abril de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-166, T nº 403-404. Confidencial. Herbette.

Page 170: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

170

La visita del primer ministro británico James Ramsay Macdonald

(1866-1937) a Roma en marzo de 1933 inició un proceso de negociaciones

entre Gran Bretaña e Italia, a el que se sumaría Francia y Alemania, que

culminó con la firma del Pacto de las Cuatro Potencias del 7 de junio de

1933. La firma de este acuerdo suponía el intento de entendimiento entre

estas cuatro potencias al margen de Ginebra, aunque finalmente no fuera

ratificado.

La llegada de Fernando de los Ríos al Ministerio de Estado el 12 de

junio de 1933 en sustitución de Luis de Zulueta, reverdeció la idea del

“pacto mediterráneo”. Lo novedoso de esta iniciativa en esta ocasión

radicaba, al margen de una recobrada iniciativa diplomática por parte del

gobierno español, en que por primera vez desde 1930 era otro país diferente

a Francia el que presenta un proyecto sobre este dominio. Fernando de los

Ríos propuso asociar junto a Francia y España, a Italia y Gran Bretaña. El

ministro de Estado español comunicó el proyecto al embajador Herbette,169

gestión que comenzó a convencer a la diplomacia del Quai d´Orsay sobre

la posibilidad del interesante papel que podría jugar España en beneficio

propio.170 Paralelamente, en agosto el embajador español en Londres, Pérez

de Ayala, sondeó al gobierno británico:

Nosotros habíamos observado la escasa atención que Inglaterra

prestaba al proyecto de un nuevo pacto que esta vez asumiera –según

se había propuesto –la forma de pacto Mediterráneo, idea que, en

169 DDF, 1, IV, 32, T. 374-6, muy confidencial, 22 de julio de 1933. 170 DDF, 1, IV, 62, T. 241-2, 31 de julio de 1933. El ministro de Estado francés

Joseph Paul-Boncour exponía en este documento la satisfacción por la recobrada

iniciativa diplomática española, junto al pesar por la dificultad de lograr que Gran

Bretaña se sumara a la iniciativa.

Page 171: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

171

cambio, favorecía Francia. No suponíamos, sin embargo, que la Gran

Bretaña habría de oponer reparos a la resurrección, en cierto modo,

de un concierto que sugería la conveniencia de consultas entre los

interesados, ni que ni ella ni Francia se opusieran a nuestro deseo de

que estos cambios de impresiones fueran conjuntos y a ellas se

asociase Italia.

En cuanto a esta última nación (…), tampoco había parecido

excesivamente inclinada a suscribir nuevos instrumentos de

seguridad y en cambio parecía preocuparle el problema de paridad

naval con Francia (…).

Porque España pertenecía a la Sociedad de Naciones, pero ni una

inteligencia o concierto de orden regional iba contra sus principios ni

los perjudicaba en modo alguno sino todo lo contrario, no existiendo

tampoco contradicción con la amistad que deseábamos mantener y

fortificar con el grupo de neutrales, (…) puesto que de lo que

tratábamos era de reforzarlos, oponiéndonos a la alteración de la

paz.171

171 AMAE, R-5499 bis/3,1959. Aguinaga reproducía en la misma documentación

unas reflexiones muy interesantes de R. N. King Hall (publicista y marino), editor de la

publicación King Hall News Letter Service, sobre la tradicional resistencia de la política

exterior británica a establecer pactos bilaterales emitidas en la citada revista en el año

1937: “No existe, no ha existido nunca y no existirá jamás una política extranjera

británica claramente definida para un largo espacio de tiempo. Pero han existido y

existen ciertos principios directores (…). Los ingleses no se hallan jamás en disposición

de hacer frente a las crisis urgentes y graves, bien se trate del desencadenamiento de una

guerra mundial, de la abdicación de un soberano o de la repentina aparición en el

horizonte político de Estados totalitarios con ambiciones expansionistas. En razón de

esta ausencia de preparación, los ingleses de una manera general no ganan en una guerra

más que una sola batalla importante, pero acontece afortunadamente para la Gran

Bretaña que, lo más frecuente, se trata de la última batalla de la guerra. Esta ausencia de

Page 172: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

172

Pero el proyecto finalmente se interrumpió debido a las dificultades

interiores españolas que pusieron fin al bienio reformista republicano.

Destaquemos la paradoja de que en un momento en que la tensión entre

Madrid y París llegaba a incómodas cotas en los asuntos comerciales,

surgió una particular colaboración en los asuntos mediterráneos. De hecho,

desde la diplomacia española no dejó de prestarse especial atención a la

evolución de los cambios que se producían en la francesa tras la llegada al

Quai D´Orsay de Louis Barthou, aunque en ocasiones los análisis no

coincidieran:

Para juzgar los objetivos actuales de la política francesa, sin el

peligro de caer en un error de información, como le sucede por lo

visto al Embajador de España en Berlín [Luis de Zulueta], hay que

partir de un principio evidente y es, el del cambio total que en el

“Quai d’Orsay” se ha operado a contar del momento en que M.

Barthou ocupó dicha cartera. Hoy no se siguen ya las directrices

trazadas por Mr. Briand y continuadas dócilmente por Mr. Paul-

Boncour (…) que consistía en atrincherarse dentro de las fronteras

nacionales dejando lo demás a la marcha normal de la Sociedad de

Naciones.

(…) [el] viaje del Jefe del Estado Mayor, General Weygand [a

Londres] (…) busca, en lo político un equilibrio de los grupos

preparación, esta manera de tratar los problemas de una manera empírica a medida que

van apareciendo, resulta, evidentemente, incomprensible para los espíritus continentales

y nos vale una reputación de perfidia.

(…) La experiencia nos ha enseñado que una Sociedad de Naciones fuerte no

puede existir que a la condición de que los miembros que la componen sean fuertes. Por

ello un inglés no advierte contradicción entre el programa de rearme británico y la

colaboración con la Sociedad de Naciones”.

Page 173: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

173

nacionales europeos con tendencias al “encerclement” del bloque

germánico, quedando en actitud expectante respecto de Italia.

(…) se adoptará seguramente el sistema de pactos regionales de

seguridad. ¿Dará esto origen al intento de alguno relativo al

Mediterráneo (despacho 1504)? No está totalmente fuera de lo

verosímil la hipótesis y habrá de ser considerada por el Gobierno

español, que, a juicio del que suscribe debería sondear la opinión del

Gobierno británico a tal respecto como mayor y más directamente

interesado.172

Y ya se comenzaba a vislumbrar la actitud que adoptaría España en

caso de conflicto si debía elegir entre la baza francesa o británica: “Una vez

más España debe permanecer alerta a toda posible acumulación de fuerzas

o alianzas, más o menos claras, en el Mediterráneo, pero esta actitud

expectante no debe rebasar los límites de una posición neutral ligeramente

orientada en sentido inglés”.173

No obstante la poca colaboración demostrada por Londres, París

seguía manteniendo la esperanza de constituir un pacto en la parte

occidental del Mediterráneo, aunque para entonces se aceptara como un

mero complemento a otras alianzas regionales:

El Embajador agrega: “No creo que el Embajador haya recibido

hasta ahora instrucciones sobre el particular, ni que se haya dado

172 AMAE, R-842-3. Información Internacional. Francia. 1934. Cristóbal del

Castillo (ministro consejero de la embajada española en París). “Informe sobre

política exterior francesa”. París, 28 de junio de 1934. 173 AMAE, R-842-3. Información Internacional. Francia. 1934. Juan Francisco

Cárdenas. “Sobre el viaje del Sr. Barthou a Londres”. París, 12 de julio de 1934.

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174

ningún paso cerca del gobierno italiano, ni siquiera como puro

sondeo”, y termina: “Personalmente el conde de Chambrun se inclina

a un pacto que incluyera a España, Francia, Inglaterra, Italia, y acaso

Grecia, y que quedara abierto a la adhesión de las pequeñas

potencias con intereses en el Mediterráneo”.

(…) El Embajador ha hecho un viaje a Bayona con M. Barthou. Al

final dice: “En el telegrama de V. E. nº 190, que contesto, se me

encarga indague la idea que aquí existe sobre el llamado pacto

mediterráneo. A este propósito me dijo M. Barthou que había dicho

en Londres que el pacto mediterráneo debía ser el complemento de

los pactos regionales, y que en aquél Inglaterra debía tener un papel

muy importante. Me añadió el Ministro de Negocios Extranjeros que

los ingleses no contestaron a su insinuación y que no creyó oportuno

ni insistir, ni desarrollarla. A mi juicio, ello fué (sic) debido a que

Francia no querría tomar la iniciativa del llamado pacto

mediterráneo, sino que preferiría viniese de la parte de Inglaterra o

de Italia.174

Esta falta de acogida en el Foreign Office a la iniciativa francesa

terminó por convencer a París de que, al menos en apariencia, no debían ser

ellos lo que insistieran en la idea de instituir un acuerdo entre potencias en

el occidente mediterráneo:

174 AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. “Pacto Mediterráneo”.

Sin fecha y sin firma; este documento también se encuentra en AMAE, R-900-13,

“Pacto del Mediterráneo 1934-1935”. Juan Francisco Cárdenas “Informe sobre la

política exterior francesa con relación a los pactos regionales y al supuesto pacto

mediterráneo”. París, 16 de julio de 1934.

Page 175: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

175

En el curso de mi larga conversación de ayer con Monsieur Jean Paul

Boncour (sic) hijo [encargado de la sección de la Sociedad de

Naciones en ausencia de Massigli, director general de asuntos

políticos en el Quai D´Orsay]. (…) me expresó como opinión

personal suya [subrayado de Cristóbal del Castillo] que, una vez

firmado aquel compromiso [Locarno Oriental] y dando por supuesto

que Rusia entrase en la Sociedad de las Naciones o iniciase

gestiones en tal sentido, el complemento sería que un país

mediterráneo como Italia, España o Turquía tomase la iniciativa para

un Pacto de mutua asistencia en dicho mar.

(…) Para mi, pues, se trata de una sugestión que, aunque de carácter

oficioso, ha sido sin embargo estudiada en el Quai d’Orsay.175

Al final de otoño del año 1934, Madrid seguía atenta al asunto,

temerosa de quedar al margen de supuestas conversaciones, aunque para

entonces se asumía que el supuesto pacto seguía siendo una idea en ciernes

supeditada a la conclusión de un acuerdo general en la parte del

Mediterráneo oriental:

(…) visité ayer al embajador de Turquía en París.

De nuestra conversación puede deducirse que si bien el proyecto de

pacto mediterráneo puede decirse que sigue siendo una idea en

ciernes supeditada a los resultados del Pacto oriental, se ha hablado

sin embargo de ella, y tal vez discutido en principio sus posibilidades

entre el citado Embajador y el Sr. Laval.

Como quiera que tratase de puntualizar hasta donde había llegado su

cambio de impresiones, interrogué al Sr. Suad quien me dijo que no

175 AMAE, R-842-3. Información Internacional. Francia. 1934. Cristóbal del

Castillo. “Locarno Oriental”. París, 11 de agosto de 1934.

Page 176: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

176

habia (sic) habido precisión alguna y si (sic) solo (sic) se habia (sic)

hablado del proyecto como una posibilidad mas (sic) para asegurar

la paz y el Pacto oriental.176

El 7 de enero de 1935 Laval y Mussolini firmaron los Acuerdos de

Roma sobre temas coloniales y la garantía de independencia de Austria, lo

que supuso un claro acercamiento franco-italiano. Tres días más tarde el

ministro de Estado, Juan José Rocha, dio instrucciones a las

representaciones españolas en París y Roma para que transmitieran la

satisfacción del gobierno español por la firma de los acuerdos.177 A pesar

de ello, el asunto causó honda preocupación en el ejecutivo español,

temeroso de que en Roma se hubiera hablado del papel español en el

Mediterráneo, sin contar con su presencia. No solamente las autoridades

francesas lo negaron, sino que el mismo Laval le garantizó a Madariaga en

Ginebra su disposición a que España estuviera al corriente de toda la

política francesa en Europa (similares gestiones desarrolló el entonces

embajador español en Roma, Justo Gómez Ocerín (1881-1968), recibiendo

semejante respuesta):

(…) por lo visto, en Francia se piensa en la posibilidad de un acuerdo

del Mediterráneo oriental entre Francia, Italia, Grecia, Turquía y

Yugoslavia, pero no parece que exista, por lo menos en la

176 AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. Carta de Juan Francisco

Cárdenas a José María Aguinaga. París, 2 de diciembre de 1934. 177 AMAE, R-900/13, 10 de enero de 1935.

Page 177: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

177

imaginación de M. Laval, ninguna idea concreta sobre el

Mediterráneo occidental.178

Cuatro días más tarde, Cárdenas volvió a insistir cerca del Presidente

del Consejo galo sobre el asunto, destacando la predisposición de España a

participar en unas conversaciones que afectaban evidentemente a los

intereses fundamentales españoles:

(…) Aludí [a Laval] a continuación a la afirmación publicada en la

prensa asegurando que en Roma se había hablado de Tánger y

respecto a la cual el Sr. Laval no titubeó en calificarla de “fantasía

periodística”. No se expresó con la misma precisión al indicarle que

tambien (sic) era objeto de múltiples comentarios un supuesto

cambio de impresiones sobre el problema mediterráneo, no negando

hubiese tenido lugar si bien añadió que sólo se había referido en sus

conversaciones a problemas que afectan unicamente (sic) al

Mediterráneo oriental.

(…) expresé a mi vez que me parecía dificil (sic) dividir el problema

mediterráneo en oriental y occidental y que, a juicio mío, si las

conversaciones preeliminares llegan a tomar cuerpo, España no

podría quedar ausente de ellas, pues de ninguna manera estaría

dispuesta a aceptar un pacto en cuya confección no hubiese

178 AMAE, R-900/3, Madariaga a Madrid, 18 de enero de 1935. Este documento

también se encuentra en AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. “Entrevista

del Sr. Madariaga con el Sr. Laval en Ginebra el 18 de enero de 1935”. Sin firma.

Page 178: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

178

participado. M. Laval me dió (sic) a entender que en tal caso se

contaría con España.179

Con simpatía y con un cierto paternalismo consideraba Herbette el

novedoso interés de la diplomacia española por jugar un papel activo en el

tablero mediterráneo. Analizando la prensa española, detectaba también la

necesidad de que el ejecutivo hispano ofreciera una declaración pública y

didáctica sobre su postura en relación a las implicaciones que pudieran

acarrearse de los pactos recién firmados en Roma:

(…) Lo que se extrae con evidencia de los artículos publicados aquí

por antiguos diplomáticos españoles y de las dos crónicas enviadas

desde París por Daranas [Herbette comentaba la crónica de Daranas,

corresponsal de ABC, del día 22 de enero, sobre el pacto franco-

italiano], es que la diplomacia española se preocupa por el papel que

España puede jugar en los arreglos resultantes del acercamiento

franco-italiano, y de las ventajas que ella pueda obtener. Es, sin

duda, su derecho y su deber. No sacaremos ninguna ventaja de

desanimar sus iniciativas. Pero le corresponde, por una parte,

asegurar de manera prudente y segura el apoyo del público español,

sin distinción de partido, y por otra, considerar los compromisos y

las responsabilidades que afectarían a España de un agrupamiento

destinado a excluir del “triángulo Levante-Baleares-Marruecos” de

cualquier beligerante extraño a la ribera occidental del Mediterráneo.

Seríamos indiscretos y correríamos riesgo de volvernos impopulares

179 AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. Cárdenas. “Informe en

relación con acuerdos Laval-Mussolini y posibles derivaciones de éstos hacia Pacto del

Mediterráneo”. Confidencial. París, 22 de enero de 1935.

Page 179: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

179

en España si pretendiéramos sustituir al Gobierno español en esta

tarea de preparación.180

Tan sólo unos días más tarde, el ministro de Estado Rocha hizo una

declaración en la Cámara el 29 de enero de 1935, donde no dejó de

relacionar los acuerdos de Roma con los intereses españoles en África y el

Mediterráneo. En ella, tradujo una cierta resignación ya que España no

podía adoptar otra actitud que la de estar a la espera de lo que se decidiera

en los centros de poder europeos con intereses en el Mediterráneo,

especialmente desde París. Esta incertidumbre llevó a elevar una consulta

diplomática más, en este caso al embajador francés en Madrid:

El Sr. Embajador de Francia manifestó al Subsecretario de Estado

(…) si eventualmente hubiere lugar a estudiar la conveniencia de

dicho pacto [Mediterráneo], Francia concedería el mismo interés a la

presencia de España que el que tuvo ocasión de mostrar cuando se

trató el mismo problema en vísperas de la conferencia de Londres de

1930.

(…) el Mediterráneo Occidental es un mar en el que los intereses de

las cuatro naciones directamente afectadas son perfectamente

conocidos y sobre los cuales cabe unanimidad en el acuerdo a los

fines de que ninguna otra nación pretenda inmiscuirse en lo que no le

importa.

Monsieur Herbette creía haber expresado al Subsecretario que en

ningún momento se había hablado en Roma del problema de Tánger;

180 ADQO, E-224. « Politique de non intervention; pacte méditerranéen;

conférence de Nyon. 1932, mars-1936, oct. Nº 107. Embajada de Francia en Madrid.

23 de enero de 1935.

Page 180: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

180

(…) El Subsecretario se limitó a escuchar al Sr. Herbette, sin

perjuicio de que ponga en duda que sea completamente cierto lo que

sobre Tánger expuso el Embajador, ya que probablemente hubo

ocasión de referirse en Roma a la modificación que se pretende de

las tarifas aduaneras del Imperio [marroquí], y como es asunto que

concierne e interesa especialmente a Francia, Italia no habrá

desaprovechado seguramente la ocasión de expresar en qué

condiciones se hallaría dispuesta a acceder a los deseos de Francia,

siendo lo más probable que con este motivo se hallan referido los

técnicos a problemas que tanto nos interesan.

(…) el Sr. Herbette expresaba la creencia de que no se debía dar

lugar a la revisión, lo que me hace creer que esa es la posición del

Gobierno francés.181

Parece interesante destacar en este punto la interpretación que

produjo la actitud española en los medios colonialistas franceses, recogida

en la publicación Bulletin du Comité de L’Afrique Française de enero de

1935. En ella se destacaba el fin del desinterés español, a su juicio, en lo

referente a la escena internacional y las supuestamente ventajistas

intenciones del gobierno español al ampliar las inversiones militares en el

Mediterráneo en un momento en el que en apariencia se despejaba de

nubarrones el contexto mediterráneo:

La prensa española, en general, ha concedido largo espacio al viaje

de M. Laval a Roma y a los acuerdos que ha tenido por resultado.

Parece que, por una vez, nuestros vecinos han sacudido su

181 AMAE, R-900-13. “Pacto del Mediterráneo 1934-1935”. Este documento

también se encuentra en AMAE R-901-7, “Política del Mediterráneo. 1935.

Conversación con el Sr. Embajador de Francia el 31 de enero de 1935”. Sin firma.

Page 181: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

181

indiferencia casi proverbial con referencia a las cuestiones de política

extranjera.

(…) La satisfacción es general, tanto en la derecha como en la

izquierda. Es que en efecto la opinión, al sur de los Pirineos, ve sobre

todo en estos acuerdos una garantía de la paz mediterránea.

(…) Es natural que despues (sic) de las concesiones que acabamos de

hacer a Italia, nuestros vecinos sur-pirinaicos (sic) sueñen a su vez,

en “monetizar” su amistad y en hacérnosla pagar lo más cara posible.

(…) Añadamos que las cuestiones de “defensa nacional”, que fueron

abandonadas un poco en la sombra desde la caída del Sr. Azaña,

vuelven en Madrid al primer plano. En el consejo del gabinete que se

tuvo el 16 de enero, el Ministro de Marina, Sr. Rocha, que detenta al

mismo tiempo la cartera de Asuntos extranjeros, hizo aprobar una

(sic) nuevo programa naval que implica la modernización de

acorazados y la construcción de una docena de cañoneros. La flota

aérea va a ser tambien (sic) reorganizada completamente. En fin, el

jefe del gobierno Lerroux, ha insistido en la necesidad de continuar

más activamente los trabajos militares emprendidos en el litoral

mediterráneo y en las Baleares.

¿Qué significan todos estos preparativos militares - en el momento

precisamente en el que, despues (sic) del pacto de Roma, la paz

europea aparece a nuestros vecinos como consolidada - sino el deseo

de España de dar un mayor precio a su “amistad”?182

El interés e incertidumbre despertados por la firma de los Acuerdos

de Roma no dejó de planear en las sucesivas comparecencias del ministro

Rocha en el Parlamento. El 14 de mayo tuvo que confirmar, en respuesta a

182 AMAE, R-901-7. Política del Mediterráneo. 1935. “África y España. España

y los Acuerdos de Roma”. Bulletin du Comité de L’Afrique Française. Enero 1935.

Page 182: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

182

una interpelación del conde de Romanones, que el statu quo de 1907 seguía

vigente:

[Conde de Romanones dirigiéndose al Ministro] ¿el “statu quo” de

1907 hoy lo considera en completa vigencia? (El Diario de las

Sesiones de Cortes expresa al llegar a este punto: el señor Ministro

de Estado hace signos afirmativos).183

Seis días más tarde, el 22 de mayo, el ministro volvía a confirmar la

vigencia del Pacto de Cartagena:

Las notas cambiadas, que se conocen con el nombre de Pacto de

Cartagena, realmente he de confesar a los Señores Diputados, que no

consta que fueran nunca utilizadas, por ningún Gobierno; quizá,

como decía muy bien don Miguel Maura, pensaron en todas aquellas

infracciones del “statu quo” en el Mediterráneo.

Yo, desde luego, soy partidario decidido del “statu quo” en el

Mediterráneo; pero no puedo olvidar que, no habiéndose tratado esas

cuestiones, me encontré – y la cámara lo recordará – con el pacto de

Roma. (…) puedo dar la seguridad a la Cámara de que no se tratará

ninguna de esas cuestiones con ausencia de España.

Sobre lo que el interpelado, el conservador Miguel Maura (1887-

1971), mostraba su total desacuerdo:

(…) Para mí es una causa de asombro que el señor Ministro de

Estado afirme rotundamente que el Pacto de Cartagena está en pleno

183 AMAE, R-5499 bis/3,1959.

Page 183: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

183

vigor, porque no necesito recordar más que la primera infracción

después de firmado el Pacto de Cartagena en 1907, y fue el Tratado

franco-alemán del 11, a consecuencia de la visita del “Panther” a

Agadir, para demostrarme a mí mismo, que todo quedó anulado y

cancelado desde aquella fecha, sin contar después las múltiples

infracciones que el Pacto de Cartagena ha tenido. La realidad es que

en este punto de la política general del Mediterráneo no hay en estos

momentos ningún pacto colectivo entre las naciones interesadas.184

La idea sobre el “pacto mediterráneo” se suspendió hasta que en el

año 1936 se acentuó la tensión en el mar interior. En esta atmósfera de

incertidumbre, y según la documentación disponible que aborda los planes

defensivos franceses elaborados por el Ministerio de Guerra en la antesala

del conflicto español, París consideraba todas las eventualidades en el

Mediterráneo excepto una alianza entre Francia y España.185 Por parte

española, también se fue desdibujando la opción francesa como indiscutible

aliada, visto el descrédito de la Sociedad de Naciones y lo quimérico que se

había transformado el concepto de la seguridad colectiva. A mediados de

mayo de 1936, ya hemos señalado en capítulos anteriores como el ministro

de Estado Augusto Barcia declaró al embajador Herbette que en caso de

conflicto España permanecería neutral si las grandes potencias no cumplían

con sus compromisos ginebrinos y España se consideraría desligada

también de ellos. En caso de que Gran Bretaña y Francia se encontraran en

campos opuestos, Madrid elegiría a la primera como aliada, debido a la

184 Ibídem. 185 Service Historique de l`Armée de Terre (SHAT) série N EMA 3ºB. car. 7 N

3908 informe secreto dirigido por el general comandante de las tropas francesas en

Marruecos al ministerio de la Guerra nº 75 S/3 de 22 de abril de 1936. Extraído de Y.

Denéchère, op. cit. (1999), pp. 295-296.

Page 184: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

184

fuerte alianza entre Lisboa y Londres y la consecuente precariedad de su

flanco oeste. La reacción del embajador, como vimos, fue una vez más

animar al Ministerio de Negocios Extranjero francés a eliminar toda

“rivalidad o resentimiento que pudiera existir entre España y nosotros,

particularmente en Marruecos, así como desarrollar al máximo los factores

de entendimiento y cooperación que resultan, en todos los dominios, de la

victoria conseguida por el Frente popular en los dos países”, y añadía:

En política exterior, España aspira ante todo a la neutralidad. En la

medida en que la neutralidad es compatible con el movimiento,

aspira a moverse de acuerdo con Inglaterra y Francia. Si Inglaterra y

Francia están en desacuerdo, vacila; y si fuera absolutamente

necesario que se decidiera, entonces se decidiría por Inglaterra (…).

No debemos nunca intentar llevar a España más lejos de lo que

Inglaterra no desee verla ir.186

El 23 de junio de 1936, el presidente galo Léon Blum, en el Senado y

el ministro de Negocios Extranjeros, Yvon Delbos (1885-1956), en la

Asamblea, presentaron las líneas maestras de la política exterior del Front

Populaire. Éste último expuso la necesidad de asociar todos los estados

mediterráneos -de España a la Entente balcánica, fueron sus palabras- en un

acuerdo para garantizar que ninguna hegemonía se pudiera instaurar en un

mar en el que los ribereños estaban unidos por una civilización común. Esta

fue la primera vez y de manera pública que la administración francesa

186 DDF, 2, II, secreto y reservado de Herbette a Flandin, nº 521-522, de 14 de

mayo de 1936. Este documento también se encuentra en ADQO, E-213. « Relations

avec la France et l´Angleterre. 1930, fév.-1936, déc. » Nº 719. Herbette a Flandin. 4 de

junio de 1936.

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185

incluyó, como habitualmente había propuesto Herbette, a España en sus

proyectos de alianza. Dos días más tarde, el día 25, Delbos volvió a

confirmar en entrevista privada con Barcia este acercamiento diplomático.

El 28, el ministro de Estado español defendió en Ginebra posiciones muy

próximas a las galas a propósito del levantamiento de sanciones a Italia, y

el 4 de julio ambos Gobiernos votaron su levantamiento. Este era el

momento, tan sólo dos jornadas antes del inicio del conflicto español,

según el embajador francés en Londres, Charles Corbin (1882-1970), para

plantear a Inglaterra retomar el proyecto de pacto en el Mediterráneo

occidental:

El acercamiento italo-alemán no disminuye el interés de este

acuerdo. Además la posibilidad para los italianos de sacar ventajas

de este pacto quizá haga que se planteen cambiar la dirección de su

política exterior. Si por el contrario Italia renuncia a formar parte de

un acuerdo colectivo de asistencia mutua, no podrá denunciar que se

le está acorralando.

(…)Por otro lado, un pacto nos permite aproximarnos a Turquía sin

tener que firmar acuerdos demasiado lesivos, dará a Yugoslavia

tranquilidad respecto a las intenciones italianas y permitirá a

Inglaterra incorporarse al status quo mediterráneo sin tener que

asumir acuerdos contrarios a los principios de su tradicional política.

Es una manera de garantizar a los países firmantes la seguridad aérea

y naval en sus costas y sus comunicaciones.

[Al intentar abordar la cuestión con Eden] no estaba preparado y me

emplazó para que hiciera pasar la propuesta francesa a través de

usted. Por eso le mando un memorando para definir las líneas

Page 186: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

186

generales del pacto que englobaría a Francia, Italia, GB, España,

Yugoslavia, Grecia y Turquía.187

En resumen, y en un contexto general, sólo Jean Herbette, Édouard

Herriot y el Front Populaire parecieron buscar un verdadero acercamiento a

España, aunque sus esfuerzos no dieran resultados tangibles y duraderos.

La esclerotizada política española propugnada por el Quai d´Orsay no

prestó atención a España ni a su evolución y los asuntos al sur de los

Pirineos no dejaron de constituir para la conservadora clase diplomática

gala una cuestión excéntrica de las preocupaciones francesas. La presencia

española en Marruecos se reveló a los ojos galos como un elemento

ralentizador de su política, adivinando en el proceder español mala

voluntad, incapacidad para desarrollar su zona de ocupación y una

preocupante laxitud ante el ascenso del nacionalismo árabe. En el lado

español, esta política provocó una indisimulada susceptibilidad, que lejos

de reducirse con la llegada de la República, aumentó ahora que se trataba

de un país democrático. En una óptica más amplia, no se debe eludir el

hecho de que la aparición de la Italia fascista en el escenario mediterráneo

permitió a España plantear ciertas modestas reivindicaciones, sin alterar el

statu quo, y siempre que se aceptara la hegemonía británica y la libertad de

comunicaciones de Francia con su imperio norteafricano. Como apuntó

Azaña en su momento, alterar este equilibrio hubiera supuesto un

gigantesco esfuerzo militar, desproporcionado a los recursos del país. Pero

también por ello, y la vista de la evolución del acercamiento diplomático

187 ADQO, E-224. « Politique de non intervention; pacte méditerranéen;

conférence de Nyon. 1932, mars-1936, oct. ». Secreto. Pacto Mediterráneo. Del

embajador francés en Londres Corbin a París. 16 de julio de 1936.

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187

franco-español de mayo-julio de 1936, es comprensible que la República

española esperara una actitud diferente de Francia tras el 17 de julio.

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188

5. La representación diplomática francesa en España

Jean Herbette, embajador en Madrid.

La embajada francesa en Madrid constituía una de las catorce

legaciones con las que contaba el país galo en el extranjero durante los años

30.188 Encabezaba este puesto diplomático una de las figuras más

controvertida del panorama historiográfico dedicado al conflicto civil

español: Jean Herbette.189

Jean Herbette había nacido el 7 de agosto de 1878 en la localidad de

Amiens, capital de la Picadía francesa, en el seno de una familia

acomodada y conservadora de larga tradición de servicio a la rex publica.

Su padre, Louis, fue prefecto y llegó a ser consejero de Estado. Su tío Jules

fue embajador en el Berlín de los últimos años del canciller Bismarck

durante el decenio 1886 y 1896, donde nuestro protagonista fue acogido

por temporadas, especialmente en el periodo 1893-1894. Así, pudo vivir la

experiencia de una legación diplomática y aprender alemán. Licenciado en

Letras y Derecho, terminó doctorándose en Ciencias Físicas con una tesis

consagrada al “isomorfismo”. Contrajo matrimonio en 1907 con una ex

bailarina de opera, Jeanne Labatoux, con la que no tendría descendencia.

188 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), pp. 33-39 ; F. Páez-Camino. La significación

de Francia en el contexto internacional de la Segunda República, Madrid, Universidad

Complutense, tesis doctoral, 1990, pp. 519-538. 189 Sobre Herbette, véase Y. Denéchère, Jean Herbette (1878-1960). Journaliste

et ambassadeur, Collection « Diplomatie et Histoire », P.I.E.-Peter Lang, Bruxelles,

2003 ; I. Monje Gil, “Jean Herbette o la Realpolitik al servicio de Francia (1931-1937)”,

Cuadernos Republicanos, nº 66, Invierno 2008, pp. 63-79.

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189

Su vida laboral comenzó como profesor en la Facultad de Ciencias

de París, donde trabajó desde 1902 a 1906. En esta fecha cambió de

ocupación para convertirse en publicista. Su interés por la política

internacional le llevó a colaborar en diversas publicaciones de esta materia

como la revista Politique Etrangère, fundada por el futuro presidente de la

República, Raymond Poincaré, o en las secciones de internacional de

diarios conservadores como L´Information, L´Écho de Paris o Le Temps.

La estancia en este último rotativo, considerado como el órgano oficioso

del Quai d´Orsay, debió aportarle un bagaje muy útil para sus empresas

futuras en lo que se refiere al conocimiento de las entrañas burocrática del

Ministerio de Asuntos Extranjeros y de la relación entre política

internacional y prensa.

En 1924, Herbette fue nombrado embajador en Moscú sin haber

recorrido el clásico camino desde los escalafones inferiores ni haber

desarrollado actividades diplomáticas subalternas. En su nuevo destino le

fue confiada la tarea de gestionar las recién establecidas relaciones franco-

soviéticas. Posiblemente, llegó a este puesto de la mano de Édouard Herriot

(ardiente defensor del reconocimiento internacional de la URSS), a la edad

de 46 años. En Moscú permaneció hasta 1931 y su labor sería recordada,

entre otros motivos, por sus comprometidas gestiones para dulcificar la

vida de los cristianos rusos del Medio Oriente, facilitando la ordenación

clandestina de algunos obispos y colaborando en la reorganización de la

Iglesia rusa.190 Estas actuaciones le reportarían el reconocimiento de la

190 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), pp. 30-31. Esta relación especial con las

autoridades eclesiásticas las mantuvo posteriormente en España, como lo demuestra el

hecho de que el nuncio Federico Tedeschini (1873-1959) le pidiera en marzo de 1936

refugio en su embajada si su seguridad se viera amenazada; Herbette le respondió que

en tal caso él mismo iría a recogerlo a la legación vaticana.

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190

Santa Sede. El mismo secretario de Estado vaticano, cardenal Eugenio

Pacelli (futuro Pío XII, 1876-1958) le concedió, bajo el mandato de Pío XI

(1857-1939), el Gran Cordón de la Gran Cruz de la Orden de Pío IX, en

agradecimiento a las acciones desarrolladas para la protección de los

intereses católicos en la URSS. Estas intervenciones, provenientes de un

ateo declarado como Herbette, demuestran el pragmatismo y el

anticomunismo que le apartó de todo anticlericalismo doctrinario,191 y

avanzan mucho de los futuros acontecimientos que vivirá como embajador

en Madrid. Finalmente, aunque siempre se mostró partidario de la

necesidad de la participación internacional de la URSS, su hostilidad al

régimen comunista se hizo demasiado manifiesta y en marzo de 1931, el

secretario general del Quai d´Orsay, Philippe Berthelot (1866-1934),192 lo

reclamó a París. Aunque el cese no era oficial, nadie del medio diplomático

pensaba que volvería para reocupar su puesto.

Desde 1930 Jean Herbette comenzó a mostrar un especial interés por

España, sobre la que redactó algunos despachos en los que alertaba sobre

los planes de la Komintern para establecer un Estado soviético en el país,

aprovechando un eventual cambio de régimen. Esta atención hacia España

ha llevado a afirmar a algunos contemporáneos como el ultranacionalista

Jean-Baptiste Barbier, consejero de su embajada a principios de la guerra

española, que el propio Herbette habría solicitado dirigir la legación

francesa en Madrid. El hecho es que cuando se proclamó la República, su

figura surgió en los mentideros del Quai d´Orsay como una de las opciones

más adecuadas para sustituir a Charles Corbin, cuyas simpatías

191 Ibídem, p. 186. 192 J.-L. Barré, Philippe Berthelot : l'éminence grise, París, Plon, 1998.

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191

monárquicas eran bien conocidas.193 Algún periódico español publicó en la

época que la llegada de Herbette se debía a los temores franceses de que en

España se encendiera la “llama roja”, para lo que París enviaba un

embajador familiarizado con los manejos soviéticos.194 Su permanencia en

el puesto desde julio de 1931 hasta octubre de 1937, le convierte en el

personaje guía para analizar las relaciones franco-españolas durante el

periodo republicano y el inicio de la guerra.

Tras ser destituido como embajador español, abandonó la vida

pública y se retiró a Clarens, Suiza, donde dedicó su tiempo a la

investigación científica en el entorno universitario hasta que falleció el 21

de noviembre de 1960 a los 82 años.

Intelectual con un gran bagaje cultural, políglota (hablaba inglés,

alemán y ruso, además de su lengua materna el francés), independiente

tanto en sus comportamientos como en sus opiniones, amante de la lengua

castellana (que aprendió con sorprendente rapidez),195 Jean Herbette,

intentó conciliar desde su llegada a Madrid la defensa de los intereses

franceses con el buen entendimiento y una profundización sincera en las

relaciones con España. Pronto se ganó el aprecio de la clase política de la

193 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 25. Consultar también J.-B. Barbier. Un frac

de Nessus, Roma, L´Alveare, 1951, p. 612. Charles Corbin como futuro embajador en

Londres, fue nombrado desde septiembre de 1936 representante francés en el Comité de

No Intervención. 194 Amanecer, 20 de junio de 1931. Extraído de Y. Dénèchere, op. cit. (2003), p.

200. 195 ADQO, E-207, D.1014, confidencial, de 7 de diciembre de 1932.

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192

izquierda republicana y fue considerado un “amigo de España”.196 Hasta el

punto de ser criticado por la prensa de derecha por intervenir

excesivamente en la política interior española.197 Esta excelente cercanía a

las autoridades republicanas se tradujo en la obtención del Gran Cordón de

la Orden de la República Española y la Gran Orden de Isabel la Católica en

1935.

Como hemos señalado, el paso de Herbette por Moscú le había

producido una profunda prevención anticomunista. Azaña recordará en su

diario el estado del matrimonio Herbette en los primeros meses de su

estancia en Madrid: “Cuando el año 31 vinieron de Rusia a la embajada de

Madrid, estaban sobrecogidos de miedo, efecto del régimen policiaco de

Moscú. Por todas partes veían agentes secretos, espías, misterios,

peligros”.198 Y Duroselle no dudó en calificar a Herbette como un

“antisoviético rabioso”.199 Desde un primer momento mostró en sus

despachos una preocupación por el peligro de instalación de la revolución

de los soviets en España y en Marruecos.200 También Lacouture lo

considera anticomunista, si bien muy cercano a los rebeldes desde el inicio

de la guerra.201 Pike, por el contrario, no duda de su compromiso con la

196 M. Azaña. Memorias políticas y de guerra, tomo I, Barcelona, Crítica, 1978,

p. 411. Palabras de Prieto a Azaña en presencia de Fernando de los Ríos. Anotación de

19 de febrero de 1932. 197 ADQO, E-141, D.395, confidencial, de 4 de abril de 1934. 198 M. Azaña, op. cit. (1978), tomo II, pp. 307-308. Anotación de 3 de octubre de

1937. 199 J.-B. Duroselle. op. cit. (1979), p. 278. 200 ADQO, E-158, D.639, confidencial, de 11 de octubre de 1931; ADQO, E-

258, D.11, confidencial, de 4 de enero de 1932; ADQO, E-154, T.47-8, de 19 de enero

de 1932, entrevista con Zulueta. 201 J. Lacouture. op. cit (1977), p. 347.

Page 193: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

193

República.202 A medio camino, Borrás Llop lo valora como un

conservador, cuyas convicciones democráticas se conmovieron con el

inicio de la guerra.203 En el otro extremo se sitúan los autores que tildan a

Herbette de socialista y francmasón; es el caso del católico fundador del

diario El Debate, Ángel Herrera Oria (1886-1968), o del director de la Casa

Velázquez, el conservador y católico hispanista Maurice Legendre (1878-

1955).204 Incluso, personajes como el citado Barbier, lo acusaron de

intermediario entre Moscú y Madrid para facilitar la llegada de armas a la

República, una vez iniciada la guerra.205

Debemos señalar también que Herbette se mostró como un decidido

antifascista. Sus continuas denuncias de la propaganda nazi que se

desarrollaba en España así lo demuestran. Pero en contraposición al peligro

bolchevique, no encuentra en el fascismo, el nacionalsocialismo o en el

salazarismo la verdadera amenaza para la joven República española. Falta

en España un Mussolini, escribió, y, sobre todo, falta el apoyo decidido de

la curia católica a este movimiento.206 Sí mostró más reservas sobre el

202 D. W. Pike. Les Français et la guerre d´Espagne, 1936-1939, París, PUF,

1975, p. 114. 203 J. M. Borrás Llop. “Relaciones franco-españolas al comienzo de la guerra

civil: la Embajada de Jean Herbette (1936-37)” en Arbor, tomo 125, nº 491-492 (1986),

p. 80. La calificación de conservador, Borrás la apoya en el pasado periodístico de

Herbette, cuando coraboró en publicaciones de derecha como Le Temps, órgano

oficioso del Quai d´Orsay. 204 Ibídem, p. 80. 205 J.-B. Barbier, op. cit. (1951), p. 612. 206 ADQO, E-166, D. 330, de 12 de marzo de 1936. Herbette a Flandin.

Confidencial. Atentado contra el diputado Jiménez de Asúa; ADQO, E-166, D. 321, de

11 de marzo de 1936. Herbette a Flandin. Propaganda hitleriana en las elecciones

españolas.

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194

peligro anarquista, y en este punto, coincide con Azaña: la anarquía

representa la antítesis del orden republicano. 207 Y desde esta perspectiva,

creía que Francia, como el resto de las potencias democráticas, tenía una

gran responsabilidad en evitar que la República española se deslizara hacia

el anarquismo.208

Jean Herbette presentó cartas credenciales el 11 de julio de 1931 y se

instaló en la legación francesa de la calle Salustiano Olózaga, no lejos del

parque del Retiro. Desde allí desplegó una actividad diplomática

extraordinaria: desde su toma de posesión siempre defendió en sus

comunicaciones (llegó a enviar durante su estancia más de 8.000 despachos

e informes, a una media de 1.200 por año, además de una ingente cantidad

de telegramas)209 la necesidad de adoptar reformas estructurales en España

como el mecanismo más acertado para desarrollar el país y alejar el

fantasma de la revolución social.210 Creía que la opción más adecuada para

acometer estas reformas era la izquierda republicana, y el político más

capacitado para liderarlas, Manuel Azaña, por quien profesaba una

admiración formidable.211 Esta alta estima que muestra Herbette en sus

despachos sobre la figura del político español, está en oposición con la

progresiva desconfianza y animadversión que Azaña vierte en sus diarios

hacia el embajador. Si en 1931, Azaña lo describe como “amable,

207 DDF, 2, II, T. 423, de 10 de julio de 1936. Este documento también se

encuentra en ADQO, E-167, 767-773, Herbette. Secreto; ADQO, E-167, T. nº 759, de 8

de julio de 1936, Herbette. 208 ADQO, E-165, D. 167, de 21 de febrero de 1936. Herbette; ADQO, E-167,

D. 626, de 12 de mayo de 1936. Herbette a Flandin. Declaraciones de Largo Caballero. 209 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), p. 204. 210 ADQO, E-167, T.722-723, de 27 de junio de 1936. 211 ADQO, E-163, D.482, de 28 de febrero de 1935.

Page 195: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

195

inteligente, agradable y simpático”, a partir de 1932 lo muestra como

lisonjero e intrigante, para finalmente, despreciarlo iniciada la guerra:

“Todas la noticias son de que estaba a partir un piñón con los rebeldes. Este

señor se ha portado con nosotros puercamente, en todos los terrenos, y

estoy seguro de que sus informes tendenciosos no habrán dejado de

perjudicar a la República ante el Gobierno francés”. Es obvio que el

Presidente de la República desconocía los esfuerzos de Herbette por

minimizar en sus despachos el desorden español vivido en la primavera de

1936, cuando las informaciones que llegaban por otros conductos al Quai

d´Orsay apuntaban todo lo contrario. El ácido Azaña, en un ámbito más

personal, llega incluso a acusarlo de miserable en las recepciones que

ofrecía en la embajada: “Todavía el año pasado, tres ministros se me

pusieron malos a consecuencia de una cena de Herbette”. Sus apreciaciones

sobre la falta de estilo y gusto de madame Herbette no son más

benévolas.212

Herbette defendió una política española capaz de ser coincidente con

las coordenadas geoestratégicas francesas, pero siempre que el país galo

mostrara una mayor generosidad con la República española, especialmente

en lo concerniente a los conflictos económicos bilaterales.213 En este punto,

Herbette esgrimió el mayor de los pesares e impotencia. De un lado, era

consciente que la política española del Quai d´Orsay era secundaria en el

conjunto de la política extranjera de Francia, circunstancia que frustró en

no pocas ocasiones las propuestas de Herbette encaminadas a concretar una

212 M. Azaña, op. cit. (1978), tomo II, pp. 307-308. Anotación del 3 de octubre

de 1937. 213 ADQO, E-213. 1935-1936. T. 719, de 4 de junio de 1936.

Page 196: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

196

“simbiosis” con España.214 Más que nunca, aborreció esta política

internacional diseñada en los despachos de París al margen de las

percepciones de primera mano de los embajadores. De otro lado, le

escandaliza la continua hostilidad de la prensa francesa hacia la República,

que no hacía más que concitar una francofobia, en un país en el que buena

parte de la clase política se confesaba admiradora de la cultura y de las

altas cotas alcanzadas por Francia, y alimentar las simpatías por los

enemigos de su país.215

El conjunto de la representación diplomática

El consejero de la embajada en el periodo que nos ocupa era Adrien

de Lens, entre septiembre de 1934 hasta agosto de 1936. De Lens debía

tomar el mando de la embajada cada vez que Herbette cogía vacaciones,

que solía ser dos veces al año: un periodo en enero-febrero y la

“jornada”,216 de mediados de julio a mediados de septiembre, cuando se

desplazaba a San Sebastián junto con el grueso del cuerpo diplomático

214 ADQO, E-154, de 27 de febrero de 1932; DDF, 1, VI, 3, de 14 de marzo de

1934. Esta frustración se hizo más amarga en tanto y en cuanto Herbette mantenía

relaciones de amistad con Berthelot y Léger, las cabezas dirigentes del Quai d´Orsay; o

con políticos situados en puestos claves como Édouard Herriot. A pesar de los

testimonios dejados por Madariaga en los que se otorga la máxima responsabilidad en la

consecución de la visita de Herriot a Madrid en 1932, todo parece indicar que este

mérito se debió a Herbette. 215 ADQO, E-154, de 27 de febrero de 1932; ADQO, E-156, D.84, de 1 de

febrero de 1933. 216 El ministerio de Estado abrió una delegación en San Sebastián para mantener

la conexión con las legaciones extranjeras durante este periodo estival.

Page 197: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

197

destacado en España. Otra de las funciones de De Lens era reunirse

periódicamente con el subsecretario del Ministerio de Estado para tratar

aquellos asuntos más técnicos que no requerían la presencia del embajador.

El puesto de secretario de la embajada fue ocupado por René

Bonjean, que ejerció este cargo desde noviembre de 1931. Fue designado

por Herbette para gestionar las relaciones con la prensa, función a la que el

embajador confería especial importancia, lo cual demuestra el alto grado de

confianza que inspiraba Bonjean en su superior. Se mantuvo en Madrid

durante los primeros meses de la guerra, siendo el encargado de mantener

informado a Herbette de los acontecimientos que se sucedían en la capital.

Jean Juge ocupó el cargo de agregado comercial desde 1915. Este

veterano funcionario era un perfecto conocedor de la legislación y los

medios financieros españoles. Fue un actor decisivo en la consecución del

acuerdo comercial bilateral firmado por el ministro José Martínez de

Velasco y Escolar (1875-1936) en diciembre de 1935 durante el bienio de

centro-derecha. Volveremos sobre este acuerdo porque en él se incluía la

famosa “cláusula secreta” que obligaba a España a comprar armas a

Francia por valor de 20 millones de francos, y que el ejecutivo galo se negó

a hacer efectiva tras el levantamiento militar de julio de 1936.

Hasta marzo de 1936, el agregado militar fue el coronel Jouart. En

esta fecha le sustituyó el teniente coronel Louis Henri Morel (¿-1944), que

mantuvo el puesto durante toda la guerra, siendo desde julio a noviembre

de 1936 el único representante del gobierno francés que permaneció en

Madrid. Hombre de tacto, ponderación y educación exquisitos, como lo

definió Herbette en alguno de sus despachos, se incorporó a su puesto

coincidiendo con la sublevación militar, sin encontrar en la embajada ni a

Page 198: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

198

su predecesor ni al embajador, ya instalado en San Sebastián. A pesar de

ser un militar de ideas conservadoras y monárquicas, con simpatías y

contactos con l´Action Française, siempre fue superior su patriotismo al de

sus tendencias políticas, revelándose como un agudo analista y observador

equilibrado. Trasmitió en sus despachos comentarios tan favorables al

esfuerzo bélico de la República, que fue acusado por la prensa de derecha

francesa de hacerle el juego a la República. Evidentemente, estos

despachos no fueron muy bien recibidos por el Estado Mayor francés, ya

que se distinguió, en este sentido, por defender el apoyo militar permanente

a la causa republicana. De su paso como profesor de Historia Militar por la

École Supérieure de Guerre de París, conservó una buena amistad con

destacados militares españoles. Uno de ellos más tarde sería el jefe del

Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) del bando insurgente, el

coronel José Ungría Jiménez (1890-1968), a quien Morel escondió y ayudó

a escapar desde la zona republicana a la franquista.217 Desde octubre de

217 J. Martínez Parrilla, Las fuerzas armadas francesas y la guerra civil

española, Madrid, Ediciones Ejército, 1987, pp. 94-97 y 148-149: “Así tendremos cerca

de Franco un representante leal a las simpatías francesas”, escribió Morel. También se

trata esta relación en M. Heiberg y M. Ros Agudo, op. cit. (2006), pp. 63-64. Ungría

había cursado estudios en la École Supérieure de Guerre entre los años 1922 y 1924 con

De Gaulle y Lascanau-Lacau, militar del Estado Mayor francés y futuro líder de la

organización secreta Corvignolles, próxima a La Cagoule, graduándose todos en la 44º

promoción. Aquí también conoció a Morel, aunque éste se graduó en la 49º promoción.

Ungría permaneció escondido con su mujer en Madrid hasta que Morel lo ocultó en el

Instituto Francés desde el 15 de octubre de 1936 hasta abril de 1937, cuando consiguió

camuflarlo en un buque que zarpó de Alicante con destino a Marsella. Un mes más

tarde asumía la dirección del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) en Salamanca,

organización embrionaria del futuro SIPM (Servicio de Información y Policía Militar).

Page 199: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

199

1937 sirvió al nuevo embajador francés, Erik Labonne, ya instalado en

Barcelona, al igual que el gobierno republicano. 218

El cuerpo diplomático francés en la capital de España estuvo

completado por el agregado naval, el teniente de fragata Moullec, y el

agregado del aire para España y Portugal, el jefe de batallón Bizard, que

mantuvo residencia en París. Este último prestaría una gran ayuda a los

republicanos al comienzo de la guerra, utilizando repetidamente las mismas

células y números de motores de aviones para hacerlos entrar

clandestinamente en España.219

La representación consular

Francia contaba en España con un consulado general en Madrid y

otro en Barcelona, dirigido desde 1928 por Gaston Morawiecki-Moreau,

que conservó el cargo hasta mayo de 1934. Entonces, le sustituyó Jean

Trémulet, aunque no tomó posesión oficial del cargo hasta octubre de 1936,

una vez iniciada la guerra. Se mantuvo en el cargo hasta abril de 1937. Este

puesto diplomático desempeñaba una función de importancia relevante

debido a la proximidad con la frontera francesa y a la numerosa colonia de

nacionales que debía atender. Su significación aumentó una vez iniciada la

guerra civil por causas obvias, y más aún cuando el gobierno republicano

abandonó Valencia para instalarse en la ciudad condal.

218 La rendición de Pétain en 1940 y la colaboración de su régimen de Vichy con

Alemania llevó a Morel a unirse a la resistencia. Murió en el campo de concentración

nazi de Nenengramme en 1944. 219 J. Martínez Parrilla, op. cit. (1887), p. 96.

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200

Francia contaba con otro consulado general en Tetuán y en Tánger.

En territorio metropolitano París disponía de nueve consulados en Bilbao,

La Coruña, Las Palmas, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, San

Sebastián, Sevilla, Valencia (muy importante porque será el encargado de

gestionar los pleitos sobre una de las exportaciones a Francia más estables

de la economía española, los cítricos) y Alicante (que perdió su categoría y

pasó a ser agencia consular). Además existía una cancillería destacada en

Zaragoza. Es evidente que estos puestos consulares coincidían con

importantes centros económicos, relevantes como nudos de comunicación o

con importante presencia de la colonia francesa.220

Además, Francia contaba con más de sesenta agencias consulares

repartidas por toda la geografía española, en capitales de provincia y en

algunas poblaciones del litoral. Su personal no pertenecía necesariamente

al funcionariado del Ministerio de Negocios Extranjeros francés; de hecho,

la mitad de ellos eran de nacionalidad española.

En general, las comunicaciones entre los puestos diplomáticos

destacados en España y París eran lentas. Tres eran los mecanismos de los

que disponían los funcionarios. El medio más habitual para hacer llegar los

despachos y otros documentos era la valija diplomática, que venía a

necesitar 36 horas para ser recibida en París. Para asuntos menos

importantes o más urgentes, se utilizaba el teléfono y el telégrafo.

220 F. Páez-Camino, op. cit. (1990), pp. 524-525.

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201

Capítulo 2

Las relaciones económicas entre

España y Francia durante la II República

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202

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203

1. Las colonias francesas y españolas en ambos países

La colonia española en Francia

La presencia de la colonia española en Francia constituyó, sin duda,

uno de los aspectos que levantaron más suspicacias en las relaciones

bilaterales a lo largo de los años 30. La desigual presencia de los

originarios de ambos países en las naciones de acogida afectó no sólo al

número de personas, sino también al origen social y a la cualificación

laboral de los emigrados. En marzo de 1931, los españoles residentes en

Francia alcanzaban las 351.864 personas, lo que venía a constituir el 13%

de la colonia extranjera en el país galo.221 En ese mismo año, de los

361.000 extranjeros que accedieron a la nacionalización francesa, unos

27.000 eran de origen español. Se calcula que a mediados de los años 30

unos 200.000 ciudadanos franceses eran españoles nacionalizados.222 A

esta colonia permanente, deberíamos sumar los no menos de quince

221 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 107. Este recuento de 1931 no fue publicado

hasta 1935. 222 Ibídem. Datos publicados por R. Schor, L´opinion française et les étrangères,

1919-1939, París, Publications de la Sorbonne, 1985, p. 65.

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204

millares de vendimiadores españoles que cruzaban la frontera franco-

española cada septiembre.223 Además, debemos agregar a este recuento los

más de 100.000 españoles instalados desde el siglo XIX en el antiguo

Oranesado argelino, siendo la española, la primera comunidad foránea de la

zona.224

La crisis económica que marcó los años treinta en las potencias

industrializadas produjo en Francia un incremento en el regreso de los

inmigrantes hacia sus países de origen. Desde 1931 las autoridades

francesas redujeron la entrada de inmigrantes y comenzaron a animar al

retorno. En 1935, el nuevo ministro de Trabajo, Frossard, anunció la

aplicación rigurosa de la ley de trabajo de agosto de 1932 encaminada a

conseguir una reducción de trabajadores extranjeros para combatir el paro

nacional. Se proponía intensificar la repatriación por cuenta del Estado

francés a un ritmo de 3.000 inmigrantes al mes. En declaraciones al

rotativo L´Intransigeant refiriéndose a los trabajadores extranjeros afirmó:

“Nuestra política es suprimirlos. En lo que va de año hemos expulsado

90.000”.225

En marzo de 1935 el Journal Officiel publicó las cuotas de

empleados extranjeros permitidas para las empresas de tránsito y comercio

223 Ibídem. Datos obtenidos de G. Mauco, Les étrangeres en France, leur rôle

dans l´activité économique, París, Armand Colin, 1932, p. 385. 224 J. Rubio, La emigración española a Francia, Barcelona, Ariel, 1974, p. 167.

Cfr. J. B. Vilar y Mª J. Vilar, La emigracion española al Norte de África (1830-1999),

Madrid, Arco Libros, 1999. 225 V. Sevillano Carvajal, La España… ¿de quién? Ingleses, franceses y

alemanes en este país, Madrid, Gráficas Sánchez, 1936, p. 30. AMAE, R-842-5.

Información política nacional. Francia. Estas declaraciones de Frossard también

aparecieron en el semanario Marianne y el diario Le Petit Journal.

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205

de Hendaya, en las que se especificaba que tan sólo podía ascender a un

15% para los puestos de oficinistas y un 20% para el resto de categorías

profesionales.226 Además se redujeron en un 50% los temporeros que

acudían a la vendimia francesa.227 Así, los españoles se encontraron con la

puerta del país vecino cerrada para entrar y abierta para salir. Un año más

tarde, los españoles asentados en Francia no excedían de 253.000,

constituyendo entonces el 11,5% de la colonia extranjera en territorio galo,

siendo la tercera tras italianos y polacos.228 Más recientemente, el profesor

Cervera Gil reduce el número de españoles en territorio francés en vísperas

de la guerra a 206.000 (12,23% de los extranjeros), de los que 185.000 eran

considerados como población activa.229

El eco de la nueva política laboral francesa comenzó a ocupar

espacio en los editoriales de la prensa española, causando el evidente

deterioro de la imagen de Francia en España. Periódicos como El Debate

denunciaron que estas medidas vulneraba el tratado de noviembre de 1932

226 Datos publicados por Y. Denéchère, op. cit. (1999), obtenidos del Journal

Officiel, de 9 de febrero de 1935. 227 El Debate, de 26 de julio de 1935. 228 J. Rubio, op. cit. (1974), p. 125. 229 J. Cervera Gil, La guerra no ha terminado. El exilio español en Francia

1944-1953, Madrid, Santillana Ediciones, 2007, p. 62. El autor de la obra se basa en las

cifras publicadas en el Bulletin de la statistique générale de la France de marzo de 1947

dedicado a los extranjeros en Francia. En la publicación se diferencia entre refugiados

políticos y emigrantes económicos. En agosto del mismo año, el encargado de negocios

de la embajada española en París, José Mª Bermejo, remitió un informe donde incluía

un cuadro estadístico de los españoles en Francia, proporcionado por el Instituto

Internacional de Estadística de Francia que corroboraba los datos citados en el boletín

francés (AMAE, R-2698-1, desp. 1042, Informaciones políticas remitida por nuestra

representación diplomática y consular en Francia (1946-1948)).

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206

y exigieron represalias por parte del Estado español.230 En la misma Francia

se elevaron voces contra la política del ministro Frossard como la de

Antoine de Tarlé desde el periódico La Croix, rechazando sus planes por

ilusorios, erróneos e insolidarios, ya que la mayoría de los obreros

extranjeros habían entrado en Francia a sustituir a los soldados que fueron

al frente durante la Gran Guerra y en el período posterior de prosperidad

debido a la insuficiencia de mano de obra disponible para ocupar los

trabajos más penosos.231

Cuadro I

COLONIA ESPAÑOLA EN FRANCIA

AÑO

PERSONAS

1931

451.864 + 15.000 vendimiadores

1936

306.000 - 353.000 + 15.000 vendimiadores

Fuente: J. Cervera Gil, La guerra no ha terminado. El exilio español en Francia 1944-

1953, Madrid, Santillana Ediciones, 2007, p. 62; Y. Dénèchere, La politique espagnole de

la France de 1931 à 1936. Une pratique française de rapports inégaux, París, L´Harmattan,

1999, p. 107; G. Mauco, Les étrangeres en France, leur rôle dans l´activité économique,

París, Armand Colin, 1932, p. 385 ; J. Rubio, La emigración española a Francia,

Barcelona, Ariel, 1974, pp. 125 y 167.

Estos españoles que cruzaron los Pirineos se asentaban

fundamentalmente en la zona meridional francesa, dos tercios de ellos, al

sur de la línea Burdeos-Niza. Analizando el origen peninsular de la colonia

230 El Debate, de 26 de julio de 1935. 231 AMAE, R-842-5. Información política nacional. Francia. La Croix, 17 de

agosto de 1935.

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207

española en Francia, dos terceras partes procedían de las provincias

levantinas, desde Castellón a Murcia, donde la tradición agraria les

convertía en trabajadores muy apreciados por los patronos franceses. Los

dedicados a estas labores del sector primario constituían un 30% de la

población activa de origen español, siendo la construcción, la metalurgia, la

industria alimenticia y la industria química los otros destinos laborales más

habituales.

Las lamentables condiciones en las que se encontraba instalada esta

población emigrante española no debían constituir un hecho anecdótico si

consideramos algunas protestas publicadas en la época, como la carta

dirigida por el cardenal Segura a Alfonso XIII, en las que se denunciaba

una auténtica dejación de las autoridades españolas respecto de sus

obligaciones con sus emigrados.232 Parece inconcebible que con tal

volumen de presencia española en Francia no existiera una convención

sobre trabajo y asistencia social entre los dos países hasta el 2 de

noviembre de 1932. Éste fue, por otro lado, el único resultado aparente de

la visita a Madrid del presidente del Consejo de Ministros francés Édouard

Herriot. En su artículo 7 dicho convenio declaró la igualdad de trato entre

los trabajadores franceses y españoles en ambos países.

La colonia francesa en España

La falta de control de fronteras hace en extremo difícil contabilizar

con cierta seguridad el número de extranjeros en la España del año 1936.

Esta circunstancia nos obliga a recurrir a fuentes indirectas para en el mejor

232 Y. Denéchère, op. cit. (1999), p. 110, ADN, Madrid Fons C 1918-1940,

expediente 594, de Corbin a Briand, nº 114-116, mayo 1929.

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208

de los casos arrojar un número aproximado a la realidad. Según el censo de

1930 elaborado por el Instituto Geográfico Catastral y de Estadística,

consultado por Sevillano Carvajal, el número de franceses residentes en

nuestro país era de 16.722, casi el 20% de un total de 83.791 extranjeros.

Por entonces, la colonia francesa constituía la segunda más numerosa tras

la de Portugal, y doblaba en número a la inglesa y la alemana. Pero esta

cifra no parece reflejar la realidad, ya que se apoyaba en el recuento del

padrón, un documento cauasivoluntario para los extranjeros, más inexacto

aún si su inclusión les convertía en base imponible para la tributación de

impuestos.233 A estas cifras deberíamos añadir el intangible número de

franceses asentados en las cabilas hispano-marroquíes ocupadas por

Francia desde 1926.

Otra fuente indirecta consultada para aproximarnos más a los datos

reales puede ser el Boletín Informativo de la Oficina Central de Colocación

y Defensa contra el Paro de 1931. Este documento incluía 18.240

extranjeros trabajando en nuestro país, de los cuales 2.894 eran franceses,

constituyendo la segunda nacionalidad más numerosa en el conjunto de la

población activa extranjera, tras los alemanes (que era el doble) y con

similares cifras a los portugueses.234

Borrás Llop, siguiendo las cifras consultadas por Sevillano Carvajal,

añade algún matiz más a estas cifras. Según el recuento consular de 1930

encargado por el entonces embajador francés, Peretti de la Rocca, los

franceses instalados en España ascenderían a 11.397 personas, aunque los

mismos medios diplomáticos franceses de la época los elevaban a unas

233 V. Sevillano Carvajal, op. cit. (1936), p. 163. Sevillano Carvajal se apoya en

unas cifras publicadas en el diario El Sol, de 4 de diciembre de 1935. 234 Ibídem, p. 50.

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20.000 personas.235 En el año 1936, la Union des Français à l´Etranger en

su órgano oficial La Voix de France, estimaba que los franceses residentes

en España suponían unas 15.000 personas.236

Más recientemente, Denéchère propone la cifra de 23.780 personas

para los años previos a la proclamación de la República, basándose también

en el recuento consular de Peretti de la Rocca. Examinando el Annuaire des

Français de l´Etranger de 1935, acota la cifra de franceses asentados en

España en unos 20.000, coincidiendo con las cifras ofrecidas por Borrás

Llop. Naturalmente, la crisis económica de los años 30 había hecho

disminuir la cifra de ciudadanos galos instalados en la década anterior.237

Cuadro II

COLONIA FRANCESA EN ESPAÑA

AÑO

PERSONAS

1930 16.722 1935 20.000 1936 15.000

Fuente: J. Mª Borrás Llop, Francia ante la guerra civil española. Burguesía, interés

nacional e interés de clase, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1981, p. 27;

Y. Dénèchere, La politique espagnole de la France de 1931 à 1936. Une pratique

française de rapports inégaux, París, L´Harmattan, 1999, pp. 89 y 110; V. Sevillano

Carvajal, La España… ¿de quién? Ingleses, franceses y alemanes en este país, Madrid,

Gráficas Sánchez, 1936, pp. 50 y 163.

235 J. Mª. Borrás Llop, Francia ante la guerra civil española. Burguesía, interés

nacional e interés de clase, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1981, p.

27. 236 Ibídem, p. 27. La colonia francesa en nuestro país constituía la sexta más

numerosa en el extranjero. Voix de France, nº 94, de julio-agosto de 1936. 237 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 89.

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En cuanto a su distribución, el mapa de la presencia francesa en

nuestro país ofrecería sus focos de concentración más importantes en

Barcelona, debido a evidentes circunstancias de proximidad con la frontera

y desarrollo económico, Madrid y el Levante español.

A la hora de indagar la extracción social de los emigrantes franceses

que trabajaban en los años 30 en España, los datos nos informan de

personas procedentes de ámbitos sociales medios-altos, ocupando cargos de

carácter técnico, como ingenieros o contables. Debemos destacar el alto

porcentaje de enseñantes, religiosos y laicos, que desarrollaban su labor en

los numerosos centros docentes franceses diseminados por la geografía

española.238 Por otro lado, el número de franceses con negocio propio era

pequeño. Según un recuento de las cuatro Cámaras de Comercio francesas

en España de 1930, tan sólo 342 encajarían en esta categoría.239 En

definitiva, el perfil socioeconómico del emigrante francés en España era el

de un asalariado cualificado, empleado en empresas con presencia

destacada de capital francés.

Posiblemente, la comunidad francesa era la colonia extranjera que se

encontraba más organizada y cohesionada de cuantas existían en nuestro

país. Contaba con toda una red de cámaras de comercio y sociedades de

ayuda mutua y beneficiencia que recibían subvenciones del Ministerio de

Negocios Extranjeros galo. Además, había articulado órganos propios de

expresión escrita como el Journal des Etrangers, editado en Barcelona

238 J. Mª. Borrás Llop, op. cit. (1981), p. 28. Según el autor, existirían 74 centros

docentes de origen francés, frecuentados por unos 15.000 alumnos, de los cuales 500

eran franceses. 239 Ibídem, pp. 63 y 127-128.

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desde 1929,240 o el Journal de Français en Espagne, que comenzó a

publicarse en enero de 1936, como un proyecto personal del embajador

Herbette.241

240 Ibídem, p. 29. 241 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 89. Herbette encargó su puesta en marcha al

publicista Moisy.

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2. Las negociaciones comerciales en el periodo republicano

En el año 1913, las inversiones francesas en España representaban el

64% de las inversiones extranjeras totales existentes en el país. Un 65% de

estas inversiones correspondían a ferrocarriles y un 18% a minas.242 A

medida que afluían a España inversiones procedentes de otros países, las

francesas entraron en un proceso de contracción, acelerándose dicha

tendencia debido a la compra de una parte importante de los valores

franceses invertidos en los ferrocarriles españoles por parte del capital

autóctono. Durante los años de la República, Francia terminó de perder esa

posición de privilegio. Para entonces, el principal inversor en nuestro país

era Gran Bretaña con un 40% de las inversiones, por delante de los Estados

Unidos con un 23% y Francia con un 18%.243 Según el historiador D. W.

Pike, las inversiones francesas en España en el año 1936 ascendían a 135

millones de dólares.244 No obstante, continuaron creándose en nuestro país

nuevas empresas con capital galo como Potasas Ibéricas en 1929 o filiales

de otras sociedades francesas como Michelin en 1932.

242 Datos publicados por J. Mª. Borrás Llop, op. cit. (1981), p. 22, obtenidos de

A. Broder, « Les investissements étrangers en Espagne au XIX siècle: méthodologie et

quantification », Revue d´Histoire Economique et Sociale, 1976, nº 1, pp. 29-63. 243 A. Viñas, La Alemania Nazi y el 18 de julio. Antecedentes de la intervención

alemana en la guerra civil española, Madrid, Alianza, 1977, pp. 219-221. 244 D. W. Pike, op. cit. (1975), p. 59.

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Cuadro III

INVERSIONES FRANCESAS EN ESPAÑA

1913

64% (65% ferrocarriles, 18% minas)

1931-1936*

18% (1936, 135 mill. $)

Fuente: A. Broder, “Les investissements étrangers en Espagne au XIX siècle :

méthodologie et quantification”, Revue d´Histoire Economique et Sociale, 1976, nº 1, pp.

29-63 ; D. W. Pike, Les Français et la guerre d´Espagne, 1936-1939, París, PUF, 1975,

p. 59 ; Á. Viñas, La Alemania Nazi y el 18 de julio. Antecedentes de la intervención

alemana en la guerra civil española, Madrid, Alianza, 1977, pp. 219-221.

* Gran Bretaña (40%), EE. UU. (23%)

Sevillano Carvajal afirma que la masa de capital francés se

canalizaba en los años treinta hacia negocios pequeños.245 En otra

dimensión mayor destacaban las inversiones en el sector extractivo, donde

sobresalía la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, constituida en

París en 1881. Esta empresa incluía el Ferrocarril Conquista-Puertollano, la

Fundición de Plomo de Cartagena y la de Linares, las minas de plomo de

Horcajo, Mazarrón y Villanueva del Duque y las de carbón de Puertollano

y Bélmez. Además contaba con filiales como la Compañía Minera de

Sevilla, la Compañía Minera de Badajoz y la Compañía de Tratamientos

Minerales por Flotación. Su importante relación con el Estado español se

manifiesta en dos datos: esta empresa recibía cuando menos subvenciones

estatales por el mantenimiento de la línea de ferrocarril Valdepeñas-

Puertollano por valor de 665.077 pesetas al año y vendía gasolina a

CAMPSA procedente de la destilación de pizarras de Puertollano por valor

de unas 500.000 pesetas anuales.246

245 V. Sevillano Carvajal, op. cit. (1936), p. 131. 246 Ibídem, pp. 134-138.

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Destacan en el mismo sector por su importancia tanto estratégica

como laboral la Sociedad Francesa de Piritas de Huelva y la mencionada

Potasas Ibéricas que en 1932 comenzó a explotar los yacimientos del

Sallent en Barcelona. Otras empresas francesas dedicadas a la extracción de

minerales eran la Compañía Andaluza de Minas, la Solvay y Compañía, La

Cruz de Linares, las Minas de Suria y la Sociedad Franco-Belga de

Somorrostro.

En la banca, despuntaban dos establecimientos de larga tradición

como eran la Société Generale de Banque y el Crédit Lyonnais. El capital

francés mantenía todavía por entonces la Compañía Internacional de

Coches-Cama, por la que recibía del Estado español una subvención anual

de 100.000 pesetas y el monopolio del correo postal aéreo con la empresa

Aeropostal, más conocida como L.A.P.E. (Líneas Aéreas Postales

Españolas). Esta empresa mantenía un servicio permanente de ruta desde el

aeropuerto de Barajas (Madrid) hasta Le Bourget (París) vía Toulouse y

Burdeos.247

En 1931 comenzamos a detectar dificultades de pago, litigios

financieros, reducción de personal y el cierre de ciertas agencias de

empresas francesas. Sin embargo, la crisis no afectó de igual modo a todas

las inversiones francesas. De hecho, la Sociedad Minero y Metalúrgica de

Peñarroya ofreció beneficios de más de trece millones de pesetas en el año

1931; y otras empresas, como Michelin, se decidieron a instalar filiales en

España con el objetivo de no perder su cuota de mercado en un momento

de proteccionismo generalizado.248

247 G. Howson, Aircrafts on the Spanish Civil War, Londres, Putnam, 1990, pp.

7 y 291. 248 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 91.

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La estructura del comercio exterior español no había variado en el

período que nos ocupa respecto del siglo anterior en su orientación franco-

británica, si exceptuamos el descenso en el ranking de Francia y la

aparición destacada desde principios del siglo XX de los Estados Unidos.

Lo que sí se constata es el colapso que sufrió en su conjunto durante el

quinquenio republicano. Las importaciones descendieron hasta tocar fondo

en 1933, sufriendo una pequeña recuperación en el año 1935. La trayectoria

de las exportaciones, por su lado, llegó a su momento más delicado en ese

mismo año. Este descenso, especialmente el de las exportaciones de

naranjas, contribuyó decididamente al deterioro de la balanza comercial y a

la subsiguiente reducción de entrada de divisas.

Herbette comenzó el año 1936 acentuando en sus despachos su

atención hacia las dificultades por las que atravesaban las finanzas

españolas. El 18 de enero, en un informe sobre las dificultades monetarias

españolas, subrayaba la intervención en el Consejo de Ministros del día

anterior del titular de Hacienda en el gobierno de Manuel Portela

Valladares (1867-1952), Manuel Rico Avelló (1886-1936),249 evidenciando

la difícil situación que atravesaba la Central de Divisas. El panorama que

mostraba el ministro no podía ser más preocupante: el déficit ascendía a

416 millones de pesetas.250 Al mes siguiente, el embajador volvía a hacerse

eco de estas dificultades analizando un artículo de La Vanguardia en el que

se denunciaban los problemas de los industriales catalanes para efectuar sus

exportaciones debido a la falta de divisas. En ese mismo sentido, en otra

249 Ocuparía el cargo de Alto Comisario del Protectorado español en Marruecos

desde donde promovería la expedición por la que el coronel Osvaldo Capaz Montes

ocuparía Ifni a bordo del cañonero Canalejas. 250 ADQO, E-246, Nº 83, de 18 de enero de 1936.

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crónica de Antonio Bermúdez Cañete,251 corresponsal de El Debate en

París, se informaba del desplome de la peseta en la Bolsa parisina tras las

recientes elecciones que habían llevado al poder al Frente Popular. El

periodista afirmaba que las autoridades españolas se habían visto obligadas

a depositar oro en el Banco de Francia para mantener la cotización de la

maltrecha moneda española.252 Un mes más tarde, el embajador francés

focalizaba sus informes sobre el decreto de urgencia que el Ministerio de

Finanzas había publicado para conseguir la repatriación de moneda

española.253 En abril, Herbette adelantaba la impresión que le habían

sugerido unas recientes declaraciones a la prensa de Rico Avelló:

Es muy posible, a juzgar por estas declaraciones, que el Gobierno

español considere el establecimiento de un control más estricto de las

251 I. Monje Gil, “El triunfo de Hitler en la prensa española de la Segunda

República”, Cuadernos Republicanos, Nº 55, 2004, pp. 67-84. AMAE, R-698-14.

Antonio Bermúdez Cañete fue corresponsal de El Debate en Berlín y un entusiasta del

fenómeno nacionalsocialista. Sus apasionadas crónicas, impregnadas de desmesurados

tintes épicos, fueron de una profunda fascinación por la figura de Hitler. Cuando la

actitud de los nazis hacia los católicos no fue la esperada por la curia vaticana, el ardor

hitleriano del corresponsal menguó, hasta tal punto que en enero de 1935 fue expulsado

de Alemania. Las razones aducida por las autoridades nazis para tal expulsión se

basaron en un desafortunado comentario de Bermúdez Cañete en una crónica del día 18

de enero de 1935, sobre una posible enfermedad del Fürher. Parece ser que los motivos

dados por el gobierno alemán no fueron más que una excusa para deshacerse de un

incómodo testigo en un momento caracterizado por la mala situación de los católicos en

Alemania, a pesar del tan celebrado Concordato entre Alemania y la Santa Sede firmado

en julio de 1933. 252 ADQO, E-246, Nº 261, de 27 de febrero de 1936. 253 ADQO, E-246, Nº 372, de 19 de marzo de 1936.

