Las Nuevas Ciencias Sociales Dogan Pahré

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Segunda parteDe la especialización

a la fragmentación y la hibridación

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En una reunión sobre la "interdisciplinariedad", organizada en el marco de un congreso mundial reciente de ciencia política, el colega R. Merritt nos recordó que: "Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía consigo no sólo las tablas de los Diez Mandamientos sino también un protocolo secreto de inspiración divina que dividía el saber humano en varias disciplinas académicas". Se sabe que dicho protocolo, imposible de encontrar en los archivos del Vaticano, trazaba las fronteras de siete disciplinas: lógica, matemáticas, geometría, gramática, retórica, música y astrología. Tales fronteras fueron sagradas durante varios milenios, hasta el momento en que los herejes comenzaron a impugnarlas.

Más tarde, los contestatarios fueron capaces de crear algunas disciplinas nuevas, como la química y la óptica. Es difícil afirmar en qué momento empezó a acelerarse la proliferación de las disciplinas científicas. Dejamos esta cuestión a los historiadores de las ciencias. Aquí, basta con reproducir lo sostenido por Harriet Zuckerman: "Desde 1901, las fronteras de las ciencias se han modificado en gran medida. Hoy día, hay especialidades cuya existencia ni siquiera se concebía en tiempos de Nobel" (Zuckerman, 1977, p. 51). Aunque Nobel haya presentido el cambio de los contornos de las ciencias, es evidente que no sospechó la rapidez de la transformación y de la proliferación. El químico sueco no podía imaginar la aparición de ramas científicas nuevas, tales como la biología molecular, la tectónica de las placas continentales y otras docenas de ellas.

Los patrimonios científicos cambian constantemente. Claro está que se desarrollan, pero también se fragmentan, y las especialidades de estos segmentos de ciencia se comunican entre sí. Los nuevos dominios así creados se dividen también conforme crecen, como una amiba. La especialización en cada dominio conlleva nuevos progresos. Ni la especialización ni la fragmentación son deplorables. Al mismo tiempo, existen límites contra este crecimiento dentro de las fronteras de una disciplina o subdisciplina. Tales límites son rebasados por una intervención externa. En virtud de que cada fragmento se combina con fragmentos de otras disciplinas, el nuevo par de fragmentos inaugura un campo novedoso de investigación, el cual desarrolla su propio patrimonio.

Este proceso se compone de dos etapas. Al principio, el objeto de estudio es examinado paralelamente en dos disciplinas; con base en los progresos realizados, ambas disciplinas entablan una comunicación. A menudo, se institucionaliza el nuevo dominio híbrido que, al emanciparse, es reconocido como independiente.

Los investigadores innovan, en primer lugar, mediante la exclusión deliberada de cierto número de influencias, es decir, a través de la especialización; en segundo, por medio de la reintroducción en el análisis de las variables previamente excluidas. En la fase inicial de la investigación, la inclusión de todos los factores significativos provocaría el tratamiento superficial de cada uno de éstos. En consecuencia, el examen más profundo de algunos factores se vuelve prioritario. Sin embargo, tal prioridad puede sesgar la investigación y, por tal motivo, debe reintroducirse juiciosamente todo aquello que fue excluido a causa de los imperativos de la especialización. Este proceso mediante el cual se combinan los conocimientos especializados de diferentes dominios constituye lo que nosotros denominamos hibridación. Un campo híbrido es el resultado de la recuperación de zonas marginales de dos o varias disciplinas. El producto del proceso en cuestión transforma tanto el panorama de las ciencias sociales, que deja de parecerse a la imagen que de él se forma la mayoría de las personas.

Conforme se desarrollan los patrimonios científicos, escapan al dominio de una sola persona. Ralph Turner presenta una descripción de este proceso en el marco de la sociología: "En los años treintas y cuarentas, era una ambición realista el deseo de ser un sociólogo general. En ese entonces, existía un caudal de conceptos básicos y un cuerpo de conocimientos acumulados en los diversos dominios de la sociología que eran lo suficientemente comunes para que un científico pudiera aportar contribuciones significativas en muchos subdominios sociológicos y hablar con autoridad de la disciplina en general. Hoy día, resulta difícil imaginar el genio que se requeriría para lograr semejante desempeño" (Turner, 1988, p. 34). La expansión del patrimonio sociológico ocasiona fragmentaciones sucesivas. Al desarrollarse una disciplina, se divide, y la mayor parte de los segmentos se convienen en sectores nuevos de investigación más o menos independientes . . Asimismo, la especialización es necesaria cuando una disciplina evoluciona desde el enfoque

especulativo hasta las investigaciones empíricas. Ningún científico puede dominar una vasta realidad

6. La especialización en las ciencias sociales

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empírica, y el paso del nivel abstracto al nivel concreto obliga al investigador a limitar su campo, a especializarse.

Las disciplinas y subdisciplinas se dividen de acuerdo con criterios epistemológicos, metodológicos, teóricos e ideológicos. A veces, las divisiones ideológicas pueden revelarse irreductibles. Las de carácter teórico son susceptibles de superación. Las de naturaleza conceptual o metodológica pueden ser fácilmente conciliadas.

Muchas de estar divergencias -en ocasiones, las más importantes- provienen del hecho de que dos investigadores que examinen el mismo objeto de estudio tengan colegas y contactos diferentes. Pueden experimentar influencias muy distintas y adoptar métodos que no sean complementarios. Imaginemos el caso de tres politólogos consagrados al estudio de la política italiana: el primero utiliza la teoría de los juegos; el segundo, métodos estadísticos sofisticados, y el tercero, análisis empíricos cuyos resultados se presentan en lengua vernácula o de modo muy accesible.Es evidente que los tres investigadores no hablan el mismo idioma y que casi no se interesan en los mismos problemas. No se comunican entre sí. El primero dialoga con los economistas o los especialistas en relaciones internacionales que aplican la teoría de los juegos; el segundo conversa con los estadísticos o con los psicólogos sociales, y el tercero prefiere frecuentar a los historiadores o a los sociólogos. En el resto de los dominios, la especialización ocurre también de esta manera, aunque las disciplinas se vean amenazadas por la fragmentación. La especialización es un fenómeno reciente, tal como se puede corroborar al consultar antiguos planes de estudio de universidades hoy día renombradas. Antes de la Primera Guerra Mundial, el catálogo de la venerable Universidad de Harvard tenía un aspecto patético en comparación con las exigencias contemporáneas. En 1902-1903, las ciencias sociales casi no estaban representadas, con excepción de la economía política y la historia. Los cursos de esta última disciplina no ofrecían gran variedad o amplitud, puesto que todos se centraban en la historia europea y estadounidense. La ciencia política era reconocida apenas como un subdominio del departamento de historia, y los temas entonces propuestos parecen en la actualidad muy polvorientos: la constitución estadounidense, el funcionamiento de la democracia inglesa, el derecho romano, el derecho eclesiástico y del derecho internacional. La psicología recibía un tratamiento similar, en tanto que subdominio de la filosofía; existía un curso de psicología experimental y otro de psicología comparada. Lo que hoy día entendemos por antropología estaba representado por el departamento de "arqueología y etnología americanas", muy etnocéntrico, al igual que el departamento de historia. La lingüística no tenía un departamento propio, pero la filología era una asignatura impartida en los departamentos de alemán, francés, latín, griego y lenguas semíticas. La economía estaba más desarrollada que las ciencias sociales, aunque todavía no se dividía en especialidades. Con todo, el departamento de economía se hallaba relativamente bien integrado y ofrecía muchos cursos en los subdominios de las finanzas públicas, las organizaciones industriales, la legislación bancaria, las crisis económicas, el comercio internacional, la contabilidad y las teorías económicas. Existía incluso un curso de sociología, pero esta última no era reconocida como una disciplina independiente. La sociología no era enseñada en ninguna otra parte sino en este departamento de economía y en tanto que "principios de sociología".

En el año académico 1924-1925, las ciencias sociales estaban mejor representadas y algunas de ellas comenzaban ya a segmentarse. No obstante, el catálogo de la Universidad de Harvard conservaba las características de aquél de un pequeño colegio municipal de nuestros días.

Mientras tanto, la historia descubría al Lejano Oriente, el Imperio español y diversos países de Latinoamérica. Surgió "la historia social e intelectual" en tanto fragmento analítico. La economía abarcaba nuevos dominios, como la estadística o la metodología. Hubo que acoger el nacimiento de un híbrido, la historia económica, dominio ubicado entre dos departamentos y propuesto a los estudiantes inscritos en ambas disciplinas.

La ciencia política englobada con el término gobierno se separó de la historia y pasó a constituir un departamento independiente. Incluía varias secciones: "gobierno moderno" (Estados Unidos de América y Gran Bretaña), derecho y teoría política, derecho internacional y diplomacia. Al igual que un colegio pequeño de nuestros días, ofrecía un curso sobre el gobierno municipal. La antropología aparecía como departamento, cubriendo dominios que antes pertenecían por completo al departamento de arqueología y etnología americanas. Contenía cursos sobre los métodos antropológicos, las sociedades primitivas, la antropología física, la antropología criminal y la etnología, así como una serie de asignaturas relacionadas coI} "las razas y las culturas" de Europa, América del Norte, América del Sur, Africa y Oceanía. La pedagogía era reconocida como departamento independiente, pero sólo incluía tres cursos. La filología se desvinculó del departamento de lenguas y ofreció dos cursos de filología comparada: uno sobre lingüística histórica y otro referido a la fonología de diversas lenguas europeas. La psicología continuó siendo una sección de la filosofía, aunque se desarrolló con base en los cursos de psicopatología, fisiología y psicología experimental. Inútil buscar a la sociología:

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aún no existía. El mismo "subdesarrollo" caracterizaba a la Universidad de Berkeley, la cual no era todavía en esa

época una de las universidades más importantes del mundo. En el departamento de antropología, sólo había dos profesores; la sociología

. no era reconocida. Se carecía de cursos de psicología para estudiantes avanzados. En ciencia política, 1110 se incluía ninguna asignatura sobre los países extranjeros y, para tal efecto, se remitía a los alumnos al departamento de historia. Dentro de la mejor tradición de las universidades estadounidenses, la agronomía constituía un domino privilegiado.

En Europa, la situación era aún más desoladora, con la excepción -sobre todo en Francia y Alemania - de ciertas disciplinas, tales como la geografía, la historia, la psicología o la economía. Verdad es que, en esa época, menos de 1 % de los jóvenes cuya edad oscilaba entre los 19 y los 24 años asistía a la universidad.

Con el desarrollo de las grandes universidades, es posible comprender las etapas de la segmentación de las ciencias sociales y su interacción. La fragmenracíón apareció de entrada en las ciencias naturales y la filosofía fue la primera que engendró subdisciplinas híbridas. La historia de la ciencia es la historia de la multiplicación y la diversificación de subdisciplinas que, al llegar asu madurez, son reconocidas como disciplinas independientes y completas.

Es evidente que las ciencias sociales se originaron en la filosofía, la cual se dividía en dos ramas: la filosofía natural y la filosofía moral. Estas ramas se llegarían a convertir en las ciencias naturales y las ciencias sociales. Cada una prosiguió su crecimiento con la consecuencia previsible de que "como resultado de la rápida expansión del conocimiento, esta evolución hizo que cada una de las disciplinas sociales se separara, convirtiéndose en una ramificación del tronco original" (Easton, 1953; versión castellana, 1966, p. 104). La economía política clásica fue una de las primeras en llevar a cabo tal separación, bajo la conducción de Adam Smith, Thomas Malthus y David Ricardo. Durante el siglo XIX, Auguste Comte y otros hicieron de la sociología una disciplina aparte. A fines de dicha centuria, se produjo un movimiento parecido en la antropología, la psicología y la ciencia política. La economía política se convirtió más tarde en la economía tal como la conocemos hoy día. Desde antes de la Segunda Guerra Mundial, la psicología social comenzó a constituirse como disciplina independiente en numerosas universidades.

Antes de extenderse y dividirse, cada una de estas disciplinas empezó por desarrollar su núcleo. La distancia que separa al centro de las fronteras varía de una disciplina a otra, lo cual se debe en parte a las diferencias de edad de estas disciplinas. Algunas de ellas ya han comenzado a hacer implosión y a contraerse; al respecto, la demografía constituye el ejemplo más visible. De hecho, las disciplinas atraviesan por ciclos de expansión y contracción a medida que los híbridos jóvenes se desarrollan y abandonan su disciplina de origen.

La fragmentación de las disciplinas y la especialización llevada cada vez más lejos por los investigadores ocasiona una diversificación de los patrimonios. Como lo ha señalado David Easton: "sin la progresiva separación y clasificación de los datos sociales que ha obtenido cada generación, no habría ninguna necesidad ni objeto de que existiera la especialización" (Easton, 1953; versión castellana, 1966, p. 104). Esta especialización que permite el análisis profundo de un objeto de estudio determinado, posibilita una mejor comprensión de los fenómenos examinados.

