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Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al libro de Alonso y Garcimartín ACCIÓN COLECTIVA Y DESARROLLO. EL PAPEL DE LAS INSTITUCIONES José Antonio Alonso y Carlos Garcimartín Instituto Complutense de Estudios Internacionales, Madrid, 2008 Los profesores Alonso y Garci- martín abarcan en su libro una am- plia problemática en torno al papel que juegan, o que deberían jugar, las instituciones en el desarrollo económico. El lector interesado por el tema, y sobre todo, el ejecutor práctico de políticas de desarrollo, es conveniente que abra el libro sa- biendo que la mayor parte de los te- mas examinados son materia viva, en debate permanente, abierta a nuevos enfoques, y que, por tanto, no debe esperar un libro-formulario con instrucciones precisas sobre qué o cómo hacer en tales o cuales supuestos, sino ideas y sugerencias válidas para contrastar su viabilidad sobre escenarios reales, provocar reflexiones propias y desenvolverse con pragmatismo en los proyectos de institucionalización. A costa de simplificar, agruparía- mos el contenido del libro en dos partes principales, más un intere- sante artículo de perspectiva históri- ca que se comentará aparte. Una parte es instrumental. Alonso y Garcimartín familiarizan al lector con nociones fundamentales: pro- ponen una definición amplia de ins- tituciones, y esbozan los orígenes y actualidad del pensamiento institu- cionalista. Son muy útiles sus acla- raciones a los conceptos clave de costes de transacción y de acción colectiva, y especialmente informa- tivos los capítulos dedicados a cali- dad institucional y a indicadores de calidad. Una segunda parte está enfocada hacia economía institucional aplica- da. Los autores razonan el papel crítico de las instituciones para per- mitir el funcionamiento fluido de una economía de mercado, y analizan con especial atención la compleji- dad de los procesos de cambio, subrayando aspectos como la iner- cia, el carácter secuencial de los procesos y, de manera muy desta- cada, el papel que debe jugar la ins- titución Estado. Los autores dedican un capítulo a otra dimensión del problema del de- sarrollo, la determinación de sus causas últimas —geografía, institu- ciones, comercio—. Dada la rele- vancia que asume el factor institu- cional, los autores toman partido en el debate acerca del papel que han podido desempeñar las institucio- nes de factura española en la evolu- ción económica de América Latina. Lo que sigue no es un resumen de la obra, sino comentarios que sólo pretenden destacar o comple- mentar algunos aspectos concre- tos. En alguna ocasión, se echa de menos que la formidable base aca- démica de los autores no les haya inducido a tratar algo más extensa- mente algunos puntos (¿tal vez una segunda edición ampliada sea la oportunidad de hacerlo?). ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTURO Mayo-Junio 2009. N.º 848 217 ICE

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Las instituciones importan para eldesarrollo: en torno al libro deAlonso y Garcimartín

ACCIÓN COLECTIVA YDESARROLLO. EL PAPELDE LAS INSTITUCIONES

José Antonio Alonsoy Carlos Garcimartín

Instituto Complutense de Estudios

Internacionales, Madrid, 2008

Los profesores Alonso y Garci-

martín abarcan en su libro una am-

plia problemática en torno al papel

que juegan, o que deberían jugar,

las instituciones en el desarrollo

económico. El lector interesado por

el tema, y sobre todo, el ejecutor

práctico de políticas de desarrollo,

es conveniente que abra el libro sa-

biendo que la mayor parte de los te-

mas examinados son materia viva,

en debate permanente, abierta a

nuevos enfoques, y que, por tanto,

no debe esperar un libro-formulario

con instrucciones precisas sobre

qué o cómo hacer en tales o cuales

supuestos, sino ideas y sugerencias

válidas para contrastar su viabilidad

sobre escenarios reales, provocar

reflexiones propias y desenvolverse

con pragmatismo en los proyectos

de institucionalización.

A costa de simplificar, agruparía-

mos el contenido del libro en dos

partes principales, más un intere-

sante artículo de perspectiva históri-

ca que se comentará aparte.

Una parte es instrumental. Alonso

y Garcimartín familiarizan al lector

con nociones fundamentales: pro-

ponen una definición amplia de ins-

tituciones, y esbozan los orígenes y

actualidad del pensamiento institu-

cionalista. Son muy útiles sus acla-

raciones a los conceptos clave de

costes de transacción y de acción

colectiva, y especialmente informa-

tivos los capítulos dedicados a cali-

dad institucional y a indicadores de

calidad.

Una segunda parte está enfocada

hacia economía institucional aplica-

da. Los autores razonan el papel

crítico de las instituciones para per-

mitir el funcionamiento fluido de una

economía de mercado, y analizan

con especial atención la compleji-

dad de los procesos de cambio,

subrayando aspectos como la iner-

cia, el carácter secuencial de los

procesos y, de manera muy desta-

cada, el papel que debe jugar la ins-

titución Estado.

Los autores dedican un capítulo a

otra dimensión del problema del de-

sarrollo, la determinación de sus

causas últimas —geografía, institu-

ciones, comercio—. Dada la rele-

vancia que asume el factor institu-

cional, los autores toman partido en

el debate acerca del papel que han

podido desempeñar las institucio-

nes de factura española en la evolu-

ción económica de América Latina.

Lo que sigue no es un resumen

de la obra, sino comentarios que

sólo pretenden destacar o comple-

mentar algunos aspectos concre-

tos. En alguna ocasión, se echa de

menos que la formidable base aca-

démica de los autores no les haya

inducido a tratar algo más extensa-

mente algunos puntos (¿tal vez una

segunda edición ampliada sea la

oportunidad de hacerlo?).

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El desarrollo económico

en clave institucional

No está de más recordar, como

hacen los autores, que la irrupción

de las instituciones en los estudios

sobre desarrollo es un suceso relati-

vamente reciente. Aunque hoy nos

parezca una aportación imprescin-

dible, lo cierto es que las preocupa-

ciones de teóricos y prácticos se en-

caminaron hacia otros derroteros

durante buena parte de los últimos

sesenta años.

Alonso y Garcimartín distinguen

en su introducción tres etapas en

los estudios sobre el desarrollo. Es

evidente que los límites entre eta-

pas nunca puedan trazarse de ma-

nera precisa, pero es una aproxi-

mación muy significativa para

comprender los antecedentes inte-

lectuales del actual énfasis sobre

instituciones, y sólo querría reite-

rar la presentación de los autores

añadiendo algunas observaciones

complementarias.

En cada etapa, la práctica del de-

sarrollo económico evoluciona bajo

las influencias cruzadas de tres fac-

tores: la política de los países do-

nantes, el pensamiento económico

y la estrategia de las instituciones fi-

nancieras internacionales (IFI). Es

curioso notar la facilidad con que los

críticos —desde cualquier ángulo

del espectro ideológico— descar-

gan en las IFI, y sobre todo, en el

Banco Mundial, una gran responsa-

bilidad por la lamentable despropor-

ción que revela la realidad entre

propósitos de desarrollo, o de alivio

de la pobreza, y los resultados prác-

ticos en cada etapa. Toda crítica

debe ser bienvenida, desde luego,

pero conviene que los disparos se

dirijan al blanco apropiado. El Ban-

co Mundial, igual que otras IFI, no

es un centro autónomo de operacio-

nes, dedicado a idear arbitrarias es-

trategias desde una torre de marfil,

sino un instrumento al servicio de

sus Estados accionistas, y sus deci-

siones se ajustan indefectiblemente

a las políticas cambiantes de estos

últimos, en particular —como es de

suponer— de los países donantes

cuyo peso es mayoritario en Direc-

torio. Por otra parte, creo que es in-

teresante subrayar también que el

Banco Mundial no ha sido origina-

dor de doctrinas sobre el desarrollo,

sino «tomador» o intérprete de la

doctrina más extendida en cada

época, que normalmente se ha ge-

nerado en facultades de economía

del mundo anglosajón, y especial-

mente de EE UU.

En una primera época —después

de la Segunda Guerra Mundial—

teoría y práctica coincidieron en el

papel crítico del Estado para corre-

gir los fallos del mercado e impulsar

la acumulación de capital. El Banco

Mundial se creó para prestar a sus

«miembros», los Estados accionis-

tas (Estatutos, III.2), y sus progra-

mas financiaron proyectos de re-

construcción y grandes infraestruc-

turas, incluso hasta el final de la

larga presidencia de McNamara

(1968-1981). La ayuda bilateral en

este período no fue cuantitativa-

mente decisiva y por lo general bus-

caba más bien aliados en la Guerra

Fría que objetivos de desarrollo. No

es posible aquí entrar en detalles, y

baste con señalar que los resulta-

dos de esta primera etapa de prota-

gonismo estatal, en términos de de-

sarrollo y de alivio de la pobreza,

fueron decepcionantes. La crisis del

petróleo primero, y la crisis de deu-

da subsiguiente, le pusieron punto

final dramático. Por eso cuando el

péndulo se movió lo hizo hasta el

extremo opuesto.

Una buena parte del pensamiento

económico miraba ya en otra direc-

ción. La pobreza no puede aliviarse

más que por medio del crecimiento

que, se suponía, irá filtrándose ha-

cia todas las capas de la sociedad.

Pero el crecimiento no es compati-

ble con la gestión estatal de la eco-

nomía. Intervenciones y controles

desvirtúan la eficacia del sistema de

precios y, por tanto, los mecanis-

mos de asignación de recursos en

la economía. Esta es la labor del

mercado libre (getting prices right).

A fin de despejar dudas, se rechazó

incluso la autonomía intelectual de

que habían gozado los economistas

del desarrollo en la época anterior.

Los agentes económicos respon-

den a los mismos incentivos de

mercado en una economía atrasada

que en una avanzada, de manera

que no hay por qué buscar singula-

ridades a la economía del desarrollo

que no pueda abarcar el modelo

neoclásico de mercados perfectos.

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El Banco Mundial reflejó estas in-

fluencias, dando un giro radical a

su visión anterior. A partir de los

años 80, toman posiciones directi-

vas en la entidad notables econo-

mistas de formación neoclásica,

por ejemplo, Krueger, como econo-

mista jefe (desplazando a un cono-

cido experto en modelos de desa-

rrollo, Chenery), o Stern, como vi-

cepresidente para operaciones,

que imprimen con energía su orien-

tación ideológica lo mismo en la se-

lección de personal que en la ope-

rativa del Banco. Un estudio interno

sobre las causas del progreso limi-

tado de las economías subsaharia-

nas (Informe Berg, 1981) dirigió el

punto de mira, sin vacilaciones, ha-

cia las torpezas gestoras del sector

público. Ya no preocupan los fallos

del mercado. Lo que preocupan

son los fallos del sector público,

cuando interviene en la economía

esgrimiendo el pretexto de corregir

fallos del mercado. El Banco mini-

mizó su gran activo, la especializa-

ción en proyectos, y pasó a ofrecer

programas de ajuste estructural,

structural adjustment loans, condi-

cionados formalmente a la intro-

ducción de reformas liberales en

las economías de países atrasa-

dos. El llamado Consenso de Wa-

shington no fue más que un resu-

men de las «recomendaciones» de

política económica liberal que mu-

chas IFI, y desde luego, el Banco

Mundial y el Fondo Monetario Inter-

nacional, impusieron a los países

en desarrollo a través de las fórmu-

las de condicionalidad en sus pro-

gramas.

Pero hacia fines de la década de

los ochenta se produce otro movi-

miento, aunque esta vez el péndulo

quedó a mitad del recorrido. El

Banco Mundial, que periódicamen-

te somete su actividad a tratamien-

to autocrítico —es verdad que algo

tarde, pero aun así, hace mucho

más que la práctica general— ter-

minó reconociendo la debilidad de

sus programas de ajuste estructu-

ral. La condicionalidad basada en

elementos de libre mercado, en tér-

minos a veces agobiantes, había

generado animadversión general

en los países en desarrollo y resul-

tados poco alentadores. Las tera-

pias de choque no sirvieron para

crear mercados eficientes, y las pri-

vatizaciones de servicios públicos

fueron en muchos países polémi-

cas, corruptas, y terminaron desha-

ciéndose en años posteriores. Se

cae en la cuenta de que las políti-

cas mejor diseñadas no pueden te-

ner éxito cuando falta la capacidad

local, pública y privada, para asimi-

larlas y ejecutarlas, esto es, cuan-

do el país carece de una base insti-

tucional eficaz. El ambiente intelec-

tual de aquellos años daba ya lugar

relevante al pensamiento neoinsti-

tucionalista —destacado por dos

Premios Nobel, Coase (1991) y

North (1993)—, y el Banco Mundial

lo toma en cuenta a partir de un

nuevo informe sobre Africa sub-

sahariana en 1989 (From Crisis to

Sustainable Growth).

El interés se fue desplazando

hacia una concepción «holística»

del desarrollo, algo mucho más

complejo que la sola interacción

de variables económicas, que in-

corpora al análisis elementos de

difícil cuantificación, como la bue-

na gobernanza y la creación o re-

forma de instituciones (getting ins-

titutions right). Este campo es muy

abierto y, sobre todo, muy ingrato,

porque sus efectos raramente son

visibles en plazos cortos. La base

de trabajo continúa siendo el mo-

delo de libre mercado, desprovisto

del dogmatismo anterior (por

ejemplo, en materia de privatiza-

ciones, o de liberalización finan-

ciera), sobre el que se articulan

—a veces, simplemente, se super-

ponen— las instituciones necesa-

rias para asegurar el cumplimiento

de las condiciones de primer orden

—derechos de propiedad, respeto

a los contratos, estabilidad macro,

y otras— que son requisito para

que el mercado funcione. Pero la

economía del desarrollo, aunque

haya asimilado la importancia cla-

ve de las instituciones, no dispone

de una metodología consolidada

para tratar el institution building de

manera sistemática —qué tipo de

instituciones, en qué momento,

con arreglo a qué secuencia—,

dentro del marco de economía po-

lítica de cada país, y de ahí el inte-

rés de obras como la que hoy se

comenta en esta revista.