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cuentas corrientes de los exportadores, para obligarles a acelerar la

repatriación de sus haberes en el extranjero.254

El tiempo daba razón a esta acertada observación cuando el 13 de

junio La Gaceta de Madrid publicó el establecimiento de un juez especial

encargado de la represión de delitos de evasión de capitales.255

Dentro del cuadro de la exportación española, las naranjas siguieron

suponiendo, con un 20-25% del total de las exportaciones en todo el

quinquenio, el primer producto de salida del país. En realidad, un reducido

grupo de productos (aceite de oliva, almendras, minerales de hierro,

vinos…) concentraban un amplio porcentaje de las exportaciones

españolas. Esta circunstancia, sumada a que esos flujos no eran

fundamentales para los países receptores (excepto las piritas, los minerales

de hierro y el wolframio), situaba a nuestro país en una débil posición a la

hora de entablar negociaciones comerciales bilaterales. Otro notable factor

de consideración era el hecho de que las importaciones españolas procedían

de un gran número de países, mientras que un 55% de las exportaciones

eran absorbidas por tan sólo cuatro países: Gran Bretaña, Francia,

Alemania y Estados Unidos.256

El descenso del grado de influencia de Francia en la economía española respecto

al siglo anterior se patentiza en que durante el lustro republicano, Francia constituía el

cuarto país suministrador más importante para España (3,7% de las importaciones

hispanas) tras los Estados Unidos (15,1%), Gran Bretaña (6,9%) y Alemania (6,4%).

Sin embargo, en ese mismo quinquenio, Francia mantenía una posición de privilegio

254 ADQO, E-246, Nº 485, de 9 de abril de 1936. 255 ADQO, E-246, Nº 764, de 16 de junio de 1936. 256 A. Viñas, Política Comercial Exterior de España, 1931-1975, vol. I, Madrid,

1979, pp. 126-140.

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218

como el segundo mejor cliente de España (14,6% de las exportaciones hispanas) tras

Gran Bretaña (21,8%) y por delante de los Estado Unidos (6,9%) y de Alemania

(6,9%).257 Por lo que respecta al comercio exterior de Francia, España constituía en

1931 una potencia de segundo orden en el conjunto de la economía francesa. En una

clara demostración asimétrica, España aparecía como el noveno país suministrador

(3,3% de las importaciones francesas) y como su undécimo cliente (2,2% de las

exportaciones francesas). Aunque la balanza comercial franco-española fue favorable al

vecino del sur durante todo el lustro republicano, las cifras anteriormente descritas nos

llevan a la conclusión de que las importaciones y exportaciones españolas representaban

un factor de escasa importancia no sólo para el país vecino, sino para todo el arco de los

países más desarrollados de la época.

Cuadro IV

EXPORTACIONES/IMPORTACIONES ESPAÑOLAS (1931-1936)

DESTINO/ORIGEN Exportaciones Importaciones

Gran Bretaña 21,8% 6,9%

Francia 14,6% 3,7%

Estado Unidos 6,9% 3,7%

Fuente: Á. Viñas, Política Comercial Exterior de España, 1931-1975, vol. I,

Madrid, Banco Exterior de España, 1979, pp. 126-140.

257 A. Viñas, Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil, Madrid, Alianza,

2003, p. 222. Debemos destacar que en el año 1935, Francia había cedido el segundo

puesto a una Alemania que irrumpía en la economía española con verdadera robustez y

celeridad.

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Cuadro V

EXPORTACIONES/IMPORTACIONES FRANCESAS (1931)

Exportaciones francesas hacia España

2,2%

Importaciones francesas desde España

3,3 %

Fuente: Á. Viñas, Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil, Madrid,

Alianza, 2003, p. 222.

Sólo una salvedad rompía este esquema, que bien utilizada, podía

reequilibrar ligeramente la desfavorable posición española: una parte

importante de las exportaciones hispanas estaban constituidas por

minerales de alto valor estratégico y de casi uso exclusivo militar. El 31%

del mineral de hierro importado por Gran Bretaña y el 26% del importado

por Francia era de origen español.258 De igual manera, Francia compraba en

España el 69% de sus importaciones de piritas y Gran Bretaña el 66%,259 en

dura competencia con el 55% que compraban los alemanes.260 Por

258 A. Viñas, op. cit. (2003), pp. 248-249. España mantuvo permanentemente su

puesto como tercer exportador mundial de mineral de hierro en una tendencia

descendente, a mucha distancia de Francia y Suecia. En 1935, España producía el 6,6%

del total mundial. 259 AMAE, RE-135-7, Archivo Azaña. 1938. Las piritas constituyen la materia

prima fundamental para la producción de ácido sulfúrico, esencial en la industria

química, y por consiguiente en las comunicaciones. La producción de piritas españolas

estaba prácticamente en manos de empresas británicas, destacando Río Tinto Co. Ltd. y

Tharsis Sulphur & Koper Co. Ltd. Durante la guerra española uno de los mayores

alicientes para establecer agentes británicos y franceses en Salamanca e, incluso, un

posible reconocimiento de beligerancia al bando rebelde, lo constituía el

restablecimiento del flujo comercial de piritas hacia las potencias democráticas. 260 E. Moradiellos, op. cit. (1990), pp. 77-90; A. Viñas, op. cit. (2003), p. 254.

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entonces, no escapaba a los franceses el creciente interés del Reich por los

yacimientos minerales españoles, especialmente aquellos que podían ser

empleados en la fabricación de aceros especiales.261

Cuadro VI

IMPORTACIONES DE MINERAL DE HIERRO/PIRITAS ESPAÑOLES (1931)

Mineral de hierro Piritas

Gran Bretaña 31% 69% Francia 26% 66%

Alemania 55%

Fuente: AMAE, R-135-7, Archivo Azaña. Guerra Civil Española, Relaciones

Internacionales, Francia, 1938; E. Moradiellos, Neutralidad benévola. El gobierno

británico y la insurrección militar española de 1936, Oviedo, Pentalfa, 1990, pp. 77-90;

Á. Viñas, Franco, Hitler y el estallido de la Guerra Civil, Madrid, Alianza, 2003, pp.

248-249 y 254.

261 ADQO, E-250, Nº 55, de 24 de enero de 1933. En este informe confidencial,

Herbette alertaba a París del interés alemán por los yacimientos de tugsteno de

Mazaricos y del río Tambre en la ría de Pontevedra y Muros, del valle de la Serena en

Don Benito, de Barruecopardo en Salamanca, de la Beira Baixa en Portugal y

Peñaparda y San Martín de Trebejo en Cáceres; de molibdeno de Oria en Sierra Nevada

y en la Sierra de la Estancias en Almería; de wolframio y cobalto-níquel de la Sierra de

Cuera en Oviedo; y de bismuto de Córdoba, San Juan de Plan y Bisauri en Vizcaya.

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221

3. El comercio hispano-francés: las tensiones empresariales y

laborales

Analizando los certeros informes que Herbette envía a París en

vísperas de la Guerra Civil, se llega a la conclusión de que el embajador

francés consideraba que la importancia de España para Francia era superior

a la potencia material que el país representaba en el conjunto de la escena

internacional del convulso año de 1936. A juicio del embajador, con

España constantemente acosada por la alternativa de la anarquía o el

despotismo, Francia tenía el mayor interés en facilitar la labor del gobierno

español para restablecer el orden interior. Temía que no solamente las

empresas francesas instaladas en España fueran amenazadas, sino que el

norte de África podía ser alterado en sus bases con una España

convulsionada. Así, Herbette defendía el establecimiento de una alianza

entre los dos países en el dominio económico cimentado en la garantía

francesa de absorber un alto porcentaje de las exportaciones españolas para

dar oxígeno a sus créditos e importaciones.262

No obstante, Herbette constataba como las grandes empresas, y

también las extranjeras sufrían una creciente conflictividad, y temía que

aquellas con fachada española y capital foráneo sufrieran este mismo trato

en un futuro no muy lejano. El empleo de extranjeros era cada vez más

criticado y las ayudas de los poderes públicos estaban condicionadas a la

restricción de este personal, e incluso, del capital que venía del exterior.

Estas señales representaban la realidad perceptible del nacionalismo

económico imperante en las economías europeas desde hacía un lustro, del

que España era partícipe en gran medida. A este fenómeno nuestro país

262 ADQO, E-213, Nº 719, de 4 de junio de 1936.

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222

añadía otros síntomas críticos particulares: la reducción de su emigración,

la falta de desarrollo intensivo de la agricultura y la industria, y la abultada

presencia de capital extranjero.263

Un ejemplo paradigmático de lo certero del análisis del embajador

era la situación del buque insignia del capital francés invertido en España:

la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya. Como otras grandes

empresas se había visto sacudida por la aplicación del Decreto de 29 de

febrero de 1936 que obligaba a readmitir a los obreros despedidos por los

acontecimientos revolucionarios de octubre de 1934 e indemnizarles con

efectos retroactivos por los salarios no cobrados desde entonces. La estricta

administración de tal disposición ponía en serio peligro la viabilidad

económica de muchas empresas. La resistencia a dicha imposición

gubernamental acarreó numerosos incidentes que traslucían la indefensión

empresarial ante la presión obrera y la inhibición estatal. Y esta misma

inhibición nutría la sospecha de los que advertían en el escenario nacional

la sombra de la anarquía y la virtual ausencia de un poder sólido que

garantizara las inversiones y los intereses extranjeros.

El 6 de marzo del año 1936, tres ingenieros de la empresa citada

fueron secuestrados en la “casa del pueblo” como protesta por la negativa

patronal a readmitir cuarenta obreros que se negaban a pasar el preceptivo

reconocimiento médico exigido por las compañías aseguradoras. El

gobernador civil resolvió la readmisión de los obreros, obviando pasar el

reconocimiento médico, así como de los secuestradores. A la vista de estos

hechos, Herbette teñía de escepticismo el futuro de la República: “las

autoridades españolas no parecen darse cuenta de la importancia que estos

263 ADQO, E-261, Nº 478, de 9 de abril de 1936.

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223

acontecimientos comportan”.264 Unos días más tarde el embajador daba

cuenta en una comunicación de la visita del director general de la compañía

a los pozos. La falta de un programa de reivindicaciones claro, la

incapacidad de los delegados sindicales para mantener su autoridad y el

continuo sabotaje de la producción convencían al máximo responsable de

la empresa que la salida más acertada era su venta al Estado, vista la

inexistente libertad de acción de los dueños, ni las garantías para recuperar

los capitales invertidos.265

Conflictos laborales similares se desarrollaron en aquella primavera

en Potasas Ibéricas, empresa de mayoritario capital galo, obligada según el

mencionado decreto a readmitir a 500 obreros, el 60% de su plantilla, y a

indemnizarlos con 700 pesetas a cada uno, unas 350.000 pesetas. Esto,

según el embajador, suponía la quiebra de la sociedad. Al respecto,

Herbette alertaba de que las autoridades habían ordenado a la Guardia Civil

abstenerse de toda intervención para evitar las amenazas a los ingenieros

franceses y sus familias.266

Análoga falta de protección sufrían los responsables de las empresas

francesas responsables de los trabajos del puerto de Santa Cruz de Tenerife,

donde la conflictividad social y laboral se tradujeron en actos de acción

directa como el asesinato del gobernador civil de la plaza, el lanzamiento

de bombas contra los directivos o la colocación de explosivos contra la

producción de fluido eléctrico. Para Herbette la falta de comprensión y

264 ADQO, E-261, Nº 108, de 18 de marzo de 1936. 265 ADQO, E-251, Nº 665, de 16 de abril de 1936. 266 ADQO, E-261, Nº 150, de 6 de abril de 1936.

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224

protección de las autoridades ponía en serio compromiso la seguridad del

personal.267

Esta situación no era privativa de los territorios peninsulares e

insulares españoles, sino que también afectaba a sus posesiones coloniales.

En el caso de la ciudad internacional de Tánger, la situación se hizo

particularmente delicada para la estabilidad de la administración

internacional en esa zona estratégica por la convocatoria de una huelga

general el 10 de mayo por la jornada de 8 horas, la ocupación del consulado

español el 2 de junio y otra huelga general el día 12. Como resultado, las

potencias presentes en la ciudad internacional se retractaron de su

compromiso previo por el que se concedía a un español el cargo de

Administrador de Tánger durante los siguientes seis años. El 3 de junio

ingleses, franceses e italianos denunciaron en la Asamblea “la carencia

total de la Autoridad consular española” como causa de conflictos y

aplazaron la elección. El diario Morning Post fue más contundente al

describir la situación: “con una España que se desliza rápidamente hacia el

comunismo, Tánger estaría a cargo de un administrador comunista con

autoridad sobre la policía y la seguridad pública”.268

En esta atmósfera de inestabilidad, percibida diáfanamente por las

autoridades francesas, el 2 de abril de 1936 el embajador exhortó en una

nota verbal al ministro de Estado a iniciar conversaciones en el plazo de

tres meses para llegar a un acuerdo sobre el reglamento a seguir para

satisfacer los litigios existentes por los empréstitos españoles realizados en

Francia en relación a los Ferrocarriles del Norte de España, la línea

267 ADQO, E-261, Nº 87, de 14 de marzo de 1936. 268 E. Moradiellos, Neutralidad benévola. El gobierno británico y la

insurrección militar española de 1936, Oviedo, Pentalfa, 1990, p.130.

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Madrid-Zaragoza-Alicante, los Ferrocarriles Andaluces, el tranvía de

Valencia y los préstamos concedidos a las municipalidades de Cartagena y

Alicante.269 La invitación constituía, sin duda, un recurso disuasorio frente

a la indefensión que sufrían los intereses franceses en la España

republicana.

269 ADQO, E-246, Nº 455, de 2 de abril 1936.

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Capítulo 3

El gobierno del Frente Popular en España

(febrero-julio de 1936)

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1. Dinámica política y conflictividad social bajo el gobierno

frentepopulista. La conspiración contra el régimen republicano

Las elecciones del 16 de febrero de 1936 supusieron el empate

culminante y la virtual neutralización de los tres proyectos políticos de

sociedad que se disputaron España durante el periodo republicano:

Reforma, Reacción y Revolución. Dichos proyectos representaban en sí

mismos la evidencia de la guerra civil que se desarrollaba en el Viejo

Continente durante el periodo de entreguerras.270 La Reforma, con su

aspiración de modernización europeizante y democrática, y la Revolución,

con sus sueños de mutación social, fueron de la mano a las elecciones en un

acoplamiento constreñido y mudable frente a la Reacción, abanderada del

legado ultranacionalista y conservador. Quizá aquella jornada supuso la

última oportunidad para apartar la sombra de este enfrentamiento del

abismo que suponía un conflicto armado. Por ello, lejos de asumir

supuestos tácitos, creemos pertinente la asunción incontrovertible de que en

las últimas elecciones del quinquenio republicano español se enfrentaron

los dos bloques que meses más tarde se encontrarían en trincheras opuestas

tras la asonada militar del 17 de julio de 1936.

270 S. Berstein, Los regímenes políticos del siglo XX, Barcelona, Ariel, 1996, p.

19.

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Los intentos previos a las elecciones desplegados por el Presidente

de la República, Niceto Alcalá Zamora (1877-1949), y el Presidente del

Gobierno saliente, Manuel Portela Valladares, encaminados a articular un

centro político que mitigara la bipolarización cainita de las fuerzas en

concurso, encontraron escaso eco en un electorado inoculado con el virus

de la violencia justificativa que no consideraba ninguna alternativa

disponible a la eliminación física del contrario ideológico. En la izquierda,

la opción republicana mantuvo su compromiso con las organizaciones

obreras y acudió a la cita electoral, en su gran mayoría, integrada en las

listas del Frente Popular. Esta coalición presentó un programa moderado,

reactualización de lo realizado en el primer bienio, mediatizado por la

amenaza fascista, junto con una promesa de amnistía muy atractiva para las

fuerzas proletarias y una ausencia diáfana de aspectos socializantes

encaminada a captar los votos de centro que para sí pretendían las máximas

autoridades del Estado.

En el seno de la derecha sociológica, sus dirigentes no encontraron

tal consenso, ni siquiera de manera temporal. La Confederación Española de

Derechas Autónomas (CEDA) pretendía crear un frente único con el

singular objetivo de evitar que las izquierdas se alzaran con la victoria, y

poder gobernar, según la normativa electoral que primaba las mayorías, con

más margen que en el bienio anterior. El partido católico mayoritario

presentó las elecciones como una lucha entre la supervivencia o la

destrucción, entre el bien y el mal. Sobre la presunción de estas premisas se

antojaba imposible un acuerdo masivo con las dispares fuerzas de la

derecha, en cuyo interior oponerse al peligro revolucionario no ocupaba la

totalidad de sus desvelos. Los monárquicos de diverso signo no se avenían

a la formación de listas comunes para subyugar su supuesto potencial

movilizador. La Falange Española, marginal todavía, pero en fase de

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crecimiento, prefirió acudir a la cita electoral en solitario. Los radicales,

con el recuerdo fresco de la legislatura que recién acababa, no se fiaban del

ansia fagocitador de los católicos, y menos atractivo les producía aparecer

junto al extremismo monárquico, representado por un exaltado José Calvo

Sotelo (1893-1936) que no dudaba en adelantar que las Cortes elegidas el

16 de febrero serían las últimas en mucho tiempo. En fin, el resultado

electoral constituyó el balance de una neutralizadora dispersión de listas

que contribuyó a llevar a la derecha a la derrota.

La participación del electorado alcanzó la alta cifra de un 72,9 %, lo

que confería a la jornada la tintura que colorea las ocasiones

trascendentales. Los resultados arrojaron, como era de esperar, una clara

polarización de los escrutinios. Las izquierdas ganaron por estrecho margen

en número de votos, pero con un triunfo incontestable en cuanto a escaños

en las Cortes. Los estudios del profesor Tusell ofrecen unos datos en los

que las izquierdas obtuvieron un 47,1 % de los sufragios, la derecha un

45,6 y el centro un 5,3.271 Sin embargo, trabajos posteriores demuestran

que no parece tan evidente delimitar los márgenes de lo que los

especialistas consideran el centro político en una oferta electoral tan

amplia. Por ejemplo, Linz y de Miguel calcularon un 42,9% para las

izquierdas, un 30,4 para las derechas y un 21,1 para este inacotable

centro.272 En cualquier caso, al contrario de lo sucedido en 1933, la

izquierda se vio beneficiada por la incidencia de la desunión de sus

adversarios en un modelo mayoritario establecido por la ley electoral

vigente, que le concedió una holgada mayoría, mientras la CEDA se

271 J. Tusell, Las elecciones del Frente Popular, Madrid, Edicusa, 1971, vol. II,

p. 13. 272 J.J. Linz y J.M. de Miguel, Hacia un análisis regional de las elecciones de

1936 en España, REOP, 48, 1977, p. 34.

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convertía en la mayor fuerza en la oposición, pero sin demasiado margen

de maniobra parlamentaria, y los radicales se hundían estrepitosamente,

víctimas de su innata ambigüedad y los escándalos de corrupción de la

anterior legislatura. La traducción de los sufragios a asientos en Cortes

ofreció una aplastante victoria del Frente Popular con 278 escaños, frente a

los 124 conseguidos por la derecha y tan sólo los 51 reservados al centro.

Para completar el cuadro expositivo de los resultados electorales,

recordemos que fuerzas marginales como falangistas y comunistas no

dejaban de serlo, y deberían esperar al enconamiento de los meses

posteriores para elevarse a la categoría de fuerzas políticas decisivas.

A las pocas horas de conocerse los primeros resultados electorales,

en las filas de la derecha cundió el pánico, y así, la oportunidad de los

catastrofistas quedó señalada en el reloj del destino republicano. En este

contexto, fue como se abrió la recurrente vía de la reacción española a la

corrección autoritaria, para conseguir mediante el uso de la violencia el

poder que las urnas le habían negado. En la madrugada del 17 de febrero, el

general Francisco Franco Bahamonde (1892-1975), todavía jefe del Estado

Mayor Central del Ejército, exhortó al general Sebastián Pozas Perea

(1876-1946), inspector general de la Guardia Civil, para que declarara el

estado de guerra en todo el territorio nacional. Pero el general Pozas no

accedió a dicho requerimiento y optó por acatar los resultados salidos de

las urnas. Análoga gestión hizo Jose Mª Gil Robles y Quiñones de Léon

(1898-1980) cerca del presidente saliente, Portela Valladares, para que

declarase el estado de guerra y anulara los comicios.273 Horas más tarde,

Calvo Sotelo advirtió al mismo Portela Valladares en el hotel Palace,

residencia habitual del político gallego, de la responsabilidad histórica que

273 J. R. Montero, La CEDA. El catolicismo social y político en la II República,

Madrid, 1977, pp. 244-268.

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acarrearía si no aceptaba dicha propuesta. En estas circunstancias, con

semejantes coacciones y con la masa en la calle intentando asaltar las

prisiones para liberar a los represaliados de 1934, el presidente del

Gobierno, presa de un pánico insuperable, prefirió acelerar el traspaso de

poderes. El 19 de febrero, Azaña presentó un gobierno de urgencia, sin

esperar a agotar el plazo legal previsto. “Una vez más hay que segar el trigo

en verde”, escribió el nuevo presidente del Gobierno en su diario pocas

horas después de ser llamado por Alcalá Zamora para ofrecerle la

presidencia del Gobierno.274 Pese al respaldo parlamentario prometido por

socialistas y comunistas, el nuevo gabinete nacía en unas precarias

circunstancias, ya que en él tan sólo estaban representados los partidos

republicanos firmantes del Frente Popular, carentes de una implantación

electoral sólida, como la que atesoraba el socialismo, movimiento político

llamado a vertebrar, como único partido auténticamente de masas, las

transformaciones político-sociales que el país demandaba.

El postrero periodo republicano denominado por los historiadores

“Frente Popular”, paradójicamente, nunca estuvo gobernado por los

partidos firmantes de esta coalición. Los gobiernos de Azaña y Santiago

Casares Quiroga (1884-1950) entre el 19 de febrero y el 17 de julio sólo

contaron con el concurso de republicanos de izquierdas, eso sí con el apoyo

parlamentario de los partidos firmantes del Frente Popular. De hecho, no

hubo un gobierno verdaderamente frentepopulista hasta un mes y medio

después de comenzar el conflicto civil español. En cualquier caso, apenas

constituido el gobierno Azaña el 19 de febrero, el Gabinete debió acometer

la inmediata aplicación de una serie de medidas impuestas por el pacto

electoral firmado el 15 de enero de 1936 y por el desbordamiento de las

274 M. Azaña, op. cit. (1978), vol. II, p. 11. Anotación del 19 de febrero de 1936.

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masas, retornando a la política reformista del primer bienio, y evitando

socializar la tierra, la banca y la industria. La más urgente de las medidas a

tomar y gran responsable de la victoria electoral era la amnistía política de

los encarcelados por los acontecimientos de octubre de 1934 (decreto-ley

de 21 de febrero). La propia Diputación Permanente saliente, de mayoría

centro-derechista, aprobó el 21 de febrero la medida, que afectó a más de

30.000 presos. Siete días más tarde, el 28, se dispuso, mediante decreto, la

readmisión en sus puestos de trabajo y la liquidación de los sueldos

atrasados a todos los despedidos en las jornadas revolucionarias de dos

años atrás. En este aspecto, no debemos obviar la intranquilidad que

produjo la medida en las cancillerías europeas en lo que afectaba a sus

intereses económicos en España. Si bien es cierto que algunas empresas

aprovecharon los encarcelamientos de octubre de 1934 para sanear sus

cuentas reduciendo sus plantillas de trabajadores, no lo es menos que

diecisiete meses más tarde el pago de las indemnizaciones y la readmisión

de trabajadores que ya no eran necesarios ponía en serio riesgo la

viabilidad de muchas compañías, especialmente en las que predominaba el

capital extranjero, dedicadas a la industria y la extracción.

En materia autonómica, el 1 de marzo se decretó la autorización al

Parlament de Cataluña para reanudar sus labores de gobierno y la inmediata

reposición en sus cargos del ejecutivo de la Generalitat, recuperando las

competencias anteriores a la suspensión de sus funciones el 6 de octubre de

1934. En abril, el Estatuto Vasco inició su proceso de tramitación

parlamentaria, aunque no se aprobaría hasta octubre de 1936, en plena

guerra civil. En junio, se aprobó en referéndum regional el Estatuto

Gallego, aunque el inicio de la contienda frenó su aprobación en Cortes. En

la línea del accidentalismo político que la CEDA venía practicando durante

el periodo republicano, la organización mayoritaria católica se sumó a estas

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iniciativas, aunque en un desesperado e indudable esfuerzo por crear feudos

derechistas en la periferia española.

A los pocos días de la victoria electoral, miles de campesinos

andaluces, extremeños y manchegos, se lanzaron a ocupar las fincas de las

que habían sido desalojados en el invierno de 1934 y 1935. De los 843.872

parados registrados en febrero de 1936, el 66% eran jornaleros. Estas

ocupaciones desafiaban como hecho consumado los diligentes pasos que el

Gobierno había emprendido desde su toma de posesión. En estas

circunstancias, el Gabinete se vio obligado a dar carta de legalidad a estos

asentamientos al dictar el 28 de febrero un Decreto que anulaba los

desahucios de colonos y aparceros; y otro el 3 de marzo que devolvía a los

yunteros extremeños el arrendamiento de las tierras ocupadas según el

Decreto de Intensificación de Cultivos de 1932, acelerando los

asentamientos de los jornaleros en tierras expropiadas. Como resultado de

estos avances legislativos, entre marzo y julio de 1936 fueron asentadas

110.921 familias campesinas en 572.055 hectáreas expropiadas, frente a las

12.260 familias asentadas en 116.837 hectáreas en los tres años previos.275

Finalmente, el 11 de junio, apenas un mes antes del inicio de la

insurrección militar, se derogó la Reforma de la Reforma Agraria de agosto

de 1935 y se repuso la Ley de Bases de 1932.

275 E. Malefakis, Reforma agraria y revolución campesina, Barcelona, Ariel,

1976, pp. 432-433; M Tuñón de Lara, Tres claves de la Segunda República. La cuestión

agraria, los aparatos del Estado, Frente Popular, Madrid, Alianza editorial, 1985, pp.

84-85. El 25 de marzo, la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra (FNTT)

lideró la ocupación de 3.000 fincas por parte de 60.000 campesinos sólo en la provincia

de Badajoz.

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Llegado Azaña al poder, las relaciones Iglesia-Estado parecieron

pasar por un cierto entendimiento. La difícil situación de los católicos en

los diversos países donde fuerzas fascistas o pseudofascistas y comunistas

habían alcanzado el poder, especialmente en Alemania, y, por supuesto, en

la Rusia soviética, determinaron que la Santa Sede adoptara una posición

conciliadora, alejada de los extremismos que buena parte de la curia

española manifestaba hacia el régimen republicano. Prueba de ello lo

constituyó la concesión del placet a Luis de Zulueta para ejercer la función

como embajador español ante la Santa Sede, rechazado anteriormente en

1931. Pero esta atmósfera de entendimiento chocaba con los compromisos

electorales del Frente Popular y la intolerancia de los dirigentes católicos.

En mayo, el Ministerio de Instrucción Pública, dirigido como en 1931 por

Marcelino Domingo Sanjuán (1884-1939), decretó el cierre provisional de

los colegios católicos, restableció la coeducación en las aulas y completó

las transferencias en materia de educación a la Generalitat catalana. Así,

finalizaba esta efímera tregua entre el poder espiritual y el temporal en la

España de 1936. Desde entonces, el radicalismo del poder eclesiástico

español y el “jacobinismo” del Ejecutivo arrinconaron el más mínimo ápice

de compromiso, convirtiendo a cada una de estas posturas en argumentos

destacados del intercambio de golpes en la escena política española.

La política militar del nuevo gobierno se centró en primer lugar y

como medida de prevención, en dispersar a los altos mandos que se

suponían desafectos al régimen republicano, alejándolos de los principales

centros de poder. Así, el general Manuel Goded Llopis (1882-1936) fue

enviado a Baleares, el general Francisco Franco, destituido de su cargo de

jefe del Estado Mayor Central del Ejército, fue trasladado a Canarias, y el

general Emilio Mola Vidal (1887-1937) transferido a Pamplona. Este

último traslado constituyó un auténtico golpe de suerte para los futuros

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sublevados, ya que desplazaba al futuro director de la conspiración desde

Marruecos, donde había conocido la creciente radicalización de las

guarniciones, al corazón geográfico del carlismo, movimiento reaccionario

que desde Navarra, podía contar con un cierto grado de apoyo popular en

una sublevación.276 Desde allí, Mola comenzó a canalizar las diversas

conspiraciones que se urdían en el país para vertebrar la rebeldía latente

que laceraba la lealtad republicana en muchos cuarteles.

La anterior desunión en las filas de la derecha contrastó durante la

primavera de 1936 con la convergencia que vivieron dichas fuerzas en un

proyecto común: el acoso y destrucción del régimen republicano como

alternativa a su imposibilidad de alcanzar el poder a través de los cauces

establecidos por la Constitución democrática de 1931. La vía catastrofista

que se había instalado en el seno del conservadurismo español comenzó a

convivir con la conspirativa, en un urgente intento de coordinar las fuerzas

contrarrevolucionarias para una eficaz defensa del orden social.277 Y así,

todas las tramas conspiratorias planeadas ante el posible triunfo de las

izquierdas fueron coincidiendo, desde el mismo momento de la publicación

de los resultados electorales de febrero de 1936, en elevar al Ejército a la

categoría de única esperanza disponible para recuperar el poder. De alguna

manera, el fracaso de la vía legal y parlamentaria de Gil Robles hacia el

corporativismo alentó a los partidarios de la insurrección militar,278 y el

276 G. Jackson, La República española y la guerra civil, Barcelona, Crítica,

1999, p. 207. 277 M. Tuñón de Lara, “La España del Frente Popular”, Historia 16. La Guerra

Civil, vol. 2, El Frente Popular, Madrid, 1986, pp. 6-63. 278 G. Cardona, “Militares y república: entre la lealtad y la conspiración”,

Historia 16, número especial 50 aniversario de la República de Abril, año VI, nº 60,

1976, pp. 78-85.

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Ejército, como única corporación del Estado con el monopolio del uso de

las armas y del ejercicio de la violencia legítima,279 sustituyó en el

entendimiento de los enemigos del régimen a las fuerzas civiles, que en

otras circunstancias deberían haber liderado el derribo de la República. La

conspiración militar se impuso progresivamente a la trama civil, y con ello

la supuesta sublevación popular dio paso a la preparación de un

pronunciamiento militar, donde el Ejército se reservaría la dirección militar

y política, con apoyo subsidiario civil, al modo del golpe de 1923, en la

más estricta tradición del pretorianismo militar español.

El Ejército había ido desarrollando durante el primer tercio del siglo

XX un verdadero desprecio hacia lo que consideraba la ineptitud de los

políticos profesionales. En todos los niveles existía la convicción de que las

autoridades militares podían intervenir en política para defender el orden

social y la integridad territorial de España. El mismo Gil Robles, sabedor

de que su hora había pasado, puso a disposición de los conspiradores los

fondos electorales de la CEDA. El 8 de marzo de 1936 se celebró una

reunión en el domicilio madrileño de un miembro de la CEDA, en la que se

decidió alzarse en armas contra el Gobierno. Los presentes acordaron

organizar un pronunciamiento sin carácter político definido que coordinaría

una junta de generales presidida desde Lisboa por el general José Sanjurjo

Sacanell (1872-1936). En la nómina de esta junta se encontraban Ángel

Rodríguez del Barrio (1876-1936) (en calidad de representante de

Sanjurjo), Emilio Mola, Francisco Franco, Andrés Saliquet Zumeta (1877-

1959), Joaquín Banjul Goñi (1880-1936), Miguel Ponte y Manso de Zúñiga

(1882-1952), Luis Orgaz Yoldi (1881-1946) y José Enrique Varela Iglesias

(1891-1951). Fijaron la fecha del 20 de abril para iniciar el golpe. Pero la

279 E. Moradiellos, El reñidero de Europa, Barcelona, Península, 2001, p. 43.

Cfr. S. Payne, op. cit. (1966) y G. Cardona, op. cit. (1983).

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detención de Orgaz y Varela y la enfermedad de Rodríguez del Barrio

abortaron este proyecto. Tras la frustración de otro alzamiento organizado

por Goded para el 29 de mayo en Valencia, la conspiración pasó a ser

dirigida desde Pamplona por el general Mola, que recibió el nombre en

clave de Director, asistido en la coordinación por el coronel Valentín

Galarza, referido en el círculo de los insurrectos como el Técnico.280

En estos planes se involucró la Unión Militar Española (UME), una

organización corporativa y clandestina de militares conservadores fundada

a finales de 1933 por el comandante Bartolomé Barba Hernández (1895-

1967). Se trataba de un grupo de militares ofendidos por las reformas de

Azaña y que quedaron muy confusos por el fracaso de la sublevación de

Sanjurjo en agosto de 1932. Por su parte los tradicionalistas, crearon una

Junta Suprema Militar de Guerra con el objetivo de lanzar un movimiento

insurreccional propio. En el sector falangista, José Antonio Primo de

Rivera y Sáenz de Heredia (1903-1936) no dio su visto bueno a la

colaboración en la insurrección hasta finales de mayo desde la cárcel de

Alicante, debido a las grandes exigencias políticas que le conferirían un

destacado rol político en caso de éxito. Los únicos que se adhirieron al

movimiento sin reticencias, un tanto aislados de la masa votante de derecha

tras las elecciones de febrero, fueron los alfonsinos de José Calvo Sotelo y

Antonio Goicoechea y Cosculluela (1876-1953).

Mientras el Gabinete ejecutaba con rigor el programa reformista, la

unidad en el seno del Frente Popular fue fragmentándose. Constituidas las

Cortes el 4 de abril de 1936, Manuel Azaña e Indalecio Prieto se

280 R. de la Cierva, Historia de la guerra civil española, I, Madrid, San Martín,

1969, pp. 740-744.

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apresuraron a abrir el proceso para destituir al Presidente de la República,

Alcalá Zamora. Esgrimiendo el artículo 81 de la Constitución, que permitía

cesar al Jefe del Estado si éste hubiera disuelto las Cortes en dos ocasiones,

la coalición gobernante pretendía desembarazarse de un Presidente que

constantemente se intrometía en la labor del Ejecutivo. El 7 de abril, por

238 votos contra 5 y la abstención de la derecha, Alcalá Zamora fue

destituido. Diego Martínez Barrio (1883-1962), presidente de las Cortes,

asumió interinamente el puesto vacante.

El 10 de mayo, Manuel Azaña, como único candidato capaz de

recibir de manera unánime los votos del Frente Popular, fue elegido nuevo

Presidente de la República, y Augusto Barcia se hizo cargo de la jefatura

del Gobierno de manera provisional. El plan ideado por Azaña y Prieto

contaba con un segundo acto consistente en propiciar el acceso a la

presidencia del Gobierno del mismo Prieto, en un intento desesperado de

involucrar al socialismo en las labores de gobierno, vertebrando el

movimiento frentepopulista como el partido con mayor representación

parlamentaria que era. La maniobra se encontró en su camino con un

obstáculo insalvable, la oposición de la minoría socialista parlamentaria

controlada por Francisco Largo Caballero (1869-1946), que además dirigía

la UGT y controlaba la influyente Agrupación Socialista Madrileña. Entre

otros motivos, Largo Caballero se oponía a la operación porque temía que

las bases obreras del partido, desencantadas con una posible participación

en un gobierno republicano-burgués, pasaran a engrosar las filas del

anarcosindicalismo de la CNT, y semejante situación redujera su influencia

en el partido y en el movimiento sindical. Para el veterano político

socialista era preferible que los republicanos gobernaran solos, se

desgastaran con el contacto de las labores de gobierno, y esperar a que

madurara la oportunidad propicia para que los representantes de las masas

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proletarias alcanzaran el poder en solitario y pudieran desarrollar la

trasformación socioeconómica del país sin las trabas partidistas de sus

compañeros de coalición. El fracaso del plan urdido por Azaña y Prieto

llevó a la Presidencia del Gobierno finalmente a Santiago Casares Quiroga,

estrecho amigo de Azaña, pero aquejado de una tuberculosis que mermaba

sensiblemente su capacidad de trabajo al frente del Ejecutivo.

La división del socialismo que frustró la operación de gobierno

prietista, se convirtió, más aún desde entonces, en un elemento

desestabilizador de la coalición frentepopulista, que por ende restó apoyos

al Gobierno y, a la postre, al mismo régimen, habida cuenta de la vuelta al

sectarismo violento de la CNT y la todavía falta de implantación masiva

del Partido Comunista Español (PCE) en las masas proletarias.281 La

carencia de influencia electoral de los republicanos de izquierdas, convertía

al socialismo (partido político y sindicato), en el único movimiento político

de masas existente durante el periodo republicano, y por tanto en el apoyo

imprescindible del gobierno republicano de izquierda a la hora de poder

aplicar con éxito el programa reformista.282

281 H. Graham, La República española en guerra, 1936-1939, Barcelona,

Destino, 2006, p. 71. La asunción por parte del PCE del Frente Popular como una

estrategia interclasista basada en la movilización de masas respondía a las necesidades

estructurales y coyunturales de la izquierda española de los años 30. Quizá la defensa

comunista de la democracia era instrumental, dado que no había renunciado a su

objetivo de imponer un sistema similar al soviético, pero esta elección le permitía un

espacio de encuentro con otras fuerzas políticas para establecer una estrategia

antifascista. 282 H. Grahan, Breve historia de la Guerra Civil, Madrid, Espasa Calpe, 2005, p.

24.

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El sector centrista que representaba Indalecio Prieto era, como hemos

visto, partidario de la colaboración gubernamental con los partidos de la

izquierda republicana. Los seguidores de Julián Besteiro Fernández (1870-

1940), situados a la derecha de Prieto, mantenían una representación

testimonial. Pero el sector más radicalizado del partido seguía las consignas

del insurreccional Francisco Largo Caballero, que prosiguió su proceso de

entendimiento con el resto de las organizaciones obreras en la esperanza de

que la inhibición socialista en la responsabilidad de gobernar, propiciara la

caída del gobierno burgués de izquierdas y permitiera el acceso al poder del

proletariado. Bien es cierto, que la tensión revolucionaria de Largo

Caballero no pasó de ser verbal, pero suficientemente agresiva como para

provocar temor en las clases medias, ya de por sí aterrorizadas por la

propaganda derechista y por los crecientes desórdenes callejeros. Bautizado

por el órgano de expresión máxima del poder soviético, Pravda, como el

“Lenin español”, Largo Caballero aspiraba a unificar al conjunto de los

trabajadores bajo el control socialista. En esta línea, cometió un error que

en el futuro le restaría influencia al movimiento fundado por Pablo Iglesias:

permitir la unificación de las juventudes socialistas y comunistas en las

Juventudes Socialista Unificadas bajo la dirección de Santiago Carrillo

Solares (1915) como secretario general. Efectivamente, el movimiento

cayó rápidamente bajo la influencia de la facción comunista, hecho

demostrado por la fuga de más de 40.000 jóvenes socialistas que

engrosaron las filas del PCE, iniciando en el comunismo español el camino

que lo llevaría a convertirse en una de las fuerzas políticas determinantes

del segundo lustro de los años 30 en España.283 En cualquier caso, esta

virtual guerra civil que se vivía en el seno del socialismo facilitó desde

283 P. Preston, La guerra civil española (1936-1939), Barcelona, Plaza y Janés,

1987, p. 69. Cfr. S. Juliá, La izquierda del PSOE (1935-1936), Madrid, Siglo XXI,

1977; R. Cruz, El PCE en la Segunda República, Madrid, Alianza, 1987.

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febrero de 1936 la aproximación al gobierno republicano de los

disciplinados comunistas, comprobado en el mensaje de moderación que el

partido trasladó a sus bases con ocasión del inicio de la aplicación de la

reforma agraria y el intento de evitar que sus seguidores se sumaran a la

escalada de conflictividad social en la que se sumió el país en la primavera

de 1936.

A pesar del apoyo electoral tácito dado por los anarquistas al Frente

Popular en las elecciones de febrero, la CNT, una vez liberados sus presos

y pasado el peligro de que la derecha alcanzara el poder, retomó su

hostilidad hacia el gobierno republicano. Inmediatamente después de la

victoria electoral, la Federación Anarquista Ibérica (FAI) rechazó la

política obrera de colaboración con la burguesía y proclamó el método

insurreccional para la conquista de la riqueza social. Por si aún quedaba

alguna duda sobre los verdaderos objetivos anarquistas, en el Congreso

Confederal que la CNT celebró en Zaragoza el primero de mayo de 1936,

se defendió solemnemente la vía libertaria al comunismo con el fin de

destruir el régimen político y social vigente.284

En el extremo opuesto, la derecha se fue deslizando progresivamente

de una manera más abierta hacia la ruptura violenta del orden

constitucional. La derrota electoral, como hemos señalado anteriormente,

supuso el fin de la moderación, y muchos de los apoyos de Gil Robles se

fueron transfiriendo hacia el monarquismo más integrista, liderado por

Calvo Sotelo. Los alfonsinos profundizaron en la vía golpista, los carlistas

aceleraron la formación de sus milicias y los falangistas engrosaron sus

filas, especialmente con las juventudes procedentes de la CEDA, las

284 Cfr. J. Casanova, De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España,

1936-1939, Madrid, Crítica, 1997.

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244

Juventudes de Acción Popular (JAP), atraídas por su código de violencia, y

temerosas del inminente estallido de una revolución social. La facción

falangista pronto adoptó la vía terrorista para preparar un terreno

justificativo de desorden y caos al cercano levantamiento militar.285 El

Ejecutivo actuó de manera contundente ante las continuas provocaciones,

altercados y asesinatos políticos provocados por los alevines del

extremismo derechista. El fallido atentado contra el socialista Luis Jiménez

de Asúa (1889-1970) el 12 de marzo de 1936, colmó la paciencia del

Gobierno. Tres días más tarde encarceló a José Antonio Primo de Rivera,

ilegalizó las manifestaciones públicas de su partido y clausuró su principal

órgano de expresión, el diario Arriba.286

El país se sumió durante la primavera de 1936 en un aumento

sustancial de la violencia social. Este exceso, que se manifestó a lo largo de

todo el periodo republicano, actuó como decisivo disolvente de consensos.

Esta violencia fue mucho más expresiva en el ámbito local, donde los

cambios impulsados por las reformas republicanas, acentuaron la lucha por

el poder y el Estado evidenció su falta de autoridad. La agitación del

periodo frentepopulista tuvo mucho que ver con una situación política que

amplió unas oportunidades democráticas que desembocaron en una cierta

insurgencia dentro de un mercado laboral limitado y empobrecido. Así, la

285 I. Saz, op. cit. (1986), p. 168; R. Cruz, En el nombre del pueblo, Madrid,

Siglo XXI, 2006; R. Cruz, “Del partido recién llegado al partido de todos: el PCE,

1920-1939”, en M. Bueno, J. Hinojosa, C. García (coord.), Historia del PCE: I

Congreso, 1920-1977, Vol. 1, Madrid, Fundación de Investigaciones Marxistas, 2007,

pp. 143-158. 286 S. Payne, Falange. Historia del Fascismo español, París, Ruedo Ibérico,

1965, pp. 82-96; S. Ellwood, Prietas las filas. Historia de la Falange Española,

Barcelona, Crítica, 1984, pp. 72-77; Cfr. J. M. Thomas, Lo que fue la Falange,

Barcelona, Plaza & Janés, 1999.

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245

sensación de anarquía fue interpretada por algunos observadores como un

auténtico desbordamiento revolucionario. Cualquier hecho político

violento, por mínimo que fuera, era magnificado y politizado por ambos

bandos. Y todo ello, con un Gobierno que se reveló incapaz de controlar los

propios resortes del Estado, ofreciendo un deterioro de su autoridad, excusa

perfecta para esgrimir la justificación de un golpe de Estado preventivo que

restituyera el orden.287 El incremento de las milicias políticas, que con sus

acciones buscaban crear una atmósfera de desorden que justificara la

imposición de un régimen autoritario, contribuyó a sembrar el miedo y el

odio en sectores cada vez más amplios de la sociedad. La quema de iglesias

y el cierre de los colegios religiosos decretado el 20 de mayo de 1936

alimentaron la hostilidad de la Iglesia contra el régimen. La CNT se lanzó a

una escalada de huelgas, en ocasiones con el apoyo de la UGT, que produjo

graves alteraciones del orden público y la radicalización de posturas.

La situación en el campo era explosiva, alimentada con huelgas, a

veces violentas, que se convirtieron en algo cotidiano. Hoy podemos

afirmar que la coyuntura política en el ámbito agrario durante la primavera

de 1936 no era revolucionaria, si por revolucionaria entendemos que los

emergentes poderes populares tenían un proyecto político común capaz de

tomar decisiones y asumir el control a escala nacional, regional, provincial

o comarcal. No obstante, las huelgas acabaron por considerarse como el

adelanto de una revolución, y el temor de los propietarios agrarios jugaría

un papel decisivo en la deslegitimización del régimen, siendo uno de los

287 E. González Calleja, “Violencia y tópicos de la primavera de 1936”, en M.-C.

Chaput (ed.), Fronts Populaires: Espagne, France, Chili, Nanterre, Centre de

Recherches Ibériques et Ibéro-Américaines (CRIIA), 2008, pp. 115-153, p. 117-124.

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246

signos más evidentes de la “estrategia de la tensión” desarrollada

persistentemente por las derechas.288

La violencia callejera llegaba incluso a los vendedores de periódicos.

Los voceadores de los izquierdistas Claridad y Mundo Obrero mantenían

una batalla campal y permanente con los de los derechistas ABC y La

Nación. Los entierros de los asesinados se convertían en manifestaciones

políticas, y, en ocasiones, los enfrentamientos armados comenzaban en los

mismos cementerios. No en vano, el 1 de mayo de 1936, Indalecio Prieto

pronunció un discurso en Cuenca en el que alertó contra el riesgo de un

golpe militar reaccionario, pero donde también denunció la estéril

movilización revolucionaria alentada por la izquierda largocaballerista y el

cenetismo.289 Se percibía que ambos movimientos no concedían la más

mínima importancia a la posibilidad de que una insurrección militar

pudiera imponerse, a la espera de las circunstancias favorables para la

puesta en práctica de la revolución social y el comunismo libertario,

respectivamente.290

288 Ibídem, p. 121. Según los datos aportados por R. Cruz, op. cit. (2006), p. 192,

las fuerzas del orden y del Ejército causaron el 43% de las 262 víctimas mortales por

causas políticas computadas desde febrero a julio de 1936, mientras que un 20% de

estos actos fueron causados por izquierdistas y un 17% por derechistas. El 56% de los

muertos fueron jornaleros agrícolas, obreros o izquierdistas, el 19%, derechistas,

propietarios o patronos, y el 7%, policías o militares. El 56% de estos hechos se

produjeron en áreas rurales, coincidiendo con una actuación desmesurada de las fuerzas

del orden. En definitiva, hubo un despliegue desproporcionado de fuerza, antes que de

autoridad. 289 I. Prieto, Discursos fundamentales, Madrid, Turner, 1976, pp. 257 y 272-273. 290 R. Fraser, Recuérdalo tú y recuérdalo a otros. Historia oral de la guerra civil

española, Barcelona, Crítica, 1979, vol. I, p. 116. El 21 de mayo de 1936 Largo

Caballero se manifestó en este sentido en la Agrupación Socialista Madrileña y, seis

días antes, el 15 de mayo lo hizo la CNT en su Congreso Confederal de Zaragoza.

Page 247: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

247

Así pues, el Gobierno se encontró en un fuego cruzado de difícil

solución, que desde el extranjero se interpretó como un Estado asemejado

al análisis político del paradigma Kérenski, en el que Azaña cumplía con el

rol del citado político ruso, mientras Largo Caballero esperaba su ocasión

para alcanzar el poder de la misma manera que lo había hecho Lenin en los

meses previos a octubre de 1917.291 Nunca más que entonces, se necesitó

un Gobierno fuerte capaz de frenar la conflictividad social y acelerar las

reformas sociales, camino necesario para exorcizar la violencia política que

amenazaba la república democrática. Sin embargo, proclamar el estado de

guerra equivalía a dejar el poder en manos de unos militares de cuya

fidelidad el Ejecutivo desconfiaba más día tras día. Ante este incierto

panorama, cabría decir que en estos momentos decisivos fueron el Ejército

y los sindicatos los que verdaderamente abanderaron la iniciativa política, y

no los grandes partidos del espectro político republicano.

A pesar de los rumores de conspiración, el Ejecutivo no puso mayor

interés en desbaratar los preparativos del golpe. En el mes de mayo, la

sublevación estaba casi preparada. Para entonces, un amplio grupo de

militares estaban más cercanos a los presupuestos reaccionarios que a los

reformistas. Se había decidido que la sublevación se trataría de un

levantamiento coordinado de las guarniciones comprometidas para

implantar el estado de guerra, seguido de una marcha simultánea de éstas

hacia Madrid. El fracaso de la “sanjurjada” de 1932 había demostrado que

un levantamiento ocasional se antojaba ineficaz si enfrente se encontraba

con un proletariado dispuesto a utilizar la huelga general como arma. Las

tropas africanas, único cuerpo militar capaz de garantizar el éxito de la

operación, iniciarían la sublevación en el Marruecos español. El general

291 E: Moradiellos, op. cit. (1990), pp. 117-122.

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248

Franco se desplazaría desde Canarias para ponerse al frente de este

movimiento que cruzaría el estrecho de Gibraltar y avanzaría desde el sur

hacia la capital. Más tarde, el general Mola se dirigiría hacia Madrid desde

Navarra, sometiendo a la capital española a una asfixiante tenaza que

obligaría al ejecutivo republicano a entregar el Gobierno. La Constitución

sería suspendida, así como las Cortes, y tras un breve, pero intenso periodo

de represión en el que se descabezaría a las organizaciones obreras, se haría

cargo del poder un directorio militar integrado por cinco generales y

presido por el general Sanjurjo, aceptado por sus compañeros como el jefe

de la sublevación. En este momento, se contaría con las organizaciones

políticas de extrema derecha, a las que se habría mantenido al margen de

los preparativos del golpe, para articular un programa contrarreformista y

apolítico en el que el Ejército se erigiría en autoridad y árbitro absoluto de

las diversas tendencias de la derecha. Con el triunfo, la tradición militarista

del ejército español se haría presente como había sucedido a lo largo del

siglo anterior.292

La trama, asimismo, buscó apoyo exterior en los regímenes más

concomitantes al propósito de los conspiradores. Oliveira Salazar consintió

las actividades preparatorias de Sanjurjo en Portugal temeroso y hostil a los

planes iberistas de la izquierda republicana española, que protegía a los

disidentes portugueses en terreno español. Mussolini se mantuvo a la

expectativa sin colaborar excesivamente con sus interlocutores

monárquicos y tradicionalistas. En Alemania, sus gobernantes fueron

292 E. Moradiellos, 1936. Los mitos de la Guerra Civil, Barcelona, Península,

2004, p. 64.

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249

sorprendidos por el golpe, a pesar de que Sanjurjo había adquirido

armamento en el sector privado germano.293

Pero los contactos externos de los conspiradores no se limitaron a

estos países supuestamente tolerantes con las actividades de los

conspiradores. También existía en Gran Bretaña desde 1932 un activo

grupo de monárquicos dedicados a labores de propaganda y, sobre todo, al

desprestigio mediático del régimen republicano entorno al aristócrata

anglo-británico Marqués del Moral y al corresponsal del diario ABC Luis

Bolín Bidwell (1897-1969), también de ascendencia inglesa. Éste hacía las

veces de enlace con el monárquico Calvo Sotelo desde sus años de exilio

en París durante la primera parte del periodo republicano.294 Aunque la vida

del grupo languideció durante el bienio conservador, volvió a revitalizarse

tras las elecciones de febrero de 1936. De hecho, Bolín cuenta en sus

memorias, por ejemplo, como le fueron encargadas 500 pistolas

ametralladoras procedentes de Alemania para introducirlas en España con

destino a la Falange (quizás de resultas de las gestiones de Sanjurjo en el

territorio del Reich). De lo que no hay duda es de las gestiones efectuadas

por Bolín, a petición del Juan Ignacio Luca de Tena y García de Torres, 2º

marqués de Luca de Tena (1897-1975), propietario de ABC, para el

alquiler del avión “De Havilland Dragon Rapide”, sufragado por el

financiero Juan March y Ordinas (1880-1962) desde su retiro en Biarritz,

que trasladaría al general Franco desde las islas Canarias al Marruecos

español para ponerse al frente de las tropas sublevadas en julio de 1936. En

293 C. Oliveira, Portugal y la Segunda Republica española, Madrid, 1986, pp.

177-188; I. Saz, op. cit. (1986), pp. 164-175; A. Viñas, op. cit. (1977), pp. 128-137 y

246-275. 294 E. Moradiellos, op. cit. (1990), pp. 113-117; L. Bolín Bidwell, España. Los

años vitales, Madrid, Espasa-Calpe, 1967, pp. 25-66, 134-135, 158-159.

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250

esta ocasión, Bolín, contó con el asesoramiento de otro conocido

monárquico instalado en Londres con el que mantenía una estrecha

amistad, el inventor del autogiro, Juan de la Cierva y Codorniu (1895-

1936).

El día 16 de junio, durante una agria sesión parlamentaria para

adoptar medidas gubernamentales contra la conflictividad social en la que

se hallaba sumido el país, Calvo Sotelo se declaró fascista e hizo un

llamamiento a la sublevación del Ejército. Pocos días más tarde, el 23 de

junio, Franco envió una ambigua misiva al presidente Casares en la que se

le advertía de que el Ejército sería fiel al Gobierno si se le trataba como era

debido, insinuando que en ese momento era hostil a la República. Casi

podríamos interpretar que Franco se ofrecía a desbaratar el complot si se le

recompensaba con un puesto adecuado a su historial militar.

Los asesinatos del teniente de la guardia de asalto José del Castillo

Sáenz de Tejada (1901-1936), de conocida filiación socialista, y la

consiguiente venganza infringida en la figura del monárquico Calvo Sotelo

en la madrugada del 13 de julio de 1936, sobrecogieron al país en una

suerte de prólogo dramático de los luctuosos acontecimientos que estaban

por venir. Estos funestos hechos horrorizaron a la opinión pública mucho

más que cualquiera de los desórdenes habidos desde febrero. Tales

acontecimientos proporcionaron el pretexto adecuado para la intervención

militar en marcha, ayudaron a modificar la indecisión de algunos golpistas

como el general Franco, y aceleraron la consecución de acuerdos con las

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251

organizaciones políticas de derecha, como los tradicionalistas, que aún

ofrecían alguna objeción de carácter menor al golpe.295

El 14 de julio, Mola impartió las últimas órdenes para iniciar el

movimiento tres días más tarde. Al día siguiente, el 15, el Gobierno,

desbordado por los acontecimientos, decretó el cierre de los locales de las

organizaciones de extrema derecha y estableció la censura de prensa. En

una atmósfera de plomiza tensión nacional, el 17 de julio, la guarnición de

Melilla prendió la mecha de la sublevación. A ella, se sumaron las de

Larache, Tetuán y Ceuta. Horas más tarde, en la madrugada del 18, el

general Franco se pronunció desde Canarias contra el legítimo gobierno

republicano. Cuatro días después, la sublevación había fracasado en

Madrid, Barcelona y otras ciudades importantes, derrotada por una

auténtica reacción popular. Sin embargo, los rebeldes se hicieron con el

control de amplias zonas de la geografía nacional. El fracaso del golpe

militar, reflejo de la fragmentación en el seno del propio Ejército, que lo

convirtió en un golpe militar faccional, dio paso a una guerra civil que

asoló dramáticamente el país durante los siguientes treinta y dos meses.

Ampliando el espectro cronológico a todo el periodo republicano

español, cabe apreciar que los tres proyectos de sociedad propuestos y a la

vez antagónicos, Reforma, Reacción y Revolución, no lograron imponerse

a sus contrarios, como sucedió en el resto de los países de la Europa de los

años 30. En 1917 se abrió una crisis en las estructuras sociales españolas,

fraguada desde el siglo anterior, que no se cerró hasta 1939. En este

periodo, el Ejército, las burguesías periféricas, el proletariado y el

295 J. Aróstegui, “Conspiración contra la República”, Historia 16. La Guerra

Civil, nº 3, Madrid, 1986; M. Blinkhorn, Carlismo y contrarrevolución en España,

1931-1939, Barcelona, 1979, pp. 319-347.

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252

campesinado se enfrentaron al bloque dominante. Ninguno de ellos pudo

suscitar un cambio sustancial, pero desde entonces el “régimen

restauracionista” dejó de funcionar con los mecanismos establecidos. Los

españoles asistieron desde entonces, a la agonía de un régimen bipartidista

(1917-1923), a la implantación de una dictadura militar y civil, que pasó de

la contención revolucionaria a la vía corporativista (1923-1929), y,

finalmente, a la ruptura republicana, que representó un intento de sustituir

las viejas estructuras de dominación, cimentadas en un capitalismo de base

agraria que convivía con algunos núcleos industriales y un régimen

formalmente liberal, pero no democrático.

Los enemigos de este modelo republicano de cambio social fueron

muchos y poderosos: la fuerza reaccionaria a ultranza compuesta por los

terratenientes, apoyados por un gran sector de la burguesía de negocios que

había prosperado con el sistema anterior, y por los dos objetivos principales

de la fascistización en España, la Iglesia y el Ejército. Pero el proyecto

reformista se enfrentó también a una opción revolucionaria, especialmente

el anarcosindicalismo, con profundo arraigo en las masas. Problemas

similares se plantearon a muchas sociedades europeas en los años 30. Pero

ninguna llegó en su resolución al conflicto armado interno, a pesar de que

las soluciones se movieron en parecidas coordenadas: profundización de la

democracia burguesa, fascismo o socialismo (Reforma, Reacción,

Revolución). Este fue el dato clave que confirió especificidad al caso

español.296

296 J. Aróstegui, La guerra civil, Barcelona, Historia 16, 1985, pp. 6-8.

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253

2. La conspiración y los exiliados antirrepublicanos

Atravesar los Pirineos para buscar refugio en el país vecino por

motivos políticos ha sido una tónica general en el devenir de los

protagonistas de la historia contemporánea española. Esta suerte de hégira

ha actuado como referente igualador por encima de tendencias políticas.

Sin embargo, otra cuestión diferente sería enjuiciar el asimétrico

acogimiento galo ofrecido a estos exiliados, cuya naturaleza siempre estuvo

asociada a su condición socioeconómica.

El advenimiento del régimen republicano produjo una suerte de

paradójico intercambio de papeles en la realidad del exilio español en

Francia. Mientras las más prudentes familias acomodadas españolas

decidieron atravesar la frontera en las semanas posteriores al 14 de abril de

1931 en busca de un entorno más apacible, igualmente se produjo un

retorno de aquellos republicanos a los que la represión de la dictadura de

Primo de Rivera había aconsejado abandonar el país en los años anteriores.

Políticos como Indalecio Prieto o Marcelino Domingo mudaron en el

transcurso de unas pocas semanas el olor rancio de sus austeras buhardillas

parisinas por la caoba impoluta de sus inesperados despachos ministeriales.

Paralelamente, no pocos simpatizantes monárquicos comenzaban una

nueva vida de incertidumbres y conspiraciones en la elitista costa vasco-

francesa o en los elegantes bulevares parisinos. Si los republicanos habían

sido estrechamente vigilados y confinados por las autoridades francesas al

norte del Loira durante los años de la derrocada monarquía, los

monárquicos españoles que rechazaban la naciente democracia republicana

iban a ser tratados por estas mismas autoridades con una apenas disimulada

benevolencia.

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254

Dentro de este grupo de monárquicos instalados en el sudoeste

francés debemos diferenciar dos filiaciones políticas bien definidas: los

alfonsinos y los carlistas. Entre los primeros podemos citar a Juan de la

Cierva, la familia Ansaldo, Fernando Suárez de Tandil (conde de

Vallellano, 1886-1964), Fernando María de Ybarra y de la Revilla

(marqués de Arriluce de Ibarra, 1875-1936) y, muy especialmente,

Francisco Moreno Zulueta, Conde de los Andes (1881-1966). Ex ministro

de Primo de Rivera, se encargó desde 1932 de reunir fondos para las

conspiraciones del líder monárquico y también ministro de la Dictadura,

José Calvo Sotelo, refugiado en el hotel Lefévre de Biarritz desde el

fracaso de la intentona golpista de Sanjurjo.297 Parece ser que a este grupo

se uniría el financiero Juan March, tras su fuga de prisión en noviembre de

1933.

El otro grupo de ideología monárquica instalado en el sudoeste

francés y que desarrolló una actividad conspirativa desde 1931 fue el

carlismo. El llamado Comité de Acción Jaimista colaboró a través de

Rafael Olazábal en la Junta de Alzamiento que junto a los alfonsinos

ayudaron en la preparación de la intentona de Sanjurjo en agosto de 1932.

Estas dos ramas del monarquismo español habían firmado el pacto de

Terratet el 12 de septiembre de 1931, a modo de compromiso de

colaboración para luchar contra la República. Esta colaboración dio lugar a

297 J. Gil Pecharromán, Conservadores y subversivos. La derecha autoritaria

alfonsina (1913-1936), Madrid, 1994, p. 263; S. Galindo, Los partidos monárquicos

durante la II República, Madrid, Rialp, 1988, p. 83.

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255

la creación en enero de 1932 de un Comité Director, que enseguida

comenzó a conspirar contra el gobierno de Madrid.298

En marzo de 1932, la agencia Havas publicó la noticia de este pacto

entre Alfonso XIII y el aspirante carlista a la corona española, el infante

Alfonso Carlos de Borbón (1849-1936).299 Inmediatamente, el embajador

Herbette sugirió a sus superiores que en caso de confirmarse tal cuestión, el

Ejecutivo debía invitar al antiguo rey a fijar su residencia fuera de territorio

francés, ya que este tipo de noticias hacían de Alfonso de Borbón un hôte

embarrassant (huésped incómodo) para el gobierno francés, según palabras

del propio embajador.300 Ante el revuelo organizado por esta información,

Herbette trató de trasladar a París el sentir de la prensa republicana

española acerca de las supuestas actividades conspirativas que el antiguo

monarca desarrollaba en suelo francés, y que se prolongaron durante todo

el periodo republicano. Un ejemplo de ello lo constituye el despacho que

Herbette envió al Quai d´Orsay en julio de 1935 informando de un artículo

298 S. Galindo, op. cit. (1988), p. 65; P. Barrauso, op. cit. (2001), p. 290. Sobre el

exilio carlista en Francia ha trabajado el profesor J. Canal, Banderas blancas, boinas

rojas: una historia política del carlismo, 1876-1939, Madrid, Marcial Pons, 2006. 299 Alfonso Carlos Fernando José Juan Pío de Borbón y Austria-Este, titulado

duque de San Jaime y de Anjou, fue el pretendiente carlista al trono de España, con el

nombre de Alfonso Carlos I, entre 1872 y 1875 y pretendiente legitimista al trono

francés con el nombre de Carlos XII. Participó activamente en los preparativos de la

sublevación militar. Murió a los 87 años de edad, el 29 de septiembre de 1936 tras ser

atropellado por un camión militar. 300 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 121; el mismo autor también trata la

cuestión en op. cit. (2003), p. 207, y en “L´inégalité de traitement des réfugiés

politiques en France, l´exemple des Espagnols avant 1936”, en Annales de Bretagne et

des Pays de l´Ouest, tomo 108, année 2001, nº 3, pp. 117-134.

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256

de La Libertad denunciando las visitas del conde de Romanones y de

Goicoechea a Alfonso XIII en París.301

Esta dispar actitud de los gobernantes galos se simbolizó

especialmente en la figura del prefecto de policía de París, Jean Chiappe. El

jefe del orden público de la capital gala y simpatizante de grupos de la

extrema derecha, dulcificó la vida de los monárquicos españoles instalados

en Francia siempre que pudo, neutralizando en no pocas ocasiones las

consignas de sus superiores en sentido contrario. Inversamente, no había

dejado nunca de endurecer las circunstancias en las que se habían movido

los exiliados republicanos hasta el 14 de abril de 1931.

Este tipo de actitudes, obligaron a Herbette a transmitir al Quai

d´Orsay la presión que recibía del Ministerio de Estado español para lograr

un recorte en la libertad de movimientos de los monárquicos españoles en

Francia. Sin embargo, el efecto deseado por estas continuas súplicas no se

consiguió hasta que una circular del 17 de octubre de 1933 del Ministerio

de Asuntos Extranjeros, obligó al exilio monárquico a residir al norte del

Loira, a una distancia prudencial de la frontera franco-española.302 Sin

duda, esta decisión llegaba tarde, más de dos años después de proclamada

la República.303

Cuando se produjeron los acontecimientos revolucionarios de

octubre de 1934, un nutrido grupo de políticos que habían apoyado el

301 ADQO, E-207. Relations avec l´Allemagne et l´Italie. 1930, janv.-1936, juin,

T. 1167, de 30 de julio de 1935. Herbette a Laval. 302 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), pp. 118-120. 303 AMAE, R-842-4. 1934, 6 de febrero de 1934, 25 de junio de 1934; AMAE, R-

842-5. 1935-36, 2 de julio de 1935 y 11 de julio de 1936.

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257

movimiento insurreccional volvieron a cruzar la frontera. Inmediatamente,

el embajador español en París, Juan Francisco Cárdenas, protestó ante las

autoridades galas por las intervenciones públicas que algunos de ellos

desarrollaban en terreno francés. Las gestiones de Cárdenas tuvieron éxito,

y el ministro del Interior galo añadió alguna precisión a la circular de

octubre de 1933. El Loira permanecía como línea de separación de los

refugiados españoles hasta la frontera, pero ahora también se excluía la

región parisina como zona de instalación y se mantenía la prohibición del

derecho de manifestación. Aunque Chiappe ya no estaba cerca de los

centros de decisión parisinos, la prevención antirrevolucionaria del

gobierno francés se manifestaba similar a la demostrada antes de 1931, a

pesar de que el mismo Herbette recordaba que los supuestos

revolucionarios españoles eran bastante menos peligrosos para los intereses

de Francia que los monárquicos germanófilos instalados desde 1931. El

mismo Blum denunció en dos artículos en noviembre de 1934 los nuevos

añadidos a la circular de octubre de 1933.304

Desde finales de 1935, los tradicionalistas habían elegido la vía

insurreccional como camino para forzar el cambio de régimen en España.

Para ello se creó en San Juan de Luz la Junta Carlista de Guerra a finales de

año, presidida por el general Mario Muslera y Planes (¿-1936).305 El hecho

de que el pretendiente a la corona española y Manuel José Fal Conde (1894

-1975) se instalaran en la localidad francesa, le confirió la categoría de

centro de operaciones de la conspiración tradicionalista. La capacidad de

304 Le Populaire, de 12 y 15 de noviembre de 1934. 305 P. Barrauso, op. cit. (2001), pp. 41 y 290. Muslera había sido miembro del

Directorio Militar de la dictadura de Primo de Rivera. Designado por Mola para

controlar San Sebastián tras la sublevación de julio de 1936, su fracaso le llevó al

suplicio el 27 de agosto de 1936.

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258

movilización carlista, junto con la financiación y las buenas relaciones

alfonsinas convertirían en los meses siguientes al departamento de los

Bajos Pirineos en el núcleo de la conspiración contra la República. Tan

sólo faltaba que un sector importante del Ejército asumiera la coordinación

de estos anhelos.

De hecho, en la primavera de 1936, Herbette volvió a advertir a sus

superiores de París de las conspiraciones que el exilio monárquico español

urdía en terreno galo. Sin embargo, el Secretario General del Quai d´Orsay,

Alexis Léger, en contra de las quejas expuestas por el embajador, no creyó

o no quiso creer que existiera un comité monárquico de tales

características, a pesar de que personajes como De la Cierva, Ansaldo,

Calvo Sotelo, Francisco Herrera o Juan March campaban a sus anchas,

instalados en la costa vasco-francesa. Este tradicional destino de

vacaciones de las familias más acomodadas españolas se revelaba como un

limbo jurisdiccional para las conspiraciones antirrepublicanas a tenor de la

falta de celo de las autoridades galas para aplicar las circulares

ministeriales antes reseñadas. Además, muy seguros debían sentirse el

exilio monárquico español en tales circunstancias cuando no mostraban el

más mínimo pudor en dejarse ver con miembros de la extrema derecha

francesa integrados en organizaciones como el de l´Action Française o

movimientos terroristas como La Caugole.306

En cualquier caso, parece indudable el poder de influencia e

intoxicación de los refugiados monárquicos españoles en los centros claves

de poder franceses como el Ministerio del Interior o de Negocios

Extranjeros, de por sí ya sobradamente conservadores. Este intento

306 M. Heiberg y M. Ros Agudo, op. cit. (2006), p. 282; J. Gil Pecharromán op.

cit, (1994), p. 269; P. Barrauso op. cit. (2001), pp. 32-34.

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259

monárquico de mostrar a la España republicana como un país donde

reinaba la anarquía no dejaba de entrar en colisión con los despachos más

moderados de Herbette y su estéril labor para cambiar esta imagen. Baste el

siguiente informe de la Prefectura de Policía de París elaborado para el

Ministro del Interior enviado también al Ministro de Negocios Extranjeros

en abril de 1936:

En los medios monárquicos españoles de París y más particularmente

entre los refugiados políticos, se percibe que la situación interior de

España ha provocado ya el éxodo de numerosas personalidades o

militantes de partidos políticos moderados (…).

Se afirma, además, que la Península se encuentra bajo la amenaza de

un peligro inminente y que el régimen de semianarquía actual no es

más que provisional, que el resultado de las elecciones municipales

españolas del 26 de abril del corriente y sobre todo el de las

elecciones legislativas francesas, tendrán una influencia decisiva

sobre el desenlace de la crisis interior española: o España evoluciona

hacia el bolchevismo o vuelve a un régimen más moderado (…).

Finalmente, se cree también que el próximo 4 ó 5 de Mayo, la huelga

general será proclamada en España y que el éxito de este vasto

movimiento podría traer (…) la instauración de un régimen de

dictadura, a la cabeza del cual estaría situado el líder socialista

revolucionario Largo Caballero.307

307 ADQO, E-166, T. 4084, de 24 de abril de 1936.

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260

3. La percepción francesa de la crisis española

La campaña electoral de enero-febrero de 1936

El 9 de enero de 1936, el embajador Herbette informaba en un

despacho al Quai d´Orsay:

Por primera vez desde el 6 de Octubre de 1934, los periódicos de

Madrid han aparecido esta mañana sin estar sometidos a la censura.

Así pues, hoy comienza realmente la campaña electoral para el

escrutinio del 16 de Febrero.

Según el embajador, durante quince meses, la autoridad

gubernamental se había ejercido al margen de las garantías constitucionales

y la cólera y la frustración de las izquierdas se desbordaron como un

torrente embravecido cuando la libertad de opinión y de prensa se

restableció. Aquella mañana, diarios de orientación progresista y obrera

como El Socialista y La Libertad comenzaron a publicar los relatos de las

atrocidades cometidas por la represión gubernamental durante la revolución

de Asturias. Reflexionaba Herbette que en “un país impulsivo como

España, aquellas imágenes producían más efecto que la mejor de las

argumentaciones”, y se preguntaba temeroso hasta dónde llegaría la ira de

la izquierda. Esta turbulenta atmósfera podía inclinar, no obstante, la

balanza electoral del lado conservador si la “masa neutra”, siempre

temerosa de perder sus propiedades o verse agredida en sus valores

familiares o religiosos se sentía acorralada por los excesos subversivos. Y

añadía que algunos pensaban que si la cuerda se tensaba en demasía, la

mayoría electoral optaría por las ofertas más ponderadas y las próximas

Cortes podrían ser las de una República conservadora.

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261

Herbette analizaba en su despacho tres posibles eventualidades: el

triunfo de la izquierda, el de la derecha o la supremacía del centro. Su

percepción en aquella jornada de enero le hacía inclinarse por el triunfo de

las primeras. Igualmente, se mostraba persuadido de que el único hombre,

cuya estatura política sobresalía, que era capaz de dirigir los destinos de la

nación en momentos tan inciertos, era Manuel Azaña. Para el líder

republicano un triunfo manifiesto de la izquierda era peligroso, pero uno de

la derecha, sería fatal. El encarnizamiento con el que había sido atacado por

la derecha en el pasado, no le ofrecía al ex presidente otra alternativa

disponible que liderar la unión de las izquierdas en caso de victoria de las

propuestas republicano-socialistas. La figura del veterano político era,

como en el primer bienio republicano, la pieza clave para articular

cualquier operación de unidad de los sectores progresistas.

El variado comportamiento que podrían tener las diferentes regiones

en la futura cita electoral era otro componente añadido que ocupaba las

reflexiones del embajador. Conocedor de la multiplicidad regional

española, se le antojaba imposible evaluar la suerte de los diferentes

partidos en muchas de las circunscripciones. En cualquier caso, si nada

hacía disminuir la tensión electoral, era de esperar que una victoria ajustada

no fuera tolerada por los vencidos. Taciturno, profetizaba que posiblemente

el 17 de febrero una masa de refugiados se agolparía en la frontera

pirenaica.308

El 16 de enero se hizo público el pacto en virtud del cual los partidos

de izquierda concurrirían en listas comunes a la cita electoral. Un motivo

trascendente había permitido la consecución de esta coalición de partidos

308 ADQO, E-165, D. 34, de 9 de enero de 1936. Herbette a Laval. Apertura de

la campaña electoral.

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262

por encima de las diferencias que les separaban: la amnistía de los presos

por la insurrección de 1934. Esta realidad galvanizó la unión de los partidos

de la izquierda republicana-socialista con el objetivo de ganar las

elecciones legislativas. Hasta los anarcosindicalistas de la Confederación

Nacional del Trabajo (CNT) apoyaron el proyecto, aunque sin formar parte

de él. Una fuerte movilización popular sería la base de apoyo de la nueva

coalición. Se buscaba reconstruir la alianza de los republicanos de

izquierda con los socialistas del primer bienio, más la incorporación, por

exigencia expresa de Largo Caballero, de los comunistas. Forzando su

entrada en la coalición, el viejo sindicalista buscaba reforzar las tesis que él

mismo defendía. Así es como los comunistas se convirtieron en una fuerza

política en España, llevados de la mano del dirigente socialista. Fue

entonces, cuando los comunistas comenzaron a llamar Frente Popular a lo

que Prieto y Azaña llamaban todavía coalición republicano-socialista.309

En frente, el conjunto de los partidos de derecha consideraban que el

bienio conservador había constituido una ocasión perdida de acabar con el

sistema parlamentario liberal y rectificar el rumbo que había tomado la

República durante el bienio azañista. Esta frustración se alimentaba de

múltiples reproches. La CEDA reprochaba a los radicales el evitar que Gil

Robles hubiese tomado el poder. Monárquicos y falangistas

responsabilizaban a la propia CEDA de haberse entregado al juego

parlamentario sin dedicarse a la movilización de masas y la conspiración

militar para terminar con el régimen. Pero ni siquiera la amenaza del

triunfo frentepopulista pudo lograr un entendimiento y las derechas

acudieron a las elecciones en gran parte desunidas.

