LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II...

26
ECONOMÍA INDUSTRIAL N. os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde que en 1978 se aprobó la Constitución Española, la industria de nuestro país ha vivido un cuarto de siglo apasionante en el que ha protagonizado gran- des cambios productivos e influido sobremanera en el creciente bienestar de los españoles. Durante estos 25 años su parti- cipación relativa en el PIB ha caído varios puntos porcentuales en favor de los servi- cios, recorriendo un proceso idéntico al vivido por otras sociedades desarrolladas, pero su incidencia sobre el crecimiento del conjunto de la actividad económica continúa siendo trascendental, debido tanto a sus efectos de arrastre hacia atrás y hacia adelante como a su decisivo papel en la generación, absorción y difusión de todo tipo de innovaciones. Por todo ello, la extensión y diversifica- ción de las actividades industriales ha im- ROBERTO VELASCO BEATRIZ PLAZA Universidad del País Vasco (*) pulsado el desarrollo económico de Espa- ña, proporcionando a los sectores agrario y terciario los elementos sobre los que se soportan sus procesos productivos y ha- ciéndolos participar de las ganancias de eficiencia que se generan a través de la absorción del progreso técnico. Naturalmente, en estos años la industriali- zación española ha compartido y se ha beneficiado de un sinfín de grandes avan- ces científicos que han tenido enorme trascendencia en diversas facetas, no sólo económicas, de la vida social en numero- sos países avanzados. En efecto, las radi- cales transformaciones sociales registradas en el último cuarto del siglo XX sólo resul- tan explicables desde el reconocimiento del papel desempeñado por el desarrollo científico y tecnológico, auténtico motor del desarrollo económico y social, así co- mo componente esencial de la globaliza- ción de la economía. Circunstancias todas ellas que han dado lugar a una nueva for- ma de hacer industria en los mercados in- ternacionales, en los que la capacidad de dominio viene determinada por factores relacionados con el tamaño, la concentra- ción de capital, la capacidad inversora y la disponibilidad de tecnología.

Transcript of LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II...

Page 1: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

155

La industriaespañola

en democracia,1978-2003.

INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

Desde que en 1978 se aprobó la Constitución Española, la industria de nuestropaís ha vivido un cuarto de siglo apasionante en el que ha protagonizado gran-des cambios productivos e influido sobremanera en el creciente bienestar de los

españoles. Durante estos 25 años su parti-cipación relativa en el PIB ha caído variospuntos porcentuales en favor de los servi-cios, recorriendo un proceso idéntico alvivido por otras sociedades desarrolladas,pero su incidencia sobre el crecimientodel conjunto de la actividad económicacontinúa siendo trascendental, debidotanto a sus efectos de arrastre hacia atrásy hacia adelante como a su decisivo papelen la generación, absorción y difusión detodo tipo de innovaciones.

Por todo ello, la extensión y diversifica-ción de las actividades industriales ha im-

ROBERTO VELASCOBEATRIZ PLAZA

Universidad del País Vasco (*)

pulsado el desarrollo económico de Espa-ña, proporcionando a los sectores agrarioy terciario los elementos sobre los que sesoportan sus procesos productivos y ha-ciéndolos participar de las ganancias deeficiencia que se generan a través de laabsorción del progreso técnico.

Naturalmente, en estos años la industriali-zación española ha compartido y se habeneficiado de un sinfín de grandes avan-ces científicos que han tenido enormetrascendencia en diversas facetas, no sóloeconómicas, de la vida social en numero-sos países avanzados. En efecto, las radi-

cales transformaciones sociales registradasen el último cuarto del siglo XX sólo resul-tan explicables desde el reconocimientodel papel desempeñado por el desarrollocientífico y tecnológico, auténtico motordel desarrollo económico y social, así co-mo componente esencial de la globaliza-ción de la economía. Circunstancias todasellas que han dado lugar a una nueva for-ma de hacer industria en los mercados in-ternacionales, en los que la capacidad dedominio viene determinada por factoresrelacionados con el tamaño, la concentra-ción de capital, la capacidad inversora y ladisponibilidad de tecnología.

Page 2: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

En el caso español, este proceso de mo-dernización se ha desarrollado, no sin so-bresaltos, a lo largo de las últimas déca-das; y algunas de sus característicasasientan sus raíces en los períodos autár-quico y de liberalización progresiva de laeconomía española durante la dictadurafranquista.

Por todo ello, es propósito de las siguien-tes páginas analizar la trayectoria de la in-dustria española en democracia desdeuna triple perspectiva: de un lado, la evo-lución histórica de los acontecimientosque han incidido de modo esencial en sudevenir (decadencia, reconversión, entra-da en el mercado común europeo, recu-peración, crecimiento); de otro, el estudiode las medidas de política económica eindustrial que, unidas a los cambios delos mercados, se han mostrado más influ-yentes en la transformación del sector; y,por último, abordaremos el tratamientode los principales problemas y desafíos alos que actualmente se enfrenta la indus-tria española, obligada a competir enunos mercados internacionales cada vezmás abiertos y exigentes.

Fulgor y quiebradel modelodesarrollista,1960-1974

El fin de la Guerra Civil planteó la necesi-dad de reconstruir el entramado producti-vo español en un contexto de aislamientointernacional del régimen franquista y deprotagonismo generalizado del sector pú-blico en la mayoría de los países europeos(Segura, 1992). Circunstancias ambas quegeneraron una industrialización de carác-ter autárquico y centralizado que marca-ron los rasgos estructurales del sector du-rante los años cuarenta y cincuenta, asícomo una parte sustancial de las debilida-des y limitaciones que condicionaron eltejido industrial de las décadas siguientes:series de producción cortas, retraso tecno-lógico, alta protección del mercado inte-rior, insuficiencia financiera e hipertrofiade los sectores básicos, entre otros rasgostípicos definidores de un modelo de creci-miento hacia adentro.

Pese a todo, a partir de 1950 se produjoen España un importante proceso de in-dustrialización que se consolidó comoverdadero motor del crecimiento tras elviraje dado a la política económica por elPlan de Estabilización de 1959, auténticobalón de oxígeno para un sector que ha-bía llegado al límite de sus posibilidadesdentro de un modelo autárquico (Gonzá-lez, 1979; Rodríguez Romero, 1989). ElPlan de Estabilización liberó las fuerzasdel mercado que impulsaron la industria-lización en los quince años siguientes,puesto que rompió las trabas existentes ala comercialización interior y exterior,desatando las ligaduras que impedían olimitaban la movilidad de los factoresproductivos (MINER, 1988). En 1962 sedictaron normas para la liberalización delsector, aunque la nueva política industrialpropiamente dicha se inicia con el De-creto de 26 de enero de 1963, que autori-za la libre instalación, ampliación y tras-lado de industrias en todo el territorionacional (1) y la Ley de Industrias de In-terés Preferente, de finales del mismoaño, preludio de las acciones concertadasde apoyo financiero y fiscal a determina-dos sectores industriales que fueron in-corporadas a los planes de desarrollo, esdecir, dentro de un marco de programa-ción indicativa a medio plazo.

La permisividad para las inversiones ex-tranjeras y la mayor seguridad para la re-

patriación de beneficios e inversionesatrajeron masivas importaciones de capi-tal y tecnología exterior. Junto a esos flu-jos de capital, tras la liberalización aflo-raron otras partidas que contribuyeron ala financiación de las importaciones deinputs industriales imprescindibles: lasdivisas del sector turismo y las remesasde los entonces numerosos emigrantesreemplazaron a las exportaciones agríco-las, en su mayoría cítricos, como meca-nismos compensatorios de la balanza depagos española.

Todo este conjunto de factores procuraríaque los márgenes de productividad deque dispuso el proceso de industrializa-ción español fuesen en esa etapa relativa-mente amplios (Flores et al., 1986) y quela evolución del sector pasara a dependeren mucha mayor medida de los ciclos in-ternacionales. Cierto que la industria es-pañola de la época estuvo basada funda-mentalmente en sectores fabriles clásicos,con un predominio de las «industrias dechimenea» (De la Dehesa, 1986); y ciertotambién que las decisiones de política in-dustrial del período 1964-1974 han sidomuy criticadas por haberse adoptado sinlos análisis pertinentes de la estructura in-dustrial y haberse acomodado a los plan-teamientos cortoplacistas de grupos deinterés empresariales (Sevilla Segura,1985; Braña et al., 1984).

Pero, como en su día señalaron los profe-sores Ros Hombravella (1979) y Paniagua(1977), debe admitirse que los Gobiernosde la época tuvieron una intención indus-trializadora al diseñar y ejecutar la políti-ca industrial en un ambiente de fuerte in-tervencionismo del Estado. Sea comofuere, lo cierto es que el sector industrialcreció a una tasa media del 9% durante elperíodo 1960-1974, siendo el principalresponsable de que la renta per cápita lohiciera al 7% y las exportaciones se ex-pandieran a más del 14%.

El modelo desarrollista del período seasentó sobre un importante incrementode las dotaciones de factores producti-vos, que se materializó fundamentalmen-te en:

■ Una fuerte reasignación de la fuerzade trabajo de la agricultura y medios rura-les en la industria y medios urbanos.

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

156

Page 3: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

■ Un importante proceso de especializa-ción productiva en sectores intensivos entrabajo, primero, y en tecnología importa-da, después.

■ Una amplia intensificación del gradode capitalización de la industria.

■ Un cambio sustancial en la importan-cia relativa de los sectores (Maravall,1976), marcada por la expansión de losmás dinámicos (químico, maquinaria, ma-terial de transporte), frente al retrocesorelativo de los más tradicionales.

La fuerte expansión productiva regis-trada, que algunos autores han llamado«industrialización acelerada», se apoyóno tanto en una política industrial adhoc como en la combinación temporalde una serie de factores impulsores ypermisivos. Entre los primeros cabe des-tacar la existencia de un mercado inte-rior protegido e insatisfecho; un merca-do exterior pujante y accesible; unainversión extranjera atraída por la pro-tección del mercado interior y el bajo ni-vel salarial, etc. Entre los factores permi-sivos destacan los incrementos salarialessustentados por los avances de producti-vidad generados por las inversiones in-tensivas en capital, el escaso nivel dedesempleo y la inexistencia de proble-mas graves en la Balanza de Pagos, sinolvidar el control de la clase obrera y larepresión del sindicalismo (Courlet,1981).

Salvando las distancias oportunas, lo cier-to es que la estrategia y dinámica indus-triales de esta época no eran muy dife-rentes en los países subdesarrollados y enlos industrializados. La preocupación delos primeros era lograr un modelo de cre-cimiento similar al de los países más ade-lantados, y la vía incuestionable paracumplir con las famosas etapas del creci-miento económico delimitadas por Ros-tow era entonces la industrialización.

Este esquema internacionalmente acepta-do demostró su extraordinaria simplezacuando a mediados de los setenta se pro-dujeron cambios repentinos y profundosen los precios relativos, pese a las lógicasresistencias pasivas y aun activas que en-contraron tanto en Europa como en Es-paña (2). Cambios que tuvieron un gran

impacto, no exento de ciertos tintes dra-máticos, en la industria española, muycondicionada por circunstancias particu-lares y adicionales de tipo económico, so-cial y político que incrementaron la inten-sidad de la crisis derivada de la quiebratendencial en las demandas de algunosproductos (3) y del resurgir del proteccio-nismo en los países desarrollados.

Todo lo cual configuró una situación deextrema gravedad, agudizada si cabe porel fuerte aumento de los costes de pro-ducción y la tardía adaptación de la eco-nomía española a los nuevos precios dela energía, a la reestructuración industrialy a los cambios tecnológicos que se ha-bían realizado en los países avanzadosdel entorno.

Etapas y ciclosde la industria española,1978-2003Los últimos 25 años han sido testigos deuna profunda transformación de la in-dustria española dentro del contextoevolutivo del sector secundario en laseconomías desarrolladas. Hasta el año1984 hubo de enfrentarse a una profundacrisis de carácter mundial, con importan-tes consecuencias para el sector, pero en

el quinquenio siguiente se alcanzaronelevadas tasas de crecimiento de la pro-ducción y de generación de empleo, asícomo un notable avance de la competiti-vidad interna y externa de muchas em-presas (MINER, 1995). La incorporaciónde España a la Comunidad Europea y laentrada masiva de capital extranjero con-tribuyeron decisivamente a la consecu-ción de estos registros, que decayerongravemente durante la primera mitad delos noventa por causa de la recesión eco-nómica internacional que golpeó a la in-dustria mundial de forma no recordada,especialmente durante el año 1993.

De hecho, cuando terminó ese ejerciciola situación de la mayoría de las ramas in-dustriales era claramente peor que laexistente en vísperas de la adhesión a lasinstituciones comunes (Martín, 1995), lademanda interna era satisfecha de mane-ra creciente por la importación y el nivelde productividad quedaba muy por deba-jo de la media de la Unión Europea.

En todo caso, un análisis somero delcomportamiento cíclico de la industria es-pañola demuestra su distanciamiento delciclo europeo, muy relacionado con losshocks de precios, cuando en la segundamitad de los setenta se retrasa artificial-mente la absorción de los efectos de lacrisis desencadenada en la industria mun-dial en 1973. El distinto perfil temporal y

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

157

Page 4: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

la diferente amplitud del ciclo industrialespañol se corresponden en aquellosaños con el comportamiento del empleoen el sector, que tuvo sus caídas más acu-sadas entre 1981 y 1984. Con posteriori-dad, investigaciones que abarcan el pe-ríodo 1975-2001 demuestran que el cicloindustrial español se hace más amplio eintenso, tanto en sus fases de aceleracióncomo de desaceleración (García-Carro,2002), y a partir de los años noventa elpatrón cíclico se encuentra mejor defini-do (gráfico 1), tanto a nivel agregado co-mo a escala de sus principales ramas(energía, transformación de metales, ex-tracción y transformación de minerales,otras industrias manufactureras) (4).

En conjunto, una larga mirada retrospecti-va de la industria española muestra quela evolución de la producción y de laproductividad aparente del trabajo han si-do muy favorables en los últimos treintaaños, aunque la competitividad relativase debilitó de forma muy importante enalgunos períodos y especialmente en ladécada de los ochenta (Myro y Gandoy,1993), en la que probablemente se reco-gieron las consecuencias de los errorescometidos por las políticas instrumenta-das desde 1974 hasta 1983; unas políticasque, según Julio Segura (1992), «se carac-terizaron por su tardía aplicación, su ca-rácter defensivo y su incompetencia téc-nica». Por su lado, el empleo del sector haido reculando, en parte, debido al intensocrecimiento de la productividad (Hermo-silla y Ortega, 2001) y, en parte aún nodeterminada, en virtud de su traslado alterciario avanzado a medida que las em-presas han ido externalizando funcionesque antes desarrollaban intramuros.

Como consecuencia final de este largoproceso lleno de luces y sombras, el sec-tor industrial (sin considerar la construc-ción) aportó más del 20% del PIBcf espa-ñol correspondiente al año 2002, unporcentaje similar al de sus homónimosde los países más avanzados. A preciosconstantes de mercado, corregidos de es-tacionalidad y calendario, la aportaciónrelativa del VAB industrial al PIB ha caí-do 2,3 puntos (de 19,8 a 17,5) en el perí-odo 1980-2002, frente al descenso de10,1 puntos (de 25,9 a 15,8) en términoscorrientes (gráfico 2). Con la particulari-dad de que su aportación al VAB y em-

pleo industriales de la Unión Europeahan aumentado sin cesar desde 1980 yalcanzado cotas entre el 8% y el 10%,respectivamente.

Esta evolución de la industria, que siguecontribuyendo al crecimiento de la eco-nomía española (5), se ha producido enun marco económico internacional en elque las fuentes de generación de valorañadido dependen cada vez más del co-nocimiento y la tecnología, y donde la

información se ha convertido en mercan-cía clave de la producción y de la gestiónde las empresas (Velasco, 2003); un mar-co de cambio acelerado, creciente volati-lidad de los mercados financieros y crisiseconómicas e industriales de gran com-plejidad.

En este contexto, los principales aspectosque caracterizan a los mercados de pro-ductos industriales son la creciente globa-lización de los mismos, la revolución téc-

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

158

GRÁFICO 1CICLO DEL IPI GENERAL DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA

FUENTE: García-Carro (2002).

