La Historia Militar Una Carencia Intelectual en Espana

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  • La Historia militar:una carenCIa intelectual

    en EspaaJorge Aspiza

    Jorge CachineroGeoffrey Jensen

    Sir Michael Howard est a punto de cumplir su septuagsimo ani-versario. Con este motivo, un grupo de diecisiete ensayistas -todosellos acadmicos de profesin o por adopcin; excepto Lord Carver,antiguo Jefe del Estado Mayor de la Defensa britnica-, lideradospor Lawrence Freedman, Paul Hayes y Robert 'Neill acaban de pu-blicar un libro en homenaje al hombre que rescat para las humani-dades el estudio de la historia de la guerra y que, simultneamente,dio vida a los estudios estratgicos corno materia acadmica en el con-

    . 1tmente europeo .La carrera profesional de Michael Howard es espectacular, tal y

    como recuerda Paul Addison 2. Estudi en Wellington, en el GhristChurch de la Universidad de Oxford y sirvi en los ColdstreamGuards. En 1943, en posesin del empleo de teniente, Howard diri-gi a su seccin en una peligrossima ofensiva contra una posicin ale-mana al norte de Salerno por la que fue recompensado con la CruzMilitar. Finalmente, termin la segunda guerra mundial como capi-tn, habiendo sido condecorado en dos ocasiones. A su vuelta al Rei-no Unido, enfoc su vida hacia el mundo acadmico y regres a Ox-

    1 FHEEDMAN, LAWH~;NCE; llAvES, PAlIL, y O'NEILL, HOBERT (cds.), War, Stralegyand Inlernalional Polilia: Es.my.~ in Honol1r 01Sir Michael Howard, Oxl'onl Univcr-sity Prcss, Oxl'ord, 1992.

    2 ADDISON, PAlIL, War within wars>, cn JAJndon Ileview 01Books (4 dc novicm-brc dc 1992).

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    ford~ donde su activa participacin en los debates de la Oxford Uniony sus aficiones teatrales le apartaron de sus obligaciones acadmicas10 suficiente para que~ a pesar de su rendimiento universitario exce-

    lente~ no pudiera acceder a un puesto de Tutor en dicha Universi-dad. Sin embargo~ gan() la plaza de catedrtico en el King~s Collegede la Universidad de Londres y en pocos aos ya haba publicado suprimer libro: una historia del regimiento de los Coldstream Guardsen el que haba servido.

    Desde entonces~ la fama y reputacin acadmicas de Howard nohicieron ms que crecer. Sir Michael empez a ser recibido dentro delos crculos gubernamentales a ambos lados del Atlntico y~ durantetodo ese tiempo~ ha ocupado cuatro ctedras~ incluyendo~ por fin~ laReal Ctedra de Historia Moderna en la Universidad de Oxford des-de 1981 a 1989~ el puesto de ms prestigio de aqulla. El joven ofi-cial~ el actor~ el polemista de la Oxford Union y el acadmico acabconvirtindose en una figura de porte grande~ noble y elegante. Aque-llos que han~ hemos~ tenido la suerte de ser alumnos suyos hemos dis-frutado de sus maneras caballerosas~ propias de un seor del pensa-miento para quien el aprendizaje y la enseanza son la prolongacinnatural de una existencia placentera~ culta y refinada. Parte de suobra ha sido traducida al espaol: Historia de la Guerra en Europa(Fondo de Cultura Econmica~ Madrid~ 1983) y Las causas de laguerra y otros ensayos (Ediciones Ejrcito~ Madrid~ 1987) :{.

    La historia militar es un gnero plenamente clsico. La narracinde batallas~ campaas y guerras se remonta a Tucdides; la cultiva-ran desde entonces todos los grandes historiadores. Baste recordaren el siglo xx los nombres seeros de .J. F. C. Fuller y Basil LiddellHart y en estos ltimos aos~ los de Geoffrey Parker~ Christopher

    Duffy~ Brian Bond~ John Keegan o Paul Fussel 4. En este sentido~Ho-

    ; Por razones de distribucin, las Ediciones Ejrcito, como las restantes coleccio-nes del Ministerio de Defensa (Clsicos, Defensa, Historia Militar, etctStera), son, porlo general, mal conocidas. Es una lstima, porque induyen obras -dsicas y moder-nas- de gran inters sobre cuestiones de historia militar (espaola y universal), es-trategia y estudios militares, relaciones internacionales y fuerzas armadas y sociedad.Existe un Catlogo de Publicaciones dedicado a Historia y Ciencias Sociales, publi-cado en 1990 coincidiendo con el Congreso Mundial de Ciencias Histricas celebrado,ese ao, en Madrid. Tanto la Armada como el Ejrcito del Aire tienen institutos de his-toria propios y editoriales. En diciembre de 1992, apareci el primer Boletn de laAsociacin de Amigos de la Historia Militar.

