LA MONED YA OTRO MEDIOS DSE CAMBIO EN LA ZACATECAS...

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LA MONEDA Y OTROS MEDIOS DE CAMBIO E N L A ZACATECAS COLONIAL Alfonso GARCÍA RUIZ LAS ETAPAS GENERALES La historia de la moneda en Zacatecas, como la de todo México, puede considerarse dividida por lo menos en nueve períodos: i) la época prehispánica; 2) la época colonial; 3) el período de la guerra de Independencia; 4) el Imperio de Iturbide; 5) la República hasta 1867; 6) el Imperio de Maxi- miliano; 7) La República hasta la caída del general Díaz; 8) la Revolución de 1910; y 9) la última etapa de la Repú- blica, hasta nuestros días. Durante la segunda de estas etapas generales, el actual Estado de Zacatecas se convierte en un centro económico de interés primordial. La causa natural de este fenómeno es que su suelo, de vieja formación continental, albergaba enormes cantidades de metales preciosos. Y la causa social y propia- mente histórica: su incorporación al sistema europeo de eco- nomía entonces vigente, a través de la dominación colonial, que realizó España mediante la explotación de sus riquísimas vetas. La línea histórica que este proceso sigue —desde el punto de vista general de la historia de América y de México— es producto del choque entre dos sistemas sociales y dos culturas diferentes que, a lo largo del tiempo, influyéndose y deter- minándose mutuamente, fueron dando el resultado de una economía, una sociedad y una cultura nuevas que, además de cambiar la faz de la América precortesiana, produjeron trastornos profundos en la economía y en la vida de la socie- dad del Viejo Mundo. Es natural que la economía moneta- ria no escape a los resultados de este proceso.

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L A M O N E D A Y O T R O S M E D I O S D E C A M B I O E N L A Z A C A T E C A S

C O L O N I A L

Alfonso GARCÍA RUIZ

L A S ETAPAS GENERALES

L a historia de la moneda en Zacatecas, como la de todo México , puede considerarse dividida por lo menos en nueve períodos: i) la época prehispánica; 2) la época colonial; 3) el período de la guerra de Independencia; 4) el Imperio de Iturbide; 5) la República hasta 1867; 6) el Imperio de Maxi­miliano; 7) L a República hasta la caída del general Díaz; 8) la Revolución de 1910; y 9) la última etapa de la Repú­blica, hasta nuestros días.

Durante la segunda de estas etapas generales, el actual Estado de Zacatecas se convierte en un centro económico de interés primordial. L a causa natural de este fenómeno es que su suelo, de vieja formación continental, albergaba enormes cantidades de metales preciosos. Y la causa social y propia­mente histórica: su incorporación al sistema europeo de eco­n o m í a entonces vigente, a través de la dominación colonial, que realizó España mediante la explotación de sus riquísimas vetas.

L a línea histórica que este proceso sigue —desde el punto de vista general de la historia de América y de México— es producto del choque entre dos sistemas sociales y dos culturas diferentes que, a lo largo del tiempo, influyéndose y deter­minándose mutuamente, fueron dando el resultado de una economía, una sociedad y una cultura nuevas que, además de cambiar la faz de la América precortesiana, produjeron trastornos profundos en la economía y en la vida de la socie­dad del Viejo Mundo. Es natural que la economía moneta­ria no escape a los resultados de este proceso.

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L A S PRIMERAS EXPERIENCIAS MONETARIAS

L a s p r i m e r a s experiencias monetarias de los españoles en

M é x i c o , e n l a época de l establecimiento de su g o b i e r n o en l a

c i u d a d de T e n o c h t i t l á n , nos i n f o r m a n sobre varias de las d i ­

f icultades c o n que a m e n u d o habría de tropezar l a v i d a eco­

n ó m i c a de l a N u e v a España. Se sabe p o r B e r n a l Díaz d e l

C a s t i l l o que , n o alcanzando l a c a n t i d a d de o r o de que se

disponía p a r a hacer las pagas de los capitanes y soldados con­

quistadores, con e l que a su vez ellos habr ían de c u b r i r sus

deudas p o r armas, vestidos y bastimentos que habían obte­

n i d o a l f iado, los oficiales de Su Majestad " d e t e r m i n a r o n

a u m e n t a r e n tres qui lates los que tenía su ley, p o r que en

e l l o ayudasen, y n o nos ayudó en cosa a l g u n a —agrega—,

antes fué e n nuestro per ju ic io , p o r q u e los mercaderes, p o r

q u e aquel los tres qui lates saliesen a l a cabal de sus ganan­

cias, cargaban en las mercaderías y cosas que vendían, c inco

q u i l a t e s " (Historia verdadera, cap. 6 7 ) .

S i n embargo, este o r o de tepuzque se convirt ió en l a p r i ­

m e r a denominación m o n e t a r i a de l a N u e v a España, y circuló

corr ientemente , algunas veces aún más al terada p o r los par­

ticulares. N o estando sellada, se entregaba y corría p o r peso,

y de ahí, se dice, e l o r i g e n de l n o m b r e de nuestra moneda.

Adaptándose a las variaciones d e l cambio, c i r c u l a b a en m u l ­

t i t u d de piezas de dist intos tamaños, formas y pesos. P o r eso

e l A y u n t a m i e n t o de l a c i u d a d dispuso, e l 6 de a b r i l de 1526,

q u e todas las personas que tuviesen o r o de a q u e l l a clase y

quisiesen l l e v a r l o a l a fundición, en presencia de los oficiales

reales, l o volver ían a r e c i b i r r e d u c i d o a pedazos o tejuelos "de

u n tomín, e dos tomines, e cuatro tomines, e u n peso, e dos

pesos e cuatro pesos, p o n i e n d o en cada pedacito los mismos

qui lates , p a r a que ande p o r l a t i e r r a e se p u e d a p o r m e n u d o

c o m p r a r e vender" , d a n d o cargo a ciertas personas p a r a que l o

hiciesen, l l e v a n d o u n a c a n t i d a d p o r su trabajo (ALAMÁN, No­

vena disertación).

Estas providencias n o d i e r o n seguramente e l resultado ape­

tecido, pues todavía en 1531 e l l i cenc iado Salmerón, en u n a

carta que dir ig ió a l Consejo de Indias, expresaba l a necesi­

d a d de que se fundase u n a Casa de M o n e d a , se emitiese m.o-

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necia menuda, y la grande se igualase a la de España, y que ' l o de tepuzque se reduxese a ley perfecta de medio oro, que de cincuenta mil pesos que anda por la tierra de tepuzque, reduzidos en medio oro, quedarían poco más o menos en treynta mili, que serían quinze, y a éstos se les añadiese un quilate para la contratación della", y dice que eso es "muy ymportante para la moderación de los precios de las cosas e para contratación de la tierra". 1

Más tarde, al darse en 1535 las primeras providencias para fundar la Casa de M o n e d a de México, se dispuso que no se labrase moneda de oro, y en 1565 se renovó el mandato por l a Ley 3, tít. 23, lib. 4^ de la Recopilación de Indias. C o n cierta razón deduce Orozco y Berra 2 que

los pesos de oro nacidos de l a necesidad de entregar el yalor de

las cosas, no eran moneda de oro, eran el peso de l a moneda

efectiva que faltaba: pedazos de plata dados en lugar de los duca­

dos, castellanos, etc Como verdadera moneda no existieron

nunca; fueron imaginarios; valores inventados y consentidos para

entenderse, a semejanza de l o que hoy llamamos "granos", que

jamás hemos visto, y con todo nos sirven para expresar fracciones

pequeñas en nuestros cálculos. E l peso de oro de tepuzque fué el

único que de imaginario se convirtió en real, y ha llegado hasta

nuestros días.

Lo que dice Orozco y Berra sería absolutamente cierto si no supiéramos que muchas veces se trajo dinero de España, y que durante el último tercio del siglo xvn se restableció en la Nueva España la acuñación de oro, lo cual dio lugar a las distintas denominaciones del peso de oro, de oro de mina, de oro ensayado antiguo, de oro ensayado a partir de 1592,

de oro común y de o r o de tepuzque. Sin embargo, aun esta misma circunstancia de que existiesen tan variadas denomi­naciones, cada una con distinta traducción en la imaginaria de maravedíes, y, sobre todo, efectivamente, la de tepuzque, que conservó su nombre indígena, nos indica la originalidad del régimen monetario de la Nueva España, heredado por México, y comenzado a construir, en la época española, sobre la base de una economía y una vida social distintas de las del Viejo Mundo. E n muchos casos, esta nueva economía mone­taria que se injertaba en el sistema español correspondía

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m á s a l a naturaleza de l c a m b i o directo que a l a de u n a

institución m o n e t a r i a p r o p i a m e n t e d i c h a . Y el lo m u c h o más

desde e l p u n t o de v ista de los indígenas, quienes conservan

hasta nuestros días usos de c a m b i o m u y peculiares.

