La Filosofía Griega en El Siglo XXI

10
∆αι ´µων. Revista Internacional de Filosofía, nº 50, 2010, 169-178 ISSN: 1130-0507 La filosofía griega en el siglo XXI Greek phisolophy in the XXI century JOSÉ SOLANA DUESO* * Facultad de Filosofía y letras. Universidad de Zaragoza. Pedro Cerbuna, 12, 50009 Zaragoza (Spain). E-mail: [email protected] Resumen: Este artículo reflexiona sobre el inte- rés y la importancia del pensamiento griego en relación con los problemas del presente y sugiere que es necesario analizar con sentido crítico los diversos procesos ideológicos que han interferido en la recepción de la filosofía griega en Occi- dente. Por otra parte, el autor señala las dos áreas del pensamiento griego que, en su opinión, tienen mayor interés para nuestro tiempo: la primera, la filosofía política y la recuperación de los pensa- dores de la democracia; y la segunda, la tradición relativista que debería ser revisada con nuevos criterios. Palabras clave: Recepción de la filosofía griega, Protágoras, Filosofía política, Democracia, Relativismo. Abstract This article reflects on the interest and importance of Greek thought relating to problems of the present time and suggests that it is necessary to critically analyze the various ideological processes that have interfered in the reception of Greek philosophy in the West. On the other hand, the author points to two areas of Greek thought that, in his opinion, are more relevant to our time: the first one, political philosophy and the recovery of the thinkers of democracy, and the second one, relativistic tradition that should be revised with new criteria. Key words: Reception of Greek philosophy, Protagoras, Political philosophy, Democracy, Relativism. Los textos de los filósofos griegos, como de los poetas, los oradores o los historiadores, siguen gozando de tal vigor y capacidad de atracción que, aun cuando las sucesivas reformas educativas, en enseñanzas medias o universitarias, se empeñen en lo contrario, seguirán concitando el interés de los lectores en busca de ideas, experiencias, indicios o estímulos que puedan arrojar algo de luz sobre los interrogantes o las inquietudes del tiempo presente. Ese ha sido el sino de los textos desde el momento en que salían de las manos de sus autores o del cálamo del copista. Los rollos comenzaban a peregrinar y rodar en un círculo mil veces reiterado de leo y copio hasta que han llegado a nosotros cargados de variantes, de lagunas y de diafonías. Los filólogos han sido los cuidadores de estos textos, escrutando manuscritos, preparando ediciones, recopilando antologías y ofreciendo, finalmente, a los lectores traducciones a las diferentes lenguas modernas.

description

Filofía en Grecia

Transcript of La Filosofía Griega en El Siglo XXI

  • . Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010, 169-178ISSN: 1130-0507

    La filosofa griega en el siglo XXI

    Greek phisolophy in the XXI century

    JOS SOLANA DUESO*

    * Facultad de Filosofa y letras. Universidad de Zaragoza. Pedro Cerbuna, 12, 50009 Zaragoza (Spain). E-mail: [email protected]

    Resumen: Este artculo reflexiona sobre el inte-rs y la importancia del pensamiento griego en relacin con los problemas del presente y sugiere que es necesario analizar con sentido crtico los diversos procesos ideolgicos que han interferido en la recepcin de la filosofa griega en Occi-dente. Por otra parte, el autor seala las dos reas del pensamiento griego que, en su opinin, tienen mayor inters para nuestro tiempo: la primera, la filosofa poltica y la recuperacin de los pensa-dores de la democracia; y la segunda, la tradicin relativista que debera ser revisada con nuevos criterios.Palabras clave: Recepcin de la filosofa griega, Protgoras, Filosofa poltica, Democracia, Relativismo.

    AbstractThis article reflects on the interest and importance of Greek thought relating to problems of the present time and suggests that it is necessary to critically analyze the various ideological processes that have interfered in the reception of Greek philosophy in the West. On the other hand, the author points to two areas of Greek thought that, in his opinion, are more relevant to our time: the first one, political philosophy and the recovery of the thinkers of democracy, and the second one, relativistic tradition that should be revised with new criteria.Key words: Reception of Greek philosophy, Protagoras, Political philosophy, Democracy, Relativism.

    Los textos de los filsofos griegos, como de los poetas, los oradores o los historiadores, siguen gozando de tal vigor y capacidad de atraccin que, aun cuando las sucesivas reformas educativas, en enseanzas medias o universitarias, se empeen en lo contrario, seguirn concitando el inters de los lectores en busca de ideas, experiencias, indicios o estmulos que puedan arrojar algo de luz sobre los interrogantes o las inquietudes del tiempo presente.

    Ese ha sido el sino de los textos desde el momento en que salan de las manos de sus autores o del clamo del copista. Los rollos comenzaban a peregrinar y rodar en un crculo mil veces reiterado de leo y copio hasta que han llegado a nosotros cargados de variantes, de lagunas y de diafonas.

