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    STUDIA HISTORICA-HISTORIA CONTEMPORNEA, Vol. XII (1994) pp. 75-99

    La invencin de la Guerra de la Independencia

    JOS

    A L V A R E Z J U N C O

    Universidad Complutense

    RESUMEN.-Este artculo estudia el proceso de elaboracin de una ver

    sin nacionalista de la guerra que se desarroll en la Pennsula Ibrica entre

    1808 y 1814. Simplificndose e incluso falsendose la realidad, desde media

    dos del siglo XIX qued definitivamente convertida en guerra de independen

    cia nacional un conflicto de races complejas, pero en el que no se dirima en

    absoluto la conversin de la monarqua espaola en un territorio dependiente

    del imperio francs. El mito de la Guerra de la Independencia pas a ser el eje

    retrico fundamental sobre el que girara el emergente nacionalismo espaol

    durante todo el siglo XIX y el primer tercio del siglo XX.

    ABSTRACT.-This article studies the process of elaborating a nationalist

    versin of the war that took place on the Iberian Pennsula between 1808 and

    1814.

    By simplifying and even falsifying reality, what was a deeply complex

    conflict became definitively converted into the War of National Independen-

    ce in the middle of the 19th century, even though the conversin of the Spa-

    nish monarchy into a territory dependent on the French empire was never in

    question. The myth of the War of Independence became the fundamental rhe-

    torical axis around which emergent Spanish nationalism would revolve throug-

    hout the 19th and the first third of the 20th century.

    Oh Es el pue blo Es el pueb lo Cual las

    Del hondo mar alborotado brama . /olas

    Las esplendentes glorias espaolas,

    Su antigua prez, su independencia aclama .

    Se ha escr i to mucho recientemente sobre la manipulacin de la memoria his tr ica , o

    la invencin del pasado, segn la fe l iz expres in pues ta de moda por Eric Hobsbawm.

    La funcin de la historia es ciertamente crucial en la creacin de identidades colectivas,

    y la ident idad colect iva de mayores consecuencias pol t icas es , hoy por hoy, la nacional .

    Como ha escr i to e l mismo Hobsbawm, los his tor iadores son los suminis t radores de la

    mater ia pr ima esencial para e l nacional ismo

    2

    .

    1.

    Jos de Espronceda, Al Dos de Mayo, en

    Obras Poticas,

    I, Espasa-Calpe, p . 145.

    2.

    Los historiadores son al nacionalismo lo que los cultivadores de opio del Pakistn a los

    adictos a la herona: nosotros suministramos la materia prima esencial para el mercado, en Etni-

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    JOS LVAREZ JUNCO

    Estas reconstrucciones histricas no se hacen slo en los libros acadm icos n i, nece

    sariamente, mucho tiempo despus de transcurridos los hechos. Por supuesto, la facili

    dad de falseamiento es mayor cuanto ms aumenta la distancia; pero la elaboracin de

    versiones nacionalistas sobre acontecimientos recin sucedidos es tambin un fenmeno

    frecuente. Estudiar en este artculo uno de estos casos, relacionado con el conflicto b

    lico que se desarroll en la Pennsula Ibrica entre 1808 y 1814.

    En el momento de iniciarse este conflicto, que coincide aproximadamente con el co

    mienzo de la era de los nacionalismos, Espaa era una de las unidades polticas ms

    antiguas y establecidas en un contexto regional de tan inmensa fragilidad y movilidad

    fronterizas como el europeo. La monarqua espaola, en efecto, cubra un territorio cu

    yas fronteras -todava las actuales- haban mantenido una configuracin casi idntica

    desde comienzos del siglo XVI. No entrar a discutir aqu las peculiaridades de aquella

    unin dinstica, en la que los distintos reinos no slo mantenan diferentes legislaciones

    e instituciones autnomas sino incluso fronteras aduaneras entre ellos, lo cual la conver

    ta en algo muy distinto a lo que hoy consideramos un Estado-nacin. Pero los subditos

    de aquella monarqua compartan una misma religin, se vean embarcados en constan

    tes guerras contra enemigos comunes y no faltaban las elaboraciones intelectuales en

    torno a una identidad colectiva espaola (con expresiones bien conocidas en Nebrija,

    Mariana, Quevedo o, en las dcadas inmediatamente anteriores a la etapa en que se cen

    tra este artculo, en Forner) que algunos autores llamaran pre- o proto-nacional, y que

    aqu preferira denominar etno-patritica

    3

    . Podra, desde luego, relativizarse el valor de

    tales expresiones, como un fenmeno elitista de escasa penetracin entre las masas. Las

    difciles comunicaciones y la inexistencia de m ercados culturales amplios hacen suponer

    que,

    a nivel popular, el localismo predom inaba sobre cualquier com unidad imaginaria

    de base territorial superior a lo comarcal. Y el control que la Iglesia ejerca tanto sobre

    las instituciones educativas com o sobre los limitados medios de com unicacin que llega

    ban a la poblacin analfabeta (bsicamente, el sermn semanal) tambin permite supo

    ner que, de nuevo refirindonos a los medios populares, la identidad religiosa primaba

    sobre la etno-patritica. Pero am bas se hallaban ntimam ente fundidas, como la reaccin

    anti-napolenica iba a demostrar.

    Para resumir esta primera etapa, la identidad etno-patritica espaola que la poca

    de la invasin napolenica recibi como herencia del Antiguo Rgimen podra caracte

    rizarse por los cuatro rasgos siguientes:

    1.

    En primer lugar, la fusin de la identidad religiosa con la poltica. Los subditos

    del rey de Espaa eran por definicin catlicos, y esto es algo que aceptaban

    tanto los propios interesados como quienes los observaban desde el ex terior. To

    do el discurso legitimador del poder en el Antiguo Rgimen y la vigilancia de

    citat i nacionalisme a l'Europa actual,L'Aveng 158 (Abr 1992): p. 16. Sobre el caso espaol, v.

    Justo G. Beramendi A funcin da historia no nacionalismo espaol,

    Primer Congreso Interna

    cional da CulturaGalega,

    1992, pp. 125-132.

    3.

    Tanto la idea del amor a la patria (patriotismo), como las identidades colectivas basa

    das en la raza o la lengua (tnicas), son muy anteriores a la era de los nacionalismos. La palabra

    nacin tambin existe, en el sentido de lugar de nacimiento y grupo lingstico, pero no la idea

    fundamental del nacionalismo, que consiste en convertir a los nacidos en un territorio y dueos de

    determinadas peculiariades tnicas en sujetos de la soberana.

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    instituciones como la Inquisicin haban dejado una huella catlica que pareca

    indeleble. La contundencia con que lo expres la Constitucin de Cdiz es ini

    gualable: la religin catlica, apostlica y romana, nica verdadera,

    es y ser

    perpetuamente la religin de todos los espaoles.

    2. En segundo, una cerrada xenofobia, fundame ntalmente anti-inglesa y anti-fran-

    cesa. Espaa se haba aislado del mundo europeo desde los tiempos de Felipe II

    y las guerras constantes y las discrepancias religiosas haban contribuido a fo

    mentar una actitud de aversin hacia todo lo extranjero. Los primeros y ms l

    gicos destinatarios de esta actitud eran los ingleses, enemigos en casi todas las

    guerras de los ltimos siglos y competidores por el mercado americano. Pero,

    curiosam ente, la xenofobia se diriga tambin, y casi de manera preferente, ha cia

    vecinos ms cercanos (y aliados militares durante el ltimo siglo, debido al pa

    rentesco entre las casas reinantes), como eran los franceses. La francofobia se

    deba al hecho de que el vecino pas haba proporcionado el modelo poltico-ad

    ministrativo y cultural del que haban dependido las lites espaolas desde la

    llegada de los Borbones. No importaba que su adopcin se debiera a razones

    patriticas, es decir, que se tratase de reforzar de esta manera el Estado espa

    ol,

    de resolver los problemas y superar la decadencia del siglo XVII. Lo cru

    cial era que su adopcin requera el desarraigo o la reforma de muchas tradicio

    nes heredadas (nacionales, se dira luego), tales como la influencia del clero,

    el desprecio hacia los trabajos manuales o la diversidad institucional de los anti

    guos reinos. De ah el extendido resentimiento contra todo lo francs entre los

    sectores conservadores, y populares en general, que se haba expresado de mu

    chas maneras: desde la aparicin de vocablos despectivos (como petimetre), has

    ta movilizaciones populares de fuerte contenido xenfobo (como el motn de Es

    quiladle, o la guerra de 1793-1795 contra la Francia revolucionaria, que logr

    una implicacin popular incomparables con cualquiera de los anteriores conflic

    tos dinsticos) o reacciones intelectuales ms elaboradas (como las respuestas al

    artculo Espagne de Masson de Morvilliers).

    3. En tercer lugar, el eurocentrism o. Un eurocen trismo tan intenso que llevaba a

    todos los observadores a aceptar la existencia de una decadencia espaola desde

    mediados del siglo XVII, es decir, desde el momento en que se haban perdido

    los territorios europeos de los Habsburgo, sin tener que cuenta que durante otro

    siglo y m edio la corte de Madrid seguira impartiendo rdenes sobre unos domi

    nios americanos que constituan el imperio ms grande de la tierra. Es cierto que

    en terrenos como el monopolio comercial el control de la metrpolis era ms

    nominal que efectivo, mas no por ello poda ignorarse la enorme influencia po

    ltica y cultural de Castilla sobre la mayor parte del Nuevo Mundo. Pese a lo

    cual, dentro de la retrica etno-patritica espaolista de la Edad Moderna, el im

    perio americano no haba pasado de ser un componente menor .

    4. Y continuara sindolo hasta el siglo XX, en que la influencia de Maeztu y el falangismo

    incorpora el tema imperial a la retrica nacionalista espaola. Todava entonces podra sostenerse

    que la hegemona europea (los Tercios de Flandes, el Gran Capitn) tena prioridad sobre las con

    quistas americanas.