309 Cfr. S. Juliá, Orígenes del Frente Popular en España (1934-1938), Madrid,

Siglo XXI, 1979.

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263

Examinando el desafío que los partidos de izquierda inauguraban,

Herbette encontraba puntos de posible fricción entre los republicanos de

izquierda y los socialistas en lo referente a la política agraria, industrial,

fiscal, bancaria y la destinada a reducir el paro. Para los primeros, los

acuerdos conseguidos constituían una política de máximos, mientras que

para los segundos conformaban unos objetivos tímidos e insuficientes en la

vía hacia la instauración del socialismo. Este razonamiento llevaba al

embajador a prever que un posible gabinete presidido por Azaña se

apoyaría en la mayoría socialista en los primeros momentos, pero que los

acontecimientos le obligarían a buscar un ensanchamiento de su mayoría

parlamentaria hacia el centro. A pesar de estas previsiones, el programa del

Frente Popular se presentaba como un proyecto político moderado, sin

aspectos revolucionarios, ni en los principios ni en los métodos, más aún

cuando la derecha católica, y en abierto contraste, insistía en demandar

“todo el poder” para Gil Robles con un mensaje rupturista, al que se

sumaba una campaña de prensa apocalíptica de prevención marxista que no

aportaba soluciones reales a los problemas del país. Titulares tales como

“los republicanos serán obligados a gobernar bajo la dictadura de la

mayoría marxista”, publicado en ABC, convertían, a los ojos de Herbette,

el programa izquierdista en una alternativa en positivo en contraposición a

lo ofrecido por las derechas.310

Sin embargo, tan sólo dos días más tarde, el 18 de enero, los

pronósticos del embajador se inclinaban hacia una victoria de las derechas,

si el frente común de izquierda no hacía hueco en sus listas a candidatos

310 ADQO, E-165, D. 73, de 16 de enero de 1936. Herbette a Laval. Pacto

electoral de los partidos de izquierda. M.-C. Chaput, “La presse conservatrice

espagnole et le Front Populaire”, en M.-C. Chaput (ed.), op. cit. (2008), pp. 253-266.

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264

centristas.311 Posiblemente, este cambio en la valoración de los pronósticos

estuvo propiciado por la eficaz campaña de la prensa de derecha antes

mencionada. El periódico El Debate, por ejemplo, dedicó un amplio

espacio en sus páginas a la información sobre los atentados políticos de las

últimas semanas, intentando mostrar a sus lectores la debilidad

gubernamental y la excesiva indulgencia de la justicia. Se trataba de surtir a

los partidos conservadores de argumentos para presentarse como los únicos

garantes del orden social. Evidentemente, la prensa de izquierda

denunciaba la violencia existente como una operación sistemática de las

fuerzas fascistas contra socialistas, comunistas y sindicalistas. Sin embargo,

Herbette no se manifestaba impresionado por este supuesto clima de

violencia y adivinaba su intencionalidad política, además de convencerse,

tras analizar las cifras publicadas, que los atentados políticos no suponían

más de un tercio del conjunto, montante aceptable durante una campaña

electoral tan envenenada.312

El 10 de febrero, Herbette se entrevistó con Azaña. En el transcurso

de la charla, el ex presidente le confió que esperaba conseguir un número

de representantes suficientes como para arbitrar la escena política española

entre las dos coaliciones mayoritarias.313 En encuentros con otros

dirigentes, Herbette supo que en provincias los gobernadores civiles, por

311 ADQO, E-165, D. 84, de 18 de enero de 1936. Herbette a Laval. Pronósticos

electorales. 312 ADQO, E-165, D. 97, de 22 de enero de 1936. Herbette a Laval. Atentados

de carácter político en España. Un estudio apoyado en cifras sobre los muertos por

causas políticas durante el período frentepopulista lo encontramos en S. G. Payne,

“Political Violence During the Spanish Second Republic”, Journal of Contemporary

History, XV/2-3, 1990, p. 282 y R. Cruz, op. cit. (2006), p. 192. 313 ADQO, E-165, T. 109-110, de 11 de febrero de 1936. Muy confidencial.

Herbette a Flandin.

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265

orden del Ministerio del Interior, ejercían una acción administrativa a favor

de las derechas. Este tipo de arbitrariedades, se comentaba en los medios

políticos y periodísticos, iba encaminado a propiciar una mayoría electoral

de las derechas, que en caso de producirse, sería apuntalada por un

movimiento militar para consolidar los resultados electorales y eliminar

definitivamente de la escena política a las opciones de izquierda. Cierto o

no, los monárquicos expresaron en un manifiesto su intención de ejercer

tras las elecciones “una política de extrema energía encaminada a conseguir

la dimisión del Presidente de la República, a poner fuera de la ley a

marxistas y separatistas y a cambiar radicalmente la Constitución”. Sin

embargo, Herbette interpretaba estos mensajes como procedentes de quien

se sabía perdedor.314

La victoria frentepopulista del 16 de febrero

El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular obtuvo en primera

instancia el 34,3% de los votos y el Frente Nacional el 33,2%. Sin

embargo, esta paridad no se reflejó en el Parlamento porque la ley electoral

establecía que las mayorías debían contar con un mínimo del 40% de los

votos válidos emitidos. En las provincias donde no se pudo formar quorum

debió realizarse una segunda vuelta que dio amplia ventaja a la coalición de

izquierda. Finalmente, ésta obtuvo 278 diputados frente a los 131 de

derechas.315

314 DDF, 2, I, T. 191, de 15 de febrero de 1936. Herbette a Flandin. Pronósticos

electorales. 315 J. Gil Pecharromán, La Segunda República española (1931-1936), Madrid,

UNED, 1995.

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266

En los días posteriores a la victoria del Frente Popular, Herbette

centró su atención en recabar las impresiones de sus cónsules. Además, se

preocupó de suplicar en sus minutas al Quai d´Orsay que redoblara sus

esfuerzos con vistas a que los resultados electorales españoles no fueran

acogidos por la prensa francesa con la hostilidad habitual.316 Para reforzar

el sentido de Estado de esta petición reiterada en infinidad de ocasiones,

aseguraba que “en el estado actual de Europa, la vecindad con España no es

segura para nosotros en tanto que este País [sic] no evite a la vez una

descomposición anarquista y una reacción a imitación de Roma o

Berlín”.317

A pesar de los discursos tremendistas vertidos durante la campaña

electoral, la publicación de los resultados no fue seguida por la violencia

callejera y revolucionaria pronosticada. Dos botones de muestra son los

despachos enviados por el cónsul en San Sebastián, Lasmartres, y el cónsul

en Valencia, Marcassin. El primero mostraba su sorpresa por la calma

absoluta que se respiraba en el País Vasco, en contraste con las noticias

preocupantes publicadas por los diarios del sudoeste francés sobre los

supuestos desórdenes que se estaban produciendo.318 Salvo la precaución

de un cierto número de familias de filiación conservadora que habían

optado por atravesar la frontera, ningún incidente merecía mayor atención.

Las noticias del segundo se limitaban a relatar cómo una manifestación de

celebración en la ciudad del Turia había exigido a su paso por el edificio

consular la bandera francesa, prosiguiendo la muchedumbre su recorrido al

son de la Marsellesa en un ambiente festivo, una vez que se había hecho

316 ADQO, E-165, T. 154, de 19 de febrero de 1936. Herbette a Flandin. 317 ADQO, E-165, T. 167, de 21 de febrero de 1936. Herbette a Flandin. 318 ADQO, E-165, T. 1, de 18 de febrero de 1936. Lasmartres, cónsul francés en

San Sebastián, a Herbette.

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267

con la enseña. Como nota discordante, informaba de una tentativa para

incendiar un convento.319

También la cuestión religiosa ocupó los informes de Herbette en los

días posteriores a las elecciones. Sus juicios sobre la situación en la que

quedaba la Iglesia católica tras unos comicios en los que había demandado

de manera beligerante el voto para las derechas, evidencian la abierta

mentalidad de un intelectual procedente de un país donde estos problemas

habían dejado de existir hacía decenios. El embajador no acababa de

entender por qué se mezclaba la religión con las luchas políticas y si no

haría mejor la Iglesia en mantenerse al margen de la “melé”.320 Quien podía

aportar información suplementaria a la cuestión era el embajador francés

ante la Santa Sede, Jacques Truelles. El diplomático trasladó la

interpretación que el Vaticano otorgaba a los resultados electorales

españoles a través de su órgano oficial de expresión, el Observatore

Romano. La curia romana se mostraba sorprendida y decepcionada con las

primeras noticias del escrutinio y daba especial relevancia al hundimiento

del Partido Radical, con quien la derecha al menos se había entendido

durante los dos años anteriores, según el rotativo católico. Interpretaba los

resultados desde la percepción de una preocupante tendencia anticlerical

general, en la que los católicos no pasaban por sus mejores momentos,

como por entonces estaba sucediendo en Alemania y la URSS. Concluía el

artículo con unas palabras que traslucían una cierta decepción, que también

319 ADQO, E-165, T. 3, de 21 de febrero de 1936. Marcassin, cónsul francés en

Valencia, a Herbette. 320 ADQO, E-165, D. 223, de 19 de febrero de 1936. Herbette a Flandin.

Reflexiones sobre las elecciones españolas del 16 de febrero.

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268

alcanzaba a los partidos de derecha: “las elecciones, más que ser un éxito

para tal o cual grupo, serán un mal asunto para la nación española”.321

Los informes franceses de los días posteriores a la victoria electoral

del Frente Popular recuperaban un cierto grado de confianza en las nuevas

autoridades republicanas y, especialmente hacia el nuevo presidente de

Gobierno, Manuel Azaña. Tanto el embajador Herbette, como un informe

elaborado por el Comisario de Policía de Hendaya, coincidían en

considerar a Azaña como la persona más adecuada para restablecer el orden

y la normalidad republicana en el país. Se interpretaba que gestos como el

alejar a militares señalados como antirrepublicanos de los centros más

importantes del mando, buscaban eliminar de manera contundente

cualquier tentativa de rebelión sediciosa. Franco fue enviado a Canarias,

Goded a Baleares, Orgaz a Tenerife, Varela a Cádiz y Mola fue trasladado

desde Marruecos a Navarra. “[Goded] va a partir tranquilamente a las

Baleares y se bañará al sol de la playa de Formentor”, contestaba burlón el

nuevo presidente a Herbette comentando los rumores que corrían sobre la

amenaza de asonada militar: “La pretendida agitación de los militares –

concluía el Presidente- no consiste más que en conversaciones de café entre

oficiales monárquicos y tiene la justa importancia que el Gobierno quiera

atribuirle”. Bien es cierto que estas medidas no pudieron evitar que se

organizara una conspiración contra el Gobierno desde mediados de marzo.

En la misma línea, se subrayaba como un signo de suma importancia

para la vuelta a la normalidad republicana el que la Diputación Permanente

de las Cortes salientes, recordemos que estaba formada por la mayoría

321 ADQO, E-165, D. 50, de 20 de febrero de 1936. Truelles, embajador francés

ante la Santa Sede, a Flandin.

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269

derechista saliente, hubieran votado por unanimidad el adherirse al

proyecto de amnistía política.322

Las primeras medidas del gobierno Azaña

Formado el 19 de febrero, el gobierno Azaña se vio en la necesidad

de ejecutar apresuradamente ciertas medidas previstas por el pacto electoral

de la coalición de izquierda. La puesta en marcha de estas medidas de

urgencia, ejecutadas incluso antes de la reunión de las nuevas Cortes, tuvo

consecuencias indiscutibles en el orden público. Herbette percibía como el

Gobierno se encontraba bajo una fuerte presión popular cuyas

repercusiones “podían superar en mucho las del movimiento que derrocó a

la monarquía en 1931”.323 Frente a la ocupación de tierras, por ejemplo, el

Gobierno no oponía los fusiles de la Guardia Civil. Bastantes sinsabores le

había proporcionado este tipo de órdenes durante el primer bienio. Tan sólo

se limitaba a legitimar por decreto, practicando una suerte de reforma

agraria de facto.324 Herbette estimaba, por supuesto, que ésta no era la

322 DDF, 2, I, T. 210, de 21 de febrero de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-165, T. nº 169. ADQO, E-165, de 23 de febrero de 1936.

Informe del Comisario de Policía de Hendaya. Informaciones sobre la situación en

España. DDF, 2, I, T. 231, de 26 de febrero de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-165, T. 193. 323 ADQO, E-166, T. 274, de 2 de marzo de 1936. Herbette a Flandin. 324 S. Riesco Roche, “El colectivo de los yunteros extremeños durante la II

República. Politización y movimiento social”, en J. Hinojosa y R. C. Montañés Pereira

(coord.), Trabajadores y movimiento obrero en la Extremadura contemporánea, Actas

del III Encuentro Historiográfico del Grupo de Estudios sobre la Historia

Contemporánea de Extremadura, Cáceres, Excma. Provincial Diputación de Cáceres,

2009, pp. 179-192. Las invasiones legitimadas mediante los decretos de los yunteros

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270

mejor manera de llevar a cabo esta reforma, pero considerando lo poco que

los partidos de derecha habían hecho para solucionar el problema de la

propiedad de la tierra en los dos últimos años, era la única vía que en ese

momento permanecía abierta. Quizá, se esperanzaba el embajador, los

ocupantes de hoy fueran el elemento estabilizador en la España del

futuro.325 Los primeros decretos se completaron con el restablecimiento de

la autonomía para Cataluña el día 26 del mismo mes y la amnistía laboral el

día 29, en virtud de la cual las empresas quedaban obligadas a readmitir a

los obreros despedidos por las huelgas políticas desde 1934.

Los socialistas no entraron en el nuevo ejecutivo. El ala centrista del

partido, liderada por Prieto, defendía esta participación para favorecer un

apoyo socio-político vital a unas reformas amenazadas por el peligro

golpista. Sin embargo, la izquierda socialista, dirigida por Largo Caballero

y fortalecida por la masa votante de la UGT, se negaba a esta colaboración

ministerial y propugnaba la movilización social para acelerar las reformas.

Sorprendentemente, el PCE, fiel a las directrices de la Komintern de

propiciar la formación de frentes populares antifascistas, defendía

estrategias más moderadas cercanas a la propuesta de Prieto.

No ayudaba a que los acontecimientos discurrieran por un cauce más

sosegado atentados políticos como el que sufrió el socialista Jiménez de

Asúa el 12 de marzo. Sin embargo, Herbette, señalando a los potenciales

decretados 14 días después del triunfo electoral de febrero de 1936 se produjeron

porque se acababa la barbechera. En la madrugada del 24 al 25 de marzo, ante la

lentitud en la tramitación de los expedientes, los campesinos se lanzaron masivamente a

las dehesas liderados principalmente por la FNTT. 325 ADQO, E-166, T. 365, de 18 de marzo de 1936. Herbette a Flandin.

Situación interior.

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271

autores, mostraba su confianza en que la idiosincrasia española impidiera

un progresivo deterioro violento que convenciera al tejido social de que ya

era hora de legitimar un poder fuerte para terminar con semejantes

acciones:

La gente que inspira crímenes parecidos, tan crueles como cobardes,

caen en el error de creer que este país puede ser subyugado por los

medios empleados contra Erzberger326 y contra Rathenau.327 España

no es Alemania.328

A mediados de marzo Herbette mostraba reparos a la multitud de

informes elaborados sobre la inestable situación interior de España.

Llevaba meses escuchando rumores de ruido de sables y parecía que la

impresión sobre el particular coincidía en gran medida con la visión

despreocupada, al menos en apariencia, de Azaña. Herbette no creía posible

una asonada militar, ya que, según sus reflexiones, el éxito de un

movimiento sedicioso se apoyaba en un estado crónico de desorden y en

una población sin fuerza para oponerse a él. Este no era el panorama que

observaba el embajador; pero, sin embargo, sí evaluaba un crecimiento

incontestable del fascismo, aunque en tal fecha no lo consideraba un

326 Matthias Erzberger (1875-1921) dirigió el grupo político católico Zentrum,

siempre apostando por la paz y por el desarrollo de la democracia. Una vez instalada la

República de Weimar, alcanzó puestos importantes dentro del Gobierno, entre ellos la

vicepresidencia en 1919. Su evolución política le llevó a personificar la izquierda del

movimiento católico. En 1921 fue asesinado por militares nacionalistas. 327 Walther Rathenau (1867-1922), de origen judío, fue el líder del Partido

Democrático, representante de la gran burguesía industrial y liberal. Establecida la

República de Weimar, ocupó los ministerios de Reconstrucción y posteriormente de

Exteriores. Fue asesinado en junio de 1922 por grupos ultranacionalistas. 328 ADQO, E-166, T. 330, de 12 de marzo de 1936. Herbette a Flandin.

Confidencial. Atentado contra el diputado Jiménez de Asúa.

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272

peligro inmediato. La burguesía que había puesto sus esperanzas en la

victoria de Gil Robles para refrenar la revolución, meditaba el embajador,

podría buscar ahora otro protector en la figura de José Antonio Primo de

Rivera, encarcelado por tráfico ilegal de armas desde marzo de 1936 en la

prisión de Alicante. Sin embargo, Herbette también creía que sin

revolución, no podía haber contrarrevolución. Además, acertaba en

interpretar un hecho determinante, que el fascismo no disponía del decisivo

apoyo unánime del clero, que por el contrario, sí poseía la derecha

católica.329

Estas cavilaciones y sucesos como el que le relató Claude Bowers

(1878-58), embajador estadounidense en la capital española, llevaron

progresivamente a Herbette al convencimiento de que la derecha tenía cada

día más lejos el recuperar el poder. Parece ser que Francisco Herrera,

administrador de El Debate y hermano de su fundador, el influyente

periodista católico Ángel Herrera, se dedicó antes de la elecciones a visitar

en nombre de Gil Robles a distintos embajadores con el fin de

atemorizarles con los horrores que le esperaban al país en caso de victoria

frentepopulista. Incluso, se atrevió a sugerir al conde Johannes von

Welczeck (1878-1972), embajador alemán, que presionara al Presidente de

la República, Niceto Alcalá Zamora, en el sentido de no potenciar ningún

partido de centro que pudiera restarle votos a la derecha. Naturalmente,

Herbette contemplaba este tipo de actos con estupor y se preguntaba como

semejante iniciativa podía proceder de un partido cuya divisa era el

patriotismo.330

329 ADQO, E-166, T. 365, de 18 de marzo de 1936. Herbette a Flandin.

Situación interior. 330 Ibídem. Francisco Herrera, además de la embajada de Estados Unidos y

Alemania, visitó con idénticos propósitos al embajador británico, Henry Chilton. E.

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273

Azaña y Prieto se desembaraza de Alcalá Zamora.

El mes de marzo estuvo sacudido en el plano internacional por la

remilitarización de Renania. La provocación alemana sorprendió a los

franceses en plena campaña electoral, y como había sucedido en el último

decenio, Francia mostró una actitud timorata, incapaz de dar una respuesta

inmediata a la espera de la actitud que adoptara Londres. Asimismo,

tampoco hizo efectivo el pacto franco-soviético, recién ratificado, que por

otra parte había sido utilizado por Hitler para desligarse de Locarno. En

plena conmoción, el Quai d´Orsay comenzó a sondear la disposición de las

potencias que le rodeaban en caso de conflicto bélico. El 12 de marzo,

Azaña declaró su apoyo a Herbette.331

A primeros de abril, el Estado Mayor francés elaboró un informe

sobre la situación política española y su reflejo fuera de sus fronteras. Este

análisis fue remitido a Paul Bargeton, Director de Asuntos Políticos y

Comerciales y tercero en la cadena de mando del Ministerio de Asuntos

Extranjeros, tras el ministro y el Secretario General, Alexis Léger.332 Según

el informe, España pretendía mantenerse en sintonía con Ginebra y en

pleno acuerdo con Francia. El Gobierno consideraba la posibilidad de

lanzar una propuesta de “unión latina” con Francia, Italia y Bélgica. España

también consideraba la posibilidad de poner de acuerdo a la pequeñas

potencias ginebrinas y amenazar a las grandes con abandonar Ginebra si

Moradiellos, op. cit. (1990), p. 74, atribuye similares gestiones a su hermano, el propio

Ángel Herrera. 331 DDF, 2, I, 404, T.258-62, de 12 de marzo de 1936. 332 Alexis Léger ocuparía la Secretaria General del Quai d´Orsay desde febrero

de 1933 hasta mayo de 1940; Paul Bargeton sería el inquilino de la Dirección de

Asuntos Políticos y Comerciales hasta 1937.

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274

persistían en la actitud de no respetar el Pacto. El informe preveía un

conflicto generalizado en el plazo máximo de cinco años.333

El 10 de abril, Herbette era recibido por Azaña con ocasión de la

celebración del quinto aniversario de la proclamación de la República. Al

margen de algunos comentarios sobre la elección del próximo presidente de

la República y los sabidos desprecios de Azaña a los rumores de

levantamiento militar, el presidente del Gobierno se mostró más

preocupado por el cariz que había tomado la situación internacional en el

último mes. Eligiendo cautamente las palabras, el jefe del Ejecutivo

defendió la necesidad de crear una entente entre las naciones democráticas

lideradas por Francia e Inglaterra.334

El 24 de abril, Herbette alertaba por enésima vez a sus superiores

sobre la evidente campaña de propaganda nazi que el gobierno alemán

desarrollaba en España. Con ocasión de la invitación que la compañía aérea

germana Lufthansa había cursado a varios periodistas de diarios de derecha

españoles para visitar Berlín, Herbette volvió a destacar el intenso interés

alemán por introducir informaciones de marcado sesgo pronazi en la prensa

española.335 Este documento nos muestra la especial atención que el

embajador venía prestando a lo que consideraba una creciente intoxicación

333 ADQO, E-166, de 7 de abril de 1936. Estado Mayor a Bargeton. Secreto. 334 DDF, 2, II, T. 54, de 10 de abril de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-166, T nº 403-404. Confidencial. Herbette a Flandin. 335 ADQO, E-142, D. 555, de 24 de abril de 1936. Herbette a Flandin. A la

invitación habían acudido periodistas como Losada de ABC, Valdeiglesias de La Epoca,

Cakarasa de Siglo Futuro o Piñeroba de El Sol. El Heraldo de Madrid había hecho

pública una nota donde exponía la declinación de la invitación.

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275

propagandística nazi, que en último término buscaba despertar en la

sociedad española una actitud francófoba.

Este tipo de apreciaciones venía de largo tiempo atrás, ya que las

podemos documentar desde el año anterior. Ya en el mes de marzo de

1935, Herbette desveló un plan del Ministerio de Propaganda y de la

policía política del Reich para penetrar en países neutrales como España.336

Esta percepción debía tener una cierta credibilidad en el país galo, ya que el

mismo embajador español en París, Juan Francisco Cárdenas, se hizo eco

de una información semejante publicada en el Journée Industrielle a finales

del año 1935.337

En enero de 1936, Herbette informó del número especial del semanal

Blanco y Negro del día 26 dedicado a Alemania. En el ejemplar

colaboraban periodistas como Ramiro de Maeztu y Whitney (1875-1936),

Manuel Bueno Bengoechea (1973-1936), César González Ruano (1903-

1965), Manuel Abril (1884-1943) o Avecilla. Destacaba el artículo del

embajador español en Berlín, Francisco de Agramante y Cortijo (1880-?):

La propaganda del Reich –concluía Herbette- ha sobrepasado el

límite. Estas cosas se hacen de manera más discreta. Es evidente que

tal iniciativa –entre otras- demuestra un vigoroso esfuerzo de

publicidad en relación al cual, desgraciadamente, no se puede citar

336 ADQO, E-207, D. 340, de 6 de marzo de 1936. Herbette a Laval. Muy

confidencial. En esta ocasión, los agentes del Reich habrían ofrecido a los diarios La

Nación e Informaciones una instalación completa para su planta de impresión a cambio

de una campaña de propaganda favorable al régimen nazi. 337 AMAE, R-842-6, del 9 de octubre de 1935. Cárdenas. Referente propaganda

alemana en España.

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276

todavía ningún esfuerzo coordinado y eficaz de la publicidad

francesa. Ha llegado el momento de restablecer el equilibrio, no

imitando a los alemanes en su proceder excesivo o incorrecto, sino

haciéndolo mejor que ellos para recuperar el tiempo perdido.338

Tras la victoria frentepopulista, la prensa alemana desplegó su

potencial propagandístico al servicio de los intereses partidistas de los

perdedores. Un día tras otro, se esforzaba por mostrar a España desbocada

hacia el abismo de la revolución comunista y la guerra civil, con un

trasfondo de instigación francesa. Una España en crisis, argumentaban los

diarios alemanes, le convertía en un débil actor para jugar un papel

importante como factor de paz en el Mediterráneo, subyugándose a los

deseos franceses. Por extensión, ampliaba similar efecto al resto de

Europa.339 Ante tales acontecimientos, Herbette puso manos a la obra y en

marzo llegó a un acuerdo con la agencia Fabra para surtirla de noticias de

marcada intencionalidad francófila a cambio de 1.500 pesetas mensuales

con cargo a la embajada francesa.340

La destitución de Alcalá Zamora fue una maniobra política de la

coalición del Frente Popular para eliminar a un presidente tremendamente

incómodo. El poder que la Constitución confería al Presidente había sido

338 ADQO, E-142, T. 30, del 28 de enero de 1936. Herbette a Flandin. 339 ADQO, E-165, T. 506, de 18 de febrero de 1936 y T. 518 de 19 de febrero de

1936. François-Poncet, embajador francés en Berlín, a Flandin; ADQO, E-166, T. 321,

de 11 de marzo de 1936. Herbette a Flandin. Propaganda hitleriana en las elecciones

españolas. 340 ADQO, E-142, T. 76, del 3 de marzo de 1936. Herbette a Flandin.

Confidencial.

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277

utilizado cada vez que éste había considerado que el régimen se encontraba

en peligro. Como sustituto, Herbette apostaba por Azaña, el único político

que podía satisfacer a los republicanos de izquierda y no decepcionar a los

socialistas. Otras opciones, como la candidatura socialista “reformista” de

Besteiro, consideraba el embajador, podía desagradar más a una parte

importante de los socialistas que a los propios republicanos de derecha.

Aunque la derecha católica reprochaba al Frente Popular estar decidido a

nombrar un “presidente parcial”, los dirigentes frentepopulistas no podían

pasar por alto el efecto que un nuevo presidente produciría sobre la opinión

pública de derecha. Eran conscientes que el elegido el 10 de mayo sólo

podría agotar su mandato si era aceptado por una parte notable de la

población. Estando así las cosas y por eliminación, Azaña era la primera

opción para ambas mayorías, aunque por razones bien diferentes.

Según informó Herbette a París, para las izquierdas, la subida de

Azaña a la presidencia de la República simbolizaba la consolidación

definitiva de un régimen republicano en el que las masas obreras habían

accedido al poder. Por el contrario, para las derechas la elección de Azaña

tenía la ventaja de dejar vacante la presidencia del Gobierno. En semejante

contingencia, Herbette consideraba que entre las filas de la derecha existían

dos planteamientos diferentes. El de aquellos más reaccionarios, los que

querían alterar la Constitución y derribar la República, que preferían que el

sillón presidencial estuviera dirigido por una personalidad débil. Otros

menos rupturistas, los que todavía querían salvar los aspectos más

conservadores de la obra republicana, deseaban que la titularidad del

Ejecutivo recayera en “el más enérgico de los españoles”. Estos

reprochaban a Azaña que sus palabras no se tradujeran en realidades. En

esta línea, comenzaba a sonar el nombre del socialista Indalecio Prieto, con

un temperamento más realista y capaz de hacer reinar la legalidad. Por otro

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278

lado, el mismo partido de Azaña no se resignaba a ver a su líder encerrado

durante seis años en el Palacio Nacional; privado de él, sabían que su

formación peligraba como fuerza parlamentaria clave en el arbitraje de las

mayorías de izquierda y de derecha.341

Entre tanto, llegaron las celebraciones del 1º de mayo teñidas de los

presagios más siniestros. En una jornada festiva, socialistas y comunistas

compartieron desfile en Madrid. Herbette constató una vez más que la

conmemoración transcurrió en todo el país con mayor calma de la que

cabía esperar. El embajador no quiso terminar el informe dedicado a

analizar la jornada sin mencionar el discurso que Prieto dirigió a sus

correligionarios en Cuenca, circunscripción donde las elecciones habían

sido invalidadas y debía votarse de nuevo el día 3 de mayo. Esta

circunstancia convertía el discurso del socialista en un encendido mensaje

electoral. Sorprendentemente, Herbette no destacó en su informe las ya

conocidas palabras de Prieto al citar al general Franco como uno de los

militares más capacitados para encabezar una intentona golpista, sino que

se centró en subrayar el valiente ataque del socialista contra los excesos

revolucionarios, que no hacían más que beneficiar a los defensores del

fascismo. Estas palabras indujeron a Herbette a calificar a Prieto como un

hombre de Estado, en consonancia con las notas redactadas sobre el

político en anteriores informes.342

Finalmente, Azaña fue elegido Presidente de la República y mandó

formar Gobierno a Casares Quiroga. Prieto renunció a la propuesta de

341 ADQO, E-166, T. 542, de 22 de abril de 1936. Herbette a Flandin. Elección

presidencial. 342 ADQO, E-167, T. 586, de 2 de mayo de 1936. Herbette a Flandin. El primero

de mayo en España.

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279

Azaña para evitar un cisma en la familia socialista. Así, el Partido

Socialista Obrero Español (PSOE) no participó en el Ejecutivo, pero sí que

lo apoyó desde las Cortes. El nuevo gabinete fue muy bien recibido por el

embajador francés:

No es probable que se pueda encontrar, en el mundo político

español, otro equipo gubernamental que sea mejor dispuesto hacia

nosotros (…). Cuando sus jefes son republicanos de izquierda, es

hacia Francia que ellos se vuelven para ser guiados.

Al margen de la difícil situación económica, Herbette consideraba

que los mayores retos que se presentaban al nuevo gobierno eran apartar al

Ejército de conspiraciones, poner fin a los atentados de origen anarquista o

fascista y solucionar las diferencias entre patronos y obreros. Reconocía

que en este aspecto la derecha no había hecho mucho para resolverlas

durante los dos últimos años. Pero el mayor de los escollos que podría

encontrar el nuevo ejecutivo, insistía el embajador, era mantener su

mayoría parlamentaria apoyada en los socialistas, en cuyo próximo

congreso se esperaba la victoria abrumadora de la tendencia

largocaballerista. Con el nombramiento del nuevo gabinete, Herbette daba

por terminado el periodo de impasse abierto desde la destitución de Alcalá

Zamora.343

343 ADQO, E-167, nº 638, de 14 de mayo de 1936. Herbette a Flandin. Elección

de Azaña y formación del gabinete Casares.

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280

Mayo: el deslizamiento hacia la violencia social

La tregua dada por la festiva jornada del 1º de mayo dio paso a una

escalada de violencia e inquietantes rumores. A medida que discurría el

mes, la tensión político-social se hizo más patente. El enfrentamiento entre

patronos y asalariados desencadenó un movimiento huelguístico

generalizado. Hasta entonces, las apreciaciones más alarmistas que se

recibían en el Quai d´Orsay procedían de algunos informes redactados por

la policía francesa localizada próxima a la frontera o de la visión parcial de

los acontecimientos percibida por los puestos consulares de provincias.

Privados de una panorámica de conjunto, en ocasiones no parecían

distinguir entre realidad e intoxicación, entre lo particular y el paisaje

político general. A partir de entonces, los despachos del propio Herbette

comenzaron a teñirse de inquietantes conjeturas sobre el incierto futuro de

la República, como antes no se había producido. En estas minutas se

percibe una mayor preocupación por subrayar los discursos extremistas, el

aumento de la presencia comunista y anarco-sindicalista en la realidad

española y las posibles repercusiones que ello pudiera acarrear para las

posesiones francesas del norte de África. Sin duda, la intensa movilización

laboral de mayo agravó la desconfianza de las autoridades galas hacia el

poder republicano español.

A principios de mayo, Herbette se hizo eco, por ejemplo, de rumores

sobre el envenenamiento de niños a manos de religiosos. Este

emponzoñamiento informativo produjo varios incendios de iglesias, aunque

las fuerzas del orden intervinieron vigorosamente contra los incendiarios.

De hecho, el embajador, espectador de alguna de las quemas, señalaba que

no se sumaba la muchedumbre al espectáculo como había ocurrido en

mayo de 1931. Sin ningún género de dudas, se mostraba convencido de que

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281

“fuerzas trabajan para provocar desórdenes aunque sus orígenes y objetivos

se mantienen oscuros”.344

Desde abril, las autoridades francesas habían comenzado a prestar

menos atención a las campañas de la propaganda nazi, para centrar sus

desvelos sobre el supuesto aumento de la influencia comunista en España.

Tanto el Estado Mayor como el Ministerio del Interior galo acometieron la

elaboración de diversos informes respecto a dicho particular. Estos dossiers

caían en el terreno abonado de la tradición conservadora anticomunista del

Quai d´Orsay. El 7 de abril encontramos el primero de ellos, elaborado por

el Ministerio de Guerra y enviado a Bargeton. En él se afirmaba que Largo

Caballero, al que se calificaba como dirigente de extrema izquierda, se

hallaba definitivamente bajo la influencia de Moscú. Su poder residía en las

cuantiosas subvenciones que los soviets destinaban a las publicaciones

Diario de Madrid y Claridad, y en que bajo su mando se encontraban más

de 130.000 jóvenes socialistas y comunistas recién unificados. Se

diagnosticaba la situación como muy grave y se lanzaban los más

tenebrosos augurios revolucionarios para el día posterior a las elecciones

municipales del 12 de abril. El dossier asemejaba la situación española a la

vivida en Italia antes del avenimiento del fascismo; sólo que en España

faltaba que la derecha tuviera un líder a la manera de Mussolini para que

triunfara el pretendido cambio de régimen. Incluso, se señalaba a Azaña

como la persona que podría jugar este papel. Bien es cierto que adoptando

una fisonomía más liberal que la italiana. Por el contrario, en el mismo

documento se desmentía un asunto recurrente, la llegada del activista

revolucionario húngaro Béla Kun (1886-1938) a España.345

344 ADQO, E-167, nº 469, de 4 de mayo de 1936. Herbette a Flandin. 345 ADQO, E-166, de 7 de abril de 1936. Estado Mayor a Bargeton. Secreto.

Esta información aparece en semejantes términos en dos minutas enviadas por el

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282

A finales de abril otro informe más pertubardor, en este caso

elaborado por el Prefecto de Policía de la Haute-Garonne sobre la situación

española, llegaba al Ministerio de Asuntos Extranjeros. El informe

comenzaba con una advertencia: “Si esta información es confirmada por

los servicios secretos competentes tendrá un gran valor, ya que pondría en

cuestión nuestra situación militar en la zona francesa de Marruecos, donde

un movimiento de xenofobia, bajo la apariencia del nacionalismo, podría

ganar a la población musulmana del Norte de África”. Y seguía con un

subtítulo que comenzaba a ser habitual en la documentación que el Quai

d´Orsay manejaba sobre España: “Asunto del comunismo en España”.

Según el dossier, activistas revolucionarios como Bela Kun, Luigi

Mateuci o Celso Aparisi, respaldados por enormes medios financieros

procedentes de Moscú, serían los encargados de iniciar un movimiento

insurreccional desde las filas comunistas y anarquistas con el fin de

implantar la dictadura de los soviets en España. Algunos elementos de la

FAI que se opondrían a estos manejos, proseguía, habrían establecido

contactos con miembros de Falange Española para evitarlo. Para confirmar

esta hipótesis, el informe se apoyaba en el programa adoptado por el

Congreso de las Juventudes Socialistas de Cataluña celebrado el 19 de abril

en la Casa del Pueblo de Barcelona, al que también asistieron miembros de

la Unión de Juventudes Comunistas de Cataluña. Sus puntos fundamentales

eran la adopción del marxismo leninismo, la instauración de una República

Socialista Catalana, la alianza obrero-campesina, la prohibición de

participación de los partidos burgueses en el Gobierno, la fusión de la UGT

y la CNT y la organización de un Partido Marxista Revolucionario Único.

embajador británico Chilton a Londres el 24 y el 25 de marzo. E. Moradiellos, op. cit.

(1990), pp. 119-121.

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283

El informe continuaba señalando que la situación política era

desesperada. Rehén de un periodo de agitación creciente, el Gobierno

terminaría por abandonar el poder en manos de los socialistas dirigidos por

Largo Caballero, que bajo las órdenes de Moscú llevaría a cabo una

nacionalización de la banca, la industria, el comercio y la anulación de la

deuda del Estado español. Se pretendía disolver la Guardia Civil y la

Guardia de Asalto para crear una Guardia Roja que tomaría la

denominación de Guardia Republicana. Igualmente, se disolvería el

Ejército para crear un nuevo Ejército Rojo. Se informaba también de que en

el Marruecos español se venían produciendo manifestaciones interclasistas

e interétnicas dirigidas por el Bloque Popular de Marruecos exigiendo la

democratización del protectorado español. Lo llamativo de estas acciones

es que los españoles residentes no apoyaban estas iniciativas por

nacionalismo, sino por una “mística de justicia social”. Se añadía, por

último, un dato, cuya carga simbólica no debemos despreciar. Todas las

naciones, especialmente Gran Bretaña, seguían con atención el curso de los

acontecimientos españoles y habrían ordenado a sus agentes tenerles al

corriente del día a día. En boca de un informador español, concluía el

dossier: “se dice que se esperan los resultados de las elecciones en Francia

y si en nuestro país triunfa el Front Populaire, entrarán inmediatamente en

vigor las órdenes recibidas de Moscú”.346

Ya que el 12 de abril no había estallado la revolución en España,

ahora se retrasaba la fecha, en conjunción con los resultados electorales

franceses. Deberíamos preguntarnos quién era el inductor intelectual de

estos dossiers, pero es fácil reconocer que el clima que se recreaba

346 ADQO, E-167, de 11 de mayo de 1936. Informe fechado el 28 de abril del

Prefecto de Policía de la Haute-Garonne al ministerio de Asuntos Extranjeros sobre la

situación española.

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284

coincidía con lo que algunos analistas británicos identificaban desde tiempo

atrás con el paradigma Kérenski en la que se encontraba España. Este

esquema interpretativo, periodo de la crisis rusa de 1917 cuando Kérenski

presidió un gobierno liberal-burgués hasta su derrocamiento por los

bolcheviques, era un lugar común de los analistas diplomáticos de

entreguerras para referirse a situaciones en que un gobierno de izquierdas

podía ser desbordado por un movimiento revolucionario.347 Pareciera que el

abismo al que se precipitaba España, estaba presente más en las mentes de

los analistas extranjeros que en la propia existencia cotidiana de los

españoles; una especie de prevención antirrevolucionaria que a base de

repetirse en los papeles podría materializarse en la realidad.

La correspondencia que recibía el Quai d´Orsay sobre la situación

española desde Lisboa difería también de las impresiones enviadas por

Herbette hasta ese momento. El embajador Ame Leroy escribía el 1 de

mayo que Herbette no quería hablar de anarquía, pero esa era la realidad de

la situación española: incendios, pillaje y asesinatos.348

Por fin, fueron apareciendo en la escena política española

declaraciones públicas de destacados políticos que llenaron de contenido

las descripciones anteriores. Sin duda, las palabras pronunciadas por Largo

Caballero, “el Lenin español”, el 11 de mayo parecían dar la razón a los

análisis ofrecidos por la maquinaria burocrática gala. Herbette las

calificaba como “declaraciones categóricas que podrán tener repercusión

sobre el próximo futuro del partido socialista y de toda la situación interior

de España”. El dirigente socialista reivindicó públicamente en esta ocasión

347 E. Moradiellos, op. cit. (1990), pp. 70, 117; A. Viñas, La soledad de la

República, Barcelona, Crítica, 2006, pp. 451-452. 348 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 60.

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285

la independencia de las organizaciones socialistas de los partidos

republicanos de izquierda, que por otro lado, no debemos olvidar, eran sus

aliados en el Frente Popular: “la representación parlamentaria que poseen,

la han obtenido al precio de nuestra sangre y sacrificio” manifestó el

político socialista. Además, reclamó la unificación de los partidos

proletarios “con un control y una disciplina férrea, militarista si queréis”, y

negó que el desarrollo económico y social del país fuera posible bajo el

reino del capitalismo. El socialismo, proseguía Largo Caballero, no se

establecería sin recurrir a la violencia. Evidentemente, estas declaraciones

coincidían con el esquema diagnosticado por Londres un mes y medio

antes.

Herbette aprovechó el mismo informe para ofrecer sus reflexiones

sobre la imposibilidad de una unión de socialistas y comunistas con los

anarquistas. Para él, el anarquismo español era una doctrina individualista,

no colectivista, libertaria y no disciplinada. Sus líderes eran pensadores

solitarios que elaboraban una suerte de filosofía aristocrática que nunca

podría ser compartida con la multitud. Y concluía:

El anarcosindicalismo español puede engendrar poetas líricos,

agentes provocadores, jefes enérgicos, saboteadores, mártires y

asesinos. Pero no puede producir, ni contribuir a producir un régimen

fundado en la subordinación del pueblo al Estado, lo que es el

principio de cualquier régimen colectivista. En consecuencia, la

alianza con la que sueña el Sr. Largo Caballero puede ser explosiva,

pero no puede hacer andar un motor de explosión.349

349 ADQO, E-167, nº 626, de 12 de mayo de 1936. Herbette a Flandin.

Declaraciones de Largo Caballero. Es sorprendente descubrir como todo este tipo de

reflexiones se localizan en la correspondencia diplomática británica con diez o quince

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286

La supuesta inestabilidad española debía estar presente, como hemos

visto, en los mentideros de las cancillerías europeas, donde al parecer ya se

elaboraban las estrategias a desarrollar en caso de que el deterioro de la

realidad española pudiera desembocar en un conflicto civil. A finales de

mayo, el embajador francés en Lisboa Ame-Leroy, dirigió un telegrama

secreto a su ministro de Negocios Extranjeros informando de una reunión a

tres bandas en las proximidades de Lisboa. En esta cita secreta habrían

compartido confidencias un agente del gobierno británico, un enviado de

un partido conservador español y el mismísimo dictador Oliveira Salazar.

Los tres interlocutores se mostraron de acuerdo en que un eventual

conflicto español produciría un movimiento comunista en las provincias

limítrofes con la frontera portuguesa. El gobierno de Lisboa debía tomar

inmediatamente medidas especiales de seguridad y no descartaba una

intervención armada si la situación lo exigía. A este efecto, el delegado

español habría ofrecido el concurso financiero de su partido, y el británico

surtir material bélico en unas condiciones de pago muy especiales. El

embajador reconocía que no podía verificar la autenticidad de esta reunión,

pero si afirmaba que la cuestión se hallaba en el primer plano de las

preocupaciones del dictador.350

días de antelación, como nos ha mostrado el profesor E. Moradiellos, op. cit. (1990), p.

123. 350 ADQO, E-167, nº 83-85, de 27 de mayo de 1936. Ame-Leroy, embajador

francés en Lisboa, a Flandin. Secreto. La incertidumbre del dictador Oliveira Salazar

sobre la evolución de los acontecimientos españoles y las relaciones luso-británicas

sobre el particular están estudiadas en C. Oliveira, Salazar e a Guerra Civil de Espanha,

Lisboa, O Jornal, 1987, pp. 123-126 y en Carlos Estorninho, Amizade e Alianza entre

Portugal e a Grande-Bretanha, Lisboa, Portugália Editora, 1957, p. 33. Debemos añadir

a este respecto H. de la Torre, op. cit., (1998).

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287

El 31 de mayo, Herbette sí mostró ya un panorama más desolador.

Sus cónsules en Andalucía informaron de la situación anárquica que se

vivía en la región y del peligro de contagio a otras regiones. Los

enfrentamientos mortales entre Guardia Civil y campesinos y los atentados

con bombas contra los que no secundaban las huelgas en Madrid ocupaban

las portadas de los periódicos. El Gobierno se defendía atribuyendo la

autoría de esta violenta campaña a organizaciones de extrema derecha.

Ante esta agitación revolucionaria, los sindicatos socialistas habían

prohibido a sus afiliados secundar ninguna huelga general sin recibir la

orden expresa de sus dirigentes. Rumores de crisis de Gobierno para dar

entrada en el Ejecutivo a miembros socialistas recorrían la capital. Herbette

avanzaba las claves causantes de esta inestabilidad político-social:

Aparte de causas bien conocidas que tienen que ver con el estado

económico de España, con su temperamento nacional, con sus

tradiciones anarquistas, etc…, la situación de hoy es debida a dos

factores: de entrada la política del “cuanto peor, mejor” que practican

los adversarios del régimen, de acuerdo con ciertos intereses

extranjeros, después y, sobre todo, la insuficiencia flagrante del

mecanismo gubernamental y administrativo.

Falta a un tiempo un cuadro de funcionarios adaptados a la nueva

tarea y una organización política capaz de disciplinar a las masas.

Sin estos instrumentos indispensables, el Gobierno está a merced de

sus enemigos equipados para la violencia y el Estado está amenazado

de disolución.

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288

Es de esperar que esta enseñanza sea comprendida al tiempo por

todos los dirigentes del frente popular [sic] español, pero también

merece ser meditada en otra parte.351

Junio-Julio: rumores de sedición

La conspiración militar fue conocida, alentada y financiada por

sectores políticos conservadores y de derechas. Juan March, por ejemplo,

depositó 500.000 pesetas en un banco extranjero a disposición del general

Franco y otra cantidad similar para Mola. Gil Robles confió también a

Mola 500.000 pesetas de la caja electoral de Acción Popular. A pesar de

ello, los militares no permitieron que ningún civil tuviera capacidad

decisoria en la organización de la sublevación. La operación

antirrepublicana revistió un carácter específicamente militar. Se

conformaría como la suma de tres fuerzas. Por un lado, los jefes y oficiales

integrados en la Unión Militar Española, agrupación corporativa y

nacionalista secreta y clandestina que agrupaba a un gran número de

oficiales. Por el otro, la Junta de Generales de Madrid y la rebelión

organizada por Emilio Mola, bajo el pseudónimo de El Director. Las

fuerzas armadas no serían instrumento de determinados partidos políticos o

grupos de presión, sino que asumirían la destrucción de la República

frentepopulista con criterio esencialmente corporativo.352

Con la llegada del verano, la embajada y los consulados franceses

recibieron una creciente cantidad de correspondencia demandando

información sobre la peligrosidad de atravesar España. El 10 de junio,

351 ADQO, E-167, T. nº 589-591, de 30 de mayo de 1936. Herbette. 352 J. Gil Pecharromán, op. cit. (1995), pp. 265-269.

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289

Herbette confirmó que no existía ningún peligro particular para los

extranjeros; no obstante, prefería definir un itinerario para los viajeros

franceses desde Irún a Algeciras, el cual se haría vigilar especialmente por

la policía española.353

El 5 de junio, Herbette informó de un hecho que toma importancia

destacada a la luz de los acontecimientos posteriores. El Director General

de Seguridad se había desplazado por sorpresa a Pamplona acompañado

por destacamentos de guardias de asalto procedentes de las provincias

vecinas. El motivo declarado había sido organizar más eficazmente la

vigilancia de la frontera. Aunque a nadie se le escapaba que las autoridades

españolas tomaban precauciones contra la importación clandestina de

armas, el embajador francés apuntó como causa de tal operación el temor a

una sedición militar organizada desde Navarra, comandada por el general

Mola, al que los rumores señalaban como conspirador contra el

Gobierno.354

Al día siguiente, Herbette fue recibido por el ministro de Estado,

Augusto Barcia. El ministro no negó la existencia de contrabando de armas

en la frontera franco-española. El dato nuevo que aportó fue que este tipo

de movimientos presentaba una gran analogía con otros detectados en el

resto de los países de la Europa democrática, Francia incluida. Barcia veía

tras estos hechos la influencia de las fuerzas de derecha y las intrigas

extranjeras, más que un doble juego de los comunistas. Sobre el general

Mola, aunque confesó que iba a ser trasferido de guarnición, no le hacía

responsable de ningún movimiento sedicioso. En palabras del ministro:

353 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 60. 354 ADQO, E-167, T. nº 615, de 5 de junio de 1936. Herbette.

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290

El ejército considera al gobierno actual como la mejor protección

posible del orden público y no intervendrá a no ser que este gobierno

sea desbordado por un movimiento revolucionario. Es más, la gran

mayoría de los rumores que circulan en España sobre presuntos

golpes de fuerza de extrema derecha o de extrema izquierda son

únicamente el resultado del miedo que cada uno de estos dos

partidos extremistas experimentan en presencia del otro.355

Apenas un mes más tarde se volvieron a reunir. El ministro volvió a

rechazar la posibilidad de un golpe militar, aunque no ocultó su

preocupación por el ascenso del fascismo entre los partidos de derecha. En

esta ocasión hizo responsables de la agitación a los socialistas de izquierda

y a los comunistas, que buscaban obstaculizar la obra renovadora del

Gobierno. Admitió que podría parecer que el Ejecutivo era prisionero de

los comunistas. Por eso, el ministro se mostraba contrario a la entrada en el

Gabinete de los socialistas y rechazaba el planteamiento de los

“caballeristas” que defendían que todo el poder terminaría en sus manos.

Ni el mismo Prieto, con quien mantenía una estrecha amistad, compartía

esta premisa.356

Dos días después, el 10 de julio, Herbette se reunió con Azaña, en la

que podemos considerar como la última entrevista del Presidente de la

República de la que tenemos constancia escrita antes del levantamiento

militar del 17 de julio, y por ende la última ocasión en la que podemos

analizar sus opiniones respecto a la realidad que le rodeaba. Sobre el

355 DDF, 2, II, T. 279, de 6 de junio de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-167, 625-626, de 6 de junio de 1936. 356 ADQO, E-167, T. nº 759, de 8 de julio de 1936. Herbette.

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291

ascenso del fascismo en España, Azaña no se mostró especialmente

preocupado:

El desarrollo del “fascismo” no se le escapa, pero tampoco se

confunde: no es, en su opinión, más que una reacción de miedo que

empuja a algunas clases sociales a buscar cualquier refugio contra lo

que amenaza sus intereses. “Hace 100 años los que hoy se llaman

fascistas eran llamados blancos”. Ninguna concepción política

positiva se esconde bajo esta etiqueta fascista. En particular, los

supuestos fascistas españoles no se imaginan lo que es el fascismo

italiano. “Si por mi fuera, añadió riéndose el Sr. Azaña, dejaría que

el mismo Sr. Mussolini gobernara España durante ocho días. No

haría falta más para que nuestros fascistas tuvieran suficiente, con los

impuestos y las exigencias de toda clase que les agobiarían del

régimen mussoliniano.

Más alerta y molesto se exhibió frente al movimiento insurreccional

anarquista, al que no dudó en calificar como el principal peligro al que se

enfrentaba la República:

Está consternado como todo el mundo por el rumbo que ha tomado

en Madrid la Confederación Nacional del Trabajo. En su opinión, las

causas son complejas. No está lejos de creer que los mismos patrones

han contribuido a animar a su personal a afiliarse a los sindicatos

anarquistas más que a los socialistas. En todo caso, juzga que el

desarrollo del anarquismo entre los obreros de Madrid “resulta de la

guerra que se ha hecho a la Unión General de Trabajadores”, es decir

a las organizaciones obreras socialistas. No tiene esperanza en la

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292

posibilidad de calmar a los anarquistas por la persuasión. El

anarquismo es “un cáncer que es necesario extirpar” –añadió-.

Finalmente, se lamentó de las negativas repercusiones que podría

acarrear a la mayoría de izquierda la guerra intestina que vivía el

socialismo español:

El Presidente de la República no desconocía la ventaja de que

Francia se encuentre gobernada por un gabinete dónde figuran

socialistas y, sobre todo, socialistas sobre los que tiene una gran

opinión. Pero la misma fórmula no es aplicable a España en tanto

que la unidad no existe (por el momento) en el partido socialista

español. En honor a la verdad, la tendencia personificada por el Sr.

Indalecio Prieto parece ganar terreno pero es lamentable que el

congreso nacional dónde estas discrepancias podrían ser arregladas

definitivamente no se reúna antes de octubre. “Para qué esos cuatro

meses de impasse” –concluyó-.357

A mediados del mes de julio, la agitación anarquista se

incrementaba. Un miembro del Gabinete confesó a Herbette que su causa

era la financiación que recibía la CNT de la derecha. No era la primera vez

que se componía esta relación contranatura. El confidente confió al

embajador que la insurrección anarquista de diciembre de 1933 fue frenada

por el ejecutivo de Martínez Barrio financiando a los jefes anarquistas. En

octubre de 1934, el Gobierno de Lerroux habría hecho lo mismo.

357 DDF, 2, II, T. 423, de 10 de julio de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-167, 767-773. Herbette. Secreto. El subrayado es del propio

Herbette.

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293

Estas confidencias no debieron parecerle muy estrafalarias al

embajador cuando reflexionaba sobre si al gobierno español no le

interesaba investigar si las sumas de dinero que pretendidamente

financiaban la agitación anarquista no procedían del extranjero. Unas

sumas que podrían tener el objetivo de extender la anarquía en España y

Marruecos, con las desastrosas consecuencias que acarrearía para Francia;

o bien, intentar instalar en España un gobierno fascista. En cualquiera de

los casos posibles, Herbette recomendó a sus superiores vigilar el paso de

capitales por la frontera, especialmente de “corruptores conocidos como

Juan March”.358

La dinámica violenta alcanzó su punto culminante el 13 de julio. Ese

día, Herbette informó a París de los asesinatos del teniente socialista de la

Guardia de Asalto, José del Castillo, el día anterior, y de la respuesta

sangrienta sufrida en la persona del jefe monárquico José Calvo Sotelo

durante la madrugada. El primero había sido “condenado a muerte”, según

el relato de Herbette, por el movimiento fascista debido a la resistencia

armada que habían ofrecido sus fuerzas en la manifestación de corte

reaccionaria celebrada el 16 de abril anterior. En venganza, como admitió

el mismo Ejecutivo, varios guardias de asalto se habían personado en el

domicilio del líder monárquico para arrestarlo. José Calvo Sotelo nunca

llegó a las dependencias policiales y apareció muerto por disparos y arma

blanca a la mañana siguiente en el cementerio del Este de la capital. La

reacción de condena de ambos asesinatos por parte del Gabinete no se hizo

esperar, anunciando la designación de dos jueces de instrucción especiales

y la toma de medidas urgentes. Inmediatamente se detuvo a más de una

358 ADQO, E-167, T. nº 790-793, de 13 de julio de 1936. Herbette.

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294

quincena de sospechosos de haber tomado parte en el crimen de Calvo

Sotelo.

El país quedó sobrecogido por el doble crimen. En los días

posteriores la situación se deterioró a cada minuto. La huelga de la

construcción de Madrid continuaba.359 La conmoción en los medios

políticos era intensa. Rumores de una crisis ministerial encaminada a dotar

al Gobierno de una mayor autoridad se extendían. Filtraciones de las

fuerzas del orden opuestas al régimen se sucedían con el objetivo de

ahondar en la demostración de la debilidad y la incapacidad del Ejecutivo.

Y, por fin, la situación militar era más confusa que nunca.360 La percepción

de que el Gobierno se encontraba en la mencionada fase Kérenski a merced

de un proletariado lanzado a la revolución social fue apuntalada por las

declaraciones que Largo Caballero realizó aquella semana en el congreso

de la Federación Sindical Internacional celebrado en Londres:

Deseamos ayudar al gobierno en la realización de su programa; le

pusimos donde está sacrificando nuestra sangre y libertad; no

creemos que triunfe; y cuando fracase nosotros le sustituiremos y

entonces será nuestro programa y no el suyo el que se lleve a cabo.

(…) Sin nosotros no habría republicanos, nosotros somos la fuerza y

359 F. Sánchez Pérez, “Un laboratorio de huelgas: el Madrid del Frente Popular

(mayo-julio de 1936)” en M.-C. Chaput (ed.), op cit. (2008), pp. 155-172. La oleada de

huelgas de Madrid de mayo-julio llegó a afectar en sus momentos más álgidos durante

el mes de junio a más de 100.000 obreros de la capital. Pero especial incidencia tuvo la

huelga general de la construcción, iniciada el 1 de junio, que afectó a más de 80.000

trabajadores, y que se encontraba sin resolver el 18 de julio. 360 ADQO, E-167, T. nº 790-793, de 13 de julio de 1936 y T. nº 805, de 14 de

julio de 1936. Herbette.

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295

si nosotros retiramos nuestro apoyo a los republicanos, tendrán que

marcharse.

Un editorial del The Times del 9 de julio opinaba que al menos en

España, y a pesar de la política oficial soviética, la Komintern fomentaba

una revolución social. Este esquema compositivo de la realidad española

era el aceptado, sin duda, en el seno de la mayoría de las cancillerías de las

democracias occidentales a pocos días de estallar el conflicto civil.361

El 14 de julio, Castillo y Calvo Sotelo fueron enterrados en una

atmósfera de turbación general y con el intercambio de algún disparo. El

asesinato de Calvo Sotelo se atribuyó al Gobierno, y ello aceleró decisiones

entre los conspiradores, aunque no fuese la causa directa de un movimiento

militar planeado en los meses anteriores. El carlismo aceptó apoyar la

sublevación y algunos militares que estaban indecisos tomaron partido por

la conspiración encabezada por Mola. Tal fue el caso del general Francisco

Franco.362

361 Artículos de los diarios News Chronicle del 9 de julio, The Morning Post del

13 de julio y The Times del 9 y 14 de julio recogidos en E. Moradiellos, op. cit. (1990),

p. 132. 362 J. Gil Pecharromán, op. cit. (1995), p. 268. Goicoechea prometió en la

oración fúnebre del entierro de Calvo Sotelo vengar la muerte del político y salvar

España, en lo que se entendió como declaración de guerra. El día 15, el católico Gil

Robles en la reunión de la Diputación Permanente de las Cortes acusó a los diputados

frentepopulistas de que “la sangre del señor Calvo Sotelo está sobre vosotros” y de

“hacer una política de persecución, de exterminio y de violencia de todo lo que

signifique derechas”. El conde de Vallellano calificó el asesinato como “crimen de

Estado”.

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296

El 17 de julio, la guarnición de Melilla prendió la mecha de la

sublevación. A lo largo del día, otras guarniciones del Protectorado fueron

sumándose al movimiento. Herbette acababa de llegar a su residencia de

vacaciones en San Sebastián para disfrutar del largo estío español en

compañía del resto de las representaciones diplomáticas extranjeras

instaladas en España. A las 16.15, Herbette envió a París el siguiente

telegrama confidencial:

En realidad reina una inquietud (sorda) que no está motivada por la

perspectiva de tal o cual escaramuza parlamentaria, sino más bien

por el sentimiento general de que las circunstancias actuales son

favorables para un golpe de fuerza contra el régimen mismo. (…)

Tampoco los rumores de sedición militar no cesan de propagarse.

Parece que en Madrid, durante la noche, las milicias socialistas

toman frecuentemente precauciones.363

363 DDF, 2, II, T. 467, de 17 de julio de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-167, T. nºs 822-824. Herbette. Confidencial.

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299

SEGUNDA PARTE

DE LA INSURRECCIÓN MILITAR A LA QUIEBRA

DE LA EXPECTATIVA DE UNA GUERRA BREVE

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300

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Capítulo 1

La reacción de Francia ante

una guerra cercana e inesperada

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302

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303

1. Un golpe militar devenido en guerra civil

El levantamiento militar iniciado el 17 de julio de 1936 en

Marruecos se propagó de inmediato al resto de guarniciones implicadas en

la conspiración. Los sublevados, tras pocos días, habían conseguido

controlar los restos coloniales españoles, una amplia zona centro occidental

de la Península (Navarra, Castilla, León y Galicia), un núcleo andaluz en

torno a Sevilla, y las Islas Canarias y Baleares (excepto Menorca). El resto

de la geografía española se mantuvo fiel al Gobierno legalmente

constituido. Dicho de otro modo, el gobierno de Madrid controlaba el

territorio más poblado e industrializado, pero de menores posibilidades

agrícolas. Por su parte, los insurgentes controlaban zonas con grandes

recursos agrarios y ganaderos y las minas de pirita de Huelva y de hierro

marroquíes. 364

364 Para entender los diversos aspectos del conflicto merece la pena consultar M.

Tuñón de Lara, La guerra civil española. 50 años después, Barcelona, Labor, 1985, en

la que también se encuentran destacados trabajos de los profesores J. Aróstegui, A.

Viñas, J.M. Bricall y G. Cardona. Como permanente obra de consulta destaca el clásico

estudio de H. Thomas, La guerra civil española, Barcelona, Grijalbo, 1976. Sobre el

paso del Estrecho véase los trabajos de M. Alpert, La guerra civil española en el mar,

Madrid, Siglo XXI, 1987; en la perspectiva historiográfica franquista J. Arrarás,

Historia de la Cruzada española, Madrid, Ediciones Españolas, 1939-1943.

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304

En el orden financiero, el ejecutivo republicano siguió atesorando las

reservas de oro del Banco de España, en tanto que los sublevados sólo

disponían del recurso a la exportación para obtener divisas capaces de

proporcionar armas del exterior.365 En el aspecto militar, las fuerzas

insurgentes contaban con el bien preparado ejército de Marruecos, buena

parte del generalato y las cuatro quintas partes de la oficialidad. De esta

manera, la defensa de la República quedó en manos de las milicias

populares (difíciles de dirigir por los pocos mandos leales) y la mayor parte

de la testimonial fuerza aérea y la casi totalidad de la flota, en la que la

marinería se había amotinado con éxito contra los oficiales rebeldes.

En suma, el fracaso del golpe de Estado (o el triunfo de un golpe

fraccional) abrió la vía para convertir la sublevación en una verdadera

guerra civil. El derrumbamiento del aparato estatal en la zona republicana

creó las condiciones para el desencadenamiento de un proceso

revolucionario en retaguardia. Así se crearon múltiples juntas y comités

ligados a sindicatos y partidos de izquierda que en ocasiones mostraban una

nula relación con el Gobierno. A pesar de esta amenaza revolucionaria, al

Ejecutivo no le quedó más remedio que colaborar con estos nuevos

poderes. La quiebra de las funciones del Estado facilitó la represión

incontrolada del enemigo de clase, como síntoma inequívoco de la

incapacidad del Gobierno para enfrentarse a los hechos. Así, la guerra en el

frente y la revolución en retaguardia marcaron la falta de unidad de acción

de los múltiples poderes antifascistas que lastró la defensa de la República.

Hasta el nuevo gobierno de septiembre de 1936 presidido por Francisco

365 En cuanto a la inicial financiación del conflicto no debemos escatimar la

revisión del reputado estudio de A. Viñas, Guerra, dinero y dictadura: ayuda fascista y

autarquía en la España de Franco, Barcelona, Crítica, 1984 y op. cit. (2006).

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305

Largo Caballero, casi dos meses después de iniciado el conflicto, no se

pudo constituir un frente gubernamental que tratara de frenar la revolución

y mostrara síntomas evidentes de poder hacer frente al enemigo.

En la zona sublevada el poder quedó en manos de la institución

corporativa militar alzada en armas según la declaración de estado de

guerra, produciéndose una militarización de los espacios sociales,

económicos y gubernamentales como se había previsto en la conspiración.

La muerte del general José Sanjurjo en accidente aéreo el 20 de julio

descabezó la dirección del movimiento y acentuó su indefinición política,

disputada entre alfonsinos, carlistas y republicanos conservadores. El

objetivo común de establecer una dictadura militar más o menos transitoria,

pasaba por el desarrollo de una contrarrevolución preventiva de todos los

elementos que se opusieran al pronto nominado Movimiento Nacional.

Tres días después de la muerte de Sanjurjo, el 23 de julio se

constituyó en Burgos la Junta de Defensa Nacional,366 integrada por los

elementos más destacados del generalato sublevado y presidida por Miguel

Cabanellas Ferrer (1872-1938) en su condición de jefe más antiguo. Este

organismo, marginado de la dirección de las operaciones bélicas, que

siguió en manos de Franco, Mola y Queipo de Llano en cada una de sus

zonas, pretendía mantener el funcionamiento de un aparato estatal ya

militarizado, en función de una expectativa de guerra breve. La Junta

también cumplía un papel político de cara al exterior, representando al

gobierno alternativo al republicano. Con este fin se creó el 30 de julio el

Gabinete Diplomático, dirigido por José Yanguas y Messía (1890-1974),

encargado de entablar relaciones oficiales con otros estados.

366 J. Tusell “La Junta de Defensa de Burgos”, Historia 16. La guerra civil, nº 6,

Madrid, 1986, pp. 56-65.

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306

Ninguna de las fuerzas políticas derechistas que colaboraron en la

sublevación puso en duda el dominio absoluto de los militares, dejando a

disposición de éstos las milicias preparadas en el seno de sus

organizaciones. La urgencia bélica exigía esta subordinación. De igual

modo la Iglesia Católica jugó un destacado papel legitimador sacralizando

el Alzamiento como cruzada religiosa y patriótica, constituyéndose, junto

con el Ejército, en la fuerza social más destacada en la conformación de las

nuevas estructuras estatales que nacían en la España rebelde.367

En definitiva, como al inicio de la guerra se produjo un cierto

equilibrio militar, desnivelado a favor de los sublevados por la mayor

preparación militar del Ejército de Marruecos, este estancamiento planteó a

ambos bandos la necesidad de recurrir a la ayuda exterior, ya que en la

España de 1936 no existían medios militares suficientes para mantener un

esfuerzo bélico continuado. El 19 de julio mientras el nuevo Jefe de

Gobierno republicano, José Giral Pereira (1879-1962), solicitaba aviones y

armas a Francia, el general Franco, al mando de las tropas marroquíes,

enviaba emisarios a entrevistarse con Mussolini y Hitler con la imperiosa y

urgente misión de conseguir aviones de transporte para posibilitar el paso

del Estrecho a sus tropas. La internacionalización de la Guerra Civil

española, a pocos días de su inicio, se había convertido en un hecho que

alteraría aún más las relaciones entre las cancillerías europeas.

367 El rol jugado por la Iglesia en la contienda española se trata en profundidad

en J.J. Ruiz Rico, El papel político de la Iglesia Católica en la España de Franco,

Madrid, Tecnos, 1977; J. A. Tello, Ideología y política. La Iglesia católica española,

1936-1959, Zaragoza, Pórtico, 1984. Una revisión más actual del asunto en H. Raguer,

La pólvora y el incienso. La Iglesia y la Guerra Civil, Barcelona, Península, 2001.

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307

2. La batalla española librada en Francia: sabotaje y parálisis en la

embajada republicana

Tras la proclamación de la República el 14 de abril de 1931, el nuevo

régimen encontró un cuerpo diplomático sustancialmente ajeno a los

nuevos presupuestos políticos dominantes. El reclutamiento endogámico de

este cuerpo de funcionarios, en buena parte procedente de familias

aristocráticas, suponía un factor de dificultad importante para el

entendimiento con los nuevos dirigentes del país. De hecho, nada más

proclamada la República, se produjeron varios casos de dimisiones de

diplomáticos desafectos.

El intento más destacado para garantizar la lealtad del personal

diplomático al nuevo régimen fue el proyecto de Ley presentado por el

ministro de Estado, Luis de Zulueta, a finales de agosto de 1932, al socaire

de la euforia republicana que se produjo tras el fracaso de la intentona

golpista del general Sanjurjo. Este proyecto se convirtió en ley el 6 de

septiembre del mismo año. A pesar del esfuerzo estatal por crear un cuerpo

diplomático comprometido con el régimen, al final del quinquenio

republicano éste no había alterado de manera esencial su fisonomía.

El fracasado golpe de Estado del 17 de julio de 1936 fracturó la

Carrera Diplomática española. El gobierno republicano publicó la orden

circular nº 23 de 24 de julio de 1936 por la que se requería la adhesión de

los miembros del Cuerpo Diplomático y Consular al régimen republicano.

En los días posteriores, las dependencias del Ministerio de Estado

establecidas en el palacio de Santa Cruz de Madrid recibieron 187

telegramas, de las cuales 128 ofrecieron adhesiones y 59 presentaron

dimisiones. Sin embargo, el 21 de agosto el gobierno republicano decretó la

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308

disolución de la Carrera Diplomática acuciado por el rosario de dimisiones

posteriores a la circular nº 23. Apenas dos semanas más tarde, el 4 de

septiembre, con la constitución del Gobierno formado por Francisco Largo

Caballero, la nómina de dimisiones aumentó en 78 casos más. En conjunto,

poco más del 20% del personal diplomático español permaneció fiel a la

República,368 dándose la circunstancia de que en la mayoría de los casos,

los dimitidos o cesados por el Gobierno se convirtieron en agentes

oficiosos de los insurgentes allí donde habían desarrollado hasta entonces

su labor.

Por su parte, nada más iniciada la guerra, los mandos militares

sublevados dictaron la Orden de 30 de julio que creaba el Gabinete

Diplomático. Y, encumbrado a la Jefatura del Estado el general Francisco

Franco por la Ley del 1 de octubre, se creó la Secretaría de Relaciones

Internacionales. Pero la organización de la Carrera Diplomática franquista

no se inició realmente hasta la promulgación del Decreto-Ley de 11 de

enero de 1937. Muy poco después, el 29 de enero, se puso en

funcionamiento la Comisión Depuradora encargada de examinar el

comportamiento del personal diplomático al inicio del levantamiento

militar. El Decreto-Ley de 21 de enero de 1938 creó un Tribunal

Seleccionador del personal del Cuerpo Diplomático que procedió a la

revisión de los fallos emitidos por la Comisión Depuradora antes citada. El

resultado de esta comisión estableció que 62 diplomáticos fueran separados

del servicio, y de los aceptados, la mayoría fueran declarados en situación

de “disponibles” con pérdida de puestos en el escalafón de su categoría

correspondiente.

368 M. Casanova. La diplomacia española durante la Guerra Civil, Madrid,

Ministerio de Asuntos Exteriores, 1996, p. 31.

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309

La legación española en París369 jugaba un papel fundamental en el

entramado diplomático republicano. La singularidad de la representación

de la capital francesa estribaba en que canalizaba buena parte de las

actividades y comunicaciones de otras legaciones europeas con origen o

destino en Madrid. Iniciada la guerra, esta estructura del servicio

diplomático adquirió una relevancia vital considerando que en París se

instaló la Comisión Gubernamental de Compra de Armas, encargada de

centralizar la mayor parte de los intentos de adquisición de material bélico

por parte del bando republicano.

Los sucesos que siguieron al inicio de la sublevación en la embajada

parisina fueron un buen ejemplo de lo sucedido en otras representaciones

diplomáticas españolas. La capital francesa acogía a buena parte de los

monárquicos y antirrepublicanos españoles que residían fuera del país. El

comienzo de la insurrección puso en movimiento a estos círculos, que, sin

duda, habían participado, de una u otra manera, en la organización de la

conspiración. A diferencia de lo sucedido en Londres, en París no se

constituyó una Junta Nacional que se arrogara la representación oficiosa de

los insurgentes, sino que esta tarea recayó en la figura de José María

Quiñones de León,370 antiguo embajador de Alfonso XIII en la capital gala,

369 I. Monje Gil, “La embajada de España en París y el inicio de la Guerra

Civil”, Actas del Congreso Internacional La Guerra Civil Española, 1936-1939, (27-29

de noviembre de 2006), Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales,

2008. 370 Quiñones de León fue en los meses posteriores al levantamiento militar, junto

al conde de los Andes, el principal organizador del Servicio de Información de la

Frontera del Nordeste de España (SIFNE) con sede, inicialmente, en el Gran Hotel de

Biarritz. Parece ser que la organización de este servicio fue un encargo personal del

general Mola, según F. Luengo Teixidor, op. cit. (1996), p. 25. Otros autores, como M.

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310

que ya antes del levantamiento militar había coordinado los servicios de

información de los conspiradores en el país vecino. Los años de servicio

pasados en la ciudad parisina habían proporcionado al antiguo embajador

una amplia red de contactos con políticos, diplomáticos, periodistas y

militares, que le permitían estar al día de los acontecimientos que se

desarrollaban en la convulsa Europa de los años treinta. Instalado en el

lujoso hotel Meurice, en la rue Rivoli, frente al museo del Louvre, su

renuncia al cargo en 1931 no había supuesto una merma en estas

relaciones. Junto a Quiñones de León trabajaron desde primera hora

Federico Díez Isasi (1902-?),371 que ejerció las funciones de enlace entre

Quiñones de León y el personal reclutado en la embajada para la causa

insurgente. También formaba parte del grupo el corresponsal del diario

monárquico ABC Mariano Daranas Romero (1898-1994), José Manuel

Carvajal y Pinto Leite, 2º conde de Jimenez de Molina, el ingeniero

Augusto Krahe Herrero, Francisco Marroquín (en funciones de secretario

del grupo conspirativo),372 Román de la Presilla Bergia (1893-1958),373

Eduardo Propper Castejón (1895-1972)374 y Carlos de la Huerta Avial

Casanova, op. cit. (1996), p. 104, conceden la autoría de la designación de la misión al

mismo Franco. 371 Federico Díez Isasi había sido consejero jurídico de la embajada entre 1925 y

1932 (expediente personal de Federico Díez Isasi, Archivo del Ministerio de Asuntos

Exteriores, serie Personal, legajo 343, expediente 24281, ex nunc AMAE, P-343/24281) 372 Expediente personal de Francisco Marroquín en AMAE, P-262/17346. 373 Expediente personal de Román de la Presilla Bergia en AMAE, P-267/18248.

Secretario diplomático de primera clase, que se encontraba en Madrid el 18 de julio.

Detectamos su presencia en París a las órdenes de Quiñones de León a primeros de

agosto de 1936. 374 Expediente personal de Eduardo Propper Castejón en AMAE, P-290/21857.

Secretario diplomático de tercera clase en situación de excedencia forzosa.

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311

(1881-?).375 Debemos suponer, pues, que la red de información rebelde no

surgió de manera espontánea a raíz del golpe de Estado, sino que se

organizaría de manera más sistemática tras el 18 de julio.

Juan Francisco Cárdenas,376 embajador español en París, que había

sido cesado el 15 de julio, continuaba en su puesto a la espera de ser

reemplazado por su sucesor, Álvaro de Albornoz (1879-1954). La poca

confianza que inspiraba el cesante en Madrid quedó patente con la llamada

que Indalecio Prieto, titular de Hacienda, realizó el 20 de julio al domicilio

en Ginebra de Pablo de Azcárate, representante español ante la Sociedad de

Naciones, donde se encontraba el político socialista Fernando de los Ríos

pasando unos días de vacaciones. Prieto le requirió para que se hiciera

cargo de la embajada hasta la llegada del nuevo embajador y encabezara la

improvisada Comisión Gubernamental de Compra de Armas antes

citada.377 No obstante, Cárdenas trasladó al gobierno francés la petición de

armas hecha por el nuevo presidente de Gobierno, José Giral, en el

absoluto convencimiento de que la demanda española no sería atendida.