    Los fillogos han sido los cuidadores de estos textos, escrutando manuscritos, preparando ediciones, recopilando antologas y ofreciendo, finalmente, a los lectores traducciones a las diferentes lenguas modernas.

  • 170 Jos Solana Dueso

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    En este largo proceso, aunque el autor, que ha concebido la obra, es el personaje protago-nista, tambin otros, el copista, el editor y el traductor, han dejado su huella, y especialmente una vasta legin de intrpretes, lectores que bien sea por su saber filolgico o histrico o por su creatividad filosfica, tambin ha dejado en las obras antiguas su impronta, ahormando y encauzando el caudal de la traicin clsica segn la realidad del momento y sus exigencias.

    De este modo las obras clsicas han llegado a nosotros acompaadas por una inmensa comitiva, la llamada literatura secundaria, que puede ayudarnos a comprenderlas mejor pero que tambin pueden ocultar su sentido originario. Es la tradicin cultural de la que el lector actual de los textos clsicos no puede zafarse.

    La clave de bveda en este proceso es el trmino interpretacin. El lector que, tras leer un texto, plasma en un papel su interpretacin del mismo, deja ipso facto en l una parte de su propio bagaje intelectual y emocional.

    Wilamowitz, el gran estudioso alemn del mundo clsico, conocido como el princeps philologorum, ilustra mejor que nadie este hecho. Cuando, tras haber entregado a las pren-sas el primer tomo de su obra sobre Platn, recibi la noticia de la derrota de Alemania en la primera guerra mundial, descorazonado, aadi el siguiente eplogo: Nur wenige Stunden, nachdem ich die Vorrede des ersten Bandes in den Druck gegeben hatte, ist entsetzliche Wahrheit geworden, was ich Weihnachten 1917 nur als eine Mglichkeit aussprach, die jenseits meines Lebens eintreten knnte. Ich habe die Selbstzerstrung, Selbstentmannung meines Volkes erleben mssen. In der Ochlokratie und unter den feigen oder feilen Schmei-chlern, die sie in allen Stnden findet, ist fr einen alten Mann, der sich seine Preuenehre von keinem Gott und keinem Menschen aus dem Herzen reien lt, kein Platz mehr. Er hat nur abzusterben.

    Aber das Reich der ewigen Formen, das Platon erschlossen hat, ist unzerstrbar, und ihm dienen wir mit unserer Wissenschaft: in seinen reinen ther dringen die Miasmen der Verwesung nicht; auch Ha und Neid soll exo theou choro bleiben. Unter dem Zeichen Platons werde ich fechten, solange ich atme1.

    Como puede verse, la teora platnica de las formas no es ya solamente un producto terico que puede proporcionar una explicacin satisfactoria de la realidad, sino tambin una especie de patria inmutable, indestructible y pura, en la que puede refugiarse el sabio fillogo frente a las desilusiones del mundo terrenal.

    Esta toma de posicin combativa expresada por Wilamowitz a favor de las doctrinas platnicas constituye una constante en la historia de la filosofa. En la Antigedad, Cicern se declaraba admirador de Platn, el filsofo que antepone a todos los dems, por ser hom-bre ms sabio que nadie y filsofo ms profundo que ninguno, que fue tratadista prncipe sobre la repblica2. Razones de naturaleza poltica empujan a Cicern, hombre poltico como Platn, a defender las posiciones del filsofo ateniense y alinearse con l contra los mismos adversarios.

    Razones de otra naturaleza, en este caso teolgica, empujaron a Agustn de Hipona a plantearse la pregunta: Si Platn dijo que el sabio es aquel que imita, conoce y ama a este

    1 El texto citado figura como Nachwort al segundo volumen de su obra sobre Platn. 2 As se expresa en Leyes I, 15 y Leyes II, 14.

  • 171La filosofa griega en el siglo XXI

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    Dios, cuya participacin le hace feliz, qu necesidad hay de examinar a los dems filsofos? Ninguno de ellos est tan cerca de nosotros como los platnicos3.

    En nuestra tradicin, las afinidades polticas y religiosas, quiz ms que ninguna otra, mucho ms que las que tienen que ver con la elaboracin de una explicacin cientfica de la realidad, han sido motivo para la adhesin a determinadas posiciones y, por tanto, para la promocin, estudio y difusin de las mismas.

    Este proceso de adhesiones y rechazos, de simpatas y antipatas, se produce ya en la antigedad, originndose un cuerpo cada vez ms amplio de tratadistas, estudiosos y comen-taristas, que expresan filias y fobias, ms explcitas o ms encubiertas, hacia los distintos autores y corrientes del pensamiento.