L A MONEDA INDÍGENA

E n efecto, tanto p o r razón de n o poderse sust i tuir de u n a

p l u m a d a e l régimen indígena de cambios, donde l o había,

c u a n t o p o r l a r e l a t i v a escasez a que con m u c h a frecuencia

estuvo expuesta l a m o n e d a acuñada en México, a su l a d o

prevalec ieron varias de las formas monetarias de procedencia

abor igen. T o d o s sabemos que las mantas de algodón, las

planchetas de estaño, las cuentas y abalorios, e l oro en p o l v o

e n canut i l los de p l u m a , y sobre todo e l cacao, se usaron

d u r a n t e los siglos x v i y x v n , y algunos de ellos hasta los siglos

XVIII y x i x , como m a t e r i a m o n e t a r i a , medios de c a m b i o y de

pago. E s t o p a r t i c u l a r m e n t e en las zonas de c u l t u r a indígena

sedentaria o entre los grupos de pescadores de las costas y

los lagos.

Este fenómeno n o tuvo efectos importantes e n Zacatecas,

p o r l a senci l la razón de que sus pr imeros habitantes indíge­

nas n o conoc ieron las necesidades del c a m b i o intermediado, y

los que luego v i n i e r o n , procedentes de distintas regiones de

México , o f o r m a r o n pueblos, generalmente dir ig idos p o r re­

ligiosos bajo u n régimen de economía independiente , o f u e r o n

los trabajadores de las minas , sometidos a l pago y comerc io

c o n l a m o n e d a acuñada de los españoles. D e esta m a n e r a ,

q u e d a r o n a expensas d e l resultado que produjese l a i m p l a n ­

tación d e l trabajo, l a economía y l a m o n e d a de los asientos

de m i n a s españoles.

E L SISTEMA DE LA CASA DE MONEDA

A p a r t i r de 1535 t o m a f o r m a en M é x i c o e l sistema que

regiría en adelante l a institución de l a moneda: se proyectan

las disposiciones legales relativas de los reinos de C a s t i l l a y

se f u n d a l a C a s a de M o n e d a . H a s t a 1810, d i c h a Casa fué l a

única; a e l l a debía llevarse l a p l a t a y e l o r o extraídos en las

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minas de la tierra, para convertirlos en reales, previa deduc­ción de los derechos del Rey, y mediante el pago de una can­tidad por marco acuñado, en concepto de gastos de labor (braceaje), salario de los diversos funcionarios de ella, y un

real de señoreaje para Su Majestad.3

Las minas de México, que para pagar sus gastos de pro­ducción o para disfrutar sus rentas en bienes de consumo, necesitaban cambiar sus metales por dinero, quedaban for­zosamente sujetas al sistema de la Casa de Moneda de la ciudad de México. Ésta es la característica general, en cuanto a la producción de la moneda, de toda la época colonial. 4

Aunque la Casa se administraba como una empresa pri­vada (sin que interviniesen las autoridades más que para hacer cumplir las órdenes de los reyes relativas al tipo de la moneda, los derechos de la Corona y su administración y las obligaciones esenciales de sus empleados para con los in­troductores particulares), formaba parte, sin duda, de las modalidades que había adquirido la política regalista de la Corona. Y si es cierto que los derechos que por concepto de señoreaje debía ésta percibir no los hizo efectivos sino hasta por el año de 1620, también lo es que servía, al prin­cipio en forma general, y después regionalmente, para ejercer el apartado, ensaye o reensaye y marca de los metales intro­ducidos y, en consecuencia, como medio de centralizar y con­trolar los derechos reales del quinto, uno y medio por ciento y diezmo. L a implantación del "real ensaye" en los asientos de minas de Zacatecas señala uno de los momentos en que se hacen manifiestas las peculiaridades del régimen de economía monetaria que en ellos se había producido por efecto de las circunstancias especiales a que este sistema, su situación geo­gráfica y su economía general, daban lugar.

Además de estos medios de control unificado que llevaba la Casa de Moneda, funcionó con parecidos efectos la autori­dad ele la Real Hacienda, compuesta, en la corte de México, por sus ministros, y en los lugares de provincia que poco a poco lo fueron necesitando, por un número conveniente de oficiales reales. E n esos lugares, los oficiales quedaron encar­gados de testificar el ensaye de los metales, de descontar los derechos reales y marcar los bloques, en señal de quedar ellos

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cubiertos . C u a n d o , p o r l a poca i m p o r t a n c i a de los reales de

m i n a s , era e l p r o p i o ensayador e l encargado de f u n d i r , ensa­

yar y m a r c a r los lingotes, también le correspondía r e m i t i r l o s

a l j u s t i c i a d e l p a r t i d o p a r a que los registrara, devolviéndolos

después a sus dueños, quienes se comprometían a l levarlos a

q u i n t a r e n l a R e a l C a j a que correspondiese, antes de los trein­

ta días de registrados. 5 Después eran remit idos a l a Casa de

M o n e d a de México , donde volv ían a ser ensayados y acu­

ñados.

E l envío se hacía según varios sistemas, que se sucedieron

e n e l t i empo. D u r a n t e los siglos x v i y x v n , l a m a y o r parte de

l a p r o d u c c i ó n m i n e r a se entregaba a los mercaderes que en

c a d a r e a l de m i n a s c o m p r a b a n e l m e t a l en pasta a u n precio

i n f e r i o r a l legal , que v a r i a b a según l a región, asegurándose.,

m e d i a n t e l a di ferencia , los costos de transporte; y esto s in

p e r j u i c i o de l a ganancia que obtenían p o r su introducción

e n l a Casa de M o n e d a , l a c u a l pagaba los marcos en u n rea l

m á s de su v a l o r legal. D u r a n t e e l siglo x v m , en c a m b i o (por

l o menos en las más importantes cajas reales) , se creó u n fondo

m o n e t a r i o , q u e se l lamó de rescate, dest inado a comprar p o r

c u e n t a de l a C o r o n a l a producción m i n e r a ; mediante este

f o n d o se entregaban de i n m e d i a t o los reales de su v a l o r a los

par t icu lares q u e deseaban convert ir los. S i n embargo, n o ter­

m i n ó c o n e l l o l a introducción p o r parte de los mercaderes,

pues, s iendo negocio lícito, los más p r e f i r i e r o n rebajar sus

ganancias a p e r d e r l o todo. Así vemos que, todavía en 1808,

grandes cantidades de p l a t a de Zacatecas f i g u r a b a n como i n ­

t roduc idas p o r mercaderes de M é x i c o en l a Casa de M o n e d a .

O t r o s medios había que, si n o de m a n e r a expresa, p o r l o

menos i n d i r e c t a y complementar iamente servían para sujetar

l a producc ión de metales amonedables a l a revisión de los

oficiales reales. M e refiero, p o r u n a parte , a l a administra­

ción de azogues, l a cual , declarada de interés p ú b l i c o en 1559

y m a n e j a d a m e d i a n t e diferentes sistemas, m a n t u v o a los m i ­

neros s iempre dependientes d e l s u m i n i s t r o o f i c i a l . E n igua­

les c ircunstancias se hal ló p o r m u c h o t i e m p o l a provisión de

pólvora, o tro de los artículos vitales p a r a l a minería.

Éste era, p o c o más o menos, e l cuadro general que, de

acuerdo con los intereses de l a regalía m i n e r a y demás pro-

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pósitos de la política económica de la metrópoli española, pretendía unificar y controlar, en el aspecto de su produc­ción, la moneda de la Nueva España.

REGIONALISMO DE LA ECONOMÍA Y LA MONEDA

Aunque en parte fuese ello la realidad determinante, muy lejos estaba de agotar las diferencias de costumbre, usos y va­lores que en cuestiones de moneda y medios de cambio ofre­cía en aquella época el vasto territorio de México. L a unifi­cación no se logró ni siquiera en el centro, donde la cercanía de los controles fiscales y la Casa de Moneda podían hacer que la moneda acuñada se impusiese como una institución de la realidad, sin forzar, con perjuicio de la economía gene­ral, la conveniencia, suficiencia y rapidez de los cambios. Apenas se habían hecho las primeras acuñaciones de cobre, los indios se negaron a aceptarlas y usarlas. Fué preciso dejar de labrar la plata de tres reales porque la confundían, dándola como de a dos y recibiéndola como de a cuatro. L a moneda grande, de plata u oro, salía del país rumbo a la Península, la mayor parte, o al extranjero, a cambio de los géneros de consumo, agrícolas, industriales, mineros o humanos que se importaban; o quedaba dentro del reino para pagar los sala­rios y productos que consumían los españoles y extranjeros. Resultaba muy escasa y costosa para los indios, a quienes naturalmente no siempre se pagaba con ella, sino, muy fre­cuentemente, con frutos en especie, cacao, maíz, algodón, lana, etc.

