La Maldicion de Cavielli - Rotze Mardini

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    La Maldicin de Cavielli

    Rotze Mardini

  • . La Maldicin de Cavielli Primera edicin, 2015 de la obra: Autora: Rotze Mardini Diseo de portada: ENZOft Ernesto Valdes Maquetacin digital: ENZOft Ernesto Valdes

    Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurdico, queda rigurosamente prohibido, sin autorizacin escritadel autor del copyright, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y eltratamiento informtico, as como la distribucin de ejemplares mediante alquiler o prstamo pblicos.

  • . Nota del Autor La presente novela es parte de una saga de ficcin. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de mi imaginacin. Cualquier

    parecido con personas reales, vivas o muertas, establecimientos comerciales, eventos o lugares es pura coincidencia. Siendo nacida en la capital histrica del Per, me encontr con un dilema cuando se disponan los trabajos de correccin del presente

    manuscrito. La real Academia de la lengua espaola seala que el nombre de la mencionada ciudad es Cuzco y no Cusco Cusco viene de la palabra quechua Qosqo y el nombre oficial de la ciudad es Cusco y no Cuzco. Por tanto, decid conservar el

    sustantivo que figura como nombre oficial por las autoridades de mi pas, tambin como forma de respeto a mis orgenes. He de sealar que la poblacin donde se ambienta la novela est inspirada en un valle de la amazonia peruana perteneciente a la regin del

    Cusco; un lugar que permanece en mi memoria junto con los mejores recuerdos de mi infancia. El nombre Nueva Esperanza es producto de mi imaginacin y el lugar no figura en ningn mapamundi. Gracias a todos por acercarse a mis letras y ser parte del sueo de mi vida. Rotze Mardini

  • .Y conoceris la verdadY la verdad os har libres.

    Juan 8:23

  • . A mi padre que permanece vivo en mis recuerdos.

  • .Moras entre en mis brazos y nada pude hacer por regresarte a la vida.

    Tantas cosas que no pude decirte y se van con tu ltima sonrisa.Moras entre mis brazos y clamaba al cielo que te inyectara de vida.

    Tu ltimo aliento fue con tus ojos clavados en m.Moras entre mis brazos y yo me mora contigo

    EnAlgnLugarDeMiAlma.

  • El Sueo

    Isabel Cavielli despert con un grito desgarrado. Ese sueo se repeta como tantas veces. Cunto tiempo ms iba a despertar de aquellamanera, con esa angustia que dola como daga en el pecho, con esa imagen clavada en su memoria. Aunque hay recuerdos que uno quisieraborrar de un plumazo, ste no era el caso de Isabel que lamentaba su suerte. Se apresur a ponerse en pie. A tientas camin hacia las puertas plegables que daban a la amplia terraza de su habitacin. Sin muchoesfuerzo las abri de par en par. Un viento hmedo golpe su rostro, lloviznaba; pero en aquel momento eso no le interes, tena la urgencia desalir, de llorar amargamente. Ah estaba ella, gloriosa en los cielos del ocaso; la que todo lo ve, ella, que entenda su dolor, ella, que haba sido testigo de sus nochesvacas inmersas en un gran dolor. Isabel lloraba desconsoladamente bajo la fina lluvia de primavera. La vida era injusta y no haba un solo da en que no dejara de recordar laimagen de su amado cubierto de sangre y los ojos azules sin vida clavados en sus pupilas. No poda recordarlo de otra manera, era como si su mente insistiera en recordarle aquella promesa que hiciese frente al fretro que acoga alamor de su vida. Los recuerdos duelen. La melancola forma parte de los das. Saba una forma de mitigar el dolor, no importaba el precio ni el tiempo que lededicara, tena que cumplir su palabra, hara todo lo que fuera necesario. La venganza es un plato que se sirve fro. Ella era consciente de que deba hacerlo por aquel amor que le haban arrebatado con un disparo que jams olvidara.

  • 1. EL OCASO

    Fundo el Ocaso, Nueva Esperanza Per Caminar en el monte junto a su hombre siempre terminaba en una exploracin de besos y caricias, una costumbre que esperaba ansiosacomo todos los das. Pero aquella tarde, l estaba actuando de una manera extraa. Le hizo caminar poco ms de dos horas por las estrechastrochas del bosque nublado, llegando a la parte ms alta de la inmensa propiedad del Ocaso. Estas tierras son mi motivo de mayor orgullo. dijo clavando sus ojos azules en ella. Isabel asinti con la cabeza. Nunca antes le haba hablado con tanta seriedad. Pequea, mi corazn an est roto, pero an sigo creyendo en la gente. Siempre habr alguien que estar dispuesto a ir de tu mano conlealtad asegur refirindose a uno de sus empleados de confianza que lo haba traicionado por la competencia. Lo s, amor mo. Yo siempre estar a tu lado afirm con su mejor sonrisa. Este es el punto ms alto del bosque. Como ves, desde aqu puedes observar las tres mil hectreas de nuestro territorio pero tienes queconocerlo palmo a palmo, lindero a lindero, todo lo que hay en el fundo. Es la nica manera de que aprendas a amar y entender los misterios delOcaso aclar dirigiendo su mirada azul hacia la inmensa propiedad en medio de la amazonia peruana. Estaba maravillada por la panormica de aquellas tierras virginales; el rojo del atardecer lo cubra todo. Sonri por aquello que la vida leofreca, por aquel hombre que sostena su mano en ese momento; por tener la oportunidad de convivir en aquel lugar que se haba convertido ensu hogar. Haba dejado todo por compartir su vida junto a ese hombre de ojos del color del ocano. Era inmensamente feliz pero entonces lainterrumpi la voz melanclica de su amado. Quizs un da ya no est ms a tu lado y tendrs que proteger nuestro territorio dijo sin mirarle a los ojos, como si temiera lo peor. Siempre estaremos juntos protest ella. Isabel, la vida es contradictoria. Eres todo lo que he soado un da. Nada me hara ms feliz que permanecer una eternidad junto a ti. Por qu me ests diciendo estas cosas? dijo ella con la voz quebrada. Haba algo en su tono de voz que no le gustaba, estabaangustiada por aquellas palabras. Slo estoy tratando de que aprendas una leccin. Estas tierras son el fruto de mi esfuerzo; si un da yo no estuviera, tendras queproteger todo lo que hay en nuestro paraso. Y no me mires as, corazn le dijo tomando su rostro con las manos. De que estas hablando?pregunt ella con los ojos aterrorizados. Podra irme de viaje, quizs enferme un da y quin estara a cargo de nuestras tierras? Pequea slo estoy siendo precavido. Y quita esacara dijo l sonriendo, y sin darle tiempo a la rplica, zanj el asunto con un beso que la aturdi por completo. Sus palabras se le quedaron grabadas en el alma. Cinco aos se dijo a s misma. Cinco aos en su ausencia. Se encontraba en su despacho,pensando en aquel lejano recuerdo, observando aquellas tierras, el legado de su amado. Se hallaba precisamente en la misma cumbre del bosquenublado, donde haba construido su centro de operaciones, como a ella le gustaba llamarlo, y dispona esa vista que era un recordatorio de aquellaspalabras Cerr los ojos y trat de evocar cada detalle de ese rostro que aoraba. Doa Cavielli la voz de Nitro la sac de sus pensamientos. Aquel hombre era su mano derecha, la persona que haba permanecido a su lado en todo momento, a quien confiaba el trabajo y lasresponsabilidades que implicaba la gestin de la inmensa propiedad. Alguna vez te diste cuenta que no hay dos atardeceres iguales? dijo con melancola. No seora, nunca me haba percatado de eso Nitro arque una ceja observando a doa Cavielli ensimismada con aquel atardecer. Regresando a lo nuestro continu aclarndose la voz . Dime, cmo va nuestro informe? Cavielli gir sobre sus talones, dio unospasos y se coloc frente a su hombre de confianza. Y continu: Qu dicen nuestros infiltrados al respecto? Espero tengas alguna novedad. Ya sabes lo que pasa con la gente ineficiente apuntmientras clavaba sus ojos negros como la noche. Por supuesto seora, no me gusta enfadarla. Aqu tiene el informe le alcanz una carpeta de documentos. Ella seal la silla frente a su enorme escritorio. Toma asiento. Dirigindose al otro lado de su mesa de trabajo, tom el informe entre sus manos. Se acomod en su asiento reclinable y se dispuso a leerdetenidamente aquella pila de documentos. Haba estado esperando con ansias el informe final. Tras unos minutos de lectura, arrug la frente.Removindose en su silln, repas entre lneas. Quizs el cansancio le estaba jugando una mala pasada. No puede ser cierto. Subray con el bolgrafo azul un nombre que llam su atencin. Ese nombre le traa muchos recuerdos. El pasado, dijopara s misma. Cerr los ojos y un rostro vino a su memoria. Se compuso de aquel lejano recuerdo. Era un captulo de su vida que haba credocerrado hace muchos aos. Vaya! no puede ser. Esto tiene que ser mentira murmur. Nitro le dijo al otro mientras sealaba el nombre que haba marcado conel bolgrafo, ests seguro que este nombre es correcto y es el que andamos buscando? No estoy dispuesta a tolerar ninguna clase de error;hay muchas cosas en juego y sabes que puede haber muchas consecuencias puntualiz con la mirada seria. Trabajar para una mujer tan exigente como doa Cavielli era uno de los retos ms grandes que le haba tocado enfrentar en su vida. Nopoda permitirse ninguna clase de error o le costara la confianza que ella haba depositado en l. No poda darse el lujo de perder el privilegio de serla mano derecha de aquella dama.

  • El informe que le haba pedido haba sido cuidadosamente manejado por los infiltrados y para que no quedasen dudas, l mismo habaverificado cada palabra que contena aquel documento sobre la investigacin que ya haba tomado cerca de seis meses. Bien, por lo visto tengo un inconveniente y tendr que ver una forma murmur. Disculpe, no entiendo . Nitro arrugaba la frente. Ella seal la puerta. Necesito un momento a solas, si no te importa. Nitro entendi que deba retirarse con discrecin y abandon rpidamente el despacho. Tena que pensar cuidadosamente. Aquel nombre el pasado regresaba como una sombra. Siempre el pasado. Qu fcil sera desaparecer, cambiar de vida, huir. Bien podra hacerlo; tendra que elaborar un plan, marcharse muy lejos, cambiar deidentidad; una tarea titnica pero no imposible. Podra hacer tantas cosas Sacudi la cabeza. Pero entonces se dijo a s misma que el pasado nunca la abandonara. No, no era ese tipo de mujer que se dejaba aminorar ante los problemas, ya haba llegado muy lejos, apenas quedaban un par de partidas yel juego habra terminado, slo que ahora se interpona una pieza en su imaginario tablero de ajedrez; algo no encajaba. Tendra que ver la forma de salir de esa encrucijada.

