Las Luchas de Clases en La URSS - Periodo 1917-1923 (Prefacio) C. Bettelheim

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Las Luchas de Clases en la URSS Charles Bettelheim “El análisis de las transformaciones sufridas por la Unión Soviética y de las luchas a partir de las cuales se han efectuado esas transformaciones es, por consiguiente, un análisis de máxima actualidad. Lo que está en juego en el desarrollo de tales luchas son precisamente las concepciones que siguen dominando masivamente al movimiento obrero de los países industrializados (concepción que, en su forma “invertida” -es decir, bajo diversas especies de “izquierdismo”- está igualmente presente en los movimientos revolucionarios de los países escasamente industrializados). Analizar lo más concretamente posible, a través de la extraordinaria experiencia de la Unión Soviética, los errores a los que conduce esa concepción constituye una “lección por la vía negativa” para que los que quieren luchar por el socialismo se desembaracen de tales concepciones. El análisis de lo que ha ocurrido y ocurre en la Unión Soviética reviste especial importancia para los militantes y simpatizantes de

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Las Luchas de Clases en la URSS

Las Luchas de Clases en la URSS Charles Bettelheim

El anlisis de las transformaciones sufridas por la Unin Sovitica y de las luchas a partir de las cuales se han efectuado esas transformaciones es, por consiguiente, un anlisis de mxima actualidad. Lo que est en juego en el desarrollo de tales luchas son precisamente las concepciones que siguen dominando masivamente al movimiento obrero de los pases industrializados (concepcin que, en su forma invertida -es decir, bajo diversas especies de izquierdismo- est igualmente presente en los movimientos revolucionarios de los pases escasamente industrializados). Analizar lo ms concretamente posible, a travs de la extraordinaria experiencia de la Unin Sovitica, los errores a los que conduce esa concepcin constituye una leccin por la va negativa para que los que quieren luchar por el socialismo se desembaracen de tales concepciones.El anlisis de lo que ha ocurrido y ocurre en la Unin Sovitica reviste especial importancia para los militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas. Estos, en efecto, se encuentran paralizados ideolgicamente en su capacidad de comprender el pasado de la Unin Sovitica y, por eso mismo, su presente. Una manifestacin de esta parlisis es su recurso a las frmulas vacas sobre el culto a la personalidad o a la actitud consistente en adoptar ciertas distancias con respecto a la Unin Sovitica, al mismo tiempo que se multiplican las proclamas de fidelidad a la patria del socialismo.

Tales frmulas y actitudes testimonian una crisis ideolgica ms profunda de lo que puede parecer, susceptible de ser el preludio de una reflexin que ponga finalmente en entredicho las prcticas reformistas y revisionistas. Esa reflexin debe ser alimentada precisamente por un esfuerzo de comprensin del pasado y presente de la Unin Sovitica. De no ser as, estamos condenados a permanecer encerrados en esquemas que oscurecen la historia real. Es visible que los dirigentes revisionistas temen desencadenar tal tipo de reflexin. De ah las frmulas mgicas sobre el antisovietismo con que es acogido todo intento de reflexin crtica sobre la historia concreta de la URSS. Semejantes frmulas no tienen ms funcin que la de intentar prohibir a militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas plantearse cuestiones esenciales, cuestiones que permitiran a las luchas proletarias y populares desembocar en vas diferentes a la triada: reformismo electoral, luchas sindicales pretendidamente independientes de toda organizacin poltica y espontanesmo.

Este anlisis de la realidad sovitica, de su pasado y de su presente, no es, evidentemente, ms que uno de los elementos que pueden favorecer una clarificacin ideolgica y por tanto ayudar al movimiento obrero -y, ms particularmente, al marxismo esclerotizado predominante hoy en una gran parte del mundo- a salir del crculo en que hasta hoy parece estar encerrado.Ch. BettelheimLas Luchas de Clases en la URSSPrimer Periodo (1917-1923)PrefacioMe parece indispensable explicar al lector la razn por la cual he escrito este libro y el modo en que lo he hecho. Tengo que indicar igualmente la relacin que guarda esta obra con mis escritos anteriores.

Lo ms sencillo consiste en explicar su gnesis y la transformacin en un proyecto ms ambicioso de lo que inicialmente era un proyecto ms modesto.

El punto de partida inmediato de este trabajo fue la invasin ocupacin de Checoslovaquia por el ejrcito sovitico. Las personas que se consideran marxistas no pueden limitarse a condenar o lamentar los actos polticos; deben, tambin, explicarlos. Las lamentaciones y los deseos no ayudan a los pueblos ms que a soportar sus desgracias, pero a descubrir las causas ni a luchar por su eliminacin o contra su resurgimiento. Por el contrario, buscando las razones de lo que es realmente condenable desde el punto de vista de los intereses de los trabajadores, se puede contribuir a que las fuerzas polticas evolucionen de manera que no se reproduzcan los actos lamentables.

En lo referente a la invasin de Checoslovaquia y su ocupacin- he credo tato ms necesario no, limitarme a lamentar los hechos cuanto no slo estaba en juego el destino de un pueblo que ha sufrido ya numerosas ocupaciones, sino tambin el juicio que podra merecer el estado a que ha llegado la propia Unin Sovitica, pues fueron las tropas de sta en unin de las de sus aliados -las que llevaron a cabo la intervencin.

Creo encontrarme capacitado para tratar los problemas de las Unin Sovitica, dado que llevo cerca de cuarenta aos estudiando este pas y considero que todo lo que le concierne reviste una importancia y un alcance mundiales. Lo he credo desde 1934, cuando empec mi aprendizaje del ruso, y he continuado creyndolo posteriormente: en 1936, cuando me traslad a la Unin Sovitica para estudiar su sistema de planificacin; en 1939, cuando publiqu un libro sobre el tema mencionado: en 1946, cuando publiqu otro libro que trataba los problemas tericos y prcticos de la planificacin; en 1950, cuando publiqu otro sobre la economa sovitica, y en los aos siguientes, al visitar varias veces el pas y publicar diversos trabajo sobre la planificacin (1) y sobre la transicin al socialismo (2).

El inters que he volcado sobre la Unin Sovitica desde mediados de la dcada de los treinta resida fundamentalmente en la identificacin de los que suceda en este pas con la primera experiencia en la edificacin del socialismo. Y no es que estuviese cegado ente las dificultades y contradicciones que surgan de esta edificacin (no poda estarlo, puesto que me encontraba en Mosc en 1936, en el momento de los grandes procesos (3), y pude notar diariamente el desconcierto de los moscovitas y el miedo, tanto de la gete de la calle como de los viejos militantes del Partido bolchevique y de la Internacional, a expresar sus opiniones). Pero a pesar de ello pensaba que la Revolucin de Octubre no slo haba abierto una nueva ere en la historia de la humanidad creencia que sigo manteniendo-, sino que el desarrollo econmico y social de la Unin Sovitica proporcionaba una especie de modelo para la construccin del socialismo. Los problemas y contradicciones que acompaaban a este desarrollo, pese a su evidente gravedad, me parecan producto, ante todo, de las particulares condiciones histricas rusas, considerando que no tenan por qu reproducirse en otros casos ni impedir la progresin del pas hacia el socialismo y el comunismo.

Los incontestables xitos econmicos obtenidos por la Unin Sovitica sobre todo en el terreno de la industria- a partir de los planes quinquenales, as como la victoria del Ejrcito rojo sobre el hitlerismo, la rpida reconstruccin econmica de posguerra, el mejoramiento del nivel de vida del pueblo sovitico y la ayuda del gobierno de la URSS a la China socialista, parecan confirmar mis creencias y previsiones, pese a que las desigualdades sociales desarrolladas en el curso de los primeros planes quinquenales no parecan tender hacia su desaparicin, sino al contrario.

El propio XX Congreso del PCUS, aunque no proporcionaba anlisis alguno sobre las dificultades y contradicciones que haban llevado a la indiscriminada y extensa represin de los aos anteriores, y aunque se limitaba a sustituir este anlisis por acusaciones personales contra Stalin (considerado nico responsable de los aspectos negativos del pasado), pareca confirmar que, habiendo alcanzado un cierto nivel de desarrollo econmico, la Unin Sovitica iba a emprender el camino de una mayor democracia socialista, abriendo as posibilidades ms vastas a las iniciativas de la clase obrera.

Este Congreso pareca igualmente indicar que el PCUS haba conservado o ms bien recuperado- la capacidad de autocrtica indispensable para la rectificacin de los errores (4).

Pero los hechos no han respondido a las esperanzas. La contradictoria realidad de la historia de la sociedad sovitica no ha sido objeto de anlisis alguno. Los aspectos de la realidad que deberan haber sido condenados y transformados no han sido explicados en funcin de las contradicciones internas de la Unin Sovitica. Han sido presentados como perversiones debidas a la accin de una personalidad (la de Stalin). La aceptacin por el PCUS de esa seudo-explicacin testimonia su abandono del marxismo como instrumento de anlisis. Esa aceptacin le ha hecho incapaz de contribuir a transformar realmente las relaciones sociales que han dado origen a lo que se condenaba verbalmente. La seudo-explicacin ha cumplido as su objetivo: consolidar las relaciones de clase que concentran el poder econmico y poltico en manos de una minora. Y las contradicciones nacidas de estas relaciones de clases, lejos de reducirse, se profundizan.

Entre otras muchas consecuencias, esta profundizacin de contradicciones sociales ha determinado la creciente degradacin de las condiciones de funcionamiento de la economa sovitica. Y lo mismo ha ocurrido en los pases ligados a la URSS, cuyos dirigentes han seguido la misma lnea poltica.

A falta de combatir las contradicciones sociales se ha recurrido a introducir reformas econmicas tendentes a hacer funcionar mejor el sistema econmico, especialmente acrecentando los poderes de los directores de las fbricas y reforzando continuamente las formas y los criterios capitalistas de gestin econmica.

Contrariamente a las esperanzas de los dirigentes soviticos y de los pases hermanos, ninguna de las dificultades con que se enfrentaban han sido realmente resueltas por las diversas reformas. Aunque se han obtenido xitos momentneos en puntos limitados, predominan los fracasos. Cabe sealar, en particular, la creciente dependencia respecto a las tcnicas extranjeras, el endeudamiento exterior igualmente creciente, la notoria reduccin del ndice de desarrollo de la industria y las dificultades de aprovisionamiento; se multiplican los indicios de descontento de los trabajadores respecto a su situacin y a las consecuencias que tienen para ellos las reformas econmicas.

