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V Congreso Internacional Del Consejo de Estudios Latinoamericanos de Asia y de Oceanía (CELAO) 2012 "Fortaleciendo los intercambios en el Pacífico" 9 al 11 de octubre de 2012 Manila, Filipinas El sistema colonial hispánico en las Islas Marianas Manzano Cosano, David Escuela de Estudios Hispano-Americanos, CSIC (Sevilla, Spain) a) Introducción La importancia que adquirió el Galeón de Manila a lo largo de la Edad Moderna condujo al océano Pacífico a asumir unas señas de identidad donde el influjo del sistema colonial hispano fue un rasgo distintivo, de ahí, que muchos historiadores tilden a este espacio como el Gran Lago español. Sin embargo, esta categorización no ha de conducirnos a una lectura mistificadora de la realidad donde conceptualicemos la Mar del Sur como un área dominada al completo por la Corona ibérica, entre otras razones porque casi la totalidad de este territorio no se “occidentalizará” hasta la asunción por parte de las potencias internacionales de las dinámicas imperialistas decimonónicas. Así, debemos de entender este Gran Lago como un amplio mar dominado por el monopolio comercial español, que interconectaba sus dominios limítrofes de este vasto océano. Gracias a ello, se inaugurará una ruta mercantil donde las Marianas actuará como enlace entre ambas latitudes. 1

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V Congreso Internacional Del Consejo de Estudios Latinoamericanos de Asia y de Oceanía (CELAO) 2012

"Fortaleciendo los intercambios en el Pacífico"

9 al 11 de octubre de 2012

Manila, Filipinas

El sistema colonial hispánico en las Islas Marianas

Manzano Cosano, DavidEscuela de Estudios Hispano-Americanos, CSIC (Sevilla, Spain)

a) Introducción

La importancia que adquirió el Galeón de Manila a lo largo de la Edad Moderna condujo al océano Pacífico a asumir unas señas de identidad donde el influjo del sistema colonial hispano fue un rasgo distintivo, de ahí, que muchos historiadores tilden a este espacio como el Gran Lago español. Sin embargo, esta categorización no ha de conducirnos a una lectura mistificadora de la realidad donde conceptualicemos la Mar del Sur como un área dominada al completo por la Corona ibérica, entre otras razones porque casi la totalidad de este territorio no se “occidentalizará” hasta la asunción por parte de las potencias internacionales de las dinámicas imperialistas decimonónicas. Así, debemos de entender este Gran Lago como un amplio mar dominado por el monopolio comercial español, que interconectaba sus dominios limítrofes de este vasto océano. Gracias a ello, se inaugurará una ruta mercantil donde las Marianas actuará como enlace entre ambas latitudes.

Este archipiélago será el único punto de la Oceanía que formará parte del dominio colonial de un Estado europeo antes de que empiece la época contemporánea, y lo hará gracias a su posición geoestratégica de puente entre América y Asia. Este papel conectador no sólo se observa en el plano físico (a través del recorrido efectuado por la Nao de China), sino que puede apreciarse en su régimen económico y administrativos, al actuar como una especie de híbrido colonial del sistema instaurado en México y en Filipinas. Pues si atendemos a criterios económicos, podríamos tildar a las Marianas como una especie de sub-colonia de la Nueva España -dada la importancia que adquiere el real situado proveniente de Acapulco-, mas si nos guiamos por sus características administrativas y su régimen social, se manifestaría la influencia de las islas del Poniente.

Ante este sistema peculiar, a continuación realizaremos un recorrido por su pasado hispánico para intentar comprender este sistema colonial en toda su magnitud, asumiendo una perspectiva de análisis que nos permita adentrarnos en su realidad

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social, a la par que podamos vislumbrar el papel que jugó las Marianas dentro de la Política Exterior española. Ante la complejidad de los fenómenos que debemos de barajar es necesario acudir a la periodización para sintetizar los datos y facilitar a nuestro intelecto su procesamiento adecuado. Sin embargo, en esta ocasión nos desvincularemos de la tradicional temporización que hasta la fecha se ha efectuado sobre su historia hispana1, y nos aproximaremos a clasificación elaborada por Florentino Rodao2 para el espacio del Pacífico español, dividiendo este pasado colonial chamorro en los siguientes sub-periodos:

1. 1521-1696- Fase de descubrimiento y colonización de las Marianas. 2. 1696-1828- Periodo de consolidación del régimen hispánico bajo la sombra del

tráfico comercial americano. 3. 1828-1899- Etapa de dependencia total filipina y aumento de la preocupación de

las autoridades peninsulares.

B) Fase de Descubrimiento y colonización de las Marianas, 1521-1696.

Bajo esta periodización englobamos a todos los fenómenos que se integran dentro del proceso de expansión y asentamiento de la soberanía ibérica en el archipiélago mariano. Atendiendo a criterios eminentemente propios de las decisiones políticas de las autoridades metropolitanas, podríamos finalizar esta etapa con la real cedula de junio de 16653, por la cual la reina Mariana de Austria apoya el proyecto del padre San Vitores para evangelizar y colonizar esta área. Sin embargo, siguiendo aquellos teóricos de las Relaciones Internacionales (que señalan la cohesión social como unos de los elementos de poder del Estado4), entendemos que dicha orden no se tradujo en la inmediata subordinación de los chamarros a las autoridades españolas, ya que muchos nativos continuaban practicando los rituales que los españoles querían eliminar. Por consiguiente, empleamos el año 1696 como la fecha que ha de concluir este periodo, pues con el fin de las guerras chamorras las Marianas comienzan una nueva etapa caracterizada por la presencia y control incontestable del poder español. Un control que es provocado en buena medida por las acciones del que podría considerarse como el gran protagonista de esta etapa: el jesuita Diego Luis de San Vitores. Pues su obra consigue transformar sustancialmente el valor que para la Corona poseía estas islas, al dejar de concebirla como una mera escala de los navíos españoles que surcan la Mar del Sur y, percibirlas como una colonia más del complejo sistema mercantil trazado por la monarquía de los Austrias. Gracias a esta trasformación conceptual podríamos diferencias dos fases dentro de este periodo: La época de la Escala (1521-1668) y la de Permanencia (1668-1696).

Por fase de escala (1521-1668) entendemos aquel periodo donde el mundo occidental integra a las Marianas en su imaginario como una tierra habitada por “buenos salvajes” que ayudan a los barcos europeos a abastecerse, siendo inexistente el deseo de España por iniciar un proceso de “aculturización” en estas latitudes. Por tanto, el recorrido del primer viaje de circunnavegación de la Tierra efectuado por Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano (1519-1522) iniciará esta etapa, al realizar una

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escala en Guam entre el 6 y el 9 de Marzo de 1521, que acercará a sus bautizadas islas de los Ladrones al viejo mundo5. El éxito de esta empresa que interconectó los dominios americanos con las indias que esperaba hallar Colón en 1492, conducirá a la Corona hispana a invertir en una serie de proyectos que le permitiese encontrar una nueva ruta asiática. En este contexto debemos de enmarcar la empresa marítima liderada por Fray García Jofre de Loisa, que tras partir de A Coruña el 24 de julio de 1525, llegará a la isla de los ladrones el 4 de septiembre de 1526, donde rescatarán a Gonzalo de Vigo (un superviviente de la expedición de Magallanes que viajaba en su nave capitana La Trinidad6). Desgraciadamente, la fuerza de las corrientes marítimas impedirá a los españoles conseguí el objetivo propuesto de enlazar los continentes que limitan el Pacífico para participar de los pingues beneficios que ofrecía el mercado asiático. Dado los altos costes que para la metrópoli le acarreaba la materialización de otras expediciones aventureras, los peninsulares cederan estas iniciativas a los poderes americanos. Así pues, se inaugura un tiempo en el Pacífico dominado por los intereses del nuevo mundo, que dejará caer la sombra de su poder en el archipiélago de las Marianas tras consolidarse el comercio del Galeón de Manila.

