La Serra Calderona - Ajuntament de Nàquera · La Serra Calderona El municipio de Nàquera...

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La Serra Calderona El municipio de Nàquera constituye una verdadera puerta de entrada a la Sierra Calderona. Se divide en dos partes bien diferenciadas: la llanura y la montaña. LA LLANURA La llanura es un mosaico de campos de cultivos de regadío, de secano, manchas de masas forestales y urbanizaciones de viviendas unifamiliares, todo diseminado sobre un entramado de llanuras, barrancos y lomas suaves. Sólo destaca como elevación principal el Cabeç Bord o Muntanya del Piló, de 240 m de altitud, auténtica isla orográfica sobre la llanura, y que históricamente ha servido de hito para los límites de los términos municipales de Albalat dels Tarongres, Sagunt y El Puig. El paisaje que encontramos es fruto de la transformación o el abandono de los antiguos cultivos de secano, en su mayoría algarrobos, olivos, viña, almendros, higueras y granados. Predomina un microclima más seco que en la sierra, dado que su orografía supone una escasa barrera al paso de los vientos húmedos procedentes del mar, además de estar “tapada” por la Calderona que impide llegar las lluvias del NE.

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La Serra Calderona

El municipio de Nàquera constituye una verdadera puerta de entrada a la Sierra Calderona. Se divide en dos partes bien diferenciadas: la llanura y la montaña.

LA LLANURA La llanura es un mosaico de campos de cultivos de regadío, de secano, manchas de masas forestales y urbanizaciones de viviendas unifamiliares, todo diseminado sobre un entramado de llanuras, barrancos y lomas suaves. Sólo destaca como elevación principal el Cabeç Bord o Muntanya del Piló, de 240 m de altitud, auténtica isla orográfica sobre la llanura, y que históricamente ha servido de hito para los límites de los términos municipales de Albalat dels Tarongres, Sagunt y El Puig. El paisaje que encontramos es fruto de la transformación o el abandono de los antiguos cultivos de secano, en su mayoría algarrobos, olivos, viña, almendros, higueras y granados. Predomina un microclima más seco que en la sierra, dado que su orografía supone una escasa barrera al paso de los vientos húmedos procedentes del mar, además de estar “tapada” por la Calderona que impide llegar las lluvias del NE.

Lo podemos comprobar en la vegetación existente en las manchas forestales restantes hoy día, con características semiáridas, que no acaba de formar bosques propiamente dichos, donde predominan los matorrales, las formaciones de bajo porte como romerales y tomillares, los espartales y las pinadas. Elementos característicos son, por ejemplo, el pino blanco, la coscoja, el palmito, el espinos negro, las jaras, el lentisco, los aladiernos, el brezo o “petorret”, los enebros, el esparto, la palmarina o bufalaga, el romero, y el tomillo o “tomello”. Aparecen dentro de los lechos de los barrancos, junto a los anteriores, las adelfas, las zarzas, los juncos y las cañas.

LA SIERRA Desde la llanura se extienden hacia el norte lomas suaves que van ganando en altitud y con pendientes más abruptas hasta llegar a las montañas que propiamente nombramos Serra Calderona. Esta sierra se declara en 2002 Parque Natural por sus valores ecológicos, paisajísticos y culturales. Su oficina de gestión está situada en Náquera.

OROGRAFÍA Las montañas del término de Nàquera las podemos identificar fácilmente con una vista desde el sur. Enmarcando el pueblo por el oeste encontramos la Muntanya dels Trencalls (374 m), y un poco más al norte la Mola del Rodeno (372 m), donde se sitúa la urbanización Monteamor. Por la parte este, encontramos como monte más destacado El Pinar, de 488 m de alto, dominando toda la llanura y el pueblo. Este macizo tiene otro punto culminante en su extremo este, el Puntal de Mateu (470 m). Continuando a hacia el noreste, el Montcúdio, punto más alto del término con 528 metros. De menor altura, bajando hacia mediodía, son el Puntal del Meliquet (406 m); la característica Penya Roja (404 m), que sirve de límite oriental del término; y el Puntal dels Moros, más al sur (406 m).

GEOLOGÍA

Estas montañas tienen una característica forma tabular, es decir, hay un estrato horizontal, o casi horizontal, de rocas dolomíticas resistentes que protege de la erosión las capas inferiores, de naturaleza arcillosa, y por lo tanto, más débiles. El resultado son montes redondeados, de cimas rocosas y planas, separados por abruptos barrancos. En otras zonas, la erosión ha llegado a dejar al descubierto el núcleo triásico de la sierra y afloran materiales silícicos como el rodeno.

CLIMA Las elevaciones de la sierra, su orientación y situación, han determinado su microclima. La Serra Calderona tiene una dirección NO-SE. Sería una orientación perfecta para captar los vientos húmedos del NE, portadores de la mayoría de lluvias al litoral valenciano, si no fuera porque está a sotavento de la Serra d’Espadà. Esta última, estando más al norte y más elevada que la Calderona, le resta una parte importante de las lluvias. Si a eso le sumamos que nos encontramos en la parte de solana, obtenemos un clima más seco, sólo atenuado gracias a las brisas marinas que chocan contra esta barrera montañosa tan próxima a la costa.