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    4. Un ltimo rasgo de este etno-patriotismo espaol previo a la era de los naciona

    lismos, relacionado con la xenofobia y con la idea de decadencia, era su ca

    rcter quejumbroso y auto-conmiserativo. Incluso en los tiempos en que sus

    ejrcitos combatan en mltiples frentes europeos, Espaa era presentada por

    Quevedo como el sujeto humilde y paciente que sufre las agresiones de sus in

    solentes y soberbios enemigos

    5

    . Espaa raras veces es la matrona triunfante: la

    Serenissima y opulenta Venecia, la orgullosa Britannia, la pura, audaz y desa

    fiante Marianne. Es ms bien la Mater Dolorosa del imaginario catlico. Vere

    mos enseguida cmo en la guerra anti-napolenica reaparecen estas imgenes.

    Al comenzar la era contempornea, en efecto, la Pennsula Ibrica se ve embarcada

    en un nuevo conflicto blico, que enseguida va a interpretarse como una reaccin contra

    una invasin francesa. El hecho de que el enemigo sea Francia confiere gran relevancia

    al enfrentamiento porque se trata, no slo de un poder europeo, sino del poder que ha

    servido de modelo para las lites reformistas y que suscita tanta animosidad entre am

    plios sectores de la poblacin espaola. Ya nos hemos referido a la respuesta popular a

    la guerra de 1793-95

    6

    . Pero es la terrible conflagracin de 1808 a 1814 la que va a servir

    de base para el surgimiento de la gran mitologa nacionalista dominante durante todo el

    siglo XIX e incluso el primer tercio del XX

    7

    . Slo ella subir al altar de las glorias pa

    trias como guerra de independencia nacional.

    Esta mitificacin nacionalista es enormemente simplificadora, por no decir abierta

    men te falseadora de la realidad. Napolen no pretenda convertir a la mon arqua espa o

    la en un territorio dependiente del imperio francs, sino cambiar la dinasta reinante; al

    go ni extraordinario ni repugnante para la tradicin espaola, ya que haba ocurrido tan

    slo cien aos antes, con resultados positivos, segn la opinin general, y de ningn m o

    do haba originado una situacin de dependencia formal respecto de Francia. Pese a al

    gn proyecto anterior de anexionar a Francia el territorio situado al norte del Ebro y

    compensar a la monarqua espaola con parte de Portugal

    8

    , el tratado de Fontainebleau

    fue explcito a este respecto, y lo fue por insistencia de los negociadores espaoles, que

    consideraron este punto innegociable: el territorio espaol (incluido el imperio america

    no) se mantendra unido, con los mismos lmites que posea anteriormente, y desvincu

    lado de cualquier otra monarqua exterior. El decreto por el que Napolen nombraba a

    su hermano Jos para el trono espaol le garantizaba, en su primera clusula, la inde-

    5.

    F. de Quevedo,

    Espaa defendida

    (1609).

    6. V. Carlos Seco, en vol. XXI de la Historia de Espaa dir. por Menndez Pidal, Madrid:

    Espasa Calpe, cap . II (poltica exterior de Carlos IV), pp . 507 y ss.; y Jean-Rn A ymes La guerra

    de Espaa contra la

    Revolucin

    Francesa (1793-1795),

    Alicante: Instituto de Cultura Juan G il-Al-

    bert, 1991. La invasin francesa de 1808-14 se halla, por tanto, inserta en una secuencia de tres

    momentos en que ejrcitos franceses cruzan los Pirineos, en el breve lapso de treinta aos (1794-

    95 ,1808-14 y 1823) y un estudio comparado de los tres casos iluminara, sin duda, grandemente

    el significado del conflicto anti-napolenico.

    7.

    Sobre esta guerra, v. fundamentalmente Miguel Artola

    El reinado de Fernando VII,

    vol.

    XXII de la

    Historia de Espaa

    dir. por Menndez Pidal, Madrid: Espasa Calpe; y Gabriel Lovett

    Napolen and the Birth ofModern Spain,New York Univ. Press, 1965, 2 vols.

    8. Proyectos que Napolen resucit en los meses finales de la guerra pero que, precisamente

    por su fecha, no pudieron ser los desencadenantes de la movilizacin de 1808.

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    pendencia e integridad de sus estados, y as lo ratific el estatuto de Bayona. La guerra

    que comenz en mayo de 1808 no fue, pues, una guerra de independencia, puesto que

    no se trataba de liberar a un territorio sojuzgado por un poder imperial

    9

    .

    El conflicto iniciado en 1808 fue, en realidad, un fenmeno de enorme complejidad,

    que slo puede entenderse distinguiendo en l una serie de niveles o sub-conflictos coin

    cidentes en el tiempo y alimentados entre s:

    1.

    En primer lugar, la guerra de 1808-1814 fue, indiscutibleme nte, una guerra in

    ternacional, reida entre las dos grandes potencias europeas del momento: Fran

    cia e Inglaterra. El elemento internacional estaba previsto incluso en los planes

    de Godoy, aunque su planteamiento inicial, tpico del ltimo siglo (Francia/Es

    paa frente a Inglaterra/Portugal), se vio inesperadamente alterado por los acon

    tecimientos y Espaa pas a formar parte del frente anglo-portugus contra los

    franceses. Pero, en definitiva, todas las grandes batallas de la guerra, excepto

    Bailen, consistieron en enfrentamientos entre un ejrcito casi exclusivamente

    francs y otro mayoritariamente ingls y mandado por un general ingls. Por es

    te lado, por tanto, la lucha no tiene nada que ver con una liberacin o indepen

    dencia nacional.

    2. En segundo lugar, hay en este conflicto elem entos que permiten clasificarlo co

    mo una guerra civil (trmino que us Jovellanos, entre otros, para describirlo

    10

    ).

    Aunque a la larga la interpretacin nacionalista acabara difuminando esta esci

    sin interna, lo cierto es que la lealtad de las lites espaolas se dividi profun

    damente en dos bandos. Podra discutirse, como veremos enseguida, si la causa

    del enfrentamiento entre ellos era nicamente la discrepancia sobre la dinasta o

    si haba dos proyectos polticos en pugna

    11

    . La verdad es que en los frentes

    opuestos se hallaban almas gemelas, como Cabarrs y Jovellanos o Melndez Val-

    ds y Quintana; e incluso que las dos dinastas pretendientes eran, en este caso,

    francesas. Lo cual no hace sino subrayar los aspectos fratricidas de la guerra

    12

    .

    9. As lo dice expresamente el folleto ann., obviamente de unafrancesado,Quines seanlos

    verdaderos patriotas

    en

    Espaa,

    s.d. (1812, probablemente), s.l., p . 4-5: no hay espaol alguno

    tan vil y tan desnaturalizado que se haya vendido al Emperador Napolen para hacer a su patria

    esclava de la Francia; los dos partidos contendientes quieren preservar la integridad y la inde

    pendencia de Espaa, que es en lo que se ha hecho consistir en todos tiempos la libertadyel honor

    de las naciones.

    10.

    Carta a Mazarredo, 11-VI-1808, cit. en la importante introd. de F. Etienvre a A. de Cap-

    many,

    Centinela contra

    Franceses,Londres: Tamesis Books, p.53;en esa misma pg., otras apa

    riciones de la expresin (y la idea) de guerra civil.

    11.

    Como pareca haber ocurrido en 1700, en que una concepcin ms tradicional, federativa,

    del Estado, haba sido apoyada por los reinos aragoneses, y otra que se adivinaba centralizadora

    haba atrado a los castellanos.

    12. V. foll. cit.Quines sean..., pp. 1: al principio de nuestra revolucin tan patriotas eran los

    que fueron a Bayona como los que ahora estn en Cdiz: unos y otros anhelaban por salvar la

    Espaa, amenazada de una total disolucin, aunque abrazaron distintos rumbos para llegar al mis

    mo trmino; en

    pp.

    9-10, tras recordar la debilidad a que nos haban reducido los dieciocho aos

    anteriores a la revolucin y que los propios Borbones, por debilidad o por otros motivos menos

    generosos, se prestaban a desmembrar la monarqua, mientras que Jos Bonaparte garantizaba la

    integridad e independencia de Espaa, se pregunta: podr decirse que tuvieron ms amor a la

    patria los que hubiesen preferido los reyes Borbones a toda ella?.

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    3. Para entender el enfrentamiento tambin hay que considerar su aspecto de pro

    testa o reaccin xenfoba, anti-francesa. Segn qued dicho, este tipo de senti

    mientos se haban visto alimentados a lo largo de todo el siglo anterior por la

    influencia gala sobre la corte espaola, y por tanto la explosin de mayo de 1808

    fue la culminacin de todo un siglo de odios

    13

    . Dado que la xenofobia es un

    ingrediente que nunca falta en los fenmenos nacionalistas (ya que en definitiva

    de lo que se trata es de marcar fronteras y exclusiones), la guerra de 1808 puede,

    desde este punto de vista, considerarse desde el primer momento como pre-na-

    cional. Pero es importante subrayar que no es un patriotismo positivo, de exalta

    cin de la propia identidad, sino que predomina el elemento negativo, anti-fran-

    cs.

    Este se exacerba por la indignacin ante un ataque efectuado a traicin,

    ante una posible victoria gala no por la fuerza de las armas -lo cual sera le

    gtimo, segn la moral blica tradicional- sino por engao, por la perfidia

    14

    ,

    gracias a unas tropas que haban entrado al pas como aliadas, para atacar Portu

    gal y, segn se crea, tambin para apoyar al prncipe de Asturias frente a Go-

    doy. Durante todo el siglo XIX la celebracin del Dos de Mayo mantendr este

    aspecto francfobo, con agresiones contra los nacionales del pas vecino resi

    dentes en las ciudades espaolas que osaban asomarse a la calle en tal fecha.

    4.