Además —y esto es quizás lo más importante—, los límites regionales de la economía, determinados por las distancias y barreras geográficas y de población que actuaban desde antes de la venida de los españoles, no fueron, ni con mucho, su­peradas por éstos. E n su mayor parte, y durante largo tiem­po, los indios sedentarios permanecieron sujetos a su localidad por las encomiendas, que tenían una función básica en la producción. Más que por el salario, la mano de obra se ha­llaba asegurada por la obligación del tributo, por la presta­ción de servicios personales, mientras los hubo, y luego por las deudas. L a moneda no podía tener sino una función com-

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p l e m e n t a r i a e n relación con l a venta e n a l m o n e d a de los

t r i b u t o s y, en los pueblos, en relación con e l comercio y

los obrajes. A u n durante e l período de los repart imientos , e l

j o r n a l de los indios sirvió para sustentarlos e n e l l u g a r de sus

obl igaciones, p e r o seguía siendo c o m p l e m e n t a r i o respecto de

sus costumbres cambiarías anteriores a l a C o n q u i s t a . Sólo en

esa proporc ión les daba acceso a los artículos d e l comercio

extra-regional , de m a n e r a que fundamenta lmente se conser­

v a r o n consumidores de sus propios productos. U n matiz d i ­

ferente, p o r consecuencia d e l m o v i m i e n t o comerc ia l y l a

atracción de m a y o r c a n t i d a d de m o n e d a , tenían los centros

s i tuados e n los caminos regionales, o en los de sal ida de los

p r o d u c t o s a l exterior .

E n fuerte contraste con l a de las zonas agrícolas estaba

l a economía de las mineras. Ésta tenía c o m o objetivo, casi

exc lus ivamente , l a explotación de metales amonedables, es

dec ir , e l o r o y l a p lata . E n p r i n c i p i o , l a m o n e d a debía ser

e n ellas más abundante , no sólo p o r tener l a posesión de l a

m a t e r i a m o n e t a r i a , s ino p o r o b r a de las necesidades econó­

micas y sociales que así l o exigían. S i n embargo, fué u n

hecho, en e l c o n j u n t o de las diferencias regionales, l a dis­

t inción de u n a zona (o, como l a l l a m a b a E l h u y a r , u n a "faja

m e d i a " ) h a c i a l a región más próxima a l N o r t e y Este de Mé­

x i c o , que h a b i e n d o t e n i d o u n a numerosa poblac ión sedenta­

r i a , en tierras de gran f e r t i l i d a d , se r e l a c i o n a b a desde cerca

c o n núcleos agrícolas. T a l e s fueron, p o r e jemplo, G u e r r e r o ,

M o r e l o s , M é x i c o , H i d a l g o , Michoacán y Jal isco. E n esta

l ínea, los reales mineros , re lat ivamente próximos o b i e n co­

m u n i c a d o s p o r caminos pacíficos con l a c i u d a d de México,

p o d í a n r e c i b i r s in tardanzas y a p r e c i o legal sus monedas, y

cambiar las e n l o necesario p o r los productos agrícolas que,

abundantes , n o a lcanzaban alto valor . Sirviéronse en m u c h o

de l a m a n o de o b r a indígena p o r m e d i o de los repart imientos

o p a g a n d o negros, y después indígenas, p o r contrata, con

salarios acomodados a l a re la t iva f a c i l i d a d de l a v i d a . E n

c u a n t o a l a c a n t i d a d y v a l o r de l a m o n e d a , sufrían e n parte

los mismos fenómenos que las regiones exclusivamente agrí­

colas.

M u y otras f u e r o n las necesidades de las haciendas de be-

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neficio de las zonas del Norte, en que quedarían comprendi­das todas las de esta región: Nayarit, Sinaloa, Durango, Chi­huahua, Zacatecas y San Luis Potosí. Debíase ello a varias razones. E n primer lugar, eran parte de la región donde ha­bitaban los indios chichimecas, indóciles y permanentes ene­migos, que asaltaban las poblaciones y las conductas. N o habían permitido el establecimiento de grandes poblaciones. Las regiones inhospitalarias y deshabitadas se extendían en­tre uno y otro punto, sin ofrecer seguridad para los arrieros y viandantes. A ello se agregaba que las tierras no eran, con gran frecuencia, aptas para la agricultura. La provisión de productos agrícolas debía hacerse desde los puntos en que los españoles, junto con algunos indígenas llevados a coloni­zar aquellas tierras, habían logrado establecer con alguna se­guridad haciendas de labranza o estancias de ganado. A los indios no era fácil reducirlos a congregaciones o pueblos. Nadie podía atenerse a su trabajo, pues de repente huían para renovar su vida trashumante. L a moneda que se les daba por salario significaba para ellos mucho menos que para los sedentarios de la altiplanicie central. Los productos caros alzaban el precio de los indios y negros que trabajaban en las minas. L a madera, el hierro, el ganado, los azogues, todo era mucho más caro; y la moneda era angustiosamente escasa durante mucho tiempo. L o que salvaba la situación era que los minerales eran los más abundantes, no sólo de México, sino de la América entera, sobre todo los de Zacatecas. Para pagar el sostenimiento de su población hubo de emplearse el metal en pasta. Tanto éste como la moneda acuñada que adquirían los mineros seguían, circulando, las corrientes del comercio hacia México, de México a Veracruz, Campeche y Acapulco, y después hacia los puertos de Nueva Galicia, Sina­loa, Sonora y California. Cubría también el cambio con las regiones adyacentes. Creció mucho el número de los comer­ciantes, algunos de los cuales, al igual que ciertos mineros, crearon los más fuertes capitales de la Nueva España y de la Nueva Galicia, aunque la población media prosperó poco y los indios menos. Todos estaban sujetos a las altas y bajas de una economía asentada sobre bases fatales de orden geo­gráfico y de origen social. L a huida del dinero hacia España,

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P o r t u g a l , H o l a n d a , A l e m a n i a , D i n a m a r c a , F r a n c i a e Inglate­

r r a sería u n a de las causas de agotamiento, y las catástrofes

d e l a carestía y e l h a m b r e se cernirían constantemente sobre

sus habitantes.

Éstas eran las líneas económicas regionales de Zacatecas;

el las nos e x p l i c a n las curiosas circunstancias de l a situación

m o n e t a r i a q u e vamos a describir .

L A MONEDA E N ZACATECAS DURANTE EL SIGLO XVI

L a p r i m e r a C a j a R e a l 6 que se estableció en los límites d e l

N u e v o R e i n o de G a l i c i a fué l a de Santiago de Composte la ,

creada p r o b a b l e m e n t e entre 1532 y 1535, durante e l gobierno

de Ñ u ñ o de G u z m á n . H a c i a 1554, e l auge de las m i n a s de

Zacatecas, Sombrerete, C h a l c h i h u i t e s y San M a r t í n debió sus­

c i t a r l a idea de tras ladarla a l a p r i m e r a de las mencionadas.

J u a n de O j e d a , su contador, se opuso. 7 T e l l o dice que de

C o m p o s t e l a se trasladó a G u a d a l a j a r a .

Ésta era, s i n d u d a , l a única que hasta entonces existía en

t o d o el r e i n o de N u e v a G a l i c i a . Pero en 1561 ya se h a b l a de

o t r a , que existía e n Zacatecas desde 1557. S u tesorero, P e d r o

G ó m e z de Contreras , se oponía a que fuese trasladada a G u a ­

dala jara . E n e l d o c u m e n t o de este personaje se tocan varias

cuestiones q u e nos interesan e n f o r m a directa . L a i n i c i a t i v a

p a r t i ó quizá de los otros oficiales. Gómez dé Contreras supo­

n í a que las razones de éstos debían ser e l agrado y c o m o d i d a d

de G u a d a l a j a r a , p o r "ser más barata y fértil e n las cosas

necesarias de los bastimentos corporales; y l o más que los

m u e v e es l a estrema necesidad que aquí donde a l presente

estamos se padesce y pasa, p o r ser l a t ierra estéril y de tanta

carestía e n los bastimentos y demás cosas, a causa de estar los

criados de V u e s t r a M a j e s t a d tan necesitados y c o n deudas p o r

e l poco sa lar io que V u e s t r a M a j e s t a d nos hace m e r c e d " . L u e g o

e n u m e r a b a las desventajas que él veía. D i c e e n resumen que,

si h a b i e n d o l a v i g i l a n c i a de l a R e a l C a j a era fácil l a falsif i­

cación d e l c u ñ o r e a l con que se m a r c a b a n las platas q u i n t a ­

das o diezmadas, m u c h o más l o sería n o habiéndola . A e l l o

se prestaba l a crec ida poblac ión d e l lugar . O t r o grave incon­

veniente e r a n las difíciles comunicaciones c o n G u a d a l a j a r a .