VEGETACIÓN La diversa orografía, la naturaleza de los materiales litológicos, junto a la diversidad de microclimas, y sobre todo, la disparidad de usos y vicisitudes que ha sufrido la sierra, ha configurado una diversidad vegetacional extraordinaria en toda la Serra Calderona. En los montes pertenecientes al término de Nàquera, estas características hacen que encontramos una vegetación, como en el caso de la llanura, adaptada a la sequía. En algunos enclaves, sin embargo, podemos encontrar lugares umbríos donde crece abundante vegetación característica de los bosques y maquias mediterráneos. A pesar de todo, como consecuencia de las actividades humanas, que han transformado la montaña para cultivos mediante el abancalamiento, no se han conservado los bosques originarios de la sierra. Estos bosques serían de carrasca en la gran mayoría del territorio, ya que es un árbol adaptado a la sequedad del clima y a la presencia de cal en el suelo.

Alcornocales o “surars”

Mención especial merecen los alcornocales, bosques de alcornoques, o “sureres” en valenciano.

En Nàquera, por sus condiciones, tendrían la singularidad de estar especialmente adaptados a la sequía de entre todos los tipos de alcornolales. Estos crecerían en enclaves donde ha aflorado la roca silícica de rodeno, y donde no tienen ningún estrato superior que les aporte cal, en cuya presencia no podrían vivir. Aún siendo los alcornocales mejor adaptados a la sequía, importante también es tener un mínimo de humedad ambiental. Estos alcornocales se reducen a barrancos umbríos donde tienen menor insolación y donde se concentran las neblinas procedentes del mar. En Náquera los encontraríamos, mezclados con carrascas en el barranc de Satarenya; parte alta del barranc de l’Oro, por los alrededores de las canteras del Salt; y barranc del Salt.

Paisaje actual

Desgraciadamente no han llegado hasta los nuestros días bosques de carrascas ni de alcornoques. Nos debemos conformar con ejemplares aislados de carrasca en los barrancos mencionados anteriormente, y como auténticas reliquias botánicas poquísimos individuos de alcornoque en los mismos lugares. Las causas históricas de esta desaparición han sido la transformación del bosque para cultivo en bancales, el carboneo, y más recientemente, los repetidos incendios que no han dejado un tiempo suficiente para la recuperación de la vegetación.

Posteriormente al abandono de los cultivos y a los incendios se ha producido una recuperación de la vegetación en distintos niveles de evolución. Podemos encontrar las especies propias de los antiguos carrascales, alcornocales y maquias, aunque con un estrato arbóreo muy diferente del primigenio gracias a la gran proliferación del pino blanco.

Especies características son, por ejemplo, el madroño o “arborcer” en valenciano, la madreselva o “lligabosc”, el durillo o “marfull”, la clemátide, la rubia, la zarzaparrilla, aladiernos y lentiscos; o el brezo de escobas y el brezo arbóreo, sobre terrenos silícicos. Las pinadas, favorecidas por los incendios que han ayudado a difundir anchamente las semillas de pino carrasco, no proporcionan las mismas condiciones de sombra y humedad que carrascas y alcornoques, por lo que el sotobosque que encontramos no llega a ser puramente el de los antiguos bosques, penetrando en su interior especies propias del matorral soleado. En otros puntos como las solanas de las montañas más meridionales, las condiciones de aridez no han permitido el desarrollo de otra vegetación que no fueran pinares, matorrales secos, romerales o tomillares y espartales, tal y como tenemos en la llanura.

Incendios Un elemento que recientemente ha marcado profundamente el paisaje naquerano es el fuego. El último gran incendio fue en agosto de 2004 y quemó 265 Has. El fuego produce una pérdida de diversidad y de calidad paisajística importante. Al margen de la tristeza que produce, en clave positiva, sin embargo, nos puede ofrecer una visión dinámica de la naturaleza y su recuperación. Después del incendio de Nàquera hemos podido encontrar varias fases en la reinstauración de la vegetación. Así, podemos observar cómo han rebrotado las carrascas del incipiente coscojar, que aparecen distribuidas en forma de manchas por el paisaje en las zonas más pedregosas y con poco de suelo, acompañado de los brotes del brezo o “petorret”, el romero y el tomillo, entre otros, y el listón o lastón que forman los herbazales.

En las vertientes más arcillosas y margosas, y con más cantidad de suelo lo que predomina es una comunidad de albaida en las primeras etapas, que llega a tapizar espectacularmente de amarillo la montaña en el momento de la floración, junto a aliagas, jaras, espliegos, romeros, etc. Todas son especies cuya distribución se ve favorecida por el fuego. Como elementos de mayor porte, diseminados entre la vegetación arrasada, como estrato más alto destacan los grandes arbustos rebrotadores como aladiernos, enebros, espinos y, en lugares más umbríos, madroños. Importantes son también para la supervivencia del estrato arbóreo los antiguos cultivos, formados por especies resistentes al fuego. Ahora, una vez consumidos los pinares que los ocultaban sacan a la luz los abancalamientos y los olivos, algarrobos, almendros, e higueras que antaño constituían los únicos árboles en la zona. Finalmente, con el transcurso de los años, las semillas de los pinos quemados darán lugar a árboles y formarán nuevos pinares, que sólo la intervención humana, con la reducción de la densidad y la plantación de carrascas, podrá ayudar a aproximarlas a la vegetación originaria.