15

10

5

0

–5

–10

–15

27,0

25,0

23,0

21,0

19,0

17,0

15,0

Millones de euros corrientes Millones de euros constantes

1980

-TI

1981

-TI

1982

-TI

1983

-TI

1984

-TI

1985

-TI

1986

-TI

1987

-TI

1988

-TI

1989

-TI

1990

-TI

1991

-TI

1992

-TI

1993

-TI

1994

-TI

1995

-TI

1996

-TI

1997

-TI

1998

-TI

1999

-TI

2000

-TI

2001

-TI

2002

-TI

GRÁFICO 2VALOR AÑADIDO BRUTO INDUSTRIAL

PORCENTAJE PIBpm

FUENTE: Elaboración propia sobre datos INE.

Page 5: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

nico-organizativa, la mayor inestabilidady diversificación de la demanda, y el pa-pel estratégico que desempeñan los servi-cios avanzados a la industria (Jordán et al.,1999); rasgos todos ellos que han puestoen crisis el modelo basado en la fabrica-ción masiva y han alumbrado un nuevoparadigma productivo basado en la inno-vación permanente (Velasco, 2000).

Un análisis más detallado y ordenado dela evolución de la industria española obli-ga a contemplar los principales aconteci-mientos de cada momento histórico, porlo que vamos a dividir el período 1978-2003 en cuatro etapas.

Primera etapa (1978-1985):decadencia y reconversión

La estructura y tardía adaptación de la in-dustria y la economía españolas a losnuevos precios de la energía, así como ala reestructuración empresarial y los cam-bios tecnológicos que se produjeron ennuestro entorno durante los años setenta,tuvieron demoledoras consecuencias enel sector secundario, pese a los buenosresultados obtenidos por la política eco-nómica consensuada en los Pactos de laMoncloa (6) firmados en 1977. De hecho,la industria entró en la década de losochenta con una clara desaceleración delos ritmos de crecimiento de la produc-tividad, reducción de las inversiones,grave crisis de exceso de capacidad pro-ductiva en sectores clave (siderurgia,construcción naval, textil, automoción,etc.) y pérdida de ventajas competitivasde los productos españoles en los merca-dos internacionales.

Todo ello como resultado del ciclo recesi-vo general, pero también como conse-cuencia de los rasgos característicos de laindustria española de entonces: especiali-zación relativa en producciones con altocontenido de trabajo y tecnología pocoavanzada, concentración de las exporta-ciones en productos de escaso valor aña-dido y desequilibrio entre la industria debase y la productora de bienes interme-dios, etc.

Los impactos principales derivados de es-ta situación tuvieron quizás lugar en elbienio 1981-1982, durante el cual se redu-

jo el empleo industrial en un 10% (frenteal 4,3% del empleo total), el déficit públi-co se disparó hasta el 6% y la inflaciónmantuvo una tasa media del 14,5%. Perotambién el resto del período analizadofue una etapa decadente para la industriaespañola, que vio cómo el crecimiento desu productividad se situaba bastante pordebajo de la correspondiente a la indus-tria europea (2%, frente al 2,9% entre1978 y 1984).

Todo lo cual convirtió a la industria espa-ñola en muy vulnerable a los desplaza-mientos relativos de la demanda en con-tra de las industrias tradicionales, cuyacapacidad de exportación dependía deun mantenimiento de los costes laboralesque compensara las insuficiencias tecno-lógicas y de tamaño que se arrastrabandesde muchos años atrás. De hecho, sóloen ocho años del período se logran tasasde crecimiento positivas del VAB indus-trial (gráfico 3).

La crisis golpea de manera particularmen-te intensa a ramas como el material detransporte, maquinaria, textil, productosmetálicos y siderometalurgia, que son lasque experimentan las más acusadas caí-das de la demanda. Esta circunstancia ge-nera una cierta reorientación de la estruc-tura de la actividad productiva española,

con avances relativos de los sectores dedemanda media y fuerte, pero no evita lanecesidad de adoptar una política indus-trial orientada a la remodelación del sec-tor, esto es, a la entrada en juego de unaestrategia y un compromiso de los pode-res públicos que paliaran la crudeza deun ajuste conducido exclusivamente porla acción del mercado.

La política reconversora propiamente di-cha se inicia con el RD-L 9/1981 y la Leyde Reconversión 21/1982 del Gobiernode la UCD, pero los resultados de la apli-cación de estas normas estuvieron muymediatizados por la precaria situación delas empresas y la perentoria necesidad deproceder a un saneamiento laboral y fi-nanciero que se antepuso a la indispensa-ble renovación de los activos industriales(Vázquez, 1990). Posteriormente, tras laamplia victoria electoral del PSOE, la po-lítica de reconversión cobra un fuerte im-pulso y adopta un nuevo enfoque con elRD 9/1983 y la Ley 27/1984 de Reconver-sión y Reindustrialización, que no sóloreformulaban planes anteriores sino queasumen como objetivo central el reajustede especializaciones productivas y la re-modelación de activos.

Para lograr sus objetivos en los 14 gran-des sectores seleccionados, la política de

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

159

GRÁFICO 3TASAS DE CRECIMIENTO DEL VALOR AÑADIDO INDUSTRIAL. 1974-1985

FUENTES: Contabilidad Nacional y Encuesta Industrial.

10

7,5

5

2,5

0

–2,5

1974 1976 1978 1980 1982 1984

AÑOS

Encuesta IndustrialContabilidad Nacional

–5

Page 6: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

reconversión del Gobierno socialista in-corpora un conjunto de medidas, algunasciertamente innovadoras (Simón, 1997),como la creación de Sociedades de Re-conversión, la participación de las Comu-nidades Autónomas y organizaciones em-presariales y sindicales, así como lasjubilaciones anticipadas, los recursos parael funcionamiento de los Fondos de Pro-moción de Empleo, la declaración de Zo-nas de Urgente Reindustrialización, loscréditos participativos, el establecimientode comisiones de control de los recursospúblicos y la exigencia de planes de in-versión y viabilidad. Todo lo cual estabaorientado a la reducción de capacidadesy empleo, así como a la incorporación denuevas técnicas y procesos susceptiblesde remodelar el aparato productivo.

Aunque se aplicó con criterios sectorialesy geográficos de cierta amplitud, la tera-pia reconversora del ajuste industrial secentró sobremanera en el sector públicoempresarial, donde se concitaba una granparte de los problemas (Vázquez, 1990),y en áreas territoriales donde se concen-traba la actividad industrial que protago-nizó la revolución industrial del siglo an-terior: la cornisa cantábrica (siderurgia,naval, bienes de equipo...) y, en muchamenor medida, Cataluña (textil) y sur deMadrid, zonas que habían perdido unaparte sustancial del empleo industrial enla segunda mitad de los años setenta(Santacana, 1984) (7).

El balance del conjunto de acciones re-conversoras desarrolladas por las Admi-nistraciones Públicas fue claramente posi-tivo, registrándose mejoras significativasen las empresas y sectores acogidos alproceso, especialmente en el sector pú-blico empresarial. Los análisis más críti-cos han puesto de manifiesto el excesivocoste del mismo para el erario público (8)y la acusada lentitud del ajuste, pero esbien sabido que este tipo de procesos de-be gobernarse en función de su asimila-ción social y política en cada momentohistórico, siendo evidente lo delicado dela situación española en el inicio de latransición política.

Por todo ello consideramos que el trans-currir del tiempo ha ido consolidandomás los aciertos que los errores de la re-conversión industrial en España. Menos

éxito tuvieron los programas reindustria-lizadores, probablemente porque no sesupo incidir prioritariamente en el des-arrollo coordinado de cada región espa-ñola ni resolver los numerosos «conflictosmicroeconómicos» (9) que dificultabanentonces la creación de nuevas industrias(OCDE, 1983; Velasco, 1986); y tampocose consiguió que el proceso reindustriali-zador girara en torno al impulso del cam-bio tecnológico, esencial para reconfigu-rar con éxito un entramado industrial yhacerlo competitivo.

Segunda etapa (1986-1991):adhesión a la Europacomunitaria

El 1 de enero de 1986 se produce la ad-hesión de España a las comunidades eu-ropeas, lo que, además de un hecho deenorme trascendencia política y social,puede perfectamente calificarse comouno de los dos acontecimientos econó-micos (junto con el Plan de Estabiliza-ción de 1959) más importantes del sigloXX para nuestro país. En el caso de la in-dustria, dicho hito histórico supuso su in-tegración en el marco comunitario y elfin de un largo aislamiento. Los especia-listas habían pronosticado que la adhe-sión iba a acarrear tres principales conse-cuencias para el sector industrialespañol: la eliminación del desequilibrioen el desmantelamiento arancelario entrela CEE y España; la armonización de lascondiciones de comercio y competencia;y la continuación de las reestructuracio-nes industriales en sectores como la side-rurgia, la construcción naval, los textilesy el automóvil (Courlet, 1982). Pero qui-zás lo más importante de la integraciónfue el cambio sustancial del marco de re-ferencia de las empresas industriales es-pañolas y la gran capacidad de adapta-ción al mismo que demostraron en losaños siguientes.

En la segunda mitad de los ochenta, la in-dustria española desarrolló un intensoproceso de modernización productiva,que no sólo le permitió competir exitosa-mente con las importaciones procedentesde la CE, sino también con las de tercerospaíses. Sin embargo, el fuerte crecimientode la actividad industrial y del empleo enel sector se apoyaron en un gran proceso

inversor (que tuvo su etapa fulgurante enel bienio 1989-1990, con tasas del 9%anual, la segunda más alta de los paísesde la OCDE) y en la notable expansióndel mercado interior. Todo lo cual permi-tió ir corrigiendo la insuficiencia relativadel tejido industrial español en el conjun-to europeo (10), aunque no sólo no sepudo invertir la tendencia histórica al dé-ficit de la Balanza Comercial de produc-tos industriales, sino que el saldo sufrióun notable deterioro (cuadro 1) porquelos fuertes aumentos de producción nofueron capaces de seguir el ritmo de cre-cimiento de la demanda interna.

Tercera etapa (1992-1995):reaparece la crisis

A partir del año 1991 la industria españo-la vuelve a reflejar su alta sensibilidad ala evolución cíclica del conjunto de laeconomía, muy afectada por la situaciónde la coyuntura internacional y por lasmedidas de política económica adoptadaspor el Gobierno de la época (11) comoconsecuencia del preocupante nivel delos desequilibrios básicos de la economíaespañola. Todo lo cual se tradujo en unadesaceleración lenta pero inexorable dela demanda interna, la producción indus-trial y el empleo, de modo que la utiliza-ción de la capacidad productiva se hundehasta el 70,7% en 1993 (frente al 80,9%del año 1989), el peor año para la indus-tria española e internacional desde el finde la Segunda Guerra Mundial.

En esta tesitura de crisis generalizada seconstata una vez más que la evolución dela inversión es un elemento coadyuvantefundamental de la industria española, asícomo lo lastrada que resulta esta últimapor el insuficiente desarrollo de las ramasmás dinámicas y las deficiencias competiti-vas en las de especialización tradicional(Myro y Gandoy, 1993). Debilidades es-tructurales todas ellas que influyen en lacompetitividad de un sector que, por lo ge-neral, crece por encima del conjunto de laeconomía en las fases expansivas y cae pordebajo del mismo en las etapas recesivas.

En cualquier caso, durante el período seconfirma de nuevo que las ganancias deproductividad en la industria manufactu-rera española eran comparativamente

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

160

Page 7: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

mayores que las obtenidas en otros paí-ses de la OCDE, así como un cierto des-pegue de las ramas de tecnología puntade algunos sectores, como el químico oel de maquinaria eléctrica (12). De modoque al final de la etapa, en 1995, los sec-tores de intensidad tecnológica alta copa-ron el 12,2% de la producción manufactu-rera total, casi dos puntos porcentualesmás que en 1988 (La Caixa, 1997), y lasganancias de productividad por emplea-do seguían concentrándose en este tipode industria manufacturera (cuadro 2).Todo lo cual permitió una rápida recupe-ración del pulso del sector tras el hundi-miento generalizado del año 1993.

Cuarta etapa (1996-2003):modernizacióne internacionalización

En 1995 la industria se comportó como elsector más dinámico de la economía es-pañola y occidental, el que más contribu-yó al crecimiento del PIB y también delempleo. Se inicia así una etapa dorada dela industria española en la que la confian-za empresarial se situó en niveles desco-nocidos desde los años sesenta y la utili-zación de las instalaciones productivas seelevó de nuevo por encima del 80%.

Algunas características de esta sólida ex-pansión industrial hicieron pensar desdeel inicio en su prolongación en el tiempo,dadas, además, las buenas condicionesdel marco macroeconómico (tipo de cam-bio ajustado, bajos tipos de interés, ma-yor flexibilidad laboral y moderación sa-larial): su condición de ser sectorialmentegeneralizada, dejándose sentir tanto entrelos productores de bienes de consumo yde inversión como en los de bienes inter-medios; su apoyo tanto en el dinamismode la demanda interna como en el sectorexterior; y la pujanza de la inversión in-dustrial española en el extranjero, prota-gonizada por algunas grandes empresasenergéticas, pero especialmente por ungran número de medianas-grandes indus-trias (las famosas «multinacionales de bol-sillo» españolas) que se instalaron en Lati-noamérica, Marruecos, Portugal o China.Todo lo cual tuvo su reflejo en el porcen-taje de ocupados en la industria detecta-dos por la Encuesta de Población Activaentre 1995 y 1999 (gráfico 4).

El proceso de internacionalización tienetambién su reflejo en el comercio exte-rior de productos industriales, que pasaen pocos años a alcanzar las tres cuar-

tas partes del total de transacciones;con la peculiaridad de que la maquina-ria y material de transporte representa-ron al final del período casi el 45% del

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

161

Estructura de la producción(% a precios de 1990)

Demanda y C. T. alto 4,1 5,3 5,5 6,9 7,3 7,3Demanda y C. T. medio 22,2 26,5 26,5 27,6 29,5 29,7Demanda y C. T. bajo 73,7 68,1 68,0 65,6 63,1 63,0

TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Estructura de la demanda(% a precios de 1990)

Demanda y C. T. alto 5,3 6,5 6,8 9,2 10,3 10,3Demanda y C. T. medio 24,3 27,7 27,1 27,5 31,2 30,0Demanda y C. T. bajo 70,4 65,9 66,1 63,3 58,5 59,7

TOTAL 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0

Producción sobre consumo aparente(% a precios de 1990)

Demanda y C. T. alto 71,6 79,8 81,0 77,2 65,9 64,0Demanda y C. T. medio 84,8 92,4 98,6 103,5 87,1 89,2Demanda y C. T. bajo 96,9 99,8 103,5 107,1 99,4 95,0

TOTAL 92,6 96,5 100,6 103,4 92,1 90,1

Cobertura del comercio exterior(% de exportaciones sobreimportaciones a precios de 1990)

Demanda y C. T. alto 7,56 30,11 37,76 43,36 27,97 33,75Demanda y C. T. medio 23,12 56,03 89,42 111,72 64,54 73,85Demanda y C. T. bajo 52,72 95,06 149,17 184,74 78,59 71,51

TOTAL 33,48 68,04 104,39 122,30 67,12 65,10

FUENTE: Myro y Gandoy (1993).

CUADRO 1ESPECIALIZACIÓN Y COMERCIO EXTERIOR DE LAS MANUFACTURAS

ESPAÑOLAS. 1966-1991

1966 1975 1980 1985 1988 1991

Energía –0,2 0,7 0,5 3,3 7,7

Extractivas no energéticas 2,5 –5,6 8,0 1,3 –0,7

Industria manufacturera 2,4 –2,9 5,8 3,0 1,0

Intensidad tecnológica alta 4,3 –2,6 7,6 1,5 –0,8Intensidad tecnológica media 3,5 –2,1 5,7 3,0 0,2Intensidad tecnológica baja 1,5 –3,3 5,1 3,3 1,8

TOTAL Industria 2,1 –2,7 5,4 3,0 1,5

FUENTES: Ministerio de Industria y Energía y elaboración propia.

CUADRO 2ACTIVIDAD INDUSTRIAL. PRINCIPALES INDICADORESPORCENTAJE DE VARIACIÓN ANUAL MEDIA EN EL PERÍODO 1990-1995

CostesProducción Población Productividad laborales

Sectores real ocupada por empleado Precios unitarios

Page 8: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

comercio exterior total de productosmanufacturados, gracias sobre todo a laorientación exportadora del sector auto-movilístico.

