Las Penitencias de Don Quijote y Sancho Panza · 2007-05-29 · Las Penitencias de Don Quijote y...

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Las Penitencias de Don Quijote y Sancho Panza Steven Hutchinson, Universidad de Wisconsin, Madison -Sin duda este tu amo, Sancho amigo, debe de ser un loco. -¿Cómo debe? -respondió Sancho-. No debe nada a nadie: que todo lo paga, y más, cuando la moneda es locura. {Don Quijote II, 66 (p.546)) 1 Exageráronle [a Auristela] la fuerza y eficacia de los sacramentos, y señalaron con el dedo la segunda tabla de nuestro naufragio, que es la penitencia, sin la cual no hay abrir la senda del cielo, que suele cerrar el pecado. (Los trabajos de Persiles y Sigismunda IV, 5) 2 Resulta más que curioso que la penitencia ocupe un lugar central en ambas partes del Quijote. Me refiero a la penitencia que hace don Quijote en imitación de Amadís y de Roldan y al propuesto desencanto de Dulcinea mediante los azotes de Sancho. En el caso de Sancho, las muchas referencias a la 'penitencia' y a la 'disciplina' nos obligan a entender los azotes del desencanto principalmente en estos términos. Así, en las dos partes de la novela tendremos dos extrañas y muy relevantes 'penitencias' cuyos protagonistas no serán de ninguna manera penitentes en el sentido convencional. De hecho, a pesar de la ruptura entre las dos partes de la obra, las penitencias de don Quijote y Sancho formarán parte de una misma secuencia que podría reducirse al siguiente esquema: don Quijote envía a Sancho para que le cuente su penitencia a Dulcinea; como Sancho no cumple su embajada al Toboso, tiene que mentir; Sancho 'encanta' a Dulcinea para encubrir su mentira y más tarde se ve obligado a desencantarla mediante los azotes. Por consiguiente, la primera penitencia 3 conduce a la segunda, que a su vez se desarrollará hasta el último capítulo de la novela. Al igual que muchos críticos han advertido la trascendencia de la penitencia de don Quijote con respecto a la I a parte, no sería difícil demostrar que la penitencia de Sancho funciona sobre el mismo eje ideológico en la II a parte. En cuanto a la penitencia en Sierra Morena, es importante recordar que don Quijote vacila entre dos modelos radicalmente opuestos, el de Amadís y el de Roldan (este último contagiado por las locuras de Cardenio). 4 Aunque al final se decantará hacia el de Amadís 3 , la imposibilidad de imitar los dos simultáneamente transfiere el énfasis al acto de imitación. Es decir, la penitencia de don Quijote tiene mucho

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Las Penitencias de Don Quijotey Sancho Panza

Steven Hutchinson, Universidad de Wisconsin, Madison

-Sin duda este tu amo, Sancho amigo, debe de ser un loco.-¿Cómo debe? -respondió Sancho-. No debe nada a nadie: quetodo lo paga, y más, cuando la moneda es locura.

{Don Quijote II, 66 (p.546))1

Exageráronle [a Auristela] la fuerza y eficacia de los sacramentos,y señalaron con el dedo la segunda tabla de nuestro naufragio, quees la penitencia, sin la cual no hay abrir la senda del cielo, quesuele cerrar el pecado.

(Los trabajos de Persiles y Sigismunda IV, 5)2

Resulta más que curioso que la penitencia ocupe un lugar central en ambaspartes del Quijote. Me refiero a la penitencia que hace don Quijote enimitación de Amadís y de Roldan y al propuesto desencanto de Dulcineamediante los azotes de Sancho. En el caso de Sancho, las muchas referenciasa la 'penitencia' y a la 'disciplina' nos obligan a entender los azotes deldesencanto principalmente en estos términos. Así, en las dos partes de lanovela tendremos dos extrañas y muy relevantes 'penitencias' cuyosprotagonistas no serán de ninguna manera penitentes en el sentidoconvencional. De hecho, a pesar de la ruptura entre las dos partes de laobra, las penitencias de don Quijote y Sancho formarán parte de una mismasecuencia que podría reducirse al siguiente esquema: don Quijote envía aSancho para que le cuente su penitencia a Dulcinea; como Sancho no cumplesu embajada al Toboso, tiene que mentir; Sancho 'encanta' a Dulcinea paraencubrir su mentira y más tarde se ve obligado a desencantarla mediantelos azotes. Por consiguiente, la primera penitencia3 conduce a la segunda,que a su vez se desarrollará hasta el último capítulo de la novela. Al igualque muchos críticos han advertido la trascendencia de la penitencia de donQuijote con respecto a la Ia parte, no sería difícil demostrar que la penitenciade Sancho funciona sobre el mismo eje ideológico en la IIa parte.