    ***

    Nueva Esperanza En los pasillos de la comisara del poblado de Nueva Esperanza, los efectivos del orden caminaban de un lado a otro, tratando de escuchar laconversacin que tena el comisario Rodrguez con el novato que haba llegado desde la ciudad del Cusco por rdenes del mismo general de laregin Inca. Todos saban la situacin que se haba generado en los alrededores, el comisario estaba obsesionado con encarcelar a la duea delfamoso fundo El Ocaso. Esa mujer que haba quedado viuda haca cinco aos y que desde entonces no haba parado de acumular fortuna ypoder. Rumores haban sobre sus actividades ilcitas como supuesta reina del narcotrfico de la regin. Pero no haba pruebas de ello, no se habalogrado encontrar ninguna conexin de esas mafias con Doa Cavielli. Qu importa mi opinin sobre esa mujer. Lo nico que merece la atencin es encontrar un medio, una forma, una trampa, una buenacoartada para atrapar a esa criminal dijo Rodrguez. No ser fcil. Es una mujer muy astuta concluy arqueando una ceja. No haba mujeres como ella, con esos labios hechos para el pecado, con una sonrisa que era capaz de confundir a cualquier hombre, unrostro angelical y las finas curvas de su delicado cuerpo. La deseaba. La haba imaginado tantas veces en su cama, hacindola suya, disfrutando de los placeres de la carne Rodrguez apart esospensamientos de su cabeza. No deba permitir que el deseo carnal confundiese sus objetivos. l tena una misin, la ms importante de su carrera; y hara lo que fueranecesario para capturar a esa mujer. Estoy obsesionado con la idea de poner mis manos sobre esa seora. Y no me mire con esa cara de bobo exclam golpeando elescritorio con fuerza. No veo las horas de esposarla personalmente y ponerla entre rejas manifest con la mirada seria. Me pusieron al corriente sobre el caso. S que llevan ms de un ao tratando de atraparla, por eso me enviaron y aqu estoy a susrdenes, comisario Rodrguez. Mira Snchez, no me gusta nada que me subestimen. Voy a atrapar a esa mujer y eso que te quede muy claro buf el comisario.

    ***

    Punta Sal, Tumbes Per La rabia creca en el interior de Ahmeed, pero era consciente de que deba controlarse. La situacin que le haba tocado vivir no era fcil, ymenos mentir a su jefe, ese hombre que estaba alterado, gritando y maldiciendo. Ante todo l era fiel, y no lo iba a abandonar ahora, no en esasituacin tan penosa, por ms que l lo hiriera con sus palabras; no tena importancia. l trataba de ignorar su mal humor. Maldita sea! Tiene que haber una forma. No puedo quedarme atrapado. Mis das no pueden terminar en este maldito encierro gruencolerizado. Dos aos haban transcurrido desde entonces. Dos aos despus de aquel trgico accidente que casi le haba costado la vida. Hubierapreferido la muerte, entonces no estara en la oscuridad, en el destierro, en el exilio; ahora era un hombre sin libertad, confinado a cuatroparedes. Cmo haba podido ser tan tonto de caer en una trampa, en las redes de un demonio. Lo haba perdido todo, pero lo que ms le dolaera la oscuridad de sus das. Jefe, estoy buscando la forma de escapar, pero tiene que tranquilizarse suplic casi en un susurro . En cuanto el gorila se d cuentaque usted est alterado y nos vea platicando, pensar que estamos tramando algo. Yo le juro que encontrar una forma de escapar asegur sinestar muy convencido de sus palabras. Maldita sea! Vienes diciendo la misma patraa desde hace dos aos. No entiendes nada. Lrgate de una vez le espet, perdiendo elcontrol de sus emociones. La esperanza de recuperar su libertad mora cada da con sus ganas de venganza y en esos ltimos das, no haca ms que aorar que seapiadaran de l y que terminarn con su miserable vida.

  • Lo siento mucho, jefe. Y se retir con prudencia, pues no quera enfadarlo an ms. Mierda! exclam una vez fuera. Era injusto, bien lo saba, no tena ningn derecho de tratar de esa forma al nico ser que se haba ocupado de l desde que era unpequeo. Se senta un ser despreciable.

    ***

    Los ngeles, Estados Unidos. Los amantes terminaron exhaustos tras una faena de ardientes besos, exploraciones y gemidos, gozando aquella libertad que habanreprimido por tanto tiempo. Ahora ya no haba nada que se los impidiesen. Petra, no entiendo por qu no has terminado de una vez con ese hombre. No te das cuenta? Ests jugando con fuego, querida le dijoclavando sus negros ojos en ella. No tengo que darte explicaciones de mis acciones, no es fcil lo que pides. Y no me da la gana de terminar con la vida de ese miserable.Que siga sufriendo sonri sarcsticamente. Que le duela. Que aprenda del sufrimiento, de la humillacin Que pruebe un poco de su propiamedicina amenaz clavando sus ojos en los de su amante Te lo advierto, Ulises, no te metas en mi asuntos. He sido bastante clara contigo. Se apart de su lado, cubriendo su cuerpo desnudo. Se puso de pie, dando unos pasos hacia la enorme ventana de la habitacin de hotel.Mientras, se abanicaba con esmero para apaciguar el calor producto de una sesin intensa de placer como ya la tena acostumbrada desdesiempre. Llevaban aos en una relacin abierta, les unan los mismos intereses comerciales. Petra, no pudo evitar pensar en la vida de aquel miserable, su marido. El empresario rabe Zaid Al Fayeed. Ese hombre era un misterio,indescifrable, indomable. Pero claro, ella se las haba ingeniado para atraparlo. No haba hombre que se resista a sus encantos, era una Diosa queconoca al dedillo todas las armas de seduccin y saba tener a cuanto hombre quisiera a sus pies. Pero hubo un slo hombre que le caus ms de un dolor de cabeza: Zaid Al Fayeed. Un trofeo que le apeteci tener entre sus garras. Ests perdidamente enamorada de Al Fayeed Ulises la sacaba de sus pensamientos. Y te duele porque sabes que l nunca te am;siempre fuiste un juguete en sus manos, no tengo dudas de ello. Eres insaciable, hermosa, con un cuerpo envidiable. Eres la mujer que cualquierhombre quisiera tener en la cama como amante. Pero eso no bast, querida tom un sorbo del amargo licor, dibujando una sonrisa divertida enlos labios. Vete al diablo, Ulises, no voy a repetirlo dos veces. No te metas en mis asuntos amenaz ella con sus grandes ojos. Se acerc sigilosamente a su amante, quien se diverta sabiendo que Petra estaba enfadada. Y saba que eso la pona ms caliente, msexcitada. Qu ms podra pedirle a la vida. Poda gozar de cualquier mujer que le apeteciera sin tener que preocuparse de su amante. La bella Petraera plenamente consciente de cada una de sus conquistas, ella a su vez tena la seguridad de ser la nica mujer que lo satisfaca como ninguna. Ella zanj el asunto con un beso intenso, sin dejar de pensar en su marido. Ulises tena razn pero no iba admitirlo en su presencia. Ella haba aprendido que hay ciertas cosas que no se deben revelar y menos a unamante.

    ***

    En la cocina de la casa grande, una mujer de estatura media, vestida con una tnica blanca contrastando con su piel tostada y su largacabellera recogida en dos trenzas, mova el contenido en una cacerola sobre el fogn artesanal que arda a fuego lento. Yara, me encanta esas tus formas de hacer tus mejunjes. Siempre con un aire enigmtico, mstico, mgico, como si estuvieras trabajandoausente en armona con tus espritus dijo Benito enfatizando cada palabra con una gran sonrisa dibujada en el rostro. Si haba algo que le gustaba, era bromear con aquella mujer a quien respetaba y quera como un hijo a una madre. Si sers tonto, nio. Cundo aprenders a no interrumpirme en mis quehaceres. Y deja de estar hablando de esa forma, que no hacesms que confundirla a una aadi, frunciendo el ceo En aquel momento trabajaba en la elaboracin de sus remedios caseros. Una habilidad que tena desde nia, cuando su madre la iniciase enel conocimiento ancestral de las bondades de la madre naturaleza, al igual que su abuela hiciera con su madre. Una tradicin que se mantenadesde muchas generaciones en la comunidad donde ella haba crecido. Yara, la doa me ha pedido que le prepares uno de esos brebajes tuyos para los nervios y que se lo lleves a su habitacin dijo mientrasse meta un trozo de pan en la boca, con aire perezoso. Le pasa algo a mi nia? pregunt con cierta preocupacin. Creo que le han trado malas noticias y anda de un humor contest el otro, emitiendo un largo silbido. Y aadi: Para qu te cuento, mi Yara. As que mejor ser que te des prisa. La doa era una mujer a la que admiraba. Le deba todo lo que tena. Gracias a ella su vida haba dado un giro inesperado, y todo habacambiado para bien. Ya no se senta solo porque aquella mujer, por muy seria que aparentaba ser, tena un gran corazn y lo haba acogido bajo suproteccin. Benito se haba prometido a s mismo que, pasara lo que pasara, siempre estara de su lado, sin importar lo que la gente del pueblocomentase de la misteriosa doa Cavielli.

  • ***

    El Doctor Drago Leblanc, reconocido mdico francs, caminaba hacia el lobby de la posada donde llevaba unas semanas alojado esperandoen vano contactar con la duea del Ocaso, una tarea que le haba parecido una misin imposible, pues haba hecho todo lo posible para poderacercarse a esa mujer, pero el destino se lo impeda sistemticamente. Se haba emocionado al ser informado que un hombre del fundo El Ocaso loestaba esperando con un recado de nada ms y nada menos que la doa Cavielli. Doctor Leblanc, me han informado que desea reunirse con la doa Cavielli dijo el hombre de mirada dura e impenetrable, con un aire desuperioridad. El interlocutor, al darse cuenta de que no se haba presentado, rectific de inmediato disculpndose. Lo siento, puede llamarme Nitro. Hola, encantado de conocerte. Nitro? As a secas? pregunt por aquel nombre que le son muy raro. As es, doctor Leblanc con una mueca de fastidio en el rostro Lo siento, no quera incomodarlo se excus Drago. La doa Cavielli ha aceptado reunirse con usted maana a las cuatro en punto de la tarde en El Ocaso le anunci. Fantsticas noticias, estimado amigo. Dgale a la seora Cavielli que all estar sin falta a las cuatro. No hace falta que se preocupe por el desplazamiento, doctor, yo pasar por usted a las tres y quince. No tiene que tomarse tantas molestias. Puedo llegar al Ocaso sin problema. Doctor Leblanc, son ordenes de la jefa aclar el otro. Ahora, con su permiso, nos vemos maana. Ese hombre era extrao: en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la puerta de salida de la Posada. Nitro. As se llamaba. Qu extraonombre dijo para s mismo. No importaba. Ya tena una cita de negocios con la distinguida doa Cavielli. No poda estar ms contento; sus colegas celebraran lasexcelentes noticias. Ahora tendra que pensar las palabras correctas y la forma de convencer a esa mujer de que le concediera eso que tantoestaba esperando. Muy pronto lograra su objetivo.

  • 2. EL VALLE DE NUEVA ESPERANZA

    Haban transcurrido seis meses desde el da en que tuvo el informe entre sus manos. No le haba gustado saber que el pasado pudieseregresar de formas insospechadas. Resolvi que iba enfrentar aquel reto. Evalo muchas posibilidades producto de muchas noches en vela y dereuniones con sus mejores hombres. Despus de muchos das de tensin, lleg a la conclusin de que deban rescatar a un hombre de las garras de su peor enemiga. Era la nicaforma de cobrar la deuda. Lo hara con mucho gusto. Ojo por ojo. Aunque exista un inconveniente que guard para s: el objetivo de la misin eraalguien que perteneca a su pasado. Vaya dilema tena entre manos, pero no haba opciones, el tiempo se agotaba y su paciencia con ella. Que le perdonase ese hombre, pero en el fondo saba que l mismo agradecera aquella emboscada. Planific una operacin de alto riesgo,sin escatimar costos, con los mejores hombres de la regin, que haban sido reclutados y entrenados por su hombre de confianza, Jernimo, aquien todos llamaban Nitro. Nitro a su vez, saba que se enfrentaba a una misin complicada. No sera fcil, pero no haba alternativa. Todo estaba calculado. No habalugar para ninguna clase de error. Se encomend a todos los Dioses, a todos los Santos, no deba fallar. Tena que traer a ese hombre a cualquierprecio y sin ponerlo en ningn tipo de riesgo, y en aquello la doa haba sido especfica. Una tarea un poco complicada, pero se hara los deseos dela doa al pie de la letra. Repasaba mentalmente el plan mientras esperaba la avioneta que lo llevara a l y a los hombres que estaban a su mando a la ciudad deTumbes. Reflexion sobre el coste de aquella operacin. Calcul la cifra mentalmente, ironizando con una mueca de dolor. Concluy que la doaestaba gastando una fortuna en dicha misin. Segn el informe, aquel hombre se encontraba en una casona a las afueras del pequeo poblado de Punta Sal, custodiado por hombresarmados. Tambin se saba que aquella casa estaba monitorizada por diversas cmaras de vigilancia que transmitan las imgenes a una de las msimportantes agencias de seguridad de la ciudad de Tumbes. Confi en su suerte y en el magnfico plan que haban trazado junto a la doa. Si ella quera a ese hombre en sus dominios, l se encargarade hacer realidad los deseos de ella. Ya tena experiencia por las muchas operaciones que la doa Cavielli le haba encomendado anteriormente. Y est misin no sera laexcepcin en su larga lista de misiones imposibles.

