La otra Penélope

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Antología de mujeres escritoras de la lengua española

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LA OTRA PENÉLOPE©Brigidina Gentile

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MIS VIAJES CON PENÉLOPEBRIGIDINA GENTILE

PRÓLOGOALFREDO VILLANUEVA COLLADO

POESÍA

FRANCISCA AGUIRRE (ESPAÑA)Espejismo: Penélope y la mujer de LotEl viento en ÍtacaEl EspectáculoMonólogoLa bienvenidaEl orden

CLARIBEL ALEGRÍA (NICARAGUA)Carta a un desterrado

TINA ESCAJA (ESPAÑA)Penélope-fragmentosÍtaca

PASTORA HERNÁNDEZ (REPÚBLICA DOMINI-CANA)No te esperaba, Ulises

ANA MARÍA ROMERO YEBRA (ESPAÑA)Primera lágrimaQuinta lágrimaDecimosexta lágrima

AÍDA TOLEDO (GUATEMALA)El tejido. Primera VozEl tejido. Segunda Vozlet

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CARMEN VALLE (PUERTO RICO)El apredizaje de Penélope¿Cuántos años tiene la palabra espera?

LOURDES VÁZQUEZ (PUERTO RICO)El tejido

MIRIAM VENTURA (REPÚBLICA DOMINICANA)Penélope, la otra

NARRATIVA

LIBIA BRENDA CASTRO ROJANO (MÉXICO)Penelope viajera

ANA GUILLOT (ARGENTINA)El licor inicial

LOURDES ORTIZ (ESPAÑA)Penélope

ESTHER SELIGSON (MÉXICO)Sed de mar

RIMA DE VALLBONA (COSTA RICA)Penélope en sus bodas de plata

TEATRO

TERE MARICHAL LUGO (PUERTO RICO)Penélope

CARMEN RESINO (ESPAÑA)Ulises no vuelveletele

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APÉNDICE

CRISTINA CARMONA EGLER (ESPAÑA)Tejido de la nadaExiliosExtensiones derrotadas

ALFREDO VILLANUEVA COLLADO(PUERTO RICO)PenélopeOdiseo

ELISA CONSTANZA ZAMORA PÉREZ (ESPAÑA)Voces desde un telar y un perchero

FICHAS BIO-BIBLIOGRÁFICAS

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Dall’Itaca di Penelope occorrerà pur partire,ma è perché Penelope lì ha saputo fermarsi che si potrà partire

da un luogo senza più né dimenticarlo né perderlo.

Adriana Cavareroletele

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Esta antologia la dedico a todas las mujeresy, en particular,

a las quefueron olvidadas, violadas, torturadas, masacradas,

desaparecidas, quemadas, marginadas, juzgadas y asesinadas,sólo por ser mujeres.let

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MIS VIAJES CON PENÉLOPE

BRIGIDINA GENTILE

Tantas aventuras marinas, tantos riesgos, y pensar que el gran viaje, es el viaje inmóvil de Penélope. Ella

en su prolongada espera sin esperanzas, sin señales, entre el acoso de los pretendientes y la fe, terca fe, en lo impro-bable, se convierte en la gran aventurera, hasta usurpar

todo el poema, todos los viajes, todas las proezas

Reinaldo Arenas

El siglo XX, que hemos apenas dejado atrás, se abrió con la lectura monumental del mito masculino de Ulises, ícono mi-lenario del homo faber, astuto, valiente, aventurero y, al mismo tiempo, débil y con necesidad de ampararse detrás de sus dioses. Creo que no ha sido una casualidad el hecho de que el siglo de las grandes guerras y de las ideologías haya encontrado su mito en Ulises, pero hoy, la historia es distinta y ha llegado, yo pienso fir-memente, el momento de Penélope. De todas las Penélopes que, tejiendo paz, libertad, respeto, reciprocidad, queremos derrumbar aquellas inútiles barreras - básicamente construidas por los hom-bres - que nos impiden la comunicación.

Desde hace tiempo las mujeres, a través de una búsqueda, sea individual o colectiva, estamos llevando a cabo un importante proceso de re-visión y análisis de los mitos que fundan los valores patriarcales generalmente aceptados. Es a partir de la segunda mitad del siglo XX que, «tanto en la relectura de la Historia como de la Mitología se ha impuesto una nueva modalidad que po-let

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demos llamar ‘posmoderna’ o ‘poscolonial’, correspondiente a la ruptura del canon, a la pérdida del sentimiento de deferencia ha-cia lo clásico y lo establecido por la tradición, a la crisis del ‘pen-samiento fuerte’, a la emergencia de lo marginado o ‘pensamiento débil’ (lo que se ha llamado la ‘visión de los vencidos’ tanto en sentido histórico como socio-económico, étnico, de género etc.)», escribe Rosa Maria Grillo (2009: 327). Mientras que Carmen Naranjo, cuando dice que esta re-lectura de los mitos es un paso hasta el conocimiento de la situación de la mujer todavía no libre del peso que conlleva la tradición cultural, nos exhorta también a profundizar y a develar con fuerza, enseñando a descubrir y re-descubrir, señalando y desterrando la mentira (Naranjo, 1989/I: 40). Porque las mujeres necesitamos conocer el pasado de una for-ma diferente de como lo hemos conocido hasta ahora, y queremos a través del fuerte hilo de nuestra auto-consciencia, tejer nosotras mismas, nuestra imagen e imaginario, re-apropiándonos de nues-tros símbolos matriarcales, de los valores transmitidos a través de las artes y la cultura femeninas, que han sido ocultados y hasta negados por la historia, para mantener fuerte nuestra integridad y seguir tejiendo un futuro más humano, aportando a la cultura lo mejor de la mujer.

