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i LA VICTIMIDAD Una aproximación desde el proceso de resarcimiento en la región Ixhil del noroccidente de Guatemala Walter Paniagua Solórzano Tesis doctoral dirigida por el Dr. Juan Muñoz Justicia Facultat de Psicología - Departament de Psicología Social Universitat Autònoma de Barcelona 2010

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LA VICTIMIDAD Una aproximación desde el proceso de

resarcimiento en la región Ixhil del noroccidente de Guatemala

Walter Paniagua Solórzano

Tesis doctoral dirigida por el Dr. Juan Muñoz Justicia Facultat de Psicología - Departament de Psicología Social

Universitat Autònoma de Barcelona 2010

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Diseño de portada: José Miguel Zamora Maldonado Dibujo: Cesar Rolando Pineda (Ciego el pueblo)

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LA VICTIMIDAD Una aproximación desde el proceso de

resarcimiento en la región Ixhil del noroccidente de Guatemala

Walter Paniagua Solórzano

Tesis doctoral dirigida por el Dr. Juan Manuel Muñoz Justicia

Departament de Psicologìa Social

Facultat de Psicología

Universitat Autònoma de Barcelona 2010

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A mi madre, Eugenia Solórzano

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Agradecimientos Son muchas las personas a quien debo agradecer, ya que sin ellos este trabajo no se hubiera podido realizar. Quiero empezar por Lupicinio Iñiguez, Félix Vázquez, Ana Garay, Carlos Silva, Miguel Sahagún, José Alvarado, Antonio Stecher. Mi admiración y respeto a cada uno de Uds. por las charlas en los pasillos, despachos y bares de la Universidad. Este agradecimiento es particularmente especial hacia Juan Muñoz Justicia, quien en todo momento me apoyó, debatió y discutió las propuestas realizadas para la construcción de este documento. Además, mi estancia en Barcelona no hubiese sido tan enriquecedora sin personas como Antonio Sánchez Taus, Mélida & Toni Valor, Marc Folch, Ange, Carola Parterrieu, Carol Gellosi, Jaime Barcia, Sergio De Miguel, Laura López, El Tincho, Marcos Moreno, Milena Gamero, Lucía Capani, Francisco Báez, Willy & Silvia Vera y Javier. A todos Uds. mil gracias. En la elaboración de la tesis debo reconocer los aportes, paciencia y confianza que tuvieron hacia mi persona Henrik Ronsbo, Susana Navarro y Judith Erazo. Gracias al apoyo de las instituciones a las que representan (RCT y ECAP) pude terminar este documento fuera de Barcelona. De igual forma agradezco al equipo del Ixhil conformado en ese entonces por Lidia, Adder, Bruce, Jacinta, Ana, Santos y Pedro. Finalmente, quiero agradecer a la Wendy y el Checho, quienes me han demostrado que el amor supera cualquier frontera.

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ÍNDICE Prólogo 1 Introducción 4 Capítulo 1. Antecedentes 10

1.1. Breve reseña del conflicto armado en Guatemala 12 1.1.1. Aspectos generales del conflicto en Guatemala 13

1.2. El contexto de la región Ixhil previo a la guerra: una historia de exclusiones, desigualdades e injusticias 21

1.2.1. El conflicto en la región Ixhil 30 1.2.2. La conformación de aldeas modelo o polos de desarrollo 33 1.2.3. Las Comunidades de Población en Resistencia (CPR) 36

1.3. El contexto actual de la región Ixhil: la ONGización 39 1.3.1. La tardía respuesta del Estado: el Programa Nacional

de Resarcimiento (PNR) 46 1.3.2. El costo humano de la tragedia es incalculable 52

Capítulo 2. Marco Referencial 54

2.1. Aportes desde la Psicología Social para la problematización de las víctimas como concepto 56

2.1.1. El surgimiento de la categoría víctima 57 2.1.2. ¿Identidad de víctima? ¿son el sufrimiento y la

debilidad las dos supuestas constantes de las víctimas? 64 2.1.3. Implicaciones del lenguaje en la construcción de identidades 68

2.2. La Memoria como práctica de reparación 71 2.3. La victimidad 75

2.3.1. Problemas derivados de la noción de victimidad 79 Capítulo 3. Aspectos metodológicos, epistemológicos y éticos de la investigación 83

3.1. ¿Por qué y para qué estudiar la victimidad en el contexto del resarcimiento en Guatemala? 85

3.2. Objetivos y preguntas de investigación 89 3.3. Orientación epistemológica y metodológica 90

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3.3.1. Los ejes temáticos de la victimidad 92 3.3.2. Unidades de observación y análisis 93 3.3.3. El método etnográfico 96

3.4. Aspectos éticos relacionados con la investigación 109 Capítulo 4. Sufrimiento y dinámica en las comunidades 113

4.1. Con ojos de Kaxlán: un acercamiento al Ixhil desde las anotaciones del cuaderno de campo

4.1.1. La negociación con la comunidad: diferentes intereses 121 4.2. Nueva Concepción Xolcuay: historia entre las trojas 129

4.2.1. De Xolcuay a Nueva Concepción Xolcuay 133 4.3. El complemento al estudio de Xolcuay 137

4.3.1. Nueva negociación: otra postura 143 4.4. Los Encuentros Amajchel: entre dos ideologías 147 4.5. La CPR de Santa Clara de la Sierra 149

4.5.1. Ejemplo de organización y resistencia 151 4.5.2. El hilo de la narración 156

Capítulo 5. Vivencia y construcción de la victimidad 158

5.1. La victimidad construida desde las prácticas cotidianas 161 5.1.1. La victimidad como experiencia residual en el cuerpo 165

5.1.1.1. Diferentes concepciones del cuerpo y del proceso de salud/enfermedad/atención 166

5.1.1.2. La caída del estómago/matriz: el caso de Ximena 171 5.1.1.3. El caso de María: La bola que camina 176 5.1.1.4. “Uno no puede andar en ningún lugar: el dolor de

pies y piernas de Juan 180 5.1.2. Lo enigmático de los padecimientos como residuos de guerra 184

5.2. Las versiones materiales del daño 187 5.2.1. La vida entre la pobreza y la incertidumbre 188 5.2.2. El susto como herramienta para la desesencialización y

despatologización de las categorías empleadas en las ciencias de la salud 193

5.2.3. Economía Política de la victimidad: la necesidad de supervivencia y acceso a formas de producción 196

5.2.4. La cara del autoritarismo en la política en Guatemala 198 5.2.5. “Como si fuera un padre”: exaltaciones para un caudillo 201 5.2.6. La migración y el arraigo a las posibilidades perdidas 205

Capítulo 6. Redes de apoyo para acceder al resarcimiento 210

viii

6.1. Prácticas en búsqueda de alivio 213 6.1.1. La Auto-atención 218

6.1.1.1. Remedios caseros 219 6.1.1.2. La tienda 221 6.1.1.3. Iglesias 224

6.1.2. El modelo médico alternativo subordinado: la medicina Indígena 227 6.1.2.1. Comadronas y terapeutas de las comunidades 230

6.1.3. Los saberes especializados de la biomedicina 231 6.1.3.1. Farmacias 231 6.1.3.2. Centros de atención del Ministerio de Salud 232

6.2. Las redes para acceder al resarcimiento 240 6.2.1. Los comités de víctimas comunitarios 251 6.2.2. El impacto del trabajo de las ONGs en la región 254

6.3. Lo que dice la gente del resarcimiento 257 6.3.1. Aspectos positivos del programa 258 6.3.2. Las problemáticas para acceder al resarcimiento 260

6.4. La articulación de las diferentes nociones de victimidad 266 Capítulo 7. Implicaciones de la victimidad para la reparación en contextos de exclusión y desigualdad 269

7.1. En los bordes de lo posible ¿porqué no es de interés la política de resarcimiento en Guatemala? 272

7.1.1. La búsqueda de justicia de las víctimas sobrevivientes ¿Qué vidas cuentan como vidas? 274

7.1.2. A mayor vulnerabilidad se incrementa la victimidad 281 7.2. Victimidad, reparación y su incidencia en la política 286

Reflexiones finales. La victimidad como proceso psicosocial 291 Bibliografía 304 Anexos 312

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ÍNDICE DE CUADROS

Cuadro No. 1 Comparación de dictaduras militares y conflictos armados en Latinoamérica 12 Cuadro No. 2 Total de la población en la región Ixhil 40 Cuadro No. 3 Edades de la población en la región 40 Cuadro No. 4 Población total por niveles de pobreza para el departamento del Quiché 41 Cuadro No. 5 Indicadores Desarrollo Humano en la región Ixhil 42 Cuadro No. 6 Indicadores de pobreza en la región Ixhil 43 Cuadro No. 7 Muestra empleada para el estudio 96 Cuadro No. 8 Ruta de alivio para la caída del estómago de Ximena 174 Cuadro No. 9 Ruta de alivio para la bola que camina 180 Cuadro No. 10 Ruta de alivio para los padecimientos de Juan 183 Cuadro No. 11 Articulación de la victimidad 266 Cuadro No. 12 Organizaciones involucrados en la red de alivio del Ixhil 316

ÍNDICE DE FOTOGRAFÍAS Foto No. 1 Calle cercana al pueblo 116 Foto No. 2 Familia Ixhil con su indumentaria indígena 121 Foto No. 3 Reunión en Nueva Concepción Xolcuay 126 Foto No. 4 Estufa mejorada e infraestructura de la cocina 132 Foto No. 5 Pick-Up que viaja a la finca “La Perla” 138 Foto No. 6 Paisaje desde los Encuentros Amajchel a Santa Clara 144 Foto No. 7 Comunidad de los Encuentros Amajchel 148 Foto No. 8 Sistema de recolección de agua 152 Foto No. 9 Temascal en Nebaj 221 Foto No. 10 Medicamentos en una tienda 223 Foto No. 11 Ceremonia Maya 229

ÍNDICE DE FIGURAS Figura No. 0 Mapa de exclusión del desarrollo social 1996 19 Figura No. 1 Mapa de la región Ixhil 20 Figura No. 2 Propuesta de análisis de la victimidad 159 Figura No. 3 Red general de alivio en la región Ixhil 217 Figura No. 4 Redes desplegadas para acceder al resarcimiento 247 Figura No. 5 Intervención psicosocial y sus posibles aportes para la política 270

1

PRÓLOGO

El trovador de la noche Ranferí Aguilar (Alux Nahual)

Cuando inicié los estudios de Doctorado en Psicología Social en el año 2003

estaba interesado en las relaciones interétnicas en Guatemala. Sin embargo al

escribir las conclusiones de mi tesina titulada: “De indígena a maya: efectos y

potencia de la transformación discursiva” a finales del año 2006, me encontré con

cierto desencanto hacia el tema. Esta desilusión estaba relacionada, en parte, a

que muchos de los argumentos sobre la mayanidad me resultaban

insatisfactorios y hasta cierto punto reificantes. Claro, sin desmerecer la

producción académica que se ha realizado durante la última década sobre el

tema.

En cualquier caso fue ese desencanto por las cuestiones étnicas lo que me

permitió tener un acercamiento y profundizar en las ideas sobre la victimidad,

pero tuve la gran suerte de contar con diversos recursos, tanto en términos

personales, académicos y monetarios; empezando por el programa Maya

Competence Building (MCB) creado entre el Instituto de Estudios Interétnicos

(IDEI) de la Universidad de San Carlos de Guatemala (USAC), y la Universitet i

Tromso (Noruega) quienes financiaron los créditos docentes entre 2003-2006. En

este período pude compartir con diferentes profesores y estudiantes del

doctorado, lo cual me permitió acceder a nuevas orientaciones teórico-

metodológicas.

2

A mi vuelta a Guatemala en 2006-2007, se me presentó la oportunidad de

ingresar al Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (ECAP) para

realizar una investigación conjunta con el Centro danés de Rehabilitación e

Investigación para Víctimas de Tortura (RCT). La investigación se denominaba

“Histories of Victimhood”1.

En términos generales durante estos años realicé una inmersión a la

práctica de la investigación a través del trabajo de campo desarrollado por

varios meses en la Región Ixhil del noroccidente de Guatemala. La relación que

se estableció entre ECAP y RCT permitió que las reflexiones y discusiones sobre

la victimidad se llevaran a cabo en distintos sitios, por ejemplo Sudáfrica y

Dinamarca, junto a otras personas que trabajan la temática. Esto sin duda,

enriqueció mi percepción sobre el fenómeno, y me facilitó experiencias de

otras/os doctorandas/os y diferentes especialistas para contrastar mi bagaje

teórico-metodológico. Entre ellos/as: Lotte Buch, Stine Jackobsen, Reason

Beramuto y Steffen Jensen.

Al finalizar el año 2007 volví a Barcelona a escribir y analizar los datos

que durante dos años recabé en la región Ixhil, pero ahora con el financiamiento

de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI). El proceso de

elaboración y análisis de datos ha sido largo, y no fue sino hasta el año pasado

2009, ya nuevamente en Guatemala, que pude terminar el análisis y la

redacción capitular.

Muchas personas se han tomado la molestia de darme sugerencias en la

construcción del documento, entre ellos Juan Muñoz Justicia, Wendy Mérida,

Susana Navarro, Mónica Pinzón, Joan Godoy, Ana Lucía Hernández, 1 Esta investigación recibió apoyo financiero por parte del Social Science Research Council y el RCT. El programa intenta entender cómo las categorías globales de la victimidad son negociadas, traducidas y comunicadas. Este programa se basa en diversas investigaciones etnográficas que se desarrollan en Colombia (Jakobsen), Palestina (Buch), Sudáfrica (Beramuto) y Guatemala (Paniagua).

3

Purificación Heras, Henrik Ronsbo, Bruce Osorio, Carlos Paredes, Nieves

Gómez, Franc Kernjak y Judith Erazo. He introducido numerosos cambios en

torno a sus objeciones y por ello les estoy muy agradecido.

Además, debo reconocer que este trabajo no se hubiera podido llevar a

cabo sin la inestimable colaboración de Ana Laynez y Santos A. Castro, quienes

formaron parte de mi equipo de investigación en diferentes momentos del

trabajo de campo. Gracias a ellos pude acceder a la cultura Ixhil, y me

clarificaron y explicaron cosas que desconocía durante la recolección de datos

en las distintas comunidades donde trabajamos.

4

INTRODUCCIÓN

Ahora que ya lo sabe, ande, corra a escribir su ensayo,

pero por favor, siga aquel consejo, no escriba más de lo que ha leído,

y por lo que más quiera, no pierda el estilo.

José Morales González (Teoría narrativa de la psicología social

en el modo de ser literario)

Es comúnmente aceptado dentro de las ciencias sociales que los/as

etnógrafos/as son los profesionales que pasan más tiempo dentro del campo al

realizar sus investigaciones. Deben “estar ahí” y volver con la información

sobre las prácticas de la gente que vive en las comunidades de análisis. Pero

sobre todo, los/as etnógrafos/as deben poner dicha información a disposición

de la comunidad académica y público en general de un modo comprensible

(Geertz, 1989; Hammersley & Atkinson, 1995).

Por supuesto ese “haber estado ahí” se diferencia de las experiencias

turísticas porque los/as profesionales que se dedican a realizar etnografías

saben con certeza en busca de qué van, o al menos tienen medianamente claro

qué quieren problematizar en sus investigaciones.

Para el caso que planteo de la construcción de la victimidad en la Región

Ixhil del noroccidente de Guatemala, no se trataba únicamente de ir a observar

y describir sitios que eran moral, cultural y físicamente diferentes a lo que

estaba acostumbrado a vivir. Tampoco se trataba de soportar ciertas dosis de

soledad mientras reflexionaba sobre infinidad de cosas. Menos aún se trataba

de tomar de forma relajada el sinnúmero de excrecencias e inexplicables fiebres

y diarreas que solía padecer en las comunidades.

5

Si bien la etnografía ha sido definida como la ciencia y el arte de describir

un grupo o cultura, mi idea de la etnografía iba un poco más allá de intentar

“plasmar” la vida de las comunidades en un texto prolijamente escrito. En

general es aceptado que la capacidad que tienen los/as etnógrafos/as de

convencer al público de la lógica que adquieren ciertas prácticas se da a través

de las descripciones que realizan (Geertz, 1989). No obstante, dentro de mi

ejercicio profesional se vieron involucrados una serie de factores que no me

permitían realizar una simple descripción de las comunidades, sino que me

llevaron a posicionarme como investigador y a proponer mi experiencia como

parte de la construcción de conocimiento situado (Haraway, 1995; Montenegro

& Pujol, 2003) en donde mi configuración como sujeto se articularía con otros

sujetos, entre ellos miembros de las organizaciones para las cuales trabajo,

desde donde construiría acuerdos y fijaciones momentáneas, contingentes a mi

estancia en las comunidades.

El relato no sólo daría cuenta de las prácticas de las comunidades, sino

que sería una fuente intertextual (Bajtin, 1934) de los discursos de la gente, de

las instituciones y de mi ideología2. Por ello tomar la triada fenómeno-campo-

etnógrafo (Gupta & Ferguson, 1997) sería uno de mis principales retos al

construir el tejido argumental de la investigación (Velasco & Diaz, 1997).

Me vi en escenarios en donde tenía que negociar con las comunidades

para que se hiciera un estudio sobre ellos, remover recuerdos del conflicto

armado interno, trabajar en organizaciones que poseían ideologías distintas, así

como cuestionar mi propio discurso sobre la Psicología Social y lo que hacía

dentro del campo. Estos acontecimientos me permitieron caer en la cuenta que

mi trabajo como investigador es un asunto muy delicado en términos éticos,

políticos e incluso epistemológicos.

2 Ribero (2003) menciona que Bajtín hace la apuesta del lenguaje no como un sistema de normas, sino siempre “saturado ideológicamente” y en constante relación con los procesos de centralización político-social.

6

Trabajaba con víctimas sobrevivientes del conflicto armado guatemalteco

y la construcción de algo que podía, y puede, ser usado sin ninguna prudencia:

la victimidad. Este término es una interpretación de “victimhood” (Bayley, 1991;

Pupavac, 2004; MacDonald & Bernardo, 2006; Wessely, 2005; Osch, 2006; Das,

2007; Bag, 2009) la cual puede ser traducida literalmente como la condición de

“ser” víctima.

Al hablar de “ser” víctima, se puede interpretar que esta condición se

arraiga en aspectos sustanciales o inamovibles. Mi idea no es esa. El neologismo

que propongo se aleja de las definiciones que asumen a las víctimas

sobrevivientes como estáticas, débiles, o que refieren a posiciones categóricas.

De hecho, al plantear la victimidad como una condición, apelo al estado o

situación (presente o futura) en que se hallan un grupo de personas que se

consideren o perciban como víctimas en la Región Ixhil, pero sin entender el

contexto de su vida como definitiva o sin posibilidades de diferentes formas de

agencia (Larrauri, 1991; Neuburger & Rescia, 2007; Beristain, 2008a; Truñó i

Salvadó, 2008).

Para evidenciar la construcción de la victimidad realicé una etnografía en

tres comunidades de la Región Ixhil, en donde durante 40 semanas observé,

pregunté y pude compartir con las personas su experiencia durante el conflicto

armado, así como sus expectativas a futuro. Sin embargo, el considerarse

víctima es un tema complicado para la gente, porque refiere mucho más a un

dispositivo persuasivo para solicitar ayuda, que a un epíteto descriptivo o

identificatorio (Bayley, 1991).

Por ello me centré en las prácticas en búsqueda de alivio, ya que a través

de estas experiencias pude definir la producción de victimidad como residuo de

guerra representado a través de las enfermedades que padecen las personas

actualmente. Otro aspecto que señalaban las personas como parte de la

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condición de víctima en esta zona era la pobreza en la que sobreviven, en

especial cuando recordaban la muerte de sus hijos, ya que, por ejemplo, muchas

de las ancianas sobrevivientes asumían que su vida tendría otro matiz con las

potencialidades que hubieran podido desarrollar sus hijos varones (migración a

Estados Unidos, educación, acceso a tierras, oportunidades laborales, etc.).

Si bien la victimidad se presenta en la cotidianeidad de estas

comunidades, se potenciaba cuando la gente hablaba sobre los programas

Estatales de asistencia, especialmente el Programa Nacional de Resarcimiento

(PNR) que se lleva a cabo en Guatemala desde 2003. Por ello decidí

complementar los datos que arrojó la etnografía haciendo entrevistas en otras

comunidades de la región y con trabajadores del PNR para dar cuenta que la

victimidad también forma parte de las estrategias que emplean las personas

para acceder a recursos, materiales e inmateriales, relacionados con una de las

formas de reparación aceptadas a nivel internacional: el resarcimiento.

Así pues, este documento presenta la construcción de la victimidad en la

Región Ixhil y cómo las víctimas sobrevivientes del conflicto armado

guatemalteco emplean estrategias discursivas, sociales y materiales para

acceder al resarcimiento en Guatemala. Para ello he estructurado el texto de la

siguiente manera:

El primer capítulo hace referencia al contexto histórico del conflicto

armado guatemalteco, pero mayormente en la zona Ixhil. También presento

algunos datos sobre la actualidad de esta región y como se ha institucionalizado

el sufrimiento a través de la ONGización (reproducción de organizaciones no

gubernamentales en esta localidad). Además, contextualizo al/la lector/a sobre

el funcionamiento y problemática del PNR (PDH, 2006; PNR, 2007b; ODHAG,

2009).

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En el segundo capítulo presento el Marco Referencial de la investigación.

En este sentido, se problematiza el concepto victimidad en relación a los aportes

que han surgido desde la Psicología Social, especialmente lo relacionado a

victimización (Retamal, 2002; Soria, 2002; Albertín, 2006), posiciones de víctima

e identidades (Piper, 2005b).

El tercer apartado describe los aspectos metodológicos, epistemológicos

y éticos del trabajo. Aquí hago referencia al método etnográfico (Hammersley &

Atkinson, 1995; Velasco & Diaz, 1997; Hine, 2000; Clifford, 2003; McLean &

Leibing, 2007) y de forma sucinta del construccionismo (Berger & Lukman,

1968; Gergen, 1999; Ibáñez, 1994). El aporte más sustancial de este capítulo es

mi diálogo con los aspectos éticos en donde formulo que la victimidad también

forma parte de mis ansiedades e identificación con las comunidades.

La descripción de mi llegada a la región Ixhil es descrita en el capítulo

cuarto. El hilo argumental de este apartado debe ser enfocado como un viaje en

donde se evidencian las condiciones de precariedad en los que vive la

población, y los efectos que ha tenido el conflicto armado en la construcción de

narraciones sobre la condición de víctima en la zona. Aunque pueda ser un

capítulo anecdótico, describe el momento en que esbocé la problematización de

la victimidad.

Dentro del quinto capítulo expongo la construcción de la victimidad con

el análisis de casos en donde los pobladores relacionan la guerra como génesis

de sus padecimientos somáticos actuales. Además, también enfatizo en cómo la

pobreza es un elemento que propicia la perpetuación y reproducción de la

victimidad en la Región Ixhil. Tanto para el caso de la pobreza como para la

significación de las enfermedades, realizo una reflexión teórica para entenderla

en el contexto de las comunidades ixhiles.

9

El sexto capítulo contiene las redes que se despliegan en la búsqueda de

alivio en la región, pero enfatizo en las que se emplean para buscar el PNR. Así

pues, el/la lector/a podrá encontrar en este apartado datos relacionados al

impacto que ha tenido este programa estatal en la modificación del tejido social,

(re)victimización, y en algunos casos, donde ha sido valorado de forma positiva

en la vida de las víctimas sobrevivientes.

Finalmente, el capítulo séptimo contiene una reflexión sobre porqué la

política de resarcimiento no es de interés en Guatemala. Siguiendo el

cuestionamiento de Butler (2004b), apelo a que la valoración sobre qué vidas

merecen la pena ser vividas por parte de los Estados, hace que estas existencias

sean protegidas u olvidadas por los gobiernos y que, precisamente, abren o

cierran espacios para la creación de políticas públicas en beneficio de ciertos

sectores de población. El análisis que realizó está focalizado desde las

desigualdades y exclusión a las que se ha visto sometida gran parte de la

población indígena en el país. Esto da cuenta de cómo se articula la victimidad

con experiencias que no necesariamente se relacionan con el conflicto armado, y

que precisamente, posibilita su perpetuación en la sociedad Ixhil.

De esta forma, y aunque esta categoría no tenga el suficiente carácter

dilucidador para conseguir impactar de manera significativa en una sociedad

posconflicto, pienso que al hablar del proceso de victimidad que circula en las

localidades ixhiles puede servir para reflexionar sobre la actualización del

sufrimiento de las víctimas sobrevivientes en contextos de desigualdad, y

donde el Estado guatemalteco posee respuestas débiles e insuficientes en torno

a la intervención de este fenómeno.

10

CAPÍTULO 1 Antecedentes

Ud. ha visto muy bien que la desgracia es, digamos,

más tangible, quizá porque de ella nace el desdoblamiento en objeto y sujeto. Por eso se fija tanto en el recuerdo,

por eso se pueden contar tan bien las catástrofes

Julio Cortázar (Rayuela)

El proceso de la victimidad debe ser entendido dentro del marco histórico

específico de las comunidades en donde se produce, ya que son esas

experiencias las que pueden llegar a determinar espacios de sentido para las

personas y su situación actual.

Para el caso que propongo de la Región Ixhil, algunos autores “mayas”3

como Máximo Ba Tiul (2007) y Rosalina Tuyuc (PNR, 2007b) afirman que los

pueblos indígenas guatemaltecos han sufrido tres “holocaustos” los cuales han

tenido como finalidad exterminarlos: la conquista en 1524, la Reforma Liberal

de 1871 y el conflicto armado interno (1960-1996). Estos sucesos pueden ser

formulados como parte de las explicaciones del porqué en ciertos casos el

anquilosamiento de la condición de víctima se prolonga de generación en

generación y es apropiada de diferentes formas por las personas.

Por ello, previo al análisis de la construcción de la victimidad en la

Región Ixhil, es necesario que describa los hechos que producen este fenómeno

y la historia específica de la localidad. Para comenzar diré que me interesaba

3 A mediados de la década de los 90 del siglo XX se empezó a utilizar la categoría “maya” en Guatemala como una identidad diferenciada a la de indígena. Si bien históricamente el término maya no había sido utilizado como referente de identidad étnica o política (Shakct, 2002) han sido importantes las acciones que se llevan a cabo desde este colectivo por re-significar los referentes indígenas. (Valdéz, 2002; Adams & Bastos, 2002; Paniagua, 2007). No obstante en el texto intentaré no utilizar este término.

11

realizar la investigación en la Región Ixhil por la lógica que se desarrolló en

torno a la “institucionalización del sufrimiento” que se dio luego del conflicto

armado, y por su historia en general.

Con respecto a este término de institucionalización del sufrimiento, hago

referencia a que la ausencia de atenciones a las comunidades afectadas durante

la guerra y la desidia del Estado guatemalteco ante las secuelas físicas,

económicas y psicosociales que esto produjo, permitió que algunas

organizaciones e instituciones asumieran la asistencia humanitaria desde su

propia visión y experiencia.

Los abordajes de las distintas organizaciones e instituciones hicieron

única a esta zona dentro de las poblaciones afectadas por la guerra4. Si bien es

cierto que muchas de las comunidades indígenas de Guatemala sufrieron los

embates del ejército durante la década de los ochenta, no tuvieron el apoyo

monetario ni la ONGización que tuvo la Región Ixhil. Posiblemente el único

lugar parecido es Rabinal en Baja Verapaz.

De esta forma el lugar en donde realicé la investigación, la metodología

de trabajo y el proceso a estudiar, no sólo formaba parte de mis intereses sino

que seguían, de alguna manera, la lógica en torno a esta institucionalización.

4 Existen distintos debates sobre llamarle guerra al conflicto armado guatemalteco. En este texto el uso de las palabras es indiscriminado ya que apelo a la definición que hace la Real Academia española sobre el término guerra: “lucha armada entre dos bandos de una misma nación”.

12

1.1. Breve reseña del conflicto armado en Guatemala.

Las dictaduras militares latinoamericanas fueron sucesos que no pasaron

desapercibidos por la comunidad internacional, sin embargo para el caso de

Guatemala muy pocas personas a nivel global llegaron a conocer los alcances de

un conflicto armado interno que se extendió aproximadamente treinta y seis

años (1960-1996). La información que se tiene de este hecho actualmente, por lo

menos fuera del país, es casi nula comparada con casos como el de Argentina o

el de Chile (IIDH, 2006). Incluso, casos cercanos como las guerras de Nicaragua

o el Salvador son más conocidos. El siguiente cuadro muestra las diferencias en

torno a la guerra que se dio en Guatemala y conflictos en algunos países de

América Latina.

Cuadro No. 1

Comparación de dictaduras militares y conflictos armados en América Latina

Argentina Chile El Salvador Guatemala

Perú

Personas muertas o

desaparecidas

12,000 a 30,000 3,200 50,000 200,000 65,000

Responsabilidad Estatal Estatal Estado 90% FMNL 5%

Estado 95% URNG 3%

Estado 38% Sendero 53%

Contexto violencia

8 años de dictadura

17 años de dictadura

10 años de guerra

36 años de guerra

10 años de guerra

Grupos paramilitares

No No Defensa Civil

PAC Rondas Campesinas

Violencia mayoritaria

Urbana Urbana Rural-Urbana

Rural Rural

Violencia de grupos étnicos

--- 5% víctimas mapuches

--- 83% víctimas indígenas

75% víctimas Quechuas

Tipo de transición

Ruptura inicial

Negociación pública

Acuerdos de Paz

Acuerdos de Paz

Ruptura inicial, no acuerdos de paz

Fuente: Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2006.

Por supuesto no estoy emitiendo un juicio de valor en tanto que sea una

tragedia mayor o menor. Cualquier conflicto bélico es sin duda un suceso

nefasto para la humanidad completa. En este documento simplemente apelo a

13

que las sombrías condiciones en las que se vivió el conflicto armado de

Guatemala, permite que se pueda hablar de genocidio por la intencionalidad de

acabar con un grupo específico, que para este caso fueron las distintas

poblaciones indígenas del interior de la República.

De cualquier forma, no fue sino hasta que apareció el Informe

Recuperación de la Memoria Histórica de la Oficina de Derechos Humanos del

Arzobispado (REMHI) en 1998, y el Informe de Comisión para el

Esclarecimiento Histórico (CEH) en 1999, que se documentó con testimonios

este suceso y empezó a ser dimensionado por la población guatemalteca, con

apoyo de la Comunidad Internacional5.

Ambos informes recogen el origen y desarrollo del conflicto armado

interno guatemalteco en donde se establece que el inicio de la guerra en

Guatemala se dio a partir del derrocamiento de los llamados “Gobiernos

Revolucionarios” (1944-1952). Dentro de los informes aparece en detalle los

sucesos que propiciaron el conflicto armado interno, sin embargo me veo en la

necesidad de contextualizar someramente los sucesos para los/as lectores/as

no guatemaltecos/as.

1.1.1. Aspectos generales del conflicto armado en Guatemala.

La revolución del 20 de octubre de 1944 en Guatemala es el intento de un

cambio político y económico a través de los llamados Gobiernos

Revolucionarios (1944-1954), que empezaron con Juan José Arévalo (1944-1952),

y continuaron con Jacobo Árbenz (1952-1954). Estos gobiernos beneficiaron a los

colectivos indígenas por la política estatal emergente. Los programas

económicos de estos períodos, favorecieron la pequeña industria y permitieron

5 Previo a estos informes existieron publicaciones como Masacres de la Selva escrito por Ricardo Falla o Los fusiles de octubre de Mario Palleras en donde se explicita las vicisitudes que vivió la población durante el conflicto armado en la década de los 80, sin embargo no tuvieron el alcance en términos mediáticos y científico de los informes mencionados.

14

la creación del pequeño propietario agrícola. Esta preocupación fue mayor en el

gobierno de Árbenz en donde la redistribución del agro tuvo mayor impacto.

La desigualdad con que ha sido distribuida la tierra en el país fue uno de

los problemas que propiciaron que las nuevas políticas de Estado tomaran en

cuenta las necesidades de los campesinos por medio de la Reforma Agraria

iniciada con el Decreto 900 o Ley de Reforma Agraria. En este proceso se vieron

afectados intereses de compañías norteamericanas como la IRCA (International

Rails of Central America) y la UFCO (United Fruit Company) y, al mismo

tiempo, se perturbaron las relaciones de poder que poseían los grandes

latifundistas de Guatemala. Este decreto dictaminaba la expropiación de fincas

no cultivadas y su entrega a los campesinos a través de los comités agrarios

locales (REMHI, 1998). Durante los dieciocho meses de vigencia de este decreto

fueron beneficiadas 100,000 familias campesinas, que en un porcentaje alto eran

indígenas.

Estas acciones propiciaron una intervención económica e ideológica por

atentar contra los intereses norteamericanos, lo que aceleró una “contra-

revolución” en el territorio guatemalteco apoyada por la CIA desde donde se

apoyó el golpe de Estado a Jacobo Árbenz el 27 de junio de 1954. Esto supuso la

toma del poder de cuatro juntas militares durante este mismo año, las cuales

reconocerían unos meses después a Carlos Castillo Armas como presidente

(1954-1957).

A partir del golpe, algunos militares descontentos por las nuevas

políticas estatales ejecutadas por el nuevo gobierno, reaccionaron en contra de

las estrategias puestas en práctica; lo que dio lugar a partir de 1960 a algunas

disidencias en las filas del ejército para formar grupos de resistencia (guerrilla)

a estas políticas. Fueron varios los intentos de formalizar la guerrilla

guatemalteca a través de grupos como el Frente Rebelde Alejandro de León Aragón

del 13 de noviembre en la sierra de las minas, Zacapa (MR-13) formados en gran

15

parte por ex militares, las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), integradas por

estudiantes, y finalmente la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca

(URNG)6.

En la década de los sesenta y de los setenta se dieron enfrentamientos

entre el ejército y la incipiente guerrilla. Estas confrontaciones no afectaron a la

mayoría de la población, pero a finales de la década del setenta la situación

cambió radicalmente. Los enfrentamientos no se daban de manera directa, ya

que las ofensivas se libraban en las montañas donde habitaban comunidades

indígenas (guerra de guerrillas). Los gobiernos de turno, en su afán por

contrarrestar a la insurgencia, crearon una campaña militar a gran escala

destinada a modificar el tejido social de ciertas comunidades indígenas que,

según creían los militares, colaboraban con la guerrilla. Esta campaña

recrudeció en el período de 1979 a 1984 en donde la denominada política de

“tierra arrasada”, fue una de las más usadas para desestructurar las poblaciones

que se consideraban afines a la insurgencia (CEIDEC, 1990; REMHI, 1998; CEH,

1999).

La política de tierra arrasada fue una ofensiva del ejército guatemalteco

contra las poblaciones del altiplano que se sospechaba colaboraban con la

guerrilla. Este plan se puso en marcha en los últimos meses del gobierno de

Lucas García (1978-1982) y durante el gobierno de Ríos Montt (1982-1983). Las

acciones militares estaban orientadas a arrasar, exterminar y desaparecer todo

lo que se encontrara en el paso del ejército ya que la pretensión de los militares

era quitarle las bases a la guerrilla (Le Bot, 1992, REMHI, 1998; CEH, 1999), así

como mostrar el castigo de forma ejemplificante al resto de población que no

participaba directamente con los insurgentes. Esta fue, posiblemente, la

estrategia más exitosa empleada por el ejército para que las personas se alejaran

de la influencia de la guerrilla.

6 Para mayor detalle de los orígenes del conflicto armado guatemalteco revisar “Guatemala, Memoria del Silencio” Tomo I. Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) 1999, o el tomo II del informe REMHI de la ODHAG (1998).

16

El informe REMHI (1998) recoge en un primer análisis que la represión

pudiera parecer totalmente indiscriminada porque no importaba si las víctimas

de estos violentos ataques eran niños/as, mujeres, ancianos/as u hombres. Sin

embargo un análisis más detallado concluye que “el ejército contaba con

información de inteligencia bastante precisa, por lo que se puede pensar que las

actuaciones de los militares correspondían al vínculo de la población con la guerrilla”

(REMHI, 1998, p. 294).

La mayoría de analistas señalan la total desproporción de las acciones

contrainsurgentes por parte del ejército, en especial, porque se atacó a población

civil de forma intencionada buscando su eliminación sistemática por su

predilección política (Le Bot, 1992; CEH, 1999; Erazo, 2007).

Estos hechos dieron paso a sistemáticas y graves violaciones a los

Derechos Humanos entre las poblaciones indígenas y no indígenas, entre ellas

Desaparición forzada, ejecución extrajudicial, tortura física o psicológica,

desplazamiento forzado, reclutamiento forzado de menores, violencia y

violación sexual, violaciones en contra de la niñez, actos de genocidio y

masacres. El conflicto armado guatemalteco puede ser considerado, por tanto,

con carácter genocida por parte de los gobiernos militares de Lucas García

(1978-1982), Ríos Montt (1982-1983) y Mejía Víctores (1983-1986).

Los espacios organizativos de los indígenas fueron intencionalmente

cerrados por el Estado, debido a su potencial amenaza de desestabilización de

los regímenes de poder de los grupos dominantes, particularmente por la

asociación que se realizó con los grupos pro-comunistas. Por otra parte también

propiciaron la producción de nuevas ideas y formas de interacción en una

sociedad agrietada por la violencia.

17

A mediados de los años setenta y ochenta, además de combatir al

ejército, en los núcleos subversivos7, las discusiones con respecto a las

reivindicaciones del proletario empezaban a enfatizar la necesidad de reafirmar

cuestiones culturales, de género o étnicas.

Algunas autoras como Spivak (1999) mencionan que hay una cierta idea

particular que presupone que las acciones de los campesinos frente a las

reivindicaciones reflejan una conciencia única, y la solidaridad se puede

significar como el objeto de ese fin. Esta significación puede ser entendida como

la apropiación de una conciencia historizada y politizada: una conciencia

subalterna.

Más adelante este tipo de concienciación daría paso al cambio identitario

de indígena a maya (Valdez, 2002; Bastos & Adams, 2002; Paniagua, 2007) o lo

que actualmente se discute dentro de los círculos académicos de Guatemala

como mayanización (Cumes & Bastos, 2007). La definición de este concepto es

polisémica, por lo que algunos/as autores/as han propuesto entenderlo como:

“uno o varios procesos que toman forma en un fenómeno nuevo, la

introducción en la vida de los mayas y no mayas de un discurso que

antes no existía: el de considerarse maya y por ello reclamar igualdad

con orgullo y derechos” (Cumes & Bastos, 2007, p. 21).

Sin embargo lo más alarmante que se evidencia en los informes, tanto el

REMHI (1998) como el de la CEH (1999), eran las secuelas del conflicto (más de

7 Existen diferentes versiones en torno a esta problemática. Algunos militantes de los movimientos indígenas y campesinos afirman que tales discusiones no se llevaron a cabo, sin embargo, en el círculo de ex combatientes se afirma que sí se problematizaban estos temas. Este tipo de debates dentro de la organización guerrillera pueden ser encontrados en documentos de la ORPA en donde se hace explícito las discusiones en torno a la temática de género y, en alguna medida, sobre el discurso étnico a finales de los años setenta.

18

200.000 víctimas)8 y los mecanismos del terror utilizados por las fuerzas

estatales para reprimir a las poblaciones consideradas como subversivas.

En los informes también aparecen anotaciones en donde se señala que la

guerrilla también cometió asesinatos y masacres durante el conflicto armado

(3%) pero, en proporción, el ejército guatemalteco (95%) fue el responsable de la

mayor parte de asesinatos, desplazamientos y desapariciones forzadas (REMHI,

1998; CEH, 1999; IIDH, 2006). Además de las partes involucradas, es el ejército

quien niega o minimiza su responsabilidad histórica con estos hechos.

Entre los impactos psicosociales que dejó el conflicto armado en las

diferentes comunidades indígenas de Guatemala se encuentran: el silencio de

los pobladores, sentimientos de culpa, dar por muerto a los desaparecidos

(desesperanza), considerar la disidencia política como una falta de adaptación

social (estigmatización), olvido, dilución de responsabilidades (Kordon,

Edelman, Lagos, & Kersner, 2005). Por otro lado, la impunidad en que han

quedado los delitos cometidos, ha provocado el rompimiento de los modelos

socioculturales por medio de modelos violentos. En muchos casos también

existe confusión social en tanto se cuestiona el derecho a la vida con la

implantación (o creencia) en la pena de muerte (Cabrera, 2006).

Otro aspecto a resaltar es que la convivencia de víctimas y victimarios

altera los procesos jurídicos y sociales, y finalmente, se cuestiona el sentido de

equidad que existe en tribunales corruptos o que cubren con legalismos

excesivos a los implicados (Kordon, Edelman, Lagos, & Kersner, 2005; Cabrera,

2006). No obstante existen especificidades en torno al tipo de afrontamiento y

resistencia en las comunidades y para conocerlas se debe entender el contexto

de las localidades.

8 El Programa Nacional de Resarcimiento (PNR) ha hecho un recuento de las víctimas y estima 1.200.00 desplazados, 45.000 desaparecidos, 250.000 asesinatos y 5.000 niños separados de sus padres durante el conflicto armado interno.

19

Figura No. 0 Mapa de exclusión del desarrollo social en 1996-1997

Fuente: PNUD (1998) Los contrastes del desarrollo humano, Guatemala. El índice de exclusión está basado en los siguientes indicadores: muertes antes de los 40 años de edad, analfabetismo entre adultos, desnutrición de nuños menores de cinco años de edad y accesos a ciertos servicios básicos.

20

Figura No. 1 Región Ixhil∗

∗ En el mapa no aparecen los nombres de las aldeas del municipio de San Juan Cotzal. Las flechas indican las comunidades en donde se realizó el trabajo de campo por más de tres meses (negro) o entrevistas a beneficiarias del PNR (gris). Diseño de mapa: José Zamora Maldonado.

21

1.2. El contexto de la Región Ixhil previo a la guerra: una historia de exclusiones, desigualdad e injusticias.

La región Ixhil tuvo un desarrollo prehispánico alejado de lo que se conoce

actualmente de la Civilización Maya. Algunos autores como Colby & Colby

(1981), han interpretado que el aislamiento de los Ixhiles fue una de las

características precolombinas de esta comunidad etnolingüística, aunque no

existe evidencia arqueológica que corrobore o desmienta estas hipótesis.

En cualquier caso, Colby & Van Den Berghe (1977), Le Bot (1992) y Stoll

(1993) coinciden en que la región Ixhil fue “conquistada” por los españoles

aproximadamente en 1530, pero no hubo asentamientos foráneos significativos

hasta los últimos años del siglo XIX. Según Stoll (1993), tres incursiones fueron

necesarias para someter a los Ixhiles por parte de los españoles, sin embargo la

región no atrajo muchos forasteros por la falta de oportunidades para

enriquecerse y el aislamiento de sus comunidades (Stoll, 1993).

Desde esta época, el pueblo Ixhil desarrolló cierta fama de “rebelde” que

según Le Bot (1992), ha permitido que sea una de las regiones guatemaltecas

más fieles a sus tradiciones y cosmovisión. Durante la conquista los pocos

sacerdotes católicos que llegaron a esta zona, lograron efectuar una importante

transformación en la religión Ixhil por medio de discursos demagógicos y

engaños. La victoria de las batallas libradas por la conquista, fue asociada al

“favor sobrenatural” o de un dios superior al que hubiese sido imprudente no

rendir culto (Colby & Colby, 1981). Por ello el catolicismo empezó a formar

parte de las prácticas indígenas durante la colonia como herramienta de

sometimiento entre el repartimiento y la encomienda (Martínez, 1973).

La entrada de los españoles en las comunidades perjudicó a la población,

en gran parte debido a las plagas y enfermedades que llegaron con los

22

conquistadores, haciendo que el número de personas que habitaba el área

disminuyera drásticamente a finales del siglo XVIII.

Entre las investigaciones históricas que se han realizado en el área Ixhil

destaca la realizada por Stoll (1993) en donde argumenta que las tradiciones y

costumbres de la zona cambiaron con la integración de extranjeros, dando paso

a un híbrido entre la cultura indígena y la hispana. El siguiente texto de Stoll

(1993) da cuenta de este cambio, pero debo insistir en que se haga notar la

resistencia de la población Ixhil hacia las nuevas prácticas religiosas propuestas

por los conquistadores:

Hacia el final del período colonial, el clero católico se quejaba

regularmente de la intratabilidad de los Ixhiles. La cuestión más

visible era el control de las muy importantes cofradías, una institución

importada de España que los Mayas hicieron suya para sus

particulares propósitos. Los sacerdotes católicos además se dieron

cuenta de que sus feligreses frecuentaban cuevas en donde rezaban a

sus antiguos dioses, los señores de los cerros. (Stoll, 1993, p. 19).

El cambio que se dio por la integración de las prácticas de la tradición

indígena, con las del catolicismo, fue el primer referente de resistencia para las

comunidades ixhiles. Obviamente esta práctica se dio en casi todas las

comunidades indígenas de Guatemala, aunque eran constantemente reprimidas

por los representantes de la iglesia católica. Colby & Colby (1981) sugieren que,

a causa del aislamiento y la obligada autonomía de la región Ixhil, los curas no

se encontraron en la posición más ventajosa para intentar eliminar aquellas

prácticas de la antigua religión maya, por lo que la hibridación de las prácticas

pasaba como algo normal en esta zona del país y aún al día de hoy, las

comunidades siguen practicando su “espiritualidad” integrando elementos del

cristianismo (catolicismo y protestantismo).

23

Colby & Colby, (1981) Le Bot (1992) y Stoll (1993) afirman que las

comunidades de la región Ixhil permanecieron en el anonimato hasta el decenio

de 1880. Colby & Van Den Berghe (1977) encontraron que hasta finales del siglo

XIX, los únicos habitantes que no pertenecía a la etnia Ixhil parecen haber sido

un sacerdote y unos cuantos “ladinos”9 (mestizos) que vivían como si fueran

indígenas; es decir, compartiendo las tradiciones y modos de vida de los Ixhiles.

Esto cambiaría con las migraciones que se darían unos años después y que

establecerían nuevas formas de relación entre estos conjuntos sociales.

La apertura de la región Ixhil, así como la interacción entre ladinos e

indígenas se dio mayormente por la influencia que ejerció la Reforma Liberal a

partir de 1871. A lo que se sumó la introducción de la producción cafetalera

como posibilidad de desarrollo de la región centroamericana a finales del siglo

XIX. Tanto indígenas como ladinos experimentaron cambios importantes desde

la diferenciación étnica que promovía el Estado liberal, pero fue mucho más

evidente en términos de la economía basada en la producción del café ya que

los gobiernos liberales posibilitaron que los ladinos se asentaran en pueblos

habitados mayormente por indígenas (otorgando titulaciones de las

9 Este término refiere a una identidad, en este caso la del mestizo. Sin embargo no queda del todo claro su origen. Lo único que sí ha sido estudiado es que a partir de 1871, cincuenta años después de independizarnos de España, la influencia de la “modernidad” llegó con toda su fuerza a Guatemala. En este contexto, la oligarquía promueve la creación de una nueva categoría identitaria: el ladino. Algunos autores guatemaltecos, entre ellos Dary (1994) y Taracena (2002), mencionan que el vocablo “ladino” posee imprecisiones históricas en su aparición y registro; además, son evidentes las muchas contradicciones que presenta el término con el transcurso de los años. Desde el origen de la categoría identitaria en el siglo XVI, la expresión ladino se ha utilizado como epíteto peyorativo hacia los mestizos o indígenas que aprendían el castellano (Dary, 1994). La diferencia entre “indios” y ladinos no se da por condiciones raciales, sino más bien por cuestiones culturales porque se puede devenir ladino siendo originalmente indígena. El ladino hace referencia a todas aquellas personas que comparten la creencia de formar una unidad nacional basada en ideas de progreso y desarrollo que promovía el Estado liberal (1871), para acercarse a la forma de vida europea. El objetivo con que fue creada la categoría del ladino, era el de funcionar como unidad de representación para “todos/as” los guatemaltecos/as sin distinciones de raza, etnia o religión (Esquit, 2002; Adams y Bastos, 2003) pero lo paradójico de este proceso es que la “posibilidad” de ladinización refiere no a un acercamiento entre ambos colectivos, sino a la renuncia de las tradiciones de uno de los grupos (la del indígena) sin que la posibilidad sea inversa. Adams & Bastos (2003) mencionan que la dicotomía indígena-ladino es, en la actualidad, una estructura con fallas, pero sigue siendo una realidad en la economía, la política y la mentalidad de los guatemaltecos/as.

24

propiedades) con el resultado de que los indígenas se volvieron grupos

subordinados en su propia tierra.

En la etnografía de Stoll (1993) se sugiere que el impacto inicial de la

economía cafetalera no llegó necesariamente en forma de expropiación de tierra

a los campesinos Ixhiles, sino más bien como reclutamiento de mano de obra

para los trabajos de siembra. En la mayor parte de casos registrados por

etnógrafos como Lincoln (1945), Colby & Van Den Berghe (1977), los llamados

“enganchadores” ofrecían aguardiente a los indígenas para endeudarlos y así

poder obligarles a trabajar forzosamente en la costa sur o las incipientes fincas

de café a cambio del pago de la deuda.

Las diferencias entre el modo de vida indígena y el ladino se hicieron

aún más evidentes cuando, por medio de favores o sobornos desde las

municipalidades se entregaban tierras a los ladinos. Por supuesto, no era la

única forma de acceder a la tierra. En algunos casos también se pagó por los

terrenos, pero por el abuso de las bebidas alcohólicas destiladas y no destiladas

(Böj y cuxa) de los indígenas, se les obligó a trabajar obligatoriamente dentro de

las parcelas de los nuevos finqueros ladinos.

Los textos revisados están basados mayormente en las notas de campo

del antropólogo norteamericano Lincoln, quien durante 1945 realizó una

investigación en la Región Ixhil. A partir de la riqueza de las notas de campo de

este autor, Colby & Colby (1981) describen los efectos de los excesos ixhiles de

la siguiente forma:

Estando Lincoln en Nebaj, contó un gran número de cantinas cuyo

propósito era obligar a los indios a contraer deudas, para

engancharlos. Si un indio huía de una plantación, su patrón lo llevaba

de vuelta, y su deuda aumentaba para cubrir los costos de la

persecución. Era fácil que una persona contrajera deudas tan enormes

25

que quedaba virtualmente como esclava de por vida, y a menudo su

esclavitud se extendía a sus hijos después de su muerte. (Colby &

Colby, 1981, p. 47).

Tuve muchas dudas al colocar los párrafos anteriores ya que el

argumento puede ser interpretado como que los indígenas son dados al vicio, o

imposibilitados al consumo de bebidas alcohólicas con mesura. Mi análisis no

asume como verdaderos los prejuicios estigmatizadores creados desde la

colonia en torno a los indígenas. Severo Martínez Peláez (1973) menciona que

tres fueron los prejuicios que se repiten a lo largo de todos los escritos

elaborados por los grupos terratenientes de distintas zonas en Guatemala:

Uno es afirmar que los indios son haraganes, que no trabajan si no se

les obliga. Otro consiste en decir que son inclinados al vicio,

especialmente la embriaguez, y que aumentan entre ellos las

borracheras y los escándalos si no se les tiene ocupados con el trabajo

obligatorio. Y el tercero consiste en expresar, en las más diversas y

capciosas formas, que los indios no padecen pobreza, que viven

conformes y tranquilos. (Martínez, 1973, p. 197)

Si bien el consumo de alcohol entre los ixhiles se daba en celebraciones

religiosas (particularmente el Böj y la cuxa), la introducción por parte de los

ladinos del aguardiente hizo que el consumo de licor fuera más asiduo y tuviera

efectos desconocidos en los ixhiles. No niego que al día de hoy el alcoholismo

en la zona Ixhil sea evidente, pero existen otras explicaciones para el fenómeno

a partir de la denominada “borrachera ritual” que propicia este tipo de

actividades. Como menciona Stoll (1993) “Las obligaciones tradicionales de honrar a

los santos podían ser usadas para hacer caer a los ixhiles en deudas y quitarles la tierra”

(Stoll, 1993, p. 41). Por ello el texto debe ser enfocado como una medida de

control que utilizaban los “enganchadores” para apoderarse de los bienes de los

indígenas.

26

El sistema de hacer contraer deudas a los indígenas ixhiles también hizo

que muchos ladinos llegaran a la región en búsqueda de tierra barata (muchas

veces los indígenas pagaban las deudas con sus tierras). Los ladinos que

encontraban en las tierras una fuente de riqueza, también se vieron beneficiados

por los conflictos interétnicos que tenían los ixhiles con municipios aledaños, así

como la migración Ki’ché en la década de los 20 del siglo pasado. Dado que

estos migrantes ocupaban tierras de los ixhiles, a estos últimos les convenía

tener a los ladinos de su lado por la influencia política que podían tener en la

ciudad capital o en las municipalidades.

Las deudas contraídas por el consumo de alcohol como sistema de

explotación fue abolido en 1934 por una ley que prohibía las deudas de los

indígenas a los patronos, pero al mismo tiempo se exigió que los “indios” no

permanecieran ociosos (Colby & Colby, 1981; Stoll, 1993). Si los indígenas no

trabajaban de acuerdo a esta ley podían ser encarcelados o castigados por

vagancia.

De esta forma, los indígenas que no poseían un comercio o profesión

(oficio), o no cultivaban cierta cantidad de tierra al año, tendría que trabajar

para un patrono ladino durante cierto número de días al año. Los

“trabajadores” llevaban una especie de cartilla en donde se anotaban los

jornales que habían realizado y la información exacta de su identificación y las

anotaciones garantizaban que quedaban exentos de vagancia (Stoll, 1993).

Así pues, a los ladinos les trajo ventajas que los indígenas tuvieran la

necesidad de patronos que les protegieran de las leyes liberales de trabajo. El

mejor ejemplo se encuentra durante el gobierno de Jorge Ubico (1931-1944) en

donde la ley “contra la vagancia” creó malestar en la población Ixhil. La

matanza de un grupo de líderes en Nebaj durante este período es uno de los

sucesos más recordados por los nebajenses: durante el año de 1936 la exigencia

27

gubernamental para que los indígenas demostraran por medio de su libreta,

“que no eran vagos”, provocó disturbios en Nebaj y estos culminaron con el

fusilamiento de 6 líderes ixhiles por fuerzas gubernamentales apoyadas por los

ladinos de la región.

Este evento también es detallado en las notas etnográficas realizadas por

Colby & Van Den Berghe (1977) así como en las de Stoll (1993). Un país

mayoritariamente indígena construido de forma excluyente por el poder ladino,

creó el temor de posibles levantamientos indígenas así que la forma de

mantenerlos “tranquilos” fue la violencia ejemplificante como en el caso

anterior.

Le Bot 1992) afirma que el poder ladino local en el Ixhil se vinculó al

poder central y recurrió constantemente a las fuerzas del orden público. Pero

este autor detalla en un pie de página (el No. 42 del capítulo V) que esta

rebelión de 1936 sigue aún viva en los recuerdos de los-as ancianos y ancianas.

Al día de hoy la población Ixhil, especialmente Nebaj, recuerda este evento cada

22 de junio desde 2006, ya que ha sido declarado como “Día de la dignidad

Ixhil” en donde se recuerda esta matanza.

Aunque la historia Ixhil ha sido construida en base a las desigualdades e

injusticias hacia sus pobladores, tuvo cierto beneficio durante los gobiernos

revolucionarios (1944-1954), que empezaron con Juan José Arévalo (1944-1952),

y continuaron con Jacobo Árbenz (1952-1954). En primera instancia las leyes

contra la vagancia fueron abolidas y luego, por medio del Decreto 900 o ley de la

Reforma Agraria, se verían beneficiadas varias familias indígenas.

Según Ellian Elliot (citada por Stoll, 1993) 2,343 hectáreas fueron

expropiadas de la finca la Perla en beneficio de las familias Ixhiles que vivían en

los alrededores. De igual forma este autor afirma que de la finca San Francisco,

perteneciente al entonces ministro de agricultura Nicolás Brol, también se

28

expropiaron 3,879 hectáreas (Stoll, 1993). Además, durante el tiempo que duró

el Decreto 900 muchos indígenas ki’che’s llegaron a la región Ixhil en búsqueda

de tierras productivas para el cultivo, asentándose principalmente en las tierras

de San Gaspar Chajul.

Durante los años sesenta y setenta también se dieron pequeños avances

en temas como educación y desarrollo de cooperativas en la Región Ixhil. De la

misma forma que en la región del Ixcán, la iglesia católica (misioneros

españoles en su mayoría) desempeñó un papel facilitador en este tipo de

actividades. La Acción Católica (AC) animaba a 68 comunidades para su

mejoramiento económico y esta corriente sirvió de base, a escala local, de una

fuerza jerarquizada y estructurada que se apoyaba en un poder exterior cuyo

relevo estaba en Santa Cruz del Quiché y en la ciudad de Guatemala (Le Bot,

1992).

El efecto de la Acción Católica se plasmó en una conversión religiosa de

jóvenes que dejaban las prácticas espirituales indígenas, lo cual posibilitó una

dinámica económica y social beneficiosa para la población10. Así la

escolarización, construcción de infraestructura, compra de abono y

comercialización, se extendió por toda la región Ixhil (Le Bot, 1992). En la

década de los 70 la decisiva influencia de la iglesia católica y los diferentes

movimientos indígenas de corte populista en el país como el CUC (Comité de

Unidad Campesina), propiciaron que las desigualdades motivaran cierta

conciencia politizada en la población indígena (Spivak, 1999).

Estas fueron los primeros pasos para lo que posteriormente se

denominaría Movimiento Maya dado que a finales de los 70 los primeros

activistas indígenas intentaban reivindicar su cultura. Según Esquit (2003) una

de las particulares que dejó esta década fue la convergencia indígena. Nunca

10 Este argumento debe ser analizado con mayor detalle por las implicaciones económico-políticas que posee. El/la lector/a puede referirse a los trabajos de Le Bot (1992), Stoll (1993) o al informe REHMI (1998) en donde es abordado con más detalle.

29

antes las diferentes agrupaciones indígenas, populares o campesinas se habían

encontrado para discutir, analizar y formular propuestas a las problemáticas

que les eran comunes fuera de su ámbito local (Esquit, 2003).

La clara base ideológica de “clase social” se hacía emergente a través de

las distintas agrupaciones y sus demandas. La concienciación de una otredad

negativa por parte de los indígenas (en tanto del conocimiento de quiénes

somos, cuáles son nuestras raíces y porqué estamos así) fue dilucidada,

posiblemente, por la “lucha de clases” promovida por la insurgencia

guatemalteca. Le Bot (1992) argumenta que el conflicto armado guatemalteco no

se puede entender únicamente desde la óptica del enfrentamiento de dos

fuerzas contrarias alzadas en armas. En sus palabras: “la represión no hubiera

tenido tal repercusión ni el llamado a la rebelión tal eco sino hubiesen tocado a grupos

sociales ya movilizados, lo que sólo fue posible por medio de mediaciones sociales y

religiosas” (Le Bot, 1992, p. 133). Por ello la influencia de CUC y la AC tuvo una

influencia decisiva para que los discursos de los insurgentes calaran en la

población.

En mi opinión, ante la organización indígena que se gestaba poco a poco

a nivel nacional, el Estado de Guatemala reaccionó reprimiendo los espacios de

participación política y económica de estas poblaciones, generalizando que eran

células que apoyaban o podían apoyar los planes de la guerrilla. Aunque sí

existieron acercamientos entre la guerrilla y ciertos sectores de la población, la

mayor parte de actores indígenas para el desarrollo no pensaban en entrar en la

lucha armada, sino en el mejoramiento de su vida.

Esto fue más evidente en el área Ixhil ya que las organizaciones tendían

principalmente a la modernización comunitaria y emancipación social. Como

reconoce Le Bot (1992), estas actividades tuvieron una repercusión política que

afectó la vida local en forma de amenaza para el poder ladino. La percepción de

“la amenaza india” siempre estuvo presente entre las ansiedades de las

30

oligarquías guatemaltecas, así como de los gobiernos militares conservadores,

quienes asociaron a la población indígena con los guerrilleros.

A diferencia de Stoll (1993), concuerdo con el análisis de Adams & Bastos

(2002) quienes opinan que la segregación étnica y la represión política ha sido

una de las constantes en Guatemala desde la invasión de los españoles, y no

sólo da cuenta de la construcción de Guatemala como nación (Taracena, 2002;

Valdéz, 2002), sino que también posibilita pensar que propició esta conciencia

política e histórica del colectivo indígena en Guatemala.

1.2.1. El conflicto armado en la región Ixhil.

Adams & Bastos (2002) mencionan que “la violencia se disparó cuando el plan de la

guerrilla de incorporar a los indígenas a la revolución estuvo bastante maduro como

para ponerse en práctica en el noroccidente” (Adams, R, & Bastos, S., 2002, p. 245).

Este sería el bastión necesario o base social para que los planes de la guerrilla se

pudieran llevar a cabo.

Colby & Colby (1981) señalan que de vez en cuando aparecían grupos

guerrilleros en la zona en la década de los setenta pero, al principio, no

contaban con la cooperación de los ixhiles, salvo algunas excepciones en Nebaj.

De hecho, dentro de los indígenas guatemaltecos esta etnia era considerada

como una de las menos politizadas en Guatemala (Colby & Van Den Berghe,

1977). Sin embargo el trabajo realizado en torno a la organización comunitaria

por la Acción Católica incrementó el interés de los grupos ixhiles en la

emancipación económica (Le Bot, 1992).

La idea de la guerrilla era utilizar a la población indígena como base para

la revolución al apelar a la lucha de clases después de años de opresión por

parte de los gobiernos guatemaltecos. Según el informe de la CEH (1999),

durante 1972 un nuevo movimiento guerrillero entró desde México hacia Ixcán.

31

En 1974 hacen su primera presentación con la gente en donde explican su plan y

la estrategia de acción para los meses siguientes, autodenominándose Ejército

Guerrillero de los Pobres (EGP). En muchos casos el discurso de los insurgentes

caló en la población Ixhil, reclutando así adeptos para formar las filas del EGP y

para 1975 muchos de sus miembros se entrenaban en las sierras ixhiles de Santa

María Nebaj y San Gaspar Chajul.

Ese mismo año el EGP fue responsable del asesinato del terrateniente

Luis Arenas apodado por un periodista como “El tigre de Ixcán”11 (CEH, 1999).

Este crimen fue reivindicado por el EGP como parte de la “justicia social” que

promulgaba y que era realizado por la inoperatividad de los órganos

jurisdiccionales y administrativos del Estado. De esta forma el EGP consideraba

que a través de estas acciones la gente se identificaría con el movimiento,

motivando así la participación dentro de sus filas (CEH, 1999).

El EGP entró en una rápida escalada de accionar insurgente en el

noroccidente del país a partir de 1976, y de acuerdo con el informe REMHI

(1998) sus actividades no fueron sorprendentes ni desconocidas para el resto de

población.

Cuando la primera fuerza militar regular del EGP incursionó en la

parte sur del Quiché, una alta proporción de la población ya estaba

esperando. Lejos de repetir el ciclo previo de ganarse a la gente y

organizarla, lo cuadros y combatientes se vieron crecientemente

sorprendidos por la acogida multitudinaria y por la rapidez con la

cual la población se organizaba de acuerdo al modelo propuesto por la

guerrilla. (REMHI, 1998, versión abreviada, p. 295).

A partir de los datos recabados por el informe REMHI (1998) es legítimo

pensar que la influencia del EGP empezaba a surtir efecto. Ya entrado el año de

11 Este evento están registrados dentro del “Caso Ilustrativo No. 59” de la CEH (1999).

32

1978 el clima de violencia en las áreas urbanas y rurales se hacía sentir, pero no

fue sino hasta 1979 en que la lucha guerrillera se extendió por gran parte del

país con grupos que afectaban los intereses del sector empresarial agrícola

(REMHI, 1998; CEH, 1999).

Como reacción a las acciones de la guerrilla, el ejército de Guatemala

envió tropas militares a la zonas consideradas como rojas, es decir, con mucha

presencia de la guerrilla y dio paso a lo creación de los planes Victoria 82, Sofía

82, Ixhil 82 y Firmeza 83, que terminaron en una serie de masacres en gran parte

del país. La región Ixhil fue una de las zonas más afectas con las acciones del

ejército ya que se utilizó la política de tierra arrasada para acabar con la

supuesta ayuda que la población prestaba a los grupos guerrilleros.

Aunque la CEH (1999) no pudo determinar el total de poblaciones que

existían antes de las masacres, consideran que entre el 70% y el 90% de las

comunidades fueron desplazadas y/o destruidas en su totalidad (CEH, 1999).

La dimensión traumática que vivió la región Ixhil durante el conflicto armado

fue una de las más inhumanas del país ya que en esta zona se perpetraron el

11% de las ejecuciones arbitrarias en masacre por fuerzas estatales (CEH, 1999).

Este cambio abrupto de las redes humanas, materiales, psicológicas,

económicas y políticas, que ocasionaron las distintas violaciones a los Derechos

Humanos por parte del ejército, los grupos paramilitares (PAC) y la guerrilla,

forzó a mucha gente a abandonar sus hogares y formas de vida, además de

ocasionar sufrimiento y culpa entre quienes habían colaborado de una forma u

otra con la guerrilla.

La represión planificada desde el Estado guatemalteco dentro del área

Ixhil fue parafraseando a Bravo (2003) un proceso dinámico, complejo,

ascendente y explosivo, que se concentraba en períodos cortos pero reiterados.

Quizás de esta forma se pueda entender el porqué de las situaciones

33

traumáticas que, poco a poco, fueron desarticulando las formas de vida de las

comunidades ixhiles. La violencia de las actuaciones del ejército iba desde

enfrentamientos hombre a hombre, hasta bombardeos de zonas específicas

donde consideraban que estaba escondida la población.

Gran parte de las personas que fueron afectadas por las políticas

contrainsurgentes pertenecían a la etnia Ixhil, sin embargo también se

encontraban algunos núcleos de la etnia Ki’che’ y un pequeño sector de ladinos

(mestizos) en los cascos urbanos. Igualmente en algunas comunidades se

pueden encontrar familias de la etnia Q’anjob’al pero no se presentan como un

número significativo comparado con el total de la población que habita en la

región.

Antes de la guerra este tipo de relaciones interétnicas no se presentaban

en la cotidianeidad de las comunidades, sin embargo, por el cambio que se dio

a través de las denominadas “aldeas modelo” y la organización de las

comunidades de población en resistencia (CPR)12, que muchas comunidades se

reubicaron con refugiados o gente que era obligada a vivir ahí. A continuación

detallo estos procesos.

1.2.2. La conformación de las aldeas modelo o “polos de desarrollo”.

Durante los años de 1981 y 1982 muchas comunidades de Quiché,

Huehuetenango, Petén y Alta Verapaz13, sufrieron un cambio estructural en la

organización de sus aldeas por la ferocidad con que se implantó la violencia.

Luego de una serie de masacres y desplazamientos forzados de la población, las

aldeas quedaron desiertas más o menos un año; por lo que el Estado

guatemalteco puso en marcha los llamados “Polos de Desarrollo” o “aldeas

12 Estos eran grupos de resistencia civil no armada que huían del ejército. 13 La mayor parte de población que habita en estos departamentos se auto adscriben como indígenas de diferentes etnias “mayenses”.

34

modelo” (CEIDEC, 1990) que funcionaron como dispositivo para el control

social por parte del ejército.

Los militares argumentaban que los “Polos de Desarrollo” actuaban

como mecanismos para proteger a la población, además de ser una estrategia

contrainsurgente. A partir de 1982 el ejército necesitaba una manera de

controlar a la gente, para evitar, según los castrenses, se facilitara cualquier tipo

de ayuda a la guerrilla. Así que la mejor manera de hacerlo era obligando a la

población a trabajar sin remuneración económica en aldeas donde se proveía de

infraestructura y comida básica14.

Los discursos que giraban alrededor de este tipo de acciones por parte

del ejército eran que la gente necesita una nueva vida, que de forma paradójica

sería en un clima de paz y confianza, alejada de los guerrilleros y sus ideas de

emancipación. Las primeras críticas que se hicieron a este modelo de aldeas por

parte de diferentes sectores de la sociedad civil, iban enfocadas a su brutal

parecido con los campos de concentración, por lo que la idea de “desarrollo”

fue catalogada como un sarcasmo de muy mal gusto (CEIDEC, 1990).