    Esa xenofobia no afectaba a la casa reinante (pese a ser francesa de origen) y en

    particular a uno de sus miembros, Fernando, p orque otro de los sentimientos que

    movi de manera decisiva a muchos de los combatientes fue un planteamiento

    maniqueo y personalista de los problemas polticos del m ome nto. Segn esta in

    terpretacin, Godoy, que haba dirigido los destinos del pas con un poder omn

    modo durante los ltimos diecisis aos, era el Mal Valido, el responsable uni

    versal de las calamidades patrias; Fernando VII, por su parte, personificaba el

    Buen Prncipe, la esperanza de rectificacin y redencin

    15

    . Sea cual sea la valo

    racin de la actuacin poltica de Godoy, y aunque no hay duda de que durante

    los ltimos aos de su mandato se haban acumulado los desastres (guerras, epi

    demias, hambrunas, prdida de la flota en Trafalgar...),

    16

    lo seguro es que su

    13.

    V. la agresiva Descripcin del francs en S. Alvarez Gamero (1919) Libelos del tiempo

    de Napolen,

    Revue

    Hispanique,

    XLV (107): 314-322. Obsrvese tambin el curioso adjetivo

    con que se denomin a los partidarios de Jos Bonaparte: afrancesados, esto es, imitadores de

    las ideas, costumbres o modas francesas (v.

    Dice.

    Hist. de laLengua Espaola, R.A.E., 1972).

    Todava en 1970, el coronel Snchez Daz, en su Evolucinyrazones histricas de la guerrilla en

    Espaa

    {Revista de Historia

    Militar, 1970: 29), explica que por independencia, en aquella gue

    rra, se entendi romper y acabar con la influencia extranjera en Espaa, situacin que el pueblo

    vena soportando desde 1701 (cit. por C. Drozier

    La Guerre

    d Indpendence

    espagnole

    a tra-

    versl estampe(1808-1814),Univ. de Toulouse-le-Mirail, 1976, 3 vols).

    14.

    Proclama de Sevilla a los espaoles, 2-VI-1808, en

    Coleccin

    de bandos,

    proclamas

    y de

    cretosdela Junta SupremadeSevilla,Cdiz 1808, p. 17. En esta idea insiste la Declaracin de

    guerra al emperador de la Francia de 6-VI-1808: y para todo esto se ha valido no de la fuerza

    de las armas, sino del pretexto de nuestra felicidad (...) del engao, de la traicin, de la perfidia

    ms horrible (id., p. 22).

    15. Ver el pionero art. de R. Herr Good, Evil, and Spain's Rising against Napolen, en R.

    Herr y H. T. Parker, Eds. (1965)

    Ideas inHistory,

    Duke Univ. Press, pp.

    157-181.

    16.

    V., p. ej., J. Chastenet (1961)

    Manuel Godoy

    et

    l Espagne

    de Goya, Pars: Hachette; H. R.

    Madol (1966)Godoy, Madrid: Alianza;o

    D.

    Hilt 1987)The TroubledTrinity.Godoy and the Spanish

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    impopularidad, y la paralela idealizacin de Femando, se deba a juicios ms

    morales qu e polticos, ya que se le consideraba amante de la reina y en Fernando

    se vea al hijo sufriente, m altratado por un padre db il y una madre desalmada

    17

    .

    5. Por ltimo , la guerra anti-napolenica tiene tambin un carcte r de protes ta anti

    revolucionaria, de inspiracin p oltico-religiosa. Este aspecto ha sido largamente

    discutido, a lo largo de los casi dos siglos transcurridos, y en general ha sido

    rechazado por los historiadores liberales, que desde el principio asociaron la su

    blevacin patritica contra los franceses con un deseo de reforma de las institu

    ciones del pas, es decir, con una protesta anti-absolutista. Pero resulta difcil

    negar el predominio de llamamientos a la defensa de la religin heredada frente

    a los invasores ateos, especialmente por parte del clero rural (denun ciado por los

    franceses y sus colaboradores desde el primer momento)

    18

    . Posteriores actitudes

    populares, como la entusistica recepcin a Fernando VII incluso despus de ha

    ber anulado toda la obra de las Cortes de Cdiz, obligan a reconocer que, al me

    nos buena parte de los movilizados contra Jos Bonaparte, lo que defendan era

    la religin y la monarqua tradicional y no las reformas liberales.

    Un conflicto tan complicado, naturalmente, no fue fcil de bautizar. Incluso ponerle

    un nombre era ya una batalla poltica. Al principio se recurri, por tanto, a su localiza-

    cin cronolgica o geogrfica: la presente guerra, los sucesos de estos ltimos me

    ses

    19

    ,

    la guerra de Espaa,la Guerre d'Espagne, the Peninsular War...Pero su conteni

    do poltico fue enseguida patente para los observadores y, dado que en la oferta

    terminolgica del momento no haba otros modelos, la mayora de ellos optaron por des

    cribir los hechos como una revolucin. Los precedentes inmediatos, que venan a la

    mente de todos, eran por supuesto las revoluciones americana y francesa, que a su vez

    haban tom ado el nombre de la inglesa del siglo anterior. Ya en 1809 hay un aCo leccin

    de docum entos para la historia de la revolucin en Espaa. En 1810, Alvaro Flrez Es

    trada publica su Introduccin para la historia de la revolucin de Espaa, Tapia y N-

    ez de Rendn sus

    Apuntes sobre los hechos principales de la Revolucin de Sevilla en

    Monarchs, Univ. of Alabama. Para una discusin sobre las culpas de Godoy, comparadas con las

    de Escoiquiz, v.

    La Floresta Espaola,

    Madrid: 1835, nms 11 y ss., Crtica literaria. Anlisis de

    la

    H istoria (...),

    escrita por d. Jos Muoz Maldonado).

    17.

    A los textos cit. por Herr en

    Ideas in History,

    cit., podran aadirse las invectivas contra

    Godoy que cita F. Entienvre, en la introd. cit. al

    Centinela...

    de Capmany, p. 37, o J. Herrero, en

    (1965)Los orgenes del pensam iento reaccionario enEspaa,Madrid: Edicusa, pp. 243-45: mal

    vado, disoluto garzn, traidor y archipirata, el ms ingrato y brutal de todos los mortales,

    oprobio del gnero humano, etc. Por contraste, v. la buena fe, sencillez e inocencia de Fer

    nando, p . ej. en laQueja oreclamacinde los Espao les a todos los franceses de hon or y

    rectitud,

    por J. N. A., J. R. L., P. D. C , Mxico 1808, p. 24.

    18. J. HerreroPensamiento reaccionario...,cit., pp. 219-256. Para una reciente, y muy equili

    brada, discusin de este tema, v. J. Tone (1994)

    The Fatal Knot. The Guerrilla War in Navarre

    and the Defeat of Napolen in Spain,

    Univ. of North Carolina Press, pp. 54-55.

    19.

    Ni siquiera est claro cundo han comenzado estos sucesos: en la matanza de Madrid el 2

    de mayo, en la sublevacin generalizada a fines de ese mes, o en el motn de Aranjuez en marzo,

    o en octubre de 1807, al descubrirse la primera conspiracin de Fernando? Todo, incluso las fe

    chas,

    ha de construirse culturalmente; ver, p. ej., J. N. E.

    Historia de la revolucin de Espaa...,

    Cdiz: 1811, quien sita el inicio de la revolucin en 1807.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    8/25

    82

    JOS LVAREZ JUNCO

    1808*. En 1811 aparece una nueva Coleccin de documentos para la historia poltica de

    nuestra revolucin, publicada en Valencia por Un Miembro del Pueblo as como una

    Memoria histrica sobre la revolucin de Valencia,

    por Fr. Juan Rico. En 1812 el R.

    Maestro Salmn inicia su Resumen histrico de la revolucin en Espaa, que acabar

    alcanzando los seis volmenes. En el apndice bibliogrfico pueden encontrarse hasta

    una veintena de ttulos anteriores al final de la guerra en que el conflicto se define com o

    revolucin. En ninguno de los que conozco aparece la expresin Guerra de la Inde

    pendencia.

    Al terminar la guerra aparecieron obras de mayor importancia, como la de Jos Cle

    mente C arnicero,

    Historia razonada de

    los

    principales sucesos de la gloriosa revolucin

    de Espaa, en cuatro volmenes, o La revolucin actual de Espaa de Martnez de la

    Rosa. Desde fuera de Espaa, aunque lgicamente predominaba la referencia geogrfica,

    se encuentra tambin la expresin revolucin, como en las

    Memorias para la historia

    de la Revolucin Espaola,publicadas en Pars por Juan Antonio Llrente, en laMmoi-

    re historique sur la rvolution d'Espagne,

    de Dominique de Pradt, Arzobispo de Mali

    nas,o en la obra de un George Elliot de la que slo conozco la traduccin italiana:Storia

    della Rivoluzione de Spagna, tradotte dall'inglese .

    Un planteamiento de tipo nacionalista, sin embargo, se haba desarrollado con enor

    me rapidez durante los primeros aos, e incluso meses, del conflicto. Pese a que al prin

    cipio aparecieron interpretaciones de tipo milenario, que intentaron movilizar a los espa

    oles con imgenes apocalpticas medievales

    22

    , los dirigentes anti-bonapartistas de

    Cdiz sustituyeron rpidamente esta retrica tradicional por las ms modernas apelacio

    nes nacionalistas, y en el terreno propagandstico ganaron, sin la menor duda, la campa

    a a los idelogos de Jos I. Numancia y Sagunto, como es bien sabido, fueron resucita

    das por doquier para explicar lo que estaba ocurriendo en Zaragoza y Gerona

    23

    . Esto

    repercuti en la denominacin de la guerra, como demuestra la introduccin, junto al

    trmino revolucin, de los de levantamiento o alzamiento (a veces nacional), guerra

    contra Napolen, guerra con Francia

    o

    con tra el francs,

    la

    santa insurreccin espao

    la, nuestra sagrada lucha... Se usa tambin abundantemente en Cdiz la vieja referencia

    20 .

    Cfr.

    M anifiesto del Duque de Alburquerque acerca de su conducta con

    la

    justa de Cdiz...,

    Londres: 1810, p. 5: desde el principio de esta revolucin....

    21. Tambin en laMemoriade Azanza y O'Farrill justificando su conducta poltica desde 1808

    las referencias al conflicto usan siempre el trmino revolucin de Espaa{M emorias del tiempo

    de Fernando VII,

    B. A. E., vol. XCV II: pp. 27 7, 312, 340...).

    22 .