La noticia de lo ocurrido en Polonia en diciembre de 1970 ha trascendido a todo el mundo: los obreros de las grandes ciudades del Bltico (Gdansk, Gdynia, Szcecin y Sopot) se declaran en huelga contra la poltica gubernamental, que entraa el alza de los precios y la reduccin del nivel de vida de los trabajadores. La represin ejercida contra los obreros polacos conduce a un contraataque de stos, que ocupan los locales del Partido y de la polica poltica, y constituyen un comit de huelga que crea una milicia obrera. Aunque las fuerzas de seguridad aumentan la represin, causando numerosos muertos y heridos, los trabajadores resisten, continan la huelga y obligan al poder a modificar la composicin del equipo dirigente, a negociar con ellos y a ceder a un cierto nmero de reivindicaciones (5).

Los acontecimientos polacos representan un giro en las relaciones entre la clase obrera y el poder poltico en los pases de la zona sovitica. Se sabe que tuvieron profundo eco en la clase obrera de la URSS, y provocaron gran temor entre los dirigentes soviticos. Temor que se ha traducido en la revisin de los planes econmicos de 1971, as como en la acentuacin de la represin.

La tendencia a acentuar la represin en la Unin Sovitica es cada vez ms ntida en los ltimos aos. Lo prueban la adopcin de medidas policacas y la estimacin en los dos millones del nmero de personas internadas en los campos.

Sobre la base de la acentuacin de las contradicciones internas, la poltica internacional de la URSS se caracteriza por la negacin creciente de lo que, en el pasado, constitua los aspectos socialistas de la poltica exterior sovitica. En lugar de la ayuda concedida ulteriormente a China y Albania se asiste desde 1960 en nombre de las divergencias ideolgicas- a un intento deliberado de sabotear el desarrollo econmico de esos pases, en particular mediante la ruptura unilateral de los acuerdos previamente concluidos, la suspensin de los suministros necesarios a las fbricas en curso de construccin, la retirada de tcnicos, etc. De esta manera, la Unin Sovitica pretende, aunque sin xito, utilizar las relaciones econmicas establecidas desde antes con ambos pases, para presionarlos brutalmente con el fin de someterlos a su hegemona.

Desde el punto de vista general, la poltica internacional sovitica aparece cada vez ms como una poltica de gran potencia que intenta obtener para s misma el mximo de ventajas econmicas y polticas, sacando partido d las estrechas relaciones establecidas con otros pases. Esta poltica de corte imperialista ha llevado a la URSS a colaborar y a tener contradicciones con los Estados Unidos, simultneamente. Ambas potencias luchan entre s en pos de la hegemona mundial. Y son as conducidas a establecer compromisos que van en detrimento de los pueblos. Hablan de distensin mientras libran una carrera de armamentos que sobrepasa todos los precedentes histricos, mientras el imperialismo norteamericano prosigue de hecho la guerra contra el pueblo vietnamita.

Al situarse en el mismo terreno que los Estados Unidos, es decir, al competir con ellos por la hegemona mundial la URSS se ha lanzado a construir una fuerza militar ofensiva sin precedentes, dotndose de gigantescos medios de intervencin a escala del globo. Para lograr una fuerza militar igual e incluso superior en ciertos aspectos a la de los Estados Unidos, la Unin Sovitica consagra actualmente entre un 25 y un 30 por ciento de su producto nacional bruto a gastos militares (frente al 7 u 8 por 100 de los EE.UU.. Aumenta cada ao el nmero de sus divisiones dispuestas a la intervencin en las fronteras chinas, aunque su potencial ms importante se encuentra dispuesto rente a Europa occidental y aumente con igual rapidez.

Para poder contar con los instrumentos de una poltica exterior de tipo imperialista, los dirigentes soviticos echan una pesada carga sobre los hombros de los pueblos de la URSS y sobre las posibilidades de desarrollo del pas. Finalmente, se ven obligados a buscar ayuda tcnica y financiera del imperialismo norteamericano, aun enfrentndose a l.

La constatacin de esta evolucin (en la que la intervencin en Checoslovaquia no constituye ms que uno de los momentos) me ha llevado a reexaminar tambin el pasado de la Unin Sovitica, pues no es posible mantener que el curso seguido por este pas proviene nicamente de la responsabilidad personal de algunos dirigentes. El acceso al poder por parte de stos y la posibilidad de llevar a cabo la poltica descrita slo pueden explicarse por la naturaleza de las relaciones sociales actualmente predominantes en la URSS; relaciones que necesariamente han ido formndose durante un largo perodo anterior. De aqu surge la necesidad de efectuar el anlisis de esas relaciones.

El anlisis que he emprendido se apoya igualmente en la experiencia adquirida por m mediante el estudio de las transformaciones econmicas y polticas en China y en Cuba.

En lo que a este ltimo pas se refiere, se trata de una experiencia prctica muy concreta, ya que he participado en numerosas ocasiones en la discusin de los problemas planteados por la planificacin de su economa entre los aos 1964 y 1966. Desde ese momento, y apoyado en la citada experiencia, me he inclinado a replantearme crticamente el conjunto de las concepciones relativas a las condiciones de elaboracin de los planes econmicos, a la significacin de la planificacin en la transicin socialista y al alcance de la existencia de las relaciones mercantiles y monetarias en las formaciones sociales, donde la propiedad de los medios de produccin por parte del Estado desempea un papel dominante.

A fin de precisar la naturaleza de las tesis expuestas en este estudio y de permitir al lector situarlas mejor en relacin con las desarrolladas en los dos libros precedentes (los cuales fueron en gran medida el fruto de mi experiencia de los problemas de Cuba), no es intil indicar los lmites de las revisiones ms arriba mencionadas.

En Transition vers lconomie socialiste libro que recoge una serie de exposiciones y textos redactados entre 1962 y 1967- yo asociaba la existencia de relaciones mercantiles y monetarias tanto en Cuba como en la Unin Sovitica) con la de unidades productivas que funcionaban de forma relativamente independiente entre s (pese a la presencia de un plan econmico) y con una situacin que las caracterizaba como sujetos econmicos (6).

Mi anlisis entonces pretenda explicar la experiencia de relaciones mercantiles y monetarias y la de relaciones salariales- por la existencia de relaciones sociales reales e independientes de la voluntad de los hombres (relaciones que no basta, por lo tanto, declarar abolidas para verlas desaparecer. En el marco de ese anlisis presentaba las relaciones mercantiles y monetarias como la manifestacin de relaciones sociales profundas: aqullas no eran ms que los efectos de stas y de sus exigencias objetivas de reproduccin.

Hoy ya no considero satisfactoria la forma especfica de ese anlisis, propuesto en 1962 y 1967. La reflexin sobre las condiciones de la construccin del socialismo en China y muy en particular sobre las lecciones que cabe desprender de la Revolucin Cultural- me obligan a modificar muy seriamente sus trminos.

La principal insuficiencia de mis textos de 1962 y 1967 reside en que lo que all se considera como impuesto por las exigencias objetivas se refiere esencialmente al nivel de desarrollo de las fuerzas productivas (7). Y aunque se menciona el concepto de naturaleza de las fuerzas productivas, la significacin precisa de este concepto no se desarrolla en parte alguna. En consecuencia, no queda patente que el principal obstculo a una poltica socialmente unificada (en la que el plan econmico no puede constituir ms que el medio) no se encuentra en el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, sino en la naturaleza de las relaciones sociales dominantes, esto es, se encuentra, simultneamente, en la reproduccin de la divisin capitalista del trabajo y en las relaciones ideolgicas y polticas, que, aun siendo un efecto de esta divisin, constituyen las condiciones sociales de esta reproduccin (porque hacen funcionar a los individuos y a las empresas como sujetos que otorgan la primaca a los intereses articulares respecto a los colectivos. Estos ltimos, por otra parte, pueden revestir un carcter simplemente momentneo o ilusorio si no estn identificadas con una poltica que tienda efectivamente a crear las condiciones para la desaparicin de los intereses de clase de naturaleza antagnica.

Lo que no queda claro, por tanto, en los escritos reproducidos bajo el ttulo de Transition vers lconomie socialiste es que el desarrollo de las fuerzas productivas no puede nunca, por s solo, hacer desaparecer las formas capitalistas de la divisin del trabajo ni las dems relaciones sociales burguesas. Lo que en esos escritos no se dice es que nicamente la lucha de clases bajo la dictadura del proletariado, correctamente dirigida gracias a la experimentacin cientfica de masas y al anlisis terico-, puede conseguir la desaparicin de las relaciones econmicas capitalistas al atacar la divisin capitalista del trabajo y, al mismo tiempo, las relaciones ideolgica y polticas que permiten la reproduccin de las relaciones de explotacin y de opresin.

Si en 1962-1967 no enunci las formulaciones que expongo ahora, fue porque estaba an fuertemente influenciado por una cierta concepcin del marxismo que ha dominado ampliamente en Europa y que consiste en una forma particular de lo que Lenin denomin economicismo (8). Las lecciones extradas de la Revolucin Cultural en China son las que me han permitido avanzar en la ruptura con el economicismo, enlazando de nuevo, as, en el contenido revolucionario del marxismo, contenido que ha estado enmascarado, encubierto por los muchos aos de prctica economicista que han caracterizado al movimiento obrero europeo (9).

En Clculo econmico y formas de propiedad (texto en el cual anuncio ya la preparacin de un anlisis de la formacin social sovitica), esbozo el abandono de la problemtica anterior que tenda a hacer depender la desaparicin de las relaciones mercantiles y monetarias y el progreso de la planificacin socialista ante todo del desarrollo de las fuerzas productivas (desarrollo concebido an de forma unilineal), y no, en primer lugar, de la revolucionarizacin de las relaciones sociales. Repito que ha sido en el curso de estos ltimos aos en parte a travs de la reflexin sobre la Revolucin Cultural y su significado- cuando me he visto impulsado a tener en cuenta de forma ms sistemtica lo que implica el rechazo de la problemtica de las fuerzas productivas, es decir, de una concepcin que subordina unilateralmente la transformacin de las relaciones sociales al desarrollo de las fuerzas productivas. Es en estas condiciones como, entre 1968 y hoy, redact una serie de artculos sobre algunos problemas del socialismo (10) y emprend un nuevo anlisis de la Unin Sovitica, con objeto de delimitar mejor la especificidad del capitalismo de Estado y las relaciones y prcticas de clase hoy dominantes en ese pas.

A principio de 1969 acab la redaccin de un primer texto (no publicado) que expona los resultados de ese anlisis, del cual se desprende que en la URSS existen hoy, tras la pantalla de la propiedad estatal, relaciones de explotacin semejantes a las existentes en los pases capitalistas, an cuando la forma de existencia de esas relaciones, y slo stas, reviste un carcter particular: el carcter particular que le confiere el capitalismo de Estado no es ms que el capitalismo llevado a su lmite extremo.

