La Familia Del Anciano

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La familia del anciano García Pintos El sentimiento de pertenencia es una de las expresiones más genuinas y más demostrativas de las tendencias transitivas del hombre. Las tendencias transitivas son aquellas fuerzas que lo convocan y orientan a superar el inmanentismo, el ensimismamiento, el narcisismo primario para salir al encuentro de otros. Ellas se manifiestan de dos maneras: asociación (estar con los otros) y comunidad (ser con los otros). El hombre es un ser que se trasciende, que naturalmente responde a una exigencia esencial de despliegue más allá de su propia realidad. Existen pertenencias que vamos elaborando a lo largo de la vida y existen otras que son dadas, que de alguna manera nos anteceden y nos esperan al momento de nacer. Los amigos, el club, el partido político, la pareja, serán pertenencias elaboradas y elegidas por uno, serán opciones decididas. Son los grupos secundarios de pertenencia. Existen otras pertenencias que no son tan libres, estructuras o tramas de relación que nos anteceden y a las cuales uno se adscribe sin elegirlas. Son los grupos primarios de pertenencia (país, familia, momento histórico, etc.). La familia que formamos cuando nos casamos y tenemos hijos también es un grupo primario en virtud de la imposibilidad de desafiliación que tenemos respecto de él. Estas serían las nativas vinculaciones, escena natural, primera y más estable de la sociabilidad que importan una afiliación perpetua y constitutiva, permanente, donde juega particularmente el éxito de nuestro despliegue social y afectivo. Ella funciona como mecanismo o medio defensivo, una especie de colchó que atenúa los impactos de las crisis del ciclo vital. El hombre inventa un sistema que será preservado y aumentado de dos maneras: por alianzas exogámicas y por consanguineidad. El sistema familiar es una estructura específicamente humana que resulta insustituible y dentro de la cual cada miembro tiene una función llena de sentido confirmando el valor fundamental e imprescindible de este grupo primario en respuesta a una necesidad específicamente humana. Familia deriva del latín “famulus”, esclavo, sirviente. Se trata de un sistema dinámico en interacción dialógica que pretende ayudar al individuo a desarrollar una presencia afectiva y efectivamente responsable y libre en el mundo. Es un sistema, un conglomerado de individuos que en su conjunto conforman una totalidad significativa, a modo de una Gestalt. No se trata de una sumatoria de individuos sino de una multiplicación de individualidades. Cada integrante posee un lugar significativo que no es intercambiable sino propio y legítimo. Lo que sí es intercambiable es la expectativa de rol, al lugar que ocupa dentro del sistema cada integrante. A partir del mismo debe asumir ciertas responsabilidades familiares, respuestas que debe dar al sistema y desde el sistema a partir del lugar que dentro del mismo ocupa. El rol no es fijo sino intercambiable, de modo tal que no existe el protector que nunca puede ser protegido y

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Psicología de adulto y geronte - resumen

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La familia del anciano García Pintos