375 Expediente personal de Carlos de la Huerta Avial en AMAE, P-294/21904. 376 El expediente personal de Juan Francisco Cárdenas, AMAE, P-251/14865, se

encuentra desaparecido de los archivos del ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid. 377 P. de Azcárate. Mi embajada en Londres durante la guerra civil española,

Barcelona, Ariel, 1977, p. 21. H. Thomas y F. Paéz-Camino sitúan esta llamada el día

21 de julio. Según el testimonio del secretario de segunda clase, Luis Torres-Quevedo

(expediente personal en AMAE, P-559/36711), Fernando de los Ríos contó inicialmente

con la colaboración de Luis Jiménez de Asúa y del radical Ángel Galarza Gago (1892-

1966) en la constitución de la Comisión Gubernamental de Compra de Armas. Azcárate

afirma que a su llegada, el embajador y todo su personal habían abandonado las

instalaciones diplomáticas, hecho dudoso como veremos en el desarrollo de esta

comunicación.

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312

Para sorpresa del embajador, Blum, aceptó hacerse cargo del pedido de

armas.

Los aspectos relativos a la seguridad de la embajada estaban a cargo

de un solo agente enviado a París por la Dirección General de Seguridad,

Francisco Mata.378 Ya antes del 18 de julio había sido recibido por el

personal de la embajada, mayoritariamente de inclinación monárquica, con

manifiesta hostilidad. Además, Mata debió desarrollar su labor en unas

condiciones de suma precariedad de medios y dinero.379 Después de esta

fecha, los problemas de seguridad siguieron sin resolverse hasta la llegada

de Luis Araquistáin Quevedo (1886-1959), como nuevo embajador, en

septiembre de 1936. En palabras de Francisco Largo Caballero, presidente

del Gobierno desde el 4 de septiembre de 1936, a su correligionario Juan

Simeón Vidarte (1902-1976): “Tenemos la evidencia de que el enemigo

conoce todo lo que hablamos con la embajada de París. Ahora se lleva

Araquistáin claves nueva”.380

La primera tarea que se impuso el grupo de Quiñones de León fue

neutralizar las actividades de la embajada, especialmente aquellas

encaminadas a comprar armas en el extranjero, y para ello, necesitaba

reclutar al personal afín a la sublevación rebelde. Los agentes insurgentes

inicialmente prefirieron que los reclutados permanecieran en sus puestos

para filtrar las gestiones y órdenes procedentes de Madrid, y en su caso,

sabotearlas. El edificio situado en la avenida George V, apenas a doscientos

metros de los bulliciosos Campos Elíseos, se había convertido tras el

alzamiento militar en una suerte de zoco en el se mezclaban políticos

378 Expediente personal de Francisco Mata en AMAE: P-269/18484. 379 F. Luengo Teixidor, op. cit. (1996), p. 38. 380 J. S. Vidarte. Todos fuimos culpables, Barcelona, Grijalbo, 1978, p. 485.

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313

republicanos que el levantamiento había sorprendido fuera del país, otros

venidos de España, personal diplomático, personajes de la más variada

procedencia que ofrecían toda clase de servicios y ciudadanos de diversas

nacionalidades que brindaban su auxilio generoso a la causa republicana.

Según el testimonio de Pablo de Azcárate:

(…) la embajada de España en París ofrecía un espectáculo

indescriptible, convertida en un verdadero Oriente, en el que a todas

horas del día y buena parte de la noche entraban y salían individuos

de las diversas nacionalidades y cataduras ofreciendo todo tipo de

armas, municiones y aviones.381

Su hijo Manuel (1916-1998), que acompañó a su padre en aquellas

fechas, escribió:

(…) parece un metro en hora punta en su zaguán de entrada y una

casa de locos en las oficinas y salones, donde las incesantes llamadas

de teléfono, el cúmulo de visitas y la escasez de personal obligan a

cada uno a atender tres cosas a la vez.382

En esta atmósfera de febril actividad comenzó a librarse en la

embajada parisina una batalla similar a la de otras agencias diplomáticas, a

producirse los primeros reclutamientos y los primeros sabotajes.

381 P. de Azcárate, op. cit. (1977), p 21: “En varias ocasiones me tocó vivir con

Fernando de los Ríos auténticas congojas causadas por la imposibilidad de decidir si nos

hallábamos ante ofertas serias y dignas de consideración, o ante vulgares intentos de

estafa.” 382 M. de Azcárate. Derrotas y esperanzas, Tusquets, Barcelona, 1994, p.107.

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314

Cabe afirmar que el grupo de Quiñones estuvo en contacto

confidencial desde al menos el 22 de julio, según la documentación

disponible, además de con el embajador Cárdenas, con los siguientes

funcionarios: el encargado de negocios Cristóbal del Castillo (1892-?),383

con el agregado militar Antonio Barroso Sánchez-Guerra,384 con los

secretarios de segunda clase Manuel Viturro Somoza (1904-?),385 Fernando

de Kobbe Chichilla (1894-1955),386 Eduardo Casuso Gandarillas (1903-

?),387 Jaime Agelet Garriga,388 Luis Torres-Quevedo del Hoyo (1897-?)389 y

Laureano Pérez Muñoz (1886-1970)390, con el agregado aeronáutico

Carmelo de las Morenas Alcalá391, con el agregado naval Arturo Génova

Torruella,392 con los agregados comerciales Francisco Javier Meruéndano

Hermoso (1894-?)393 y Luis Muñoz de Miguel,394 con el vicecónsul Ramón

Artero395 y con el secretario de tercera clase en el Consulado General en

París Ramón Ruíz del Árbol (1903-?).396 Todos ellos, en mayor o menor

383 AMAE, P-461/33731, RE-104/7, Asunto Castillo. 384 Expediente personal de Antonio Barroso en AMAE: P-366/25640. 385 Expediente personal de Manuel Viturro Somoza en AMAE, P-342/24245. 386 Expediente personal de Fernando de Kobbe Chichilla en AMAE, P-152/7773. 387 Expediente personal de Eduardo Casuso Gandarillas en AMAE, P-

341/24195. 388 Expediente personal de Jaime Agelet Garriga en AMAE, P-324/22811. 389 Expediente personal de Luis Torres-Quevedo del Hoyo en AMAE: P-

559/36711. 390 Expediente personal de Laureano Pérez Muñoz en AMAE, P.267/18126. 391 Expediente personal de Carmelo de las Morenas en AMAE P-307/22357. 392 Expediente personal de Arturo Génova en AMAE, P-329/22920. 393 Expediente personal de Francisco Javier Meruéndano Fermoso en AMAE, P-

344/24300. 394 Expediente personal de Luis Muñoz de Miguel en AMAE, P-330/22984. 395 Expediente personal de Ramón Artero en AMAE, P-341/24176. 396 Expediente personal de Ramón Ruiz del Árbol, AMAE P-340/24141.

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315

medida, colaboraron con la causa rebelde hasta que dimitieron o fueron

expulsados de la embajada. En contraposición, otros compañeros como el

secretario de la Comisión Gubernamental de Compra de Armas, el señor

Gracia, el secretario de segunda clase Evaristo Clemente Cavadas,397 el

Cónsul General Antonio de la Cruz Marín (1890-?),398 el cónsul en Lille y

en comisión de servicio en París Felipe García Ascot (1897-1945),399 el

inspector de policía y encargado de la seguridad de la embajada Francisco

Mata400 y el agregado aeronáutico Juan Aboal y Aboal (1893-?),401

permanecieron leales al gobierno legalmente constituido de la República.

Cárdenas, desposeído de facto de sus funciones en la embajada tras

la llegada de Fernando de los Ríos, decidió no esperar más la llegada de su

sucesor, Álvaro de Albornoz, y dimitió de su cargo, dejando como

encargado de negocios a Cristóbal del Castillo.402 A las pocas horas de la

dimisión la agencia de noticias norteamericana Internews New York lanzó

la noticia de la que se harían eco los diarios franceses:

El encargado de negocios de la embajada española, partidario del

Frente Popular, trata de atenuar el efecto de la dimisión. Sabemos de

fuente segura que Cardenas (sic) presenta su dimisión a M. Lebrun

397 Expediente personal de Evaristo Clemente Cavadas en AMAE, P.323/22766. 398 Expediente personal de Antonio de la Cruz Marín en AMAE, P-323/22781. 399 Expediente personal de Felipe García Ascot en AMAE, P-322/22765. 400 AMAE, P-269/18484. 401 Sustituto de Carmelo de las Morenas y asesor de Corpus Barga en la

Comisión Gubernamental de Compra de Armas. 402 Resulta decisivo el papel de Cárdenas para retrasar la primera compra de

armas; todos los autores lo ven así menos H. Noguères, op. cit. (1977), p. 133, donde

asegura que Blum actúo “de acuerdo con el embajador Cárdenas, cuya lealtad no tiene

falta”.

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316

(presidente de la República Francesa) a las 18 horas pero otros

funcionarios quedarán en sus puestos hasta que sean reemplazados,

sin duda la próxima semana. El encargado de negocios desmiente

oficialmente que otros miembros de la embajada hayan dimitido,

pero sabemos por otra parte que incluso el agregado militar habría

dimitido. De una fuente austriaca imposible de citar, sabemos que un

solo miembro de la embajada habría entregado su dimisión.403

Las imprecisiones que presentaba la noticia demuestran el

permanente estado de confusión que debía imperar en la embajada

española, escenario de medias verdades, de filtraciones interesadas y de

sospechosas actitudes a la expectativa de la clarificación de los

acontecimientos.

El encargado de negocios Cristóbal del Castillo,404 se encontraba el

19 de julio en Friburgo, Alemania, recuperándose de una intervención

quirúrgica. El día 21 se reincorporó a su puesto de la embajada.405 Durante

esa mañana, Antonio de la Cruz Marín406 tomó posesión como Cónsul

General en París, cargo para el que había sido designado dos días antes. En

la mañana del miércoles 22, Del Castillo ya había decidido que su

compromiso con el régimen republicano tenía fecha de caducidad. Nunca

había ocultado su desprecio por la política de Madrid,407 que hasta ese

403 ADQO, E-168, nº 0499744, de 23 de julio de 1936. 404 AMAE, P-461/33731, RE-104/7, Asunto Castillo. 405 Testimonio de Mariano Daranas en AMAE, P-461/33731. 406 AMAE, P-323/22781. 407 AMAE, P-461/33731. En la declaración jurada que Mariano Daranas aportó al

Tribunal Seleccionador de la Carrera Diplomática franquista describe a Cristóbal del

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317

momento no se había traducido más que en manifestaciones verbales,

condicionado, sin duda, por un profundo compromiso de lealtad al Estado

que compartía con otros miembros de su familia.408 Las veinticuatro horas

anteriores le habían permitido calibrar los importantes asuntos que se iban a

dirimir en los siguientes días e intuyó que las circunstancias le iban a

enfrentar a situaciones con las que no estaba dispuesto a transigir. El

convencimiento de que la suerte de su carrera profesional estaba decidida,

le impulsó a actuar. Su obsesión esa mañana era encontrar la manera de

evitar la compra de armas que el gobierno republicano pretendía efectuar

en suelo francés, y el modo más conveniente, consciente de la

efervescencia periodística que se vivía en Francia entorno a los

acontecimientos españoles, era filtrar a la prensa la información a la que

tenía acceso. Conocedor de los círculos antirrepublicanos de la capital

francesa, contactó con el corresponsal de ABC en París, Mariano Daranas,

personaje en permanentes relaciones con la prensa de extrema derecha

francesa y con los círculos monárquicos y antirrepublicanos españoles

instalados en París. En la entrevista que mantuvieron, Del Castillo

manifestó al periodista que pretendía que “se monte todo el jaleo posible

contra el gobierno Blum para que la opinión pública se le amotine”.

Confirmó al periodista que la llegada de los comandantes Ismael Barleta de

la Quintina y Juan Aboal y Aboal la víspera estaba relacionada con el

propósito de compra de armas y aviones del gobierno español en suelo

Castillo como “partidario de un régimen totalitario y de la supresión de los partidos

políticos y del Parlamento”. 408 Su hermano, Francisco José, con destino en Tokio, también dimitió en los

primeros días del levantamiento militar.

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318

francés409: “(…) los aviadores vienen a formalizar ya la ayuda que el

gobierno Blum va á (sic) dar inmediatamente, de un minuto á (sic) otro, al

frente popular español. Se trata de 20 aviones Potez”, le aseguró a Daranas.

Incluso le mostró una nota con las peticiones y los lugares de embarque.

Finalmente, le advirtió de sus propósitos:

No me despediré, sin embargo, mientras mi presencia aquí pueda

evitar el envío de todo ese material, pero ya comprenderá usted que

de un momento á (sic) otro se van a dar cuenta de los obstáculos que

estoy poniendo (…) [he] impedido con la eficaz colaboración de los

tres agregados militares, Teniente Coronel Barroso, Comandante

aviador Las Morenas y Capitán de Fragata Génova, que los contratos

estén ya firmados. (…) en cuanto se me plantee la disyuntiva de

formalizar los contratos ó irme, me iré (…).410

Daranas acordó con Del Castillo mantenerse en contacto.

Consideraron que los siguientes encuentros del diplomático con un

periodista tan señalado políticamente podían ser contraproducentes para la

salvaguardia de una fuente de información tan valiosa para la causa

rebelde. Necesitaban contar con otra persona que les sirviera de enlace,

menos marcada ideológicamente y que gozara de acceso franco a las

instalaciones diplomáticas. El elegido fue José Aguirre Lombardo,

corresponsal de la agencia de noticias Fabra en París. Inmediatamente,

409 A. Viñas, op. cit. (2006), pp. 34 y 68. La embajada española ingresó 6

millones de francos en la Banque de Paris et des Pays Bas como adelanto del montante

del primer pedido de armas. 410 AMAE, P-461/33731; RE-104/7, Asunto Castillo.

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319

Daranas trasmitió la información a Quiñones de León.411 Esta entrevista va

a conectar definitivamente la trama de traiciones que se urdía en el edificio

de la embajada, en la que colaboraban al menos, Del Castillo, Barroso, De

las Morenas y Génova, con la red de información que ya tenía concebida

Quiñones de León.

El jueves 23 de julio la prensa francesa publicó la información

proporcionada por Del Castillo a Daranas, como hizo el diario

ultraderechista L´Écho de Paris. Otro diario de semejante orientación, Le

Jour, informó de la llegada de los pilotos republicanos a París enviados por

el gobierno de Madrid.

La situación de Del Castillo en la embajada, ya sin la presencia de

Cárdenas y con la amenaza de dimisión de buena parte de sus compañeros,

se hazo insostenible a medida que las horas pasaban. Citó a Daranas en su

domicilio del Hotel Majestic, saltándose las medidas de discreción

acordadas la jornada anterior. Del Castillo le relató que había tenido un

enfrentamiento con Fernando de los Ríos y que quería dimitir y “hacer

público los motivos a los medios de comunicación en los términos más

perjudiciales para la compra de armas”, pero antes prefería hablar

directamente con Quiñones de León. El periodista concertó el encuentro

411 Podemos afirmar que Cristóbal del Castillo permaneció a las órdenes del

representante oficioso de los sublevados en París, José Mª Quiñones de León, desde

entonces hasta que fue expulsado de Francia el 20 de agosto de 1936. Entonces pasó a

desempeñar “servicios reservados” en Roma a las órdenes de Antonio Magaz y Pers,

marqués de Magaz (1863-1953). El 1 de septiembre de 1936 se trasladó a Génova, hasta

que el 10 de octubre de 1936 se le nombró Agregado del Gabinete Diplomático del

Cuartel General del Generalísimo en Salamanca. Entre tanto podría haber desarrollado

alguna “actividad reservada” en Holanda.

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320

para las 21,30 en el restaurante L´Ane Rouge. A la mesa ocuparon asiento

junto a Cristóbal del Castillo y Mariano Daranas, José Mª Quiñones de

León y Juan de la Cierva.412 Quiñones de León le pidió que aguantara en su

puesto el mayor tiempo que le fuera posible con el objetivo de sabotear la

compra de armamento demandado por el gobierno republicano. Del

Castillo advirtió que su situación en la embajada era extremadamente

delicada y que era cuestión de horas que se viera obligado a dimitir cuando

tuviera que firmar, como encargado de negocios, algún cheque para

formalizar el acuerdo de compra-venta. No obstante, aceptó mantenerse en

su puesto. El agregado militar Barroso, por el contrario, dimitió de su

cargo. 413

La aprobación por parte del gobierno Blum de vender armamento a

la República española supuso la puesta en marcha de la maquinaria

administrativa de la embajada española en París. Como De los Ríos no

tenía rango diplomático, el encargado de estampar la firma en el cheque era

Cristóbal del Castillo como encargado de negocios y funcionario de mayor

412 AMAE, P-461/33731; RE-104/7, Asunto Castillo. Juan de la Cierva fue la

persona que en los primeros días de julio le proporcionó a Luis Antonio Bolín,

corresponsal de ABC en Londres, el aeroplano Dragon Rapide que trasportaría al

general Franco de las Islas Canarias al Marruecos español para comandar el ejército

rebelde de África. El inventor del autogiro y miembro de la Junta Nacional de Londres,

era uno de los encargados de la compra de armas para el ejército rebelde desde Londres.

También podría haber compartido cena con el grupo, Santiago Muguiro, diplomático en

excedencia y vocal del consejo de Renovación Española, además de miembro de la

Junta londinense y también encargado de la compra de armas para los rebeldes. 413 AMAE, P-366/25640; AMAE, RE-154, 33. P. Renouvin y R. Rémond, op. cit.

(1981), pp. 329-375. A. Blumel y J. Moch destacaron posteriormente la alta

responsabilidad que tuvo Antonio Barroso en el aborto de la primera ayuda a la

República decidida por Blum.

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321

categoría tras la dimisión de Cárdenas. Pero como había anunciado a sus

compañeros de conspiración, se negó a firmar el cheque que le ofreció De

los Ríos. A las dos de la madrugada del 24 de julio, Del Castillo presentó

su dimisión irrevocable, vía telegráfica, al Subsecretario del Gobierno,

transmitiendo su cargo al Cónsul General en París:

Habiendo servido con toda lealtad y entusiasmo patriótico a la

República e independientemente de cualquier ideología política sea

la que fuera y por las que tengo mi mayor respeto y entendiendo en

conciencia que dar cumplimiento por mi parte al telegrama 321

significa contribuir personalmente a la muerte de gran número de

compatriotas, suplico (…) se digne a aceptar la dimisión de mi cargo

(…).414

Del Castillo fue sustituido en su cargo por Antonio de la Cruz Marín,

que finalmente fue el encargado de firmar el cheque para saldar con el

Estado francés la primera compra de armamento con destino al gobierno de

la República española (como al día siguiente informó el diario Le Jour).415

Inmediatamente, del Castillo entregó una nota a la prensa donde explicaba

su gesto: “(…) mi conciencia me prohíbe colaborar a un envío de armas,

que ha de servir a matar a mis desgraciados compatriotas. (…) No he hecho

más que obedecer mi conciencia”.416 Según el periodista Daranas, la

dimisión de Del Castillo no contribuyó más que a retrasar veinticuatro

414 AMAE, RE-104/7, Asunto Castillo. 415 P. Azcárate, op cit. (1977), p. 21. Este rosario de dimisiones produjo una

situación burocrática anómala, que como relata Pablo de Azcárate pudieron subsanarse

gracias al expreso deseo de Blum de no plantear dificultades protocolarias en aquellas

angustiosas circunstancias. 416 AMAE, RE-104/7, Asunto Castillo.

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322

horas la firma de los contratos de compra-venta de armas entre los dos

Estados.417

El sábado 25 de julio (día en que Hitler decidía prestar ayuda militar

al bando rebelde), Manuel Viturro, impresionado por el cariz que tomaban

los acontecimientos e influido, sin duda, por la dimisión de Del Castillo,

decidió dimitir de su puesto. Informó de sus intenciones a Daranas, que le

concertó una entrevista con Díez Isasi. Fue entonces cuando aparentemente

el secretario de embajada conoció la red de sabotaje organizada en la

legación española. Díez Isasi le convenció para permanecer en su puesto

con el objetivo de filtrar información sobre lo que en la embajada sucedía y

entorpecer las gestiones que condujeran a la compra de armas para la causa

republicana.418 Viturro permaneció en la legación española hasta que fue

cesado el 7 de noviembre de 1936, siendo el último de los agentes pro-

insurgentes en abandonar la embajada. En su haber conspirativo podemos

contabilizar el proporcionar pasaportes falsos a Barroso, necesitado de

documentación para moverse con soltura por Europa en busca de armas

para los insurgentes, y al periodista Daranas.

Entre tanto, Fernando de los Ríos visitó la casa de aviones Potez

convencido de poder solucionar los últimos flecos de la venta de los

aparatos. Muy al contrario, aparecieron “dificultades insuperables”, según

palabras textuales del político socialista. Para De los Ríos estas dificultades

no eran ajenas a la terrible campaña de prensa lanzada por los diarios de

derecha franceses, y decidió visitar a Blum.419 Se reunieron a las dos y

media de la tarde por espacio de una hora y cuarto, antes de iniciarse el

417 AMAE, P-461/33731. 418 AMAE, P-342/24245. 419 AMAE, P-461/33731.

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323

Consejo de Ministros convocado para las cuatro. Blum le relató que se

sentía acorralado por la presión insoportable del Ministerio de Negocios

Extranjeros, del Estado Mayor francés y de la prensa para abandonar a la

República española a su suerte. Además, Gran Bretaña, su más importante

aliado, amenazaba con inhibirse en caso de conflicto y su coalición de

gobierno se encontraba a punto de quebrarse. Confesó a De los Ríos:

“tengo el alma desgarrado”. Pero aseguró: “… mantendré mi posición a

toda costa y con todos sus riesgos; hay que ayudar a la España amiga,

¿cómo? Ya veremos”.420 Paralelamente, un avión “Douglas DC-2”

aterrizaba en el aeródromo de Le Bourget procedente de España con

144.000 soberanos británicos para costear las armas y los aviones

pedidos.421 Sin embargo, en la reunión del Consejo de Ministros francés se

evidenció la oposición de buena parte de los ministros a prestar apoyo

militar a la República española, materializando “le revirement du 25 juillet

1936”.422

Cuando ya de madrugada, de los Ríos escribía a José Giral para

informarle de las gestiones de la jornada, le advirtió que el telegrama

enviado a Blum la madrugada del 19 al 20 de julio informándole del golpe

de Estado y pidiendo el envío urgente de armas y aviones había sido

interceptado y filtrado a la prensa, así como el momento de su llegada y de

los pilotos Ismael Barleta y Juan Aboal. Advertió por ello que se tomaran

medidas de seguridad con las comunicaciones de la embajada ya que “las

420 AMAE, P-461/33731. 421 G. Howson, op. cit. (1990), p. 46. 422 R. Bombin, Les socialistas et la guerre. La SFIO et la politique étrangère

entre les deux guerres mondiales, Paris, Mouton, 1970, p. 213.

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324

conversaciones nuestras son captadas y todas las cosas que dicen ustedes

con leves variantes se difunden”.423

El 25 de julio se había recibido en la embajada de París un telegrama

del ministro de Estado, Augusto Barcia, enviado igualmente a todas las

legaciones diplomáticas españolas en el extranjero, en el que se preguntaba

abiertamente por la lealtad de los funcionarios a la causa republicana. El 26

de julio se celebró una reunión del personal de la embajada en París para

decidir la manera de responder a dicho telegrama. No podemos saber a

ciencia cierta que sucedió en esa reunión, pero el testimonio dejado por

Torres-Quevedo424 indica que Cruz Marín, como máxima autoridad de la

legación en esos momentos, decidió al día siguiente, sin pedir opinión a sus

compañeros, dar trámite de manera protocolaria a un telegrama en el que se

aseguraba la adhesión a la República de todo el personal de la instalación

diplomática, a excepción de Francisco Javier Meruéndano y Luis Muñoz de

Miguel,425 que habían presentado su dimisión el día anterior.

En contraposición al tropel de personajes de dudosa integridad

conocedores del mercado internacional de armas que merodeaban por la

embajada en aquellos días, también se produjeron generosos ofrecimientos

para auxiliar a la acorralada República española. Este fue el caso de los

obreros pertenecientes a la Fédération du Batiment de la Seine, que se

presentaron ese mismo 26 de julio en las dependencias diplomáticas

enviados por el diputado socialista Arrachard y el comandante François,

colaborador de Pierre Cot. Estos trabajadores tuvieron la mala fortuna de

topar con Torres-Quevedo. El deseo de los obreros era ofrecer dos aviones

423 AMAE, P-461/33731. 424 AMAE, P-559/36711. 425 AMAE, RE-154, 33.

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325

comprados por suscripción popular, que no consta que se entregaran,

debido posiblemente en gran parte a las maniobras dilatorias del

funcionario. Este sabotaje constituyó el primero de una larga y fructífera

lista que Torres-Quevedo pudo llevar a cabo hasta que a mediados del mes

de septiembre fue expulsado de la embajada, con la llegada del nuevo

embajador Araquistáin.426 A primeros de agosto recibió la visita del

ingeniero Bornstein para la venta de 1,5 millones de granadas de mano

marca “Bornstein-Granat” de fabricación polaca, a quien consiguió dar

largas hasta primeros de septiembre, cuando volvió a intentarse la venta,

pero en este caso, solamente por la cantidad de un millón. Parece ser que el

otro medio millón había sido ya adquirido por el bando rebelde. Filtró

también el intento de compra republicano (conocido a través del

comandante Carlos Pastor) de 12 aviones civiles en Gran Bretaña a través

de la empresa francesa L´Aero Sport. Esta compra fue paralizada por el

gobierno de Londres, extremo confirmado por Juan de la Cierva el 26 de

octubre de 1936.

Pero el servicio más destacado de Torres-Quevedo a la causa

insurgente lo ofreció el 2 de septiembre cuando avisó de la llegada de un

tren con armas a Irún (200 ametralladoras, además de otro tipo

armamento), víspera de su toma por los ejércitos nacionales, lo cual, según

su testimonio, aconsejó adelantar el ataque rebelde a la ciudad,

bombardeando la estación de la ciudad para que no llegaran las armas a

tiempo.427 Anunció, igualmente, un intento republicano de provocar desde

426 AMAE, P-559/36711. Aunque Torres-Quevedo se apropia de la autoría de

todas estas acciones, en otras ocasiones afirma que la célula proinsurgente más activa de

la embajada estaba compuesta por él mismo, Viturro y Kobbe. 427 Ibídem. Esta información la escuchó en una conversación telefónica entre

Cruz Marín y el cónsul en Bayona, Pedro Lecuona Ibarzábal. El transporte contaba con

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326

los consulados argelinos de Orán, Tremecén y Sibi-Bel-Abbes, un

levantamiento de las cabilas del protectorado español contra Franco con la

colaboración del gobierno francés. Incluso se consideró, según Torres-

Quevedo, la posibilidad de contar con la participación de Abd-el-Krim.

Filtró, asimismo, a mediados de septiembre que se habían puesto a

disposición del escritor Corpus Barga (Andrés García de Barga y Gómez de

la Serna, 1887-1975), colaborador de la Comisión de Compra de Armas,

dos cheques por la cantidad de 7,5 millones de francos (cheque que fue

visto por Viturro) en el Credistalt Wienner Verein Bank de Viena y en el

Crédit Lyonnais de París para comprar armas en Checoslovaquia. De

resultas de esta información, el infante Don Alfonso Carlos de Borbón

(aspirante carlista a la corona española) visitó al canciller austriaco, el

crédito quedó bloqueado y el dinero fue devuelto intacto desde Praga

(según le confirmó Viturro más tarde). Esta información fue publicada en

L´Action Française. Al mismo diario, trasmitió el 15 de septiembre a través

de Marroquín, el ofrecimiento de Paul Perrin (presidente de la Federación

de Oficiales Republicanos en la Reserva) de voluntarios para ir a luchar a

España. Al parecer esta oferta llegaba con el respaldo del ministro de la

Guerra, Édouard Daladier, y del secretario general del PCF, Maurice

Thorez. Esta filtración fue finalmente la que le costó el puesto ya que

L´Action Française “lo publicó con demasiada fidelidad (…) se daba toda

clase de detalles, hasta la casa donde se debían celebrar las entrevistas y el

número de teléfono de la misma”.

El martes 28 de julio (día en que Mussolini decidía dar cobertura

militar a los insurgentes), los ruegos de De los Ríos a Madrid surtieron la autorización del ministro de Transportes francés. Se lo comunicó a Viturro, quien le

concertó a las 8 de la noche del 2 de septiembre una cita con Díez Isasi en el bar del

Hotel George V, junto a la embajada española.

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327

efecto y el nuevo embajador, Álvaro de Albornoz, tomó posesión de su

cargo, sustituyendo al encargado de negocios en funciones Cruz Marín, que

permaneció como Cónsul General de la Nación en París. La apuesta que la

República había hecho de sustituir en sus puestos a los miembros de la

endogámica clase diplomática, poco afín a los planteamientos del régimen,

por intelectuales, produjeron elecciones poco acertadas como ésta.

Desgraciadamente, no era Albornoz el jefe que las circunstancias

precisaban. Sus subalternos lo describen como un personaje incapaz,

confiado e incompetente, con más voluntad y buenas intenciones que

talento.428 La llegada de Albornoz fue saludada con dos nuevas dimisiones

en el seno del personal de la legación española, las del agregado

aeronáutico Carmelo de las Morenas429 y el agregado naval Arturo Génova.

Otro de los conspiradores que permanecía en la embajada, Eduardo

Casuso, encargado de los teléfonos y de cifrar y descifrar los telegramas,

comenzó en estas fechas a pasar información a las autoridades rebeldes. No

parece que la información proporcionada fuera de gran importancia, como

reconoció en la declaración jurada que ofreció al Tribunal Seleccionador de

la carrera diplomática franquista, entre otros indicios, porque no se

documenta conexión, como en el caso de sus compañeros, entre el

funcionario y la red de información de Quiñones de León. Esto no significa

que la información no llegara a este último, pero el canal de transmisión era

un personaje llamado Teixidor, que pudiera encontrase incluso en territorio

428 AMAE, P-559/36711. 429 ADQO, E-140, D.232, de 20 de febrero de 1936. El 20 de febrero de 1936,

cuando el Ministerio de Estado propuso a Las Morenas para el puesto de agregado

aeronáutico de la embajada española en París, Jean Herbette informó al Quai d´Orsay

que se trataba de un gran profesional, excelente piloto y admirador de Francia y su

lengua, y creía que su nombramiento se basaba en motivos estrictamente militares.

Page 328: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

328

español.430 Debemos dejar en cuarentena, pues, el testimonio de Casuso,

interesado en alimentar su currículo de servicios prestados a la causa

rebelde con el fin de reingresar en la carrera diplomática franquista.

El 3 de agosto el ministro de Estado, Augusto Barcia, propuso a

Kobbe, ocupar el cargo del cónsul destituido en Perpiñán. Según Torres-

Quevedo, Kobbe le hizo saber a Cruz Marín su contrariedad por ocupar

este cargo. Aparentemente ajeno a los verdaderos motivos del funcionario,

Cruz realizó un gran servicio a la causa rebelde, ya que convenció al

candoroso Albornoz para que lo retuviera en París, donde continuó

zancadilleando las gestiones del gobierno de Madrid.431

El domingo 31 de agosto, Kobbe, Pérez Muñoz, Ruiz del Árbol,

Agelet y Casuso dimitieron de sus cargos por indicación de Quiñones de

León y se pusieron a su servicio en París. En el caso de Kobbe, Quiñones

decidió su dimisión, según Torres Quevedo, “por considerar que estaba

demasiado caracterizado por sus ideas”.432 En el caso de Pérez Muñoz,

“cuando ya los recelos que inspiraba hacían ineficaz su labor”.433 Por su

parte, Ruiz del Árbol había pedido a Quiñones no presentar la dimisión

430 AMAE, P-341/24195. 431 AMAE, P-559/36711. 432 Ibídem; AMAE P-152/7773. Ante el Tribunal Seleccionador de la Carrera

Diplomática franquista, Kobbe justificó su permanencia en la embajada tras el 18 de

julio debido a que no gozaba de otro medio para subsistir y por temor a las represalias

que su suegro, encarcelado en la cárcel Modelo de Madrid, pudiera sufrir. 433 AMAE, P-267/18126. Según Quiñones, aportó “crecidas cantidades en

metálico para la defensa de la Causa”. Se retiró al Midi francés por razones de salud

durante algún tiempo.

Page 329: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

329

hasta que su mujer y su hijo, todavía en Asturias, llegarán a París.434 Para

entonces, los únicos miembros de la trama pro-insurgente que permanecían

en la embajada eran Viturro y Torres-Quevedo. Con la llegada a medidos

de septiembre del nuevo embajador, Luis Araquistáin, las medidas de

seguridad de la embajada mejoraron sustancialmente y la eficacia de la

labor conspiradora dejó de tener la importancia tan relevante que había

disfrutado hasta entonces.

434 AMAE P-340/24141. Marroquín comenzó a hacer gestiones a través de la

embajada alemana para sacar a su familia de España. Estas mismas gestiones se

duplicaron a través del cónsul en Burdeos, Becerra. Su familia se trasladó el 31 de

agosto a Gijón, donde embarcaría en el buque alemán Wolf. Pero su mujer fue retenida

hasta que no apareciera el telegrama de adhesión a la República de Ruiz del Árbol. El 1

de septiembre, la embajada alemana mandó unos telegramas de adhesión falsos para que

su mujer y su hijo pudieran abandonar Gijón. Al día siguiente su familia embarcó

precipitadamente en el crucero alemán Leipzig.

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330

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331

Capítulo 2

La génesis y cristalización de

la política de No Intervención colectiva

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332

Page 333: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

333

1. El proceso de internacionalización de la guerra

El 18 de julio, los franceses se despertaron con inquietantes noticias

procedentes de España impresas en las páginas de diarios como Paris-Midi.

El rotativo se preguntaba “Que se passe-t-il en Espagne?...Madrid ne

répond pas”. En su edición de las 11 de la mañana informaba que el

gobierno español aún no había conseguido controlar todos los resortes del

poder tras la asonada militar de la víspera.435 Durante la mañana, Herbette

recibió informaciones más detalladas de René Bonjean, secretario de la

embajada francesa en Madrid, y entorno a la media noche, el embajador

trasmitió datos más alarmantes a París:

Circulan rumores de rebelión militar en las Canarias (General

Franco) y en las Baleares (General Goded) así como rumores según

los cuales las tropas rebeldes de Marruecos reprimirían con extrema

violencia (toda) a los partidarios del Gobierno e incluso supuestas

noticias según las cuales las unidades militares amotinadas

marcharían sobre Madrid (…). [La revuelta militar] era fácil de

435 D. W. Pike, op. cit. (1975), p. 71.

Page 334: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

334

prever (incidente Yague, (etc)….) pero menos fácil de desbaratar ya

que el ejército de África difiere grandemente del ejército

metropolitano.436

La República pide auxilio

En la madrugada del 19 al 20 de julio, José Giral, el tercer presidente

del gobierno republicano en apenas veinticuatro horas, envió un

desesperado mensaje (ni siquiera cifrado y eludiendo el habitual conducto

diplomático) a su homólogo francés, Léon Blum. En el mismo no dejaba

lugar a dudas sobre la gravedad de la situación que se vivía en el país: “Nos

hemos visto sorprendido por un peligroso golpe militar. Ruego disponga

ayuda con armas y aeroplanos. Fraternalmente Giral”.437 Ya durante la

mañana, Giral confirmó por vía telefónica al embajador, Juan Francisco

Cárdenas, la petición hecha por telegrama a Blum y le anunció la llegada

de dos especialistas españoles para asesorar a la recién constituída

Comisión Gubernamental de Compra de Armas en todo lo referente a la

adquisición de aeronaves.438

436 ADQO, E-168, T. 831-833, de 18 de julio de 1936. 437 De este telegrama no ha quedado rastro escrito y su existencia y contenido lo

conocemos por fuentes indirectas como el relato hecho por Blum en 1947 ante la

Assemblée Nationale, recogido en el Rapport fait au nom de la Commission chargée

d´enqueter sur les événements survevus en France de 1933 à 1945, París, Imprimerie

Nationale, 1951, Annexe 1, p. 215. En A. Viñas, op. cit. (2006), es interesante seguir el

relato del autor para conocer las primeras peticiones de armas por parte del gobierno

republicano en Londres (pp. 71-78), en la Alemania nazi (pp. 78-80), en EE.UU (pp.

81-82), en Méjico (pp. 82-84) y en la Unión Soviética (pp. 85-108). 438 P. de Azcárate, op. cit. (1977), p. 21. La petición de armas consistía en 24

bombarderos “Potez”, tipo 54, 8 ametralladoras “Hotchkiss”, 8 cañones “Schneider” del

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335

Los primeros en conocer el telegrama de Giral dentro del gabinete

galo fueron Jules Moch (1893-1985), secretario general de la presidencia

del Consejo de Ministros, y André Blumel, jefe del gabinete de Léon Blum.

Diez años más tarde, el presidente recordaría la mañana del 20 de julio de

1936 cuando llegó al Hotel de Matignon, sede de la presidencia del

Gobierno: “(…) me encontré, abierta sobre mi escritorio, la noticia en claro

por la que el presidente del Consejo [Giral] me informaba de la rebelión de

Franco”.439

Para sorpresa del embajador Cárdenas, Blum aceptó hacerse cargo

del pedido de armas formulado por Giral,440 e informó inmediatamente a

los ministros implicados en la operación, los radicales Yvon Delbos

(ministro de Negocios Extranjeros), Édouard Daladier (ministro de la

Guerra) y Pierre Cot (ministro del Aire). Ante ellos, el presidente defendió

la pertinencia de la ayuda a la República española, basándose en el

convencimiento de que esta ayuda, mantenida en secreto, podía servir para

desbaratar el intento de golpe de Estado de la reacción española. El político

socialista tampoco olvidó subrayar que la razón de ser del Frente Popular

era precisamente hacer frente al fascismo. Si la rebelión tenía éxito, no sólo

daría alas a los extremistas franceses, sino que la misma Francia se vería

amenazada en sus fronteras por tres países fascistas. La gestión, pues, debía

calibre 75, 20.000 bombas, 250.000 balas explosivas de ametralladoras y 4 millones de

balas de distinto calibre. 439 Le Populaire, 15 de octubre de 1945. 440 La única condición impuesta por el gobierno francés fue que el embajador

español debía presentar una solicitud escrita y firmada por él. Enfrentado a tal situación,

Cárdenas dimitió dejando sin firmar el documento. F. Schwartz, La

internacionalización de la guerra civil española. Julio de 1936-marzo de 1937,

Barcelona, Ariel, 1971, p. 46.

Page 336: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

336

ser urgente, ya que hora tras hora, la supervivencia de la República

española se antojaba más complicada.441

En un nuevo despacho, a media tarde de ese 20 de julio, Herbette, ya

en fecha tan temprana, hizo llegar a París sus dudas sobre la capacidad de

resistencia del gobierno republicano frente al levantamiento rebelde y las

consecuencias inmediatas que podría acarrear para Francia la caída del

gobierno de Madrid:

Los pronósticos son pesimistas en cuanto a la suerte del Gobierno

(…). Si las fuerzas militares insurgentes triunfan, se hace necesario

prever una violenta reacción (…). Hay que esperar, pues, en ese caso

que numerosos refugiados intenten pasar la frontera francesa y sería

oportuno dar, desde este momento, instrucciones, por si acaso, para

que sean acogidos y dirigidos hacia el Centro o Norte de Francia.442

Paralelamente, la prensa de extrema derecha francesa lanzó una

violenta campaña contra la supuesta intervención francesa en España. Esta

prensa jugó un papel decisivo en la imagen que la población recibió de los

acontecimientos españoles. Si durante el último quinquenio el periodismo

de derecha y extrema derecha había sido especialmente beligerante con la

experiencia republicana española, en los días siguientes al levantamiento

militar se convirtió en uno de los instrumentos decisivamente paralizantes

de la acción del Gobierno y en catalizador de la fractura que desgarraba a la

441 Según el testimonio de Jules Moch en el coloquio sobre Léon Blum

desarrollado en marzo de 1965 y recogido en P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981),

p. 370: “En principio, Léon Blum estaba convencido de que se trataba de ganar el

primer cuarto de hora”. 442 ADQO, E-168, T. 841-842, de 20 de julio de 1936.

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337

convulsa sociedad francesa y de la que no se recuperó hasta después de

1945.

En la mañana del 22 de julio, el periódico ultraderechista L´Action

Française informó de que Yvon Delbos había mostrado sus reservas ante la

venta de armamento a la República española, en contra de la intención de

atender las demandas españolas que parecían apoyar Léon Blum, Jules

Moch y Pierre Cot. El diario no dudaba en pronosticar que ayudar a la

causa republicana conduciría a una guerra generalizada. Fue entonces

cuando se comenzó a especular con los posibles compromisos que el

ejecutivo francés había podido contraer con el gobierno de Madrid y las

peligrosas consecuencias que ello podía conllevar para la escena

internacional. En la misma línea, L´Écho de Paris publicaba un artículo

firmado por Raymond Cartier (1904-1975) titulado “¿Osará el Frente

Popular francés armar al Frente Popular español?”. El periodista se

preguntaba en su escrito: “¿Quieren correr el tremendo riesgo de arrojar a

España en brazos de Hitler?”. Y aventuraba que la ayuda a la resistencia

republicana española, en el caso de victoria de los rebeldes, significaría que

Francia se encontraría con una tercera frontera hostil al sur de los Pirineos,

tras la de Alemania e Italia. El día 25, François Mauriac (1885-1970)443

escribió en Le Figaro:

Si se probara que nuestros jefes colaboran activamente con la

masacre de la península, sabremos que Francia está gobernada no por

443 D. W. Pike, op. cit. (1975), pp. 84-85. François Mauriac evolucionó durante

el conflicto hasta firmar en agosto de 1937 un manifiesto antifranquista que denunciaba

la masacre del pueblo vasco (“peuple chrétien” lo calificaba) con ocasión del

bombardeo de Guernica.

Page 338: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

338

hombres de estado sino por jefes de banda, sometidos a las órdenes

de lo que es necesario llamar La Internacional del odio.444

Blum asistió el 23 de julio en Londres a una cumbre anglo-franco-

belga que buscaba resucitar de nuevo el “espíritu de Locarno” vulnerado

por Hitler con la reocupación de Renania el 7 de marzo anterior. Antes de la

reunión, el embajador francés en Londres, Charles Corbin, conocido en los

medios diplomáticos caústicamente como el “embajador inglés en

Londres”, advirtió a Blum del sentimiento favorable a los rebeldes del

gabinete británico. Incluso el enviado especial de L´Écho de Paris en

Londres, el periodista “Pertinax” (pseudónimo de André Géraud, 1882-

1974) informó a Blum de que “aquí no está bien vista” la idea de

suministrar armas a la República.445 En esas horas decisivas, los rumores

señalaban intensas presiones oficiales británicas para lograr la inhibición de

Francia en el conflicto español. Al parecer, los gobernantes británicos se

tomaron verdadero interés por hacer llegar a sus homólogos franceses su

posición respecto del conflicto español. Cuando el viernes 24 de julio,

Anthony Eden, secretario del Foreign Office, acudió a despedir a Blum, le

rogó prudencia:

Anthony Eden me visitó para despedirme e hizo la misma pregunta:

“¿Enviaréis armas a los republicanos españoles?”. Yo le contesté:

“Sí”. Entonces me dijo: “Es asunto suyo; pero le pido una sola cosa:

le ruego que sea prudente”.446

444 Ibídem, p. 80. ADQO, E-168, T. 841-842, de 20 de julio de 1936. 445 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 331. 446 J. Lacouture, op. cit. (1977), p. 333. Eden omite en sus memorias cualquier

refrencia a España durante la visita de Blum a Londres del 23-24 de julio. Sin embargo,

el 27 de julio el embajador de Estados Unidos en París informó que Gran Bretaña había

Page 339: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

339

El día anterior, jueves 23, Pierre Cot telefoneó a Robert Coulondre

(1885-1959), director político y encargado del Quai d’Orsay en ausencia

del ministro Delbos (en Londres junto a Blum), para comunicarle la

intención de enviar aviones a España. El funcionario puso inmediatamente

en conocimiento de su jefe la llamada de Cot:

Monsieur Cot me ha llamado diciendo que ha mandado al

departamento para su aprobación, un pedido hecho por el Gobierno

español para comprar veinte o treinta bombarderos (…). El ministro

del Aire añadió que, dado que la compra había sido acordada por el

jefe del Gobierno y el ministro de Exteriores, y vista la urgencia del

caso, comenzaría al día siguiente a realizar la entrega de los aviones,

a menos que recibiera una contraorden del presidente del Gobierno.

Mientras comunico, monsieur Henri Béranger447 ha telefoneado

informándome de la grave impresión producida en el Senado -a

causa del precedente que esto crearía en las circunstancias actuales-

por la noticia de una posible entrega de material de guerra al

Gobierno español.448

presionado al presidente del Consejo galo para que se abstuviera de mandar material

militar a España. Cot y Blumel dan veracidad al hecho, que probablemente les comentó

el propio Blum. Véase al respecto D. Carlton, “Eden, Blum and the Origin of Non-

Intervention”, Journal of Contemporary History, nº VI, 1971, pp. 40-55; M. Gallagher,

“León Blum and the Spanish Civil War”, Journal of Contemporary History, nº VI,

1971, pp. 56-64; G. Stone, “Britain Non-Intervention and the Spanish Civil War”,

European Studies Review, nº X, 1979, pp. 129-149; Rapport…, Annexe, vol. I., pp. 215-

218. 447 Henri Béranger, político radical-socialista y senador por la Guadalupe de

1912 à 1945, declarado antifascista que defendió la política de no intervención en el

conflicto español. 448 DDF, 2, III, 17.

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340

Este acto quizá constituya la primera demostración de contrariedad y

ansiedad en el Ministerio de Negocios Extranjero hacia la actitud que había

tomado el gabinete galo frente al conflicto español. De hecho, Delbos se

apresuró a publicar una nota oficial en la que aclaraba que no se podía

realizar ninguna entrega de armas a un gobierno extranjero sin consultar

previamente con la aprobación del Quai d’Orsay, y que hasta el momento

no se había recibido ninguna solicitud al respecto en su Ministerio. M.

Alpert sitúa en esta fecha los primeros trazos de la futura política de no

intervención.449 Lo cierto es que dos días más tarde, el 25 de julio, la

Dirección Política del ministerio, dirigida por el todopoderoso secretario

general Alexis Léger,450 (ejemplo paradigmático, junto con el Estado

Mayor, del talante conservador de la maquinaria administrativa francesa)

elaboró un informe interno, titulado “Alcance político y jurídico de la

entrega de armas; consecuencias eventuales de un apoyo gubernamental”.

En dicho documento, se consideraban las diversas consecuencias que

podrían derivarse de una eventual venta de armas a la República española.

449 M. Alpert, op. cit. (1998), p. 34. 450 Dentro del ministerio de Negocios Extranjeros francés existía la figura clave

del Secretario General, cuya misión era la de consejero del ministro y director del

ministerio. Su misión, a diferencia de lo que sucedía en el ministerio de Estado español,

era asegurar la continuidad de la política internacional de la nación al margen de las

veleidades electorales y las crisis ministeriales. Alexis Léger (poeta bajo el pseudónimo

de Alexis Saint-Léger Léger y sobre todo Saint-John Perse se le concedería el Premio

Nobel de Literatura en 1960) detentó este cargo desde febrero de 1933 hasta mayo de

1940. Como apuntó el profesor Tuñón de Lara en “¡Todavía la No Intervención! (julio-

agosto, 1936)”, Historia Contemporánea, nº 5, 1991, pp. 171-186, p. 179, fue el

“hombre clave de la política exterior francesa durante los tres años de guerra española”.

A. Viñas op. cit. (2006), p. 36, señala a Alexis Léger como uno de los “grands commis

de l´État” que sometieron las modestas peticiones de Madrid a un verdadero “sabotaje

burocrático”.

Page 341: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

341

Contempladas tres situaciones diferentes, era particularmente interesante la

tercera, que hacía referencia a los “abastecimientos hechos por el gobierno

fabricante o a instigación suya”. El informe estimaba que en este caso la

operación presentaba características de intervención en los asuntos internos

de otro Estado, ya que la fuerza del Estado abastecedor sería puesta al

servicio de una autoridad extranjera. Bajo este planteamiento, esta opción

produciría un estado de gravedad manifiesta si los insurgentes fueran

reconocidos como gobierno de hecho por otros Estados. Entonces estos

Estados podrían oficialmente prestar apoyo a las autoridades insurgentes

por un concurso análogo: “En el caso actual –concluía- un reconocimiento

de los insurgentes como Gobierno de hecho por parte del Reich o del

Gobierno italiano y la situación se manifestará inmediatamente en toda su

gravedad”.451

Gran parte de la literatura historiográfica sobre las actitudes

francesas en la guerra civil española se han apoyado en las presiones

británicas o en las conversaciones diplomáticas al más alto nivel, sin

analizar quizá suficientemente las conductas adoptadas en el interior del

aparato del Estado, en donde apenas había habido cambios tras la llegada al

poder del Frente Popular dos meses antes. Y cuando los hubo, siempre

fueron en la línea de consolidar estos intrapoderes administrativos. Este fue

el caso del Ministerio de Negocios Extranjeros, como podemos observar,

pero también lo fue del Estado Mayor. Uno de esos excepcionales cambios

se produjo por un decreto de 6 de julio de 1936 que reemplazó el Haut

Comité Militaire por el Comité Permanent de la Défense Nacionale, con

mayores atribuciones decisorias. En él participaban, junto a los ministros

451 DDF, 2, III, 30; este documento también se encuentra en ADQO, E-218, sin

nº, de 25 de julio de 1936.

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342

relacionados con el Ejército, el ministro de Asuntos Exteriores y el

secretario general de dicho ministerio, Alexis Léger.

Ideológicamente, la mayoría de los militares franceses se

encontraban próximos a los valores que representaba el movimiento

insurreccional del general Franco. De hecho, Los diarios más leídos por el

personal del Ejército eran L’Écho de Paris, L’Action Française o La France

Militaire. Este último pasaba por ser el portavoz oficioso del Estado Mayor.

Su primer editorial sobre el conflicto español no apareció hasta el 29 de

julio, y en él se criticaba abiertamente que el gobierno galo proporcionara

armas a la República. No obstante, estos militares también temían por la

seguridad de Francia si las potencias fascistas se instalaban al sur de los

Pirineos. Una de las consecuencias que más espantaba al Estado Mayor en

el caso de una victoria de Franco era la posibilidad de llevar a cabo razzias

aéreas desde territorio español contra el francés. Las hipotéticas bases,

instaladas en Baleares, Marruecos y Canarias, junto con las italianas de

Sicilia y Cerdeña, harían prácticamente imposible las comunicaciones

navales y aéreas en el Mediterráneo, quedando aisladas las posesiones

francesas de su imperio colonial en el norte de África, que por otra parte,

albergaba un tercio del ejército galo.452

452 J. Matínez Parrilla, op. cit. (1987), pp. 24-25, 35, 92, 230-232 y 236-237. La

evolución del conflicto español obligó a revisar algunas de las hipótesis en las

previsiones militares del Estado Mayor francés en caso de conflicto generalizado; en

concreto el Plan D bis de 1936 comenzó a incluir a España como adversario potencial.

En el nuevo Plan D de agosto de 1937, se incluyó una hipotética invasión de España,

que fue pronto abandonada porque necesitaba un número demasiado grande de

divisiones. Del mismo modo, también se consideró un plan de invasiones del Marruecos

español y de la isla de Menorca.

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343

El gabinete británico de mayoría conservadora dirigido por Stanley

Baldwin (primer conde Baldwin de Bewdley, 1867-1947) desde 1931 vio

en la petición de ayuda exterior de ambos bandos, que supuso la

internacionalización del conflicto español, una amenaza para su política de

appeasement hasta entonces seguida (léase, consentimiento de la

modificación de aquellos aspectos más lesivos para Alemania recogidos en

el Tratado de Versalles de 1919). Lejos de temer al militarismo alemán,

Gran Bretaña se negaba a extender cualquier alianza antialemana que le

llevara a inmiscuirse en un posible conflicto generalizado. Segura de su

poderosa armada, la administración del Foreign Office veía en esta política

de apaciguamiento la mejor estrategia para mantener sus posesiones

imperiales. Sus efectos se dejaron notar también en Ginebra, y mientras

“Francia buscaba en la Sociedad de Naciones un arma contra Alemania,

Inglaterra ambicionaba un acuerdo general que apaciguara los rencores

alemanes”.453

Muchos en Londres esperaban que Hitler destruyera el

comunismo.454 Como manifestó Baldwin a Eden, ya el 26 de julio: “De

ningún modo, con independencia de lo que haga Francia o cualquier otro

país, debe meternos en la lucha al lado de los rusos”.455 Sin embargo, la

453 M. Alpert, op. cit. (1998), p. 12. 454 G. Jackson, op. cit. (1979), p. 232; P. Preston, Idealista bajo las balas.

Corresponsales extranjeros en la guerra de España, Barcelona, Monadadori De

Bolsillo, 2008, p. 63. El ala profascista de la política británica, comúnmente conocida

como Cliveden set, fue partidaria de que se tratara con los generales españoles al igual

que con Hitler y Mussolini. El periodista comunista Claude Cockburn aireó estas

conspiraciones de salón que había detrás de la política de apaciguamiento en la

publicación satírica The Week. 455 E. Moradiellos, La perfidia de Albión. El gobierno británico y la guerra civil

española, Siglo XXI, Madrid, 1996, pp. 43 y 61.

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344

realidad se mostraba muy diferente. La Rusia de los soviets se encontraba

en una situación de clara vulnerabilidad y la Komintern, “más que un

vehículo para transportar el virus de la revolución, constituía una

herramienta con la que la URSS se protegía a sí misma contra la siempre

temida política de agresión desde Occidente”.456 Lo cierto es que Stalin

necesitaba una larga época de paz para estabilizar su régimen, sólo posible

si esta paz se basaba en una colaboración con el mundo capitalista.

Sencillamente, la “revolución mundial” podía esperar. En sintonía con este

reajuste de su política exterior, Moscú lanzó la propuesta de la constitución

de “frentes populares” antifascistas en VII Congreso de la Internacional

Comunista, celebrado del 25 de julio al 21 de agosto de 1935. Por contra, la

política de apaciguamiento desplegada por las potencias democráticas

convertía en vanos todos estos esfuerzos y Moscú comenzó a dudar de la

viabilidad de esta propuesta para conjurar el fascismo a medida que

evolucionó el conflicto español. En cualquier caso, como apuntó el político

conservador Leopold Amery (1873-1955), la revolución española introdujo

en la política británica el problema de la defensa de Europa contra el

comunismo, instalado en Gran Bretaña desde 1917.457

Para la diplomacia británica el golpe militar español constituía el

desenlace de la prolongada lucha entre fuerzas revolucionarias y

contrarrevolucionarias, esquema que venía a cuadrar con la interpretación

en clave de fase Kérenski 458 atribuido a los acontecimientos españoles de

los meses anteriores. El análisis de sus representantes en España describía a

un impotente gobierno republicano que observaba el combate entre un

ejército contrarrevolucionario y unas milicias de carácter comunista y

456 M. Alpert, op. cit. (1998), p. 16. 457 A. Viñas op. cit. (2006), p. 70. 458 E. Moradiellos, op. cit. (1990), p. 70.

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345

anarquista. En el caso español, Azaña cumpliría con el rol del citado

político ruso, mientras Largo Caballero esperaba su ocasión para alcanzar

el poder de la misma manera que lo había hecho Lenin en los meses

previos a octubre de 1917. La diferencia con el caso ruso era que la

legalidad republicana de 1936 había quedado en el campo donde se

desataba la temida revolución social, origen de las dificultades que se

planteaban a la diplomacia británica.459

El día 22 de julio el gobierno británico examinó por primera vez la

situación española, llegando a la conclusión de que la mejor estrategia

consistía en desplegar una política dilatoria que se tradujera en una

“neutralidad tácita”, no proclamada formalmente, como solución

provisional.460 Que esta política favoreciera a los militares insurgentes,

revelaba la actitud británica como una auténtica “neutralidad benévola”

hacia la insurrección. Esta complicidad inconfesa en el desahucio

internacional de la República (“neutralidad malévola”) intentaba neutralizar

las previsibles críticas de la oposición laborista, que establecía unos límites

infranqueables para el gabinete conservador de Baldwin, a la espera de un

desenlace rápido del conflicto a favor de los insurgentes.461

459 Ibídem, pp. 117-122; E. Moradiellos, op. cit. (1996), p. 44; A. Viñas op. cit.

(2006), pp. 369-370. Recordemos que Eden autorizó contactos con el general Franco

desde, al menos el 7 de noviembre de 1936, víspera del primer intento masivo por parte

de las tropas insurgentes para tomar Madrid. 460 La adopción definitiva de esta política inicial por parte del gobierno británico

no se produjo hasta la reunión del Gabinete del 29 de julio. F. Schwartz, op. cit. (1971),

p. 50; E. Moradiellos, op. cit. (1996), pp. 58-60. 461 R. A. C. Parker, Chamberlain and the appeasement. British Policy and the

Coming of the Second World War, Londres, The Macmillan Press, 1993, p. 83; E.

Moradiellos, op. cit. (2001), pp. 84-85; J. Paul-Boncour, Entre deux guerres. Souvenirs

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346

Desde el 21 de julio, las autoridades británicas se ocuparon de

impedir que la flota republicana repostara combustible en Tánger y

Gibraltar. Un día antes, el general Franco solicitó a las autoridades

internacionales de Tánger que hicieran uso de su neutralidad, evitando que

los barcos republicanos utilizaran su puerto, bajo la amenaza de ser

bombardeados. El 23 de julio, la flota republicana hubo de salir del puerto

de Gibraltar ante la incapacidad para obtener combustible de las firmas

comerciales británicas El 28 de julio, el Comité de Control de Tánger

nombró una comisión de comandantes de navío encargada de asegurar la

vigilancia del puerto y mantener alejados de su puerto a todos los barcos de

guerra españoles. Esta medida, que beneficiaba a los sublevados, implicaba

que la base más cercana para que los barcos republicanos se aprovisionaran

era el puerto de Málaga, lugar demasiado alejado para vigilar el transporte

de tropas rebeldes de Ceuta a Algeciras y más aún de Larache a Cádiz.462 El

éxito de las labores disuasorias de los sublevados animaron al general

Franco a aumentar la presión sobre la ciudad internacional en las semanas

posteriores:

El cuatro de agosto el Presidente del Comité de Control [Tánger] ha

recibido una nota del General Franco en términos particularmente

violentos denunciando la violación de la zona por la presencia de

barcos de guerra españoles y la actividad del Consulado General de

España.

sur la IIIème. République. Tome III .Sur le chemin de la défaite 1935-1940, París, Plon,

1946, p. 77. 462 ADQO, E-168. « Politique intérieure, 1936, 18-31 juillet », Nº 131. De

Tánger a París. De 28 de julio de 1936; AMAE, RE-104-8, “Resumen de lo dicho por

teléfono por el embajador de España en París”, 28 de agosto de 1936. Telegrama de la

Agencia Radio de París, Casablanca, 28 de agosto.

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347

El 6 de agosto (…) una nueva nota del General Franco, que

constituye un verdadero ultimátum y contiene la amenaza de

ocupación de la zona de Tánger, si en el plazo de 40 horas el navío

“Tofiño” y los otros barcos de la escuadra no se alejan de Tánger. El

general Franco exigió igualmente (…) la dispersión y el castigo de

las bandas de las milicias rojas armadas por el Cónsul general de

España y por la escuadra, que han invadido, según Franco, la zona

internacional.463

Sin embargo, cuando el 27 de julio, Eden fue interpelado en la

Cámara de los Comunes a cerca de los rumores que le situaban como el

instigador de las presiones que los franceses habían recibido para evitar la

intervención francesa en España, Eden respondió con una contundente

negativa: “No hemos dirigido tal comunicación al gobierno francés”. Unos

días más tarde, en el Consejo de Ministros del 29 de julio, Eden informó a

sus colegas de gabinete de las gestiones que el embajador español, Julio

López Oliván, desarrollaba para adquirir material de guerra en territorio

británico. El Secretario del Foreign Office aconsejó que se diera a las

peticiones el curso administrativo normal, confiando en que el proceso

burocrático detuviera las solicitudes con la excusa de que la defensa

nacional requería toda producción de armamento disponible. Ese día se

confirmó la neutralidad inconfesa del gobierno británico frente a la guerra

española. La intervención británica en el avispero español tan sólo debía

reducirse en el futuro a interponer mediación entre las partes en lucha. Este

neutralismo inconfeso se convirtió en un refugio provisional a la espera de

que el curso de la guerra alcanzase un estadio (la toma de Madrid por los

463 AMAE, RE-104-8, “Resumen de lo dicho por teléfono por el embajador de

España en París”, 28 de agosto de 1936. París, 8 de agosto de 1936.

Page 348: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

348

insurgentes) que justificase políticamente su conversión en una neutralidad

oficial.

Blum, el “Hamlet” francés464

A la vuelta de Blum de Londres, en la tarde del 24 de julio, las

decisiones tomadas por el gobierno francés el día 20 fueron puestas en

cuestión. Ya en el aeropuerto, Camille Chautemps informó al presidente

que Henri de Kérillis (1889-1958) había hecho públicas en L´Écho de Paris

todas las disposiciones tomadas por el Gabinete respecto a España y que la

conmoción en los medios parlamentarios era considerable.465 Esa noche,

Blum citó en su domicilio a Fernando de los Ríos y a los ministros de su

gabinete directamente implicados en la operación de auxilio a la República.

El político español trató de hacer ver a sus homólogos franceses que la

lucha española no era estrictamente nacional y que Francia tenía interés

directo en ayudar a la República considerando las contingencias que

produciría una victoria rebelde en su frontera de los Pirineos, en las islas

Baleares, en el estrecho de Gibraltar y en las islas Canarias, así como en la

unidad política de Europa Occidental. Examinaron las peticiones

republicanas, ante la que algún ministro de los presentes mostró su

464 L. Araquistáin, “La verdad sobre la intervención y la no intervención en

España” en P. Aubert, (comp.), Les Espagnols et la Europe (1890-1939), Toulouse,

Presses Universitaires du Mirail, 1992, pp. 287-302: “Blum es la antítesis del hombre de

acción. (…) Yo le he calificado alguna vez sin el menor propósito peyorativo, como el

Hamlet de la política francesa. Un Hamlet en la duda, pero incapaz en ningún caso, de

llegar a la tragedia, y si la tragedia pasa a su lado, como ha pasado la de España, incapaz

también de afrontarla”. 465 J. Lacouture, op. cit. (1977), p. 334.

Page 349: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

349

disconformidad. No obstante, se informó al interlocutor español que los

aviones y armas estaban listos para partir.466

Sucedió entonces algo sorprendente cuando en la conversación que

mantenía De los Ríos con Daladier se mencionó una cláusula secreta, que

el español desconocía, del Tratado Comercial franco-español suscrito el 21

de diciembre de 1935 por el entonces ministro de Estado, Martínez de

Velasco. Se trataba de una nota confidencial que estipulaba la obligación

por parte de España de comprar 20 millones de francos a Francia en

armamentos y municiones. Ninguno de los ministros franceses del gabinete

actual conocía dicha cláusula, que, por otra parte, la constitución española

prohibía por no haber pasado su trámite correspondiente por la Comisión

de Estado.467 La ayuda solicitada por la República estaba en consonancia

466 G. Howson. Armas para España. La historia no contada de la Guerra Civil

española, Barcelona, Península, 2000, pp. 45-46. En esta reunión, Cot informó que el 5

de junio se había rescindido un contrato por 14 cazas “Dewoitine D.372” pedidos por

Lituania y que estos aviones, en espera de nuevo comprador, podían venderse a España,

así como cuatro “Potez 54” y diecisiete “Potez 25”, por otro lado, bastante obsoletos. Se

propuso que estos aviones se canalizaran a través de un país amigo como Méjico. Los

franceses propusieron a De los Ríos que pilotos españoles se trasladaran a Francia para

recoger los aparatos, pero éste les declaró la imposibilidad de ello, dada la escasez de

pilotos leales que permanecían en las filas de la República. Una hora después de

terminada la reunión, Cot telefoneó clandestinamente a De los Ríos para que acudiera

urgentemente a su domicilio. El ministro del Aire le informó de la intransigencia de su

colega Delbos sobre que aviadores franceses llevaran los aviones a España. Sin

embargo, el ministro francés se ofreció a transportar los aparatos hasta Perpignan. 467 En AMAE, P-461/33731 se encuentra la carta que Fernando de los Ríos envió

a José Giral, en la madrugada del 25 al 26 de julio de 1936. El documento esta fechado

por un error el 25/7/1935. A. Viñas sacó a la luz esta carta en “Blum traicionó a la

República” Historia 16, nº 24, abril 1978, pp. 41-54. La famosa carta, según H.

Thomas, fue publicada por vez primera en el periódico Il Menssagero el 10 de

Page 350: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

350

con el derecho internacional que autoriza la ayuda a un gobierno

legalmente constituido sorprendido por una rebelión. Pero además, existía

un acuerdo comercial con esta cláusula secreta. Simplemente era necesario

aplicar este acuerdo por solidaridad ideológica e interés nacional francés.

Parece haber un consenso generalizado en la literatura en criticar la

decisión del gobierno Blum en términos de la vulneración de un convenio

comercial, que casi significaba que Francia obtenía el monopolio de venta

de material de guerra a España. Por otro lado, al negarse Francia a servir

armas a España no vulneraba el tratado comercial, sino una de sus notas

secretas, que por otro lado, tenía un dudoso valor legal. En definitiva,

constituía más una cláusula de intenciones de orden político-militar que

comercial. Sin embargo, tampoco Francia al acordar la No Intervención,

comunicó al gobierno republicano la anulación de tal carta o su suspensión

diciembre de 1936, y reproducida posteriormente en la obra de Francesco Belforte, La

guerra civile in Spagna, publicada en Milán en 1938. Posteriormente se publicó en un

folleto de la Oficina Informativa Española, titulado Las Brigadas Internacionales. La

ayuda extranjera a los rojos españoles, en Madrid en 1948 y en la Histoire de la Guerre

d´Espagne de Robert Brasillach y Maurice Bardèche en 1966. Pero lo que llama la

atención es que el artículo de Viñas, que versa sobre el análisis jurídico de la famosa

cláusula secreta aneja al Tratado Comercial franco-español suscrito el 21 de diciembre

de 1935, se basa en un documento, reproducido por el historiador casi al pie de la letra,

que reposa en el Archivo Histórico Nacional, en la sección Diversos, serie Archivo de

Marcelino Pascua, legajo 11, expediente 10 (ex nunc ANH, Pascua, lg. 11, exp. 10), del

que Viñas no cita la procedencia, ni la fecha de elaboración, posiblemente para evitar

problemas de orden legal relacionados con la legislación sobre los archivos nacionales

en 1978. Este documento fue elaborado por la Oficina Financiera de la embajada

española en París, y fechado el 27 de septiembre de 1937, a instancias del por entonces

embajador, Ángel Ossorio y Gallardo (1873-1946).

Page 351: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

351

temporal mientras durase el acuerdo, ya que el convenio comercial siguió

funcionando.468

Para la prensa de extrema derecha como Le Jour, Le Figaro, L´Écho

de Paris y L´Action Française, la nota de dimisión de Del Castillo y la

información que en ella se proporcionaba evidenciaba la necesidad de

eludir toda ayuda material a España por parte de Francia. Le Jour mostraba

al ministro del Aire, Cot (según el periódico, amigo personal de De los

Ríos), como el instigador de la venta de armas, y al ministro de exteriores,

Delbos, como contrario a ella. Denunciaba que Blum, Cot y Daladier

pretendían prestar ayuda a España sin informar a la nación y se daba por

seguro que dieciocho pilotos civiles franceses habían sido reclutados para

llevar los aviones a España. L´Action Française se hacía eco de la supuesta

súplica de prudencia que Eden dirigió a Blum en su encuentro londinense

del día anterior, añadiendo que el británico habría comunicado a Delbos

que el auxilio militar a la República española supondría la guerra. El diario

afirmaba que estos hechos habían obligado a Blum a telefonear a París

desde Londres para ordenar que las gestiones sobre los aviones destinados

a la República se demoraran hasta su llegada y permanecieran en el más

absoluto secreto. En lo referente al armamento, se informaba que el día

anterior 20 aviones “Potez 25” venidos de Romilly (arsenal del ejército

francés) estaban haciendo la puesta a punto para intentarlos camuflar como

aviones de la casa “Potez” y no del ejército, requisito necesario para ser

468 F. Olaya, La comedia de la “no intervención” en la guerra civil española, G.

del Toro, Madrid, 1976, p. 187; P. van der Esch, Prelude to War. The International

Repercussions of the Spanish Civil War, Martinus Nijhoff, La Haya, 1951, p. 53; J.S.

Vidarte, op. cit. (1973), p. 490; J. Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles,

Grijalbo, Barcelona, 1977, pp. 127-128; A. Viñas, “Blum traicionó…”, pp. 41-54 y op.

cit. (2006), p. 31.

Page 352: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

352

vendidos a la República sin necesidad de informar a la Asamblea Nacional.

Respecto a este particular, un Daladier incómodo ante las preguntas de la

prensa, invitó a los periodistas a interpelar al presidente Blum.469

Parece haberse dado demasiada importancia a las campañas de

prensa y su repercusión en las decisiones tomadas por el ejecutivo galo, ya

que resulta exagerado que su influencia fuera tan decisiva. La prensa no

hizo sino traducir la división existente en la sociedad francesa. Antes de la

guerra ya existían estas disensiones y el drama español se insertó a

posteriori en un contexto social, de por sí inflamado. También se ha

insistido mucho en las filtraciones de los funcionarios de la embajada

española en París. Pero es lógico pensar que incluso sin esa traición, el

envío de aviones a la República no hubiera pasado desapercibido.470

En la mañana del 25 de julio, Blum se entrevistó en su domicilio con

Luis Jiménez de Asúa (a petición de Vincent Auriol, ministro de Finanzas y

partidario de ofrecer ayuda a la República). El político español intentó

vencer las reticencias que De los Ríos había encontrado la noche anterior.

Según testimonio de Asúa, Blum en pijama y con los ojos llenos de

lágrimas, le confesó que Baldwin, puenteando su escalafón, se había

dirigido directamente al presidente de la República, Albert Lebrun, y de la

manera más formal posible le había informado de que si la venta de armas

a España provocaba una guerra con Alemania e Italia, Gran Bretaña

permanecería neutral. En una escena bastante histriónica, Blum llegó a

plantearle su dimisión si de esta manera creía el gobierno de Madrid que

podía ofrecer un mejor servicio a la causa republicana:

469 AMAE, RE-104/7, Asunto Castillo. 470 J. Matínez Parrilla, op. cit. (1987), pp. 214-216.

Page 353: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

353

Somos unos indeseables –confesó Blum- si no mantenemos nuestras

promesas. Y como no podemos hacerlo, nosotros, los socialistas,

vamos a abandonar el gobierno. Hay un Consejo de Ministros esta

tarde con el presidente de la República. La crisis se va a abrir.471

Asúa, partidario de esta opción, puso en conocimiento de Albornoz y

De los Ríos la oferta de Blum, que inmediatamente la trasladaron a Madrid.

A las pocas horas recibieron respuesta de España en el sentido de que era

preferible que Blum continuara en el cargo y no presentara su dimisión.

Esta situación parecía al gobierno republicano preferible a tener a los

socialistas en la oposición y un gobierno más conservador en el poder.472

No existe constancia en la documentación disponible de la amenaza

de Baldwin. El gobierno británico aún no había decidido una política clara

a seguir (no lo haría hasta el 29 de julio). En Londres, Blum había

encontrado prudencia hacia un conflicto que en esas fechas no parecía tener

un desenlace claro. Schwartz afirma que en el encuentro de Blum y Asúa,

el primero mintió y que su ofrecimiento de dimisión no era sincero; la

situación difícil en la que Blum se encontraba al frente de su coalición de

gobierno, le podría haber llevado a elegir la excusa de la presión británica

para justificar su falta de compromiso con la República en esos momentos

tan decisivos. Protagonistas como Pierre Cot o Robert Blum, hijo del

presidente del Consejo, defienden este argumento de salvaguarda de la

coalición gubernamental como causa principal para frenar la ayuda

prometida a Madrid. En definitiva, autores como Schwartz o Adamthwaite

dudan, en ese momento preciso, de la decisiva entidad de la presión

471 Testimonio de Jiménez de Asúa en P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981),

pp. 409-411. 472 AMAE, P-461/33731. F. Schwartz, op. cit. (1971), p. 56.

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354

británica en el cambio de posición del gobierno francés frente a la

República.473

Horas más tarde del mismo día 25, el Presidente del Consejo de

Ministros relató a De los Ríos el encuentro que horas antes había

mantenido con el Presidente de la República, a quien había encontrado

realmente preocupado y no había dudado en recriminarle: “eso que se

piensa hacer de entregar armas a España puede ser la guerra europea o la

revolución en Francia”. De hecho, Lebrun solicitó a Blum convocar un

Consejo de Ministros extraordinario para las cuatro de la tarde. De igual

modo, y según el testimonio de Blum ante la Asamblea en 1947, el

presidente Édouard Herriot, presidente de la Asamblea, le advirtió en el

mismo sentido: “Te lo ruego, amigo mío, te lo ruego: no te metas en eso”.

El mismo Jules Jeanneney (1864-1957), presidente del Senado, le interpeló

sobre la idea de afrontar la amenaza de una guerra por los sucesos de

España cuando el 7 de marzo se había cedido con ocasión de la

reocupación militar alemana de Renania, asegurando que Inglaterra no

secundaría esa política.474

De los Ríos se reunió de nuevo con Blum a las dos y media de la

tarde del día 25 por espacio de una hora y cuarto, antes de iniciarse el

473 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), pp. 355-373; F. Schwartz, op. cit.

(1971), pp. 55-56; A. Adamthwaite, “Francia y la internacionalización de la Guerra

Civil española: una reevaluación”, Actas del Congreso Internacional La Guerra Civil

Española, 1936-1939, (27-29 de noviembre de 2006), Madrid, Sociedad Estatal de

Conmemoraciones Culturales, 2008. 474 J. E. Dreifort, Yvon Delbos at the Quai d’Orsay. French Foreign Policy

during the Popular Front 1936-1939, Lawrence, Kansas University Press, 1973, pp. 38-

39.