Aquí es donde nos encontramos.

Hemos caído en la cuenta muy tar-

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de, malgastando recursos y deso-

rientando a muchos países, de que

el desarrollo económico es un todo

integrado por crecimiento más

transformaciones sociales profun-

das, que difícilmente pueden intro-

ducirse a falta de un entramado ins-

titucional apropiado. Hay una carac-

terística esencial de todo programa

de desarrollo, la «apropiación»

(ownership) por el país, pregonada

ruidosamente por IFI, donantes, y

ONG, que sin embargo es un con-

cepto vacío cuando el país carece

de instituciones capaces de condu-

cir el programa con conocimiento e

independencia. Con este telón de

fondo —formado por las primeras

páginas de la obra—, podemos pa-

sar directamente al comentario de

los grandes temas que abordan los

autores.

Definiciones: ¿de qué hablamos?

Como tantos otros conceptos ma-

nejados en ciencias sociales, las ins-

tituciones se resisten a una defini-

ción precisa, pero muchos autores

—economistas y sociólogos— no se

han resistido a proponer la suya.

Alonso y Garcimartín, con muy buen

sentido, no convierten el capítulo co-

rrespondiente en un ejercicio forma-

lista de comparaciones. Prefieren

desarrollar la definición integradora

de Avner Greif, quien explícitamente

reconoce que cada una de las apor-

taciones de sus colegas permite

capturar algún aspecto de la reali-

dad, y es, por tanto, especialmente

apropiada para examinar un proble-

ma determinado. No las considera

«recíprocamente excluyentes» y

prefiere proponer, de forma práctica,

la integración en una sola definición

de los elementos que considera cru-

ciales: sistemas de factores sociales

—en el sentido de ser una creación

humana, que cada individuo acepta

como un dato que va a influenciar su

conducta— que se componen de re-

glas, creencias, valores, organiza-

ciones y que generan pautas de

comportamiento regular en indivi-

duos y en sociedad. Los autores de-

dican buena parte del Capítulo 2 a

profundizar en cada uno de estos

elementos.

El lector no debe pensar que

Alonso y Garcimartín han utilizado

la definición de Greif debido a la co-

modidad de disponer de una espe-

cie de collage de las de otros auto-

res. Ésta sería una visión equivoca-

da. La definición de Greif, autor

nada fácil, y nada convencional, es

un intento ambicioso de reunir la vi-

sión más economicista de las insti-

tuciones —como contratos, o como

reglas del juego, formales o infor-

males— y sus múltiples visiones

culturales —instituciones como re-

flejo de sistemas de creencias y va-

lores— en un conjunto coherente.

Las motivaciones de los individuos

para obedecer las reglas son cen-

trales al análisis sociológico, y se

les atribuye carácter endógeno: no

basta con suponer el cumplimiento,

sino que es necesario explicar por

qué unas reglas se obedecen y

otras no. El aparato teórico que de-

sarrolla a partir de su definición es

relativamente complejo y lo aplica al

análisis de interesantes episodios

históricos del mundo medieval, en

los que arroja luz, o al menos, pro-

pone nuevos ángulos de particular

interés para la interpretación com-

parada de los procesos de cambio o

dinámica institucional, por ejemplo,

entre la alianza de comerciantes

magrebíes y algunas ciudades-Es-

tado italianas. Pero las investigacio-

nes de Greif han generado no poca

controversia entre especialistas, y

los autores hacen bien en no aden-

trar al lector en sus diferencias. Por

otra parte, aunque del análisis histó-

rico de Greif se derivan observacio-

nes de interés para los problemas

del desarrollo, creo que en su ma-

yor parte son ya valor entendido y

—en este terreno específico— no

reflejan puntos de vista innovado-

res.

Los autores exponen con notable

claridad algunas notas especialmen-

te características de las instituciones.

Dan la importancia debida a la nece-

sidad de estructuras self-enforcing, o

autosostenidas, en las que los indivi-

duos ajustan su comportamiento de

conformidad con pautas ya experi-

mentadas, de modo que así refuer-

zan la credibilidad de la propia institu-

ción y su capacidad de imponer nor-

mativas. Las instituciones pueden

constituir cauce efectivo para abordar

problemas importantes de coordina-

ción que plantea la acción colectiva

—además de ser resultado de la pro-

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pia acción colectiva—, como recuer-

dan los autores al mencionar la obra

de Olson.

Entra la economía política

Cualquier programa de creación

o de reforma de instituciones nece-

sita basarse en estudios serios de

viabilidad. La observación parece

trivial. Pero no se trata solamente

de la consabida evaluación «técni-

ca» del proyecto, en busca de una

figura institucional «óptima», o que

mejor refleje las «buenas prácticas»

vigentes en alguna otra parte del

mundo. La oportunidad y configura-

ción de las instituciones deben eva-

luarse sobre un trasfondo de la eco-

nomía política del país, y esto resul-

ta mucho más complicado. Los

autores han resumido ya las ideas

fundamentales en su capítulo de

definiciones, y luego las reelaboran

—de manera creo que muy acerta-

da— a lo largo del Capítulo 8.

Toda reforma comporta ganado-

res y perdedores, y éstos últimos

—perdedores absolutos, o perde-

dores en términos relativos, o sim-

plemente, grupos sociales con la

percepción de que van a ser perde-

dores— tratarán de frenar o adulte-

rar el proceso por todos los medios.

Un análisis de las posibilidades de

creación o de cambio institucional

será siempre insuficiente si no in-

corpora lo que Alonso y Garcimar-

tín llaman la «aritmética de intere-

ses» que prevalece en el país, en

clara referencia a los condicionan-

tes que impone la economía políti-

ca. Unas veces serán grupos con

poder de mercado los que se opon-

gan a la aparición de las nuevas

instituciones que contribuirían a

abrirlo. Burocracias que medran en

una administración corrupta cerra-

rán filas frente a cualquier intento

de desregulación o de liberaliza-

ción que permita a los ciudadanos

operar sin pasar por la ventani-

lla. Los ejemplos podrían clara-

mente multiplicarse. Uno de los

más graves es la «resistencia fis-

cal» opuesta por grupos sociales

con capacidad tributaria, que pro-

duce el efecto de condenar al Esta-

do a una situación de penuria en la

que difícilmente puede atender ser-

vicios públicos indispensables. Un

examen en profundidad de este

problema se encuentra en un buen

artículo de Omar Sánchez1, ilustra-

tivo del problema en Guatemala

—país cuya relación impues-

tos/PIB figura entre las más bajas

del mundo— pero sobre todo, estu-

dio de un «caso» bien enrevesado

de economía política.

El mismo condicionamiento que

impone la economía política de un

país obliga a recordar con los auto-

res que las instituciones, como di-

cen de los buenos vinos, «viajan

mal». En general, traducir e impor-

tar instituciones desde algún país

avanzado ha producido muchos fra-

casos. Siempre habrá que matizar,

por supuesto, como en el ejemplo

tradicional de la recepción legislati-

va del código civil suizo, práctica-

mente en bloque, por la Turquía de

Atatürk. Pero habitualmente las di-

ferencias en valores y percepciones

—parte de origen cultural, en parte

debidas al distinto grado de evolu-

ción política o económica— conde-

nan a la irrelevancia las operacio-

nes de trasposición de instituciones.

Las instituciones deben nacer con

el marchamo de ser «propias» (de

nuevo, la noción de ownership), lo

cual es compatible con la consulta y

la inspiración en elementos ajenos:

la gran reforma en 2001 de la nor-

mativa mejicana sobre valores estu-

vo precedida de un enorme esfuer-

zo de comparativa internacional,

pero en último término reflejó los

principios, compromisos y prácticas

emanados del complejo entorno de

la economía política nacional.

No debe confundirse la «forma»

que adopte una institución —y que

es lo más fácilmente «importable»

de otro país— con la eficacia funcio-

nal que debe alcanzar en su propio

entorno nacional. Como recuerda

Rodrik (Growth Strategies, 2003, bi-

bliografía de los autores), es erró-

neo enfocar la creación o reforma

de instituciones como problema de

convergencia formal con las institu-

ciones de otros países. Regulación

de valores, seguridad social, meca-

nismos presupuestarios, pueden

instrumentarse tan satisfactoria-

mente en un país como en otro, a

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1 SÁNCHEZ, O. (2009): New PoliticalEconomy, marzo.

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pesar de que cada país articule es-

quemas institucionales coherentes

con sus datos de economía política.

La distinción entre funciones y for-

ma es fundamental (y muy clara so-

bre el papel, aunque lo sea menos

en la práctica). Creo que éste es el

punto de vista mantenido por los au-

tores y por la doctrina más solvente,

lo cual no excluye que IFI y donan-

tes continúen incluyendo en sus

programas generosas ofertas de

consultores que muchas veces pro-

ponen simplemente trasladar «for-

mas» de un país a otro.

Pruebas de calidad

Alonso y Garcimartín enumeran

en el Capítulo 4 varios criterios que

sirven para caracterizar la «calidad»

de las instituciones. Aunque, como

ellos mismos indican, la práctica co-

rriente no se inclina por evaluar las

instituciones de esta forma, me pa-

rece tan importante como a ellos

reunir elementos de juicio suficien-

tes para poder analizar críticamente

la funcionalidad de una institución.

Brevemente, los criterios estableci-

dos por los autores son,

— eficiencia estática, indicando

la capacidad de una institución para

generar los incentivos apropiados

que aseguren un funcionamiento

fluido de los mercados (lucha anti-

monopolio, agencias reguladoras

independientes...);

— eficiencia dinámica, o disposi-

ción al cambio, que se refiere a la

capacidad de adaptación al cambio,

de la propia institución, y de los

agentes sociales interesados;

— seguridad, con objeto de ami-

norar los factores de incertidumbre

a los que se enfrenta la interacción

humana en los mercados;

— credibilidad, o legitimidad que

debe caracterizar a la institución

para que su marco normativo sea

aceptado por los agentes económi-

cos y sociales del sistema.

Estos criterios reaparecen opor-

tunamente en el Capítulo 8, dedica-

do al cambio institucional y al análi-

sis del desigual avance de las insti-

tuciones a lo largo de las sucesivas

fases de un proceso de desarrollo.

Obsérvese que falta un criterio de

eficiencia social. Esto puede sor-

prender al lector que piense que,

si introducimos las instituciones

como endógenas al análisis, y ad-

mitimos que nacen para resolver

un problema, nuestro objetivo debe

ser el de encontrar la solución efi-

ciente del problema. La economía

aspira a encontrar soluciones efi-

cientes y, por tanto, el análisis eco-

nómico nos debiera permitir encon-

trarlas en forma de instituciones

eficientes. Quizá convenga recor-

dar al lector la razón de esta apa-

rente anomalía.

Tenemos que remitirnos a la eco-

nomía política. En cualquier entorno

social hay que prever situaciones

de conflicto cuando algún grupo so-

cial pretenda crear o reconfigurar al-

guna institución como reflejo de sus

propios intereses, sobre todo tratán-

dose de un proyecto que implique

consecuencias de carácter distribu-

tivo. Evidentemente, el objetivo de

eficiencia para la sociedad está muy

lejos de planteamientos de esta cla-

se, porque, si el grupo es dominante

e impone sus criterios, la institución

resultante quedará definida como

instrumento de defensa o protec-

ción de unos intereses determina-

dos. Los autores aportan una cita

oportuna de North, recordando que

este autor abandonó el criterio con-

vencional de eficiencia en la asigna-

ción de recursos, que supone un

comportamiento de las instituciones

ajustado a las señales del mercado

(North I, según los autores), para

centrarse en otra visión del concep-

to, la eficiencia adaptativa, que ca-

racteriza a las instituciones que sa-

ben anticiparse al ritmo requerido

por la evolución de la sociedad y

evolucionar con ella (North II). Los

estudios sobre el terreno revelan la

complejidad de este problema, por-

que la casuística es muy variada y

muchas instituciones realizan fun-

ciones diversas, algunas de las cua-

les pueden producir resultados efi-

cientes para la sociedad, pero otras

no. Para un país en desarrollo, cuyo

institution building se tiene que apo-

yar sobre bases frágiles, el proceso

entraña especial gravedad, porque

si bien es posible iniciar el desarro-

llo aunque algunas instituciones no

respondan a un óptimo de eficien-

cia, hay el peligro de que la inefi-

ciencia institucional en áreas críti-

cas pueda inhibir los estímulos para

sostener el desarrollo a medio pla-

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zo. Esta diferencia debe tenerse

muy en cuenta en la práctica, y

guarda relación con la que han des-

tacado algunos economistas entre

el «arranque» del proceso de desa-

rrollo, y su «sostenibilidad» en el

tiempo (v. Rodrik, Growth Strate-

gies, bibliografía de los autores).

Éste sigue siendo uno de los mu-

chos temas abiertos que contiene la

economía del desarrollo.

