Lagmanovich Poesía y Música en El Tango

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    PAPELS LA RANIT

    poesa y msicaen el tango argentino

    d a v i d l a gman ov i c h

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    1COLECCIN IMAGO MUNDI

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    PAPELS LA RANIT

    poesa y msicaen el tango argentino

    d a v i d l a gman ov i c h

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    2002, David Lagmanovich

    San Miguel de Tucumn, [email protected]

    Publicacin no venal

    Editor: Jaime Muoz VargasIberia Editorial

    Torren, Coahuila, [email protected]

    OTRAS

    OBRAS

    DEL

    AUTOR

    Rquiem y otros cuentosCircunstancias

    OcasionesVariaciones y contrastes

    Estructura del cuento hispanoamericanoMemoria del Imperio

    De cinco en cincoNo hay adisLas msicas

    54 poemasMicrorrelatosOficio crtico

    Cuaderno del expsitoNavegaciones y congresos

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    prlogo

    D ebo a Fernando Fabio Snchez laamistad, la lcida y generosa amistad del

    maestro David Lagmanovich (Crdoba, Arg.,1927). Antes de que Fernando me lo presen-

    tara por la va del correo electrnico y

    hasta ahora slo hemos conversado por ese

    medio, mis referencias sobre el doctor Lag-

    manovich eran modestas; de hecho, mi admi-

    racin impersonal por este narrador, poeta yensayista argentino se haba dado meses an-

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    tes, cuando compr en mi aldea Torren,Coahuila, Mxico el volumen Estructura del

    cuento hispanoamericanoque la Universidad

    Veracruzana le haba publicado hacia 1989.

    Ocurri, pues, una maravillosa casuali-

    dad. Yo haba encontrado aquel libro en mi

    desierto y poco tiempo despus, en septiem-bre de 2000, Fernando me escribi desde Boul-

    der, Colorado, para comentarme, entre otros

    asuntos, que uno de los cursos de su posgra-

    do en letras lo reciba de un argentino tre-

    mendamente informado y gentil, de un tal

    David Lagmanovich. Fue as como luego decruzar arrobas naci mi amistad postal, pero

    no por ello distante, con el estimado autor de

    este opsculo.

    Correos electrnicos han volado de To-

    rren a Tucumn, correos electrnicos han

    regresado, y a cada palabra crece mi certezade que este amigo escritor es de los enriquece-

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    dores, de los que uno puede presumir en to-das partes.

    Precisamente, el maestro Lagmanovich en-

    riqueci mi querencia del tango con el ensayo

    hospedado en estas pginas. Una vez le trat

    sobre mi argentinolatra, le dije que aparte de

    frecuentar a muchos de los escritores ms em-blemticos de la hermana Repblica pampera

    Borges, Cortzar, Sabato, entre otros, ama-

    ba al tango y a la milonga como si fueran las

    msicas de mi pago. l me respondi con este

    ensayo que merece, estoy seguro, el homenaje

    de la divulgacin. Todo sea, en fin, por co-nocer un poco ms del tango y, de paso,

    por presumir mi amistad podra decir

    mi discipulazgo con el entraable maes-

    tro argentino David Lagmanovich.

    JAIME MUOZ VARGAS

    Torren, 15, octubre y 2000

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    s bien sabido que uno de los fenme-

    nos musicales ms extendidos de los tiempos

    modernos es la difusin prcticamente uni-versal del tango.1 Esta forma musical y co-

    reogrfica, originaria del Ro de la Plata, se

    impone en Europa a partir de la segunda d-

    cada del siglo XX, luego de su xito en los salo-

    nes de baile de Pars y cuando an no haba

    sido totalmente aceptada por la sociedad cul-ta de Buenos Aires y Montevideo. A partir de

    poesa y msicaen el tango argentino

    E

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    Europa, y sobre todo de Pars, se difunde porel mundo, de Lisboa a Estambul, de Toronto a

    Tokio, de Ro de Janeiro a Berln.

