GARRETON, MANUEL ANTONIO. La posibilidad democrática en Chile.
La Transformacion de la Accion Colectiva en America Latina - Garreton
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LA TRANSFORMACION DE LA ACCION COLECTIVA EN AMERICA LATINA MANUEL ANTONIO GARRETON M.
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La transformacin de
la accin colectiva
en Amrica Latina
Manuel Antonio Garretn M.
Departamento de Sociologa
Universidad de Chile
Asistimos al desaparecimiento del paradigma clsico que vea
en la posicin estructural el elemento determinante en la con-
formacin de la accin colectiva y de los actores sociales. Pro-
ducto de los cambios estructurales y culturales en el mundo y
la regin la transformacin de la dbil sociedad industrial de
Estado nacional en Latinoamrica y la desarticulacin de las
relaciones clsicas entre Estado y sociedad la accin colec-
tiva tiende a configurarse principalmente a travs de cuatro
ejes: la democratizacin poltica; la democratizacin social o
lucha contra la exclusin y por la ciudadana; la reconstruc-
cin y reinsercin de las economas nacionales o la refor-
mulacin del modelo de desarrollo econmico, y la redefi-
nicin de un modelo de modernidad. Ello da origen a actores
sociales ms fluctuantes, ms ligados a lo sociocultural que a
lo poltico-econmico y ms centrados en reivindicaciones por
calidades de vida y por inclusin que en proyectos de cambio
social global.
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ILas orientaciones analticas
Durante dcadas predomin un paradigma terico y
prctico de la accin colectiva y los actores sociales
en la regin, concordante con los paradigmas predo-
minantes de las ciencias sociales a escala mundial. Este
afirmaba, primero, una unidad o correspondencia en-
tre estructura y actor; segundo, el predomino de la
estructura sobre el actor, y tercero, la existencia de un
eje central provisto por las estructuras y los procesos
emanados de ellas, que actuaba como principio cons-
titutivo de toda accin colectiva y de la conformacin
de actores sociales.
Es decir, el paradigma clsico, torico y prcti-
co, en relacin a los actores sociales y a la accincolectiva privilegiaba la dimensin estructural. Este era
el componente duro de la sociedad, en tanto el actor
y la accin colectiva eran el componente blando.
Existe la conviccin generalizada que este para-
digma ya no da cuenta de la realidad actual. Ello por-
que, por un lado, en el mundo de hoy se han produci-
do enormes transformaciones estructurales y cultura-
les que nos enfrentan a un tipo societal distinto. Por
otro lado, han aparecido nuevas formas de accin so-
cial y nuevos actores, al mismo tiempo que se trans-
formaban las pautas de accin de los actores sociales
clsicos. Si desde el anlisis de los actores y las for-
mas de accin colectiva el vuelco del paradigma cl-sico tiene varios hitos,1 desde el punto de vista de los
fenmenos sociales mismos, los movimientos de de-
rechos humanos y los movimientos democrticos bajo
las dictaduras, movimientos tnicos como los de
Chiapas o las redes de organizaciones sociales y ex-
periencias de barriales de ciudadana en Per, por ci-
tar ejemplos emblemticos, nos parecen marcar una
distancia con el paradigma de accin colectiva que he-
mos denominado clsico, aunque incorporan y
redefinen muchos de sus elementos, lo que es ms claro
an en el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil.
En lo que sigue intentaremos una esquematizacin
de algunas de las orientaciones analticas que contri-
buyen a configurar un posible paradigma en ciernes
sobre actores y accin colectiva en Amrica Latina.2
Se trata de ir ms all de un determinismo estructural
de tipo universal y de superar la visin de una corre-
lacin esencialista y abstracta, definida de una vez para
siempre, entre economa, poltica, cultura y sociedad,
es decir, la idea de que a un sistema econmico dadocorresponde necesariamente una determinada forma
poltica o cultural o viceversa.
As, en una sociedad determinada es posible dis-
cernir niveles o dimensiones y esferas o mbitos de la
accin social. Respecto de los primeros, imbricados
entre s aunque con autonoma unos de otros, ellos son:
los comportamientos individuales y las relaciones
interpersonales que definen los llamados mundos de
la vida, los niveles organizacional e institucional que
corresponden al mundo de las instrumentalidades, y la
dimensin histrico-estructural, de proyectos y contra-
proyectos, que definen lo que algunos llaman la
historicidad.3 Respecto de las esferas o mbitos de
accin, ellas corresponden al modo de satisfacer las
necesidades materiales de la sociedad, lo que se llama
economa; a las frmulas e instituciones de conviven-
cia, conflictos, estratificacin o jerarquizacin que de-
finen la estructura u organizacin social en un sentido
amplio; a la configuracin de las relaciones de poder
referidas a la conduccin general de la sociedad, lo que
se denomina poltica; y a los modelos ticos y de co-
nocimiento y su aplicacin, las visiones del tiempo y
la naturaleza, la representacin simblica y la socia-
lizacin, que es lo que llamamos cultura. El esquema Este artculo est basado en Cambios sociales, actores y accincolectiva (Garretn, 2001b). En l hemos hecho uso abundante demateriales elaborados en otras publicaciones, especialmente So-cial movements and the process of democratization. A generalframework (Garretn, 1995b). En dos libros recientemente publi-cados (Garretn, 2000a y 2000b) se condensan muchos de los tra-bajos que hemos retomado aqu.1 El ms importante y decisorio es el trabajo de Alain Tourainesobre actores sociales y sistema poltico. La primera formulacinsistemtica en Actores sociales y sistemas polticos en Amrica
Latina (Touraine, 1987) fue luego desarrollada en Poltica y socie-dad en Amrica Latina (Touraine, 1989). En esta misma lnea, unadcada antes, Zermeo (1987) public M xico: una democraciautpica. El movimiento estudiantil del 68.
2 Estas ideas se encuentran dispersas en diversos trabajos del autor,en especial A new socio-historical problmatique and sociologicalperspective (Garretn, 1998), Hacia una nueva era poltica. Estu-dio sobre las democratizaciones (Garretn, 1995a) y En qu so-ciedad vivi(re)mos? Tipos societales y desarrollo en el cambio desiglo (Garretn, 1997a). La ms reciente formulacin, de la quetomamos aqu algunos elementos, fue Poltica y sociedad entre dospocas. Amrica Latina en el cambio de siglo (Garretn, 2000a).3 Hemos reelaborado el esquema propuesto hace casi tres dcadaspor Touraine (1973).
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de determinaciones entre estas esferas y dimensiones
es flexible, cambiante e histrico.
Asimismo, una sociedad determinada se define a
partir de la particular configuracin de las relaciones
entre i) Estado, ii) rgimen y partidos polticos, y
iii) sociedad civil o base social. Esta relacin histri-camente acotada es lo que permite hablar de una ma-
triz sociopoltica. El concepto de matriz sociopoltica
o matriz de constitucin de la sociedad alude a la rela-
cin entre Estado, o momento de la unidad y direccin
de la sociedad; sistema de representacin o estructura
poltico-partidaria, que es el momento de agregacin de
demandas globales y de reivindicaciones polticas de los
sujetos y actores sociales, y la base socioeconmica y
cultural de stos, que constituye el momento de parti-
cipacin y diversidad de la sociedad civil. La media-
cin institucional entre estos elementos es lo que lla-
mamos el rgimen poltico.
La perspectiva indicada hace recaer el peso delanlisis en los actores, su constitucin e interaccin.
Cuando hablamos de actor sujeto,4 nos referimos a los
portadores, con base material o cultural, de accin
individual o colectiva que apelan a principios de
estructuracin, conservacin o cambio de la sociedad,
que tienen una cierta densidad histrica, que se defi-
nen en trminos de identidad, alteridad y contexto, que
se involucran en los proyectos y contraproyectos, y en
los que hay una tensin nunca resuelta entre el sujeto
o principio constitutivo y trascendente de una determi-
nada accin histrica y la particularidad y materiali-
dad del actor que lo invoca. No todo lo que se mueve
o acta en una sociedad es un actor en el sentido so-ciolgico del trmino, podramos llamarlo simplemente
agente. Tampoco todo lo que llamamos actor es siem-
pre portador de una alta densidad histrica.
De modo que puede definirse una doble matriz de
actoresen una sociedad determinada. Una es la matriz
sociopoltica o constituyenteo gestatriz de sujetos y
que se refiere a las relaciones mediadas por el rgimen
poltico entre Estado, representacin y base socioeco-
nmica y cultural. La otra es la matriz configurativa deactores sociales en la que cada uno de ellos ocupa una
posicin en las dimensiones o niveles y en las esferas
o mbitos mencionados ms arriba.
Al referirnos a procesos polticos de lucha y cam-
bio social, el tema de los actores sociales se recubre con
el de los movimientos sociales, definidos como accio-
nes colectivas con alguna estabilidad en el tiempo y
algn nivel de organizacin, orientados al cambio o
conservacin de la sociedad o de alguna esfera de ella.