No obstante, al releer dicho texto y al someterlo a crtica, he observado una carencia de trasfondo histrico. No puede comprenderse, en efecto, el presente de este pas sin relacionarlo con su pasado. No basta con poner de manifiesto las relaciones y las prcticas dominantes en la actualidad. Es preciso explicar cmo han llegado a ser dominantes. La pregunta, pues, es la siguiente: de qu manera y a travs de qu luchas y contradicciones se ha transformado el primer pas de dictadura del proletariado en un pas que practica una poltica imperialista, que no vacila en utilizar sus fuerzas armadas para defender en otros pases sus intereses de gran potencia?

El anlisis de las transformaciones sufridas por la Unin Sovitica no es menos importante, en definitiva, que el anlisis de su situacin actual; puede ser una cantera irremplazable de enseanzas y contribuir as a evitar que otras revoluciones proletarias sigan la misma senda, y en lugar de al socialismo lleguen a una forma especfica de capitalismo tan opresora y agresiva como las formas clsicas.

Pese a las dificultades, el actual periodo exige la realizacin de esta tarea. Y aunque nuestro anlisis no sea perfecto, s nos ayudar a comprender un pasado que es tambin nuestro presente, a entender cmo una revolucin proletaria puede transformase en su contrario: una contrarrevolucin burguesa.

La experiencia sovitica confirma que lo ms difcil no es derrotar las antiguas clases dominantes, sino, ante todo, destruir las antiguas relaciones sociales sobre las que puede reconstruirse un sistema de explotacin semejante al que se ha credo liquidar definitivamente- e impedir despus que estas relaciones se reconstruyan a partir de los elementos anteriores, presentes durante mucho tiempo an en las nuevas relaciones sociales. En nuestra poca, por consiguiente, resulta de importancia vital que se comprendan las razones por las cuales la primera revolucin socialista victoriosa ha desembocado, finalmente, en la realidad sovitica actual. Sin esta comprensin y a pesar de las lecciones positivas e irreemplazables que pueden extraerse de los xitos de la revolucin china- son enormes, en efecto, los riesgos de que lo iniciado aqu o all como revolucin proletaria se convierta, finalmente, en algo muy diferente del socialismo.

El texto a que haba llegado en 1969 me resultaba, por tanto, insuficiente. Debido a ello, antes de publicarlo previa revisin- he credo necesario complementarlo con un anlisis sobre el pasado de la Unin Sovitica. Al abordar esta tarea pude constatar que era tan compleja, por lo menos, como la precedente. En primer lugar, porque cubra un periodo histrico mucho ms largo y ms rico en acontecimientos y en luchas; en segundo lugar, porque haba que esforzarse en indagar ms all de la historia particular de la URSS- el movimiento general de las contradicciones cuya forma de existencia era esa misma particularidad, ya que sta, por s sola, habra podido parecer accidental o fortuita y no habra permitido extraer las lecciones necesarias de lo que haba ocurrido en la URSS.

Mi objetivo era adquirir un conocimiento suficientemente preciso de la historia de la Unin Sovitica que me capacitase para escribir algo diferente a una historia de este pas: escribir un anlisis de la lucha de clases en la URSS desde la Revolucin de Octubre, de alcance suficientemente universal, aunque se presentase bajo los rasgos especficos de una historia contempornea de ese pas. He decidido, por tanto, analizarlos momentos decisivos por que ha pasado la formacin sovitica social sovitica, y he intentado determinar la naturaleza de las relaciones sociales existentes y dominantes en cada uno de esos momentos. Tambin he intentado captar la naturaleza de las fuerzas sociales que han contribuido a modificar la articulacin de tales relaciones, pese a que muy frecuentemente tenan lugar luchas que perseguan transformaciones muy diferentes de las que efectivamente se han producido. El volumen que el lector tiene entre sus manos expone el comienzo de los resultados de este trabajo, que debe culminar con el anlisis de la sociedad sovitica actual: anlisis que resultara en parte incomprensible sin un conocimiento suficiente de las condiciones en que se ha plasmado la realidad actual.

Los anlisis indicados continan, por tanto, el trabajo de rectificacin esbozado entre 1962 y 1967.

Este trabajo de rectificacin y de anlisis concreto de la Unin Sovitica, de su presente y de su pasado, me ha conducido as a romper progresivamente con una determinada concepcin petrificada y simplista del marxismo y a reincorporarme al que yo considero contenido revolucionario del materialismo histrico y del materialismo dialctico (11).

El presente volumen expone slo una parte de los resultados de mi trabajo, pero creo necesario dar desde ahora una visin general del conjunto, pues lo que est en juego sobrepasa ampliamente mi simple itinerario personal, de escaso inters para el lector.

Como ya record anteriormente, el marxismo simplificado del que he intentado desprenderme no me era personal; era el que las secciones europeas de la III Internacional, en ruptura cada vez ms acentuadas con el leninismo, haban hecho prevalecer en Europa (a partir del comienzo de los aos treinta, en el momento en que yo empezaba a reflexionar sobre el socialismo. Ese marxismo simplificado contena, por lo dems, si no en germen al menos como una posibilidad, las premisas del revisionismo moderno, esto es, de una ideologa burguesa que, como tal, contribuye a consolidar la existencia de relaciones sociales capitalistas en la Unin Sovitica y fuera de ella.

Sera una pretensin ilusoria la de lanzarse analizar todos los aspectos del marxismo petrificado, con el cual debe romper este estudio si quiere hacer inteligible lo sucedido en la Unin Sovitica (los principales de dichos aspectos se pondrn de manifiesto con la lectura del presente texto). Pero es necesario, por el contrario, la enunciacin y discusin de algunas de sus tesis explcitas o implcitas a fin de comprender mejor el sentido de la rectificacin que llevo a cabo en las pginas de este libro, as como el significado de los resultados que se compilarn al final de la obra.

Tres de las tesis fundamentales de ese marxismo petrificado, con el cual hay que romper para devolver al materialismo histrico y al materialismo dialctico su verdadero carcter revolucionario, se refiere al fundamento de las relaciones de clase, al papel de las fuerzas productivas y a las condiciones de existencia y extincin del Estado. Me limitar a simples anotaciones en torno a estas tres tesis y a las funciones ideolgicas y polticas que, objetivamente, han desempeado. 1. relaciones de clase y formas jurdicas de propiedad

La primera tesis con la que hay que romper es la que establece una identificacin mecanicista entre las formas jurdicas de propiedad y las relaciones de clase (particularmente en el transcurso de la transicin socialista).

Esta tesis Stalin la desarrolla explcitamente en su informe sobre el proyecto de constitucin de la URSS, presentado al VII Congreso de los Soviets de la URSS el 25 de noviembre de 1936 (12).

Stalin establece en dicho informe el balance de la transformacin de las formas de propiedad en Rusia durante el periodo 1924-1936. Demuestra que en el curso de ese perodo la propiedad jurdica privada de los medios de produccin y de intercambio ha sido prcticamente liquidada, habiendo sido reemplazada por otras dos formas de propiedad: la de Estado, que predomina en la industria, transporte, comercio y banca y la cooperativa koljosiana, predominante en la agricultura. Stalin concluye su balance de la siguiente manera:

Ya no existe clase de capitalistas en la industria, ni clase de kulaks en la agricultura. Tampoco existen negociantes y especuladores en el comercio. Todas las clases explotadoras han sido liquidadas (13).

Segn este informe no quedan, pues, ms que la clase obrera, la clase de los campesinos y los intelectuales, que deben servir al pueblo dado que no existen clases explotadoras (14).

En conclusin, esta parte del informe afirma que las contradicciones econmicas y polticas de clase (entre obreros, campesinos e intelectuales) se difuminan y desaparecen (15).

La aceptacin de esta tesis obstaculiza el anlisis de las contradicciones que, de hecho, siguen manifestndose en la Unin Sovitica, al hacer absurda la idea de que el proletariado pueda perder el poder en beneficio de burguesa alguna, reconstituye la propiedad capitalista privada. Esta tesis desarma al proletariado al persuadirle de que la lucha de clases ha finalizado.

La vida se ha encargado de mostrar (o, ms bien, de recordar) que la transformacin de las formas jurdicas de propiedad no basta para hacer que desaparezcan las condiciones de existencia de clases y, por tanto, de la lucha entre ellas, Marx y Lenin han insistido con frecuencia en que estas condiciones no estn inscritas en las formas jurdicas de propiedad, sino en las relaciones de produccin; esto es, en la forma del proceso social de apropiacin, en el lugar que la forma de este proceso asigna a los agentes de la produccin, o sea, en las relaciones que entre stos se establecen en la produccin social (16).

La existencia de la dictadura del proletariado y de las formas estatales o colectivas de propiedad no basta para que queden abolidas las relaciones de produccin capitalistas y para que desaparezcan las clases antagonistas: burguesa y proletariado. La burguesa puede revestir formas de existencia transformadas y principalmente la de una burguesa de Estado.

El papel histrico de dictadura del proletariado no consiste solamente en transformar las formas de propiedad, sino ms bien mediante una larga y compleja lucha- en transformar el proceso social de apropiacin y, con ello, en destruir las antiguas relaciones de produccin, al tiempo que se construyen otras nuevas, asegurando as el paso del modo de produccin capitalista al modo de produccin comunista. La transicin socialista se identifica con este paso. El nico que posibilita la desaparicin de las relaciones sociales burguesas y la de la burguesa como clase.

Nada de esto es nuevo. Se trata en realidad, literalmente, de un retorno a Marx y Lenin.

Retorno a Marx, pues para l la dictadura del proletariado es el paso transitorio necesario para llegar a la supresin de las diferencias de clase en general (17).

Y a Lenin, el cual ha recordado frecuentemente que durante la poca de la dictadura del proletariado subsisten y subsistirn las clases, aunque cada una de ellas cambia de aspecto, de manera que sus relaciones quedan igualmente modificadas y la lucha de clases prosigue bajo otras formas (18).

En razn de que la tarea de la revolucin socialista no se limita a la transformacin de las relaciones jurdicas de propiedad y que lo fundamental reside en la transformacin del conjunto de las relaciones sociales y por tanto de las relaciones de produccin, Lenin insiste con tanta frecuencia sobre esta idea esencial: resulta relativamente fcil empezar la revolucin socialista, pero particularmente difcil continuarla y llevarla a trmino (19).