    .. La obra de PAHKEH, La revolucin militar. Las innovaciones militares y el apo-geo de Occidente, 1.500-1800 (Barcelona, 1990), es bien conocida en Espaa. Sobre

  • La I/istoria militar: una carencia intelectual en Espaa 6.5

    ward ha mostrado su maestra como historiador ya que fue l quienescribi la primera historia en ingls de la Guerra Franco-Prusianade 1870 y, adems, redact un volumen sobre la historia oficial dela gran estrategia -como se la denomin- de la segunda guerramundial s. Sin embargo, Howard ha sabido ser tambin un innova-dor, ya que ha rescatado la Historia militar del anticuario de erudi-cin, poblado de militares retirados, en el que las humanidades la ha-ban abandonado. Howard siempre ha defendido que el sujeto de laHistoria militar son las guerras mismas y que stas slo son compren-sibles dentro de su contexto social, econmico y poltico: es decir, His-toria con maysculas.

    Adems, Howard fue un pionero en Europa en el desarrollo delos estudios estratgicos, es decir, del anlisis acadmico del uso delos medios y los fines de la fuerza militar en la era nuclear, otro cam-po extraordinariamente frtil en el que destacan recientemente lasobras de Hedley Bu11, Robert ()'Nei11, Lawrence Freedman, Adam Ro-berts, Barry Buzman, John L. Gaddis y tantos otros. Y para ello, Ho-ward puso a su servicio el convencimiento de que el estudio empricode los problemas concretos, enriquecido por el conocimiento de laHistoria y la reflexin sobre los clsicos de la doctrina estratgica, erael mejor medio de aproximacin acadmico para el estudio de laguerra y la paz en el mundo bipolar surgido del final de la segundaguerra mundial.

    Finalmente, Sir Michael Howard ha pertenecido a la vieja escuelade historiadores con vocacin pblica -alejada de aquellos especia-listas interesados exclusivamente en ser escuchados y comprendidospor otros especialistas- que ambicionan dirigirse a grandes audien-cias para educarlas en las enseanzas y lecciones de la Historia.

    Lamentablamente, su ejemplo no ha interesado en nuestro pas apesar de que parte de su obra est traducida, tal y como se ha sea-lado ms arriba. La idea de que buena parte de la investigacin so-

    la polmica que suscit, vase: BLACK, J, A Mililary Revoll1tion? Mililary change andEl1ropean Sociely 1.5.50-1800 (Londres, Macmillan, 1991); de B. BOND, British Mili-lary Policy Belween lhe Two Word War.~ (1980) Y War and Sociely in f,'l1rope1870-1970 (1984) Y su biografa de Liddellllart (1977); de KEEGAN, fVorld Arrnies(1979), The Mask ofCornrnand (1987) y The Second World War (1990); de FlJSSEL,The Greal War and Modern Memory (197S) y The Bloody Oarne. An Anlhology ofMo-dan War (1992).

    ;) lIoWAHD, M., The Franco Pru.~slll War (ed. bolsillo, 1967).

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    bre la Historia contempornea de Espaa ha corrido por cuenta dehistoriadores extranjeros es tpica. El fondo de verdad que existe alrespecto obedece a una plyade de razones, entre las cuales la in-fluencia que la censura tuvo en la investigacin espaola durante elfranquismo es una ms. Es evidente que el desarrollo de la historio-grafa realizada por espaoles desde la liberalizacin del trabajo uni-versitario a partir de finales de los aos sesenta ha producido, ya du-rante los aos de democratizacin poltica, una espaolizacin de laslneas de investigacin establecidas por los hispanistas desde media-dos de los aos cincuenta; as, Stanley G. Payne, repasando la re-ciente produccin a propsito de la guerra civil, ha podido escribir:

    La explosin de la investigacin espaola ha ampliado y enriquecido enor-memente el entendimiento del conflicto y, si ello no ha alterado drsticamen-te las perspectivas establecidas, ha completado el proceso de poner la histo-riografa de la Espaa contempornea firmemente en las manos de los espe-cialistas espaoles 6.