    El proceso se repite en las diferentes pocas histricas, primera Edad Media, Baja Edad Media, Renacimiento, Barroco, Ilustracin, Romanticismo, interfiriendo en la recepcin de los textos en Occidente.

    Nada hay que lamentar en estos procesos, no es tarea de filsofos ni el treno ni el lamento, pero s intentar comprender. Comprender en primer lugar que, junto a toma de posiciones entusiastas o rechazos sonoros, los crticos, en particular, fillogos e historia-dores, han puesto a disposicin de los estudiosos actuales un arsenal de instrumentos sin el cual el conocimiento de la filosofa, como de otras facetas de la cultura griega y latina, sera mucho ms limitado por no decir imposible. Pinsese cunto debemos ponderar la ingente aportacin de H. Diels, el coetneo y amigo de Wilamowitz, para el conocimiento de la filosofa presocrtica. Valga esta alusin a uno de los fillogos ms queridos para los estudiosos de la filosofa como reconocimiento a una multitud laboriosa de investigadores volcada en la escrutacin y colacin de manuscritos, ediciones y traducciones, comentarios y estudios, que contribuyen a la realizacin de esta tarea.

    La situacin actual de los estudios sobre la filosofa griega viene condicionada, en buena medida, por las aportaciones y las figuras que pertenecen al periodo que se inicia en Alemania, el pas pionero en los estudios de la antigedad, con lo que se denomina la Altertumwissenschaft, un proyecto que se propona examinar todos los aspectos del mundo antiguo4. Buena parte de los principales instrumentos para el estudio de la filosofa griega tiene su origen en ese periodo y su influencia sigue perviviendo en nuestros das a travs de las grandes obras de aquellas eminentes figuras.

    Aunque me he referido sobre todo a las aportaciones de fillogos e historiadores, tam-bin personalidades de la filosofa han contribuido a conformar el legado recibido sobre la filosofa griega; para empezar, ya Platn y Aristteles fueron intrpretes y analistas de la obra de sus predecesores, y esa lectura crtica y dialgica por parte de los filsofos se ha mantenido vigente en toda la tradicin filosfica, hasta llegar en la modernidad a Espinosa, Kant o Hegel. Mencin especial merecen dos filsofos alemanes por su profunda influencia en la percepcin y recepcin del pensamiento griego en nuestro tiempo: en primer lugar, Schleiermacher como traductor y estudioso de la obra platnica, quien ha suscitado la cuestin, tan debatida en nuestros das, sobre el Platn exotrico y el esotrico o quien ha planteado la necesidad de entender los dilogos platnicos desde la perspectiva de la obra de

    3 La ciudad de Dios VIII, 5. 4 R. Pfeiffer, Historia de la Filologa clsica de 1300 a 1850, 301.

  • 172 Jos Solana Dueso

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    arte. Y en segundo lugar, Nietzsche, cuyos ensayos se han convertido en puente de acceso a los pensadores griegos, ofreciendo al mismo tiempo una singular visin crtica cuya fecun-didad no ha sido suficientemente explorada.

    En la actualidad, como resultado de este complejo proceso de recepcin de los textos, Scrates, Platn y Aristteles siguen constituyendo la trinidad ms significativa del cosmos filosfico griego. El tercero, Aristteles, es un discpulo de Platn, el cual, a su vez, es dis-cpulo de Scrates. Por tanto, en Scrates hallamos el punto de arranque de un pensamiento que se desarrolla, con diversas ramificaciones, en lo que son los dos cuerpos textuales ms importantes de toda la filosofa griega, el platnico y el aristotlico. Aristteles supondr en parte la continuidad con esa lnea de pensamiento y en parte tambin un posicionamiento crtico, incorporando partes importantes de la tradicin presocrtica y sofstica. En todo caso, en lo fundamental, esos tres autores constituyen la plana mayor de la filosofa griega. Todo lo dems, antecesores y sucesores, seran o balbuceos previos, como sugiere Arist-teles a propsito de la cuestin central de la causalidad, o comentarios y desarrollos a los grandes textos clsicos5. Frente a la plana mayor, existen tambin disidentes, los sofistas, los atomistas, los epicreos y, en general, los escpticos, no solamente la escuela helenstica conocida con ese nombre, sino tambin una larga secuencia de pensadores que se iniciara con Jenfanes, seguira con los sofistas y se convertira en escuela filosfica con Pirrn y Sexto Emprico.

    A la luz de este legado, creo que las hay dos lneas temticas que reclaman atencin en la actualidad y que suponen un desafo a esta visin heredada, cuyo peso en los estudios actuales sobre filosofa griega sigue siendo preponderante. Esas lneas son 1) El pensamiento griego y la filosofa poltica y 2) El pensamiento griego y el relativismo.