La transicin socialista, en consecuencia, se extiende necesariamente durante un largo perodo histrico y no puede considerarse terminada en unos cuantos aos (20).

De toda evidencia, para comprender las transformaciones de la sociedad sovitica y la posibilidad del restablecimiento de una dictadura burguesa en la URSS (sin transformar las relaciones jurdicas de propiedad), hay que abandonar las tesis de la desaparicin de las clases explotadoras por el simple hecho de que existe un rgimen de dictadura del proletariado (sobre qu clase por otra parte- se ejercera esta dictadura?) y del predominio de las formas estatales y koljosianas de propiedad. Es preciso volver a la idea leninista de que la dictadura del proletariado es la continuacin de la lucha de clases bajo nuevas formas.

2. primaca del desarrollo de las fuerzas productivas

Una segunda tesis la de la primaca del desarrollo de las fuerzas productivas- caracteriza la simplificacin del marxismo que tiende a imponerse en las secciones europeas de la III Internacional en el transcurso de los aos treinta. Esta tesis presenta al desarrollo de las fuerzas productivas como el motor de la historia.

Con la aceptacin de esta tesis ha podido mantenerse durante algn tiempo la ilusin de poseer una explicacin de las contradicciones que caracterizaban a la formacin social sovitica, explicacin que no poda encontrarse en la lucha de clase dado que sta se supona en va de extincin o incluso desaparecida junto con las clases antagonistas.

Bajo una forma muy general, la tesis que constituye a las fuerzas productivas en motor de la historia puede verse expuesta por Stalin en su texto de septiembre de 1938 titulado El materialismo dialctico y el materialismo histrico (21).

Stalin escribe concretamente: Primero se modifica y se desarrollan las fuerzas productivas de la sociedad y despus, en funcin y de conformidad con estas modificaciones, se modifican las relaciones de produccin entre los hombres (22).

As formulada, la tesis staliniana no niega la lucha de clases en la medida en que se trata de una sociedad donde se enfrentan clases antagnicas-, pero la relega a un papel secundario: la lucha de clases interviene esencialmente para destruir las relaciones de produccin que obstaculicen el desarrollo de las fuerzas productivas, dando lugar entonces al nacimiento de nuevas relaciones de produccin conformes a las exigencias del desarrollo de las fuerzas productivas.

En el texto anterior Stalin admite, de hecho, que las nuevas relaciones de produccin pueden nacer con independencia de un proceso revolucionario. Escribe: Las nuevas fuerzas productivas y las relaciones de produccin correspondientes no pueden aparecer al margen del viejo rgimen, despus de su desaparicin: aparecen en el seno mismo del viejo rgimen (23).

Es verdad que pueden encontrarse textos de Marx que sugieren una problemtica semejante, pero toda su obra demuestra que, para l, el motor de la historia es la lucha de clases y que, en tanto que existan las clases. Las relaciones sociales se transforman mediante los enfrentamientos de clases. Su obra muestra igualmente que las relaciones sociales slo pueden nacer de la lucha de clases. De igual manera, Lenin jams habra podido formular la teora del eslabn ms dbil de la cadena imperialista (teora que permita comprender la posibilidad de una revolucin proletaria en Rusia) si, como hacan los mencheviques, hubiera hecho hincapi, sobre todo, en el desarrollo de las fuerzas productivas (ya que desde este punto de vista la revolucin proletaria slo era posible en los pases ms industrializados).

La tesis de la primaca de las fuerzas productivas impide aplicar rigurosamente los conceptos del materialismo histrico y abre el camino a falsas formulaciones polticas. Stalin, en la obra antes citada, escribe: para no errar en poltica, el partido del proletariado debe inspirarse ante todo, tanto para formular un programa como para su actividad prctica, en las leyes de la produccin, en las leyes del desarrollo econmico de la sociedad 24.

La concepcin de las fuerzas productivas desarrolladas de esa manera suscitaba numerosas dificultades, ciertamente, en lo que se refiere a su insercin en el conjunto de las tesis del materialismo histrico, pero es un corolario necesario a la tesis sobre la desaparicin de las clases explotadoras y por tanto de las explotadas- en la URSS.

El vnculo entre ambas tesis queda de manifiesto, por ejemplo, cuando Stalin afirma: Bajo el rgimen socialista la base de las relaciones de produccin reside en la propiedad social de los medios de produccin. En nuestro pas no hay explotadores no explotados Las relaciones de produccin estn en conformidad perfecta con el estado de las fuerzas productivas (25).

Una de las dificultades suscitadas por esta formulacin (que establece la conformidad perfecta entre las fuerzas productivas y las relaciones de produccin) es que hace desaparecer cualquier contradiccin entre los dos elementos de la base econmica. Esto inducir a Stalin en 1951 a rectificar parcialmente cuando reprocha a A. J. Notkin haber tomado al pie de la letra su formulacin sobre la perfecta conformidad, declarando que con tal frmula se refera nicamente al hecho de que la sociedad socialista tiene la posibilidad de asegurar a tiempo la correspondencia entre las relaciones de produccin atrasadas y las fuerzas productivas, ya que no existen clases declinantes capaces de organizar la resistencia (26).

Ideolgica y polticamente, las dos tesis precedentes (sobre la desaparicin de las clases explotadoras y explotadas en la URSS y sobre la primaca del desarrollo de las fuerzas productivas) han contribuido a bloquear cualquier accin organizada del proletariado sovitico con objeto de transformar las relaciones de produccin, es decir, de destruir las formas existentes del proceso de apropiacin base de la reproduccin de las relaciones de clase- para construir un nuevo proceso de apropiacin que, excluyendo la divisin social entre funcin de direccin funcin de ejecucin, la separacin entre trabajo manual e intelectual, las diferencias entre campo y ciudad y entre obreros y campesinos, apunte, pues, a destruir la base objetiva de la existencia de las clases. Se supona, por una parte, en efecto, que las clases haban desaparecido. Se supona, por otra, que las relaciones de produccin estaban en perfecta conformidad con las fuerzas productivas, pensando que cualquier eventual contradiccin haba de desaparecer a su debido tiempo gracias a la accin de la sociedad socialista.

En las condiciones prescritas, el problema fundamental que el proletariado sovitico pareca tener que resolver consista en el acrecentamiento de la produccin al mayor ritmo posible. Construyendo las bases materiales del socialismo, el proletariado se aseguraba de que las correspondientes relaciones de produccin, as como la superestructura adecuada, se desarrollaran tambin. De ah las consignas de aquella poca: la tcnica decido todo y alcanzar a los pases capitalistas ms avanzados.

Es comprensible que el partido comunista chino haya declarado a propsito de estas dos tesis, en el folleto El seudo-comunismo de Jruschov y sus lecciones para el mundo: Stalin se haba alejado de la dialctica del marxismo-leninismo, debido a su interpretacin de las leyes de la lucha de clases en la sociedad socialista (27).

En verdad tal interpretacin de las leyes de la lucha de clases no perteneca genuinamente a Stalin. En ste, como en otros problemas por ejemplo, en lo que respecta a las relaciones entre la unidad y la lucha en el seno el partido-, Stalin se limit a expresar sistemticamente el punto de vista de las clases dirigentes del partido bolchevique. Pese a las apariencias, su papel ha sido esencialmente el de un engranaje que transmita y concentraba las orientaciones que reflejaban las transformaciones en trance de producirse en la sociedad sovitica y en el partido bolchevique. Este papel corresponda a que el propio partido se hacia cada vez menos capaz de ir contra la corriente, es decir, de revolucionarizar la prctica y la teora. Incluso a veces, cuando Stalin haca caso omiso de los temores y las reservas del Comit Central y del Bur poltico, tampoco puede decirse que fuese contra la corriente en el estricto sentido de la frase (28), limitndose a sacar las ltimas consecuencias de las concepciones dominantes entre las capas dirigentes del partido. Es precisamente esta voluntad de ir hasta el fin la que coloca a Stalin aparentemente por encima del partido y la que hace aparecer como suyasconcepciones que, salvo raras ocasiones (29), no le son propias, pero adquieren, gracias a su apoyo, una autoridad excepcional. Este ha sido el caso precisamente de la interpretacin de las leyes de a lucha de clases en la sociedad socialista.

El hecho e que esta interpretacin ha dominado las concepciones ideolgicas y polticas de las secciones europeas de la III Internacional, contribuyendo a enmascarar la existencia de clases y de la lucha de clases en la Unin Sovitica e incitando por esa razn a buscar en otro lugar que no fuera el de las contradicciones de clases las razones de las graves dificultades que conoca la URSS.

Se designaba este otro lugar mediante la tesis de la primaca de las fuerzas productivas. Por encontrarse stas insuficientemente desarrolladas, la Unin Sovitica se enfrentaba con enormes dificultades que le impulsaban a adoptar una serie de medidas muy apartadas de lo que el antiguo programa del partido bolchevique consideraba conforme a las exigencias de la construccin del socialismo: aumento de la diferenciacin salarial, desarrollo del sistema de primas, privilegios crecientes para los tcnicos, reforzamiento de la autoridad personal del director de la empresa, etc.

Para toda una generacin, de la cual formo parte, las dos tesis anteriormente citadas gozaron de una especie de evidencia que conduca a eludir el anlisis de las contradicciones y de los problemas reales. Incluso en los casos en que stos no pasaban desapercibidos, su solucin era remitida para ms adelante: sta debera darse con el desarrollo de las fuerzas productivas.

Para comprender la evidencia de que estaban investidas ambas tesis (evidencia an conservada en el enfoque de los revisionistas modernos y de lo que se denomina trotskismo), hay que recordar que estas tesis no expresaban slo el punto de vista personal de Stalin, sino del ala ms revolucionaria del movimiento marxista europeo de aquel tiempo (30).

No est de ms decir aqu algunas palabras a las posiciones de Trotski sobre estas dos tesis analizadas. Aunque sus posiciones, en efecto, son prximas a las de Stalin, conducen a Trotski a conclusiones muy diferentes.

Al igual que Stalin, Trotski admite que tras la colectivizacin o estatalizacin de los medios de produccin ya no hay clases poseedoras (31), puesto que la propiedad privada est ausente. Precisando su punto de vista, Trotski aade que en la URSS no existen clases poseedoras, puesto que el establecimiento de las formas socialistas de propiedad impide a la burocracia disponer de ttulos o acciones transmisibles por herencia (32). Ahora bien agrega-, en las sociedades civilizadas es la ley quien fija las relaciones de produccin (33), con lo cual Trotski hace aparecer las relaciones de produccin como inscritas en la superestructura y no como correspondiendo a las relaciones que se establecen en el proceso social de produccin reproduccin.