30 ALFONSO GARCÍA RUIZ

E l costo del transporte resultaba excesivo. Pero más que todo, debían tomarse en consideración los fraudes que se cometían a la Real Hacienda. Los mineros pobres adquirían sus platas por rescate, es decir, comprándoselas a los trabajadores in­dios o esclavos negros, a quienes los patrones se las concedían como complemento del salario. Esas platas debían pagar por derecho el quinto y no el diezmo que, por algunos años, se había concedido a los mineros de Zacatecas. Sin embargo, generalmente no pagaban sino la décima, como las platas de beneficio. E l perjuicio era tanto más grave cuanto que la plata de rescate, según él, se registraba en mayor cantidad que la de fundición o azogue. Su producción anual ascendía aproximadamente a la cantidad de cien mil pesos. Resul­taba, pues, un fraude a Su Majestad, que Gómez de Contreras calculaba en veinte mil pesos anuales.8

L o más interesante para nosotros ahora es hacer notar el uso de las platas de rescate como medio de pago. E n la época colonial, fué éste el fenómeno más importante de sus­titución de la moneda que encontramos en Zacatecas, origi­nado por la escasez y consiguiente carestía de la moneda acu­ñada. Más adelante tendremos elementos con qué precisar su relación de valor y las variaciones que tuvo, sus efectos en el cambio y algunas de sus consecuencias sociales.

Las minas de Zacatecas atrajeron rápidamente una pobla­ción numerosa y activa. E n 1554 eran probablemente "más de trescientos [españoles] y mil de otros tratantes", según el licenciado L e b r ó n . 9 Pronto serían cerca de dos m i l . 1 0 Aunque algunos eran negociantes extranjeros, de paso, la mayoría se empleaba en los trabajos mineros de las varias haciendas de beneficio y de fundición que ya existían. L a producción as­cendía en números redondos, por año común, a medio millón de pesos. Algunos lugares próximos iban adquiriendo pros­peridad a base de la demanda de artículos que Zacatecas no podía producir: maíz, trigo, frijol, garbanzo, sal, ganado ma­yor y menor, vinos, etc. íbase constituyendo un centro de economía regional. Su inusitada prosperidad, por caminos más cortos y menos difíciles que los que la podían conducir a México, llegaba ya entonces hasta Guadalajara. Sin embar­go, la provisión de moneda no sostenía ese ritmo de creci-

LA MONEDA EN LA COLONIA 3 i

m i e n t o . H a b í a que i r a a d q u i r i r l a a México. L a v u e l t a de

los reales —como se l l a m a b a entonces a l a m o n e d a — tardaba

m u c h o . Esto s igni f icaba que n o se podían pagar salarios, n i

c o m p r a r los implementos e ingredientes p a r a los ingenios.

L o s negocios locales sufrían momentáneos colapsos. P a r a re­

m e d i a r estos males, l a R e a l A u d i e n c i a de G u a d a l a j a r a pro­

p u s o en 1573 l a creación de u n a casa de m o n e d a e n su

c a p i t a l . L o s oficiales de l a R e a l H a c i e n d a de M é x i c o volvie­

r o n a oponerse.

E n u n documento d i r i g i d o a l v i r rey Enríquez de A l m a n z a ,

e x p l i c a b a n sus razones. R e c o n o c e n que en l a N u e v a G a l i c i a ,

i n c l u y e n d o las m i n a s de Zacatecas, corre poca moneda; que l a

d i s t a n c i a de l a c i u d a d de M é x i c o provoca que e l l a esté 4 ' en

m a n o s de mercaderes que l a l l e v a n p a r a rescatar p l a t a c o n

m u c h o interese, e n d a ñ o grande de los mineros y c o n algunos

logros y ofensas de N u e s t r o Señor"; que e l p r i n c i p a l rescate

se hace en las m i n a s de Zacatecas y San Mart ín; y que habien­

d o casa de m o n e d a en G u a d a l a j a r a , los rescatadores harán l o

m i s m o . P e r o añaden que

l a falta de moneda que hay en esta Nueva España y Nueva G a ­

l ic ia no es por no labrarse demasiada cantidad en esta cibdad, como

se labra, sino por sacarse toda la que se hace a los reinos de Cas­

t i l la y otras partes, y no habiendo prohibición para que no se

saque la moneda labrada, aunque se hagan en estas partes otras

casas de moneda, no dejará de haber l a falta que hay della todo

el tiempo que se sacare. [Ahora bien, como] el sacarse toda la

moneda que hay en esta tierra sin quedar ninguna es en daño

notable della y en perjuicio de l a real hacienda de Su Majestad,

nos parece convernía Su Majestad mandase proveer de remedio,

mandando que cada u n año se labren en l a Casa de Moneda de

esta cibdad de México hasta veinte y cinco o treinta m i l marcos de

plata y no más, y que se le eche cuño nuevo y que no se pueda

sacar ninguna desta moneda so graves penas, y que donde quiera

que se hallase fuera de esta tierra se tome por perdida para Su

Majestad, porque el haberse sacado de aquí ha sido causa que dos

meses antes y dos meses después que parte flota no se pueden ven­

der los tributos de Su Majestad en su real almoneda por no haber

dineros con qué comprarlos, y los que se venden es en menos

precio del que se suelen vender en el otro tiempo del año que no

parte flota. De las minas se deja de sacar plata por no tener los

mineros moneda con qué comprar de los indios las cosas necesa­

rias y bastimentos y l a plata que los mineros sacan, ansí de los de

32 ALFONSO GARCÍA RUIZ

esta Nueva España como los de l a Nueva Gal ic ia , e l a rescatan

tres y cuatro tomines en cada marco menos de la ley, y cuando

menos dos tomines;n las haciendas han venido y vienen en gran

diminución por no haber dinero con qué comprarse, y las que se

venden es de fiado; las contrataciones cesan, y las que se hacen,

por no haber moneda con qué contratarse de contado, se hacen al

fiado, con gran cargo de conciencia de los mercaderes y personas

que tratan; l a tierra está sin cimiento y podría venir en grande

diminución, y si por algún tiempo cesase de sacarse plata, por

corto que fuese, quedaría perdida, y con quedar en ella la canti­

dad de moneda que decimos, pues es harto poco para lo que desta

tierra se lleva, nos parece que se reformaría y vendría en grande

crecimiento; y esto es lo que nos parece que conviene a l servicio

de Su Majestad y bien universal de esta t ierra.* 2

He copiado íntegro el texto de este documento porque me parece fundamental para la explicación del hecho de que tra­tamos. Los oficiales de Su Majestad reconocen que los daños que sufre la economía general por falta de dinero son muy graves. L a causa principal de esos males es la exportación de la moneda. Para remediarlo rechazan la solución de estable­cer una casa de moneda que, según ellos, dejaría las cosas en su mismo estado. E n su lugar proponen una medida singu­lar: la creación de una moneda exclusiva de esta tierra, que, llevando un cuño especial, no pueda llevarse a otra, bajo fuer­tes penas y confiscación. Su cálculo de 35,000 marcos para llenar las necesidades de ambos reinos de Nueva España y Nueva Galicia, era al parecer muy limitado. 1 3

E l remedio no podía ser más teórico. L a realidad había impuesto, tiempo antes, soluciones prácticas, aunque menos acordes con la idea estricta de la moneda. Antes de referirlas, nos parece conveniente anotar otro suceso importante respecto a lo que venimos tratando.

E l historiador Mota Padilla 1 4 nos indica que en 1575 ó 76,

Zacatecas pretendió no sólo el título de ciudad, sino también —por primera vez de suyo— casa de moneda

para no perder diez reales que perdían en cada marco de plata,

sino porque los indios chichimecos, que mediaban entre Zacatecas

y Guadalajara, impedían los caminos, se informó sería bien se

mudase l a audiencia a aquella ciudad [es decir, Zacatecas], sobre

lo que Su Majestad mandó (en 26 de marzo de 5 7 7 ) no se hiciese

novedad, pues el perjuicio de los indios podría evitarse con alguna

LA MONEDA EN LA COLONIA 33

población de españoles; en cuya conformidad en aquel tiempo se

fundaron las dos villas de Lagos y Aguascalientes, que son las más

ilustres del reino de l a Gal ic ia no sólo por las personas que las

fundaron, sino porque son la garganta del comercio de Zacatecas

a Guadalaxara y a otros muchos lugares de estos reinos.