La tierra que usaron los militares para la creación de las aldeas era

propiedad de unas cuantas familias, las cuales fueron expropiadas o les fue

entregada una mínima cantidad de dinero, bajo amenazas de muerte, para

construir la nueva aldea. El modelo que siguió el ejército para la creación de la

nueva aldea fue de tipo “rejilla” o de trazos cuadrados para tener una mejor

organización y control de la comunidad.

En la medida que el ejército fue teniendo más control sobre las

poblaciones se construían las aldeas modelos. Además de ser un sistema

“alternativo de desarrollo” según los militares, era el escenario perfecto para la

14 Para una explicación más detallada de este tópico el lector/a puede referirse directamente a CEIDEC (1990).

35

formación de nuevos procesos psicosociales. En términos de Beristain & Riera

(1992) para cumplir los objetivos de un Estado represor

Se necesitaba transformar a la población en colaboradora, y que se

convierta en una masa amorfa y sin criterio propio. La guerra

psicológica que conlleva la represión política supone la introducción

de un lenguaje, una forma de vivir, de una manera de pensar

orientadas a que la gente acepte las situaciones. (Beristain & Riera,

1992, p. 29).

Además de la presencia del ejército, las aldeas modelo tenían

mecanismos de autodefensa contra la guerrilla también. El gobierno de Efraín

Ríos Montt, en el año de 1981, propuso que la propia gente de las comunidades

debía defenderse de los guerrilleros. Para esto se formaron las denominadas

Patrullas de Autodefensa Civil (PAC).

Esta organización paramilitar estaba formada por grupos de hombres a

los que el gobierno dotaba de armas para su auto protección. En su mayoría,

eran reclutados forzosamente para defender las comunidades y muchos de

estos patrulleros eran niños mayores de once años. También eran obligados a

patrullar las zonas selváticas en busca de grupos insurgentes y/o población no

armada15. Según el informe REMHI (1998) y el de la CEH (1999) estos grupos

que estaban en los bordes del Estado, fueron responsables de muchas masacres

también.

En algunos casos el ejército obligó a los PAC a combatir con la guerrilla

durante los enfrentamientos armados en la sierra. Esto dio paso a que se creara

la sensación dentro del conglomerado guerrillero (y dentro de los PAC

15 Durante el gobierno del FRG (2000-2004) liderado por el Gral. Efraín Ríos Montt, los miembros de las PAC recibieron tres pagos por “servicios prestados” al Estado durante el conflicto armado, pero no se les reconoce como víctimas de la guerra, es decir, el PNR no los toma en consideración como víctimas, al menos para el resarcimiento económico

36

también) de estar atacando a su propia gente. Dentro de esta estrategia, el

ejército “disfrazaba” a los PAC con uniformes militares para que en el combate,

fueran las primeras bajas. La modificación del tejido social a partir de la

utilización de este tipo de estrategias, ha hecho que las secuelas psicosociales

sean únicas en Guatemala con respecto a otros conflictos armados, mayormente

por la convivencia de víctimas y victimarios en las mismas aldeas.

La estrategia planificada desde el ejército funcionó porque en muchos

casos los guerrilleros aprendían a reconocer quién era soldado y quién no, por

lo que no empleaban sus armas en estos enfrentamientos. En cualquier caso, el

uso de civiles convertidos en PAC, fue una de las estrategias más exitosas para

expulsar de la montaña a la gente que se refugiaba o resistía ahí, en especial

porque los PAC sabían el camino y las características del terreno, lo que hacía

más fácil la entrada del ejército o los aviones que bombardeaban la zona.

Estas experiencias me hacían pensar que debía existir algún tipo de

registro diferenciado entre la subjetividad de estas personas que fueron

obligados a patrullar y las personas que capturaban. El ejército, a través de los

PAC, también usaba a las personas que capturaba en la montaña como posibles

delatores, aunque en muchos casos estas personas no confesaban la ubicación

de las comunidades que resistían los constantes ataques del ejército en la

montaña. De esta forma la organización de las Comunidades de Población en

Resistencia (CPR) pudo sobrevivir y reproducirse durante casi 13 años en las

Sierras Ixhiles, la selva del Ixcán y algunos sitios en Cobán.

1.2.3. Las comunidades de Población en Resistencia (CPR).

Gran parte de la gente que huía de las masacres que hacía el ejército lo hizo

hacia las Sierras Ixhiles, al Ixcán, e incluso hacia comunidades fuera del

37

territorio de Guatemala en la frontera con México16. En algunos casos las

personas también migraron a fincas en la Costa Sur. Debo llamar la atención

sobre que no todas las personas que escapaban del ejército eran simpatizantes o

actores de los grupos guerrilleros, pero las acciones del Estado fueron

totalmente desmedidas en función de los operativos contrainsurgentes. De

cualquier forma se puede afirmar que la gente que escapaba de la violencia no

estaba armada y no poseían ningún tipo de bienes más que su ropa, algunos

bártulos para la labranza de la tierra o para la cocina (piedras de moler).

El informe especial sobre la situación de los Derechos Humanos en las

CPR de Guatemala de la OEA (1994) menciona que, más o menos, unas

cincuenta mil personas totalmente desposeídas escaparon a estas zonas

selváticas en donde las condiciones de vida eran infrahumanas pero, con un

gran sentido de organización comunitaria. Según Stoll (1993) las ofensivas del

Ejército entre Amajchel y Sumal entre 1987 y 1989 hicieron salir de las Sierras

Ixhiles a unas cinco mil personas.

Beristain (2008a) afirma que el desplazamiento representa, por lo general,

una desestructuración familiar debido a la necesidad de proteger las vidas y la

falta de recursos materiales. En muchos casos, la gente olvidaba a sus hijos por

salvar su vida, o solo podían salvar a unos cuantos de sus vástagos, lo que

acarreó culpa y niños abandonados durante este período.

En 1990 la organización de las CPR hace su aparición a la luz pública,

demostrando que eran personas que vivían en extrema pobreza, que no

contaban con la ayuda del Estado, no poseían armas, y que eran constantemente

agredidos por el ejército (OEA, 1994). A mediados de 1992, según información

16 También hubo refugiados en Honduras y en un caso muy particular, algunas personas pidieron asilo en Bolivia. Sin embargo la mayoría tuvo que migrar hacia Yucatán, Quintana Roo o Chiapas en México. Algunos niños perdidos durante el conflicto armado fueron vendidos o dados en adopción de forma anómala a familias que provenían de países como Francia y Estados Unidos principalmente.

38

de representantes de las CPR, quedaban unos 17.000 habitantes resistiendo en la

sierra y unos seis mil en el Ixcán, o sea un total aproximado de 23.000 personas.

El Estado de Guatemala aceptó la organización de las CPR, en parte, por

la presencia de la comunidad internacional y sus incesantes presiones para que

se firmara la paz en el país. Por otro lado, el supuesto período democrático que

Guatemala vivía, otorgaba las garantías necesarias para cualquier tipo de

organización. Hoy día la organización de las CPR sigue vigente en

comunidades como Santa Clara, Amajchel, Cabá y Xecoyeu, entre otras más.

Estas comunidades son íconos de la resistencia civil y apelan aún a la

organización aprendida durante el conflicto armado interno.

El sufrimiento vivido por la población y la violencia desmedida por parte

del Estado guatemalteco en la zona Ixhil, propició nuevas formas de relación

entre las comunidades, así como entre agentes externos que empezaban a llegar

a la región como parte de la urgente necesidad de ayudar al pueblo Ixhil y las

secuelas de la guerra.

39

1.3. El contexto actual de la región Ixhil: la ONGización.

La zona Ixhil se encuentra situada en el noroccidente de Guatemala y está

compuesta actualmente por los municipios de Santa María Nebaj, San Juan

Cotzal y San Gaspar Chajul (Ver figura No. 1). Esta zona fue una de las áreas

más castigadas durante el conflicto armado porque el ejército consideraba al

total de la etnia Ixhil como “subversiva”17.

Según el registro de la Comisión del Esclarecimiento Histórico de

Guatemala, entre marzo de 1980 y noviembre 1982, se dieron 52 masacres18

conocidas en la zona, pero las violaciones a los Derechos Humanos siguieron

siendo recurrentes en esta región hasta ya entrada la década de los 90.

La población se vio drásticamente mermada durante la guerra pero no

existen datos exactos con respecto a cuántas personas murieron, desaparecieron

o fueron desplazadas internamente durante el conflicto armado. Existen

aproximaciones, pero esta falta de datos debe entenderse como una estrategia

contrainsurgente para no dejar evidencias de las atrocidades cometidas a las

comunidades ixhiles.

Actualmente la Región está conformada por aproximadamente 185

aldeas diseminadas en un territorio de 2,413 Km2 en donde conviven 93,315

personas de distintos grupos étnicos entre los cuales sobresalen los ixhiles, les

17 Este es uno de los principales argumentos que utiliza la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) para afirmar que en Guatemala hubo genocidio. Los dramáticos casos que se presentan en el Informe de la CEH de asesinatos por uso del idioma o el traje regional típico Ixhil forman parte de las evidencias para formular esta acusación. Sin embargo el Estado de Guatemala no ha reconocido formalmente esta figura legal en su código penal. 18 Las masacres son violaciones colectivas al Derecho a la vida, en las que generalmente concurren elementos de extrema crueldad (CEH, 1999). Según el informe REMHI (1998) el número de masacres en Guatemala fue de 422 en todo el país. Según la CEH (1999) el número se eleva a 664, pero estos informes no hacen la especificación de la autoría. Según el texto de Sichar (2000) el número se eleva a 1112 tomando en cuenta las masacres efectuadas por el ejército, las PAC y los grupos guerrilleros.

40

siguen los ki’che’s y en un menor número los q’anjob’ales. Los ladinos no son

significativos en términos de población, y representan la minoría “étnica” en la

zona.

Cuadro No 2 Total de población en la Región Ixhil

Sexo Área Total

Hombres Mujeres Urbano Rural

Grupo etnolingüístico Ixhil

95,315 46,690 48,625 37,504 57,811

Fuente: Censos Nacionales XI población y VI de habitación, 2002.

Del total de población un gran porcentaje es gente joven, es decir con

menos de 25 años. El siguiente cuadro muestra los rangos del último Censo

Nacional den 2002.

Cuadro No 3 Edades de la población en la región

< 15 años 15-24 años 25-39 años 40-60 años > de 60 años Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer Varón Mujer

Grupo Ixhil 23,632 23,835 8,077 8,565 7,437 8,320 5,255 5,693 2,289 2,212

Fuente: Censos Nacionales XI población y VI de habitación, 2002.

Las cabeceras municipales de Santa María Nebaj, San Juan Cotzal y San

Gaspar Chajul son las que cuentan con más desarrollo en términos tecnológicos

e infraestructura. No obstante, persisten ciertos problemas con el flujo eléctrico

y la mayor parte de las comunidades fuera de los cascos urbanos no poseen luz

ni servicios básicos como agua potable y servicios de drenaje. Existen caminos

que llegan a muchas comunidades, pero no están asfaltados y el acceso a las

aldeas es aún complicado en invierno (cuando llueve).

A raíz de los hechos traumáticos vividos durante el conflicto armado, la

zona Ixhil tuvo un retroceso en materia económica, el cual aún se evidencia

41

dentro de las cabeceras municipales y se acentúa en las comunidades más

retiradas de los cascos urbanos.

Según el PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) el

mapa de exclusión para 1998 contemplaba al Quiché como uno de los

departamentos de mayor exclusión en el país, y aún al día de hoy sigue siendo

de los departamentos con menos indicadores de desarrollo como muestra el

siguiente cuadro.

Cuadro No. 4 Población total por niveles de pobreza para el departamento del Quiché

NIVELES DE POBREZA

Población total Todos los

pobres Pobres

extremos Pobres no extremos

No pobres

Total a nivel nacional 12,987,829 6,625,891 1,976,604 4,649,287 6,361,938

% a nivel nacional 100.0 51.0 15.2 35.8 49.0

Total Depto. del Quiché 769,364 623,282 197,241 426,041 146,082

% respecto al total Deptal. 100.0 81.0 25.6 55.4 19.0

% respecto al total nacional 5.92 9.41 9.98 9.16 2.30

Fuente: Instituto Nacional de Estadística, INE. Encuesta Nacional de condiciones de vida, ECOVI-2006.

El 51% del total de la población guatemalteca viven en condiciones de

pobreza según este estudio; sin embargo para el caso que nos compete en el

departamento del Quiché, que es donde se encuentra localizada la región Ixhil,

se muestra un alarmante 81% de personas que pueden ser considerados como

pobres19.

19 La encuesta ECOVI-2006 efectuada por el Instituto Nacional de Estadística de Guatemala (INE) basó la medición de la pobreza por medio del consumo como medida indirecta del bienestar. Las razones del porqué usar este tipo de medición se basa en que: fluctúa menos que el ingreso durante períodos temporales, los datos sobre el consumo suelen ser más precisos y las líneas de pobreza pueden derivarse del consumo sin recurrir a otras fuentes. Más adelante propondré otra forma de entender la pobreza en la zona Ixhil, pero el análisis de datos secundarios es de utilidad para evidenciar la situación actual de la zona.

42

En este contexto de precariedad y pobreza se desarrollaron iniciativas

desde la sociedad civil por crear ONGs que atendieran las diferentes

problemáticas de la región. Estas organizaciones empezaron a ser más

frecuentes a partir de los años 90, ya que el Estado de Guatemala no tenía la

capacidad, ni la voluntad, para ejecutar programas funcionales para atender las

secuelas del conflicto armado.

En los círculos académicos guatemaltecos se habla de un Estado fallido,

sin embargo, la problemática es mucho más estructural ya que los diferentes

gobiernos no se han preocupado por el campesinado ni por las condiciones en

las que sobreviven. Por ello la sociedad civil empezó a tomar el papel que

correspondía al Estado por medio de donaciones y/o proyectos financiados por

la cooperación internacional.

En el cuadro No. 5 se muestra los datos para el año 2005 que refuerzan

este argumento según el informe del PNUD (2005) y que evidencia el grado de

exclusión en que viven los/as ixhiles.

Cuadro No 5 Indicadores Desarrollo Humano en la región Ixhil

Grupo étnico IDH Índice salud Índice educación

Índice de ingresos

Ixhil 0.429 0.401 0.360 0.527 Fuente: Informe Nacional de Desarrollo Humano, 2005 PNUD

En términos de municipios que componen la región Ixhil, es aún más

precaria la situación como muestra el cuadro No. 6, siendo Chajul el municipio

más pobre en relación a los otros dos que componen la región.

43

La desigualdad según los cálculos efectuados por el PNUD (2005) por

medio del coeficiente de Gini20 muestra un alarmante 0.633 para San Gaspar

Chajul.

Cuadro No 6 Indicadores de pobreza en la región Ixhil

2002 2003

POBREZA COEFICIENTE DE GINI MUNICIPIO

Total Extrema Población

Rural Población indígena

Fincas mayores 1

Mz.

Todas las fincas

Chajul

92.8

40.6

68.2

92.5

0.583

0.633

Cotzal

83.9

29.1

54.9

97.4

0.517

0.584

Nebaj

85.5

29.5

65.5

94.7

0.533

0.621

Fuente: Informe Nacional de Desarrollo Humano, 2005 PNUD

La cooperación internacional empezó a centrar su interés en esta zona

porque, como ya he dicho, fue una de las más castigadas durante el conflicto

armado. Una de las primeras organizaciones que se centró en los efectos del

conflicto armado fue Solidaridad Internacional (SI), quienes donaron algunos

depósitos de agua (Rotoplast) y paneles solares para las comunidades CPR del

vértice norte.

Pero las organizaciones internacionales no fueron las únicas que

empezaron a trabajar en la Región Ixhil, también se formaban asociaciones de

víctimas como parte de las acciones conjuntas (Shotter, 1993) de personas

interesadas en la justicia y reparación. En este sentido, las acciones conjuntas

establecen articulaciones entre lo que hace cada individuo determinado también

por lo que hacen los demás, tanto como por sus propias intenciones (Ibáñez,

2001).

20 En los estudios sobre pobreza el coeficiente de Gini se utiliza para medir la desigualdad de los ingresos, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. El coeficiente de Gini es un número entre 0 y 1, en donde 0 se vincula con la igualdad armónica (todos tienen los mismos ingresos) y 1 corresponde a la perfecta desigualdad (una persona tiene todos los ingresos y los demás ninguno).

44

Shotter (1993) argumenta que en las acciones conjuntas las personas

elaboran entre sí espacios organizados que propician posibilidades o

coacciones. Los resultados que se producen pueden no ser aquellos que los

involucrados pretendían: no responden ni a mis intenciones ni a las tuyas pero

son, no obstante, nuestros resultados (Ibáñez, 2001).

Por ello he de destacar el papel de la ASOMOVIDINQ (Asociación

movimiento de víctimas del norte del Quiché) quienes empezaron la búsqueda

de la justicia por medio de exhumaciones en la región Ixhil antes de la firma de

la Paz en 1996. Esta asociación es de las pocas organizaciones civiles que busca

la reparación por medio de la justicia, así que su trabajo se focaliza en la

averiguación de familiares que conozcan cementerios clandestinos para realizar

exhumaciones, y así denunciar los crímenes ante el Ministerio Público (MP).

Por supuesto dentro de las mismas organizaciones han surgido algunas

tensiones y desencuentros de acuerdo a los intereses de los líderes. Nadie pone

en duda la importancia del trabajo que realizan, pero los intereses personales

frecuentemente se entremezclan, a veces de manera positiva y otras

negativamente, con el tipo de trabajo que realizan.

En los casos más complicados se han dado separaciones y se han

formado nuevas asociaciones. Este es el caso de MOVDES (Movimiento de

Desarraigados) quienes empezaron como parte de la ASOMOVIDINQ y que

por diferencias irreconciliables, decidieron separarse y hacer el mismo trabajo

de forma distanciada.

He de llamar la atención del/la lector/a con el hecho de que una

configuración institucional como lo es el mundo de las ONGs en una sociedad

considerada como posconflicto, no es una resulta predefinida o natural del

conflicto armado. En mi opinión, la lógica de la reproducción de las ONGs

45

puede ser entendida como un efecto de la lucha, así como de la incorporación

por las mismas víctimas sobrevivientes y la sociedad civil en la intervención de

estructuras políticas, pero que se da principalmente a través de la interpelación

de la noción de “pueblo traumatizado”.

La noción de trauma desde la perspectiva occidental sirve para definir

las diferentes posiciones de víctimas y victimarios (ambos traumatizados

aunque de diferentes maneras) ante los programas asistenciales. El trauma se

vuelve el objetivo principal de intervenciones políticas, sociales y curativas, por

lo que la traumatización también se convierte en una categoría relevante para

explicar la falta de participación política, la pobreza rural, las violaciones de

niñas, el auge de violencia criminal (maras) y la migración.

El trauma también marca procesos de exclusión dentro del imaginario21 y

los va moldeando de forma que se transmitan de generación en generación. Por

ello es que apelo a que la lógica de la ONGización no sólo parte del papel que

no asume el Estado, sino de la conformación e institucionalización de ese

imaginario de sufrimiento que se reproduce y nutre con los discursos de las

ONGs.

El fenómeno de la ONGzación también contribuye a que la condición de

víctima aflore y se perpetúe en la localidad a través de la que he denominado

institucionalización del sufrimiento. Durante el trabajo de campo identificamos

junto a los/as trabajadores/as de ECAP alrededor de cuarenta y ocho ONGs

representando a grupos de víctimas, tanto como intereses agropecuarios y de

desarrollo involucradas en el trabajo regional relacionado con el mejoramiento

y desarrollo para las víctimas de la guerra en el área (Ver cuadro No. 12 en

anexos).

21 Shotter (1993) afirma que muchos de los aspectos de lo que denominamos realidad son imaginarios, pero no en el sentido de que sean cosas reales que se encuentren localizadas en un lugar especial, es decir la imaginación o en la mente de los individuos, sino de forma que existe sólo en los procedimientos que se desarrollan en interacción entre personas (Shotter, 1993).

46

Estos datos dimensionan la importancia del mundo de las ONGs en la

región Ixhil. Sin embargo, esta institucionalización del sufrimiento no sólo

forma parte de la ONGización, sino que también abarca al Estado guatemalteco

y los programas que desarrolla en la zona como parte del proceso de

resarcimiento que actualmente se lleva a cabo y que guía, precisamente, el

análisis de los siguientes capítulos.

1.3.1. La tardía respuesta del Estado: el Programa Nacional de Resarcimiento (PNR).

La idea de un programa que se dedicara a la reparación o al resarcimiento de

las víctimas sobrevivientes del conflicto armado no surgió de forma espontánea

en el Estado guatemalteco. Sin embargo, se decidió desarrollar un programa de

resarcimiento en cumplimiento a los compromisos adquiridos por los acuerdos

de paz firmados por la URNG y el Gobierno en 1996, así como por las

recomendaciones que hiciera el informe de la Comisión del Esclarecimiento

Histórico (PDH, 2006; PNR, 2007; ODHAG, 2009).

El término resarcimiento se oficializó dentro del Acuerdo Global de

Derechos Humanos (AGDH) firmado en 1994, a partir del reconocimiento entre

las partes de que:

Es un deber humanitario resarcir y/o asistir a las víctimas de

violaciones a los Derechos Humanos. Dicho resarcimiento y/o

asistencia se harán efectivos a través de medidas y programas

gubernamentales, de carácter civil y socioeconómico, dirigidos en

forma prioritaria a quienes más lo requieran, dada su condición

económica y social (AGDH, 1994, p. 4)

47

El programa Nacional de Resarcimiento (PNR) fue creado por la

apremiante necesidad de respuesta a los daños22 que se cometieron durante la

década de los 80 por parte del Estado. Parafraseando a uno de los colaboradores

del PNR, la creación del programa es la manera en que el Estado reconoce y

asume la responsabilidad por los perjuicios causados a la población civil

durante el recrudecimiento del conflicto armado (Carrillo, 2007).

El informe de la CEH (1999) era muy claro con respecto a los ejes a

contemplar dentro del resarcimiento, así como de la iniciativa política que debía

guiar la reparación por parte del Estado a través de este programa. Luego de un

largo proceso de negociación entre asociaciones de víctimas y el Estado, el 7 de

mayo de 2003 fue emitido el acuerdo gubernativo 258-2003 que crea el

Programa Nacional de Resarcimiento (PNR). Posteriormente el acuerdo de

creación del PNR sufrió dos reformas, la primera mediante Acuerdo

Gubernativo 188-2004 y, la segunda, mediante Acuerdo 619-200523.

La conformación de la CNR24 sólo con representantes de instancias de

gobierno permitió reducir el tiempo de la toma de decisiones y

agilizar los procesos, pero con ello se perdió el diálogo general y esto

dio lugar a críticas que aún se mantienen (Carillo, 2007, p. 60)

Este es el primer problema que presenta el programa: el instrumento

jurídico que dio vida al PNR no garantiza su estabilidad a largo plazo. Debido a

que el programa se rige por acuerdos gubernativos, no se contemplan

disposiciones sobre autonomía, patrimonio, personalidad jurídica ni

representación legal (PDH, 2006). De esta forma, la normativa que regula el

22 La palabra adecuada para utilizar en el texto sería crímenes, sin embargo por la naturaleza del programa, se habla de daños ya que el PNR no busca la Justicia como elemento de reparación. 23 Estos acuerdos básicamente excluyen a la sociedad civil dentro de la toma de decisiones para el programa. Sin embargo, debo resaltar que las asociaciones que participaron durante este proceso no pudieron ponerse de acuerdo por distintos motivos. 24 Comisión Nacional de Resarcimiento.

48

programa plantea las acciones en torno al resarcimiento como orientaciones de

gobierno y no de Estado.

Otro de los problemas que presentó el programa durante sus primeros

años de vida (2003-2005) fue la deficiente ejecución del presupuesto asignado

durante sus primeros años de funcionamiento. En algunos casos fue tan bajo

que el Estado solicitó los fondos que no habían sido ejecutados para trasladarlos

a tratar otras emergencias. El caso del Huracán Stan en octubre 2005 ejemplifica

de forma inequívoca esta problemática, ya que cuando el estado requirió los

fondos al programa para atender los daños del desastre natural por medio del

Acuerdo Gubernativo del Presupuesto 37-2005, se transfirieron 260 millones de

quetzales del PNR al Programa de reconstrucción post Stan, (Aprox. € 26

millones).

A pesar de estos y otros problemas, el PNR empezó a funcionar en 2003

dentro de la ciudad capital, con el fin específico de “resarcir individual y/o

colectivamente a las víctimas civiles de violaciones a los Derechos Humanos y de delitos

de lesa humanidad, cometidos durante el conflicto armado interno” (PNR, 2007a, p.

14). Este noble intento, se llevaría a cabo por medio de cinco medidas de

reparación: a) dignificar a las víctimas, b) restituir algunos elementos materiales

a las familias damnificadas, c) dotar de programas de rehabilitación y

reparación psicosocial, d) la recuperación de elementos culturales perdidos

durante el conflicto armado, y e) resarcimiento económico.

Por supuesto, los mismos trabajadores del PNR tienen claro las

limitaciones y alcances de un programa de este tipo, ya que solamente abarca

uno de los aspectos del Resarcimiento en términos de reconciliación: “el intento

de reparación a los daños sufridos, mas no comprende el aspecto de impartición de

justicia ni puede atender las garantías de no repetición de violaciones a los derechos

humanos” (PNR, 2007b, p. 19)

49

En el año 2006, el Estado abrió una oficina del programa en la Región

Ixhil. Mientras trabajábamos en los aspectos concernientes a la victimidad

dentro de las comunidades nos enteramos de su existencia, pero fue

principalmente por las reuniones que hacían los compañeros/as de ECAP en

torno a ese programa y el soporte que daban para la medida de reparación

psicosocial25. Para esta fecha no tenía claro qué hacía exactamente el PNR y

cuáles eran sus políticas en términos de reparación y resarcimiento. Tampoco

dentro de la población era mucho lo que se hablaba sobre el programa y sus

alcances, pero poco a poco iría tomando mayor importancia.

Según los/as trabajadores/as del PNR en el Ixhil, empezaron sus

funciones con deficiencias logísticas tanto como materiales. Esta

desorganización no sólo respondía a las dificultades internas provocadas por

parte de las autoridades del PNR central, sino también a la falta de claridad y

amplitud de los objetivos del programa.

Los trabajadores que fueron contratados por el PNR pertenecen26 en su

mayoría a la etnia Ixhil, por lo que el conocimiento sobre la cultura y las

tradiciones es más profundo. Pero he aquí otro de los problemas que se

presenta en el programa: el tipo de contrato y las trabas burocráticas para los

pagos. Dado que los entes del Estado no pueden escapar de la burocracia, las

operaciones del PNR han sido extremadamente lentas. De la misma forma la

contratación de personal, el pago de honorarios (a veces se retrasan hasta tres

meses con el pago) y los desembolsos para la reparación suelen presentarse con

mucho retraso.

25 La administración anterior tenía convenios entre el PNR y organizaciones que se dedicaban a realizar exhumaciones y acompañamiento psicosocial. El Estado asignaba cierto monto para que se realizaran este tipo de actividades como parte de la reparación psicosocial pero solamente funcionó dos años. Actualmente no se lleva a cabo, pero se espera que a inicios del 2010 el programa vuelva a retomar la reparación psicosocial. Lo que sí ha realizado el PNR son consultorías con las asociaciones que se dedican a trabajar acompañamiento psicosocial, desde donde se ha solicitado apoyo en los abordajes psicosociales. 26 La rotación de personal ha sido muy evidente en este programa Estatal. Según el informe presentado a la comunidad internacional por parte del PNR, el personal ha pasado de ser 306 personas en 2007 a 186 en 2008.

50

Sumado a estas dificultades, la contratación de personal se suele efectuar

bajo el rubro 029 que no contempla vacaciones, aguinaldo, o bonos que dificulta

la posibilidad de dar continuidad a las estrategias a mediano y largo plazo en

las medidas de reparación (PDH, 2006). Quizás lo más lamentable y que

repercute en toda la lógica de la reparación y el resarcimiento es que, por el tipo

de relación laboral “Los empleados contratados bajo este rubro no tienen calidad de

funcionarios públicos, con lo cual no se les pueden deducir responsabilidades ni a ellos

ni solidariamente al Estado, en caso no cumplan con su función” (PDH, 2006, p. 20).

En este contexto los-as trabajadores/as del PNR empezaron a visitar las

comunidades de la región para tomar en cuenta las intenciones e inquietudes de

la población en torno a un programa integral y funcional para las víctimas

sobrevivientes. Esto generó confusión entre las personas, pero principalmente

con las asociaciones de víctimas que se organizaban dentro de las comunidades

así como las de fuera ya que había intereses económico-políticos.

La premura por el resarcimiento empezó a motivar ansiedades entre las

asociaciones y líderes comunitarios, por lo que los esfuerzos de los trabajadores

del PNR por desempeñar su labor se tradujo en desconfianza, desorden y

desinformación en la población. En algunos casos se hacía mención que ciertos

“líderes” cobraban dinero por organizar a las comunidades en sus gestiones

ante el PNR, y de esta forma poder tomar en cuenta al mayor número de

víctimas posibles. La postura del programa fue muy clara en este sentido, ya

que el trámite del resarcimiento era personal y no se haría ningún tipo de

reparación colectiva, al menos hasta que no se planificara desde la sede central

ubicada en la ciudad.

Este tipo de organización también provoca ciertos problemas porque la

información que llega a las sedes suele ser mínima y las problemáticas y

51

dificultades que se presentan en las regiones no suelen ser tomadas en cuenta

por la sede central.

Este fue el ambiente que encontré al empezar a trabajar en la región Ixhil

en el año 2006, y no se podía negar el halo de desorden que esto había

provocando dentro y fuera del PNR. Esto iría cambiado con las iniciativas que

se tomaban desde la sociedad civil y el Estado.

Así pues, para aclarar y ordenar la situación en torno al programa el

Estado (a través del PNR) propuso a las organizaciones que trabajan en la

región, la conformación de una plataforma representativa de las asociaciones

del área Ixhil. Una vez reunidas la mayor parte de organizaciones de los

municipios de Nebaj, Chajul y Cotzal, el Estado firmó el convenio (1-2006) en

donde reconoce a la Mesa Regional Ixhil como interlocutora de la población Ixhil, y

además también se perfila como espacio político en la toma de decisiones en la

inversión pública y desarrollo regional.

Le Mesa Regional Ixhil actuaría como “una especie de auditora ético-

social en el trabajo del PNR” y, de esta forma, el programa se evitaría

problemas para empezar la ejecución del presupuesto asignado para el

resarcimiento económico (entrega de cheques por aproximadamente €2400).

Nuevamente se presentaba otro problema para el PNR. La entrega de cheques

dio paso a una serie de situaciones confusas dentro de la población, así como

dentro del programa mismo.

El libro recientemente editado por la ODHAG (2009) da cuenta

precisamente de los efectos en la subjetividad, el duelo y la justicia de la

aplicación de la medida de resarcimiento económico. El texto destaca las

posibilidades que surgen desde los aspectos subjetivos que la gente atribuye al

programa, sin embargo el documento destaca que, por la falta de conocimiento

que tienen las personas sobre el funcionamiento y medidas del PNR, no se pudo

52

profundizar en el objetivo principal que era conocer las percepciones sobre este

programa. En cualquier caso, el documento demuestra la existencia de

problemas en torno a esta medida, tanto a nivel de procedimientos y

evaluación, como de inclusión de las víctimas “que no habían sufrido”27

verdaderamente o no habían vivido la guerra.

1.3.2. El costo humano de la tragedia es simplemente incalculable.

Posiblemente uno de los principales problemas del PNR, al menos en

términos de reparación, era que la mayor parte de víctimas asumían que el

programa había sido creado exclusivamente para dar compensaciones

económicas, dejando de lado la importancia del resto de medidas o de la

búsqueda de la justicia.

González Rey (2007) señala que el resarcimiento económico por sí mismo

no apunta hacia la reparación del tejido social o a la creación de redes de

soporte entre la gente, que son aspectos psicosociales de mucha importancia

para el proceso de resarcimiento. El PNR empezó con la medida de

resarcimiento económico por lo nefasto del gasto público en las gestiones

anteriores y lo intentó maquillar justificando las necesidades apremiantes de la

población en términos de pobreza. Bajo esta lógica, el dinero será insuficiente

para resarcir a las víctimas sobrevivientes, ya que no alcanzaría por la

asignación de Q 300 millones (€30 millones) anualmente.

Los efectos de la ejecución de la medida de resarcimiento económico no

tardaron en llegar como problemas intra-comunitarios, personales, familiares,

aprovechamiento de terceros e incluso en la forma de percibir el resarcimiento

(ODHAG, 2009). En algunas comunidades se empezó a hablar de “vender a los

27 La valoración y reconocimiento de las víctimas entre ellos, es un factor importante para la legitimidad del programa. Este argumento contradice la hipótesis que propone Piper (2005b) sobre que las víctimas se reconocen entre sí, pero será analizada con detalle en el siguiente capítulo.

53

muertos” o “pagar la vida de los muertos” para entender el sentido del pago.

Aunque las autoridades del PNR en ese entonces, especialmente doña Rosalina

Tuyuc, eran enfáticas y aseguraban públicamente en las actividades del

programa que las vidas de las víctimas no tenían precio (PNR, 2007b), fue una

postura inevitable que se evidenció en algunas personas.

También sucedió lo contrario, es decir, que las personas tomaran el

resarcimiento económico de forma totalmente pragmática apelando a las

condiciones de pobreza en las que se hayan sumidas la mayor parte de

poblaciones afectadas.

Según el informe de la ODHAG (2009) los problemas psicosociales que

ha generado esta medida, son el resultado de las contradicciones que se

presentan entre las intenciones y propósitos del PNR y las acciones que ejecutan

en torno al resarcimiento. El resarcimiento integral que fundamenta la misión

del programa no se ha llevado a cabo en ninguna comunidad del país. De

hecho, hasta el día de hoy la gente sigue sin saber exactamente cuál es la

trascendencia de eso que el PNR reitera en nombrar como “resarcimiento

integral”.

Este fue el contexto que encontré previo a la formulación de la noción de

victimidad para la sociedad Ixhil, no obstante, la idea fue potenciada por la

producción académica sobre la temática y que a continuación presento.

54

CAPÍTULO 2 Marco Referencial

Una generación no se caracteriza por la edad de sus miembros, sino por la contigüidad de sus protestas

Silvia Bleichmar (Conferencia en Buenos Aires)

Al día de hoy existe una cantidad importante de publicaciones guatemaltecas y

extranjeras en donde se recuperan testimonios y prácticas sobre Memoria

Histórica, organización y resistencias en las comunidades afectadas por el

conflicto armado interno.

También se pueden encontrar textos relacionados con las secuelas

psicosociales del conflicto (Cabrera, 2006; Erazo, 2007; Gómez, 2009) en donde

se evidencia que la población aún sigue afectada por este suceso. Por ello quiero

proponer un tema relativamente nuevo para la Psicología Social y que se

presenta en contextos posconflicto: la victimidad.

El término victimidad (interpretación de “victimhood”) rara vez se utiliza

dentro del lenguaje de las ciencias sociales en castellano, sin embargo propongo

usar este neologismo ya que otorga mayor sentido al proceso de considerarse o

percibirse víctima, y cómo a partir de estas experiencias se explica, modifica o

afronta el sufrimiento relacionado con los hechos.

Es necesario entender que la victimidad se hace evidente en contextos

relacionales y no debe ser pensada únicamente como una categoría abstracta

que afecta a las personas de forma individual. Cualquier interacción que se

55

lleva a cabo entre las víctimas sobrevivientes28 y las organizaciones, sean

estatales o no, puede ser vista como oportunidades para dar cuenta de los

diferentes procesos de sufrimiento por los que pasa la población.

Al concebir la victimidad como una condición, apelo al estado o

situación (presente o futura) en que se halla alguien que se considere o perciba

como víctima, pero sin entender el contexto de su vida como definitiva o sin

salida, sino con posibilidades de maniobrar, de hacer elecciones y tener cierto

espacio de acción con respecto a las afectaciones psicosociales que produjo la

guerra en su vida.

Por esta razón es importante entender que la victimidad puede potenciar

el desarrollo de políticas de atención hacia las víctimas si se parte desde esta

categoría que engloba la condición actual de las mismas víctimas, en términos

subjetivos, económicos, históricos y jurídicos (MacDonald & Bernardo, 2006).

Así pues, en este segundo capítulo abordaré los aportes que se han

realizado desde la Psicología Social en la problematización de las víctimas pero,

principalmente, estableciendo la diferencia entre victimización (Albertín, 2002;

Soria, 2002) identidad o posiciones de víctima (Smith, 1989; Piper, 2005b) y

victimidad (Bayley, 1991; Pupavac, 2004; MacDonald & Bernardo, 2006;

Wessely, 2005; Das, 2007).

28 Haré la diferencia entre víctimas sobrevivientes y víctimas mortales, ya que son las primeras quienes buscarán al Programa Nacional de Resarcimiento. Además, es necesario aclarar que el concepto de víctima refiere a todas aquellas personas que durante el conflicto armado les fue violado o negado algún Derecho Humano. Esta acotación es necesaria ya que hablar de víctimas del conflicto armado abarcaría a un número mayor de víctimas indirectas, entre las cuales se podrían contar las nuevas generaciones y los efectos de la violencia actual.

56

2.1. Aportes desde la Psicología Social para la problematización de las víctimas como concepto.

Como he mencionado, el concepto victimidad lo he tomado de la traducción del

término anglosajón “victimhood” el cual puede ser entendido como “to be

victim”. Este vocablo es relativamente reciente en la literatura inglesa de las

ciencias sociales y define la condición de “ser” víctima (Bayley, 1991; Pupavac,

2004; MacDonald & Bernardo, 2006; Wessely, 2005; Das, 2007)29. A lo largo del

texto iré sugiriendo alternativas al verbo “ser” ya que entiendo el término

victimidad alejado de cualquier interpretación determinista o que implique

asociaciones con esencia, naturaleza y/o estaticidad en las víctimas.

La idea de proponer la victimidad como categoría de análisis es,

siguiendo a Rorty (1994), articular nuevos vocabularios para ofrecer

descripciones que permitan modificarnos a nosotros/as mismos/as, y nuestras

actuaciones como profesionales “psi”30, particularmente dentro de campos

donde el sufrimiento se hace explícito mediante la búsqueda de alivio a

distintos problemas relacionados con los residuos de la guerra; por ejemplo las

enfermedades que la gente atribuye al período de la guerra, la pobreza en la

que viven ahora, e incluso el acceso que puedan tener a los programas Estatales

de ayuda.

El concepto de victimidad no debe entenderse solamente como un

rescoldo de la guerra, sino como una posibilidad de lucha desde la misma

condición de víctima. Son las pretensiones de “verdad” implicadas en el

percibirse o considerarse como víctimas, en tanto qué pasó y cómo me siento, lo

que posibilita que la categoría sea interesante para la Psicología Social. 29 La palabra “victimhood” no aparece en los diccionarios de lengua inglesa pero es común encontrarla en literatura de las ciencias médicas (mayormente la psiquiatría) y las ciencias sociales (particularmente la antropología). 30 Lo “psi” en este texto debe de ser entendido como aquel universo de significaciones, prácticas y sensibilidades, que organiza un modo particular de pensar y de vivir lo psicológico (Fernández, 2008).

57

Así pues, considero que es necesario contrastar el concepto de victimidad

como categoría de análisis con algunos conceptos teóricos que han sido

utilizados en la problematización de las víctimas como objeto de estudio desde

la perspectiva de la Psicología Social.

2.1.1. El surgimiento de la categoría víctima.

Desde sus inicios, la Psicología Social y las Ciencias Sociales en general,

tuvieron un escaso papel para el estudio de los procesos que se generaban

alrededor de situaciones victimizantes. Tanto Retamal (2002) como Albertín

(2006) coinciden en afirmar que las víctimas “se crearon” con el nacimiento de

la Victimología como ciencia en la década de los cuarenta del siglo XX. Según

Fattah (2006) el primer tratamiento sistemático de las víctimas de delito

apareció en 1948 con la publicación de Von Hentig “el criminal y su víctima”.

Estos estudios tuvieron un acercamiento a la categoría víctima como “objeto” de

estudio desde el campo jurídico, pero dejó de lado a los sujetos víctimas como

entes que han sufrido un daño o ultraje (Bayley, 1991).

Fue a través del espíritu positivista-biológico, centrado en el análisis del

causalismo victimal y de las eventuales responsabilidades de la víctima, que la

problematización de las víctimas tuvo su génesis, pero mayormente para su

clasificación y/o estandarización (Ferrer, 2004). Las catalogaciones que se

hacían durante esta época pretendían clarificar el grado de participación de las

víctimas en los hechos delictuales, más que entender los procesos psicosociales

involucrados.

Este panorama siguió a lo largo de las siguientes décadas. Sin embargo,

Albertín (2006) sugiere que ya entrados los años sesenta, y a raíz de varios

cambios sociales, se produce un creciente interés por el tema de las víctimas. El

cuestionamiento del qué hacer de las ciencias sociales a finales de la década de

58

los sesenta, acompañado por tres circunstancias muy puntuales, dio paso a que

se cuestionaran los modelos propuestos por la Victimología, entre ellos: Los

marcos teóricos creados a partir de los estudios de la Psicología Social y su

aplicabilidad en distintos ámbitos. Por otro lado, también contribuyó el interés

que despierta el asesinato de Kitty Genovese (1964) sobre las víctimas de

violencia en Estados Unidos, así como las primeras “encuestas de

victimización”31.

Sumado a estos aspectos, también fue de importancia las exigencias del

movimiento feminista que pedía mayor atención contra la violencia hacia las

mujeres (Albertín, 2006). La postura feminista dirige sus críticas al enfoque

etológico de la Victimología, pero principalmente a las limitaciones y

reduccionismos del uso de categorías como “víctima provocadora” (Soria, 2002;

Albertín, 2006)

Este conjunto de circunstancias propició que a inicios de la década de los

setenta se dieran una serie de reflexiones sobre la producción de la condición de

víctima, es decir, la victimización. De esta forma, cuestionamientos como ¿Qué

eventos pueden ser considerados como victimizadores? ¿Cuáles son los

perpetuadores de la condición de víctima? o ¿qué factores pueden formar parte

de los procesos para la superación del trauma? eran planteados desde la

Psicología de la victimización criminal para conformar una posible catalogación

de niveles de victimización (Soria, 2002; Albertín 2006).

31 Fattah (2006) señala que en los años setenta los estudios individuales de víctimas de delitos específicos fueron eclipsados por estudios de victimización. Estos estudios transformaron las características de los primeros estudios de la Victimología, es decir, se pasó de un acercamiento micro, centrado en el grado de participación de las víctimas en los delitos, a uno macro que apuntaba a determinar la cantidad de víctimas, identificar la población vulnerable y establecer las características socio-demográficas de la población. Una de las ventajas que produjeron los estudios de victimización fue evidenciar las tendencias y pautas de la producción de víctimas en tanto distribución social y espacial. Sin embargo fue muy limitado su aporte en cuanto al entendimiento psicosocial de la conducta criminal, el proceso de selección de la víctima, las interacciones entre la víctima y el delincuente, etc. (Fattah, 2006).

59

Por ello se propusieron tres estadios, los cuales pueden ser

complementarios o no, para entender el proceso de producción de víctimas

(Albertín, 2006):

a. La victimización primaria entendida como aquella que es la derivada de

haber padecido un acto delictivo con efectos físicos, psíquicos,

económicos o de rechazo social que se mantienen en el tiempo.

b. La victimización secundaria se deriva de las relaciones de la víctima con

las instituciones sociales. Es el propio sistema el que victimiza a quien se

dirige a él pidiendo justicia (servicios sociales, sanitarios, medios de

comunicación, jurídicos, etc.) por ejemplo despersonalizando el trato, con

carencia de información, falta de intimidad y protección, exceso de

tecnicismos, lentitud del proceso judicial, dudas en la credibilidad de las

narraciones y otros inconvenientes que son frecuentes en los servicios del

Estado (Albertín, 2006). Para el caso de poblaciones indígenas, por

ejemplo, este tipo de victimización se evidencia al realizar juicios en

idiomas que las personas no entienden.

Ya entrada la década de los ochenta se contempló un nuevo factor para

entender el proceso de victimización

c. La victimización terciaria Esta se da cuando el sujeto ha tenido éxito en

los procesos anteriores pero se siente desamparado por su entorno social

como producto o consecuencia de las reacciones actuales (por ejemplo,

amistades que le culpabilizan de no haber evitado el daño, situación

actual producto de un error judicial, etc.) (Urra y Vázquez, 1993; Citado

por Albertín, 2006)

Estas construcciones teóricas cuestionan el modelo positivista-

clasificatorio que se había propuesto en los inicios de la Victimología para

entender los procesos que se daban en torno a las víctimas. Durante este

60

período las Ciencias Sociales tuvieron un auge prioritario para el desarrollo de

políticas públicas y de atención hacia poblaciones victimizadas (Collier, Minton,

& Reynolds, 1996). La necesidad de revisar los procesos psicosociales

estigmatizadores que experimentan las víctimas desde que son definidas como

tales fue el siguiente paso que incorporó la visión subjetiva de las víctimas, así

como los efectos que tiene para esa condición (victimidad), en especial, para las

políticas o acciones de resarcimiento o reparación (Retamal, 2002; Ferrer, 2004)

El cuestionamiento sobre el papel pasivo al que eran relegadas las

víctimas permitiría nuevas formas de problematización. Autores como

Ziegenhaguen (1977) y Weiss & Weiss (1974), ya habían cuestionado la

dificultad que se produce cuando el Estado absorbe los conflictos y problemas

de ciertas comunidades para solucionarlos de acuerdo a su propia lógica, es

decir, sin dar participación a las víctimas. En otras palabras, cuando el Estado

resuelve los conflictos mediante leyes jurídicas legitimadas por ciertas formas

de investigar y acusar, realizadas generalmente por expertos que hacen de lado

a las víctimas sobrevivientes del proceso, excluye a las víctimas y el papel que

pueden desempeñar en el proceso. De esta forma se hace evidente el escaso

poder que tienen las víctimas para iniciar, detener o modificar el resultado de

su victimización (Ferrer, 2004).

Si bien el Estado vela por el bien público y por el de las víctimas, también

es cierto que impone una pena (derivada del bien público) donde las víctimas

tienen muy poca, o mejor dicho, ninguna participación en la resolución del

conflicto. La víctima pasa automáticamente a la situación de “débil”, se

convierte en una “prueba” y no en participante ni agente de la resolución de su

conflicto (Albertín, 2006), “deja de ser dueña de lo que ocurrió y pasa a ser dueña

simplemente de su sufrimiento” (Retamal, 2002, p. 225)

Los debates surgidos en torno al proceso subjetivo de las víctimas y su

posible participación activa en los procesos victimales, fueron abriendo espacios

61

desde los setenta hasta llegar a una postura diferente dentro de la interpretación

de las víctimas en los años noventa (Larrauri, 1991). Puede ser que la violencia

que vivieron muchos países en la década de los ochenta (particularmente en las

dictaduras militares latinoamericanas) haya propiciado la construcción de esta

tendencia.

La decisiva influencia de las asociaciones de víctimas que se convirtieron

en colectivos de opinión y de presión32, permite plantear que las víctimas no

sólo exigían justicia (en tanto que castigo), sino más bien reclaman una forma de

reparación o reconocimiento del daño (Beristain, 2008a). Este recurso no es

tanto una pena, sino un resarcimiento o búsqueda de “la normalidad”. Una

forma de recuperar lo perdido.

Los estudios analizados por Larrauri (1991) muestran que existe cierta

correlación entre las personas que acuden, por ejemplo, a la policía a causa de

algún delito, y que buscan algún tipo de resarcimiento.

“resulta que en general, la víctima no está especialmente interesada en

un proceso penal, o en conseguir un castigo, sino en una resolución

del conflicto, por ejemplo una indemnización, o una protección

inmediata, por ejemplo, que la resguarden de ataques de su marido”

(Larrauri, 1991, p. 232)

Ya que el castigo mediante la lógica del Estado no es beneficioso para la

articulación del tejido social, la recuperación del estado de “normalidad” o de

reparación, sería uno de los principales pilares a los que la Psicología Social

apelaría para la problematización de los distintos procesos psicosociales que se

presentan en las víctimas sobrevivientes.

32 Ejemplos muy claros son los casos de las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Chile y la Coordinadora Nacional de Viudas en Guatemala

62

A partir del período de los noventa hasta la actualidad, las nuevas

formas de abordaje psicosocial como la mediación y resolución de conflictos

han enfatizado en que las víctimas sobrevivientes jueguen un papel activo en

sus propios procesos; sin embargo en términos de reparación, en países como

Chile o Dinamarca33, se ha enfatizado mayormente en los aspectos clínicos

como la psicoterapia y la rehabilitación.

Para el caso de Guatemala no se ha profundizado en los aspectos clínicos

de la violencia, sin embargo se han presentado algunas querellas y demandas

civiles internacionalmente porque dentro del país el grado de impunidad es

bastante elevado (Cabrera, 2006; Beristain, 2008a).

Para las víctimas sobrevivientes que han llevado casos al Sistema

Interamericano de Derechos Humanos (SIDH) es más importante que se

dictamine la verdad de las violaciones de las que fueron objeto. Si bien los

aspectos de rehabilitación e intervención psicológica son importantes, las

experiencias presentada por Beristain (2008a, 2008b) en el SIDH, da cuenta de

la importancia de no encasillar el potencial de apropiación de los significados

que atribuyen las víctimas sobrevivientes a su experiencia.

Dineen (1996) ha enfatizado en cómo la Psicología ha procurado

perpetuar la “manufactura” de víctimas desde las patologías y del concepto de

trauma. La producción de “las víctimas” se hacía desde el momento en que un

experto clasificaba mediante manuales diagnósticos como el DSM-IV-TR (2005)

o el CIE-10 a los/as usuarios/as. La etiqueta formada por el diagnóstico de

los/as profesionales proporcionaba herramientas legitimadas para que los/as

usuarios/as, apelando a su situación de víctima, pudieran seguir siendo

asistidos sin cuestionar el papel a desempeñar en un futuro, ni los aspectos

relacionados con el trauma.

33 El énfasis de organizaciones de intervención a nivel internacional como RCT da cuenta de la importancia de los aspectos clínicos en rehabilitación aplicados a las políticas públicas, especialmente para refugiados de los conflictos de Oriente Medio.

63

Aunado a los elementos generados por las etiquetas diagnósticas,

también se debe tomar en cuenta los aspectos subjetivos que surgen de la

intervención desde los trabajadores psi. En este sentido, Ronsbo (2008) analiza

de forma crítica el contexto centroamericano, en especial lo que denomina “las

fuerzas oscuras”34 que subyacen en las ansiedades de los/as trabajadores psi

para con acciones y programas de intervención que contemplan los temas de

reparación y Derechos Humanos.

De alguna forma, los conceptos que utilizamos los/as trabajadores/as

psi, al menos en Guatemala, van construyendo la producción de conocimiento,

competencias y discursos en las víctimas, pero también generan dilemas en

torno a la forma de enfrentar la reparación. En palabras de Ronsbo (2008):

…con los conceptos de trauma, estrés postraumático y memoria

traumatizada, se han creado nuevas descripciones y órdenes dentro de la

población centroamericana que pueden explicarse no sólo por la utópica

opción de la decolonización. Desde mi punto de vista, solamente

explorando las formas complejas y contradictorias desde las cuales los

trabajadores psicosociales generan conocimiento seremos capaces de

entender los dilemas y las opciones dados en la coyuntura actual de las

víctimas (Ronsbo, 2008, p. 3).

El análisis del impacto del trabajo psi sigue siendo un tema pendiente a

tratar dentro de las organizaciones que se dedican a la intervención psicosocial,

y es un aspecto que analizaremos en los capítulos posteriores ya que otorga

posibilidades a la noción de victimidad que propondré.

34 Este autor utiliza la metáfora de “fuerzas oscuras” para referirse al crimen organizado que puede estar ligado a estructuras de poder político y militar en Guatemala.

64

Otra aspecto de importancia es que en muchos casos, los profesionales

psi sitúan el conflicto en el plano de lo individual, o como mucho en lo

interindividual dentro de un contexto clínico o jurídico-civil, cuando en

realidad haría falta situarlo en la esfera social e institucional donde se produce o

ha producido el daño a las comunidades (Martín-Baró, 1990; Beristain & Riera,

1992; Beristain, 2008a).

Las experiencias del trabajo psicosocial con familiares de víctimas de

violaciones de Derechos Humanos en dictaduras latinoamericanas,

especialmente en materia de exhumaciones, muestran la necesidad de situar el

conflicto en ámbitos que trasciendan lo clínico, pues el contenido

“traumatizante” se encuentra en la sociedad en su totalidad (Pérez & Navarro,

2007), llegando incluso a formular posicionamientos en términos de identidad

política como es el caso de algunas asociaciones de víctimas sobrevivientes en

Guatemala.

2.1.2. ¿Identidad de víctima? ¿Son el sufrimiento y debilidad, las dos supuestas

constantes de las víctimas?

La literatura sobre víctimas de violencia política suele recoger la noción de

identidades35 o posiciones de sujetos, construidas a partir de sucesos no

normativos (Smith, 1989; Butler, 1997a; Piper, 2005b). Los aportes desde estas

posturas me han permitido llegar a la problematización de la victimidad.

Los debates en torno a la categoría de víctima han sido fuente de diversas

discusiones dentro de la Psicología Social mundial, lo que ha permitido que se

desarrollen ciertas críticas en torno a esta condición. Bayley (1991) ha propuesto

que, en general, el término víctima es utilizado más como dispositivo

35 Aunque el concepto de identidad está relacionado con la producción psicológica y social más convencional de la identificación, la cual refiere a cuestiones sustanciales; lo emplearé en el sentido de “self” (mismidad) que está vinculado con orientaciones más novedosas en la Psicología Social en donde su producción es relacional y contingente.

65

persuasivo para solicitar ayuda que como epíteto descriptivo o identificatorio.

Este autor define tres aspectos que definen como víctimas a las personas:

a. “Han sufrido una pérdida o una disminución significativa del

bienestar de forma inmerecida o injusta

b. La pérdida tiene una causa identificable

c. El contexto legal o moral de la pérdida da derecho a las víctimas de la

pérdida a la preocupación moral” (Bayley, 1991, p. 53 )

También Truñó (2008) reflexiona sobre la categoría de víctima desde la

perspectiva de género en Colombia. En su texto menciona dos aspectos

importantes en su definición: el sufrimiento y el supuesto “estado” de debilidad

que es común a las víctimas. Esta autora realiza una crítica a las definiciones

hegemónicas de víctima, ya que asume que tienen algo en común: por un lado,

la imagen de alguien que ha sufrido daño o lesión por fuerzas fuera de su

control y, por el otro, el hecho de “ser” víctima se vincula con un estado de

supuesta debilidad donde se necesita protección o condiciones especiales de

atención.

Aunque existen aportes desde Martín-Baró (1990) y Beristain & Riera

(1992) en torno a las implicaciones de asumir a las víctimas sobrevivientes como

débiles e inmóviles, quisiera dedicar unos párrafos a esta crítica. Mi

interpretación del trabajo de Truñó (2008) coincide con que la definición de

víctima que se suele emplear, es esencialista y hasta cierto punto mutilante en

términos de agenciamientos36. En general la mirada que se hace “sobre” las

personas que han sido victimizadas es restrictiva, es decir; se reduce a las

36 El concepto de agencia debe ser entendido como “la capacidad que tienen los sujetos de construir su propia vida e influir en los procesos sociales en los cuales participan en interacción con otros sujetos” (Sautu, Bioniolo, Dalle, Elbert, 2005, p. 44). Siguiendo a Judith Butler (1997a), la agencia en esta investigación es una oposición a la noción de libertad soberana o autonómica del sujeto y refiere a la capacidad de acción como acto lingüístico. Aquel/la que actúa lo hace precisamente en la medida que existe dentro de un campo lingüístico de restricciones que al mismo tiempo pueden ser posibilidades. Básicamente la agencia se contrapone a la noción de sujeto que nos heredó la modernidad dotándolo de formas contingentes de acción en la ambivalencia.

66

personas a una categoría inamovible y estática que únicamente permite la

constitución de cierta clase de sujetos victimizados37.

Piper (2005b) lo enuncia como que el hecho de ser víctima puede ser

considerado como aquello que determina la vida y define la propia

subjetividad, diferenciando en la interacción, quiénes son víctimas de quienes

no lo son: “Al sujeto víctima se le atribuyen características comunes que hace que

quienes se sepan víctimas se reconozcan en ellas sintiendo la afinidad de las vivencias y

dolores compartidos” (Piper, 2005b, p. 166). Este argumento sugiere la idea de

cierta “mismidad” de vivencias entre las personas que se consideran o perciben

como víctimas, y que representa un elemento importante entre el grupo.

Más adelante Piper (2004, 2005b) formularía estos argumentos como

parte de su teoría de la “retórica de la marca” en donde el trauma político

constituye un lugar argumentativo que opera como la causa de muchos de los

problemas del presente, y como una explicación de nuestra manera de ser y

actuar como víctimas sobrevivientes. En sus palabras:

Pero más que una señal del pasado, la marca parece ser un hecho

actual que opera en el presente, que trasciende el cuerpo y se expande

incluyendo a toda la red que lo sostiene. Nunca ha dejado de sentirse,

de doler, de dañar; ni de señalar insistentemente la precariedad de las

condiciones actuales; ni de recordar que la vida pudo haber sido

distinta y no lo fue, que el futuro podría estar abierto a múltiples

posibilidades pero no lo está (Piper, 2005b, p. 229)

La propuesta de Piper (2005b) no es funcional para el caso que propongo

en la región Ixhil, ya que no todas las víctimas sobrevivientes se reconocen

entre sí como víctimas del conflicto armado. La valoración subjetiva de los

37 Butler (1997b) propone que la formación del sujeto no puede entenderse del todo sin tomar en cuenta una serie de restricciones fundacionales que paradójicamente son habilitadoras (p. 99). La sujeción es literalmente hacerse sujeto.

67

“niveles de sufrimiento” entre la población es uno de los elementos que ha

creado problemas para la identificación y consolidación del colectivo

“víctimas”, pero se presenta como secuela del conflicto armado, por la forma en

que se modificó el tejido social.

Además, la gran cantidad de asesinatos, desaparecidos y desplazados,

impide que el reconocimiento se presente a nivel individual. Lo que sí tiene

claro la gente es que no importa el grupo étnico al que se adscriban, ya que

tantos los ixhiles como los ki’che’s fueron víctimas del conflicto armado interno.

En la actualidad es aceptado que la noción de víctima no necesariamente

refiere a un estado de debilidad o de pasividad por parte de las personas

afectadas. Este es quizás el gran aporte de las Ciencias Sociales en los años

noventa en torno a la problematización de las víctimas al proponerse dos

principios relevantes que permiten el proceso de “ajuste”: la evaluación

cognitiva y el afrontamiento (Soria, 2002).

La evaluación cognitiva se relaciona con la valoración que se hace de las

repercusiones y consecuencias de los hechos victimales, mientras que el

afrontamiento son todas aquellas prácticas que desarrollan las personas para

manejar o abordar las demandas del entorno con respecto a su condición como

víctimas sobrevivientes.

La discrepancia que planteo desde esta tesis es que la apropiación del

sufrimiento y el supuesto estado de “debilidad” de las víctimas también

pueden llegar a constituir escenarios estratégicos en donde las personas

encuentran una opción para paliar el sufrimiento; sin embargo se corre el riesgo

de que, además de re-victimizar, podría limitar la capacidad de acción. Estas

posturas posibilitan la problematización de las víctimas a través de diferentes

posiciones y/o identidades, pero sólo es posible gracias al uso de herramientas

lingüísticas en la interacción.

68

2.1.3. Implicaciones del lenguaje en la supuesta identidad de víctima.

La experiencia y el sentido del “ser” víctima se construye en gran medida por el

concepto de “descripción identificadora” más que por el de “naturaleza”. Hasta

que no decimos con un determinado lenguaje aquello que sentimos, no

podremos asegurar que tenemos la experiencia de la apropiación de una

“identidad” de víctima. Por medio del lenguaje podemos interpretar aquello

que creemos ser o aquello en lo que nos convirtieron. Generamos una cierta

imagen de nosotros mismos y de los demás (Burkitt, 1991; Iñiguez, 2001).

Cuando hablamos de nuestras identidades o de los posicionamientos que

tenemos como sujetos, no solo estamos expresando significados subjetivos sino

que estamos creando realidades y relaciones (Gergen, 1994). Esta construcción

de la realidad por medio del lenguaje es posible ya que al hablar hacemos cosas

puesto que es una práctica que tiene objetivos y fines (Austin, 1962; Shotter,

1993). Es esta característica del lenguaje la que hace que el discurso38 de las

víctimas puede crear diferentes escenarios para desarrollar sus demandas,

luchas o reivindicaciones.

Una vez creado el escenario para desarrollar lo que creemos ser, en

relación con otros, producimos consecuencias o efectos en las interacciones. Por

esto la principal función del lenguaje para explicitar el sufrimiento no es la de

representar el mundo, ni de la de comunicar ideas, sino la de coordinar las

diversas acciones sociales creando, manteniendo, reproduciendo y

transformando ciertas formas de relaciones (Wittgenstein, 1954; Shotter, 1993;

Ibáñez, 2001), y específicamente en la búsqueda de algún tipo de ventaja con la

gestión de una identidad (Cubells, 2002). Es a partir de la naturaleza simbólica

del lenguaje lo que hace que la capacidad comunicativa de nosotros/as

38 De aquí, en adelante, se debe interpretar “discurso” desde la lógica que propone Foucault (1969).

69

mismos/as y nuestro sufrimiento, se convierta en una subjetividad entendible

para el resto de personas.

Así pues, la forma en la que hablamos de nuestras identidades, son

construidas con nuestras convenciones y a su vez, también son constructoras de

los procesos sociales en los que nos desenvolvemos (Gadamer, 1975). Además

posibilitan diferentes inteligibilidades en los agentes sociales y generan

contextos de relación e interpretación.

La Psicología Social de orientación crítica ha contribuido de forma

importante al entendimiento y problematización de las identidades de víctimas,

sin embargo, esta categoría también es atravesada por las posiciones que

asumen las víctimas en torno a su propio proceso y no solamente por las

categorizaciones que efectúan los investigadores/as. En otras palabras, con las

nuevas tendencias en Psicología Social se introduce una mirada crítica a la

categoría de identidades construidas a partir de ser víctima. Esta identidad, si

bien constituye una posición, una forma que permite la visibilidad social y

legal39 de las personas afectadas, puede crear el efecto de inmovilidad y

sujeción en esta condición, con el consecuente efecto estigmatizador (Retamal,

2002; Albertín, 2006; Neuburger & Rescia, 2007).

Hablar sobre identidades de víctimas podría ser entendido de muchas

formas, incluso podría referirse a lo que Morales (2006) argumenta de forma

desencarnada

…cuando se observa la catarata de congresos, conferencias, diálogos,

conversatorios y diagnósticos acerca de las subalternidades

tercermundistas, no se puede dejar de advertir que el eje de sus

reivindicaciones reside en una orgullosa condición de víctima. Y aquí

39 La adscripción a un colectivo de víctimas como mecanismo para acceder a Derechos ha sido de importancia dentro de la sociedad guatemalteca ya que el Estado presenta elementos de reparación y resarcimiento dentro de su propia lógica.

70

debo aclarar que ser víctima no es lo mismo que victimizarse. Lo

primero tiene que ver con una situación involuntaria y aciaga cuya

superación se nos presenta como necesaria para recuperar la dignidad

perdida en el hecho victimizador, y lo otro tiene que ver con una

actitud voluntaria, aprendida y repetitiva que sustituye la dignidad

humana por una astucia oportunista basada en un cínico gusto por la

propia inutilidad… (Morales, 2006).

Es una posibilidad, lo cual no quiere decir que sea la única o la que mejor

se adapte a los intereses de las víctimas sobrevivientes del conflicto armado

interno guatemalteco. Estas supuestas identidades de víctimas no se arraigan

exclusivamente en una mera contemplación reflexiva de los sucesos del grupo,

sino que se desarrollan en el encuentro oral, en nuestro discurso mutuo.

Hablamos, discutimos, argumentamos lo que apreciamos como “real” y

nuestras acciones están en gran medida, relacionadas con eso que hablamos de

nosotros/as y los/as demás (Shotter, 1993).

Aunque se pueden crear identidades y posiciones de sujeto en torno a los

sucesos traumáticos, no quiere decir que éstas sean estables y no propicien

nuevas formas de entender la vida y las posibilidades de las víctimas

sobrevivientes (Piper, 2004, 2005b). Al contrario, se dan constantes procesos de

definición y redefinición de posiciones (Laclau & Mouffe, 1995).

Las identidades, al igual que los sujetos, no son esencias sino formas que

cambian y nunca se mantienen idénticas a sí mismas: se juegan, se truecan, se

establecen respecto a nosotros/as mismos/as como oportunidades de

relaciones diferentes (Butler, 1997a), en especial, cuando forman parte de

procesos de reparación y recuperación de la Memoria Histórica por el carácter

persuasivo que se le adjudica a la condición de víctima (Bayley, 1991).

71

2.2. La Memoria como práctica de reparación.

Hasta el momento he puesto énfasis en algunos referentes que sustentan la

noción de víctima que usaré en el análisis. Si he optado por definirlo de esta

manera es porque la problematización de las víctimas desde la Psicología social

no ha sido lineal ni definitiva. Además, a partir de la década de los noventa y

gracias al desarrollo de las tendencias “postmodernas” de las Ciencias Sociales,

se posibilitó una línea de pensamiento “crítico” para la problematización de

tópicos relacionados con las dictaduras latinoamericanas.

Las graves violaciones de Derechos Humanos y crímenes de lesa

humanidad en contra de las sociedades en Latinoamérica fueron temas

recurrentes durante la década de los noventa del siglo pasado. La Psicología

Social también se empezó a cuestionar cómo actuábamos e interveníamos, en

tanto profesionales psi, con víctimas sobrevivientes (Pupavac, 2004; Fernández,

2008). Aunque se pueden encontrar diferentes tipos de problematización sobre

los aspectos de las dictaduras, acorde a cada realidad en el contexto

latinoamericano, pareciera como si existiera cierta lógica para entender las

secuelas desde las Ciencias Sociales basada en la violación de los Derechos

Humanos.

Para argumentar esta lógica puedo mencionar la construcción de un

imaginario de “criminal” en torno a los comunistas y la coordinación de juntas

militares (los casos de Chile, Uruguay y Argentina) para la extradición de los

insurgentes. Son estos elementos los que evidencian las semejanzas que se

dieron en las dictaduras latinoamericanas, ya que la misma situación sucedía en

Centroamérica con los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala.

De igual forma la lógica para la estructuración de Comisiones de la Verdad

y el trabajo de reparación en contextos posguerra, son muy similares. El estudio

72

presentado por Espinoza, Ortíz, & Rojas (2001) da cuenta de las diferencias y

similitudes de las Comisiones de la Verdad en varios países de América Latina.

Este informe señala que entre los resultados de las comisiones se concluye de

forma constante que los Estados están obligados a: por una parte, la

recuperación de la memoria y el esclarecimiento de los crímenes cometidos, y

por otra, la urgente necesidad de resarcir o reparar las secuelas de la población

afectada (Espinoza, Ortíz, & Rojas, 2001).

Tomando en consideración que estos aspectos serían avalados por los

Estados involucrados en las diversas violaciones a Derechos Humanos, era

plausible pensar que sería más fácil el trabajo en términos de planificación y

ejecución de programas de reparación. No obstante, en algunos países la

reparación social y la reconciliación política pareciera que estuvieran

contrapuestas. La primera, según Piper (2005a), exige recuerdo mientras que la

segunda olvido. Quizás es por ello que, desde la lógica de los/as científicos/as

sociales latinoamericanos, nos cuestionemos por nuevas formas de entender la

memoria que permitan mantener sus dimensiones históricas y políticas. En este

sentido se podría entender la memoria como una práctica social de la que todos

participamos (Vázquez, 2001 y 2005) y nos obliga a asumirnos como agentes de

su producción40.