Page 355: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

355

Consejo de Ministros convocado para las cuatro. Blum se sentía acorralado

por la presión insoportable de su Ministerio de Negocios Extranjeros, del

Estado Mayor francés y de la prensa. Además, Gran Bretaña, su más

importante aliado, amenazaba con inhibirse en caso de conflicto y su

coalición de gobierno se encontraba a punto de quebrarse. Confesó a De los

Ríos: “tengo el alma desgarrada”. Pero aseguró: “… mantendré mi posición

a toda costa y con todos sus riesgos; hay que ayudar a la España amiga,

¿cómo? Ya veremos”.475

A la misma hora que un avión “Douglas DC-2” aterrizaba en el

aeródromo de Le Bourget procedente de España con 144.000 soberanos

británicos para costear las armas y los aviones pedidos,476 durante la

reunión del Consejo de Ministros francés se materializaba la fractura en la

coalición gubernamental debido a la más absoluta discrepancia respecto al

conflicto español entre los miembros del Gabinete. Estas discrepancias

afectaron de manera transversal al Gobierno, al margen de las filiaciones

políticas de sus miembros. A la finalización del Consejo, Blum hizo pública

la intención de no intervenir de ninguna manera en el conflicto español por

parte del gobierno francés y suspender sine die el envío de armas a España,

además de negar contundentemente que el Gobierno estuviese vendiendo

armas a la República española:

El Gobierno francés, después de discutir el tema esta tarde, ha

decidido por unanimidad no intervenir de manera alguna en el

conflicto interno español (…) es falso que el Gobierno francés haya

declarado que ha decidido seguir una política de intervención.477

475 AMAE, P-461/33731. 476 G. Howson, op. cit. (2000), p. 46. 477 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 333.

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356

No obstante, el ejecutivo de Blum se reservó la facultad de autorizar

la venta de armas a la República cuyo origen fuera la industria privada y en

caso de aeronaves, que fueran desarmadas: “ninguna exportación de

material de guerra con destino a España será permitida, reserva hecha de la

facultad de autorizar eventualmente la entrega, por la industria privada, de

aviones desarmados”.

Autores como Delpierrié de Bayac478 han presentado esta decisión

como un compromiso temporal para salvaguardar la coalición de gobierno,

cuando lo cierto es que la causa de la No Intervención por entonces estaba

ya cómodamente instalada en el Consejo de Ministros.479 Y así, tomó forma

lo que se dio en llamar “le revirement du 25 juillet 1936”.480 Las

autoridades frentepopulistas, al adoptar esta decisión, creían así serenar su

crisis interna y salvar su coalición gubernamental.481 Del mismo modo,

estaban convencidos de que confinando el conflicto español para evitar su

traducción en un conflicto generalizado, evitaban la defección de su vital

aliado británico. Cabe creer la hipótesis de que en esta decisión también

planeaba el temor a que las potencias fascistas reconocieran a los

insurrectos como gobierno de facto. Sin embargo, como veremos a

478 J. Delperrié de Bayac, Histoire du Front Populaire, París, Fayard, 1971, p.

284. 479 J. Lacouture, op. cit. (1977), p. 347. Léon Blum, en tanto que jurista, prefería

hablar de “non-inmixtion” en lugar de “no intervención”. 480 R. Bombin, op. cit. (1970), p. 213. 481 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 357; P. Cot, Triumph of

Treason, New York, Ziff-Davis Publishing Co., 1944, p. 343. Según el testimonio de

André Blumel, el Partido Radical era casi totalmente contrario al envío de armas a

España. Existían excepciones como la de Pierre Cot, ministro del Aire. Así lo afirma

también Jules Moch, que recuerda como él y Cot tuvieron que ponerse de acuerdo con

Méjico, a espaldas de Delbos, para que hiciera de país intermediario con la República.

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357

continuación, esta retracción francesa no impidió una rápida

internacionalización de la contienda española.

A pesar de los acontecimientos desarrollados durante las últimas

horas, Blum y sus ministros más “intervencionistas” no dejaron de

considerar secretamente la posibilidad de servir aviones a la República,

como lo demuestra el testimonio de De los Ríos referente a esa noche. A las

21,30, el político español se volvió a reunir con algunos ministros franceses

para ser informado de que aunque el Consejo de Ministros hubiera tomado

la resolución de no hacer ninguna entrega de gobierno a gobierno, sí

autorizaba las ventas de empresas privadas. Se le aseguró que así podrían

enviarse dos o tres días más tarde, casi con absoluta seguridad, los aviones

que estaban previstos que partieran, garantizándosele, por otro lado, que el

periodo de construcción de los aparatos “Potez 54” se intentaría acortar

para agilizar los envíos.482 Vemos pues, como ya desde entonces se

comenzó a contemplar lo que más tarde se dio en llamar la No Intervención

atenuada Non Intervention relâchée (No Intervención atenuada).

En cualquier caso, dos días más tarde, el 27 de julio, el ejecutivo

galo, en circular enviada a sus puestos diplomáticos en el extranjero, daba

por zanjada la cuestión de la supuesta asistencia armamentística a la

República española:

En las actuales circunstancias [el gobierno francés] ha debido tomar

todas las disposiciones que su fidelidad al principio de no

intervención le impone, incluso en relación a un Gobierno regular y

amigo por muy legítima que sea la lucha que sigue para mantener el

482 AMAE, P-461/33731.

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358

orden. (…) Me encuentro en la obligación de hacer conocer a la

Embajada de España, invocando las consideraciones que preceden,

que toda entrega de material de guerra terrestre o aéreo, queda

prohibido con destino a España, tanto si se trata de material

perteneciente al Estado como a la industria privada. No obstante,

conforme a ciertos precedentes, se autoriza la exportación de aviones

sin armamento que fueran suministrados al Gobierno español por la

industria privada.483

La prensa de derecha gala acogió la decisión del Consejo de

Ministros con verdadero triunfalismo, mientras que la de izquierda, como

era de esperar, defendió que la entrega de armas a la República era

conforme al derecho internacional, otra decisión, suponía una ayuda

indirecta a los fascistas españoles y en contra de los intereses nacionales

franceses.484 Precisamente, el 30 de julio, el ministro Delbos compareció en

la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado para responder a las

acusaciones vertidas por las publicaciones más conservadoras que seguía

denunciando la entrega secreta de armas a la República a pesar del

pronunciamiento del 25 de julio. Delbos se mostró tajante ante los

diputados: “el gobierno francés ofrece un desmentido absoluto sobre los

rumores referentes a las presuntas entregas francesas de armas, de aviones

y de material de guerra”.485

483 DDF, 2, III, 34; DDF, 2, III, 36; esta documentación también se encuentra en

ADQO, E-218, T. 437-439, de 27 de julio de 1936. 484 L´Humanité, de 27 de julio de 1936. 485 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 333.

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359

Hitler y Mussolini buscan su parte del botín

Iniciada la sublevación en África, los desvelos de los rebeldes se

focalizaron en la manera de hacer atravesar sus fuerzas africanas por el

estrecho de Gibraltar hacia la península. La tripulación de la armada

republicana, no así la mayoría de sus mandos, había permanecido fiel al

Gobierno. Sin mandos, los escasos buques que constituían la marina

española se trasladaron al Estrecho para impedir el paso de las fuerzas

insurgentes a la Península. En esta tesitura, al general Franco no le quedaba

más alternativa que conseguir transporte aéreo, del que no disponía en

cantidad suficiente, para trasladar sus tropas.

Franco decidió enviar emisarios a Berlín a través del jefe del partido

nazi en el Marruecos español, Adolf Langenheim, y de un comerciante

germano instalado en la colonia española llamado Johannes Bernhardt. La

comitiva partió de Tetuán el 23 de julio. En la capital alemana se dirigieron

a su centro de referencia, la Auslandsorganisation (sección extranjera del

NSDAP), dirigida por Ernst Wilhelm Bohle (1903-1960). Éste consiguió

ponerles en contacto con el lugarteniente del Fürher, Rudolf Hess (1894-

1987), saltándose el lógico trámite de informar en la Wilhelmstrasse, ya

que el Ministerio de Asuntos Exteriores germano había desaconsejado toda

intromisión en el conflicto español, temeroso de las repercusiones

internacionales que pudiera acarrear tal intervención. Hess logró el día 25

una entrevista entre los agentes de Franco y Hitler en su retiro de Bayreuth,

a orillas del río Meno, en el este de Alemania. A pesar del poco interés que

el dictador alemán había mostrado por España, sorprendentemente accedió

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360

a la petición del general sublevado ese mismo día, sin consultar siquiera

con su ministro de Exteriores, el barón Konstantin von Neurath.486

Las razones que llevaron a Hitler a intervenir en España bajo la

Operation Feuerzauber (“Operación Fuego Mágico”) podemos

relacionarlas con el intento alemán de alterar el equilibrio en el

Mediterráneo occidental en la medida en que un régimen profrancés sería

sustituido por otro de signo contrario. Conseguir este objetivo con una

pequeña y secreta ayuda militar sin afrontar graves problemas con el

gobierno británico parecía una opción atractiva y barata para el dictador

germano. Bien es cierto que la larga intervención alemana en la guerra

española generó a posteriori otros motivos que aconsejaron su

mantenimiento e, incluso, su ampliación; de lo contrario, tanto Hitler como

Mussolini, no hubieran aumentado sus efectivos a lo largo de la

contienda.487 Entre estos motivos podemos destacar el suministro de

piritas488 y de mineral de hierro español, esencial para el rearme germano, y

el fabuloso campo de pruebas que se le ofrecía al creciente ejército

alemán.489 Por otro lado, una acertada instrumentalización del conflicto

486 Cfr. A. Viñas op. cit. (1977). El texto de las peticiones se reproduce en la

colección de documentación oficial diplomática de Alemania Documents on German

Foreign Policy, 1918-1945, series D (1937-1945), volumen III (Germany and the

Spanish Civil War), Londres, His Majesty’s Stationary Office, 1951, documentos

número 2 y 14 (pp. 3 y 15). 487 A. Viñas op. cit. (2006), p. 63. 488 Ibídem, p. 134. Franco confiscó “Piritas de Río Tinto” para poder hacer

frente a los créditos. 489 Ibídem, pp. 135-137. El 1 de abril de 1939, día del fin del conflicto español,

el general Franco firmó la “Ley Reservada de la Jefatura del Estado” (no conocida hasta

1979), promulgada para saldar los préstamos contraídos por el dictador durante el

conflicto a cuenta del Estado español.

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361

podría acarrear discrepancias en la ya de por sí problemática relación

franco-británica. El 28 de julio comenzaron a llegar al aeródromo de Tetuán

los primeros aviones alemanes, decisivos para facilitar la operación del

paso del Estrecho, bajo el camuflaje de la Sociedad Hispano-Marroquí de

Transportes, S. L. (HISMA), constituida de manera ficticia el 31 de julio.

Se trataba de 20 “Junker-52” de transporte y 6 cazas “Heinkel-51”.

Paralelamente el vapor Usaramo transportó material adicional (diez

“Junkers-52” y seis “Heinkel-51” más, junto con todo tipo de armamento,

municiones y personal especializado) llegando al puerto de Cádiz el 6 de

agosto.

El 19 de julio, Franco también envió al periodista Luis Bolín a Roma

con una carta de recomendación del ex-monarca Alfonso XIII. El conde

Galeazzo Ciano (1903-1944), ministro de Asuntos Exteriores italiano,

acogió inicialmente la petición con reticencias. Esta misión se vio reforzada

por la presión que el general sublevado ejerció sobre el cónsul italiano en

Tánger, De Rossi del Lion Nero, que al parecer fue clave en la concesión

final de la ayuda italiana.490 Hasta el 28 de julio, Mussolini no aceptó

490 I. Saz, op. cit. (1986), p. 181; A. Bolín, op. cit. (1967), p. 178. Bolin afirma

en sus memorias, sin embargo, que el conde Ciano tuvo una reacción entusiasta ante la

proposición rebelde. No obstante, según Saz, el día 27, Ciano informó a De Rossi de

que los aviones estaban ya preparados en Cerdeña, pero le ordenó que transmitiera el

mensaje de que la aprobación de la ayuda no era definitiva y de que no asumiera

compromisos ni hiciera promesas. El texto de las peticiones se reproduce en la

colección de documentación oficial diplomática de Italia Documenti Diplomatici

Italian, Roma, Ministero degli Affari Esteri, 1993, 8ª serie, volumen IV, documentos

número 570, 578 y 584 (pp. 640, 649 y 584). La ayuda demandada, que fue ascendiendo

en los días siguientes, consistía inicialmente en 12 aviones de transporte, 10 cazas y 10

aviones de reconocimiento, más 1.000 bombas de avión de 100 kg., y 2.000 de 50 kg.,

además de 40 cañones antiaéreos y algún barco de 4.000 o 5.000 toneladas.

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362

acceder a la demanda insurgente.491 El dictador italiano adoptó esta

decisión a sabiendas de que Hitler había consentido en ayudar a los

rebeldes, conociendo la retracción francesa y consciente de que una

eventual ayuda a los sublevados no encontraría demasiada oposición en

Londres, sabedor de la hostilidad británica a la causa republicana.492

Además, informaciones provenientes de Moscú revelaron a Roma que el

Kremlin no tenía intención alguna, por el momento, de intervenir en

España. El 23 de julio la embajada de Italia en Moscú informó de la

situación “embarazosa” en que los acontecimientos de España habían

situado a las autoridades soviéticas, ya que una victoria de los insurgentes

pondría fin a las esperanzas depositadas en las estrategias de los frentes

populares, con negativas repercusiones en Francia y el consecuente fracaso

de la colaboración franco-soviética. Por el contrario, una victoria del bando

republicano y la posible “sovietización” de España incrementarían la

desconfianza de las democracias occidentales hacia la Unión Soviética y

echaría por tierra todo el proceso de acercamiento a ellas.493

491 I. Saz, op. cit. (1986), p. 184. 492 N. D’Aroma. Un popolo alla prova, Dieci anni di guerra (1935-1945),

Palermo, Cusimano, 1967, p. 283. Parece ser que Mussolini informó al embajador

británico en Roma del envío de los aviones a los sublevados, obteniendo la respuesta de

que el Foreign Office había entendido la iniciativa italiana en su exacto significado. Los

británicos siguieron este proceso con relativa indiferencia, ya que consideraban que no

afectaba de manera sustancial al equilibrio en el Mediterráneo. Prueba de esta sintonía

fue la firma en enero de 1937 del Gentlemen’s Agreement. A. Viñas op. cit. (2006), pp-

41-45. Posteriormente se ha sabido que Londres descifraba sin grandes complicaciones

los mensajes italianos a través del Air Intelligence Service (contenidos en los Blue

Jackets de los archivos del Foreign Office), lo que elimina toda duda sobre la actitud

británica descrita hasta el momento. 493 I. Saz, op. cit. (1986), p. 206.

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363

Con estos parámetros, y presentando la intervención en términos

antibolcheviques, y posiblemente, como afirma Coverdale, con la secreta

esperanza de exportar el modelo fascista a España,494 el Duce confió, como

su homólogo alemán, en que una pequeña ayuda podría permitir ganar a un

bajo precio un aliado en el Mediterráneo occidental. Por otro lado,

Mussolini era consciente de que la retracción francesa, y su falta de ayuda

aérea a Madrid, convertía en decisiva la ayuda italiana a los sublevados.

Así, 12 aviones “Savoia-81” salieron de Cerdeña la madrugada del 30, al

tiempo que el vapor Morandi partió con material bélico la víspera, llegando

a Melilla el 2 de agosto.

El jueves 30 de julio, dos bombarderos armados, sin marcas de

nacionalidad ni matriculación, realizaron un aterrizaje forzoso en la región

de Cudjda en el Marruecos francés, uno cerca de la frontera con Argelia y

el otro cerca de Moulouya, en la frontera con la zona española. Las noticias

hacían sospechar, sin ningún género de dudas, que se trataba de aparatos

italianos. La investigación confirmó que los aviones eran bombarderos

trimotores “Alfa-Romeo”, de la casa “Savoia-Marchetti”. Las señales de

identificación habían sido repintadas en blanco. El grupo estaba compuesto

por cinco aparatos que habían despegado en la mañana del 29 de julio de

Camiri, cerca de Novara, y habían hecho escala en Elmaz (Cerdeña), de

donde habían salido en la mañana del 30 para alcanzar la zona española de

Marruecos. Los aviones estaban tripulados por individuos que habían sido

militares italianos hasta el día 20 de julio, en que pasaron a serlo, según su

494 J. Coverdale, La intervención fascista en la Guerra Civil española, Madrid,

Alianza, 1978, pp. 89-91; P. Preston, “La aventura española de Mussolini: del riesgo

limitado a la guerra abierta”, en P. Preston, La República asediada. Hostilidad

internacional y conflictos internos durante la Guerra Civil, Barcelona, Península, 1999,

pp. 41-69.

Page 364: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

364

testimonio, de la casa “Savoia-Marchetti”. Uno de los aviones que llegó a

su destino arrojó a los accidentados un paquete con uniformes, junto una

nota que les ordenaba presentarse, en caso de ser interceptados por las

autoridades francesas, como miembros de la legión de Nador. Al parecer,

habían sido reclutados quince días antes.495

Este incidente, que constituía la evidencia de la ayuda italiana al

bando insurgente (que nunca reconocieron las autoridades italianas496),

demostró que la retracción francesa del día 25 no había conseguido su

objetivo de frenar la implicación de las potencias fascistas en el conflicto

español.

495 ADQO, E-145, T.857-860 y T.868-874, de 1 de agosto de 1936. 496 ADQO, E-145, T.993-996, de 20 de agosto de 1936.

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365

2. El papel del embajador Jean Herbette iniciada la contienda

La figura del embajador francés Jean Herbette constituye uno de los

aspectos más controvertidos de la historiografía sobre la Guerra Civil

española. Y aún hoy, los contados historiadores que se han acercado a este

personaje no muestran un acuerdo generalizado. Varias son las causas de

este panorama de luces y sombras. La primera pudiera estar ocasionada por

las escasas investigaciones más o menos solventes que los profesionales

han dedicado a la tarea. Los trabajos que ha abordado analizar el papel de

Francia en el conflicto español no cuenta hasta el día de hoy con una obra

monográfica a la altura de los trabajos realizados por Ángel Viñas sobre

Alemania, Ismael Saz sobre Italia o Enrique Moradiellos sobre Gran

Bretaña. Añadamos, que los pocos intentos se han centrado principalmente

en bosquejar las actitudes francesas en los días posteriores al inicio del

conflicto, cuando las vacilaciones del gabinete Blum todavía permitían

albergar en el entorno republicano la esperanza de un apoyo decidido de

París a su causa. Constituido el Comité de No Intervención en septiembre

de 1936, la historiografía deja de profundizar en la cuestión. Pareciera que

con prestar atención a la evolución de la política española de Londres

durante el conflicto, obtuviéramos las claves, por otro lado, previsibles y

preconcebidas a los ojos de los historiadores, que interpretan la progresión

de la huella de los hechos en el seno francés, y esta circunstancia hubiera

hecho obviar la investigación sobre el papel de Francia en la guerra

española.

La segunda causa que encontramos es una consecuencia de la

anterior: a menos investigación, menos atención a sus protagonistas. Es

indudable que la política española era un asunto de segundo orden en la

política extranjera de París. Herbette, por otro lado, tampoco constituye una

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366

figura central en la guerra, siendo, sorprendentemente, el embajador que

más aparece en las memorias de sus contemporáneos (así sucede en los

diarios de Azaña, por ejemplo). De suerte que la figura del embajador ha

sido recreada, de una parte, a la luz de los acontecimientos posteriores al 17

de julio de 1936, y de otra, apoyándose en los escasos testimonios de sus

contemporáneos. La proximidad, cuando no coincidencia temporal de estos

relatos con los acontecimientos, han privado a los estudiosos de construir

una semblanza ponderada del personaje, libre de los prejuicios ideológicos

y personales inmediatos que produjo el estallido de la guerra y sus actitudes

posteriores. Así, encontramos gran dificultad para localizar testimonios que

no caigan en lo anecdótico o en planteamientos maniqueos y estériles que

reproducen las mismas contradicciones. De este enjuizamiento, tan sólo

podemos librar el trabajo de Yves Dénèchere sobre la figura del embajador.

Durante los dos primeros meses de guerra, Herbette se alineo con los

que defendían sostener, mejor que peor, al gobierno de Madrid. Bien es

cierto que, como apreciamos en sus despachos, con ciertas vacilaciones

sobre el análisis de la dinámica bélica. Por otro lado, estas vacilaciones no

eran ajenas de la desorientación que se vivía en los centros de poder

parisinos. En este período no encontramos desacuerdos esenciales entre la

política española del ejecutivo galo y la propia de su embajador en España.

De hecho, Herbette respaldó como propia la decisión del gobierno francés

del 8 de agosto de suspender los envíos de armas a Madrid. Esta alineación

definitiva con la No Intervención no provocó en Herbette ninguna reacción

contraria constatable.

Desde mediados de agosto, el cuerpo diplomático destacado en

España cruzó la frontera para instalarse en San Juan de Luz y Hendaya a

pasar la “jornada”. Herbette fue uno de los pocos diplomáticos que volvería

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367

con frecuencia a San Sebastián, casi siempre para atender alguna causa

humanitaria. Intercedió ante las autoridades republicanas para la liberación

o el intercambio de prisioneros,497 así como para supervisar la integridad y

las posesiones de la colonia francesa. Esta tarea le puso a menudo en

alguna situación embarazosa (le solía acompañar su esposa). No sólo los

continuos bombardeos rebeldes acechaban en los trayectos por carretera,

sino que la anómala situación en la que se encontraba el cuerpo

diplomático desplazado a Francia, provocaba recelos y los consiguientes

roces con los milicianos de los puestos fronterizos. En una ocasión, por

ejemplo, fue encañonado y obligado a bajarse de su automóvil.498

La permanencia del personal diplomático destacado en España en el

sudoeste francés fue rechazada contundentemente desde su inicio por las

autoridades republicanas, que exigían su vuelta a Madrid primero, y a

Valencia más tarde. De hecho, ningún diplomático de los instalados en

Hendaya, incluido Herbette (se había instalado en la localidad de Cibourne,

cercana a San Juan de Luz), cedió a las presiones del Ministerio de Estado

español. Entre otros motivos, porque permanecer en el sudoeste francés les

permitía mantener relaciones oficiosas con los representantes insurgentes.

Asimismo, la proximidad a la frontera franco-española constituía un limbo

diplomático muy del gusto de la ambigüedad política internacional del

momento. En una de las comunicaciones de Herbette, así lo advertía:

497 P. Barrauso. “La misión diplomática del embajador francés Jean Herbette

durante la Guerra Civil” Bulletin d'Histoire Contemporaine de l'Espagne, Nº 28-29,

1999, pp. 122-123. Así consiguió Herbette la liberación del conde de Romanones el 23

de agosto de 1936. El 25 de septiembre, por ejemplo, se encontraba en Bilbao, cuando

las bombas lanzadas por las fuerzas de Mola castigaban la ciudad. 498 J.-B. Barbier, op. cit. (1951), p. 618.

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368

Si el Gobierno de Madrid persiste en una conducta que obligue a las

Potencias a tomar decisiones, es de prever que en el momento en el

que ciertos jefes de misión se pongan en ruta para Madrid, otros se

orientarán hacia Burgos.499

El 15 de septiembre, Herbette envió un informe a París en el que se

analizaba la marcha de la guerra. Por primera vez, ponía en duda la

legalidad del gobierno de Madrid, desbordado por las fuerzas

anarquizantes. El peligro del que Herbette había advertido en los primeros

días de la lucha se hacía realidad.500 ¿Qué había sucedido en las últimas

semanas para que Herbette comenzara a cuestionar el mantenimiento de la

República española? Repasemos: el 3 de septiembre las fuerzas insurgentes

toman Irún y el 13, San Sebastián. Desde entonces, Herbette comienza a

asociar en sus despachos anarquismo y Frente Popular. Hace responsable

de la mala marcha de la guerra a la falta de autoridad gubernativa

republicana para refrenar el caos reinante. Es en este aspecto donde sitúa la

pérdida de legitimidad del Gobierno y la causa de una futura derrota.

Evidentemente, señala al general Franco como vencedor seguro de la

contienda.

499 ADQO, E-170. Politique Intérieure. 1936, 11-30 sept. T. 1188-1191. Saint-

Sebastián par St. Jean de Luz, de 12 de septiembre de 1936. ADQO, E-137.

Représentation diplomatique et consulaire française ; décorations. 1932, juil.-1937,

sept. T. 990 y 1005. Jean Herbette a Yvon Delbos. Cibourne, de 14 y 18 de septiembre

de 1936. En estos telegramas Herbette informaba de las presiones que el cuerpo

diplomático recibía del representante del ministerio de Estado español en Hendaya,

Américo Castro, para que las representaciones diplomáticas volvieran a instalarse en

Madrid. 500 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), pp. 269-270.

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369

En esta pérdida de confianza en una República desbordada por la

marea revolucionaria, podemos situar el punto de no retorno del embajador

francés y, tras analizar la nueva situación político-militar, comenzó a

generar las actitudes necesarias para rectificar la nueva realidad en

concordancia con los intereses de Francia. En estas circunstancias, Herbette

no dudó en mantener e intensificar una vía de comunicación continua con

las autoridades insurgentes que controlan la frontera vasco-francesa, y sus

acciones parecen que comienzan a ser guiadas por la contigencia de una

futura victoria insurgente. Desde entonces, en sus despachos muestra más

aprensión por la ayuda que la URSS ofrece a la República que por la

aportación fascista brindada al esfuerzo bélico de los rebeldes. Ya no

parece importarle, de hecho no lo subraya en sus escritos, las poderosas

fuerzas contra las que se enfrenta la República. Este análisis parcial le va

alejando de una realidad socio-política que él bien ha conocido, justificado

y trasmitido hasta ese momento. Y así, comienza a proponer medidas

encaminadas a la búsqueda de la reconciliación de los bandos en lucha,

porque el embajador ya no alberga dudas a finales de septiembre sobre

quien será el bando vencedor en la contienda.

El reconocimiento del bando franquista por parte de las potencias

fascistas el 18 de noviembre de 1936, lo valoró como lógico según se

desarrollaban los acontecimientos, y ello, invitó a sus superiores, debería

hacer reflexionar a las autoridades francesas para que aceptaran las

consecuencias de los hechos.501 Comenzamos a detectar en esta fecha un

manifiesto desencuentro entre la política española de París y las propuestas

de Herbette. Su posicionamiento se mostró nítido cuando propuso

abiertamente el reconocimiento anglo-francés del derecho de beligerancia

501 DDF, 2, III, T. 1344, 1361, 1362, 1364, 1373, de 19, 23, 24, 25, 29 de

octubre de 1936. Herbette a Delbos.

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370

de las autoridades insurgentes como el modo más rápido de terminar con

una guerra que estaba perdida para la República y como el medio más

adecuado de desligar a Italia de los destinos del Reich. Herbette hace suya

la estrategia británica, y también gala, de embolsar el conflicto en las

fronteras hispanas evitando la amenaza del desencadenamiento de un

conflicto generalizado. Su prevención anticomunista le lleva a defender

acuerdos con la participación exclusiva de Gran Bretaña, Italia, Alemania y

Francia, dejando al margen a la URSS. Defiende que la adopción de la

política de no intervención más absoluta es el expediente disponible más

adecuado para evitar la animosidad de Italia y Alemania, una animosidad

que les lleve a comprometerse más en España y a convertirles en

definitivas aliadas.502

Con esta nueva dimensión que ha tomado el pensamiento de Herbette

desde septiembre de 1936, es natural que lamentara el concurso de las

Brigadas Internacionales (permitidas tácitamente por las utoridades

francesas), que desde noviembre contenían el asalto rebelde a la capital de

España, y cuya intervención alargaba el fin del conflicto. En una carta

dirigida a su hermano François en marzo de 1938, seis meses después de

ser relevado de su puesto insistía aún en estos planteamientos:

No se trata de elegir entre el abandono o el mantenimiento de la

España “republicana”, porque el hecho es que ya no existe España

“republicana” desde agosto de 1936 y porque ningún mantenimiento

podría salvar una causa que, siendo pisoteada en la sangre de sus

propios principios, está condenada al desastre desde los

acontecimientos militares de septiembre de 1936. (…) No existe

502 DDF, 2, IV, T. 1470, 1477, 1478, de 23 y 24 de noviembre de 1936. Herbette

a Delbos.

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371

democracia desde el momento en que el gobierno salido del sufragio

universal no puede hacerse obedecer, como vemos por las

ocupaciones de las fábricas.503

Hacia diciembre de 1936 comenzó a presentar en sus despachos la

figura del general Franco como el líder que podía representar la integridad

y la independencia de España frente a las potencias extranjeras por encima

de partidos enfrentados. De hecho, ya no consigue encontrar en el campo

republicano a ningún personaje que pueda asumir esta responsabilidad de

conciliación nacional, ni veía en Valencia al gobierno futuro que pudiera

desembarazarse de la influencia de Moscú.504 Una vez más su

animadversión soviética es el filtro con el que el embajador analiza la

realidad.

El descontento de Valencia sobre esta actitud, calificada de

“profranquista” era conocida. Julio Álvarez del Vayo, ministro de Estado,

escribió en febrero de 1937 una carta personal a Blum. Le demandaba que

el embajador u otra persona del mismo rango, retomara sus actividades en

Valencia, como lo había hecho el embajador de Méjico, por ejemplo.

Cuando escribía “u otra persona del mismo rango”, evidentemente el

ministro español revelaba que Herbette no sería bien recibido. A estas

alturas de la guerra, mandar a Herbette a Valencia, hubiera significado una

provocación para el gobierno republicano; pero relevarlo, pudiera molestar

a sus aliados británicos, que podrían interpretarlo como una desvinculación

503 Cartas de Jean Herbette a François Herbette del 25 de marzo y 7 de abril de

1938, extraída de Y. Dénèchere, op. cit. (2003), pp. 320-322. 504 DDF, 2, IV, T. 43, de 13 de enero de 1937. Muy confidencial. Herbette a

Delbos.

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372

de su política común. Así, el ejecutivo francés optó por mantenerlo en

Cibourne.505

Durante febrero y marzo de 1937, cuando la amenaza fascista se

cernía sobre Checoslovaquia, Herbette aprovechó la ocasión para defender

los mismos presupuestos que había venido manteniendo. Según el

embajador, cuanto más tardara Francia en reconocer a Franco, más tarde

podría alcanzar un acuerdo con Italia para salvar a Checoslovaquia. Los

mensajes elogiando a Franco se multiplican e, incluso, llegó a creer posible

un acuerdo entre Franco y Prieto.506 El mismo Quai d´Orsay se alarmó ante

el cariz que tomaba la independencia de criterio de su embajador e intentó

moderarlo. El ministro de Asuntos Extrajeros francés Delbos tuvo

recordarle que no preocupaba en ese momento el futuro, sino la aplicación

estricta de la No Intervención e incluso le conminó a que no entrara en el

análisis de posibles estrategias diplomáticas, sino que se limitara a la

estricta información de los acontecimientos. Era evidente que los análisis

de Herbette y la posición diplomática de su Gobierno mostraban una

divergencia creciente e insostenible por mucho tiempo.

Estas llamadas de atención del ministerio no surtieron el efecto

desesado. De hecho, en abril de 1937, el embajador se atrevió a

responsabilizar a París de un posible conflicto entre Francia y el bando

rebelde, evidenciando desde su punto de vista que la política española del

505 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), pp. 294-295. Parece ser que la carta fue

enviada al domicilio particular del político socialista desde la embajada española en

París porque las autoridades de Valencia no confiaban en que el funcionariado francés

tomara el necesario celo para hacerla llegar a su destinatario. 506 DDF, 2, IV, de 5 de febrero de 1937 y DDF, 2, V, 3, 12 de marzo de 1937.

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373

Quai d´Orsay era contraria a los intereses patrios.507 Y más revelador y

definitivo fue que el periodista norteamericano Jay Allen (1900-1972),

corresponsal en el conflicto del Chicago Daily Tribune y del News

Chronicle, enfrentara en mayo de 1937 en un artículo “la Francia de Blum”

y “la Francia de Herbette”.508

Desde el verano de 1937, Herbette escenificó el desencuentro final

con las autoridades de París y preconizó, extralimitándose en sus

atribuciones, no ya un cambio en la política francesa hacia Franco, sino la

puesta en práctica de una política paralela a la del Quai d´Orsay. Sus

frecuentes entrevistas con el responsable de la Secretaría Diplomática

franquista, José Antonio Sangroniz y Castro, marqués de Desio (¿-1980), y

otros representantes insurgentes al margen de las indicaciones de sus

superiores y del decoro que su cargo conllevaba, así lo atestiguan.509 Por

aquellas fechas, incluso tomó partido por los que rechazaban las

acusaciones de espionaje en el sudeste francés contra un consumado

conspirador como era el Francisco Moreno Zulueta, Conde de los Andes.510

Y, definitivamente, la situación se hizo insostenible para el Quai d´Orsay

cuando se relacionó desde los medios periodísticos a Herbette con las

actividades terroristas en territorio francés del comandante Troncoso,

gobernador militar de Guipúzcoa y jefe del servicio de información militar

507 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), p. 297. 508 Chicago Daily Tribune, de 11 de mayo de 1937, extraido de H. Southworth.

La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia,

Barcelona, Plaza y Janés, 1977, p. 257. 509 DDF, 2, V, de 6 de julio de 1937. 510 DDF, 2, V, de 6 de septiembre de 1937. El Conde de los Andes había sido

uno de los creadores del Servicio de Información del Nordeste de España (SIFNE) al

servicio de los insurgentes.

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374

de la zona fronteriza. Troncoso había sido detenido acusado de cometer

actos terroristas contra intereses republicanos en suelo galo en colaboración

con el grupo terrorista francés de extrema derecha La Cagoule. Este

escándalo, que era un secreto a voces en los medios diplomáticos, le

granjeó entre la izquierda francesa, como recordaba en sus memorias del

conflicto español el embajador norteamericano, Claude Bowers, la

demoledora etiqueta de traidor. Una intensa campaña lanzada desde los

estamentos políticos, periodísticos y ciudadanos del sudoeste francés exigió

su inmediato relevo,511 y el 2 de octubre de 1937, Delbos rompió la baraja,

y puso fin a su misión para dar, por fin, satisfacción al gobierno de

Valencia. El ministro argumentó en la misiva de destitución lo evidente, y

es que París no podía hacer abstracción de la prevención suscitada en la

España republicana contra la persona del embajador.512

Herbette ha quedado identificado, pues, para la historiografía de la

guerra española, como un personaje desleal con la República. Bowers

relata en sus memorias que al final de la contienda preguntó a un

diplomático francés si Herbette era socialista, a lo que el galo contestó

“Herbette era herbettista”.513 Anticomunista, antifascista, antianarquista, sin

duda lo fue; más arriba están los testimonios de prevención hacia estos tres

fenómenos socio-políticos que lo demuestran. Pero, quizá la etiqueta que

mejor defina la figura de Herbette es la aplicada por su biógrafo, Y.

Denéchère, quien lo califica de “demócrata pragmático”. Un pragmatismo,

que puesto al servicio de los intereses de Francia, se reveló en todas sus

contradicciones ideológicas llegando a relativizar en que bando se

511 C. Bowers, Misión en España. Barcelona, Grijalbo. 1977, p. 340. 512 Y. Dénèchere, op. cit. (2003), p. 308. 513 C. Bowers, op. cit. (1977), p. 69.

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375

encontraba la legalidad y la legitimidad.514 Añadiríamos a la calificación de

Denéchère, el matiz de conservador. Esta realpolitik practicada por

Herbette desde septiembre de 1936, cuya idea capital giraba en torno a la

lucha sin descanso contra las “fuerzas disolventes de toda civilización”, de

un lado, y la adecuación de los intereses franceses a una situación en la que

Franco aparecía en el horizonte como el futuro gobernante de España, de

otro, nos permite analizar los diferentes ángulos de la labor de este

personaje poliédrico.

Estallada la guerra europea, Herbette escribió a su amigo, el

periodista holandés Van Oss, unas líneas que pueden resumir la esencia de

esta realpolitik:

Pienso en presencia de esta guerra lo que pensaba durante la guerra

de España. Es que una guerra no se termina más que por los

acontecimientos militares, un bando siendo vencedor del bando

vencido. Es una perspectiva atroz ver correr la sangre, pero sería más

atroz aún cerrarse a la evidencia y no prepararse para las pruebas que

habrá que superar, ya que esta ceguera costará mucho más caro

aún.515

514 Y. Dénèchere, op. cit. (1999), p. 25. 515 Carta de Jean Herbette a Van Oss del 11 de enero 1940, extraída de Y.

Dénèchere, op. cit. (2003), p. 327.

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376

3. Francia y la génesis de la política multilateral de No

Intervención

La No Intervención o la “propuesta londinense” de París

La caída de los aviones italianos tuvo un doble efecto. En primer

lugar, consiguió disminuir las reticencias francesas hacia la República,

recuperando el ejecutivo galo su libertad de acción; el mismo Blum

reconoció años más tarde que la prueba manifiesta de la ayuda italiana a

Franco había constituido para ellos una liberación: “Nos sentimos más

cómodos”.516 En segundo lugar, París comenzó a diseñar de manera

apresurada una política de No Intervención que aislara el conflicto español

de manera más efectiva. Al día siguiente, el 31 de julio, el ministro Delbos

hizo evidente esa recuperación de la libertad de acción, intentando acelerar

la puesta en marcha de una política de no intervención común mediante una

apenas velada amenaza a los países que ya estaban interviniendo en

España. Así, en el Consejo de Ministros convocado para el día siguiente, 1

de agosto, se anuló el acuerdo del 25 de julio:

(…) el Gobierno Español es un gobierno regular, cuya legitimidad

no puede ponerse en duda (…). Proporcionando armas a este

gobierno Francia no viola de ningún modo el principio de no

intervención en los asuntos de otro país. Tal acción no sería una

violación de la ley internacional, ya que sería hecho a un gobierno

regular de derecho y de hecho.517

516 Rapport... (1951), Annexe, vol. I., p. 378. 517 Débats, Chambre, 31 de julio de 1936, segunda sesión p. 2330. Extraido de J.

E. Dreifort, op. cit. (1973), p. 42.

Page 377: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

377

El incidente de los aviones italianos no sólo supone un relevante

acontecimiento debido a lo expuesto anteriormente, sino porque abre

también la incógnita sobre la fecha en la que el gobierno italiano respaldó

la sublevación. Según Pierre Cot, que fue el encargado de enviar una

comisión de investigación al Marruecos francés, al frente de la cual nombró

al general Denain, los aviones estaban preparados desde el día 17 de julio,

fecha del inicio de la sublevación. Este hecho demostraría la comunicación

permanente entre Mussolini y los sublevados antes del alzamiento y mucho

antes de tomar la decisión de ayudar de manera definitiva a las fuerzas

insurgentes.518 Desde entonces y en prevención de desagradables

contingencias, el gobierno francés y su Alto Mando dieron prioridad a la

defensa del escenario mediterráneo, en detrimento de los intereses

franceses en el este y centro de Europa.519 El día 31 de julio, gritos de “Des

avions pour l’Espagne” interrumpieron el discurso que Blum ofrecía con

motivo del homenaje al socialista Jean Jaurès en el Vélodrome d’Hiver.

Esa misma tarde Delbos declaró ante la Cámara de Diputados:

Nosotros habríamos podido suministrar armas al gobierno español,

gobierno legítimo de derecho y de hecho. No lo hemos hecho,

primero por doctrina y por humanidad, y para no dar un pretexto a

los que sí estarían tentados de entregarlas a los rebeldes.520

Al día siguiente, el primero de agosto, el gobierno francés anunció

oficialmente una revisión de la declaración del 25 y de la nota consular del

27 de julio. Paralelamente, podemos documentar como el Quai d’Orsay

ordenó a sus embajadores en Roma y Londres sondear a las autoridades

518 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 368. 519 A. Adamthwaite, op. cit. (1977), p. XIII. 520 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 333.

Page 378: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

378

sobre la posibilidad de adoptar un código de reglas comunes de No

Intervención:

[El gobierno francés] ha decidido dirigir una apremiante llamada a

los principales gobiernos interesados para la adopción rápida y la

observación rigurosa, en relación a España, de reglas comunes de no

intervención.

Al tiempo que se advertía que:

La existencia de suministros de guerra procedentes ahora del

extranjero para los insurgentes obliga al gobierno francés a

reservarse su libertad de acción respecto de la aplicación de la

decisión tomada por él [decisión del 25 de julio].

Y además se añadía a la nota:

Mientras se espera la firma de un acuerdo y a causa de las remesas

de armas ya recibidas por los sublevados, el Gobierno francés

encontraría dificultad en negarse a contestar favorablemente a un

pedido hecho por un Gobierno regular y oficialmente reconocido, y

que, en este sentido, se reservaría la libertad de acción.521

Dicho de otro modo, el gabinete galo anunciaba su intención de

suministrar armas a la República si el gobierno italiano continuaba

haciéndolo a los rebeldes. La No Intervención, pues, fue una propuesta

521 DDF, 2, III, doc. 56, 31 de julio de 1936, este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Sin

Nº. De París a Londres y Roma. 1 de agosto de 1936.

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379

francesa. Pero fue un ofrecimiento que no se entiende sin la dependencia

diplomática establecida en los años precedentes con Gran Bretaña. Su

objetivo no era otro que confinar, tras el pretexto de la defensa de la paz

mundial, el conflicto español y, en palabras del jefe de gabinete André

Blumel, “evitar que otros hicieran lo que nosotros éramos incapaces de

hacer”.522 De hecho, desde el inicio del conflicto el gobierno galo tuvo bien

presente la sensación de soledad a la que se enfrentaría de intentar una

política diferente a la que le dictaba Londres. Esta impotencia la expresó

Léon Blum de manera diáfana cuando en 1947 declaró ante la Comisión

que investigaba los acontecimientos desarrollados en Francia desde 1933

hasta 1945: “Nos sentimos un poco más aislados en Europa respecto a la

acción de socorro vis-à-vis del gobierno republicano español”.523 Como

afirmó de manera certera años más tarde el socialista J. Zugazagoitia:

“Cuando Blum reivindica la paternidad de la “no intervención” comete,

evidentemente, una falsedad. El engendro es de confección inglesa.”524

El 31 de julio, las autoridades británicas ya adelantaron a las

francesas que apoyarían su propuesta de no intervención, pero mostraron

algunas dudas sobre su alcance real debido a las trabas legislativas de cada

potencia participante. El embajador Corbin las comunicaba desde Londres

a París:

522 J. Delperrié de Bayac, op. cit. (1971), p. 286. Según este autor, el proyecto de

No Intervención fue trazado en sus líneas generales por René Massigli, y terminado de

perfilar por Alexis Léger e Yvon Delbos y, por su puesto, aceptado por el propio Léon

Blum. 523 Testimonio de L. Blum en Rapport…. 524 J. Zugazagoitia, op. cit. (1977), p. 109.

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380

Se prohíbe la entrega de material de guerra; pero la industria privada

está autorizada a la exportación de aeronaves comerciales.

A los ojos de los ingleses esta exportación es legal, así como las

operaciones relacionadas con el combustible, alimentos, productos

químicos, equipos de transporte, etc. Naturalmente los riesgos

quedan bajo la responsabilidad de los expedidores que hacen estos

envíos.525

Las autoridades francesas estimaron que un embargo de armas

colectivo forzaría a la paralización de las hostilidades por falta de medios

para combatir y daría una oportunidad al gobierno de Madrid. Por otro

lado, la No Intervención constituía una herramienta con una endeble base

legal para que las democracias occidentales justificaran ante sus ciudadanos

el abandono de la República.526 La respuesta positiva de Blum el 20 de

julio se había adoptado pensando que se trataría de un breve

pronunciamiento. Hasta el momento no había intervenido ninguna otra gran

potencia y no parecía arriesgado enviar armas. Sin embargo, a medida que

se iban endureciendo por momentos los frentes de batalla entre la izquierda

y la derecha, Blum, tras consultar con sus colaboradores, empezó a darse

cuenta de que con esa intervención peligraban la coalición gobernante y el

objetivo fundamental de la política de apaciguamiento. De ahí la retracción

del gobierno galo en la última semana de julio que culminó en la propuesta

de un acuerdo de no intervención el 2 de agosto.527

525 ADQO, E-224. « Politique de non intervention; pacte méditerranéen ;

conférence de Nyon. 1932, mars-1936, oct. », Nº 855-856. De Londres a París. De 31

de julio de 1936. 526 A. Viñas op. cit. (2006), pp. 359-362. 527 A. Adamthwaite, “Francia y la internacionalización…” (2008).

Page 381: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

381

Francia, una realidad sociopolítica inflamada

Cuando se produjo la insurrección militar en España, Francia vivía

una tensa atmósfera producida por la derrota de los empresarios frente a las

reivindicaciones obreras. Este triunfo momentáneo de las clases más

desfavorecidas se cristalizó en los decretos aprobados por el gobierno

frentepopulista de Léon Blum referentes a la jornada laboral de las 48 horas

y las vacaciones pagadas. “En junio de 1936, la burguesía francesa tuvo

mucho miedo, y fueron necesarios varios meses, varios años, para que se

sintiera totalmente tranquilizada”.528 Este contexto interno convirtió al

conflicto español en un “sociodrama”, Bonnefous dixit, que hizo vivir a los

franceses su propia guerra civil.529

En este contexto, era corriente, entre las filas de las fuerzas más

reaccionarias, atribuir el estallido de la guerra española a un vasto complot

comunista que se podía extender a Francia. El anticomunismo de la derecha

francesa, muy tocada por la derrota que habían supuesto los Acuerdos de

Matignon, dio a Franco una imagen de militar necesario en tiempos de

crisis y defensor del orden social. Así, en estos medios la política de no

intervención adoptada por el Gobierno fue recibida con alivio, reflejo de

una reacción defensiva ante la amenaza revolucionaria que, desde esta

perspectiva, podía ocasionar una guerra civil y, por extensión, una guerra

europea. La guerra española avivó un evidente “neopacifismo” en la clase

dominante francesa, no tan atenta al duelo entre fascismo y democracia

sino entre orden y revolución, que le llevó a solidarizarse con la reacción

528 E. Bonnefous, Histoire politique de la III République. Vers la guerre. Du

Front Populaire à la Conférence de Munich, París, 1965, p. 373. 529 P. Vilar, “Guerra de España y opinión internacional: a la búsqueda de un

método”, Historia 16, nº 22, febrero de 1978, pp. 124-133, p.127.

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382

española.530Ante la intervención germano-italiana, el ala conservadora

francesa apostó por la conciliación, por la neutralidad en la guerra de las

ideologías europeas y por la abstención en cualquier tipo de conflicto que

recordara a una guerra de clases. Consecuentemente, su temor al

enfrentamiento con las potencias fascistas era deudor del horror ante la

revolución social.

Entre los que enarbolaron esta bandera sobresalieron semanarios

representantes de la derecha tradicional, como Candide y Gringoire, la gran

mayoría de la prensa de negocios (cuyos intereses económicos en España

eran muchos), la Revue des Deux Mondes o la Revue de Paris y la extrema

derecha de l’Action Française de Charles Maurras.531 Como defendió el

diputado conservador Pierre Taittinger (1887-1965)532 en la Asamblea

francesa en diciembre de 1936, la hoguera de España no debía extenderse a

Europa.533

Junto a este grupo se situó la derecha católica, muy impresionada por

el anticlericalismo de los republicanos españoles. No obstante, entre estos

últimos no percibimos el monolitismo de otras orientaciones

conservadoras. De hecho, también existieron entre sus filas los que

albergaron dudas sobre los propósitos de Franco, más aún tras el asedio

rebelde de Bilbao (cuya población se identificaba con el sentimiento

530 J. Delaperrié de Bayac, op. cit. (1972), p. 289. 531 “Blum-la-guerre a reculé!”, proclamó Maurras cuando el gobierno

frentepopulista hizo pública su propuesta de no intervención. 532 Pierre Taittinger había fundado en 1924 el grupo de extrema derecha los

Jeunesses Patriotas. 533 Annales de la Chambre des Députés. Débats parlamentaires, sesión del 31 de

julio de 1936, p. 2339, extraído de J.M. Borrás Llop, op. cit. (1981), p. 349.

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383

católico) o el bombardeo sobre la población vizcaína de Guernica. Aunque

no desde el inicio del conflicto, intelectuales como François Mauriac,

Emmanuel Mounier (fundador de la revista Esprit), el novelista Georges

Bernanos (1885-1948) o el democristiano Georges Bidault (1899-1983)

hicieron todos los esfuerzos posibles para separar a la Iglesia católica de la

causa franquista. Otros, preocupados por la amenaza que conllevaba el

apoyo de las potencias fascistas a los sublevados para la seguridad

nacional, pronto tomaron distancia con el bando insurgente, como los

periodistas de L’Écho de Paris, “Pertinax” o Henri de Kérillis.

Dentro del cajón de sastre ideológico que representaba el partido

radical, el grupo “intervencionista” encabezado por Pierre Cot y Jean Zay

(1904-1944) fue rápidamente aislado. En general, la actitud de inhibición

de los dirigentes radicales hacia los acontecimientos españoles tuvo mucho

que ver con las presiones de las clases burguesas más acomodadas a la que

representaban. Estos dirigentes eran muy conscientes de que su electorado

había aceptado participar en la coalición del Frente Popular con la

esperanza de que se convirtiera en el último valladar contra el triunfo de

una revolución social en ciernes. De hecho, dentro de esta formación

política se constituyó una corriente interna dirigida por Louis Malvy, que se

convirtió en un verdadero “lobby” al servicio de la defensa de los intereses

franquistas.534 El socialista Luis Araquistáin hizo un retrato esclarecedor de

este estrato social:

534 J. Kergoat, op. cit. (2003), p. 191; J. Lacouture, op. cit.(1977), p. 343. Sobre

los coqueteos de los radicales franceses con el fascismo consultar R. Soucy, French

Fascism: The Second Wave, 1933-1939, Yale University Press, New Haven, 1995, p.

29.

Page 384: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

384

Detrás de la no intervención de Blum estaba también la vasta

pequeña burguesía de Francia, celosa de su bienestar y de la paz de

sus fronteras. (…) Los herederos del Jacobinismo (…) no veían en

nuestra guerra más que un incendio local cuya propagación había

que evitar por todos los medios (…).

Era también el ideal de la alta burguesía francesa, de su capital

financiero, de su gran prensa mercantil, que veían amenazados sus

intereses en España por la revolución social nacida de la guerra.

Temían por sus minas españolas, por su comercio con nuestro país.

Todo esto unido a sus simpatías políticas por los regímenes fascistas,

donde el poder del alto capitalismo no era vigilado ni restringido por

el sistema parlamentario (…). ¿Y los peligros fronterizos y

mediterráneos para Francia? ¡Ah! El capital no tiene patria.535

Los partidos de izquierda tampoco tuvieron una actitud

decididamente favorable a la República española, salvo en el terreno de la

solidaridad. Una parte mayoritaria de los cuadros del aparato socialista

francés, con Paul Faure a la cabeza, apoyaron la política de no intervención

propugnada desde la Presidencia del Consejo: “La más precaria y la más

incierta paz –afirmaban- vale más que la guerra”.536 En frente y

progresivamente minoritario, el grupo de Jean Zyromski, fundador del

Comité d'action socialiste pour l'Espagne, defendieron la intervención. En

el centro, los más cercanos a Blum también se reconocieron divididos. La

discrepancia interna de la SFIO se vino a complicar aún más con el

posicionamiento intervencionista de la dirección de la Internacional

Socialista. El 9 de agosto, su presidente, el belga Louis de Brouckère

(1870-1951) proclamó:

535 L. Araquistáin, “La verdad sobre…”, pp. 287-302. 536 Le Populaire, de 8 de diciembre de 1936.

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385

Europa deja hacer. Deja hacer para “salvar la paz”, dice. Es difícil

concebir tal ceguera ¿No se ve que, de concesión en retirada, de

debilidad en abdicación, se deja al fascismo la iniciativa de conducir

la política de Europa? No se comprende hasta que punto aumenta a

cada momento, que aumenta su insolencia sin límite, y que no se

parará, que nos llevará a la guerra, tanto más seguro cuanto más

pusilánime nos perciba. (…) Es ahora que se necesita salvar la paz,

salvando la república española. (…) Ahora o nunca. Quizá Europa no

tiene más que algunos días para decidirse. ¡Si ella sigue sin iniciativa

y temerosa, ella habrá sellado su terrible destino!537

Entre los comunistas tampoco existió, aunque en menor medida, una

unicidad de comportamientos. La ambigüedad inicial hacia España fue el

reflejo de la tensión creada entre la prudencia inicial de sus dirigentes,

temerosos de contradecir los posicionamientos de la diplomacia soviética, y

la creciente corriente de solidaridad con la causa republicana de sus bases.

De hecho, el proyecto de constitución de unas brigadas internacionales que

acudieran en auxilio de la República no se puso en funcionamiento hasta el

fin del mes de agosto. Finalmente, prevaleció la condena de la opción

neutralista. En este agrio contexto, era previsible que el conflicto español

abriera un abismo entre socialistas y comunistas. El primer síntoma de ello

lo constituyó la abstención comunista de diciembre de 1936 en la Asamblea

hacia la política exterior del Gabinete.538

Estos antagonismos en el seno del arco político y social francés se

mantuvieron durante todo el conflicto español. Tan sólo se atenuaron

537 J. Delaperrié de Bayac, op. cit. (1972), p. 288. 538 R. Miralles, “La política exterior de la República española hacia Francia

durante la Guerra Civil”, Historia Contemporánea nº 10, pp. 29-50, pp. 30-31.

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386

ligeramente cuando las tropas insurgentes se acercaron a la frontera

pirenaica en marzo de 1938. Entonces, los defensores de la No

Intervención, incluso asumiendo su fracaso, se resistieron a renunciar a ella

bajo el argumento de que al menos había servido para preservar la paz

hasta ese momento. A pesar de ello, mantener el Comité de Londres siguió

constituyendo la opción más atractiva para la mayoría de la clase política

francesa por su utilidad como cordón sanitario para impedir el contagio

revolucionario, evitar una guerra civil y, por extensión, una guerra

europea. En conjunto, la evolución de la guerra española debilitó la

posición intervencionista, tanto en el Gabinete como en la Asamblea, y

consolidó a la coalición pacifista-derrotista-anticomunista.539

Hacia un acuerdo de reglas comunes de no intervención

El día 2 de agosto el embajador francés en la capital británica,

Charles Corbin, entregó a sir George Mounsey (subsecretario adjunto

británico, responsable del Departamento de Europa occidental) la propuesta

para la adopción de reglas comunes de no intervención en España.540 Al día

siguiente, Charles de Chambrun (1875-1952), embajador francés en Roma,

visitó al conde Ciano con la misma oferta. Londres mostró inmediatamente

su acuerdo con la propuesta a condición de incluir en el proyecto a

Alemania541 y Portugal. Hecha la propuesta a Berlín, la respuesta fue exigir

que el acuerdo debía extenderse a la Unión Soviética, hecho que se

539 J. Delaperrié de Bayac, op. cit. (1972), p. 289. 540 DDF, 2, III, nº 56. 541 DDF, 2, III, 65, de 3 de agosto de 1936; ADQO, E-218. « Principe de non

intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº 445. De París a Berlín. 3 de agosto de 1936.

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387

consideró, como lo demuestran las apreciaciones del embajador francés en

Berlín, André François-Poncet (1887-1978), como esperanzador:

M. Neurath acaba de declararme que el Gobierno del Reich está

dispuesto a participar en la búsqueda de reglas de acción común que

las potencias observen en relación a los acontecimiento de España,

con el fin de asegurar de manera práctica el respeto al principio de no

intervención.

El ministro de Asuntos Exteriores por otra parte ha suscitado la

cuestión de saber quien formara parte de este intercambio de ideas, y

remarcó que Rusia no sea dejada al margen de los eventuales

acuerdos.542

(…) Me parece interesante, por otra parte, que haya demostrado el

deseo de asociar a Rusia a las conversaciones. Hasta el presente, el

Gobierno del Reich estaba exclusivamente preocupado de excluir a

la URSS de toda negociación común.543

El día 5, el embajador francés en Washington, Jules Henry, informó

de la primera muestra de lo que más tarde se dio en llamar el “embargo

moral” americano. Cordel Hull (1881-1955), secretario de Estado

norteamericano, se posicionó respecto a la propuesta francesa: “(...) en la

cuestión española como en los otros problemas europeos el Gobierno

542 ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 aoùt” Nº

2398. De Berlín a París. 4 de agosto de 1936. 543 DDF, 2, III, 70, de 4 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº

2404. De Berlín a París. 4 de agosto de 1936.

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388

americano no tiene interés directo al margen de la protección de los

ciudadanos y los bienes americanos (…)”.544

Roma retrasó su respuesta hasta el 6 de agosto aduciendo lo

contraproducentes que podían ser las campañas de prensa, las colectas

públicas y la movilización de voluntarios prorrepublicanos para ir a luchar

a España (intervención “ideológica y espiritual” lo calificaron las

autoridades italianas), olvidando los aviones caídos en el Marruecos

francés el 30 de julio.545 Al día siguiente, Roma insistía en la misma línea

de “le désarmement des esprits”.546 Ese mismo día, Moscú contestó

positivamente, con la premisa de incluir a Portugal y que se interrumpiera

inmediatamente el intervencionismo proinsurgente, además de declarar su

negativa a responsabilizarse por lo que retóricamente calificó como

actividades de “organizaciones proletarias internacionales”.547

El gobierno británico se mostró dispuesto a apoyar la iniciativa

francesa porque vio en ella el mecanismo ideal para preservar su

544 DDF, 2, III, 82, de 4 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº

774. De Washington a París. 5 de agosto de 1936. 545 DDF, 2, III, 90, de 6 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº

908-911. De Roma a París. Muy urgente. 6 de agosto de 1936. 546 DDF, 2, III, 104, de 7 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº

921-923. De Roma a París. Muy urgente. 7 de agosto de 1936. 547 DDF, 2, III, 89, de 6 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août” Nº

335. De Moscú a París. 6 de agosto de 1936. Un relato minucioso de la organización

de la No Intervención lo encontramos en A. Viñas op. cit. (2006), pp. 145 y ss.

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389

neutralidad y confinar el conflicto español, además de frenar la posible

intervención francesa y evitar el alineamiento con la URSS, a la vez que se

eludía el enfrentamiento con las potencias nazi-fascistas y también se

amortiguaban las críticas de una oposición laborista solidaria con la

República. En realidad, Gran Bretaña fue la única potencia que respetó

estrictamente la No Intervención hasta el final del conflicto. Francia, por su

parte, no sólo consideraba su idoneidad para mantener la paz europea, sino

para proteger la coalición de gobierno del Front Populaire. Londres

entendió perfectamente esta circunstancia y se apresuró a dar su apoyo el 4

de agosto.548

Enseguida las autoridades francesas percibieron la actitud dilatoria

de las potencias restantes. Este retraso corría a favor del bando sublevado,

que no dejaba de recibir material de los gobiernos nazi-fascistas para

obtener una rápida victoria. De hecho, desde el 4 de agosto los gobiernos

italiano y alemán decidieron coordinar su acción en el conflicto en una

reunión en Roma de los jefes de los servicios de inteligencia militar de

ambos países, el general Mario Roatta (1887-1968) y el almirante Wilhelm

548 ADQO, E-218, s/n. De París a Londres. Muy urgente. 3 de agosto de 1936.

DDF, 2, III, 71, de 4 de agosto de 1936; este documento también se encuentra en

ADQO, E-218, Nº 1454. De Londres a París. 4 de agosto de 1936. Unas horas más

tarde, Londres informaba a París que aclarara que la propuesta era gala y que era a

Francia a quien le competía presentarla; DDF, 2, III, 73, de 4 de agosto de 1936; este

documento también se encuentra en ADQO, E-218, Nº 1456. De Londres a París. 4 de

agosto de 1936. M. Thomas, Britain, France and Appeasement. Anglo-French Relations

in the Popular Front Era, Oxford, Berg, 1997, p. 104; E. Moradiellos, “El acuerdo

inalcanzable: las potencias democráticas occidentales y la Unión Soviética ante la

Guerra Civil española” en S. Balfour y P. Preston, op. cit., (2002), pp. 70-97, p. 80; G.

Bonnet, Le Quai D´Orsay sous trois républiques. 1870-1961, París, Fayard, 1961, p.

168.

Page 390: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

390

Canaris (1887-1945).549 Ante esta situación, París cedió a Londres la

iniciativa para desbloquear el proceso de compromiso:

Las informaciones que me llegan de fuente secreta (…) imponen no

perder tiempo.

Es con este espíritu que ha sido redactado el proyecto de declaración

que le envío por telegrama separado y que le pido hacer llegar de

urgencia al Foreign Office.

Nuestro cuidado principal ha sido elaborar un texto claro, simple y

que no de a equívocos; pero estamos dispuestos a recibir

contraproposiciones (…). Pero lo esencial es ir rápido y crear, en el

mínimo tiempo, una situación que haga posible el acuerdo de las

principales Potencias interesadas, para imponer el embargo sobre

material de guerra.

Por ahora, hemos recibido de Berlín una respuesta vaga; Roma

persiste en guardar silencio; sabemos que material ha sido, de estos

dos lados, suministrado en beneficio de los rebeldes y tenemos

razones para pensar que van a continuar. En estas condiciones, no

tenemos más remedio que oponer un rechazo a las demandas

presentadas por un gobierno regular que se queja de ser objeto de un

bloqueo, mientras que los rebeldes son avituallados, y por el que se

producirá un hundimiento debido a los intereses permanentes de la

seguridad francesa, teniendo gravísimas consecuencias.

Pero yo le repito que nuestro más vivo deseo es que el apoyo sin

reservas del Gobierno británico permitirá realizar, en el más breve

espacio de tiempo, un acuerdo general de no intervención (…).550

549 A. Viñas op. cit. (2006), p. 45. 550 ADQO, E-218. « Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7 août.” Sin Nº.

De París a Londres. Muy urgente. 3 de agosto de 1936.

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391

Mientras continuaban las negociaciones en las cancillerías europeas

para alcanzar un acuerdo, Blum envió el 5 de agosto a Londres, en un

último intento de convencer a los británicos de los beneficios que

resultarían de ayudar a la República, al Jefe del Gabinete del ministro de

Marina, vicealmirante François Darlan (1881-1942), a visitar al Primer

Lord del Mar y Presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor, el

almirante sir Alfred Chatfield (1873-1967), y a sir Maurice Hankey (1877-

1963), secretario de la Conferencia Imperial. Darlan expresó a sus

homólogos británicos sus temores sobre el peligro, en caso de victoria

insurgente, del establecimiento de bases navales italianas en Baleares y

alemanas en Canarias. Sin embargo, los británicos no apreciaron que la

amenaza italo-germana pusiera en peligro sus intereses estratégicos. Por el

contrario, las autoridades británicas parecieron más preocupadas por evitar

la revolución comunista en España, más si cabe por su posible extensión a

su tradicional aliado Portugal. La actitud británica fue tan desalentadora,

que incluso Chatfield desaconsejó a Darlan su prevista visita a Hankey.551

Como sucedió desde el inicio del conflicto español, las motivaciones

ideológicas pesaron más que las estratégicas en el proceder de los

británicos. En un memorandum añadido a la nota de la citada reunión, sir

Samuel Hoare, Primer Lord del Almirantazgo (ministro de Marina), sí que

reconocía un peligro estratégico hipotético en caso de triunfo rebelde:

Por el momento parece claro que debemos mantener nuestra política

actual de neutralidad (…). Supongo que si los italianos y alemanes

realmente parecen dispuestos a dar un golpe podríamos enviar

buques con urgencia al punto amenazado. (…) En ningún caso

551 M. Thomas, op. cit. (1997), p. 91.

Page 392: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

392

debemos hacer nada que estimule el comunismo en España,

especialmente si tenemos en cuenta que el comunismo en Portugal

(…) sería un grave peligro para el Imperio británico (…).552

Sin embargo, esta eventual preocupación fue hábilmente desactivada

por los buenos oficios de Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (XVII duque de

Alba, 1878-1953), representante oficioso franquista en Londres. El

aristócrata español trató en todo momento de persuadir a sus interlocutores

británicos de que el alzamiento no pondría España al servicio de Roma ni

de Berlín, sino que había sido el resultado de la acción de unos patriotas

cuyas ideas conservadoras no estaban muy lejos de los tories.553

El fracasado encuentro entre Darlan y Chatfield reforzó aún más en

el seno del gobierno francés el deseo de una rápida puesta en vigor de la

política de no intervención.554 El 7 de agosto, el gobierno galo acordó

prohibir el envío de armas a España, postura que hizo oficial al día

siguiente. Esta posición, que constituía una prohibición unilateral, se tomó

sin esperar a un acuerdo internacional. La declaración alcanzaba también a

las empresas privadas. Nada justifica que el gobierno francés hiciera esta

declaración, antes incluso que las otras potencias involucradas dieran la

552 FO (Archivo del Foreign Office), 371 (clave de la serie Correspondencia

General), 20527 (número del legajo de la serie), W7781 (número del documento en el

legajo, con W indicando su pertenencia al Western Departament y la cifra 41 indicando

que se refiere a España), minuta de 5 de agosto de 1936, ex nunc FO 371/20527 W7781,

minuta de 5 de agosto de 1936. Extraído de E. Moradiellos, op. cit. (1990), pp. 227-228. 553 J. Avilés Farré, “Un Alba en Londres: la misión diplomática del XVII duque

(1937-1945)”, Historia Contemporánea, 15, pp. 163-177, p. 165. 554 R. Sabatier de Lachadenède, La marina francesa y la guerra civil de España

(1936-1939), Ministerio de Defensa, Madrid, 2000, pp. 41-42.

Page 393: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

393

más mínima garantía (excepto Gran Bretaña, por supuesto), conociendo ya

la ayuda masiva que el bando franquista recibía de Alemania e Italia:

El ministro de Asuntos Exteriores ha recordado las decisiones

precedentes tomadas en lo que concierne al asunto de la no

intervención.

Con el cuidado de prevenir complicaciones internacionales y

teniendo en cuenta que se trata de un gobierno legal de una nación

amiga, el Gobierno había decidido, el 25 de Julio, que ninguna

exportación de material de guerra con destino España sería

permitida, reserva hecha de la facultad de autorizar eventualmente la

entrega por la industria privada de aviones sin armas.

El primero de Agosto, el Gobierno, puesto al corriente de ciertos

hechos de entregas extranjeras a los rebeldes, había dirigido a los

Estados más directamente interesados una llamada en vista a la

adopción de reglas comunes de no intervención en los asuntos

españoles, pero reservándose la libertad de decisión de Francia hasta

la realización del acuerdo propuesta por ella.

Considerando la marcha de los acontecimientos y cada vez más

convencida de que la competencia entre naciones en un creciente

apoyo ya sea a la República española o a los rebeldes, constituyendo

las más peligrosa amenazas para la Paz, el Gobierno tomó el 5 y el 6

de Agosto, con el apoyo del Gobierno británico, una nueva iniciativa.

Se somete a todas las Potencias interesadas el texto de una

convención fijando las reglas precisas que permitirán hacer eficaces

los acuerdos comunes.

Las respuestas de principio casi unánimemente favorables que le

llegaron ese mismo día, bien en lo que concierne a la llamada del

Page 394: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

394

primero de Agosto o en lo que toca el proyecto de convención

misma, dieron lugar a esperar una solución próxima.

En estas condiciones, el gobierno ha decidido suspender las

exportaciones con destino a España, exportaciones que, por otra

parte, no había hecho efectiva hasta hoy, que en el estrecho marco de

la decisión de 25 de julio.

Espera firmemente que su actitud facilitará la conclusión lo más

rápido posible de acuerdos definitivos que ha propuesto en el interés

de la Paz internacional.555

Con este posicionamiento, Blum y su gabinete mostraron una

decisiva docilidad a las amonestaciones británicas, que según los

protagonistas, fueron constantes, crecientes y finalmente determinantes.556

El gobierno francés eligió la prudencia, con el apoyo de la mayoría de los

franceses; pero a los ojos del mundo, Francia, una vez más, se batió en

retirada. Parece ser que tuvo una influencia decisiva en esta determinación

la visita que el embajador británico en París, sir George Clerk, brindó al

ministro de Negocios Extranjeros Delbos horas antes del citado Consejo de

Ministros del día 7.557 El diplomático británico le advirtió del peligro de

que cualquier acción que pudiera comprometer al Gobierno francés en el

555 DDF, 2, III, d. 108, 8 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-219. « Principe de non intervention. 1936, 8.-12 aoùt. Conseil

de Ministres du 8 août 1936”. 8 de agosto de 1936. J. E. Dreifort, op. cit. (1973), pp.

48-49. Según el autor, la declaración que Delbos planteó en la reunión del Consejo de

Ministros contó con el apoyo de los socialistas Spinasse, Rivière, Bedouce, Blum, Faure

y Jardillier y los radicales Delbos, Chautemps, Bastid y Daladier; mientras que en

contra se posicionaron los socialistas Auriol, Salengro, Monnet, Moutet y Lebas y los

radicales Cot, Viollette, Zay y Gasnier Duparc. 556 J. Lacouture, op. cit.(1977), p. 352. 557 J. E. Dreifort, op. cit. (1973), p. 206.

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395

conflicto, influiría en la estrecha cooperación entre Gran Bretaña y Francia.

Pero lo que sorprende es que el diplomático esgrimiera el mismo

argumento que Darlan había utilizado frente a Chatfield para intentar que

Gran Bretaña reconsiderara su postura hacia el conflicto español:

El embajador de Inglaterra teme particularmente, si la incertidumbre

de la lucha se prolonga, que el general Franco, con la necesidad de

comprar armas a cualquier precio, sea llevado a ofrecer las Baleares

a cambio del apoyo italiano, o más aún las Canarias a cambio del

apoyo alemán (…).558

¿Cómo es posible que tanto preocupara a Londres lo que cuarenta y

ocho horas antes le parecía un motivo liviano de intervención? Pero más

sorprendente es que el Consejo de Ministros posterior aceptara estos

argumentos. La descripción de los hechos es muestra diáfana de la

vampírica dependencia de Gran Bretaña hacia la que se había ido

deslizando la diplomacia gala. Acertada es la expresión de René Girault, “la

governante britanique”,559 que ejemplifica tristemente el contexto de la

política exterior francesa durante el conflicto español. “Tengo más bien el

recuerdo de que la intervención del embajador de Gran Bretaña ha sido en

el Consejo de Ministros el elemento que nos ha ganado para la idea de no

sostener más oficialmente a los republicanos españoles”, declaró Georges

Monnet (1898-1980) treinta años más tarde.560

558 DDF, 2, III, 108, de 8 de agosto de 1936; este documento también se

encuentra en ADQO, E-219, Nº 2480. Minuta sin nº ni fecha. Conversación Clerk-

Delbos. 8 de agosto de 1936. 559 R. Girault, “Les relations internationales et l’exercice du pouvoir pendant le

Front Populaire”, Cahiers Léon Blum, 1977, pp. 20-46. 560 P. Renouvin y R. Rémond, op. cit. (1981), p. 360.

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396

Lo llamativo del caso es que el 8 de agosto los periódicos berlineses

se hicieron ya eco de manera casi literal de lo tratado en la reunión del

gabinete francés del día anterior. Y más llamativo es que comentaran la

visita del embajador británico al Quai d´Orsay como decisiva para la nueva

declaración formal de neutralidad y no intervención dada por el gobierno

galo.561 Algunos autores sitúan a altos funcionarios del Quai d’Orsay como

los instigadores de la visita del embajador al ministro para reforzar la

posición de los que se oponían a la ayuda a la República en el seno del

Consejo de Ministros, que hasta entonces se encontraban en cierta

debilidad. Y por lo que apreciamos no dudaron en hacer llagar a los medios

diplomáticos no sólo los términos de la vista de Clerk, sino el tono de la

deliberación del Consejo de Ministros del día anterior. Ha surgido en la

literatura una especie de consenso sobre los orígenes de la No Intervención

en la que se acepta que la presión británica influyó en la decisión francesa

de manera decisiva, aunque parece claro que en gran medida se debió sobre

todo al deseo de proteger la alianza del Frente Popular, al temor a una

guerra civil en Francia y a la aprensión ante el desencadenamiento de una

guerra general. Jamás se conocerá la historia completa de las deliberaciones

francesas. No existen actas sobre las reuniones del Gabinete, y buena parte

de los indicios nos llegan en forma de memorias y testimonios

exculpatorios posteriores a 1945. Los críticos pueden preguntarse por qué

si el apaciguamiento gozaba de tanta prioridad, Blum prometió en un inicio

ayudar a España y más tarde lanzar en septiembre de 1936 el mayor

programa de rearme del país hasta la fecha. La respuesta parece evidente: el

programa de septiembre no estaba diseñado como alternativa al

561 ADQO, E-219, Nº 2480. De Berlín a París. 8 de agosto de 1936.

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397

apaciguamiento, sino como un impulso necesario para negociar un acuerdo

internacional.562

La esperanzas francesas sobre la eficacia de la No Intervención

pronto chocaron con la realidad legislativa interna de las potencias, y

pusieron al descubierto el corto alcance disuasorio del Acuerdo. No

obstante, tanto Francia como Gran Bretaña necesitaban con urgencia una

herramienta que les evitara adoptar una declaración de neutralidad que

hubiera significado la concesión del control de la navegación internacional

en alta mar a los bandos beligerantes, factor sin duda desequilibrante de la

frágil paz general. Por ello, ya desde primera hora, el grado de compromiso

que implicaba la adhesión al Pacto fue difuminándose hasta convertirse en

un acuerdo de naturaleza informal que no conllevaba la obligatoriedad de

su cumplimiento a tenor del derecho internacional. El 11 de agosto los

británicos alertaron a París de esta circunstancia:

(…) los acontecimientos de España despiertan en otros países

problemas interiores de orden político y jurídico demasiado graves

para que tenga lugar considerar como probable la adhesión de todos

los Gobiernos a un único texto (…).

En estas condiciones los ingleses juzgan preferible insistir a cada

Gobierno para que adopte por sí mismo y en el cuadro de sus

posibilidades la actitud que ofrezca el máximo de garantías (…).563

El 13 de agosto, con algunas reservas, el gobierno portugués aceptó

sumarse al acuerdo de No Intervención.564 Sin embargo, al día siguiente el

562 A. Adamthwaite, op. cit. (2008). 563 ADQO, E-219. « Principe de non intervention. 1936, 8.-12 août ». Nº 1536-

1540. De Londres a París. Urgente. 11 de agosto de 1936.

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398

dictador Oliveira Salazar amenazó con reconocer de facto y como

beligerante a la zona dominada por las fuerzas sublevadas. Sólo la presión

de Londres evitó tan nefasta acción para los intereses británicos y el

mantenimiento de la credibilidad de la No Intervención.565 Sólo entonces,

las autoridades portuguesas aceptaron la fórmula de la neutralidad como

propuesta transitoria, ya que el dictador portugués nunca abandonó su

política profranquista. Finalmente, el 21 de agosto, Portugal anunció su

adhesión a la propuesta de no intervención con varias reservas.566

El día 15 de agosto, el proyecto francés de no intervención se

transformó en una proposición franco-británica. Cuatro días más tarde, el

19, Londres decidió aplicar de manera oficial el embargo de armas con

destino a España, como Francia lo había hecho desde el día 8, sin esperar la

aprobación definitiva de los demás gobiernos. Mientras, las potencias

totalitarias demoraban dar una respuesta concreta, y no escapaba a la

percepción de las autoridades francesas –como lo muestra la minuta

enviada por el del embajador galo en Roma el 20 de agosto de 1936- que el

motivo de tal actitud era el de favorecer a los insurgentes mediante una

564 S. Gómez de las Heras Hernández, “Portugal ante la Guerra Civil Española”,

Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, t. V, 1992, pp. 273-292,

p.277. Desde el 19 de julio el dictador Oliveira Salazar puso a disposición de la causa

insurgente todos los medios políticos y diplomáticos disponibles, permitiendo repostar a

los escasos aviones rebeldes, cediendo su territorio al paso ocasional de tropas

franquistas e involucrando a sus fuerzas del orden a detener y devolver a la zona

insurgente a los evadidos republicanos que elegían Portugal como vía de evasión. Cfr.