    No est de ms, en consecuencia, hablar

    especficamente de tango argentino cuando

    se quiera tratar en forma precisa de este tipo

    de msica; porque no todo lo llamado tangoes tango argentino. Dar dos ejemplos. Uno:

    los tangos de principio de siglo hermosas

    pginas del compositor brasileo Ernesto

    Nazareth, como Oden, de 1910.2 Otro: un

    tango de reminiscencias zngaras europeas,

    aunque posiblemente compuesto en NuevaYork, como es Jalousie, de Jacob Gade.3 En

    esta composicin, que conoci gran xito in-

    ternacional y an suele escucharse de vez en

    cuando, predomina un falso exotismo que, sim-

    plemente, muestra ignorancia sobre las ver-

    daderas caractersticas del tango, no menosque sobre los rasgos culturales bsicos del pas.

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    Las referencias ocasionales a tangos (ytambin a tangos) originales de otros pases

    no implican que pongamos en duda la esencia

    nacional del tango: Buenos Aires y Montevi-

    deo, ciertos elementos hispnicos originarios,

    un toque de tradicin negra, y ms adelante

    la influencia italiana, parecen indudables.Sealo, simplemente, un fenmeno de difu-

    sin que hasta parece ser mayor en algunos

    pases ajenos a la cuenca del Plata. Los jve-

    nes argentinos de hoy, en principio, han sus-

    tituido el tango como baile por otras for-

    mas de danza que delatan una fuerte influen-cia extranjera no hispnica;4 en cambio, en el

    Brasil o en Cuba se escucha el tango con fer-

    vor y se lo mantiene vivo tanto en sus formas

    ms tradicionales como en variadas adapta-

    ciones a una realidad musical cambiante. En

    un perodo anterior, el ambiente del tangocre ciertas figuras mticas, como la de Carlos

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    Gardel. Ms recientemente, pas a ser el so-porte de formas alternativas de msica popu-

    lar, en el estilo de lo que ahora se llama fu-

    sin: tango y jazz, tango y rock, tango y bala-

    da romntica, tango y bolero, y otras formas

    con las que se est experimentando continua-

    mente.Gran parte de la reflexin existente has-

    ta ahora sobre el tango, en particular la que

    proponen figuras literarias (como Ral Sca-

    labrini Ortiz o Ernesto Sabato) se basa predo-

    minantemente en la estimacin de las letras,

    es decir, de los poemas escritos para ser can-tados con msica de tango. Pero ya sera opor-

    tuno que comencemos a referirnos al tango

    en una doble dimensin, es decir, como un

    fenmeno integrado a la vez por una partitu-

    ra musical y una letra para cantar. La poesa

    del tango y su msica, simultneamente con-sideradas, abren nuevas perspectivas en el

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    marco de la historia cultural argentina de lossiglos XIXyXX.

    1. LOSORGENES

    Si nos preguntamos dnde y cundo comien-

    za esta historia, tenemos que remontarnos alas ltimas dcadas del siglo XIX, y ubicarnos

    en los barrios suburbanos de la ciudad de

    Buenos Aires. La capital argentina se haba

    convertido en un lugar de concentracin de

    inmigrantes, especialmente italianos y espa-

    oles, pero tambin de otras partes del mun-do: ingleses e irlandeses, alemanes y polacos,

    judos de Europa Oriental, rabes de Siria y

    el Lbano En el seno de ese mosaico de ra-

    zas, unidas todas por el sueo comn de esca-

    par a los males de los pases de origen, y mez-

    cladas muy rpidamente con el elemento crio-llo de la ciudad (que en el siglo mencionado

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    haba conservado tambin un perceptiblecomponente africano, sobre todo en ciertos

    barrios) aparecen los primeros tangos, posi-

    blemente a finales de la dcada de 1880 y, con

    seguridad, en la de 1890.

    Estos tangos de la primera poca (que tra-

    dicionalmente se llaman de la Guardia Vie-ja) son composiciones creadas para bailar, o

    sea que no tienen letra; el tango cancin

    aparecer bastante ms adelante, alrededor

    de 1920. Al comienzo y aunque hoy nos pa-

    rezca raro quienes bailan el tango son pa-

    rejas de hombres, muchas veces al aire libre,en los barrios perifricos de la ciudad. (As

    queda registrado en un bien conocido poema

    de Evaristo Carriego, El alma del suburbio,

    que en parte dice: En la calle, la buena gente

    derrocha/ sus guarangos decires ms lisonje-

    ros,/ porque al comps de un tango, que esLa Morocha/ lucen giles cortes dos orille-

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    ros. El poema aparece en el nico libro queCarriego lleg a publicar, Misas herejes, de

    1908; el poeta muri en 1912). Los primeros

    tangos son piezas interpretadas por instru-

    mentistas individuales sera mucho llamar-

    los solistas o por grupos muy pequeos;

    todava no aparece entre ellos el piano, instru-mento dominante en los salones burgueses.