El sentimiento de pertenencia es una de las expresiones más genuinas y más demostrativas de las tendencias transitivas del hombre. Las tendencias transitivas son aquellas fuerzas que lo convocan y orientan a superar el inmanentismo, el ensimismamiento, el narcisismo primario para salir al encuentro de otros. Ellas se manifiestan de dos maneras: asociación (estar con los otros) y comunidad (ser con los otros). El hombre es un ser que se trasciende, que naturalmente responde a una exigencia esencial de despliegue más allá de su propia realidad. Existen pertenencias que vamos elaborando a lo largo de la vida y existen otras que son dadas, que de alguna manera nos anteceden y nos esperan al momento de nacer. Los amigos, el club, el partido político, la pareja, serán pertenencias elaboradas y elegidas por uno, serán opciones decididas. Son los grupos secundarios de pertenencia. Existen otras pertenencias que no son tan libres, estructuras o tramas de relación que nos anteceden y a las cuales uno se adscribe sin elegirlas. Son los grupos primarios de pertenencia (país, familia, momento histórico, etc.). La familia que formamos cuando nos casamos y tenemos hijos también es un grupo primario en virtud de la imposibilidad de desafiliación que tenemos respecto de él. Estas serían las nativas vinculaciones, escena natural, primera y más estable de la sociabilidad que importan una afiliación perpetua y constitutiva, permanente, donde juega particularmente el éxito de nuestro despliegue social y afectivo. Ella funciona como mecanismo o medio defensivo, una especie de colchó que atenúa los impactos de las crisis del ciclo vital. El hombre inventa un sistema que será preservado y aumentado de dos maneras: por alianzas exogámicas y por consanguineidad. El sistema familiar es una estructura específicamente humana que resulta insustituible y dentro de la cual cada miembro tiene una función llena de sentido confirmando el valor fundamental e imprescindible de este grupo primario en respuesta a una necesidad específicamente humana. Familia deriva del latín “famulus”, esclavo, sirviente. Se trata de un sistema dinámico en interacción dialógica que pretende ayudar al individuo a desarrollar una presencia afectiva y efectivamente responsable y libre en el mundo. Es un sistema, un conglomerado de individuos que en su conjunto conforman una totalidad significativa, a modo de una Gestalt. No se trata de una sumatoria de individuos sino de una multiplicación de individualidades. Cada integrante posee un lugar significativo que no es intercambiable sino propio y legítimo. Lo que sí es intercambiable es la expectativa de rol, al lugar que ocupa dentro del sistema cada integrante. A partir del mismo debe asumir ciertas responsabilidades familiares, respuestas que debe dar al sistema y desde el sistema a partir del lugar que dentro del mismo ocupa. El rol no es fijo sino intercambiable, de modo tal que no existe el protector que nunca puede ser protegido y

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es este intercambio el que le da al sistema familiar dinámica y salud. Cuando un sistema no puede jugar este intercambio de expectativas de rol, sufre de rigidez por esterotipia y establecen un espejismo de armonía o equilibrio familiar que pretende resguardarlos de amenazas de desintegración. Esto genera una reducción del espacio personal, no se puede salir de esta funcionalidad embretada que significa ser por siempre un determinado rol. También genera rigidez del espacio interaccional porque no hay posibilidad de intercambio. Para resguardar este espejismo de equilibrio o armonía familiar, el sistema muchas veces tendrá que optar por borrar las necesidades individuales y negar la existencia de conflictos importantes, los cuales pasarán a ser considerados simplemente como rasgos del perfil de la familia. Este sistema está organizado sobre la base de reglas encargadas de establecer y contener la dinámica del mismo. Todo sistema flexible o rígido, se organiza en base a reglas que tienen por finalidad ordenar la vida de la estructura y darle movimiento. En general esas reglas son negociadas sutilmente y de manera inconsciente entre los individuos, aunque en muchos casos pueda parecer que son fijadas unilateralmente por uno de ellos. El sistema también es dinámico pro ser un sistema viviente. Es una realidad que reconoce en su intimidad fuerzas que entran en juego entre sí, de cuyo resultado esa misma realidad cobra vida e identidad como tal. La familia como cualquier ser viviente se encuentra en un proceso permanente de modificación y cambio. Los seres animados cambian en virtud de procesos determinados por sus propias naturalezas, siendo por tanto cambios programados y automáticos, pero el viviente humano, animado por un alma espiritual, lejos de ser víctima de sus procesos de cambio es libre y responsablemente protagonista de ellos. La familia también participa del alma espiritual por estar formada por personas, está sujeta a esta dinámica, a una alternativa de permanente cambio y transformación en base a la cual desarrolla su capacidad de crecimiento y continuidad como sistema. La familia como entidad viviente y humana no procura un estado libre de tensiones, porque ese estado es utópico cuando hablamos de la salud humana. La familia humana vive el crecimiento como un equilibrio inestable. Está permanentemente en búsqueda de, orientado hacia, en procura de encontrar un sentido plenificante. La vida de una familia responde a distintos tipos de crisis que plantean desequilibrios temporarios y reasentamientos posteriores y en esa dinámica se va desenvolviendo el crecimiento significativo del sistema y sus individuos. Inevitablemente en la vida de una familia hay épocas de perturbación, épocas de crisis. Hay otras épocas criticas en las que el elemento de peligro no se destaca tanto, pero en las que la tensión y la presión que soporta un miembro de la familia son sin embargo intensas y amenazantes.