    V. el

    Despertador Christiano-Poltico

    del presbtero Simn Lpez, Valencia: 1809; o

    La

    Bestia de siete cabezas y diez cuernos o Napolen em perador de los Franceses,

    por Un Presbte

    ro Andaluz, reimpr. en Mallorca 1809.

    23. V., p. ej., el llamamiento a los gallegos, por Pardo de Andrade, en diciembre de 1811: Nu

    mancia y Sagunto han renacido en las ruinas de Zaragoza y Gerona (cit. por G. Lovett

    Napo

    len...,

    p. 402). Cfr. la dcima de Valencia que segn el Marqus de Ayerbe fue la primera noticia

    que lleg al entorno de Fernando VII en Valeneay sobre el alzamiento nacional: La valenciana

    quiere arrogancia / tiene siempre por gran punto / no olvidarse de Sagunto / y acordarse de Nu

    mancia / Franceses, idos a Francia / dejadnos con nuestra ley / que en tocando a Dios y al rey / a

    nuestra patria y hogares / todos somos militares / y formamos una grey

    {Memorias...,

    B. A. E.,

    vol.

    XCVII: p. 232). Referencias a Numancia y Sagunto tambin en J. B. Gallardo (1820)

    Alocu

    cin

    patritica...,

    Londres: A. Taylor, p. 10; y en Canga Arguelles (1830)

    Observaciones a la His

    toria de (...) Napier,

    Londres: Impr. D. M. Calero, p. 29 (v. refs. compl. en apnd. bibl.).

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    9/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA 8 3

    a lapatria,y se denomina patriotas a quienes se oponen a Napolen, y hasta el trmi

    no independencia se desliza en las enumeraciones de los motivos del conflicto, junto

    a los de libertad o dignidad de la patria, aunque no aparezca en los ttulos de las

    obras

    24

    .

    Patriotismo, independencia, referencias a lo nuestro o lo espaol, co ntraposicio

    nes con lo francs, todo ello va formando el arsenal de la retrica nacionalista que al

    final acabar culminando en la mitificacin de la guerra de la independe ncia. Pero de

    momento son an apelaciones ambiguas. Patriotismo, por ejemplo, segn hemos di

    cho,

    era un vocablo anterior a la era de los nacionalismos y con la Revolucin Francesa

    haba adquirido un significado liberal: patriotes eran quienes se oponan a los aristo-

    crates o lgitimistes; de ah tambin su utilizacin por Arguelles en su famoso Es

    paoles, ya tenis patria al presentar la Constitucin gaditana

    25

    . Independencia no era

    una idea ligada al principio de las nacionalidades, esto es, a la necesaria correspondencia

    entre grupos etno-culturales y unidades polticas (un principio por entonces slo embrio

    nario) sino a insumisin, entereza o firmeza de carcter

    26

    . En todo caso, aunque

    estos matices son discutibles, lo cierto, y lo que importa en estas pginas, es que no llega

    a acuarse la etiqueta Guerra de la Independencia y que el trmino revolucin do

    mina el panorama.

    Esta era la situacin al ser restaurado Fernando en el trono en 1814. Con el primer

    perodo absolutista, la variedad terminolgica se mantiene e incluso se acenta, ya que

    no eran tiempos adecuados para vincular la metfora revolucionaria a un conflicto en el

    que la propaganda poltica vea aspectos positivos. La guerra de Espaa contra Napo

    len, la dominacin del gobierno intruso, la guerra defensiva contra la invasin del

    tirano, la ltima guerra entre Espaa y F rancia, la lucha contra la dom inacin fran

    cesa, aparecen, por tanto, entremezcladas con la revolucin, que sigue siendo predo

    minante. Es significativo que la primera historia oficial del conflicto blico reciente lle

    vase como ttulo

    Historia de la Guerra de Espaa contra Napolen Bonaparte

    (1818).

    Pero en los primeros aos veinte dos fenmenos van a modificar la situacin:

    1.

    Ante todo, la revolucin -verd ade ra e indiscutible rev oluc in- que sacude a Es

    paa durante el perodo 1820-23, y que inaugura un perodo de inestabilidad casi

    constante en las dcadas siguientes. El trmino revolucin se convierte, con

    ello, en inservible para referirse al conflicto de 1808-1814. Todava se utiliza,

    pero para designar todo el proceso (1808-1823) -como hace Schepeler- o en

    plural -como Beauchamps o Marliani-: las revoluciones de Espaa (1808-14

    y 1820-23).

    2.

    La rebelin de las colonias americanas, que se agrava y convierte en irreversible.

    Los nuevos pases independientes, en general, no se refieren a su conflicto como

    24.

    V.,p.ej.,Flrez EstradaIntroduccin para

    la

    historia de

    la

    revolucin deEspaa, Londres

    1810: Los espaoles (...) no podan ver su religin insultada, sus instituciones despreciadas (...) y su

    independencianacionalhollada, hastael punto dedarles sin su consulta gobierno, reyesymonarca (B.

    A.E., vol. CXH:

    p.

    260);

    o

    El Procurador General de la Nacin

    y

    delRey,

    1814, n

    108

    (p.997):

    la

    gloriosa luchaqueha sostenido Espaa por su Religin, su Rey y su independencia.

    25. Gallardo, en laAlocucin

    patritica...,

    cit, p. 6, conecta igualmente estas dos ideas: aqu

    sois todos liberales, ilustres Patriotas perseguidos por la justa causa (maysc. orig.).

    26.

    Segn Martn Alonso, en su

    Enciclopedia

    del

    idioma.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    10/25

    84

    JOS LVAREZ JUNCO

    una guerra de independencia hasta ms tarde. Al igual que los espaoles, slo

    encuentran en el vocabulario disponible el trmino revolucin y se lo aplican,

    aunque combinado con expresiones ms creativas, como emancipacin o li

    bertadores. Visto desde Europa, sin embargo, hay pocas dudas de que se trata

    de la independencia americana

    27

    .

    Es justamente en la fase final del proceso americano de independencia cuando los

    espaoles comienzan a aplicar el mismo trmino a los acontecimientos de 1808-1814.

    Ya en las discusiones polticas de 1821-22 hace su entrada la expresin guerra de la

    independencia

    28

    . En 1824, Quintana explica a Lord Holland que la indisciplina en el

    ejrcito espaol se debe a la manera con que se hizo la guerra de la Independencia

    29

    .

    En 1825, el ex-guerrillero Mina publica en Lon dres una versin extractada y bilinge de

    sus futuras memorias y titula el primer captulo Mis principios y campaa de la inde

    pendencia

    30

    . Cinco aos ms tarde, sin embargo, y tambin desde Inglaterra, en las ob

    servaciones crticas que Canga Arguelles escribi sobre laHistory ofthe Wa r in the Pe-

    ninsule de Napier, ni una sola vez se usa el trmino Guerra de la Independencia . A

    juzg ar por m is datos, slo en 1833 aparecen dos libros que usan al fin la expresin en el

    ttulo (y ambos necesitan alargarlo para explicar su significado): La Guerra de la Inde

    pendencia, o sea, triunfos de la heroica Espaa contra Francia en C atalua,por Cecilio

    Lpez; y laHistoria poltica y militar de la Guerra de la Independencia de Espaa con

    tra Napolen Bonaparte, de 1808 a 1814,de Jos Muoz M aldonado. Un sntoma de la

    escasa implantacin del nuevo trmino en este mom ento es que la primera frase del libro

    de Muoz Maldonado -obra publicada bajo el patrocinio real- expresaba que el objetivo

    del autor era debatir la gloriosa revolucin de Espaa de 1808 a 1814.

    Frente al uso de la nueva denom inacin se resistieron, com o es de imaginar, los pro

    pios protagonistas del conflicto, que por aq uel entonces estaban en trance de escribir sus

    memorias o relatos histricos con fuerte contenido autobiogrfico. El ejemplo ms im

    portante en este sentido fue la merecidamente clebre obra del conde de Toreno, publi

    cada en 1835 y convertida enseguida en la historia ms autorizada sobre el aconteci-

    27.

    Ya en 1814 Llrente se refera a la declaracin d e independencia de los habitantes de las

    provincias americanas (Memorias...,p. 168). Cfr., entre otros muchos testimonios, Mgr. de Pradt

    (1822)Examen del plan.... O la abierta referencia a la independencia de la Amrica espaola

    por Mariano de Sicilia en 1827, cit. por C. Seco Tres actitudes espaolas ante la independencia

    de Am rica, Boletn

    Am ericanista,

    1959 1 (1): p. 49. Sobre la relacin de la idea de la indepen

    dencia y el proceso de separacin de las antiguas colonias americanas, obsrvese que la R.A.E.

    consider hasta muy tarde incorrecto el uso del verbo independizar, surgido en Amrica (Dic

    cionario crtico-etimolgico

    J. Coraminas y J. A. Pascual, Madrid: Gredos, 1980).

    28 .

    V. referencias a la guerra de la independencia en

    Diario de Sesiones

    de las Cortes de

    1822, ll-m-1822 (p. 302) o 19-HI-1822 (p. 418); o M inerva

    Espaola,

    n 13 (l-V-1 821 ), p. 206.

    Estos datos, as como otros relacionados sobre todo con las discusiones en Cortes y la repercusin

    del Dos de Mayo en la prensa, me han sido proporcionados por Gregorio de la Fuente Monge, a

    quien expreso aqu mi agradecimiento.

    29 . Quintana, dcima carta a Lord Holland (12-IV-24) enO bras Completas, B. A. E., vol. XIX:

    p.

    585.

    30. Breve extracto de la vida del General

    Mina,

    Londres: Taylor y Hassey, 1825, p. 8.

    31.

    Observaciones... a Napier, cit.: en cap. II se refiere a la insurreccin espaola del ao

    1808, en cap. XVI a la guerra de los seis aos...