    Un grupo tpico de entonces constara de

    flauta, violn y arpa, o tal vez guitarra; aun-

    que los msicos de las bandas de polica o bom-

    beros (casi siempre italianos) comenzaron a

    ejecutar tangos claro est que en su tiempolibre en cualquier instrumento de viento

    que practicaran. Pero muy pronto se produce

    una incorporacin instrumental que tendra

    vastas consecuencias: aparece el bandonen,

    un instrumento de fuelle originado en el acor-

    den europeo pero mucho ms evolucionadoque ste, suerte de armonio porttil creado

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    en Alemania por un tal Heinrich Band en ladcada de 1840, pero adoptado por los msi-

    cos populares argentinos alrededor de medio

    siglo ms tarde.

    En algunas de las recuperaciones disco-

    grficas que se popularizaron a partir de la

    dcada de 1960 se pueden escuchar buenosejemplos de tangos de la Guardia Vieja. Por

    ejemplo, en un disco LPde hace algunos aos

    aparecen varios de esos temas que son mere-

    cedores de especial atencin: un trozo del tan-

    go Don Juan (el primer tango firmado que

    se conoce, de 1900), tocado por un tro de vio-ln, flauta y guitarra; una seccin de Unin

    Cvica, homenaje al gran partido poltico ar-

    gentino creado en 1890, y que seguramente

    data de principios de este siglo, en solo de

    bandonen; y otro tema antiguo, La cachipo-

    rra, interpretado por una banda popular. Lue-go viene una versin ms completa de un tan-

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    go antiguo, El esquinazo, por un cuartetoinspirado en las antiguas formaciones: ya con

    piano en un papel de apoyo rtmico, pero con

    la meloda confiada al bandonen, el violn y

    posiblemente la flauta.5

    He aqu los rasgos principales de estas

    obras de la Guardia Vieja: se trata de tangosinstrumentales; tienen ttulo pero no letra;

    muchas veces son composiciones de home-

    naje (a un hombre en el caso de Don Juan,

    a un partido poltico en el caso de Unin Cvi-

    ca); los conjuntos en que se ejecutan son bas-

    tante elementales, casi de msicos callejeros;y el tempo de la ejecucin es bastante ms

    acelerado que lo que ocurre en el tango de

    pocas posteriores, cuando de danza callejera

    se convierte en baile de saln.

    Hay algunas grandes ausencias en este

    panorama: falta la letra; falta la voz humana,y en consecuencia la figura del cantor de tan-

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    gos (Agustn Magaldi, Carlos Gardel) o la can-tante de tangos (Azucena Maizani, Libertad

    Lamarque), con su dimensin de espectculo

    pblico en el centro o en el exterior; falta el

    piano como instrumento solista capaz de can-

    tar la meloda; falta, en fin, pasar de la banda

    a la orquesta, aprovechando la experienciade la msica de saln, no menos que la de la

    instrumentacin clsica y tambin las expe-

    riencias paralelas del rag-time, el jazz y otras

    formas de la msica popular.

    Veamos primero el aspecto ms elemen-

    tal, que es el de la incorporacin de letras alos tangos; es decir, el agregado de una di-

    mensin poemtica, siquiera sea con las limi-

    taciones propias de la poesa popular.