Para resolver un problema importante, el científico debe dividirlo en sus partes constitutivas. Es cierto que la causalidad única no existe, pero puede resultar útil suponerla en uno u otro momento de la investigación. Aunque todo está incluido dentro de un todo, ciertas partes del saber mantienen entre sí vínculos más estrechos y dan lugar a las especialidades. Por ejemplo, los precios, la oferta y la demanda forman un todo que gravita en el dominio que llamamos economía. La identificación y el reagrupamiento de tales fenómenos constituye el primer paso necesario para su estudio. La separación y clasificación son elementos esenciales de la conceptualización y, una vez circunscrita la subdisciplina, resulta más facil la formulación de los problemas.

La especialización tiene muchas ventajas. Además de permitir el uso de técnicas perfeccionadas y métodos precisos, contribuye a formular preguntas pertinentes. ¿Cuántos profanos podrían autenticar el sentido de una traducción de los rollos del Mar Muerto? ¿Cuántos de ellos serían capaces de distinguir en esos manuscritos lo que es importante y lo que resulta irrelevante? Tal es el tipo de problema enfrentado por el examen detenido de los archivos. ¿Cuántos podrían descifrar el significado de los documentos?

Al denunciar las debilidades de las teorías existentes, la especialización lleva al investigador a plantearse nuevos interrogantes. Esto ya era válido para Nicolás Copérnico: "Las anteojeras que limitaban su contemplación del cielo desempeñaron un papel funcional. Tanto le perturbaron las diferencias de unos cuantos grados en la predicción astronómica, que para explicarlas consintió en

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adoptar una verdera herejía cosmológica: el movimiento de la Tierra" (Kuhn, 1957, p. 184). La especialización es también ventajosa en otros aspectos. Proporciona a los científicos herramientas valiosas, lo cual les evita el tener que reinventarlas. Asimismo, el perfeccionamiento de los métodos se transmite más fácilmente entre los especialistas. A fin de comprender la importancia de tales herramientas, imagine el caso de un lingüista de campo que deseara escribir una gramática sin disponer de los conceptos siguientes: sustantivo, verbo, fonema, morfema y declinación. Los autóctonos no tienen conciencia de dichas formas gramaticales y los antiguos gramáticos del sánscrito, del griego y del latín que dieron forma a los conceptos en cuestión brindaron a los lingüistas de generaciones ulteriores herramientas fundamentales. Otras técnicas, como la comparación de pares mínimos en la lingüística, son más recientes pero no menos importantes.

Desde luego, la especialización puede implicar algunos inconvenientes, pero no debe ser cuestionada por ello. Thomas Kuhn afirma que "aunque se ha hecho habitual y es seguramente apropiado deplorar el abismo cada vez mayor que separa al científico profesional de sus colegas en otros campos, se dedica demasiada poca atención a la relación esencial entre ese abismo y los mecanismos intrínsecos del progreso científico" (Kuhn, 1962; versión en castellano, 1971, pp. 48-49). Los científicos ya no tienen que justificar los principios primordiales: pueden considerarlos como algo adquirido y trabajan en la elaboración de ramificaciones más sutiles o esotéricas.

A condición de hacer un uso restringido de ella, la simplificación puede ayudarnos a desembrollar la complejidad del mundo real. Como lo señala Marc Bloch: "el horno religiosus, el horno oeconomicus, el horno politicus, toda esa retahíla de hombres en us, de la que se podría alargar la lista hasta el infinito, son cómodos fantasmas, y el peligro sería grave si los tomáramos por otra cosa" (Bloch, 1949; versión en castellano, 1952, pp. 127-128). La especialización es inevitable, pero se debe tener conciencia de sus límites.

La especialización es un proceso sin fin. A medida que una disciplina se desarrolla, sus practicantes se especializan cada vez más y deben desatender forzosamente otros dominios del campo en cuestión. Por tal motivo, la escísiparidad, la división en dos de una disciplina según el modelo de la amiba, constituye un proceso corriente de fragmentación. Al respecto, la división de la física en física y astronomía, y aquélla de la química en química orgánica y química física, constituyen dos ejemplos importantes. En las ciencias sociales, lo que en su origen representó el estudio del derecho se convirtió en derecho y ciencia política; por su parte, la antropología se dividió en antropología física y antropología cultural; por último, la psicología dio lugar a numerosas ramas: psicología, psicología social, psicología clínica, psicoterapia, psiquiatría, etcétera.

Se puede advertir esta fragmentación durante los congresos nacionales e internacionales. Quienquiera que haya asistido a las reuniones de miles de personas organizadas por la Asociación Internacional de Sociología o por la Asociación Internacional de Ciencia Política, se habrá dado cuenta de la falta de coherencia de estos congresos: 20 o 30 talleres se desarrollan simultáneamente y la mayor parte de éstos sólo reúnen a un puñado de individuos. Las sesiones plenarias atraen únicamente a pequeñas minorías, puesto que la mayoría de los congresistas se interesan poco en los asuntos relacionados con la disciplina en su conjunto.

El resultado de tales divisiones es que cada disciplina formal se vuelve crecientemente desconocida y que ningún científico es ya capaz de dominarla. No hay ninguna teoría, ningún marco conceptual que pueda englobar la disciplina en su totalidad. En la sociología, Talcott Parsons fue el último que intentó llevar a cabo tal unificación, pero no tuvo éxito y, en la actualidad, ningún sociólogo estaría en condiciones de efectuarla. "Parsons sobrestimó la unidad interna de la disciplina. Si sus descripciones fueran retomadas hoy día, parecerían grotescas. La situación actual corresponde más bien a una especialización acrecentada de la investigación, a una diversificación de las perspectivas y los objetos de estudio, a una fuerte fragmentación y a la persistencia de conflictos. En nuestros días, ya no hay tentativas de síntesis teórica como aquélla perseguida por Parsons y existen pocos motivos para creer que las habrá en el futuro" (Smelser, 1988, p. 12).

No son sólo los objetos de estudio los que dividen una disciplina, sino también las perspectivas y la ideología. En ocasiones, los investigadores tienen la tendencia a minimizar estas diferencias con la esperanza de que éstas no les impidan proseguir los intercambios. No obstante, otras veces reconocen la existencia de tal abismo. En un análisis sobre las causas de la gran depresión, un eminente economista no monetarista afirmó, dirigiéndose a uno de sus colegas monetaristas, lo siguiente: "Ya no tenemos referencias comunes en nuestra apreciación de la historia. ¿Cómo podemos discutir los datos históricos, si nuestra percepción es tan diferente?" (Temin, 1981, p. 122). Incluso en los dominios limitados de la historia económica, la división es insalvable.

Como lo sugiere el ejemplo anterior, el progreso del saber ya no es la única fuerza en juego en el proceso de fragmentación. Este depende en parte de fuerzas sociales más vastas. Una de las razones que se puede exponer es el hecho de que el número de estudiantes y profesores universitarios se ha

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decuplicado en dos generaciones en casi todas las democracias occidentales. En Estados Unidos de América, los fondos otorgados a los ex combatientes en el marco de la Declaración G.l. (Government Issue; todo lo suministrado por el Ejército) han contribuido ampliamente a ese respecto.

Asimismo, la inercia institucional puede desempeñar un papel determinante. Donald T. Campbell (1969) ha mostrado la forma en que las especialidades que se superponen son artificialmente encerradas y aisladas dentro de "disciplinas". La formación, la distribución de recursos y las rivalidades entre las instituciones contribuyen a separar estas subdisciplinas, por razones que no tienen nada que ver con la investigación. En consecuencia, las subdisciplinas tienden a recogerse en sí mismas y a dejar vacíos entre ellas. Con el fin de llenar esos huecos, Campbell sugiere la creación de reglas específicas. Los científicos no deben ser generalizadores. Si se pudiesen encontrar formas institucionales de fomento de la especialización, las ciencias casi serían capaces de lograr "la omnisciencia", gracias a un modelo que semeje las escamas de los peces. A s í, el conjunto de los objetos de estudio quedaría cubierto por especialidades que se sobrepondrían sin dejar vacíos entre sí. Campbell considera que una vez establecido este modelo de escamas, la ciencia podría progresar sin dejar huecos en el saber. Dentro de este modelo de escamas de pez, los especialistas más innovadores se ubicarían en las intersecciones de las escamas y no en el centro de las disciplinas. A pesar de su interés, este análisis descuida el carácter dinámico del proceso. Un mundo estático de omnisciencia no puede perdurar, debido en parte a las razones que el propio Campbell proporciona, y en parte al proceso de innovación, a la formación de patrimonios, a la fragmentación y al problema de la densidad. Las ciencias sociales se hallan siempre en movimiento.

Con todo, el enfoque planteado por Campbell en relación con los aspectos institucionales permite comprender por qué la topografía de las ciencias es tan diferente de un país a otro. Gran parte de lo que se denomina ciencia política en Estados Unidos de América pertenece en Europa al dominio de la sociología o del derecho. La lingüística histórica es estudiada en Europa por los filólogos adscritos a los departamentos de lenguas, mientras que en los Estados Unidos se vincula con la lingüística. Lo que se entiende por antropología en Alemania corresponde a la "antropología física" en los Estados Unidos; del mismo modo, aquello que los investigadores estadounidenses llaman "antropología sociocultural" es conocido en otras partes como "etnología". En Alemania, existen departamentos de Sta a twissenchaf ten (ciencias estatales), que carecen de equivalentes en otros lugares: reagrupan ciertos aspectos de fi-nanzas públicas, economía, administración, historia, estadística y sociología. Estos ejemplos ilustran la naturaleza arbitraria de las fronteras entre las disciplinas formales.

Un medio para observar la especialización creciente consiste en enumerar las asociaciones científicas creadas en un periodo determinado. De 1880 a nuestros días, tiene lugar una fuerte progresión de la especialización. Sólo datan tres asociaciones de antes de 1840, cinco de 1840-1859 y cuatro de 1860-1879. Desde 1880 hasta 1899, la progresión es constante: aparecen 27 asociaciones. Luego, surgen 43 entre 1900 y 1919, 58 entre 1920 y 1939, Y 77 entre 1940 y 1959. Durante las dos décadas siguientes, la tasa casi se duplica con 150 asociaciones científicas nuevas, lo que constituye más de 40% del total de las 367 asociaciones existentes (Clark, 1987, p. 37). Además, estas asociaciones científicas han cambiado de naturaleza a lo largo del periodo en cuestión. Las tres primeras, la American Philosophical Society (1743), la American Academy of Arts and Sciences (1780) y la American Statistical Association (1839), abarcan un campo mucho más amplio que el cubierto por las asociaciones de reciente aparición, como la Tissue Culture Association o la Society for Antropology of Visual Communication. Es difícil señalar con exactitud en qué momento afectó este fenómeno a las ciencias sociales, porque los datos disponibles no son bastante detallados. Empero, puede decirse que, durante la década de los ochenta del siglo pasado, la especialización comenzó a progresar con gran rapidez y fueron creadas las primeras asociaciones de ciencias sociales. Así, es factible fechar el origen de este proceso en esa época. Desde entonces, la especialización no ha dejado de aumentar.

Debido a que las ciencias sociales empezaron a desarrollarse lo suficiente para fragmentarse en una época reciente, el problema de la determinación de las fronteras entre las disciplinas es relativamente nuevo. No es sino en los años veinte que las ciencias sociales se institucionalizan en Estados Unidos de América con la creación del Social Science Research Council y el departamento de ciencias sociales de la Universidad de Chicago. En ese periodo, la fragmentación apenas existía; pero, desde entonces, ha progresado considerablemente al interior de cada disciplina formal.

Antes de 1930, la sociología estaba integrada esencialmente por algunos campos principales de estudio, tales como la familia, la estratificación social y el urbanismo. Una buena parte de la "sociología de la familia" pertenece en la actualidad a la demografía y el resto sólo existe en los manuales: la mayoría de los investigadores han evolucionado hacia híbridos nuevos, como la historia social y los estudios sobre el feminismo. Los de clase y estratificación social se han convertido en conceptos fundamentales utilizados por el conjunto de las ciencias sociales. Por último, el urbanismo constituye

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hoy día una disciplina completa y aparte, institucionalizada, que a menudo se denomina "estudios urbanos" y que por tanto ha abandonado su lugar de origen, la sociología.

La ciencia política es resultado de la fragmentación de otras disciplinas, como la historia y la sociología. En sus inicios, en calidad de dominio académico, versaba sobre la política al interior de la historia o del derecho. En la época en que Woodrow Wilson dejó de asistir a la universidad para iniciar su carrera política, el enfoque legal-institucional que la ciencia en cuestión había desarrollado ya estaba pasado de moda. Charles Beard, por ejemplo, demostró la necesidad de utilizar otras aproximaciones y otras subdisciplinas para explicar el comportamiento político. El economista Arthur Bentley hizo lo mismo, aunque su obra fue ignorada durante varios decenios. Todo ello creó un precedente. Hoy día, el politólogo de corto entendimiento que tratara de explicar la política únicamente en términos políticos no llegaría muy lejos. Así, las observaciones de John Gunnell sobre el desarrollo de la teoría política podrían aplicarse también a las demás ramas de la ciencia política: "La dispersión no es un síntoma, sino la condición misma de existencia de la disciplina. Apareció después de los sucesos de la década de los sesenta, se manifestó en los años setenta y definió el estado de la disciplina al inicio del decenio de los ochenta" (Gunnell, 1983. p. 4). Esta "dispersión" de la teoría política llevó a los especialistas a interesarse en otras subdisciplinas relacionadas con la filosofía o la economía.