Tambin puede encontrarse en Trotski pero en forma caricatural- la frmula staliniana de que el programa proletario debe inspirarse ante todo en las leyes de la produccin (34). Por ejemplo, dice Trotski textualmente: el marxismo parte del desarrollo de la tcnica, como principal resorte del progreso, y construye el programa comunista fundamentado en la dinmica de las fuerzas de produccin (35).

Estas semejanzas hacen resaltar an ms las diferentes conclusiones a las que llegan Stalin y Trotski respectivamente.

Para Stalin, en efecto, el socialismo puede considerarse realizado, en lo esencial, inmediatamente despus del primer plan quinquenal; Trotski no acepta tal conclusin por dos razones principales. La primera, porque no cabe imaginar, segn l, un socialismo en un solo pas; la segunda que merece particular atencin-, porque el rendimiento del trabajo (es decir, la fuerza productiva del trabajo) es demasiado dbil en la Unin Sovitica para que pueda hablarse de socialismo (36). Y aunque Trotski admite que el contenido social de una misma forma jurdica puede variar, esta variacin no remite, segn l, a la existencia de diferentes relaciones de produccin (concepto que es prcticamente inexistente de estas formulaciones de Trotski) sino al nivel alcanzado por el rendimiento del trabajo (37), lo cual le lleva a afirmar que la raz de toda organizacin social se encuentra en las fuerzas productivas (38).

Finalmente, desde el punto de vista que aqu interesa, lo que caracteriza la concepcin de Trotski es que adopta la tesis de la primaca del desarrollo de las fuerzas productivas hasta sus consecuencias extremas. Particularmente las dos siguientes: en primer lugar, la referencia al nivel de las fuerzas productivas permite a Trotski introducir la nocin de normas burguesas de distribucin (39), impuestas a la URSS por el bajo nivel de aquellas fuerzas, y cuya existencia podra desembocar en la restauracin de la propiedad privada. La idea de que la dominacin burguesa pueda ser restaurada al interior de la propiedad del Estado queda as implcitamente descartada por Trotski, sin que, por otra parte, pueda proporciona argumentos justificativos de este rechazo. Y en segundo lugar, la funcin que asigna Trotski al desarrollo de las fuerzas productivas va tan lejos que reemplaza completamente la lucha de clases, lo cual lo lleva a escribir: La fuerza y la estabilidad de los regmenes se definen en ltima instancia por el rendimiento relativo del trabajo. Una economa socializada que estuviese a punto de sobrepasar tcnicamente a la del capitalismo podra encontrarse prcticamente segura de un desarrollo socialista en cierta forma automtico. (40).

Si he citado tan largamente estas formulaciones de Trotski, junto a las de Stalin, es para mostrar hasta qu punto pese a las conclusiones tan diferentes que sacan- las dos tesis (sobre la desaparicin de las clases antagonistas en la URSS y sobre la primaca de desarrollo de las fuerzas productivas) eran una especie de lugar comn en el marxismo europeo de los aos treinta (e incluso hasta fecha relativamente reciente), cuya aceptacin tenda a obstaculizar el anlisis de las transformaciones de la sociedad en trminos de lucha de clases.

Ms adelante intentar explicar las razones que, a mi parecer, han permitido a estas dos tesis desempear su papel ideolgico y poltico durante un periodo tan prolongado de tiempo. Pero antes de abordar este punto es preciso decir algunas palabras sobre una tercera tesis ligada a las dos precedentes.

3. La existencia del Estado y la desaparicin de las clases explotadoras

Una de las dificultades que surge con la aceptacin de la tesis de la desaparicin de las clases explotadoras atae a la existencia del Estado sovitico no como forma transitoria en evolucin hacia un no-Estado, hacia una comunidad segn frmula de Engels en una carta a Bebel, frmula adoptada por Lenin-, sino como n Estado cada vez ms separado de las masas, dotado de un aparato cada vez ms celoso de sus secretos, que funciona de manera jerrquica, estando cada escaln sometido a un escaln superior.

Desde el punto de vista marxista, la forma de existencia del Estado sovitico y la naturaleza de sus aparatos plantea un problema, ya que, para el materialismo histrico, tal tipo de Estado no puede existir sino sobre la base de los antagonismo de clase. El fortalecimiento de un aparato de Estado de este tipo es sntoma de la profundizacin de esos antagonismos, mientras que la desaparicin de stos se acompaa de la extincin del Estado en sentido estricto (en tanto que rgano de represin) cediendo el lugar a los rganos de auto-administracin de las masas.

Este problema ha sido suscitado por Stalin, principalmente en su informe ante el XVIII Congreso del PCUS (41). En este informe Stalin recuerda la frmula de Engels en el Anti-Dhring.

Desde el momento en que no existe ninguna clase social a la que oprimir, que con la dominacin de clase y la lucha por la existencia individual, motivadas por la anterior anarqua de la produccin, son eliminados igualmente las colisiones y los excesos resultantes, no hay ya nada que reprimir y deja de ser necesario un poder especial de represin, un Estado (42).

Para resolver el problema as planteado Stalin tiene que declarar que algunas de las tesis generales del marxismo sobre el Estado no han sido elaboradas hasta el fin, son insuficientes (43).

La insuficiencia quedara colmada, segn l, explicando la existencia del Estado y de tan amplio aparato estatal no por las relaciones sociales internas de la URSS, sino por una causa exterior: el cerco capitalista. De ah la siguiente formulacin:

La funcin represiva ha dejado paso a la funcin protectora de la propiedad socialista contra los ladrones y despilfarradores de los bienes pblicos, Se ha conservado ntegramente la funcin de defensa militar del pas contra la agresin exterior. En consecuencia, han sido conservados el Ejrcito rojo y la marina militar, as como los organismos punitivos y los servicios de informacin necesarios para capturar y castigar a los espas, asesinos y saboteadores enviados a nuestro pas por los servicios de espionaje extranjeros (44).

Hay una primera dificultad terica, que surge de la afirmacin de que sea necesario un amplio cuerpo represivo interior para enfrentarse con una amenaza exterior, mxime cuando la propia organizacin de las masas debera bastar para detectar a los elementos hostiles enviados por los servicios de espionaje extranjeros en un pas donde ninguna clase, en principio, est dispuesta a prestarles ayuda. Pero la necesidad de mantenimiento de un aparato estatal choca con una dificultad ms concreta (que no ha aparecido con toda claridad hasta que se ha conocido el enorme alcance de la represin, trmino an modesto para designar las detenciones, encarcelamientos y deportaciones de varios millones de personas): cmo explicar la necesidad de medidas coercitivas tan numerosas si nicamente se trataba de castigar a elementos infiltrados, as como a ladrones y dilapidadores de los bienes comunes o aquellas personas que por debilidad, orgullo o falta de carcter se hubiesen dejado atrapar en las redes del espionaje? (45). As planteados, este problema es de difcil respuesta. En cambio, la amplitud de la represin, sus formas y las contradicciones surgidas peden comprenderse mucho mejor si estos hechos se relacionan con una lucha de clases simultneamente encarnizada y ciega, en lugar de relacionarlos principalmente con la actividad de los servicios de espionaje extranjeros con la falta de carcter de los ciudadanos soviticos.

Trotski, una vez que ha aceptado la tesis de la desaparicin de la opresin de clase, se encuentra enfrentado al mismo problema que Stalin para explicar la existencia de un aparato de Estado. La solucin que propone para resolver el problema es puramente econmica. Tomando la frmula de Engels ms arriba citada, asla la frase que menciona la lucha por la existencia individual y justifica que el Estado subsista en la URSS porque esta lucha individual no ha desaparecido. Deber subsistir incluso en Amrica, sobre la base del capitalismo ms avanzado (46). Se puede aadir este detalle curioso: para Trotski, en la medida en que la organizacin social se hiciese socialista deberan desaparecer los soviets (47) [es decir, precisamente los rganos de auto-administracin de las masas, el no-Estado. C.B.]. No obstante, por poco satisfactoria que resultase la tesis que intenta explicar la forma de existencia del Estado sovitico por la amenaza exterior y la falta de carcter de los ciudadanos de la URSS, la aceptacin de las dos primeras tesis haca prcticamente inevitable esta ltima.

Este examen retrospectivo que acabamos de hacer ayuda, sin duda, a comprender la casi imposibilidad en que se encontraban los que aceptaban las tesis precedentes (y hasta una poca reciente era el caso al menos en Europa- de la inmensa mayora de los que reconocan que la Revolucin de Octubre haba abierto una nueva era en la historia de la humanidad) de proceder a un anlisis marxista de la sociedad sovitica, pues la esencia de tal anlisis consiste en no ignorar las relaciones de clase y los efectos de la lucha de clases, y en reconocer, por el contrario, que se trata de unas relaciones y una lucha de decisiva importancia cuya subsistencia se prolongar hasta que no se haya edificado una sociedad sin clases esto es, una sociedad comunista.

No obstante, este recordatorio es an insuficiente para poder responder a la siguiente cuestin: Por qu la problemtica economicista (de la que forman parte las tesis que hemos evocado) ha podido desempear durante tano tiempo y contina desempeando- el papel ideolgico que le es propio?

I. El predominio de la problemtica de las fuerzas productivas

Para responder a esta cuestin no hay que olvidar qu la problemtica de las fuerzas productivas -uno de los aspectos de la problemtica economicista- est indisolublemente ligada de forma histrica no solamente al movimiento obrero europeo entre los aos 1880 y 1914, sino tambin, aunque bajo una forma modificada, a la historia de la Revolucin rusa (a partir de finales de los aos veinte en particular), cuando se hizo el primer intento por construir el socialismo. El prestigio que este intento ha revestido para la gran mayora de los que, con razn, ven en el capitalismo el sistema perfecto de la explotacin del hombre por el hombre (sistema que ha producido ya dos guerras mundiales e innumerables guerras de menor envergadura) debera influenciar, en cierto modo necesariamente, a la problemtica terica ligada a esta tentativa.

Pero esta respuesta no lo es ms que a medias, pues cabe an preguntar por qu se ha anudado ese lazo histrico entre el primer intento de construccin del socialismo y las tesis centrales de la problemtica que discutimos.

A este segundo aspecto del problema me limitar, en esta introduccin, a avanzar algunos elementos de respuesta. A lo largo del presente volumen (y de los sucesivos) ir desarrollando esos elementos (en la medida que lo exija el anlisis de las transformaciones en la formacin social sovitica).

a) Cese de la lucha contra el economicismo en el partido bolchevique

Un primer elemento de respuesta remite a la propia ideologa del partido bolchevique. Esta, en efecto, y a despecho de las profundas transformaciones sufridas bajo el efecto mismo le su accin revolucionaria y de la lucha ideolgica librada por Lenin contra el economicismo, se encontraba lejos an de haberse liberado de las concepciones economicistas en el momento en que -con la desaparicin de Lenin- el combate contra el economicismo deja de caracterizar la lucha ideolgica en el seno de este partido.