    2. APARECELALETRA

    Hoy concebimos el tango como forma musi-

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    cal que se ejecuta, se escucha, se baila y secanta; pero ya hemos dicho que no siempre

    fue as. Por los aos de la Primera Guerra

    Mundial se comienza a componer tangos con

    letra, o bien a agregar letras de ocasin a al-

    gunos tangos de la Guardia Vieja: nace as la

    Guardia Nueva, que es la era del llamado tan-go cancin. Por aquellos mismos aos, en los

    locales populares comienzan a aparecer can-

    tores de tangos, generalmente acompaados

    por guitarristas. Los primeros nombres tras-

    cendentes son los de Agustn Magaldi, Jos

    Razzano y, sobre todo, Carlos Gardel. Paramuchos y me incluyo este ltimo es toda-

    va la voz mxima del tango. No importa cun-

    tos aos hayan transcurrido de una graba-

    cin gardeliana, ella puede escucharse hoy

    como una interpretacin reciente, por la ele-

    gancia de la enunciacin y el mximo cuidadopuesto por el cantor en la preservacin del

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    justo matiz estilstico. Tengo presente, porejemplo, una grabacin cuyo original data de

    1927: Meloda de arrabal.6

    3. LAEVOLUCININSTRUMENTAL

    La incorporacin de la palabra al mundo deltango es una verdadera revolucin; pero hay

    otra no menos significativa. Me refiero a la

    evolucin instrumental de este tipo de msi-

    ca popular, desde sus humildes orgenes arra-

    baleros hasta avanzadas formas musicales,

    como suele decirse, de saln. De la dcadade 1920 en adelante, pero sobre todo a partir

    de la de 1940, el tango argentino, sin dejar de

    ser una forma de baile la ms popular, por

    entonces, en todo el pas y en todas las clases

    sociales se convierte tambin en una for-

    ma que uno se sienta a escuchar. Se escuchaal menos una de dos cosas, y con frecuencia

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    las dos simultneamente: la recreacin musi-cal por una formacin orquestal nueva, y la

    voz que canta.

    Para percibir la trascendencia de estos

    cambios, convendra dar un salto en el tiem-

    po hasta alrededor de 1950, y concentrarnos

    ante todo en el primero de esos cambios: larecreacin de la concepcin orquestal. Pres-

    temos atencin a una partitura pertenecien-

    te a un gran renovador del tango: Los marea-

    dos, de Juan Carlos Cobin, en una versin

    exclusivamente instrumental a cargo de la

    orquesta de Hugo Baralis.7 Qu se nota aho-ra? Ante todo, que la partitura musical se ha

    convertido en una suerte de conversacin de

    tres amigos, o de tres grupos de amigos: los

    violines (varios), los bandoneones (otro tan-

    to) y el piano (casi con caractersticas de ins-

    trumento solista) entonan la meloda y la vanvariando, incursionando a veces en una ar-

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    monizacin ya no totalmente tradicional. Es-tas innovaciones se desarrollan sobre una po-

    derosa base rtmica, que hace posibles los pa-

    sos ms arriesgados de la danza aun cuando

    la orquesta, por su cuenta, ensaye noveles

    interpretaciones de la meloda.

    A partir de ahora, el tango es ya definiti-vamente un fenmeno a la vez literario y

    musical. La composicin del tango, que al prin-

    cipio era unidireccional de la msica pre-

    existente a la letra se torna bidireccional,

    inclusive con un predominio de aquellas com-

    posiciones que nacen como letras destinadasa ser musicalizadas.

    4. MSICAYLETRA: TENSIONES

    Ahora bien: la msica y la letra del tango fun-

    cionan en contrapunto, representan distin-tas pulsiones; y esto es una fuente de constan-

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    tes equvocos entre los aficionados que noexaminan el fenmeno completo. Suele de-

    cirse, por ejemplo, que el tango transmite una

    sensacin de tristeza, amargura, escepticis-

    mo, desesperanza; y se repite sin mayor an-

    lisis una frase atribuida al compositor y letris-

    ta Enrique Santos Discpolo: El tango es unpensamiento triste que se baila. Pero aun

    aceptando que esto fuera cierto y no lo es

    del todo se referira en todo caso a algunas

    letras de tango, no al tango en su totalidad; se

    tratara, en verdad, de versos tristes concebi-

    dos para ser puestos en msica, y esa msicaque de por s no transmite sensacin algu-

    na de tristeza a su vez, en un nuevo giro,

    estara destinada a ser bailada. En la msica

    del tango sin que sean excepcin aquellos

    cuyas letras hablan de sentimientos tristes

    se encuentra una poderosa andadura rtmi-ca, una fuerza constante que nos envuelve y

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    se adecua a la pulsacin de nuestra sangre,una voluntad formal que slo puede encon-

    trar expresin en lo completo y rotundo, en lo

    inapelable de una definitiva resolucin rtmi-

    ca y armnica.