    No obstante, para constatar precisamente que no existe renova-cin metodolgica que renueve las lneas establecidas de investi-gacin, no conviene echar en saco roto la persistencia de la falta deatencin a la Historia militar en las Facultades de Historia de las Uni-versidades espaolas. Veamos algunos resultados recientes.

    En el prlogo del libro de Jos Antonio Olmeda Las Fuerzas Ar-madas en el Estado Franquista, el profesor de la Ciencia de la Ad-ministracin Rafael Ban elogiaba sin ambages a su, por aquel en-tonces, 1988, pupilo en los siguientes trminos:

    Lejos de hacer una tediosa relacin de acontecimientos cronolgicamente or-denados, al modo de los historiadores venementiaListes, el autor opta clara-mente por el enfoque cientficosocial [, jouraal 01 Modera History, 60 (septiembre de 1(88), p. 540.

    7 OLMEDA, .Tos~: ANTONIO, Las Fuerzas Armadas en el f;stado Franquista, E.dicio-nes El Arquero, Madrid, 1988, p. 11.

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    profesor Ban sern siempre bienvenidas. Pero al leer el libro porl prologado, se observa que cae en el vicio opuesto, sin dejar de pro-ducir por ello un gran tedio; su exposicin teoricista queda ahogadaen su propio y obtuso conceptualismo. La argumentacin y, en espe-cial, la ordenacin y comentario de los datos contables de los presu-puestos del Estado que hace el autor buscan confirmar las teoras so-ciolgicas de las que se nutre la hiptesis inicial de Olmeda sobre elpeso de la corporacin militar en los Estados y las sociedades auto-ritarias. La confirmacin de la tesis histrica central-histrica, por-que no otra cosa es la configuracin del Ejrcito espaol como sopor-te del rgimen franquista y su proceso de institucionalizacin a 10 lar-go del mismo- adolece de una exposicin cronolgica que clarifiqueordenadamente en el tiempo los ejes de evolucin y, en su caso,fractura.

    El trabajo no proporciona conclusin novedosa alguna respecto a10 expuesto con claridad -aunque con menos datos contables- porhistoriadores que narraban las lneas constitutivas del rgimen deFranco; a cambio, la comisin de errores metodolgicos, como 10 esel no considerar las asignaciones presupuestarias en pesetas constan-tes, no da pie a una mejor valoracin de la tesis de esa obra.

    Ulrike Borchardt, una analista de Ciencia Poltica en la Univer-sidad de Hamburgo, ha proporcionado una opcin ms atractiva consu Militar und Politik Spanien s. La obra resalta la actuacin de losmilitares en la sociedad espaola en relacin a los intereses econmi-cos de las clases dirigentes a lo largo de la Historia contempornea.Borchardt ha basado su tesis en la constatacin de la participacinde los militares profesionales en la Administracin civil y en el man-tenimiento del orden pblico, con un fuerte dbito a la obra de Ball-b, Orden pblico y militarismo en la Espaa constitucional, publi-cada en 1983.

    Su inters radica en que establece con claridad expositiva que eldeclinar de la influencia de los militares en la segunda mitad del si-glo xx coincide con el declinar econmico del grupo de la clase diri-gente al que sirvi como instrumento: la burguesa franquista detradicin proteccionista, vinculada a las empresas estatales del INI,

    H BORCIIARDT, ULRIKE, Militar und PoLitik in Spanien. '/,ivile und militarischeMarcht von Beginn des konstitutiellen llegimes bis zur KonsoLidierung des demokm-tischen Systems, VSA Verlag, I1arnburgo, 1989.

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    a los especuladores del suelo y los bancos grandes y pequeos. La for-macin de una burguesa impulsora de la inclusin de Espaa en elmercado internacional~ con fuertes lazos e intereses en la integracindel mercado europeo~ llev a que los militares del franquismo que-daran en la periferia social. La integracin en la OTAN sera la ex-presin militar de ese fenmeno socioeconmico superador de las vie-jas estructuras que originaron el franquismo~ as como la nica vade supervivencia funcional del Ejrcito.

    Sin embargo~ Borchardt cae con demasiada facilidad en la mismamiseria de la teora ya sealada para el extinto tndem Ban/Olme-da. Su falta de trabajo sobre fuentes primarias y el recurso continuoa las noticias periodsticas slo contribuyen a reforzar el peso de suaproximacin terica al problema. Para su excelente trabajo de con-junto~ es muy gravoso el nfasis excesivo de la autora en los intereseseconmicos y de clase. Es lamentable~ por ejemplo~ la simplificacinque comete al considerar como nico componente importante del pro-nunciamiento de Primo de Rivera la defensa de los intereses de laalta burguesa catalana~ y que no mencione siquiera el impacto queen el seno del Ejrcito tuvieron el desastre de Annual y el expedientePicasso.