    1. El pensamiento griego y la filosofa poltica

    En la cuestin de la filosofa poltica es quiz donde hallamos las lagunas y las parado-jas ms lacerantes. Ni Scrates ni Platn ni Aristteles fueron partidarios de la democracia. Platn en particular fue un adversario firme y permanente, defendiendo la necesidad de una organizacin social que asignara las funciones de gobierno a un sabio o grupo de sabios y que excluyera a la mayora (el ochlos, la oclocracia de la que habla la nota de Wilamowitz). Una filosofa de este tipo es natural que fuera acogida con entusiasmo entre aquellos estudiosos europeos de los siglos XVIII, XIX y primer tercio del siglo XX para quienes la perspectiva de una solucin democrtica al problema de sus pases o, ms en general, de las sociedades europeas, ni tan siquiera pareca contemplarse, al menos de un modo ntido y decidido, en el mbito de los crculos de influencia de los investigadores de las cultura clsica.

    Todo lo que merece y recibe en elogios esa inmensa creatividad artstica de la Grecia clsica, lo recibe en silencio y olvido cuando no en directos ataques el sistema democrtico y sus partidarios, como el sofista Protgoras de Abdera.

    5 Recurdese el ya tpico aserto de Whitehead de que la historia de la filosofa occidental no es ms que una serie de notas de pie de pgina a Platn, al que ha replicado Gallop (Parmenides of Elea, 3), no sin razn, que with hardly more exaggeration, Plato's own writtings might be said to have consisted in footnotes to Parmenides of Elea.

  • 173La filosofa griega en el siglo XXI

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    Esto resulta difcil de explicar si se tiene en cuenta que la democracia es un invento griego, la realidad y la palabra, que, mientras estuvo vigente el sistema democrtico, se produjo el mayor florecimiento de la ciencias, las artes y la cultura que llamamos clsica por antonomasia, y que, en dicho perodo y en dicho sistema, vivieron y crearon artistas como Fidias, literatos como Esquilo, Sfocles y Eurpides, filsofos como Anaxgoras, Protgoras, Scrates, Platn o Aristteles, o lderes como Pericles. Seguramente, aunque nadie lo exprese as, pensaron que toda esa enorme creatividad se produjo a pesar de o al margen de la democracia6.

    Entre los estudiosos del mundo clsico se ha instalado hasta enraizarse profundamente el sentimiento del elitismo que casa y congenia en perfecta armona con la Repblica de Platn y con la reiterada afirmacin platnica de que no cesarn los males del gnero humano hasta que ocupen el poder los filsofos puros y autnticos o bien los que ejercen el poder en las ciudades lleguen a ser filsofos verdaderos (Carta VII). Saber latn y griego se converta en un indicio de esa aristocracia filosfica. Esa mentalidad elitista, que en la modernidad ha encontrado clido hospedaje en buena parte de los seminarios de filosofa y de estudios clsicos, ha sido muy habitual entre los filsofos y pensadores que tenan un enlace estrecho y directo con la filosofa clsica.

    Bastarn algunos ejemplos. El profesor M. . Granada, hablando de G. Bruno a prop-sito de la perfeccin del hombre, recuerda el siguiente texto de Averroes: Manifestum est, quod praedicatio nominis hominis perfecti a scientia speculativa, et non perfecti, sive non habentis aptidinem quod perfici possit, est aequivova, sicut nomen hominis quod praedicatur de homine vivo et de homine mortuo, sive praedicatio hominis de rationali et lapideo7. La diferencia entre el hombre sabio o filsofo y el hombre vulgar es semejante a la que hay entre un ser humano vivo y uno de mrmol. Platn no lleg a tal extremo, pero la inspira-cin del texto de Averroes encuentra ecos, quiz no tan exagerados, en los textos de Platn y Aristteles.

    El propio Bruno encuentra en los testimonios de los dioses, como en el caso del orculo de Delfos para Scrates, la prueba de la existencia de un gnero de individuos cuya poten-cia cogitativa se encuentra gobernada por un espritu divino8. Scrates ser el modelo de la autntica vida filosfica, que se ver amenazada y abocada a un permanente conflicto con la sociedad.

    6 Acaso no tendr alguna relacin la creatividad, tanto artstica como cientfica o filosfica, con la parresa, la libertad de palabra de la que tan orgullosos se sentan los atenienses? Tal vez sea instructivo recordar el tratado Sobre lo sublime, del siglo I d. C., que, planteando las causas de la decadencia de la oratoria, se hace eco de una opinin muy extendida segn la cual la democracia es una excelente nodriza de talentos y que en un sentido general con ella han brillado y con ella se han extinguido los elocuentes oradores. El annimo redunda en esta idea al afirmar que gracias a los laureles que otorga el rgimen democrtico, el espritu de los oradores se agudiza con la prctica; se afina, por as decir, y, como es lgico, comparte el resplandor de la libertad con los hechos mismos de los que se ocupa. Poco despus hallamos el mismo tema en el Dilogo de los oradores de Tcito (56/57-117).