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El propio sistema cuenta con mecanismo de autorregulación o autoequilibrio que se ponen en marcha al servicio de sobrellevar y resolver la crisis actual: - el sistema de autoridad: debe ser claro, estable, coherente, firme si pretende ser continente. Los occidentales tenemos un cierto problema para entender el concepto de autoridad y solemos percibirlo como algo castigador, que prohíbe o persigue y castiga. La autoridad es aquello que ordena y contiene. - red de comunicación abierta: la posibilidad del encuentro y el diálogo en el marco del sistema familiar. En la actualidad, las familias se encuentran perturbadas en este sentido, falta comunicación entre los padres y los hijos, los hermanos, los esposos y como la parentela es menor y la posibilidad de no comunicarse con uno no puede compensarse por la hacerlo con otros, el riesgo de aislamiento del individuo es mayor. - ejercicios de roles en forma complementaria: la posibilidad de flexibilizar el espacio interaccional y de ampliar el espacio individual le dan a la familia una dinámica y un ejercicio saludable y operativamente efectivo al momento de enfrentar las vicisitudes de la vida del sistema. Tenemos crisis vitales referidas a los momentos de transición o cambio esperables en el curso del desarrollo vital del sistema, crisis accidentales referidas a situaciones vitales pero no esperables y que golpean sorpresivamente y crisis accesorias, la incidencia de factores externos e inespecíficos que en algún momento pueden afectar la vida y situación de la familia. El ciclo vital de la familia La constitución efectiva de la pareja manifiesta la primera crisis del ciclo vital de la familia. Pareja entendida como la integración creativa de dos individuos en base al diálogo, respeto y comprensión mutua. La pareja pasa a ser un aspecto fundamental en mi vida pero no lo es todo ya que sigo siendo un individuo y debo responder a esa individualidad. La segunda crisis es la de convivencia. La tercera es la del nacimiento de los hijos. De hecho, muchas parejas se disuelven o desestructuran en inminencia del nacimiento del primer hijo por no poder resolver esta crisis. La cuarta tiene que ver con el crecimiento de los hijos. La aceptación de que los hijos no son propiedad privada sino que son de administración temporaria implica un momento crítico. La quinta crisis es el casamiento de los hijos, en la que se plantean como tareas vitales el integrarse con otra familia, el perder un hijo, y volver a ser dos con la pareja. También incluye que los hijos se sientan perdidos no porque se casen sino porque se vayan a vivir solos o a residir a otro lugar por estudio o trabajo. Esto se conoce como el síndrome del nido vacío. Hay que aceptar que el tiempo ha pasado y se siente la resignación del rol de padres.