    A la postre~ la misma falta de consideracin sobre la compleja redde condicionantes polticos, profesionales e ideolgicos que opera enel seno de los Ejrcitos~ le lleva a sobrevalorar el significado de la re-presin ejercida contra los miembros de la Unin Militar Democrti-ca en las postrimeras del franquismo. De hecho~ lejos de representaruna expresin del monolitismo en la cpula de las Fuerzas Armadas~la cada de medos en 1975 era una muestra ms de la represin se-lectiva practicada desde el seno del aparato del Estado franquista~ yaen descomposicin: slo afect~ primordialmente~ a aquellos ms cer-canos a las posturas del Partido Comunista de Espaa (PCE)~ que-dando otros en libertad para seguir desarrollando plenamente sucarrera militar hasta hoy.

    Con todo~ la aportacin de Borchardt supera ampliamente las muysimplificadas interpretaciones de matriz marxista que eran monedacorriente hasta hace poco. Por citar un solo ejemplo (aunque signifi-

    cativo)~ en el prlogo de Juli Busquets al libro de Mara Teresa SueroRoca~ Militares republicanos de la guerra de Espaa (Barcelona~

    1981)~ poda leerse, a propsito de la guerra civil~ que:

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    ... los sublevados [lase militares], que no respetaron el resultado de taleselecciones, defendan los intereses de la clase propietaria, aunque a nivel in-dividual pudieran estar convencidos de que lo que defendan eran unos idea-les corno la unidad de Espaa o la religin.

    La falta de tradicin universitaria espaola para el estudio de laHistoria militar es consecuencia del poco esplndido aislamiento dela sociedad espaola respecto de la poltica internacional. Las rela-ciones militares entre Estados no acostumbran a establecerse nica-mente mediante el intercambio de agregados de Defensa en sus Em-bajadas; es bastante frecuente, incluso dentro del presente siglo, queestas relaciones se establezcan bajo la forma de conflicto blico, yasea potencial, ya real. Las sociedades anotan la necesidad de no de-jar solos a sus militares profesionales en el estudio de la realidad b-lica, cuando perciben un determinado riesgo de verse inmersas en unaguerra exterior. Se produce entonces la dotacin de las plazas de in-vestigacin y enseanza civil que, en mejor o en peor coordinacincon los estudiosos militares, formalizan cientficamente el anlisis yel debate sobre esas cuestiones de tanto alcance poltico y social.

    La no existencia de ctedras de Historia militar en la Universi-dad espaola se debe, fundamentalmente, a esa lgica 9. En Espaa,no se vea ni utilidad ni beneficio a algo que los diseadores de la es-tructura de la poltica educativa del Estado consideraban bien cu-bierto por militares profesionales y, a lo sumo, por algunos expertosen Diplomacia, Derecho y Economa Internacional. A esto, Last butnot Least, se han unido los efectos de la fuerte dedicacin de los his-toriadores espaoles a los estudios especiaLizados sobre mbitos terri-toriales de carcter local o regional, favorecidos por las prioridadesde legitimacin intelectual del Estado de las autonomas. Ello ha he-cho perder peso a una formacin histrica de carcter universalista,tendente a comparar procesos histricos sobre el sujeto de anlisis Es-tado-Nacin. Esa prdida impide lograr una mejora en la compren-sin de la historia de las organizaciones militares y de la realidad b-lica en su conjunto.

    El expediente se resuelve al final con un sucedneo de Historiamilitar al servicio de las corrientes historiogrficas dominantes, encada momento, en la Historia poltica de Espaa. El periodista de ex-

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    trema derecha Jos Ramn Alonso puede recabar el honor de haberrealizado la que, en su da, fue la ms acabada sntesis del papel delEjrcito espaol en la Historia de Espaa. Su obra Historia politicade( Ejrcito espaol, publicada por Ediciones del Movimiento, en1974, es una muestra del nico inters que las Fuerzas Armadas des-piertan en los crculos acadmicos espaoles: su impacto en las lu-chas polticas internas 10.