Este argumento unifica las nociones de olvido y memoria ya que supone

la existencia de un recuerdo crítico, que no necesariamente (re)victimiza. De

esta forma estimula propositivamente las actividades en torno a nuestra

producción de memoria como acto intencionado (Piper, 2005a). No sólo se trata

de denunciar el olvido en las actividades políticas, sino de preguntarnos las

formas en las que se asumen los recuerdos, sus implicaciones y lo que producen

40 Es innegable que el olvido y el silencio también existen como decisión asumida. Para el caso de la sociedad guatemalteca se dio como mecanismo de defensa ante las masacres producidas por el ejército. La introducción del libro del CEIDEC (1990) sobre los efectos del conflicto armado interno da cuenta precisamente que las poblaciones se refugiaban en el silencio, y no era sino hasta tiempo después, y con condiciones adecuadas, que la gente empezaba a narrar lo que había sucedido en sus comunidades.

73

en nuestra vida cotidiana, tanto a víctimas como a profesionales que

intervenimos en estos temas41.

Hablar del pasado es un elemento importante para entender el presente.

Sin embargo cuando hablamos de hacer memoria no buscamos los sucesos

exactos (en tanto detalles) sino que ese “hacer memoria” está mediado por las

significaciones que tienen los sucesos para nuestra vida y nuestros

interlocutores en el presente (Vázquez, 2001). Este elemento es indispensable

para entender la propuesta de la victimidad.

Hacer memoria no es copiar un acontecimiento que se encuentra en

algún lugar de lo que denominamos mente, sino es generarlo, construirlo y en

el mejor de los casos engendrarlo: “…los acontecimientos no son la materia con que

se construye el relato, sino que es la propia construcción del relato lo que hace emerger

los acontecimientos” (Vázquez, 2005, p. 159). Hacer memoria es ubicar la

construcción del pasado en la superficie de nuestras prácticas sociales de

manera intencionada. Por ello es que Vázquez (2001, 2005) argumenta la

memoria como acción social.

Más allá de cualquier reflejo de la realidad, nuestro “hacer memoria”

implica mantener ciertas relaciones con el mundo, pero en especial con el

porvenir. La memoria es ese vínculo que provee de continuidad a nuestras

actividades. Permite la proyección al futuro porque este se construye con

elementos del presente y el pasado que poseen un significado especial

(Vázquez, 2001).

Las narraciones de nuestra memoria no existen porque sí, ni en función

de una verdad preexistente o preformada (Rorty, 1979), también se construye a

41 Al respecto, la producción de documentos que recogen testimonios sobre las experiencias de la guerra pueden influir de forma positiva o negativa, de acuerdo a los intereses de las comunidades, haciendo que las nuevas generaciones adopten determinadas posiciones. Por ello, considero importante la producción de este tipo de textos, pero siempre posicionados de forma que las personas sean agentes de su propia historia.

74

partir de otras visiones y los acuerdos que se dan entre ellas (Gadamer, 1975). A

partir de nuestro hacer memoria también vamos construyendo nuestra

condición de víctima (victimidad) y las diferentes posiciones de sujetos que nos

permiten criticar, interrogar o subvertir significados (Haraway, 1995; Butler,

1997a; Montenegro & Pujol, 2003). Pero lo más importante es que a través de la

memoria podemos decidir cómo queremos, como población afectada, recordar

a los fallecidos y las implicaciones que tenían las distintas luchas en las que

estábamos (o no) involucrados.

La memoria funciona como límite de lo argumentable en el sentido que,

precisamente, está atravesada por nuestros intereses de transformar el entorno

en el que nos desarrollamos. Más que pretender describir un estado de cosas,

nuestra forma de hablar puede mover a los demás a la acción o modificar sus

percepciones (Shotter, 1993).

75

2.3. La victimidad

Antes de su asesinato, Ignacio Martín-Baró (1990) trabajaba en las posibilidades

que devenían del ser o considerarse víctima. Beristain & Riera (1992) también

mencionaban que pensar a las víctimas como “débiles” era caer en un doble

error. Por un lado se limita la capacidad que tienen las personas para manipular

su experiencia, y por otro lado se estigmatiza a las víctimas (Neuburger &

Rescia, 2007; Truñó, 2008). Lo que no se hace explícito dentro de los análisis es

que a través de la misma condición de víctima se pueden presentar ambas

posibilidades, por un lado (re)victimizarse y por otro adquirir nuevas formas de

acción.

En general, la mayor parte de investigadores/as que se dedican a tópicos

relacionados con víctimas sobrevivientes de guerras suelen hablar de la

“manufactura” de las víctimas (Dineen, 1996), de la capacidad que tienen para

sobreponerse (Bravo, 2003; Osorio, 2005) o como ya hemos visto, las distintas

identidades o posiciones de sujeto (Smith, 1989; Piper, 2005b). Otras

investigaciones poseen como elemento permanente la idea de agencia, pero no

sitúan esta capacidad de acción desde las posibilidades de ser víctima, sino

desde un sitio externo a esa condición o a su superación.

El concepto de victimidad que propongo no se refiere exclusivamente al

estudio de las víctimas como entes individuales, sino a la complejidad de su

situación actual y su producción debe entenderse por un conjunto de factores

(políticos, económicos, históricos, sociales, culturales, subjetivos, etc.) que

predispone a un grupo de personas a percibirse o considerarse como víctimas.

Percibirse o considerarse víctima (victimidad) no sólo implica poseer

explicaciones particulares del mundo a partir del suceso victimizante y las

funciones que adquieren estas narraciones cuando nos relacionamos con otras

76

personas. También puede entenderse como una construcción del “efecto de la

acción de otro”, que reduce la capacidad de asumir responsabilidades para con

nuestras acciones y que, en algunos casos, habilita el derecho moral del

resentimiento42. El sufrimiento y las diferentes significaciones que se le

atribuyen son inherentes a cada grupo humano (Le Breton, 1995) y son

importantes para entender los distintos procesos por los que pasan las víctimas.

Aunque Piper (2004) no lo nombra como victimidad, se acerca a la

noción de la misma cuando afirma que “no se trata de negar la existencia de un

sujeto víctima, sino de asumir su carácter de construcción histórica, y de entender sus

fijaciones como resultados temporales hegemónicos y estabilizaciones de poder” (Piper,

2004, p. 9) De igual forma Retamal (2002) y Albertín (2006) orientan sus análisis

a la búsqueda de una categoría que dé cuenta de cómo a partir del proceso

victimal se pueda propiciar diferentes formas de agencia.

Beristain (2008a, 2008b) ha trabajado los diferentes diálogos de la

reparación en torno al trauma dentro del contexto latinoamericano y sus textos

posibilitan pensar que la victimidad es una categoría que podría ayudar a

entender la actualización de los recuerdos y memorias intrusivas que se

reactivan en ciertas circunstancias, o por la persistencia de la impunidad

(Cabrera, 2006).

El concepto victimidad engloba tanto los aspectos propositivos como los

que incitan a un anquilosamiento de las víctimas sobrevivientes, ya que las

respuestas humanas ante la violencia no pueden ser homogenizadas y menos

pensadas en términos de que a toda la población le será de utilidad los 42 Pau Pérez (2006) cita al filósofo austriaco Jean Améry como parte del recorrido de las nociones de trauma y duelo que ejemplifica en su libro. Améry ofrece un texto duro y sin miramientos en donde su descripción de la tortura es una experiencia inasimilable y devastadora que no tiene reparación posible. La conceptualización de este autor merece ser tomada en cuenta ya que las reacciones ante el sufrimiento no pueden ser generalizadas. Además, el resentimiento no es un retroceso moral o una psicopatología, sino una exigencia ética según la propuesta de Améry (ODHAG, 2009). El reproche hacia los victimarios de lo que han hecho, así como al sistema que los sostiene y mantiene impunes, habilita al resentimiento como derecho moral según esta propuesta (Pérez, 2006; ODHAG, 2009).

77

paradigmas creados desde la Ciencias Sociales. Esto es particularmente

evidente cuando se trabajan en contextos multiculturales como el caso de los

indígenas en Guatemala43. Así, conceptos como “trauma” deben de ser

enfocados bajo la racionalidad de los contextos en donde se trabaja y no sólo

desde la supuesta experticia científica de los interventores (Pupavac, 2004). A lo

que se añade el impacto de las afectaciones psicosociales en la población.

La victimidad desde la última década ha sido fuente de distintos debates.

Das (1995, 2007) desde la antropología y Wessely (2005) desde la psiquiatría son

algunos autores que han trabajado la noción de victimidad entendiéndola como

el proceso que se presenta en determinada sociedad ante hechos traumáticos. A

pesar que esta definición es muy general, sus investigaciones hacen énfasis en la

necesidad de problematizar los efectos posteriores a la victimización como

hechos y discurso que contribuyen a crear ciertas relaciones y posiciones

argumentativas. Sus trabajos han guiado las discusiones en torno a las

diferentes posiciones de las víctimas sobrevivientes, especialmente en relación

al acceso que puedan tener a servicios del Estado o de carácter humanitario.

Dentro del campo de la intervención con víctimas de guerra y políticas

para la consolidación de la paz, Pupavac (2004) y MacDonald & Bernardo (2006)

han desarrollado respectivamente trabajos en torno a la victimidad, los cuales

evidencian los impactos psicosociales que devienen del considerarse o

percibirse víctima. En este sentido, la inclusión o exclusión de ciertos sectores

de población para con estos programas, radicaliza las percepciones de

desamparo e impotencia, lo que provoca más dolor y sufrimiento entre las

víctimas sobrevivientes. Desde los aportes de estos autores se puede establecer

similitudes con respecto a los procesos en los que pasan víctimas de diferentes

43 La Psicología Social guatemalteca ha avanzado muy poco con respecto a las problemáticas que se dan en grupos culturalmente diversos. Existen pocas publicaciones donde se reflexiona, por ejemplo, la emocionalidad y formas de expresión de los grupos indígenas, lo que no ha permitido tener un diálogo con los saberes y abordajes de esta población. Sin embargo existen algunos acercamientos a esta temática como los peritajes de Gómez (2009) y algunas antropólogas como Chirix (2003).

78

lugares del mundo, pero tienen como factor común la exclusión de programas

asistenciales.

Otros autores como MacDonald & Bernardo (2006), Osch (2006) y Bag

(2009) emplean términos como “políticas de la victimidad” (politcs of victimhood)

en donde se emplea esta categoría para definir los Derechos que adquieren las

víctimas sobrevivientes ante los Estados desde la perspectiva jurídica. El

estudio de Bag (2009) enfatiza en que no se puede negar el hecho que los

partidos políticos como el partido de Bahujan Samaj en India, han utilizado la

condición de víctima de los Dalit para su propia ventaja (acceso a curules en el

congreso), enfatizando en las manipulaciones políticas que se hacen de las

identidades de víctima de los Dalit.

Si bien es importante la discusión que se da en torno a la potenciación de

identidades de víctimas (Piper, 2005b) para el acceso a Derechos como propone

Bag (2009); en este documento la victimidad será enfocada mayormente desde

los sentidos que produce en las personas, ya que llevan implícitas las demandas

para acceder a Derechos antes negados y que al día de hoy parece difícil acceder

(salud, educación, vivienda, seguridad alimentaria, etc.) al menos para el caso

de Guatemala.

Das (1995) menciona que el dolor puede ser un medio disponible para

que un individuo, o varios, a través de un mal histórico (los residuos de la

guerra) puedan tomar las formas de síntomas a través de lo que los individuos

describen. Sin embargo, otras veces también puede tomar la forma de memoria

inscrita en el cuerpo. El dolor puede considerarse como la posibilidad de

conformación de nuevas relaciones, en especial por los juegos de lenguaje

(Wittgenstein, 1953) que otorgan sentido a las acciones comunicativas entre los

afectados y el resto de agentes que se involucran en la red de alivio. Al final de

cuentas no es lo mismo enunciar: “Yo pobre” a “pobre Yo”.

79

Dentro de la Psicología, la victimidad ha sido recientemente abordada

(Wessely, 2005), y el enfoque que se hace de la misma va dirigido a intentar des-

victimizar las categorizaciones que usan los terapeutas con las personas

(Pupavac, 2004). Más que nada estos estudios intentan cuestionar el

funcionamiento de lo psi (Fernández, 2008; Stolkiner, 2008), enfatizando en las

dimensiones políticas, históricas y sociales de la producción de eso que

denominamos víctimas.

Los textos que han surgido de la reflexión de psicólogos/as en torno a la

victimidad no giran exclusivamente en torno a víctimas de guerra, no obstante

toman en consideración víctimas de ataques de terrorismo o sectores

aminorados como emigrantes y mujeres víctimas de explotación sexual, o

consideradas en situación de riesgo, como posibles beneficiarios/as de

programas de asistencia y rehabilitación.

De cualquier forma, los criterios políticos y psicológicos para definir la

victimidad (condición de víctima) son fuente de debates éticos y políticos

sumamente delicados, ya que las formas de clasificación del sufrimiento

aceptadas por la medicina (CIE-10) y por la psiquiatría (DSM-IV-TR), no

representan de forma homogénea la experiencia de las personas en su totalidad.

2.3.1. Problemas derivados de la noción de victimidad

Además de las implicaciones éticas y políticas que tiene hablar de la victimidad,

se presentan otras de tipo epistemológico. Dado que la palabra es la

interpretación de “victimhood” pueden presentarse algunos problemas con

respecto a la interpretación en castellano. Como dije al iniciar el capítulo, el

término “victimhood” puede ser entendido como “to be victim”, pero el “be” tiene

dos posibilidades en castellano: ser o estar. En este sentido puede traducirse la

victimidad como “ser” victima o “encontrarse en situación de” victima. En

80

cualquier caso, estas dos posibilidades no están desligadas y permiten

problematizar el sufrimiento desde perspectivas distintas.

Por ejemplo para el primer caso, “ser” víctima puede referir a lo que he

desarrollado en este capítulo sobre las posibles identidades o posiciones de

víctima (Piper, 2004 y 2005b). El “ser” víctima no necesariamente refiere a una

característica ontológica, de ahí que desde las posturas postmodernas de la

Psicología Social se pueda hablar de agencia.

El segundo caso, “encontrarse en situación de” víctima se aproxima a lo

que Butler (1990, 1993, 1997a) ha llamado performatividad. La autora recurre a

la crítica derridiana del performativo de J. L. Austin (1962) de donde toma ideas

para conformar su teoría44. Butler (1990) propone que la performatividad no es

un acto único, sino una repetición y un ritual que logra su efecto mediante su

naturalización. Por ello desde la perspectiva de esta autora debe entenderse la

performatividad como: “la práctica reiterativa y referencial mediante la cual el

discurso produce los efectos que nombra” (Butler, 1993, p. 18).

Cuando Butler (1997a) afirma que la performatividad produce los efectos

que nombra, no quiere decir que el sujeto otorgue vida a aquello que enuncia;

más bien, habla de cómo el poder reiterativo del discurso produce los

fenómenos que regula e impone (Butler, 1997a).

De esta forma las víctimas sobrevivientes recurren a las acciones

conjuntas (Shotter, 1993) en donde las personas elaboran entre sí espacios

44 Debo aclarar, para los/las lectores/as que no estén familiarizado con el trabajo de Austin (1962), que este autor promovió su teoría de los actos de habla en donde desarma mediante un análisis filosófico la distinción constativo-realizativo (performativo) y propone una forma de entender lo que es un acto de habla, en concreto, visualiza el acto de habla como una entidad compuesta a tres niveles de acción: 1. La distinción constativos-performativos (los primeros, enunciados que son un mero decir y los otros poseen la característica que además del decir constituyen una acción siempre y cuando se den las condiciones adecuadas) 2. La crítica de esta distinción (es decir que el lenguaje no representa sino que hace cosas) y por último 3. La propuesta de Austin que estructura un acto de habla en: locución –acto “de” decir–, ilocución –acto “al” decir– y la perlocución –acto “porque” dijimos–.

81

organizados que propician posibilidades o coacciones mediante sus discursos

(acciones conjuntas). Las víctimas se encuentran inmersas en una situación

dada por la historia, pero es una historia que no limita las acciones, sino que

abre horizontes de posibilidades habilitadas por la retroalimentación de sus

prácticas discursivas.

Desde la perspectiva teórica que he definido, las identidades están

fundamentalmente determinadas por el lenguaje que utilizamos para referirnos

a nosotros/as mismos/as y los demás. No considero que exista una realidad

subyacente, un Yo profundo y personal para el caso de las víctimas

sobrevivientes; pero sí que nuestro propio vocabulario, al que recurrimos

cotidianamente, es constituyente-constitutivo de nuestra forma de “estar en” el

mundo y de las relaciones que mantenemos con otras personas, instituciones o

cosas al nombrarnos como víctimas.

Al igual que Das (1995, 2007) el concepto de victimidad que emplearé

durante todo el texto, se aleja de las interpretaciones que asumen la victimidad

como una psicopatología o una reclamación a la pertenencia colectiva de “ser”

víctima con implicaciones despolitizantes ya que difumina, como argumenta

Truñó (2008) la responsabilidad de las acciones en nombre de la categoría,

provocando más dolor en su nombre. El mundo y el lenguaje de lo

psicopatológico es posible solamente en el espacio que genera la interacción de

unos individuos que comparten su convencimiento en la evidencia de su Yo

como algo inamovible o sustancial.

Se pueden hacer muchas interpretaciones de la victimidad ya que es un

término polisémico, sin embargo dentro del análisis será una condición

eminentemente política e intencionada (desde cualquier locación de análisis)

para la transformación del medio en que viven las personas de la Región Ixhil

del noroccidente de Guatemala, y que actualmente sobreviven en uno de los

departamentos con los mayores índice de pobreza en el país.

82

De esta forma la victimidad permite que el dolor y la aflicción se

conviertan en un recurso político que, como afirma Butler (2004a), no implica

resignarse a una simple pasividad o impotencia. Esto se hará evidente con el

desarrollo capitular, sin embargo, en el siguiente apartado haré énfasis en los

aspectos metodológicos que fueron empleados en esta investigación.

83

CAPÍTULO 3 Aspectos metodológicos, epistemológicos y éticos de la investigación

No hay forma de impedir el ser parcial, en la medida

que la neutralidad implica tomar partido

Slavoj Žižek (Estudios culturales: reflexiones sobre el multiculturalismo)

Las diversas formas en que se percibe el sufrimiento en las sociedades

consideradas posconflicto es un tópico al que las ciencias sociales han recurrido

para mostrar prácticas de diversa índole, por ejemplo las respuestas ante la

muerte y el duelo (Pérez, 2006) la reparación psicosocial (Pérez y Navarro,

2007) así como las distintas identidades y posiciones políticas que se crean a

partir de experiencias no normativas (Smith, 1989; Das, 1995; Esquit, 2003).

Si bien estas prácticas que se presentan en la cotidianeidad del área Ixhil

son importantes para el entendimiento de ésta sociedad, existe un elemento que

potenciaba las vivencias de victimidad en estas comunidades: el Programa

Nacional de Resarcimiento (PNR). Debo destacar que la condición de víctima

no se hace explícita únicamente dentro del campo de influencia de los

programas asistenciales del Estado. La victimidad se debe enfocar desde los

procesos sociales que permiten que las prácticas y los discursos de un conjunto

de personas se estructuren y reproduzcan a partir del considerarse o percibirse

como víctimas.

Para el caso que planteo del PNR en la región Ixhil, se puede pensar que

es una entidad que contribuye a que los discursos y prácticas en torno a la

victimidad sean explícitos; ya que las personas deben demostrar objetivamente

84

su condición de víctima, o al menos dentro de la lógica del Estado para poder

acceder a este programa. En este capítulo explicitaré los aspectos

epistemológicos, metodológicos y éticos que fueron empleados en esta tesis

para analizar la construcción de la victimidad en la región Ixhil dentro del

contexto del Programa Nacional de Resarcimiento (PNR).

85

3.1. ¿Por qué y para qué estudiar la victimidad en el marco del resarcimiento en Guatemala?

Hablar sobre los efectos del conflicto armado y las políticas de reparación para

las víctimas sobrevivientes en Guatemala conlleva, necesariamente, a una

revisión escrupulosa del trabajo que ha realizado el PNR. Este programa Estatal

ha tenido a su cargo desde el año 2003 la puesta en marcha de los criterios de

reparación y resarcimiento para las víctimas sobrevivientes del conflicto interno

en todo el país. Sin embargo, el trabajo del PNR se ha visto salpicado por una

serie de anomalías y confusiones durante los primeros años de su gestión (PDH,

2006; ODHAG, 2009).

En este documento el trabajo del PNR no es una de las prioridades a

analizar. Lo que sí me interesa son los efectos psicosociales que surgen a partir

de su influencia, por ejemplo la victimidad; ya que dadas las características con

las que ha sido ejecutado el programa, permite la objetivación de la “condición

de víctima” a través de su sistema administrativo-financiero por medio del

proceso de calificación y evaluación de las víctimas y/o posibles

beneficiarios/as45. He ahí la importancia de estudiar la victimidad en el

contexto del resarcimiento.

La condición de víctima no se presenta como algo que el Estado

reconozca de forma obvia y generalizada en la población afectada. Dado que el

dinero del resarcimiento proviene de fondos públicos, el Estado emplea los

mismos procedimientos burocráticos de los demás entes del gobierno para la

asignación de esos recursos, es decir, debe justificar el gasto con pruebas. En el

Título II Capítulo I del Manual para la calificación de beneficiarios del programa

(PNR, 2009)46 se deja constancia de cómo el PNR “califica” a las víctimas para

45 Estos procedimientos son más explícitos para identificar a los beneficiarios-as del resarcimiento económico que es la medida de reparación con que se ha iniciado el proceso. 46 Revisar http://www.pnr.gob.gt/manuales/manual%20de%20beneficiarios.pdf

86

ser consideradas como parte de los beneficiarios/as del programa. Esta labor es

llevada a cabo por un grupo de juristas quienes determinan, bajo los parámetros

legalistas del Estado, quiénes pueden formar parte de los beneficiarios/as y a

quiénes se deja fuera.

El documento antes citado menciona que se toman como válidos los

casos documentados por los informes REMHI (1998) y de la CEH (1999). De

igual forma se aceptan los registros de exhumaciones con informes forenses en

el Ministerio Público (MP) o del instituto Nacional de Ciencias Forenses

(INACIF) y los registros de niñez desaparecida de la Liga de Salud Mental.

Los aportes y registros de estos informes son importantes pero solamente

abarcan una pequeña parte del número total de víctimas, por lo que el PNR

también contempla casos no documentados que pueden justificarse por medio

de registros eclesiásticos, actas de declaración jurada ante el Alcalde municipal

y en los casos de violencia, violación sexual, tortura física y psicológica,

mediante un acta notarial de declaración jurada (PNR, 2009).

Así pues, como requisitos generales para optar a las medidas de

resarcimiento propuestas por el PNR, las víctimas deben demostrar la

veracidad de los siguientes aspectos:

- Existencia de una violación a los Derechos Humanos ocurrido durante el

conflicto armado definidos en la política del PNR,

- Presentar el caso al PNR en calidad de víctima sobreviviente,

- Acreditación de la identidad de la víctima sobreviviente,

- Acreditación del parentesco,

- Acreditación del matrimonio, unión de hecho o convivencia.

En algunos casos resulta muy complicado demostrar tales hechos ya que

los documentos no fueron realizados en su momento por la premura de la

87

huida. En otros casos, las personas pedían favor a vecinos para que registraran

a sus hijos en la municipalidad, lo que hace que aparezcan en los libros de

registro como hijos de quien llegó a inscribirlos. De cualquier manera los

documentos exigidos por el PNR funcionan como aval para las personas y de

esta manera pueden demostrar, con pruebas concretas, su condición de víctimas

más allá de testimonios o criterios subjetivos que se expresan en las entrevistas

que realiza en personal del programa.

La apuesta por la victimidad como categoría de análisis puede dar

cuenta de diferentes procesos de sufrimiento en las víctimas, desde donde se

contempla otras miradas de índole cultural, históricas, políticas e

intersubjetivas. Por ello, planteo la victimidad como una construcción que

circula en las prácticas y discursos de los/as ixhiles, y que puede evidenciar el

sufrimiento en las interacciones cotidianas. Debo aclarar que el funcionamiento

de un programa estatal como el PNR puede modificar, potenciar o cambiar, la

percepción de las víctimas sobrevivientes sobre esta condición, así como el

entramado social dentro del que habitualmente se desenvuelven.

En este sentido, el sufrimiento actual del que hablan las víctimas

sobrevivientes del conflicto armado se relaciona como secuelas de los sucesos

que ocurrieron hace varios lustros. Por ejemplo, cuando la gente suele explicar

la pobreza en la que viven hoy día, o de los problemas de salud que padecen,

establecen una conexión con la guerra. Incluso la pérdida de sus hijos y los

beneficios económicos que podría traer la migración de éstos forma parte de las

versiones materiales del daño ocasionado por el conflicto armado.

A esto es lo que denominaré victimidad en esta investigación, es decir, la

construcción conjunta del considerarse o percibirse como víctima por sucesos

que dejaron huellas en la forma de entender y relacionarse con el mundo. Este

fenómeno psicosocial se hacía evidente en todos los ámbitos de la sociedad Ixhil

88

pero, mayormente, por cuatro situaciones muy concretas que fortalecían la idea

de considerarse víctimas de forma colectiva:

• la mayor parte de personas vive en situación de extrema pobreza,

• la zona está considerada como sociedad posconflicto,

• se ha producido una institucionalización del sufrimiento desde la firma

de los Acuerdos de Paz a través de ONGs, y

• actualmente un programa Estatal ha empezado a dotar de “alivio” por

medio del resarcimiento económico.

Por ello me parece pertinente realizar la investigación sobre la victimidad

tomando al PNR como campo social, es decir, dentro del espacio de su acción e

influencia donde se presentan determinadas relaciones sociales. Estos

argumentos justifican el porqué y para qué de la investigación, pero no los

aspectos metodológicos que seguí para el estudio de la victimidad en las

comunidades Ixhiles entre abril de 2006 y diciembre de 2007.

89

3.2. Objetivos y preguntas de investigación.

Ya que el tema propuesto es producto de una serie de observaciones,

discusiones y reflexiones durante el trabajo de campo y reuniones en

Guatemala, Copenhague y Barcelona, tomé como guías los siguientes

cuestionamientos:

• ¿Cómo se construye la victimidad en el área Ixhil?

• ¿Qué implicaciones tiene para los procesos de reparación psicosocial?

• ¿Qué repercusiones puede llegar a tener en contextos donde existen

programas de Estatales de asistencia?

• ¿Qué redes despliegan las personas para buscar los programas de

asistencia?

• Y quizá lo más importante, ¿Qué recursos discursivos, sociales y

materiales usan las personas para comprobar esa victimidad y así poder

acceder a los programas de ayuda?

A partir de éstas preguntas planteé el siguiente objetivo general

“Analizar cómo se construye la victimidad a través de las estrategias

discursivas, sociales y materiales que utilizan las víctimas sobrevivientes del

conflicto armado interno del área Ixhil del noroccidente de Guatemala para

acceder al resarcimiento”.

De forma más específica enfaticé en: a) Identificar las redes sociales que

emplean las víctimas para acceder al PNR, sean estos mediante asociaciones de

víctimas, ONGs, instancias estatales, acciones conjuntas o individuales, b)

Analizar los discursos-acciones de las víctimas con respecto al PNR y sus

implicaciones para la construcción de victimidad, c) Identificar las políticas del

PNR para la inclusión y evaluación de los/las posibles beneficiarios/as del

programa, y d) Describir la importancia de la victimidad para los procesos de

reparación.

90

3.3. Orientación epistemológica y metodológica.

Este estudio busca la comprensión de la victimidad como construcción social,

por ello el tipo de metodología que empleé estuvo guiada desde la perspectiva

cualitativa. Aunque las prácticas del PNR están basadas en referentes

positivistas, los diferentes procesos que surgen en las víctimas a raíz de su

intervención, no pueden ser explicados desde esa orientación epistemológica, o

al menos considero que no es la más adecuada. Para ello partiré de la base del

construccionismo para dar cuenta del fenómeno (Berger & Lukman, 1968;

Gergen, 1999; Ibáñez, 1994). De forma sucinta se puede afirmar que

El construccionismo disuelve la dicotomía sujeto-objeto afirmando que

ninguna de estas dos entidades existe propiamente con independencia

de la otra, y que no da lugar a pensarlas como entidades separadas,

cuestionando así el propio concepto de objetividad. De hecho, el

construccionismo se presenta como una postura fuertemente des-

reificante, des-naturalizante, y des-esencializante, que radicaliza al

máximo tanto la naturaleza social de nuestro mundo, como la

historicidad de nuestras prácticas y de nuestra existencia. (Ibáñez,

1994, p. 250)

Desde esta perspectiva no existen esencias para los sujetos, los objetos y el

conocimiento, sino que se dan como resultado de las prácticas sociales

históricamente situadas y propias de una sociedad determinada (Garay,

Iñiguez, & Martínez, 2001). Por otro lado, se enfatiza en que la realidad no existe

con independencia de lo que decimos de ella (Rorty, 1979) lo cual supone pensar que

construimos la realidad y lo que decimos de ella es una cuestión de

convenciones (Gadamer, 1975; Shotter, 1993).

91

El socioconstruccionismo también cuestiona las verdades generalmente

aceptadas. El continuo debate en torno a lo que se denomina verdad es uno de

los principales ejes que los construccionistas siguen para una constante crítica y

auto reflexión. Según Gergen (1999) cada palabra, proposición o propuesta que

hacemos como profesionales psi debe ser provisional, abierta a la

deconstrucción y evaluación política-moral del contexto donde nos

desenvolvemos.

Otro aspecto fundamental es la especificidad histórica y cultural del

conocimiento. Si bien el sentido común se construye a partir de las relaciones

concretas en cada sociedad, el conocimiento (categorización y

conceptualización) también es construido a partir de esas relaciones. Son las

prácticas sociales las que producen y construyen el conocimiento de lo que

denominamos realidad social.

De la misma forma, la realidad se construye socialmente y los

instrumentos con que se construye son lingüísticos (Garay, Iñiguez, & Martínez,

2001). Entender el lenguaje como condición de posibilidad de construcción

social refiere a la coordinación de diversas acciones sociales creando,

manteniendo, reproduciendo y transformando ciertas formas de relaciones

(Wittgenstain, 1953; Gadamer, 1975; Shotter, 1993).

Muchas críticas hacia a esta postura giran en torno a la reificación y

carácter estático que puede poseer la metáfora de la construcción; sin embargo

Ibáñez (1996) ha sido contundente al afirmar que:

...una construcción social no participa de la metáfora arquitectónica de

un edificio que, una vez construido, se mantiene por sí solo. Lo

socialmente construido no sólo ha sido construido por determinadas

prácticas sociales, sino que esas prácticas lo mantienen de forma

92

dinámica, incesantemente. Si cesan las prácticas, la construcción se

esfuma (Ibáñez, 1996, p. 67).

Al respecto de estos referentes, se puede afirmar que el construccionismo

dota de fijaciones momentáneas los fenómenos a estudiar y que, precisamente,

son las líneas que orientan esta investigación sobre la victimidad dentro del

marco del Programa Nacional de Resarcimiento en Guatemala.

3.3.1. Los ejes temáticos de la victimidad.

Si partimos de que la victimidad es un proceso social que se construye a partir

de relaciones intersubjetivas, jurídicas, históricas, económicas, culturales y

políticas, entonces existen ejes que pueden dar cuenta del fenómeno. Para ello

analicé:

• Las prácticas discursivas de las víctimas en torno a su victimidad: Dado que al

hablar construimos realidades y es a partir de esas realidades que

conformamos nuestra relación con el mundo, es importante conocer lo

que las víctimas enuncian en torno a esa condición. Pero no sólo como

forma de expresión, sino más bien como propone Foucault (1969), busco

el campo de regularidades para diversas posiciones de subjetividad entre

los ixhiles que puedan abrir posibilidades para nuevas formas de

relación o despliegue de estrategias para acceder al resarcimiento.

• Las relaciones y acciones en torno a la condición de víctima: También analicé

las prácticas que realiza la gente con respecto a la búsqueda del

programa de resarcimiento. Estas prácticas fueron enfocadas

mayormente desde la búsqueda de alivio a diferentes padecimientos,

fueran estos físicos, psíquicos, e incluso económicos.

• Las políticas del PNR para evaluar la victimidad de los posibles beneficiarios:

Este eje temático es el más complicado de visualizar ya que depende de

una serie de factores políticos, que cambian con la orientación del

93

director/a del programa y gobierno de turno, para la evaluación de

quién es víctima.

3.3.2. Unidades de Observación y análisis.

Según el informe REMHI (1998) y el Informe de la CEH (1999) el número de

víctimas supera las 200.000 personas en toda Guatemala desde 1960 hasta 1996.

Dado que la metodología que utilicé no contemplaba trabajar con la totalidad

de la población, seleccioné como universo de estudio una de las zonas más

afectadas durante el conflicto: la Región Ixhil.

Inicialmente diseñé el estudio en dos comunidades mayoritariamente

Ki’ch’es: Nueva Concepción Xolcuay y Santa Clara. Sin embargo, por cuestiones

que no fueron planificadas en el trabajo de campo, tuve que realizar un nuevo

estudio en otra comunidad: Los encuentros Amajchel que está formado por una

mayoría Ixhil. Así pues, realicé tres acercamientos a comunidades ixhiles

tomando como localidades a Nueva Concepción Xolcuay, Santa Clara y Los

Encuentros Amajchel.

En este punto debo explicar que las cuestiones étnicas no supusieron un

problema para el estudio de la victimidad dada su carácter de fenómeno global.

En realidad no me interesaba la adscripción étnica de las personas o las

especificidades que surgieran de las relaciones interétnicas; más bien estaría

enfocado en sus prácticas de alivio las cuales darían cuenta de la victimidad en

un contexto donde las ONGs realizan gran parte del trabajo relacionado con la

reparación.

Por supuesto el contexto en el que se presenta la victimidad es

importante para entenderla como fenómeno histórico, sin embargo, al ser una

vivencia compartida entre la gran mayoría de indígenas importaba muy poco la

auto adscripción a los grupos etnolingüisticos ixhiles o ki’che’s.

94

Así pues, estructuré la recolección de información de la siguiente forma:

FUENTES PRIMARIAS: Debe entenderse por fuentes primarias aquellas

actividades de donde obtuve datos de primera mano, las cuales fueron

• Acercamiento comunitario (30 casos): Esta actividad consistió en mi

inserción al campo durante aproximadamente tres meses (por

comunidad). Realicé esta actividad para tener una aproximación a las

prácticas cotidianas en el Ixhil, pero principalmente para conocer las

redes de alivio por medio de la etnografía.

• Entrevistas a beneficiarias/os (45 casos): Las entrevistas se realizaron para

conocer la experiencia de la gente con el PNR, así como las prácticas que

desplegaban para acceder a las diferentes medidas de resarcimiento en la

Región Ixhil

• Entrevistas trabajadores del PNR (10 casos): El principal motivo para esta

actividad fue conocer el discurso de los/as profesionales que trabajan

directamente con las víctimas en relación al resarcimiento.

Además, se llevaron a cabo reuniones con los equipos de ECAP que

trabajan en la región para discutir, reflexionar e interpretar los hallazgos de las

fuentes primarias.

FUENTES SECUNDARIAS: Una fuente secundaria es generalmente una

descripción histórica construida a partir de fuentes primarias. En la

investigación fueron empleadas recopilaciones de información donde se trataba

el tema de las políticas del resarcimiento. Por ello he decidido denominarlas

como fuente secundaria las cuales estuvieron guiadas por una

• Revisión documental de las políticas del PNR: Por esto se entiende la

incorporación dentro del análisis de documentos y declaraciones del

Programa de Resarcimiento.

95

El total de personas con las que trabajé fue de ochenta y cinco, tomando

en cuenta las tres comunidades, trabajadores/as del PNR y las entrevistas con

beneficiarias/os como muestra el siguiente cuadro.

Cuadro No. 7 Muestra empleada para el estudio.

Origen de datos No. de personas que participaron

Localidades

Acercamiento comunitario 30 Nueva Concepción Xolcuay, Santa Clara y Los Encuentros Amajchel.

Entrevistas con beneficiarias/os

45 Nebaj, Cotzal, Chajul, Turanza, Xecotz, Xix, La perla, Acul, Parramos, Xecoyeu, Antiguo Xoncá, Jacaná, Vipech, Vicotz, Estrella Polar, Santa Clara, Los Encuentros Amajchel, Mirador, Parramos grande, Xonca, Batzul, Xeucalvitz, Pulay, Vivitz, Xeo, Acul, Janlay. (Ver mapa)

Entrevistas con trabajadores/as del PNR

10 Ciudad de Guatemala, Nebaj.

Fuente: elaboración propia.

Para entender las prácticas de victimidad en el área Ixhil no podía partir

de la categoría misma. Al ser una propuesta nueva, tendría que evidenciarla en

relación a las actividades que las personas llevan a cabo para paliar sus

experiencias con el sufrimiento, pero no únicamente relacionados con el

conflicto armado, sino también dentro del contexto en el que viven actualmente.

Empecé por indagar cómo y porqué razones las personas en estas

comunidades buscan ayuda para sus problemas cotidianos. Para llevar a cabo

esta tarea desarrollamos entre RCT y ECAP una estrategia metodológica47

enfocada en el análisis de las prácticas de alivio de las personas escogidas, las

cuáles serían mis unidades de análisis. El problema radicaba en que estas 47 Para más detalles de la metodología que se llevó a cabo en el resto de países revisar Buch, Jackobsen, Jensen, Paniagua, Ronsbo, & Sideris, (2007)

96

actividades no se desarrollaban exclusivamente dentro de las comunidades, es

decir, la gente salía de su localidad para acceder a más servicios o recursos para

su alivio o sanación. Así, tuve que ampliar la observación de las prácticas a

campos fuera del exclusivamente comunitario.

Por supuesto entendía que el funcionamiento de las comunidades Ixhiles

es cambiante. Cada uno de estos espacios presentaba dinámicas diferentes por

lo que los datos serían complementarios y enriquecedores para entender la

producción de victimidad en la región. Para ello decidimos conjuntamente con

los investigadores de RCT comenzar la investigación con un estudio etnográfico

de dos comunidades para tener una aproximación a la cultura Ixhil a partir de

las prácticas de alivio.

3.3.3. El método etnográfico.

El primer acercamiento al área Ixhil se realizó por medio de la etnografía

(Hammersley & Atkinson, 1995; Velasco & Diaz, 1997; Hine, 2000; Clifford,

2003; McLean & Leibing, 2007). Aunque el tema de la victimidad no era

prioritario mientas reconocía las comunidades, lo mantenía en mente mientras

observaba y hacía anotaciones en mi cuaderno de campo. De hecho, fue durante

el trabajo de campo sobre las prácticas de alivio que formulé inicialmente la

problematización sobre la victimidad, pero fue precisamente con las

descripciones que hacía la gente de su mundo y las relaciones que con él

mantienen. Esto era más evidente en la interacción con personas ajenas al

estudio, especialmente con extranjeros y trabajadores/as de ONGs.

Por esta razón decidí utilizar el método etnográfico para tener una

aproximación a la construcción de la victimidad en las aldeas de estudio, ya que

el método involucra al investigador y sus relaciones con las comunidades a

través de la misma situación metodológica (Hammersley & Atkinson, 1995;

Velasco & Díaz, 1997).

97

La etnografía es un método que desde la antropología se propuso para

tener una mayor proximidad a las comunidades de estudio (Geertz, 1986;

Hammersley & Atkinson, 1995; Velazco & Díaz, 1997) ya que incorpora en la

construcción de los fenómenos las experiencias, creencias, actitudes,

pensamientos, reflexiones, de las/los participantes. La etnografía considera

estos elementos en los mismos términos y significados que le atribuyen las

personas a sus acciones, ya que este modelo de investigación supone describir e

interpretar los fenómenos sociales desde la propia perspectiva del participante,

es decir, tal como son expresadas por ellos mismos y no como uno los podría

describe.

El método etnográfico enfatiza en las características cualitativas de los

fenómenos más que en las cuantitativas. No obstante su desarrollo ha pasado

por varios estadios. Según Woods (1998) han sido cinco ciclos en las que ha

evolucionado la etnografía, siendo la primera fase la denominada “tradicional”

que comprende de 1900 a 1950 aproximadamente. En este período las bases de

la etnografía fueron guiadas desde las investigaciones realizadas por

antropólogos/as que salían de sus países (generalmente de occidente) a

comunidades consideradas como salvajes, en donde obtenían datos de su

estancia y de formas de vida distintas al de los países de “primer mundo”. El

segundo período denominado “modernista” (1950 a 1970) fue caracterizado por

el intento de implementar e integrar los modelos cualitativos y cuantitativos

dentro de la etnografía.

De 1970 a 1985 la etnografía tuvo un tercer momento que Woods (1998)

denomina como “géneros confusos”, el cual se caracterizó por presentar diversos

enfoques que iban desde el interaccionismo simbólico, hasta la teoría crítica. A

partir de 1986 a 1990 la etnografía entró en crisis ya que se cuestionaron los

fundamentos objetivistas del conocimiento etnográfico por medio de la “crisis de

la representación” (Rorty 1979; Ibáñez, 2001), y se abogó por un sistema más

98

discursivo y reflexivo (Woods, 1998). Estos ciclos posibilitaron que el método

etnográfico pasara finalmente a una posición “posmoderna” en donde las teorías

se consideran historias multi-vocales que centran su interés en la crítica social,

posibilitando nuevos entornos de acción y problematización como la educación,

los espacios tecno-científicos, etc. (Velasco & Diaz, 1997). Autores como Brewer

(2000) han definido la etnografía como:

…el estudio de la gente en situaciones naturales o 'campos' por medio

de métodos que capturan sus significados sociales y actividades

ordinarias, involucrando al investigador que participa directamente en

el proceso, así como también de las actividades, para recoger datos de

una manera sistemática pero sin que el significado sea impuesto

externamente (Brewer, 2000, p. 10).

Durante varias décadas el principio de una etnografía realista y seria

había consistido en estudiar a las culturas en su “estado natural”, sin embargo

esta noción de naturalidad ha sido fuertemente cuestionada por el

construccionismo (Berger & Lukman, 1968; Gergen, 1999; Ibáñez, 1994) ya que

estos supuestos estados naturales se modifican con la intervención de los

etnógrafos (McLean & Leibing, 2007). Hine (2000) argumenta que cualquier

pretensión naturalista basada en la documentación de una realidad externa al

investigador/a está sujeta a un replanteamiento a partir de una descripción

“inevitablemente” construida, de objetos creados a través de prácticas

disciplinares (Foucault M. , 1975), en el marco reflexivo y posicionado de los/as

investigadores/as (Haraway, 1995; Hine 2000).

No es casual que haya escogido la orientación epistemológica del

construccionismo ya que, para los intereses de mi investigación, se ajusta de

mejor forma la noción de etnografía posmoderna (Geertz & Clifford, 2003). En

este sentido, la construcción de conocimiento sobre la victimidad estuvo guiada

desde la triada fenómeno-campo-etnógrafo (Gupta & Ferguson, 1997). Esto

99

quiere decir que, si bien la victimidad se presenta dentro de un entramado que

permite su producción, también se construye con los acuerdos y fijaciones

momentáneas que se dieron durante mis interacciones con las personas de las

comunidades, y con personal del ECAP y RCT. Por ello, la etnografía

posmoderna (Gupta & Ferguson, 1997; Geertz & Clifford, 2003; McLean &

Leibing, 2007) es una de las herramientas más versátiles para la producción de

conocimientos en diversos ambientes de interés para la Psicología Social.

Como afirma Hine (2000), si bien la etnografía se ha utilizado dentro de

la sociología y otras ciencias sociales, su estatus sigue siendo clave para la

perspectiva antropológica. No obstante, estos nuevos entornos han posibilitado

que las descripciones holísticas pasen a ser estudios centrados en tópicos

particulares. Tales tendencias han dado como resultado una diversificación de

perspectivas etnográficas bajo la premisa de “desarrollar una comprensión

profunda de lo social a través de la participación y la observación” (Hine, 2000, p. 55).

Para construir y desarrollar esta comprensión profunda, el/la

investigador/a participa en la vida cotidiana de las personas durante

determinado tiempo, observando qué sucede, escuchando qué se dice,

preguntando y participando en actividades propias de las comunidades

(Hammersley & Atkinson, 1995). La etnografía es pues, un acercamiento a los

modos rutinarios en que la gente otorga sentido a su mundo y actividades

cotidianas; las cuales pueden estar definidas desde aspectos concretos como la

labranza de la tierra, hasta cuestiones más abstractas como la teleasistencia

domiciliaria o los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Para ello pone

énfasis en el análisis y la interpretación de las relaciones, los procesos, los

significados y los discursos que se presentan en el día a día.

Cubells (2002) menciona que la etnografía se esboza como un modo de

encarar el mundo empírico que se caracteriza por centrar la atención en los

significados. Esto me permitiría encontrar patrones significativos en la vida de

100

las personas y no leyes que expliquen sus conductas con respecto a la

victimidad (Evans-Pritchard, 1962). Por tanto las tareas a realizar, en mi caso,

estarían guiadas principalmente por la observación, descripción, traducción,

explicación e interpretación de los aspectos que pudieran servir para definir la

victimidad. Estos procesos podrían ser vistos como sucesivos en la elaboración

de datos, pero son inseparables durante el trabajo de campo.

En este punto debo aclarar que el trabajo de campo no agota la

etnografía, pero sí constituye una parte fundamental de la investigación

etnográfica (Velasco & Diaz, 1997). El trabajo de campo es más que una técnica,

es una situación metodológica y un proceso en sí (Geertz, 1989; Geertz &

Clifford, 2003; McLean & Leibing, 2007). Existen secuencias de acciones, de

comportamientos y acontecimientos que no siempre pueden ser controlados

por el/la investigador/a, pero que determinan los resultados de las

investigaciones. Situaciones concretas en el trabajo de campo como

enfermedades del/la investigador/a, o subjetivas como el malestar por estar en

ciertas comunidades, influyen en la construcción de los datos. No obstante, el

trabajo de campo instaura varias originalidades metodológicas entre los cuales

sobresalen que:

• “los mejores instrumentos para conocer y comprender una cultura, como

realización humana, son la mente y las emociones de otro ser humano,

• que una cultura debe ser vista a través de quien la vive, además de a

través del observador científico, y

• que una cultura debe ser tomada como un todo (holismo) de forma que

las conductas culturales no puede ser aisladas del contexto en el que

ocurren” (Edgerton y Lagness, 1977, p. 3 citado por Velasco & Díaz, 1997,

p. 23)

Para el caso de la victimidad, fueron las actividades cotidianas de las

comunidades en lo que centré mi observación, pero especialmente en las

101

prácticas en búsqueda de alivio. Siguiendo a Clifford (2003) la experiencia

etnográfica se puede entender como la construcción de un mundo significativo

común, basado en estilos intuitivos de percepción y suposiciones. La

experiencia evoca una presencia participativa, un contacto sensitivo y sensible

con el mundo a comprender, un raport con su gente, una tangibilidad de la

percepción a través del conjunto de nuestros sentidos (Clifford, 2003).

Inicialmente la observación participante fue una de las técnicas empleada

para obtener evidencia empírica de las prácticas de alivio dentro de las

comunidades, la cual guió en gran parte el trabajo de campo que realicé durante

a) el acercamiento comunitario, y

b) la aplicación de entrevistas a beneficiarias del PNR.

Pero no podía simplemente apelar a mi memoria y mis sentidos durante

la observación. Tuve que tomar notas y hacer descripciones de lo que pasaba

cotidianamente, además de aplicar instrumentos. A continuación detallo en qué

consistieron estas actividades que forman parte de la estrategia metodológica

empleada.

a. Acercamiento comunitario: Con esto me refiero al estudio exploratorio de

las prácticas de alivio de las comunidades seleccionadas. Esto se hizo

básicamente para conocer las personas y/o instituciones que dotan de alivio a

las necesidades físicas, psicológicas, y en alguna medida, económicas de las

personas que participaron en la investigación.

Enfocándome en las prácticas de alivio, pude establecer un número de

casos concretos que ilustraron el constante proceso de negociación de salud/

enfermedad/atención (Menéndez, 1990; Mosquera, 2006). Uno de mis

principales intereses, previos a formular la tesis como tal, era conocer la cultura

y prácticas ixhiles en términos de alivio, ya que sería importante conocer estos

102

datos antes que los “efectos” del PNR se hicieran presentes dentro de las

narraciones y prácticas de las víctimas sobrevivientes de las localidades.

Así, empezamos el trabajo de campo en las comunidades escogidas

identificando las prácticas de alivio por medio de dos instrumentos: el Registro

Diario de Eventos (RDE) y el Registro de Eventos Significativos de Vida

(RESV)48. Además fue de mucha utilidad las anotaciones que realicé en el

cuaderno de campo y las grabaciones del RESV para el análisis y discusión de

los datos.

a.1. El cuaderno y las notas de campo:

Uno de los aspectos de mayor relevancia durante el trabajo de campo fueron

las anotaciones que realicé en el cuaderno. Las observaciones, y su posterior

descripción, fueron el eje medular para detectar las prácticas que darían cuenta

de la victimidad, así como las interacciones que se presentaban dentro de las

comunidades. En este sentido, era importante llevar un registro de cómo

afectaba mi paso por las comunidades (McLean & Leibing, 2007). Esto no sólo

respondía a cuestiones del método empleado sino a que, como menciona Ibáñez

(2000), también conferimos propiedades a la realidad en el proceso mismo de

investigarla. Atribuía a la realidad Ixhil, y la victimidad, características que no

están sino en mi manera de tratar con ellas.

El juego que establecía entre material empírico + teoría + mi

subjetividad, no sólo representaba un proceso inmanente de la Psicología Social,

sino era un proceso social en sí (Gupta & Ferguson, 1997). Además, existían

elementos que quedaban fuera de las entrevistas como la convivencia en los

hogares con las personas, verbigracia beber café con pimienta o picante para

reducir la sensación de frío durante las madrugadas, comer hierbas sin sal

48 Los instrumentos se encuentran en los anexos.

103

“como en la violencia” o escuchar las expectativas de futuro que tienen hacia sus

hijos/as.

Estos elementos fueron escritos en mi cuaderno en donde se realizaban

algunas reflexiones y análisis de la cotidianeidad. La riqueza de los relatos y la

interacción con los pobladores de las comunidades me proporcionaron

elementos para pensar la victimidad como proceso psicosocial más allá de

cuestiones jurídicas (PNR, 2009), de constitución de sujetos o de supuestas

identidades (Piper, 2005b).

Además, las notas me sirvieron para estructurar y argumentar las

discusiones que propongo en los capítulos. Tal como menciona Geertz (1989) la

habilidad que tienen los/as etnógrafos/as para hacerse tomar en serio tiene que

ver menos con su elegancia conceptual que con su capacidad para convencer de

que han podido penetrar, y ser penetrados, por otra forma de vida a través de

sus descripciones.

Dentro de este proceso es importante tomar en cuenta el papel de los/as

investigadores/as como uno de los mejores instrumentos para conocer y

comprender los fenómenos de estudio, pues las investigaciones cualitativas dan

un reconocimiento especial a las experiencias subjetivas tanto del observador

como de las personas con quienes se trabajó (Gupta & Ferguson, 1997). Gracias

a esto puedo afirmar que las notas en el cuaderno de campo adquieren el

calificativo de indispensables para este estudio, ya que me permitió construir:

“…un relato organizado en torno a argumentos científicos. Esto quiere

decir que no se trata de un texto de ficción: el texto etnográfico trata de

producir una imagen científicamente válida, es decir, publicamente

contrastable de un modo de vida. Y para hacerlo, el etnografo cuenta

cómo es esa forma de vida” (Velasco & Diaz, 1997, p. 173)

104

Para complementar mis descripciones y reflexiones en torno a lo que

sucedía, apliqué los instrumentos antes mencionados, los cuales me

proporcionarían datos para saber el contexto de la vida de las personas.

a.2. Registro diario de eventos:

Escogí 30 hogares de forma aleatoria que serían la muestra para el registro

diario de eventos (10 por comunidad). El criterio que seguimos para escoger los

diez hogares fue la cantidad y diversificación de recursos materiales para la

subsistencia que fueron observados, por ejemplo, material de construcción del

hogar, tenencia de animales o vehículos.

La idea original era que las personas llevaran un auto-registro de los

eventos que se suscitaban dentro de los hogares y cómo resolvían esos

problemas cotidianos; pero en vista de los altos niveles de analfabetismo en las

comunidades y la falta de costumbre para utilizar este tipo de instrumentos,

hizo que lleváramos personalmente el Registro diario de Eventos (RDE).

Este instrumento consiste en una serie de tablas en donde se anotaba

cuáles eran los problemas cotidianos de la comunidad y cómo los resolvían. La

pregunta generadora era: ¿Ha habido alguna novedad? Si la respuesta era

afirmativa se proseguía el cuestionamiento preguntando ¿qué pasó? ¿Qué hizo?

y ¿Cuándo lo hizo? Dentro del mismo registro se anotaban las soluciones o

alivio por parte de las personas en recuadros que contenían las preguntas

¿Qué? ¿Cuándo? y ¿Quién?

A partir de estas preguntas se esperaba que la gente nos compartiera:

a. Los problemas/sufrimiento dentro del hogar (o toda situación que

causara desasosiego fuesen cuestiones físicas, psíquicas o económicas)

b. La forma en que afrontan o solucionan sus problemas,

c. Las instituciones/personas a las que acuden en búsqueda de alivio y

105

d. El costo económico de la búsqueda de alivio.

Una de las características que se tomó en cuenta para realizar preguntas

tan amplias fue la capacidad (necesidad) que tiene la gente en el área Ixhil para

hablar sobre su situación actual49. Aunque puede parecer que estas preguntas

tienen respuestas muy concretas, es necesario hacer notar que muchos/as

indígenas dan explicaciones de su estado actual tomando en consideración

todos los elementos, desde su cosmovisión, que influyen para estar en esta

situación.

Esto fue más evidente cuando usaban argumentos relacionados con su

idea de equilibrio entre Dios, sociedad, individuo y naturaleza. En general, el

valor de la palabra se ha constituido como una práctica de mucha importancia

en estas comunidades para mantener, conservar y comunicar las normas

establecidas (CALAS, 2006). Por ello se construyó de esta forma el instrumento

RDE ya que serviría como herramienta de vaciado para los relatos que

evidenciarían la victimidad de forma espontánea.

Se realizaron alrededor de 10 visitas a cada hogar escogido (300 en total

en las tres comunidades) para tener la información de varias semanas en la vida

de estas personas. Dado que nuestro interés se guiaba por las prácticas de

alivio, fue necesario entrevistar a personas que conocían a los expertos en los

tratamientos, los procedimientos a seguir y las medicinas a emplear. Por ello,

las entrevistas fueron realizadas con las encargadas de cuidar a los posibles

enfermos del hogar, bajo el entendido que son las personas que conocen las

rutas de alivio. En su mayoría las entrevistadas fueron mujeres. A este grupo de

la muestra le denominé “Ego”, aunque en algunas ocasiones también aparecen

49 Existen algunas interpretaciones en torno al silencio de los mayas como forma de resistencia y afrontamiento a las secuelas del conflicto armado (Osorio, 2005); sin embargo, en esta tesis difiero de estas posturas ya que considero las interacciones comunicativas como recursos de afrontamiento importantes que no suelen presentarse en presencia de los investigadores. El cuestionamiento ético-epistemológico que me surge de este planteamiento es si estas interpretaciones son lógicas para mí o para ellos.

106

mencionados como “Alter” ya que las parejas insistían en su participación

dentro del estudio, pero principalmente dentro del cuidado de los enfermos

(generalmente en busca de medicinas o aportación monetaria).

a.3. Registro de Eventos Significativos de Vida (RESV):

Para conocer qué momentos habían sido importantes en la vida de los 10

hogares escogidos en cada comunidad se utilizó el Registro de Eventos

Significativos de Vida (RESV). Este instrumento tiene la característica de dotar

lineamientos para conocer los momentos de importancia en la vida de los

entrevistados. El instrumento ordena sucesos de la vida de los entrevistados/as,

cosa muy distinta a realizar una historia de vida en donde se relata más

detalladamente los acontecimientos de la vida. En Argentina Mabel Grimberg

ha empleado una metodología parecida que denomina “Trayectoria de vida”, y

algunos académicos de CLACSO han empleado este concepto para estudios

sobre pobreza.

En este sentido, es necesario aclarar que existen ciertos momentos que

suelen ser importantes para la mayor parte de personas, a decir: nacimientos,

movilizaciones, escolaridad, migraciones estacionarias, enfermedades, muertes,

adquisición de bienes y participación en asociaciones o grupos comunales y/o

extra comunales. La elección de este tipo de procedimiento se realizó por la

concepción del tiempo dentro de estas comunidades ya que no se toma de la

misma manera como en las sociedades occidentales50. El referente de

temporalidad en las comunidades ixhiles suele estar guiado por eventos

significativos como los antes mencionados.

50 Dentro de la bibliografía revisada encontré algunas versiones distintas en torno a la concepción del tiempo desde las trayectorias o cursos de vida. Sin embargo, la evidencia empírica que arrojaron los datos de las entrevistas realizadas apoya la reflexión del tiempo en estas comunidades como algo no lineal, es decir, no vivido sino percibido.

107

Durante esta parte del trabajo de campo se grabaron digitalmente las

narraciones para tener un registro completo de los relatos. La dinámica de esta

técnica era la de pasar a los hogares cada dos o tres días preguntando aspectos

significativos de vida para las/os entrevistados/as. En promedio se realizaron

dos o hasta tres visitas de aproximadamente media hora cada una para

recolectar los datos (Aprox. 50 visitas por hogar en las tres comunidades).

b. Entrevistas a beneficiarias del PNR: Para complementar la información

obtenida con las prácticas en búsqueda de alivio realicé entrevistas semi

estructuradas. Se realizó de esta manera para obtener las opiniones de las

personas sobre el trabajo del PNR, así como los recursos que emplean para

acceder al programa y las expectativas de futuro de la población.

La entrevista es una de las herramientas más poderosas dentro de las

metodologías cualitativas para conocer la construcción y significación de los

procesos sociales, ya que proporciona al/la investigador/a la oportunidad de

clarificar las dudas que surgen durante la entrevista, y es una forma más

personalizada y flexible de hacer investigación (Sautu, Boniolo, Dalle, & Elbert,

2005).

Uno de mis objetivos personales como investigador era el tomar en

cuenta la percepción de los/as participantes del estudio, particularmente

porque se trata de abordar su subjetividad, rescatando sus experiencias y los

significados que daban a su condición de víctima sobreviviente. La

investigación, en tanto relación social entre investigador/a e investigado/a, está

cargada de ciertas dinámicas que determinan el curso de los resultados del

estudio (Hernández, 2007).

Esta situación fue más evidente cuando sentí comodidad o malestar con

ciertas comunidades, desde donde podría pensarse que tuve cierta contra-

transferencia con respecto a su forma de vida e ideología. Por supuesto en mi

108

estancia dentro de las comunidades no lo pensaba de esta forma, sino que

aparece escrito en el cuaderno de campo como desgaste emocional y a veces

como felicidad por lo que hacía ahí. ¿De qué otra forma es posible explicar la

comodidad y/o el malestar que me produjeron estas comunidades donde hice

el mismo trabajo y casi, con las mismas condiciones?

Durante la aplicación de las entrevistas explicaba el porqué y para qué

del estudio de forma que no quedara ninguna duda en las personas

entrevistadas. En las transcripciones de las entrevistas aparece hasta casi media

página de explicación previa a la entrevista como tal. Visto desde una óptica

científica occidental podría parecer que la información que se daba era

redundante y, en algunas ocasiones, hasta podría considerarse que la entrevista

estaba mal realizada.

No obstante realicé las entrevistas de esta forma ya que al no pertenecer

a la etnia Ixhil tuve que dejar muy claro cuáles eran los intereses que perseguía

con la investigación. Además, gran parte de las entrevistadas fueron mujeres de

la tercera edad que no suelen ser tomadas en cuenta para este tipo de

investigaciones, pero permiten problematizar y reflexionar sobre aspectos que

se presentan de forma homogénea en este grupo de personas.

109

3.4. Aspectos éticos relacionados con la investigación y el trabajo de campo.

Una de las características que se hará evidente a lo largo del desarrollo capitular

es la interacción y tensiones entre las diferentes posturas ideológicas de las

instituciones que apoyaron este trabajo. Tanto RCT como ECAP son

instituciones que se dedican a trabajar con víctimas directas de tortura y/o que

han sufrido violaciones flagrantes a sus Derechos; pero con distintas formas de

intervenir y entender las problemáticas relacionadas con el sufrimiento. Por esta

razón los aspectos éticos relacionados con la investigación y el trabajo de campo

fueron temas recurrentes mientras se diseñaba y ejecutaba el estudio.

Dado que la etnografía es un método que requiere que el investigador se

encuentre inserto dentro de las comunidades de estudio durante periodos

bastante largos de tiempo, es casi imposible pensar que no habrá ningún

cambio con la presencia de un agente externo y por lo general, culturalmente

distinto. Los/as investigadores/as al interactuar con las personas de las

comunidades pueden llegar a provocar cambios que no necesariamente son

contemplados en la planificación de la investigación (McLean & Leibing, 2007).

Esta situación se presentó inicialmente como hastío por nuestra presencia

en las comunidades. El hecho de haber planificado una estrategia metodológica

tan intrusiva, es decir sin tomar en cuenta los tiempos de las comunidades

Ixhiles, perjudicó de alguna forma nuestro acercamiento a la primera

comunidad (Xolcuay). Esto no sólo refiere a que es ingenuo pensar que al estar

dentro del campo no se utilizan categorizaciones previas o culturalmente

distintas.

De hecho, y tal como menciona Goslinga & Frank (2007), por mucho que

logremos sentirnos e identificarnos con la población que estudiamos, hay

muchas cosas más que se ponen en juego: relaciones de poder, posición de

110

conocimientos, aspectos relacionados con las creencias, identidades, género, etc.

que pueden provocar malestar y ansiedad en la comunidad, así como en los/las

investigadores/as (Geertz, 1989; Geertz & Clifford, 2003; Goslinga & Frank,

2007).

Estos elementos pueden ser fuente de problemas éticos al ser

contrastadas con la axiología comunal y en esta investigación se mostraron de

forma muy evidente. El primer problema se presentó desde el inicio del proceso

investigativo al negociar con las aldeas ¿cómo llegar a un acuerdo cuando no

todas las personas de la comunidad parecen dispuestas a participar? ¿Cómo

ligar nuestros intereses con los de la comunidad?

De forma pragmática apelé a la organización comunal, es decir, a las

autoridades elegidas por la misma comunidad para gestionar las propuestas

(porteros). Esto me ahorró muchos problemas, aunque no todos. No obstante

dentro de la negociación también surgió el cuestionamiento de ¿Cómo solventar

la deuda que tenemos los científicos sociales con las poblaciones que

analizamos? En este punto logramos compatibilizar nuestros intereses con los

de la comunidad a través de hacerles entrega de documentos que formarían

parte de la recuperación de la memoria de la comunidad y que servirían para

entregar al PNR como parte del proceso de dignificación de víctimas.

Un segundo problema ético se presentó al explicar el porqué del estudio

y el manejo de los datos como “sensibles”. Aunque la mayor parte de personas

de las comunidades poseían vivencias parecidas, nuestros informantes debían

de saber que la información que nos proporcionarían sería totalmente

confidencial ya que era posible que algunas personas de la misma población

estuvieran involucradas en las narraciones como victimarios. Para ello se

explicaba el objetivo del estudio a cada entrevistado/a y se pedía el

consentimiento del/la participante para grabar la entrevista, bajo la garantía del

respeto total a su identidad, asegurando la confidencialidad de la información

111

obtenida y el anonimato. Por esta razón a lo largo del texto utilizaré nombres

ficticios, tanto de la gente entrevistada como de las personas que mencionan en

sus relatos.

Los aspectos éticos no sólo se referían al manejo de datos como

“sensibles” o que pudieran ser “problemáticos para divulgarse sin protección”;

también se consideraban los elementos propios de los investigadores, fueran

profesionales e idiosincráticos, como parte inherente del mismo proceso ético.

Algunos párrafos atrás mencioné la contra-trasferencia como fenómeno que

surgió durante mi estancia en las comunidades. Este elemento propició varios

debates en las reuniones realizadas en RCT (Copenhague) y ECAP (Guatemala)

donde expuse los primeros hallazgos de la investigación, ya que suponía un

acercamiento crítico a la victimidad pero ¿Hasta qué punto eso que estoy

investigando también forma parte de mí y de las angustias durante mi estancia

en las comunidades?

A través del relato el/la lector/a se dará cuenta de esas predilecciones y

simpatías que aparecen en mi paso por las aldeas. De hecho no niego mi

admiración por ciertas comunidades, y la forma en la que afrontan las

vicisitudes de la vida. Estas experiencias hicieron que confrontara mis

discursos, por ejemplo, actuar desde las categorías de análisis occidentales

(especialmente de género) no necesariamente acordes a la realidad Ixhil.

Obviamente tampoco llegaba con la utópica idea de la corriente decolonial

(Mignolo, 2007), pero fue evidente que había un desfase muy grande entre mis

categorías como doctorando y lo que viví en el campo. Dentro del texto iré

dando cuenta de esta problemática ya que aporta elementos interesantes para

entender la dinámica de las comunidades, así como del trabajo que

desempeñamos los trabajadores psi en contextos multiculturales.

Finalmente, otro aspecto que generó discusión y tensiones en el equipo

de trabajo fue la forma en que se violentó el espacio cotidiano de una

112

comunidad (Xolcuay) en la recolección de información51. Este problema no es

nuevo en las etnografías, ya Velasco y Díaz (1997) analizaron, por ejemplo, la

violencia con que Malinowsky efectuaba la recogida de información para

garantizar la fiabilidad de los datos obtenidos (Velasco & Díaz, 1997), no

obstante, esta problemática generó la posibilidad de profundizar el tema en

otras comunidades, así como dentro de las instituciones para mejorar la calidad

de la información obtenida y no violentar el tiempo de las comunidades.

51 Con respecto a este caso, no se respetaron los tiempos de la comunidad y, hasta cierto punto, la presencia de un extranjero (Henrik) potencio que la gente pensara que podrían acceder a recursos fuera del Estado por medio de su influencia. Además, mi inexperiencia en el campo fue evidente, llegando incluso a ciertos roces con algún aldeano por situaciones que atentaban contra mis creencias de igualdad en las relaciones de género e incluso violencia intrafamiliar.

113

CAPÍTULO 4 Sufrimiento y dinámica en las comunidades

Escribir es, por tanto, mostrarse, hacerse ver,

hacer aparecer el propio rostro ante el otro

Michel Foucault

En este capítulo presento la descripción de mi trabajo de campo, el cual debe ser

entendido como un camino de encuentros y desencuentros entre mis intereses,

los de las instituciones para las que trabajé y los intereses de las comunidades;

pero que aportaron elementos para que se evidenciara la construcción de la

victimidad en las comunidades de la región Ixhil.