La idea de Movimiento Social tiende a oscilar entre dos
polos: la respuesta coyuntural a una determinada situa-
cin o problema y la encarnacin del sentido de la his-
toria y el cambio social. Desde nuestra perspectiva,
ambos polos pueden ser vistos como dos dimensiones
de los movimientos sociales. Por un lado, el Movimiento
Social (maysculas, singular) orientado al nivel histri-
co-estructural de una determinada sociedad y definien-
do su conflicto central. Por otro lado, movimientos so-
ciales (plural, minsculas), que son actores concretos que
se mueven en los campos de los mundos de la vida y
de las instrumentalidades, organizacional o institucional,
orientados hacia metas especficas y con relaciones pro-
blemticas, que se definen en cada sociedad y momento,
con el Movimiento Social Central. Los movimientos
sociales son un tipo de accin colectiva y no el nico, ydeben ser distinguidos al menos de otras dos formas de
accin colectiva importantes en sociedades en cambio,
como son las demandas y las movilizaciones.5
4 Sobre la problemtica del actor sujeto, vase Touraine (1984 y2000). Tambin Dubet y Wieworka (1995).5 Vase una definicin y clasificacin de los movimientos socialesen Touraine (1997). Otras visiones en Gohn (1997) y Touraine(1989). Una concepcin alejada de la que se plantea aqu es la deMcAdam, McCarthy y Zald (1998).
6 Sobre la denominacin nacional-popular, vase Germani (1965) yTouraine (1989). De esta ltima tomaremos algunas de sus carac-terizaciones. La denominacin de matriz Estado-cntrica se encuentraen Cavarozzi (1996) y mi propia definicin en, entre otros, Garretn(1995 a y b).
IILa accin colectiva en la matriz clsica
En trminos generales, podemos decir que la matriz
sociopoltica latinoamericana, que denominaremos in-distintamente clsica, poltico-cntrica o nacional po-
pular,6 y que prevaleci desde la dcada de los treinta
hasta los setenta, con variaciones acordes con los pero-dos y los pases, se constituy por la fusin de diferentes
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procesos: desarrollo, modernizacin, integracin social
y autonoma nacional. Toda accin colectiva estaba cru-
zada por estas cuatro dimensiones y todos los diferen-
tes conflictos reflejaban estas fusiones.
La principal caracterstica de la matriz nacional
popular, en trminos tpico-ideales, era la fusin entresus componentes, es decir, el Estado, los partidos polti-
cos y los actores sociales. Esto significaba una dbil
autonoma de cada uno de estos componentes y una
mezcla entre dos o tres de ellos, con subordinacin o
supresin de los otros. La combinacin particular en-
tre ellos dependa de factores histricos y variaba de
pas en pas. En cualquier caso, la forma privilegiada
de accin colectiva era la poltica y la parte ms dbil
de la matriz era el vnculo institucional entre sus com-
ponentes, es decir, el rgimen poltico; de ah sus fluc-
tuaciones o ciclos reiterativos entre democracia y au-
toritarismo.
En esta matriz clsica el Estado desempeaba un
rol referencial para todas las acciones colectivas, ya
fueran el desarrollo, la movilidad y movilizacin so-
ciales, la redistribucin, la integracin de los sectores
populares. Pero era un Estado con dbil autonoma de
la sociedad y sobre el que pesaban todas las presiones
y demandas tanto internas como externas. Esta interpe-
netracin entre Estado y sociedad le daba a la poltica
un papel central; pero salvo casos excepcionales, se
trataba de una poltica ms movilizadora que represen-
tativa y las instituciones de representacin eran, en
general, la parte ms dbil de la matriz.
Siempre en trminos esquemticos y tpico-idea-les, es posible afirmar que junto con la clsica matriz
sociopoltica exista un actor social central que puede
ser definido como el Movimiento Nacional Popular, y
que abarcaba los diferentes movimientos sociales, a
pesar de sus particularidades. Esto significa que cada
uno de los movimientos sociales particulares era al
mismo tiempo, y en grados diversos, desarrollista, mo-dernizador, nacionalista, orientado hacia el cambio
social y se identificaba como parte del pueblo. Este
ltimo era considerado como el nico sujeto de la his-
toria. El movimiento o actor social paradigmtico del
Movimiento Nacional Popular fue generalmente el
movimiento obrero, pero en diferentes perodos este
liderazgo fue cuestionado, por lo que se le reemplaza-
ba por la apelacin a otros actores, como los campesi-
nos o los estudiantes o las vanguardias partidarias.
As, las caractersticas principales de este actor
social o Movimiento Social Central fueron, en primer
lugar, la combinacin de una dimensin simblica muy
fuerte orientada al cambio social global con una dimen-
sin de demandas muy concretas. Esto significa la
asuncin implcita o explcita de la orientacin revo-
lucionaria aun cuando los movimientos concretos fue-
ran muy reformistas. En segundo lugar, la referen-
cia al Estado como el interlocutor de las demandas
sociales y como el locus de poder sobre la sociedad.
Esto significa una omnipresente y compleja relacin
del movimiento social con la poltica, pudiendo ser sta
la subordinacin completa a los partidos, la instrumen-
tacin de stos o un estilo de accin ms independien-
te. En consecuencia, la debilidad de la base estructu-
ral de los movimientos sociales se compensaba con laapelacin ideolgica y poltica.
IIILa desarticulacin de la matriz
nacional popular
El intento de desmantelar la matriz clsica o polti-
co-cntrica por parte de los regmenes militares de losaos sesenta y setenta, y algunas transformaciones
institucionales o estructurales que tambin ocurrieron
en otros pases sin este tipo de autoritarismo, en los
ochenta,7 implicaron algunas consecuencias profun-
das para los actores sociales y formas de accin co-
lectiva.Por un lado, hay dos significados entrelazados en
la accin de cualquiera de los movimientos y actores
7 Sobre los autoritarismos y regmenes militares, vase el ya clsicoThe New Authoritarianism in Latin America (Collier, ed., 1979) y
los trabajos de ODonnell (1999) en su antologa Contrapuntos. Unadiscusin general de las transformaciones socioeconmicas bajo elsello del neoliberalismo se encuentra en Smith, Acua y Gamarra(1994).
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sociales particulares bajo los autoritarismos. Uno es la
reconstruccin del tejido social destruido por el auto-
ritarismo y las reformas econmicas.8 El otro es la
orientacin de las acciones, en el caso de regmenes
autoritarios, hacia el trmino de ste, lo que politiza
todas las demandas sectoriales no especficamentepolticas.
Por otro lado, debido a la naturaleza represiva de
los regmenes autoritarios o militares, y al intento de
desmantelamiento general del Estado desarrollista, que
tambin se dio en los casos en que no hubo rgimen
militar, la referencia al Estado y los vnculos con la
poltica cambian dramticamente para los actores so-
ciales particulares, llegando a ser ms autnomos, ms
simblicos y ms orientados hacia la identidad y
autorreferencia que a lo instrumental o reivindicativo.9
Durante el momento represivo ms intenso en los
inicios del autoritarismo, la orientacin principal de
cualquier accin colectiva tiende a ser la autodefensa
y sobrevivencia; es decir, el tema central es la vida y
los derechos humanos.10 Cuando el rgimen autorita-
rio o militar mostr su dimensin ms fundacional, los
movimientos se diversificaron en variadas esferas de
la sociedad y se orientaron ms hacia lo cultural y
social que hacia lo econmico o poltico. Finalmente,
cuando el rgimen comenz a descomponerse y su
trmino fue visto como una posibilidad real, los acto-
res sociales tendieron a orientarse hacia la poltica y
hacia una frmula institucional de transicin que asu-
ma e involucraba todas las diferentes expresiones pre-vias de accin colectiva.
Respecto de los movimientos sociales particula-
res, el intento del autoritarismo por cambiar el rol del
Estado, as como los cambios en la economa y la
sociedad, transformaron los espacios de constitucin de
aqullos, principalmente debilitando sus bases institu-
cionales y estructurales a travs de la represin, la
marginalizacin y la informalizacin de la economa.
En lugar de los movimientos organizados, la principal
accin colectiva durante las dictaduras fueron las
movilizaciones sociales que tendan a enfatizar su di-
mensin simblica por sobre la orientacin reivin-
dicativa o instrumental. Es significativo, en este senti-
do, el rol de liderazgo simblico alcanzado por el Mo-
vimiento de Derechos Humanos. El fue el germen de
lo que podramos llamar el Movimiento Social Central
del perodo de ruptura de la matriz nacional popular bajo
los autoritarismos: el Movimiento Democrtico.
8 Acerca del resurgimiento de la sociedad civil bajo el autoritaris-mo, vase Nun (1989). Tambin las obras colectivas: Eckstein,coord. (2001c), Escobar y Alvarez, eds. (1992) y Slater, ed. (1985).9 Sobre el significado y evolucin de los movimientos sociales bajolos regmenes militares, vase Garretn (2001a). Ver tambin en elmismo volumen los artculos de Eckstein (2001b), Moreira Alves(2001), Navarro (2001) y Levine y Mainwaring (2001). Respecto amovimientos de derechos humanos y otro tipo de resistencia alautoritarismo, vase la tercera parte de Corradi, Weiss y Garretn,eds. (1992).10 Jelin y Herschberg, eds. (1995).