La fragmentación prosiguió con gran rapidez. La teoría política, que constituye en sí misma una subdisciplina, ha sido dividida oficialmente en tres secciones por la American Political Science Association (APSA): histórica, normativa y empírica. En el anuario de 1973, se distingue como otra subdisciplina a la metodología, con ramificaciones en el dominio de la epistemología y de la filosofía de las ciencias.

En ese entonces, la teoría política fue dividida en historia de las teorías, sistemas ideológicos, filosofía política, y metodología y sistemas analíticos. El anuario de 1982 hace pensar que se ha dado marcha atrás, puesto que la teoría política sólo es dividida en teoría política y filosofía, teoría formal o positiva y metodología; "pero, estas categorías no constituyen una buena descripción de la disciplina sino con respecto a 10% de los miembros de la APSA, quienes se reconocen como especialistas en teoría política" (Gunnell, 1983, p.32).

Se puede advertir una evolución similar en todas las ramas de la ciencia política. Por ejemplo, las relaciones internacionales han cambiado mucho a lo largo de las dos últimas décadas. En su origen, el núcleo de la disciplina estaba constituido por la historia de la diplomacia; es decir, la explicación de la diplomacia con base en la diplomacia. Este enfoque se fue ampliando gradualmente, tan pronto como la disciplina evolucionó hacia otras cuestiones, como la seguridad internacional, la política exterior frente a la opinión pública, la gestión de las crisis y las tomas de decisión, la economía política internacional y los modelos matemáticos.

La fragmentación no está exenta de problemas. La ponencia presentada por el presidente de la Asociación Internacional de Ciencia Política en el congreso de 1988 versó sobre el tema "del camino hacia una ciencia política global" y destacó que "existe un verdadero peligro de que la ciencia política ya no sea una sola sino una multiplicidad de disciplinas repartidas en zonas geográficas y especialidades funcionales". Este reproche es a la vez curioso y conmovedor.

7. Hibridación: la recombinación de fragmentos de ciencias

La especialización científica constituye la primera etapa del proceso de innovación. La recombinación - más allá de las disciplinas formales - de sectores especializados en dominios híbridos es la segunda. Tal como ocurre en la botánica, estos híbridos son combinaciones de dos ramas del saber. Aunque existan ciertos híbridos biológicos estériles, como las mulas, éste no es casi nunca el caso en la hibridación de las ramas de las ciencias. lean Piaget sugiere que una analogía biológica más adecuada sería aquella de "la recornbinación genética" de la biología molecular, "la cual se muestra más equilibrada y mejor adaptada que los genotipos puros" (Piaget, 197Üb). Hay dos géneros de híbridos. El primero está institucionalizado; sea en tanto que subdisciplina de una disciplina formal, sea en calidad de unidad o programa localizado en la encrucijada de varias disciplinas, lo cual incluye los intercambios regulares entre los investigadores de. estas diferentes disciplinas o subdisciplinas. El segundo sigue siendo informal. .Corresponde más a la apertura de un campo de estudio que la constitución de una subdisciplina como tal. Por ejemplo, el economista que se interese en los problemas del desarrollo

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mantendrá sin ninguna duda numerosos contactos con economistas, politólogos, historiadores, sociólogos y, tal vez, antropólogos, que tengan preocupaciones similares. Sin embargo, es difícil imaginar que este tema pueda convertirse algún día en una subdisciplina híbrida institucionalizada.

Las razones de la aparición de disciplinas o subdisciplinas nuevas son claras: la especialización deja vacíos entre las subdisciplinas, los cuales deben ser llenados. Al respecto, hallamos un buen ejemplo en la psicología del desarrollo: "Desde sus orígenes inciertos al inicio del presente siglo, cuando sólo constituía un intento mal definido de llenar el vacío entre el desarrollo psicológico y el desarrollo biológico, la psicología del desarrollo ha alcanzado su estado actual de subdisciplina nueva e importante, que engloba toda la investigación del desarrollo en psicología y neurobiología" (Hall y Oppenheim, 1987, p. 92). Y no se trata de un caso excepcional. Abundan los ejemplos de subdisciplinas nuevas que han llenado el vacío entre dos disciplinas.

Algunos confunden recombinación y síntesis. La diferencia es muy nítida en el dominio de la historia. La recombinación innovadora es una mezcla de fragmentos de ciencias, mientras que la síntesis aporta una interpretación nueva. La teoría de la historia de Arnold J. Toynbee constituye una buena síntesis. La obra El Meditarráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II de F. Braudel es una recombinación de fragmentos de ciencias sociales, en particular de historia y geografía. El libro Los orígenes del Estado absoluto de Perry Anderson representa sobre todo una síntesis, mientras que el trabajo Despotismo oriental: estudio comparativo del poder totalitario de Karl Wittfogel es básicamente una recombinación. La recombinación no puede lograrse sin un avance científico en las subdisciplinas de las cuales es producto; en cambio, la síntesis no requiere dicho adelanto. Debido a que implica un progreso científico, la hibridación es un fenómeno reciente. Esto no ha sido lo suficientemente enfatizado incluso con respecto a las ciencias naturales, donde la hibridación se produjo en primer término: la física apareció a mediados del siglo XIX, "formada por la fusión de elementos provenientes de dos grupos hasta ese entonces separados, las matemáticas y la física experimental" (Kuhn, 1962 [1971 D. Este híbrido conoció un largo periodo de gestación antes de dar frutos: Isaac Newton había escrito con más de un siglo de anterioridad sus Principios matemáticos de filosofía natural. Asimismo, es factible ofrecer otros ejemplos tomados desde la bioquímica hasta la astrofísica. Y lo mismo es válido para las ciencias sociales. En las primeras etapas de su desarrollo, una disciplina nueva no es sino un agregado de las especialidades resultantes de otras varias disciplinas. John G. Gunnell (1983) sostiene que "en la época del surgimiento de la APSA [la American Political Science Association, creada en 1903], la ciencia política no era una disciplina completa y aparte, sino una entidad que reagrupaba las investigaciones emparentadas que ya no podían ubicarse dentro de sus disciplinas de origen". Otras disciplinas, como la economía, la sociología, la antropología y la lingüística, se hallaban en la misma situación durante sus primeros años porque, como lo explica Cyril Belshaw, "todas las disciplinas son interdisciplinarias en sus inicios, en virtud de que no pueden tener en ese momento, por definición, una tradición profesional establecida" (Belshaw, 1989, p. 2). En muchos casos el nombre de estas disciplinas nuevas sólo expresa accidentalmente su origen híbrido: la psicología social manifiesta con claridad su procedencia, lo que no sucede con la antropología. Por su parte, la economía -que en otro tiempo se llamó "economía política" - eligió una denominación más breve.

Hoy día, el proceso más importante no consiste en la creación de disciplinas nuevas, sino en la formación de dominios híbridos nuevos. Debido a que sólo se remonta en el pasado a unas cuantas décadas, este proceso suele ser ignorado. Por ejemplo, la obra monumental de la UNESCO intitulada Les tendances principales dans les sciences sociales contiene únicamente algunas referencias fugitivas a ese respecto, puesto que parece considerar que todos los trabajos de los cuales da cuenta respetan las fronteras de las disciplinas. Así como la mayoría de los investigadores creen en aparencia que las ciencias sociales poseen confines bien determinados, otros persisten en perseguir esa quimera constituida por "la interdisciplinariedad", noción que se debería suprimir en virtud de que está desprovista de un sentido verdadero. En realidad, la fragmentación de cada disciplina imposibilita una amalgama de ese tipo, porque deja vacíos entre las especialidades, los cuales se añaden a los vacíos ya existentes como resultado de la división de las ciencias sociales en disciplinas formales. La hibridación permite crear pasarelas y, en ocasiones, llenar incluso por completo tales vacíos. Sin embargo, un proyecto de investigación no puede ocuparse simultáneamente de más de uno o dos de los vacíos en cuestión.

Otra razón que explica el aprovechamiento deficiente de -la hibridación reside en que la mayor parte de los intercambios entre las disciplinas formales se efectúan al interior de eso que se ha convenido en denominar "colegio invisible". El primer ejemplo de un colegio de ese tipo fue un grupo informal de científicos aficionados, integrado al inicio del siglo XVII, que crearon más tarde la Royal Society.

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Durante el siglo XVIII, tuvo lugar un verdadero despunte de estas comunidades "invisibles" de científicos y filósofos, tal como lo atestigua la vasta correspondencia de Voltaire. En esa época, los "colegios invisibles" eran ya de carácter internacional. Más tarde, su número experimentó un crecimiento exponencial a través de las revistas, las asociaciones, las conferencias, la correspondencia, el teléfono, los ordenadores o computadoras y el facsímil. Los colegios invisibles pueden ser monodisciplinarios o híbridos. Los ejemplos que ofrecemos parecen sugerir que los más innovadores son los colegios invisibles híbridos. Lamentablemente, existen muy pocos estudios sociológicos sobre esta comunicación informal (Crane, 1972). Todavía en 1975, Derek de Solla Price sostenía que el fenómeno de los colegios invisibles "podría constituir muy bien un objeto interesante de estudio para la sociología" (Solla Price, 1975, p. 168). No obstante, esta comunicación informal desempeña un papel esencial en el desarrollo científico. La mayor parte de los departamentos universitarios sólo cuentan con uno o dos representantes de cada especialidad; por tanto, éstos deben comunicarse con sus colegas de otros departamentos, de otras universidades e incluso de otros países.

Las ciencias progresan con base en dichas interacciones. El proceso es irreversible. A medida que avanzan, las antiguas disciplinas acumulan tal masa de saber en su patrimonio, que se dividen. Cada fragmento de disciplina entra entonces en contacto con fragmentos de otras disciplinas localizadas más allá de las fronteras respectivas, perdiendo así el contacto con las demás secciones de su disciplina de origen. El sociólogo especializado en el urbanismo tiene menos cosas en común con el sociólogo que estudia la movilidad social que con el geógrafo que investiga el crecimiento de las ciudades. Este segundo sociólogo comparte más preocupaciones que el economista que examina la distribución de los ingresos que con el primer sociólogo. El politólogo interesado en la socialización política conoce mejor la bibliografía sobre los agentes de la socialización (familia, iglesia, escuela, sindicatos, pluralismo cultural, etc.) que aquélla referida a la corte suprema, el proceso legislativo, el liderazgo de los partidos políticos o el reclutamiento de los altos funcionarios. Quienes trabajan en el campo de las relaciones internacionales no utilizan mucho la bibliografía sobre la socilización política o las relaciones patronales-sindicales, pero deben tener conocimientos de economía, psicología, estrategia militar, historia, matemáticas y física nuclear. Del mismo modo, los psicólogos que analizan el desarrollo infantil necesitan estar al corriente de los trabajos relacionados con la fisiología del desarrollo, las teorías lingüísticas concernientes a la adquisición del lenguaje y la psicología clínica.

Una vez puestas en contacto, las subdisciplinas emparentadas intercambian conceptos, teorías y métodos. Estos dominios interactuantes forman a menudo híbridos innovadores mediante un proceso que se ha generalizado en todas las ciencias naturales y sociales. A propósito de las ciencias sociales, Jean Piaget ha destacado que "una de las características más notables del movimiento científico en los últimos años es la cantidad creciente de ramas nuevas del saber, surgidas de la unión de dominios contiguos de estudio pero que se han propuesto metas novedosas, las cuales han ejercido un impacto enriquecedor sobre las ciencias de que son producto" (Piaget, 1970a, p. 56). Esto es precisamente a lo que nosotros denominamos híbridos.

No puede haber una hibridación sin una fragmentación que la preceda, si bien no todos los fragmentos se llegan a hibridar. Debido al tamaño de los patrimonios científicos, la especialización es inevitable. Esta permite al investigador partir de los trabajos de sus predecesores y, de hecho, la recom-binación carece de sentido cuando no se fundamenta en el progreso efectuado por las dos disciplinas de origen. Marc Bloch enfatiza con toda razón que "el trabajo de recomposición no viene sino después del análisis. Digámoslo mejor: no es sino la prolongación del análisis, su razón de ser" (Bloch, 1949; versión castellana, 1952, pp. 130-131). Tales reintegraciones se benefician tanto de la especialización como de cierta amplitud de la perspectiva de examen.