    Aquella obra, trabajada con erudicin y buen estilo narrativo, su-puso el ltimo intento de dotar de un corpus interpretativo homog-neo a ese impacto desde una ptica franquista. Con la apertura, pri-mero, y la transicin democrtica, despus, transcurrieron unos aosde efusin bibliogrfica centrada en el estudio de la guerra civil y susconsecuencias, que sirvi para elaborar una nueva sntesis sobre laHistoria militar en la Espaa contempornea. Su formulacin, hechaa caballo del consenso constitucional y del impacto de la intentonadel 23-F contra la balbuceante democracia espaola, ha sido casi uni-versalmente aceptada hasta 1992. Sondear las lneas de quiebra deesa sntesis, reflejo del consenso historiogrfico existente al respecto,ha de servir para establecer las condiciones de andadura de una po-sible Historia militar a realizar en Espaa.

    En 1984, el profesor Carlos Seco Serrano ensay una sntesis delconocimiento alcanzado sobre las relaciones sociopolticas estableci-das en torno a la pugna entre las opciones civilistas y militaristaspara el gobierno del Estado de Espaa 11. En coherencia con su ta-lante liberal y metodologa positivista, Seco Serrano proporcion unsistematizado discurso en el que destacaba el paralelismo entre las so-luciones polticas dadas a la cuestin militar tras las restauracionesmonrquicas de 1876 y 1975. Se valoraba, aS, como buena, una op-cin civilista configurada en torno a un pacto poltico entre partidosque defina la misin institucional del Ejrcito como fuerza garantedel sistema constitucional.

    Esa percepcin, anclada en la ms clsica historia poltica, seracriticada por Lleix y Ballb. El primero, por ejemplo, introdujo lanocin de militarismo suscitado para calificar los efectos histrico-

    10 Vase, por ejemplo, CARDONA, e., f,'l problema militar en f,'spaa (Madrid, Ilis-toria 16, 1(90).

    11 SECO SERRANO, CARLOS, Militarismo y civilismo en la f,'spaa contempornea,Coleccin Tablero, Instituto de Estudios Econmieos, Madrid, 1984.

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    institucionales de la Restauracin de 1876 12. El calado de esas cr-ticas (de izquierda) fue, sin embargo, escaso hasta que, a la crisis decoyuntura poltica iniciada en 1990, se han unido seales de crisisdel sistema poltico en su conjunto, que podran salpicar a la inter-pretacin historiogrfica sobre el papel de las Fuerzas Armadas en Es-paa. El mismo efecto pudiera tener el debate sobre el franquismoreabierto en 1992, con motivo del centenario del nacimiento de Fran-co, con preeminencia de una literatura de ajuste de cuentas, como latesis de un Vzquez Montalbn o las de un Vizcano Casas, las deotros escritores no historiadores profesionales e incluso la interpreta-cin psicologista de la persona y el personaje de Franco a cargo deGonzlez Duro l:{. A ello cabe aadir la nueva audiencia universita-ria a las tesis historiogrficas pro-franquistas, ejemplificada por elCurso de Verano de la Universidad Complutense que sobre Francodirigi Luis Surez Fernndez en agosto de 1992. Una clarificacinhistoriogrfica es difcil, pese a las reflexiones metodolgicas de au-tores como Tusell, Fusi y Juli reclamando una recuperacin del sen-tido de la medida en la investigacin histrica 14. Tal vez haga faltainscribir la Historia del franquismo como parte de la Historia de Es-paa en su conjunto y no como principio o fin de todas las cosas.

    Es 10 que ya ha ocurrido, y con grandes beneficios para el cono-cimiento histrico, con una etapa anterior de la historia espaola delsiglo xx, con la Dictadura de Primo de Rivera. El acceso a nuevasfuentes y una adecuada integracin del estudio del perodo en el con-texto europeo hacen de la Dictadura de Primo de Rivera una canterapara tallar nuevas lneas de investigacin, gracias sobre todo a la sis-tematizacin de su estudio hecha por Shlomo Ben-Ami y continuada,entre otros trabajos, por las aportaciones de Gonzlez Calbet yGmez-Navarro l.>.

    12 LLEIXA, JOAQUIM, Cien aos de militarismo en f,'.~paa, Ed. Anagrama, Barce-lona, 1986 y BALLBE, MANUEL, Orden pblico y militarismo en la f,'spaa comtitucio-nal (1812-1983), Alianza Editorial, Madrid, 198:l.

    n Del franquismo se ocupa en este mismo nmero de AYf,'R el profesor Tusell.Los libros aludidos son: V ZQUEZ MONTALBN, M., Autobiografa del general Franco(Barcelona, Planeta, 1(92); VIZCANO CASAS, F., 197.5. El ao en que Franco murien la cama (Barcelona, Planeta, 1(92) y GONZLEZ DURO, E., Franco. Una biografiapsicolgica (Madrid, Ediciones TlJ, 1(92).