    5. LAPOESADELTANGO

    Ahora bien: cul es, entonces, la poesa

    del tango? Cmo se puede caracterizar lo

    que aportan las letras de tango al coro de

    voces que constituyen la poesa argentina

    del siglo XX?Ante todo habra que mencionar que el

    tango tradicional tiene, por as decirlo, una

    ecologa particular. Nace y crece en las ori-

    llas, como forma artstica marginal, y en gran

    medida sigue vinculado con sus orgenes: el

    arrabal, o suburbio pobre de la ciudad, comoambiente geogrfico; el conventillo o casa de

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    vecindad, que en la msica popular argentinatiene una funcin similar al barraco en la

    brasilea, como escenario concreto de las re-

    laciones humanas glosadas en la letra; el caf,

    espacio de la sociabilidad ciudadana; el caba-

    ret o lugar de diversin nocturna, para quie-

    nes pueden acceder a l, como bsqueda deun imposible extraamiento. Arrabal, conven-

    tillo, caf, cabaret: la Gemtlichkeit burgue-

    sa est notoriamente ausente. Paralelamente,

    la casa paterna, a la que se hace referencia

    en tantas letras de tango, no es un espacio de

    permanencia fsica, sino inevitablemente ellugar de donde uno se va.

    Los cuatro mbitos mencionados son p-

    blicos, y sustituyen el hogar propio por hoga-

    res artificiales y ficticios. Con el tiempo estos

    escenarios se multiplican y amplan; pero en

    gran medida la letra de tango sigue vinculadacon este preciso locus de enunciacin. Estar

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    en el tango es estar en el mundo de la granciudad, es mirar desde fuera como en el

    famoso Cafetn de Buenos Aires de Enri-

    que Santos Discpolo: de chiquiln te miraba

    de afuera, dice el hablante potico algo a lo

    que no se pertenece y que sin embargo resul-

    ta vagamente protector, maternal.Funcionando en estos ambientes, que

    omiten lo extico pero esquivan ariscamente

    lo hogareo, la poesa del tango se propone

    una descripcin de la cotidianeidad. Es una

    vida cotidiana que transcurre en lugares p-

    blicos, como ya se ha dicho: un escenario im-personal para dramas intensamente perso-

    nales. Por ejemplo, entre los muchos tangos

    que tienen por mbito el caf, recordaremos

    uno que llega a una intensidad muy especial

    al presentarnos la visin de una tragedia tan

    cotidiana que puede parecer intrascendente:la ruptura de la relacin amorosa. Me refiero

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    a El ltimo caf, de Hctor Stamponi (msi-ca) y Ctulo Castillo (letra): me vi morir de

    pie, med tu vanidad, y entonces comprend

    mi soledad sin para qu: llova y te ofrec el

    ltimo caf.8

    Por otra parte como lo mostr ya hace

    aos Idea Vilario las letras de tango re-cogen diversas influencias literarias: en

    primer trmino figuran las del romanticis-

    mo y el modernismo, pero en algunas se

    pueden encontrar tambin ciertos elemen-

    tos vanguardistas.

    No podramos, dentro del breve espaciode este trabajo, presentar una seleccin re-

    presentativa de los muchos temas que abor-

    dan las letras de tango. Baste decir que la

    denostacin de la mujer, que tantas veces se

    ha mencionado como rasgo principal de las

    mismas, dista mucho de ser el motivo predo-minante. El ansia del encuentro o del reen-

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    cuentro con la mujer amada s est all, cual-quiera sea el lado de la relacin que se consi-

    dere responsable por el alejamiento. Ms fre-

    cuentemente, en forma casi permanente, apa-

    rece el sentimiento de aquello que los antiguos

    cifraron en la expresin tempus fugit,el desli-

    zarse irreversible del tiempo. Y en consecuen-cia la nostalgia, el recordar inacabable de un

    modesto paraso que fue nuestro y que perdi-

    mos para siempre. A veces, tambin la rebe-

    lin contra las imposturas y falsedades de la

    vida: el contraste entre las apariencias y la

    realidad, que puede darse tanto en el mbitoprivado como bajo la forma de cido comenta-

    rio social.

