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75 LAS NUEVASPROVINCIAS COMO PROBLEMA HISTORIOGRÁFICO. UNA APROXIMACIÓN A LOS CASOS PATAGÓNICOS (1958-1991) POR JOAQUÍN PERREN * Y GONZALO PÉREZ ÁLVAREZ ** RESUMEN El presente trabajo nace de la voluntad de señalar una serie de singularidades que hacen a la estructuración de la economía de las nuevas provincias patagónicas para el periodo comprendido entre 1958 y 1991. Un análisis en profundidad de las mismas facilitaría el tránsito hacia una historia argentina más compleja. Animados por este ultimo objetivo, nos proponemos estudiar la incorporación definitiva de estas nuevas provincias a la economía nacional, las coordenadas ideológicas que orientaron este proceso, las relaciones que los jóvenes estados provinciales mantuvieron con la instancia federal y los resultados de esta configuración económica hacia comienzos de la década de los noventa. INTRODUCCIÓN En los últimos años, el estudio de los territorios nacionales ha logrado consolidarse como una línea de investigación con peso propio dentro de la historiografía nacional. Gracias a un buen número de trabajos fue posible profundizar nuestro conocimiento sobre aspectos tan variados como la inserción económica de aquellas comarcas, los entramados de poder que se fueron construyendo y los conflictos sociales que se generaron. Esta voluntad problematizadora, sin embargo, pareciera encontrar un límite temporal en el proceso que terminó convirtiendo a esos antiguos territorios en provincias. A partir de allí, su historia pareciera pasar a ser parte “normal” de ese país que durante años los * CEHIR-ISHIR-CONICET/UNCo. Contacto: [email protected] ** UNPSJB/CONICET. Contacto: [email protected]

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LAS “NUEVAS” PROVINCIAS COMO PROBLEMA

HISTORIOGRÁFICO. UNA APROXIMACIÓN A LOS

CASOS PATAGÓNICOS (1958-1991)

POR JOAQUÍN PERREN* Y GONZALO PÉREZ ÁLVAREZ**

RESUMEN

El presente trabajo nace de la voluntad de señalar una serie de singularidadesque hacen a la estructuración de la economía de las nuevas provincias patagónicaspara el periodo comprendido entre 1958 y 1991. Un análisis en profundidad de lasmismas facilitaría el tránsito hacia una historia argentina más compleja. Animadospor este ultimo objetivo, nos proponemos estudiar la incorporación definitiva deestas nuevas provincias a la economía nacional, las coordenadas ideológicas queorientaron este proceso, las relaciones que los jóvenes estados provincialesmantuvieron con la instancia federal y los resultados de esta configuracióneconómica hacia comienzos de la década de los noventa.

INTRODUCCIÓN

En los últimos años, el estudio de los territorios nacionales ha logradoconsolidarse como una línea de investigación con peso propio dentro de lahistoriografía nacional. Gracias a un buen número de trabajos fue posibleprofundizar nuestro conocimiento sobre aspectos tan variados como la insercióneconómica de aquellas comarcas, los entramados de poder que se fueronconstruyendo y los conflictos sociales que se generaron. Esta voluntadproblematizadora, sin embargo, pareciera encontrar un límite temporal en el procesoque terminó convirtiendo a esos antiguos territorios en provincias. A partir de allí,su historia pareciera pasar a ser parte “normal” de ese país que durante años los

* CEHIR-ISHIR-CONICET/UNCo. Contacto: [email protected]** UNPSJB/CONICET. Contacto: [email protected]

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había mantenido como espacios subordinados. El presente trabajo nace de lavoluntad de poner en cuestión esta caracterización. Partimos de la idea de que las“nuevas provincias” patagónicas, aquellas nacidas hacia mediados del siglo XX,presentaron una serie de singularidades, cuyo análisis en profundidad facilitaríael tránsito hacia una historia argentina más compleja, que rompa con la visión“pampeano céntrica” que aún atraviesa a muchas de sus producciones. Animadospor este objetivo, nos proponemos estudiar en clave comparativa la estructuracióneconómica de los noveles distritos patagónicos durante el periodo comprendidoentre 1958 y 1991.

Algunas coordenadas iniciales: desarrollismo, industria y planificación.Un primer elemento a tener en cuenta, que podríamos pensar como una

coordenada económica que luego irradió su influencia sobre el proceso deprovincialización, se relaciona con el derrumbe del consenso liberal tras 1930. Lacrisis de la economía mundial puso en evidencia la inconsistencia de los principiosneoclásicos. El mercado había mostrado su incapacidad para generar situacionesde pleno empleo y, sobre todo, para lograr tasas de ganancias razonables por largoperíodo de tiempo1. A partir de esto, el pensamiento económico transitó una pro-funda resignificación. Muchos contenidos, hasta entonces considerados tabúes,comenzaron a exhibir vitalidad. Entre ellos se destacaba la necesidad de contarcon un Estado activo que tuviera injerencia en políticas fiscales, monetarias ysociales. Se establecieron controles y se incentivó el rol empresario del estado enáreas estratégicas de la economía.

Los años “dorados” del capitalismo occidental, usando la metáfora deHobsbawm2, reforzaron un paisaje que tenía un puñado de economías industrialesy una constelación de países periféricos. Aún cuando esa imagen nos brinde ciertaidea de polarización naturalizada, el uso de la etiqueta “países subdesarrollados”parecía discutir esa presunción. Esto suponía una situación superable, siempre ycuando se aplicaran determinadas políticas. El subdesarrollo aparecía comoresultado de estructuras atrasadas que, ligadas al modelo primario-exportador,constituían un obstáculo en la edificación de modernas sociedades industriales.La posibilidad de modificar esto obligaba a revisar el papel del estado en materia

1 ZAMBÓN, Humberto: Introducción al pensamiento económico. Buenos Aires, Macchi, 2001; pp.169-171.2 HOBSBAWM, Eric: Historia del Siglo XX. Buenos Aires, Crítica, 1999; p. 188.

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de planificación y en todo aquello relacionado con el montaje de una infraestructurapara el crecimiento “hacia dentro”.

Para el caso de Latinoamérica, la idea de planificación dio un salto en la décadade 1940. El esfuerzo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL)por delinear una agenda para los gobiernos de la región, tuvo como resultado unacorriente de opinión orientada a derrumbar el consenso liberal. Los estudios sobreel continente despertaron el interés de diversos organismos, convirtiendo laplanificación en un instrumento ineludible para el diseño de políticas de estado.Nacieron las primeras experiencias de análisis y aplicación de técnicas deproyección a largo plazo, que tuvieron como consecuencia más conocida el diseñode “planes de desarrollo”3. Ese conjunto de producciones coincidía en señalar alsector externo como el responsable de su condición periférica. La aperturaeconómica había dinamizado a los sectores exportadores, generando enormes áreassumergidas en situaciones de atraso y una crónica fuga de divisas que impedía lainversión productiva del excedente.

El núcleo de coincidencias extendía su influencia a las posibles soluciones.Las recetas desarrollistas acordaban en la necesidad de explotar la abundancia derecursos naturales y humanos. Para ello era necesario dotar a las economías deinfraestructura en transporte, energía y comunicaciones. Se trataba de que losestados tomaran una porción de los recursos del sector exportador para dirigirlosa otras áreas. Frente a un modelo acotado a la exportación de productos primarios,se planteaba la urgencia de iniciar un proceso de expansión industrial con base enla explotación de recursos naturales. El esfuerzo debía concentrarse en polos dedesarrollo, donde se instalarían actividades transformadoras desde los cuales ibana partir ondas expansivas que dinamizarían al resto del país4. Bajo el influjo deuna actividad económica uniformemente distribuida se sentarían las bases de unmercado interno creciente, capaz de generar un círculo virtuoso desgajado de losvaivenes del mercado internacional.

Analizado el background que sirvió de base al despliegue de las ideasdesarrollistas, estamos en condiciones de formularnos un nuevo interrogante quenos permite sumergirnos en el contexto patagónico: ¿Cómo fue decodificado este

3 BLANCO, Graciela: 35 años del COPADE y la planificación en Neuquén. Neuquén, COPADE/CEHIR, 1999; pp. 6-7.4 BLANCO, Graciela y otros: Neuquén: 40 años de vida institucional. Neuquén, COPADE, 1998; p.23.