IVLa globalizacin y la transformacin
de la sociedad moderna
Dos fenmenos han cambiado significativamente la
problemtica de la accin colectiva en el mundo de
hoy.
Por un lado, la llamada globalizacin, en cuanto
interpenetra econmicamente (mercados) y comunica-
cionalmente (meditica, informacin, redes reales y
virtuales, informtica) a las sociedades o segmentos de
ella y atraviesa las decisiones autnomas de los Esta-
dos nacionales,11 ha tenido varias consecuencias. Una
es la desarticulacin de los actores clsicos ligados al
modelo de sociedad industrial de Estado nacional. Otra,
con sus propias dinmicas ms all de la globalizacin,
es la explosin de identidades adscriptivas o comunita-
ristas basadas en el sexo, la edad, la religin como ver-
dad revelada y no como opcin, la nacin no estatal,
la etnia, la regin, etc. Una tercera son las nuevas for-
mas de exclusin que expulsan masas de gente estable-ciendo un vnculo puramente pasivo y meditico entre
ellas y la globalizacin. Finalmente, la conformacin
11 El trabajo ms amplio sobre el tema es Castells (1997). Desdeuna perspectiva crtica latinoamericana, vase Chonchol (2000),Flores Olea y Maria (1999), Garca Canclini (1999) y Garretn,ed. (1999).
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de actores a nivel globalizado que enfrentan a su vez
a los poderes fcticos transnacionales, los movimien-
tos antiglobalizacin.
Por otro lado, lo que est ocurriendo en todas par-
tes del mundo, y en Amrica Latina con algunas ca-
ractersticas particulares que indicaremos, es un cam-bio fundamental del tipo societal predominante en los
ltimos siglos. Este puede resumirse en el fenmeno
de amalgamacin entre el tipo societal bsico que ac-
tu como referencia desde el siglo XIX, la sociedad
industrial de Estado Nacional, y otro tipo societal, la
sociedad post-industrial globalizada.12
El tipo societal referencial, frente al cual los pa-
ses podan estar ms atrasados o ms avanzados, la
sociedad industrial de Estado Nacional, tena dos ejes
fundamentales: uno era el eje trabajo y produccin, el
otro era el eje Estado Nacional, es decir, la poltica.
Por lo tanto, los actores sociales en este tipo societal
eran predominantemente actores que se vinculaban al
mundo del trabajo o de la produccin, es decir, alguna
relacin con las clases sociales y, por otro lado, al
mundo de la poltica, es decir alguna relacin con los
partidos o liderazgos polticos. La combinacin de
ambos es lo que llambamos movimientos sociales.
En el caso de Amrica Latina, definida menos por
una estructura industrial y un Estado nacional conso-
lidados, que por procesos de industrializacin y de
construccin de Estados nacionales y de integracin
social, la organizacin de la sociedad, y as tambin la
conformacin de actores sociales, estaba basada ms
en la poltica caudillista, clientelista o partidariaque en el trabajo o produccin.
El nuevo tipo societal, que podramos llamar post-
industrial globalizado y que slo existe como princi-
pio o como tipo societal combinado con el anterior,
tiene como ejes centrales el consumo y la informacin
y comunicacin. No tiene en su definicin misma, a
diferencia del tipo societal industrial-estatal, un siste-
ma poltico.
En torno a los ejes bsicos de este modelo societal
consumo e informacin y comunicacin se cons-
tituyen nuevos tipos de actores sociales, por supuesto
que intermezclados o coexistiendo con los actores pro-
venientes del modelo societal industrial-estatal trans-
formados. Por un lado, los pblicos y redes de diversa
naturaleza, que pueden ser ms o menos estructurados,
especficos o generales, pero que tienen como carac-
tersticas el no tener una densidad organizacional fuer-
te y estable. En segundo lugar, actores con mayor
densidad organizacional como las organizaciones nogubernamentales (ONG), que constituyen tambin redes
nacionales y transnacionales. En tercer lugar, los ac-
tores identitarios, sobre todo aqullos en que el prin-
cipio fundamental de construccin de identidad tiende
a ser adscriptivo y no adquisitivo. Finalmente, los
poderes fcticos, es decir, entidades o actores que pro-
cesan las decisiones propias de un rgimen poltico, al
margen de las reglas del juego democrtico. Ellos
pueden ser extrainstitucionales como los grupos eco-
nmicos locales o transnacionales, la corrupcin y el
narcotrfico, grupos insurreccionales y paramilitares,
poderes extranjeros, organizaciones corporativas
transnacionales, medios de comunicacin. Pero tam-
bin existen poderes fcticos de jure, actores institucio-
nales que se autonomizan y asumen poderes polticos
ms all de sus atribuciones legtimas, como pueden
serlo los organismos internacionales, presidentes
(hiperpresidencialismo), poderes judiciales, parlamen-
tos, tribunales constitucionales y las mismas Fuerzas
Armadas en muchos casos.
Consecuencia de lo sealado es la transformacin
de los principios de accin colectiva e individual. Los
principios de referencia de los actores de la sociedad
clsica que hemos conocido y a la cual pertenece nues-
tra generacin en Amrica Latina, pese a la debilidadde la estructura econmica industrial, son el Estado y
la polis estructurada en Estado. Los principios de re-
ferencia de los actores de la sociedad post-industrial
globalizada son problemticas que desbordan la polis
o el Estado nacional (paz, medio ambiente, ideologas
globalistas u holsticas, gnero). Para los actores
identitarios la referencia principal es a la categora
social a la cual pertenecen (se sienten jvenes o muje-
res, indios, viejos, paisanos de tal regin, etc., ms que
nacionales de un pas o seguidores de una ideologa o
realizadores de alguna funcin o miembros de una
profesin).
Es cierto que Amrica Latina siempre vivi enforma desgarrada la modernidad occidental industrial
de carcter estatal-nacional y que sta nunca logr
consolidarse como la racionalidad organizadora de
estas sociedades. Pero tambin es cierto que esta mo-
dernidad fue un elemento referencial en la historia de
nuestros pases en el siglo pasado y que se la vivi en
forma ambigua e hibridada con otros modelos de
12 Existe una abundante literatura sobre el carcter de la sociedad ysu impacto en las formas de accin colectiva. Vale la pena desta-car, para los fines de este trabajo, a Castells (1997), Touraine (1997),Dubet y Martucelli (1998) y Melucci (1996). Para la perspectivams clsica de clases sociales, vase Wright (1997). Mi propia vi-sin se halla en Garretn (2000b).
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modernidad. Todo ello hace ms problemtica la irrup-
cin del nuevo tipo societal en nuestras sociedades.
Si se examinan las nuevas manifestaciones de la
accin colectiva desde Chiapas o Villa El Salvador de
Per, los movimientos campesinos ligados al narcotr-
fico o los ms tradicionales de lucha por la tierra, los
movimientos tnicos y de gnero, las movilizaciones
de protesta contra el modelo econmico, las nuevas
expresiones de los movimientos estudiantiles, entre
otros, se ver que todas ellas comparten rasgos de am-
bos modelos de modernidad combinados con las pro-
pias memorias colectivas.
VEl cambio de matriz sociopoltica
en Amrica Latina
Junto con las transformaciones provenientes de los
procesos de globalizacin, en los que las sociedades
latinoamericanas se insertan dificultosamente de una
manera dependiente, y como objetos de estrategias
externas de dominacin y de las dinmicas de un nue-
vo tipo societal que se amalgama con el preexistente,
ambos mal enraizados en estas sociedades, stas han
vivido, en grados y circunstancias diferentes, cambios
profundos en diversas dimensiones.13
El primero es el advenimiento y relativa consoli-
dacin de sistemas poltico-institucionales que tienden
a sustituir a las dictaduras, guerras civiles y modalida-
des revolucionarias de dcadas precedentes. El segun-
do es el agotamiento del modelo de desarrollo hacia
adentro industrializacin con rol dirigente del Es-tado y su reemplazo por frmulas que asignan prio-
ridad al papel del sector privado y buscan insertarse
en la economa globalizada y dominada por las fuer-
zas transnacionales del mercado. El tercero es la trans-
formacin de la estructura social, con el aumento de la
pobreza, las desigualdades, la marginalidad y la preca-
riedad de los sistemas laborales. Y por ltimo, el cuarto
es la crisis de las formas clsicas de modernizacin y
de cultura de masas norteamericana predominantes en
las elites dirigentes, y el reconocimiento y desarrollo
de frmulas propias e hbridas de modernidad.