Es curioso observar el desfase

que se observa entre el pensamien-

to económico-institucional y el análi-

sis de las instituciones que realizan

los historiadores económicos, por-

que parece añadir cierta confusión

a lo que ya es un tema bastante

complicado. Muchos estudios histó-

ricos están enfocados a demostrar

cómo antiguas instituciones —feu-

dalismo, gremios medievales, la

Mesta castellana— respondían a

los problemas de cada momento

con soluciones socialmente benefi-

ciosas. Como dice Ogilvie2, historia-

dora económica, sus colegas «han

reinterpretado prácticamente toda

institución premoderna en términos

de eficiencia... (preguntándose) por

qué instituciones aparentemente

ineficientes duraron siglos... la nue-

va respuesta es simple: porque,

después de todo, no eran ineficien-

tes». Ogilvie, por cierto, no oculta

sus críticas al método histórico em-

pleado por Greif, autor que rechaza

el criterio de eficiencia social pero

que luego parece recuperarlo en su

valoración de las instituciones me-

dievales investigadas.

La pasión por cuantificar

la calidad

Contiene el libro comentado tres

Capítulos, 4, 5 y 6, que me parecen

de lectura obligada para muchos

otros públicos, incluyendo profesio-

nales de medios que a veces mane-

jan indicadores como si realmente

se tratase de datos definitivos e irre-

futables.

Me parece que los autores expo-

nen con enorme acierto las graves

dudas de método que suscita el de-

seo de calificar con un número el

grado de libertad económica que

prevalece en un país, o la calidad de

su gobernanza, o su nivel de compe-

tividad o el atractivo que supone

para la inversión. Las páginas 114 a

121 señalan perfectamente las insu-

ficiencias de estos indicadores, y el

lector puede comprender con facili-

dad las inexactitudes a que puede

conducir su manejo indiscriminado.

Resumiendo la cuestión, a) estos

indicadores facilitan e invitan a efec-

tuar comparaciones internaciona-

les, en las que con frecuencia se ol-

vida que el dato correspondiente a

cada país está afectado por márge-

nes de error potencialmente serios

(y que las fuentes de los datos

no siempre señalan claramente); y

b) en su vertiente práctica, la valora-

ción asignada a un país es un ins-

trumento más bien tosco para basar

en ellos recomendaciones de polí-

tica. Este reconocimiento de las li-

mitaciones de los indicadores ins-

titucionales lo formula con toda fran-

queza, por ejemplo, la última

edición de los indicadores de gober-

nanza del Banco Mundial (Gover-

nance Matters VI, julio 2007, 4.

Conclusions) pero, en esos o en se-

mejantes términos, lo recogen tam-

bién muchas otras publicaciones de

indicadores. El problema radica en

que, a pesar de todas las cautelas,

es tentador para terceros la cita y el

uso de este tipo de indicadores sin

corregir el subjetivismo de las apre-

ciaciones ni conocer el fundamento

estadístico, a veces muy complejo,

de los datos reunidos. Amigos fran-

ceses se preguntaban, ¿qué base

han podido tener las fuentes consul-

tadas —entre siete y diez— para

que las cifras del Banco Mundial co-

rrespondientes al indicador «efecti-

vidad del gobierno» muestren un

desplome contundente en Francia

(y en Alemania), entre 1998 y 2006?

Por supuesto, los indicadores

pueden ser instrumentos útiles.

Pero hay que ser conscientes de

sus limitaciones. Un dato estadísti-

co directo —la variación del empleo

en Andalucía, del movimiento por-

tuario en Barcelona, o de la cose-

cha de soja en Argentina— guarda

relación inmediata con datos de su

serie y refleja comportamientos co-

nocidos. Un indicador compuesto,

resultante de estimaciones numéri-

cas subjetivas aplicadas a diversos

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 223ICE

2 OGILVIE, S. (2007): The Economic HistoryReview, noviembre.

Page 8: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

componentes, no puede darnos una

idea inmediata de factores causa-

les. Proporciona órdenes de magni-

tud que a lo sumo sugieren, en el

supuesto de que las fuentes no in-

curran en sesgos no identificados,

una cierta consistencia en la intro-

ducción de reformas o en la pérdida

de alguna calidad institucional. Pero

la búsqueda de causas —como en

el ejemplo anterior— tropieza con

problemas. ¿Y si es el dato el que

contiene sesgos que nos ponen en

una pista falsa? ¿Habrán valorado

las fuentes cada componente con

arreglo a criterios idénticos al año

anterior? Aunque así fuera, ¿cuáles

son esos criterios? ¿Cómo pode-

mos remontarnos a las causas que

motivaron a las fuentes para corre-

gir sus valoraciones subjetivas y

modificar los indicadores?

Las comparaciones internaciona-

les pueden resultar igualmente úti-

les, pero también hay que formular

reservas. Siempre que el dato co-

rrespondiente a la India refleje valo-

raciones análogas a las del dato

para China, tendrá sentido compa-

rar las posiciones relativas de uno y

otro país, y observar sus desplaza-

mientos hacia arriba o hacia abajo

en años sucesivos. Pero subrayo

que la condición formulada es muy

fuerte. Friedman se hace eco de es-

tas dudas, y menciona a Bhagwati y

a Srinivasan, entre los autores que

son decididamente contrarios a esta

metodología, por temor —segura-

mente fundado— de que termine

empleándose de manera indiscrimi-

nada para valoraciones comparati-

vas y recomendaciones político-

económicas sin otra base que la po-

sición relativa en una clasificación

internacional3.

El prontuario del hombre

de negocios

Hay una conocida serie de indica-

dores que procura apoyarse en ba-

ses más objetivas, e integra el do-

cumento llamado Haciendo Nego-

cios (Doing Business) del Banco

Mundial y de la CFI. Alonso y Garci-

martín resumen muy bien su orien-

tación y limitaciones, y formulan co-

mentarios, a los que me referiré

más adelante, que me parecen muy

acertados. Éste es un documento

que, gracias a una organización

bastante didáctica de sus datos y a

la clasificación de países por méri-

tos apreciados, produce un extraor-

dinario impacto mediático. Sus edi-

tores han sabido convertir la publi-

cación anual en un auténtico

«evento», invitando a medios y aca-

démicos a sus presentaciones en

diversas capitales, y cuando un país

en desarrollo —y algunos que no lo

son, como España— ha sufrido al-

guna reclasificación poco airosa es

muy posible que el suceso aparez-

ca en titulares de prensa o de TV,

sobre todo si posee alguna poten-

cial derivada política. Desgraciada-

mente, raras veces la información

va acompañada de aclaraciones

que ayuden a comprender la signifi-

cación y las limitaciones de los indi-

cadores de que se trate.

Los autores dejan constancia de

las reservas fundadas que suscitan

la metodología e interpretación de

Doing Business. Como principio ge-

neral, es importante señalar con

ellos que el valor asignado a un indi-

cador —un número— no puede to-

marse como expresión de calidad

de una institución, ni tampoco

—añado— debe suponerse que de-

trás de la cifra hay un trabajo meti-

culoso y riguroso por parte de las

fuentes consultadas. Un ejemplo,

además de los que aportan los au-

tores: las autoridades francesas

—en general, muy críticas con este

documento— se quejaron en 2005

de uno de los valores del indicador

«comercio transfronterizo», el co-

rrespondiente a documentos exigi-

dos por la aduana. Doing Business

señaló que las aduanas francesas

imponían la presentación de trece

documentos para tramitar una ope-

ración de importación. Las autorida-

des consideraron que el dato era

erróneo y que proporcionaba una

imagen desfigurada de sus procedi-

mientos aduaneros. Esta reclama-

ción sirvió para poner de manifiesto

un claro problema de método: las

fuentes consultadas habían listado

todos los documentos de exigencia

posible, incluyendo algunos de uso

meramente ocasional (por ejemplo,

LOS LIBROS

224 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

3 FRIEDMAN, B. M. (2005): The MoralConsequences of Economic Growth, Vintage,Books.

Page 9: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

para acceder a un arancel preferen-

cial específico). La publicación in-

formaba de la exigencia de trece

documentos como si se tratase de

la rutina oficial. Este caso constituye

una llamada de atención hacia la

calidad de la información que puede

derivarse de la metodología em-

pleada por Doing Business. En la

edición de 2007, la lista de docu-

mentos se había reducido ya a sólo

cinco, y en la última a sólo dos. Esto

calificaría a Francia como gran país

reformista, si no supiéramos que

realmente es la publicación la que

está arreglando su propia cocina in-

terna.

Siempre he desconfiado del tono

excesivamente optimista con que

Doing Business da la bienvenida a

las reformas «del año» y a los paí-

ses más reformistas en recuadros

visibles que encabezan cada sec-

ción. Es normal que en las listas fi-

guren muchos países en desarrollo,

con frágiles entornos instituciona-

les, y que el empresario al que pue-

da afectar ésta o aquélla reforma se

pregunte tanto por su verdadera

efectividad como por su sostenibili-

dad en el tiempo. La publicación es

consciente de este interrogante, por

supuesto, y en los últimos párrafos

de algunas secciones es posible en-

contrar observaciones que ponen

de relieve la dificultad de consolida-

ción que afecta a algunas reformas:

en la edición de 2009, por ejemplo,

nos enteramos de que la ventanilla

única establecida en Bangladesh

para licencias de construcción sigue

sin funcionar dos años más tarde,

de modo que los interesados nece-

sitan seguir recorriendo las mismas

ventanillas que antes de la reforma;

o de que el nuevo tribunal de co-

mercio en Ghana no ha conseguido

en dos años más que reducir en un

11 por 100 el tiempo necesario para

dictar sentencia (desde 552 días a

487). Creo que este tipo de informa-

ción, que más bien parece aislada u

ocasional, debiera incorporarse de

forma sistemática a la publicación al

menos siempre que la «reforma»

correspondiente hubiese sido regis-

trada como tal en una edición ante-

rior. Una publicación cuya vocación

es la de orientar e informar a empre-

sarios, sector por sector, país por

país, debiera equilibrar el entusias-

mo inicial ante la introducción de re-

formas con el seguimiento riguroso

de su sostenibilidad.

La calidad «necesaria»

para el desarrollo

Los autores analizan con rigor

cuestiones que a menudo se pasan

por alto en los estudios, y sobre

todo, en la práctica del desarrollo.

Querría destacar tres como espe-

cialmente importantes.

En primer lugar, hay que formular

una pregunta difícil: ¿es realista que

un país en desarrollo pueda dotarse

de instituciones que cumplan con los

criterios señalados más arriba?

Alonso y Garcimartín explican per-

fectamente lo que ocurre en el insti-

tution building del mundo real. Las

instituciones creadas en las prime-

ras etapas del desarrollo de un país

es probable que no puedan reunir al-

gunos de los criterios de un marco

razonable, como el de los autores. A

pesar de ello, un cumplimiento par-

cial puede resultar lo bastante efecti-

vo como para permitir el funciona-

miento de los mercados y de un sis-

tema aceptable de precios. Por

ejemplo, la creación de un aparato

legal estable —evidente progreso

frente a la práctica de normas cam-

biantes a capricho de los gobernan-

tes—, o la disposición a ir adaptando

a crecientes exigencias sociales la

organización y prestaciones de las

correspondientes instituciones publi-

cas. La afirmación de los autores

está apoyada por la experiencia de

países en desarrollo que han sido

capaces de alcanzar elevadas tasas

de crecimiento sobre una base insti-

tucional globalmente muy débil, pero

acertando a ofrecer garantías de se-

guridad y credibilidad lo bastante

persuasivas como para transmitir

confianza a los inversores4.

En segundo lugar, la continuidad

del desarrollo permite a la sociedad

experimentar y perfeccionar las ins-

tituciones. Siguiendo el razona-

miento de párrafos anteriores, no se

trata del camino «hacia la eficien-

cia», sino de un proceso gradual de

prueba y error, en que dentro de los

condicionantes de la economía polí-

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 225ICE

4 CHHIBBER, A. et al. (2006):Reform&Growth, Transaction Publishers.

Page 10: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

tica del país, las instituciones vayan

adaptándose a demandas más y

más exigentes de una sociedad que

va mejorando sus niveles de vida.

Así ha ocurrido con las estructuras

institucionales en países avanza-

dos. En economías atrasadas y es-

tancadas, en cambio, las experien-

cias derivadas del «rodaje» de las

instituciones serán pocas y ocasio-

nales. Las exigencias de una socie-

dad con limitado horizonte de pro-

greso serán también menos apre-

miantes y harán difícil la tarea de

identificar vacíos institucionales.

Alonso y Garcimartín recuerdan al-

gunos ejemplos muy significativos,

como Japón, Corea del Sur, España

o Brasil, países donde la evolución

institucional se produjo gradualmen-

te, en paralelo con un desarrollo eco-

nómico sostenido, y con fuerte grado

de ownership. Este tipo de ejemplos

ha generado, entre teóricos y prácti-

cos del desarrollo, «modelos» de re-

ferencia poco justificados. Por ejem-

plo, donantes, incluida la UE, IFI, me-

dios de comunicación, parecen

olvidar la dificultad y la duración que

tuvieron esos procesos de gestación

institucional, y creer que, con la impo-

sición de condiciones precisas y el

ofrecimiento de asistencia técnica,

países atrasados pueden dar el salto

a instituciones plenamente operati-

vas a partir de la nada, o de figuras

preexistentes viciadas. Es compren-

sible que falte paciencia entre los pro-

motores de ayuda, sobre todo porque

los gobiernos donantes tienen que

dar cuenta a sus ciudadanos de los

recursos malgastados en sus políti-

cas de ayuda, pero la realidad es que

la cooperación ha de prestarse, aquí

y ahora, en condiciones que serán

siempre subóptimas. Subordinarla a

reformas institucionales que rindan

frutos inmediatos es desconocer por

completo la economía política local y

los problemas de proceso que vivie-

ron los países que sirven de ejemplo.