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nuevo lenguaje económico en esos distritos que inauguraban su institucionalidadhacia fines de la década de 1950?

UN CONSENSO IDEOLÓGICO BÁSICO: ¿NUEVAS PROVINCIAS ARGENTINAS O UN

DESARROLLISMO GENÉRICO EN LA PATAGONIA?

Para el caso argentino la main stream cepalina asumió la forma de un discursoque redimensionaba el papel de la industria y confiaba cada vez menos en el modeloagro-exportador. Si había algo que enlazaba a casi todo el espectro político de laépoca era la necesidad de transformar una estructura económica que había crecidoal amparo de la producción primaria. El desarrollo industrial aparecía como lasolución para una variada gama de problemas que iban, según el punto de vistaideológico, desde el reforzamiento de la soberanía nacional hasta la liberación delimperialismo.

La industria argentina siguió un sinuoso itinerario en el que distinguimosdiferentes etapas. La crisis de los ‘30 había sido superada gracias a unaindustrialización que, sustituyendo importaciones y aumentando la producción demanufacturas, dio aire a una economía que mostraba síntomas de agotamiento.Apoyada en la estructura productiva previa, elemento que la diferenciaba del restode Latinoamérica, Argentina avanzó rápidamente en los tramos fáciles de laproducción manufacturera (electrodomésticos y máquinas sencillas). La llegadadel peronismo profundizó un camino que había sido demarcado una década antes.La intención de ganar autonomía respecto al mercado internacional, condensadaen la consigna “independencia económica”, permitió una expansión de lasactividades existentes a partir de la utilización intensiva de mano de obra y unensanchamiento del mercado interno.

Sólo desde 1958, con el avance de las políticas desarrollistas, se dieron losprimeros pasos en la redefinición de la estructura productiva argentina. Con elestímulo a las industrias básicas, Argentina abrió sus puertas a las inversionesexternas, convirtiendo al sector secundario en el motor del crecimiento económico.Cuando fueron visibles los primeros efectos del segundo jalón de laindustrialización por sustitución de importaciones5, el antiguo clivaje entre Inte-rior y Litoral regresó a los primeros planos. El contraste entre dos países -uno

5 BASUALDO, Eduardo: Estudios de Historia Económica Argentina. Desde mediados del siglo XXa la actualidad. Buenos Aires, Flacso-Siglo XXI, 2006; p. 25.

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dinámico y cosmopolita; el otro tradicional y criollo- fue uno de los pilares dondese sostuvo la retórica modernizadora. El Interior era nuevamente visitado por undiscurso que no lo interpretaba de manera despectiva, sino como una reserva depotencialidad. Quedaba claro que ese salto cualitativo, que llevaría a la “Argen-tina potencia mundial”, no podía contar con áreas rezagadas6. Las regiones quehasta allí habían ocupado un lugar marginal aparecían, desde esta novedosa mirada,como espacios a conquistar y redimir7.

Las consignas que mejor retrataron esta preocupación fueron las de“integración” y “desarrollo”. La posibilidad de dar un paso adelante, se sosteníaen la urgencia de un crecimiento de largo aliento que alineara a diferentes actoresdetrás del proyecto desarrollista. Pero ese despegue, a diferencia de los anteriores,debía cumplir un papel homogeneizador desde el punto de vista espacial. Eldesarrollismo ponía al tope de sus prioridades la incorporación de todo el territorionacional a una marea de modernización que transformaría su estructura productiva.Y, como no podía ser de otra forma, la industrialización sería un instrumento deprimer orden en el logro de una integración que supuestamente pretendía ponerpunto final a las asimetrías propias de la argentina agro-exportadora.

La provincialización de la Patagonia, en los años cincuenta, fue un laboratorioideal para probar este recetario. En las jóvenes provincias se pusieron en marchauna serie de estrategias orientadas a generar un desarrollo en el sentido cepalino.Estos distritos fueron “hijos de esa concepción”, ya que los planificadores pensaronestas comarcas como proveedoras de la energía y recursos naturales para unaremozada maquinaria industrial8. Comenzaba a ganar espacio la necesidad depromocionar determinados “polos de desarrollo” como medio para dinamizar alconjunto del país. Si estos debían fortalecer a las regiones débiles y funcionar encontra del dualismo estructural, no es de extrañar que las nuevas provinciaspatagónicas hayan sido objeto de proyectos de cierta envergadura. La aprobaciónde un complejo hidroeléctrico sobre los ríos Neuquén y Limay, la creación deYacimientos Carboníferos Fiscales en Santa Cruz y la puesta en explotación de la

6 PERREN, Joaquín: “1985: Argentina Potencia Mundial. Desarrollismo y proyecciones demográficasen la prensa del sesquicentenario”, en Quinto Sol. Revista de Historia Regional, n° 12, Santa Rosa,Instituto de Estudios Socio-Históricos-Miño Dávila, 2008; pp. 89-102.7 HEALEY, Mark: “El interior en disputa: proyectos de desarrollo y movimientos de protesta en lasregiones extra-pampeanas”, en JAMES, Daniel: Violencia, Proscripción y Autoritarismo, NuevaHistoria Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, 2003; p. 174.8 BLANCO, Graciela y otros: Op Cit.; p. 25.

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reserva mineral de Sierra Grande, son muestras de las ansiedades que las nuevasprovincias despertaban en el concierto nacional.

Pero no se trataba sólo de proyectos diseñados en alguna oficina del gobiernonacional. Con la sanción de sus constituciones, las nuevas provincias se sumabanal clima de ideas desarrollista. Allí se trazaron las líneas gruesas de un régimeneconómico que redimensionaba el accionar oficial. Se defendía una idea de estadoactivo como “factor de desarrollo” y garante de un crecimiento con equidad. Elcaso de Chubut nos muestra un articulado que ponía a la tierra “como instrumentode producción y no de renta”9, que planteaba un régimen fiscal que eliminara losgravámenes sobre los bienes de primera necesidad y que propiciara la participaciónde los trabajadores en la dirección y los beneficios de las empresas10. Del andamiajede las reglamentaciones y la organización de los poderes públicos, se trasluce elpropósito de fundar un estado que asumiera “la defensa de las riquezas esencialesde la provincia, impulse su desarrollo global e intervenga en la creación de lainfraestructura social básica”11. Aunque los primeros pasos en esa dirección habíansido dados durante el peronismo, cuando el Estado nacional fortaleció su presenciaen los distritos patagónicos, el nuevo perfil tuvo que aguardar algún tiempo. Reciénen la década de los sesenta, esos territorios aceleraron su tránsito hacia uncapitalismo de estado dedicado a la producción de energía y la explotación derecursos naturales12.

UN PUNTO DE PARTIDA: LAS NUEVAS PROVINCIAS PATAGÓNICAS COMO ESPACIOS

“SUBDESARROLLADOS”

Si las nuevas provincias debían ser objeto de la planificación, eso era en razónde su lejanía de las ondas expansivas de la economía argentina. A distancia delmodelo agro-exportador y de la industrialización por sustitución de importaciones,la economía patagónica cabía en lo que el lenguaje de la época denominaba“subdesarrollo”. Con una participación ínfima en el producto bruto nacional, su

9 CONSTITUCIÓN DE LA PROVINCIA DE CHUBUT, Artículo Nº 20; p. 141.10 GATICA, Mónica y otros: Patagonia: desarrollo y neoliberalismo. Buenos Aires, Imago Mundi,2005; pp. 34-35.11 ARIAS BUCCIARELLI, Mario: “El estado Neuquino. Fortalezas y debilidades de una modalidadde intervención”, en FAVARO, Orietta (Dir.), Neuquén: La construcción de un orden Estatal.Neuquén, CEPHyC, 1999; p. 39.12 GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; p. 63.

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estructura productiva dependía, a principios de los sesenta, de un puñado deactividades.