    6. CONCLUSIONES

    Todo eso y mucho ms ofrece el tango argen-tino, una forma cultural cuyas riquezas ape-

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    nas si hemos podido rozar en estas pginas.Como la modinha y el samba, como el corrido

    y el bolero, como la guarania paraguaya o la

    tonada chilena, el tango expresa la toma de

    posesin de un mundo, la tentativa de desci-

    frarlo y traducirlo. Tarea de desciframiento y

    traduccin que al principio es tosca y limita-da, pero que va abrindose como una flor a

    medida que el talento humano de la Argen-

    tina y de otras partes trabaja ese barro has-

    ta convertirlo en brillante porcelana.

    All quedan cifrados mensajes perdura-

    bles. Unos los hemos recibido en ciertosmomentos de nuestras vidas; para otros, la

    msica y la letra de los tangos ser como un

    cofre de riquezas a descubrir. En un caso y en

    el otro y nada novedoso digo al afirmarlo

    nos alcanzarn con la fuerza de su mensaje.

    Porque la msica y la literatura son formasde comunicacin, discursos sociales como el

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    lenguaje, pero alternativos o paralelos ocomplementarios con respecto a l, y como l

    dirigidos inevitablemente a los hombres y

    mujeres concretos que poblamos esta tierra

    con nuestras alegras, nuestros afanes y nues-

    tras ansias.

    La msica, la gran msica del mundo, sehace con todos los elementos, aun los ms

    modestos. La poesa, la gran poesa del mun-

    do, es un inagotable comentario sobre nues-

    tra vida, su fugacidad, la presencia del pasado

    en nuestro mundo cotidiano. Y adems el arte

    instituye siempre una recursividad, una miseen abme que es instancia de reflexin sobre

    s mismo.

    Quisiera referirme, desde la pgina im-

    presa que es tan plida imagen del esplendor

    de la msica y el canto, a un tango que, a mi

    modo de ver, recoge cada una de estas re-flexiones: A pan y agua, de Juan Carlos Co-

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    bin (msica) y Enrique Cadcamo (letra).9Comienza con el silbido y el tarareo, los instru-

    mentos musicales ms modestos y entraa-

    bles que el hombre tiene a su alcance. Plan-

    tea el ayer y el hoy con toda la carga de

    melanclica desolacin que tienen nuestras

    intuiciones sobre el tiempo. Y reflexiona so-bre la historia misma del tango, desde un pre-

    sente de declinacin en que el hablante se

    ubica, digamos alrededor de 1960, pero en

    relacin con un pasado que qued fijo en la

    memoria de los protagonistas: 1920, el comien-

    zo de la poca de oro de la cancin popularargentina. Dnde estarn mis queridos ami-

    gos de entonces?, se pregunta. Cuando evo-

    ca los tangos del ayer, los cita: produce en su

    interior un texto musical secundario, que es

    una cita textual de la msica de antao. Es

    pues un tango sobre el tango, que reflexionasobre su propia historia, hecha como dira

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    Borges de tiempo y agua, y sobre su rela-cin con el hombre de Buenos Aires.

    Hemos tratado del tango y nos hemos re-

    ferido a algunos ejemplos musicales, una pis-

    ta elemental para entrar en este mundo. Y

    sin embargo de cuntas cosas ms podra-

    mos hablar! No hemos mencionado siquieraLa cumparsita ni El choclo (piezas en las

    que culmina el gnero anterior al tango can-

    cin); ni nos hemos referido al papel del lun-

    fardo en las letras de tango (Edmundo Rivero

    tiene un disco ntegro con los textos de esta

    variante lingstica); ni hemos analizado elmito de Carlos Gardel, ni su origen, ni las

    circunstancias de su muerte (esto pertenece

    a otro captulo, que es el de las mitomanas

    colectivas); tampoco hemos glosado en nues-

    tro comentario las letras amargamente des-

    esperanzadas de Enrique Santos Discpolo,el autor de Yira, yira, Esta noche me em-

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    borracho, Fangal y otros tangos memora-bles, sobre todo como diagnsticos del alma

    colectiva, ni...