    7 M. . Granada, La reivindicacin de la filosofa en Giordano Bruno, 68 n. 52.8 Bruno habla de individuos cuyo espritu o nimo, aunque tocado por algunas afecciones corpreas, no resulta,

    sin embargo, penetrado o ligado por ellas; antes bien, en virtud de su mente despierta, alcanza una sabidura ms profunda, de suerte que no solo resta inmune a las turbaciones de los necios, sino al temor mismo del vulgo. M. A. Granada, o.c., 11.

  • 174 Jos Solana Dueso

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    Surge de esta manera un mito, basado en la Apologa platnica y alentado en el siglo XX particularmente por Leo Strauss, de un irremediable conflicto entre la sociedad y la filosofa, mito que tiene el efecto9, no s si el propsito, de seguir manteniendo vivo el hlito del elitismo, de la escisin platnica de la sociedad, entre la clase productora, gobernada por el alma inferior, de un lado, y, del otro, el pequeo grupo de los filsofos, gobernados por el alma superior.

    La obra de Platn es la referencia invariable de este modo de pensar que, aunque se reclame como un modo de vida que debe desarrollarse en privado (se apela con frecuencia al nico texto de la Repblica 591c que parece hablar de una ciudad interior), tiene en su seno la permanente tentacin de traducirse a la vida poltica. Los tres viajes de Platn a Sicilia seran buena prueba de esa tentacin. Acaso no han sucumbido tambin a la tentacin los discpulos de Leo Strauss? Acaso Wilamowitz no estuvo siempre dispuesto a la tribuna propagandstica10? Sin embargo, no siempre toda prdica de un modo de vida ha tenido esta tentacin de ganar el amparo del poder poltico, como prueba la religin rfica. Entre los filsofos, sin embargo, ya desde los griegos, precisamente porque entendan que todo saber debe llevar aparejada la bsqueda de un rdito social, esa propensin a la intervencin poltica ha sido bastante frecuente.

    No se cuestiona, por tanto, la legitimidad de la pretensin de intervenir en la poltica, sino de la toma de posicin a favor de un sistema poltico elitista, bajo variadas frmulas, que mantenga a raya a la masa inculta e intemperante que amenaza a los sabios.

    En trminos generales, el siglo XX ha ofrecido escenarios terribles en la historia de la humanidad que no pueden ser ajenos a quienes tengan algn inters por la filosofa poltica. Un observador de estos escenarios podra establecer la conclusin contraria a la de Platn en la Carta VII: por muchos que sean los males de una democracia, el remedio ser peor que la enfermedad si por remedio se entiende la instauracin de un sistema que elimine la esencia de la democracia, que es la intervencin y participacin de la mayora, y eso con independencia de las intenciones con que tal sustitucin se disfrace o se pretenda justificar.

    La historia terrible del siglo XX de la que hablo compromete a quienes, pensadores, historiadores, intelectuales y ciudadanos en general, han sido testigos de dicha experiencia y no a quienes no la han vivido ni a quines no han tenido conocimiento de la misma.

    Estas consideraciones nos conducen directamente a revisar el panorama de la filosofa poltica griega, en el que, junto a Platn y Aristteles, aparece la figura de Protgoras con dos rasgos especialmente significativos: primero, como iniciador de la filosofa poltica, y segundo, como terico de la democracia.

    La importancia de reconocer la figura de Protgoras tiene una primera consecuencia importante de carcter metodolgico: el pensamiento griego se aborda tal como realmente aconteci y se constituy, como una polmica, no ya solo una polmica entre maestro y discpulo, lo cual ocurra en el seno de las escuelas, sea la Academia o el Liceo, sino entre corrientes de pensamiento dispares y antagnicas. Este hecho, el de la polmica, expresa un rasgo esencial del desarrollo del pensamiento griego, un pensamiento que se constituye 9 De este mito se hace eco L. Canfora, en su libro Una profesin peligrosa, aunque no aporta argumentos convin-

    centes. 10 Vase Manuel F. Galiano, Ulrich von Wilamowitz-Moellendorff y la filologa clsica de su tiempo, Estudios

    clsicos 13, n 56, 1969, 25-57.

  • 175La filosofa griega en el siglo XXI

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    y afina en el agon, en el debate abierto del espacio pblico, en las lecturas pblicas de los escritos, en los disso lgoi. Los escritos de Platn y Aristteles, pese a los muros de sus escuelas, son fiel reflejo de ese carcter polmico de la filosofa griega y, por esa razn, son los textos de estos filsofos el mejor exponente del pensamiento protagrico aun en ausencia de los abundantes libros del sofista, incluido el Per politeas, escrito unos cincuenta aos antes que la Repblica de Platn, obras que comparten el mismo ttulo (Politea).