Todos estos procesos han significado la ruptura
y desarticulacin de la matriz clsica o nacional po-pular. Recordemos que es contra esta matriz y su tipo
de Estado que se dirigen tanto los movimientos revo-
13 Sobre la problemtica general de Amrica Latina en los aosnoventa vanse, entre otros, Reyna, comp. (1995) y Smith (1995).Desde otra perspectiva, Sosa (1996).
lucionarios de los aos sesenta, criticando su aspecto
mesocrtico y su incapacidad de satisfacer los intere-
ses populares, como los regmenes militares que se
inician en esos aos en Amrica Latina. El momento
de las transiciones democrticas de los ochenta y no-
venta, a su vez, coincide con la constatacin del vaco
dejado por la antigua matriz que los autoritarismos
militares haban desarticulado, sin lograr reemplazar-
la por otra configuracin estable y coherente de las
relaciones entre Estado y sociedad. En este vaco tien-
den a instalarse diferentes sustitutos que impiden el
fortalecimiento, la autonoma y la complementariedad
entre los componentes de la matriz (Estado, rgimen
y actores polticos, actores sociales y sociedad civil) y
que buscan sustituir o eliminar alguno.Tres grandes tendencias, a veces superpuestas,
otras entremezcladas, otras en tensin y con luchas por
hegemonas parciales entre ellas, intentan reemplazar
la matriz en disolucin. Por un lado, el neoliberalismo,
como intento de negar la poltica a partir de una vi-
sin distorsionada y unilateral de la modernizacin
expresada en una poltica instrumental que sustituye la
accin colectiva por la razn tecnocrtica y donde la
lgica de mercado parece aplastar cualquier otra di-
mensin de la sociedad. Esta tendencia se acompaa
en los ltimos tiempos con una visin de la poltica que
contribuye a despolitizar an ms la sociedad al plan-
tearse como su nico contenido el resolver los pro-blemas concretos de la gente.
Por otro lado, y como reaccin frente a la pri-
mera tendencia y a los fenmenos de globalizacin,
surge una visin tambin crtica del Estado y la po-
ltica, pero desde la sociedad civil, apelando a su
reforzamiento, ya sea a travs de los principios de
ciudadana, participacin, empoderamiento o de las
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14
diversas concepciones del capital social, ya sea a tra-
vs de la invocacin a principos identitarios y comu-
nitario.14
Entre estos dos polos contradictorios, pero que en
conjunto tienden a debilitar desde ngulos distintos la
legitimidad del Estado y de la poltica, en un caso porconsiderarlos innecesarios e ineficientes, en el otro por
ser elitistas y cupulares y no dar cuenta de las nuevas
demandas y campos de accin sociales, se halla la
visin ms institucionalista del refuerzo del papel del
Estado y de la democracia representativa, para evitar
la destruccin de la sociedad por el mercado, los po-
deres fcticos o el particularismo de las reivindicacio-
nes identitarias y corporativas.
En los vacos que dejan estas tres tendencias, in-
capaces cada una de reconstituir una nueva matriz
sociopoltica, pueden resurgir tambin nostalgias po-
pulistas, clientelistas, corporativistas o partidistas y, en
caso de extrema descomposicin, caudillismos neopo-
pulistas, pero ya sin la convocatoria de grandes pro-
yectos ideolgicos o de movilizaciones de fuerte ca-
pacidad integrativa. Estas nostalgias aparecen ms bien
como formas fragmentarias, muchas veces en forma
paralela a elementos anmicos, apticos o atomi-
zadores, y en algunos casos delictuales, como el
narcotrfico y la corrupcin.
As, la cuestin fundamental es si, ms all de las
transiciones democrticas o del paso a un modelo eco-
nmico basado en las fuerzas de mercado transnaciona-
lizadas, asistimos o no a la emergencia de un nuevo tiposocietal, es decir, de una nueva matriz sociopoltica. Lo
ms probable es que los pases sigan diversos caminos
en esta materia, movindose de una u otra manera en
las tres grandes tendencias anotadas. Si bien existe el
riesgo de la permanente descomposicin o inestabilidad
y crisis sin una pauta nueva y clara de relaciones entre
Estado, poltica y sociedad, tambin puede irse abrien-
do paso dificultosamente la tendencia a una nueva ma-
triz de tipo abierto, es decir, caracterizada por la auto-
noma y la tensin complementaria de sus componen-
tes, combinada con elementos subordinados de la ma-
triz clsica en descomposicin y que redefine la polti-
ca clsica y las orientaciones culturales.
No es posible predecir an el resultado de estos
procesos. Pareciera que el marco poltico ser formal-
mente democrtico, sin que pueda asegurarse su rele-
vancia frente a los poderes fcticos transnacionales y
locales.
14 Sobre ciudadana y participacin vase CEPAL (2000b). Sobre ca-pital social, Portes (1998) y Durston (2000). Sobre identidades,ILADES (1996).
VILos nuevos ejes de la accin colectiva
Los cambios estructurales y culturales que afectan tanto
al tipo societal latinoamericano como al modo clsico
de relacin entre Estado y sociedad significan, en tr-
minos de la accin colectiva, un cambio de paradigma
en un doble sentido. En primer lugar, la organizacin
de la accin colectiva y la conformacin de actores
sociales se hace menos en trminos de la posicin
estructural de los individuos y grupos y ms en trmi-
nos de ejes de sentido de esa accin. En segundo lu-
gar, los cuatro ejes de accin que definiremos no es-
tn imbricados en un proyecto societal nico que los
ordena entre s y fija sus relaciones, prioridades y de-terminaciones en trminos estructurales, sino que cada
uno de ellos es igualmente prioritario, tiene su propia
dinmica y define actores que no necesariamente son
los mismos que en los otros ejes, como ocurra con la
fusin de las diversas orientaciones en el movimiento
nacional popular o en el movimiento democrtico que
le sigui.
1. La democratizacin poltica
En las ltimas dcadas se han dado tres tipos de pro-
cesos de democratizacin desde diversas situaciones de
autoritarismo. El primero corresponde a las fundacio-
nes democrticas, es decir, la creacin de un rgimendemocrtico en pases donde nunca existi antes pro-
piamente una democracia, partiendo de regmenes
oligrquicos o patrimoniales o desde situaciones de
guerra civil, insurrecciones o revoluciones, como es,
principalmente, el caso centroamericano. El segundo
corresponde a las transiciones, el paso a regmenes
democrticos desde regmenes de dictadura militar o
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civil formales, caso principalmente de los pases del
Cono Sur. El tercero corresponde a las reformas, es
decir, procesos de extensin de instituciones democr-
ticas desde el poder mismo, presionado por la socie-
dad y la oposicin poltica, como es el caso mexica-
no.15
Las fundaciones exigen, por su naturaleza, la pre-
sencia de actores e instituciones mediadoras, naciona-
les o externas, entre los sectores combatientes y la con-
versin de stos en actores polticos. Las transiciones
no operan por derrocamiento, sino que por negociacio-
nes dentro de marcos institucionales, pero se definen
por el cambio de los titulares del poder y privilegian a
los partidos polticos como actores centrales y a los
grupos corporativos que presionan por salvaguardar sus
intereses en el proceso de trmino de las dictaduras y
en el rgimen que les seguir, subordinando a los
movimientos sociales que fueron importantes en eldesencadenamiento de la transicin. Las reformas no
implican cambio necesario en los titulares del poder y
es difcil decir en qu momento realmente estn ter-
minadas. En ellas el juego cupular de los partidos y
actores polticos es central, aunque los movimientos de
la sociedad civil son los que mantienen la presin para
evitar que las reformas se empantanen.
Si bien es cierto que cada forma de democratiza-
cin tiene implicancias distintas para las formas de
accin social y privilegia determinados actores socia-
les, es posible trazar una lnea general en esta materia,
en la que cada caso y subcaso aporta sus rasgos espe-
cficos.Si habamos definido como el sujeto o principio
constitutivo central de la matriz poltico-cntrica o
clsica al Movimiento Nacional Popular, puede decir-
se que la construccin de democracias polticas impli-
c un giro de ste hacia el Movimiento Democrtico,
es decir, hacia un actor o movimiento central que, por
vez primera, no se orienta ni hacia intereses especfi-
cos de un sector social ni hacia el cambio social radi-
cal y global, sino hacia el cambio de rgimen poltico.
Los gobiernos autoritarios se convierten en el princi-
pio ms importante de oposicin y el trmino del r-
gimen y la instalacin de la democracia llegan a ser la
meta principal de la accin colectiva. Con este cam-
bio, el Movimiento Social gana en trminos instrumen-
tales, pero se paga el precio de la subordinacin de las
demandas particulares a las metas polticas. A la vez,
esto otorga el rol de liderazgo a los actores polticos,
principalmente los partidos. Las negociaciones y
concertaciones en el nivel de las cpulas y de las elites
tienden a reemplazar las movilizaciones sociales du-
rante la transicin democrtica y los procesos de con-
solidacin.