    Jot Vanse los artculos de los autores citados en Franco en su centenario, Cla-ve.~ de razn prctica, noviembre de 1992, pp. 8-29.

    );, Vase SIILOMO BEN-AMI, La Dictadura de Primo de /livera, 1923-1930 (Bar-celona, Planeta, 19S:l); GONZLEZ CALBET, M. a TEHESA, J,(l Dictadura de Primo de /li-

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    En esa revisin, el rgimen primorriverista no slo ha resultadoser el arquitecto pstumo del franquismo (Ben-Ami), sino el forjadorde buena parte de los hombres que luego, en la II Repblica, forma-ran la CEDA (Gmez Navarro). El rgimen del 13 de septiembretransform tambin el funcionamiento del aparato del Estado deacuerdo con criterios y planteamientos similares a los que por enton-ces se adoptaban en otras naciones europeas. Bajo Primo de Riverase plantearon, por ejemplo, una reforma y una modernizacin de losejrcitos espaoles que tuvieron su continuidad tras la cada de la Mo-narqua en 1931. Por eso apareci en el Ejrcito espaol una diver-sidad de opciones polticas y de ah, tras la experiencia de gestin cor-porativa militar que haba sido el Directorio, la adscripcin de mili-tares profesionales a los distintos grupos que aspiraran a la gober-nacin del pas, fenmeno a estudiar, como lgica continuacin delas conclusiones de Carolyn P. Boyd sobre el pretorianismo en la Es-paa de la crisis de la Restauracin 16.

    En sentido estricto, la historia blica de Espaa durante los si-glos XIX y xx se formaliz prioritariamente en campaas militares ins-critas en las diversas civiles. Las campaas exteriores (independenciaamericana, defensa de los Estados Pontificios, Mxico, Conchinchina,Pacfico, conflicto hispano-americano, Marruecos y Shara) son epis-dicas y perifricas respecto de aqullas. Slo entre militares profesio-nales se ha producido alguna literatura espaola de calidad en torno alas campaas de la guerra de Marruecos y, en especial, sobre la guerracivil de 1936-1939. Respecto de la ltima, Stanley G. Payne ya hizonotar que las monografas tcnico-militares publicadas por el ServicioHistrico Militar baj a la direccin de Martnez Bande:

    . investiga cada gran campaa detalladamente. Los aspectos sectoriales dela guerra, corno la guerra en el aire, las campaas navales o los problemasde los suministros y logsticos reciben atencin relativamente menor, pero laserie no tiene rival en el estudio tcnico da a da de las grandes batallas 17.

    vera. fJ Directorio miLitar (Madrid, Ediciones El Arquero, 1(87) y GMEZ NAV ARRO,J. L., f~'L rgimen de Primo de Rivera (Madrid, Ctedra, 1(91). Adems: CABRERA, M.;.TULl, S., y MARTN ACEA, P. (compiladores), f~'uropa en crt:~is 1919-1939 (Madrid,Ed. Pablo Iglesias, 1(91).

    \Il BOYD, CAROLYN P., La poltica pretoriana en eL reinado de Alfonso XI/I, Alian-za Editorial, Madrid, 1990. Primera edicin en ingls en 1978!

    17 PAYNE, STANLEY, G., Hecent..., p. 551. La primera monografa de BANDE,M., La Lucha en torno a Madrid, apareci en 1968.

  • La 1listoria militar: una carencia intelectual en Espaa

    Al extender esa valoracin a la obra de Ramn Salas LarrazbatHistoria del Ejrcito Popular de la Repblica -sin dejar de anotarla toma de posicin favorable de ambos a la faccin nacional-, Pay-ne ponderaba su calidad y el extenso uso de fuentes primarias quehaca (a las que en su da no pudo acceder un historiador represen-tante de la lnea pro-republicana como es el britnico Michael Al-pert) 111. Salvo algunas incursiones puntuales, el resto de los historia-dores -espaoles o no- todava no ha emprendido un trabajo deanlisis de aquellas campaas que complemente esas aportacionessubsanando sus carencias temticas. Ciertamente, en tanto la ense-anza universitaria de Historia militar no permita abordar tal tareamasivamente, cualitativamente tampoco se podrn inscribir las con-clusiones que se extraigan en el conjunto de las aportaciones que so-bre Historia militar vienen hacindose fuera de nuestro pas desdeperspectivas comparadas 19.