Comencemos por el sector primario de las economías de las nuevas provinciaspatagónicas. La agricultura sólo adquiría relieve en unos pocos oasis artificiales,en los cuales los sistemas de irrigación permitieron prácticas intensivas. Las 100mil hectáreas, que conformaban el Alto Valle de Río Negro y Neuquén, constituíanla excepción dentro de un panorama en el que descollaban las prácticas extensivas.En esta superficie, bajo el amparo de las leyes de irrigación (1907) y de fomentode los territorios nacionales (1908), se había montado una infraestructura adecuadapara la producción primero de forrajeras y luego de 1930 de frutas de pepitas. Detodos modos, esta realidad productiva sólo impactaba en una pequeña porción delterritorio rionegrino. El ocaso de la producción ganadera, hacia mediados del sigloXX, hizo del valle medio del río Negro, de las colonias sobre el río Colorado y dela zona de Valcheta tres áreas escasamente utilizadas para el cultivo de forrajeras.

Los valles fluviales de Chubut no fueron la excepción a este panorama. Laproducción triguera era una sombra de lo que había alcanzado a ser durante elentresiglos. Por aquellos años, en base a un sistema de pequeñas explotaciones enel noreste y en los valles cordilleranos del territorio, Chubut había logrado producirun excedente comercializable que abastecía un creciente mercado interno. Estaactividad ingresaría en un cono de sombras luego de 1949, cuando el gobiernonacional declaró zona no triguera al área al sur del río Colorado, lo cual convirtióa los productores del norte del país en beneficiarios de una activa política desubsidios. Algo no muy diferente podría decirse de Neuquén: la agricultura sólorepresentaba, a comienzos de los sesenta, el 8% de la economía provincial.

La ganadería era, para la mayor parte de la superficie patagónica, la principaly casi única actividad productiva. Recordemos que hacia fines del siglo XIX lamayor parte de la Patagonia había sido integrada al sistema económico nacional através de la captación de ganado ovino, expulsado de la Pampa Húmeda por elavance de los cereales y el ganado vacuno13. En la franja meridional de la Patagonia,la cría ovina tenía hacia mediados del siglo XX un considerable peso económico14.Muchos factores se conjugaron para que esta actividad comenzara a perderdinamismo hacia 1960. Entre ellos, la tendencia descendente de los precios

13 BANDIERI, Susana: Historia de la Patagonia. Buenos Aires, Sudamericana, 2005; p. 257.14 BONA, Aixa: “Actividades económicas en Santa Cruz (1940-1990). En GARCIA, Alicia yMAZZONI, E. (Dir.), El Gran Libro de la Provincia de Santa Cruz. Barcelona, Milenio Edic.-AlfaCentro Literario, 2000, Tomo 2; p. 758.

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internacionales de la lana desde los veinte, la pérdida de importancia del área deMagallanes a raíz de la creciente utilización del canal de Panamá, el uso de fibrassintéticas y, resultado de todo esto, un proceso de endeudamiento que comenzó asobrevolar la mayor parte de las empresas ovinas15. En cada una de las “provinciasovinas”, el stock se estancó o comenzó a descender a partir de las décadas centralesdel siglo XX16.

Las áreas andinas mostraban un retroceso tanto absoluto como relativo.Abundaban pequeñas explotaciones que “no tenían los medios técnicos para llevara cabo una racional utilización del ganado, ni los canales de comercializaciónnecesarios”17. En este marco, la proliferación del ovino de baja calidad, pero sobretodo del caprino, no hizo más que recrudecer un círculo vicioso: este tipo de ganadoera la única opción en aquellas tierras que, por su escasa calidad, no admitían otrotipo de hacienda, pero su explotación llevaba a un mayor agotamiento del suelo.

No muy diferente era el lugar que el sector secundario ocupaba. Salvo algunosgalpones de empaque en la Norpatagonia y frigoríficos en la Patagonia Austral,que empleaban centenares de trabajadores, la mayor parte eran pequeñosemprendimientos18. Un informe realizado por la provincia de Neuquén señalabaalgunos obstáculos que podrían ser trasladados sin problemas a los restantesdistritos: “la obsolescencia de sus instalaciones, las deficiencias en materia detransporte e infraestructura, los complicados y onerosos circuitos comerciales,la escasez de energía y la falta de disponibilidades crediticias”19. Además, porestar orientada a los consumos de los escasos centros urbanos, la distribución dela industria reflejaba las asimetrías que atravesaban a las estructuras provinciales20.

Los únicos renglones de la economía que escapaban a las generales de la ley

15 BAEZA, Brígida y BORQUEZ, Daniel: “La Ganadería ovina en el Chubut”. En Observatorio dela Economía de la Patagonia, Málaga, Universidad de Málaga, 2007.16 Para el caso de Chubut el número de cabezas ovinas, pasa de 6.400.000 en 1977 a 5.200.000 en1988 y a sólo 3.200.000 en 1996.17 Centro de Documentación Científica y Técnica (en adelante CDCT), Área de frontera Chos Malal.Diagnóstico, COPADE, 1976, p. 31.18 Para el censo nacional económico de 1964, el promedio de empleados por establecimiento era 6,9,a enorme distancia de provincias como Buenos Aires, Santa Fe o Córdoba. Cfr. CDCT: Op. Cit.; p.29.19 CDCT, Op. Cit.; p. 13.20 Puede que un sólo dato nos proporcione una imagen de la concentración de una actividad querepresentaba, en 1963, el 12% de la economía neuquina: el departamento Confluencia concentrabael 80% del producto total del sector y cerca de dos tercios del personal ocupado.

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eran el comercio y, por supuesto, la explotación de hidrocarburos. En el primercaso, el crecimiento de las ciudades a costa de la campaña permitió una explosióndel número de establecimientos21. Pero este crecimiento no afectó con igualintensidad al comercio minorista y mayorista: mientras el primero presentó unaextraordinaria performance, el segundo no escapó al eclipse de la economía rural.El declive experimentado por la ganadería, sobre todo en las áreas andinas, restabaposibilidades de acumular a un sector que se había dedicado a abastecer a losnumerosos “boliches” rurales y ubicar los “frutos del país” en mercados extra-regionales.

La explotación de hidrocarburos aportaba, hacia comienzos de los sesenta,entre un tercio y la mitad del Producto Bruto Geográfico. El descubrimiento depetróleo, en el golfo San Jorge primero y en las cercanías de Plaza Huincul después,dio paso a una actividad que tuvo al Estado nacional como protagonista excluyente.Durante la etapa territoriana, este último no sólo exploraba, explotaba,industrializaba y comercializaba los recursos, sino que además se apropiaba de larenta petrolera. Esto era debido a que las regalías sólo correspondían a lasprovincias. Cuando los antiguos territorios consiguieron su autonomía comenzaronuna puja por el beneficio de la utilización de los recursos que, aunque localizadosen su ámbito de competencia, estaban siendo explotados por empresas y organismosnacionales22.

UNA “NUEVA ECONOMÍA” PARA LAS “NUEVAS PROVINCIAS” PATAGÓNICAS

De este diagnóstico se desprendía la necesidad de dar un salto adelante enmateria productiva. Para que ello sucediera era fundamental la presencia del Estadoprovincial. Los casi ochenta años de vida territoriana habían dejado un saldo pocoalentador. El dispar nivel de vida de la población, el escaso o nulo aprovechamientode los recursos y la dependencia financiera eran una pesada herencia que seachacaba al estado nacional. La posibilidad de escapar a esta realidad se sosteníaen la urgencia de establecer una alianza entre planificación y desarrollo regional.

21 Una buena señal de este comportamiento es el incremento del 50% de las firmas comercialesregistradas entre 1954 y 1964 en Neuquén. CDCT, Op. Cit.; p. 40. Procesos similares se generabanen Chubut, ver IBARRA, Horacio: Estado, Economía y Sociedad. Trelew y su hinterland: 1989-1999, Informe de Investigación, UNPSJB, 2005.22 FAVARO, Orienta: “La formación de una provincia productora de energía. Neuquén, 1950-1980”.En FAVARO, Orietta (Dir.), Op. Cit.; p. 230.