C. Oliveira, op. cit. (1987). 565 E. Moradiellos, op. cit. (2001), p. 100 566 Ese mismo día Oliveira Salazar autorizó atracar en Lisboa a los buques

alemanes Kamerun y Wigbert y descargar el envío de material bélico destinado al

territorio sublevado.

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399

estrategia concertada consistente en dilatar la entrada en vigor del acuerdo,

y poder reconocer de derecho al bando franquista si tomaban Madrid:

La actitud de Italia (…) se presta a suponer, y está fundado

preguntarse, si no es el resultado de un verdadero acuerdo entre los

Gobiernos de Roma y Berlín. ¿No será –se supone- que de alguna

manera, se han distribuido los papeles para ganar tiempo en una

acción concertada pero en apariencia divergente? No hay duda en

efecto, que se desea tanto en Roma como en Berlín, favorecer

indirectamente a los insurgentes, darles la posibilidad de obtener una

victoria completa y poder y así tomar como pretexto la ocupación

eventual de Madrid para reconocer lo más pronto posible al

Gobierno insurreccional del General Franco (…).567

Finalmente, el 21 de agosto, pero con reservas, se sumaron los

italianos al acuerdo, dando por descontado que se consideraban ingerencias

indirectas las suscripciones públicas o el enrolamiento de voluntarios de

una u otra de las partes en conflicto. De manera que sólo se integraría en la

No Intervención directa siempre que se mantuvieran sus observaciones en

lo referente a lo que consideraban la No Intervención indirecta.568 Dos días

más tarde, el 23 de agosto, la Unión Soviética aceptó adherirse al Acuerdo

siempre que no se considerara a las autoridades rusas responsables de las

567 DDF, 2, III, 179, 20 de agosto de 1936; este documento también se encuentra

en ADQO, E-224, « Politique de non intervention; pacte méditerranéen; conférence de

Nyon. 1932, mars-1936, oct. », Nº 993-6 ó 244. De Roma a París. 20 de agosto de

1936. 568 ADQO, E-224, « Politique de non intervention; pacte méditerranéen ;

conférence de Nyon. 1932, mars-1936, oct. », Nº 997. De Roma a París, vía telefónica.

21 de agosto de 1936.

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400

acciones de la Komintern y que cesara inmediatamente la ayuda de las

potencias totalitarias al bando sublevado. La adhesión soviética era

considerada por Moscú la opción más adecuada en la línea de colaboración

con las democracias occidentales.569 Al día siguiente, el 24 de agosto, los

alemanes asimismo aceptaron la propuesta francesa.

La prolongación del conflicto español llevó el 24 de agosto a la

convocatoria de una reunión de la Junta de Jefes de Estado Mayor del

Reino Unido. En ella se concluyó que en una previsible guerra europea era

esencial para los intereses británicos que España fuese favorable o, en el

peor de los casos, estrictamente neutral. En caso contrario, se hacía

extremadamente difícil el control del Estrecho y el uso de Gibraltar como

base naval y aérea, poniendo así en peligro las comunicaciones imperiales a

través del Mediterráneo; de igual modo, encontrar hostilidad en los puertos

españoles del Cantábrico alteraría decisivamente las comunicaciones

oceánicas del Imperio. En función de este juicio, el Alto Mando militar

británico se planteó como esencial la necesidad del mantenimiento de dos

objetivos estratégicos básicos: la integridad territorial de España y sus

posesiones, y la “neutralidad benévola” del gobierno español que surgiera

del conflicto en caso de conflicto generalizado.570

Madrid ante los hechos consumados

La política de no intervención aplicada al conflicto español no

contaba con una base legal consistente en el marco del derecho

internacional. Ante una rebelión, como fue el caso del alzamiento militar

569 A. Viñas, op. cit. (2006), pp. 146-194. 570 E. Moradiellos, op. cit. (1996), pp. 78-79.

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401

del 17 de julio, el gobierno legítimo debería haber seguido gozando del

status normal que tenía en tiempos de paz. Podría haber continuado con sus

relaciones externas con otros Estados y participar en organizaciones

internacionales. Ex more, en estas circunstancias, se le reconocía al

gobierno legítimo el derecho de adquirir armas y material de guerra en los

mercados internacionales con el fin de dominar la revuelta. De hecho, este

privilegio se le solía negar a los rebeldes por las leyes internas de otros

Estados. Como afirma Padelford en su estudio sobre el papel del derecho

internacional en el conflicto español: “Más allá de las fronteras y de las

aguas territoriales, no se reconocen otros derechos que aquellos de que

gozan cualesquiera otras entidades políticas soberanas en tiempo de

paz”.571

Es evidente que la No Intervención fue muy perjudicial para el

régimen republicano español ya que le privó, como vemos, de su derecho

legal, como gobierno legítimo e internacionalmente reconocido, de

procurarse armas. Además, fue tanto más lesiva en tanto que bloqueó todas

sus iniciativas diplomáticas, ya que el futuro Comité de Londres se

convirtió en el único foro donde discutir la continua vulneración de esta

política por parte de las diversas potencias, además de no permitírsele

denunciarlo directamente por tener vedado el acceso a dicho Comité.572 En

estas circunstancias, el gobierno de Madrid no dispuso de otra alternativa

que asumir los hechos consumados y volcar todos sus esfuerzos en exigir,

en vano, la aplicación rigurosa de la política de no intervención. Para

expresar sus quejas, sólo pudo contar con el escenario de la Sociedad de

Naciones, una organización que en el verano de 1936 se encontraba ya casi

571 N. J. Padelford, Internacional Law and Diplomacy in the Spanish Civil Strife,

Nueva York, Mcmillan, 1939, p. 4. 572 R. Miralles, “La política exterior…”, pp. 48-55.

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402

vacía de contenido. Incluso aquí, la causa republicana fue desoída y

considerada inoportuna en cuanto que podían debilitar aún más a los

“gobiernos amigos”, especialmente Francia, a pesar del conocido aforismo

latino qui iure suo utitur neminem laedit (quien usa de su derecho no daña a

nadie). En palabras del profesor Tuñón de Lara:

Las grandes potencias europeas, al adoptar la llamada política de No

Intervención, paralizaron las posibilidades de defensa del gobierno

republicano español. (…) dicha política y el Comité de No

Intervención o Comité de Londres no sirvieron sino para encubrir la

intervención de las grandes potencias.573

El 10 de agosto de 1936, el embajador español en París, Álvaro de

Albornoz, dirigió una carta de protesta y con grandes dosis de resignación

al ministro de Negocios Extranjeros galo, Yvon Delbos, en la que se

desenmascaraba la política de no intervención y se denunciaba sus

perniciosos efectos para la República:

De entrada debo darle la seguridad formal de que el Gobierno

francés encontrará de parte de mi Gobierno una colaboración leal y

entera, en todo lo concerniente a la protección de intereses vitales del

país, para evitar que los acontecimientos de España se conviertan en

el origen de dificultades de orden internacional.

(…) A pesar de este espíritu de conciliación del que se han dado ya

pruebas positivas, mi Gobierno lamenta no poder alinearse con la

interpretación del principio de la no intervención.

573 M. Tuñón de Lara, “¡Todavía la No Intervención! …”, p. 171.

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403

(…) la situación actual de España no puede ser de ninguna manera

asimilada a un conflicto de orden internacional. Se trata de una

cuestión estrictamente interior.

(…) La suspensión de exportación de armas al Gobierno español

justo en el momento en que tiene especial necesidad para restablecer

la normalidad jurídica en su propio territorio, lejos de ser conforme

al principio de la no intervención, constituye una intervención muy

efectiva en los asuntos internos de España. De hecho ella podría

tener como resultado hacer durar las circunstancias normales

actuales más tiempo que si mi Gobierno no fuera privado por esta

medida de los medios de acción que habría podido normalmente

procurarse en Francia sin recurrir a ninguna medida de excepción.

La no intervención, desde el punto de vista de mi Gobierno exigiría

al contrario el mantenimiento estricto y escrupuloso del régimen

normal de las relaciones de todo orden con el Gobierno español.

(…) mi Gobierno estaría dispuesto a colaborar lealmente en la

aplicación de tal convención en la medida en que le fuera posible

hacerlo sin comprometer los intereses de su país. Pero creo

indispensable demandar la atención del Gobierno francés sobre la

importancia decisiva que presenta, de un lado el retraso en que la

convención podría entrar en vigor y de otro la eficacia de las

garantías de una estricta aplicación.574

574 Este documento ha sido encontrado por el autor en tres fuentes diferentes:

DDF, 2, III, 120, 10 de agosto de 1936; AMAE, RE-104-8, “Resumen de lo dicho por

teléfono por el embajador de España en París”, 28 de agosto de 1936. Notas

entregadas por el embajador español al ministro de Negocios Extranjeros de Francia.

De 28 de julio al 10 de agosto. Nº 547. París, 10 de agosto de 1936.

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404

Dos días más tarde, el 12, Vincent Auriol, ministro de Finanzas y uno

de los miembros del gabinete galo que más oposición había ofrecido a la

decisión tomada en el Consejo de Ministros del 7 de agosto, dirigió una

carta a Blum en la que criticaba en unos términos bastante ásperos la

política de no intervención adoptada. El político socialista se mostraba en

total desacuerdo con el planteamiento de que una ayuda a España pudiera

desencadenar una guerra y se lamentaba de la falta de liderazgo frente al

diktat de su aliado británico:

Lo que me preocupa y me afecta es que la diplomacia ha sido muy

activa para hacer triunfar su tesis de neutralidad, pero ahora parece

lenta para moverse cuando se trata de organizar esta neutralidad a la

que nos hemos sacrificado nosotros mismos con una abstención, que

parece abandonar a un pueblo amigo y desconocer nuestras

obligaciones nacionales e internacionales de igual manera.

(…) Una gran tristeza se entremezcla con serias dudas.575

El 15 de agosto el embajador español volvía a presentar sus reservas

sobre la decisión francesa ante el Ministerio de Negocios Extranjeros y lo

apremiaba a su rápida puesta en vigor:

Tengo el deber particular de demandar su atención sobre los peligros

que podría representar la prolongación de un estado de cosas en el

que ciertos Gobiernos, como el Gobierno francés, han prohibido ya

toda exportación de material de guerra a España en tanto que otros,

575 J. Lacouture, op. cit. (1977), p. 358. ; A. Viñas op. cit. (2006), pp. 53-54.

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405

que debieran igualmente ser parte de dicha convención, conservan al

respecto una entera y completa libertad de acción.576

El 21 de agosto, Yvon Delbos remitió contestación al embajador en

los términos que siguen:

Para disipar ciertas preocupaciones expresadas por Su Excelencia, le

confirmo que jamás ha estado en mi pensamiento asimilar la

situación actual de España a un conflicto internacional, pero tenía el

deber de preguntarme si tal conflicto no surgiría de esta situación.

(…) Es para defender la causa de la Paz (…) que ha considerado [el

gobierno francés] que las potencias extranjeras deberían abstenerse

de toda ingerencia en los asuntos internos de España. Ha estimado

que un acuerdo realizado sobre este principio [No Intervención] y las

medidas concertadas que se derivan no podrían resultar, dadas las

circunstancias de hecho y el peligro de abastecimientos

considerables a los rebeldes, ningún detrimento para el Gobierno de

la República Española. Está convencido al contrario de que apartar el

peligro de complicación internacional, es facilitar el retorno en

España a un estado normal de cosas. (…) Es por lo que ha

576 Este documento se encuentra entres fuentes diferentes: DDF, 2, III, 151, 15

de agosto de 1936; AMAE, RE-104-8, “Resumen de lo dicho por teléfono por el

embajador de España en París”, 28 de agosto de 1936. Notas entregadas por el

embajador español al ministro de Negocios Extranjeros de Francia. De 28 de julio al

10 de agosto. Nº 553. París, 15 de agosto de 1936; ADQO, E-220. « Principe de non

intervention. 1936, 13.-18 aoùt ». Nº 1536-1540. De Álvaro de Albornoz a Delbos. 15

de agosto de 1936.

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406

multiplicado en este sentido los esfuerzos, a los que está asociado el

Gobierno británico.577

La No Intervención atenuada

La No Intervención atenuada (Non Intervention relâchée) constituyó

la ayuda encubierta que Francia pudo ofrecer a la República entre 1936 y

1939. Esta estrategia fue el reflejo de los bandazos de una gestión de

gobierno que, por presión de sus nacionales, vulneró la política de no

intervención. Aunque no podamos calificar la ayuda francesa como

decidida, de esta No Intervención atenuada dependió en gran parte la

continuidad de la República española, especialmente desde que la acción

submarina italiana en el Mediterráneo dificultó la navegación soviética

hacia los puertos españoles. Pero también por su propia naturaleza

intermitente, significó un estrangulamiento lento para el gobierno de

Madrid.

La puesta en práctica de esta estrategia, propuesta por Blum, como

hemos mostrado anteriormente, a Fernando de los Ríos en la noche del 25

de julio, se produjo en la madrugada del 7 a 8 de agosto de 1936, durante el

Consejo de Ministros que consagró la definitiva retracción francesa. Según

el testimonio de Jules Moch, los defensores de la intervención dilataron el

Consejo con el objetivo de que todos los aviones preparados tuvieran

577 AMAE, RE-104-8, “Resumen de lo dicho por teléfono por el embajador de

España en París”, 28 de agosto de 1936. Despacho del embajador en París remitiendo

contestación del ministro de Negocios Extranjeros a las notas del 10 y 15 de agosto. 21

de agosto de 1936. Nº 1403. Al Señor ministro de Estado. 21 de agosto de 1936.

Ministro de Negocios Extranjeros. Dirección Política.

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407

tiempo de partir.578 La base de este auxilio de urgencia, que nunca fue más

que un recurso paliativo para el gobierno republicano, consistió en

propiciar en su territorio un contrabando oficioso de material de guerra

proveniente especialmente de la Rusia soviética, así como el reclutamiento

de los voluntarios que constituyeron las Brigadas Internacionales. Se

organizó todo un entramado de envíos clandestinos coordinados por Gaston

Cusin (1903-1993), jefe de gabinete de Vincent Auriol, desde el Ministerio

de Finanzas, y por Jean Moulin, jefe de gabinete de Pierre Cot, desde el

Ministerio del Aire. Este entramado siguió funcionando, a pesar de los

cambios de gobierno, durante toda la guerra, ya que también se practicó

durante los gobiernos de Chautemps y Daladier.579 Prueba de la disparidad

de criterio que habitaba en el ejecutivo francés, fue que se llegó a dar la

paradójica situación de que el personal del Ministerio de Finanzas cerraba

los ojos al paso de armamento por la frontera pirenaica, mientras que el

Ministerio de Interior daba órdenes de detener todo envío sospechoso de

llevar contrabando a España.580

Por otro lado, la ayuda francesa también se reflejó en la adquisición

de oro del Banco de España por parte del Banco de Francia. La entidad

estatal española, que contaba con unas reservas de 719 millones de $

578 G. Howson, op. cit. (2000), p. 13. 579 J. Lacouture, op. cit. (1977), p. 373. Pierre Cot confirmó todos estos

términos al investigador en una entrevista que ambos mantuvieron en diciembre de

1976. 580 A. Viñas, op. cit. (2006), pp. 55-61 y 458-463. ADQO, E-145. « Armement,

matériel de guerre, trafic d´armes. 1931, nov.-1936, sept.”. S/N. Nota del ministro del

Interior al ministro de Asuntos Exteriores. 5 de agosto de 1936; ADQO, E-145. S/N.

Nota del ministro de Asuntos Exteriores al ministro del Interior. 5 de agosto de 1936;

ADQO, E-145. Nº 9340. Nota del ministro del Interior a prefectos de policía. 5 de

agosto de 1936.

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408

(equivalente a 9.725 de 2005; hoy las reservas no superan los 2000),

depositó en Francia una cuarta parte aproximadamente (174 toneladas de

oro que se convirtieron en 196 millones de dólares). El traslado del metal

se realizó en 63 viajes: 36 a París, 22 a Toulouse y 5 a Marsella.581 Sin

embargo, en los meses posteriores, las autoridades francesas comenzaron a

poner trabas para la disposición de estas reservas de oro (las mismas que

sufrió el gobierno franquista para recuperar los restos de estas reservas

después de abril de 1939).582 Este motivo, junto al sabotaje bancario que

sufrieron las operaciones financieras republicanas en el mundo occidental,

convencieron a las autoridades españolas de trasladar el resto de las

reservas de oro a Moscú a partir de octubre de 1936.583

581 A. Viñas, El oro de Moscú. Alfa y omega de un mito fascista, Barcelona,

Grijalbo, 1979, pp. 79 y 87; P. Martín Aceña, El oro de Moscú y el oro de Berlín,

Madrid, Taurus, 2001, pp. 71-72; P. Martín Aceña, “La quiebra del sistema financiero”

en P. Martín Aceña y E. Martínez Ruiz (cood.), La economía de la guerra civil, Madrid,

Marcial Pons, 2006, pp. 393-429, pp. 403-407; E. Moradiellos, Negrín, Barcelona,

Península, 2006, pp. 201-203.

582 J. Matínez Parrilla, op. cit. (1987), pp. 355-358. Según el convenio Jordana-

Bérard, de 25 de febrero de 1939, los bienes españoles depositados en Francia durante

el conflicto serían restituidos en su totalidad. Sin embargo, el gobierno francés intentó

utilizar el oro depositado en Mont-de-Marsan para pagar los gastos de alojamiento y

manutención de los refugiados españoles que pasaron la frontera al final de la guerra.

De hecho, se propuso una restitución progresiva a medida que los refugiados volvieran

a España. Finalmente, en el Consejo de Ministros del 24 de junio se decidió la

restitución inmediata del oro depositado en territorio galo. 583 A. Viñas op. cit. (2006), pp. 110-115, 124-127, 249-251 y 396-398; A. Viñas,

op. cit. (1979), p. 53; P. Martín Aceña, op. cit. (2001), p. 28. El primer traslado, de

144.000 libras esterlinas en oro, se produjo el 25 de julio.

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409

Otra consecuencia de la No Intervención atenuada francesa fue su

participación en el reclutamiento de las Brigadas Internacionales. El 18 de

septiembre se decidió en el Presidium Supremo de la Unión Soviética

estrechar lazos entre el PCF, la SFIO, el PCE, el PSOE y la Internacional

Socialista. Esta decisión produjo dos consecuencias decisivas para el curso

del conflicto. En primer lugar, se contempló la necesidad de articular una

fuerte campaña de solidaridad con la República en torno a la denuncia de la

intervención nazi-fascista en España. La segunda fue mucho más

significativa; nos referimos a la séptima decisión tomada: "Proceder al

reclutamiento, entre los obreros de todos los países, de voluntarios que

tengan experiencia militar, con miras a enviarlos a España". Es por lo que

Skoutelsky considera esta reunión como el acta fundacional de las

Brigadas Internacionales.584 Stalin aprobó el proyecto y autorizó al

Komintern para poner en marcha la operación bajo la supervisión del

diputado comunista francés André Marty (1886-1956).585 Hubo que esperar

a la constitución de las Brigadas Internacionales para que este esfuerzo de

solidaridad fuera comparable al de la intervención de las potencias

fascistas. Este apoyo de los comunistas franceses entraba en contradicción

584 R. Skoutelsky, Novedad en el frente: las Brigadas Internacionales en la

Guerra Civil, Madrid, Temas de Hoy, 2005, pp. 75; A. Viñas op. cit. (2006), pp. 225-

226. 585 J. Matínez Parrilla, op. cit. (1987), p. 136; P. Preston, op. cit. (2008), pp. 136-

138, 242-243, 245 y 283. Las Brigadas Internacionales estaban al mando de André

Marty, como Comandante en Jefe. Junto a él, destacaron en la dirección de las Brigadas

Luigi Longo (“Gallo”), como Inspector General, y Giusseppe di Vittorio (“Nicoletti”),

como Jefe de los Comisarios Políticos. Marty Había alcanzado notoriedad en 1919

cuando, siendo maquinista de barco, dirigió el motín de la flota francesa del mar Negro

para protestar contra las órdenes recibidas de apoyar al Ejército Blanco en la guerra civil

rusa. Preston no es muy benévolo cuando califica al activista de “carnicero paranoico,

mediocre, envidioso, servil, y cruel”.

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410

directa con el principio de no intervención de la coalición frentepopulista

que gobernaba defendía y a la que el PCF prestaba soporte

parlamentario.586 Todo un despliegue de propaganda en la presa

internacional de izquierdas facilitó un amplio reclutamiento de voluntarios.

Las Brigadas Internacionales comenzaron su vida militar el 12 de

octubre de 1936 cuando los primeros 500 voluntarios desembarcaron en

Alicante del vapor “Ciudad de Barcelona” procedente de Marsella, camino

de Albacete, donde instalaron su base. La gran mayoría de los voluntarios

eran de filiación progresista antifascista lo cual invalida los juicios de la

historiografía profranquista que califica a las Brigadas Internacionales

como un ejército al servicio de la Komintern. La procedencia social obrera

de la mayoría fue complementada por una minoría de intelectuales y

artistas. En conjunto, los brigadistas, procedentes de más de 50 países

(12.000 franceses, 5.000 alemanes y austriacos, 5.000 polacos, 4.000

italianos, 3.500 norteamericanos, 3.500 británicos, 3.500 balcánicos y

1.000 hispanoamericanos; no había voluntarios soviéticos) pudieron ser

entre 32.000 y 35.000 soldados de tropa y 4.000 oficiales, más los 5.000

voluntarios espontáneos en los primeros meses de la contienda. Se calculan

en 7.000 los judíos y 200 los brigadistas de raza negra. 10.000 perdieron la

vida y el 50% fue herido de gravedad. Nunca fueron más de 18.000 al

mismo tiempo entre septiembre de 1936 y septiembre de 1938, cuando el

gobierno republicano del Dr. Negrín decidió su evacuación unilateral en un

frustrado intento para forzar la salida de los combatientes alemanes e

italianos.587

586 O. Dart, op. cit. (1999), p. 126. 587R. Skoutelsky, op. cit. (2005), pp. 393-395. La cifra mínima de 35.000 la

sostienen J. Delpierre de Bayac, Las Brigadas Internacionales, Júcar, Gijón, 1980 y R.

Rosentone, “International Brigades” en J. Cortada (ed.), Historical Dictionary of the

Page 411: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

411

La oficina principal se instaló en París. Atendiendo a las

investigaciones de Skoutelsky, basándose en los archivos de la Komintern,

Francia aportó el mayor contingente nacional, unos 12.000

aproximadamente. La otra cara de la moneda es que desde noviembre de

1936 numerosos milicianos franceses, cansados de combatir en malas

condiciones, desertaron y se refugiaron en los consulados franceses

pidiendo ser repatriados. El PCF, haciendo gala de su conocida disciplina,

se opuso a este retorno, ya que temía la propaganda derrotista que pudieran

provocar.588 Este ejército internacional, único en la historia por su número,

procedencia, naturaleza multirracial y carácter no mercenario, combatió

como fuerza de choque en casi todas las batallas. Su contribución fue clave

por su valor militar, ejemplo de solidaridad, disciplina y eficacia.589

Durante todo el mes de agosto y principios de septiembre el nombre

de Blum fue acogido con silbidos en diferentes actos políticos. El 6 de

septiembre, tan sólo unas horas después de la caída de Irún en manos

franquistas, Blum decidió justificar públicamente la acción de su gobierno

en un mitin de la Federación Socialista del Sena en el Luna Park, ante un

Spanish Civil War, Greenwood Press, Westport, 1982. La de 60.000 procede de A.

Castells, Las Brigadas Internacionales de la guerra de España, Ariel, Barcelona, 1974. 588 J. Matínez Parrilla, op. cit. (1987), pp. 129 y 145. Bajo el mando del general

Lavigne-Delville combatieron en el bando franquista unos 300 voluntarios fascistas

franceses que conformaban la Legión “Jeanne d’Arc”. 589 E. Moradiellos, “Las Brigadas Internacionales. Una revisión histórica y

bibliográfica”, Sine Ira et Studio. Ejercicios de crítica historiográfica, Cáceres, Uex,

2000, pp. 39-47; R. Skoutelsky, op. cit. (2005), p. 457, reproduce un informe interno de

las Brigadas fechado el 31 de marzo de 1938 en el que se da cuenta de que habían

pasado por sus filas 31.369 extranjeros, de los cuales habían perdido la vida 4.575 (el

14,6%), estaban en paradero desconocido otros 5.740 (el 18,3%) y habían sido

repatriados otros 5.062 (el 16,1%).

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412

público ampliamente ganado por la idea de la solidaridad con España. Tan

sólo la intervención del presidente del Consejo consiguió acallar los gritos

que coreaban sin parar el slogan más militante: “Des avions pour

l’Espagne”. El discurso de Blum, que iba dirigido a quienes desaprobaban

la política de no intervención, la defendió apoyándose en el riesgo de

provocar una guerra generalizada en Europa: “Imposible de reaccionar de

otra manera sin abrir en Europa una crisis que será demasiado difícil o

demasiado fácil de prever las consecuencias”, afirmó. Sin nombrar a los

comunistas, la sombra de la fractura frentepopulista planeó por el estadio:

“Nos dicen que es necesario, al contrario, resistir, endurecer y exaltar la

voluntad nacional, que es por orgullo, por la exaltación del sentimiento

patriótico que se puede hoy asegurar la paz”. Cuando el auditorio se había

calmado definitivamente y el presidente se había ganado a los más

beligerantes, Blum terminó preguntando de manera retórica: “¿No creen

ustedes que, después de todo, hemos salvado a Europa de la guerra en un

momento particularmente crítico?”. 590 El discurso de Blum fue aclamado

por la prensa financiera y conservadora como un discurso histórico para la

paz. Pero también era la tesis británica la que defendía el político socialista,

la política de apaciguamiento franco-británica que precedió al conflicto

español e influyó decisivamente en su evolución y en sus resultados.591

Francia no práctico sólo esta política de apaciguamiento en el extranjero,

sino que también necesitaba practicarla en casa.592

590 J. Lacouture, op. cit. (1977), pp. 362-366. 591 L. Chavenon, « Le discours de M. León Blum », L’Information Financière,

19 de septiembre de 1936, p. 1. Extraído de J.M. Borrás Llop, op. cit. (1981), p. 342. 592 M. Thomas, op. cit. (1997), p. 94.

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413

“Des avions pour l’Espagne, des canions pour l’Espagne”

Los 80 aviones militares enviados por Francia entre el 31 de julio y

el 10 de septiembre según Salas Larrazábal,593 en realidad fueron muchos

menos. El pedido hecho por Giral la madrugada del 19 al 20 de julio de

1936, rechazada por el gobierno francés el 25 de julio, pero vuelta a ser

considerada el 31 de agosto, tras la caída de aviones italianos en el

Marruecos francés del día anterior, se tradujo en el envío de 13

“Dewoitine” y 6 “Potez” que llegaron a Barcelona entre el 7 y el 9 de

agosto de 1936. Estos aparatos fueron entregados desprovistos de

armamento, sin pilotos, sin armas y pagados en efectivo a precios

elevados.594 El 26 de agosto otros 2 bombarderos desarmados volaron hacia

Barcelona. Entre el 5 y el 7 de septiembre se enviaron cinco cazas más

igualmente desprovistos de armamento. No llegó ningún contingente más

de material hasta el 19-20 de octubre, consistente en 7 “Potez 542” y 2

“Dewoitine 371”.595

En el mismo período, los insurgentes recibieron de Alemania596 e

Italia597 141 aviones militares perfectamente armados y con tripulación

entrenada (73 y 46, respectivamente). Este hecho explica por qué la fuerza

aérea republicana había sido destruida casi por completo cuando los

593 J. Salas Larrazábal, La intervención extranjera en la Guerra de España,

Madrid, Editora Nacional, 1974, pp. 441-446. 594 G. Howson, op. cit. (2000), pp. 76 y 355-359. 595 G. Howson, “Los armamentos: asuntos ocultos a tratar”, en P. Preston, op.

cit. (1999), pp. 239-264. 596 R. L. Proctor, Hitler´s Luftwaffe in the Spanish Civil War, Wesport,

Greenwood Press, 1983, pp. 20 y 33; A. Viñas op. cit. (2003), pp. 414 y 430. 597 J. Coverdale, op. cit. (1979), pp. 21-22, 94, 107 y 131; I. Saz, op. cit. (1986),

pp. 184-186.

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414

aviones rusos entraron en escena a finales de octubre de 1936.598 Esta

diferencia entre los bandos no se equilibró hasta esta fecha, cuando

llegaron 55 aparatos procedentes de la Unión Soviética y se consiguió

poner coto al dominio aéreo franquista. Por tanto, la ayuda soviética no

rompió un equilibrio, sino que lo restableció por primera vez.599

Con estos datos, queda demostrado que el armamento con origen

francés no llegó antes del 7 de agosto,600 invalidando que existiera un

periodo intervencionista militar francés anterior. Con lo cual, tanto Hitler

como Mussolini se adelantaron en más de una semana a la ayuda

procedente de Francia y casi en dos meses a la procedente de la Unión

Soviética. De la misma manera, tampoco se efectuó la entrega de la remesa

de armas embarcada durante la primera semana del conflicto en el buque

Ciudad de Tarragona en el puerto de Marsella.601 La intervención francesa

no sólo no precedió a la italo-germana, sino que tampoco tuvo su misma

entidad en volumen y en calidad durante los iniciales y cruciales meses del

conflicto. Considerando todo el conflicto, los republicanos compraron en

Francia durante la guerra entre 222 y 270 aviones de los cuales sólo 60 eran

militares y bastante obsoletos (fabricados entre 1922 y 1923).602 En

conjunto, podemos afirmar que nunca existió un verdadero equilibrio en la

ayuda militar extranjera recibida por ambos bandos. A finales de julio de

598 G. Howson, “Los armamentos…”. 599 E. Moradiellos, “La intervención extranjera en la guerra civil; un ejercicio de

crítica historiográfica” en Ayer, 50, Dossier la Guerra Civil, Madrid, Marcial Pons,

2003, pp. 199-232. 600 AMAE, RE-135-5, “Archivo particular de Azaña. Guerra civil española.

Relaciones internacionales. Francia. 1936”. Juan Aboal, comandante aviador. París, 6

de septiembre de 1936. 601 AMAE, P-461/33731

602 G. Howson, “Los armamentos…”.

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415

1936 las fuerzas materiales de ambos contendientes ofrecían un virtual

empate, que se alteró con la entrada masiva de unos recursos extranjeros

que establecieron un cuadro de apoyo e inhibiciones favorable al bando

insurgente, al que se proporcionó un ejército bien abastecido de manera

permanente.603

La constitución del Comité de Londres

Mientras, se planteó la necesidad de crear un comité de control para

la aplicación de la política de no intervención en España. Las diplomacias

francesas y británicas eran conscientes que cuanto más eficaz fuera esta

aplicación, menos entusiasmo encontraría en las cancillerías europeas,

especialmente, en aquellas que se encontraban implicadas de manera

irreversible en la guerra española. Por ello, París y Londres procuraron

vencer sus reticencias asegurando que el proyectado comité de control de la

No Intervención carecería de responsabilidades ejecutivas. El éxito de esas

gestiones se tradujo en el beneplácito de Italia a participar en el futuro

comité el día 29 de agosto y de Alemania el 5 de septiembre.604

La constitución del Comité de Londres representó un éxito de la

diplomacia británica en sus esfuerzos por conjurar las repercusiones

internacionales de la guerra española, preservando su neutralidad tácita,

603 E. Moradiellos, “La intervención extranjera…”, pp. 228-230. 604 Para entonces se habían sumado a la propuesta francesa otras 26 naciones:

Albania, Alemania, Austria, Bélgica, Bulgaria, Checoslovaquia, Dinamarca, Estonia,

Finlandia, Grecia, Irlanda, Hungría, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Holanda,

Polonia, Rumania, Suecia, Turquía, Yugoslavia, Gran Bretaña, Italia, Portugal y la

Unión Soviética.

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416

impidiendo la intervención francesa y su bolchevización,605 atajando el

alejamiento diplomático de Italia y Alemania (balance of power)606 y

aplacando las presiones laboristas.607 El 9 de septiembre se reunió por

primera vez en Londres el Comité de No Intervención integrado por los 26

países firmantes apoyado en unos fundamentos jurídicos débiles, que

carecían de fuerza legal internacional y no implicaba ningún carácter

obligatorio.

El día 14 se constituyó a propuesta del delegado británico S. S.

Morrison, su primer presidente, un Subcomité de Control de las

violaciones del Acuerdo de No Intervención, integrado por nueve naciones,

Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia, Unión Soviética, Checoslovaquia,

Bélgica, Suecia y Portugal (que no se incorporó hasta el 28 de septiembre),

sobre el que recaería gran parte del funcionamiento efectivo del Comité.

Apenas unos meses después, pudo comprobarse que el Subcomité había

sustituido enteramente al Comité, y que el control de los efectos de la

contienda española había quedado restringido a unos cuantos países

interesados en él (los limítrofes con España y los productores de

armamento).608 La propuesta británica no parecía haber sido tan inocente.

El 28, se tomó la primera decisión crucial. Ésta consistió en

considerar como examinables sólo las denuncias sobre supuestas

605 M. Baumont, La faillite de la paix 1918-39, París, PUF, 1961, p. 714. 606 L. Araquistáin, “La verdad sobre…”, pp. 287-302. Se refiere al principio

rector de la política exterior británica, una Europa donde no existiera un Estado o grupo

de Estados que se impusiera al resto, de manera que Gran Bretaña siempre pudiera

desequilibrar los platillos de la balanza. 607 E. Moradiellos, op. cit. (1990), p. 305. 608 F. Schwartz, op. cit. (1971), pp. 171-172.

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417

violaciones del Acuerdo que fueran presentadas por los Estados que habían

suscrito el Pacto, lo que excluía al gobierno de la República. Asimismo, no

se contempló una provisión de sanciones en caso de que se demostrase la

veracidad de las denuncias presentadas. Inmediatamente constituido el

Comité, quedó claro que el principal instigador de su creación, Gran

Bretaña, pretendía que éste sólo sirviera para canalizar y neutralizar las

posibles tensiones que surgieran entre las grandes potencias europeas en

caso de violación del Acuerdo.

A principios de octubre, las denuncias contra la intervención de

Portugal, Italia y Alemania en España, que obtuvieron cierta repercusión en

los medios de comunicación internacionales, fueron sabiamente diluidas

por las artimañas dilatorias del gobierno británico en el seno del Comité.

Las críticas crecientes de la oposición laborista y del gobierno soviético,

obligó a las autoridades británicas, con Eden a la cabeza, a sugerir a lord

Plymouth, nuevo presidente del Comité, a presentar las pruebas

republicanas ante el Comité “de la manera más inofensiva y discreta que

sea posible, con la esperanza de mantener el Comité intacto”.609 Ésta sería

la primera de un cúmulo de labores dilatorias, que Londres desplegó en el

Comité a lo largo de toda su existencia. Además, la Sociedad de Naciones

quedó marginada del asunto, lo que demostraba que no se pretendió en

ningún momento tomar las medidas adecuadas para hacer efectiva la No

Intervención.

El 3 de octubre, el informe final del Comité de investigación sobre

las violaciones del derecho internacional en relación con el intervención en

España, presidido por la diputada liberal Eleanor Rathbone (1872-1946),

609 E. Moradiellos, op. cit. (1996), pp. 102-103.

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418

asumía que el acuerdo de No Intervención había perjudicado gravemente al

gobierno republicano, en la medida en que no había cesado el suministro de

hombres y armamentos a los rebeldes. Así, el continuo sabotaje nazi-

fascista del acuerdo de No Intervención, unido a la debilidad de la

respuesta franco-británica, determinó el fracaso real del Comité de

Londres. Esto llevó al Kremlin a declarar el 9 de octubre que en caso de

continuar estas violaciones se consideraría liberado de sus compromisos

con el Comité. El 23 de octubre el embajador soviético, Ivan Maiski (1884-

1975), leyó una declaración en la que afirmaba que el sabotaje fascista y la

falta de medidas de control habían desvirtuado el Acuerdo y hacían

conveniente restituir al gobierno español su derecho a comprar armas. La

No Intervención hacía aguas, excepto como política declaratoria.610 A pesar

de la constitución del Comité de Londres, alemanes, italianos y soviéticos

aumentaron sus envites en el último trimestre de 1936, y la intervención

sólo fue ignorada hipócritamente en Londres. Así, la política de no

intervención se convirtió definitivamente en una farsa institucionalizada y

mutuamente consentida.611

610 A. Viñas, “Los condicionantes internacionales” en La Guerra Civil Española.

50 años después (ed. Manuel Tuñón de Lara), Barcelona, Labor, 1985, pp. 123-197, p.

152. 611 E. Moradiellos, “El acuerdo inalcanzable...”, p. 90.

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CONCLUSIÓN

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423

La política internacional que la República de 1931 tuvo que perfilar

y desarrollar en el convulso contexto internacional de los años 30 apostó

por la prolongación hacia el exterior de los mismos principios que

inspiraban la política interior, consagrados en la Constitución de 1931. Esta

verdadera declaración de intenciones institucionales mostraba un proyecto

pacifista, democrático, desprovisto de ambiciones territoriales o coloniales,

basado en los principios de publicidad y universalidad, y activo en el

sentido de participar, por derecho, pero también por obligación, en los

destinos de Europa y del mundo. La Segunda República simbolizó pues, el

paso de la concepción de neutralidad como impotencia a la neutralidad

como ideología y como política activa para construir la paz. La acción

exterior republicana, en síntesis, buscaba una colaboración activa y una

actitud conciliadora en Ginebra, sin compromiso especial con nadie,

aunque en la línea del bloque franco-británico. El fondo seguía siendo la

neutralidad, pero no el aislamiento; la proximidad al bloque franco-

británico, aunque con una nueva consideración de cierta autonomía; el

pacifismo, pero en colaboración con otros países neutrales.

De 1931 a 1936 diferentes concepciones de la política española de

Francia coexistieron, a veces se solaparon y otras se complementaron. El

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424

embajador en Madrid, Jean Herbette propuso reservar un tratamiento

particular a España dentro de la política extranjera francesa. Pero la

esclerotizada política española propugnada por el Quai d´Orsay no prestó

atención a España ni a su evolución, y ésta no dejó de constituir una

cuestión excéntrica de las preocupaciones francesas. Esta política primó la

dimensión bilateral sobre la multilateral, y lo hizo en términos de relación

de fuerza, separando cada una de las grandes cuestiones y tratándolas de

manera aislada. Las autoridades francesas no consideraron ningún proyecto

importante que afectara a España, y se interesó por ella solamente en los

asuntos referentes a la economía y a Marruecos, donde la diplomacia gala

sólo valoró a su vecino del sur como un elemento ralentizador de su

política. Para París, la única ventaja de compartir protectorado. Con España

fue su debilidad, ya que no constituía para Francia parte de las grandes

potencias ni tampoco de sus pequeños aliados. En un contexto general, sólo

Jean Herbette, Édouard Herriot y el Front Populaire parecieron buscar un

verdadero acercamiento a España, aunque sus esfuerzos no dieran

resultados tangibles y duraderos. En 1936 la cuestión española permaneció

subordinada a los asuntos europeos igual que lo había estado desde 1931.

Los años 30 constituyeron para Francia el escenario de una crisis

generalizada que puso en cuestión incluso su sistema político institucional.

Herido de una extrema fragilidad, cuyas raíces debemos buscar en la

contestación intelectual, el antiparlamentarismo de las ligas de extrema

derecha y la ausencia de mayorías parlamentarias sólidas, el sistema se

mostraba atenazado por una impotencia gubernamental sin precedentes.

Tras la asonada antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934, esa crisis

política llegó a su paroxismo y se hizo necesaria una reforma urgente del

Estado. Aunque ésta no se acometió, el triunfo del cártel de izquierdas en

las elecciones de abril-mayo de 1936 devolvió al menos el clásico juego

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425

político de dos bloques, y este espejismo trasladó la reforma para la década

siguiente cuando la penosa experiencia de la Segunda Guerra Mundial la

hizo inevitable.

Ninguno de los actos revisionistas llevados a acabo entre 1933 y

1936, siempre manu militari, fueron contenidos por Francia ni Gran

Bretaña, que seguían confiando en evitar un conflicto europeo

reacomodando las pretensiones italianas y alemanas. La formulación de

esta política de apaciguamiento británica, y resignadamente aceptada por

los franceses, se mostró como una estrategia diplomática destinada a evitar

el conflicto europeo generalizado, aceptando cambios razonables en el statu

quo territorial demandados por las autoridades nazi-fascistas, siempre que

no afectaran a los irrenunciables intereses vitales franco-británicos. Sin

embargo, lo que para los británicos constituía una doctrina político-

estratégica consecuentemente ejercitada, para los franceses se reveló como

una verdadera manifestación de debilidad y retracción. Desde entonces,

Francia, por su propia debilidad, quedó irremisiblemente condenada a

seguir esta política exterior de appeasement a remolque de los gobernantes

británicos.

La política exterior del gobierno del Frente Popular tuvo que

enfrentarse a esta escena internacional plagada de peligros e

incertidumbres, que añadida a la creciente inestabilidad social interior,

llevó a España a refugiarse en una cierta neutralidad. El presidente Azaña

de 1936 reafirmó su compromiso con Ginebra, pero también propugnó la

reciprocidad de los compromisos adquiridos por todos los miembros del

Pacto, activando una política exterior realista, lejos de los excesos

societarios del primer bienio. El anterior optimismo en las instituciones

ginebrinas se tornó ahora en prevención. Podemos afirmar que con la

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426

llegada del Frente Popular, la neutralidad dejó de ser “estricta” para

convertirse ciertamente en “benévola”. Para el propio Azaña, romper el

statu quo de la Europa occidental y mediterránea, alejándose de Francia y

Gran Bretaña o aliándose estrechamente con cualquiera de ellas habría

supuesto un esfuerzo gigantesco en el orden militar, completamente

desproporcionado para los recursos del país. Y así se mantuvo, teniendo

como únicos vínculos exteriores la pertenencia a la SDN y la adhesión

franco-británica en Marruecos y en el Mediterráneo. Poco tuvo que ver, a

tenor de lo expuesto, la política exterior republicana con la situación en la

que se encontró España en el verano de 1936. Más decisivas fueron las

profundas contradicciones políticas e internacionales del momento. La

diplomacia española evolucionó al ritmo de los acontecimientos en la línea

del apaciguamiento, y con similar comportamiento al de otras potencias

medias. Sin embargo, a diferencia de otras zonas geográficas, fue España la

primera víctima europea en pagar el alto precio de esta política.

Como al inicio de la guerra española se produjo un cierto equilibrio

militar, desnivelado a favor de los sublevados por la mayor preparación

militar del Ejército de Marruecos, este estancamiento planteó a ambos

bandos la necesidad de recurrir a la ayuda exterior, ya que en la España de

1936 no existían medios militares suficientes para mantener un esfuerzo

bélico continuado. Ello abrió un rápido proceso de internacionalización sin

el cual, el levantamiento militar encabezado por el general Franco jamás se

habría convertido en una larga contienda de casi tres años.

La petición de ayuda exterior efectuada por ambos bandos fue

interpretada en Londres como una amenaza para su política de

apaciguamiento hasta entonces seguida, y desde la perspectiva

anticomunista dominante en el Foreign Office, como un peligro de

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427

conflicto generalizado que sólo podía beneficiar a la URSS. El gobierno

británico llegó a la conclusión de que la mejor estrategia ante el conflicto

consistía en desplegar una política dilatoria que se tradujera en una

“neutralidad tácita”, no proclamada formalmente, como solución

provisional. Que esta política favoreciera a los militares insurgentes,

revelaba la actitud británica como una auténtica “neutralidad benévola”

hacia la insurrección.

Por su parte, la política de Francia ante la contienda española quedó

definida en las tres semanas siguientes al inicio de la sublevación militar.

La petición de armas trasladada por el gobierno republicano a las

autoridades galas fue aceptada debido a evidentes razones políticas y

militares. Sin embargo, el 25 de julio, el gobierno francés decidió prohibir

la exportación de material de guerra con destino al territorio español. Los

dirigentes frentepopulistas creían, erróneamente, serenar de este modo su

crisis interna, salvar su coalición gubernamental, evitar la defección de su

vital aliado británico y confinar el conflicto español en sus fronteras para

impedir una escalada que se tradujera en un conflicto generalizado. Cabe

creer la hipótesis de que en esta decisión también planeaba el temor a que

las potencias fascistas reconocieran a los insurrectos como gobierno de

facto. Sin embargo, esta retracción francesa no impidió una rápida

internacionalización del conflicto.

La evidencia de la ayuda italiana a los insurrectos a finales de julio

de 1936 tuvo un doble efecto en las autoridades francesas: por un lado,

recuperar momentáneamente la libertad de acción en su política española;

y, por otro, comenzar a diseñar de manera apresurada una política de no

intervención que aislara eficazmente el conflicto español. El fracasado

encuentro entre los almirantes Darlan y Chatfield reforzó aún más en el

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428

seno del gobierno francés el deseo de una rápida puesta en vigor de esta

apuesta y el 7 de agosto el gobierno galo acordó prohibir el envío de armas

a España, postura que hizo oficial al día siguiente. Esta posición, que

constituía una prohibición unilateral, se tomó sin esperar a un acuerdo

internacional. Nada justificaba que el gobierno francés hiciera esta

declaración, antes incluso que las otras potencias involucradas dieran la

más mínima garantía (excepto Gran Bretaña, por supuesto), conociendo ya

la ayuda vital que el bando franquista recibía de Alemania e Italia. Con este

posicionamiento, Blum y su gabinete mostraron una decisiva docilidad a

las amonestaciones británicas, que según los protagonistas, fueron

constantes, crecientes y finalmente determinantes. El gobierno francés

eligió la prudencia, con el apoyo de la mayoría de los franceses; pero a los

ojos del mundo, Francia, una vez más, se batió en retirada. El gobierno

británico se apresuró a apoyar la iniciativa gala porque vio en ella el

mecanismo ideal para preservar su neutralidad inconfesa ante el conflicto,

embolsarlo en tierras españolas, frenar la primera intención de intervención

francesa, evitar el alineamiento con la Unión Soviética, eludir el

enfrentamiento con las potencias nazi-fascistas y esquivar las críticas de

una oposición laborista solidaria con la República.

Enfrente, los dictadores Hitler y Mussolini pensaron que con una

pequeña y secreta ayuda militar al bando sublevado se podría conseguir la

victoria sin afrontar graves problemas con el gobierno británico. Alterar el

equilibrio en el Mediterráneo occidental a tan bajo coste era una opción

considerablemente atractiva, al tiempo que podría crear fricciones en la

discordante entente franco-británica. Desde entonces, la diplomacia

franquista se concentró en preservar este cuadro de apoyos e inhibiciones

existente, con el fin de lograr un desahucio progresivo de la República.

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429

Ayudar a la República española se presentó como una elección difícil

para París, ya que su alto coste se situó en la balanza frente a la realización

de las reformas estructurales apenas emprendidas. Blum se plegó ante el

pavor a provocar un nuevo conflicto europeo. Sin un ejército ofensivo,

Francia era incapaz de defender todas sus fronteras a un tiempo, y menos,

idóneo para reaccionar ante los hechos consumados del fascismo. El

Presidente del Consejo galo, sin el apoyo de Gran Bretaña, sin acuerdo

siquiera en el interior de su coalición de gobierno y con una sociedad que

había votado por el pacifismo y el reformismo, enunció la política de No

Intervención, como único expediente disponible para alinearse con Gran

Bretaña ante la amenaza fascista. La inicial aprobación de Blum para

ayudar a la República el 20 de julio se había adoptado pensando que se

trataría de un breve pronunciamiento. Hasta el momento no había

intervenido ninguna otra gran potencia y no parecía arriesgado enviar

armas. Sin embargo, a medida que se iban endureciendo por momentos los

frentes de batalla entre la izquierda y la derecha, Blum comenzó a darse

cuenta de que con esa intervención peligraban la coalición gobernante y el

objetivo fundamental de la política de apaciguamiento.

La ayuda solicitada por la República estaba en consonancia con el

derecho internacional que autorizaba la ayuda a un gobierno legalmente

constituido sorprendido por una rebelión. Pero además, existía un acuerdo

comercial con Francia que incluía una cláusula secreta para abastecer de

material militar a España. Esta nota aneja constituía más una cláusula de

intenciones de orden político-militar que comercial. Sin embargo, tampoco

Francia, al acordar la No Intervención, comunicó al gobierno republicano

la anulación de tal carta o su suspensión temporal mientras durase el

conflicto, ya que el convenio comercial siguió funcionando.

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430

Pronto se puso de manifiesto que aunque la No Intervención fuera

una propuesta francesa, nunca hubiera sido viable sin la aquiescencia

británica. Lejos de contemplar la guerra civil española como el preludio de

una conflagración internacional, los ministros británicos y franceses se

apresuraron a dejar a España aislada y a contemporizar con la Alemania

nazi y la Italia fascista. Los líderes democráticos se engañaron a sí mismos

infravalorando la importancia de las ideologías y devaluando todo rastro de

fe que pudiera quedar en la seguridad colectiva.

Parece haberse dado demasiada importancia a las campañas de

prensa y su repercusión en las decisiones tomadas por el ejecutivo galo, ya

que resulta exagerado afirmar que su influencia fuera tan decisiva. La

prensa no hizo sino traducir la división existente en la sociedad francesa.

Antes de la guerra ya existían estas disensiones y el drama español se

insertó a posteriori en un contexto social, de por sí inflamado. También se

ha insistido mucho en las filtraciones de los funcionarios de la embajada

española en París. Pero es lógico pensar que incluso sin esa traición, el

envío de aviones y armas a la República no hubiera pasado desapercibido.

La política de no intervención en el conflicto español propuesta por

el gobierno frentepopulista francés creó, pues, una desigual estructura de

apoyos e inhibiciones exteriores para las partes en liza. Es evidente que la

No Intervención fue muy perjudicial para el régimen republicano español

puesto que le privó, como hemos visto, de su derecho legal como gobierno

legítimo e internacionalmente reconocido, para procurarse armas. Además,

fue tanto más lesiva en tanto que bloqueó todas sus iniciativas

diplomáticas, ya que el futuro Comité de Londres se convirtió en el único

foro donde discutir la continua vulneración de esta política por parte de las

diversas potencias, además de no permitírsele denunciarlo directamente por

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431

tener vedado el acceso a dicho Comité. En estas circunstancias, el gobierno

de Madrid no dispuso de otra alternativa que asumir los hechos

consumados y volcar todos sus esfuerzos en exigir, en vano, la aplicación

rigurosa de la política de no intervención. Así pues, el gobierno republicano

español quedó maniatado estratégica y tácticamente por la propuesta

franco-británica, y ya en septiembre de 1936 habría perdido prácticamente

la partida de no haber existido un viraje hacia la Unión Soviética,

aproximación que se fue ampliando a medida que se constató la retracción

de las potencias democráticas y que nunca obedeció a motivos ideológicos.

La No Intervención atenuada constituyó la ayuda encubierta que

Francia pudo ofrecer a la República entre 1936 y 1939. Esta estrategia fue

el reflejo de los bandazos de una gestión de gobierno que, por presión de

sus nacionales, vulneró la política de no intervención. Aunque no podamos

calificar la ayuda francesa como decidida, de esta No Intervención

atenuada dependió en gran parte la continuidad de la República española,

especialmente desde que la acción submarina italiana en el Mediterráneo

dificultó la navegación soviética hacia los puertos españoles. Pero también

por su propia naturaleza intermitente, significó un estrangulamiento lento

para el gobierno de Madrid. Prueba de la disparidad de criterio que

habitaba también hacia esta ayuda encubierta en el ejecutivo francés, fue,

como hemos mostrado, que se llegó a dar la paradójica situación de que el

personal del Ministerio de Finanzas cerraba los ojos al paso de armamento

por la frontera pirenaica, mientras que el Ministerio de Interior daba

órdenes de detener todo envío sospechoso de llevar contrabando a España.

Mientras tanto, se planteó la necesidad de crear un comité de control

para la aplicación de la política de no intervención en España. Las

diplomacias francesas y británicas eran conscientes que cuanto más eficaz

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432

fuera esta aplicación, menos entusiasmo encontraría en las cancillerías

europeas, especialmente, en aquellas que se encontraban implicadas de

manera irreversible en la guerra española. Por ello, París y Londres

procuraron vencer sus reticencias asegurando que el proyectado comité de

control de la No Intervención carecería de responsabilidades ejecutivas. Y,

efectivamente, a pesar de la constitución del Comité de Londres, alemanes,

italianos y soviéticos aumentaron sus envites en el último trimestre de

1936.

Varios testigos y analistas han defendido la tesis de que se alegaría

que los ministros británicos presionaron a las autoridades francesas para

que propusieran la No Intervención. Pero cabe suscitar una duda:

¿realmente, hubiera sido inviable para Léon Blum mantener unido el

gobierno del Front Populaire y la entente franco-británica de haber

atendido la demanda de ayuda, que no intervención armada, solicitada por

la República española? ¿No fue ese mismo hombre quien logró persuadir a

sus compañeros socialistas, muchos de ellos contrarios a la guerra, para que

se manifestaran a favor del rearme dos meses después de comenzar el

conflicto?

Parece posible concluir que la República no fue destruida

precisamente por su política exterior, sino más bien por la imagen que

reflejaba hacia fuera su conflictividad interior, en fuerte conflicto con los

intereses económico e ideológicos de las grandes potencias. Ninguna

alianza internacional hubiera podido prever la situación bélica que se

desarrolló a partir del 17 de julio de 1936. Y vista la política de

apaciguamiento adoptada por las potencias democráticas, ninguna alianza

bilateral con Francia hubiera cambiado la actitud que el Quai D´Orsay

practicó desde agosto de 1936 hacia el gobierno de Madrid. Con su política

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433

de no intervención, las democracias, en gran medida, sacrificaron a la

República española, pero a pesar de haber confinado el conflicto español,

no pudieron evitar la consolidación definitiva del Eje italo-germano y el

creciente aislacionismo de la Unión Soviética. El conflicto español había

puesto de manifiesto la incompatibilidad entre la política de

apaciguamiento anglo-francesa y la apuesta soviética por la seguridad

colectiva. Y el destino de la República en guerra quedó en gran medida

sellado por esa contradicción.

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FUENTES DOCUMENTALES

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436

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Serie Archivo Renovado (que incluye la correspondencia general

posterior a 1931).

Serie de Personal (que recoge los expedientes de los diplomáticos

españoles y de los extranjeros acreditados en España).

2. ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (Madrid)

Sección “Diversos”, serie “Papeles de Luis Araquistáin”.

Sección “Diversos”, serie “Archivo de Marcelino Pascua”.

3. ARCHIVO DIPLOMÁTICO DEL MINISTERIO DE ASUNTOS

EXTERIORES DEL QUAI D´ORSAY (París),

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serie “Z Europe”, subserie “Espagne 1930-1940”.

Sección “Correspondance politique et commerciale, 1914 à 1940”,

serie “Rélations commerciales 1919-1940”, subserie “C-Espagne”.

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El Sol

La Libertad

La Vanguardia

Mundo Obrero

Francesas

Gringoire

Je suis partout

L´Action Française

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L´Écho de Paris

Le Figaro

L´Humanité

Le Jour

Le Populaire

Le Temps

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BIBLIOGRAFÍA

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ANEXOS

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480

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481

ANEXO I

Fuente: F. Páez-Camino, La significación de Francia en el contexto

internacional de la Segunda República, Madrid, Universidad Complutense, 1990. pp.

519-538.

REPRESENTACIÓN DIPLOMÁTICA DE LA

EMBAJADA FRANCESA DE MADRID EN 1936

ESCALAFÓN

FUNCIONARIO

EMBAJADOR

Jean Herbette

CONSEJERO

Adrien de Lens

SECRETARIO René Bonjean

AGREGADO COMERCIAL

Jean Juge

AGREGADO MILITAR

Teniente Coronel Louis Henri Morel

AGREGADO NAVAL

Teniente de Fragata Moullec

AGREGADO AÉREO

Jefe de Batallón Bizard

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482

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483

ANEXO II

Fuente: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, serie de

Personal (Expedientes Personales).

REPRESENTACIÓN DIPLOMÁTICA DE LA EMBAJADA Y CONSULADO GENERAL ESPAÑOLES DE PARÍS EN JULIO-SEPTIEMBRE DE 1936

ESCALAFÓN

FUNCIONARIO

ACTITUD ANTE LA SUBLEVACIÓN

EMBAJADOR Juan Francisco Cárdenas Proinsurgente

ENCARGADO DE NEGOCIOS Y CONSEJERO

Cristóbal del Castillo Proinsurgente

CÓNSUL GENERAL (encargado de negocios en funciones)

Antonio de la Cruz Marín Prorrepublicano

CÓNSUL EN LILLE (en comisión de servicio en París)

Felipe García Ascot Prorrepublicano

VICECÓNSUL

Ramón Artero Proinsurgente

AGREGADO COMERCIAL

Francisco Javier Meruéndano Hermoso

Proinsurgente

AGREGADO COMERCIAL

Luis Muñoz de Miguel Proinsurgente

AGREGADO MILITAR

Antonio Barroso Sánchez-Guerra

Proinsurgente

AGREGADO NAVAL

Arturo Génova Torruella

Proinsurgente

AGREGADO AERONÁUTICO

Carmelo de las Morenas Alcalá

Proinsurgente

AGREGADO AERONÁUTICO

Juan Aboal y Aboal Prorrepublicano

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Manuel Viturro Somoza

Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Fernando de Kobbe Chichilla Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Eduardo Casuso Gandarillas Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Jaime Agelet Garriga Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Luis Torres-Quevedo del Hoyo Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Laureano Pérez Muñoz Proinsurgente

SECRETARIO DE SEGUNDA CLASE

Evaristo Clemente Cavadas Prorrepublicano

SECRETARIO DE TERCERA CLASE

Ramón Ruíz del Árbol Proinsurgente

SECRETARIO DE TERCERA CLASE

Gracia Prorrepublicano

RESPONSABLE DE SEGURIDAD

Francisco Mata Prorrepublicano

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485

ANEXO III

DOCUMENTACIÓN ARCHIVÍSTICA SELECCIONADA

Los documentos diplomáticos que se ofrecen a continuación son

inéditos para la historiografía del asunto que nos ocupa. Tan sólo uno

(DDF, 2, II, T. 423, de 10 de julio de 1936, originariamente ADQO, E-167,

767-773. Secreto), sobre la entrevista que mantuvieron Manuel Azaña y

Jean Herbette el 10 de julio de 1936, fue publicado previamente en la

colección Documents Diplomatiques Françaises, y hemos decidido

incluirlo porque supone el ultimo testimonio documental escrito del

Presidente de la República antes del inicio de la guerra civil española y

hasta ahora no se le había dado la relevancia que creemos atesora.

En general, hemos intentado mantener un formato de presentación lo

más fiel posible a la estructura de los documentos originales, de la misma

manera que las traducciones están guiadas por el mismo afán; de ahí que en

ocasiones los signos de puntuación no correspondan exactamente con la

más correcta sintaxis castellana. Nuestro objetivo en esta tarea ha sido

evitar, en la medida de lo posible, la pérdida de la componente espontánea

que todos ellos guardan. Finalmente, advertir que cualquier subrayado y

mayúsculas o minúsculas inesperadas son copia del original, nunca una

licencia del autor.

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I. INFORME SOBRE CONVERSACIÓN ENTRE EL EMBAJADOR DE

ESPAÑA EN PARÍS, JUAN FRANCISCO CÁRDENAS, CON EL MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS, PIERRE LAVAL, SOBRE LAS

CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA DE LOS ACUERDOS DE ROMA (7 DE

ENERO DE 1935) FIRMADOS POR ITALIA Y FRANCIA. 22 DE ENERO DE 1935.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Archivo Renovado, R-901-7.

Política del Mediterráneo. 1935. Cárdenas. “Informe en relación con acuerdos

Laval-Mussolini y posibles derivaciones de éstos hacia Pacto del Mediterráneo”.

Confidencial. París, 22 de enero de 1935. (AMAE, R-901-7)

Embajada de España en París. CONFIDENCIAL. Nº 189. Dirección de Política

y Comercio

París, 22 de enero de 1935

Informa en relación con acuerdos Laval-Mussolini y posibles derivaciones de

éstos hacia Pacto del Mediterráneo

Como anuncié en mi telegrama nº 13 de II del corriente, por encontrarse en

aquella fecha en Ginebra este Ministro de Negocios Extranjero, no me ha sido posible

cumplir las órdenes que V.E. me comunicó en su telegrama núm. 15 hasta su regreso.

En la entrevista que he tenido con Monsieur Laval esta tarde, empecé haciéndole

presente la satisfacción con que ha sido recibida en España la firma de los acuerdos de

Roma y le felicité en nombre del Gobierno por su labor a favor de la paz. A

continuación le hice ver el interés especial que para el Gobierno español ofrece aquella

parte de los acuerdos relacionada con el problema africano, que sigue con gran atención

aunque desconoce aún los textos oficiales; a ello me replicó el señor Laval que había

entregado copias al señor Madariaga antes de salir de Ginebra. Aludí a continuación a la

afirmación publicada en la prensa asegurando que en Roma se había hablado de Tánger

y respecto a la cual el Sr. Laval no titubeó en calificarla de “fantasía periodística”. No se

expresó con la misma precisión al indicarle que tambien (sic) era objeto de múltiples

comentarios un supuesto cambio de impresiones sobre el problema mediterráneo no

negando hubiese tenido lugar si bien añadió que sólo se había referido en sus

conversaciones a problemas que afectan unicamente (sic) al Mediterráneo oriental. Ello

confirma la impresión recogida en la entrevista que tuve hace algún tiempo con el

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Embajador de Turquía en París y de la que dí (sic) cuenta al Señor Subsecretario en

carta confidencial de 2 de diciembre último.

En efecto, Turquía celosa, o mejor dicho inquieta, por la presencia de Italia en la

Isla de Rodas, pide garantías de seguridad que hasta el momento considera no le han

sido ofrecidas por Italia de modo suficiente y por ello parece desea ampararse en

Francia para elaborar un pacto con Grecia, (cuya situación es análoga en el Dodecaneso)

pacto en el que se establecieron las garantías de seguridad que esperaba de Italia. A este

aspecto del problema, deduzco se quiso referir el señor Laval cuando aludió a los

intereses que se debatían en el Mediterráneo oriental. Claro está que en nuestro breve

intercambio de ideas no se entró en detalles refiriéndose solamente mi interlocutor al

aspecto del problema en la forma indicada más arriba. Sin acentuarlo demasiado por

falta de instrucciones concretas expresé a mi vez que me parecía dificil (sic) dividir el

problema mediterráneo en oriental y occidental y que, a juicio mío, si las

conversaciones preliminares llegan a tomar cuerpo, España no podría quedar ausente de

ellas, pues de ninguna manera estaría dispuesta a aceptar un pacto en cuya confección

no hubiese participado. M. Laval me dió (sic) a entender que en tal caso se contaría con

España.

Derivamos después hacia los problemas africanos en general y, previa la

salvedad de que yo no habia (sic) recibido aún instrucciones del Gobierno sobre el

particular, comenté que un periódico francés, “La Victoire, había hecho alusión a

posibles negociaciones con España para el arreglo de las cuestiones coloniales

haciéndose eco para ello de unas manifestaciones del diario madrileño “El Debate” que

analizaba bajo el título de: “Arrangements coloniaux” – “Après l’Italie peut-être

l’Espagne?”. Claro que no entré en detalles en mi conversación pero si (sic) dije al

señor Laval que tal vez convendría examinaramos (sic) juntos algún dia (sic) todos los

aspectos de nuestros problemas africanos, porque del cambio de impresiones podrían

surgir nuevas ideas que sirviesen para resolver los puntos de discrepancia y estrechar

mas (sic) nuestras amistosas relaciones.

Dada la importancia de los temas esbozados y la actividad diplomática del señor

Laval, cuyas caracteristicas (sic) de temperamenteo conciliador son conocidas,

agradecería a V.E. tuviese a bien comunicarme, si lo estima oportuno, las orientaciones

de carácter general que pudieran y a existir al efecto por parte del Gobierno de la

República.

El Embajador de España

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488

Juan F. de Cárdenas

Excmo. Señor

Ministro de Estado

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II. INFORME SOBRE CONVERSACIÓN ENTRE EL EMBAJADOR DE

FRANCIA EN MADRID, JEAN HERBETTE, CON EL SUBSECRETARIO DE

ESTADO SOBRE LAS CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA DE LOS ACUERDOS

DE ROMA (7 DE ENERO DE 1935) FIRMADOS POR ITALIA Y FRANCIA Y UN

POSIBLE PACTO MEDITERRÁNEO. 31 DE ENERO DE 1935.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Archivo Renovado, R-900-13.

Pacto del Mediterráneo 1934-1935”. Este documento también se encuentra en

AMAE R-901-7, “Política del Mediterráneo. 1935. Conversación con el Sr.

Embajador de Francia el 31 de enero de 1935. Sin firma. (AMAE, R-900-13)

CONVERSACIÓN CON EL SEÑOR EMBAJADOR DE FRANCIA

EL 31 DE ENERO DE 1935

El Sr. Embajador de Francia manifestó al Subsecretario de Estado que con

referencia a la declaración ministerial relativa a política internacional, y más

especialmente a política en el Mediterráneo, creía deber recordar que con fecha 24 de

junio había ya manifestado al propio Subsecretario, a propósito de una información del

corresponsal de un periódico español, según la cual Francia se interesaba en un pacto

mediterráneo del que España se hallaría excluida que, trasmitida esa información a su

Gobierno, éste aseguraba que si eventualmente hubiere lugar a estudiar la conveniencia

de dicho pacto, Francia concedería el mismo interés a la presencia de España que el que

tuvo ocasión de mostrar cuando se trató del mismo problema en vísperas de la

conferencia de Londres, el año 1930.

El Subsecretario recuerda, en efecto, habiendo por lo demás tomado buena nota

de ello, que el Embajador de Francia había hecho las anteriores manifestaciones,

habiendo añadido que se proponía ratificar aquella comunicación ante el Sr. Ministro de

Estado, lo que efectuó el día siguiente 25 de junio.

El Sr. Herbette agregó que suponía que cuanto se había dicho acerca del

Mediterráneo se refería al Mediterráneo Occidental, por ser esta parte la que realmente

nos interesaba, comprendiendo que era perfectamente explicable el deseo de España de

no hallarse ausente en conversaciones que pudieran tener lugar sobre este problema,

pudiendo añadir al respecto que recientemente se había hecho saber, creo que al

Gobierno turco directamente, la conveniencia de que no hablaran de la conclusión de un

pacto mediterráneo, toda vez que las aspiraciones de Turquía en realidad se referían a

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un problema mucho más limitado, y al hablarse del problema en general se podía dar

lugar a que España se considerase ausente o pospuesta.

Monsieur Herbette, a modo de reflexiones que el problema le sugería, manifestó

que, en realidad, era tal el avispero que el Mediterráneo Oriental suponía para quien no

tuviera intereses directos en el mismo, que, de poder él opinar libremente acerca de la

cuestión, no apetecería para España el que ésta mostrara el deseo de intervenir en el

mismo, ya que los problemas que en aquella parte de Europa se presentan son de poco

interés para nosotros y muy dados a sorpresas y disgustos; por el contrario -siguió

expresando- el Mediterráneo Occidental es un mar en el que los intereses de las cuatro

naciones directamente afectadas son perfectamente conocidos y sobre los cuales cabe

unanimidad en el acuerdo a los fines de que ninguna otra nación pretenda inmiscuirse

en lo que no le importa.

Monsieur Herbette creía haber expresado al Subsecretario que en ningún

momento se había hablado en Roma del problema de Tánger; advertido de que no era

ese el caso, rectificó añadiendo que era cierto que la conversación que él había creído

sostener con el Subsecretario lo había sido con el Sr. Ministro; “En todo caso –

manifestó el Sr. Herbette- lo que dije al Sr. Ministro fué (sic) lo siguiente: “No se ha

hablado en Roma del problema de Tánger; lo que ha ocurrido es que en ocasión en que

los técnicos de uno y otro país hablaban de los problemas de África, los italianos

expresaron la opinión de que Francia no reconocía de buen grado los intereses de Italia,

habiendo contestado los técnicos franceses que no era ese el caso, puesto que el año 28,

voluntariamente, Francia había consentido sacrificios en Tánger que permitieron a Italia

una intervención acusada en la administración de la ciudad; de ese solo modo se habían

referido los técnicos de ambas naciones a la ciudad de Tánger”.

El Subsecretario se limitó a escuchar al Sr. Herbette, sin perjuicio de que ponga

en duda que sea completamente cierto lo que sobre Tánger expuso el Embajador, ya que

probablemente hubo ocasión de referirse en Roma a la modificación que se pretende de

las tarifas aduaneras del Imperio, y como es asunto que concierne e interesa

especialmente a Francia, Italia no habrá desaprovechado seguramente la ocasión de

expresar en qué condiciones se hallaría dispuesta a acceder a los deseos de Francia,

siendo lo más probable que con este motivo se hallan referido los técnicos a problemas

que tanto nos interesan.

Por lo demás, el Sr. Herbette en relación a este mismo asunto de Tánger, expresó

como de pasada su creencia de que no convenía a ninguna de las naciones

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principalmente interesadas dar lugar a que las ótras (sic) pudieran pretender intervenir

en la cuestión, ya harto difícil aún limitada como ahora se encuentra; en suma, el Sr.

Herbette expresaba la creencia de que no se debía dar lugar a la revisión, lo que me hace

creer que esa es la posición del Gobierno francés; el Sr. Herbette terminó esta parte de

su conversación manifestando se hallaba completamente a nuestra disposición por si

deseábamos documentación acerca del problema del Mediterráneo. El (sic), diplomático

y antiguo periodista, poseía elementos que seguramente pudieran interesarnos.

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III. INFORME SOBRE CONVERSACIÓN ENTRE EL EMBAJADOR DE

ESPAÑA EN PARÍS, JUAN FRANCISCO CÁRDENAS, CON EL MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS, PIERRE LAVAL, SOBRE LAS

CONSECUENCIAS PARA ESPAÑA DE LOS ACUERDOS DE ROMA (7 DE NERO

DE 1935) FIRMADOS POR ITALIA Y FRANCIA. 12 DE FEBRERO DE 1935.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Archivo Renovado, R-901-7.

Política del Mediterráneo. 1935. Cárdenas. “Referente política de España en el

Mediterráneo occidental y Marruecos”. París, 12 de febrero de 1935. (AMAE, R-

901-7)

Nº 318. Política y Comercio. Ultramar y Asia

París, 12 de febrero de 1935. Referente política de España en el Mediterráneo

occidental y Marruecos.

Excmo. Señor

Creo de mi deber poner en su superior conocimiento que parte de la prensa de

esta capital ha aludido a los comentarios del “Giornale d’Italia” sobre recientes

declaraciones de V.E. relativas al pacto Laval-Mussolini.

Aunque V.E. ya tiene conocimiento de dichos comentarios creo, sin embargo,

util (sic) señalar a su atención que la prensa francesa a que aludo ha entresacado de los

mismos la parte que seguramente adquiere para nosotros mayor relieve y que cito a

continuación: “Las alusiones hechas por el Representante del Gobierno español a los

derechos de su país a participar al reglamento de la cuestión concerniente a la zona

occidental del Mediterráneo no pueden mas (sic) que encontrar la mejor acogida por

parte de Italia. No se puede en efecto ni ignorarlas ni negarlas dado que se derivan de la

posición geográfica d España, de sus tradiciones históricas y de sus intereses vitales.

Aunque la prensa francesa no ha comentado el artículo del “Giornale d’Italia” a

que vengo aludiendo, estimo, sin embargo, que el hecho de haber difundido la parte del

mismo relacionada con nuestras justas aspiraciones, constituye un hecho que debe

subrayarse.

Por otra parte unos cuantos periódicos de esta capital han dado cuenta de las

declaraciones del señor Moreno Calvo a la revista “Blanco y Negro” sobre las

reivindicaciones de España en Marruecos.

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El diario “La Victoire” de 6 del actual, en un artículo firmado por su redactor

diplomático M. Georges Biénaimé, ha publicado, a raiz (sic) de estas declaraciones,

consideraciones altamente favorables sobre nuestra política norteafricana. Dice entre

otras cosas, refiriéndose a Tánger “nuestros amigos españoles desearian (sic) que ciertas

kabilas de la retaguardia de Melilla fueran reintegradas a España. Ello sería

perfectamente equitativo si en Madrid existe el firma propósito de hacer que reine la

tranquilidad entre esas tribus”.

Y refiriéndose al territorio de Ifni el articulista dice: “La proximidad de Ifni con

Canarias confiere a este territorio una especial importancia. España desearia (sic) que le

fuera posible comunicar facilmente (sic) con Río de Oro. Ello sería, al parecer,

perfectamente factible y sin abandonar Francia su soberanía sobre el país intermediario”

y prosigue “Esta región viene a ser hoy el lugar de paso y de aterrizaje de los aviones

París-Madrid-Dakar, asi (sic) como de la red de Sudamérica, cuya importancia aumenta

de día en día, por lo que la larga banda territorial de Río de Oro, que pertenece a

España, adquiere una utilidad nueva. Francia, pues, tiene indudable interés en concertar

un arreglo amistoso con España con respecto a este territorio, cuya parte Sur es contigua

a la Mauritania francesa”.

Finalmente el articulista concluye diciendo, al examinar la parte de las

declaraciones del señor Moreno Calvo referentes a la bahía del Galgo que “a España ha

dejado durante mucho tiempo indiferente esta región. Francia ha hecho acto de

ocupación de la misma. Lo ha guarnecido de tropas e ingenieros que han creado un

lugar de pesca tan fructuosa en aquellas regiones que a España tambien (sic) puede

beneficiar si las dos Naciones desean concertar un acuerdo indispensable en esta parte

del Sahara Atlántico.

El Embajador de España

Juan F. de Cárdenas

Excmo. Señor

Ministro de Estado

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494

IV. INFORME DEL EMBAJADOR DE ESPAÑA EN PARÍS, JUAN

FRANCISCO CÁRDENAS, SOBRE PROPAGANDA NAZI EN ESPAÑA. 9 DE

OCTUBRE DE 1935.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, Archivo Renovado, R-842-6.

Referente propaganda alemana en España. 9 de octubre de 1935. (AMAE, R-842-

6)

Embajada de España en París. Dirección de Política y Comercio. Sección de Europa

París, 9 de Octubre de 1935

Referente propaganda alemana en España.

EXCMO. SEÑOR.