Esta nueva ruta fue creada a raíz del éxito de la expedición de Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta, quien tras suceder a las exploraciones que surcaron el Pacífico de Álvaro de Saavedra Ceron (1527-1529), Hernado de Grijalva (1536-1537) y el malagueño Ruy López de Villalobos (1442-1545), partirán del puerto novohispano de Navidad el 21 de noviembre 1564 rumbo a la conquista de Filipinas, recalando en las Marianas el 22 de enero de 15657. Al sorprenderles los barcos que empleaban sus nativos, la expedición rebautizó a este punto como las islas de las Velas Latinas8, declarando Legazpi los derechos de Felipe II sobre el archipiélago en una ceremonia solemne que efectuó el 259 del citado mes en la isla de Saipan, permaneciendo en las islas hasta el 3 de febrero de 156510. Desde el punto de vista internacional, este acto será meramente simbólico11, ya que las incipientes potencias marítimas europeas no respetarán los derechos de conquista proclamados por Legazpi. Así lo manifiesta la llegada al archipiélago, sin previa solicitud a la Corona hispana, de las empresas británicas de Francis Drake (octubre de 157912) y de Thomas Cavedish (3 de junio de 158813) o de las iniciativas holandesas de Olivier Van Noort (15 de setiembre de 1600), Joris Spilbergen (Enero de 1616) y la expedición Nassau de Jacob L´Heremite (25 de Enero y 11 Febrero de 1625)14. Sin embargo, el papel del aventurero español sí tendrá importancia para el futuro de las Marianas, en tanto, que la conquista que emprende en las Filipinas y el éxito del tornaviaje (supuestamente atribuido al agustino español Andrés de Urdaneta en 156515), dará lugar a un tráfico continuo entre Sudeste asiático y América por medio de la Nao de China, que empleará al archipiélago chamorro como punto de escala. De este modo, desde mediados del siglo XVI la interacción entre los nativos y el mundo occidental aumentará, pues cada año debía de arribar a sus costas el citado galeón, tanto en su viaje de ida como el de vuelta. Ambas ruta serán de difícil realización, al deber de luchar con los fenómenos climáticos, la piratería y las enfermedades16. Precisamente, sus fuertes vientos, conducirán a una serie de navíos hispánicos a naufragar en sus costas, (como fue el caso de S. Pedro -1568-, el S. Juanillo -1578, el Santa Margarita -1603-17 o la Concepción -1638-18), provocando el

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aumento del conocimiento recíproco entre chamarros e españoles y; atrayendo a las Marianas a la órbita de influencia hispana. A pesar del acercamiento de estos mundos, en ningún caso podemos afirmar que el origen del Galeón de Manila sea el comienzo del dominio español en las Marianas, porque España no poseía a principios del siglo XVI ninguna potestad para decidir la vida económica, política y social del archipiélago, ya que dependía de las decisiones de sus nativos. Sin embargo, sí será el Galeón el vehículo que transformará la realidad de las islas, al trasladar la nao San Damián en 1662 al padre Diego Luis de Santivores19, el verdadero impulsor de la asunción de la idea de colonización de este archipiélago por parte de los poderes hispánicos. Este padre jesuita tras observar la realidad de las Marianas demandó a las autoridades españolas que comenzase la colonización del área para iluminar con la palabra de la fe a aquellos nativos, que consideraba que se hallaban en un estado mísero. Ante los altos costes, en un principio los poderes españoles recelaron de cumplir sus demandas. Sin embargo, San Vitores se valió del peso que el confesor de la reina Mariana de Austria, el jesuita Juan Everardo Nithard, para conseguir que la Corona apoyase su proyecto20. De esta forma, se publicó la real cédula de 24 de junio de 166521 por la que se ordena al gobernador de Filipinas Diego Salcedo dispensar de todo lo necesario al religioso para que comience la obra misional. Mas, ante la falta de fondos, el religioso debe partir antes Nueva España, donde organizó una expedición que superaba el medio centenar de personas rumbo a las Marianas. El 15 de julio de 1668 desembarcará en Guam 22, iniciando una nueva etapa en su historia, ya que habían sido muchos los españoles que habían pisado la islas, pero por primera vez esos españoles tenían como propósito cambiar la vida interna de sus islas.

Por su parte, en la fase de permanencia (1668- 1696) los poderes hispánicos se interesan por el control del archipiélago, por medio de la puesta en ejecución de un conjunto de medidas que permitan incorporar estos dominios –con su población incluida- a los brazos del poder creado por la monarquía ibérica. Por consiguiente, la apertura de esta etapa se inauguraría con el desembarco de la expedición del padre San Vitores y, finalizaría con la conclusión de las guerras chamarros, que obstaculizaron la puesta en marcha del sistema colonial español en las Marianas. Este nombre, que finalmente asume las islas en honor de la reina Mariana de Austria en el año 1667 23, desde mi punto de vista, denota el cambio de tendencia del poder español con respeto a esta área, al designarla bajo un título más solemne que lo entronque con su poderío, abandonando aquellos gentilicios provenientes de la vida chamorra (Islas de las Velas Latinas o de Los Ladrones), que a efectos internacionales no denota ningún tipo de asociación con la fuerza del actor mundial que demanda la soberanía de estas latitudes. Así pues, a partir de la mitad del siglo XVI España iniciará un proceso de colonización que triunfa gracias a la aplicación de una política que es ejecutada en dos ámbitos: el espacio metropolitano y el propio archipiélago.

Por el espacio metropolitano entendemos aquellos centros de poder que se hallan fuera de los límites geográficos de las Marianas, pero cuya voluntad es crucial para el desarrollo de su vida interna. Bajo esta concepción, obviamente, debemos de citar a los dirigentes peninsulares, pues en última instancia son los que controlan el complejo

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tejido colonial diseñado por la Corona hispana. Sin embargo, en nuestro estudio de caso dicha élite mantendrá una actitud pasiva, en el sentido de que no gestionará directamente su diseño colonial, pues sólo supervisará las acciones que se acometen en los centros de poder filipino y novohispano, los cuales se implican de una forma activa en la expansión del sistema hispánico en la vida chamorra. Dada la cercanía, las Filipinas ostentarán un papel destacado en este cometido, pues su capitán general será el encargado de gestionar políticamente la isla, al designar, en un primer lugar, a los cargos militares que debían de proteger la misión evangélica, y posteriormente se deberá nombrar a sus gobernadores24. Además, está dependencia se visualiza en el plano religioso, pues las Marianas se incluirá dentro del obispado de Santísimo Cristo de Jesús de Cebú, encargado de supervisar todas las islas Bisayas. Por su parte, el poder novohispano apelará a su condición de epicentro del poder español en el Pacífico25 para participar en el proceso colonizador mariano, mediante el establecimiento del real situado que se establece por real cédula de 12 de agosto de 167126, subordinándose económicamente el archipiélago a México, ya que su vida depende de la asignación que llegaba a las islas gracias al comercio del Galeón.

Sin embargo, estas decisiones que adoptan los centros metropolitanos para insertar plenamente a las Marianas en el tejido del poder hispánico serían banales si el conjunto de la población chamorra no la respetasen, como así ocurrió tras producirse la llegada de la embajada del Padre San Vitores en 1668 –de ahí que establezcamos el fin de este periodo con la conclusión de esta resistencia-. Así pues, la expedición que acompañó a este jesuita descubrió que la visión idílica que el imaginario colectivo hispánico creó del chamarro distaba mucho de la realidad, pues la ausencia de hostilidad y de espíritu guerrero que éstos le asumieron salió a relucir desde el primer momento en que los misioneros intentaron erradicar sus creencias. Como consecuencia de este choque ideológico, misioneros como el propio padre San Vitores o su sucesor fray Francisco Solano hallaron la muerte en 167227 en la isla donde el poder español había establecido su centro logístico, la isla más sureña de las Marianas: Guam. Sin embargo, estos episodios de violencia se expandieron a las islas del Norte, que se convirtieron en una vía de escape de los chamorros que luchaban contra el poder español, que asumió el septentrión mariano como una tierra de frontera peligrosa. De hecho, una de sus islas (Saipan) albergaba al sangley Choco que, a juicio de los españoles, había corrompido a los bondadosos nativos para arengarlos a luchar contra los enviados de Cristo28. Fruto de este recelo, las autoridades españoles aumentaron el despliegue militar en el archipiélago produciendo las denominadas guerras chamarros que Alexandre Coello periodiza en: la primera reducción de los chamorros (1678-1882), la segunda gran guerra chamorra (1683-1686) y la gran revuelta de 169029. Las iniciativas de los gobernadores de las Marianas, entre los que podemos destacar a Damián de Esplana (1683- 1688/1890-1894) y José de Quiroga (1688-1690/1694-1696)30 permitirán salvar esta resistencia, y expandir el control de España por las islas más importantes y pobladas del archipiélago, al consolidar su poder en Guam y acabar con los conatos rebeldes de la isla de Rota (1694) y Tinian (1695)31, posibilitando al nuevo gobernador José de Madrazo (1696- 1700) un control total sobre el archipiéalgo. Un control que

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conseguirá a costa de crear uno de los mayores problemas que azolarán a las Marianas a lo largo de su historia colonial hispánica: la falta de población. Así pues, de las numerosas islas que conforman el archipiélago mariano sólo estarán habitadas en el periodo español tres islas: Guam, Rota y Saipán32.