Insistiré en afirmar que la descripción es el proceso de elaboración de los

datos que se da en cualquier etnografía, pero, en toda descripción existe

siempre cierta interpretación. Por ello, aunque parezca un capítulo experiencial,

contribuye a la construcción del texto etnográfico (Brewer, 2000) el cual

contiene las actividades y momentos importantes desde donde formulé la

construcción de victimidad en las localidades ixhiles. Como afirma Frazer

(1973)

“Es sin duda cierto, en un esquema lógico, que el análisis de las

motivaciones y los sentimientos resulta distinguible de la descripción

de los hechos… pero en la práctica, un hecho no tiene sentido para el

observador a menos que conozca o infiera los pensamientos y

emociones del sujeto que lo realiza; por consiguiente, describir una

serie de actuaciones sin referencia al estado de ánimo de quien las

realiza no respondería a las pretensiones de la sociología, cuyo fin no

es meramente el de registrar, sino el de comprender las acciones de los

114

hombres en sociedad” (Frazer, 1973. Citado por Velasco & Díaz, 1997,

p. 43)

Por tanto, y parafraseando a Ibáñez (2000), la descripción que a

continuación presento no pretende modificar propositivamente la realidad

(saber para poder) ni tampoco conocer la realidad tal y como es (saber para dar

cuenta de la realidad). Pretendo exponer mi posición como investigador para la

producción de conocimientos situados (Haraway, 1995) desde donde articulo

las diversas fuentes de información que analicé durante mi estancia en la

Región Ixhil y donde también se articula mi subjetividad en la construcción del

objeto de estudio.

115

4.1. Con ojos de Kaxlán52: un acercamiento al Ixhil desde las anotaciones del cuaderno de campo.

Cuando llegué a la Región Ixhil no me imaginé que me fuera tan complicada la

vida como etnógrafo. Sabía que era un método cualitativo que me permitiría

tener un acercamiento a las comunidades, pero era la primera vez que lo

empleaba en una investigación. No obstante había escogido la etnografía como

método de estudio porque me pareció el más adecuado para evidenciar la

construcción de la victimidad en la cotidianeidad del área Ixhil. Así pues, y

tomando en cuenta que tenía medianamente claro qué haría con mi vida en los

siguientes meses, me dispuse a tomar nota en el cuaderno de campo de casi

todo lo que sucediera en las siguientes 16 semanas (luego se extenderían a casi

40) en el vértice norte del Quiché.

Conduje por varias horas en esas carreteras de Guatemala que dan

miedo, y no por lo malas, sino por las decenas de curvas extremadamente

peligrosas por las que se tiene que pasar, sobre todo si se es conductor

inexperto. Además había dos tramos entre Sacapulas y Nebaj que estaban en

construcción53. No está de más decir que el camino era de terracería y de un

sólo sentido así que, en caso de venir otro automóvil, uno de los dos tendría que

retroceder hasta llegar a un sitio en donde ambos pudiéramos pasar. De

cualquier forma llegamos a nuestro destino en el la Región Ixhil: Santa María

Nebaj.

La conquista del territorio Ixhil por los españoles se dio

aproximadamente en 1530 pero no hubo asentamientos de extranjeros por lo

complicado del acceso (Colby & Colby, 1981; Le Bot, 1992; Stoll, 1993). Por ello

suponía que la mayoría de población que vive actualmente en la zona

52 El Kaxlán en varios idiomas indígenas de Guatemala refiere a cualquier extranjero, no importa la nacionalidad. 53 Hoy día la carretera se encuentra en perfectas condiciones, incluso se han ensanchado muchos caminos en donde hace dos año era poco más que temerario transitar por ahí.

116

pertenecería a la etnia maya-Ixhil. Luego me daría cuenta que no. Además se

encontraba inserta en uno de los departamentos más pobres de Guatemala, El

Quiché, por lo que no sabía exactamente con qué me encontraría.

Realmente me había imaginado algo más “cutre”, sin embargo me

sorprendió mucho la vida que tenía el pueblo. Llegué por la tarde después de 6

horas de viaje desde la capital y mucha gente caminaba por las calles. De hecho,

después de un par de horas estaba desesperado por el calor y el ruido que

producían los “tuc-tucs”54 en el pueblo. Era abril y el calor era realmente

sofocante.

Foto No. 1 Calle cercana al centro del pueblo, Nebaj 200755

54 Los tuc tucs son una especie de motocicletas adaptadas para llevar pasajeros. El caso es que producen mucho ruido y hacen imposible hablar por el móvil si uno está en la calle, especialmente por la tarde. 55 Todas las fotografías fueron tomadas por mí, a menos que indique su autoría.

117

De los municipios que conforman el área Ixhil Santa María Nebaj es el

más “desarrollado” en materia de turismo, comercio y acceso a tecnología. Al

día de hoy mantiene las características arquitectónicas y de distribución de

todos los pueblos de Guatemala, es decir, posee una plaza central rodeada por

la municipalidad, la iglesia católica y una escuela. Las calles más cercanas al

centro están pavimentadas, pero se puede encontrar sitios en donde no se ha

asfaltado aún.

Dependiendo de la zona del pueblo en la que uno se encuentre podrá

observar casas elaboradas de bloque y otras de adobe con techos que varían

desde la teja hasta azoteas de concreto. Según comentaba la gente una casa

puede llegar a costar hasta Q1, 000,000 (aprox. 100,000€) en el centro del pueblo.

Si bien los precios son inaccesibles para la capacidad adquisitiva de la

población, posee una lógica basada en la especulación por la migración de

muchas personas a los Estados Unidos de América. Es generalizado en el área

Ixhil que la migración hacia ese país puede dotar de mayores comodidades y

acceso a recursos, lo que encarece los terrenos para construcción de viviendas,

pero en especial las utilizadas para el cultivo del maíz y el frijol.

Al llegar visitamos un bar llamado el “Descanso” en donde habían

muchos “guiris” y gente que trabajaba en ONGs del lugar. El equipo de trabajo

lo conformaría Bruce (psicólogo de ECAP con una fuerte ideología desde la

psicología comunitaria), Henrik (Investigador de RCT con una marcada

tendencia desde el marxismo) y yo (adoctrinado en la psicología discursiva).

Mientras comíamos empezamos a charlar sobre el proyecto. La idea era

encontrar una comunidad en donde pudiéramos realizar la investigación.

Discutimos las posibilidades y decidimos trabajar en una aldea donde ECAP no

tuviese ningún proyecto en ejecución. La comunidad escogida fue Nueva

Concepción Xolcuay. Además, habría que contratar una persona que me

118

ayudara a realizar el trabajo porque muchas personas en las comunidades no

hablaban el castellano.

Al día siguiente dispusimos hacer un análisis de dominio, es decir,

organizar los conceptos que usaríamos para aplicarlos en un lenguaje

desconocido para nosotros: el Ixhil. Revisamos cuáles eran los pros y contras de

realizar entrevistas en este idioma mayense y se adaptaron los conceptos del

castellano al Ixhil. El proyecto originalmente se denominaba “Histories of

Victimhood”, sin embargo no teníamos una idea clara de qué era lo que

estábamos buscando. A veces me daba la impresión que interesaban las

prácticas en búsqueda de alivio, otras veces me parecía que eran las vivencias

de guerra de las comunidades, pero en otras ocasiones pensaba que queríamos

saber cuáles eran los mecanismos por los cuales las ONGs influían en el

quehacer de las comunidades.

Por supuesto estos “problemas preliminares” me permitieron crear un

bagaje de argumentos a partir de las cuales se podrían extraer la respuesta a lo

que se planteaba como problema a investigar: la victimidad. Obviamente en

este proceso los problemas originales se podrían cambiar, desechar y/o mejorar

(Hammersley & Atkinson, 1995), así que pasaron muchas semanas antes que

pudiera siquiera formular una pregunta de investigación.

Decidimos que el campo de estudio estaría delimitado por lo que sucedía

en la cotidianeidad de la comunidad de Nueva Concepción Xolcuay, ya que la

victimidad como fenómeno se podría observar tanto en la búsqueda de alivio,

las narraciones de la guerra, así como en la interacción que diariamente tienen

las personas con ONGs y otro tipo de instituciones Estatales.

Una vez concluido el tema del campo de estudio pasamos a los aspectos

éticos de la metodología. Bruce decía que no podíamos “sacar” datos sin el

conocimiento ni la aprobación de los informantes. Henrik por su parte, se

119

centraba en que necesitábamos saber más sobre la vida y prácticas de las

personas, de las cosas que pasan en su cotidianeidad para poder acompañarles

en el mejoramiento de sus vidas. A mí personalmente el argumento me pareció

muy ingenuo, ya que no se arregla la vida de las personas del área Ixhil con una

investigación, y no es que sea pesimista, simplemente pensaba que la gente no

suele perder el tiempo con personas que hacen encuestas.

Alguien decía que esto podría servir para tratar de apoyar

eventualmente a organizaciones locales en la elaboración de proyectos, o al

menos en el entendimiento de ciertos fenómenos que podrían influir de forma

política dentro de los intereses de sus agendas. Esto me convenció más, y

aunque sé que dependerá de la disposición de las organizaciones, era mucho

más sensato que el argumento de mejorarle la vida a alguien con una

investigación.

Cuando llegamos a un acuerdo sobre los datos, empezamos a hablar de

la unidad de observación. Tendríamos que escoger diez hogares en esta

comunidad en donde pudiéramos realizar observaciones, aplicar los

instrumentos y hacer un seguimiento de las prácticas de alivio. Para elegir al

azar buscamos fotografías aéreas de la población para numerar los hogares y así

poder escoger sin ningún tipo de sesgo.

Claro, el problema radicaba en que no estábamos en Guatemala ciudad y

así no podríamos conseguir fotografías recientes de las poblaciones. Solución: a)

ir al destacamento militar a preguntar si tenían fotografías o mapas de las

comunidades, y b) ir al Centro de Salud a preguntar lo mismo. Las dos opciones

eran válidas, sin embargo ir al destacamento implicaba muchas más cosas que ir

al Centro de Salud, así que dispusimos ir al día siguiente al Centro de Salud de

Chajul a solicitar un mapa o croquis de Nueva Concepción Xolcuay.

120

Una vez con el mapa en nuestras manos decidimos pasar a la comunidad

para contactar con algunos líderes. Fue precisamente Pedro, uno de los

promotores comunitarios del equipo de exhumaciones de ECAP, quien

comentó que conocía a una persona que nos podía contactar con el alcalde

auxiliar y que seguramente eso facilitaría el trabajo de entrada en la aldea.

Al llegar a Nueva Concepción Xolcuay preguntamos por Don M. nuestro

informante clave, pero nos dijeron que no estaba, pero que si queríamos

podríamos pasar en un par de días o dejar nuestro número telefónico para que

él nos devolviera la llamada. Así lo hicimos.

Fuimos nuevamente al bar cuando llegamos a Nebaj. Hablamos de por

qué escogíamos Xolcuay y no otra aldea. En principio fue porque Xolcuay había

sido una población afectada por dos masacres entre 1980 y 1982 las cuales están

registradas en el informe REMHI (1988) y el de la CEH (1999). Luego de eso fue

convertida en “aldea modelo” por el ejército y fue uno de los primeros “polos

de desarrollo” conocidos del área Ixhil (CEIDEC, 1990).

Pasaron varios días sin que tuviéramos noticias de la comunidad. Yo

mientras tanto me entretenía viendo pasear a la gente en el parque de Nebaj

cuando salían de misa, o cuando se efectuaba alguna actividad política.

Particularmente me llamaba la atención el color rojo de la indumentaria de

los/las ixhiles. Me cuestionaba además si esto de la “identidad maya” (Valdez,

2002; Paniagua, 2007) era algo que había calado en estos pueblos o se mezclaba

de alguna forma con la victimidad.

Ya tendría tiempo para darme cuenta. Lo que volvimos a hacer fue el

análisis de dominio con Ana, una de mis colaboradoras, pero esta vez en

Ki’che’, ya que la comunidad de Xolcuay está formada en su mayoría por

personas que se auto adscriben a ese grupo étnico, y que llegaron como mozos

o pastores en la década de los 20 y los 50 del siglo pasado.

121

Foto No. 2 Una familia Ixhil con su indumentaria indígena en un “meeting” político previo a las

elecciones, Nebaj 2007

Cuando empezamos a dudar que nos llamaran de la comunidad

decidimos ir a Xolcuay. Fuimos directamente a la casa de nuestro informante,

Don M., pero nos dijeron que no se encontraba. La mujer que nos atendió dijo

que lo podíamos buscar en una de las casas que estaban construyendo al lado

del puesto de salud, porque trabajaba de albañil. Decidimos ir a buscarle y, en

efecto, le encontramos en una de las casas que estaban construyendo al lado de

donde nos habían dicho.

4.1.1. La negociación con la comunidad: diferentes intereses.

Como suele suceder con la gente del área Ixhil don M. nos atendió muy

amablemente. Dejó de trabajar y le preguntamos si tenía tiempo para explicarle

el motivo de la visita. Dijo que sí. Henrik empezó a explicar lo que hacíamos en

la Región Ixhil y el trabajo de las instituciones que representábamos; pero

122

enfatizó en un aspecto que sirvió para que don M., empezara a hablar de forma

espontánea: las historias de las víctimas del conflicto armado.

Don M. narró parte de su historia personal del conflicto armado, porque

afirmaba que él había sido una de las tantas víctimas que había en la

comunidad de Nueva Concepción Xolcuay y que sufrían al día de hoy las

secuelas de la guerra56:

<<…Casualmente bajaron unos muchachos allí. “Alto” me dijeron. Sí, buenas tardes les dije yo. Tenían puestas botas. “Usted es el oreja”57 me dijeron, pero yo hice como que no sabía nada. “¿Ah, usted es el oreja?”. Sí, tengo dos orejas les decía yo, porque eso era lo que entendía de la castilla58 que me hablaban. Me agarraron y dijeron “él es el que está trabajando en el centro de salud, es el oreja”. Pero mire señor, dije, yo tengo las orejas cabales, no solo tengo una, uno aquí y uno aquí. Jalaron un pedazo de nylon59 viejo que estaba ahumado y taparon mis ojos con eso. Luego me dejaron las manos amarradas y me taparon la boca, yo ya no podía mirar ni podía hablar ni podía respirar por la nariz, me agarraron a patadas y a culetazos de fusil. Yo pensaba que no estaba haciendo nada para que me trataran así. Si me matan que me maten, ¡yo sé que me van a matar! ¿Para qué voy a sufrir? Después escuché la voz de uno. Pero mirá mano60 le dije, usted mire lo que han hecho, mirá los somatones, aquí mire. Yo sentía que mi cuerpo se había ampollado en todos lados, mire le dije, no me vaya a matar mano, usted es tal hombre. “¿Este muchacho te conoce?” dijo el otro, uno hablaba en Ixhil y otro en Ki’che, y seguían diciendo “¿pero conoces a este muchacho porque te mentó? si le dejamos vivo te van a matar, ¿o terminamos?” Empezamos a caminar mucho. Sentí como que ya había caminado dos días, me llevaron para otro lado. Yo pensaba ¡qué lejos me fueron a dejar!

Me quitaron la camisa y el pantalón, antes como no usábamos calzoncillo, no sabemos que es, solo mi pantalón tenía puesto. Me dejaron desnudo y me aventaron. ¡Qué frío sentí! Calor cuando había sol, sed, hambre y vinieron las hormigas. Estuve allí cinco días. Dios es tan grande, ahí sí que le pedí a Dios, yo rezaba “Señor ayúdame papá”, pero ya con las lagrimas como dicen unos, usted no ha sufrido nada, no piensa en

56 Este texto pertenece a una de las grabaciones realizada por Henrik Ronsbo dentro de Xolcuay, sin embargo, coloco este extracto porque es una versión mucho más completa que lo anotado en mi cuaderno de campo. El texto completo aparece dentro del documento “Historias entre las trojas: memorias de los ancianos de Xolcuay” el cual fue entregado como parte de la devolución a la comunidad. El entrevistado es varón de 64 años. La entrevista fue realizada en castellano. 57 Oreja en argot significa chivato. Este término fue principalmente usado por personas afines a los movimientos insurgentes en el país. 58 Castellano. Debo recordar al/la lector/a que durante los años 80 muchas de las comunidades en la Región Ixhil desconocían el castellano, o no era común hablar en este idioma. 59 Este material se parece a las bolsas de plástico que se utilizan en los supermercados pero es mucho más grueso. 60 “Mano” se utiliza también en el argot de los guatemaltecos como amigo, compadre, colega o cualquier sinónimo de los antes mencionados.

123

Dios cuando ya hay una prueba ahí sí “Señor, Señor yo hice esto Señor ayúdame papá ¿qué he hecho yo? Mira a este tu hijo papá, ellos no saben lo que hacen, perdónalos Señor y perdóname a mi Señor. Lástima tus hijos papá, yo sé tal vez que ellos están aconsejados, mira en dónde me dejaron, las hormiga ya me van a terminar a piquetes, piquetes acá, piquetes acá, en la frente, en todos lados”. Después empecé a moverme. Gracias a Dios, solo tenían puesto unos bejucos saber de donde los trajeron. Se desató a mis lados pero mi mano se quedó tiesa, como que se hubieran dormido los brazos. Quería jalar pero ya no tenía fuerzas pero Dios es tan grande, me moví así mi cabeza y se desató.

Empecé a quitar el nylon y de repente apareció mi papá porque me estaban buscando hace unos días. “Hijo ¿donde estas?” oí la voz de mi papá y grité: papá casi llorando “¿hijo que pasó?”, mi papá llevaba militares. ¡Papá! dije yo, los militares me querían matar papá, apenas podía hablar. Unos señores me agarraron por aquí, no los conozco, saber de dónde son. “¿Pero conociste a uno para que lo reconozcamos?” Ellos tomaron los datos, “ahorita te llevamos al hospital” me dijeron y yo contesté no señores, no me voy gracias. Mi papá que era el comisionado me llevó a Chajul, me llevó en helicóptero y me llevaron a Huehuetenango. Estuve cuarenta días allá, a los cuarenta días me dijeron “ahora quédate como militar con nosotros, vas a mostrar quienes son los guerrilleros”. Miren señores dije yo, a los guerrilleros no los conozco. A mí me pareció que estas personas que me preguntan eran los que me habían hecho las cosas a mí y les dije: miren como estoy, ustedes fueron los que me golpearon. “No, no, no, no nada más estamos diciendo qué nos mostraras a los guerrilleros” nada dijeron los militares, después cuando me di la vuelta vi gente muerta atrás del hospital, después me llegaron a dejar al hospital militar, ¡que montón de gente estaban muertos ahí! baleados acuchillados, degollados con machetes, me vine para la casa otra vez.

A los pocos días encontré al señor don S., él es de Xix. Un día lunes bajé aquí al cementerio de la comunidad. “M.” me dijo. Muy buenas tardes don S. le contesté. “Hijo no vayas a tu casa, tu casa ya va terminar, ya no vayás, tu familia está gritando en tu casa”. ¿Qué pasó? ¿Qué hay? le pregunté angustiado ya. El me dijo “tu casa ya la quemaron… quería pasar en la casa de mi compadre pero ya no me dio tiempo. No te vas hijo”. ¡Ah! dije yo, algo tengo que hacer. Se veía el humo desde un bordito en donde me subí y mi casa se terminó, me fui a mi casa. Yo tenía un montón de caña en mi casa, mi patojo61 estaba escondido bajo la caña. “Papá” me dijo ¿qué pasó hijo? le pregunté. “Mire papá, mire mi mamá está allí” Fui corriendo a donde estaba señalando mi hijo y vi a mi señora ahorcada, un mi patojito en el fuego… cuando cuento mi historia me pongo a llorar, me duele lo que me hicieron ya no tenía casa, ya no tenía mis animales ni maíz, todo lo quemaron y por eso me pongo a llorar. Mi hijo me contó que pasó “mire papá vinieron los señores, primero llevaron a mi mamá no sé que le hicieron a mi mamá, uno por uno pasaron, a mi hermanita lo levantaron en el fuego”. Mi patojito estaba todo quemado, sólo tenía una camiseta puesta y estaba escondido en las cañas, sino no se hubiera salvado…>>

Cuando don M. terminó de contar su historia se hizo un silencio muy

incómodo. A mí en lo particular me afectó muchísimo la historia porque nunca

61 Chaval

124

había estado tan cerca de una persona que vivió, en carne propia, el conflicto

armado. Tampoco había escuchado un testimonio donde se explicitara lo

inhumano del conflicto. Lo había leído, sí, pero nunca antes lo había escuchado

mirando a los ojos a las personas que lo contaba. En la etnografía, el trabajo de

campo puede pensarse como el momento en donde se desarrollan procesos de

socialización en que el investigador adopta el papel de aprendiz (Velasco &

Diaz, 1997). Mientras don M. iba narrando lo que sucedió en Xolcuay me

recorrían escalofríos por todo el cuerpo. Bruce, que era el que más experiencia

tenía en acompañamiento psicosocial, se adelantó a decirle a don M. que por

eso nos interesaban las historias de Xolcuay, para que no se olvidaran y

quedaran plasmadas en un documento que sería dado a conocer en muchos

sitios. Pero mayormente la idea era entender cómo vive la gente ahora después

de lo que pasó y las necesidades que tienen.

Don M. se emocionó al escuchar la idea y dijo que regresáramos en un

par de días a la comunidad ya que tendría que consultar con el resto de la

gente. Explicaba que muchas personas habían sufrido y que actualmente

estaban buscando ayuda para poder echar a andar un proyecto en el que

participaran las personas de la comunidad. Realmente no entró en detalles de

qué iba el proyecto, pero me dio la impresión que estaba sondeando si nosotros

podríamos conseguir alguno. Cuando llegamos a Nebaj dispusimos ir

nuevamente al “Descanso”.

Serían las siete de la tarde pero a diferencia de Europa en Guatemala ya

ha oscurecido. Hablamos de lo que había sucedido durante la tarde. En

particular expresé la sensación de extrañeza que había sentido mientras don M.

contaba su historia, sin embargo, más allá de esto me parecía que era un

territorio en donde aún no podía posicionarme del todo. Tanto Henrik como

Bruce coincidieron que con el tiempo me iría dando cuenta de muchas más

cosas, en especial serviría como forma de entender lo que pasaba actualmente

en la región.

125

Al pasar dos días regresamos a Xolcuay. Llegamos a las cuatro de la

tarde. Generalmente las reuniones las suelen realizar por la tarde porque por la

mañana los varones salen a cumplir con sus actividades cotidianas como ir a

cortar leña, sembrar, tapiscar62 o comprar algunos productos en el mercado de

Nebaj o Chajul. Son pocos los varones que se quedan en la comunidad durante

la mañana, a menos que sean ancianos. Fuimos directamente a casa de don M.

para que convocara la reunión, pero primero nos llevó ante el comité de la

comunidad63 para que explicáramos el asunto.

Una vez reunidos con los miembros del comité (todos varones) Henrik

empezó a explicar el porqué de nuestra visita. Nuevamente se mencionó el

quehacer de las instituciones, así como el interés que teníamos en las historias

de la comunidad. Los miembros del comité estuvieron de acuerdo pero dijeron

que tendría que ser el total de la comunidad quienes tenían que decidir si esto

se hacía o no, porque habían llegado otras personas que no habían dejado nada

a la comunidad. Salimos de la reunión y se convocó al resto de personas que

componían la aldea por medio de un megáfono. Una persona subía a la azotea

de la iglesia evangélica (que es el edificio más alto de la comunidad) y desde ahí

se realizó el aviso a los cuatro puntos cardinales.

La mayor parte de asistentes fueron hombres, un total de 53 frente a

solamente quince mujeres. No obstante lo que me resultó más interesante fue

que las mujeres no se colocaban frente a nosotros como hicieron los varones,

sino que se ubicaban al lado de donde estábamos. Alguna mujer se situaba en la

parte de atrás del grupo, pero las pocas que llegaron se situaron al lado

izquierdo de quien tenía la palabra.

62 Cuando la milpa está seca los hombres van al campo a quebrar el tallo y quitar las mazorcas. A esto se le conoce como tapiscar. 63 En la región Ixhil suele ser común que en las aldeas se organicen grupos de hombres quienes toman decisiones para resolver o hablar de los problemas comunes de la población.

126

Don M. se dirigió a la comunidad para presentarnos, sin embargo se

esforzaba por hacer hablar a Henrik para que explicara en detalle el proyecto.

Este tipo de situaciones acentuaban mis reflexiones en torno a la “melancolía de

la raza” y las posiciones que surgen del racismo que se vive en Guatemala en

donde a los europeos (blancos) se les adjudica otro nivel y legitimidad para

hablar. El danés empezó a explicar en castellano el proyecto, pero cada cierto

tiempo se detenía para que Ana pudiera hacer la traducción al Ki’che’. En algún

momento Ana se emocionó en la traducción y Henrik le dijo: “!eh¡ yo no he dicho

tanto”. Esto no solo respondía al hecho de una traducción no literal en los

idiomas mayas, sino también al posicionamiento de Ana como mujer maya.

Foto No. 3 Reunión en Nueva Concepción Xolcuay, 2007

En este punto abriré un paréntesis para explicar quién era Ana y cuál era

su papel en la investigación. Ana es una mujer Ixhil que había trabajado en

algunos proyectos de desarrollo, sin embargo lo más llamativo es su

posicionamiento como mujer maya. Posiblemente llamarle feminista no es lo

más correcto, no le pregunté cómo le denominaba a esa postura desde su

127

cultura, pero dentro de su forma de actuar sí existían componentes que referían

a esta corriente de pensamiento occidental. De cualquier forma Ana fue la

persona que me acompañó durante el trabajo de campo en Nueva Concepción

Xolcuay y quien me mostraba paso por paso la cultura Ixhil. Además, uno de

los aspectos que facilitaba trabajar con Ana era su dominio de dos idiomas

mayas, el Ki’che’ y el Ixhil. Si lo tuviera que resumir, diría que el grado de

camaradería y complicidad que tuve con Ana fue uno de los elementos que

dieron un giro importante en la concepción de la victimidad, pero en especial

para desarticular las concepciones de esencia que atribuía tanto a la cultura

Ixhil, como a la construcción del fenómeno que estudiaba.

Las charlas que mantenía con Ana en torno a la mayanidad, la

construcción de identidades desde esta posición y de las prácticas mayenses con

la introducción de formas alternas al catolicismo (los evangélicos), me dio

herramientas para buscar una categoría analítica que superara las

categorizaciones étnicas que son tan usadas en el contexto guatemalteco.

Buscaba una categoría que englobara estas relaciones pero que no fuera

limitante con respecto a la cultura, y fue precisamente con Ana con quien

hicimos las primeras reflexiones al respecto.

Pero volviendo a la reunión en Xolcuay. Mientras la gente se cuestionaba

sobre la pertinencia de hacer o no la investigación en la comunidad, nosotros

discutíamos sobre qué decir si se nos negaba el permiso. Hubo muchas voces

(todos varones) que no estaban de acuerdo con la propuesta. Algunos

reprochaban que ellos no ganaran nada con actividades de ese tipo, porque

generalmente se sacan datos y nunca más se vuelve a saber nada de las

personas que llegaron, ni de cómo se utilizaron los datos que sacaron. Además,

ellos lo que necesitaban eran proyectos productivos que puedan generar dinero

porque son pobres, no investigaciones científicas en la que ellos tienen muy

poco que hacer.

128

Bruce argumentaba que este tipo de actividades podían servir para dar a

conocer la situación en la que se encontraban actualmente y que había que ver

las ventajas y/o beneficios que podría traer una actividad como la que

proponíamos. Este argumento tuvo mucho más peso que el anterior y algunas

personas empezaron a discutir que había que tomarlo como una oportunidad

porque, si nosotros no traíamos proyectos productivos, podríamos dar a

conocer “las historias” y así tal vez alguien podría traer proyectos a la

comunidad. ¿Estrategia?, Sin duda. Casualmente ese día llevamos un libro que

había publicado Bruce y don M. lo cogió como ejemplo para decirle a la

comunidad que el “Licenciado” Bruce Osorio tenía un libro y que posiblemente

haríamos un documento similar con la historia de la comunidad.

Las negociaciones para acceder al campo suelen ser de lo más

complicado para cualquier etnografía, incluso los primeros días puede persistir

cierta reticencia a participar por parte de la población y sería un elemento a

tomar muy en cuenta (Hammersley & Atkinson, 1995). También solicitamos al

alcalde de la comunidad que nos sugiriera nombres de personas que podrían

contarnos cómo se había formado la comunidad. Sin embargo las personas que

fueron asignadas eran varones que habían sido patrulleros (PAC), así que

tuvimos que trabajar con ellos “una versión de la historia” de la comunidad.

Una vez nos dieron el visto bueno decidimos que empezaríamos a trabajar en

un par de días.

Comenzamos con el mapeo a las 8 de la mañana. Dividimos el croquis de

la comunidad en dos sectores y cada uno correspondería a un grupo. Por un

lado estaríamos Bruce y yo, y por el otro Ana y Henrik. Por mala suerte nos

tocaron las casas más retiradas de la comunidad, además habían extensiones de

terrenos sembradas con maíz, potreros, etc. No es que estuvieran muy

distanciadas las casas, pero los accesos eran complicados por el terreno.

Además nuestro mapa fallaba en muchas cosas y en algunas ocasiones nos

desorientaba.

129

4.2. Nueva Concepción Xolcuay: historias entre las trojas.64

Hace algunos párrafos dejé un tema pendiente, ¿porqué se habla Ki’che’ en el

área Ixhil? Dentro de las comunidades de San Gaspar Chajul existen algunas

comunidades con población mayoritaria Ki’che’, entre ellas, Xix, Nueva

Concepción Xolcuay, Santa Clara, Vatzu’l y Vitzuchuj. Estas comunidades

comparten una historia parecida de migraciones hacia el área Ixhil por falta de

tierras productivas.

Aproximadamente a mediados de 1920 algunos pobladores ki’che’s de

Huehuetenango y Totonicapán tuvieron que migrar para la zona Ixhil, donde

prestaban sus servicios como mozos65 para cultivar la tierra de sus patronos

ixhiles. Más tarde, a partir de la reforma agraria propuesta por el entonces

presidente Jacobo Árbenz66 en 1950, llegaron otros migrantes ki’che’s a la

región.

En algunas de las historias que relataron los ancianos de estas

comunidades se recapitula la llegada de los abuelos como pastores a tierras

ixhiles, y lo complicado que era adaptarse al idioma y las costumbres, en

especial porque la diferenciación étnica que se hacía en ese entonces tendía

hacia la discriminación explícita de los habitantes. No eran comunes los

matrimonios interétnicos, y los migrantes ki’ches lo tenían más complicado

para encontrar pareja sino era dentro de su propia comunidad. Esto no quiere

decir que hoy día no se presente este fenómeno entre los habitantes, pero antes

la discriminación era mucho más evidente según comentaron mis informantes.

64 Una troja es un pequeño cuarto de madera que se encuentra generalmente fuera del hogar, y en donde la gente guarda sus mazorcas y otros bártulos. Es una especie de bodega muy común en la región. 65 Se denomina mozo a las personas que no poseen tierras en propiedad y que por lo tanto deben trabajar en parcelas de otras personas a cambio de cosechas para subsistir. 66 Revisar el primer capítulo.

130

Mientras hablaba con las personas en Xolcuay me decían que las

diferencias étnicas entre los pobladores de Chajul se hacen evidentes en el

lenguaje y vestimenta que se utilizan dentro de la comunidad. Obviamente la

gente no suele hablar en términos de diferenciación étnica, pero sí lo hace

refiriéndose a “los otros que no son ixhiles” o “los ixhiles tal cosa”. A pesar de

que algunas personas entrevistadas se autodefinían como mayas, hacen la

distinción maya-Ki’che’ o maya-Ixhil, separando la identidad de unos y otros.

En la mayoría de casos se denominaban “naturales” o simplemente indígenas.

Además, es un concepto que no deja de ser ambiguo en el discurso de las

personas. Hablan de la mayanidad en términos de que fueron otros, y ellos de

alguna forma ahora también son mayas, pero no lograban ligar del todo sus

argumentos a una identidad política como propone el denominado movimiento

maya.

De cualquier forma, la identificación a la que se referían los

entrevistados/as me sugería pensar que poseen cierto conocimiento de la

politización de las identidades indígenas a través de la “mayanización” (Cúmez

& Bastos, 2008) pero dejando espacio para una identidad más local. Aunque en

estas comunidades el término maya no ha sido utilizado como referente de

identidad étnica o política, poco a poco empieza a tomarse como un elemento

que puede generar algún tipo de recursos, sean estos materiales o simbólicos.

Esta conciencia de identidad maya-ki’che’ también puede ser motivo de

conflictos o roces con pobladores mayas-Ixhil por las relaciones de poder que se

despliegan al ser mayoría en una comunidad que es minoría dentro del área,

como el caso de Nueva Concepción Xolcuay.

Aunque la idea de la identidad maya está pensada, principalmente, para

la unificación de varios pueblos con una ascendencia común en la lucha de

Derechos de ciudadanía de acuerdo a valores culturales (Esquit, 2003), esto no

quiere decir que no existan diferencias entre los distintos grupos denominados

mayas y que a partir de ahora denominaré indígenas. Algunas personas,

131

especialmente mujeres, comentaron que no se les tomaba en cuenta por ser

ixhiles viviendo en una comunidad en donde el poder lo ostentan hombres

ancianos Ki’che’s (Hogares 1 y 2).

Actualmente Nueva Concepción Xolcuay se encuentra localizada a 13

Km. de Nebaj con una elevación aproximada de 1994.92 mSNM. En dicha aldea

conviven 237 familias según el censo del centro de salud de Chajul del año 2005.

La carretera que llega a la comunidad es la que conduce a Chajul y el acceso a

dicha comunidad es bastante fácil por la mañana y hasta las 6 de la tarde en

donde pasan microbuses y buses, así como pick-ups que viene de sitios más

lejanos.

La carretera atraviesa la comunidad haciendo dos grandes bloques de

hogares, y en algunos casos, el ensanche de la carretera disminuyó los terrenos

de cultivo de algunos pobladores o de las casas. Las construcciones que están

más cercanos a la montaña cuentan con una menor densidad de casas que los

hogares que se encuentran del otro lado de la carretera, y los materiales con los

que están construidos son relativamente más nuevos que el resto de casas.

Como suele suceder en muchas de las aldeas que componen Guatemala,

mucha de la gente de Nueva Concepción Xolcuay vive en situación de pobreza,

aunque el fenómeno de la migración ha hecho que algunas personas puedan

tener acceso a viviendas más elaboradas y ciertos bienes que les aportan

beneficios económicos como autos, camiones, buses, pick-ups, etc. En términos

de un año la cantidad de vehículos en la población se hizo evidente, de hecho,

me sorprendí un día que vi un todoterreno Toyota aparcado en uno de los

hogares (la casa del pastor de una de las iglesias evangélicas).

La comunidad fue trazada por el ejército pensando en la idea de una

ciudad “moderna”, es decir, con bloques cuadriculados. Las calles son de tierra

y no existe ningún tipo de drenaje. Es habitual encontrar letrinas en cada hogar,

132

por lo que las aguas negras no pasan por las calles. Las mujeres suelen ir al río

para lavar la ropa o, si poseen una pila, el agua termina en las calles de la

comunidad. Por esta razón las veredas suelen estar húmedas y en algunos casos

el agua se drena por caídas de agua que terminan en el río.

La mayoría de casas sigue siendo de madera con techo de láminas de

zinc. El suelo es de tierra y generalmente tienen separada la cocina del único

dormitorio que compone la casa. Existen algunos casos en donde no se da tal

separación ya que la familia no tiene suficiente recursos para construir otro

módulo, y así tener la cocina separada del dormitorio.

Foto No. 4 Estufa mejorada e infraestructura de la cocina, Rancho Escondido 2007

Para cocinar la gente suele emplear las llamadas “estufas mejoradas” que

son construcciones simples de ladrillo en donde se puede meter leña o madera

para cocinar. Sobre la construcción colocan una plancha de metal que tiene

agujeros de diferentes diámetros para poder ubicar las cacerolas u otros útiles

que utilizan para la preparación de alimentos. A veces suelen tener un tubo de

133

metal que lleva el humo fuera de la casa, pero muchos hogares no lo tienen por

lo que es evidente el rastro de hollín en las paredes. Los hogares que no poseen

estufas mejoradas suelen hacer fuego para cocinar juntando algunas piedras.

La totalidad de hogares posee animales, generalmente pollos, patos o

cerdos, pero muy pocas veces los comercializan. Generalmente se utilizan para

el consumo de la familia y están sueltos dentro y alrededor de la casa.

Habitualmente la dieta de estas comunidades se basa en tortillas de maíz, frijol

y algunas hierbas. Rara vez consumen carne, excepto en fiestas como navidad o

alguna celebración.

Las telecomunicaciones son algo relativamente nuevo en la comunidad,

de hecho mientras hicimos el trabajo de campo la mayor parte de la gente no

tenía acceso a la telefonía móvil. Aunque la mayor parte de población accede al

servicio de luz y agua potable en su hogar, no poseen electrodomésticos ni

aparatos que tengan mucha capacidad de consumo.

Las personas suele tener una radio de transistores que utilizan para escuchar

programas, y en los casos donde la familia posee más recursos se puede hablar

de estéreos (mini cadenas). Sin embargo es la tecnología de los móviles la que

desde hace un año ha tenido un éxito sin precedentes dentro de la población

puesto que han colocado una antena a unos pocos kilómetros de ahí67.

4.2.1. De Xolcuay a Nueva Concepción Xolcuay.

Nueva Concepción Xolcuay no siempre se llamó así. Antes que el ejército

borrara literalmente del mapa la antigua aldea, la gente denominaba a la

comunidad Xolk’oja en Ki’ché o Xolcuay en Ixhil, que significa “Entre las

trojas” en ambos idiomas. Aún hoy las personas se refieren a la aldea como

67 Los móviles en Nebaj varían de precio, pero se pueden encontrar aparatos hasta por 6€. En general la gente no suele comprar de línea fija, sino que escoge los planes que permiten ingresar tarjeta pre pago que van desde los 50 céntimos hasta los 20€.

134

Xolcuay, pero hacen énfasis en que es diferente al antiguo Xolcuay que existió

antes del conflicto. El encargado de formar esta nueva aldea fue una persona de

la comunidad de Vatzu’l, don D., a quien el ejército solicitó directamente la

creación de un lugar para que albergara los refugiados o personas que eran

capturadas en las montañas:

<<…el capitán me dijo mira vos D. ven para acá. “Mira, vos sos buena gente. Los de la aldea de Xolcuay vos, allí está la cosa vos, tal vez está bueno porque allí está con la gente, mira vos” me dijo, “yo te voy a autorizar para que los vaya a traer”. Bueno si lo autoriza [Ud.] yo voy a ir a traer, porque yo no puedo auto mandarme para ir a traerlos a ellos. Si usted lo autoriza bueno, yo los voy a ir a traer a ellos. “Está bien vaya a ver, y les decís que vengan a sus lugares, que se vengan, me da lástima lo que les está sucediendo, y le decís que no vayan a tomar alcohólico, porque aquí en sus tierras ya no tienen sus pertenencias, toda sus lugares y sus tierras fue lavado, ya no existe nada, las casas ya no hay, ni casas, nada, les decís que no tomen, que ellos guarden su dinero, ya ellos van a ver qué es lo que van hacer, si ellos quieren venir que se vengan. Ahora si dicen ellos que se sienten bien en donde ellos están entonces nosotros vamos a buscar a personas quienes vienen a vivir en sus tierras, porque hay muchas personas que están sin tierra, después ellos no se vayan a quedar sin tierra” Si usted me autoriza yo me voy. “Está bien” me dijo…”68

Una vez que don D. tuvo el permiso para la construcción de la nueva

aldea por parte del alcalde de Chajul, así como de los mandos militares para

poder transitar libremente por el país, contactó a algunos camioneros para ir en

búsqueda de las personas que se habían refugiado en la Costa Sur (Pacífico) en

busca de trabajo y paz para sus familias:

“…llegue en la costa pues, allí estaban los compañeros de Xolcuay, llegue en la costa, el lugar que se llama “Mi tierra” Suchitepéquez, porque yo conozco allí antes, yo he ido a trabajar en ese lugar, conozco bien el lugar porque allí trabajaba antes, yo les llamé por sus nombres, me escucharon [y] me contestaron. Yo les dije ¿están ustedes muchá?69 Empezaron a decir “es D. quien está aquí” decían, ellos salieron. Hay algunos [que] empezaron a llorar. Vos me dijeron, ¡estás vivo D.! me dijeron. Si, estoy vivo. Ellos ya llevan como unos dos años de haber salido en la aldea de Xolcuay, entonces están ellos allí, “¿Qué dicen por allá? Nos contaron que te habían matado”, yo les dije que no, estoy bien. “¿Ahora como está la situación de la violencia?”. Todavía siguen 68 Entrevista con D. Varón, 69 años en Nueva Concepción Xolcuay, 2006. Entrevista en Ki’che’ realizada por Santos A. Castro. 69 Esta expresión se utiliza para referirse a un grupo de personas que son conocidos.

135

pero ya nos les hacen mucho daño a la gente, como antes les dije. Lo único [es que] los que están en la montaña si les van a hacerles daño, pero los que están en el pueblo no, así como están ustedes no les van hacerles daño, porque están trabajando, ustedes están bien en cambio los que se fueron por allá, a ellos les van hacerles daño, yo quiero platicar con ustedes, si lo permiten, yo vengo por parte de los soldados…”70

Las personas que sobrevivieron a la masacre de Xolcuay el 28 de febrero

de 1982 que se encontraban en la costa, valoraron la idea y decidieron regresar.

Sin embargo se mostraban desconfiados a que “la violencia” surgiera de nuevo.

La falta de costumbre en un clima de costa y la valoración de la tierra en donde

nacieron también formó parte de la valoración que efectuaron los desplazados

internos.

Al principio no fueron más de 40 familias las que conformaron el grupo

que llegó a la nueva aldea, pero luego llegaron más personas que estaban en las

montañas cercanas y que no habían soportado las condiciones de extrema

precariedad en las que estaban sobreviviendo.

Este acercamiento desde las narraciones de las víctimas sobrevivientes de

Nueva Concepción Xolcuay me dio elementos para empezar a formular la

victimidad como el proceso por el cual las personas se consideran o perciben como

víctima. Las personas hacían explícito que seguían siendo víctimas del conflicto

armado y que los efectos se presentaban dentro de su cotidianeidad en distintas

formas.

Me daba la impresión que las personas apelaban a una identidad de

víctimas, que en algunos momentos, se asociaba a la idea de la identidad maya,

ya que era un cúmulo de situaciones históricas que relataban las personas las

que ponían en desventaja a este colectivo.

70 Entrevista con D. Varón, 69 años en Nueva Concepción Xolcuay, 2006. Entrevista en Ki’che’ realizada por Santos A. Castro.

136

Sin embargo dejé de pensar en esa supuesta identidad de víctima porque

pensaba que las posibilidades de la victimidad (en tanto considerarse o

percibirse como tal) iban más allá de elementos estáticos o con fundamentación

en algo inamovible como el caso de la identidad maya, basada mayormente en

la espiritualidad que promueven algunos de sus académicos.

137

4.3. El complemento al estudio de Xolcuay: las denominadas CPR.

Al terminar el trabajo de campo en Xolcuay hablamos sobre las proyecciones a

realizar en el informe, pero le expuse a Henrik mis dudas sobre la pertinencia

de realizar un estudio parecido en otra comunidad que no fuera “aldea

modelo”. Esto lo hacía por dos razones muy puntuales: la primera tenía que ver

con cierto malestar que me había producido Xolcuay, es decir, no me sentí

cómodo realizando una investigación que no sabía a dónde iba y que no tenía

los objetivos claros. Además, y como se expuso en el capítulo anterior, fueron

precisamente mis sentidos quienes propiciaron cierto malestar real, pero

inefable, hacia las comunidades de estudio (Geertz & Clifford, 2003). También

existieron algunas experiencias desafortunadas dentro del trabajo las cuales

incrementaron mi sensación de malestar en Xolcuay y las cuales expondré más

adelante. La segunda razón tenía que ver con mi tesis: podía usar los datos de

las investigaciones para mi tesis haciendo un estudio comparativo. Henrik me

dijo que le hiciera una propuesta, detallando presupuesto, cronograma,

objetivos, etc. y él vería si podía conseguir fondos para financiarme desde RCT.

Planteé la idea de buscar contrastes y similitudes en otra comunidad de

las mismas características étnicas y con la misma metodología. La única

diferencia sería que tendría que ser una comunidad contraria al concepto de la

“aldea modelo” en donde pudiera observar las prácticas y discursos en torno a

la victimidad, es decir, las CPR (Comunidades de población en Resistencia), ya

que a diferencia de las aldeas modelo, las CPR tuvieron otros procesos en su

organización y supervivencia durante el conflicto armado.

Al parecer a Henrik le gustó la idea y me preguntó a qué comunidad

pensaba acceder. No lo tenía claro la verdad, porque no habían muchas

comunidades que reunirán las características de ser mayoritariamente ki’che’s,

CPR y que estuviera en Chajul. Hablé con Ana y me dijo que había una, pero

138

que estaba bastante retirada de Nebaj, se llamaba Santa Clara. Busqué Santa

Clara en el mapa y me di cuenta que, en efecto, se encontraba muy lejos.

Además, en el mapa no había carretera lo que implicaría caminar mucho. Me lo

pensé un par de días y decidí que podría ser ahí. Para el mes de octubre de 2006

recibí un e-mail de RCT en donde decía que el proyecto había sido aprobado.

Lo primero que hice fue contactar a uno de las personas que trabajaba

con el grupo de exhumaciones en Estrella Polar. Para ello hablé con Lidia y

Adder (dos psicólogos de ECAP que trabajan en exhumaciones) para fondear

las posibilidades. Ellos me dijeron que era muy probable que hablando con J.F.

pudiera acceder a la comunidad de Santa Clara, y que si quería podía

acompañarlos a la siguiente reunión. Salimos un sábado a la “estación” de pick-

ups del pueblo. Ese día no teníamos coche así que tendríamos que viajar de la

forma en que habitualmente viaja la gente hasta las comunidades.

Foto No 5. Pick-up que viaja a la finca “La Perla” Chajul, 2007

139

Para octubre de 2006 la carretera era un desastre. Estaban reparando

varios tramos desde Xolcuay hasta Chajul, y después de Chajul todo el camino

era muy complicado. Lo más impresionante de ese viaje es el paisaje. No me

sorprende para nada que la cultura maya sea tan mística con paisajes como

esos.

Llegamos a Estrella Polar. Bueno, en realidad la comunidad no era

Estrella Polar sino Rancho Escondido que es el caserío que está al lado de

Estrella Polar, pero la masacre se realizó en Estrella Polar. Llegamos al hogar de

las familia en donde por casi 6 meses vivieron Adder, Jacinta y Lidia como

parte del acompañamiento psicosocial que hacían durante la exhumación de los

finados de Estrella Polar.

A la mañana siguiente desayunamos y me parecía interesante que las

personas del hogar nos dejaran la mesa para comer y ellos comieran cerca de la

“estufa mejorada”. Al principio me parecía que era un exceso de amabilidad,

pero luego Adder me explicó que para las personas de estas comunidades estar

cerca del fuego implica más cercanía que comer en la mesa. Tiempo más tarde

me daría cuenta de la importancia de la cocina en las comunidades y no dejaría

de recordar los escritos de Pablo Fernández (2004) quien ha profundizado sobre

este fenómeno y cómo la afectividad circula precisamente en este espacio tan

privado.

Las personas que conformaban el grupo empezaron a reunirse alrededor

de las 8 de la mañana para hablar de los procedimientos que seguirían en la

exhumación. Llegaban pobladores de Santa Clara, de Los Encuentros Amajchel

y de muchos otros sitios. A mí particularmente me interesaba que llegara J.F.

que era la persona que vivía en Santa Clara y con quien me interesaba

entrevistarme. Finalmente apareció J.F. y Jacinta me lo presentó. Le comenté del

140

proyecto y él se emocionó tanto que empezó a contarme espontáneamente lo

que había pasado con sus padres71:

<<Yo soy originario de la aldea Chel ahí nací, nací en el año 1968 en el mes de febrero, 4 de febrero. Ahí fue donde mi mamá y mi papá se ubicaron para vivir, en esta finquita que se llama Rancho Escondido, ahí estábamos viviendo en el año 1980 cuando el ejército llegó a asesinar a la gente en Estrella Polar.

Los soldados venían de noche a meterle miedo a la gente. Mis familiares y yo nos retiramos de Chel, ahí estábamos cuando entró el ejército a las cinco de la mañana. Entonces mi finada mamá iba a escuchar qué hacia el ejército, pero yo le decía que no, “no mamá porque el ejército va a matarla, los va a matar ellos también, peor ellos que conocen a nosotros que no somos de aquí somos de la aldea, entonces nos pueden asesinar”. No, le dije yo. Nos fuimos de ahí, pero nosotros estábamos observando para ver que estaban haciendo. De repente escuchamos que empezaron a disparar, y nosotros observando… uno por uno les disparaban a ellos, y los iban a dejar abajo de la iglesia. Tuvimos que pasar la noche en la montaña. Cuando amaneció mi mamá empezó a llorar por sus hermanos, su mamá, mis hermanos.

Como estábamos intentando alejarnos del ejército nos metimos en la orilla de un terreno alambrado, arribita de La Estrella, lo que hicimos fue pasarnos abajo del alambre, nos metimos en medio y llegamos a la iglesia. Lo que vimos ahí era toda la sangre empozada, como una laguna, los animales estaban ya alimentándose de la sangre de los señores que habían sido masacrados. Había otras personas ahí que estaban organizándose para ir a la montaña, nosotros nos queríamos ir con ellos porque no queríamos que nos pasara nada. “Señora Juana” dijeron “¿qué está haciendo?, querés que el ejército te vaya a matar, vámonos en la montaña, escóndase Ud. porque el ejército puede bajar en Santa Clara y los va a matar. Vámonos.” Entonces mi mamá nos dijo que nos íbamos, empaquen las chamarras. Entonces empezamos a empacar las cobijas y otras cosas que aún teníamos ahí y nos fuimos ya a la montaña. Así fue como empezamos a meternos en la montaña, pero el ejército siempre cortaba la milpa, entonces empezamos ya a desplazarnos, sin embargo las patrullas civiles venían persiguiendo a la gente, poco a poquito nos venimos a ubicar en esta comunidad que actualmente se llama Santa Clara. Ahí fue donde empezamos a formar ya las comunidades de población en resistencia, CPR que se llaman.

Primero la gente hizo una asamblea. Ahí fue donde la gente empezó a analizar el porqué de que el ejército nos tratara como animales, así que empezábamos a organizarnos para que así el gobierno nos reconociera como población civil no combatiente. En la asamblea se hicieron consultas con mujeres, con ancianos, jóvenes, y todos. Ahí fue donde formaron las sedes de las asambleas regionales, empezaron a hacer la asamblea general y se eligieron a dos representantes para que salieran a México, y de México se juntaron con las organizaciones, con las otras organizaciones campesinas, entonces empezaron a contar su situación.

En esta época empezó a cambiar la situación para nosotros, donde el ejército ya no nos venía persiguiendo, ahí fue donde se habló de los acuerdos de Paz, donde las patrullas civiles tienen que entregar las armas, la URNG tiene que entregar las armas

71 0040907StCl-proEc varón de 40 años. La entrevista fue realizada en castellano.

141

también, entonces fue cambiando la situación y vinieron acompañamientos internacionales a ver ya la situación de la gente. La CPR fue cambiando, aunque todavía nos decían que éramos de la guerrilla, que las CPR no sé qué, un montón de cosas, que éramos guerrilleros, pero bueno, allí poco a poquito fuimos relacionándonos con los amigos, con los hermanos, con los familiares, así fue como poco a poquito fue cambiando la situación, incluso actualmente todavía vivimos como CPR organizados. Pero en esas épocas cuando la gente se empezó a ubicar en esta tierra empezamos ya a organizarnos, por ejemplo yo soy desplazado, yo no vivía aquí, entonces así fue como la gente empezó a organizarse para ubicarnos, de reubicarnos otra vez, entonces ahí fue donde yo me apunté de quedarme con ellos porque me adapté al lugar. Sí, ni modo, aquí no existe agua pero aquí me gustó mucho.

Por todo ese sufrimiento que hubo aprendimos muchas cosas ya que no teníamos ni sal, y así sin qué comer fue donde aprendimos a comer alimentos que no sabíamos comer, raíces de montaña, otras hiervas que nunca hemos comido, ahí aprendimos a comer eso y a organizarnos. Por ejemplo mi finada mamá y papá huían en la montaña, yo iba con ellos. Cultivábamos el maíz, el fríjol, pero el ejército no dejaba que cultiváramos. En eso ya cuando él [padre] se murió, pues me quedé solo ya, no hallaba qué hacer, donde, pues... bueno... yo crecí con la gente, me daban qué comer, y ellos buscaban alimento, raíces que no sabían comer, yo aprendí a comer sin sal, no había sal, porque en estos tiempos teníamos un cerco militar donde ya no hay que ir a comprar, ya no se puede ir a comprar, una onza de sal valía a Q2.50 (€0.25) ¡Solo una oncita! porque si venía una libra de sal o unas dos libras de sal se amontonaba la gente para comprarla, porque en verdad no había. Así fue como me convertí en hombre, yo solito, porque mis padres murieron. Creo que lo que les afectó [a mis padres] fue que el avión sobrevolaba mucho y a ellos les daba miedo, se enfermaron por sustos y como no hay alimentación y sólo nos alimentábamos ya con raíces, entonces a ellos seguro les caía mal el alimento, como ya no hay medicinas, así fue como se murieron. De todas maneras se murieron en la montaña, ya los exhumamos a ellos, ya están exhumados. En el año 1983 cuando mi mamá se murió por enfermedad, por tristeza, por falta de comida, porque el ejército destruía la milpa y las otras producciones. Lloraba mucho por el sufrimiento. En el mismo año el ejército capturó a mi hermano, cuando iba a la vigilancia, el ejército y las patrullas civiles estaban emboscados en el camino, lo llevaron al destacamento en la finca La Perla, lo torturaron y lo mataron y no se supo donde enterraron a mi hermano. La esposa de mi hermano llegó a reclamar con el oficial, pero nunca le dieron una respuesta a ella. Luego de eso la amenazaron. Luego se murieron otros mis dos hermanitos que también se murieron por enfermedades, por hambre, por escasez de ropa, sal y por sustos de los aviones, helicópteros y bombardeos.

Ahora mi papá se murió por la misma situación de que no había nada de comer, mi papá lloraba mucho por la situación. Por no querer ir a entregarnos con el ejército. Mi papá se enfermó por la tristeza, por el sufrimiento y hasta que él se murió en el año 1988. Se quedó enterrado en la montaña de Antiguo Amajchel, pero ahora ya lo exhumamos y ya lo enterramos en el cementerio de Chel…>>

El aprendizaje del trabajo de campo de Xolcuay me llevó a desarrollar

competencias para estos testimonios, por lo cual pude abordar de mejor manera

la situación. Le dije a J.F. que precisamente eso era lo que queríamos para la

142

investigación, que la gente nos contara sus vivencias durante el conflicto

armado, y así poder presentarlas como parte de la dignificación de víctimas.

Como ya he dicho, J.F. se emocionó mucho y me dijo que tendría una respuesta

pronto, que le llamara en una semana para ver qué pasaba y que ya nos

veríamos en Santa Clara.

Estaba muy contento por esta apertura para realizar la investigación,

pero luego me daría cuenta que no sería tan fácil el asunto. De cualquier forma,

la historia de J.F. me daba más elementos para pensar que iba por buen camino.

Su discurso era mucho más politizado que lo encontrado en Xolcuay, incluso

más que lo escuchado en Nebaj sobre la condición de víctima. Lo que me

parecía más interesante era la necesidad que tenía la gente de contar lo que

habían pasado durante la violencia. Los detalles con que narraban las historias

se podrían aprovechar muchísimo para entender el sufrimiento actual de la

gente, pero especialmente para dar cuenta de la victimidad como proceso.

Durante la reunión en Rancho Escondido (Estrella Polar) nuevamente

salió el tema de resarcimiento. Algunos familiares hablaban de cómo hacer para

entrar en el programa. Precisamente uno de los familiares decía que se

arrepentía de haberse apuntado a la lista de los Ex PAC, pero especialmente de

haberles insistido a otros compañeros, porque no les habían pagado mucho y

que ahora el resarcimiento daba más que lo que les habían dado a ellos. Don V.

decía que las mujeres sí podían y tenían más posibilidades de acceder al

programa, y que era necesario organizarse.

Decidí informarme más acerca del programa de resarcimiento cuando

llegara a las oficinas de Nebaj porque era algo que realmente estaba creando

muchas expectativas en la población. Era especialmente importante este

programa porque, aparte de los precarios Puestos de Salud, representaba al

Estado de Guatemala en la búsqueda de alivio a ciertos problemas,

principalmente de índole económico. Más interesante me pareció que este

143

programa estimulaba los discursos en torno a la condición de víctima en la que

sobrevivían las personas de las comunidades.

Pasaron algunos días y llamé a J.F. a la comunidad. Me dijo que había

hablado con las autoridades y que podía subir para explicar el proyecto. Esta

situación tan pausada me ponía los pelos de punta, pero tenía que respetar los

tiempos de las personas porque no quería cambiar nada de la dinámica

comunal.

4.3.1. Nueva negociación: otra postura.

Decidí subir a Santa Clara con Santos (Ana ya no trabajaba conmigo).

Llevábamos todos los instrumentos con nosotros, además llevábamos los sacos

de dormir y una tienda de campaña, aparte de nuestras mochilas. La idea era

quedarnos a trabajar una vez que la comunidad nos aprobara la ejecución de la

investigación. El pick up nos dejó en la comunidad de los Encuentros Amajchel.

Llegamos aproximadamente a las 16:30.

La gente nos miraba con mucha curiosidad porque es muy raro ver

extranjeros por esos sitios. Siendo realistas llevábamos demasiado equipaje

como para poder cargarlo solos. Nos detuvimos un momento a comer y a

pensar las opciones que teníamos para llegar a Santa Clara a esa hora de la

tarde. Aún había luz solar pero nos quedaba una hora de camino, al paso de las

personas de la comunidad, o sea dos horas de camino para mí. Esto suponía un

inconveniente porque era invierno y oscurecía a las 6 de la tarde. Llevábamos

linternas, pero no me quería arriesgar a quedarme en medio de la selva sin luz y

con una gran probabilidad de lluvia durante la noche.

Para aligerar el paso se me ocurrió que podríamos alquilar algún tipo de

bestia para que llevara nuestras cosas. Santos empezó a hablar con algunas

personas de la comunidad y convenció a un señor llamado P. que por Q75

144

(Aprox. 7.50€) nos llevaría hasta Santa Clara. Tanto P. como yo estábamos

contentos por el trato. En un principio no quería por la hora, además, luego me

enteraría que tenía problemas en las piernas como secuela del conflicto armado.

Empezamos nuestra caminata por las sierras Ixhiles con un paisaje selvático

impresionante.

Mientas caminábamos por el sendero que nos llevaría a Santa Clara

imaginaba cómo las personas tuvieron que escapar haciéndose paso por estos

sitios y lo peor, siendo perseguidos por el ejército o los patrulleros. Santos iba

hablando con P. quien a su vez iba abriendo camino por la selva con su

machete. Había tramos del camino intransitables porque el lodo a veces llegaba

hasta las rodillas.

Foto No. 6 Paisaje desde los Encuentros Amajchel hacia Santa Clara, 2007

Llegamos a Santa Clara y fuimos a la reunión con las autoridades.

Explicamos el qué y porqué de lo que llegábamos a hacer pero ellos, con cierta

reticencia dijeron que tendría que decidir la comunidad, que ellos sólo podrían

145

gestionar cómo y cuando se realizaría el proyecto, pero el permiso era asunto de

todos. Así pues se convocó a una reunión.

Explicamos el porqué de la investigación e hicimos una réplica casi

exacta de los argumentos de Xolcuay. Sin embargo la población no estaba

dispuesta a que se hiciera “otra” investigación sin que se dejara nada a cambio.

Inmediatamente pensé ¿Eh? ¿Otra investigación? Santa Clara es un ícono de la

resistencia civil de las CPR y han llegado varias personas a realizar

investigaciones ahí. Era el mismo argumento de Xolcuay, solo que aquí no se

podía ver como una oportunidad puesto que ya habían llegado varias personas

(extranjeros en su mayoría) que no devolvieron nada a la comunidad. Ese

desencanto de las personas por las investigaciones fue el principal motivo para

que se negaran rotundamente.

Entendía su argumento y tampoco quería entrar a confrontar a la

comunidad. J.F. fue una de las personas que habló a favor de nosotros y de

cómo ECAP había ayudado mucho en su proceso de acompañamiento en la

exhumación. La gente no estaba convencida del proyecto porque decían que lo

que necesitaban era agua y no otra investigación. Así pues se llegó a la

conclusión conjunta que “muchas gracias pero… no”. Se nos había ido el trabajo al

garete. ¿Qué hacer? Teníamos todo nuestro material ahí y no podíamos trabajar.

Además buscar otra comunidad llevaría mucho tiempo. Pedimos permiso a las

autoridades para quedarnos en el sitio donde se encontraba la telesecundaria72.

Ellos aceptaron, y decían que era una pena, “pero la decisión es de la comunidad

completa”.

Por un lado me gustó e impresionó que la organización de las CPR fuera

concisa y directa, y claro, es el resultado de muchos años en donde las

72 Este sistema funciona en base a videos en donde los alumnos aprenden las lecciones de la educación secundaria. En la comunidad de Santa Clara cuentan con una televisión de 21’’ y un reproductor de VHS para que los alumnos que terminen la primaria tengan opción de seguir estudiando.

146

decisiones comunitarias eran para el beneficio de todos/as. Pero por el otro me

molestó que no me dejaran trabajar. Estaba un tanto frustrado porque no sería

fácil encontrar otra comunidad. Había tres opciones más, Cabá, Xecoyeu y

Covadonga, pero si el acceso a Santa Clara era complicado, a esos sitios era el

doble de complicado. Además, no eran comunidades Ki’che’s.

Al siguiente día nos levantamos temprano para ir hasta los Encuentros

Amajchel a buscar un pick-up que nos llevara a Nebaj. J.F. nos acompañó y nos

propuso que intentáramos hacer la investigación en Encuentros, que aunque no

eran del todo CPR, había algunas personas que habían estado con ellos durante

todo el tiempo que sufrieron en las montañas. No me pareció mala la idea, y ya

que J.F. conocía al alcalde sería más fácil.

Llegamos a la casa de D. nuestro posible informante en Los Encuentros

Amajchel y hablamos con él. Le explicamos lo que hacíamos y a él también le

pareció una magnífica idea. Claro, como en los otros dos casos, tenía que

charlarlo con la comunidad, así que nos dijo que le llamáramos en una semana

ya que lo plantearía en una junta que tenía pendiente en la comunidad. Eso

mejoró mi estado de ánimo porque no estaba todo perdido.

147

4.4. Los Encuentros Amajchel: entre dos ideologías.

Empecé a trabajar en Los Encuentros Amajchel, sin embargo por espacio y

prioridades dejaré de lado la descripción de esta comunidad para dedicarme a

Santa Clara que fue la comunidad en donde planteé inicialmente la

investigación. Aunque existen diferencias entre ambas comunidades, en

términos físicos son relativamente muy parecidas. Simplemente quisiera

explicar porqué volví a Santa Clara a realizar el trabajo de campo.

Cierto día que caminaba por la comunidad de los Encuentros una mujer

me llamó por mi nombre. Me sorprendió mucho que alguien me llamara

directamente, especialmente siendo mujer dentro de la comunidad. Voltee a ver

y era una mujer que venía caminando hacia mí. No era una mujer ixhil, parecía

ki’che’ por su vestimenta. Cuando estuvimos cerca me extendió los brazos para

que la abrazara. A mí la verdad me asustó eso, no porque no esté acostumbrado

a dar abrazos, sino porque no había entablado una relación con tanta cercanía

en Los Encuentros Amajchel.

Esta mujer me preguntó si no me acordaba de ella. Yo siendo sincero le

dije que no. Que no me acordaba. Inmediatamente me dijo, “¡Uy no!, no hace ni

un mes que nos vimos en Santa Clara”. En ese momento caí en cuenta, era la

esposa de J.F. pero me parecía que era mucho más joven de lo que recordaba.

Me dijo que la comunidad de Santa Clara quería que escribiera su historia,

porque como parte de lo que había que presentar al PNR estaba un documento

que condensara la historia de la comunidad.

Inmediatamente dije que sí. Que lo haría con mucho gusto, pero tendría que ser

en aproximadamente un mes porque tenía que entregar un informe de lo que

estaba haciendo en la comunidad de Encuentros Amajchel. Casualmente ese día

regresaban varias personas de buscar su papelería (certificados de defunción,

148

partidas de nacimientos, actas de casamiento, etc.) a la municipalidad de

Chajul, sin embargo no me había enterado que la comunidad de Santa Clara ya

estaba gestionando el resarcimiento gracias a la organización de su comité de

víctimas.

Foto No. 7 Comunidad de Encuentros Amajchel (Fotografía IGN)

149

4.5. La CPR de Santa Clara de la Sierra.73

Durante el trabajo de campo con las personas de Nueva Concepción Xolcuay

hacían mención de una comunidad insistentemente: Santa Clara. Esta aldea se

organizó como tal en junio de 1963 con unos cuantos pobladores que venían de

tierras Ki’che’s de Huehuetenango y Totonicapán. La gente llegó gracias al

Programa de Reforma Agraria que promovió el entonces presidente de la

república Jacobo Árbenz (1950-1952), según me comentaron los ancianos.

Al igual que los pobladores de las demás aldeas Ki’che’s del área de

Chajul, los primeros pobladores venían en busca de tierra por la carencia de la

misma en sus aldeas originarias. Algunas familias se agruparon para investigar

las tierras y llevaron la información a los demás en otros departamentos.

Después regresaron para comenzar a cultivar la tierra, pero no fue sino hasta

seis años después, que los cultivos se empezaron a dar. Por esta razón la gente

habla que la comunidad se fundó casi diez años después de que llegaran las

primeras familias a la región Ixhil.

En ese momento fueron con el alcalde del municipio para solicitar el

permiso de adquisición de tierra y llevaron al síndico para que confirmara la

existencia de la tierra. El alcalde municipal fue quien firmó el acuerdo para que

los nuevos pobladores tuvieran algún tipo de certificado de las tierras.

Según comentaron algunas personas (Hogares, 23, 24 y 28), antes no era

frecuente que la gente tuviera las escrituras de sus terrenos, ni se usaban

abogados para hacer los trámites. Todo era de acuerdo a su costumbre: hablar y

negociar poniendo como testigo a la comunidad, de esta forma el total de la

población sabía que se debía respetar las reglas pactadas.

73 El relato fue construido en gran parte por los ancianos/as de Santa Clara.

150

Después eligieron un representante para hacer la gestión directa con el

ya extinto INTA (Instituto Nacional de Transformación agraria). Luego se

empezó el trabajo de un lindero por un ingeniero en el año 1973. Con este

lindero no se terminó el camino para la comunidad, por lo que la gente gestionó

ante la municipalidad de Chajul otro ingeniero para abrir la brecha

nuevamente.

En el año de 1978 se reubicaron las familias en un solo lugar para el

mejoramiento de la aldea. Así reconstruyeron las casas o viviendas familiares.

Eran un total de 70 viviendas de madera, pox74 y techo de lámina de zinc.

Además de las casas se contaba con un juzgado de madera y techo de lámina,

también existía una escuela con 2 aulas. Hasta que llegó la guerra:

<<nosotros nos organizamos en base, en base a la situación que nos ponía en el ejército pues, porque el ejército eh… como ellos son los que nos venían persiguiendo… bueno, para no dejarnos, ni modo, es necesario pensar pues, de no dejarse… quien ¿quién está dispuesto de morir? o sea, nadie pues, hay que tratar la forma de cuidarnos ¿no? entonces de esa manera nosotros nos organizamos, nos organizamos y nos agrupamos de trabajar en grupos entonces ahí nos vamos a salir y luego ponemos nuestra vigilancia al rededor ya…>>75

Las personas que vivían en Santa Clara estuvieron aproximadamente

ocho años resistiendo en las Sierras Ixhiles hasta que se dieron a conocer como

CPR. Poro las CPR no sólo estaban compuestas por personas que vivían en las

comunidades cercanas, sino de gente que llegaba huyendo de aldeas lejanas.

Luego, y gracias a la organización que habían aprendido durante el

recrudecimiento del conflicto armado, empezaron a formular proyectos y a

pedir ayuda a diversas agencias donantes internacionales.

