La Máquina Antropológica

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La mquina antropolgica no puede ser explicada sin la distincin que establece Agamben entre lo humano y lo animal que tiene lugar en una lucha interna dentro del hombre mismo. Para entender el potencial, el alcance y los riesgos de la mquina, es necesario conocer lo abierto y antes de eso, reconocer el vaco donde lo humano y lo animal se muestran como indeterminados.

La visin de Ezequiel es fundamental, ya que en ella se refleja la historia de la humanidad en la forma del banquete mesinico de los justos en el ltimo da, siendo representados con un semblante animal. Agamben nos dice que la naturaleza animal ser transfigurada en el reino mesinico: en el ltimo da, las relaciones entre los animales y los hombres tendrn una nueva forma y el hombre mismo se reconciliar con su naturaleza animal.

Pero Agamben encuentra pronto aporas en este relato mesinico. Si bien damos cuenta de un tiempo donde se desarrolla una humanidad posthistrica, sigue existiendo el tiempo y, en esa medida, como nos ense la experiencia de la garrapata de Uexkll, permanece un sujeto viviente y, por tanto, queda una negatividad; el presunto fin del tiempo no significa un fin de lo humano. No desaparece el hombre propiamente dicho, es decir, la accin negadora de lo dado, el sujeto opuesto al objeto. Puede haber algo ms all de lo humano, porque habr olvidado todo elemento racional conforme a la imagen contrafctica de Baslides de la animalidad del hombre recobrada al final de la historia, pero sobre todo el acfalo figurado por Bataille pero tampoco puede ser llamado animal. Remanece un resto, que sobrevive a la muerte del hombre nuevamente devenido en animal al final de la historia, y es esta negatividad sin empleo, la risa, el erotismo, el esnobismo que encontr Kojve en Japn.

Lo que define al hombre en su condicin posthistrica, que enfrenta el tiempo de su propia aniquilacin y holocausto, y que asume el riesgo de perder la posibilidad de la sabidura misma, su logos, la palabra, el lenguaje, la Voz; necesariamente debe entenderse a la luz de una tensin dialctica cortada por cesuras que separan la animalidad antropfora y la humanidad que se encarna en ella. Si la negatividad es lo que define al hombre, son las divisiones, las disyunciones, las cesuras y no las articulaciones, conjunciones e integraciones las que lo van a caracterizar.

El hombre es un artificio que produce el reconocimiento de lo humano: nos definimos humanos no por una identidad especfica, una voz particular, sino por la capacidad de poder reconocernos, de definirnos a travs del conocimiento de s. El hombre es el animal que tiene que reconocerse humano para serlo. Es la mquina antropolgica, un sistema de espejos en los que el hombre, al mirarse, ve su propia imagen siempre deformada en rasgos de animal: para ser humano, tiene que reconocerse siempre en un no-hombre, en un antropomorfo, es decir, el Homo Sapiens es el animal que slo es si se reconoce no siendo.

La mquina antropolgica es un dispositivo de exclusin, produce una especie de estado de excepcin donde lo humano ya predeterminado est en una zona de indeterminacin en la que el afuera no es ms que la exclusin de un adentro y el adentro tan slo la inclusin de un afuera. La mquina, como es entendida entre los modernos, funciona excluyendo de s como no (todava) humano un ya humano, esto es, animalizando lo humano, aislando lo no-humano en el hombre: es el judo, el recin muerto, el ultra-comatoso, el no-hombre producido en el hombre, el animal aislado en el mismo cuerpo humano.

A diferencia de la visin de los modernos, la mquina antropolgica en los antiguos no es un dispositivo de exclusin, sino que al contrario el adentro se obtiene mediante la inclusin de un afuera, la del el no-hombre a travs de la humanizacin del animal: es el mono-hombre, el salvaje, el esclavo, el brbaro, el extranjero, quien se encontraba ajeno a la plis y era caracterizado con la figura de un animal con formas humanas. No obstante lo anterior, ambas mquinas antropolgicas se afirman mediante la institucin en su centro de una zona de indiferencia en la que debe producirse la conjuncin-disyuncin entre lo humano y lo animal, el hombre y el no-hombre, el hablante y el viviente.