C) Periodo de consolidación del régimen hispánico mariano bajo la sombra del tráfico comercial americano, 1696-1828.

La ausencia de una fuerza de resistencia chamorra permitirá a España afianzar y desarrollar sin dificultar el sistema colonial de doble dependencia novohispano-filipino que implantó en las Marianas. Por consiguiente, esta área consolidará su posición de subordinación de los dos epicentros de poder hispanos de la Mar del Sur, dado que deberá de seguir las decisiones políticas provenientes de Manila y tendrá una absoluta sujeción económica al real situado que provenía de Acapulco, punto desde donde partía el Galeón de Manila. Una ruta que otorgó a este archipiélago su razón de ser dentro del complejo sistema colonial español, de ahí que la conclusión de este tráfico establezca un nuevo periodo en estas latitudes. Mas debemos de matizar que el decreto de abolición de la Nao de China por parte de las cortes española de Cádiz del 14 de septiembre de 181333 -que dio lugar a que el Magallanes fuese el último galeón oficial de Manila que surcasen los mares del Pacífico34-, fuese el que concluyese esta etapa. Pues durante más de diez años, las autoridades ibéricas no supieron reaccionar a la emancipación mexicana para aclimatar al sistema colonial de las Marianas al momento del presente, por lo que consideramos que la sombra del territorio novohispana se instaló en el archipiélago hasta 1828, año en el que los poderes españoles dejaron de concebir a estas islas como un mero enclave que facilitaba el tráfico mercantil citado, para adecuarlas a los tiempos decimonónicos.

Pese, a la importancia que ostenta el Galeón de Acapulco en las Marianas durante esta etapa, podemos esgrimir que estas islas reproducen un sistema colonial parecido al instaurado en las islas Filipinas, si atendemos a las características que su sistema político-social asume; y el tipo de dominación efectuado en estas latitudes (basado en el poder que ostenta los misioneros). Pues, a diferencia de América, en estas colonias no se generará una clase criolla, ya que ante la gran distancia que distaba con la Península los españoles concibieron esta tierra como de tránsito. Ello determinará su marginación dentro de la élite peninsular que gestionaba la administración colonial, pues si existía algún actor en este círculo que se preocupase por la situación de estos puntos, sólo lo hará en claves comerciales –al demandar el buen funcionamiento del sistema comercial del citado galeón- o misionales –solicitando los instrumentos adecuados para convertir al natural-, en ningún momento se discutirá el aumento de los

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derechos y calidad de vida de los oriundos. Esta tendencia se romperá en el caso en determinados momentos con las demandas de los gobernadores, sin embargo, dado su carácter temporal, sus peticiones serán infructuosas en la mayoría de los casos. Por consiguiente, las Marianas inaugurarán un sistema colonial al estilo filipino, caracterizado por la poca implicación en su gestión de los poderes peninsulares, los cuales apoyan su poder en el proceso de “aculturizacion” emprendido por las órdenes religiosas para asegurar el dominio colonial. Por consiguiente, los misioneros serán los auténticos protagonistas del triunfo de la colonización de la Hispanoasia35, al introducir dentro del imaginario colectivo del nativo las bondades del respeto de las leyes españolas. Su peso puede apreciarse nítidamente en el caso de las Marianas, ya que uno de los fenómenos más importantes de este periodo será la secuela que sufrirá este territorio tras la aplicación del decreto de expulsión de los jesuitas promulgado por Carlos III en 176736. Estos religiosos se habían instalado en el archipiélago desde la llegada de San Vitores en 1668, adquiriendo sus padres un gran prestigio entre la población. Su marcha producida con la llegada del Nuestra Señora de Guadalupe el 2 de noviembre de 1769 sumirá en una grave crisis social a los chamarros, la cual intentará aliviarla las autoridades españolas con los padres agustinos que viajaban en el navío citado37. La orden de S. Agustín pronto conseguirá el respeto de los oriundos, dado su capacidad de convicción y las facilidades que encontraron en el respetuoso sistema político ideado por la administración hispana, que permitió perpetuarse en el poder a las élites oriundas. Pues desde el origen del control hispánico de las Marianas se asumió un régimen de control jerárquico muy similar al establecido en las Filipinas, que podría visualizarse en el siguiente esquema:

El sistema político social mariano se caracterizaba por crear un tejido de redes de poder dominado por la representación del poder metropolitano de la isla, que era respetado por las líderes locales gracias a la conservación de las funciones y privilegios que éstos ostentaba en su comunidad. Para ello las autoridades hispánica copió la red clientelar establecida en las islas Filipinas, al apoyar su base en los denominados cabezas de barangays (líder de una comunidad local que aglutina a unas cincuenta familias) y los principales del pueblo38, los cuales elegirán al gobernadorcillo (especie de alcalde, que representaba a varios barangays), quien será el encargado de cobrar los

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GOBERNADOR

ESPAÑOL

GOBERNACILLO

CABEZA DE BARAMGAY/ PRINCIPAL DEL PUEBLO

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impuestos y distribuir los trabajos comunales –denominados polos- de la comunidad que estaba adscrita a su cargo. Esta última función será de muy difícil cumplimiento en el archipiélago, ya que la fuerza que podía reunir este gobernadorcillo era menos numerosa que en las Filipinas (al ser los pueblos más pequeños) y mostraba una gran reticencia a emplear la fuerza como media coercitiva39. Por ello, la máxima autoridad de la isla, es decir, el gobernador de las Marianas -única figura no oriunda del esquema jerárquico presentado- presentará grandes problemas para emprender una obra pública, ya que “nadie acude o pocos a realizar los trabajos que dicta el Gobernadorcillo y los que acuden los hacen de muy mala gana”40. Posiblemente la falta de un apoyo colonial que respaldase al gobernador, al no existir una comunicación continua y fluida con los centros de los que dependía las Marianas, pudo motivar la aparición en él de un sentimiento de desafección que debilitó la supervisión de las diferentes tareas que debían de efectuar los diferentes cargos públicos, a la par que relajase el cumplimiento de las normas que debía de ejecutar, al no existir ningún tipo de autoridad hispana que lo inspeccionase, dado su aislamiento. De este modo, el gobernador español fue la figura con mayor poder en estas latitudes, acrecentándose su potestad con el privilegio a monopolizar el único sector económico que generaba algo de riqueza en las islas: el comercio41. Para evitar que se extralimitase en sus funciones la Corona promulgó en Madrid la real cédula de 13 de febrero de 170442, mediante la cual se establece un juicio de residencia al gobernador una vez concluido su mandato. La celebración del mismo en la Audiencia de Manila, evidencia la dependencia administrativa de las Marianas con respecto a las Filipinas, a la par que manifiesta la falta de igualdad jurídica de los chamarros con respecto a los españoles. Pues los conflictos jurídicos que los nativos podían presentar debían de dirimirse exclusivamente en su suelo, sin posibilidad de apelar a un tribunal superior, mientras que los asuntos que concernían al gobernador español se resolvía dentro de la Audiencia de Manila. Esta instancia resolvió juicios de residencia contra los gobernadores de los chamorros hasta la real orden de 24 de agosto de 179943, suspendiéndose este proceso obligatorio para evitar la corrupción de los jueces. Sin embargo, antes de dicha orden la justicia filipina dirimirá un proceso iniciado bajo los términos propios de la pesquisa –causa abierta por la denuncia de un funcionario público- contra el teniente Juan Antonio Pimentel, quien ostentará el cargo del gobernador de las Marianas entre el 1 de setiembre de 1709 y 21 de noviembre de 172144. Dicho gobernador será condenado en 172345 de acoger en 1710 a Rogers Woodes, quien apresó al galeón Nuestra Señora de la Encarnación46. El juicio, independientemente de la importancia que reviste el encarcelamiento y embargos de los bienes de un ex-gobernador de las Marianas, nos permite visualizar una de las características clave que define este periodo: el reconocimiento internacional de soberanía española de este territorio por parte de las potencias internacionales. Pues, al solicitar Woodes ayuda al gobernador Pimentel, este inglés está admitiendo implícitamente la potestad del dominio hispánico sobre las islas. Dicha práctica se repetirá de nuevo con la visita del pirata inglés Jonh Clipperton quien demandará al gobernador Luis Antonio Sánchez de Tagle permiso para atracar en Guam en 172347 y la expedición de George Anson, cuya empresa prefirió echar el ancla en la despoblada