    ***

    Bien mi nia, tome un puado de las hojas de coca y piense en su destino. La doa Cavielli tom las hojas entre las manos, concentrtodas sus energas y pens en aquello que tanto la estaba angustiando. Lanz el puado de las ancestrales hojas al manto inca que se encontraba estirado en el piso entre ella y Yara. Mientras, esperabaansiosamente la lectura de su destino y algunas respuestas de los espritus de los andes. El olor a tabaco que Yara fumaba en aquel instante la sac de sus pensamientos. Se haba formado un nubarrn de humo gris que lasenvolva a ambas como un manto protector. Los ojos de la curandera se clavaron en la doa, que estaba expectante. El destino estaba escrito de esa forma, no hay nada que puedas cambiar, las hojas me muestran caminos sinuosos dijo Yara en su lenguamaterna. Veo una nueva desgracia. Trag saliva. No digas eso, Yara dijo Isabel en la misma lengua que tambin dominaba a la perfeccin. Hace mucho tiempo leo tu suerte. Tu caso siempre me ha parecido muy extrao. Los espritus de los andes se negaban a mostrarme tudestino asegur mientras sealaba la extraa formacin de aquellas hojas luego que haban sido lanzadas sobre el antiguo manto. Algo cambi,mi nia. El destino est por dar un giro inesperado y veo una tragedia continu con una mirada seria. El silencio se apoder de ambas. Pero, Qu hay de mis planes? Qu dice la coca? interrog expectante. Saldrn adelante pero va tomar su tiempo. La hechicera se arrepinti enseguida de revelarle esa informacin, pero ella no poda mentirle, ella deba trasmitir lo que los espritusmostraban en las hojas. Ni antes ni despus, todo llega cuando tiene que llegar, se dijo la otra recordando esas palabras en boca de su amado. Mi nia, qutate esa idea de la cabeza. No te puedes tomar la justicia por tus manos. Yara, es necesario. T bien lo sabes. Todo se paga en esta vida, de eso no te quede ninguna duda. T eres joven, hermosa y muy rica. La vida sigue y tienes que desistir deesa absurda venganza. La coca me muestra muchas desgracias. Por favor, desiste de esa idea. No insistas. Nada de lo que digas me har cambiar de idea, bien lo sabes. Necesito que ests de mi lado. Lo estoy, mi nia. Ni una palabra ms. Los espritus han hablado y todo se muestra a mi favor. Y las desgracias?interrog la curandera. Qu ms da, Yara. A estas alturas de la vida ya no tengo nada que perder puntualiz la doa Cavielli.

  • ***

    Si haba algo que era una costumbre de rigor en el mercado de la ilustre poblacin de Nueva Esperanza, era encontrarse con la mayora dehabitantes en la feria que tena lugar cada sbado. Comerciantes de las comunidades y poblados aledaos hacan gala exponiendo toda clase deproductos y servicios a ciudadanos y turistas que se daban cita all cada semana. Una feria que terminaba en una gran fiesta popular que daba comienzo en cuanto el sol se esconda en el horizonte y duraba hasta altashoras de la madrugada, momento en que numerosos trabajadores de los diversos fundos de la regin se reunan a celebrar el ansiado fin desemana entre bailes, exticos banquetes y grandes cantidades de licor. Era un da en que el comisario Rodrguez esperaba con mala cara. Tendra que lidiar con hombres pasados de copas, asaltantes que hacande las suyas entre los alborotados pobladores, y tambin estaba la escoria que buscaban los placeres de la carne entre las muchachitasquinceaeras que se reunan en la gran fiesta en sus mejores galas. Como representante de la ley, su deber era garantizar la seguridad de lacomunidad, tarea que empezaba a odiar como todos los sbados. Mientras, al otro lado del pueblo se reunan los ilustres personajes de la alta sociedad de Nueva Esperanza, entre los cuales destacaban losdueos de las haciendas, empresarios madereros, operadores de grandes compaas tursticas, funcionarios de ONGs1 y de hecho muchos de losque se consideraban como miembros de la lite de aquella pequea regin, eran en su gran mayora extranjeros que haban dejado sus pases deorigen, por el reciente boom econmico de la amazonia peruana. Se daban cita en el gran saln del complejo turstico La Posada del Inca y a diario reciban visitantes de todo el mundo que iban en buscade aventura al famoso Parque Nacional del Manu. Nueva Esperanza era un valle en medio del bosque nublado. Y se encontraba entre la ilustreciudad imperial del Cusco y la reserva natural. Snchez, nos espera una noche complicada dijo el comisario Rodrguez mientras caminaba entre los pequeos comercios de la feria. PeroSnchez estaba ensimismado observando un puesto de artesanas de una comunidad nativa. One dollar!, One dollar! gritaba un nio moreno en paos menores que trataba de vender con mucho entusiasmo collares y brazaleteshechos de unas extraas cuentas de vivos colores, mientras que unos extranjeros no cesaban de tomar fotografas del pequeo comerciante. Aquella escena arranc una sonrisa divertida en Snchez, quien estaba disfrutando de aquel mercadillo. No poda creer que hubiese sidotransferido a una pequea comunidad en medio de la amazonia donde la vida pasaba de una manera extraa, entre la modernidad y tiempos deantao, entre extranjeros y pobladores de la selva. Un rostro de mujer le sac de sus pensamientos. Se trataba de una hermosa dama de cabellosnegros y unos ojos preciosos. Se sorprendi al ver que aquella ninfa conversaba amenamente con el comisario Rodrguez quien tena una muecade fastidio en el rostro. Ese hombre s que era extrao, concluy arqueando una ceja. Decidi unirse a la conversacin y averiguar quin era esamisteriosa fmina. La desconocida se dirigi a l con una amplia sonrisa. Buenas tardes. Buenas tardes. Teniente Snchez a su servicio, seoritabalbuce dirigiendo la mirada al comisario, como implorando que le presentar ala hermosa mujer. Teniente Snchez, le presento a la doa Cavielli dijo el comisario. Isabel tena una sonrisa cmica en el rostro; saba el odio del comisario y de sus planes de atraparla. ingenuo. Encantada de conocerlo, teniente Snchez. Qu sorpresa, comisario. Un nuevo miembro de nuestra comisara. No me lo diga: enviaronrefuerzosdijo entre risas, clavando los ojos negros en Rodrguez. Muy graciosa. Por lo visto la seora est de muy buen humor. El teniente Snchez ya se encontraba en Nueva Esperanza desde hacabastante meses, pero supongo que la seora ya lo saba. Por supuesto, faltara ms dijo ella con una sonrisa enigmtica. Comisario, no es posible que siempre ande con ese humor. Ah! Ya s: No sabe cmo hacer para verme con un par de grilletes y llevarmetras las rejas. La mujer desvi la mirada a Snchez, quien no sala del asombro. Doa Cavielli, hgame el favor de no provocarme. No estoy de humor para soportar sus ironas le advirti con un peligroso cambio en sutono de voz. Recuerde mis palabras, un da voy a atraparla con un ticket de cortesa a la prisin. Ay! Mi estimado comisario, usted siempre tan gentil. No tiene idea de cunto ruego a los espritus para que se cumpla su sueo replicjuntando las manos como si elevar una oracin. El comisario clav la mirada en aquella mujer, no iba a caer en su juego. Era mejor el silencio. Ella entendi el mensaje. La doa Cavielli sonro de una manera irnica y decidi seguir su camino. Ya haba perdido demasiado tiempo conversando con el iluso deRodrguez. Ha sido todo un placer encontrarlos estimados amigos. Y ahora, con su permiso, ya no interrumpo sus deberes. Teniente Snchez, sea bienvenido a Nueva Esperanza. Mucha suerte atrapando criminales. Comisario Rodrguez. inclin la cabeza enseal de respeto. Un placer conocerla, Doa Cavielli dijo Snchez por su parte; pero entonces la mujer ya no prestaba atencin, y se retir junto almuchachito que la acompaaba. El teniente clav la mirada en las curvas de la doa que se alejaba entre los pobladores de la feria. Uf! As que esa es la famosa doa Cavielli. Comisario, esa mujer es endiabladamente hermosa exclam mientras emita un silbido largo ysonoro, limpiando el sudor de su frente.

  • No sea estpido, Snchez gru el comisario. Deje de decir bobadas y muvase por un carajo, que no tenemos todo el jodido da.Tiempo al tiempo, ya la atraparemos puntualiz escupiendo al piso. Si haba alguien que le haca perder el control de sus emociones era aquella mujer. Lo que ms le molestaba eran sus ironas. Pero tambinsenta una atraccin peligrosa, que no haca ms que enfurecerlo. Ya tendra tiempo de desquitar esa rabia que creca en el fondo de su alma. Sehaba prometido a s mismo que encontrara esa prueba y sera el inicio del proceso para enviar a la crcel a esa criminal. Maldita mujer, concluy. Mientras que la doa Cavielli caminaba entre la multitud con un aire despreocupado, conversaba animadamente con Benito, quien le habaacompaado a la feria, despus de muchos meses que haba estado recluida en sus tierras, planeando la operacin. Pero a unos cuantos metros de ella, entre los arbustos del bosque, un hombre la vigilaba con unos binoculares.