Un caso ilustrativo entre muchos —el

de creación de agencias anticorrup-

ción en países africanos— se puede

leer en Doig (y otros)5.

Y finalmente, los autores dedican

también atención al grave problema

de que una sociedad, sobre todo

primitiva, dotada probablemente de

mecanismos institucionales infor-

males, por ejemplo, para ejecución

de contratos o resolución de conflic-

tos, los descarten en su deseo (o

bajo la presión exterior) de dotarse

de instituciones «modernas». Es

pertinente aquí el comentario de

Rodrik sobre la necesidad de aten-

der a la convergencia de funciones,

y no a la de formas. Por otra parte,

North (1990, bibliografía de los au-

tores) destaca el problema opuesto,

de que el marco institucional de un

país genere tan elevados costes de

transacción que el subdesarrollo no

pueda encontrar otra salida y tienda

a perpetuarse. Si el clima inversor

es poco estimulante —derechos de

propiedad inseguros, leyes incum-

plidas por la propia administración,

barreras de entrada, etcétera—, la

actividad económica se refugiará en

el sector «negro», o informal, y sola-

mente surgirán iniciativas inverso-

ras importantes para proyectos

cuya factibilidad dependa de incen-

tivos arbitrarios y extraordinarios

«pactados» de alguna forma con los

poderes públicos.

En torno a la institución Estado

Me parecen muy importantes los

Capítulos 7 y 8 en que se trata del

papel activo que debe desempeñar

la institución Estado en el proceso

de desarrollo de un país. Es un actor

que debe aportar a la sociedad mar-

cos normativos, seguridad jurídica y

prestación de servicios públicos; al

mismo tiempo, debe interaccionar

con el sistema económico, promo-

viendo, a través de otras institucio-

nes públicas o privadas, el funciona-

miento verdaderamente libre de los

mercados, sin perjuicio de intervenir

activamente en la corrección de sus

fallos (por ejemplo, identificando ex-

ternalidades cuyo aprovechamiento

permita al país superar los límites de

su ventaja comparativa estática);

debe ser guardián activo de la cohe-

sión social, ejecutando políticas re-

distributivas apropiadas y gestionan-

do los intereses generales en las si-

tuaciones inevitables de conflicto

entre grupos sociales. Los autores

argumentan con amplio detalle cada

una de estas funciones en la segun-

da parte del Capítulo 7, y luego se

LOS LIBROS

226 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

5 DOIG, A. (2007): Public Administration andDevelopment, 27.

Page 11: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

extienden en el Capítulo 8 sobre un

tema que pocas veces se aborda en

los estudios sobre el desarrollo, la

reforma del Estado.

El análisis que realizan los auto-

res, con bastante detalle, es muy

completo y de notable realismo fren-

te a posiciones que se han orientado

a neutralizar el papel del Estado,

proponiendo incluso la participación

de instituciones civiles en el ejercicio

de políticas claramente públicas.

Como decía Myrdal, el Estado es el

único agente capaz de influir sobre

los componentes de la «matriz insti-

tucional» (normas, regulaciones, or-

ganizaciones, capacidades, incenti-

vos) a fin de desencadenar procesos

acumulativos de crecimiento. Lo que

es necesario, es que, definidas sus

funciones en un contexto dado, la

institución estatal sea sólida y dota-

da de los recursos fiscales para sos-

tener una tecnocracia profesional,

basada en méritos, libre de interfe-

rencias de la sociedad, pero que, al

mismo tiempo, sepa ejercer sus fun-

ciones en interacción permanente

con los grupos sociales a fin de iden-

tificar e impulsar objetivos y políticas

de crecimiento. Esta noción de Esta-

do es la que Evans caracterizó en

términos de embedded autonomy

(bibliografía de los autores), frente a

visiones que olvidan que el nexo fun-

damental de un Estado no es con un

«concepto» de mercado, sino con la

«realidad» de la sociedad y los ciu-

dadanos. No se trata solamente de

asegurar la presencia activa del

Estado en la política de desarrollo,

sino de que la propia política de de-

sarrollo incorpore a sus objetivos

precisamente la constitución de un

Estado capaz de asumir y ejecutar

las funciones que figuran en el análi-

sis de Alonso y Garcimartín.

Tal vez sea oportuno referirse aquí

a un problema muy concreto que a

veces se transmite a países atrasa-

dos a través de IFI y países donan-

tes. Se trata de la intervención políti-

ca por parte de las diversas formas

de acción colectiva que se articulan

mediante el asociacionismo civil. La

argumentación se retroalimenta en

un círculo vicioso. Como estos países

disponen de instituciones estatales

débiles, es conveniente complemen-

tarlas con órganos de la sociedad ci-

vil; pero la participación en la gestión

pública de la sociedad civil nos excu-

sa, por otra parte, de la necesidad de

reforzar la institución Estado. Se

echa de menos algún apartado espe-

cífico para inducir a una cierta refle-

xión sobre el problema.

El concepto de sociedad civil tiene

hondas raíces en las ciencias políti-

cas y ha sido objeto de interpretacio-

nes absolutamente dispares, lo mis-

mo entre autores liberales que entre

autores marxistas y, naturalmente,

entre éstos y aquéllos. Los defenso-

res del Estado neoliberal, en particu-

lar, promovieron la sociedad civil

como conjunto de instituciones vita-

les para la democracia, centro de es-

tímulo a la transformación social y,

en cierto sentido, de oposición políti-

ca. Esta tesis es perfectamente ra-

zonable en países con instituciones

públicas consolidadas e iniciativas

civiles de gran arraigo, en los que el

asociacionismo dentro de la socie-

dad abre vías alternativas para ca-

nalizar aspiraciones y respuestas de

la sociedad hacia los niveles de re-

presentación política.

Pero en países atrasados la trans-

posición de este cuadro ha conduci-

do a países donantes y a las IFI a re-

comendar lo que, de hecho, equivale

a nociones minimalistas del Estado.

Esto es evidente, por ejemplo, en la

tendencia a imponer, como parte

asociada a los programas (a modo de

condicionalidad encubierta), la parti-

cipación de la sociedad civil por vías

diversas en lo que muchos conside-

ramos inexcusables responsabilida-

des públicas identificadas en los ór-

ganos del Estado, como la determi-

nación de políticas o la provisión de

servicios sociales. El Estado local

suscita desconfianza, probablemente

no sin motivo, y aquí tenemos uno de

los problemas más serios que afronta

el proceso de institution building de

un país en desarrollo. Buscar solu-

ción por la vía de la marginación o mi-

nimización del propio Estado equiva-

le a ignorar que todas las sociedades

necesitan estructurarse políticamente

y organizar sus centros de poder.

Como antes decía, las transformacio-

nes sociales que conforman el desa-

rrollo incluyen la creación de estruc-

turas políticas propias, y la misma es-

trategia de desarrollo debe incluir

entre sus objetivos un Estado institu-

cionalmente capaz. El desarrollo de

países atrasados implica reconocer

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 227ICE

Page 12: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

prioridad a la reforma y potenciación

de la institución Estado que, a su vez,

debe convertirse en agente impulsor

del propio desarrollo. Y hay una con-

tradicción patente —que reaparece

una y otra vez en la práctica— entre

proponer a los países que se doten

de instituciones políticas representati-

vas y transparentes y, al mismo tiem-

po, forzar a éstas a compartir su

agenda con agendas de grupos civi-

les, cuyo financiamiento, representa-

tividad y responsabilidad son gene-

ralmente bastante difíciles de preci-

sar. Éste es un tema lleno de aristas,

de acusada gravedad en países pe-

queños, o con un sector público mi-

núsculo o inarticulado, y dependien-

tes de ayuda, como han destacado

sobre todo economistas o politólogos

de países en desarrollo. Es bien sig-

nificativo el título de un artículo de

Akbar Zaidi, en que reclamaba, frente

a las estrategias de donantes e IFI

basadas en ONG, «the need to bring

back the State6». Desde Europa, en

cambio, la literatura sobre ONG apa-

rece orientada hacia la revisión meto-

dológica de sus relaciones con los

países donantes que las financian,

más que hacia estudios acerca del

potencial impacto negativo de su acti-

vidad7.

El Estado desarrollista

La corrección de los fallos del mer-

cado y objetivos de justicia social

son, como recuerdan los autores, dos

grandes tareas de incumbencia del

Estado. Los autores elaboran muy

especialmente el caso del Estado de-

sarrollista, el Estado que ha hecho

del objetivo del desarrollo económico

el fundamento de su acción y, quizá

sobre todo, de su legitimación. No se

trata, necesariamente, de Estados al-

tamente intervencionistas, sino de

Estados «directores», capaces de ar-

ticular estrategias eficaces de desa-

rrollo, de proponer incentivos para

que los agentes las hagan suyas, y

de generar los apoyos sociales re-

queridos. La casuística —como

España o Corea del Sur a partir de

los sesenta— muestra que estos

apoyos se consiguen a menudo por

regímenes autoritarios más que a tra-

vés de estructuras políticas pluralis-

tas y democráticas. Chile e Indone-

sia, durante los períodos en que vi-

vieron bajo régimen militar, pueden

constituir otros dos ejemplos signifi-

cativos. Los Estados desarrollistas

tratan precisamente de asegurarse

alguna legitimidad dinamizando la ac-

tividad económica y proporcionando

a los ciudadanos mejoras tangibles

de su nivel de vida. La experiencia

sugiere que estos procesos terminan

abriendo perspectivas políticas ines-

peradas. Gradualmente, el éxito eco-

nómico genera expectativas de ma-

yor representatividad en los órganos

políticos y, en los casos citados, de-

sencadenó efectivamente procesos

diversos de reforma democrática. Las

razones para esta evolución son, sin

duda, de economía política y, por tan-

to, singulares país por país. Puede

que, a partir de cierto punto, las ten-

siones producidas en un entorno de

globalización exijan reformas econó-

micas que desborden la capacidad

de una burocracia dirigista. Las aspi-

raciones políticas de poblaciones me-

jor preparadas y con mayor nivel de

vida son seguramente parte de la ex-

plicación. El caso de Indonesia fue

peculiar, porque hizo falta una crisis

formidable, como la asiática de 1997,

no sólo para democratizar el régimen,

sino para reestructurar una economía

distorsionada por su singular varie-

dad de corrupción capitalista. No es-

tamos, sin embargo, ante una regla

general. China y Vietnam pertenecen

a la categoría de Estados desarro-

llistas que, al cabo del tiempo, no

han practicado reformas políticas de

fondo.

Este repaso al desarrollismo en-

cierra sólo constataciones de he-

chos aislados y, de ningún modo,

constituye para los autores la apro-

ximación a un modelo político de-

seable. Como es tema muy polémi-

co entre especialistas, merece un

par de comentarios específicos.

De un lado, los efectos observados

en Estados desarrollistas corroboran

las reflexiones de Alonso y Garcimar-

tín al tratar la calidad institucional. No

todos los criterios necesitan —ni pro-

bablemente, pueden— cumplirse

desde un principio para que las insti-

LOS LIBROS

228 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

6 AKBAR ZAIDI, S. (1999): Journal ofInternational Development, marzo-abril, en lamisma línea y revista, William Munro y otros.

7 Por ejemplo, el número del Journal ofEconomic Development, julio 2006, dedicadoal análisis de las organizaciones nogubernamentales; en particular, ensayos deT. TVEDT y de D. LEWIS (y otros).

Page 13: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

tuciones entren en funcionamiento

efectivo. Por ejemplo, el marco legal

y la seguridad jurídica pueden conso-

lidarse, desde el punto de vista de la

confianza de los inversores, antes

que la eficiencia dinámica y la credibi-

lidad, y generar niveles interesantes

de inversión y crecimiento aunque la

estructura institucional sea aún in-

completa e imperfecta. Ni la creación

de instituciones se ajusta en el mun-

do real a una secuencia temporal

preestablecida, ni los criterios de cali-

dad de cada una se cumplen de for-

ma simultánea o siquiera ordenada.

En el fondo, es un campo de experi-

mentación que cada país tiene que

probar por sí mismo.

De otro lado, la correlación entre

regímenes políticos y tasas de cre-

cimiento económico ha interesado a

muchos economistas con la preocu-

pación, sobre todo, de poder esta-

blecerla entre democracias y creci-

miento elevado (por ejemplo, Rodrik

1999, citado por los autores; Fried-

man8). No es un tema, me parece,

que se pueda aclarar demasiado

mediante regresiones, y aunque

Friedman dedique también unas pá-

ginas —no muy afortunadas— a

comparar las clasificaciones de

Freedom House con datos de creci-

miento, son sus reflexiones sobre el

comportamiento de la sociedad en

Estados desarrollistas lo que pare-

ce de interés. El papel del creci-

miento económico, dice Friedman,

es paradójico (léase: paradójico, si

esperábamos que autoritarismo y

crecimiento fuesen incompatibles).

Niveles de vida en alza son una

fuente de estabilidad social a corto

plazo: el crecimiento «no discrimina

entre regímenes democráticos y re-

gímenes opresivos», sino que pro-

porciona visos de legitimidad a cual-

quier tipo de organización política.