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islas norteña de Tinian en 1742, al ser consciente del poder hispánico en las islas más meridional48 .

Dado este respecto internacional, España no verá amenazada sus posesiones marianas con la trasformación coyuntural mundial de la época romántica, propiciada por la asunción de un nuevo modelo económico que conduce a las potencias europeas a la búsqueda de nuevos mercados. Bajo este contexto debemos de comprender las expediciones científicas que a lo largo del siglo XVIII y principios del XIX recorren el Pacífico, varando muchas de ellas en las costas chamorras. Este fue el caso de la empresa gala liderada por Julien Crozet -quien desde 27 de septiembre hasta el 19 de noviembre se recuperará en las islas Marianas, dibujándola como un lugar paradisiaco49-; el intrépido Alejandro Malaspina -el cual ayudará a la Corona española a reconocer la Mar del Sur para proteger los intereses que ésta poseía en estas latitudes, sirviendo las Marianas como lugar de restablecimiento de los marines afectados por una epidemia recibida en Acapulco en febrero de 179250, o la visita efectuada por los decimonónicos aventureros de la talla del August von Kotzebue (1816, 1817, 1824), Louis de Freycinet (1819), Louis Duperry (1824), Fedor Lütke (1828), Jean Sebastian César Dumont d´Urville (1826, 1829, 1837 y 1840) o Charles Wilkes (1841)51. Estas últimas visitas acontecieron a la fractura total de la dependencia de las islas Marianas con el continente americano, al producirse el fin del situado que provenía de Acapulco para suplir la carestía económica de la isla. Una carestía que continuó durante la primera mitad del siglo XIX, a pesar de la importancia que las aguas septentrionales del Pacífico adquieren dado el tráfico ballenero y la apertura de una nueva ruta comercial que conecta la China con la emergente colonia de Nueva Wales de Sur en Australia y la California. Pues las autoridades hispanas no diseñaron una política para atraer a estos comerciantes, quienes prefirieron utilizar las islas Hawai´i como base de operaciones del tráfico mercantil del Norte de este océano, provocando el desconsuelo de algunos gobernadores marianos decimonónicos por la oportunidad pérdida52.

D) Etapa de dependencia total filipina y aumento de la preocupación de las autoridades peninsulares, 1828-1898.

La seña de identidad de este periodo va a esta caracterizada por la mayor participación de las élites peninsulares en desarrollar el proyecto colonial mariano -que integra totalmente dentro del sistema filipino- ante su deseo de proteger a las islas chamorras del empuje imperialistas de las potencias internacionales. Por consiguiente, a pesar de que la emancipación mexicana va alterar la vida de estas latitudes (motivando la creación de las milicias urbanas en 182653 y la trasferencia a las islas del Poniente de las competencias que la administración novohispana poseía sobre las Marianas en 1817 –produciéndose el primer envío del real situado filipino en 182254-), hasta diciembre de 1828 no se va advertir una transformación en el modelo colonial de este archipiélago55. El nuevo régimen estará regido por la mayor implicación de las autoridades metropolitanas, las cuales desconocían prácticamente estos dominios, como prueba la solicitud de la documentación relativa las islas que demanda la secretaría de Estado del

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despacho de Hacienda el 14 de diciembre de 182856. La importancia que comienza a otorgar a las Marianas el gobierno de Fernando VII repercute en la propia isla, ya que el 17 de diciembre de dicho año es publicado el reglamento del capitán general de las islas Filipinas, Mariano Ricafort57. Este documento intenta atajar los problemas perennes que han pervivido en las Marianas desde el comienzo de su etapa hispana: la falta de población58, la improductividad del terreno agrícola59 y el desaprovechamiento de la situación geoestratégica del archipiélago para apoyar su economía en el comercio60.

A pesar de la buena voluntad de los gobernadores que intentaron aplicar los principios de este reglamento, -caso del capitán Francisco Ramón de Villalobos (quien tras llegar como comisionado de la isla en 1830, asumió este cargo entre 1831 y 1837) y Felipe Mª de la Corte (1855- 1866) 61-, la falta de implicación de las autoridades metropolitanas62 prologará la postración en la que se hallaba el archipiélago, como muestra las afirmaciones del último gobernador citado:

“si se examina, en efecto, cuanto se ha escrito sobre Marianas, solo se halla la pobreza y la miseria rebosando por todas partes; la agricultura se desconoce, el comercio no existe; cada habitante es pobre de solemnidad; no hubo jamás noticia del más despreciado mineral; la población entera, sin excepción, ha vivido desde el origen hasta ahora del Gobierno, y sólo del Gobierno…….”63.

Sin embargo, la revalorización del Pacífico por los cambios internacionales que se producen a mediados del siglo XIX64, impulsará de nuevo la mirada de los peninsulares a las Marianas, apostando muchos de ellos desarrollarla al estilo de Botany Bay65. Al final del periodo isabelino en la metrópoli aparece un debate sobre la idoneidad de mandar presos españoles a estas latitudes66, dado que algunos disidentes filipinos estaban siendo destinados al presidio localizado en Guam67. Bajo el contexto cultural de la época, muchos españoles acogiéndose a los criterios del darwinismo social, entendían que el traslado a esa latitudes de una raza superior podría ser el instrumento idóneo para el aprendizaje del chamorro en su afán de desarrollar su colonia. Esta perspectiva fue aprovechada por el gobierno de la I república española para enviar hacia las Marianas a 1076 individuos, que habían participado en el movimiento cantonal español (1873-1874). Muchos de ellos desembarcaron en las Filipinas ante los problemas que presentaba el vapor León (el primero de los tres barcos que entre agosto de 1874 y enero de 1875 trasladaron a estos españoles a las colonias del Pacífico68). El envío de estos presidiarios causó una gran conmoción dentro de la opinión pública española, que condujo a la Real Academia de ciencias morales y políticas a celebrar un concurso que resolviese los problemas éticos que planteaba a algunos españoles la creación de este penado69. Finalmente, este proyecto se desechó por la voluntad del consejo de Ministro del 19 de marzo de 187570 de no enviar más deportados ante los gastos que ello generaba, la difícil aclimatación de los peninsulares a la meteorología tropical y las protestas del gobernador mariano, quien consideraba que la calaña de los nuevos habitantes del archipiélago sería un foco de infección moral de los bondadosos chamorros.