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    11/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    85

    miento, cuyo t tulo es muy expres ivo: Historia del levantamiento, guerra y revolucin

    de Espaa

    32

    . En la cr t ica que public a este l ibro, Alcal Ga liano , protag onista e histo

    r iador tambin del per odo, muestra e l completo eclect ic ismo en cuanto a los nombres

    que re inaba en e l momento: abre e l ar t culo con un al cabo ha aparecido un his tor iador

    espaol que recuerde a la posteridad las glorias de su patria durante la guerra de la Inde

    pendencia; pero no vuelve a usar esta expresin sino que se refiere a la revolucin

    espaola de 1808, la guerra de la Pennsula, la guerra y revolucin de Espaa, el

    alzamiento y defensa (de Espaa), cuando no los tres sustantivos del t tulo de Tore-

    no

    3 3

    . En sus propios re la tos , s in embargo, Alcal Gal iano t iende a mantener la denomi

    nacin tradicional. Por ejemplo, en su

    ndole de la revolucin de Espaa en 1808,

    publ i

    cada en la Revista de Madrid en 1839, donde rechaza expl c i tamente que cotejados los

    sucesos de Francia. . . con los de Espaa durante el perodo l lamado de la guerra de la

    Independencia sean los segundos chicos y poco dignos del t tulo de revolucin

    3 4

    .

    La osci lacin se iba a mantener todava has ta , aproximadamente , mediados de la d

    cada siguiente. E. de Tapia en 1840, E. de Kosca Vayo en 1842, J. Daz de Baeza el ao

    siguiente y A. Ramrez Arcas tres ms tarde, se muestran an reticentes a aceptar, s in

    m s ,

    e l nuevo nombre

    35

    . Pero en la segunda mitad de los aos cuarenta es ya claro que

    el trmino se ha impuesto. Aparece por f in la his tor ia de Miguel Agust n Prncipe (La

    Guerra de la Independencia,

    1844) obra cannica has ta que en 1868 Gm ez Arteche

    comience la publ icacin de suHistoria de la Guerra de la Independencia. En 1860 ve la

    luz e l tomo XXIII de la

    Historia General de Espaa,

    de Modesto Lafuente , cuya parte

    III,

    Libro X, se t i tula La Guerra de la Independencia de Espaa, lo cual supone la

    consagracin definit iva de la expresin

    36

    . Par t icularmente curiosa es la evolucin de Al-

    32 .

    Toreno haba publicado, ya en 1820, una Noticia... de la insurreccin de 1808, donde no

    usa el trmino revolucin ni, por supuesto, guerra de la independencia. En su

    Historia

    de 1835

    se deslizan en ocasiones expresiones como movidos sus habitantes (por el) sentimiento de la hon

    ra e independencia nacional... (p. 63), en sentido muy semejante a como se utilizaba la expresin

    en los mismos aos de la contienda.

    33 . B. A. E. vol. LXXX IV: pp. 447, 454 y 457.

    34 .

    B. A. E. vol. LXXXIV: pp. 309-325. En otros mom entos en que usa las diferentes expresio

    nes lo hace de manera casi indiscriminada: de la revolucin de Espaa en 1808 no ha habido

    quien d razn cumplida; la revolucin de nuestra patria... durante su perodo primero, esto es,

    pendiente la guerra llamada de la Independencia; empez la memorable guerra de la Indepen

    dencia; el terrible y general motn que dio principio a la guerra (pp. 310, 311, 318, 319).

    35. E. de Tapia, pese a no etiquetar la guerra como de la independ encia, usa este ltimo ter

    mino con profusin: el movimiento de un pueblo que se alza heroicamente para defender su in

    dependencia, el vehemente amor a la patria [y la] defensa de su independencia, de su religin y

    de sus leyes, esta guerra eminentemente nacional (pp. 202-205). Kosca Vayo, Daz de Baeza o

    Ramrez Arcas son an ms anticuados en su terminologa, y rechazan en general la palabra, e

    incluso la idea, de independencia: esta guerra memorable de seis aos, emprendida a impulsos

    del honor y de la fidelidad (Daz de Baeza, p. 395); ello no significa, sin embargo , que la idea de

    una invasin extranjera, y la invocacin de don Pelayo y la reaccin contra los agarenos, no sea

    constante. Sin embargo, Florencio Galli, en sus

    Memorias sobre la Guerra de Catalua 1822-

    1823 (Barcelona: A. Bergnes, 1835), usa con naturalidad la expresin guerra de la independen

    cia (pp. 21, 22, 23, 175). Igualmente, Marliani, en su

    Historia poltica de la Espaa moderna

    (Barcelona: A. Bergnes, 1840), se refiere a la guerra de la independencia en p. 12.

    36 . En cam bio, en el apndice de Eduardo Chao a la

    Historia General de Espaa

    del P. Maria

    na, publ. en 1851,titulaba esa parte (T. III, cap. IX y ss.) Reinado de Fernando VII y Gobierno

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    12/25

    86

    JOS LVAREZ JUNCO

    cala Galiano, en cuyas tardas Memorias abun dan ya las referencias a la guerra de la

    Independencia

    37

    , como trmino indiscutible. La diferencia con sus propios textos, y en

    particular con el de 1839, es significativa.

    La guerra de 1808-1814 ha sido, pues, definit ivamente bautizada al comenzar la se

    gunda mitad del siglo XIX

    38

    . El triunfo de una expresin creada en los aos veinte y

    t re inta -entre una y dos dcadas despus de producidos los hechos- puede decirse que

    ha sido fulgurante en los cuarenta y cincuenta.

    A part i r de ah , la Guerra de la Independencia se va a convert i r en la piedra

    angular de la mitologa con la que pretende aureolarse e l naciente Estado-nacin l i

    beral en Espaa. Prueba de e l lo son los monumentos a los mrtires del Do s de M a

    yo

    3 9

    y la conversin de la fecha en fiesta nacional

    40

    . De nuevo, hay que observar que

    se prefiere el dos de mayo al doce de octubre, por ejemplo, es decir, que una gesta frente a

    Europa pasa por delante de una gesta en Amrica

    41

    . Los l ibe ra les , en genera l , fue ron

    ms ins i s t en tes en es ta mi to logizac in . Por c i t a r s lo un par de e jemplos , l a s se

    r i es de los Episodios

    nacionales

    de Ga lds se inau gu ran con l a ded icad a a es ta

    Nacional (pero en ndice temtico aparece Guerra de la Independencia, lo que prueba la coe

    xistencia de nombres en el momento).

    37.

    Escritas en los primeros aos sesenta, aunque publicadas por su hijo ms tarde (B. A. E.,

    vols.LXXXHI y L XXXIV); ver pp. 8, 15, 16, 21, 92, 121,175...En su apndice a la

    Historia de

    Espaade Dunham, que l m ismo tradujo en 1844-46, tambin titula ya A lcal Galiano el cap . 3

    o

    del t. VI Principio de la Guerra de la Independencia.

    38 . Incluso en el exterior se reconoce tal cambio. VerA

    Catechism ofthe History ofSpain and

    Portugal,por a Lady, Londres: 1849, p. 77: ... that noble struggle for independence known as

    the Peninsular War.... Y L. A. Fe (1842)Souvenirs de la G uerre... dite de l'Independan ce.

    39. Primer decreto en tal sentido, 16-IV-1812. V. nuevo debate en Cortes en marzo de 1814

    Diariode Sesiones,p. 146); de nuevo, el 14-111-1822 se reconoce que no se ha erigido tal monu

    mento y se vuelve a decretar se lleve a efecto cuanto antes lo permitan las urgencias de la na

    cin Diariode Sesiones, p. 356). Este ltimo ao, el propio dos de mayo p resenta Canga A rgue

    lles la propuesta de erigir un Panten Nacional(ibd., pp. 1246-47).

    40 .

    Aprobacin de propuesta de solemnizar esta fecha ya en las Cortes del 1 y 2 de Mayo de

    1811(D iario de Sesiones

    1810-13,

    pp. 977 y 994-95). Sin embargo, en enero de 1812 se recorda

    ba que ni siquiera se haba cumplido su insercin en los almanaques (ibd., pp. 2696-97). Nueva

    discusin y decreto en 1812

    (ibd.,

    p. 3110), 1813

    (ibd.,

    p. 5152) y 1814

    (Diario de Sesiones,

    1814, p. 163, 174, 241-43, 282, 297 y 317); ref. a este ltimo debate enEl ProcuradorGeneralde

    la Nacin y del

    Rey,nms. 106 y 107 (de acuerdo en conceder un indulto y en dotar a un cierto

    nmero de doncellas, pero desacuerdo sobre si es da de luto o de regocijo; carcter todava muy

    religioso de la celebracin). Las referencias nacionalistas basadas en el Dos de Mayo se sucedern

    a lo largo de todo el siglo, sobre todo en los perodos liberales: v., p. ej., la

    Abeja Espaola

    de

    2-V-1820 (la nacin ms heroica de la tierra, etc.) oLa Iberia,2-V-1870 y 2-V-1871 (la patria

    de los Pelayos, el pas de los Viriatos, la tierra de Sagunto, de Numancia y de Covadonga).

    41.

    Una curiosa prueba emprica de la importancia de la guerra de 1808-14 y del mantenimien

    to del eurocentrismo en el nacionalismo espaol del XIX sera elPabellnEspaol,o d iccionario

    histrico d escriptivo de las batallas, sitios y acc iones ms notables que han dado las armas espa

    olas...,

    de I. Calonge (1855), Madrid: Impr. A. Gmez Fuen tenebro, obra en la que se dedica a la

    guerra de 1808-1814 un nm ero de pginas aproximadam ente equivalente al que consumen, suma

    dos,

    la Reconqu ista y las guerras europeas del perodo 1490-1648 (los dos siguientes en orden de

    importancia, excluido el carlismo por su carcter inmediato); la conquista de Amrica no merece

    ni la mitad de espacio que el dedicado a cada uno de los dos ltimos perodos citados ni, por tanto,

    alcanza la cuarta parte de la guerra anti-napolenica.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    13/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    87

    guerra ; y Ferna ndo G arrido consideraba que el alzamien to del pueb lo espaol contra

    los franceses haba sido el acontecimiento pol t ico ms importante de la historia de

    4

    nue stra patria .