La situación de bonanza industrial seprolonga hasta el final del año 2000,cuando el ciclo recesivo internacionalse hace presente en una economíaabierta como la española, aunque suimpacto no ha sido tan contundente (elíndice de producción industrial cayó un1,2% en 2001, se mantuvo estable en2002 y creció un 3,7% en el primer tri-mestre de 2003, coincidiendo con la re-cuperación de la inversión en bienes deequipo) y negativo como el padecidopor países del entorno europeo e inter-nacional.

El mito de ladesindustrializaciónde España

Entre las múltiples interpretaciones de lacrisis industrial de los años setenta y sussecuelas posteriores, la más aceptadaasoció las dificultades de las economíasoccidentales a las modificaciones del rit-mo o de las formas del cambio técnico.Sin embargo, los resultados sociales de lacrisis industrial (expulsión de grandescolectivos de trabajadores en sectoresmaduros y tardía incorporación al proce-so productivo de los jóvenes) hicieronpensar a algunos observadores que lehabía llegado a la industria el momentode la pérdida de su hegemonía entre lasactividades económicas, lo mismo queen su día le ocurrió a la agricultura.Miembros de esta corriente de pensa-miento acuñaron conceptos como el de«sociedad postindustrial» y el de «desin-dustrialización». Su relevancia científicaha sido después muy cuestionada desdelos puntos de vista teórico y empírico(13) y también existen quienes refutan lapropia realidad del proceso desindustria-lizador partiendo de que su existenciadepende directamente de la evolucióndel producto, de las nuevas formas queéste adopta en la moderna relación exis-tente entre la industria y los serviciosorientados hacia las empresas, y de lasincronización de la movilidad del capital

con la capacidad de su absorción por laeconomía (Bluestone, 1984).

Sobre éstas y otras bases se negó hacedos décadas (Lawrence, 1983) la desin-dustrialización de Estados Unidos, dondealgo más tarde los profesores Cohen yFishman (1986) demostraron que la mi-tad de los empleos del sector serviciosdependen directamente del sector manu-facturero. En Europa, el fenómeno de ladesindustrialización se enmarca tambiéndentro de un proceso de evolución eco-nómica caracterizado por el desplaza-miento intersectorial de la contribuciónrelativa al crecimiento, aunque no se tra-ta de un proceso generalizado sino selec-tivo (sectorial y geográfico), ni tampocoes necesariamente contradictorio con laevolución del crecimiento de los servi-cios (14). En este sentido, más de la mi-tad de la pérdida relativa de la participa-ción del empleo industrial en el empleototal se atribuye a las diferencias registra-das en el crecimiento de la productivi-dad, que ha sido superior en el sector in-dustrial durante las últimas décadas(Rowthorn y Ramaswamy, 1997).

En España, el sector de servicios a laproducción se ha desarrollado intensa-mente gracias, sobre todo, a la externali-zación de estas actividades por parte de

las empresas industriales, lo que deberíatenerse en cuenta a efectos de contabili-zar las variaciones globales del productoy del empleo en la industria y los servi-cios. Piénsese, por ejemplo, que dos ter-cios de las empresas españolas (en el ca-so de las PYME los porcentajes sonsuperiores) contratan externamente estosservicios relacionados directamente conla producción, tanto por criterios de cali-dad y eficacia como por motivo de cos-tes. Por todo ello, el sector de servicios ala producción (finanzas, seguros, inge-niería, consultoría, etc.) ha tenido uncomportamiento histórico muy dinámicoen términos de productividad y empleo,aunque una visión global de la estructuraproductiva española demuestra que, entérminos reales, todos sus sectores (agri-cultura, industria, construcción, servicios)conservaban en los años noventa losmismos pesos relativos que tenían en lossetenta (Raymond, 1992). De lo cual ca-be deducir que al menos una buena par-te de la tan aludida terciarización de laeconomía española se produjo, sobre to-do, como consecuencia de un fenómenode precios relativos.

Pese a la contundencia de los argumen-tos citados, en la primera mitad de losnoventa se insistió en la existencia deun proceso desindustrializador de la

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

162

29,0

27,0

25,0

23,0

21,0

19,0

17,0

15,0

1976

-TII

I

1977

-TI

1979

-TI

1980

-TII

1981

-TII

I

1982

-TI

1984

-TI

1985

-TII

1986

-TII

I

1987

-TI

1989

-TI

1990

-TII

1991

-TII

I

1992

-TI

1994

-TI

1995

-TII

1996

-TII

I

1997

-TI

1999

-TI

2000

-TII

2001

-TII

I

2002

-TI

GRÁFICO 4OCUPADOS EN LA INDUSTRIAPORCENTAJE SOBRE TOTAL EMPLEADOS

FUENTE: Elaboración propia sobre datos INE.

Page 9: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

economía española con el único apoyode análisis faltos de rigor basados en da-tos correspondientes a períodos cortos(casi siempre coincidentes con caídasdel ciclo) y relativos casi exclusivamen-te a la evolución del empleo industrial.Pero la realidad era y es muy otra cuan-do se analiza con suficiente perspectivay se parte de una correcta deflactaciónde la participación relativa de la indus-tria y los servicios en la conformacióndel PIB. En el crítico año 1993, porejemplo, España obtuvo cerca del 8%del valor añadido industrial de la enton-ces Comunidad Europea, cuando cua-renta años antes apenas alcanzaba el3,5%; avance que se produjo gracias aque la rápida mejora de la competitivi-dad de la industria española fue capazde corregir una insuficiencia relativa deentramado industrial (Myro y Gandoy,1993) que fue particularmente intensaen algunos períodos históricos.

Uno de ellos es la etapa 1980-1990, en laque, según la OCDE, la producción in-dustrial española creció a tasas sensible-mente superiores a las del conjunto depaíses que configuran esta organizaciónde los países más poderosos del mundo,y también por encima de la media euro-pea. El crecimiento fue particularmenteintenso en el período 1986-1990, el pri-mer cuatrienio dentro de las institucionescomunes europeas, durante el cual la in-dustria española creó más de 400.000 em-pleos netos, que casi compensaron lospuestos de trabajo perdidos por el sectoren los duros años de la reconversión.

Es evidente, por tanto, que la integraciónde la economía española en la comunita-ria no condujo a una pérdida relativa delsector industrial en la contribución alPIB, circunstancia que confirmamos si secontempla la situación después detranscurrida una década desde la adhe-sión. Efectivamente, en pesetas corrien-tes, el porcentaje del valor añadido brutoindustrial con respecto al PIB se situabaen 1997 por debajo del 24%, mientrasque en los inicios de los setenta rozabael 33%; pero dicho descenso se atenúaconsiderablemente al tomar los datos enpesetas constantes (15). En términos rea-les, la participación de la industria en laproducción total se mantuvo relativa-mente estable, en torno al 28%, en contra

de las opiniones extendidas sobre su su-puesto declive (gráfico 5) y pese a unareducción muy significativa de la protec-ción arancelaria de que había disfrutadodurante décadas (Pastor, 1991).

En definitiva, la evolución de los indica-dores más representativos de la industriaespañola desde 1978 y su comparacióncon los correspondientes a los países dela OCDE y la UE elevan a la categoría demito una supuesta desindustrialización deEspaña que muy poco o nada tiene quever con la realidad.

Efectos de la inversiónextranjera en laindustria española

Es hoy en día generalmente aceptadoque cuando las naciones en desarrollo seaproximan al estatus de país industriali-zado, la inversión directa internacionalcontribuye a una más rápida integraciónen la economía global a través de lacreación de flujos de comercio, de redesde tecnología y de relaciones inter-empresas, entre otras. Estos efectos son,naturalmente, complementarios de losocasionados por esfuerzos inversores in-ternos y de su orientación sectorial y tec-nológica (16).

En el caso español, la inversión exteriordirecta desempeña desde hace muchosaños un papel central en la posición de laeconomía nacional (Fuentes Quintana,1986), tanto como elemento favorecedordel equilibrio exterior como de mecanis-mo de acumulación de capital y desarro-llo económico. Baste con señalar que Es-paña es uno de los principales paísesreceptores de inversiones directas en pro-porción al tamaño de su economía, lo queha contribuido a consolidar la apertura in-ternacional de ésta (modelo de crecimien-to «hacia fuera») iniciada a principios delos años sesenta (gráfico 6), a generarnuevas producciones y a propiciar loesencial de nuestro acervo tecnológico.

La evolución de la inversión extranjera enEspaña ha soportado, no obstante, nume-rosas vicisitudes en función del trato ad-ministrativo que ha recibido en cada mo-mento histórico (17), desde el largoperíodo en que estuvieron constreñidas asu estado anterior a la Guerra Civil, hastala intensa búsqueda de inversores inter-nacionales, pasando por procedimientosde autorización gubernamental de las in-versiones que supusieran el control exte-rior de empresas españolas. En todo ca-so, sí cabe adelantar que la orientaciónde dichas inversiones ha sido mayoritaria-mente industrial en gran parte del cuartode siglo analizado, así como que ha teni-do entre sus propósitos esenciales el deno superponerse mecánicamente a los in-

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

163

GRÁFICO 5VALOR AÑADIDO BRUTO INDUSTRIAL ESPAÑOL

PORCENTAJE SOBRE EL PIB

FUENTES: Instituto Nacional de Estadística y Elaboración propia

34%

32

30

28

26

24

71 73 75 77 79 81 83 85 87 89 91 93 9572 74 76 78 80 82 84 86 88 90 92 94 96

Pesetas constantes

22

Page 10: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

164

TOTAL 6.365 8.167 7.819 4.808 5.375 5.638 10.541 8.782 38.718 20.284

Primario 115 108 794 40 52 60 196 –120 –26 491

Secundario 3.389 4.581 4.298 2.552 2.531 2.583 3.681 –277 2.522 5.650

Terciario 2.860 3.479 2.727 2.215 2.793 2.994 6.666 9.178 36.222 14.143

Nota: No se incluyen los beneficios reinvertidos.

FUENTES: Banco de España y UNCTAD.

CUADRO 3INVERSIONES EXTRANJERAS EN ESPAÑA

MILLONES DE EUROS

Sector 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

TOTAL 961 2.708 3.466 3.180 4.406 11.074 16.291 33.240 58.264 28.447

Primario 329 81 30 55 373 217 329 13.645 –515 –330

Secundario 86 303 231 853 1.193 1.899 3.290 1.787 4.532 6.440

Terciario 545 2.324 3.203 2.272 2.841 8.959 13.302 17.804 54.247 22.337

Nota: No se incluyen los beneficios reinvertidos.

FUENTES: Banco de España y UNCTAD.

CUADRO 4INVERSIONES ESPAÑOLAS EN EL EXTERIOR

MILLONES DE EUROS

Sector 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

TOTAL 6.365 4.284 2.081 20.284 16.887 3.397

Primario 115 58 57 491 495 –4

Agricultura, caza y pesca 57 8 49 –2 –1 –1Minería y petróleo 58 50 8 493 496 –3

Secundario 3.389 2.345 1.044 5.650 4.683 967

Terciario 2.860 1.881 979 14.143 11.709 3.434

Electricidad, gas y agua 7 4 3 –496 –523 27Construcción 75 60 15 848 749 99Comercio 792 501 291 912 789 123Hoteles y restaurantes 69 38 31 565 539 26Transportes y comunicaciones 65 29 36 1.600 1.582 18Finanzas 1.251 953 298 551 210 341Actividades empresariales 571 270 301 9.751 7.991 1.760Otros servicios 30 26 4 412 372 40

Nota: No se incluyen los beneficios reinvertidos.

FUENTES: Banco de España y UNCTAD.

CUADRO 5ORIGEN DE LAS INVERSIONES EXTRANJERAS EN ESPAÑA

MILLONES DE EUROS

1992 2001

Sector Total Unión Europea Sin especificar Total Unión Europea Sin especificar

Page 11: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

tereses del capital español para poderasociarse estrechamente con él.En el período 1960-1975 casi las trescuartas partes de la inversión extranjerafueron absorbidas por la industria, sien-do el material de transporte (incluyendola automoción) y la química los sectorespreferidos, aunque también se introdujocon fuerza en las industrias mecánicas yeléctricas (Bajo, 1991; Courlet, 1981). Enel caso de las industrias química y delautomóvil, las masivas inversiones aca-baron por darles el control completo dela actividad a las empresas multinacio-nales, que continuarán apostando porambos sectores en la década siguiente(Giráldez, 1986), aunque dentro de uncambio radical de estrategia: de laorientación a producir bienes para elmercado interno (sustitutivos de impor-taciones) se pasa progresivamente a ac-tividades exportadoras que favorecen lapresencia española en el exterior (Fuen-tes Quintana, 1986).

De este modo, la inversión extranjera vaacompañando al desarrollo económicoespañol hasta que en 1986 la adhesión alas comunidades europeas se convierteen uno de los factores determinantes delfuerte incremento de la entrada de capita-les foráneos (Iranzo, 1991) (cuadro 3) ydel inicio de una corriente sostenida eimportante de la inversión industrial es-pañola en el exterior.

Se pasa así de una inversión directa ex-tranjera en España inferior al 0,5% delPIB anual a principios de los sesentahasta cerca del 3,5% del PIB en la déca-da de los noventa (Campa y Guillén,2000); y de una situación próxima a lainversión endogámica a otra en la quela mayor permisividad de la legislacióny la toma de conciencia por parte de lossucesivos Gobiernos y de los agenteseconómicos ha potenciado las inversio-nes exteriores como un modo ineludiblede competir en un entorno cada día másglobal (cuadro 4).

En lo que se refiere a la inversión extran-jera en la industria española, el año 1986representa también un punto de inflexiónen su importancia relativa, pues los ejer-cicios posteriores a la adhesión deEspaña a las comunidades europeas sontestigos de que los servicios pasan a con-

vertirse en la rama más atractiva para losinversores foráneos (Ortega, 1992; Duce,1996). Una investigación reciente (Fer-nández-Otheo, 2003) ha puesto inclusode manifiesto que la industria españoladejó de recibir inversión extranjera en tér-minos netos de Balanza de Pagos a partirde 1995, dado que las desinversiones hansido desde ese año superiores a las inver-siones. No obstante, la llegada de recur-sos inversores del exterior al sector se-cundario se ha mantenido en niveles decierta importancia, pese a la fuerte caídageneral de las inversiones directas inter-nacionales que se aprecia en los paísesde la OCDE durante el cuatrienio 1999-2002 (18). Circunstancias ambas que hanconvertido a España en el octavo país re-ceptor y noveno emisor de inversionesdirectas internacionales de la OCDE.

Respecto al origen de las inversionesextranjeras en la industria, cabe única-mente señalar su creciente concentra-ción en los países de la Unión Europea,protagonistas en 2001 de un 83% de suvolumen (cuadro 5), frente a poco másdel 69% de nueve años antes. Francia,Alemania y Reino Unido son los princi-pales inversores, aunque sus empresasmultinacionales acostumbran a divergiren estrategia industrial en territorio es-

pañol (Molero et al., 1995). La UE y lostres citados países, junto con Portugal,son también el destino preferente yabrumadoramente mayoritario de las in-versiones de la industria española en elexterior.

Estructura sectorialy espacial de la industriaespañola

España muestra una desequilibrada geo-grafía industrial, pues el 59% de la factu-ración se concentra en Cataluña (28%),Comunidad Valenciana (10,9%), Madrid(10%) y País Vasco (9,7%). Las regionesObjetivo nº 1 de la jerga comunitaria,que representan el 76% del territorio es-pañol y el 58% de la población, contro-lan el 40% de las ventas industriales, delas que un porcentaje importante corres-ponde al sector alimentario. La industriade la ribera mediterránea es fundamen-talmente transformadora, con escasapresencia de actividades básicas, a ex-cepción de las industrias química y me-talúrgica de Cataluña. La industria básica(siderurgia, productos metálicos) estápresente en la Cornisa Cantábrica, prin-

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

165

Suecia Países Bajos UEBL

Reino UnidoSuiza

Canadá

AlemaniaEspañaAustralia

Francia

EEUU

Japón ItaliaCorea

0 10 20 30 40 50 60 70

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0

Porcentaje de inversiones directas recibidasy emitidas respecto al PIB. 1995-2000

Porcentaje de exportaciones e importacionescon relación al PIB. 1995-2000

GRÁFICO 6APERTURA A LA INVERSIÓN DIRECTA INTERNACIONAL Y AL COMERCIO

FUENTE: Elaboración propia.