Por otro lado, el empuje de las potencias europeas sobre el área circundante a Filipinas durante el último siglo XIX71, junto al recelo que suscitó el imperialismo nipón, potenció el interés de las autoridades metropolitanas sobre las Marianas, para que

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ésta actuase como barrera de protección de las amenazas del imperialismo de los poderes europeos sobre la perla del Pacífico español, las Filipinas. De esta manera, se intenta acabar con el aislamiento del archipiélago mediante el aumento de las comunicaciones con las Filipinas72, se reitera en las publicaciones y fuentes oficiales hispanas la extensión del archipiélago a Micronesia hispana -para defender los derechos sobre las Palaos, Carolinas y Marshall y reforzar el alejamiento de las potencias del centro filipino73- y se emprenderá acciones para alejar las pretensiones de Japón de colonizar las Marianas. Pues la política agresiva nipona había llevado a Japón a anexionar en 1891 las islas norteñas de Volcano o Kazan Retto 74 y las islas Bonin75. España no protestará por estos actos, al entender que dichas islas no son interesantes por sus recursos y por su posición. Sin embargo, si reafirma sus derechos sobre el territorio chamorro, al enviar un conjunto de buques al Japón para mostrar bandera, como evidencia la Real Orden del 20 de febrero de 189276. Gracias a ello, Japón respetará las Marianas, pero aprovechará el aumento del poder que consigue tras su victoria con China para reafirmar sus derechos sobre las islas septentrionales de este archipiélago, mediante la firma de la declaración de Tokio entre Japón y España del 7 de agosto de 1895, que establece al “paralelo que pasa por medio del canal navegable de Bashi …. como línea de demarcación entre las posesiones españolas y las japonesas en el Oeste del Océano Pacífico”77. Este pacto se consolidará con el protocoló hispano-nipón del 2 de enero de 1897, por el cual se revisa el tratado desigual que el país ibérico firmó con este Estado asiático en 1868 y establece el 17 de julio de 1899 como la fecha en la que debe de entrar en vigor. Sin embargo, la derrota que sufre España en 1898 desluce este acuerdo, al ceder por el Tratado de Paris de 1898 las posesiones de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a los Estados Unidos, a cambio del pago de veinte millones de dólares. De este modo, España pierde sus perlas del Pacífico, produciéndose el fin de su presencia territorial en este océano con la firma del tratado hispano-alemán del 30 de Junio de 1899:

“Artículo I: España cede a Alemania la plena soberanía y propiedad sobre las islas Carolinas, Palaos y Marianas (excepto Guam), a cambio de una indemnización pecunaria de 25 millones de pesetas”78.

E) CONCLUSIONES

La presencia hispana en las Marianas puede entenderse mejor por el deseo de la Corona española de expandir su proyección exterior bajo el carácter mesiánico de su modelo de colonización (en el sentido de que ésta asume a lo largo de la Edad Moderna un carácter paternalista que le posibilita la educación de los indígenas bajo la base de la “verdad” cristiana), que por los beneficios económicos que esta le pudiera reportar. Dada esta última característica la sombra de la marginación que describe la memoria decimonónica del gobernador Felipe de la Corte planeará sobre estas despobladas islas, que sentirá la dependencia de tres centros de poder hispanos: la Península, Nueva España y Filipinas. El peso de cada uno de estas áreas sobre las Marianas evolucionará

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en función de la época. Así el poder peninsular, a pesar de que será el responsable en última instancia de la presencia hispana en la Micronesia –al permitir al padre Sanvítores su colonización a mediados del siglo XVII y supervisar la acción de los otros dos centros metropolitanos que incide en el gobierno chamorro-, prácticamente no se implicará directamente en su desarrollo hasta la irrupción del Imperialismo de las potencias europeas en el marco del Pacífico. Por su parte, el papel que desempeñan México y Filipinas será alterado por Cronos. Pues el primer punto presentará una evolución descendente del predominio que ejerce en esta área, al pasar de ser el sugragador económico de la colonial (dada su implicación en el desarrollo de la ruta comercial del Galeón de Manila -que otorga a las Marianas su esencial colonial dentro del complejo sistema de la Corona hispana-, y la ayuda que le proporciona por medio del real situado que proviene de Acapulco), a eliminar cualquier tipo de obligación tras consumarse la independencia de México. Por su parte, Filipinas aumentará su poder sobre Guam con el paso del tiempo, ya que la autonomía que las Islas del Poniente comienza a disfrutar respecto del poder novohispano a comienzos del siglo XVII será puesta en práctica con el inicio de la colonización ibérica de las Marianas, pues dicho punto será considerado una extensión administrativa y judicial de las Filipinas. Sin embargo, la sombra mexicana en la Hispanoasia motivará que la perla del Pacífico español no asuma su control total sobre este punto hasta la consumación de la emancipación del territorio americano. Hasta entonces este archipiélago micronesio actuará como puente entre América y Asia, asumiendo una serie de elementos culturales propios de ambos mundos –entre ellos podríamos destacar la veneración a las imágenes religiosas, entre la que destaca la Virgen de Guadalupe79, la adquisición de un sistema social al estilo filipino o la inclusión en el alfabeto chamorro de una letra tan castiza como la ñ80. Gracias a ello y al largo pasado español, las actuales Marianas han asumido un rico patrimonio inmaterial propio al resto de las miles de islas que pueblan el Pacífico.

ANEXO

Tabla relativo a la población de las Marianas

AÑO CIFRA OBSERVACIONES FUENTE

1668 70.000COELLO, FRANCISCO: ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar. Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico. Madrid: 1852.

1710 3500Esta fuente cita también al navegante francés Freycinet, cifras en 70000 su población, antes de que llegue el poder hispánico

QUANCHI, Max et ROBSON, John, Historical Dictionary of the Discovery and exploration of the Pacific islands. Lanham, Md.: Scarecrow Press, 2005. p. 106.

1722 1939El geógrafo decimonónico Coello esgrime que la despoblación del archipiélago toca fondo en este año.

COELLO, FRANCISCO: ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar. Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico. Madrid: 1852

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1735 2000 El gobernador Francisco Cárdenas de Pacheco demanda más población, ante esta carestía.

AGI, Ultramar, 562, Secretaria de Nueva España, microfilm 1460, p. 1226

1742 Circa. 4000El navegante Lord Anson esgrime que a finales de siglo las Marianas tuvo alrededor de 50.000 personas y que actualmente sólo tiene una población considerable Guam.

WALTER, Richard; Anson´s Voyage Round the World. London: Martin Hopkinson Ltd. P. 319-320

1760 1654La fuente cita la decadencia física y moral de la población.

OLIVE Y GARCÍA, Francisco, Islas Marianas: lijeros apuntes acerca de la Misma: provenir á que pueden y deben aspirar, y ayudar que ha de prestar la administración para conseguirlo. Manila: Imprenta y Litografía de M. Pérez, 1887.p. 10

1783 1500Carano esgrime que la población sigue descendiendo hasta esta fecha porque las mujeres no quieren tener hijos, ya que entiende que se esclavizarán.

CARANO, Paul et SANCHEZ , Pedro. C. A complete History of Guam. Tokio: Charles E. Tuttle, 1964. p.104.

1790 3464OLIVE Y GARCÍA, Francisco, Islas Marianas: lijeros apuntes acerca de la Misma: provenir á que pueden y deben aspirar, y ayudar que ha de prestar la administración para conseguirlo. Manila: Imprenta y Litografía de M. Pérez, 1887.p. 10

1800 4060COELLO, FRANCISCO: ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar. Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico. Madrid: 1852

1818 5406 COELLO, FRANCISCO: ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar. Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico. Madrid: 1852

1847 8492 Cifra obtenida del censo de dicho año.

CABRERO, L., LUQUE TALAVÁN, F. et PALANCO AGUADO, F. (Coord.), Diccionario histórico, geográfico y cultural de Filipinas y el Pacífico. Madrid: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, D.L.2008, p. 604.

1849 8519Según, Coello 14 islas de las Marianas se hallan pobladas.

COELLO, FRANCISCO: ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar. Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico. Madrid: 1852

1851 8000Esgrime que en tiempos del Mariano Tobias (1771-1774) existía 50.000. Su información no es muy fidedigna porque dice que dicho gobernador es el primero de las Marianas.

MICHELENA Y ROJAS, Francisco, Viajes Científicos durante los cuales fue visitada la Oceanía en sus tres nuevas divisiones geográficas: Melanesia, Polynesia y Australia, dedicados a la Nación Venezolana por Francisco Michelena y Rojas- Madrid: Ignacio Boix, 1851,p- 204.

1856 Circa de 4200Las fuentes alude a que la epidemia acaecía el año citado reduce a la mitad la población cifrada en 1847.