Según A m a d o r , p o r 1580 algunos vecinos de Zacatecas i n ­

s ist ieron en sol ic i tar d e l R e y que se les concediera establecer

casa de m o n e d a . A e l l o respondió e l R e y p i d i e n d o informes

a l a R e a l A u d i e n c i a de G u a d a l a j a r a . 1 5 L a C o r o n a de España

pref ir ió s iempre soportar los defectos d e l sistema de l a casa

única de M é x i c o , a los problemas que podía o r i g i n a r e l esta­

blecer otras e n las provincias .

E L SIGLO XVII

H a s t a e l a ñ o de 1604, e l real ensaye e n Zacatecas se prac­

t icó s in más efecto q u e diezmar las platas de fundición y

azogue, o q u i n t a r las de rescate. P e r o en e l ú l t i m o año de

su gobierno, e l v i rrey C o n d e de M o n t e r r e y , a f i n de reme­

d i a r los estragos que causaba e l gravoso descuento de los

rescatadores, implantó u n nuevo sistema que habría de trans­

f o r m a r e l estado de cosas. Consistía éste en establecer l a ofi­

c i n a de ensaye, n o sólo con el objeto de m e d i r l a ley y m a r c a r

e l descuento de los metales, sino con e l de rescatarlos, e n l o

posible , p o r cuenta de l a R e a l H a c i e n d a . L a idea era que

todas las cajas reales y a u n , e n su caso, e l ensayador que se

pusiese e n cada asiento de minas , estuviesen provistos d e l

d i n e r o a c u ñ a d o suficiente p a r a c u b r i r e n reales, a costa

d e l erar io , las cantidades de m i n e r a l que se les presentasen,

remitiéndolas luego, también p o r su cuenta, a l a Casa de

M o n e d a de M é x i c o . L a convenienc ia d e l sistema debería con­

sistir, p r i n c i p a l m e n t e , en e l i m i n a r a los mercaderes interme­

diar ios , q u e hacían m u c h o más cara (es decir , más difícil de

a d q u i r i r p o r e l m i n e r o ) l a m o n e d a acuñada, y más barato,

p o r consiguiente, e l poder a d q u i s i t i v o de l a p l a t a de rescate

q u e c i r c u l a b a en l a región de Zacatecas como m e d i o común

de c a m b i o .

L a s instrucciones d e l V i r r e y deben de haberse env iado a

las dist intas d iputac iones mineras y dependencias de l a R e a l

3 4 ALFONSO GARCÍA RUIZ

Hacienda a principios de 1603. Puesto que iguales o pareci­das circunstancias obraban en Sinaloa, Durango, Guadala-jara, etc., no se limitaron a la Nueva España, sino que abar­caron todo el reino. Sobre lo que acerca de ello se hizo en Zacatecas, conservamos dos significativos documentos, que fue­ron publicados hace ya mucho tiempo por Orozco y Berra, 1 6

pero que nunca han sido meditados en su sentido más im­portante.

E n el mes de agosto de 1604, con el propósito de poner en práctica dichas instrucciones, se reunieron en Zacatecas cuatro vecinos de los de más satisfacción, entendimiento y celo, con el corregidor de la ciudad, don Alonso de Guzmán; éste se reunió con Bartolomé de Albornoz y Rafael Álzate, oficiales de Su Majestad, y otros cuatro vecinos mineros, quienes trata­ron y "confirieron" —dice uno de los documentos— "sobre la forma que será bien de dar para que se haga el ensaye, así lo que toca a esta provincia como lo general del reino". De ambas reuniones, que dieron, por lo menos en parte, las pau­tas de la nueva institución, nos quedan testimonios, que uti­lizamos para describir esta reforma tan importante.

Respecto a la segunda reunión, en que se trató especial­mente lo del ensaye, se dice que "a todos pareció ser útil y conveniente su efecto", ya que "demás de aliviarlos, les sería de gran comodidad para el beneficio de sus haciendas".

Propiamente no es del ensaye de lo que recibirían bene­ficio, sino, como ellos también lo decían, de que se les diesen los reales "por cuenta de S.M. por su plata y a un justo y moderado precio":

Siendo V . E . servido que esto tenga efecto, podrán los oficiales rea­

les de esa ciudad proveerla de cuatro m i l marcos de ellos cada vez

que se les pidieren por nosotros, que tasando el precio a como

se hubieren de distr ibuir , les enviaremos la plata que montaren

con su resgate, pues esto tiene más facil idad y comodidad que no

enviando nosotros l a plata a terceras personas para trocarla.

Pero lo más interesante son, sin duda, los resultados que prevén:

C o n este nuevo modo se h a de venir a encarecer el trato de los

rea les . . . , y l a causa de encarecerse los reales con el ensaye es que

hasta aquí los mercaderes se los daban a los mineros fiados a dos

LA MONEDA EN LA COLONIA 35

meses, a u n peso en cada marco de resgate, a pagar en plata f ina

que ordinariamente tenía tres reales de los sesenta y cinco reales

por marco en que ellos lo daban, y ahora, como han de dar l a

plata p o r su ley conocida, no querrán dar los reales sino a mucho

más precio que hasta aquí.

H a y que entender con c l a r i d a d l o que esto ú l t i m o signi­

f ica , para captar l a trascendencia de l a reforma. E l prec io

l e g a l del m a r c o de p l a t a era, según las ordenanzas vigentes

de l a Casa de M o n e d a , de 65 reales, o sean los 67 de su ta l la ,

menos 2: u n o de braceaje y otro de ganancia p a r a e l intro­

d u c t o r de los metales. L o s mercaderes de p l a t a de Zacatecas

p a g a b a n e l m a r c o a 65 reales, pero exigían u n p r e m i o de 8

reales como rédi to de los dos meses de ant ic ipo , y que a l

vencerse ese plazo, se les cubriese e l marco con p l a t a f i n a , n o

de 67, sino de 68 reales: de l o que resultaba que c o m p r a b a n

e n r e a l i d a d e l m a r c o p o r 57 reales, y obtenían u n a ganancia

b r u t a de 11 reales, de que descontados los 2 de acuñación,

q u e d a b a n 9 l íquidos, a u n q u e faltase restar los gastos de trans­

porte de las platas, que debían pagar p o r su cuenta. Éstos

e r a n los ' ' logros y ofensas de N u e s t r o Señor" de que h a b l a b a

u n o de los documentos antes citados.

Este m a l q u e pesaba sobre l a economía m o n e t a r i a de l a

región de Zacatecas y demás pueblos que comercia lmente de­

pendían de e l la , era e l que trataba de a l i v i a r l a r e f o r m a d e l

C o n d e de M o n t e r r e y . Puestos los reales p o r l a R e a l H a c i e n d a

a l alcance de los mineros en su prec io legal , ex ig ían de ellos

menos c a n t i d a d de p l a t a p a r a pagarlos. Disminuir ía su pre­

c i o de costo, pero n o su va lor . L a frase " c o n este n u e v o m o d o

se h a de v e n i r a encarecer e l trato de los reales", que los m i ­

neros zacatecanos e m p l e a b a n con tanto júbi lo , s igni f icaba e l

a lza de su a n t i g u o m e d i o c irculante , tanto p o r razón de que

pudiese más p r ó x i m a m e n t e equipararse a l rea l acuñado, cuan­

t o p o r q u e l a v e n t a de estos últimos elevaría a l m i s m o t i e m p o

e l prec io de l a " m o n e d a de resgate". H a b r í a de p r o d u c i r u n

alza de valores monetar ios en general.

S i n embargo, e l efecto práctico de estas medidas q u e d a b a

s u b o r d i n a d o a l a c a p a c i d a d m o n e t a r i a de l a o f i c i n a de l a

R e a l H a c i e n d a . Y era u n hecho q u e n o podía ser m u c h a , p o r

los múltiples gravámenes internos y externos que sufría. Su

36 ALFONSO GARCÍA RUIZ

intervención, en realidad, no podía ser más que un alivio para Zacatecas.

Por otra parte, la tradición había dado cierta estabilidad a la moneda de rescate, no obstante sus graves defectos, y no podía desecharse de súbito sin afrontar ciertos trastornos. Por eso, los mismos oficiales de la Real Caja de Zacatecas insistie­ron en su conservación, aunque dándole un reglamento y rodeándola de garantías.