En cuanto a la penitencia en Sierra Morena, es importante recordarque don Quijote vacila entre dos modelos radicalmente opuestos, el deAmadís y el de Roldan (este último contagiado por las locuras deCardenio).4 Aunque al final se decantará hacia el de Amadís3, laimposibilidad de imitar los dos simultáneamente transfiere el énfasis alacto de imitación. Es decir, la penitencia de don Quijote tiene mucho

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más de imitación que de penitencia, y sin embargo, como se trata de unaimitación de algo concreto, se produce un simulacro de la penitencia.

Juan Bautista Avalle-Arce analiza cómo la 'penitencia de amor'medieval, que supone tanto una secularización de la penitencia religiosacomo una divinización del amor humano, se cristianiza de nuevo en elAmadís de Montalvo, porque pese a que el héroe inicia y concluye suretirada por razones de amor, su penitencia misma parece conformarse aprácticas religiosas.4 En efecto, Amadís -rebautizado Beltenebrós- seconfiesa con el ermitaño, quien le dice que abandone 'aquellos falsosamores que contra el seruicio del alto Señor se toman' (II, 48), y elcaballero se propone pasar lo poco que le queda de vida en la Peña Pobre.Sin embargo, como demuestra Francisco Márquez Villanueva de maneramuy convincente, las semejanzas con la 'penitencia de amor' de Tristán,entre otros, ponen de manifiesto 'el carácter puramente erótico de esapenitencia que el Amadís de nuestro Montalvo en vano procura ofuscarcon su acostumbrado barniz piadoso' (p.42). Cervantes, desde luego, nose dejó engañar, e incluso don Quijote, a pesar de su 'millón de avemarias'y su deseo de encontrarse con un ermitaño que le confiese, entiende suimitación principalmente en términos de la 'penitencia de amor', y puedeentretenerse escribiendo poemas de amor e invocando a ninfas y sátirosen un espacio que él mismo paganiza. Así, el modelo primario apenaspodría ser más tenue: la penitencia cuasi-religiosa de Amadís enmascaraotro modelo, la 'penitencia de amor', que es resultado de unadesvirtuación y erotización de la penitencia cristiana. Queda muy pocode penitencia en esta 'penitencia'.

Como han observado varios críticos, don Quijote desplaza por completoa sus modelos. Si se tiene en cuenta tanto el carácter intrínsecamenteimitativo y contrito de la penitencia religiosa como la reverencia que donQuijote le tiene a su modelo más inmediato, no deja de extrañar que unacto de penitencia desplace a su modelo: nada más lógico que suponer quela penitencia de un tipo u otro lo reafirmara implícitamente. La clave deeste desplazamiento está en que la parodia del autor se efectúa por mediode un golpe maestro de don Quijote mismo, quien otorga el valor de finuraprecisamente a un acto que carece de motivación: su 'penitencia' no essino imitación de penitencia, o más precisamente, es una muestra de cómopodría ser su penitencia si tuviera que hacerla de veras. En sus palabras, 'eltoque está desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama que, si en secohago esto, ¿qué hiciera en mojado?' (I, 25 (p.305)).5 En contra de laafirmación de Sancho de que lo que va a hacer el caballero 'es fingido ycosa contrahecha y de burla', don Quijote insiste en que sus calabazadas'han de ser verdaderas, firmes y valederas' (I, 25 (p.309)). Así vemos que supenitencia no es del todo gratuita ya que posee además el valor de muestrae incluso de autenticidad -por lo menos para don Quijote.