Existen muchos dominios híbridos a través de las ciencias sociales y las combinaciones son muy variadas. Así, el desarrollo infantil comprende la psicología del desarrollo, la adquisición del lenguaje y la socialización. Los estudios indoeuropeos abarcan la lingüística histórica, la arqueología, la prehistoria e, incluso, la botánica. Los especialistas en criminología retoman el derecho, la sociología, la psicología, la psicología social, la economía y la ciencia política. La investigación sobre la inteligencia artificial engloba la lógica formal, que forma parte de la filosofía, la gramática y la sintaxis, derivadas de la lingüística, y la programación informática, proveniente de la informática. Los trabajos referidos al folclor incluyen la lingüística histórica, la antropología cultural, la historia social y la literatura comparada.

Tal como lo señalamos a propósito de la "paradoja de la densidad", los dominios de investigación donde no se establecen intercambios con campos localizados más allá de la disciplina madre, se estancan. La investigación monodisciplinaria sobre un objeto de estudio determinado experimenta ren-dimientos decrecientes y, a partir de cierto punto, requiere de influencias externas para reactivarse. Así, "las ideas resultantes de caminos trillados cualquiera que sea la disciplina - provienen en general de los

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intercambios de enfoques entre especialidades o disciplinas y no de una investigación estrechamente encerrada dentro de su propia especialidad. Sin la aportación de ideas nuevas procedentes del exterior, las especialidades aisladas se vuelven moribundas" (Turner R., 1988, p. 25). Aunque rodeado de colegas, el investigador puede permanecer aislado en el centro de una disciplina y transitar por una ruta que no tiene salida. En consecuencia, el escape hacia la periferia de la disciplina se convierte en un salvamento intelectual.

A menudo, los investigadores híbridos se interesan en la interacción de las variables relacionadas con numerosos fenómenos. Kurt Lewin, uno de los grandes psicólogos que trabajaron antes y durante la Segunda Guerra Mundial, experimentó atracción por diversas conductas psicológicas, en particular los procesos cognoscitivos del aprendizaje y la percepción; la motivación, el castigo-recompensa, los conflictos y las influencias interpersonales; el clima social, las normas de grupo y los valores. "Aunque sus centros de interés se modificaron y desarrollaron, nunca abandonó un principio teórico fundamental: a fin de representar e interpretar la complejidad de las situaciones reales, hay que saber rebasar continuamente los límites tradicionales de las ciencias sociales" (Lippett, 1968, p. 266). El caso de Kurt Lewin no constituye un ejemplo aislado.

En ocasiones, la atención prestada a la interacción de variables dependientes de diferentes disciplinas conduce a los científicos híbridos a desempeñar el papel de "críticos híbridos", puesto que su compresión de varios dominios es útil para aclarar y criticar las lagunas existentes entre las disciplinas formales. T.E. Cliffe Leslie, sociólogo y economista cuyos primeros trabajos versaron sobre los bienes raíces, particularmente en Irlanda, pasó después a ocuparse de cuestiones de metodología económica "que correspondían en apariencia a los resultados de una fecundación recíproca de sus propios planteamientos y las ideas de Sir Henry Maine", con quien había estudiado derecho (Fetter, 1968, p. 260). Así, se volvió particularmente crítico con respecto a las teorías deductivas rígidas y las abstracciones empleadas en la economía.

De hecho, uno de los rasgos que caracterizan al científico híbrido es su negativa a aceptar los vacíos creados entre los dominios de la investigación. No contento con reducir estos vacíos dentro de su propio trabajo, denuncia además el carácter arbitrario de la fronteras entre las disciplinas. Por citar sólo un ejemplo, Charles McIlwain "rehusó siempre admitir el divorcio entre la ciencia política y la historia" (Bachrach, 1968, p. 511). El investigador mencionado buscó el acercamiento de ambas disciplinas con base en la utilización de ciertas teorías políticas. Del mismo modo, Halford Mackinder sostuvo que "uno de los vacíos más importantes es el existente entre las ciencias naturales y las ciencias humanas. Corresponde al geógrafo el intentar tender, un puente por encima de este abismo" (citado por Gilbert, 1968, p. 515). El mismo lo hizo con su célebre teoría de la heartland (zona de importancia decisiva), que examina el papel desempeñado por el área geográfica fundamental de Asia central en la historia mundial.

Al abordar estas tierras vírgenes, los científicos híbridos descubren con frecuencia fenómenos que han escapado a la atención de otros investigadores. Johan Jakob Bachofen, jurista, antropólogo y especialista en letras clásicas, basaba su saber no sólo en la etnografía, sino también en los pensadores clásicos griegos y romanos. Sus primeros escritos versaron sobre la historia de la leyes y el simbolismo, pero se dio a conocer sobre todo por su obra Mutterrecht ("matriarcado"), libro importante para la antropología social moderna. John Ferguson McLennan suministra otro ejemplo. Al -abogado escocés le impresionó la importancia de los "símbolos" y "tótemes", supervivencias de formas antiguas de comportamientos legales y consuetudinarios. Para explicar tales supervivencias, elaboró una teoría de la evolución cultural, que abarca desde la poliandria antigua y la poliandria fraternal hasta la monogamia y la poliginia. Hoy día, su teoría ya no es aceptada por nadie; pero, durante su investigación, inventó y desarrolló dos conceptos importantes, la exogamia y la endogamia, que en la actualidad son de gran relevancia en la antropología. Al igual que en el caso de Bachofen, su hibridación favoreció el reconocimiento de instituciones sociales importantes.

La formación de especialidades híbridas atrae generalmente a los investígadores de las disciplinas contiguas, sobre todo de aquéllas que se estancan. Lemaine el al. han enfatizado que "los científicos orientados hacia los dominios nuevos de estudio suelen provenir de dominios cuya producción de re-sultados se halla en decadencia ... " (Lemaine el al., 1976, p. 5). Los colegas que dejan atrás experimentan cada vez más dificultades para progresar, mientras que los innovadores apresuran el paso sin preocuparse de las fronteras. Como bien lo ha descrito Piaget: "La meta de todo innovador es rechazar las fronteras horizontales y recursar las barreras transversales. El verdadero fin de la investigación interdisciplinaria es, pues, reestructurar y reorganizar los dominios del saber con base en los intercambios, los cuales son en realidad recombinaciones constructivas" (Piaget, 1970b, p. 524). Tales recombinaciones resultan esenciales para el proyecto científico.

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HIBRIDACIÓN: LA RECOMBINACIÓN DE FRAGMENTOS DE CIENCIAS 85

Esto se manifiesta con gran claridad en el caso de los científicos que han obtenido el premio Nobel. Una buena cantidad de combinaciones de subdisciplinas no fueron reconocidas oficialmente por los fundadores del premio recién mencionado. Entre las más fecundas de estas subdisciplinas híbridas, se pueden citar las siguientes: la biofísica, la bioquímica, la física matemática, la biofísica cuántica, la neurofisiología, la fisiología neuroquímica, etc. Una de las más importantes de ellas, la biología molecular, ofrece una buena ilustración de este proceso. Dicha subdisciplina debe su nacimiento a la de-cisión de un número reducido de especialistas en diversos dominios, como la física, la medicina, la microbiología y la cristalografía. Si bien estos dominios híbridos no han sido reconocidos como tales, los científicos que trabajan en dichos intersticios suelen ser quienes ganan el premio atribuido a la "bio-logía", la "química" o la "medicina". Así, los grandes cambios que han tenido lugar sólo han fortalecido la convicción de que la distinción de las diferentes disciplinas adoptada por el fundador del premio Nobel se ha vuelto obsoleta y ya no corresponde a los contornos actuales de la ciencia. Con excepción de la economía, las ciencias sociales no son consideradas en la distribución del premio Nobel, y ni siquiera son tenidas en cuenta esas disciplinas relativamente "severas" constituidas por la psicología y la lingüística. Se puede pensar que científicos de la talla de Jean Piaget o Noam Chomsky bien habrían ameritado tal honor. Sin embargo, en el caso de las otras ciencias sociales más divididas, como la historia, la antropología, la sociología y la ciencia política, la atribución del premio Nobel provocaría más dificultades.

Sin atribuirles una recompensa, podemos no obstante proclamar a los precursores de la ciencia que han obtenido el reconocimiento institucional e intelectual de su nueva disciplina o subdisciplina. El psicólogo Floyd H. Allport fue el verdadero fundador de la psicología social como disciplina científica. Eugen Ehrlich, luego de estudiar derecho, estableció la sociología del derecho. En Gran Bretaña, William Cunningham convirtió la historia económica en una s~bdisciplina completa y aparte con sus propios diplomas, distintos de aquéllos de las dos disciplinas de origen. Además de producir un trabajo que era en sí mismo de muy alta calidad, consiguió que se admitiera fa importancia de la historia económica para la historia y la economía; lo cual constituye el objetivo de toda disciplina híbrida. Lo mismo puede decirse de Emile Levasseur, el padre de la historia económica moderna en Francia; su principal preocupación fue "incorporar los materiales, conceptos y métodos de las ciencias económicas y sociales al estudio de la historia" (Fohlen, 1968, p. 261). Empero, este estudioso no se contentó con semejante transferencia unilateral y, siguiendo el recorrido contrario, incorporó también la historia a la economía. Esto contribuyó a alejar la ciencia económica francesa de sus primeras orientaciones, abstractas y especulativas, y a dirigirla hacia la historia y los datos estadísticos. Charles A. Ellwood consagró su vida a tratar de que la sociología psicológica fuera reconocida; experimentó la influencia de W.I. Thomas y George H. Mead en el terreno de la psicología social, de John Dewey en el campo de la psicología y la filosofía, de Albin Small y Gustav Schmoller en el dominio de la economía, y de Friedrich Paulsen en el marco de la filosofía. El resultado de ello fue su obra intitulada Sorne Prolegoma to Social Psychology (1898), "el primer libro de psicología social que se apoya en los principios de la psicología clásica" (Barnes, 1968, p. 31). Su trabajo más conocido, Sociology in its Psychological Aspects (1912), aprovecha los hallazgos de biólogos, de especialistas en psicología comparada, y de científicos híbridos, tales como Charles Darwin, Lloyd Morgan, E.L. Thorndike, Jacques Loeb, William J ames y J.R. Angell.

No todas las combinaciones desembocan en la creación de subdisciplinas completas e independientes, pero conservan su forma de grupo de investigación sobre un tema híbrido. El estudio de los imperios antiguos, que se conoce también con los términos de "despotismo oriental" o "modo de producción asiático", resulta atractivo para la ciencia política, la sociología, la economía, la antropología, la historia y la geografía. Obras importantes como Despotismo oriental: estudio comparativo del poder totalitario, de Karl Wittfogel, o Political Systems of Empires, de S. Eisenstadt, abarcan sectores de dos o varias de estas disciplinas formales. Los trabajos sobre las sociedades campesinas involucran a la antropología, la historia, la sociología, la ciencia política y la economía. Asimismo, resultan de interés para híbridos como la antropología económica; tal es el caso, por ejemplo, de Capital, Saving and Credit in Peasant Societies (1964), publicado bajo la dirección de Raymond Forth y B.S. Yamey. Las investigaciones relacionadas con otro tópico híbrido, el Estado-providencia, provienen de la ciencia política, la economía, la sociología y la historia.

En otras ocasiones, el dominio híbrido tendrá que elegir entre convertirse en una subdisciplina institucionalizada o permanecer como el campo de estudio de un grupo informal de investigadores con

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vínculos más flexibles. En un trabajo relativo a un dominio que está saliendo a la luz, la biopolítica, Thomas C. Wiegele decidió no presentarlo como una subdisciplina autónoma. Aún no se ha establecido del todo la orientación futura de la biopolítica. Es posible que se convierta en parte integrante de la psicología política.

Uno de los híbridos más conocidos está constituido por los estudios sobre la mujer. Desde la década de los sesenta, han crecido de modo espectacular, en tanto que movimiento social. En menos de 15 años, se han convertido en uno de los tópicos híbridos de los que más se habla y que recluta partidarios provenientes de todas las ciencias sociales. Sin embargo, no se trata de un dominio institucionalizado. El debate donde se enfrentaban los defensores de la creación de departamentos universitarios independientes con programas propios contra aquéllos que anhelaban la evolución de su disciplina desde el interior de la misma, ha sido resuelto en el sentido de rechazar la "segregación". Hoy día, las universidades estadounidenses ofrecen cerca de 30000 cursos sobre "feminismo". Estos representan un inmenso colegio híbrido invisible, que cuenta con centenares de obras publicadas en los últimos años y una red de comunicación resultante de los sesgos de las revistas híbridas. Todas las ciencias sociales han experimentado la influencia ejercida por la noción de "la condición femenina". Asimismo, el estudio sobre acontecimientos importantes puede ser de carácter híbrido. Entre los analistas de la caída de la república de Weimar, se hallan historiadores, sociólogos, psicólogos, politólogos, economistas y críticos literarios. Los trabajos más productivos versan sobre una pequeña parte de este proceso, correspondiente al intersticio de dos o más disciplinas. La personalidad autoritaria, de Adorno et al., echa mano de la teoría de la personalidad, la socialización y la ideología política. The Making 01 a Storm Trooper (1980), de Peter Merkl, trata de la evolución de los modelos de socialización política, con base en un enfoque transdisciplinario. Este autor utiliza una muestra importante de personas nacidas entre 1902 y 1914 Y que ingresaron al mercado del trabajo durante la gran depresión. Desde luego, al examinar la caída de la república de Weimar desde un punto de vista político, no se pueden ignorar variables tales como la movilización electoral y la adhesión partidaria, pero tampoco es posible eliminar otras variables. Factores económicos tales como las tarifas aduaneras del periodo 1929-1933 desempeñaron un papel de primera importancia en la constitución de las coaliciones políticas de dos últimos años de la república de Weimar. Esto queda demostrado en la obra de The Collapse 01 the Weimar Republic, de David Abraham. ¿Acaso estos especialistas aplican la técnica del salami* a Alemania estudiando cada uno de ellos un aspecto aislado de la realidad? Por supuesto que no: el historiador se hace sociólogo; el psicólogo, economista; el economista, politólogo, y así sucesivamente. Si el trabajo es de buena calidad, la disciplina de origen del autor resulta irrelevante.