    ***

    Mientras, en Punta Sal, el pequeo balneario de vistas fastuosas; en un pasaje frente a una casona, un grupo de cinco hombres camufladosy dispersos entre los pocos transentes de aquel barrio, esperaban con expectacin la primera orden del jefe. Nitro se ajustaba su gorra favorita mientras vigilaba simulando leer un peridico junto a un poste de alumbrado pblico. Diablos!, dijo para s.El clima estaba cobrando factura; una gota de sudor empap su mejilla. Esperaba el cambio de guardia de aquellos hombres que estabanapostados en la puerta principal de la gran casona. Segn el plan, quedaban unos minutos para que llegaran nuevos relevos; entonces dara laorden y procederan con la operacin Vilia, como su jefa haba denominado aquel peligroso encargo. Masticaba ansiosamente una goma de mascar a la vez que haca la cuenta regresiva. Se encomend a los espritus de los andes einstintivamente pens en Yara, dibujando una sonrisa en los labios. Pasaron unos minutos y enseguida supo que haba llegado el momento de cumplir los deseos de la doa Cavielli

    ***

    En un restaurante de Santa Mnica Boulevard los amantes conversaban amenamente sobre su prximo viaje a Italia. Petra estaba deseosade emprender una nueva aventura junto a Ulises. Qu ms daba; tena una preciada tarjeta dorada, todo el dinero del mundo y nada podainterferir en sus planes de disfrutar los placeres de la vida. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una llamada que le cambiara su buenhumor, as como sus futuros planes. Se le desencaj el rostro al escuchar al hombre que le informaba de los ltimos acontecimientos en su casa deplaya en Punta Sal. Petra, sucede algo? pregunt Ulises, quien observaba un cambio de humor que se produca en el rostro de su amante en esa llamadaque los haba importunado. Ella le alcanz la tarjeta de crdito. Ulises dijo ella con el rostro demudado, paga la cuenta, nos vamos. l la interrog con un gesto de preocupacin. Qu sucede, querida? Aqu no. Te espero afuera, tengo que hacer una maldita llamada le explic con una mueca de preocupacin. Se puso de pie y sali atoda prisa del prestigioso local. Si no se equivocaba, su amada Petra acababa de recibir una terrible noticia. Algo no iba bien. Normalmente esa mujer no se dejaba menguarante nada y menos en sus veladas. Lo nico que podra cambiar el humor de su amante, era alguna noticia del miserable de su marido Zaid AlFayeed. Qu habra pasado con ese tipo? Se qued reflexionando al respecto. Con un gesto llam al camarero y bebi el ltimo sorbo de la copa que sostena en las manos. Iba a seruna larga velada

    ***

    Isabel estaba angustiada por la falta de noticias de Nitro y la operacin. Calcul que a esas horas su hombre de confianza ya tendra en supoder el botn de la peligrosa misin. Se dijo a s misma que no deba preocuparse en vano. Su mano derecha era un excelente ejecutor y nunca la haba decepcionado. Siemprehaba realizado sus planes al pie de la letra. Haba previsto todos los detalles y se haba tomado el trabajo de estudiar todas las posibilidades que sepudieran presentar en el transcurso de la emboscada. Se oblig a pensar en otra cosa, recordando la amena conversacin que tuvo con el comisario del pueblo y cmo haba disfrutadoprovocando al ingenuo de Rodrguez. Sonri para s. Se diriga a su habitacin de la casa grande. Tomara una ducha y luego se ira a trabajar a sudespacho. Eso la mantendra distrada. Pero entonces sinti un extrao aroma a hierbas e incienso en la entrada de su enorme aposento. Abri lapuerta y le asalt una densa nube de humo. Nia salud Yara con una sonrisa mientras sostena en una de sus manos un ramillete de flores silvestres. La doa Cavielli le devolvi el saludo, observando un plato antiguo de cermica donde ardan unas extraas hierbas Ah! As que era eso dijo sealando la causa de aquel nubarrn que envolva todo el lugar. Nia, si sers olvidadiza replic Yara. Limpieza del mes le record con una gran sonrisa. Cada fin de mes, Yara tena por costumbre purificar la casa de las malas vibraciones, de posibles maleficios y de las almas en pena, con lafinalidad de alejar cualquier intento de hechizos y encantamientos contra la Doa Cavielli. Ella tena sus creencias, y tena la certeza que alguienhaba utilizado la magia negra en contra de su nia. Yara haba identificado claramente las seales de algo oscuro Ella saba cmo contrarrestaraquellos embrujos.

  • El Ritual de purificacin consista en la quema de ciertas hierbas que recolectaba en las profundidades del monte, esparciendo extraaspcimas que ella misma preparaba en noches de luna llena. La Casa Grande era el hogar de la Doa Cavielli. Era una construccin rstica de dos plantas, de paredes blancas, grandes ventanales,muebles de madera, decorada con piezas nativas de los alrededores de la regin que le daban un toque de misterio, digno de la duea de aquellastierras. En la segunda planta contaba con una amplia terraza y balcones en las principales habitaciones de la casona. Lo que ms destacaba del hogar de la doa eran las impresionantes vistas del bosque nublado y un ro que bordeaba la extensa propiedad.Un paraso en medio de la jungla. Lo olvid. Pero, quiero tomar una ducha, acabo de llegar del pueblo arque una ceja. Por lo que veo tendrs que tomar ese bao en el ro. Ahora mismo te preparo tu bolso con un par de toallas y tiles de aseo. Y no memires as nia, que lo hago por tu bien puntualiz la otra sonriendo. Si haba alguna persona que poda jactarse de decir que la doa Cavielli nunca la contradeca, esa mujer era Yara. Haba un cario mutuo entre ambas mujeres. Una relacin muy cercana, se entendan a las mil maravillas, puesto que Yara era confidente yconsejera de Isabel. Esta bien, date prisa, dame ese bolso que necesito despejarme. Concluy la Doa.

    ***

    Si el ro Aurora pudiera hablar, recitara en un susurro los secretos que yacan en el gran fundo El Ocaso. Sus aguas heladas golpeaban lasenormes piedras en las orillas, que formaban grandes pozos de aguas cristalinas. Precisamente en la cima de una de las enormes piedras, la doa Cavielli se desnudaba exponiendo sus formas curvilneas ante aquel universo.All recordaba las muchas veces que aquel ro haba sido testigo silencioso de sus lgrimas y noches de pasin desmedidas. Tantos recuerdos en este valle de lgrimas. Alej aquellos amargos pensamientos. El viento cmplice la observ, acariciando las finas curvas de su cuerpo. Y el sol entre las nubes tea de rojo el horizonte en complicidad con la ninfa del bosque que sumerga su hermoso cuerpo en las glidasaguas. La ninfa emiti una delicada exclamacin en armona con aquel universo que era parte de sus das. Era un ritual que disfrutaba como siemprey sus pensamientos divagaron en torno a la mirada azul de su amado.

    ***

    Un sonido amortiguado lo sac del profundo sueo en que se encontraba. Por alguna razn tena un fuerte dolor de cabeza. Se quej deaquella molestia. Jefe, se encuentra bien? pregunt Ahmeed con un gesto de preocupacin. Me duele la cabeza replic el otro con una mueca de dolor. El dolor era intenso y un fugaz recuerdo asalt su memoria. Record que ya no se encontraba en aquella casa en la que haba estadoretenido durante dos aos. Uno de las empleadas de la mansin le estaba sirviendo la merienda en la habitacin al medio da, como era costumbre;pero entonces un grito desgarrador reson en la mansin y jurara que escuch golpes y fuertes estruendos en la primera planta de la casa. Dnde estamos? quiso saber confundido con el sonido de un motor. Estaba aturdido. Jefe, no lo recuerda? Unos hombres encapuchados entraron a la mansin, atacaron a los hombres. No estoy seguro de lo que hicieroncon esos gorilas pero con certeza vinieron por los dos y nos sacaron casi a rastras le explic casi en un susurro. Ahora estamos en una avionetatrag saliva

    ***

    Rodrguez deambulaba por las calles del pueblo. Haba terminado su turno de vigilancia en la gran fiesta. An segua enfurecido por el encuentro con la doa Cavielli. Cunto le disgustaban sus espordicos encuentros con esa mujer. Apart esepensamiento de su cabeza y sigui caminando por las calles del pueblo. Por un demonio! buf tropezando con una lata de cerveza. La pate tan fuerte que se estrell en las paredes de una casa rstica con luces de colores. Una media sonrisa dibujo su rostro. Sera eldestino o instintivamente se haba dirigido a la casa de citas de la conocida Cornelia. Por un carajo! se anim a dejarse envolver por las cariciasde la india, que era la nica mujer que le haca olvidar aquella pasin prohibida por la doa. Quien anda ah? pregunt un joven que sali espantado con el estallido de la lata en las paredes de la casa. Hombre, soy yo dijo Rodrguez. El otro salud al Comisario y sin perder ms tiempo fueron directamente al grano. Acordaron el tiempo y la tarifa. El comisario Rodrguezpag por el resto de la noche. Despus de todo se mereca una noche entre los brazos de una hembra. No era la primera vez que asista a la casadel placer y sin muchos prembulos se encontraba subiendo las angostas escaleras rumbo al dormitorio que conoca tan bien.

  • Al abrir la puerta tuvo una visin fantstica: aquella extica mujer cubierta de una larga cabellera de rizos yaca en el lecho de sabanas rojas,exhibiendo sus largas piernas, voluptuosos pechos, una estrecha cintura y su intensa mirada de fiera La joven lo recibi con una amplia sonrisa. El comisario se dej cautivar por ese aroma a fruta extica el perfume de Cornelia, pens trascerrar la puerta. La muchacha de ojos negros se acerc como una criatura de la selva, acechando a su presa. Lo envolvi en sus brazos y aquelhombre lleno de deseo asalt la boca de la novia de Nueva Esperanza quien, con destreza, despoj las prendas del comisario y ste se entreg a lalujuria de la fiera.

    ***

    La vida transcurra de forma habitual en el pueblo. Pero el comisario Rodrguez andaba en las nubes pues haba encontrado un indicio que lollevara a la prueba irrefutable para obtener una orden de registro en los linderos del fundo de la Cavielli. Segn un informe del sistema de registros pblicos la sospechosa doa Cavielli haba adquirido en el perodo de un ao ms de cincopropiedades vecinas que colindaban su enorme fundo El Ocaso, transacciones que haban sido pagadas al contado. Pero lo ms extrao era que lasupuesta duea del fundo declaraba que el dinero usado en las transacciones comerciales venan de su empresa forestal y de transportes. Eldocumento tambin transcriba que la seora Cavielli tena un convenio con una ONG extranjera que le pagaba sumas anuales por un programa dereforestacin y conservacin de bosques. Todo pareca legal pero su instinto le deca que esa mujer estaba metida en negocios turbios de narcotrfico. S hay algo que era rentableen la amazonia peruana era la comercializacin de la coca, que se venda en el mercado negro bajo la peligrosa sustancia cocana. No era el nico que tena la sospecha ya que el mismo haba asistido a reuniones con la Diroes2 , que estaba detrs de una investigacin delaumento de sembros ilegales de coca y comercializacin de cocana en los ltimos aos en la regin Cusco y Madre de Dios. Todo ello sin contarcon que el crimen organizado haba aumentado considerablemente. Que haba un grupo narcotraficante en la regin, de eso no haba duda; lo que no se saba era la identidad de los malhechores. Rodrguez estaba obsesionado con descubrir y desenmascarar a ese grupo de delincuentes. Record con mucho dolor la muerte de su nico hermano, el general Salvador Rodrguez, haca un ao y no haba quedado duda de que eltrgico incidente haba ocurrido a manos de sicarios de la Cavielli. Por eso haba movido todas sus influencias para que fuera relevado a NuevaEsperanza y lo haba logrado. Lo que ms le dola era que los rumores de un supuesto romance entre Salvador y la viuda negra. Todo el pueblo comentaba que eseromance le haba costado la vida al general. l se negaba a creer en los rumores de la gente del pueblo. Su hermano jams se fijara en unabandida, de eso no haba duda, pero muchos aseguraban que ellos haban tenido una relacin y que a la Cavielli le haba afectado sobremanera lamuerte de su amante el general.

    ***

    La hermosa Petra estaba desesperada caminando de un lado a otro, era increble lo que estaba pasando, no terminaba de entender cmosu marido haba logrado huir de Punta Sal. Junto a Ulises se haban encargado de asegurar aquella casa, haban contratado una agenciaespecializada que garantizar la seguridad de la vivienda; Petra se haba encargado personalmente de aislar a Zaid y a su empleado de confianza detoda forma de comunicacin. Clmate Petra! la sacudi para sacarla del estado de furia en que se encontraba. No entiendes la gravedad del problema. Zaid se ha escapado y lo que es peor, estaremos perdidos s me denuncia. Vamos a pensar con calma, querida le alcanz una copa de whisky. No quiero decirte te lo dije... Pero ya est. Ahora tenemos quepensar con calma. Si se ha escapado lo ms lgico es que Al Fayeed a estas horas deba estar camino a Los ngeles asegur. No poda negarlo. Petra estaba aterrorizada de las consecuencias de sus acciones. Su marido era un hombre que sin duda la buscara hasta elmismo fin del mundo para hacerle pagar aquel encierro. Petra, no tienes nada que temer. Zaid no es el mismo hombre de antes, o ya te olvidaste en el penoso estado en que qued despusdel accidente dijo l con una gran sonrisa.