Ya que me habían invitado a la comunidad de Santa Clara para poder

escribir su historia, pues tenía que aprovechar la apertura de la gente. Después

de pasar nuevamente por el camino tortuoso en pick up y la caminata desde los

74 Esto es una hoja de árbol parecido a la palmera. 75 Hogar No. 29, Santa Clara Varón, 54 años. Entrevista en castellano.

151

Encuentros, llegamos a Santa Clara. Al hablar con el Alcalde, don I, nos dijo que

estaban arrepentidos por no habernos dejado trabajar hacía algunos meses, pero

fue porque los pobladores de la comunidad estaban cansados que nunca se

dejara nada a la comunidad y se sentían usados.

Don I. me dijo que habían realizado una lista de los ancianos y ancianas

que podían contarme sus experiencias durante la violencia. Este punto me

llamó la atención, porque era diferente a lo que dispusieron las autoridades de

Xolcuay. Eran incluyentes en tanto que decidían que también era importante lo

que las mujeres tenían que aportar.

Se debe entender que muchas de las personas de la comunidad de Santa

Clara han tenido acceso (incluso mucho más que otras comunidades que están

cerca de los centros urbanos) a capacitaciones sobre Derechos Humanos,

Derechos de las mujeres, Derechos de identidad, etc. es por ello que parte del

discurso de esta comunidad está más influenciado con estas posiciones

ideológicas. Esta situación me solucionaba el problema de los informantes clave

ya que era la propia comunidad quien legitimaba los relatos de mis

informantes. Por supuesto no quiero decir que los informantes no sean

legítimos si no salían del consenso de la comunidad, pero dado el propósito del

proyecto y los aspectos éticos, era más congruente realizarlo de esta forma.

4.5.1. Ejemplo de organización y resistencia.

Santa Clara se encuentra aproximadamente a 64Km de Nebaj. En dicha

comunidad conviven 98 familias según el censo del centro de salud de Chajul

del 2005. La carretera que llega hasta Santa Clara sale de Chajul y, actualmente

es relativamente fácil transitarla. Sin embargo, cuando realicé el trabajo de

campo era un camino muy peligroso.

152

Al igual que los Encuentros Amajchel, la totalidad de las casas que

componen Santa Clara se encuentran construidas de madera con techo de

lámina de zinc y suelo de tierra. Los hogares suelen estar compuestos por dos

módulos también, uno que funciona como cocina y el otro como dormitorio. Las

estufas mejoradas (ver foto No. 4) no suelen tener tubo para extraer el humo de

la leña.

Todos los hogares poseen paneles solares donados por “El proyecto

Ixhil” y Solidaridad Internacional, los cuales fueron entregados hace

aproximadamente doce años. Algunos pobladores han mencionado que este

sistema es eficiente siempre y cuando el día esté soleado. En los días que

amanece nublado las baterías no se cargan y suelen tener problemas para

iluminar sus casas por las noches. Cada hogar posee una letrina que se

encuentra en las cercanías del hogar pero no existen ningún tipo de drenaje en

la comunidad. Ningún hogar posee agua potable sino que recolectan agua de

lluvia en grandes depósitos plásticos.

Foto No. 8

Sistema de recolección de agua en Santa Clara, 2007

153

A través de las láminas de zinc las personas encausan el agua hasta los

canales hechos de lámina o madera, y de ahí el agua cae en los depósitos. Este

sistema es efectivo en época de lluvia, sin embargo en época seca tienen que

esperar a que llueva para acceder al agua si no poseen reservas en los depósitos.

Al igual que la gente de Los Encuentros Amajchel, los habitantes de Santa Clara

recolectan agua en depósitos de agua con capacidad para 1700 litros más o

menos.

En Santa Clara no existe ningún río cercano de donde la gente pueda

acceder al agua, por esta razón, es la única forma que tienen para obtenerla.

Una diferencia muy importante con respecto a la comunidad de Los Encuentros

Amajchel es que la gente de Santa Clara no utiliza el sistema de recolección de

agua que usaba el ejército, es decir, abrir agujeros en la tierra. En mis notas de

campo recojo una explicación dada por Don F. quien sugiere que “el hecho que

no podían estar sujetos en un solo lugar hacía que este tipo de dispositivos de recolección

de agua los hubiera delatado ante el ejército”.

De la misma forma que en las comunidades anteriores la gente también

posee algunos animales, sobre todo de granja, pero no los comercializan. Se

usan para consumo de la comunidad y son aves la mayor parte de los animales

que se encuentran en los hogares. También se pueden ver caballos, burros,

mulas o yeguas utilizados para cargas de leña o transportar productos a

comunidades cercanas. Por el tipo de acceso que existe actualmente en la

comunidad, las bestias de carga son especialmente valiosas para la población,

en especial para ancianos y mujeres que tienen que llevar productos a la

comunidad o sacarla de ahí.

La tierra es de vital importancia para la gente de la comunidad y desde

que llegaron se hizo una repartición de terrenos de forma igualitaria. De hecho,

la gente de la CPR de la sierra (Santa Clara, Xecoyeu, el Mirador, Etc.) recibió de

parte del gobierno la tierra a Q0.02 la Hectárea. (Aprox. 0.002€). Según

154

comentaron algunos de los entrevistados/as (Hogares 29 y 30), la gente se

organizó para discutir la problemática de la tierra con representantes del

gobierno y formaron la ECA (Empresa Campesina Asociativa) para que

quedara a nombre de la empresa la titulación de los terrenos que actualmente

utiliza la gente de Santa Clara para vivir y sembrar.

Las extensiones de tierra que fueron repartidas para cada uno fueron

relativamente generosas. Al igual que pasa con la comunidad de Los

Encuentros Amajchel, los habitantes de Santa Clara deberán legar sus terrenos a

varios de sus hijos, por lo que muchas personas mencionan que no podrán dejar

mucho terreno a cada uno de sus hijos, lo que crea la sensación de

incertidumbre dentro de la población.

En esta comunidad la diversificación del trabajo es casi nula. Algunas

personas han creado tiendas en la comunidad pero es la única forma de

adquirir ingresos extras. Dentro de la comunidad no hay gente que tenga

vehículos para poder lucrar con él, sin embargo, un entrevistado comentó que

vendería un terreno para poder comprar un pick up y poder así tener un

ingreso extra (Hogar No. 24).

Recientemente el comité de víctimas de Santa Clara ha definido sus

estrategias para lograr acceder al Programa Nacional de Resarcimiento. El

resarcimiento aunque no es una actividad productiva, se considera como una

forma de aliviar ciertas necesidades económicas o al menos eso percibía de lo

que hablaba la gente del PNR.

Muchos de los varones entrevistados comentaron que aprendieron a leer

y escribir durante su época en las montañas (Hogar 21, 22 y 29). Aprovecharon

que existían algunas personas que sabían leer dentro de la comunidad y este

fungía como maestro. Sin embargo, la educación formal es casi nula entre los

adultos de la comunidad.

155

Esta comunidad cuenta con una escuela primaria que fue construida

gracias a la colaboración de agencias internacionales. Esta escuela fue uno de

los primeros proyectos que llegó a Santa Clara y, hasta hoy día, las instalaciones

funcionan en colaboración con los padres de familia de la comunidad. La

comunidad ha tenido problemas con el Ministerio de Educación puesto que no

asignan maestros lo que retrasa el ciclo escolar. Por otro lado existe un local en

donde la comunidad pretende hacer que funcione de manera formal la tele-

secundaria.

La comunidad también posee un pequeño centro de convergencia en

donde un facilitador comunitario de salud es quien suministra las medicinas.

Los médicos visitan la comunidad más o menos una vez al mes. La frecuencia

de estas visitas depende de la planificación del médico y en muchas ocasiones

la visita tarda más de lo planificado.

Este sistema es complementado por terapeutas tradicionales. Las

comadronas y los guías espirituales son quienes por medio de sus abordajes se

encargan del alivio de las personas en esta comunidad. Según comentó el

entrevistado del hogar No. 25, dentro de la comunidad existen 8 comadronas

quienes se encargan de los partos y el cuidado de ciertas enfermedades. De la

misma forma existen 3 terapeutas “tradicionales” que han recibido cursos por

parte del Ministerio de Salud para “homologar” sus saberes.

En mis notas de campo aparece subrayado la organización de la

comunidad de Santa Clara. Estas prácticas comunales son más evidentes dentro

de las iglesias que se encuentran en la aldea. La iglesia católica es la que más

feligreses posee en este sitio, la sigue la iglesia evangélica y por último existen

algunas personas que practican la denominada espiritualidad maya76. Sin

embargo la diferenciación religiosa es casi inexistente en las interacciones

76 Con este término hago referencia a la recuperación de las prácticas religiosas indígenas.

156

cotidianas. Muchas veces a los servicios evangélicos son invitados fieles

católicos y viceversa. Durante el trabajo de campo fui invitado a la ceremonia

de bautizo maya en donde también acudieron personas ajenas a este tipo de

espiritualidad como forma de solidaridad a estas actividades.

Los fieles, así como líderes religiosos poseen una perspectiva de unión

ante las diferencias entre los credos. Esto hace que dentro de la comunidad se

respete cualquier tipo de práctica religiosa. El mejor ejemplo se dio cuando la

comunidad cedió un terreno para que se construyeran las iglesias evangélicas.

Dentro de la aldea existen 2 iglesias evangélicas y una católica, así como dos

guías espirituales mayas.

A su vez la participación de la comunidad en actividades fuera de Santa

Clara son cada vez más frecuentes. Como parte de las CPR se han organizado

para gestionar proyectos productivos para todas las personas que componen el

colectivo. Esto lo hacen a través de una oficina localizada en la ciudad de

Guatemala. Además, están organizados con los caficultores de Chajul, y al igual

que la gente de los Encuentros Amajchel, suelen ganar algo de dinero con la

siembra de este producto. He de recordar al/la lector/a que en esta aldea el

modo de producción y subsistencia es la siembra del maíz.

De igual forma la gente de Santa Clara suele asistir a capacitaciones que

giran en torno a Derechos Humanos los cuales son promovidos por ONGs

como Utz’Kaslemal, ECAP, CAFCA y otras organizaciones que se encuentran

dentro del área como la oficina de Derechos Humanos.

4.5.2. El hilo de la narración.

Los sentimientos de pérdida y duelo alterado del pasado, me planteaba la

hipótesis de haber dejado anquilosada psicológicamente a la gente Ixhil. Las

narraciones de la guerra no dejaban lugar a dudas sobre los padecimientos que

157

sufrió gran parte de la población, pero me resultaba más preocupante la

actualización del sufrimiento en la vida cotidiana.

Este es precisamente el eje vertebrador de la construcción de victimidad

que hallé en las entrevistas etnográficas en las tres comunidades visitadas ya

que, aunque no haya llegado el fondo del sufrimiento explicado por las

personas con las que hablé, sí pude establecer los límites de lo que producían

sus narraciones: la victimidad.

La reconstrucción de este tipo de historias en donde se enfatizaba el

sufrimiento vivido durante la guerra me llevó a pensar que no se trataba

únicamente de un asunto de discursos o perspectivas personales, más bien se

trataba de una materialidad objetiva de los hechos de destrucción y muerte en

esta región durante el conflicto armado, la cual se actualiza en los diversos

padecimientos, pobreza y vulnerabilidad en la que vive la mayor parte de la

población.

158

CAPÍTULO 5 Construcción y vivencia de la victimidad

La puerilidad del racionalismo reside en que siempre quiere parecer muy grave,

relevante y altamente especializado, y por eso sus adeptos siempre quieren hablar de cosas que ni le suceden a nadie ni nadie sabe de qué están hablando,

para que no se equivoquen y para que se vea que ellos sí estudiaron

Pablo Fernández (La sociedad Mental)

Las narraciones en torno al sufrimiento vivido durante el conflicto armado en la

comunidad de Santa Clara eran muy similares a las que encontré en Xolcuay o

los Encuentros Amajchel. En concordancia con la teoría de los marcos sociales

de la memoria de Halbwachs (1925), las historias del sufrimiento durante la

violencia no eran exclusividad de un sólo individuo, sino que eran comunes y

compartidos dentro de los grupos etnolingüísticos Ixhil y Ki’che’, y en general,

las narraciones de cómo habían sobrevivido a la experiencia de la guerra

presentaban muchas similitudes.

No obstante, sí existían diferencias en términos de posicionamiento

dentro de las historias (Haraway, 1995; Laclau & Mouffe, 1995; Montenegro &

Pujol, 2003), pero no eran evidentes hasta que la gente describía su situación actual.

Este era el pliegue que buscaba para poder establecer un contraste, por muy

sutil que fuera, entre las comunidades CPR y las aldeas modelo (ambos grupos,

víctimas del conflicto) pero que principalmente serviría para detallar el proceso

de la victimidad como un fenómeno global.

Durante mi trabajo de campo fue evidente que el Estado no llegaba a las

comunidades de los Encuentros Amajchel y Santa Clara, por lo que las personas

de la comunidad no apelaban directamente a la “ayuda” que pudieran recibir

de parte del Estado guatemalteco; al menos no en términos de salud y

159

necesidades básicas como agua, luz, carreteras, etc. Es más, las prácticas de

alivio más recurrentes en estas comunidades eran los procedimientos

aprendidos por las experiencias tradicionales de curación o lo que habían

aprendido durante su estancia en las sierras Ixhiles.

Fue a través de la observación de las estrategias para el cuidado de sí y

de su comunidad, lo que me hizo clara la construcción de la victimidad en la

cotidianeidad de estas aldeas. Así pues, en este apartado enfatizaré en algunas

explicaciones que las personas de las comunidades usan para dotar de sentido a

su experiencia con los residuos de guerra, y será la primera esfera de análisis

que se contempla en esta investigación que sigue el siguiente esquema.

Figura No. 2

Propuesta de análisis de la victimidad

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

160

El análisis irá enfocado en lo que Evans Pritchard (1962) enunciaba como

“revivir una experiencia en forma crítica” en donde traduzco las experiencias del

trabajo de campo en categorías y valores de mi cultura, en función de la

disciplina para la que trabajo, es decir, la Psicología Social.

161

5.1. La victimidad construida desde las prácticas cotidianas.

Una práctica observada durante mi estancia en la región Ixhil, fue que las

personas solían hablar, y a veces de forma espontánea, sobre cómo sobrellevan

y luchan con las secuelas del conflicto armado. Era particularmente interesante

descubrir que las diferentes formas en que la gente narra sus experiencias no

sólo vienen de ellos, sino que también están condicionadas por agentes

externos. La gente interpela al Estado y las organizaciones de la sociedad civil,

que necesitan ayuda por su condición de víctimas, o por cualquier situación que

creara desasosiego en su vida, pero siempre y cuando tuviera alguna relación

directa o indirecta con la guerra. Aunque no tenga la característica de ser una

elaboración conjunta de demanda formal, se presenta como una estrategia

dentro de las comunidades Ixhiles.

Mientras hablaba con la gente en las comunidades, la victimidad como

consecuencia de la guerra refería a situaciones concretas relacionadas con el

cuerpo y la pobreza en que viven hoy día. Por ello decidí establecer diferencias

entre la forma de producción, vivencia e institucionalización del considerarse

víctima desde diferentes ámbitos: lo cotidiano y lo institucional (ver figura No.

2).

Aunque discutía con mis compañeros/as de ECAP y RCT sobre las

diferencias en cuanto a la constitución de sujetos entre las CPR y las aldeas

modelo; era más que cuestionable el modelo identitario al que apelaba. Fue

hasta que dejé de pensar el fenómeno como la construcción de sujetos con

identidades estáticas que la idea de victimidad se hizo clara y funcional. Para

confirmar mi argumento hablé nuevamente con uno de mis informantes en

Santa Clara:

162

<<W: ¿Qué diferencia encuentra Ud. Entre su comunidad [Santa Clara] y la de los Encuentros [Amajchel]? J.F:“es que como el ejército… es decir que tuvo una estrategia de organización de las patrullas… como en Amajchel estuvo el destacamento militar, estuvo una estrategia que el ejército, es decir si alguien organiza es malo, algo están haciendo, son de la montaña, son guerrilleros, es lo que el ejército lo ha dicho a ellos, entonces esta enfermedad lo tienen en [la] mente, entonces ellos no sé, no se organizan”>>77

Esto me daba elementos para empezar a cuestionar los procesos

relacionales que se daban en torno a las CPR y las diferencias con las

denominadas aldeas modelo. Lo que tenía claro era la idea de la victimidad

como el proceso psicosocial por el cual una población o grupo de personas se

consideran o perciben como víctimas y desde donde construyen el mundo y los

relatos del sufrimiento actual, pero que no necesariamente posee un contenido

traumatizante (Pérez, 2006; Beristain, 2008b). Este tipo de narraciones sobre el

sufrimiento daría cuenta de la construcción de lo real en estas comunidades, así

como de cierto pesimismo en las personas sobre su condición de víctima. Sin

embargo no quería enfocar el fenómeno desde esa óptica. Mi interés estaba

vinculado al entendimiento de la victimidad dentro del contexto de su

producción, es decir, más allá de ser una cuestión individual o interna debía ser

abordada desde el contexto social donde se presenta, dejando de lado ideas de

“esencia” “naturaleza” o “fundamento” de las víctimas sobrevivientes.

Las diferentes entrevistas que tuve con J.F. mostraban dos puntos que

guiarían mis preguntas con otras víctimas del conflicto armado: la percepción

sobre la desestructuración del tejido social y las categorías que se emplean

desde los trabajadores psi para temas de reparación78.

El primer elemento clarificador fue la percepción de J.F. para con la

estrategia de rompimiento del tejido social que puso en marcha el ejército:

estigmatizar cualquier tipo de organización comunal (REMHI, 1998; CEH, 1999;

77 0040907StCl-proEc, varón 40 años. Entrevista en castellano. 78 Este tema será retomado en el apartado de la pobreza cuando hago mención de la desesencialización de las categorías que utilizamos los/as trabajadores psi.

163

Bravo, 2003). Es explícito dentro del extracto de la entrevista que organizarse

era una actividad mal vista, o como mínimo, sospechosa en las comunidades

que no eran “aldeas modelo”. Las implicaciones de no tomar decisiones por sí

mismos sino apelar a motivaciones supra racionales (Elster, 1995) confirmaban,

en palabras de mi informante, el argumento de una posible subjetividad

sometida (Rolnik & Guattari, 2006)

El hacinamiento sufrido por muchas de las comunidades Ixhiles en las

“aldeas modelo”, la pérdida de sus costumbres, tradiciones, lenguaje y

espiritualidad que dejaron las distintas masacres y violencia por parte del

ejército, crearon un tipo de subjetividad sometida a la autoridad y desconfiada

para el resto de las poblaciones que no formaban parte de las “aldeas modelo”.

Lo que parece confirmar las palabras de Rolnik y Guattari (2006): “[las]

mutaciones de la subjetividad no funcionan sólo en el registro de las ideologías, sino en

el propio corazón de los individuos, en su manera de percibir el mundo…” (Rolnik &

Guattari, 2006, p. 40)

Interpreto que el sentido que dan los autores a la palabra “mutación”

refiere a un cambio drástico, en tanto que no necesariamente es consciente

dentro de la población. Imponer una ideología a través del miedo fue una de las

principales herramientas que usó el ejército de Guatemala para “enseñar con el

ejemplo” al resto de pobladores (Fromm, 1947). Erazo (2007) ha presentando un

estudio en donde apela a la identificación de los sujetos con el autoritarismo y

lo analiza desde la teoría psicoanalítica, fundamentando el proceso de

identificación con el agresor y su relación con el miedo. Aunque este texto

explora la vinculación del sector de mujeres de la Asamblea de la sociedad civil

en Guatemala a través de la identificación con regímenes autoritarios y/o

populistas, puede aportar explicaciones parciales de por qué la población

decidió formar parte de “las aldeas modelo”.

164

Hablar de una subjetividad sometida no refiere únicamente a dejarse

llevar por instancias externas, sino que evidencia un auto convencimiento que

la elección de vivir de esta forma es la adecuada. Foucault (1979) le denomina a

esta clase de fenómeno biopolítica y es precisamente el sentido que quiero

otorgar a la idea de una subjetividad sometida: que no fue por libre elección

sino influenciada por agentes que usaban la coacción para ganar adeptos a su

ideología anti insurgente. Como diría Pierre Bourdieu es la necesidad hecha

virtud.

El intercambio entre la ideología del ejército y la necesidad de protección

por parte de la población también contribuyó a la formación de esta producción

de subjetividades. Ejemplos bastante explícitos de esta situación se dieron

también en comunidades de Chajul como Río Azul, Pulay, Xix, (ver figura No.

1) y muchas otras aldeas de esta zona que fueron “polos de desarrollo”.

Por supuesto, un gran número de personas de las CPR se entregaron o

fueron capturadas por el ejército pero intentaban, aunque a veces sin mucho

éxito, mantener una posición alejada al adoctrinamiento del ejército. El

siguiente extracto evidencia algunos elementos al respecto:

“Algunos se organizaron [y] se fueron del pueblo. Saber cómo los encontraron de contactar con las patrullas, con sus hermanos que han quedado en el pueblo [donde] si se permita o sea, se respeta la vida, se organizaron algunos que se fueron; pero se van, no se van unos grupitos unos cinco, seis, se van unos 30, 40 personas se van ya ellos [de las sierras Ixhiles], pero viene otra vez entre unos 20 días. Ellos que ya conocen dónde están los demás, ya ellos vienen con el ejército a matar o a capturar. Hay unos que los matan, otros se van quedando, entonces solo así está pasando en ese tiempo; pero a muchos los encuentra el ejército, o patrulleros, o cuando salen de las aldeas. Si los encuentran pues los matan, si uno corre lo matan, aunque no corremos nos matan, solo así pasamos nuestra vida”79.

El testimonio hace evidente la incertidumbre y el desasosiego que vivió

la población al salir de las Sierras Ixhiles. Como exponen gran parte de los

79 Entrevista Don F. Hogar No. 22, 75 años. Santa Clara 2007.

165

entrevistados, en varias ocasiones el ejército asesinaba a la gente que encontraba

en las montañas; sin embargo, si corrían la suerte de no ser exterminados por

los militares o los PAC, eran llevados a aldeas modelos en donde a base de

amenazas e intimidaciones, eran convencidos para delatar al resto de

pobladores que resistían como CPR en las montañas.

Gracias a la organización que desarrollaron estas poblaciones se pusieron

en práctica una serie de estrategias para que la gente pudiera escapar antes que

los militares llegaran a los campamentos. De esta forma muchas personas de las

comunidades en resistencia lograron soportar hasta 13 años en esas montañas

bajo condiciones precarias (OEA, 1994; Stoll, 1993).

Mientras entrevistaba a las personas no podía dejar de pensar que sería a

través de la afectividad que circula en torno a los discursos de sufrimiento social

que la victimidad sería mayormente entendible. Por supuesto no sólo tomaría

las producciones narrativas en torno al sufrimiento, sino que también

observaría las iniciativas locales de organización ya que mis principales guías

sobre la victimidad se enfocarían en las distintas posiciones que enunciaba la

gente al referir que aún resisten o padecen los efectos de la guerra. Pero también

se podían expresar mediante zonas grises o no definidas, que de alguna forma

también indicaban un sitio desde donde narraban sus experiencias como

víctimas.

5.1.1. La victimidad como experiencia residual en el cuerpo.

El primer hallazgo de esta investigación sobre la construcción de la victimidad

surgió a través de los padecimientos somáticos como residuos del conflicto

armado. No obstante debo reconocer que este aporte ha sido posible gracias a

las discusiones con personal de RCT, en especial Lotte Buch quien trabaja sobre

el “Residual Suffering; Female Lives in a world of Male Violence: An anthropological

investigation of the gendered - and gendering of - violence in the Occupied Palestinian

Territories”. Sus aportaciones me permitieron reflexionar sobre el tema y

166

proponer el considerarse o percibirse como víctima en la Región Ixhil también

como una experiencia residual.

Durante las cuarenta semanas que estuve en el campo obtuve

información sobre treinta familias escogidas al azar, y al enfocarme en sus

prácticas de alivio, pude establecer un número de casos concretos que

ilustraron el constante proceso de negociación de salud y enfermedad que me

llevaría al hallazgo de la victimidad como proceso psicosocial.

De forma general lo que estas negociaciones evidenciaron fue que las

personas realizan constantemente producciones narrativas de sus

enfermedades, desde donde pretenden crear algo coherente y racional para con

sus elecciones en búsqueda de salud. Pero lo más significativo fue que estas

narraciones convertían los padecimientos en producciones históricas, como

inscripciones de la memoria en el cuerpo (Das, 1995, 2007), haciéndolas

inteligibles dentro de la trayectoria de vida de quienes habían vivido el

conflicto armado.

Por supuesto, el análisis de las notas etnográficas sólo pudo tener

coherencia dentro de concepciones contextualizadas del cuerpo y del constante

proceso de salud/enfermedad/alivio en la población Ixhil. Por tal razón, haré

un pequeño paréntesis en el análisis para facilitar puntos de referencia al

lector/a de la percepción del cuerpo y su funcionamiento en las comunidades

indígenas guatemaltecas.

5.1.1.1. Diferentes concepciones del cuerpo y del proceso salud/enfermedad/atención en las comunidades indígenas de Guatemala.

Reflexionar sobre el cuerpo y sus significaciones es un asunto que escapa a todo

intento por reducirlo a cualquier absoluto. El cuerpo nunca ha sido un dato

indiscutible sino el efecto de una construcción social y cultural (Le Breton, 1990;

Burkit, 1999, Mosquera, 2006). Por supuesto, este argumento puede no ser

167

compartido por una parte del personal médico y otras personas que basen sus

saberes en una lógica “Ilustrada”. Debo recordar que la razón, al igual que la

verdad y el sujeto, posee determinada historia que está enmarcada en relaciones

de poder y legitimidad (Cabruja, 2005). La ciencia médica desde el siglo XVII,

era quien poseía legitimidad para estimar o desestimar procedimientos en la

búsqueda de alivio. El conocimiento se constituía así como una nueva forma de

poder desde donde se podían desarrollar nuevas relaciones.

Ahora bien, si se sigue una línea de pensamiento crítica como proponía

Foucault (1978), la sospecha que tendríamos que plantearnos con respecto a la

ciencia médica y el cuerpo como dato indiscutible sería ¿Qué tipo de saberes se

quieren descalificar? ¿Por qué excluir la percepción y procedimientos que las

personas emplean para curar sus padecimientos? En mi opinión el problema del

cuerpo como dato objetivo surge principalmente, cuando la cultura médica no

abarca las experiencias de lo cotidiano, ni la relación que puede desarrollarse

entre el cuerpo de un paciente que se confía en un especialista para el alivio a

sus padecimientos y los significados que para él tiene sus dolencias. Es por ello

que al cuestionar ese nexo entre racionalidad y verdad con los padecimientos

que se presentan en las comunidades, se posibilitan nuevas formas de entender

los fenómenos psicosociales. Así pues, y gracias a los argumentos que han

cuestionado la racionalidad de los procedimientos de alivio biomédicos, se

puede afirmar que la concepción y significado del cuerpo ha variado con el

transcurso del tiempo.

Por ejemplo, previo al período que se denomina Renacimiento, los

criterios del conocimiento, o que se consideraba como “verdadero” sobre el

cuerpo, estaba basado en la herencia ancestral de la cultura. El saber, en parte

consensuado, se construía en torno a las tradiciones y era compartido por el

conjunto de la comunidad (Le Breton, 1990).

168

Desde esta perspectiva el cuerpo no era considerado como diferente de la

naturaleza, por tanto el hombre y el mundo que lo rodea se entretejían en un

mismo paño, con motivos y entramados diferentes, pero que no modificaban en

nada la trama común: el cuerpo está unido al mundo y es una parcela del

universo (Le Breton, 1990; Mosquera, 2006).

Le Breton (1990, 1995) menciona que a partir de las diferentes etapas

epistemológicas que marcan los trabajos de Copérnico, Bruno, Kepler y,

especialmente Galileo; la sociedad “occidental” pasa de un modo de

inteligibilidad más preciso con respecto al cuerpo, que los criterios efectuados

desde la comunidad. El conocimiento desde lo colectivo (Fernández, 2004) fue

sustituido poco a poco por saberes de especialistas, quienes eran los únicos

aptos para discernir lo verdadero de lo falso a partir de un conjunto de reglas

que pretenden una validez independiente de la cultura y la historia. El mundo

del conjuntamente consensuado es relegado por el universo de la precisión. Este

cambio de la racionalidad de lo “histórico/ritual” a una nueva noción de

experticia basada en la medida, la exactitud, la disciplina y el rigor, fue poco a

poco calando en las sociedades occidentales y conformaron las líneas de

pensamiento de las disciplinas emergentes, como la medicina.

Foucault (1975) ya había trabajado sobre el modo en que estas disciplinas

emergentes de “la modernidad” se enfocaban en la actuación de los cuerpos

individuales.

El momento histórico de la disciplina es el momento en que nace un

arte del cuerpo humano, que no tiende únicamente al aumento de sus

habilidades, ni tampoco a hacer más pesada su sujeción, sino a la

formación de un vínculo que, en el mismo mecanismo, lo hace tanto

más obediente cuanto más útil, y al revés. (Foucault, 1975, p. 141)

169

El cuerpo humano entra en un mecanismo de poder que lo explora, lo

desarticula, lo recompone. En términos foucaultianos sería una “anatomía

política” que es igualmente una mecánica del poder que produce sujetos con

esa lógica. Según Cabruja (2005) además del poder disciplinario y los efectos de

dominación llevados a cabo por su ejercicio en el cuerpo, también se debe tomar

en cuenta el poder normativo y regulador de las vidas de las poblaciones: salud,

longevidad, nacimientos, defunciones, e incluso migración. Foucault (1979) le

denominó a esto como biopolítica que, básicamente, es “la racionalización que a

partir del siglo XVII se dio de los fenómenos que se daban en un conjunto de seres vivos

constituidos como población” (Foucault, 1979, p. 209).

Los aportes de este autor han contribuido al entendimiento de los

cambios en la producción de individualidades de lo histórico-ritual, a lo

científico-disciplinario y su impacto en la problematización sobre el cuerpo y la

corporeidad.

En la actualidad los estudios sobre el cuerpo son cada vez más

frecuentes, aunque en muy pocas ocasiones se ha tratado el tema de las

enfermedades o padecimientos como construcción social. La mayor parte de

investigaciones relacionadas con la significación y procedimientos de alivio de

enfermedades se suele presentar en sociedades no occidentales, ya que los

conceptos y tratamientos de los padecimientos no refieren directamente a

sistemas de salud desde la “biomedicina” o con toda la influencia de la lógica

de la “modernidad”. Por ello es más fácil observar en comunidades indígenas

las “maneras de hacer” medicina que se alejan de la racionalidad occidental en

el proceso salud/enfermedad/atención.

Dentro de las comunidades indígenas de Mesoamérica se han

desarrollado una serie de investigaciones sobre el tema, especialmente desde la

antropología médica (Menéndez, 1990), en donde se establecen diferencias entre

170

las llamadas enfermedades “tradicionales y/o populares”80 y las que siguen la

lógica de la biomedicina. Los hallazgos más importantes desde esta perspectiva

con respecto al cuerpo han sido la ruptura del equilibro mecánico del cuerpo y

la movilidad interna que tienen algunos órganos (Mosquera, 2006).

Para el caso de Guatemala, entre los indígenas y no indígenas se hacen

diferenciaciones en torno a los padecimientos considerados como tradicionales

y/o populares, y los que no. Entre los primeros se encuentran el pujido, hijillo,

mal de ojo, alboroto de lombrices, empacho, caída de matriz, caída de varillas, y

se considera que para éstos son los terapeutas tradicionales (curanderos, guías

espirituales, comadronas) quienes se encargan de su tratamiento. Mientras que

los otros padecimientos vinculados a la lógica de la biomedicina son los que

pueden ser atendidos por médicos, enfermeras o técnicos de salud (Mosquera,

2006; Paniagua & Hernández, 2008).

En esta medida, se puede pensar que la población vive el proceso

salud/enfermedad/atención como una articulación de distintos saberes,

conocimientos y racionalidades, que no sólo ayudan a mantener ciertas

relaciones sociales sino que también generan nuevas formas de agencia en los

conjuntos sociales de Guatemala (Mosquera & Kolstrup, 2006; Paniagua &

Hernández, 2008).

Aunque estas enfermedades que denominaré por el momento como

tradicionales, se presentan en la cotidianidad de muchas de las comunidades

del país, permiten mayor teorización desde la Psicología Social cuando se

presentan dentro de contextos considerados “posguerra” como parte de los

residuos de acontecimientos no normativos que han dejado huellas en la

población.

80 No considero correcto denominar este tipo de malestares, y sus abordajes, como tradicionales. Sin embargo, no será sino hasta en el siguiente capítulo en donde explicaré el porqué y daré una propuesta para denominarle de otra manera, la cual está basada en los trabajos realizados desde la antropología médica.

171

Los siguientes casos pueden encajar dentro de una lógica “tradicional”

porque están investidos de significados que no se adecuan a la lógica de la

biomedicina pero que, principalmente, presentan la lógica del funcionamiento

del cuerpo desde la concepción de la ruptura del equilibro mecánico del cuerpo

y la de cierta movilidad interna de los órganos.

5.1.1.2. La caída del estómago/matriz: el caso de Ximena.81

Ximena nació en el caserío Batz Matil cerca de Xolcuay en el año 1976. Ella y sus

hermanos eran pequeños cuando recrudeció la guerra en el área Ixhil, así que

los padres decidieron refugiarse en las montañas. De cinco hermanos que tenía,

dos murieron de hambre ya que tenían que alimentarse de plantas como Santa

Catarina, raíz de Xe’tiak o raíces de frijol. Según Ximena estuvieron durante

más o menos 13 años viviendo en las montañas como CPR hasta que el ejército

los capturó y los llevó a una aldea modelo.

Hoy día está casada, es católica82, tiene dos hijas y un hijo (el primer

embarazo fue a sus 19 años), sin embargo a partir del último parto tiene

problemas con su estómago (matriz)83. Según la comadrona se le cayó el

estómago a causa del nacimiento del niño, sin embargo Ximena asegura que la

caída del estómago es sólo un síntoma de algo que no logra explicar del todo:

ENT: ¿Y la enfermedad que tiene, hace cuánto tiempo la padece? ¿O es desde que nació el niño? E: “Sí, desde que nació [el niño], aunque esa enfermedad ya la traía en el cuerpo desde hace mucho tiempo porque aguantamos hambre, no vimos alimento y a veces a cada 81 Todos los nombres de los casos son ficticios para mantener la confidencialidad y el anonimato de los y las entrevistadas. 82 Como más adelante se verá, la religión a la que se adscriben las personas pueden determinar de forma decisiva el uso de determinados sistemas de alivio en el área Ixhil, por ejemplo guías espirituales, hueseros, sobadores etc. 83 En Ixhil, no existe una palabra que defina la matriz así que las dolencias son referidas al estómago. La palabra que usan los ixhiles para referirse a la matriz es “txutx uul” y literalmente significa: madre del estómago. La traducción fue consensuada con las compañeras ixhiles que trabajan en ECAP.

172

quince días comíamos un poco de hiervas que buscábamos debajo de los árboles… y ni se conseguían”84

Para este caso la victimidad se evidencia dentro de la narración de la

entrevistada cuando explica que sus padecimientos se deben a los efectos de la

guerra. El nexo que se establece entre el parto y la comida me resulta

interesante puesto que la enunciación comienza afirmando que la caída del

estómago se dio por el parto del niño; sin embargo continúa el argumento

afirmando que “aguantaron hambre” durante la guerra dejando de lado 24 años

de vida. Lo que quiero decir con esto es que la mujer hace conexiones sobre su

salud (hambre = desnutrición) y el estado de debilidad en que da a luz a su

último hijo.

Es evidente para los pobladores de estas comunidades que los grados de

desnutrición que padecen sus hijos en tiempos de paz son alarmantes85. No

digamos durante el éxodo a las Sierras Ixhiles. Aunado a esto, las pocas

posibilidades para balancear la alimentación también es un elemento que

Ximena evoca para dotar de sentido a los nexos entre su embarazo y la falta de

comida.

Para el diagnóstico de la caída del estómago/matriz, Mosquera (2006) ha

encontrado algunos elementos que permiten pensar que en las comunidades

indígenas de Alta Verapaz, muchas mujeres (comadronas particularmente) no

establecen diferencia lingüística entre la matriz y el estómago.

Es frecuente escuchar dentro de las comunidades indígenas

guatemaltecas que el estómago se asocia con la matriz, y es la comadrona a

través de masajes y “sobar” a las enfermas que logra que la matriz/estómago

vuelva a su sitio. La lógica de la caída de la matriz según Mosquera (2006) se da

84 Entrevista hogar No. 1. Mujer, 29 años. Entrevista realizada en Ixhil por Ana Laynez. Nueva Concepción Xolcuay, 2006. 85 Las hambrunas en Guatemala son cada vez más frecuentes y los programas asistenciales no tienen la capacidad para atender al total de niños con desnutrición crónica.

173

cuando las mujeres hacen algún esfuerzo o cuando quedan muy débiles luego

de los partos86.

Según esta autora la enfermedad abarca diferentes facetas: una en que se

puede ver físicamente como sale y cuelga la matriz, y la otra en la que se siente

que la matriz sale y cuelga, pero que no existen evidencias visibles. También en

el trabajo de Mosquera (2006) se aportan datos para entender este padecimiento

asociado al período de posparto y se caracteriza por una hemorragia intensa.

Para el caso de Ximena, ella siente que se le ha caído la matriz, es decir, no hay

nada evidente que demuestre su caída. La investigación de Mosquera (2006) se

realizó en la región indígena Achí (Rabinal) pero mis datos, extraídos del Ixhil,

confirman que la lógica en torno a los procedimientos de interpretación y

curación es similar en dos zonas indígenas diferentes.

Otro elemento a resaltar de la entrevista con Ximena fue durante gran

parte de la conversación argumentaba que no era “del todo consciente”87 de lo

que sucedió durante el recrudecimiento del conflicto. Lo que sí recordaba era el

sufrimiento por la falta de alimentos mientras formaba parte de las CPR. Apelar

a este argumento no sólo crea vínculos con el sufrimiento pasado, sino otorga

sentido a su condición actual.

La victimidad se evidencia cuando la explicación se torna clara, concisa y

“verdadera” a su incapacidad para trabajar en las labores diarias de su hogar.

Aunque ha intentado sistemas alternativos de alivio, es el trasfondo de la

86 El análisis de Mosquera (2006) se basa en una etnografía en el área de las Varapaces al norte de Guatemala. Ella trabajó con la etnia Qeqchí pero sus hallazgos son aplicables para el caso que proponemos del área Ixhil. Esta autora también ha trabajado en el área Achí y sus hallazgos son muy similares. 87 Ximena aseguraba no recordar su infancia. En varias ocasiones preguntaba al marido sobre su niñez. Los detalles del RESV son muy vagos y a lo largo de toda la entrevista repite con asiduidad que no recuerda muchos aspectos del pasado. Este no es un caso aislado, muchas entrevistadas argumentaban de la misma forma el olvido del pasado y apelaban al criterio de los varones para dar una respuesta. Las reflexiones que hicimos con Ana y con Santos sobre este aspecto estaban enfocadas en la desigualdad en las relaciones de poder.

174

enfermedad lo que hace que los residuos de guerra se liguen a la caída del

estómago:

“mi esposo ha comprado algunas inyecciones pero no siento mejoría, viene la comadrona a levantarme el estómago pero tampoco siento mejoría, y dicen que quizás no sea mi mero estómago, [sino que] quizás sea una enfermedad”.88

Aquí la entrevistada establece una diferencia entre su estómago (matriz)

y las enfermedades que pueden afectarlo. La narración de Ximena da cuenta de

la existencia de cierta lógica que separa la caída del estómago (algo frecuente

dentro de las mujeres de la comunidad) de las enfermedades que le afectan, es

decir, un patología bioquímica. Este análisis puede parecer contradictorio al

afirmar que las enfermedades no son algo natural e inherente a los seres

humanos; no obstante quisiera enfatizar en la lógica que se establece desde los

procedimientos de alivio en los saberes de la propia comunidad. Para entender

este contraste es necesario revisar la ruta que siguió Ximena para intentar

mitigar su padecimiento:

Cuadro No. 8 Ruta de alivio para la caída de estómago de Ximena

Suceso Persona o Proveedor Alivio

Parto Comadrona Asiste el parto y descanso de actividades cotidianas

Caída de estómago Comadrona Levanta el estómago por medio de masajes (sobar)

Caída de estómago Ego Uso frecuente del temascal89 y

una planta llamada Yantén

Caída de estómago Centro de convergencia (promotor de salud)

Pastillas para el apetito y el dolor

Caída de estómago Suegro Sugiere visitar al médico en Nebaj

Caída de estómago Médico Suero y Vitaminas (Neurobion90)

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía. 88 Hogar No. 1. Mujer, 29 años. Entrevista realizada en Ixhil por Ana Laynez. Nueva Concepción Xolcuay, 2006. 89 El temascal es una especie de baño sauna que se usa en el área Ixhil así como en otras comunidades indígenas del país. 90 El Neurobion está indicado como tratamiento en los casos de neuropatías por deficiencia de vitaminas B1, B6 y B12.

175

Al seguir la lógica de curación mediante los procedimientos propios de

su cultura, la comadrona pudo determinar que no lograría aliviar el

estómago/matriz. Por ello sugirió a Ximena que visitara al médico en el

hospital de Nebaj porque el padecimiento no se inscribía dentro de la

coherencia de los saberes tradicionales que estaba acostumbrada a tratar.

De cualquier forma es interesante la diferencia que establecen estas

mujeres entre los padecimientos que la comadrona puede tratar (lo tradicional)

y los que no (lo biomédico), pero también conlleva otro tipo de problemática

para las personas. A diferencia de Mosquera (2006) considero que pasar de un

sistema de alivio a otro, no es un proceso fácil para la población. Si bien es

cierto que la cotidianeidad de las aldeas está llena de casos en donde se

articulan varios sistemas de atención, en general, la gente necesita encontrar

elementos que puedan dotar de inteligibilidad a los argumentos biomédicos

para explicar sus padecimientos actuales. Por ello generan prácticas plurales de

alivio en donde integran la lógica de los saberes biomédicos y los que se

producen en su entorno social.

Estas narraciones convierten los padecimientos en producciones

transversales ya que su situación actual encuentra una explicación con los

sucesos del pasado, pero que siempre han estado ahí. Por ello Ximena inviste de

sentido su experiencia al manifestar el fracaso del tratamiento de la caída del

estómago, formulando una explicación desde algo que cambió drásticamente su

forma de percibir el mundo (la guerra).

Por otro lado, la búsqueda de alivio y las explicaciones que giran en

torno a su patología desde la biomedicina no la satisfacen tanto como la

explicación que ella construye de sus padecimientos; esto es, que la caída del

estómago se produjo por la falta de alimentos mientras vivía como CPR durante

el conflicto armado.

176

Lo que se evidencia en este caso es que el cuerpo de Ximena mantiene

residuos simbólicos de la guerra. La significación que le atribuye la entrevistada

a sus padecimientos no sólo conforma el recuerdo sino que además desempeña

objetivos específicos en la interacción. “Ella es víctima del conflicto” y por tanto

necesita que alguien pueda ayudarle en sus padecimientos, ya que no ha

encontrado alivio con los procedimientos utilizados hasta el momento.

Es por ello que la victimidad se hace presente a partir de las

interpretaciones que hace de su malestar en el estómago/matriz. El siguiente

caso hará más explícito mi argumento.

5.1.1.3. El caso de María: la bola que camina.

Durante las visitas del RDE pude observar que en el hogar No. 5 uno de los

principales problemas era la preocupación por la salud de María. Los

entrevistados de este hogar fueron la cuñada y el esposo de María, por lo que el

caso se basa en las descripciones de estas personas quienes actuaron como Ego91

y Alter92 en la investigación.

Los entrevistados explicaban el padecimiento de María a partir de su

huída a las montañas ixhiles en la década de los 80. Desde su punto de vista el

problema tuvo origen cuando dio a luz a su hijo mayor en la montaña ya que,

según las narraciones, fue un embarazo complicado. Hacían especial énfasis en

que ese día llovía mucho y eso le afectó: “quizás por eso se hinchó” argumentaban.

91 Hogar No. 5. Nueva Concepción Xolcuay. T. es la nuera de María. Tiene 29 años, es evangélica y su esposo actualmente está en los Estados Unidos desde donde envía dinero para mejorar la calidad de vida de su familia. Actualmente vive en la casa de los suegros. 92 Hogar No. 5. Nueva Concepción Xolcuay. M. es el esposo de María y suegro de T. Tiene 64 años, es evangélico y según el RDE también padece de varias enfermedades las cuales en algunas ocasiones le impiden trabajar como chofer de autobús extraurbano. Sin embargo es él quien asume algunas de las responsabilidades de su hijo con T.

177

Ambos entrevistados coincidían en los sucesos y las características de los

síntomas del padecimiento, lo que corroboraba y complementaba las

descripciones del caso. Los entrevistados afirmaban que durante más de dos

décadas la salud de María había ido empeorando, por lo que desplegaron un

sinnúmero de estrategias para intentar aliviar sus dolencias, por ejemplo

curanderos, iglesias, centros de salud, vendedores ambulantes, farmacias,

médicos privados y el hospital de Nebaj.

María siente “como una bola que le camina desde el estómago al corazón”, no

saben definir exactamente qué dolencia es, pero evidencian que desde hace dos

o tres años ha empeorado. Además, no es el único caso en la comunidad con

estos síntomas sino que existen más personas, según los familiares, que también

presentan este cuadro sintomático.

Dentro de la literatura relacionada sobre padecimientos “tradicionales

y/o populares” no se encuentra tipificada “la bola que camina”. Sin embargo la

sintomatología de órganos móviles, sí pertenece a la lógica de estas

enfermedades (Mosquera & Kolstrup, 2006).

Actualmente María no puede comer grasas y se limita a comer tortillas

de maíz con hierbas cocidas. Tampoco puede beber café ni comer picante. Otros

síntomas que acompañan el cuadro son fatiga, fiebre y vómitos. La etiología del

padecimiento la enfocan desde tres situaciones muy puntuales: a) La falta de

alimentos durante los embates del ejército b) La lluvia durante el parto, y c) La

complicación del parto de su primogénito.

Hay que recordar que toda sociedad integra el dolor y el sufrimiento en

su concepción de mundo confiriendo sentidos y ciertos valores. Dichas

concepciones, afirma Le Bretón (1995), inscriben el dolor en sistemas de

causalidad que pueden explicar su origen, pero sobre todo, a partir de estas

178

prácticas se procuran los medios simbólicos y prácticos para buscar alivio con

las medicinas particulares que cada sociedad elabora (Le Breton, 1995).

Así pues, el significado colectivo que se le asignan a las experiencias de

sufrimiento y las diferentes manifestaciones en que se expresa a los demás, son

recursos simbólicos que permiten a las personas seguir siendo dueños de su

porvenir al manejar, explicar y aliviar sus padecimientos.

Los discursos en torno a la etiología de los padecimientos de María

articulan un conjunto de condiciones que permiten la inteligibilidad del

sufrimiento del pasado para otras personas, pero principalmente influyen en la

conformación de su mundo actual a través del recuerdo de lo que vivieron

durante la guerra. La significación de la enfermedad no resulta de una

estructura cognitiva privada y personal, sino como una consenso generalizado

en su aldea sobre las experiencias del padecimiento en sus cuerpos. Al igual que

el caso anterior, el malestar recuerda a María que día a día es, y seguirá siendo,

víctima del conflicto armado interno.

En el marco referencial se expuso que hablar de las experiencias del

pasado es un elemento importante para entender el presente, sin embargo,

cuando hablamos de hacer “memoria” no buscamos los sucesos exactos sino

que ese hacer memoria está mediado por las significaciones que tienen los

sucesos para nuestra vida y nuestros interlocutores en el presente. Los

recuerdos no se plantean de forma espontánea sino que llevan implícitamente

intereses para modificar la cotidianeidad en donde nos desenvolvemos.

Así pues, aunque exista una lógica biomédica para los síntomas de María

(llámese gastritis, reflujo gasofaríngeo o hernia epigástrica)93, es más respetuoso

enfocar el padecimiento desde la lógica de las personas de esta comunidad,

93 No niego que los padecimientos que presento en este documento tengan una base biológica o que estos diagnósticos no sean los correctos. Simplemente apelo a estos ejemplos para mostrar el vínculo entre memoria y padecimientos que origina la victimidad.

179

porque adquiere sentido para ellos y sus relaciones en búsqueda de alivio.

Resulta más sencillo para los familiares de María explicar los padecimientos

como que a causa de dar a luz en las montañas mientras llovía, además de

carecer de alimentos durante la guerra, el equilibrio del cuerpo se vio roto y por

esa razón ahora siente “como una bola que le camina del estómago al corazón”.

Por otro lado, en la descripción del padecimiento de María aparecen

elementos que concuerdan con la lógica del equilibrio del “ser dual” de la

cosmovisión indígena, por ejemplo la lluvia. La armonía entre lo frío y caliente

que se usa en la medicina tradicional, otorga una explicación de por qué la

gente considera que hubo un desequilibrio cuando María alumbró a su

primogénito.

La lluvia (el agua en general) es considerada como elemento frío, y al

haber un exceso, el cuerpo lo resintió. Mosquera (2008) han realizado una

aproximación sobre cómo el concepto frío-caliente se presenta como

manifestación de la dualidad entre las comunidades guatemaltecas y cómo los

tratamientos se basan en esta racionalidad; por lo que no es extraño que este

tipo de lógica adquiera sentido para las personas entrevistadas, incluso, más

que los diagnósticos efectuados por médicos y/o trabajadores de salud.

Como complemento de la lluvia, las complicaciones de parto también

son asociadas con la bola que camina, puesto que las personas de estas

comunidades consideran que existe una relación directa entre la matriz y el

estómago de la enferma. De cualquier forma, este suceso sigue siendo para los

familiares de María una de las principales explicaciones para entender la

etiología del padecimiento.

En cuanto a las estrategias de alivio, María empezó por calentar su

cuerpo mediante el uso frecuente del temascal. También evitaba comer cosas

pesadas como carne o comidas con grasa porque le producen náusea y acidez

180

estomacal. Su dieta es básicamente tortillas de maíz con hierbas y algunas veces

arroz. En vista de que su salud no mejoraba acudieron a las farmacias del

pueblo. Los dependientes le recetaron Neurobión pero tampoco notaron

mejoría. Finalmente acudieron a los servicios del Hospital y un médico privado

de Nebaj pero argumentaban que no funcionaba porque “peor le hace la

medicina”, así que no terminaron el tratamiento.

El diagnóstico que les dieron en el hospital se les ha olvidado así que,

tanto María como sus familiares, siguen pensando que el padecimiento refiere a

una bola que camina del estómago al corazón. Actualmente alivian el malestar

usando el temascal y realizando oraciones en su iglesia, aunque han probado

otras opciones de curación dentro y fuera de su comunidad. El siguiente cuadro

muestra la ruta de alivio para el padecimiento de María desde las narraciones

de sus familiares.

Cuadro No. 9 Ruta de alivio para la bola que camina

Suceso Persona o Proveedor Alivio Parto (década de los 80) Comadrona Asiste el parto

La bola que camina Ego Uso frecuente del temascal La bola que camina Ego Dieta de grasas La bola que camina Farmacia Neurobion La bola que camina Médico privado Medicina (no recuerda) La bola que camina Ego/Iglesia Temascal, dieta y Oración

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

Este tipo de prácticas de alivio no sólo ayuda a la legitimación de los

saberes culturales sino que además, introduce el relato como validez del saber,

es decir; al momento de narrar como propias, funcionales, baratas y “aprendida

de los abuelos” estas formas de alivio, se establecen nexos con cuestiones

identitarias, de historia y cultura.

5.1.1.4. “Uno no puede andar en ningún lugar”: el dolor de pies y piernas de Juan.

181

Hasta ahora he expuesto casos en donde se evidencia las experiencias de dos

mujeres de diferentes edades, pero que de alguna forma poseen cierta similitud

en cuanto a nosología. Para concluir el apartado de la victimidad expresada a

través del cuerpo analizaré un caso más, donde la condición de víctima también

se inscribe en el cuerpo de los varones.

Juan nació en 1965 en la aldea Amajchel. Antes de la guerra ayudaba a su

padre en la siembra, y no fue sino hasta que empezaron a ver gente huyendo

que se enteraron de la violencia. Salieron de su comunidad en la década de los

80 y se refugiaron en la comunidad de Cabá (Ver figura No. 1). Ahí soportaron

las agresiones del ejército durante muchos años como CPR, pero tenían que

movilizarse constantemente para que el ejército no lograra capturarlos:

“Dos o tres veces me agarraron los soldados pero me escapaba o me escondía porque quería vivir para ver por mi familia. Uno no podía andar en ningún lugar por los soldados. Los soldados nunca me llevaron al pueblo, pero yo ya no estoy del todo bien por el sufrimiento, cada vez como que me duele algo en el estomago, y cada vez que camino no puedo. Estuve 6 meses en la casa, comía sí, pero se me hincha mi pie. Cuando se calma [el dolor] trabajo y cuando empieza no hago nada y sigo padeciéndolo, esto fue lo que me dejo la guerra.”94

Al día de hoy Juan menciona que forma parte de las CPR y, aunque su

comunidad no está catalogada como tal (Encuentros Amajchel), enfatiza en las

secuelas que dejó la guerra en su cuerpo por estar huyendo: Como muchas

personas de las CPR, Juan soportó hambre y enfermedades desde 1982 hasta

1993 en las Sierras Ixhiles.

En el registro de eventos significativos de Juan aparecen algunos

elementos que evidencian el sufrimiento que vivió durante el conflicto armado

y que se complementan entre sí. Los padecimientos a los que apela Juan son

asociados como expresión del sufrimiento de la guerra a través de sus dolencias

en el cuerpo, particularmente el estómago y los pies.

94 Entrevista Hogar No. 12. Varón, 38 años. Entrevista en castellano e Ixhil realizadas por mi y Santos Castro, Los Encuentros Amajchel 2007.

182

Para el caso del estómago, el entrevistado no supo definir exactamente a

qué refería su padecimiento, únicamente pudo explicar su localización y la

sensación que le produjo. Sin embargo indica un malestar en Juan debido a la

situación de penuria y precariedad en la que vivían durante la guerra.

Actualmente su estómago no le ha dado problemas por lo que Juan arguye que

el dolor se presentaba por la falta de alimentos.

Ahora bien, para el caso de la dolencia de los pies el análisis puede ser

enfocado desde el sentido que adquiere la movilidad restringida para el

entrevistado. La afirmación “Uno no podía andar en ningún lugar por los soldados”

es articulada por Juan como una explicación para su dolencia. Fue a través de

“correr de un lado a otro” que logró “defender la vida” durante la guerra.

La asignación de atributos de sufrimiento a una parte específica del

cuerpo da cuenta del suceso traumático. De la misma forma que los casos

anteriores, es a partir de la dolencia de sus pies y piernas que Juan hace

entendible el sufrimiento que vivió durante la guerra. La etiología del

padecimiento es clara para Juan, fue durante el conflicto que se iniciaron estos

dolores en sus pies y piernas.

La diferencia con los casos anteriores radica en el uso de elementos

culturales dentro de la explicación del suceso. Para el caso de Juan no existe tal

conexión con cuestiones de su cultura, sino que se experimenta cómo el sitio en

donde existe un problema por no poder “andar en ningún lugar”.

Llamo la atención en el hecho que el tipo de padecimientos que presenta

Juan puede ser mejor explicado por la lógica biomédica. No obstante lo que me

interesa es cómo las personas, a partir de problemáticas que pueden también

tener explicaciones bioquímicas, dan cuenta del sufrimiento vivido durante la

guerra como una actualización de ese proceso.

183

El tratamiento para la sanación de su dolencia gira en torno al auto-

cuidado mediante uso de pomadas, masajes y descanso. El siguiente cuadro da

cuenta de la búsqueda de alivio que ha seguido Juan:

Cuadro No. 10 Ruta de alivio para los padecimientos de Juan.

Suceso Persona Alivio Dolor de estómago (80s) Ego Plantas medicinales

Dolor de pies (80s) Ego Descanso Dolor de extremidades

inferiores Ego Temascal

Dolor de extremidades inferiores Ego Ungüento (Cofal)

Dolor de extremidades inferiores Vendedor ambulante Complejo B

Salud Mental Médicos Sin Fronteras (brigada cubana) Descanso

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

A manera de síntesis puedo afirmar que los casos presentados muestran

que los recuerdos del conflicto armado interno guatemalteco no se plantean en

las víctimas sobrevivientes de forma espontánea, sino que llevan

implícitamente intereses de diferente tipo.

Los casos enfatizan en que las diversas formas de significación que las

personas hacen de sus dolencias, se asocia directamente con la forma en que

narran su victimidad. No obstante también existen intereses de tipo político y

económico que ejemplificaré a través de las formas organizativas de estas

comunidades.

Debo reconocer que este análisis ha surgido a partir de la idea de una

victimidad como experiencia enigmática en el sentido que propone Ronsbo

(2006), es decir, desde la circulación de ciertos malestares a nivel social con una

fuerte carga simbólica, los cuales posibilitan su existencia entre lo inefable y el

lenguaje.

184

5.1.2. Lo enigmático de los padecimientos como residuos de guerra.

Siguiendo ideas del psicoanalista Laplanche (1990) puedo afirmar que lo

enigmático se muestra en los padecimientos a través de la valoración de las

personas que las viven cotidianamente, ya que remite a una multiplicidad de

significaciones y su sentido no es dado inmediatamente, sino dado por una red

de relaciones y posiciones de sujeto que incluye la memoria como acción social.

Cuando síntomas como “la caída del estómago”, “la bola que camina y “las

dolencias de pies y piernas” son investidos por varias significaciones en su

etiología (la lluvia, el estómago, la matriz, el parto complicado, la falta de

comida, la movilidad restringida) puede considerarse como enigmático.

La búsqueda de sentido a los residuos de la guerra, representados como

padecimientos somáticos, fue particularmente interesante en las interacciones

con las personas ya que se formulaban desde los entrevistados como

enunciaciones sin respuestas concretas, que habilitaban una zona gris entre lo

inefable y el lenguaje.

Esta apertura de espacios indefinidos o ambiguos en las narraciones de

las víctimas del conflicto armado guatemalteco, fue precisamente lo que me

llevó a la formulación de las experiencias enigmáticas (Ronsbo, 2006) como

elemento inherente a la victimidad. La puesta en marcha de este tipo de

criterios analíticos adquiere sentido en tanto que el mensaje transmitido por los

entrevistados, era recortado del contexto significante (la guerra) que instaura las

narraciones como génesis de los padecimientos actuales. Pero no sólo como

palabras, sino como vivencias enteras, por lo que pueden quedar separadas de

su contexto originario y entrar a circular bajo el modo de proceso fundador,

fantasmatizándose y produciendo efectos perpetuadores en toda la comunidad

(Bleichmar, 1988).

185

Para tener relevancia, la noción de experiencias enigmáticas debe

encontrar un espacio de normalidad previo a la vulneración de un espacio que

los sujetos desean mantener privado o que puedan tener algún tipo de ganancia

con él, es decir, su victimidad.

Según Laplanche (1990) lo enigmático es algo que produce malestar en el

sujeto. Puede ser considerado como esas experiencias difíciles de explicar que

son animadas por energías no articuladas, y que se heredan a partir de

experiencias traumáticas (Eiguer, 2008). El análisis de Laplanche (1990) se

enfoca desde las fuentes tempranas del trauma durante la infancia; sin

embargo, aquí solamente usaré este concepto psicoanalítico para explicar cómo

se establecen conexiones entre la victimidad (los padecimientos actuales de la

población) con los sucesos de la guerra (memoria).

De esta forma, la idea de lo enigmático (Bleichmar, 1988; Laplanche,

1990; Ronsbo, 2006; Eiguer, 2008) parte de que no existe ningún significado

estable, preexistente o unívoco en las narraciones de estas poblaciones para con

sus padecimientos. Más bien se hace explícito que existen procesos de

comunicación y construcción de realidades en que la única forma de

comprensión de la victimidad es la contextualización de los sucesos

significativos de vida. Propongo entender lo enigmático para estos casos como

un fenómeno que surge en las acciones comunicativas y que, más allá de ser

algo poco entendible o explicable, lo enigmático se presenta cuando una

persona enuncia algo que difícilmente entiende, y en esa enunciación, hace que

sus interlocutores tengan un abanico de significaciones sobre el padecimiento

en cuestión y que no necesariamente es explicado desde los argumentos de las

ciencias sociales.

Así pues, la “bola que camina”, “la caída del estómago/matriz” y “el

dolor de pies y piernas”, poseen un cúmulo de significados enigmáticos para

quién enuncia como para quien escucha el mensaje. De forma sintética, el

186

análisis de estos casos permite afirmar que las experiencias con la enfermedad y

los diferentes sistemas de alivio se articulan con la producción de la victimidad

de las comunidades dando paso así, a las características performartivas del

considerarse víctima que se explicita en las relaciones que mantienen las

personas de las comunidades y el resto de la red de alivio.

Las regularidades que aparecen en las narraciones y relaciones que

mantuvieron los entrevistados/as con mi persona, Ana y Santos, permiten dar

cuenta de cómo circula y se construye el proceso de victimidad en la población

Ixhil, por tanto, es una forma de explicación que actualiza el sufrimiento que

dejó la guerra.

187

5.2. Las versiones materiales del daño.

En el apartado anterior he evidenciado que la victimidad como formación

histórica implica necesariamente una distribución de lo visible y lo enunciable

que la produce entre la población. Hasta ahora fundamenté el concepto por

medio de la manifestación del sufrimiento a través de los padecimientos del

cuerpo, lo que ha permitido tener un acercamiento al “umbral” social del

considerarse o percibirse como víctima.

La construcción de mi argumento se ha basado en las narraciones de las

víctimas sobrevivientes (lo enunciable), pero las experiencias de victimidad no

se elaboraban únicamente como rescoldos del conflicto armado. Las vivencias

de la población, en términos de precariedad y pobreza extrema, también son

factores que propician que las percepciones en torno a considerarse como

víctima sean explícitas en las interacciones (lo visible).

Se puede pensar que la visibilización de la pobreza por medio de la falta

de recursos materiales como carreteras, alcantarillado, servicios de salud, luz y

agua, potencia que la victimidad aflore como resultado de la vivencia de la

pobreza y marginalidad. Este es posiblemente uno de los factores más

complicados al trabajar con víctimas en Guatemala, ya que las condiciones

económicas del país no permiten que las personas tengan acceso a una

reparación duradera por parte del Estado.

Sumado a esto, las valoraciones subjetivas de la población, de su

situación pasada y actual, se ven influenciados por cierto pesimismo arraigado

en las posibilidades perdidas y que no encuentran salida ante la miseria en la

que sobreviven día a día. En este numeral enfatizaré en esas experiencias que

los pobladores tienen con la pobreza y su papel en la producción de victimidad

dentro de la región Ixhil.

188

5.2.1. La vida entre la pobreza y la incertidumbre.

Al escribir sobre la victimidad como proceso psicosocial es necesario

profundizar en temas que quizás no estaban contemplados en un inicio, pero

sin los cuales no puede entenderse del todo el constructo que propongo. Por

esta razón debo tocar un tema muy espinoso, pero que posibilita entender la

victimidad desde una perspectiva más amplia: la pobreza.

Desde hace varias décadas el tema de la pobreza ha sido fuente de

muchos debates a nivel mundial. Aunque no existe una definición que

realmente satisfaga a los teóricos que estudian tópicos relacionados con la

pobreza, se han formulado por lo menos doce sentidos de la misma (Spiker,

2009) que pueden resumirse de la siguiente manera: Pobreza como concepto

material, como situación económica o como condiciones sociales. Esta

categorización permite hablar de multidimensionalidad de la pobreza, dónde

su génesis no refiere a una sola forma de producción.

El primer grupo que propone Spiker (2009) “pobreza como concepto

material” hace referencia a la carencia de algo que se necesita, pero también

puede ser reflexionado cuando la población no tiene acceso a recursos por

medio de patrones de privación. Este concepto de pobreza se basa

principalmente en la idea de necesidad.

También se han formulado reflexiones de la pobreza como una “situación

económica” que, si bien está asociada a una falta de recursos, puede ser

entendida de forma más objetiva en términos de ingresos. En este sentido uno

de los enfoques más empleados para medir la pobreza es el de los ingresos, a tal

punto que algunos teóricos hablan de pobreza como el equivalente a bajos

ingresos o falta de trabajo.

189

Finalmente, la pobreza también puede ser considerada a través de la

categoría de “condición social”. Es a partir del constructo de clase social desde

donde se crean medios para conceptualizar la posición de los pobres en

términos estructurales, en donde se arguye que los pobres se encuentran en

estado de dependencia, carencias de seguridad y titularidades básicas (Spiker,

2009).

El factor común en estas definiciones es la “privación de las dimensiones

mínimas de bienestar” para una vida digna. Estas definiciones pareciera que

depositan, implícitamente, la responsabilidad de la pobreza en los pobres (y

mayormente si pertenecen a grupos indígenas) ya que son ellos quienes

“carecen”, “están privados”, “necesitan”, o “no pueden salir adelante con su

situación de pobreza”.

La problemática se vuelve perversa al cuestionar al pobre y no al sistema

que lo crea, especialmente desde las élites económicas, porque se producen

análisis retorcidos del fenómeno en donde las prácticas culturales de las

comunidades suelen asumirse como generadores de pobreza (Midré & Flores,

2002). La naturalización de estos fenómenos deben ser cuestionados desde la

“producción de pobreza” como propone Murillo (2008), y no centrarse en las

prácticas de la población. Así pues, es necesario enfatizar que la producción de

la pobreza se da como “resultado de la acción concreta de agentes y procesos que

actúan en contextos estructurales e históricos a largo plazo” (Cimadamore & Cattani,

2008 p. 9) legitimados por la complicidad de Estados-naciones desiguales en

términos económicos, ideológicos y políticos.

El primer capítulo de este documento muestra de forma inequívoca la

construcción de estas realidades en el área Ixhil, sin embargo en Guatemala no

es necesario poseer instrumentos demasiado sofisticados para evidenciar la

existencia de pobreza en gran parte de la población indígena y no indígena (Ver

cuadros No. 4, 5 y 6).

190

De los estudios que se han realizado en Guatemala, Von Hoegen y Palma

(1999) efectuaron una investigación sobre el concepto y la forma en que los

pobres viven la pobreza. Esta investigación dio cuenta que las personas

entrevistadas asumen como atributos de la pobreza los bajos salarios y los

elevados precios de los productos básicos de consumo cotidiano. También la

falta de tierra para cultivo y la poca diversificación del trabajo eran elementos

considerados como productores de pobreza en la muestra de esta investigación

(Von Hoegen & Palma; 1999).

Por supuesto, hablar de pobreza en términos de bajos salarios conlleva a

realizar análisis en donde los límites monetarios son poco representativos de la

realidad en la que se encuentran estas personas. Midré (2005) critica al concepto

de pobreza basado en la medición del poder adquisitivo de las poblaciones ya

que hablar que el criterio para establecer la pobreza extrema es de $1.00 US por

día “muestra una debilidad considerable que subestima al total de la población

extremadamente pobre” (Midré, 2005, p. 19).

La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) ha propuesto un

camino intermedio pues sus estimaciones de pobreza se realizan en base de las

canastas alimenticias básicas nacionales. No me interesa demostrar si los

modelos que se emplean en los estudios sobre pobreza son los adecuados o no.

Simplemente apelo a lo que se hace evidente en este tipo de investigaciones

para Guatemala: que un gran número de las poblaciones en el país (sean

asentamientos humanos, comunidades rurales o barrios dentro de las ciudades)

se encuentran en un estado de incertidumbre con respecto al acceso a recursos

vitales como agua, luz, comida o trabajo estable, pero quizás la característica

más notable de estas comunidades es el bajo margen de posibilidad para hacer

proyectos a mediano o largo plazo.