    En fin, el mundo del tango es casi inago-

    table. Adems, adaptando la frase clsica, se

    les podra decir a los agoreros que lamentan

    su muerte: los tangos que vos matis gozande buena salud. La salud de que goza el tan-

    go se manifiesta en su renovacin constante;

    en la fusin uso esta palabra deliberada-

    mente de lo viejo y lo nuevo; en el hecho de

    que no hay viejo y nuevo cuando el crite-

    rio predominante es el de la calidad.

    NOTAS

    1Al proponer este trabajo para el volumen de homena-

    je al querido amigo y colega Christian Wentzlaff-Egge-

    bert, tengo en cuenta su dedicacin de muchos aos a

    temas argentinos y los firmes lazos que ha sabido esta-blecer con personas e instituciones de ese pas.

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    Hay una grabacin del excelente pianista brasi-leo Arthur Moreira Lima: MCPro-Arte Digital PCD-

    144, lado 1, banda 1.3Una grabacin reciente: la de The Tango Project

    (William Schimmel, acorden; Michael Sahl, piano;

    Stan Kurtis, violn), en MCNonesuch D4-79030, lado

    2, banda 6.4

    Dicho esto sin perjuicio de fenmenos acotadosen el tiempo, o modas, como la de las academias de

    tango, que muestran su carcter ocasional en el hecho

    mismo de constituir imitaciones de lo que surge a la

    atencin pblica en Londres o Nueva York.5 Los siguientes son los datos discogrficos: a)

    Tres tangos de la Guardia Vieja (fragmentos): Don

    Juan (Ernesto Ponzio), Unin Cvica (D. Santa Cruz).La cachiporra (J.L. Roncallo); b) El esquinazo (An-

    gel Villoldo). Intrpretes: a) tro de violn, flauta y

    guitarra; solo de bandonen; banda popular; b) cuarte-

    to de Juan Cambareri. CDHistoria del tango, vol. 1:

    Guardia vieja, Diapasn, DP155298, bandas 1 y 2.6 He aqu los datos de la grabacin a que me

    refiero: Carlos Gardel, Alfredo Le Pera y Mario Batis-tella, Meloda de arrabal. Intrprete: Carlos Gar-

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    del, con acompaamiento de guitarras. CDCarlos Gar-del: 20 Grandes xitos, EMILIT7 976742 2, pista 7.

    7 Los datos son los siguientes: Juan Carlos Cobin,

    Los mareados. Intrprete: Orquesta de Hugo Bara-

    lis. CDHistoria del tango, vol. 3: Renovacin, Dia-

    pasn DP155300, banda 1.8Hctor L. Stamponi y Ctulo Castillo, El lti-

    mo caf, interpretado por el Sexteto Tango; canta,Jorge Maciel. LPSexteto Tango para el mundo, CBS

    19358, lado 2, banda 4.9Juan Carlos Cobin y Enrique Cadcamo, A pan

    y agua. Intrpretes: ngel DAgostino y su orquesta;

    voz, ngel Vargas. MCTodo DAgostino-Vargas de FM

    Tango para usted, vol. 1, TMS50617, lado 2, banda 10.

    BIBLIOGRAFAMNIMA

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    Buenos Aires: A. Pea Lillo, 1960. (Col. La Siringa, 12).

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    Historia Popular, 2).

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    Pellettieri, Osvaldo (comp.),Radiografa de Car-

    los Gardel. Buenos Aires: Editorial Abril, 1987.Romano, Eduardo. Las letras de tango en la cul-

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    Romano, Eduardo (coordinacin y prlogo). Las

    letras del tango. Antologa cronolgica 1900-1980. Ro-

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    1995. [La mejor obra de conjunto hasta ahora].

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    jor estudio sobre el tango como literatura].

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    Esta edicin no comercial dePoesa y msica en el tango argentino,

    obra de David Lagmanovich, se termin deeditar el 20 de noviembre de 2002 en el

    equipo de Iberia Editorial, Torren,Coahuila, @yahoo.com.mx

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