Las dinámicas sociales y la construcción del currículo
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LAS DINÁMICAS SOCIALES Y LA CONSTRUCCIÓN DEL CURRÍCULO*
*Daniel Alejandro Contreras Castro, Normalista Superior de la ENS de Villavicencio, y estudiante de la licenciatura en lengua castellana y literatura en la Universidad Santo Tomás, Villavicencio. Correo electrónico: [email protected] o [email protected]
Desde los comienzos de la Escuela como institución siempre se ha cuestionado y problematizado
sobre cómo estructurar los procesos educativos; sus fines, su pertinencia con la realidad, sus procesos de
formación, y las teorías que permean la realidad externa e interna. Sin embargo, desde la
contemporaneidad se asume a esta circunstancia como abordada a pesar de los enormes debates que
existen -y que existirán- en torno al concepto que parece darle solución a este gran meollo de manera
práctica y epistemológica: El currículo.
Por esta razón, el presente escrito busca abordar -y tal vez dar una posible respuesta- al siguiente
cuestionamiento sobre el currículo, ¿Cuáles han sido los procesos sociales, políticos, culturales y
económicos que han determinado las concepciones y formas de pensar el currículo?
En este sentido, durante el imperio de la Escuela Tradicional desde la edad media -e incluso un
poco más atrás- se asumió que el fin era cambiar las conductas visibles de los niños de acuerdo a los
estándares morales de la época y el conocimiento se transmitía del maestro a los alumnos que eran
considerados seres vacíos. Y a pesar de lo que cualquiera de nuestros contemporáneos pueda pensar a
simple vista, este modelo clarifico la diferencia entre los planes de estudio y el currículo como tal.
(Zubiría, 2014).
Por otra parte, con la aparición de la pedagogía en el Siglo XVII con Comenius se empezó a
iniciar un “tránsito hacia la acción y reivindicación de lo natural en la enseñanza” (Zubiría, 2002, p: 72),
lo cual le implicó al maestro adentrarse en otro tipo de conocimientos; en donde debía comprender la
naturaleza de la mente del niño. Alejándose así, de la didáctica imperante la cual se centraba en el estudio
de la enseñanza desde la dimensión maestro-alumno (Díaz, 2003).
Por estas razones, la Escuela Nueva se abandero de esta pedagogía naciente y emergente en las
sociedades Europeas desde las cuales se planteó focalizar a la educación desde los estudiantes, pasaba el
niño a ser el centro y el maestro era un guía, un facilitador de experiencias, para esto, desde la parte
estructural de la Escuela, abordaron los centros de interés y, con la pedagogía de Dewey los trabajos por
proyectos y la articulación entre Escuela-Vida, permitiéndole al currículo adoptar la pertinencia y la
posibilidad de ser abierto a las condiciones sociales y culturales. (Zubiría, 2014)
De esta forma, a comienzos del siglo XX el campo del currículo fue abordado desde las
necesidades de las sociedades generadas por el contexto de la revolución industrial que venía
transformando las sociedades y economías europeas, por consiguiente, la educación fue problematizada y
re-pensada, estableciendo así la enseñanza -en este caso primaria- como una responsabilidad estatal, es
decir, que en este campo del currículo que comenzaba a ser el centro de debate de forma directa y a veces
indirecta en la Escuela que comenzaba a reestructurarse al cubrir la necesidad de atender las
problemáticas de la enseñanza centro del contexto escolar. (Díaz, 2003),
En este contexto de acuerdo a Ángel Díaz (2003) dentro de los ámbitos curriculares surgió con
dos tendencias que a fines del siglo XX mostraron sorprendentes desarrollos (…) una iniciada por Dewey,
centrada en la experiencia del escolar, y la desarrollada por Bobbit y luego Charter, caracterizada por la
definición formal de los contenidos a enseñar. (p. 6)
En efecto, al concluir la segunda guerra mundial la cual había dejado grandes desastres y cambios
en la geopolítica europea, y es ahí en donde se intenta consolidar y saldar las discusiones existentes en el
campo del currículo equiparándolo con los planes y programas de estudio según expone Ángel Díaz
(2013) citando a Beyer y Liston (2001, p: 44-49) sobre la propuesta de Tyler, añadiendo que estás
buscaban alejar las conexiones del currículo con el capitalismo y acercarse al bienestar humano desde la
democracia en la educación sin abandonar lo racional de los planteamientos. Es así, como estos
planteamientos perduraron durante dos décadas y se internacionalizó en los 70’s impactando tanto en
América Latina y los discursos pedagógicos europeos.