191

Esta precarización de la vida en término de realidades laborales volubles,

espacios fragmentados para el desarrollo, tiempos hiper-tensificados, no es sólo

producto de los sistemas políticos y económicos excluyentes que han surgido

del capitalismo. También se han ido formando a través de fenómenos históricos

como la construcción de una Nación desigual y excluyente (Taracena, 2002;

Valdéz, 2002), en donde la experiencia del conflicto armado sólo evidencia la

debilidad de un Estado que no puede dar soporte a la población afectada.

En un estudio reciente sobre exhumaciones se muestra que un 92.42% de

la población reconoce que Guatemala sufrió el conflicto armado (ECAP, 2009).

Sin embargo gran parte de la población desconoce que las condiciones en las

que sobrevive la población afectada son bastante precarias y desfavorables para

su desarrollo y el de sus hijos95.

En algunos casos las víctimas sobrevivientes han tenido acceso a

capacitaciones sobre Derechos Humanos, Identidad y desarrollo por medio de

ONGs y, desde los últimos años, han sido asistidos de alguna forma por el

Programa Nacional de Resarcimiento (PNR). Si bien es cierto que se han

desarrollado algunos elementos de reparación dentro de la población con este

tipo de acciones, no deja de ser un programa altamente asistencialista que no

cambia las condiciones estructurales de pobreza en la que viven muchas

personas. Esto es precisamente a lo que denomino materialidad de la

victimidad.

Midré (2005) menciona que las personas suelen ejemplificar la pobreza

con diferentes formas de sufrimiento y necesidad. El “ser” pobre pasa entonces

95 El ejemplo más claro del desconocimiento de esta situación se da con el movimiento ciudadano “GuateAmala” propuesto por un sector de la población guatemalteca en donde la premisa es “hacerse responsables del propio futuro” sin tomar en cuenta las condiciones estructurales que limitan o ponen en desventaja a sectores fuera de la ciudad capital. No estoy criticando el cambio de actitud que propone este movimiento, de hecho lo considero deseable, pero se deben tomar en cuenta que no todas las personas pueden apelar a la construcción de un futuro mejor si la situación socio-económica del país no cambia estructuralmente. Obviando estas desigualdades es muy fácil hablar de un cambio de actitud.

192

por las construcciones narrativas que la gente realiza en sus interacciones, por

ejemplo, con padecimientos de enfermedades, infraestructura precaria o difícil

acceso a recursos proporcionados por el Estado. “Ser” pobre es aún más

evidente cuando los elementos que permiten representar la pobreza se

presentan en lo cotidiano, desde las propias categorizaciones que realizan las

personas. En este sentido la visibilización de la pobreza expresada como la falta

de leña para el consumo, la carencia de tierras para la siembra96, la necesidad de

migración por parte de los jóvenes97, o la incapacidad para poder dotar de

alimentación a los miembros del hogar, permite un acercamiento a la

problemática desde la propia vivencia del fenómeno. Pero también posibilita

que pueda ser intervenido a partir de esa racionalidad y desde las posiciones

que las personas asumen con relación a esta problemática.

El argumento de Midré (2005) posibilita la reflexión sobre la existencia de

diferentes posiciones de sujeto que resultan de la vivencia de la pobreza, las

cuales dan paso a una serie de estrategias para afrontar la adversidad y el

sufrimiento. Ya Butler (1997b) escribía que no se puede entender la constitución

de los sujetos sin pasar por ciertas restricciones que resultan habilitadoras.

Es posible pensar que desde las carencias se crean posibilidades para que

el ser humano se constituya como tal (Murillo, 2008). Por ello apelo a la

victimidad como producto de la pobreza puesto que permite entender la

actualización del sufrimiento desde las privaciones materiales.

Un argumento generalizado entre los pobladores de las comunidades

ixhiles es que la pobreza se presenta como secuela del conflicto armado. Es

evidente que no todas las personas se posicionan en un mismo sitio con 96 La siembra continúa siendo la actividad productiva por antonomasia, pero también pueden encontrarse personas que contratan los servicios de mozos para que trabajen sus terrenos. Este aspecto es importante para entender la pobreza indígena ya que la tierra y su vocación productiva se relacionan directamente con la seguridad alimentaria y la satisfacción de necesidades en la población. 97 No está de más recordar que con la migración y la desintegración familiar vienen otras problemáticas que radicalizan la pobreza de las familias.

193

respecto a este fenómeno. Así por ejemplo, los discursos empleados por las

Comunidades de Población en Resistencia (CPR) de Santa Clara daban cuenta

que eran víctimas sobrevivientes en estado de precariedad, pero sentían orgullo

“por haber resistido”98 los ataques del ejército, “haberse organizado”99 para

defender la vida, y haber “aprendido cosas nuevas que antes no hacían”100 como

estrategia de la organización.

Sin embargo también se producen otros tipos de posicionamientos que,

en mi opinión, se anquilosan como “identidades” o posiciones inamovibles, las

cuales propician que las políticas y las acciones de reparación giren en torno a

cierta lógica asistencialista legitimadas desde las concepciones de sufrimiento

avaladas por las Ciencias Humanas, especialmente la psicología.

He decido tomar los aportes de Midré (2005) para mostrar que existe

cierta articulación entre los posicionamientos en torno a la pobreza y las

categorizaciones que se emplean en las comunidades. Por ello me centraré en la

importancia de intervenir los fenómenos psicosociales como la victimidad

desde la experiencia de quien los vive. Esto por supuesto siguiendo la

necesidad de una desesencialización y despatologización de la categoría de

víctima desde la Psicología Social (Dineen, 1996; Pupavac, 2004; Wessely, 2005;

Stolkiner, 2008). El ejemplo del “susto” como categoría da cuenta de esta

separación que vive la población y las categorizaciones de sufrimiento que se

emplean desde las ciencias de la salud en Guatemala.

5.2.2. El susto como herramienta para la desencialización y despatologización de las categorías empleadas en las ciencias de la salud.

Según el Manual diagnóstico y estadístico de las enfermedades mentales en su

cuarta revisión (DSM-IV-TR) el susto está catalogado dentro del glosario de

síndromes dependientes de la cultura. Este término denota ciertas experiencias 98 Hogar No. 21, Santa Clara, Entrevista en castellano. 99 Hogar No. 24, Santa Clara, entrevista en castellano. 100 Hogar No. 26, Santa Clara, entrevista en castellano.

194

perturbadoras recurrentes y específicas que pueden estar relacionadas, o no,

con una categoría diagnóstica del manual, por ejemplo ansiedad o pánico. El

susto es una enfermedad atribuida a un acontecimiento que provoca miedo

súbito y causa “la salida del alma” dando lugar a sufrimiento y enfermedad.

Los síntomas más frecuentes incluyen trastornos de apetito, sueño

inadecuado (pesadillas, intranquilidad o exceso) disforia, falta de motivación

para cualquier actividad y baja autoestima (American Psychriatric Association,

2005).

Además de ser interesante que el susto sea catalogado como enfermedad

mental, forma parte de la necesidad de encontrar una explicación válida,

reglamentada y normalizada para este tipo de malestar. La pregunta es

¿cuántos profesionales realizan este diagnóstico? Tener una catalogación en

manuales reconocidos como científicos no implica que los trabajadores de salud

tomen en cuenta las explicaciones sobre la etiología y tratamiento de las

enfermedades “propias de la cultura”.

Esta yuxtaposición de saberes provoca que el discurso hegemónico

pueda asimilar las explicaciones de los padecimientos, pero no se legitima las

prácticas de curación o alivio que utilizan la población (Paniagua & Hernández,

2008), relegando de esta forma los saberes y a las personas que practican los

procedimientos y abordajes relacionados con el susto.

Para muchas víctimas sobrevivientes del conflicto armado el “susto” es

una categoría recurrente y válida para expresar su sufrimiento más allá de

conceptos como trauma o estrés postraumático. Beristain (2008b) menciona que

la noción de trauma en algunas comunidades indígenas no tiene ningún

sentido, ya que no posee el carácter universal de contención o descripción del

sufrimiento. Este autor afirma que el trauma no se considera como una herida

en muchas comunidades indígenas sino que se apela a la pérdida del equilibrio.

195

Además, apelar al susto posiciona a las personas desde su lógica y saberes los

cuales son distintos a los que se suelen emplear desde las sociedades

occidentales para darle sentido a sus experiencias y que, precisamente, forman

parte de eso que denominamos victimidad:

“…mucho miedo nos dejo el helicóptero, mucho miedo nos dejo el bombardeo, y hay mucho miedo, [eso] dejó con la gente, como se pusieron… como pusieron susto ante la bala, vinieron a corretear [a] nuestra gente de la montaña…”101

“En aquel tiempo utilizamos plantas y cortezas para medicinas porque no tenemos médicos; pero el susto no lo pudimos evitar. Muchas personas murieron por el susto.”102

Estos extractos muestran cómo el susto aparece dentro de las

experiencias de la guerra en las comunidades de Santa Clara de la sierra. Sin

embargo, lo más importante es que los saberes contenidos dentro del susto

además de ser el espacio en el que los sujetos pueden tomar posiciones para

hablar de los fenómenos (el trauma), también se pueden definir por la

posibilidad de su utilización y apropiación ofrecida por su discurso (Foucault,

1969). Siguiendo esta línea de pensamiento, es legítimo reflexionar que saberes

como el susto dan paso a prácticas sociales que abren la posibilidad de nuevos

conceptos, nuevas técnicas y por sobre todo, dan paso a formas nuevas de

constitución de sujetos (Foucault, 1970).

Apelar al susto como categoría de análisis da cuenta de una concepción

diferente en torno al sufrimiento y las clasificaciones que se hacen desde las

ciencias humanas y sociales. Por ello, considero que los discursos de las ciencias

no son los únicos que contienen y ponen en escena la lucha de significados y

prácticas entre la población.

101 Guía espiritual, Hogar No. 30 Santa Clara Varón 83 años.. Entrevista en Ki’che’ realizada por Santos Castro. 102 Guía espiritual, Hogar No. 26 Santa Clara. Varón, 41 años. Entrevista en Ki’che, realizada por Santos Castro.

196

Nosotros, los trabajadores psi, pensando en que nuestras categorías

pueden ayudar a la población de mejor manera que las propias categorías

empleadas desde las comunidades, hemos inyectado en las aldeas categorías

ajenas a la cotidianeidad de las personas. Así por ejemplo conceptos como

mente, trauma, estrés, resarcimiento y otras más, han sido utilizados sin tomar

en cuenta las nociones existentes dentro de los saberes comunitarios. Esto no

sólo complejiza el trabajo a realizar, sino que otorga nuevas dimensiones a los

sentidos que le atribuyen las poblaciones a las categorizaciones utilizadas por

los expertos y los procedimientos que consideramos adecuados para abordar las

problemáticas.

5.2.3. Economía Política de la victimidad: la necesidad de supervivencia y acceso a formas de producción.

La relación que se produce entre posicionamientos, categorizaciones y la

victimidad (construida desde la pobreza y los padecimientos en la salud)

pueden ser pensadas desde el diagrama poder-saber-subjetivación (Deleuze,

1986) dando paso a la constitución de nuevas subjetividades (Guattari & Rolnik,

2006; Murillo, 2008) desde donde se potencia el considerarse víctima.

Con respecto a la categoría “susto” lo que he sugerido es que dentro de

una economía política de la victimidad, al menos en términos locales en la

región Ixhil, se desarrollan diferentes estrategias de acceso a servicios de alivio,

cura y rehabilitación; así como a sus versiones más inmateriales como la

reparación y el reconocimiento del daño que implica necesariamente movilidad

social por parte de las víctimas sobrevivientes.

Este es precisamente el punto que deseo resaltar ya que, gracias a la

utilidad de estudios teóricos sobre el abismo entre teoría y percepción de las

víctimas (Das, 1995; Pupavac, 2004; Wesseley, 2005) propongo que debe

explorarse también en función de la “experiencialidad” a través de las

conversaciones, discusiones y formas de expresar la experiencia de las secuelas

197

de la guerra entre la población. Esto es, cómo las víctimas sobrevivientes narran

la pobreza en la que viven, abordan sus problemas de salud, e interpretan la

producción de políticas alrededor de la reparación y resarcimiento.

Cuando argumento que las estrategias de las víctimas se producen

dentro de una economía política de la victimidad, recurro a una relación

bidireccional entre los campos de la economía y la política (Saiegh & Tommasi,

1998) en donde los individuos se organizan para actividades relacionadas con

las formas de producción y acceso a recursos. Al emplear este término se asume

que los “actores racionales”, interesados entre sí, trabajan dentro o fuera de

marcos institucionales (o comunitarios) existentes para influir sobre los

resultados sociales y/o políticas que les afectan o son de su interés.

De forma muy resumida puedo afirmar que la economía política asume

las actividades económicas que se dan en las sociedades como esa relación que

se establece entre las necesidades de supervivencia y reproducción de los seres

humanos, ligada a una comunidad determinada y a sus marcos legales, tecno-

científicos, así como culturales, que en este caso inciden en la producción de

victimidad.

Al mencionar a los “actores racionales” me acerco a las significaciones

que se emplean desde la economía, en donde se emplea el supuesto que los

sujetos se comportan siempre racionalmente. Esto debe entenderse, según

Saiegh & Tommasi (1998), en el sentido de que dadas ciertas metas, y frente a

un conjunto de estrategias posibles, las personas seleccionaran aquellas

opciones que incrementen sus posibilidades de satisfacer dichas metas (Elster,

1995).

La racionalidad es concebida entonces como instrumental, es decir, las

acciones son evaluadas y elegidas en función de sus resultados o utilidad para

la totalidad de la comunidad (Saiegh & Tommasi, 1998). Por supuesto esto no

198

significa que las personas estén motivadas únicamente por sus intereses

materiales o económicos sino que también hay elementos axiológicos,

ideológicos y estéticos que pueden llegar a potenciar la victimidad o las

estrategias para reproducirla o superarla.

Siguiendo a Simon (1989) puedo afirmar entonces que muchas de las

actividades que llamamos “políticas” simplemente son otra manifestación de la

propensión de los seres humanos a identificarnos con metas personales y tratar de

realizarlas en una forma legítima, en especial cuando las motivaciones refieren a

superar estados de miseria y pobreza extrema. De ahí la importancia de

entender el proceso de la victimidad desde posturas como la economía política.

Si la victimidad se encuentra entre los procesos políticos (un pasado de

violencia) y económicos de las comunidades del área Ixhil (la apertura de un

programa asistencial en poblaciones extremadamente pobres aunado a la

ONGización), se hace necesario entenderla desde la interacción de estos

fenómenos económicos-políticos y los efectos que produce en las personas. Es

precisamente la articulación que se produce entre los fenómenos políticos y

económicos lo que permite evidenciar la materialidad de la victimidad.

5.2.4. La cara del autoritarismo en la política guatemalteca.

Mientras vivía en Nebaj me sorprendió la cantidad de mítines políticos que se

realizaban a finales del 2007 como parte de las elecciones presidenciales. Cada

fin de semana aparecía un candidato comprometido con las secuelas del

conflicto armado y quienes ofrecían acciones y políticas sociales para “ayudar”

al pueblo Ixhil.

También era frecuente escuchar discursos en torno a la identidad maya y

la discriminación que sufrían los pueblos de esta ascendencia, pero que no eran

tan efectivos como el primer argumento. Este elemento era el indicador que

199

evidenciaba las prioridades de un gran número de ixhiles en torno las

demandas reivindicativas en esta sociedad.

Los casos que me parecieron más paradigmáticos fueron aquellos en

donde estaban involucrados personajes que se asocian a distintas violaciones a

los Derechos Humanos en la región, ya que me cuestionaba ¿por qué asiste la

gente a estas actividades sabiendo el pasado de los políticos? ¿O era un ejercicio

consciente de olvido? Por un lado estaba el Gral. Efraín Ríos Montt del Frente

Republicano Guatemalteco (FRG)103 y por otro, el Gral. Otto Pérez Molina del

Partido Patriota (PP)104. Ambos partidos políticos poseen una fuerte tendencia

hacia la derecha, aunque para el caso del FRG lo intentan matizar con discursos

populistas como “somos el gobierno de los pobres”.

El punto es que en ambos partidos se encuentra presente la figura de ex

militares señalados de crímenes de lesa humanidad, aunque no les ha sido

comprobado nada por los tribunales.

103 El Gral. Efraín Ríos Montt fue presidente de facto entre 1982 y 1983. Aunque no participó directamente durante el golpe de Estado a Romeo Lucas García, fue nombrado como jefe de Estado por la cúpula militar que propició la insurrección. Tres meses después disolvería la junta militar que él mismo dirigía adueñándose del poder de forma dictatorial hasta un nuevo golpe de Estado dirigido por su Ministro de defensa Gral. Oscar Mejía Víctores en 1983. Durante los 16 meses que gobernó puso en marcha las patrullas de autodefensa civil (PAC) y el programa “Trabajo, techo y tortilla” que seguían la idea fundamental de las aldeas modelo, es decir, mantener en control a la población. En 1990 y 1995 intentó inscribirse como candidato a la presidencia, pero dentro de la constitución guatemalteca existe un artículo que impedía su inscripción en los comicios por haber participado en un golpe de Estado. Sin embargo encontró amparo en la Corte de Constitucionalidad (CC) gracias al artículo 14 de la Constitución que, según algunas interpretaciones jurídicas, lo habilitaba para participar. Así lo hizo en 2003, pero no ganó las elecciones por el desgaste político que sufrió para su inscripción. Sin embargo ha logrado ser presidente del congreso de la República y obtener un curul con aproximadamente 250.000 votos que, paradójicamente, fueron generados en las zonas mayormente afectadas por el conflicto. 104 El Gral. Pérez Molina estuvo en la región Ixhil entre julio de 1982 a abril de 1983. Según sus propias declaraciones, el tipo de política al cual apelaba durante su estancia en la región Ixhil fue la del acercamiento a la población. Además usaba el pseudónimo de Gral. Tito. En 1993 fue nombrado como el director de inteligencia militar de Guatemala (G2) y formó parte del personal castrense que firmó los acuerdos de Paz en 1996. Esta fue la primera vez que se presentaba como candidato presidencial. Recientemente se le ha involucrado en el “Plan Sofía” que presuntamente desapareció de los archivos del ejército junto al plan “operación Ixhil”. http://www.prensalibre.com/pl/2009/marzo/13/301401.html

200

En ambos “meetings” políticos hubo presencia masiva de la población,

pero en muchos casos las personas eran traídas de comunidades por

simpatizantes del partido a cambio de comida, hilo o dinero según mis

informantes. Además, este tipo de actividades se acompaña de música para

atraer a los curiosos y dar la sensación de un apoyo incondicional por parte de

la población.

Para el caso del FRG la candidatura presidencial no recaía en su líder

Ríos Montt, sino en Luis Rabbé que había sido empleado público durante el

gobierno de Alfonso Portillo (2000-2004) con gestiones bastante dudosas. A

pesar de los apasionados discursos sobre mayanidad y pobreza por parte de los

candidatos presidenciales, la figura seguía siendo el Gral. Ríos Montt quien se

erguía con un traje blanco impecable como la máxima autoridad del partido.

Dentro del meeting existieron algunas confrontaciones con personas

(extranjeros en su mayoría) que llevaban pancartas y carteles de “asesino” o

“genocida” en referencia a Ríos Montt, pero los encargados de seguridad del

partido hicieron que estas personas se retiraran de forma pacífica apelando a la

libertad de expresión.

En el caso del PP fue mucho más espontánea la aglomeración. Aunque

los militantes del partido también hicieron un despliegue grande de recursos

para atraer a las bases. La novedad era conocer a uno de los candidatos que

tenían posibilidades de llegar a ser presidente.

El Gral. Pérez Molina llegó en helicóptero creando una atmósfera de

euforia entre las personas. A diferencia del FRG este candidato tenía el apoyo

de los alcaldes de los municipios que componen el área Ixhil. Durante el

“meeting” del PP circularon panfletos en donde se acusaba a la población de no

tener memoria y les sugerían votar por otra opción política que no tuviera un

pasado militar.

201

En cualquier caso, ambas reuniones políticas estuvieron marcadas por

recuerdos, simpatías y ansiedades que se evidenciaban entre la población, en

donde la cara del autoritarismo y el despliegue de subjetividades creadas a

partir de este tipo de gobiernos, se proyectaba en la participación de la gente

(Erazo, 2007). Veámoslo más detalladamente con los siguientes casos que

aparecen en las entrevistas de las beneficiarias del PNR.

5.2.5. “Como si fuera un padre”: exaltaciones para un caudillo.

Para ejemplificar el argumento de la presencia de subjetividades producidas

por el autoritarismo propongo analizar este extracto de una mujer de 79 años

que vive en Santa María Nebaj, y que ha sido tomada en cuenta por el

resarcimiento económico durante el año 2007:

“Ahora se acercan ya las elecciones ya de presidente, no sabemos si van a trabajar bueno, no sabemos cómo son las personas, de repente de sorpresa empiece otra vez la guerra. Esto sería triste si sucede nuevamente. Lo que queremos es que se elija un buen gobierno personas de buena conducta que trabajan, que apoyan y para el bien del pueblo, que va a estar a favor del pueblo como padre de familia del pueblo que haría justicia, leyes dentro del pueblo y esto es bueno. Si no trabajan buenos delante del pueblo el pueblo no se queda tranquilo, sino trabajan bien dentro del pueblo si empiezan con la situación anterior, esto nos preocupa”105.

Una de las características que me pareció más sobresalientes en esta

entrevista fue la articulación de diferentes ideas por parte de la entrevistada. La

pregunta generadora fue ¿porqué buscó el Programa de Resarcimiento? y en

efecto, la mujer dio una respuesta concreta diciendo que lo había buscado

porque ella era víctima y requería el reconocimiento por parte del Estado

guatemalteco de esa condición. Durante la represión de la década de los

ochenta asesinaron a su esposo y sus hijos. También le obligaron a vender sus

terrenos para formar nuevas aldeas (La Pista) y tuvo que huir para salvar su

105 Entrevista 0010907Neb-res. Mujer 83 años. Entrevista en Ixhil realizada por Ana Laynez. Nebaj 2007.

202

vida. Fue muy enfática al afirmar que el Estado guatemalteco fue quien empleó

estrategias para eliminar a la población y este elemento propició el punto de

partida para que empezara a hablar sobre las elecciones que estaban por

efectuarse.

Las dudas sobre las personas que dirigirían el país me sugieren pensar

que la entrevistada posee cierto conocimiento de los candidatos, más no de sus

valores y propuestas de los programas de gobierno como partido político.

Aunque enfatiza que no sabe “cómo son las personas”, arguye que la situación de

la guerra se puede volver a producir. Sin embargo lo que me pareció más

llamativo del extracto es que apele a la figura del padre de familia para hacer

justicia.

Ya Fromm (1941, 1947) había teorizado sobre cómo los sujetos se hallan

dispuestos a someterse a aquellas nuevas autoridades valoradas como capaces

de ofrecerles seguridad y alivio a la incertidumbre mediante tres mecanismo de

evasión: a) el autoritarismo b) la destructividad c) la conformidad automática

(Fromm, 1941).

Para el caso que nos compete la destructividad y la conformación

automática no adquieren mucho sentido, por ello enfatizaré en el autoritarismo

para reflexionar sobre las implicaciones subjetivo-políticas en la población Ixhil.

La entrevista fue realizada luego de la primera vuelta de los comicios, es decir,

el FRG ya no estaba en la contienda electoral. Únicamente estaba el PP y la UNE

(Unidad Nacional de la Esperanza) como contendientes y las encuestas

mostraban que estaba mejor posicionado el PP del Gral. Otto Pérez Molina.

Fue inevitable que me formulara el cuestionamiento ¿el miedo de esta

mujer está relacionado con el papel que realizó Otto Pérez Molina en la

pacificación de la región Ixhil? Muchos de los entrevistados/as relataban

charlas con capitanes y altos mandos del ejército cuando los capturaban en las

203

sierras. Aunque en muchos casos la violencia explícita no era evidente, sí se

puede pensar que la construcción de la subjetividad se vio afectada con la

retórica de estos miembros del ejército.

Naomi Klain (2007) ha realizado una comparación entre los efectos de la

tortura en prisioneros de guerra y las sociedades en estado de shock. La

hipótesis fundamental de esta autora es que, al igual que los prisioneros,

también nos volvemos más propensos a seguir líderes que afirman protegernos.

Esta autora hace un recorrido por los manuales de la CIA y sobre cómo los

estados de shock inducidos por el torturador propician una regresión de la

personalidad a estados infantiles.

Sin embargo lo novedoso del estudio es su aplicabilidad en desastres

naturales, guerras, golpes de Estado, etc. a través de la introducción de políticas

económicas, o como en el caso Ixhil de “procesos pacificación”, que no

necesariamente son experimentados como beneficiosos para la población. Las

personas no se opondrán a la imposición de estas políticas por el estado de

shock en el que se encuentran durante la decisión de las mismas (Klain, 2007).

Las conclusiones de los informes REMHI (1998) y CEH (1999), y de los datos

recabados durante el trabajo de campo, no dejan lugar a dudas de las

estrategias utilizadas por el ejército para convencer a las personas de alejarse de

la guerrilla y convertirse en colaboradores de los militares (CEIDEC, 1990).

El discurso de los militares era exacerbar la culpa entre la población por

haberse dejado engañar con las falsas promesas de la guerrilla106 y que ahora,

tenían que revertir ese error colaborando con la estructura militar delatando a

los posibles guerrilleros o la localización de las CPR. En palabras de Fromm

(1947):

106 Los testimonios que aluden a que la guerrilla engañó a la población son muy frecuentes dentro de las entrevistas porque les ofrecían tierras y una vida con mayores ingresos. También existe bibliografía (Le Bot, 1992) en donde se enfatiza que el engaño no sólo funcionó en base a la ideología, sino también a la inexistencia de las armas para combatir al ejército.

204

A menudo una experiencia que la gente considera como sentimiento

de culpa, surgido desde su conciencia, resulta a veces no ser otra cosa

que el temor que tiene a tales autoridades. Estas personas

propiamente hablando no se sienten culpables sino atemorizadas.

(Fromm, 1947, p. 158).

Son precisamente íconos como los padres, la iglesia o el Estado los que

aportan las bases morales y éticas a seguir dentro del contexto social donde nos

desenvolvemos. Freud le llamó Súper Yo o Ideal del Yo. Por ello la figura del

padre de familia no es casual en el discurso de la entrevistada. Debo hacer notar

que dentro de la jerarquía de los hogares ixhiles el padre adquiere un papel

trascendental como proveedor, cabeza de hogar, así como modelo a seguir, por

lo que se le asignan la potestad, facultad y legitimidad de “gobernar en el

hogar” y fuera de él107.

Además, al estar insertos en una cultura con muchos componentes

machistas y patriarcales se reproducen interacciones donde las mujeres son

sometidas y dominadas por los varones, ya que son ellos quienes tienen mayor

acceso a posiciones de poder como la alcaldía y las distintas cofradías108.

Sumado a estas características de la sociedad Ixhil, el ser anciano es un plus

para el desarrollo de legitimidad en estas comunidades.

Por ello las figuras de los militares como el Otto Pérez Molina o el Gral.

Ríos Montt funcionan de manera en que se proyecta en ellos la necesidad de

107 La nota al pie No. 87 da cuenta de la investidura que se realiza en los jefes hogar. Son ellos quienes deciden qué hablar y qué olvidar. No es casual que los hijos varones sean tan valorados en las distintas localidades que componen el Ixhil porque suponen, en un futuro no muy lejano, el acceso a mejoras en la vida de las personas. 108 La discusión en torno a la complementariedad entre varones y mujeres que se da en la cultura maya ha sido poco debatida en los círculos académicos de Guatemala. Sin embargo, Enma Chirix (2003) ha realizado una fuerte crítica en donde habla que esta complementariedad no está basada en la igualdad, así que debería de hacerse una revisión crítica de los discursos que integran la multiculturalidad y el género en Guatemala, especialmente desde los ámbitos académicos.

205

protección de la población a partir del temor que infunden. De esta forma no es

extraño que esta mujer apele a un caudillo como presidente, es decir, a aquel

hombre que como guía gobierne a la gente y hará valer su palabra como ley

inquebrantable.

5.2.6. La Migración y el arraigo a las posibilidades perdidas.

Quizás lo más importante para la población, o al menos más que las cuestiones

políticas, es la precaria situación económica en la que sobreviven la mayor parte

de comunidades en la región. La evidencia empírica que arrojaron las diferentes

entrevistas realizadas, muestran el continuo nexo que se establecía con las

cuestiones materiales.

“Ahorita no hemos desarrollado muy bien toda la vida estamos en la pobreza”.109

“Yo sigo siempre en la pobreza y voy a seguir siempre pobre y por el ejército pues”.110

“nosotros como poblaciones que fuimos afectadas por la guerra seguimos pobres y seguimos siendo pobres”111

Por supuesto se debe entender que las respuestas se encuadran dentro

del marco de la búsqueda del resarcimiento económico, pero esto no resta peso

al argumento de la pobreza como (re)productora de victimidad en estas

comunidades.

El análisis de las entrevistas dio cuenta que una de las explicaciones más

frecuentes para la falta de recursos materiales fue la pérdida de hijos varones

durante el conflicto armado. Tengo que dejar claro que no estoy emitiendo un

juicio de valor en tanto que las mujeres no sean importantes para la producción

109 0060907Xec-proEc Mujer, 75 años. Entrevista realizada por Santos A. Castro en Ixhil. Traducción al castellano por Teresa Guzmán. 110 0130907Xec-noresEc Varón 61 años. Entrevista realizada por Santos A. Castro en Ixhil. 111 0150907Xec-proEc Mujer 67 años. Entrevista realizada por Santos A. Castro en Ixhil.

206

y acceso de recursos económicos dentro de estas comunidades de la región

Ixhil. Las mujeres también aportan al sustento diario en el hogar y son parte

importante en desarrollo de los mismos, sin embargo en las entrevistas no

aparecen alusiones a su participación activa dentro de este proceso. Por ello mi

análisis enfatiza precisamente en esas diferencias dentro de la construcción de

estos roles.

Es comúnmente aceptado dentro de la literatura psicológica que la

muerte de un hijo/a es una experiencia extremadamente dolorosa ya que no

entra en la secuencia natural de la vida. Si a esto se le suma que la muerte del

hijo/a es resultado de un suceso violento o un accidente, el acontecimiento

adquiere dimensiones inconmensurables en términos de dolor y sufrimiento en

los familiares. Para intentar encontrar una explicación a esta

inconmensurabilidad del sufrimiento, autores como Fernández, Rodríguez &

Diéguez (2006) han apelado al esquema del duelo para explicar este fenómeno

ya que presenta ciertas ventajas entre las cuales están que: Habilita la

experiencia de normalidad en las personas así como que permite situar y

entender la función de distintos elementos como el entorno psicosocial y el

contexto cultural (Fernández, Rodríguez & Diéguez, 2004).

Desde esta concepción los procesos de duelo en los familiares pueden

presentar variabilidades dentro del tiempo considerado como normal, y no por

ello se debe de considerar como una patología (Kordon, Edelman, Lagos, &

Kersner, 2005). Dentro del enfoque constructivista (Pérez, 2006) el duelo es

construido por las personas y “esta construcción depende de las creencias y valores

propias de la cultura” (Fernández, Rodríguez & Diéguez, 2006, p, 457). Desde esta

perspectiva el duelo es un proceso social, que no niega la parte personal, desde

donde se construye y se otorga sentido al mundo sin el objeto (sujeto) perdido.

Este caso hace evidente esta problemática y las extensiones del daño:

“…si estuviera mi hijo él me podría ayudar de mi pobreza. Ahora sólo tengo hijas pero ya se buscaron esposos. De ninguna forma ellas me pueden ayudar porque son mujeres

207

y yo me quede a un lado, y es por eso [que] me duele mucho por todo estos sufrimiento que hoy en día estoy viviendo, todos mis familias se murieron durante el conflicto”112.

Si el duelo supone saber algo que se perdió, entonces éste se puede

extender por su dimensión enigmática (Butler, 2004b). Esta entrevistada es una

mujer de la tercera edad que al momento de ser entrevistada se encontraba en el

proceso de resarcimiento, es decir, había entregado su papelería para que se le

tomara en cuenta dentro del resarcimiento económico (entrega de cheques). El

análisis inicial muestra de forma evidente la valoración de la entrevistada ante

el rol de los varones frente al que realizan las mujeres en la comunidad: el

hombre trabaja, la mujer desempeña papeles pasivos o al menos no

remunerados.

Pero centrémonos por un momento en la siguiente enunciación: “si

estuviera mi hijo él me podría ayudar de mi pobreza”. Esta frase muestra la

condición de víctima a través del arraigo a la muerte de su hijo, y no sólo por

una alteración en el duelo, sino por la vinculación que hace la entrevistada entre

la pobreza y el asesinato de su hijo. Esta mujer asume que las ganancias que

generan los hijos, al menos en términos materiales, se vieron afectadas al no

tener ningún varón que pueda generar este tipo de beneficios.

Resulta interesante que la posible ayuda o beneficios que se puedan

obtener del trabajo de los hijos pase necesariamente por los varones. Aunque la

sociedad Ixhil mantiene ciertos aspectos tradicionales con respecto a las

relaciones de género no es lo que determina la percepción de esta mujer con la

pobreza. Las redes sociales a las que apela la entrevistada se estructuran en

torno al desarrollo de competencias entre los varones y no tanto en las mujeres.

Este caso es entendible desde una economía política de la victimidad ya que

esta mujer intenta formular de manera material las distintas versiones de su

112 Entrevista 0090907Xix-pro. Mujer, 83 años. Entrevista en Entrevista en Ki’che’ realizada por Santos Castro.

208

sufrimiento por la pérdida de sus hijos, y de esta forma acceder al

resarcimiento.

De cualquier forma su posicionamiento ante la pobreza es claro, ya que

asume que es producto de la muerte de su hijo varón. Aunque no es posible

comprobar que antes del conflicto armado la mujer estuviera en una mejor

posición económica que la de ahora, se puede pensar que la construcción de su

mundo parte del arraigo a las posibilidades perdidas. Entre estas posibilidades

se encuentran que su hijo hubiese podido migrar a Estados Unidos y enviar

dinero desde ahí, estudiar para acceder a mejores empleos, o labrar la tierra y

producir así alimentos para mantener a su madre anciana.

El párrafo anterior nos lleva a reflexionar que las víctimas sobrevivientes

del conflicto armado interno guatemalteco atribuyen propiedades a su realidad

en función de las interacciones cotidianas. Aunque muchas de las

interpretaciones que hacemos del sufrimiento suelen ser personales, en estos

casos poseen un fuerte componente estratégico al estar insertos dentro de

contextos económicos-políticos como el PNR, lo que hace que se generen efectos

en la población. Este extracto es bastante explícito al respecto de estos efectos:

“pero sabemos muy bien que el precio de una persona o de un niño no es directamente de Q20.000. Mucho es lo que gana un niño que vive ahora en cuanto a su trabajo. Me doy cuenta que los otras familias y vecinos tienen sus hijos y trabajan algunos ganan dinero y a veces van a los Estados Unidos y es ahí donde ganan dinero y trabajan mucho entonces es un tristeza para mí que perdí mis niños y espero que me tomen en cuenta del programa”.113

Más allá que el conflicto armado haya producido diferentes

subjetividades y posicionamientos (Erazo, 2007), la pobreza se presenta como

esa materialidad, explícita para todos, de los efectos de la guerra y que recuerda

constantemente las opciones perdidas de la gente (Piper, 2005b).

113 0110907Xec-proEc Mujer, 53 años. Entrevista realizada por Santos A. Castro en Ixhil.

209

No se puede juzgar la actualización del dolor por medio de la pérdida de

los recursos que hubieran generado estas vidas, aunque solamente sean

imaginadas. Es la articulación entre la política y la economía lo que permite

pensar que la pobreza también colabora con que la victimidad sea explícita en

estas comunidades mediante la influencia del PNR.

A manera de síntesis capitular puedo afirmar que la victimidad permite

eliminar los análisis que giran en torno a la (re)victimización, ya que la gente

no vuelve a producirse (o es producida) como víctimas, simplemente no han

dejado de serlo por los factores económicos, políticos y subjetivos que se

atribuyen a los efectos de la guerra. Por esta razón hablar de reparación y/o

resarcimiento en Guatemala es tan complejo.

De esta forma finalizo este capítulo en donde he dado cuenta de la

construcción de la victimidad a través de los recursos discursivos y materiales

que son empleados por las víctimas sobrevivientes de las comunidades de la

región Ixhil del nor-occidente de Guatemala.

210

CAPÍTULO 6 Redes de apoyo para acceder al resarcimiento

Dolerse y convertir la aflicción en un recurso político no es resignarse a una simple pasividad o impotencia.

Judith Butler (Deshacer el género)

Hasta ahora la noción de victimidad ha sido presentada como efecto de los

sucesos de la guerra; sin embargo, también puede ser empleada como herramienta en

las reivindicaciones políticas de las víctimas, especialmente dentro de las luchas

para acceder a la reparación y el resarcimiento. Cualquier lector/a podría

cuestionar ¿porqué hablo de luchas para acceder al resarcimiento? ¿Acaso la

reparación no es un Derecho para las víctimas en Guatemala? ¿No es un deber

del Estado guatemalteco reparar los daños ocasionados durante el conflicto

armado?

Las respuestas no son tan obvias cuando se analizan los testimonios y

estudios realizados en torno a la percepción de las beneficiarias sobre el

funcionamiento del programa de resarcimiento (PDH, 2006; PNR, 2007;

ODHAG, 2009). La reparación en Guatemala más que un Derecho para las

víctimas, pareciera una lucha constante para que se les tome en cuenta. No

obstante, y siguiendo las experiencias de algunas asociaciones de víctimas

colombianas, la victimidad puede ser re-significada a partir de los esfuerzos de

las personas para ser tomados en cuenta por el PNR, y de esta forma alejarse de

una re-victimización, especialmente desde las redes que se despliegan para

acceder al resarcimiento.

Además, no se puede obviar que dentro de estas luchas por formar parte

de los/as beneficiarios/as del programa, la victimidad aparece como estrategia

211

para acceder a las diferentes medidas de reparación y es totalmente legítimo

que las personas conviertan la aflicción en un recurso político (Butler, 2004a).

Por estas razones, y una vez definidos los elementos discursivos y materiales

que contribuyen a la construcción de la victimidad, me dedicaré a dar respuesta

a los aspectos sociales que favorecen que la condición de víctima sea empleada

para acceder a los diferentes elementos de reparación que propone el PNR.

Empezaré por las redes que despliegan las víctimas sobrevivientes para

formar parte de los beneficiarios/as del programa. Entre los hallazgos de la

investigación se encontró que, además de los proveedores de salud como

médicos/as, enfermeros/as, o promotores/as de salud, la gente emplea las

relaciones sociales para buscar soluciones a las problemáticas individuales y/o

sociales que se presentan día a día. La búsqueda de alivio por medio de ONGs,

programas Estatales y diferentes asociaciones locales, da cuenta de la

importancia de las redes en el área Ixhil. Las relaciones humanas se conforman

como entramados participativos entre los miembros de cada comunidad que

proporcionan ayuda mutua en las situaciones consideradas como

problemáticas. Por ello el concepto de red social se entenderá como “una

metáfora que se usa para describir una serie de vínculos que unen a un grupo de actores,

para los que cada vínculo se compone de uno o más relaciones.” (Requena, 1996, p.

15).

Las redes sociales pueden ser pensadas como los recursos más

importantes de la gente, ya que obtenemos ayuda de otras personas a cambio

de ofrecer la nuestra a cambio. Por supuesto estas relaciones no están libres de

conflictos, pero no se analizarán en profundidad en este documento.

Simplemente me dedicaré a describir cómo la gente se organiza, busca y emplea

estas redes en la región Ixhil.

Dado que las prácticas para el cuidado de sí hicieron explícita la noción

de victimidad, me parece pertinente describir la lógica que siguen estas

212

prácticas de alivio ya que dotan de inteligibilidad a las respuestas que se dan en

torno al resarcimiento. Más importante aún, estas prácticas de alivio dan cuenta

de una racionalidad específica que sostiene las relaciones sociales en estas

comunidades (Mosquera, 2006), situación que no sucede con la lógica del

resarcimiento como se ha llevado a inicios del año 2010, la cual ha dado paso a

una serie de problemas en el trabajo de reparación (ODHAG, 2009).

En este capítulo explicaré que la enfermedad, así como el sufrimiento,

deben entenderse como una manifestación de las relaciones sociales en el marco

de las especificidades culturales de las comunidades que componen la región

Ixhil, las cuales no han sido tomadas en cuenta de forma seria por el PNR en los

procedimientos del resarcimiento integral. De esta forma paso de la esfera

comunitaria al espacio en donde interactúan los miembros de las comunidades

con ONGs y Estado siguiendo el esquema propuesto (Ver figura No. 2) y donde

el PNR tiene un papel protagónico.

213

6.1. Prácticas en búsqueda de alivio.

Iniciaré con un cuestionamiento anotado en mi cuaderno de campo al respecto

del posible sesgo que pudo existir por mi presencia en la construcción de los

discursos de victimidad: ¿la gente de las comunidades hablará de la guerra

entre ellos de la misma forma en que me la narran? ¿Se asumirán como víctimas

frente a sus familiares? suponía que no, ya que mis observaciones y

participación en las conversaciones no pudieron penetrar hasta este punto. No

está de más recordar que asumirse como víctima es un tema muy espinoso y

que dificulta muchas veces los procedimientos para poder dar cuenta del

proceso. Así pues, tuve que buscar un mecanismo que me permitiera llegar a

esos espacios más íntimos en las conversaciones que se daban en los hogares,

por supuesto tomando en cuenta que los-as entrevistados-as no se sintieran

incómodos o violentados.

La victimidad mutaba con mi presencia en las comunidades porque era

el extranjero, el que podía traer recursos a las comunidades. A veces me daba la

impresión que la gente me decía lo que pensaban yo quería escuchar. Sin

embargo esto cambiaba cuando, por ejemplo, preguntaba aspectos relacionados

a la salud de sus hijos o de sus familiares. En estos casos solían ser más

espontáneos al referirme la secuencia que habían seguido en la curación/alivio

y los problemas que se suscitaban con sus abordajes terapéuticos. De hecho, las

prácticas en búsqueda de alivio no sólo proporcionaban sanación a las personas

sino que además, era la manera más fácil para evidenciar cómo se conformaba

esa urdimbre que mantiene y reproduce las relaciones sociales en las

comunidades (tejido social).

En el capítulo anterior he hablado que la salud visualizada desde la

cosmovisión indígena refiere en, muchos casos, a lógicas y racionalidades

distintas a las que se hacen habitualmente en las sociedades occidentales (Eder

214

& Car, 2004). Esto no es excluyente de las poblaciones no indígenas que

componen el país, sin embargo es más evidente y se ha estudiado más en

contextos rurales. Las prácticas que se despliegan de la acumulación de los

saberes indígenas sobre la prevención, intervención, tratamiento y curación de las

enfermedades pueden diferir sensiblemente de las prácticas que se usan en las

poblaciones con mayor “desarrollo”.

Aunque estas prácticas son el resultado de un bagaje histórico-cultural

de muchos decenios en las comunidades indígenas de Guatemala, es hasta hace

relativamente poco tiempo que se le ha prestado la importancia que merece, y

que precisamente, fue gracias a la transformación identitaria de indígena a

maya (Valdéz, 2002; Adams & Bastos, 2002; Paniagua, 2007; Cúmes & Bastos,

2007) que se empezó la potenciación del conocimiento, sistematización,

normalización y estudio de este tipo de prácticas114.

Los saberes acumulados de las prácticas de alivio o sanación en las

comunidades indígenas han sido mayormente legitimadas a través de la

valoración y funcionamiento de éstas prácticas. Estos argumentos no poseen el

carácter comprobable que se usa en la ciencia médica, sino que se recurre a

experiencias dentro de la cotidianeidad en las que se pueda evidenciar de forma

clara y sencilla la efectividad de estos procedimientos.

Desde los casos que analicé en las tres comunidades pude reflexionar que

el despliegue de competencias diarias que usa la gente para solucionar

problemas varía dependiendo de la cantidad de recursos e información que se

maneje en el hogar, así como las redes que despliegan para acceder a estos

recursos. Aunque no necesariamente la población con mayores ingresos

114 La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha enfatizado en los últimos años en tópicos relacionados con la pertinencia cultural en las prácticas de salud/enfermedad/atención, sin embargo no es sino hasta entrados los años noventa del siglo XX en que existe una aproximación más sistematizada en Guatemala. Los pueblos indígenas se han convertido en un foco de preocupación por el limitado acceso a servicios sanitarios, las condiciones de vida y la escasa participación económico-política que tienen estos conjuntos sociales.

215

económicos dentro de las aldeas es la que tiene mayor acceso a la información;

sí pueden adquirir con más facilidad las medicinas recetadas en los hospitales o

por médicos privados. El registro diario de eventos (RDE) nos permitió acceder

a las redes que se creaban en la búsqueda de alivio al tener preguntas concretas

sobre las problemáticas cotidianas (Ver anexos).

Las prácticas de alivio evidenciadas en las comunidades pueden ser

agrupadas como parte del denominado pluralismo médico (Mosquera, 2006;

Mosquera & Kolstrup, 2006), es decir, deben entenderse como la existencia de

sistemas paralelos o alternativos (medicina occidental, medicina indígena,

medicina espiritista, curadores tradicionales etc.) que incorporan elementos de dos

o tres sistemas diferentes (Cosminsky, 1983. Citada por Mosquera, 2006). La

conducta pluralista según estas autoras se puede caracterizar como:

1. Pragmática,

2. Se relaciona con la amplitud e intervención de la fe en los aspectos

sobrenaturales y espirituales,

3. Determina su coexistencia con varias tradiciones o sistemas de alivio,

4. Determina su existencia con la de sus propios especialistas, ideologías

y prácticas, así como

5. Una combinación indistinta de fármacos de patente, con remedios

caseros elaborados a partir de plantas medicinales (Mosquera, 2006).

En Guatemala las prácticas de alivio por parte de la población indígena y

no indígena, está íntimamente ligada a pensamientos y prácticas plurales, es

decir, además del uso de saberes propios se han articulado saberes biomédicos.

En palabras de Mosquera y Kolstrup (2006):

En la esfera de conocimientos, prácticas e ideologías sobre el proceso

de salud/enfermedad/atención es incorrecto negar la articulación que

existe entre las diversas fuentes de conocimiento: bio-medicina,

216

biorritmos energéticos, nosotaxia popular, fitoterapia, etc. En la

práctica, lo que experimenta la población guatemalteca es una

articulación de todo lo que saben sobre determinada enfermedad para

finalmente conseguir el alivio (Mosquera & Kolstrup; 2006, p. 75)

En nuestra vida, dependiendo de la cultura a la cual nos adscribamos,

cambiamos y probamos opciones de curación, sean estas biomédicas,

homeopáticas o de cualquier otro índole. De esta forma se van construyendo

múltiples alternativas y estrategias en búsqueda de salud. Con los siguientes

casos ejemplificaré las redes que, de forma general, se crean en la búsqueda de

alivio de la región Ixhil.

“Le hablé a mi mamá por teléfono y le conté que mi hijo estaba enfermo y que no dormí con él toda la noche. El domingo hace 8 días ayer. Le conté que tenía granos en la boca. Se pasó llorando todo el domingo, amaneció el lunes y siguió llorando, y le pregunto a mi suegra ¿Qué hago mamá? No te lo llevés, esperá dijo ella. Pero yo le decía, yo me voy [al hospital], yo me lo quiero llevar ¿pero qué hago? porque ya no mamá le vuelvo a decir, pero en eso viene mi mamá y le comenté que ya no habla. Entonces me dice, llévatelo a la consulta, no ves que ya está bien grave. Lo llevaré, pero en eso le hablé a mi suegro y le comenté la situación porque él se había ido en camioneta a la finca, entonces me comuniqué con él y le conté que el nene estaba bien grave y él me responde: estoy en el Quiché y le pregunto otra vez, ¿qué hago con el bebé? y él me dice espérame ya llegaré, espera llevaré medicina. Eso fue lo que me dijo y luego llegó y traía para la fiebre y traía para los granos y se lo di. Por la mañana del día martes le seguí dando y ya no fui [al hospital]…” 115

“…así como pues yo, pues la verdad es que, cuando [me] curé por esta enfermedad no [tomé] medicina ni nada. Probé inyecciones. Compré inyecciones, gasté como saber cuántos pistos, dinero gasté… gasté y, no da alivio, más peor. Me puse inyección en Nebaj, fui con el doctor, fui con el doctor en el hospital Nebaj [y me dijo] que no tengo enfermedad, que sólo poco normal lo que tenés, y de la noche sudando, sudando, sudando… toda mi camisa. Por la oración el señor como los, como te mira, ciervos del señor… con así… se reciba mensajes; todo dice en las oraciones. Y... sólo así [me curé]… la obra de dios.”116

115 Entrevista Ego, Hogar No. 5, Mujer 19 años. Nueva Concepción Xolcuay, 2006. Entrevista realizada por Ana Laynez en Ki’ché. 116 Entrevista Alter, Hogar No. 5, Hombre 64 años. Nueva Concepción Xolcuay, 2006. Entrevista realizada en castellano.

217

“Pues solo un dolor de mi cuerpo. Sí, solo un dolor de mi cuerpo lo que lo que me está chingando y siempre me padezco, no es que estoy, no estoy bueno no que por eso estoy diciendo seguro por el, por el conflicto pues porque ya no teníamos de que comer y seguro es una enfermedad se me quedo de una vez en el cuerpo y hasta ahora a veces que estoy buena y veces que me, me agarra. Ya busqué así varios remedios pero no, no pasa. Yo ya fui así con los, los promotores de salud ya fui con los enfermeros no, no encuentran qué es la enfermedad, lo que yo tengo, no lo encuentran”117. Por supuesto en cada caso cambian los vínculos que componen la red,

sin embargo el análisis de los 30 hogares visitados me permitió hallar ciertas

regularidades en la búsqueda de alivio, las cuales se aprecian mejor a través de

este modelo:

Figura No. 3 Red general de alivio región Ixhil

Tienda

Guía o terapeutas

Esposo

Comadrona

EGO

Familia

extendida

Vecinos

Iglesias

Médico privado

ONGs

Farmacia

Centro de salud

Vendedor

ambulante

ZONA DE PRIMER ORDEN

ZONA DE SEGUNDO ORDEN

ZONA DE TERCER ORDEN

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

117 Entrevista Ego, Hogar No. 21 Mujer, 35 años. Santa Clara, 2007. Entrevista realizada en castellano.

218

Como he mencionado, esta red engloba de forma muy general las

personas o instituciones a los cuales acuden las personas en búsqueda de alivio,

pero no representa lo más importante en mi análisis. Las redes también permite

teorizar sobre el proceso de salud-enfermedad, y las implicaciones sociales que

esto tiene, a partir de tres sistemas de alivio que se articulan en estas

comunidades: Auto-atención, Saberes específicos de las comunidades y la

búsqueda de servicios especializados desde la orientación bioquímica.

Para evidenciar estas lógicas he decidido colocar tres zonas

diferenciadas las cuales se organizan desde los vínculos más cercanos al Ego,

hasta los que no forman parte directa de sus opciones de alivio. Cada zona

también puede integrarse como parte de la anterior, pero por ser un esquema

estático es más fácil visualizarlo de esta forma.

6.1.1. La Auto-atención.

La práctica inicial que emplean las personas en las comunidades para paliar las

enfermedades o padecimientos es la auto-atención, es decir, el cuidado por sí

mismos a base a remedios caseros y otros procedimientos que corresponden al

espacio familiar, y que es manejado fundamentalmente por las mujeres que

componen el hogar, es decir madres, abuelas o hijas que hayan entrado en la

pubertad. Esta práctica

…supone la realización de una serie de actividades orientadas directa

o indirectamente a asegurar la reproducción biológica y social a partir

de la unidad doméstico/familiar. Dichas actividades en lo que

respecta a los procesos de salud/enfermedad, integra alimentación,

limpieza e higiene, curación y prevención de enfermedades, daños y

problemas. (Menéndez, 1990, p. 176).

219

La definición anterior es muy clara al respecto de la conformación de

redes sociales en las comunidades a través de la auto-atención ya que

participan miembros de los hogares, así como familia extendida, y en algunas

ocasiones los vecinos también colaboran dentro de la red de alivio. Por ello es

necesario describir los procedimientos para detallar el funcionamiento de las

zonas de primer orden.

6.1.1.1. Remedios caseros.

Uno de los elementos indispensables para la auto-atención es la producción de

remedios o ungüentos caseros para el alivio de ciertas enfermedades. Mosquera

(2006) afirma que la elaboración de estos remedios tiene como base las

propiedades de ciertas plantas medicinales, las cuales han sido transmitidas de

generación en generación entre las mujeres principalmente118.

Las plantas suelen ser cultivadas en los pequeños huertos que poseen los

hogares, aunque a veces también salen a buscar las plantas fuera de la

comunidad y en muy raras ocasiones las compran en el mercado. En las huertas

de cultivo identificamos varias plantas que tenían propiedades curativas. Era

frecuente encontrar en las siembras plantas como la Verbena (Verbena

officinalis), la Ruda (Ruta graveolens), el tabaquillo (Solanum mauritianum), el

Chanac, y otras más, con las cuales las personas producen remedios caseros o

insumos para su aseo personal.

El vaciado de datos del RDE evidenció que en las comunidades más

alejadas como Santa Clara y Los Encuentros Amajchel, es más frecuente su uso.

Esto no quiere decir que en Nueva Concepción Xolcuay no se emplee, pero

dentro del registro no apareció con tanta frecuencia como en las otras

comunidades.

118 Los varones también poseen conocimientos en torno al uso e identificación de las plantas medicinales pero son las mujeres quienes se dedican a realizar los remedios dentro del hogar.

220

Este fenómeno puede ser explicado a partir del acceso a los centros de

convergencia o Puestos de Salud del Ministerio. A menor acceso a este tipo de

servicios la gente tiene que ingeniárselas para poder contrarrestar los efectos de

las enfermedades. Es por ello que la recurrencia a la auto-atención haya sido

más explícita en comunidades en donde el acceso de los servicios de salud del

Estado es casi nulo119.

En el hogar No. 21 era fácil observar las plantas que crecían en los

alrededores de la casa, las cuales, usaban para curar fiebres, diarreas y mitigar

procesos gripales. En otros hogares como el No. 26 también era frecuente el uso

de Verbena para ciertos malestares de la gripe. En el hogar No. 22 el huerto era

cultivado exclusivamente con plantas medicinales para el uso del guía

espiritual.

Otro de los elementos importante en las prácticas de auto-atención es el

uso del temascal. Este tipo de sauna fue mencionado por un gran número de

hogares y suele ser un procedimiento muy utilizado por las personas para

aliviar dolencias relacionadas con el cuerpo. El temascal es una pequeña

construcción de adobe o block en donde suelen relajarse las personas en la

Región Ixhil120.

El procedimiento consiste en encender fuego y calentar piedras, luego se

echa agua en las piedras poco a poco las cuales sacan vapor de agua. Las

temperaturas son bastante elevadas, dependiendo de la cantidad de piedras que

se usen y de qué tanto las hayan calentado. Por medio del calor que se produce

en el temascal las personas relatan que suele tener mejorías en el tratamiento de

119 Existe más explicaciones sobre el uso y efectividad de la auto-atención como sistema de alivio y entre los exponentes más sobresalientes de la escuela latinoamericana se encuentran Menéndez (1990) y Mosquera (2006). Mi análisis resulta bastante pragmático con respecto a esta práctica de alivio, pero se debe a la especificidad que busco en torno a la búsqueda de resarcimiento también. 120 También es utilizado en otras regiones indígenas, pero el clima debe ser de frío a templado.

221

sus padecimientos y es una práctica que se ha llevado a cabo desde hace

muchos años por lo práctico y económico.

Fotografía No. 9 Temascal en Nebaj. Fotografía realizada por Jacinta Ceto, Nebaj, 2010

La auto-atención plasmada en el uso de remedios caseros es muy

importante en estas comunidades porque, como afirman algunas de las

personas que se entrevistaron, es una tradición que aprendieron de sus

antepasados. Aunque las cuestiones étnicas y de identidad están presentes en

este tipo de prácticas, no son las que definen mayormente el uso de este tipo

estrategias en la búsqueda de alivio. La razón más significativa para la gente de

estas comunidades es que funciona, y lo más importante, es barato.

6.1.1.2. La tienda.

Aproximadamente existen 15 tiendas en la comunidad de Nueva Concepción

Xolcuay, 6 en Los Encuentros Amajchel y 8 en Santa Clara. Estos datos ayudan

222

a comprender la importancia de tener esa cantidad de tiendas para el total de

familias que habitan en las comunidades. Las tiendas también funcionan como

apoyo en la solución de problemas o búsqueda de alivio en las comunidades, ya

que es un lugar donde la población suele comprar medicinas para sus

dolencias. Esta práctica es importante en tanto proporciona alivio rápido y

barato para los pobladores, en especial para dolencias en niños.

Posiblemente muchos médicos e investigadores en salud podrán no estar

de acuerdo en que la tienda sea un proveedor de salud, sin embargo, funciona

para aliviar las dolencias menores de la gente. Las tiendas influyen

directamente en el bienestar físico y social de las comunidades. Los siguientes

casos muestran la importancia de la tienda.

En el hogar No. 1, tanto los hijos y los padres han visitado al Centro de

Salud de la comunidad, así como el hospital de Nebaj y médicos privados, pero

sólo lo hacen cuando los niños se ponen muy enfermos, de lo contrario

compran medicinas en la tienda. De la misma forma doña J. del hogar No. 3,

hace suero para sus hijos cuando tienen mucha fiebre. Lo prepara con agua

hervida, limón, azúcar y sal que compra en la tienda. Habitualmente los hijos se

enferman de fiebre o diarrea por lo que, además del suero, les administra

Acetaminofen (paracetamol) en jarabe que compra en la tienda y pastillas para

la diarrea (alka-d).

Doña J. del hogar No. 7 suministra Tabcin (antigripal) a sus hijos para la

gripe, y en el hogar No. 9 doña M. recurre frecuentemente a la tienda para

obtener Bebetina121. Ella utiliza los conocimientos adquiridos de las

enfermedades de los otros hijos, por ejemplo administra Acetaminofén

(paracetamol) para bajar la fiebre o aspirinas para quitar el dolor. Para la gripe

no puede hacer mayor cosa: “más que esperar, ya que no se puede hacer nada” nos

121 La Bebetina no se prescribe en los hospitales guatemaltecos y ha sido fuertemente criticada por los altos niveles de plomo que contenía. Es un analgésico y antipirético que se encuentra generalmente en las tiendas de la región Ixhil.

223

ha dicho. Para la fiebre y la tos les administra Histaprin (Antihistamínico) que

también compra en la tienda.

La experiencia que han adquirido los/as dependientes de las tiendas en

los tratamientos sirve también para moldear un esquema de ayuda122, es decir,

cuando la gente llega a la tienda y pregunta por un medicamento, el/la

dependiente/a puede asumir que más gente podría ir a buscarlo, y de esta

manera la mayoría de las tiendas posee las medicinas básicas para dolores de

cabeza, diarrea, o gripe. Habitualmente las pastillas se encuentran revueltas en

frascos de plástico o vidrio grandes (como donde guardan los caramelos) y

cuando la gente llega a preguntar por el medicamento lo buscan dentro del

frasco. Durante el trabajo de campo observé varios niños que iban en busca de

esta clase de pastillas, además, muchas veces los dependientes/as de las tiendas

solían ser niños/as también, por lo que el intercambio pasaba como algo

totalmente normal.

Fotografía No. 10 Medicamentos en una tienda. Fotografía realizada por Henrik Ronsbo, Xolcuay, 2006

122 Por supuesto también se debe tomar en cuenta que es una estrategia de mercadeo de las tiendas pero que indirectamente ayuda a solucionar ciertos problemas de salud.

224

Las personas buscan las tiendas como distribuidoras de medicinas para

el alivio de enfermedades, en tanto que el procedimiento es fácil, barato y suele

tener una eficacia muy elevada. Por esta razón puedo afirmar que la tienda es

uno de los proveedores con más legitimidad dentro de las poblaciones para

buscar alivio rápido y barato.

En algunas ocasiones este sistema de auto-atención no funciona ya que se

presentan problemas con personas alérgicas (por ejemplo a la aspirina) o casos

de intoxicación (bebetina) pero en general, suele ser funcional para la población.

La siguiente fotografía muestra la relación de las tiendas con el cuidado

cotidiano del hogar.

Aunque en la figura No. 3 he colocado a la tienda como parte de la zona

de segundo orden, también forma parte de la red de alivio que se crea desde el

sistema de auto-atención, ya que son los mismos familiares quienes acuden a

ellas para solicitar los medicamentos, pomadas o los ingredientes para realizar

remedios o ungüentos caseros.

6.1.1.3. Iglesias.

Las iglesias son las instituciones que con más frecuencia son utilizadas para el

alivio de la población en términos psicosociales. El problema surge cuando se

intenta catalogarlas en los sistemas que he descrito, porque no entra en los

criterios de auto-atención pues se basa en determinado tipo de saberes, pero

que no están basados en la lógica específica de la comunidad, ni tampoco en

racionalidad biomédica. Sin embargo, forma parte importante de la

cotidianeidad de las poblaciones y las personas que viven en las comunidades

suelen acudir a ellas de manera asidua.

225

Tanto la iglesia católica como la iglesia evangélica han jugado un papel

importante en la constitución de sujetos en las aldeas. Quizás los católicos no

tengan una participación muy activa con su iglesia pero ejercen libertades que

los evangélicos no tienen, por ejemplo beber alcohol y fumar. Algunos de los

entrevistados han mencionado que la iglesia evangélica ha sido una experiencia

de cambio radical en su estilo de vida. En algunos casos las personas han dejado

la bebida y “los vicios” por la iglesia y otros han sanado a partir de la oración

como en los casos que abren este apartado123.

123 Dary (2007) hace un recorrido por cinco tesis básicas para entender el problema del cambio religioso en Guatemala. La primera, que denomina “el plan contrainsurgente que llegó del norte”, apela a que la guerra interna jugó un papel importante en tanto que las conversiones serían el resultado del éxito de los planes contrainsurgentes y anticomunistas diseñados desde los Estados Unidos, en los cuales se concebía como un ideal la vida alejada de la política. La autora afirma que si bien es innegable la vinculación entre política y religión, y la confrontación entre el fundamentalismo norteamericano y la teología de la liberación; la citada tesis resulta simplista porque no permite entender otras motivaciones personales y comunitarias que desembocaban en la conversión. Para complementar la primera tesis propone la opción del “bread and dollars” que a diferencia del argumento anterior enfatiza en la situación de pobreza en la que se encontraban (y se encuentran) las comunidades indígenas. La idea fundamental de esta tesis radica en una administración más austera de los gastos del hogar, en tanto que el consumo de bebidas alcohólicas y “otros vicios” era visto como algo inmoral dentro de las celebraciones y formas de vida propuestas por las iglesias evangélicas. Es por ello que mediante una buena planificación de los gastos las personas podría llegar a acceder a un modo de vida moral y económico más beneficioso. La tercera tesis, de corte marcadamente antropológico, remarca la vinculación de dos aspectos: la modernización y el abandono de los cargos en la organización social en torno a las fiestas patronales y las formas tradicionales de autoridad en los pueblos indígenas. Dary se refiere a la modernización en términos de una apertura global en donde los relatos de progreso y emancipación a través de la razón adquieren cada vez más valía. Esto, menciona la autora, se hace evidente en el uso de tecnología para la agricultura, el espaciamiento de los embarazos, pero principalmente del cambio de forma de vestir. El cuarto aspecto matiza en el carácter moral de los cargos políticos más que los costumbristas. En la jerarquía de las cofradías y/o puestos de poder dentro de la comunidad tenía que pasar mucho tiempo para que alguien nuevo pudiera acceder a estos puestos, sin embargo, por la separación que hicieron los misioneros evangélicos, así como algunos de la acción católica, de las costumbres y la política ya no se necesitaba necesariamente ser “principal” y costumbrista para estar en el círculo de los poderosos del pueblo (Dary, 2007). Por último, se plantea la tesis de “la flexibilidad y solidaridad” en donde las iglesias, por medio de los pastores, abren la puerta a la gente que no sabe leer. A diferencia de las iglesias históricas, las nuevas iglesias evangélicas no exigen que los fieles sepan leer y escribir. Además, tienen una estructura menos jerárquica que hace de la participación de la gente un asunto más fácil: quienes no pueden leer el mensaje lo escuchan, además pasan a dar su testimonio.

226

Sin embargo reproducen modelos rígidos en cuanto a relaciones de

poder y género dentro de los hogares que asisten al culto. La iglesia, y quizás

más la evangélica, funciona como lugar de relaciones sociales y apertura de

redes.

Al ser instituciones con poder dentro de la comunidad, los pastores y

predicadores de la palabra son investidos con mayor legitimidad que otras

personas. Los consejos y ayudas que pueden otorgar estas personas son

recibidas con respeto por parte de los fieles y afectan, en gran medida, las

decisiones que toman en su vida diaria.

Para un número grande de los entrevistados, Dios es el primer y último

recurso que emplean para solucionar sus dolencias. Si consideramos todas las

iglesias que se encuentran aglomeradas en tan reducido espacio, además del

alto número de feligreses e influencia que tiene en las actividades cotidianas,

puedo afirmar que las comunidades son muy religiosas. En todos los hogares

entrevistados oran por sus preocupaciones, dolencias o sufrimientos. También

oran por las personas que se encuentran lejos, o que se van para los Estados

Unidos de América (Hogares No. 8, 15, 17, 26).

La creencia en Dios es parte importante de la cotidianeidad de la

comunidad especialmente cuando existen problemas en los hogares, sin

embargo, no quiere decir que los pobladores evoquen exclusivamente a Dios

para estos momentos de sufrimiento. En la dinámica de las aldeas, la

religiosidad tiene un papel primordial en la constitución de moralidad, y por

tanto, de acciones que giran en torno a esta moralidad.

La oración posee cualidades terapéuticas para la gente. Algunos

entrevistados dicen que es Dios quién los pone a prueba o son instrumentos de

su voluntad. Todo esto refiere a una fuerza sobrehumana que vela por el

bienestar de todos. En el hogar No. 4 el medio por el cual se resolvían los

227

problemas era orando, no se utilizaban otros procedimientos más que la

oración. Al menos eso fue lo que nos dijeron. Los hijos de doña M. padecen

frecuentemente tos y fiebre pero ella no va al centro de Salud ni tampoco al

centro de convergencia que está en la comunidad, su fe es muy fuerte en Dios

según ella, y nos ha comentado que ora todos los días para que mejoren.

En otros casos también se hace explícita esta fe por un ente superior. En

la Casa No. 5 y 6 narran que fue dios quien puso la mano para salvarlos de la

guerra y el hambre. En la casa No. 3 llegan a orar por la madre de doña J. y ella

siente alivio y apoyo con esta práctica.

Una diferencia que se encuentra entre los practicantes católicos y

evangélicos en la búsqueda de alivio, es el uso de recursos culturales, es decir,

prácticas de curación que han pasado de generación en generación como los

hueseros, sobadores, o guías espirituales. Estos son oficios reconocidos en casi

todas las comunidades guatemaltecas.

Don J. del hogar No. 1 mencionó que había ido a un huesero, pero

afirmaba que sólo los católicos iban porque ellos estaban “con lo de los mayas”,

pero el resto de personas prefería no ir porque sus creencias se lo impedían. Al

parecer, el catolicismo es mucho más flexible en cuanto a probar alternativas

diferentes a la fe cristiana evangélica, por lo que se entremezclan las prácticas

católicas con cierto tipo de habilidades atribuidas a ciertas personas que poseen

el don de curar (comadronas o guías espirituales). Pero esta discusión abre

precisamente el próximo sistema, es decir, la mal llamada medicina tradicional

la cual se integra con las prácticas de auto-atención, las tiendas e iglesias.

6.1.2. El modelo médico alternativo subordinado: la medicina indígena.

Si los procedimientos empleados en la auto atención no tienen los efectos

esperados, las personas apelan al conocimiento de sus expertos dentro de la

228

comunidad, los cuales podríamos definir como modelo médico alternativo pero

que está subordinado. He decidido colocar estos especialistas en la zona de

segundo orden puesto que suelen ser las opciones creadas desde la comunidad.

