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septiembre - octubre, 2018 volumen 32, número 5
(La historia se encuentra en la página 11)
Diseño de la portada: Randall Nisly
Junta Directiva:
Eugenio Heisey
Duane Nisly
Marcos Yoder
Pablo Schrock
Noé Schrock
Antonio Valverde
Jesús Villegas
Sanford Yoder
Editor
Duane Nisly
CirculaciónJimmy Ramírez
Cualquier correspon- dencia debe dirigirse a:
La Antorcha de la
Verdad
Apartado Postal #15
Pital de San Carlos
Costa Rica, C. A.
Tel: (506) 2465-0017
Fax: (506) 2465-0018
Este librito no es para la venta
LA ANTORCHA DE LA VERDAD se publica bimestralmente por Publicadora LaMerced, ubicada en Santa Rita de Río Cuarto, Costa Rica.
PUBLICADORA LA MERCED trabaja sin fines lucrativos para extender el Evangelio,para propagar doctrina sana y bíblica de orientación anabaptista, y para presentar consejospara la vida cristiana práctica en América Latina.
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CONTENIDOViento en contra . . . . . . . . . . . .portadaEditorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3Estemos dispuestos a morir . . . . . . . . .4La libertad verdadera . . . . . . . . . . . . .16
Historia bíblica:Esteban, el primer mártir . . . . . . . . . .18
Sección para padresUn exámen para los padres . . . . . . . . .17La mujer en su hogar . . . . . . . . . . . . .22
Sección de cocinaCuadritos de café . . . . . . . . . . . . . . . .25
Sección para jóvenesEl camino que ella escogió
Una promesa... 4d . . . . . . . . . . . . .26
Sección para niñosUna prueba en la vida real . . . . . . . . .31Actividad para niños . . . . . . . . . . . . . .34Cómo usar la Biblia . . . . . . . .contraportada
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Estimado lector:
Qué considera usted importante
en su vida, ¿la familia, el trabajo o
negocio, el dinero, las posesiones, el
prestigio, las amistades, la libertad?
¿Cuál es lo más importante para usted?
Se considera que lo que más se valora
en la vida es la causa por la cual
estaríamos dispuestos a dar la vida. En
realidad, es probable que sean pocas las
cosas por las cuales estaríamos
dispuestos a morir. Sin embargo, todos
consideramos algunas cosas de mucho
más valor que otras.
La respuesta a la pregunta de arriba
indicará mucho acerca de su persona.
Con ella dará expresión a lo que ha
dado más valor en la vida. Representa
una ventana al corazón y sus valores.
Según la Biblia, si nuestro enfoque
es sobre todo lo terrenal, no hemos
en tendido el mensaje de Jesús respecto
a su reino espiritual. Él dijo: “Buscadprimera mente el reino de Dios”(Mateo 6:33). También enseñó que no
debemos hacer tesoros aquí en la
tierra (Mateo 6:19), sino en el cielo.
Esto sig nifica que todo lo terrenal tiene
que tomar un segundo lugar en nuestra
vida, y que lo espiritual, las cosas de
Dios tomen el primer lugar.
En estos días, he estado
observando la situación política en el
país vecino de Nicaragua. Me llama
mucho la atención la manera en que la
gente cree en cierta causa al punto que
creen que vale la pena luchar,
sacrificarse y hasta morir por ella. Pero
es una lucha netamente por una causa
terrenal, por la patria, un reino
terrenal.
Como cristianos, somos llamados a
luchar y sacrificarnos por otro reino, el
reino de Jesús. Los valores son
distintos a los valores de los reinos
terrenales. Es un reino eterno que no
tendrá fin. Es un reino espiritual y no
material. En este número de la
Antorcha, el primer artículo destaca lo
que el ciudadano del reino de Dios
debe considerar im portante, por el
cual debe estar dis puesto a sacrificarse
y hasta morir.
En el mundo en que vivimos, es
muy fácil perder el enfoque en lo más
importante, los valores del reino de
Dios. Los valores de un reino terrenal
nos llaman mucho la atención y nos
atraen. Fácilmente perdemos el afán de
buscar sobre todo lo demás los valores
del reino de Dios. Dios nos llama a ser
ciudadanos fieles y verdaderos de su
reino espiritual, y a estar dispuestos a
luchar y sacrificarnos por causa de su
reino. ¿Está usted dispuesto a unirse a
las filas y luchar por la verdad y por el
reino de Dios?
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Estemos dispuestos amorir
—Si no dejas de predicar ese men-
saje de Jesús y la cruz, a ti también te
voy a crucificar.
El que hablaba era Aegeas, gober-
nador de cierta región en Grecia. Se
dirigía al apóstol Andrés, que había
estado predicando el Evangelio de
Jesús en esas regiones.
—Señor gobernador —respondió
el apóstol—, yo no predicaría de la
gloria de la cruz si no estuviera dis-
puesto a morir en ella.
En seguida, llevaron a Andrés y lo
amarraron a las vigas toscas de una
cruz. Allí quedó colgado el apóstol por
tres días. Sin embargo, Andrés no dejó
Val Yoder
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de predicarle el Evangelio a la gente
hasta que, por fin, su Creador y el
Tesoro de su corazón lo llevó a estar
con él. 1
Hoy día, la iglesia de Cristo en las
Américas vive en un ambiente en que
nos cuesta identificarnos con los sufri-
mientos del apóstol Andrés. Al contra-
rio, hacemos todo lo posible para no
sufrir. Esta mentalidad ha influenciado
a la iglesia de tal forma que preferimos
ceder a nuestra cultura malvada antes
que sufrir por resistir y reprender la
maldad. Estamos dispuestos a creer
que las palabras de Jesús referentes al
sufrimiento se aplican a otra época, o al
menos a otras regiones del mundo.
Damos por sentado que la perse-
cución predicha por Jesús para sus se-
guidores se limitó a la época de la igle-
sia primitiva, y probablemente a la
Edad Media. Elogia mos a los cristia-
nos de Europa del siglo 16, la época de
la Reforma, que también entendieron
el alto costo de seguir a Jesús. Sabemos
también que aun hoy día, en algunas
partes del mundo, los cristianos sufren
persecución por su fe en Jesucristo.
Pero en América, la mayoría de los
cristianos tiende a creer que el sufri-
miento es una teoría de la vida cristia-
na y no una experiencia de la vida real.
¿Qué dijo Jesús en cuanto al su-
frimiento de sus discípulos? En Juan
15:18 y 20 dice: “Si el mundo osaborrece, sabed que a mí me ha
aborrecido antes que a vosotros.Si a mí me han perseguido, tam-bién a vosotros os perseguirán.”
¿Qué quiso decir Jesús con estas
palabras? Y ¿cuál es nuestra interpre-
tación de estas palabras? ¿Decimos:
“Gracias, Señor, porque la persecu-
ción es cosa del pasado, porque hoy
no es más que algo teórico”? Pero no-
temos qué dijo Jesús. Él no dijo que es
posible que enfrenten persecución, o
que algunos sufrirán persecución, o
que los creyentes carnales sufrirán
persecución. Jesús dio a entender cla-
ramente que el que lo sigue a él, sufri-
rá persecución. ¿Por qué, pues, hoy no
sufrimos más persecución? ¿Será por-
que no seguimos a Jesús debidamente
o con suficiente determinación? ¿Por
qué no se ve hoy la persecución que se
vio en el primer siglo, o durante la
Reforma? ¿Qué espera Dios de noso-
tros hoy?
Quiero ser sincero; creo que muy
a menudo he negado esta verdad, cre-
yendo que esta regla no se aplica a mí.
Me ha sido difícil creer que hoy debo
estar dispuesto a sufrir por Cristo.
¿Será que esa actitud me ha perjudica-
do en mi relación con Jesús? ¿Resisto
la idea de sufrir físicamente por mi
Señor? La verdad es que, si no estoy
dispuesto a morir físicamente por
Cristo, tampoco estoy muy bien pre-
parado para vivir por él.
Jesús no hablaba en metáforas
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cuando nos dijo: “Si alguno quierevenir en pos de mí, niéguese a símismo, tome su cruz cada día, y sí-game. Porque todo el que quierasalvar su vida, la perderá; y todo elque pierda su vida por causa de mí,éste la salvará” (Lucas 9:23-24).