En este sentido, los procesos de democratizacin
poltica tienden a separar la accin colectiva en tres
lgicas que penetran a todos los actores sociales par-
ticulares. Una es la lgica poltica orientada hacia el
establecimiento de una democracia consolidada como
condicin para cualquier otro tipo de demanda. La otra
es la lgica particular de cada uno de los actores orien-
tada hacia beneficios concretos en la democratizacinsocial como condicin para apoyar activamente al
nuevo rgimen democrtico. La ltima lgica critica
la insuficiencia de los cambios institucionales y con-
cibe la democracia como un cambio social ms pro-
fundo y extensivo a otras dimensiones de la sociedad.
Esta lgica, subordinada durante las democratizacio-
nes polticas, se expresar luego a travs de los otros
ejes de la accin colectiva que examinaremos.
La existencia de cuestiones ticas no resueltas
durante las transiciones o democratizaciones, especial-
mente la violacin de los Derechos Humanos bajo las
dictaduras, mantuvo la importancia de los movimien-
tos de Derechos Humanos al comienzo de las nuevasdemocracias. Pero stos se vieron severamente limita-
dos por las restricciones de otros enclaves autoritarios,
de tipo institucional o constituidos por poderes fcticos
(militares, empresarios, grupos para-militares), y espe-
cialmente por el riesgo de regresin autoritaria y cri-
sis econmicas. Ello confiri a los actores polticos, en
el gobierno y la oposicin, roles claves en la accin
social, subordinando de esta manera los principios de
accin de otros actores a su propia lgica. A su vez,
las tareas relacionadas con el proceso de consolidacin
privilegiaron, al comienzo, las necesidades y requeri-
mientos del ajuste y la estabilidad econmicos, desin-centivando la accin colectiva que se pensaba pona en
riesgo tales procesos. Como resultado se produjo un
cierto grado de desarticulacin y desactivacin de los
movimientos sociales. Pero ms importante an es que,
al establecerse los regmenes post-dictatoriales, los
movimientos sociales quedaron sin un principio cen-
tral de proyeccin.
15 Sobre transiciones y democratizaciones vanse, entre otros mu-chos, Barba, Barros y Hurtado, comps. (1991) y para un balance yrevisin actualizados, Hartlyn (2000). Mis propios planteamientosestn en Garretn (1995a y 1997b) y en Poltica y sociedad entredos pocas (Garretn, 2000a). En este ltimo nos basamos para elbalance presentado aqu.
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El balance de las democratizaciones polticas no
puede dejar de ser positivo en cuanto a la transicin y
consolidacin de regmenes post-autoritarios, y, en
general, crtico respecto de la calidad y profundidad
democrtica de tales regmenes.
En efecto, los regmenes democrticos que suce-den a las dictaduras militares o civiles, si bien conso-
lidados, son democracias o incompletas o dbiles. Es
decir, en algunos casos se trata de regmenes que si
bien son bsicamente democrticos mantienen cierta
impronta del rgimen anterior, lo que hemos denomi-
nado los enclaves autoritarios. Estos son institucionales
(constituciones, sistemas legislativos amarrados, etc.);
tico-simblicos (problemas pendientes de verdad y
justicia en torno a crmenes y violaciones de derechos
humanos desde el Estado); actorales (grupos que in-
tentan volver al rgimen anterior o no juegan cabal-
mente el juego democrtico) y culturales (actitudes y
comportamientos heredados que impiden la participa-
cin ciudadana y democrtica). En otros casos, la re-
composicin del sistema de representacin en el rgi-
men democrtico est an en curso. Por ltimo, hay
un grupo de pases que vive una cierta descomposicin
del conjunto del sistema poltico o en los cuales los
poderes fcticos no se someten a las reglas del juego
institucional o la ciudadana no logra constituirse como
tal, lo que hace a sus democracias relativamente irre-
levantes para el cumplimiento de las tareas propias de
todo rgimen.
Es evidente que en torno a la profundizacin y
calidad del rgimen democrtico se producir una con-figuracin de actores, con una tensin entre los ms
orientados a lo poltico-estatal, preocupados de las
reformas institucionales y de la modernizacin del
Estado, y aquellos que ligan demandas sociales y ciu-
dadanas propias del segundo eje al que nos referire-
mos. Recordemos al respecto que en Mxico el Ejr-
cito Zapatista de Liberacin Nacional (EZLN) pona
entre sus primeras reivindicaciones la celebracin de
elecciones limpias junto a sus propias demandas de
integracin social, y que el movimiento indgena en
Ecuador tambin vincul sus demandas particulares al
cambio de gobierno.
2. La democratizacin social
El segundo eje en torno al cual se constituyen accio-
nes colectivas y actores sociales es lo que puede de-
nominarse la democratizacin social. Entre los varios
significados que tiene este concepto dos son pertinen-
tes para nuestros efectos. El primero se refiere a la
redefinicin de la ciudadana. El segundo a la supera-
cin de la pobreza y la exclusin.16
Se asiste hoy en da a una expansin valorativa
indita de la dimensin ciudadana, lo que se expresa
en que casi todas las demandas y reivindicaciones se
hacen a nombre de la ciudadana o de los derechos ciu-dadanos. Es cierto que muchas de ellas se confunden
con simples demandas sociales, de modo que el uso
del concepto por parte de las ONG y los organismos in-
ternacionales es a veces equvoco y a veces pierde su
contenido especfico referido a derechos iguales de las
personas individuales (citizenship) frente al poder po-
ltico-estatal garantizados por instituciones determina-
das y en torno a cuya reivindicacin se organiza un
cuerpo de ciudadanos portadores de tales derechos
(citizenry).
La valorizacin de la ciudadana contrasta, sin
embargo, con el debilitamiento de las instituciones
clsicas que sirvieron para expresarla: sobre todo en
el campo los derechos civiles.
Hay actores que se ubican en este campo de rei-
vindicaciones clsicas, es decir, amenazados por lo que
ven como prdida de los derechos conquistados en sus
luchas histricas al debilitarse el papel del Estado y de
la institucionalidad que los garantizaban. Hay otros
cuyas luchas se organizan contra la discriminacin, es
decir, estn orientadas a que se reconozcan derechos
de los que gozan los ciudadanos ya integrados a los
miembros de determinadas categoras (gnero, nivel
socioeconmico, etnia, regin, etc.). Pero, adems, en
aquellos campos de ciudadana clsica donde existeninstituciones, ya no se trata slo del acceso o cobertu-
ra de determinados derechos ciudadanos, sino de la ca-
lidad del bien a que se aspira, la que obviamente de-
pende de la naturaleza del grupo que la reivindica, por
lo cual un derecho universal no puede ser de igual con-
tenido para todos (por ejemplo, la demanda educacio-
nal o de salud). Esto limita la capacidad de accin al
particularizarse la dimensin de sujeto colectivo (citi-
zenry).
Por otro lado, si la ciudadana es el lugar del re-
conocimiento y la reivindicacin de un sujeto de de-
recho frente a un determinado poder, y ese poder fue
16 Excelentes anlisis de estos aspectos, especialmente sobre exclu-siones, se encuentran en Filgueira (2001) y en CEPAL (2000 a y b).Sobre ciudadanas, adems de CEPAL (2000b), estn Hengstenberg,Kohut y Maihold, eds. (1999) y Jelin y Herschberg, eds. (1995).Un muy buen estudio de un caso nacional es el de Lpez (1997).Sobre el debilitamiento de la ciudadana civil, que mencionaremosms adelante, vase ODonnell (2001).
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normalmente el Estado, hoy da se generan campos o
espacios en que la gente hace el equivalente o la ana-
loga con la ciudadana. Quiere ejercer derechos pero
ese poder frente al que hay que conquistarlos ya no es
necesariamente el Estado o lo es slo parcialmente. Por
ejemplo, derechos relacionados con los medios decomunicacin, donde la gente no quiere que en la gran
cantidad del tiempo de su vida til que est dedicada
a la televisin le fijen los marcos en que debe elegir,
y quisiera tener alguna forma de ciudadana. El medio
ambiente es otra esfera en que se expresan relaciones
de poder, derechos y campo de ciudadana que no se
refieren exclusivamente al Estado. Tambin la perte-
nencia a ms de una comunidad nacional, como ocu-
rre en zonas fronterizas o con procesos masivos de mi-
gracin.
Por ltimo, en estos procesos de redefinicin de
la ciudadana surgen demandas y luchas por derechos
que implican una revolucin en el principio clsico de
los derechos humanos, ciudadanos o del modelo repu-
blicano. Hay aqu dos dimensiones distintas involu-
cradas. Una corresponde a los derechos que se recla-
man en nombre de una identidad y que no son exten-
sibles a otras categoras (derechos de la mujer, de los
jvenes, de los discapacitados), pero cuyos titulares
siguen siendo los individuos. La otra dimensin se
refiere a derechos cuyos titulares no son los individuos
sino que las colectividades como en el caso de dere-
chos de pueblos indgenas, y eso es una reinvencin
del concepto de ciudadana (Stavenhagen, 2000).