En este orden de ideas, aún no finalizaba los 70’s cuando en los comienzos de la pedagogía crítica
se comenzaba a retomar líneas del debate del currículo abandonas en el pasado en las cuales se establecía
la experiencia, la articulación de los aprendizajes no explícitos en los planes de estudios y que no son
intencionados; los cuales eran eficaces, estos conceptos fueron abordados desde el currículo oculto
expuesto por Jackson (1968) y Apple (1979) pretendiendo este último, dar un análisis crítico sobre los
sucesos en la educación a partir de un enfoque conceptual, empírico y político, realizando un dialogo con
las suposiciones de los educadores (Díaz, 2003).
Ahora bien, a finales del siglo XX se comenzó a concebir a “la educación como una práctica
política, social y cultural, a la vez que se plantea como objetivos centrales el cuestionamiento de las
formas de subordinación” (González, 2006, p: 2), lo cual le exigió al educador desde ese momento ser un
sujeto crítico con conocimientos políticos, sociales y culturales propios de su contexto. De esta forma, en
este contexto las corrientes constructivistas abrieron la discusión epistemológica sobre la construcción del
conocimiento y cuestionando la concentración excesiva en el niño como parte del proceso educativo.
Por consiguiente, se aborda a los sujetos pedagógicos como aquellos que aprenden a través de
procesos constructivos y dialógicos (interestructurable) (Not,1983); en donde el conocimiento no es visto
como un dogma sino como un constructo que realizan los seres humanos a partir de sus estructuras
cognitivas por medio de sus experiencias con el medio, la cultura, y con los otros.
Es así, como desde esta perspectiva emergente -y que aún permea nuestros días- aportaron la
contextualización del currículo a las realidades de cada sociedad, además, comenzó a tener en cuenta el
desarrollo cognitivo de los estudiantes, y preciso sus componentes de acuerdo a esto. (Zubiría, 2014). De
acuerdo a lo anterior, el campo curricular se fue tejiendo de manera multidisciplinar con la intención de
interpretar las realidades del aula dentro de la Escuela, buscando así “elucidar el valor conceptual del
campo o derivar conceptos del mismo a alguna de las vertientes del campo curricular.” (Díaz, 2013).
Hasta este punto, se ha podido dimensionar como las realidades sociales, políticas, culturales y
económicas pueden influir en la construcción del currículo, comprendiendo así sus tensiones ligadas
según Ángel Díaz (2013) “la de su racionalidad originaria (eficientista, conductual, gerencialista) y la
diversidad impuesta por lo singular, particular, “único e irrepetible” de un acto educativo que reclama ser
interpretado.” (p: 4)
Por último, reconozco que no “(…) podremos escapar a la incertidumbre y que jamás podremos
tener un saber total: la totalidad es la no verdad.” (Morín, 1990, p:101) menos sobre este gran dilema.
Sólo queda como educadores recuperar nuestro papel con el cual puedan reconocernos como “(…)
profesionales de un saber que les da identidad y desde el cual su voz puede ser escuchada a la hora de
pensar en la educación y la enseñanza…” (Tamayo, 2006). Y solo así podremos avanzar en este mar de
incertidumbres.
BIBLIOGRAFÍA
APPLE, M. (1976). Ideología y currículo. País: Estados Unidos.
DÍAZ BARRIGA, Á. (2003). Currículum. Tensiones conceptuales y prácticas. Revista Electrónica de
Investigación Educativa, 5 (2). Consultado el día de mes de año en:
http://redie.uabc.mx/vol5no2/contenido-diazbarriga.html
GONZÁLEZ, L. (2006). La Pedagogía Crítica de Henry A. Giroux. Revista Electrónica Sinéctica.
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=99815739014
JACKSON, P. W. (1976). La vida en las aulas. Madrid: Morata (Trabajo original publicado en 1968).
MORÍN, E. (1990). Introducción al Pensamiento Complejo. España. Gedisa Editorial.
NOT, L. (1983). Las pedagogías del conocimiento. México: Fondo de CUltura Económica. 1ra edición en
español.
TAMAYO, A. (2006). El movimiento pedagógico en Colombia. Revista HISTEDBR On-line, Campinas,
n.24, p. 102 –113, dez. Disponible en: http://www.histedbr.fe.unicamp.br/revista/edicoes/24/art09_24.pdf
ZUBIRÍA DE, J. (2002). Modelos pedagógicos. Editorial Magisterio.
ZUBIRÍA DE, J. Cómo diseñar un currículo por competencias.