    Consecuencia de una lectura que parta del enfoque polmico es que la obra de Platn y la de Aristteles no pueden ser ledas de la misma manera. Platn y Aristteles, en ausencia de sus adversarios, Protgoras y otros sofistas, no pueden ser elevados a la categora de maestros del pensar de Occidente, porque ellos son un lado del debate, solo uno, acerca del mejor modo de organizar la vida poltica y acerca del mejor modo de vida, las dos cuestiones bsicas de la filosofa poltica.

    Alguien dir que, si esta propuesta es aceptable, lo es ahora como antes de las trgicas experiencias del siglo XX, a lo que respondera que, en todo caso, las citadas experiencias han contribuido a cargarla de razn.

    2. El pensamiento griego y la cuestin del relativismo

    Si el punto anterior se refiere a un rea concreta de la filosofa, la cuestin del relati-vismo, aunque con implicaciones importantes en ese mbito, afecta al modo de entender la filosofa en su conjunto. La introduccin del relativismo se enfrenta a una tradicin historio-grfica, que se remonta al menos a Sexto Emprico, en la que los filsofos quedan divididos en dos grupos, dogmticos y escpticos. Esta divisin se ha mantenido intacta hasta nuestros das. Las corrientes hegemnicas de la filosofa han tomado partido a favor de lo que Sexto denominaba posiciones dogmticas, con notables excepciones como Hume o Nietzsche. Por lo que toca a los filsofos griegos, Platn y Aristteles seguan siendo considerados como las cumbres del pensamiento y representaban la tradicin filosfica ms genuina: ellos seran los que, ms all de la superficie de las cosas, habran descubierto los principios inmutables de la realidad, el verdadero objeto del conocimiento.

    Siguiendo esta perspectiva, los estudiosos de la historia de la filosofa consideran el dogmatismo y el escepticismo como dos inseparables compaeros de viaje en permanente polmica. Es lo cierto, dice Hegel, que la filosofa positiva lo deja subsistir al lado de ella; el escepticismo, en cambio, adoptando la actitud contraria, ataca a esta filosofa y se esfuerza en superarla11.

    En este esquema hermenutico, el espacio conceptual relativista desaparece; a lo sumo, sobrevive oculto y confundido como un elemento del escepticismo12. Como Margolis afirma, se da por supuesto que el debate sobre el relativismo ya fue resuelto en su da, con argumentos incontrovertibles, por Platn y Aristteles, de modo que ya no valdra la pena volver a la cuestin. La figura de Protgoras y su frase homo-mensura sera el residuo de la filosofa relativista y escptica.

    11 Hegel, Historia de la Filosofa, vol. II, 1977 FCE, 421. 12 J. Solana, Relativismus absconditus, en L. Vega Reon, E. Rada Garca y S. Mas Torres (eds.), Del pensar y

    su memoria. (Ensayos en homenaje al profesor Emilio Lled), 55-65.

  • 176 Jos Solana Dueso

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    Lo que aqu propongo consiste en superar este esquema dualista mediante la introduc-cin de una tercera posicin, el relativismo, como una posicin consistente, profundamente enraizada en el pensamiento griego, en particular en la tradicin presocrtica, y netamente diferenciada de las dos antes citadas. Esta propuesta implica desarrollar dos tareas:

    a) Reconstruir los trazos filosficos esenciales del relativismo, cuya primera expre-sin se halla en los fragmentos de Jenfanes, Herclito y Parmnides y que alcanzara su expresin ms elaborada en el pensamiento de Protgoras. A partir de Scrates, la filosofa experimentara un profundo giro que habra de dejar en la penumbra las principales tesis y argumentos del pensamiento relativista, desmembrado y ridiculizado en las obras de Platn y Aristteles.

    En la actualidad se puede contemplar la emergencia del relativismo en diversas disci-plinas, como la antropologa, la tica o la historia de la ciencia. Las ciencias naturales han elaborado categoras que exigen plantear como central el tema de la relacin. La filosofa, tradicionalmente orientada a lo absoluto, comienza a estudiar el relativismo con presupuestos distintos: hoy cabe consultar una amplia bibliografa que desarrolla y elabora el pensamiento relativista como una teora consistente, defendible y ms ajustada que el dogmatismo tradi-cional a las exigencias de nuestra problemtica actual y a los indicadores conceptuales de nuestro tiempo. Sirva como ejemplo el libro de Margolis, en el que, no por casualidad, la figura de Protgoras ocupa una preeminente posicin13.