La teología escolástica, basándose en buena parte en San Agustín, hablade la necesidad, la validez y la eficacia de los sacramentos, entre ellos la

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penitencia. Con menos precisión técnica, don Quijote también se preocupade la necesidad, la validez y la eficacia de su idiosincrática penitencia.Quizás el punto más flaco esté en el por qué, en la necesidad, ya que enrealidad no hay causa ninguna. Aunque al principio don Quijote construyesu penitencia precisamente sobre un vacío de motivos,6 se pregunta en elcapítulo siguiente, refiriéndose a Roldan, '¿cómo puedo imitalle en laslocuras, si no le imito en la ocasión dellas?' (I, 26 (p.319)). Su problema esque Dulcinea, a diferencia de Angélica, no ha cometido vilezas con ningúnmoro, y a diferencia de Oriana, no ha desterrado de su presencia a sucaballero. Don Quijote resuelve el problema optando por el modelo deAmadís y sustituyendo la ausencia de Dulcinea por el desdén de Oriana.7

Pero la ausencia no deja de ser una justificación insuficiente, aplicada aposteriori: su penitencia carece de necesidad, lo cual parece ser una ventajaal principio pero luego se revela como deficiencia que tiene que suplirse.

Para asegurar la validez de su penitencia, don Quijote tiene que inventarciertos procedimientos casi rituales de acuerdo con sus muy diversos yvariopintos modelos. Así ejecuta una o dos docenas de locuras que atestiguaSancho, reza avemarias, graba poemas en los árboles, lamenta su desdichaamorosa en fingida presencia de los 'rústicos dioses', y lleva a cabo 'asperezas'como no comer. Cada semi-rito puede tener su lógica, pero todos juntosconstituyen una penitencia estrafalaria e incoherente. Y sin embargo, donQuijote parece estar más que satisfecho de estos procedimientosimprovisados, como si tuviesen validez per se. Como se trata de unaautopenitencia, sin la intervención o vigilancia de ninguna autoridad, donQuijote puede conferirle su sentido y validez. Observemos también que, aligual que Amadís y otros caballeros que hacen penitencia de amor, donQuijote no tiene culpa, y su penitencia por lo tanto no se dirige a exoneraro purificar su alma ni a enmendar su conducta ni a recobrar la graciainterior: tiene otras finalidades.

La supuesta eficacia de la penitencia consiste en obligar a Dulcinea acompadecerse de su caballero, y es Sancho quien tiene que contarle a ladama los sufrimientos que padece don Quijote por su causa; como lo expresaSancho:

yo le diré tales cosas de las necedades y locuras, que todo es uno, quevuestra merced ha hecho y queda haciendo, que la venga a poner másblanda que un guante, aunque la halle más dura que un alcornoque; concuya respuesta dulce y melificada volveré por los aires, como brujo, ysacaré a vuestra merced deste purgatorio, que parece infierno y no lo es[...] (1,25 (p.310))

Por consiguiente, la penitencia sería un acto restaurativo, un intento deextorsionar el favor de la dama para reparar una brecha imaginada. Comotoda penitencia, la de don Quijote es una especie de contrato impuestounilateralmente, un contrato formulado más o menos de la forma siguiente:

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si yo hago estas sandeces, si yo sufro a propósito o por lo menos sisimulo sufrimiento, y lo hago 'por ella', está ella obligada a favorecermecuando se entere. Ahí está el pago y la exigida recompensa.

El único problema es que, sea la dama Aldonza Lorenzo o una formasublimada de la aldeana, las posibilidades de que ella se compadezca de donQuijote son nulas. Y don Quijote en el fondo sabe esto, igual que sabe quetodo personaje histórico/literario (como Ulises, Eneas y Amadís) es productode una idealización artística: el autor lo 'pinta' no como es sino como ha deser (I, 25 (p.303)). En estos capítulos sobre la penitencia se percibe muyclaramente un doble sujeto en don Quijote: el don Quijote artista, autor desí mismo, creador de Dulcinea, por un lado, y por otro el don Quijotecaballero andante. Como explica don Quijote en este mismo capítulo, elpintor 'que quiere salir famoso en su arte' imita a los pintores maestros através de las obras de éstos, y el caballero andante imita al caballero ejemplar.Así, en cuanto caballero, don Quijote imita a un caballero ya mediatizadopor el arte (a Amadís, y a Roldan); y en cuanto artista, imita no a Amadíssino a un artista (a uno como el autor del Amadís, se supone). Don Quijotese enorgullece más del arte de su penitencia que de su carácter penitencial,y es sobre todo en el arte donde se ha de buscar el porqué, el cómo y elpara qué de la penitencia de don Quijote.8