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La sexta crisis es la de la abuelitud. La llegada de los nietos reclama una nueva actitud, postura y ritmo de vida. Esta crisis particularmente dura al momento de vincular abuelitud con vejez. La séptima crisis es el fallecimiento del padre o madre de la familia. Este hecho impacta en los hijos de una manera muy particular, según haya sido el vínculo establecido entre padre/hijo a lo largo de la historia familiar. Pero especialmente impacta al cónyuge viudo. Aquí debe resolverse la alternativa crítica de volver a ser uno. Como cerrándose un círculo, el individuo vuelve a encontrarse consigo mismo y su individualidad. A estas crisis básicas se le suman crisis accidentales también. Básicamente se trata de alternativas que si bien pueden acontecer en el curso de la vida de cualquier familia, no son episodios esperables sino sorpresivos, sin previsión. Las crisis accesorias se refieren a situaciones que inciden directamente sobre la vida familiar y que responden a factores externos (guerras, crisis económica, etc.). Ante la alternativa agitada de tener que enfrentar tales crisis, la familia se presenta como un compacto que cumple con las siguientes funciones: - asegura el bienestar afectivo - asegura el bienestar material - absorbe el impacto de las tensiones que se deriven de enfrentar situaciones nuevas e imprevistas La dinámica del sistema familiar está dada por la menor o mayor posibilidad de diálogo que puedan manifestar en la relación interna como en su relación con otros sistemas familiares. La familia debe pretender ayudar al individuo a desarrollar una presencia afectiva y efectivamente responsable y libre en el mundo mediante presencia afectiva, efectiva y libre y responsable. Es una institución específicamente humana, no responde como en el caso del animal a una simple motivación instintiva de procreación, subsistencia y compañía sino que responde a la necesidad de pertenecer a una estructura estable donde poder encontrar una función significativa por desplegar. Lamentablemente existen organizaciones familiares inmaduras o disarmónicas. La familia del anciano Estadísticamente se comprobó que la expectativa de vida es menor en el hombre que en la mujer. Hay más viudas que viudos. Pro cuestiones culturales, los viudos cuentan con una mayor posibilidad de volver a casarse en virtud de que el porcentaje de cónyuges potenciales pasa a ser mayor para el hombre. Las ancianas habitualmente se integraban al hogar de uno de sus hijos dado que eran habituales los hogares trigeneracionales. En la actualidad, esta modalidad se va modificando a favor de hogares unigeneracionales, de ancianos que viven solos. De

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cualquier manera, aún no son tantos los ancianos institucionalizados, aunque sí son mayoría los que viven solos. Con respecto a la solidaridad generacional, los hijos se comportan según pautas adquiridas en la infancia a través del modelo y testimonio que para ellos fueron sus progenitores. El tema no arranca con la vejez del padre sino se inscribe en un continuo histórico del que este momento es una parte más y se resolverá en consecuencia con los anteriores. Hay una responsabilidad intergeneracional que debe asumir el joven o el hijo ante el viejo o padre y también que el viejo o padre debe asumir ante el joven o hijo. Debemos aceptar que muchas veces existe una brecha muy pronunciada entre la voluntad y la posibilidad de darle al anciano una respuesta plenamente satisfactoria. Las familias con ancianos habitualmente se enfrentan, tarde o temprano, ante una alternativa difícil: incorporar al anciano al hogar de algún hijo, transferirlo a un hogar o residencia, que viva solo o contratar a alguna persona para que lo atienda. En un principio, las familias extensas se hacían cargo del viejo o lo sostenían en su seno hasta el momento de morir. Era difícil encontrar ancianos que no permanecieran rodeados y asistidos por sus familias, si bien es cierto también que ancianos institucionalizados y abandonados los hubo siempre. Los ancianos y sus familias están necesitando hoy esquemas de asistencia institucionalizada más efectiva, dinámica, con alternativas domiciliarias y modalidades diurnas que permitan encontrar efectivamente una salida intermedia entre el geriátrico y la casa de familia, sin asistencia y significando un alto costo emocional para la familia. Durante mucho tiempo se abordó la situación psicoafectiva y social del anciano desde una actitud que llamaría “gerocentrismo”, interpretando al individuo como sujeto aislado, separado de su circunstancia y contexto. Se hacían interpretaciones reduccionistas médico-fisiológicas del envejecimiento. Pero al momento de conocer, comprender y asumir que el anciano no es una isla sino que establece vínculos de pertenencia y es referente de comunicación dentro de un sistema familiar, escena fundamental y original en la que se juega su ida psicoafectiva de manera contundente, se comienza a superar ese error inicial y se comienzan a plantear incursiones en el ámbito familiar del anciano con técnicas diagnósticas, de asesoramiento y educación gerontológica. Se trata de una variable muy importante al momento de evaluar y orientar o trabajar con la familia del anciano. Este enfrenta su familia como el autor a su obra, se trata de algo que habla de él mismo y de cómo ha sido su relación y vinculación con ellos. Así como podemos decir que se envejece tal como se ha vivido bien podría decirse que las relaciones y reacciones familiares en la vejez responden a cómo se han estructurado funcionalmente. De alguna manera, consciente o inconscientemente se apostó en la