    Por otro lado, para hacer la Historia militar de la Espaa con-tempornea, los investigadores no pueden recurrir a una sistematiza-da coleccin de fuentes. De entre stas, las que arrancan de 1808 has-ta 1920, con graves limitaciones de ordenacin, estn dispersas entrelas dependencias del Archivo Histrico Nacional, del Archivo de laAdministracin Pblica, de los archivos corporativos de las FuerzasArmadas espaolas y de los archivos personales que han sobrevivido.

    Para el perodo posterior a 1920, existe una interdiccin casi ab-soluta a la consulta, no ya de los fondos existentes, sino a la simpleaveriguacin de qu colecciones documentales han sobrevivido. Exis-ten, cierto es, fondos documentales abiertos al pblico sobre la guerrade Marruecos, la guerra civil y la inmediata posguerra, de indudableinters, aunque subexplotados, para la investigacin. Pero no es me-nos cierto que, especialmente, no existe catalogacin de los archivosque por ley han de mantener los diversos organismos de la Adminis-tracin militar.

    13 El libro de SALAS LAHHAzBAL se public en 197:3; el de ALI'EHT, fJ'l l'jrcito re-publicano en la guerra civil, en 1977, en Barcelona.

    1') Por ejemplo, WATr, DONALD CAMEHON, Too seriou.~ a business. fJ'uropean Ar-med Forces and lhe Approach lo lhe Second World War, Norton, Londres, 1992. Enl no se incluye un captulo sobre las Fuerzas Armadas espaolas. Es el mismo casodel esplndido volumen de PETEH PAHET (ed.), Makers of Modern Slralegy from Ma-chiaveili lo lhe Nuclear Age (Princeton lJniversity Prcss, ed. 1986).

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    La gestin de esos archivos en absoluto est en manos de archi-veros facultativos. No se conoce con qu criterio se conservan y or-denan los documentos sin que la capa del secreto pueda recaer, porponer un ejemplo, en las cuentas de los gastos de talo cual unidadmilitar en el ao 1951. No se tiene noticia exacta del estado de losarchivos de los Ministerios militares, las Capitanas Generales y losGobiernos Militares de las provincias. La desaparicin de los Archi-vos del Estado Mayor Central desde principios de siglo hasta 1939se ve seguida por el control existente, de considerarse archivos vivos,de los fondos de Alto Estado Mayor entre 1939 y 1976.

    Esta situacin est agravada por una prctica comn de los ges-tores y funcionarios pblicos espaoles al patrimonializar los docu-mentos en los que consta su intervencin personal. En el caso de laAdministracin militar, se ha constatado la desaparicin total o par-cial de las hojas de servicio de personajes muy significativos, con pro-yeccin pblica o no. Adems, depositados o no en los organismospertinentes.) y aparte de los de Franco, existen muchos fondos docu-mentales privados constituidos en buena parte por documentacinpblica sobre los que pesan condiciones de acceso a la consulta queno garantizan la libertad y la igualdad de oportunidades en el ejer-cicio de la labor investigadora.

    Michael Howard en su ensayo Uso y abuso de la historia militarpropona tres criterios a los oficiales militares que estudiasen esa dis-ciplina para orientarse en su profesin si queran evitar sus trampas.Esas tres normas se resuman en la necesidad de emprender dichos

    d . , f d .d d ')0estu lOS en extenslon, pro un I a y contexto - .Tal recomendacin es aplicable en los mismos trminos para los

    historiadores profesionales. En lo que afecta a la concrecin de unaHistoria militar en y sobre Espaa, faltan anlisis l:n extenso conso-lidados sobre la evolucin interna de la profesin militar, centradosen la evolucin del arte y la tcnica militares. Asimismo, falta pro-fundidad en el anlisis de cada suceso histrico-militar. Finalmente,en lo que se refiere al contexto, mientras que existe un aceptable co-nocimiento de la realidad interna espaola, falta la realizacin de es-tudios comparativos del Ejrcito espaol con los ejrcitos de nuestroentorno geohistrico: por ejemplo, sera interesante estudiar cornpa-

    :W En Las causas de /a guerra.y olro.~ ensa.yos, Edicionc;; Ejrcito, Madrid, 1987,pp. 2:37-247.

  • La /listoria militar: una carencia intelectual en Espaa 7.5

    rativamente modelos de carrera profesional, ejrcitos coloniales ypensamiento militar, entre otras muchas cosas.