Queda sin explicar por qué, a plazo

más largo, el desarrollo ha debilita-

do a muchos gobiernos autoritarios

y dado paso a regímenes más o

menos representativos. Al mismo

tiempo, Friedman afirma —sin apo-

yo empírico— que, a su vez, las de-

mocracias, en particular, las nue-

vas, son especialmente vulnerables

a la dinámica inversa que puede

provocar el empeoramiento de la si-

tuación económica.

La dinámica institucional

Además del tratamiento extensivo

que dan los autores a la institución

Estado, tienen mucho interés sus co-

mentarios sobre los cambios institu-

cionales en otras cinco áreas. Creo

que son muy válidas sus afirmacio-

nes acerca de la gestión y reforma

de mercados, medio ambiente, y po-

líticas redistributivas, y hubiera agra-

decido, quizá como otros lectores,

que todavía hubiesen ampliado más

el tratamiento de algunas de estas

materias. Solamente querría apuntar

algunas diferencias en el tratamiento

de otros dos temas, mercados finan-

cieros y corrupción.

Sobre la inhibición del regulador

Los autores escriben que la crisis

de hipotecas sub-prime puede servir

para señalar las «limitaciones de la

acción reguladora de un banco cen-

tral», en este caso, la Reserva Fede-

ral de EE UU. La frase no aparece

como clave de su argumentación y

no justifica, por tanto, detenerse en

ella excesivamente. Pero es una afir-

mación que parece sugerir al lector

que la Reserva Federal operó dentro

de un marco de «limitaciones» exter-

nas que le impedían ejercer debida-

mente sus funciones sobre el siste-

ma bancario, lo cual equivaldría a

una interpretación muy generosa de

su papel en la crisis. Dudo mucho de

que sea ésta la intención de los au-

tores, de modo que me limito a un

brevísimo comentario.

Es indiscutible que el marco regu-

latorio para el sistema financiero más

avanzado del mundo había quedado

rezagado con respecto a las comple-

jidades de su dinámica innovadora.

Los vacíos eran llamativos, y la me-

cánica operativa de los hedge funds,

o de los credit default swaps, son

ejemplos obvios (la acción regulado-

ra, en estos casos, hubiera corres-

pondido a otras instituciones del en-

tramado regulador de EE UU, distin-

tas de su banco central). Pero existía

un marco regulatorio, y la Reserva

Federal (y las demás instituciones

competentes) sí que podían haber

actuado dentro de este marco y de-

tectado a tiempo el riesgo sistémico

que representaba la masiva origina-

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 229ICE

8 Op. cit.

Page 14: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

ción de préstamos hipotecarios a

clientes dudosos. Está comprobado

que no lo hicieron, y que no lo hicie-

ron por decisión deliberada. La figura

de mayor significación, Greenspan,

fue partidaria declarada de la menor

intromisión posible de las institucio-

nes supervisoras sobre el mercado fi-

nanciero. En innumerables ocasiones

manifestó preferencia absoluta por la

autorregulación del mercado, aunque

solamente en una —ante una Comi-

sión del Congreso, en octubre

2008— reconoció haberse equivoca-

do. Greenspan parecía operar dentro

de una restricción ideológica muy cla-

ra, la del modelo puro de un institu-

tions-free market, de un mercado cu-

yos agentes minimizan los costes de

transacción y donde no hay lugar, por

tanto, para instituciones ideadas

—teóricamente— para reequilibrar

asimetrías de información. Una co-

lumna de prensa resumió muy bien el

punto de vista que aquí se expone:

«much of the current crisis could have

been prevented if the existing pat-

chwork of agencies, using their exis-

ting powers, had simply done their

jobs...»9.

En esta misma línea, formularía

también una salvedad acerca del

papel del FMI (y del BIS). El marco

normativo prudencial que promue-

ven esas entidades no es perfecto,

desde luego, pero me parece du-

doso apelar a la crisis subprime

para demostrarlo, como se lee en

el Capítulo 7. Me remito a los co-

mentarios anteriores. El marco

más perfecto vale de poco si las

autoridades supervisoras deciden,

como en EE UU, no imponer el

cumplimiento a sus propias entida-

des. Incidentalmente, creo que es

interesante señalar que el progra-

ma llamado FSAP, que permite al

FMI y al Banco Mundial una valo-

ración periódica de la solidez del

sistema financiero de cada país

miembro que lo desea, no ha podi-

do nunca aplicarse al sistema fi-

nanciero de EE UU, como tampo-

co la parte del programa ROSC

dedicada a valorar el cumplimiento

por cada país de reglas y códigos

internacionales en materia de re-

gulación y supervisión. Las posi-

bles razones quedan al buen juicio

del lector. Añado que Japón y to-

dos los países europeos importan-

tes han colaborado abiertamente

en estos dos programas.

Una contrainstitución: la corrupción

La corrupción puede interpretar-

se como una degeneración institu-

cional, como una especie de con-

trainstitución, que aumenta los cos-

tes de transacción de la economía

en lugar de contribuir a reducirlos.

Por ejemplo, supongamos un país

que dispone de una normativa, cla-

ra y completa, con plena transpa-

rencia y publicidad, para regular,

desde la calificación de terrenos

hasta la obra terminada y los pro-

cesos administrativos para autori-

zación de construcciones. Pero la

vida no se deja encerrar fácilmente

en las leyes. En algún momento,

surgen intermediarios informales,

presentándose bajo la forma de

consultores, asesores o análogos,

sin cuya intervención cerca de la

correspondiente autoridad «se

sabe» que la tramitación puede tro-

pezar con triquiñuelas legales, que-

dar en suspenso y demorarse inde-

finidamente. Esa intervención su-

pone naturalmente honorarios

cuantiosos, pero ningún promotor

va a arriesgar el cumplimiento de

su plan de negocio cuando existe

un intermediario que, según es lu-

gar común, puede asegurar el buen

fin de la tramitación.

En definitiva, un completo marco

institucional, ideado para reducir

costes de transacción y facilitar la

fluidez en un mercado particular-

mente difícil, aparece infiltrado

subrepticiamente por una oferta de

servicios privados que, mediante un

precio, garantiza el absurdo, en un

Estado de Derecho, de que las ad-

ministraciones van a actuar dentro

del Derecho. El efecto positivo de las

instituciones creadas —un estudiado

marco normativo para reducir costes

de transacción— se ve contrarresta-

do por el efecto de signo contrario

—un factor de aumento en los cos-

tes de transacción— que produce

otro esquema informal de conduc-

tas, enteramente contra derecho, to-

lerado de hecho por las autoridades,

y que con el tiempo pasa a formar

LOS LIBROS

230 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

9 Columna en el Washington Post del 15 deabril 2009, firmada por PEARLSTEIN, S.

Page 15: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

parte integrante del vigente marco

institucional. Éste (con otras mil va-

riantes) es el juego antiinstitucional

en que consiste la corrupción.

Por eso un libro sobre institucio-

nes, como el de Alonso y Garcimar-

tín, es lugar para reflexionar sobre

la corrupción. En un tema tan estu-

diado, pero tan poco fértil en reco-

mendaciones prácticas, tal vez los

autores debieran haber puesto su

excelente información y su expe-

riencia al servicio de un tratamiento

más amplio y más singular que el

que permite un simple subapartado

dentro del apartado Reforma del

Estado (Capítulo 8). En todo caso,

el enfoque realista de los autores

me parece muy apropiado para

abordar el irrealismo con que a me-

nudo se aborda esta materia.

Una reacción instintiva nos lleva a

todos a pensar que los efectos eco-

nómicos de la corrupción no pueden

ser positivos. La causalidad directa

es, sin embargo, muy difícil de esta-

blecer y estudios como el clásico de

Paolo Mauro (1995, bibliografía de

los autores), o el de Tanzi y Davoodi10

no han cerrado concluyentemente el

tema, a pesar de que han establecido

correlaciones empíricas interesantes

y asociado la corrupción a circunstan-

cias muy plausibles, como elevadas

inversiones públicas o baja calidad

de infraestructuras. Parece claro, sin

embargo, que no estamos ante una

relación unívoca entre dos variables.

Crecimiento, desarrollo, inversión,

dependen de fuerzas extraordinaria-

mente diversas y de intensidad muy

variable en cada país y en cada mo-

mento. Creo que la opinión de los au-

tores es muy clara en este orden de

cosas. No hay una relación lineal en-

tre corrupción y vida económica, sino

muchas variables en juego, y la in-

fluencia efectiva de la corrupción de-

penderá, en un medio concreto, de

circunstancias puramente empíricas,

como la intensidad con que se mani-

fiesten algunos de sus rasgos (su

grado de generalidad, el nivel que al-

cance, su previsibilidad).

Un país con elevada corrupción

puede atribuir a muchos factores su

baja tasa de inversión y crecimiento,

del mismo modo que tasas elevadas

se alcanzan en países donde la co-

rrupción es endémica (sin que a na-

die se le haya ocurrido establecer

una causalidad perversa). Grados

de corrupción nada desdeñables en

los gigantes asiáticos, por poner un

ejemplo, no han retraído la inversión

ni impedido fuertes tasas de creci-

miento: Indonesia en sus 30 años de

régimen militar fue otro ejemplo pa-

tente. Esta observación se encuadra

en otra más general. La explicación

de los autores creo que va directa-

mente a la raíz. Aunque la corrup-

ción reinante genere fuerte rechazo,

pueden existir oportunidades atracti-

vas de inversión que sugieran a los

agentes económicos la conveniencia

de adaptarse al entorno, integrando

el correspondiente coste de transac-

ción en sus propias estructuras de

costes, como los promotores de

obras en el ejemplo (teórico) que en-

cabeza esta sección.

A su vez, la asociación entre co-

rrupción y pobreza es probablemen-

te estrecha, pero puede actuar en

las dos direcciones. El Cuadro 3,

que se presenta para exponer esta

relación, no parece sin embargo

que aporte la claridad buscada. El

avance de los indicadores a través

de la clasificación de países según

niveles de renta puede resultar ex-

presivo, pero los márgenes dentro

de los que se mueven los índices

—sobre todo, «estado de derecho»,

«eficacia del gobierno», en relación

con «control de la corrupción»— me

parece que no permiten justificar

una fuerte asociación entre desarro-

llo creciente y mejor control de la

corrupción. Ni tampoco está claro

que los países de renta alta sean

paradigma a imitar. La corrupción

es planta que brota en cualquier

país: los contratos para equipos mi-

litares revelan —cuando sale algún

caso a la luz— el arraigo de la co-

rrupción en muchos países avanza-

dos (como EE UU) y todos estamos

lamentablemente familiarizados (al

menos en España) con las prácticas

corruptas que rodean al sector

construcción, desde las conocidas

«recalificaciones» de terrenos hasta

toda clase de licencias y permisos.

Y, por otro lado, tampoco habría que

pasar por alto el efecto perverso

que, de manera directa, producen

las empresas de países avanzados

sobre los países en desarrollo cuan-

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 231ICE

10 Working Paper del FMI, 1998.

Page 16: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

do tratan de influir mediante sobor-

nos en los procesos de adjudicación

o autorización. Exigimos a los paí-

ses en desarrollo un gran esfuerzo

para eliminar su corrupción «inter-

na», al mismo tiempo que preferi-

mos ignorar la corrupción «exporta-

da» desde el resto del mundo.

¿Qué se puede hacer?

Dicho esto, sobran motivos para

rechazar la corrupción. El problema

es cómo combatirla. Los autores ex-

cluyen algunas fórmulas, como la

potenciación de mercados competi-

tivos, o la reducción de controles

burocráticos, que creo pueden ser

útiles pero —en todo caso— de for-

ma muy parcial. No estoy seguro,

sin embargo, de que su propia pro-

puesta, «afrontar reformas simultá-

neamente en diversos frentes...

complementarios en su incidencia

sobre la corrupción», se pueda

transformar con generalidad en re-

comendación para una acción políti-

ca efectiva. El ejemplo que aportan

es excelente —una reforma simultá-

nea del IRPF, de la calificación pro-

fesional de los funcionarios de Ha-

cienda y del sistema de contrata-

ción pública—, pero se refiere a un

país latinoamericano, Uruguay,

donde la tolerancia hacia la corrup-

ción ha sido particularmente baja, y

por tanto, han podido imponerse

con éxito reformas administrativas

importantes (dentro de Latinoaméri-

ca, Uruguay y Chile reciben —con

diferencia— la mejor clasificación

en las series de Transparencia

Internacional).

En cierto sentido, mi temor es el

de que el análisis de Alonso y Garci-

martín sugiera al lector la idea de

que la corrupción es un problema

más —como los tratados en el resto

del Capítulo 8—, un fenómeno defi-

nible y manejable para el que los

economistas pueden ofrecer pro-

puestas ad hoc, como si se tratara

de la inflación, la reforma de los

mercados o la distribución de car-

gas medioambientales. Las IFI, que

durante muchos años prefirieron ig-

norar —sin más— la corrupción, o

disfrazarla bajo encabezamientos

crípticos —«impuesto implícito»,

por ejemplo— han lanzado más tar-

de campañas y programas antico-

rrupción, pero los resultados cose-

chados han sido poco brillantes.