No sobra recordar que el trmino economicismo fue empleado por Lenin para caracterizar crticamente una concepcin del marxismo que trataba de reducir este ltimo al rango de una simple teora econmica desde la que interpretar el conjunto de las transformaciones sociales.

Tal concepcin puede revestir diversas formas; cuando no est sistematizada, su papel no puede ser ms que relativamente secundario y no debe hablarse entonces ms que de tendencia hacia el economicismo.

Al definir el desarrollo de las fuerzas productivas como motor de la historia, uno de los principales efectos del economicismo consiste en hacer aparecer la lucha poltica de clases como producto directo e inmediato de las contradicciones econmicas Contradicciones que se supone deben engendrar por s mismas las transformaciones sociales y, llegado el momento, las luchas revolucionarias. La clase obrera, en consecuencia, parece espontneamente impulsada hacia la revolucin (siendo innecesaria entonces la tarea de construir un partido proletario); La misma problemtica tiende a negar que otras clases explotadas y oprimidas, distintas del proletariado, puedan luchar por el socialismo (48).

El economicismo -a otro nivel analtico- viene caracterizado por el hecho de tender a identificar las fuerzas productivas con los medios materiales de produccin, negando con ello el hecho de que la principal fuerza productiva est constituida por los propios productores. En consecuencia, el economicismo atribuye un papel preeminente a la acumulacin de nuevos medios de produccin y a los conocimientos tcnicos y no a la iniciativa de los trabajadores en la tarea de construir el socialismo.

El economicismo puede presentar formas diversas y aun contradictorias. Segn vare la coyuntura de la lucha de clases, puede aparecer como derechista o izquierdista (en realidad es siempre derechista-izquierdista). En el partido bolchevique, el economicismo ha alimentado algunas posturas de las oposiciones de 1918 y de los aos 1920-1925, incluidas las oposiciones sindicales cuyo carcter derechista era particularmente visible (49).

Entre los efectos de derecha e izquierda del economicismo en el seno del partido, hay que mencionar igualmente las posiciones de Bujarin, Trotski y Preobrazenski durante el comunismo de guerra. Estas posiciones pretendan el paso directo al comunismo mediante un recurso generalizado a la accin del Estado para imponer la militarizacin del trabajo; la disciplina jerrquica y la requisa y distribucin de los productos agrcolas, accin definida como autodisciplina proletaria. Esta concepcin parta de la identificacin abstracta del Estado sovitico con un Estado obrero.

Esta forma de economicismo presupone que la direccin centralizada de la economa es la esencia del comunismo. Su carcter derechista reside en que somete a los trabajadores a los aparatos coercitivos, pareciendo oponerse a un economicismo de izquierda que, al menos implcitamente, afirma que la unidad de la clase obrera y la de sta con las otras clases trabajadoras pueden producirse espontneamente a causa de la convergencia de intereses de todos los trabajadores. En realidad, ambas corrientes niegan el papel decisivo de la lucha ideolgica y poltica de clases y la necesidad -para la justa conduccin de esta lucha- de un partido marxista-leninista guiado por una lnea poltica correcta. La primera concepcin tiende a sustituir la direccin poltica e ideolgica del proletariado por la coercin estatal (50); la segunda da la prioridad a la accin de las organizaciones sindicales. Corno podr comprobarse ms adelante, estas dos interpretaciones del marxismo llevaron a que algunos bolcheviques preconizasen, al final del comunismo de guerra, la estatizacin de los sindicatos y otros la sindicalizacin del Estado.

Si consideramos necesario insistir aqu tan largamente sobre el economicismo, no es slo porque ste haya desempeado un papel creciente en las secciones europeas de la III Internacional, sino tambin porque su existencia, bajo una u otra forma, plantea continuamente nuevos problemas al movimiento obrero. Sera ilusorio creer que el marxismo y los partidos marxistas pueden desembarazarse de l total y definitivamente, siendo, como es, la forma que adopta la ideologa burguesa en el seno del marxismo. Esta ideologa est enraizada en el terreno de las relaciones sociales burguesas, que no pueden desaparecer ms que con la desaparicin de las clases.

La lucha contra el economicismo forma parte necesariamente de la vida del marxismo. Ms an, es la forma principal que reviste en su seno la lucha ideolgica de clase. Marx y Lenin han librado esta lucha en sus propios escritos.

La actividad de Lenin permiti que el partido bolchevique se desembarazase de las formas ms simplistas del economicismo. Sin embargo, las tendencias hacia ste continuaron siendo muy fuertes en su seno. Por ello Lenn tropez a menudo con muchas dificultades para hacer que prevaleciese su orientacin. Y la misma razn explica que el economicismo haya marcado tan profundamente la forma en que se aplic La NEP y explica la concepcin de la colectivizacin y La industrializacin que ha prevalecido en la Unin Sovitica. Tai concepcin, en efecto, confera un papel privilegiado a la acumulacin y trataba la tcnica como Si se encontrase por encima de las clases.

Lo dicho hasta ahora no permite comprender ms que parcialmente el lazo histrico existente entre el primer intento de construccin del socialismo y el economicismo. Para comprenderlo ms a fondo es preciso desarrollar otras dos series de observaciones: La primera de estas series se refiere a las bases sociales del economicismo; la segunda a la adopcin explcita de un conjunto de tesis economicistas en el curso de la aplicacin de los planes quinquenales.

b) Las bases sociales del economicismo

Recordemos, sin entrar en un debate que no cabe aqu, que el economicismo es un producto de la lucha de clases en el seno del marxismo. No tener esto en cuenta significa caer en el idealismo, considerar que las ideas se desarrollan por s solas y ejercen una accin histrica independiente de las contradicciones sociales. Conviene recordar, en primer lugar, que en su forma original el economicismo surgi en la II Internacional, concretamente en el partido socialdemcrata alemn. Su forma derechista estaba vinculada a la existencia en el seno de este partido de un poderoso aparato poltico y sindical integrado en los aparatos del Estado alemn, Los dirigentes de tan poderoso aparato pudieron ilusionarse con la creencia de que un crecimiento continuado de su actividad organizadora y reivindicativa llegara a crear las condiciones para el derrocamiento del capitalismo. Y se aferraron tanto ms a esta idea cuanto que as consolidaban sus posiciones en el seno del movimiento obrero alemn, sin tener que correr, aparentemente, los riesgos inherentes a una accin revolucionaria. As pudo ir tomando consistencia paulatinamente una ideologa burguesa encubierta por algunas formulaciones de apariencia marxista. La influencia de esta ideologa en el conjunto del movimiento obrero alemn fue considerable, en la medida en que la accin del aparato. Poltico y sindical de que estaba dotado este movimiento y el podero del imperialismo alemn permitieron a algunas capas de la clase obrera el mejoramiento de sus condiciones de existencia. En la Rusia zarista, a la inversa, no se daban las condiciones para el desarrollo de un movimiento obrero legal; por ello, el economicismo de los mencheviques no encontr eco en la clase obrera rusa, con excepcin de algunas categoras relativamente privilegiadas, como la de los ferroviarios.

En el propio partido bolchevique fueron los dirigentes sindicales los que, en diversas ocasiones, resultaron ser los principales portadores de un economicismo de derecha. Tras la Revolucin de Octubre, el desarrollo de una capa de administradores y funcionarios de la economa, del plan, de las finanzas, etc., favoreci el avance de nuevas formas de economicismo. Como veremos, estas formas nuevas revistieron una fisonoma de derecha o de izquierda, Segn la coyuntura de la lucha de clases y las caractersticas de las capas obreras susceptibles de proporcionarles una base social.

El economicismo desarrollado as en el partido comunista de la Unin Sovitica encontr eco, a su vez, en las secciones de la Internacional Comunista de los pases en que el movimiento obrero pudo revestir formas de desarrollo anlogas a las del movimiento obrero alemn antes de la primera guerra mundial. c) La readopcin explcita de tesis economicistas durante la aplicacin de los planes quinquenales

La readopcin explcita de las tesis economicistas expresada de manera particularmente sistemtica en los textos anteriormente citados debe ser examinada en dos aspectos: como resultado de una profunda evolucin de la sociedad rusa y del partido bolchevique y corno resultado de la nueva autoridad que adquieren esas tesis por el hecho de ser enunciadas por Stalin.

Evidentemente, el aspecto decisivo es el primero. Fueron las numerosas transformaciones de la Rusia Sovitica y del partido bolchevique entre octubre de 1917 y comienzos de 1929 las que -al principio slo implcitamente en la prctica- permitieron el afianzamiento de concepciones que identificaban la construccin del socialismo con el ms rpido desarrollo de las fuerzas productivas (51), en primer lugar de la industria, aunque fuese en detrimento de la alianza de la clase obrera con el campesinado.

De hecho, las tesis economicistas, bajo la forma en que triunfaron a partir de los finales de los aos veinte, no fueron atacadas en sus fundamentos por ninguna de las diversas corrientes oposicionistas. Lo que tales corrientes ponan en entredicho no era ms que una u otra medida concreta o uno u otro conjunto de medidas concretas, polticas o administrativas, pero la orientacin general que las generaba quedaba fundamentalmente inclume. Incluso las objeciones planteadas por Bujarin contra una industrializacin que, a su manera de ver, era realizada con ritmos demasiado acelerados, tendan exclusivamente a poner en guardia contra los efectos econmicos, a largo plazo negativos, de un esfuerzo industrial que l consideraba excesivo. Su argumentacin se basaba esencialmente en la afirmacin de que un menos esfuerzo inicial permitira alcanzar antes un tipo de industrializacin anlogo al pretendido por los planes quinquenales. Bujarin no pona en duda que este tipo de industrializacin corresponda a las exigencias de la construccin del socialismo (aunque si rechazaba que la colectivizacin llevada a cabo a partir de 1929 permitiese realmente la edificacin de relaciones socialistas en el campo).

Si es verdad que las concepciones economicistas que triunfan con la aplicacin de los primeros planes quinquenales corresponden a las tendencias profundas del partido bolchevique, no menos verdad es, como ya se ha indicado anteriormente, que la adopcin explcita por Stalin de las tesis economicistas anteriormente indicadas conceden a estas tesis un peso excepcional debido a la autoridad -igualmente excepcional- que se conceda a sus intervenciones. Surge aqu, en consecuencia, uno de los aspectos de lo que ha llegado a llamarse la cuestin Stalin.