La “Journée Industrielle” de ayer publica una información de su corresponsal en

Madrid, cuyo interés no se me oculta y por ello estimo deber ponerla en conocimiento

de V.E.

Dicha información que viene intitulada: “Alemania aprovecha la confusión

europea para intensificar su propaganda.- El caso de España” dice así:

“Se sigue aquí, concediéndole interés tan importante como en los demás lugares,

el desarrollo de los asuntos ginebrinos, pero con tendencia a razonarlos con relación a

Alemania, ya que la propaganda de Berlín en España es a tal punto insidiosa y masiva.

“El argumento final, que se murmura apenas cerca de los espiritus (sic) politicos

(sic), pero que se viene discutiendo con infinita subtilidad (sic) es el siguiente:

Inglaterra está persiguiendo su anhelo de imponer su voluntad al mundo, y este (sic) se

encontrará bien pronto con la “pax britannica”. Un solo país puede restablecer un

equilibrio de influencias amenazadas: es Alemania.

Y es que si, por otra parte, se objetara que la expansión alemana va resultando a

su vez belicosa, en muchos sectores de la opinión, se recordaría con crudeza que España

neutral nunca fué (sic) tan activa como en la pasada guerra y que las complicaciones

europeas no tendrían para ella tan solo (sic) repercusiones desfavorables.

Bajo el epígrafe “una invasión pacífica” la información prosigue:

“El aleman (sic) se fija en todas partes. Los hay en número de 40.000 en la

península contra menos de 10.000 franceses. El turista español se halla practicamente

(sic) entregado a las manos germánicas, en numerosas empresas privadas los alemanes

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son corresponsales, secretarios a bajo precio y a veces incluso sin más medios de

existencia inteligibles que aquellos que le proporcionan desde su casa. Buques de guerra

visitan a España tributándoseles una acogida triunfal. Berlín, desprovisto de dinero,

compra en la península crecidas cantidades de materias primas.

“La acción no es menos viva en el dominio del espiritu (sic). Alemania hace en

nuestra casa un gran esfuerzo de prensa: fotografías, postales, representando a las

distintas manifestaciones del restablecimiento aleman (sic) pueblan los escaparates de

los almacenes especializados. Recientemente se ha descubierto una estación emisora

clandestina alemana, que no debe ser la única de su especie.

“Tal es la situación. Mientras tanto los países que Alemania amenazó en el

pasado se hallan enfrentados en un cruento debate, Berlin (sic) “trabaja” uno de los

paises (sic) neutrales, cuyo papel seria (sic) decisivo en caso de conflicto europeo ¿es

que en Ginebra por fin van a darse la pena de abrir los ojos y echar la mirada hacia

donde se halla el verdadero peligro?.

El Embajador de España:

Juan F. de Cárdenas

EXCMO. SEÑOR

Ministro de Estado

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496

V. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE LAVAL, PRESIDENTE DEL CONSEJO Y MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS, SOBRE LA APERTURA DE LA CAMPAÑA

ELECTORAL DEL 16 DE FEBRERO DE 1936. 9 DE ENERO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, dépêche 34, de 9 de enero de 1936. Herbette a

Laval. Apertura de la campaña electoral. (ADQO, E-165, 34, de 9 de enero de

1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 34

Madrid, 9 de Enero de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre LAVAL,

PRESIDENTE DEL CONSEJO,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Apertura de la campaña electoral.-

Por primera vez desde el 6 de Octubre de 1934, los periódicos de Madrid han

aparecido esta mañana sin estar sometidos a la censura. Así pues, hoy comienza

realmente la campaña electoral para el escrutinio del 16 de Febrero.

Los extractos de prensa que envío cada día a Su Excelencia son suficientes para

describir, por el testimonio mismo de los principales actores, las peripecias cotidianas

de la lucha entablada después de la disolución de las cortes. Es necesario observar estas

peripecias, pero no es necesario dejarse absorber por ellas: nos perderíamos. Es más

importante asir el curso de los acontecimientos que contemplar cada acontecimiento en

sí mismo.

Este curso está hoy orientado hacia la izquierda. Nada es más natural. Durante

más de dos años, el Gobierno ha sido de derecha. Después de quince meses, la autoridad

de la derecha se ejerció sin garantías constitucionales. Decepciones, cóleras y odios se

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han amontonado en la izquierda. En el momento que la libertad de palabra y de pluma

se restableció, todos estos sentimientos hasta la locura desbordante, como un torrente,

han abierto las compuertas. Desde esta mañana, EL SOCIALISTA y LA LIBERTAD

comienzan a publicar los relatos de las atrocidades cometidas durante la rebelión de

Asturias. En un país impulsivo como es España, tales imágenes producen más efecto

que los argumentos mejor razonados. ¿Hasta donde llegará la ira de la izquierda? Es

demasiado pronto para juzgarlo.

Sin embargo no hay acción sin reacción. Los progresos de la izquierda pueden

inquietar a la “masa neutra” de electores y sobre todo de electoras. Todos los

ciudadanos que teman una amenaza hacia la propiedad, la familia o la religión pueden

canalizarse hacia la derecha. Es lo que esperan los hombres políticos experimentados

que la suerte no ha favorecido durante estos últimos meses. Predicen que, en definitiva,

las derechas triunfarán en las elecciones. Fundan esta hipótesis en la esperanza de su

propia resurrección. No es que ellos se alineen con una monarquía o una dictadura: no

lo creen, pero se dicen que las próximas Cortes serán las de una República

conservadora.

El Gobierno actual, por su parte, desearía mantenerse entre los dos extremos y

preparar las elecciones en el justo medio. Quizás cuentan menos con la victoria de

numerosos candidatos centristas que con un reagrupamiento de partidos después del

escrutinio. ¿Visto que un pequeño grupo de personalidades conocidas y respetadas se

preparan a entrar en las Cortes, con un programa moderado, será imposible que varios

diputados elegidos con el apoyo de los votos monárquicos, o bien de votos socialistas,

se unan a este grupo moderado para formar un partido tapón? En suma, la constitución

de un centro republicano se producirá por una cristalización gradual, alrededor de un

núcleo apropiado, durante las semanas que sigan a las elecciones.

De las tres eventualidades principales que acaban de ser esbozadas –triunfo de

las izquierdas, triunfo de las derechas, supremacía del centro– la primera aparecería hoy

como la más posible. Hoy en efecto, como se ha sido dicho más arriba, toda la presión

acumulada en la izquierda comienza bruscamente a hacerse sentir. Por contra, las

derechas padecen la usura que se ha sufrido desde el poder y sufren más aún, parece, de

la violencia excesiva con la que el Sr. Gil Robles ha empezado su campaña. En cuanto

al centro, sería necesario contar, en alguna medida, con el prestigio de un hombre

extremadamente amado por los unos y extremadamente temido por los otros. Entonces

el jefe del Gobierno actual es, siguiendo las palabras del Sr. Clémenceau, en 1906, un

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“viejo debutante”; no domina el paisaje y, le dominará él, a la manera de un volcán más

que de una cima. El Jefe del Estado está en una situación que exige infinita abnegación,

pues una victoria de las izquierdas le parecerá peligrosa y una victoria de las derechas le

será fatal; su ejemplo puede bien demostrar la necesidad de un centro, pero no puede

asegurar la formación, pues no es suficiente ser indispensable para existir. En efecto, el

único hombre cuya estatura sobrepasa la actual melé es el Sr. Azaña. El anciano

presidente del Gobierno no es ni jacobino ni menos aún colectivista y, si vuelve al

poder, no tardará quizá en encontrarse obligado a luchar contra las fuerzas de la

revolución; pero visto el encarnizamiento con el que ha sido atacado por la derecha, no

le queda otro recurso que negociar la unión de las izquierdas y si consigue las

elecciones, los socialistas las conseguirán con él, si no, más que él.

Los días que vienen verán sin duda cambiar más de una vez las perspectivas que

se perciben hoy. Por otro lado España se compone de regiones bien distintas y los

cambios pueden operarse en sentido inverso según el lugar. Además los candidatos no

han sido aún presentados, es imposible de evaluar, incluso a grosso modo, la suerte de

los diferentes partidos en las diversas circunscripciones. Todo lo que se dice sobre la

derecha, por el momento, es que la batalla se ha entablado con una extrema aspereza y

que el prestigio del Gobierno que ha presidido no puede ser bastante resistente para

contener seguramente todas las fuerzas que se van a desplegar. Las explosiones son

pues posibles. En todo caso, si una combinación inesperada, una laxitud general o una

dispersión no vienen a disminuir antes del escrutinio la tensión de espíritus; es necesario

esperar que una victoria tan caramente disputada no sea tolerada por los vencidos. El 17

de Febrero, refugiados podrán presentarse en las fronteras de España. Sin pretender

adivinar por adelantado el bando al que ellos pertenecerán, se hará bien, en todo caso,

pensar que todavía existen los Pirineos.

Firmado: Jean Herbette

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VI. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE LAVAL, PRESIDENTE DEL CONSEJO Y MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS, SOBRE LA FIRMA DEL PACTO ELECTORAL DEL

FRENTE POPULAR ESPAÑOL. 16 DE ENERO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, dépêche 73, de 16 de enero de 1936. Herbette

a Laval. Pacto electoral de los partidos de izquierda. (ADQO, E-165, 73, de 16 de

enero de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 73

Madrid, 16 de Enero de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre LAVAL,

PRESIDENTE DEL CONSEJO,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Pacto electoral de los partidos de izquierda.-

El pacto en virtud del cual los partidos de izquierda y de extrema izquierda van a

firmar para reunir listas comunes de candidatos, encaminadas a las elecciones generales

que han sido fijadas para el 16 de Febrero próximo, ha sido publicado hoy y, como

testimonian los comentarios de la prensa, han atraído de todas partes la más viva

atención. Antes de analizar el texto, conviene considerar su razón de ser y nombrar sus

firmantes.

(…) En primer lugar reafirma las medidas de recuperación que las izquierdas

estiman obligatorias de tomar desde las primeras semanas o los primeros meses de la

nueva legislatura. Sobre su definición, el acuerdo es completo entre republicanos de

izquierda y socialistas. Pero este acuerdo completo es naturalmente limitado, en el

tiempo, por la duración necesaria de la ejecución de las medidas concertadas. Durante

este plazo, un Gobierno republicano de izquierda estará asegurado, en principio para

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vivir con el sostén de los socialistas. Una vez que este plazo pase, la cuestión será saber

si el Gobierno republicano de izquierda tendrá aún una mayoría parlamentaria.

Un segundo grupo de elementos contenidos en el pacto electoral se compone, si

no me equivoco, de medidas a más largo plazo sobre las que los republicanos de

izquierda y los socialistas se entienden igualmente. Tales son las medidas relativas a las

autonomías regionales, a la política exterior, a la enseñanza pública, a los trabajos de

interés general, etc… Aquí están los factores que podrían contribuir eficazmente al

mantenimiento de la alianza parlamentaria de los republicanos de izquierda y de los

socialistas. Pero estos factores no son suficientes para garantizar que la alianza se

mantenga.

Queda un tercer tipo de medidas: las que los republicanos de izquierda

consideran como reformas máximas, en tanto que los socialistas las contemplan como

logros más o menos tímidos, y generalmente insuficientes, hacia la instauración del

socialismo; es el caso de la legislación agraria, industrial, bancaria, fiscal, así como los

remedios para el paro. ¿Los socialistas consentirán votar, en las futuras Cortes, textos

legislativos que dejan de lado algunas de sus principales aspiraciones? Sin duda,

modificando el reglamento de las Cortes y desarrollando el papel de las comisiones

parlamentarias en la elaboración de leyes, se eliminarán muchos riesgos de conflictos

entre el Gobierno republicano de izquierda y la facción socialista de su mayoría: en

particular, se evitarán ciertas votaciones molestas sobre enmiendas socialistas que el

Gobierno rechazaría. Así no quedará más que la solidaridad de la coalición ministerial

para someterla a pruebas penosas y repetidas.

También es razonable suponer que si el frente común de izquierda triunfa en las

próximas elecciones, el gabinete republicano de izquierda que se formará acto seguido,

bajo la muy probable presidencia del Sr. Azaña, no podrá apoyarse más que durante una

primera fase en los votos socialistas y se verá pronto obligado a buscar un

ensanchamiento de su mayoría hacia el centro. Es entonces, en una segunda fase, que se

podrá encontrar en el entorno del poder a los diputados centristas que el presidente del

Gobierno actual se esforzará en hacer nombrar.

Pero cualquiera que sea el valor de esta hipótesis, el pacto electoral de izquierda

permite expresar desde ahora dos juicios que parecen incontestables.

En primer lugar, el programa del frente común parece moderado. No se

encuentra en efecto nada de revolucionario, ni en los principios, ni en los métodos.

Además los republicanos de izquierda aceptan expresamente cuatro puntos esenciales,

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501

en los que reposan las fórmulas de los socialistas. Por otro lado, la cuestión confesional

no se toca de ninguna manera y el antimilitarismo no tiene más lugar en este pacto que

el anticlericalismo. Después de la manifestación de las Juventudes católicas reclamando

“todo el poder” para el Sr. GIL ROBLES y en el momento en que los monárquicos

llevan, con el apoyo demasiado frecuente del clero, una campaña revolucionaria contra

el régimen y contra en jefe del Estado, el pacto que funda el frente único de izquierdas

se presenta, por contraste, como un monumento a la calma y a la mesura.

El segundo juicio que se puede aportar a este pacto, lo que por el momento

durante la campaña electoral abierta por el decreto de disolución, es la primera

manifestación de una política que abraza el conjunto de los problemas nacionales y se

propone la resolución por los procesos normales de legalidad. Los partidos de derecha

han concentrado su campaña contra lo que ellos llaman la amenaza revolucionaria. Es

un género de agitación que no es ciertamente inoperante, pero que tiene el defecto de ser

puramente negativo. Su carácter negativo se redobla, si se puede decir, desde el

momento en que el adversario se abstiene de subrayar la más mínima amenaza

revolucionaria y ofrece un programa de relajación moral, de mejoras materiales y de

progreso social en el que las principales soluciones socialistas son expresamente

desplazadas.

No es naturalmente en la prensa de izquierda que es necesario buscar la

confirmación de los dos juicios que preceden. La prensa de izquierda, como se verá por

mi boletín diario, se deshace en elogios sobre el pacto electoral; solamente, como no

goza de otro lenguaje, su testimonio es sin valor objetivo. Pero es la prensa de derecha

quien aporta, involuntariamente, una confirmación interesante a los juicios expresados

más arriba. En el editorial del órgano monárquico A.B.C. como en el de órgano católico

EL DEBATE, se nota el embarazo que el programa positivo y moderado de las

izquierdas inspira en las derechas marcadas por su campaña negativa y exaltada. A.B.C.

se limita a escribir, contra toda evidencia, que “los republicanos serán obligados a

gobernar bajo el dictado de una mayoría marxista”, que el pacto electoral “está lleno de

amenazas a la propiedad, a los bancos, a los salarios y a la clase de los contribuyentes”

y que “constituye finalmente un cártel revolucionario de provocación y de desafío a los

sentimientos de la nación y a todos sus intereses vitales”. Haría falta haber manejado

una pluma para conocer el sentido que traslucen tales declaraciones. En cuanto a EL

DEBATE, se manifiesta por un artificio que equivale a una confesión: no reproduce ni

comenta hoy más que la primera parte del pacto electoral, el que trata de las medidas

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502

destinadas a deshacer lo que han hecho las derechas; en cuanto a la parte constructiva,

en la que los republicanos de izquierda rechazan las soluciones socialistas y trazan su

plan de economía nacional, de finanzas, de instrucción pública, de política agraria,

etc…, EL DEBATE las ignora fríamente para sus lectores hasta el día siguiente. Está

claro que el programa positivo de las izquierdas incomoda a las derechas.

Seguramente, esta incomodidad no durará más que un tiempo y las derechas no

están dispuestas a perder la esperanza de una victoria electoral de la que las izquierdas

no están seguras, incluso con un programa no revolucionario. En una campaña como

ésta, donde las dos fuerzas aparecen equivalentes y en donde, a fin de cuentas, las

mujeres votarán, no sería demasiado prudente adelantar pronósticos. Se nota hoy que el

pacto electoral de izquierdas está redactado sabiamente. Pero no se puede predecir lo

que resultará mañana. Por otra parte el mañana no se puede predecir: se gana a fuerza de

inteligencia de trabajo y de moralidad.

Firmado: Jean Herbette

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503

VII. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE LAVAL, PRESIDENTE DEL CONSEJO Y MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS, SOBRE ATENTADOS DE CARÁCTER POLÍTICO

EN ESPAÑA DURANTE LA CAMPAÑA ELECTORAL DE ENERO-FEBRERO DE

1936. 22 DE ENERO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, dépêche 97, de 22 de enero de 1936. Herbette

a Laval. Atentados de carácter político en España. (ADQO, E-165, 97, de 22 de

enero de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 97

Madrid, 22 de Enero de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre LAVAL,

PRESIDENTE DEL CONSEJO,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Atentados de carácter político en España.-

Ciertos periódicos españoles de derecha comentan vivamente los atentados que

parecen multiplicarse desde hace algunas semanas en España. EL DEBATE publica esta

mañana una lista que se extiende desde el 31 de Diciembre hasta el 21 de Enero: los

atentados que señala habrían causado 36 víctimas, de las cuales 15 son muertos y 21

heridos.

De creer al órgano de la derecha católica, esta situación demostraría la debilidad

del Gobierno actual y sería resultado de la indulgencia excesiva de la Justicia. Escribe:

“Sufrimos las consecuencias, la terribles consecuencias de la impunidad. Los

poderes públicos han cesado de aplicar la ley a los criminales y a los asesinos y

esto, seguros de no ser castigados, pueden con pleno cinismo consagrarse al

asesinato de sus enemigos políticos y de los agentes de la autoridad. Lo que

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504

favorece la impunidad, es este anacrónico concepto liberal de la Justicia que se

deja ganar por un sentimiento mórbido por una falsa compasión”.

Después de tomarla con el Tribunal Supremo quien, a su juicio, levanta

demasiadas penas de muerte, reprocha a los partidos de izquierda hacer campaña a favor

de la amnistía.

“El pistolerismo acumula víctima sobre víctima entre la gente de bien. Y encima

aparece en el horizonte la promesa de una amnistía que se debe aplicar a toda

suerte de delitos. Es necesario absolutamente impedir que esta promesa se

convierta en realidad”.

La prensa de izquierda replica afirmando que este recrudecimiento de la

criminalidad es obra de provocadores a sueldo de los partidos extremistas de derecha.

EL SOCIALISTA escribe:

“La filiación política o sindical de los agresores y de las personas atacadas

permite suponer que efectivamente los actos de violencia que, con una

insistencia y una rapidez bien raras, son cometidos en Madrid, responden a

motivos de carácter político o social…. No nos engañemos: estamos en

presencia de una operación sistemática, de tipo netamente fascista, contra los

socialistas, los comunistas y los sindicalcitas. No es un secreto para nadie que

existen bandas a sueldo de los partidos de derecha”.

El objetivo seguido por estos será el siguiente, de creer a EL SOCIALISTA:

“Se quiere empujar al Gobierno a adoptar medidas de rigor y anular aquellas que

convendría adoptar para restablecer un régimen absolutamente normal en la vida

civil. ¿Se busca solamente proporcionar a los partidos de derecha argumentos

para presentarse como los únicos guardianes del orden social?”.

Tal es igualmente la opinión de LA LIBERTAD, órgano republicano de

izquierda, que se expresa en términos más violentos:

“Es la táctica clásica de la reacción. Es el único motivo por el cual los enemigos

de la libertad, de la justicia y del derecho siembran el dinero a manos llenas.

Quieren lanzar a la calle a sus “pistoleros”, sus matones y sus asesinos. Quieren

repetir el vulgar refrán y antipatriótico de siempre: ¡En España la libertad no es

posible! ¡En España, un régimen de libertad no es viable!”.

Estos recortes testimonian sobradamente que a izquierda como a derecha el

recrudecimiento de los atentados es explotado con una intención política. ¿Pero los

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505

atentados en sí mismos tienen este carácter político que le atribuyen los periódicos

extremistas de derecha y de izquierda?

Es necesario primero observar que la supresión de la censura da ahora más

publicidad a todos los crímenes, los cuales se prestan a reportajes sensacionalistas que

interesan al público.

De otra parte, los 46 atentados declarados desde el 31 de Diciembre al 21 de

Enero pueden organizarse de la manera siguiente:

A) Atentados sin carácter político:

Robos a mano armada = 16

B) Atentados de marcado carácter político:

Ataques contra la fuerza armada = 7

Colisiones entre fascistas y comunistas = 5

Agresiones contra vendedores de periódicos y distribuidores de folletos =

3

C) Atentados de carácter social:

Contra jefes de empresas y capataces = 2

Contra empresas (actos de destrucción, sabotajes) = 9

Contra obreros (diferentes de carácter sindical) = 4

Se constata a primera vista que los atentados de marcado carácter político no

suponen más que un tercio del conjunto.

Si se examina la repartición geográfica, se puede decir que los robos a mano

armada han sido cometidos en puntos muy variados del territorio, y que cuatro de ellos

(o sea, más de un cuarto) han tenido lugar en Barcelona.

Es igualmente en Barcelona donde se han registrado el mayor número de actos

de sabotaje, cuatro de los cuales han sido en empresas de transporte.

Por contra, es en Madrid que las diferencias de carácter sindical han producido

más víctimas (2 muertos y 4 heridos) entre los elementos afiliados, sean de sindicatos

socialistas, sean de sindicatos anarquistas.

En cuanto a los atentados de carácter político, se constata que los ataques contra

la fuerza armada (centinelas, fuerzas de policía y de guardia civil) son todos producidos

en puertos (a excepción de un caso de Madrid) y en las regiones más diversas de

España, de Cádiz a La Coruña y de Barcelona a Tenerife.

Por el contrario, otros atentados políticos han tenido lugar en Madrid o en los

alrededores de la capital (Talavera). A parte de las agresiones contra 2 vendedores de

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506

periódicos extremistas de izquierda y contra un distribuidor de folletos de propaganda

fascista, los otros incidentes son producidos entre fascistas y extremistas de izquierda

sin que sea fácil determinar si los actos de provocación vienen más bien de unos que de

otros.

El análisis de los hechos –al menos de los que son informados– permite pues

llegar a la conclusión de que el número de atentados de carácter netamente político es

mucho menos elevado de lo que pretenden los periódicos y que se producen, sobre todo,

en la capital.

Sin embargo el periodo electoral parece contribuir a la frecuencia de atentados

en general; él sobreexcita a la gente y ciertos elementos pueden recurrir al asesinato,

bien para suprimir adversarios, bien para aterrorizar a la población en general.

¿Cuáles son estos elementos? Se necesitaría, para pronunciarse, conocer en cada

caso el resultado de una investigación imparcialmente. Es solamente a propósito de los

problemas universitarios que han comenzado en Barcelona, que han llegado a Madrid el

17 de Enero y que ahora se extienden a Málaga, Oviedo y Sevilla, pero que no han

tenido felizmente consecuencias trágicas hasta ahora, que la iniciativa parte

incontestablemente de la derecha.

Firmado: Jean Herbette

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507

VIII. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE LAVAL, PRESIDENTE DEL CONSEJO Y MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS, SOBRE ENTREVISTA CON MANUEL AZAÑA

ACERCA LA CAMPAÑA ELECTORAL DE ENERO-FEBRERO DE 1936. 11 DE

FEBRERO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, Télègrames 109-110, de 11 de Febrero de

1936. Herbette a Laval. Muy Confidencial. (ADQO, E-165, T. 109-110, de 11 de

Febrero de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRADO. Nº 109-10

MADRID, 11 de Febrero de 1936 a las 22 horas

recibido el “ “ “ a las 24 horas

MUY CONFIDENCIAL

El Presidente Gobierno me ha dicho ayer por la noche, después de la cena

diplomática en el Palacio Nacional, que estaba a medio camino en la tarea que había

comenzado con vistas a las elecciones. Si hubiera dispuesto de un mes o solamente de

una quincena más, añadió, él habría tenido en las futuras Cortes una mayoría de

diputados ligados a su política. Tal como la situación se presenta ahora, se permite

esperar en la elección de un grupo de partidarios bastante numeroso para conseguir ser

el equilibrio entre las dos coaliciones de derecha y de izquierda. Concluyó “para un

hombre de mi temperamento, es desagradable”.

Entre los ministros presentes que son candidatos parecía haber general confianza

en su éxito personal. La impresión de conjunto era sin embargo bastante taciturna.

El Director del “Heraldo” que ha venido a verme hoy para la Exposición de

1937 me ha dicho que en numerosas provincias, los gobernadores civiles emplean todos

los medios para favorecer a las derechas y que las izquierdas van a las elecciones “con

un enorme handicap”. Me confirma que el domingo último las izquierdas pensaron en

retirarse de la lucha electoral invocando la incorrección del Gobierno y consideran la

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508

eventualidad de que gracias a la prensa oficial, las derechas obtendrán la mayoría

absoluta en diputados.

JEAN HERBETTE

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509

IX. COMUNICACIÓN DEL CÓNSUL FRANCÉS EN SAN SEBASTIÁN,

LASMARTRES, A JEAN HERBETTE, EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID,

ACERCA DE INCIDENTES POSTERIORES A LAS ELECCIONES DE 16 DE

FEBRERO DE 1936. 18 DE FEBRERO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, Télègrame 1, de 18 de Febrero de 1936.

Lasmartres, cónsul francés en San Sebastián, a Herbette. (ADQO, E-165, T. 1, de

18 de Febrero de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRADO. Nº 1

SAN SEBASTIAN, el 18 de Febrero de 1936

recibido por correo el 19 a las 17 h. 40

Contrariamente a lo que publica uno de nuestros más importantes diarios del

Suroeste relativo a la situación de España, la tranquilidad es absoluta, al menos en mi

circunscripción consular.

Si bien el resultado, inesperado, de la consulta electoral ha provocado un éxodo

hacia Francia de un cierto número de familias pertenecientes a los partidos de derecha,

no es menos verdad que éstas han abandonado el territorio español sin ninguna

dificultad y sin ser molestadas por nadie.

El hecho resultante de las elecciones del 16 de Febrero, en lo que concierne al

país vasco, es el retroceso del partido nacionalista defensor del estatuto, es decir, del

partido separatista.

LASMARTRES

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510

X. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE RESULTADOS ELECTORALES DEL 16 DE FEBRERO

DE 1936 Y EL PAPEL DE LA IGLESIA EN LAS ELECCIONES. 19 DE FEBRERO

DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 165, Télègrames 154, de 19 de Febrero de 1936.

Herbette a Flandin. (ADQO, E-165, T. 154, de 19 de Febrero de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 223

Madrid, 19 de Febrero de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Notas sobre las elecciones españolas del 16 de Febrero.-

Las breves reflexiones que Vuestra Excelencia encontrará aquí están

simplemente destinadas a aclarar un asunto en el que no se puede aún profundizar. No

se ha sabido hasta ahora que el primer efecto de las elecciones españolas que han tenido

lugar el 16 de Febrero sería la dimisión del gabinete Portela. Los resultados oficiales de

la consulta no deben ser divulgados hasta mañana y el Gobierno hoy dimisionario ha

tenido cuidado de respetar hasta ayer que ninguna información publicada fuera oficial.

En espera de hacer el análisis, es necesario limitarse a poner luz.

(…) Pienso al contrario, que el nuevo Gobierno republicano de izquierda hará

todos los esfuerzos imaginables para impedir que se toquen los edificios confesionales.

¿Pero ha sido razonable mezclar así la religión en las luchas políticas? El episcopado

español, a cuya cabeza se encuentra el cardenal-arzobispo de Toledo, ha redactado

homilías que ordenaban votar por la derecha. ¿No haría mejor en quedarse al margen de

la melé? La Santa Sede ha evitado tratar con los Gobiernos españoles que se han

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511

sucedido desde las elecciones de 1933, contando sin duda con que las elecciones

siguientes mejorarían la revisión de la constitución republicana y la llegada de un

Ministerio aún más conciliador. ¿Ha llegado? Quizás el Sr. Gil Robles soñara

institucionalizar en España un régimen análogo al del Sr. Oliveira-Salazar en Portugal.

Si tal ha sido su cálculo y el de sus inspiradores, los acontecimientos lo han desmentido.

España no está mejor hecha para imitar hoy al Sr. Oliveira-Salazar que lo era, en

tiempos del general Primo de Rivera, para imitar al Sr. Mussolini. España es una nación

individualista que tiene grandes problemas colectivos que resolver. Es una tarea que no

es realizable más que por la libertad o por la revolución.

Firmado: Jean Herbette

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512

XI. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE LA PROPAGANDA HITLERIANA EN LAS

ELECCIONES. 11 DE MARZO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 166, Télègrame 321, de 11 de Marzo de 1936.

Herbette a Flandin. (ADQO, E-166, T. 321, de 11 de Marzo de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 321

Madrid, 11 de Marzo de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

La propaganda hitleriana en las elecciones españolas.-

Agradeciendo a Su Excelencia haber querido comunicarme el despacho

particularmente interesante que nuestro Embajador en Berlín le había dirigido el 27 de

Febrero y que he tenido el honor de recibir, puedo dispensarme de todo comentario ya

que el Sr. François-Poncet ha mostrado, en las últimas páginas de su informe, el carácter

farsante de la campaña llevada por la prensa hitleriana contra los partidos españoles de

izquierda.

Me limito pues a testimoniar que, contrariamente a las afirmaciones de los

periódicos nazis, ninguna propaganda francesa se ejerce en España para contribuir a una

victoria electoral de las izquierdas. Su Excelencia sabe, por las repetidas informaciones

de esta Embajada y por el espectáculo mismo de la prensa española, que no existe en

este país ninguna propaganda subvencionada por los intereses franceses y que nuestra

publicidad comercial, que será organizada más eficazmente, está en un estado de

inferioridad manifiesta que lamento profundamente no poder remediar.

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513

Al contrario, son la Alemania hitleriana y la Italia fascista quienes gastan aquí

sumas considerables, al margen de todas las formas correctas de publicidad, para

adquirir una influencia indebida y para inmiscuirse en los asuntos interiores del país.

La cólera que la prensa hitleriana ha mostrado, en presencia del fracaso sufrido

por las derechas en las elecciones españolas del 16 de Febrero, merece quizá inspirar

otras dos observaciones.

Confirma de entrada que Alemania tiene pensado de antemano utilizar a España

contra Francia, deseo que no es nuevo puesto que apareció ya en los tiempos de

Bismarck antes de la guerra de 1870. Los dirigentes del Reich saben que esta utilización

es imposible ya que los republicanos de izquierda gobiernan en España; sería

relativamente fácil si España estuviera entregada a hombres de derecha tan limitados

como el actual Embajador de España en Berlín [Agramante] o que muestran tanta

animadversión hacia Francia como el actual corresponsal de EL DEBATE [Bermúdez

Cañete], al que la derecha católica le ha conseguido un asiento de diputado.

En segundo lugar, parece una vez más que si las propagandas de la Alemania

hitleriana y de la Italia fascista consiguen el resultado que persiguen, es decir si ellas

hacen imposible el funcionamiento de los regímenes democráticos en otras naciones, no

quedará más remedio que una sola solución para evitar la servidumbre de Europa y la

destrucción de la libertad de pensamiento: será el recurso de la revolución social. Esta

convicción se refuerza de una manera contundente por la entrada de las tropas alemanas

en Renania y se puede afirmar, en este sentido, que la Alemania hitleriana trabaja muy

eficazmente en la difusión de las ideas comunistas. Era también para el comunismo que

trabajaba el Estado Mayor de Guillermo II cuando dejó pasar a Lenin de Suiza a Rusia,

después de la caída del Zar.

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514

XII. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE LA SITUACIÓN INTERIOR ESPAÑOLA. 18 DE MARZO

DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 166, Télègrame 356, de 18 de Marzo de 1936.

Herbette a Flandin. Situación interior. (ADQO, E-166, T. 365, de 18 de Marzo de

1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 365

Madrid, 18 de Marzo de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Situación interior.-

En la situación interior en la que se encuentra actualmente España, es difícil

informarse al detalle para equivocarse en el conjunto; aparece aquí un fenómeno

parecido al que la naturaleza nos presenta a menudo: una multitud de acciones locales,

que se ejercen en diversos medios y escapan a nuestras observaciones engendra un

medio general del que podemos captar sus caracteres. Es necesario pues desconfiar de

todas las informaciones que se dicen precisas que se reciben sobre los acontecimientos

de España: incluso cuando son informados por pretendidos testimonio oculares dignos

de fe, no son nunca ciertos y su inexactitud puede frecuentemente ser demostrado

después del primer ensayo de verificación.

(…) Por el mismo motivo, el fascismo que crece incontestablemente no parece

constituir un peligro inmediato. Creció porque la burguesía, que había contado con el

Sr. GIL ROBLES y su derecha católica para refrenar la “revolución”, se percató que

este campeón perdió la partida y busca otro protector. Ella favorece pues el fascismo

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515

que personifica hoy en prisión el Sr. PRIMO DE RIVERA hijo. Es al fascismo que van

voluntarios ahora los jóvenes de buena cuna y los donativos de sus familias, pero ni los

“pollos”, ni las pesetas tienen fuerzas de choque. Para hacer una contra-revolución se

necesita una situación contra-revolucionaria, como es necesaria una situación

revolucionaria para hacer una revolución. Una situación contra-revolucionaria llegará

quizá, pero no existe hoy.

Que la burguesía se separe al menos provisionalmente de la derecha católica se

concibe. Ella se separaría más si conociera aún ciertos detalles retrospectivos. El

Embajador de los Estados Unidos me ha contado que, un tiempo antes de las elecciones

del 16 de Febrero, recibió la visita del Sr. Francisco HERRERA, entonces administrador

de EL DEBATE. El hermano del fundador de Acción católica venía a contarle a mi

colega, de parte del Sr. GIL ROBLES dijo, los horrores que el Frente popular cometería

si ganaba las elecciones. Explicó estas singulares confidencias por el interés que

afectaba a los grandes capitales americanos invertidos en España, y anunció la intención

de hacer una gestión parecida cerca del Embajador de Inglaterra. Como este último le

confió después al Embajador de Estados Unidos, el Sr. Francisco HERRERA puso su

proyecto en ejecución, declarándose muy preocupado por el resultado de las elecciones;

declaró a Sir Henry CHILTON el mismo género de Apocalipsis. Después se trasladó,

siempre según el testimonio del Sr. BOWERS, a la embajada de Alemania; en esta

ocasión llegó a sugerir al conde WELCZECK una gestión cerca del Presidente de la

República, para disuadirle de favorecer la organización de un partido centrista,

competidor de las derechas en la consulta que se aproximaba. Estoy convencido de

antemano que mi amable colega alemán, que ha visto caer tantos regímenes sin ser

jamás afectado por las ruinas de ninguno de ellos –pavidum non ferient ruinae– estuvo

dispuesto a seguir enseguida la sugerencia del Sr. Francisco HERRERA e incluso luego

logró borrarlo de la memoria. Pero en fin, para un partido que presume de super-

patriotismo, la idea de dirigirse a los Embajadores extranjeros debe ser muy difícil de

conciliar con sus deberes hacia España. Debe ser necesario una interpretación

extremadamente “molinista” para ajustar concepciones tan diferentes de la política

nacional.

Repitamos pues: si la burguesía se separa de la derecha católica, no nos puede

extrañar. Pero puede ser sorprendente que ella vire ahora hacia el fascismo. El fascismo,

en la España actual, no posee el gran factor de fuerza que disponía la derecha católica,

es decir el apoyo unánime del clero obediente a la jerarquía episcopal. Se siente incluso

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516

un poco el fagot. Pero sobre todo, no puede más que reaccionar mediante la violencia.

Se puede decir muchas cosas a favor de la violencia, y estaría fuera de lugar comentar

aquí a Sorel, pero hay un punto que se debe tener en cuenta cuando se trata de España:

la violencia no es popular más que si consigue el éxito. No parece que los fascistas

vayan a tener éxito en este momento. Que se le supone ser responsables de quemar

iglesias y conventos para provocar una reacción irremediable de sentimiento católico, es

una hipótesis de la que nada aún se ha demostrado, aunque se haya arrestado en dos

iglesias de Madrid jóvenes de derecha armados. Nada permite afirmar, en efecto, que

estas armas, parecido a un sable famoso, eran indiferentemente destinadas a defender la

iglesia o a destruirla. Pero suponiendo incluso que los fascistas hayan intentado

provocar una reacción irremediable, se debe reconocer que esta reacción no tiene

ningún producto. La noche del 13 de Marzo, cuando yo recorría los alrededores del

incendio que iluminaba la calle Montera para ocuparme de ver si el fuego de esta iglesia

española corría el riesgo de extenderse a nuestra iglesia francesa de San Luis, oí a un

farmacéutico que hablaba tranquilamente con un vecino en el umbral de su puerta y que

hablando de las llamas que veíamos elevarse, decía en un tono soberanamente

indiferente: “Es más bonito todo a la vez”.

Sería necesario añadir algunas palabras sobre la situación del campo. No puedo

presumir de conocerlo, sólo de pasada. Pongamos por ejemplo los acontecimientos

recientes de Jumilla, en la provincia de Murcia. De un relato que no contiene más que

falsos lamentos, dos fascistas han matado a un republicano en una emboscada y la

multitud, exasperada por ver que no les arrestaban, ha reclamado su encarcelación

después de lincharlos en el momento que les conducían a prisión. Pero en otra versión

igualmente verídica, se sabe que en Jumilla ha habido solamente un muerto, de manera

que los dos fascistas parecen haber resucitado. Podemos citar muchas otras falsedades

parecidas, la opción más prudente a tomar, es pues limitarse a generalidades muy vagas.

En este asunto, me parece discernir que los campesinos están repartiéndose un

gran número de propiedades rurales, no solamente en las dos provincias de Extremadura

(Cáceres y Badajoz) sino también en provincias limítrofes como Salamanca (rica en

latifundios), Toledo, Ciudad Real, Huelva. El gobierno no intenta oponer a estos

campesinos los fusiles de la guardia civil, tiene razón, pues la sangre correría y la

guardia civil pronto sería desbordada. Se limita pues a legislar por decretos para

regularizar en tanto que tiene el poder, y por legitimar en tanto que sienta la necesidad,

la mano del paisano sobre la tierra. Yo informé de estos decretos en otras

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517

comunicaciones y no volveré sobre ello. Seguramente esta manera de realizar la reforma

agraria no es la más recomendable. Pero, dado que los partidos de derecha no han hecho

nada en este sentido durante su estancia en el poder, es la única vía que queda abierta.

¿Se llegará así a una solución definitiva? Puede que no, porque los propietarios

desposeídos nunca tendrán probablemente la renta prescrita y porque los campesinos

tampoco tendrán probablemente los recursos necesarios para trabajar sus explotaciones

agrarias y para vivir esperando la siguiente cosecha. Peor, los problemas que subsisten

también se presentan en un orden disperso, lo que podrá facilitar su solución. Y,

contemplando las cosas con una cierta perspectiva, como si estuviera separado de los

acontecimientos actuales por todo el ámbito de los cementerios donde dormirá más

tarde la actual generación, no está prohibido esperar que los campesinos de ahora en

adelante poseedores de la tierra serán un elemento de estabilidad en la España del

futuro.

Estas notas que preceden están bien lejos de describir el asunto y sería feliz si

ellas no lo desfiguraran demasiado. Su conclusión, aunque provisional, será

simplemente esta: actualmente las posibilidades de una evolución más o menos pacífica

no son descartables en España y por consecuencia los acontecimientos dependen

todavía de los hombres. Pueden los hombres que gobiernan mostrarse como buenos

cirujanos, sabiendo cortar, y cortar solamente para sanar./.

Firmado: Jean Herbette

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518

XIII. INFORME SECRETO DEL ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO (2ÉME

BUREAU) ENVIADO A PAUL BARGETON, DIRECTOR DE ASUNTOS

POLÍTICOS Y COMERCIALES DEL MINISTERIO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS SOBRE LA NUEVA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA Y LA

INFLUENCIA DE MOSCÚ SOBRE LA SITUACIÓN POLÍTICA INTERIOR. 7 DE

ABRIL DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 166, de 7 de Abril de 1936. Estado Mayor a

Bargeton. Secreto. (ADQO, E-166, de 7 de Abril de 1936).

MINISTERIO DE LA GUERRA. ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO. 2ÉME

BUREAU. SECCIÓN DE INFORMACIONES. Nº 388

Para monsieur BARGETON. Ministerio de Negocios Extranjeros. Dirección de

Asuntos Políticos y Comerciales. Europa. Secreto

París, 7 de Abril de 1936

ESPAÑA

NUEVA POLÍTICA EXTERIOR

(Informador muy bien situado)

El informador que ha tenido varias entrevistas con personalidades políticas de

primer plano que forman parte del Gobierno español cree poder resumir como sigue, el

punto de vista actual de la mayor parte de los miembros de este Gobierno en lo que

concierne a la política exterior de España:

- La política exterior de España debe estar regulada en el espíritu del Pacto en

pleno acuerdo con Francia.

- Se considera la posibilidad de una unión latina (Francia, España, Italia,

Bélgica) apoyada, gracias a los buenos oficios de España, sobre la simpatía e incluso un

acuerdo eventual, muy posible, con las repúblicas de la América del Centro y del Sur.

- De otra parte, España, que goza de una situación especial, podría alinear todas

las pequeñas potencias para imponer el respeto del pacto a las potencias bajo la

Page 519: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

519

amenaza de abandonar colectivamente la S.D.N. (es de desatacar que el Sr. BARCIA ha

tenido en Londres conversaciones con los delegados de las pequeñas potencias).

- España goza, en general de la simpatía del mundo musulmán pudiendo incluso

garantizar la benevolencia de los musulmanes en relación a los países latinos unidos y

ligados por un Pacto de amistad.

- En general se es de la opinión, que el peligro de una guerra en Europa no es

inminente, pero que solamente un milagro podría asegurar todavía 5 años de paz./.

ESPAÑA

SITUACIÓN POLÍTICA INTERIOR.

INFLUENCIA DE MOSCÚ

(Informador muy bien situado)

I – LARGO CABALLERO, jefe de los socialistas de extrema izquierda, parece

estar completamente bajo la influencia de Moscú.

Ha recibido muy recientemente, por ejemplo, de Moscú 500.000 Pesetas, para

comprar la imprenta del periódico “Diario de Madrid” que no sale desde hace algún

tiempo. Este periódico se convertirá en el periódico del partido. Este último tendrá,

además, un semanario: “Claridad”.

II – Las juventudes socialistas presididas por LARGO CABALLERO acaban de

unirse con las juventudes comunistas. Estas dos formaciones unidas hacen ahora un

total de 130.000 hombres, bajo la dirección única de LARGO CABALLERO,

obedeciendo él mismo a las directrices de Moscú.

III – En general se considera como bastante grave la situación interior. La

pregunta es qué es lo que va a pasar al día siguiente de las elecciones municipales

fijadas para el 12 de abril. En más de un pueblo los Soviets serán proclamados al

término de estas elecciones.

La actual situación de España es, en todos los puntos, comparable a la que

existía en Italia antes de la llegada del fascismo. Los socialistas están divididos en tres

tendencias bien marcadas: la derecha (BESTEIRO), el centro (PRIETO) y la izquierda

comunizada (LARGO CABALLERO). La única diferencia que existe con la situación

italiana antes del fascismo es que las derechas no tienen un hombre capaz de asegurar la

dictadura, a menos que AZAÑA quiera aceptar este papel, que sería bien posible, pero,

entonces, con un rasgo más liberal que el de Mussolini.

Page 520: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

520

IV – La historia de la llegada de BELA KUN a España parece haber sido

inventada en todos los extremos. LARGO CABALLERO tomaría muy mal, en todo

caso, esta intervención directa de Moscú./

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521

XIV. INFORME DE JEAN HERBETTE, EMBAJADOR FRANCÉS EN

MADRID, SOBRE CONFLICTIVIDAD LABORAL EN ESPAÑA. 9 DE ABRIL DE

1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 261, T. nº 478, de 9 de Abril de 1936. Informe de

Jean Herbette sobre conflictividad laboral en España. (ADQO, E-261, Nº 478, de 9

de abril de 1936).

Es previsible que las grandes compañías extranjeras como Río Tinto y Peñarroya

sufran dificultades crecientes si continúan sus explotaciones bajo la fórmula actual. Esto

no es una simple impresión personal. Es una hipótesis fundada en la experiencia. Es

previsible también que las sociedades con fachada española, pero con capital exclusivo

o casi exclusivamente extranjero, encontrarán tarde o temprano dificultades análogas a

las que sufren ahora las grandes empresas extranjeras propiamente dichas (…).

Las dificultades son de orden diverso. En lo que concierne al personal (…), el

empleo de extranjeros será cada vez más criticado (…). La protección de la industria

nacional parece ser que se aplicará con un rigor creciente. En cuanto a las ayudas de los

poderes públicos (…) será en contrapartida necesaria de la restricción, incluso la

eliminación del personal y el capital extranjero (…).

Es un efecto del nacionalismo económico, que surge en nuestros tiempos, y que

toma un camino particularmente vivo en un país como España. Las razones son

múltiples y fáciles de comprender (…). La emigración es ínfima en comparación con

otros tiempos. El país no se presta a un desarrollo intensivo de la agricultura ni de la

industria (…). Las empresas extranjeras ocupan un lugar en España como quizá no

sucede en ningún otro país de la Europa Central, excepto Portugal (…).

España contiene un elemento de revolución social que es el problema agrario.

Pero este elemento no amenaza a la industria ni a los extranjeros. Es necesario partir de

los riesgos particulares que son obligados a afrontar en cada país: aquí el peligro de una

guerra, el de las calamidades naturales, el las guerras civiles… Está demostrado por otra

parte que la probabilidad de una revolución social sea más fuerte en España que en otros

países, incluso si estos países son tratados por la prensa mundial con menos pesimismo

que España. Además, los primeros golpes graves que han recibido las empresas

extranjeras en España no han sido obra de revolucionarios, sino de conocidos

Page 522: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

522

capitalistas internacionales como el Sr. Cambó. En el futuro el nacionalismo económico

puede aflorar en España bajo regímenes de derecha así como regímenes de izquierda. Es

necesario pues dejar de lado toda clase de pánico.

Firmado: Jean Herbette

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523

XV. COMUNICACIÓN DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE LA ELECCIÓN A LA PRESIDENCIA DE LA

REPUBLICA ESPAÑOLA DEL 10 DE MAYO DE 1936. 22 DE ABRIL DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 166, Télègrame 542, de 22 de Abril de 1936.

Herbette a Flandin. Elección presidencial. (ADQO, E-166, T. 542, de 22 de Abril de

1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN

DE ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 542

Madrid, 22 de Abril de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN,

MINISTRO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS.

Elección presidencial.-

(…) Por el momento, no sabría decir más sobre las elecciones del domingo

próximo. Por muchas razones me incomoda hablar de la elección que tendrá lugar el 10

de Mayo. ¿Quién será el futuro presidente de la República?

Lo más normal es que consiga la presidencia el Sr. Manuel Azaña. Esta

candidatura está situada por encima de todas las otras por el mérito propio del hombre:

por su inteligencia, por su coraje, por su fuerza de ánimo ante los problemas y por su

moderación en el éxito. Además, el nombre del Sr. Azaña es probablemente el único

que pueda a la vez satisfacer a los republicanos de izquierda y no decepcionar a los

socialistas. Cualquier otro candidato será acogido con recelo o incluso con antipatía por

los socialistas, si es republicano de izquierda; con sorpresa o incluso con horror por los

republicanos de izquierda, si es socialista. Yo no hablo de una candidatura socialista

“reformista” como la del Sr. Besteiro: molestaría más a la mayor parte de los socialistas

que a un republicano de derecha. En fin, aunque la derecha católica reprocha al Frente

Page 524: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

524

popular haber decidido de antemano nombrar un “Presidente parcial”, los jefes del

Frente popular no pueden desentenderse del efecto que un nuevo Presidente produciría

sobre la opinión de derecha. El elegido el 10 de Mayo no tendrá la suerte de ejercer su

mandato hasta el final más que si no es vilipendiado, desde el primer día por una

fracción importante de la población. El Sr. Azaña posee el raro privilegio de ser, por el

momento, el único hombre de primera línea del que las derechas pueden desear la

elección como las izquierdas.

Bien entendido, las derechas tienen razones que no son las de las izquierdas.

Para las izquierdas, la llegada del Sr. Azaña a la presidencia de la República

simbolizaría la consolidación definitiva de un régimen republicano en el que las masas

obreras tienen acceso al poder. Para las derechas, por el contrario, la elección del Sr.

Azaña a la presidencia de la República tendría la ventaja de dejar vacante la presidencia

del Gobierno. La plaza una vez libre, necesitaría un nuevo titular. En este punto

existiría, entre las derechas dos tendencias bien diferentes. La de los hombres de

derecha que son más bien revolucionarios, es decir aquellos que quieren rectificar la

República o cambiar la Constitución, desearían evidentemente que el nuevo jefe del

Gobierno fuera un personaje débil. Pero esos hombres de derecha que son sobre todo

conservadores, es decir los que quieren ante todo salvaguardar los grandes intereses

materiales, desearían no menos evidentemente que el nuevo presidente del Gobierno

fuera el más enérgico de los Españoles. En este último orden de ideas, un nombre

circula ya en todos los medios: el del Sr. Indalecio Prieto que querrían ver salir del

partido socialista y convertirse en el jefe de un Gobierno fuerte.

No es que el lenguaje del Sr. Azaña, como presidente del Gobierno, disguste a

los elementos de derecha que reclaman el restablecimiento del orden público. Sino que

reprochan al Sr. Azaña no traducir sus palabras en realidades. Ellos creen que el Sr.

Prieto, de temperamento más realista, haría mejor reinar la legalidad. No lo creo: sería

demasiado complicado. Solamente lo planteo.

Pero uno al menos de los partidos republicanos de izquierda, del que el Sr.

Azaña es el jefe, no se resignaría a verle encerrado durante seis años en el Palacio

nacional. Privado del Sr. Azaña, este partido entraría en declive. De 12 Ministros que

cuenta el Gobierno actual, 10 son del partido que dirige el Sr. Azaña ¿Es necesario

añadir que el Sr. Azaña no parece en absoluto codiciar la presidencia de la República?

Estoy convencido que es sincero cuando muestra el ademán de no quererlo. Pero, como

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525

los honores acostumbran precisamente a correr detrás de los hombres que no los

persiguen, la actitud del Sr. Azaña sería más bien una razón para que fuera elegido.

En cualquier caso, las perspectivas cambian casi todos los días. Esta noche me

encontré con un hombre de segunda línea con la convicción de que el Sr. Azaña no

estará decididamente disponible. Hasta el 10 de Mayo, incluso hasta el 26 de abril,

tenemos todavía tiempo de ver sucederse muchas combinaciones. Parece probable que

todas ellas perderán sucesivamente sus oportunidades desde el momento en que sean

lanzadas a la circulación. Sólo la candidatura del Sr. Azaña puede mantener

indefinidamente la publicidad que se hará alrededor de ella. Es pues probable, hoy al

menos, que el futuro presidente será bien el Sr. Azaña, bien un “outsider”.

Firmado: Jean Herbette

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526

XVI. INFORME CONFIDENCIAL DEL MINISTERIO DEL INTERIOR

FRANCÉS SOBRE LA SITUACIÓN DE INTERIOR DE ESPAÑA. 24 DE ABRIL DE

1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 166, Télègrame 4084, de 24 de Abril de 1936.

Informe confidencial del Ministerio del Interior sobre la situación de interior de

España. 24 de Abril de 1936. (ADQO, E-166, T. 4084, de 24 de Abril de 1936).

MINISTERIO DEL INTERIOR. DIRECCIÓN GENERAL DE LA

SEGURIDAD NACIONAL. CONTROL GENERAL DE LOS SERVICIOS DE LA

POLICÍA ADMINISTRATIVA. Nº 4084. SOBRE LA SITUACIÓN DE ESPAÑA.

CONFIDENCIAL

PARÍS, 24 de Abril de 1936

PRESIDENTE DEL CONSEJO

MINISTRO DEL INTERIOR

- Dirección General de la Seguridad Nacional -

para el Señor MINISTRO de NEGOCIOS EXTRANJEROS

- Dirección de Asuntos Políticos y Comerciales -

- EUROPA -

Tengo El honor de dirigirle, bajo este encabezamiento, para su información,

copia de una nota de los servicios de la Prefectura de Policía de fecha 21 del corriente

relativo a la situación de España.

P. PRESIDENTE DEL CONSEJO

MINISTRO DEL INTERIOR

La Dirección General de la Seguridad Nacional

21 DE ABRIL DE 1936

Page 527: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

527

En los medios monárquicos españoles de París y más particularmente entre los

refugiados políticos, se percibe que la situación interior de España ha provocado ya el

éxodo de numerosas personalidades o militantes de partidos políticos moderados. El

Midi de Francia, pero más especialmente Portugal acogería varios miles de estos

refugiados.

Se afirma, además, que la Península se encuentra bajo la amenaza de un peligro

inminente y que el régimen de semianarquía actual no es más que provisional, que el

resultado de las elecciones municipales españolas del 26 de abril del corriente y sobre

todo el de las elecciones legislativas francesas, tendrán una influencia decisiva sobre el

desenlace de la crisis interior española: o España evoluciona hacia el bolchevismo o

vuelve a un régimen más moderado.

El Sr. Azaña, Presidente del Gobierno, no esconde, se dice, que su situación se

volvería muy delicada si estuviera obligado a ceder a las ingerencias de las dos C.G.T.

reunidas y si estos dos organismos obreros quisieran aplicar íntegramente sus

reivindicaciones sociales. Destaca, en efecto, que la reforma agraria y la nacionalización

de las industrias nacionales, de los medios de transporte y de los Bancos, todas reformas

contenidas en el programa del “Frente Popular” de las últimas elecciones no pueden ser

realizadas más que metódicamente y al margen de toda agitación subversiva. Es lo que

el Presidente del Gobierno habría enérgicamente declarado a varias propuestas. Temería

con aprehensión los resultados de las elecciones municipales de su país, pues se cree

que los ayuntamientos que, ya han organizado las milicias obreras armadas, no dudarán,

en caso de fracaso, tomar ellas mismas, disposiciones revolucionarias inmediatas, contra

el gobierno.

Son todas estas razones las que permiten suponer a la mayoría de los elementos

españoles residentes en la capital, que las elecciones legislativas francesas van a influir

en la marcha de los acontecimientos españoles.

Finalmente, se cree también que el próximo 4 ó 5 de Mayo, la huelga general

será proclamada en España y que el éxito de este vasto movimiento podría traer, de un

lado, la instauración de un régimen dictatorial, a la cabeza del cual estaría situado el

líder socialista revolucionario Largo Caballero.

Page 528: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

528

XVII. INFORME DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE LAS REPERCUSIONES DE LAS CELEBRACIONES

DEL PRIMERO DE MAYO. 2 DE MAYO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 585, de 2 de Mayo de 1936. El

primero de mayo en España. 2 de Mayo de 1936. (ADQO, E-167, T. 586, de 2 de

Mayo de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN DE

ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 586.

Madrid, 2 de Mayo de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN, MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS

El Primero de Mayo en España.-

Rumores siniestros habían circulado sobre lo que debería suceder en España el

Primero de Mayo. El acontecimiento los ha desmentido.

En Madrid, los comunistas y los socialistas han organizado un gran desfile. En

cabeza marchaban las Juventudes unificadas de los dos partidos. Después venían los

“pioneros”, es decir, los escolares de ambos sexos. Los principales personajes del

partido les seguían en dos grupos: uno rodeaba al Sr. Largo Caballero, el otro al Sr.

Besteiro.

(…) En conjunto, si se sondea el momento en el que estamos, se debe decir que

la jornada del Primero de Mayo ha pasado en España con más calma de lo que se

esperaba.

(…) Yo no debería terminar sin mencionar el discurso del Sr. Indalecio Prieto

pronunciado en Cuenca, con ocasión del Primero de Mayo. Los diputados de esta

provincia han sido invalidados y la nueva elección tendrá lugar mañana domingo 3 de

Mayo. El discurso del Sr. Prieto fue pues parte de una campaña electoral. Pero encierra

pasajes que sobrepasan con mucho el cuadro pintoresco del país “conquense”. El Sr.

Prieto tuvo el coraje de tratar públicamente la cuestión de los excesos revolucionarios.

Page 529: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

529

Recordó primero los orígenes de la sobreexcitación popular. La represión de

Asturias ha sido atroz y ha dejado rencores feroces. Pero esta explicación no es una

justificación. Con el arte de la oratoria que le caracteriza, sin cesar un instante de estar

sostenido por el auditorio, el Sr. Prieto ha sabido atraer el aplauso a palabras como

estas:

“Lo que falta, es llegar inteligentemente a la destrucción de los privilegios, a la

demolición de las bases sobre las que reposan; pero esto no se hace en virtud de

excesos aislados, esporádicos, que dejan por toda traza del esfuerzo popular

estatuas de santos quemadas, altares abrasados, o bien puertas de iglesias

devoradas por las llamas. Yo os digo que esto no es la revolución (¡Muy bien!) y

añado que si una organización verdaderamente revolucionaria, inteligentemente

revolucionaria, no capta que estas energías malgastadas, no las domina, no las

encamina en una vía fecunda, -entonces, escuchad bien mi afirmación: lo que se

hace entonces es colaborar con el fascismo. Ya que el fascismo necesita de esta

atmósfera…

“No es necesario que os diga, en descrédito de la democracia, que un desorden

estéril es únicamente posible cuando el poder es ejercido por un Gobierno

democrático; ya que en este caso los hechos demostrarían que sólo la

democracia se presta a los excesos y que el látigo de la dictadura es lo único

capaz de impedirlo. ¡Sed conscientes, refrenad vuestro impulso!....

“Si el exceso y el desorden se transforman en un sistema permanente, no se

camina hacia el socialismo ni hacia la consolidación de una República

democrática, que nos interesa todavía. No se camina hacia la democracia, ni

hacia el socialismo, ni hacia el comunismo; se va hacia una anarquía

completamente desesperada que no es siquiera conciliable con el ideal libertario;

se va a un desorden económico que puede ser la muerte del país. Debemos

ofrecer al nuevo régimen, que implantará la justicia social, no un país en ruinas,

sino una España floreciente y vivificada por nuestro amor (Ovación

prolongada)”

Con estas palabras el Sr. Prieto terminó su discurso. Su reputación no es sólo

como orador, sino que se afirma como hombre de Gobierno. (…).

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530

XVIII. INFORME DEL PREFECTO DE POLICÍA DE LA HAUTE-

GARONNE AL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTRANJEROS FRANCÉS SOBRE

LA SITUACIÓN ESPAÑOLA

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, de 11 de Mayo de 1936. Informe del Prefecto

de Policía de la Haute-Garonne al ministerio de Asuntos Extranjeros sobre la

situación española, fechado el 28 de abril. 11 de mayo de 1936. (ADQO, E-167, de

11 de Mayo de 1936).

PREFECTURA DE LA ALTA GARONA. GABINETE DEL PREFECTO.

El Ministro del Interior informa al Señor Ministro de Negocios Extranjeros. Gabinete

del Ministro.

Tengo el honor de trasmitirle, con este comunicado, para su información, un

informe de la Comisaría de la División de la Policía Especial de Toulouse, concerniente

a la situación de España.

El Prefecto.

MINISTERIO DEL INTERIOR. DIRECCIÓN GENERAL DE LA SEGURIDAD

NACIONAL. Comisariado Especial de Toulouse. Nº 199-ST. Situación Política en

España.

TOULOUSE, 28 de Abril de 1936

COMISARÍA DE LA DIVISIÓN de la Policía Especial

Al Señor EL PREFECTO de la ALTA GARONA

(Gabinete)

TOULOUSE

Tengo el honor de dirigirle la traducción de un informe sobre la situación

política que me ha hecho llegar un agente informador en España.

Creo mi deber destacarle el pasaje relativo a las consecuencias eventuales en

territorio marroquí de los acontecimientos que se desarrollan actualmente en España.

Si esta información es confirmada por los servicios secretos competentes tendrá

un gran valor ya que pondrá en cuestión también nuestra situación militar en la zona

Page 531: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

531

francesa de Marruecos, donde un movimiento de xenofobia que, bajo el pretexto del

nacionalismo, podría ganar a la población musulmana del Norte Africano.

ASUNTO DEL COMUNISMO EN ESPAÑA

Antes del periodo electoral y con el objetivo de contribuir al éxito del Frente

Popular de Izquierdas, organizado por Moscú, una serie de delegados fueron enviados a

Barcelona y al resto de España, con enormes medios financieros, para preparar la

implantación de los Soviets en España.

Entre estos delegados de diferentes categorías se encontraban: BELA-KUN,

Luigi MATEUCI, un tal Pedro BONO, una princesa Sonia SUSANA, etc etc, en fin un

gran número.

Había también anarquistas italianos como Celso APARISI, que vive en Marsella

y algunos otros. Unos para ayudar al Frente Popular, los otros para ayudar a la

Federación Anarquista Ibérica, (F.A.I.) que dirige en Barcelona la Confederación

Nacional del Trabajo. (C.N.T.)

Estos elementos (F.A.I.) saben perfectamente que un estado socialista (estilo

RUSIA), supondría una vía imposible y también hacen todo lo posible para que la

Confederación Nacional del trabajo no se una a los Socialistas. En su instinto de

conservación llegan a trabajar de acuerdo con los otros enemigos del Socialismo, es

decir, con la Falange Española.

La prueba está en lo publicado por el órgano de la Federación Anarquista Ibérica

“SOLIDARIDAD OBRERA” que constata que:

“Mientras que la Unión General de trabajadores habla, expone sin vacilación su

pensamiento por las vías autorizadas en su estatuto orgánico, todo lo que se dice,

por muy elevada que sea su significación en el movimiento UGETISTA, no

tiene ningún valor para nuestra organización.

A pesar de que las autoridades oficiales lo hayan desmentido, afirmamos que

BELA-KUN ha venido a Barcelona y que enseguida ha ido a Madrid por indicación de

los comunistas catalanes.

Esto, siguiendo las informaciones conseguidas de una buena fuente, habría

hecho saber al agitador húngaro que, aunque comunistas, ellos son en Cataluña un

partido autónomo y que no aceptarían dirigentes extranjeros.

Page 532: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

532

El Congreso que ha tenido lugar el domingo pasado 19, en la Casa del Pueblo de

Barcelona, debe llamar la atención.

Ha sido organizado por las Juventudes Socialistas de Cataluña (Unión Socialista

de Cataluña y Partido Catalán Proletario, unidos). Tenía por objeto discutir la actividad

de los comités y adoptar el procedimiento a seguir ante los acuerdos de fusión a los

cuales han llegado los Comités de la Unión de la federación Catalana de Juventudes

Socialistas, la Unión de Juventudes comunistas de Cataluña y las Juventudes Socialistas

de Cataluña.

El acuerdo ha sido ratificado y un programa común ha sido adoptado.

Comprende los puntos siguientes:

1º - Objetivo General: Marxismo leninismo.

2º - Instauración de una República Socialista Catalana en el cuadro de la Unión

de Repúblicas Socialistas de Iberia.

3º - Alianza obrera y campesina en el seno de la Confederación General o

Nacional del Trabajo.

4º - Prohibición a los Partidos Burgueses a participar en el Gobierno.

5º - Organización de un Partido Marxista Revolucionario Único.

6º - Identificación con la Unión de Repúblicas Soviéticas y participación en su

defensa.

7º - Dirección del movimiento sindical en la Unión General de Trabajadores y en

la Confederación Nacional de Trabajadores - Partido de acción común entre las

dos Centrales y puesta en marcha del proceso de fusión.

Se han puesto de acuerdo también en que el órgano de los Comités de Unión, el

periódico “ISKRA”, sea también el de las juventudes Unificadas.

La situación política es cada día más desesperada. A pesar del fondo burgués de

los actuales hombres del Gobierno se sabe que están encaminados a entregar el poder a

la tendencia socialista, a la de Moscú representada por Largo CABALLERO.

Podemos indicar, sin la más mínima duda que los socialistas, una vez dueños del

poder realizarán los proyectos siguientes:

Nacionalización de los bancos,

Nacionalización de la industria y del Comercio,

Anulación y condonación de todas las deudas del Estado español (interiores y

exteriores).

Page 533: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

533

Estamos en un periodo de agitación que va a crecer a medida que abdique el

Gobierno actual y que se aproxime la instauración del Comunismo en España.

El 17 del corriente, una carta fue dirigida al Gobierno por los socialistas y

comunistas demandando que se le dé comunicación en las Cortes.

Exige la disolución de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto para permitir

la creación de una Guardia Roja que llamarán “Guardia Republicana”. (…)

El Plan de ejecución, como es natural, intenta eliminar a los oficiales y

suboficiales actualmente en funciones, excepto aquellos que se hagan señalar como

revolucionarios. (…)

Las Naciones extranjeras, especialmente Inglaterra, siguen con gran interés el

curso de los acontecimientos en España y han ordenado a sus agentes tenerles al

corriente cada día.

Hay todavía que prestar atención particular a lo que ha sucedido en las ciudades

de nuestro Protectorado en Marruecos (es un español quien habla).

Jamás, hasta hoy, habíamos visto unidos árabes, judíos y españoles en

manifestaciones populares pidiendo la democratización de la política española en

Marruecos.

En las manifestaciones populares que han tenido lugar en TETUÁN,

LARACHE, etc, las clases españolas se unían a las poblaciones indígenas apoyándolas

en sus operaciones nacionalistas.

De la misma manera los indígenas se unían al cortejo español.

Las reivindicaciones del Bloque Popular en Marruecos pueden resumirse en una

palabra: democratización del régimen del protectorado.

En estas aspiraciones se confunden las de los indígenas y las de los españoles.

El nacionalismo ve en ello una etapa en el camino que se ha trazado y las clases

españolas aprueban y apoyan este nacionalismo no por sentimiento sino por una mística

de justicia social.

El periódico comunista “Mundo Obrero” dice sobre este asunto que el

nacionalismo marroquí no es un partido sino que engloba todas las aspiraciones de un

pueblo oprimido cuyos deseos coinciden precisamente con la voluntad de las clases

populares del país opresor.

¿Cuándo llegará y cuándo, como en España, tendrán un triunfo como el del 16

de Febrero?

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534

Se puede por tanto afirmar que los gobiernos no disfrutarán mucho tiempo de

este triunfo si no dan satisfacción a las aspiraciones de los nacionalistas musulmanes

que son las del pueblo que les llevó al poder.

Como se ve, es necesario tener en cuenta estas manifestaciones para comprender

los acontecimientos que pueden surgir en Marruecos.

Sabemos que próximamente el Gobierno dará por radio la orden a todos los

soldados del ejército español de volver a sus casas, abandonar sus cuarteles y no

obedecer más a sus jefes.

De esta manera el ejército será disuelto y se procederá a la organización rápida

del nuevo ejército Rojo.

Se dice que se esperan los resultados de las elecciones de Francia y si en vuestro

país triunfa el Front Populaire, entrarán inmediatamente en vigor las órdenes recibidas

de Moscú.

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535

XIX. INFORME DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE DECLARACIONES DE FRANCISCO LARGO

CABALLERO. 2 DE MAYO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 626, de 12 de Mayo de 1936.

Declaraciones de Largo Caballero. 12 de Mayo de 1936. (ADQO, E-167, T. 626, de

12 de Mayo de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN DE

ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 626.

Madrid, 12 de Mayo de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN, MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS

Declaraciones del Sr. LARGO CABALLERO.-

El Sr. LARGO CABALLERO ha pronunciado ayer 11 de Mayo, a la salida de

un banquete al cual asistían los diputados y delegados (se trata de los delegados

designados por sufragio universal para tomar parte en al elección del Presidente de la

República) socialistas pertenecientes a su tendencia, un discurso que el órgano de esta

tendencia el periódico CLARIDAD, ha publicado ayer por la noche. Podemos encontrar

declaraciones categóricas que podrían tener una repercusión sobre el próximo futuro del

partido socialista y de toda la situación interior en España.

Me permitiré dividirlos en dos grupos: unos de dominio político, otros de

dominio económico, y los segundos parecen mucho más graves que los primeros.

En el dominio político, el Sr. LARGO CABALLERO ha reivindicado bastante

rudamente la independencia de las organizaciones socialistas en relación a los partidos

republicanos de izquierda, sus aliados en el Frente popular. Ha dicho en concreto:

“No debemos permitir que se haga de nosotros, no solamente los servidores de

un régimen, incluso domesticados a ciertos partidos que no son fuerza en España

- (grandes aplausos que impiden escuchar el fin de la frase).

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536

“¿Dónde están las fuerzas que pueden realmente tener el derecho de supremacía

sobre el proletariado? ¿Están ellas en los republicanos de izquierda? La

representación parlamentaria que ellos poseen, la han obtenido al precio de

nuestra sangre y de nuestros sacrificios (aplausos vivos y prolongados,

aclamaciones)”.

En el dominio político igualmente, el Sr. LARGO CABALLERO ha reclamado

la unificación de todos los partidos proletarios. Ha anunciado que para las juventudes

socialistas y comunistas, los sindicatos asociados a estos dos partidos deberían

fusionarse. Ha previsto la fusión de estos dos partidos para el día siguiente del Congreso

socialista que debe tener lugar en Junio. Quedan los anarco-sindicalistas y su

Confederación nacional del Trabajo. El Sr. LARGO CABALLERO ha reconocido que

la “unificación absoluta” será difícil de realizar. Pero ha recomendado, esperando la

unificación, el desarrollo de “alianzas obreras” en las que los socialistas y comunistas se

asocien a los anarco-sindicalistas:

“Sería necesario llegar a institucionalizar un organismo nacional de alianza que

fijara ciertas condiciones de carácter general, para toda España. Se llegará

enseguida a alianzas entre los grupos, en el ámbito local, provincial y regional,

sobre la base de condiciones que habrían sido fijadas por el conjunto de la

nación, con un control y con una disciplina de hierro, militarista si queréis: de

manera que todos, absolutamente todos, respondan a las iniciativas que serán

tomadas en el ámbito nacional. En sus líneas generales, este programa puede

realizarse desde mañana. ¡Es entonces cuando el corazón se abrirá a la esperanza

y al optimismo!”.

Sin cuestionar la importancia de estas declaraciones políticas, debemos observar

objetivamente que están sujetas a las incertidumbres que acompañan a los programas

políticos en general, tanto en razón de sus antecedentes como de sus eventuales

consecuencias.

Los antecedentes inspiran ciertas dudas. Es comprensible que el Sr. LARGO

CABALLERO, que ha estado encarcelado durante más de un año y ha sufrido el dolor

de no poder asistir a los últimos momentos de la agonía de su mujer, evoque los

sacrificios sufridos por los socialistas y la sangre derramada por ellos. Sin embargo, es

obligado reconocer también que entre los inspiradores actuales de su tendencia no sólo

hay antiguos combatientes de Asturias. Se da el fenómeno de que los ancianos obreros

manuales están más bien con el Sr. Prieto que con el Sr. LARGO CABALLERO, este

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537

último agrupando sobre todo alrededor de él una pléyade de intelectuales. Seguramente,

el entorno de Lenin también incluía intelectuales; pero aquello se explicaba mejor, pues

la Rusia zarista no había jamás permitido la formación de un gran partido socialista

donde los trabajadores manuales hubieran podido llegar en masa hasta los primeros

puestos. En fin, la idea de una alianza con los anarco-sindicalistas será quizás realizable,

si el Congreso actual de la Confederación se presta; pero, incluso realizable, será

singularmente frágil. El anarquismo español es otra cosa que el socialismo. Es una

doctrina individualista y no colectivista, libertaria y no disciplinada. Bajo la forma

frustrada que toma en la pequeña propaganda de provincia, la doctrina de los anarco-

sindicalistas españoles se sitúa entre Jean-Jacques Rousseau y Marat. Bajo la forma más

refinada que le dan los pensadores generalmente solidarios, es una especie de filosofía

aristocrática: no es que sus autores tengan la voluntad preconcebida de alejarse del

pueblo, sino que sus meditaciones les conducen a un estado que ninguna multitud

compartirá jamás. El anarco-sindicalismo español puede engendrar poetas líricos,

agentes provocadores, jefes enérgicos, saboteadores, mártires y asesinos. Pero no puede

producir ni contribuir a producir un régimen fundado en la subordinación del pueblo al

Estado, lo que es el principio de cualquier régimen colectivista. En consecuencia, la

alianza con la que sueña el Sr. LARGO CABALLERO puede ser explosiva, pero no

puede hacer andar un motor de explosión.

Igualmente graves me parecen ser las predicciones del SR. LARGO

CABALLERO, cuando trata la situación económica en la segunda parte de su discurso:

“Tengo la convicción que en España el capitalismo es nuestro y ha llegado ya al

límite de su misión. Ya lo he dicho más de una vez: un relevo económico y

social no es posible bajo el régimen del capitalismo, ni por la intromisión de

elementos reaccionarios, ni por la de elementos de izquierda. Las razones son

innombrables. Pero es así, en particular a causa de la concepción que se hacen

estos elementos reaccionarios o de izquierda, a propósito de esto que es nuestra

sociedad y de lo que ella debe ser……

“En cuanto al paro, se anuncia un crédito de mil millones [un “milliard”]. No

pongo en duda la buena fe, la buena voluntad de hombres que así lo tratan; pero

en algunos meses, recordad bien lo que yo os digo, veréis en lo que se han

convertido estos mil millones de pesetas. Veréis donde estará la crisis del

trabajo. Estará exactamente en el mismo punto que hoy. La situación no puede

arreglarse mediante medidas circunstanciales, consagrando un montón de

Page 538: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

538

millones tomados del presupuesto. El problema no puede resolverse más que

cambiando y transformando la estructura económica de la Sociedad (aplausos).

“Si estos hombres, rehenes de sus concepciones políticas y económicas, no se

deciden valientemente a cambiar la estructura económica de la sociedad, la crisis

del trabajo y del paro obrero continuarán eternamente.

“Es lo mismo para el resto de los problemas. Algunos esperan la mejora para la

sociedad española, gracias a un desarrollo industrial. Lo he dicho varias veces y

lo repito ahora delante de vosotros: vosotros que vivís en provincias, indicad la

industria que queráis, la que prefiráis elegir. ¿Cómo puede prosperar esta

industria? ¿Cuáles son las bases que puede tener para su prosperidad? En la

economía mundial, España es un país atrasado; no tiene oportunidades y no

puede siquiera aspirar a engrandecer su territorio por la fuerza. Le falta un gran

mercado interior. En el régimen capitalista, esta situación no tiene salida”.

Cierto, es más fácil criticar que construir y las negaciones que lanza el Sr.

LARGO CABALLERO, en contestación a la posibilidad de hacer vivir España bajo el

régimen capitalista, no son más impresionantes que su proyecto llamado positivo de

unificación entre socialistas y anarquistas. Pero aunque la crítica es fácil, no resulta que

sea necesariamente falsa. El diagnóstico aportado por el SR. LARGO CABALLERO

sobre la situación económica de España exige pues las más serias reflexiones.