Han avanzado más en establecer

indicadores de la corrupción que en

sugerir formas efectivas de comba-

tirla, tal vez porque hayan compren-

dido que esto último —después de

varios intentos— sobrepasa sus po-

sibilidades y seguramente, también

sus atribuciones. De hecho, el pro-

blema real para muchos organis-

mos internacionales sigue siendo

todavía el de asegurar su propia de-

fensa frente a la corrupción infiltra-

da en sus proyectos: aisladamente

o en colusión, cliente, suministra-

dor, autoridades, intermediarios di-

versos, pueden manipular precios o

partidas de coste y desviar parte de

la financiación hacia cuentas priva-

das.

En el fondo, la corrupción es un

problema cuya solución exige, tal

vez en mayor medida que cualquier

otro, una decidida actitud política de

ownership por parte de las autorida-

des y de la sociedad del país, pero

no de ownership frente a IFI o do-

nantes internacionales, sino frente a

tramas internas, más o menos ma-

fiosas, de intereses creados, mu-

chas veces infiltradas en los mis-

mos círculos del poder desde los

que habría que combatir la corrup-

ción. Es un problema serio de políti-

ca doméstica, en que los enemigos

de la reforma pueden ser muy po-

tentes y, como tantas veces, los

partidarios poco cohesionados

—muchos sectores empresariales,

por ejemplo, tal vez se hayan habi-

tuado a convivir con la corrupción,

como subrayan los autores—. Es

absurdo pretender la ruptura de es-

tas líneas de resistencia mediante

políticas «externas». La lucha con-

tra la corrupción se puede concebir

en términos de principal y agente,

como exponía una publicación del

Banco Mundial11, Cuando hablamos

de reformismo, tendemos a suponer

que los principales están fuera de

este mundo: no tienen intereses

particulares que defender, son re-

formistas puros, libres de toda sos-

pecha, y lo que pretenden es que

sus agentes apliquen con celo y ob-

jetividad las medidas anticorrupción

LOS LIBROS

232 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

11 THE WORLD BANK (2005): EconomicGrowth in the 1990s, Cap. 9.

Page 17: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

puestas en vigor. El planteamiento

se desvirtúa cuando los mismos

principales, la clase política que se

presenta como reformista, partici-

pan de la corrupción reinante, lo

cual es, por otra parte, sumamente

frecuente. Un caso bien conocido

es el de la campaña anticorrupción

del Presidente Kibaki en Kenia,

2002, aparentemente basada en

que la nueva agencia anticorrupción

sacase a la luz las conductas del

gobierno anterior, pero encubriese

las del nuevo. Las «reformas» no

sobrevivieron a la gestión impeca-

ble del director de la agencia (él

mismo tuvo que exiliarse para so-

brevivir)12. Muchas veces, sin em-

bargo, el problema es más difícil,

porque las agencias anticorrupción

asumen los mismos rasgos y con-

ductas que distinguen a los organis-

mos que deben investigar, como se-

ñala Doig (y otros) en el artículo ci-

tado más arriba.

La historia en clave institucional:

América Latina

El Capítulo 3 trata una cuestión

de cierta envergadura: las «causas

fundamentales» del progreso eco-

nómico, más allá de los meros «sín-

tomas» inmediatos que son obser-

vables, como la escasez de capital

o el retraso tecnológico. No es un

capitulo sencillo, porque el marco

puramente económico se ve des-

bordado por muchos flancos, pero

los autores lo exponen con claridad,

manejando con acierto la literatura

más relevante y apoyándose en sus

propias investigaciones.

Los autores prestan atención a los

tres enfoques más importantes a par-

tir de los que se han tratado de expli-

car las causas del desarrollo: el geo-

gráfico, el institucional, y el del co-

mercio. Las dificultades para efectuar

valoraciones empíricas son serias

—problemas de endogeneidad y coli-

nearidad, necesidad de definir varia-

bles instrumentales, sesgos en los

datos, problemas en la determinación

de cuales son las variables relevan-

tes— y se explican de forma precisa

para que el lector pueda ser cons-

ciente de las limitaciones del ejerci-

cio. Los autores citan a Bardhan

—«... (identificar) una fuente exóge-

na... es algo bien diferente a desvelar

una explicación casual adecuada»—

en términos que conviene recordar a

menudo a propósito de tantos estu-

dios econométricos. Aunque no pue-

da hablarse de resultados concluyen-

tes, los autores ven aceptablemente

confirmada la importancia del marco

institucional en la explicación del de-

sarrollo económico.

La formación histórica del marco

institucional, y su impacto sobre el

desarrollo, está ampliamente argu-

mentada en la literatura, y Alonso y

Garcimartín dedican algunas pági-

nas a discutir la validez de dos apor-

taciones, en particular la de Acemo-

glu (con Johnson y Robinson), y la

de Engerman y Sokoloff (en varios

trabajos).

Acemoglu, Johnson y Robinson

se enfrentaron al problema de aso-

ciar las variaciones transversales

de renta a los factores arriba men-

cionados, utilizando una ingeniosa

variable instrumental para resolver

el problema de causalidad cruzada:

las tasas de mortalidad registradas

en diversos asentamientos colonia-

les europeos. Suponen que tasas

bajas denotan salubridad acepta-

ble en ese entorno geográfico y,

por tanto, fácil adaptación de los

colonos y consiguiente disposición

a crear instituciones estables y un

régimen de derecho para protec-

ción de la propiedad privada. Tasas

elevadas inducirían en cambio a

los colonos a la explotación apre-

surada de recursos naturales sin

necesidad de constituir institucio-

nes sólidas y permanentes.

Engerman y Sokoloff argumenta-

ron, por su parte, que la dotación de

factores (concretamente, en Ameri-

ca Latina) permitió una fuerte con-

centración de la propiedad de tie-

rras y, por tanto, de poder político

en manos de grupos reducidos de la

población. Las instituciones resul-

tantes se crearon al servicio de es-

tos grupos y en detrimento de las

aspiraciones de la mayoría.

No escapa al lector del libro co-

mentado que desde aquí sólo hay

un paso hasta deducir las virtudes

del esquema colonial anglosajón

frente al modelo de gestión ibérico,

y atribuir a instituciones coloniales

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 233ICE

12 WRONG, M. (2009): It’s our Turn to Eat:The Story of a Kenyan Whistleblower, Harper.

Page 18: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

el retraso relativo de America Lati-

na. Ésta es una noción muy difundi-

da entre estudiosos de la historia

económica latinoamericana.

Los autores son decididamente

críticos de este enfoque. Subrayan

el contraste llamativo entre el excesi-

vo nivel de generalización que pro-

ponen ambas aportaciones y su es-

casa utilización de materiales históri-

cos concretos. Notan asimismo la

anomalía de caracterizar un proceso

como dependiente de una trayecto-

ria temporal de cinco siglos, como si

nada relevante —se preguntan los

autores— hubiese ocurrido desde

entonces. Ellos mismos enumeran

brevemente varios hitos históricos

de relevancia, en principio, indiscuti-

ble, incluyendo uno de naturaleza

política, la independencia, cuyo aná-

lisis desde otra perspectiva ha servi-

do a algunos historiadores, como

Fernández Armesto, para contraar-

gumentar el origen colonial de las in-

consistencias institucionales visibles

en la America Latina de hoy. Las di-

vergencias respecto a EE UU, que

se agigantan a lo largo del Siglo XIX,

pueden reconducirse a circunstan-

cias muy específicas, y muy diferen-

tes, en las que se gestaron y desa-

rrollaron las respectivas luchas por

la independencia en Norteamérica y

en América Latina13.

Merece la pena que el lector tenga

en cuenta otras dos referencias de

peso que apoyan, en un tema tan

debatido, el punto de vista de los au-

tores.

El trabajo de Acemoglu, Johnson y

Robinson lleva un título absolutamen-

te explicativo: The Colonial Origins of

Comparative Development, y de he-

cho, su tratamiento nos lleva a algo

muy próximo a una teoría del desa-

rrollo institucional viciado, o estimula-

do, por sus orígenes coloniales. Ro-

drik menciona, sin embargo, que uno

de los autores reconoció personal-

mente que el pasado colonial sólo ex-

plicaba una parte relativamente me-

nor de la variación estudiada. Esto

hace pensar que los autores citados

no han asumido plenamente el hecho

de que la lectura de su propia investi-

gación sugiere conclusiones más ra-

dicales que las que ellos mismos pa-

recen sostener. Rodrik no oculta su

visión crítica del trabajo de Acemo-

glu, Johnson y Robinson, y en parte

emplea argumentación paralela a la

de Alonso y Garcimartín14.

Un conocido historiador de Ame-

rica Latina, Coatsworth, ha investi-

gado a fondo los avatares del desa-

rrollo latinoamericano y disiente, en

un artículo general sobre la materia

(bibliografía de los autores), de la

posición mantenida por Engerman y

Sokoloff. Quizá baste aquí con re-

cordar la frase con la que abre sus

comentarios: the Engerman-Soko-

loff thesis, while plausible, is almost

certainly wrong...

No creo que quepa duda de que

las instituciones importan, y los au-

tores han hecho un excelente tra-

bajo colocándolas en el centro de

la visión del desarrollo, con suge-

rencias prácticas de interés y refe-

rencias históricas ilustrativas. No

han ocultado la magnitud del pro-

blema ni la necesidad de profundi-

zar en muchos de sus aspectos, y

este mismo énfasis se ha tratado

también de poner en párrafos ante-

riores. Como escribía páginas

atrás, el práctico del desarrollo tie-

ne ahora que identificar las caren-

cias institucionales concretas, los

datos de su problema —básica-

mente, los condicionantes del cua-

dro de economía política— y adap-

tar o ampliar los materiales estudia-

dos, aprovechando la excelente

bibliografía que acompaña a la

obra. El «diagnóstico institucional»

—por analogía con el growth diag-

nostics de Hausmann, Rodrik y Ve-

lasco— tiene que llevar un fuerte

componente local para que la

ownership del país no sea una fic-

ción. El objetivo de libros como el

que comentamos es el de propor-

cionar, no respuestas, sino los ins-

trumentos adecuados, como reco-

mienda Stiglitz15, para ayudar a

que se formulen sus propias pre-

LOS LIBROS

234 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

13 FERNÁNDEZ-ARMESTO, F. (2003): TheAmericas, A Modern Library.

14 RODRIK, D.; SUBRAMANIAN, A. yTREBBI, F. (2002): «Institutions Rule», CEPR,número 3643.

15 Comentarios a YUSUF, S. (2009):Development Economics through the Decades,The World Bank.

Page 19: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

guntas quienes, en el mundo en

desarrollo, asumen las responsabi-

lidades técnicas o políticas por el

futuro de sus países.

Pensando en que a esta edición

seguirán otras, convendría salvar

algunos errores de tipo menor. En

la página 46, por ejemplo, el nom-

bre de Olson está evidentemente

mal transcrito. La referencia de la

página 68 al capítulo séptimo de-

biera ser (me parece) al octavo. Es

un poco anómalo encontrar exacta-

mente el mismo párrafo, palabra

por palabra, repetido en las pági-

nas 204 y 233.

Luis Martí

LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 235ICE

NOTASCRÍTICAS

INFORME SOBRE ELDESARROLLO MUNDIAL2009. UNA NUEVAGEOGRAFÍA ECONÓMICA

Banco Internacionalde Reconstrucción yFomento/Banco MundialWashington, 2008

Las transformaciones en la eco-

nomía mundial, el desarrollo de las

relaciones internacionales, la acen-

tuación de las especificidades de

los sectores de actividad, de las re-

giones y los territorios locales, así

como los avances en el estudio de

los fenómenos de integración eco-

nómica o de las desigualdades en el

desarrollo económico son algunas

de las razones que han impulsado,

desde el punto de vista del análisis

económico, la consideración de las

razones geográficas que explican la

concentración espacial de la activi-

dad económica y los flujos comer-

ciales y financieros, emergiendo

nuevos conceptos y teorías que, sin

constituir un modelo interpretativo

propiamente dicho, han aportado

nuevos elementos de análisis de los

desequilibrios interterritoriales.

Es a partir de los años ochenta

cuando empieza a concederse una

mayor importancia a la localización,

como variable en los análisis econó-

micos, con el desarrollo de nuevas

teorías del comercio internacional,

que inciden en modelos de compe-

tencia imperfecta y explican las con-

secuencias de los rendimientos cre-

cientes y la diferenciación vertical y

horizontal de los productos, o los

modelos de desarrollo endógeno,

que pretenden articular sobre nue-

vas bases conceptuales los espa-

cios locales en la globalidad o, si se

prefiere, replantear la dinámica de

las unidades estructurales en el

conjunto de la estructura económica

mundial.

Este nuevo marco teórico es co-

nocido como la nueva geografía

económica que encuentra a su má-

ximo representante en Paul Krug-

man. Este nuevo enfoque plantea

que, además de otros factores natu-

rales o sociales, la relación que se

da entre la actividad económica y el

espacio determinan el crecimiento y

el bienestar de la población. Junto a

la localización, otras variables como

la distancia, los costes de transpor-

te, la dimensión espacial de cual-

quier actividad económica y los ren-

dimientos de escala crecientes pue-

den explicar los procesos de

acumulación de riqueza favorecien-

do las economías de aglomeración,

es decir, un conjunto de efectos ex-

ternos positivos que atraen hacia al

territorio. Estos efectos, denomina-

dos fuerzas centrípetas, derivados

de las economías de aglomeración,

Page 20: Las instituciones importan para el desarrollo: en torno al ... · hacia economía institucional aplica-da. Los autores razonan el papel ... de la pobreza, y los resultados prác-ticos

LOS LIBROS

236 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

se caracterizan, además, porque el

salario real suele alcanzar niveles

más elevados, donde el tamaño de

la economía es mayor, atrayendo

así a trabajadores de las regiones

circundantes, beneficiando a las

economías más desarrolladas, más

ricas, en detrimento de las más po-

bres. Junto a las fuerzas centrípetas

se generan fuerzas centrífugas, de-

seconomías externas, que provie-

nen de los costes de la tierra, del

transporte, de los efectos de la com-

petencia entre las empresas y la de-

manda de bienes industriales por el

sector agrícola. La mano de obra re-

sulta más barata en las regiones

más pequeñas, lo que puede ser un

elemento atractivo para las empre-

sas sometidas a una fuerte compe-

tencia en regiones con elevada den-

sidad empresarial. Estas desecono-

mías externas generan, por tanto,

un efecto expulsión. De esta forma,

la interacción de estos dos tipos de

fuerzas configura la estructura es-

pacial de una economía.