Para todos estos nuevos campos de ciudadana noexisten instituciones, o slo existen embrionaria y par-
cialmente. Entonces, lo que hay en vez de institucio-
nes que regulan deberes y derechos de los involucra-
dos, es precisamente una demanda genrica donde el
adversario y el referente son difusos.
La otra cara de la democratizacin social se re-
fiere a la superacin de las nuevas formas de exclu-
sin social del actual modelo socioeconmico.
En el perodo previo a los autoritarismos milita-
res y a los llamados ajustes estructurales, las formas
de integracin estuvieron asociadas a la industrializa-
cin y urbanizacin, a la expansin de los servicios del
Estado y a la movilizacin poltica. En cada uno deestos campos se poda detectar una dialctica inclusin-
exclusin y un proceso de organizacin de sectores
excluidos con el propsito de integrarse.
Hoy los sectores excluidos estn separados de la
sociedad, manteniendo con ella alguna forma de rela-
cin puramente simblica que parece no pasar por la
economa y la poltica. A la vez, estn fragmentados y
sin vinculacin entre ellos, lo que dificulta enormemen-
te cualquier accin colectiva. As, adems de darse la
desestructuracin de las comunidades polticas, produc-
to de los fenmenos de globalizacin y de explosin
de identidades que no son nacional-estatales, una enor-
me masa es expulsada de lo poco que queda de esacomunidad poltica. La cuestin no es slo qu mode-
lo econmico puede integrar en el espacio de una ge-
neracin al sector excluido, sino qu tipo de sistema
poltico es capaz de darle participacin efectiva y prota-
gnica sin estallar y sin caer en prcticas manipulado-
ras o populistas.
La incorporacin de la parte excluida de la socie-
dad, que en algunos pases puede ser ms del 60% de
la poblacin, se plantea hoy en trminos nuevos: el
sector excluido no es ms un actor que se sita en un
contexto de conflicto con otros actores sociales sino,
simple y trgicamente, un sector que se considera des-
echable de la sociedad, al que ni siquiera se necesita
explotar.
El panorama de las acciones colectivas de los aos
noventa muestra que el eje ciudadana-exclusin ha
sido uno de los principales elementos constitutivos de
la accin de los actores sociales de la regin, atrave-
sando tanto los movimientos tnicos como los nuevos
rasgos de los movimientos de pobladores, las reivin-
dicaciones de sectores pobres urbanos, las organizacio-
nes vecinales y de movimientos barriales o regionales,
los movimientos juveniles y las movilizaciones contra
los cierres de empresas.
En general, es en torno a estas cuestiones de lademocratizacin social que se resignifican los actores
ms polticos, como los partidos que giran hacia lo que
denominan preocupaciones de la gente, o los ms
econmicos, como los sectores afectados por crisis
econmicas y prdidas de empleo.17
3. La reconstruccin de la economa nacional y
su reinsercin
El tercer eje de accin colectiva se refiere a las conse-
cuencias de la transformacin del modelo de desarro-
llo.18 La transformacin del antiguo modelo de desa-
rrollo hacia adentro, basado en la accin del Estadocomo agente de desarrollo, y la reinsercin de la eco-
noma nacional en el proceso de globalizacin de la
17 Escobar y Alvarez, eds. (1992), Eckstein, coord. (2001c), Calde-rn y Reyna (1995).18 Respecto de las transformaciones econmicas, vanse Smith, Acu-a y Gamarra, eds. (1994), Ffrench-Davis (2000) y CEPAL (1992).
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economa mundial, a partir de las fuerzas transnacio-
nales de mercado, signific una mayor autonoma de
la economa respecto de la poltica en relacin al mo-
delo de desarrollo hacia adentro, pero dej a la socie-
dad enteramente a merced de los poderes econmicos
nacionales y, sobre todo, transnacionales.El modo predominante como se hizo tal transfor-
macin fue mediante el ajuste o las reformas estructu-
rales de tipo neoliberal. Pero las modalidades neolibe-
rales han significado slo la insercin parcial y una
nueva dependencia de ciertos sectores, con lo que se
vuelve a configurar un tipo de sociedad dual y queda
planteada la cuestin de un modelo alternativo de de-
sarrollo. Dicho de otra manera, el modelo neoliberal
oper slo como ruptura y mostr su total fracaso para
transformarse en un desarrollo estable y autosusten-
table.
En trminos de las cuestiones ligadas a los acto-
res sociales, el nuevo esquema econmico que se im-
pone a nivel mundial tiene varias consecuencias.19
Por un lado, el esquema econmico prevalecien-
te tiende a ser intrnsecamente desintegrativo a nivel
nacional y parcialmente integrativo, aunque obviamen-
te asimtrico, a nivel supranacional. Ello implica la
desarticulacin de los actores sociales clsicos ligados
al mundo del trabajo y al Estado y hace muy difcil la
transformacin de los nuevos temas mencionados (me-
dio ambiente, gnero, seguridad urbana, democracia
local y regional dentro del pas, etc.) y de las nuevas
categoras sociales (etarias, de gnero, tnicas, diver-
sos pblicos ligados al consumo y a la comunicacin)en actores sociales polticamente representables. Esta
desarticulacin de actores sociales es coincidente con
el debilitamiento de la capacidad de accin del Esta-
do, referente bsico para la accin colectiva en la so-
ciedad latinoamericana.
Se produce, as, una preeminencia de luchas de-
fensivas, a veces en la forma de revueltas salvajes, otras
a travs de la movilizacin de actores clsicos ligados
al Estado en defensa de sus conquistas previas (emplea-
dos pblicos, profesores o trabajadores de antiguas em-
presas del Estado). Los estudiantes se orientan ms a
la defensa de sus intereses de carrera amenazados por
la privatizacin de la educacin superior, que a la re-forma ms profunda del sistema educacional y univer-
sitario. Los trabajadores orientan sus luchas y deman-
das a paliar los efectos del modelo en el nivel de vida,
el empleo y la calidad de los trabajos, demandando
siempre la intervencin del Estado, ms que a posicio-
nes propiamente anticapitalistas. Por otra parte, se
aprecia un doble movimiento en el actor empresarial,
escindido entre los favorecidos y los perdedores de lasaperturas y la globalizacin: en estos ltimos se pro-
duce la corporativizacin defensiva de tipo nacionalista
y, en los primeros, la internacionalizacin de las pau-
tas de accin y una dinmica interna ms agresiva, pero
sin lograr convertirse en clase dirigente.
4. La reformulacin de la modernidad
El cuarto eje, que puede ser visto como una sntesis
de los otros, pero que posee su propia dinmica y es-
pecificidad como fuente de accin colectiva, se refie-
re a las luchas en torno al modelo de modernidad, las
identidades y la diversidad cultural, y, obviamente,
como todos los otros, se recubre tambin de luchas por
la ciudadana.20
La modernidad es el modo como una sociedad
constituye sus sujetos individuales y colectivos. La
ausencia de modernidad es la ausencia de sujetos. Es
necesario recordar que sociolgicamente no se puede
hablar de la modernidad, sino que hay que hablar de
las modernidades. Cada sociedad tiene su propia
modernidad. Los diferentes modelos de modernidad
son siempre una combinacin problemtica entre la
racionalidad cientfico-tecnolgica, la dimensin expre-
siva y subjetiva (afectos, emociones, pulsiones), lasidentidades y la memoria histrica colectiva.
La forma particular de la modernidad latinoame-
ricana, en torno a lo que hemos denominado la matriz
nacional popular, ha entrado en crisis y frente a ella
se alza como propuesta la simple copia del modelo de
modernidad identificado con procesos especficos de
modernizacin de los pases desarrollados, pero con un
nfasis especial en el modelo de consumo y cultura de
masas norteamericano. El neoliberalismo y los llama-
dos nuevos autoritarismos, bsicamente militares,
identificaron su propio proyecto histrico con la mo-
dernidad. Las transiciones democrticas de los ltimos
aos rectificaron slo la dimensin poltica, dndole unsello democrtico.
19 Respecto a las bases estructurales de las transformaciones socia-les, vase Filgueira (2001). Sobre su impacto en los movimientossociales en los aos ochenta y noventa, Caldern, ed. (1986), Co-legio de Mxico (1994), Eckstein (2001a) y Stavenhagen (1995).
20 Para un anlisis general del tema de la modernidad, vanseTouraine (1993), ILADES (1996), Garca Canclini (1980), Garretn,ed. (1999) y Bayardo y Lacarrieu (1999). Mi propia visin apareceen Garretn (1994) y, ms recientemente, en La sociedad en quevivi(re)mos (Garretn, 2000b).
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En oposicin a ese modelo surgieron visiones de
la modernidad latinoamericana identificadas ya sea con
una Amrica Latina profunda de raz indgena, ya sea
con una base social nica y homognea como el mes-
tizaje, o con un cemento cultural-religioso de prove-
niencia catlica. Todas ellas tienden a definir la mo-dernidad o su alternativa ya sea desde la externalidad
del sujeto, ya sea desde una esencialidad trascendente,
con lo que no dan cuenta de las formas de conviven-
cia latinoamericanas que combinan de manera en-
tre confusa y creativa la vertiente racional-cientfi-
ca, la vertiente expresivo-comunicativa y la memoria
histrica colectiva.