CABRERO, L., LUQUE TALAVÁN, F. et PALANCO AGUADO, F. (Coord.), Diccionario histórico, geográfico y cultural de Filipinas y el Pacífico. Madrid: Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, D.L.2008, p. 604.

1865 Circa de 6000 Sólo están pobladas Guam (4000 ó 5000 habitantes), Saipan (400) y Rota (300). Olive esgrime que aparte de estas islas sólo son colonizables Tiniana, Pagan y Agrigan.

DE LA CORTE y RUANO CALDERÓN, Felipe, Memoria decriptiva e Histórica de las Marianas y otras que las rodean, en relación con ellas y su organización actual, con estudios analíticos de todos sus elementos físicos, morales y políticos y propuesta de su reforma en todos sus ramos para elevarlos al grado de prosperidad que le corresponden. Madrid: Imprenta Nacional, 1875

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1877 8665Coello esgrime que la población de las Marianas puede albergar a unos 100.000 habitantes.

COELLO, Francisco, La conferencia de Berlín y la cuestión de las carolinas.: Discursos pronunciados en la Sociedad geográfica de Madrid por su presidente honorario, Don Francisco Coello, con un mapa. Notas y apuntes bibliográficos sobre los antiguos descubrimientos de los españoles en los archipiélagos de la Micronesia y sus cercanías. Madrid: Librería de Fernando Fé, 1885, p. 68.

1880 30000Del total sólo 9000 pagan tributo, dado su privilegio de no pagar ciertas tasas, que sí lo harán los españoles. La cifra desorbitada puede deberse al carácter patriótico de la fuente, que la exagera, ante la importancia de las tesis mercantilistas de la época: más población de un Estado más poder.

SCHEIDNAGEL, Manuel, Las colonias españoles de Asia. Islas Filipinas. Madrid: Imprenta Señores Pacheco y Pinto. 1880, p. 45

1886 8634La población está disribuida en la isla de Guam, Saipan, Rota y Tinian.

DE IBÁNEZ Y GRACIA, Luis, Historia de las Islas Marianas con su derrotero, y de las Carolinas y las Palaos, desde el descubrimiento por Magallanes en el año 1521, hasta nuestros días, por el coronel de Infantería, D. Luis Ibánez y Gracia, gobernador que fue de dichas islas. Granada: Paulino V. Sabatel, 1886, p. 69.

1886 9770La fuente coincide con Ibañez de las islas pobladas, y esgrime que por los recursos de las Marianas su población podría llegar a los 40.000.

OLIVE Y GARCÍA, Francisco, Islas Marianas: lijeros apuntes acerca de la Misma: provenir á que pueden y deben aspirar, y ayudar que ha de prestar la administración para conseguirlo. Manila: Imprenta y Litografía de M. Pérez, 1887. P. 10

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Notas

Este es el caso de los autores como Paul Carano, Pedro Sanchez, Rober. F. Rogers o James B. Tueller, quien delimita la Historia española de las Marianas en los siguientes periodos: 1) 1521-1668; 2) 1668-1698; 3) 1698- s. XVIII; 4) s. XIX. 2 Florentino Rodao, “España en el Pacifico”, Islas del Pacífico: el legado español, Madrid, Ministerio de Educación y Cultura-Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural, 1998, pp. 27-35. Este autor distingue las siguientes etapas del dominio hispánico: 1) Época de primeros contactos, 1521-1688; 2) Cristianización y Colonización, 1668-1817; 3) 1817-1899; Periodo del fin del galeón; 4) Época de iniciativas privadas, 1899-actualidad. Nuestra periodización se aproximarán a sus fechas, pero no emplearemos las mismas fechas gozne, al restarle nuestra investigación protagonismo a la Historia de las Carolinas y Palaos, incluidas en el estudio de Rodao. 3Felipe de la Corte y Ruano Calderón, Memoria decriptiva e Histórica de las Marianas y otras que las rodean, en relación con ellas y su organización actual, con estudios analíticos de todos sus elementos físicos, morales y políticos y propuesta de su reforma en todos sus ramos para elevarlos al grado de prosperidad que le corresponden, Madrid, Imprenta Nacional, 1875; Antonio Astrain, Historia de la Compañía de Jesús en la Asistencia de España, tomo VI, Madrid, Razón y Fe, 1920, p. 811, Citado en Alexandre Coello de la Rosa, “Colonialismo y Santidad en las islas Marianas: La sangre de los Mártires (1668-1676)”, Hispania Sacra, LXIII, Madrid, CSIC, 2011, p. 720. 4 F.S Pearson et J.M. ROCHESTER, Relaciones Internacionales. Situación global en el siglo XXI. Bogotá, Ed. MacGraw-Hill, 2000. p. 173. 5 Antonio Pigafetta, Primer viaje alrededor del mundo, edición de Leoncio Cabrero Fernández, Madrid, Historia 16, 1985. p. 80; La denominación de isla de los Ladrones, proviene del intento de los chamorros de robar una serie de objetos a los españoles, entre ellos el esquife amarrado a la popa de La Trinidad, al no corresponderle los hispánicos con un don que agradeciese a los nativos la ayuda que les proporcionaron.6 Salvador Bernabeu Albert, La aventura de lo imposible: expediciones marítimas españolas. Barcelona, Lunwerg, 2000, p. 78.7 Paul Carano et Pedro Sanchez, A complete History of Guam, Tokio, Charles E. Tuttle, 1964. p.46. 8 Antonio Pigafetta, Primer viaje alrededor del mundo, nota 153, p. 80. 9 Juan Álvarez de Guerra, Viajes por Filipinas: De Manila a Marianas, Madrid, Imprenta Fortanet, 1887.p. 205. 10 Salvador Bernabeu, La aventura de lo imposible, p. 84.11 A lo largo de la modernidad los expedicionarios de las potencias europeas establecieron actos de conquista en las diversas islas que habitan el Pacífico. Sin embargo, el escaso interés que este espacio poseía para el diseño del sistema internacional, junto la ausencia de una ocupación efectiva, motivó que estas acciones (que legitiman el derecho de conquista de un actor internacional) no sean respetadas en el Antiguo Régimen. . 12Henry R. Wagner, Sir Francis Drake´s Voyage around the World, San Francisco, Jonh Howeell, 1926, p. 170. 13 Paul Carano, A complete History of Guam, p. 49.14 Idem. 15 Las investigaciones de Juan Gil, presentada en su conferencia que impartió el 10 de abril de 2012 en el Congreso Internacional del Galeón de Manila, 1565-1815: Navegación, Comercio e Intercambios culturales celebrado en la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, ponen en tela de juicio que Urdaneta fuera la cabeza pensante que consiguió conectar Filipinas con América, aprovechando la corriente de Kuro-shiwo.16 La dificultad de este viaje puede observarse con el relato del italiano Gemeli Careri que se embarca en Cavite en 1696 en el galeón S. José y quien lleva a describir como una autentica cárcel el viaje; Francesco Gemelli Careri, Giro del Mondo del dottor D. Gio Francesco Gemelli Careri. Parte Quinta Contenente le Cose più ragguardevoli vedute nell´isole Filippine, Nápoles, 1700, p. 101. 17 Salvador Bernabeu, La aventura de lo imposible, p. 104. 18 Real Academia de la Historia (RAH), Cortés 567, legajo 11, 2677; fotocopias encuadradas en Micronesian Area Research Center (MARC), p. 395. Citado en James B. Tueller, “Los Chamorros de Guam y la colonización española: una tercera etapa 1648-1747”, Imperios y naciones en el Pacífico, Vol. II, editores M. Elizalde Pérez-Grueso, J.M. Fradera et L. Alonso, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Asociación Española de Estudios del Pacífico, 2001, p. 389; Los náufragos de la Concepción serán de gran ayuda para el desarrollo de la misión colonial del padre San Vitores. 19 Juan Álvarez de Guerra, Viajes por Filipinas, p. 205. 20 Alexandre Coello de la Rosa, “Colonialismo y Santidad en las islas Marianas”, p. 715.