En relación con estas cuestiones,

y basándose en la experiencia de

dos siglos de desarrollo económico,

con resultados tales como dispari-

dades espaciales en cuanto al in-

greso y la producción, el Banco

Mundial dedica su trigésimo primer

Informe sobre el desarrollo mundial,

del año 2009, a Una nueva geogra-

fía económica (en la versión ingle-

sa, World Development Report

2009. Reshaping Economic Geo-

graphy) cuyo mensaje de fondo es

que el crecimiento económico será

desequilibrado geográficamente.

Además, la idea predominante en el

Informe es que «el lugar donde se

concentra la actividad económica

puede marcar la diferencia entre la

pobreza y la prosperidad tanto para

la población como para los países».

Es esta prosperidad la que contribu-

ye a los movimientos de personas y

de productos, y a la flexibilización

de fronteras, dando lugar a un creci-

miento acelerado y compartido que

requiere, a su vez, transformacio-

nes geográficas.

El informe, dividido en tres partes,

resulta novedoso por los conceptos

de geografía y economía que intro-

duce. La primera parte, «El desarro-

llo en tres dimensiones» se centra

en tres elementos cuantificables

que guardan semejanza con los

conceptos de geografía humana, fí-

sica y política, como son: la densi-

dad, como dimensión importante a

nivel local y subnacional; la distan-

cia, como dimensión nacional; y la

división, como dimensión interna-

cional. Con la descripción de nume-

rosos ejemplos de distintos lugares

del mundo, sobre todo de Japón,

América del Norte y Europa Occi-

dental, relativos a estos tres aspec-

tos se quiere poner de manifiesto

que los resultados de algunos paí-

ses, sobre todo en el último siglo, se

deben a las transformaciones que

han promovido en estos tres ámbi-

tos: mayores densidades, creci-

miento de las ciudades y mayores

niveles de ingreso, distancias me-

nores, debido a los movimientos

tanto de personas como de empre-

sas, y menores divisiones, redu-

ciendo fronteras económicas y

aprovechando las ventajas de esca-

la y la especialización.

La segunda parte, «Configura-

ción de la geografía económica»,

estudia los factores o fuerzas de

mercado que contribuyen a estas

transformaciones, como son las

economías de aglomeración, la mo-

vilidad de factores y la migración y

los costes de transportes y la espe-

cialización. Para ello, el Banco Mun-

dial realiza una serie de investiga-

ciones sobre políticas realizadas en

los últimos años, demostrando que

estas fuerzas de mercado están

cambiando el panorama económico

de los países que avanzan hacia el

desarrollo. Recordando la obra clá-

sica de Adam Smith, La riqueza de

las naciones, donde se trataban es-

tas cuestiones, el Informe señala

cómo la interrelación entre las eco-

nomías de escala, los movimientos

de mano de obra y de capital, así

como la caída de los costes del

transporte, contribuyen a un rápido

crecimiento económico tanto en ciu-

dades como en países grandes o

pequeños.

Las economías de aglomeración

son un elemento de atracción so-

bre las personas y las finanzas,

dando lugar, por tanto, a movimien-

tos migratorios y de capital. Estos

movimientos resultan especialmen-

te delicados en el caso del personal

cualificado, que se siente atraído

por los lugares donde se da una

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LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 237ICE

mayor especialización. El Informe

analiza, también, la posibilidad de

que se den deseconomías exter-

nas, tales como falta de seguridad

o de servicios básicos, concluyen-

do que, aún así, el efecto atracción

resulta más beneficioso que el

efecto rechazo, y orientando a que

las políticas gubernamentales no

impidan que haya movimientos de

personas sino que éstos movimien-

tos no se hagan por razones equi-

vocadas. Del mismo modo, consi-

dera que las migraciones calibran

el potencial económico y son un in-

dicador de avance, por lo que los

gobiernos han de facilitar la movili-

dad laboral.

En relación a los costes de trans-

porte y comunicaciones, se indica

que la caída de los mismos ha dado

lugar a una mayor concentración

geográfica y especialización, trans-

formando la ubicación y el carácter

del comercio, que no sólo se centra

en la obtención de productos bási-

cos, sino que se diversifica para ob-

tener productos no básicos o de ca-

pricho personal. El aumento del co-

mercio da lugar a menores costes

de transporte y, a su vez, a más co-

mercio.

Por último, la tercera parte, «Re-

planteamiento de los debates sobre

políticas» recoge, sobre la base de

las dos anteriores, la importancia de

la integración económica. Cómo han

de plantearse los enfoques relaciona-

dos con las políticas, tanto locales,

nacionales como internacionales,

para que se acerquen más a la reali-

dad del crecimiento y desarrollo y

conseguir un crecimiento económico

más equilibrado espacialmente que

reduzca las desigualdades. Estas po-

líticas han de centrarse, sobre todo,

en la promoción de una urbanización

incluyente, del desarrollo territorial,

así como de la integración de los paí-

ses pobres en los mercados mundia-

les. Todo ello sobre la idea de que los

enfoques de política, aunque son im-

portantes a nivel local, han de am-

pliarse hacia un marco de integración

espacial, abogando por la creación

de instituciones neutras que coope-

ren y unifiquen los lugares, que den

cobertura universal, que se refuercen

con inversiones públicas en infraes-

tructuras compartidas, integradoras,

con capacidad de conexión e incenti-

vos especiales que conecten unos lu-

gares con otros, ya que la interacción

entre los lugares más avanzados y

los atrasados es la clave para el de-

sarrollo económico.

En definitiva, la obra Informe sobre

el desarrollo mundial 2009. Una nue-

va geografía económica, en línea con

la calidad de los informes realizados

previamente por el Banco Mundial,

destaca no sólo por la relevancia de

las cuestiones que considera, po-

niendo de nuevo en el debate los ar-

gumentos de la nueva geografía eco-

nómica, sino por el detalle de los

ejemplos utilizados, de los encartes

sobre «geografía en movimiento»

para Europa Occidental, Asia Orien-

tal y África al sur del Sahara, así

como los gráficos, tablas explicativas

y la selección de indicadores de geo-

grafía, de urbanización, de desarrollo

territorial o de integración internacio-

nal, que enriquecen y favorecen la

comprensión del mismo.

Gemma Durán Romero yAna M.ª López García

Universidad Autónoma de Madrid

LOCAL MODELS FORSPATIAL ANALYSIS

Christopher D. LloydCRC Press, Taylor & FrancisGroupBoca Ratón, FL, 2007

La importancia del espacio como

un concepto esencial a tratar dentro

del campo de la economía regional

y urbana es, hoy en día, incuestio-

nable. El espacio forma parte de la

experiencia humana, pues todo lo

que acontece lo hace en un mo-

mento del tiempo y en algún lugar

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LOS LIBROS

238 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

del espacio. Sin embargo, en térmi-

nos generales, los efectos espacia-

les no son tenidos en cuenta con

suficiente rigor en el análisis econó-

mico, que sigue poniendo mayor

énfasis en los procesos temporales.

Poco a poco, disciplinas como la es-

tadística espacial, geoestadística y

econometría espacial van cobrando

mayor importancia en el mundo de

las ciencias sociales. El desarrollo

de la nueva geografía económica, y

el reconocimiento mundial que su-

pone la concesión del Premio Nobel

de Economía al profesor Paul Krug-

man, por sus trabajos en este cam-

po, ha sido muy importante para im-

pulsar todo el análisis espacial den-

tro de la economía y la empresa.

El libro que presentamos, Local

Models for Spatial Analysis, es un

exponente más del interés que el es-

pacio suscita en las ciencias socia-

les en general. Su autor, Christopher

D. Lloyd, es profesor de geografía en

la Queen’s University Belfast y ha

dedicado su investigación al análisis

urbano en el ámbito de las ciencias

sociales y medioambientales, utili-

zando bases de datos espaciales y

sistemas de información geográfica.

Con este libro, el profesor Lloyd rea-

liza una sistematización de las lla-

madas técnicas o modelos «locales»

de análisis espacial, en cuanto pro-

cedimientos que tienen en cuenta

las diferencias existentes en el inte-

rior de un país, una región o, incluso,

una ciudad.

En efecto, gracias a las nuevas

posibilidades que brinda la infor-

mática, se han puesto en nuestras

manos bases de datos georrefe-

renciadas cada vez más amplias, y

lo habitual, para los investigadores

especializados en este campo, es

analizar estos datos de manera

«global», es decir, para la totalidad

de la muestra disponible: por

ejemplo, buscando estructuras o

patrones de comportamiento ge-

nerales, relaciones causales entre

variables, etcétera. Sin embargo,

es frecuente encontrar, dentro de

una misma región y para el mismo

conjunto de variables, más de una

estructura o relación causal. Es lo

que se conoce como ausencia de

estacionariedad o inestabilidad es-

pacial, que invalidaría el estudio

«global» de los datos en favor de

un análisis «local» más reducido,

que tenga en cuenta estas diferen-

cias en las relaciones en distintas

subáreas del territorio. Por ejem-

plo, dentro del campo económico,

podríamos elaborar un modelo

causal global (o general) para sa-

ber si el centro de negocios de una

ciudad como París ejerce atrac-

ción y es determinante para la lo-

calización de las empresas en su

área metropolitana. Aunque la res-

puesta a esta pregunta es positiva,

es decir, la mayor densidad de em-

presas y actividades se encuentra

junto al distrito central de negocios

de París (Central Business Dis-

trict, CBD), se ha podido detectar,

con un análisis local, que existe

una subzona en la esquina sureste

del área metropolitana de París en

la que se produce una atípica aglo-

meración de negocios, que no pa-

rece seguir la pauta general.

En el centro de todos estos análi-

sis locales está el efecto de la de-

pendencia o autocorrelación espa-

cial. Es decir, el hecho de que aque-

llos objetos (personas, empresas,

regiones) que se encuentran más

cercanos en el espacio geográfico

tienden a ser más parecidos entre sí

que los objetos que se encuentran

más lejanos. Así es como Waldo R.

Tobler (1979) define la primera ley

de la geografía. Obviamente, cuan-

do los valores de una variable no

presentan ningún tipo de relación

con la proximidad geográfica, la in-

corporación del espacio al análisis

de los mismos no tiene sentido. Lo

que sucede es normalmente lo con-

trario: el espacio es importante en la

mayoría de los fenómenos socioe-

conómicos y, por ello, debe cuantifi-

carse.

Tanto la geoestadística como la

estadística y la econometría espa-

cial introducen este efecto de de-

pendencia espacial mediante fun-

ciones ponderadas de forma geo-

gráfica (es decir, teniendo en cuenta

la distancia entre las observacio-

nes). Así es como soluciona la

geoestadística el problema de la ob-

tención de datos ausentes, median-

te interpolación espacial. Por ejem-

plo, la estimación del precio de una

vivienda: si no se dispone de este

dato, pero sí de los valores de vi-

viendas cercanas, una solución

consistiría en predecir el valor au-

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LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 239ICE

sente como la media ponderada del

precio de las viviendas próximas,

disminuyendo el peso con la distan-

cia a la vivienda cuyo dato se desea

conocer.

Sin embargo, aunque se demues-

tre la existencia de dependencia es-

pacial en una variable, la influencia

del espacio geográfico puede ser di-

ferente en unos lugares y en otros.

Por eso, en este libro se presentan

todos los métodos que hacen posi-

ble el análisis de la variación de la

estructura de dependencia espacial

dentro de un área (país, región, ciu-

dad...). Este análisis se complica

mucho más cuando se consideran

distintas escalas geográficas. Por

ejemplo, la relación estadística en-

tre dos variables como la renta per

cápita y la tasa de paro puede ser

claramente negativa cuando se

aborda el análisis con datos geográ-

ficos agregados (países, regiones),

y convertirse en nula, o hasta positi-

va, cuando el estudio se lleva a

cabo con unidades geográficas más

desagregadas, como los munici-

pios.

En términos generales, el libro

Local Models for Spatial Analysis

considera el análisis local de datos

geográficos en una doble vertiente.

Por un lado, presenta los métodos

de inestabilidad espacial paramétri-

ca en modelos econométricos, es

decir, la variación que se produce

en el análisis multivariante según

las observaciones estén localizadas

en una subzona u otra. Y, por otro,

también considera el análisis de la

variación espacial que se produce

en una única variable; por ejemplo,

hasta qué punto las observaciones

se encuentran más o menos agru-

padas en unas zonas con respecto

al resto del espacio considerado.