La penitencia de Sancho, en cambio, tiene su marco de referencia en laautoflagelación de los disciplinantes. El carro de Merlín y Dulcinea llegaacompañado de seis discliplinantes de luz montados en muías, y otros doceen el carro mismo. Si tomamos como referencia el testimonio de LeónPinelo de que en la procesión madrileña de Viernes Santo en 1568 hubo400 penitentes de luz y más de 2.000 de sangre,9 la mucha luz en el bosquede los duques requiere disciplina de sangre, y Sancho es el penitentedesignado.

Veamos algunos pasajes:• Sancho dice que Dulcinea 'viene a pedirme que me abra las carnes a

azotes' (II, 35 (p.317)).• Merlín le dice a Sancho: 'Y por agora acabad de dar el sí desta diciplina,

y creedme que os será de mucho provecho, así para el alma como para elcuerpo: para el alma, por la caridad con que la haréis; para el cuerpo,porque yo sé que sois de complexión sanguínea, y no os podrá hacerdaño sacaros un poco de sangre' (II, 35 (p.318)).

• Sancho responde: 'yo procuraré salir de la deuda lo más presto quesea posible, porque goce el mundo de la hermosura de la señora doñaDulcinea del Toboso [...] Ha de ser también condición que no he deestar obligado a sacarme sangre con la diciplina' (II, 35 (p.319)).

• Sancho dice: 'digo que yo acepto la penitencia, con las condicionesapuntadas'(II, 35 (p.319)).

• Dice la duquesa: 'Yo tengo para mí que el sabio Merlín no estarácontento con tanta blandura; menester será que el buen Sancho haga

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alguna disciplina de abrojos o de las de canelones que se dejen sentir'(II, 36 (p.320)).

• Don Quijote dice: 'Y mira, Sancho, cuándo quieres comenzar ladiciplina: que porque la abrevies te añado cien reales.' (II, 71 (p.571)).

• Dice Sancho a don Quijote: 'écheme su ferreruelo sobre estas espaldas,que estoy sudando y no querría resfriarme; que los nuevosdiciplinantes corren este peligro' (II, 71 (p.573)).

Por supuesto, esta disciplina de Sancho es una burla por parte de losduques y los de su casa, y una parodia por parte de Cervantes, pero no se hade imaginar que sea burla o parodia de un tema del todo sacrosanto. Abundantestimonios de cómo las prácticas monásticas de disciplinarse habíandegenerado en las procesiones públicas, lo cual ya era objeto de sátiraliteraria.10 El mismo Covarrubias define así la palabra 'diciplinarse':

Particularmente se usa entre los religiosos y personas que mortificanla carne, en remembranza de los agotes que Christo Nuestro Señorpadeció por nosotros; y si esto se haze con las devidas circunstanciasjunta Dios la sangre del tal penitente con la suya y dale valor y mérito.Pero los que se agotan por vanidad, son necios abominables sacerdotes deBaal. Y devrían los prelados, como los gobernadores seculares, echar delas processiones de los diciplinantes aquellos que van con profanidad ycastigarlos severamente, que por ser tan notorios los excessos que se bazenno los declaro aquí, y porque se me hace vergüenca referirlos. En Alemaniahuvo una secta de hereges, que llamaron los flagelantes; eran grandesvellacos y borrachos, y assí los condenaron por tales.