    Todos estos estudios proporcionan herramientas imprescindibles para acometer este tipo de trabajo.

    b) En trminos ms especficos, como historiadores de la filosofa, la segunda tarea con-siste en recuperar del espacio relativista en la filosofa griega. Es cierto que el relativismo griego, refutado por Platn y Aristteles, no ha tenido continuidad como doctrina indepen-diente, si bien, como ya he indicado, ha sobrevivido como una pieza del escepticismo tanto antiguo como moderno.

    Pese a todo, aunque no lo conocemos como una doctrina sistematizada, ya que carece-mos de los textos ms importantes, nuestra hiptesis es que las tesis relativistas, sobre todo con Protgoras, debieron de alcanzar un notable desarrollo, como lo prueba la importancia excepcional que Platn y Aristteles concedieron a este sofista, incluido por Digenes Laercio en sus Vidas.

    De los textos que conocemos, podramos afirmar que el relativismo conceda un papel central al concepto de relacin frente a la marginacin en que queda reducida en Aristteles, del que cabe recordar un texto crucial segn el cual la relacin es, de todas las categoras, la que tiene naturaleza y entidad ( ousa) en mucho menor grado, y es posterior a la cualidad y a la cantidad14. Esa centralidad de la relacin afecta tanto a la ontologa (ser, flujo), como a la epistemologa (disputa sobre las cualidades, valor del conocimiento sensi-ble y su relacin con el racional) y a la teora poltica (convencionalismo, problema de las leyes naturales, participacin de todos en la constitucin de la normatividad)15.

    13 J. Margolis, The Truth About Relativism (Oxford Uk & Cambridge USA), 1991. 14 Aristteles, Metafsica 1088a23, trad. T. Calvo. 15 Valgan los siguientes textos de los Fragmentos Pstumos de Nietzsche como muestra de esta lnea de pensa-

    miento: Die Eigenschaften eines Dinges sind Wirkungen auf andere Dinge: denkt man andere Dinge weg, so hat das Ding keine Eigenschaften; d.h, es gibt keine Dinge ohne andere Dinge, d.h. es gibt kein Ding an

  • 177La filosofa griega en el siglo XXI

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    En mi experiencia como estudioso de la filosofa griega, el punto de partida para el estudio del pensamiento relativista ha sido la figura de Protgoras y, ms ampliamente, la polmica que tuvo lugar entre Scrates y los sofistas tal como se refleja en Platn y Aristteles. No es banal que estos grandes filsofos dediquen grandes esfuerzos a refutar las tesis protagricas. Son, por lo tanto, los propios textos platnicos y aristotlicos los que nos invitan a mirar el protagorismo de otra manera y a profundizar en la polmica contra Protgoras, quiz la ms importante y la de mayor calado en toda la historia de la filosofa, lo que exige conocer los argumentos de todos los interlocutores y no slo de una parte.

    Desde este punto de partida, ganamos una nueva perspectiva para contemplar la historia de la filosofa griega hacia el pasado y hacia el futuro.

    Volviendo la mirada hacia los presocrticos, la presencia de la posicin relativista nos ofrece nuevas posibilidades de interpretacin. Un ejemplo: las interpretaciones sobre el pen-samiento de Jenfanes se hallan irreconciliablemente escindidas entre quienes lo consideran el iniciador del escepticismo y quienes lo interpretan como el sabio orgulloso que se cree en posesin de la verdad absoluta y definitiva. Tal dualidad deriva de considerar sus teoras a la luz del esquema dogmatismo-escepticismo.

    El pensamiento de Herclito ofrece otro ejemplo significativo. Existen entre sus frag-mentos varios de claro matiz relativista sin que hayan sido considerados filosficamente importantes. Existe asimismo una sustanciosa polmica por parte de Platn y Aristteles contra el Efesio. Como con Protgoras, tampoco en este caso se ha dedicado el esfuerzo necesario para esclarecer el por qu de la polmica. Aristteles llega a decir que quienes piensan como Herclito eliminan la entidad, es decir, la esencia, lo que es lo mismo que destruir la ciencia misma. Acusacin grave que dirige tambin contra Protgoras. Platn, por su parte, cuando trata de buscar una definicin de belleza, es decir, un concepto absoluto, se las tiene que ver asimismo con Herclito16. Cul es el sentido de esta confrontacin?

    Todo estudioso de la filosofa griega reconocer que Platn, y quiz antes su maestro Scrates, jug un papel crucial en la historia del pensamiento filosfico. Desde nuestra perspectiva, dicha crucialidad consisti en fundamentar, rescatando elementos de la tradi-cin presocrtica ligados al pitagorismo, el pensamiento de lo absoluto, lo que le exigi al mismo tiempo refutar, no por capricho, la filosofa rival, el espacio conceptual relativista. Que Herclito y Protgoras sean los dos blancos de sus crticas no es ninguna arbitrariedad.