El autor del libro realiza un es-

fuerzo importante para sistematizar

métodos procedentes de discipli-

nas diferentes (matemáticas, geo-

grafía, geoestadística, econome-

tría espacial) utilizando ejemplos

también diversos, con bases de da-

tos económico-demográficas, cli-

matológicas y sobre usos del suelo.

Hay que reconocer que se consi-

gue un resultado digno e interesan-

te, donde las técnicas se organizan

de forma clara y se combinan con

soltura modelos econométricos

causales con modelos estadísticos

predictivos, así como datos en reji-

lla (grid data), datos poligonales

(areal data) y datos puntuales

(point-patterns). Tal combinación

en una única obra no resulta fácil,

por cuanto implica unir los trabajos

de escuelas de investigación distin-

tas que muchas veces trabajan de

forma paralela, pese a compartir to-

das ellas su pasión por el análisis

espacial de datos. Pero el autor

sale airoso de la prueba, dejando

abiertas muchas puertas al análi-

sis, siendo algunas de ellas clara-

mente novedosas, y aunque éstas

no se exponen con detalle, sí se

hace de forma suficiente como

para encandilar al lector y proveer-

le de unas referencias básicas para

ampliar futuras investigaciones.

El libro está dividido en ocho ca-

pítulos. Tras la Introducción, en el

Capítulo 2, Local Modelling, se pre-

sentan varios enfoques que permi-

ten abordar el análisis espacial lo-

cal, como los modelos kernel de

ventanas móviles, modelos de pará-

metros cambiantes según la locali-

zación (locally-varying model para-

meters), eliminación de tendencias

espaciales, etcétera.

En los Capítulos 3 y 4 se exponen

los métodos que analizan el fenóme-

no de la variación espacial. En el Ca-

pítulo 3, Grid Data, este tema se

aborda para el caso específico (y me-

nos común en las ciencias sociales)

de variables de datos en rejilla. Por

su parte, el Capítulo 4, Spatial Rela-

tions, presenta el grupo de modelos

univariantes y multivariantes de análi-

sis espacial local, entre los que se en-

cuentra el método de expansión es-

pacial, las regresiones de ventanas

móviles (MWR), las regresiones geo-

gráficamente ponderadas (GWR) y

los modelos espaciales jerárquicos (o

modelos multinivel). El Capítulo 5,

Spatial Prediction 1: Deterministic

Methods, desarrolla el amplio abani-

co de métodos deterministas utiliza-

dos para la predicción espacial de va-

lores ausentes de una variable. Este

capítulo comienza presentando mé-

todos matemáticos de análisis local,

como los polígonos Thiessen, trian-

gularización, superficie tendencial,

método del inverso de la distancia

ponderada (IDW), vecinos naturales,

métodos adaptativos locales y spli-

nes. A continuación, se presentan

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LOS LIBROS

240 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

otros métodos deterministas de inter-

polación, utilizados tanto para la ob-

tención de datos procedentes de uni-

dades poligonales (areal interpola-

tion) como para la estimación de da-

tos puntuales a poligonales (point to

areal interpolation).

En el Capítulo 6, Spatial Prediction

2: Geostatistics, se desarrollan los

métodos de la geoestadística que,

desde un enfoque estocástico, hacen

posible el análisis de la estructura es-

pacial de una muestra de datos, así

como la solución de problemas de

predicción espacial. Tras una presen-

tación del concepto de estacionarie-

dad espacial, este capítulo presenta

los métodos exploratorios de depen-

dencia espacial (correlograma espa-

cial, variograma, variograma cruza-

do), el método de krigeado para la

interpolación espacial (simple, ordi-

nario y cokrigeado) y los enfoques lo-

cales del krigeado. El Capítulo 7,

Point Patterns, se dedica a ciertas

técnicas de análisis de datos puntua-

les (point patterns), como los méto-

dos basados en la distancia (vecino

más cercano, función K), métodos de

densidad y funciones K locales. Por

último, en el Capítulo 8, Summary:

Local Models for Spatial Analysis, se

realiza un resumen con los aspectos

principales a destacar de todo lo ex-

plicado en los capítulos anteriores.

Por tanto, dentro del mundo eco-

nómico, este libro está pensado para

investigadores y profesionales inte-

resados en la economía regional y

urbana, así como el geomarketing.

Si bien es cierto que son necesarias

ciertas nociones de estadística y

análisis espacial, para aprovechar al

máximo sus contenidos, también

debe señalarse que el autor utiliza

un lenguaje «amigable» cuando se

aproxima al análisis teórico, sin abu-

sar de fórmulas innecesarias, y pro-

porcionando, en todo momento,

ejemplos y referencias que permiten

clarificar y ampliar los conceptos

más complejos o novedosos.

Coro Chasco Yrigoyen yAna M.ª López García

Universidad Autónoma de Madrid

CAUSAS Y REMEDIOSDE LAS CRISISECONÓMICAS

José Luis FeitoFundación para el análisis y losestudios socialesMadrid, 2009

Vivimos momentos difíciles y,

como tales, nadie parece haber en-

contrado todavía la fórmula infalible

para salir de ellos. Pero la inteligen-

cia nos indica que, por lo menos,

podemos mirar hacia atrás y evitar

los errores del pasado. En lo que

parece haber cierto consenso es en

fijar esa mirada atrás en la crisis de

los años 1930.

El libro de José Luis Feito está

oportunamente reeditado (se editó

en 1999 por primera vez), comple-

mentado con un preámbulo que tra-

ta precisamente de justificar la opor-

tunidad de su reedición en este mo-

mento.

El debate económico Hayek-Key-

nes es, sin duda, inspirador en el

período que estamos viviendo. Y

como no hay casi nada nuevo bajo

el sol, efectivamente, en la actuali-

dad vuelve a haber partidarios tanto

del uno como del otro.

Paul Krugman, el último Premio

Nobel de Economía, habla de «the

Keynesian moment», porque, según

él, la clave de la recuperación está

en la inyección de fondos al sistema

por parte del sector público. Otros

autores, como Jesús Huerta de Soto

en España, heredero de la escuela

austriaca, abogan por las tesis de

Hayek, es decir, desconfiar del rol de

los bancos centrales en la econo-

mía, ya que, según él, en épocas de

recesión, éstos tienen tendencia a fi-

jar tipos de interés por debajo del

«tipo natural», y, por otro lado, apos-

tar por la liberalización de la econo-

mía a todos los niveles; además, fa-

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LOS LIBROS

ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848 241ICE

cilitar la devolución de los préstamos

contraídos a escala masiva por las

economías domésticas, retrocedién-

doles renta a través de la reducción

del gasto público y los impuestos

(esto último, no contrario en definiti-

va a las tesis de Keynes).

José Luis Feito, el autor, es eco-

nomista del Estado, antiguo repre-

sentante de España ante el FMI y la

OCDE, y trabaja con varias asocia-

ciones empresariales. Tiene, por

tanto, experiencia tanto desde el

punto de vista institucional como

empresarial, y en recientes inter-

venciones se ha decantado por una

síntesis personal de los dos mode-

los: sí a un mayor gasto público

para estimular la economía, pero

hasta cierto límite, que según él ya

se habría alcanzado en nuestro

país; a partir del cual sólo las refor-

mas estructurales de signo liberali-

zador podrían ser la clave de una

salida durable de la crisis.

Así, el libro, en esta edición de

2009, tiene dos partes bien diferen-

ciadas: la primera es un preámbulo

relativamente largo en el que justifica

la oportunidad de reeditar el intere-

sante debate Hayek-Keynes de los

años 1930, poniendo de relieve las

similitudes entre la crisis de los años

treinta y la actual; la segunda repro-

duce la edición de 1999, con la sínte-

sis del debate entre los dos econo-

mistas, en términos sobre todo de po-

lítica económica.

En el preámbulo Feito subraya

como similitudes entre las dos cri-

sis, entre otras, las siguientes:

� Profundo deterioro del valor de

los activos de los intermediarios fi-

nancieros y de aquellos en los que

se había sobreinvertido (inmuebles

y bienes de consumo duradero).

� Mala gestión, o deficiente, por

parte de los bancos centrales: aun-

que las autoridades monetarias han

aprendido del pasado, todavía han

cometido errores, como, según el

autor, permitir la quiebra de Lehman

Brothers o las subidas del tipo de in-

terés por el BCE en 2008.

� En los dos casos, una parte del

debate se centró, no sólo en el con-

tenido óptimo de las intervenciones

estatales, sino en la conveniencia

misma de dichas intervenciones.

Feito termina el preámbulo propo-

niendo una solución a la crisis ac-

tual basada en la síntesis del pen-

samiento de los dos economistas,

en su errores y en sus aciertos.

Keynes veía en el patrón oro y su

política monetaria restrictiva la cau-

sa de la gran depresión en Gran

Bretaña; mientras que, según Ha-

yek, la depresión en EE UU era pro-

ducto de una política monetaria de-

masiado expansiva, que conducía a

una deficiente asignación de recur-

sos y a una explosión de créditos no

viables.

Feito, haciendo una reflexión so-

bre la postura de ambos y con la

«ventaja» de la perspectiva históri-

ca, piensa que una crisis provocada

por los excesos de la política mone-

taria no se puede zanjar rápidamen-

te sólo con políticas monetarias y/o

fiscales expansivas, que a partir de

cierto momento empezarán a ser

contraproducentes, sino que, una

vez asegurada la solvencia del me-

canismo de pagos de la economía

(algo que seguramente no hemos

alcanzado todavía en la crisis ac-

tual), hay que flexibilizar los merca-

dos de bienes y de factores produc-

tivos.

Feito subraya dos grandes ideas

que, según él, aportó Hayek:

� Las distorsiones creadas por

excesiva liquidez no significan alte-

raciones proporcionales del nivel

de precios, lo que hace que esta úl-

tima variable por sí sola sea insufi-

ciente para informar a los bancos

centrales.

� Una crisis cuyo origen es el ex-

ceso de liquidez ha de solucionarse

pasando primero por la eliminación

de ese exceso, y luego por la rea-

signación de factores productivos

hacia sectores con cierta autonomía

frente al crédito fácil y abundante.

La segunda parte del libro la de-

dica al debate económico Hayek-

Keynes, tal y como se había publi-

cado en 1999, como hemos indica-

do antes.

Feito trata de explicar por qué Ha-

yek pasó de la admiración al olvido

muy rápidamente. El hecho de haber

pronosticado con acierto la Gran De-

presión americana le granjeó gran

popularidad; sin embargo, según el

autor, su incursión en la filosofía polí-

tica, con la publicación en 1944 de El

camino de la servidumbre, y la caída

del ideal alemán después de la gue-

rra, le arrinconaron por lo menos

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LOS LIBROS

242 ASPECTOS TERRITORIALES DEL DESARROLLO: PRESENTE Y FUTUROMayo-Junio 2009. N.º 848ICE

hasta 1974, año en el que se le con-

cedió el Premio Nobel de Economía.

A partir de ahí, Feito dedica unas

15 páginas a comentar la visión de

Hayek, y luego unas 22 a la visión

de Keynes.

Hayek parte de que una recesión

es siempre el resultado de una ex-

pansión monetaria excesiva, por lo

que, primero, como se había recor-

dado en el preámbulo, hay que re-

ducir ese exceso. Además, descon-

fía de la capacidad de los bancos

centrales para atajar una crisis por-

que desconocen, por ejemplo, el ni-

vel real de los tipos de interés de

equilibrio, al desconocer la voluntad

de ahorro de la economía, y debido

al hecho de que el sistema financie-

ro suele generar cíclicamente seña-

les que equivocan a los agentes

económicos en su interpretación del

estado real de la economía (pero

también, según él, porque una vez

que deciden aplicar una política mo-

netaria expansiva lo llevan acabo

de modo excesivo y antes de tiem-

po). Sin duda su mayor aportación,

como recuerda Feito, es la integra-

ción de la teoría monetaria con la

teoría del capital. Por primera vez

un economista dice que debido a

las imperfecciones del mercado mo-

netario se dan los ciclos económi-

cos, y que es la estructura del capi-

tal la que explica por qué la creación

de dinero distorsiona la economía.

Está además su concepción del

ahorro como motor de la inversión,

y por lo tanto del progreso social, y

la mayor duración del proceso de

ajuste entre éste y la inversión.

Para muchos, el hecho de que

Keynes «venciese» a Hayek en el

mundo académico y político, signifi-

có el triunfo del «capitalismo anglo-

sajón». Es posible que si hubiera

sido a la inversa no estaríamos hoy

en la crisis en la que estamos, pero

quizá estaríamos en otra de carac-

terísticas distintas. La sociedad de

consumo quizá no existiría a la es-

cala actual, pero una sociedad de

ahorro, como la japonesa, también

ha vivido crisis y las sigue viviendo,

aunque actualmente la globaliza-

ción hace que los contagios sean

más fáciles entre las economías

más integradas.

Hoy, desde luego, cuando se

pone en tela de juicio el sistema ca-

pitalista anglosajón o «de casino»,

como algunos lo han llamado, vuel-

ve a tener sentido plantearse alter-

nativas.

José Luis Feito reedita, por tanto,

su libro de 1999 en un momento

claramente oportuno, con un for-

mato sin pretensiones y fácil de

leer, a base de pequeños epígrafes

que van a lo esencial y que, para

los menos aplicados, o los más fal-

tos de tiempo, puede constituir la

única lectura del libro, sin por ello

perderse ideas esenciales. Aun-

que, como el libro es breve, y está

bien escrito, tampoco requiere mu-

cho más tiempo para su lectura in-

tegral.

Mónica Vázquez