Una metáfora es el uso de pala-
bras con un sentido distinto del natu-
ral con el fin de expresar y destacar
una idea por medio de una compara-
ción. Es una forma de ver algo simbó-
licamente en lugar de tomarlo de for-
ma literal. ¿Será que éste fue el objeti-
vo de Jesús cuando habló de sufrir
persecución o cuando nos dijo que
debemos estar dispuestos a perder la
vida? ¿Era Jesús un rey simbólico úni-
camente? ¿Será que la muerte de él fue
algo metafórico? ¡No, rotundamente
NO!
Pero ¿de verdad hablaba Jesús de
estar dispuestos a sufrir físicamente?
Algunos dirán que no, que eso se-
ría demasiado radical. Dicen que
hablar de sufrimiento sería como
tener un complejo de mártir, y
tratar de aparentar un nivel espi-
ritual extraordinario.
Pensemos en el caso de
Sadrac, Mesac, y Abed-nego
cuando el rey exigió que todos se
postraran delante del gran ídolo
que él había levantado. Cuando
estos tres israelitas enfrentaron la de-
cisión, su negación no fue sencilla-
mente un asunto metafórico. ¿No hu-
bieran podido ellos razonar que, para
no causar alborotos ni problemas in-
necesarios, podían postrarse en cuer-
po, pero en el corazón permanecer de
pie como acto de lealtad a Dios? Sin
embargo, su fe era mucho más que
una mera metáfora. Cuando perma-
necieron de pie, sobresalieron clara-
mente en medio de la multitud que se
había postrado en tierra. Estos tres
varones estaban dispuestos a identifi-
carse con la verdad y reprender así las
obras de maldad.
Cuando Jesús dijo: “Y yo, si fue-re levantado de la tierra, a todosatraeré a mí mismo” (Juan 12:32),
no estaba hablando únicamente de re-
partir tratados bíblicos en la calle o
predicar y cantar en el parque central.
Ser levantado significaba la muerte. Él
se refería a la cruz, ese cruel instru-
mento de muerte. Se refería a entregar
su cuerpo físico a la muerte. No esta-
ba hablando de forma metafórica. Y
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fue de esa manera que Jesús reprendió
las obras de maldad y se convirtió en
piedra de tropiezo para los que no cre-
yeron. Él estaba dispuesto a dar su
vida; morir por la causa de la salva-
ción. Jesús lo deja muy claro: la mane-
ra de vencer al mundo en nuestra ge-
neración no es por medio de hacer
concesiones con la cultura pecamino-
sa de hoy día. El mundo no se con-
vence de la verdad por medio de mé-
todos modernos de evangelismo. El
mundo se convence cuando ve que los
creyentes están dispuestos a dar su
vida por la verdad del evangelio.
Nuestro mensaje y el testimonio de
nuestra vida debe ser tal que reprenda
las obras de maldad e incomode a esta
generación. Jesús no da lugar para di-
luir el Evangelio ni para transigir con
esta generación con el fin de evadir el
sufrimiento. La palabra “testigo” sig-
nifica “mártir”, y ser un mártir de
Jesucristo significa estar dispuesto a
sufrir persecución, malentendidos,
maltratos, y hasta la muerte por causa
de la verdad.
En octubre del año 2014, un niño
resbaló y cayó en el foso de un tigre
en un zoológico de la India. El tigre,
por la curiosidad de ver al niño en su
territorio, empezó a juguetear con él
como un gato juega con un ratón. Los
presentes gritaron, le arrojaron pie-
dras al tigre, y tomaron videos; pero
nadie se atrevió a meterse en el foso y
rescatar al niño. Después de unos 15
minutos de tan horroroso escenario,
la fiera mató al niño y lo devoró. Si
ese niño hubiera sido el hijo tuyo,
¿habrías perdido tiempo tomando vi-
deos mientras el tigre jugaba con él?
¿Te habrías limitado a gritar y llorar
por 15 minutos? O ¿habrías arriesga-
do tu vida entrando en el foso para
rescatar a tu hijo? ¿Habría sido tu
amor por tu hijo un acto de vida o
muerte, o habría sido una simple in-
tervención metafórica por medio de
gritos y filmaciones?
Parece que Adán quiso evadir su
responsabilidad cuando su esposa fue
tentada a desobedecer a Dios. Frente
a una situación con tan graves conse-
cuencias para él, su esposa, y sus des-
cendientes, Adán tomó una actitud
pasiva e indiferente. No se “interpu-
so” cuando la serpiente le habló a Eva.
Y mientras avanzaba el proceso de re-
belión entre la serpiente y Eva, Adán
callaba. ¿No se parece Adán a muchos
cristianos de hoy día?
Un rasgo clave de los primeros
cristianos frente a la persecución fue
que no creían que esta vida fuera lo
más importante. Más bien, no espera-
ban sobrevivir. Para ellos, las palabras
de Jesús cuando dijo: “Yo os envío
como corderos en medio de lobos”,
era un asunto de la vida real. Una ove-
ja entre lobos significa prácticamente
una muerte segura. Los lobos de
maldad son feroces y su intención es
matar y destruir.
Notamos que en el juicio de nues-
tro Señor Jesús, la injusticia llegó a un
colmo. El sistema judicial lo halló ino-
cente. Sin embargo, fue azotado, le fue
puesta una corona de espinas en la ca-
beza, y fue golpeado. Su juicio fue una
muestra descarada de un proceso total-
mente injusto. De la misma manera, no
podemos esperar que el creyente fiel re-
ciba un trato justo en un sistema que
más bien lo persigue. No podemos es-
perar un trato justo cuando nos identi-
ficamos verdaderamente con Cristo en
medio de esta generación impía.
Alrededor del año 400 d.C., un
monje católico llamado Telémaco iba
caminando en frente de un estadio
romano donde peleaban los gladiado-
res. Cuando percató lo que estaba su-
cediendo, saltó a la arena del estadio
para intentar detener la lucha salvaje
entre los gladiadores.
“¡En el nombre de Jesús, dejen de
pelear!” gritó. Pero a nadie le importa-
ban sus palabras. Los espectadores que-
rían más sangre. Pero, Telémaco no se
dio por vencido. De nuevo gritó: “¡En
el nombre de Jesús, dejen de pelear!”
Los gladiadores, atónitos de ver el
espectáculo que causaba el monje, de-
jaron de luchar para saber qué era lo
que éste decía. Sin embargo, la multi-
tud encolerizada apedreó al monje
hasta matarlo.
De repente, los espectadores se ca-
llaron. La escena del religioso asesina-
do los golpeó a todos. Poco a poco la
gente empezó a abandonar el estadio.
Al rato, los gladiadores salieron y lue-
go el emperador también salió. Sola -
mente quedó el cuerpo de Telémaco
que yacía en el suelo del estadio.
Dentro de la misma hora, el empera-
dor emitió un edicto en que abolió los
combates de gladiadores, algo que no
había logrado prohibir antes.
Decimos: “Qué valor el de este
hombre para meterse en medio de los
gladiadores, entrenados para matar”.
Pero, nosotros también tenemos que
estar dispuestos a saltar a la arena y al-
zar la voz contra el pecado para de-
nunciarlo tal y como es. El divorcio, el
aborto, las contiendas en las iglesias,
el adulterio, la pornografía, entre mu-
chas otras perversiones están causan-
do estragos en nuestra sociedad y
también en la iglesia.
En ninguna parte de su vida ve-
mos a Jesús cruzado de brazos, obser-
vando el desenfreno de la maldad. Él
habló firme y claramente, y como
consecuencia fue perseguido. Y él dice
que sus discípulos deben hacer lo mis-
mo. No lo hacemos con armas carna-
les. Nos interponemos con armas es-
pirituales que son poderosas en Dios
para la destrucción de fortalezas (2
Corintios 10:4). Debemos estar dis-
puestos a mantener una postura firme
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sobre los principios que Dios estable-
ció en su Palabra y no ceder ante las
fuerzas modernas que tratan de torcer
las leyes de Dios para llamar a lo malo
bueno (Isaías 5:20).
Lamentablemente, para muchos
es muy fácil despotricar por medio de
las redes sociales contra algunos de los
males de hoy. Lo pueden hacer desde
la seguridad de su casa sin tener que
encarar las represalias. Pero pocos
quieren ensuciarse con los problemas
del vecino, en un esfuerzo de serle una
ayuda. Nadie quiere amonestar al
amigo que le ha sido infiel a la esposa.