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En Neuquén, las primeras administraciones provinciales trazaron un programaque presentaba tres etapas, las cuales, más allá de la discontinuidad institucional,conformaron un sustrato que permaneció en la agenda gubernamental hastaprincipios de los noventa. La primera de ellas apuntaba a la creación de lascondiciones humanas y sociales básicas para el desarrollo. Aunque nadie dudabade que a largo plazo el desarrollo de la economía fuera a mejorar el nivel de vida,existían necesidades que debían ser resueltas de forma inmediata. Quedaba claroque sin una pax desarrollista, que atendiera las necesidades básicas de los sectoresde menores recursos, no se podrían enfrentar las restantes tareas. Los diferentesgobiernos neuquinos, constitucionales o no, compartieron una visión que entendíaal momento social como el primer paso hacia la modernización. El slogan “paracrecer hay que comer y para crecer hay que estar vivo”23, utilizado por ungobernador para definir la política social del MPN, sintetiza la primera fase de laestrategia provincial de desarrollo.

En una segunda etapa, el esfuerzo del Estado provincial se localizaría en laconstrucción de la infraestructura necesaria. Un territorio incomunicado era unobstáculo que debía ser sorteado. En materia de telecomunicaciones, las líneastelefónicas existentes no eran suficientes. En lo referido a las viviendas, el cuadrono era más alentador: la escasa disponibilidad y la falta de servicios sanitarios, erareconocida como un problema que requería urgente solución.

Con una infraestructura acorde, Neuquén podría transitar por la senda delcrecimiento económico. Pero ese despegue debía ser equilibrado en, por lo menos,tres sentidos. El primero de ellos tenía que ver con la necesidad de un desarrolloque abarcara al conjunto de la población. Esta mirada que prestaba especial atencióna lo social fue uno de los motores de la hegemonía del partido provincial. Elsegundo punto marcaba un proyecto a mitad de camino entre un capitalismo lib-eral y una economía planificada24. No estaría mal si dijéramos que Neuquén -durante sus tres primeras décadas como provincia- se ajustó a lo que Altamiranodenominó “desarrollismo genérico”25. Alejada de las premisas más estatistas de laCEPAL, se confiaba en la capacidad de los particulares de poner en movimiento

23 HLPN: Discurso del gobernador Pedro Salvatori, Diario de sesiones, XVIII periodo legislativo,Tomo I, 1989; p. 1720.24 CDCT, Objetivos y políticas para el plan de mediano plazo (1981-1984), Neuquén, COPADE,1980; p. 9.25 ROMERO, Luís Alberto: Sociedad democrática y política democrática en la Argentina del sigloXX. Bernal, Universidad Nacional de Quilmes, 2004; p. 159.

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al conjunto de la economía, siempre y cuando fueran tutelados por organismosoficiales. El tercer punto se relacionaba con los espacios involucrados en la nuevaoleada de crecimiento. En este caso, el área moderna se situaba en el vértice orien-tal de la provincia, mientras que los departamentos andinos eran pensados comoespacios subdesarrollados. La integración de estos últimos a la órbita provincial -y por su intermedio a la nacional- dependía de polos que irradiaran su dinamismoa todo el territorio26.

El resultado palpable de esta estrategia fue un federalismo militante que sirvióde presentación a las diferentes gestiones del MPN. Se usaba esa postura comoherramienta de legitimación que le brindaba autonomía respecto de las fuerzaspolíticas nacionales. El “colonialismo interno”, que en el discurso del MPN veníade la mano de YPF, Hidroeléctrica Norpatagónica o Parques Nacionales, convivíacon una dependencia estructural en materia de recursos financieros. Este discursocontradictorio -que cuestionaba el accionar nacional, pero dependía de él- tuvocomo solución un posicionamiento que buscaba un equilibrio entre los interesesnacionales y los de la provincia.

En los años de apogeo del “desarrollismo genérico”, Felipe Sapag -por entoncesgobernador neuquino- advertía acerca de la importancia de instalar un polo decrecimiento en la joven provincia. En una carta enviada al presidente Illia notabaque “las proyecciones del desarrollo del Neuquén rebasarían por suscaracterísticas intrínsecas los límites convencionales, propagándose a lo largo ya lo ancho del país, permitiendo su participación activa en el proceso de integraciónnacional”27. Esa combinación entre solidez programática y pragmatismo avanzósin obstáculos a la década del setenta. La radicalización de las posturas políticasdejó su huella en la retórica del MPN: los llamados a la integración y al desarrolloperdieron fuerza y se consolidaban las arengas por la liberación nacional. Lasprovincias patagónicas ya no eran reservas de potencial, sino piezas quecompletarían un cuadro liberador. El “injusto colonialismo interno […] consoliday fomenta las estructuras que sirven al sometimiento y dependencia económica ycultural de la patria, porque nuestra Nación, jamás podrá ser más fuerte, ni másrica, que la más débil y humilde de sus provincias”28.

26 Se partía del convencimiento que la capital provincial ya contaba con un crecimiento “autosostenido”y, por esa razón, era ineludible “fortalecer el desarrollo de Cutral Co, Zapala, Chos Malal y SanMartín de los Andes, para que asuman el rol de difusores zonales del desarrollo”.27 CDCT, Op. Cit.; p. 1.28 HLPN, Mensaje del gobernador Felipe Sapag, Diario de Sesiones, X periodo, 1974, p. 6.

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Ni siquiera en la última dictadura militar se detuvo esa política que tenía comopropósito asegurar el flujo de recursos. Aún cuando el gobierno no estaba en manosdel MPN, sus cuadros técnicos seguían ocupando posiciones claves. Por aquellosaños, los fantasmas de una guerra con Chile comenzaron a poblar los discursos.La urgencia de custodiar las fronteras volvía imprescindible intensificar laradicación de población en toda la superficie. Por último, la llegada de la democraciaaportó nuevas estrategias para captar recursos externos. Con la transferencia deservicios a las administraciones provinciales se obligaba al gobierno a ser cautoen materia presupuestaria. El proyecto neoliberal era percibido como un quiebreen el equilibrio entre provincia y nación. El Estado nacional obligaba a lasprovincias a cumplir con tareas que estaban por encima de sus realidadeseconómicas. El desarrollo planificado era hecho añicos por una política que hacía“recaer el peso de la crisis en la destrucción de las economías regionales, restandoa las provincias sus recursos y apropiándose de sus riquezas”29. Así, la estrategiade las autoridades neuquinas parecía un revival de los principios desarrollistasdefendidos en los sesenta. Frente a una economía que avanzaba hacia el dominiohegemónico del capital financiero, los discursos del MPN alertaban sobre laconveniencia de retornar el camino de la producción y, para ello, era necesaria laasistencia financiera del Estado nacional.

La continuidad que apreciamos en el caso neuquino pareciera desdibujarse enRío Negro. Los primeros años de su vida institucional la encontraron sintonizadaen una frecuencia desarrollista. La decodificación del lenguaje cepalino a la realidadrionegrina hizo foco en los desequilibrios espaciales. El primer gobierno provin-cial, encabezado por Castello, inició gestiones para importantes proyectos queapuntaban a morigerar las asimetrías económicas del territorio, aprovechando elambicioso programa Comahue del Consejo Federal de Inversiones (CFI). En estaetapa, fue evidente la intención de incorporar las diferentes regiones que componíanla geografía rionegrina a un modelo de crecimiento económico que, hasta allí,estaba concentrado en el Alto Valle30. Sólo por mencionar algunos podríamos hablardel puerto en San Antonio Este, la ampliación de la superficie bajo riego en elsector oriental, la puesta en valor del Valle Medio, un canal entre Pomona y San

29 HLPN, Op. Cit.; p. 7.30 Una interesante revisión de la fragmentación económica rionegrina durante la primera mitad delsiglo XX en WINDELBAWM, Silvio: “Río Negro: una fragmentación espacial…perfectamenteorganizada”. En BANDIERI, Susana y otras: Hecho en Patagonia. La historia en perspectiva regional,EDUCO, 2006; pp. 349-370.

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Antonio Oeste, y la pavimentación del principal eje de circulación en sentidoeste-oeste31.