Ya en tiempos de Cervantes se hablaba de disciplinantes insinceros que conun arte nada despreciable fingían el autocastigo en público, y se daba elcaso muy generalizado de una nueva 'penitencia de amor' donde losdisciplinantes se flagelaban delante de sus amadas, esperando favores opremios de ellas. También es de interés aquí que a menudo se contrataba adisciplinantes, sobre todo a los de luz. Todo esto nos da alguna idea delcontexto socio-histórico de la autoflagelación de Sancho. Ahora debemosentrar brevemente en su lógica interna.

Impuesta con tantos ruegos y argumentos coercitivos por parte de Merlín,Dulcinea, don Quijote y los duques, la penitencia de Sancho no esexactamente un acto voluntario; pero Sancho sí negocia los términos deella, y de ese modo puede decir que '[l]os azotes a que yo me obligué hande ser voluntarios, y no por fuerza' (II, 60 (p.492)). Se trata de una obligaciónque Sancho acepta, a pesar suyo: el escudero se encuentra comprometidoentre penitente y penitenciado.11 A diferencia de don Quijote, entonces,Sancho no se ve libre para inventar su propia penitencia, ya que su porqué,su cómo y su para qué ya están definidos de antemano, y se imponen enpresencia de autoridades y testigos.

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Detrás de la burla se encuentran unos motivos verdaderamentesiniestros. Lo que quieren hacer los duques, en efecto, no es resucitar aDulcinea sino destruir a don Quijote, poniendo al manifiesto la fealdadde Dulcinea y el absurdo de resucitarla, por un lado, y, por otro, creandouna brecha entre don Quijote y Sancho precisamente por la imposibilidadde que éste cumpla su 'deber' con respecto a Dulcinea. Desde ahora lasalud de don Quijote depende más que nunca de las acciones de suescudero poco cumplidor. Los duques y su gente han sabido adaptargenialmente la relación triangular de don Quijote, Sancho y Dulcinea auna lógica de penitencia. El pésimo estado de Dulcinea, el cual ha sidoinvento de Sancho, plantea la necesidad de restauración, y sólo hacefalta idear un procedimiento burlesco para conseguirlo. Curiosamente,Sancho ya no parecerá cuestionar la causa, la necesidad, el por qué; sinembargo, sí cuestionará con insistencia la propiedad del medio y sueficacia. El medio, dictado por unas autoridades altamente sospechosas,es el dolor corporal producido en cada uno de los 3.300 azotes, y seráprecisamente este procedimiento lo que Sancho puede negociar: los azotesse darán por mano propia y no ajena, se darán cuando Sancho quiera,habrá que contar también los que no duelen, etc. La estipulación de queSancho se azote en las posaderas no es un mero tecnicismo; no obstante,debe notarse que cuando Sancho por fin comienza su disciplina, se desnuda'de medio cuerpo arriba' y se azota en la espalda como hacían losdisciplinantes, y no en las posaderas, lo cual no parece poner en peligro laeficacia de su penitencia; tal y como lo expresa Sancho, 'yo pienso darmede manera, que sin matarme, me duela; que en esto debe de consistir lasustancia deste milagro' (II, 71 (p.572)).

Pero lo que salta a la vista desde el primer momento, y que no se leescapa a Sancho, es la falta de relación entre el acto y el resultado previsto.

¿Parí yo, por ventura, a la señora Dulcinea del Toboso, para que paguenmis posas lo que pecaron sus ojos? El señor mi amo sí que es parte suya;pues la llama a cada paso mi vida, mi alma, sustento y arrimo suyo, sepuede y debe azotar por ella y hacer todas las diligencias necesariaspara su desencanto (II, 35 (p.315)).12

Estas palabras nos introducen brillantemente en la problemática de lopropio y lo ajeno muy desarrollada en la segunda parte del Quijote y enla segunda mitad del Persiles. Si tenemos en cuenta que la penitencia (seadel tipo que sea) suele practicarse de acuerdo con el orden de 'personas'gramaticales (de modo que 'yo' hago penitencia para mí o nosotros,alguna vez para ti o vosotros, y sólo en circunstancias muy excepcionalespara él o ella o ellos), el penitente Sancho se encuentra doblementedesplazado de la que ha de recibir los beneficios de su flagelación. Cuantomás se aleja el acto del resultado deseado, más se puede poner en tela de

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juicio la validez del procedimiento, y más dudosa se vuelve la eficacia delacto simbólico. En vano intenta don Quijote más adelante minimizar ladistancia cuando alaba las intenciones de Sancho de 'ayudar a mi señora,que lo es tuya, pues tú eres mío' (II, 67 (p.548)).