Pocos están dispuestos a meterse en el
estadio y exponerse al menosprecio y
los peligros que conlleva el ser un tes-
tigo fiel de Jesús.
El varón cristiano que no se invo-
lucra en los chistes y las vulgaridades
de los compañeros de trabajo, es un
estorbo para los malvados. Sin em-
bargo, cuando les habla de la santidad
de Dios, se convierte en un estorbo
aun más grande. La mujer cristiana
que se viste honestamente reprende
de forma gráfica la maldad a su alre-
dedor. Su testimonio de modestia
hace resaltar lo malo de la inmodestia
y pone de relieve lo que es una vida
santa. Ella es llamada a demostrar la
belleza de la santidad de Dios a un
mundo decaído e inmoral que sigue
las directrices de Hollywood y la per-
versa cultura general.
Los ejemplos anteriores son algu-
nas maneras en que debemos repren-
der la maldad. Sin embargo, ¿qué tal
Dios nos llama a algo aun más drásti-
co? Si estuviéramos más dispuestos a
enfrentar la maldad de este mundo,
¿quién sabe cuántos terminaríamos
en la cárcel? Esto no sería improbable
en esta época en que la sociedad ejer-
ce tanta presión a favor de la perver-
sión. En las Américas, cada vez más se
está exigiendo que nos amoldemos a
las perversiones de la cultura. Y los
que permanecen de pie y no doblan la
rodilla ante las presiones, sufrirán
cada vez más el menosprecio y quizá
aun prisiones. ¿Estamos dispuestos a
identificarnos con Cristo y sufrir las
consecuencias?
Jesús vino a este mundo para morir
y así ofrecernos vida. Nos pide a noso-
tros que muramos también para que
otros puedan vivir. Este ciclo es el plan
que Dios tiene para el cristiano. Jesús
dice: “Estas cosas os he hablado,para que mi gozo esté en vosotros, yvuestro gozo sea cumplido” (Juan
15:11). Pero nos cuesta mucho cumplir
con el versículo 13 que dice: “Nadietiene mayor amor que este, que unoponga su vida por sus amigos”.
Jesús también dice en Juan 16:2
que llegará el momento en que los
que maten a los creyentes, creerán
que le hacen un favor a Dios. Ésta es
una realidad en algunas partes del
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mundo hoy. No es metafórico; es un
compromiso con las filas del reino de
Cristo. Es una resolución de estar dis-
puestos a estorbar la maldad. Y aun-
que relativamente pocos han sufrido
esto en el mundo occidental, la socie-
dad se está volviendo cada vez más
hostil al cristianismo.
No debemos extrañarnos de las
asechanzas que vienen a probar nues-
tra fe como si fueran algo anormal. La
muerte es sorbida en victoria (1
Corintios 15:54). La muerte perdió la
batalla. La muerte es nada más el me-
dio que nos lleva de este mundo per-
dido y decadente a las bellezas y glo-
rias del cielo. No tenemos que temer
la muerte. Debemos regocijarnos
cuando somos llamados a compartir
con Cristo en sus sufrimientos. Y un
día, cuando aparezca Cristo en toda
su gloria, recibiremos la plenitud de
gozo incomparable.
En el cielo gozaremos de la comu-
nión con los redimidos y participare-
mos del banquete de la Nueva
Jerusalén. Estaremos así en compañía
del Novio, perfecto y santo en toda su
gloria. Él nos revelará los misterios
que no hayamos entendido. La frase
“No te desampararé, ni te dejaré”de Hebreos 13:5 cobrará un nuevo
sentido. La satisfacción perfecta nun-
ca terminará. La belleza será eterna e
irá en aumento. El deseo será cumpli-
do en su plenitud para siempre.
Bien sabemos que vamos a adorar
a Dios en el cielo, sin embargo, esa re-
alidad va mucho más allá de lo que al-
canzamos a imaginar. Si fuera posible
lograr tan siquiera un pequeño vista-
zo de las bellezas de nuestro hogar con
Jesús en el cielo, y si pudiéramos en-
tender tan sólo un poco de sus planes
para nosotros en el cielo, nos bastaría
para anhelar la muerte. No sería difí-
cil permanecer fielmente frente a la
persecución por causa de nuestra lu-
cha contra la maldad.
Mark Batterson dice: “Es hora de
dejar de vivir como si el propósito de
la vida fuera llegar con calma y seguri-
dad a la muerte. Es hora de ponerlo
todo en el que lo es todo y preparar-
nos para la muerte”.2
El llamado de Dios para su iglesia
es permanecer de pie cuando todos los
demás doblan la rodilla. Nos pide in-
terponernos cuando vemos que
Satanás sugiere ideas de rebeldía al
hermano. Nos pide meternos en el
foso, y saltar a la arena; no con armas
carnales, sino con armas espirituales,
en defensa de la verdad del Evangelio
de Cristo. Adelante, hermanos.
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1Van Braght, Thieleman J., The Martyr’s Mirror, Herald Press, 1938.
2Ba�erson, Mark. Going All In: One Decision Can Change Everything, Zondervan, 2013
—Este viento del oeste no nos traerá nada bueno —le comentó Guillermo
Rotch en voz baja a su esposa cuando volvía de asomarse por la ventana de su
casa. Había amanecido otro día cualquiera de verano. Sin embargo, la tensión
que se sentía era casi palpable.
Corría el año 1778, y ya desde hacía unos dos años las 13 colonias inglesas de
América del Norte se hallaban en una guerra para la independencia contra
Inglaterra que dominaba en su territorio. Durante esos años de conflicto
armado, los habitantes de las colonias sufrieron muchas privaciones y aun
saqueos de parte del ejército británico. El pueblo isleño de Nantucket, una
comunidad pacífica de cuáqueros, a todas luces, parecía ser el próximo en caer
víctima en manos del enemigo. El viento había cambiado de dirección. Ahora
soplaba hacia la bahía, y Guillermo Rotch comprendía muy bien la tragedia que
eso les pudiera causar.
—Papá, ¿qué mal nos puede traer el viento del oeste? —le preguntó su hijo
Tomás de doce años—. Yo creí que el viento del oeste es bueno, que trae los
barcos balleneros al puerto.
—Sí, hijo, así ha sido en los años pasados. Pero, hoy, nosotros los habitantes
pacifistas de Nantucket ya no podemos ocuparnos en nuestro oficio. Tú sabes
que desde hace días los barcos balleneros no han salido del puerto. Temo que el
viento le favorecerá a un corsario inglés entrar en nuestro puerto.
—¿Qué? ¿Un barco con cañones y hombres armados? ¿Por qué quisieran
venir a Nantucket? Bien saben que nosotros no peleamos.
—Así es, hijo mío. Pero nuestra comunidad es conocida como un pueblo
próspero, y ellos probablemente creen que una visita pueda resultar valiosa. Esos
corsarios saquean dondequiera que puedan.
—José Macy me contó que se han visto barcos ondeando bandera británica
no muy lejos de la costa durante el mes pasado.
—Así es, hijo, pero se les dificulta acercarse al puerto mientras sople el
viento del este. Esto para nosotros ha sido bueno que el viento ha soplado del
este ya por varios días. Voy a ir al pueblo para enterarme de las noticias. Quédate
con tu madre y tus hermanas mientras no estoy. Esto pudiera ser un asunto
serio.
Sin decir más, Guillermo Rotch se puso el sombrero de ala ancha que
correspondía al vestuario de los cuáqueros, y caminó con pasos resueltos hacia el
muelle. Delante de él iban pequeños grupos de hombres ansiosos y turbados que
VIENTO EN CONTRA
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también se dirigían al muelle. Los capitanes de barcos llevaban consigo sus
telescopios para observar mejor la gran embarcación que venía hacia el puerto.
Ya se distinguía claramente la embarcación con las velas izadas y los cañones
en posición de combate. En el tope del mástil ondeaba el pabellón de la Gran
Bretaña e Irlanda. La cubierta parecía repleta de hombres armados.