El desembarco definitivo de la planificación se dio a mediados de los sesenta,con la aprobación del Programa de Desarrollo Económico de Río Negro (PRO 5).El lenguaje tecno-burocrático propio de las “nuevas provincias” patagónicas sereflejó en la intención de aprovechar la potencialidad de recursos hídricos, minerosy turísticos que mayormente habían permanecido vírgenes. Por fuera de estadeclaración, este programa buscó expandir, por medio de obras de infraestructurabásica, el este de la provincia. Según Mabel Manzanar, el PRO 5 fue diseñado a lamedida de grupos de Viedma y San Antonio Oeste, quienes hicieron coincidir susintereses con los de sectores nacionales, sobre todo con los ligados a la industriasiderúrgica32. En términos generales, y en sintonía con lo sucedido en Neuquén, sebuscaba dar un paso adelante respecto de ese perfil productivo que tenía a lafranja oriental como un área agropecuaria. Se la pensaba como un espacio conpotencial para convertirse en centro agroindustrial y, desde luego, metalúrgico.De allí que el grueso de las inversiones fuera dirigida al área del Valle Inferior delrío Negro, San Antonio Oeste y Valcheta (Zona III). En esa fracción, la búsquedade un salto adelante en materia económica se concentró en la industrialización delos recursos naturales in situ (por caso, la instalación de una planta de soda solvay,de una fábrica de cemento y de industrias pesqueras) y en la modernización de laagricultura en el área de influencia de la capital. En los setenta, con la llegada decréditos blandos del Banco Interamericano de Desarrollo, estos lineamientos nohicieron más que profundizarse, pese a la resistencia de los grupos altovalletanos,quienes veían con disgusto la derivación de recursos hacia el “Complejo Este”33.

En el caso de Santa Cruz, las claves del desarrollismo genérico fueronasumidas, desde finales de los cincuenta, por la Unión Cívica Radical Intransigente(UCRI). Sorteada la transición de territorio a provincia, que contó con no pocosenemigos, el gobernador Paradelo planteó en sus discursos el camino que deberíarecorrer Santa Cruz para modernizar su economía. El funcionario ponía al latifundiocomo principal causa del “subdesarrollo” de la nueva provincia. Aclaraba que eldestino de Santa Cruz no debía asociarse con “la explotación extensiva de sus

31 NAVARRO FLORIA, Pedro: El gran libro de la provincia de Río Negro. Buenos Aires, Alfa,2000; p. 28832 MANZANAR, Mabel: “Lo aparente y lo real en la estrategia de desarrollo económico en la provinciade Río Negro”. En Revista interamericana de Planificación, Nº 53, Bogotá, 1980.33 NAVARRO FLORIA, Pedro: Op. Cit.; p. 290.

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desérticas estepas para después malvender en el exterior, a los precios que losmonopolistas mundiales estén dispuestos, la riqueza producida”34. La meta deldesarrollo aparecía inextricablemente unida a la presencia de las diferentesinstancias estatales, las cuales deberían propiciar la instalación de empresasextranjeras, la construcción de la infraestructura necesaria para el “aprovechamientoracional de la tierra” (puertos, centrales hidroeléctricas, sistemas de irrigación) yla transformación de las materias primas en el territorio. Así el discurso desarrollista,tal como ocurrió en el caso neuquino, contenía una fuerte prédica federalista: elcentralismo de Buenos Aires, al igual que el latifundio, era presentado como undique a un crecimiento económico que debía integrar a la enorme y poco habitada“nueva” provincia.

Las líneas de este programa no cambiaron con la llegada de la autodenominada“Revolución Argentina”. El gobernador de facto, Carlos Rayneli, señalaba en 1969que las principales metas eran transformar las estructuras demográfica,comunicacional y socioeconómica de la provincia35. Las razones estaban dentrode lo esperable en el marco de la época. Por un lado, el déficit en recursos humanosimpedía el aprovechamiento de las posibilidades que albergaba la provincia. En-tre los posibles proyectos se marcaba con insistencia el potencial de la cuenca delrío Santa Cruz que, de estar dadas las condiciones, podía constituirse en el poloque irradiaría desarrollo al conjunto del territorio. Por otro lado, la ausencia devías de comunicación no permitía integrar el territorio hacia dentro, ni a aquel conla economía nacional.

Apuntando a estos objetivos, la gestión de Rayneli llevó a cabo unaregionalización del territorio santacruceño acorde con los estándares cepalinos.Cada una de las tres áreas colaboraría en la inauguración de una tendencia decrecimiento armónica y desgajada del pasado pecuario exportador. De ahí laimportancia de crear la infraestructura para enlazar un territorio fragmentado ypropiciar el asentamiento de población en un espacio fronterizo. No es casual quela presencia del Estado haya sido imaginada como una nueva forma de “civilizar”.Un diario alineado con el régimen alertaba que, con Rayneli, Santa Cruz comenzaba

34 HUDSON, Mirna: “La provincializacion: instituciones estatales, política y administración. SantaCruz. 1955-1962”. En GARCÍA, Alicia y MAZZONI, E. (Dir.), El Gran Libro de la Provincia deSanta Cruz, Barcelona, Milenio Alfa Centro Literario, 2000, Tomo 2; p. 680.35 LUQUE, Elida y otros: “Las políticas de la Revolución Argentina en Santa Cruz. El gobierno delComodoro Rayneli, 1966-1971”. En García, Alicia y Mazzoni, E. (Directoras), El Gran Libro de laProvincia de Santa Cruz, Barcelona, Milenio Alfa Centro Literario, 2000, Tomo 2; p. 719.

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a transitar una “etapa de hormigón y asfalto” porque, “pavimentar, en nuestraprovincia, es civilizar”36.

Tan fuerte era la impronta desarrollista que, una vez agotada la experiencia dela “Revolución Argentina”, ya en la transición hacia el retorno a las urnas, elnuevo interventor federal inició gestiones para acelerar un plan de obras públicasque se encontraba empapado de las metas de su antecesor. Sólo a modo ilustrativomencionamos el pedido de asfalto de rutas medulares de la provincia, de unaeropuerto en la capital santacruceña, de infraestructura portuaria, de un importantenúmero de viviendas y de una universidad regional37. Tampoco el peronismo, unavez triunfante, se mostró distante de las premisas que habían orientado las políticasde los gobiernos de facto. Más allá de la radicalidad con la que se planteó conseguiresos objetivos (recordemos la hegemonía de la tendencia revolucionaria en elarmado partidario que llevó a la gobernación a Cepernic en 1973), la plataformade gobierno sostenía una agenda que había sido definida desde el nacimiento deesta “nueva provincia”. En una entrevista reciente, este gobernador rescataba comoprincipales acciones el relanzamiento del proyecto sobre el río Santa Cruz, elmejoramiento de las comunicaciones (sobre todo, con Tierra del Fuego), la luchacontra el latifundio británico y la industrialización de la carne por medio de lagestión publica de un frigorífico que, hacia fines de los sesenta, había cerrado suspuertas.

Al igual que Santa Cruz, Chubut tuvo un debut temprano en lo que a políticasdesarrollistas se refiere. Ya en la nueva constitución provincial, bajo mayoría radi-cal, se establecía un régimen económico que reconocía los derechos de lostrabajadores -en especial aquellos que había sancionado la derogada constituciónperonista de 1949 (estabilidad, limitación de la jornada, descanso semanal, sueldoanual complementario, entre otros)-, y reforzaba la presencia del naciente Estadoen la protección de las cuatro riquezas fundamentales que albergaba la provincia(ganadera, agrícola, minera e ictícola). En las discusiones de la convenciónconstituyente de 1957 emergió la necesidad de protegerlas de la “codicia impla-cable de organizaciones capitalistas foráneas de carácter imperialista”, y elimperativo de explotarlas “los argentinos para los argentinos”38.

36 Citado en: LUQUE, Elida y otros: Op. Cit.; p. 719.37 HUDSON, Mirna: Op Cit.; p. 706.38 Honorable Convención Constituyente del Chubut, Diario de Sesiones, Rawson, 1957, p. 21. Citadoen GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; p. 40.