  • 3. ENTRE SOMBRAS

    Zaid Al Fayeed estaba confundido. Segua sin entender que estaba pasando. Haban transcurrido dos das desde la ltima vez que seencontrase en la casa de Punta Sal, pero entonces aquellos hombres que lo sacaron a rastras lo haban transportado a otra parte. Necesitabapensar con calma; tuvo la corazonada de que Petra haba dado la orden de que lo llevaran a otro lugar, ya todo poda esperarse de ella Quienes son ustedes? Qu quieren de m? interrog irritado. Seor, por favor, clmese. La doa Cavielli se reunir con usted dentro de poco. Y quin diablos es la doa Cavielli? quiso saber indignado. Es mi jefa, y ella le va a explicar por qu lo hemos trado hasta aqu. Dnde estamos? Voy a dejar que la seora se lo explique todo. Por favor, clmese. Voy a enviarles a alguien con algo de comida. Deben de estarhambrientos dijo Nitro. Es cierto, jefe. Mejor clmese y esperemos a esa seora repuso Ahmeed tratando de guardar la compostura. Desde que haban llegado, tema por la seguridad de su jefe. Haban cambiado de transporte varias veces y ahora se encontraban en unlugar que pareca nada ms y nada menos que una jungla. Con su permiso, voy a avisar a la patrona. Si haba algo que odiaba Nitro, era la gente rica, y ese hombre que haba trado desde Punta Sal le haba dado ms de un dolor de cabeza.Pero haba prometido que sera amable y que se le tratara con respeto. As se hizo. Se dirigi a la primera planta de la casa, donde Yara lo estabaesperando. Donde est la Doa? quiso saber Nitro. Se fue al monte con Benito, hubo un problema en el aserradero. Entonces voy para all. Te dejo a cargo del extranjero. Encrgate de que le lleven comida y, si es preciso, que lo obliguen a comer orden. Cmo se supone que har eso? Yara, yo qu s... T sabrs replic el otro bastante irritado. Fueron interrumpidos por el gritero de aquel extranjero a quien no entendan ni una sola palabra, Nitro estaba seguro que nada buenohaba en sus colricas exclamaciones. No entiendo por qu mi nia te pidi que trajeras a ese loco. Como siempre no tengo ms detalles que los necesarios Yara. Ya sabes cmo es la doita. Vaya al monte. Estoy segura de que Isabel debe estar ansiosa por tu llegada; pero ven conmigo a la cocina que prepar algo ligero paraque lleves a mi nia ya van horas que est en el monte.

    ***

    En medio del bosque Isabel ayudaba a reparar una de las maquinas junto a Benito y los empleados del aserradero. Haban pasado horastratando de averiguar el problema. Ella conoca muy bien el funcionamiento de la sierra cinta, algo que el mismo Adrin se haba preocupado deensearle hasta el ms mnimo detalle, el calor era intenso. Pero entonces la voz de su mano derecha los interrumpi. Doa Cavielli dijo Nitro tras llegar a aquel lugar, donde se cortaban grandes troncos de rboles y eran luego convertidos en cuartones demadera. Dirigi la mirada hacia la voz y ah estaba ese hombre con una amplia sonrisa. Ella le dio la bienvenida y dej todo lo que estaba haciendo deinmediato. Aqu estoy, Seora, y crame que no he venido con las manos vacas. Se dibuj una sonrisa de jbilo en el rostro de la doa Cavielli, quien se sinti orgullosa del fantstico plan que haba trazado y por supuestode aquel hombre que tena frente a s haba sabido cmo ejecutar sus rdenes. Entonces la operacin Un xito Doita, y el extranjero ya est en la casa grande. Aunque ya le voy avisando que parece el mismo demonio asegur con unamueca en el rostro. Tiene un carcter Nos hizo la vida a cuadritos. Sin exagerar Vaya, entonces el seor Al Fayeed no ha cambiado observ ella arqueando una ceja. Nitro le entreg el refrigerio que le haba enviado Yara. sta lo acept con agrado. Llevaba muchas horas tratando de resolver el problemade las mquinas mientras pensaba la manera en que deba presentarse ante aquel hombre. Ya haba sido advertida de que le esperaba lo msdifcil: las explicaciones Se sentaron entre los cuartones de madera y Nitro procedi a contar todos los detalles sobre la exitosa misin mientras Isabel comparta elrefrigerio con Benito, quien se uni a la conversacin a manera de tomar un descanso. No ha sido fcil pero todo empez como habamos planeado. Uno de los hombres procedi a cortar los cables de electricidad al minutoque se hizo el cambio de guardia. Entonces di la orden de asalto. Entramos a la casa, armados y encapuchados tal como nos orden. Cogimos a losdos nuevos relevos por sorpresa y los atamos. Un hombre sali de la cocina suplicando que nos tranquilizramos. Lo reconoc de inmediato por lasfotografas que tenamos en archivo y era el tal Ahmeed. Le preguntamos por el seor Al Fayeed, pero ste se neg a contestarnos. Era lo ms

  • lgico, pues estaba protegiendo a su patrn. As que yo personalmente me fui hacia las habitaciones de la segunda planta, pero este hombrequiso impedirme el acceso a las escaleras, as que no tuvimos ms remedio que apuntarle con el arma para que se quedara quieto. Buscamos portodos los rincones y encontramos una habitacin que tena la puerta cerrada por dentro. Era muy evidente que all se encontraba el seor AlFayeed. S que no le va a gustar lo que hice enseguida pero no tuve otra salida. Qu hiciste Nitro? interrog la doa Cavielli Tuve que romper de una patada la puerta. Lo que haba pasado era que una de las mujeres del servicio, al escucharnos entrar a la casa,se encerr con el seor Al Fayeed. Yo estaba temiendo lo peor: que quizs esta mujer llamar a la polica, por lo tanto deba apresurarme acapturar a su amigo. Una vez en el dormitorio, la mujer se desmay al verme, no tuve tiempo de auxiliarla y el seor se alter de una manera queno me qued otro remedio que sacarlo a rastras. Le hiciste dao? pregunt ella con un gesto de preocupacin Un golpe que fue necesario admiti l. S que se lo promet Doita, pero el extranjero se puso bien necio, no haba tiempo Lodems sali como habamos planeado, salimos embalados en la camioneta que ya nos esperaba en la entrada de servicio de la casona con los doshombres en nuestro poder hacia el aeropuerto donde ya la avioneta nos esperaba para nuestro viaje a Puerto Maldonado. No estuve tranquilohasta que despegamos de Tumbes. Descansamos una noche en Puerto y al da siguiente tomamos otra avioneta que nos transport a las tierrasde su socio, quien nos esperaba para traernos al Ocaso y el extranjero ya est en la habitacin que usted misma le ha asignado. Vaya, ahora me toca la peor parte sacudi su cabeza . Nitro, ha sido un estupendo trabajo y como te promet tendrs una buenarecompensa. Nitro, eres todo un experto en el arte de lo que se dice una buena emboscada. Bien, grandulln. Cundo sea mayor quiero ser como t yservir a la Doita dijo Benito con una sonrisa teatral. Mocoso del carajo, no tienes mejores cosas que hacer que entrometerte en una conversacin de adultos? le recrimin Nitro. Y ahoraque tenemos al extranjero. Cual es el siguiente plan mi doa? Por el momento debo discutir con nuestro distinguido husped. Todo a su tiempo, Nitro. No vamos a precipitarnos

    ***

    Isabel tom un respiro, haba llegado la hora de enfrentarse al seor Al Fayeed, quien la aguardaba con no muy buena cara. Se tranquiliz as misma. Se dijo que todo saldra bien y que l entendera sus razones. Entr en la habitacin donde tambin se encontraba Ahmeed, quien la reconoci enseguida con un gesto de sorpresa y ella lo mir dereojo. Zaid Al Fayeed no haba cambiado en nada. Segua con aquella misma expresin ruda en el rostro. Los aos le haban hecho ms atractivo.La Doa trag saliva antes de saludar. Seor Al Fayeed, bienvenido a mi casa. No poda ser, aquellos sentimientos de hace tanto tiempo regresaban con fuerza. El corazn la traicionaba con fuertes latidos. Tena quecontrolarse, no poda permitir ninguna clase de sentimientos. Tena otros planes y Zaid sera una clave muy importante en conseguir aquello quetanto deseaba. Quin eres t? pregunt consternado tratando de localizar entre tinieblas esa voz de mujer. Dnde ests? Gir la cabeza para poderidentificar la sombra o algn indicio del lugar de donde provena esa voz. Le pido que se tranquilice seor Al Fayeed. Soy Isabel Cavielli. Si me permite puedo explicarle por qu mande a traerlo a mi casa respondi ella tratando de tranquilizarlo. Cavielli o como quiera que te llames. ironiz. Te das cuenta de que tus hombres o quienes estn contigo, me han trado a la fuerza?Eso se llama secuestro y si no lo sabas, est penado por la ley. Te lo advierto, soy un hombre muy poderoso. A estas alturas te aseguro que haytodo un equipo de hombres en mi bsqueda, sin mencionar a la polica, el FBI. No lo dudes, vas a pagar las consecuencias . Ella se indign. Entiendo perfectamente. Si me permite la aclaracin, mis hombres le han rescatado de su encierro. No poda ser, era cierto lo que deca en el informe. l no poda verla. Estaba ciego. Sus ojos estaban muertos sin ese brillo que hace aos lacautivaba. Cmo dola verlo de esa manera. Pero haba una posibilidad de esconder su verdadera identidad. As podra evitar las explicaciones. Denada le servira, Ahmeed la haba reconocido. Lo supo por la expresin de su rostro. No, no de ninguna manera, era mejor ser sincera, y decirle la verdad. S, necesitaba que ese hombre confiar en ella y la nica manera seriaconfesando su verdadera identidad. l entendera sus razones, estara de su lado, apoyara su causa. Era algo que tenan que discutir. Si me han rescatado como dices Por qu lo hiciste? tu voz me suena familiar Quin eres? dijo l bastante contrariado Haba logrado identificar la sombra de aquella mujer; ahora tena la seguridad de que ella estaba frente a l. Es cierto Zaid, mi voz puede que te resulte conocida, pero no s si me recordars, aunque yo no puedo decir lo mismo sobre ti. Lo hiceporque tengo algo que proponerte. Yo no hago tratos con criminales Dnde diablos estoy? Entiendo tu frustracin y me disculpo por ello. Estamos en Fundo el Ocaso, una de mis propiedades en el Cusco. Para ser ms exactosestamos en un valle en medio de la selva. En la selva? Zaid solt una risa nerviosa. Voy a explicrtelo todo, pero tienes que calmarte

  • No has contestado mi pregunta. Jurara que he escuchado antes tu voz. Dime de una vez quin demonios eres? exclam l cambiandopeligrosamente el tono de su voz Mi nombre es Isabel Sols y trabaj para ti hace muchos aos. Isabel Sols, claro que la recordaba, aquella muchachita hispana. No tendra ms de veinte aos cuando entr a formar parte de lacorporacin. Aquella nia que lleg como parte de un programa de intercambio estudiantil y que le haba tocado en suerte para reemplazar a suasistenta, que haba renunciado sin darle la opcin de dos semanas de aviso para conseguir una sustituta. Isabel haba tenido que tomar el puestohasta que consiguieran una nueva secretaria. Discreta, obediente, una nia responsable, muy inteligente y sobre todo con mucho potencial. Pero slo haba permanecido tres meses a su servicio. Y si bien recordaba que le haba ofrecido la oportunidad de quedarse en el puesto, unlugar donde vivir y un sueldo bastante tentador, Isabel rechaz la oferta y regres a su pas de origen. Haba sido una pena que esa muchacha lodejara, pero entendi que ella tena una familia y quizs los Estados Unidos no eran lo que ella esperaba. La haba echado de menos. Haba sido una de esas chicas amables, risueas y l se haba acostumbrado a tenerla siempre a su lado. Isabel Sols! Sus ojos se oscurecieron y apret la mandbula de la ira que senta en aquel momento. No se poda confiar en nadie. Claro que te recuerdo balbuce Y t qu tienes que ver en todo esto? Habla de una maldita vez. Zaid, siento mucho lo que pas, s muy bien Qu vas a saber t? Deja que adivine, te pagaron para hacer esta pantomima. Mi esposa es peruana ahora todo tiene sentido. Ustedesdos se conocen. No es lo que piensas. Ella se sinti enfurecida que l pensara de esa manera. Ah no! De ella espero absolutamente todo, pero de t... De qu va todo esto? Dinero? Zaid, ests equivocado. Deja que te explique suplic Cunto vale mi vida, Isabel?