Incluso los objetos de estudio menos ambiciosos no escapan al enfoque transdisciplinario. El investigador que se interese en las opciones revolucionarias y reformistas al interior del partido socialdemócrata alemán (bajo sus diversas denominaciones), debe leer la bibliografía referida a la historia intelectual, la teoría política, la política alemana, los partidos políticos, los sindicatos y la política económica. Una vez realizada esa tarea, el estudio resultante puede añadirse al patrimonio de varias de estas subdisciplinas. Así, la versión inglesa de la obra de Miller y Pothoff, Hist01Y 01 Gennan Social

• N. de la T El "método del salami" es una expresión derivada del hecho de que este salchichón se corta en rebanadas muy delgadas. Así, en terminología política, representa la táctica consistente en establecer un compromiso con el adversario, arrancándole poco a poco una larga serie de concesiones mínimas. Democracy (1983), está clasificada, según las normas de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos de América, en la sección "Historia-Socialismo-Alemania", con el número de referencia HX273.K5313; mientras que el mismo libro está clasificado, según las normas de la Biblioteca Británica, en la sección "Sozialdemokratische Partei Deutschlands", con el número de referencia en ciencia política JN3946.583. Claro está que ambas clasificaciones son, desde su punto de vista, correctas.

En numerosas subdisciplinas, se enfrentan problemas semejantes de clasificación. Los científicos más innovadores abordan su objeto de estudio de tal modo, que resulta muy difícil para el lector determinar la disciplina de origen del autor. Mencionemos únicamente dos ejemplos. El libro Austrian Catholics and the Firts Republic (1960), escrito por el politólogo Alfred Diamant, bien puede considerarse la obra de un historiador o un sociólogo; asimismo, el trabajo Pour l'Etat, contre l'Etat, de David Apter, podría clasificarse tanto dentro de la ciencia política como dentro de la sociología.

A los bibliotecarios se les dificulta mucho la clasificación de este tipo de libros. Por muy cuidadosos que sean en su labor, deben en resumidas cuentas decidir los números de referencia. Aunque una obra tenga numerosas referencias en el fichero (manual o electrónico), es menester incluirla en un solo anaquel. Debido a su carácter híbrido, el libro podría clasificarse entre las obras de sociología,

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antropología o historia. Cabe preguntarse si los propios autores de estas obras estarían en condiciones de decidir en dónde les gustaría ver incluido su trabajo.

¿Cuántos libros de una disciplina formal dada, publicados en las dos últimas décadas, salvan de una u otra manera las fronteras de esa disciplina? Ofrecer una respuesta precisa a esta pregunta implica una facultad de peritación que nadie puede dominar completamente. Por ejemplo, consideremos una muestra integrada por un millar de libros que versaran sobre la sociología. Con respecto a cada obra, tendríamos que saber cuál es su grado de innovación y cuál el de penetración en otras disciplinas. Esto requeriría la colaboración de un equipo importante de investigadores y, sin embargo, no se reduciría forzosamente la cuota de arbitrariedad vinculada a tal colaboración.

El inventario sistemático de las principales revistas en numerosas ciencias sociales mostraría que una proporción muy significativa de los autores de artículos provienen de otras disciplinas. He aquí un ejemplo: de los 76 autores que presentaron su trabajo en el volumen 82 de la American Political Science Review (1988), 55 son politólogos y 21 proceden de otras disciplinas. Entre éstas, las que predominaron fueron la filosofía, las matemáticas aplicadas y la economía. Un examen más profundo destacaría que la mayoría de los 55 politólogos, aunque adscritos a la ciencia política desde un punto de vista institucional, han utilizado materiales de otras disciplinas.

En consecuencia, queda claro que la hibridación es omnipresente. Además, los híbridos pueden engendrar otros híbridos. Esto es particularmente válido para las ciencias naturales, las cuales han alcanzado un grado más elevado de fragmentación e hibridación que las ciencias sociales. Una alianza fructífera acaba de surgir, al interior de la fisiología, entre la endocrinología y la neurofisiología, las cuales han dado lugar a la neuroendocrinología. Se trata de la segunda generación de hibridación. En otra esfera del saber, los especialistas en biología genética y los estudiosos de la antropología genética han empleado recientemente el análisis del ADN (ácido desoxirribonucleico) de las mitocondrias, transmitido sólo por las mujeres, para establecer el mapa de las migraciones prehistóricas. Es probable que esto produzca un nuevo subdominio híbrido: la paleontología genética. Asimismo, la epistemología genética es resultado de la hibridación de la psicología genética y la epistemología.

A pesar de que existen menos híbridos de por lo menos segunda generación en las ciencias sociales, se trata de un fenómeno que ha comenzado a desarrollarse al interior de las mismas. Una de las subdisciplinas científicas más productivas de la fonética es el híbrido denominado fonética fisiológica, el cual constituye el objeto de estudio de especialistas como Jens Otto Jespersen, Jones, Palmer, Paul Edouard Passy y Henry Sweet. Este híbrido ha dado lugar a la fonética neurofisiológica, que es un híbrido de tercera generación. Es probable que la antropología política experimente el mismo de-sarrollo, a medida que se vuelvan más evidentes las fallas del enfoque estructuralista dominante. Maurice Freedman (1978, p. 42) afirma que la atención exclusiva prestada por los estructuralistas a los comportamientos inconscientes ha dejado un vacío que podría llenarse con la teoría de los juegos, la cual examina el comportamiento intencional de los individuos interactuantes. Hoy día, numerosos investigadores exploran dominios de los que sólo se advertirá más tarde que son híbridos de tercera, cuarta y quinta generaciones.

De hecho, resulta del todo interesante darse cuenta de que, una vez creados, los híbridos experimentan los mismos problemas inherentes que sus antecesores. Después de cierto tiempo, los híbridos pueden volverse estériles y, si no dan lugar a una segunda generación en el periodo requerido para hacerlo, su descendencia se extingue. Por ejemplo, la teología fue durante mucho tiempo una disciplina estancada, hasta que tomó prestados los métodos de otras disciplinas, gracias a lo cual resucitó. En el curso de la segunda mitad del siglo XIX, bajo la inspiración de la escuela de Tubinga y, en particular, de teólogos como Ferdinand Baur, Friedrich Schleiermacher, Barthold Georg Niebuhr y Johann Josef Ignaz van Dollinger, "Alemania se convirtió en el centro mundial de los estudios superiores de teología, utilizando métodos modernos para la crítica bíblica, y la investigación de pruebas en geología, biología y otras fuentes" (Kennedy, 1980, p. 105). Después, esta crítica histórico-textual se estancó; pero, en la actualidad, experimenta un nuevo auge, como resultado de la aportación de dos subdisciplinas híbridas: la antropología histórica y la sociología histórica. Se interesa, por ejemplo, en el contenido social del mensaje de los profetas hebreos. Esta tentativa ha mostrado ser muy significativa, en particular para otros dominios de la teología, como aquél de la teología de la liberación. Este esquema característico de la teología tiene equivalentes en las demás disciplinas: en un estudio de la American Association for the Advancement of the Humanities, se presenta a la teoría política como un dominio "que se ha extinguido y resucitado varias veces" (citado por Gunnell, 1983, p. 34); en cada ocasión, su renacimiento ha sido producto de la intervención de otra disciplina. Un ejemplo adicional de estancamiento y que se relaciona con el conjunto de las ciencias sociales es el siguiente: en apariencia, la unión de ciertas técnicas estadísticas (regresión, análisis factorial) con dominios de la sociología, la ciencia política y de otras disciplinas ha producido trabajos más bien consistentes en ejercicios estadísticos sofisticados que en progresos del conocimiento.

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Del mismo modo, la economía política marxista nos muestra cómo aquello que fue en otro tiempo, para algunos, una síntesis innovadora puede volverse estéril al dejar de experimentar intercambios transdisciplinarios. Los marxistas más innovadores han explorado dominios con los cuales el propio Marx jamás habría soñado, y esto es lo que ha constituido la fuerza conductora subyacente de los avances del marxismo, al cual se puede considerar una subdisciplina en sí mismo. Los marxistas austriacos han fecundado el marxismo, gracias a las aportaciones de la filosofía neokantiana, los trabajos de Ernst Mach y la escuela marginalista austriaca de economía (cfr. Bottomore y Goode, 1978). Sin embargo, estos estudiosos han tendido a seguir a Marx muy de cerca. Sus actividades en tanto que movimiento político no nos interesan en este lugar. En su favor, podemos decir que fueron los primeros en utilizar los descubrimientos más recientes de las demás ciencias sociales con objeto de renovar el marxismo, y que contribuyeron al primer análisis marxista empírico y de orientación sociológica.

La escuela de Francfort, creada alrededor del Instituto de Investigación Social, que debió emigrar de esa ciudad alemana a Nueva York para restablecerse finalmente en Europa, fue innovadora al inaugurar una dirección nueva para la investigación. Rechazando la posibilidad de un positivismo marxista, los miembros de esta escuela han tratado de desarrollar una "teoría crítica" de la sociedad. Casi todas las grandes figuras de la escuela de Francfort han retomado varias disciplinas formales: Max Horkheimer (filosofía, sociología y psicología social), Theodor Adorno (filosofía, sociología, psicología, crítica cultural y musicología), Erich Fromm (psicoanálisis y psicología social), y Franz Neumann y atto Kirchheimer (ciencia política y derecho); y lo mismo puede decirse de la segunda generación de la escuela de Francfort, que incluye entre otros a Arkadij Gurland (economía y sociología), Jürgen Habermas (filosofía, sociología, filosofía lingüística y filosofía de la ciencia) y Claus Offe (ciencia política y sociología). Estos investigadores escaparon de la esterilidad característica de numerosos marxistas mediante la búsqueda de inspiración fuera del marxismo. Las innovaciones más recientes en el marco de la economía política marxista no son de diferente naturaleza. El libro de G.A. Cohen, Karl Marx's Theory of History: A Defence (1978), nutrido en la filosofía clásica inglesa, fue clasificado como una "revelación" por John Elster: "De un solo golpe, ha modificado las normas de rigor y claridad requeridas para escribir sobre Marx y el marxismo" (Elster, 1985, p. XIV). El propio Elster ha contribuido a elevar aún más dichas normas en su obra, Making Sense of Marx (1985), al tomar prestados conceptos y métodos de la filosofía, la economía, la historia, la sociología y la ciencia política. En General Theory of Exploitation and Class, de John Roemer, se utilizan modelos económicos formales y la noción de distribución alternativa de la propiedad - propuesta por el filósofo John Rawls -, en un intento por construir una nueva teoría marxista de la explotación. Adam Przeworsky y Michael Wallerstein han usado de la misma manera modelos económicos formales, a fin de abordar las cuestiones del consentimiento de la clase obrera y de las coacciones que influyen en las políticas de redistribución propias de las democracias capitalistas. Cada uno a su modo, todos estos teóricos han buscado refugio en diferentes subdisciplinas, para escapar de la esterilidad del marxismo puro y ortodoxo.

Los conflictos fronterizos de las ciencias permiten desplazar los límites, pero crean nuevos vacíos entre las disciplinas. A veces, estos campos no explorados pueden coincidir con especialidades antiguas que han permanecido estancadas durante mucho tiempo. La aparición de híbridos permite con frecuencia redescubrir estas especialidades antiguas y desarrollar su experiencia.

Este proceso explica las modas cíclicas. Joseph Ben-David ha descrito una de las modas sociológicas de la manera siguiente: "En los años 'cuarenta y cincuenta, los sociólogos que habían estudiado matemáticas impulsaron el desarrollo de métodos estadísticos propios de la sociología y consideraron que la econometría no podía tener ninguna utilidad para los sociólogos; en la actualidad, la corriente se ha invertido totalmente" (Ben-David, 1973, p. 41). Numerosos observadores se lamentan de que existan tales modas cíclicas; empero, éstas sólo constituyen un problema real, si los resultados del ciclo precedente no son redescubiertos y, en consecuencia, las modas deben ser retomadas desde su inicio.