    Si volvemos a mirada hacia el tercer gran momento del pensamiento griego, las filosofas helensticas, y en particular el escepticismo, analizadas desde el esquema que proponemos, experimentan tambin nuevas posibilidades hermenuticas. Sabido es que para Sexto Emp-rico el principio constitutivo de la escepsis son las antilogas de Protgoras, pese a lo cual el sofista es clasificado entre los filsofos dogmticos. Esto exige al estudioso un anlisis que conduzca a un neto discernimiento entre relativismo y escepticismo y, ms concretamente, a evaluar los elementos relativistas escondidos en la tradicin escptica y a explicar por

    sich. KGA VIII 1, 2 (85), 102. Das Ding an sich widersinnig. Wenn ich alle Relationen, alle Eigenschaf-Das Ding an sich widersinnig. Wenn ich alle Relationen, alle Eigenschaf-ten, alle Ttigkeiten eines Dinges wegdenke, so bleibt nicht das Ding brig: weil Dingheit erst von uns hinzufingiert ist aus logischen Bedrfnissen, also zum Zweck der Bezeichnung, der Verstndigung , nicht(zur Bindung jener Vielheit von Relat, Eigenschaften, Ttigkeiten). KGA VIII 2, 10 (202), 246.

    16 Aristteles, Metafsica 1007a20. Platn, Hipias Mayor 289b. En el Teeteto, Protgoras y Herclito coinciden en cuestiones fundamentales sobre la realidad y el conocimiento.

  • 178 Jos Solana Dueso

    Damon. Revista Internacional de Filosofa, n 50, 2010

    qu el pensamiento relativista ha sido integrado en el escepticismo y por qu slo all ha podido sobrevivir. Tarea sta vlida no slo para el escepticismo antiguo, sino tambin para el moderno, como lo prueban los escritos de Francisco Snchez o de Michel de Montaigne.

    Me parece que estas dos lneas de anlisis que aqu se proponen incluyen un conjunto de problemas tericos que van de la lgica a la poltica, una alternativa a la visin cannica de la filosofa, y que tienen dos pilares fundamentales:

    a) En el mbito general de la filosofa, lo relativo frente a lo absoluto. En la lgica, la predicacin relativa frente a la predicacin mondica de Aristteles, o lo que es lo mismo, un lenguaje relacional frente a un lenguaje de cualidades. En la ontologa, la reivindicacin de la relacin como categora frente al protagonismo casi absoluto de la sustancia aristotlica. En la tica, el reconocimiento de la intersubjetividad, de los muchos iguales y de la presen-cia decisiva e inevitable del conflicto. En la metodologa de la investigacin y discusin, el relativismo significa, no el banal todo vale17, sino la negativa a solventar las diferencias por la va de la imposicin y supone tambin la decisin de permanecer en el terreno de la pluralidad. Conocida es la rplica platnica a la tesis de Protgoras: El dios, no el hombre, es la medida de todas las cosas18.

    b) En el mbito de la filosofa poltica, la mayora frente al experto, el sabio o el hombre prudente, lo cual significa defender la necesaria participacin de todos en la virtud poltica, es decir, en la deliberacin y la decisin, pues de ello depende, y no solo del progreso tc-nico, la pervivencia de las ciudades.

    Quiero concluir esta propuesta con una reflexin de J. Margolis, en el libro antes citado, que comparto plenamente. El relativismo no slo ofrecera una alternativa a las posiciones epistemolgicas y ontolgicas dominantes, sino que tendra el ms profundo efecto sobre temas de poltica prctica y pblica, especialmente en relacin con la direccin autoritaria de los asuntos humanos y con la posicin conceptual de cualquier verdad supuestamente invariante sobre la que descansa tal direccin.

    Esta propuesta para el estudio del pensamiento griego se basa en una doble conviccin: primero, que entender la filosofa griega como una polmica, un dilogo entre iguales, es ms acorde con la realidad y el fieri de esa filosofa, y segundo, que recuperar el pensamiento y los pensadores de la democracia, cuya primera realidad se alumbr en suelo griego, es un buen servicio que podemos prestar a nuestra sociedad. Un efecto colateral no secunda-rio de esta propuesta es que no nos veremos abocados a la paradoja de colocar en el cesto de nuestras preferencias tanto el sistema democrtico como sus ms insignes adversarios. Scrates, Platn y Aristteles bajarn del pedestal a que han sido elevados y departirn, en pie de igualdad, con los pensadores de su tiempo, como realmente ocurra en la Atenas donde estos pensadores vivieron y filosofaron.

    17 Si el relativismo afirmara que cualquier opinin sobre un determinado asunto es tan buena como cualquier otra, con razn merecera el desprecio del filsofo como de toda persona sensata.

    18 Platn, Leyes 716c.