    Entre los rasgos de esta elaboracin mitolgica nacionalista en torno a la Guerra de

    la Independencia destacar los siguientes:

    1. Su esen cial vertien tepopu lista. Es el pueblo el que ha redimid o a la patria cuan

    do las l i tes corrompidas, anti-nacionales, ya la haban vendido

    4 4

    . La verdade

    ra fuerza mo ral de la nacin reside, pues, en el pueb lo; slo l es eterno, dotado

    de un inst into pol t ico siempre acertado y, en ocasiones extremas, es l , y no de

    las instituciones, el que salva a la patria. Lo cual encajaba perfectamente con el

    naciente romanticismo y con la idea de volksgeist

    45

    , pero romp a con toda la tra

    dicin el i t ista y pedaggica del reformismo espaol del Antiguo Rgimen. A

    part ir de aquel momento, sin embargo, un rasgo caracterst ico del nacionalismo

    espaol del siglo XIX, especialmente pero no slo el progresista

    4 6

    , sera la idea

    de que slo del pueblo, de las clases bajas, caba esperar la futura redencin o

    regeneracin pol t ica.

    2. El carcter quejumbroso d e este patriot ismo , la image n doliente y casi moribun

    da de Espaa, heredada del Antiguo Rgimen. Un buen ejemplo sera el que pro

    porciona Gabriel Lovett sobre un prroco asturiano que propuso a las Cortes de

    42 . V. Gilberto TriviosBenito Prez Ga lds en la jaula de la

    epopeya.

    Hroes ymonstruosen

    laprimera serie de los Episodios Nacionales,

    Barcelona: Eds. del Mal, 1987.

    43 .

    Fernando GarridoLa Espaa contempornea1865, pp. 109 y 113. En el mismo sentido se

    pronuncia un autor como Vctor Gebhardt, situado ideolgicamente en las antpodas de Garrido (y

    a quien no gusta el trmino guerra de la independencia); en su H istoria Genera l de Espaa...,

    vol. VI, p. 465, escribe: de aquel momento data nuestra moderna gloria. Cfr. el ann, de 1835

    Observaciones sobre la historia... hasta 1823,p. 3: La guerra de la independencia con que co

    mienza para Espaa la historia del siglo XIX es sin duda el acontecimiento ms grande y memo

    rable de que ha podido ser teatro pueblo alguno.

    44 . Entre los primeros en subrayar esta vertiente, Antonio de Capmany en su Centinela contra

    franceses;oElRobespierre

    Espaol,

    Cdiz 1811, n VI: El mem orable da de nuestra venturosa

    insurreccin se debi a sola la plebe (...) sola la plebe levant el furioso grito de libertad (...)

    atnitos, los grandes apenas se resolvan a creer lo que estaban viendo. Cfr. otros ejemplos y

    consideraciones sobre este aspecto en Lovett

    Romantic Spain,

    New York: Peter Lang, 1990, pp.

    166-67. Para versiones posteriores, cfr. el poema Al Dos de M ayo, de Espronceda, citado como

    lema de este artculo; o

    La Iberia

    del 2-V-1870: Qu contraste entre la conducta observada por

    la corte y el pueblo La primera, siempre dbil, egosta y humillada, el segundo siempre grande,

    patritico, digno (...) La corte huy, el pueblo luch. Para la interpretacin negativa de la inter

    vencin popular en la guerra de 1808, recurdese cmo el anciano y moderado Alcal Galiaho

    observaba que haba sido aquella guerra la que ense al pueblo a desobedecer y a estarse conti

    nuamente mezclando en los asuntos de estado (cit. por Lovett,

    Romantic Spain,

    175).

    45 .

    V. J.L. Talmon (1960)

    Political

    M essianism.

    The Rom antic

    Phase,Londres y N. York.

    46 . Ver el vocablo Pueblo en el

    Diccionario

    Crtico-Burlesco de B . J. Gallardo: en el (sen

    tido) ms alto y sublime es sinnimo de nacin... Fernando Garrido (1865)

    La Espaa Contem

    pornea,

    Barcelona: Tip . Maero, p. 109: La grandeza, el herosmo del pueblo consuela el alma

    de la bajeza de sus m andarines.... En cuanto a Galds, como observa Trivios, en

    Hroes y mons

    truos...

    cit., la primera serie de los

    Episodios Nacionales

    difundi en Espaa el nuevo mito del

    patriotismo de los hroes oscuros (p. 67); en

    ibd.,

    pgs. sig., distinciones que Galds hace entre

    pueblo, populacho, plebe, etc., y que eran bastante comunes (Meson eros, p. ej.) en este tipo

    de representacin de las identidades colectivas de las clases bajas.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    14/25

    88

    JOS LVAREZ JUNCO

    Cdiz recorrer los pueblos del pas solicitando limosnas para la patria; llevara

    una imagen de Espaa vestida de luto, arrodillada y con sus manos levantadas

    hacia el cielo, en cuya base se leera: La Madre Patria pide a sus amantes hijos

    la ayuden lo que puedan en el presente conflicto

    47

    . Es una obvia transposicin

    de la tradicin catlica de la Virgen Dolorosa. Del mismo tono es el famoso

    poema de Bernardo Lpez Garca Al Dos de Mayo, que se convertir en la

    ms po pular de las poesas patriticas:

    Oigo, Patria, tu afliccin,

    y escucho el triste concierto

    que forman, tocando a m uerto,

    i ~ 48

    la campana y el canon... .

    3.

    La conexin de la resistencia anti-napolenica con las luchas de liberacin na

    cional sostenidas por Espaa contra diversos invasores extranjeros y en particu

    lar contra el Islam

    49

    . Este aspecto se insertaba, por supuesto, dentro de la moda

    romntica y del resurgimiento de los estudios medievales. La guerra anti-napo

    lenica, segn esta interpretacin, no habra sido sino la culminacin de la larga

    lucha del pueblo espaol para l iberarse de invasiones -y de influencias- extran

    jeras

    5 0

    .

    4 . La gran aportacin de catalanes y aragoneses a esta mitologa. Gerona, Zarago

    za, Tarragona y los Bruchs eran nombres imborrables de la epopeya; un cata

    ln tan significativo como Antonio de Capmany, el gran especialista en los ar

    chivos de la corona de Aragn, haba sido el redactor de algunos de los ms

    sonados discursos anti-franceses

    51

    . Incluso en el terreno de los smbolos, aparece

    Juan Espaol -u n b aturrico, con la cabeza cubierta por un pau elo, a veces espe-

    ci de barr etina - y la jota se acepta como representacin del folklore nacional .

    5.

    El camb io en el estereotipo extranjero. Un cambio influido por el rom anticismo,

    y que en conjunto puede considerarse posit ivo, y desde luego muy diferente al

    47 .

    Lovett

    Napolen...,

    cit., p. 332 . El nombre del clrigo era D. Jos Romero de Mier.

    48. Cfr. el expresivo ttulo del folleto de Jos Gutirrez GarcaAspectos

    de

    Espaa:

    I

    o

    , Abatida

    por

    leal

    y

    engaada

    por perfidia. 2

    a

    ,

    sublevada

    por

    amor...,

    cit. en

    Congreso

    Histrico Internacio

    nal de la

    Guerra

    de la

    Independencia, Zaragoza, 1910, t. IV: p. 226.

    49 .

    Gebhardt,

    H istoria de

    Espaa,cit., vol VI, p. 468: Asturias, renovando los gloriosos tim

    bres de la sangre goda, se levant en defensa de la patria. Tambin Gallardo, en la

    Alocucin...

    de 1820, cit., p. 22, recordaba la actuacin de los Borbones en 1808 a la de D on Rodrigo el 711 ,

    cuando dej a Espaa un yugo de ochocientos aos. Recurdese igualmente el famoso artculo

    de Castelar El patriotismo espaol, publ. con ocasin de la Guerra de frica de 1859, en que

    conecta ese conflicto contra el Sultn de Marruecos con la Guerra de la Independencia.

    50.

    V. Marliani, en suHistoria poltica...,cit., p. 12: tras tantos dominadores como han ido

    desangrando la Pennsula, sobresale todava el tipo nacional, como han demostrado Zaragoza y

    Gerona recientemente.

    51. Sobre Capmany, v. introd. cit. de F. Etienvre a la reed. del Centinela....Para la idealizacin

    catalana de la G uerra de la Independencia, en la segunda mitad del XIX, v. Vctor Gebhardt (1868)

    Lo siti de G irona en l'any

    1809,o Riera y Ricart (1886)

    L a

    Renaixenga.

    52 .

    En particular se hace clebre la jota : La Virgen del Pilar dice / que no qu iere ser francesa;

    / que quiere ser capitana / de la tropa aragonesa. Lo aragons de ningn modo se opone aqu a lo

    espaol, sino que es una de sus variantes.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    15/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    89

    aragonesismo que impera en el estereotipo interior. Los veteranos franceses e

    ingleses escriben relatos m agnificados de sus hazaas y de los peligros corridos

    en la Pennsula. Desde Alemania o Rusia se han puesto tambin esperanzas en

    el herosmo y las guerrillas espaolas como defensa frente a Napolen. A Fran

    cia, por la rapia de las tropas, y a Inglaterra, por regalos a Wellington, llegan

    obras de arte del Siglo de Oro. En resumen , se descubre la cultura espaola, una

    cultura que a finales del XVIII un Masson de Mo rvilliers haba declarado inexis

    tente. A los escritos de Lord Byron o de Victor Hugo se aaden, en las dcadas

    siguientes, los de Washington Irving, Tophile Gautier y los viajeros y volunta

    rios que vienen a la primera Guerra Carlista. Mrime y Bizet terminarn por

    completar esta imagen que tipifica a Espaa en sentido andalucista u orien

    tal.

    Es una personalidad excepcional, pre-moderna, pero en todo caso fuerte,

    bien consagrada -una de las ms marcadas- dentro del contexto europeo

    53

    . Y la

    Guerra de la Independencia ha contribuido a su formacin con el tipo del guerri

    llero indomable, el paisaje de montaas feroces, el ambiente de fanatismo tradi-

    cionalista.