El anciano Asa Prindle, sin
decir nada, le ofreció su catalejo a
Guillermo Rotch. Éste observó que
el barco ya se preparaba para anclar
en posición de que sus cañones
apuntaran hacia el indefenso
pueblo. Se distinguía claramente al
oficial que dirigía las maniobras. Se
podía oír la voz del contramaestre,
llevada por el fuerte viento sobre las
aguas. Gritaba órdenes para que
bajaran una lancha de la nave.
Inmediatamente entró en ella la tripulación seguida por el oficial que
Guillermo había divisado. Le siguieron seis hombres con armas de color
blanco. Impulsada por fuertes remos, la lancha pronto se aproximaba al
muelle.
—No hay duda de que vienen a saquear —comentó el anciano Asa.
—Creo que debo ir a hablar con al comandante por el bien del pueblo
—dijo Guillermo—. Sería bueno que pudiera convencerlo de que vaya a mi
casa. Por las privaciones que nuestra gente ha sufrido por causa de la guerra,
alguno podría ofender a estos visitantes y enojarlos aun más.
—Guillermo, nuestra suerte está más segura en sus manos que en las
nuestras. Haga lo que mejor le parezca. —Los que estaban con ellos también
apoyaron a Guillermo.
La lancha se acercó al muelle. Se detuvo junto a los pilotes para amarrar las
cuerdas. En seguida, el oficial saltó hacia el muelle junto con su guardia de
seguridad compuesta de seis hombres armados. En ese mismo momento,
Guillermo se adelantó para recibir al oficial con un amable saludo como si se
tratara de un amigo a quien esperaba con anhelo.
—Amigo, mi nombre es Guillermo Rotch y le doy la bienvenida a la isla de
VIENTO EN CONTRA
Tipo de catalejo antiguo que utilizaban paraver lejos.
Nantucket. Y usted, ¿cuál es su nombre?
—Yo soy el caballero Conway-Etherege, al servicio del rey —contestó de
manera rígida el oficial.
—Le invito a que venga a mi casa, junto con sus compañeros —dijo
Guillermo, observando con calma a los seis hombres armados, cada uno con dos
pistolas en el cinturón.
—Los hombres esperarán mis órdenes aquí —respondió el oficial.
Al parecer, el caballero Conway-Etherege creía que su misión se había
facilitado gracias a su encuentro con este amable partidario. Conway-Etherege
caminó al lado de Guillermo en dirección hacia a un grupo de casas a lo largo de
la calle.
Guillermo condujo a su huésped a una de las casas más grandes y lo invitó a
pasar adelante. Ya era casi el mediodía.
—Lo invito a almorzar conmigo.
—Lo haré. Se lo agradezco.
Guillermo le presentó a su esposa al oficial y también a sus hijos antes de que
se sentaran juntos para disfrutar la comida sencilla, pero abundante. Los ojos
desorbitados de los hijos menores de la familia brillaban de emoción ante tal
escenario, pero obedecieron las instrucciones de su madre de no hacer preguntas.
Con asombro, ella había visto que con su esposo venía un desconocido
posiblemente peligroso. Aun supuso que su esposo lo invitaría para el almuerzo.
Guillermo trató con humildad al comandante que aparentemente se sentía al
gusto con la plática. El oficial sabía que a causa de la guerra, los isleños no tenían
contacto con el mundo exterior. Él de su parte, le proporcionó a Guillermo las
noticias del día, y aun los rumores que le llegaban por medio de los ingleses. De
vez en cuando miraba a Guillermo de manera pensativa, como si no supiera
cómo exponerle la misión que había llegado a cumplir en la isla, aunque esto era
lo principal en la mente de ambos.
Por fin se levantaron de la mesa. Con los modales de su posición social, el
caballero Conway-Etherege pronunció un discurso florido de elogios a la señora
Elisabet de Rotch, se inclinó hacia ella, y le besó la mano con mucho respeto. El
hijo, Tomás apenas pudo contener la risa. En seguida, la madre se retiró del
comedor y los hijos la siguieron.
—Señor Rotch, debido a sus finezas para conmigo, considero que usted está
de parte del rey. ¿Podría decirme cómo y dónde empezar a trabajar este día?
VIENTO EN CONTRA
13
Como usted sabe, tengo a mis órdenes el corsario. Con mucho éxito hemos
estado patrullando la costa y realizando saqueos. Disponemos de armas con la
capacidad de rastrear todos los edificios y distritos principales de un pueblo
antes de entrar en negociaciones. Así que, su pequeño caserío está
completamente a nuestra merced. Espero que no haya ninguna resistencia
desagradable.
—No habrá resistencia —afirmó Guillermo.
—Entonces, ¿cómo y dónde me aconseja que empiece? La tarde está
avanzando.
Guillermo se sonrió y dijo:
—Yo no conozco un lugar mejor que aquí en mi propia casa. Creo que yo
podré soportar mejor las pérdidas que cualquier otro. Tenemos un almacén de
artículos domésticos, sábanas, y frazadas. Además, en la bodega de la casa hay
víveres de varias clases. Usted se equivoca al creer que yo estoy a favor de los
que hacen la guerra.
Al caballero Conway-Etherege le extrañó lo dicho y se quedó mirando a
Guillermo con una curiosidad que no podía disimular. Jamás se había
encontrado con un hombre de esta clase. Entonces preguntó:
—¿Habrá algunos más como usted aquí en Nantucket?
—Hay otros mejores que yo.
—¿Lo dice en serio? Tengo que conocerlos antes de que pueda creerlo.
—Entonces venga conmigo; me será un gusto presentarle algunos de los
isleños.
El oficial siguió a Guillermo; bajaron las gradas de la casa y salieron a la
calle otra vez. Ésta era una experiencia inesperada para el comandante del
corsario, y casi no hallaba cómo conducirse.
Pronto entraron en un almacén. No parecía muy próspero, porque a causa
de la guerra, la gente en esos días no tenía dinero para hacer compras. Sin
embargo, el almacén daba la apariencia de que en un tiempo hubiera gozado
de mucho movimiento, pues parecía amplio y bien surtido.
Guillermo llevó al oficial hasta donde estaba el propietario para
presentárselo.
—Nuestro visitante quiere saber qué clase de gente somos nosotros. Le
conté que el invierno pasado usted distribuyó 400 barriles de harina entre los
pobres de la isla. Sin embargo, dudo de que yo o ningún otro sepamos todo lo
VIENTO EN CONTRA
14
que ha hecho para ayudar a los necesitados.
Asombrado por la generosidad de este hombre que se ganaba la vida con su
negocio, el oficial entabló conversación con el propietario que le contó de los
donativos en dinero que Guillermo hizo a los hogares necesitados, sin que
supieran que él era el donador. Cuando Guillermo oyó lo que decía de él, se
despidió prontamente y salió con el oficial. Más adelante, al acercarse al muelle
de nuevo, entraron en un almacén donde vendían telas.
—Buenos días, Pedro — saludó Guillermo—. Este oficial de la nave en el
puerto desea conocer al que regaló colchas, ropa, y zapatos el invierno pasado
cuando los pobres padecían de gran necesidad.
—Sí, es cierto, algo regalamos. Pero no hay nadie que ha ayudado tanto
como usted. Nosotros sólo seguimos su ejemplo.
Guillermo se sonrojó por el elogio que recibió y de nuevo condujo al oficial a
la calle.
—Mis amigos son modestos —comentó Guillermo—. Yo tengo más
posibilidades de proporcionar bienes que ellos. ¿Desea cruzar la calle y conocer
más de los nuestros?
—Gracias, no. Me cuesta creer que haya tres hombres como usted en todo el
mundo. Una calle llena de ellos es mucho. Estoy muy agradecido por su fineza y
paciencia. Adiós, amigo. Nunca me olvidaré de Nantucket.
Dicho esto, el oficial estrechó con sinceridad la mano de Guillermo.
Contempló una vez más la frondosa y bella calle. Luego miró hacia el puerto
donde esperaba el barco con sus armas que apuntaban de modo amenazador.
Todavía había grupos de hombres conversando en el muelle. Los marineros
y la guardia de seguridad estaban inquietos por saber por qué el comandante se
había tardado tanto. Al fin lo vieron venir. Cuando el caballero Conway-
Etherege llegó, lo recibieron con el saludo militar. Las órdenes del oficial fueron
rápidas y breves. Los marineros volvieron a sus puestos en los remos y dirigieron
la lancha de vuelta al oficial. Levaron anclas e izaron las velas. Para el asombro de
todos de Nantucket, el gran corsario se alejó lentamente y finalmente
desapareció en el horizonte.