    ***

    Isabel haba que tenido que retirarse de la habitacin, era evidente que Zaid estaba bastante disgustado. Ahmeed observaba a esa mujer que haba dicho que era la doa Cavielli, segua siendo la misma muchachita que conoci hace tanto tiempo.Los aos no haban pasado por ella. Mantena la misma expresin de su rostro que siempre la haba caracterizado, pero ya no traa esa sonrisacautivadora, era evidente que algo haba pasado en la vida de esa mujer. Se negaba a creer la acusacin del jefe. Estaba seguro que la seora Isabel no tena nada que ver con la actual seora Al Fayeed. No, eran dos mujeres totalmente distintas. Seguro habra una explicacin razonable. Y l hara entender al jefe que estaba equivocado. Quien dira que nos encontraramos de esta manera Ahmed dijo despus de darle un sincero abrazo. Seora Isabel, muchas gracias por rescatarnos. Vaya, por lo menos t si me crees, Ahmeed dijo ella bastante afligida. Seora Isabel, siento tanto que el jefe se exaltara de esa manera. Espero que sepa comprender su comportamiento. Todo esto es tanconfuso. La ceguera no ha hecho ms que empeorar su estado de nimo. No tienes que preocuparte. Entiendo la situacin. No debe ser fcil para un hombre como l. Cuanto lamento lo sucedido. As es por desgracia. No le ha sido fcil aceptar la condicin en que ahora se encuentra. Y ser sometido a un encierro involuntario aadi abatido. Esa maldita mujer lo va a pagar muy caro. Tienes mi palabra Ahmeed. Cmo supo nuestro paradero? Entiendo que conoce a la seora Petra. Mejor de lo que piensas. Pero por ahora no puedo entrar en detalles. Slo necesito que me ayudes con Zaid. Si hay alguien que quiereque esa mujer se pudra entre rejas, esa soy yo asegur la doa Cavielli. Cmo quiere que la ayude? Hable con Zaid. Hgale entender que no tengo nada que ver con Petra. Todo lo contrario, quiero hundir a esa tipa en el mismo infierno ys cmo hacerlo. Una mirada siniestra se dibuj en el rostro de la Cavielli. Ahmeed se pregunt que le habra pasado a aquella muchachita pero si haba algoque siempre se haba caracterizado en l era la prudencia y decidi no preguntar ms.

    ***

    Benito caminaba por los linderos sur del fundo como todas las tardes que se acostumbraba a hacer rondas de patrullaje tal como habaordenado la Doa. La duea del Ocaso era muy previsora y haba organizado entre su gente cuadrillas de vigilancia para salvaguardar la seguridad de su enormepropiedad. Benito, tenemos problemas... Y no le va a gustar nadita a la seora le advirti uno de los empleados del fundo.

  • Qu sucede hombre? El comisario Rodrguez est con un grupo de polis en la entrada y exige ver a la Doa. Qu hacemos?

    ***

    Comisario Rodrguez. A que debo el honor de su visita y sus dignos acompaantes? Pero mire a quien tenemos aqu. El teniente Snchez.Caballeros, bienvenidos a mi hogar dijo la Cavielli con una sonrisa divertida. Doa Cavielli, no crea que es una visita de cortesa. Aunque, digamos Tengo una orden de registro y vengo a cumplir con la ley. Una orden de registro? Supongo que la trae consigo, y si me permite la pregunta, que la curiosidad me mata A que debo el placer dedicha orden? Espero que esa sonrisa le dure por buen tiempo distinguida doa Cavielli Estamos de buen humor, comisario. Ni se lo imagina Isabel les dej hacer su trabajo, la propiedad era enorme y necesitaran ms de una semana en registrar todos los rincones del Ocaso. Ya seencargara de evitar que eso suceda.

    ***

    El doctor Drago Leblanc record la primera vez que se entrevist con Isabel. Nitro lo haba buscado en la posada donde se haba alojado consus colegas; este le haba informado que la doa Cavielli pon fin habra aceptado reunirse con l, una noticia que haba celebrado. Tal como haban acordado al da siguiente, Nitro lo recogi en la posada para llevarlo directamente a esas tierras que tanto anhelabaconocer. Se haba quedado sorprendido de la juventud de la famosa doa Cavielli, tan distinta de lo que la haba imaginado, una joven de unospreciosos ojos negros. Ella haba sido amable, pero tambin lo haba sorprendido cuando le diera a conocer que haba investigado todo sobre suvida y sobre el motivo principal por el que haba ansiado aquel encuentro. Doa Cavielli, voy a ir al grano. Estoy aqu para solicitar permiso de ingresar libremente en el Ocaso. Mi equipo y yo estamos interesados enciertas hierbas que slo crecen en sus tierras. Estoy dispuesto a negociar con usted para obtener su permiso. Doctor Leblanc, digamos que est interesado en cierto chamn Y que podramos llegar a un acuerdo. Pero el argumento de las hierbasno me parece tan convincente del todo asegur clavando sus ojos negros. Entonces, es cierto el chamn est en sus tierras? Digamos que no puedo revelarle esa informacin si no me dice la verdad. Doa Cavielli siento mucho la mentira. Es cierto que estoy interesado en conversar con el chamn. Y los chamanes que tienen acceso a mis tierras, o me equivoco? Lo interrog ella, arqueando sus hermosas cejas Siento tanto yotitube Drago. No se preocupe, a veces, mentir es una necesidad para conseguir aquello que tanto ansiamos. Y supongo que Doa Cavielli, estoy dispuesto a hacer lo que sea por tener su permiso Voy a pasar por alto este mal comienzo Dice que est usted dispuesto a todo. Ella lo interrogaba con su afilada mirada. Sin lugar a dudas, la doa Cavielli era esa mujer altiva que le haban descrito en el pueblo y tanhermosa como su altanera. l termin por confesarle su inters sobre el Ayahuasca y que el motivo que lo haba trado desde Francia era conocer y estudiar los misteriosde ese ritual milenario que an se practicaba en Per y Brasil. Ella estaba al tanto de todo. As se concret un acuerdo: ella le ofreci alojamiento para l y todos sus colegas en unas cabaas alejadas de la casa grande, con lagaranta que los chamanes colaboraran en sus investigaciones a cambio de un favor que implicaba vencer uno de sus grandes temores. La voz de Yara lo sac de sus pensamientos, lo haba buscado como todas las tardes para ayudarlo en la recoleccin de ciertas plantas en elmonte. l y sus colegas se sentan agradecidos con la doa Cavielli y los habitantes del Ocaso, que saban ser muy buenos anfitriones.

    ***

    Si hay algo que la doa Cavielli detestaba eran las visitas no deseadas en sus tierras, pero deba recibir a Don Antonio Altamirano, quien erael actual presidente del Complejo Turstico La Posada del Inca y dueo de uno de los fundos ms importantes de la regin Santa Barbar. A que debo la visita estimado Don Antonio? Altamirano se quit el sombrero con caballerosidad. Buenos das, Isabel. Buenos das querido Amigo. Siento ser inoportuno, querida. Pero he venido a pedirle un plazo. Tengo retrasados unos pedidos de uno de mis clientes principales y nopodr abonar el monto acordado a fin de mes. Don Antonio, parece que no me conociera, soy de lo ms compresiva, y claro que puedo hacer la excepcin slo por tratarse de usted

  • Replic ella arqueando una ceja. Muchas gracias, Isabel. Estaba angustiado. Sabes que soy un hombre de palabra y no pienso fallar. Cunto tiempo necesita, mi estimado amigo? Una semana afirm l. Isabel disfrutaba del momento. Lo quera tener exactamente de esa manera. Un par de aos atrs, Don Antonio haba recurrido muyangustiado a su ayuda para solicitarle un prstamo con el que cubrir ciertas deudas de sus tierras, que se le haban hecho impagables. Quisorecurrir a su hija, pero decidi que no deba preocuparla; la nica persona que podra ayudarlo en aquel mal momento era Isabel Cavielli, aunquemuy en el fondo de su corazn saba que aquello le iba a causar un problema en el futuro, tambin tuvo sus dudas. Era muy probable que la doase negar ayudarlo, pues el pasado lo condenaba y era consciente de que esa mujer guardaba rencor hacia su persona y su familia. Sin embargo,Isabel lo dej sorprendido cuando le brind aquel dinero que l estaba necesitando. Hasta cuando vas a guardar ese rencor en tu corazn, hija ma? Con todo el respeto que se merece, yo no soy hija suya. Como si lo fueras. Fuiste la esposa de Adrin. Habla de Adrin como si An sigues dudando del cario que le tuve a ese muchacho. Don Antonio, el pasado est sepultado junto a Adrin. La verdad, es que no me interesa si lo quiso o no No hables as, muchacha, t sabes muy bien la verdad. Adrin era mi hijo. Un hijo al que abandon. Mejor dicho, un hijo al que neg por sus prejuicios sociales. Un error imperdonable que estoy pagando con creces. No sabes cunto me duele haber perdido a mi hijo de esa manera. Las vueltas que da la vida. Ahora lo llama hijo. El mismo Adrin debe estar revolcndose en su tumba Isabel! protest con un gesto de dolor. Don Antonio, mejor demos por concluida esta conversacin tan absurda. En una semana enviar a mis hombres por mi cheque. Disculpemi falta de cortesa, tengo muchas que hacer se alej dejando a Don Antonio compungido.