Yo no hablaré de los propósitos bastante oscuros que se encuentran al final de su

discurso: el orador no es partidario de disturbios, pero cree que el socialismo no se

establecerá sin recurrir a la violencia, etc…Yo me guardaré también de exagerar el valor

de una frase que el SR. LARGO CABALLERO pronunció al comienzo, cuando dijo

que a fecha de ayer, él presentaba, sin duda de parte del nuevo presidente de la

República, un “cambio de actitud” hacia los socialistas. En tanto que marxista, el Sr.

LARGO CABALLERO debe saber que el curso general de los acontecimientos no

depende de la actitud que pueda tomar una persona, ni de las opiniones que otras

personas puedan tener sobre la legitimidad o la oportunidad de la violencia. Estas

causas individuales pueden dar lugar a incidentes, pero ellas no sabrán orientar la

historia. El único factor esencial y decisivo, si se hace abstracción de episodios

momentáneos, es el problema económico que ha evocado el Sr. LARGO

CABALLERO: ¿se puede, si o no, hacer vivir España en un régimen capitalista?

Si todos los que están interesados en una respuesta afirmativa unieran sus

inteligencias y sus esfuerzos, sería ella la que prevalecería. Pero los mismos intereses

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539

del capital se oponen entre ellos, y es por lo que no se podría afirmar hoy que la

respuesta fuera no./.

Firmado: Jean Herbette

Page 540: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

540

XX. INFORME DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, A PIERRE-ÉTIENNE FLANDIN, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, SOBRE LA ELECCIÓN DE AZAÑA Y FORMACIÓN DEL

GABINETE CASARES. 14 DE MAYO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 638, de 14 de Mayo de 1936.

Elección de Azaña y formación del gabinete Casares. 14 de Mayo de 1936. (ADQO,

E-167, T. 638, de 14 de Mayo de 1936).

EMBAJADA DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN ESPAÑA. DIRECCIÓN DE

ASUNTOS POLÍTICOS Y COMERCIALES. EUROPA. Nº 638.

Madrid, 14 de Mayo de 1936

Sr. Jean HERBETTE, EMBAJADOR DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN

ESPAÑA, A SU EXCELENCIA SEÑOR Pierre-Étienne FLANDIN, MINISTRO DE

NEGOCIOS EXTRANJEROS

Elección del Sr. Azaña y formación del Gabinete Casares.-

(…) Tenemos el deber de preguntarnos primero si los cambios que acaban de

producirse en España son conformes a los intereses de Francia. La respuesta no ofrece

ninguna duda. El nuevo presidente de la República Española está impregnado de la

cultura francesa y su formación política está hecha bajo el panorama de la Francia

contemporánea. El nuevo presidente del Gobierno, antiguo abogado de nuestro

Consulado en La Coruña, ha sido desde siempre amigo de nuestro País (…). No es

probable que se pueda encontrar, en el mundo político español, otro equipo

gubernamental que esté mejor dispuesto hacia nosotros.

(…) Los republicanos de izquierda españoles no son “extremistas” y no esperan

que nosotros lo seamos; (…). Se alegran, por nosotros y por ellos mismos, de que

nuestro ejército sea fuerte y proteja la libertad de todos los pueblos de la Europa

occidental; pero no creen que se pueda proteger esta libertad con el concurso del

fascismo italiano.

(…) Cuando sus jefes son republicanos de izquierda, es hacia Francia que se

vuelven instintivamente para ser guiados.

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541

(…) Aparte del problema económico, el primer Gobierno constituido bajo el

reino del Sr. Azaña debe afrontar otras cuestiones graves. Es necesario que el ejército

sea mantenido al margen de conspiraciones fascistas y de la propaganda disolvente. Es

quizás con este pensamiento que el presidente del Gobierno ha tomado él mismo la

cartera de la guerra. Es necesario también poner fin al sistema de atentados individuales,

cultivado por una curiosa mezcla de anarquistas y de fascistas, así como al amparo del

abuso del poder, tumultos y pillajes continúan produciéndose. Numerosas diferencias

existen todavía, entre patronos y obreros, por la renovación de las “bases del trabajo”

que los Gobiernos anteriores a las elecciones del 16 de Febrero han impúdicamente

permitido deteriorarse. Seguramente, si se parte de esta constatación rigurosamente

exacta que España atraviesa un periodo revolucionario, es casi sorprendente que no

hayan pasado cosas más graves. Sin embargo, si no se quiere que el periodo

revolucionario acabe inevitablemente en una revolución, es urgente poner orden en

casa.

(…) En fin, como ya he indicado en un comentario anterior, el horizonte del

nuevo Gobierno llega hasta el Congreso socialista del mes próximo. ¿Qué saldrá de este

Congreso? Hasta el presente, los pronósticos eran unánimes: se esperaba el triunfo

aplastante de la tendencia personificada por el Sr. Largo Caballero. Pero el jefe de la

tendencia adversaria, el Sr. Prieto, es un hombre que jamás ha agotado los recursos de

su espíritu. Se le cree decepcionado, fatigado, vencido de antemano: resurge y su larga

silueta se perfila de nuevo sobre los acontecimientos. Después de las elecciones del 16

de Febrero, el Sr. Prieto ha estado muy ocupado en echar al Sr. Alcalá-Zamora, hacer

elegir al Sr. Azaña, y poner –ya que no podía él mismo– al Sr. Casares en la presidencia

del Gobierno. Para conseguir sus fines, ha dejado gritar a los adversarios que tiene en su

propio partido. Con su obra acabada, ¿va a retirarse? Si creemos en una caricatura

pintoresca que el EL LIBERAL publicó ayer y que me tomé la molestia de recortar, tal

era su deseo. EL LIBERAL le representa durmiendo apaciblemente en las nubes como

el “creador del todo” que se abandona al “reposo del séptimo día”. Pero esta mañana la

polémica del periódico EL SOCIALISTA, órgano de la tendencia Prieto, toma aires de

fanfarria. El Sr. Prieto decididamente no duerme.

Él tiene un gran partido que jugar. Posee una fuerza inesperada y sus adversarios

sufren de una debilidad demasiado evidente. Su fuerza consiste en que los comunistas

desconfían de los socialistas de “extrema-izquierda”, como el Sr. Stalin desconfiaba en

1927 de los bolcheviques decorados con la misma etiqueta; tienen más bien el aire de

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542

estar con el Sr. Prieto más que con el Sr. Largo Caballero. En cuanto a la debilidad de

sus adversarios, es delicado hablarlo. En Octubre de 1934, cuando el Sr. Prieto

organizó, contra su convicción personal de entonces, la insurrección obrera en el Norte

de España, otros miembros más intelectuales de su partido permanecieron en Madrid y

no se movilizaron más que para ir a visitar a los camaradas encarcelados. Estos

Visitantes, si se permite decirlo, son ahora el rojo escarlata. Nada es bastante avanzado

para ellos. Tienen tanta prisa por hacer la revolución social que no quieren dejar tiempo

para discutir el papel jugado por cada uno en Octubre de 1934. Se sitúan en la

vanguardia después de la batalla, (…) ¿Pero estas posiciones son sólidas? Los debates

del Congreso socialista comenzarán a dar una idea. En todo caso, es demasiado pronto

para predecir los resultados del Congreso y, desde el momento en que no se sabe aún si

el horizonte está cerrado por un muro o por una nube, el Gobierno actual no tiene

ninguna razón para no seguir vigorosamente su camino.

Firmado: Jean Herbette

Page 543: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

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XXI. CARTA DE PABLO DE AZCÁRATE A FERNANDO DE LOS RÍOS

SOBRE LA POLÍTICA INTERNACIONAL Y LA ACTITUD DEL GOBIERNO

ESPAÑOL ANTE ELLA. CONQUISTA ITALIANA DE ABISINIA. 21 DE MAYO

DE 1936.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Pablo Azcárate.

Caja 110.1. Archivo Pablo Azcárate (Secretario General Adjunto de la Sociedad de

Naciones). “Carta de Azcárate a Fernando [de los Ríos] sobre la política

internacional y la actitud del Gobierno español ante ella. Conquista italiana de

Abisinia”. Ginebra 21 de mayo de 1936. Carta manuscrita. (AMAE, Caja 110.1.

Archivo Pablo Azcárate)

Ginebra, 21-5-36

Querido Fernando: me he quedado algo perplejo y desconcertado al saber que

habías estado en Bruselas y pasado unos días en París, sin decírmelo. De haberlo sabido

no hubiera vacilado en ir un día a París a hablar contigo; y para saber si estabas todavía

en París y podría alcanzarte telefonee la otra noche a Gloria, en cuanto supe por una

carta de Manolo que habías ido a Bruselas.

Llevo una temporada de verdadera preocupación con la política desarrollada

aquí por España que está a mil leguas de corresponder a la significación política del

Gobierno, y sobre todo del Frente Popular, y que representa el polo opuesto a la

resolución de Bruselas, y a lo que todas las fuerzas políticas de izquierda mantienen. Ya

comprenderás que hay en esto elementos personales que hacen especialmente delicado

para mí hablar un lenguaje explícito y categórico. Pero, por otra parte, puesto que todo

lo que hace aquí la representación de España lo hace sin asomo de intención de contar

conmigo, (excepto a Gloria; pero está lejos de ser el elemento decisivo), no veo porque

(sic) me he de recatar en expresar libre y honradamente mi opinión sobre la política que

se sigue. Política que acabará por arruinar totalmente la significación internacional de

las izquierdas españolas. Enfin (sic) que no puedo menos de sentir verdadera amargura

al ver que con la situación de hoy no ha cambiado en un atomo (sic) los elementos cuyo

influjo determinan la orientación política de España aquí; es decir no ha cambiado en

cuanto a mí se refiere, porque no ha aumentado en nada mi (sic) posibilidades de

intervención, y no han disminuido porque no puede disminuir lo que no existe; pero han

aumentado y se han fortificado los influjos de los mismos elementos que con plena

Page 544: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

544

justificación y de manera auténtica inspiraban y representaban aquí los gobiernos de los

dos últimos años.- Este espectáculo para quien ha tenido y tiene ocasión de haber visto

y seguir viendo el juego interno de lo que aquí pasa es de lo más deprimente y

entristecedor. Pero cerremos este capítulo, sobre el que sería cuento de nunca acabar, y

que además no tiene más que de rechazo un interés general. Y vengamos a lo público.

Sin saber lo que has halado y las impresiones de Bruselas y París no me atrevo mucho a

adelantar mi manera de ver la cuestión tal y como hoy se plantea. Pero a todo evento ahí

va mi interpretación. Lo que hay hoy planteado es una lucha a fondo entre un sistema de

colaboración internacional y un sistema de fuerza. Paralelamente entre fascismo y no-

fascismo. Dos políticas (1) Arreglo con Italia: reconocimiento, mejor o peor disimulado,

de la conquista de Abisinia; reincorporación de Italia en el concierto internacional

mediante (esta es la fórmula de estos últimos días) un pacto mediterráneo, borrón y

cuenta nueva; reconstitución de la Sociedad de Naciones; arreglo con Hitler ……

Consecuencia refuerzo del fascismo bajo todas sus formas, y creación de una nueva

situación falsa que en un porvenir más o menos remoto (más bien menos que más) nos

pondrá en presencia de un nuevo golpe de mano de una u otra Dictadura. Y si se ha

aceptado el primero con que (sic) fuerza moral se va uno a oponer al segundo? Es el

salto en el vacío; la ilusión de echar un mal remiendo a la situación de hoy creando

inmensos peligros para el porvenir; porque el remiendo sería inmoral e indigno. Esta es,

en el fondo la política a que ha adherido (y empleo esta expresión por no cargar las

tintas, pero podría sin exagerar emplear otra mas (sic) expresiva) la representación de

España. (2) mantener los principios…… y las sanciones, con todas sus consecuencias.

No quedarse con el remordimiento de conciencia de pensar que si no hubiera cedido el

fascismo (no solo (sic) en Italia sino en general) habría recibido un golpe mortal; aun

(sic) en el peor de los casos, es decir si al fin y a la postre no se consigue abatir al

fascismo, conservar el caudal de unos principios sobre los cuales no se ha transigido. Es

la política del Labour de la resolución de Bruselas y, supongo de Blum y su futuro

gobierno (sobre esto tu tendrás más y mejor información que yo) – Asi (sic) puestas las

cosas, no puedo comprender que los partidos socialistas y comunistas (y en esto sin

divisiones internas ni entre ellos) no hayan exigido o exijan del gobierno una actitud

clara inequívoca y terminante a favor de la segunda política. La responsabilidad del

Gobierno español es enorme, porque su posición ejercerá un considerable influjo sobre

otros, y sobre todo tendrá una enorme repercusión en la opinión publica (sic). Pero hay

que hacerlo pronto, y de manera bien definida, si se quiere detener la decepción que

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cunde cada día, después (sic) del gran movimiento de entusiasmo que produjo en toda la

opinión avanzada internacional el triunfo de (sic) Frente Popular. Vaya todo esto por

delante, porque no resistía más a dejarlo dentro. Como ves son informaciones que valen

más que por lo que contienen de elemento positivo (puesto que no hay en ellas nada que

no se le pueda ocurrir a todo el mundo) por lo que puede reflejar de una situación de

conjunto que no puede durar. Con más tiempo hubiera escrito algo más medido y

ajustado y más preciso. Pero para ti no me parece necesario. Espero que comprenderás

el sentido de lo que quiero decir, y estoy seguro que te darás cuenta del espíritu y la

intención con que lo hago. Me es duro y penoso hacerlo. Me repugna lo que pueda

haber en todo ello de crítica personal. Sin embargo, creo que tengo la obligación moral

de no guardar para mi (sic) esta impresion (sic) y las observaciones que se [ilegible] en

ella. Ni el gobierno ni su representante aquí me han dado a pesar de todos mis avances

rayando en la indiscreción, la ocasión de expresar una opinion (sic). A ti te la expongo

con toda claridad y con ello descargo mi conciencia. Y perdona este cartapacio.

Seguimos con idea, como le dije a Gloria de ir a Madrid a principios de Junio. Espero

que entonces podamos hablar largo de todo esto y de otras tantas cosas- Por ejemplo

como sigue sin resolverse lo del nombramiento de Embajador en Moscou?- Tengo la

impresión que los rusos empiezan a encontrar algo extraña esta tardanza.

Un abrazo

P. S. Se de buena tinta (fuente directa y auténtica) que Blum consultado por el

Quai d’orsay sobre una nota proponiendo a Londres el levantamiento de sanciones y un

arreglo por las buenas con Italia la rechazó de plano é (sic) hizo saber que si se enviaba

la desautorizaría públicamente (sic).

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XXII. CARTA DE PABLO DE AZCÁRATE A JULIO ÁLVAREZ DEL

VAYO SOBRE POLÍTICA INTERNACIONAL Y EL LEVANTAMIENTO DE

SANCIONES A ITALIA. 23 DE MAYO DE 1936.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Pablo Azcárate.

Caja 110.1. Archivo Pablo Azcárate (Secretario General Adjunto de la Sociedad de

Naciones). “Carta de Azcárate a Álvarez del Vayo sobre política internacional y el

levantamiento resanciones a Italia”. Ginebra, 23 de mayo de 1936. Carta

manuscrita. (AMAE, Caja 110.1. Archivo Pablo Azcárate)

4, CH. DES ARTICHAUTS. GENÈVE

Sábado 23.5.36.

[Ilegible] Vayo: ahí le va la nota de que le he hablado ahora mismo sobre la

Conferencia pan-americana. Como Vd. vera (sic) es interior, es decir para nuestros

corresponsales de America (sic), pero no secreta. [Ilegible] copias los delegados aqui

(sic) de los paises (sic) latino-americanos, mas (sic) Estados Unidos y Brasil. Todo el

mundo la ha encontrado bien, especialmente Washington.- En cuanto à (sic)

representacion (sic) bajo una u otra forma de la Sociedad en la Conferencia, nuestra

actitud es de una reserva absoluta. Si la Conferencia invita responderemos. Pero nada de

maniobras ni intrigas para provocar una invitación. Mi convicción profunda es que todo

eso por ser poco compatible con la dignidad es contraproducente y perjudicial en

nuestra política respecto de América.- y este criterio sería à (sic) mi juicio aplicable à

(sic) la política española. Acabemos con el viejo hispano-americano retórico y vacío! Y

lo primero para eso es dar en América (del norte y del sur) la impresión de seriedad,

fuerza y gran comprensión.

En cuanto à (sic) Europa (y África!) es indispensable por parte de España que

haya una rectificación neta de actitud. Desde que el Gobierno Azaña se constituyo (sic)

lo escribí; en aquel momento (antes de las elecciones francesas) recomendaba por lo

menos un cambio de matiz. Si se hubiera hecho entonces, hoy se podría, comodamente

(sic) tomar el sitio que corresponde al gobierno del frente popular español al lado del

francés y del “Labour”. Pero el “matiz” (y qué “matiz”!) se modificó en sentido

contrario.- Lo que importa es que el Gobierno, en el cual segun (sic) la Declaración

ministerial están virtualmente representados todos los elementos del Frente popular,

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547

declare su adhesion (sic) y anuncie su propósito de mantener aquí una política firme y

precisa de apoyo sin reservas al principio de seguridad colectiva: en concreto que se

declare partidario de mantener las sanciones q. no es mas (sic) ni menos q. lo decidido

en Bruselas. Y como consecuencia que deje de patrocinar los ensayos que se intentan

(por ej. el Pacto mediterráneo) para salir del paso por medio de un arreglo cuya

consecuencia no podía ser otra que la consagración y consolidación del régimen fascista

y de las dictaduras en el mundo. Va España à (sic) tomar esta responsabilidad.

Otra cosa à (sic) la que hay que prestar atención es a la reforma de la Sociedad:

supongo que el Gobierno no tome responsabilidad en proyectos inspirados en la idea

(como el que Madariaga à (sic) título personal ha distribuido aquí) de debilitar la

Sociedad ¡sería de un efecto desastroso! De esto hay más tiempo de hablar, aunque en

junio se discutirá ya mucho entre bastidores é (sic) importaría que el representante de

España viniera con intención concreta de no apoyar nada que tuviera como

consecuencia una debilitación del Pacto.

P.S. Sé de buena tinta (fuente absolutamente auténtica) que Blum consultado por

el Quai d’Orsay sobre una nota proponiendo à (sic) Londres el levantamiento de

sanciones y un arreglo por las buenas con Italia, la ha rechazado de plano y ha hecho

saber que si la nota se envía él la desautorizaría publicamente (sic).

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XXIII. MEMORANDUM DE PABLO DE AZCÁRATE SOBRE LA ZONA

ESPAÑOLA DE MARRUECOS. SIN FECHA

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Pablo Azcárate.

Caja 110.2. Archivo Pablo Azcárate (Secretario General Adjunto de la Sociedad de

Naciones). “Memorando sobre la zona española de Marruecos (en francés)”. Sin

fecha. Confidencial. (AMAE, Caja 110.2. Archivo Pablo Azcárate)

MEMORANDUM SOBRE LA ZONA ESPAÑOLA DE MARRUECOS

Durante un discurso pronunciado hace algunos meses por M. Prieto, Ministro de

Finanzas de España, y una de las personalidades más conocidas en el partido socialista

español, se refiere a la eventualidad de que España abandone su zona de protectorado en

Marruecos y la confíe a la Sociedad de Naciones. Esta referencia en términos vagos e

incluso incomprensibles, prueba de que ella no era la expresión de un punto de vista

reflexionado y establecido antes, provocó sin embargo una inquietud considerable en la

opinión pública internacional. Podemos preguntarnos si esta preocupación está muy

justificada.

1º.- Si España se decidiera un día abandonar su zona de protectorado en

Marruecos, dado por hecho que ella no podría hacerlo más que al fin de negociaciones y

de un acuerdo con las Potencias que forman parte de los tratados en virtud de los cuales

la zona de protectorado español fue creado.-

2º. ¿Es absolutamente inevitable que tal iniciativa de España deba

necesariamente dar lugar a una agravación de las diferencias internacionales actuales?

¿No podríamos, por el contrario, imaginar que tal iniciativa hecha en el momento

oportuno y por vías y medios bien elegidos sea de manera para facilitar la solución de

ciertas de estas diferencias? Aquí a título de ejemplo para un arreglo, algunas bases de

discusión en caso de que tal eventualidad llegara a presentarse:

e) La zona española sería incorporada al resto del imperio de Marruecos, y

quedaría por consecuencia sometida al protectorado francés.

f) Este aumento territorial del protectorado francés sobre Marruecos sería

posible para Francia acordando concesiones territoriales a Italia en otras partes de

África, lo que permitiría prever la posibilidad de un arreglo definitivo de diferentes

territorios que existen actualmente entre las dos potencias.

Page 549: Las relaciones hispano-francesas y el estallido de la ...

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g) A fin de apaciguar las inquietudes que Gran Bretaña pudiera sufrir viendo la

costa norte atlántica y mediterránea de África caer bajo el control de Francia, se podría

transformar el protectorado actual de Francia sobre Marruecos en una especie de

mandato internacional bajo el control de la Sociedad de Naciones, en una extensión y

con las modalidades que sería determinadas por el Consejo.

h) Tal arreglo permitiría, haciendo desaparecer pura y simplemente el régimen

actual de Tánger, incluir esta ciudad bajo el régimen que sería creado para Marruecos

entero, bien reemplazándolo por un sistema especial de control internacional ejercido

por la Sociedad de Naciones.

i) Tal arreglo daría lugar a un desarrollo considerable del sistema de control

internacional por la Sociedad de Naciones sobre los territorios en cuestión, o podría dar

lugar a conflictos, lo que, desde el punto de vista general, constituiría un progreso muy

deseable.

Nota del autor: el último término, en francés “désirable”, se traduce por

deseable. Pero nos queda la duda sobre si Azcárate no pretendía expresar lo contrario.

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XXIV. TELEGRAMAS SECRETOS DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN

LISBOA, AME LEROY, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS

FRANCÉS, SOBRE REUNIÓN DE OLIVEIRA SALAZAR, REPRESENTANTES

OFICIOSOS BRITÁNICO Y CONSPIRADORES ESPAÑOLES DE DERECHA EN

LISBOA. 27 DE MAYO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 83-85, de 27 de Mayo de 1936. 27

de Mayo de 1936. Secreto. (ADQO, E-167, T. 83-85, de 27 de Mayo de 1936.

Secreto).

TELEGRAMA Nº 83 a 85. SECRETO.

LISBOA, 27 de Mayo de 1936

recibido por correo el 30 a 10 h 40.

De una fuente muy segura, se me informa que el Presidente Salazar habría, hace

algunos días, en un pequeño local aislado de los alrededores de Bussaco, recibido la

visita de un delegado oficioso del Gobierno británico y de un representante del partido

conservador español que se habrían entrevistado sobre la eventualidad posible de un

importante movimiento comunista en las provincias españolas limítrofes con Portugal.

El uno y el otro habrían insistido sobre la necesidad para el Gobierno de Lisboa de

tomar desde entonces medidas especiales de seguridad, incluso no excluir la posibilidad

de una intervención armada si la situación lo exigía.

A este efecto, el representante español habría prometido el concurso financiero

más importante de su partido y el delegado británico habría declarado que su Gobierno

podría sin dilación abastecer los armamentos especificando que se consentirían

facilidades de pago excepcionales.

No tengo ningún medio de verificar la exactitud de lo que precede y yo no puedo

comunicarlo a Su Excelencia más que con todas las reservas. Pero no hay duda que esta

cuestión está en primer plano de las preocupaciones actuales del dictador.

Que el Gobierno británico tenga más que nunca interés capital en mantener el

poder y el orden establecido en Portugal, y que por otro lado los conservadores

españoles deseen el apoyo eventual del Gobierno dictatorial de Lisboa, son verdades

evidentes. Hasta qué punto el Sr. Salazar participaría en esta vía, cuando su trabajo de

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551

reorganización del ejército se enfrenta a serias oposiciones y que por otro lado debe

hacer frente a una situación interior cada vez más difícil./.

AME LEROY

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XXV. TELEGRAMAS DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS,

SOBRE SITUACIÓN PRERREVOLUCIONARIA EN ESPAÑA. 30 DE MAYO DE

1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 588-591, de 30 de Mayo de 1936.

30 de Mayo de 1936. (ADQO, E-167, T. 588-591, de 30 de Mayo de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRAMIENTO. Nº 589-591

MADRID 30 de Mayo de 1936 - 23h 45

recibido el 31 de Mayo a las 7h 20

La situación grave y por momentos anárquica que describen en Andalucía

nuestros Cónsules en Málaga y en Sevilla intenta ganar otras regiones. En la provincia

de Albacete, la Guardia civil habría tenido un muerto y 7 heridos como respuesta al

asesinato de 12 campesinos (las estimaciones hablan de 40) y un gran número de

heridos. En Madrid, los atentados por bombas y ametrallamiento han sido cometidos

contra cafés cuyo personal no hacía huelga. La Confederación anarco-sindicalista del

Trabajo, que parece concentrar en este momento sus esfuerzos sobre la capital, ha

adoptado los métodos de los “pistoleros”. El Gobierno está convencido de que este

terrorismo está apoyado por organizaciones de extrema-derecha.

(…) Ante el peligro de una pretendida agitación revolucionaria, que no puede

beneficiar más que al fascismo, una evolución parece dibujarse entre los dirigentes de

los sindicatos socialistas y en el ala izquierda del partido. La comisión administrativa de

la Casa del Pueblo publica esta noche una nota prohibiendo ir a la huelga general sin la

orden de las organizaciones responsables. El Sr. Largo Caballero se entrevistó ayer con

el Ministro del Trabajo, y se esperan las declaraciones que él debe hacer mañana en

Zaragoza, ciudad que ha sido hasta el presente el centro de la organización anarco-

sindicalista en España.

Se ha extendido esta tarde la noticia de una próxima remodelación ministerial

destinada a proporcionar un Gabinete de Frente Popular donde figurarían los

representantes de las dos tendencias socialistas. Ninguna confirmación ha sido sin

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553

embargo obtenida hasta el momento y el Gran Consejo político, que se dice ha sido

reunido hoy bajo la presidencia del Sr. Azaña, no pareció tener lugar.

Aparte de causas bien conocidas que tienen que ver con el estado económico de

España, con su temperamento nacional, con sus tradiciones anarquistas, etc…, la

situación de hoy es debida a dos factores: “de entrada la política del cuanto peor, mejor”

que practican los adversarios del régimen, de acuerdo con ciertos intereses extranjeros,

después y, sobre todo, la insuficiencia flagrante del mecanismo gubernamental y

administrativo.

Falta a un tiempo un cuadro de funcionarios adaptados a la nueva tarea y una

organización política capaz de disciplinar a las masas. Sin estos instrumentos

indispensables, el Gobierno está a merced de sus enemigos organizados para la

violencia y el Estado está amenazado de disolución.

Es de esperar que esta enseñanza sea comprendida al tiempo por todos los

dirigentes del frente popular español, pero también merece ser meditada en otra parte./.

JEAN HERBETTE

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XXVI. INFORME DE JEAN HERBETTE, EMBAJADOR DE FRANCIA EN

MADRID, SOBRE EL DESEABLE PAPEL DE ESPAÑA EN LA ESTRATEGIA

INTERNACIONAL FRANCESA. 4 DE JUNIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 213, dépêche nº 719, de 4 de junio de 1936.

(ADQO, E-213. Relations avec la France et l´Angleterre. 1930, fév.-1936, déc., nº

719. 4 de junio de 1936).

La importancia de nuestras relaciones con España es actualmente superior a la

potencia material de la que dispone España (…).

Primero la situación geográfica de España en caso de conflicto marítimo, así

como en el caso en el nosotros tuviéramos necesidad de llevar a la metrópoli nuestras

tropas de África.

Después la analogía de las formaciones políticas que gobiernan tanto en París

como en Madrid: todo el peligro para la una alimenta a la otra (…). Tenemos un gran

interés en organizar, entre España y nosotros, una simbiosis a no ser que queramos

encontrar pronto del otro lado de los Pirineos una rival, otra Italia (…).”

“(…) no sólo existen en España dos fuerzas revolucionarias como en nuestro

país, sino tres. Además de los socialistas y los comunistas, España cuenta con una masa

muy numerosa de anarco-sindicalistas. Más exactamente, el proletariado español tiende

espontáneamente hacia el anarquismo y es sólo al precio de medio siglo de esfuerzos

que el marxismo ha podido imponerse en la mitad de las masas populares (…).

Resulta de ello que el movimiento revolucionario del proletariado español es a la

vez violento y frágil: violento porque los anarquistas luchan a golpe de acción directa;

frágil porque la violencia está siempre presente. España está constantemente penetrada

por la alternativa de la anarquía o el despotismo (…).

La situación interior de España no depende por el momento que de algunos

factores de los que los principales son: las disensiones internas del partido socialista, las

relaciones de los anarco-sindicalistas con el ala izquierda del socialismo y las medidas

que el Gobierno tome para disciplinar a las masas (…).

Tenemos el mayor interés en que se restablezca el orden interior en España. No

solamente las empresas francesas que trabajan en este país son amenazadas de peligro si

el desorden se convierte en crónico, sino que África del Norte puede ser alterada en sus

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555

bases con una España trastornada. Así, debemos facilitar en todo lo que depende de

nosotros la tarea del Gobierno español, cuando el se esfuerce en hacer reinar el orden en

el país. No deberíamos tolerar en territorio francés, sobre todo en la frontera,

conspiraciones contra el régimen legal de España. Las campañas interesadas que se

hacen en la prensa para desacreditar a la España republicana, deben ser frenadas

también (…).

En política exterior, España aspira ante todo a la neutralidad. En la medida en

que la neutralidad es compatible con el movimiento, aspira a moverse de acuerdo con

Inglaterra y Francia. Si Inglaterra y Francia están en desacuerdo, vacila; y si fuera

absolutamente necesario que se decidiera, entonces se decidiría por Inglaterra (…). El

Gobierno español está probablemente persuadido que una guerra europea es inevitable.

No disimula ni los peligros, ni los beneficios de la neutralidad que España intenta

conservar. Toda tentativa que hiciéramos por demostrarle que los peligros sobrepasan

estos beneficios, y que por consecuencia sería mejor estar con nosotros, no tendría más

que la más grande de las suertes de fracasar: ello podría también provocar una reacción

contraria y alejar España de nosotros. Sólo los hechos, si sobrevienen, podrán cambiar

esta neutralidad. En todo caso, no debemos nunca intentar llevar a España más lejos de

lo que Inglaterra desee verla ir (…).

Una alianza podría sin embargo establecerse entre Francia y España: hay lugar

para ello en el dominio económico (…). Si nosotros le garantizáramos durante algunos

años la absorción de un cierto valor de las exportaciones, le daríamos la solución para

que sus créditos y compras no estuvieran comprometidos como ahora. Claro está que

estas ventajas tienen contrapartidas. Ellas no serán fáciles de conseguir, como la

experiencia nos enseña (…). En este caso, uno de los mejores interlocutores que se

pueden encontrar es el señor Augusto Barcia. Los apuros económicos y financieros de

España no escapan a su evidente patriotismo y su formación intelectual le predispone a

tratar con nosotros.

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XXVII. TELEGRAMA DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS,

SOBRE MOVIMIENTOS SEDICIOSOS EN NAVARRA. 5 DE JUNIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 615, de 5 de Junio de 1936.

Movimientos sediciosos en Navarra. (ADQO, E-167, T. 615, de 5 de Junio de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRAMIENTO. Nº 615

MADRID 5 de Junio de 1936

recibido por correo el 8 a las 11h 40

El Director General de Seguridad ha llegado de improviso a Pamplona ayer por

la mañana a la vez que destacamentos de guardias de asalto enviados por los jefes de las

tres provincias vecinas. Han tenido lugar algunas pesquisas así como arrestos por

posesión ilegal de armas. El Gobernador Civil que vino a buscar al Director General a

Logroño ha explicado después de su marcha que esta operación tenía por objetivo

organizar eficazmente la vigilancia de la frontera.

Puede que las Autoridades españolas hayan efectivamente tomado precauciones

contra la importación clandestina de armas y municiones, pero se cree que temen sobre

todo la organización de una sedición militar en Pamplona, al mando del General Mola,

antiguo jefe de la Seguridad bajo el General Berenguer. Aunque el General Mola haya

sido considerado anteriormente como republicano, el rumor que corre en estos últimos

tiempos es que conspiraba contra el Gobierno./.

JEAN HERBETTE

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XXVIII. TELEGRAMA DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS,

SOBRE ENTREVISTA CON AUGUSTO BARCIA, MINISTRO DE ESTADO,

ACERCA DE LA SITUACIÓN PRERREVOLUCIONARIA ESPAÑOLA. 8 DE

JUNIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 759, de 8 de Junio de 1936.

Movimientos sediciosos en Navarra. (ADQO, E-167, T. 759, de 8 de Junio de 1936).

ESTRACTO DEL TELEGRAMA DE MADRID

nº 759 de 8 de Julio de 1936

8 de Julio 13 horas.

El Ministro de Estado acaba de hablarme durante una hora de sus estancias en

París y Ginebra. Resumo la información que me ha dado.

3º -Política interior.

El Sr. Barcia considera que en lo que concierne al mantenimiento del orden la

situación resulta más difícil en España que en Francia, pero en lo que afecta al fondo de

los problemas sociales, Francia tiene una tarea más difícil que la de España.

Me ha dicho que una agitación sediciosa se está haciendo sentir de nuevo aquí

en el ejército. No ha disimulado tampoco el progreso del “fascismo” entre los partidos

de derecha.

Pero tiene el sentimiento (ya expresado en mi despacho nº 853 de 6 de Julio) que

esta agitación militar y el susodicho fascismo son sobre todo reacciones provocadas por

las propagandas y por los tumultos desconsiderados de pretendidos socialistas de

izquierda y comunistas, que aterrorizan a la gente con perspectivas a la rusa y que

suponen igualmente obstáculos a la obra renovadora del Gobierno. “El público se

imagina, me ha dicho el Sr. Barcia, que somos prisioneros de los comunistas”.

El Ministro de Estado no es partidario por el momento al menos, de la

participación de los socialistas en el poder. Teme sin duda exasperar las resistencias, sin

fortalecer sensiblemente al Ministerio. La situación no es en relación a ello igual que

con Franco, ha explicado, pues el Pacto del Frente popular español estipula

expresamente que los republicanos colaborarán para gobernar sólo para ejecutar el

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558

programa convenido. En cuanto a la actitud de algunos socialistas que, aunque no

siendo “caballeristas”, verían con buenos ojos que fueran sacrificados los republicanos

gracias al desorden para que abandonen el poder, que volvería entonces todo entero a

los socialistas. El Sr. Barcia me ha afirmado que estas intenciones no eran compartidas

por el Sr. Prieto del cual cree conocer íntimamente su pensamiento (los dos son

asturianos)./.

JEAN HERBETTE

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559

XXIX. ÚLTIMO TESTIMONIO DOCUMENTAL ESCRITO DEL

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA D. MANUEL AZAÑA ANTES DEL INICIO DE

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. 10 DE JULIO DE 1936.

Documents Diplomatiques Françaises, 2ª Série, Tome II, dépêche 423, de 10

de julio de 1936 (DDF, 2, II, T. 423, de 10 de julio de 1936).

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, dépêche 767-773, de 10 de julio de 1936.

Secreto. El subrayado es del propio Herbette. (ADQO, E-167, 767-773. Herbette.

Secreto).

MADRID, 10 de Julio de 1936

Recibido por correo el 13 a las 12,30 horas

SECRETO

En el transcurso de la audiencia que el Presidente de la República ha querido

concederme hoy (cualquiera que fuera la situación política, he conservado la costumbre

de visitar al Sr. Azaña cada vez que se cumplía el aniversario de mi toma de posesión)

me ha hablado abiertamente de la situación política interior.

“Es más complicado aquí que en Francia, me dijo, porque en Francia la

República existe hace más de sesenta años, en tanto que aquí solamente tiene cinco

años, y la gente aún no está convencida de que ya no puede haber más monarquía”.

El desarrollo del “fascismo” no se le escapa, pero tampoco se confunde: no es,

en su opinión, más que una reacción de miedo que empuja a algunas clases sociales a

buscar cualquier refugio contra lo que amenaza sus intereses. “Hace 100 años los que

hoy se llaman fascistas eran llamados blancos”. Ninguna concepción política positiva se

esconde bajo esta etiqueta fascista. En particular, los supuestos fascistas españoles no se

imaginan lo que es el fascismo italiano. “Si por mi fuera, añadió riéndose el Sr. Azaña,

dejaría que el mismo Sr. Mussolini gobernara España durante ocho días. No haría falta

más para que nuestros fascistas tuvieran suficiente, con los impuestos y las exigencias

de toda clase que les agobiarían del régimen mussoliniano”.

El Presidente conoce el individualismo exaltado de sus conciudadanos y

concluye que en el curso de un movimiento social como el actual el principal peligro

viene del anarquismo. Está consternado como todo el mundo por el rumbo que ha

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560

tomado en Madrid la Confederación Nacional del Trabajo. En su opinión, las causas son

complejas. No está lejos de creer que los mismos patrones han contribuido a animar a su

personal a afiliarse a los sindicatos anarquistas más que a los socialistas. En todo caso,

juzga que el desarrollo del anarquismo entre los obreros de Madrid “resulta de la guerra

que se ha hecho a la Unión General de Trabajadores”, es decir a las organizaciones

obreras socialistas. No tiene esperanza en la posibilidad de calmar a los anarquistas por

la persuasión. El anarquismo es “un cáncer que es necesario extirpar”. Pero el Sr. Azaña

se da cuenta de que es especialmente peligroso derramar sangre en una nación tan

sensible como España. El ejemplo de la represión aplicada a los anarquistas (por) Lenin

y Djerjinski no le parece un hecho para ser imitado aquí. “El español es todo lo

contrario del ruso”.

El Presidente de la República no desconocía la ventaja de que Francia se

encuentre gobernada por un gabinete dónde figuran socialistas y, sobre todo, socialistas

sobre los que tiene una gran opinión. Pero la misma fórmula no es aplicable a España en

tanto que la unidad no existe (por el momento) en el partido socialista español. En

honor a la verdad, la tendencia personificada por el Sr. Indalecio Prieto parece ganar

terreno pero es lamentable que el congreso nacional dónde estas discrepancias podrían

ser arregladas definitivamente no se reúna antes de octubre. “Para qué esos cuatro

meses de impás”.

Sobre política internacional, el Presidente me dijo que el Sr. Barcia había traído

de Ginebra unas previsiones pesimistas fundadas particularmente sobre el lenguaje del

Sr. Eden. Señalé que el secretario de Estado británico era aún joven y el Presidente

respondió: “No me gustan las personas impresionables… Yo no me impresiono jamás,

(y yo) espero al día siguiente para razonar mis impresiones”. Como yo señalé que los

periódicos de la mañana anunciaban la retirada de fuerzas navales suplementarias que el

Gobierno británico había enviado al Mediterráneo y como yo concluí que era sin duda

Alemania quien sin embargo atraía la atención de Inglaterra, el Presidente expresó la

opinión de que Inglaterra tendría razón. Mencioné una información particular según la

cual se diría aquí, en los medios italianos, que todo se podría aún arreglar en Europa si

tan sólo Francia consentía una desmembración de Checoslovaquia. El Presidente se

indignó y me ha preguntado irónicamente si esa era el tipo de soluciones que

consideraban los italianos.

A propósito de las entrevistas que el ministro de Estado ha tenido en París con el

Sr. León Blum y con Su Excelencia, El Sr. Azaña me dijo con la misma libertad

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561

afectuosa que estaría muy feliz de conocer en breve el reglamento de las cuestiones

relativas a los territorios ocupados por las tropas francesas en la zona española. “Usted

quizá ha notado, me explicó, la campaña que las derechas hacen a cerca de este asunto.

No creemos sinceramente que nuestros derechos puedan ser puestos en duda. No se

trata de negociar cambios, sino simplemente de poner fin a una situación temporal

creada por razones militares evidentes durante la guerra del Rift. La posición del

Gobierno español es cada vez más complicada a medida que esta solución se retrasa,

pues es conocido por ser un gobierno amigo de Francia.”

El Presidente, haciendo alusión a los sacrificios materiales que podía representar

para nosotros la renuncia a los impuestos pagados por estos territorios, le respondí que

existía también la preocupación de proteger la ruta que une Argelia y Marruecos. “Pero,

enérgicamente insistió el Sr. Azaña, nosotros estamos allí para participar en esta defensa

si la configuración del terreno y la necesidad del momento lo exigen. España puede

perfectamente ayudar a proteger esta vía de comunicación. Nosotros tenemos en el Rift

el doble de tropas de las que necesitamos”.

Estas palabras, las últimas que el Presidente me dirigió antes de las palabras que

ponían fin a la audiencia, pueden ser importantes para tener presente. Fueron

pronunciadas con tanta sinceridad como espontaneidad. Corresponden de hecho, no sólo

al deseo de obtener la evacuación de estos territorios por las tropas francesas, sino a la

convicción manifiesta de que los intereses esenciales de España están ligados a los de

Francia. “No permitamos que se mantenga entre nosotros ni la más mínima causa de

recriminación, me decía el Presidente cuando yo ya tenía la mano en el picaporte de la

puerta, pues tenemos en perspectiva problemas mucho más gordos (gordos)”.

Sin rebasar la modesta medida en la que mi opinión personal puede importar

aquí, me permito además decir que estoy convencido, como ya indiqué en mi telegrama

nº 759 del 8 de Julio, que Francia sacaría ventajas de restituir estos territorios de manera

espontánea sin esperar que una obligación política, militar o jurídica le sea impuesta.

Jean Herbette.

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XXX. TELEGRAMAS DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS,

SOBRE LOS ASESINATOS DEL TENIENTE CASTILLO Y EL POLÍTICO

MONÁRQUICO CALVO SOTELO. 13 DE JUNIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 790-793, de 13 de Junio de 1936.

Asesinatos del teniente Castillo y el político monárquico Calvo Sotelo. (ADQO, E-

167, T. 790-793, de 13 de Junio de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRAMIENTO. TELEGRAMAS Nº 790-793

MADRID, 13 de Julio de 1936 a las 18 horas

recibido el 13 a las 21h 30

El Capitán Castillo, de los Guardias de Asalto (Guardia Móvil), ha sido

asesinado ayer noche hacia las 22 horas en Madrid, por cuatro individuos que le han

matado en la calle por disparos de fuego.

Parece que este oficial pasaba por haber sido “condenado a muerte” por los

fascistas debido a la resistencia armada que había opuesto a su manifestación del 16 de

Abril último.

Durante la noche, hacia las 3 horas y media de la mañana, uno o varios

individuos de civil, de los cuales uno habría mostrado su identificación de oficial de los

Guardias de Asalto, se presentaron en casa del Sr. Calvo Sotelo, antiguo Ministro de la

Dictadura, organizador del “Bloque nacional” y jefe de la derecha monárquica en las

cortes, fingiendo tener el encargo de arrestarlo. Estos individuos venían en un camión

de la Guardia de Asalto. El Sr. Calvo Sotelo se dejó llevar a pesar de su inmunidad

parlamentaria. Tal es al menos la única versión que circula hasta el momento;

procedería de la Seguridad General.

Cuales quiera que sean las circunstancias en las que fue secuestrado el Sr. Calvo

Sotelo, ha sido asesinado, y a comienzo de la tarde se ha comunicado el descubrimiento

de su cuerpo en uno de los cementerios de Madrid. El crimen habría tenido lugar

mediante arma blanca.

A la salida del Consejo del Gabinete que acaba de terminar, y que se reunirá de

nuevo a las 18 horas, el Ministro del Interior no ha podido confirmar el asesinato del Sr.

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Calvo Sotelo (el del capitán Castillo había sido anunciado desde esta mañana por la

“Hoja Oficial del Lunes”). El Ministro de Hacienda encargado de los comunicados a la

prensa ha expresado delante de los periodistas el horror que inspiraba al Gobierno estos

“execrables hechos” y ha anunciado la designación de dos jueces de instrucción

especiales, así como la adopción de medidas urgentes.

Por otro lado, la huelga de la construcción no ha terminado. Los obreros

parecían en general haberse presentado en las obras pero parece también que alrededor

de las tres cuartas partes de ellos habrían sido disuadidos por enviados de la

Confederación anarquista el Trabajo.

Informaciones más completas sobre las deliberaciones que han tenido lugar al

comienzo de esta tarde en el Consejo del Gabinete se añaden las siguientes precisiones:

Los guardias de asalto que han secuestrado y asesinado al Sr. Calvo Sotelo

pertenecerían a la Compañía del Capitán que había sido asesinado algunas horas antes

por los fascistas. Se trata pues de una venganza.

Algunos de estos guardias vestían de uniforme durante el secuestro. Su Jefe, un

Oficial, estaba de civil.

El cuerpo del Sr. Calvo Sotelo muestra heridas de bayoneta, aunque un

periodista que ha sido uno de los primeros en verlo informa que la muerte parece haber

sido debida a un tiro en la nuca, la bala habría salido por el [ilegible] superior. Ha sido

llevado muy temprano al cementerio del Este por un camión y entregado a los guardias

del cementerio.

El Gobierno ha arrestado a los 15 ó 20 guardias de asalto que se supone han

tomado parte en el crimen.

En los medios políticos, la emoción es intensa, el Gobierno que delibera de

nuevo en este momento parece deseoso de evitar que las Cortes se reúnan mañana. Se

habla de la promulgación de un decreto en el Consejo de la mañana que prorrogaría la

Cámara durante 30 días, pero también se considera una crisis ministerial que permitiría

formar un Gabinete dotado de una mayor autoridad./.

JEAN HERBETTE

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XXXI. TELEGRAMA DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN MADRID, JEAN

HERBETTE, AL MINISTERIO DE NEGOCIOS EXTRANJEROS FRANCÉS,

SOBRE LOS ASESINATOS DEL TENIENTE CASTILLO Y EL POLÍTICO

MONÁRQUICO CALVO SOTELO. 14 DE JUNIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 167, Télègrame 805, de 14 de Junio de 1936.

Asesinatos del teniente Castillo y el político monárquico Calvo Sotelo. (ADQO, E-

167, T. 805, de 14 de Junio de 1936).

NEGOCIOS EXTRANJEROS. DESCIFRAMIENTO. TELEGRAMA Nº 805

MADRID, 14 de Julio de 1936 – 24 h.

recibido el 15 de Julio a las 2 h. 40

(…) Los rumores de una sedición militar continúan circulando y podrían

empujar a los partidos de izquierda a constituir un Gabinete de frente popular para hacer

frente a la sedición. Pero en realidad la situación militar es confusa: El Capitán que

secuestró al Sr. Calvo Sotelo pertenece a la guardia civil, cuerpo reconocido como

reaccionario, y en cuanto a la guardia de asalto, ésta ha disparado sobre los

manifestantes fascistas que les insultaban a la vuelta de los funerales del Sr. Calvo

Sotelo y se dice que han hecho al menos un muerto y varios heridos.

Sin embargo parece difícil que el Gobierno actual se presente ante la Cámara en

menos de 8 días. La Seguridad Nacional, muchos de cuyos agentes no son partidarios

del presente régimen, ha dejado filtrar informaciones sobre los recientes

acontecimientos que pueden molestar al Gobierno, haciendo creer la incapacidad y la

infidelidad de sus servicios. (…)

JEAN HERBETTE

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XXXII. COMUNICACIÓN DEL DUQUE DE ALMAZAN DESDE EL

HOTEL CRISTINA DE ALGECIRAS AL CONDE WELCZECK, EMBAJADOR

ALEMÁN EN PARIS. 23 DE JULIO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 168, dépêche 13.828/A.B.M.P.32, de 23 de julio de

1936. (ADQO, E-168, D. 13.828/A.B.M.P.32).

El movimiento militar triunfa en toda España. Sólo existe una lamentable

excepción en la flota, los marineros comunistas han asesinado a sus oficiales,

convirtiéndose así en piratas.

El general Franco jefe único del gobierno y de la fuerza armada me encarga

informar a tu Gobierno a fin de que pueda apoyar cerca de Inglaterra nuestra petición

oficial de internamiento y desarme de buques piratas.

Abrazos afectuosos.

Nota del autor: este documento es citado por Ismael Saz en Mussolini contra

la II República, Valencia, Edicions Alfons El Magnànim, 1986, p. 192, como un

mensaje mandado por el duque de Almazán a Guariglia el 24 de julio, que se encuentra

en el Archivio Storico e Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri (ASMAE),

Spagna Fondo di Guerra, b. 8.

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XXXIII. TELEGRAMA DE YVON DELBOS, MINISTRO DE NEGOCIOS

EXTRANJEROS, A CHARLES CORBIN, DEL EMBAJADOR FRANCÉS EN

LONDRES, SOBRE LA URGENCIA DE ESTABLECER UN ACUERDO DE NO

INTERVENCIÓN. 3 DE AGOSTO DE 1936.

Archives du Ministère des Affaires Étrangères (Quai d´Orsay),

Correspondance Politique et Commerciale, 1914 à 1940, Série Z Europe, Sous-

série Espagne 1930-1940, carton 218, Principe de non intervention. 1936, 25 juil.-7

aoùt, sin número, de 3 de Agosto de 1936. Muy urgente. (ADQO, E-218, Principe

de non intervention. 1936, 25 juil.-7 aoùt, sin número, de 3 de Agosto de 1936. Muy

urgente).

Las informaciones que me llegan de fuente secreta (…) imponen no perder

tiempo.

Es con este espíritu que ha sido redactado el proyecto de declaración que le

envío por telegrama separado y que le pido hacer llegar de urgencia al Foreign Office.

Nuestro cuidado principal ha sido elaborar un texto claro, simple y que no de a

equívocos; pero estamos dispuestos a recibir contraproposiciones; (…). Pero lo esencial

es ir rápido y crear, en el mínimo tiempo, una situación que haga posible el acuerdo de

las principales Potencias interesadas, para imponer el embargo sobre material de guerra.

Por ahora, hemos recibido de Berlín una respuesta vaga; Roma persiste en

guardar silencio; sabemos que material ha sido, de estos dos lados, suministrado en

beneficio de los rebeldes y tenemos razones para pensar que van a continuar. En estas

condiciones, no tenemos más remedio que oponer un rechazo a las demandas

presentadas por un gobierno regular que se queja de ser objeto de un bloqueo, mientras

que los rebeldes son avituallados, y por el que se producirá un hundimiento debido a los

intereses permanentes de la seguridad francesa, teniendo gravísimas consecuencias.

Pero yo le repito que nuestro más vivo deseo es que el apoyo sin reservas del

Gobierno británico permitirá realizar, en el más breve espacio de tiempo, un acuerdo

general de no intervención (…).

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567

XXXIV. AMENAZA DE BOMBARDEO DE TÁNGER POR PARTE DEL

GENERAL FRANCO. 8 DE AGOSTO DE 1936.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Renovado. R-104-8,

Resumen de lo dicho por teléfono por el embajador de España en París, 28 de

agosto de 1936. París, 8 de agosto de 1936. (AMAE, R-104-8)

Resumen

Según una comunicación del Consejo General de España en Tánger al Gobierno

español, resulta que el 4 de agosto el Presidente del Comité de Control ha recibido una

nota del general Franco, cuyas formas eran particularmente violentas, denunciando la

susodicha violación de la neutralidad de la zona por la presencia de buques de guerra

españoles y la actividad del Consulado General de España.

El 6 de agosto a media noche el Sr. Prieto del Río recibió copia de una nueva

nota procedente del general Franco, que constituía un verdadero ultimátum y contenía la

amenaza de ocupación de la zona de Tánger, si en el plazo de 40 horas el navío

“Tofiño” y los otros buques de la escuadra no se alejaban de Tánger. El general Franco

exigió igualmente, si no se quería que ejecutara su amenaza, una desaprobación, la

dispersión y el castigo de las bandas de milicias rojas armadas por el Cónsul General de

España y por la escuadra, que han invadido, según Franco, la zona internacional.

Esta última afirmación demuestra la impostura de Franco y su deseo de inventar

cualquier pretexto para crear una situación de facto muy grave.

Después de la recepción de la copia de esta nota el Cónsul General de España

rindió visita a su Colega francés para ponerle al corriente de la situación. Este

funcionario aunque no había todavía recibido respuesta del Gobierno francés en cuanto

a su interpretación de la neutralidad, se mostró decidido a mantener efectiva la

neutralidad de la zona, mediante acuerdo con los Comandantes de navíos extranjeros y

como salida para el alejamiento de navíos españoles y de la ocupación de las fronteras,

ya que el funcionario consular en cuestión era de la opinión que esta determinación

constituía un grave peligro para la paz de Europa.

París 8 de agosto de 1936

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XXXV. ANÁLISIS JURÍDICO DE LA CLAÚSULA SECRETA ANEJA AL

CONVENIO COMERCIAL FRANCO-ESPAÑOL DE 21 DE DICIEMBRE DE 1935

REALIZADO POR LA OFICINA FINANCIERA DE LA EMBAJADA DE ESPAÑA

EN PARÍS. 27 DE SEPTIEMBRE DE 1937.

Archivo Histórico Nacional. Sección: “Diversos”. Serie: Archivo de

Marcelino Pascua. Legajo 11, expediente 10. (AHN Pascua, lg. 11, exp. 10)

Confidencial

Embajada de la República Francesa en España

Señor Ministro,

Su Excelencia ha querido por su carta de hoy, hacerme saber lo que sigue:

“Tengo el honor de hacer saber a Su Excelencia que el Gobierno de la República

Española se compromete a pasar a Francia durante la duración del Acuerdo comercial

concluido a día de hoy sus pedidos de material de guerra por un montante de 20.000.000

de francos.

“Estoy igualmente autorizado a declarar que si durante el periodo

correspondiente a la duración del presente Acuerdo el Gobierno Español sobrepasa por

sus pedidos al extranjero la suma de 100.000.000.- francos, otras conversaciones serían

emprendidas con el Gobierno francés con el fin de acordar con Francia una parte

suplementaria.”

Tengo el honor de informar a Su Excelencia que yo tomé parte en este

compromiso en nombre de mi Gobierno.

Quisiera agregar, Señor Ministro, el reconocimiento de mi más alta

consideración.

Madrid, 21 de diciembre de 1935

Firmado: Georges Bonnet

Su Excelencia Sr. Martínez de Velasco. Ministro de Estado – Madrid.

Excmo. Señor Embajador:

Vistos los documentos que el Sr. Embajador me entregó para estudio

relacionados con el Tratado Comercial Francos-Español (sic) de 1935, sólo encuentro

como muy importante, a mi entender, la carta confidencial que acompaño como cabeza

de este informe.

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En la documentación que examino no hay ningún contrato ni ninguna referencia

a contrato celebrado con las casas francesas productoras de material de guerra.

Lo que es interesante, a nuestro juicio, es toda la tramitación diplomática que en

dichas carpetas se refleja, en todas las cuales se pone de relieve el gran interés de

Francia para que España adquiriese en este pais (sic) material de aviación y material de

guerra.

Tenemos, por ejemplo, una carta de la Societe (sic) des Moteurs Gnome et

Rhône, fecha 30 julio 1935, dirigida al Embajador en Paris (sic), en la que se hace el

ofrecimiento de los motores de su fabricación y se pone de relieve las condiciones de

estos motores, según dicha carta son en aquella época los más potentes de Europa.

El deseo de Francia de vender material de aviación a España, se demuestra en la

carta fecha 9 de septiembre de 1935, dirigida por el Embajador en Paris (sic) a D. José

María Aguinaga, en cuya carta al hablar de relaciones comerciales pone de [“relieve”,

escrito a mano] la visita que ha recibido de Mr. P. L. Weiller, Administrador de la Casa

de motores Gnome et Rhône, deseando que por el Gobierno español se comprase a tan

importante firma material de aviación. En dicha carta hay un párrafo que se refiere a que

quizá podria (sic) a Francia interesarle la reanudación de las negociaciones comerciales

con España, mediante la posibilidad de comprar material de aviación, especialmente

motores, pues, -asi (sic) dice la carta- llegaria (sic) a interesar al Ministerio del Aire en

nuestro favor.

Tal era el interés de Francia por vender aviación a España, que el propio

Embajador se dirige al Sr. Aguinaga, Subsecretario de Estado, en 19 de septiembre de

1935, mediante carta, en la cual se dice que la Casa Gnome et Rhône, está trabajando

para allanar las dificultades que pudiera haber para la reanudación de las negociaciones

comerciales, con el deseo de colocar sus motores en España, y hay un párrafo que

transcribiré literalmente por haber una consideración que creo debe ofrecer interés:

“Pareceme (sic) que tanto para Francia como para España, reviste importancia

extraordinaria el tener un material de guerra análogo, pues en caso de conflicto, Francia

podria (sic) contar a retaguardia con fábricas que produjeran el mismo material que ella

fabrica y utiliza par su aviación, y en dicho caso, las ventajas económicas para España

saltan a la vista. Esto, aparte de que en caso de necesidad para nosotros, encontariamos

(sic) también a pocos kilómetros de distancia, el material necesario en vez de tener que

ir a buscarlo a miles y miles de millas”.

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570

Y hay con fecha 18 de octubre de 1935 un oficio del Ministerio de Guerra, en el

que se habla de la invitación del Administrador de la fábrica de motores Gnome et

Rhône, hecha por mediación del Embajador, para que se envie (sic) una comisión

militar a estudiar los motores de dicha casa, y el interés de Francia era tan decidido a

vender su material de aviacion (sic) y de guerra a España que es ella la que

insistentemente solicita la venta del mismo, y asi (sic) nos encontramos con el oficio

fecha 14 de octubre de 1935, en el que se recoge y acepta la invitación del Ministerio de

Aire de Francia, para que un Jefe y un Oficial del Arma de Aviación, realicen una visita

a todos los establecimientos de la industria francesa y estudien los nuevos tipos de

aviones de combate y bombardeo adoptados por el Ejército francés.

En telegrama del 17 del mismo mes, se trancriben (sic) una invitación del

General Denai, para que la comisión llegada viese algunas unidades aereas (sic). Tan

grande es el interés de Francia que en sucesivas entrevistas o comunicaciones con el

Gobierno español, para venderle material de guerra, que en 5 de noviembre de 1935, se

extiende el oficio que obra en el expediente, transcribiendo los acuerdos del Consejo de

Ministros del dia (sic) anterior, relativo a las instrucciones dadas al Embajador, en

relación con las estipulaciones del convenio comercial, y en el número cuatro de este

acuerdo se dice lo siguiente:

“Si Francia, transijiese (sic) dandonos (sic) satisfaccion (sic) en cualquiera de las

cuestiones básicas en que existe divergencias, podria (sic) ofrecérsele en compensacion

(sic), la adquisicion (sic), por una sola vez, de material de guerra en cantidad no inferior

a diez millones de pesetas, y si se llegase a la adquisicion (sic) de patentes el canon

correspondiente a las mismas”. Es decir, que en esta fecha, era tal el interés de Francia

por vender material de guerra a España que se hacia (sic) como una concesion (sic) por

el Gobierno de España para adquirir otras compensaciones de distinta naturaleza.

En telegrama de 17 de diciembre de 1935, el Embajador al Ministro de Estado,

le dice refiriendose (sic) a determinados articulos (sic) tendenciosos manifestando “que

parte comercial Tratado comercio será nuevamente revisado con motivo de importantes

encargos de aviacion (sic) que Gobierno dimisionario español supone ha hecho a

Estados Unidos, compras que debian (sic) ser reservadas a Francia a cambio de

concesion (sic) francesa acordada para sus frutas. Aunque España no se ha

comprometido a adquirir especificamente (sic) material de aviacion (sic) sino de guerra

por veinte millones de francos me permito reiterar a V. E. carta al Sr. Subsecretario de 9

y 19 de septiembre último y señalar la importancia que supondria (sic) y agrado con que

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571

veriase (sic) en este pais (sic) su posible adquisicion (sic) material aviacion (sic) frances

(sic) parte cantidad antes mencionada, material que puede considerarse de guerra.”

Con posterioridad hay una carta de la Casa Gnome Rhône que insiste

nuevamente en sus ofertas.

Con todo ellos (sic) se demuestra deseos fervientes de Francia de que España

adquiriese material de guerra en este pais (sic) y toda esta gestión culmina en la carta

confidencial fecha 21 diciembre 1935, dirigida por el entonces Ministro de Agricultura,

actual de Hacienda, Sr. Georges Bonnet, al Ministro de Estado español. En esta carta

confidencial vemos perfectamente que se puede adquirir material de guerra por un

montante de veinte millones de francos y cuando el Gobierno español haya adquirido al

extranjero material de guerra por sumas superiores a cien millones de francos las

conversaciones serian (sic) reanudadas para abordar la adquisicion (sic) en Francia de

una cantidad suplementaria.

Asi (sic) pues, en este momento, el Gobierno de la República española tiene

libre el camino para adquirir en Francia este material de guerra incluso ampliar en la

cantidad que se convenga la de los veinte millones señalados en la carta confidencial,

pues no es necesario decir que las cantidades adquiridas hoy por España son muy

superiores a los cien millones de francos que se establecen en la segunda condicion (sic)

de la carta.

El convenio a que nos referimos y al que va unida la carta confidencial, está

vigente, pues en las gestiones para el nuevo convenio comercial, en el cual interviene el

que suscribe, no fué (sic) modificada esta parte como se puede ver en el Journal Officier

de 17 de enero de 1937, en el cual solo se establecieron las bases de un convenio de

pagos con modificaciones que no alteraban sensiblemente el convenio comercial y que

desde luego ni se refiere ni modifica la carta confidencial de referencia.

El punto que puede tener cierta importancia es lo relacionado con la eficacia de

esta clausula (sic) en relacion (sic) al acuerdo internacional firmado pro Francia de No-

intervencion (sic). No conocemos literalmente el acuerdo de la No-intervencion (sic),

pero aun cuando se refiera a determinados extremos e incluso habiendose (sic) dado a

este punto efecto retroactivo, no puede afectar a nuestro caso por las razones siguientes:

Se ha sostenido y aceptado la tesis, no habia (sic) otra posibilidad, de que el

acuerdo de No-intervención no ha afectado a aquellas Naciones que no le habian (sic) –

firmado.

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572

El Ministro de Marina y Aire, D. Indalecio Prieto, en la fecha en que fué (sic) a

ponerse en práctica el acuerdo de No-intervencion (sic), publicó una nota del máximo

interés nacional, sosteniendo la tesis de que los barcos españoles no podian (sic)

afectarles la No-intervencion (sic) y que la Escuadra española los defenderia (sic) contra

cualquier ataque a esta soberania (sic).

España, pues, no participa ni está conforme con el acuerdo de No-intervencion

(sic) y no es posible que le pueda afectar a las relaciones de orden comercial que tenia

(sic) establecidas con Francia, porque en este caso, el acuerdo de No-intervencion (sic)

hubiese tenido que romper los Convenios comerciales que Francia tenia (sic) firmados

con distintos paises (sic).

De haberse mantenido el criterio contrario, Francia, al firmar el acuerdo de No-

intervencion (sic), debia (sic) comunicar al Gobierno de España la anulacion (sic) de la

carta confidencial o la suspension (sic) mientras durase el acuerdo de No-intervencion

(sic). Nada de esto se ha hecho. Por el contrario, el Convenio comercial y el Acuerdo

complementario de Convenio de Pagos ha jugado normalmente y en la actualidad en la

Cámara de compensación, hay varios millones de francos para el pago de las deudas

pendientes y que Francia va incluyendo en la lista de los comerciantes que se

encontraban con España en posición de acreedores.

Paris (sic), 27 de septiembre de 1937

Sello. OFICINA FINANCIERA. EMBAJADA DE ESPAÑA. PARIS

EXCMO. Señor Embajador de España en Paris (sic)

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XXXVI. ANEJO ÚNICO (DECLARACIÓN FIRMADA POR MARIANO

DARANAS, CORRESPONSAL DEL DIARIO ABC EN PARÍS EN JULIO DE 1936)

DE LA DECLARACIÓN JURADA PRESENTADA POR D. CRISTOBAL DEL

CASTILLO Y CAMPOS ANTE EL TRIBUNAL SELECCIONADOR DE LA

CARRERA DIPLOMÁTICA FRANQUISTA. 27 DE FEBRERO DE 1938.

Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Archivo Renovado.

Expediente personal de Cristóbal del Castillo y Campos (461/33731). (AMAE, P-

461/33731)

ANEJO UNICO (sic)

El miercoles (sic) 22 de Julio de 1936, desde la Embajada de la República

española me llamaron por teléfono tres veces á (sic) mi domicilio en Paris (sic)

encontrandome (sic) yo ausente de él. Justamente yo habia (sic) salido desde muy

temprano para identificar la personalidad de unos aviadores militares que la vispera

(sic) habian (sic) llegado de Cuatro Vientos y la mision (sic) que traian (sic). Habia (sic)

sabido su aterrizaje en Le Bourget. Comuniqué el hecho al señor Quiñones de Leon

(sic) [antiguo embajador español en París durante la monarquía de Alfonso XIII, y

representante oficioso del Gobierno de Burgos desde el inicio del levantamiento

militar], el cual no dejó de alentarme hasta ultima (sic) hora de la madrugada á (sic) que

redoblara mis gestiones pues suponiamos (sic) que se trataba de una imporante misión

del Gobierno de Madrid, concretamente de una peticion (sic) de socorro al Gobierno

Blum. El dia (sic) siguiente, como digo, era para mi (sic) de gran preocupacion (sic),

pues no habia (sic) logrado adquirir ningún dato que confirmara nuestra sospecha y el

alcance del socorro en cuestion (sic).

Cuando se me advirtió que me llamaban de la Embajada, mi sorpresa no tuvo

limites (sic). Como (sic) era posible que siendo yo corresponsal del A.B.C. y

conociendo la Embajada (todos los funcionarios de ella) la intransigencia de mis puntos

de vista politicos (sic) se me llamara en aquellos momentos?. La sospecha se tradujo en

conviccion (sic) al recordar que hacia (sic) horas, apenas dias (sic), el Ministro

Consejero D. Cristobal del Castillo, convaleciente de una delicada operación quirurgica

(sic) en Alemania, se habia (sic) reintegrado á (sic) su puesto. El lunes 20 le pidió

permiso el Sr Castillo al cirujano y contra la opinion (sic) de aquel (sic) emprendió el

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regreso á (sic) Paris (sic) incorporándose á (sic) su puesto el martes 21; Aun (sic) con la

herida abierta.

Castillo y yo habiamos (sic) celebrado, en efecto, más de una conversacion (sic)

confidencial en el curso de los ultimos (sic) meses, y no eran un secreto para mi (sic)

sus convicciones nacionalistas, su creencia de que España debia (sic) ir á (sic) un

regimen (sic) totalitario, con supresion (sic) ó (sic) exterminio de los partidos politicos

(sic), y, por supuesto, del Parlamento. Me trasladé inmediatamente á la Embajada, en

donde el portero me dijo que jamas (sic) se habia (sic) buscado á nadie con la ansiedad

que se me habia (sic) buscado á (sic) mi (sic) aquel dia (sic).

Una vez en presencia de Castillo, que me aguardaba disimulando en un

despacho, me encontré realmente sorprendido por su aspecto. Era una angustia moral?.

Eran las huellas de su reciente desgaste fisico (sic)?. O entrambas cosas á (sic) la vez?.

En todo caso, me emocionó profundamente el tono y la expresión con que me dijo:

“Sálvenos Vd. Pongase (sic) inmediatamente en accion (sic). Avise á periodicos (sic) y

agencias de Francia y de fuera de Francia, á (sic) Londres, á (sic) Roma, á (sic) Berlin

(sic), á (sic) todo el mundo que usted pueda sin dejar tampoco á America (sic), que los

aviadores en cuestion (sic) vienen á (sic) formalizar ya la ayuda que el Gobierno Blum

va á dar inmediatamente, de un minuto á (sic) otro, al frente popular español. Se trata de

veinte aviones Potez. Al llegar a este punto el Ministro Consejero sacó una nota cuyos

datos yo tomé y que realmente sumaba una cantidad inmensa de material: bombas,

aviones, baterias (sic), ametralladoras, fusiles, etc á (sic) transportar y por ferrocarril y

con los lugares de embarque ya consignados. Comprenderá usted siguió diciendo

Castillo en el mismo tono de angustia, que yo soy u dimisionario, yo no aguanto esto, ni

tolero esto. Ya conoce ademas (sic) mi pensamiento sobre el regimen (sic) que convenia

(sic) dar á (sic) España. No me despediré, sin embargo, mientras mi presencia aqui (sic)

pueda evitar el envio (sic) de todo este material, pero ya comprenderá usted que de un

momento á (sic) otro se van a dar cuenta de los obstaculos (sic) que estoy poniendo –

cuantos puedo – y que solo (sic) mi cargo de Ministro Consejero, que me ha cogido en

momentos en que la Embajada no tiene titular, ha impedido con la eficaz colaboracion

(sic) de los tres agregados militares, Teniente Coronel Barroso, Comandante aviador

Las Morenas y Capitan (sic) de Fragata Génova, que los contratos esten (sic) ya

firmados. No hay, pues, que perder tiempo. Alerte usted á (sic) todo el mundo, movilice

á (sic) sus amistades. Recorra los periodicos (sic) de Paris (sic), vea á (sic) los

corresponsales de las Agencias Extranjeras, visite las propias agencias y forme todo el

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ambiente que pueda contra el Ministerio Blum, á (sic) fin de que la opinión (sic)

internacional se le amotine, porque yo por mi (sic) mismo no puedo indefinidamente

evitar el envio (sic) de material. Mi juego empieza á ser sospechado, y, naturalmente, en

cuanto se me plantee la disyuntiva de formalizar los contratos ó (sic) irme, me iré, y me

iré con estrepito (sic). Tal como me lo indicó Castillo hice las diligencias después de

darle cuenta al Señor Quiñones de Leon (sic), y animado y autorizado por este (sic) tuve

la fortuna de que aquellas (sic) salieran bien.

Me remito á (sic) la prensa francesa y extranjera del dia (sic) siguiente. Fué (sic)

un escandalo (sic) en toda Europa. Recuerdo que fué (sic) en el “Echo de Paris” en

donde encontré mayor resistencia. Allí tuve que dar confidencialmente el nombre de

Castillo como autor de la denuncia, pero no comprendian (sic) como informes de tal

gravedad concernientes á (sic) la intimidad de relaciones entre dos Ministerios de Frente

Popular, era el corresponsal de A.B.C. y unicamente (sic) el corresponsal de A.B.C.

quien los conocia (sic). Seguí en contacto en las horas siguientes con el Ministro

Consejero sin ir por la Embajada, naturalmente, á (sic) traves (sic) del corresponsal de

la Agencia Fabra Don José Aguirre.

Por la noche del dia (sic) siguiente Castillo me citó en su domicilio, Hotel

Majestic, y me dijo: Que tras una violente excena (sic) con el Sr de los Rios (sic),

derivada de las dificultades que el primero oponia (sic) á (sic) los planes del Gobierno

de Madrid habia (sic) decidido dimitir su cargo (sic). Quisiera ver á (sic) Quiñones,

añadió, El (sic) es un hombre de esperiencia (sic), conoce de antiguo los medios

diplomaticos (sic) y oficiales franceses y como yo estoy resuelto á (sic) tramitar mi

dimision (sic) en los terminos (sic) más perjudiciales para las compras que se quieren

llevar a efecto y para la politica (sic) de solidaridad entre ambos frentes populares, me

interesaria (sic) su consulta. Yo fuí (sic) inmediatamente á (sic) ver á (sic) Quiñones.

Este (sic) nos citó para una hora despues (sic) (nueve y media de la noche) en un

restaurante de Montmatre, “L’Ane Rouge”. Alli (sic) nos encontramos en efecto, por

una parte Quiñones y Juanito Cierva; por otra Castillo y yo. El viernes 24 por la mañana

habian (sic) de firmarse los contratos de los envios (sic) que habia (sic) negociado de los

Rios (sic). Por la noche trascendió la noticia de que Castillo que actuaba de Encargado

de Negocios -pues Cardenas (sic) habia (sic) sido reemplazado por Albornoz que aun

(sic) no habia (sic) llegado- se negó á (sic) firmar dimitiendo su cargo y encargando la

Embajada al Cónsul General en Paris (sic) [Antonio de la Cruz Marín]. La dimision

(sic) de Castillo, no haria (sic) sin embargo más que retrasar veinticuatro horas los

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envios (sic) y habia (sic) que impedir ó (sic) aplazar á (sic) fecha más lejana la salida.

Dentro de la Embajada no habia (sic) medio, porque el nuevo Encargado de Negocio

estaba dispuesto á (sic) firmar y pagar. Habia (sic), pues, que buscar otro procedimiento,

y este fué (sic) hacer publica (sic) la venta de armas, -hasta entonces oficialmente

secreta- por medio de una nota de Castillo á (sic) la prensa, iniciativa de este (sic), que

Quiñones habia (sic) apoyado tenazmente en la reunion (sic) del “Ane Rouge”. Una

denuncia de aquella magnitud, formulada por conducto tan fidedigno, impresionaria

(sic) al Gobierno Frences (sic) que, en el peor de los casos, vacilaria (sic) ante las

repercusiones que pudiera traer tal envio (sic) hecho publico (sic), y en el mejor, lo

inclinaria (sic) á (sic) suspender de momento aquel (sic) envio (sic) como medida de

prudencia. Optó el Gabinete de Paris (sic) [representantes oficiosos del Gobierno de

Burgos] por lo segundo.

La nota del Sr Castillo cuya publicación (sic) gestioné, salió el sabado (sic) 25

de Julio por la mañana en los grandes periodicos (sic) de Paris (sic) (Le Journal la

publicó completa), de Londres, de Roma, de Berlin (sic), de El (sic) Haya, de Bruselas,

de Nueva York, de La Habana y de Buenos Aires. Inmediatamente el Presidente de la

Republica (sic) M. Lebrun convocó Consejo extraordinario en El Eliseo. A la salida se

habló ya de NO INTERVENCION (sic) Y SE SUSPENDIO (sic) SINE DIAE (sic) EL

ENVIO (sic) VOLVIENDO LOS AEROPLANOS A SUS BASES, LOS CAÑONES A

SUS PARQUES Y NO EMBARCANDOSE (sic) EN MARSELLA LAS VEINTEMIL

BOMBAS DE AVIACION (sic) PREPARADAS. El efecto estaba conseguido

plenamente. Se habia (sic) ganado para Franco aquellos dias (sic) y la semana que les

siguió. La tesis de la nota del Sr Castillo, que se puede ver en Le Journal del 29 de Julio

era protestar con respetuosa energia (sic) de la intervencion (sic) extranjera en material

para matar españoles y negarse á (sic) colaborar en ella. En el Consejo de ministros es

justo consignar que el de Negocios Extranjeros, M. Delbos, sostuvo el mismo punto de

vista. Le contradijo Cot, apoyado debilmente (sic) por Daladier y Blum y más

energicamente (sic) por Salengro. Se abstuvieron los demas (sic) por no ser materia de

su competencia especifica (sic). El Presidente Lebrun cerró los debates defendiendo con

verdadero calor y convencimiento la NO INTERVENCION (sic) PURA Y SIN

RESERVA. Este fué (sic) el acuerdo que se tomo (sic) teoricamente (sic). Despues (sic)

ya sabemos como se ha falseado.

Firmado: Mariano Daranas. Rubricado