Por Elizabeth Hershberger Bauman
Tomado de: Ascuas de fuego
VIENTO EN CONTRA
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16
Palabras del anciano
LA LIBERTAD VERDADERAGálatas 5:1-13
Sanford Yoder
Todo el mundo desea la libertad y la busca. En la mayoría, existe algo en el
corazón que clama por la libertad. Pero pocos comprenden lo que es la
verdadera libertad. Los impíos creen que la libertad consiste en no tener
que obedecer a nadie y poder hacer lo que uno quiera sin ninguna restricción.
Sin embargo, tarde o temprano, se darán cuenta que
esa supuesta libertad en realidad es una esclavitud.
Pregúntele al adicto al tabaco, el alcohol, o a las drogas. Si
el adicto es honrado, reconocerá la gran esclavitud que es
su vicio. El adicto al vicio no tiene las fuerzas para resistir
lo que el cuerpo le pide. Las exigencias del cuerpo son más
fuertes que la voluntad propia y lo dominan.
¿Qué, pues, es la libertad? Un joven, recientemente convertido a Cristo, entró
en una tienda donde lo conocían bien. El propietario de la tienda le habló
diciendo:
—Te tengo mucha lástima. Ahora tienes que
vivir bajo una gran esclavitud. Ahora no vas a poder
fumar, ni tomar, ni bailar. No te podrás divertir en
nada.
El joven le respondió:
—Está equivocado. Al contrario, usted no
entiende la libertad que he encontrado. Ya no
quiero hacer esas cosas. Más bien, quiero agradar a Dios. Ahora, por su gracia yo
puedo hacer lo que en verdad quiero hacer. Tengo toda la libertad para servir a
mi Señor.
Jesús dijo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
También dijo: “Todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34).
El apóstol Pablo dijo: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesúsme ha librado de la ley del pecado y de la muerte…” (Romanos 8:2). ¡Qué
gloriosa libertad!
¿Qué cambiaría si pudiera comenzar de nuevo
como padre en mi hogar?Esta pregunta la hizo un padre que se sentía un fracaso como padre de
familia. Sin embargo, este padre no es el único que ha hecho esta pregunta.
Todo padre que toma en serio su responsabilidad para con los hijos en casa, hace
bien en considerar conmigo sobre estas ideas que me llegaron a meditar en esta
pregunta.
Mostraría más libremente a mis hijos el amor queMostraría más libremente a mis hijos el amor que••tengo por su madre.tengo por su madre.
Yo le demostraría más fielmente a mi esposa, aun en cosas pequeñas, la
cortesía y el cariño. Le abriría la puerta del automóvil, le acercaría la silla cuando
nos sentamos a la mesa, le daría regalos en ocasiones especiales, y le escribiría
notas de amor cuando no estoy en casa. Le tomaría la mano mientras
caminamos. La alabaría en presencia de mis hijos.
El niño cuyos padres se aman como se debe, disfruta de una estabilidad y
seguridad en la vida que muchos carecen hoy día.
Un examen para los padres
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HISTORIA
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Después de recibir el Espíritu Santo, los apóstoles predicaron valientemente el
Evangelio de Jesús a toda persona. En Jerusalén, más y más personas llegaron
a creer.
Un predicador sobresaliente fue Esteban. Aunque era nuevo en la obra,
predicaba con gran poder. Cuando los judíos trataron de argumentar con él, no
pudieron resistir su sabiduría. Él les dio pruebas claras de que Jesús era el Mesías. Sin
embargo, eso no hizo más que enojarlos, porque odiaban a Jesús. Alborotaron a la
gente en contra de Esteban. Luego lo agarraron y lo llevaron ante el concilio judío
para acusarlo. Dijeron:
—Este hombre no cesa de hablar mal contra el santo templo y contra la ley de
Moisés. También lo oímos decir que Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará
las costumbres que Moisés nos dejó. —Por supuesto, eso no era cierto. Ellos estaban
torciendo las palabras de Esteban como lo habían hecho con las palabras de Jesús en
ese mismo lugar.
Entonces todo el concilio fijó los ojos en Esteban. Vieron que su rostro era como
el de un ángel. Resplandecía con el amor de Cristo; amaba aun a sus enemigos. El
sumo sacerdote preguntó:
—¿Son ciertas todas estas acusaciones?
Entonces Esteban empezó a contarles la historia de los judíos.
—Desde la antigüedad, la nación judía no ha querido oír a los profetas que Dios
le ha enviado. Y ahora ha rechazado y matado al más gran mensajero de todos,
Jesucristo, el Hijo de Dios.
Al oír eso, los judíos se enfurecieron y empezaron a rechinar los dientes contra
Esteban.
Entonces Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró hacia el cielo y dijo:
—¡Miren! Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre a la diestra de Dios.
Los judíos se enfurecieron en gran manera y se taparon los oídos. Entre fuertes
gritos, sacaron a Esteban fuera de la ciudad y lo apedrearon.
Las piedras daban contra el cuerpo de Esteban, golpeándolo despiadadamente.
En seguida, él se arrodilló y clamó: “Señor, perdónales este pecado”. Dichas estas
palabras, Esteban murió.
Hechos 6-7
ESTEBAN, EL PUn testimon
BÍBLICA
1. ¿Por qué apedrearon los judíos a Esteban?
2. ¿Estaba enojado Esteban con los judíos?
3. ¿Oró Esteban por ellos?
“Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ro-pas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14).
19
La multitud apedrea a Esteban.
Usado con permiso de: Christian Aid Ministries, Berlin, Ohio
Del libro: 101 Historias Bíblicas Favoritas © 1994
RIMER MÁRTIRnio glorioso
“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, yse entregó a sí mismo por ella...” (Efesios 5:25).
Estaría más dispuesto a prestarles oído a mis hijos.Estaría más dispuesto a prestarles oído a mis hijos.••A la mayoría de los padres les es difícil sacar tiempo para escuchar a sus hijos.
Después de un día de trabajo, llegan cansados a la casa.
Yo prestaría más atención cuando mis hijos comparten su dolor, sus quejas,
o las cosas que les entusiasman. Trataría de refrenar las palabras de impaciencia
cuando me interrumpen. Estos momentos pueden ser las mejores oportunidades
para mostrarles el amor y el cariño.
Un niño quiso una vez interrumpir a su padre para mostrarle un rasguño en
el dedo. Después de repetidos intentos, el padre bajó el periódico que leía, y le
dijo con impaciencia:
—¡Bueno, pero yo no puedo hacer nada para aliviarlo, ¿verdad?
—Sí puede, Papi —dijo el niño—. Hubiera podido decir: “¡Ayayay!”
Yo haría un esfuerzo por comprender lo que dice mi hijo. Estoy convencido
de que el padre que escucha lo que dice su hijo cuando está pequeño, tendrá un
hijo que también prestará atención a lo que diga su padre cuando sea mayor.
Al escucharlo, pondría más cuidado a sus preguntas. Se calcula que el niño
normal habrá hecho 500 mil preguntas para cuando tenga los 15 años de edad.
Estas son, para los padres, un sinfín de oportunidades para compartir con el hijo
las verdades de la vida y su necesidad de Dios.
“Y estas palabras... estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos,y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y alacostarte, y cuando te levantes” (Deuteronimio 6:6-7).
Buscaría más oportunidades para hacer que mi hijoBuscaría más oportunidades para hacer que mi hijo••se sienta parte del ambiente familiar.se sienta parte del ambiente familiar.
Cuando el niño siente que es parte del hogar y que es una persona de mucho
valor para los padres, no le es difícil sentirse aceptado, amado, y de valor para
otros y para Dios.
El niño siente que es parte del hogar cuando se incluye en las
responsabilidades y los trabajos de la familia. La celebración del cumpleaños del
niño, cuando se concentra en su persona y no en los regalos, hacen que él se
sienta apreciado por la familia. También se siente igual cuando oye nuestras
oraciones por él. No hay nada que desarrolle la confianza de los hijos como las
palabras y los hechos que les aseguran de que son personas importantes, y que
20
son parte del ambiente caluroso del hogar.