Lo que resulta importante es la acumulación cíclica de capas de sedimentos en diferentes direcciones y distintos niveles, agregándose cada una de ellas al trabajo producido por las "modas" que la han precedido. Por ejemplo, la fonética ha sido objeto de un ciclo de modas bastante productivas. Hoy día, la fonología acústica es anticuada y la fonología fisiológica se ha puesto nuevamente de moda, tal como lo estuvo antes de la Segunda Guerra Mundial: "No se trata de un círculo, sino de una espiral; la nueva corriente en boga no es sólo fisiológica, sino tambien neurofisiológica" (Kim, 1978, 161). Incluso sin cambiar de nombre, el híbrido puede adquirir una signi cación nueva, gracias a la especialización. Tal es el caso de la econom política: "En la actualidad, los especialistas en economía política no se co tentan con retomar los estudios -quizá demasiado ignorados - de los es cialistas de generaciones precedentes. La profesionalización de la economía

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de la ciencia política ha conducido al logro de avances importantes en am dominios, y los investigadores de nuestros días comprenden mucho mejor I fenómenos económicos y políticos que los estudiosos de la generación a terior" (Frieden y Lake, 1987, p. 4). Con mayor precisión, se puede sosten que los progresos han tenido lugar en subdisciplinas diferentes pero empa rentadas, y que han versado sobre el mismo asunto. El conocimiento de I historia de la disciplina puede evitar a los especialistas esfuerzos infructuos Aquéllos que sepan utilizar los trabajos precedentes se darán cuenta de qu el fenómeno de las modas, en lugar de estar constituido por repeticiones si provecho alguno, contribuye al crecimiento de los patrimonios.

La productividad de tales ciclos depende en gran parte de la especializa ción y de la recombinación de disciplinas. En su análisis sobre la "reintegra, ción de las disciplinas", David Easton señala que "no hay la menor duda de que necesitarán conservarse las distinciones entre las varias zonas de investí-gación, para continuar dándole adiciones creativas al conocimiento social en los niveles más elevados de la investigación" (Easton, 1953; versión castellana, 1966, p. 104). Donde nosotros nos separamos de Easton es en nuestra apre· ciación del contorno posible de estos dominios. La especialización no es estática; el modelo en cuestión es aquél del flujo constante, siempre que el corazón de las antiguas subdisciplinas se consuma un poco al modo del núcleo de las estrellas viejas, y siempre que los investigadores ubicados en los bordes creen centros nuevos de estudio.

Los procesos de fragmentación e hibridación pueden tener como efecto adicional la migración de disciplinas completas. La etnomusicología, que constituía básicamente un dominio de antropólogos poseedores de algunos conocimientos musicales, se ha convertido en el dominio de musicólogos que cuentan con ciertos conocimientos de antropología. Eso es lo que ha mostrado Freedman: "A medida que los músicos y los musicólogos se han orientado hacia la etnomusicología, los antropólogos - en el sentido estricto del término - se han alejado de ella" (Freedman, 1978, p. 59). Un resultado muy similar se ha producido en la mayor parte de las disciplinas de la ciencia política.

Al inicio del presente siglo, la política judicial - bajo sus diferentes denominaciones - se hallaba cerca del corazón de los estudios sobre la política, debido al enfoque legalista que predominaba en numerosos dominios. Sin, embargo, el resto de la ciencia política se fue alejando progresivamente del derecho, cortando así los vínculos con el dominio de la política judicial. Al desaparecer dichos vínculos, existió durante varias décadas un verdadero abismo entre la política judicial y los demás dominios de las ciencias sociales (Baum, 1983, p. 196).

En realidad, el "derecho público" y la ciencia política en su totalidad migraron de una vez. Es menester concluir este análisis con una salvedad. Los biólogos saben que los intentos de

hibridación no siempre son exitosos. Algunos son por completo inviables, mientras que otros resultan estériles. Lo mismo puede decirse de los híbridos potenciales en las ciencias sociales y, a menudo, se necesita una tentativa eficaz para determinar si el potencial en cuestión es real. Los científicos imaginativos descubren más fácilmente que los demás los dominios híbridos susceptibles de fecundación. En teoría, la combinación de diez disciplinas debería producir un centenar de híbridos; pero, más bien, ocurriría una recombinación de una cantidad mucho más grande de subdisciplinas y el número final sería, por tanto, mucho más elevado. Ahora bien, en la práctica, no hay todas estas combinaciones, ni podría haberlas. Sin embargo, como se hallan en movimiento constante, resultaría imposible elaborar un inventario de ellas.

Tal dinámica dificulta la comprensión del proceso de recombinación. Lo que solía ser un territorio virgen se convierte rápidamente en un campo superpoblado, como el sur de California. Aunque no sea fácil advertir el momento en que se produce, este proceso tiene, a corto plazo, implicaciones importantes para las disciplinas formales.

10. ¿Por qué la interdisciplinariedad es una noción engañosa?

Se pueden concebir teóricamante tres etrategias de la investigación: especialización monodisciplinaria, interdisciplinariedad e hibridación. En el pasado, cada estrategia garantizó el progreso científico. Sin embargo, los investigadores más innovadores se alejan hoy día de las dos primeras estrategias, porque la especialización monodisciplinaria tiene todas las probabilidades de efectuarse en un campo saturado y la interdisciplinariedad es casi imposible en virtud del peso de la especialización.

Consideremos los principales acontecimientos históricos como temas que se colocan en una perspectiva "interdisciplinaria". Exigen un análisis que hunde sus raíces en varias disciplinas. La caída del imperio romano.Ta revolución industrial del siglo XIX, la explosión demográfica en Asia y Africa,

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las megalópolis de Latinoamérica o la decadencia actual de Gran Bretaña requieren explicaciones complejas, que deben valerse de la agronomía, la bacteriología, la geología y todas las ciencias sociales.

Para abordar esta multicausalidad, suelen sugerirse las estrategias "interdisciplinarias"; de hecho, todo el mundo parece aprobar la investigación interdisciplinaria. Nosotros no. De entrada, si bien es cierto que los principales acontecimientos históricos engloban varias disciplinas, esto no implica que debamos considerar simultáneamente todas las variables conexas. Tal proceder negaría la necesidad de la especialización. El enfoque en cuestión conduce a la superficialidad, porque si el especialista no excluye - al menos temporalmente - ciertos factores, no puede comprender lo que es en realidad importante.

En su intento de reconstruir un "acontecimiento" o una época, los historiadores son particularmente propensos a ensanchar la noción de multicausalidad. Desde luego, a ellos les gustaría mucho el ser capaces de utilizar todas las herramientas a su disposición para llevar a cabo esta tarea; pero es difícil traducir ese anhelo en acciones. Marc Bloch observa que pocos historiadores pueden vanagloriarse de estar bien preparados para leer y criticar un mapa medieval, para interpretar correctamente los nombres de lugares (que son, ante todo, hechos lingüísticos), para fijar sin errores la fecha de los vestigios de un hábitat prehistórico, celta, galorromano; para analizar las asociaciones vegetales de un prado, de un barbecho, de un erial. Sin embargo, sin todo ello, ¿cómo pretender escribir la historia de la ocupación del suelo? Creo que pocas ciencias están obligadas a usar simultáneamente tantas herramientas dispares ... suponiendo una gran variedad de conocimientos en los investigadores mejor provistos, éstos hallarán siempre, y normalmente muy de prisa, sus límites. Entonces no queda otro remedio que sustituir la multiplicidad de aptitudes en un mismo hombre por una alianza de técnicas practicadas por diferentes eruditos, pero dirigidas todas ellas a la elucidación de un tema único. Este método supone la aceptación del trabajo por equipos (Bloch, 1949; versión castellana, 1952, p. 67). No obstante, en las ciencias sociales, el trabajo por equipos es muy raro, aunque todas las disciplinas, y no sólo la historia, requieran "herramientas dispares". Además, el propio Marc Bloch no trabajó en equipo; fue un científico híbrido. La hibridación científica no se fundamenta en la colaboración interdisciplinaria, sino en la especialización realizada en la intersección de dos o más disciplinas. La verdadera hibridación no es omniabarcante, y los investigadores híbridos no son individuos que hagan toda clase de oficios, sino especialistas.

La especialización conserva su importancia, porque ofrece un centro de interés. "Cada disciplina ilumina un conjunto de variables, debido precisamente a que los demás factores son percibidos como externos, alejados y de igual relevancia" (Sartori, 1969, p. 66). Tal simplificación analítica es funda-mental al principio para clarificar y explorar ciertas relaciones causales. Los diferentes tipos de razonamiento causal desarrollados por las distintas disciplinas pueden aprovecharse mejor, si se les combina prudentemente para tratar de captar la abundancia de factores existentes en el mundo real. Por ejemplo, Civilización material, economía y capitalismo, de Fernand Braudel, es una obra a veces sobrecargada de consideraciones secundarias: aunque los argumentos centrales sean en realidad híbridos, a lo largo de todo el razonamiento abundan los detalles - si bien fascinantes - que tienden al enciclopedismo, lo cual oscurece en ocasiones los argumentos importantes.

Sin duda, el abstraer algunos de estos factores no conduce necesariamente a la innovación; más tarde, se les debe reintroducir en el momento oportuno. La complejidad del mundo real requiere no sólo la perpetua adición de variables complementarias, sino también la mejor comprensión de las variables ya identificadas. Esto exige ante todo la especialización. La explicación enciclopédica no constituye en absoluto una virtud.

Por tal motivo, consideramos que la "interdisciplinariedad" suele ser una estrategia pobre de investigación, puesto que implica el conocimiento exhaustivo de dos o más disciplinas y, en la actualidad, nadie puede dominar dos disciplinas y conservar la profundidad requerida para asegurar el progreso científico; ya no hay lugar para otro Leonardo da Vinci.

Dado que la interdisciplinariedad individual es casi imposible, ¿los equipos de investigación interdisciplinaria constituyen la solución? Pierre de Bie defiende este enfoque al señalar que la complejidad del mundo real requiere la multidisciplinariedad. Sugiere la colaboración multidisciplinaria de los investigadores, que en su opinión debería institucionalizarse: "El trabajo en equipo sólo es fructífero, si se institucionaliza" (Bie, 1970, p. 620). Sin embargo, la institucionalización no es una panacea, y sin la concentración del esfuerzo la innovación resulta casi imposible. En consecuencia: "La historia de la investigación está llena de ejemplos del éxito muy limitado o del fracaso completo del trabajo realizado por equipos interdisciplinarios" (Belshaw, 1988). Bie recomienda centrarse en problemas prácticos, a fin de estimular los intercambios innovadores con las especialidades conexas; pero, tal solución restringe el dominio de las ciencias sociales a preguntas cuyas respuestas están destinadas a tener aplicaciones prácticas. Con todo, es esencial otorgar prioridad a la investigación

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fundamental. Si se evita la mera yuxtaposición, la colaboración entre algunos especialistas pertenecientes a

diferentes disciplinas puede representar una forma creativa de innovación. En la mayor parte de los casos, la colaboración productiva sólo implica a dos autores y, en contadas ocasiones, a tres o más; en apariencia, dos investigadores forman un tándem, y tres una muchedumbre. Karl Marx y Friedrich Engels integraron quizá el equipo más famoso. La teoría de los juegos es producto de los esfuerzos conjuntos del matemático John von Neumann y del economista Oskar Morgenstern. Robert Dahl y el economista Charles Lindblom crearon zonas de intercambio entre la ciencia política y la economía. El antropólogo Robert Textor y el estadístico convertido en politólogo Arthur Banks aislaron una larga serie de variables, que en su época mostraron ser útiles para el análisis comparado. La colaboración entre Noam Chomsky y M. Halle condujo a The Sound Pattern 01 English, obra clásica de la fonología generativa, mientras que Monetary History 01 the United Sta tes, de Milton Friedman y Anna Schwartz, constituye la interpretación monetarista clásica de la historia económica estadounidense. El trabajo en colaboración se vuelve cada vez más frecuente, al igual que en las ciencias naturales, para las cuales el trabajo en equipo llevado a cabo en los laboratorios representa la principal forma de fertilización científica. Sin embargo, en las ciencias sociales, la mayor parte de las innovaciones siguen siendo el resultado de uno o dos cerebros. Aunque sea difícil probarlo, nosotros sospechamos que si la cantidad de investigadores que participan en un trabajo es superior a dos, esto tiende a reducir su potencial creador: el producto es inferior a la suma de sus talentos.