    ***

    Isabel concluy que las cosas iban mejor de lo que haba planeado. Mientras se diriga a la habitacin de Zaid, quien haba accedido aescuchar la versin de Isabel luego que Ahmeed haba insistido en que lo hiciera, asegurando que no haba ningn vinculo entre la Doa y Petra. Ah estaba Isabel, explicndole sus razones de aquella emboscada, confesndole que la conoca y que tambin tena sus sospechas de queella era la asesina de su marido, Adrin Cavielli. ste se qued perplejo ante aquella noticia que lo cambiaba todo. Ella le explic el maravilloso plan que tena para traerla de regreso aNueva Esperanza y l era una pieza clave para que eso sucediera. Aquel hombre hizo muchas preguntas que Isabel respondi con la serenidad que requera la ocasin, y con pruebas en mano que entreg aAhmeed para que verificar el contenido de la denuncia por asesinato y algunas otras que incriminaban a Petra Altamirano, hija del hacendado DonAntonio Altamirano. Ella tambin le explic que el padre de Petra haba pagado mucho dinero a las autoridades que se hicieron cargo del caso para dejar libre detoda culpa a la heredera de Santa Brbara. Una noticia que a Isabel le haba afectado tremendamente, y sta juro venganza en nombre de suamado. Tu marido y Petra son medio hermanos dijo un Zaid sorprendido. As es, Zaid. Pero, Por qu cometera ella un crimen de esa naturaleza? Por dinero, Zaid. Qu te voy a decir que no sepas ya Si fue capaz de retenerte en Punta Sal en contra de tu voluntad, tambin lo fuede matar a sangre fra a mi marido para evitar el acercamiento que se daba entre Don Antonio y Adrin en aquel entonces. Ella tambin le explic que ella haba sido testigo de las amenazas de Petra a Adrin. Y jur que nunca dejara que su padre lo reconozcacomo hijo suyo. Despus de la tragedia, ste la sac del pas debido al escndalo que se haba armado en la regin luego que las autoridadesconcluyeran que ella era inocente del crimen. Todo tena sentido para Zaid, que estaba indignado con la mujer con la que se haba casado. Escuchar las palabras de Isabel habanconfirmado lo que l haba temido durante sus dos aos de encierro: ella lo iba a matar para quedarse con todo su dinero. Pero cmo he podido casarme con una mujer as? Es increble que nuestras vidas se hayan cruzado de esa manera. Lo s, Zaid, tambin me sorprend hace unos meses cuando supe quin era el marido de mi peor enemiga.

  • 4. EL PASADO

    La Doa Cavielli reflexionaba mientras miraba la enorme luna de sangre que deslumbraba los cielos de Nueva Esperanza. Ella acariciinstintivamente el amuleto que colgaba en su pecho. Tena la certeza de que el universo le mostraba seales y l que tenia a la vista, era unpresagio. Una sonrisa se le dibuj en el rostro, recordando la conversacin con Zaid. l haba aceptado ser parte del plan y a cambio ella lorecompensara con la promesa de que tena en sus tierras a un reconocido oftalmlogo francs que revisara su caso para someterlo a unaoperacin que podra devolverle la vista. Ella le haba explicado que se las haba ingeniado para conseguir su historial clnico y el doctor Leblanc lehaba transmitido que hara todo lo que estuviese en sus manos. Zaid haba quedado satisfecho con la promesa. Aunque ella le pidi prudencia, dado que en cuestiones de salud uno no puede asegurar elxito de aquel tratamiento. As concluyeron en un pacto que los unira en un mismo objetivo. Muy pronto Petra respondera con toda su furia y su odio. Como un ngel vengador se cobrara justicia con sus propias manos si se diese elcaso. Lo haba jurado sobre la tumba de su amado. No podra fallarle, jams faltara a su promesa. Era una mujer de palabra y una sonrisa siniestrase dibuj en su rostro... Doa Cavielli la voz aguda de Nitro la sac de sus reflexiones. Que pasa, Nitro? Dona Cavielli, quera saber si necesita algo antes de retirarme a dormir. Puedes ir a descansar, maana toca madrugar. Recuerda que tenemos una visita pendiente al gobernador del pueblo clav sus negrosojos en su mano derecha, ese hombre de metro ochenta que siempre estaba a su lado. Doa Cavielli sin nimos de molestarla porque no olvida esa idea de venganza, de cualquier forma Se vio interrumpido por el cambio de tono de voz de la Doa. A qu viene todo esto? Tienes miedo? Clavo su mirada afilada en Nitro que tena una mueca de sorpresa. No, seora, claro que no. Entonces? lo desafi con la mirada. No le gustaba verla as. Debi haber quedado en silencio y no transmitirle lo que Yara le haba pedido. Slo me preocupo de su bienestar y usted Doa Cavielli no quise molestarla, lo siento mucho. Es que uno se preocupa por usted. Eso estodo. Har lo que sea por usted, yo tengo el compromiso de estar a su lado con el patroncito, que en paz descanse. El miedo es una palabra queno est en mi vocabulario y se lo he demostrado muchas veces aclar l. A qu viene esa tu preocupacin? quiso saber ella, sin estar muy convencida. Ya le dije que lo siento y que no soy el nico que se preocupa por usted. Retiro lo que he dicho, no quiero que piense cosas que no son. Que te quede bien claro, Nitro, tienes dos opciones. Ests conmigo en el mismo infierno o mejor vete y no regreses ms. Seora, no diga eso. Yo jams la abandonara El Ocaso es mi hogar y no tengo mejor oficio que no sea el estar a su lado. Que sea la ltima vez que me pidas lo que ya es inevitable concluy en tono autoritario. Buenas noches se despidi sin si quieramirarlo. Que descanse, Doa Cavielli murmur para s mientras su patrona se alejaba de aquella terraza.

    ***

    Haba llegado la hora en que Drago conocera al paciente secreto de la Doa Cavielli. Se preguntaba el por qu de tanto secretismo encuanto la identidad de esa persona. Lo nico que se le haba informado era que se llamaba Zaid, y que haba sufrido un accidente haca dos aos.Los daos fueron terribles y se haba quedado parcialmente ciego. Parte del trato que haban tenido era precisamente que el doctor Leblanc sehiciera cargo del paciente. Tengo conocimiento de su buena reputacin como mdico en Francia. Eso es Doctor Leblanc Necesito sus servicios. Record aquellas palabras que le dijera Isabel la primera vez que se reunieron y que fue el precio que pactaron por permitir su acceso alOcaso y la proteccin de la Doa. Posteriormente Isabel le haba facilitado el historial clnico del paciente y tena esperanzas de que podra someterse a una ciruga. Recordque ya haba tenido xito en Francia con muchos pacientes, pero se prometi a s mismo no darles esperanzas hasta despus de la intervencin encaso de que se sometiera a la misma . Ya haba tenido la mala experiencia de colmar las expectativas a una de sus pacientes y no pudo perdonarse a s mismo no haber tenidoxito en su caso: la paciente termin odindole. Apart de su mente ese amargo recuerdo. Zaid, te presento al doctor Drago Le Blanc. Renombrado oftalmlogo. Isabel, insisto en que me llame Drago. Cmo se encuentra, Zaid? Un gusto conocerle, Drago. Mientras Drago evaluaba a Zaid, la Cavielli observaba en silencio y un recuerdo invadi los pensamientos del paciente.

  • Jefe, la seorita Isabel Sols est aqu anunci Ahmeed. Zaid observaba la metrpolis de Los ngeles desde los grandes ventanales. Tena la manos apoyadas en el pasamanos que serva como un muro de contencin entre l y la fastuosa panormica que ofreca sudespacho de la corporacin Al Fayeed. Una lluvia fina se deslizaba por los grandes ventanales distorsionando la vista de aquella ciudad. Haba llegado lejos desde que decidiera dejar Dubi, la ciudad que lo vio nacer. Tena finalmente aquello por lo que tanto haba luchado: xito, poder y una vida que muchos envidiaran. Pero, extraamente, senta unvaco en su vida. Algo que prefera dejar de lado. Ignorar esos extraos sueos que le arrancaban ms de un sobresalto por las noches. Los fantasmas del pasado cobraban vida por las noches y hacan mella en aquel hombre. Pero l no tena tiempo de indagar en susemociones. El tiempo iba en contra del reloj. Saba que cada minuto contaba y l no estaba dispuesto a malgastar ni un slo segundo entrivialidades. Sin embargo, aquellos sueos se intensifican a diario... Pens que quizs fueran debidos a la carga de preocupaciones que implicaba elmanejo de sus empresas. Quizs hubiese llegado la hora de buscar ayuda mdica. Odiaba tener que ser escrutado por un profesional de la salud y pensaba que lo msprobable sera que tuviera que someterse a una nueva rutina de ingesta de medicamentos. Sali de sus pensamientos al escuchar que finalmente la chica que iba a desempear el cargo temporal de asistente estaba en su despacho.Odiaba tener que cambiar de personal. Siempre se dijo que era indispensable tener un equipo en quien confiar y que hiciera bien su trabajo. Buenas tardes, Isabel. Buenas tardes, seor Al Fayeed. Encantada de conocerle . Bien. Como ya te habrn informado, estars sustituyendo a Eva por unas semanas hasta que consiga a alguien que opte al puesto. Isabel asinti con la cabeza. l prosigui: Tengo tres reglas en esta oficina. Si las cumples como es debido, no habr ningn problema entre nosotros. En primer lugar debes saberque el tiempo es un bien preciado. La puntualidad en tus quehaceres es una prioridad. No puedo perder un minuto de mi tiempo porque unminuto de mi vida cuesta dinero. Entendido? La fulmin con la mirada. Por supuesto, seor Al Fayeed. No tendr ningn problema. Dos: confianza. Necesito confiar en ti. Voy a ser honesto, seorita Sols, si veo algo que me haga desconfiar de su persona, se ir de laempresa sin contemplaciones de ningn tipo. Entendido, seor Al Fayeed. Tres: no me gustan las formalidades. Puedes llamarme Zaid. S, seor Al Fayeed. Isabel, no me gusta repetir una orden. Dije que puedes tutearme. La voz del doctor lo sac de sus recuerdos. Zaid, cundo ha sido la ltima vez que tuviste un chequeo con el oftalmlogo? Hace un ao y medio. Drago les explic a los dos que iba a someter a unas pruebas a Zaid en los das posteriores. Si todo sala bien, l estara listo para la ciruga.Isabel haba pensado en todo, ya tenan coordinada una clnica en la ciudad del Cusco, donde Drago podra proceder a la operacin quirrgica. Zaid quedo satisfecho con la esperanza de que aquel francs pudiera devolverle sus ganas de vivir.

    ***

    El comisario Rodrguez estaba hecho una fiera, haba tenido una discusin con el gobernador de Nueva Esperanza, quien le haba informadoque la orden de registro quedaba sin fundamento, y tambin le exigi que dejara en paz a la distinguida doa Cavielli. No entenda cmo haba logrado esa mujer salirse con la suya. Supuso que hubo dinero de por medio. Claro, esa mujer tena mucho dinero ypoda comprar al mismo gobernador si se lo propona y estaba seguro que eso era precisamente lo que haba sucedido. No le quedaba otra queobedecer las rdenes del alcalde. Pero eso no se iba a quedar as. l seguira los pasos de la Cavielli, no se iba a quedar de brazos cruzados, pens mientras terminaba detomarse la segunda copa de alcohol en su habitacin. Maldita mujer! gru el Comisario.

    ***

    La Doa Cavielli se encontraba en su despacho con Nitro, discutiendo sobre los tres cargamentos de madera que iban a enviar a la ciudaddel Cusco a uno de sus clientes. ste le informaba que la madera ya se encontraba lista para ser cargada en los camiones y que el pedido seratransportado en las prximas horas. Pero entonces los gritos de Benito los puso en alerta. Qu sucede, Benito? La china se meti al ro y ha cruzado el otro lado. Cmo dices? Nitro vamos.