Dado el modo indirecto del desencanto de Dulcinea, la penitencia deSancho debe caracterizarse como un acto de caridad, una buena obra enbeneficio de otra persona que vendría a agradecerle, una obra que sóloSancho puede hacer debido a cierta 'virtud' que tiene en su persona y de laque carecen los demás personajes. Como la penitencia de don Quijote, lade Sancho no conlleva ninguna culpa, ningún arrepentimiento. Correspondemás bien a lo que se denomina 'promesa', donde una persona puede prometerhacer algo para que un ser espiritual a cambio de esto efectúe algo deseable.Una 'promesa' incluso puede obligar a otra persona sin su consentimientoprevio, v.g. de la siguiente forma: 'para conseguir tal fin he prometido quetú vas a hacer esto, y estás obligado a hacerlo, te guste o no'.11 Así seimpone a Sancho una obligación que realmente no tiene nada que ver conél, y que se entiende en términos de buenas obras, de mérito. Y comoindica la duquesa en una frase suprimida ya desde la edición de Valencia de1616, los azotes deben doler: 'no se ha de dar tan barata la libertad de unatan gran señora como lo es Dulcinea por tan poco precio; y advierta Sanchoque las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito nivalen nada' (II, 36 (p.320)).

Ahora bien, este desplazamiento se intensifica por medio de la añadidatensión vertical entre la hermosura de Dulcinea y las posaderas de Sancho:la relación pseudo-causal entre el dolor del culo del escudero y la resucitaciónfísica y espiritual de la dama está montada para evocar profundas carcajadas.Y para colmo, cuando Sancho, gimiendo de dolor simulado, va librándosede su deuda al azotar los árboles, se desplaza aun más esta tenue relacióncausal entre azotes y restauración. Desde el principio el lenguaje económicose filtra en la penitencia de Sancho: Merlín le dice que si quiere 'redemirsu vejación por la mitad de este vapulamiento, puede dejar que se los déajena mano' (II, 35 (p.315)); a Sancho le parece absurdo que 'paguen misposas lo que pecaron sus ojos' (II, 35 (p.316)), pero dice que procurará'salir de la deuda' (II, 35 (p.319)); la duquesa insiste en que los azotesduelan para que la libertad de Dulcinea no se dé por 'tan poco precio' (II,36 (p.320)); don Quijote quiere azotar a Sancho para descargar 'la deuda aque te obligaste' (II, 60 (p.492)); etc. El mensaje en todo esto es que Sancho,al aceptar la disciplina, debe librarse de una obligación, pagar una deuda.Su manera de pagar recuerda una anécdota rabelaisiana en la cual un mozopretende dar sabor a su pan acercándolo al humo de un ganso a la brasa;cuando se le demanda pago del humo, surge una discusión, pero el bufón dela corte, que se encuentra presente, resuelve el problema al hacer sonar eldinero del hombre en el mostrador, declarando: 'el mozo, que ha comidosu pan al humo del asado, civilmente ha pagado al tendero con el sonido de

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su dinero'.14 De igual modo, Sancho va pagando una deuda que no essuya con el sonido de su dolor, pero no con su dolor.

Dicho sea de pasada, el episodio de la resucitación de Altisidora reúnebuen número de los elementos de penitencia ya presentes en el desencantode Dulcinea: ahí también se encuentran disciplinantes de luz, unaceremonia con aura de luto y de ultratumba donde se prescribirá queSancho pague con dolor la salud ajena (en este caso la resucitación de ladama), y hasta se especifican números de inflicciones dolorosas endeterminadas partes del cuerpo. Tal vez la diferencia principal sea que ladama de hecho se resucita, cosa que parece imposible en el caso deldesencanto de Dulcinea tanto por las dilaciones de Sancho como por lairrealidad de Dulcinea.