E l segundo de los documentos que he venido comentando decía que, habiendo tratado lo del ensaye, "para que sea con más suavidad y menos daño de los mineros y otras personas, todos unánimes y conformes dieron por parecer lo siguiente":

Primeramente: que respecto de que en esta ciudad y en las minas

del distrito de esta R e a l Caja hay gran falta de reales, y los que

hay valen caros, por cuya causa se trata y contrata en ellos con

plata de toda suerte, y con l a que l laman corriente que es menuda

y de resgate se compra todo lo necesario, así de mantenimientos

como otro cualquier género, no se prohiba su contratación, sino

que corra como hasta aquí sin quitarla, por l a señal de l a R, como

está ordenado, y con que ninguna persona l a pueda sacar de este

reino sin ensayarla. . . A u n q u e parezca que, corriendo esta plata

por de resgate, dilatará S . M . el cobrar sus derechos, es de poca

o n inguna consideración, porque toda ella ordinariamente viene a

parar a poder de los mercaderes, los cuales para aprovecharse de

el la y enviarla a México, o para sus pagas, es fuerza que lo han

de juntar y ensayar, y pagar los derechos.

U n a primera clase de plata de rescate era esa que, sin haber sido ensayada ni quintada, proponen los oficiales que corra "con que ninguna persona la pueda sacar de este reino sin ensayarla", y con la inicial R de la palabra "rescate" o, como se decía, "resgate".

A una segunda clase se refiere otro párrafo: "la de azogue de esta ciudad, Panuco y Ojo Caliente, que sin ensayarla no se pueda tratar ni contratar con ella"; es decir, que para darle valor circulante, debe ser ensayada.

Después se habla de una tercera, que no pudiendo ser traficada "en rosca", como creo que se llama en su estado na­tural, mezclada aún con los demás elementos del subsuelo,

h a parecido que, ya que l a han de juntar y hacer plancha, se

mande que, pena de l a v ida, nadie l a junte con plomo sino en

LA MONEDA EN LA COLONIA 37 copella [es decir, que se funda], y así se diezme y cobre el receptor los derechos, y que la tal plata corra por toda ley y por tal la reciba la persona que la hubiere de haber, con alguna refacción mode­rada por la misma; y para que no haya fraude y se entienda en cualquier tiempo el que la hizo, todos los mineros tengan hierro de sus nombres, el cual lo pongan en la plata, y para incurrir en la pena y satisfacer al comprador de la tal plata el daño que hu­biere, baste la fe del ensayador [que dictaminará posteriormente].

Finalmente, se dice que

en el distrito de esta real caja hay otro género de plata de mine­ros, sacada por fundición en muy gruesa cantidad, que aunque se procure afinar no es posible que salga de toda ley, respecto de estar tan unido el plomo a ella, que para haberle de consumir de todo punto gastaría mucha parte de la pura plata, y también por levantarse la cendrada donde se afina, y entrarle algún aire al tiempo de dar la vuelta, y por otras causas, parece que en esta plata ha de haber diferencia, para permitir que aunque no sea de toda ley, como suba de sesenta y cinco reales arriba por marco después de quintada, se pueda ensayar y quintar, y que antes que se ensaye ni quinte, pueda correr con sólo el hierro del décimo y nombre del minero, por de siete pesos, un tomín y once granos1? como hasta aquí, y si el minero cuya es la plata no la diere en paga a riesgo de la parte, quier tenga menos o más ley, se entien­da que [si] cuando se ensayare paresciere tener menos de los dichos siete pesos, un tomín, once granos, que dé la satisfacción del daño el minero, y la demasía quede en la Caja para él, y para esto haya libro donde se vaya tomando razón.

Tampoco había, pues, una sola clase de plata de rescate,

sino varias, cada una de las cuales tenía un valor diferente,

según su ley y su estado de pureza, tomando como punto de

referencia para esto último la comprobación del ensaye, y

para su precio, el legal de 65 reales. Como el ensaye no se

podía hacer sino en la ciudad de Zacatecas, donde residía

la Real Caja, los requisitos para que la plata circulara o no

sin él se exigían según la distancia, en lo que podemos decir

que había una especie de adaptación monetaria subregional.

A Panuco y Ojo Caliente, que estaban cerca, se les requería

el previo ensaye, pero a las congregaciones más lejanas sólo la

marca del minero, a quien se hacía imputación del defecto

o exceso de su ley.

38 ALFONSO GARCÍA RUIZ

Terminaba este documento con la repetida solicitud de una casa de moneda para Zacatecas y, en tanto no se pro­veyese, el envío de 4,000 marcos cada cuatro meses —que hacen como 97,500 pesos por año— para el rescate de plata por cuenta de la Real Hacienda. Pero debe observarse que esta cantidad se hallaría complementada por la cantidad de moneda de rescate, que seguiría circulando. 1 8

Otras calamidades hacían más grave la situación econó­mica general, influyendo de manera especial en la economía monetaria. L a necesidad de remitir a México las platas de Zacatecas hizo forzoso establecer el sistema de transportes co­nocido con el nombre de conductas. E l único medio de que se disponía para hacerlos eran las recuas y las carretas. Por aquellos desolados caminos, las conductas eran detenidas o asaltadas a menudo por los indios chichimecas, y esto retar­daba la llegada de las platas a la ciudad de México, o impe­d í a que los efectos o mercancías de Europa y del país se recibiesen en Zacatecas. Aunque los indios salteadores, por regla general, no se interesaban por robar el dinero, al cual —como ya había observado el padre Arlegui— parecían no dar importancia, no faltaron casos en que se quedaron con él.

E l comercio de monopolio era un sistema general en la Nueva España y la Nueva Galicia. Los costos extraordina­rios que causaba el incipiente servicio de comunicaciones eran cargados al precio, de suyo muy alto, de las mercancías. Era éste otro motivo de carestía.

L a actitud agresiva de los chichimecas determinaba de otra manera indirecta la cantidad de dinero disponible en las cajas reales de provincia. Con frecuencia se les ordenaba sufragar con sus recursos los gastos de las campañas militares contra los indios que se rebelaban. Así sucedió en Zacatecas, cuando la sublevación de los tepehuanes,19 en 1616.

Así, pues, la organización intentada por el Conde de Mon­terrey estaba destinada a un fracaso casi total. E n realidad, no era tanto el fruto de un espíritu generoso cuanto la res­puesta obligada a las demandas que constantemente se habían hecho sobre estas necesidades de Zacatecas, como consta por los datos antes consignados. Por lo que se entrevé, le precede y le es contemporánea una situación económica muy critica,

LA MONEDA EN LA COLONIA 3 9

no sólo* de la ciudad de Zacatecas, sino de la zona a la cual proveía de dinero. E l establecimiento de la población espa­ñola, indígena y extranjera en la región, y la reducción de una parte de los nómadas o seminómadas que la habitaban, con las necesidades de la nueva cultura, planteaban e iban acrecentando día a día la demanda de productos agrícolas e industriales, la cual, por la incultura y frecuente inclemen­cia del suelo, no podía ser satisfecha sino por medio de inau­ditos esfuerzos. L a población crecía con mayor rapidez que los recursos económicos. E l costo de la vida era altísimo. Y la situación se agravaba con el sustitutivo monetario, que era la plata de rescate, sin valor fijo y con la letra R que la distinguía, o un sello del minero que la sacaba. L a falta del signo acuñado, y la dificultad de adquirirlo, por su rareza, mantenía, digamos en términos figurados, humillada a la plata de rescate, que si bien por necesidad sustituía el uso de la verdadera moneda, resultaba en cambio demeritada. U n pro­ceso de depreciación que comienza en el último tercio del siglo xv i parece culminar en sus finales y principios de la centuria siguiente.

S I G L O S X V I I I Y X I X

L a escasez de numerario, causa general de los fenóme­nos monetarios que tenían lugar en Zacatecas y otras regiones de México en el siglo xv i y a principios del xvn, se halla de­terminada al mismo tiempo por condiciones locales, por con­diciones internas en la Colonia y por motivos externos, co­rrespondientes a la política económica de España y a sus relaciones con otros países.

E n cuanto a las condiciones locales de la región de Zaca­tecas y las internas de la colonia, cabe decir que se hicieron más favorables durante la segunda mitad del siglo x v n por el mejoramiento de las comunicaciones, la tranquilidad de la población, el acrecentamiento de la producción agrícola e in­dustrial, la regularidad del comercio, y un gobierno, diga­mos, rutinario, que permitía el desarrollo independiente de la población en aquello que no afectaba al monopolio de la producción y del comercio o la exacción de impuestos.

40 ALFONSO GARCÍA RUIZ

Las condiciones externas, en cambio, eran francamente adversas. Las costosas guerras y el desgobierno de los últimos Habsburgos requerían la mayor cantidad de dinero y rique­zas útiles de las Indias. Los corsarios, al servicio de la agre­sión económica inglesa, infestaban los mares y suspendían las comunicaciones. Los productos de azogue, hierro, útiles e implementos para la minería, comprados en el extranjero, elevaron sus precios, en tanto que a toda la producción mi­nera de los nuevos reinos se hacían imprescindibles. E l valor de la plata descendió de su nivel del siglo xvi. E l alza del volumen de la producción en las minas se veía compensada por el alza de los costos.