Por eso, proponer otra vez el mito de Penélope, re-leyendo el tejido simbólico de la tela, tiene su razón. Porque según creo, Penélope es una de las protagonistas de ese proceso.

La destreza y habilidad femeninas en tejer son los elemen-tos básicos para la construcción del personaje de Penélope que deshace de noche el tejido hecho durante el día: ¿Ustedes se han dado cuenta, alguna vez, de que deshacer es más difícil que hacer, y que es mucho más difícil re-hacer, hacer de nuevo? ¿Ustedes no han pensado nunca que deshacer no significa terminar sino re-comenzar?letele

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Las mujeres estamos haciéndolo desde hace tiempo: des-tejer para re-hacer, utilizando los viejos hilos, reciclando, en una óptica de cambio necesaria, en el respeto de los equilibrios natu-rales, resistiendo a las leyes que rigen la globalización, a las leyes del mercado global que evidentemente no funcionan y nos están llevando a la ruina.

Penélope para poder “resistir” se convierte en una eterna tejedora. Lo que ella constantemente teje durante el día es una tela-texto que deshace todas las noches. Por eso Penélope con su tejer y destejer encarna también la idea de la escritura y, al mis-mo tiempo, la resistencia de la escritura. Y es precisamente en la escritura femenina en donde yo la he ido buscando desde hace tiempo, encontrándola finalmente en la pluma de las españolas Francisca Aguirre, Tina Escaja, Lourdes Ortiz, Carmen Resino y Ana María Romero Yebra, la argentina Ana Guillot, las mexica-nas Libia Brenda Castro Rojano y Esther Seligson, las dominica-nas Pastora Hernández y Miriam Ventura, la guatemalteca Aída Toledo, la nicaragüense Claribel Alegría, la costarricense Rima de Vallbona y las puertorriqueñas Tere Marichal Lugo, Carmen Valle y Lourdes Vázquez.

Mientras La Odisea continúa siendo el ejemplo por exce-lencia del viaje masculino, definido “espermático” por el escritor Eric J. Leed (1992: 142), estas escritoras, comprometiéndose a tejer con otros dibujos los hilos de las antiguas tramas, ponen la atención sobre el viaje de Penélope. Un viaje diferente del de Ulises porque se trata de una travesía del espíritu, el largo viaje que las mujeres cumplimos en el espacio de nuestra propia tierra interior, siguiendo un itinerario emotivo que es el símbolo fuerte de la diferencia femenina, y que responde más a la llamada del deseo que a la de la imposición, a la llamada del amor más que a la de la ley. let

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Yo he escogido a estas escritoras porque mi propósito ha sido y es viajar hacia adentro y a través de su escritura, siguiendo el nomadismo interior de Penélope, para aprender a comprender el mensaje escrito en su tela, para dar voz a esta mujer que ha sido silenciada y que ahora quiere hablar y lo ha hecho a través de la escritura de tantas mujeres que empiezan a encontrarse y a tejer juntas.

Creo que esto es lo que Penélope misma quiso que yo hi-ciera, abrir un camino para juntarnos las mujeres y urdir nuestro futuro, porque se conozca nuestra labor incansable y no se pier-dan los valores matriarcales, porque se trame para seguir tejiendo. Y por hacer eso, el mito, que es una inmensa red de coordenadas sobre el espacio del inconsciente, se vuelve un lugar mágico y perfecto.

Penélope es una figura de mujer mítica que en el imagi-nario masculino-patriarcal ha sido y continúa siendo la mujer fiel, consuelo y descanso del hombre. No hay duda de que hasta ahora se haya amplificado siempre su papel de madre-esposa fiel en espera del regreso de su hombre, pero Penélope es un persona-je complejo que no se puede caracterizar sólo con las categorías ético-antropológicas de la fidelidad marital y la maternidad.

Cabe aquí precisar de una vez, aunque parezca extraño, que Homero califica a Penélope de fiel en una sola ocasión; en cambio el atributo que le da constantemente es el de perifron, es decir la más sabia. De hecho, leyendo La Odisea, se ve bien que Penélope nunca se queda pasiva.

No hay duda de que la sociedad masculina se ha apoderado de esta figura mítica femenina, entre muchas otras que la cultura griega ha producido, utilizándola como un símbolo universal de la mujer-tipo.

En realidad, ella es: una mujer astuta, que trama y teje sa-biendo destejer; una mujer cuidadosa de su persona y de muchas letele

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