Donde más se destaca la degradación de la penitencia de Sancho, a mijuicio, es en su reducción a trabajo pagado. Por supuesto, muchos de losdisciplinantes de la época eran de alquiler.15 ¿Cómo se ha de pagar eltrabajo? No por el resultado, ni tampoco por unidades de tiempo, sino porsu unidad básica: cada azote tiene su precio que luego se dobla. El dolor seha de pagar al contado, y así el acto simbólico de penitencia se reducealegremente a dinero, que le confiere su único sentido para Sancho. Elaspecto de deuda y regateo se ve desde la escena en que aparece Merlín, yhay que insistir en que tal regateo forma parte íntegra del 'toma y daca' detoda penitencia, incluso la más sublimada y sincera (en su ecuación desufrimiento y gracia, por ejemplo), pero es Sancho quien más adelanteconvierte esa lógica de deudas y pagos en términos materiales, con elconsentimiento de su amo, para quien el elevado fin no se deja contaminarpor medios materiales. Así, el lenguaje de pagos y deudas referente a laflagelación, que está presente desde el comienzo y no supone necesariamenteuna degradación de la penitencia, dado que de alguna manera toda penitenciaasume deudas y pagos, se adaptará al tema de la penitenciarecontextualizándose en el ámbito del trabajo pagado. En otras palabras,en vez de pagar su deuda con dolor, Sancho quiere ser pagado por su dolor,que resulta ser dolor simulado. El dolor sigue siendo 'moneda' según elesquema original, pero al mismo tiempo se convierte mediante un nuevocontrato en trabajo pagado por dinero, trabajo con producto fingido. ParaSancho, la deuda se convierte en pago.

Para terminar, quiero destacar que las dos penitencias ponen en marchadiferentes tráficos de interés que alteran las relaciones entre lo propio y loajeno. La penitencia de don Quijote no parece ser tan gratuita como se hasupuesto, ya que a través del negocio de sus actos 'penitentes', incluyendosu dolor o más probablemente su fingido dolor, don Quijote intenta afirmar,materializar, hasta podríamos decir 'comprar' la existencia de su relacióncaballeresca con Dulcinea. En el caso de Sancho, en cambio, el don deldolor se convierte en objeto de pago, y tal pago libra a Sancho de suobligación, neutralizando su relación endeudada con Dulcinea; para Sancho,el beneficio vendrá no del mérito de la obra, ni del agradecimiento de la

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dama, sino del sueldo pagado por un trabajo incruento. Mientras quedon Quijote quiere endeudar a Dulcinea y así aseverar una relación ficticia,Sancho quiere librarse de toda obligación ajena y así desentenderse delfantasma de Dulcinea.

NOTAS

1 Las citas del Quijote que aparecen en este ensayo son de la edición de LuisAndrés Murillo, 5a edn., 3 vols (Madrid: Castalia, 1987).

2 Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigistnunda, editado por Juan BautistaAvalle-Arce (Madrid: Castalia, 1970), p.436.

3 Incluso se puede conjeturar que esta penitencia ya está prevista desde elcapítulo 15 de la Ia parte, cuando don Quijote se refiere a la penitencia deAmadís en la Peña Pobre.

4 Sobre la relación entre la locura de Cardenio y la 'penitencia' de don Quitjote,véase Francisco Márquez Villanueva, Personajes y temas del 'Quijote'(Madrid: Taurus, 1975), pp.46-51; y Cesáreo Bandera, Mimesis conflictiva:ficción literaria y violencia en Cervantes y Calderón (Madrid: Credos,1975), pp.83-92. Cito a continuación algunos estudios valiosos para esteensayo a los que no se alude explícitamente en el texto: Edward C. Riley,'Don Quixote' (Londres: Alien & Unwin, 1986); Julio Caro Baroja, Lasformas complejas de la vida religiosa: religión, sociedad y carácter en laEspaña de los siglos XVI y XVII (Madrid: Akal, 1978); Eduardo Urbina, Elsin par Sancho Panza: parodia y creación (Barcelona: Anthropos, 1991); yBernardino Llorca, 'Participación de España en el Concilio de Trento', enHistoria de la Iglesia en España, III: 1, La Iglesia en la España de los siglosXV y XVI, editado por Ricardo García-Villoslada (Madrid: La EditorialCatólica, 1980), pp.385-503.