Page 12: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

cipalmente en el País Vasco y Asturias.Del mismo modo, la España más próspe-ra posee una estructura económica másdiversificada, con mayores cotas de pro-ductividad y contenido tecnológico. «LaEspaña menos desarrollada (Extremadu-ra, Andalucía, Galicia, Castilla-La Man-cha y Castilla y León) continúa su espe-cialización en un corto número de ramastradicionales poco productivas —SectorPrimario, Construcción, Servicios Públi-cos, Alimentación—» (Martín, 1998).

Sin embargo, la tendencia entre 1960 y1975 a la concentración territorial de lasdiferentes ramas industriales ha experi-mentado modificaciones:

1|— Por un lado, el acusado retroceso dela Cornisa Cantábrica, con el País Vascoque pierde posiciones en el ranking delos territorios de mayor densidad eco-nómica.

2|— Junto a ello, una nueva pujanza em-presarial, tanto en el Valle del Ebro (Na-varra, La Rioja y Zaragoza) como en elArco Mediterráneo (con especial fuerzaen la Comunidad de Valencia y Murcia).La instalación, en 1982, de la factoría dela General Motors en Zaragoza propicióla difusión de industrias auxiliares, ma-yores inversiones en infraestructuras yexternalidades positivas que han acele-rado la transformación de su tejido pro-ductivo. Valencia y Murcia son las regio-nes que mejor han aprovechado elengranaje existente entre la agriculturaintensiva, el turismo y las PYME expor-tadoras. El carácter de internacionalidadque el turismo conlleva orienta hacia elexterior la cultura corporativa de lasPYME, disponiéndolas al riesgo, recur-sos financieros y tipo de gestión directi-va adicionales que toda internacionali-zación comporta.

3|— Espectacular avance de Madrid, quedestaca en sectores de elevado conte-nido tecnológico —aeronaves, teleco-municaciones o servicios avanzados ala empresa—, fruto del flujo de infor-mación y de las economías de alcance—entendidas éstas como los ahorros encostes que se derivan de la producciónconjunta de diferentes bienes tecnológi-cos, frente a la opción de la producciónespecializada—.

Sin embargo, el capital foráneo se haafianzado como núcleo de las empresasque lideran las distintas ramas industria-les de Madrid —y por ende de España—, como consecuencia de la inversión ex-tranjera directa, del desplazamiento delcapital bancario y de la privatización delas grandes empresas públicas (Buesa,1996). Esto ha supuesto un impulso tec-nológico substancial en las industrias ae-roespacial, maquinaria, equipos médi-cos, farmacia y telecomunicaciones,sectores estratégicos cuya posición com-petitiva en el momento de la adhesiónde España a la CEE en 1986 era débil. Lainversión extranjera ha aportado redesde comercialización, tecnología y facto-res de competencia distintos de los pre-cios. Pero el desembarco de las grandescorporaciones internacionales suponetambién una amenaza para las ramas deactividad que compiten en costes, pues-to que disponen de cantidades de cash-flow que les permite bajar los precioshasta expulsar a los competidores delmercado.

Los sectores de demanda débil han per-dido peso en favor de los sectores dedemanda media y fuerte. Tras el procesode reconversión industrial, la recupera-ción de la actividad se produce de formamás intensa en los sectores de demandafuerte —instrumentos de precisión, elec-trónica industrial, maquinaria y material

eléctrico, telecomunicaciones y aerona-ves—. De hecho, las exportaciones ensectores de alta tecnología representaronel 14% del total de exportaciones indus-triales en 1998, cuando el peso de estossectores representaba el 8% en 1980(Plaza y Velasco, 2001). Sin embargo, Es-paña no converge con la UE, dado quela participación de estos sectores en elconjunto de las manufacturas de la UEse ha incrementado de forma más acele-rada que en España.

Manufacturas de demandae intensidad tecnológica baja

El mercado alimentario español haexperimentado profundas transformacio-nes. Las condiciones de hace 25 añosguardan escasa relación con las caracte-rísticas actuales del mercado. Histórica-mente, los fabricantes de productos ali-menticios se han apoyado en elcrecimiento de la población y de su po-der adquisitivo como fuente de incre-mento de ventas y beneficios. El patrónde gasto de los consumidores experi-mentaba cambios muy lentos y previsi-bles, con un claro predominio de losconsumos maduros. Desde el punto devista de la oferta, la rápida urbanizaciónpermitía una fácil y relativamente baratacobertura del mercado mediante la aper-tura de algunas grandes tiendas. Se trata-ba, por consiguiente, de un mercado có-modo y seguro para los fabricantes,además de protegido.

La característica dominante del sectoralimentario actual es de atonía, dadoque la población y el poder adquisitivocrecen lentamente. Para hacer frente aesta situación, algunos fabricantes tratande reducir sus costes y mejorar sus ca-nales de distribución en un intento dedefender su cuota de mercado. Otrosprocuran dirigirse hacia nichos más ren-tables (alimentos dietéticos, salud…),con márgenes que les permita la finan-ciación de una política más innovadorade la empresa.

Un tercio de las ventas del sector ali-mentario se distribuye a través de hiper-mercados y grandes superficies, con laconsiguiente presión sobre su cuenta deresultados. Esta dinámica fuerza a los fa-

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

166

Page 13: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

bricantes a la consecución de un mayortamaño empresarial. El sector alimenta-rio representa nada menos que el 20%del total de la facturación industrial enEspaña, el 15% del total de personas em-pleadas en la industria y el 15% de lastransacciones de comercio exterior,constituyéndose en nuestro primer sec-tor industrial.

La industria de la confección y del cal-zado representa el 7% del total de la pro-ducción industrial de España y el 15,3%del empleo. Las empresas se concentranprincipalmente en Cataluña y la Comuni-dad Valenciana. El mercado textil ha ex-perimentado grandes cambios en los últi-mos años. En la década de los ochenta,los medios de comunicación contribuye-ron a homogeneizar los estilos de vida, yla mejora general de la renta per cápitaextendió el consumismo a todos los estra-tos sociales. Su principal consecuencia fuela masificación y la pérdida de valoraciónde las marcas por parte del consumidor.

Esta homogeneización de los gustos delconsumidor permitió la rápida entrada denuevos competidores, principalmenteprocedentes de los países en vías dedesarrollo. Frente a la nueva competen-cia, las empresas españolas se vieronobligadas a reducir los precios, apurandolos márgenes comerciales. Por su parte,los distribuidores detallistas multimarcaexperimentaron una rápida pérdida derentabilidad económica, a veces irreversi-ble y definitiva.

En la década de los noventa, el segmen-to de consumidores más evolucionadovio la necesidad de diferenciarse. Se im-plantan con vigor las tiendas de cadenasfranquiciadas e integradas, por lo gene-ral de la mano de un modisto o empre-sario de renombre, en detrimento de loscentros multimarca. La frontera entre lamanufactura y la distribución se diluye.La integración electrónica, vía EDI, delas diversas fases de producción aumen-ta la rotación de inventarios y permiteuna más controlada adecuación a la de-manda. La integración vertical facilita elacceso al cliente, posibilita un mejorcontrol de la imagen de la marca —re-forzándola—, facilita una política de pre-cios global y mejora los márgenes de ex-plotación.

En la actualidad, el mercado textil espa-ñol es un mercado dual. Por una parte,se ha producido un incremento especta-cular de las marcas blancas (productosencillo, más barato y sin publicidad),así como también de las grandes marcasde prestigio (calidad, diseño, gestión dela imagen, integración electrónica víaEDI de la cadena de valor…), del tipoZara, con gran impacto a nivel interna-cional. El reto inmediato reside en lamejora competitiva de los fabricantes deproductos genéricos, dada la fuerza delos países emergentes de mano de obrabarata. La viabilidad futura de estasempresas está en peligro, especialmentea partir del año 2005 en que está previs-to el desmantelamiento de los últimossistemas proteccionistas de la UE (Plazay Velasco, 2001).

La primera transformación, fundicióny fabricación de productos metalúrgi-cos, con una relevancia progresivamentemenor en nuestra economía, representaen la actualidad el 5,2% de la facturaciónindustrial en España y el 6,6% del empleo.Base de la primera industrialización espa-ñola protegida de la competencia interna-cional, la industria siderúrgica atraviesauna situación complicada. Con una fuerte

presencia en el País Vasco (27% de la fac-turación), seguido de Cataluña (16%) yAsturias (12%), los fabricantes con costesaltos peligran en este nuevo entorno com-petitivo, donde la batalla por el mercadotermina expulsando a los menos eficien-tes en los períodos de caída de la deman-da. Téngase en cuenta, además, que setrata de un sector de muy reducido conte-nido tecnológico, al menos en España,que apenas destina el 0,75% de su factura-ción a I+D+I (cuadro 6).

Manufacturas de demandae intensidad tecnológicamedia

El peso que muestran estos sectores essimilar al de la UE, principalmente debi-do al crecimiento que experimenta elsector de automoción (dentro del apar-tado de Material de transporte). Remiti-mos el análisis del sector del automóvilal apartado «Desafíos actuales de la in-dustria española».

La Industria Química española ha experi-mentado una importante expansión debi-da, en gran parte, a los crecimientos re-gistrados desde 1980 por su demanda, y

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

167

Page 14: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

la sustitución de materiales tradicionalescomo la madera, el acero o el cristal porproductos obtenidos mediante procesosquímicos (plásticos, caucho, pasta de ma-dera). Su peso actual oscila en torno al9% de la facturación industrial y al 5,4%del empleo, con una importante presen-cia en las exportaciones. Nótese que el50% de la producción se concentra enCataluña. En el subsector de química bá-sica, con productos de reducido valorunitario, el posicionamiento en el merca-do depende de la disminución de costesy reducción de precios. En este subsector,los costes energéticos influyen sensible-mente en su estructura de costes, por tra-tarse de un consumidor masivo de ener-gía y porque la competencia de los paísesemergentes es cada vez más importante.

La exportación de los productos tecno-lógicos de gama media, incluida la auto-moción, plásticos y productos químicos(excluidos los bienes farmacéuticos), re-presentaron el 51% en 1998, frente al 43%de 1980.

Manufacturas de demandae intensidad tecnológica alta

Tras la adhesión de España a la CEE en1986 la industria española se reorientahacia sectores con nivel tecnológico me-dio y alto e industrias con base científicaen detrimento de los sectores intensivosen trabajo. La eliminación de las desgra-vaciones fiscales a la exportación y su-presión de los aranceles a la importaciónpromovieron un cambio estructural aho-rrador de empleo y una más aceleradainnovación en procesos y productos co-mo consecuencia de la mayor exposicióna la competencia internacional y de loscambios en la propia composición de lademanda y producción mundiales. Laposición competitiva de los sectores demayor intensidad tecnológica en el mo-mento de la adhesión de España a la CEEera débil, lastrados por un modelo decompetencia basado más en menorescostes laborales que en la acumulaciónde stock de capital tecnológico.

La industria aeronáutica española re-presenta sólo el 2,5% del sector europeo,donde la industria aeroespacial de Fran-cia representa el 35%; Gran Bretaña, el

30%; Alemania, el 17% e Italia, el 7% (Mi-nisterio de Defensa, 1998). La actividadproductiva se concentra en tres Comuni-dades Autónomas: Madrid, Andalucía yPaís Vasco. La sinergia de la actividad ae-roespacial sobre otros sectores (automo-ción, logística, telecomunicaciones, elec-trónica e informática, entre otros) aportaun relevante flujo tecnológico en disci-plinas adyacentes, como la investigaciónen materiales, estructuras, microelectróni-ca y telecomunicaciones, o racionaliza-ción energética. Tiene un marcado carác-ter estratégico, tanto en su mercado civilcomo en el militar, por la intensidad tec-nológica del sector.

No obstante, se trata de una industriacon un marcado carácter cíclico, alta-mente dependiente del poder político,que se distingue por los elevados reque-rimientos de inversión y prolongadosperíodos de recuperación del gasto enI+D (de 15 a 20 años). Todo ello justifi-ca el necesario apoyo de la Administra-ción Pública.

En el sector de productos farmacéuti-cos, con elevado valor unitario, la ventaja

comparativa reside en el know-how, esdecir, en la investigación, desarrollo delproducto y marca. Disfrutan de elevadosmárgenes comerciales y de barreras deentrada impuestas por el conocimientotecnológico. Al contrario de lo que suce-de en la industria de la química básica,cuyo porcentaje de I+D+I sobre factu-ración apenas asciende al 1,67%, la in-dustria farmacéutica gasta nada menosque el 13% de su facturación en I+D+I(cuadro 6). Según estudios realizados porla OCDE (2000), España muestra un dina-mismo emprendedor en la biotecnologíacomparable a la media de la UE, por de-lante de países como Italia o Suiza.

En definitiva, las grandes inversionesmundiales se están dirigiendo hacia eco-nomías emergentes de Asia. Corporacio-nes del sector farmacéutico, químico e in-dustria electrónica vienen realizandoinversiones de cuantía en plantas con lastecnologías más sofisticadas. Como resul-tado de ello están ya exportando desdeaquellos países productos y componentestécnicamente avanzados, con la consi-guiente amenaza competitiva para países,como España, que se mueven en un te-

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

168

CNAE 35.3 Construcción aeronaútica y espacial 18,00CNAE 24.4 Industria farmacéutica 13,08CNAE 33 Instrumentos de precisión 9,12CNAE 35-35.3 Otro equipo de transporte 7,69CNAE 30 a 32 Material y equipo eléctrico, electrónico 6,42CNAE 34 Vehículos de motor 3,46CNAE 29 Maquinaria y equipo mecánico 2,95CNAE 11, 12 Industria del petróleo, gas natural y combustibles nucleares 1,88CNAE 24-24.4 Industria química (excepto farmacia) 1,67CNAE 25 Caucho y materias plásticas 1,52CNAE 40, 41 Energía y agua 1,20CNAE 13, 14 Industrias extractivas 0,89CNAE 36, 37 Industrias manufactureras diversas 0,84CNAE 27, 28 Metalurgia y fabricación de productos metálicos 0,75CNAE 26 Productos minerales no metálicos diversos 0,70CNAE 21, 22 Papel, edición, artes gráficas y reproducción de soportes

grabados 0,46CNAE 17, 18, 19 Industria textil, confección, cuero y calzado 0,43CNAE 15, 16 Alimentación, bebidas y tabaco 0,42CNAE 20 Madera y corcho 0,11

TOTAL INDUSTRIA 1,99

FUENTE: Elaboración propia sobre datos INE.

CUADRO 6ANÁLISIS DEL ESFUERZO TECNOLÓGICO POR SECTORES

DE LA INDUSTRIA ESPAÑOLA. 1999

Gasto I+D+I(% sobre

CNAE-93 facturación)

Page 15: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

rreno de tecnologías intermedias. La ma-nufactura española continúa mostrandouna estructura tradicional, con una masi-va presencia de actividades de demandae intensidad tecnológica baja (Alimenta-ción, Bebidas y Tabaco; Productos Metáli-cos; Industria Textil, Cuero y Calzado;Otras Industrias Manufactureras), que re-presentan el 50% del total de la estructuraindustrial española. Nótese que son lossectores que menos gastan en I+D+I,apenas el 0,5% de su facturación.

El origen de tan descompensada situa-ción reside en el modelo autárquico dedesarrollo, con un mercado domésticoque carecía de la necesaria presión com-petitiva internacional, al menos hasta elaño 1986. La integración en la CEE en eseaño supuso un revulsivo importante paralas manufacturas españolas: la supresiónde barreras arancelarias y no arancelariasafianzó la renovación del aparato produc-tivo español, aunque no ha terminado deresolver el desnivel estructural que se ad-vierte con respecto a los países más avan-zados de la UE.

Reforma y privatizacióndel sector públicoempresarialLa intervención estatal en el sector in-dustrial español estuvo en los años se-senta y setenta enmarcada dentro de lossucesivos Planes de Desarrollo, a travésde los cuales se atendió de forma priori-taria al fortalecimiento de la dimensiónempresarial, a evitar estrangulamientosen producciones básicas y a potenciarlos flujos de financiación de las empre-sas. El Instituto Nacional de Industria(INI) desempeñó en esta etapa un papelfundamental como ejecutor de la políticaindustrial, prevaleciendo en sus actua-ciones el criterio de una curiosa comple-mentariedad respecto de la iniciativa pri-vada, es decir, «centrando su actividaden aquellos proyectos que, por su eleva-do volumen o por baja rentabilidad, noencajaban dentro de las posibilidades deésta» (Boada, 1983).