En las ciencias sociales, la estrategia del equipo numeroso debe ponerse en tela de juicio. Es verdad que algunos equipos de gran tamaño han originado innovaciones fundamentales como, por ejemplo, aquéllas plasmadas en European Values Study (1981), American Soldier (Stouffer et al.), Intemational Study of Values in Politics (Phillip J acobs et al.) e, incluso, el proyecto de investigación sobre las causas de la guerra, coordinado por Quincy Wright, en la Universidad de Chicago, durante la década de los treinta. Sin embargo, se trata de trabajos orientados hacia la producción de datos, donde el equipo numeroso puede ser necesario para abordar el campo de la investigación en toda su extensión. Por otra parte, los equipos de tal amplitud no son habituales en los proyectos de análisis e interpretación.

Otro tipo de labor en equipo es el trabajo colectivo. Si éste está bien concebido y ordenado, puede desembocar en un producto importante; tal es el caso de Party Systems an Volter Alignments, obra dirigida por Seymour Martin Lipset y Stein Rokkan. Asimismo, los simposios y mesas redondas pueden conducir a buenos resultados. Sin embargo, es probable que el grupo experimente dificultades para comunicarse, y que el trabajo colectivo contenga capítulos innovadores pero que no sea innovador en tanto que un todo unificado, como lo subraya con razón Stanislav Andreski: "Reunir en coloquios interdisciplinarios a especialistas que no saben nada del dominio de los otros no puede producir resultados sustanciales".

¿Por qué la colaboración grupal experimenta problemas para innovar? La colaboración puede ser muy difícil cuando enfrenta una multiplicidad de marcos, perspectivas, conceptos y teorías. Un ejemplo debe aclarar este asunto. Hace algún tiempo, uno de nosotros asistió a un ciclo de conferencias sobre el desarme, dictadas por un equipo de 17 investigadores, incluyendo a politólogos, historiadores, juristas y físicos; no es difícil pensar que bien se pudo haber invitado a estudiosos de otras disciplinas para que expusieran su opinión en la materia. Los 17 especialistas presentaron un punto de vista particular, con la esperanza de que éste estimulara en la mente del auditorio una síntesis que ellos mismos habían sido incapaces de conseguir. Desde luego, como no existe ninguna razón por la cual el público pueda alcanzar el éxito ahí donde los investigadores han fracasado, este enfoque tiene el riesgo de convertirse en una Torre de Babel. Existe pues la necesidad de que cada especialista no sólo conozca su propio dominio y el objeto de estudio común, sino que también esté familiarizado con las porciones de los dominios' conexos que versan sobre el tópico en cuestión. Esta familiaridad facilita la comunicación, porque cada investigador puede dirigirse a los colegas de otras disciplinas en su propio "lenguaje".

Si la innovación es más probable en el trabajo de uno o, cuando mucho, dos autores, entonces la reintegración del material a partir de dos o más disciplinas debe dar lugar a una escala manejable. Aunque un investigador no pueda dominar por sí solo dos disciplinas, sí es capaz de dominar algunas especialidades de dos o más disciplinas.

¿POR QUÉ LA INTERDISCIPLINARIEDAD ES UNA NOCIÓN ENGAÑOSA? 141

La especialización es inevitable, a causa de la riqueza actual de la información manejada en todas las ciencias sociales. La última persona capaz de dominar las diversas ciencias sociales de su época fue

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quizá Max Weber, quien se sentía tan cómodo estudiando a los socialdemócratas alemanes, como la reforma protestante, la historia agraria de Roma, las sociedades comerciales en la Edad Media y a los profetas hebreos. Podía recurrir por igual a la economía política, la historia, la sociología, la teología, la filosofía, el derecho y las Staatwissenschaft. Hoy día, nadie tiene la capacidad para efectuar una investigación de tal amplitud. De hecho, si aún viviera, el propio Weber podría consagrar todo su tiempo a estar al corriente de la abundante bibliografía que ha inspirado. En la primera mitad de la década de los setenta, se publicaban anualmente un centenar de libros y artículos relacionados con la obra weberiana (véase Seyfarth y Schmidt, 1977). Frente a la enorme explosión bibliográfica en todos los dominios, el científico moderno debe especializarse.

Hay quienes consideran que se trata de una dificultad evitable, puesto que afirman, como lo hace J ack Hirshleifer, que "solo existe una ciencia social" (Hirshleifer, 1985, p. 53). Al igual que la mayoría de los economistas, él ubica a su disciplina en el centro de dicha ciencia social única, en calidad de "gramática universal de las ciencias sociales". Nosotros no advertimos la existencia de tal gramática, sino una variedad de dialectos y lenguas, en términos de estructura, evolución, accion, función, interacción, poder, etc. De hecho, Hirshleifer reconoce la necesidad que tienen los economistas de co-nocer otros lenguajes, a fin de saber cuáles son los límites de eso que se ha denominado su "visión de túnel". Sin embargo, es indispensable formar a los economistas en el lenguaje de su disciplina, con objeto de hacer de ellos en primer lugar economistas y, en segundo, híbridos. Debido a la enseñanza, y a la transmisión de conocimientos a la generación siguiente, la unidisciplinariedad parece ineludible, porque la formación básica es necesaria para alcanzar la pericia especializada. No obstante, una vez logrado ese nivel de destreza, los investigadores deben ensanchar su horizonte en dirección a las subdisciplinas inmediatamente contiguas. La fertilización mutua resultante de la colaboración entre dos dominios conexos perfecciona de manera global el trabajo de investigación.

Observaciones finales:

El nuevo calidoscopiode las ciencias sociales

En la actualidad, las ciencias sociales son muy diferentes de lo que fueron al inicio -incluso a mediados- del presente siglo. Al desarrollarse, se han fragmentado, especializado y, lo que resulta de particular interés para nosotros, hibridado.

Durante las cinco últimas décadas, las ciencias sociales han experimentado un gran crecimiento. Cada disciplina ha acumulado tanto conocimiento que escapan al control de los generalistas y que han vuelto necesaria la especialización para hacer fructificar una parte de ese saber. Las nuevas especialidades son producto de nuevos dominios de estudio, los cuales se han fragmentado y dividido, creando nuevas subdisciplinas y hasta subdisciplinas de subdisciplinas.

Considerando el caso de Francia, donde reina una gestión centralizada de la investigación cien tífica, lo cual nos permite ofrecer una buena descripción. En 1989, en el Centro Nacional de Investigación Científica (Centre National de la Recherche Scientífique, CNRS), había 45 disciplinas formales, cada una de ellas dividida en numerosas subdisciplinas. Según la definición que se utilice se pueden enumerar entre 400 y 500 especialidades, las cuales reúnen aproximadamente 2 500 unidades de investigación y a casi 12 000 investigadores. El total comprende las ciencias naturales, las ciencias humanas y las ciencias sociales; estas últimas agrupan alrededor de la quinta parte del total de

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investigadores. En 1950, muchas ciencias sociales no eran reconocidas como disciplinas independientes. Una situación similar prevalece incluso en países donde la investigación científica está menos centralizada.

La especialización es esencia para el análisis profundo de un objeto de estudio, pero este proceso de fragmentación deja vacíos. Para llenarlos, los científicos más innovadores intentan, con base en los patrimonios de las disciplinas formales, tender puentes en dirección a las disciplinas contiguas. En cuanto un grupo de investigadores exploran un dominio localizado en la intersección de dos o más disciplinas, surge una subdisciplina híbrida.

Hemos mostrado el desarrollo de este proceso: la forma en que el progreso científico entraña la fragmentación de una disciplina en varias subdisciplinas; el modo en que este progreso puede conducir al estancamiento intelectual en el centro de cada disciplina ("paradoja de la densidad"); la manera en que la investigación innovadora lleva a los especialistas a superar los límites de su propia disciplina, y cómo estos desplazamientos sirven de base para los intercambios de métodos, conceptos y teorías.

Más allá de los esquemas comunes, existe una gran diversidad de rutas que conducen a tales "hibridaciones". Algunas disciplinas -como la economía - ejercen una influencia metodológica, mientras que el impacto de otras disciplinas -como la antropología- es resultado de sus descubrimientos o de las teorías elaboradas para explicarlos. Semejante diversidad se verifica al interior mismo de las disciplinas. La economía y la lingüística están relativamente bien unificadas, mientras que las demás disciplinas semejan federaciones de dominios independientes.

En virtud de que las ciencias sociales no se desarrollan al mismo ritmo, no han alcanzado un grado similar de interpenetración. Así como a partir del desarrollo de la periferia de varias ciudades grandes de una misma región se constituyen, sobre el fondo del tejido urbano continuo, megalópolis gigantes y polinucleares, del mismo modo los muros que separan a las ciencias sociales formales son sólo vestigios de divisiones pasadas; dichos muros deben ser destruidos para permitir una mejor circulación de la información entre las disciplinas.

La reorganización administrativa no es forzosamente necesaria. El desplazamiento por decreto de las fronteras existentes entre las diversas ciencias sociales carece de sentido, porque de todas maneras se trasladan por sí solas. Una disciplina formal no es un imperio que pretenda defender sus fronteras cueste lo que cueste. No existe ninguna "gran muralla" capaz de mantener a distancia a los bárbaros. Los investigadores se desplazan de un dominio a otro sin requerir pasaporte.

No vamos a incluir recomendaciones. Nuestro enfoque no es normativo, sino empírico. Tampoco es filosófico aunque, al examinar las innovaciones híbridas desde un punto de vista sociológico, hayamos tenido la ocasión de referirnos a la filosofía de la ciencia. Nosotros estudiamos aquello que los investigadores innovadores han realizado y consideramos que esta historia ofrece lecciones.

Si tantos científicos no permanecieran enclaustrados en su propia disciplina, habría sin duda más innovaciones. Esta es la conclusión derivada de nuestro análisis. Sin embargo, existe el riesgo de enfrentar un problema de comunicación en una "Torre de Babel interdisciplinaria" (Riggs, 1988). Sucede que los investigadores de una disciplina ignoran todo lo relacionado con otra especialidad, a pesar de que ésta podría resultarles de gran utilidad. ¿Cuántos especialistas en el estudio comparado de los partidos políticos conocen los trabajos que versan sobre la teoría endógena de las tarifas arance-larias? Por fortuna, las computadoras permiten aumentar considerablemente la capacidad de memoria de la ciencia.

El problema proviene en parte del hecho de que hay muy pocos expertos de cada especialidad en un campus universitario. Como lo han enfatizado Jencks y Riesman: "La verdadera unidad del trabajo intelectual es la subdisciplina, la cual no cuenta habitualmente sino con uno o dos representantes en los campus universitarios pequeños y en raras ocasiones con más de media docena en los campus universitarios grandes" (Jencks y Riesman, 1969, p. 526). Estos especialistas deben comunicarse no sólo a través de las fronteras que separan a las diferentes disciplinas, sino también de un campus a otro. Esto podría conducirlos a ignorarse mutuamente, en el caso de que no existan revistas especializadas que aseguren la información.

Resulta muy interesante profundizar en las comunidades de investigadores. La red de personas con las cuales establece comunicación un investigador está constituida por sus colegas de la facultad, por los especialistas de otras disciplinas que laboran en la misma universidad, por los especialistas de la misma disciplina que trabajan en otras universidades y por los especialistas de otras disciplinas que se desempeñan en otras universidades. Dentro de su propio departamento, los científicos suelen tener pocas relaciones. y esto no es únicamente una impresión, sino producto de un sondeo informal que efectuamos con los colegas que pudimos localizar, tanto en Europa como en América. Casi todos reconocieron que existen escasos intercambios intelectuales al interior de su departamento, y esto es válido para todas las ciencias sociales. Si tiene sentido la división en diferentes

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disciplinas, ¿por qué hay tan poca comunicación dentro de una disciplina? Se supone que todos los po-litólogos estudian lo mismo: la política; los economistas, la economía; los psicólogos, el alma; los lingüistas, el lenguaje.

Por tanto, ¿cuál es la causa de que los investigadores se comuniquen tan poco entre sí? El primer factor de separación o desunión es la ideología, en particular en muchas universidades europeas. El segundo, la metodología: hay un profundo malentendido entre los partidarios del modelo teórico y los defensores de la evidencia empírica, así como entre los apasionados por las estadísticas y los alérgicos a la cuantificación excesiva. El tercero, el objeto de estudio, porque los especialistas en determinado tópico difícilmente se comunican con los especialistas en otra materia, como es el caso de los his-toriadores y los geógrafos. El cuarto, las teorías y los paradigmas, los cuales alejan a los científicos aunque pertenezcan a la misma especialidad. En el estudio de las relaciones internacionales, los especialistas sólo se comunican, si están situados en el mismo nivel de análisis: los partidarios del examen sistémico no suelen establecer ningún intercambio con quienes consideran que las causas de la política exterior se hallan en la situación política interior. En muchas ciencias sociales, los funcionalistas y aquéllos que razonan en términos de la clase social no se comunican. El especialista en la política estadounidense, en las relaciones internacionales o en la administración pública se interesa muy poco en la obra de Aristóteles, Locke, Rousseau, Montesquieu, Heidegger e incluso en la de Marx. En cambio, los filósofos, historiadores y especialistas en letras clásicas leen libros escritos por politólogos. Esto atestigua la diversidad interna de cada disciplina y aquélla de sus contactos con el exterior.