    Toda esta tarea de construccin de una mitologa nacionalista no va a alcanzar, sin

    emb argo, una fuerza comp arable a la francesa alrededor de la revolucin o a la que Italia

    y Alemania estaban construyendo por aquel entonces. De nuevo, las razones de este re

    lativo fracaso son complejas y exceden de los lmites de este artculo. nicam ente m en

    cionar el papel desempeado por el propio mito de la Guerra de la Independencia que,

    en mi opinin, y aunque parezca contradictorio, pudo ser uno de los factores que expli

    can aquella dbil construccin nacionalista. El hecho mismo de haber comenzado el si

    glo con tan impresionante demostracin de sentimientos patriticos -se g n se interpreta

    ba- convenci a los gobernantes espaoles (y a los observadores extranjeros) de que

    Espaa era una de esas identidades naturales, eternas, raciales, con las que los habitantes

    del pas nacan, y que no haba necesidad alguna de inculcar o de potenciar en la escuela,

    o por medio de monumentos, smbolos o arengas. Al menos, los gobernantes italianos

    saban bien que la identidad nacional no era innata, y lo reflej el famoso dicho de M as-

    simo d'Azeglio: ya tenemos Italia; ahora hay que hacer italianos.

    Pero lo que los hombres de la poca no saban, y hoy lo sabemos gracias al avance

    de los estudios sobre los nacionalismos, es que todaidentidad colectiva es aprendida, es

    creada por lites interesadas en el proyecto poltico anejo a la misma y tiene que ser

    inculcada por los medios de comunicacin. Varias de las ms antiguas y slidas unida

    des polticas procedentes del Antiguo Rgimen que no supieron adaptarse a la nueva

    retrica legitimadora, como los imperios austraco o turco, o la repblica veneciana, de

    saparecieron en el curso del choque con la modernidad. Otras, como Francia e Inglate

    rra, sobrevivieron sin problemas, gracias a la nueva legitimidad revolucionaria y/o imp e

    rial. El espaol fue un caso intermedio. Se crean smbolos, como la bandera rojigualda,

    pero demasiado tarde (1843) y teidos de significado partidista; otros, como el himno

    nacional, ni siquiera existen durante todo el siglo XIX, y el que finalmente se acepta en

    53. V. Jos Alvarez Junco Espaa: el peso del estereotipo, enClaves

    de Razn Prctica,

    1994 (48): pp. 2-10.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    16/25

    90

    JOS LVAREZ JUNCO

    el XX n o tiene letra; la propia fiesta nacional del dos de mayo no pasa de ser celebrada

    en Madrid, como fiesta local, y subvencionada con fondos del municipio

    54

    . El Estado no

    apoya canales de socializacin en la identidad colectiva nacional, como escuelas pbli

    cas o un servicio militar obligatorio. Pero el refugio en la mitologa de la Guerra de la

    Independencia parece compensar todas esas carencias: Espaa no posee la fuerza pol

    tica de Francia, ni sus smbolos suscitan el fervor de los franceses, pero... cuando ha sido

    necesario, ha derrotado a Francia. El len ibrico duerme, pero cuando despierta es in

    vencible. Es todava la retrica que se usar contra los Estados U nidos en 1898. Y de ah

    la gran decepcin -la sensacin de desastre- al ver que el pas no slo es un fracaso

    diario sino que tampoco reacciona en las grandes ocasiones.

    Pese a este ltimo golpe, el mito de la Guerra de la Independencia m antena an una

    cierta vitalidad al comenzar el siglo XX

    55

    . Dos ejemplos servirn para terminar este re

    corrido:

    1. El centenario de la Guerra de la Independencia, organizado en buena medida

    como com pensacin del choque traumtico de 1898. Para entonces, ya nadie du

    daba del nombre de aquella guerra. El Ayuntamiento de Madrid convoc una

    celebracin especial

    56

    . Se levantaron, por fin, abundantes monumentos, y se ce

    lebraron congresos

    57

    , se escribieron zarzuelas e incluso peras

    58

    sobre la epope

    ya y cada ciudad o sector social se esforz por recordar y enaltecer su contri

    bucin a la gran hazaa nacional.

    2. Su utilizacin -po r ambos ba nd os - durante la Guerra Civil. Nacionales y repu

    blicanos recurren por igual a la retrica reivindicativa y dolida de la agresin:

    Espaa, atacada en su da por los musulmanes y ms tarde por Napolen, se de

    fiende ahora contra Hitler y Mussolini (o contra la conjura judeo/masnico/co-

    munista, segn la versin)

    59

    . No se trata sino de una nueva lucha por la supervi

    vencia, por ser fieles a nosotros mismo s. Com unistas y anarquistas, por una vez,

    coinciden: para Mundo Obrero, el genio heroico de Daoiz y Velarde, del te

    niente Ruiz, de Malasaa encarna en los soldados de las trincheras madrileas.

    Castaos, el Empecinado, los defensores de Zaragoza y Gerona anteceden hist

    ricamente a nuestros jefes militares de hoy. Es la misma causa, puesta en valo-

    54. V.

    El

    Heraldo

    25-V-1846: resolucin del ayuntamiento madrileo. Cfr.

    La Iberia

    3-V-

    1871,vicisitudes para construir el monumento del Campo de la Lealtad, ordenado en 1814, pero

    no terminado hasta 1840.

    55. V. la Enciclopedia Espasa, que dedica cinco densas pginas de dos columnas (1018 a 1023

    del t. XXI) a describir lo que denomina la admirable epopeya de los espaoles luchando contra

    las tropas del capitn ms grande que han visto los siglos.

    56. V.LaCorrespondencia deEspaa 27-IV-1908: asistira el Rey, el Tribunal Supremo, el

    Consejo de Estado y las ms altas representaciones del Estado,perojunto a ellas las sociedades y

    gremios municipales que desearan participar.

    57. Congreso Histrico

    Internacional..., cit., 4 vols.

    58. V.

    Congreso

    H istrico..., cit., p. 215-216: dos zarzuelas, escritas por Jos Lambert, Antonio

    Soler y Digenes Ferrand, un juguete cmico, de Toms Aznar, y una pera titulada Zaragoza,

    de cuyo libreto es autor Benito Prez Galds.

    59. V. Tte. Gral. M. Chamorro Martnez 1808/1936.

    Dos situaciones histricas

    concordantes,

    Madrid:

    1975.

    Y E. Ucelay (1994) Prefigurazione e storia: la guerra civile spagnola del 1936-39

    comeriassuntodel passato, en Gabriele Ranzatto (Comp.)Guerre

    fratricide. Le

    guerre civili

    in

    etcontempornea,Torino: Bollati Boringhieri.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    17/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

    91

    racin de honor por el mismo pueblo.

    Solidaridad Obrera

    confirma: Durante

    la lucha pica por la independencia nacional, las tropas francesas llegaron a

    creerse dueas de la pennsula (...) Sin embargo, la lucha continu con la fe su

    prema que el pueblo ibrico sabe poner en la defensa de sus libertades (...) La

    Historia volver a repetirse en relacin con el fascismo imperialista...

    60

    . Franco,

    por su parte, ofrece un discurso paralelo: No es la primera vez en nuestra His

    toria que nuestra juventud trueca los libros por las armas, pues en momento si

    milar (...), cuando nuestra otra Guerra de la Independencia...

    61

    .

    Como resumen de estas pginas, el nombre guerra de la independencia es una

    creacin cultural, como cualquier otro de los conceptos que utilizamos para interpretar el

    mundo. No surgi durante los sucesos de 1808-1814, sino ms tarde, en los primeros

    aos veinte y probablemente en relacin con la rebelin de las colonias am ericanas, aun

    que no apareci como ttulo de obras hasta los primeros treinta y no lleg a estar consa

    grado definitivamente hasta la segunda mitad de los cuarenta. Si la denominacin se to

    ma literalmente, es una abierta deformacin de los acontecimientos a los que se refiere.

    Y el objetivo de tal deformacin es claro: reforzar una visin de Espaa como pueblo o

    nacin que pueda servir de base para el Estado que est en curso de construccin (fun

    cin que no hubiera podido cumplir un nombre como la guerra de la usurpacin, por

    ejemplo, usado tambin en los primeros momentos y que hubiera sido la perfecta denun

    cia de ilegitimidad en el marco ideolgico del Antiguo Rgimen). El mito de la Guerra

    de la Independencia se convertira en el eje retrico fundamental sobre el que girara un

    nacionalismo espaol emergente aunque, por razones que no son del caso aqu, encon

    trara problemas para afianzarse en el siglo XX. Pero su vitalidad era suficiente como

    para desempear an un relevante papel en la batalla propagandstica de 1936-39.

    No llega mi presuncin hasta el extremo de proponer, para concluir, un cambio en la

    denom inacin de la Guerra de la Independen cia. Sera un esfuerzo titnico, sobre todo

    si se tiene en cuenta que a sta deberan seguir propuestas de cambiar el nombre de la

    Reconquista y tantas otras distorsiones nac ionalistas del pasado ibrico (incluso la ex

    presin historia de Espaa en s misma, al menos aplicada a perodos anteriores a los

    Reyes C atlicos). Las visiones nacionalistas elaboradas en el siglo XIX son quiz el ms

    grueso de los prismas ideolgicos que en este momento dificultan nuestra comprensin

    del pasado (y, ciertamente, con nacionalismos alternativos slo rectificaremos esta dis

    torsin para caer en otras similares; en lugar de buscadores de la verdad, los historiado

    res sern en ese caso los maquilladores del pasado al servicio de proyectos polticos ac

    tuales -perfectamente legtimos en s mismos, adems; es decir, no necesitados de

    presentarse como culminacin de toda una trayectoria histrica inventada-). No me lle

    van, por otra parte, mis gustos a elaborar un vocabulario de political correctness ni en

    60 .

    Nuestras dos fechas histricas

    (Mundo Obrero,

    2-V-1937); y Movilizar al pueblo es

    asegurar su libertad

    (Solidaridad Obrera

    10-XI-1936). Cfr. Comit Central del PCE,

    Mundo

    Obrero 18-VM-1936 (una guerra nacional, una guerra santa (...) La independencia de Espaa

    est en peligro). Cits. todos ellos por Jos Baviano M ora Espaa, 1936-1939: la segunda guerra

    de la independencia,

    Historalo,

    n 190 (febrero 1992): pp. 25-34.