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto delvientre” (Salmo 127:3).
Me expresaría con más palabras de aprecio y alabanzaMe expresaría con más palabras de aprecio y alabanza••Muchos niños oyen pocas palabras de alabanza cuando hacen bien un
trabajo o cuando demuestran una buena conducta.
Yo le ofrecería alabanza. Alguien dijo: “Si mi hijo tocara una flauta, buscaría
por lo menos una melodía que me agrada y se lo diría con sinceridad. Si su tarea
de la escuela me parece bien, se lo diría, esperando que reciba una buena
calificación”. Así que, me expresaría más libremente.
No hay nada que anime más al niño a lograr buenas metas y a tener
confianza que la alabanza sincera y apropiada. Se deben evitar las lisonjas, pero
los cumplidos sinceros son importantes cuando el niño hace bien su trabajo.
“Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digoque sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está enlos cielos” (Mateo 18:10).
Pasaría más tiempo con ellos.Pasaría más tiempo con ellos.••Un grupo de 300 alumnos del primer y segundo año de colegio, apuntó con
precisión durante dos semanas cuánto tiempo pasaba su padre con ellos. La
mayoría vieron a sus padres solamente a la hora de la cena. Muchos no vieron a
sus padres por varios días seguidos. Durante una semana entera, el promedio de
tiempo que pasaron los padres a solas con sus hijos era de 7 minutos y medio.
Arturo Gondeon nos cuenta una experiencia interesante de su juventud:
“Sucedió cuando yo tenía más o menos trece años y mi hermano tenía diez. Mi
padre prometió llevarnos al circo. Pero a mediodía recibió una llamada
telefónica; algún negocio de urgencia le exigía ir al centro. Mi hermano y yo nos
estábamos resignando a no poder ir al circo cuando le oímos decir: “No, no
puedo llegar. Tendrá que quedar pendiente”. Cuando regresó a la mesa, mi
mamá sonrió y dijo:
—El circo volverá otro día, ¿no es cierto?
—Si —dijo mi padre—, pero la niñez no.
“Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos” (Efesios 5:16).—John M. Drescher
Tomado de: Voice in the Wilderness
21
Siempre he admirado a la mujer cristiana en su hogar. Me encanta ver la
manera en que ella dirige sus actividades. Me impresionan el cariño,
esmero, y cuidado de ella para hacer de su hogar un lugar atractivo y de
buen gusto para la familia.
También reconozco la gran responsabilidad que Dios le ha dado a la mujer,
de ser una buena esposa y madre. Es importante recordar que se pueden cumplir
debidamente esta responsabilidad únicamente con la ayuda de Dios, y
manteniéndose fielmente en el lugar donde él la ha puesto. Veamos unos
consejos que pueden ayudarla a tener éxito en estos deberes tan importantes.
La mujer cristiana debe ser buena esposa:Para ser buena esposa, la mujer debe mantener su relación con Dios al día y
viva. Jesús es la fuente de vida y poder. En Juan 15:5 nos dice: “Yo soy la vid,vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste llevamucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”. La mujer no
puede desempeñar el papel de la buena esposa en su propia fuerza. Es necesario
que tome tiempo para orar y meditar en la Palabra de Dios para alimentar el
espíritu con la voluntad divina de Dios. Llenarse de la Palabra le ayuda a
mantener siempre un espíritu tranquilo, gozoso, y reposado en Dios. Este
espíritu es necesario para proveer al esposo de un ambiente atractivo para su
esposo y a los hijos de un lugar seguro.
La buena esposa también debe reconocer el orden de autoridad que Dios ha
establecido desde la creación y sujetarse a ello. Cuando ella reconoce que Dios la ha
puesto bajo la autoridad de su esposo, le será más fácil sujetarse. No sólo esto, sino
que lo hará con gusto. Además, estará agradándole al Señor si lo hace. “Casadas,estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor” (Colosenses 3:18).
Un punto muy importante es que la esposa mantenga siempre en su hogar la
regla del amor. Por ejemplo, ella procura la felicidad y el bienestar de su esposo
antes que los de ella. De esta manera ella le hace saber que él es el número uno
en su vida después de Dios.
La esposa que ama a su marido se preocupa por los interesas de él. Saca
tiempo por compartir con él, escucharlo, comprenderlo, y darle ánimo. Puede
hasta aconsejarlo, pero sin imponerle sus opiniones. La esposa con tal actitud y
conducta contribuye positivamente a la felicidad y el bienestar del hogar.
22
La mujer en su hogar
23
La buena esposa es paciente con su marido. No debe quejarse ni hablarle de
manera áspera cuando él hace algo que a ella no le gusta. Si es necesario
corregirlo, debe hacerlo de manera amorosa.
La esposa también debe ser cuidadosa de sí misma y su hogar. Debe vestirse
con modestia y humildad. Debe procurar una alimentación equilibrada y
nutritiva para su familia y de vez en cuando prepararle al esposo su comida
preferida. También debe preocuparse por mantener el hogar limpio, en orden, y
atractivo. Y cuando el esposo llega a la casa, le es un ánimo encontrarse con su
esposa que lo recibe con una sonrisa. ¿A cuál hombre no le es un gusto llegar a la
casa donde prevalece un ambiente de alegría y tranquilidad?
La mujer cristiana debe ser una buena madreYa hemos visto algunos puntos de cómo es la buena esposa, lo cual se
relaciona estrechamente con ser una buena madre. Ninguna mujer puede ser
una buena madre si antes no es una buena esposa. Los hijos no son ciegos; a
temprana edad observan cómo se comporta la mamá con el papá de ellos. Se ha
dicho: “Si la madre quiere hacer algo importante por sus hijos, que ame y respete
a su marido”. Esto crea una unión firme y un ambiente de amor y respeto en el
hogar en que los niños sentirán seguridad.
Unas características sobresalientes de una buena madre son la gentileza y
ternura. Sin importar cuántas veces se impaciente o se equivoque con los niños, es
importante que les exprese su amor siempre. Aun cuando tiene que disciplinarlos,
debe hacerlo en amor. Al mismo tiempo debe hacerlo con firmeza para que los
hijos aprendan a obedecer. De esta manera ella les muestra que los ama y desea lo
mejor para ellos. “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que loama, desde temprano lo corrige” (Proverbios 13:24). La madre nunca debe
corregir a sus hijos con amenazarlos. Tampoco debe castigarlos cuando esté
enojada. Dios manda criarlos en disciplina y amonestación del Señor (Efesios 6:4;
Proverbios 19:18). Eso hará que sus hijos la respeten y la amen.
También es imperativo tomar tiempo para sus hijos. Debe escucharles
cuando quieren expresar sus ansiedades. Muchas veces los hijos salen con
ocurrencias que a la madre le parecen insignificantes, pero para ellos son
importantes. Una buena madre no rechaza a sus hijos cuando salen con las
suyas. También comparte con ellos y saca tiempo para jugar con ellos. Aunque
los platos quedan sin fregar o la casa sin limpiar, la buena madre toma tiempo
para enseñarles las cosas importantes de la vida. Su llamado es el sacrificio de sí
misma: su tiempo, sus deseos… todo para sus hijos y su esposo. Ella debe buscar
el bien de sus hijos antes que su propio bien.
La buena madre inculca valores espirituales en sus hijos, tales como el amor a
Dios y el prójimo. Ella instruye a sus hijos de acuerdo al proverbio que dice:
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartaráde él” (Proverbios 22:6). Ella procura siempre ser un buen ejemplo para sus
hijos. Y no debe olvidar nunca que los niños harán lo que vean en ella. Ella les
muestra el respeto debido a sus hijos. Al mismo tiempo les enseña a cumplir sus
deberes y a vivir de una manera que no sólo le agrade a ella, sino también a Dios.
La buena madre estimula los intereses de sus hijos. Los anima en sus
proyectos. Tiene cuidado de no desanimarlos en lo que emprenden, pues podría
marcar su desarrollo, trabajo, y su persona futura.
La buena madre además se preocupa por la salud de sus hijos. Se preocupa
por suplir todas sus necesidades físicas.
La buena madre también apoya a su esposo delante de sus hijos aun en la
ausencia de él. Este ejemplo de la madre les enseñará a los hijos a amar, respetar,
y apreciar a su papá. Los hijos son un regalo de Dios, y las madres tiene el
sagrado deber de cuidar ese precioso regalo y preparar a sus hijos para esta vida y
para la eternidad.