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Estos discursos encajaron a la perfección con las políticas de seguridad nacionalque el Estado nacional venía llevando adelante. Tomando distancia de la antiguapolítica de asentar guarniciones militares, los diferentes gobiernos de factoaplicaron regímenes de promoción industrial y asignaron recursos para el montajede una infraestructura que facilitara la ocupación civil y productiva de las “nuevasprovincias”39. Para el caso chubutense, quizás como en ningún otro de los distritospatagónicos, las políticas desarrollistas tuvieron una fuerte connotaciónindustrialista; aspecto que, si bien estaba presente en el consenso ideológico, nohabía pasado de ser un deseo planteado en discursos y proyectos oficiales. Losplanificadores definieron tres polos (Trelew, Comodoro Rivadavia y Esquel),enlazados por el Triángulo Vial Provincial como factor de integración40. Apuntandoa ese fin, ya en 1956 fue sancionado un decreto que, por medio de exencionesimpositivas, propiciaba la instalación de establecimientos industriales. Se terminógenerando un embrionario núcleo textil, compuesto por un puñado de pequeñasempresas y un total de dos mil trabajadores empleados41. Si bien este decretoabarcaba a la totalidad del territorio patagónico que se encontraba en latitudesinferiores al paralelo 42º, sus efectos se concentraron en el área más cercana almercado metropolitano: el noreste de Chubut.

En las décadas de los sesenta y setenta esta política de promoción industrial, ala postre marca distintiva del desarrollismo chubutense, terminó consolidándose apartir de una larga serie de legislaciones. Es interesante ver cómo, en términosdiscursivos pero también de lobby, las autoridades chubutenses y las principalescámaras industriales de la provincia intentaron convencer a las autoridadesnacionales acerca de la necesidad de mantener los privilegios hacia quienesinvirtieran en esta “nueva” provincia. Cuando el impulso inicial a la industriatextil estaba agotándose, se sumaron, con el arribo de las autoridades locales de laRevolución Argentina, arengas poblacionistas similares a los discursos oficialesde los restantes distritos. Con la aprobación de la ley nacional 18.447, que establecióuna zona franca al sur del paralelo 42, el secretario de la Unión Industrial Patagónicaaseguraba que “las causas del subdesarrollo patagónico eran [...] la ausencia delhombre” y, por esa razón, decía que “llevar población a la Patagonia es pues la

39 IBARRA, Horacio: Patagonia Sur. La construcción interrumpida de un proceso de desarrolloregional. Trelew, Departamento de Historia-UNP, 1997.40 IBARRA, Horacio: Proyectos económicos, políticos y culturales para la Patagonia desde el sigloXIX hasta el presente. Tesis, Maestría en Ciencias Sociales, FLACSO, 2005; p. 7.41 GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; p. 40.

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base”42. Esta visión, que asociaba crecimiento económico y despegue demográfico,no era privativa de las autoridades. La Confederación General del Trabajo, en suregional del noreste chubutense, luego del anuncio de la instalación de una plantade aluminio en Puerto Madryn, sostenía que “el desarrollo industrial es un anhelogeneral que los trabajadores comparten”, pero para que este proceso fuerasustantivo “(el) desarrollo industrial y (el) desarrollo demográfico deben ir de lamano”43.

Con la llegada de la última dictadura militar, el discurso local tendiente aratificar los privilegios volvió a entroncarse con los llamados a la seguridadnacional. La hipótesis de conflicto con Chile fue de fundamental importancia parasostener el discurso. El asentamiento de población era pensado como una piezaclave en el armado geopolítico. Una declaración de la Unión Industrial Patagónica,con base en Chubut, marcaba que sus propósitos no podían estar “ajenos a losobjetivos políticos y estratégicos que la nación se proponga alcanzar en la región,a los imperativos de la seguridad nacional, ni a una opción conciente de losbienes materiales y espirituales a que nuestra sociedad aspira”. Y terminaba sualocución intentando convertir a los intereses del sector industrial en los de laNación. Después de todo, rezaba la declaración, “la industrialización es unmovimiento de la sociedad como un todo; (…) no tiene por finalidad hacer cosas,sino hacer un país”44.

Una vez alejados los fantasmas bélicos, y conforme avanzaban las medidasaperturistas, los discursos locales comenzaron a estar sintonizados en otrafrecuencia. La posibilidad de que el núcleo industrial chubutense lograra sobreviviral avance del proyecto del capital financiero comenzó a alejarse de los imperativosde la seguridad nacional. De ser “atalaya del progreso”, la industria comenzó aser imaginada como una fuente de empleo y estabilidad social. Una actividad que,hacia mediados de los ochenta, aportaba la mitad del valor agregado en materiaindustrial y empleaba a más de cinco mil obreros, no podía ser librada al juego dela oferta y la demanda. El reclamo de una política activa por parte del EstadoNacional aparecía como esa garantía que permitiría evitar su extinción comoactividad vertebradora de una parte de Chubut. No en vano el diario Jornada,portavoz del discurso industrialista, creía que el desarrollo del sector secundario“debe ser una propuesta insoslayable de toda administración”, dado que esta

42 Diario Jornada, 15-11-1969; p. 2. Citado en GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; p. 51.43 Diario Jornada, 16-6-1970; p. 6. Citado en GATICA, Mónica: Op. Cit.; p. 51.44 Diario El Chubut: 2-9-1979; p. 7.

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actividad había “contribuido en la zona en forma preponderante en cuanto serefiere a la creación de empleo” y concluía diciendo que “la creación de puestosde trabajo era la única manera de lograr el desarrollo de la Patagonia”45.

Luego de este recorrido, hay una primera conclusión que pareciera estar fuerade duda: las “nuevas provincias” patagónicas se constituyeron, entre fines de loscincuenta y comienzos de los noventa, en un espacio dilecto para discursos queenrolamos dentro de lo que algunos autores denominaron “desarrollismo genérico”.Más allá del carácter de las autoridades, vemos en ellas una serie de denominadoresque atraviesan el periodo estudiado. Entre ellos, la valorización del papel de losnuevos estados provinciales en la economía, la necesidad de una infraestructuraque ligue a los diferentes polos de desarrollo a nivel provincial y a estos con elmercado nacional, la transformación in situ de los recursos naturales y lamultiplicación de políticas de atracción demográfica. De todos modos, y esto esquizás lo más interesante, cada una de las “nuevas” provincias combinó de distintasmaneras esos propósitos y, por esa razón, llevó adelante diferentes políticas. Enese sentido, deberíamos diferenciar el énfasis industrialista de Chubut de laspolíticas poblacionistas aplicadas por los diferentes gobiernos santacruceños, asícomo también el interés de las autoridades neuquinas por atraer recursos nacionalesque nutrieran al estado provincial de aquellas llevadas adelante por Río Negroque apuntaron, sobre todo, a superar la fragmentación económica del espacio.

COINCIDENCIAS EN LOS PUNTOS DE LLEGADA: ESTADO, ENCLAVES Y DEBILIDAD

ESTRUCTURAL.

En el periodo 1960-1990, las provincias patagónicas experimentaron uncrecimiento que las condujo a convertirse en un modelo a seguir por provinciassumergidas en situaciones de crónica depresión. Y los datos no ofrecen dudas alrespecto: en los treinta años que siguieron a 1960, al mismo tiempo que su poblaciónse triplicaba, las economías patagónicas, excepción hecha de Tierra del Fuego,multiplicaron su volumen entre dos y cuatro veces (los casos límite fueron Chubuty Neuquén respectivamente)46. Algo semejante ocurrió en materia de productobruto per cápita. Esas provincias que, todavía en pañales, alcanzaban apenas la

45 Diario Jornada; 2-4-81.46 VELAZQUEZ, Guillermo y MORINA, Guillermo: “Las migraciones interprovinciales y el procesode diferenciación regional. El caso argentino (1960-1991)”. En Estudios MigratoriosLatinoamericanos, año 11, Nº 34, 1996; p. 551.

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mitad del promedio nacional, a finales de los ochenta no tendrían inconvenientespara duplicarlo47.

Lo que en los sesenta se presentaba como una posibilidad, en las décadassiguientes se convertiría en un laboratorio donde se ensayaron un conjunto depolíticas con reminiscencias keynesianas48. De la mano de una matriz estado-céntrica, las provincias patagónicas demostraron una performance superior a lanacional. Mientras que Argentina crecía a un ritmo casi imperceptible, aquellasgozaban de incrementos superiores al 5% anual49. Esta evolución modificó el pesode la economía patagónica: entre 1970 y 1985 triplicó su participación en elproducto bruto nacional. Los cambios fueron acompañados de importantesvariaciones en la composición del producto, que nos ponen frente a unatransformación de envergadura, y al incumplimiento de muchos de los objetivosde la planificación oficial.