Menéndez (1990) argumenta que este modelo está compuesto por “el

conjunto de prácticas, saberes e ideologías que presentan rasgos no homogenizables y

que algunos no integran la totalidad de los rasgos estructurales a señalar” (Menéndez,

1990, p. 88)

Existen varios debates alrededor del adjetivo “tradicional” que se le

asigna a este tipo de conocimientos; sin embargo las implicaciones que tiene

contrastar un sistema de salud como “moderno” (la biomedicina) en

contraposición a los “tradicional” (lo indígena), pone en desventaja este último

sistema de alivio ya que se apela a la medicina de los “salvajes”. Por esta razón

evitaré utilizar de aquí en adelante el término tradicional, pero insistiré en que

con la búsqueda de este tipo de saberes se expresan la lógica y racionalidades

propias de las comunidades a través de sus expertos como las comadronas

(parteras), sobadores-as, guías espirituales, hueseros, etc. (Mosquera, 2006).

Tal y como proponen Eder & Car (2004), el concepto regulador que se da

dentro de la terapéutica indígena es la espiritualidad. Estas autoras sostienen

que la función social de la espiritualidad ayuda a encontrar un medio de

entendimiento entre los padecimientos humanos y el equilibrio del universo. A

diferencia de la auto-atención, en este sistema de alivio se presentan

conocimientos específicos y especializados en los proveedores de salud, los

cuales no son empleados por el resto de población ya que no ha sido instruidos

en estos procedimientos de alivio, por ello he decidido dedicarles un espacio

diferente.

La medicina indígena ha resurgido como parte de un proceso de

revalorización de antiguas prácticas que intentan contextualizar los saberes en

229

el campo religioso/cotidiano como elemento de identidad. Por ejemplo, en

Santa Clara los saberes que se han acumulado desde la espiritualidad han sido

puestos en práctica nuevamente luego de la firma de los Acuerdos de Paz.

Muchas de las personas que practican la espiritualidad maya enfatizan en el

carácter histórico de estas actividades, en especial porque conlleva

implícitamente la unión entre sus saberes médicos y componentes de su

espiritualidad.

Aunque no todas las personas de la comunidad comparten esta visión de

las prácticas mayenses, sí lo ven como una oportunidad para acceder a

determinado tipo de recursos, verbigracia, las líneas de reparación que propone

el PNR en materia cultural. Como ya he mencionado, el programa pretende

hacer una recomposición del tejido social dañado por la guerra, sin embargo,

dentro de sus lineamientos enfatiza como prioritarias a todas aquellas personas

que expresen la perdida, o hayan visto dañada su identidad cultural y/o

prácticas espirituales por medio del resarcimiento cultural.

Foto No. 11

Ceremonia maya, Santa Clara 2007

230

Esto no quiere decir que las prácticas en torno la espiritualidad y

recuperación de los saberes de curación no se hayan dado antes de la entrada

del PNR en el área Ixhil, sin embargo, al estar inserta dentro del contexto de

resarcimiento también posibilita que pueda ser pensada como estrategia para

agenciarse de recursos a través de una identidad politizada.

En cualquier caso, la búsqueda de personas que han acumulado

conocimientos a lo largo de su vida para el tratamiento de enfermedades, y que

son parte de las mismas comunidades, es una de las principales herramientas

en la red de alivio.

6.1.2.1. Comadronas, y terapeutas propios de las comunidades.

Los denominados terapeutas indígenas como comadronas, hueseros, sobadores

etc., fueron escasamente registrados en los instrumentos, sin embargo, en una

conversación con uno de mis informantes, me aclaró con una respuesta

particularmente simple el porqué de esta situación. “Se da por sentado que están

ahí”. La naturalización de los servicios que prestan las comadronas en las tres

comunidades no era tomada en cuenta por los/as entrevistados/as como un

agente externo a la comunidad.

Sin embargo, la legitimidad y valoración que poseen estos proveedores

de salud es más fuerte que, por ejemplo, la que poseen los médicos, el

facilitador y el enfermero/a. Esto lo saben también los profesionales en salud

que trabajan en la región, y prueba de ello es este comentario realizado por uno

de los encargados del SIAS (Sistema Integral de Asistencia en Salud):

“vimos una necesidad casi en todas las aldeas rurales donde estamos, ninguna persona que hacen... que son... los estaba embarazada vienen al hospital, sino que sólo se atienden en la comunidad. Entonces... para nosotros creo que es el... probablemente... están aquí, creo que es el 90% de las se atienden por comadronas”124

124 Entrevista con PB, Varón 40 años, Asociación ADIM. Entrevista en castellano.

231

En el anterior extracto se evidencia que las comadronas son una parte

importante en la búsqueda de alivio en la población Ixhil. Además, en los

últimos años han sido capacitadas como parte de los programas que ejecuta el

Ministerio de Salud dentro del programa “Extensión de cobertura”, pero no se

reconoce el conocimiento que surge de las prácticas de las comadronas y/o

guías espirituales.

La lógica de trasladar ciertas concepciones sobre los procedimientos de

salud, que además son las dominantes y hegemónicas, a las prácticas de los

terapeutas tradicionales es una forma en la que la ciencia intenta mantener el

control en lo cotidiano. No obstante las comadronas y los terapeutas de cada

comunidad son una fuente confiable y legitimada dentro de las comunidades

(Mosquera, 2006).

6.1.3. Los saberes especializados de la biomedicina.

Finalmente, dentro de los sistemas de alivio que se evidenciaron dentro del

trabajo de campo aparecen los servicios de salud especializados que tienen

como base la biomedicina. El grado de especialización de este tipo de

proveedores de salud se separa de la lógica de las comunidades dando paso a

relaciones diferentes, que en muchos casos, suelen estar atravesadas por

relaciones desiguales de poder. Así pues, presento los principales proveedores

de salud registrados en el RDE.

6.1.3.1. Farmacias.

Las farmacias son una fuente importante de alivio en las comunidades

analizadas. La gente que tiene posibilidades de asistir a los centros urbanos

como Chajul o Nebaj, intentan acudir a las farmacias para consultar sobre

enfermedades o medicamentos.

232

Esta práctica se suele presentar si los ingresos económicos del hogar son

más o menos altos, es decir, si la gente no tiene dinero para comprar medicinas

no asisten a las farmacias. Por ejemplo, el caso de las personas que viven en los

Encuentros Amajchel y Santa Clara el acceso a farmacias es muy limitado,

además la farmacia más cercana se encuentra a una hora en pick up, en Chel, y

las personas no poseen los suficientes recursos como para comprar las

medicinas. Esta farmacia lleva aproximadamente dos años en esta comunidad

(2007) y ha sido creada por medio del Ministerio de Salud.

Ahora bien, el RDE arrojó datos en donde se evidencia que en Nueva

Concepción Xolcuay era más recurrente la búsqueda de farmacias como fuente

de alivio. Los farmacéuticos proporcionan diagnósticos de acuerdo a la

sintomatología que refieren las personas y de esta forma recetan medicamentos.

Quienes asisten con mayor asiduidad a las farmacias son los varones ya que

entienden mejor el castellano y son quienes generalmente manejan el dinero en

el hogar.

Las farmacias suelen ser una opción previa a la búsqueda de Centros de

Salud del Ministerio, sin embargo también suelen ser frecuentadas luego de la

visita a estos centros y/o médicos privados. En Nebaj recientemente se ha

incrementado el número de farmacias lo cual posibilita que las medicinas bajen

relativamente de precio, o al menos, se acerca al precio en que se pueden

encontrar las medicinas en la capital.

6.1.3.2. Centros de Atención del Ministerio de Salud.

Los Centros de Salud y hospitales son otra de las opciones a la que recurren los

pobladores en estas comunidades en búsqueda de alivio. La mayor parte de

servicios son gratuitos al igual que las medicinas, pero la gente únicamente

233

recurre a este tipo de servicios cuando el despliegue de recursos empleados en

la sanación ha fracasado.

La mayor parte de hogares visitados afirman haber asistido más de una

vez a los centros de convergencia que se encuentra en cada aldea, sin embargo,

a veces el promotor de salud no se encuentra en la comunidad o está cerrado,

así que tienen que ir al centro de Salud de Chajul o al hospital de Nebaj. En

ambos centros asistenciales la atención también es gratuita y están

especializados los servicios de atención, pero la demanda desborda la

capacidad del personal, por lo que la gente no valora que se le toma en serio o,

en casos más dramáticos, suelen tener una idea negativa de los servicios de los

Centros de Atención Primaria y el hospital porque asumen que solamente

llegan a morir ahí125.

Puede resultar paradójico que siendo los médicos personas con altas

competencias en el entendimiento y funcionamiento de los seres humanos, al

menos a nivel biológico, dejen por un lado la intersubjetividad que se establece

con sus pacientes. En el contexto de la sociedad Ixhil se debe tomar en cuenta

que cuando un médico y un paciente interactúan en el hospital, la clínica, el

Centro de Salud o incluso en los puestos de convergencia en la comunidad,

poseen visiones de la salud y enfermedad muy diferentes como se ha explicado

a lo largo del texto.

En el trabajo de campo pude observar que el posicionamiento de los

médicos se basa en su conocimiento de la prevención, intervención y curación

de las enfermedades, situación que lo coloca en una ilusoria superioridad frente

a sus pacientes. Esto no quiere decir que la práctica médica sea nociva,

simplemente sigue un modelo que fue instaurado aproximadamente en el siglo

XVII en donde los valores objetivos de la ciencia médica eran el fin supremo

125 Este tipo de argumentos es generalizado en la mayor parte de comunidades indígenas de Guatemala y los médicos son conscientes que la gente asume como verdad que el hospital es el penúltimo paso para la muerte (Paniagua & Hernández, 2007).

234

para la curación de las enfermedades, y donde implícitamente quienes poseen

el poder son aquellos que “pueden salvar vidas”.

En este sentido, la posición de poder a la que apelan los médicos se basa

en un gusto por el conocimiento positivista de la ciencia y un cierto desprecio

por las creencias populares, en especial si atentan contra el modelo de la ciencia.

La razón como fin último, herencia de la modernidad, es la forma adecuada

para resolver cualquier problema de salud según los médicos. El siguiente

extracto muestra la visión parcializada que se da en algunos proveedores de

salud:

“La principal problemática de nuestra gente es que todavía no están conscientes del avance de la medicina. Tienen miedo, un poquito a los medicamentos porque ellos realmente todavía están en su cosmovisión, en sus ideas, entonces eso es un poco la problemática…”126

El texto muestra que la concepción del entrevistado se basa en una

confianza ciega hacia la ciencia médica, la cual excluye los abordajes

terapéuticos que se generan a partir de la cosmovisión de las comunidades. El

análisis da cuenta de las posiciones que el enunciante estructura al apelar a la

“falta de conciencia” por parte de las personas las cuales, según el entrevistado,

limitan el avance de la medicina y de los trabajadores de salud en general. La

expresión “falta de conciencia” no sólo implica un desconocimiento de los

beneficios de la medicina, sino que también pone de manifiesto la posición de

superioridad a la que se asume a la ciencia médica.

Existen pocas publicaciones en donde se analiza este fenómeno, sin

embargo, en las que existen dentro de Guatemala se enfatizan en los problemas

que se producen de la relación paciente-médico, especialmente en lo

126 Entrevista con FT, Cooperativa Todos Nebajenses. Esta cooperativa posee un convenio con el Ministerio de salud como parte de la extensión de cobertura, específicamente con el SIAS, en donde administran los fondos de salud para comunidades donde no hay cobertura del Ministerio. Los servicios de esta cooperativa están enfocados en algunas comunidades de Chajul y para éste caso prestan servicios en Los Encuentros Amajchel y Santa Clara.

235

relacionado con la comunicación (Mosquera & Kolstrup, 2006). La relación

poder-saber no sólo construye ciertos imaginarios dentro de los médicos sino

que también se hace explícito para la población que busca alivio en este tipo de

servicios de salud.

El médico de Chel también ha coincidido en este tipo de confianza ciega

hacia el modelo médico de atención. Aunque el respeto hacia la cultura

indígena ha sido explícito, el entrevistado comentaba que son las prácticas de

automedicación lo que limita que los medicamentos hagan el efecto esperado,

en especial porque no se siguen las instrucciones adecuadamente.

En general, y según el análisis de los datos recolectados, tanto los

médicos como el resto de personal sanitario que trabaja en el área Ixhil, ven las

prácticas de alivio de las comunidades visitadas con mucho recelo y

desconfianza; en especial, porque no consideran que este tipo de prácticas sean

las más adecuadas para el tratamiento y curación de las enfermedades. Estos

proveedores de salud mantienen la postura que es la ciencia médica, con ayuda

de los conocimientos que se generan a partir del estudio sistematizado de la

misma, la única forma válida, funcional y efectiva para el tratamiento de

cualquier tipo de enfermedad. A través de este tipo de prácticas se generan

relaciones de poder asimétricas las cuales afectan directa o indirectamente en la

percepción de los usuarios.

Los pacientes no se relacionan racionalmente durante la consulta con los

médicos, más bien se podría pensar que el componente que se pone en juego es

el de la afectividad (Fernández, 2004). Necesitan alivio sí, pero los referentes

simbólicos de las enfermedades y el imaginario que hay detrás de cada

enfermedad son percibidos y vividos de forma distinta a las catalogaciones

racionales que efectúan los médicos.

236

Posiblemente en las sociedades occidentales la relación que se establece

con el médico no se haga de esta forma, sin embargo en las comunidades

visitadas de San Gaspar Chajul pude constatar que las personas valoraban más

el trabajo de los médicos cuando éstos se tomaban el tiempo en explicar paso

por paso, y con palabras que fueran de uso cotidiano los padecimientos y

patologías. Incluso, la gente solía asistir mucho más al médico cuando éste

ponía atención a las explicaciones de la gente y sus padecimientos127.

Fueron varios hogares en las tres comunidades quienes expresaban su

descontento con los médicos porque no les decían el diagnóstico de la

enfermedad que padecían. Es en la medida que las personas entienden sus

padecimientos, y el trato que reciben por parte del médico, que recurren a

determinado sistema de salud. Vemos entonces, cómo es que los afectos

circulan no sólo en las prácticas en la búsqueda de alivio sino también en los

proveedores de salud. La figura del médico/a, enfermero/a no sólo es vista

como alguien que puede salvar la vida, sino alguien que también “entiende” el

contexto, situación y problemáticas relacionadas a la vida misma.

La eficacia de la medicina científica no ha podido eliminar las prácticas

que emplean las comunidades para dotarse de alivio y, como ya he expuesto, en

algunos casos éstas prácticas son consideradas por los médicos como nocivas

para la salud de la población. El siguiente caso da cuenta del tipo de estrategias

que se despliegan en las diferentes comunidades antes de asistir a un centro de

salud u hospital y que ejemplifica la generalización que hice en la figura No. 2.

J.F. es una persona que vive en la comunidad de Santa Clara (hogar 21),

ha asistido a diferentes capacitaciones en distintos tópicos con ONGs y

organizaciones de Derechos Humanos. Su esposa también ha asistido a varias

127 Las condiciones en las que trabajan la mayoría de médicos en las comunidades de San Gaspar Chajul son realmente lamentables. Un médico puede atender una población de 30,000 habitantes, situación muy desventajosa para el médico y su quehacer como profesional.

237

capacitaciones ya que creen que la participación en distintos ámbitos puede

ayudarles a mejorar como personas y como comunidad.

Recientemente su esposa empezó con fiebre, náuseas, dolor de abdomen

y piernas, había perdido el apetito y sentía mucha pesadez en el cuerpo.

Aunado a esto se le retrasó la menstruación mucho tiempo según comentó J.F.

La pareja empezó a utilizar algunas plantas como la ruda para disminuir el

dolor y las fiebres. Aunque la fiebre disminuyó el resto de síntomas seguía

presente.

Luego que las prácticas de auto atención no dieran resultado, la pareja

recurrió en primera instancia a un vendedor ambulante128 que, según relataron

los entrevistados, ofrecía medicina natural. El diagnóstico del vendedor fue

implacable: cáncer. La pareja se preocupó pero el vendedor ofreció uno de sus

productos naturales para solucionar este problema. El costo fue de Q500.00

(aprox. €50) por lo que J.F. solicitó un préstamo dentro de sus conocidos de la

aldea para acceder a esta cantidad de dinero.

Pasaron un par de semanas y la esposa seguía igual. Fue entonces

cuando decidieron conjuntamente ir al hospital de Nebaj. Cada pasaje tenía un

costo de Q50.00 (Q200.00 en total ida y vuelta, Aprox. €20). En el hospital le

hicieron exámenes de sangre y resultó que la esposa estaba embarazada y no

era cáncer.

Este caso no se presenta como algo específico o poco recurrente dentro

de la población, ya que la gente suele dejar como última opción los sistemas de

128 El vendedor ambulante también puede ser considerado como un proveedor de salud, sin embargo por cuestiones de espacio no le dedicaré una descripción detallada. Baste decir que su trabajo no encaja en los tres sistemas de salud que he expuesto hasta ahora. Es frecuentemente observar personas que llega a ofrecer medicamentos, ungüentos, etc. Generalmente las personas que se dedican a comercializar con este tipo de productos suelen ser individuos con cierta experiencia en ventas pero que no viven en las comunidades cercanas. En algunas ocasiones dentro de sus mecapales, llevan vitaminas, complejo B, suero, aspirinas, acetaminofén, amoxicilina, pomadas para la piel, cofal, y algunas pastillas para la diarrea y otras cosas.

238

salud del Estado. Si bien es cierto que no se puede generalizar en un estudio

como el que se presenta, sí que puede argüirse que muchas personas dentro del

área Ixhil pueden presentar estas prácticas.

He de hacer notar que la principal fuente de alivio fue la de la

automedicación a través de la medicina tradicional. Luego se recurrió a un

agente externo a la comunidad, pero que no tenía las suficientes habilidades

para dotar de alivio a la esposa de J.F. sino que más bien actuaba con un fin

mercantilista. Además de gastar una cantidad considerable de dinero, la pareja

decidió ir por fin al hospital en donde, gratuitamente, diagnosticaron su

padecimiento. Ahora bien, ¿por qué la pareja escogió el hospital como último

recurso?

Cuando pregunté a J.F. el porqué de esta ruta de alivio él contestó: “No

siempre aciertan a lo que tenemos [en el hospital] y nos hacen gastar dinero. Además,

sólo a morir llegamos”. Aunque los servicios de atención médica son gratuitos en

la mayor parte del país, las medicinas suelen estar bastante alejadas de la

capacidad económica de los pobladores. Por esta razón muchas personas suelen

pensar que el gasto que se hace al comprar medicamentos es innecesario, o

compran una parte del tratamiento pero no lo terminan de acuerdo a las

indicaciones del médico.

Ahora bien, ¿para qué realizar una descripción de los principales

proveedores de salud del área Ixhil y qué relación tiene con la victimidad?

Hasta ahora he evidenciado que las redes de alivio poseen cierta lógica que gira

en torno al desarrollo de conocimientos y abordajes propios del sentido y

significado de las comunidades.

Es a partir de estos procedimientos que se crean relaciones y se

mantienen la cohesión de las aldeas a través de sus expertos. Sin embargo, si he

descrito los proveedores es para evidenciar cómo el tejido social se reproduce

239

con esa lógica, la cual se modifica drásticamente al estar en juego otros

elementos que pueden ser del interés de las comunidades como el PNR y que,

en mi opinión, potencia que la victimidad se reproduzca y anquilose en las

personas de esta región.

240

6.2. Las redes para acceder al resarcimiento

En la región Ixhil, las víctimas sobrevivientes se han enterado de la existencia

del PNR por diversas fuentes. Una de las más importantes es la radio. Aunque

el flujo de energía eléctrica es ineficiente en la región, la población utiliza radios

de transistores en donde escuchan la “Radio Ixhil”. Esta emisora es de

orientación cristiana-evangélica, sin embargo es la que más alcance tiene para

toda la región. Existen otras emisoras pero fue la Radio Ixhil la que durante el

trabajo de campo escuchaban los/as entrevistados/as.

Esta radio emite programas de música pero al medio día está

programado un espacio para noticias nacionales. En este programa suelen

presentar noticias con el resarcimiento y cómo la gente puede acceder a él.

También se informa de otros programas Estatales como “mi familia progresa” y

noticias de interés regional.

Además de la radio, las personas acceden a información sobre el PNR

mediante asociaciones de víctimas, ONGs, e incluso visitando las oficinas que

están en Nebaj. No obstante, la forma en que se ha divulgado la información de

manera más rápida es mediante miembros de la misma comunidad.

Teóricamente, el proceso de resarcimiento que se lleva a cabo en

Guatemala debería estar enfocado como un programa que dota alivio

(reparación) a la población afectada durante la década de los 80. No obstante, el

enfoque que se la ha dado no ha sido precisamente el más adecuado en

términos de alivio, sino más bien ha sido ejecutado como un paliativo que

reproduce la lógica asistencialista de los programas del Estado.

El resarcimiento como espacio de reparación debería seguir la lógica que

las comunidades han creado para desarrollar los elementos de resarcimiento

241

pertinentes a las especificidades de organización y cultura de cada comunidad.

Adams & Bastos (2002) citan a Le Bot (1993), de quien argumentan que conoció

el proceso de revitalización de los 70 en Guatemala y más tarde los efectos de la

guerra. Por ello afirma que:

“Hubiéramos podido creer que el campo quedara exangüe, vaciado de

sus elites por las masacres, y las migraciones (…). Sin embargo, uno no

puede más que sorprenderse por la fuerza y la persistencia de la

unidad y de las dinámicas comunitarias. Hoy diez años después de los

momentos más negros después de todas las exacciones, de tantos

excesos, las comunidades se encuentran a sí mismas, vuelven a

recobrar sus marcas”. (Le Bot, 1993 p. 26 En Adams y Bastos, 2002, p.

261)

La recuperación del tejido social fue una labor que se dio dentro de las

mismas comunidades, sin ayuda del Estado y hasta cierto punto, sin las ONGs.

Por esta razón debo insistir en que el PNR debería de seguir esta lógica basada

en la resolución de conflictos y redes sociales propias de las comunidades desde

su cotidianeidad, por muy complejo que esta pueda ser.

En esta investigación las redes sociales han sido evidenciadas a partir de

las relaciones cotidianas, a través de las prácticas en búsqueda de alivio, desde

donde pude establecer los actores que conforman esta red de apoyo. Es preciso

aclarar que no pretendo otorgar una visión limitada de las prácticas en tanto

estrategia para buscar alivio. Todas las prácticas, sean culturales o no, poseen

un carácter alterable, con fisuras y modificaciones, en donde los aspectos

socioeconómicos y políticos son importantes también. En este sentido, y dado

que el resarcimiento es la meta a alcanzar, es posible pensar al PNR como un

ente que dotará de alivio material e inmaterial a la población, y que se

encuentra inserto dentro de esa urdimbre que han creado las comunidades

previo al aparecimiento del programa de resarcimiento.

242

En la administración anterior, el PNR propuso la estrategia Maya Kem

(Tejido Maya)129 para entender el resarcimiento integral, el cual es guiado por

cuatro principios: sostenibilidad, multiculturalidad, equidad de género,

participación democrática (Velásquez, 2007; ODHAG, 2009). Curiosamente

estos puntos refieren a modelos que no necesariamente se presentan en la

cotidianeidad de la población y que surgen del pensamiento de los/as

profesionales de las ciencias sociales, pero que pueden ser difíciles de aplicar en

sociedades indígenas, especialmente los temas de género y relaciones de

poder130.

En mi opinión los principios que propone el modelo Maya Kem refieren a

cuestiones políticamente correctas a tomar en cuenta, y que no dudo que sean

necesarias, pero al ser planteados desde el PNR se quedan solamente a nivel de

retórica sin fundamento en la ejecución del modelo propuesto.

El principio, paradigma y estrategia de integralidad Maya Kem del PNR

consiste en la articulación sinérgica de las medidas de resarcimiento que

se aplican en un lugar determinado, al mismo tiempo y con la

participación democrática de la misma población beneficiaria, a nivel

comunitario, municipal, regional o departamental (Velásquez, 2007, p.

107).

129 Este modelo refiere a la ejecución simultánea y coincidente de medidas de resarcimiento tangibles (cuantificables) e intangibles (no cuantificables como la dignificación y reparación cultural) en un mismo espacio territorial y lapso temporal. Todas las medidas son acumulativas y no excluyentes, lo cual produce la integralidad según el programa (PNR, 2007b). Este modelo fue pensado en la administración anterior, es decir, de 2004-2007 pero actualmente ha dejado de ser parte del trabajo que desarrolla el programa. Este criterio de atención da cuenta de la poca conexión de trabajo que existe entre los profesionales que dirigen el PNR, ya que con el cambio de gobierno cambia la orientación del programa. 130 El trabajo que ha llevado ECAP con víctimas de violencia sexual durante la guerra en Huehuetenango es una muestra de lo difícil que es entender y realizar este tipo de reparación. Este trabajo se ha llevado a cabo durante años en los cuales se ha abordado el empoderamiento en las mujeres para poder hablar de esta situación y buscar la justicia. Sin embargo, se han herido muchas susceptibilidades dentro de los varones haciendo que el trabajo se complique.

243

¿Qué entenderá el PNR por participación democrática si los

procedimientos de calificación de víctimas no fueron consensuados con la

población? Apelar a categorías tan grandes y abstractas como “participación

democrática” no es funcional para el proceso de reparación que intenta hacerse

en Guatemala. Se debe partir de modelos que la gente entienda y sean

funcionales en su cotidianeidad131. Por ello he puesto tanto énfasis en analizar

las prácticas de alivio, ya que permiten bosquejar un mapa de las relaciones que

se despliegan en el día a día de las victimas sobrevivientes.

Es posible afirmar que la participación activa de las propias víctimas y

familiares de las víctimas beneficiarias en el diseño, planificación y ejecución de

las medidas de resarcimiento, es la única forma en que se pueden lograr el

funcionamiento de las medidas intangibles del PNR. Sin embargo hasta el día

de hoy el programa como tal no ha seguido esta ruta; más bien puedo afirmar

que ha seguido la lógica burocrática del Estado creando así más zonas de

vulnerabilidad y dependencia, que rompe con las iniciativas y redes

desarrolladas por las comunidades previo al aparecimiento del programa.

Hasta que las víctimas sobrevivientes no se apropien del programa o lo sientan

como suyo, no puede pensarse que sea funcional el proceso de reparación.

Además, esto contribuye a deslegitimar el modelo Maya Kem porque no

ha sido aplicable la integralidad que fundamenta el paradigma de intervención

del programa. Aunque la idea de la integración del modelo multicultural

(Kymlicka, 1995) en el PNR es buena, deberían de aclarar desde dónde piensan

intervenir y cuáles son las herramientas teórico-metodológicas que emplearán

para definir los objetivos y alcances del programa. La forma en que están

planteados actualmente solo da cuenta de la necesidad de incluir referentes

multiculturales, mas no de sus alcances y procedimientos, dando así la

131 La experiencia de las trabajadoras del diplomado en Salud Mental de ECAP ha dado luces sobre la apropiación por parte de la población con términos como salud mental o trabajo psicosocial. Así, los promotores aplican los conocimientos adquiridos de forma que sea entendible y aplicable para las comunidades en donde trabajan.

244

impresión de actuar acorde a cierta romantización de la cultura indígena que en

la construcción de un programa serio de reparación.

Aunado a esta problemática, el PNR a través de los procedimientos

burocráticos provoca una segunda victimización mediante el cuestionamiento

de la credibilidad de las víctimas al dar su testimonio, la entrega de papelería

que justifique su victimidad y sobre todo, con el recordatorio constante que los

documentos que han entregado tienen carácter legal, los cuales pueden ser

usados por el mismo Estado como elemento de prueba al no apegarse a la

verificabilidad de los hechos.

En algunos casos el PNR ha llegado a denunciar las exigencias y

demandas de la gente ante el Ministerio Público (MP), por considerarlas

desmedidas. Un ejemplo claro es la denuncia efectuada por el PNR el 29 de

junio de 2009, contra varios miembros de asociaciones de víctimas y dos

entidades que trabajan en la región por retención ilegal, coacción y amenaza132.

El problema se suscitó cuando los representantes de comités de víctimas

de las comunidades de Pal, Villa Hortencia Antigua, Villa Hortencia II,

Vichivalá, Cajixaj, San Marcos Cumlaj, Chisis, San Antonio Tzitzach (todas

pertenecientes a la Región Ixhil); exigían al programa mayor agilidad y

aplicabilidad del resarcimiento integral.

Los encargados del programa argumentaron que no podían tomar

decisiones concretas, por no ser ellos los responsables directos de tales

disposiciones, y menos aún en relación a cada uno de los memoriales de

agravios133 y demás demandas planteadas por parte de las comunidades.

132 La denuncia está contenida en el documento MP238/2009/1212 del Ministerio Público de la Agencia 1, Nebaj, Quiché. 133 CAFCA (Centro de análisis forense y ciencias aplicadas) ha propuesto la creación de documentos que contengan información de las pérdidas ocurridas durante el conflicto armado. En este sentido el documento contiene información sobre las víctimas mortales así como los aspectos materiales que fueron destruidos. Los memoriales de agravio han sido entregados a al

245

Esta situación ocasionó que la gente se alterara y comenzara a exigir

respuestas concretas por parte del PNR. Al valorar la situación los trabajadores

del programa se reunieron con los representantes de las comunidades para

intentar llegar a un acuerdo, pero no fue así:

finalmente pedimos que nos dejaran platicar unos diez minutos solo

las autoridades del la Procuraduría General de la Nación, del

Congreso de la República y del PNR, para poder darles una respuesta,

fue cuando los representantes de las comunidades indicaron que solo

lo podíamos hacer en el aula en que estábamos y que si no había una

respuesta concreta, ellos lo comunicarían a la general y no podríamos

salir de dicha comunidad aunque se entrara la noche, en dicha aula,

estuvimos encerrados por espacio de una hora, amenazados de que si

no dábamos una respuesta satisfactoria, no podríamos salir de la

comunidad aunque entrara la noche. (Documento MP238/2009/1212

del Ministerio Público, p. 6)

Uno de los representantes de las asociaciones de víctimas acusó al

coordinador del PNR en la región Ixhil134 de tener preferencias para otorgar e

implementar las medidas de resarcimiento. También enfatizó en que el

programa estaba politizado y que actuaba bajo los intereses de Diego Rivera,

uno de los directivos de una asociación de víctimas (ASOMOVIDINQ)135.

Este caso ejemplifica la (re)victimización como un factor que no

solamente se da a través de las relaciones que se presentan entre las víctimas y

presidente de la comisión de Resarcimiento, César Dávila, el cual se comprometió a darle seguimiento a estas demandas. 134 Actualmente el coordinador del PNR en el Ixhil es el Sr. José Santiago Solís, el cual fue propuesto por la ASOMOVIDINQ y a quién algunos sectores de la sociedad Ixhil le ha reprochado su condición de victimario por haber participación en las Patrullas de Auto defensa Civil. 135 La organización CAFCA y ASOMOVIDINQ mantienen relaciones bastante tensas por las diferentes formas en que se plantea el trabajo conjunto con las víctimas.

246

las instituciones del Estado, sino también como alteración de las redes que

guían las prácticas o abordajes en estas comunidades. La transcripción de la

denuncia es clara en cuanto que el PNR negocia únicamente con la

Procuraduría de la Nación y los representantes del Congreso, pero excluye a los

representantes de las aldeas.

Si bien las organizaciones y el PNR llegaron a un acuerdo pacífico al ser

citados por los tribunales, la frustración de la gente se desbordó al verse

relegados de estas discusiones. Pero no sólo fueron ellos los excluidos de estas

negociaciones porque el PNR también sacó de las conversaciones a las

organizaciones que están apoyándoles en sus demandas, en este caso CAFCA y

la asociación PAZ IXHIL136. No es raro que las manifestaciones de ira, cólera o

enojo se hayan disparado en la gente ya que el programa seguía poniendo

excusas para la implementación del resarcimiento integral que les fue ofrecido

con la presentación de los memoriales de agravio.

Es innegable el carácter ideológico-político que poseen estas asociaciones

en su trabajo, situación que se presenta como deseable; pero pasan por alto el

hecho que también dentro del programa de resarcimiento se manejan intereses

que muchas veces está fuera del alcance de los propios trabajadores de las sedes

departamentales, e incluso, de los trabajadores de la oficina que se encuentra en

la ciudad capital.

Por ello es entendible la reacción de los trabajadores del PNR al verse en

una situación incómoda dentro de la comunidad. No obstante, también se debe

entender la posición desde donde las personas se organizan y reaccionan, que

en este caso fue la frustración que les produce el programa. En cualquier caso se

evidencia la desarticulación de las redes de apoyo de las víctimas

sobrevivientes por parte del PNR a través de estos procedimientos, así como la

falta de sensibilidad de algunas organizaciones que anteponen sus intereses al

136 Esta organización está dirigida actualmente por un ex trabajador del PNR.

247

de las comunidades donde trabajan. La siguiente figura muestra, de forma

general, las rutas que narraron los/as entrevistados/as para acceder al

resarcimiento:

Figura No.4 Redes desplegadas para acceder al PNR

Tienda

Guía o terapeutas

Esposo

Comadrona

EGO

Familia extendida

Vecinos

Iglesias

Médico privado

ONGs

Farmacia

Centro de salud

Vendedor ambulante

ZONA DE PRIMER ORDEN

ZONA DE SEGUNDO ORDEN

ZONA DE TERCER ORDEN

PNR

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

Al comparar la figura No. 3 con la figura No. 4 se muestra que muchos

de los actores de la red de alivio se desarticulan y da paso a una relación

unidireccional con el programa137. Como se puede observar, es en la zona de

primer orden donde circula la mayor parte de la información con respecto al

programa; sin embargo, las acciones que las víctimas sobrevivientes deben

llevar a cabo para acceder al resarcimiento obvian el resto de actores que

conforma el tejido social de la población, desarticulando o modificando las

redes que conforman el tejido social.

137 Muchos de los agentes que aparecen en esta red pueden no estar relacionados directamente con la búsqueda del PNR, pero sirven para que el modelo de red sea más evidente.

248

Desde la Psicología Social es frecuente utilizar el concepto de tejido social

como un paradigma de intervención, pero ¿a qué me refiero exactamente

cuando digo que el programa modifica el tejido social de las comunidades? De

forma sucinta puedo argumentar que el tejido social son todas aquellas

prácticas, redes, tradiciones y simbolismos que circulan en la cotidianeidad, es

decir, son aquellas articulaciones que hacemos con lo que nos es familiar.

El sentido de lo cotidiano es de mucha importancia para entender cómo

funciona y se modifica el tejido social. De Certau (1994), citando a Leuilliot

(1977) afirma que cuando denominamos algo como cotidiano apelamos a lo que

se nos presenta cada día (o que nos toca en suerte). Son nuestras

preocupaciones y todas aquellas cosas que habitualmente retomamos para

dotar de significado nuestra existencia. También es un lugar de refugio, de

encuentros, un lugar de puntos de referencia tranquilizadores, el espacio en

donde la gente se siente protegida dentro de una trama sólida de hábitos y

rutinas que se han creando en el transcurso del tiempo, de recorridos conocidos,

rodeado por caras familiares que permiten que el mundo sea menos hostil (Le

Breton, 1990).

Pero volvamos a la figura No. 4. En términos de resarcimiento económico

la desarticulación de la red de primer orden es indudable, ya que el monto total

del cheque debe ser repartido entre los familiares directos de la víctima mortal,

lo que ha llevado a muchos familiares a no divulgar el trabajo que hacen en

torno a la búsqueda de resarcimiento. La medida de resarcimiento económico

también provocó que en muchos casos la dinámica familiar cambiara.

Las discusiones de los casos con el equipo de ECAP en Nebaj daban

cuenta del fenómeno, en particular porque las personas expresaban que sí

existen problemas con los familiares, particularmente por el dinero. En la

mayoría de los casos quien recibía el dinero eran las viudas sobrevivientes que

generalmente solían ser mujeres de la tercera edad. Pero el problema se

249

presenta cuando estas mujeres deben repartir el dinero entre sus hijos y a ellas

les queda solamente un parte del total que recibieron.

Para los casos en donde ambos padres murieron se suelen presentar

mayores dificultades entre los hermanos. El PNR no otorga dinero por víctima

mortal, sino que es una compensación simbólica para los hijos. Por ello el

programa cuando entrega el cheque por Q20.000 (Aprox, €2000) espera que se

haga una repartición entre los hijos de los fallecidos. Esto ha producido ciertos

divisionismos y malos entendidos entre los familiares de los finados, a tal

punto, que algunos no le mencionan a sus hermanos/as que están trabajando la

papelería para el resarcimiento.

Una de las principales críticas que se le hecho a la medida de

resarcimiento económica es que el monto no puede considerarse como

dignificante si debe ser fraccionado entre, por lo menos, tres familiares. Las

cantidades se reducen y propician que la percepción sobre el dinero recibido

sea insuficiente para las expectativas de los familiares. La experiencia de la

Corte Interamericana de Justicia da cuenta que el dinero posee elementos

reparadores (Beristain, 2008b; Gómez, 2009), ya que el dinero permite a las

personas obtener poder adquisitivo que puede ser empleado para el

mejoramiento de su hogar, adquirir recursos o cubrir otras necesidades.

Por otro lado, como menciona González (2007) la medida de

resarcimiento económico no crea o produce redes sociales por sí misma. El PNR

puede apelar a que la organización de las familias o los problemas que existan

en torno a la repartición no es asunto que les competa; sin embargo, si la idea

del resarcimiento es planteada como “proceso” sí debería de importarles,

puesto que en vez de buscar la paz y el fortalecimiento del tejido social,

propician la discordia.

250

Si observamos con detenimiento la zona de primer orden se puede ver

que existen vínculos entre EGO (las beneficiarias) y sus vecinos. En muchos

casos los vecinos están representados por comités de víctimas de la comunidad,

o en algunos casos, suelen ser testigos que han conocido la historia de la víctima

sobreviviente. Los casos en los que se presentaban testigos fueron pensados

para atender a todas aquellas personas que no lograba reunir la papelería, así

que debían recurrir a testigos/as para legalizar la información, sin embargo, las

condiciones de pobreza extrema en la que viven muchas de las personas de las

comunidades, propiciaron cierto aprovechamiento para con las posibles

beneficiarias.

Es así que los testigos ya no son tan solidarios, porque ahora deberá

existir un pago por ese servicio prestado. Esto complica más la situación del

resarcimiento porque, además de la incertidumbre que poseen las personas por

ser aceptados/as como parte de los beneficiarios/as del PNR, deben lidiar con

los trámites y componendas de los testigos. Al final de cuentas, las víctimas

sobrevivientes no saben si obtendrán el dinero para pagar a los testigos.

He mencionado que las redes sociales son uno de los recursos humanos

más importantes dentro de las comunidades y este efecto permite visualizar

cómo ha cambiado este concepto de solidaridad con la aplicación de la primera

medida de resarcimiento. También se han presentado casos en donde las

relaciones con los vecinos se ven afectadas por el resarcimiento económico,

porque las personas ocultan su trabajo en la búsqueda de papelería.

Estos son los primeros efectos psicosociales que tuvo el resarcimiento

económico, pero las problemáticas no son visualizadas por el PNR como

programa Estatal. De hecho, los trabajadores del programa conocen estas

problemáticas pero no pueden realizar ningún tipo de intervención que no esté

explícitamente detallada desde la sede central. En este sentido, los efectos de

las medidas de resarcimiento no forman parte de las disposiciones del PNR. Su

251

evaluación no considera estos impactos ya que la lógica del Estado no logra

captar el qué y porqué de estas nuevas secuelas en las víctimas sobrevivientes.

Por ello quiero insistir en la necesidad de un programa que tome en

cuenta los abordajes y redes identificadas en esta investigación, las cuales le son

propias a las comunidades. Pero no sólo a nivel cosmético como el modelo

romantizado “Maya Kem”, sino de forma en que se otorgue legitimidad a las

propias iniciativas comunitarias. Si bien el resarcimiento es una obligación del

Estado, no quiere decir que sea planeado y ejecutado bajo esa misma lógica que

no toma en consideración la articulación de redes sociales creadas desde la

misma población afectada.

Varios de los trabajadores del PNR entrevistados afirmaban que el

programa trabajaba directamente con las víctimas, restando importancia a

cualquier iniciativa comunitaria o de las asociaciones de víctimas pero ¿porqué

hizo esto el Estado? ¿Qué sentido tiene para el proceso de resarcimiento

oponerse a las acciones que surgen desde las comunidades?

6.2.1. Los comités de víctimas comunitarios.

Cuando el PNR empezó a funcionar en el área Ixhil se conformaron los

primeros grupos que intentaban organizar a las víctimas dentro de las

comunidades, en gran parte animados por algunas asociaciones de víctimas.

Estas agrupaciones tenían como fin hacer listados en donde se dejara constancia

de las víctimas mortales del conflicto armado y de esta forma, agilizar los

procedimientos en torno al resarcimiento.

Los listados contemplaban el número de personas fallecidas o

desaparecidas durante el conflicto armado, así como el parentesco que tenían

con la persona que narraba los hechos. Pero lo más importante era que estos

listados servirían como parte del proceso de reparación a través de la

252

construcción de la Memoria Histórica y el Listado Nacional de Victimas.

También se tomaba en cuenta los bienes materiales perdidos durante esta época

y la forma en que podía ser compensada el total de la comunidad138.

En su mayoría las organizaciones de víctimas comunitarias eran

legitimadas por la gente y el alcalde auxiliar de la aldea. Sin embargo, se

presentaron algunas discrepancias en los términos de clasificación en las

víctimas para ser tomadas como tal; es decir, muchas veces en las comunidades

se formaban hasta dos o tres grupos diferentes en donde aparecían varias

personas (a veces repetidas) para acceder al resarcimiento. Esta problemática

fue visualizada por el PNR y actuó haciendo que los requerimientos para el

resarcimiento siguieran la lógica burocrática que siguen los procedimientos del

Estado.

“porque para mí el resarcimiento tendría que ocurrir, a partir de que se termina el conflicto armado, o sea hace de diez años exactamente, pero no se vio nada concreto. Entonces yo veo que las organizaciones y eso son parte de las secuelas del conflicto de que, una vez que se hace, se unen, tratan de ir encaminados al proceso. Entonces no hay acuerdos, porque hay una historia atrás, una historia de violencia una historia de desconfianza, entonces no hay [acuerdos]. Luego hubo, porque se pudo reflejar, no hay mucho acuerdo... no hubieron consensos. Entonces viene el gobierno actual y mejor toma la decisión, dice bueno, vamos a... le modifica, le modifica la creación del PNR, y ejecuta, ejecuta directamente. Entonces ahora las directrices vienen directamente del Estado”139

El PNR como programa Estatal no podía considerar seriamente los

espacios organizativos de las comunidades ya que entraba en el dilema de

tomar en cuenta solamente a un sector de la población anotada en los listados y

dejar fuera a otro. Aunque las iniciativas locales por organizar a las víctimas

forman parte de la reparación, en muchas ocasiones se dieron situaciones

totalmente inaceptables para el programa, por ejemplo que algunos líderes

cobraran a la gente para dar información y/o llevar papelería al programa.

Aunque no hubo denuncias como tal ante el Ministerio Público, era Vox Populi

138 La idea de los memoriales de agravio no es casual sino que surge precisamente de esta idea. 139 Entrevista PNR0020606Neb. Varón, 35 años. Entrevista en castellano.

253

que este tipo de situaciones se daba en muchas comunidades de la región Ixhil

en donde unos cuantos se aprovechaban del analfabetismo y la edad de la

población beneficiaria.

Por supuesto, este tipo de problemáticas también cambiaban

dependiendo de las aldeas. En Santa Clara por ejemplo, el comité de victimas

era uno sólo y estaba dirigido por una persona que se encargaba de llevar

información de parte del programa y el cual no recibía ningún tipo de salario.

Esta persona también era quien ayudaba a resolver dudas de los

procedimientos a las personas que estaban interesadas en acceder al

resarcimiento, pero la organización terminaba al momento de buscar al PNR ya

que era un trámite personal. En otra comunidad llamada Acul, las viudas se

organizaron para buscar al programa:

“Eh, bueno ellas mismas se han acudido al, al programa de resarcimiento porque desde un principio ellas obtuvieron informaciones que todas las personas que perdieron sus seres queridos durante el conflicto eh, ellas podrían ser beneficiadas a un resarcimiento, entonces es por eso que fue que las motivo a ellas de, de organizarse y de formarse un grupo para que ellas lucharan para obtener razón de resarcimiento.140

Este tipo de actividades fortalece la capacidad organizativa de las

mujeres en la lucha para acceder al resarcimiento y entre ellas se apoyan para

poder hacer más fácil el procedimiento. A pesar de este tipo de iniciativas el

funcionamiento del programa de resarcimiento ha estado marcado por el trato

unidireccional con las víctimas, el cual, no colabora con los objetivos de

reparación que se han formulado para entender la propuesta de resarcimiento

integral.

Debo reconocer que mi posicionamiento es bastante escéptico en torno al

aprovechamiento de ciertas personas en las comunidades. Sin bien es cierto que

no fueron todos ni en todos los casos, ese pequeño sector de población afectó el

funcionamiento del programa de resarcimiento.

140 Entrevista 0370706Neb. Varón 33 años. Entrevista en castellano.

254

6.2.2. El impacto del trabajo de las ONGs en la región.

La historia de la región Ixhil propició que la institucionalización del

sufrimiento se diera en primera instancia por el aparecimiento de las ONGs en

la región. El “ser” víctima de los efectos del conflicto armado en la región Ixhil

empezó a ser utilizado por la gente como dispositivo persuasivo para solicitar

ayuda a estas organizaciones. De hecho, gran parte de las necesidades de la

población en torno a la organización de las ONGs giraba precisamente en las

evidentes carencias en la región.

Ya hemos visto en el primer capítulo que esta zona fue olvidada durante

muchos decenios, y no fue sino hasta que las diversas violaciones a los

Derechos Humanos fueron explícitas, que las organizaciones nacionales e

internacionales decidieron intervenir. Este conjunto de situaciones propició que

el sufrimiento encontrara paliativos en las actividades que desarrollaban estas

organizaciones, ya que el Estado era totalmente inexistente.

El fin último de las ONGs es desaparecer para que el Estado aprenda de

estas acciones. Nacen con esa lógica, sin embargo en un sitio como Guatemala,

su reproducción y crecimiento pareciera un mecanismo necesario para que el

país funcione. Los entes gubernamentales no logran cubrir en su totalidad las

necesidades de la gente y en general, las poblaciones consideradas como

vulnerables apelan a la ayuda que pueda venir de agencias donantes

internacionales por medio de las ONG, las cuales funcionan como puentes entre

los servicios y la población.

De esta forma el mundo de las Organizaciones No gubernamentales ha

pasado a formar parte de la cotidianeidad de la región Ixhil, lo cual incide

directamente en el tipo de organización que se producen para acceder al

resarcimiento, ya que es la propia lógica de cada asociación a la que apelan las

255

personas para llevar a cabo ciertas actividades como muestra el siguiente

extracto:

“…Ellos aprueban los expedientes, los documentos, luego vamos al programa… [ ]…lo que ellos nos piden es la partida de nacimiento de la víctima, una declaración jurada sobre desaparición forzada y fotocopia de cédula. Si por lo menos yo soy el denunciante y coincide mi nombre completo, igual está aprobado la papelería, si está desviado el apellido no la reciben”141.

En este caso la ASOMOVIDINQ hace el acompañamiento legal con las

víctimas sobrevivientes, ya que argumentan que su base social como

organización son las personas que llegan con ellos. Este caso en particular ha

levantado algunas sospechas entre la población ajena al proceso que lleva la

asociación, porque uno de los directivos de la organización, Diego Rivera, ha

estado involucrado muy de cerca con algún partido político. En las últimas

elecciones estuvo del lado de la UNE, pero el desgaste que ha tenido ese partido

y las poca ayuda que han recibido del gobierno han hecho que pierda cierta

credibilidad dentro de las comunidades que no trabajan con esta asociación.

A pesar que los requerimientos del PNR son explícitos en cuanto a no

querer intermediarios, la asociación acompaña el proceso de las víctimas

sobrevivientes precisamente para tener bases sociales que puedan servirle para

sus intereses políticos.

También dentro de las ONGs se producen ciertos desencuentros al

valorar negativamente, o no considerar adecuado los procedimientos que llevan

a cabo con las víctimas. El caso de CAFCA y ASOMOVIDINQ ejemplifica el

argumento ya que el trabajo conjunto desde ambas organizaciones ha sido muy

complicado por sus intereses ideológicos-políticos, y donde los mayores

perjudicados siguen siendo las víctimas sobrevivientes.

141 Representante comité de víctimas de la Perla, varón 54 años. Entrevista realizada en castellano.

256

No obstante el trabajo y la experiencia que han acumulado las

organizaciones no gubernamentales ha sido de mucha ayuda y ha servido

principalmente para que varias personas tengan acceso a diferentes programas

de atención, de capacitación y de proyectos productivos, por lo que sería poco

ético de mi parte valorarlo como negativo. Es claro que debería de existir cierta

armonía entre el trabajo que llevan a cabo estas organizaciones, pero al parecer,

los intereses de algunos siguen pesando más que el bien común.

257

6.3. Lo que dice la gente del PNR.

Es innegable que las medidas de resarcimiento propuestas por el PNR

producen muchas reacciones entre la población, las cuales van desde la

esperanza en un futuro mejor, hasta la frustración por no lograr acceder a las

medidas de resarcimiento.

Cuando comencé a aplicar las entrevistas en 2007 la gente estaba muy

esperanzada en que el resarcimiento económico les ayudaría a mejorar su vida.

De hecho comparto el análisis que realiza la ODHAG (2009) cuando refiere que

las beneficiarias del PNR mostraban actitudes materialistas al recibir el cheque

del resarcimiento económico y no pasaba de ser eso mismo: la entrega de dinero

a las personas afectadas. Las organizaciones de acompañamiento psicosocial

como ODHAG, ECAP, GAM, entre otras, coincidieron en afirmar que el

proceso no fue el más adecuado, pero no porque la gente no supiera qué hacer

con el dinero, sino porque no hubo trabajo previo con la población para definir

el sentido de la medida de resarcimiento económica.

En algunos casos el PNR solicitó la ayuda de estas organizaciones con

una semana de antelación para que enviaran equipos de psicólogos “por si la

gente se ponía mal”, desvirtuando el proceso de acompañamiento psicosocial

que han desarrollado estas organizaciones durante varios años. De la misma

forma los procesos de exhumaciones y la financiación de estas actividades

durante el 2006 y 2007 fueron planificados para que los psicólogos estuvieran

solamente unas semanas con la gente.

Pero más allá que lo pragmático con que fue recibido el resarcimiento, mi

interés estaba centrado en lo que decía la gente del programa. De alguna forma

estas construcciones narrativas darían cuenta de la importancia del programa o

y de la importancia que tiene para la producción de victimidad.

258

6.3.1. Aspectos positivos del programa.

Uno de los aspectos considerados como positivos por el PNR a partir del

2006 es la ejecución de la mayor parte del presupuesto asignado por el Estado.

Sin embargo, y como ya hemos visto, fue por la ejecución de la medida de

resarcimiento económico. En cualquier caso, la población depositaba sus

esperanzas en formar parte de los beneficiarios para, en alguna medida, paliar

la pobreza en la que están sumidos.

“Me va ayudar mucho en mi vida así como a mi hijo. Mi suegra me decía <<tienen que ayudar a mi nieto porque yo miro como que si es mi hijo quien vive todavía>> decía ella, lo dice pero llorando por mi hijo. A él lo tienen que ayudar como mi hijo tenía 8 meses cuando se quedó sin papá, yo estoy muy triste. ¡Gracias a Dios nos encontramos! por eso mi nieto siempre me visita, yo miro como que si es mi hijo, como si vive todavía porque es idéntico a él decía mi abuela por mi hijo ya que él ya tiene 20 años ahora”.142

Este caso ejemplifica claramente las esperanzas que crea la entrega del

cheque y la ilusión con respecto al resarcimiento integral. En este caso la

beneficiaria y su suegra apelan a que el dinero ayudará a su hijo, pero aún

quedan más cosas por solucionar porque su hijo quedó huérfano desde muy

pequeño. La victimidad aparece explícitamente cuando estas mujeres hablan de

las oportunidades que perdió su hijo, pero que pueden ser compensadas de

alguna forma por el programa. El carácter dignificante del dinero hace que la

respuesta de la medida económica propuesta por el PNR sea vista como

positiva. Este otro caso muestra los sentimientos expresados por las personas de

las comunidades:

“pues creo que está muy bien porque en la realidad sufrimos mucho y esperamos que cumplan lo que la necesidad de la comunidad o por tanta tristeza que sufrimos por la muerte de nuestras familias. Ojalá que el dinero nos ayude un poco tan siquiera por medicina porque nos enfermamos mucho sobre todo por miedo, tristeza y el hambre que sufrimos”143.

142 0070907Mujer. Entrevista Xec-proEc realizada en Ixhil por Santos Castro. 143 Entrevista 0100909Xix-proEc realizada en Ixhil por Santos Castro.

259

El sufrimiento de los hijos forma parte del impacto familiar en los

sobrevivientes de violaciones a Derechos Humanos. Esta entrevistada aprueba

el trabajo del PNR pero lo condiciona a que cumplan también con las

necesidades de la comunidad. Nuevamente la victimidad aparece asociada a las

enfermedades que padecen actualmente, pero que fueron producto de la

guerra.

Estos casos dan cuenta que el dinero y los aspectos materiales adquieren

un papel importante dentro del resarcimiento, pero principalmente para

mejorar el modo de vida de los hijos. Por ello, muchas de las entrevistadas

hablaban que el dinero percibido por el programa sería empleado para que sus

hijos estudiaran y así pudieran tener mejores oportunidades para el futuro.

“ojalá con la ayuda del dinero puedo yo ayudar con la educación porque es lo primordial en la vida para que ellos mismos se puedan mantener cuanto ya están grande y que no sufran como yo sufrí”.144

Dado que el proyecto de vida de las víctimas sobrevivientes no puede ser

reconstruido o recuperado del todo, proyectan sus expectativas en un futuro

mejor directamente en sus hijos (especialmente varones). Esto es precisamente

lo que abre las posibilidades de la integración de los aspectos psicosociales que

debería trabajar la reparación en Guatemala.

La materialidad del daño puede ser compensada más eficientemente por

el carácter tangible que posee. A mayor concreción en los objetivos de

reparación, mayor será el impacto que este tiene. Por ello los aspectos

psicosociales son tan complicados de evidenciar dentro del trabajo del PNR y

son precisamente de los puntos que no abarca el programa de forma seria y

sistemática.

144 Ibidem

260

6.3.2. Las problemáticas para acceder al resarcimiento.

Al inicio del capítulo escribía que la victimidad puede ser parte importante

dentro de la re-significación, apropiación y luchas de los sobrevivientes del

conflicto armado guatemalteco; no obstante el proceso de resarcimiento ha

posibilitado, en varios casos, que esta lucha tenga un fuerte contenido de

frustración. Así, lo que se pensó de parte del programa como reparador, resultó

ser revictimizante como lo muestran los siguientes extractos:

“Veo que se aprovechan de las personas, si no exigen es bueno para ellos, si uno lo deja abandonado sin exigir al programa para ellos los conviene porque para uno es difícil trabajar todos los papeles, porque hay personas de mayor de edad que ya son ancianos, les cuesta trabajar sus papeles”145.

“Ahí todo está descontrolado, ahí no se está controlando la gente. Están cobrando demasiado caro las papelerías y ellos tienen un sueldo ahí porque el gobierno está pagando su sueldo y todavía nos cobran dinero, porque en el caso de ahí de la municipalidad habría que ver e investigar con los trabajadores”146.

“pues yo lo que veo es que casi no hay ningún avance de sus trabajos, no hay acompañamiento para los grupos pues el beneficiario es el que insiste y pregunta cómo van las cosas, tenemos algunos vecinos o personas que han entregado su papelería y ellos ya fallecieron y no aprovecharon, entonces lo que queremos es que se hagan rápido las cosas y que se trabaje luego, porque lo que vemos es que casi no caminan las cosas y pensamos muchas veces que no están trabajando con buena mente”.147

El carácter dignificante de cualquier programa de reparación inicia con

un trato adecuado para las víctimas (Beristain, 2008b). Durante el trabajo de

campo tuve contacto con muchas personas que intentaban obtener algún tipo

de resarcimiento por las violaciones a los Derechos Humanos que sufrieron

durante la guerra. Como muestran los párrafos anteriores, el resarcimiento ha

sido un camino difícil para la gente Ixhil porque deben “demostrar que son

víctimas”. Además las personas que buscan el programa se arriesgan a un trato

inadecuado a la hora de exponer su testimonio, y en el caso de mujeres que

145 Entrevista 0020907Tur-res realizada en Ixhil por Santos Castro. 146 Entrevista 0050907Xix-pro realizada en Ki’che’ por Santos Castro. 147 Entrevista 0080907Xix-pro realizada en Ki’che’ por Santos Castro.

261

sufrieron violencia sexual, exponerse ante mecanismos que tiene como premisa

cuestionar o dudar de lo que ellas dicen produciendo de esta forma una

segunda victimización148.

La escucha responsable, propuesta por ECAP, es uno de los

procedimientos que se deben llevar a cabo dentro de las entrevistas que realiza

el PNR. Sin embargo existen algunas denuncias de parte de las víctimas sobre la

implicación que tienen los trabajadores al estar escuchando los testimonios. En

algunos casos los trabajadores no han prestado suficiente atención a las

entrevistadas haciendo que estas se sientan menospreciadas. Por supuesto no se

puede generalizar que sucedan con todos los trabajadores del PNR, pero la

reducción del personal ha dado como resultado que todos/as los/las

trabajadores/as del programa tengan que realizar labores para las cuales no

están capacitados necesariamente.

Tampoco se han respetado las necesidades de los familiares y hasta el

momento, los documentos presentados parecieran ser una sumatoria de

expedientes que se engavetan. En algunos casos el personal del PNR le sugería

a las personas que sólo tramitara la papelería de uno de los fallecidos, es decir,

que consiguiera los documentos exclusivamente de esa persona ya que el

programa sólo reconocería un pago aunque hubiesen sido asesinadas varios

miembros de la familia. Si bien es cierto que el dinero posee componentes

dignificantes, no ha sido ese el sentido primordial que se la ha atribuido desde

el programa. Más bien ha provocado una reducción en el alcance del programa,

ya que ha provocado otros fenómenos dentro de la dinámica comunitaria en

términos de organización. En palabras de González Rey (2007):

148 El PNR ha impuesto a sus psicólogos/as el papel de verificador con las víctimas de violencia sexual. El procedimiento consiste en que estos profesionales observan a la persona mientras narra su testimonio y, por medio de la observación de sus conductas (verbales y no verbales) ellos/as dictaminan si es verdad o mentira. He accedido a esta información por conversaciones con algunos profesionales del PNR.

262

El Programa Nacional de Resarcimiento comenzó sus actividades con

entregas masivas de cheques individuales a víctimas del conflicto,

centrándose más en los procesos administrativo–burocráticos de

organización de las entregas que en el acompañamiento a la

reparación psicosocial de las víctimas, la cual sería un recurso, una

herramienta, dentro del sistema de reparación a las víctimas. La

entrega de cheques se convirtió en un fin en sí mismo, sesgando y

deformando la representación y la valoración del Programa en la

propia población beneficiada, y generando un alto costo al Programa

por los problemas administrativos y de organización que acarreó ese

proceso de entregas, no siempre bien planificado (González, 2007, p.

95)

Aunque existen percepciones buenas sobre el PNR, también circula la

idea que el resarcimiento no es un Derecho. Son las víctimas sobrevivientes

quienes tienen que buscar los documentos en las municipalidades y, muy

frecuentemente, encuentran problemas al intentar buscar su papelería en la

municipalidad.

Estos problemas no son nuevos ya que durante la época de la guerra la

gente no prestaba demasiada importancia a la inscripción de los niños en la

municipalidad. En algunos casos eran los vecinos que viajaban al pueblo

quienes se encargaban de inscribir a los niños, pero aparecían como hijos suyos

o los apellidos eran escritos como el escribano consideraba correcto149. Sumado

a esto, muchos de los archivos fueron quemados o destruidos durante la década

de los 80. De esta forma encontrar los documentos en la municipalidad no

resulta fácil para las personas, en especial a los/las posibles beneficiarios/as de

la tercera edad.

149 Algunos apellidos de origen maya suelen ser cambiados o traducidos con la lógica castellana.

263

Las personas que acuden a organizaciones de víctimas suelen tener cierto

acompañamiento en este tipo de actividades, pero en general el trabajo se debe

realizar de forma individualizada. Esto ha causado algunos malestares en el

resto de víctimas ya que se producen rumores o chismes sobre la adscripción

política de las organizaciones, y por consiguiente, de las personas que acuden a

estas asociaciones.

Los datos de las entrevistas también dan cuenta que algunas

entrevistadas han pagado a los secretarios o a otras personas para que sacaran

sus documentos lo más rápido posible. Esto procedimiento se realiza si la

familia posee los suficientes recursos como para pagar Q100 (Aprox. 10€) a los

trabajadores municipales. En algunos casos, también se pagaban testigos que

ratificaban la versión de los hechos de las víctimas.

El trabajo que las personas llevan a cabo en la municipalidad y luego la

burocracia en la oficina del PNR es percibida por la población como una traba.

Esto produce que muchos de los posibles beneficiarios se quejen por el trabajo

que les toma hacerse con los documentos, así como por el tiempo que le dedican

y el dinero que gastan. En algunas ocasiones la gente suele estar hasta una

semana en los archivos de la municipalidad buscando los papeles y se han dado

muchísimos casos en donde no encuentran la papelería o el programa ya no la

recibe por la inexactitud de los datos.

“gastamos como Q500 mas los días que perdimos sin trabajar, pagamos los testigos, hicimos trámites en la oficina, muchos son los gastos que realizamos pero el documento que trabajamos con el abogado que me dijeron que lo tengo que arreglar pero solo fue una perdida porque ya no lo recibieron cuando ya lo había arreglado”.150

Este es el caso de un hombre que decidió buscar al resarcimiento pero en

las oficinas le dijeron que por la inexactitud de los datos de su certificado de

nacimiento, no podían tramitar el resarcimiento económico. El enojo por la

150 0020907Tur-res Mujer, 60 años. Entrevista realizada en Ixhil por Santos Castro.

264

pérdida de tiempo, recursos y dinero era evidente mientras hacíamos la

entrevista, pero lo más dramático fue el cuestionamiento que se hacía el

entrevistado

“¿acaso no sufrí ni he sufrido durante todos estos años? ¿porqué no me toman en cuenta si no fue culpa nuestra que en ese entonces tuviéramos miedo de ir a la municipalidad a inscribir a nuestros hijos?”.151

Así como en este caso, también existen varias personas que por

diferentes problemas no tuvieron acceso al resarcimiento económico, y esta

situación ha contribuido a crear una atmosfera tensa en torno al proceso de

resarcimiento. Estos aspectos subjetivos de la reparación no han sido tomados

en cuenta por el programa y es, en mi opinión, el problema más grave que

presenta el programa.

La reparación no debe llevarse a cabo sólo en términos materiales sino

también inmateriales, y es precisamente con el trato que se le da a las víctimas

que las experiencias en la subjetividad de las víctimas sobrevivientes pueden

resultar reparadoras. El PNR tendría que tener como premisa hacer sentir a la

gente importante, valiosa y que es merecedora de las medidas porque son parte

de sus Derechos, y no sólo comprobar la victimidad de las mismas para acceder

al programa.

Si desde la perspectiva psicosocial apelamos a que dolerse y convertir la

aflicción en un recurso político para acceder al resarcimiento no implica

pasividad por parte de las víctimas sobrevivientes, es porque estas prácticas

deben entenderse como estrategias de acción que posibilitan nuevas

interacciones entre las víctimas y un entorno que desean cambiar.

Este tipo de análisis sólo puede ser concebido desde cierta “sensibilidad

social” que permite entender la integración de problemáticas psicosociales

151 Ibídem

265

dentro del proceso de resarcimiento, pero que no es compartida necesariamente

por los procedimientos que se llevan a cabo desde el Estado como se ha

explicitado hasta ahora. Es por ello que la problemática en torno a la reparación

inmaterial surge al contraponer las diferentes formas de entender ese universo

de significaciones, prácticas y sensibilidades desde donde trabajamos el

resarcimiento, así como las herramientas teórico-metodológicas que se emplean

desde el Estado guatemalteco en el proceso de resarcimiento.

266

6.4. La articulación de las distintas nociones de victimidad.

Para finalizar este capítulo integraré las diferentes nociones de victimidad que

arrojaron los datos de las entrevistas. He mostrado como el considerarse

víctima se construye desde distintas posiciones y formas de entenderla en los

actores que conforman la red de alivio del Ixhil. El PNR como entidad estatal se

convierte entonces en ese ensamblaje móvil que toma distintos conceptos

provenientes de las ONGs y las comunidades en relación a la condición de

víctima y que puede ser resumido de la siguiente forma:

Cuadro No. 11 Articulación de la victimidad

Posicionamiento Visibilización de la victimidad

Comunidades región Ixhil - Enfermedades - Pobreza - Posibilidades perdidas

Organizaciones No gubernamentales - Sufrimiento - Trauma - Derechos de las víctimas

Estado - Objetividad burocrática - Compromiso adquirido por los

acuerdos de Paz

Fuente: Elaboración propia con datos de la etnografía.

Pero ¿qué realmente escucha el programa? ¿Qué pone en práctica de esta

articulación de conceptos sobre el considerarse o percibirse como víctima en la

zona Ixhil? ¿Es el PNR solamente una zona de de deseo en donde confluyen las

expectativas de la sociedad civil, las esperanzas de las víctimas sobrevivientes y

intento del Estado por reparar?

267

El PNR como programa de reparación no puede quedarse únicamente

con la lógica burocrática de “demostración de la victimidad”, puesto que

supondría reproducir los mismos procedimientos que utiliza el Estado en todas

sus dependencias. Por ello, el PNR debe integrar y poner en práctica los

distintos saberes y procedimientos que se llevan a cabo desde las comunidades

y el trabajo de las ONGs. De hecho, la acumulación de experiencias que se ha

llevado desde las ONGs, en materia de trabajo psicosocial, ha posibilitado que

el Estado tenga referentes para trabajar este aspecto de la reparación. Es

evidente que el Estado guatemalteco tiene retrasos metodológicos y teóricos con

respecto a la reparación psicosocial, por esta razón esta medida no ha podido

ser aplicada del todo ya que, como he mencionado unos párrafos atrás, el

trabajo psicosocial suele presentar diversas problemas para ser entendido.

Puede ser que los mismos trabajadores psi seamos los responsables de

que los procedimientos no sean del todo conocidos o entendidos, pero también

hay que responsabilizar al Estado por no tomar en cuenta con seriedad estos

procesos. Si bien es cierto que el gasto aumenta con este tipo de procedimientos,

es una herramienta necesaria para llevar a cabo el resarcimiento de forma

integral.

Es por medio del PNR que el Estado debe de integrar las experiencias

provenientes de las ONGs o las comunidades. Pero no solamente como

discursos políticamente correctos como el modelo Maya Kem, sino que debe ser

un ensamblaje de los saberes que se han producido previo a la entrada del

programa en la región. En mi opinión, es la forma más sensata de integrar los

procedimientos y experticia que surgen de las comunidades, lo cual daría paso

a que la gente, con sus propias herramientas, se apropie del programa y de esta

forma puedan exigir la inclusión y mejoramiento de las medidas de

resarcimiento que se han propuesto desde el Estado.

268

Y en este aspecto la victimidad juega un papel importante para los

procesos de reparación, ya que posibilita nuevas formas de agencia o movilidad

por parte de las víctimas. Las diferentes dimensiones en que se entiende la

victimidad poseen implicaciones psicosociales importantes porque no limita las

acciones de la población a la sumisión a pasividad. Más bien, la reflexión crítica

de los sucesos del conflicto armado interno posibilita la interpelación de las

víctimas sobrevivientes hacia el Estado, sobre un resarcimiento a los Derechos

violados durante la década de los 80.