Cuando se promulga la Constitución Es-pañola de 1978, la producción industrial

llevaba cuatro años en situación de es-tancamiento y la fuerte caída de la inver-sión en activos productivos la manten-dría en la misma circunstancia algunosejercicios más. Entre 1974 y 1980 se per-dieron 620.000 empleos en la industria,y mientras en los inicios de los ochentaresultaba inimaginable que sectores dela importancia del siderúrgico, naval otextil pudieran abandonarse, en su situa-ción de entonces, al libre juego de losmecanismos del mercado (Boada, 1983),la empresa pública industrial disponíade planes de actuación decididamenteexpansivos. Todo ello a pesar de queuna política de estatalización de empre-sas en crisis, también conocida como de«socialización de pérdidas», añadió cercade 40 empresas de diferentes sectores(cuadro 7) al grupo público, tras el fra-caso de la iniciativa privada (19).

Incluyendo este último «crecimiento can-cerígeno» (García, 1985), la Administracióndel Estado identificó en 1985 como pro-pias a 154 sociedades de carácter indus-trial (Fariñas et al., 1989) y con participa-ción mayoritaria directa o indirecta (20).Empresas integrantes de un grupo indus-

trial que desde la segunda mitad de lossetenta estaba en situación de pérdidascrecientes «a consecuencia de la utiliza-ción que se hizo de los holdings públicoscomo instrumentos de política anticíclica»(Fariñas et al., 1989). En definitiva, pese ala preocupación manifestada por los pri-meros Gobiernos democráticos acerca deldeterioro de la rentabilidad de las empre-sas públicas, las decisiones adoptadaspara utilizarlo como «paliativo de la crisisdel sector privado» (Myro, 1989) acentua-ron considerablemente las pérdidas (21).Para abordar los problemas descritos seabre a comienzos de los ochenta un pro-ceso de reestructuración y reforma delas empresas públicas que pretendió ins-pirarse en una política de gestión delsector público de acuerdo con los princi-pios del mercado y criterios de eficienciay racionalización (Esteban y Moreno,1995; Pastor, 1992). De este proceso sederiva la reestructuración del INI en sub-holdings, el más importante de los cua-les, el Instituto Nacional de Hidrocarbu-ros (INH), se crea por Ley 45/81, de 28de diciembre, interpretándose su apari-ción como signo de la falta de confianzaen la capacidad del INI para administrar

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

169

Combustibles sólidos 2 6,0Sales potásicas 1 47,9Siderurgia 2 21,6Producción y primera transformación

del aluminio 3 20,4Productos cerámicos 1 100,0Productos metálicos 5 74,5Maquinaria industrial y de oficina 5 56,3Material electrónico 1 30,2Automóviles, piezas y accesorios 1 72,9Construcción naval 5 56,1Material ferroviario 1 47,0Industrias lácteas 5 86,3Industrias para la alimentación

animal 1 100,0Preparación, hilado y tejido 3 100,0Confección en serie 1 100,0Curtido y calzado 1 100,0

FUENTE: Fariñas et al., 1989.

CUADRO 7NÚMERO E IMPORTANCIA RELATIVA DE LAS EMPRESAS INCORPORADAS

AL SECTOR PÚBLICO POR RETIRADA DE LA INICIATIVA PRIVADAEN EL PERÍODO 1970-1982

Porcentaje que representanNúmero de sobre la producción del

Sector empresas sector público en el año 1985

Page 16: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

adecuadamente sus empresas participa-das (22). Se inicia así la progresiva des-conexión entre el holding y las empresasdel Grupo, que terminaría con la des-aparición del Instituto en 1995, tras unatrayectoria llena de éxitos y fracasos, in-trigas y pasiones, que constituyeron casimedia historia industrial y política de laEspaña contemporánea (23).

Se ha escrito que «el INI no ha sido indis-pensable para la industria española» (Mar-tín y Comín, 1992), porque el Instituto noera la única alternativa disponible, perocabe poca duda de que contribuyó al cre-cimiento económico de España y a su in-dustrialización, gracias a su destacadapresencia en el entramado industrial y,particularmente, en sectores como los deenergía, metalurgia y material de trans-porte.

Antes de la desaparición del INI se habíainiciado la política de privatizaciones ba-sándose tanto en la normativa desmono-polizadora de la Unión Europea comoen los requerimientos del cambio tecno-lógico (que permitía, entre otras cosas,la entrada de nuevos operadores en losdenominados «monopolios naturales») yen la necesidad de mejorar la eficienciade numerosas empresas públicas. La ma-yoría de los analistas coinciden en queel principal factor impulsor de la políticade privatizaciones no fue de carácterideológico (como pudo ocurrir en el ca-so británico en la época de la Sra. That-cher), al menos en su inicio, sino la ne-cesidad de superar las limitacionestecnológicas, financieras y estratégicasdel sector público empresarial. Buenaprueba del pragmatismo con el que seabordó el proceso es que España es unode los pocos países que experimentó si-multáneamente procesos de privatiza-ción total o parcial, nacionalizaciones yreprivatizaciones (caso Rumasa), comosi estuviera «en busca de un fundamentológico» (Esteban y Moreno, 1995).

Con la llegada al poder del Partido Po-pular, la política de privatizaciones tomaun rumbo más decidido con la aproba-ción de un Plan específico y la creacióndel Consejo Consultivo de Privatizacio-nes, en junio de 1996. Se inicia así unproceso de carácter más liquidacionistay, digamos, economicista, que se ha ma-

terializado a través de la denominada«venta directa» (por acuerdo con algunaempresa o grupo privados) o mediantela «oferta pública» de acciones en la Bol-sa, método este último muy utilizado enla privatización de empresas públicasconsideradas «joyas de la Corona», comoTelefónica, Repsol y Endesa, firmas que,dada su rentabilidad, tuvieron una exce-lente acogida por parte de los inverso-res institucionales y privados. Sólo en elperíodo 1996-2000, las arcas públicas in-gresaron 2,8 billones de pesetas comoresultado de las privatizaciones realiza-das (SEPI, 2001), y las ventas posterio-res amplían dicho importe por encimade los cuatro billones de pesetas.

En definitiva, el PP puso en marcha unplan de privatización global, explícito ycon expresión de objetivos y procedi-mientos que ha desarrollado a lo largo delos últimos años, muchas veces entre crí-ticas sindicales y políticas; desde esta últi-ma perspectiva, por ejemplo, se ha de-nunciado la cercanía política de losgestores de las empresas privatizadas se-ñalándose que «se ha sustituido el sectorpúblico empresarial por un sector priva-do gubernamental» (Estefanía, 2003).

Ahora bien, aunque es cierto que existendiferencias significativas entre la políticade privatizaciones llevada a cabo por losGobiernos del Partido Socialista y los delPartido Popular, no son tan radicales co-mo para dejar de observar una ciertacontinuidad entre una y otra. En estesentido, junto al objetivo recaudatorioque cabe atribuir parcialmente a los Go-biernos del Partido Popular, hay queañadir el objetivo puramente político dedesprender al Estado de responsabilida-des inasumibles sobre la marcha de laeconomía española, lo mismo que añosatrás animó la política de privatizacionesdel PSOE.

En definitiva, la política de privatizacio-nes española ha sido bastante hetero-doxa, especialmente en la época de losGobiernos socialistas, pero como resu-men cabe señalar que ha logrado reducirel volumen de pérdidas que arrastraba elsector público, sanear financieramente y,en general, mejorar la competitividad delas empresas privatizadas, aunque algu-nos estudios comparativos realizados no

permitan hablar de un cierto automatis-mo en el aumento de la rentabilidad. As-pecto este último que no hace sino co-rroborar algo tan admitido como que, enprincipio, no existe una relación directaentre eficiencia y titularidad privada opública de las empresas (Glade, 1986;Pirie, 1988).

La política industrialy su descentralización

El ejercicio de la política industrial re-quiere de una reflexión rigurosa y perma-nente sobre los objetivos apropiados acada coyuntura económica y los mediosadecuados para alcanzarlos. Tarea que secomplica cuando, como ha ocurrido en elúltimo cuarto de siglo, los cambios pro-ducidos en el escenario económico inter-nacional han sido tan intensos que hancondicionado en buena medida la formade hacer industria: globalización, revolu-ción tecnológica y otros fenómenos com-plementarios. Además, las sucesivas crisisindustriales vividas en esta época rompie-ron bruscamente la tendencia a la con-centración de la actividad del sector ydieron paso a un proceso de descentrali-zación productiva apoyado en la flexibili-zación que las nuevas tecnologías hanhecho posible.

En el caso español, la política industrialha estado también sometida a otras dosrestricciones adicionales en la última mi-tad del período: las derivadas de nuestrapertenencia a la UE (que lleva aparejadoel sometimiento a una serie de normascomunitarias relacionadas con el mer-cado único, política de competencia, po-lítica comercial común, etc.) y de lasgrandes limitaciones presupuestarias, co-mo consecuencia de las políticas orienta-das a eliminar o reducir drásticamente eldéficit de las cuentas públicas que se hanpracticado.

La Constitución Española de 1978 ha sidotambién fundamental en esta materia, da-do que hasta su promulgación era la Ad-ministración central del Estado la prota-gonista exclusiva de la política industrialy que, al amparo de la Carta Magna, lasComunidades Autónomas fueron reci-

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

170

Page 17: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

biendo las competencias y recursos nece-sarios para diseñar y ejecutar políticas in-dustriales de alcance regional. Mientraseste traspaso de responsabilidades seproducía, la política industrial estuvo casisiempre subordinada a la política macroe-conómica (con la lucha contra la inflacióncomo objetivo prioritario), convencidaslas autoridades económicas de la épocade que «los intentos de convertir la políti-ca macroeconómica en instrumento depolítica industrial suelen terminar enunos desequilibrios macroeconómicos in-sostenibles» (Pastor, 1992).

Dicha subordinación fue, sin embargo,tan absoluta que condujo a la pérdida desensibilidad industrial en la política eco-nómica, independientemente de las ac-tuaciones ineludibles en materia de re-conversión y ajuste productivo, queabsorbieron un porcentaje muy relevantede los recursos asignados a la industriaen los Presupuestos Generales del Estadodurante los años ochenta y primeros no-venta.

En cuanto a la promoción industrial des-arrollada por la Administración central,presentó al principio una estrecha vincu-lación con las tareas reconversoras, comolos intentos de revitalizar las zonas indus-trializadas en declive que resultaron másafectadas por las crisis y la decadencia in-ternacional de algunos sectores a travésde instrumentos como las Zonas de Ur-gente Reindustrialización (ZUR) (Velasco,2000; Plaza y Velasco, 2001) (24). Poste-riormente, el Ministerio de Industria pusoen marcha numerosos programas de pro-moción de la industria (25), en un intentode consolidar un sector secundario com-petitivo, destacando las actuaciones dealgunos organismos creados a finales delos setenta, como el CDTI o el IMPI, esteúltimo formalmente disuelto en 1997, trasser traspasadas sus funciones al Ministe-rio de Economía.

Y ya en pleno cambio de milenio se pusoen marcha un programa destinado a di-fundir el uso generalizado de la red Inter-net y sus contenidos, que hubo de ser re-formulado en 2003 por parte de suvaledor, el Ministerio de Ciencia y Tecno-logía (sustituto, sin ventajas prácticas y al-gunos inconvenientes, del tradicional Mi-nisterio de Industria).

Durante todo el período de la transiciónse fue abriendo paso entre la doctrina laidea de que una misma estrategia in-dustrial puede tener consecuencias muydispares si se aplica miméticamente enzonas que cuentan con diferentes dota-ciones de factores económicos y cuyastrayectorias históricas han forjado subsis-temas productivos con ciertas peculiari-dades distintivas. De acuerdo con loesencial de estos planteamientos, com-partidos en muchas zonas y Estados deEuropa y América, en la primera mitadde los ochenta comienzan a extenderseen España las acciones públicas en mate-ria industrial en el ámbito regional. Poruna parte, la política regional pasa de lasacciones puntuales en el territorio aldesarrollo de complejos modelos de in-tervención; y, por otra, su prioritariaorientación hacia la pequeña y medianaempresa industrial provoca una estrecharelación entre la política regional y la po-lítica industrial, hasta el punto de con-fundirse en ciertas ocasiones.

En este contexto nacen en los ochentalas Agencias de Desarrollo Regional(ADR), dependientes de las Comunida-des Autónomas, que pronto se convier-ten en el principal instrumento de ac-tuación en materia de política industrial.Los máximos exponentes de la red deADR (SPRI en Euskadi, IMPIVA en la Co-munidad Valenciana, IFA en Andalucía,

IGAPE en Galicia, CIDEM en Cataluña eIMADE en la Comunidad de Madrid)desarrollan desde su creación una im-portante tarea, gracias tanto a su proxi-midad a los problemas reales de la in-dustria de sus respectivos territorioscomo a la calidad de las actuaciones y alas nada despreciables dotaciones pre-supuestarias obtenidas dentro de losPresupuestos regionales (26).

Otras ADR nacen y se mantienen en si-tuación más modesta, aunque han contri-buido también a romper el considerableaislamiento existente tradicionalmenteentre las instituciones y la realidad indus-trial española. Pero todas han demostra-do que son las autoridades de cada Co-munidad Autónoma las más idóneas a lahora de concentrar los recursos en las zo-nas más prometedoras o necesitadas desu territorio, para integrar intervencionescon carácter múltiple y para crear unatensión innovadora en los agentes econó-micos regionales (Velasco, 2000).

A este panorama descentralizador de lapolítica industrial, en el que la Adminis-tración central desempeña un nuevo y enprincipio más eficiente papel de coordi-nadora y defensa de los intereses indus-triales españoles en ámbitos europeos einternacionales, se ha unido, aunque to-davía tímidamente, la labor desarrolladapor los entes locales y comarcales, que

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

171

Page 18: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

han abandonado posturas antaño pasivasen estos menesteres y han adquiridocierto protagonismo a través de las Agen-cias Locales de Desarrollo que han idoapareciendo en las Comunidades más di-námicas en materia industrial, como Ca-taluña y el País Vasco.

En definitiva, la política industrial espa-ñola se ha descentralizado y ganado efi-cacia, pasando en pocos años de unaépoca en la que sólo unos cuantos cen-tenares de empresas, generalmente demediano y gran tamaño, eran las desti-natarias reales de una entonces centrali-zada política industrial, hasta una situa-ción en la que las acciones públicas sehan multiplicado y llegan a muchos mi-les de empresas con programas específi-cos y medidas más ajustadas a sus nece-sidades reales.

Desafíos actualesde la industriaespañola

Ampliación de la UE

El crecimiento de la economía española,por encima de la media de la UE, enmas-cara problemas estructurales de la indus-tria, cuyos efectos comienzan a emerger.La ampliación de la UE hacia la EuropaCentral y del Este (PECO) obliga a la in-dustria española a competir con paísescuya estructura productiva es similar a laespañola. La media de los PECO poseeuna mano de obra cualificada, con un sa-lario medio por trabajador del orden del15,66% del sueldo en el sector manufac-turero de España (Martín, 2002).

La situación resulta aún más preocupantecuando se observa que, desde 1995, loscostes laborales unitarios en España sehan incrementado por encima de la mediade la zona euro, como consecuencia deaumentos de la productividad del trabajopor debajo de los niveles de la UE (gráfi-co 7). A las imponentes ventajas de costeslaborales de los PECO, con similares dota-ciones de capital humano, debe añadirseel idéntico nivel de gasto en I+D (un 0,9%del PIB) y Tecnologías de la Información

(un 2,1%), impulsado por las grandes in-versiones de empresas multinacionalesextranjeras.

Su centralidad geográfica, junto al eje eu-ropeo Suecia-Finlandia-Alemania-Norte deItalia, coloca a estos países dentro de lasestrategias globales de las grandes empre-sas, que identifican sus enormes ventajascompetitivas para el suministro de inputsintermedios y manufacturas de cara a laoptimización de sus cadenas de valor. To-do ello representa un serio reto para la in-dustria española (27), cuando los prime-ros indicios apuntan hacia la pérdida decuota en el mercado europeo, no sola-mente en los sectores de intensidad tec-nológica baja y media, sino incluso en lasindustrias de tecnología más avanzada(Martín et al., 2003).La industria del automóvil es una de lasmás sensibles a esta competencia, máxi-me cuando las empresas cabecera queoperan en España son todas extranjeras.Nótese que la industria del automóvil enEspaña representa el 6,5% del empleo in-dustrial (un total de 660.000 personas tra-bajan en el sector de automoción), el11,6% de la facturación de productos in-dustriales y el 20% del total de exporta-ciones. España es el sexto productor devehículos del mundo y el tercero en Eu-ropa, tras Alemania y Francia (Plaza y Ve-lasco, 2001). Los efectos de la ampliaciónde la UE hacia la Europa Central y delEste pueden ser demoledores para la in-dustria auxiliar española (28).