Para abordar este tema (que no podr ser examinado verdaderamente ms que en el segundo tomo de esta obra, en relacin con el anlisis de conjunto del perodo 1924-1953), hay que recordar, ante todo, cun diferentes eran en el seno del partido las posiciones de Lenin y Stalin ante los problemas de la lucha ideolgica.

Como regla, Lenin concedi siempre una importancia prioritaria a esta lucha, no dudando nunca en ir contra la corriente, hasta el punto de haberse encontrado en minora ms de una vez en el seno del Comit Central (incluso en problemas esenciales). Lo cual, dicho sea de paso, indica lo errneo que es presentar al partido bolchevique como un partido leninista. Ms adelante tendremos ocasin de ocuparnos de nuevo de este aspecto.

Stalin conceba su papel dirigente de otra manera. En los problemas esenciales su norma fue -sobre todo hasta 1934- expresar las tendencias profundas del partido, siendo as su portavoz. A este respecto, los ataques polmicos contra Stalin atribuyndole haber impuesto al partido, por su personalidad, concepciones extraas al mismo no tienen fundamento. En realidad designan otra cosa: la perseverancia de Stalin y su rigor inflexible en la aplicacin de medidas basadas en concepciones que eran tanto suyas como de la casi totalidad del partido, incluida la mayora de los que se oponan a una u otra medida concreta.

Por otra parte, la transformacin de este partido es constante: las fuerzas sociales que actan masivamente en este terreno no son las mismas en 1934 o en 1952. Estos cambios, a su vez, estn ligados a las transformaciones de la propia sociedad sovitica.

El segundo aspecto, sin embargo, sobre el que habr que volver, es el peso suplementario dado por Stalin a las tendencias profundas del partido, que contribuye a reforzar de forma decisiva al hacerse su portavoz. Tal es el caso en particular de las concepciones economicistas, que prevalecen a partir de 1929.

El peso suplementario que Stalin confiere a las tesis que l apoya procede de su propia autoridad, que no est asociada ante todo -como algunos gusta imaginar- al hecho de que Stalin fuese secretario general del partido bolchevique (pues a su vez hay que explicar este hecho sin recurrir a ancdotas sobre la personalidad de Stalin que, aun cuando son reales, no explican nada en realidad). Su autoridad proviene de algo que la casi totalidad del partido, desde comienzos de los aos treinta, consider como un doble mrito excepcional de Stalin: no haberse desviado de la idea de construir el socialismo en la URSS y haber concebido una poltica que, segn el partido, conducira a ese resultado.

Cuando, tras la muerte de Lenin, los otros dirigentes bolcheviques estaban dispuestos a aceptar la continuacin de la NEP -que no hubiera sido sino una evolucin hacia un capitalismo privado- o a poner en marcha algunas medidas de industrializacin que se negaban a inscribir en una perspectiva socialista, Stalin, actualizando una tesis leninista (52) reafirm la posibilidad de emprender la construccin del socialismo en la URSS sin hacer depender esta tarea de la victoria de la revolucin proletaria en Europa o en el resto del mundo.

Al adoptar esta posicin, y al perfilar despus una poltica conducente a extraer las consecuencias lgicas, Stalin se propona devolver la confianza a la clase obrera sovitica; asignaba al partido bolchevique otro objetivo que el de tratar de mantenerse en el poder a la espera de tiempos ms favorables; contribua as a poner en marcha un proceso de transformacin de una envergadura gigantesca, proceso que debera crear las condiciones necesarias para defender la independencia de la URSS y agravar las contradicciones del campo imperialista. Lo cual permiti a la Unin Sovitica aportar una contribucin decisiva a la derrota del hitlerismo. La poltica de industrializacin mantena enhiesta la bandera de la Revolucin de Octubre, la confianza de los pueblos en la victoria de sus luchas y ayudaba as, objetivamente, al xito de la Revolucin china en Asia.

Al proclamar la posibilidad de que la Unin Sovitica avanzase hacia el socialismo, Saln -contrariamente a las afirmaciones de Trotski- apareca como el continuador de Lenin, del que numerosos textos, y ms particularmente los ltimos, afirmaban esta posibilidad. Aqu hay que ver una de las fuentes de autoridad de Stalin, autoridad que se propag a las tesis afirmadas por l. En realidad, la inmensa autoridad de que gozaba Stalin, sobre todo tras el triunfo de la segunda guerra mundial, no se debi slo a la defensa de las tesis mencionadas, sino a la abnegacin y al valor del pueblo sovitico. El trabajo y el herosmo de este pueblo fue lo que permiti levantar la industria de la URSS y derrotar a los ejrcitos hitlerianos. Stalin, no obstante, fue el que dirigi tales esfuerzos y luchas asignndoles objetivos justos.

Cierto, la vida ha mostrado que en lo concerniente a la va a seguir y a las medidas concretas a tomar para alcanzar el objetivo fijado, Stalin ha cometido graves errores, pero la naturaleza exacta de los mismos no era inmediatamente visible (53). Ms an: en la situacin en que se encontraba la Unin Sovitica a finales de los aos veinte -y en la situacin en que se encontraba el partido bolchevique en su conjunto- eran histricamente inevitables.

El hecho de que se cometieran tales errores (y de que entraaran graves consecuencias polticas, principalmente en lo relativo a la ciega represin que no slo se ensa con los enemigos del socialismo, sino contra las masas populares y contra autnticos militantes revolucionarios, no tocando, en cambio, a autnticos enemigos) ha constituido una leccin ejemplar para el proletariado mundial. Se ha puesto de manifiesto finalmente que ciertas formas de combatir al capitalismo eran ilusorias y no hacan ms que reforzar a la burguesa en el seno de los aparatos polticos y econmicos. Las lecciones extradas por Lenin de la experiencia anloga -aunque limitada- del comunismo de guerra, se han visto de esta manera confirmadas.

Por el momento, no obstante, el hecho de que la Unin Sovitica hubiera realizado en pocos aos transformaciones de tal amplitud que han conducido a extirpar formas de produccin pre-capitalistas y a eliminar el capitalismo privado- confiri una autoridad sin precedentes al conjunto de las tesis defendidas por el partido bolchevique y formuladas por Stalin. Tales xitos robustecieron la evidencia de que estas tesis gozaban ya ante los ojos de la inmensa mayora del movimiento revolucionario, no slo en la Unin Sovitica, sino en Europa y en otras partes.

d) El economicismo en los movimientos obreros y comunistas de Europa

Interviene aqu otro elemento que explica el papel que, fuera de la Unin Sovitica, desempe el economicismo en la manera como se conceba la construccin del socialismo. Es el siguiente: el economicismo contra el que luch Lenin dentro del partido bolchevique, era infinitamente ms actuante y vivo en las secciones europeas de la III Internacional. En Europa -y ms concretamente en Europa occidental, Alemania y Francia en primer lugar- el economicismo tena detrs una larga historia, que se confunde en gran medida con la historia de los partidos socialdemcratas europeos, sobre todo a partir del momento en que Europa entr en su fase imperialista. No habiendo sido combatido el economicismo en el resto de Europa con la misma intensidad con que lo fue en Rusia, es comprensible que el movimiento obrero revolucionario europeo se encontrase muy predispuesto a percibir como evidencias las tesis economicistas del PCUS.

En la actualidad, la problemtica econmica de la construccin del socialismo ha quedado sensiblemente quebrantada (al menos en la forma que revisti desde finales de los aos veinte) por dos razones al menos:

La primera es exterior a la URSS. Est constituida por la Revolucin china. Lo sucedido en China testimonia, en efecto, que el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas no es un obstculo a la transformacin socialista de las relaciones sociales y que tampoco obliga necesariamente a pasar por formas de acumulacin primitiva, por la agravacin de las desigualdades sociales, etctera.

El ejemplo de China demuestra que no es necesario (y que, en realidad, es peligroso) pretender construir primero las bases materiales de la sociedad socialista, remitiendo para ms tarde la transformacin de las relaciones sociales, que seran as puestas en armona con fuerzas productivas ms elevadas.

Este ejemplo muestra que la transformacin socialista de la superestructura debe acompaar al desarrollo de las fuerzas productivas, y que tal transformacin condiciona el carcter efectivamente socialista del desarrollo econmico. Muestra, igualmente, que cuando las transformaciones socialistas se llevan a cabo de esta manera, la industrializacin no exige -contrariamente a lo ocurrido en la Unin Sovitica- la imposicin de un tributo al campesinado (imposicin que constituye una seria amenaza para la alianza obrera y campesina).

La segunda razn que ha quebrantado fuertemente la problemtica economicista de la construccin del socialismo consiste en la misma desaparicin de los hechos de los cuales extraan su evidencia las tesis economicistas.

Mientras la Unin Sovitica, en efecto, fue econmicamente dbil, disponiendo slo de una industria mediocre, aquello que en las relaciones polticas y econmicas reinantes en ese pas ofreca viva contradiccin con lo que Marx, Engels y Lenin haban dicho sobre el socialismo, el economicismo poda atribuirlo a esa debilidad econmica de la URSS. Las concepciones economicistas alimentaban la esperanza que una vez superada la debilidad econmica de la URSS desapareceran las limitaciones impuestas a la libertad de expresin de las masas populares, se reduciran las desigualdades distributivas, desapareceran los mltiples privilegios de una minora de cuadros y tcnicos y cesara la represin ejercida contra amplias capas de la poblacin. De esta manera, los rasgos negativos de la sociedad sovitica podan verse como el precio que era necesario pagar para construir las bases materiales del socialismo, como fenmenos transitorios que deban desaparecer por s mismos cuando ese objetivo fuera alcanzado total o aproximadamente. Los hechos parecan, por tanto, justificar la problemtica economicista y hacer intil un anlisis de la realidad sovitica en trminos de lucha de clases susceptible de revelar el ascenso de una burguesa de Estado (54) que se instalaba en los puestos de mando y montaba los aparatos necesarios para su dominacin.