Pero no queda únicamente como una interpelación, sino como una

demanda estructural, en donde se debe cuestionarse la conformación de un

Estado-nación que no valora de de forma homogénea las diferencias etno-

culturales ni tampoco las desigualdades económica-políticas. Pero para esto,

debe existir cierta unificación dentro las actividades que pueden llegar a

desarrollarse entre el colectivo de las víctimas sobrevivientes.

269

CAPÍTULO 7 Implicaciones de la victimidad para la reparación en contextos de exclusión y desigualdad

No quería decirse a sí mismo que no era bella,

pero sabía que su cara no era la cara por la que Miguel Furey desafió la muerte

James Joyce (Los muertos)

En algún momento quise titular esta tesis como “la vida política de los

muertos” por los distintos significados que adquiere la muerte y desaparición

de familiares en las víctimas sobrevivientes de la región Ixhil. No obstante el

título quedaba corto, ya que si bien la construcción de la victimidad como

fenómeno psicosocial propicia distintos agenciamientos en las personas dentro

de la búsqueda de resarcimiento, no es el único aspecto relevante para las

personas.

El percibirse o considerarse como víctima también posibilita diferentes

articulaciones entre aspectos que no necesariamente tienen una relación directa,

verbigracia, la que se presenta entre la pérdida y el duelo (Pérez, 2006), con las

políticas públicas (Butler, 2004a 2004b) y las intervenciones que se crean desde

la Psicología Social en materia de reparación (Beristain, 2008b; Gómez, 2009).

Quiero aclarar que, aunque parezca lógico pensar que debe existir una

correspondencia directa entre estos elementos, en Guatemala no es tan obvia

esa relación.

Idealmente estas conexiones tienen como factor común los aportes

teóricos metodológicos que surgen del análisis e interpretaciones que realizan

los/as investigadores/as de sus experiencias en el campo, o de los resultados

de sus investigaciones. En este caso, apelaré a que la construcción

270

(visibilización) de la victimidad es uno de los aportes que realiza la Psicología

Social, en términos teóricos, a partir del trabajo de acompañamiento psicosocial

en exhumaciones que se han llevado en ECAP durante más de de diez años en

diversas comunidades indígenas de Guatemala.

La siguiente figura da cuenta de la ruta que podría seguir los aportes que

se presentan desde este documento en la incidencia de políticas públicas,

particularmente relacionadas al tema de resarcimiento.

Figura No. 5 Intervención psicosocial y sus aportes para la incidencia en la Política Pública

EFECTOS

VIOLENCIA POLÍTICA

INTERVENCIÓN PSICOSOCIAL

HERRAMIENTAS TEÓRICO

METODOLÓGICAS

POLÍTICAS DE

REPARACIÓN

Fuente: elaboración propia con datos de la etnografía.

En Guatemala desde la última década se han desarrollado una serie de

publicaciones y trabajos de investigación relacionados a estos temas, sin

embargo para muchas personas aún resulta problemático entender el trabajo

psicosocial que se lleva a cabo en el marco de los procesos de reparación. Es

posible que por el carácter inmaterial del daño en la subjetividad de las víctimas

sobrevivientes, se presenten dificultades para captar la lógica que conlleva la

reparación de este tipo de violaciones. Aunado a esto, la situación de pobreza y

271

la falta de recursos, hacen que las personas otorguen mayor importancia a las

medidas tangibles.

No obstante, para entender los procesos que se desarrollan en torno a la

pérdida de familiares y la vulnerabilidad en la que se encuentran las

poblaciones afectadas es necesario tomar muy en serio la perspectiva

psicosocial, es decir, la articulación que se da entre los procesos subjetivos y

sociales que se presentan en las poblaciones. Por ejemplo, si desde esta

perspectiva apelo a que dolerse y convertir la aflicción en un recurso político

para acceder al resarcimiento no implica pasividad por parte de las víctimas

sobrevivientes, es porque estas prácticas deben entenderse como estrategias que

posibilitan nuevas interacciones entre las víctimas y un entorno que desean

cambiar.

Han sido precisamente las iniciativas comunitarias donde las personas

encontraron elementos de reparación a los sucesos del conflicto armado. En mi

opinión, los sentidos o explicaciones sobre la guerra dieron paso a nuevas

formas de afrontamiento en las aldeas pero que no necesariamente vinculaban

la victimidad con su diario quehacer. Por ello he hablado sobre desencialización

de las categorías psi que se emplean al trabajar con la población Ixhil (Dineen,

1996; Pupavac, 2004; Wessely, 2005; Stolkiner, 2008), así como la necesidad de

buscar en las prácticas de alivio la lógica para implementar el programa de

resarcimiento.

En este capítulo final quiero ir un poco más allá de los aspectos de

“normalidad” que crearon las víctimas sobrevivientes del conflicto armado y

centrarme en los cuestionamientos que se pueden realizar desde la victimidad.

Al respecto, mi reflexión está guiada desde la valoración que se hace de

distintas vidas, las cuales están protegidas u olvidadas por el Estado

guatemalteco y que, precisamente, abren o cierran espacios para la creación de

políticas públicas en beneficio de ciertos sectores de población.

272

7.1. En los bordes de lo posible ¿por qué no es de interés la política de resarcimiento en Guatemala?

Empezaré este apartado haciendo una reflexión sobre el cuestionamiento que

realiza Butler (2004b) sobre qué es lo que hace que una vida valga la pena.

Pudiera parecer irresponsable afirmar que en Guatemala existen vidas que,

dentro del imaginario, merecen ser vividas y otras que no merecen ni siquiera

duelo. Si volvemos al cuadro No. 1 tendríamos que cuestionarnos ¿Cómo fue

que nadie se enteró de lo que sucedía en Guatemala en la década de los

ochenta?

Tal cantidad de asesinatos, desapariciones forzadas y desplazamientos

en comunidades indígenas no pasa desapercibida, a menos que existan

elementos conscientes de exclusión o desdén. Explicaré con un caso reciente mi

argumento sobre la ceguera e indiferencia nacional e internacional que se dio

con el conflicto armado en Guatemala. Si bien son casos diferentes, muestra la

idea de distintas valoraciones de las vidas.

Según las cifras oficiales, en la ciudad de Guatemala se registran una

media de siete homicidios por día152. Según los datos de la Comisión

Internacional contra la impunidad en Guatemala (CICIG), durante el año 2009

se dieron 6.451 muertes violentas en el país. Del total de muertes, sólo existieron

230 condenas que representa un 96.5% de impunidad.

Estas cifras dan cuenta de las dimensiones de la violencia en Guatemala

y de lo ineficiente del aparato de Justica; por ello los hurtos, robos, asesinatos,

secuestros y extorsiones, pasan como algo relativamente normal. En España,

por ejemplo, hablar de 57 muertes de mujeres en forma violentas al año es algo

152 Revisar http://www.sigloxxi.com/noticias/31748 extraído el 21 de octubre de 2009. (Moctezuma, 2009)

273

inaceptable, y se visualiza como un problema serio, el cual debe ser resuelto lo

más pronto posible.

En Guatemala las cosas no funcionan así. Hasta mayo de 2009 fueron

asesinados 69 conductores de autobuses; pero el Estado no tomó medidas para

hacer frente a la violencia, ya que estaba dentro del parámetro de lo “normal”.

Ese mismo mes, el asesinato del abogado Rodrigo Rosenberg sacudió a la

opinión pública mediante un mensaje grabado en video153 donde acusa al

presidente de la República, Álvaro Colom, de ser junto a otras personas de su

gabinete, los responsables directos de su asesinato.

A diferencia de la naturalización de los asesinatos de los choferes de

autobuses, el escándalo Rosenberg produjo un sinnúmero de reacciones entre la

población urbana154. Lo más llamativo fue la indignación y potencia con que se

hacían denuncias en contra del gobierno de Colom. Así, las manifestaciones por

la dimisión del presidente fueron frecuentes y se podía observar a la clase

pudiente de Guatemala participar en las protestas. El despliegue de recursos

para la organización de manifestaciones en rechazo del asesinato de Rosenberg

pasaba desde spots en las radios, hasta el uso de redes sociales en el internet

como Facebook o hi5. Debo explicitar que Rodrigo Rosenberg no pertenecía

precisamente a las clases populares del país, sino que era un abogado respetado

en su gremio y con una carrera profesional acreditada155.

Las dimensiones del caso Rosenberg llegaron a tal grado que el gobierno

de Colom recurrió a contra-manifestaciones para desacreditar las peticiones de

dimisión, argumentando que su gobierno trabajaba por los más pobres y

153El video puede ser visto en http://www.youtube.com/watch?v=VxZptUp9a44 extraído el 10 de octubre de 2009. 154 También se debe tomar en cuenta que las supuestas implicaciones que tenía el presidente en este asesinato fue un factor decisivo para fuera que tomado como caso de impacto. 155 Se graduó con honores de la Universidad Rafael Landívar en Guatemala. Obtuvo su primer título de Maestría en Derecho Internacional y Derecho Comparado de la Universidad de Cambridge y una segunda maestría en Derecho Comercial y el Derecho Internacional en Harvard.

274

necesitados, los cuales apoyaban su gestión. Esta problemática llegó a tal punto

que podía pensarse que se trataba de un enfrentamiento de clases, que polarizó

durante algunas semanas la ciudad.

Ocho meses después, la CICIG concluyó que el abogado Rosenberg había

planificado su propio asesinato, lo cual creó división con respecto al trabajo que

realizaba esta unidad (CICIG, 2010). Algunos sectores decían que se habían

vendido al Estado, sin embargo las conclusiones de la investigación eran

bastante convincentes como para haber beneficiado al Estado156.

A partir del caso Rosenberg ejemplificaré el argumento sobre la

importancia que le otorga la sociedad a la muerte de algunas personas y el

desdén sobre otras. Butler (2004b) afirma que la vida se cuida y defiende

diferencialmente, es decir, ciertas vidas están altamente protegidas y atentar

contra ellas es motivo suficiente para realizar movilizaciones e incluso guerras,

como el caso de Pakistán y las torres gemelas en Nueva York.

Del otro lado están las vidas para las que no cabe ningún duelo (al menos

público) y que, en cierta forma, son vidas (des)realizadas. En este sentido,

podrían ser consideradas como vidas carentes de utilidad para la sociedad o

que por lo menos, no le son atractivas a la misma por no estar realizadas bajo

algún parámetro meritorio.

Como argumenta Butler (2004b), se trata de los mecanismos por los

cuales las sociedades convierten determinadas existencias en (o dejan de serlo)

vidas para recordar con dolor, íconos de reconocimiento para la realidad

nacional o para el resguardo de su memoria. “No es una cuestión simple, porque si

el fin de una vida no produce dolor no se trata de una vida, no califica como vida y no

tienen ningún valor” (Butler, 2004b, p. 61).

156 Las conclusiones de la investigación realizada por la CICIG se encuentra en http://cicig.org/uploads/documents/Presentacion_Caso_Rosenberg.pdf extraído el día jueves 14 de enero 2010.

275

De los centenares de asesinatos que se producen en Guatemala, muy

pocos dejan huellas o posibilidades de duelo público en los guatemaltecos/as,

pero no es algo nuevo. Lo mismo sucedía con las vidas extintas en el conflicto

armado en la región Ixhil y otras comunidades indígenas. Fueron pocas las

personas que se interesaron en la violencia desmedida durante la década de los

80, y menos aún, las que actuaron por esclarecer los delitos cometidos durante

este parte de la historia guatemalteca.

7.1.1. La búsqueda de justicia de las víctimas sobrevivientes ¿qué vidas cuentan como vidas?

Casi treinta años han pasado luego de las distintas violaciones a Derechos

Humanos cometidas por el Estado Guatemala, y las víctimas siguen buscando

en el sistema de justicia el reconocimiento del daño causado. En general, las

personas suelen estar organizadas a través de ONGs o asociaciones de víctimas

que acompañan los procesos legales; sin embargo las autoridades Estatales no

prestan la atención suficiente a los casos que se les presentan o, en algunos

casos como el de Xamán, se ha llegado a la obstrucción del proceso judicial

mediante la pérdida de pruebas, retrasos injustificados, amenazas a jueces,

fiscales y testigos (Cabrera, 2006).

La indiferencia del MP en la investigación de denuncias realizadas por

víctimas sobrevivientes del conflicto armado es algo común en este ente Estatal

como muestra el siguiente extracto:

“…sin embargo mi familia, también fue víctima de estas injusticias que de parte del Estado y de parte de grupos en conflicto que muchos de nosotros muchos de ustedes, no tenían absolutamente nada que ver; sin embargo, eh... pues… situaciones que se vivieron y que debemos olvidar. Y es por eso que el Estado aceptó la responsabilidad, y es una muestra de pedir perdón y de hecho, eh... públicamente a nivel internacional el Estado reconoció y pidió perdón a toda la comunidad internacional y especialmente a los habitantes de nuestro país. En este programa, eh... creo que es algo fundamental. Y debe tomarse de esa manera, como una muestra de poder colaborar con las familias que sufrieron eh... esas horrendas, eh… situaciones en ese, en ese momento. Como

276

representante del organismo judicial quiero decirles de que establecer procesos judiciales, implicar a personas específicas creo que es bastante difícil, es bastante difícil, es por eso que incluso se llevó, eh... el programa de REMHI no solamente como un historial que quede para nuestros hijos de la situación que se dio, pero eh... buscar víctimas, creo que no viene al caso verdad. Sin embargo en estos momentos de Paz, y eso es lo que se pactó en los acuerdos especialmente de… establecer programas no estrictamente como buscar quiénes eran los culpables, sino como una forma, un mecanismo de poder aliviar a estas víctimas y es precisamente este programa”.157

Este extracto forma parte del discurso que expuso el Juez de Paz de

Chajul a las viudas sobrevivientes que llegaron a Nebaj a recibir el

resarcimiento económico. Lo que más me llama la atención de la participación

de este juez, es que deja en evidencia su “confianza” en el sistema de justicia

guatemalteco para el cual trabaja.

Si como él dice, “implicar a personas en estos crímenes es bastante

difícil”, se debe a que conoce las limitaciones en cuanto al acceso de justicia

para la región y el resultado de las querellas. A pesar que la persecución, juicio

y condena de los responsables de las violaciones a Derechos Humanos durante

el conflicto armado, no se considera como parte del resarcimiento, aparece

como “algo” pendiente, y que no se ha hecho dentro de la intervención del

Estado.

Muchos de los trabajadores del MP afirman que el Estado no se puede

juzgar a sí mismo y por ello no tienen la capacidad de dar seguimiento a las

demandas de la población. Además cuando las víctimas llevan las denuncias al

MP, debería de oficio, abrir un proceso de investigación y reunir las evidencias

necesarias para una acusación formal y llevar a juicio a los responsables,

situación que no ha sucedido hasta el momento.

Tanto el PNR como algunas asociaciones de víctimas de la región han

llevado sus expedientes al MP pero no han encontrado la respuesta deseada por

parte de este ente Estatal. Es más, muchas veces se les ha dicho que los

157 Juez de Paz de Chajul. Grabación de la entrega de resarcimiento en Nebaj el día 061006.

277

expedientes tienen carácter legal, y que si no coinciden con los hechos, el Estado

puede juzgar a las personas por perjurio. Además de cuestionar lo que las

víctimas sobrevivientes han dicho (victimización secundaria) se intenta

persuadir a la población a no “meterse en líos”.

Pero entonces, si el Estado de Guatemala no se puede juzgar a sí mismo,

entonces ¿a quién deben apelar las víctimas sobrevivientes que buscan en la

justicia una forma de reparación? De forma muy cruda se puede pensar que

quienes tienen acceso a la justicia en Guatemala son aquellos que pueden

pagarla, lo que implica que por lo menos la mitad de la población, de acuerdo al

recuadro No. 4, tendría dificultades para acceder a juicios justos.

Según Cabrera (2006) los pocos procesos judiciales que han formado

parte de casos legales por enjuiciamiento de violaciones a Derechos Humanos

en Guatemala, únicamente han confirmado la arbitrariedad del sistema de

justicia del país puesto que no se juzga los hechos sino a quienes han cometido

el delito.

Así pues, es común encontrar casos en donde se enjuicia a los autores

materiales de las masacre (soldados o ExPAC), pero nunca a las personas que

dieron las ordenes (Coroneles, Generales, Comandantes, etc.)158. Hablar de

enjuiciar al Estado ya sería utópico, por diferentes razones como expuso el

extracto en donde habla el Juez de Paz.

Por ello, muchas de las víctimas sobrevivientes han decidido llevar sus

casos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Costa Rica para optar

158 La defensa de los altos mandos del ejército suele estructurarse en torno al desconocimiento de estos hechos. En este sentido, los militares no niegan que pudo haberse producido violencia desmedida en ciertas regiones, pero que no fueron las órdenes que ellos emitieron, sino que fue el actuar individual de unos cuantos. Este tipo de argumentos resultan insulsos ya que no se ha hecho un reconocimiento público por parte del Ejército de los delitos cometidos por sus efectivos.

278

a juicios en donde, por principio, no habrá ningún tipo de presión basada en el

poder económico o la posición de los acusados.

Esto no le conviene al Estado de Guatemala, ya las condenas resultan

bastante más elevadas (en términos monetarios) que lo que propone el PNR.

Además, esto sólo evidencia que si se busca la justicia por medio de

instituciones fuera del país, es porque de alguna forma, excluyen a la gran

mayoría de población que no puede pagarse un abogado.

Ahora bien, y para retomar el hilo argumental con que abrí este

apartado, ¿Cuál es el factor común entre las muertes del conflicto armado y las

muertes de la violencia en la Guatemala de hoy? ¿La no realización de estas

vidas? ¿Son acaso estas vidas las condenadas a no dejar rastro? Al no haber sido

nadie en la historia, al no haber intervenido en los acontecimientos, o no haber

tenido un papel en la vida de las personas “importantes” durante este período,

al ser “indios” ¿están condenados a que nunca se les reconozca como personas

valiosas para el país?159

Pero no sólo se trata de vidas pobremente marcadas, sino de muertes que

no dejaron huellas en las esferas públicas y que, en muchos casos, siguen sin

denunciarse los cementerios clandestinos donde yacen los restos para

evidenciar que tales violaciones a los Derechos Humanos se cometieron en

contra de estas existencias (des)realizadas en la década de los 80. Por supuesto

se debe entender que muchas de las víctimas sobrevivientes se han convertido

al protestantismo (evangélicos) lo que también dificulta que decidan comenzar

procesos de exhumaciones.

159 Es innegable que el racismo en Guatemala es un fenómeno que se estructura en todos los sectores de la sociedad, pero es más evidente entre la clase alta y los sectores pudientes del país. Esto no quiere decir que entre los mismos indígenas no se presenten estratificaciones y diferenciaciones de clase y etnia.

279

El estudio de opinión realizado por ECAP (2009) da cuenta que gran

parte de las personas que participaron en esa investigación (90.2%) están a favor

que se reconozcan los daños a las poblaciones afectadas. Sin embargo, en el

mismo estudio se muestran datos sobre la percepción de lo que hace el Estado

en materia de reparación. Un 60.2% menciona que el gobierno no hace nada

para reparar a las víctimas y un 25.7% afirma que sí hacen algo (14.1% no sabe o

no respondió).

Estos datos, pueden ser interpretados de forma en que el Estado no

asume su responsabilidad con el resarcimiento de manera explícita, pero ¿por

qué la gente percibe esto habiendo un programa que se dedica precisamente a

resarcir los efectos de la guerra y que se gasta mucho dinero en propaganda?

Desde mi punto de vista, la precariedad en la que se encuentran las víctimas

sobrevivientes también se caracteriza por una condición política que induce a las

personas hacia un estado de vulnerabilidad permanente. Un estado que posibilita el

anquilosamiento y la reproducción de la victimidad, incluso en sitios donde no

podría tiene cabida160.

Algunos párrafos atrás argumenté que las personas del área Ixhil no han

dejado de ser víctimas por las condiciones en las que viven actualmente

(pobreza, enfermedad, posibilidades perdidas, etc). Es una exposición que

sufren constantemente las poblaciones que conforman la región Ixhil, las cuales

están arbitrariamente sujetas a la indiferencia del Estado, aunque claro, no con

los matices calificativos del cuestionamiento inicial ¿qué vidas valen la pena ser

vividas?, sino más bien relacionados a los procedimientos que surgen a partir

de la producción y gestión de políticas públicas relacionadas con el

resarcimiento. Pero esto da cuenta de la valoración de las vidas por parte del

Estado.

160 Me estoy refiriendo a la reproducción de discursos y prácticas en los hijos de las víctimas sobrevivientes. Si bien en algunos casos los vástagos no creen las experiencias de los padres, en otros se presentan como una apropiación de la victimidad.

280

Las víctimas sobrevivientes lo tienen claro, ellos/as pueden perdonar lo

que han vivido durante la guerra, pero para que esto se pueda dar, deben conocer

a quién deben perdonar y saber porqué les causaron tantos sufrimientos sin estar

relacionados necesariamente con la guerrilla.

Para poder hablar de reparación y resarcimiento es necesario tomar en

consideración estos temas que pasan por la Justicia, y en donde el Estado así

como las diferentes ONGs que trabajan en la temática, deben incorporar las

relaciones que se establecen entre los victimarios y las víctimas sobrevivientes.

Lo ideal sería poder hablar de reconciliación en Guatemala, pero para eso, cada

parte involucrada debe reconocer su responsabilidad para con los

acontecimientos de la guerra.

Otro aspecto importante que apareció en las entrevistas es la necesidad

de conocer dónde están los desaparecidos. Gran parte de los las

entrevistados/as argumentaron que fue el ejército el responsable de las

masacres, las violaciones y la pérdida de sus recursos productivos, y por ello

demandan que se les reconozca como víctimas sobrevivientes que actualmente

tienen muchas carencias en relación a otros sectores de la sociedad.

Todos los argumentos presentados hasta el momento confluyen en un

par de preguntas: si el resarcimiento fuera para las clases privilegiadas del país

¿no se habría agilizado una ley que compensara los daños? ¿La indiferencia con

la política de resarcimiento se relaciona con que las poblaciones afectadas sean

mayorías indígenas? ¿O simplemente es la incompetencia de los legisladores lo

que obstaculiza la creación de leyes para solventar los efectos del conflicto

armado?

La respuesta a cualquiera de estas interrogantes tiene muchas

implicaciones sobre qué vidas merecen la pena ser resarcidas, y donde la

281

marginalidad y exclusión en que sobreviven juega un papel determinante para

que la victimidad se reproduzca.

7.1.2. A mayor vulnerabilidad, se incrementa la victimidad.

Las problemáticas relacionadas con las experiencias marginalidad y

exclusión surgen a partir de que no son excepciones, sino reglas en este país.

Han sido diversas las formas en que han sido socializadas y denunciadas en

diferentes plataformas sociales nacionales e internacionales por los/as víctimas

sobrevivientes, en donde se hace explícita la deuda del Estado de Guatemala

para con estas personas. No cometeré la inocentada de afirmar que la exclusión

como estado se subsana con la inclusión de los excluidos, sino que debe tomarse

en cuenta, los procesos de vulnerabilidad a los que se somete a la población por

medio de la incapacidad del Estado para garantizar una vida digna para las

víctimas sobrevivientes y para sus hijos/as.

Robert Castel (1995) argumenta que la vulnerabilidad no se debe

entender únicamente como la precarización del empleo, sino también como la

fragilización de los soportes relacionales que aseguran la inserción en un medio

en el que resulte humano vivir. El planteamiento de este autor enfatiza en que

las zonas de integración, donde existen vínculos sociales estables, no pasan a ser

zonas de exclusión sin encadenar un proceso de vulnerabilidad previo y que

puede tener una latencia extendida.

En la región Ixhil ambas zonas (integración-exclusión) están vinculadas

precisamente por la fragilidad social que se presenta entre la dinámica del

Estado y las necesidades básicas de la población. En alguna medida, el Estado

provee precariamente a las poblaciones de los servicios de agua potable, luz o

educación primaria para sus hijos. No obstante, no todas las poblaciones que

componen el Ixhil pueden afirmar que estos servicios son garantizados o que

funcionan en relación a las necesidades de la población.

282

Es cierto que no existe una ruptura definida con el Estado, pero circula

permanente la sensación de exclusión de los ixhiles por parte de los diferentes

gobiernos. Por ello cada vez que llega un candidato presidencial habla que

“ahora sí” serán tomados en cuenta. Este proceso, aunado a la historia de

desigualdades e injusticias que se dieron desde la conquista permite que la

victimidad se asocie también a la poca asistencia que llega de las instancias

gubernamentales. Pero no solamente como falta de ayuda, sino también como

desinterés en mejorar las condiciones de vida de esta población. ¿Desinterés o

incapacidad por parte del Estado? Me parece que ambas.

La discusión sobre el supuesto estado de debilidad en el que quedan las

víctimas ya ha sido argumentado en el segundo capítulo. Sin embargo, no he

mencionado que si bien las personas pueden fomentar ciertas luchas, el Estado

es quien debe velar por el bien de sus ciudadanos. Esto me lleva al

cuestionamiento ¿a quiénes podemos considerar ciudadanos si las poblaciones

del Ixhil existen únicamente como votos en los períodos electorales?

Si el Estado de Guatemala considerara seriamente la participación de los

pueblos indígenas en la creación de políticas públicas, sería más coherente

hablar de procesos de reparación o resarcimiento. La exclusión de las

poblaciones afectadas por parte del Estado, al interpretar bajo su lógica lo que

debe ser el proceso de resarcimiento, ha generado los impactos psicosociales

descritos. No pongo en duda que las intenciones de los trabajadores del PNR al

intentar llevar a cabo el proceso de resarcimiento sean buenas; no obstante,

existen limitaciones en los procedimientos y en la concepción sobre cómo

abordar los efectos del conflicto armado interno.

Hablar por ejemplo de la inclusión de la cosmovisión indígena a través

de modelo Maya Kem, y así explicar la lógica del resarcimiento desde una

perspectiva étnico/cultural, me resulta una medida cosmética porque el Estado

283

de Guatemala ha apostado por las medidas políticamente correctas basadas en

ideas de sociedades multiculturales (Kymlicka, 1995). De forma general, el

discurso de la multiculturalidad se ha nutrido en el país principalmente de las

discusiones entre los ladinos de clase alta y los “indios superados” (Esquit,

2007), así como de esas imágenes de Xincas y Garífunas que aparecen en las

portadas de publicaciones sobre el Desarrollo Humano (PNUD, 2005) o slogans

turísticos sobre el país.

No obstante la realidad es otra, muy distinta a la que plantean estos

actores que hablan de integración de ciertos colectivos mediante la idea de

sociedades multiculturales. Fuera de estos discursos se encuentra los indígenas

a secas (Esquit, 2007), los indios campesinos, analfabetas y machistas; los

“negros” de Livingstoon161 y los mestizos pobres, mejor conocidos como

marginados o de clases populares denominados como mareros162.

Desde mi punto de vista, hablar de modelos con pertinencia cultural no

refiere necesariamente al tipo de relaciones que se visualizan teóricamente

desde las Ciencias Sociales, porque en la cotidianeidad se presentan fenómenos

en donde al Estado, y a los/las mismos/as investigadores /as, se nos dificulta

interpretar con el criterio de la misma población. He ahí la importancia de los

estudios etnográficos.

Por ello al hablar de la superación de las estructuras excluyentes se debe

cuestionar desde lo que hacemos y para qué lo hacemos. El mejor ejemplo es la

preocupación de las víctimas sobrevivientes hacia sus hijos y la educación a la

que pueden acceder estos.

161 Los garífunas son afro descendientes y se encuentran localizados en el nororiente de Guatemala. Son el segundo grupo étnico mayoritario luego de los mayas. 162 Este término es utilizado en Guatemala para describir a jóvenes pandilleros que tienen como forma de vida el crimen. Sin embargo, no están necesariamente asociados a mafias o narcotráfico.

284

Es a través del potencial que se puede llegar a desarrollar por medio de

la educación lo que sostiene las esperanzas de las víctimas sobrevivientes hacia

un futuro mejor, y de esta forma poder superar la línea de pobreza, o a tener

una forma de vida alejada de la labranza de la tierra.

Sin embargo, los pobladores de la Región Ixhil también son conscientes

que actualmente el trabajo para los profesionales recién graduados ha

disminuido por la saturación del mercado laboral. La percepción de las

personas es concreta sobre este fenómeno, ya que hablan sobre que se pueden

encontrar maestros o bachilleres trabajando de pilotos en los “tucs-tucs”, en

tiendas de ropa, en centros de informática, e incluso hay casos en los que tienen

que trabajar de albañiles.

La acelerada transformación que se ha llevado a cabo en los últimos años

en la región Ixhil por la migración, ha propiciado que existan cambios en la

axiología comunitaria. Los valores se han transformado por los procesos

“modernizadores” en torno al consumo y la producción. La idea de

modernidad vinculada a la alfabetización (educación) o a la creación de

vínculos políticos económicos y culturales, encuentra competencia en las

nuevas pautas de consumo y acumulación de bienes.

Pero el consumo también conlleva ciertos peligros. A mediano y largo

plazo, el endeudamiento y la venta de tierras productivas impactarán

negativamente en la economía de los pobladores, ya que la gente vende su

medio de producción para satisfacer necesidades de educación.

Otro aspecto que debe ser tomado en consideración es que la apuesta por

la educación concentra la fuerza laboral en un sector (siempre y cuando tenga

salida). Y será por medio de las competencias que los estudiantes logren

desarrollar que puedan insertarse en el reducido mercado laboral

departamental.

285

Así, aunque los/as hijos/as de las víctimas sobrevivientes accedan a

educación, verán disminuidas sus oportunidades de trabajar en lo que

estudiaron por la saturación del mercado y la falta de salidas laborales. Esto es

un problema estructural del país y que pone en vulnerabilidad a grandes

sectores de personas; por tanto, se suma a los elementos ya expuestos a lo largo

del documento que propician que la victimidad se arraigue en estas

poblaciones.

Llegado este punto, y ya para terminar, quisiera anotar la relación que

existe entre una sociedad desigual y excluyente con la creación de políticas

públicas. Pero particularmente enfocadas a las necesidades de estos grupos que

han sido aminorados por la élite política y que se encuentran actualmente en

situaciones de alta vulnerabilidad.

286

7.2. Victimidad, reparación y su posible incidencia en la política.

El recorrido que he realizado a través de los distintos capítulos de esta tesis han

mostrado las diferentes problemáticas que entorpecen el funcionamiento del

Programa Nacional de Resarcimiento, y por tanto del proceso de reparación en

Guatemala. He insistido en que, si bien la victimidad puede posibilitar

diferentes formas de agencia, también se debe entender que produce frustración

e impotencia en contextos que, da la impresión, no toman con seriedad el valor

de la reparación más allá de la implementación de las cinco medidas de

resarcimiento.

Por ello, es conveniente que la política de resarcimiento, especialmente

las relacionadas con la posible “Ley de resarcimiento”, no siga la lógica

burocrática basada en la demostración de la condición de víctima, sino más bien

debe estar guiada bajo una lógica de Derechos Humanos que tiene como

finalidad el desarrollo conjunto de las comunidades, de sus potencialidades y

esperanzas en un futuro mejor.

Como afirma Beristain (2008a), las diferentes medidas de resarcimiento

para realmente ser reparadoras deben tener como factor común el

reconocimiento del daño material e inmaterial, así como el trato con dignidad a

las víctimas sobrevivientes; por lo que el PNR se debería de cuestionar los

procedimientos burocráticos que ha implementado para comprobar la

victimidad de las/los posibles beneficiarias/os, y enfocarla desde la lógica de

los Derechos Humanos como propone este ex trabajador del programa de

resarcimiento:

“En este segundo período, del año pasado para acá [2008-2009], cuando se hizo el diseño del PNR no se llegó a dimensionar la gran problemática que existía con respecto a la documentación. Ayer incluso escuchaba por las noticias que el RENAP que considera que el 1% de la población guatemalteca tiene el problema de identificación personal, o

287

sea no tienen cédula, o sea no han nacido en la vida jurídica pero nosotros hemos logrado determinar, por ejemplo en el norte de Huehuetenango, donde de cada 10 casos, 6 tienen problemas de documentación. O sea estamos hablando del 60% de los casos. En promedio en el PNR un 30% de los casos que se han presentado tienen problemas de documentación, y eso conllevó a que el PNR llegara a determinar que la documentación personal es una medida de reparación y resarcimiento por sí misma. Hoy por hoy en el convenio que existe entre PNR y RENAP ya da la pauta sobre la base que el PNR levanta una declaración jurada donde la persona determina que es guatemalteca o la víctima fue guatemalteca y murió por X circunstancia del conflicto armado interno, RENAP extendería el documento correspondiente, esto ya es un convenio firmado por RENAP ”163

Los trabajadores del PNR son conscientes que los esfuerzos que se han

llevado a cabo por resarcir a la población han sido muy limitados, pero en parte

se debe a la falta de voluntad política que existe alrededor de la construcción de

una ley de resarcimiento. El extracto da cuenta de lo que se está empezando a

implementar como resarcimiento, es decir, el derecho de existencia como vidas

valiosas, y no sólo como expedientes que se acumulan en los archivos.

El hecho de que el Estado de Guatemala reconozca que existieron estas

vidas, y que se extinguieron durante el conflicto armado, también puede ser

empleado como prueba de las violaciones a los Derechos Humanos que se

dieron de forma sistemática en la década de los ochenta en contra del pueblo

Ixhil. Pero más importante aún, es el Estado quien debe de cambiar su forma de

relacionamiento con las comunidades ixhiles y, además de dejar claro que los

crímenes del pasado no volverán a repetirse, intervenir de forma eficiente en los

servicios que presta a la población.

Esto puede ser planteado como uno de los aciertos de esta segunda

administración del PNR, ya que se toma en consideración que se debe seguir la

lógica de un programa de Derechos Humanos, más que de comprobación

jurídica Estatal.

163 Entrevista con GH trabajador PNR, 60 años, varón.

288

Se han cometido muchos errores por parte del PNR durante el proceso

de resarcimiento, lo cual han propiciado que la confianza en el programa

disminuya por parte de la sociedad civil y las víctimas sobrevivientes, más no la

esperanza de ser resarcidos.

“Esto en cierta medida se ha tratado como de enmendar o de corregir ese procedimiento este comportamiento porque es incluso una posición ideológica de los funcionarios del PNR y creo que estuvo muy determinado por las personas que estuvieron al frente del departamento legal del departamento jurídico que impusieron, digamos, esta lógica legalista en atención de los casos, si bien esto no está resuelto al 100% pienso que en este período se ha ido como abriendo y flexibilizando un poco”164

En este sentido, las demandas de las víctimas sobrevivientes deben ser

uno de los principales pilares para entender el proceso que se debe llevar a cabo

dentro del resarcimiento, ya que lo reparador del resarcimiento es el proceso que se

lleva a cabo, y no las medidas en sí. Beristain (2008b) afirma que la forma en que se

lleven a cabo las medidas podrá hacer del proceso algo más o menos reparador.

De esta forma, no sólo se deben enfocar los daños desde una perspectiva

parcializada desde la burocracia y la experticia de las ciencias sociales, sino que

debe entenderse desde una conciencia historizada (Spivak, 1999) desde donde

se toman en cuenta aspectos relacionados con la desigualdad, la exclusión y los

daños sufridos por el conflicto armado y que conforman lo que he denominado

victimidad.

Este es precisamente el reto que se visualiza desde este documento,

intentar que la producción académica incida en la implementación de un

resarcimiento integral con pertinencia cultural, en donde la victimidad podría

ser el punto de partida para las demandas políticas, culturales y reivindicativas

de las víctimas sobrevivientes.

Para que deje de de tener sentido el cuestionamiento ¿qué vidas merecen

ser vividas? debe realizarse un cambio estructural que va desde actitudes hasta

164 Entrevista con GH trabajador PNR, 60 años, varón.

289

interacciones, las cuales no pueden ser reguladas desde el Estado. Lo que sí se

puede hacer desde las diferentes instancias estatales es la creación de políticas

que evidencien los elementos de desigualdad y discriminación que provocan

que la victimidad siga enraizada en la población. Pero no únicamente como

secuelas psicosociales que dejó la guerra, sino también dentro de una

materialidad que se evidencia desde la pobreza, desnutrición, hambruna y falta

de tierra en la que sobreviven la gran mayoría de comunidades indígenas.

Son procesos complicados, pero si se habla de dignificación y en un

futuro no muy lejano de reconciliación, debemos como mínimo preguntarnos

por qué llegamos a donde estamos hoy día. Si bien el PNR habla de realizar la

dignificación de las víctimas elaborando conservatorios musicales en cuatro

puntos del país, habría que cuestionar qué sentido tiene esto para los hijos de

las víctimas sobrevivientes que viven lejos de los cascos urbanos, ¿tendrán

acaso la oportunidad de entrar a estos conservatorios cuando la prioridad es

sobrevivir día a día? En una sociedad de pobreza la gente busca la manera de

subsistir.

Estos son aspectos que también debe reflexionar el PNR como parte de la

perpetuación de victimidad entre los grupos que fueron afectados por el

conflicto armado interno en Guatemala, y que en muchos casos se invisibilizan

por la falta de sensibilidad de un buen número de pobladores de este país para

con los otros no considerados como iguales (los indígenas). Richar Rorty (1994)

lo explica muy bien al referir que el aprecio que podemos sentir los unos por los

otros, permite superar ideas fundamentalistas en el momento que podamos

manipular nuestros sentimientos desde cierta educación sentimental, sin

embargo, es un proceso que debe cuestionar la constitución de este país de

forma integral, y no solamente quedar en cuestiones cosméticas.

Hacer diferencias en cuanto a la producción de políticas por sectores de

la sociedad no sólo evidencia arbitrariedades en la concepción de humanidad,

290

sino que también socava en la idea de dignificación que pretende el PNR. La

reparación debe propiciar una transformación de las relaciones que se dan entre

el Estado y las víctimas sobrevivientes (Beristain, 2008b). Siguiendo a Giddens

(1990) la idea de tomar la victimidad como guía para el resarcimiento de las

víctimas sobrevivientes es poder articular las políticas de la emancipación con

las políticas de la vida (Giddens, 1990). La primera hace referencia a los

compromisos políticos dirigidos a superar la desigualdad, y la segunda son

aquellas acciones que se llevan a cabo para incrementar las posibilidades de una

vida plena.

No es posible hablar de política de resarcimiento si quienes legislan no

entiende cuáles son los impactos y secuelas que genera hoy día el conflicto

armado. Me parecería de necios negar que la historia en Guatemala se ha escrito

y obedece a un sector muy reducido de la población, donde la dialéctica amo-

sirviente se reproduce hasta de formas insospechadas. Si reconocemos que las

políticas en el país sólo se realizan en ciertos contextos, y bajo determinadas

presiones o componendas, ¿podemos esperar que la victimidad, como concepto,

pueda resultar un elemento clarificador? Tengo la esperanza en que así sea.

291

REFLEXIONES FINALES La victimidad como proceso psicosocial

- Su construcción en la región Ixhil del noroccidente de Guatemala.

En este documento he descrito la construcción de la victimidad en una sociedad

posconflicto, entendida como percibirse o considerarse víctima. El neologismo

propuesto tiene un carácter eminentemente psicosocial, y más allá de ser una

categoría sujeta a comprobación o evaluación mediante procedimientos

burocráticos, se debe entender tomando en cuenta su producción y relación con

la historia de la localidad en donde se presenta.

Este aspecto posibilita que un conjunto de personas que haya vivido un

evento traumático (violencia, guerras, desastres naturales, etc.) se asuman como

víctimas por medio de las secuelas que circulan en el total de la población o,

como el caso de los indígenas ixhiles del noroccidente de Guatemala, por los

procesos de exclusión y vulnerabilidad a los que son sujetos/as

constantemente.

La estructuración de las desigualdades e injusticias que han configurado

la noción de víctima entre la población Ixhil, se presentan de forma más

evidente desde tres situaciones que, según algunos autores/as, tenían como

finalidad el extermino del grupo: la conquista en 1524, la Reforma Liberal de

1871 y el conflicto armado interno de la década de los ochenta del siglo XX.

Son varios los/as autores/as indígenas quienes han propuesto entender

las injusticias con las comunidades etnolingüísticas que componen Guatemala a

través de esta triada. Si bien no es del total consenso entre los/las

292

académicos/as guatemaltecos/as, puede pensarse que han producido efectos

en la construcción de la realidad de las poblaciones.

Los datos encontrados evidencian que la victimidad se puede plantear

como un proceso psicosocial, dadas las características relacionales, subjetivas,

históricas y políticas que intervienen para su construcción y reproducción. No

obstante, también debe entenderse que se produce dentro de un campo

contextual que propicia los discursos en torno a la condición de víctima: el

Programa Nacional de Resarcimiento (PNR). Por ello el texto ha hecho

referencia a dos niveles de análisis en donde se estructura este proceso, lo

cotidiano y lo institucional.

- Dolor y sufrimiento residual.

En el plano de lo cotidiano, la investigación ha dado cuenta de los sentidos y

significados que atribuye la población a los sufrimientos que se presentan en el

día a día. En este sentido, la victimidad se explicita a través de los malestares

somáticos, relacionados o no, con las secuelas del conflicto armado interno. Las

construcciones que las personas hacen de los padecimientos es lo que ha

permitido evidenciar la victimidad como proceso psicosocial, pero

mayormente, por la intencionalidad que atribuyen a sus enunciados.

Lo que quiero decir es que los recuerdos y experiencias del conflicto

armado no se narran de manera espontánea entre las víctimas sobrevivientes,

sino que poseen intereses específicos durante la interacción para influir en las

condiciones políticas y económicas en las que sobreviven las personas. Esto

produce que la memoria, en tanto acción social, se inscriba en el cuerpo de

los/las enunciantes como padecimientos con una fuerte carga enigmática y que,

a pesar de los diagnósticos de los médicos, la población argumenta que son las

secuelas de la guerra.

293

Otro elemento importante a tomar en consideración para la construcción

de la victimidad es el arraigo a las posibilidades perdidas. Estas son

materializadas principalmente por la expropiación de tierras, pero

principalmente por la pérdida de hijos varones durante la guerra. Las viudas

sobrevivientes han referido que si sus hijos estuvieran vivos, ellas podrían

haber tenido una vida mejor. Las narraciones de estas mujeres enfatizan en que

ellas se hubiesen podido beneficiar del trabajo de sus hijos por medio de la

migración a los Estados Unidos de América (envío de remesas), la educación, o

de los excedentes del cultivo de diferentes productos agrícolas (seguridad

alimentaria).

Pero más allá de que exista una relación entre las enfermedades y los

sucesos del conflicto armado, o con el cambio en el proyecto de vida de los/las

sobrevivientes; es importante resaltar que el proceso de victimidad se instaura e

instala en los ámbitos relacionales de la población. Es a partir de los

posicionamientos (por ejemplo formar parte de las CPR o las aldeas modelo)

que se evidencia de mayor forma la valoración del considerarse como víctimas.

Los datos presentados desde este documento permiten establecer contrastes en

torno a la producción de subjetividades que surge de los eventos “traumáticos”.

Al respecto, las personas pueden denominarse como víctimas sobrevivientes,

pero esa condición no necesariamente los inhabilita para organizarse, exigir, y

luchar por sus Derechos.

- La victimidad como estandarte de lucha.

La victimidad contiene, precisamente, esta noción de agencia en la cual también

se puede actuar desde la ambivalencia. Se es víctima sobreviviente, sí, pero más

que ser una categoría identitaria o descriptiva, funciona al nivel de estrategia

para acceder a recursos, sean estos cuales fueren. Sus implicaciones para con la

economía política, en tanto articulación entre la necesidad de supervivencia y

acceso a formas diferentes de producción, propicia que la categoría sea

294

empleada de manera que genere beneficios para la población. Y este es

precisamente el lado político de la categoría que propongo.

Si un conjunto de personas se consideran o perciben como víctimas

sobrevivientes es porque existe un aglomerado de voluntades modelado por un

sistema de valores, prácticas y necesidades, que permiten que la condición de

víctima pueda ser empleada como estandarte en la demanda de Derechos y/o

para mejorar sus vidas de forma legítima.

Así pues, cuando las personas afirman que siguen siendo víctimas del

conflicto por las enfermedades que padecen en sus cuerpos, o por la situación

de pobreza en que quedaron luego de las distintas masacres y expropiación de

tierras, buscan contextos en donde puedan interpelar al Estado o a las ONGs

nacionales y extranjeras, que necesitan ayuda para aliviar las secuelas de la

guerra.

- La ONGizacíón potencia la victimidad.

Son precisamente estos llamados los que hacen que la victimidad aflore en una

localidad que, a diferencia de otras comunidades afectadas por la guerra en el

país, se ha caracterizado por la reproducción de un número importante de

ONGs. Por supuesto una configuración institucional como lo es el mundo de las

organizaciones no gubernamentales no es el resultado específico del conflicto

armado.

La lógica de la reproducción de estas organizaciones puede ser entendida

como un efecto de la lucha, así como de la incorporación por las mismas

víctimas sobrevivientes y la sociedad civil en la intervención de estructuras

políticas y humanitarias, pero que se da principalmente a través de la

interpelación de “pueblo traumatizado”. A esto es lo que he denominado

295

institucionalización del sufrimiento y que también juega un papel importante

en la construcción y potenciación de la victimidad.

Esta reproducción de las ONGs en la región Ixhil ha contribuido a crear

la sensación de desamparo en las personas, ya que son de los pocos recursos a

los que puede optar la población. Por otro lado, las ONGs facilitan que la

responsabilidad del Estado guatemalteco se diluya y no mejore la calidad de los

servicios que presta a la población. A pesar de que el Estado de Guatemala

emplea algunas de estar organizaciones para ejecutar su trabajo, no representa

una presencia constante y significativa en la zona.

Pero más allá del rol que pueden desempeñar las ONGs en la región, me

centré en las divergencias en torno a la concepción de sufrimiento entre las

comunidades y estas organizaciones. Si bien las ONGs han sido las

responsables de cierto grado de normalidad en el Ixhil, funcionan en base a su

propia lógica y experiencia. Por ello la victimidad es percibida desde otro plano,

con otra lógica, y generalmente desde la visión de expertos/as.

- Es conveniente des-esencializar la categoría víctima.

En este punto, el cuestionamiento de la victimidad a través de la des-

esencialización y des-patologización hacia la categoría víctima, me ha llevado a

proponer los saberes específicos de las comunidades como herramientas

importantes para la descripción, definición y abordajes del considerarse

víctima. Formular abordajes desde la propia experiencia y visión de las

comunidades es el punto crítico para dejar de lado nociones de personas

traumadas, débiles o anquilosadas en la condición de víctimas.

El caso del susto fue el más evidente que encontré, desde donde se

elimina la concepción de trauma utilizadas por los profesionales psi, porque no

inhabilita a las personas a seguir su vida; sino que permite hablar de una

296

pérdida del equilibrio. Si bien asignarle un sentido a los acontecimientos del

conflicto armado no evita que el dolor se actualice, por lo menos no etiqueta a

las personas como enfermas o disfuncionales (como lo hacen los diagnósticos

relacionados con estrés postraumático).

Estos aspectos hacen evidentes que el sufrimiento y el dolor de las

víctimas sobrevivientes de la Región Ixhil se entienden desde otros registros

dentro de los planos institucionales conformados por el trabajo de las ONGs y el

Estado. Este último, ha intervenido tardíamente en las secuelas del conflicto

armado por medio del Programa Nacional de Resarcimiento (PNR), y cuando lo

hizo, empezó por la medida de resarcimiento más fácil de implementar: la

entrega de cheques por muerte de familiares, desaparición extrajudicial, o

violación sexual.

- ¿Calificación y comprobación de la victimidad?

Los criterios para establecer a los/as beneficiarios/as del programa pasaban

necesariamente por una lógica burocrática, esto es, la comprobación y

evaluación de la victimidad para la asignación de recursos. Dado que el dinero

para financiar las medidas de resarcimiento proviene de fondos públicos, el

PNR tuvo que ejecutar las medidas bajo el criterio de comprobación de los

hechos.

De esta forma, el programa potenció los discursos sobre “ser” víctima a

través de un programa asistencialista que no busca la reparación de lo ocurrido

durante la guerra, sino más bien se presenta como un paliativo para las

necesidades más apremiantes de la población. La falta de claridad y amplitud

de los objetivos del PNR también produjo que las personas interpretaran de

forma pragmática las medidas de resarcimiento propuestas por este ente

Estatal, desvirtuando la idea de proceso de resarcimiento.

297

En la mayoría de casos presentados en este texto, las personas hablan de

las deficiencias del programa en tanto que nos les prestan atención, cuestionan

sus testimonios, no les entienden cuando argumentan que si no presentan los

documentos es porque en esa época no los tenían, etc. Cada vez que un/a

posible beneficiario/a se acerca a las oficinas regionales del PNR se exponen a

que, además de no ser tomados en cuenta, el resto de comunidad no otorgue

legitimidad a su versión de los hechos por la falta de credibilidad ante el PNR.

He insistido a lo largo del texto que lo reparador del resarcimiento es el

proceso que se lleva a cabo para implementar las medidas, y no las medidas en

sí. El criterio de trabajo psicosocial necesariamente se articula con los tiempos

de las comunidades, las expectativas, miedos, etc. y generalmente se lleva años

para llevar a cabo esto.

- Las redes que se despliegan para acceder al resarcimiento.

Cuando inicié el trabajo de campo para la investigación el conocimiento que

tenía la población sobre el PNR era casi nulo, sin embargo poco a poco fue

tomando importancia, especialmente, por las esperanzas en un mejor futuro

que depositaban las víctimas sobrevivientes hacia las medidas de resarcimiento.

En un primer momento las personas se enteraban del programa por medio de

programas radiales o directamente por la influencia de algunas organizaciones

de víctimas.

Las iniciativas comunitarias por organizarse empezaron a ser frecuentes

y se desarrollaron comités de víctimas en cada comunidad de la zona. Dentro

de los comités, eran los vecinos quienes llevaban información sobre la entrega

de la papelería y los procedimientos que debían seguir el resto de pobladores

para acceder al resarcimiento.

298

Inicialmente el PNR optó por que fueran las mismas personas de las

comunidades quienes se organizaran para definir a los/as posibles

beneficiarios/as, pero surgieron problemas en algunas comunidades donde

ciertas personas se intentaban aprovechar del desconocimiento de los

procedimientos y la edad de los/as posibles beneficiarios/as.

Por esto el PNR decidió que la búsqueda del resarcimiento tendría que

efectuarse a través y exclusivamente de ellos. Cualquier tipo de organización

proveniente de las comunidades no sería tomada en cuenta por el programa.

Esto llevó a que cada persona que buscara el resarcimiento encontrara un

sinnúmero de trabas burocráticas para acceder a la medida económica.

- (Re) victimización de la población.

La lentitud con que fueron atendidos muchas de las víctimas sobrevivientes, así

como la indiferencia de las municipalidades para encontrar la papelería

requerida, facilitó que las personas en lugar de sentirse resarcidas se

encontraran frente a una segunda victimización y otorgaran el sentido de

“lucha” a la búsqueda de resarcimiento. Por supuesto, entender el contexto de

“lucha” como una forma de reivindicación es positivo para las víctimas

sobrevivientes; no obstante, el fin del resarcimiento no pasa precisamente

porque la gente asuma que deba esforzarse para acceder a las medidas.

Pero esto únicamente fue el inicio de una serie de dificultades para la

población beneficiaria porque, una vez que se efectuaron los pagos, se

presentaron nuevos impactos psicosociales en la población. El más evidente y

que se muestra en este documento es la modificación del tejido social. Si bien

las víctimas sobrevivientes habían encontrado cierta “normalidad” en la rutina

de sus vidas, el resarcimiento económico impactó de forma negativa (en un

gran número de casos) en las relaciones familiares, con los vecinos y con la

comunidad en general.

299

El reconocimiento de quién es víctima fue uno de los principales

problemas, ya que las experiencias de victimidad en estas comunidades no se

presenta de forma homogénea. Algunas personas entregaban al programa la

papelería de sus familiares quienes habían muerto recientemente por

enfermedad o por razones ajenas a la guerra ya que, en términos burocráticos,

llenaban los requisitos que el PNR exigía para formar parte de los beneficiarios.

Esta situación creo malestar entre el resto de beneficiarios/as ya que

consideraban que el programa beneficiaba a personas que no habían sufrido.

Estas problemáticas han llevado a grupos de la sociedad civil

guatemalteca a proponer que el programa debe alejarse la lógica burocrática

que propicia una segunda victimización. El parámetro bajo el cual debe crecer

el PNR es el de la lógica de Derechos Humanos desde donde se potencie el

desarrollo y bienestar de las comunidades.

Más importante aún fue que el PNR obvió la lógica creada por las

comunidades para encontrar la “normalidad” a los acontecimientos del

conflicto armado. En este sentido, el resarcimiento se estructuró bajo premisas

no necesariamente acordes a la realidad de las comunidades y que no tomaban

en cuenta por ejemplo, los tiempos, recursos, expertos y saberes propios de las

comunidades.

Aunque el PNR había implementado el Modelo Maya Kem para explicar e

integrar la cosmovisión indígena en la lógica del resarcimiento integral; este no

pasaba de ser, en mi opinión, un sistema basado en la romantización de la

cultura indígena. No niego que posea aspectos interesantes para implementar,

pero en el caso del resarcimiento psicosocial adolece de sentidos críticos de la

reparación basándose en ideas como “fortalecimiento de la resiliencia personal”

que no me parecen ayuden a la afirmación de sujetos/as.

300

Considero que este modelo puede ser implementado pero con varios

cambios, los cuales deben partir de la misma lógica de reparación propuesta por

los expertos de la comunidad como las comadronas, guías espirituales y líderes

para fortalecer los sentidos y las redes de alivio a los que las personas están

acostumbrados. Esto por supuesto, sin negar la necesidad de incorporar el

sistema de Salud del Estado. Pero esto más que resarcimiento es una obligación

del Estado.

- La búsqueda de alivio como guía para el resarcimiento.

Otro hallazgo importante de la investigación fue que los diferentes procesos de

salud/enfermedad/atención pueden moldear la lógica del resarcimiento, ya

que la búsqueda de alivio posee ciertas regularidades en la región Ixhil,

particularmente cuando se emplean los conocimientos de los/las expertos/as

dentro de la comunidad.

Las personas que han heredado esta profesión dentro de las aldeas son

quienes poseen mayor legitimidad para conducir los procesos de sanación, por

ejemplo las comadronas, los terapeutas o guías espirituales (incluidas las

iglesias). En general suelen ser personas respetadas y conocen los

procedimientos de alivio que se han utilizado por generaciones. Estos

procedimientos suelen ser efectivos y las personas varían de sistema cuando no

ha funcionado el anterior.

Dado que el PNR es un programa que persigue el resarcimiento y, en

alguna medida el alivio a la situación actual de las víctimas sobrevivientes, se

podría seguir esta lógica basada en los saberes y expertos de la comunidad ya

que, en nuestra vida dependiendo de la cultura a la cual nos adscribamos,

cambiamos y probamos opciones de curación, sean estas biomédicas,

homeopáticas o de cualquier otro índole. De esta forma se van construyendo

múltiples alternativas y estrategias en búsqueda de salud que pueden ser

301

resumidas como: auto-atención, modelo médico alternativo subordinado y

biomedicina.

Pero la búsqueda de alivio en estos sistemas sólo orienta el tipo de

intervención que se podría realizar. Si realmente el PNR intenta ejecutar un

programa de resarcimiento al nivel de las violaciones a Derechos Humanos que

se cometieron durante la década de los ochenta, entonces debería de tomar en

consideración aspectos estructurales como la exclusión y desigualdad en que

viven las personas en la región Ixhil, y que precisamente, dieron paso al

conflicto armado.

- La Exclusión y el estado de vulnerabilidad perpetuán la victimidad

No es novedoso concluir en que un gran porcentaje de personas en la región

Ixhil viven en condiciones de extrema pobreza. Sin embargo estas condiciones

unidas a la exclusión y el perenne estado de vulnerabilidad de las poblaciones,

perpetúan el considerarse víctima. Pero no sólo en la región Ixhil, sino en la

mayoría de grupos indígenas que vivieron el conflicto armado interno en el

país.

Resulta descabellado obviar en una investigación acerca de los impactos

psicosociales de la guerra en Guatemala estos aspectos estructurales en tanto

que la gente construye su vida con estas limitantes. Por ello, el resarcimiento

debería trabajar en la disminución de esta realidad. Es posible que una categoría

como la victimidad no impacte de manera significativa para transformar la

realidad de estas personas, pero por lo menos da luces para entender la

actualización del sufrimiento de estos colectivos.

Y quizás lo más importante, la producción de este tipo de constructos

permite cuestionar profesional, ética y epistemológicamente lo que hacemos en

302

el campo al trabajar con poblaciones afectadas por distintos eventos

traumáticos.

Pero no únicamente al nivel de los abordajes que realizamos como

profesionales psi. Más bien, debemos y estamos obligados, a cuestionar la

producción de políticas Estatales que benefician a unos pocos o que, como suele

pasar en Guatemala, solo abarcan a un pequeño sector de la sociedad que tiene

relativamente satisfechas sus necesidades básicas.

- Las problemáticas de estas poblaciones están articuladas.

Finalmente, mi estudio enfatiza en que las luchas en las que se integran los

colectivos de víctimas no solo representan una percepción por medio de las

narraciones de las personas. La victimidad es un proceso real que determina el

tipo de relaciones que se presentan en la cotidianeidad. Existe gente que muere

sin haber podido tener algo parecido a un resarcimiento o a un reconocimiento

por parte del Estado.

Como ya he dicho, la apuesta crítica por la victimidad, en tanto la

atribución de sentidos políticos, puede desarrollar diferentes formas de agencia

en las poblaciones, en donde las reivindicaciones y las luchas por Derechos son

las metas. No obstante, estas actividades que se llevan a cabo por las víctimas

sobrevivientes se relacionan con otras demandas básicas que siguen sin ser

atendidas.

Si las personas al día de hoy luchan por acceder al resarcimiento, mañana

pelearán por la seguridad alimentaria, o el acceso a educación para sus hijos, o

por la disconformidad con los cultivos sembrados para la generación de

biocombustibles, o por la falta de acceso a servicios del Estado, o por la minería

o por las hidroeléctricas que perjudican la flora y fauna de los sitios en donde

303

viven. Todas estas luchas están articuladas y tienen como factor común que se

les excluye de las tomas decisiones importantes.

Son las acciones conjuntas en las reivindicaciones culturales y políticas,

las que permiten a las víctimas sobrevivientes cuestionar que no han dejado

“esa condición” porque siguen siendo excluidos por un Estado-nación desigual

y que valora diferencialmente las vidas de sus habitantes. Por estas razones,

considero que la categoría de victimidad puede ser de utilidad para cuestionar

y dar cuenta de las posiciones a las que son sometidas las personas, pero esto

refiere a una nueva investigación en donde se pueda profundizar los impactos

del percibirse o considerarse como víctima.

304

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316

ANEXOS

Cuadro No. 12 Organizaciones involucradas en la red de alivio de la región Ixhil

No. Organización/Institución Actividad Localidad

1 ADAI Desarrollo y Atención a Discapacitados Vipila

2 ADIK - Kumool Capacitación y asistencia a sus asociados en el campo productivo Xemamatze

3 Movimiento discapacitados

Capacitación y atención a discapacitados Xolacul

4 ADECOPADEZ Fortalecimiento de la capacidad de las mujeres Municipalidad

5 APAPTIX Venta de medicamentos naturales, capacitación agropecuaria y créditos.

Xolacul

6 APEDIBIMI Educación Batzbaca

7 ASAUNIXIL Proyecto de agricultura, con enfoque a la seguridad alimentaria, reforestación

Simocol

8 ASIES Educación Batz Calvario

9 Asociación Juvenil Q´anil

Becas de estudio y capacitación para jóvenes No

10 Asociación de promotores plan específico

Educación Batz Calvario

11 ASODILT Proyecto de agricultura y crédito Xolacul no

12 Auxiliatura de Derechos Humanos Derechos Humanos Vipila

13 AVANT Cooperación española, proyectos de desarrollo medio ambiente y turismo

14 Bomberos Voluntarios Servicios de emergencia Jatzal

15 Bufete Popular Asesoría Legal y jurídica Simicol

16 CALDH Asesoría legal y jurídica Batzbaca

317

Cuadro No. 12 Organizaciones involucradas en la red de alivio de la región Ixhil

No. Organización/Institución Actividad Localidad

17 Centro de Mediación Servicio de mediación de conflictos Simicol no

18 Comisión Departamental de Discapacitados Asesoría a discapacitados Municipalidad

19 CONTIERRA Mediación sobre conflictos agrarios Vitzal

20 Cooperativa Todos Nebajenses

Ahorro, créditos y servicios de pagos de remesas, extensión de cobertura (Salud)

Vipila

21 Defensoría Maya Asesoría sobre situación legal del pueblo indígena Batzbaca Chajul

22 Dirección de área de Salud Salud Xolacul

23 FONTIERRA Estudios y apoyos en compra de fincas para personas campesinas Vitzal

24 FUNCEDESCRI Proyectos de saneamiento ambiental, créditos, y centro de acopio para comercialización

Vitzal

25 Hospital Nac. de Nebaj Salud Vicotz

26 Brigada cuba de salud Salud Hospital

27 ASOMOVIDINQ Asesoría y proyectos de desarrollo a Víctimas del conflicto armado. Batzbaca

28 MOVDES Asesoría y proyectos de desarrollo a Víctimas del conflicto armado. Jatzal

29 Policía Nacional Civil Seguridad Municipalidad

30 PNR Resarcimiento a víctimas del conflicto armado Vitzal

31 PROMASA Seguridad alimentaria Xolacul

32 SER Proyecto de agua y sanamiento ambiental Batzbaca

33 U’tz Kaslemal Salud mental Santa Cruz del Quiché

34 Fundación contra el hambre Salud y educación Vipila no

35 PRONADE Educación Vitzal

318

Cuadro No. 12 Organizaciones involucradas en la red de alivio de la región Ixhil

No. Organización/Institución Actividad Localidad

36 Mesa regional Ixil Auditoria social al PNR

37 ECAP Salud mental Batzbaca

38 Liga guatemalteca de Higiene mental Salud mental

39 CONAVIGUA Asesoría legal a víctimas del conflicto armado Cotzal

40 FUNDAMAYA Fortalecimiento a guías espirituales 3 municipios

41 Asociación donde están los niños y las niñas Búsqueda de niñez desaparecida Vipila

42 AEPREQ Educación Batz Calvario

43 Juzgado de Paz Asesoría legal a víctimas/justicia Simocol

44 Ministerio Público Investigación de casos denunciados Simocol

45 Parroquias Equipo de acompañamiento psicosocial Cotzal, Chajul, Nebaj

46 Red de mujeres Ixiles Alianza de mujeres ixiles Tucampo

47 Programa de Paz Ixil Fortalecimiento organizacional Vitzal

48 Save The Children Salud reproductiva Simocol

Fuente: Elaboración propia con datos del equipo de trabajo de Nebaj, ECAP, 2009.

319

ABREVIATURAS EMPLEADAS EN EL TEXTO AC Acción Católica AGDH Acuerdo Global sobre Derechos Humanos ASOMOVIDINQ Asociación Movimientos de Víctimas para el

Desarrollo Integral del Norte del Quiché CAFCA Centro de Análisis Forense y Ciencias Aplicadas CC Corte de Constitucionalidad de Guatemala CEH Comisión para el Esclarecimiento Histórico CIA Central of Intelligence Agency CICIG Comisión Internacional contra la Impunidad en

Guatemala CPR Comunidades de Población en Resistencia CNR Comisión Nacional de Resarcimiento CUC Comité de Unidad Campesina ECA Empresa Campesina Asociativa ECAP Equipo de Estudios Comunitarios y Acción

psicosocial ENCOVI Encuesta Nacional de condiciones de vida EGP Ejercito Guerrillero de los pobres FRG Frente Republicano Guatemalteco GAM Grupo de Apoyo Mutuo G2 Servicios de Inteligencia del Estado de Guatemala IIDH Instituto Interamericano de Derechos Humanos IGN Instituto Geográfico Nacional INACIF Instituto Nacional de Ciencias Forenses INE Instituto Nacional de Estadística INTA Instituto Nacional de Transformación agraria IRCA International Rails of Central America MOVDES Movimientos Desarraigados MP Ministerio Público ODHAG Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de

Guatemala OMS Organización Mundial de la Salud ORPA Organización del Pueblo en Armas PAC Patrullas de Autodefensa civil PP Partido Patriota PNR Programa Nacional de Resarcimiento PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo RDE Registro diario de eventos REMHI Informe de la Recuperación de la Memoria Histórica RESV Registro de eventos significativos de vida RENAP Registro Nacional de las Personas RCT Rehabilitation and research centre for torture victims

320

SI Solidaridad Internacional SIAS Sistema Integral de Atención en Salud SIDH Sistema Interamericano de Derechos Humanos UFCO United Fruit Company URNG Unidad Revolucionaria Nacional guatemalteca

321

GUÍA DE ENTREVISTA Objetivo: Conocer los procesos y elementos fundamentales que han llevado a las víctimas en la búsqueda de resarcimiento sean estos de tipo social, discursivo o material.

1. ¿Por qué ha buscado al Programa Nacional de Resarcimiento?: Esta pregunta pretende que las personas cuenten de forma más o menos espontánea, el relato de porqué consideran que son o fueron víctimas durante el conflicto armado. Aunque en muchas narraciones será explícito el porqué fueron víctimas, es de interés para la investigación cómo narran los sucesos.

2. ¿Cómo se enteró del Programa Nacional de Resarcimiento?: En esta pregunta se pretende recolectar información acerca de cómo llegó la información a las víctimas. No en todos los casos ha llegado de la misma forma y esto puede ser un indicador de por dónde (al respecto de organizaciones de víctimas, ONGs, radio, etc.) acceden las personas a la información.

3. ¿Qué ha tenido que hacer y/o presentar para poder acceder al resarcimiento?: Una de las principales formas para justificar la victimidad de las víctimas por parte del PNR es la presentación de pruebas que puedan constatar esa victimidad. Por esta razón se enfatizará en qué recursos (acciones) sociales y materiales se llevaron a cabo para poder ser beneficiario del programa, esto es, presentación de documentación, búsqueda de documentos en municipalidades, acompañamiento por organizaciones, etc.

4. ¿Qué sentimientos le provoca el Programa Nacional de Resarcimiento? O ¿Qué espera del resarcimiento? Aquí se pretende conocer todos aquellos sentimientos que pueda despertar el PNR. Cuestiones como la esperanza o la desesperanza son necesarios para entender el proceso de la victimidad y la victimización.

5. ¿En qué va a ayudarle a Ud. Como víctima el resarcimiento? Con esta pregunta se pretende conocer las expectativas de la gente al obtener el resarcimiento.

6. ¿Ha tenido alguna dificultad para acceder al Programa Nacional de Resarcimiento? En esta pregunta es de interés conocer las principales limitaciones para acceder al programa.

7. ¿Desea hacer algún comentario para las personas que aún no han recibido el resarcimiento?: Esta pregunta está enfocada de forma que la gente sepa que su testimonio es útil y que le podrá servir a otras personas.

322

REGISTRO DIARIO DE EVENTOS: Código de hogar: _____________ No. de informante: _____________ Hoja no. ____________

SUFRIMIENTO BÚSQUEDA DE ALIVIO FECHA QUÉ CUÁNDO A QUIÉN QUÉ CUÁNDO A QUIÉN

323

REGISTRO DE EVENTOS SIGNIFICATIVOS DE VIDA

Código informante: _____________________ Entrevistador: ____________________________ Hoja no. ______________

Lugar de residencia Historia familiar Salud del ego Participación

Año Edad Nombre Aldea Cabecera o

pueblo Ciudad Movimien

to restringid

o

Historia educativa Defunciones en

la familia Causa Otros eventos Enfermedad Forma

de alivio

Ocupación y migraciones estacionales

Adquisiciones importantes Iglesia Productiva Otra