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21 F. Palanco Aguado, “Sanvítores, Diego Luis de S. I.”, Diccionario histórico, geográfico y cultural de Filipinas y el Pacífico. Vol. II, .Coordinadores L. Cabrero, M. Luque Talaván et F. Palanco Aguado, Madrid, AECID, 2008, p. 821. 22 Juan Álvarez de Guerra, Viajes por Filipinas, p. 207. 23 Archivo General de Indias (AGI), Fil. 82-2-29, Memorial de Fr. Sanvítores a la Reina, julio de 1667, Citado en http://reinadodecarlosii.blogspot.com.es/2011/06/la-colonizacion-de-las-islas-marianas.html, 23/08/2012. 24 El primer gobernador de las Marianas será Francisco de Irrisari y Viñar quien asumió el cargo el 10 de junio de 1676. Anteriormente el archipiélago fue liderado por los siguientes comandantes y sargentos mayores: Juan de Santa Cruz (asume el cargo en Junio de 1668, al acompañar a la misión de Santívores), Juan de Santiago (será designado el 2 de mayo de 1672) y Damian de Esplana (instituido el 16 de junio de 1674): Biblioteca del Congreso de Washigton, Memorias y Documentos, Parte 3º, nº 11, Descripcion de estas islas Marianas para que puedan los redactores de la Guía de Forasteros estampar en ellas las que crean convenientes, por Gregoria Santa María, San Ignacio de de Agaña, 15 de agosto de 1844, p. 16. 25 El peso mexicano en la colonización del Pacífico español se puede observar en la misma colonización de las Filipinas, pues hasta 1596 este territorio dependerá de la Audiencia de México (sí es cierto que en 1584 en Manila se erige, temporalmente, una Audiencia autónoma propia, pero será abolida por Felipe II en 1589), y hasta 1595 no se creará en Filipinas una diócesis eclesiástica desligada del poder novohispano. Fruto de esa dependencia originaría, tanto las islas del Pacífico como las Marianas, deberán de apelar al territorio americano para los asuntos relacionados con la Inquisición. 26 Omaira Brunal Perry, “Legislación de Ultramar y la Administración de las Marianas: Transiciones y legados”, Imperios y naciones en el Pacífico, Vol. II, p. 396, nota 4. 27Juan Álvarez de Guerra, Viajes por Filipinas, p. 217. La muerte del San Vitores se produjo el 2 de abril de 1772 tras intentar bautizar a la hija de Matapang, el cual creía que la envenenaría con el agua bautismal. 28 El descubrimiento del sangley Choco por parte de los hispanos se produzco con la visita del padre Luis de Medina de Saipan en 1670, donde hallará la muerte ese mismo año -Alexandre Coello de la Rosa, “Colonialismo y Santidad en las islas Marianas: La sangre de los Mártires (1668-1676)” Hispania Sacra, LXIII, Madrid, CSIC, 2011, p. 728-; Durante toda época colonial hispana en el Pacífico los chinos o sangleyes fueron el chivo expiatorio de los males españoles, esta animadversión puede manifestarse visiblemente en obras como Los chinos de Filipinas publicada en 1886.29 Alexandre Coello de la Rosa, “Colonialismo y Santidad en las islas Marianas: Los soldados de Gedeón (1676-1690)”, Hispania Sacra, LXX, nº 234, Madrid, CSIC, 2011, p. 17-44. 30Biblioteca del Congreso de Washigton, Memorias y Documentos, Parte 3º, nº 11, Descripcion de estas islas Marianas.31 Paul Carano, A complete history of Guam, p. 85. 32 José Montero Vidal, El Archipiélago filipino y las islas Marianas, Carolinas y Palaos. Su Historia, Geografía y Estadística, Madrid, Imprenta de Manuel Tello, 1886, p. 441. 33 Gaceta de la Regencia de España, Jueves 25 de noviembre de 1813, nº 154, p. 1283, En http://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1813/154/B01290-01290.pdf, 25/08/2012. 34 El Magallanes (conocido también como el Rey Fernando) será el último navío que completará la ruta oficial de Manila- Acapulco (1811) y viceversa (1815). Posteriormente, a su llegada a Acapulco, donde permaneció varado cuatro años -hasta que Morelos descargó sus mercancías y emprendió su viaje de vuelta-, otras fragatas emprendieron la ruta desde México a Filipinas. Sin embargo, no pueden considerarse oficiales al no seguir las regulaciones de las leyes españolas relativas a este tráfico comercial; Shirley Fish, The Manila-Acapulco Galleons. The Treasure ships of the Pacific, Reino Unido, AuthourHouse, 2011, p. 482.35 La Hisponoasia es definida por Leoncio Cabrero como el conjunto de las islas Filipinas, Carolinas y Marianas que estuvieron bajo control español; W. L. Churz, El Galeón de Manila, Prólogo Leoncio Cabrero, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1992, p. 17. 36 Coleccion General de Providencias hasta aquí tomadas por el Gobierno sobre el estrañamiento y ocupación de temporalidades de los regulares de la Compañía, que existían en los Dominios de S.M. de España, Indias, e Islas Filipinas, a consecuencia del Real Decreto de 27 de febrero, y Pragmática-Sanción de 2 de abril de este año. Madrid : Imprenta Real de la Gazeta, 1767. 37 Paul Carano, A complete history of Guam, p. 103. 38 El principal del pueblo asumía esta denominación si había ostentado el cargo de cabeza de barangay más de veinticinco años. 39 Felipe de la Corte, Memoria decriptiva e histórica de las Marianas, p .128. 40 IDEM. 41 Francisco Coello, ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS. Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar, Diccionario Geografico-Estudio-Estadistico-Historico, Madrid, 1852; En la leyenda de este mapa cita de forma indirecta el privilegio que ostenta el gobernador para la época en el que se instaura el sistema colonial hispánico, al esgrimir: “antes de la instalacion del sistema constitucional se enviaba estas cantidades en efectos, permitiendo solo comerciar a los gobernadores que sacaban grandes utilidades: desde que se ha quitado este monopolio, las islas properan algo, aunque pueden mejorar mas, y sostener una población diez veces mayor de la que tiene”.