Probablemente ste es el eje ms novedoso de la
accin colectiva de los ltimos aos en Amrica Lati-
na, siendo especialmente visible en las nuevas moda-lidades de las acciones indgenas, en la sociabilidad y
redefinicin ante la poltica de los jvenes, y en movi-
mientos que combinan diversas dimensiones tnica,
socioeconmica y poltica como el de Chiapas.21
VIIAccin colectiva y poltica
Cuando hablamos de actores y de la sociedad civil,enfrentamos hoy una realidad bastante compleja, pues
pareciera asistirse a un debilitamiento general de la
accin colectiva y de los actores y movimientos socia-
les y a una modificacin del panorama de los actores
sociales.
El panorama actual muestra a este respecto: una
mayor individualizacin en las conductas y estrategias
del movimiento campesino, ligadas a migraciones y
narcotrfico en algunos casos, con excepcin probable-
mente del Movimiento de los Sin Tierras del Brasil;
una legitimacin e institucionalizacin estatal de los
movimientos de mujeres; una orientacin de los mo-
vimientos de pobladores, anteriormente ligados a lastomas de terrenos, hacia las cuestiones de seguridad
urbana; luchas de trabajadores contra polticas econ-
micas y laborales y por una reintervencin estatal, ms
que contra el capital; movimientos guerrilleros menos
orientados a la toma del poder que a la negociacin de
espacios en el mbito institucional; estudiantes ms
defensores de sus conquistas e intereses que preocu-
pados de la transformacin del sistema educativo;
movimientos de derechos humanos ms espordicos o
circunstanciales; un reforzamiento de las acciones
poltico-electorales y de participacin ciudadana ms
que grandes movimientos de cambio social radical. Por
ltimo, lo ms significativo pareciera ser la transfor-
macin de los actores tnicos hacia luchas por princi-
pios identitarios y de autonoma respecto del Estado
nacional.22
21 Escobar y Alvarez, eds. (1992), Eckstein (2001a) y Reyna (1995).22 Para un panorama general, vase Eckstein (2001a). Sobre losmovimientos tnicos, Stavenhagen (2001).
Los actores clsicos han perdido parte de su sig-nificacin social y tienden a corporativizarse. Los
emergentes, a partir de las nuevas temticas post-au-
toritarias, no logran constituirse en actores estables o
cuerpo de ciudadanos, sino que aparecen ms en cali-
dad de pblicos o en movilizaciones eventuales. En
situaciones como stas, los actores sociales propiamen-
te tales tienden a ser reemplazados por movilizaciones
espordicas y acciones fragmentarias y defensivas, a
veces en forma de redes y entramados sociales signi-
ficativos pero con baja institucionalizacin y represen-
tacin polticas, o por reacciones individuales de tipo
consumista o de retraimiento. Por otro lado, tambin
toma la escena la agregacin de individuos a travs del
fenmeno de la opinin pblica, medida a travs de
encuestas y mediatizada no por organizaciones movili-
zadoras o representativas, sino por los medios de co-
municacin masiva.
Es evidente que en los procesos descritos hay
elementos que daan la calidad de la vida democrti-
ca, al erosionar los incentivos para la accin colectiva
y poltica, por un lado, y someter el juego poltico a
presiones y negociaciones cupulares de actores corpo-
rativos o al chantaje de los grandes pblicos, de los
poderes fcticos o de los medios de comunicacin
masivos, por otro. Pero tambin es cierto que se abrenoportunidades para acciones colectivas y actores socia-
les ms autnomos.
Ya no puede pensarse en la conformacin de
actores al estilo del pasado. Es improbable que haya un
solo sujeto o Movimiento Social central o actor social
o poltico en torno al cual se genere un campo de tensio-
nes y contradicciones nico que articule los diferentes
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principios y orientaciones de accin que surgen de los
ejes de democratizacin poltica, democratizacin
social, reestructuracin econmica e identidad y mo-
dernidad.
Si bien es cierto que termina quizs una poca
caracterizada principalmente por procesos de desarro-llo nacionales hacia adentro en los que el Estado mo-
vilizador era el agente indiscutible e incontrarrestado
y asistimos a la emergencia de procesos de desarrollo
insertos en las fuerzas de mercado transnacionalizado,
ello no significa la prdida de significacin de la ac-
cin estatal, sino la modificacin de sus formas de
organizacin e intervencin y la redefinicin de sus
relaciones con los otros actores de la sociedad.
As, y contrariando las versiones optimistas o
catastrofistas de la globalizacin, el imperialismo del
mercado o el resurgimiento de la sociedad civil, hay
una paradoja en relacin con la funcin del Estado en
un nuevo modelo sociopoltico. Si ya no se puede
pensar en un Estado que sea el unificador exclusivo de
la vida social, tampoco puede prescindirse de una inter-
vencin del Estado dirigida precisamente a la constitu-
cin de los espacios y de las instituciones que permi-
tan el surgimiento de actores significativos y autnomos
de l y a la proteccin de los individuos. Si el Estado y,
en ciertos casos, los partidos y la clase poltica no
cumplen esta funcin de recrear las bases de constitu-
cin de actores sociales, el vaco social y la crisis de
representacin se mantendrn indefinidamente.
Todo ello implica la redefinicin del sentido de
la poltica en democracia. Porque muchas de las crti-cas que se les hacen a las democracias recientes tie-
nen que ver con un cuestionamiento ms profundo a
las formas clsicas de la poltica. Esta tena un doble
sentido en la vida social de nuestros pases. Por una
parte, dado el papel del Estado como motor central del
desarrollo y la integracin sociales, la poltica era vis-
ta como una manera de acceder a los recursos del
Estado. Por otra parte, la poltica desempeaba un
papel fundamental en el otorgamiento de sentido a la
vida social y en la constitucin de identidades, a tra-
vs de los proyectos e ideologas de cambio. De ah
su carcter ms movilizador, abarcante, ideolgico yconfrontacional que en otros contextos socioculturales.
En el nuevo escenario generado por las transfor-
maciones sociales, estructurales y culturales a que nos
hemos referido y que descomponen la unidad de la
sociedad-polis, de la sociedad-Estado nacional, tiende
a desaparecer la centralidad exclusiva de la poltica
como expresin de la accin colectiva. Pero ella ad-
quiere una nueva centralidad ms abstracta, por cuan-
to le corresponde abordar y articular las diversas esfe-
ras de la vida social, sin destruir su autonoma. As,
hay menos espacio para polticas altamente ideologi-
zadas, voluntaristas o globalizantes, pero hay una de-
manda que se hace a la poltica, la demanda de sen-
tido, lo que las puras fuerzas del mercado, el univer-
so meditico, los particularismos o los meros clculos
de inters individual o corporativos no son capaces de
dar.
Si el riesgo de la poltica clsica fue el ideologis-
mo, la polarizacin y hasta el fanatismo, el riesgo de
hoy es la banalidad, el cinismo y la corrupcin. Al
agotarse tanto la poltica clsica como los intentos
autoritarios y neoliberales de lograr su eliminacin
radical, y al hacerse evidentes las insuficiencias tanto
del pragmatismo y tecnocratismo actuales como de la
mera apelacin a la sociedad civil, la gran tarea delfuturo es la reconstruccin del espacio institucional, la
polis, en que la poltica vuelve a tener sentido como
articulacin entre actores sociales autnomos y fuer-
tes y un Estado que recobra su papel de agente de
desarrollo en un mundo que amenaza con destruir las
comunidades nacionales.
VIIIPartidos y actores sociales
Los autoritarismos militares intentaron destruir toda
forma de accin poltica y tuvieron como objeto de
ataque central a los partidos y organizaciones polti-
cas. Si bien no lograron su propsito y stos fueron una
pieza clave en las democratizaciones, la construccin
de sistemas fuertes de partidos qued como otra tarea
pendiente. En algunos casos en que el sistema parti-
dario fue pulverizado, se trata de construir partidos; en
otros, de establecer sistemas de partidos, rompiendo el
monopolio del partido hegemnico o del bipartidismo
tradicional y, en otros, de reconstruir la relacin entre
la sociedad, sus actores y el sistema partidario. En
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suma, habr pases que tendrn que cubrir todas estas
tareas o alguna de ellas. Cada pas tiene un problema
distinto, pero todos estn de algn modo en un proce-
so complejo que apunta al fortalecimiento de un siste-
ma de partidos que pueda controlar un Estado que, por
su lado, debera reforzarse.En trminos generales, hay al menos tres aspec-
tos que debern ser revisados respecto de los partidos,
para asegurarles sus tareas de conduccin poltica y de
intermediacin entre el mundo de los actores sociales
y el Estado.