3 En realidad, éste es el único de los dos que se califica de 'penitencia'.4 Juan Bautista Avalle-Arce, 'La penitencia de Amadís en la Peña Pobre', en

Josep María Solá-Solé: Homage, homenaje, homenatge, editado por AntonioTorres-Alcalá, 2 vols (Barcelona: Puvill, 1984), II, 159-70.

5 Nótese también cómo don Quijote explica el motivo de su penitencia: 'nosólo me trae por estas partes el deseo de hallar al loco, cuanto el que tengo dehacer en ellas una hazaña, con que he de ganar perpetuo nombre y fama entodo lo descubierto de la tierra; y será tal, que he de echar con ella el sello atodo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero'' (I,25 (p 303)).

6 '-Ahí está el punto - respondió don Quijote -, y ésa es la fineza de mi negocio;que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias' (I, 25(p.305)).

7 En efecto, las tres estrofas de su poema acaban con los versos: 'aquí lloródon Quijote/ ausencias de Dulcinea/ del Toboso' (I, 26 (pp.320-21)). Sinembargo, hay que reconocer que la idea de desdén o exilio al modo de Amadísestá presente ya desde el primer apostrofe que don Quijote le dirige aDulcinea en la novela:

Page 10: Las Penitencias de Don Quijote y Sancho Panza · 2007-05-29 · Las Penitencias de Don Quijote y Sancho Panza 295 si yo hago estas sandeces, si yo sufro a propósito o por lo menos

Las Penitencias de Don Quijote y Sancho Panza 301

—¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón! Mucho agravio mehabedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento demandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plegaos, señora, demembraros deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amorpadece.

Con éstos iba ensartando otros disparates, todos al modo de los quesus libros le habían enseñado, imitando en cuanto podía su lenguaje. (I, 2(p.81))

Esta retórica también se encuentra nada menos que en la carta de don Quijotea Dulcinea (I, 25 (p.315)).Así, por ejemplo, se refiere dos veces a 'la fineza de mi negocio' (1,25 (pp.305y 317)).José Deleito y Piñuela, La vida religiosa española bajo el cuarto Felipe:santos y pecadores (Madrid: Espasa-Calpe, 1952), p.163.E.g., La picara Justina (IV.2, capítulo titulado 'Del pretendiente disciplinante');Lope de Vega, La boba para los otros y discreta para sí (acto I, escena xiv);El donado hablador (cap.l); y varios poemas satíricos de Quevedo.Obsérvese cómo Covarrubias define las palabras penitente, penitenciar ypenitenciado: 'Penitente, el que haze penitencia, o por su voluntad o porpena impuesta. Penitenciar y penitenciado, ordinariamente se entiende delque ha sido condenado por el Santo Ofició' (Sebastián de CovarrubiasOrozco, Tesoro de la lengua castellana (Madrid: Luis Sánchez, 1611; repr.Barcelona: Horta, 1943), p.861b, 11.31-35.Cf. las palabras de Sancho un momento antes: '¡Válate el diablo por modo dedesencantar! ¡Par Dios que si el señor Merlín no ha hallado otra maneracomo desencantar a la señora Dulcinea del Toboso, encantada se podrá ir a lasepultura!'(II, 35 (p.314)).Este tipo de penitencia basada en la 'promesa' todavía se practica con asiduidaden muchas zonas rurales de España. Por mi parte, en el caso de Andalucíapuedo hablar de primera mano: interesado por este tema, he obtenido eltestimonio de diversas personas que corroboran la actualidad de esta prácticareligiosa -ciertamente plagada de reminiscencias arcaicas pero al fin y al caboplena en su vitalidad.Frangois Rabelais, Oeuvres completes, editado por Pierre Jourda, 2 vols (Paris:Garnier, 1962), III, 37 (1:559-60); la traducción es mía.Véase José Deleito y Piñuela, La vida religiosa española, pp.157-58.