Comencemos analizando el sector primario. Diferentes gobiernos patagónicosrealizaron estudios para poner en producción áreas del territorio provincial. Perolos proyectos no lograron detener la caída de la agricultura en la economíapatagónica. Por fuera de las 8.200 hectáreas irrigadas sobre el río Neuquén, laproducción de frutas tuvo un crecimiento apenas positivo. Junto a esta tendencia,en la que incluimos también al Alto Valle del río Negro, fue evidente laconcentración que cobró impulso hacia finales de los setenta. El dominio del capi-tal fragmentado, en una suerte de modelo farmer patagónico, se convirtió en unrecuerdo. Cuando la aparición de nuevos competidores hizo menos rentable elnegocio de la fruta, los grandes empresarios sostuvieron su nivel de ganancia aexpensas de los pequeños productores. El resultado fue la transformación de losúltimos en minifundistas, desprovistos de beneficios económicos a largo plazo yobjetos de una aguda descapitalización50.

La caída de la ganadería fue aún más pronunciada. Los proyectos que alentaronla diversificación productiva no pudieron frenar la tendencia. En Neuquén, lostécnicos del COPADE denunciaban en 1984 la “falta de fuentes de trabajo y el

47 MINISTERIO DE LA PRODUCCIÓN: Análisis del Desarrollo de la Provincia del Chubut, Rawson;p. 18.48 BORON, Atilio: “Prólogo”. En FAVARO, Orietta: Op. Cit.; p. 11.49 BILDER, Ernesto y ZAMBON, Humberto: “La matriz productiva del Neuquén: evolución yperspectiva”. En Opinión y Conocimiento. Apuntes sobre la realidad neuquina, Nº 1, Vol. 1, Año 1;p. 68.50 BANDIERI, Susana: Op. Cit.; pp. 278-284.

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éxodo masivo de su población”. Para el caso de Santa Cruz, Chubut y Río Negro,la situación no es mejor. La menor productividad del suelo, resultado de un procesode sobrepastoreo, hizo que entre 1960 y 1990 disminuyera a la mitad la participaciónde la Argentina en el stock ovino internacional (del 7 al 3%). El stock de ovejas enla Patagonia pasó de 75 millones a principios de siglo a menos de 20 millones traslos años ochenta51. La ganadería extensiva, motor de la ocupación de buena partedel territorio, perdió su importancia al interior de la economía, sin encontrar unaproducción que sirviera de reemplazo. En conjunto, la agricultura y la ganaderíaperdieron la importancia que habían tenido durante la primera mitad del sigloXX: si a mediados de los sesenta, ambas representaban –en promedio- un 15% dela economía de las provincias patagónicas, en 1970 se redujo al 6% y siguió sumarcha descendente hasta ubicarse en el 4% en 1985.

El sector secundario siguió un itinerario distinto. La construcción fue, sinlugar a dudas, uno de los rubros que más participó en la generación del productobruto geográfico. Un par de datos iluminan su importancia: a comienzos de lossetenta, cuando en Neuquén se estaba erigiendo la obra del siglo (ComplejoChocón-Cerros Colorados), la construcción llegó a representar un cuarto delproducto bruto geográfico y, dentro de ella, la obra pública concentraba más del75% del sector. Para la misma época, con el tendido del Gasoducto Cerro Redondo-Pico Truncado, la construcción alcanzó cerca de un tercio del PBG santacruceño,siendo prácticamente la totalidad de la misma oficial52. Esta presencia del Estadopermaneció sin grandes modificaciones hasta 1976, cuando las restricciones de lapolítica nacional se reflejaron en un virtual congelamiento. La recuperación delritmo de inversión se recobró a comienzos de los ochenta y alcanzó su máximo envísperas del retorno de la democracia, cuando la participación de la construcciónen el PBG, para el periodo 1983-1989, osciló entre el 12% y el 14% (Chubut yNeuquén respectivamente). Luego sobrevino una lenta retirada oficial que favorecióla emergencia de los primeros bolsones de desocupación.

El despliegue del sector manufacturero fue geográficamente dispar. Para elcaso neuquino fue una de las grandes cuentas pendientes. Después de todo, elcolonialismo interno pregonado por el MPN reposaba en una asimétrica relaciónentre provincias productoras de bienes primarios y provincias industrializadas.Las mayores esperanzas estaban en la puesta en marcha de proyectos como un

51 NAVARRO FLORIA, Pedro: Op. Cit.; p. 290.52 BONA, Aixa: Op. Cit.; p. 764.

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polo petroquímico o una planta de fertilizantes, a partir de los cuales la provinciaprocesaría el total de su producción hidrocarburífera. Estas aspiraciones tuvieronun dispar grado de cumplimiento. Es cierto que el sector creció a un ritmo del 6%anual entre 1970 y 198253. Pero si observamos su comportamiento desde otroángulo visualizamos una evolución contraria a lo esperado: en ese periodo, elpeso del sector industrial en la economía provincial cayó un 60%54. Este hechohabla de un sector que creció a una tasa sensiblemente menor que las restantesactividades productivas. Las ramas de mayor crecimiento fueron las relacionadascon la extracción de hidrocarburos. El procesamiento del petróleo y sus derivadosrepresentaba en 1982 un tercio del producto industrial, mostrando una tasa decrecimiento en los setenta cercana al 10% anual. Más allá de esta importanciarelativa, el peso de estas actividades en el conjunto de la economía era francamentedesalentador. El propósito de inyectar valor a los recursos dentro del territorio,elevado al nivel de política de Estado, volvía necesarias una serie de inversionesque nunca fueron realizadas.

Lo sucedido en Santa Cruz fue precisamente en el sentido contrario al consensoindustrialista. Lejos de aumentar, el peso del sector manufacturero no hizo másque reducirse: mientras en 1953 su participación era del 8%, para comienzos delos noventa había disminuido a la mitad. Sin demasiadas chances de transformarlos recursos hidrocarburíferos, la industria santacruceña se redujo a algunos bienesde consumo que, por los costosos fletes, tuvieron una natural protección de lacompetencia. La santacruceña fue una economía extractiva sin eslabonamientos,que dependía de productos elaborados fuera de la región55. Quizás la únicaexcepción a este esquema fue la industrialización de productos pesqueros que,pese a su creciente importancia luego de 1983, no pudo cubrir el espacio que laindustria frigorífica había dejado vacante.

Nada de esto ocurrió en Chubut donde, gracias a un régimen de promociónnacional, se instaló uno de los núcleos textiles más relevantes del país. Lejos desus humildes inicios, Trelew llegó a concentrar en 1975 dos terceras partes delproducto bruto de la provincia; en un desempeño que se diferenciaba del pobre36% que aquella ciudad presentaba sólo cinco años antes56. De la mano de unaactividad con predominio de modernos establecimientos y orientada al mercado

53 CDCT: Op. Cit.; p. 8.54 Op. Cit.; p. 9.55 BONA, Aixa: Op. Cit.; p. 765.56 GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; pp. 56-57.

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nacional, la producción industrial chubutense se septuplicó entre 1970 y 198557.De todos modos la industria chubutense tuvo escasos efectos en el logro de undesarrollo integrado, tal como lo prescribían las recetas cepalinas. Es cierto quese instalaron un buen número de empresas pero éstas, lejos de irradiar dinamismoal conjunto del espacio, funcionaron como un enclave industrial sin efectos amediano plazo58. Para buscar las causas de este desempeño debemos posar nuestramirada en la orientación que adquirió un sector que creció en virtud de la“despromoción” del área metropolitana, aunque no dejó de trasladar beneficios aesa región. Después de todo, el predominio de los eslabones intermedios, congran dependencia de los proveedores metropolitanos para la materia prima, y elhecho que la terminación de los productos haya sido realizada en espacios extra-regionales, limitaron sus implicancias en el territorio chubutense59.