La mujer cristiana debe mantener una buena relación con DiosFinalmente, pero no de menos importancia es su relación con Dios. Quiero
recalcar esto porque tiene que ver con los valores y las prioridades en la vida.
Todos sabemos que la esposa y madre dispone de poco tiempo libre. Y conforme
crece la familia, las responsabilidades aumentan. Por un lado, los hijos, y por
otro, el esposo. Cada uno tiene distintas necesidades que sólo la mujer de la casa
puede suplir. Esto requiere una relación activa y a diario con Dios. Es imperativo
que la esposa y madre saque tiempo para la oración y meditación en la Palabra
de Dios. Esto le dará el gozo y ánimo que necesita para desempeñar su papel en
el lugar donde Dios la ha puesto: su hogar.
Yo creo que Dios no se equivocó cuando dijo: “...le haré ayuda idóneapara él” (Génesis 2:18). Sí, Dios sabía lo que el hombre necesitaba. Ahora a cada
esposa le queda el sagrado deber de desempeñar fielmente este deber.
¿Le parece demasiado difícil y complicado el papel de la mujer en su hogar?
Dios sabe bien lo difícil que es su trabajo. Pero él no la ha dejado sola. Su deseo
es que acuda a él y reciba de él la ayuda, la fortaleza, el ánimo, y la fuerza para
cumplir con este trabajo tan importante que Dios ha entregado en sus manos.—Una hermana
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Cu[^ritosCCu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Cu[^ritos^_ ][fé
Mezcle y hornee en un molde
para galletas. Se puede rociar cho-
co chips encima. Hornee a 350º F
(180ºC). Rocíe con azúcar moreno
mientras esté tibio.Cristina de Paniagua
De: El rinconcito de la cocinera menonita
Ingredientes:
Preparacio´n:2 ¾ tazas de azúcar moreno
1 taza de aceite vegetal
1 cucharadita de bicar-
bonato
1 cucharadita de sal
1 cucharadita de vainilla
1 taza de café tibio
2 huevos
3 tazas de harina
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26
Pronto terminaron la cena y guardaron los platos. La familia viajó a la iglesia
en el carruaje. El culto no tenía mucho más significado para Sara que el
culto de la mañana. Se sentía frustrada. No sabía cuál era el problema.
Después del culto, Sara se quedó atrás para darle a Jacob una oportunidad de
hablarle. Cuando lo vio parado junto a la puerta de la salida, deliberada mente
pasó cerca.
—Sara —dijo Jacob al tiempo que salía al lado de ella—. Sara, ¿hoy cumples
dieciocho años?
—Sí —respondió Sara con una sonrisa alegre y mejillas sonrojadas.
EL CAMINO QUEELLA ESCOGIÓ
Una promesa depor vida
Capítulo 4d
—¿Me concedes el placer de llevarte a casa esta noche?
Sara alzó la vista a sus ojos suplicantes. Rápi damente, antes de perder el
valor, contestó:
—Sí.
Sara esperó mientras Jacob enganchaba al caballo al carruaje. De repente
dijo:
—Por favor, Jacob, quiero ir y decirle algo a mi mamá.
—¿Es necesari? —preguntó Jacob un tanto impa ciente.
—No lo sé, pero de todos modos voy. Así hacemos las cosas en la casa.
Sara se dio prisa hacia el carruaje de sus padres; su corazón latía con fuerza.
Solamente su madre y Rut estaban allí. Laura se dirigía tam bién al carruaje, pero
fue detenida por una amiga. Sara sintió alivio; no quería que más personas
oyeran la plática. No sabía con certeza qué iba a decir. En este momento, ni
siquiera sabía si quería que Jacob la llevara a casa. Estaba asustada. ¿Por qué no
pedí permiso primero? se regañó. Realmente deseaba haberlo hecho.
Probablemente su madre habría dicho que no, pero en este momento Sara no
tendría inconveniente con esa respuesta. ¿Cómo se me ocurrió que tengo la
madurez para tomar mis propias decisiones, sólo por que ahora tengo dieciocho
años?
—Mamá, voy a la casa con Jacob Bender. Quiero decir que él me va a llevar a
la casa esta noche.
Sara hizo su anuncio apresu radamente. Estaba inquieta. Su madre no sonreía
en señal de aprobación… Sara no esperaba otra cosa. De inmediato se volvió para
cruzar el patio de la iglesia.
—¡Sara! —la llamó la madre—, espera a que venga tu padre. Hablemos con
él primero.
—No, Mamá —contestó Sara con determinación. Su respuesta cortante
trajo lágrimas a los ojos de su madre. Sara nunca había desa fiado abiertamente a
su madre ni la había lastimado de semejante manera. Sara sintió una punzada
aguda de culpa. De repente hubiera querido renunciar a todo aquello, pero Jacob
la esperaba, y Sara tenía razón de creer que la esperaba con cierta impaciencia.
No podía hacerlo esperar más. Podía verlo… Jacob se paseaba de un lado al otro
de su carruaje, lanzando miradas ansio sas hacia ella todo el tiempo.
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En un tono suave y angustioso, dijo:
—Tengo que darme prisa, Mamá. Me está esperando.
Sara había dado un paso cuando vio que su padre venía hacia ellas.
—Por favor, Sara, espera unos instantes —le suplicó la madre—. ¿Por qué
no nos dijiste antes?
—Mamá, él acaba de hablarme después del culto. No lo sabía antes.
—¿Así que ni siquiera has tomado tiempo para orar antes de darle tu
respuesta? —pre guntó la madre con preocupación.
—Sí, Mamá, estaba orando al respecto aun antes de que me pidiera —le
aseguró desesperadamente—. Papá dijo que puedo tener novio cuando tenga
dieciocho y medio. Por ahora sólo nos veremos ocasional mente para conocernos
un poco. Eso nos ayudará a saber si queremos empezar un noviazgo formal.
—Pero tu padre también te dijo que no puedes salir con un joven que no
haya nacido de nuevo, ¿no es cierto?
—¿Cómo sabe que no lo ha hecho? —demandó Sara impacientemente—.
Yo creo que él pronto pedirá su ingreso en la iglesia. Sólo denle tiempo...
—¿Muestran sus acciones y conducta que es cristiano? —preguntó la madre.
Sin contestar, Sara se escabulló rápidamente por la parte de atrás del carruaje
antes de que su padre llegara.
Al otro lado del patio, Jacob salió a encontrarla. Le tomó la mano, pero Sara
la retiró. Perplejo, Jacob se limitó a caminar al lado de ella. Sara, sin embargo, sí
permitió que él la ayudara a subir al carruaje. Él parecía estar contento, y Sara
sintió la confianza de que él siempre respondería a todos sus deseos tan pronto
como supiera lo que ella quería. Había sido criado tan diferente que la gente de
Germantown.
La conciencia inquieta de Sara pronto cedió. La personalidad de Jacob
tranquilizó todos sus pensamientos serios y Sara disfrutó mucho el recorrido.
Jacob se fue por el camino más largo a la casa, un antiguo sendero por un bosque
talado junto al río.
—Sólo para tener más tiempo y platicar —le explicó.
Hizo caminar lentamente al caballo. Se detuvo una vez junto al río por unos
minutos, hasta que Sara le pidió que siguiera, porque sus padres estarían
29
preocupados por ella. Inmediatamente él le ordenó al caballo que siguiera
adelante.
Sara sabía que sus padres tendrían tiempo para haberse acostado ya, y deseó
fervientemente que lo hubieran hecho. ¿Por qué debieran esperarme? Deben saber
que ya soy adulta, razonó. Como le había dicho Jacob, ella tenía que aprender a
tomar sus propias decisiones y no depender siempre de sus padres.
Jacob rehusó la invitación a entrar.
—Esta vez no —dijo él—. ¿Puedo pasar por ti el próximo domingo en la
tarde? —preguntó de inmediato mientras cami naba con Sara hacia el porche.
—Los novios aquí comienzan a verse cada quince días —le explicó Sara.
Jacob parecía perplejo.
—¿Tenemos que hacerlo como los demás lo hacen?
—Lo prefiero así —se limitó a contestar Sara.