El primero es la necesidad de una legislacin so-
bre los partidos que los dignifique, los financie y al
mismo tiempo establezca adecuados controles pbli-
cos sobre ellos. El segundo es la representacin de los
nuevos tipos de fraccionamientos y conflictos de la so-
ciedad: para que los sistemas partidarios sean efectiva-
mente una expresin reelaborada de la demanda social
y su diversidad, hay que innovar en la constitucin de
espacios institucionales donde se encuentren con otras
manifestaciones de la vida social, como puede ilustrarlo
la legislacin sobre participacin popular boliviana, por
citar un ejemplo. Un tercer aspecto, que definir tam-
bin el futuro de los partidos polticos, ser la capaci-
dad de formar coaliciones mayoritarias de gobierno. En
la medida que se constituyan sistemas multipartidarios
competitivos, lo ms probable es que no haya ningn
partido que pueda convertirse en mayora por s mis-
mo y asegurar un gobierno eficaz y representativo. Este
ya es el tema central de la poltica partidaria en Am-
rica Latina y lo ser en las prximas dcadas.Si el liderazgo partidario aparece desafiado des-
de arriba por el debilitamiento del Estado como refe-
rente de la accin social, y desde el medio por los
propios problemas de reorganizacin del sistema par-
tidario, puede decirse que, desde abajo, nuevas or-
ganizaciones sociales parecen menoscabar su papel en
la sociedad.
Entre ellas, el llamado tercer sector, conforma-
do por las ONG, cuyo papel principal en la reconstruc-
cin de la sociedad consiste en ligar las elites demo-
crticas de tipo profesional, tecnocrtico, poltico o
religioso con los sectores populares, especialmente en
momentos en que la poltica es reprimida por el auto-ritarismo o la sociedad se atomiza por las transforma-
ciones econmicas impuestas por la lgica del merca-
do. Este tipo de actor desempea distintos papeles en
esta materia. En primer lugar, le dan apoyo material y
espacio organizacional a los sectores pobres o dbiles
de la sociedad, en especial a los ms militantes, cuan-
do no pueden actuar en poltica directamente. En se-
gundo lugar, ellas ligan estos sectores con las institu-
ciones nacionales e internacionales de derechos huma-
nos, econmicas, religiosas y polticas, a travs de una
franja de dirigentes sociales y activistas que pertene-
cen al mundo social y poltico, proveyendo as un es-
pacio de participacin ms amplio que los partidos. En
tercer lugar, al menos algunas de ellas, son espacios
de conocimiento de lo que ocurre en la sociedad y de
elaboracin de ideas y proyectos sociales y polticos
de transformacin, convirtindose en centros de pen-
samiento o en lderes de opinin pblica.
Pero es necesario evitar una visin ingenua o
exageradamente optimista de las relaciones entre las
ONG y otro tipo de organizaciones o instituciones como
los partidos polticos. En efecto, las ONG tienden, a
veces, a sustituir a los actores polticos, promoviendo
sus propios intereses particulares y, otras, a radicalizar
la accin social y poltica reclamando una democraciadirecta que puede dejar de lado las condicionantes
institucionales. A su vez, los partidos polticos no siem-
pre son capaces de evitar la manipulacin de estas
organizaciones y tienden a descartar acciones que no
lleven a ganancias polticas inmediatas. As, el proce-
so de aprendizaje y entendimiento mutuo toma un lar-
go tiempo.
IX
Conclusin: Las nuevas matrices de
la accin social
Lo que hemos tratado de plantear en este trabajo es
que estamos frente a otras formas de accin colectiva
que dependen ms de ejes y procesos de accin hist-
rica que del posicionamiento estructural, lo que no
quita la existencia de importantes movimientos de
resistencia y defensivos que se asemejan a las formas
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ms clsicas propias de la matriz nacional popular.
Pero, incluso en estos ltimos, hay una mezcla signi-
ficativa con los nuevos principios y formas de accin
colectiva.
Respecto a la matriz constituyente de actores so-
ciales (relacin entre Estado, representacin, rgimeny base socioeconmica y cultural), al desarticularse una
determinada relacin entre Estado y sociedad que lla-
mamos nacional-popular y que privilegiaba la dimen-
sin poltica en la constitucin de actores sociales,
asistimos al desaparecimiento de un principio eje o
estructurador del conjunto de estos actores. Estos pa-
san a definirse menos en torno a un proyecto o movi-
miento social central y ms en torno a diversos ejes
constituidos por procesos de democratizacin poltica
y social, reestructuracin econmica y afirmacin de
identidades y modelos de modernidad.
Respecto de la matriz configurativa (combinacin
de niveles y dimensiones y de esferas y mbitos en que
se ubica la accin o el actor), pasaramos tentativa y
ambiguamente de actores bsicamente econmico-po-
lticos y centrados en el nivel histrico-estructural de
las sociedades a actores definidos socioculturalmente
y por referencia a los mundos de la vida (subjetividad)
y a las instrumentalidades organizacionales e institu-
cionales.
No cabe aqu el anlisis de expresiones de accin
colectiva recientes que, por su complejidad, pareceran
desmentir este esquema analtico. Sin embargo, todas
ellas (explosiones urbanas como las de Caracas o Ecua-
dor y Bolivia, movimientos con fuerte componentetnico, como el de Chiapas, de participacin ciudada-
na como los de Per, piqueteros en Argentina, huel-
gas de trabajadores contra cierres de empresas, movi-
mientos de profesores y empleados pblicos, los Sin
Tierra de Brasil, movimientos de derechos humanos en
pases centroamericanos y Cono Sur, estudiantes en
Mxico y Chile, guerrilleros en Colombia, por citar
slo algunas muy conocidas), pese a sus enormes dife-
rencias, pueden ser estudiados desde la perspectiva aqu
esbozada, es decir, como expresiones de sobrevivencia,
descomposicin y recomposicin de esta doble matriz
en un contexto de globalizacin y transformacin del
modelo de desarrollo y de los marcos institucionales.Los cambios en la sociedad civil han ocasionado
nuevos tipos de demandas y principios de accin que
no pueden ser capturados por las viejas luchas por
igualdad, libertad e independencia nacional. Los nue-
vos temas referidos a la vida diaria, relaciones interper-
sonales, logro personal y de grupo, aspiracin de dig-
nidad y de reconocimiento social, sentido de pertenen-
cia e identidades sociales, se ubican ms bien en la
dimensin de lo que se ha denominado mundos de la
vida o de la intersubjetividad y no pueden ser susti-
tuidos por los viejos principios. Ya no pertenecen ex-
clusivamente al reino de lo privado y ejercen sus de-
mandas en la esfera pblica. Por supuesto que estanueva dimensin no reemplaza a las anteriores, sino que
agrega ms diversidad y complejidad a la accin social.
El principal cambio que esta dimensin introdu-
ce en la accin colectiva, adems de que las viejas
formas de organizaciones parecen ser insuficientes para
estos propsitos particulares (sindicatos, partidos), es
que define un principio muy difuso de oposicin y se
basa no slo en la confrontacin sino tambin en la
cooperacin. Por consiguiente, no se dirige a un opo-
nente o antagonista claro, como sola suceder con las
clsicas luchas sociales.
Mientras que en el pasado fuimos testigos de un
sujeto central en bsqueda de movimientos y actores
sociales que lo encarnaran, el escenario actual parece
acercarse ms a actores y movimientos particulares en
bsqueda de un sujeto o principio constitutivo central.
En efecto, lo que pareciera ser ms predecible
para el futuro prximo es una variedad de formas de
lucha y movilizaciones ms autnomas, ms cortas,
menos polticamente orientadas, relacionadas con las
instituciones en lugar de ser comportamientos extra-
institucionales, ms orientadas hacia las inclusiones
sectoriales, las modernizaciones parciales y la demo-
cratizacin e integracin social gradual que hacia los
cambios globales radicales. El contenido de talesmovilizaciones estar probablemente desgarrado entre
las demandas concretas de inclusin, y la bsqueda de
sentido y de identidad propios frente a la universali-
zacin de una modernidad identificada con las fuer-
zas del mercado y sus agentes. Si no se satisfacen ta-
les demandas, es muy probable que haya algunas ex-
plosiones y rebeliones abruptas o una retirada a travs
de la apata, el refugio individualista o comunitarista,
o alguna combinacin de estas frmulas, ms que la
generacin de actores coherentes y estables.
En sntesis, si bien es cierto que ya no podr vol-
verse a la accin colectiva tradicional, aunque puedan
rescatarse muchos de sus elementos, hay potencialida-des en la nueva situacin como las que hemos indicado
en otras secciones, que permiten la redefinicin ciuda-
dana y una nueva manera de concebir la accin colec-
tiva. Lo que queda pendiente es la relacin de estas
manifestaciones con la vida poltica, por lo que pare-
ce indispensable la institucionalizacin de espacios en
que se expresen formas clsicas con formas emergen-
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tes. Como hemos dicho, la paradoja estriba en que esto
slo puede realizarse si hay iniciativa desde la polti-
ca y sus actores, por problemtico que ello sea y aun-
que parezca que se navega contra la corriente.
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