Por último, hay que tener en cuanta los problemas de personalidad. Al respecto, no podemos incluir ejemplos en este lugar, pero el lector los encontrará fácilmente en su propio departamento o laboratorio.

Los departamentos universitarios no constituyen plataformas de intercambio, sino pasillos desiertos. Ahora bien, a pesar de esta falta de comunicación, cada departamento emite y recibe una copiosa correspondencia y abundantes llamadas telefónicas. En consecuencia, la comunicación se establece con especialistas externos al departamento, los cuales trabajan en el mismo tema o con teorías emparentadas. En virtud de que nunca hay más de un especialista en filosofía alemana por universidad, la comunicación entre los eruditos es también forzosamente interuniversitaria. Sin embargo, esto no constituye por sí solo una hibridación.

Muchos expertos se comunican con los científicos especializados de otras disciplinas, pertenezcan o no a la misma universidad. La Universidad de Chicago tiene la reputación de ser un sitio estimulante para la realización de tales interacciones, Asimismo, la comunicación se establece entre las universidades. Su intensidad varía de un país a otro y de acuerdo con la disciplina en cuestión. Cuando dicha comunicación es vigorosa, favorece la innovación científica.

Esta comunicación interdisciplinaria no siempre es fácil, La multiplicación de las especialidades puede provocar tal distorsión de los conceptos intercambiados, que los expertos experimentan dificultades para comunicarse de una disciplina a otra, aunque tengan conciencia de la existencia de esta última. Al pasar de disciplina en disciplina, los conceptos importados o exportados pueden cambiar de significado, lo cual no es del todo ventajoso. “Los problemas de comunicación tienen dos orígenes distintos: sea que una misma palabra se utilice para significados, sea que el mismo significado se atribuya a palabras diferentes” (Riggs, 1988, p. 1) Durante una conferencia en la cual estuvo presente uno de nosotros, la teoría del ponente fue impugnada por tres asistentes, quienes plantearon el mismo problema pero a partir de distintas perspectivas. Para el primero, esta teoría adolecía de un razonamiento circular; el segundo criticó que se trataran como exógenas variables que eran en realidad endógenas, y el tercero opinó que la combinación de las variables resultaba multicolineal. La multiplicación de perspectivas fractura la unidad de la subdisciplina de que se trate y da lugar a redundancias léxicas, lo cual no mejora la comunicación . En el dominio de la arqueología: “Los esfuerzos dirigidos a normalizar la nomenclatura y a crear tipologías y modelos taxonómicos son dejados al azar, sin ninguna coordinación y, en ocasiones, provocan una confusión mucho mayor e incluso antagonismos entre escuelas. Los investigadores emplean los mismos términos con un significado diferente y, a veces, aquéllos que se hallan del mismo lado parecen no hablar el mismo idioma” (Laet, 1978, p. 189). Las prácticas conceptuales de algunos científicos semejan aquéllas de la Reina de Corazones en Alicia en el País de las Maravillas, la cual recomienda a Alicia sólo utilizar palabras que signifiquen exactamente lo que ella quiera decir, ni más ni menos, y sin preocuparse de lo que piensen los demás. Esto es aplicable a la antropología económica, que “está llena de términos por completo equívocos” (Belshaw, 1989, p. 18).A fin de resolver este problema, algunos investigadores han decidido elaborar un diccionario de conceptos, el cual podría servir de referencia para la comunicación interdisciplinaria. Este proyecto está destinado a derribar las barreras que impiden una buena cooperación entre los científicos de

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diferents disciplinas y distintos países (Riggs, 1987, p. 117). Semejante proyecto es a la vez importante y difícil. Con objeto de ilustrar las dificultades entrentadas, podemos remitirnos a la obra Social Ciences Concepts: A Systemic Analysis, dirigida por Giovanni Sartori. En ella, los coautores se esfuerzan en aclarar algunos conceptos pluridisciplinarios relevantes, tales como consenso, desarrollo, etnicidad, integración, cultura política, poder y revolución. El intento de continuar este trabajo para incluir todos los conceptos de las ciencias sociales representa una ardua tarea. Como lo señala acertadamente Sartori en la introducción: “La razón principal de que se pase por alto la clarificación conceptual… reside simplemente en su dificultad” (Sartori, 1984, p. 10).Un factor adicional de dificultad es la existencia de las diversas lenguas en las cuales se lleva a cabo principalmente la investigación; sin contar otras importantes. Si el diccionario de conceptos es multiligüe, los problemas aumentan. Por fortuna, ciertos términos son meros préstamos (laissez-faire, Zeitgeist) o préstamos apenas modificados (dependency-dependencia, charisme-charisma-carisma, economy-économie-economía). Otros, tienen un significado ligeramente diferente, pero pueden ser comprendidos con facilidad (politique-Politik, próximos al inglés policy-politics, y economía, cercano al alemán wirtschaft). Otros más, son intraducibles, lo cual puede representar quizá la mejor opción; por ejemplo, ¿cómo traducir el Seinvergessenheit (“olvido del ser”) de Martin Heidegger?En tales casos, la Torre de Babel universitaria se nutre de la dispersión de las naciones y no hace otra cosa que ampliarla.El problema es tan general que incluso “estos dos países separados por la misma lengua” (para retomar la expresión de Bernard Shaw), a saber, Gran Bretaña y Estados Unidos de América, pueden conferir un significado diferente a un mismo concepto. Los economistas se enfrentan a la distinta significación de ciertas palabras otorgada a ambos lados del Atlántico, así como los politólogos no deben olvidar las desemejanzas en la noción de "seguridad social" en Europa y los Estados Unidos. Y es que la traducción del nombre de una institución, de una creencia o de una costumbre que desempeñe un papel importante en la vida de una sociedad es una empresa arriesgada (Bloch, 1949 [1952]). Debido a ello, la comunicación entre las universidades del mundo entero se afectúa cada vez más en inglés escrito y, durante las conferencias, en inglés aproximado. Ahora bien, este inglés aproximado, en tanto que lingua franca, facilitará la comunicación entre los científicos (es posible que el inglés aproximado -broken english o "inglés chapurrado"se convierta hacia fines del siglo XXI en la lengua más difundida en el planeta, al menos entre la población culta).

La atribución de varios significados a un mismo término, en ocasiones dentro de la misma lengua, facilita el empleo incorrecto de los conceptos intercambiados. Se trata de un verdadero peligro para los científicos híbridos. Lo que Margaret Mead señaló con respecto a sus colegas antropólogos puede aplicarse a todos los investigadores de las ciencias sociales: "No logramos utilizar nociones adaptadas a nuestros propios problemas y hacemos un mal uso de instrumentos comprendidos a medias provenientes de dominios asimilados también a medias" (Mead, 1961, p. 480). Stanislav Andreski es todavía más severo, porque ataca a las ciencias sociales en su conjunto: "Los contactos entre materias a menudo equivalen a una recíproca esterilización interdisciplinaria, a través de simposios realizados por especialistas mutuamente incomprensivos" (Andreski, 1972; versión castellana, 1973, p. 140). Los préstamos deben realizarse con discernimiento. Se requiere gran circunspección: es más difícil ser un buen híbrido que un buen especialista en una sola subdisciplina.

Algunos recurren a la complejidad conceptual, para impresionar a los espíritus sencillos. Al respecto, Stanislav Andreski ofrece un ejemplo divertido

Durante su permanencia en la corte de Catalina II de Rusia, el gran matemático suizo Euler se enfrascó en una disputa sobre la existencia de Dios. Para derrotar a los volterianos en la batalla de ingenios, el gran matemático pidió una pizarra, sobre la cual escribió:

"(x+y)2=x2+2xy+y2, por tanto, Dios existe" Impotentes para discutir la relevancia de una fórmula que eran incapaces de comprender, y reacios a confesar su ignorancia, los literatos aceptaron su argumento (Andreski, 1972; versión castellana, 1973, pp. 155-156.)

El propio Euler se dio cuenta de ello, pero muchos de los que atropellan conceptos no están conscientes de su error.

Ciertos investigadores consiguen engañarse a sí mismos y engañar a los demás. Raymond Boudon ha denunciado enérgicamente el arte de persuadirse de ideas dudosas, frágiles o falsas. Todos conocemos investigadores que han logrado el éxito con base en la reformulación o repetición de argumentos ya sabidos. Por ejemplo, un investigador en matemáticas consideraba realmente que sus modelos eran muy

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innovadores, mientras que las conclusiones por él aportadas no diferían en nada de aquéllas formuladas por algunos exponentes vernáculos de su disciplina, a los cuales citaba abundantemente. Sin embargo, este especialista tuvo éxito, publicó artículos en revistas importantes y fue profesor en una de las mejores universidades de los Estados Unidos. Otros investigadores de la disciplina en cuestión, pero que no están al corriente de las obras clásicas en la materia, dan cuenta de sus trabajos. En este caso, queda claro que la jerga matemática ha sido un obstáculo para la buena comunicación entre estos apasionados por las matemáticas y la masa de investigadores vernáculos. Aunque facilite la comunicación entre los especialistas, todo lenguaje especializado dificulta la comunicación con las dis-ciplinas contiguas. He ahí otro aspecto de la Torre de Babel universitaria.

Tal como lo sugiere el ejemplo anterior, la fragmentación de las disciplinas provoca nuevos problemas, porque dificulta el acceso a los trabajos previos de investigación efectuados por los especialistas de las diferentes disciplinas. Este problema ya existía en relación con las colecciones del British Museum (Museo Británico) hacia 1840, época en la cual una comisión real efectuó una encuesta sobre las prácticas en la materia: "Para el público, el valor de estas colecciones depende en gran medida de un buen sistema de identificación, dirigido a transmitir al visitante tanta información útil como lo permitan las dimensiones limitadas de la ficha" (Informe del British Museum, 1850, pp. 43-44). Esta dificultad de acceso a la bibliografía especializada se vuelve cada vez más ardua. Las computadoras constituyen una gran ayuda, pero requieren una nomenclatura común. Así, el economista que se interese en la política arancelaria estadounidense debe consultar las referencias siguientes: política comercial, política económica exterior, aduanas, derechos, protección arancelaria y tarifas aduaneras.

La especialización de las publicaciones periódicas representa un impedimento adicional para la comunicación. El investigador sólo puede consultar un pequeño número de revistas; con la ayuda de sus colegas, se mantiene al corriente de lo publicado en algunas otras. La mayoría permanece en tetra incognita. En consecuencia, se requieren bibliotecarios calificados y especialistas de la información, que actúen como intérpretes en la Torre de Babel. Esperemos que la ciencia documental no se fragmente.

Asimismo, la fragmentación puede conducir a la intolerancia. Atraídos por las nuevas perspectivas, algunos especialistas rechazan enfoques más antiguos o los consideran obsoletos, aunque éstos puedan seguir siendo la fuente de trabajos innovadores. Como es por todos conocido, los marxistas suelen ser muy intolerantes con respecto a los no marxistas, y esta actitud es recíproca. Los especialistas orientados al uso de modelos matemáticos ven con condescendencia a sus colegas que no los emplean. Los especialistas en la historia social no son amistosos con aquéllos de la historia narrativa. En geografía, los defensores de los modelos teóricos y los abogados de un enfoque más tradicional tienen a caricaturizarse mutuamente. Como lo señala Mikesell: “El partidario de los modelos teóricos se transforma en mecanista y el paladín de las síntesis regionales se vuelve místico” (Mikesell, 1969, p. 241).Del mismo modo, las susceptibilidades características de cada disciplina van por delante. Los especialistas en letras clásicas no respetan a los investigadores de teoría política que estudian a Platón o a Aristóteles, porque los problemas planteados por estos estudiosos son de distinto orden. Muchos economistas muestran desprecio por los demás especialistas de las ciencias sociales, a causa del uso rudimentario que hacen éstos de las matemáticas y la estadística. Esta forma de intolerancia resulta lamentable y estamos de acuerdo con David Riesman cuando afirma que “es sensato luchar contra el fanatismo, contra la rigidez de los partidarios y adversarios de una teoría, aunque sea la nuestra. Asimismo, es necesario adiestrarnos, y capacitar a nuestros estudiantes, en la interpretación, con objeto de poder pasar fácilmente de una clase de metáfora a otra, de un tipo de modelo a otro” (Riesman, 1956, p. 338)La intolerancia, producto de la fragmentación y especialización, plantea un verdadero dilema a los científicos. Paul Diesing ha destacado que una gran cohesión al interior de la disciplina aleja a los investigadores de los colegas que trabajan en otras disciplinas pero que utilizan métodos similares y, por tanto, reduce la colaboración necesaria para el progreso científico. A la inversa, la cooperación contribuye a mejorar las diferentes metodologías dentro de cada dominio (Diesing, 1971, p. 22). En este proceso inevitable de innovación, basado en la especialización, la fragmentación y la hibridación, sería deseable la tolerancia, el intercambio de ideas y una mayor claridad en las especialidades es muy benéfica y bien vale el precio de una comunicación un poco más difícil.