—¿Disfrutaste el rato juntos? —preguntó. Antes de que Sara pudiera
contestar, añadió:
—Yo lo disfruté inmensamente y espero disfrutar más ratos juntos.
El observó muy de cerca la cara de Sara. Ella asentía con la cabeza y sonreía.
—Puedes pasar por mí dentro de quince días si así lo deseas —dijo Sara con
una sonrisa amplia que mostraba sus profundos hoyuelos.
—Estaré aquí. Buenas noches, Sara —dijo tier namente—. Me has hecho
muy feliz. Te veré dentro de quince días. Te pido disculpas por las veces en que
te he ofendido; a veces no sé lo que se considera apropiado en esta comunidad.
Perdóname. Estoy dispuesto a aprender. Quiero hacer lo correcto. Todo era tan
diferente en nuestra comunidad y en mi hogar. Tú serás una gran ayuda para mí
—decía Jacob rápi damente, mientras Sara lo miraba con ojos que acusaban
confianza. En su inocencia e inmadurez, ¿cómo podía saber que aquellas eran
palabras vacías?
Sara miró sus ojos angustiados y deseó alargar la mano para ponerla sobre él
y consolarlo. Pero se con tuvo y se limitó a responder:
—Estás perdonado.
—Nos vemos.
Jacob se volvió y se alejó. Subió al carruaje mientras le hablaba al caballo, y
rápidamente desapareció de la vista mientras Sara cruzaba el porche.
La luz de la sala todavía estaba encendida, aunque los dormitorios de los
niños estaban oscu ros. Sara se alegró de ver que al menos los niños estuvieran en
cama. Sin embargo, ¡deseaba que sus padres también estu vieran acostados! A la
vez, sabía que sin duda estarían esperán dola en la sala. Las mejillas le ardían.
¡Cuánto quisiera que Mamá y Papá ya se hubieran acostado! Podría enfrentarme
a ellos más fácilmente en la mañana. Se puso nerviosa y entró lentamente.
Caminó aún más lentamente a la sala, donde una lámpara de aceite todavía ardía
sobre la mesa de biblioteca.
Le dolía la cabeza. Sus pensamientos estaban con fusos. Mientras Jacob
estaba a su lado, se había sentido feliz, pero ahora… ahora tenía que darles
cuenta a sus padres que la amaban mucho.
Cuando entró en la sala, el padre estaba sentado y leía la Biblia. La madre
cabeceaba en una silla. Sara pudo ver indicios de lágrimas en las mejillas de su
madre.
30
(continuará en el siguiente número)
—Mary Miller
Reimpreso con permiso de: Rod and Staff Publishers, Inc.
Crockett, Kentucky, EE.UU. Derechos reservados
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Marcos y cuatro de sus amigos estaban ayudando a la familia de
Andrés, un amigo de los chicos, a cubrir con paja las matas de
fresas para que el frío del invierno no les causara daño. Marcos
iba delante de los demás. De pronto se volvió y dijo:
—A que no adivinan lo que vi.
—Paja —respondió Rubén.
—Cuatro compañeros tratando de alcanzarte —adivinó Andrés.
—No, no lo podrán adivinar. Vi un vehículo parado cerca de la
arboleda en el otro extremo de la milpa. Y allí está todavía. ¿Qué puede
estar haciendo ese vehículo tanto tiempo?
—¿Quieres decir que tal vez se estén robando maíz otra vez? —
preguntó Andrés emocionado. Hace unos días, alguien se había robado
unas mazorcas de maíz.
—¿Por qué no vamos a ver qué sucede por allí? —sugirió Rubén.
La cara de Marcos acusó emoción:
—Ofrezcámosle ayuda al hombre. De esa manera venceremos con el
bien el mal. Será como amontonar ascuas de fuego sobre su cabeza.
Apresurémonos. Crucemos por la milpa y la zanja para que no nos vea.
—¡Qué chistoso sería si acepta la oferta y terminamos ayudándole a
Una prueba en la vida real
robarse el maíz al papá de Andrés! —dijo Rubén.
Sigilosamente, los muchachos se deslizaron por la milpa hasta llegar a
la calle. Después, agachados, pasaron por la zanja hasta acercarse al otro
extremo de la milpa. De pronto, a escasos cinco metros de donde estaban
ellos, apareció el vehículo. En seguida, Simón susurró:
—¡Es una camioneta!
—Lógico. Le caben más mazorcas que a un automóvil —masculló
Marcos.
La camioneta parecía abandonada. No se veía a nadie. Entonces
Marcos comentó:
—Debe de ser que se metió más adentro en la milpa para que no lo
vean desde la calle.
—Desde luego —respondió Andrés—. Jamás me imaginé que alguien
tuviera el descaro para hacer eso.
De pronto, Rubén se enderezó y dijo:
—Vamos y le sacamos el aire a un neumático.
—Buena idea —respondió Simón.
Pero, Harold, otro de los compañeros, parecía sentirse incómodo.
Carraspeó y luego dijo:
—Un momento. ¿Es correcto hacer eso? Hace un rato hablamos de
amontonar ascuas de fuego sobre la cabeza del ladrón. Con eso la Biblia
quiere decir vencer con el bien el mal. Pero sacarle el aire al neumático no
es hacerle un bien, ¿verdad que no?
Los otros tres compañeros estaban de acuerdo con Harold. Pero
Rubén comenzó a alegar:
—Pero no le haremos ningún daño al neumático.
De pronto, oyeron un ruido en la arbolera. De entre la maleza salió un
pequeño perro de caza, seguido por un hombre con un arma de fuego.
En seguida, el hombre rápidamente subió al perro a la camioneta y lo
encerró en una jaula. Metió en un costal el arma. Después se dirigió a los
muchachos:
—Estábamos cazando mapaches. El perro encaramó un mapache
grande en un árbol. Logramos matarlo, pero se quedó enganchado en una
horcadura del árbol. El hijo de uno de los compañeros se subió al árbol para
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soltar al mapache. Pero
se deslizó, cayó, y se
golpeó la cabeza. Lo
tenemos que llevar al
hospital.
Pronto aparecieron
dos hombres cargando al
herido en una camilla
improvisada.
Rápidamente lo
subieron a la camioneta
y partieron.
—¡Vaya! —silbó Rubén—. ¡Cómo me alegro de que no se hayan
encontrado ningún neumático desinflado!
—¡Qué mal nos hubiéramos sentido! —comentó Andrés al
estremecerse.
—Apenas a tiempo nos libramos de un gran problema —dijo Marcos
con una sonrisa—. Gracias a Harold, no cometimos un gran error.
Todos los muchachos estaban muy de acuerdo con él. Marcos le dio
un apretón de manos a Harold y dijo:
—Hiciste algo muy bueno. Aprobaste la prueba en la vida real.—Elmo Stoll
—The Midnight Test
—Usado con permiso
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VERSÍCULO DE MEMORIA“Cuando haya resistido la
prueba, recibirá la corona devida” (Santiago 1:12).
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(Las respuestas se encuentran en la página 30)
Escribe en la raya la letra del alfabeto que va entre lasdos letras debajo de la raya. Las palabras te darán larespuesta a esta pregunta:
¿Cómo aprobó Harold la prueba?
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Si usted tiene alguna pregunta, o si necesita ayuda espiritual, estamosa sus órdenes. Puede consultar a una de estas direcciones:
Nunca dejesque lo quequieres te
haga olvidar lo que tienes.
Cuando estás de luto Lee Juan 14
Cuando otros te queden mal Lee Salmo 27
Cuando has pecado Lee Salmo 51
Cuando estás ansioso Lee Mateo 6:19-34
Cuando estás en peligro Lee Salmo 91
Cuando estás triste Lee Salmo 34
Cuando parece que Dios está lejos Lee Salmo 139
Cuando estás desanimado Lee Isaías 40
Cuando sientes temor o soledad Lee Salmo 23
Cuando estás deprimido Lee Romanos 8:39
Cuando necesitas ánimo Lee Josué 1
Cuando quieres descansar Lee Mateo 11:29-30
Cuando luchas con el rencor Lee 1 Corintios 13
Cuando consideras una inversión Lee Marcos 10:17-31
Cuando deseas dar una invitación Lee Isaías 55
Cuando de un viaje Lee Salmo 121;
107:23-31
Cómo usar la Biblia