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42 Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, The Records of the Spanish Government in the Mariana Islands, 1678-1899, Manuscript Division, item 2, fols.2-4. Citado en Omaira Brunal Perry, “Legislación de Ultramar…”, p. 396- 397, nota 5.43Omaira Brunal Perry, “Legislación de Ultramar…”, p. 399. 44 Paul Carano, A complete history of Guam, p. 163. 45AGI, Ultramar, leg. 561, fols. 921-924, Citado en Omaira Brunal Perry, “Legislación de Ultramar…”, p. 398, nota 11. 46 Este galeón en 1709 se sumará a la lista de las Nao de china que fueron asaltados por los piratas y corsarios ingleses, completada por: el Santa Ana (1587), el Covadonga (1743), Santísima Trinidad (1762); Salvador Bernabeu, La aventura de lo imposible, p. 104. 47 La llegada de John Clipperton se produce el 13 de mayo de 1723, y dadas sus desavenencias con el gobernador éste mandará atacar al Sucess del pirata inglés. Tras dos días de disputa abandonará la isla; J. Lawrence, A History of Guam, Guam, Bress Press, 2001, p. 143 48Paul Carano, A complete history of Guam, p. 9649 Alexis Marie Rochon, Crozet´s Voyage to Tasmania, New Zealand, the Ladrone Island, and the Philippines in the Years 1771-1772, London, Truslove and Shirley, 1891, pp. 84-98; En esta obra describe la muerte en Nueva Zelanda de Marc Joseph Marion du Fresne mediante canibalismo, en junio de 1772, ello hará ascender a Crozet en la dirección de la expedición que zarpó en octubre de 1771 de Port Louis. 50 Alejandro Malaspina, Viaje científico y político a la América meridional, a la costas del Mar Pacífico y a las islas Marianas y Filipinas, verificado en los años de 1789, 90, 91, 92, 93, 94 a bordo de las corbetas Descubierta y Atrevida de la Marina Real, mandadas por los capitanes de navío D. Alejandro Malaspina y D. José Bustamante. Diario de viaje de Alejandro Malaspina, Madrid, El Museo Universal, 1984, pp. 352-355. 51 Francisco Coello, ISLAS MARIANAS, PALAOS Y CAROLINAS.52 Francisco Olive y García, Islas Marianas: lijeros apuntes acerca de la misma: provenir á que pueden y deben aspirar, y ayudar que ha de prestar la administración para conseguirlo, Manila, Imprenta y Litografía de M. Pérez, 1887, p. 10. 53 En la obra citada de Olive dedica su última parte enumerar las reformas que se ha emprender en las Marianas. En el apartado dedicado a la guerra cita que en 1826 se creó la milicia, pero que hasta el 27 de abril de 1829 no tendrá un carácter urbano.54 Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción española en las Islas Marianas (1828-1899) , Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1997, p. 84; El envío de este situado será un auténtico fracaso, debido a la reducción de la cuantía del mismo.55 Ibidem, p. VII. 56 AGI, Ultramar, 561. Esta documentación dividida en cuatro hojas, advierte el olvido que hasta la fecha había padecido las Marianas, ya que la secretaría de Estado pida informes a distintas instituciones para conocer el estado y régimen de la colonia. Entre ellas se hallan: el archivo de indias, la compañía de jesús, los agustinos recoletos, los ministerios de Estado, Guerra. Marina y Gracia, la capitanía general de Filipinas, la compañía de Filipinas o personalidades relacionadas con las islas. 57 Biblioteca del Congreso de Washigton, Memorias y Documentos, , Parte 3, nº 17: Reglamentopara el buen Gobierno de las islas Marianas, por Mariano Ricafort Palacín y Abarca, Manila, 17 diciembre 1828. Citado en Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas…, pp. 894-900. 58 Desde el fin de las guerras chamorras en 1696 la demanda para poblar las Marianas ha sido continua. De hecho este tema, ha sido fuente de debate por los autores del siglo XIX que intentaba calcular su población, así como el impacto de la colonización española en su censo (Anexo). Las autoridades hispanas del siglo XIX intentarán poblar las islas con los nativos de las islas de alrededor, como los carolinos y japoneses –esta últimos creó disidencias entre los españoles, ya que algunos advertía la peligrosidad que para España podía poseer su residencia. 59 Dado el carácter comunal de la tierra chamorra y los pocos rendimientos que de ella se extraía, el reglamento Ricafort intenta repartir de forma individual la propiedad privada para aumentar los mismos. 60 El fin del arcaico régimen comercial del Galeón de Manila, motivó que el reglamento debiese de aclimatar el comercio de las Marianas al momento presente. 61 Estos dos gobernadores crearán un compendió de medidas que intentaba mejorar la situación de las islas Marianas, éstas coincidían en la necesidad de trasladar la capitalidad, apostar por llegada de población y aprovechar el tráfico marítimo del Pacífico.62 Esta actitud puede visualizarse por los datos que ofrece Felipe de la Corte quien expone que desde 1825 hasta la llegada del Narváez en diciembre de 1863, ningún navío de guerra español había visitado las Marianas, esgrimiendo que “ el estado, por tanto, de la marina en estas islas es en extremo lamentable, por el total abandono en que se hallan los buques mayores y por el miserable servicio de los puertos que hay”; Felipe de la Corte, Memoria decriptiva e histórica de las Marianas p. 124. 63 Felipe de la Corte, Memoria decriptiva e histórica de las Marianas, p. 4. 64 La relativa tranquilidad que vive el espacio europeo –al superarse los efectos de la guerras napoleónicas y adormecerse tras la Guerra de Crimea (1854-1856) el conflicto generado por el debilitamiento de la Gran Puerta turca-, unida a la revolución comercial oriental que genera la apertura del Canal de Suez (1869) y la apertura de los imperios

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chinos y orientales, conducirán a que el Pacífico ocupe un lugar destacado en el marco de este nuevo sistema internacional.65 Tras la llegada de James Cook a Australia en abril de 1770, la Corona inglesa establecerá en 1788 un sistema colonial penitenciario en Botany Bay (Sydney) que favorecerá la prosperidad de la misma.66 El 3 de septiembre de 1867 se expidió una real orden en el que se indica al gobierno filipino si es pertinente el establecimiento de un penal en las Marianas; Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas…,p. 472. 67 Muchos disidentes filipinos serán enviados a las Marianas en 1843, 1851, 1862 y 1872; Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas… pp. 664-66568 Archivo Histórico Nacional, Ultramar, leg. 5222, Exp. 74, doc. 250ª, Informe del presidente del Consejo de Ministros al Ministro de Ultramar sobre deportados a Filipinas y Marianas, Madrid 20 de enero de 1877. 69 Pedro Armengol y Cornet, ¿A las islas Marianas ó al Golfo de Guinea? Memoria laureada con el1º accésit por la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas en el concurso ordinario de 1875, sobre si convendría establecer en la islas del Golfo de Guinea ó en las Marianas una colonia penitenciaria como las inglesas en Botany, Madrid, Imprenta Eduardo Martínez, 1878.70 Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas..., p. 683; Esta decisión del gobierno será fracturada de manera puntual en 1896, ya que las Marianas acogieron a una serie de reos que participaron en la sublevación de Manila acaecida el 11 de septiembre de 1896, Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas…, p. 703. 71 El Protocolo de Madrid del 7 marzo de 1885 muestra el fuerte posicionamiento de Alemania y Reino Unido en los territorios cercano a Filipinas. Pues España debe de apelar a su diplomacia para reconocer sus derechos sobre la isla filipina de Joló, a cambio de ceder sus derechos a Reino Unido sobre el Norte de Borneo. Por otro lado, Alemania participa en este tratado dado los intereses que posee sobre la región, la cual se halla próxima a la zona de influencia de sus grandes compañías comerciales especializadas en el comercio de la copra, cuyos beneficios esperaban acrecentar tras la apertura del Canal de Panamá. Construcción que estimuló el desarrollo del Imperialismo en todas las potencias internacionales que poseían intereses en el Pacífico. 72 En 1886 existía un barco anual que conectaba las Marianas con las Filipinas; José Montero, El archipiélago filipino, p. 440. 73 El cambio normativo que acoge el derecho internacional tras la celebración de la Conferencia de Berlin que intentaba dirimir los conflictos coloniales en África entre 1884-1885, impedirá que España, amparándose exclusivamente en los derechos de conquista, defienda sus derechos sobre la Micronesia española. La fuerza que adquiere ahora el principio de la ocupación efectiva, llevará a Alemania a querer colonizar las Carolinas en agosto de 1885. Finalmente, el acuerdo entre ambas potencias plasmado en el arbitrio del Papa León XIII (diciembre de 1885) permitirá a España conservar las Palaos y Carolinas, a cambio de ceder sus derechos sobre las Marshall. 74 Este grupo estará integradas por la isla de S. Augusto o S. Agustí, Sulphur y S. Alejandro, a las que el gobierno asiático rebautizará por el decreto de 9 de septiembre de 1891 como Iwoto, Minami y Kita, tras intentar comprar el norte de las Marianas deshabitadas entre 1887 y 1891, Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas…, p. 743. 75 Por las crónicas del gobernador de las Marianas Olive y García tenemos constancia que las islas Bonin (actuales Ogasawara Gunto) fueron ya anexionadas por Japón en 1887. Belén Pozuelo señala a 1873, como el año que se produce el control de Japón sobre estas islas. 76 Archivo Ministerio Asuntos Exteriores (AMAE), Embajador en Japón al Ministro de Estado, Legación Tokio, leg. 2534. Citado en Agustín Rodríguez, “España y Japón ante la crisis de Extremo Oriente”, Revista española del Pacífico, Madrid, AEEP, 1995, pp. 107-127, nota 5. En esta orden el autor inserta los viajes al Japón de Outa de Vega (1892) y Juan de Austria, quien llega en 1893 hasta la base rusa de Vladivostók.77AMAE, Negociaciones, n º 482 (s. XIX), Citado en Belén Pozuelo Mascarque, Presencia y acción españolas…, p. 761. 78 AMAE, Tratados internacionales, nº 530 (s. XIX), Tratado entre España y Alemania. Citado en Mª Dolores Elizalde Grueso-Pérez, España en el Pacífico: la colonia de las islas Carolinas, 1885-1889, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1992. p. 250. 79 James Tueller, “Los chamorros de Guam…”, p. 387. 80 Lori Phillips, Chamorro alphabet, Honolulu, Bess Press, 2004.