    61 .

    Discurso el 22-VU -1941, en

    Diccionario Bibliogrfico de la Guerra de la Independencia

    Espaola,

    Madrid: Servicio H istrico Militar, 1944, vol. I: p. 136.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    18/25

    92

    JOS LVAREZ JUNCO

    historia ni en ningn otro terreno. Y sera, por ltimo, un a ingenuidad objetivista aspirar

    a que los nombres reflejen realidades exteriores. Vivimos de convenciones, y es ya

    harto inmoderado pretender que todos entendamos a qu se refieren esas convenciones,

    aunque sin duda esta debe ser nuestra aspiracin en el terreno cientfico. Por G uerra de

    la Independencia, al men os, entendemos que nos referimos al conflicto blico desarro

    llado en la Pennsula Ibrica entre 1808 y 1814. Pero no viene mal aadir que la conven

    cin utilizada tiene poco que ver con lo que realmente ocurri y mucho con la visin

    del mundo y los intereses polticos de unos grupos sociales que, unas d cadas ms tarde,

    se hallaban embarcados en la construccin de un Estado nacional.

  • 7/24/2019 La Invencion de La Guerra de La Independ

    19/25

    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA 9 3

    APND ICE BIBLIOGRFICO. CREA CIN D E LA EXPRESIN GUERRA D E LA INDEPENDENCIA

    1808

    - Lezpona, Jos Mara:

    D iscurso en elogio de la milicia (...) con algunas reflexiones sobre la

    actual guerra con Francia o, ms bien, con su Empera dor Napo len I.Sevilla : Rodrguez,

    50 pp.

    - Ann.:

    Resum en de los sucesos de Espaa en estos ltimos meses.

    Madrid: Impr. Repulls.

    -

    Ma nifiesto de los procedimientos del Consejo Real en

    los*

    gravsimos sucesos ocurridos

    desde octubre del ao prximo pasad o.Valencia: Orga, 116 pp.

    1809

    - Aparicio, Juan Jos:

    C artas familiares de un a migo a otro o M emorias sobre los aconteci

    mientos de Espaa en el ao 1808

    ...).

    Murcia: J. V. Ternal, 80 pp.

    -

    Coleccin de documentos interesantes que pueden servir de apuntes para la historia de la

    revolucin en Espaa.

    Por un am ante de las glorias nacionales. Valencia: S. Jaul, 71 pp.

    - Instruccin popular en forma de catecismo sobre la presente guerra. Por un Presbtero.

    Sevilla: Impr. Real, 57 pp.

    - D.J.M.:

    Reflexiones sobre la guerra de Espaa.

    Cdiz: s.d., 36 pp.

    - Cabane s, Francisco Xavier:

    Historia de las operaciones del ejrcito de Ca talua en la Gue

    rra de la

    Usurpacin,campaaprimera.Tarragona. Reimpr. en Barcelona: Impr. de Brusi,

    1815,

    42 pp.

    1810

    - Flrez Estrada, Alvaro:

    Introduccin

    para la historia de la revolucin de

    Espaa.

    L ondres:

    R. Juign, 252 pp.

    - Idea abreviada da revoluco de Sevilla no dia 24 de Janeiro de1810.Lisboa, Im pr. Regia,

    2 h.

    1811

    - Un Miembro del Pueblo:Coleccinde documentosinditospertenecientes a lahistoriapo

    ltica de nuestra revolucin.

    Valencia: Libr. de Malln, 227 pp.

    - Una

    parte desconocida de la historia de nuestra revolucin.

    Cdiz, Impr. Real, 46 pp.

    - Rico, Fr. Juan:Mem orias histricas sobre la revo lucin de Valencia.Cdiz: S. Quintana,

    120 pp.

    - P. A.:

    Apuntaciones

    militares

    para la actual guerra.

    Cdiz: N. G. Requena, 40 pp.

    - Tapia y Nez de Rendn:Apuntes para la historia de Espaa, o principios d e la Revolu

    cin de Sevilla en 1808.

    Cdiz: s. d., 248 pp .

    1812

    - J. N. E.:Historia de la revolucin de Espaa, o sea, rpida ojeada sobre los principales

    sucesos de la pennsula desde principios de 1807 hasta mayo de 1811.

    Cdiz: Impr. Tor

    mentaria, 77 pp. (trad. del francs).

    - Gmez Flavela, Pedro , marqus de Labrador: Glorias de Espaa, o historia de los sucesos

    acaecidos desde 1808 (...).

    Algeciras: J. B. C ontillo.

    -

    Ma nifiesto de los hechos mem orables de los valerosos partidarios los Cuevillas, desde

    losprincipios de nuestra gloriosa insurreccin.Cdiz: Qu intana, 15 pp.

    - Proclama s diversas en que se recopilan los hechos ms mem orables de nuestra sagrada

    lucha desde el ao 1808

    ...).Sevilla: s. d., 15 pp.

    - Salmn, P. Maestro:

    Resumen histrico de la revolucin en Espaa.

    Cdiz: Impr. Real, 282

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    9 4 JOS LVAREZ JUNCO

    1813

    - Ann.:Acontecim ientos ocurridos en Arag n en la guerra c on Francia (...). Madrid: Colla

    do,

    108 pp.

    - Observaciones sobre la Guerra de Espaa, por Un Espaol. Vich: s. d., 42 pp.

    - M. de B.:Historia de la revolucin de Espaa , o sea rpida ojeada sob re los principales

    sucesos de la Pennsula desde principios de 1807. Madrid: Alvarez.

    - Expedien te que comprobar los heroicos servicios hechos a la patria por la villa de Casa

    res en la gloriosa sublevacin de la sierra contra los franceses desde el ao 1810 hasta el

    presente. Alge ciras: J. B. Contill, 53 pp.

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    -

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    tares desde el glorioso momento de la santa insurreccin espaola.M adrid: Ibarra, 55 pp.

    1814

    - Carnicero, Jos Clemen te:Historia razonada de los principales sucesos de la gloriosa re

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    de la imprevista y milagrosa revolucin de Sevilla, en mayo de 1808. Sevilla: Impr. Seva-

    tiense.

    - Nellerto (Llrente), Juan (Antonio):

    Mem orias para la historia de la Revolucin Espaola,

    con documentos justificativos. Pars: Plassan, 2 vols.

    - Rojas Alvarez, Juan:

    La revolucin de Espaa y los sucesos de Europa,

    s.d., s.l., 57 pp.

    -

    Tabla cronolgica-h istrica de la mayo r parte de los sucesos, as polticos co mo militares,

    que ocurrieron en la Guerra de Espaa contra Napolen Bonaparte. Manu scr, 170 pp.

    - La Abeja Madrilea, 2

    a

    poca. Subttulo: Ao 7

    o

    de la gloriosa insurreccin de Espaa y

    3

    o

    de la Constitucin de la Monarqua.

    1815

    - Azanz a y O'Farrill:

    Mem oria sobre los hechos que justifican su conducta poltica.

    Pars: P.

    N. Rougeron, 296 pp.

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    - Relaciones. Sucinta idea de los hechos heroicos ms notables ocurridos en la ciudad de

    Bailen durante la dominacin del Gobierno Intruso.

    Jan: s. d., 15 pp..

    1816

    - Cabanes, F. X.: Memoria acerca del modo de escribir la historia militar de la ltima gue

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    Tarragona sacrificada en sus intereses y vidas por la independencia de la

    nacin y libertad de su cautivo m onarca Fernan do VIL Relacin de los sucesos., en la l

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    Tarragona: Miguel Puigrub, 82 pp.

    1817

    - Pradt, D. D. de: De las colonias y de la revolucin actual de la Amrica. Burdeos: J . Pi-

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    - Elliot, Geo rge:

    Storia della Rivoluzione de Spagn a, tradotte dall'orignale inglese.

    Niccolo

    Capurro, 5 vols.

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    LA INVENCIN DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

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    - Gonzlez Villar, Juan:

    R efutacin de varios errores reproducidos con ocasin de la revo

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    Madrid: Dvila, 2 vols.

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    Exam en de los delitos de infidelidad a

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    Historia de la guerra de Espaa contra Napolen Bonaparte.

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    1819

    - Boutourlin, Dimitri P.:

    Prcis (...) de la guerre des Espagnols contre les

    Frangais.St. Pe-

    tersbourg (vista ref.).

    - Quinto, Agustn de:

    Exposicin sucinta de la

    conducta

    poltica (...) durante la dominacin

    francesa. s.L, s.d., 32 pp.

    1820

    - Caamao y Pardo, Rafael:

    E xposicin de los

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    oficios, (...) que ac reditan la con

    ducta poltica que us en tiempos del gobierno intruso.

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    (vista ref.).

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    pales acciones de los ejrcitos beligerantes en la pennsula durante la guerra de Espaa

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    Barcelona: Impr. Brusi.

    - Cabanes, F. X.:Estados de la organizacin y fuerza de los ejrcitos espaoles be ligerantes

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    Narrative of the Penisular War, from 1808 to 1813.

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    Gesch ichte des National Krieges aufder Pyrenaischen H albin-

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    1832

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    Centro-Amrica.Por un Guatemalteco. Jala

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    1833

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    1834

    - Roguet, Comte de:Gu erre d'insurrection dans laPninsule. Mmoires du Lieutnant-G-

    neral....

    (Vista ref.)

    1835

    - Queipo de Llano, J. M., conde de Toreno :H istoria dellevantamiento, guerra y revolucin

    de

    Espaa.

    (Reed. en 1848, Madrid: Martn Alegra, 4 vols., y por la B. A. E., 1872)

    - Observaciones sobrelaHistoria ModernadelsigloXIX.DesdelaGuerrade laIndependencia

    hasta

    la

    cada

    d el

    Gobierno constitucional

    en

    1823.Castelln: Ofic. Gutirrrez, 188 pp.

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    Pars:

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    1844

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    1846

    - Ramrez Arcas, Antonio:V indicacin del honorespaol.Refutacin documentada al com

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    - 82. Hernndez y Dval