En la actualidad, la situacin ha cambiado totalmente. Aunque la Unin Sovitica siga atravesando grandes dificultades econmicas (55) -que justamente habr que explicar-, la Unin Sovitica se ha convertido desde hace ya tiempo en la segunda potencia industrial del mundo y la primera de Europa; son numerosos los dominios de la ciencia y de la tcnica en los que ocupa un puesto de vanguardia. La Unin sovitica se encuentra rodeada, adems, de estados europeos estrechamente vinculados a ella cuyo potencial econmico est lejos de ser desdeable. Ahora bien, los fenmenos que el economicismo pretenda explicar por el estado atrasado de la URSS y que deban por tanto tener un carcter transitorio, lejos de desaparecer, se mantienen y desarrollan. Los privilegios ayer nacientes y considerados impuestos por las condiciones del momento, por las exigencias de la acumulacin, forman parte hoy oficialmente dl sistema de relaciones sociales en cuyo interior se pretende construir las bases materiales del comunismo. Ni hablar, para el PCUS, de atentar contra tal estado de cosas, sino, al contrario, de reforzarlo. Ni hablar de permitir que los trabajadores soviticos controlen colectivamente el empleo de los medios de produccin, la utilizacin de la produccin corriente, o la actividad del PCUS y de sus miembros. Las fbricas estn administradas por directores que no tienen con sus obreros ms que relaciones de mando y que slo responden ante sus superiores. Las empresas agrcolas tienen una gerencia de tipo similar. De manera general, los productores directos no tienen derecho a la palabra o, ms bien, no se les concede ms que cuando se les pide ritualmente la aprobacin de decisiones o proposiciones elaboradas al margen suyo, en las esferas superiores del Estado y del partido.

Las normas de gestin de las empresas soviticas (56) parecen cada vez ms un calco de la vigente en los pases capitalistas avanzados, siendo numerosos los managers soviticos que se forman en las escuelas de gestin (los business schools) de los Estados Unidos y del Japn. Lo que estaba llamado a alumbrar relaciones sociales cada vez ms socialistas, ha engendrado relaciones esencialmente capitalistas, hasta el punto de que bajo la cobertura de los planes econmicos son las leyes de la acumulacin capitalista -del beneficio, en consecuencia- las que determinan el empleo de los medios de produccin.

Los productores continan siendo asalariados que trabajan para la valorizacin de los medios de produccin, los cuales funcionan como un capital colectivo administrado por una burguesa de Estado. Esta burguesa -como cualquier clase capitalista- constituye el cuerpo de los funcionarios del capital, segn la expresin empleada por Marx para caracterizar a la clase capitalista. El partido en el poder se limita a proponer a los trabajadores soviticos la reproduccin indefinida de estas relaciones sociales. Es prcticamente, el partido de los funcionarios del capital, y como tal acta tanto en el plano interno como en el internacional.

Por tanto, para el que quiera ver las cosas como son, la vida misma se ha encargado de desmentir las esperanzas relativas a la consolidacin (y, con mayor razn, la extensin) de los logros de la revolucin proletaria en la Unin Sovitica. Actualmente hay que intentar comprender la razn de que esas esperanzas se hayan frustrado, a fin de captar en qu se ha convertido la URSS y a travs de qu transformaciones. Estos son los dos objetivos perseguidos por esta obra. Y esto por varias razones.

II. La necesidad de determinar las relaciones sociales dominantes en la URSS y las condiciones de su formacin.

La primera consiste en que son muchos an los que no quieren ver las cosas tal como son; los que siguen identificando Unin Sovitica y socialismo. Esto hipoteca gravemente las luchas de la clase obrera, sobre todo en los pases industrializados. Para los trabajadores de estos pases, en efecto -incluso para los ms combativos, incluso para los ms convencidos de la necesidad de acabar con el capitalismo-, la situacin de los trabajadores soviticos no se presenta como envidiable, y existe por tanto el temor de que la alternativa al capitalismo que se les propone a travs del ejemplo de la Unin Sovitica- lo sea realmente. Por eso los dirigentes de los partidos comunistas occidentales que persisten en ver en la Unin Sovitica la patria del socialismo se esfuerzan, al mismo tiempo, en asegurar a los trabajadores de su pas que el socialismo que ellos proponen construir ser diferente al de la URSS. La explicacin sobre el cmo y el porqu de esta diferencia son casi inexistentes (en el mejor de los casos pertenece a la pseudo sicologa de los pueblos del gnero: los franceses y los rusos son diferentes), sin relacin alguna con un anlisis poltico. No pueden convencer, por tanto, ms que a los que quieren ser convencidos. Para los otros la ecuacin URSS=socialismo tiene un efecto negativo, de repudio (57).

La segunda razn por la cual por la cual es de mayor importancia comprender por qu la Unin Sovitica se ha convertido en lo que es hoy, y encontrar la explicacin al margen de lo que es tan slo el aspecto ruso de la historia sovitica (58), consiste en que ese por qu est en estrecha relacin con el marxismo oficial de los partidos comunistas que identifican al socialismo con la Unin Sovitica, marxismo gravemente lastrado con el legado economicista de la II Internacional.

Uno de los aspectos esenciales de la lucha ideolgica por el socialismo ha sido siempre la lucha contra el economicismo (de derecha o de izquierda). Pues bien, precisamente al analizar las razones por las que la Unin Sovitica ha llegado a lo que es hoy -un Estado capitalista de tipo particular-, se observa claramente la ayuda que el economicismo ha aportado a las fuerzas sociales burguesas que laboraban por esta evolucin, puesto que el economicismo ha desorientado a los militantes revolucionarios y ha desarmado ideolgicamente a los trabajadores soviticos.

El anlisis de las transformaciones sufridas por la Unin Sovitica y de las luchas a partir de las cuales se han efectuado esas transformaciones es, por consiguiente, un anlisis de mxima actualidad. Lo que est en juego en el desarrollo de tales luchas son precisamente las concepciones que siguen dominando masivamente al movimiento obrero de los pases industrializados (concepcin que, en su forma invertida -es decir, bajo diversas especies de izquierdismo- est igualmente presente en los movimientos revolucionarios de los pases escasamente industrializados). Analizar lo ms concretamente posible, a travs de la extraordinaria experiencia de la Unin Sovitica, los errores a los que conduce esa concepcin constituye una leccin por la va negativa para que los que quieren luchar por el socialismo se desembaracen de tales concepciones.

El anlisis de lo que ha ocurrido y ocurre en la Unin Sovitica reviste especial importancia para los militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas. Estos, en efecto, se encuentran paralizados ideolgicamente en su capacidad de comprender el pasado de la Unin Sovitica y, por eso mismo, su presente. Una manifestacin de esta parlisis es su recurso a las frmulas vacas sobre el culto a la personalidad o a la actitud consistente en adoptar ciertas distancias con respecto a la Unin Sovitica, al mismo tiempo que se multiplican las proclamas de fidelidad a la patria del socialismo.

Tales frmulas y actitudes testimonian una crisis ideolgica ms profunda de lo que puede parecer, susceptible de ser el preludio de una reflexin que ponga finalmente en entredicho las prcticas reformistas y revisionistas. Esa reflexin debe ser alimentada precisamente por un esfuerzo de comprensin del pasado y presente de la Unin Sovitica. De no ser as, estamos condenados a permanecer encerrados en esquemas que oscurecen la historia real. Es visible que los dirigentes revisionistas temen desencadenar tal tipo de reflexin. De ah las frmulas mgicas sobre el antisovietismo con que es acogido todo intento de reflexin crtica sobre la historia concreta de la URSS. Semejantes frmulas no tienen ms funcin que la de intentar prohibir a militantes y simpatizantes de los partidos revisionistas plantearse cuestiones esenciales, cuestiones que permitiran a las luchas proletarias y populares desembocar en vas diferentes a la triada: reformismo electoral, luchas sindicales pretendidamente independientes de toda organizacin poltica y espontanesmo.

Este anlisis de la realidad sovitica, de su pasado y de su presente, no es, evidentemente, ms que uno de los elementos que pueden favorecer una clarificacin ideolgica y por tanto ayudar al movimiento obrero -y, ms particularmente, al marxismo esclerotizado predominante hoy en una gran parte del mundo- a salir del crculo en que hasta hoy parece estar encerrado.

Pero existen, afortunadamente, otros elementos.

Uno de ellos reside en la agravacin de la crisis del propio capitalismo, tanto en el plano econmico (donde ha adoptado, en primer lugar, la forma de una crisis monetaria internacional de gran amplitud), como en el plano ideolgico (crisis ms claramente reflejada en el rechazo por importantes fracciones de la poblacin de los pases industrializados y en especial de la juventud obrera, de la mujer y del estudiantado de las formas anteriores de sujecin a las que les somete el capitalismo) y en el plano poltico (con el empuje de las luchas nacionales y revolucionarias de numerosos pases escasamente industrializados).

Otro de los elementos de renovacin de las luchas populares y de su orientacin estriba en las lecciones positivas que -frente al fracaso sovitico- pueden extraerse de la construccin del socialismo en China. En este pas, la vida -esto es, la lucha de las masas, guiadas por un autntico partido marxista-leninista- ha mostrado cmo era posible resolver los problemas planteados por la transformacin socialista de las relaciones sociales. De esta manera, el marxismo-leninismo se ha revigorizado al haber conseguido clarificar una serie de problemas que slo la prctica social poda resolver. Esta experiencia, segn se ha sealado ya, facilita igualmente la tarea de comprender la naturaleza de las transformaciones sucedidas en la Unin Sovitica.

De forma ms precisa puede decirse que al rechazar la problemtica economicista es posible comprender mejor lo que hoy es la Unin Sovitica como resultado de un proceso de lucha de clases, de un proceso que el partido bolchevique ha dominado mal, que incluso ha dominado cada vez peor, al no ser capaz de unificar las fuerzas populares y de encontrar en cada momento la lnea correcta de demarcacin entre las fuerzas susceptibles de apoyar la revolucin proletaria, las inevitablemente hostiles y las que era posible neutralizar. En la lucha de clases desarrollada en Rusia y en la Unin Sovitica, el proletariado ha sufrido derrotas muy graves, pero la lucha del proletariado y del campesinado prosigue y conducir necesariamente a los trabajadores de las Repblicas Soviticas -a travs de peripecias y de plazos sobre los cuales es intil especular- a restaurar su poder y continuar la construccin del socialismo.

Enero de 1974.

NOTAS

[1] Planificacin y Crecimiento acelerado, (1974)

[2] En particular, La Transicin a la economa socialista, (1968), y Clculo econmico y Formas de propiedad, (1970). Estos dos ltimos libros llevan tambin la marca de dos grandes experiencias sociales y polticas. Las revoluciones china y cubana, con las que he estado en relacin sostenida a partir de 1958 y 1960, respectivamente. Han sido marcados tambin por la renovacin del pensamiento marxista en Francia. Renovacin que ha estado ligada especialmente a la difusin cada vez ms amplia del pensamiento de Mao Tse-tung y ha sido marcada por la ruptura que L. Althusser y los que han trabajado