L a presión ejercida sobre la Real Hacienda desde España nulificaba la acción comenzada a principios del siglo a fin de sustituir la participación de los mercaderes, que encare­cían los productos, lo mismo que la moneda, por la del Estado, en beneficio de productores y consumidores.

Las medidas tomadas por la Corona tendían a fomentar, más bien que a cambiar, el estado de cosas. Desde 1704 los mercaderes rescatadores de plata de Zacatecas pagaban el diezmo en lugar del quinto a que legalmente estaban obli­gados, igualándose a los mineros; y en 1710, Su Majestad lo reconoció por cédula de 30 de diciembre. 2 0 Y doce años más tarde, en un mandamiento dirigido a la Casa de Moneda de México, se decía:

P o r cuanto las estracciones de platas que produzcan los minerales

de esta tierra no se consiguirían sino a costa de muchos pesos y

avíos que daban y arriesgaban los mercaderes o individuos del

comercio a los dueños de las minas para su beneficio y fomento,

sin cuyo a u x i l i o serían pocas las que se labrasen, y no conviniendo

alterar cosa alguna respecto a los intereses que entre sí trataban,

por no ser útil n i decente a l a R e a l Hacienda semejante ingreso,

dispuso S . M . en l a misma real cédula citada continuasen en él,

como hasta entonces, sin novedad los compradores de plata y de­

más vasallos que l a comerciaban, pues de ellos dimanaba l a causa

p r i n c i p a l de que el real erario interesase los crecidos derechos de

quintos, diezmos, uno por ciento y real de señoreaje, que tanta

suma de marcos de oro y plata le contribuye, y se sacaba a espen-

sasa de los caudales de estos tratantes; por esta razón no se podía

practicar de cuenta de la R e a l Hacienda la compra de los referi­

dos metales por el mismo precio a que lo hacían los mercaderes,

LA MONEDA EN LA COLONIA 41

pero se podrían comprar todos los que éstos y cualesquiera otros

individuos llevasen a vender a l a R e a l Casa de Moneda; de suerte

que, quedando dentro de ellas las utilidades de sus labores, fuesen

para S . M . de puertas afuera los rescates para los vasallos, con cuyo

medio término se conseguía el f i n de que no se labrase plata n i

oro alguno en reales ingenios de cuenta de particulares, n i éstos

padeciesen atraso en sus contratos, n i tuviesen motivo para alzar

l a mano en sus avíos, en que consistía l a conservación de estos

dominios, no dudándose que este medio término serviría para

traer sin violencia mayor número de pastas a la referida casa.21

N o p o d í a manifestarse más e n claro l a intención de l a

C o r o n a . D e m a n e r a que l a situación n o había c a m b i a d o

m u c h o . L a m o n e d a seguía s iendo cara. E l l o obl igaba a l uso

de sustitutivos monetarios: mercancías en especie, bajo l a

responsiva de los comerciantes comunes, en e l tráfico a l me­

n u d e o de los centros industr ia les y agrícolas de l Occ idente y

S u r d e l país: cacao y o t r o productos indígenas en las zonas

habi tadas p o r ellos; o metales en pasta e n algunas regiones

mineras , c o m o Zacatecas. Decía M o t a P a d i l l a 2 2 en 1742:

Si hubiera monedas en l a Gal ic ia y Vizcaya, no pagarían los due­

ños de barcos a sus operados y marineros con perlas, como n i los

mineros con la plata y oro en pasta, que es l a causa de los extra­

víos por ser partidas menudas, pero tantas, que montan mucho

más de l a mitad, y aun muchas veces con la plata que saca el

minero no le alcanza a l a paga de operarios, y si el minero tuviera

reales, pronto se quedara con l a plata, y no que muchas veces no

tiene con qué pagar el correspondido de los azogues que ha sacado

de l a R e a l Caja.

H a b í a , s i n embargo, u n a d i ferenc ia f u n d a m e n t a l entre l a

situación d e l s iglo x v m y l a de épocas anteriores, cuya consi­

deración es i m p r e s c i n d i b l e p a r a tener u n cuadro general de

l a h i s t o r i a de l a función m o n e t a r i a e n Zacatecas y sus depen­

dencias económicas d u r a n t e e l ú l t i m o período c o l o n i a l .

E s t a n u e v a situación surge fundamenta lmente a causa de

factores internacionales . Podemos decir que España, hasta

l a p r i m e r a m i t a d d e l s ig lo x v n , resistió c o n b u e n éxi to los

efectos de l ataque económico de las potencias rivales: P o r t u ­

gal , H o l a n d a , F r a n c i a e Inglaterra . Pero , y a durante e l r e i n a d o

de F e l i p e I I , l a derrota de l a I n v e n c i b l e y l a pérdida nota­

b le de i n f l u e n c i a pol í t ica e n E u r o p a le h i c i e r o n ver que su

42 ALFONSO GARCÍA RUIZ

imperio sería efímero. Pudo, sin embargo, vivir aún a costa de su gloria pasada y proveer con celo a la conservación de sus dominios de Ultramar. Sus medios favoritos fueron el mo­nopolio de importaciones y exportaciones, la vigilancia, la ins­pección y el registro, además de la imposición tributaria y la acción directa del comiso y la presa, en los casos necesa­rios. Todos, como se ve, recursos meramente defensivos, pero ninguno fundamental, efectivo, creador, como hubiera sido conveniente. A ellos oponían sus rivales la baratura, la in­troducción clandestina y el soborno que les permitirían sus ganancias comerciales. Con estas armas, a la larga, iban a triunfar.

E l verdadero campo de Agramante de la lucha económica internacional entre España y las demás naciones fueron las colonias americanas. Es la experiencia de América la que ilustra el proceso mediante el cual y durante el cual pierde España su preponderancia política y económica. Poco a poco, pero invariablemente, las distintas zonas del continente his­panoamericano van siendo atacadas por el comercio extran­jero, legal o ilícito, y unas más pronto, otras más tarde, todas van cayendo material y moralmente en sus manos.

Ese comercio originó, dentro de cada una de las colonias, lo que podríamos llamar zonas de impacto y corrientes de movimiento comercial. Nacen y se van formando estas zonas, casi siempre, a partir de la periferia de las costas y de los puertos, hacia dentro, situadas como en una especie de réplica a las entradas establecidas en los primeros tiempos por España. El lo se debió seguramente, de manera principal, a que se prefería eludir el compromiso de las autoridades más obliga­das al cumplimiento y, por lo tanto, más caras. Y también a que se buscaba la seguridad de las ventas entre las pobla­ciones más alejadas del aprovisionamiento legal. Como tam­bién el interés m á x i m o era el dinero y rara vez los productos, y como, además, su ilegalidad cohechaba al comprador y aun fomentaba el contrabando de exportación, no era difícil que coincidiesen con la proximidad de zonas mineras, o atrajesen dentro de su órbita a las que mejor se hallasen comunicadas con los puertos que servían de base a sus operaciones.

E n México, en los siglos xvi y xvn, el comercio, bajo los

LA MONEDA EN LA COLONIA 4 3

dictados d e l m o n o p o l i o de l a Península, se hacía exclusiva­

m e n t e p o r V e r a c r u z , y más tarde p o r C a m p e c h e , en e l At lán­

t ico, y p o r A c a p u l c o , e n e l Pacíf ico. V e r a c r u z y C a m p e c h e

estaban autorizados p a r a hacer lo c o n l a Península, pero n o

c o n países n i embarcaciones extranjeras que n o fuesen pre­

v iamente p e r m i t i d a s y registradas e n e l la . P o r A c a p u l c o , e l

tráfico se hacía únicamente c o n M a n i l a , y n u n c a c o n los

países de Sudamérica. A u n q u e tocase puertos de otros luga­

res, más a l N o r t e , c o m o p o r e j e m p l o de l a N u e v a G a l i c i a , le

estaba p r o h i b i d o feriar sus efectos e n ellos.

Desde e l p u n t o de vista de l a economía europea, española,

q u e se proyectaba entonces sobre l a N u e v a España, n o había

p r o p i a m e n t e s ino u n a zona, d i r i g i d a y centrada p o r México .