Algunos estudios (Martín et al., 2003) se-ñalan que los efectos de la ampliaciónpueden ser positivos en tanto en cuantose potencien la innovación, la formacióndel personal y la inversión en I+D. Que-remos subrayar que, aun compartiendodicha óptica, una de las rémoras más im-portantes para la innovación de la indus-tria española es el abuso de los contratostemporales, que asciende nada menosque al 30% de la población ocupada. Es-ta segmentación del mercado laboral,originada por una visión cortoplacista deflexibilidad en costes, impulsa la inver-sión en los sectores menos productivos,a la vez que representa un serio obstácu-lo para el personal más cualificado(Grandes, 2003). Reduce el aliciente parala ahora más que nunca necesaria inten-sificación del capital humano y la incor-

poración de nuevas tecnologías de pro-ducción, que dan razón del menor creci-miento de la productividad en España,por debajo de la UE desde 1995 (OECD,2003). Además, «es importante destacarque no todo el valor apropiado de re-ducciones de costes se debe a la extrac-ción de valor del proveedor —por exten-sión, del empleado—.

Otros inductores, como procesos deaprendizaje o mejoras en la eficiencia delos procesos pueden generar reduccio-nes de costes que no necesariamente vie-nen del proveedor» (Cassiman y Sieber,2001). La evidencia empírica señala que,en el caso de la industria española, noemerge aún la correlación entre la inten-sidad de I+D, la producción y las mejo-ras de productividad (European Comis-sion, 2001).

El reto tecnológico

La economía española todavía muestraniveles insuficientes de I+D e innovación.A pesar de la evolución positiva de los úl-timos años, los gastos españoles en I+Dno superan el 1% del PIB, frente al 2,5%de los países europeos. Igualmente, Espa-ña gasta en innovación menos del 1% delPIB, frente al 2,3% del conjunto de lospaíses de la UE. La participación de lasempresas en el gasto total de I+D e inno-vación representa el 49%; este porcentajetambién es inferior al de los países denuestro entorno.

A esta situación hemos de añadir la de-pendencia tecnológica de las empresasespañolas. La Balanza Tecnológica es cla-ramente deficitaria, con una tasa de co-bertura del 19%. Este dato es más ilustra-tivo si tenemos en cuenta la tasa decobertura tecnológica de otros países: el75% en Alemania, 80% en Gran Bretaña,77% en Italia y 72% en Francia.

Por otro lado, la actividad de I+D+I enEspaña está fuertemente concentrada enlas grandes empresas y en los grandesorganismos públicos de investigación(OPIS). En el sector público, la actividadde I+D se aglutina en nueve grandes or-ganismos públicos de investigación, queafrontan el 72% de los gastos de I+D delas Administraciones Públicas y el 70%

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

172

Page 19: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

del personal. En el sector privado, el 6%de las empresas que realizan I+D+I con-centran el 58% del total de gasto empre-sarial en I+D y emplean casi el 50% delpersonal investigador. El 94% restante delas empresas realizan I+D+I de formadiscontinua.

La mayoría no percibe con suficienteclaridad que la tecnología sea elementoclave para asegurar la competitividad yno incorpora las nuevas tecnologíashasta que las consideran maduras. Estalínea de actuación aminora el riesgo dela temprana adaptación tecnológica, pe-ro coloca a muchas empresas españolasen un terreno indeterminado, en el queno tienen nivel de diferenciación tecno-lógica para competir globalmente en unsegmento del mercado, ni tampoco loscostes lo suficientemente reducidos paraproducir productos genéricos con efi-ciencia (gráfico 8).

La propia necesidad de la diversifica-ción de la industria española hacia sec-tores intensivos en tecnología dependedel esfuerzo investigador que se des-pliegue, y viceversa. La presencia deempresas manufactureras de tecnologíamedia-alta intensifica el gasto empresa-rial en I+D+I, a la vez que la propia in-versión en I+D+I contribuye a la crea-ción de nuevas empresas de altatecnología (Plaza, 2000). El análisis de laevolución de la estructura productivamuestra que parte de la diversificacióntecnológica surge —al menos en los pa-rámetros actuales— de núcleos de exce-lencia de la Academia y su interaccióncon la industria (29).

Según estudios realizados por la OCDE(2000), España se halla a la cola de lospaíses de la OCDE en el ámbito de lastecnologías de la información. En el cam-po de la biotecnología, por el contrario,el ritmo de crecimiento en el registro depatentes por la USPTO (US Patent andTrademark Office) entre 1992 y 1999 essimilar a la media de la UE, por delantede países como Suiza, Alemania, Italia oJapón.

Este dinamismo emprendedor —en tér-minos de facturación, patentes y start-ups— se concentra en Madrid, Cataluñay Navarra. Su mercado es global, traba-

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

173

1960

20

30

40

50

60

70

80

90

100

1963

1966

1972

1975

1978

1981

1984

1987

1990

1993

1996

1999

2002

1969

Productividad del trabajo

Stock de capital/empleo

Stock de capital productivo/empleo

Capital tecnológico/PIB

Capital humano/población 16-64 años

GRÁFICO 7PRODUCTIVIDAD Y STOCK DE CAPITAL DE ESPAÑA (UE = 100)

Nota: Todas las variables monetarias están medidas a precios constantes y en miles de PPC en euros (pari-dad del poder de compra) del año tomado como base (1995).Stock de capital tecnológico: Considera la inversión en I+D y la importación de tecnología.Stock de capital humano: Porcentaje de la población en edad de trabajar con estudios universitarios equi-valentes, corregidos de calidad (series de FUNCAS).

FUENTE: Banco de España (2003): «Síntesis de Indicadores Económicos: Convergencia Real España-UE».Actualización de 31 de julio de 2003.

20

30

40

50

60

70

80

90

100

10

0

1980

1982

1984

1988

1990

1992

1994

1996

1998

2000

2002

1986

Gasto en I+D/PIB

Patentes solicitadas por residentes/millón habitantes

Ratio de autosuficiencia

Ratio de difusión

GRÁFICO 8GASTOS EN I + D Y PATENTES EN ESPAÑA (UE = 100)

Nota: Todas las variables monetarias están medidas a precios constantes y en miles de PPC en euros (pari-dad del poder de compra) del año tomado como base (1995).Ratio de autosuficiencia: Porcentaje de patentes de residentes sobre el total de patentes solicitadas dentrodel territorio español.Ratio de difusión: Número de veces que se solicita una patente de residentes para su utilización fuera del te-rritorio español.

FUENTE: Banco de España (2003): «Síntesis de Indicadores Económicos: Convergencia Real España-UE».Actualización de 31 de julio de 2003.

Page 20: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

jan en red con entidades europeas onorteamericanas, a caballo entre laindustria médico-farmaceútica y la Aca-demia —conferencias, literatura, científi-cos…— y son multisectoriales (Europe-an Comission, 2001). La Política deI+D+I —y el montante de fondos públi-cos— desempeña un papel relevante enel impulso de la industria biotecnológi-ca, al igual que se verifica en los paíseseuropeos y en EEUU (30).

Las tecnologíasde la informacióny de la comunicación

También el grado de internacionalizaciónde la empresa española constituye unimperativo cada vez más necesario parala competitividad. Una porción crecientede la innovación empresarial depende desu grado de apertura y exposición a lacompetencia internacional, auténticapropulsora del cambio. La red Internetrepresenta un verdadero reto para la em-presa, que debe identificar los eslabonesde la cadena de valor internacionalmente«desintermediables», y las amenazas com-petitivas que el desacople comporta. In-ternet modifica los costes de cambio en-tre los diferentes eslabones de la cadenade valor. Puede acarrear la aparición tan-to de «Externalidades de Red» (31) comode «Rendimientos Crecientes de Escala»en procesos que anteriormente operabanbajo rendimientos decrecientes (Valor,2003), cabiendo la reintermediación ydesintermediación de actividades queconduzcan a cambios en el mapa deoportunidades y amenazas, y de posicio-namiento del producto (Sieber, 2002). Eneste contexto, la comparativamente me-nor implantación de las TIC en las em-presas españolas (gráfico 9) constituyeuna rémora para su efectiva integraciónen la cadena virtual de valor.

Finalmente, nótense las repercusionesque el crecimiento de la comunidadhispano-parlante tiene sobre diversos sec-tores: editoriales, telecomunicaciones,producción de contenidos (sector de en-tretenimiento), multimedia…, entre otros.No se deben despreciar las «Externalida-des de Red» que se desprenden de estehecho, dado el avance que está experi-mentando la lengua española en merca-

dos tan importantes como el estadouni-dense. Sin embargo, este desafío sólo po-drá desarrollarse en función de dos facto-res: del grado de internacionalización dela empresa española y de su situación enel campo de la economía digital.

En cuanto al peso de las TIC, medido entérminos de PIB, el gasto español en in-formación y telecomunicaciones es unode los más bajos de la OCDE (4,1% en1999, frente al 5,9% de la media europeay al 6,9% de la OCDE), sólo por delantede Polonia, Turquía y Grecia; pero toda-vía resulta peor la comparación de las ten-dencias, porque en los últimos siete añosel gasto español en información y teleco-municaciones aumentó solamente en tresdécimas de PIB, mientras que creció sietedécimas en la UE y un punto en el con-junto de la OCDE. De este planteamientose deduce la necesidad de involucrar conurgencia a la empresa española, no sólode cara al aprovechamiento de nuevasoportunidades de mercado, sino tambiénpara su pervivencia, dado que las innova-ciones inducidas por las TIC constituyenhoy la principal fuente de mejoras de laproductividad.

Conclusión: los añosdecisivos

Durante los 25 años de democracia polí-tica que ha vivido España desde la pro-mulgación de la Constitución de 1978, laindustria española ha pasado por si-tuaciones muy diversas que incluyen mo-mentos ciertamente trágicos y fases de es-plendor desconocido en su larga historia.Los vaivenes de la coyuntura económica,las crisis estructurales que ha sufrido elsector a escala mundial, la drástica reduc-ción de barreras arancelarias y el notableincremento de la competencia que se in-fiere de todo ello ha agitado los viejoscimientos y transformado la trayectorialánguida que nuestra industria venía di-bujando en las décadas posteriores a laGuerra Civil, para proyectarla con bastan-te solvencia hasta el presente y hacia elfuturo.

Una rápida y serena valoración de esteperíodo nos obliga a decir, y lo hace-mos con satisfacción, que la industriaespañola ha salido airosa de una gran

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

174

30,0

22,5

15,0

7,5

12,5 25,0 37,5 50,0

Japón

Países Bajos

Dinamarca

SueciaNoruegaAustralia

Finlandia

Nueva ZelandaGBAustria

Portugal LuxemburgoEspaña CanadáGrecia

Italia

Empresas que realizan pedidos por Internet

Empr

esas

que

recib

en p

edid

os p

or In

terne

t

GRÁFICO 9EMPRESAS QUE UTILIZAN INTERNET PARA LA RECEPCIÓN DE PEDIDOS Y VENTAS

PORCENTAJE DE EMPREAS CON DIEZ O MÁS EMPLEADOS . 2001

FUENTES: OECD, ICT Database, agosto 2002; Eurostat, E-commerce Pilot Survey, 2001.

Page 21: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

parte de los desafíos y contratiempos alos que se ha enfrentado, aunque tienetodavía por delante un amplio recorridohasta equipararse con las más avanza-das de nuestro entorno. Dicho de mane-ra más directa y clara, la industria espa-ñola ha superado, en buena medida, suretraso histórico y, con la valiosa ayudade la inversión directa extranjera y delas instituciones europeas, ha demostra-do su capacidad competitiva en los mer-cados más sofisticados y difíciles delmundo.

Todo lo cual se ha logrado gracias a lacapacidad de reacción mostrada por lasempresas y el éxito alcanzado por los sin-dicatos y la patronal en el diálogo socialy la concertación. Pero sería injusto noreconocer también los méritos de los su-cesivos Gobiernos democráticos, tantonacionales como autonómicos, a la horade pergeñar y desarrollar políticas, pro-gramas y actuaciones puntuales frente alos avatares de la coyuntura y de las gra-ves crisis estructurales que ha padecidomundialmente el sector. Cuando competires obligado, como ha sido el caso en lamayor parte de este cuarto de siglo, elsector industrial español, y también enmuchos casos la política industrial, handemostrado estar a la altura de las cir-cunstancias.

En todo este proceso, la Constitución Es-pañola de 1978 ha desempeñado unpapel fundamental y no sólo por haberconfigurado un marco democrático deconvivencia. La Carta Magna ha hechoposible la adhesión a Europa que tantosbeneficios directos e indirectos ha pro-porcionado a la industria española; hadado lugar a un Estado de las Autono-mías que ha propiciado una política in-dustrial con un alto grado de descentrali-zación y muy próxima a las empresas demenor tamaño; y ha favorecido el des-arrollo de unas relaciones industrialespropias de un país democrático y avan-zado.

En estos 25 años de democracia hemosasistido a una prodigiosa modernizaciónde la sociedad española y al rejuveneci-miento tecnológico y productivo de suindustria manufacturera. Quedan mu-chas cosas por hacer en varios campos,especialmente en los ámbitos de la I+D

y de la internacionalización, de eso nocabe duda, pero tampoco es dudosoque los últimos 25 años han resultadodecisivos para el desarrollo de una in-dustria que estimamos hoy capaz dedesenvolverse en el complejo y cam-biante mundo de los mercados interna-cionales.

(*) Este trabajo ha podido realizarsegracias a los Proyectos de Investiga-ción UPV 036.321-HA060/96, UPV036.321-HA135/98 y 1/UPV 00032.321-H-13918/2001 financiados por la Uni-versidad del País Vasco.