    En Espaa, una excesiva dependencia de las teoras sociolgicasha lastrado el desarrollo de estudios histricos sobre los ejrcitos quepudieran enfocar el anlisis sobre el cambio en el seno de unas, apa-rentemente, slidas estructuras. El inters por la coyuntura de cadamomento histrico y la defensa de interpretaciones generales dogm-ticas es expresiva de un inters constante en la historiografa en y so-bre Espaa y sus ejrcitos. Para evitar caer en las trampas a que serefiere Howard en su reconocido dbito a Yon Clausewitz es necesa-rio presentar productos que, con rigor cientfico, hagan frente a los.lomini antiguos y nuevos que buscan construir reglas rgidas para lainterpretacin histrica del ayer y del hoy -sabido es que Clause-witz, al actuar como un analista emprico, rompi con el academi-cismo reinante en la teora blica anterior y de la que .lomini era elmximo representante.

    Especialmente, hay que abordar los estudios que permitan poneren relacin la demanda militar del Estado espaol contemporneocon el desarrollo del aparato productivo de la nacin espaola. Noexistiendo estudios sobre la asignacin y la ejecucin del gasto pre-supuestario militar, no se conocen los retornos que de esos presupues-tos se han realizado a la sociedad espaola. No existe, por ejemplo,un conocimiento exhaustivo de la relacin entre las sucesivas fasesde adquisicin de tecnologa militar y la formacin de intereses em-presariales, espaoles y extranjeros, derivados del suministro ala Ad-ministracin militar espaola. Para concretar metodolgicamente talempeo, es til recurrir crticamente a la excelente sntesis de Wil-liam H. McNeill, La bsqueda del poder. Tecnologia, fuerzas arma-das y sociedad desde el 1000 d. C. (Siglo XXI, Madrid, 1988).

    Al cabo, la acumulacin de suficientes monografas permitira in-dagar con expreso conocimiento de causa sobre la configuracin ideo-lgica de la realidad militar en la Historia contempornea de Espa-a. Dos ttulos recientes, debidos a .luan Carlos Losada y a Carlos Na-vajas Zubelda, han apuntado algunos aspectos parciales de esa

    f ., ')1con Iguraclon ~ .

    ~ 1 LOSADA MALV REZ, .JUAN CAHLOS, Ideologa del f"'jrciLo Franquista,1939-19.59, Coleeeiln Fundamentos, Edieiones Istmo, Madrid, 1990, y NAVAJAS ZU-BELDA, CARLOS, f;rciLo, f"'.~tado y Sociedad en Espaa (1923-1930), Instituto de Es-tudios Hiojanos, Logroo, 1991_

  • 76 Jorge Aspiza, Jorge Cachinero y Gco.fJrey Jenscn

    En su adscripcin a las corrientes historiogrficas progrestas,han aceptado fcilmente -con el fin de combatirla- la tesis de losidelogos del corporativismo militar como grupo aparte del entornosocial y poltico espaol. Participando del ensimismamiento presenteentre muchos historiadores~ espaoles o no~ especializados en Histo-ria de Espaa~ ni Losada ni Navajas han relacionado ese corporati-vismo militar espaol con las corrientes similares producidas en otrosejrcitos europeos de la poca~ como reflejo de la crisis intelectual queen Europa~ como pronto~ aflor con el impacto de la primera guerramundial. Tampoco han sabido anotar las disidencias que en los ejr-citos espaoles se dieron (como en otros) ante el predominio de esacorriente. Abordar este trabajo acaso sirva para matizar debidamen-te los tpicos sobre el fascismo y los militares tan comunes a la horade hacer la Historia de los aos centrales del siglo xx en Espaa yen el resto de Europa 22. Son muy tliles~ en cambio~ las reflexionesde Raymond Carr en las que constata la existencia en el seno de lasFuerzas Armadas espaolas de los aos cincuenta de corrientes depensamiento militar alejadas del estereotipo africanista-franquista.Dichas reflexiones son muy sugerentes y deberan ser tomadas encuenta para cualquier investigacin futura sobre la relacin entreEjrcito y poltica en Espaa durante el siglo xx 2:~.

    :.!:.! En el libro de PRESTON, PAlIL, The Politics 01 Revenge. Fasci.sm and Militaryin the 20th Century Spain, Unwin & Heyman. Londre;;, 1990, el nombre de MillnA;;tray -exponente del fa;;ci;;mo militar- ni ;;iquiera e;; citado en el texto una ;;ota vez.

    :.!:i CARR, RAYMOND, Un pa;; pobre y aturdido por la E;;paa de lo;; cincuenta,n Pas Krtra. Cien ao.s del nacimiento de un dictador, Madrid (:3 de noviembre de1(92), p. 29.