El sector terciario experimentó un crecimiento sin antecedentes que lo llevaríaa concentrar más de la mitad del PBG. Esas provincias, que se deshacían de suherencia territoriana, fueron un escenario ideal para el despliegue de la actividadcomercial. Una sociedad crecientemente urbanizada permitió al comercioincrementar su participación. Aquí se evidencia uno de los fracasos de la políticadesarrollista: lejos de generar un proceso de integración regional, se concentrócada vez más a los habitantes en unas pocas ciudades, dejando grandes extensionesde la Patagonia (en especial la meseta central de Chubut60 y Santa Cruz) casi sinpoblación y sin acceso a los servicios mínimos61. El crecimiento del comercio fueacompañado de la mayor relevancia de ramas como finanzas, seguros ycomunicaciones, claves para entender el peso de los servicios en las provinciaspatagónicas.

Un segundo factor que nos pone frente a una economía de servicios es el

57 BEINSTEIN, Jorge: Dinámica global de la economía patagónica. Buenos Aires, LUDEPA-SME/ INTA-GTZ, 1993; p. 254.58 GATICA, Mónica y otros: Op. Cit.; p. 58.59 Op. Cit.; p. 57.60 Con la puesta en marcha del programa desarrollista la población residente en el área central deChubut pasó del 10,2% al 3,7 entre 1960 y 1991. Mientras tanto la población residente en la costapasó del 62 al 80% del total. A su vez el PBG de la meseta central pasó en estos años de representarel 5,5% del total a solamente el 2,5, mientras la costa pasó del 79,1% al 90%. Datos desarrollados enIRUSTA, Delia y RODRÍGUEZ, Lidia: Aportes para el estudio del desarrollo urbano de Trelew.Informe final de proyecto PID-CONICET, 1993.61 Ver KLOSTER, Elba: “Región Patagónica”. En VELÁZQUEZ, Guillermo: Geografía, calidad devida y fragmentación en la Argentina de los noventa. Tandil, CIG. UNICEN, 2001.

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creciente peso del Estado provincial, tanto en la cantidad de trabajadores ocupadoscomo en su rol en la actividad económica. Desde las distintas autoridades secoincidía en señalar la importancia de la esfera oficial en la cobertura de lasdemandas de una población en crecimiento. Se produjeron inversiones en materiade salud, educación y vivienda. Mantenerse en el centro de las prioridades delEstado nacional era indispensable para obtener recursos que permitieran mejorarel standard de vida de la población, montar una infraestructura que comunique suterritorio y poner en marcha una economía diversificada.

Desde los primeros momentos se planteó como una clave la necesidad deincrementar la base de sustentación de las economías provinciales. Los recursosllegados del Estado nacional eran considerados insuficientes y, por ese motivo, sereclamaba un aumento de las partidas. De no hacerlo, era probable que sepresentaran situaciones de ahogo financiero y que la autonomía fuera sólo unaexpresión de deseo. Las nuevas provincias lograron la propiedad de yacimientos,fuentes de energía hidroeléctrica y recursos forestales, más allá de que suexplotación estuvo a cargo de empresas nacionales. La combinación de ambosfactores generó una economía de enclave, encarnada en grandes empresas públicasnacionales y en Estados provinciales que aumentaron su capacidad de acción sobrela base de abundantes recursos nacionales, pero sobre los cuales no tenían capacidadde control y, por lo tanto, se hacía imposible la planificación provincial a medianoo largo plazo. Esa tensa relación de permanente disputa, haría eclosión en los añosnoventa, donde quedarían en evidencia las debilidades estructurales del modelode crecimiento para las nuevas provincias patagónicas.

EPÍLOGO, PUNTOS DE CONTACTOS Y AGENDA A FUTURO

La segunda mitad del siglo XX fue testigo del fin de los territorios nacionalesy el nacimiento de las “nuevas” provincias patagónicas. Esta transición fuedefiniendo un modelo que presentó las siguientes características:

• Fuerte participación del Estado en la economía. El diagnóstico de lasautoridades provinciales no podía ser más claro: la tenue presencia del Estadonacional en los años territorianos se había traducido en un cuadro de postergación,donde convivían una enorme dotación de recursos ociosos y una poblaciónsumergida en la pobreza. Toda posibilidad de escapar de esta situación estabacentrada en la capacidad planificadora de las nacientes provincias. Con una seriede propósitos, que iban desde mejorar los indicadores sociales hasta posibilitar la

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diversificación de la economía, la presencia oficial ganó terreno en el periodoanalizado.

• Dependencia financiera respecto al Estado nacional. La endeble basematerial obligaba a los nacientes Estados provinciales a buscar recursos “externos”.Sólo con la colaboración del Estado nacional podría producirse ese salto adelante.Pero lo que se suponía iba a ser una etapa transitoria terminó siendo un defectoestructural que acompañó a los distritos durante todo el periodo. Los pagos delestado nacional se convirtieron en un engranaje clave para el funcionamiento deuna matriz estado-céntrica, sin que esto lograra traducirse en una implantaciónindustrial de envergadura. Los efectos más dañinos fueron visibles a mediados delos ochenta y se hicieron evidentes a comienzos de los noventa, cuando los fondosde Nación cayeron verticalmente.

• Importancia de las economías de enclave. Los diferentes planes dedesarrollo advertían sobre la conveniencia de apoyar actividades que generaranun efecto de arrastre y eslabonamiento de actividades productivas. Con la puestaen marcha de diferentes polos de desarrollo sería posible la diversificaciónproductiva y la elaboración de las materias primas in situ. Este objetivo estuvolejos de ser alcanzado. El peso de la expansión del PBG recayó en actividadescuyo excedente no permaneció en la provincia. Usando la definición de Zambón yBilder, podríamos decir que los sectores que motorizaron el crecimiento de laeconomía “no dieron lugar a relaciones intersectoriales ni hacia delante y, enconsecuencia, tuvieron pocas vinculaciones con su hinterland productivo”62. Laexplotación de recursos energéticos quizás sea el mejor ejemplo. Aunque laprofundización de este perfil generó un impacto inicial benévolo, que se tradujoen la llegada de recursos humanos, materiales, tecnológicos y financieros, losefectos que siguieron no fueron tan intensos y, luego de las privatizaciones,tendieron a ser negativos. Podría decirse que las economías de enclave, en estecaso estatal, dejaron a su paso un saldo ambiguo: por un lado alentaron uncrecimiento de la actividad económica en las áreas donde se desplegaron; porotro, disminuyeron el margen de acción a las instancias decisorias locales y nolograron dinamizar el conjunto del territorio.

• Sectores ganadores y perdedores. Una de las metas de las planificacionesprovinciales era alentar un crecimiento armónico. Sólo así sería posible superarlas fracturas que acompañaban a las “nuevas” provincias desde los tiempos del

62 ZAMBON, Humberto y BILDER, Ernesto: Op. Cit.; p. 70.

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Territorio Nacional. Una agricultura y una ganadería capitalizada permitiríanrelanzar al sector primario. Algo similar sucedería con el sector secundario: suimpulso aumentaría la chance de aprovechar los recursos naturales. Esta declaraciónde principios tuvo un dispar cumplimiento. El sector primario exhibió uncrecimiento negativo que alentó el “éxodo” desde el interior de las provincias. Elsector secundario, salvo el caso de la construcción y el enclave fabril en el norestede Chubut, creció a un ritmo menor del esperado. El sector terciario, especialmenteel comercio y los servicios sociales, fue uno de los motores de la expansión y unade las principales causas de la explosión demográfica. El crecimiento del aparatoadministrativo transformó a un puñado de ciudades que, dedicadas a actividadespuntuales, concentraron una importante variedad de servicios. Se convirtieron encentros sedientos de brazos que protagonizaron severos procesos de macrocefaliaal interior de cada una de las “nuevas” provincias patagónicas.

Como toda primera aproximación, el presente texto es un análisis general y,desde luego, parcial (los aspectos económicos fueron privilegiados sobre otrasvariables). De ahí que la tarea por delante no sea menor y deba romper con laausencia de estudios comparativos dentro de la historiografía argentina. Laposibilidad de analizar las relaciones entre economía y sistema político o deexaminar la dinámica que asumieron los conflictos sociales en estos espacios, sonparte de los muchos desafíos que le aguardan a la historia de las “nuevas”provincias. A modo de cierre, y abusando de una metáfora artística, podríamosdecir que intentamos instalar el bastidor de un cuadro; deberán empezar a sumarselas pinceladas empíricas.

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