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juventud que la familia sería compañía continente en la vejez y ahora, en situación presente, se comprobará cómo funcionará, confirmando si lo hecho antes ha sido apropiado o no. Para el anciano es una estructura de la que se siente depender más día a día. Esta alternativa plantea una circunstancia habitual de conflicto en la dinámica familiar del anciano: marginación vs. dependencia, exclusión vs. permanencia. Por un lado, la familia busca la descarga del anciano y por otra él reclama ser atendido de manera más cuidadosa y protectora. Desacomodación dual. Es una dinámica curiosa. Las distintas vicisitudes en la vida del anciano lo llevan a enfrentar una profunda crisis de identidad. Se alteran los roles de la vida cotidiana, los cambios funcionales, orgánicos sostienen una particular alternativa de desorientación y confusión. Se vivencia una especie de pérdida del lugar propio. Esto es altamente angustiante y genera un sentimiento de inseguridad e inestabilidad que deviene de ese vacío interior que lo lleva al individuo a expresar actitudes simbióticas. Esta vivencia y situación introducida por el miembro anciano o ingresando en ancianidad altera la dinámica funcional del grupo. Una crisis grupal afecta sobre la individual y ésta sobre la primera, este círculo puede convertirse en virtuoso cuando esa afectación es positiva o bien puede convertirse en vicioso cuando la afectación es negativa y agravante del conflicto. Los sistemas familiares Pueden clasificarse en maduros o inmaduros teniendo en cuenta la posibilidad de manejo armónico o no de los recursos que hacen a su estructura. Pertenecer a un sistema u otro afecta sensiblemente sobre la posibilidad de resolución que tiene el anciano de resolver su crisis de envejecimiento. La familia del anciano también envejece y vive su propia crisis de envejecimiento. La situación del anciano respecto del contexto familiar como poseyendo una función diferenciada, orbital o integrada según sea el caso se establecerá entre el anciano y la familia un tipo de vínculo que facilitará o entorpecerá el tránsito por esta etapa de la vida. Según sea la función cumplida por el viejo dentro del grupo, será la vivencia de libertad y autonomía que éste tenga, el modo de disponerse a enfrentar esta crisis y la posibilidad concreta de resolverla o no y, en tal caso, en virtud de cuáles recursos. Sistema maduro: familia normal Sistema inmaduro: familia tipo clan, sobreprotectora, abandónica, distante. 1. sistema familiar maduro. Reconocen una cierta estabilidad emocional como para asumir la existencia del conflicto o situaciones críticas en su seno, de modo tal de poder apelar a sus propios recursos hoy desconocidos en orden a resolverlos adecuadamente.