Agamben va ms all: el hombre es producto de las cesuras entre lo humano y lo animal, y donde se define como tal es en lo abierto. Parafraseando a Uexkll y Heidegger, ningn animal salvo el hombre puede entrar en relacin con un objeto en cuanto tal, pues solo el hombre en tanto viviente y hablante tiene un mundo y no solo un ambiente. El animal solo se relaciona con su ambiente, se comporta en el ambiente, experimenta en su aturdimiento una apertura sin develamiento porque le es impedida la posibilidad de ponerse en relacin y referirse a l, a este otro en tanto esto, y esto en general un tanto disponible, en cuanto ente; su estatuto ontolgico es la pobreza de mundo.

En cambio, el hombre tiene siempre ante s el mundo, es formador de mundo porque participa activamente del mbito esencial del conflicto entre ilatencia y latencia, develamiento y velamiento, que otorga el poder de la palabra, el lenguaje. Mientras el animal est abierto en su ambiente, no en el mundo en un no-develamiento que lo aturde y disloca con vehemencia inaudita en cuantos portadores de significados (desinhibidores para Heidegger) se interrelacionen con los rganos receptores del animal, y no devela de ningn modo como ente aquello que lo tiene as constreido y absorto; el hombre experimenta el aburrimiento profundo de estar consciente del ser-ah encantado y encadenado al interior del ente en su totalidad.

En el marco del aburrimiento, el hombre experimenta, por un lado, el abandono en el vaco (el ser-dejados-vacos) que reporta la indiferencia cuando esperamos y no hacemos nada; y por otro lado, la experiencia de privacin (el ser-tenidos-en suspenso) de lo que el Dasein habra podido hacer o realizar, es decir, la impotencia que se vive al estar dejado en barbecho, incapacitado de ejercer la potencia pura de la posibilitacin originaria, en fin, de liberarse de sus propios portadores de significado o desinhibidores.

El aburrimiento profundo, a partir del cual se realiza el pasaje del ambiente animal al mundo humano, el devenir Dasein del viviente hombre, tiene lugar en la mquina antropolgica. En ese pasaje lo abierto es el aparecer de un no-develamiento, la apertura a una clausura, la del que ve slo mira en lo abierto un cerrarse, solo ve un no-ver: el hombre en tanto Dasein es un animal que ha aprendido a aburrirse, se ha despertado del propio aturdimiento (y reconocido como tal la experiencia del aturdimiento), y as devino en humano.

Al final de Lo abierto, Agamben nos pregunta si todava es posible la plis, si sigue siendo posible para los hombres los pueblos encontrar su propio destino histrico, si la mquina antropolgica an est en tiempo de producir para un pueblo su historia o su destino o bien, bajo la condicin posthistrica, ya no hay un destino manifiesto para hombres y pueblos. Agamben seala, como ltima tesis de la mquina antropolgica (sigma 17), que el fin de la filosofa y el cumplimiento de los destinos epocales del ser significan que la mquina gira hoy en el vaco posthistrico, que estamos a la merced de la tcnica (la biopoltica, el biopoder, Foucault, Deleuze, Agamben, Esposito) o el puro abandono, nuestra propia animalidad, del que la Shoah es una vista preliminar.

El hombre ha alcanzado su tlos histrico y no queda otra opcin para una humanidad devenida nuevamente animal que la despolitizacin de las sociedades humanas o ms bien la asuncin de la misma vida biolgica como tarea poltica (o impoltica) suprema. Agamben nos propone pensar una poltica de la vida inspirada en la figura de la desoeuvrement, el otium, sin obra, que nos permita perder el misterio para acceder a una vida nueva y ms beata, ni animal ni humana: la vida como obra de arte, modelo de una naturaleza que no es escena de la historia ni del habitar del hombre (la noche salva, en palabras de Benjamin).

El proyecto de la desoeuvrement pasa por volver inoperante la mquina antropolgica para no buscar ya nuevas articulaciones sino exhibir el vaco central, el hiato que separa en el hombre lo animal y lo humano, llegar a un estado de ignoscencia para volver insalvable el ser. Un hombre ms all del ser y de la nada, que no ve lo abierto pero tampoco queda cerrado como animal en su propio aturdimiento. Una vida que permanece serenamente en relacin con su propia naturaleza, como con una zona de no-conocimiento, de gnoia. Experimentar el misterio prctico-poltico de la separacin para que los vivientes puedan sentarse finalmente al banquete mesinico de los justos sin asumir una tarea histrica y sin hacer funcionar la mquina antropolgica.