Notas

(1) En el citado Decreto se manifiestan ex-plícitamente los propósitos de la nueva polí-tica industrial, en los siguientes términos:«En esta nueva etapa la función que el Minis-terio de Industria debe desarrollar funda-mentalmente es la de orientar, facilitar y esti-mular, no solamente la creación de nuevasempresas industriales, sino la modernizacióny reestructuración de las existentes dentrode los criterios indicativos que deben infor-mar la planificación del desarrollo económi-co a través de la determinación de las carac-terísticas técnicas».(2) Estas resistencias se manifestaron tanto enla esfera del capital como en el mundo de lostrabajadores y de los consumidores, bajo for-mas de demandas de protección en algunossectores (vestido, textiles, acero, calzado), re-querimientos de subvenciones masivas (side-rurgia, construcción naval), resistencia a lasreducciones en los salarios reales, demandasde contención y subvención de los preciospetrolíferos, etc. Todo lo cual, junto con lasconsiguientes inflexibilidades en los preciosrelativos, provocó elevaciones importantes dela tasa de paro y de la inflación, prolegóme-nos nacionales de una importante recesióneconómica a escala mundial.(3) La capacidad productiva española estabaentonces muy concentrada en productos condemanda mundial estabilizada, débilmentecreciente o en franca regresión. Y precisamen-te el empuje de los países emergentes se pro-duce en sectores como el textil, la confección,cuero y calzado, juguetería, artículos deporti-vos, menaje, equipos de transporte y otros encierta medida coincidentes con la tradición ex-portadora española.(4) «Los ciclos completos tienen unas dura-ciones en torno a los 27 meses, encontrándo-

se por término medio 14 meses en fase deaceleración y 13 en fase de desaceleración.Pero esta idea no se mantiene a lo largo detodo el período analizado. A partir de losaños noventa las duraciones son un pocomás elevadas en término medio para las dosfases. Esta circunstancia también se observaen las amplitudes de los ciclos, pues aunqueson similares para ambas fases, en los últi-mos años se produce un importante aumentode las mismas. Por tanto, el análisis de lasduraciones y las amplitudes nos lleva a con-firmar una mayor intensidad en los últimosciclos, lo que implica un patrón cíclico mejordefinido en la última década. Por otro lado,no se observan asimetrías en término medioentre las fases de aceleración y desacelera-ción ni comparando las duraciones ni con-frontando las amplitudes» (García-Carro,2002).(5) Desde la incorporación a las Comunida-des Europeas, el sector industrial español (sinincluir las actividades constructora y energéti-ca) ha contribuido negativamente a la evolu-ción del VAB español a precios constantes endos ocasiones (1992 y 2002) de manera in-apreciable y en una de forma importante(–3,9% en 1993). Por el contrario, en el restode los años ha contribuido positivamente alincremento del VAB y, a veces, con tasas muyimportantes (+5,8% en 1997 y +5,4% en 1999).(La Caixa, 2003).(6) Los Pactos de la Moncloa que firmarontodos los partidos políticos democráticosfueron el primer intento serio de poner loscimientos necesarios para enfrentarse a lacrisis. Su contenido económico consistió enun plan de estabilización de corte clásico,unido a una serie de medidas de reforma es-tructural de cierta importancia: devaluaciónde la peseta en un 20%, restricción moneta-ria, contención salarial, asunción por el Esta-do de los subsidios de paro, mejora de lasprestaciones de la Seguridad Social, liberali-zación del sector financiero y, especialmen-te, una fuerte reforma fiscal. Los resultadosde los Pactos (en numerosas ocasiones pues-tos de ejemplo como fórmula para resolverproblemas de parecida índole en otros paí-ses) fueron rápidos y espectaculares en algu-nos campos.(7) «Entre 1973 y 1979 Cataluña perdió tantospuestos de trabajo como todo el resto de Es-paña» (Santacana, 1984) y la crisis industrial decarácter mundial hizo retroceder las magnitu-des más significativas de la industria catalanaa valores de 1973.(8) La aproximación al volumen de recursosabsorbido por la política reconversora chocacontra una serie de obstáculos (ausencia deseries de datos homogéneas, superposiciónde distintos Gobiernos en el proceso, etc.)que impiden la cuantificación veraz de losmismos. Es por ello que las discrepancias de

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

175

Page 22: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

los investigadores respecto a su coste total(incluyendo subvenciones, créditos, avales yayudas laborales) son considerables: desdelos dos a los cuatro billones de pesetas. Encuanto a la evolución de las plantillas, a fi-nales de 1989 el excedente de trabajadoresestaba muy cercano al previsto inicialmente(Simón, 1997).(9) Entendemos por «conflictos microeconó-micos» todos aquellos problemas prácticosque las empresas deben interiorizar en sus re-laciones con los poderes públicos. En la épo-ca que nos atañe se podrían resumir en unasinfraestructuras industriales deficientes y enmuchos casos costosísimas; un urbanismo queen amplias zonas estaba en fase pendular derechazo a la industria; una burocracia ine-ficiente que trabajaba con procedimientos ad-ministrativos y financieros obsoletos o tortuo-sos; y un sistema de garantías caro ydesincentivador (Velasco, 1986).(10) Señalan Myro y Gandoy (1993) que Es-paña obtuvo en 1993 el 7,8% del valor añadi-do industrial de la Comunidad Europea, frenteal 3,5% obtenido en 1953. Todo ello pese aque la competitividad de las empresas indus-triales «se debilitó de manera muy sensibledesde 1975 y, más claramente, desde 1980»,debido tanto a las manufacturas de demanday contenido tecnológicamente bajos, muy re-sistentes a la pérdida de importancia relativaen la estructura de la producción industrial es-pañola.(11) Desde el momento de la adhesión a lasComunidades Europeas el Gobierno volvió alobjetivo de sanear el déficit público y reducirel diferencial de la inflación española con lamedia europea. A partir de 1988 las autorida-des endurecieron la política monetaria y en1992 los tipos de interés reales alcanzaron el10%, casi duplicando los tipos alemanes. Estasmedidas intentaron paliar las consecuenciasde la incapacidad demostrada por el Gobiernoa la hora de desarrollar una política fiscal es-tricta (Boix, 1998).(12) La producción real por empleado crecióen España un 80% durante el período 1985-1995, frente al 45% de la UE, el 30% de Esta-dos Unidos y el 52% de Japón. Entre 1990 y1995, la elaboración de productos farmacéuti-cos fue la actividad que mostró mayor dina-mismo, con un ritmo de crecimiento anualcercano al 10%. La fabricación de maquinariaeléctrica y electrónica tuvo también una granproyección, con un crecimiento anual supe-rior al 5%.(13) Entre los aspectos más discutibles de lateoría de la desindustrialización está su casipermanente relación biunívoca con la pérdidade empleo industrial, porque si es cierto queésta constituye una condición necesaria paraindicar la existencia de un declive industrial,no es válida (y menos suficiente) como únicamedida del mismo. La pérdida de empleo

puede ser, por ejemplo, reflejo de la adapta-ción de una economía nacional a la crisis; laconsecuencia de la racionalización de la capa-cidad productiva excedentaria; de la intensifi-cación de las inversiones en capital; o de laintroducción de innovaciones tecnológicas enproductos y procesos, pues son todos ellosfactores que afectan directamente a la evolu-ción del empleo (Velasco, 1989) y están aleja-dos de lo que se entiende rigurosamente pordesindustrialización.(14) Por un lado, los servicios y las manufac-turas son actividades tan complementarias ypróximas que, de hecho, la distinción nítidaentre las dos es muchas veces muy complica-da. En muchas actividades industriales punte-ras el valor añadido no se capta en la produc-ción física sino en los servicios con ellarelacionados. Además, el crecimiento del sec-tor terciario está en muchos casos estrecha-mente vinculado con el desarrollo industrial,no sólo por depender de la demanda de la in-dustria, sino por resultarle imprescindible lautilización de los medios de producción quele proporciona y ser fuente de progreso técni-co (Myro y Gandoy, 1993). Esta complemen-tariedad industria-servicios se ha fortalecidosobremanera en los años ochenta en las áreasmás avanzadas de ambos sectores, hasta elpunto de que es raro no encontrar productosindustriales detrás de servicios sofisticados.Lo cual significa, como ha señalado el profe-sor Segura (1992), que «en lo esencial, no esposible una terciarización tecnológicamenteavanzada sin una fuerte base industrial». Bue-na parte de la confusión existente en esta ma-teria se deriva de la falta de acomodación es-tadística al proceso anteriormente descrito.Mientras los especialistas distinguen hoy con

claridad entre servicios convencionales (con-sumo, administración), servicios a la produc-ción y servicios a las empresas (Sapir, 1992;FEDEA, 1993; Del Río, 1993; Cuadrado yGonzález, 1987), las estadísticas no han rede-finido aún las actividades de servicios conarreglo a criterios analíticos y fuerzan el trata-miento conjunto de servicios tradicionalesajenos a la industria con los dedicados a lagestión empresarial, el procesamiento de lainformación y el tratamiento de la innovación(Monk, 1988).(15) En realidad, los precios se han moderadomás intensamente en la industria que en elresto de la economía. Ello se ha debido, enparte, a la expansión de la competencia inter-nacional y, desde luego, a los incrementos deproductividad basados en las mejoras organi-zativas y los avances tecnológicos. En cambio,los aumentos salariales se han situado en mu-chas épocas relativamente al margen de la tó-nica de moderación de los precios finales (porejemplo, en el período 1987-1997 la gananciamedia por trabajador y mes se duplicó prácti-camente en términos nominales, mientras quelos precios a la salida de fábrica aumentaronen poco más del 30%.(16) La inversión material y los gastos de in-vestigación y desarrollo (I+D) son variablesfundamentales de la evolución económica,determinando la competitividad relativa de lospaíses a medio y largo plazo. En los últimosaños, la mayor parte de las inversiones reali-zadas en las áreas desarrolladas del planeta sehan centrado en las tecnologías de la infor-mación y de las comunicaciones. Hacia losservicios se ha dirigido más de la mitad de lasinversiones materiales y se estima una partici-pación cercana al 20% para la industria manu-facturera. En España, las inversiones efectua-das en el sector privado fueron superiores entérminos relativos a las del resto de países denuestro entorno y casi duplicaron en la segun-da mitad de los noventa la tasa de crecimientodel conjunto de la UE.(17) Como señalan Martín y Maté (1997), «alestudiar los cambios operados en la evolucióny pautas seguidas por las entradas y salidas decapital en España en concepto de inversióndirecta internacional, es importante tener pre-sente el distinto trato administrativo que recaíasobre ellas: mientras que la inversión extranje-ra fue incentivada desde épocas muy pretéri-tas (desde el final de la autarquía económica),la inversión de España en el exterior no ha si-do estimulada por el Gobierno hasta fechasrecientes».(18) El declive de la inversión directa inter-nacional en la OCDE ha sido muy pronuncia-do, tanto en los flujos de salida como en losde entrada. El sentimiento de incertidumbregeneralizado que la inestabilidad políticamundial y la inseguridad han provocado estádetrás de unos registros decepcionantes: los

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

176

Page 23: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

2,45 billones de dólares a que ascendieronlas inversiones directas internacionales en elaño 2000, frente a los 1,10 billones de dóla-res del año 2002. Los datos peores corres-pondieron a las captaciones de capital exte-rior de los países OCDE, que pasaron de los1,3 billones de dólares del año 2000 hasta los0,5 billones de dólares de 2002. Sin embargo,cuando se analizan estas cifras hay que teneren cuenta que las altas cotas alcanzadas porla inversión internacional entre 1999 y 2000eran difícilmente sostenibles, porque en esebienio adquirieron especial relevancia las re-estructuraciones, fusiones y adquisiciones deempresas propiciadas por factores excepcio-nales (elevadas cotizaciones bursátiles, priva-tizaciones, abundante liquidez de las empre-sas, etc.). En el caso español, las inversionesen el exterior han ido cayendo desde los54.700 millones de dólares de 2000 hasta los18.500 millones de 2002, mientras que las en-tradas de inversiones directas internacionalespasaron de los 37.500 millones de dólarescorrespondientes al año 2000 hasta los21.200 millones de dólares del ejercicio 2002(OCDE, 2003).(19) Algunos han calificado este proceso co-mo de «capitulación de la empresa pública» alasumir una responsabilidad que no le corres-pondía. Según García Fernández (1985), «esevidente que ni el sector público ni el sectorprivado acertaron al enfocar la política de re-conversión de estas empresas, pero mientrasel sector privado se quitaba un problema deen medio, los responsables de la empresa pú-blica asumieron gratuitamente una responsa-bilidad que correspondía al accionista privadoy cuyo coste sólo ha traído descrédito a la em-presa pública».(20) En el año 1985 la empresa pública re-presentó el 17,3% de la producción bruta in-dustrial y dio empleo al 9,4% de la pobla-ción ocupada en actividades industriales. Lapresencia pública en el sector energético su-puso el 40,1% de la producción total, mien-tras el peso relativo en el sector de manufac-turas alcanzó el 19,3% de la producciónnacional.(21) La caída de la rentabilidad en las empre-sas públicas tenía también otros orígenes dis-tintos de los puramente coyunturales o de lasdecisiones de los gobernantes. Como se ha se-ñalado (Myro, 1989), el principal factor deter-minante de la negativa evolución de la renta-bilidad fue la ineficiencia y reducción de lacompetitividad, que situó la productividad delas empresas públicas por debajo de la corres-pondiente a las privadas en la mayor parte delos sectores y ramas industriales (Myro, 1985;Prior, 1988). Por otra parte, tampoco se abor-dó a tiempo el ajuste de las capacidades insta-ladas, lo que redujo aún más la competitivi-dad relativa de las empresas públicas yaumentó la desconfianza respecto de la preo-

cupación real de sus dirigentes por la cuentade resultados del Grupo.(22) El INI cedió al INH todas las participacio-nes en Enpetrol, Petroliber, Proas, Enagás, Bu-tano, Hispanoil y Eniepsa, más sus respectivasfiliales. A partir de ahí, en 1987, este agrupa-miento fue parejo a otras dos profundas refor-mas en cuanto a la organización del Grupopúblico: por un lado, las empresas energéticasdel INH (excepto Enagás) se reagruparon enREPSOL un año más tarde de que la regla-mentación comunitaria antimonopolio exigie-ra la desarticulación de CAMPSA, el monopo-lio fiscal español del petróleo. REPSOL naciócomo una de las empresas europeas másgrandes del sector y en 1989 se inicia tímida-mente su proceso de privatización, con lacompra del 4,5% de las acciones por parte delBBV y la salida a Bolsa de la cuarta parte delcapital social.(23) La desaparición jurídica del INI y delINH tuvo una gran trascendencia política ytambién relevancia económica, por cuantoemitía señales claras de la voluntad de adelga-zamiento del sector público empresarial, de laapuesta por la mejora de la competitividad ydel establecimiento de alianzas con el sectorprivado. Los herederos de las participacionesaccionariales (y de los problemas) del INI fue-ron la Agencia Industrial del Estado (AIE) y laSociedad Estatal de Participaciones Industria-les (SEPI). La primera agrupó a las empresassometidas a planes de reconversión, de cuyadirección pasó a responsabilizarse la Agencia.Por su parte, la SEPI reunió las participacionesde titularidad pública de los grupos TÉNEO yREPSOL, además de la deuda existente en elseno del INI y anexos, unos 750.000 millones

de pesetas (De la Dehesa, 1993). El aspectofundamental de esta operación, diseñada yejecutada por el ministro socialista Eguiagaray,fue la desvinculación del antiguo Grupo INIde los Presupuestos Generales del Estado, da-do que la AIE no podía endeudarse y la SEPIno podía disponer del aval del Estado parasus operaciones de endeudamiento. En suconjunto, el Gobierno de la época consideróque «la política industrial dirigida a las indus-trias de titularidad pública debe tener comoresultado un sector más reducido (sobre todomediante privatizaciones) y, en especial, mássano, competitivo y mejor adaptado a las ne-cesidades y coordenadas que el nuevo con-texto internacional y la realidad industrial deEspaña imponen» (MINER, 1995).(24) Las Zonas de Urgente Reindustrialización(ZUR) se crearon en julio de 1985 en diversosmunicipios de Asturias, Madrid, Cádiz, PaísVasco, Galicia y Barcelona, en colaboracióncon las Comunidades Autónomas (Velasco,2000; Plaza y Velasco, 2001). Posteriormente,en junio de 1988, esta figura impulsora de laimplantación de empresas industriales y de lacreación de empleos alternativos para los tra-bajadores excedentes de los procesos de re-conversión fue sustituida por otra de parecidocorte, conocida como Zonas Industrializadasen Declive (ZID), aunque con algunas varia-ciones en sus objetivos (se incluyó el sectorservicios entre los proyectos subvencionables)y en su ámbito territorial de aplicación (seañaden Cantabria y Badajoz y se excluyen laBahía de Cádiz y los cinturones industriales deMadrid y Barcelona).(25) Los más relevantes fueron el Plan Tec-nológico Industrial (PATI) y el Programa In-dustrial y Tecnológico Ambiental (PITMA),que ocuparon casi toda la década de los no-venta. Posteriormente, en el período 1997-1999 se puso en marcha el programa ATYCA(Apoyo a la Tecnología, la Seguridad y la Ca-lidad Industrial), que aglutinó todas las ac-tuaciones en materia de políticas tecnológi-cas y de innovación. Más recientemente, laeclosión de la economía digital basada en lastecnologías de la información provocó laaparición del programa INFO XXI, destinadoa difundir el uso generalizado de la red Inter-net y sus contenidos, aunque su lenta e inefi-ciente marcha ha provocado su transforma-ción y sustitución parcial en 2003 por elprograma e-ESPAÑA. En cuanto a los organis-mos, el CDTI ha desarrollado con bastanteeficacia su tarea de financiar proyectos deI+D en la industria y la participación de lasempresas españolas en programas internacio-nales de I+D. Por su parte, el IMPI pretendióayudar a resolver los problemas de financia-ción y acceso a la información de las peque-ñas y medianas industrias; su programa másrelevante se configuró en 1995 (InciativaPyme de Desarrollo Industrial), en colabora-