I n c l u s o los lugares distantes — N u e v o M é x i c o , C a l i f o r n i a ,

C o a h u i l a , C h i h u a h u a , T a m a u l i p a s , Sonora y S i n a l o a , D u r a n -

go, Zacatecas, N u e v o L e ó n , N a y a r i t , Ja l isco , etc.— venían a

c o n f l u i r e n e l l a c o m o pequeños arroyos en e l c a u d a l de u n

río. N o h a y p a r a q u é decir que esta " o r i e n t a c i ó n " d e l co­

m e r c i o , q u e p r i v ó d u r a n t e tanto t iempo, aseguró u n a pros­

p e r i d a d p e r m a n e n t e a los puntos contiguos e intermedios , es­

pec ia lmente de las rutas h a c i a V e r a c r u z y A c a p u l c o . 2 3

P e r o e l efecto de l comerc io extranjero cambió e n o t r a

dirección l a entrada de las mercancías, e n especial de las de

tráfico p r o h i b i d o . Desde p r i n c i p i o s d e l siglo x v m , los barcos

holandeses, franceses y sobre todo ingleses, además de forzar

e n l o pos ib le l a v i g i l a n c i a en los puertos de V e r a c r u z , C a m ­

peche y A c a p u l c o , venían a dejar sus productos y recoger e l

o r o y la p l a t a , acuñados o en pasta, p o r los puertos de T a ­

m a u l i p a s , e n e l At lánt ico , y p r i n c i p a l m e n t e de l a N u e v a

G a l i c i a , N a y a r i t , S o n o r a y C a l i f o r n i a , e n e l Pacífico. H i s t o ­

r iadores c o m o M o t a P a d i l l a y sus contemporáneos nos sugie­

r e n ya con c l a r i d a d l a i m p o r t a n c i a decis iva que h a b í a t o m a d o

e l c o m e r c i o p o r e l Pacífico, desde P a n a m á y e l Perú, y a

través de el los, desde los puertos de V e n e z u e l a y C o l o m b i a .

L o s consumos y l a producc ión m i n e r a de Zacatecas q u e d a r o n

atraídos h a c i a l a órbita de l a economía d e l Pacífico.

E n 1786, l a O r d e n a n z a de Intendentes renovó l a dotación

de los fondos de rescate en las cajas reales que exist ían e n las

p r o v i n c i a s :

44 ALFONSO GARCÍA RUIZ

Esta soberana disposición llegó a tener su cumplimiento en el año

de 1790, en que se estableció dicho rescate en l a Real Caja de San

L u i s Potosí, y sucesivamente se fué extendiendo. . . E l objeto de

este nuevo establecimiento fué, según se indicó en el citado artículo

de l a mencionada Ordenanza, precaver l a ocultación y fraudulentas

extracciones de oro y plata en pasta, que los mineros necesitados

vendían a los mercaderes y rescatadores de estos metales.24

Nosotros sabemos que esta medida no podía resolver el

problema, aunque se obstinaran en ello. Los documentos

sobre historia del comercio exterior publicados por el Archivo

Histórico de Hacienda, de México, nos hablan de la grave­

dad que este problema había tomado en los momentos en

que la Nueva España agonizaba. Uno de ellos, en que el

Consulado de México protestaba contra lo que era su más

grave perjuicio, en 1815, decía:

9. L a exportación ha sido consiguiente a la internación, pero con

l a particular circunstancia de que, no habiendo en las provincias

de Guadalajara, San L u i s Potosí, Zacatecas, Sinaloa, Sombrerete y

Sonora, otros frutos de l a industria de sus habitantes sino el oro

y la plata, éstos son los que se h a n llevado aquellos veinte y cinco

buques para continuar con los extranjeros ese comercio ilícito des­

tructor de la Metrópoli y del de México, adonde se ha escaseado

l a entrada en barras de aquellos reales de minas, perdiendo el Rey

los derechos de amonedación y demás, que no bajan de 160 pesos

en cada barra, y perdiendo también los mercaderes de México

su encomienda y l a correspondencia con los de aquellos países.

N o es fácil calcular a punto fijo esta pérdida del Rey y del Estado,

pero V . E . podrá hacerlo en v i r t u d de los antecedentes datos y del

cómputo que han hecho algunos economistas de haberse extraído

por Guaymas, puerto de l a Sonora en el M a r del Sur, como veinte

mil lones en aquellos preciosos me tales.2 5

L a escasez de numerario, motivada por una u otra causa,

fué la calamidad más paradójica y constante en toda la his­

toria colonial de Zacatecas. Por eso fué esta provincia la más

empeñada en conservar después su casa de moneda, que la

salvó en 1810 de una tragedia definitiva.

N O T A S

l "Car ta del Licenciado Salmerón al Consejo de Indias" (México, a

13 de agosto de 1531) apud F . D E L P A S O Y T R O N C O S O , Epistolario de la

Nueva España, México, 1940, X V I , 16.

LA MONEDA EN LA COLONIA 45

2 " M o n e d a en México", en el Diccionario universal de historia y geo­

grafía, t. 5 , p p . 9 0 7 - 9 6 0 (la cita está en l a p. 9 1 4 ) .

s Para los detalles sobre esto, nos permitimos remit ir a las Indaga­

ciones sobre la amonedación en Nueva España, de don Fausto de E L H U -

Y A R , M a d r i d , 1818.

4 Si a estas consideraciones agregamos l a del papel que dicha institu­

ción desempeñaba como medio de regulación del valor de l a moneda

metálica, y de control y distribución de crédito, alcanzaremos l a idea

de l a importancia que este sistema tuvo en l a economía general de l a

colonia .

5 Véase F . F O N S E C A y C. U R R U T I A , Historia de la Real Hacienda, Mé­

x i c o , 1 8 5 1 , t. 1.

6 Las cajas reales representaban a l a R e a l Hacienda en las provin­

cias menores. Dependían del R e a l T r i b u n a l de Hacienda, que funcio­

n a b a en l a Capi ta l de l a Nueva España.

7 Expl icaba a Su Majestad que, "demás de echarse a perder este dicho

re ino por sacarse l a dicha caja, porque l a plata que en los dichos Za­

catecas se saca l a l levan todos a su costa a quintar y diezmar a l a cibdad

de México y cada uno l a procura de llevar segura, y si los oficiales deste

nuevo reino l a quintasen y diezmasen en los Zacatecas habrían de enviar

l a p l a t a a México con costa y riesgo de Vuestra Majestad" ("Carta a l

E m p e r a d o r . . . " , Guadalajara, 3 1 de agosto de 1 5 5 4 , apud P A S O Y T R O N -

coso, op. cit., V I I , p p . 2 2 0 - 2 2 1 ) .

8 P A S O Y T R O N C O S O , op. cit., X , p p . 1 3 8 - 1 3 9 .

9 P A S O Y T R O N C O S O , op. cit., V I I , 2 3 9 .

1 0 A . D E L A M O T A Y E S C O B A R , Descripción geográfica de los reinos de

Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo León, México, 1 9 4 0 , pp. 144-145.

11 Más adelante explico a qué equivalía este descuento.

12 Documento firmado por don Fernando de Portugal , Hortuño de

Ibarra y Francisco Montealegre (PASO Y T R O N C O S O , op. cit., X I V , 15-17).

13 A n t o n i o T E L L O , Libro segundo de la chrónica miscelánea... de la

santa provincia de Xalisco, etc., Guadalajara, 1 8 9 1 , p. 1669, dice que

e l R e y contestó a l a Audiencia de Guadalajara, por real cédula de 14 de

marzo de 1574 , l o siguiente: " E n cuanto a las minas descubiertas en

San Martín y Zacatecas y en l a provincia de Compostela, está bien que

las fomentéis: en cuanto a que se haga casa de moneda en esa provincia,

enviaréis el i n f o r m e . . . " etc.

14 Historia de la conquista de la provincia de la Nueva Galicia, 1742,

ed. de México, 1 8 7 0 , cap. X L V I I , núm. 11, p. 2 4 1 .

15 Op. cit., 1, p p . 2 6 1 - 6 2 .

16 Op. cit., p . 9 2 1 , nota.

i ? O sean 7 reales, 5 granos menos de su valor legal.

18 Respecto a l a creación de la casa de moneda, en cédula de 3 de

octubre de 1 6 0 7 , Su Majestad respondió en términos dilatorios, pidiendo

informe a la A u d i e n c i a de Guadalajara. Véase E . A M A D O R , Bosquejo his­

tórico de Zacatecas, Zacatecas, 1 9 4 3 , t. 1, pp. 3 0 5 - 3 0 6 .

46 ALFONSO GARCÍA RUIZ

19 Vicente C A S A R R U B I A S , Rebeliones indígenas en la Nueva España,

México, 1945 (Biblioteca enciclopédica popular), p. 66.

20 F . de E L H U Y A R , Memoria sobre el influjo de la minería..., 1825,

México, 1883, p. 56.

21 F O N S E C A y U R R U T I A , op. cit., t. 1, p. 145.

22 op. cit., p . 320.

2 3 Véase M O T A P A D I L L A , op. cit., p . 263.

2 4 F . de E L H U Y A R , Memoria sobre el influjo de la minería..., núms.

95 y 9Q> p. 7 8 .

2 5 Comercio extranjero por el puerto de San Blas en los años 1812

a 181J, México, 1944 (Archivo Histórico de Hacienda), t. 2. p. 75.