  • Salieron disparados del despacho. Los tres corrieron hacia el ro, Isabel estaba angustiada. Rogaba que no le pasara nada a su pequea China. China era una cerdita monts. Isabel la haba encontrado en uno de sus largos paseos por sus tierras. Era pequea y al parecer estabaperdida. As que decidi hacerse cargo de ella y la bautiz con el nombre de China. Conforme fue creciendo, China se haba vuelto la alegra de lacasa grande. Corra como si se tratara de un canino y le gustaba jugar con Isabel. Pero tambin los tena con los nervios de punta con sus travesuras. El ao pasado se haba embarrado con brea y el resultado fue todo undesastre en la casa grande. Yara haba maldecido porque le haba costado limpiar las manchas de esa sustancia negra y viscosa. Llegaron a la orilla del ro e Isabel gritaba China, china!, hasta que por fin la vio en la otra orilla. Se sinti aliviada al ver que no le habapasado nada malo. Orden a Nitro que la trajera de vuelta, Pero, Doa Cavielli replic l con una mueca de sorpresa Nitro, quieres que se quede ah?Es que no tienes corazn? le dijo su ama muy afligida. Pero entonces China, al ver a su duea, sezambull en el agua y empez a nadar como pudo. Doita, ah viene de regreso dijo Nitro mientras sealaba a la cerdita, que hacia un esfuerzo sobrenatural sobre las heladas aguas deAurora. China, detente! grit ella con una mueca de dolor. La corriente era fuerte y ella demasiado pequea, as que no lo pens y se dispuso a aventar al ro para sacarla. Pero Nitro la detuvo atiempo y dijo que l ira. Y as lo hizo. Se zambull en el agua con la ropa que traa y no con muy buena cara. Por un carajo, se dijo a s mismo,tener que salvar a un cerdo. Hizo un esfuerzo sobrenatural con los brazos, la corriente era fuerte. Sac la cabeza del agua para no perder de vista a China, que se alejabacorriente abajo mientras la Doa Cavielli gritaba horrorizada. Tena que alcanzarla como fuese. Brace con ms fuerza. Ya casi estaba cerca hasta que pudo cogerla de una pata, y aunque ella seremovi fuerte, pudo tomarla bajo un brazo. La doa Cavielli suspir de alivio al ver que Nitro la tena y la traa de regreso. Corri a la orilla al encuentro de su empleado y ste le entrega China en sus brazos. Es que t me quieres matar de un disgusto le dijo Isabel a su amada mascota. China se removi entre sus brazos sacudiendo todo elagua que traa encima. Oink! Oink! responda. China, por qu te gusta meterte en problemas? la recrimin mientras la abrazaba con cario. Oink! Oink! Ya no s qu hacer contigo. Eres mala. Qu hara yo sin ti, Nitro?, Gracias por salvarla lo mir con una gran sonrisa. Seora, por usted hago lo que sea. Ve a cambiarte de ropa y vuelve a la casa, que esta noche cenamos juntos.

    ***

    Don Antonio caminaba por sus tierras. Los recuerdos se aglomeraron en su cabeza con una corriente de pensamientos, sensaciones y eserostro que haba perdurado en su memoria. Pensaba en Marin, aquella muchacha de ojos azules y mirada melanclica que le haba robado el corazn en la primavera de su juventud ycon la que se aventur por esas tierras del amor y el fuego de la pasin. Un amor que le haba dejado marcado pero que el destino, por no decirsu padre, le haba obligado a abandonarla a su suerte y con la semilla del fruto de ese amor prohibido. Les haba sido negada la oportunidad deformar una familia y perpetuar su ilustre apellido al fruto de ese amor. Cunta infelicidad le haba causado seguir los designios de su padre, esehombre de conducta reprochable. Perdi el amor, perdi los mejores aos de la infancia de ese nio que naci nueve meses despus; un nio que hered el azul de los ojosde su madre y a quien haban bautizado con el nombre de Adrin Cavielli. Se haba empeado en negarle a la madre y al hijo en una visita las tierras de su padre, se le haba partido el corazn al ver ese pequeo enlos brazos de Marin. Sabe Dios cunto haba deseado acogerlos a los dos y formar esa familia que haban soado juntos. Pero Don Antonio Altamirano padre, la ech de sus tierras sin contemplaciones. Los recuerdos dolan, l nunca se haba perdonado a smismo. Luego se cas con Ana Mara Rivera, una cusquea de familia noble que le dio una hija legtima y hasta ah llego el linaje de su sangre, puesla vida lo haba castigado y ya no pudo tener ms hijos como siempre quiso. Su mujer haba muerto cuando Petra era apenas una nia de sieteaos, por eso la haba consentido tanto, un error que ahora admita. Cuando naci Petra, naci tambin la culpa de su hijo rechazado. Hizo sus averiguaciones y no fue hasta 23 aos ms tarde que unmuchacho llegaba a Nueva Esperanza como el nuevo propietario del codiciado fundo del Ocaso, unas tierras que l haba tratado de adquirir. Y,cosas del destino, result que el nuevo terrateniente era nada ms y nada menos que Adrin Cavielli, el hijo abandonado. l hizo todo lo posiblepor acercarse al muchacho, pero ste lo rechaz por muchos aos porque saba la verdad, saba que era su padre. No obstante, aquel muchachoencontr el amor en una muchachita que haba llegado a Nueva Esperanza y al poco tiempo Cavielli se casaba en la Iglesia del pueblo, celebrandoel enlace por todo lo alto en sus tierras. Todo el pueblo asisti al gran evento. Tiempo despus, Adrin lo haba sorprendido en sus tierras Santa Brbara. Tenan una charla pendiente; algo haba cambiado en el interiorde su hijo, pues ahora le peda que se dieran una oportunidad de conocerse. Puesto que l sera padre en unos meses, quera que Don Antonioformara parte de la vida de ese beb que iba creciendo en el vientre de la joven Isabel.

  • Viva en una encrucijada. Tena una fuerte sospecha sobre la identidad del asesino de Adrin Cavielli y la vida le estaba entregando laoportunidad de redimir sus pecados a un precio muy alto.

    ***

    Una meloda lleg hasta los odos de la Doa Cavielli, quien se encontraba en la terraza principal de su casa. Durante unas de esasconversaciones sobre los linderos del Ocaso, pues haba estado teniendo problemas con unos invasores, un problema muy comn en aquellaregin, una voz llena de melancola inund de repente la segunda planta de la casa grande. Interrog a Nitro. Y eso? No s, seora respondi el otro con un rostro de sorpresa. Si haba algo que le disgustaba, era ser interrumpida en sus reuniones. Pero esa cancin le puso la piel de gallina. Resultaba evidente quealguien estaba cantando. Era una voz masculina. Se puso en alerta y, muy despacio, camin por el corredor de las habitaciones persiguiendoaquella voz melodiosa. Le extra comprobar que provena de la habitacin donde tena a Zaid. Miro a Nitro y este no sala del asombro. No s, seora dijo el otro encogindose de hombros. La puerta estaba entreabierta y su curiosidad fue tan grande que no dud en acceder a la habitacin sin pedir permiso. Mientras, Nitro nose atrevi a seguirla; tena prohibido entrar en las habitaciones A menos que la doa Cavielli se lo autorizar. Ah estaba Zaid reclinado en su silln, con los ojos cerrados y cantando una meloda rabe que sonaba melanclica y est dejo de cantar Isabel Qu vida tan miserable! dijo Zaid. A ella le sorprendi que dijera su nombre, aquel hombre no dejaba de sorprenderla. Puedo sentir tu aroma dijo como adivinando sus pensamientos. Sigue cantando Zaid suplic Isabel Y as lo hizo l, retomando su meloda. Cmo era posible que aquel hombre que siempre haba demostrado no tener ni un pice desentimientos tuviera una voz tan acariciadora del alma, despertando los sentidos y esa sensacin que llenaba aquella habitacin con su sintona. No poda entender el alma de Zaid, unas veces tan tierno y otras tan rudo. Le recordaba a s misma. Qu vida tan miserable, se dijo,evocando sus palabras. Isabel cerr los ojos dejndose acariciar por la voz de ese hombre tan enigmtico, pero entonces el dej de cantar. Djame slo, Isabel dijo con su voz autoritaria. Pero Y cierra la puerta le orden. Zaid reclam. Isabel, no me gusta repetir las cosas. Qu esperas para irte? sta se enfureci y cerr la puerta de un tirn. Zaid segua siendo el mismo tipo insoportable. Cmo se atreva a correrla de su propia casa?Maldita sea, hubiera sido mejor que se callara... Sucede algo, Seora? le pregunt Nitro al verla salir de la habitacin del extranjero. Nada. Y no me mires as. Date prisa; tenemos que ir al monte

  • 5. LA TORMENTA

    Isabel caminaba de un lado a otro en su habitacin. Su estado de nimo iba de mal en peor. Era una noche de tormenta, el cielo tronaba, yla intensa lluvia amenazaba con inundarlo todo. Tengo tanta rabia. Quisiera tener a esa sabandija entre mis manos. La Doa Cavielli estaba de un humor insoportable. Haba regresado del monte donde haba tenido una discusin con sus hombres y unenfrentamiento verbal con el cabecilla de los invasores del Ocaso. A punto haba estado de terminar el asunto con un disparo, pero Nitro se lo impidi. La ira te hace perder el juicio, mi nia. Es mejor que dejes el pasado donde tiene que estar dijo Yara. Yara, es increble lo que dices. No basta con saber el sufrimiento que me ha causado esa mujer. He perdido a mi esposo. Ella me arrebatlo que ms quise en esta vida. No puedo perdonrselo. Pero no tenemos pruebas, nia. Y si no fuera ella? sugiri en un susurro. Cmo te atreves a decirme algo as? quiso saber la otra, cambiando el tono de su voz. Las dos sabemos que fue ella. Si no, quin ms. Quin mat a Adrin? Sabemos con certeza que aquel da ella estuvo en los linderos. Nitro asegura que la vio aquella noche, cerca delportal. Es cierto, lo recuerdo. Pero, no te pongas as. Es slo que a veces pienso que alguien ms podra estar detrs de todo eso. Ya hemos hablado de esto miles de veces. No insistas. Yo s que esa mujer es la culpable y lo va a pagar muy caro. Estoy muy cerca dedescubrir la verdad Acaso olvidas aquel da que lo amenaz, o tienes mala memoria. Nia, por favor clmate, te lo ruego suplic la otra. Yara, djame sola, por favor. Ni una palabra, te lo pido le suplic Yara entendi que Isabel tena una de sus crisis y lo mejor era dejarla sola, aunque tena ganas de abrazarla, de consolarla, algo que queden un simple deseo, pues no se atrevi a enfurecerla ms de lo ya que estaba. Los ojos de la Cavielli eran un volcn a punto de explotar. Por sus venas corra el fuego, haba un vaco en su alma, un dolor que superabacualquier dolor fsico. Dola tanto como mil dagas en el pecho. La oscuridad se torn en sus pupilas Era una de esas noches de tempestad dondela misma naturaleza ruga con terribles estruendos. Los recuerdos le haban abrumado a tal punto que llor hasta no quedarle lagrimas. Yara en ese momento rezaba, oraba y le rogaba a sus espritus que le dieran algo se sosiego a su nia. Entonces escuch unos pasos, y entendi que Isabel iba de salida como siempre hacia cuando no poda soportar el dolor que laatormentaba. Tuvo el impulso de salir, de escapar, los recuerdos la estaban sofocando en una muerte lenta. Sali de su habitacin, dirigindose ala primera planta de la casa y a toda prisa se fue corriendo al ro a llorar sus lamentos de amor. Invoc el alma de Adrin, grit tan fuerte que suvoz reson hasta en el mismo pueblo. Una mujer en Nueva Esperanza jurara que haba escuchado la voz de la viuda negra como le decan algunos de los pobladores, se persigntres veces, apresurando sus pasos hacia su casa. En aquel preciso momento, como si el mismo fantasma de Adrin Cavielli la escuchara, un fuerte estallido rebot cerca de la casa grandecausando espanto a los inquilinos del fundo. Isabel se desplom en la orilla del Aurora perdiendo el conocimiento. Y ese amuleto que tienes en el pecho? se qued mirando el azul de sus ojos. Es para la buena suerte. Y si lo pierdes? No importara le dijo entre risas. En serio? Pero se te ira la buena suerte. No precisamente, este amuleto es simblico