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La familia normal corresponde a esta categoría, por tener la cualidad de que sus miembros son independientes pero interdependientes, autónomos en lo personal pero comprometidos por las circunstancias de los otros. Están vinculados por lazos de mutualidad con reciprocidad. Es un sistema emocionalmente estable, con buena administración de recursos al servicio de la continencia y resolución de las crisis individuales y grupales, que existe como firme estructura por detrás de sus miembros pero sin ahogarlos ni asfixiarlos. El individuo que pertenece a ella tiene buenas posibilidades de lograr una síntesis personal madura o bien puede no logarlo. El logro de una madurez personal no puede determinarse como por una matriz por ninguna circunstancia ajena al ejercicio de su propia voluntad y responsabilidad. Cuando la síntesis no se logra se genera una frustración que puede acumularse y conformar un núcleo de experiencias negativas que influyen sobre su actuar. Lograda la síntesis personal, la síntesis familiar tiene una sensible posibilidad de éxito y recíprocamente si el sistema la logra, la tarea de sus integrantes en lo que hace al logro de la propia, está respaldada. El problema del integrante anciano la familia normal lo enfrenta del siguiente modo: la ancianidad será vivida por el sujeto como una amenaza de aniquilamiento de su self y ante tal eventualidad deberá dar respuesta y tomar actitudes para lograr una nueva síntesis; o bien el grupo como tal se verá afectado por esa circunstancia vivida por uno de sus miembros, alternativa que introduce cambios sustanciales en su propia dinámica como sistema. También la familia deberá elaborar una síntesis como grupo. Normalidad no es otra cosa que la posibilidad de responder flexible, dinámica y efectivamente ante los diversos conflictos que se sucedan. Esta alternativa de resolución no solo define a la familia con una historia armónica en lo referente a su dinámica como sistema sino que además implica el fortalecimiento del mismo y de la salud de sus miembros, incluido el anciano. 2. sistema familiar inmaduro. Se trata de aquellos sistemas familiares en los cuales sus individuos no asumen correctamente sus roles, en virtud de priorizar sus propios intereses en detrimento de los intereses del grupo. En estas familias es posible localizar un alto monto de agresividad y hostilidad y mucha rivalidad entre sus miembros aunque casi siempre manifestada de manera solapada. En realidad no se considera que la crisis sea del grupo sino del individuo que la vive, dejándolo a su propia suerte. Se trata de familias disarmónicas, en tanto no pueden atinar a dar verdadera resolución a la crisis de sus miembros ni a las del grupo como unidad. Son grupos que no logran la síntesis ni promueven en sus miembros el logro de las síntesis personales. El círculo es vicioso. Cuando la familia no logra la síntesis, encontramos que uno de sus miembros es escogido para derivar sobre él el fracaso familiar. Este no logra tampoco sus propias síntesis y a través de las dificultades que esto acarrea pasa a funcionar como señal de alarma que denuncia la falta de síntesis del compacto, sus resquebrajamientos como

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sistema o bien como mecanismo defensivo en tanto y cuanto toda la familia deposita en ese sujeto su fracaso, sus partes disarmónicas y sus dispersiones (chivo expiatorio). El sujeto insatisfecho en sus necesidades básicas no puede cumplir con sus deberes para con el grupo. Y el grupo queda comprometido en tanto y cuanto uno de sus miembros no puede cumplir con sus deberes para el sistema y a su vez el grupo no cumple con sus deberes para con sus miembros. Se generan dentro del sistema los puestos o roles vacíos. Se generan también lagunas funcionales, superposiciones de rol y colisiones, todos muy dolorosos. Las familias inmaduras no dan respuesta resolutiva a la conflictiva del anciano. Elaboran una resolución aparente pro la vía de la separación, quitan del medio al anciano o se alejan en actitud de no hacerse cargo del problema. No atinan a atender convenientemente sus necesidades y reclamos ni descubrir comprensivamente sus inquietudes y expectativas. El anciano es un problema hasta que se muere. 1. la separación del anciano. No pasa por ser necesariamente una separación de hecho. Puede serlo más solapada o simbólica. Una posibilidad sería la institucionalización. Otro modo es otorgarle al anciano una especie de rol sin rol dentro de la dinámica familiar. 2. priorizar los propios intereses. En nombre de todo lo que se tiene que hacer y la importancia que se da a esto, los miembros se alejan del anciano dando por terminado el asunto (no tengo tiempo, estoy ocupado). 3. agudización de las propias crisis. Se toma distancia y se separa del requerimiento agudizando las propias crisis de manera de encontrar en ellas una excusa racional que los libere de hacerse cargo o de dar una respuesta a tal requerimiento. Hay una huida compulsiva hacia la propia crisis para no hacerse cargo del problema. Las familias inmaduras no solo son carentes de recursos para dar respuestas efectivas y plásticas a las necesidades del anciano y del sistema en general sino que generan nuevos y complejos conflictos, se aporque la supervivencia del conflicto primero afecta directamente sobre la salud psíquica de sus miembros significando el desmoronamiento del grupo, sea porque se produce la fractura del sistema por desmembramiento al suceder la separación de alguno de los integrantes con todo el sentimiento de soledad y culpa que esto introduce en la dinámica del sistema. Dentro de los sistemas inmaduros, podríamos caracterizar 4 tipos de familias, de acuerdo al modo habitual de abordaje que hacen de la problemática del anciano: 1. abandónica: en estos grupos, sus integrantes viven intensamente ocupados en sus propios intereses y actividades, dejando de lado al grupo familiar el que queda emocionalmente estéril. Reconocen en su dinámica una comunicación y relación