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

177

Page 24: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

ción con las Comunidades Autónomas y laComisión Europea.(26) Desde el inicio de su actividad, las ADRhan desplegado una amplia batería de progra-mas horizontales orientados a las PYME enáreas tan estratégicas para este tipo de empre-sas como la calidad industrial, la contrataciónde servicios avanzados externos, el diseño, lainformación, la I+D o la cooperación empre-sarial. Las ADR han promovido también laconstrucción de infraestructuras y equipa-miento empresarial, desde el más convencio-nal al más sofisticado (parques científicos ytecnológicos, redes de telecomunicación, ins-titutos tecnológicos, viveros de empresas,etc.).(27) Una de las grandes ventajas que reporta-rá la adhesión de los PECO a la UE es la radi-cal disminución de subvenciones de la UE alas regiones más desfavorecidas españolas,dado que una porción de las ayudas que per-ciben en la actualidad está matando los incen-tivos para la asunción de riesgos.(28) Los retos más importantes de las empre-sas de componentes españolas se resumen ensu capacidad de agruparse, de la innovación yla movilidad geográfica. Una exigencia de losproveedores de primer nivel es su apertura deplantas en los PECO, instalándose donde elfabricante vaya a ensamblar el vehículo. Paraabrirse camino, también las PYME suministra-doras de segundo nivel deberán agruparse ycrear plantas de producción conjuntas, de mo-do que se encuentren en condiciones de acce-der a las ventajas de los PECO, y superarlas,como consecuencia de la experiencia ya acu-mulada en los procesos de aprendizaje. De las1.100 empresas que componen el subsectorde componentes, cuatro proveedores de pri-mer nivel se encuentran entre los veinte pri-meros del mundo, con una importante pre-sencia en el exterior: Antolín Irausa, Ficosa,Gamesa y MCC encabezan la lista de compa-ñías del sector que compiten activamente enla beligerante industria global. No son gigan-tes, ni registran los beneficios de, por ejem-plo, Delphi, Visteon o Bosch, pero han conse-guido implantarse con éxito en Méjico, Brasil,Argentina, India, Estados Unidos y en los paí-ses de la UE.(29) La inversión extranjera constituye otrafuente de diversificación de la industria espa-ñola. La industria farmacéutica, aparatos deaudio-vídeo e industrias de equipamiento mé-dico forman clusters, surgidos al amparo defiliales de empresas multinacionales, que pro-veen las tecnologías más avanzadas (Euro-pean Comission, 2001).(30) La realidad de la innovación en la em-presa está ligada también al dinamismo en lamovilidad social, entendida ésta como la fre-cuencia de interacción entre personas de dife-rentes clases sociales, estatus, partido político,profesión, movilidad entre entes públicos y

privados, cultura, etc. Los posibles inmovilis-mos de las grandes corporaciones y el espaciode actuación que ocupan en el ámbito públi-co pueden representar una rémora para el flo-recimiento de las PYME más dinámicas. Laformación de capital humano —en el sentidomás radical— surge en entornos de profundainteracción económico-social, abiertos al con-tinuo debate y transigentes con el fracaso(verdadero motor de todo proceso de apren-dizaje). Las iniciativas empresariales que semalogran en España padecen una penaliza-ción social que en nada favorece la asunciónde riesgos y la diversificación del tejido eco-nómico.(31) Se producen «Externalidades de Red»cuando «la utilidad que un usuario extrae deun activo aumenta por el mero hecho de queotros usuarios también dispongan del mismoactivo (o uno compatible)» (Valor, 2003). Véa-se, por ejemplo, el caso del idioma inglés, cu-ya utilidad aumenta de modo exponencial enfunción de su uso en Internet.

BibliografíaBAJO, O. (1991): «Determinantes macroeconó-

micos y sectoriales de la inversión extranje-ra directa en España» Información Comer-cial Española, nº 696-697, Madrid.

BLUESTONE, R. (1984): «Is Deindustrialisationa Mith?». Annals AAPSS, 475, septiembre.

BOADA, C. (1983): «La nueva industrializa-ción», Actualidad Económica, 24 de febre-ro, Madrid.

BOIX, C. (1998): «Dos décadas de política eco-nómica española», Claves de Razón Prácti-ca, Madrid.

BRAÑA, J., BUESA, M. y MOLERO, J. (1984):El Estado y el cambio tecnológico en la in-dustrialización tardía. Un análisis del casoespañol, Ed. Fondo de Cultura Económica,Madrid.

BUESA, M. (1996): La industria española en elmarco europeo. Un análisis en la perspecti-va sectorial y empresarial, documento detrabajo nº 2 del Instituto de Análisis Econó-mico y Financiero (UCM).

CAMPA, J. M. y GUILLÉN, M. F. (2000): «Evolu-ción y determinantes de la inversión directaen el extranjero por empresas españolas», Pa-peles de Economía Española, nº 66, Madrid.

CASSIMAN, B. y SIEBER, S. (2001): «El impactode Internet sobre la estructura de los mer-cados», Economía Industrial, nº 339.

CASTELLS, M. (1992): «Política industrial y acti-vidades de servicios en la economía inter-nacional: un análisis comparado con aplica-ción al caso español», en VV.AA.: PolíticaIndustrial, teoría y práctica, Colegio deEconomistas, Madrid.

COHEN, S. y ZYSMAN, J. (1986): Manufactu-ring Matters, Basic Books, Nueva York.

COMÍN, F. y MARTÍN, P (dir.) (1991): La histo-ria de la empresa pública en España, Espa-sa-Calpe, Madrid.

COURLET, C. (1981): «La semi-industrialisa-tion: le cas de l’Espagne», Cahiers Irep/Dé-veloppement, nº 1: La semi-industrialisa-tion, Université des Sciences Sociales deGrenoble.

COURLET, C. (1982): «Impacto de la adhesiónde España a la CEE. Aspectos sectoriales»,en FIMB: Política industrial. Sectores en cri-sis y sectores en desarrollo, Bilbao.

CUADRADO, J. R. y GONZÁLEZ, M. (1987):El sector servicios en España, Ed. Orbis,Madrid.

DE LA DEHESA, G. (1985): «1973-1984: La po-lítica económica frente a la crisis», Informa-ción Comercial Española, nº 617-618, Mi-nisterio de Economía y Hacienda, Madrid.

DE LA DEHESA, G. (1993): «Las privatizacio-nes en España» Moneda y Crédito, nº 196.Madrid.

DEL RÍO, C. (1992): «Relaciones industria-ser-vicios: el caso español», Papeles de Econo-mía Española, nº 50, Madrid.

DUCE, M. (1996): «Estimación de las inversio-nes directas en la balanza de pagos», Infor-mación Comercial Española, nº 752, Ma-drid.

ESTEBAN, M. y MORENO, J. (1995): La priva-tización. Una panorámica internacionalhacia nuevas formas de regulación estatal,Círculo de Empresarios Vascos, Bilbao.

ESTEFANÍA, J. (2003): «Derecha política y de-recha económica», diario El País, 7 de se-tiembre, Madrid.

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

178

Page 25: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

EUROPEAN COMMISSION (2002): Europeancompetitiveness report 2001.

FARIÑAS, J. C., JAUMANDREU, J. y MATO, G.(1989): «La empresa pública industrial espa-ñola: 1981-1986», Papeles de Economía Es-pañola, nº 38, Madrid.

FEDEA (1993): Los servicios en España: situa-ción y tendencias, documento de trabajonº 24/93, La Caixa, Servicio de Estudios.

FERNÁNDEZ-OTHEO, C. M. (2003): Inversióndirecta extranjera de España en la décadafinal del siglo XX: nuevas perspectivas, Bi-blioteca Nueva, Madrid.

FLORES, F., SCHEIFLER, M. A. y ZABALO, F.(1986): «La política industrial en España»,Ekonomiaz, nº 3, Vitoria.

FOLCH, G. (1993): «La privatización en Espa-ña», en Verges, J. (coord.): Las privatizacio-nes de empresas, Eada Gestión, Barcelona.

FUENTES QUINTANA, E. (1986): «La econo-mía española desde el Plan de Estabiliza-ción de 1959: El papel del sector exterior»,en Martínez, T. (ed.): Mercado y desarrolloeconómico en la España contemporánea,Ed. Siglo XXI.

GARCÍA, J. (1985): «Política empresarial públi-ca: tiempos de capitulación (1974-1984)»,Información Comercial Española, enero-fe-brero, Madrid.

GARCÍA-CARRO, B. (2002): «Características delciclo industrial español», mimeo, V Jorna-das de Política Económica, 23-24 de mayo,Bilbao.

GIRÁLDEZ, E. (1986): «La inversión industrial:algunas consideraciones en torno a su com-portamiento sectorial y espacial durante lacrisis de los setenta», Situación, nº 1986/1,Banco de Bilbao.

GLADE, W. P. (1986): State Shrinking. A Com-parative Inquiry into Privatization, Univer-sity of Texas, Austin, EEUU.

GONZÁLEZ, M. J. (1979): La economía políti-ca del franquismo, 1940-1970, Ed. Tecnos,Madrid.

GRANDES, M. J. (2003): Sistemas de costes:una herramienta para la toma de decisio-nes, Centro Internacional de InvestigaciónFinanciera, IESE.

HERMOSILLA, A. y ORTEGA, N. (2001): «Cre-cimiento y empleo en las empresas indus-triales», Colección Estudios Económicos,nº 23, La Caixa, Barcelona.

IRANZO, J. (1991): «Inversión extranjera direc-ta: una estimación de la aportación real yfinanciera de las empresas extranjeras enEspaña», Información Comercial Española,nº 696-697, Madrid.

JORDÁN, J. M., GARCÍA RECHE, A. y ANTU-ÑANO, I. (1999): Política económica y acti-vidad empresarial, Ed. Tirant lo Blanc, Va-lencia.

LA CAIXA (1997): «Cambio y renovación en laindustria española» Informe mensual. Estu-dios Especiales, octubre, Barcelona.

LA CAIXA (2003): «La economía española en2002», Informe mensual, marzo, Barcelona.

LAWRENCE, R. Z. (1983): «The Mith of Dein-dustrialisation», Challenge, 26, noviembre-diciembre.

MARAVALL, F. (1976): Crecimiento, dimensióny concentración de las empresas industria-les españolas, 1964-1973, Fundación delINI, serie E, nº 7, octubre, Madrid.

MARTÍN, C. (1995): «La industria española: pro-blemas estructurales y coyuntura actual», Pa-peles de Economía Española, nº 58, Madrid.

MARTÍN, C. et al. (2002): La ampliación de laUnión Europea. Efectos sobre la economíaespañola, La Caixa, Colección Estudios Eco-nómicos, nº 27.

MARTÍN, M. (1998): «La economía de las re-giones españolas en el largo y muy largoplazo», en Mella, J. M. (coord.): Economía ypolítica regional en España ante la Europadel siglo XXI, Ediciones Akal, Madrid.

MARTÍN, P. y COMÍN, F. (1992): «El INI y la in-dustrialización española: cincuenta años dehistoria», Revista de Economía, nº 1, Madrid.

MARTÍNEZ CHACÓN, E. (dir.) (2002): Econo-mía española, Ed. Ariel, Barcelona.

MINER (1988): España: 200 años de tecno-logía, Ministerio de Industria y Energía, Ma-drid.

MINER (1995): Libro Blanco de la Industria.Una política industrial para España, Minis-terio de Industria y Energía, Madrid.

MINISTERIO DE DEFENSA (1998): El sectoraeroespacial, Informes especiales, http://www.mde.es/mde/infoes/industria.

MOLERO, J., BUESA, M., y CASADO, M.(1995): «Factors in the Siting and Commer-cial Behaviour of Multinational Companiesin Spain», en Molero, J. (ed.): TechnologicalInnovation, Multinational Corporationsand New International Competitiveness: TheCase of Intermediate Countries, Studies inGlobal Competition, vol. 2, Harwood Aca-demic Publishers.

MONK, P. (1988): Technological Change in theInformation Economy, Frances Pinter, Lon-dres.

MUÑOZ CIDAD, C. (2003): Estructura econó-mica internacional, Ed. Civitas, Madrid.

MUÑOZ-SECA, B. y RIVEROLA, J. (2003): Delbuen pensar y mejor hacer. Mejora perma-nente y gestión del conocimiento, McGraw-Hill, Madrid.

MYRO, R. (1985): «Productividad y rentabili-dad en las industrias del INI: Comparaciónsectorial con empresas privadas», EconomíaIndustrial, nº 241, Madrid.

MYRO, R. (1989): «Las empresas públicas: his-toria de una herencia incómoda», Revista deEconomía, nº 1, Madrid.

MYRO, R. y GANDOY, R. (1993): «Sector in-dustrial», en García Delgado, J. L.: Leccionesde economía española, capítulo 9, Ed. Civi-tas, Madrid.

OCDE (1983): Politiques d’ajustement positi-ves, París.

OCDE (2003): OECD International Direct In-vestment Database, París.

OECD (2003): Economic Outlook, OECD, París.ORTEGA, E. (1992): La inversión extranjera di-

recta en España, 1986-1990, Estudios Eco-nómicos, nº 51, Banco de España, Madrid.

PANIAGUA, J. (1977): La ordenación del capi-talismo avanzado en España: 1957-1963,Ed. Anagrama, Barcelona.

PASTOR, A. (1992): «La política industrial enEspaña: una evaluación global», en VV.AA:Política industrial, teoría y práctica, Cole-gio de Economistas, Madrid.

PIRIE, M. (1988): Privatization, WildwoodHouse Lted., Londres.

PLAZA, B. (2000): «Política industrial de la Co-munidad Autónoma del País Vasco: 1981-2001», Economía Industrial, nº 335-336.

PLAZA, B. y VELASCO, R. (2001): Política In-dustrial de las Comunidades Autónomas,Círculo de Empresarios Vascos, Bilbao.

PRIOR, D. (1988): La eficiencia productiva delos sectores industriales públicos y privadosen España, Ministerio de Industria y Ener-gía, Documentos e Informes, Madrid.

RODRÍGUEZ ROMERO, L. (1989): «Crisis eco-nómica y cambio industrial», Revista de Eco-nomía, nº 1, Madrid.

ROS HOMBRAVELLA, J. (1977): Política eco-nómica de España. 1959-1973, Ed. Blume,Barcelona.

ROWTHORN, R. y RAMASWAMY, R. (1997):«Deindustrialization: Its Causes and Implica-tions», International Monetary Fund, Eco-nomic Issues, nº 10, Washington D.C.

SANTACANA, F. (1984): «La industria manufac-turera catalana después de la crisis», enBanco de Bilbao: La economía de Catalu-ña, hoy y mañana, Barcelona.

SAPIR, A. (1992): «De la fragmentación a la re-estructuración de los mercados de serviciosen la Comunidad Europea», en VV.AA.: Po-lítica industrial, teoría y práctica, Colegiode Economistas, Madrid.

SEGURA, J. (1992): «Política industrial: algunosproblemas actuales», en VV.AA.: Política in-dustrial, teoría y práctica, Colegio de Eco-nomistas, Madrid.

SEGURA, J. (1992): La industria española y lacompetitividad, Ed. Espasa-Calpe, Madrid.

SEGURA, J., MARTÍN, C., FARIÑAS, J. C. et al.(1989): La industria española en la crisis1978-1984, Alianza Editorial, Madrid.

SEPI (2001): Industria Pública. Balance 1996-2000, Sociedad Estatal de ParticipacionesIndustriales, Madrid.

SEVILLA SEGURA, J. V. (1985): Economía po-lítica de la crisis económica, Ed. Crítica,Madrid.

SIEBER, S. (2002): Some Things are New in theNew Economy, but it is not Strategy, Wor-king Paper, e-Business Center PWC & IESE.

LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978-2003

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

179

Page 26: LA INDUSTRIA ESPAÑOLA EN DEMOCRACIA, 1978 …...ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II 155 La industria española en democracia, 1978-2003. INNOVACIÓN TECNOLÓGICA Desde

SIMÓN, B. (1997): Las subvenciones a la in-dustria en España, CES, Colección Estudios,Madrid.

VALOR, J. (2003): Tecnología y Sistemas de In-formación, IESE: Programa EMBA, http://webprofesores.iese.edu/Valor/index.html.

VÁZQUEZ, J. (1990): «Crisis, cambio y recupe-ración industrial», en García Delgado, J. L.(dir.): Economía española de la transición yla democracia, CSIC, Madrid.

VELASCO, R. (1986): «Reindustrialización ycambio tecnológico: una perspectiva espa-cial», Situación 1986/4, Banco de Bilbao.

VELASCO, R. (1989): «La política regional co-munitaria y las regiones industrializadas endeclive», en VV.AA.: Regiones de antiguaindustrialización, SPRI, Bilbao.

VELASCO, R. (2000): «La descentralización dela política industrial española, 1980-2000»,Economía Industrial, nº 335-336, Madrid.

VELASCO, R. (2003): La economía digital. Delmito a la realidad, Ed. Tusquets, Barcelona.

R. VELASCO / B. PLAZA

ECONOMÍA INDUSTRIAL N.os 349-350 • 2003 / I y II

180