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altamente descuidada y su unidad se resquebraja a partir de la vivencia de contemplar a los otros como verdaderos extraños, ajenos a las alternativas propias de vida. Sus integrantes suelen ser demandantes insatisfechos y dependientes, con grandes conflictos y dificultades en el manejo de sus vidas afectivas, expresión de su emoción y vínculos. Son familias agotadas. Tampoco dan respuesta afectiva y efectiva al problema del anciano, ya que interpretan que ese problema no les pertenece. O bien se lo institucionaliza o bien dejan que viva solo o acompañado por un tercero. No abandonan al anciano, en realidad nunca hubo vínculo de pertenencia entre los integrantes del sistema. 2. sobreprotectora: hay un excesivo interés y preocupación por todo lo referente a sus miembros desde las cosas más significativas a las más insignificantes. Son grupos omnipresentes, vigilantes e hiperemotivos. Tienen una evidente dificultad para vincularse con extraños al grupo en virtud de ser emocionalmente volubles y plantear tal característica un cierto problema de ajuste con personas y grupos emocionalmente más maduros. Experimentan una actitud básica de rechazo entre sus miembros pero a partir de la imposibilidad de adquirir noción consciente de sus conflictos elaboran y mantienen una actitud sobreprotectora como compensación o reparación de sus deseos e intenciones. Es un grupo asfixiante y tratan a sus viejos como si fueran niños que deben vigilar y manejar a voluntad. Sus actitudes son invalidantes. La imposibilidad de aceptar al viejo y su problemática lleva al grupo a adoptar actitudes como tratarlo como a un niño (no existe el viejo) o lo protegen como formación reactiva porque en realidad quisieran sacárselo de encima. 3. tipo clan: familias organizadas en torno a la figura de uno de sus miembros, habitualmente el padre o la madre. Se trata de grupos monolíticos que actúan rígidamente sin posibilidad de independencia de sus miembros, los que son absorbidos o aglutinados por el clan. Se organiza sobre mandatos contundentes (tácitos o explícitos) que inhiben el dinamismo libre y responsable de sus miembros. Son patriarcados o matriarcados que tienden a entronizar la figura del más fuerte aunque en realidad se ve fortalecida la figura pro la estructura del propio clan. Cuando el problema lo tiene el jefe del clan, los otros miembros del grupo que desean ocupar su lugar, compiten entre sí para desplazar al líder debilitado; todo el sistema experimenta una angustia de aniquilamiento. La línea de herencia es casi siempre fijada con anterioridad y la transmisión del mando se suele resolver por vía del primogénito. Puede ser que la figura del líder, aún debilitada, siga fuerte y continúe el liderazgo y la familia lo sostiene. Cuando el grupo no puede superar la situación de debilidad o pérdida del líder, se dispersa. Este tipo de familia no resuelve la problemática del anciano y es probable que no opten por la institucionalización. 4. distante: son básicamente abandónica. Reflejan una actitud o apariencia serena en comparación a las abandónica que presentan una cara más conflictiva. Esa serenidad está basada en una actitud clara de intelectualización e inhibición de la expresión afectiva. Son familias que apelan frecuentemente a la racionalización e intelectualización al momento de explicar sus vínculos o modos de encarar situaciones diversas, cubriendo de esa manera una extraordinaria inhibición de sus emociones. La situación del anciano

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es resuelta siguiendo razonamientos lógicos, entendidos como argumentos válidos que justifican que el anciano esté solo, en casa o institucionalizado. Cada uno hace su vida. Esta apariencia de serenidad esconde la turbulencia de todo lo no expresado o sentido y que siempre se mantuvo por debajo de lo racionalizado. Puede asumir una actitud de sobreexigencia respecto del anciano.

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